violencia domestica

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2.1. Marco teórico. Durante años se ha investigado sobre las consecuencias y el daño que produce en las mujeres la violencia de género, pero no es hasta hace unos años cuando empezaron a desarrollarse estudios sobre los efectos que este tipo de violencia podría tener también sobre los/as hijos/as. En los hogares donde existe violencia de género se repiten a diario una gran variedad de comportamientos abusivos por parte del maltratador hacia su pareja, tales como: abuso emocional, acoso, amenazas, violencia sexual, agresiones físicas e incluso el peor de los finales, el asesinato. Pero no sólo las mujeres están expuestas y sufren estas vejaciones, los/as niños/as que viven en esos hogares están ex expuestos también a ese tipo de violencia de varias formas: siendo testigos visuales o auditivos, observando los efectos en la madre víctima, como contusiones y heridas, o en el hogar, ya que pueden provocar desorden, agujeros en las paredes y puertas. Sin sumar además que estos/as niños/as también pueden verse influidos por la afectación psicológica de esa violencia en su madre. Investigar por tanto, y conocer la realidad de estos/as menores es muy importante, ya que se estima que estos/as niños/as tienen entre dos y cuatro veces más posibilidades de exhibir problemas de comportamiento clínicamente significativos, comparado con otros/as menores, por lo que es de suma importancia la necesidad de realizar programas de intervención y tratamiento específicos, no sólo para sus madres, sino también para ellos/as. 2.2. Consecuencias en los/as menores. Uno de los primeros estudios sobre las consecuencias de la violencia de género en menores es el de Jaffe, Wilson y Wolfe (1986) 1 , en donde los autores informaron que entre el 25 y el 70% de los/as niños/as expuestos a este tipo de violencia presentaban problemas clínicos de conducta, poniendo de relieve la relación existente entre conflicto de pareja intenso y problemas de conducta de los/as hijos/as. Agresividad: se trata de uno de los síntomas más frecuentemente encontrados en niños y niñas que han vivido y sufrido situaciones de violencia de género. Según el estudio de Jaffe, Wilson y Wolfe (1986), ser testigos de violencia de género en el hogar puede generar actitudes en los menores que justifican su propio uso de la violencia, y la percepción de que la violencia es aceptable o no puede afectar a su comportamiento en otras relaciones interpersonales. En muchos de los casos estos niños y niñas nacen ya en un hogar donde impera la violencia, no han conocido otra forma de relación y viven inmersos en el dolor que causa su padre a su madre y a ellos/as mismos/as, por lo que aprenden a convivir con ello. Conductas antisociales y delictivas: se estima que ente el 25 y el 70% de los menores de familias en las que se producen episodios de violencia, manifiestan problemas clínicos de conducta, como conductas agresivas y antisociales (McDonald y Jouriles, 1991) 2 . En relación al binomio -exposición a la violencia de género en la adolescencia y la conducta delictiva-podemos encontrar el estudio realizado por

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planteamiento, objetivos y delimitadores

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Page 1: violencia domestica

2.1. Marco teórico.

Durante años se ha investigado sobre las consecuencias y el daño que produce en las mujeres la violencia de género, pero no es hasta hace unos años cuando empezaron a desarrollarse estudios sobre los efectos que este tipo de violencia podría tener también sobre los/as hijos/as.

En los hogares donde existe violencia de género se repiten a diario una gran variedad de comportamientos abusivos por parte del maltratador hacia su pareja, tales como: abuso emocional, acoso, amenazas, violencia sexual, agresiones físicas e incluso el peor de los finales, el asesinato. Pero no sólo las mujeres están expuestas y sufren estas vejaciones, los/as niños/as que viven en esos hogares

están ex expuestos también a ese tipo de violencia de varias formas: siendo testigos visuales o auditivos, observando los efectos en la madre víctima, como contusiones y heridas, o en el hogar, ya que pueden provocar desorden, agujeros en las paredes y puertas. Sin sumar además que estos/as niños/as también pueden verse influidos por la afectación psicológica de esa violencia en su madre.

Investigar por tanto, y conocer la realidad de estos/as menores es muy importante, ya que se estima que estos/as niños/as tienen entre dos y cuatro veces más posibilidades de exhibir problemas de comportamiento clínicamente significativos, comparado con otros/as menores, por lo que es de suma importancia la necesidad de realizar programas de intervención y tratamiento específicos, no sólo para sus madres, sino también para ellos/as.

2.2. Consecuencias en los/as menores.

Uno de los primeros estudios sobre las consecuencias de la violencia de género en menores es el de Jaffe, Wilson y Wolfe (1986)1, en donde los autores informaron que entre el 25 y el 70% de los/as niños/as expuestos a este tipo de violencia presentaban problemas clínicos de conducta, poniendo de relieve la relación existente entre conflicto de pareja intenso y problemas de conducta de los/as hijos/as.

Agresividad: se trata de uno de los síntomas más frecuentemente encontrados en niños y niñas que han vivido y sufrido situaciones de violencia de género. Según el estudio de Jaffe, Wilson y Wolfe (1986), ser testigos de violencia de género en el hogar puede generar actitudes en los menores que justifican su propio uso de la violencia, y la percepción de que la violencia es aceptable o no puede afectar a su comportamiento en otras relaciones interpersonales. En muchos de los casos estos niños y niñas nacen ya en un hogar donde impera la violencia, no han conocido otra forma de relación y viven inmersos en el dolor que causa su padre a su madre y a ellos/as mismos/as, por lo que aprenden a convivir con ello.

Conductas antisociales y delictivas: se estima que ente el 25 y el 70% de los menores de familias en las que se producen episodios de violencia, manifiestan problemas clínicos de conducta, como conductas agresivas y antisociales (McDonald y Jouriles, 1991)2. En relación al binomio -exposición a la violencia de género en la adolescencia y la conducta delictiva-podemos encontrar el estudio realizado por Herrera y McCloskey (2001) 3, en el que encontraron que la exposición a la violencia de género en la niñez, predice futuros actos delictivos, o el de González de Rivera (2002) que encontró que la exposición a la violencia de género provoca en la adolescencia resistencia a las normas y falta de ideales y proyectos.

Ira y Hostilidad: cuando los niños y niñas adolescentes se exponen a alto niveles de hostilidad y agresión por parte de sus progenitores, éstos/as pueden sentir diferentes y contradictorias emociones y reaccionar mostrando altos niveles de ira, por lo que pueden llegar a responder de forma agresiva a los estímulos incluso en situaciones en las que la respuesta de ira no ha sido provocada o no es la adecuada a la situación. Lo que

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llegan a hacer estos niños y niñas es interpretar que las expresiones de ira son un medio eficaz para cubrir sus necesidades y desarrollan respuestas automáticas de ira en las situaciones sociales conflictivas.

Ansiedad: los menores se pueden sentir ansiosos sobre todo al desarrollar expectativas de que las interacciones en las discusiones van a derivar en agresiones físicas. Uno de los cuadros diagnósticos que aparecen más frecuentemente en niños y niñas que han vivido la violencia de género, es el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) con síntomas como la re experimentación del evento traumático, síntomas de activación como la hipervigilancia, y retraimiento emocional.

Depresión: la depresión está íntimamente unida a la ansiedad, ya que esa anticipación que realizan los niños y niñas de que las discusiones derivarán en agresiones físicas, no sólo provoca ansiedad, sino también aumenta la probabilidad de desarrollar síntomas depresivos.

Trastornos del Aprendizaje y del Desarrollo: las consecuencias psicológicas de la exposición y vivencia de la violencia de género en el hogar, ocasiona patologías clínicas en los y las menores (como se ha ido viendo) que son las que afectan directamente en su rendimiento escolar. En cuanto al desarrollo, muchos de los niños y niñas experimentan pesadillas, no tienen control de esfínteres, sufren crisis de pánico y presentan patrones de sueño interrumpidos./

Problemas de adaptación Psicosocial: los menores que han experimentado alguna forma de rechazo parental o maltrato tienden a presentar sesgos atribucionales hostiles y aprenden a anticipar y a evitar las conductas de rechazo, generalizando esta anticipación a contextos interpersonales y desarrollando con alta probabilidad déficits en el procesamiento de la información social. Así, es más probable que estos niños y niñas que se muestran agresivos en las relaciones interpersonales con sus iguales no sean aceptados entre sus compañeros y compañeras, aumentando el riesgo de aislarse o relacionarse con grupos de pares agresivos.

Crecimiento: la violencia de género también tiene repercusiones sobre el crecimiento de los y las menores: retraso en el crecimiento, trastorno de la conducta alimentaria, dificultad o problemas de sueño, regresiones, déficits en habilidades motoras, y síntomas psicosomáticos (alergias, asma, cefaleas, dolores abdominales, enuresis nocturna, etc).

2.3. Modelos explicativos.

Además de estos estudios, existen diferentes propuestas teóricas sobre las consecuencias en los/as niños/as de la exposición a la violencia de género, y cada una de ellas pone el énfasis en distinto procesos o mecanismos que subyacen al inicio de los síntomas relacionados:

Teoría del Apego: Según esta teoría los/as menores que son expuestos a violencia familiar desde muy temprana edad, tienen una alta probabilidad de de desarrollar un patrón desorganizado de vinculación, que provoca efectos adversos en su desarrollo. Así, los/as niños/as que son maltratados tienen un mayor riesgo de desarrollar vínculos inseguros al no recibir apoyo emocional de los adultos que les aterrorizan, (Cicchetti, Toth y Lynch, 1995)4. Según Bowbly (1989)5, la etiología de numerosas patologías infantiles está relacionada con los vínculos de apego desarrollados con los cuidadores principales, por tanto si existe una falta o deterioro de los mismos, como en el caso del maltrato, abuso o violencia de género, se podrían generar dichas patologías.

Teoría del Desarrollo: Según esta teoría, las experiencias tempranas proporcionan la base para las posteriores adaptaciones al entorno, moderando o exacerbando el impacto de los acontecimientos vitales. Así, la exposición a la violencia familiar durante la primera infancia, cuando la capacidad de regulación emocional está surgiendo y existe una fuerte identificación de los menores con sus figuras de apego, proporcionará efectos negativos más fuertes y duraderos en la adaptación a futuras experiencias. Parte de la idea, de que una familia donde existe violencia de género es un ambiente inadecuado para que se dé un buen desarrollo.

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Esta teoría, organiza el estudio de las consecuencias de la violencia de género en torno a los “hitos” del desarrollo del niño o a la niña, de esta forma la violencia afecta al desarrollo del menor, dificultando la concesiòn de los “hitos” evolutivos que se consiguen consecutivamente. Además, basándose en los resultados de los distintos estudios, predice que la violencia de género va a afectar al desarrollo emocional, cognitivo y comportamental del menor, aunque el impacto sobre él o ella, dependerá de la etapa de desarrollo en la que se encuentre y los recursos personales y ambientales para hacerles frente.

Teoría del Aprendizaje Social: Siguiendo esta teoría, el comportamiento violento se puede transferir de generación a generación, lo que se conoce como ciclo de la violencia. De este modo, los niños y niñas que proceden de familias violentas aprenden diversas tácticas de agresión, explicando la transmisión intergeneracional de las conductas violentas. La propuesta central de esta teoría es que los menores expuestos a violencia de género tienden a desarrollar estrategias de afrontamiento del estrés y de resolución de problemas caracterizadas por el uso de la violencia, legitimada por el aprendizaje intrafamiliar. Así el niño o la niña ante una situación de violencia en el hogar se puede identificar con el agresor, aprendiendo a manipular y coaccionar a los demás para satisfacer sus necesidades o en caso contrario, asimilando que sólo podrá relacionarse con los demás mediante la adopción de comportamientos de sumisión, autoculpabilización, o desistiendo ante las dificultades. De esta forma, la violencia puede perpetuarse a través de los papeles de maltratador y de víctimas, volviéndose adultos violentos o adultas sumisas, potenciales maltratadores o víctimas respectivamente (Duarte, 2007)6<.

Teoría del Trauma: Esta teoría propone que la pérdida y la amenaza asociada a la situación de violencia de género, crea un ambiente altamente estresante para los/as niños/as (DeBellis, 2001)7. La exposición crónica y severa a este tipo de violencia, puede provocar en el/la menor una sintomatología más grave que otro tipo de estresor, debido a los altos niveles de miedo, terror, desamparo, impotencia que genera, y a la percepción de que tanto él/ella como su madre pueden morir o ser gravemente heridos (McNally, 1993; Moreno, 1999; Terr, 1990).

Teoría de la Resiliencia: Según la psicología positiva, no todos los niños y niñas expuestos a la violencia de género presentan problemas, debido a la capacidad de resistencia frente a la adversidad o “resiliencia” (Hughes, Graham-Bermann y Gruber, 2001)8. Este concepto se utiliza para explicar la forma sorprendente de adaptación y bienestar de niños y niñas que habían sido criados en ambientes desfavorables y negativos, con múltiples factores de estrés grave y crónico y por tanto potencialmente traumatizante. Se ha encontrado que la resiliencia o la habilidad para afrontar exitosamente el estrés y los eventos adversos, proceden de la interacción de diversos factores de la vida del niño o niña, entre ellos: la inteligencia, el temperamento del niño o niña, el locus de control interno o dominio, la familia y el ambiente de la comunidad en la que vive, sobre todo la relación con su crianza y las cualidades de apoyo que están presentes, y el número, intensidad y duración de las circunstancias estresantes o adversas por la que ha pasado, especialmente en edades tempranas.

2.4. Diseño.

Partiendo de la base de que el objetivo del presente estudio piloto es identificar los síntomas y consecuencias físicas, emocionales y psicológicas que sufren los/as menores que han vivido en hogares donde se ejercía la violencia de género, el diseño de investigación que se va a llevar a cabo será de tipo cualitativo, concretamente exploratorio-descriptivo y transversal.

En cuanto al tipo de muestra, será no probabilística e intencional, se partió de un grupo de madres y sus hijos/as que en el momento de la investigación participaban en un taller para hijos e hijas de mujeres víctimas de Violencia de Género, impartido en un Centro Municipal de Información a la Mujer.

Las participantes en el taller eran mujeres víctimas de Violencia de Género que actualmente estaban separadas/divorciadas de sus maridos, los cuales tenían todos ellos un régimen de visitas que consistía en fines

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de semanas alternos más un día a la semana. Como consecuencia de todo este proceso, las mujeres habían sido atendidas previamente por la Asesora Jurídica del Centro y ésta junto con la Psicóloga aconsejaba la participación en el taller de ellas y sus hijos/as.

El grupo de veinte niños/as habían sido víctimas directas de la Violencia de género ejercida en el hogar, y sus edades oscilaban entre los 6 y los 13 años.

Pues bien la recogida de datos consistió en una entrevista realizada a las madres, en la que no sólo se les preguntaba por la historia de Violencia de Género que habían sufrido, además se les entregaba un listado de síntomas, extraídos de Wolak (1998), que son las alteraciones más frecuentes detectadas en los/as menores que han vivido este tipo de violencia.

.5. Resultados.

Como resultados más significativos extraídos de las entrevistas con las madres y del instrumento que se les pasó, encontramos los siguientes:

El 100% de los/as menores habían sufrido o sufrían en el momento actual, irritabilidad y trastornos de

la conducta alimentaria. El 87.5% habían tenido o tenían trastornos del sueño. El 75% tienen problemas de concentración y aislamiento. El 62.5% se mostraban miedosos, ansiosos y/o tristes, además de mostrar respuestas exageradas a

estímulos. El 50% mostraban indiferencia hacia los sentimientos de la madre, constricción emocional y evitaban

realizar actividades que les recordara a situaciones negativas vividas. En menor medida con un 37,5% los/as niños/as tienen conductas de hipervigilancia y con un 12,5%

han disminuido su interés por actividades que antes les resultaban positivas.

3. CONCLUSIONES.

Por tanto y a partir de los resultados obtenidos se concluye a modo general que al hablar de menores que han sufrido Violencia de Género, hablamos de niños/as que entre otras cosas, muestran trastornos del sueño a modo de pesadillas, terrores nocturnos y miedo a la oscuridad; trastornos de la conducta alimentaria con falta de apetito. Presentan conductas de hipervigilancia, se muestran indiferentes cuando las madres están agobiadas, en cambio sienten miedo cuando éstas están enfermas. Algunos/as de ellos/as buscan la soledad y apenas hablan de sus sentimientos con las madres, tienen dificultades en la concentración e irritabilidad que se traduce sobre todo en agresividad verbal.

Además de todo esto, también se desprendió de las entrevistas con las madres, que algunos/as de los/as niños/as presentan conductas y pensamientos machistas.

Por todo ello, creemos que es de suma importancia que se pongan en marcha recursos de atención específicos, atendidos por profesionales especializados en el tema. Siendo además esta intervención una manera no sólo de disminuir los efectos que la Violencia de Género deja sobre ellos/as, sino también como un instrumento para frenar una posible transmisión transgeneracional de este tipo de violencia.

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1. Aguilar Redorta, D. (2009). La Infancia Víctima de Violencia de Género. III Congreso del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género. La valoración del riesgo de las víctimas.

2. Alcántara Lòpez, Mª V. (2010). “Las Víctimas Invisibles”. Afectaciòn psicològica a Menores expuestos a Violencia de Género. Universidad de Murcia.

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4. Atenciano Jiménez, B. (2009). Menores Expuestos a Violencia contra la Pareja: Notas para una Práctica Clínica Basada en la Evidencia. Clínica y Salud Vol. 20, n.° 3, 2009 -Págs. 261-272.

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6. Bravo Campanón, C. (2008). Menor es Víctimas de Violencia de Género: Experiencia de Intervención en un Centro de Acogida para Familias Víctimas de Violencia de Género. Intervención Psicosocial, 2008, Vol. 17 N.° 3 Págs. 337-351. ISSN: 1132-0559.

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8. Castro Sáez, M. (2011). Trastorno por Estrés Postraumático en Menores que han sufrido Maltrato Familiar: Directo y Exposición a Violencia de Género. Universidad de Murcia.

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http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lap/rojas_y_c/capitulo1.pdf