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vida en una licuadora viviendo en una familia reconstituida UNA GUÍA PARA NIÑOS Ron L. Deal .

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vida en unalicuadora

viviendo en unafamilia reconstituida

UNA GUÍA PARA NIÑOS

Ron L. Deal .

vida en unalicuadoraviviendo en una familia reconstituida

Ron L. Deal

FamilyLife Publishing®

L i t t l e Rock , Arkansas

VIDA EN UNA LICUADORA: VIVIENDO EN UNA FAMILIA RECONSTITUIDAFamilyLife Publishing® 5800 Ranch Drive Little Rock, Arkansas 72223 1-800-FL-TODAY · FamilyLife.com FLTI, d/b/a FamilyLife®, es un ministerio de Cru®

Los versíclos citados provienen de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. ISBN: 978-1-60200-631-7

© 2012 Ron L. Deal

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser cambiada, reproducida o transmitida en ninguna forma o por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabación o cualquier sistema de almacenamiento de información o datos, sin permiso por escrito del publicador. Las solicitudes de permiso para hacer copias de cualquier parte de esta publicación deben enviarse a: [email protected]..

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1

Entonces, ¿fue Jesús un hijastro?Entonces, ¿fue Jesús un hijastro?

Es una idea interesante y digna de consideración. Piénsalo: Jesús

fue criado por un padrastro. Ciertamente las circunstancias que

rodearon su nacimiento fueron, bueno, bastante extraordinarias.

Ser concebido por el Espíritu Santo y nacer de una virgen sin duda

coloca su situación de “familia reconstituida” en una categoría

particular. Sin embargo, cuando te detienes a reflexionar sobre ello,

el Dios del universo permitió que su único hijo fuera criado por

alguien que no era su padre “biológico”.

1

2

Mi punto: no estás solo.Mi punto: no estás solo.

Jesús y la mayoría de los personajes principales del Antiguo Testamento

se criaron en hogares con combinaciones de padres y padrastros. Algo

de esto sucedió cuando un padre se casó después de la muerte de su

primera esposa, pero la mayoría ocurrió cuando el padre se casó con más

3

de una mujer. Si bien las circunstancias de tu familia reconstituida

pueden ser diferentes, supongo que tú y los personajes bíblicos de la

antigüedad comparten algunas de las mismas emociones y dilemas

confusos.

Considera, por ejemplo a Ismael, quien nació de Agar, la criada de

Abraham. Me pregunto qué estaba sintiendo que lo llevó a burlarse

de su nuevo hermanastro, Isaac (Gen 21: 8-11). ¿Por qué haría él

tal cosa? Me pregunto si se sentía excluido, ahora que Isaac, el “hijo

prometido” estaba recibiendo toda la atención. También me pregun-

to cómo se sintió tener a su madrastra, Sara, tratando de separarlo

de su padre cuando le dijo a Abraham: “Deshazte de esa esclava y

su hijo (Ismael), porque el hijo de esa esclava nunca compartirá la

herencia con mi hijo Isaac” (Gén 21:10).

4

¿Cómo te hubieras sentido?¿Cómo te hubieras sentido?

Puede ser que te identifiques con José, quien eventualmente se con-

virtió en un gran líder y salvó a los hebreos de una terrible hambruna,

pero cuya infancia fue estresante. Era odiado por sus medio herma-

nos, quienes estaban resentidos por su condición de hijo favorito y

rechazaban la forma en que su padre trataba a sus madres en com-

paración con la madre de José —su preferida.

Incluso antes de que sus hermanos arrojaran a José a un pozo y lo

vendieran como esclavo, imagina cómo lo miraban a la hora de la

cena o cómo se sentía cuando murmuraban cosas sobre él a sus

espaldas. ¿Puedes imaginar cómo se sintió cuando se cortó todo con-

tacto con su familia y todo lo que tenía eran recuerdos de su padre y

su madre?

Quizás sí lo puedes hacer.

5

vida en unalicuadoraVerás, la vida en una familia reconstituida —a veces puede pare-

cerse a la vida en una licuadora— puede ser solitaria y difícil. Pero

no olvidemos que también puede ser fantástica, gratificante y llena

de bendiciones. En realidad, puede ser difícil y gratificante a la vez.

¿Cómo lidias con eso?

Trabajé como consejero con Raquel y su familia después de la

muerte repentina de su padre. Ella nunca olvidará lo que parecía

ser un sábado ordinario, o sea, ordinario hasta que un ataque

cardiaco repentino mató a su padre. Todo cambió después de eso.

A la edad de dieciséis años, Raquel perdió a su padre amoroso, y

su mundo se detuvo.

5

6

Unos años más tarde Raquel regresó a consejería. “No sé por qué

estoy aquí”, dijo.

“Mi madre y mi hermano me dicen que soy irritable, que ahora

es difícil vivir conmigo . No sé lo que me pasa. No lo puedo

descifrar”.

Solo nos llevó unos diez minutos llegar al fondo del asunto. Su

madre, después de un período de duelo, había comenzado

a salir con alguien. Raquel sentía, entre otras cosas, dos

emociones distintas: esperanza y tristeza.

Sentía esperanza porque ella y su madre habían em-

pezado a reír nuevamente. Larry, la persona con quien

su madre estaba saliendo, era un hombre cristiano

saludable y agradable.

7

Pero surgió un problema. Verás: estar con Larry despertó el dolor

de extrañar a su padre. Raquel sentía que seguir adelante con

Larry significaba enterrar nuevamente a papá, y esto le traía una

profunda sensación de tristeza con la que no sabía qué hacer. Y

como muchos de nosotros, convirtió su tristeza en enojo y en una

actitud gruñona hacia su madre, su hermano y Larry.

Una vez que conectamos los puntos entre las emociones de Raquel

y el mal comportamiento, se sentó en mi oficina preguntándose

cómo no ser fastidiosa con los demás, especialmente con los que

amaba, y preguntándose cómo podía darle sentido a sus confu-

sas emociones. Puede ser que tú también te encuentres en esa

situación.

De hecho, puede que te sientas molido por la vida en la licuadora

en estos días. Si es así, sigue leyendo. Hablaremos sobre las emo-

ciones confusas y los dilemas comunes que vienen con la vida en

una licuadora.

8

Emociones confusas en la licuadoraEmociones confusas en la licuadora

Las emociones no son ni correctas ni incorrectas; ellas solo son.

Sin embargo, lo que hacemos con nuestras emociones es muy

importante. Por ejemplo, Santiago, el medio hermano de Jesús, nos

advirtió que “tardemos en enojarnos, porque la ira del hombre no

produce la vida justa que Dios desea” (Santiago 1: 19-20). No es la

ira en sí lo que es pecaminoso; es lo que hacemos con ella lo que

puede volverse destructivo.

Las emociones confusas pueden llevar a un comportamiento pe-

caminoso e hiriente, en parte porque nosotros mismos no estamos

seguros de qué hacer con ellas. Comprender lo que sientes y por

qué te sientes así es importante para tomar decisiones saludables y

sabias. Por supuesto que hay muchas emociones que puedes estar

sintiendo. Hablemos de lo que llamo los “Cinco Grandes” para

adolescentes y jóvenes adultos en una licuadora:

• Pérdida • Tristeza • Miedo

• Culpa • Confusión

9

Pérdida y tristeza. Si vives en una familia reconstituida, has

experimentado muchas pérdidas. Si un padre murió, debes luchar

para seguir adelante en la vida sin él o ella. Si tus padres se divor-

ciaron, has perdido una familia unida y conectada. Tu identidad se

ha dividido en dos, y con frecuencia puedes sentirte atrapado en el

medio sin poder disfrutar plenamente de ninguno de los hogares. Y

sin importar si es por muerte o divorcio, es posible que hayas per-

dido la confianza de que Dios te está cuidando. O podrías dudar

del amor de Dios: “¿Por qué permitió Él que me ocurriera esto?”

Ojalá tuviera una respuesta fácil para este “¿por qué?” No la tengo.

Pero no importa cuál sea la respuesta, el resultado sigue siendo el

mismo: dolor. La pérdida duele. Te hace dar cuenta de lo frágil que

puede ser la vida y trae una profunda sensación de tristeza. Tam-

poco es siempre fácil expresar esa tristeza, especialmente cuando

tratas de no recordarle a los demás sus pesares o no quieres que

un padre se sienta culpable. Si no tienes cuidado, terminarás

aumentando tu tristeza cada vez más y más hasta que explota y

se muestra en forma de falta de respeto, desobediencia o una

pésima actitud.

10

La pérdida del pasado no lo es todo. El nuevo matrimonio de tus

padres trae pérdida también. Desde compartir tu habitación con un

hermanastro, hasta tener que cambiar la forma en que celebras la

Navidad, o que tus padres biológicos peleen más, o tener que cam-

biar de escuela y hacer nuevos amigos, tener que compartir

a tus padres con tu padrastro y sus hijos (a quienes

no pediste; muchas gracias), el nuevo matrimonio trae

una cantidad significativa de pérdida. Y la pérdida te

pone triste. De nuevo.

Tómate un minuto. ¿Cuáles son algunas cosas por las

que estás triste? Haz una lista:

.

1 1

Miedo. Cada vez que experimentamos pérdida, podemos tener

miedo a más pérdidas. Juan, de diecisiete años, sabe lo que se

siente: Dos años después del segundo matrimonio de su madre to-

davía podría decir: “Tengo miedo de acercarme a alguien. No con-

fío demasiado. Con todo lo que he tenido que vivir, sigo esperando

que esto vuelva a suceder —la culpa constante y quedar atrapado

en el medio. No dejaré que esto vuelva a suceder.”1

Su hermana menor, Susana, de 15 años, trató de ocultar su miedo:

“No le tengo miedo a nada... quiero decir, si terminaran (hablando

a su mamá y padrastro), no sería la primera vez. Podría estar un

poco preocupada por a dónde iríamos o algo así, pero en lo que

respecta a la ruptura entre ustedes, quiero decir: dos veces te

preparan para que ocurra esto en cualquier momento”. ¿Puedes

escuchar la profundidad de su miedo?

Y luego estaba Randy, su hermano menor, de catorce años: “ A

veces trato de acercarme, pero luego viene el miedo y evito hacer

cosas con Frank (su padrastro); me mantengo más alejado de él de

lo que debería... Quiero acercarme, pero no demasiado, por temor

a que algo pueda suceder en el futuro.”

12

En resumidas cuentas el miedo puede evitar que confíes nueva-

mente o que alguien nuevo, como un padrastro o madrastra, entre

a tu corazón. Lo único que parece tener sentido cuando el miedo

se apodera de ti es excluir a las personas y abstenerte de ellas.

Juan lo hizo al desarrollar una imagen exterior resistente; su herma-

no Randy retrocedió y no se permitió acercarse a su padrastro. Tal

vez lo hizo criticando a su padrastro o pasando más tiempo con

su padre biológico. De cualquier manera, él estaba paralizado por

el miedo. Pero quizás lo peor es la forma en que Susana trató de

manejar su miedo: lo negó. Ella se convenció a sí misma de que no

tenía miedo. Por lo tanto, no tenía idea de que el miedo la llevaría

a enojarse y no cooperar con su padrastro y su madre. No sabía

cómo el miedo y la tristeza se combinaban para empujarla hacia un

grupo de amigos que no compartían sus valores cristianos.

Sin importar lo que hagas, no niegues tu miedo. Enfréntalo. Habla

con Dios sobre esto y con un amigo o consejero cercano. El miedo

no conduce a la rectitud. Llévalo a Dios y lucha en su lugar por la

confianza. Hablaremos más sobre esto después.

13

Tómate un minuto: ¿Cuáles son algunas de las cosas a las que le

tienes miedo? Cuando te sientes ansioso(a), ¿qué te preocupa?

Culpa. “Pero no causé el divorcio (o la muerte). ¿De qué me

tengo que sentir culpable?” Buena pregunta. Sin embargo, muchos

adolescentes con los que hablo dicen lo opuesto. Se sienten culpa-

bles y mucho.

A veces nos sentimos culpables hoy porque cuando éramos más

jóvenes decidimos que debíamos sentirnos culpables. Por ejemplo,

el pensamiento “mágico” de los niños más pequeños a veces los

lleva a sacar conclusiones apresuradas sobre por qué sucedió algo

trágico. Tracy cree que ella causó el divorcio de sus padres porque

tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).

Cuando tenía ocho años, los escuchó discutiendo sobre si debían

medicarla, esto sucedió justo unos días antes de que su padre se

fuera, por lo que ella asumió que había causado el divorcio. Por

14

supuesto, ese no fue el caso. La incapacidad de sus padres para

resolver el conflicto —cualquier conflicto— fue parte del proble-

ma que condujo a su divorcio. Ahora, a la edad de catorce años,

Tracy todavía lucha con una persistente sensación de culpa por

el divorcio de sus padres. Cada vez que discuten, ella siente una

sensación de culpabilidad que no se va. Su padre se ha vuelto a

casar y Tracy ha trabajado duro para no aceptar a su madrastra.

¿Por qué? Porque espera poder compensar el divorcio dividiendo

a su papá y su madrastra para que sus padres biológicos puedan

casarse nuevamente. Bastante disparatado, ¿eh? No para Tracy.

Mientras tanto, Tracy se está haciendo a sí misma miserable (y a

muchas otras personas).

La culpa de Juan proviene del presen-

te. Frecuentemente siente que tiene

que elegir entre su mamá y su

15

papá. Cada vez que su padre lo invita a pasear mientras Juan está

de visitación con su madre, se ve entre la espada y la pared, no

queriendo tomar ninguna decisión porque hacerlo significaría que

alguien debe “perder”. Sus padres no tienen ni idea de cuánto lu-

cha con la culpa por herir a uno a favor del otro. Incluso ha llegado

al punto de que Juan se siente culpable si disfruta de su tiempo en

una casa determinada porque teme que el otro padre se entere y

se sienta excluido. Actuar deprimido y gruñón parece ser la mejor

alternativa. De esta forma, ninguno de los padres cree errónea-

mente que el otro es su favorito. Por supuesto, esta opción tiene un

gran precio. Juan nunca puede permitirse estar feliz y relajado en

ninguno de los dos hogares.

En conclusión: Juan y Tracy necesitan recordar que realmente no

tienen el poder para arreglar a sus padres o el matrimonio de ellos.

Tracy no causó el divorcio, y no necesita asumir la responsabilidad

de reconciliar a sus padres ahora. Y Juan no está a cargo de hacer

que sus padres se sientan bien consigo mismos. Ese es el trabajo

de ellos: ser responsables de sí mismos.

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Date permiso para valorar e incluso amar a los miembros de

ambos hogares y liberar la carga de cuidar a los adultos en tu vida.

Simplemente sé responsable de ser la persona que Dios te pidió

que seas y comenzarás a liberar la culpa innecesaria.

Tómate un minuto: ¿Qué está pasando con la familia cuando te sien-

tes culpable? ¿Cómo te hace sentir la culpa acerca de ti mismo?

Confusión. ¿Alguna vez te has sentido al mismo tiempo feliz

y triste acerca de tu familia reconstituida? Tal vez hayas sentido

esperanza sobre un nuevo futuro familiar y las cosas buenas que tu

familia reconstituida incorpora a tu vida. Más tarde diste la vuelta y

lamentaste no poder compartir con tus padres (y hermanos) como

una familia unificada. Si es así, no estás solo.

17

Michael era un niño precoz de cinco años. Dejar escapar la siguien-

te pregunta no estaba fuera de lugar, pero la realidad de su

confusión tomó a su madrastra por sorpresa: “¿Puedo

amarte cuando estoy aquí en casa de papá... y

odiarte cuando estoy en casa de mi madre? No,

él no estaba siendo manipulador. Él estaba

expresando su confusión. A la edad de cinco

años había descubierto que para cuidar de su

madre, necesitaba “odiar” a su madrastra. Sin

embargo, él realmente la pasaba bien con ella

y quería una relación cariñosa. Él simplemente

no podía descifrar cómo amarla y odiarla al

mismo tiempo.

En conclusión: hay cosas buenas

acerca de tu nueva familia y cosas

malas que, si dependieran de ti,

las cambiarías en un abrir y

cerrar de ojos.

18

El primer truco para manejar las emociones confusas es darte

permiso para sentirlas todas al mismo tiempo. Sentirte cercano a

un padrastro o madrastra es real, pero también lo es el temor a

lastimar a tu padre biológico si él o ella te ve abrazar a tu padrastro

o madrastra. No puedes escapar de ninguna de las emociones.

Reconoce estos sentimientos y luego toma la decisión de vivir con

la situación y aprovecharla al máximo. Aceptar la realidad de tu

situación no significa que la apruebes o que te guste. Simplemente

estás encontrando una manera de sobrellevarla. Y con la ayuda de

Dios, puedes.

Tómate un minuto: ¿Qué aspectos de tu hogar te hacen sentir feliz

y triste a la vez? ¿Qué te da alegría pero también te duele?

19

Hacer frente a los “Cinco Grandes”Hacer frente a los “Cinco Grandes”

Hay por supuesto, muchas otras emociones que podrías estar

experimentando en tu familia reconstituida, pero estas son algunas

de las más importantes. Entonces, ¿qué haces con ellas? Hagas lo

que hagas, no las entierres. Como dije antes, estas emociones se

filtrarán de una forma u otra y si las entierras, tienden a encon-

trar una salida a través del comportamiento negativo. En cambio,

busca un amigo de confianza, un pastor de jóvenes o un consejero

que te ayude a procesarlas. Puedes hablar con uno de tus padres

al respecto. Eso funciona para algunos, pero también puede ser

extraño, especialmente cuando estás hablando de sentirte atrapa-

do entre tus padres. El punto es que no almacenes tus emociones.

20

Encuentra a alguien que pueda ayudarte a darle sentido a lo que

estas sintiendo.

Finalmente, pídele a Dios sabiduría para manejar mejor tus emo-

ciones. Si eres un hijo de Dios, entonces no importa cuán caóticas

estén las cosas a tu alrededor, Dios promete darte sabiduría a

medida que maduras a través de estas pruebas (ver Santiago 1:2-

5). Intenta responder a tu situación con el fruto del Espíritu: “amor,

gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y

dominio propio” (Gálatas 5:22-23). Te sentirás mejor acerca de lo

que aportas en tu hogar.

Dilemas comunes de la licuadoraDilemas comunes de la licuadora

Ahora que hemos abordado cómo te sientes, hablemos de lo que

haces cuando te encuentres en un dilema. Los adolescentes de las

familias reconstituidas a menudo experimentan algunos de éstos.

Hablemos brevemente de algunos para que te sientas capacitado

para enfrentarlos.

21

Aceptar a tu padrastro o madrastra. La mayoría de las

veces, cuando alguien me pregunta: “¿Por qué debo aceptar a mi

padrastro o madrastra?” lo que realmente está preguntando es:

“¿Cómo puedo amar a mi padrastro o madrastra cuando no quiero

hacerlo? Ya tengo dos padres”. Bueno, este es el secreto: no tienes

que tener sentimientos amorosos hacia tu padrastro o madrastra,

pero tienes que dejar que el amor guíe tus acciones. Encuentra una

forma de llevarte bien y muestra gentileza. Ya lo haces en muchos

campos de la vida, ¿verdad? Encuentras una manera de llevarte

bien con tus entrenadores y el director de banda, y tratas con res-

peto a esa viejecita que los acompaña a los retiros juveniles, ¿no?

Bueno, como mínimo adopta el mismo enfoque con tu padrastro o

madrastra. Nadie te está pidiendo que reemplaces a tu padre con

tu padrastro; solo míralo como a otro adulto que es digno del mis-

mo respeto que cualquier adulto es digno de recibir. Ahí es donde

empiezas. Algunos adolescentes irán más allá de eso hasta tener

un profundo respeto por su padrastro o madrastra. Si ese eres tú,

genial. Pero no te sientas presionado en hacerlo. Irás allí cuando

estés listo.

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“Pero Ron, aceptar a mi padrastro significa que mis padres nunca se

reconciliarán”. Aquí habla tu tristeza y es entendible. Recuerda que

no tienes el poder de reconciliar su matrimonio (odiar a tu padrastro

no soluciona nada) y otro divorcio no está bien delante de Dios. Sé

que esto es difícil; solo piensa que el mal comportamiento a causa de

la ira nunca ayuda a mejorar nada. Busca la senda de la aceptación

y descubrirás que no te sentirás tan confundido, triste o airado. ¿No

crees que esto te ayudará?

Aceptación de la autoridad de tu padrastro o madrastra.

Derrick le hizo la vida difícil a su madrastra. Era su manera de ha-

cerle saber que su lealtad estaba con su madre. El único problema

era que Derrick tenía que ser un fastidio todo el tiempo, y se cansó

de ser el enemigo de todos. Rechazar a un padrastro o madrastra

ciertamente tiene su lado negativo.

“Pero mi padrastro no es mi padre”. Tienes razón. Tu padrastro

no es tu padre. Pero tampoco lo es tu entrenador de atletismo, tu

maestro de álgebra o la esposa de tu líder juvenil, y los respetas lo

suficiente como para otorgarles cierta autoridad en tu vida. Aplica

este mismo estándar con tu padrastro o madrastra y verás que

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no tiene por qué ser una competencia de lealtad. Piensa en tu

padrastro como una autoridad más en tu vida: no lo hagas más di-

fícil. Cuando respetas su posición como un “líder adulto”, todos se

llevarán bien con un poco de más facilidad y no te sentirás desleal.

Encontrar la verdad cuando los valores de los pa-dres entran en conflicto. Cada hogar tiene diferentes

reglas para la hora de acostarse y las tareas domés-

ticas. Pero cuando uno de tus hogares cree

firmemente en una cosmovisión cristiana y el

otro no, la vida puede ser muy complicada.

En pocas palabras: tienes que encontrar

tus propias convicciones, incluso cuando

no sean populares con uno de los padres.

La madre de Susana asistía a la iglesia

ocasionalmente y podía dar las respues-

tas correctas a la mayoría de las pre-

guntas religiosas, pero cuando ella

sugirió que Susana mintiera a su

maestra para evitar el castigo por

una tarea tardía, Susana discrepó

educadamente:

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“Mamá, simplemente no creo que sea lo correcto. Agradezco tu

aporte, pero voy a decir la verdad, incluso si eso significa meterme

en problemas”. ¡Qué valentía la de ella!. La madre de Susana la

llamó una “niñita buena“ y la envió a la escuela. Las convicciones

Cristocéntricas de Susana tuvieron un precio. Las tuyas tam-

bién podrán tenerlo. Esto no se trata de alinearse con los

valores de un padre sobre el otro; se trata de tus convic-

ciones sobre tus creencias; pero cuando estás siguiendo

a Cristo, siempre se trata de hacer lo correcto.

Comprender el compromiso de tu papá o mamá con su nuevo cónyuge. “¿Cómo puede mi mamá amarlo más que a

nosotros? ¿No deberíamos ser su prio-ridad?” La pregunta de Natasha reveló su tristeza en muchos niveles. Su pa-dre había muerto seis años antes de que su madre volviera a casarse. Ella, sus dos hermanos y su madre sobre-vivieron esa gran pérdida juntos, pero ahora mamá estaba profundamente

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enamorada de Randy, y nuevamente Natasha se sentía como si estuviera perdiendo a un padre. Ese sentimiento familiar de pérdida a menudo hace que los niños y adolescentes peleen con sus pa-drastros o hermanastros por el tiempo y la energía de sus padres. Pero no es necesario. El matrimonio significa tener que compartir a

tus padres; pero eso no significa perderlos por completo.

La sabiduría de Dios para las familias es que los esposos y las espo-

sas prioricen su relación para que puedan guiar a la familia desde

una posición de unidad. Después de que fuiste el centro de atención

en un hogar monoparental durante algunos años, que tu padre se

enamore y se case, indudablemente se siente como otra pérdida y,

en cierto sentido, lo es. Déjame invitarte a confiar en el diseño de

Dios. Cuando tú y tus hermanos honran el matrimonio de sus padres

y padrastros, es más que probable que tu familia experimente esta-

bilidad. El resultado es un ambiente positivo y amoroso para ti y tus

hermanos que en realidad te permite tener más de tus padres; no

menos. Al principio su matrimonio puede hacerte sentir incómodo;

confía en que con el tiempo te hará sentir seguro y amado.

26

Encontrar a Dios en el remolino de la licuadora Encontrar a Dios en el remolino de la licuadora

El comentario de Ashleigh fue increíble para una joven de diecisiete años. A pesar de que tenía un padrastro ex-

tremadamente crítico, aún así halló la manera de encontrar a Dios en el remolino de la licuadora.

“No voy a dejar que me venza”, dijo. “Seguro que él es difícil de tratar. Pero sé que Dios todavía está conmigo, e independientemente tengo que ser quien Dios me ha llamado a ser”. Ashleigh me recuerda mucho a José en el Antiguo Testamento.

¿Puedes imaginar lo que sintió sentándose en esa jaula después de ser vendido como esclavo por sus hermanastros? Solitario, asustado y perdido, supongo. Y sin embargo, José continuó haciendo lo que era correcto a los ojos de Dios. Sabía que Dios estaba con él a lo largo de sus pruebas, y finalmente

Dios lo usó de una manera poderosa. (Si no conoces el resto de la historia, lee

Génesis 39-45:7).

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La multitud de transiciones y pérdidas en tu vida a veces puede

hacer que te sientas perdido y solo. Recuerda que Dios está con-

tigo en cada paso; Él será fiel a través de todas tus circunstancias

y experiencias y proveerá personas que te sostengan cuando lo

necesites. Es posible que tu familia no sea exactamente lo que

quieres, pero con la ayuda de Dios aún así puede ser una bendi-

ción.

Amar por elecciónAmar por elección

Después de ser vendido como esclavo, falsamente acusado de mala conducta sexual, encarcelado y olvidado, José finalmente fue elevado al puesto del segundo líder más alto en Egipto. Cuando sus hermanos, los mismos que lo habían rechazado por celos y sabotearon su vida, vinieron a Egipto en busca de ayuda, José les mostró misericordia y amor. Podría haber hecho una lista de sus pérdidas y tomado venganza por cada una de ellas, pero en cam-bio eligió el amor (ver Génesis 45:3-7.)

Las familias reconstituidas me han enseñado muchas cosas a través de los años. Una de las más poderosas es que podemos elegir amar aún a pesar de pasar por circunstancias que nunca

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buscamos o pedimos?. José encontró una manera, y tú también puedes encontrarla.

• Busca la forma de respetar a tu padrastro o madrastra.

• Encuentra maneras de ser considerado con aquellos que viven en tu casa.

• Esfuérzate por perdonar a otros que pueden estar luchando para aceptar a la familia.

• Encuentra una medida de amor para dar a todos. Podría ser comportarse respetuosamente como un “amigo”, ser cerca-no como una “hermana” mayor, profundamente como un “hijo”, o guardando las distancias como un “hijastro”.

En cualquier caso, ama de alguna manera. No te arrepentirás.

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Ron L. Deal es el fundador de Fa-

milias Reconstituidas Inteligentes,

director de Familias Reconstitui-

das de FamilyLife, es el autor de

Tus hijos, los míos y nosotros, The

Smart Stepdad, y Dating and the

Single Parent y coautor de The

Smart Stepmom and The Smart

Stepfamily Marriage. Ron es un

terapista matrimonial y familiar

que recibe invitaciones frecuen-

tes para participar en programas

como Vida en Familia Hoy, Enfoque a la Familia y el Club 700. Ron y

su esposa Nan han estado casados desde 1986 y tienen tres hijos.

30

NotasNotas

1. Ron L. Deal, The Smart Stepfamily: Seven Steps to a Healthy Family,

(Minneapolis: Bethany House Publishers, 2006), 18-19.

ID# PDF20682