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"Un lugar para recomendar de amigo a amigo." Revista edición especial del semanario Realidad Geselina

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►....................................... C O N T E N I D O S

▌ Una primera pincelada

▌ Un viejo vigia en reposo...

▌ Los dueños de la tierra...

▌ Antón...

Propietario Silvia L. Ezpeleta

Director / Editor Responsable Alfredo E. Ezpeleta

Sub Editor / Corrección Silvia L. Ezpeleta

Diseño Gráfico Silvia L. Ezpeleta Daniel A. González

Redacción Santiago Massafra

Fotografía Raúl Pujadas Daniel A. González

Colaboración Museo y Archivo Histórico de Villa Gesell, Departamento de Prensa y Comuicación de la Munici-palidad de Villa Gesell.

Pre-Impresión Zebra Fotomecánica

Impresión Cooperativa Gráfica I+D

Semanario Realidad Geselina

Paseo 107 y Avenida 3Galería Lafayette - local 23

Te. (02255) 46-5653 / 46-5775

[email protected]

STAFF►

▌ La fijación de los médanos...

▌ Una casita frente al mar…

▌ Una década de lucha...

▌ En la era de las comunicaciones...

▌ En el reino del panqueque y...

▌ La creación de la Cevige...

▌ Un surtidor de Vida

▌ 200 pasos, renovación de fuerzas

▌ El Agua corriente y las Cloacas

▌ El Club Defensores

▌ Gesell Ayer y Hoy

▌ Villa Gesell Golf Club

▌ El Muelle de Pescadores

▌ El Tótem

▌ Juana Gesell

▌ Marta Soria

▌ El funeral

▌ La despedida

▌ La historia en imágenes

Don carlos conVErsa En sU DEsPacHo.-

▌ Editorial

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►.....................................................................................................e d i t o r i a l

► El ruido del oleaje era la brúju-la para llegar al páramo prometido, ese páramo misterioso del que tanto se hablaba, y que un tal Don Carlos Gesell al que le decían “el loco de lo médanos” prometía en folletos que circulaban por la Capital.De esto hace ya unos 80 años, del

sueño de un hombre, quien pensó, ideó, construyó y volvió a construir una y otra vez el lugar donde hoy vivimos y veraneamos, el creó Villa Gesell.Le dió una identidad, lo formó

como sociedad, y nos dejó su mayor legado, el cuidar con nuestros pro-

pios sueños este lugar de encantos, y enseñarle a las generaciones futu-ras que aquí habitan que cuidar la ciudad, el medioambiente y su gente es el mejor homenaje que podemos hacerle.Hoy Villa Gesell cumple 80 años y

tenemos la posibilidad de contarles, al menos un pedacito, lo que hace tan poco tiempo sucedió pero ya es historia. Una historia que parece sacada de

un cuento de hadas, una historia de esfuerzo, sacrificio y tesón, un ejem-plo de pocos que muchos debemos seguir. Una historia de muchas veces

caerse y siempre volverse a levantar.Amamos esta ciudad y por eso de-

cidimos todos los días vivir en ella, la reelegimos cada vez que tenemos la posibilidad de alejarnos de ella y extrañamos su gente y su calidez na-tural. Crecimos aprendiendo de los pioneros, escuchando las anécdo-tas y son ellos de los que debemos aprender para seguir proyectando un buen futuro para nuestros hijos en Villa Gesell, en “La Villa”, en Ge-sell, en este lugar que cumple los sueños de quienes la eligemos como “NUESTRO” lugar.

Alfredo EzpeletaEDITOR

Don carlos nos rEcIBE En sU TranQUEra.-

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Esta frase expresada por don Carlos Gesell, y que todos podemos apreciar acuñada en el Tótem de acceso a nuestra ciudad, implica el profundo orgullo y satisfacción que el fundador sintió al ver que su magnífica obra se concretaba. Pero esa concepción filosófica no se refiere a un orgullo personalista sino que más bien repara especialmente en aquellas dificultades que todos, o casi todos, ven como insalvables, y sin embargo, gracias a la tenacidad, a la planificación, al trabajo arduo y a la constancia, se logran vencer, redoblando el valor del éxito obtenido.Quizás aquella expresión sea una de las

más ilustrativas del inmenso legado de don Carlos.Hace 80 años, cuando todo lo que

había a su alrededor era adversidad y dificultades, y aún cuando los más notorios estudios y especialistas de la época aconsejaban abandonar semejante empresa, él fijó su meta con determinación pero también con el obligado agregado del esfuerzo, de la honestidad, del sacrificio, de la capacidad de reponerse.Con esos valores logró, luego de años

de intento, la titánica tarea de fijar el indomable terreno medanoso y a partir de ello prosiguió con el otro desafío planteado; construir un destino turístico diferenciado del resto; una apacible “Villa” nada menos que con el Océano Atlántico y con un imponente marco natural como respaldo.Pero no se detuvo.Al observar que avanzaba en su objetivo,

promovió su crecimiento, trabajando en conjunto con decenas de familias con el mismo objetivo de superación; esos otros protagonistas de nuestra historia que son “Los Pioneros”.Y ese objetivo se tornó más ambicioso,

por lo que hacia falta un nuevo esfuerzo y una gran capacidad.He destacado en varias oportunidades

la inmensa aptitud de don Carlos en el sentido de la creación de condiciones para un óptimo desarrollo, con metas claras en cuanto al destino de esa comunidad que comenzaban a conformar, y con una extraordinaria visión estratégica acerca

En el 80º aniversario de la ciudad“Recuperar y sostener el legado de don Carlos Gesell”

“Es mayor el deleite del éxito cuando se vencen aquellas dificultades que otros... han querido derrotar sin conseguirlo.”

Dr. Jorge Rodriguez ErnetaIntendente MunicipalPartido de Villa Gesell

de las necesidades y respuestas no sólo coyunturales, sino las que visualizó con décadas de anticipación.Entonces, se concentró en la planifica-

ción con una envidiable visión e inteli-gencia práctica. Y ya no sólo alentó el crecimiento de la incipiente ciudad, sino que comenzó a acompañarlo con desarrollo, construyendo los primeros servicios indispensables, alentando inversiones, “dibujando” con sabiduría, condiciones o alternativas de futuros desarrollos sobre el tablero de su maravi-llosa creación.Aquel diseño, aquella tenacidad y

aquella destacada visión estratégica, nos permitió hoy en día retomar ese legado que, lamentablemente se había perdido con el tiempo, dejando librada a Villa Gesell a su sola condición inercial de “crecimiento” sin el acuerdo necesario que debe tener con el “desarrollo” y con una nueva y actualizada creación de condiciones para continuar avanzando.Sentimos nosotros hoy, desde la

gestión municipal, una gran similitud con aquel “deleite” expresado, porque en menos de cuatro años, supimos vencer, con el acompañamiento de la comunidad, cientos de adversidades que también parecían insalvables y volvimos a pensar la ciudad orientada hacia el crecimiento pero acompañado del desarrollo, trabajando incansable-mente en esa premisa, dotándola de obras de infraestructura; llevando todos los servicios a cada rincón del Partido, modernizándola, embellecién-dola, optimizando todo el circuito vial interno y de accesos, ordenándola y cuidándola permanentemente.Debemos entonces festejar con orgullo

este 80º aniversario de la fundación de este maravilloso lugar, sintiéndonos parte de la historia que continuamos construyendo con aquellos preceptos fundacionales, que esta comunidad, hoy encuentra, reconoce y vuelve a plasmar, disfrutando ya de este presente y edificando un sólido y auspicioso futuroCarlos Gesell marcó para siempre,

y de la manera mas clara y contun-dente que una persona lo pueda

hacer, la enseñanza acerca de có-mo, con determinación, esfuerzo y tenacidad, se pueden llevar adelan-te las más grandes empresas, por más imposibles que puedan parecer, por más condiciones adversas que se puedan encontrar y por más pesimistas y negativos que sean los pronósticos. Y avanzó aún más allá en este legado, enseñando que tales objetivos se pueden alcanzar exitosamente des-de la solidaridad, la decencia, la honestidad y el respeto, valores que sostuvo con admirable coherencia a lo largo de toda su vida.Tenemos la inmensa fortuna de contar,

como sociedad organizada, con ese valor agregado que la personalidad y la obra de este hombre dejó grabada en nuestra identidad y, en la conciencia de semejante beneficio, trabajamos para recuperar, enaltecer, traducir y proyectar esa huella marcada con admirable inteligencia y noble humanidad.Reconocer este legado, recuperarlo,

sostenerlo, defenderlo y llevarlo a la práctica no admite otro camino que el sostenido por esa misma enseñanza, no permitiéndonos entonces otra ma-nera de crear mejores condiciones que no sea a través del esfuerzo, el compromiso, la eficiencia y el trabajo responsable, llevado adelante con soli-daridad, honestidad, transparencia y un total apego al concepto de libertad y diversidad impregnado en ese legado.¡Felicidades Villa Gesell!¡Y vamos por más!

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Una primera pincelada

► ESTA HISTORIA PODRÍA comenzar desde distintos puntos de partido. Uno de ellos es un aviso pu-blicado en el diario “La Prensa”, de Buenos Aires, donde Carlos I. Ge-sell ofrecía “una casita junto al mar” para pasar el verano. El punto de referencia fue la estación “Juancho” del Ferrocarril del Sur y, desde allí, la posibilidad de emprender el camino hacia el mar por una ruta inexisten-te, tan inexistente como tentadora.Posiblemente por curiosidad, alguien leyó el anuncio y contestó.Fue Emilio Stark, un suizo emplea-

do en la firma Siemmens, quien se sintió interesado por ver de qué se trataba esa propuesta.

La Historia de Villa Gesell

de Omar Masor

- ¿Vieron cómo se puede? es cuestión de intentarlo, nada más. Así son todas las cosas.

Antes de eso, la tarea había sido intensa, constante y - a veces-, de-cepcionante para Carlos Gesell.Desde plantar y ver morir bajo la

arena llevada por el viento a miles de brotes de las más variadas can-tidades de especies arbóreas hasta recibir aquella carta con una senten-cia tomada de la mismísima Biblia, en cuanto a que no se puede edificar en la arena.De todas formas continuó y logró

encontrar la forma para detener la arena voladora, para que las espe-cies prosperaran, para poder edificar en la arena y, con todas esas situa-ciones dominada, empezar a fundar una villa que se fue trasformando

hasta llegar a estos días convertida en una ciudad.Claro que no fue fácil, pero eso le

da muchísimo valor al hecho de in-tentar y reintentar, de errar y volver para subsanar el error; para crear, en definitiva.El comienzo fue hace 80 años.

Nada si se los cuenta tomando como referencia a la Historia, pero mucho si se los mide en relación a los cam-bios operados en un lugar que eran 39 hectáreas junto al mar, sobrante fiscales de las estancias de los Leloir, preñados de médanos vivos y llevan-do a cuesta dos emprendimientos abortados: la cría de ganado porcino y la venta de arena.De todas formas “el alemán” –que

no era alemán-, el “loco de los méda-nos” –que nunca fue loco-, lo logró. Vaya si lo logró...

PrIMEras cUaDrIcUlas DE ForEsTacIon.-

1ª casa DE Don carlos (1932).-

VIVEro DE Don carlos.-

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Los dueños de la tierraGesell requiere el asesoramiento de un perito dunícola, el agrónomo Karl Bo-desheim. El veredicto: - Renuncie inmedia-tamente a proseguir esta empresa..., jamás crecerá nada en esta arena...

La Historia de Villa Gesell

de Omar Masor

...(o de la arena)

► LA PRImERA REfEREncIA con respecto a los propietarios del espacio donde se construiría mu-chos años después, primero Par-que Idaho y Villa Gesell después, fue José Lastra. Más tarde Francis-co Sáenz Valiente lo posee hasta pasarlo a Dalmasia Sáenz Valiente y a Alejandro y Federico Leloir.Hacia 1930 se lleva a cabo una

medición de los campos y resulta un sobrante fiscal de 3.129 H que, como era de rigor, se sitúan desde la orilla del mar hasta donde co-mienza el pie de los médanos que descansa sobre el continente y permite que las pasturas comien-cen a verdear.Ese verdadero arenal –no era otra

cosa-, llega a manos de Eduardo Credaro, cedido por el Estado. La primera idea fue la de cazar los chanchos salvajes que habitaban en la región, escapados de las es-tancias y olvidados de cualquier otra regla de juego que no fuese

su total libertad. No anduvo bien ese emprendi-

miento. Antes de dejar que todo acabara, Credaro pensó que había encontrado la verdadera actividad de la zona: la venta de arena para la construcción, especialmente en Buenos Aires.La distancia, la competencia con

la arena que llegaba desde Uru-guay, la mejor calidad de la orien-tal con respecto a la que poseía y el menor precio de mercado, hizo que tomara la resolución de ven-der ese ventoso desierto de arena.Y este podría ser otro comienzo

para estos recuerdos.En 1931, Carlos Idaho Gesell,

después de haber tomado conoci-miento de la posibilidad de com-prar el lugar, toma la decisión.Muchos aseguran que su idea

primera fue la de crear un bosque para poder utilizar la madera en la construcción de coches para bebés, artefactos a los que se dedicaba a

manufacturar –entre otras-, la firma familiar “Casa Gesell”.Cual haya sido la idea motora de

todo, lo cierto es que le compra a Eduardo Credaro las 1.648 H. El precio pactado es de $ 36.000 que se comprometió a pagar de esta forma, luego de señar con $ 10.000: $ 7.000 al año de la escri-turación y el resto a plazos, con una hipoteca.Si tenía claro o no el futuro, nadie

podrá aseverarlo. Si había hecho una mínima cuenta de la relación costos-beneficios, tampoco.Lo posiblemente cierto es que, lue-

go de haber efectivizado el pago y firmado los documentos, habrá lle-gado por primera vez a esa lonja de arena sobre el mar -ya como pro-pietario-, se habrá sacado el som-brero, enjuagado la transpiración de la frente con su pañuelo y habrá de-jado volar su imaginación. Esa era su ventaja contra todo lo que debe-ría superar.

kEMMlEr En la casa DE Don carlos (1952).-

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La fijación de los médanos

► nO IbAn bIEn LAS cOSAS, en cuanto detener el constante mo-vimiento de los médanos, a favor de los vientos. En el sistema de “prueba y error”, el balance era realmente negativo. Las especies no lograban prosperar.Para tener una constatación cien-

tífica, Carlos Gesell busca y rebusca hasta que encuentra al agrónomo alemán Kart Rodesheim y hace con-tacto epistolar con él.Le explica la situación, pero eso no

alcanzaba para que el técnico pudie-ra esbozar siquiera una solución. En-tonces lo invita a que venga al lugar, vea, estudie y dictamine.Rodesheim aceptó, vino, estudió e

hizo su dictamen, después de dos años. En 1933 Kart Rodesheim llegar a

la conclusión de que ningún vegetal podría prosperar en ese suelo.Lacónico, con lenguaje técnico,

contundente, las palabras del Agró-nomo fueron escuchadas, pero no pudieron ser aceptadas por Carlos Gesell. ¿Cómo era eso de que nada podría crecer en la arena?En realidad para lo único que sir-

vió ese dictamen fue para obligarlo a profundizar en su imaginación; a darle mayor trabajo a su pensamien-to práctico.Por eso Gesell continúa trabajando

y ese mismo año presencia la muer-te de 100.000 acacias blancas, de las 120.000 plantadas. Pero también constata que sí habían prosperado tamariscos y esparto.Con ellos continúa y con ellos en-

el pasaporte al éxito de la empresa emprendida

cuentra la solución buscada.Hoy, superada ya la primera dé-

cada del siglo XXI, es difícil poder medir con justicia el significado del descubrimiento de Carlos Gesell. Es-pecialmente por lo simple que ahora aparece lo creado, pero habrá que situarse en tiempo y lugar –o al me-nos intentarlo-, para poder tener una pálida idea.Había que encontrar un abrigo para

las pequeñas plantas radicadas en la arena. Para que sus raíces tuviesen la posibilidad de extraer nutrientes y para que la arena voladora no las abatiera.Posiblemente, cuando vio el fru-

to de su idea, se habrá preguntado “¿cómo no me di cuenta antes?”, por la simpleza del sistema puesto en marcha.La cosa fue tan simple como efecti-

va. Si hacía falta un abrigo para las pe-queñas plantas, nada mejor que confi-narlas dentro de un receptáculo que le permitiera a sus raíces tener contacto con la arena y que los incipientes bro-tes se encontraran defendidos de la

verdadera pulidora que representaba la arena llevada por el viento.Entonces llega a fabricar cilindros

de cartón embreado y en ellos colo-ca los retoños y los planta en la are-na. Con esa defensa logran el abrigo suficiente para llegar al tiempo sufi-ciente de desarrollo para poder ser transplantados. Así de simple, así de complejo.Con ese invento (no hay otra mane-

ra de llamarlo) Carlos Gesell comienza a encontrar la forma para detener a los médanos, para poder “domarlos”, para poder pensar –ya con muchísi-ma más seriedad y certeza- en el fu-turo de ese lugar junto mar, cruzado por vientos de temer que movían a tontas y locas los médanos que, has-ta ese momento se enseñoreaban, tan desafiantes como despiadados.

Don carlos rEalIzanDo TarEas DE ForEsTacIon.-

Vuelvo a observar al hombre... Habla,... ¿cómo diría...?, un idio-ma distinto; poblado de fuerza y convicción.

Omar Masor, La Historia de Villa Gesell.

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Una casita frente al mar…La invitación tenía a “La Golondrina” como primerísima actriz principal

► HAbÍA quE TEnTAR A LA fortuna. Posiblemente el resultado daría una idea de cómo sería el fu-turo.La casa familiar estaba construida,

Carlos Gesell vivía allí junto con doña Emilia y los chicos desde hacía algún tiempo, pero ¿alguien más se ani-maría a pasar –aunque más no fue-ra-, su tiempo de vacaciones entre médanos casi domados, rodeado de una naturaleza imponente y lejana de los centros urbanos?

Había que hacer la prueba, que no solamente podía ser negativa desde lo económico sino que podría reper-cutir en lo anímico.De todas formas se hizo.Carlos Gesell hizo contacto con una

empresa marplatense y compró una especie de cabaña prefabricada, de origen suizo, que levantó en la cres-ta de una de las dunas amigables.Fue bautizada “La Golondrina” y,

cuando quedó definitivamente cons-truida, parecía una casa “puesta” en ese lugar, rodeado solo de arena y de vegetación rala e insipiente.Tenía los desagües del techo he-

chos en caños de zinc que remata-ban en bocas parecidas a las gár-golas de las grandes construcciones antiguas. Todo el perímetro de la casa, por debajo del alero, tenía un frente del mismo metal, recortado de tal forma que parecían flores de lis invertidas, unidas unas a las otras en una sucesión que parecía infinita. El interior, con pisos de madera,

ofrecía todas las comodidades que se podían pedir en la época, mos-traba empapelado sobre paredes de un material parecido al aglomerado, con una capa exterior sobre la que también se podía, si ese era el deseo de su propietario, pintar.No era lujosa, pero sí acogedora y

sólida. Posiblemente las cualidades que hicieron a Carlos Gesell elegirla.

Aún está en pie, casi 70 años des-pués de construida y luego de ha-ber sufrido algunas modificaciones. En pie y habitable, que no es decir poco.

Esa fue la “casita” que publicitó Carlos Gesell en “La Prensa”, ofre-ciéndola en alquiler para lo que po-dría señalarse como la temporada 1941/42.A ella fue la que llegó Emilio Stark,

luego de mil peripecias y dudas. De ella fue de la que enamoró y, por ella, estableció un lazo fortísimo con don Carlos y con el lugar, que permitió en que se convirtiera en el primer turista y en el primero que recomendó Villa Gesell “de amigo a amigo”, con lo que se estableció el eslogan que acompaño a la Villa por muchos años, apoyando su difusión y convirtiéndose –posiblemente sin proponérselo-, en uno de los pilares de la imagen geselina.

“CASITA SOLITARIA FRENTE AL MAR SE ALQUILA POR QUINCE DIAS A CIEN PESOS. ESCRIBIR AL SEÑOR CARLOS I. GESELL. JUANCHO. FERROCARRIL SUR...”

Don carlos Y DoÑa EMIlIa PasEanDo a los TUrIsTas.-

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► ES cOnOcIDO quE unO DE los puntos donde se apoyó Carlos Gesell para comenzar a formar la Vi-lla, fue la posibilidad de tener agua potable a poca profundidad. Alguna vez se contó que práctica-

mente el primer día que recorrió la zona que compraría poco más tarde se agachó en la playa y escarbó en la arena, para ver si existía la posibi-lidad de encontrar en esa zona agua que no contuviera sales indeseables. Posiblemente sin mucha sorpresa, a pocos centímetros de penetrar en la arena, encontró agua dulce. Eso era lo que buscaba y –al encontrarlo-, disipó las pocas o muchas dudas que lo frenaba para hacer la operación.Tiempo después, las necesidades

de contar con una cantidad de agua dulce que facilitara la vida diaria y el riego, demandaron otra tarea.Fue así que, junto a la casa donde

vivía con su familia y ahora esta en medio del Pinar del Norte converti-da en Museo, instaló un molino para asegurar su provisión.Como todo en los días iniciales, no

fue una tarea fácil. Desde el traslado de Buenos Aires, hasta la instalación demandaron esfuerzo, pero el re-sultado final fue mejorar las propias condiciones de vida y asegurarse el agua para poder regar; hecho fun-damental cuando pensaba en un fu-turo verde para ese arenal.Todavía hoy está en el mismo lugar

que fuera instalado. Casi como un vigía u otro de los recuerdos palpa-bles, que después de muchos años… dan testimonio de la epopeya.

Un surtidor de Vida

► Un molino que tiene sobre sí

el orgullo de haber sido indispensable... lEVanTan El MolIno (1932).-

MEMORIAL Carlos I. Gesell, 1961.

Debo confesar antes de seguir adelante que el análisis quími-co de la arena resultó adverso: inapropiada para la vegetación, donde no crecía el pasto, en cambio el del agua fue más alentador. Óptima para el consumo humano.

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Una década de lucha

► REcIén En 1941 cARLOS Gesell pudo sentir que había do-minado la cambiante fisonomía del paisaje, al lograr fijar los médanos con distintas especies vegetales, que prosperaron gracias a aquel increíble invento del cilindro de cartón em-breado.

Entonces debía comenzar una se-gunda etapa, casi a caballo de la primera, que comprendía construir –además de su propia vivienda que ya estaba en pie-, alguna otra para ofrecer a quien se animara a llegar al Parque Idaho, denominación que por esos tiempos tenía la que luego sería Villa Gesell.Además de esa construcción, que

ocupará otra parte de esta reseña, poco después y en cuanto comenzó a girar en grupos de amigos el naci-miento de una nueva posibilidad de vida, junto al mar y en un paisaje distinto, no fueron pocos los que co-menzaron a buscar su radicación en Villa Gesell.Como antes no había trabado el

avance de Carlos Gesell, para aque-llos que llegaban tampoco fue un estigma lo dicho en San Mateo, VII-26:”Lo compararé a un hombre in-sensato que edificó su casa sobre la arena.” También con tesón y supe-rando dificultades de varios calibres y consecuencias comenzaron a cons-

truir una ciudad.En 1942 eran 3 las casas cons-

truidas en la Villa –ese es el punto cero de todo-, y año a año, los nú-mero fríos y siempre incontrastables mostraban una clara “tendencia a la alza”.Para 1943, las casas eran 5; en

1944 se habían edificado 8 y un año después, llegaban a 15.De todas formas, para tratar de

darle un marco menos aritmético a esta reseña, habrá que saber que cada una de esas casas albergaba a una familia. Mujeres, hombres y chi-cos que forman una especie de mos-to geselino; de levadura que ayudó a que otros se incorporaran a la idea.Ya eran 25 las construcciones en

1946 que, al año siguiente se habían duplicado. Las primeras 100 edifica-ciones geselinas pudieron contarse en 1948 y, desde ese año, comen-zaron a sumarse de a cientos, hasta que 1950 dice que en Villa Gesell las construcciones superaban las 300.Con las distintas situaciones econó-

micas que atraviesa el país, en los trece años que van desde 1950 a 1963 –con una Villa Gesell puesta en total valor-, las construcciones llegan a las 2.000 y se presiente que las posibilidades siguen siendo muchas y que la meta esta muy lejana.Con ese espíritu se encara 1964,

año que al finalizar deja una infor-

mación –desde el ámbito oficial-, que indica, más allá de las cantida-des en sí mismas, que Villa Gesell ha sido el lugar de la República Argen-tina donde se han construido más metros cuadrados de edificación.Después, a medida que crece, tien-

ta a que exploren distintas formas y zonas para la construcción. Los cha-lets comienzan a mezclarse, ya en la década del 70, con los primeros edificios de alto; un tema que trajo algún movimiento en contrario en su momento, pero que la realidad supe-ró con su contundencia.Después la zona Sur de la Villa, que

tuvo como faro la Terminal de Ómni-bus y –más cerca en el tiempo-, todo lo referente a las localidades del Sur del Distrito: Las Gaviotas, Mar Azul y Mar de las Pampas.Por estos días, con una Villa que

debe ponerse a la par de los tiempos y entender el fenómeno del turismo, la construcción sigue teniendo un peso específico importante.Los servicios, son construcción;

el Centro de Convenciones; la pa-vimentación; los barrios; en suma otras necesidades que también se van superando.

Y, como muchos años atrás, se pre-siente que las posibilidades siguen siendo muchas y que la meta está muy lejana.

hasta poder Fijar la geografía de los médanos

VIlla GEsEll crEcE DE norTE a sUr.-

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Firme tras 89 años de vida

El Faro Querandí, un viejo vigía en reposo

► EL PunTO ELEgIDO POR LA Armada era un remoto punto en la Costa Atlántica, a unos 80 Km. al sur de Mar del Plata y a milímetros de la nada. En 1916, cuando comenzó a cons-

truirse el Faro Querandí serviría de un punto de referencia indispensa-ble para las embarcaciones que na-vegaban en su zona de influencia. Su luz, durante la noche, y sus fran-jas negras pintadas sobre un fondo blanco, indicarían a los navegantes el punto donde se encontraban. Seguramente sus servicios fueron

cruciales para salvar vidas en me-dio de ruidosas tormentas y un mar machacador con olas inclementes que barrían las cubiertas.Para eso fue construido y durante

sus largos años de servicio, justificó su presencia en más de una oca-sión.Sobre un predio de unas 40 H,

donados a la Armada Argentina por la firma propietaria de la estancia Medaland, la dificultosa tarea de le-vantar la torre de 56 metros, colo-car los elementos de iluminación y óptica y dejarlo listo para la primera dotación lo ocupara, demando cin-co años de trabajos. Solamente pensar los métodos

utilizados para transportar los ma-

teriales necesarios para construirlo y para llevar adelante la obra en sí, en medio de una zona apenas re-parada de los vientos que llevaban arena en su seno, podría ofrecer una somera imagen relacionada con la realidad que ofrecía 1916 para eso.Cuando el 12 de octubre de 1922

se inauguró oficialmente el Faro Querandí, pudo calificarse como un logro en la seguridad de la navega-ción en la zona.Y así estuvo siempre –como está

ahora- a 65 metros sobre el nivel

del mar, en medio de un bosque de pinos y acacias, albergando a un grupo de personas de las cuales de-pendieron –durante muchos años-, otras que habían abrazado al mar como ámbito de su trabajo.Son 278 los escalones que hay

que remontar para poder llegar a una especie de terracita, rodeada de una baranda, en cuyo centro se encuentra lo que es propiamente el faro: una luz que se potencia al re-flejarse en una serie de espejos y que se dejaba ver de acuerdo a una sistema de señales que la ocultaba con un ritmo constante, en un tiem-po establecido, conocido por todos los navegantes. Con esa cadencia en la aparición

y desaparición de la luz, durante la noche se establecía la identidad del faro y, por ende, el lugar frente al cual se estaba.Durante el día, para tener la mis-

ma información, había que contar las rayas de color blanco y negro que ofrecía la torre, para conocer la localización del faro.La fuente lumínica estaba asegu-

rada a través de cilindros de un gas especial, almacenados a nivel del piso.Desde esa pequeña terraza, no

solamente el mar puede ser objeto

de la observación, sino también el inmenso paisaje que representa el entorno casi mágico.Actualmente, con los distintos sis-

temas de localización, que utilizan los satélites como faros astrales, los faros como el Querandí no tienen la relevancia de otrora. Aunque no han perdido el encanto, el misterio, evocadores de historia –posible-mente tan fantásticas como impo-sibles-, que se pegan a sus muros, trepan hasta lo más alto de la torre y se esparcen, como antes se es-parcían sus rayos de luz. Solamente que ahora, más que

guiar a los marinos, guían la imagi-nación por otras rutas posiblemen-te más complejas.

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La renovación de las fuerzas

... ... ... ... ... 200 pasos

► mucHAS vEcES ASALTAn LA mente de quienes deben afrontar un problema aquello de “¿por qué a mí?” o “ojalá que aparezca una señal para poder atenderla y continuar”. También asoman junto con esas pre-guntas, el esboza de la pérdida de la voluntad, de la esperanza.Posiblemente así se encontraba Car-

los Gesell aquel día, luego de pensar y repensar en el pasado inmediato y el futuro que parecía tener, como única imagen, un “no” gigantesco. Ese día –más de uno quizás-, la

realidad era contundente para él. No lograba siquiera poder amainar el desplazamiento de los médanos que, cómplices del viento, destruían prácticamente todo lo que Gesell in-tentaba plantar.No cabe duda que era un hombre

pensante, ejemplos habían y hay muchos que así lo certifican, pero ese día parecía necesitar algo más, algo que proveniente del destino le indicara qué camino elegir para con-

Don carlos En sU caMInaTa DIarIa.-

Una vez que el hombre aprende a suplir – a fuerza de imaginación – aquello de que carece, es capaz de llevar es actitud hasta sus últimas consecuencias. omar Masor, la Historia de Villa Gesell.

tinuar y –especialmente-, cómo de-bía hacerlo.La caminata de recorrido por los

lugares elegidos para intentar con-vencer a los médanos que debían detenerse, no era promisoria. Más de una vez había anotado en su libreta la cantidad de plantines colocados y, seguidamente, acotaba el balance negativo. Apenas unos pocos de los miles colocados en la arena lograban sobrevivir, pero no por mucho tiempo.Fue cuando tomó la determinación

o, por lo menos, estableció un méto-do para llegar a ella.En ese inmenso arenal, incapaz de

brindar abrigo a la vida vegetal tal como él necesitaba, prosperaba una especie dura, intensa, que entrega –quizá como una ofrenda silenciosa-, una flor en medio de aquella nada.Pensó en ella y no lo dudó más.

Tomo una dirección al azar y cami-nó, mientras pensaba que si en los próximos doscientos pasos no en-contraba una adesmia incana –aque-lla especie y aquella flor-, detendría su trabajo y abandonaría el intento de forestar los médanos.La penosa caminata sobre la are-

na se convertía en más difícil aún, solamente con el aditamento de la especial obligación y necesidad de encontrar lo que se había propuesto.

Sería imposible y hasta arriesgado intentar describir cuantas cosas de-bían pasar en ese momento por su cabeza, mientras –se puede imagi-nar-, entrecerrando los ojos buscaba lo que bien podría bautizarse como “su destino”.Y entonces la encontró, poco antes

de dar el paso número doscientos. Es-taba allí, pequeña y porfiada, dándole y ganándole la batalla a las arenas que volaban, tratando de dañarla.Posiblemente Carlos Gesell haya

sentido un especial alivio, una ex-traña sensación de renovación en sus fuerzas espirituales y físicas. Tan simple y tan complejamente porque había encontrado “SU” adesmia in-cana. Su señal, el impulso que sería capaz de llevarlo a continuar traba-jando y a encontrar lo que buscaba.Aquella planta, esa flor, fueron –sin

duda-, una fuente fundamental que lo acompañaría a lo largo de todo su trayecto.

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A N T Ó N

► LLEgAR A vILLA gESELL ERA EL PRObLEmA, especialmente para quienes no tenían un auto y un es-píritu aventurero. Claro, el tren hasta Juancho, después un servicio de transporte que Carlos Gesell ofrecía a los que se animaban, podía ser la otra posibilidad. De todas formas, no se podría decir que cubrían todas las expec-tativas del confort de los tiempos que corrían.Las rutas de acceso, después de dejar la Ruta 2, por

ejemplo, también tenían lo suyo. Caminos que se hacían intransitables en cuanto llovía y que demandaban una ba-quía inexistente para la mayoría de los conductores, podían convertirse en trampas que demoraban días la travesía.Así era el panorama que se presentaba ante los que

habían tomado la resolución de llegar a Villa Gesell, en 1948. Ese año, podría tomarse como otro de los hitos en el crecimiento de la Villa.Un señor de apellido Porcus había comprado algún

tiempo antes un terreno en Villa Gesell, haciéndose eco de la tarea de difusión que puesta en marcha por Carlos

Gesell, con la ayuda de –entre otros- Emilio Stark. Aque-lla frase de que la Villa era recomendada “de amigo a amigo”, había hecho lo suyo y había ayudado a que Porcus tomara la decisión.Fue entonces que en 1948, le pidió a José Antón que

hiciera un viaje con él a Villa Gesell, porque se iba a rea-lizar un concurso de pesca. El viaje se hizo y, según las informaciones que se manejan, el costo fue solamente lo necesario para el combustible del vehículo.Ese viaje, más allá de haber resultado exitoso desde el

punto de vista de la pesca, hizo que José Anton conocie-ra Villa Gesell y que se prendara del paisaje. Tanto que, desde ese momento, planeo sistemáticamente viajes a Gesell y también él se convirtió en un publicista del lugar.Cuatro años más tarde, en 1952, la empresa que gi-

raba bajo el nombre de “Al Mar”, comienza a programar viajes regulares a Villa Gesell.Una mayoría de viajeros provenía de la ciudad de San

Isidro y sus alrededores, donde José Antón y su familia

Ni mejor, ni peor... solamente distinto

Don José anTon a la DErEcHa JUnTo a Don carlos En El cEnTro Y a la IzQUIErDa JoaQUIn GonzalEz MEDIna (PaloDÚ).-

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...un nombre ligado para siempre con el progreso de Villa Gesell

Lo único que ese tiempo no podrá acabar será la consideración que los geselinos de-ben tener por una empresa que también “hizo” Villa Gesell.Sin ella, las cosas hubieran sido muchísimo más difíciles.Omar Masor, La Historia de Villa Gesell.

Don José anTon JUnTo a Uno DE sUs cocHEs.-

tenía basada la empresa, utilizaban el servicio para el cual se ponía en la ruta un ómnibus que también servía como transporte escolar y para excursiones.Un año más tarde, los hermanos Antón –José, Enrique y

Osvaldo-, ya habían incorporado dos coches más y, ade-más de pasajeros, transportaban distinta clase de mer-cancías. Así se trabaja hasta 1958, cuando “Al Mar” se disuelve

y nace la empresa “Antón”. En ese año, había alrede-dor de 700 casa en Villa Gesell y la Cooperativa Eléctri-ca, contabilizaba más de 750 conexiones.Si bien la tarea era mucha, las ganancias no estaban

de acuerdo con eso y la empresa siente algunos cim-bronazos que la hacen peligrar.Entonces llega la solución, a través del Banco de la

Provincia de Buenos Aires y de los inteligentes oficios

de uno de sus gerentes, que posibilita que “Antón” pueda convertirse en objeto de crédito y le otorga uno, con el que puede llegar a comprar su primero ómnibus 0 Km.Con ese refuerzo confiable, la empresa vuelve a tomar

aires y puede salir del tembladeral. Tal es el éxito que en solo un año puede cancelar el crédito bancario. En dos años más, ya cuenta con seis micros de última

generación que sustentan un desarrollo constante y, con él, también acompaña el crecimiento de Villa Gesell y la demanda creciente del servicio que presta.La empresa “Antón” –los hombres y mujeres que la

integraron, en cualquier nivel de responsabilidad-, es inseparable de Villa Gesell.Luego el tiempo intervendría y determinaría el final de

la empresa, como pasa con todas las cosas.

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► DESPuéS DE LA mITAD DE los años 40, el crecimiento de Villa Gesell sigue sostenido. Se multi-plican los habitantes y cada vez es mayor el flujo de quienes invierten y pasan sus vacaciones en la Villa.¿Cómo podría apoyarse el creci-

miento, si no era con la oferta de los servicios mínimos? ¿Cómo habrá que hacer para llegar a ellos?Esas, como la gran mayoría de las

preguntas que aparecían entre los ya geselinos y los turistas, trataba de encontrar la respuesta en torno a Carlos Gesell.A veces, como fue con el servicio de

electricidad, Gesell se adelantaba y –sin que mediase ninguna demanda-, ofrecía el principio de solución. En 1950, por ejemplo, él ofrecía gratui-tamente la posibilidad de que los re-sidentes y turistas pudieran tenerlo.Si bien era restringido, la electri-

cidad llegaba a las casas habitadas por entonces. El sistema que ponía a disposición de todos don Carlos se cumplía entre las 6 y las 20, en invierno; mientras que en verano el horario se extendía hasta las 21:30.Para que nadie fuera tomado des-

prevenido por el corte del suministro, se había dispuesto que diez minutos antes del corte diario, se hiciera un corte de algunos segundos. Cinco minutos más tarde, tres guiños en el servicio anunciaban la inminen-cia del apagón final y, ya cuando se desconectaba el servicio, la señal era de dos rápidos guiños.Entonces era cuando los más tras-

nochadores debían apelar a otros me-dios de iluminación de la época. Faro-les y velas eran los responsables de iluminar el resto de la velada geselina.

La electricidad después de los guiños

La creación de la Cooperativa Eléctrica

Hoy la empresa abastece de energía eléctrica a la ciudad de Villa Gesell y a las localidades de Mar de las Pampas, Las Gaviotas y Mar Azul con 8 alimenta-dores que aportan una capacidad total de 40.000 Kva. En horarios pico de la temporada 07/08 se llegó a una demanda del órden de los 33.000 Kw, operan-do con una reserva del 18%.El actual Consejo de Administración asegura que la política implementada en los últimos años para lograr economías y crecimiento, son sólo el principio de los numerosos planes de desarrollo que se irán poniendo en marcha a corto plazo, dando así continuidad al espíritu pujante de los que, años atrás, daban comienzo a esta realidad que es hoy CEVIGE, orgullo de todos los geselinos.CEVIGE Ltda.

Pero esta forma de cubrir el ser-vicio no era caprichosa. La realidad señalaba que los generadores que utilizaba Carlos Gesell para ofrecerlo estaban al borde del colapso.Fue entonces que los residentes

estables en la Villa empezaron a ba-rajar la posibilidad de encontrar una solución doble: tener un servicio me-jor y atenuar la presión sobre Carlos Gesell para que continuara con él.Quien llevó adelante la tarea de

reunir voluntades para la formación

de una cooperativa, fue Rodolfo Schmidt. Desde Carlos Gesell hasta último de los vecinos fue informado y-después de varias reuniones-, se resolvió crear la Cooperativa Eléctri-ca de Villa Gesell.La fecha de constitución fue el 8 de

abril de 1950 y la presidencia recayó en Carlos Gesell; con el estuvieron en ese primer Consejo de Adminis-tración Rodolfo Schmidt, Gotthold Gussmann, Billy Sand, Guillermo Al-mark, L.D. Sutton, Antonio Di San-to, Juan José Arenas, Gustavo Roux, Jonny Jager, Bertoldo Szczesny, Ma-

rio Stramigioli, Augusto Hannequin y Pablo Bitter.En 1951 se instalaron dos equipos

de 95 HP cada uno, para apoyar los que estaban en marcha, que eran los otros dos –uno de 80 y otro de 90 HP-, usados por Gesell durante el tiempo que ofreció el servicio. Dos años más tarde, los requerimientos de los habitantes de la Villa deman-daron la instalación de dos equipos más, esta vez de 95 HP cada uno.De allí en más la ahora CEVIGE ha

recorrido un camino de crecimiento, ofreciendo una base sustentable –desde el servicio que presta-, al de-sarrollo de Villa Gesell.Como una muestra de ello es la ta-

rea que la Cooperativa lleva adelante para dotar del servicio a los nuevos barrios que se están construyendo en Villa Gesell, con lo que cumplirá –salvadas las distancias-, con una tarea similar a la que le dio origen; es decir entregar un servicio básico para que un núcleo poblacional pue-da desarrollarse dentro de las condi-ciones normales de vida.

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► LA cOmunIcAcIón TELEfónIcA era un problema, o un desafío. En Villa Gesell siempre se opta por los segundo y, por eso, de la misma for-ma que antes había sido el tema de la electricidad, ahora estaba en la mente y el accionar de muchos ge-selinos volver a tomar a ese toro por las astas.Conseguir comunicarse con cual-

quier parte del país demanda el uso de un sistema de radio que, además de precarios, era bastante deficien-te. Cuando alguien debía hablar con otra persona debía poner en práctica un sistema parecido al que por en-tonces se utilizaba –por ejemplo- en los barcos. Cada vez que terminaba una frase, debía pronunciar la pala-bra “cambio”, para que el interlocu-tor supiera que podría hablar, hasta que nuevamente la mágica palabra daba paso y permitía que el primero volviera a hablar.Así las cosas, apareció lo que era,

es y será clásico en Villa Gesell: un

grupo de personas que enfrentaron el desafío y finalmente dieron una solución.Esa solución fue la creación de la

Cooperativa Telefónica de Villa Ge-sell Ltda.Un local de apenas 40 m2, ubicado

en el mismo lugar que hoy funcio-na el edificio de COTEL, fue útil para ofrecer un servicio de radio enlace con Gral. Madariaga y facilitar las co-municaciones entre los primeros 100 abonados.El día elegido para formalizar la

Cooperativa fue el 22 de abril de 1963 y Enrique Pinciroli ocupó la presidencia por primera vez; una “primera vez” que duro alrededor de veinte años.Aquel primer Consejo de Admi-

nistración, que tuvo la duración de poco más un año, estaba integrado por: Héctor E. Pinciroli, presidente; Daniel Espósito, vicepresidente; Vic-torio Confetto, secretario; Teodoro Sanz, prosecretario; Matilde Böhm,

tesorera; Carlos Rossi, pro tesorero; Mario Stramigioli, Enrique Came-rano, Julio A. Boan y Carlos Bara, vocales titulares; Héctor Curutchet, Francisco Funhoff y Pedro Mattiussi, vocales suplentes; Cristóbal Jáure-gui, síndico titular y Antonio Di San-to, como síndico suplente. La tarea no fue fácil y las necesida-

des del servicio aumentaban prácti-camente día a día. Por eso, todavía en los años 70 la comunicación con el exterior –la larga distancia- de-mandaba hacer colas a quienes que-ría hacerla desde la oficina pública de COTEL y esperas de muchas ho-ras, a quienes la solicitaban desde sus domicilios.Las pocas posibilidades de la em-

presa nacional que ofrecía el servicio hacían que en Villa Gesell –como en muchas partes del país-, se sufrieran las consecuencias.Sobre 1990, a favor de la modifica-

ción del objeto social de la Coopera-tiva y a otros cambios en el servicio

En la era de las comunicaciones... Cotel...

Don carlos GEsEll FIrMa la ForMalIzacIon DE la cooPEraTIVa.-

los consEJEros BoHM Y conFETTo FIrMan El conTraTo.-

El GErEnTE DE GEnEral ElEcTrIc sUscrIBIEnDo El conTraTo DE

coMPra DE la 1ª cEnTral.-

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Y su importante papel como factor de progreso

de telecomunicaciones en al país, COTEL abre la posibilidad a geseli-nos y turistas de poder disfrutar de comunicaciones a la altura de las reales necesidades.Entonces se instaló una Central

Telefónica que era la más moderna en servicio en toda América del Sur. Era una DMS-10 de la Northern Tele-com, que ponía a disposición de los usuarios 12.000 líneas y brindaba fa-cilidades que, poco tiempo antes era poco menos que impensadas.Juntamente con la puesta en mar-

cha de esa Central, se realizó el ten-dido subterráneo de los cables con que se contribuyó, además, a un sustantivo mejoramiento del paisaje.

Con el correr de los años, COTEL ha puesto en marcha varias centrales similares que se complementan en-tre sí y multiplican geométricamente las posibilidades del servicio.Estos cambios en cuanto a lo es-

trictamente comunicacional, fueron

acompañados por otras relacionados con lo administrativo, permitiendo con la modernización la emisión de facturas, hacer óptimo el sistema contable y facilitar el crecimiento de banco de datos, entre muchos otros.Tener más líneas de salida de larga

distancia, permitió la instalación en Villa Gesell de muchos locutorios fa-cilitados por la posibilidad de utilizar los sistemas DDI y DDN, servicios de fax e Internet.Las localidades del sur de Parti-

do –Mar Azul, Mar de las Pampas y Las Gaviotas-, también recibieron un servicio de excelencia. Para eso se instaló tecnología de avanzada, a través de equipos Siemens, Alcatel y Nec y ofreciendo –también para con-tribuir con la paisajística-, un plantel exterior subterráneo. El servicio de seguridad privada

que ofrece COTEL desde 1991, me-diante un sistema de alarmas de fa-bricación propia, cuenta con más de 2.000 abonados conectados directa-

mente con la central, ubicada en el edificio de la Cooperativa, que cubre contingencias de robo, incendio y otros siniestros.También COTEL cumple una fun-

ción destacada en cuanto la cultura, al apoyar en forma constante a las instituciones educacionales oficiales y privadas y a entidades deportivas y cooperativas.

Dentro de esta actividad, es desta-cable la creación del Centro de Es-tudios que dicta sus clases en aulas satelitales, permitiendo el desarrollo de carreras universitarias, tercia-rias y secundarias, con una variada gama de posibilidades académicas.Desde prácticamente su creación,

la Cooperativa Telefónica de Villa Gesell Ltda... se ha convertido, con su constante esfuerzo para poder estar siempre a la vanguardia de la tecnología ofrecida en sus servicios, en uno de los pilares del desarrollo y crecimiento de Villa Gesell.

HécTor PIncIrolI En la coMPra DE la 1ª cEnTral TElEFonIca.-

DE IzQ. a DEr.: s. rossI, TEoDoro sanz, VIcTorIo conFETTo, HécTor cUrUTcHET, HécTor PIncIrolI, MaTIlDE BoHM, Y DanIEl EsPosITo.-

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Con la mirada puesta en el futuro...

► LAS InSTITucIOnES DE vILLA gESELL siempre estuvieron apuntalando y propiciando el desarrollo y el crecimiento de la ciudad.Posiblemente la Sociedad de Fomento, en los

primeros años, y –más acá en el tiempo-, otras entre las que podría señalarse a la Cámara de Comercio, aportaron para que tanto la propuesta destinada a quienes residían permanente en la Villa como los turistas, tomaran viento y crecieran en calidad e

El Agua Corriente y las Cloacas

La edificación se incrementaba y la población crecía a la par, el progreso alcanzado era elocuente, para quien pudiera verlo, el salto demográfico estaba dado. Y como siempre que algo tiene que ser escuchado y discutido por todos… se organiza una reunión de vecinos.

intensidad.El constante aumento de la población y las

demandas propias que esa situación genera, desembocaron hacia 1978 en la necesidad de dotar a la ciudad con agua corriente y cloacas. Sin duda, un paso importante, pensando en las demandas del presente y del futuro.Entonces la Cámara de Comercio comenzó a

trabajar para lograr la instalación de los servicios que permitirían a Villa Gesell seguir creciendo al ritmo de la demanda.La conclusión es la que muestra la gráfica que

acompaña esta nota: miembros de la entidad, firman con las autoridades municipales de la época, el documento que señaló el comienzo de las obras. Después otras obras se sumarían y, con un ritmo

que tuvo distintas métricas, Villa Gesell fue llegando a cubrir las necesidades que demandaron las circunstancias.

La Historia de Villa Gesell

de Omar Masor

FoTo 1:DE IzQ. a DEr.: arrIBa:

alFrEDo PoU, MIGUEl anGEl caPUrro,

alBErTo MalDonaDo, roDolFo PorTo, carlos DEnEGrI

Y JosE lUIs MosTEIro. aBaJo:

arManDo FUrlanI, alFrEDo EzPElETa,

carlos GEsEll, Y norE zoIlo.-

FoTo 2:DE IzQ. a DEr.:

alFrEDo EzPElETa, carlos GEsEll,

norE zoIlo Y JosE lUIs MosTEIro.

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El club Defensores......una importante función social

► LA IncIPIEnTE vILLA gESELL de 1950 había tentado ya a muchas familias para elegirla como residencia estable. Por eso, las reuniones socia-les eran una parte importante de la vida comunitaria.Algunas veces la casa de los Pinilla,

de los Larre, de los hermano Magne o de los Luque –entre otras-, eran los lugares elegido para la reunión de amigos, pero de todas formas parecía que faltaba algo.En las charlas que se daban en esos

encuentros, surgió la necesidad de establecer un lugar que fuera capaz de albergar distintas actividades, además de ese tipo de reuniones.

Apareció entonces la idea de for-malizar un club y se comenzó a tra-bajar para eso.Fue el 8 de agosto de 1951 el día

elegido para realizar la Asamblea Constitutiva del que se llamaría Club Defensores de Villa Gesell.Como no podía ser de otra manera,

Carlos Gesell otorgó el terreno que aún alberga a la entidad, en Paseo 105 entre las Avenidas 4 y 5, y la institución comenzó su tarea.Entre los primeros directivos del

Defensores se debe señalar a su primer presidente, Jorge Schwalbe; al secretario de aquella primera Comisión Directiva, Arnaldo Larre y

a Jorge Magne, que fue su tesorero.Juntamente con las distintas activi-

dades deportivas encaradas, el Club tuvo lo que podría señalarse como la primera biblioteca de Villa Gesell, que funcionó hasta los últimos años de la década de 60.

También se recuerda la organización de los torneos de fútbol que se llevaban a cabo en “la canchita de 106 y 6”, solar que hoy alberga a la Casa de los Abuelos y a la Biblioteca Pública “Rafael Obligado” y la organización y participación en torneos de ajedrez que reunían a los más importantes jugadores del país.

Don carlos En sU BIBlIoTEca, lUGar DE EncUEnTros.-

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► un TREcHO DE OcHEnTA años de su historia ha cumplido Villa Gesell. Desde el punto cero hasta este cumpleaños, muchas cosas han sucedido para que se pueda transitar ahora por un camino que conjuga el futuro, teniendo una firme relación con su pasado.Desde el esfuerzo de Carlos Gesell

y quienes entendieron su propuesta, hasta la realidad que significa hoy todo el Partido de Villa Gesell, se han sembrado jalones indestructibles que indican cada etapa de su vida.Los esfuerzos para que las autoridades

entendieran las necesidades del nacien-te villorrio, las miradas incrédulas y las palabras socarronas, con las cuales enmarcaban los comentarios relacionados con el futuro que veía don Carlos quienes no eran capaces de valorarlo; los primeros logros para obtener un acceso lógico; la despareja lucha contra las arenas cambiantes; la primera planta que logró aferrarse desesperadamente a la arena y co-menzar a crecer; las construcciones –a pesar de los augurios negativos-; los primeros visitantes; los primeros residentes y luego, un comenzar a materializarse aquel futuro avizorado por quien ya había comenzado a dejar de ser “el loco de los médanos”.Desde entonces, como una nave

que zurca el mar casi en forma majestuosa, Villa Gesell atravesó su instancia madariaguense, hasta el momento en que pensó en que ya tenía la suficiente capacidad para continuar sola. La Autonomía Municipal, el Municipio Urbano y,

Villa Gesell AYER y HOY

en 1983, luego de ser de hecho y derecho Partido, la elección de sus primeras autoridades.Épocas hubo que aquella pujanza

casi desfachatada de los primeros años de vida de la Villa, pareció estancarse en un sin fin de idas y vueltas improductivas, morosas.Todas las experiencias adquiridas

desembocan hoy en un Partido que nuevamente se ha encauzado en la ruta del ser y el hacer.El desarrollo y el crecimiento, dos

cosas que parecen lo mismo, pero no lo son, caminan parejo y buscan otorgarle un perfil verdaderamente competitivo en el mercado del Turis-mo y ofrecer, a quienes residen en todo el Distrito, la posibilidad de hacerlo en un lugar que facilite la inclusión de todos.Para los que viven permanentemente

en Villa Gesell, los servicios básicos en cuanto al confort –luz, gas, cloacas, comunicaciones y salud-, son un punto fundamental en la mira de quienes deben gestionarlos. También se ofrece la posibilidad de acceder a viviendas, un hecho que

desde hace más de quince años no ocurría.En cuanto a la relación con los

turistas, Villa Gesell encara obras que significan también elevar la apuesta. Se trabaja en un Centro de Convenciones, se mejoran las posibilidades de acceder por rutas cómodas y seguras; se asfaltaron o reasfaltaron muchas calles, sin conspirar contra el paisaje; se peatonalizaron varias cuadras de la Avenida 3, con un sistema que acompaña la topografía del terreno y se trabaja, en una misma línea, con el Gobierno nacional y provincial, para poder redondear más obras que siempre responderán a las premisas del crecimiento, el desarrollo y la inclusión. Como siempre, es mucho lo que se

viene haciendo en Villa Gesell desde hace ochenta años y –sin duda-, será mucho lo que se hará en los próximos años.

Ese balance, seguramente alguien lo hará, dentro de otros ochenta años…

Don carlos Y DoÑa EMIlIa El DIa DE la DEclaracIon DE MUnIcIPIo UrBano DE VIlla GEsEll El 1ª DE JUlIo DE 1978.-

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► mucHOS nOmbRES ESTán RE-lacionados con los comienzos del Villa Gesell Golf Club, pero los de Carlos Gesell y el del escribano Adriano Bo-nanni ocupan lugares preponderantes.Fue Bonanni quien acercó a Gesell

–a mediados de los años 60-, la idea de dotar a la Villa con un club de golf, cuando aún no existía el asfalto y la ruta que llegaba hasta ella, se convertía en el ahora denominado Camino de los Pioneros, que pasa exactamente por la puerta de ingre-so al Villa Gesell Golf Club.El hecho deportivo y social plantea-

do por Adriano Bonanni encontró en Carlos Gesell el adicional de la visión turística, demostrada al donar 50 hec-táreas para llevar adelante la idea.Por supuesto que eran 50 hectá-

reas de médanos puros y vivos, que demandaban afrontar un desafío ar-duo; así y todo nadie dio un paso atrás y las tareas comenzaron con una inversión de trabajo, paciencia y dedicación admirables. Demando varios años hasta que

pudieron ofrecer los primeros nue-ve hoyos para que los jugadores pudieran disfrutar de la practica del golf en Gesell. Poco menos que en

Villa Gesell Golf Club

forma paralela al crecimiento de la cantidad de jugadores, el paisaje iba cambiando con el agregado de la ve-getación y las mejoras de la cancha.Desde lo institucional, el Villa Gesell

Golf Club, comenzaba a ser recono-cido hacia los años 80 y, ya en los 90, se convierte en uno de los funda-dores de la Federación Mar y Sierras y miembro de la Asociación Argen-tina de Golf. Juntamente con esas

VIsTa acTUal DEl VIlla GEsEll GolF clUB.-

realidades, adiciona seis canchas de tenis, una cancha de fútbol y rug-by y una caballeriza. El indicador de crecimiento, además, señalaba que la entidad estaba insertada ya en la comunidad geselina.Sería muy extenso señalar a los

grandes del deporte que pasaron por el Club. Como muestra, bastaría se-ñalar que “El Pato” Cabrera –ganador del Master de Augusta-, mostró aquí

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La práctica del deporte y la amistadCarlos Gesell bautizó con cariño a un antiguo sauce que fuera tapado infinidad de veces. Lo llamó “EL LUCHADOR”... Fue plantado en un bajo inundable y su luha lo permitió sobrepa-sar las continuas embestidas del arenal. Ac-tualmente se halla apostado en la cumbre de un médano de lo que hoy es el Golf Club, seis metros por encima del nivel al que se lo plantó. RELATOS, Carlos I. Gesell, 1973.

Don carlos Y DoÑa EMIlIa En la InaUGUracIon DEl GolF.-

su calidad de juego –en sus comien-zos-, ganando algunos de los torneos que se organizaban por entonces.De todas maneras, de los nueve

hoyos que poseía, había que llegar a los 18 para darle a la cancha todas las posibilidades de albergar torneos con mayor compromiso. Fue enton-ces que comenzaron a construir los 9 hoyos restantes en 2002. Cuatro años más tarde, el Villa Gesell Golf Club pudo inaugurarlos y, con eso, ofrecer una cancha como la que siempre se pensó: competitiva, de moderno diseño, atada a la geogra-fía geselina, de bellos paisajes y con fauna autóctona, con buen césped y cuidados greens, además de muchos

y variados ingredientes que están siempre presentes.A todo esto hay que adicionar la

presencia en temporada de unos doscientos jugadores por día, even-tos sociales, escuela de golf para los más chicos y la realización de tor-neos de tenis a nivel nacional. Sin dejar de lado la atención de la Secre-taría, los servicios que presta el bar y la comodidad de los vestuarios.Seguramente que el Villa Gesell

Golf Club tomó como propia aquella frase de don Carlos, referida a que “Villa Gesell es un balneario que se recomienda de amigo a amigo”, por-que quienes llegan a él regresan y lo recomiendan a sus amigos.

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El Muelle de Pescadores

► cuAnDO cOmEnzAROn A cOLOcARSE LOS PILOTES DOnDE DEScAnSARÍA EL muELLE, no pocas casas de Villa Gesell sintieron el resultado. Hasta algunas, bastante lejanas al lugar de empla-zamiento –la playa a la altura del Paseo 129-, sentían el pequeño temblor producido por el martinete al golpearlos.Con cuatro metros de ancho, ciento cincuenta de largo y una altura de ocho metros sobre el nivel de

la playa, además la iluminación, la caseta en el acceso y una pluma para posibles “bajadas” de botes, el muelle se constituyó rápidamente en un elemento convocante, fuera el visitante pescador o no.Munidos de cañas o mediomundos junto con la ilusión de conseguir algún ejemplar memorable, turista

y geselinos disfrutan, desde 1970, con esa especie de proyección costera hacia el mar adentro que el Muelle de Pescadores.Si hiciera algo más para hacer del Muelle un especial punto de referencia, en él se encuentra un recor-

datorio para “Pancho”, un fidelísimo perro que esperó hasta su muerte, en ese lugar, el regreso de su amo ya fallecido.

Una tentación para pescadores y paseantes

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► A POcO DE IngRESAR A vILLA gESELL, DESDE LA ROTOnDA por la que también se accede al Aeródromo y antes de llegar donde hace tiempo funcionaba el Autocine, sobre la mano derecha en direc-ción al centro de la ciudad, se puede ver un Tótem.Rara posibilidad, si se quiere, que un lugar que no tiene muchas co-

nexiones con las culturas nórdicas que utilizaban estos monumentos como símbolos religiosos o de recordación honorífica, pueda darse de manos a boca con él.En este caso, las figuras que componen ese Tótem tienen la especial

característica de representar la historia de Villa Gesell y lo hecho por Carlos Gesell; tanto, que una de las figuras que lo componen es el mis-mo don Carlos. Sobre el rostro del fundador, el monumento representa a la famlia, el mar y el bosque. Corona las figuras un ave mitológica, el pájaro tronador que crea y regula los elementos de la naturaleza.La obra pertenece al escultor alemán Pablo Hannemann y fue inau-

gurada en diciembre de 1977, en un acto que contó con la presencia de don Carlos, doña Emilia Luther, autoridades municipales, muchos geselinos y turistas y el propio autor de la obra.El Tótem mide doce metros de altura, está construido en cemento de

distintos colores y, además de la referencia hacia la obra de Carlos Ge-sell, también señala lo importante de la unidad en todo sentido.

Obra de Pablo Hannemann

Un Tótem muy particularal pie del Tótem, puede leerse

una frase emblemática que da cuenta del espíritu de su

fundador:

“Es mayor el deleite del éxito cuando se vencen

aquellas dificultades que otros han querido derrotar,

sin conseguirlo.”

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En el reino del panqueque y la hamburguesa► PORTEñO DEL bARRIO DE Saavedra, hincha de Racing y –por cuestiones de nacimiento-, de Pla-tense, Carlos Ciuffardi (Napo) llegó a Villa Gesell en 1963 y desde un pequeño local de “La Martona” en el Paseo 105 entre las Avenidas 2 y 3, comenzó a cimentar una justa fama, posiblemente sin proponérselo.En esa larga temporada de más de

cien días, la información boca a boca hizo saber a geselinos y turistas que

Carlos Ciuffardi, un verdadero creadorallí, en “La Martona”, se podían co-mer los mejores panqueques y ham-burguesas no solo de la Villa, sino de la región toda. Con la simpleza de lo verdadero,

Carlitos dijo alguna vez: “Mi primer gran golpe fue inventar la hambur-guesa número 8, con cebolla, pance-ta, huevo, tomate, queso y lechuga. Después vino una variedad intermi-nable de panqueques y así fue”. Ese “así fue” significa que su desa-

rrollo fue geométrico. Cada vez más clientes y cada vez más variedades. Ese “así fue”, también significaron casi veinte años de trabajo en Villa Gesell, hasta que decidió expander la propuesta.Entonces recaló en Vicente López,

con un local en Avenida del Liberta-dor 148; posiblemente fue su error porque desde ese lugar –tal como lo contó muchísima veces-, quienes trabajaban con él (sus hermanos) abrieron otros locales con el mismo producto y otros nombres, que sig-nificativamente giraron en torno de la palabra “Carlitos”, toda una defini-

ción en el ramo panqueques y ham-burguesas.Cuando alguna vez recordó esa

realidad no pestañó al decir que: “No sabés el dolor que tengo aden-tro, no te podés imaginar; y pensar que si nos hubiésemos unido, los tres hermanos, quizá seríamos como McDonald´s”.De todas formas continuó y no era

raro verlo trabajar constantemen-te en su local. Casi hiperquinético, vigilando personalmente todos los detalles, hablando con los clientes, explicando el “secreto” de sus pan-queques y hamburguesas.

Los panqueques llevaban, según su receta “harina, leche, huevo, bi-carbonato, manteca derretida, agua, coñac y sal o azúcar, en el caso de que sean dulces o salados.”Las hamburguesa, también “secre-

tas”, las hacía con carne picada sin grasa. Así “las pongo y también he-cho el huevo, la panceta, la cebolla y el tomate picado natural. Al huevo le agrego queso para que se derrita y

después armo el sándwich”. Nunca dijo el verdadero secre-

to, aquel que muchos que lo co-nocieron sabían, pero que no era fácil de conseguir. Era, ni más ni menos, que un profundo cariño por lo que hacía. Algo que no se puede conseguir en ninguna pro-veeduría.El entorno de todo esto eran

sus casi setecientas variedades de panqueques y hamburguesa, a las que había bautizado con el nombre de alguna personalidad, ya geselina, ya nacional o inter-nacional. Era muy agradable ver el nombre propio señalando algu-na de las especialidades de Car-litos, junto con el de sus ídolos políticos, artísticos o simplemen-te, con el de otros amigos.Carlos Ciuffardi murió el 28 de

abril de 2010. Hijo de una fami-lia humilde y autocalificado como “un laburante” –que lo era-, dejó la estela de su paso por la memo-ria de geselinos y turistas, algo que no se consigue fácilmente.

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► LA SEñORA ronda los 85 años, es rubia y está sentada en un sillón, enmarcada por un ambiente cálido, acogedor. Habla bajo y –con toda seguridad-, piensa cada una de las palabras que dice.Su fisonomía tiene la impronta de

su familia. Nadie que los conociera podría dudar de que se trata de al-guien relacionada directamente con “esa” familia.La señora se llama Juana y ”esa”

familia tiene como apellido Gesell. Es hija de Carlos Gesell. Su casa, el ambiente en el cual está, su residen-cia es en Vila Gesell, como casi no podría ser de otra manera. La idea fue preguntarle por su pa-

dre, conocer algo más de don Car-los, pero esta vez desde el punto de vista de una directa familiar.Y así fue. Primero recordó su casa

de la infancia, sus hermanas y her-manos y luego sí, se centro en su padre.Mi padre era firme en su forma de

ser –comenzó-, pero tierno con los chicos; en especial con sus hijos. Te-níamos que cumplir algunas reglas, dado que no era fácil vivir aquí en los días del comienzo; pero eran días maravillosos de todas formas. La vida junto a papá –continuó-, las cosas que puedo recordar, me seña-laron el camino que debía seguir en la vida. Por eso elegí estar siempre junto a él, creer firmemente en él, en sus ideas y en su forma de llevar-las adelante. Hasta su muerte siem-pre creí en él y estuve cerca. Ese sentimiento –concluyó-, también se hizo carne en Roberto, mi esposo, y en Roberto y Marta, mis hijos.En pocas palabras había repasado

muchos años de vida. Con algunas pausas, con inflexiones de la voz que son imposibles de plasmar en el pa-pel, había hablado de su padre.Se había encontrado lo que había

ido a buscar.

Juana Gesell y la evocación de don Carlos

“Siempre estuve cerca de mi padre”

JUanITa con MaTIas JoaQUIn MorEYra, sU BIsnIETo.-

Este es un recibo de pago que don Carlos

les hacía firmar a sus hijos por buscar

hormigueros. Una forma diferente de

tenerlos entretenidos.

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Marta Soria Gesell

El rescate de una imagen familiar

► mARTA SORIA gESELL ES LA mayor de los 16 nietos de Carlos Ge-sell. Hija de Juana Gesell y Roberto Soria, ha dedicado mucho tiempo de su vida a redondear una imagen de su abuelo; a ponerlo en un pla-no más humano, demostrando cómo era su relación con él y revalorizar desde el punto de vista familiar la figura de quien para muchos es un ejemplo a seguir.Desde pequeña y posiblemente

por ser su primera nieta, entre ella y don Carlos se construyó un especial vínculo que fue cimentándose con el paso del tiempo.Ya más grande, fue su acompa-

ñante en distintas actividades que demandaba la vida de relación de Carlos Gesell; razón por la cual pudo absorber un sinnúmero de vivencias y conductas provenientes de él, que

se han convertido también en parte de su personalidad y forma de ser.Marta es profesora de Geografía y

lleva adelante un vivero, casi como esto último fuera un mandato recibi-do de don Carlos.Para poder ofrecer una arista de

su abuelo que no era muy conocida, escribió el libro “Mi abuelo… Carlos Gesell”, en el que plasmó sus recuer-dos de infancia y también recogió distintas situaciones y personajes, relacionados con la historia funda-mental de la Villa.Además, está atenta a todo lo rela-

cionado tanto con la última casa que habitara la familia Gesell –el “Chalet de don Carlos”, en el Pinar del Nor-te-, lugar al que dedica distintas ac-tividades, siempre relacionadas con la rica historia geselina.Junto con estas actividades, también

puede dedicar tiempo a la política; es concejal, en uso de licencia, por el Frente para la Victoria desde 2007. Marta Soria Gesell dijo alguna vez,

con referencia a su libro que “…. El comienzo fue difícil, pero hubo ma-gia. Todo fluyó a partir de un paseo con mi hija Victoria y mi nieto Bau-tista por el bosque y la playa que ro-dean el chalet donde vivía mi abue-lo. Sentí que él me guiaba. Cuando llegué a casa saqué los álbumes de fotos y encontré algunas que ni si-quiera sabía que tenía, como la de mi tatarabuela Matilde Talbot y su marido, Ernesto Gesell. Eso me im-pulsó a comenzar a escribir el libro a partir de ellos, los padres de Sil-vio Gesell. Tuve la suerte de que tía Laura, la hermana de mi abuelo, escribiese detrás de cada retrato la historia de ambos.”

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Los últimos Pasos

► El 17 de Marzo de 1891 nace en Buenos Aires Carlos Idaho Gesell. Sus padres, alemanes, Silvio Gesell y Anna Böttger de Gesell, se instalan en la Argen-tina, a fines del siglo XIX.El resto de la historia del “loco

de los médanos” la contamos

en esta revista. Sólo nos restó un paso impor-

tante en su vida. El 11 de mar-zo de 1971 el gobierno alemán condecora a Don Carlos Gesell con la Cruz de Hierro en primer grado, máxima distinción que el gobierno alemán confiere a

los hijos ilustres de ciudadanos alemanes residentes en el ex-tranjero.Finalmente el 6 de junio de

1979 fallece a los 87 años, Don Carlos Gesell (nuestro funda-dor) en el Hospital Alemán de Buenos Aires.

IMaGEnEs DEl FUnEral DE Don carlos IDaHo GEsEll En VIlla GEsEll.-

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La Despedida

► Ella estaba con los ojos fijos en un libro abierto, sentada en la silla mecedora que estaba justo

frente al gran ventanal que daba al mar ... parecia que leía, pero no, su pensamiento estaba fuera

de su cuerpo...

-Le preguntan... ¿qué estás haciendo? -Esperar, le respondio ella, dando un fuerte suspiro, como si

el alma tuviese alas y quisiera escapar de su cuerpo...

Espera a su amor, a Don Carlos que había salido, cómo todos los días, en su caminata vespertina

por las dunas.

Al llegar Don Carlos la besa en la frente y le dice - Hoy Emilia me he dado cuenta que nuestro sueño

está realizado, que esa Villa que tanto anhelamos desde el primer momento, fue lograda, que nuestra

semilla fue plantada.

El esfuerzo y el tesón puestos por Don Carlos y su familia vive en cada rincón de nuestra ciudad, en

cada calle, cada casa, cada árbol, cada grano de arena de nuestras playas.

Por eso nuestra misión, la de todos los que nos enorgullecemos de llamarnos geselinos, será la de

seguir este sueño cuidando su ambiente natural, construyendo una sociedad rica humanamente y

solidaria, pensando en las generaciones que hoy viven pero por sobretodo y como hizo Don Carlos,

pensando en el legado que dejamos a nuestro futuro.

Don carlos PasEa JUnTo a DoÑa EMIlIa En El FrEnTE DE sU casa.-

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La Historia en Imágenes

Don carlos sonrIE FElIz En El VEnTanal DE sU casa al VEr sU oBra.-

DUnaMóVIl, InVEnTo DE Don carlos.-

ProBlEMas En El caMIno.-

Don carlos PasEa JUnTo a FronDIzI.-

InaUGUracIon DEl aEroDroMo.-

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