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ANIMACIÓN SALESIANA COMUNITARIA · Nº 288 INVIERNO 2009 · http://revistaventall.blogspot.com PÁG. 1

EDITORIAL “Luz en las tinieblas” Cuando escribo estas líneas para Ventall estamos recogiendo los adornos que han ambientado las fiestas navideñas. Guirnaldas, espumillón, figuras del belén, panderetas y castañuelas vuelven a las cajas para el próximo año. Los ayuntamientos de nuestras ciudades y pueblos también se afanan en retirar la iluminación de calles y plazas para dar lugar a los anuncios de las tan esperadas rebajas. Y al margen de tantas luces y adornos brillantes, en las afueras de la ciudad, en un establo, una mujer dio a luz a un niño, al Emmanuel, al Dios con nosotros, al Salvador. Una pequeña luz capaz de iluminar sin deslumbrar, de señalar caminos hacia la vida, hacia la fraternidad, hacia la justicia y hacia la paz. El Aguinaldo del Rector Mayor para el año 2010 nos invita “a imitación de Don Rua, ser discípulas y discípulos auténticos, apóstoles apasionados en llevar el Evangelio a los jóvenes”. Y sigue comentado don Pascual: “Hoy más que nunca, el mundo tiene necesidad de Cristo y de su Evangelio; por esto se necesitan personas que hagan del Reino de Dios la causa por la que vivir, como hizo Jesús; se necesita el testimonio de discípulos, varones y mujeres nuevos, nacidos no de la carne sino del Espíritu”. Clausurando el Capítulo XXII de las FMA, la madre Yvonne decía: “si el fuego del carisma es fuerte, el viento de las dificultades no puede apagarlo, sino que lo alimenta y lo expande”. Todo ello nos habla de dejarnos iluminar para iluminar. Ahora ya es febrero, con otro tiempo litúrgico en puertas: la Pascua. De nuevo la luz se hará protagonista de nuestras celebraciones. Durante los días de la Cuaresma tendremos a nuestra disposición la abundancia la Palabra de Dios, “antorcha para mis pies es tu Palabra, luz en mi sendero” a fin de que nuestra vida personal y comunitaria se vaya haciendo luminosa para los demás. Es imposible que las tinieblas tengan la última palabra. Amigos y amigas de Ventall, feliz camino de luz hacia la Luz.

Lourdes RUIZ DE GAUNA, fma

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PARA RECORDAR

2008-2017: Decenio para la Erradicación de la Pobreza 2001-2010: Decenio internacional de una cultura de paz y no violencia para los niños del

mundo 2003-2012: Decenio de las Naciones Unidas para la alfabetización: educación para todos 2005-2014: Decenio de las Naciones Unidas para la educación para el Desarrollo Sostenible 2008-2017: Segundo Decenio de las Naciones Unidas para la Erradicación de la Pobreza 2010: Año Internacional de Acercamiento de las Culturas

Año Internacional de la Diversidad Biológica Año Internacional de la Juventud Año Sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI Año dedicado a la Memoria del beato Miguel Rua (centenario de su muerte)

ENERO

22: Beata Laura Vicuña 24: San Francisco de Sales 30: Día Mundial de la no violencia 30: Beato Brinislao Markiewicz 31: San Juan Bosco

FEBRERO

09: Beata Eusebia Palomino Yenes 17: Inicia el Tiempo de Cuaresma: miércoles de Ceniza. 20: Día mundial de la Justicia Social 25: Santos Luis Versiglia y Calixto Caravario

MARZO

08: Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional 08: Día internacional de la Mujer 12: San Luis Orione 19: San José 21: Día mundial de la eliminación de la discriminación racial 22: Día mundial del agua 28: Domingo de Ramos

ABRIL

04: Resurrección del Señor (Pascua)


LAS RELACIONES NOS HACEN… Rafel GASOL, sdb

Vivir con… la rabia En diciembre del 2008, iniciamos esta serie de artículos de Ventall invitando a “activar un constante proceso de toma de conciencia de las propias emociones y las de los demás” para facilitar “una vida más sana que neurótica”. Después de la envidia (marzo 2009), la tristeza (junio 2009) y la alegría (septiembre 2009) en este artículo hablaremos de la rabia.

Con estas páginas nos gustaría ayudar a:

Asumir que la rabia es una emoción natural en el ser humano y que no es lo mismo que los comportamientos violentos que podrían expresarla.

Descubrir que los comportamientos que expresan la rabia pueden dañar a los demás o a uno mismo.

Promover estrategias que permiten identificarla y que ayuden a afrontar adecuadamente las situaciones que la generan y a desactivarla antes de que se presente en forma descontrolada y destructiva.

Vamos a intentar definirla: la rabia1 (ira,enfado grande, odio o antipatía que se tiene a alguien, enojo, enfado) es una emoción humana. Es natural y todo el mundo la siente de vez en cuando. Se desencadena ante estímulos externos e internos, produce en nuestro cuerpo algunos cambios característicos2 y acelera nuestra actividad mental preparándonos para la acción inmediata. Es un elemento que nos ayuda en la preservación de la vida, de nuestra integridad individual y colectiva; y tenemos perfecto derecho a sentirla. Como las demás emociones, abarca toda una gama de distintas intensidades, o sea que los extremos de la rabia serían la furia intensa por un lado y la irritación leve; además puede ser pasajera o convertirse en un estado persistente en el tiempo, especialmente cuando no se afronta de forma adecuada la causa que la genera. Cuando esta emoción se vuelve persistente se convierte en resentimiento, deseo de venganza y a este nivel generalmente se acompaña de heridas al nivel de nuestro ego.

Esta emoción la siente la persona ante situaciones injustas (no respetar el turno en una cola, una estafa que deja más indefensos a los más pobres, un atentado que deja víctimas inocentes…) o que le producen frustración (suspender unas oposiciones cuando te has esforzado mucho, cuando estamos en el cine y detrás nuestro hay un grupo de personas que no paran de hablar, un tiempo lluvioso durante la esperada

1 Para la realización de este artículo he utilizado, entre otras, ideas expresadas en www.inteligenciaemocional-portal.org; y en

http://www.naturpsico.net/rabia-como-controlar-la-rabia/ 2 La rabia nos afecta el cuerpo. En forma similar a lo que ocurre con el miedo, con la rabia se nos sube el nivel adrenalina y otros

agentes químicos en la sangre, lo cual hace latir mas rápido el corazón, sube la presión de la sangre, crea tensión en los músculos,

vuelve seca la boca, revuelve el estómago, causa sudores.


excursión con los jóvenes…) y que comprometen la dignidad, la autoimagen y la propia estima.

Siendo legítimo sentir rabia, no lo es cualquier tipo de comportamiento como consecuencia de sentirla. Los comportamientos se aprenden o se adquieren por influencias de la familia, los amigos, la vida comunitaria, los medios de comunicación... y por lo mismo, tienen la posibilidad de re-aprenderse si así lo queremos. Existen también factores genéticos o de la formación del carácter en la expresión de la rabia. Hay personas predispuestas a nivel fisiológico a sentir la rabia de una manera mas intensa que otras. Algunas investigaciones confirman que los antecedentes familiares desempeñan un papel importante. Generalmente, las personas que se enojan con mayor facilidad vienen de familias caóticas y sin capacidad para la comunicación de sus emociones.

La rabia generalmente se expresa de diferentes maneras: en el nivel más instintivo, va acompañada generalmente de respuestas impulsivas y con agresividad, pero en realidad tenemos diferentes opciones, desde nuestra libertad interior, ante sentimientos como estos. En primera instancia, mas allá de la reacción existe como posibilidad la reflexión, aprovechando estas emociones para conocernos mejor, sabiendo ante qué eventos estamos reccionando y la posibilidad de afrontar las situaciones que la generan, de forma consciente y constructiva. Cuando podemos reconocer la rabia, tenemos también la posibilidad de descubrir aquellas cosas del presente o del pasado que nos lastiman y poderlas trabajar para aliviar la carga emocional y poder dar espacio a otras formas de sentir y de relacionarnos.

Es importante reconocer cómo reaccionamos habitualmente ante estos sentimientos. En general las tres reacciones principales ante la rabia son: expresar, reprimir y calmarse. La gama de como podemos expresarla varía desde las reacciones impredecibles y generalizadas hasta la posibilidad de afrontar en forma clara y con límites a las personas o situaciones que nos la generan; y aquí hay una gran oportunidad de ser conscientes de aquello que normalmente repetimos y que en ocasiones nos resta libertad interior. Podemos llegar a transformar nuestra fuerza en procesos que sean beneficiosos a nivel personal y colectivo. Cuando reconocemos aquello ante lo que reaccionamos tenemos dos caminos: ser conscientes de lo que aún nos tiene presos en eventos traumáticos del pasado o, por otro lado, el sentimiento totalmente legítimo ante situaciones presentes, que requieren ser re-evaluadas.

1. ¿Es lo mismo sentir rabia que estar enfadado?

Cuando decimos “siento rabia” nos referimos a una emoción y, cuando decimos “estoy enfadado/a” nos referimos a la acción que sigue a la emoción. Es decir, me enfado porque siento rabia, pero no lo contrario. Lo que sí podría pasar es que si mi enfado es exagerado y no adecuado a la situación, la excesiva expresión de mi enfado puede alimentar aún más la rabia que sentía en un principio. La agresión es una forma de comportarse cuando se está enojado. Conviene entender la diferencia entre la rabia y la agresión. Sentir rabia es natural, pero la agresión y la violencia no lo son. Algunos mitos que clarificar sobre el tema son que la agresión es una catarsis para la rabia, porque en realidad la agresión es un hábito catártico adquirido; que expresar la rabia verbalmente, libera de ella, porque la realidad es, que su expresión


abierta, puede focalizar y aumentarla; que las pataletas sean expresiones sanas de rabia, porque si las pataletas se atienden, enseñan al niño/a, por ejemplo, una manera de controlar a los demás. Las emociones están sujetas a las mismas leyes del comportamiento: si una pataleta es premiada, volverá a presentarse.

A modo de síntesis:

La rabia es una emoción natural, normal y humana. La rabia no es un estilo de comportamiento, aunque es muy común el que se confunda

emoción con comportamiento. Se puede aprender a contener la rabia. Cuando es necesario expresarla, es preciso aprender a hacerlo con eficiencia,

orientándola hacia una salida de solución, no hacia la venganza o desquite. La finalidad de esta emoción auténtica es defendernos cuando nos agreden, no nos

respetan y ponen límites o delimitan nuestro espacio.

2. ¿Qué pasa en nosotros cuando sentimos rabia y no la expresamos?

Necesitamos culpar a algo o alguien, escoger algo externo a nosotros y hacerlo culpable, colocándonos como víctimas. Al asumir el papel de victima, sentimos rabia hacia el culpable, y descargamos sobre él toda nuestra responsabilidad. La rabia le abre camino a la culpa. Nos culpamos a nosotros mismos por algo interno (algún pensamiento, palabra o acción) que cometimos en el pasado. Este mecanismo nos hace percibir rabia hacia nosotros mismos por algo que no nos hemos perdonado y no tenemos asumido. El primer paso para retomar nuestra responsabilidad y liberarnos de la rabia y la culpa puede ser tan sencillo como perdonar y perdonarnos.

Luis y Antonia son dos religiosos con más de 40 años de profesión. Fueron socializados para no expresar la rabia, pero además, para no sentirla. Ambos, en sus instituciones, habían obedecido sin cuestionamientos, incluso en situaciones de autoritarismo bastante cuestionables. “¡Lo que usted me diga!, ¡Sí, señor!... porque en la vida religiosa estamos para querer a todos por igual y, además, no son buenos los sentimientos de rabia contra algún hermano o hermana, y menos si es autoridad”. Habían hecho de la docilidad una aparente virtud, reprimiendo sus impulsos agresivos y habían derivado en una gran falta de asertividad, que ni siquiera daba acogida al malestar que les producía la explotación de la que habían sido víctimas. Hoy, habiendo interiorizado este mecanismo castrante, siguen viviendose como víctimas y, en el día a día, siguen castigandose y castigando (siempre con aquella agresividad seca y cortante…) con funcionamientos pasivos (para no equivocarse nunca ante la autoridad) y con respuestas poco asertivas (respondiendo siempre lo que toca). La domesticación aceptada, por miedo a su propia agresividad, les sigue impidiendo vivir en libertad interior. ¿No habrá llegado el momento de perdonar los autoritarismos de los superiores de antaño y de darse permiso para expresar lo que sienten, que muchas veces es malestar y rabia? ¿No habrá llegado el momento del perdón?

En lugar de educarnos a expresar la rabia sin agresividad, a muchos de nosotros nos han educado a no expresarla para evitar así ser agresivos ante los demás. Y si no la expresamos, ella misma se convierte en resentimiento. Es el caso de personas de las


comunidades que dejan de comunicarse, de familias que se callan ante conflictos inconclusos y de algunos de los trastornos de ansiedad que surgen en el ámbito laboral.

La rabia, por lo que vamos viendo, es una fuerza que existe en nosotros y que bien canalizada puede ser una herramienta útil. Sentirla puede ayudar a registrar cuándo se está siendo maltratado o explotado. Sentirla, para algunos, es camino de libertad.

3. ¿Qué pasa cuando sentimos rabia y la expresamos?

Cada uno tiene su manera de expresar la rabia, aunque existen muchas personas que tratan siempre de agradar a todos los demás, de tal forma que no la manifiestan, dejandola dentro de sí. En estos casos, quien tienda a reprimir –por sistema– la rabia, puede ver sumamente perjudicada su autoestima, dado que se siente limitada en su propia forma de ser, en sus derechos, y suele relacionarse cada vez menos con los demás. Como se mencionó previamente, estas personas pueden tener una tendencia a actitudes repetitivas de sometimiento donde se identifican claramente con el papel de víctimas, o en expresiones del lenguaje que dejan entrever elementos tales como la ironía o el sarcasmo. Además existe una fuerte tendencia al padecimiento de enfermedades crónicas tales como procesos de dolor crónico, hipertensión arterial, enfermedades gastrointestinales etc. Hay mecanismos fisiológicos vinculados con estas emociones que en forma crónica se conviertes en factores dañinos para la salud física y mental.

En el otro extremo tenemos a la persona colérica que suele expresar esa rabia, sí, pero con suma violencia. En estas situaciones, este tipo de personas tienden a recibir poco apoyo social y tiendan a disfrutar de relaciones con pocos amigos. Aunque canaliza la rabia, no la expresa de la mejor forma posible. La rabia la hemos de expresar de forma adecuada. Bien gestionada permite a la persona emprender y mantener planes de acción o de defensa. De hecho, mantenemos que se puede aprender a expresar la rabia con firmeza y determinación, sin agresividad. Algunas trampas que nos hacemos en la expresión de la rabia: Las emociones sustitutivas que suelen reemplazar a la rabia son la falsa alegría: que se da cuando uno ha aprendido a reir cuando está enfadado (se aprende, por imitación, desde la infancia o por mimetismo de las personas que se toman como referentes) o bien se han recibido carcajadas cuando uno estaba enrabietado; la ansiedad: quizás la represión de la rabia por miedo a las propias ganas destructivas confunden “sentir y expresar” con “actuar”. O quizás ha habido algún familiar muy violento y por no querer parecerse a él se reprimía la rabia por miedo a perder el control. La falsa tristeza: al no poder expresar la rabia, ésta se vuelca contra uno mismo. También se da cuando se ha tenido el modelo de algún familiar o de algún referente adulto que siempre estaba deprimido y uno se ha identificado con esa persona (en general, detrás de toda depresión hay rabia no expresada); la culpa (se da cuando al mostrar rabia, aún con razón, alguien se mostraba muy dolido). Uno empieza entonces a sentirse culpable por estar enojado y se reemplaza la emoción. Pistas para diferenciar una emoción auténtica de su emoción sustitutiva. Una emoción autèntica es adecuada en calidad, intensidad y duración, a una situación del presente. Si alguien de mi comunidad se olvida de que es mi aniversario y habíamos programado celebrarlo conjuntamente y, en cambio, se monta un programa de última hora con alguien del barrio o de la escuela, lo razonable es que yo sienta una rabia o


molestia adecuada a la situación: si puedo expresarla, la duración de este malestar será limitado (en general cuando uno expresa una emoción auténtica, ésta no permanece dentro). Ahora, si yo por esto estoy enojado, me mantengo sin hablarle durante una semana o decido cortar la relación por este olvido o mi reacción es demasiado violenta, ya no sería adecuada al estimulo que la provocó en el aquí y ahora, sino que estaría respondiendo a viejas cuentas pendientes, a situaciones del pasado sin resolver. Esto sería una falsa rabia (resentimiento), una reacción desmedida que, además, tiene una duración excesiva en el tiempo. Les pasa a esa gente que mantiene “las cuentas pendientes” por años, que tiene rabia porque se peleó con un hermano o una hermana hace 15 años (siendo la autoridad o no) o que decidió aparecer siempre enfadado. La falsa rabia responde entonces a una situación no resuelta del pasado e invita a los demás a sentirla como algo exagerada.

4. Aprender a expresar la rabia sin agresividad En nuestra cultura, la rabia tiene mala prensa. Hemos aprendido a no expresar rabia, enfado, disconformidad, a no quejarnos. Y esto es así porque hemos relacionado rabia con agresividad. Si entendemos por agresividad la conducta dirigida a causar daño al agente causante de la rabia, podemos aprender a expresar la rabia sin agresividad, sin causar daño al otro. Es oportuno conocer “estrategias y herramientas para el manejo constructivo de la rabia”: conviene identificar lo que nos ha molestado y, habiendo escogido el momento, el lugar y la persona adecuada, manifestar la propia queja.

La rabia es un fenómeno complejo y manejarlo es, igualmente, complejo. Afortunadamente, podemos ofrecer pistas para minimizar la rabia en la propia vida y manejarla antes de que explote. Parecen consejos elementales. Tal vez en lo sencillo está la solución: para minimizar la rabia en la propia vida, vale lale la pena no postergar la resolución de los problemas y afrontarlos “en el día”, cuando aún están vivos, no después de horas, días, semanas de “darles vueltas”. No deberíamos olvidar el sentido del humor: riéndonos de nosotros mismos y aceptando que lo que sucede no es siempre un drama. Es bueno llevar el control del ritmo de la propia vida (evitando sobreestimulación con fármacos, estrés del trabajo, ruido, horarios trepidantes). Es fundamental el ejercicio de la escucha (interior: entrando en contacto con lo más profundo de nosotros mismos y exterior: escuchando a los demás, dándoles confianza, creciendo en empatía, perdón y tolerancia; teniendo una persona amiga como confidente de los buenos y malos momentos que vivimos).

12 ideas que tener presente para manejar la rabia antes de que explote:

1. Ahorrar la rabia para cuando sea importante. En vez de ello, concentrarse en

mantener buenas relaciones con los demás. 2. Conocerse a sí mismo permite conocer las actitudes y comportamientos que

provocan la propia rabia. 3. Desarrollar varias estrategias para manejar la rabia cuando aparezca, incluyendo

la relajación, el esfuerzo físico, trabajando la solución dentro de uno mismo, y otros procedimientos sugeridos en el artículo.

4. Distraerse y ocuparse de algo que valga la pena en los momentos que nuestra mente nos hace cínicos o crueles.


5. Encontrar alternativas a lo que llena de rabia. Si uno se empieza a mosquear cuando tiene que esperar en una cola lenta (en el banco, en el tráfico), debe encontrar vías alternativas para realizar esas tareas (banca por correo, encontrar otra ruta para llegar al trabajo, emplear el tiempo para resolver problemas).

6. La rabia y la agresión no son la misma cosa. La rabia es un sentimiento; la agresión es un estilo de comportamiento. La rabia puede expresarse asertivamente, la agresión no es la única alternativa.

7. Desarrollar la habilidad de relajarse y aplicarla cuando se encienda la rabia. 8. Los propios consejos no cambian a los demás. Uno sólo puede cambiarse a sí

mismo: vale la pena dedicar tiempo a sugerirte mejorar en las respuestas ante la rabia.

9. Practicar formas asertivas para expresar la rabia, de manera que estos métodos estén disponibles cuando sean necesarios.

10. Un cierto estilo de relación canaliza mejor la rabia: ser espontáneo cuando sea posible; no permitir que se cree resentimiento; manifiestar la rabia directamente; evitar el sarcasmo y las indirectas; emplear un lenguaje expresivo y honesto; permitir que la postura corporal, expresión facial, gestos, y tono de voz transmitan los propios sentimientos; evitar la injuria a las personas, el demérito, el ataque físico, el abuso de la propia superioridad, la hostilidad; trabajar buscando soluciones.

11. Vale la pena hacer la lista de lo que provoca rabia y, al lado de cada cosa, sugerirse qué hacer al respecto.

12. Las respuestas emocionales las escoge cada uno, como responsable de sus propios sentimientos.

5. ¿Qué puedo hacer cuando alguien está furioso y dirigiendo toda su hostilidad contra mí? Necesitamos saber manejar la rabia de otros. Es bueno, cuando la otra persona está enfadada, pensar que tendrá motivos para sentirse así, aunque tú no lo entiendas en este momento; que es la manera como puede expresarse en este momento; que la emoción de la rabia no es, de entrada, negativa; que es bueno que el hermano o la hermana se desahogue; que su tono y contenido no es una falta de respeto hacia ti, sólo es expresión de su malestar; que bajo esta rabia, probablemente se escondan otras emociones ligadas a la inseguridad, al miedo, a la vergüenza, a la decepción; que, probablemente, estés ante un mecanismo de defensa ante la inseguridad. Aprender a contener la rabia de otros es un arte y va asociada a nuestra capacidad para no tomarnos estas reacciones de otros como algo personal hacia nosotros y a no defendernos. Es importante aprender a acompañar al otro en el reconocimiento y la verbalización de aquello que le produce malestar y en esta medida somos mediadores en el camino hacia el proceso de integración y crecimiento de quienes nos rodean. Si somos capaces de hacerlo estamos ayudando a que situaciones que podrían perdurar mucho en el tiempo se resuelvan en forma más rápida y adecuda. He aquí unos pasos que realizar, en los que la escucha y la respiración profunda son fundamentales para poder acoger al enojado:

Escucha con tranquilidad (respira hondo, piensa que la persona necesita expresar su rabia)


Ayuda el no sentarse o colocarse directamente en frente de la persona, sino mejor el ponerse a su lado, para que al mirar al frente la persona tenga un panorama visual donde se pueda sentir sin barreras y esto también nos protege del impacto directo de sus emociones.

Deja que la persona enojada saque los sentimientos fuertes (no te pongas a la defensiva o personalizando en tí lo que dice).

Responde sólo con aceptación al principio o generando preguntas que le ayuden a clarificar sus puntos de vista (“puedo ver que estás realmente molesto sobre esto.”) (respira hondo y tratar de permanecer tan calmado como sea posible)

Ofrece discutir una solución más tarde –dando a la persona tiempo para enfriarse (“Creo que ambos necesitamos algún tiempo para pensar sobre esto. Me gustaría conversar contigo sobre ello... en una hora... /mañana... /la próxima semana.”) (vuelve a respirar hondo).

Concretar un momento específico para continuar el tema. (ten en cuenta que probablemente no habrá una solución inmediata).

6. ¿Qué estrategias puedo utilizar para manifestar mi propia rabia?

Cada uno hemos de desarrollar las nuestras. Unas nos sirven desde el punto de vista más corporal, otras nos permitirían expresarla de forma adecuada. He aquí algunas, siempre, absolutamente sencillas y cotidianas:

Aprender a contar hasta diez, antes de discutir con otra persona acerca de la rabia

que siento en ese momento. Bajar el tono de voz cuando discuto con otra persona a causa de mi enfado. Si

bajo el tono de voz puedo lograr que el otro también lo baje y ello puede reducir también el nivel de enfado.

Darme cuenta de las imágenes o recuerdos del pasado con los cuales se conecta esta emoción, para poder reconocer viejas heridas que subyacen en el presente y se reactivan con eventos actuales. Esta es una buena manera de ir actualizando nuestras reacciones y despedir aquellas que ya no hacen parte del presente.

Escribir sobre mi rabia, sobre todo si me cuesta expresarla de forma más corporal. Ir a un lugar solitario y no parar de gritar para descargar la rabia hasta que nos

sintiéramos más ligeros y tranquilos. Ir al gimnasio y eliminar toda la tensión a través del ejercicio físico. Irme a andar para distraerme un poco y pensar de forma más clara sobre la

situación origen de la rabia. Relajarme a través de la respiración profunda. Tirar, una a una, las botellas de cristal en el container –por supuesto, de reciclaje–

y, cada vez que tiras una botella dices o piensas en alguien o en una situación que te provocó rabia.

Usar el silencio para evitar acelerar una discusión con otra persona hacia la que siento rabia. El silencio hace que la otra persona, si está gritando, se escuche más a sí misma y se de más cuenta de lo que dice y de cómo lo dice y, así podemos conseguir reducir el nivel de enfado en una discusión entre dos personas.

Valorar la situación y decidir hasta qué punto es importante para mí o no.


Para seguir ampliando3: un cuento Regalos de rabia y de rencor Él era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Al terminar la clase de fin de curso, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo: — Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de ver su cara aburrida. El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó: —¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes? El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorprendente pregunta. — Por supuesto que no –contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho. — Bueno –prosiguió el profesor–, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo “algo”. En tu caso, es una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar. — No entiendo a qué se refiere –dijo el alumno confundido. — Muy sencillo –replicó el profesor. Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo, amigo mío, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad. ¡Muchacho! –concluyó el profesor en tono amable–, la vida nos da la libertad de amargarnos o de ser felices. Tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.

3 (blogs.diariovasco.com Cuéntame un cuento. 01/01/08)


LECTIO DIVINA

Evangelizar es un servicio a la comunidad Plegaria

Me dispongo ahora a abrir la Biblia que tengo entre mis manos. Tú, Dios mío, deseas hablarme. Abre mi corazón para que tu palabra escrita me descubra el latido de tu corazón.

1. Lectura

Investidos, por tanto, de este ministerio con el que nos favoreció la bondad del Señor, no nos acobardamos. Antes bien, desechamos los artificios ruines, y no procedemos astutamente ni falseamos la Palabra de Dios. Al contrario, manifestamos la verdad y así nuestra conducta es la que nos abona ante la conciencia de todos los hombres y en la presencia de Dios. Pero si aún queda velado nuestro evangelio, para los que se pierden queda velado. Para aquellos cuyas inteligencias incrédulas cegó el dios de este mundo, hasta el punto de que no las ilumina el fulgor del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Señor Jesús; más nosotros, siervos vuestros, lo somos por causa de Jesús. Ahora bien, Dios que ordenó: “de las tinieblas brille la luz”, él es quien la hizo fulgurar en nuestros corazones, para que irradiáramos el conocimiento de la gloria de Dios, que resplandece en el rostro de Cristo Jesús. Con todo llevamos este tesoro en vasos de arcilla, a fin de que reconozcamos que este poder incomparable nos viene de Dios, no de nosotros. Nos vemos atribulados por doquier pero no desesperados, perplejos mas no desconcertados; perseguidos mas no desvalidos, derribados mas no aniquilados; llevamos siempre en nuestro cuerpo la marca de la muerte de Jesús, a fin de que su vida se manifieste en nuestro cuerpo. Porque, a la verdad, nuestro vivir es una constante amenaza de muerte por causa de Jesús; a fin de que también la vida de Jesús se manifieste asimismo en nuestra carne mortal. De tal manera que cuando la muerte actúa en nosotros, se obra la vida en vosotros. Dice la Escritura: Creí y por esto hablé. Nosotros creemos y tenemos el mismo espíritu de la fe por esto también hablamos; sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús, también a nosotros nos resucitará con Jesús y nos llevará a su lado juntamente con vosotros. Pues todo es por vuestro bien; a fin de que acrecentándose la gracia, sea más copiosa la acción de gracias que muchos cantarán a gloria de Dios.

(2 Co 4,1-15) 2. Comentario bíblico La segunda carta a los cristianos de Corinto es algo compleja. Se admite en la actualidad que es una carta artificial: compuesta por la escuela paulina, yuxtaponiendo tres o cuatro cartas


auténticas de Pablo. Todo ello provoca que el actual texto contenga unos saltos temáticos y que el tono de la misma no sea igual en los capítulos. Los capítulos 1-7 se centran en el ministerio apostólico, haciéndolo no desde una perspectiva sistemática sino apologética. Ante las críticas vertidas contra él y su equipo apostólico por los corintios, Pablo defiende su honestidad y su integridad en el anuncio de Jesucristo. En Hech 4,1-15 percibimos las siguientes afirmaciones referentes a la actividad apostólica: – Es un ministerio confiado por la misericordia de Dios (cf. v. 1). No proviene de la libre

iniciativa del apóstol y de sus gustos personales, sino que le ha sido confiado por Dios. Lucas lo expresa por medio del relato apocalíptico de la vocación de Pablo camino de Damasco (cf. Hch. 9, 22; 26), y por medio del relato eclesial de la oración y de la imposición de manos de la comunidad de Antioquía (cf. Hch. 13,1-3).

– Pablo y sus compañeros han ejercido, de forma honesta y valiente, el ministerio recibido de. Han actuado sin silencios vergonzosos, sin argumentos astutos y sin adulterar el contenido del mensaje (cf. v. 2a). Han proclamado abiertamente la verdad del evangelio (cf. v. 2b). No han querido anunciarse a sí mismos, sino afirmando que Jesucristo es Señor, y que ellos son sólo los servidores de los corintios por amor a Jesucristo (cf. v. 5).

– Este mensaje no ha sido recibido por todos de igual manera: el evangelio permanece

aún como encubierto para algunos, no por culpa o ineficacia de los mensajeros, sino por la ceguera de algunas personas, incapaces de captar aquella luz de Dios en la gloria de Cristo, icono de Dios (cf. v. 3-4). Aquellos que han creído es porque Dios, creador original de la luz, ha hecho brillar en ellos el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo (cf. v. 6). Todo permanece en el ámbito de la responsabilidad del oyente y del misterio de Dios que se revela a quien quiere; el mensajero, con todo, queda libre de responsabilidad, ya que ha cumplido con la misión de anunciar la verdad del evangelio.

– Contrasta la grandeza del mensaje con la debilidad de los mensajeros. Así como un

tesoro dentro de vasijas de barro (cf. v. 7), la fuerza de la gloria del evangelio es anunciada por unos débiles mensajeros perseguidos, golpeados, expuestos a una muerte violenta en cada ciudad por la furia de sus opositores (cf. v 8-10). De este modo la paradoja pascual de la vida de Dios manifestada en la muerte de Jesucristo se manifiesta también en la vida del Resucitado revelada en el peligro de muerte que deben afrontar los apóstoles (cf. v. 11). En los corintios actúa la vida, mientras los apóstoles sufren la muerte (cf. v. 12).

– La fuerza que impulsa a los apóstoles a anunciar el evangelio en medio de la oposición

y del peligro es el Espíritu. Cita el Sal 116, 10 en la antigua versión griega, para mostrar que del espíritu de fe brota el anuncio del evangelio (cf. v. 13).

– La resurrección no afecta sólo a Jesús, sino que es un dinamismo que afectará a todo

aquel que crea en él. El mismo Espíritu vivificador que resucitó a Jesús también resucitará a los apóstoles juntamente con los corintios y les hará participar de la misma gloria divina (cf. v. 14). El fundamento del ministerio apostólico está al alcance universal de la resurrección de Jesucristo, el único capaz de infundir valor y fuerza para superar todos los obstáculos y contradicciones.


– El ministerio apostólico se ejerce en bien de los destinatarios y de la Iglesia. Esta acción

del espíritu del Resucitado en la debilidad del ministerio apostólico, como llamada a la fe y a la aceptación de la luz de Dios revelada en Jesucristo, es a favor de los corintios y de todo aquel que acepte el mensaje de salvación, participando así en la acción de gracias universal para mayor gloria de Dios (cf. v. 15).

3. Meditación Pablo, además de saber por la Escritura que su misión apostólica proviene de Dios y no de su iniciativa personal, expresa que, como hombre experimentado en la misericordia de Dios, le da pruebas de mucha confianza (cf. 1Co 7,25); es él quien le ha dado la capacidad para ser enviado. Por eso no tiene ningún motivo para acobardarse ante las durísimas pruebas a las que se expone continuamente (cf. 2Co 6,4-10), antes al contrario, nota en su interior la fuerza de Aquel que le ha elegido. Pablo cree en el Dios que le ha dado toda la confianza y le ha habilitado para hablar abiertamente de Cristo sin adulterar la Palabra de Dios, es decir: sin acomodarla a sus intereses, sin hacer rebajas, sin silencios oportunistas, sin querer ganarse la simpatía de los oyentes. El apóstol no tiene miedo o cobardía. Tiene, eso sí, temor del Señor. Pablo siente un gran respeto por anunciar únicamente y con claridad a Jesucristo: No nos anunciamos a nosotros mismos: anunciamos que Jesucristo es el Señor y proclamamos que somos vuestros servidores por amor de Jesús (v. 5). Para Pablo, el Evangelio es la misma persona de Cristo, la imagen del Padre. De este modo, Pablo aleja de sí aquella falaz pretensión de querer anunciarse a sí mismo. El apóstol, por más elocuente, audaz e inteligente que pueda parecer, no es el mensaje (cf. Jn 1,8) ni tan siquiera el dueño o responsable de la fe de los creyentes (cf. 2Co 1,24); es el servidor de los hermanos, animador de la fe de la comunidad por amor de Jesús. Ciertamente, Pablo atribuye a todo apóstol la responsabilidad de iluminar a los demás, creyentes o no, con la luz que Dios ha hecho brillar en su interior (v 6). El apóstol, con su mirada fija en Jesús, imagen de la gloria del Señor, se va transformando progresivamente a fin de asemejarse más a él (cf. 3,18). Este es el testimonio personal que debe acompañar a la palabra. Todos deberían descubrir en la vida del apóstol la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. ¡Humanos, sin duda alguna!: Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que quede bien claro que este poder incomparable procede de Dios y no de nosotros (v. 7). Además de ser pecador, Pablo se siente también humanamente débil, frágil, quebradizo. La Buena Nueva revelada y el ministerio recibido para anunciarla, ambos son un verdadero tesoro. Pablo manifiesta con alegría y pleno convencimiento que todo lo ha vendido para adquirirlo y ponerlo a disposición de los hermanos (cf. Mt 13,44). Aquí radica la paradoja. Los mensajeros del evangelio han de saber que todas sus limitaciones, sufrimientos, aparentes fracasos y, en último término, la muerte física, son generadores de vida para ellos mismos y para los demás. Precisamente esta debilidad suya pone de manifiesto que tota la fuerza y la riqueza que transmiten procede de Dios: Por este motivo tres veces rogué al Señor que me liberara, pero él me dijo: “Te basta mi gracia. Mi fuerza se manifiesta en la debilidad”. Por tanto, me gloriaré sobre todo de mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso, acepto de buen grado mis flaquezas, las


injurias, las adversidades, las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo. Pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte (2Co 12,8-10). Los sufrimientos derivados de la evangelización son para Pablo como su participación en la muerte de Cristo. Las persecuciones a muerte contrastan con la vida de Cristo que los fieles obtienen por medio de su débil ministerio. A medida que el apóstol se va debilitando, las comunidades se van enriqueciendo con la vida de Cristo. Todos los sufrimientos de los apóstoles son por el bien de los fieles, para que la comunidad cristiana aumente cada día con más discípulos de Cristo y el mundo llegue a descubrir el rostro de Dios. Creemos y por eso hablamos El anuncio es una tarea ineludible. Por la fe, el apóstol no puede dejar de anunciar la Buena Noticia, ya que se transforma en su interior como en un fuego devorador imposible de extinguir (cf. Jr 20,7-9). El imperativo del anuncio es una fuerza imparable del Resucitado Aunque se experimente la fragilidad y la muerte, el apóstol y creyente vislumbra y saborea ya la vida que le espera tanto a él como a los suyos. ¿Quién puede callar, entonces? 4. Contemplación Es el paso de la consideración de los valores descubiertos durante la meditación a la adoración de la persona de Jesús. El reúne todos los valores, los sintetiza, los expresa y los revela. El centro y la referencia de la contemplación es siempre la persona de Jesús, revelador del Padre y dador del Espíritu. Adoras y amas la Trinidad, te ofreces, pides perdón, alabas la grandeza de Dios, intercedes por tu propia pobreza y pecado, por el mundo, por tu gente, por las comunidades cristianas, por la Iglesia. La contemplación es, pues, en parte, ejercicio activo adorador, de amante y, en parte, ejercicio pasivo, espacio entregado al Espíritu de Cristo para que en nosotros adore, alabe y glorifique al Padre.

Contempla al Padre, que en su misericordia y sin ningún mérito personal, te ha elegido para ser discípulo de su Hijo Jesús y te ha enviado a anunciarlo. El Padre, que es la luz y el creador de la luz (cf. Gn 1,3), que la hace brillar en las tinieblas de tu corazón para que con tu pobre palabra y el débil testimonio puedas iluminar a los demás con el conocimiento que tienes del rostro de Cristo. El es el alfarero, tu eres la arcilla en sus manos (cf. Jr 18,6). Te admiras de que una frágil criatura pueda ser la que lleva el tesoro del Evangelio: “Señor, ¿quién soy yo para que te fijes en mí. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (cf. Sal 144,3). Del Padre proviene la fuerza que tiene el Evangelio y no de tus cualidades humanas. Y cuanto más débil te sientes llevando este tesoro, con tanta más claridad aparece la fuerza de Dios. El Padre que resucitó a Jesús, el Señor, también me dará la vida para siempre.

Contempla al Hijo, al Cristo glorioso que es la imagen de Dios. Como a los discípulos

durante su transfiguración, también hoy el Padre te anuncia: “Este es mi Hijo, el amado; escúchalo” (cf. Mc 9,7). Pídele poder contemplar su rostro luminoso. Cristo Jesús, Señor: El es el anuncio que resuena en tu corazón para que tu anuncio sea creíble. Lejos de anunciarte a ti mismo, ofrécete como un servidor de todos por la causa de Jesús. Deposita en El tus preocupaciones, sufrimiento, frustraciones como evangelizador que eres y de este modo se manifestará la vida de Cristo en tu propia fragilidad. Gracias a tu entrega incondicional, la vida continúa en aquellos a quienes anuncias la Buena Noticia.


Contempla al Espíritu. Pídele con insistencia la gracia de no avergonzarte ni de

falsear por otra parte la Palabra, sino de manifestar bien a las claras la verdad. Que despierte tu mirada y tu entendimiento, que permanecen con cierta frecuencia como dormidos para que puedas intuir los pasos, los gestos y las palabras de Jesús en tantos pasos, gestos y palabras de los hermanos y de los jóvenes. Que aumente tu fe para que puedas hablar con más convicción. Reza por ti, por la comunidad, por la comunidad cristiana. Es el Espíritu quien os ha convocado como seguidores de Cristo

5. Para compartir Podéis compartir con respeto, recogimiento y sencillez todo lo que habéis contemplado, y las invitaciones que la contemplación os ha sugerido.

¿Cuáles son las actitudes de Pablo como evangelizador? ¿Qué invitaciones habéis oído? ¿Qué llamadas habéis sentido?

6. Acción de gracias Dad cordialmente gracias al Padre por los frutos que la Palabra va haciendo madurar en vosotros. Dios, a pesar de vuestra pequeñez, se ha fijado en vosotros y os ha elegido para compartir con Jesús la misión evangelizadora. El ha despertado en vosotros el deseo de vivir según el Espíritu de Cristo.


RETIRO Miguel Ángel CALAVIA, sdb

“[Padre nuestro] Que estás en el cielo...”

Acabamos de celebrar la Navidad, el Misterio de la Encarnación. Dios Padre que “está en el cielo”, como rezamos en el Padre nuestro, ha plantado su tienda en nuestra vida y en nuestra historia en la persona de Jesús. Durante la navidad también hemos cantado: “Gloria a Dios en cielo y en la tierra paz a los hombres…”. ¿Pero qué es el cielo? ¿Qué imagen viene a nuestra mente cuando decimos “Padre nuestro que estás en cielo”? Ofrecemos este retiro como un momento para hacer más consciente nuestra oración, y en definitiva llenar de contenido cristiano nuestra relación-encuentro con Dios, que es una manera de vivir el misterio de la Encarnación. 1. La palabra “cielo” o “cielos” aparecen continuamente en la Escritura… pero no es lo que parece La imagen del mundo para los testigos bíblicos es la imagen fenomenológica, la que se ve de modo inmediato, una imagen común a toda la antigüedad: el cielo como firmamento está “arriba”, mientras que el hombre vive “abajo”, en la tierra. También el hombre actual, sea cual sea su nivel cultural, habla del mismo modo: las nubes y las estrellas siguen estando “en el cielo”. El hombre del tiempo no tiene ninguna dificultad en decir: “el cielo en agosto estará azul o nublado”... o hablar de la salida y puesta del sol, de la visibilidad de las estrellas, etc.; aunque todo el mundo sabe que el sol “no sale en el cielo”, ni las estrellas “aparecen en el cielo”... En la antigua Iglesia y durante el Medioevo la imagen bíblica del mundo se unió a la física de Aristóteles y a la imagen que tenía Tolomeo del mundo y, por lamentable que esto sea, esa imagen se absolutizó doctrinalmente; sin caer en la cuenta de que ninguno de los antiguos credos dice nada sobre el modo de concebir el mundo, ni siquiera cuando se profesa que Dios es el creador de cielo y tierra. Al presentar como bíblica y obligatoria esta imagen, la iglesia apoyó la idea de que Dios habitaba en cierto modo en la parte superior del mundo, el cielo, mientras que el hombre vivía en el inferior, en la tierra. Si además se tiene en cuenta las consecuencias que tuvo para la fe de los cristianos la interpretación literal de la Biblia, enseguida se entiende que, al cambiar la imagen del mundo, esta manera de hablar y pensar diera pie al ataque al mensaje de la iglesia y a su predicación sobre Dios... Ya se ha hecho clásica la frase de los primeros astronautas rusos: “No hemos visto a Dios por allá arriba”.


A esto se añadió la visión del hombre propia de la antigüedad tardía y de la filosofía gnóstica: el cuerpo pertenece a la tierra y el alma inmortal pertenece al cielo, de donde viene y adonde va; una visión dualista que trastoca aun hoy en día el mensaje bíblico sobre la resurrección de los muertos o que mucha gente identifique el “reino de los cielos” con el más allá. Es cierto que en la historia de las religiones la primera configuración de la divinidad ha estado unida a la experiencia del cielo, identificada con el ser brillante (de la raíz indo-europea dyu, de la que viene el latín deus, el griego Zeus, y el castellano dios). Dios radica en la experiencia del misterio del cielo, como el ser brillante, que nos domina, identificado sobre todo con el sol, fuente de luz, de calor y de vida. Pero en la Biblia Dios no está en un lugar de modo que se le pueda encontrar. Lo espacial no es parte integrante del mensaje bíblico, sino que los testigos de Dios se han valido de los conceptos culturales de la época para expresar su mensaje. Decir, por ejemplo, que “Dios habita en el cielo” es una forma de expresar paralela a que “Dios habla desde el Sinaí” o “Mora en el templo de Jerusalén”. De Dios se puede decir que está en todas partes (Sal 139) y también que habita en una luz inaccesible (1 Tim 6, 16), Las ideas que tenemos sobre el mundo cambian al ritmo de los nuevos descubrimientos; por ello no se puede absolutizar ninguna concepción actual del mundo, ni volver a instaurar la imagen bíblica del mundo en la época de los viajes espaciales. “El cielo no es un lugar superior al que dirigimos nuestras miradas, sino que es el sustrato de nuestra existencia. Es el Señorío de Dios que lo abraza todo y dentro del cual nos hallamos” (THIELICKE). Solo así se reconoce la grandeza y la presencia gloriosa de Dios, como creador. Pues Dios no es el prisionero encerrado de un cosmos o de un cielo que él mismo ha creado. 2. Hablar hoy del cielo y rezar a Dios que “está en el cielo....” Hablar hoy del cielo es reconocer el señorío de Dios. Creer que Dios conserva y rige el mundo con todo lo que en él acontece y se desarrolla, de lo que hablan las modernas hipótesis científicas y cosmológicas, desde la explosión original del big bang hasta la muerte térmica –por frío o calor– del universo, o el dinamismo interior de la materia que le permite transformarse continuamente... Creer en Dios creador es creer en un Dios que conserva y rige el mundo. Entonces, el hombre no se siente perdido como una partícula más en el universo, sino que sabe cuidado y conducido por aquel que en Jesucristo es su Padre y adopta una postura como la que describe Pablo en la carta a los romanos: nada nos puede separar de ese amor de Dios manifestado por Cristo Jesús (Rm 8, 35-39). Y a partir de este señorío de Dios, como cristianos estamos llamados a: Vivir como ciudadanos del cielo, que es la salvación (Filp 3,20). Es decir vivir como

“salvados”... A buscar lo de arriba, donde se halla Cristo (Col 3,1-4) y donde está nuestra herencia

definitiva (Col 1,4; 1 Pe 1,4). A seguir a Jesucristo, que ha venido del cielo, de Dios, y vuelve a Dios; por eso puede

decir algo del cielo, de los planes de Dios y de su voluntad de salvación (cf Jn 3). Pues en Cristo se resume todo lo que hay en la tierra y en el cielo; no hay otro mundo que el


de Cristo, un mundo salvado (Col 1,20) y una creación entendida como Historia de Salvación (Col 1, 16s).

3. Padre nuestro… “que eres la plenitud... la salvación última y definitiva” La experiencia creyente del Nuevo Testamento, por tanto, aleja las expresiones “estás en el cielo” o “reino de los cielos” de toda connotación geográfica; y las identifica con la vivencia de Dios como Plenitud y Salvación última y definitiva; y una vivencia de nuestro ser creyente como llamada a des-centrarnos, a salir de nosotros mismos, para que Dios ocupe el centro de nuestra vida. Una experiencia que no anula nuestra persona o la hace vivir en la alienación, el infantilismo o la cobardía (como afirmaba los “maestros de la sospecha”), sino que implica la decisión personal más libre y confiada. El tema de la Salvación está de moda en la reflexión teológica actual... No es el marco de un retiro el lugar para hacer clase teología. Pero sí quiero apuntar algunos perfiles que el creyente auténtico percibe y experimenta en Dios como Salvación última y definitiva; perfiles que son claves para la vivencia de la fe: El Misterio de Dios se muestra al verdadero creyente como el “Totalmente Otro”. Este

perfil de Dios, que para muchos le aleja de la vida concreta de las personas, como algo irrelevante, es clave en nuestro camino de fe, pues nos impide convertir a Dios en un ídolo o ideología a nuestro propio servicio. ¡Cuántos disparates se han cometido en la historia en nombre de Dios, por “usar el nombre de Dios en vano” o de forma inadecuada!

Sería bueno preguntarnos si, en nuestra oración-meditación y en nuestra manera de hablar de Dios, es realmente Dios el que está presente o más bien nuestros sueños y deseos, nuestras preocupaciones e intereses particulares.

El Misterio de Dios, se nos muestra también como “la Realidad suprema”, ante el cual

el creyente vive una sensación de desconcierto total (la experiencia de lo tremendo de que habla OTTO, o el “temor de Dios” del que habla la Biblia); viéndose finito e inconsistente, como “polvo y ceniza” en expresión de Abrahán (Gen 18, 27) y de Job (Job 30, 17); y, al mismo tiempo, con una conciencia de dependencia absoluta de Dios. Solo cuando hacemos esta experiencia, Dios aparece en nuestras vidas como el cimiento, la realidad fundante (ZUBIRI), que da seguridad a nuestras vidas, o como el futuro (RAHNER) que nutre nuestra esperanza. Lo contrario es edificar el edificio de nuestra vida, no en la roca sino en la arena, como nos dice Jesús; expuestos a que cualquier contratiempo, a veces de poca importancia, nos hunda o mine nuestra esperanza.

¿Dios es algo “real” en mi vida? ¿Es realmente el cimiento, la roca que da seguridad a mi vida... o tal vez pongo esta seguridad en otras cosas? ¿Dios está delante de mí como “futuro” que alimenta mi esperanza... o pongo mi esperanza en otras cosas?


Pero junto a esta experiencia de diferencia absoluta, el creyente se siente al mismo tiempo atraído por el Misterio de Dios, al presentarse éste como “Bien y Valor definitivos”; es decir, como una realidad sumamente valiosa que confiere valor a todo lo que existe. Dios como plenitud de ser fascina y atrae, sacando al creyente del círculo cerrado de sus pequeños bienes intramundanos para ir en busca del Bien Supremo. Hoy se habla mucho del cristiano hermeneuta, es decir aquel que ve y mira la realidad propia y lo que sucede alrededor desde Dios. Una mirada nueva que nos permite calibrar lo que es importante en nuestra vida y en nuestro mundo, y lo que no lo es tanto.

Este retiro es una buena ocasión para revisar la perspectiva de nuestra mirada, la forma de mirar mi vida, a los hermanos, a lo que sucede en mi entorno y en el mundo... ¿Miro todo ello desde la mirada de Dios... o más bien desde mi manera de pensar y desde mis sentimientos?

El Misterio de Dios, finalmente, se muestra como “lo único Santo”, ante el cual el

creyente se siente indigno pero confiado. En este horizonte se sitúa la experiencia del pecado; éste no aparece tanto en el campo ético o moral como incumplimiento de una norma o ley divina, sino en el religioso-místico, como experiencia de alejamiento de Dios.

Todo somos testigos de la crisis por la que atraviesa el sacramento de la Reconciliación, también entre nosotros... Quizás porque ya nos cansa repetir siempre lo mismo; ¿Pero el verdadero motivo de esta crisis no estará que no nos arrastra demasiado la santidad (la vida e imagen) de Dios a la que estamos llamados, y de la que nos alejamos por tantas cosas que con frecuencia presiden nuestra vida?

Pero, cuidado, el cielo, como experiencia de salvación, no es un añadido a las propias posibilidades, deseos, perspectivas o proyectos. Si así fuera, Dios nos pasaría de ser un “añadido” a lo que ya somos un “inquilino” al que acudimos cuando necesitamos algo, con el peligro de hacer de Dios un ídolo a nuestro propio servicio o una ideología desde la que justificar las actitudes y comportamientos más dispares. Esta experiencia de salvación es una responsabilidad personal, en cuanto que es un don libremente aceptado. Un don que nos hace “agraciados”, “dichosos”, y que hacemos visible y creíble en el actual contexto socio-cultural, con el testimonio de nuestro amor, hecho: acogida incondicional, presencia con capacidad de convocatoria, anuncio del evangelio y acompañamiento, sobre todo entre los jóvenes pobres y excluidos. Una forma de hablar del “paraíso” a los jóvenes tan frecuente en la vida y acción pastoral de Don Bosco.


Para la meditación y la oración

Dediquemos unos momentos en este retiro a repetir varias veces “Padre nuestro que estás en el cielo”, dejando que resuene en nuestra mente y nuestro corazón, como “Padre nuestro que te ofreces constantemente como plenitud de vida y como Salvación última y definitiva, ayúdanos a recocerte cada día como cimiento que da seguridad a nuestras vida y como futuro que nutre nuestra esperanza”… Y en consecuencia, resuene también la experiencia del salmista: “aunque camino por cañadas oscuras, nada temo, porque tú, Señor, vas conmigo” (Sal 22, 4). Deja también que resuenen “el reino de los cielos” desde la experiencia de Jesús y desde la vida de los primeros cristianos:

Entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mt 3,2)

“A vosotros se os ha dado a conocer los misterios del reino de los cielos” (Mt 13, 11)

Son del reino de los cielos:

- Los pobres en el espíritu y los perseguidos por su fidelidad (Mt 5, 3.10) - Los que tienen mayor fidelidad que los escribas y fariseos (Mt 5, 20) - No todo el que dice: “Señor, Señor; sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los

cielos” (Mt 7,21)

El reino de los cielos es semejante a:

- Un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo (Mt 13, 31) - La levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que fermentó toda la

masa ( Mt 13,33) - Un tesoro escondido en un campo; si un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder , y de la

alegría que tiene va a vender todo lo que tiene y compra aquel campo (Mt 13, 44) - Una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces (Mt 13, 47) - Un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas (Mt 13,52)

Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos como salvador al Señor

Jesucristo; él transformará la bajeza de nuestro ser reproduciendo en nosotros el esplendor del suyo, con esa energía que le permite incluso someter todas las cosas. (Filp 3, 20s)

Porque él (Cristo) nos sacó del dominio de las tinieblas para trasladarnos al reino de su Hijo querido,

por quien obtenemos la redención, el perdón de los pecados. Este es imagen del Dios invisible, nacido antes que toda criatura, pues por su medio se creó el universo celeste y terrestre, lo visible y lo invisible; sean tronos, señoríos, soberanías o potestades. Él es modelo y fin del universo creado, él es antes que todo y el universo tiene en él su consistencia; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él es el principio, el primero en nacer de la muerte, para tener en todo la primacía; pues Dios que es la Plenitud total, quiso habitar en él, para por su medio reconciliar consigo el universo, lo terrestre y lo celeste, después de hacer la paz con su sangre derramada en la cruz (Col 1, 15-20)

Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha

de Dios. Estad centrados arriba, no en la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Col 3, 1-3)

¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de

nuevo para la viva esperanza que nos dio, resucitando a Jesús de entre los muertos para la herencia que no decae, ni se mancha, ni se marchita, reservada en el cielo para vosotros, que, gracias a la fe, estáis custodiados por la fuerza de Dios; para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final (1 Pe 1, 4).


INCULTURACIÓN DE LA FE Y EVANGELIZACIÓN DE LA CULTURA Los dos desafíos del camino cristiano

Miguel Ángel CALAVIA, sdb

Cristianos en el cambio cultural Ya no es suficiente una fe sociológica. Hasta no hace mucho, bastaba que un individuo no rompiera con la religión establecida en la que había nacido para ser considerado “persona religiosa”. Hoy la situación es distinta. Se habla de “crisis de Dios”, de “eclipse de Dios”; para algunos nos hemos quedado “sin noticias de Dios”. Dios resuena en bastante gente como una “palabra fósil”, testigo de la fe de otros tiempos, pero sin apenas significado real en la actualidad. También han perdido fuerza de convocatoria la pertenencia más o menos pasiva a una Iglesia, la supuesta adhesión a un conjunto de verdades religiosas transmitidas tradicionalmente, unas normas de conducta o la práctica social de unos ritos. La actual crisis religiosa está haciendo poco significativas e incluso inviables muchas de estas expresiones tradicionales de la fe, que en muchos casos sólo desarrollan su epidermis. El actual contexto socio-cultural nos coloca ante el reto de hacer una nueva y personal experiencia de Dios, es decir, cultivar un cristianismo más personalizado.

Si como cristianos y cristianas estamos llamados a ser testigos visibles y creíbles de la Buena Noticia de Jesús, hemos de estar a los nuevos contextos socio-culturales y hacer un discernimiento para descubrir los terrenos más apropiados para que germine la semilla del Evangelio.

Hay cristianos “a la carta”... pero no todos de acuerdo con el Evangelio. El actual pluralismo cultural influye sin duda en la forma de ser cristiano. La uniformidad que había en años pasados sobre la vida cristiana ha dejado paso a formas muy diversas de vivir la fe cristiana. La prueba está en la variedad de comunidades y movimientos presentes en la Iglesia actual, con lecturas muy distintas de lo que implica el seguimiento de Cristo. Es lógica la pregunta: ¿hay que aceptar esta realidad como normal, aun a coste de desfigurar el rostro del cristiano y presentar una fe cristiana “a la carta”, o hay que asumir unas claves irrenunciables, presentes en el Evangelio y en el concilio Vaticano II, que definen al verdadero seguidor de Jesucristo? Somos educadores-evangelizadores. Como herederos y continuadores del carisma salesiano, ofrecemos a los jóvenes criterios de vida, valores y actitudes y, en definitiva, el sentido cristiano de la vida, para orientarles en la triple tarea de madurar como personas, trabajar para hacer una sociedad más justa y solidaria, contribuyendo a hacer un mundo más habitable. Pero esta oferta y ayuda no es algo aséptico o neutral; cada salesiano o salesiana la realiza desde unas convicciones personales que se reflejan en su manera de ser y acompañar a los jóvenes en esta tarea, influidas ambas convicciones por la cultura en que vivimos.


1. Testigos en la cultura actual No se es cristiano y salesiano “en las nubes”, sino en un lugar, tiempo y cultura concretos. Ambos influyen en la forma de ser creyente y en los acentos, perfiles o retos de nuestro testimonio en la cultura occidental. Esta relación entre la fe y la cultura en que se vive, ha originado diversos tipos de ser cristiano en la iglesia, presentes en las distintas comunidades locales y movimientos cristianos. Nosotros apostamos por un cristiano o cristiana que podríamos llamar intérprete o hermeneuta: aquel que se acerca a la propia persona y al ambiente en que vive, de forma crítica, sabe leerlos e interpretarlos desde el Evangelio. Un creyente que vive su fe desde una situación concreta, libremente asumida, y trabaja para lograr una síntesis fe-vida o fe-cultura. Un cristiano que siente vinculado personalmente a una comunidad, que le ayuda a situarse ante los cambios sociales, a superar las crisis, y a orientar y evaluar su compromiso en la sociedad. Presentamos algunos perfiles o rasgos de este cristiano o cristiana que quiere vivir con coherencia su fe, y al mismo tiempo ser significativo en la actual sociedad y cultura occidental. Perfiles que, como salesianos y salesianas, estamos llamados a hacer visibles y creíbles en medio de los jóvenes. 2. Testigos de una fe personalizada La nueva situación socio-cultural impone como primer perfil del cristiano la personalización de la fe. Ya en el siglo pasado, NEWMAN constataba que una fe no asumida personalmente conducía a las personas cultas a la indiferencia y a las personas sencillas, a la superstición. El panorama actual parece confirmar el diagnóstico. El teólogo CONGAR, refiriéndose al cambio experimentado por el catolicismo desde el concilio de Trento (s. XVI) hasta nuestros días, señalaba que la Reforma tridentina privilegió una serie de instituciones, normas y prácticas que defendiesen a los católicos de los peligros externos. El resultado, quizá sin pretenderlo, fue un tipo de cristiano, que, utilizando una imagen, sería como las especies que, al carecer de esqueleto, desarrollan un poderoso caparazón para subsistir y defenderse (MERSCH). El cambio cultural actual, sobre todo, el proceso de secularización, y la evolución de la propia Iglesia, se han encargado de arrancar una a una las capas de ese caparazón; y la única solución para el cristiano actual será, por tanto, desarrollar el esqueleto de una fe y vida interior más personal. 3. Desde una actitud de contemplación como condición Somos contemplativos cuando experimentamos a Dios en el centro de nuestra vida… como “salvación”. En nuestra cultura occidental estamos tan acostumbrados a “usar” y servirnos de las cosas materiales que fácilmente hacemos lo mismo con las personas; también con Dios. De acuerdo con este criterio, no es extraño que Dios esté ahí, junto a tantas cosas y personas, en la superficie, en la corteza de nuestra vida, compartiendo con ellas, incluso en porcentajes más bajos, niveles de importancia, significado o sentido. Dios, la familia, el trabajo, el ocio, el fin de semana, el coche, el cargo, etc., aparecen juntos, sin apenas discontinuidad o sentido de la diferencia. Incluso, hay personas que se confiesan creyentes, para los que Dios aparece más bien como “aguafiestas” y no tanto como germen de vida y esperanza.


En este contexto, cada vez se ve más necesario que seamos testigos de una nueva relación con Dios. Testigos de que cuando Dios ocupa el centro de la propia vida, ésta se recrea hacia “dentro” y hacia “afuera”. Hacía dentro porque, desde Dios, nuestra vida recobra su sentido más profundo, y se abre ante la perspectiva insospechada de vivir, como nos dice Jesús, como “hijos e hijas de Dios”. Y hacia afuera porque, también desde Dios y desde su mirada, los otros y lo que sucede a nuestro alrededor se ven, interpretan y viven de forma nueva, como “hermanos en Cristo” y lugar donde germina y crece el Reino de Dios. Pero no tendría sentido, incluso sería irracional, si la experiencia de Dios como centro de la propia vida, anulara la persona o la hiciera vivir en la alineación, el infantilismo o la cobardía (como afirmaban los Maestros de la Sospecha). Si la persona creyente vive la centralidad de Dios en la propia vida es porque se trata de una experiencia vivida como salvación, como realización total, última y definitiva. Pero somos salesianos. Ello hace que seamos contemplativos desde y con los jóvenes. Son los jóvenes el lugar teológico: el lugar donde nos sentimos convocados e interpelados por Dios, y donde estamos llamados a ser testigos de su amor y salvación. 4. En comunidades significativas con capacidad de convocatoria Creer en Jesucristo no es aceptar aisladamente, individualmente, la doctrina de Jesús, ni luchar aisladamente por su causa, sino agregarse a una comunidad que haga presente en germen y esperanza el nuevo Pueblo de Dios. Pero la realidad actual nos muestra un panorama que ensombrece esta dimensión eclesial de la fe. La aceptación de la Iglesia por parte del conjunto de la sociedad ha entrado en crisis; afecta, incluso, a muchos de los miembros de la Iglesia. Se ha incrementado considerablemente el número de los cristianos y católicos sin Iglesia. Los primeros cristianos acuñaron el término “fraternidad” para designar a las comunidades cristianas, extendidas por el mundo; cada una (Jerusalén, Antioquia, Corinto, Éfeso, Tesalónica, Filipos, Roma, etc.) era una comunidad de bautizados, unidos por la fe en Jesucristo, que querían hacer visible y creíble el estilo de vida evangélico en un contexto cultural determinado. Nuestras comunidades salesianas están sujetas también a influencias de todo tipo, en una sociedad con cambios cada vez más rápidos. Por eso, es importante que revisemos con frecuencia cómo vivimos la relación con la cultura ambiental y qué signos visibles y creíbles mostramos en ella. En este sentido, hay que evitar algunas formas inadecuadas de vida comunitaria, por su escasa significatividad en el momento actual. Por ejemplo: una comunidad que vive en actitud de “atrincheramiento”, porque lo de fuera es malo o peligroso. Este tipo de comunidad se convierte fácilmente en un “gueto”, aislada de lo que sucede en el exterior, y fácilmente usa el anatema o la condena de todo lo que no coincide con los propios planteamientos. O una comunidad, en el polo opuesto, “rendida” a la cultura de turno, con la consiguiente merma de la fuerza profética del Evangelio y de la propia fe. Nuestras comunidades salesianas están llamadas a ser “germen del Reino” en medio del mundo: levadura dentro la masa, sal de la tierra, luz del mundo, ciudad para servir de punto de referencia, semilla para dar fruto. Comunidades expertas en humanidad en medio y en las afueras de la ciudad, como “minorías proféticas de choque” (MARITAIN); comunidades de contraste o comunidades alternativas que manifiesten y hagan presentes los valores del Reino. Descubriendo aquellos lugares que son sacramentos o signos donde Dios se nos manifiesta e


interpela: para nosotros, salesianos, el mundo juvenil y sus formas de vida, sobre todo los pobres, marginados y en peligro.


5. Cercanos, solidarios y voz de los jóvenes que no tienen voz Como comunidades herederas y responsables de hacer visible el carisma salesiano, estamos llamados a ser testigos de cercanía y solidaridad hacia los sectores más desfavorecidos y excluidos de la sociedad, que para nosotros tienen un rostro juvenil. Testimonio que se apoya en unos criterios y convicciones evangélicas y se expresa en unas actitudes significativas en el momento actual4. 5.1. Con unas convicciones de fondo Nuestro compromiso solidario con los jóvenes pobres, marginados y en peligro nace de unas convicciones claras y firmes. No se trata de una corazonada o una actuación momentánea, sino de un estilo de vida con unas convicciones profundas, que compromete a toda la persona. Nuestra fe en Dios conlleva apostar y trabajar por los jóvenes pobres. Cuando

Jesús anuncia la llegada del reinado de Dios entre los hombres, los primeros destinatarios de esta anuncio o Buena Noticia son los pobres: “El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para que dé una Buena Noticia a los pobres” (Lc 4, 18). Los pobres son los destinatarios privilegiados del Reino, no porque sean mejores que los demás, sino porque son pobres y abandonados. Dios, Padre de todos, no puede reinar en la humanidad sino haciendo justicia precisamente a los hombres y mujeres a los que nadie hace justicia (Sal 72, 12-14; Sal 146, 7-10). La caridad pastoral, núcleo de nuestra espiritualidad salesiana, implica la convicción profunda de que Dios ama a los jóvenes; y nosotros, personalmente y como comunidad, hacemos visible y creíble este amor mediante nuestra entrega a los jóvenes, visible en la acogida incondicional, la propuesta evangélica y el acompañamiento.

El rostro de Cristo se dibuja en el pobre. El Evangelio cambia radicalmente nuestra

manera de mirar a los pobres y, por tanto, nuestra manera de entender la sociedad actual. Los pobres no son ya sólo una clase social con carencias de todo tipo a la que hay que proveer, ni mucho menos gente peligrosa a la que ayudar, por si acaso; los pobres son personas con la misma dignidad de todo ser humano, donde el cristiano descubre el rostro de Cristo: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40). Para nosotros, salesianos, Cristo se dibuja en los jóvenes pobres y excluidos. Desde y en ellos, Cristo nos habla, nos interpela, cuestionando nuestros esquemas de vida y nuestra manera de vivir la fe; nos llama a la conversión y nos urge al servicio y al compromiso.

Llevar la Buena Noticia a los pobres y desvalidos. Seguir a Jesucristo conlleva verse

a sí mismo como instrumento de Dios para llevar una Buena Noticia a los pobres, a los últimos. Ello implica:

- Acogerles y hacerles sitio. Como salesianos, estamos llamados a “hacer sitio” a los

jóvenes, sobre todo a los últimos; hacerles sitio en la vida personal y comunitaria, en las propias preocupaciones, dedicándoles tiempo y energías.

- Implica también defender y salvar a los más débiles. El compromiso cristiano va

creciendo en nosotros cuando comenzamos a interesarnos sobre todo por los

4 PAGOLA, José A.: “Hacia una cultura de la solidaridad”. En Vida nueva, 26/02/2000, pp. 26-31.


débiles, cuando en nuestro corazón hay una tendencia a acercarnos a los que están abajo, cuando sentimos predilección por los débiles y nos ponemos de su lado de forma concreta y comprometida.

5.2. Y con algunas actitudes de la solidaridad cristiana La dedicación de nuestras comunidades a los jóvenes pobres, marginados y en peligro no debe quedarse en un mero sentimiento o deseo de que las cosas cambien; requiere unas actitudes de fondo, que han de presidir la propia vida: Sencillez de vida frente a la idolatría del dinero. Crece un clima en el que apenas

cuentan otros valores que no sean el dinero, el éxito, el consumo, el bienestar, el fin de semana, el último modelo de coche, la moda... Es cierto que se habla de crisis, pero no se suele escuchar el grito de los que sufren de verdad las consecuencias. La solidaridad de nuestras comunidades en esta situación, implica optar libremente por un estilo sencillo y austero de vida, por una cultura de la sobriedad, que haga creíble nuestra presencia y misión en medio de los jóvenes y de los pobres, y al mismo tiempo sea factor crítico en el actual ambiente de consumismo alocado. Vivir la sencillez evangélica encierra también una gran energía liberadora. Nos hace mucho más libres frente a formas de bienestar y progreso que esclavizan y producen marginación.

La defensa de la persona frente al desarrollo inhumano. La ciencia y el desarrollo

técnico sólo tienen sentido humano si están al servicio de la persona. Cuando sucede al revés, o cuando se ponen al servicio de un sector privilegiado y hunden en la miseria a otros sectores más desfavorecidos, se convierten en factor de opresión y deshumanización. No se trata de despreciar la ciencia o el progreso, sin más, sino de ponerlos en su sitio: siempre al servicio de las personas.

Actitud compasiva y samaritana frente a la insensibilidad social. La sociedad

moderna está todavía muy lejos de aquella “civilización del amor”, deseada y proclamada por el Papa Pablo VI. Cada vez hay menos lugar para el corazón, para la ternura, el cariño y la acogida cálida e incondicional de cada persona. Cada vez hay más personas que experimentan la pobreza de afecto, de cariño, de amor cercano. Las instituciones y los servicios sociales pueden cubrir un tipo de necesidades materiales, pero no pueden ofrecer la amistad, la escucha, la comprensión, el cariño, la ternura. El compromiso cristiano está llamado hoy a introducir misericordia en esta sociedad, “poner corazón” en los engranajes de la vida y de la cultura, liberar de la soledad, acompañar en la depresión, aliviar la vejez, sostener la vida del desvalido.

Responsabilidad social frente a la inhibición o el fatalismo. En el ambiente cultural

actual asistimos a una progresiva inhibición y despreocupación por los problemas ajenos. Los motivos son varios: el neoindividualismo, como preocupación exclusiva del ámbito personal y familiar, y cierta desconfianza hacia lo de fuera; la cultura del sofá, del estar bien, como nueva forma de aburguesamiento, y con la consiguiente merma de sensibilidad hacia las necesidades ajenas en la vida de cada día (sólo las grandes desgracias o catástrofes parecen despertar cierto interés... olvidado a los pocos días); el criterio de no saber para no comprometerse antes las grandes urgencias del momento; y, en la base de todo, la pérdida de significado real de la persona (en teoría todos la defienden), convertida en medio o instrumento para los objetivos más diversos. Esta conciencia de solidaridad ha de llevarnos, como salesianos, a promover y participar en organismos que


despierten la responsabilidad colectiva hacia los más necesitados, promuevan la integración de los marginados, critiquen la competitividad como valor absoluto, y compartan con otros análisis, objetivos y estrategias de ayuda y promoción de los excluidos, sobre todo cuando se trata de jóvenes.

6. Cooperando con otros, creyentes o no, para hacer realidad una sociedad más humana La globalización está de moda. Pero reducida, hasta ahora, al marco meramente económico, comienza a mostrar aspectos y signos preocupantes. Las manifestaciones “anti”, con ocasión de los últimos foros internacionales sobre la economía global, demuestran que crece la sensibilidad social en contra de una globalización que impone criterios económicos, culturales y políticos, valoraciones y sistemas de vida, que están en el origen no solo del empobrecimiento cada vez mayor de los países en vías de desarrollo, sino también de la desigualdad y exclusión social en el mundo occidental. Como cristianos y salesianos, estamos llamados a trabajar codo con codo con otras personas, creyentes o no, en la denuncia de la ideología del fondo del actual neoliberalismo o capitalismo salvaje y a colaborar en organismos, proyectos y estrategias que hagan realidad una globalización más ética y humanizadora (ONGs, bancos éticos, comercios y tiendas del precio justo...). Crece la conciencia entre los creyentes, de que ésta es una de las tareas más significativas de las distintas religiones, y del diálogo interreligioso en particular, en el momento actual: mostrar que de las entrañas de la experiencia religiosa y de la vivencia de la fe, brota la denuncia profética de cualquier situación inhumana, un brote de ternura por lo más débiles y desprotegidos, y la consiguiente pasión por la justicia, la paz y el auténtico desarrollo. Para ello, habrá que vivir y trabajar “contra corriente”, convencidos de que: - La persona es el actor de la vida personal y social; que vive en relación con los otros, de los

que recibe y a los que también da. Y no un mero individuo, como quiere la ideología neoliberal, carente de dimensión social, ni vínculos, ni estructuras sociales, ni responsabilidad de lo que deje tras su muerte.

- La persona necesita de los otros para llegar a andar el camino y llegar a ser uno mismo. Y no un individuo autosuficiente, que se construye a sí mismo, y no necesita de nadie para realizarse.

- La persona trabaja al servicio de las causas justas. Y no alguien que se sirve de los otros, y

los utiliza, al margen de cualquier criterio moral. - La persona está abierta a la relación y colaboración gratuita con los otros. Y no alguien

cuyas relaciones están presididas por la competencia o el negocio. - La persona posee una dimensión social, que le hace comprometerse en la cultura para

mejorarla y hacerla más humana. Y no alguien preocupado sólo por los propios intereses.


¿SOMOS DE ESTA CULTURA? Alexandre DAMIANS, sdb

“Absurdo o Misterio” “Con los últimos años del milenio, una larga época se acabó: entramos a ciegas en un tiempo metafísico. Nadie se atreve a decirlo: siempre se guarda silencio sobre lo esencial, que es insoportable. Varios maestros del pensamiento habían anunciado esta aurora: BERGSON, TEILHARD, EINSTEIN, DE BROGLIE y tantos otros… Se está substituyendo el materialismo y el determinismo que inspiraron los “maestros de la sospecha” del siglo XIX” (GUITTON: Dieu et la science, 1991). Para comprender lo real hay que renunciar a la noción tradicional de materia: materia tangible, concreta, sólida. El espacio y el tiempo son ilusiones. Una partícula puede ser detectada en dos sitios a la vez. La realidad fundamental no es cognoscible… Poco a poco, empezamos a comprender que lo real está velado, es inaccesible, que de ello apenas percibimos la sombra que proyecta, en forma de espejismo provisionalmente convincente. Pero, ¿qué hay tras el velo? Frente a este enigma, no hay sino dos actitudes: una nos conduce al absurdo; la otra, al Misterio. La elección final de una u otra es la más alta de las decisiones. Llevados hasta las últimas consecuencias, significan: el absurdo sitúa en el nihilismo (¡la nada!) y por tanto en la desesperanza, que

es la puerta de entrada a la cultura de la muerte; el Misterio vivido en la confianza (¡la fe!) abre de par en par a la esperanza

cristiana, es decir, al amor y a la vida. ¡Menuda diferencia! Hace un tiempo, se me hizo muy curiosa y atrayente la lectura del libro Barioná, el hijo del trueno, sorprendente por su contenido y aún más por su autor: SARTRE. Es el ateo que, desde el absurdo lo reduce todo a la nada… hasta sus últimas consecuencias. Este libro trata, nada menos, que del Misterio de la Navidad… pocos textos he leído, sobre este tema, tan profundos y adecuados a las inquietudes del hombre actual. Hay que leerlo pausadamente. En él tenemos reflejado nuestro título: “absurdo o Misterio”. Como nos hallamos justo en este tiempo de Navidad, me ha parecido que, bajo el título que nos ocupa, valía la pena introducir al lector en las dos escenas de esta obra teatral sartriana, cuya primera representación se dio en el campo de concentración “Stalag 12 D” que los nazis tenían en Tréveris.

Se representó tres días consecutivos: el 24, el 25 y el 26 de diciembre de 1940. En total fueron 6.000 personas las que aplaudieron la obra. SARTRE, un “zelote existencialista” a quien iba muy bien el personaje de Barioná, quiso, en cambio, representar al rey mago Baltasar, justo el contrapunto creyente a Barioná. De la boca de SARTRE –de su pensamiento– salieron estas palabras del “misterio”, tan cargadas de esperanza.


La primera escena –segunda de la obra– nos sumerge en el absurdo y las palabras de Barioná nos sonarán firmes y contundentes. La segunda escena que propongo, la sexta de la obra, nos elevará con gran intensidad en el vértigo del Misterio de la mano de Baltasar, el Rey Mago. Escuchemos y disfrutemos de esta inolvidable lectura. Estoy seguro, no sólo de que no os dejará indiferentes, sino de que tendréis apetito de más; no en vano os he dejado escrita la ficha técnica del libro.5

PRÓLOGO El NARRADOR ciego Mis buenos señores, voy a contaros las extraordinarias e inauditas aventuras de Barioná, el Hijo del Trueno. Esta historia tiene lugar en la época en que los romanos eran dueños de Judea y espero que os interese. Y si quedáis contentos, sed generosos. Suene la música, empezamos

Segundo Cuadro - Escena II: todos reunidos en torno al jefe, Barioná El coro de los Ancianos He aquí que la trompeta ha sonado. Nos hemos revestido con nuestros trajes de ceremonia y hemos franqueado las puertas de bronce y nos sentamos delante del muro de piedra roja como en tiempos pasados. Nuestro pueblo agoniza y sobre nuestras casas de tierra seca planea el vuelo negro del cuervo. ¿Para qué reunir al Consejo cuando nuestro corazón está en cenizas y rondan nuestra cabeza pensamientos de impotencia? … / … El coro de Ancianos ¡Barioná! ¡Barioná! ¡Barioná! ¡Escuchemos a Barioná! Barioná Pagaremos ese impuesto. El coro ¡Ay! Barioná Pagaremos ese impuesto. (silencio) ¡Pero nadie, después de nosotros, pagará más impuestos en este pueblo! El coro ¡La mayor locura del mundo es la esperanza! Barioná Entonces, compañeros, no debemos resignarnos a la caída, porque la resignación es indigna del hombre. Por eso os digo: con resolución tenemos que acostumbrar nuestras almas a la desesperanza. Compañeros míos, cerrad vuestros corazones sobre vuestra pena, apretad fuerte, apretad duro porque la dignidad del hombre está en su desesperanza. Esta es mi decisión: no nos rebelaremos –a un viejo perro tiñoso que se rebela, se le manda a su perrera de una patada-. Pagaremos el impuesto para que nuestras mujeres no sufran. Pero el pueblo va a amortajarse con sus propias manos. No haremos más niños. ¡He dicho!

5 SARTRE, Jean Paul: Barioná, el hijo del trueno. O el juego del Dolor y la Esperanza ((eel eje del

argumento es la esperanza). VozdePapel, Madrid, 2004, 192 Págs.


Primer anciano ¿Qué? ¿No más niños? Barioná No más niños. No tendremos más relaciones con nuestras mujeres. No queremos perpetuar la vida ni prolongar los sufrimientos de nuestra raza. No engendraremos más… … Deseo que nuestro ejemplo sea anunciado por toda Judea y que sea el origen de una nueva religión, la religión de la nada, y que los romanos sean los dueños de nuestras ciudades desiertas y que nuestra sangre caiga sobre sus cabezas. Repetid conmigo el juramento que voy a hacer: “ante el Dios de la Venganza y de la Cólera, delante de Jehová, juro no engendrar nunca más”. Repetid, judíos, repetid: El coro “Ante el Dios de la Venganza y de la Cólera, delante de Jehová, juro no engendrar nunca más”.

Sexto Cuadro - Escena VI: casi a la entrada de la “cueva de Belén”… Baltasar Barioná, ¡estás aquí! Sabía que te encontraría. Barioná No he venido para adorar a vuestro Cristo. Baltasar No, has venido para castigarte a ti mismo y quedarte solo al margen de nuestra multitud feliz. Lo mismo harán un día los hombres que esta noche han acudido a su cuna de paja; le traicionarán como te han traicionado a ti… No hay ni uno sólo entre ellos, ni uno, me oyes, que no le abandonase si conociese el porvenir… Esperan de él que expulse a los romanos, y los romanos no serán expulsados; que haga crecer flores y árboles frutales sobre las rocas, y la roca permanecerá estéril; que ponga fin al sufrimiento humano, y dentro de dos mil años la humanidad sufrirá como lo hace ahora. Barioná Y ¿cuál es esa “buena nueva”? Baltasar Escucha: Cristo sufrirá en la carne porque es hombre. Pero es también Dios y toda su divinidad está más allá del sufrimiento. Y nosotros, los hombres, hechos a imagen de Dios, estamos también más allá de nuestros sufrimientos en la medida en que nos parecemos a Dios. ¿Ves?, hasta esta noche el hombre tenía los ojos cegados por el sufrimiento como Tobías por el excremento de los pájaros. No veía más allá de sí y se tenía por un animal herido y loco de dolor que galopa a través de los bosques para huir de su herida y que lleva su dolor con él a todas partes… Instálalo (a Cristo) cálidamente en el hueco de tu corazón, como un perro tumbado junto al hogar. No pienses nada sobre él, sino que está ahí, como esta piedra en medio del camino, como la noche está ahí, alrededor de nosotros. Entonces descubrirás esa verdad que Cristo ha venido a enseñarte y que tú ya sabías: que tú no eres tu sufrimiento. (…) “Tú estás más allá de tu sufrimiento”: le das forma a tu antojo. ¡Tú eres ligero, Barioná! ¡Ah!, si supieras cuán ligero es el hombre. Y si aceptas tu cuota de sufrimiento como tu pan de cada día, entonces has ido más allá de tus preocupaciones, todo eso, te pertenece. Todo. Todo lo que es ligero, es decir, el mundo entero. El mundo y tú mismo, Barioná, porque “todo tú eres un don gratuito a perpetuidad”. Sufres, y no siento compasión alguna por tu sufrimiento: ¿por qué no ibas a tener que sufrir? Pero tienes a tu alrededor esta bella noche… Esta bella noche, henchida de tinieblas y de fuegos que la atraviesan como los peces hienden el mar, te está esperando. Te espera al borde del camino, tímida y tiernamente, porque Cristo ha venido para regalártela. Lánzate al cielo y serás libre –¡oh criatura superflua entre todas las criaturas superfluas! – libre y palpitante, asombrada porque existes en pleno corazón de Dios, que está así en el Cielo como en la tierra.


Barioná ¿Es eso lo que Cristo nos ha venido a enseñar?... Baltasar Ha venido a decirte: deja que nazca tu hijo. Sufrirá, es verdad… Lo mismo si es cojo, si tiene que ir a la guerra y pierde sus piernas o sus brazos, como si la mujer a la que ama le traiciona siete veces: “es libre, libre de regocijarse eternamente por su existencia”. Me decías hace un momento que Dios nada puede contra la libertad del hombre, y es verdad. ¿Entonces? Una libertad nueva va a lanzarse hacia el Cielo como un pilar de bronce ¿y tú tendrás la osadía de impedirlo? Cristo ha nacido para todos los niños del mundo, Barioná, y “cada vez que un niño va a nacer, Cristo nacerá en él y por él, eternamente”, para ser golpeado con él por todos los dolores y para escapar en él y por él, eternamente, de todos los dolores. Viene a decir a los ciegos, a los parados, a los mutilados y a los prisioneros de guerra: no debéis absteneros de tener niños. Porque incluso para los ciegos, y para los parados, y para los prisioneros de guerra, y para los mutilados, existe la alegría.

Séptimo Cuadro – Escena III; Barioná y la muchedumbre Barioná Y vosotros, prisioneros, aquí termina nuestro auto de Navidad que ha sido escrito para vosotros. No sois felices y puede que haya más de uno entre vosotros que haya sentido este sabor de hiel, este sabor acre y salado del que hablo. Pero creo que también para vosotros, en este día de Navidad –y en todos los demás días– ¡siempre habrá alegría!.


DIOS: PADRE Y MADRE Loli RUIZ, fma

Discípulas del Maestro Hoy se hace más necesario que en otros tiempos expresar que los Evangelios ponen de manifiesto una mirada feminista de Jesús, y el hecho más evidente es que permitió que las mujeres le siguieran, fueran sus discípulas. Donde los evangelistas dicen discípulos en plural, habría que explicitar que incluye a mujeres discípulas. No hay aquí nada de exageración, sino una actualización de la Vida que cada generación vamos recibiendo de la Palabra de Dios. Una vida que no acontece de modo espectacular, sino discreta y casi imperceptiblemente, como la savia que corre silenciosa por toda la naturaleza. Una vida que tiene la riqueza de la femineidad y de la masculinidad, presente en todos los seres humanos. Hacer valer el lado femenino de la vida, también desde la fe, puede aportar mucho a la cultura actual. Jesús mismo manifestó el rostro paterno y materno de Dios. Podemos hacer paradas en textos evangélicos que nos invitan a descubrir el Rostro de quien nos muestra el Corazón compasivo de Dios y el difícil arte de ser pacientes. Signos de paciencia también nos llegan a través de las mujeres, muchas de ellas anónimas, que se empeñaron en seguir al Maestro. Mujeres de la atención al Cuerpo del Señor; mujeres que han continuado y continúan la atención a los cuerpos heridos de la historia. Con ellas Jesús teje alianzas. En los encuentros que las mujeres comparten con Jesús, siguiendo, por ejemplo, las narraciones de san Marcos, hay algo vital: algo cambia en ellas y en él. Se trata de una relación dinámica y de crecimiento mutuo, que les lleva a correr riesgos y a traspasar límites. La mujer impura (Mc 5,25-34) que tiene la valentía de tocar a Jesús, yendo más allá de los tabúes y de las prohibiciones, experimenta en su propia piel la potencia del amor. Jesús la recrea en su verdadera condición, sale valedor de ella y le devuelve su dignidad, la de hija muy amada. Es la única vez en los relatos de curación que Jesús llama a una mujer hija. La introduce en el ámbito de la cercanía y la familiaridad con Dios y crea vínculos con una mujer que estaba apartada de todo contacto y relación. La extranjera de Tiro y Sidón (Mc 7,24-30), que no se desanima ante la respuesta desconcertante de Jesús a su petición. No se encoge ni se calla porque busca a toda costa la curación de su hija, tiene un motivo muy grande para seguir luchando: un amor que no se busca a sí misma. Responde con audacia y sabiduría, revelando su condición de criatura de Dios, a quien Dios ama por encima de su etnia, condición o religión. La mujer de Betania (Mc 14,3-9) anticipa en el gesto de romper el frasco de alabastro y ungir al Maestro, llenando la sala del perfume de nardo, lo que Jesús luego hará por nosotros: dejarse romper en la cruz y vaciarse para entregarnos y poder expandir en la sala de la humanidad el perfume preciosísimo de su Espíritu. Ella unge a Jesús para la Vida y él se muestra, antes del trago final, necesitado del afecto y de la ayuda de esta mujer. Jesús relaciona, de manera indisoluble, el Evangelio con el gesto de la mujer. Desde entonces, la memoria de las mujeres queda insertada definitivamente en el acontecimiento pascual.


Las mujeres han sabido permanecer en el fuego del amor de Dios y llevar en su cuerpo las marcas de la Buena Noticia de Jesús. Han sido significativas en la misión del Maestro porque le han confirmado a través de sus propias vidas sanadas, puestas en pie; le han confortado con sus gestos y confianza, han creído en sus palabras y le han animado: la primera de todas, su madre, María. Ha habido en estas mujeres del Evangelio una transformación positiva y para la extensión del Reino. Ellas nos preceden en la Galilea de nuestras vidas y cada una, a su manera, se convierte para nosotros en paradigma de relación para buscar al Señor, seguirle y servirle en los pequeños. Pedagogas del contacto con Dios, conductoras experimentadas por los caminos del Reino, compañeras fieles en las encrucijadas del sufrimiento. Como ellas, generaciones y generaciones de mujeres siguen ofreciendo sus manos y sus mejores perfumes a los abatidos y desplazados de la historia. Las mujeres del Evangelio enseñan a permanecer: “estuvieron allí” (Lc 24,49) presenciando el suplicio de la Cruz. ¡Qué difícil es no poder hacer nada, saber que solamente podemos estar ahí! En medio de la impotencia no se apartan del dolor. Ellas nos adentran en la dimensión del no saber y del no poder. De una vida encarnada y vulnerable como la de Jesús. Porque no podemos realizarlo todo nosotros y no tenemos el control de todo. Una dimensión que nos convierte en más transparentes y receptivas o receptivos. También en más agradecidas y agradecidos. Es a la escuela de los desfigurados donde las mujeres nos convocan para dejarnos educar la visión, como algo previo que nos prepara para la resurrección. No podemos vivir al Resucitado si no nos atrevemos a mirar, y a dejarnos mirar por los crucificados porque ellos tienen en su pobreza el Reino escondido dentro. Los hilos de la vida, alegría y sufrimiento, entrelazados, van tejiendo un lienzo con sentido último, con belleza y consistencia, que envuelve una Presencia del que es en nuestras vidas “el Huésped más importante”, una experiencia relacional que desborda el mundo de las ideas y de las teorías, una Luz suave y nueva que nos acaricia y se deja sentir como roce de Resurrección. Las mujeres fueron las primeras en experimentarla y en mostrar que Él sana nuestro corazón, merece la pena seguirle y permanecer fieles hasta el fin.


AL HABLA CON… Por Carme CANADELL, fma

PILAR POLO: “El pobre te evangeliza”

Nos vemos en Martí-Codolar, en la Asamblea PROA 2010 de la Inspectoría Ntra. Sra. del Pilar. Es “la Pili” de siempre: amiga de todas. Decidida, directa, acogedora, mujer de fe. Ha sido nuestra inspectora en dos etapas distintas. Ahora es la directora de Cáritas Diocesana de Huesca. Nos regala el calendario 2010 de esta institución, con fotos de mendigos, inmigrantes, niños, niñas, gente necesitada y el eslogan Una sociedad con valores es una sociedad con futuro. Nos cuenta: “No hace mucho vi a un mendigo llorando a la puerta de una iglesia. ‘¿Qué te pasa?’, le pregunté. Él me respondió: ‘Es que aquella señora que ha pasado me ha mirado con desprecio’. Sólo lo escuché y me dijo: ‘Gracias, esto me vale más que un euro’. ¡Qué poco cuesta dar el valor de la escucha y mirada cariñosa!”

Ser la directora de Cáritas en este tiempo de crisis debe resultar, cuando menos, agobiante… Estamos desbordados ante el aumento de peticiones de ayuda por la crisis. La empezamos a notar fuertemente en el 2008, cuando tuvimos que duplicar el gasto social. En 2009, las ayudas de primera necesidad han supuesto un aumento del 202%, en vivienda el 134%, en suministros de hogar el 614%, en ayudas varias el 61%. O sea que el presupuesto que teníamos el 2008 lo tuvimos que aumentar en un 144%. Como es natural, en Cáritas nos hemos coordinado con quienes hemos podido. Con las Conferencias de San Vicente de Paul para el reparto de comidas y con los Servicios Municipales para aumentar algunas camas en el albergue de los sin techo… Como sólo han sido “algumas camas”, hemos tenido en épocas frías que pagar muchas pensiones. La gente en Huesca es solidaria y responde con ayudas económicas y voluntariado. También nuestro espíritu nos ayuda a creer en la providencia que no nos falta. La superación de una crisis económica tiene siempre elevados costes humanos y sociales que debemos compartir, evitando que recaigan sobre los más débiles. ¿Qué ayudas presta Cáritas ahora en Huesca? Partimos de que la razón última de la existencia de Cáritas es ser expresión de amor preferencial de Dios por los pobres. La caridad es la señal por excelencia de la identidad del cristiano y de nuestras comunidades. Para ir haciendo esta acción efectiva en todos los miembros de la comunidad, la Iglesia ha instituido como un medio de especial importancia el servicio de Cáritas. Las ofertas son muchas, como muchas son las pobrezas. Después de un análisis de la realidad, se crean los diversos programas y proyectos. Cáritas es asistencial cuando se necesita, pero es sobre todo una misión con el pobre que exige procesos educativos para que él pueda salir por sí mismo de su indigencia. Las ofertas, según las necesidades, se organizan en programas y proyectos: Programa de acogida, para detectar las necesidades;


Programa Promocional (en el que trabajan dos hermanas de la comunidad) con proyecto motivacional, apoyo integral a menores, servicio de conciliación familiar, bolsa de empleo, etc.; Programa de inserción sociolaboral, con un proyecto de taller prelaboral de mujeres, empleo a personas excluidas o en riesgo de exclusión social (allí trabajan dos hermanas de la comunidad); Programa de los sin techo; y otros muchos. ¿Qué grado de satisfacción os deja esta obra a las salesianas? Nos abre a nuevos horizontes de pobreza, estamos con los pobres; nuestra misión es entre jóvenes, mujeres y niños, y ayudamos a procesos educativos muy salesianos. Dicen que se nota nuestro estilo salesiano donde trabajamos y esto nos da alegría. “Somos lo que somos”, encontramos nuestra verdadera realización personal como salesianas, y por eso nos entusiasma esta tarea. ¿Qué significa Cáritas para ti? Creo que la Caridad es una tarea de toda la Iglesia, de todo cristiano. Es uno de los tres pilares de la misma: evangelización, sacramentos, caridad. ¿Qué significa para mí? Lo más grande de mi vida: poder expresar el amor de Dios con mi total entrega a los más pobres, que es lo que me exige la identidad como FMA, como nos dicen las Constituciones (Art.1). Doy gracias a Dios y gozo de esta oportunidad, porque el pobre te evangeliza, te moldea según el Evangelio. Por supuesto tú le das mucho menos de lo que de él recibes. ¿Cuánta razón, religión y amor necesita hoy nuestra sociedad? Mucho amor: un amor que va acompañado de la cruz. Hoy huimos del sufrimiento, estar cerca del pobre exige renuncias y muerte pero hay que amar con todas las consecuencias. Con una convicción: todos somos iguales y tenemos la misma dignidad como personas. Por tanto, “yo no puedo dejar que tú pases necesidad”. Y, por supuesto, debo ayudarte. Es un amor que no nace de la filantropía, sino de la fe: de la creencia de que en el pobre está Dios. En cuanto a la razón, ponemos en marcha el proceso educativo, que ya he citado antes, para que la persona se capacite para salir por sí misma de la pobreza. La religión lleva al sentido de trascendencia, y de hecho constatas entre los pobres que ellos ponen la fuerza en “su Dios”, sea el Dios de los cristianos, musulmanes u otros… Nuestro trabajo entre diversas religiones sin dejar de manifestar y vivir la nuestra, y sin hacer proselitismo, te ayuda más a actuar como enviada de Nuestro Padre Dios y a ser más fiel a tu propia identidad cristiana. ¿Cómo funciona Cáritas Huesca? Cáritas Diocesana de Huesca es el organismo oficial de nuestra Iglesia Diocesana para promover, orientar, coordinar, la acción caritativa y social en la propia diócesis. Se constituye como una organización sin ánimo de lucro y tiene personalidad jurídica propia, tanto eclesiástica como civil. En su organización diocesana, los máximos órganos decisorios son el Consejo de Dirección, presidido por el Obispo, y el Consejo Permanente, presidido por el director/a, compuesto por 5 miembros voluntarios y el secretario general trabajador. La acción desarrollada para la erradicación de la pobreza tiene también una amplia dimensión internacional, que funciona a través de 154 Cáritas nacionales, con presencia en 198 países y territorios, integradas en Cáritas Internacional. Para conocer las acciones inmediatas que se están realizando podéis ir a la página www.caritasespañola.org. ¿Qué lugar ocupan los niños y adolescentes en esta obra? El estilo y el espíritu lo damos cada una donde está. Nuestra presencia está sobre todo con los niños, jóvenes y mujeres. Refuerzos escolares, apoyo a las madres, preparación para el empleo, pisos de acogida, alfabetización …


Empezamos el año 2010. ¿Qué pedirías a los políticos para marchar hacia una fraternidad universal? ¿Y a la Iglesia? La sociedad percibe en los políticos demasiados intereses, corrupción, afán de incrementar los beneficios económicos personales o de partido, ambición de poder. Pido para este año justicia para que la dignidad humana ocupe el lugar que le corresponde. Que no vayan en contra de los derechos humanos. Me quema por dentro lo que hacen con los ilegales: los acogimos porque los necesitábamos; ahora nos molestan y hacemos que se vayan a su país; vamos, lo de usar y tirar. No se puede tolerar la nueva ley de inmigración. A la Iglesia le pido que su actuación sea signo profético del Dios cercano, del Dios Amor compasivo y misericordioso. Que sea fiel seguidora de Jesús de Nazaret que no busca el poder sino el servir y dar la vida por todos, en especial por los pobres. Que busque el modo de estar más cerca de los jóvenes, dando una imagen asequible para que sea de verdad la Iglesia de Jesús. Las salesianas estamos concluyendo la Asamblea de preparación del Proyecto del Sexenio 2010-16. ¿Crees que hemos hecho bien los deberes? La verdadera cuestión es poner en práctica todo lo que hemos dicho, añadido, expuesto en los documentos. La mente y el corazón funcionan, pero debemos saber arriesgarnos.

Pocos días después de esta entrevista (Barcelona 9-I-10), cuando el primer plano de la actualidad mundial está copado por la tragedia de Haití, advertimos en la página www.caritashuesca.org la noticia del 08/09/2008 que se abre así: «Nuestra situación es desesperada», alerta el director de Cáritas Haití En un mensaje dirigido a toda la red internacional de Cáritas, el padre Serge CHADIC, director general de la Cáritas Haitiana, asegura que “la situación en el país es desesperada. Las últimas tormentas han dejado a la gente sin nada y necesitamos ayuda exterior”. “Los damnificados”, añade “precisan comida, abrigo y agua. En un país ya asolado por los conflictos y la escasez de alimentos, hacemos un llamamiento a la solidaridad activa de todas las Cáritas hermanas, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que aporten una ayuda moral y económica a Cáritas Haití”. Cáritas Haití está en contacto con Cáritas Internacional que trabaja en red con las Cáritas nacionales y con todas las delegaciones diocesanas. A las pocas horas del terremoto del 12 de enero, Cáritas Española envió fondos para cubrir las primeras necesidades básicas de los damnificados. Ahora mismo está trazando un plan de apoyo que responda a la demanda de Cáritas Haití para las próximas tareas de reconstrucción del país.


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