violencia social y las huellas de la modernidad

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Violencia Social y las Huellas de la Modernidad Acerca de Este informe ha sido preparado por el Consejo Editorial de asuntospublicos.org. ©2000 asuntospublicos.org. Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción, total o parcial, de lo publicado en este informe con sólo indicar la fuente. 29/08/2007 Política Nacional asuntos org públicos El listado sólo muestra los 7 últimos informes publicados. Para obtener información anterior, visite nuestro sitio web www.asuntospublicos.org Las huelgas y movilizaciones que en junio y julio últimos afectaron a la minería presentaron índices relativamente altos de situaciones de fuerza y de prácticas violentas. Algo similar se vivió, meses atrás, durante las movilizaciones de los trabajadores forestales y en algunos otros conflictos con menos cobertura mediática. Aunque en Chile la violencia social es comparativamente baja, lo cierto es que su uso resulta cada vez más recurrente y más intenso en momentos de conflictos sociales. Si a eso se le suman los actos de violencia que con cierta frecuencia realizan grupos juveniles y pandillas barriales, el cuadro de violencia social, sin ser alarmante, al menos debiera ser considerado preocupante. Preocupante no sólo por la mayor asiduidad de episodios violentos que se presentan en el transcurso de conflictos sociales, sino también por las características que revisten algunos de esos episodios y, sobre todo, porque el fenómeno muestra señales indicativas de que también responde a ciertas tendencias socio-culturales que se desarrollan en sociedades en procesos de modernización. En este Informe se aborda el tema de la violencia social articulándolo, precisamente, a aspectos de esta última naturaleza, es decir, a cuestiones referidas a cambios socio-culturales originados en transformaciones modernizadoras y a rasgos emergentes que se encuentran en sociedades que han alcanzado determinado nivel de modernización. Habría que precisar que lo que se tiene en mente en este artículo no está constreñido al problema de la violencia en los conflictos laborales o reivindicativos en general, sino a un asunto más amplio: la violencia social en sí, sus expresiones nuevas y multifacéticas y sus causas y estímulos modernos. Por supuesto que la amplitud de esa mirada sobrepasa los alcances de un artículo, en consecuencia, aquí se tratan sólo algunos puntos. Desvalorización del Mundo Laboral En Chile hay una clara desvalorización o subvaloración de lo que ocurre en los mundos laborales y, casi por extensión, en los mundos populares. Subvaloración referida muy específicamente en cuanto a la presencia activa y visible de estos universos en las esferas Informe N ° 626 Antonio Cortés Terzi Sobre la Distribución del Ingreso y la Riqueza en Chile (II) 17/08/2007 Economía Codelco: la Verdad Sobre su Gestión, Costos y Rentabilidad 06/08/2007 Economía Efectos Redistributivos del Gasto Social 26/07/2007 Economía Concertación: Tres Fuentes de Potencial "Crisis Catastrófica" 31/07/2007 Política Nacional Sobre la Distribución del Ingreso y la Riqueza en Chile (I) 13/08/2007 Economía Éxito Económico e Insatisfacción Socia 23/08/2007 Economía La Modernización de la Política (II) 24/07/2007 Política Nacional Novedades

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La violencia que está acompañado de modo sistemático las protestas de los trabajadores obedece a que éstos necesitan ser notados y tomados en cuenta, para obtener sus reivindicaciones, en una sociedad en la que sus tareas han perdido valoración.

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Violencia Social y las Huellas de laModernidad

Acerca de

Este informe ha sido preparadopor el Consejo Editorial deasuntospublicos.org.

©2000 asuntospublicos.org.Todos los derechos reservados.

Se autoriza la reproducción, totalo parcial, de lo publicado eneste informe con sólo indicar lafuente.

29/08/2007Política Nacional

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El listado sólo muestra los 7 últimosinformes publicados. Para obtenerinformación anterior, visite nuestrositio web www.asuntospublicos.org

Las huelgas y movilizaciones que en junio y julio últimos afectarona la minería presentaron índices relativamente altos de situacionesde fuerza y de prácticas violentas. Algo similar se vivió, meses atrás,durante las movilizaciones de los trabajadores forestales y en algunosotros conflictos con menos cobertura mediática. Aunque en Chile laviolencia social es comparativamente baja, lo cierto es que su usoresulta cada vez más recurrente y más intenso en momentos deconflictos sociales. Si a eso se le suman los actos de violencia quecon cierta frecuencia realizan grupos juveniles y pandillas barriales,el cuadro de violencia social, sin ser alarmante, al menos debieraser considerado preocupante.

Preocupante no sólo por la mayor asiduidad de episodios violentosque se presentan en el transcurso de conflictos sociales, sino tambiénpor las características que revisten algunos de esos episodios y, sobretodo, porque el fenómeno muestra señales indicativas de que tambiénresponde a ciertas tendencias socio-culturales que se desarrollan ensociedades en procesos de modernización.

En este Informe se aborda el tema de la violencia social articulándolo,precisamente, a aspectos de esta última naturaleza, es decir, acuestiones referidas a cambios socio-culturales originados entransformaciones modernizadoras y a rasgos emergentes que seencuentran en sociedades que han alcanzado determinado nivel demodernización.

Habría que precisar que lo que se tiene en mente en este artículono está constreñido al problema de la violencia en los conflictoslaborales o reivindicativos en general, sino a un asunto más amplio:la violencia social en sí, sus expresiones nuevas y multifacéticas ysus causas y estímulos modernos. Por supuesto que la amplitud deesa mirada sobrepasa los alcances de un artículo, en consecuencia,aquí se tratan sólo algunos puntos.

Desvalorización del Mundo Laboral

En Chile hay una clara desvalorización o subvaloración de lo queocurre en los mundos laborales y, casi por extensión, en los mundospopulares. Subvaloración referida muy específicamente en cuantoa la presencia activa y visible de estos universos en las esferas

Informe N° 626

Antonio Cortés Terzi

Sobre la Distribución delIngreso y la Riqueza enChile (II)

17/08/2007Economía

Codelco: la Verdad Sobresu Gestión, Costos yRentabilidad

06/08/2007Economía

Efectos Redistributivosdel Gasto Social

26/07/2007Economía

Concertación: TresFuentes de Potencial"Crisis Catastrófica"

31/07/2007Política Nacional

Sobre la Distribución delIngreso y la Riqueza enChile (I)

13/08/2007Economía

Éxito Económico eInsatisfacción Socia

23/08/2007Economía

La Modernización de laPolítica (II)

24/07/2007Política Nacional

Novedades

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cultural-comunicacionales. Son espacios cuyo reconocimiento cultural-comunicacional de parte de la"sociedad oficial" es muy débil, esporádico y normalmente segregado. Como espacios autónomos y conpersonalidad propia tienen una escasísima expresión en los niveles en los que la sociedad se identifica ymanifiesta. Bien podría decirse que, en general, la "sociedad oficial" los observa como "externalidad" yen tanto situaciones problemáticas: pobreza, confli ctos, desempleo, delincuencia, etc.1

En lo grueso y esencial, lo que constituye lo cultural-popular masivo -como totalidad- tiene una atencióncasi marginal y preferentemente episódica desde las esferas que construyen las referencias de lo que seidentifica como sociedad.

Esta suerte de subvaloración o exclusión de la atención cultural-comunicacional de lo cultural-popularmasivo opera con tanta o más intensidad en lo que respecta a la actividad laboral y al trabajo quemayoritariamente ejecuta el sujeto-masa. Sin duda que esas conductas tienen que ver con sesgosevidentemente discriminatorios que cruzan la cultura nacional profesada por la "sociedad oficial". Pero,para los efectos de este análisis, interesan, particularmente, dos fenómenos que intervienen en ladesvalorización cultural del trabajo y del trabajador, ambos asociados a rasgos que se consideran intrínsecosa la modernidad.

La "Ideología de la Modernidad"

Antes de entrar a precisar ambos fenómenos conviene explicitar, aunque sea someramente, un par deapreciaciones polémicas sobre lo que habitualmente se entiende por características intrínsecas o arquetípicasde la modernidad.

La opinión que aquí se tiene es que la modernidad, como proceso histórico-estructural, ha sido capaz dedesarrollar su propio discurso ideológico (o ideología a secas) hasta niveles que lo tornan claramentehegemónico, imponiéndose con bastante holgura sobre discursividades críticas y de origen distinto. Lamodernidad, en otras palabras, ha generado su propia ideología que, en tanto tal, es funcional a suconsolidación y reproducción.

Dos de las consecuencias más importantes de este hecho son las siguientes:

- De un lado, pese a la amplitud y multiplicidad de significados que se acuñan tras el vocablo modernidad,su discurso ha logrado asentar la idea de una modernidad unívoca, virtualmente inconflictuada en símisma y cuyo paradigma y devenir es unidimensional. Es un discurso que, en definitiva, postula unanoción única y universal de modernidad y que, por lo mismo, cierra la posibilidad de debates en torno avisiones alternativas y referidas a esencialidades.

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1 Las polémicas y la variedad de propuestas sobre la cuestión salarial, laboral y pobreza que han estado presentes en los mass

media en las últimas semanas, a propósito de las declaraciones de monseñor Goic sobre el "salario ético", parecerían contradecir

lo afirmado en este párrafo. En realidad, es a la inversa. El que esos temas hayan concitado tanta atención, tanto debate y tanta

proposición es demostrativo que estaban ausentes o muy postergados.

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- De otro lado, y como proyección de lo anterior, esa discursividad hegemónica ha creado, también bajoparámetros unidimensionales, sólidas categorías, conceptos y explicaciones atinentes a los fenómenosde la modernidad y que desempeñan un papel casi tautológico respecto de la idea global de modernidad.Es decir, al igual que ésta sus fenómenos y el lenguaje que los describe e identifica son unívocos einternamente inconflictuados.

Este paréntesis tiene como propósito dejar sentado que cuando aquí se habla de caracterizaciones,fenómenos o procesos modernos se hace en el sentido que les da el discurso hegemónico de la modernidad,lo que no implica que se comparta conceptualmente tal sentido.

Trabajo y Sociedad de Consumo

Como se decía, hay dos situaciones "modernas" -entre otras- que tienden a la subvaloración del trabajoy del trabajador.

Una de ellas es la supremacía que ha alcanzado el consumo y sus indicadores como "instrumento" demedición de estatus, de valoración social y de interrelaciones e integraciones sociales. Supremacía cuyocosto principal recae en una notable baja en la apreciación del trabajo. Como trabajador el sujeto pierdeimportancia, puesto que la condición que importa es la de consumidor. El consumidor (o el ciudadanoconsumidor, como prefieren algunos autores) deviene en uno de los principales ejes sobre los que girala vida social. Así lo hizo notar Norbert Lechner hace ya varios años: "La 'sociedad del trabajo' parececeder el primado a una 'sociedad de consumo'. El trabajo no desaparece, por supuesto, pero cambia designificado al interior de un imaginario social centrado en el consumo. Incluso las desigualdades se danen -y son exacerbadas por- una cultura de consumo" (La dimensión cultural de la política. LOM. 2002)

Por cierto que este traspaso valorativo significa un menoscabo cultural-valórico de la actividad laboral ydel sujeto trabajador. En primer lugar, porque ambos son subsumidos, en el marco de las valoracionessociales, por el consumo y el consumidor. Y, en segundo lugar, porque la función social más relevantepara el trabajador, a saber, la función social de "productor", sufre una suerte de desconocimiento socialal ser suplantada, en gran medida, por la función de consumidor.

Este cambio valórico-cultural es tanto más significativo si se tiene en cuenta que, de un lado, el sujetotrabajador pasa de una valoración por cualidades intrínsecas a su ser a una valoración que debe adquiriren el mercado (consumo). Y de otro lado, el cambio valorativo es internalizado contradictoriamente porel trabajador: asimila las nuevas formas valorativas, pero, percibe, a su vez, los efectos que ésta tieneen su propia autovaloración y autoestima.

La segunda situación emana de un fragmento del discurso "oficial" sobre lo moderno y que se refiere,específicamente, a la idea de que las sociedades modernas han reemplazado (o estarían desplazando)el trabajo "tradicional" con una intensidad tal que lo tornan virtualmente "excepcional" y en extinción.En ese discurso, al trabajo se le identifica con los tipos de trabajos característicos de economíaspredominantemente extractivas e industriales tradicionales. Simultáneamente, en ese mismo discursolas sociedades modernas tienden a considerarse (y a llamarse) como "sociedades post-industriales" o"sociedades del conocimiento", etc., nominaciones que entrañan la idea de la obsolescencia de las viejas

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formas de producción y de la preeminencia de nuevas formas de producción basadas en la "información"y el "conocimiento", ergo, en la emergencia de nuevos tipos de trabajo y de trabajadores que representaríanuna radical ruptura con las formas y contenidos implicados en esas "viejas" categorías.

En Chile, por cierto que el tipo de trabajo que mayoritariamente se practica es aquel que se desenvuelve,todavía, dentro de cánones "tradicionales". El mayor uso de tecnología y de tecnología avanzada ni ha"extinguido" el trabajo tradicional ni tampoco lo ha modificado a niveles tan distintos que lo hagairreconocible como tal. Sin embargo, la parte del "discurso de la modernidad" sobre esta materia (sobrela subvaloración del trabajo tradicional) ha tenido una influencia enorme y filtrada a través de infinidadde vías. ¿Por qué esta disonancia entre discurso y realidad?

Son varias las respuestas, pero aquí importa señalar dos de las más importantes, tanto por su universalidadcomo por su ligazón con las lógicas del discurso de la modernidad.

a) En lo medular, la ideología de la modernidad tiende a razonar los fenómenos a partir del supuesto queel estadio (o estadios) de la modernidad son metas hacia las cuales las sociedades progresan con celeridade insoslayablemente, absorbiendo y resolviendo -con su sólo devenir- los problemas y conflictos derivadosde los fenómenos propios de la "pre-modernidad". Así, entonces, aun cuando en una sociedad, como lachilena, el tipo de trabajo dominante siga siendo de rango más o menos tradicional, puesto que se tratade una situación "pre-moderna", ergo, "transitoria", se ubicaría en una escala menor de atenciones ypreocupaciones.

b) Es intrínseca también a la ideología de la modernidad -y como proyección de lo anterior- reducir losfocos de atención a aquellas áreas (económicas, sociales, culturales, etc.) que, al seno de una sociedad,efectivamente lucen como avanzadas paradigmáticas del devenir moderno, puesto que su idea del desarrollo-esquematizando- no impele a poner el énfasis en la solución en sí y de por sí de los problemas"premodernos", sino que impele a la aceleración de los procesos y avances modernizadores ya existentes,toda vez que -se piensa- sería la expansión de esos procesos y avances la mecánica moderna idónea pararesolver los temas "premodernos".

En tal sentido, el "trabajo tradicional" -que equivaldría a una situación "premoderna"- no es de por síprotagónico en el discurso de la modernidad. Dentro de él, es un tema abordable, fundamentalmente,en relación y en comparación al tema de las formas que revestiría y que debería revestir el "trabajomoderno".

Exclusión Relativa del Mundo Laboral

Lo escrito hasta aquí sobre la desvalorización del trabajo y del trabajador podría resumirse en los puntosque siguen:

1. La sobredimensión otorgada al consumo y al consumidor -como factor calificable de estatus y de funciónsocial (consumidor)- es un cambio valórico trascendente, toda vez que tiende a reemplazar escalasvalórico-culturales en las que la actividad laboral era una potente fuente de prestigio y autoestima.

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2. Al trabajo y al trabajador "tradicional" (el trabajador masivo o promedio) es a quienes más afecta esecambio de escala. Con antelación a ese cambio, el trabajo era una compensación "espiritual" y dignificadorarelevante del sujeto y de la masa trabajadora frente a las desigualdades socio-económicas y a las carencias.Al erigirse el ingreso (capacidad de consumo) en un elemento privilegiado para las definiciones de estatus,de integración social y de interrelaciones, el trabajo tiende a perder esa cualidad compensatoria ydignificadora.

3. Instalado el binomio ingreso/consumo como gravitante mecanismo de integración social, al trabajadormasivo se le plantean dos situaciones novedosas y conflictivas. De un lado, se le debilita el sentido deintegración social que le daba su más importante e intrínseca actividad: el trabajo. Y de otro lado, laintegración por la vía del ingreso/consumo no le está exenta de dificultades e incomodidades, dado queen un altísimo porcentaje la debe llevar a cabo "en cuotas", a través de créditos y endeudamientos. Escomo si su integración dependiera del pago mensual que haga. Obviamente que una integración socialcon esas vicisitudes tiene un carácter orgánico, armónico muy menor que la que espontáneamente producela actividad laboral. Sin lugar a dudas que este estado de cosas repercute, no sólo en el plano de laobjetividad, sino también en el de la subjetividad, en un menoscabo de la dimensión del trabajo.

4. Lo que aquí se ha denominado "discurso" o "ideología" de la modernidad, o sea, una suerte de "discursooficial" que lee y difunde el país desde una visión particular del ser y deber ser de la modernidad, participaen la desvalorización valórico-cultural del trabajo y del trabajador por las siguientes razones:

a) Porque asimila "trabajo tradicional" a "premodernidad" y esta tiene, genéricamente, una connotacióncasi despectiva en los mensajes que emite la "ideología de la modernidad".

b) Porque sus prioridades y acentos analíticos, discursivos, comunicacionales, etc., son los tópicos,situaciones o hechos que reflejan los "polos dinámicos" de lo moderno dentro del país, aun cuando éstosocupen espacios menores dentro del ámbito nacional. Estando fuera de esas prioridades, el "trabajotradicional" recibe un trato marginal.

c) Porque el "trabajo tradicional" tiende a ser observado como un problema de rezago de la modernidady, por lo mismo, como un problema transitorio a ser resuelto por el devenir moderno.

d) Porque, en definitiva, la "ideología de la modernidad" -en su condición de discurso masivo, permanentey que influye en las prácticas socio-políticas- tiene una no desestimable carga de exclusión de los mundoslaborales, autónomamente vistos como sujetos históricos activos.

El componente de violencia social que se encuentra en las movilizaciones de trabajadores y del que sehabla al comienzo de este artículo, está íntimamente ligado a este último asunto, al asunto de la exclusiónque discursivamente se halla en la ideología de la modernidad y que, como toda buena y efectiva ideología,se expresa en conductas.

En la historia del sindicalismo, de las luchas y movilizaciones sociales siempre han existido manifestacionesde violencia social. Sin embargo, lo que hoy debería llamar la atención son ciertos rasgos nuevos y ciertaspropensiones que se descubren tras las expresiones de violencia social.

Uno de esos rasgos se descubre con una primera simple comparación. En las movilizaciones "tradicionales"

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normalmente la violencia social se desataba -cuando así ocurría- en el transcurso de ella y lo habitualera que resultara de circunstancias más o menos espontáneas, impremeditadas. En la actualidad, latendencia más común y relativamente reiterada es que las movilizaciones se inician con hechos de violenciao con la creación de situaciones que de manera virtualmente insoslayable conducen a prácticas o encuentrosviolentos. Es decir, hoy y en términos gruesos, desde los mundos sociales, hay una inclinación deliberadae instrumental a hacer uso de prácticas violentas o de actos que la inciten.

Al respecto y fiel a lo escrito precedentemente, caben tres hipótesis explicativas de esta inclinación:

1. No cabe ninguna duda que en esas actitudes está presente la conciencia de que el empleo de violenciaes un recurso de acceso a los grandes medios de comunicación. Sin embargo, ese factor debe analizárseledentro del cuadro general de exclusiones o semi exclusiones en que vive el mundo laboral y, particularmente,en lo que se refiere a atención mediática y discursiva.

En otras palabras, son actitudes que obedecen a realidades de lo "moderno". Antes que todo, a lasexclusiones o subvaloraciones que afectan a los fenómenos laborales "tradicionales" y que provienen dela "ideología de la modernidad". Y, en segundo lugar, al lugar preponderante que le otorgan a lo mediáticola política, los dirigentes y los cuerpos políticos.

La lógica seguida en estos casos es elemental: para interlocutar y negociar adecuadamente con lasinstancias políticas (o en general con las elites) es menester un reconocimiento mediático. Pero, parainstalar en lo mediático un problema subvalorado y desde universos excluidos o semi excluidos de loscircuitos de poder, debe recurrirse a fórmulas "excepcionales", "espectaculares". La violencia ha devenidoen una de las fórmulas preferentes.

Bien podría decirse que la violencia social funge funciones, al menos temporalmente, de integración yde comunicación.

2. Pero el uso de la violencia no tiene sólo esta razón "funcional" e "instrumental". La violencia social"en sí también ha sufrido transformaciones "modernas". Han cambiado las percepciones cultural-valóricasque se tienen de ella.

Uno de esos cambios tiene que ver con deconstrucciones cultural-valóricas introducidas por los procesosmodernizadores y que han estremecido o licuado los parámetros que regían las conductas inspiradas enpautas cultural-valóricas tradicionales. Es la sociedad chilena toda la que ha modificado su relación conlos gestos y actos de violencia.

Y otro cambio relevante y que atañe específicamente a los mundos laborales y populares se liga alfenómeno de integración social. La desvalorización del trabajo, la subvaloración del trabajador (porextensión, de los sectores populares) en cuanto agente social histórico, produce, culturalmente, pérdidadel sentido de pertenencia a totalidades. En consecuencia, tras la violencia social actual no se encuentransólo reacciones por las exclusiones originadas en las desvalorizaciones del trabajo y el trabajador, sinotambién percepciones de no pertenencia o escasa pertenencia a un "nosotros" de tamaño superior a los"nosotros" más inmediatos, percepciones que, obviamente, debilitan los sentidos y compromisos deresponsabilidad social. En otras palabras, son percepciones que facilitan el uso de violencia social pues,al fin de cuentas, se ejerce sobre "otros" que son ajenos y distantes.

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De todo esto pueden abreviarse tres hipótesis proyectivas.

Primera: La violencia social en las movilizaciones de trabajadores puede devenir en un dato permanente,en la medida que continúe desempeñando roles funcionales e instrumentales para acceder a interlocucionestrascendentes.

Segunda: La hipótesis anterior se fortalece si se consideran los factores cultural-valóricos que participanen ella, muchos de los cuales surgen de las desvalorizaciones culturales y comunicacionales que hanafectado al mundo cultural.

Tercera: Como expresión de síntomas político-culturales, la violencia social actual puede desarrollar vasoscomunicantes con formas de violencia social "moderna", esto es, con formas que se nutren de ideologíasque, aunque confusas, son radicalmente anti-sistémicas, anti-políti cas y anarquizantes.

Antonio Cortés Terzi: sociólogo y Director del Centro de Estudios Avance

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