X-MENPrimera GeneraciónPor Simón Cano Le Tiec

Si miramos al pasado, el mundo del comic suele quedar reflejado de una manera astuta, por los directores británicos. Nolan fijó el canon de “sociedad anti-caótica”, con su particular visión del frío Caballero Oscuro, y ahora Vaughn nos devuelve la confianza en X-MEN, perdida con la “Decisión final”, y sin recuperar del todo con “Orígenes: Lobezno”. El firme pulso del director queda plasmado con la continua estela de escenas, llevadas a cabo de manera brillante, acompañadas por el brusco acento del realismo, algo que se consigue con un guión absorbente, lleno de reverencias al género, y fiel al mismo, usando el mismo estilo que llevaba el legado del “primerizo” Bryan Singer. Este consistía en el reflejo de la autocrítica social frente a los complejos del ser humano, marginar a los engendros y aplastar su moral... Vaughn logra desviar esta temática, como hizo Singer en su momento, pero con un trato más favorable a la mirada del villano, creando así, un círculo vicioso que se repite en varias ocasiones, pero con un final distinto. Así es, en algunos momentos, la película resulta ser la misma muestra de diálogos que sus predecesoras. Obviando este detalle, el guión merece un sórdido aplauso, por compaginar el realismo con un comic, algo que sólo Nolan había logrado. Es un deleite comprobar como la crisis de los misiles de Cuba se puede manejar tanto en el mundo de la imaginación, y no con las filiales de los hechos reales. Ese podría ser el punto de vista por el que mirar “13 Días”; en algunos momentos, la realidad no absorbe nuestra emoción, pero la ficción, sí. Los papeles protagonistas logran captar la atención que les merece su nombre, dando una vital importancia a Michael Fassbender, quien crea a un personaje con comparación al de Michael C. Hall en “Dexter”, tan expresivo y cautivador, que capta la emoción gracias al talento interpretativo. Kevin Bacon vuelve a estar como pez en el agua al hacer otro de sus villanos. Al igual que en “El Hombre sin sombra”, no refleja más expresividad que la subjetiva, como un grito exterior, pero interiorizado. Sufre una especie de bloqueo, que no logra añadir más a su interpretación, pero la perfila perfectamente.

Por lo demás, cabe destacar una banda sonora espléndida que acompaña, en algunos momentos, perfectamente a la película. Vaughn demuestra su talento, similar al de Guy Ritchie, mostrando la faceta del director omnipresente.