venenos: el arma silenciosa poison: the silent weapon · 2- venenos más empleados en el empleo de...
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Criminología y Sociedad Vol. 4, Núm.5, Año 2015-2016. Pp. 283-309.ISSN
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Venenos: El arma silenciosa
Poison: The Silent Weapon
Marisol Donis Serrano1
Texto recibido: 8 de abril de 2015
Texto aprobado: 26 de junio 2015
Sumario: 1- Introducción. 2- Venenos más empleados. 3-
Envenenadoras. 4- Envenenadores. 5- pareja de envenenadores. 6-
Conclusiones. 7- Bibliografía
Resumen: Veneno, el arma de los cobardes. El envenenamiento es
un delito frío, con mucha premeditación, ensayo. Se ejecuta
generalmente en la esfera del hogar y es elegido mayoritariamente
por mujeres que pueden pasar con facilidad de delincuentes
ocasionales, a multienvenenadoras y, por tanto, asesinas en serie.
Es un delito alevoso porque la víctima no sospecha que está siendo
1 Farmacéutica, criminóloga y escritora española . Autora de ocho libros con temática criminológica. E-mail: [email protected]
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envenenada y no se puede defender. El envenenamiento es el
triunfo de la codicia, de la astucia y de la insidia.
Palabras clave: veneno, envenenadores, asesinato, alevosía, cifra
negra del crimen
Abstract: Poison, the cowards weapon. Poisoning is a cold crime,
with much/substantial premeditation/forethought, and practice. It is
usually committed at home and mostly chosen by women who can
easily evolve from occasional offenders to multiple poisoner, and
therefore, serial killer. It is a crime that takes advantage of the
victim`s defenceless state because she/he can not suspect that is
being poisoned. Poisoning is the success of greed, cunning and
insidiousness.
Keywords: Poison, poisoners, murder, aforethought and
defenceless, dark figure of crime.
1- Introducción
Veneno es toda sustancia que, introducida en el organismo,
interacciona con el mismo y genera efectos adversos, entre ellos la
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muerte, sea esa sustancia sólida, líquida o gaseosa, del reino
mineral, vegetal o animal. Pero esta definición sirve también para
tóxico. Entonces, dónde está la diferencia entre envenenamiento e
intoxicación? La diferencia está en la intencionalidad. Para hablar de
envenenamiento es necesario que exista intención de hacer daño.
A partir del siglo XVII desaparece el envenenamiento como
profesión y los envenenadores a sueldo. Se fueron acabando las
Locusta, las Toffana, las Voisin. El veneno se hace democrático y los
envenenamientos individuales crecen.
El envenenamiento ha sido siempre el método preferido por las
mujeres para matar. Por cada diez envenenamientos, siete son
cometidos por mujeres. Curiosamente, algunos de los hombres que
eligieron este método, son médicos, odontólogos y enfermeros, por
su fácil acceso a los venenos.
En menor medida está la pareja de envenenadores. Son
escasas porque no se necesitan cómplices, así no hay nadie que te
pueda delatar.
En ocasiones, al ser los síntomas de envenenamiento similares a los
de enfermedades comunes, se consideran muertes “naturales”. Si no
se sospecha no se detecta el envenenamiento y los autores llegan a
convertirse en asesinos en serie.
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El veneno, como medio utilizado para ocasionar la muerte de
una persona, ha sido considerado, a lo largo de la historia, algo
reprochable por la cobardía y premeditación del que lo emplea,
contra el que no cabe defensa. Lo han definido “el arma de los seres
débiles” y “la más cobarde de las alevosías”, entendiéndose por
alevosía: “Los medios, modos o formas empleados para lograr la
muerte de otro que tiendan directa y especialmente a asegurar la
ejecución, sin riesgo para la persona del autor, que proceda de la
defensa que pudiera hacer el ofendido”.
2- Venenos más empleados
En el empleo de los venenos se observan varios períodos históricos.
Desde cuando se empleaban los venenos presentes en la naturaleza
y los utilizaban con fines defensivos, criminales y suicidio, como las
tribus primitivas que impregnaban las puntas de sus flechas con
sustancias tóxicas como el curare o el manzanillo; o en Grecia que
los venenos se empleaban de forma legal como “pena de muerte”.
Hasta cuando en el siglo XVI y XVII en Francia, aparecen las leyes
represivas contra el empleo de los tóxicos debido al auge del
envenenamiento con arsénico que llegó a llamarse “polvo de
sucesión”. En la Italia del Renacimiento el envenenamiento adquirió
cotas insospechadas que transcurrían entre el mito y la leyenda. A
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partir del siglo XVIII el veneno se democratiza, pasa a todas las
categorías sociales y aparece la Toxicología. A mediados de ese
siglo se afirmaba que los venenos en estado incandescente
despedían un olor nauseabundo por lo que se comenzó a tratar los
cadáveres con brasas encendidas para averiguar si habían sido o no
envenenados.
Galeno manifestaba: “Tienen muchos por cosa dificultosa, o
por imposible del todo, que los que mueren por haber bebido
algunos venenos mortíferos, se puedan conocer y distinguir de los
que murieron por alguna enfermedad del cuerpo, y se puede
distinguir lo uno de lo otro, en cuando un hombre tiene de su
naturaleza buenos humores, y ha sido bien regido y vivido sano; este
tal muriendo de repente, como acontece habiendo tomado por boca
algún veneno mortal, si luego se le pone el cuerpo de color plomo, o
negro, o de otros colores diversos; o huele a cosa podrida, se
presume haber tomado veneno”.
Entre los venenos más empleados en la historia de la
humanidad destacan el opio y sus derivados; los alcaloides de las
Solanáceas (mandrágora, belladona, beleño, estramonio), digital,
arsénico, estricnina, talio, cianuro… y todo lo imaginable. Ya lo decía
Paracelso “Todo es veneno, nada es veneno, depende de la dosis”.
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El opio estaba presente en ceremonias místico-religiosas
como los misterios de Eleusis, el culto a Apolo y el culto a Dionisos.
El viaje a Eleusis representa una travesía al otro mundo para
recobrar de la muerte a Perséfone, la hija de la generatriz de los
granos, Deméter, cuyo dolor por la pérdida filial podía ser aliviado
sólo a través del misterio del renacimiento. Los procedimientos para
la preparación de las pociones rituales nos hablan de una vasija
llamada Kernos con apariencia de cáliz, y de su contenido: salvia,
semillas de adormidera, granos de trigo y centeno, frutos secos,
miel.
También tuvo influencia el opio en la brujería o magia
mezclado con estramonio y mandrágora, en forma de ungüentos que
se aplicaban en lugares donde, por ser la piel más fina, era fácil la
absorción.
Se ha sugerido que la adormidera era una parte integral en
los ritos de sacrificio desde Sumeria a Babilonia. En algunas de las
tumbas de sacrificio de los primeros reyes de UR, los criados y
esclavos sacrificados morían en paz gracias a la ingestión de un
preparado de opio que les relajaba, dejaba inconscientes y pasaban
al sueño eterno.
El opio ha sido considerado “veneno social”, y entre sus
partidarios podemos citar al cardenal Richelieu, Carlos Baudelaire,
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Tomás de Quincey llamado Papa del opio, título que se adjudicó él
mismo.
Con cianuro se intentó envenenar a Rasputín al que se le
administró mezclado en una copa de vino dulce. Pero en éste caso
el carbono del cianuro se combinó con el azúcar del vino y el veneno
se neutralizó. Además lo tomó acompañado de pastel de chocolate,
por tanto más azúcar para neutralizar el tóxico. No hubo manera de
envenenarlo.
Durante años, el veneno estrella fue el arsénico.
El efecto del arsénico es acumulativo, por lo tanto no es
necesario dar a la víctima una dosis masiva. Ahora bien, una vez se
sospecha de él, es fácil identificarlo pues deja huellas por tiempo
indefinido en uñas, pelos y vísceras. Analizando muestras de
cabello, en caso de sospecha de envenenamiento por arsénico, se
ha podido averiguar cuándo se tomó la primera dosis y cuando la
última. En las uñas se ven bandas transversales, blanquecinas, en
donde se hallan grandes concentraciones de arsénico.
El arsénico fue el gran aliado de los envenenadores porque
ningún médico estaba suficientemente preparado para detectarlo.
Hasta 1836 no se ideó un método, mediante el cual, un jurado podía
decidir una condena. El invento, de James Marsh, consistía en
convertir el arsénico encontrado en vísceras, pelo o cualquier tejido
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corporal, en gas arsénico que aparecía en forma de anillo negro con
brillo metálico sobre un receptor de porcelana. Hasta entonces el
arsénico siempre había eludido la justicia.
En 1851 el decreto sobre arsénico de Gran Bretaña, impedía
que se pudiera comprar de forma libre y obligaba a mezclarlo con
hollín antes de venderlo.
La detección de arsénico también tuvo sus inconvenientes,
pues más de un inocente fue sospechoso de envenenar. Así, si
alguien que viviera en la misma casa moría aparentemente sin
motivo, empezaban las investigaciones. Tal es al caso de una
muerte sospechosa, en la que se ordenó la exhumación del cadáver
cuando éste ya se encontraba en fase de putrefacción, se hicieron
las pruebas pertinentes para la detección de arsénico y dio positivo.
Luego se descubrió que ese arsénico provenía de unas flores
artificiales pintadas con un preparado que contenía ese producto
químico en pequeñísima cantidad, pero suficiente para ser
detectada. La toxina se degradó hasta confundirse con los
metabolitos que suelen hallarse en un cadáver.
Una mujer protagonizó el proceso más controvertido de
Francia y marcó un hito: Maríe Lafarge, acusada de envenenar a su
marido en 1840, con el vehículo letal más utilizado para enmascarar
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al arsénico: el pastel envenenado. El juicio seguido contra ella se
convirtió en un pugilato entre dos de los más reputados toxicólogos
de la época, como lo eran Orfila y Raspail. El primero sostenía la
teoría de que el arsénico encontrado en las vísceras de la víctima (2
miligramos) era debido a la administración con fines criminales del
pastel envenenado. Raspail, por el contrario, mantenía que el
arsénico se encuentra naturalmente esparcido en pequeñas
cantidades en la tierra que rodea un féretro. Era la primera vez que
se hablaba del arsénico contenido de forma natural en el terreno.
Por desgracia para Maríe, el peritaje de Raspail llegó cuando ya
había sido emitido el veredicto de culpabilidad. Pese a todo, este
científico no se rindió; aunque el tribunal sentenciador declaró
culpable a Marie, intentó demostrar que su colega Orfila no había
actuado de forma ortodoxa y que la muerte del señor Lafarge se
debió al contraveneno administrado de forma accidental por el
médico que le atendió a los primeros síntomas.
Respecto a sus investigaciones sobre el peritaje de Orfila, las
acusaciones son muy duras. Parece ser que éste trajo de París su
nitrato de potasa, su zinc, y el resto de sus reactivos. Después de
hacer el peritaje, dejó en poder del señor Borties, boticario del
pueblo, todo lo que le sobró, excepto el nitrato de potasa y el zinc.
Teniendo en cuenta que en las primeras tres autopsias no se
encontró ni rastro de arsénico y en la cuarta, con sus reactivos,
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Orfila encontró el veneno, Raspail solicitó al tribunal el examen, por
otros peritos, de esos reactivos de los que Orfila no se separaba.
Los otros peritos, especialmente los de Limoges, pensaron en
la posibilidad de que el nitrato de plata no estuviera en estado puro,
a lo que Orfila contestó que le constaba su pureza. Los peritos
insistieron en analizar el reactivo pero el otro se negó.
De nada sirvió el enfrentamiento entre Raspail y Orfila. Maríe
fue condenada a trabajos forzados a perpetuidad.
3- Envenenadoras
“Se dice que cuando una mujer llega a ser criminal, es peor que ningún hombre. No es cierto, lo que ocurre es
que influye la impresión que nos dan y como es peor la que produce una mujer
que un hombre delincuente-criminal, apreciamos el grado de maldad por el horror que inspira”.
Concepción Arenal2
El veneno eleva el homicidio a la categoría de asesinato, porque
entraña una alevosía especial. Un arma unida, desde siempre, a la
mujer delincuente.
2 Penalista española del siglo XIX que rompió esquemas sociales. Reformadora social y Visitadora de Prisiones de Mujeres. Su frase más célebre “Odia el delito y compadece al delincuente”
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En su tratado sobre el homicidio en el Derecho Penal,
Giambattista Impallomeni fundamentaba la preferencia de las
mujeres por el veneno, porque “son débiles, tímidas, poco prácticas
en el manejo de las armas, falsas, ignorantes. Se da sobre todo en
las bajas clases sociales y rurales y tienen preferencia por las
hierbas”. Pero lo cierto es que la mujer se inclina por el veneno
porque se oculta fácilmente, tiene escaso volumen, se adquiere de
forma anónima, no se necesita fuerza ni cómplices y no hay
derramamiento de sangre. No es ignorante, tiene tanto ingenio que
envenena con lo que tiene casa: polvos de vidrio, cerillas, puntas de
alfiler. Es un delito frío, aquí no se puede hablar de matar en un
momento de arrebato, es un delito con mucha premeditación,
investigación, ensayo, inventiva. No siempre se busca la muerte sino
dejar a la víctima con alguna minusvalía para manejarles a su antojo
siempre. La mujer envenenadora es ingeniosa, reflexiva, con mucho
control, fría, perversa. Comete menos delitos que el hombre, pero
sus crímenes son diferentes, insidiosos porque prepara
cautelosamente los medios para hacer daño.Las envenenadoras no
matan cara a cara porque son cobardes, el otro no sabe que está
siendo envenenado y no se puede defender. La envenenadora no
tiene por qué estar presente cuando su víctima ingiere el veneno.
Deja la comida preparada y se marcha.
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Por lo general, la mujer infringe menos las leyes, no tan
gravemente como el hombre, y reincide con menos frecuencias una
vez que recupera la libertad.
¿Existen asesinas en serie?
Para considerarse asesino en serie debe contar con, al menos, tres
muertes separadas, seguidas de un período de enfriamiento en el
que no siente la necesidad de matar.
No matan igual las asesinas seriales que los asesinos seriales. El
asesino en serie (hombre) mata cara a cara y uno a uno, en muchos
lugares, por lo general no tiene relación con la víctima, selecciona y
suele limitarse a una clase particular de víctima, vaga tranquilamente
en busca de su víctima y la seduce, y es muy habitual que nunca
cometan dos crímenes en el mismo escenario. Es un crimen que se
hace y que continúa y lo seguimos como si de una telenovela se
tratara sin saber como y cuando terminará. Es como una plaga que
se desarrolla y amenaza con envolver a cada uno.
Las asesinas seriales matan a personas que conocen, no
necesitan vagar buscando víctimas porque vive con ellas, las tiene
siempre a mano. Se convierten en “asesinas silenciosas”, suelen
matar a personas de su entorno, familiares o amigos o gente para la
que trabaja. Pueden ser crímenes “utilitarios” que se cometen para
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heredar. El 80% de ellas emplean veneno. Un 20% emplea armas de
fuego, armas blancas y otros métodos. Muchas envenenadoras no
pretenden convertirse en asesinas en serie pero en muchas
ocasiones y en vista de que sus envenenamientos pasan como
“muerte por causas naturales” se va animando y sigue matando. A
diferencia de los asesinos seriales, hombres, pueden cometer más
de dos crímenes en el mismo escenario y cuando se las descubre ya
han matado a todas sus víctimas sin haberse seguido sus aventuras
macabras como si fuera un folletín. Veamos los siguientes ejemplos:
a) Envenenadoras húngaras. Célebres asesinas en serie son
las envenenadoras húngaras, alrededor de cincuenta, que
estuvieron envenenando desde 1914 a 1929. Eran campesinas de
un pueblo cercano a Budapest. Todo comenzó al inicio de la Primera
Guerra Mundial, cuando muchos hombres de la región tuvieron que
abandonar sus hogares al ser reclutados para luchar en el bando
austrohúngaro. Quedaron en el pueblo, en la zona, los ancianos,
enfermos, discapacitados, y las mujeres. Al mismo tiempo se instaló
cerca un campamento para prisioneros que disponían de cierta
libertad controlada. Se establecieron relaciones entre estos hombres
y las mujeres del pueblo que por primera vez en sus vidas podían
hacer lo que quisieran. Hastiadas de sus maridos ausentes por la
guerra y relacionadas ya con otros hombres, decidieron envenenar a
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sus maridos cuando éstos volvieron del frente. Recurrieron a una
mujer, Julia la comadrona, que se dedicaba a practicar abortos y que
fue la primera en envenenar a su marido comentándolo con alguna
de las demás mujeres como la cosa más natural del mundo. De esa
forma todas se animaron sobre todo por la facilidad en conseguir el
veneno y porque después un hermano de Julia firmaba los
certificados de defunción como “muerte por causas naturales”. Julia
les suministró unas botellas de agua con arsénico elaboradas por
ella misma poniendo en remojo las tiras empleadas para atrapar
moscas y que contenían arsénico. Según volvían de la guerra, iban
muriendo uno a uno. Como los envenenamientos pasaron
inadvertidos porque los síntomas se asemejaban a enfermedades
normales, al ver que nadie sospechaba de ellas, siguieron
envenenando a otros parientes. Se cree que en total fueron 300
víctimas. Nadie sospechó o miraron hacia otro lado, hasta que se
recibió un anónimo en la redacción del periódico local. Comenzaron
las exhumaciones y las detenciones.
El juicio contra estas mujeres acaparó la atención mundial. De
las 37 detenidas, lograron que 26 fueran a juicio y finalmente, el
balance fue:
8 sentenciadas a muerte mediante horca; 7 cadena perpetua, el
resto, condenas varias
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La que suministraba el arsénico se envenenó con su propio
preparado
¿Qué propició que estas mujeres se convirtieran en asesinas en
serie?
- Una vida extremadamente dura en una época difícil, con mucha
pobreza
- Muchos de esos maridos eran maltratadores y alcohólicos y
vinieron de la guerra peor, algunos mutilados
- Las mujeres habían logrado llevar el control de su vida y ya no
aceptaban cargas de ningún tipo. Habían pasado de estar bajo el
yugo del padre, a vivir supeditadas a los maridos y era hora de
vivir sus propias vidas.
- Concurrieron una serie de circunstancias. Tener que atender a
personas dependientes, nivel cultural bajo, malos tratos y sobre
todo, la aceptación por algunos de que eso no estaba mal.
Por lo mismo, no solo envenenaron a maridos, también a padres que
dependían de ellas e incluso a hijos. Todo lo que supusiera una
carga familiar. Esto demuestra las atrocidades que es capaz de
cometer el ser humano si ve que los demás también lo hacen y no
pasa nada.
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b) Mary Ann Cotton: Primera asesina en serie de Gran Bretaña.
Envenenó a 4 maridos que habían suscrito pólizas de seguro de vida
dejándola a ella de beneficiaria; a 11 hijos que simplemente la
estorbaban, y a dos amantes. Empleaba arsénico en forma de
arsenito de cobre contenido en las pinturas de las hojas verdes del
cáliz de las flores de un papel pintado que decoraba las paredes de
sus salones. Ese color verde contenía arsenito de cobre, más
conocido como verde Schelle o verde París. Un pigmento utilizado
para pinturas al óleo muy empleadas por los pintores impresionistas.
Se sospecha que la ceguera de Monet o los trastornos neurológicos
sufridos por Van Gogh se debe a su exposición continua a ese
tóxico.
Como el arsenito de cobre es insoluble en agua, ella lo
mezclaba con un poco de aceite y lo agregaba a las comidas.
Todas las víctimas de Mary Ann murieron, según los
certificados médicos, por enfermedad. Se la descubrió con la última
víctima, un hijastro, veinte años después de comenzar su carrera
como envenenadora. Murió en la horca.
c) Si hay una envenenadora convertida en asesina en serie que
traspasó fronteras y levantó pasiones es la “envenenadora de
Amberes”, Mme. Joniaux, hija de un teniente general y mujer de un
ingeniero, de cincuenta años y muy inteligente. Se la acusó de tres
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envenenamientos ocurridos en 1892, 1893 y 1894. Uno por año. Las
victimas, hermana, tío y hermano. Los tres habían hecho testamento
a favor de ella y por si fuera poco, seguros de vida. Practicada la
autopsia se evidenció la presencia de morfina en cantidades
mínimas en el hígado de las víctimas. Declaran dos doctores que
afirman sin muchas pruebas que existe envenenamiento por morfina.
Viendo que el caso se les iba de las manos y cabía la posibilidad de
que resultara absuelta, el toxicólogo doctor Bruylante, para
cerciorarse de la presencia de morfina en las vísceras de una de las
víctimas, decidió comerse un trozo de hígado. Después de
saborearlo concluyó su experimento afirmando sin lugar a dudas la
presencia de morfina como veneno. Fue determinante. No se puede
negar que el toxicólogo era un apasionado de su trabajo.
d) Ejemplo de frialdad y refinamiento lo tenemos en la asesina
en serie española Dolores Coit quien en 1934 envenenó con
arsénico a su esposo, suegra, cuñado, cuñada y un sobrino de diez
meses de edad. Nadie sospechó nada hasta la última víctima. Las
muertes fueron certificadas como “gastroenteritis”. La describían
como una pobre muchacha que vestía de luto riguroso, sonreía de
manera apacible y miraba avergonzada con ojos bonitos, ingenuos y
curiosos. Quienes así la describían en un principio, debieron
sobresaltarse cuando al ser detenida confesó fríamente que lo hizo
para quedarse con una insignificante cantidad de dinero y que no
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sentía ningún remordimiento porque el que se muere descansa y
que ella en la cárcel estaría muy bien. Fue objeto de estudio por
eminentes psiquiatras.
Entre las envenenadoras más célebres que llegaron a convertirse
en asesinas en serie podríamos citar:
Envenenadoras Número de víctimas
Helene Jégado 40
Jane Toppan 31
Belle Guinnes 20
Marie Becker 12
Gesche Gottfried 15
Tabla de elaboración propia.
A continuación citaremos a dos envenenadoras que emplearon lo
que tenían a mano. Jamás pensaron que su vehículo letal pudiera
considerarse veneno:
- Pelegrina Montius y los polvos de vidrio. Sentencia que cambió la
definición de veneno. Hasta entonces se definía al veneno como
sustancia con una estructura químicamente definida que, introducida
en el organismo interacciona con el mismo pudiendo producir
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efectos adversos incluida la muerte. Para el Tribunal Supremo, a
partir de esa fecha, veneno es toda sustancia que introducida en el
organismo puede causar la muerte o graves trastornos, no importa
que su actuación sea química o mecánica, pertenezca al mundo
animal, mineral o vegetal, admitiéndose que puede ser administrado
por cualquier vía. Lo empleó con su esposo que murió por
hemorragia interna severa.
- Puntas de alfiler introducidas en cápsulas de Nolotil fue lo
empleado por otra mujer para deshacerse del esposo. Se descubren
con mucha facilidad en cualquier radiografía. Las introducía en las
cápsulas y también en las barritas de pan de la comida del hospital
para que en el caso de que fuera descubierta, inculpar a la tahona.
En las radiografías se vieron claramente puntas de alfiler de
1,5 centímetros de longitud alojadas en el intestino delgado. Le
prescriben una dieta rica en fibra para favorecer la evacuación y son
eliminadas por las heces. Colocaron cámaras ocultas en la
habitación y se la ve cortando los alfileres.
También se consideró veneno a las puntas de alfiler como en su día
el polvo de vidrio. Fue condenada a cinco años de prisión por un
delito de asesinato en grado de tentativa.
¿Por qué matan estas mujeres? Por rencor, cuando al cabo
de años de considerarse injustamente tratadas, rumiando la
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venganza, se creen con derecho a matar. Por heredar, suprimiendo
a todos con los que hubieran tenido que repartir la herencia. Por
pasión y en éste caso realizan un acto justiciero pues se consideran
víctimas, no verdugos.
Por frustración, porque sienten que ocupan una posición
menos gratificante que el hombre; se sienten insatisfechas, sin
alicientes.
Por aislamiento, que es mal consejero y comienza un proceso
paranoico que da lugar a crímenes sin sentido.
4- Envenenadores
El envenenador que ocupa un lugar destacado en los Anales del
Crimen es el francés Desrues, llamado el “envenenador hipócrita”.
Ocurrió en 1777. Le describían como hermafrodita hasta que
cumplió 12 años de edad. Embustero, felino, cínico, vanidoso,
perverso y maligno. Tapaba su verdadera personalidad con la
máscara de la virtud. Envenenó a la señora Lamotte y al hijo de ésta
para apoderarse de todos sus bienes. Empleó arsénico.
En ocasiones los envenenadores tratan de disfrazar de
enfermedad un envenenamiento. La mayoría de los venenos se
evidencian durante un examen forense, por ello algunos homicidas
han intentado evitar toda sospecha empleando enfermedades
auténticas para matar a sus víctimas.
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a) El doctor Arthur Waite, a comienzos del siglo XX, consiguió
envenenar a su suegra añadiendo a la comida un cultivo de
Haemophilus Influenzae, y difteria. Como todo salió bien, siguió con
el suegro al que condimentó la comida con bacterias de tuberculosis
y, además, introdujo los gérmenes en un inhalador nasal que
utilizaba el anciano. También falleció. Todo por heredar la cuantiosa
fortuna del suegro, farmacéutico de profesión. Teniendo en cuenta
que esa herencia pasaría por las manos de la esposa de Waite, hija
única, cabe pensar que esta también hubiera sido víctima de su
marido.
b) Otro envenenador utilizó el mismo sistema de cultivos
bacterianos. En esta ocasión ántrax. Sus esporas pueden ser
aspiradas, consumidas o transmitidas por el contacto de la piel. La
ventaja para el envenenador es que los síntomas de ántrax se
pueden confundir con infecciones comunes. En esta ocasión se
utilizaron las esporas impregnando una cuchilla de afeitar,
excesivamente afilada, lo que provocó una herida en la cara a la que
no se le dio la importancia debida y fue demasiado tarde para el
tratamiento con antibióticos. Murió por septicemia.
Podían haber sido crímenes perfectos, pero como siempre, si se
sospecha, se investiga y después se detecta. Lo fundamental es
sospechar.
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c) Graham Young, envenenador asesino en serie más célebre de
todos los tiempos. Estudiante compulsivo de química, solo se
interesaba por los venenos menos usuales. Buena presencia, culto,
inteligente. Se propuso envenenar a toda su familia empleando
antimonio pero solo falleció su madrastra. El empleo conseguido en
unos laboratorios fotográficos facilitó el descubrimiento del talio
como veneno perfecto para él. Se impuso la tarea de envenenar a
sus compañeros de trabajo y todos los experimentos los recogía en
un Diario.
El veneno empleado, Talio, según la prensa inglesa era la
primera vez en la historia de Gran Bretaña que se utilizaba con fines
criminales. A pesar de que cincuenta años antes Agatha Christie
escribió una novela de misterio cuya trama giraba alrededor de un
envenenamiento por talio.
Condenado a cadena perpetua, murió en 1990 de un infarto.
5- Pareja de envenenadores
“En la pareja delincuente hablamos de minuendo y sustraendo, como en la resta;
el sustraendo es el inductor y en el delito de dos, el verdadero criminal”
Constancio Bernaldo de Quirós3
3 Escritor, sociólogo, jurista y criminólogo español
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El solo hecho de que un delito sea cometido por dos personas, en
vez de una sola, debe constituir siempre una circunstancia
agravante. Dos individuos que se unen para perpetrar un delito, no
dan, psicológica ni socialmente un resultado equivalente a la simple
suma de ambos. Nunca es una suma, es un producto. Esto lo
afirmaba Lombroso.
La pareja criminal a veces está constituida por dos
verdaderos criminales, y otras por uno verdadero y otro atenuado.
Uno es un delincuente de ocasión que es arrastrado al delito por
sugestión del otro individuo que es el delincuente nato.
Sighele habló de íncubo y súcubo. Íncubo el que está encima, el que
incuba el proyecto criminal; súcubo el que está debajo el que termina
obedeciendo
a) Son escasas las parejas de envenenadores destacando los
condes de Bocarmé en la primera mitad del siglo XIX. En esos años
dejan de utilizarse venenos clásicos y se recurre más a la utilización
de extractos vegetales con alcaloides cuya química poco conocida,
dificultaba el descubrimiento del delito.
El envenenamiento es un crimen muy premeditado y en este caso el
conde premeditó al máximo: una vez elegido el tipo de veneno que
le permitiera cometer el crimen perfecto, en este caso extracto de
nicotina, realizó un curso de química orgánica, compró una
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plantación de tabaco, montó un laboratorio en su castillo con
aparatos destilatorios, utensilios, reactivos.
Se trataba de envenenar a su cuñado Gustav Fougnies,
enfermizo, inválido y muy rico. Los condes de Bocarmé habían
dilapidado una gran fortuna y si el cuñado moría heredarían todo
porque el joven no tenía, ni había tenido ninguna relación
sentimental en todos los años de su vida. La heredera sería su
hermana condesa de Bocarmé.
Fallece Gustav después de padecer unos episodios de
vértigos, delirio, vómitos y convulsiones y por extraño que parezca,
todos señalan a los condes como culpables de esa muerte. Solo
que, ¿Cómo lo demostraban? Nada se sabía del envenenamiento
por nicotina y no había manera de detectarla en vísceras.
Por esas fechas el químico Stás desarrolla un procedimiento
de extracción de alcaloides de las vísceras y publica sus trabajos en
una revista científica. De esa manera es solicitada su presencia para
peritar este caso. Consigue separar un alcaloide, la nicotina. Por
primera vez en la historia se detecta un veneno hasta entonces en
desuso, imaginándose el conde que no habría de alcanzarle el
castigo.
Al conde le condenaron a morir en la horca y ella,
colaboradora necesaria, fue absuelta
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b) Otra pareja envenenadora fue la formada por los españoles
Angeles Mancisidor y Ramón Marracci, pareja de amantes que
envenenaron al marido de ella con arsénico proporcionado por
Ramón que, dada su profesión de odontólogo, disponía de grandes
cantidades de la sustancia por ser ingrediente esencial en la
preparación de empastes. Él proporcionaba el veneno y ella se lo
administraba con gran frialdad y fue testigo de la larga agonía de su
marido. Aquí lo curioso es que muerto el marido, ellos se casaron y
se entregaron a la policía. Más curioso todavía es que ella fuera
absuelta y Ramón Marracci cumpliera pocos años de condena.
Hubiera sido el crimen perfecto porque el médico que atendió a la
víctima certificó “muerte por pancreatitis hemorrágica”. El hecho de
que se entregaran a la justicia puede ser fácil de entender con la
explicación que nos da el jurista italiano Enrico Altavilla referida a
otros casos similares “realizan un hecho que frecuentemente está
en ruidoso contraste con su personalidad ética, y se produce por ello
una reacción más o menos inmediata cuando el delito se ha
cometido ya, reacción en la cual el individuo advierte la criminalidad
de lo que ha llevado a cabo, y se ve invadido por un agudo
remordimiento, que le hace sentir la imperiosa necesidad de
confesarlo todo”
No es extraño que en parejas de envenenadores la mujer
sea absuelta. ¿Se libran porque engañan mejor a la policía, al juez,
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al fiscal? Lombroso ha tratado la capacidad de la mujer para mentir
“la mentira le cuesta tan pocos esfuerzos a la criminal, que no tiene
debilidades, ni inseguridades…”
6- Conclusiones
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Advertimos que esto no es un Manual, sino algo meramente
informativo orientado a dar a conocer hasta donde puede llegar la
bajeza humana y a veces la barbarie. Y recalcar que hoy en día se
detectan todos los venenos en pocos minutos y con una muestra
muy pequeña. Por supuesto, se detectan todos los envenenamientos
siempre que exista una sospecha.
Marisol Donis Serrano
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7- Bibliografía
Altavilla, Enrico: Psicología Judicial. Volumen II. Editorial Temis.
Bogotá 1973.
Donis, Marisol: Envenenadoras. La Esfera de los libros. 2002
Dupré Ernest y René Charpentier: Los envenenadores, estudio
histórico, psicológico y forense. Archivos de Antropología
Criminal. París 1909
Impallomeni, Giambattista: Tratado sobre el homicidio en el Derecho
Penal. S.f.
Lombroso, Cesare: Los Criminales. Ed. Presa. Barcelona. S.f.
Owen, David: 40 Casos criminales. Ed. Evergreen 2000
Sighele, Escipión: El delito de dos, ensayo de psicología morbosa.
La España Moderna 1895.
Von Hentig, Hans: El Delito. Espasa Calpe. 1972
Wasson, Hoffmann, Ruek: El camino a Eleusis. Fondo de Cultura
económica.1993