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Xochimilco y su patrimonio cultural Memoria viva de un pueblo lacustre Araceli Peralta Flores

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Xochimilco y su patrimonio cultural

Memoria viva de un pueblo lacustre

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Araceli Peralta Flores

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En 1978, por su traza del siglo xvi, pero sobre todo por su zona chinampera, Xochimilco fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Lamentable-mente, el crecimiento urbano irregular, cambios en el uso del suelo, la contaminación del agua y la tierra, la tala inmoderada y el desinterés y desarraigo de ciertos sectores de la población han provocado da-ños irreversibles en esta zona.

Tras haber participado en el Proyecto unesco-Xo-chimilco (2004-2005) y haber tenido la oportunidad de conocer los múltiples y complejos rostros del pa-trimonio cultural local, la arqueóloga e historiadora Araceli Peralta Flores inició un proyecto de investiga-ción con la finalidad de analizar la situación actual de esta zona desde un enfoque histórico, antropológico, sociológico, arquitectónico, urbano y de gestión que ahora se encuentra recabado en este libro.

El estudio realizado muestra la riqueza cultural de Xochimilco como un elemento primordial para com-prender la importancia de su conservación; a la par, reconoce las acciones realizadas por el gobierno y la sociedad para su protección y difusión y propone, a partir de un diagnóstico, una serie de lineamientos que podrían contribuir a frenar el acelerado proceso de destrucción de esta importante zona natural, ar-queológica y arquitectónica de México.

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Xochimilco y su patrimonio cultural

memoria viva de un pueblo lacustre

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COLECCIÓN CIENTÍFICASERIE HISTORIA

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INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

Xochimilco y su patrimonio cultural

memoria viva de un pueblo lacustre

Araceli Peralta Flores

coordinadora

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Primera edición: 2011

D.R. © Instituto Nacional de Antropología e HistoriaCórdoba 45, Col. Roma, C.P. 06700, México, [email protected]

ISBN: 978-607-484-203-6

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los titulares de los derechos de esta edición.

Impreso y hecho en México.

Peralta Flores, Araceli.Xochimilco y su patrimonio cultural: memoria viva de un pueblo lacustre / Araceli Peralta Flores.

– México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2011.260 p.: fotos, il.; 26 cm. – (Colección Científica; 579)

ISBN: 978-607-484-203-6

1. Xochimilco, D.F. – Condiciones ambientales – Siglo XXI. 2. Xochimilco, D.F. – Vida social y cos-tumbres. 3. Patrimonio Cultural – Historia – Xochimilco, D.F. 4. Patrimonio Arqueológico – Xochimilco, D.F. 5. Patrimonio Arquitectónico – Xochimilco, D.F. 6. Patrimonio Natural – Xochimilco, D.F. 7. Patrimonio Intangible – Xochimilco, D.F. I. t. II. Serie.

LC: F1386.4 / X6 / P47

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Índice

Presentación 9 Luis Alberto López Wario

Prólogo 11 Natalia Fiorentini Cañedo

Agradecimientos 15

Introducción 19

Patrimonio natural 31

Patrimonio arqueológico 57

Patrimonio arquitectónico 107

Patrimonio inmaterial 177

La gestión cultural 203

Conclusiones 233

Archivos y documentos 241

Bibliografía 245

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presentación

Empiezo con una confesión: mucho me agra-dan los libros que comienzan planteando una pregunta, que se desarrollan con claridad, que diseñan propuestas y que, al finalizar su lectu-ra, nos dejan ir con nuevas preguntas. Y son aún más de mi agrado aquellas obras académi-cas que no recurren a palabras rebuscadas ni se esfuerzan en mostrarnos lo complejo que es el conocimiento científico, por el posible detrimento en su calidad y cientificidad. Por mi parte, creo que las obras con esas caracte-rísticas fortalecen su discurso por el mérito de allegarnos el saber.

Es el caso de este nuevo trabajo de la arqueó-loga e historiadora Araceli Peralta Flores, quien incorporó un formato que volvió a su libro afortunadamente aún más asequible pa-ra un público mayor y más diverso en edades, condiciones sociales, niveles educativos e intereses grupales y personales que el estricta-mente especialista.

A través del libro Xochimilco y su patrimonio cultural realizamos un viaje en el que la au-tora nos conduce por la amplia diversidad cambiante, lo vivo, lo afectivo y lo activo del patrimonio cultural del hermoso Xochimilco, en un enorme proceso histórico que trans-curre desde la época prehispánica hasta la actualidad.

Gracias a una sólida estructura expositiva muy adecuada para el tema, el lector mantiene

el interés en el discurso, lo que le permite in-crementar su conocimiento sobre el patrimo-nio cultural, identificar sus características, sus condiciones y sus fronteras, a la vez que refle-xionar en torno a las propuestas que Araceli adelanta en el campo de los conceptos y actos sobre el sentido de identidad cultural colecti-va, la pluralidad de la cultura, las culturas de resistencia, los patrimonios, tangible e intan-gible, la dinámica del patrimonio, la difusión de ese patrimonio cultural y los compromisos sociales y personales para su preservación.

Ante ello, se debe considerar que este texto se constituye como una potencial y ojalá obli-gada fuente de consulta y de acción progra-mática para las autoridades y la comunidad interesadas. Un aspecto fundamental para esta posibilidad reside en que se basa en la revisión detallada y prolija de una amplia bibliografía que cubre de manera exhaustiva el universo de información pertinente al tema abordado, tanto en sus aspectos generales como en los específicos.

Por supuesto que la doble formación de Ara-celi Peralta como especialista en temas históri-cos le condujo a que incorporara un extenso ba-gaje de datos documentales de fuentes directas, ya sean las consideradas históricas o no, estén editadas o sean inéditas, sean o no accesibles, lo que enriquece el diagnóstico que nos ofrece y fortalece las propuestas que presenta.

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La investigación plasmada en el libro integra de manera adecuada y eficaz la infor-mación disponible sobre el patrimonio cul-tural, e incluso incorpora múltiples datos del patrimonio natural xochimilca. Es digno de destacar que gran parte de la información que la autora incluye fue generada a partir de estu-dios efectuados por ella misma.

A partir de la definición de patrimonio cultural, y con la recuperación minuciosa de los elementos que lo conforman, establece los factores, interrelaciones, causas, característi-cas, agentes y políticas que se han aplicado o intentado aplicar en este importante aspecto de la vida cotidiana. Se debe subrayar que en momento alguno soslaya el contexto histórico de los procesos y hechos que refiere. Para su estudio, utiliza un extenso bagaje informativo y un amplio espectro de estrategias académicas tomadas de los campos antropológico, histó-rico, arqueológico y sociológico, lo que le permite una innegable versatilidad y un sólido análisis, en el que los resultados cuentan con soportes firmes.

Con base en ello, nos presenta un justo y alarmante diagnóstico, sin olvidar las pertinen-tes reflexiones y propuestas, señalando con precisión a los actores y las líneas posibles de acción, para lo que en parte retoma expe-riencias ya probadas, lo cual garantizaría su efectividad, y las combina con las pertinentes adecuaciones a las nuevas y particulares con-diciones.

En esta obra, la riqueza patrimonial cultural de Xochimilco es vista como un conjunto que se caracteriza por ser homogéneo dentro de su heterogeneidad, siempre cambiante, vivo en todo momento, íntimamente vinculado con el entorno del cual vive y al cual transforma, y que es un ente partícipe de un espacio mayor. Araceli Peralta Flores, haciendo gala de sus conocimientos, recurre para su análisis a la investigación directa y a las fuentes testimo-

niales, bibliográficas y documentales, lo cual hace posible que nos entregue un producto acabado, íntegro, pleno de información y propuestas.

Es meritorio subrayar que, a diferencia de muchos proyectos de investigación institucio-nal, este estudio se involucra en la búsqueda de soluciones y propuestas viables, consciente en que su aplicación rebasa el ámbito acadé-mico, pero cierto en que sus conclusiones son expuestas de manera fundamentada y coherente, lo que vuelve muy real su eventual aplicación.

Así, quiero subrayar que esta obra cuenta con los elementos pertinentes para entender, explicar y proponer soluciones a los graves riesgos a los que se enfrenta el patrimonio cultural xochimilca, lo que redundará en be-neficio del conocimiento concreto sobre el área, de la protección del patrimonio cultural y de su reconocimiento pleno como factor de crecimiento social en la vida cotidiana de la comunidad xochimilca, en particular, y para la sociedad nacional e internacional, que debe sustentar con hechos día a día su compromi- so con el declarado patrimonio de la huma-nidad.

La solución de los múltiples problemas puede lograrse con base en estudios funda-mentados y coherentes como el que presenta esta obra, que parten de entender y hacernos comprender que los patrimonios natural, ar-queológico, histórico y social se constituyen en factores fundamentales para el buen vivir.

Por todo esto, es una satisfacción y prin-cipalmente un orgullo poder participar con estas líneas en el libro Xochimilco y su patrimonio cultural de Araceli Peralta Flores, con el cariño y reconocimiento que ella y su importante labor merecen.

Luis Alberto López WarioAgosto, 2010

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El libro Xochimilco y su patrimonio cultural, escri-to por Araceli Peralta Flores, ofrece al lector un análisis integral, crítico y a la vez propositivo, de la situación actual del patrimonio natural, arqueológico, arquitectónico e inmaterial de Xochimilco, desde un enfoque histórico, antro-pológico, sociológico, arquitectónico, urbano y de gestión. En palabras de la autora, “la inten-ción de esta investigación es generar conciencia de por qué y para qué debemos cuidar el patri-monio, conocer cuáles son las acciones que ha hecho la sociedad para su protección y por qué muchas de ellas han fracasado, así como pro-poner líneas de acción para su conservación”. Semejante tarea, además de compleja, es ina-plazable, debido a la necesidad urgente de que estudios científicos proporcionen el sustento para buscar nuevas fórmulas de reflexión y gestión patrimonial que contribuyan a la salva-guardia de los bienes culturales.

De manera contundente, la autora pone el dedo en la llaga al señalar, por un lado, que lo que está en juego es la sustentabilidad misma de los valores culturales de Xochimilco si no se acota, con una clara visión de futuro, el desa-rrollo expansivo de la especulación inmobilia-ria, las transformaciones del uso del suelo, los cambios generados por el crecimiento urbano, así como la contaminación y la sobreexplota-ción de los manantiales del lugar; y por el otro, si las autoridades y la población que conviven

estrechamente con su patrimonio cultural no toman conciencia de por qué y para qué deben cuidarlo.

Dentro de las muchas aportaciones del li-bro en cuestión, sobresale la preocupación de la autora por abordar los esfuerzos e iniciativas provenientes de diversos actores sociales, para tratar de rescatar, conservar y difundir el riquí-simo patrimonio cultural de Xochimilco. Con ello, Araceli Peralta demuestra, además de la complejidad propia de este tipo de iniciativas —explicable, entre otros factores, por la diver-sidad de concepciones e intereses en juego—, que la única alternativa viable para lograr la sustentabilidad de los valores culturales, es la gestión participativa y el respectivo plan de manejo, que incluyan como actor central a la población, por ser ésta quien otorga signifi-cado a los bienes culturales en función de los conocimientos y prácticas depositadas en ellos. Dicha gestión, como se argumenta a lo largo del libro, deberá de incidir en la elaboración de políticas públicas que formalicen y den continuidad a los compromisos de los diversos actores —comunidades rurales, instancias gu-bernamentales, sociedad civil, instituciones académicas, entre otros— de acuerdo con sus áreas de competencia, pero sobre todo que permita construir una visión social conjunta y propositiva sobre el patrimonio de cara al futuro.

prólogo

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Muy relevante también es la contundencia con que la autora da cuenta de la relación dialéctica existente entre medio ambiente y patrimonio ya que, irremediablemente, al afectar a la naturaleza se afecta también la cultura y viceversa. Asimismo, da cuenta de la estrecha relación entre los valores patrimo-niales y sus usos sociales. Sin duda, la clara comprensión de cómo operan estas relaciones resulta indispensable para una adecuada pla-nificación que coadyuve a la cabal protección del patrimonio cultural, tal como lo refiere Araceli Peralta en una interesante reflexión en torno a la gestión cultural.

Una cualidad poco común del trabajo reali-zado por la autora, quien por cierto es historia-dora y también arqueóloga, es que se trata de una investigación interdisciplinaria, producto de la intersección de saberes, que permite abor-dar de una forma mucho más compleja y con una visión integral su objeto de estudio. Desde esta perspectiva, aparecen ante los ojos del

lector los conceptos de diagnóstico integral, cooperación, coordinación, diversidad de acto-res, gestión cultural participativa, educación patrimonial, voluntad y compromiso político, participación social, concertación, inversión, financiamiento, continuidad, apropiación, re-significación, relaciones dialécticas entre natu-raleza y patrimonio cultural, indisolubilidad del binomio patrimonio tangible e intangible, entre otros, que al analizarse en conjunto, ha- cen ver al lector, con un lenguaje claro y dirigi-do a un público amplio, que la solución a los problemas que enfrentan los bienes culturales de Xochimilco es una responsabilidad compar-tida y permanente.

Sin duda, el libro Xochimilco y su patrimonio cultural refleja la trascendencia y la madurez de la obra de una intelectual muy comprometida con su presente, la arqueóloga e historiadora Araceli Peralta Flores.

Natalia Fiorentini Cañedo

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A José Bertoldo y Benita, por heredarme mis profundas raíces xochimilcas.

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Mi primer acercamiento formal a la historia de Xochimilco comenzó en 1990, cuando la entonces coordinadora nacional de Monumen-tos Históricos del Instituto Nacional de Antro-pología e Historia (inah), la arquitecta Virginia Isaak Basso, nos encargó al arquitecto Jorge Rojas Ramírez y a quien esto escribe, una in-vestigación histórica para el Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco, a cargo del Gobier-no del Distrito Federal. El resultado de ese es-tudio fue un libro publicado en 1992, con el título de Xochimilco y sus monumentos históricos. A partir de ese momento comenzó mi interés por conocer más sobre el patrimonio cultural de este pueblo ancestral, de tal forma que, a lo largo de los siguientes años, publiqué varios artículos que abordan diversos aspectos de los valores patrimoniales de esa demarcación.

Estos estudios, y el hecho de ser oriunda de Xochimilco, fueron determinantes para que durante 2004 y 2005, el arquitecto Raúl Delga-do Lamas, entonces coordinador nacional de Monumentos Históricos, me comisionara para representar al inah en las acciones académicas y técnicas del Proyecto unesco-Xochimilco, coordinado por el arquitecto Ciro Carballo Perichi. Debido a la relevancia que tuvo para mí esta comisión, decidí llevar a cabo el proyecto de investigación Xochimilco y su patrimonio cultural, que contó con el total apoyo de la cnmh.

Integrarme al trabajo del equipo de la Orga-nización de las Naciones Unidas para la Educa-ción, la Ciencia y la Cultura (unesco) fue todo un reto y una gran experiencia en el tema de la gestión cultural; mi agradecimiento a Lucero Chávez, Yadira Correa, Álvaro López y Araceli Aguilar, pero sobre todo a Ciro Caraballo por sus valiosas enseñanzas. Las actividades que de-sarrollé se realizaron en un ambiente de colabo-ración, compromiso y respeto profesional con los representantes de diversas instituciones que se integraron al proyecto unesco-Xochimilco, entre ellos: investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam-Xochimilco), Universidad Nacional Autónoma de México (unam), Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas), inah a través de la Dirección de Patrimonio Mundial, Dirección de Registro Público de Mo- numentos y Zonas Arqueológicas, Coordina-ción Nacional de Arqueología, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (cnmh) y Coordinación Nacional de Desarrollo Institu-cional, asesores del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, (icomos por sus siglas en inglés), funcionarios de la Delegación Xo-chimilco y del Gobierno del Distrito Federal. De este grupo, mi gratitud a Sergio Méndez, Ángel Mercado, Francisco Romero, Laura Oji-naga, Jorge González, Uriel Dueñas y Amparo Ángeles.

agradecimientos

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En diciembre de 2006, durante la gestión del biólogo Uriel González Monzón como de-legado de Xochimilco, fui invitada a formar parte del Consejo Delegacional de Fomento y Desarrollo Cultural de Xochimilco. El nombra-miento me permitió acercarme aún más a la gente de la demarcación, siendo lo más gra-tificante darme cuenta del gran número de personas que comparten el interés por con- servar, proteger y difundir el patrimonio de la región: cronistas locales, promotores cultura-les, colectivos, administradores de las casas de cultura, asociaciones civiles y religiosas, profe-sores, médicos, campesinos, enfermeras, amas de casa, poetas, escritores, artistas, artesanos, comerciantes, ingenieros, funcionarios, ma-yordomos, “planteros”, entre otros. Un espe-cial agradecimiento a Jaime Velasco, Enrique Urrutia, Linda García, Ana María Sánchez, Er-nesto Ramírez, Rodolfo Cordero y Jorge Díaz porque la labor cultural que realiza cada uno contribuyó a enriquecer de manera directa o indirecta las páginas de este libro.

A mis jóvenes amigos de los colectivos To-llan, Intermitente y Chachalacatlahtoa, por su importante y creativo trabajo de difusión de la cultura local, que me sirvió para ampliar el contexto de la vida cultural y sus actores. Un especial agradecimiento a Miguel Ángel Ale-mán por acompañarme al sitio arqueológico “El Mirador”, elaborar el plano de ubicación de la Delegación Xochimilco y facilitarme nu-merosas fotografías de su archivo personal, varias de las cuales ilustran este libro. A Ulises Valderrama, Tzutzumatzin Soto, Maribel Ló-pez y Rodrigo Ocaña, que gentilmente tam-bién me apoyaron con imágenes.

Mi reconocimiento a los grupos indepen-dientes que realizan varias actividades en favor de la cultura y que me han permitido interac-tuar en algunas de ellas. Mario García Benig- no, promotor cultural y coordinador del Pro-yecto “Dignificando el legado cultural que nos sustenta en Xochimilco”. César Pérez y Adrián Alavés del Centro Ecoturístico Atlipac y Grupo Kukulkán. A Susana Escobar, Federico Agui-

lar, Luis Alberto Villegas y Edgar Olivares, integrantes de Ensamble Comics. Rodolfo Vázquez y Elizabeth Acevedo de la Compañía Artística Tlatemoani. A Arturo Texcahua del Colectivo Trajín. A Leonel García del Cluster Cultural La Antigua.

De manera particular quiero agradecer a mi amigo y colega, el arqueólogo Luis Alberto López Wario, de la Dirección de Salvamento Arqueológico del inah, por haber leído de-talladamente mi trabajo; su gran experiencia como directivo e investigador se reflejó en sus atinados comentarios y aportaciones al texto, lo que contribuyó a mejorar el contenido de esta investigación. A la antropóloga Carmen Morales Valderrama, de la Dirección de Etno-logía y Antropología Social del inah, quien hizo una cuidadosa lectura de este estudio con puntuales observaciones y sugerencias.

Al arqueólogo Francisco Rivas, de la Direc-ción de Estudios Arqueológicos del inah, por compartir sus conocimientos sobre iconografía prehispánica y paisaje ritual. A mis compañeros del Seminario Taller Arqueología de la Cuenca de México los arqueólogos Pedro Francisco Sánchez, Teresa Castillo, María de la Luz Ro-mero, Rosalba Nieto, Lorena Gámez y Reyna Cedillo, cuyas aportaciones enriquecieron la información sobre el patrimonio arqueológi- co. De este grupo, un agradecimiento muy especial a otro gran amigo, el arqueólogo Al-fonso Araiza, quien me facilitó información es-pecializada y elaboró un mapa de los hallazgos arqueológicos del centro de Xochimilco.

De la Coordinación Nacional de Monu-mentos Históricos del inah, mi agradecimien-to a la doctora Ethel Herrera Moreno, la maes- tra Gabriela Dena Bravo y al arquitecto Pablo Trujillo por sus pertinentes comentarios sobre el patrimonio arquitectónico. A la arquitecta Marisela Velázquez Monroy, por proporcionar-me información sobre las normas y especifica-ciones para los monumentos históricos. Al arquitecto Miguel Ángel Gálvez, por su testi-monio como integrante del equipo que rea-lizó la Declaratoria de Zona de Monumentos

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Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta de 1986. A la doctora Natalia Fiorentini, subdirectora de investigación de la Coordi-nación Nacional de Monumentos Históricos (2006-2010), de quien recibí todo el apoyo y confianza para la realización de este estudio. A la historiadora del arte Claudia Morales, coordinadora del Proyecto “Échale un ojo a tus monumentos”. A Ángel Mora, responsable del área de informática de la cnmh, así como a Jaime Flores y Luis Oscós por su invaluable apoyo técnico. A Yolanda Ortega, por la asisten-cia secretarial.

Al personal encargado de los acervos de la cnmh, por auxiliarme en todo momento en la consulta del material documental y gráfico. Gerardo García, Verónica Candelario y Cecilia Llampallas, del Archivo Geográfico Jorge En-ciso. José Alberto Luna y Jacqueline Perales, de la Biblioteca Jorge Gurría Lacroix. Thalía Montes y Martha Ghigliazza, de la Fototeca Constantino Reyes Valerio, así como a Alejan-dro Martínez, quien digitalizó las fotografías de Xochimilco.

Del Museo Archivo de la Fotografía, a la li-cenciada Belem Fernández. A “Pepe” Ramírez del Archivo Técnico de la Coordinación Na-cional de Arqueología. A la arqueóloga Mar-garita Carballal, subdirectora de proyectos de la Dirección de Salvamento Arqueológico, y a Leonardo Abarca por facilitar mi trabajo en el archivo técnico de ese centro.

A la antropóloga Anáhuac González, direc-tora del Archivo Histórico de Xochimilco, y al personal del mismo, Norma y Juan, por sus atenciones en la búsqueda del material docu-mental y por permitirme la digitalización de imágenes. Asimismo, agradezco a Anáhuac su valioso testimonio sobre diversos aspectos concernientes a la historia del pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

A José Genovevo Pérez, cronista del pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, por obsequiarme algunos textos sobre Xochimilco, facilitarme fotografías y por su imprescindible asesoría sobre la cultura chinampera. A mi amiga, la

maestra Rosa María Uribe, por brindarme sus conocimientos sobre el pueblo de Santa María Tepepan y heredarme parte de su colección de libros sobre Xochimilco, mismos que fueron de gran utilidad para esta investigación. A la arqueóloga Teresa Herrera, administradora del Museo Arqueológico, ubicado en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca.

A Rafael Zimbrón, especialista en arqueoas-tronomía de Xochimilco, quien me proporcio-nó textos, resultado de sus investigaciones. A la doctora en medicina Adelina Galicia Serralde, cuyo interés por conservar el patrimonio de su pueblo de San Gregorio Atlapulco se materia-lizó en dos enriquecedores y gratos recorridos, uno en la zona cerril y otro en la zona chinam-pera, para el registro fotográfico.

El proyecto Xochimilco y su patrimonio cul-tural, que ahora presento como libro, fue apo-yado por dos instancias internacionales a las cuales agradezco la oportunidad de haberme permitido mejorar los aspectos teórico-metodo-lógicos y técnicos sobre la gestión cultural. La primera beca fue otorgada por el Ministerio de Cultura de Venezuela, el Consejo Nacional de la Cultura y la Universidad Nacional Expe-rimental Simón Rodríguez para cursar el Di-plomado Internacional Cultura e Integración Latinoamericana y Caribeña, realizado en Ca- racas, Venezuela, en 2005. La segunda beca fue concedida por la Unión Iberoamericana de Municipalistas y la Stetson University para tomar el VIII Taller de Gestión Local de Mu-nicipalistas Iberoamericanos, realizado en Florida, Estados Unidos, en 2006.

Mis queridos hijos no pueden faltar en los agradecimientos, ya que se involucraron y me ayudaron en el desarrollo de esta investigación, juntos hicimos varios recorridos en campo, lo que fortaleció aún más nuestros lazos familia-res. Además, David me apoyó con la digitaliza-ción de las fotografías del Archivo Histórico de Xochimilco y de documentos institucionales, asimismo solucionó incontables problemas técnicos. César se encargó de escanear las imágenes de diferentes libros de consulta. A

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mi pequeño nieto Santiago, con mucho amor. A mi abuela Rosario López Chavarría por en-señarme a amar las costumbres y tradiciones de Xochimilco. Con todo mi afecto, a mis her-manos Alberto, Javier, Salvador y Eduardo. Con especial cariño a la doctora Eugenia Behar.

Mi gratitud a todas las personas que ama-blemente aceptaron ser entrevistadas y com-partir sus emociones, recuerdos, experiencia y conocimiento.

A mi entrañable Xochimilco.

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Xochimilco es más que chinampas, trajineras y flores. Es un territorio que cuenta con una gran diversidad de testimonios culturales, tan-gibles e intangibles, heredados ancestralmen-te. Los habitantes de los pueblos y barrios originarios, distribuidos en la zona de monta-

ña y cerril, la zona chinampera y el centro de Xochimilco, son y se saben depositarios de este valioso legado, sin embargo, como mu-chos de ellos lo manifiestan, cada vez es más difícil “seguir con la tradición”.

El sentimiento de pérdida se agudizó a principios del siglo XX, cuando los pueblos chinamperos quedaron despojados del agua de sus manantiales, ocasionando no sólo un colapso ecológico, sino también un cambio ra- dical en la estructura socioeconómica y cultu-ral, basada fundamentalmente en un sistema agrícola. Aunado a esto, en las últimas déca-das, el desarrollo expansivo de la especulación inmobiliaria, las transformaciones del uso del suelo y los cambios generados por el creci-miento urbano, han modificado sustancial-mente el centro y los pueblos de la Delegación Xochimilco, donde se conserva y se produce patrimonio cultural. Por ello, Xochimilco, declarado en 1987 Patrimonio Cultural de la Humanidad, está pasando por procesos que afectan directamente la sustentabilidad1 de

introducción

Figura 1. Herlinda, indita de Xochimilco. Óleo sobre tela de Jorge Vázquez Luna, ca. 1952. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah).

1 Sustentabilidad es el “mejoramiento de la calidad de vida del hombre dentro de los ecosistemas que lo mantienen”. La sustentabilidad cultural se refiere a los valores, tradiciones y memorias compartidas que una comunidad desarrolla, produce, recibe y transmite. Vid. Aurora Zlotnik Espinosa, Sustentabilidad: hacia una visión integral, p. 5.

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los valores que permitieron su inscripción en la Lista del Patrimonio.

El presente estudio fue concebido después de haber sido comisionada por las autoridades del inah para integrarme al Proyecto unesco-Xochimilco (2004-2005), coordinado por el arquitecto Ciro Caraballo Perichi. Las diversas actividades de gestión cultural en las que me in-volucré, me permitieron conocer los múltiples y complejos rostros del patrimonio cultural local. A partir de esta experiencia, decidí iniciar en 2005 el proyecto de investigación Xochimilco y su patrimonio cultural, que ahora presento como libro, cuyo estudio se centra en el análisis de la

situación actual del patrimonio cultural desde un enfoque histórico, antropológico, sociológi-co, arquitectónico, urbano y de gestión.

En Xochimilco existe una cultura de resis-tencia que busca proteger y difundir los valores patrimoniales de la región; como dice Guiller-mo Bonfil, ya no se trata de “los otros” sino de “nosotros”. Sin embargo, para lograr una cabal protección del patrimonio cultural, es fundamental que los gobiernos local y federal implementen políticas culturales, programas y proyectos, que involucren a los sectores so-ciales que interactúan estrechamente con los bienes culturales.

Figura 2. Plano del centro de Xochimilco de 1960, en donde se aprecia el canal, de origen prehispánico, que rodea el núcleo de la traza urbana cuyas calles rectas a manera de tablero se remontan al siglo Xvi. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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¿a qué llamamos patrimonio cultural?El concepto de patrimonio cultural fue defi-nido por la Organización Educacional, Cien-tífica y Cultural de las Naciones Unidas (unes-co), en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, el 16 de noviembre de 1972, como “todos aquellos monumentos, grupos de edificios y sitios que poseen valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico o antropológico. Así como las formaciones físicas, biológicas y geo-lógicas excepcionales, los habitats de especies animales y vegetales amenazadas y las zonas que tengan valor científico, de conservación o estético”.2

No obstante, en las últimas décadas el con-cepto ha sido replanteado, dado que se han identificado nuevas categorías, como patrimo-nio mundial, paisaje cultural, patrimonio in- material, entre otros. De manera que el patri-monio cultural hoy se entiende como “todos los elementos naturales y culturales, tangibles e intangibles, que son heredados o creados recientemente”.3

Con esta dinámica, el binomio patrimonio tangible e intangible queda en una relación de condicionamiento mutuo, porque el valor y significado que adquieren los objetos cultu-rales materiales está en función de los conoci-mientos y prácticas depositadas en ellos por la sociedad.4 De ahí que, las políticas culturales deban formular la recuperación de los bienes patrimoniales de manera integral.

El legado patrimonial de los pueblos no es estático, ya que todos los días se renueva y enriquece, o por el contrario, se destruye ante la indiferencia y la ignorancia. Pese a los esfuer-zos de ciertos sectores de la sociedad, institu-ciones académicas y del gobierno, el grado de amenaza y afectación del patrimonio es muy alto debido a un sinnúmero de problemas de orden económico, social, político y cultural. Las acciones de rescate y conservación deben estar encaminadas a reforzar los valores patri-moniales porque, como señala Ciro Caraballo, al identificar y adscribir valores, “creamos” patrimonio.5

2 Las ciudades mexicanas del patrimonio mundial.3 Álvaro F. López, Manuel Guerrero, Cruz Hernán-

dez y Araceli Aguilar, “Rehabilitación de la zona chi-nampera”, p. 201.

4 Jesús Antonio Machuca, “Notas sobre el patrimo-nio cultural intangible”, p. 7.

5 Niklas Schulze y Ciro Caraballo, “¿Qué es un plan de manejo y gestión? La planificación participativa”, pp. 63, 72.

Figura 3. Convento franciscano de San Bernardino de Siena, del siglo Xvi. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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valores patrimoniales

El sociólogo Álvaro F. López Lara, integrante del equipo del Proyecto unesco- Xochimilco,6 elaboró la encuesta denominada “Valores y Representaciones del Patrimonio Cultural en Xochimilco” con el propósito de determinar cuáles son, para sus habitantes, los principales valores patrimoniales, a partir de las vivencias y sentimientos ligados a lugares emblemáticos. Esta información también sirvió en el diseño de políticas de manejo coherentes con las con-diciones de la cultura local. Entre los resultados de la encuesta, se concluyó que las chinampas,7

el Centro Histórico y las plazas, los templos, los canales, las zonas arqueológicas, las fiestas y el culto al Niñopa, son los más representativos en la localidad. En cambio, la tradición oral, los mitos y las leyendas fueron considerados de menor importancia.8

Los valores patrimoniales están estrecha-mente relacionados con los usos sociales, es decir, con la manera en que la población accede al disfrute del patrimonio y desarro-lla prácticas productivas y de apropiación en torno a sus atributos. Estos valores están estrechamente relacionados con la identidad colectiva porque se basan en un sentimiento de pertenencia que los hace diferentes de los “otros”. La identidad cultural se refiere a las 6 Álvaro F. López, “Xochimilco: el patrimonio en el

imaginario social de sus habitantes”, p. 91.7 En la evaluación elaborada en 1987 por icomos

se señala que la chinampa es un ejemplo destacado de la utilización de las tierras en la zona lacustre del Valle de México, representativo de una cultura. Vid., Niklas Schulze, “La Convención del Patrimonio Mun-

Figura 4. Sábado de gloria en la laguna de Tezhuilo. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

dial: un instrumento de protección del patrimonio de todos”, p. 41.

8 Á. F. López, en op. cit., pp. 89, 92.

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relaciones sociales conformadas históricamen-te, que vinculan al individuo con la colecti-vidad, permiten determinar demarcaciones simbólicas y definir los rasgos de la identidad de un grupo.9

¿por qué y para qué abordar el tema del patrimonio cultural?El patrimonio cultural a la fecha sigue siendo tema de discusión y análisis, sobre todo por lo que implica. Bolfy Cottom señala que existen diversos problemas en torno a este concepto, en los aspectos político, legal, institucional, edu-cativo, académico, y en el desafío “que enfrenta respecto de la construcción sistemática de un marco teórico acorde con nuestra realidad sub-desarrollada y no solamente como importadora de conceptos venidos de Europa”.10

De esta problemática abordaré el aspecto relativo a “nuestro patrimonio cultural”. En el Programa Nacional de Cultura 2001-2006, el presidente Vicente Fox mencionaba que “la cultura es lo que permite preservarnos como nación”, en tal sentido decía “que los mexica-nos nos sentimos orgullosos de nuestro patri-monio cultural, que es la fuente de nuestra identidad. Como rasgo distintivo ante el mun-do, queremos que se cuide y se proteja para que siga siendo ese marco de referencia para toda la nación”.11 Sin embargo, por vía de los hechos, sabemos que el patrimonio cultural “no pertenece realmente a todos, aunque formalmente parezca ser de todos y esté dispo-nible para que todos lo usen”.12

A lo largo de la historia, los grupos sociales dominantes han decidido qué bienes y testi-

monios son representativos de una cultura. En el siglo XiX, surge en Europa el Estado Nacional, que construye el concepto de pa-trimonio cultural “a partir de una oposición entre lo que se reconoce como patrimonio cultural universal y lo que se distingue como patrimonio cultural propio”.13 En México, una de las mayores hazañas del Estado Nacional surgió de la Revolución mexicana de 1910, al crear una noción de identidad nacional y de patrimonio cultural aceptada por amplios sectores de la población, aun cuando se sabe que el origen histórico de nuestro país está en la diversidad de pueblos que lo habitaron.

El movimiento revolucionario reconoció en el pasado prehispánico y en las tradiciones de los grupos indígenas y campesinos, valores y símbolos que se identificaron como lo genuino del alma nacional. A partir de este reconoci-miento se creó una legislación que protegía estos bienes y se fundaron instituciones dedi-cadas al rescate, conservación, estudio y difu-sión de ese patrimonio.14 Sin embargo, es una realidad que cuando se habla de patrimonio cultural nacional, no se está representando a todos los sectores, etnias, grupos y pobladores de la nación, ni se recogen todas las expresio-nes culturales que producen.

México sigue siendo un país étnica y cultu-ralmente plural, donde muchas de las culturas, como la xochimilca, no están cabalmente re-presentadas y reconocidas como parte de la cultura oficial. La pluralidad cultural es por naturaleza opuesta a la noción de patrimonio cultural nacional.15

La intención de esta investigación es mos-trar la riqueza cultural de Xochimilco para en- tonces comprender por qué debemos cuidar-lo, conocer cuáles son las acciones realizadas 9 Vania Salles y José Manuel Valenzuela, En muchos

lugares y todos los días. Vírgenes, santos y niños Dios, Mística y religiosidad popular en Xochimilco, p. 57.

10 Bolfy Cottom, “Balance de los problemas más im-portantes en torno del patrimonio cultural de interés nacional”, p. 5.

11 Ibid., p. 6.12 Néstor García Canclini, “¿Quiénes usan el patri-

monio? Políticas culturales y participación social”, p. 52.

13 Enrique Florescano, “Patrimonio y política cultural de México: los desafíos del presente y del futuro”, p. 11.

14 Ibid., pp. 12-13.15 Guillermo Bonfil Batalla, “Nuestro patrimonio

cultural: un laberinto de significados”, p. 31.

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por el gobierno y la sociedad para su protec-ción y difusión, y proponer, a partir de un diagnóstico, lineamientos que contribuyan a frenar el acelerado proceso de destrucción del patrimonio. No debemos permitir que el patrimonio cultural sea sinónimo de testimo-nio histórico mudo, pasivo, indefenso y frágil ante las erradas decisiones del hombre. La mejor defensa es sin duda el conocimiento que se tenga de un pueblo o una nación. En la me-dida que sigamos destruyendo el patrimonio cultural, seremos más vulnerables a la pérdida de nuestra memoria histórica, que es lo que nos une con nuestro pasado.

el conteXto internacional en el ámbito local

En México existen 57 zonas de monumentos históricos declaradas por el Ejecutivo Fede-ral,16 nueve de ellas inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial por la unesco, lo que coloca a nuestro país en primer lugar como reserva patrimonial del continente americano,

y en octavo en el ámbito mundial.17 Dentro de este universo de bienes culturales se encuentra Xochimilco, que cuenta con un rico patrimo-nio, tanto de elementos naturales como cultu-rales, por ello el 4 de diciembre de 1986, es declarado zona de monumentos históricos,18 y en 1987 pasa a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, por su traza del siglo Xvi, pero sobre todo por su zona chinampera, en con-junto con el centro histórico de la ciudad de México.

La inscripción de un bien cultural, natural o mixto, en la Lista del Patrimonio Mundial, significa el reconocimiento de la comunidad internacional a los valores excepcionales uni-versales del sitio. Ciro Caraballo ha señalado en diversos foros, que “esta inscripción no sig-nifica el final de un proceso, sino el inicio del mismo”, debido a que la nación que lo inscribe adquiere el compromiso de mantener su valor ante la comunidad internacional a partir de acciones que favorezcan la preservación y trans-misión a futuras generaciones. Su pérdida se-ría, como lo señala la propia Convención del Patrimonio Mundial “un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo”.19

En las Directrices Prácticas de la Conven-ción del Patrimonio Mundial de la unesco, de la que México es estado miembro, se enfatiza que la protección y el manejo de un sitio ins-crito en la Lista del Patrimonio deben asegurar que los valores excepcionales universales, la autenticidad y la integridad del sitio sean mantenidos o mejorados. Para ello se necesita una protección legal adecuada y un Plan de Manejo o su equivalente, que permita contro-lar los impactos al sitio. El marco legal permite definir las condiciones básicas que las autori-

16 Información obtenida de la Subdirección de Catá-logos y Zonas, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, inah.

17 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 11.

18 “Zona de Monumentos Históricos de las Delega-ciones de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta”, en Diario Oficial de la Federación, 4 de diciembre de 1986.

19 N. Schulze y C. Caraballo, op. cit., p. 61.

Figura 5. Barda atrial del antiguo convento de San Bernardino de Siena con grafitis. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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dades pueden hacer cumplir, mientras que el Plan de Manejo sirve como guía para definir principios de operación práctica y espacio para los acuerdos entre autoridades, propietarios, habitantes y usuarios, a corto, mediano y largo plazo, dentro de las posibilidades que ofrece la ley.20 El patrimonio cultural xochimilca, por su singularidad, autenticidad y referencia de identidad, genera cohesión social y propicia el desarrollo local por medio de su gestión.

En la actualidad, el patrimonio natural y cultural de Xochimilco presenta pérdidas irre-versibles. Sus pobladores han buscado frenar desde hace varias décadas la destrucción de la zona chinampera, de este modo diversas organizaciones presionaron a las autoridades para que atendieran las irregularidades de la propiedad de la tierra y el deterioro de la

chinampa.21 Al gobierno no le quedó más que reconocer el avanzado deterioro del sitio e inició una serie de acciones para su rescate.

En 1989 las autoridades del Distrito Federal comenzaron un ambicioso programa de obras para el rescate ecológico del área lacustre y chinampera de Xochimilco, con una inversión de 1 200 millones de pesos; sin embargo, estas acciones no fueron suficientes, y los reclamos de la comunidad continuaron. En 2001, varios grupos de ciudadanos organizados enviaron documentos sobre el estado de conservación del sitio al Patrimonio Mundial de la unesco, lo que dio lugar a una misión de observación por una representante del Consejo Internacio-nal de Monumentos y Sitios (icomos), Dora

Figura 6. Urbanización y deterioro de la zona chinampera. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

20 Idem.

21 Información obtenida de la conferencia que dio el profesor Rodolfo Cordero, cronista de Xochimilco, el 11 de diciembre de 2008.

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Arizaga, en noviembre de 2002, quien en su informe resaltó los principales problemas de la región.22

El dictamen de Arizaga, junto con las con-clusiones del Foro Xochimilco 2002, determi-naron que el Gobierno del Distrito Federal en Xochimilco presentara una solicitud de cooperación a la Oficina de Representación de la unesco en México para elaborar un Plan Maestro de Rehabilitación Integral del Centro Histórico y la Zona Chinampera de Xochi-milco, porque en el dossier de Xochimilco elaborado para la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial, en 1987, no se indican con precisión los límites del área a conservar, ni los instrumentos de gestión. Actualmente el Plan Maestro es una exigencia de la unesco para todos los sitios inscritos en la Lista.

El convenio entre la Delegación Xochi-milco y la unesco, firmado en septiembre de 2003, estableció que el gobierno local aportaría los recursos económicos y el apoyo logístico mientras que la unesco actuaría como instancia técnica y de mediación en el proceso de elaboración de un Plan Maestro, facilitando los asesores internacionales du-rante el proceso de gestión participativa, que tuvo una duración de dos años y medio. Así es como surge el Proyecto unesco-Xochimilco que abrió espacios de participación social, creó las bases institucionales para generar una unidad y sistema de gestión permanen-tes, como lo fue la creación de la Comisión Interdependencial para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco; y estableció criterios de evaluación y seguimiento de las acciones a mediano y largo plazo.23

El convenio fue diseñado para trabajarse en dos etapas. La primera abarcó hasta diciem-bre de 2004, tuvo como finalidad determinar

las prioridades de rehabilitación integral del patrimonio natural y cultural del Centro His-tórico y la zona chinampera, así como realizar el geoposicionamiento referencial de las zonas patrimoniales, instrumentos indispensables para el seguimiento y conservación del sitio. Esta etapa, subdividida en varias fases, culminó con un Taller Sitio Internacional para la Re-habilitación de Centros Históricos de América Latina y el Caribe (sirchal), mecanismo de planificación desarrollado conjuntamente por los Ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores de Francia, y aplicado en más de 20 sitios patrimoniales en América Latina.

El Taller sirchal se llevó a cabo en noviem-bre de 2004, y estuvo orientado al desarrollo de capacidades de gestión pública en sitios patrimoniales, con la participación de espe-cialistas, funcionarios de gobierno y líderes comunitarios. El gobierno delegacional, a cargo de Faustino Soto, seleccionó dos temas de trabajo, identificados como detonantes de procesos de rehabilitación del sitio: la proble-mática del centro histórico de Xochimilco y la gestión del agua en la zona de montaña y zona chinampera. Durante el taller se pudo discutir, evaluar y ampliar la visión del proyecto, sus impactos, beneficiarios y acciones de gestión. Lamentablemente, varias de las propuestas concebidas durante el taller no pudieron apli-carse en la demarcación, debido a la oposición de los grupos afectados.24

La segunda etapa se desarrolló en 2005, y consistió en la elaboración del Plan de Manejo y de Gestión Participativo, con el que se estable-cieron responsabilidades y espacios de trabajo claros para los actores involucrados, mecanis-mos administrativos y políticos para alcanzar los acuerdos indispensables para la sustenta-bilidad del sitio e indicadores de gestión para mediar las mejoras en la conservación.25

22 Ciro Caraballo y Olatz Ecenarro, “El Proyecto unesco-Xochimilco. Un espacio para la gestión par-ticipativa”, p. 55.

23 Ibid., pp. 54-55.

24 Araceli Peralta Flores, “Seminario-Taller sirchal, Xochimilco”, p. 132.

25 unesco, “Resumen ejecutivo”, 2004. (Documento sin publicar.)

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Figura 8. Integrantes del Taller sirchal, 2004. (Fotografía del Proyecto unesco-Xochimilco.)

Figura 7. Reunión de trabajo en el Taller sirchal, 2004. (Fotografía del Proyecto unesco-Xochimilco.)

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sobre la investigación

Las actividades de gestión cultural que realicé en el Proyecto unesco-Xochimilco (2004-2006), están referidas a lo largo de este libro. La información recopilada es material de pri-mera mano, generada en las innumerables reuniones de trabajo. A partir de 2006-2010, canalicé mi esfuerzo al proyecto Xochimilco y su patrimonio cultural, lo que implicó la investi-gación en diversos acervos documentales (ar-chivos, fototecas y bibliotecas), trabajo de campo (registro fotográfico y recorridos en el área de estudio), entrevistas a diferentes acto-res sociales, participación y/o asistencia en actividades culturales organizadas por colec-tivos, promotores culturales, casas de cultura, artistas plásticos, la Delegación Xochimilco, asociaciones civiles, políticas y foros académi-cos, entre otros.

Gran parte de la información se obtuvo en los siguientes acervos documentales: el Archi-

vo General de la Nación, Archivo General de Notarías de la ciudad de México, Archivo Geo-gráfico Jorge Enciso de la Coordinación Nacio-nal de Monumentos Históricos (inah), Archi- vo Histórico de la Secretaría de Salud, Archivo Histórico de Xochimilco, Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología (inah), Archivo Técnico de la Dirección de Salvamento Arqueológico (inah), Fototeca Constantino Reyes Valerio de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (inah) y Museo Archivo de la Fotografía, Biblioteca Jor-ge Gurría Lacroix, de la Coordinación Nacio-nal de Monumentos Históricos (inah); Bibliote-ca Nacional de Antropología e Historia (inah); Biblioteca Ángel Palerm (ciesas); Biblioteca Daniel Cosío Villegas (Colmex); Biblioteca Juan Comas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (unam); Biblioteca Justino Fernández del Instituto de Investigaciones Es-téticas (unam); Biblioteca Rafael García Grana-

Figura 9. Indio con sombrero de petate en Xochimilco. Óleo sobre manta del autor Márquez, ca. 1948. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

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dos del Instituto de Investigaciones Históricas (unam), y Biblioteca Nacional (unam).

Los diversos recorridos en la zona de mon-taña, zona chinampera y centro histórico de Xochimilco, fueron de suma importancia para el análisis arqueológico, arquitectónico, urba-no, social y antropológico, así como también para el registro fotográfico del patrimonio cultural tangible e intangible. Por el valor que tiene el testimonio oral en una investigación, se hicieron entrevistas a comerciantes, profeso-res, enfermeras, escritores, investigadores, fun-cionarios públicos, mayordomos, campesinos, estudiantes, policías, médicos, etcétera.

El libro está estructurado en cinco capítu-los. El primero aborda el tema del patrimonio natural a partir de la definición de conceptos como paisaje cultural y área natural protegida: delimitación, características, situación actual y acciones de diversos actores sociales para el res-

cate de la zona chinampera y zona de montaña. El segundo trata sobre el patrimonio arqueo-lógico a partir de un diagnóstico que identifica la ubicación de los sitios y el estado de conser-vación o destrucción en que se encuentran. El tercer capítulo aborda, desde diferentes líneas de análisis, el tema del patrimonio arquitectó-nico. Se propone y puntualiza una tipología para la arquitectura de Xochimilco, señalando las problemáticas que afectan su conservación. El cuarto capítulo concierne al patrimonio intangible, en él se habla de la riqueza de las tradiciones y fiestas como legado ancestral.

El quinto capítulo se centra en la gestión cultural, realizada por el gobierno local y fede-ral, instituciones internacionales y académicas, así como en torno a la relevancia que ha tenido en este proceso la participación ciudadana.

Introduzcámonos entonces en las profun-didades de este pueblo lacustre.

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La Delegación de Xochimilco está situada al sur del Distrito Federal; colinda con la Dele-gación Iztapalapa al norte, Milpa Alta al sur, Tlalpan al oeste y noroeste y Tláhuac al este. Tiene una superficie de 122 km2, en la que se encuentran los 16 pueblos, 17 barrios y 102 colonias de Xochimilco. El clima es templado y las lluvias tienen lugar principalmente en las estaciones de verano y otoño. Por las caracte-rísticas topográficas, el territorio de Xochimil-co, en los sembradíos de flores, tiene una zona de montaña y cerril, y una zona de canales y chinampas.1

El patrimonio natural de Xochimilco, ubicado en la zona de montaña y cerril, y en la zona chinampera, ha sufrido severos daños como la pérdida de vegetación y fauna local. Entre los factores que han afectado seriamente la conservación de las áreas naturales están la contaminación, la tala inmoderada de árboles, la sobreexplotación de los mantos acuíferos, la irregularidad en la tenencia de la tierra y el desmedido crecimiento urbano, que ha reper-cutido negativamente en el uso de suelo.

La importancia de integrar de manera armónica los asentamientos humanos con el medio natural, quedó señalada en las con-

clusiones del Seminario de 1987 del Centro Naciones Unidas para los Asentamientos Hu-manos (unchs-habitat), el inah y el Centro de Creación Musical (Cencrem):

Las zonas urbanas históricas están constitui-das no sólo por los centros históricos monu-mentales, sino también por barrios y asenta-mientos urbanos menores y por pequeños pueblos en áreas rurales en las que el patrimo-nio edificado está constituido por arquitectu-ra popular armoniosamente integrada con la vida de sus pobladores y con su marco natural. Se manifiesta en estas estructuras, con alto porcentaje de edificaciones dedicadas a vivien-da, una identidad asimilando distintos lengua-jes y técnicas, integrándolos a sus usos y tra-diciones, adaptándolos al medio ambiente.2

Este criterio es fundamental para el estudio de las zonas de monumentos históricos del país. En 1972, se puso mayor atención a los conjuntos urbanos con un entorno natural especial, que se encontraban amenazados por proyectos de grandes obras. Así surge la pro-puesta para ser declaradas como primeras zo-nas de monumentos históricos: Mexcaltitlán, Nayarit; Taxco, Guerrero; Xochimilco, Distrito

patrimonio natural

1 Imagen de la gran capital, p. 310; cfr., Atlas de la ciudad de México, p. 320.

2 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 43.

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Figura 1. Ubicación de la Delegación Xochimilco. (Plano elaborado por Miguel Ángel Alemán Torres.)

Figura 2. La zona de montaña conserva una rica biodiversidad en sus áreas boscosas. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Milpa Alta

Cuauhtémoc

Tláhuac

Tlalpan

XochimilcoMagdalena Contreras

Iztapalapa

Coyoacán

Cuajimalpa

Iztacalco

Azcapotzalco Gustavo A. Madero

Venustiano Carranza

Miguel Hidalgo

Álvaro Obregón

Benito Juárez

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Federal; Tepoztlán y Tlayacapan, Morelos; Real de Catorce, San Luis Potosí; Guanajuato, Guanajuato. Aquí, el Plan Parcial de Desarro-llo Urbano, elaborado con la participación de la comunidad, es determinante en la conserva-ción de las áreas naturales o de valor ambien-tal, porque las protege a partir de la identifi-cación de los usos agrícola, forestal, pecuario y urbanizable.3

Uno de los problemas más fuertes que en-frenta el patrimonio natural es el aumento de los asentamientos irregulares en la zona chinampera y en el área de conservación ecológica de la zona cerril y de montaña. En 1987 había 87 concentraciones habitacionales irregulares, 65% de ellas estaban en la reserva ecológica. Para 2004 aumentó a 250 asenta-mientos de este tipo, 35 en la chinampa y

215 en el área de conservación de la zona de montaña. Cifra que para 2010 debe estar más que rebasada. Aunado a esto, se debe pensar en los efectos que tiene en la población origi-naria el incremento de los avecindados, que para 1995 llegó a ocupar 65% del total de la población.4

Entre las causas del fenómeno de urbaniza-ción ilegal destacan la necesidad de vivienda de la población que no encuentra opciones de suelo y habitación accesibles en el mercado formal ni en las alternativas que ofrecen los or-ganismos públicos, que el territorio de Xochi-milco se ha constituido en una “zona de paso” entre la ciudad de México y las delegaciones de Tlalpan, Tláhuac, Milpa Alta, así como de los estados de México (Chalco) y Morelos

Figura 3. Avance de la mancha urbana en la zona de montaña. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

3 Plan o Programa Municipal de Desarrollo Urbano. Guía Metodológica, p. 7.

4 Víctor Manuel Durand Ponte, Desigualdad social y ciudadanía precaria ¿Estado de excepción permanente?, p. 160.

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Figura 4. Cañada en la zona cerril completamente urbanizada. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

(Oaxtepec) y la disminución de las actividades agrícolas, que ha convertido a la demarcación en un lugar atractivo para la urbanización. Co-mo señala el sociólogo Víctor Manuel Durand, la urbanización ilegal refleja

la incapacidad del gobierno de la ciudad y de la delegación para hacer cumplir la ley, lo cual no sólo responde a falta de recursos y de au-toridad, sino también a su conveniencia, pues las invasiones en buena parte han sido pro-movidas y protegidas por organizaciones liga-das primero al pri y después al prd, las cuales fomentan el incumplimiento de la ley y ga-rantizan impunidad para todos.5

El panorama a futuro no es nada alentador; Ángel Mercado indica que para 2015, Xochi-

milco rebasará el medio millón de personas, a razón de tres mil personas por año que de-mandarán suelo, vivienda y servicios, al tiempo que habrá mayor presión social sobre el centro histórico.6 Por tanto, es indispensable frenar los asentamientos urbanos irregulares en sue-lo de conservación para evitar impactos más severos al medio ambiente.

paisaje cultural

El Comité de Patrimonio Mundial de unesco, promovió la utilización de conceptos más inclusivos y flexibles, debido a que había cier-tas expresiones culturales que no pertenecían a la visión monumental del patrimonio. En 1992 la categoría de paisaje cultural, refirién-

5 Ibid., pp. 160-161.6 Ángel Mercado Moraga, “Estructura territorial del

Centro Histórico de Xochimilco”, p. 266.

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Figura 5. Asentamiento irregular en la zona cerril. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 6. El Área Natural Protegida, entre el centro de Xochimilco e Iztapalapa. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

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dose como tal a las “obras conjuntas del hom-bre y la naturaleza”,7 fue oficialmente adopta-da e incluida en las directrices prácticas de la Convención.

La Convención determinó proteger de ma-nera separada los bienes culturales y los bienes naturales, pero ante la existencia de casos en los que había una asociación inseparable de ambos componentes, se tuvo que reconocer la existencia de sitios mixtos. Es hasta 1998 que se llega a formalizar la categoría de “paisaje cul-tural” entre los criterios de evaluación, para poder incluirla en los sitios culturales. Por con- siguiente, los componentes del medio natural que forman conjuntos o asociaciones con sitios culturales, se pueden considerar patrimonio natural, por sus características estéticas o eco-lógicas; o sitios mixtos y paisajes culturales.8

La categoría de “paisaje cultural” considera que los elementos que lo integran no son está-ticos y en ellos influye la intensa actividad hu-mana, como la urbanización, las migraciones y las transformaciones ambientales que ponen en peligro su sustentabilidad. De tal forma que la rehabilitación y el manejo deben asimilar los cambios en el uso social y encontrar soluciones de aprovechamiento productivo del entorno, así como contar con instrumentos para la gestión del cambio controlado.

Xochimilco originalmente no fue inscrito como “paisaje cultural” porque cuando se pos-tuló, esa categoría aún no había sido adoptada el Comité de Patrimonio Mundial y además por la estrecha vinculación que tuvo en la nomina-ción con el centro histórico de la ciudad de México.9 Sin lugar a duda, la zona chinampera corresponde a la categoría de paisaje cultural, porque su entorno natural fue modificado por el hombre desde hace más de mil años.7 Niklas Schulze, “La Convención del Patrimonio

Mundial: un instrumento de protección del patrimonio de todos”, p. 39.

8 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 44.

Figura 7. Canales y chinampas a principios del siglo XX. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

9 N. Schulze, op. cit., p. 41.

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La construcción de chinampas como siste-ma productivo, habitacional y como mecanis-mo para ganar terreno al lago, tiene implícitos otros aspectos como: conocimiento de prácticas agrícolas ancestrales, tecnología en el manejo del agua, aprovechamiento de recursos, rela-ciones de parentesco, organización de trabajo, referente identitario y ceremonias religiosas para propiciar buenas cosechas. Estos aspectos a lo largo del tiempo se han modificado, mas no se han perdido, ya que estas tierras se siguen cultivando a pesar de las condiciones adversas y la poca rentabilidad que representa para el campesino.

La zona chinampera comenzó a deteriorar-se con el crecimiento de la ciudad de México, que conlleva la demanda de más tierra y agua. Desde la ocupación española, los virreyes bus-caron desecar los lagos aledaños con el pro- pósito de evitar inundaciones.10 Para el siglo XiX, Humboldt refiere que los lagos producían miasmas de hidrógeno sulfurado que conta-

minaban el aire de la ciudad.11 Aun así, las autoridades pidieron al arquitecto y maestro mayor de la ciudad de México Ignacio de Castera, elaborar un proyecto para desecar los lechos de los lagos de Xochimilco y Chal-co con el fin de vender las tierras fértiles que eran regadas con agua dulce; de este modo se pensó que favorecería la agricultura y la salubridad del aire.

El proyecto por fortuna no se llevó a cabo, pero a principios del siglo XX, Xochimilco no corrió con la misma suerte. Ante la demanda de abastecimiento de agua de la ciudad, se construyó un acueducto para llevar el agua de los manantiales hasta la casa de bombas de la Condesa; los manantiales tenían un papel sumamente importante que era alimentar de agua a los canales y lagos; con esto la agricul-tura chinampera colapsó.

Hacia 1940, la urbanización ocasionada por el aumento de la población exigió un rápido crecimiento del mercado del suelo y la vivienda, provocando que grandes áreas con uso agrícola y forestal fueran incorporadas a

10 El lago de México se comunicaba con el de Chal-co por la compuerta de Tláhuac; el sobrante de agua se enviaba al canal de la Viga. Para evitar inundaciones en la ciudad de México, el agua se controlaba con el dique-calzada de Mexicaltzingo.

Figura 8. Postal de Xochimilco, 1934. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

11 Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, p. 154.

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la mancha urbana.12 A medida que las zonas urbanas de Xochimilco y Tláhuac crecieron, se contaminaron aún más los canales por las descargas de aguas domiciliarias, al tiempo que se construían más pozos en la zona para abastecer de agua a la ciudad.

La alteración del medio natural y sus con-secuencias en las zonas de monumentos histó-ricos o artísticos, fue una de las conclusiones de la mesa de trabajo sobre ciudades históricas en el Congreso Mundial del icomos, efectuada en Morelia y Guadalajara en 1999:13

La noción de desarrollo sustentable, acuñada en la lucha por encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación del ambiente se puede trasladar al campo de la conservación del patrimonio urbano. La conservación de patrimonio y ambiente pue-den apoyarse mutuamente, sobre todo en casos en que el desarrollo inadecuado ame-naza a la naturaleza y cultura por igual.

Queda claro que los diagnósticos sobre el medio natural no deben limitarse a identificar alteraciones y deterioros en sus componentes,

deben señalar también sus consecuencias e im-pacto sobre el universo de bienes culturales.

la zona de montaña y cerril

La zona de montaña del valle de México co-rresponde al área natural protegida denomi-nada “Corredor Ecológico Chichinautzin”, con una extensión de 65 901 ha. Ocupa del estado de Morelos, los municipios de Huitzi-lac, Cuernavaca, Tepoztlán, Tlayacapan, Jiute-pec, Yautepec, Tlalnepantla y Totolapan; del Estado de México, una parte de Ocuilan; y en el Distrito Federal, las delegaciones de Tlalpan y Milpa Alta.14 Cabe mencionar que, la zona de montaña de la Delegación Xochimilco per-tenece a la sierra del Chichinautzin. En la re-gión se localizan zonas boscosas con vegeta-ción del Geotrópico Templado así como áreas productivas agrícolas y pastoriles.

En la montaña predomina el bosque de coníferas, el bosque mixto de pino-encino, matorral y pastizal. El área forestal está a unos 2 500 y 3 000 m de altitud, la más representativa

12 Brenda Cecilia Serrano Sandoval, Análisis del impacto urbano en la Delegación Xochimilco.

13 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, pp. 46, 47.

14 Francisco Romero y Alejandro Velázquez, “La región de montaña del sur de la cuenca de México: una revisión de su importancia biológica”, pp. 40-48; cfr., Valeria Angélica Pulido, Adolfo Espejo y Ana Rosa López, “Las monocotiledóneas nativas del Corredor Biológico Chichinautzin”, pp. 9-10.

Figura 10. La zona de montaña forma parte de la sierra del Chichinautzin. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Foto 9. Pozo de extracción de agua potable La Noria, 1981. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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se encuentra en los volcanes Teoca y Tzompo-le, con bosque de encino principalmente, don-de también hay especies como pino, cedro, tepozán, pirú y oyamel. Los matorrales están principalmente en el Teutli, donde hay jarillos, palo loco, herbáceas y nopaleras. Los pastizales están en el cerro de Xochitepec, volcán Teutli

y cerro del Cantil, predominan el Cynodon, Penissetum, Boutelos y Aristida.15

Fray Bernardino de Sahagún menciona en su Historia general de las cosas de Nueva España, que las montañas de la cuenca de México se caracterizaban por tener “mucho heno muy verde, son airosas y ventosas, húmedas y en ellas hiela; son lugares tristes y solitarios y llorosos, son lugares cavernosos y riscosos, y pedregosos y lodosos, y de tierra dulce y tierra amarilla; y lugares de grandes cuestas, y de grandes lomas riscosas llenas de heno, y llenas de árboles muy espesos”.16 Las montañas fueron para el indí-gena lugares sagrados, por ello los cuidaban celosamente.

Los indígenas conocían las características y propiedades de los árboles de la montaña. Del pino obtenían una madera muy liviana que se usaba en la edificación de recintos o cues prehispánicos. De un árbol parecido al ciprés, hacían cajas y cofres. El oyamel era utilizado por sus propiedades medicinales, “estos árboles son muy grandes, muy altos y están las montañas llenas de ellos”.17 La raíz del teócotl, al quemarse olía a incienso y era para uso exclusivo de los señores principa-les. Del coatli, tejían huacales, además de ser medicinal. El tlacuilolcuáuitl era un árbol muy apreciado porque de él se hacían los teponaz­tles, tamboriles y vihuelas.18

La rica biodiversidad de los bosques de la cuenca de México fue muy apreciada por las culturas prehispánicas, pero de unas décadas a la fecha, ésta se encuentra ante un alarmante proceso de deforestación. Se estima que para el 2010 quedará a la mitad el área boscosa que existía en 1990, ya que en la actualidad sólo quedan arboladas las partes altas de los volcanes así como las zonas más inaccesibles. En 1950 la zona boscosa tenía una extensión

Figura 11. Árbol de oyamel. (Imagen tomada de Fray Bernardino de Sahagún, Códice Florentino.)

15 B. C. Serrano, op. cit., p. 24.16 Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de

las cosas de Nueva España, p. 660.17 Ibid., p. 660.18 Ibid., p. 661.

Figura 11a. Zona de montaña entre las delegaciones de Milpa Alta y Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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total de 200 000 hectáreas, y hoy se ha reducido a 100 000. Las zonas boscosas permiten que cerca del 85% de la precipitación se infiltre, y en la medida que la vegetación disminuye tam-bién lo hace el volumen del agua que penetra en las capas inferiores del suelo.19

La zona de montaña constituye la principal área de recarga de los mantos acuíferos y biodi-versidad de la cuenca de México, lo que la hace una importante fuente de recursos alimenticios y forestales. La planicie lacustre de la cuenca, sobre todo en la parte sureste, se convierte en un vaso receptor de las corrientes que bajan de la montaña. Actualmente, este proceso natural se ha alterado significativamente debido a la urbanización, sobre todo por los asentamien-tos sin servicios urbanos, que ante la falta de planificación, destruyen y construyen en las áreas boscosas, impidiendo la filtración natural del agua de lluvia y la recarga natural de los mantos acuíferos. El incremento de la temperatura por la contaminación ha hecho retroceder la línea de las nieves permanentes y el crecimiento de barrancos causados por

la deforestación ha acelerado la erosión y la sedimentación. Se calcula que 75% del agua que se consume en esta metrópoli depende de la recarga de los mantos acuíferos de las zonas boscosas que la rodean.20

Una problemática que presentan los pue-blos de la montaña de San Andrés Ahuayucan, Santa Cecilia Tepetlapa, San Francisco Tlalne-pantla y San Mateo Xalpa, y los ubicados en la zona cerril como San Lucas Xochimanca, San Lorenzo Atemoaya y zona alta de Santiago Tulyehualco, es que carecen de un servicio re-gular de agua debido a la sobreexplotación de los mantos acuíferos. Las áreas que no tienen agua entubada son abastecidas por medio de “pipas”, de alto costo para el usuario. Otro seve-ro problema es que las reservas naturales han sido objeto de especuladores y fraccionadores clandestinos, situación que ha generado un cambio drástico en el uso del suelo, porque los terrenos, al urbanizarse, dejan de ser agrícolas o de reserva ambiental.21

A pesar de la fragilidad en que se encuentra la zona de montaña, ésta aún tiene una gran riqueza biológica, porque alberga 2% de la biodiversidad mundial de especies animales y vegetales, debido a su variabilidad orográfica producto de su intensa historia geológica y a su posición geográfica, que ha permitido la presencia de diversos biomas.22 Aún es posi- ble encontrar diversas especies; de éstas, 10% corresponde a especies endémicas. Se calcu-la que existen 220 especies de plantas y 30 especies de vertebrados autóctonos del lugar, por lo que la zona está considerada como área prioritaria de conservación en los Pro-gramas de Desarrollo Regional Sustentable de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca.

19 Mardocheo Palma, Alejandro Velázquez, Francis-co Romero y Gerardo Bocco, “Zonificación de áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad: el caso de la región de montaña del sur de la cuenca de México”, p. 296.

20 Mardocheo Palma, Silke Cram, Gerardo Bocco y Alejandro Velázquez, “Caracterización abiótica de la región de montaña del sur de la cuenca de México”, p. 58; vid, F. Romero y A. Velázquez, op. cit., p. 46.

21 Luis Eduardo Garzón, Xochimilco Hoy, pp. 35, 39.22 Ibid., p. 40.

Figura 12. Los caminos asfaltados han incidido en la rápida urbanización de la zona de montaña. (Museo Archivo de la Fotografía, Gobierno del Distrito Federal, gdf.)

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Figura 13. Niños acarreando agua potable en burro, en la zona de montaña. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 14. El crecimiento urbano irregular acelera el empobrecimiento biológico. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

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La montaña presenta un acelerado proceso de empobrecimiento biológico producto de la intensa actividad humana, por ello se debe for-talecer su aprovechamiento y conservación, ya que la región experimenta un deterioro progre-sivo, producto de la fragmentación del hábitat, deforestación y erosión de suelos que repercu-ten en la productividad de la misma. Ante esta situación, se conformó el Consejo Técnico Con- sultivo Forestal del Distrito Federal impulsado por la Dirección General de Programas Regio-nales de la Secretaría del Medio Ambiente, Re-cursos Naturales y Pesca (Semarnap), que busca generar un plan de ordenamiento que per- mita frenar el daño ecológico.23

Entre las especies que habitan en la mon-taña, sobre todo hacia el estado de Morelos, están el tlalcoyote, la zorra, el gato montés, el puma y el venado cola blanca, así como diver-sos tipos de aves, reptiles y plantas que están seriamente amenazadas con desaparecer, al igual que las especies endémicas como el co-nejo zacatuche, la tuza del género Cratogeomys, varias especies de lagartijas del género Scelo­phorus, el gorrión serrano y las colonias de la megarroseta Furcraea bending hausii, que están al borde de la extinción debido a que su dis-tribución biogeográfica está restringida a la región de la montaña del sur de la cuenca de México, considerada una provincia zoológica porque posee elementos ecológicos particula-res, al albergar 30% del total de la mastofauna (mamíferos silvestres) del país, y al menos 10% de la avifauna de México.24

La forma más adecuada de preservar las especies es manteniendo el equilibrio de sus ambientes naturales. De acuerdo con los espe-cialistas, decretar áreas protegidas y asignar un presupuesto federal para su manejo, no ha garantizado la protección de la diversidad biótica y su entorno. Para garantizar su perma-nencia es necesario proponer y generar redes

de colaboración entre el gobierno, las comu-nidades rurales, las organizaciones no guber-namentales y las instituciones académicas, que permitan definir proyectos de planificación, financiamiento y manejo de las áreas natura-les. También es necesario que la sociedad tenga fuentes de empleo para que disminuyan los depredadores y puedan involucrarse en las acciones de conservación.25

Estas medidas implican compromisos entre los dueños de las tierras, los sectores guberna-mentales, académicos y organizaciones no gu-bernamentales. Es necesario contar con un diag-nóstico integral que registre la biodiversidad y los aspectos ecológicos sobre la estructura, composición y dinámica de las comunidades naturales, al que puedan incorporarse los as-

25 M. Palma, A. Velázquez, F. Romero y G. Bocco, en op. cit., p. 298.

23 Ibid., p. 47.24 F. Romero, op. cit., p. 46.

Figura 15. Biodiversidad en la zona de montaña. (Imagen tomada de Alejandro Velázquez y Francisco Romero, coords., Biodiversidad de la región de montaña del sur de la cuenca de México.)

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pectos socioeconómicos y culturales de los ha-bitantes de la región. La suma de estos factores facilitará que la planificación de estrategias de uso y conservación sean elaboradas y adop-tadas por los integrantes de las comunidades involucradas, acorde con su cultura y necesida-des, y permitiendo de esta forma su continui-dad para futuras generaciones.26

En el pueblo de San Pablo Oztotepec, “cerro de las cuevas”, de la Delegación Milpa Alta, ubicado en la zona de montaña, surgió entre 1991-2004 el Proyecto Comunitario Te-petlehualco, validado por la Asamblea de Co-muneros local. El señor Juan José Marmolejo Salazar, miembro del proyecto, refiere que los comuneros plantearon como objetivos de la organización la reforestación de la montaña con especies nativas como el pino Moctezuma, encino, oyamel y cedro, llegando a reforestar 60 hectáreas de propiedad comunal; la pro-ducción frutícula, de forraje y seta; el venada-rio para repoblar el bosque con venado cola blanca; y la Escuela Ecológica para niños de primaria y secundaria del Distrito Federal, en la que se enseñó reciclaje, propagación de plantas, técnicas tradicionales de cultivo como el de terraza, fertilización orgánica y cultivo de verduras.

Las cualidades del proyecto permitieron a la comunidad de San Pablo Oztotepec recibir el Premio Nacional al Mérito Ecológico. Desa-fortunadamente sus actividades terminaron en 2004 debido a la desarticulación institucional y comunitaria en relación con el desarrollo ru-ral, la falta de un aval y de una visión empresa-rial comunitaria, así como la ausencia de una fuente de agua permanente. Este tipo de pro-yecto comunitario podría hacerse en los pue-blos de la montaña de Xochimilco como Santa Cecilia Tepetlapa, San Andrés Ahuayucan y San Francisco Tlalnepantla siempre y cuan-do existan las condiciones económicas y humanas.

zona chinampera

Xochimilco fue inscrito en la Lista del Patri-monio Mundial, fundamentalmente por la chinampa y sus valores paisajísticos, ambien-tales, históricos, tecnológicos, culturales y so-ciales. La chinampa deriva de la palabra ná-huatl chinamitl, “seto o cerca de cañas”.

La información sobre el origen territorial y datación más antigua de la chinampa aún si-gue siendo insuficiente, sin embargo, estudios como el de Linda Manzanilla refieren que en el periodo Clásico (200-650 d.C.), en la zona de manantiales localizada en el barrio de Puxtla, en San Juan Teotihuacan, existió un sistema de canalización alrededor de parce-las individuales, que denominó “chinampas secas”.27 El uso agrícola de chinampas en zonas lacustres, de acuerdo con los estudios arqueológicos, se ubica en el Epiclásico (650-950 d.C.), siendo su máximo desarrollo en el Posclásico tardío (1200-1521 d.C.), periodo en que la chinampa era parte del paisaje de los lagos de Texcoco, Zumpango, Xaltocan, pero sobre todo en la cuenca de México,28 en donde tuvo su mayor auge con los mexicas.

La expansión chinampera obedeció a que la población mexica necesitaba tierra para cul-tivar sus alimentos, que aunada al crecimiento demográfico, propició la construcción de chi-nampas en Azcapotzalco, Tacubaya, Popotla y Magdalena Mixuhca. El área más importante estuvo constituida por Iztacalco, Iztapalapa, Mexicaltzingo, Culhuacán, Tláhuac, Xochimil-co, Tulyehualco, Mixquic, Ixtayopan, Tetelco, Atzompa, Xico y Chalco.29

De estas poblaciones chinamperas, Xochi-milco fue la región con mayor actividad agríco-la de toda la cuenca de México. La producción estuvo basada en la siembra de maíz, calabaza,

27 Linda Manzanilla, “La zona del Altiplano Central en el Clásico”, v. 2, p. 146.

28 Robert C. West y Pedro Armillas, “Las chinampas de México”, p. 101.

29 William T. Sanders, “El lago y el volcán: la chi-nampa (1957)”, p. 139.26 Ibid., p. 299.

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La zona chinampera enfrenta graves pro-blemas de contaminación e impacto ambien-tal, debido al uso inadecuado del suelo, la presión de la mancha urbana, la extracción de agua para el abasto de la ciudad, la descarga de aguas negras, el hundimiento diferencial del terreno, la disminución de las prácticas agrícolas tradicionales así como implicaciones de índole social derivadas de la pérdida de la actividad chinampera.

Con la construcción del acueducto de Xo- chimilco (1905-1914), el agua de los manantia-les que desembocaba en el lago fue entubada para llevarla a las nuevas colonias de la ciudad de México, situación que perjudicó drástica-mente la actividad agrícola porque disminuyó el nivel del agua. Para 1950, los campesinos, muy a su pesar, tuvieron que dejar sus labores agríco-las y buscar otras alternativas de trabajo en la ciudad. En 1953 llegó a bajar a tal grado el nivel del agua, que el gobierno del Departamento del Distrito Federal, ante la presión de la comu-nidad, tuvo que canalizar aguas tratadas a los canales de Xochimilco, este factor hizo que la producción agrícola en 1985 disminuyera 15%, dando pie a que las tierras quedaran abando-nadas e improductivas, favoreciendo así la in-vasión urbana, en especial de la ciénega norte, cuyo poblamiento se triplicó entre 1960-1980 por el efecto de la migración intraurbana.

En un periódico local quedó manifiesto lo difícil que resultaba para los xochimilcas haber perdido el agua de sus manantiales:

La vida de nuestros canales peligra, sus lagos agonizan y al irse perdiendo estas fuentes, tan importantes para el desarrollo económico de esta población, nuestro propio futuro se obscu-rece en un muro de miseria y olvido. Nuestra patria chica tiende a desaparecer y sus jardines, que fueron de antaño vergeles de encanto, se-rán cementeras o tumbas desiertas para aquellos hijos que no quisieron salvarla en su agonía.34

30 Plácido Villanueva, “Xochimilco, una ciudad típica del México de ayer y de hoy”, p. 9.

31 Propuesta del Acuerdo por el que se aprueba el Progra­ma de Manejo del Área Natural Protegida, bajo la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica, denominada “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, Secretaría del Medio Ambiente, Dirección General de la Comisión General de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Go-bierno del Distrito Federal, 2004.

32 Pablo Torres-Lima y Allan F. Burns, Regional culture and urban agriculturalists of Mexico City, p. 250.

33 Xochimilco. Un proceso de gestión participativa, pp. 28, 203.

34 Archivo Histórico de Xochimilco (ahX), El Heral­do, Xochimilco, año 1, abril de 1954.

Figura 16. Chinampa cultivada. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

chile, frijol y una gran variedad de verduras y legumbres; a su vez, el cultivo de la chinampa tuvo una estrecha relación con las terrazas construidas en las laderas de los cerros.30

En el siglo Xv, la región chinampera abar-caba una superficie de 20 000 hectáreas, exten-sión que se mantuvo relativamente estable por varios siglos. Sin embargo, para 1990, quedó re-ducida a tan solo 2 297 hectáreas.31 Actualmen-te quedan menos de 500 hectáreas, además de seguir latente la amenaza de ser habitadas.32 La zona chinampera pierde cada año aproxi-madamente 29.6 hectáreas ante el crecimiento “hormiga” de asentamientos irregulares; en el año 2000 había 40 asentamientos irregulares y 236 en la zona de la montaña.33

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Toro, Huetzalin y el Lago de Conservación de Flora, Fauna y Acuacultura de San Gregorio Atlapulco.

Durante los recorridos que realicé en la zo-na chinampera, pude percatarme que los cana-les están trazados y orientados hacia un referen-te natural como el Iztaccíhuatl, Popocatépetl,

El aporte de aguas tratadas para los canales de Xochimilco fue de 400 l/seg en 1959, am-pliándose a 1 250 l/seg en 1967. El Sistema de Aguas de la ciudad de México destina men-sualmente un promedio de 1 268 400 m3 de agua residual tratada para el sostenimiento de los niveles de agua, con esto se ha asegu-rado la supervivencia de la zona lacustre, no obstante se requiere de una fuerte inversión para mejorar la calidad y distribución del agua.35 Los canales están interconectados y su profundidad varía de 60 cm hasta 6 m en el caso de algunas lagunas. Entre los más impor-tantes están: Cuemanco, Nacional, Chalco, del Bordo, Apatlaco, San Sebastián, Ampampilco, Texhuilo, Zacapa, Caltongo, Santa Cruz y Ja-pón. Las lagunas principales son Caltongo, del

35 Germán Martínez Santoyo, “Sistema de canales de Xochimilco”, p. 195.

Figura 17a. Urbanización irregular en la zona chinampera. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 17. Crecimiento “hormiga”, en la chinampería del barrio de San Diego. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

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Cerro de la Estrella, Teutli, cerro de Xochite-pec, Ajusco o hacia una laguna con islote. Otros canales rematan visualmente con las capillas de los barrios o con el templo de San Bernardino de Siena, en donde estuvo el centro cívico cere-monial prehispánico de los xochimilcas.

Lamentablemente, la conservación del sis-tema de canales, apantles y chinampas está en riesgo de perderse porque muchos han sido re-

llenados con cascajo y tierra, a fin de nivelar las chinampas inundadas.36 Este es un factor más que contribuye a que los campesinos cambien el cultivo tradicional por el cultivo de inverna-dero. El uso de aguas tratadas convierte al área de canales y lagunas en un sistema totalmente artificial que depende en su totalidad de las plantas de tratamiento de Cerro de la Estrella, y en menor medida de las plantas de San Luis Tlaxialtemalco y San Lorenzo Tezonco. Los si-tios de descarga del Cerro de la Estrella son: la- go Huetzalin, pista Virgilio Uribe, campamen-to la Draga, embarcaderos Fernando Celada, Los Galeana, Zacapa, Floricultor y Caltongo parte baja, e invernadero San Luis Tlaxialte-malco. Las descargas de la planta de San Luis Tlaxialtemalco son: Caltongo parte media, Callejón México 70, Atenco y La Fábrica. De la planta de San Lorenzo, ubicada en Tlá-huac, el sitio de descarga es Moctezuma.37 El

36 Álvaro F. López, Manuel Guerreo, Cruz Hernán-dez y Araceli Aguilar, “Rehabilitación de la zona chi-nampera”, p. 203.

37 B. C. Serrano, op. cit., p. 31; vid, Araceli Aguilar, Ana Cecilia Espinosa y Ciro Caraballo, “El manejo del agua. Tema central en Xochimilco”, p. 189.

Figura 18. Canal que tiene como remate visual los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Xochimilco, óleo sobre tela de Francisco Urbina G., 1951. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 19. El canal de Cuemanco tiene como remate visual, hacia el sur, el ex convento de San Bernardino de Siena y la sierra del Chichinautzin. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

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suministro de agua tratada se realiza en contra de la pendiente, esto ha favorecido el azolve, inundación y mala calidad del agua. Es impor-tante mencionar que la población que vive de manera irregular en la zona chinampera que presenta hundimientos, se encuentra en una situación de riesgo porque las construcciones habitacionales están contribuyendo a aumen-tar el peso del suelo.

Otra fuente de abastecimiento de agua son los escurrimientos superficiales de los ríos Santiago o Parres y San Lucas, que se forman en las estribaciones de la sierra Ajusco-Cuau-

tzin. Actualmente, el agua, al desembocar en la presa de San Lucas, llega muy contaminada por las 36 descargas de aguas residuales pro-venientes del Reclusorio Sur y de los drena-jes domésticos clandestinos, que inician en Topilejo. Esto ha generado que la presa haya dejado de ser un nicho ecológico para las aves migratorias y hoy en día sea un foco de con-taminación. Ante esta situación, se conformó la Comisión en Rescate de la Presa San Lucas Xochimanca, que solicitó a las autoridades de la Delegación Xochimilco y del Gobierno del Distrito Federal, en 2008, quitar las descargas de agua residuales, desazolvar y sacar la basu-ra.38 A la fecha las autoridades han incumplido con esta petición ciudadana.

La demanda de agua es tan grande que el acuífero del sureste del valle de México ha sido sometido a la sobreexplotación mediante la perforación de pozos con profundidades de 200 a 400 m. Existen 77 pozos en operación, que sirven para el abasto de agua potable de los usuarios de la Delegación Xochimilco y de otras delegaciones colindantes. La problemá-tica del agua se manifiesta en los efectos deri-vados de la desaparición de manantiales y de

Figura 22. La presa de San Lucas fue construida para evitar que la corriente de agua del río Santiago erosionara el suelo. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

Figura 20. Planta de tratamiento Cerro de la Estrella. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 21. Agua tratada de la planta de San Luis Tlaxialtemalco. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

38 Comisión en Rescate de la Presa San Lucas Xo-chimanca.

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Figura 23. Proclama de apoyo para el rescate ecológico de la presa de San Lucas Xochimanca. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

corrientes superficiales; sobreexplotación del acuífero; procesos de desecación y compac-tación de arcillas; cambio en las dinámicas hidráulicas e inundaciones; desaparición de

canales y apantles; crecimiento excesivo de li- rio acuático.39

El Sistema de Aguas de la ciudad de Méxi-co tiene a su cargo la administración de los acueductos del sur, que incluye Xochimilco y los auxiliares de Xotepingo. La extracción in-tensiva de agua subterránea ha ocasionado un impacto adverso sobre las características del subsuelo generando graves hundimientos dife-renciales en la ciudad de México. En la década de los ochenta, fue entre –0.49 a –0.25 m/año; para los noventa, hubo una ligera disminución en la tasa de hundimiento, registrándose –0.28 a –0.22 m/año. Los hundimientos favorecen la aparición de grietas que propician la fractura

39 Álvaro F. López Lara y Ciro Caraballo, “El reto de construir espacios de coordinación interguberna-mental”, p. 162.

Figura 22a. Río Santiago en donde predomina la basura y agua contaminada. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 24. Descarga doméstica de aguas negras. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

del drenaje y con ello ocasiona malos olores y contaminación del manto freático.40

La mala calidad del agua de los canales está ocasionando un serio problema de salud pú-blica. Por ser agua tratada y residual, contiene gran cantidad de compuestos químicos, sales y metales pesados tóxicos (cadmio, cromo y plomo); también presenta hidrocarburos, gra-sas, aceites, solventes industriales, herbicidas, pesticidas y desechos químicos, producidos por actividades que no corresponden a la agri-cultura tradicional, como lo es el cultivo en invernaderos, que es de mayor rentabilidad. Además, proliferan las descargas clandestinas de aguas negras procedentes de los asenta-mientos humanos irregulares que contribu-yen a empeorar la calidad del agua con altos índices de residuos fecales de rata, conejo y humano. Las consecuencias de este proceso de deterioro ambiental afectan a los ecosistemas acuáticos y terrestres, propiciando el desarro-llo de plagas y la contaminación de aguas, lodos y suelos.

Otro factor de alto riesgo es su incidencia en la salud de la población, por ello se requiere de la intervención de las autoridades corres-pondientes para generar una propuesta de prevención y erradicación de enfermedades. El análisis de la calidad del agua que realizaron estudiantes de maestría de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la unam, en el pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, arroja resultados alarmantes, entre ellos, que el agua contaminada está ocasionado severas infeccio-nes en la piel de las personas que trabajan la chinampa.41

La calidad de los suelos tampoco es alenta-dora, ya que presenta degradación física oca-sionada por las inundaciones y degradación

química originada por la salinidad, que afec- tan el hábitat de las especies y las áreas de producción agrícola. La degradación del sue-lo, la disminución de la calidad del agua y de la funcionalidad hidráulica han llevado a la pér-dida de flora y fauna endémica y migratoria, desencadenando además una problemática agrícola y social en el Área Natural Protegida.42 La flora acuática, por ejemplo, ha perdido 40 especies. La vegetación está modificada por la presencia de especies introducidas como el eu-calipto, la casuarina, el hule y la jacaranda. El huachinango, especie introducida a fines del siglo XiX, se ha convertido en una plaga. El cre-cimiento de la mancha urbana y la reducción de los cuerpos de agua por cegamiento tam-bién inciden en la pérdida de hábitat.

El ahuejote (Salix bompladiana), árbol nativo utilizado tradicionalmente para delimitar las chinampas y reforzar sus riberas, está dañado por plagas como el muérdago y la malacoso-

40 Jorge Legorreta, “Tres miradas contemporáneas del desarrollo urbano en la ciudad de México”, con-ferencia, 2008.

41 Información proporcionada por Amparo Ánge-les, del Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl, marzo de 2010.

42 Propuesta del Acuerdo por el que se aprueba el Progra­ma de Manejo del Área Natural Protegida, bajo la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica, denominada “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, Secretaría del Medio Ambiente, Dirección General de la Comisión General de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Go-bierno del Distrito Federal, 2004.

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ma, ocasionando su pérdida y modificando el paisaje natural y el sistema agrícola de chi-nampa. Las autoridades locales han tratado de controlar el avance del muérdago; en 2003 fueron saneados 160 mil ahuejotes y se comba-tió al malacosoma para disminuir la población de este gusano defoliador, además de sembrar 120 mil árboles de ahuejote.43 La Delegación Xochimilco, a través de su Dirección de Desa-rrollo Regional y con asesoría de la Universi-dad de Chapingo, desarrolló un programa de producción del ahuejote, a través de la opera-ción de un vivero y actividades de reforestación con la participación de habitantes locales.

En Xochimilco existen 194 km de canales, los cuales presentan diversos grados de dete-rioro en sus riberas debido a la erosión que han sufrido por la disminución de los niveles de agua en las épocas de estiaje, la falta de vegetación en sus orillas, el oleaje de las embar-

43 Avelino Méndez Rangel, “Acción de gobierno para el rescate de la zona chinampera de Xochimilco”, p. 220.

caciones acuáticas con y sin motor fuera de borda, el abandono de las tierras de cultivo, y el aumento de especies exóticas principalmen-te acuáticas, como la tilapia, que al hacer pe-queños orificios en la orilla de la chinampa, predispone el deslave de las riberas.44

La autoridad local rehabilitó 22 km de ribe-ras mediante la colocación de estacas, tierra y ahuejotes, los trabajos fueron coordinados por José Carlos Acosta, entonces director de Desa-rrollo Regional. Se utilizaron recursos locales y federales como el del Programa Hábitat, de la Secretaría de Desarrollo Social Federal, para gestionar convenios con el Colegio de Posgra-duados, la Universidad Autónoma de Chapin-go, la Universidad Autónoma Metropolitana, el Instituto Nacional de Antropología e His-toria y el Instituto de Biología de la Universi-dad Nacional Autónoma de México; también se contó con la participación de los chinampe-

Figura 25. Terrenos de cultivo en el Área Natural Protegida, afectados por el salitre. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

44 Proyecto “Restauración ecoturística de riberas chinamperas de Xochimilco y Catalogación de Chi-nampas”, doc. inéd., Gobierno del Distrito Federal, Delegación Xochimilco, junio, 2004.

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Figura 26. Estacado de las riberas de chinampas, realizado por la Delegación Xochimilco en 2005. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

ros.45 Otros recursos fueron recibidos del Programa de Ciudades Patrimoniales Centro Histórico de la ciudad de México y Xochimil-co, a través del Fideicomiso Centro Histórico, la Secretaría del Medio Ambiente y la Delega-ción Xochimilco.

Diversos sectores de la sociedad han mani-festado su preocupación por la situación de riesgo que presenta el patrimonio natural de Xochimilco. La diputada Nancy Cárdenas, por ejemplo, elaboró un dictamen en el que pide a la Procuraduría Ambiental del Distrito Fe-deral una investigación para declarar zona de desastre ecológico el área chinampera y otras regiones de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta. Propuso la creación de una comisión especial para investigar y emitir recomendaciones que

contribuyan a solucionar este problema. El profesor Rodolfo Cordero, cronista de Xo-chimilco, por su parte, señala que ha habido un incremento de los asentamientos humanos en el suelo de conservación, ante la actitud permisiva de las tres últimas administraciones delegacionales.46 Es evidente que las acciones realizadas por el gobierno federal, delegacio-nal y del Distrito Federal han sido insuficientes para frenar la destrucción y alteración de la zona chinampera y zona de montaña.

área natural protegida

Un área significativa de la zona chinampera que se encuentra dentro del polígono del Área

45 A. Méndez Rangel, op. cit., p. 220.

46 José Huerta, “Deja la unesco sus oficinas en Xochi-milco por invasiones: Cordero”, en La Crónica de hoy, 5 de mayo, 2008, en Notimex, 14 de octubre de 2008.

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Natural Protegida (anp), es la zona sujeta a conservación ecológica Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, con una superficie de 2 657 hectáreas. Su condición de anp y su carácter de Patrimonio de la Humanidad de unesco reconocen su relevancia histórica, cultural, biológica y ambiental. El anp se loca-liza en la porción centro y norte de la Delega-ción Xochimilco, al sur del Distrito Federal. Las coordenadas geográficas extremas son: 19o 15’ 11” y 19o 19’ 15” de latitud norte; 99o 00’ 58” y 99o 07’ 08” de longitud oriente, y está integrada por un polígono con una superficie de 2 657-08-47 hectáreas.

La Secretaría del Medio Ambiente, a tra-vés de la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenader), solicitó al Instituto de Ecología (Inecol), la elaboración del estudio denomi-nado “Programa Rector de Manejo del anp en la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica denominada Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, con lo que se aten-día el cumplimiento de la Ley Ambiental del

D.F. El estudio consideró las potencialidades y aspectos críticos, con el fin de orientarlo a una propuesta de rehabilitación integral del patrimonio natural de Xochimilco,

La propuesta del Programa de Manejo para el Área Natural Protegida Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, elaborada por la Co-renader, se hizo a partir del estudio de Inecol y de otros estudios académicos de la zona.47

El programa estuvo sujeto a consulta pública en el mes de octubre de 2004, mismo que fue cuestionado por algunos sectores de la pobla-ción que no fueron convocados. Los asistentes que estuvieron en las reuniones fueron los productores chinamperos de San Luis Tlaxial-temalco y San Gregorio Atlapulco, ex ejidata-

47 Las universidades, centros de investigación, or-ganismos internacionales y la propia administración local fueron las principales fuentes de información, lo que permitió hacer propuestas de actuación. Entre los estudios se encuentra el realizado por especialistas de la uam Xochimilco que han identificado, ubicado y caracterizado la vegetación y la fauna de la región.

Figura 27. Zonificación del polígono del Área Natural Protegida. (Secretaría del Medio Ambiente, Corenader, Gobierno del Distrito Federal.)

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rios y copropietarios de Xochimilco, los tres órdenes de gobierno (entre ellos el inah), así como instituciones académicas y organizacio-nes no gubernamentales. El programa de ma-nejo fue publicado en el Diario Oficial de la Fe­deración de 2005, por lo que el anp cuenta con este instrumento jurídico para su administra-ción.

El programa de manejo consideró un diagnóstico integral, que abarcó los aspectos físicos, biológicos, socioeconómicos e históri-co-culturales, legales, normativos y administra-tivos. La bióloga Patricia Carrillo Alejandro, de la Corenader, me solicitó, como represen-tante del inah, revisar y hacer comentarios al borrador del Acuerdo por el que se aprueba el Programa de Manejo del Área Natural

Protegida, bajo la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica, denominada Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, por lo que en junio de 2004 entregué a esa depen-dencia la Propuesta de Aspectos Histórico-Cul-turales para adicionarla en el Programa de Manejo del Área Natural Protegida.48

El programa de manejo significa contar con un instrumento normativo que permita tener

Figura 28. La zona chinampera y los terrenos de agricultura de temporal, en 1974. (Secretaría del Medio Ambiente, Corenader, Gobierno del Distrito Federal.)

48 Araceli Peralta Flores, “Aspectos histórico-cultu-rales en Xochimilco del Programa de Manejo para el Área Natural Protegida. Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Secretaría del Medio Ambiente, Gobierno del Distrito Federal, Dictamen 2004.

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claridad sobre las actividades que se pueden llevar a cabo en la zona chinampera, con el objetivo de preservarla. La Corenader aporta recursos para que siga la producción y se le dé mantenimiento al área.49 La zonificación del anp se hizo a partir de los usos y característi-cas actuales, quedando dividida en: zona de protección, zona chinampera, zona agrícola de temporal y zona de uso público.

La zona de protección cubre una superficie de 357 hectáreas, con ambientes lacustres y pa-lustres; de esta área se busca proteger la vida silvestre y mejorar la funcionalidad hidráulica.

Está sujeta a programas y acciones que permi-tan mejorar sus condiciones ambientales con actividades encaminadas a la restauración eco-lógica, investigación y turismo controlado.

La zona chinampera y la zona agrícola de temporal comprenden una superficie de 1 722 hectáreas (1 237 ha de chinampas y 485 de tem-poral); de estas zonas se pretende conservar las actividades de aprovechamiento, especial-mente la producción chinampera; considera acciones de restauración ecológica y paisajís-tica y el uso de técnicas agroecológicas adecua-das. En Xochimilco sólo 6% de la población se dedica a la agricultura, y de este porcentaje, 48% combina el trabajo agrícola con un tra-bajo en la ciudad.5049 Programa de Manejo. Área Natural Protegida de los

Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, Secretaría del Medio Ambiente, Dirección General de la Comisión General de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Gobierno del Distrito Federal, 2004.

Figura 29. Humedal de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

50 P. Torres-Lima, op. cit., pp. 250, 252.

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La zona de uso público (5 490 ha) correspon-de a los sitios con presencia de infraestructura recreativa, deportiva, ecoturística, de investiga-ción, usos agrícolas no tradicionales, oficinas gubernamentales, culturales y de educación am-biental, sin que afecte el desarrollo agrícola de la región y la conservación de sus recursos na- turales.51

Un componente natural de gran importan-cia que tiene el anp son los humedales, elemen-to acuífero que facilita la dilución de contami-nantes y la filtración hacia el manto freático. Los humedales son un remanente de los gran-des lagos de la cuenca de México, pero debido a la intensa actividad del hombre éstos se han reducido a canales, apantles, lagunas perma-nentes y de temporal. Ante la importancia que tienen los humedales como sistema lacustre, la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal (smadf) gestionó su inscripción en el

Figura 30. Invernaderos en la chinampería. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

51 Nicolás Mendoza Jiménez, “Programa de Manejo del Área Natural Protegida, Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, p. 66.

Listado de Humedales de Importancia Inter-nacional, en el contexto de la Convención In-ternacional sobre los Humedales Ramsar.52

En el anp se han realizado diversos esfuer-zos e invertido importantes recursos econó-micos, pero éstos no han sido suficientes para revertir el deterioro, restaurar, conservar y proteger el área. Esto se debe a diversos facto-res: disminución de las prácticas tradicionales, desconfianza de los chinamperos al gobierno, carencia de apoyos al campo, incremento de otras actividades como la ganadería y los inver-naderos, infraestructura y recursos mínimos; duplicidad, dispersión y baja eficiencia de ac-ciones. Estas circunstancias han favorecido la presencia de asentamientos humanos, conta-minación, rellenos, aumento de invernaderos, establos y ganadería.53

52 Ibid., p. 180.53 Programa de Manejo. Área Natural Protegida de los

Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, Secretaría del Medio Ambiente, Dirección General de la Comisión General de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Go-bierno del Distrito Federal, 2004.

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Con el programa de manejo se busca con-servar los recursos naturales del ecosistema y el paisaje cultural del anp a través del manejo in-tegral de los recursos naturales y el rescate de las técnicas prehispánicas de producción, así como reforzar acciones para la protección, me-jorar el control y la calidad del agua, detener y revertir la degradación de los recursos natu- rales, regular las actividades agrícolas, ordenar las actividades turísticas, recreativas, deportivas y gubernamentales, impulsar la investigación científica, monitorear y evaluar los recursos na-turales, fortalecer el vínculo con las comunida-des, así como establecer y operar la estructura administrativa del área.

Como señalan los especialistas de la Secre-taría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, el programa de manejo no debe ser visto como una receta para la solu-ción completa de todos los problemas. Es un punto de partida de un proceso concertado, consciente, formal, sostenido y a largo plazo de ejecución de acciones de manejo iniciales, revisión de resultados, planificación de nuevas acciones y verificación de avances.

El rescate de la zona y la reintegración de sus funciones ecológicas, agrícolas y recreati-vas son fundamentales para mantener la ca-lidad y dinámica del acuífero en el suelo de conservación del valle de México; proteger y consolidar un humedal inducido en las mejo-res condiciones posibles; conservar los ende-mismos, la singularidad de sus comunidades naturales y los hábitats palustres asociados a ellas; restaurar la vegetación terrestre, la re-cuperación de la flora y fauna, especialmente nativas; consolidar y mantener hábitats de aves residentes y migratorias; restaurar y preservar el equilibrio ecológico regional.54

Las acciones de conservación y restauración del ecosistema tendrán que estar encaminadas a la vigilancia, prevención y combate de incen-dios, daños y contingencias ambientales; ma-

nejo hidráulico, restauración ecológica y recon-versión productiva; investigación, monitoreo y evaluación; participación comunitaria, coordi-nación interinstitucional, administración y or-denamiento jurídico del anp. 55 Estas acciones deben incluir necesariamente a la comunidad, porque si no, estarán destinadas al fracaso.

Es de suma importancia que el gobierno local y el gobierno federal asuman el compro-miso de respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y apliquen acciones acordes con lo que establece el artículo 27:

se dictarán las medidas necesarias para orde-nar los asentamientos humanos y establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y desti-nos de tierras, aguas y bosques, a efecto de ejecutar obras públicas y de planear y regular la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; para preservar y restaurar el equilibrio ecológico… y para evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad. 56

Como hemos visto a lo largo de este capítu-lo, el patrimonio natural de Xochimilco ha te-nido un continuo y severo deterioro ambiental derivado de la introducción de usos de suelo inadecuados, la deforestación, el crecimiento urbano no planificado, la sobreexplotación del manto acuífero para el abasto de la ciudad, la descarga de aguas y el hundimiento diferencial del terreno, entre otros problemas.57 Diagnós-tico que difícilmente podrá mejorar mientras no se logre construir una visión social conjunta y propositiva.

54 Idem.

55 Idem.56 Constitución Política de los Estados Unidos Mexica­

nos, p. 27.57 Propuesta del Acuerdo por el que se aprueba el

Programa de Manejo del Área Natural Protegida, bajo la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica, denominada “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”, Secretaría del Medio Ambiente, Dirección General de la Comisión General de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Gobierno del Distrito Federal, 2004.

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patrimonio arqueológico

Las fuentes documentales, como señala Pérez Zevallos, dan una idea mítica del origen de Xochimilco, que dista mucho de ser real; in-cluso se desconocen las fechas precisas de determinados sucesos históricos, como la lle-gada de los xochimilcas al sur de la cuenca de México y su establecimiento en el centro de Xochimilco.1 De ahí que la historia del perio-do prehispánico sea más compleja de lo que los documentos señalan; por fortuna existen otras fuentes de información como las que aporta la investigación arqueológica que ha contribuido al conocimiento de las antiguas sociedades que habitaron Xochimilco.

Las referencias históricas nos dicen que los xochimilcas formaron parte de las siete tribus nahuatlacas que salieron de la región de Chi-comoztoc “el año del Señor de 820 y llegaron al lugar de la Nueva España el año de 902”.2 Los primeros en salir fueron los xochimilcas, posteriormente le siguieron los chalcas, los tepanecas, los culhuas, los tlahuicas, los tlax-caltecas y los mexicas.

Los xochimilcas fueron guiados por Huet-zalin, quien murió cuando éstos se encontra-

ban en Tula. Al llegar a la cuenca de México, vivieron en un lugar llamado Ahuilazco, des-pués se fueron a Tlacotenco, Santa Ana y Milpa Alta hasta asentarse en el cerro de Cuailama, ubicado en Santa Cruz Acalpixca, en donde radicaron por un largo periodo. Hacia 1352, la población se trasladó al islote de Tlilan,3 “negrura”, localizado en lo que actualmente es el centro de Xochimilco; cabe mencionar que antes de la llegada de los xochimilcas, el área había sido habitada por otros grupos humanos, así lo demuestran los hallazgos arqueológicos; las evidencias culturales de ocupación abar-can del Preclásico tardío hasta el Posclásico tardío (200 a.C.-1521 d.C.).4

¿Qué nos dice la arqueología? Antes de responder, definiremos el concepto. La ar-queología se ocupa de documentar, recupe-rar, explicar, comprender e interpretar a las sociedades del pasado con base en la evidencia material. Es una ciencia social estrechamente vinculada con la antropología y la historia, que busca resolver los grandes enigmas del desarrollo humano. Una parte sustancial de la arqueología es recuperar, no solamente la evidencia material, sino generar los lineamien-

1 Juan Manuel Pérez Zevallos, Xochimilco. Ayer I, p. 15.

2 Rosa María Uribe Rivera, Tepepan, arte e historia, p. 10, apud, Códice Ramírez. Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España, p. 18.

3 José Farías Galindo, Xochimilco, p. 15.4 Archivo Técnico de la Dirección de Salvamento

Arqueológico (atdsa), Teresa Castillo Mangas, “Centro Xochimilco, Xochimilco”, Denuncia 97-07.

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tos necesarios para proteger y conservar el patrimonio cultural, en particular el arqueo-lógico, así como su gestión y difusión con un propósito de desarrollo social sustentable.

Sobre el marco legal relativo al patrimonio arqueológico, el Plan Municipal de Desarrollo Urbano sugiere hacer un inventario de los “si-tios monumentales” desde un enfoque de apro-vechamiento turístico;5 ¿qué pasa entonces con los sitios menores? ¿Por qué no se plantea el apoyo gubernamental local a proyectos de investigación, restauración y conservación? A partir de este esquema, el patrimonio arqueo-lógico queda expuesto al olvido oficial, la des-

5 Plan o Programa Municipal de Desarrollo Urbano. Guía Metodológica, p. 9.

trucción y el saqueo. Por ello, las comunidades han optado por cuidar y apropiarse de los sitios arqueológicos, ya que son una herencia ances-tral, a través de mecanismos como la vigilancia, faenas de limpieza, realización de rituales pre-hispánicos, visitas guiadas, entre otras acciones que favorecen su conservación.

Por tanto, el inah, junto con el gobierno local, debe fortalecer su función sustantiva en lo concerniente a la investigación, protección, conservación, restauración y recuperación de los monumentos arqueológicos, tal como lo marcan las disposiciones generales de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueo-lógicos, Artísticos e Históricos, de 1972. El capítulo III, artículo 28, señala que “son monu-mentos arqueológicos los bienes muebles e inmuebles, producto de culturas anteriores

Figura 1. Montículo prehispánico destruido, colonia “El Mirador”, San Lucas Xochimanca. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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al establecimiento de la hispánica en el territo-rio nacional, así como los restos humanos, de la flora y de la fauna, relacionados con esas culturas”. Las disposiciones de esta ley le dan una jerarquía alta en la legislación y control sobre el patrimonio cultural del país, de ahí su aplicación a nivel federal por medio de instan-cias como la Secretaría de Educación Pública, Secretaría de Desarrollo Social, Instituto Na-cional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Bellas Artes y demás dependencias en los casos de su competencia.6 A pesar de la existencia de un marco legal, la destrucción del patrimonio arqueológico persiste debido a la diversidad y complejidad de sus causas.

La mayoría de los sitios arqueológicos que hay en la Delegación Xochimilco se encuen-tran, hoy en día, alterados o destruidos por per-sonas que por ignorancia, desconocimiento y desarraigo, no respetan ni valoran los vestigios culturales antiguos. Otro factor de destrucción es la especulación inmobiliaria que ha propi-ciado la urbanización sin planeación en las áreas con vestigios arqueológicos.

Sobre las investigaciones arqueológicas en territorio xochimilca, podemos decir que gracias a los proyectos, salvamentos, inspec-ciones y rescates realizados por arqueólogos de instituciones nacionales y extranjeras, en especial del inah, se ha logrado registrar un número considerable de sitios arqueológicos (áreas con presencia de materiales culturales) en la zona de montaña, la zona chinampera y el centro de Xochimilco, con diferentes perio-dos de ocupación, que van del periodo Preclá-sico o Formativo, Clásico, Epiclásico hasta el Posclásico.7

En cuanto al rango de tiempo de cada pe-riodo, existe el problema de que no hay un criterio uniforme entre los arqueólogos, de he- cho la delimitación de los periodos, horizon-

tes, fases y tipos cerámicos, aún son motivo de debate y siguen variando con los nuevos hallazgos e investigaciones, por tanto, decidi-mos para fines prácticos manejar una crono-logía básica, para los periodos culturales del Altiplano Central (ver tabla 1).8

Xochimilco no sólo tiene patrimonio ar-queológico, también se ha encontrado en su territorio patrimonio paleontológico, que de acuerdo con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, “incluye los restos fósiles de plantas y animales, cuyo origen se remonta a los tiempos en que aparecen los seres vivos sobre la Tierra, hasta el fin del Pleistoceno, hace miles de años antes de nuestra era”.9 El primer hallazgo en la de-marcación política fue en 1967, en una unidad deportiva, de la que no tenemos más datos, ahí se encontraron los restos de un mamut. El segundo descubrimiento fue en 1977, en una chinampa de Santa Cruz Acalpixca; en un pri-mer momento, se pensó que los huesos eran de mamut, pero posteriormente se determinó que eran de mastodonte.10

En 1991, con la construcción de la Unidad Habitacional isssam, aparecieron los restos de

6 Manual de procedimientos del Catálogo de Monumentos Históricos Inmuebles.

7 Jesús Carlos Lazcano Arce, “El patrimonio arqueo-lógico de Xochimilco”, p. 268.

tabla 1 CRONOLOGÍA DEL ALTIPLANO CENTRAL

Posclásico tardío 1200 - 1521 d.C.Posclásico temprano 950 - 1200 d.C.Epiclásico 650 - 950 d.C.Clásico 200 - 650 d.C.Preclásico tardío 500 a.C. - 200 d.C.Preclásico medio 1000 - 500 a.C.Preclásico temprano 1500 - 1000 a.C.Pleistoceno 25000 a.C. - 1500 a.C.

8 Rodolfo Fernández y Daría Deraga, “La zona occidental en el Clásico”, v. 2, p. 176; cfr., William San-ders, Jeffrey R. Parsons y Robert S. Santley, The Basin of Mexico, p. 93.

9 La planeación y gestión del Patrimonio Cultural de la Nación. Guía técnica, p. 12.

10 J. Farías Galindo, op. cit., p. 66.

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un mamut joven, en la calle Ejido, colonia Las Peritas, colindante con Potrero de San Bernar-dino, en la Delegación Xochimilco. El proble-ma es que el hallazgo no fue notificado al inah y la constructora tapó los restos con tierra y cemento. Por fortuna, el señor René Becerril recuperó la pelvis, defensa, costilla, tibia, vérte-bras, fémur, mandíbula y cráneo, así como un cuerno posiblemente de bisonte.11 Los restos óseos de estos mamuts se encuentran en el Museo Arqueológico de Xochimilco.

arqueologÍa en la zona chinampera

El sur de la cuenca de México fue un lugar idóneo para los grupos de cazadores-recolec-tores, por la abundancia de recursos naturales. Raúl Ávila señala que la región de los lagos de aguas dulces Xochimilco y Chalco fue escena-rio de continuas ocupaciones que datan del Pleistoceno (25000-1500 a.C.), esto obedece al máximo aprovechamiento del espacio lacus-tre. Los cazadores-recolectores buscaban en las orillas de los lagos frutos silvestres y cazaban animales terrestres y acuáticos; con el tiempo se establecieron en terrenos propicios para el

cultivo, y en forma paulatina transformaron el paisaje lacustre donde finalmente fundaron aldeas y ciudades cuya economía se sustentaba en la producción chinampera y en los recursos naturales.12

En el periodo Preclásico o Formativo (1500 a.C.-200 d.C.) las poblaciones se caracteriza-ron por tener una economía de subsistencia basada en la agricultura, con el maíz como cultivo principal, consumían las variedades de maíz nal tel y chapalote,13 así como amaranto, frijol, calabaza y chile, alimentos que están presentes en los contextos arqueológicos; modelaban y decoraban vasijas de formas variadas y hacían figurillas antropomorfas y zoomorfas; surgieron las sociedades estratifi-cadas y la religión; el comercio y el sistema político fueron más complejos; las sociedades generaron excedentes que favorecieron el aumento de la población; y hubo un mejor aprovechamiento de los recursos del bosque, la ribera y el lago.

El patrón de asentamiento de las aldeas consistía en sencillos grupos de casas o jacales rodeados por campos de cultivo, distribuidos por lo general cerca de los lagos, arroyos y ríos. En el lecho lacustre, las aldeas se asentaban en islas naturales o plataformas artificiales, que con el crecimiento de la población, debieron parecer conjuntos de islas con sus casas. Los vestigios culturales registrados por los arqueó-logos permitieron definir los espacios ocupa-dos, las técnicas y los materiales constructivos, así como las actividades cotidianas a partir de restos de fogones, vasijas, artefactos, figurillas, objetos de uso personal, evidencias de plantas y animales comestibles.14

Después de 800 a.C. desaparece el “estilo olmeca” en la cuenca de México, término polé- mico porque los estudios actuales consideran que se trata más bien de un estilo mesoameri-

11 atdsa, Manuel Pérez Rivas y Francisco Ortuño Cos, “San Juan Tepepan, Xochimilco”, Denuncia 91-27.

12 Raúl Ávila López, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino culhua­mexica, v. 1, p. 25.

13 R. Ávila López, op. cit, v. 1, p. 38.14 Ibid., v. 1, p. 38.

Figura 2. Restos óseos de un mamut hallado en Xochimilco, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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cano y no de la presencia de población cultural olmeca proveniente de la costa del Golfo; el común denominador de este estilo es el “ala-garra de jaguar”. En el Preclásico medio y tar-dío, los asentamientos continuaron ocupando las riberas y el lecho del lago; la población aumentó y hubo una tendencia de las aldeas agrícolas a depender de centros mayores. Terremote Tlaltenco es un ejemplo de aldea que se asentó dentro del lago de Chalco entre 700-200 a.C.15

La erupción del Xitle generó cambios radi-cales en la fisonomía del sur de la cuenca de México, quedando convertida en una planicie semiseca y árida, características que duraron varios siglos hasta que el lago inició poco a poco su recuperación. Al concluir el Preclási-co, en el 200 d.C., estos fenómenos naturales provocaron el abandono de Cuicuilco y Tla-pacoya, junto con las aldeas del lecho lacustre y las riberas del lago de Chalco-Xochimilco, que quedó casi deshabitada debido al colapso ecológico, mientras que Teotihuacan florecía como la metrópoli mesoamericana más impor-tante del Clásico (200-650 d.C.).16

La cultura teotihuacana tuvo una fuerte influencia en Xochimilco. En las excavaciones realizadas en la explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl, en el centro de Xochimilco, en-tre 1978 y 1979, fueron registrados vestigios ar-queológicos con características teotihuacanas. Otros materiales vinculados a esta cultura son referidos por Michael Coe, al señalar que el cronista de Xochimilco, José Farías Galindo, le mostró una colección de cerámica y figuri-llas de barro —que los chinamperos habían encontrado en los canales y chinampas— de las fases Teotihuacan II (100-300 d.C.) y Teo-tihuacan III (300-650 d.C.). En la colección también había cerámica del tipo Coyotlatelco (650-900 d.C.), propia del Epiclásico.17

Por lo anterior, consideramos necesario que se lleven a cabo estudios sistemáticos de los sitios arqueológicos de Xochimilco con pre-sencia teotihuacana. Los estudios de Sanders, Parsons y Santley señalan que hubo varios cen-tros teotihuacanos distribuidos en la cuenca de México, diez provisionales, 17 aldeas grandes, 77 aldeas pequeñas y 149 villorios. Si bien la mayor parte de la población residía en Teoti-huacan, existieron otros asentamientos impor-tantes en el área de Cuauhtitlan-Tenayuca y en la región de Chalco-Xochimilco, donde habi-taba una población menor, pero distribuida de manera más homogénea.18

En el Epiclásico (650-950 d.C.) comienza la actividad agrícola intensiva basada en las chi-nampas. Los trabajos arqueológicos realizados en la década de los 90 en los antiguos ejidos de San Gregorio, Xochimilco y parte de Tepepan, permitieron localizar una vivienda doméstica y un área de habitación comunal de grandes dimensiones asociadas a parcelas de chinam-pas, correspondiente a este periodo.

La mayor expansión chinampera se dio en el Posclásico (950-1521 d.C.) sobre todo en la última etapa, que corresponde a la consolida-ción de la Triple Alianza (integración polí-

15 Ibid., v. 1, p. 39.16 Ibid., v. 1, p. 42.17 Michael Coe, “The chinampas of Mexico”.

Figura 3. Cajete del tipo Coyotlatelco, periodo Epiclásico, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

18 Linda Manzanilla, op. cit., v. 2, p. 161.

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tico-territorial de Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, en 1428 d.C.), en ese momento, Xochimilco era el centro político y económi-co del sur del lago, del que dependían los sitios chinamperos cuyo excedente agrícola era para el pago del tributo y el comercio; así quedaba cubierta la demanda cada vez mayor de alimentos para la ciudad de Tenochtitlan. Parsons considera que la mayoría de los habi-tantes de los pequeños asentamientos rurales fue gente migrante y sin tierra que se dedicó a la construcción y explotación de las chinam-pas controladas por el Estado mexica.19 Este auge estuvo vinculado a las obras hidráulicas que permitieron regular los niveles y la calidad del agua; sólo así se logró mantener la produc-tividad de las chinampas y asegurar los asenta-mientos permanentes dentro del lago.

En el Posclásico se registra la mayor densi-dad de población en la región sur de la cuenca de México, y como consecuencia, los asenta-mientos humanos son numerosos. Pedro Armi-

llas es de los primeros arqueólogos en señalar que las fases Azteca III (1400-1450 d.C.) y Azte-ca IV (1450-1521 d.C.) fueron los periodos de mayor auge de las chinampas, llegando a ocu-par una extensión de 12 000 hectáreas desde Tenochtitlan hasta Chalco. Para Raúl Ávila la fase Azteca I (900-1150 d.C.) debe considerar-se como el inicio de prácticas agrícolas exitosas en chinampas.20 Armillas registró vestigios del antiguo paisaje chinampero como líneas de playa, canales, chinampas y montículos en don-de hubo asentamientos humanos utilizando fotografía aérea de los años treinta y por los recorridos en campo que efectuó entre 1968 y 1969, asimismo advirtió sobre la acelerada destrucción de evidencias culturales ocasiona-das por el barbecho profundo y el crecimiento urbano.21

Entre 1990 y 1992 el Instituto de Investiga-ciones Antropológicas de la unam llevó a cabo el Proyecto Arqueológico Xochimilco, coordi-nado por la arqueóloga Mari Carmen Serra Puche. El estudio se enfocó al rescate y salva-mento de los sitios arqueológicos localizados en los ejidos de Xochimilco (de la Ciénega Grande hasta el vivero Nezahualcóyotl) y San Gregorio (en el límite sur del sitio “Nuevo Japón” hasta el Canal de San Sebastián), y la Laguna de Regulación (“Ciénega Chica”), quedando las exploraciones integradas al Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco, que planteaba el estudio integral de toda el área de canales, chinampas y zonas ejidales. Entre los objetivos estaban determinar las características productivas de la zona chinampera prehispá-nica, reconstruir el patrón de asentamiento y su relación con las áreas agrícolas, caracte-rizar las unidades de residencia, producción, almacenaje y distribución de los productos, y conocer la dinámica hombre-medio ambiente que permitió en el Posclásico tardío la utili-

19 Raúl Ávila López, “La región del sur durante el Posclásico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, p. 109; vid, Jeffrey Parsons, et. al., La agricultura chinampera del periodo prehispánico tardío en el Lago Chalco­Xochimilco, p. 4.

20 R. Ávila López, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino culhua­mexica, v. 1, p. 64.

21 Pedro Armillas, “Jardines en los pantanos (1971)”, p. 166.

Figura 4. Cerámica teotihuacana, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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zación en gran escala del sistema agrícola de la chinampa.22

El resultado de las exploraciones fue el re-gistro de 41 sitios arqueológicos compuestos por montículos con una altura no mayor a 1.50 m y 20 m de radio; los asentamientos estaban asociados a chinampas fósiles y materiales cul-turales como pisos estucados, muros de piedra, cerámica, obsidiana, sílex y hueso; la mayoría de los vestigios corresponden al año 1000 d.C., es decir, Posclásico temprano.23 Además, se pudo contar con un diagnóstico del patrimo-nio arqueológico de la zona chinampera, que sirvió para determinar propuestas sobre las prioridades de estudio y protección de zonas y sitios específicos.

En la zona denominada “El Japón”, localiza-da en el paraje Tlatelpa, 24 al sureste del vivero Nezahualcóyotl, en terrenos de los ejidos

de San Gregorio Atlapulco y Xochimilco, se efectuaron en diversos años varios rescates derivados de la construcción del vivero y de las acciones del Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco. Martha Graciela Lechuga reportó que las chinampas de esta zona presentaban una orientación este-oeste y en promedio te-nían de ancho entre 5.50, 6, 8 y 10 m. Debido a la erosión del suelo fue difícil determinar la longitud, sin embargo, algunas medían entre 15, 16, 24 y 25 m.25

En 1993, el inah comisionó a Raúl Ávila para explorar el sitio “El Japón”, con una ex-tensión de 450 por 100 m. Fueron registradas antiguas plataformas habitacionales rodeadas por chinampas construidas en el siglo XX. Los montículos medían 2 m de ancho por unos 100 m de largo. En la primera etapa de ocu-pación del sitio, posiblemente a principios del siglo Xv, se construyó una gran plataforma de tierra, que funcionó como área residencial, en la que se encontró un piso, huellas de postes y alineamientos de rocas; ésta medía 560 m de largo por 1 m de altura.

Al paso del tiempo, la plataforma fue mo-dificada en su parte central, aumentando 80 cm su altura, para ser usada como cementerio. Aquí se encontraron 260 entierros primarios y 133 secundarios en buen estado de conserva-ción, correspondientes a la fase Azteca tardío y Colonial temprano (1400-1521 d.C.).26 Lo relevante de la excavación es que se obtuvo una amplia muestra de restos óseos de infan-tes, adolescentes, adultos y longevos, cuyo estudio arrojó datos sobre patologías y aspec-tos culturales, como deformación craneana y mutilación dentaria. Lamentablemente, el sitio fue destruido en un 90% por la maqui-naria pesada utilizada para la construcción de un distrito de riego.

Figura 5. Material lítico, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

22 J. Carlos Lazcano Arce, “Proyecto Arqueológico Xochimilco”, Instituto de Investigaciones Antropoló-gicas unam. (Documento sin publicar)

23 Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología (atcna), Jeffrey Parsons, Elizabeth Brum-fiel y Mary Parsons, “Informe. La agricultura chinampera del periodo prehispánico tardío en el lago Chalco-Xo-chimilco”, México, 1982; vid. atcna, Mari Carmen Serra Puche (directora), “Proyecto Arqueológico Xochimilco. Informe de la primera temporada de campo”, unam, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1990.

24 El paraje también es conocido como Tlatlazco, La Rinconada, El Coyote o Tlilac, vid. J. Farías Galindo, op. cit., p. 78.

25 J. Farías Galindo, op. cit., pp. 77-78.26 R. Ávila López, en op. cit., v. 1, p. 52; vid, Magali

Civera, “Aspectos de salud y mortalidad en la población prehispánica de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco”, p. 113.

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En 1994, en el Centro de Educación Am-biental Acuexcómatl fueron registrados vesti-gios culturales relacionados con la canalización del manantial Acuexcomac, así como ollas, tecomates y cuencos que corresponden al gru-po cerámico Coyotlatelco (650-900 d.C.) del periodo Epiclásico.27

En terrenos del proyecto Nuevo Conjunto Viveros, ubicado al norte y colindante al Cen-tro de Educación Ambiental Acuexcómatl, en San Luis Tlaxialtemalco, Ávila descubrió, en

un área de 70 hectáreas, entre 1995-1996, un conjunto de chinampas fósiles o arqueológicas de la fase Azteca tardío, con dimensiones (10 m x 1m) y orientación distinta a las actuales. Estas antiguas chinampas fueron abandonadas y después modificadas con nuevos trazos de canales, vestigios que fueron liberados durante los trabajos de exploración. En el proyecto ar-queológico no sólo se planeó realizar estudios de prospección y exploraciones, sino también delimitar una poligonal de protección entre la ladera del volcán Teutli y una parte del ex-lecho del lago entre los poblados de San Luis Tlaxialtemalco y Santiago Tulyehualco.

La presencia de material Coyotlatelco en la ladera del volcán Teutli, indica a su vez la presencia de asentamientos sobre terrazas pró-ximas al lecho lacustre con tendencia a ocupar las orillas del lago y cerca de los manantiales hacia finales del primer milenio d.C. Ávila señala que no hay indicios de chinampas pro-ductivas en la fase Coyotlatelco, el cambio se dio después, en el Posclásico temprano, con la llegada de grupos portadores de la cultura Azteca I que se establecen en grandes plata-formas dentro del lago Chalco-Xochimilco, con ello inician las prácticas agrícolas en chinampas, que se fueron perfeccionando con el tiempo hasta la introducción de obras hidráulicas más complejas. 28

En 1996 los estudios arqueológicos conti-nuaron en el área del ex lecho lacustre y en la ladera del volcán Teutli, que se caracteriza por ser pastizal sobre terreno llano y pocas parcelas de cultivo. Aquí se excavó el sitio Acatla, localiza-do al noroeste de Santiago Tulyehualco, con un área de 10.5 hectáreas. Se trata de una aldea de la cultura Azteca I (900-1150 d.C)29 del tipo villa

27 atcna, Jorge Martínez, Valerio Paredes y Alfonso Torres, “Exploraciones arqueológicas en San Luis Tlaxialtemalco. Informe de las excavaciones realiza-das en el Centro Comunitario para el Mejoramiento Ambiental, Social y Comunitario de San Luis Tlaxialte-malco, Xochimilco D.F.”, mayo-agosto, 1994.

28 Raúl Ávila López, Investigaciones del Proyecto Arqueológico San Luis Tlaxialtemalco. Las chinampas arqueológicas, p. 2.

29 La cronología que da Ávila para el periodo Azteca I, difiere de la de Sanders y Parsons, quienes lo refieren como Azteca I-II (1150 d.C.-1400 d.C.); W. Sanders, J. R. Parsons y R. S. Santley, The Basin of Mexico, p. 93.

Figura 6. Enterramientos en el sitio “San Gregorio”, 1994. (Imagen tomada de Raúl Ávila López, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino culhua­mexica.)

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grande nucleada con una población estimada entre 500 y 2 500 personas. Se registraron áreas de actividad doméstica, entierros y chinampas arqueológicas. El sitio presentó una plataforma semicircular con gran concentración de mate-riales culturales. Otra característica relevante es el registro de un canal entre antiguas parcelas de cultivo, de poca profundidad y orientado de este a oeste. Asociados al hallazgo, se encontra-ron otros canales y chinampas orientados de sur a norte, cuyo sistema constructivo se basa en masas de tierra de forma rectangular con bordes muy duros. 30

La técnica constructiva de las chinampas arqueológicas del sitio Acatla, estuvo asociada con un gran banco de diatomeas (algas fósiles) que se usó como “cimiento” de las chinampas, cuya particularidad es que se encontraba a poca profundidad, lo que permitió trazar ca-nales anchos y profundos, y funcionar como capa esponjosa que mantenía la humedad al 100% en los suelos de cultivo.31

Con respecto al “cimiento” de las chinam-pas, considero que hubo tres variantes: con

plantas acuáticas y lodo, con bancos de diato-meas y con placas de piedra. Sobre estas últi-mas, en un recorrido realizado en 2004 por el canal El Bordo, un trabajador me comentó que al estar poniendo estacas en la ribera de las chinampas, se percató de la presencia de una gran placa de piedra (tal vez de origen vol-cánico) la cual sirvió de “cimiento” para las chinampas ubicadas en esa zona.

En 2010, a petición de Uriel Dueñas Gama, jefe de la Unidad Departamental del Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl, en San Luis Tlaxialtemalco, realicé la inspección de un pozo que se hizo para colocar unos sedi-mentadores, que servirán para filtrar el agua de lluvia y que ésta sea reutilizable. Tomé el registro fotográfico y la muestra de una capa de suelo, del perfil sur, para su análisis, ante la posibilidad de que se tratara de la evidencia de una chinampa arqueológica. Alfonso Araiza y Teresa Castillo, arqueólogos del Seminario Taller Arqueología de la Cuenca de México, coincidieron en que la muestra era de diato-meas en asociación con limo negro, por su tex-tura “talco”, que mancha los dedos, y mostrar evidencia de raíces verticales.32

Figura 7. Chinampas arqueológicas en San Luis Tlaxialtemalco. (Imagen tomada de Raúl Ávila López, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino culhua­mexica.)

30 R. Ávila López, en op. cit., v. 1, pp. 59, 84; cfr., R. Ávila López, “La región del sur durante el Posclásico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, pp. 111-112.

31 R. Ávila López, “La región del sur durante el Posclá-sico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, p. 112.

Figura 8. Ribera en la que se encuentra una extensa placa de piedra, que sirvió como “cimiento” para las chinampas. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

32 Araceli Peralta Flores, “Inspección en Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl”, cnmh, 3 fe-brero 2010.

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Las investigaciones arqueológicas realiza-das en Iztapalapa, Mexicaltzingo, Xochimilco, San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxialte-malco y Xico han permitido ampliar y en algu-nos aspectos cambiar la idea que se tenía de las áreas habitacionales y las chinampas. Los nuevos datos proceden de muestreos sistemá-ticos de superficie, exploraciones extensivas y muestreos estratigráficos realizados en el ex lecho lacustre de Chalco-Xochimilco. Los trabajos se han orientado al estudio del patrón

de asentamiento y el desarrollo de la produc-ción chinampera.33

Para la zona que ocupa la porción sur del Parque Ecológico, el Distrito de Riego Xochi-milco, el nuevo Mercado de Flores y el área deportiva, quedaron definidos cinco tipos de asentamientos correspondientes al Posclásico tardío (1200-1521 d.C.).34 Se trata de áreas habitacionales sobre plataformas de arcilla rodeadas de chinampas y con espacios de uso común como patios, embarcaderos, depósitos de agua y drenajes.

Los sitios más grandes se componen de va-rias plataformas cercanas entre sí, al parecer, esta distribución obedece al tipo de relación de parentesco. La tipología se hizo a partir de las dimensiones que tiene cada plataforma: 1) asentamiento de una casa ubicada en chinampa o sobre una pequeña plataforma aislada, con una superficie no mayor a 100 m2, con una población menor a los cinco individuos, 2) asentamientos de dos a cuatro casas, con una superficie ocupada entre 200 y 400 m2, con una población menor a los 20 individuos, 3) asentamientos de cinco a diez casas y superficie de ocupación entre 400 y 800 m2, con una población de 25 a 50 habi-tantes, 4) asentamientos de 11 a 20 casas con una superficie entre 400 y 1 200 m2 con una población entre 55 y 100 personas y 5) asenta-miento de más de 21 casas, con una superficie mínima de 5 000 m2, con una población entre 105 y 500 habitantes.

En 1978, al abrir una zanja para introducir el drenaje en el pueblo de San Gregorio Atla-pulco, se encontró en la esquina de las calles 21 de Marzo y Cuauhtémoc, frente al mercado, un entierro prehispánico con ofrenda, mis-ma que fue saqueada antes de que llegara el arqueólogo Ismael González, del inah.35

Figura 10. Reconstrucción hipotética de un asentamiento azteca en la zona chinampera. (Imagen tomada de Raúl Ávila López, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino culhua­mexica.)

33 R. Ávila López, “La región del sur durante el Posclá-sico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, p. 101.

34 Ibid., pp. 108-109.35 J. Farías Galindo, op. cit., p. 79.

Figura 9. Pozo para colocar sedimentadores. En el perfil se observa una ancha capa de diatomeas, Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl. (Fotografía de Amparo Ángeles.)

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Los diversos estudios realizados por los es-pecialistas sobre la chinampa han contribuido a reconstruir el contexto histórico, arqueoló-gico, social, económico y urbano en el que se desarrolló. Las investigaciones indican que los asentamientos humanos en la zona chinampe-ra de Xochimilco surgen en el Epiclásico, sien-do su desarrollo más notable en el Posclásico, con el predominio de sitios con plataformas habitacionales rodeadas de chinampas.

Aún queda mucho por estudiar en la zona, por ello es necesario que el gobierno destine el presupuesto suficiente para que los arqueólo-gos puedan continuar con los trabajos de explo-ración de los sitios y proceder a su protección,

antes de que los constantes e inevitables cam- bios en el uso de suelo, sigan alterando y des- truyendo los contextos arqueológicos. La po-blación también tiene la responsabilidad de denunciar un hallazgo arqueológico o el sa-queo, a la Dirección de Salvamento Arqueoló-gico del inah, instancia que tiene el compro-miso de enviar a un especialista para que haga la inspección correspondiente y emita un dictamen, que permita la recuperación y el registro del material arqueológico.

arqueologÍa en la zona de montaña

Como señala Zimbrón, los primeros habitantes de la región de Xochimilco:

tabla 2 SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA CHINAMPERA

SitioProyecto/

salvamento/denuncia

Arqueólogo responsable Ubicación y fechamiento Materiales

41 sitiosNuevo Japón

ArqueológicoXochimilco.iia-unam.1990-1992

Mari Carmen Serra Puche

Ciénega Grande, Ciénega Chica y San Gregorio Atlapulco.Posclásico.

Montículos asociados a chinampas. Pisos y muros. Cerámica. Lítica. Hueso.

El Japón inah1993

Raúl Ávila López Ejido de San Gregorio Atlapulco.Posclásico.

Plataformas habitacionales rodeadas por chinampas. Cementerio. Cerámica.

Nuevo Conjunto Viveros

inah1995-1996

Raúl Ávila López Al norte y colindante al Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl (ceaa).Posclásico.

Chinampas arqueológicas.

Acatla inah1996

Raúl Ávila López Al noroeste de Santiago Tulyehualco.Posclásico.

Chinampas arqueológicas.Plataforma habitacional rodeada por chinampas. Entierros. Cerámica.

Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl

inah1996

Valerio Paredes, Jrge Martínez, Alfonso Torres.

Av. Año de Juárez núm.1900, Col. Quirino Mendoza, San Luis Tlaxialtemalco.Epiclásico.

Cerámica. Canalización del manantial Acuexcómatl.

Varios inah Raúl Ávila López Parque Ecológico, Distrito de Riego, mercado de flores y área deportiva.Posclásico tardío.

Plataformas habitacionales asociadas a chinampas.

Vía pública inah 1978

Ismael González Calle 21 de marzo y Cuauhtémoc. Frente al mercado de San Gregorio Atlapulco.

Entierro.

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antes de dominar los cuerpos de agua se es-tablecieron en la montaña, en los bosques, junto a los lechos de ríos y manantiales, en las cañadas y barrancas, en las pendientes de los cerros y volcanes por donde escurría la lluvia y ahí construyeron en las faldas y vola-deros sus terrazas agrícolas, irrigadas median-te complejos sistemas de riego por gravedad,

formados por bardas, drenajes, diques, plata-formas y escaleras construidas en las laderas de las montañas…36

Figura 11. Sitios arqueológicos registrados en la Delegación Xochimilco. (Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos, inah.)

36 Juan Rafael Zimbrón Romero, “El solsticio de invierno en el paraje de Piedra Larga. Acalpixcan y el Cerro Xochitepec”, p. 29.

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA DIRECCIÓN DE REGISTRO PÚBLICO DE MONUMENTOS Y ZONAS ARQUEOLÓGICOS

Distribución de sitios arqueológicos registrados en la Delegación Xochimilco, D.F. (simbolizados por los triángulos)

Programas Parciales de Desarrollo: SANTIAGO TEPALCATLALPAN santa cecilia tepetlapa san andrés ahuayucan san mateo Xalpa

XOCHIMILCO

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Características que le dan a la zona cerril y de montaña un alto potencial arqueológico.

Existen reportes de los siglos Xvi y XX que hacen mención de vestigios culturales prehis-pánicos encontrados en la zona cerril. En 1590, por ejemplo, se pidió al indio Diego de San Francisco no sacar “piedra ni material del templo indio y edificio antiguo que heredó de sus padres”. Durante la construcción del acue-ducto de Xochimilco, a principios del siglo

XX, en el tramo del pueblo de San Gregorio, en los parajes de Teutli, Chichihualtepec-Re-yes, San Marcos Tetlanepantla, Hueycalli y Otlipantlahuayan, los trabajadores hallaron figurillas de barro, tepalcates (restos de platos, jarros, ollas), metates, molcajetes, metlapiles y tejolotes de piedra volcánica.37

Figura 12. Polígono que delimita los sitios arqueológicos ubicados entre Topilejo, San Francisco Tlalnepantla, San Mateo Xalpa y Santiago Tepalcatlalpan. (Imagen tomada de Teresa Cabrero, Entre chinampas y bosques.)

37 Sóstenes N. Chapa, San Gregorio Atlapulco, Xochi­milco D.F., pp. 55, 56, 151.

LOCALIZACIÓN DE SITIOS

SITIOS CON AFLORACIONES. SITIOS SIN RESTOS DE CONSTRUCCIÓN.POZOS ESTRATIGRÁFICOS.

MAPA 1

Sría. Def. Nal. 1958 esc: 1: 25 000

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Entre 1969 y 1972, Jeffrey Parsons y su equi-po hicieron un estudio sistemático del patrón de asentamiento prehispánico de Chalco y Xochimilco, que les permitió elaborar un in-ventario sobre el entorno natural, uso actual, material y tipología de cada sitio arqueológico. Los asentamientos registrados abarcan del Preclásico temprano al Posclásico tardío. El equipo de Parsons con base en los materiales culturales encontrados, clasificó los sitios de la región de Xochimilco en: Formativo temprano (1500-1150 a.C.), dos sitios; Formativo medio (1150-650 a.C.), dos sitios; Formativo tardío (650-300 a.C.), cinco sitios; Formativo terminal (300 a.C.-150 d.C.), nueve sitios; Clásico (150-750 d.C.), seis sitios; Tolteca temprano (750-950 d.C.), trece sitios; Tolteca tardío (950-1150 d.C.), once sitios; Azteca tardío (1150-1520 d.C.), noventa y un sitios.38 Aun cuando el tra-bajo de Parsons es de gran relevancia, resulta necesario efectuar nuevos estudios en la ma-yoría de estos sitios, con el fin de actualizar y ampliar la información.

El estudio de María Teresa Cabrero es otro de los pocos proyectos sistemáticos en la zo- na de montaña. En 1980, delimitó un polígono con un área de 40 km2, abarcando los pueblos de Topilejo, San Francisco Tlalnepantla, San Mateo Xalpa y Santiago Tepalcatlalpan. El área de estudio presentó 43 sitios arqueológicos, de los cuales 19 se encuentran en la Delegación Xochimilco (ver tabla 3).

El patrón de asentamiento se caracterizó por-que las casas fueron edificadas sobre una aflo-ración de piedra volcánica, previamente empa-rejada, que sirvió para que las construcciones no fueran afectadas por la humedad, así como para facilitar la vigilancia de las tierras de la-branza. Estos núcleos de población estaban dis- tribuidos alrededor de un pequeño centro cere- monial, algunos tenían restos de plataformas,

muros y montículos; seguramente estos asenta-mientos dependieron a su vez del centro de Xo-chimilco. Los sitios más grandes están cerca del Camino Real, que comunicaba a la cuenca de México con Morelos. La economía de esta re-gión estuvo basada en la agricultura de terrazas, la tala de bosques y la caza de animales.39

El área que estudió Cabrero presenta terra-zas prehispánicas que son muros de conten-ción construidos en la ladera de la montaña y cerca de una bajada natural de agua, porque su principal fuente de agua fueron las lluvias y los escurrimientos naturales. El tipo de suelo are-noso mezclado con ceniza volcánica permitía conservar la humedad por periodos mayores, lo que favoreció la siembra previa a la tempo-rada de lluvias.

La cerámica registrada en estos sitios corres-ponde al tipo doméstico con muy poca del tipo ceremonial; la más antigua es del tipo Azteca I (900-1150 d.C.), del Posclásico temprano. El material que predominó en todos los sitios es Azteca III y Azteca IV, del Posclásico tardío; las figurillas fueron del tipo Azteca IV (1450-1521 d.C.). La lítica consistió en navajas, cuchillos, raspadores, lascas, manos de metate y alisado-res. Lamentablemente la mayoría de los asen-tamientos prehispánicos han sido destruidos ante el desmedido crecimiento urbano no planificado.

Mención especial merece el sitio 42, locali-zado en terrenos del panteón de San Mateo Xalpa, en el paraje conocido como “Tecali- pa”.40 Para 1980, Cabrero reporta la presencia de un muro de contención asociado a una te-rracita y un montículo con restos de muro de una unidad habitacional en la parte superior, asociado a una plaza. El montículo medía 30 m de largo en el lado norte-sur, 50 m en el lado este-oeste y 10 m de altura. Al norte

38 Jeffrey R. Parsons, et al., Prehispanic settlement pat­terns in the southern Valley of Mexico the Chalco­Xochimilco Region, p. 72.

39 María Teresa Cabrero, Entre chinampas y bosques, pp. 34, 44, 50.

40 El nombre del paraje fue proporcionado por el señor Esteban Gómez Belmont, residente del pueblo de San Mateo Xalpa.

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tabla 3 SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA DE MONTAÑA

REGISTRADOS POR TERESA CABRERO41

Sitio Ubicación Materiales

12 San Mateo Xalpa Al sur presenta una plataforma de 20 m de largo por 15 m de ancho con restos de un muro y abundante material prehispánico. Hacia el norte hay dos pequeñas afloraciones de piedra volcánica. Cercano a un arroyo ubicado al este.

13 San Mateo Xalpa Terrazas pequeñas con poco material disperso. Cercano a un arroyo ubicado al este.

14 San Mateo Xalpa Posible continuación del sitio 13. Presentó poco material esparcido. Cercano a un arroyo ubicado al este.

27 Santiago Tepalcatlalpan.El sitio está ubicado en la ladera baja del cerro de Huapaltepec.

Presencia de terrazas. Tiene 12 afloraciones con orientación norte-sur, abundante material alrededor de ellas. Cercano a una bajada de agua.

28 Santiago Tepalcatlalpan Tiene dos afloraciones orientadas este-oeste donde abunda material. Cercano a una bajada de agua.

29 San Mateo Xalpa Terraza con poco material en superficie.

30 San Mateo Xalpa Con poco material.

31 San Mateo Xalpa Con poco material.

33 Santiago Tepalcatlalpan Afloraciones y sin concentración de material alrededor de ellas. Cercano a una bajada de agua.

34 Santiago Tepalcatlalpan Afloración y terraza de 5 m de alto con abundante material. Cercano a una bajada de agua.

35 Santiago Tepalcatlalpan Afloraciones. Plataforma de 3 m de altura con 30 m de largo por 10 m de ancho. Montículo con abundante material. Cercano a una bajada de agua.

36 Santiago Tepalcatlalpan Afloramientos con abundante material.Cercano a una bajada de agua.

37 Santiago Tepalcatlalpan Terraza pequeña cerrada por un gran afloramiento y con material esparcido.Cercano a una bajada de agua.

38 Santiago Tepalcatlalpan Varias terracitas con material esparcido y un afloramiento. Cercano a una bajada de agua.

39 Santiago Tepalcatlalpan Aflojamiento con restos de construcción y presencia de material. Cercano a una bajada de agua.

40 Santiago Tepalcatlalpan Afloramientos sin material en superficie.Cercano a una bajada de agua.

41 San Mateo Xalpa Terrazas orientadas al norte sin material. Montículo destruido en cuyo núcleo hay material esparcido.

42 San Mateo XalpaParaje “Tecalipa”

Sitio enclavado sobre una meseta que termina con un muro alto de contención y da hacia una terracita más baja. Hay un montículo cuyo lado norte es un muro de contención; la parte superior es plana y presenta restos de muros de una unidad habitacional, orientada hacia el este-oeste. El montículo mide 30 m norte-sur, el lado este-oeste tiene 50 m de largo y 10 m de altura. El lado sur da hacia una plaza. El material se encontró en la terracita baja del lado norte.

43 San Mateo Xalpa Afloraciones y poco material disperso.

41 María Teresa Cabrero, Entre chinampas y bosques, pp. 36-44.

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42 atdsa, Rebeca Yoma y Georgina Tenango, “Pan-teón San Mateo Xalpa, Xochimilco”, Denuncia 97-41.

Figura 13. Terrazas en la zona cerril, 1960. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

se registró una terracita baja con material arqueológico.

En 1997, las arqueólogas Rebeca Yoma y Georgina Tenango del inah, hicieron una ins-pección en el sitio 42, refiriendo que el mon-tículo estaba destruido en su lado este y sur; además registraron dos etapas constructivas con pisos y muros estucados.42 En el recorrido que realicé en 2009 pude apreciar hacia el oeste el muro de contención en buenas condi-ciones; al este, el montículo, muy destruido, y al norte, una gran terraza. Tanto el montículo como la terraza se encuentran vulnerables ante el incremento de tumbas, por lo que es nece-sario delimitar un área de protección.

Cabe mencionar que el sitio 42 presenta un alineamiento visual con el templo de San

Bernardino de Siena, característica que está presente en varios asentamientos prehispáni-cos no sólo de la zona cerril y de montaña, sino también en la zona chinampera, esto obedece a que el área circundante al templo de San Bernardino fue el centro ceremonial xochimilca en el Posclásico tardío.

En el pueblo de San Andrés Ahuayucan, es-pecíficamente el paraje “Xalampa”, ubicado en Tehuapanco, ahora La Joya, en San Lorenzo, hay un afloramiento con una serie de grabados entre las piedras que representan escalinatas y pocitas. Una de las rocas fue removida de su posición original y quedó tirada en la calle Jaz-mín, frente a la casa 356 bis. Los petrograbados se encuentran en el área del sitio denominado Ahuayucan II, registrado en el Inventario Na-cional de Zonas Arqueológicas, con clave oficial E14A49-09-013, lo que le confiere protección legal federal, “toda obra civil tendrá que sus-penderse en el lugar hasta que personal del

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tabla 4 SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA DE MONTAÑA

Sitio Proyecto/salvamento/

denuncia

Arqueólogo responsable Ubicación y fechamiento Materiales

19 sitios enahTesis

María Teresa Cabrero1980

Polígono delimitado entre Topilejo, San Francisco Tlalnepantla, San Mateo Xalpa y Santiago Tepalcatlalpan.Epiclásico.Posclásico.

Unidades habitacionales sobre afloración de piedra volcánica. Plataformas. Terrazas.Montículos. Cerámica. Lítica.

Sitio 42 inah Rebeca Yoma y Georgina Tenango

Panteón de San Mateo Xalpa.Paraje TecalipaPosclásico tardío.

Montículo. Terrazas.

Ahuayucan II inah2003

Luis Alfonso Grave San Andrés Ahuayucan.Paraje“Xalampa”.Posclásico.

Petroglifos. Maqueta.

Figura 14. Montículo del sitio 42, ubicado en el panteón de San Mateo Xalpa. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

inah elabore un dictamen oficial en el que se estipule las condiciones para su posible reini-cio o suspensión, en caso contrario, se harían acreedores a las sanciones que marca la ley por destrucción de patrimonio de la nación”.43

Los estudios arqueológicos en la zona de montaña han sido principalmente rescates (intervención de urgencia) y salvamentos (es-trategia que permite proteger y recuperar la información en el menor tiempo posible, anti-cipándose a la realización de la obra); conta-dos son los estudios sistemáticos y de contexto. Otro señalamiento es que la mayoría de los sitios están expuestos a la destrucción debido

43 atdsa, Luis Alfonso Grave, “San Lorenzo-San An-drés Ahuayucan, Xochimilco”, Denuncia 2003-63.

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a la inexistencia de polígonos de protección en el Plan Parcial del Desarrollo Urbano.

arqueologÍa en la zona cerril

Las terrazas ubicadas en la ladera norte del volcán Teutli, a orillas del antiguo lago, entre los pueblos de San Luis Tlaxialtemalco y Tulye-hualco, presentaron cerámica del tipo Coyo-tlatelco (650-900 d.C.) del grupo monocromo llamado Utilitarian Ware, correspondiente al Epiclásico.44 Las laderas gradualmente incli-nadas del Teutli se conocen localmente como “la loma”, aquí los campesinos utilizaron la técnica de “bancal” para el control de la ero-sión, que consistió en nivelar la ladera en te-rrazas utilizando hileras de maguey para bordearlas. El suelo es de textura arenosa, porosa y fácil de trabajar. Sin embargo, su fer-tilidad y humedad son menores que las de la cañada, por lo que era común, todavía para 1957, la rotación de cultivos y la utilización de fertilizantes de origen animal. En estas tierras

se sembraba maíz, huauhtli o amaranto, chiles y jitomate.45

El sitio “El Amaranto” se encuentra en te-rrenos de la Preparatoria Fray Bernardino de Sahagún, del Gobierno del Distrito Federal, ubicada en Av. Aquiles Serdán #9745 y Francis-co I. Madero s/n, colonia Guadalupita, pueblo de San Luis Tlaxialtemalco. Su ocupación se ha ubicado en el Epiclásico porque se encontró cerámica Coyotlatelco (650-900 d.C,) contem-poránea a la fase tardía de Teotihuacan. Otros materiales culturales registrados en el área fueron: unidades habitacionales, entierros hu-manos, lítica, concha, hueso y semillas.46

En el cerro Xinotépetl, “cerro del maíz”,47 está el sitio Xo-Az-30, denominado así por

45 William T. Sanders, “El lago y el volcán: la chi-nampa (1957)”, pp. 126-127.

46 atdsa, Raúl Ávila López, “Preparatoria Xochi-milco-Francisco I. Madero, Xochimilco”, Denuncia 2002-26; Araceli Peralta Flores, “Predio ubicado en la calle de Francisco I. Madero s/n, barrio La Guadalu-pita, pueblo de San Luis Tlaxialtemalco, Delegación Xochimilco”, cnmh, Dictamen 2002.

47 El cerro Xinotépetl limita los pueblos de San Gregorio Atlapulco y Santa Cruz Acalpixcan.

Figura 15. El volcán Teutli visto desde el camino a San Bartolomé Xicomulco, Milpa Alta. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

44 R. Ávila López, “La región del sur durante el Posclá-sico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, p. 113.

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el equipo de Parsons. Los habitantes de San Gregorio Atlapulco lo conocen como “La Malinche”. Tiene un área aproximada de tres hectáreas. La estructura prehispánica Hueymic, fue destruida en su lado sur y norte por maquinaria que fue utilizada al abrir un camino vecinal.48 La cerámica predominante corresponde a las fases Tolteca temprano (750-950 d.C.), Tolteca tardío (950-1150 d.C.) y Azteca tardío (1150-1520 d.C.). Las estruc-turas prehispánicas y terrazas fueron desman-teladas por los residentes al utilizar la piedra para cimentar sus casas, delimitar terrenos y construir caminos.49

En 1950, Sanders hizo un estudio en el pueblo de San Gregorio Atlapulco en el que señalaba que las terrazas, conocidas también como “cercas”, eran después de las chinampas, las mejores tierras del pueblo, porque el suelo que tienen es extremadamente húmedo; en ellas cultivaban maíz y tomate. Plantas como el palo loco, yecaxtlolotl y chantlacatl, eran utili-zadas como fertilizante. El sistema de terrazas

está ubicado en la cañada, al suroeste del pueblo; es una formación volcánica conocida como “el Cerro”. La cumbre es plana y está llena de pequeñas depresiones separadas por crestas carentes de suelo y rellenas de tierra amarilla. Las terrazas estaban dividas en dos o tres propiedades delimitadas con tecorrales de poca altura; un borde rocoso terraceado las ro-deaba. En casi todas había material cerámico de época prehispánica.50

Lo más representativo del sitio Xo-Az-30 son los petrograbados que se encuentran cerca de las cruces que están en la cima del cerro; se trata de dos relieves esculpidos en dos grandes afloramientos de roca. Ambos se encuentran en mal estado de conservación porque presen- tan erosión, exfoliación y grietas, que ha fa-vorecido el desprendimiento de la piedra, en forma de laminillas.

Uno de los petrograbados se conoce local-mente como “El macehual-guerrero” (Yaote-quihua Macehual),51 representa a un hombre de pie, con tocado de plumas en la cabeza, orejeras, un escudo y una flecha. El relieve está orientado al este y mide 3.5 m de lado por 3 m de alto, conserva restos de pigmento rojo en el cuerpo y vestimenta. El segundo petroglifo

48 atdsa, Carlos Silva Rhoads, “San Gregorio Atla-pulco, Xochimilco”, Denuncia 2005-171.

49 J. R. Parsons, Prehispanic settlement patterns in the southern Valley of Mexico the Chalco­Xochimilco Region, p. 220; vid. atdsa, Raúl Ávila y María del Carmen Solanes, “Zona Arqueológica El Mirador, San Lucas Xochiman-ca, Xochimilco”, Denuncia 2000-4.

50 William T. Sanders, op. cit., p. 124.51 S. N. Chapa, op. cit., p. 56.

Figura 16. Cerro Xinotépetl, “cerro del maíz”, en San Gregorio Atlapulco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 17. Terrazas cultivadas en la zona cerril. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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es denominado “La Malinche”, se trata de una representación femenina hincada que porta falda lisa, las manos están sobre las piernas y el rostro aún muestra restos de pigmento rojo y negro que resaltan y delinean las facciones.52 Este petroglifo fue derribado con explosivos hace varias décadas por una persona que de-cía ser el propietario del terreno. La doctora Adelina Galicia, oriunda de San Gregorio Atla-pulco, recuerda que su abuelo le contó que el día que intentaron destruir a “La Malinche”, se desató de manera inesperada una tromba, suceso que fue tomado por los del pueblo co-mo señal de que los dioses estaban enojados, desde entonces el relieve quedó tirado en su

costado izquierdo, esto ha ocasionado que algunas personas hayan mutilado parte del rostro y el pecho derecho de la deidad.

Existen varias propuestas sobre qué dioses están representados en ambos petrograbados. El historiador Cuauhtémoc Sánchez mencio-na que pudo ser un lugar de culto a Tlaloc y Mictlantecutli. Para Carlos Silva, están repre-sentando a Huitzilopochtli y Coatlicue.53 Zim-

52 atdsa, “La Malinche, San Gregorio Atlapulco, Delegación Xochimilco”, Denuncia 2002-190.

Figura 18. Petrograbado conocido como “El Macehual-Guerrero”. La deidad aquí representada está vinculada a rituales de fertilidad de la tierra. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 19. Adelina Galicia en el cerro Xinotépetl, San Gregorio Atlapulco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 20. Petroglifo “La Malinche” en desfavorables condiciones de protección y conservación. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

53 atdsa, C. Silva Rhoads, “San Gregorio Atlapulco, Xochimilco”, Denuncia 2005-171.

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brón refiere que podría ser Tlamalini, hombre sabio, ataviado con su escudo y su flecha, y Cihuacóatl “mujer serpiente”, diosa de la fer-tilidad.54 Por su parte, la arqueóloga Rosalba Nieto considera que se trata del dios Xipe Totec y Xilonen, deidad agrícola femenina.55 De lo que no queda duda es que las deidades están relacionadas con rituales de fertilidad agrícola. En el área también se encontró una piedra tallada a manera de recipiente o pocita que recoge el agua de lluvia.

54 Juan Rafael Zimbrón Romero, “Las cruces pun-teadas de Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, p. 62.

55 Información proporcionada por la arqueóloga Rosalba Nieto en el Seminario Arqueología de la Cuen-ca de México, Dirección de Salvamento Arqueológico, marzo 2010.

Figura 21. Plataforma prehispánica con restos de montículos, del sitio arqueológico Xo-Az-30, en San Gregorio Atlapulco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

El paraje de Piedra Larga está ubicado a unos cuantos kilómetros del panteón de Santa Cruz Acalpixca, el lugar funciona como límite natural entre Santa Cruz, San Gregorio Atla-pulco y San Bartolomé Xicomulco, pueblo de la montaña de Milpa Alta. Aquí se realiza el cambio de mayordomía de la fiesta patronal de San Bartolomé Xicomulco el 24 de agosto, ceremonia en la que hay música, danza, co-mida y cohetes. En este ritual participa y lleva promesas la gente de Santa Cruz.56 Al respecto, Miriam J. Alquicira refiere:

56 J. R. Zimbrón Romero, “El solsticio de invierno en el paraje de Piedra Larga. Acalpixcan y el Cerro Xochitepec”, p. 30.

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el recorrido se hace de Santa Cruz a San Bar-tolomé, por el camino real, a eso de las diez de la mañana. Antes de empezar la procesión tienes que tomar una piedrita y ponerla en una de tus bolsas, para que no se haga pesado el camino. Se van juntando flores para depo-sitarlas en la Piedra Larga o para hacerte una coronita de flores que se deja en la entrada de la iglesia de San Bartolomé. A los ocho días se hace el regreso, aquí los nuevos mayordo-mos se coronan en la Piedra Larga.

Sobre el origen de las promesas, el señor Juan Flores menciona que, aproximadamente hacia 1930,

los abuelos hacían escobas de popotillo en los cerros rumbo a San Bartolomé. Así empezó la tradición de ir mutuamente a la fiesta de ambos pueblos. A los de Santa Cruz les rega-laron un San Bartolito. Las promesas consis-ten en obsequiar lámina de oro, cáliz, ostias, cendales y dinero.

A unos 500 m de Piedra Larga, sobre una vereda con dirección sur, se encuentra un mo-nolito semicircular en el que se tallaron varias

“pocitas” de diferente tamaño, canalitos que las unen y diseños escalonados. Esta piedra tiene la peculiaridad de que si uno se pone sobre de ella, se puede apreciar la cabeza y el busto del Iztaccíhuatl, el resto del volcán no se puede ver porque se interpone el cono del Teutli. Desde aquí se forma con precisión la línea del solsticio de invierno, que permite ver la salida del sol en el pico más alto del Popocatépetl, tal como sucede también en el cerro Xochitepec. Entre el monolito de Piedra Larga y el cerro Xochitepec existe un vínculo territorial y calendárico, al establecerse “una línea imaginaria y visual que une espacialmen-te ambos lugares solsticiales, y que cruza toda la región sagrada xochimilca, llegando hasta el gran volcán de Amecameca”.57

En el predio ubicado en la carretera a Xo-chimilco núm. 1880, Santa Cruz Acalpixca, Lo-rena Gámez efectuó un rescate arqueológico

57 J. R. Zimbrón Romero, “Alineamiento solar des-de el Popocatépetl durante el solsticio de invierno en tres sitios prehispánicos de Xochimilco y Milpa Alta”, pp. 13, 14.

Figura 21a. Cambio de mayordomía en el paraje de Piedra Larga. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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en 1991. Cerca del área de estudio se localiza-ron dos montículos habitacionales, uno al sur y otro al este. Se hicieron cuatro pozos estrati-gráficos para determinar la ocupación y crono- logía del sitio. El material obtenido en exca-vación pertenece a varios periodos. Al Clásico corresponden dos cajetes de la fase Tlamimi-lolpa, del Epiclásico se encontró material Co-yotlatelco: olla asociada al Complejo Xametla, plato del Complejo Corral terminal, plato del Complejo Tollán y cazuela del Complejo Co-rral. Del Posclásico hubo varios cuencos, ollas, cajetes y un plato, todos asociados a material Azteca III, así como molcajetes Azteca IV.58

Gámez también registró cerámica mayólica de los siglos Xvi y Xvii. El material lítico como navajillas, lascas y núcleos, son de obsidiana verde proveniente de la Sierra de las Navajas, Hidalgo. A partir de la tabla de cuantificación y análisis del material cerámico, se señala que

el sitio presenta una clara secuencia de ocupa-ción que comprende el Clásico, Epiclásico, Posclásico y Colonial.59 La ocupación mayor se dio en el Posclásico. Esta cronología cobra especial importancia por la cercanía del sitio con respecto a Cuailama.

En un terreno cercano al Museo Arqueoló-gico de Xochimilco, hubo otro hallazgo que es de relevancia para definir la cronología de Cuailama. En el año 2000, el arqueólogo Gil-berto Ramírez, registró materiales del periodo Preclásico como vasijas, soportes mamiformes y figurillas con técnica de pastillaje. Del Clásico identificó tepalcates con borde recto expandi-do, con una banda roja en la parte exterior de la vasija así como soportes de botón, anulares y otros correspondientes a la cultura teotihua-cana. Del Posclásico hubo cerámica Azteca I, II y III.60

58 atdsa, Lorena Gámez Eternod, “Rescate realiza-do en la Nueva Carretera a Xochimilco 1880, D.F.”, Denuncia 91-82.

59 Ibid.60 atdsa, Judith Padilla y Pascual Tinoco, “Santa

Cruz Acalpixcan, próximo Museo Arqueológico”, De-nuncia 2005-120.

Figura 22. Perfil del afloramiento rocoso, que da nombre a Cuailama, “cabeza de anciana”. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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En terrenos de la escuela secundaria Tla-machihuapan, colindante a Cuailama, se hizo en 1989, una ampliación que afectó un mon-tículo y una plataforma. Durante la inspección se registró, en superficie y en el relleno que hizo la constructora, material arqueológico del Posclásico, específicamente Azteca II y IV.61 En suma, los tres rescates efectuados en las inme-diaciones de Cuailama nos llevan a inferir que en la región hubo una ocupación continua que abarcó del Preclásico hasta el Posclásico; propuesta que deberá confirmarse a través de la realización de un proyecto arqueológico sis- temático y contextual que comprenda del área chinampera a la zona cerril de Santa Cruz Acalpixca.

Mención especial tiene la zona arqueoló-gica de Cuailama “cabeza de anciana”, cuyo nombre deriva de la forma que tiene un aflora-miento de piedra que, visto desde uno de los petroglifos, parece el perfil de una anciana. Esta zona es la más importante en la Delega-

ción Xochimilco; está ubicada en el área cerril de Santa Cruz Acalpixca, en las coordenadas UTM: N 2127350 y E 492750 de la carta de INEGI E 14A49, escala 1: 50 000. Si bien la re-levancia de Cuailama radica en ser el primer centro cívico ceremonial representativo de los xochimilcas, existen otros elementos no me-nos significativos, como el que en este sitio “se conjugaron los elementos religiosos del culto a la fertilidad, al agua y a los cerros, el culto al sol reflejado en eventos astronómicos y calen-dáricos”.62

José Farías señala que los habitantes de Cuailama se establecieron en el periodo Pos-clásico, esto es, hacia 1196 d.C. para después trasladarse, en 1352, al islote de Tlilan, ubica-do en el centro de Xochimilco.63 Estas fechas deben tomarse con reserva, porque los res-cates arqueológicos efectuados en la zona chinampera, planicie y área cerril cercana a Cuailama, sugieren, a partir del material cul-

61 atdsa, Francisco Ortuño Cos, “Santa Cruz Acal-pixcan, Xochimilco”, Denuncia 89-79.

Figura 23. Vista de la zona arqueológica de Cuailama, ca. 1960. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

62 J. R. Zimbrón Romero, “Las cruces punteadas de Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, p. 73.

63 J. Farías Galindo, op.cit., p. 15.

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tural recuperado, la posibilidad de una ocupa-ción anterior al Posclásico.64

El primer registro gráfico de Cuailama data de 1894, son fotografías de los petroglifos que mandó sacar el licenciado Nicolás Islas y Bustamante. Los primeros estudios del sitio corresponden a Hermann Beyer quien en 1924 describió cinco petrograbados. En 1955 Carmen Cook hizo un análisis del relieve de-nominado “Piedra Mapa”.65

Hacia 1956, José González Rodríguez, Efraín de la Rosa Pérez y Adrián del Valle Ló-pez, vecinos del pueblo de Santa Cruz, junto con Raúl Noriega, entonces oficial de la Secre-taría de Hacienda y Crédito Público, se dieron a la tarea de colocar protecciones de fierro a los petrograbados.66 En 1964, Farías Galindo interpretó seis relieves y describió los restos arquitectónicos del sitio. Eduardo Noguera realizó excavaciones hacia 1970, registrando

cerámica y lítica; años después publicó un breve estudio de los petroglifos.

En 1975 el inah reconoció oficialmente el sitio, por lo que las autoridades, pero sobre todo la comunidad de Santa Cruz Acalpixca, decidieron aportar recursos para construir un acceso de 214 escalones que condujera a los petroglifos y al área núcleo, reconstrucción de terraplenes y muros, y ampliación de la calle 2 de abril con la donación de terrenos hecha por particulares, para comunicar el sitio con la carretera Xochimilco-Tulyehualco;67 la apertu-ra de esta calle provocó años más tarde el cre-cimiento urbano en los alrededores. En 1982, Parsons y su equipo identificaron a Cuailama con la clave Xo-Az-31 y Joyce Marcus escribe un artículo sobre los petroglifos.68

En 2002 las arqueólogas Aldir González y Silvia Mesa quedan a cargo del proyecto San- ta Cruz Acalpixca, y sugieren hacer una ex-

Figura 24. Petrograbado denominado Papálotl, “mariposa”, con protección de fierro. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

64 atdsa, L. Gámez Eternod, op. cit.; vid. atdsa, J. Padilla y P. Tinoco, op. cit.

65 Hermann Beyer, “Los bajo relieves de Santa Cruz Acalpixcan”.

66 ahX, “Zona Arqueológica Cuilama, Santa Cruz Acalpixcan”, mayo 2002, A. 37.1

67 Ibid.68 atdsa, Aldir González y Silvia Meza, “Cacalanco

s/n, Tecacalanco, Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, Denuncia 2002-158; vid. J. R. Parsons, Prehispanic sett­lement patterns in the southern Valley of Mexico the Chalco­Xochimilco Region, pp. 220, 475.

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ploración de las estructuras arquitectónicas del área núcleo. Asimismo mencionan que los fragmentos de vasijas y de instrumentos lí-ticos, cerámica Azteca III y IV, están asociados a los montículos, terrazas y plataforma, y que el área central estaba siendo afectada por la construcción de casas habitación dentro del polígono de protección de la zona, causando la destrucción del contexto arqueológico y la pérdida de información.69

En lo que respecta a las estructuras prehis-pánicas de Cuailama, Eduardo Noguera y Juan Manuel de la O recorrieron la zona arqueoló-gica, localizando al oriente varias estructuras dispuestas en distintos niveles del cerro. Farías Galindo las clasificó como observatorio, habita-ción sacerdotal, estancia y adoratorio. Las cons-trucciones fueron hechas de piedra sin tallar amarradas con lodo y algunas presentaron res-tos de estuco. Noguera asoció los montículos con los petroglifos y sugirió la existencia de más montículos, pero advirtió que se tendrían que hacer excavaciones para localizarlos.70 Parsons registró una estructura al noroeste, con 10 m de lado por 6 m de alto, que ha sido destruida parcialmente por el constante ascenso de per-sonas, ya que ahí se encuentra un altar de con-creto con tres cruces de madera en donde se realiza la fiesta del 3 de mayo, día de la Santa Cruz. A este lugar se le conoce como “La Plan-ta”, aunque su nombre original fue “Huaxcal”, que después derivó en “Huacal”, según refiere el profesor Noé Alquicira Zavalza.

La celebración de la Santa Cruz inicia ocho días antes, los vecinos bajan las cruces para pintarlas y ponerles un cendal nuevo. El 2 de mayo se hace la velación en la casa del mayor-domo, que consiste en rezos acompañados de

danzas de concheros. En la madrugada se re-parte atole y tamales verdes a los asistentes. El día 3, las cruces son llevadas a misa al templo de Santa Cruz. Después de ser bendecidas por el sacerdote, las cruces son levantadas y así se quedan por dos días, al tiempo que se reciben las promesas o donaciones a la iglesia y en la tarde se quema el castillo. El día 4 inicia el as-censo de las cruces al cerro Cuatlayeli,71 hoy conocido como Tlacuayeli.

Con relación al simbolismo de los petro-glifos, Beyer propone que están dedicados al culto solar, en especial el Nahui Ollin. A Ci-pactli, Papálotl, Xonecuilli y Ocelotl los rela-ciona con los cuatro puntos cardinales. Para Farías representan el verano y el Fuego Nuevo. Walter Krickeberg señala que los símbolos

69 Aldir González Morelos, “Proyecto Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco. Avances de investigación”, p. 24; vid. atdsa, A. González y S. Meza, “Cacalanco s/n, Tecacalanco, Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, Denuncia 2002-158.

70 Eduardo Noguera, “Antigüedad y significado de los relieves de Acalpixcan, D.F.”, pp. 78-79.

Figura 25. La presencia de cruces en montículos prehispánicos es una práctica común en la zona cerril y de montaña. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

71 Refugio Cabrera y Erwin Stephan-Otto, Ritos xochi­milcas, ritos mexicas y ritos cristianos, pp. 56-57. Cuatlayeli significa “cabeza de sangre”, dato proporcionado por el profesor Noé Alquicira Zavalza. La información relativa al nombre del cerro también fue aportada por los señores Juan Flores Romero y Raúl del Valle Vargas, mayo 2011.

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fueron tomados del calendario prehispánico y representan la renovación de la vida espiri-tual. Marcus piensa que podrían ser deidades o símbolos de la cosmogonía mexica a los que les hacían rituales en la montaña.

Noguera sugiere que los relieves fueron he- chos por los xochimilcas para propiciar la fe-cundidad de la tierra. A partir del análisis de los relieves, las estructuras y la cerámica, propuso que los petroglifos corresponden a un Mexica tardío, contemporáneo de Tenochtitlan (se-gunda mitad del siglo Xv y principios del Xvi); también observó que los petrograbados están distribuidos en la parte alta, media y al pie del cerro, registrando un total de 17 relieves.72

De lo que no queda duda es del gran valor arqueológico, histórico, artístico y cultural que tienen estos petrograbados, los cuales entre 1894 y 1924 se encontraban en excelentes con- diciones y que hoy en día no lo están, porque varios de ellos presentan grafitis en la superfi-cie y algunos han sido mutilados y ahumados.

La destrucción se percibe en todo el sitio ar- queológico.

Los petrograbados que están en Cuailama son los siguientes: 1) Cipactli, caimán o lagar-to, primer día del calendario adivinatorio cono-cido como Tonalámatl; Beyer lo asocia con el este y para Noguera representa la tierra, 2) Pa-pálotl o Itzpapálotl, mariposa que simboliza la poesía, el canto y la danza; Beyer la relaciona con el sur y Noguera la considera deidad de la vegetación, 3) Xonecuilli, es la insignia de Que-tzalcóatl, aunque para Noguera es más bien un atributo de Mixcóatl, dios de la cacería y de las estrellas del norte; Beyer lo asocia con el norte y dice que fray Bernardino de Sahagún la re-fiere como símbolo de la Osa Menor; el relieve

Figura 26. Dibujo del petroglifo Nahui Ollin, “cuatro movimiento”. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 27. Montículos en la zona arqueológica de Cuailama. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

72 H. Beyer, “Los bajo relieves de Santa Cruz Acalpix-can”, p.123; vid. Joyce Marcus, “The azteca monuments of Acalpixcan”, pp.475, 482; vid. E. Noguera, op. cit., v. IX, pp. 77, 79, 83, 91.

Figura 28. Petroglifo con la representación de Ocelotl, “jaguar”. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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presenta atributos propios del sacrificio como la calavera y el pedernal,73 4) Ocelotl, jaguar o tepeyolohtli “el corazón del monte”, que por sus hábitos nocturnos lo han relacionado con el nahual de Tezcatlipoca, deidad que junto con Quetzalcóatl, Huitzilopochtli y Cihua-cóatl, fueron las principales deidades de los mexicas.74 Beyer lo vincula con el oeste, 5) Na- hui Ollin, cuatro movimiento, hace alusión a las cuatro eras de la humanidad y el centro co-rresponde al quinto sol; para Beyer es el jero-glífico del sol. Quiroga propone que este sím-bolo de culto solar también está relacionado con Tláloc porque representa los cuatro vien-tos que traían las nubes y la lluvia.

Figura 30. Petrograbado Cipactli, “lagarto”, dañado con grafitis. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 29. Escultura de Ocelotl, animal asociado a la deidad Tezcatlipoca y protector de los guerreros jaguar, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

73 H. Beyer, “Los bajo relieves de Santa Cruz Acal-pixcan”, pp. 110-113, 116; vid. E. Noguera, op. cit., pp. 80, 83-85.

74 Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra firme, v. 1, p. 40.

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El nahuatlato José González Rodríguez de-cía que los huehuetzin (venerables ancianos) de Santa Cruz Acalpixca, llamaban al petrogli-fo de Nahui Ollin, Tonaltetl, “piedra del sol”. El petrograbado está orientado hacia el templo de San Bernardino de Siena, y su parte poste-rior a la salida del sol hacia el oriente.75 De hecho, si uno se pone en el lugar donde está el petroglifo, se forma un alineamiento visual con el templo de San Bernardino de Siena.

Al pie del cerro se encuentra el petroglifo de Cihuacóatl, que los ancianos de Santa Cruz Acalpixca llamaban “Amalin”, protectora de las aguas y que simboliza el principio de la vida. Otro petrograbado es Tlamatini o “sabio”, ata-viado con su escudo y su flecha, a sus pies, caída de cabeza está Cihuacóatl (mujer serpiente), deidad femenina de la fertilidad.76 Acevedo y Farías lo refieren como el sacerdote hincado sobre una pirámide. Este relieve también se conoce localmente como Tehuiztitlán.77 En la cima de Cuailama se encuentra una “piedra mapa” que tiene representada una calzada y “ojos de agua”; hay otra de mayor relevancia cerca de la calle 2 de abril, la cual trataremos más adelante. También hay un relieve con la representación de un Chimalli, círculos peque-ños y “ojos de agua”.78

Los petrograbados de Xalouatl o Cocoxó-chitl, flor de dalia representativa de los xochi- milcas, considerada el vigésimo día del calen-dario mesoamericano, y Yoloxóchitl, “flor del corazón”, planta de propiedades medicinales,

asociada a Xochipilli, deidad de la música y la danza, se localizaron a unos 50 m de Cuailama, en el llano. Formaban parte de unas bardas que delimitaban las sementeras agrícolas, am-bas fueron trasladadas al Museo Arqueológico

Figura 32. Dibujo del petroglifo Tlamatini, “sabio”. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

75 Anáhuac González, “La tradición oral: rescate de nuestros valores culturales”, p. 41; vid. Anáhuac González, “Los dioses del agua en Xochimilco”, p. 12, apud, Adán Quiroga, La cruz en América; vid. J. R. Zim-brón Romero, “Las cruces punteadas de Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, p. 60.

76 J. R. Zimbrón Romero, “Las cruces punteadas de Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, p. 62.

77 Información proporcionada por la antropóloga Anáhuac González, octubre 2008, quien fue administra-dora del Museo Arqueológico de Xochimilco y actual- mente es directora del Archivo Histórico de Xochi-milco.

78 J. R. Zimbrón, op. cit., pp. 60, 62.

Figura 31. Dibujo del petroglifo Cipactli. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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Sobre la calidad de la colección, Séjourné se-ñala: “se despliega una armoniosa y perfecta continuidad de más de seis mil años que forma un verdadero árbol genealógico” abarcando el periodo arcaico, el teotihuacano, Azteca I y II

79 Anáhuac González, “El Museo Arqueológico de Xochimilco: historia de un rescate”.

80 J. Marcus, op. cit., pp. 475, 482.81 Anáhuac González, “Los dioses del agua en Xo-

chimilco”, p. 12.82 A. González, “El Museo Arqueológico de Xochi-

milco: historia de un rescate”.

Figura 35. Piedra de Tetitla, “danza de la primavera”, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 34. Yoloxóchitl o “flor del corazón”, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

de Xochimilco en la década de los ochenta.79 Noguera considera que los relieves que repre-sentan flores son un referente geográfico de Xochimilco y de su sistema agrícola chinampe-ro. Para Marcus, estas flores podrían estar relacionadas con la geografía de Xochimilco o con su cultura.80

En el jardín del Museo Arqueológico de Xochimilco se encuentra la piedra de Tetitla, “danza de la primavera”, conocida también como el Ozomatli, “mono”. El petroglifo fue encontrado en el barrio de Tetitla, en Santa Cruz Acalpixca; representa una alegoría a la primavera y a la fertilidad que alude a Tláloc. A pesar de estar rota, se aprecia en la escena un macehual portando una coa y un ozomatli.81

Con respecto al Museo Arqueológico de Xochimilco, éste se funda en 1975 en la anti-gua Casa de Bombas de Santa Cruz Acalpixca. Su creación fue a iniciativa de los profesores José González Rodríguez y José Farías Galindo. Las piezas arqueológicas fueron donadas por la comunidad, Dolores Olmedo y José Farías.82

Figura 33. Arqueóloga Teresa Herrera, administradora del Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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de Culhuacán y Azteca III de los dos siglos de Tenochtitlan. Continúa diciendo: “en lugar de presentarse a través de los humildes frag-mentos […] las distintas épocas claman allí su lugar mediante esculturas y vasijas intactas. Teotihuacan cobra rango preeminente que es el suyo mediante dos sepulturas —esqueletos con sus ofrendas— halladas en pleno centro cívico de Xochimilco”.83

Especial atención merece el petrograbado conocido como la “piedra mapa” o Altemeh,84 que se encuentra en las cercanías de la calle 2 de Abril. Está adosada a un afloramiento de roca basáltica, a poca altura de lo que fue el nivel del lago de Xochimilco; mide 2.37 m de norte a sur y 2.10 de espesor. En el Museo Ar-

queológico existe una réplica de la “piedra mapa” hecha de fibra de vidrio.85

Carmen Cook describió algunos elementos de la “piedra mapa”, como las escalinatas que bajan al sur y poniente; un cuadrángulo rodea-do por terrazas; pocitas (orificios) en la pro-minencia más importante de la piedra, donde posiblemente caía la sangre del autosacrificio; dos hoyos que señalan las ocho direcciones en forma de rayos; las representaciones del ala de un pájaro y el pico de un águila que se inclina hacia la cabeza de una serpiente, que a su vez se une en la punta de la cola al pájaro; todos estos elementos, Cook los relaciona con el sacrificio.86 Zimbrón, en cambio, hace una interpretación diferente de la “piedra mapa”,

Figura 36. La “Piedra Mapa”, in situ, en Cuailama. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

83 Laurette Séjourné, Arqueología e historia del Valle de México. De Xochimilco a Amecameca, p. 23.

84 Los huehuetzin de Santa Cruz Acalpixcan llama-ban así a esta piedra; vid. A. González, “La tradición oral: rescate de nuestros valores culturales”, pp. 40, 42.

85 Información proporcionada por Anáhuac Gon-zález, 2009.

86 C. Cook, “Una maqueta prehispánica”, pp. 170, 172, 177.

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Figura 37. Dibujo que detalla los elementos de la “Piedra Mapa”. (Imagen tomada de Carmen Cook, “Una maqueta prehispánica”, en el México Antiguo.)

porque considera que se trata de un sistema hi-dráulico en miniatura compuesto de canales y pocitas que funcionaron simbólicamente en la temporada de lluvias, por lo tanto la maqueta debió funcionar como marcador entre dos épocas del año indígena, la estación de secas y el comienzo de las lluvias.

Otros elementos relevantes de la “piedra mapa” son un complejo arquitectónico con estructuras escalonadas y un sistema agrícola de terrazas, escaleras y pocitas. Mención espe-cial tiene la cruz punteada “ACA” ahí repre-sentada, y que Cook no pudo interpretar. Está circunscrita por un doble círculo apenas visi-ble y sus ejes apuntan a la cabeza del águila y de la serpiente. El diseño de las cruces pun- teadas tiene un origen teotihuacano. La rele-vancia de la cruz punteada “ACA” radica en

haber funcionado como un punto para ver las puestas del sol.87

En la ladera poniente de la cima del cerro Xinotépetl, que limita al pueblo de San Gre-gorio Atlapulco con Santa Cruz Acalpixca, existe otra cruz punteada denominada “ACA 2”. Zimbrón propone que estas cruces funcio-naron posiblemente como contador calendá-rico y como punto de referencia para alinear construcciones prehispánicas sobre las cuales se construyeron posteriormente templos católicos. Desde la “ACA 2”, por ejemplo, se puede observar la traza urbana de Santa Cruz, la sierra de Santa Catarina al norte, el Xochi-tepec al poniente, un montículo en el mismo

87 J. R. Zimbrón Romero, op. cit., pp. 65, 68.

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cerro al este, y casi en línea recta en dirección a Cuailama está la cruz punteada “ACA”.88

Un aspecto relevante que tiene el sitio de Cuailama es la observación arqueoastronó-mica que se puede hacer desde este lugar, el cual se encuentra en la línea solar Cuicuilco-Popocatépetl, que se forma en el solsticio de in-vierno (22 de diciembre). De acuerdo con los estudios de Johanna Broda, la línea inicia en Cuicuilco, pasa por el centro de Xochimilco, Cuailama, Teutli, Tecómitl, Tenango del Aire, hasta el Popocatépetl; lugares donde se puede observar la salida del sol en un punto específi-co del volcán durante el solsticio. Sin embargo, Zimbrón señala que este fenómeno natural no se puede observar adecuadamente desde el centro de Xochimilco y Cuailama porque el

Teutli tapa parcialmente al Popocatépetl, en cambio se pueden ver muy bien los diferentes puntos de salida del sol en el Iztaccíhuatl.89

Antiguamente, los indígenas tenían calenda-rios que los especialistas llaman “de horizonte”, que consistían en fijar un punto de observación desde el que se pudiera ver el desplazamiento del sol, de esta manera se fijaron los solsticios de diciembre y junio, y los equinoccios de mar- zo y septiembre, así como otras fechas significa-tivas; la contabilidad se hacía a partir de que el sol cruzaba atrás de las cumbres más imponen-tes.90 Las observaciones solares desde Cuicuilco permitieron establecer dos periodos fijos de 260 días, que comprendían del 12 de febrero (inicio del año mexica) al 30 de octubre, y del 13 de agosto al 30 de abril.91

En el periodo Posclásico, los mexicas ha-cían en el Citlaltepec o Cerro de la Estrella, el “encendido del Fuego Nuevo”, para celebrar la coincidencia en el inicio de los calendarios Xiuhpohualli y Tonalpohualli, que sólo ocu-rría cada 52 años. Según la mitología mexica, si las Pléyades no se ponían en el centro del cielo la noche del último día del ciclo de 52 años, el mundo sería destruido y terminaría la era del Quinto Sol; como esto no sucedía, entonces encendían el Fuego Nuevo. Esta ceremonia se llevó a cabo de manera simultá-nea en Cuailama y en Tzomolco, actualmente La Noria y Tepepan. En el Museo del Indio Americano en Nueva York hay una escultura del dios Xipe Totec, hallado en Tepepan, que tiene la fecha dos caña, que corresponde a la ceremonia del Fuego Nuevo. La deidad con atributos solares simbolizaba para los mexicas, la primavera y pertenecía al grupo de dioses

88 Ibid., pp. 62, 63, 69, 70.

89 Información proporcionada por el urbanista y etnohistoriador Juan Rafael Zimbrón Romero.

90 J. R. Zimbrón Romero, “El solsticio de invierno en el paraje de Piedra Larga. Acalpixcan y el Cerro Xochitepec”, p. 31.

91 Johanna Broda, “Astronomía y paisaje ritual: el Calendario de Horizonte de Cuicuilco-Zacatépetl”, p. 183.

Figura 38. Piedra con “pocita”. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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de la fecundidad porque era el dios de las sementeras y la siembra.92

En los años sesenta surgieron asentamien-tos humanos irregulares en las colindancias de Cuailama que afectaron severamente los monumentos prehispánicos, como señala el arqueólogo Luis Alberto López Wario, sobre todo porque la gente comenzó a desmantelar, invadir o reutilizar el material de construcción antiguo para edificar sus casas.93 Anáhuac Gon-zález, antropóloga y oriunda de Santa Cruz

Acalpixca, refiere que grupos y organizaciones locales (grupo Tenoch, grupo Cultural Aná-huac, Coordinación del pueblo y grupo Scout) por varios años se han dedicado a cuidar y pro-teger la zona arqueológica, realizando faenas de limpieza y reforestación. Incluso algunos de estos grupos impidieron que la zona fuera di-vidida en dos para la construcción de la carre-tera a Oaxtepec.94 Sin embargo, estas acciones no han sido valoradas por toda la comunidad, sobre todo por la que no es oriunda, ni por el gobierno local, lo cual se refleja en la destruc-ción del sitio arqueológico.

92 J. Farías Galindo, op. cit., p. 15; vid. Anáhuac González, Santa Cruz Acalpixca. Pueblo originario de la ciudad de México, p. 15; vid. R. M. Uribe Rivera, op. cit., pp. 15-16.

93 atdsa, Alberto López Wario, “Santa Cruz Acal-pixcan, Xochimilco”, Denuncia 86-26.

Figura 39. Roca con relieves escalonados en Cuailama, representando posiblemente las terrazas agrícolas y el culto a los cerros. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

94 ahX, Anáhuac González, “La Zona Arqueológica de Cuilama: simbología y contexto actual”, en exp. Zona Arqueológica Cuilama, Santa Cruz Acalpixca, mayo 2002, A.37.1

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Un instrumento legal eficiente es lo que se co-noce como polígono de protección. La primera delimitación de Cuailama fue realizada en 1980 por el entonces Departamento de Registro Pú-blico de Monumentos y Zonas Arqueológicas del inah, con una extensión de 66 hectáreas aproxi-madamente.95 El objetivo era evitar más daños al sitio a partir de restricciones en el uso del suelo tanto al interior como en su entorno inme-diato, situación que las autoridades locales no han podido controlar. La arqueóloga María del Carmen Solanes propuso ampliar la envolvente de la poligonal hacia la ladera del cerro donde hay terrazas prehispánicas, como instrumento jurídico de protección e integración del paisaje. La zona arqueológica quedó inscrita en 1986 en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del inah con número E14A49-09-005. En 1987, la poligonal fue actualizada por el Consejo de Arqueología del inah.96

En 1993 quedó delimitada el área central para proteger y conservar los petroglifos, los montículos y demás evidencias arqueológicas ubicadas en Cuailama, delimitación que fue ac-tualizada en 1999. El área comprende una su-perficie de 07-66-46.91 hectáreas y sus límites son, al norte y oeste, la calle Prolongación 2 de Abril; al sur, el Camino Real a San Bartolo y al este la colonia Tecacalanco. Cronológicamen- te corresponde al Posclásico tardío y posee características culturales correspondientes a la cultura mexica.97

El Programa Parcial de Desarrollo Urbano de la Delegación Xochimilco contempla la re-habilitación y restauración de la zona arqueo-

lógica y, en particular, la de los petrograbados, pero hasta el momento se han realizado muy pocas acciones.98 En 2004, como parte de las lí-neas de acción del Proyecto unesco-Xochimil-co, se decidió, en acuerdo con los tres niveles de gobierno, modificar y georeferenciar la po-ligonal de la Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta de 1986, con el fin de incluir en la poligonal tres áreas culturales que habían quedado fuera, una de ellas fue Cuailama. La zona arqueológica sin duda debe ser objeto de una profunda investi-gación interdisciplinaria, ya que a pesar de su vulnerabilidad aún conserva valiosos testimo-nios de sus antiguos pobladores.

En el paraje Calpulco se encuentra un pre-dio ubicado en la 2ª cerrada de Francisco I. Madero #60, colonia Jazmín, pueblo de Santa María Nativitas Zacapan. Aquí se atendió, en 2008, una denuncia que atinadamente hizo la propietaria del terreno. El hallazgo consistió en un entierro primario (individuo 1) con defor- mación craneana tubular, que se nota en una marcada inclinación y alargamiento tanto de la frente como de la nuca. El entierro correspon-de a una mujer adulta de 40 a 45 años. Como parte del contexto se identificaron algunos huesos desarticulados de un segundo entierro (individuo masculino 2) más antiguo, también con deformación craneana tubular.99

El arqueólogo Alfonso Araiza quien realizó la inspección, me comentó que lo relevante del rescate radica en que el radio del individuo 2, de acuerdo con el estudio de los antropólogos físicos Arturo Talavera y Nancy Gelover, corres-ponde a un hueso que fue cocido o hervido, y puesto adicionalmente como ofrenda en el in-dividuo 1. También se encontró un fragmento de cráneo (temporal izquierdo) con huellas de

95 En el año 2002, la arqueóloga Aldir González estableció una extensión de 150 hectáreas aproximada-mente para la Zona Arqueológica de Cuailama; vid. A. González, op. cit., p. 24.

96 atdsa, A. López Wario, “Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, Denuncia 86-26; vid. atdsa, A. González y S. Meza, “Cacalanco s/n, Tecacalanco, Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, Denuncia 2002-158.

97 atdsa, A. González y S. Meza, “Cacalanco s/n, Tecacalanco, Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco”, Denuncia 2002-158.

98 Sergio A. Méndez Cárdenas, “Criterios operativos y sociales en la propuesta de poligonal de protección del patrimonio de Xochimilco”, p. 318.

99 Alfonso Araiza Gutiérrez, “Un enterramiento del Epiclásico en el barrio de Nativitas (Zacapa), Xo-chimilco”.

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Figura 40. Entierro prehispánico in situ en Santa María Nativitas Zacapa. (Fotografía de Alfonso Araiza Gutiérrez.)

Figura 41. Cubo o “dado” con la representación 7 Acatl, “siete carrizo”, que sostiene la cruz ubicada en el atrio del templo de Santa María Nativitas Zacapa. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

alteración térmica indirecta y marcas de corte. Los especialistas consideran que los huesos humanos cocidos están asociados a un acto de antropofagia ritual y sacrificio humano, que junto al consumo de proteína animal (se recuperaron dos fragmentos de hueso largo de venado) y la deformación cefálica, estarían indicando que los individuos del entierro eran de un rango social alto o de élite. Los entierros se acompañaron de una ofrenda consistente en un cajete, una olla pequeña y un cráter frag-mentado, que es una vasija semejante a una ca- zuela pero más alta. Esta cerámica con engobe rojizo y acabado poco esmerado permitió ubi-car cronológicamente la ofrenda y el entierro en el Epiclásico, que Araiza ubica en el rango de 550/600 a 800/850 d.C.100

Cabe mencionar que en el atrio del templo de Santa María Nativitas Zacapan hay una cruz atrial cuya base es un cubo o “dado” de pie-dra con inscripciones prehispánicas. La cara superior, tapada por la cruz, tiene el espejo humeante de Tezcatlipoca. En sus otras caras está la representación 7 Acatl, “siete carrizo”,

probablemente aludiendo a Quetzalcóatl, deidad antagónica de Tezcatlipoca; Ce Mi-quiztli, “uno muerte”, repetida dos veces en el cubo, es el signo calendárico de Tezcatlipoca; y 4 Ollin, “cuatro movimiento”, simboliza el quinto sol.

Los relieves del “dado” posiblemente repre-sentan al sol, la luna y a Venus, tan importantes en la religión y los cálculos calendáricos de los antiguos mexicanos. Nicholson señala que puede tratarse de un asiento o momoztli o de un pedestal para colocar ídolos o braseros-incen-sarios. Este monumento del Posclásico tardío posiblemente se encontraba en un templo o santuario dedicado a Tezcatlipoca, “inventor de cosas y hombres”, que simbolizaba el prin- cipio de la dualidad, por ser el cielo y la tie-rra.101

Otro aspecto a destacar del pueblo de Santa María Nativitas Zacapa es el hecho de que en 1952, al limpiar el manantial de Quetzalapa,

100 atdsa, Alfonso Araiza Gutiérrez, “Rescate ar-queológico en 2ª cerrada de Francisco I. Madero #60, colonia Jazmín, pueblo de Nativitas (Zacapa), Xochi-milco D.F.”, Denuncia 2008-121.

101 H.B. Nicholson, “An azteca monument dedica-ted to Tezcatlipoca”, pp. 604, 606; vid. Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, p. 232; vid. Miguel León-Portilla, Ritos, sacerdotes y ata­víos de los dioses, p. 155. En la población existe la idea de que el cubo o “dado” está registrando la fecha de fundación del pueblo de Nativitas Zacapa.

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Figura 42. Integrantes del Seminario Taller Arqueología de la Cuenca de México. A la derecha, la cruz atrial de Santa María Nativitas Zacapa. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 43. Montículo con cruz en el sitio arqueológico “El Mirador”. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

se halló una “piedra mapa”, en la que fueron representados los manantiales de la región, en época prehispánica. El hallazgo fue considera-do por los habitantes como una señal de que sería encontrada la diosa del agua, a la que le atribuían la existencia de los manantiales y, según la creencia, había sido sepultada en algún lugar de la región. El señor Juan Manuel Leyva entregó la piedra a las autoridades, y a la fecha se desconoce en donde está.102

En el pueblo de San Lorenzo Atemoaya, unos jóvenes encontraron en el predio locali-zado en Prolongación 16 de septiembre, núm. 151, una vasija miniatura completa, varios tiestos y lítica. El material fue entregado al inah en 1993.103

102 A. González, “Los dioses del agua en Xochimil-co”, p. 13.

103 H.B. Nicholson, op. cit., pp. 604, 606; vid. F. B. de Sahagún, op. cit., p. 232; vid. Miguel León-Portilla, op. cit., p. 155.

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Figura 44. Después de la celebración de la misa en el templo de San Lucas Xochimanca, inicia la procesión con la Santa Cruz hacia el sitio arqueológico “El Mirador”. (Fotografía de Rodrigo Ocaña López.)

Figura 45. Procesión durante el ascenso de la Santa Cruz, que es colocada en el montículo prehispánico de “El Mirador”. (Fotografía de Maribel López Cardoso.)

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Figura 46. Con la construcción de este camino vecinal, fueron destruidas varias estructuras prehispánicas del sitio “El Mirador”. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Al sureste del pueblo de San Lucas Xochi-manca se encuentra el sitio conocido como “El Mirador”, que abarca una superficie aproxi-mada de 15 hectáreas. La zona presenta un patrón dominante de grandes terrazas con huellas de hasta 100 m y peraltes no mayores a 3 m, donde hay montículos, tecorrales y materiales arqueológicos, principalmente ce-rámica del Posclásico tardío. Las estructuras cívico-religiosas, algunas con cinco o más me-tros de altura, están distribuidas de manera aislada o en conjunto, formando plazas. Los montículos residenciales tienen menos de 1.5 m de altura.104

La estructura más alta del sitio se ubica en el extremo norte y desde ahí se domina toda la subcuenca de Xochimilco-Chalco, se puede identificar porque tiene una gran cruz que los habitantes de San Lucas Xochimanca veneran el día 3 de mayo, fecha que marca el inicio de las primeras lluvias y probablemente sea remi-

105 Ibid.

104 atdsa, R. Ávila y M. C. Solanes, “Zona Arqueoló-gica El Mirador, San Lucas Xochimanca, Xochimilco”, Denuncia 2000-4.

niscencia de un antiguo ritual agrícola. Otra característica del sitio es que se forma un ali- neamiento visual entre el área principal de montículos y el templo de San Bernardino de Siena, lugar donde estuvo el centro cívico ceremonial de Xochimilco en el Posclásico tardío.

Varias estructuras prehispánicas de “El Mi-rador” fueron destruidas al abrir un camino vecinal de 10 m de ancho por 300 m de lar-go.105 El sitio está en constante proceso de saqueo y destrucción porque los habitantes utilizan la piedra y la tierra de los montículos y terrazas para cimentar sus casas, o bien, nivelar y marcar límites de predios.

Con el fin de frenar el crecimiento urbano en la zona cerril y de montaña, se formó la Fundación Agua y Medio Ambiente A.C. que en coordinación con la Fundación de las Nacio-nes Unidas para la Alimentación, trabajaron en un proyecto de rescate ecológico, coordinado por el antropólogo Aurelio de Alba Cevallos. Como parte del proyecto, los habitantes de

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San Lucas Xochimanca consiguieron finan-ciamiento para cercar una parte del sitio “El Mirador”, pero los pobladores de las nuevas co-lonias no lo respetaron y continuaron sacando la piedra de las construcciones prehispánicas para edificar sus casas, incluso una familia construyó su casa encima de un basamento.

Dado que las estructuras prehispánicas de “El Mirador” se encuentran en propiedad pri-vada y la mayoría han sido destruidas por los propietarios, se sugiere iniciar un mecanismo de concertación entre el gobierno local, la co-munidad y los propietarios, con el propósito de delimitar un polígono de protección del área que circunda al montículo donde se en-cuentra la cruz.

El cerro Xochitepec, localizado en las inme-diaciones de Santiago Tepalcatlalpan, tiene una ubicación estratégica como observatorio natu-ral, por la visibilidad de 360o, que permite ver desde su cúspide todo el paisaje de los antiguos lagos. El sitio cuenta “con tres lugares donde hay tallados cóncavos, además de tener maque-tas, petroglifos, dólmenes, cuevas, escalones, plataformas, montículos, gradas y piedras en

formas de asientos o tronos, material lítico y cerámica”.106 En lo que pudo ser una estruc-tura prehispánica se construyó un pedestal moderno para colocar una cruz. Las maquetas prehispánicas que hay en el sitio tienen pocitas y pilas que se llenan de agua cuando llueve y que podrían estar relacionadas con ceremonias al sol y rituales a la fertilidad y a Tláloc.107

Destaca un petrograbado que representa a un personaje recostado que ve hacia el cielo poniente y en la parte baja del abdomen tiene una pocita. De acuerdo con los estudios de ar-queoastronomía realizados por Zimbrón, esta piedra tiene la peculiaridad de que si uno se coloca sobre ella se puede observar, cada 21 de diciembre, la salida del sol justo atrás del cráter del Popocatépetl, que corresponde al

Figura 47. Salida del sol atrás del cráter del volcán Popocatépetl, en el solsticio de invierno. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

106 J. R. Zimbrón Romero, “Alineamiento solar desde el Popocatépetl durante el solsticio de invierno en tres sitios prehispánicos de Xochimilco y Milpa Alta”, pp. 12, 13.

107 Juan Rafael Zimbrón Romero, “Observaciones ca-lendáricas de las salidas del sol detrás del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl durante el solsticio de invierno”, p. 108.

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tabla 5 SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA CERRIL

Sitio Proyecto/salvamento/

denuncia

Arqueólogo responsable Ubicación y fechamiento Materiales

Terrazas del Teutli

inah Raúl Ávila López Ladera norte del volcán Teutli. Entre San Luis Tlaxialtemalco y Santiago Tulyehualco.Epiclásico.

Cerámica.

El Amaranto inah2002

Raúl Ávila López Preparatoria del GDF, San Luis Tlaxialtemalco.Epiclásico.

Cerámica.Unidades habitacionales.Entierros. Lítica. Concha. Hueso. Semillas.

Xo-Az-30Xinotépetl o “La Malinche”

1969-1972inah20042005

Jeffrey R. ParsonsCarlos Silva

Al sur de San Gregorio Atlapulco.Epiclásico.Posclásico.

Petrograbados.Montículo. Terrazas.Pocita. Cerámica.

Piedra Larga Juan Rafael Zimbrón A unos cuantos kilómetros del panteón de Santa Cruz Acalpixcan.Posclásico.

Piedra labrada con pocitas.Arqueoastronomía.

Propiedad privada

inah1991

Lorena Gámez. Carretera a Xochimilco 1880, Santa Cruz Acalpixca.Clásico.Epiclásico.Posclásico.Colonial.

Montículos. Cerámica. Lítica.

Terreno inah2000

Gilberto Ramírez Cercano al Museo Arqueológico de Xochimilco.Preclásico.Clásico.Posclásico.

Cerámica.

Terreno federal

inah1989

Francisco Ortuño Cos Escuela Secundaria Tlamachihuapan.Posclásico.

Montículo. Plataforma.Cerámica.

Xo-Az-31Cuailama

1969-1972inah19862002

Jeffrey R. ParsonsMa. Carmen SolanesAldir González y Silvia Meza

Santa Cruz Acalpixca.Posclásico tardío.

Petroglifos. Cerámica. Lítica. Montículos.Terrazas. Plataformas.Arqueoastronomía.

Propiedad privada

inah2009

Alfonso Araiza Gutiérrez

2ª. Cerrada de Francisco I. Madero 60, Col. Jazmín, Santa María Nativitas.Epiclásico.

Entierros con ofrenda.

El Mirador inah2000

Raúl Ávila y Ma. del Carmen Solanes

Al sureste de San Lucas Xochimanca.Posclásico tardío.

Terrazas.Montículos.Tecorrales. Cerámica.

Cerro Xochitepec

Juan Rafael Zimbrón Santiago Tepalcatlalpan.Posclásico.

Montículos. Plataformas. Petroglifos. Maquetas.Arqueoastronomía.

Propiedad privada

Florencia Muller Tepepan.Clásico.Posclásico.

Cerámica.

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solsticio de invierno, estableciéndose de esta manera un alineamiento solar entre el Popo y el Xochitepec.108

En el pueblo de Tepepan, específicamente en el terreno donde vivió Isabel Kelly, la ar-queóloga Florencia Müller registró cerámica del periodo teotihuacano y Azteca I, III y IV.109

La zona cerril tiene un rico potencial ar-queológico por la gran diversidad de materia-les culturales que ahí se encuentran. Habrá que realizar estudios especializados que per-mitan conocer más características de estos asentamientos prehispánicos.

arqueologÍa en el centro histórico de Xochimilco

Las exploraciones arqueológicas efectuadas en el centro histórico de Xochimilco han sido principalmente rescates y salvamentos, resulta-do de una obra pública o privada. Esto se debe a que la urbanización de la zona dificulta la realización de un proyecto sistemático e inte-

gral de arqueología urbana que permita dar seguimiento a la investigación de los sitios re-gistrados y estudiados de manera parcial. En-tre las líneas de investigación pendientes de trabajar están la ubicación de las áreas de ac-tividad y la determinación de los periodos de ocupación humana que hubo en el centro de Xochimilco, así como caracterizar y delimitar el patrón de asentamiento para el Posclásico tardío.

La arqueóloga María Teresa Castillo actual-mente elabora una investigación que busca de-terminar, a partir de los materiales culturales, quiénes fueron los xochimilcas del Posclásico. Su propuesta es que este grupo estuvo confor-mado por mexicas, culhuas y tepanecas.110 De ser así, considero entonces que el concepto de xochimilca, más que referirse a un grupo étnico, es una identidad político-territorial. Hi-pótesis que implicaría realizar un estudio más amplio que comprenda no sólo el campo ar-queológico, sino también el antropológico, histórico y sociológico.

Las exploraciones efectuadas entre 1978 y 1979, por los arqueólogos José Antonio López y Rosalinda Cabrera en la explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl, reportaron entierros, cerámica y restos de una escalinata correspon-diente al Posclásico tardío, que actualmente se encuentra en el jardín del Museo Arqueoló-gico de Xochimilco.

Los vestigios de las estructuras prehispá-nicas del Posclásico halladas en el centro de Xochimilco podrían corresponder al centro ceremonial que describe Bernal Díaz: “des-pués que Cortés vio que no había más con-trarios nos fuimos a reposar a otro gran patio adonde estaban los grandes adoratorios de aquella ciudad, y muchos de nuestros solda-dos subieron en el cu más alto, adonde tenían sus ídolos, y desde allí vieron la gran ciudad de México, y toda la laguna, porque bien se 108 J. R. Zimbrón Romero, “El solsticio de invierno

en el paraje de Piedra Larga. Acalpixcan y el Cerro Xochitepec”, p. 31.

109 R. M. Uribe Rivera, op. cit., p. 13, apud, Florencia Müller, “Recursos naturales del lago de Xochimilco del siglo X al XVI”, v. 73, p. 7.

Figura 48. El cerro Xochitepec visto desde el Museo Dolores Olmedo. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

110 Información proporcionada por la arqueóloga Teresa Castillo, noviembre 2008.

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señoreaba todo...”111 Fray Diego Durán refiere que Cihuacóatl fue venerada por los mexicas, pero especialmente en Xochimilco, donde tenía su altar en un templo suntuoso, el cual puede corresponder al cu más alto que descri-be Bernal Díaz. La deidad era de “boca muy grande abierta y los dientes regañados; tenía en la cabeza una cabellera grande y larga, y un hábito de mujer, todo blanco de enaguas, camisa y manto”.112

Rodolfo Cordero y Rafael Zimbrón refieren que el templo de Cihuacóatl se encontraba en

donde está el templo de San Bernardino de Sie-na, propuesta con la que coincido plenamente ya que hay varios elementos que así lo sugieren. Uno de ellos tiene que ver con el lugar donde se asentaron los xochimilcas, el islote de Tlilan, cuyo significado está asociado al hecho de que el templo de Cihuacóatl “estaba oscurísima, sin tener saetera ni ventana, ni puerta grande, sino muy chica, que no podían entrar a ella sino a gatas. La cual puerta estaba siempre tapada con una antepuerta, de suerte que nadie la veía, ni entraba en aquella pieza, sino solo los sacerdotes que servían a esta diosa. Los cuales eran muy viejos… Llamaban a esta pieza Tli­llan, que quiere decir negrura”.113111 atdsa, T. Castillo Mangas, “Centro Xochimilco,

Xochimilco”, Denuncia 97-07; vid. Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, p. 319.

112 F. D. Durán, op. cit., v. 1, p. 125. 113 Ibid., v. 1, pp. 125-126.

Figura 49. Entierros hallados en el centro de Xochimilco, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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Dentro del recinto había otros dioses, llama-dos tecuacuiltin, “imagen de piedra”, que eran ataviados con ornamentos de papel y pintados con “hule” o betún. Cuando era la fiesta de al- guno de ellos o querían pedir su ayuda ante situaciones de sequía, hambruna, peste o gue-rra, eran sacados y llevados en procesión a un monte, cueva o cerro, en donde les ofrecían sacrificios y ofrendas.114

Las órdenes religiosas que llegaron a la Nue-va España en el siglo Xvi, como la franciscana, construyeron sus templos y conventos católicos en donde estaba el principal templo prehispá-nico de la población indígena, como parte del proceso de evangelización, por ello la iglesia de San Bernardino de Siena está en el área donde se encontraba antiguamente el templo de Ci-huacóatl. Esto explicaría por qué varios sitios prehispánicos de la zona cerril y de montaña, y algunos canales y parajes de la zona chinampera presentan un alineamiento visual con respecto a San Bernardino, característica que pudimos cotejar durante los recorridos en campo.

A esto hay que agregar que el centro cívico-ceremonial de Xochimilco, de época prehis-

pánica, tuvo la peculiaridad de encontrarse en la línea del solsticio de invierno (22 de di-ciembre) que de acuerdo con Broda, inicia en Cuicuilco, pasa por el centro de Xochimilco, Cuailama, Teutli, Tecómitl, Tenango del Aire, hasta el Popocatépetl.115 Zimbrón señala que este alineamiento sólo se cumple parcialmen-te, ya que observó que desde el templo de San Bernardino la salida del sol es sobre la falda norte del Teutli.116 Otros lugares que Zimbrón registra como puntos de observación arqueo-astronómica son la capilla del barrio de San Pedro y el templo del barrio de Xaltocan.

Las culturas mesoamericanas acostumbra-ban alinear sus construcciones a determinados eventos astronómicos que se efectuaban en los cerros y montañas más altos. El templo de San Bernardino no fue la excepción, ya que dio continuidad a la orientación prehispánica. El altar está alineado hacia el pecho del Iztaccí-huatl, volcán sagrado en el que se descubrieron en 1983, vestigios culturales como cerámica, instrumentos musicales de madera, rayos de Tláloc, obsidiana y puntas de maguey para san-grado ritual, que aunado al hallazgo de restos de una escultura femenina, en 1998, indican que el sitio, en el Posclásico, fue un altar donde se hacían peticiones de lluvia.117 Los indígenas invocaban a las nubes por mayo, cuando la lluvia era insuficiente, la petición se hacía a Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Cihuacóatl.118

El arqueoastrónomo Stanislaw Iwaniszewski calculó las fechas de las salidas del sol atrás del templo de San Bernardino y determinó que el 24 de febrero era el primer alineamiento con el sol, y el segundo se efectuaba el 17 de octu-bre. Para el ocaso, las puertas del templo daban

Figura 50. Arranque de escalinata de una estructura prehispánica del Posclásico tardío, hallada en las exploraciones del Foro Cultural Quetzalcóatl (1978-1979). (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

114 Ibid., v. 1, p. 126.

115 J. Broda, op. cit., p. 183.116 J. Rafael Zimbrón Romero, “Observaciones ca-

lendáricas de las salidas del sol detrás del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl durante el solsticio de invierno”, p. 106.

117 Juan Rafael Zimbrón Romero, “El altar de la iglesia de San Bernardino de Siena y su relación con el volcán Iztaccíhuatl”, p. 18.

118 F. D. Durán, v. 1, p. 256.

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exactamente al sol descendente, los días 20 de abril y 23 de agosto. Posteriormente Zimbrón observó que el 24 de febrero y el 17 de octubre, el sol matutino salía exactamente en el pecho del Iztaccíhuatl, fenómeno visual que simula que la mujer dormida da a luz a un ser astral. El significado calendárico podría remitir a la terminación e inicio del año xochimilca.119

Otra área excavada entre 1978 y 1979 fue-ron los jardines Hidalgo y Juárez, a cargo de Guadalupe Reyes, quien encontró material ce-rámico teotihuacano (250-750 d.C.) de la fase Xolalpa tardío, así como cinco cráneos con de- formación intencional.120 Estos hallazgos indican que, antes de que llegaran los xochi-milcas al sur de la cuenca de México, el lugar había estado habitado por grupos humanos más antiguos.

En 1997 iniciaron las obras para construir la base de un asta bandera monumental en la explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl, se procedió entonces a realizar los estudios ar-queológicos correspondientes.121 La excava-

ción tuvo un área de 10 por 10.70 m y fue coordinada por la arqueóloga Castillo; las evi- dencias prehispánicas obtenidas abarcaron del Formativo o Preclásico tardío hasta el Posclá-sico tardío (200 a.C.-1521 d.C.), lo que indica la continuidad habitacional en el centro de Xochimilco desde épocas muy tempranas.122

Del Formativo tardío son las ofrendas (vasi-jas) asociadas a los cinco entierros localizados al interior de la estructura número 1. Al Clási-co tardío corresponde: un espacio cuadrado de seis metros delimitado por muros de pie-dra revestidos con argamasa de lodo, que al interior presentó un piso finamente acabado hecho de tezontle rojo y lodo; dos elementos circulares colocados simétricamente, de 52 cm de diámetro por 17 cm de profundidad, que contenían cenizas, carbón y fragmentos de cerámica; y al centro, sobre el piso, un hundi-miento circular que al excavarse contuvo un entierro. Al exterior de la estructura 1, hacia el sur, se registró un piso de laja; al poniente de la estructura sobre el piso exterior se ha-llaron varios entierros de adultos, de un niño y de un perro.123

Figura 52. Olla del tipo cerámico “Xochimilco”, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

119 Ibid., p. 19.120 Información proporcionada por la arqueóloga

Teresa Castillo, marzo de 2010.121 En la madrugada del 29 de julio, unos sujetos

saquearon parte de los entierros hallados en la exca-vación.

122 atdsa, T. Castillo Mangas, “Centro Xochimilco, Xochimilco”, Denuncia 97-07.

123 Ibid.

Figura 51. Majestuosa vista del Iztaccíhuatl, “mujer blanca”, lugar sagrado de los antiguos mexicanos. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

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Al Posclásico correspondieron 18 entierros asociados al cimiento de una estructura cuyo núcleo, hecho con piedra y adobe, cubrió otra construcción más antigua; la estructura en su lado poniente presentó un pequeño talud de piedra recubierto con lodo. Los entierros de adultos se concentraron al norte de la exca-vación y los de niños al sur, algunos fueron depositados en urnas. Abajo de los apisonados de lodo se encontró cerámica Mazapa, Azteca I, II y III, Chalco polícromo, Cholulteca, así como figurillas y sellos.

Los hallazgos arqueológicos en el centro de Xochimilco llevados a cabo por los espe-cialistas del inah, indican la presencia de varios periodos de ocupación humana. Estos asentamientos se ubicaron al norte, sur y este de lo que ahora es la plaza principal, falta rea-

lizar excavaciones al oeste para saber si hay ocupación prehispánica en esa área, lo cual es muy factible, ya que un vecino del barrio de San Juan refiere haber hallado figurillas de barro en su predio. La presencia de materiales culturales ha permitido definir a los arqueó-logos algunas áreas de actividad tales como cívico-religiosa, habitacional, de trabajo y zona de entierros.

En los alrededores de la plaza principal (véase mapa de hallazgos arqueológicos, p. 104) han realizado varios rescates. En 1978 fue remodelado el jardín del atrio de San Bernardino de Siena, lo que implicó la super-visión y estudio del arqueólogo Gonzalo López Cervantes. En la esquina noroeste del atrio fueron registrados varios entierros, cerámica y la cimentación de una posible capilla posa,

Figura 53. Entierro con ofrenda hallado en las exploraciones del Foro Cultural Quetzalcóatl, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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evidencia destruida por los trabajadores del Departamento del Distrito Federal.124

En 1970, el arqueólogo Eduardo Noguera registró un entierro en posición fetal en el terreno del profesor y cronista José Farías Ga-lindo, ubicado en Violeta núm. 9, justo atrás del templo de San Bernardino de Siena. Los restos óseos, de sexo masculino, actualmente se encuentran en el Museo Arqueológico de Xochimilco.125

En 1979, al abrir una zanja para introducir tubería de agua potable, en la calle Nezahual-

cóyotl esquina con la plazuela del barrio de Belén, se hizo el hallazgo de tres entierros femeninos y cerámica.126 En 1992, en la calle Pedro Ramírez del Castillo núm. 13, del Ba-rrio de San Pedro, fue reportado un entierro con ofrenda asociado a un muro de piedra probablemente de una unidad habitacional del Posclásico tardío, cerámica y desfibradores de basalto. Lo interesante fue la gran cantidad de lascas, núcleos y navajillas de obsidiana, que sugieren la presencia de un taller. En el mismo lugar, pero en el año 2000, se hizo una inspección derivada de la construcción de un

124 Archivo Geográfico Jorge Enciso de la Coordina-ción Nacional de Monumentos Históricos (agjecnmh), Exp. “Templo y ex convento de San Bernardino de Siena, Delegación Xochimilco”, leg. II, 1971-1994.

125 Ibid., p. 78.

Figura 54. Entierro con ofrenda hallado en la calle de Violeta, Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

126 Información proporcionada por la arqueóloga Teresa Castillo Mangas, marzo de 2010; cfr. J. Farías Galindo, op. cit., p. 74.

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Figura 55. Relieve del dios Tláloc adosado al muro de una casa. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 56. Relieve prehispánico en la capilla de La Asunción, dañado en la esquina superior derecha. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Centro de Desarrollo Infantil (Cendi), en don-de se encontró en la tierra removida, material cerámico, navajillas y lascas de obsidiana.127

En 1998, en el Mercado 377, conocido tam-bién como “el tianguis”, al realizar obras de agua potable y drenaje, se reportó la presencia de vestigios culturales entre los puestos 30 y 43, consistente en piedras de basalto, tezontle y adobe del periodo prehispánico; se encontró también cerámica Azteca III, del Posclásico tardío (cajetes, ollas y platos), lítica, restos óseos de animales y restos humanos de niños, jóvenes y adultos, algunos estaban cremados y las cenizas fueron colocadas en urnas funera-rias.128 En 2009, se inició la construcción de una tienda Coppel, en el predio ubicado en la calle Hidalgo esquina con Ahuehuetes; el salvamento estuvo a cargo de Gonzalo Díaz quien registró cerámica del periodo Mazapa (900-1100 d.C.) y entierros Azteca I.129

El centro de Xochimilco requiere un estu-dio arqueológico sistemático, que permita ampliar los conocimientos sobre la evolución y desarrollo del patrón de asentamiento y su relación con la zona chinampera; materiales y sistemas constructivos; instrumentos y herra-mientas de trabajo; objetos de uso ritual y cotidiano; organización social, entre otros. La zona presenta una continuidad habitacional que abarca varios siglos, por ello es imprescin-dible la intervención arqueológica oportuna, a partir de la denuncia ciudadana, la inspección previa a toda obra, el salvamento y la autoriza-ción de licencia de obra por el inah.

Estas medidas ayudarán a que la informa-ción no se pierda o destruya, sobre todo por-

127 atdsa, Teresa Castillo Mangas, “Pedro Ramírez del Castillo 13, Barrio San Pedro, Xochimilco”, Denun-cia 92-30; vid. atdsa, Rebeca Yoma, “Pedro Ramírez del Castillo número 13, Barrio San Pedro, Xochimilco”, Denuncia 2000-122.

128 atdsa, Ernesto A. Rodríguez y Georgina Tenan-go, “Mercado de las Flores, Xochimilco”, Denuncia 98-101.

129 Información proporcionada por los arqueólogos Teresa Castillo y Francisco Rivas, 2010.

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Figura 57. Mapa con la ubicación de los hallazgos arqueológicos y puntos de observación arqueoastronómica en el Centro Histórico de Xochimilco. (Dibujo elaborado por Alfonso Araiza Gutiérrez.)

HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS PUNTOS DE OBSERVACIÓN ARQUEOASTRONÓMICA1. Explanada Foro Cultural Quetzalcóatl 9. Templo de San Bernardino de Siena 2. Jardines Hidalgo y Juárez 10. Capilla de San Pedro 3. Atrio de San Bernardino de Siena 11. Templo de Xaltocan 4. Tienda Coppel, calle Hidalgo 5. Casa, calle Violeta 6. Mercado 3777. Calle Nezahualcóyotl esq. plazuela Belén8. Cendi, calle Pedro Ramírez del Castillo

Elaboró: Araceli Peralta Flores Dibujó: Alfonso Araiza Gutiérrez

11

10

8

4

2

1

6

7

39

5

Guadalupe I. RamírezPino

Nuevo León

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tabla 6 SITIOS Y HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS EN EL CENTRO HISTÓRICO DE XOCHIMILCO

Sitio Proyecto/salvamento/

denuncia

Arqueólogo responsable Ubicación y fechamiento Materiales

Explanada Foro Cultural Quetzalcóatl

inah1978-19791997

José Antonio López y Rosalinda CabreraTeresa Castillo

Centro Histórico de Xochimilco.Preclásico.Clásico.Epiclásico.Posclásico.

Entierros con ofrenda, plataforma y cerámica Mazapa, Azteca I, II y III, Chalco polícromo, Cholulteca.

Espacio público

inah1978-1979

Guadalupe Reyes Jardines Hidalgo y Juárez. Entierros. Cerámica.

Atrio inah1978

Gonzalo López Ex convento de San Bernardino de Siena.

Entierros.Cerámica.Cimentación capilla posa.

Propiedad privada

1970 José Farías Galindo Calle Violeta núm. 9. Entierro.

Vía pública inah1979

Calle Nezahualcóyotl esquina plazuela del barrio de Belén.

Entierros.Cerámica.

Predio inah19922000

Ma. Teresa CastilloRebeca Yoma

Calle Pedro Ramírez del Castillo núm. 13,Barrio de San Pedro

Entierro con ofrenda.Muro. Cerámica.Lítica.

Mercado 377 inah1998

Ernesto Rodríguez y Georgina Tenango

Calle Hidalgo, entre Morelos, Vicente Guerrero y Francisco I. Madero,Centro Histórico.

Cerámica. Entierros.Lítica.

Propiedad privada.Tienda Coppel

inah2009

Gonzalo Díaz Calle Hidalgo esq. Ahuehuetes,Centro Histórico.

Entierros. Cerámica.

que hay un constante movimiento urbano, que afecta al patrimonio arqueológico. La crecien-te demanda de obras públicas, vivienda, ser-vicios, vialidad y construcción de comercios, amenaza la conservación y protección de los vestigios arqueológicos no sólo de la región sur de la cuenca de México, sino en todo el país.

En pocos años han sido destruidas, saquea-das y deterioradas grandes extensiones de te-rreno con alto potencial arqueológico, lo que reduce las posibilidades de investigación. El

patrimonio arqueológico de Xochimilco corre el riesgo de desaparecer ante el crecimiento no planificado de los asentamientos humanos, el aumento de población y la deficiente educa-ción. Por ello, se debe pedir a las instituciones y los órganos de gobierno realizar acciones enca-minadas a proteger los valores patrimoniales. A los especialistas nos corresponde difundir entre los diversos sectores de la población sobre qué es el patrimonio arqueológico, por qué y para qué se debe conservar.

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patrimonio arquitectónico

El patrimonio arquitectónico o patrimonio construido se define como “todas aquellas construcciones heredadas de nuestros antepa-sados, con características o valores históricos, estéticos o vernáculos”.1 Desde el aspecto ju-rídico, la Ley Federal sobre Monumentos y

Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972, en el Capítulo III, artículos 35 y 36, determina que “son monumentos históricos los bienes vinculados con la historia de la Na-ción, a partir del establecimiento de la cultura hispánica en el país”, abarcando un periodo que va del siglo Xvi al XiX.

La arquitectura es una manifestación y testimonio cultural, que el hombre creó para satisfacer sus necesidades de resguardo, protec-

1 La imagen urbana en ciudades turísticas con patrimonio histórico. Manual de protección y mejoramiento, p. 192.

Figura 1. Arquitectura civil en el centro de Xochimilco. (Fotografía de Álvaro Amaya Tapia.)

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ción y desarrollo social. Toda construcción lleva implícita la aplicación de técnicas loca-les, conocimientos técnicos, diseño, sistemas constructivos, recursos humanos, formas de explotación de los recursos naturales, así co-mo herramientas e instrumentos de trabajo. La arquitectura define y da su carácter a los pueblos, barrios, plazas y vialidades.

Los conjuntos arquitectónicos antiguos presentan una relación indisoluble entre cada edificio y su emplazamiento, por lo que los fe-nómenos urbanos deben estudiarse de manera integral a fin de no perder la perspectiva del conjunto y su marco temporal. En 1972 se ge-nera un marco legal de protección al patrimo-nio arquitectónico que incluye la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos,2 la Convención de la unesco para la protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, la promulgación de la Carta Italiana de la Restauración, y se lleva a cabo el primer Coloquio Internacional del icomos Mexicano, justamente sobre el

2 Diario Oficial de la Federación, 6 de mayo de 1972.

tema de la “Conservación y reanimación de ciudades, poblados y sitios históricos”.

La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos plantea la protección, conservación y el estudio siste-mático del patrimonio construido desde la perspectiva de zona de monumentos históri-cos, es decir, una zona que comprende varios inmuebles con rasgos históricos, arquitectó-nicos y naturales comunes que contribuyen a conformarla como unidad urbanística. Xochimilco quedó registrado como zona de monumentos históricos en 1976.3

Este tipo de análisis permite conocer el de-sarrollo histórico-urbano-arquitectónico de un asentamiento humano desde su origen hasta la actualidad. El arquitecto Miguel Ángel Gálvez González, quien participó en el proyecto para la Declaratoria de la Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, elaborada en 1986, señala que el estudio de una zona de monumentos debe analizar de manera integral la estructura urbana, social, antropológica, histórica y morfológica. En

3 Entre 1972 y 1976, el inah registró 90 Zonas Histó-ricas Urbanas; vid. Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales, p. 39; vid. Instructivo. Trámites de licencia para llevar a cabo cualquier tipo de obra en zonas y monumentos históricos, p. 8.

Figura 2. Panorámica de los pueblos ubicados entre la chinampería y la zona cerril, ca. 1940. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 3. Avenida Guadalupe I. Ramírez remodelada, al fondo la Fuente de la Sirena y el cerro Xochitepec, ca. 1970. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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1973, la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (sahop), hoy Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol),4 formuló el pri-mer Plan Nacional de Desarrollo Urbano en el que se tomó en cuenta la incidencia del desa-rrollo urbano en los centros de población.

Roberto Chiapa y Fernando Guerrero coin-ciden en que el problema de la conservación del patrimonio edificado es su complejidad, porque involucra diversas variables sociales, políticas y económicas que hacen sumamente difícil planificar su manejo.5 Por ello, es fun-damental hacer un diagnóstico de las condi-ciones del conjunto urbano patrimonial que permita generar propuestas de conservación. Al respecto, Ciro Caraballo, coordinador del Proyecto unesco-Xochimilco considera que “es indispensable identificar los valores patri-moniales del sitio, sobre todo en lo referente al reconocimiento del significado cultural que poseen, para las generaciones presentes”.

El patrimonio construido en la Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco, Tlá-huac y Milpa Alta, conformado por los edifi-cios históricos pero fundamentalmente por la chinampa, enfrenta problemáticas de riesgo para su conservación debido a la agresiva modi-ficación del medio natural. El Congreso Mun-dial del icomos sobre Ciudades Históricas, realizado en 1999, señaló la importancia de buscar un equilibrio entre el medio ambiente y la conservación del patrimonio. Los diagnósti-cos deben señalar las consecuencias e impacto sobre el universo de bienes culturales, ya que los factores naturales, económicos, políticos y sociales influyen en la durabilidad y el de-terioro de los monumentos, además de que

determinan las características de la arquitec-tura tradicional.6

El patrimonio arquitectónico presenta diversas problemáticas que ponen en riesgo su conservación, entre las que se encuentra la opinión que tienen algunos de los propietarios de inmuebles históricos, que consideran a su vivienda fea, húmeda, oscura, vieja e inútil;7 actitud que influye en la falta de interés por hacer mejoras a las casas, más aún cuando los costos del mantenimiento son altos, además el propietario tiene que solicitar la autorización de obra al inah, trámite que en ocasiones ter-mina siendo engorroso. Por ello, muchos mo-

6 Araceli Peralta Flores, “Xochimilco y sus categorías como Patrimonio Cultural”, p. 7.

7 Pedro Paz, “El programa de renovación habita-cional popular y la rehabilitación de monumentos históricos”, p. 39.

Figura 4. Casa clasificada como monumento histórico, destruida para edificar una tienda Elektra. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

4 De 1976 a 1982, fue la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (sahop); de 1982 a 1992 cambió por Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (sedue); de 1992 a la fecha es la Secretaría de Desarro-llo Social (Sedesol).

5 Fernando Roberto Chiapa Sánchez y Luis Fernan-do Guerrero Baca, “Cambios y permanencias en la estructura urbana de Xochimilco: hacia una aproxima-ción tipológica”, p. 103.

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numentos históricos son abandonados, otros quedan en ruina y los que son modificados no se apegan a las indicaciones de una asesoría técnica especializada. No obstante, existen al-gunos propietarios como los de la Casa Amaya, declarado en 1932 monumento nacional, que han respetado las indicaciones del inah.

El inadecuado uso de suelo afecta la con-servación de los inmuebles, esto obedece a los constantes cambios que presenta una zona de monumentos históricos, en la que rara vez se respeta el uso original y su evolución. La ma-yoría de los inmuebles habitacionales han sido adaptados para locales comerciales (tiendas) o de servicio (hoteles, restaurantes, oficinas, ban-cos, etc.). Como los espacios habitacionales no siempre se ajustan a las necesidades de los comercios o servicios que se desea introducir, con frecuencia se registran modificaciones en los inmuebles como la apertura de vanos, sobre todo en planta baja, demolición de muros para hacer locales más amplios, con la

consecuente reestructuración y en ocasiones debilitación del edificio e incremento de ries-go ante eventos sísmicos, construcción de mar- quesinas o anuncios y otras intervenciones igualmente dañinas.8 Existen factores como el desarraigo, valor de uso y plusvalía que tam- bién inciden en la desvalorización de los in-muebles históricos.

Los urbanistas consideran que se deben controlar tipos, compatibilidades e intensida-des en áreas de alta densidad patrimonial, para evitar usos del suelo exclusivos para comercio, servicios o industria en zonas tradicionalmente habitadas; que la ocupación y utilización estén determinadas por la tipología y valor patrimo-nial; normar la subdivisión de predios ocupa-dos por inmuebles históricos, con el fin de evi-tar su fraccionamiento físico, en los planes de

8 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales, pp. 34, 35.

Figura 5. Tienda Elektra y Banco Azteca, ocupan un predio donde se encontraba un inmueble histórico. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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conservación; estimular los usos mixtos (co-mercio-servicios-habitación) en los porcen-tajes aconsejados, para impedir el despobla-miento de los centros históricos; promover talleres, cursos, conferencias y seminarios so-bre la conservación y valuación de inmuebles patrimoniales.9

Los cambios de uso de suelo en predios sin valor patrimonial, pero contiguos a monumen-tos históricos o artísticos, también implican problemas. Si los predios están baldíos y se construye un edificio para comercio o servi-cios, difícilmente se llega a una integración armónica y de preservación de la identidad he-redada con respecto al contexto patrimonial, debido a que se intenta erróneamente erigir un falso edificio histórico, o porque se recurre a un contraste excesivo entre el nuevo edificio y los ejemplos históricos cercanos.

La mayoría de los centros históricos son resultado de procesos graduales de edifica-

Figura 7. Señora Julia Amaya Morones de 89 años, propietaria de la casa Amaya. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 6. Demolición del antiguo mercado, 1957. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

9 Ibid., p. 61.

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ción que los han ido densificando, por eso es conveniente tomar en cuenta las densidades originales y compararlas con la densidad actual; los cambios de uso de suelo pueden reflejar cambios de intensidad. Si un inmueble se amplía horizontal o verticalmente está in-crementando esa intensidad, lo cual también puede ir en contra de la integridad patrimo-nial del monumento. Cuando hay edificios ma-yores a la altura histórica original (1 a 3 pisos) implica la ausencia de medidas de regulación de alturas, lo que resulta perjudicial a todo centro histórico.10

Las manzanas en la traza de las ciudades históricas y su parcelación original son resul-tado de consideraciones fundacionales que relacionaron los tipos y las intensidades de uso del suelo. La traza es uno de los elementos más característicos de todo centro histórico y tiene valor patrimonial, por lo que su preservación

constituye un elemento fundamental para caracterizar las etapas del desarrollo históri-co-urbano de un asentamiento. Aunque los patrones urbanos antiguos se hayan modifi-cado con el tiempo, generalmente mantienen referentes arquitectónicos de esa traza, sin embargo, no se toman medidas para evitar que la lotificación original sea fraccionada y desaparezca.

El diagnóstico sobre la tenencia del suelo en una zona de monumentos históricos, que es la forma legal que asume la apropiación y disfrute de un inmueble, rara vez es tomada en cuenta, a pesar de las implicaciones que tiene sobre la conservación del patrimonio, por ello el fraccionamiento en predios de un monu-mento histórico tiene consecuencias funestas, porque afecta el partido arquitectónico del monumento. Un caso típico es la subdivisión de predios ocupados por una casa tradicional en dos o más fracciones, lo que lleva implícito la división de patios porticados y vestíbulos. El fenómeno se reconoce muchas veces desde la

Figura 8. Casa ubicada entre la avenida Guadalupe I. Ramírez y Pedro Ramírez del Castillo, que hoy en día se encuentra fraccionada y modificada al cambiar su uso, de habitacional a comercial. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

10 Ibid., p. 35.

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vía pública, porque cada propietario atiende de diferente manera el mantenimiento de su parte, y frecuentemente deciden pintarlas con distintos colores para diferenciarlas, a pesar de que el inmueble sigue siendo uno solo. Hay otros casos en los que los interiores de las viviendas han sido totalmente destruidos, dejando solamente una fachada maltrecha; inmuebles que además ocupaban un lugar protagónico en la traza urbana y que fueron demolidos y sustituidos por construcciones de mala calidad.11

Otro problema que afecta la conservación de los monumentos históricos es la altera- ción de los factores naturales. La topografía, la hidrología, la geología y los suelos inciden en la durabilidad y deterioro de los monumentos;

además determinan la tipología arquitectóni-ca y su acondicionamiento bioclimático, por ejemplo, en la dimensión de vanos para ilu-minación y ventilación, espesores de muros y de cubiertas, entre otros aspectos.

Figura 9. Imagen urbana que tuvo el centro de Xochimilco, ca. 1940. En la fotografía se aprecian las vías del tranvía y a la derecha la casa Amaya. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

11 Ibid., pp. 35, 36, 48.

Figura 10. Figura armable del tranvía, diseñado por la Sociedad de Experimentación. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Las precipitaciones de las temporadas de lluvias, cuando se mezclan con la atmósfera contaminada por las emisiones de los motores y de las fábricas, que contienen elementos ta-les como el bióxido de azufre, generan ácido sulfúrico que erosiona las canteras más finas, que son las que se emplean para detalles deco-rativos en la arquitectura histórica. La sobreex-plotación del agua ha alterado la mecánica de suelos, generando hundimientos paulatinos en los edificios y calles.

Las fallas de origen o procesos degenerati-vos, producidos en los edificios por fenómenos naturales o humanos, como el paso del tiempo, los agregados y faltantes, las demoliciones, hun-dimientos e inundaciones, sismos, incendios y exposición a la intemperie, falta de manteni- miento o intervenciones inadecuadas, modifi-can o destruyen el partido arquitectónico. Éstas son alteraciones de alto riesgo porque cambian la configuración estructural de los edificios, la secuencia de cargas y en consecuencia modifi-can los módulos de elasticidad ante un temblor o carga gravitacional.

Los daños ocasionados a los inmuebles ante el menor evento sísmico se deben, en muchos casos, a que éstos presentan sobrecarga por agregados, crecimiento abusivo de niveles, eli-minación de muros de carga, demoliciones par-ciales como la apertura excesiva de vanos etc., acciones para las que no fueron concebidos. Por lo que es conveniente eliminar y liberar las construcciones agregadas al diseño original, como pisos, entrepisos y todo tipo de sobrecar-gas adicionales, siempre y cuando no tengan calidad arquitectónica. En cambio, hay dete-rioros como fisuras, grietas, desprendimientos, exfoliaciones, deformaciones, faltantes, cam-bios de niveles, pavimentos e impermeabilizan-tes que no afectan las cualidades esenciales del conjunto, sino sólo la materia constitutiva de los elementos arquitectónicos.12

El proyecto arquitectónico de intervención tiene que estar revisado y aprobado por per-sonal especializado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, para monumentos históricos, o del Instituto Nacional de Bellas Artes, para monumentos artísticos. Los crite-rios a tener en cuenta son: respetar la forma, tamaño y relación de los espacios originales; evitar alterar de forma parcial o total el parti-do arquitectónico original; proponer un uso acorde con la función original; proponer una construcción que coincida con los materiales originales y el valor histórico del inmueble. En zonas patrimoniales y centros históricos debe-rá mantenerse un porcentaje importante de usos habitacionales para asegurar, durante el día y la noche, la animación y vivacidad de esas zonas. La intervención de cualquier mo-numento histórico requiere de un historial clínico con sustento científico; el estudio de la anatomía es fundamental y debe incluir el aná-lisis de sus deterioros y alteraciones espaciales, estructurales, formales, urbanas e históricas considerando su tecnología de origen, lugar y tiempo, lo que permitirá definir su arquitectu- ra original y con ello su configuración estruc-tural.13

En la elaboración del diagnóstico de un in-mueble se emplean instrumentos normativos complementarios tales como el Manual técni-co de procedimientos para la rehabilitación de monumentos históricos en el Distrito Federal, publicado por el inah en 1988; Manual de Nor-mas de Equipamiento Urbano, Sedesol, 1996; Normas y especificaciones generales para aplicar en edificios históricos dañados por el sismo del 15 de junio, inah, 1999; Normas de proyecto de restauración para intervenir fachadas de monumentos históricos, inah, 2002, entre otros.

El problema de las intervenciones es que en muchos casos no se hace un diagnóstico

12 Jorge Rojas Ramírez, Configuración estructural de la arquitectura del siglo XIX, p. 140; Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales, p. 54.

13 J. Rojas Ramírez, op. cit., p. 140; cfr. La planeación y gestión del patrimonio cultural de la nación, p. 34.

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Figura 11. Obras de restauración del templo de San Luis Tlaxialtemalco durante la gestión de la Delegada Aurora Arrayales (1976-1978). (Archivo Histórico de Xochimilco.)

oportuno de los deterioros y las alteraciones; tampoco se aplican criterios y formas de dise-ño contemporáneo que tengan relación con su lógica constructiva y estructural, y aunque fueron realizados con buena intención, el re-sultado es que alteran y acentúan el riesgo de la estabilidad del edificio. Otra problemática que afecta a los monumentos es la manera en que los especialistas del inah trabajan con las constructoras encargadas de los trabajos de obra. En julio de 2004, a petición de la arqui-tecta Mónica Ocejo, de la Dirección de Obras de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, me tocó dar la asesoría histórica para la obra de intervención de la fachada y barda atrial del antiguo convento de San Ber-nardino de Siena, Xochimilco. Ahí me perca- té de lo difícil que es para ambas partes lle-gar a acuerdos sobre los criterios técnicos de

intervención. Al respecto, la compañía CAV Diseño e Ingeniería S.A. de C.V. Construcción, Restauración de Inmuebles y Mantenimiento, encargada de los trabajos de San Bernardino, excluyó algunas indicaciones de la arquitecta Ocejo, lo que generó diferencias técnicas en la manera de intervenir el inmueble. En lo con-cerniente a respetar la tradición constructiva y la unidad estructural, sí hubo acuerdos.

Las autoridades deben tomar en cuenta, a través de la asesoría del inah, que la restaura-ción, como lo sugiere Jorge Rojas, debe ac-tualizar, conservar y mantener, sin falsificar o suponer, la obra arquitectónica original. El inmueble por sí mismo presenta las lecturas necesarias para determinar los criterios de intervención, que deberán estar fundamen-tados en los estudios históricos y el análisis que asegure la unidad estructural. Se requiere

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también de un levantamiento y análisis de deterioros estructurales previos y de recomen-daciones para su uso y mantenimiento. 14

La Delegación Xochimilco da manteni-miento al patrimonio construido de propie-dad pública del Gobierno del Distrito Federal, plazas típicas o históricas y obras de ornato. En virtud de los convenios también es responsable del mantenimiento de inmuebles de propie-dad federal que se encuentren dentro de su demarcación territorial, a través de la Direc-ción de Desarrollo Urbano y licencias de la Delegación Xochimilco.

A la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) del Gobierno del Distrito Federal, le corresponde regular los usos del

suelo y establecer las normas específicas en los polígonos patrimoniales históricos. Al inah, le compete lo concerniente a la delimitación de las Zonas de Monumentos Históricos. El cen-tro histórico de Xochimilco está contemplado como un polígono de actuación según lo establece el Programa Delegacional de Desarrollo Urba-no de Xochimilco y la Ley de Desarrollo Ur- bano del Distrito Federal, en el cual se prevé de-sarrollar acciones estratégicas de zonificación y normas de ordenación, vialidad y transporte, equipamiento urbano y patrimonio histórico, así como la ejecución de programas especiales de vivienda y mejoramiento de barrios.15

transformación urbana

A lo largo del tiempo, el centro de Xochimil-co ha tenido una serie de transformaciones urbanas, ya que se trata de una ciudad viva en constante cambio. Su estructura actual refleja las raíces culturales que identifican a la pobla-ción con su herencia ancestral. El origen de tan importante asentamiento se remonta a la época prehispánica en la que sus pobladores modificaron el medio ambiente, edificaron un centro cívico-ceremonial-habitacional y construyeron una infraestructura hidráulica y agrícola que les permitió un mejor aprovecha-miento del medio lacustre que les rodeaba. Un elemento determinante en el crecimiento urbano fue la chinampa, que sirvió como medio de producción y como espacio habita-cional, esto permitió a sus habitantes vincu-larse con el entorno natural, sin perder su conexión con el centro.16 En el desarrollo his-tórico-urbano de Xochimilco hay una estrecha relación entre el centro histórico, la zona chinampera y la zona de montaña.

En el siglo Xvi, los españoles se apropiaron del espacio que tenía gran valor simbólico para

15 Álvaro F. López y Ciro Caraballo, “El reto de cons-truir espacios de coordinación intergubernamental”, p. 164.

16 Araceli Peralta Flores y Jorge Rojas Ramírez, Xo­chimilco y sus monumentos históricos, p. 45.

Figura 12. Trabajos de restauración en San Bernardino de Siena, 2004. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

14 Idem.

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el indígena. La destrucción del centro cívico-religioso prehispánico para construir nuevos edificios obedeció a su ubicación como sitio estratégico por ser un importante punto de control político, religioso, social y económico de los barrios y pueblos localizados en la la-guna y tierra firme;17 de este modo quedó asegurada la ocupación del territorio, lo que facilitó la colonización de las poblaciones cir-cundantes.

Teniendo como referente las Ordenanzas urbanas del siglo Xvi, el virrey don Antonio de Mendoza concedió, en 1550, la “licencia y facultad” para la traza de la ciudad de Xochi-milco, que consistió en una plaza mayor o pla-za pública, como centro, en donde confluían

unas cuantas calles rectas dispuestas en cua-drícula, que permitía el crecimiento hacia los cuatro puntos cardinales, donde se encontra-ban los barrios.

Alrededor de la plaza pública fueron cons-truidos los principales edificios religiosos, pú-blicos y civiles, como el antiguo convento de San Bernardino de Siena, las Casas Reales don-de se impartía el gobierno y la justicia, las casas de los españoles e indígenas principales y el tianguis o mercado, cuya función iba más allá de su aspecto económico, por ser un espacio público que permitía el intercambio de infor-mación y asuntos de interés colectivo. El tian-guis originalmente se efectuaba en las afueras de la traza, debido a eso los indios pidieron ser reubicados para evitar ser maltratados; la peti-ción fue aprobada por Antonio de Turcios.18

17 En 1619 había en la parte de los barrios y la laguna 2 160 tributarios y en la de tierra firme 2 087. Archivo General de la Nación (agn), Indios, v. 9, exp. 172, 82v.-83v.

Figura 13. Templo del pueblo de San Andrés Ahuayucan. (Fotografía de Ulises Valderrama Abad.)

18 agn, Mercedes, v. 3, exp. 397, fs. 144, 1550.

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El centro fue el punto de referencia para trazar las calles principales de la ciudad, co-mo la Celada, que fue empedrada en 1587 porque, en tiempo de lluvias, el lodo y el agua la hacían intransitable. Las obras fueron rea-lizadas por 50 indios peones de Xochimilco y 16 indios albañiles de Coyoacán, que trabaja-

ron durante cuatro semanas y utilizaron 500 brazas de piedra procedentes de Xochimilco, Tláhuac, San Mateo, Iztapalapa, Culhuacán y Mixquic.19

Figura 14. Plano del centro de Xochimilco. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

19 agn, General de Parte, v. 3, exp. 128, 1587.

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El vínculo del centro con los barrios es imprescindible como referente territorial; desde tiempos ancestrales ha permitido a sus habitantes identificarse con su lugar de origen, parentesco, costumbres, festividades y tradicio-nes, de ahí que las capillas de los barrios hayan sido concebidas bajo un criterio y sentido de pertenencia de grupo.

Urbanísticamente, los barrios estaban con-formados por jacales distribuidos alrededor de su capilla. Los jacales o casas de los campesinos fueron construidos con materiales perecede-ros obtenidos principalmente de los recursos que ofrecía la laguna, como carrizos y tules; de la montaña se abastecían de arcilla, made-ra y piedra. Cabe mencionar que las capillas tenían una plazuela que permitía apreciar y resaltar su arquitectura. Hoy en día, algunas la han perdido, ya sea porque pasa una calle al frente o porque se han construido casas a los costados.

Con el transcurrir de los años, las casas del centro de Xochimilco fueron desapareciendo. Desde 1550, los indios solicitaron tirar unas viviendas para poder abrir calles y se compro-metieron a construir en otro sitio las casas demolidas. En 1676, fueron destruidas más viviendas debido a la demanda de materiales de construcción generada por el crecimiento urbano de la ciudad de México. Los españoles dedicados a este tipo de comercio fueron a Xochimilco y compraron a los habitantes la piedra de sus casas y solares, al grado que las autoridades locales vieron con preocupación que se estaba despoblando la ciudad, por ello el corregidor prohibió la compra y venta de piedra, con pena de cárcel a quien infringiera tal disposición.20

A la plaza principal se agregaron en el siglo XiX, nuevos elementos como el Palacio Muni-cipal y los jardines Juárez, Morelos e Hidalgo; además, el número de barrios aumentó a 17. Para el siglo XX, el centro lucía un nuevo Pa-

lacio Municipal, con cárcel y registro civil; au-mentó la construcción de casas con locales co-merciales en la planta baja y se edificó el actual mercado. En 1936, el pintor Francisco Goitia, representante de la H. Junta de Xochimilco, solicitó que se abrieran dos avenidas; una, del centro a la iglesia de Xaltocan y la otra de la capilla del Rosario a la capilla de Santa Cruci-ta; pidió también que se ampliaran las avenidas Morelos y Francisco I. Madero.

Goitia buscaba conservar los bellos paisajes de Xochimilco y adecuarlos a las necesidades económicas, sociales y educativas de la po-blación;21 pero estas acciones implicaron la destrucción de varias casas antiguas con la con-secuente modificación de la traza histórica. A pesar de los cambios urbanos, la traza del siglo Xvi ha conservado sus ejes principales hasta el día de hoy. En cambio, los barrios ubicados particularmente al norte y este, presentan una traza urbana irregular porque los canales con el tiempo han sido cerrados para convertirse en callejones y calles.

En 1972, el espacio urbano del centro fue mutilado con la destrucción del Palacio Mu-nicipal, en su lugar fue construido el Foro Cultural Quetzalcóatl, cuya arquitectura no co-rrespondía al contexto tradicional urbano. Las oficinas del gobierno local fueron trasladadas a un nuevo edificio delegacional ubicado en las cercanías del Deportivo Xochimilco. Esta acción rompió con la continuidad del patrón urbano, que era concentrar y relacionar los principales edificios públicos y religiosos, inclu-yendo el mercado como lugar donde se tejen redes de relación comercial, lo que hacía de la plaza principal el punto más importante de reunión para la población por su significado social y carga simbólica.

En el año 2002 las autoridades decidieron regresar la sede del gobierno local al centro, presentando un proyecto para construir el

21 agjecnmh, exp. “Planificación de Xochimilco, 1936”.20 agn, Indios, v. 25, exp. 122, fs. 99-100, 1676.

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nuevo edificio delegacional en el lugar donde había estado el Palacio Municipal, que permi-tiría, entre otras cosas, la gestión y el ordena-miento más directo del área patrimonial.22 El proyecto del nuevo edificio delegacional fue presentado en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del inah; después de su revisión fue aprobado, sin embargo surgió un problema porque la Delegación Xochimilco decidió hacer una ampliación del edificio hacia el lado noreste, misma que no fue notificada al inah.

Esta ampliación generó inmediatamente malestar entre varios sectores de la población y asociaciones culturales como Xochicopalli

Figura 16. Barrio de la Santísima. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 15. La capilla de San Antonio conserva su perímetro. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán.)

22 Sergio A. Méndez Cárdenas, “El nuevo edificio delegacional. En busca de la memoria histórica de Xo-chimilco”, en Proyecto de ampliación y remodelación del Foro Cultural Quetzalcóatl, México, Delegación Xochimilco, 2001. (Documento sin publicar.)

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Milchihua A.C., representada por el arquitecto Enrique Martínez y el antropólogo Joaquín Praxedis, quienes manifestaron su inconformi-dad al señalar que ese espacio siempre había estado desocupado. A petición del arquitecto Raúl Delgado Lamas, entonces Coordinador Nacional de Monumentos Históricos, realicé el dictamen para determinar si la ampliación del edificio delegacional estaba o no afectando el entorno urbano del Centro Histórico.

Después de realizar una inspección, se con-cluyó que dicha ampliación estaba invadiendo un espacio público y bloqueando las visuales del entorno natural y del patrimonio arquitec-tónico-urbano, como la zona de montaña, los edificios históricos ubicados al sur de la plaza, algunas calles principales y parte de los jardi-nes.23 El dictamen estuvo avalado por el antro-pólogo Sergio Raúl Arroyo, Director General del inah; ante esto las autoridades delegaciona-les, muy a su pesar, tuvieron que tirar la parte de construcción no autorizada.

Los espacios abiertos o públicos de Xochi-milco forman parte integral de la traza y están definidos por los paramentos de los edificios o los límites de predios; en ellos la población circula, se reúne, descansa o se recrea, pero sobre todo es un punto de cohesión de la iden-tidad xochimilca. Los lugares de reunión por excelencia son la plaza y el jardín central, que

Figura 17. Edificio del Foro Cultural Quetzalcóatl en los años ochenta. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 18. Construcción de la ampliación no autorizada por el inah del nuevo edificio delegacional, 2002. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

23 Araceli Peralta Flores, “Proyecto del Edificio De-legacional de Xochimilco. Evolución histórica y urbana del Centro de Xochimilco”, cnmh, Dictamen 2002.

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Figura 19. Vendedoras en el mercado de Xochimilco. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 20. Actividades culturales del Colectivo Tollan, plazuela del Barrio de Belén. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

junto con la actividad comercial del mercado, refuerzan la convivencia de los pobladores. Los canales y chinampas también deben consi-derarse espacios públicos de reunión, porque cumplen funciones de recreación, comunica-ción pluvial, riego y pesca.

El atrio de San Bernardino, por su ubica-ción en el centro y por los convenios de cola-boración entre la autoridad local y los repre-sentantes de la iglesia, se ha convertido en un importante espacio público religioso en el que se llevan a cabo tanto ceremonias religiosas como actos públicos, tales como conciertos, exposiciones fotográficas, obras de teatro, etc. Otros espacios de cohesión social son las pla-zuelas de los barrios ubicados frente a las capi-llas, en donde se realizan diversas actividades religiosas y civiles.

el centro histórico

El patrimonio histórico y cultural es uno de los recursos más importantes que tiene un pueblo. Lo que llamamos “centro” es una cons-trucción jurídica y social, que en su momento correspondió a una ciudad y condensa gran parte de su historia, de ahí la importancia de preservar y proteger los centros históricos, cuya dinámica social le da sentido a la trama urbana. Como señala Garzón, el Centro His-tórico es el corazón de la Delegación porque concentra las principales actividades comer-ciales, culturales, religiosas, de esparcimiento

y de transporte.24 Cualquier política de gestión o Plan de Manejo, debe incluir a su población y resolver sus diversas y complejas problemá-ticas, que comparte con el resto de la ciudad de la que forma parte.25

Para aplicar políticas públicas adecuadas26 en el Centro Histórico de Xochimilco, es necesa-rio tener definidos los límites del área patrimo-nial. Al respecto, Marcos del Valle señala que no hay referencias claras de los límites y ubicación del Centro Histórico, sin embargo, Ángel Mer-cado delimitó el área patrimonial del Centro Histórico en el Programa Delegacional de De-sarrollo Urbano de Xochimilco 2005, aunque éste comprende sólo 16 de los 17 barrios origi-narios, porque San Francisco Caltongo no fue incluido. Del Valle elaboró una propuesta de de- limitación para el Centro Histórico, que desde mi punto de vista debería ampliar, ya que sólo incluye 13 de los 17 barrios originarios, quedan-do fuera San Lorenzo, San Francisco Caltongo, La Santísima y San Marcos.27

24 Luis Eduardo Garzón, Xochimilco Hoy, p. 37.25 Políticas de atención a centros y barrios históricos y

patrimoniales, pp. 55, 62.26 Política pública es cualquier decisión que tomen

conjuntamente gobierno y sociedad respecto a un pro-blema público, desde su diseño y formulación hasta su evaluación final; vid. Marcos del Valle Trujillo, Xo­ chimilco: política pública para el rescate de su Centro His­tórico, p. 19.

27 M. del Valle Trujillo, op. cit., pp. 36-38.

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Figura 21. Polígono del Centro Histórico de Xochimilco. (Delegación Xochimilco-unesco-gdf.)

Originalmente, en los centros y barrios históricos prevaleció el uso habitacional, sin embargo, en la actualidad los usos comerciales y de servicios tienden a predominar. El Pro-grama Delegacional de Desarrollo Urbano de Xochimilco 2005, señala que 75% del Centro

Histórico, corresponde a una zona “habitacio-nal con comercio”, y 25% está constituido por zonas de “equipamiento y habitacional”. Estas características, como indica del Valle, hacen del Centro Histórico el principal proveedor de bienes y servicios de la delegación, siendo los mercados Xóchitl (Zona 44) y 377 los ejes articuladores de la actividad económica.28

En algunos centros históricos como el de la ciudad de México, han surgido proyectos de rehabilitación de viviendas para solucionar las necesidades de sus habitantes e involucrarlos en la adecuada conservación de sus construc-ciones; para ello se ha actualizado el padrón de vivienda y se han aplicado mecanismos para establecer estímulos fiscales que favorezcan el uso habitacional. Pedro Paz señala que “los monumentos históricos tienen dos significa-

28 Ibid., p. 39.

Figura 22. Polígono ampliado del Centro Histórico. (Imagen de Sergio Méndez Cárdenas, Delegación Xochimilco.)

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dos diferentes, para el Estado se convierten en espacios ideológicos que deben conservar-se… para los usuarios son espacios físicos que resuelven su problema de hábitat, indepen-dientemente de si son o no monumentos históricos”.29 La rehabilitación debe tender a la reutilización del patrimonio como bien cultural, económico y social.

La imagen urbana es fundamental en todo Centro Histórico, porque muestra la historia de su población a través de los elementos construidos, las manifestaciones culturales y los elementos naturales. Los elementos construidos ayudan al funcionamiento de la ciudad y son las edificaciones, las vialidades, los espacios abiertos, el mobiliario urbano y la señalización,30 cuyas características deben establecerse a partir del contexto arquitec-tónico. La conservación de los elementos na-turales como la zona lacustre y de montaña, es importante porque determina el clima y la calidad de vida; la vegetación y el arbolado tienen gran valor paisajístico y sirven de pro-tección de vientos dominantes, ruidos, visuales y malos olores. En Xochimilco ha habido una desmedida urbanización que ha modificado negativamente el paisaje, propiciando la pér-dida de vegetación, alterando el microclima con un consecuente impacto visual.

La mayoría de los centros históricos han dado lugar a programas de rehabilitación ur-bana. En América Latina, estos esfuerzos ya no están únicamente orientados al patrimonio, a su protección y a su valoración, pretenden tener un enfoque integral que abarque lo eco-nómico, cultural y social. Además, el centro de las grandes ciudades no se limita únicamente a las zonas históricas, existe otro “centro”, que los urbanistas designan de manera diferente

en función de los contextos (centro, pericen-tro, ciudad central, etc.), correspondiente a un área más amplia y con límites a menudo im-precisos y de geometría variable, cuya impor-tancia es indiscutible.

El cambio de imagen de los centros históri-cos, principalmente a través de diversas modali-dades de recuperación de los espacios públicos (mejoramiento, seguridad, reubicación del co- mercio informal, etc.) constituye a menudo uno de los incentivos sobre los cuales los poderes públicos tratan de apoyarse para revalorarlos.

El patrimonio cultural de los centros históri-cos se caracteriza por ser una riqueza vulnera-ble. La protección del patrimonio cultural ha quedado confinada durante las últimas cuatro décadas a un plano secundario, resultado de la presión ejercida por el desarrollo urbano acelerado de las ciudades latinoamericanas. Para Léo Orellana, coordinador general del Programa Seminario Internacional sobre reha-bilitación de Centros Históricos de América Latina (sirchal), en Francia, hay cuatro prin-cipios imprescindibles que deben considerarse en los proyectos de revitalización de los cen-tros históricos: la voluntad y el compromiso político; la participación y la concertación; la inversión o los financiamientos locales; la continuidad y la apropiación.31

La voluntad política se traduce en la confir-mación de las declaraciones de las autoridades, y que éstas no terminen siendo sólo promesas de campaña. Uno de los principales obstáculos es la duración del cargo, porque en general son tiempos cortos para intervenir de manera eficiente en la ciudad. Otro inconveniente es que con cada cambio de autoridad surgen nue-vos proyectos, muchos de ellos no terminan de madurar y se quedan en el proceso. Lo mejor sería darles continuidad, con su respectiva adecuación, a los proyectos ya estudiados, lo que permitiría optimizar tiempo y economizar recursos humanos y financieros.

29 Pedro Paz, “El programa de renovación habi-tacional popular y la rehabilitación de monumentos históricos”, pp. 34, 81.

30 La imagen urbana, ciudades turísticas con patrimonio histórico. Manual de Protección y mejoramiento, pp. 17, 39-42. 31 Ibid., pp. 24, 28.

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La concertación como mecanismo de par-ticipación en los proyectos de patrimonio cultural es clave. La participación ciudadana y la concertación enriquecen un proyecto, pero requiere de tiempo; no obstante, como señala Orellana, es una de las inversiones más renta-bles a corto, mediano y largo plazo. Los bienes patrimoniales no pueden estar disociados de su comunidad de origen, que le da todo su sen-tido histórico, por ello es necesario que el con-junto de los actores locales participen en los proyectos.

Crear las condiciones para la inversión local se genera en función de la participación ciu-dadana, que es la base para que prospere un proyecto, siempre y cuando haya claridad en los beneficios. Si no se logra la inversión local, será más difícil convencer a otros en cuanto a que la inversión en la revaloración patrimonial constituye un negocio rentable, y que el valor patrimonial no son sólo los monumentos, sino la ciudad en su conjunto, una ciudad con iden-tidad, una ciudad viva y con capacidad de auto-regeneración de su esencia y de su espíritu, es decir, de construir un desarrollo sustentable. La inversión en el patrimonio cultural es la in- versión en nuestra identidad del mañana.32

La continuidad y la apropiación son fun-damentales, ya que más de un tercio de los proyectos han sido “abandonados”, debido principalmente a la breve gestión de una au-toridad. Cada proyecto no ejecutado es una acción que conlleva una pérdida económica y humana considerable. Una forma de evitar este problema es la participación del conjunto de actores en un proceso de concertación, lo que puede generar que los políticos analicen las decisiones anteriores y exista la posibilidad de que las mantengan y les den continuidad.

Con respecto a la continuidad, en el caso del Proyecto unesco-Xochimilco, fue creada el 8 de septiembre de 2004 la Comisión Interde-pendencial para la Conservación del Patrimo-

nio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, a la que se le recomendó buscar y asegurar que las acciones y requerimientos establecidos por la unesco para la preserva-ción de Xochimilco, tuvieran continuidad y sostenibilidad en el proceso.33 También se estableció la obligatoriedad de la designación oficial del funcionario y del suplente, ambos de alto nivel, para representar a cada instancia participante en las reuniones, con el fin de evi- tar la rotación de asistentes y la pérdida de tiempo recapitulando acciones anteriores.

La Comisión Interdependencial estuvo in-tegrada por la Secretaría del Medio Ambiente, representada por la Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural; las secretarías de gobierno del Distrito Federal: Secretaría de Gobierno, Desarrollo Urbano y Vivienda, Obras y Servicios, Desarro-llo Social, Salud, Finanzas, Seguridad Pública, Turismo, Cultura, Desarrollo Económico, Procuraduría Ambiental y Ordenamiento Te-rritorial, Sistema de Aguas, Consejería Jurídica y de Servicios Legales, Delegaciones Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, así como el Fidei-comiso del Centro Histórico. Como invitados permanentes, están dependencias del nivel federal: Instituto Nacional de Antropología e Historia; Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; Secre-taría de Desarrollo Social; Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales; Secretaría de la Reforma Agraria y la Comisión Nacional del Agua. Por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal asistieron la Comisión de Turismo, la Comisión de Preservación del Medio Ambien-te y Protección Ecológica y la Comisión Espe-cial de Aguas; asimismo asistió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

32 Ibid., p. 29.

33 Comentarios al documento “Reglas de operación de la Comisión Interdependencial para la conserva-ción del patrimonio natural y cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco”, Proyecto unesco-Xochimilco, 18 marzo de 2005.

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La pérdida del patrimonio edificado del centro de Xochimilco por fenómenos natura-les como sismos, hundimientos e inundacio-nes, no ha sido tan devastadora como lo ha llegado a ser la acción del hombre. En Xochi-milco fueron destruidos muchos inmuebles desde mediados del siglo Xvi hasta principios del siglo XX; muchas casas de este último siglo, ubicadas en el centro, fueron demolidas por considerarlas antiguas y “feas”, las pocas que quedan presentan agregados, alteración del sistema estructural original, inadecuado man-tenimiento y el uso habitacional ha sido susti-tuido por el comercial. La mayoría de los edifi-cios que hay en el centro son contemporáneos y sin calidad arquitectónica, lo que hace que su concepción y diseño no se integre de ma-nera armónica al patrimonio arquitectónico. Las autoridades deben considerar, a través de la asesoría del inah, que la restauración debe actualizar, conservar y mantener, sin falsificar o suponer, la obra arquitectónica original.

Los especialistas en urbanismo proponen, para el desarrollo y conservación de los cen-tros, poblados y barrios históricos en función de la vida contemporánea, lo siguiente: 1) ela-borar planes de conservación y una adecuada utilización del patrimonio cultural como parte integrante del desarrollo urbano, que permi-tan a las autoridades locales contar con las herramientas necesarias para regular y orde-nar el desarrollo urbano y la atención de los centros y barrios históricos y patrimoniales del país, para superar el rezago que tienen los gobiernos municipales y estatales en materia de planeación, conservación y gestión del pa-trimonio cultural urbano, 2) fortalecer la raíz educativa del patrimonio cultural urbano, mediante su adecuada conservación y utiliza-ción, en beneficio de la población de nuestras ciudades y con el fin de mejorar su calidad de vida, 3) integrar el desarrollo urbano y la adecuada utilización del patrimonio cultural al desarrollo regional y nacional de los centros

Figura 23. Ahuehuete en la plazuela del barrio de San Juan. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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de población de acuerdo con los objetivos del Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio 2001-2006.34

problemática

A pesar de su riqueza cultural, el Centro Histó-rico de Xochimilco cada día está más vulnerable a la degradación, desarticulación y destrucción, lo que ha causado pérdidas irreversibles de ca-rácter cultural y socioeconómico. Aun cuando existe una normatividad internacional y nacio-nal para los centros históricos y que la autoridad local ha invertido importantes recursos para resolver determinadas problemáticas, en Xo-chimilco prevalece el incremento del comercio

informal, la falta de seguridad pública y el desorden en el transporte y la vialidad; proble-mas agudos que no han sido del todo resueltos y que han propiciado un acelerado deterioro de la imagen urbana de este sitio declarado “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.

La mayoría de los centros históricos dan un uso inapropiado a la vía pública, por medio de permisos, concesiones o simple tolerancia de las autoridades al comercio informal para que instalen puestos fijos y semifijos en plazas, ban-quetas e incluso arroyos de calles. Es cierto que se trata de medidas que tratan de contrarrestar la falta de empleo ocasionada por la situación económica general del país, pero no puede ignorarse que esto también genera severos problemas no sólo para la conservación del patrimonio cultural sino también para la so-ciedad, porque se incrementa la degradación

34 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales, p. 59.

Figura 24. Estación del tranvía en el Mercado Xóchitl (Zona 44), ca. 1970. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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urbana, la inseguridad, la insalubridad, la pira-tería, la evasión de impuestos, el uso indebido de recursos públicos, entre otros.35

Durand refiere que el fenómeno del comer-cio en vía pública tiene causas económicas, co- mo el desempleo, el débil dinamismo del sec-tor asalariado y la segmentación del mercado laboral introducido por la globalización. Tam-bién tiene causas culturales, como la tradición del comercio en el espacio público desde la época prehispánica; y causas sociales, entre ellas la conformación de la ciudad con amplios sectores marginados, con deficientes servicios públicos y una precaria infraestructura urba-na, existencia de fuertes organizaciones de vendedores que mediante sus líderes, tienen el monopolio de amplios espacios públicos, y la ineficencia del sistema político y administra-tivo,36 que es el problema principal.

La imagen urbana es la apariencia física y cultural que puede apreciarse de una ciudad;37 por ello el delegado Uriel González, ante la presión ciudadana que le exigió cumplir con su promesa de campaña, reubicó en febrero de 2009 al comercio informal instalado de

manera casi permanente en la explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl. No está por demás señalar, que en el plano administrativo, el gobierno local es quien autoriza la ocupación de las vías públicas y otorga los permisos para que se ocupen los espacios. Una medida para frenar la apropiación irregular del espacio pú-blico es a través de la realización de actividades culturales de manera continua.

El malestar de los turistas, pero sobre todo de la comunidad xochimilca, es ver el Centro Histórico lleno de “ambulantes”; imagen que deja mucho que desear para un sitio declara-do “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, porque el entorno histórico-urbano se ha con-vertido en un espacio para la venta de ropa usada, zapatos, discos y películas piratas, bolsas, juguetes, etc., que nada tienen que ver con la producción regional; además de generar el robo de electricidad, basura,38 fauna nociva, malos olores, contaminación visual y auditiva.

37 La imagen urbana es la impresión sensorial que producen las características físicas, arquitectónico-urbanísticas, del medio natural y de los habitantes de un asentamiento humano, vid, Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico de la ciudad de México, aprobada el 30 de diciembre de 1999, por el Pleno de la I Legislatura.

38 La Delegación Xochimilco genera 500 toneladas de basura al día; vid. M. del Valle Trujillo, op. cit., p. 53.

35 Ibid., p. 34.36 Víctor Manuel Durand Ponte, Desigualdad social

y ciudadanía precaria ¿Estado de excepción permanente?, p. 247.

Figura 25. Puestos semifijos ocupando la explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl, centro de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 26. Proclama alusiva al problema de los ambulantes en el centro de Xochimilco, ca. 1990. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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La apropiación irregular del espacio público (áreas verdes, plazas y banquetas) reduce el área peatonal y vehicular. Si bien los “ambulan-tes” han sido reubicados en plazas comerciales, éstos vuelven a la explanada del Foro cada vez que hay oportunidad de hacerlo.

Esta problemática también está presente en el mercado 377, sobre la calle de Morelos, en donde el comercio informal ocupa carriles de las vías principales, ocasionando severos congestionamientos y exponiendo a los mis-mos vendedores y transeúntes a un accidente vial. En noviembre de 2009, el entonces recién electo delegado Manuel González, ordenó quitar a los comerciantes ubicados sobre la ca- lle 16 de septiembre, acción que se tornó vio-lenta, ante la negativa de los comerciantes a su reubicación. Irónicamente el espacio sigue ocupado, sólo que ahora por automóviles y camionetas, que ocupan el equivalente a tres carriles.39

El comercio informal comenzó a ser pro-blemático desde 1953; en un periódico local

se señalaba que había “difícil tránsito en las principales entradas del mercado Xóchitl, ya que vendedores ambulantes obstruyen el paso que además de ser una tolerancia inexplicable presenta un aspecto indecoroso para el turis-ta”.40 El comercio en vía pública que hay en los centros históricos debe ser deambulatorio y momentáneo. El uso de los espacios públicos para fines comerciales debe ser temporal, con-tar con la autorización correspondiente y debe existir la garantía de no dañar los edificios y espacios históricos.41

Más allá de los efectos negativos del comer-cio informal, es importante que las autorida-des locales y federales respeten y apliquen las normas emitidas, para frenar el proceso de deterioro urbano, social y económico del Cen-tro Histórico. También se debe informar a los comerciantes sobre la importancia que tiene

39 Sergio A. Méndez Cárdenas, “Proyecto integral de regeneración y recuperación del Centro Histórico de Xochimilco”; vid, M. del Valle Trujillo, op. cit., p. 47.

40 ahX, en El Heraldo, Xochimilco, año 1, núm. 9, agosto 1953.

41 Norma Rodrigo, Pablo Trujillo, Iris Infante y David Castillo, “Lineamientos Nacionales para la Con-servación del Patrimonio Histórico Edificado”, México, Subdirección de Catálogo y Zonas, Coordinación Na-cional de Monumentos Históricos inah (Documento sin publicar).

Figura 27. Explanada del Foro Cultural Quetzalcóatl, después de la reubicación del comercio informal, febrero de 2009. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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el Centro Histórico y del porqué es necesaria su reubicación.

Para Durand, la falta de autonomía de las delegaciones del Distrito Federal les resta capa-cidad de gobierno y legitimidad en sus funcio-nes. La situación cambiaría si “la decisión de reordenar el comercio en la vía pública fuese avalada por un cabildo y reforzada por un siste-ma judicial local, por un Ministerio Público que dependiera del municipio y no del gobierno central”. 42 A esto hay que agregar la ineficacia del gobierno local y la incertidumbre en el des-empeño de algunos funcionarios y burócratas, que en el caso de los vendedores, al igual que en la mayoría de los ciudadanos, ha generado un rechazo de la política y lo político pero, “al mismo tiempo, saben que tienen que entrar en el juego del clientelismo, del intercambio de favores, de la corrupción para que los trámites fluyan y los asuntos se resuelvan”.43

En importante mencionar que el comercio formal e informal se ha convertido en un pro-blema complejo. Su incremento se refleja en la ocupación del espacio público del primer cuadro del Centro Histórico. El problema tien-de a agudizarse ante el aumento de población y el desempleo, que genera mayor presión so- cial en el centro de Xochimilco.44 Es del cono-cimiento popular que detrás del comercio informal impera una “red de corrupción de au-toridades que extorsionan a los comerciantes y que crean un ambiente de absoluta ilegalidad y arbitrariedad”. 45

El comercio informal está presente en la mayoría de los países latinoamericanos, sólo que cada país emprende acciones diferentes para su solución. En Pelorinho, Janeiro, Brasil, las autoridades dieron un curso de capacita-ción a los comerciantes informales en el que se

abordaron temas sobre concientización turís-tica, educación patrimonial, principios éticos y morales, higiene y estrategias de ventas. Al final de la capacitación los comerciantes rea-lizaron un recorrido por el Centro Histórico a cargo del Sindicato de Guías de Turismo y recibieron un certificado.

En el caso del Centro Histórico de Barran-quilla, Colombia, las autoridades recuperaron el espacio peatonal como parte del proyecto de revitalización, por medio de la reubicación de los vendedores en terrenos desocupados que se encontraran en el corredor comercial. También se fomentó la cultura ciudadana que permitiera generar cambios de compor-tamiento, actitud y percepción de los habi-tantes del Centro Histórico, como cuidar la limpieza del entorno, respetar las señales de tránsito, denunciar actos delictivos, cooperar para el buen uso y disfrute del espacio público y reconocer el valor patrimonial del Centro Histórico.46

Los monumentos históricos de Xochimilco a pesar de ser pocos, a diferencia de otros cen-tros históricos como Guanajuato, Zacatecas, Campeche, Mérida, etc., no tienen un mante- nimiento adecuado, en especial la arquitectu-ra civil. Muchos de ellos tienen graffitis en las fachadas y su partido arquitectónico ori-ginal47 está modificado porque los espacios habitacionales han sido sustituidos por locales comerciales.

La mayoría de los anuncios del comercio formal no se apegan a la normatividad del inah en dimensiones, materiales, ubicación, colocación y tipo de iluminación. Los anuncios deben colocarse en planta baja y en fachadas,

42 V. M. Durand Ponte, op. cit., p. 245.43 Ibid., p. 247.44 M. del Valle Trujillo, op. cit., p. 53; vid. Ángel

Mercado Moraga, “Estructura territorial del Centro Histórico de Xochimilco”, p. 266.

45 V. M. Durand Ponte, op. cit., p. 229.

46 “Curso capacita ambulantes do Pelorinho”, Se-cretaría de Cultura da Bahia, en www.archi.fr/sirchal; vid. Ramón Vásquez, “La propuesta llegó al alcalde Char”, en La Libertad, 12 diciembre de 2008, en www.archi.fr/sirchal

47 El partido arquitectónico es el esquema gráfico que sintetiza la solución de un programa arquitectóni-co en un terreno, en www.architecthum.edu.mx

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deben ser de madera o metal, estar colgantes o adosados dentro de la parte superior de los vanos, tener forma rectangular y disposición horizontal. La iluminación de anuncios debe ser indirecta, empleando luz en color blanco o ámbar, no se debe usar luz neón. La combina-ción de los colores puede ser entre blanco, negro, azul marino, café tabaco, verde bosque y vino para el fondo; y negro, azul marino, café tabaco, verde bosque y dorado, para las letras.48

En cuanto a la red de energía eléctrica en sitios con patrimonio histórico, ésta debe ser subterránea, pero en el centro de Xochimilco predomina la red aérea, lo que crea un efecto visual de “bosques” de postes y telarañas de cables, elementos antiestéticos e inadecuados para un ambiente urbano histórico.

Los conflictos viales en el centro de Xochi-milco se deben en parte a que éstos se desarro-llan en una traza urbana antigua del periodo novohispano, en donde el ancho de las calles fue pensado sólo para el tránsito peatonal, de equinos y de vehículos de tracción animal. La vialidad en la actualidad es insuficiente por la gran cantidad de vehículos particulares y de transporte público que circulan en la demar-cación aunado al hecho de que contaminan el ambiente porque emiten sustancias alta-mente tóxicas para la salud. Es importante tener presente que los sitios con patrimonio histórico edificado no fueron creados en fun-ción de vehículos automotores, por lo que es recomendable desalentar su paso con la cons-trucción de andadores y paseos peatonales en sus vías.49

Otros factores que contribuyen a congestio-nar la vialidad son la presencia de bases de las rutas de transporte; la anarquía de los conduc-tores al estacionar su vehículo en cualquier parte; la ausencia de autoridad; la escasez de

estacionamientos públicos;50 el flujo desorde-nado de bicitaxis, triciclos, “diablitos” y bici-cletas; las malas condiciones de la carpeta as-fáltica y de adocreto.51 La Carta Internacional de las Ciudades Históricas es enfática a este respecto: “La circulación de vehículos debe ser estrictamente reglamentada en el interior de las ciudades o de los barrios históricos, las áreas de estacionamiento deberán fijarse de modo que no degraden con su aspecto ni el de su entorno”.52

Los espacios abiertos y las vialidades se ven afectadas entre semana por el flujo de habitan-tes y visitantes que va de 60 000 personas hasta 500 000 los fines de semana, según el reporte de la Delegación Xochimilco; además, una buena parte de la población que vive en los pueblos y colonias de la demarcación llega al centro por-que es el punto de transbordo ante la falta de alternativas para rodear al Centro Histórico.

Tal vez sea polémico este punto, pero es una realidad que las procesiones religiosas,

48 N. Rodrigo, P. Trujillo, I. Infante y D. Castillo, op. cit.

49 M. del Valle Trujillo, op. cit., p. 55; vid. N. Rodri-go, op. cit.

50 Los estacionamientos públicos preferentemen-te deben ubicarse en la periferia de los sitios con patrimonio histórico. Bajo ninguna circunstancia se permitirá emplear o demoler monumentos históricos para estacionamientos; vid. N. Rodrigo, P. Trujillo, I. Infante y D. Castillo, op. cit.

51 S. Méndez, “Proyecto integral de regeneración y recuperación del Centro Histórico de Xochimilco”.

52 Artículo 12, Carta de Washington, icomos.

Figura 28. Caos vial en la zona de mercados. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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las tradiciones y costumbres, como los nove-narios de difunto, una fiesta de quince años, la fiesta de Las Cruces, las mayordomías, etc., influyen en el caos vial. Es común que la familia que tiene algún evento de este tipo haga uso de la calle para su realización, debido a la falta de espacio en su vivienda y al gran número de personas que asiste. Se hace este señalamiento porque es necesario establecer acuerdos entre la autoridad y los particulares con el fin de disminuir la afectación del libre tránsito peatonal y vehicular, en especial el de las emergencias. En este sentido, Durand señala que la propiedad privada se confunde con los espacios públicos; lo público pasa a

ser una extensión de lo privado. No obstante, cuando se trata de cuidar esos espacios, la ac-titud cambia “eso no es nuestro, que lo cuide el gobierno”, lo cual refleja que no existe una concepción de lo público como espacio de todos los ciudadanos.53

El entorno lacustre del Centro Histórico se encuentra muy deteriorado por la alta densidad de población, que en muchos casos no cuenta con servicio de drenaje y utiliza los canales para tirar sus desechos; tampoco hay interés en la mayoría de los propietarios por

Figura 29. Propuesta de ubicación de estacionamientos en predios del Centro Histórico de Xochimilco. (Plano elaborado por la Delegación Xochimilco para el Taller sirchal, 2004.)

53 V. M. Durand Ponte, op, cit., p. 175.

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cuidar las orillas de sus chinampas, quienes po-drían mejorar, con la ayuda de las autoridades, la vista de su propiedad con áreas verdes, lo que contribuiría a que los visitantes nacionales y extranjeros se llevaran una mejor imagen de Xochimilco. Es necesario que la Delegación elabore una propuesta de imagen urbana, con la asesoría del inah, para las orillas de las chinampas. Hasta el momento, las mejoras hechas por la autoridad local se han enfocado al estacado de las riberas de chinampas y a la remodelación de los embarcaderos Fernando Celada, Belén, San Cristóbal, El Salitre y Cal-tongo.54

La falta de seguridad ciudadana,55 la pros-titución, los niños de la calle y las adicciones, son manifestaciones sociales de la pobreza y carencias afectivas que viven muchas familias, por lo que el centro de Xochimilco se convier-

te en escenario de la exclusión social y econó- mica, que afecta directamente a los ciuda-danos, y con ello la posibilidad de un mejor gobierno. Este escenario se agudiza por la falta de iluminación, la instalación de puestos semifijos que sirven como escondite para de-lincuentes y la falta de vigilancia por escasez de personal policiaco. La apropiación del espacio público del centro, como señala Sergio Mén-dez “lo convierte en un espacio de conductas antisociales y violencia urbana; problemática que le ha quitado su esencia de espacio de recreación y convivencia”.

De las primeras acciones para atender la problemática del Centro Histórico está la rea-lizada en la gestión del delegado David Ramos Galindo, en 1996, a través del Programa de me-joramiento urbano en Xochimilco, que buscó reubicar el comercio informal, reordenar el transporte público, rehabilitar las fachadas del antiguo Palacio Municipal, mejorar la vigilancia e integrar las plazas, festividades y ferias.56 Años después, ante la agudización de los problemas del Centro Histórico y la demanda ciudadana por solucionarlos, el gobierno local a cargo del delegado Faustino Soto, impulsó el Proyecto

54 Proyecto “Restauración ecoturística de riberas chinamperas de Xochimilco y Catalogación de Chi-nampas” doc. inéd., Gobierno del Distrito Federal, Delegación Xochimilco, junio de 2004.

55 Es necesario definir políticas de seguridad ciuda-dana, en relación con los temas de prevención, protec-ción e inclusión social. La Unión Iberoamericana de Municipalistas señala que la seguridad es un derecho y un valor clave para el desarrollo saludable y habitable de las ciudades para residentes, turistas y espectadores; www.ium.org.es

Figura 30. Calle cerrada para la realización de una posada al Niño de Belén. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 31. Trabajadores poniendo estacas en las riberas de las chinampas. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

56 ahX, Al Sur de la ciudad, año 1, v. 1, núm. 6, agosto 1996.

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Integral del Centro Histórico de Xochimilco, con el que se buscó dar prioridad a la rehabi-litación de los espacios públicos a partir del rescate del paisaje, el desarrollo económico y el reordenamiento del comercio en vía pública.

Con una inversión de 31.5 millones de pe-sos, se llevaron a cabo obras en la infraestruc-tura urbana: reconstrucción del pavimento con adocreto en las principales avenidas; reconstrucción y reparación de banquetas y guarniciones con adoquín; remodelación de los mercados 377 y Xóchitl (Zona 44); rehabi-litación del alumbrado público; remodelación de los embarcaderos Fernando Celada, Belén, San Cristóbal y El Salitre; reparación y susti-tución de la red de drenaje y agua potable; conservación y mejoramiento de fachadas; reglamentación de nomenclaturas en co-mercios y vialidad; integración de mobiliario urbano con diseño que hace referencia a las

formas históricas; rehabilitación y manteni-miento de las fuentes y plazas del entorno; mantenimiento e integración de áreas verdes; reinstalación del edificio de Gobierno en el Centro Histórico, rescatando la imagen del antiguo Palacio Municipal.57

Con el objetivo de recuperar la traza origi-nal se propuso dar continuidad a la calle de Morelos a través de un andador peatonal fren-te al edificio del Foro Cultural Quetzalcóatl, utilizando elementos urbanos como el trata-miento de pisos, texturas y mobiliario urbano (bancas, postes de alumbrado, registros, conte-nedores de basura, casetas de teléfonos, etc.) para reactivar el flujo peatonal de una manera dirigida. Sin embargo, el andador no se con-

57 S. Méndez, “Proyecto integral de regeneración y recuperación del Centro Histórico de Xochimilco”.

Figura 32. Apertura y trazo de la avenida Guadalupe I. Ramírez. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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cretó y el espacio fue invadido por el comercio informal.

El desarrollo económico se ubicó en cuatro líneas estratégicas: 1) desarrollo de nuevas acti-vidades económicas vinculadas al turismo y al ecoturismo, 2) desarrollo del turismo cultural, es decir, el aprovechamiento del patrimonio histórico en la zona, a partir de la conservación del patrimonio arquitectónico, patrimonio na-tural y desarrollo de instalaciones turísticas, 3) gestión con instituciones nacionales y ex-tranjeras, públicas y privadas, para el desarro-llo de micro y pequeñas empresas, ecoturística y de productores agrícolas y artesanales, 4) re- ordenamiento del comercio en vía pública a través de la concertación; se invirtieron 19 millones de pesos, a fin de adquirir terrenos para su reubicación.58

El espacio público en donde se localiza el patrimonio es sin duda un espacio de enfrenta-miento y negociación social, en donde queda de manifiesto la complejidad de una sociedad heterogénea.

tipologÍa

Las poblaciones históricas y tradicionales presentan una relación indisoluble entre cada edificio y su emplazamiento, por esto los fenó-menos urbanos deben estudiarse desde una perspectiva de conjunto bajo un marco tempo-ral que permita definir una tipología arquitec-tónica, que consiste en un análisis integral del tejido urbano, que comprende los edificios, muros, calles y plazas. La tipología sirve para ordenar de una forma sencilla y sistemática construcciones con características afines,59 es el hilo conductor que liga la arquitectura con el urbanismo y evita la hegemonía de uno sobre otro.

La tipología es muy importante porque permite determinar: época de construcción,

características comunes de la edificación de una zona, conjunto o localidad; elementos predominantes y permanentes como patios, corredores, portales y techumbres; elementos que se repiten y son constantes en la edifi-cación de esa zona, que la singularizan y le confieren valor y calidad formal; tamaño de los lotes; número de locales del inmueble; distribución y uso de los espacios; materiales y sistemas constructivos; dimensiones; solucio-nes arquitectónicas, deterioros y alteraciones espaciales; y la relación de todos estos elemen-tos con el medio natural.60

A partir de la tipología se puede establecer la normatividad a la que debe ajustarse cual-quier intervención para el rescate y protección del patrimonio arquitectónico, y las caracterís-ticas que debe tener la obra nueva para inte-grarse adecuadamente al conjunto. El estudio de la tipología debe considerar el análisis y levantamiento arquitectónico, la investigación en acervos documentales, la fotografía históri-ca y actual, grabados, y testimonios orales.61

Entre 1983 y 1984, en el inah se planteó la necesidad de un programa para la conserva-ción de los monumentos históricos, así surge el Programa Nacional de Conservación, del que deriva el Proyecto Nacional de Catálogo de Monumentos Históricos Inmuebles, aún vigen-te, y cuyo objetivo es dar a conocer cualitativa y cuantitativamente el patrimonio edificado, con el fin de diseñar políticas para su protec-ción, valorización e integración a la comuni-dad. Como parte de este proyecto, se realizó el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles de Xochimilco, editado en 1987, mismo que fue actualizado en 2007 y cuya pu-blicación se encuentra pendiente.62 A partir del análisis arquitectónico en campo, así como

58 Ibid.59 Ethel Herrera, El Panteón Francés de la Piedad como do­

cumento histórico: una visión urbano­arquitectónica, 2009.

60 F. R. Chiapa, op. cit., p. 104.61 La imagen urbana en ciudades turísticas con patrimo­

nio histórico. Manual de Protección y mejoramiento, p. 43.62 La investigación histórica del Catálogo de 1987

fue realizada por Nuria Salazar y la correspondiente al Catálogo de 2002, la elaboró Araceli Peralta.

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de la investigación histórica, gráfica y antro-pológica que he realizado sobre el patrimonio cultural de Xochimilco, propongo la siguiente tipología:

tabla 1 TIPOLOGÍA DEL PATRIMONIO

ARQUITECTÓNICO DE XOCHIMILCO

Tipología Categoría

1. Paisaje cultural

Chinampa

2. Elementos urbanos

Arquitectura:Arquitectura ReligiosaArquitectura Civil PúblicaArquitectura Civil ResidencialArquitectura Civil VernáculaArquitectura e Ingeniería HidráulicaArquitectura para la ProducciónArquitectura de Asistencia SocialArquitectura FunerariaEspacio público:PlazasCallesJardines y áreas verdes

La chinampaLa chinampa es un espacio particularmente especial, cuyas características formales corres-ponden a la categoría de paisaje cultural al ser un entorno natural modificado por el hombre, que determinó un singular estilo de vida.

En 1911, Miguel Santamaría fue comisio-nado por la Dirección General de Agricultura para hacer un estudio de las chinampas del Distrito Federal. Con el testimonio de los cam-pesinos más ancianos de Xochimilco, quienes habían construido sus propias chinampas, Santamaría elaboró un informe en donde detalló el proceso de construcción.63

Para construir una chinampa, se buscaba un “cimiento” de lodo en la parte menos pro-funda del lago. Aunque como lo señalamos en el capítulo II, hubo dos variantes más de

“cimiento”, los bancos de diatomeas y la placa de piedra. Después de elegir el lugar, se pro-cedía a delimitar el perímetro del “cimiento” utilizando estacas largas o carrizos, formando un rectángulo donde se colocaba una gruesa capa de cinta, césped o atlapalacatl, vegetación acuática compuesta principalmente por tule y ninfas, que después era cubierta con tierra.

El césped crecía en la “ciénega” (lugar pan-tanoso),64 en masas tan compactas que se po-día caminar sobre ellas sin hundirse; para cor-tarlo se utilizaba la pala o coa. La chinampa era rellenada cada determinado tiempo con el mismo tipo de mezcla orgánica con que se ha-bía construido, aunque también la tierra pro- venía de las chinampas antiguas. Cuando la tierra alcanzaba una altura de 20 a 25 cms sobre el nivel del agua, se plantaban cada 4 o 5 m, estacas de sauce o ahuejote en las orillas, para delimitar y contener el terreno. La chi-nampa quedaba lista para ser cultivada en el momento en que los sauces prendían; a los cuatro años, la descomposición de la materia orgánica era casi completa y los campesinos decían “ya se hizo tierra”.65

En cuanto a las dimensiones de la chinam-pa, ésta ha variado notablemente en cada épo-ca, originalmente fueron pequeñas pero con el tiempo su extensión aumentó y su orienta-ción cambió. Ávila confirmó arqueológicamen-te lo que ya habían descrito personajes como Francisco Javier Clavijero, Rivera Cambas, Zelia Nutall y Elizabeth Schilling, que las chi-nampas antiguas fueron más pequeñas que las actuales.

Miguel Santamaría señala que las dimensio-nes dependían de la extensión de los “cimien-

63 Miguel Santamaría, “Las chinampas del Distrito Federal, 1912”, p. 41.

64 Los reconocimientos sistemáticos llevados a cabo entre 1965 y 1972 por el equipo de Parsons, demostra-ron que la mayoría del área actual de ciénegas estuvie-ron en época prehispánica cubiertas de chinampas, vid. Jeffrey R. Parsons, La agricultura chinampera del periodo prehispánico tardío en el Lago Chalco­Xochimilco, p. 1.

65 Miguel Santamaría, op. cit., pp. 46-47; vid. José Genovevo Pérez, “Chinampas: entre apantles y aca-lotes”, p. 97.

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tos”; el ancho siempre fue reducido porque de esta forma se facilitaba la infiltración del agua al centro de la chinampa. Para 1911, las chinampas tenían entre 3 m de ancho por 5 m de longitud y 6 m de ancho por 90 m de longitud, estas últimas fueron pocas y se en-contraban en Iztapalapa. Las chinampas fósiles que Ávila excavó en Iztapalapa, en donde fue construida la Central de Abastos, medían 3 metros de ancho por 70 m de largo, en cambio las chinampas modernas miden 12 m por 70 m en promedio.66

La gran innovación de los chinamperos fue el empleo de la almáciga o semillero; ésta se hacía sobre la superficie de la chinampa pre- viamente preparada para recibir el lodo ex-

traído del fondo del canal con el zoquimaitl o cuero.67 El lodo generalmente estaba mezcla-do con lentículas conocidas como chichicastle y otras plantas acuáticas, que junto con la irrigación continua favorecían la fertilidad de la tierra, obteniéndose así una gran variedad de productos, entre ellos maíz, frijol, hortalizas y flores.68 El lodo de la almáciga era extendido con el rastrillo hasta formar una delgada capa, después de dos o tres días estando el lodo ligeramente húmedo, se cortaba en chapines,69 que son pequeños cubos en donde se deposi-ta la semilla para su germinación y cuyo uso sigue vigente.

Cuando la semilla depositada en el chapin estaba fortalecida, se procedía a trasplantarla en otra área de la chinampa para completar su desarrollo. Los retoños débiles eran desecha-dos y algunas plantas de crecimiento lento se trasplantaban dos veces para que pudieran madurar. En el caso de algunas especies como el chile, los chapines se llevaban a germinar a la zona cerril; cabe mencionar que en su cultivo se utilizó como fertilizante natural el guano de murciélago, traído de las cuevas de Iztapalapa.70

Era común que el campesino hiciera siem-bras asociadas, como la de rábano, nabo y es-pinaca; tomate y nabo; lechuga y cebolla, etc. Cuando se cultivaba maíz, plantaban entre las hileras otros cultivos como frijoles y calabaza, esta combinación permitía mantener el equili-brio y fertilidad de los suelos, porque la acción de las raíces devolvía a la tierra los minerales

66 R. Ávila, “La región del sur durante el Posclásico. Excavaciones y estudios arqueológicos”, p. 105; M. Santamaría, op. cit., p. 48.

67 El zoquimaitl o cuero es una herramienta de traba-jo que consiste en una rama larga y flexible de madera en cuyo extremo se coloca un aro de alambre que sos-tiene una bolsa de lona, con la que se saca el lodo del canal.

68 Saúl Alcántara, “The chinampas of the Valley of Mexico”, en Michel Conan y Jeffrey Quilter, Gardens and cultural change: a pan­american perspective, pp. 10, 20.

69 M. Santamaría, op. cit., p. 51.70 José Antonio de Alzate y Ramírez, “Fragmento

de un escrito de Alzate sobre el estiércol de murcié-lago”, p. 30.

Figura 33. Las chinampas con el tiempo han cambiado en dimensiones y orientación cardinal. (Fotografía del Proyecto unesco-Xochimilco.)

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consumidos por la planta del maíz.71 Las chi-nampas o camellones, junto con la red de ca- nales, formaron un bello tejido natural de múltiples colores.

La gran cualidad del chapin es que se puede cultivar todo el año, lo que no sucede con el resto de los sistemas de cultivo de México; esta característica hizo a la chinampa uno de los sistemas de más alta productividad agrícola en el mundo. La tierra no se dejaba descansar un solo mes del año, se hacía la cosecha de una planta y enseguida se sembraba o trasplantaba otra. Por la efectividad de este sistema agrícola, se construyeron “chinampas” en otras regiones

del país. En el estado de Tabasco se eligió una zona de selva semi-perenne y de pantanos que proporcionó los nutrientes para construirlas, el agua se obtenía de los canales de riego. En Chiapas las chinampas fueron construidas con detritus de la selva y el agua se obtenía de un río.72

A la fecha, la cultura chinampera sigue sien-do tema de investigación para los especialistas. No obstante, este tipo de cultivo tradicional enfrenta serios obstáculos, ocasionados por la contaminación del agua de riego, el salitre del suelo que ha favorecido la erosión y la presencia de plagas. Estos factores, aunados a la búsqueda de mejores ingresos, han oca-

71 La mayoría de los vegetales y flores fueron intro-ducidos en el siglo Xvi por los españoles, entre ellos el pepino, la coliflor, la cebolla, la espinaca, el cilantro, el betabel, el poro, el brócoli y la zanahoria; vid. Saúl Alcántara, “The Chinampas Before and After the Con-quest”, p. 170.

Figura 34. Acarreo del lodo con el zoquimaitl o cuero, al área de la almáciga. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

72 Keatin Red, “La chinampa” y Louis Werner, “Los secretos de los jardines aztecas”, en Inscripción del Centro Histórico de México y Xochimilco en la Lista del Patrimonio Mundial.

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sionado que cada vez haya menos campesinos que trabajen la chinampa. Aun cuando el panorama es desalentador, existe una fuerte resistencia social a perder este valioso legado ancestral. Los campesinos son los principales defensores de la chinampa y quienes han presionado al gobierno para que dé solución a los múltiples problemas que aquejan a esta zona patrimonial.

Catalogación de ChinampasEn 2004, el arquitecto Raúl Delgado Lamas, en ese momento coordinador de Monumentos Históricos del inah, me comisionó para aten-der la solicitud del maestro Sergio Méndez, asesor del entonces jefe delegacional de Xo-chimilco, Faustino Soto Ramos, para realizar la Catalogación de Chinampas, a fin de que sirviera como instrumento jurídico para frenar la invasión urbana y el acelerado proceso de destrucción de este patrimonio universal.

Se acordó que la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos (cnmh) estaría a car-go de elaborar una propuesta de ficha técnica para la catalogación, para lo cual el arquitecto Jorge González Briseño, subdirector de Catálo-go y Zonas de Monumentos; el licenciado Dio-nisio Zavaleta, director de Licencias y la maes-tra Araceli Peralta, investigadora de la cnmh, tomamos como referencia la Ficha Nacional de Catálogo de Monumentos Históricos In-muebles y la Ficha Nacional de Catálogo de Monumentos Históricos, Jardines, Parques y Plazas; en el proceso se incorporó el arquitecto Pablo Trujillo.

La ficha técnica propuesta para la Cataloga-ción de Chinampas fue revisada y avalada por las autoridades de la cnmh. La Coordinación Nacional de Arqueología (cna), mediante los arqueólogos Pedro Francisco Sánchez Na-va, entonces director de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos (drpmza) y Luis Alberto López Wario, director de Pla-neación, Evaluación y Coordinación de Pro-yectos de la cna, proporcionaron información relativa a los sitios arqueológicos ubicados en

Figura 35. Los chapines son pequeños cubos de lodo en donde se deposita la semilla para su germinación. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 36. Chapines, San Luis Tlaxialtemalco. (Fotografía de José Genovevo Pérez Espinosa.)

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la zona chinampera. También se contó con el apoyo del licenciado Rafael González Córdova, de la Coordinación Nacional de Desarrollo Institucional, y de la arquitecta Ana María La-ra, responsable del Área de Informática de la cnmh, quienes se encargaron de integrar la ficha técnica al Sistema Institucional del Ca-tálogo Nacional de Monumentos Históricos Inmuebles.

La ficha se compuso de varios campos y subcampos de los que sólo mencionaremos los principales: folio de campo, códigos (tipo de ficha), localización, identificación, contexto inmediato, aspectos legales, datos académicos, registro arqueológico, características formales y materiales, características espaciales, observa-ciones generales, riesgos, material de trabajo, participantes e imágenes.

Ante la importancia que tenía contar con la participación del área de arqueología en la catalogación de chinampas, solicité a Pedro Francisco Sánchez el 10 de agosto de 2004, designar un representante, quedando comisio-

nado Miguel Medina, quien se encargaría del apoyo técnico. En la primera reunión estuvieron presentes los arqueólogos Miguel Medina, Luis Vieitez y Efraín Flores, por la drpmza; Sergio Méndez, asesor del delegado de Xochimilco y Araceli Peralta, por la cnmh. Entre los puntos que se trataron estuvo la res-titución fotogramétrica, que consiste en hacer el levantamiento topográfico de las chinampas sobre la fotografía aérea, sin necesidad de realizar trabajo de campo, sobre todo porque la Delegación Xochimilco tiene registradas alrededor de 24 000 chinampas.

En los meses de octubre y noviembre reali-zamos recorridos en la zona chinampera, en los que estuvieron presentes Medina, Vieitez y el biólogo Carlos Álvarez, de la drpmza, así como el biólogo Francisco Romero, de la uam Xochimilco, especialista en la biodiversidad de la zona chinampera y de la zona de montaña de Xochimilco, quien se encargó de guiar el recorrido con el fin de que los arqueólogos conocieran el área a catalogar y pudieran

Figura 37. Ubicación del área para la catalogación de chinampas. (Imagen de Sergio Méndez, Delegación Xochimilco.)

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plantear una propuesta metodológica para el registro arqueológico y la toma de muestras. Estos recorridos fueron posibles gracias al va-lioso apoyo del licenciado José Carlos Acosta Ruiz, entonces director de Desarrollo Regio-nal de la Delegación Xochimilco.

Una actividad académica paralela al proce-so de la catalogación de chinampas, fue el “Foro sobre Chinampas”, propuesto por Ciro Caraballo, coordinador del Proyecto unes-co-Xochimilco. El foro estuvo dirigido a los miembros que asistían a las reuniones interins-titucionales, efectuado en mayo de 2004. Los conferencistas invitados fueron la doctora Teresa Rojas Rabiela del ciesas, la doctora Ma-ría Francisca Naranjo de icomos, la doctora Marisa Mazari Hiriart del Instituto Nacional de Ecología de la unam y la maestra Araceli Peralta Flores del inah. En junio de ese mismo año, se llevó a cabo el foro “Los paisajes cultu-rales y la lista del patrimonio mundial. Nuevas perspectivas”, efectuado en el Museo Dolores Olmedo Patiño, organizado por el equipo del Proyecto unesco-Xochimilco y la arquitecta Laura Ojinaga, de la Dirección de Patrimonio Mundial del inah. Los ponentes fueron: el ar-queólogo Niklas Schultze, asesor de unesco; el arquitecto Ignacio Gómez Arriola, Centro

inah-Jalisco; el arquitecto Saúl Alcántara, inves-tigador de la uam-Azcapotzalco, y el arquitecto Xavier Hernández Benítez, consultor director de Espacio Urbano y Arquitectura S.C.

En la quinta reunión interinstitucional, realizada el 21 de mayo de 2004, en la sala de juntas de la Dirección General del inah, presenté a los asistentes la propuesta de ficha técnica para la catalogación de chinampas, que habíamos elaborado en la cnmh, con el

Figura 38. Paseo en trajinera por los canales de Xochimilco en la década de los cincuenta (Fotografía de Benita Flores López.)

Figura 39. Xochimilco a principios del siglo XX. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 40. Campesinos cultivando las chinampas. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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muy convencida de la utilidad del catálogo, y aunado a sus compromisos académicos, deci-dió no aceptar la invitación. Posteriormente, Méndez logró un convenio de colaboración, con fecha de 25 de mayo de 2005, entre la Uni-versidad Autónoma Metropolitana, Xochimil-co y la Delegación Xochimilco, para llevar a cabo la Catalogación de Chinampas en la Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco (Primera Etapa), coordinada por el arquitecto Alberto González Pozo.73 El objetivo principal fue identificar, ubicar y caracterizar la situación actual de cada una de las chinampas. El avance de este estudio ha sido presentado en varios fo-ros académicos y recientemente fue presentado el libro Las chinampas de Xochimilco al despuntar el siglo xxi: inicio de su catalogación.

Figura 41. Recorrido en la zona chinampera, para la aplicación de la ficha técnica para la Catalogación de Chinampas, en el 2004. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

propósito de recibir comentarios y sugerencias de los compañeros para mejorar el contenido de la ficha. El 18 de agosto de ese año, reali-zamos una prueba piloto para aplicar la ficha en la zona chinampera. Cabe mencionar que previamente los representantes de las instituciones convocadas por la unesco y la Delegación Xochimilco efectuamos varios recorridos en lancha por dicha zona. La cata-logación de chinampas desafortunadamente no la continuó el inah, porque el arquitecto Raúl Delgado dio la instrucción de que no podíamos manejar recursos de la Delegación Xochimilco y que tampoco había el personal suficiente para llevarlo a cabo.

Al quedar el proyecto de catalogación a la deriva, sugerí al maestro Sergio Méndez contac-tar a la doctora Teresa Rojas, especialista en el estudio de chinampas, para ver si ella aceptaba realizar y coordinar el proyecto. En noviembre tuvimos una reunión en su casa y después de presentarle la propuesta, la doctora no quedó

73 Alberto González Pozo (coord.), Catalogación de las chinampas de Xochimilco: inicio de un proceso indispensa­ble. Informe final de resultados, 19 de diciembre, 2005.

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Arquitectura religiosaConstrucciones religiosas del periodo novohis-pano como el antiguo convento de San Bernar-dino de Siena, combinaron tecnologías euro-peas y prehispánicas que determinaron su característica monumental. El diseño de alzados, plantas, cubiertas y portadas de la arquitectura del siglo Xvi en la Nueva España se hizo a partir de los tratados de arquitectura de Vitruvio, Ser- lio, Alberti, Palladio, Vignola, Diego Sagrado, Juan de Arfe y Juan de Herrera. A ellos se suma-ron los tratados del siglo Xvii de Simón García, Juan Caramuel, Alonso de Valdelvira, Diego Ló-pez de Arenas, fray Lorenzo de San Nicolás y el manuscrito de fray Andrés de San Miguel.74

Los constructores de los conventos del siglo Xvi, como el de San Bernardino de Siena, se en-frentaron a problemas específicos del terreno, como inundaciones, hundimientos diferencia-les del terreno y sismos. Ante estas circunstan-cias, buscaron alternativas arquitectónicas que dieran estabilidad a los edificios, sobre todo en lo concerniente a los sistemas constructivos, y que los materiales de construcción fueran resistentes y ligeros.75

Se construyeron contrafuertes, arcos arbo-tantes y marcos de madera adosados a las mam-posterías en respuesta a las cargas provocadas por sismos; éstos servían de guía y andamiajes en el proceso de la fábrica de las bóvedas, después quedaban ocultos a la altura del arranque de las bóvedas para formar un bastidor compuesto por tensores. La estabilidad de cúpulas y bóvedas se logró a base de apoyos sujetos a empujes adi-cionales o contrafuertes salientes, como el arco botarel. Jorge Enciso, en 1932, señalaba que “la mayor parte de las iglesias de Xochimilco presentan botareles que dan a las edificaciones en esa zona un aspecto característico”.76

Para evitar fallas en los edificios por hundi-mientos, las obras se iniciaban con la consoli-dación del suelo a partir de una cama de made-ra y pilotes o estacado. Sobre esta plataforma se construían los cimientos, especialmente con mampostería resistente a la humedad hasta los límites de secado de las fachadas, unidas con cal. Este tipo de cimentación era fundamen-tal para que funcionaran correctamente los muros maestros y contrafuertes.77

Figura 42. Antiguo convento de San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

74 J. Rojas Ramírez, op.cit., pp. 33, 34.75 Ibid., p. 31.

76 agjecnmh, exp. “Templo de Nuestra Señora de los Dolores Xaltocan, Delegación Xochimilco”.

77 Ibid., p. 35.

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Figura 43. El templo de San Bernardino de Siena fue el referente religioso más importante para las familias xochimilcas. Celebración de las bodas de oro de los señores Fernando López Rojas y Carmen Chavarría Zavala. (Fotografía de Benita Flores López.)

Figura 44. Arco botarel, San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 45. El arco botarel de San Bernardino de Siena enmarcando al fondo las escuelas primarias Ignacio Ramírez y Vicente Riva Palacio. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

La columna fue el elemento rector en plan-tas arquitectónicas, portadas y muros laterales. En el siglo Xvi su proporción fue de escala mo-numental y gran sobriedad, en cambio, en los siglos Xvii y Xviii tuvieron una escala de menor dimensión debido a la presencia de espacios coronados con cúpulas. La construcción de gruesos muros de mampostería integró piezas de tezontle alternadas con otro tipo de mam-posterías, incluyendo ladrillos o sillares de

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tepetate dispuestos en verdugones o en arcos de descarga.

Los entrepisos siguieron la tradición fran-ciscana consistente en viguerías dispuestas modularmente, colocadas sobre un tablado o bóveda plana de ladrillo que terminaba con un terrado con piso de duela. Los entrepisos con bóveda de cañón seguido, lunetos y arista se construyeron con materiales ligeros. Los pun-tos de apoyo en las vigas se empotraron en los muros, así se asentaban como teclas de un pia-no cuando había movimientos diferenciales.

Las bóvedas variaron su geometría en la época virreinal; las hubo primero de cañón co-rrido con lunetos o platillo, después se crearon las de arista y pañuelo, que se caracterizan por utilizar cúpulas con o sin tambor que se sostie-nen con arcos formeros, torales, arbotantes, perpiaños y fajones. Como las bóvedas son de menor peralte, se hicieron tabicadas o sillares de mampostería, algunas se realizaron con ner-vaduras para recibir mejor los esfuerzos direc-tos de compresión. Tienen gran rigidez y jun-

tas elásticas dinámicas, por esto sus apoyos se reforzaron con arcos de descarga, verdugones, cadenas en ángulos alternados con tepetate o hiladas de ladrillo con propiedades de resorte y amortiguamiento. Las bóvedas se reforzaron con tensores de madera recubiertos con caba-

Figura 46. Templo de Santiago Tepalcatlalpan con sus contrafuertes y arco botarel ca. 1940. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 47. Las canteras fueron los principales yacimientos de piedra para la construcción de la arquitectura novohispana. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

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lletes de mampostería sobre los ejes construc- tivos anclados en los remates de los contra-fuertes.78

En cuanto a las capillas de los barrios del centro de Xochimilco, Vetancurt registró las siguientes en el siglo Xvii: La Asunción Col-huacatzinco, San Juan Tlateuhchi, San Marcos Tlaltepetlalpan, San Antonio Molotla, San Pe-dro Tlalnahuac, Nombre de Jesús de Xaltocan, La Candelaria de Xaltocan,79 Santa Margarita Nepantlatlaca, Belén de Acampa, Santa Cruz Analco, San Cristóbal Xallan, San Francisco Caltongo, San Esteban Tecpanpa y San Diego Tlalcozpan.80 Sus constructores fueron los

78 Ibid., pp. 43, 46.79 El barrio de la Candelaria de Xaltocan desapare-

ció en 1576 debido a que su población murió por la epidemia del cocolixtle; vid. Agustín de Vetancurt, Teatro Mexicano, p. 57.

80 A. de Vetancurt, op. cit, p. 57.

Figura 48. Bóveda del templo de Santa María Tepepan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

habitantes locales, quienes edificaron modes-tas ermitas con sencillos elementos decorati-vos. Estas construcciones corresponden a la arquitectura popular, porque son la interpre-tación local de un estilo arquitectónico acadé-mico.81 Los franciscanos eligieron los lugares más representativos de los xochimilcas para edificar las primeras ermitas como método de evangelización; con el tiempo pasaron a ser el referente de identidad más importante en sus habitantes.

En Xochimilco la arquitectura religiosa es muy significativa para la comunidad, ya sea que se trate de un gran templo o de una mo-desta capilla, además, su importancia histórica y arquitectónica es invaluable. Los habitantes por lo general hacen aportaciones económicas para el mantenimiento de su iglesia o capilla; aunque algunos templos como el de San Ber-nardino de Siena, Santiago Tepalcatlalpan y San Gregorio, han recibido recursos de instan-cias oficiales para su restauración.

En 2008, por ejemplo, se realizaron en el templo y ex convento de San Bernardino, tra-bajos de restauración de la pintura mural de la cúpula, rehabilitación del coro y antecoro, así como la restauración de pinturas y esculturas religiosas de los siglos Xvii y Xviii, la inversión del gobierno delegacional fue de 2 millones 800 mil pesos.82 Es importante señalar que en toda obra de restauración se debe conservar el partido arquitectónico original, y que los atrios, huertas, jardines o claustros históricos no se utilicen como estacionamientos ni se construya en ellos.83 Los templos y capillas de pueblos y barrios son el eje de la dinámica religiosa y el principal referente de cohesión social, sentido de pertenencia y desarrollo urbano de una población.

81 Comunicación personal de la doctora Ethel He-rrera, febrero de 2009.

82 InfoXochi. Órgano de difusión de la Delegación Xochi­milco, núm. 22, año 2, marzo de 2009, p. 12.

83 N. Rodrigo, P. Trujillo, I. Infante y D. Castillo, op. cit.

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Figura 49. Capilla del barrio de Belén. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 50. Capilla del barrio de La Asunción. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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Con la conquista española, el patrón de asen-tamiento prehispánico fue modificado por los primeros evangelizadores, quienes aplicaron la política de congregación como el método más adecuado para cristianizar y controlar a los in-dígenas que vivían aislados en pequeñas pobla-ciones, ante esta situación los habitantes de la montaña y la zona chinampera fueron obligados a vivir en los principales centros de población, especialmente en el centro de Xochimilco, cabe-cera de la región sur de la cuenca de México.

A fines del siglo Xvii, los pueblos de Xochi-milco eran doce, actualmente son catorce: Santa María Tepepan, Santa Cruz Xochitepec, Santiago Tepalcatlalpan, San Mateo Xalpan, San Lucas Xochimanca, San Lorenzo Atemoa-ya, San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxial-temalco, Santa Cruz Acalpixca, Santa María Nativitas,84 Santiago Tulyehualco, San Andrés

Ahuayucan, Santa Cecilia Tepetlapa y San Francisco Tlalnepantla.85

Figura 53. Interior del convento de San Gregorio Atlapulco. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 52. Templo y cementerio de San Gregorio Atlapulco. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

84 En este pueblo nació Martín de la Cruz, autor del libro Xihuipahtli Macehual Amato, que es un tratado so-bre hierbas medicinales escrito en 1552. Juan Badiano, oriundo de un paraje conocido como Chililico, en el barrio de la Santísima, tradujo al latín ese libro bajo el título de Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis, mejor conocido como Herbario Azteca o Códice Badiano. Ambos fueron maestros en el Colegio de Santiago

Figura 51. Fachada de la capilla del Rosario con un singular estilo barroco popular, propio del siglo Xviii. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Tlatelolco; J. Farías, op. cit., p. 19; vid. Pablo Rosas, Xochimilco baluarte de una raza, p. 56.

85 L. E. Garzón, op. cit., p. 15 ; A. de Vetancurt, op. cit., p. 57.

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El centro de Xochimilco fue y sigue siendo el lugar religioso y administrativo más impor-tante para los pueblos de la región desde épo- cas muy antiguas, a esto se debe que la mayo-ría de los documentos de archivo, hemero-

Figura 54. Proyecto de jardín en la plazuela de la capilla de San Cristóbal, 1954. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 55. Vista de la fachada lateral del templo de Santa María Tepepan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 56. La cubierta de herrería impide apreciar la fachada principal del templo de San Lucas Xochimanca. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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gráficos, gráficos y crónicas, tengan como referente este lugar, situación que no toda la gente conoce, sobre todo la que habita en los pueblos, quienes se quejan de los escasos estu-dios sobre su localidad, e incluso prevalece un sentimiento de exclusión. No obstante, desde mediados del siglo XX hasta el día de hoy, al-gunos investigadores y cronistas han trabajado en la elaboración de historias regionales, entre ellas, la de San Gregorio Atlapulco (Sóstenes N. Chapa, 1959), San Luis Tlaxialtemalco (Juan Manuel Pérez Zevallos y Luis Reyes Gar-cía, 2003), Santiago Tulyehualco (Carlos Bravo Vázquez y Melchor Molotla, 2007), Santa Cruz Acalpixca (Anáhuac González, 2004), Santa María Tepepan (Rosa María Uribe Rivera, 1998), Santa María Nativitas Zacapa (María del Pilar Peralta Carpio, 2010) y San Andrés

Ahuayucan (Juan Olivares, Santa Lucía Rosas y Mario Alberto Rodríguez, 2003 y 2010; César A. González y Carolina Ortiz, 2008).

El patrón de asentamiento de los pueblos en el siglo Xvi estuvo conformado por el cen-tro, el templo, el edificio de gobierno, los ba- rrios y el área de cultivo en las afueras. Algunos ejemplos de este tipo de asentamiento son: Santa Cruz Acalpixca, cuyos barrios fueron Te- titla, Tepanco, Espiñaco, Tejomulco, Nahua-lapa, Ahuacatitla o La Planta y Ojo de Agua; San Gregorio Atlapulco y sus barrios Caltonco, Salí, Olipatitla, La Ermita, Tlatilpa, Axayopa, Las Ánimas, Minas, San Andrés y San Juan Mo- yotepec; Santa María Tepepan, con sus ba-rrios San Francisco y San Miguel; Santiago Tulyehualco, compuesto por los barrios de Las Ánimas, Calyequita, Guadalupita, Cristo Rey,

Figura 57. Portada del libro San Gregorio Atlapulco, de Sóstenes Chapa.

Figura 58. Monografía de Santa Cruz Acalpixca, de Anáhuac González.

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Santa María, San Isidro, San Sebastián y El Artista; San Luis Tlaxialtemalco y sus barrios La Guadalupita, San José, San Juan y La Can-delaria. La comunicación entre los pueblos fue a través de caminos reales, veredas y canales, de acuerdo con su ubicación.

Los templos, ermitas y capillas de los pue-blos son ejemplos de arquitectura religiosa pero también corresponden a la arquitectura popular, “aquella que basándose en los mode-los oficiales se interpreta a través de autores que no han recibido una educación formal, las obras que se producen son reconocidas por un grupo que las hace suyas, reflejan los valores sociales y religiosos de la comunidad, en mu-chos casos son el emblema que distingue a los pueblos y motivo de orgullo por parte de sus habitantes, quienes participan activamente en

Figura 59. Ermita en el pueblo de San Gregorio Atlapulco. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 60. Templo del pueblo de Santa María Nativitas Zacapa adornado con banderitas y una portada de flores con motivo de la fiesta patronal. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 61. El señor Pánfilo Peralta, habitante del pueblo de Santa María Nativitas, escribió: “El que se acuesta en petate/goza de muchos favores/pues se acuesta con los tules/y amanece con Dolores” (Fotografía de Porfiria Peralta.)

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la conservación y cuidado de los inmuebles”.86 Por lo general, estas edificaciones son de autores desconocidos, no se tiene un registro exacto de la fecha de construcción y presentan originalidad arquitectónica. Son construc-ciones modestas con calidad en el diseño arquitectónico, materiales de construcción, acabados y ornamentación.

Los pueblos de Xochimilco conservaron por un largo periodo su estructura urbano-arquitectónica, como el caso del pueblo de San Gregorio Atlapulco, que mantuvo su carácter indígena hasta principios del siglo XX. Con los años, el crecimiento de la población pro-vocó la invasión de los terrenos de cultivo,87

desapareciendo muchas de las mojoneras que marcaban sus límites. A pesar de los estragos de la mancha urbana, los habitantes conservan su identidad a partir de la reproducción de sus costumbres y tradiciones locales.

*

Los bienes muebles que han perdurado a tra-vés de los siglos son los que se encuentran en los inmuebles religiosos. Xochimilco no es la excepción, ya que tiene numerosos ejemplos que van del siglo Xvi hasta principios del siglo

86 Gabriela Dena, Protección y conservación de las capillas de los pueblos del Ajusco, pp. 53-54.

87 En 1963 se intentó crear viveros de árboles fru-tales en las propiedades comunales de varios pueblos para sembrar capulín, tejocote, higuera, chabacano, durazno, ciruela, etc., de los cuales quedaron dos, aun-que no precisamente de frutales; uno está en Nativitas y el otro en San Luis Tlaxialtemalco; agjecnmh, exp. “Planificación de Xochimilco”, 1936.

Figura 62. Habitantes del paraje “Siete príncipes”, en Nativitas. (Fotografía de José Bertoldo Peralta Martínez.)

Figura 64. Asiento con ornamentación finamente tallada, San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 63. Púlpito en donde el sacerdote hacía la lectura del evangelio y el sermón, San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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XX, entre ellos destacan principalmente la pintura, escultura, textiles (casullas, capas plu-viales y dalmáticas, dosel, palios, tapices, alfom-bras), mobiliario religioso (púlpitos, órganos, confesionarios, campanas, roperos, bancas, pilas de agua bendita y bautismales) y objetos litúrgicos (atriles, candeleros, incensarios, campanillas del altar).88 Estas obras revisten singular importancia porque son testimonio invaluable de las distintas etapas históricas y artísticas de nuestro país.

La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972, en su Artículo 33 señala que “son monumentos artísticos los bienes muebles e inmuebles que revistan valor estético relevante” a partir de su representatividad, inserción en determinada corriente estilística, grado de innovación, ma-teriales y técnicas utilizados.

En los templos y capillas de los pueblos y barrios, existen bienes muebles de gran valor estético e histórico, como las pinturas exentas

o las que forman parte de los retablos. En el templo de Xaltocan hay un ex voto del siglo Xviii de gran calidad artística. También des-taca el retablo mayor de San Bernardino de Siena, de finales del siglo Xvi, que junto con el retablo mayor de Huejotzingo, Puebla, son de los pocos ejemplos que quedan de esta época en México.

En el siglo XiX, durante el gobierno de Be-nito Juárez, hubo una gran pérdida de bienes muebles debido a la aplicación de la ley de De-samortización de los Bienes del Clero. Los tem-plos y conventos del país fueron fraccionados para su venta, con la consecuente destrucción y pérdida del patrimonio mueble e inmueble. Con la Revolución mexicana, los templos nue-vamente fueron saqueados y destruidos.

Figura 65. Ex voto donado por el comerciante Juan García Truxillo, en 1751, a la Virgen de Xaltocan. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

88 Carlos Borromeo, Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiásticos; vid. Federico Gómez de Orozco, El mo­biliario y la decoración en la Nueva España en el siglo xvi.

Figura 66. Retablo mayor de finales del siglo Xvi de la iglesia de San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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A mediados del siglo XX, surgieron ideas que afectaron la conservación de los bienes muebles, este es el caso del ciprés de estilo neoclásico que se encontraba en el altar de San Bernardino de Siena. En 1959, el señor Luis G. Monter escribió al arquitecto José Gorbea, inspector de Monumentos Coloniales, lo siguiente: “He insistido varias veces con el doctor Cordero, para hacer una invitación en privado a Monseñor Darío Miranda, con asis-tencia de los mayordomos de los barrios (de Xochimilco), para convencer a los indígenas acerca de la conveniencia de derribar el ciprés que oculta el maravilloso retablo”.89

Arquitectura civil públicaLa arquitectura civil pública corresponde a inmuebles con características históricas y arqui-tectónicas cuya función principal es de gobier-no y administrativa, aunque también puede ser de carácter comercial, como los mercados. Por su ubicación en los centros de población, se convierten en puntos de referencia o hitos urbanos, que suelen generar nodos de activi-dad para la población local y el visitante.90

El palacio municipal de Xochimilco fue un bello ejemplo de arquitectura civil pública, cons-truido durante el gobierno de Benito Juárez a través del prefecto de Xochimilco, José Zeferi-

Figura 67. Patrocinio de San Bernardino de Siena, localizado en el retablo mayor. (Fototeca del Instituto de Investigaciones Estéticas de la unam.)

Figura 68. Ciprés de estilo neoclásico que fue destruido para que se apreciara el retablo mayor de San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

89 agjecnmh, exp. “Templo y ex convento de San Bernardino de Siena, Delegación Xochimilco D.F.”, leg. 1, 1917-1969.

90 La imagen urbana en ciudades turísticas con patrimo­nio histórico. Manual de Protección y mejoramiento, p. 40.

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no Rivera; la obra se inició en 1869 y se conclu-yó en 1871.91 En 1928, siendo vicepresidente municipal Máximo Amaya Guevara, el edificio fue remodelado. El Palacio Municipal, ubicado frente al jardín Hidalgo, era de un solo nivel y medía 60 m de largo por 15 m de ancho, tenía una torre con reloj de cuatro caras y su fachada principal era un corredor con arcos de medio punto, rematado por un frontón.92

En 1951 el palacio municipal fue destruido para edificar una nueva sede de gobierno en 1952, el cual a su vez fue demolido en 1972, durante la gestión del delegado Mariano Ve-lasco Mújica, para construir el Foro Cultural

Figura 69. Pila bautismal de Tepepan, 1599, de estilo renacentista. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

91 V. M. Durand Ponte, op. cit., p. 229.92 Araceli Peralta Flores y Jorge Rojas, Xochimilco y

sus monumentos históricos, p. 54.

Figura 70. El Palacio Municipal en 1928. (Fotografía de Álvaro Amaya Tapia.)

Figura 71. Máximo Amaya Guevara, vicepresidente municipal de Xochimilco (1927-1928). (Fotografía de Álvaro Amaya Tapia.)

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Figura 72. Palacio Municipal de Xochimilco, siglo XiX. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 73. Demolición del antiguo mercado de Xochimilco. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

Figura 74. Obras de cimentación del mercado Xóchitl (Zona 44). (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

Figura 75. Edificación del Mercado Xóchitl (Zona 44), 1957. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

Figura 76. El Mercado 377 recién terminado, 1957. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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Las características de las casas del periodo novohispano en Xochimilco estuvieron de-terminadas por los recursos económicos del propietario y por el tipo de suelo de la zona lacustre, que resistía mejor las construcciones bajas, simétricas y rígidas con gruesos muros de carga. En el centro de Xochimilco las ca-sas de los siglos Xvi y Xvii fueron de un nivel; durante los siglos Xviii y XiX a algunas de estas viviendas se les agregó un piso. Los muros estaban hechos de adobe o piedra unida con lodo, techo de bóveda catalana, balcones y patio interior o jardín al que confluían todas las habitaciones.96

En su construcción se utilizaron materiales tradicionales como tepetate, ladrillo o piedra; los entrepisos y las cubiertas fueron de viguería o bóveda catalana. Desde el interior se podían apreciar las recámaras, la sala, la cocina y un espacio abierto destinado a los animales; ejemplos de este tipo son la casa Amaya y la Casa de Arte. En los pueblos de Xochimilco estas construcciones por lo general eran más modestas: los materiales de construcción pro-venían de las inmediaciones, de ahí que los muros fueran de madera, adobe o piedra y las cubiertas de zacate del monte o teja.

96 agjecnmh, exp. “Zona Típica de Xochimilco”, 1936.

Quetzalcóatl. Las oficinas de gobierno fueron trasladadas primero a un edifico particular y después a un edificio transformado de cárcel a Delegación, situado en el barrio de San Pedro, en donde despacharon los delegados hasta el año de 2006.93 La destrucción del edificio sede del gobierno local, sin duda fue una mutilación del espacio urbano, si se toma en cuenta que Xochimilco siguió un antiguo patrón de asentamiento donde se concentra-ban y relacionaban los principales edificios religiosos y públicos.

El mercado de Xochimilco tuvo su origen en la época prehispánica y se realizaba en las afueras del centro. Después de la conquista es-pañola cambió su ubicación, quedando dentro de la traza. Actualmente existe el Mercado Xó-chitl (Zona 44), con destacada calidad arqui- tectónica, y el Mercado 377, conocido tam-bién como el tianguis,94 ambos edificados en el año de 1957.

Arquitectura civil residencialLa arquitectura civil residencial predomina y se ubica en la traza del Centro Histórico. Co-rresponde a la arquitectura habitacional rele-vante, que es de menor escala y monumentali-dad, pero que por sus características históricas y arquitectónicas tiene un papel significativo en el conjunto urbano.95 La mayoría son cons-trucciones sin historia escrita, sólo los inmue-bles que pertenecieron a personajes importan-tes o en los que hubo un acontecimiento histórico de relevancia, cuentan con documen-tos que permiten conocer parte de su historia. Hasta hace algunos años, la arquitectura civil había sido poco valorada tanto por sus propie-tarios como por las autoridades, lo que incidió en su destrucción o modificación.

93 Sergio Cordero, Sergio: historia de mi vida, pp. 35-36.94 Información proporcionada por la señora Teresa

Figueroa Flores, locataria del Mercado Xóchitl (Zona 44), junio de 2010.

95 A. Peralta Flores y J. Rojas, Xochimilco y sus monu­mentos históricos, p. 41.

Figura 77. Casa Amaya, en el Centro de Xochimilco. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

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La casa Amaya fue declarada en 1932 mo-numento histórico porque data de principios del siglo Xviii, además, como lo señalaba Narciso Bassols, tiene elementos originales en “la fachada, el rodapié con esquinero, el encuadramiento de puertas y ventanas con jambas corridas hasta la cornisa, los balcones de fierro cuadrado con perillones, los canales de piedra, el hermoso motivo de la fachada lateral formado por una repisa y una cruz de piedra, el remate de la fachada con un nicho colocado en el ángulo con presentación en concha”. 97 En 1927, el señor Máximo Amaya Guevara, oriundo de Santa Cecilia Tepetlapa, quien en ese año fue vicepresidente municipal de Xochimilco, compró la casa. La propiedad la heredó a sus hijos, de los cuales actualmente viven ahí doña Julia y el doctor Álvaro Amaya Morones. La planta baja del inmueble ha sido

utilizada para locales comerciales: en 1938 fue tienda de ropa; después, la Biblioteca Pública Nezahualcóyotl en 1970 estuvo una cantina llamada Victoria, y finalmente la farmacia Amaya, que sigue funcionando.98

En el siglo XiX, el partido arquitectónico que prevalecía en el centro de Xochimilco que-da ejemplificado con la propiedad de Agustín Godoy,99 que estuvo en la calle Real. Tenía ocho habitaciones, caballerizas, dos corrales cercados y dos paredones; fue valuada en 500 pesos.100 Otra casa fue la de Marcial Perea, que después vendió a Miguel Zelada, ubicada en la tercera calle principal, constaba de sala, recámara, dos piezas interiores y otra exterior, zaguán, caballeriza, patio y un corral; tenía 63 varas de frente y 24 de fondo.101

Del siglo XX destacan por su calidad ar-quitectónica el Hotel Reforma que original-mente fue casa habitación. La casa ubicada en la calle de Pino, Barrio de San Diego, que fue propiedad de Daniel Almazán y actualmente pertenece a las religiosas de la orden Siervas de María. La Quinta Guanajuato, mejor conocida como “El Castillo”, ubicada en una chinampa del mismo barrio, y que Enrique Urrutia refiere que perteneció al doctor Aureliano Urrutia.102 La casa de la doctora Alicia Trejo, construida en 1918 y localizada en la calle Benito Juárez núm. 4, a un lado del Centro de Salud. Así como dos casas en la calle Benito Juárez núm. 9, que a pesar de estar modifica-das conservan gran parte de su arquitectura

97 agjecnmh, exp. “Casa Amaya, Vicente Guerrero núm. 4, esq. Morelos, barrio El Rosario, Xochimilco”.

98 Información proporcionada por los señores Julia Amaya Morones y Álvaro Amaya Tapia; vid, agjecnmh, exp. “Casa Amaya, Vicente Guerrero núm. 4, esq. Mo-relos, barrio El Rosario, Xochimilco”.

99 La casa pasó a manos del general Pedro María Anaya, a cambio de un préstamo de 8 347 pesos que éste le hizo a Godoy, su hermano político.

100 Archivo General de Notarías de la ciudad de Méxi-co (agncm), v. 3536, Ignacio Peña, notaría 529, 1839.

101 agncm., v. 2925, Daniel Mendoza, notaría 433, 1852.

102 Bonifacio Contreras, El doctor Aureliano Urrutia. Un renacentista mexicano. Ciencia y política en el porfiriato, p. 85.

Figura 78. Interior de la casa Amaya con su propietario el señor Álvaro Amaya Tapia. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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original. Estos inmuebles construidos en el si- glo XX, corresponden a los monumentos artís-ticos y quedan bajo el resguardo del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Dentro de la arquitectura del siglo XX, me-rece mención especial por su diseño e innova-ción el restaurante Manantiales, ubicado en el embarcadero del pueblo de Nativitas. Fue construido entre 1957-1958, por los arqui-tectos Félix Candela y Joaquín Álvarez Ordó-ñez.103 Candela nació en Madrid, España, el 27 de enero de 1910, llegó a México ante la inestabilidad social provocada por la guerra civil. Su principal aportación en el campo de la arquitectura fueron las cubiertas ligeras o cascarones de concreto de bóveda de arista, que permitieron cubrir grandes claros y dar al espacio interior un óptimo funcionamiento.

Entre las obras de Candela destacan: Hotel Catedral, México (1945); auditorio de la Facul-

tad de Ciencias Químicas, Ciudad Universita-ria, unam (1953); Centro Gallego, colonia Ro- ma (1953); cubierta del templo de la Virgen de la Medalla Milagrosa, colonia Narvarte (1953); mercado de Jamaica, México (1955); capilla de Nuestra Señora de la Soledad, El Altillo, Méxi-co (1955); oratorio, La Habana, Cuba (1955); la cubierta del templo de San Antonio de las

Figura 79. “El Castillo”, barrio de San Diego. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

103 Israel Katzman, La arquitectura contemporánea mexicana. Precedentes y desarrollo, p. 195.

Figura 80. Restaurante Manantiales, en Nativitas. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Huertas (1956); cabaret La Jacaranda en Aca-pulco (1957); restaurante y casino del Hotel Ca-sino de la Selva en Cuernavaca (1958); cubierta de la planta embotelladora Bacardí, Querétaro (1960); Palacio de los Deportes, Magdalena Mixhuca, México, en colaboración con Enri-que Castañeda y Antonio Peyri (1968).104

Arquitectura civil vernáculaLa arquitectura vernácula o local es parte in-tegral de la arquitectura civil. Los especialistas como Valeria Prieto, Ramón Bonfil y Francis-co Javier López, la definen como aquellas “edificaciones de manufactura comunitaria que mantienen sistemas constructivos locales, mediante la utilización de materiales naturales y tecnologías colectivas y cuyo resultado volu-métrico, además de su relación espacial, color y detalle, permite identificar a la población que los produce”.105 Este tipo de arquitectura está en estrecha relación con su contexto am-biental, social, cultural y económico.

La arquitectura civil vernácula está diseña-da de manera empírica por los habitantes de una región, quienes retoman la experiencia de generaciones anteriores. Las construcciones son edificadas con materiales constructivos localizados en el entorno inmediato. Esta ar-quitectura se manifiesta en edificaciones mo-destas, sencillas, fundamentalmente ligadas al medio natural. Su importancia radica en que conserva materiales y sistemas constructivos regionales de gran adecuación al medio, y constituyen por sí mismos un documento de la forma de vida de las comunidades.

En el paisaje xochimilca predominó en el siglo XiX y principios del XX el jacal o chinan-cal,106 casa campesina que actualmente ha desa-

parecido. Constaba de planta rectangular, con una habitación; la cocina estaba separada de la choza. Los muros eran de adobe, chinamitl (ca- rrizo) o piedra con un aplanado de cal y arena de río; el piso era de tierra apisonada y en oca-siones se ponían tablones. El techo, a dos aguas, se construía con xacaltule de la laguna, zacate del cerro o tejamanil de la sierra; el peso de la

104 Louise Noelle, Arquitectos contemporáneos de Mé­xico, pp. 31-32.

105 Francisco Vidargas, “Arquitectura vernácula”, en La Jornada, 25 mayo 1996.

106 En el pueblo de San Gregorio al chinancal tam-bién se le conoció como xalcalli. El techo y paredes eran de xacaltulli, zacamalinalli o pencas de maguey, los ma-

Figura 81. Boda en una casa del barrio de San Esteban, en la década de 1940. (Fotografía de Benita Flores López.)

Figura 82. Casas ubicadas en los barrios de La Guadalupita, Tlacoapa y La Asunción, vistas desde San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

teriales de construcción dependían de su ubicación, en la chinampería o en el cerro. Adentro estaba el tlecuil o fogón hecho con tres piedras y en un rincón se encon-traba la cama de zacate, atlazol o petates; Sóstenes N. Chapa, San Gregorio Atlapulco, Xochimilco D.F., p. 68.

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cubierta era sostenido por un caballete reforza-do con postes. El patio estaba delimitado por un muro bajo de piedra suelta o tecorral, en él se encontraba el acceso al jacal, ya que no se podía ingresar directamente de la calle, debido a que la vida del campesino tenía lugar en el patio.

En cada predio había de dos a cinco chozas, porque los hijos casados vivían durante varios años con sus padres y construían ahí mismo su casa; nunca faltaba en el terreno el granero, cuezcomatl o zincolote (palabra otomí), en el que se secaba y almacenaba el maíz. En el rin- cón de algunos terrenos estaba el baño de vapor o temazcal hecho de adobe y piedra. Cada paraje tenía una segunda salida que daba hacia los canales.107

En 1936, el Departamento del Distrito Fede-ral puso en marcha el Proyecto Chinampero, que consistió en construir casas para campesi-nos sobre la avenida Guadalupe I. Ramírez y la avenida Nuevo León, a la altura del embarca-dero de Caltongo. El sistema constructivo y los materiales utilizados en su edificación no rompieron con la imagen y armonía del paisaje. La casas constaban de una recámara, baño de regadera, excusado con fosa séptica, comedor,

cocina, patio para los animales (vacas, borregos, gallinas), su chinampa para sembrar flores, maíz y legumbres, y un embarcadero. Los muros exteriores fueron de adobe desplazados sobre un rodapié de piedra; las divisiones, hechas de carrizo armado con lodo, por su ligereza y economía eran de fácil hechura. Se utilizaron troncos de ahuejote, por su durabilidad en sue-los húmedos, y los techos a dos aguas. Hoy en día existen muy contadas casas de este tipo.

Arquitectura e ingeniería hidráulicaEn 1868, por iniciativa de Manuel F. Álvarez, se fundó una asociación de arquitectos e in-

Figura 83. Jacales o chinancales rodeando la capilla del barrio de La Santísima, ca. 1930. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

107 M. Santamaría, op. cit., pp. 77-78.

Figura 84. Xochimilco, óleo de Ángel Soto, ca. 1956. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 85. Construcción de casas del Proyecto Chinampero, 1936. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

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desarrollo que había alcanzado el empleo del metal, lo que permitió un nuevo sistema de construcción. Su uso se extendió por su resis-tencia y porque podía recibir fuertes cargas aun en secciones reducidas. Las fábricas eu-ropeas y estadounidenses tenían catálogos que ofrecían vigas, láminas, trabes, etc., seña-lando las características de cada producto.110

Figura 87. Tramo del acueducto de Xochimilco, al fondo la columna de un respiradero. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

Figura 86. Casas en el centro de Xochimilco. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

genieros civiles para “procurar el adelanto de las profesiones y en general del país entero”;108 su primer presidente fue Francisco de Garay y contó con 35 socios fundadores. Durante el último tercio del siglo XiX y los primeros años del siglo XX, hubo una fuerte influencia tecno-lógica de países como Estados Unidos, Inglate-rra, Bélgica, Francia y Alemania. En las gran-des obras públicas porfirianas se utilizaron, por vez primera, sistemas y materiales construc-tivos a base de acero y concreto, por lo que surgió la necesidad de inventar estándares, técnicas y unidades para medir su resistencia, dando pie al surgimiento de laboratorios para este objetivo, como el de la Escuela Nacional de Ingenieros, que actualmente ocupa la Bi-blioteca del Acervo Histórico del Palacio de Minería.109

El ingeniero Antonio Torres Torija, en su Introducción al estudio de la construcción práctica, publicado en 1895, hace mención del gran

108 María del Carmen Olvera, “Miembros de la Aso-ciación de Ingenieros y Arquitectos de México entre 1869 y 1896”, p. 86.

109 Francisco Escamilla, “El laboratorio de resisten-cia de materiales de construcción de la Escuela Nacio-nal de Ingenieros de México (1892)”, p. 85.

110 Pedro Paz (coord.), Construcción práctica por Antonio Torres Torija, p. 225.

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Las obras públicas porfirianas requirieron todo tipo de productos de acero, como fue el caso de la construcción del ferrocarril, los edificios de la Secretaría de Obras Públicas y de Correos, y el acueducto de Xochimilco, entre otros.

El acueducto de Xochimilco abasteció de agua potable a las colonias creadas durante el gobierno de Porfirio Díaz. El proyecto estuvo a cargo del ingeniero Manuel Marroquin y Rivera, nacido en Querétaro en 1866, quien lo presentó en 1901 al gobierno y éste fue aprobado en 1902. La construcción inició el 18 de julio de 1905 y se concluyó en 1914. El proyecto consistió en captar 2 100 litros de agua por segundo de los manantiales de Xo-chimilco mediante un sistema de bombas que canalizaría el agua a través de un acueducto cerrado de 26 kilómetros, hasta llegar a la casa de bombas de la Condesa para su distribución a la ciudad de México.111

La construcción del acueducto fue un im-portante aporte tecnológico en el campo de la ingeniería mexicana. El uso de nuevos ma-teriales dio la pauta para crear una arquitec-tura de espacios flexibles y de grandes claros

con espesores mínimos. Las casas de bombas fueron hechas con cimientos de concreto re-forzado, muros de mampostería de concreto, techo de acero y acabados de cantería. Por su importancia histórica y arquitectónica, están registradas en el Catálogo de Monumentos His­tóricos Inmuebles de la Delegación Xochimilco de 1987 y 2007, respectivamente, elaborado por el inah.

El acueducto de Xochimilco, como arqui-tectura e ingeniería hidráulica se equiparó en su momento con las grandes construcciones de este tipo que se estaban haciendo en Estados Unidos y Europa. No obstante, la introducción de nueva tecnología afectó seriamente el me-dio de subsistencia del xochimilca, que de un momento a otro vio con sorpresa y preocupa-ción como desaparecían los manantiales que daban vida a sus chinampas y lagos. El agua dejó de correr y por consiguiente comenzó el colapso ecológico de un bello paisaje natural y cultural que había perdurado por siglos.

Arquitectura para la producciónA esta categoría arquitectónica corresponden las haciendas que fueron centros de produc-ción que sustentaron la economía del país por más de 400 años. El término hacienda hace alusión a la “propiedad rural de un propieta-rio con aspiraciones de poder, explotada me-

Figura 88. Sistema de bombeo para la extracción de agua, casa de bombas de San Luis Tlaxialtemalco. (Coordinación Nacional de Monumentos Históricos-Conaculta-inah.)

111 Araceli Peralta Flores, “El Acueducto de Xochi-milco”, p. 22.

Figura 89. Casa de bombas de la Condesa. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

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Figura 90. La fachada de la casa de bombas de la Condesa hoy en día se encuentra en la Casa de Cultura del Bosque de Tlalpan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 91. Casa de bombas de Nativitas construida entre 1905-1911. (Fototeca inah.)

vacas) fueron unidades productivas sencillas y con ausencia casi total de infraestructura;113 sin embargo, la arquitectura y los documentos relativos a las haciendas de la región de Xo-chimilco indican lo contrario, para esta zona al menos, porque éstas tenían casa principal, oficinas, capilla, trojes, eras, infraestructura hidráulica, caballeriza, establo (vacas y bece-rros) y machero (bueyes mulas).114

Las haciendas localizadas en el sureste del valle de México no fueron de grandes dimen-

diante trabajo subordinado y cuyos productos estaban destinados a la comercialización con el propósito de acumular capital”.112 Gisela von Wobeser señala que las haciendas de labor y de ganado menor (ovejas, cabras, cerdos,

112 Magnus Morner, “La hacienda hispanoamerica-na: examen de las investigaciones y debates recientes”, p. 17.

113 Gisela von Wobeser, La formación de la hacienda en la época colonial.

114 La troje era una construcción en donde se alma-cenaban los granos de la hacienda, ya fuera para auto-consumo o para venta. La era fue un espacio abierto de forma rectangular o circular delimitado por un pequeño murete, en el que se separaba el grano de la paja. Los establos fueron espacios para las vacas. Los macheros resguardaban de la intemperie a los animales de tiro (mulas, burros, caballos y bueyes); José Antonio Terán, La construcción de las haciendas de Tlaxcala, pp. 201, 251, 253.

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Figura 92. El manantial Acuexcomac, denominado también “El Encanto”. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 93. El manantial Acuexcomac completamente seco. (Fotografía de José Genovevo Pérez Espinosa.)

siones, pero contaron con los espacios arqui-tectónicos necesarios para su funcionamiento. Tampoco alcanzaron el desarrollo que tuvie-ron otras haciendas del país, debido a que la producción agrícola de la chinampa era supe-rior a la de cualquier hacienda de la región, además había poca tierra apta para el ganado por ser zona lacustre y de montaña. En 1694, Domingo Montaño, propietario de la hacienda de la Noria, tuvo que desaguar 5 000 varas de

zanja para aumentar la extensión de tierras destinadas para potreros y cultivo del trigo.115

Entre las haciendas que hubo en la región es-tán: San Juan Bautista, San Juan de Dios, Santa Bárbara Coapa, Olmedo y La Noria. Las de San Juan Bautista y San Juan de Dios tenían cinco caballerías de tierra y su rancho, San Buenaven-

115 agn, Tierras, v. 3195, exp. 1, 1694.

Figura 94. Capilla de la Hacienda de la Noria. (Coordinación Nacional de Monumentos Históricos-inah.)

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tura. Ambas se encontraban entre San Agustín de las Cuevas y Tepepan, y pertenecieron al capitán Juan de Urrutia y Arana, quien en 1695 las vendió a Tomás de Valverde en la cantidad de 30 000 pesos. Otros propietarios que tuvo la hacienda de San Juan de Dios fueron: en 1748, Domingo de Gomendio y Urrutia, en 1749, Pedro Antonio de Quintela, y en 1802, Manuel de la Borda, que después vendió la propiedad al regidor y alguacil mayor Joaquín Camaño, en la cantidad de 66 100 pesos.116

La hacienda de Santa Bárbara Coapa, en la que se sembró principalmente trigo y maíz, colindaba con terrenos de San Agustín de las Cuevas. Sus propietarios fueron Nicolás de Ro-jas, en 1626; Josefa Hurtado de Mendoza, hija de Rojas, en 1695; Francisco Brito, en 1733; y Sebastián de Aguirre Gomendio. Este último amplió la extensión de la hacienda al com-

prar una caballería117 y tres cuartos de tierra ubicadas entre Tepepan, jurisdicción de Xo-chimilco, y San Bartolomé Ocolco.118

Otra hacienda fue la de Olmedo, conocida también como Nuestra Señora de los Dolores de Xaltocan. Entre sus propietarios figuran: el cacique Martín Cerón Alvarado (siglos Xvi al Xvii); Isidro Romaña, en 1794; Joaquín Téllez, en 1836; y José Palacios Romaña, en 1843, quien arrendó la finca —con su ganado, aperos, herramientas y zacate, así como la casa, oficinas, troje, gavillero y era— a Alejandro J. Atocha por cinco años en la cantidad de 2 525 pesos. En 1845, Palacios Romaña, vendió la hacienda al licenciado Félix Nicolás Ortiz en 22 500 pesos, aunque en 1853 la propiedad pasa nuevamente a manos de Romaña y de Jo-

116 agn, Censos, v. 7, exp. 10, 1695; agn, Alcabalas, v. 27, exp. 21, 1802-1805; cfr. Juan Manuel Pérez, Xo­chimilco Ayer II, p. 50.

117 La caballería es una medida de tierra agraria; equivale a 609 408 varas cuadradas, es decir 42.79 hec-táreas; vid. Iris E. Santa Cruz y Luis Jiménez-Cacho, “Pesas y medidas. Las pesas y medidas en la agricultu-ra”, p. 256.

118 J. M. Pérez, op. cit., pp. 49-50.

Figura 95. Hacienda de la Noria. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

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sé Miguel Sánchez Hidalgo, quienes tuvieron como administrador a Andrés Llaguno.119

La hacienda de riego y temporal de La No-ria es la única que queda en Xochimilco. Fue construida en el siglo Xvii en terrenos que per-tenecieron al cacique indígena Martín Cerón Alvarado. De la hacienda sólo queda la capilla, la casa principal y una troje donde se guardaba trigo y maíz. El 6 de julio 1933 fue declarado Monumento Histórico; fue restaurada en 1979 y 1992. Tuvo varios propietarios hasta 1994, año en que pasa a ser el Museo Dolores Olmedo, que alberga una colección de los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo. En 1999, la hacienda es registrada por el inah en la Sección de Monu-mentos y Declaratorias de Inmuebles.120

Arquitectura de asistencia socialA principios del siglo XX los problemas de salud pública en la población de Xochimilco iban en aumento, sobre todo en las zonas pobres donde prevalecía la desnutrición, la inadecuada higiene en las casas, la presencia de aguas negras, el fecalismo al aire libre, la basura y la fauna nociva. En Xochimilco había un pequeño edificio de la Secretaría de Salud y Asistencia que en poco tiempo fue insufi-ciente para atender la demanda de servicios sanitarios, ya que predominaban entre la po-blación enfermedades respiratorias, digestivas e infecciosas como tuberculosis, sífilis, saram-pión, tifoidea, paludismo y gripa.

En toda la nación había un déficit en el sector salud que obligó a las autoridades a po-ner en marcha un Programa de Salubridad y Saneamiento en toda la República Mexicana. El presidente Manuel Ávila Camacho expidió un decreto, publicado el día 18 de octubre de 1943, que creaba la Secretaría de Salubridad y Asistencia. Con el convenio de 1945, se pro-cedió a la construcción y dotación de equipo de centros de higiene para el Distrito Federal,

119 agncm., v. 3538, Ignacio Peña, notaría 529, 1843; agncm., v. 3542, Ignacio Peña, notaría 529, 1853; agncm., v. 3539, Ignacio Peña, notaría 529, 1845; agn, Bienes Nacionales, v. 857, exp. 16, 1794.

120 Boletín de Monumentos Históricos, núm. 2, p. 111; vid. Registro Público de la Hacienda de San Juan de la Noria, Folio Real número M 09-238-99-00, Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 9 de octubre de 1999.

Figura 96. La Hacienda de la Noria alberga al Museo Dolores Olmedo. (Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, inah.)

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siendo uno de ellos el de Xochimilco, denomi-nado Unidad de Salubridad y Estación de Adiestramiento de Xochimilco D.F.; hacia 1964 cambió su nombre por el de Centro de Salud y Estación de Adiestramiento Xochi-milco.121

El terreno donde se construyó la Unidad de Salubridad fue adquirido por el gobierno del Distrito Federal en la cantidad de 66 975.00 pe-sos por medio de expropiación, reembolsando a los propietarios el valor asignado de la propie-dad. El lugar se eligió por su buena ubicación, ya que se encontraba sobre la avenida Juárez, cerca de la plaza principal de Xochimilco. Con el propósito de que el edificio pudiera verse desde la plaza, el predio fue ampliado con la adquisición de otro terreno más chico,

quedando una superficie total de 30 metros de fondo por 81 metros de largo.

El proyecto arquitectónico consistió en un edificio principal, una pequeña caseta de bombas, baños públicos, la casa del conserje, un garage abierto, cinco perreras y dos peque-ñas construcciones: una para ratas, conejos y cuyos, y la otra para el criadero y estudio de moscas y mosquitos. La construcción general tiene forma de T, el cuerpo principal, con 39 metros de largo y 11.8 metros de ancho, es de dos niveles, y el cuerpo posterior, de 11.7 me-tros de largo, originalmente fue de un nivel, pero años después se le añadió otro piso. En la fachada, chapeada con tezontle, predomina la horizontalidad; los marcos de las ventanas son de forma rectangular-vertical. La portada principal se compone de dos cuerpos, en el primero se encuentra un amplio acceso en-marcado con pilastras de cantería; el segundo cuerpo está compuesto por un balcón con barandal de hierro que da a un vano con arco

Figura 97. Personal del Centro de Salud, 1947. (Archivo Histórico de la Secretaría de Salud.)

121 Archivo Histórico de la Secretaría de Salud (ahss), Fondo Secretaría de Salubridad y Asistencia, caja 5, exp. 13.

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rebajado y marco de cantería que es rematado por un frontón.122

El edificio de los baños públicos, con 10 metros de ancho por 15.1 metros de largo, tuvo un calentador de agua con quemador de petróleo crudo para alimentar las regaderas, de las cuales seis estaban en un salón común para hombres y otras seis en compartimientos individuales para mujeres. Ante la carencia de este servicio en las casas, los lugareños utiliza-ban los baños con mucho agrado. Una usuaria, la señora Benita Flores, recuerda que cuando estaba en la secundaria acudía los sábados a bañarse, junto con su hermana Herminia, porque les gustaba “que saliera agua caliente y abundante”. En esa época era común ver una fila de hombres, mujeres y niños esperando su turno para bañarse.

La Dirección de Cooperación Interameri-cana de Salubridad Pública de México pro-porcionó los recursos para la dotación del

equipo y se encargó de elegir por concurso al contratista que presentara el presupuesto más económico. Salió favorecido el ingeniero José Gutiérrez Sola quien se comprometió a proporcionar los materiales enlistados en el presupuesto (la Secretaría aportó otros materiales), el equipo, la mano de obra y la vigilancia dentro de un plazo de 225 días. El contrato fue firmado el 6 de agosto de 1945. El presupuesto estimado de la obra fue de 339 500 pesos, al que después se le agregaron 92 150. La inauguración se llevó a cabo el 31 de octubre de 1947.

La Unidad de Salubridad contó con los siguientes servicios: clínica para prenatales y posnatales; exámenes y tratamientos médicos en general; dispensario para control y examen de tuberculosis con fluoroscopio y equipo de neumotórax; examen y tratamiento de las enfer-medades venéreas; laboratorio equipado; con-sultorio dental con un sillón fijo y uno portátil; consultorios para los doctores; oficinas para las enfermeras visitadoras e inspectores sanitarios, encargados de aplicar vacunas y dar orientación para la salud, principalmente a domicilio y en

Figura 98. La señora Concepción Serralde, de San Gregorio Atlapulco, trabajó en el Centro de Salud como auxiliar de enfermería. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

122 Araceli Peralta Flores, “El Centro de Salud Xo-chimilco”, pp. 10-11.

Figura 99. Vista general del Centro de Salud, 1947. (Archivo Histórico de la Secretaría de Salud.)

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las escuelas. La señora Benita Flores refiere que las enfermeras visitadoras se enfrentaron al problema de que las madres escondían a sus hijos para evitar que fueran vacunados, porque creían que la fiebre originada por la reacción normal de la vacuna, era una enfermedad.

En 1947, el director del Centro de Salud fue el doctor Alejandro Guevara Rojas, a quien la Sociedad Médica Xochimilquense denunció en 1952 por supuestos malos manejos y falta de ética profesional. En 1964 el director fue el doctor Juan Mora Sánchez. La Secretaría de Salubridad y Asistencia, a través de la Dirección de Salubridad en el Distrito Federal, propor-cionó el personal y los materiales necesarios para el mantenimiento del edificio. La calidad de las instalaciones y la esmerada atención del personal hizo que el Centro de Salud en sus primeros años de vida fuera considerada una de las estaciones de adiestramiento de más prestigio en el país.123

Arquitectura funerariaLos cementerios y sus monumentos funera-rios, como señala Ethel Herrera, son testimo-nios culturales de gran valor histórico, artísti-co y patrimonial, en el que se llevan a cabo ritos y tradiciones relacionadas con la muerte. La palabra cementerio, proviene del latín, coementerio, que significa “lugar de reposo”; es un terreno destinado a enterrar cadáveres. Los monumentos funerarios se encuentran en peligro de desaparecer, debido principalmen-te a la falta de lugares que cubran la demanda de sepulturas, lo que ha influido en el aumen-to de incineraciones. Otro problema que en-frenta este tipo de arquitectura es la destruc-ción y saqueo de sus elementos ornamentales, por ello es necesario promover declaratorias federales y locales de los panteones históricos, que favorezcan su protección jurídica.124

125 Ibid., pp. 3, 352.126 Ibid., p. 33.127 El 16 de octubre de 1938, los hermanos Morones,

después de muchos trámites y por acuerdo presidencial, lograron que los restos de Fernando Celada, fueran ex-

A partir de la segunda mitad del siglo XiX, con la expedición de las Leyes de Reforma, quedaron prohibidos los cementerios en los tem-plos, conventos, hospitales y pueblos aledaños de la ciudad de México, aunque la disposición no fue aplicada de manera inmediata en las po-blaciones más alejadas. En la actualidad existen 115 panteones activos en el Distrito Federal; la Delegación Xochimilco es la demarcación con mayor número de ellos, ya que tiene 15 cemen-terios: Xilotepec, Santa María Tepepan, Santa Cruz Xochitepec, Santiago Tepalcatlalpan, San Lucas Xochimanca, San Andrés Ahuayucan, San Lorenzo Atemoaya, San Mateo Xalpa, Santa María Nativitas, Santa Cruz Acalpixca, San Gre-gorio Atlapulco, San Luis Tlaxialtemalco, San-tiago Tulyehualco, San Francisco Tlalnepantla y Santa Cecilia Tepetlapa.125 Estos panteones requieren de un estudio arquitectónico integral con base en el registro fotográfico, geoposiciona- miento, análisis de su desarrollo y diagnóstico.

El panteón de Xilotepec es el más impor-tante de Xochimilco, su fundación correspon-de a la segunda mitad del siglo XiX; tiene una superficie de 119 362 metros cuadrados, cuen-ta con 21 871 perpetuidades y tiene una capa-cidad para 34 065 sepulturas.126 Las tumbas más antiguas que aún existen en el panteón son de la primera mitad del siglo XX; destaca la calidad de la cantera utilizada y los diseños esculpidos en ellas. La mayoría se encuentran abandonadas, saqueadas y destruidas, sin que nadie se preocupe por su conservación como patrimonio cultural.

En la década de los setenta se construye la Rotonda de los Hombres Ilustres de Xochimil-co, donde están depositados los restos de per-sonajes como el compositor Quirino Mendoza, el pintor Francisco Goitia y el poeta Fernando Celada,127 entre otros. Con el aumento de po-

123 Ibid., p. 12.124 E. Herrera, op. cit., p. 11; vid. E. Herrera, Restau­

ración integral del Panteón de Dolores, p. 341.

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blación ha crecido la demanda de espacios para sepulturas; en 1974 las autoridades deci-dieron suprimir las perpetuidades, y con ello ha desaparecido la construcción de monu-mentos funerarios de calidad.

Espacio públicoLos espacios abiertos o públicos de Xochimilco forman parte integral de la traza y están defini-dos por los paramentos de los edificios o los límites de predios. Corresponden a las plazas, calles, jardines y áreas verdes, en ellos la pobla-ción circula, se reúne, descansa o se recrea, pero sobre todo es un punto de cohesión de la identidad de Xochimilco. El lugar de reunión por excelencia es la plaza y los jardines Hidalgo y Juárez, que junto con la actividad comercial del mercado, refuerzan la convivencia de los pobladores. Los canales y chinampas también son espacios públicos de reunión, porque cum-plen funciones de recreación, comunicación

Figura 100. Lápida funeraria de 1567 con inscripciones en náhuatl, ubicada en la fachada principal del templo de San Bernardino de Siena. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 101. Tumbas que estuvieron en el atrio del convento de San Bernardino de Siena, ca. 1920. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

Figura 102. Tumbas destruidas por el abandono y el saqueo de sus materiales constructivos. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

humados y trasladados en una urna, del Panteón Civil de Dolores al Panteón de Xilotepec, en Xochimilco, vid. Sergio Cordero Espinosa, et. al., Fernando Celada Miranda y su obra poética. (1873­1929), p. 139.

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pluvial, riego y pesca. Se debe evitar la modifica-ción de estos espacios, respetando el trazo original, los perfiles del terreno, vegetación, mobiliario original, monumentos conmemorati-vos, cuerpos de agua, quioscos, entre otros.128

El atrio de San Bernardino es un espacio re-ligioso que por su ubicación en el centro se ha convertido en un importante espacio cultural en el que se llevan a cabo, tanto ceremonias religiosas como actos públicos, tales como conciertos, exposiciones fotográficas, obras de teatro, etc., actividades que han sido apoyadas por el párroco Adrián Huerta Mora. Otros espacios de cohesión social son las plazuelas de los barrios ubicados frente a las capillas, que son lugares abiertos para la realización de actividades religiosas y civiles.

La participación de la sociedad civil en la defensa del patrimonio cultural en los últimos años ha crecido. Los grupos, asociaciones y co-lectivos autónomos que han surgido en Xochi-milco buscan espacios públicos para realizar actividades artísticas y culturales, lo que permi-te fortalecer la expresión cultural, política y recreativa. Algunos de estos grupos son: el Co-lectivo Chachalacatlahtoa que es un proyecto multidisciplinario independiente que busca gestionar y difundir las expresiones culturales y artísticas, antiguas y contemporáneas de los pueblos y barrios originarios de Xochimilco y de la ciudad de México; el grupo está inte- grado por el Colectivo Intermitente, Colectivo Tollan, Mich Producciones, Taller Cartonte-rías, periódico La Tilapia y café La Espalda de Dios. El Colectivo Xochimilco no te mueras, cuyas actividades culturales son realizadas principalmente en la plazuela del barrio de Tlacoapa. El Colectivo Tlalli, que lleva a cabo

128 N. Rodrigo, P. Trujillo, I. Infante y D. Castillo, op. cit.

Figura 104. Capilla del señor Daniel Almazán, quien fue propietario de pulquerías. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 103. Conjunto funerario de la primera mitad del siglo XiX, de los que quedan muy pocos ejemplos. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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su trabajo en el Jardín Cultural Atlalxinalxó-chitl, frente al embarcadero Fernando Celada. El Colectivo Trajín que promueve y difunde la literatura desde Xochimilco.

La Compañía Artística Tlatemoani, dirigida por Rodolfo Vázquez y Elizabeth Acevedo, difunde las tradiciones, leyendas e historia de Xochimilco a través del teatro, la danza y la música; entre los espectáculos que realizan están “Retorno al Mictlán”, “Los muertos vie-nen en trajinera”, “Los pregones de México y Xochimilco prehispánico”.

Como parte del proyecto Dignificando el legado cultural que nos sustenta en Xochimil-co, coordinado por el promotor cultural Mario García Benigno, se han organizado eventos como el Festival Musical Cultural Autóctono y el Festival de Medicina Tradicional y Herbo-laria, espacios en donde participan grupos artísticos como el Ballet Irerixóchitl, “flor de amanecer”, Zacapa-Altépetl y Huitzillihuitl, el grupo de música prehispánica Mezme, así como diversos cronistas, artistas, poetas y mú- sicos, quienes difunden la riqueza de la cul-

tura xochimilca en lugares como el centro de Xochimilco, las delegaciones de Coyoacán, Iztapalapa, Cuauhtémoc, Cuajimalpa y en el Estado de México.

Figura 105. Exposición fotográfica con motivo de las fiestas patronales de San Bernardino de Siena, organizada por el Grupo Cultural San Francisco de Asís. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 106. Actividad cultural del colectivo Chachalacatlahtoa, en la plazuela del barrio de San Esteban. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 107. El Colectivo Chachalacatlahtoa en una de sus actividades culturales. (Fotografía de Tzutzumatzin Soto Cortés.)

Figura 108. Grupo de música prehispánica en el II Festival Expresarte organizado por la Compañía Artística Tlatemoani. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 109. Presentación del Diccionario del náhuatl en el español de México, publicación coordinada por Carlos Montemayor. Evento organizado por Mario García, en el auditorio de la Delegación Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

El espacio constituye una de las propieda-des de la intangibilidad en materia cultural,129 es el soporte material de las tradiciones reli-giosas de los xochimilcas. Esta territorialidad definida ha permitido la continuidad genera-cional del culto a imágenes como el Niñopa, la Virgen de Xaltocan, San Bernardino de Siena, el Señor de Chalma y las fiestas en honor a los santos patronos de los 17 barrios, que se llevan a cabo dentro de la traza conformada por el centro y los barrios.

Las festividades religiosas son una amalga-ma de tradiciones, creencias, memoria colec-tiva e individual, ritos, sentidos, emociones, valores, sonidos, olores, sabores, decoración efímera y rutas sagradas. Flores, cohetes, músi-ca de viento y danzantes engalanan el paso de las procesiones. Iglesias, capillas, casas y calles se transforman temporalmente en espacios sagrados, que son adornados con portadas de flores y banderitas de colores. Sin duda algu-

Figura 110. Portada de flores naturales dedicada al Niñopa en el barrio de San Esteban, donada por la familia Rodríguez Villalobos en 2009. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

129 Jesús Antonio Machuca, “Notas sobre el patri-monio cultural intangible”, p. 11.

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na, la dualidad de lo material e inmaterial es inseparable en la dinámica cultural.

Como parte del ornato del espacio público se encuentran los monumentos conmemorati-vos, que son obras o construcciones públicas que conmemoran hechos o personajes.130 En los jardines Hidalgo y Juárez, ubicados en el centro de Xochimilco están las esculturas alu-sivas a personajes históricos como Benito Juá-rez, Cuauhtémoc, Juan Badiano y Martín de la Cruz. El monumento a Miguel Hidalgo fue re-ubicado y ahora se encuentra frente a la Fuen- te de la Sirena.

En diciembre de 2008, el gobierno dele-gacional a cargo de Uriel González, llevó a cabo obras de remodelación en la plazuela “Fernando Celada”, en donde fue construida la Rotonda de Personajes Ilustres. Aquí están los bustos de personajes que han forjado la historia local, como el poeta y periodista Fer-nando Celada; Juan Badiano, que tradujo del náhuatl al latín el Códice de la Cruz-Badiano; el pintor zacatecano Francisco Goitia, que vivió en Xochimilco; y el compositor Quirino Mendoza y Cortés, autor de la canción Cielito lindo.131

131 M. del Valle Trujillo, op. cit., p. 40; vid. InfoXochi. Órgano de difusión de la Delegación Xochimilco, núm. 23, año 2, marzo de 2008, p. 8.

130 Mario Camacho Cardona, Diccionario de Arquitec­tura y Urbanismo, p. 473.

Figura 111. Busto de Benito Juárez junto a la basura, durante las obras de remodelación del jardín. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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patrimonio inmaterial

La cultura en sí misma es intangible, pero sus manifestaciones y productos se pueden exte-riorizar de modo tangible. La importancia del patrimonio inmaterial o intangible, como “cri-sol de la diversidad cultural”, fue reconocida por la unesco en 1990, sin embargo tuvieron que pasar varios años para que algunos países iberoamericanos incluyeran su protección en su legislación nacional y realizaran su registro, inventario y promoción.

El concepto de patrimonio cultural inmaterial quedó definido en el documento de la “Conven-ción para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, París, 17 octubre de 2003”, como:

los usos, representaciones, expresiones, conoci-mientos y técnicas —junto con los instrumen-tos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes— que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reco-nozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunida-des y grupos en función de su entorno, su inter-acción con la naturaleza y su historia, infundién-doles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y creatividad humana.1

En un sentido más general, el patrimonio intangible comprende: tradición y narrativa; conocimientos tradicionales sobre cocina, ciclos agrícolas, herbolaria y medicina tradi-cional; mitos y concepciones del universo y la naturaleza; espacios y entorno geográfico dotados de valor simbólico; expresiones dancísticas y musicales; vida y festividades re-ligiosas; diseños en todas las artes populares y oficios artesanales; destrezas y habilidades de

1 “Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, París, 17 octubre de 2003”, p. 2;

vid. Óscar Navajas Corral, “El valor intangible del pa-trimonio”, en Portal Iberoamericano de Gestión Cultural, octubre 2008, Boletín 17, www.gestioncultural.org

Figura 1. Indios de Xochimilco. Acuarela sobre papel de Diego Rivera, 1941. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

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los creadores en todas las artes y oficios arte-sanales, incluyendo las técnicas y tecnologías tradicionales.2

Lo relevante del patrimonio inmaterial es que reúne las diferentes expresiones y mani-festaciones de la vida de los pueblos que han sido heredadas de generación en generación, propiciando la cohesión social entre los miem-bros de un grupo. Aquí el papel del portador o transmisor de cultura es fundamental porque reconoce, reproduce, transmite, transforma, crea y forma cierta cultura en y para una comu-nidad. Sin embargo, se debe tener presente el hecho de que con el transcurrir de los años, cambia lo transmitido, de modo que el men-saje se va transformando. Así, la colectividad

imprime, de forma anónima, su huella al aña- dir nuevos elementos.3

2 “Patrimonio cultural inmaterial y turismo: salva-guardia y oportunidades” (folleto).

Figura 2. Chinelos bailando para el Niñopa; al fondo el ahuehuete del barrio de San Juan. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

3 Jesús Antonio Machuca, “Notas sobre el patrimo-nio cultural intangible. Patrimonio cultural (unidad de significado y materia)”, pp. 17, 19.

Figura 3. El baile del barril se hace para el cambio de mayordomo de la Virgen de Xaltocan, en Santa Cruz Acalpixca. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 4. Maguey adornado con banderitas de papel, flores y jarritos, en el baile del barril. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Considerando la importancia que reviste este patrimonio, el 20 de abril de 2006 entró en vigor en México el decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación del 28 de marzo, que ratifica los términos de la Convención para la Salvaguardia del Patrimo-nio Cultural Inmaterial de la unesco, al que se han sumado 30 países. Una de las primeras tareas como Estado Parte de la Convención es la realización de un inventario del patrimonio cultural inmaterial de México.4

Por su propia naturaleza, el patrimonio intangible es frágil y más vulnerable que otras manifestaciones culturales, ya que depende de actores y condiciones sociales y medioambien-tales que permitan su florecimiento y supervi-vencia. El crecimiento urbano desmedido y las

migraciones del campo a la ciudad o al extran-jero, conllevan a la transformación o pérdida de las identidades locales y regionales,5 razón por la que el gobierno debe comprometerse a buscar acciones que permitan su difusión y a mantenerlas como manifestaciones vivas. Sin duda, mejorar la educación y las condiciones de vida laboral de sus habitantes, deben for-man parte de la política cultural del país.6

El turismo es un hecho de la cultura, que permite conocer y apreciar el rico y variado patrimonio cultural. Sin embargo, el turismo masivo, sin una planificación adecuada, puede producir un impacto negativo y convertirse en un riesgo grave para las expresiones culturales y tradicionales, y puede contribuir a perturbar, banalizar y degradar los ritos y bienes del patri-monio cultural de las comunidades locales.7

4 “Patrimonio cultural inmaterial y turismo: salva-guardia y oportunidades” (folleto).

Figura 5. Dulce cristalizado elaborado en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 6. Productos derivados del amaranto, elaborados en el pueblo de Santiago Tulyehualco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

5 La planeación y gestión del Patrimonio Cultural de la Nación. Guía técnica, p. 15.

6 Política cultural es el conjunto de orientaciones y principios que guían la acción de los servicios que presta el Estado y que concretizan las leyes a través de progra-mas y proyectos de la cual son encargados de operar una serie de órganos del Estado (inah, inba, ini, etc.) que tienen por finalidad satisfacer las necesidades culturales de la comunidad, vid. Luis Garza, “Legislación y política cultural”, p. 106.

7 “Patrimonio cultural inmaterial y turismo: salva-guardia y oportunidades” (folleto).

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Figura 7. Un típico paseo en trajinera, ca. 1960. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 8. Turistas en el embarcadero de Nativitas Zacapa. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

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En la convención celebrada en Nadar, Japón, en 2004, se señaló que el patrimonio inmaterial debe estar vigente, activo y vivo en la comunidad que lo habita. Las acciones para su conservación permitirán la continuidad y transmisión de valores y actitudes. En el nivel internacional se han creado instancias como el Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de América Latina (crespial), entidad adscrita a la unesco con sede en Cusco, Perú; y la organización de los Encuentros para la Promoción y Difusión del Patrimonio Inmaterial de Iberoamérica, que ha hecho publicaciones sobre el tema, además de los esfuerzos hechos por los gobiernos de Brasil, Argentina, México y Perú por diseñar políticas públicas nacionales al respecto.8

En el Portal Iberoamericano en Gestión Cul-tural, los expertos e investigadores iberoame-ricanos hacen contribuciones sobre aspectos conceptuales, análisis de casos puntuales, los efectos de la globalización, la participación del Estado, el registro e inventario, el rol que de- ben tener las comunidades que crean y re-crean este patrimonio, y la función del gestor del patrimonio inmaterial.9

En México, el inah, por medio del direc-tor de Patrimonio Mundial, Javier Francisco López, conformó en 2002 el grupo de trabajo para la Promoción y Protección del Patrimo-nio Cultural Inmaterial, integrado por varias instituciones, cuyo objetivo fue construir las bases del Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial, así como crear los mecanismos ade-cuados para su protección y promoción.10 No obstante, se debe trabajar más en la definición del concepto de patrimonio intangible, para poder crear mecanismos de apoyo y políticas

más claras, ya que existen leyes que no cubren todos los aspectos relevantes para su estudio e intervención.11

La Ley Federal sobre Monumentos y Zo-nas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972, en su Artículo 33 señala que “podrán ser declaradas monumentos las obras de artistas mexicanos, cualquiera que sea el lugar donde sean producidas”.

Figura 9. Las mascotas que soñé y Cipactli de Raúl González Cortés, originario de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 10. Bajo el amparo de tu infinita fragilidad, de Ivonne Limón, pintora residente de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

8 Diana Guerra Chirinos en Portal Iberoamericano de Gestión Cultural, octubre 2008, Boletín 17, www.gestioncultural.org

9 Ibidem.10 Francisco López Morales, “Proceso de elaboración

del Inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de Mé-xico. Avances”, en Portal Iberoamericano de Gestión Cultu­ral, octubre 2008, Boletín 17, www.gestioncultural.org

11 Juan Manuel Rocha, “Conceptualización y de-fensa del patrimonio cultural. Relatoría Mesa X”, v. 2, p. 1219.

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tradiciones y fiestas

El territorio de Xochimilco está conformado por pueblos y barrios originarios. Para el an-tropólogo Andrés Medina, el pueblo origina-rio se define como una “comunidad agraria, corporada, cuyas formas de trabajo, cultura y relaciones sociales se han construido milena-riamente a partir del desarrollo de una agri-cultura centrada en el complejo del maíz”.12

Ante el embate de la urbanización, los pueblos originarios han tenido que reconfigurarse, optando por una actitud fuertemente conser-vadora y defensiva, con el fin de preservar lo que aún les queda de su base agraria y organi-zación comunitaria.13

Los sistemas de conocimiento tradiciona-les, especialmente los de las poblaciones autóc-tonas, han quedado reconocidos y protegidos en la “Declaración Universal de la unesco so-bre la Diversidad Cultural, del 2 de noviembre

12 Andrés Medina Hernández, “Pueblos antiguos, ciudad diversa. Una definición etnográfica de los pue-blos originarios de la Ciudad de México”, p. 4.

Figura 11. Edgar Valverde, artista plástico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 11a. Obra plástica de Rubén Poblano Cordero, oriundo de Xochimilco. (Fotografía de Ana María Sánchez Lujano.)

13 Ibid., p. 4.

Figura 12. Procesión con el estandarte de San Luis Obispo, en la fiesta patronal. (Fotografía de José Genovevo Pérez Espinosa.)

Figura 13. Mujeres preparando la comida tradicional en una posada ofrecida al Niño de Belén. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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de 2001”.14 En el caso específico de Xochimil-co, éste cuenta con un rico patrimonio intan-gible que se expresa en la religiosidad popular, la tradición oral y los mitos. La religiosidad popular es el conjunto de relaciones sociales y prácticas simbólicas consideradas como re-ligiosas por los pueblos originarios.15 Aquí la fiesta tiene un papel tan preponderante que suele decirse que “Xochimilco tiene más fies-tas que días del año”. Para los antropólogos la fiesta es una forma de canalizar las tensio-nes sociales.

El mito como “una forma vivencial de la co- munidad que trae la remembranza de hechos pasados y que refuerza ideologías determina-das”,16 es la representación viva de un hecho

concreto que tiene significado a nivel indivi-dual y social. El mejor ejemplo es el culto al Niñopa o Niñopan, cuya devoción es la más importante de la región. La imagen es símbo-

14 “Documentos unesco”, p. 8.15 Vania Salles y José Manuel Valenzuela, En muchos

lugares y todos los días. Vírgenes, santos y niños Dios, Mística y religiosidad popular en Xochimilco, p. 8, apud, Gilberto Giménez, Cultura popular y religión en el Anáhuac, Méxi-co, Centro de Estudios Ecuménicos, 1978.

16 Beatriz Canabal, Xochimilco una identidad recreada, p. 190.

Figura 14. El Niñopa y su territorialidad; altar de una posada ofrecida por la familia Rosas Ríos en el barrio de San Lorenzo, 2000.

Figura 15. Mujer del barrio de San Esteban con el Niñopa, 1953. (Fotografía de Benita Flores López.)

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lo de identidad xochimilca que hace a su co-munidad un “pueblo diferente” en una ciudad tan absorbente como la de México; su ritual es producto de una tradición centenaria que lo convierte en una narración de hechos sin tiempo.

El Niñopa es una imagen sagrada con una territorialidad definida, esta característica ha permitido su continuidad generacional. Alre-dedor de esta particular imagen del Jesús niño se ha generado un círculo ritual que compren-de la realización de festividades que se llevan a cabo durante todo el año, muchas de las cuales congregan a un número considerable de perso-nas que manifiestan su devoción de múltiples maneras, siendo una de las más usuales las pro-cesiones que acompañan a la imagen con flo- res, cohetes, música de viento y comparsa de

chinelos.17 Las procesiones son una forma de apropiación del espacio, que perpetúan y refrendan los límites territoriales, étnicos, históricos o de culto.18

En todos los barrios y pueblos de Xochimil-co hay una gran veneración a la imagen del Jesús niño o niños Dios, entre los más renom-brados, aparte del Niñopa, quien encabeza la lista, están el niño de Belén, el Dormidito de Xaltocan, el Tamalerito de San Antonio, el del barrio de San Juan, Emanuel de Santiago Te-palcatlalpan, el del Chiquihuite, el Chinamperi-

Figura 16. Procesión en el cambio de mayordomía del Niñopa. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

17 Araceli Peralta, “El Niñopa: símbolo de identidad cultural xochimilca”, p. 23; vid. Rodolfo Cordero Ló-pez, Xochimilco. Tradiciones y costumbres, p. 37.

18 Alicia M. Barabas, “Territorialidad simbólica, santuario y peregrinaciones”, v. 1, p. 287.

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to de Caltongo, el de San Bernardino de Siena, el Tepalcaterito de San Pedro, entre otros.

Toda alusión al patrimonio cultural intan-gible implica un soporte humano y material, por lo que la dualidad entre lo sagrado y lo terreno son inseparables en la dinámica cultu-

Figura 17. El Niñopa, antigua imagen itinerante de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 18. El niño de Belén, una de las imágenes más antiguas de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 19. Niño Dios conocido como “El Chinamperito”. (Fotografía de Ana María Sánchez Lujano.)

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Figura 20. Posada del Niño Dormidito, en el barrio de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

ral. Las costumbres y tradiciones xochimilcas se reproducen en la traza urbana de Xochimil-co porque es un referente de identidad, terri-torialidad e integración. El espacio público se convierte temporalmente en espacio sagrado ante las manifestaciones de veneración a imá-genes como el Niñopa, la Virgen de los Dolo-res, los niños Dios de barrios y pueblos, San Bernardino de Siena, los santos patronos de los barrios, el Señor de Chalma, la Virgen de Gua-dalupe, la Santa Cruz, el Día de Muertos, en- tre otros. Las calles, como rutas procesionales, son adornadas con banderitas de colores y portadas para engalanar las procesiones re-ligiosas, que casi siempre van acompañadas por la banda de viento, danzantes (concheros o chinelos) y cohetes. El paso de estos santos renueva, recuerda y perpetúa el territorio his-tórico-devocional.

Los templos y capillas dan sentido a la religiosidad popular al favorecer la identidad comunitaria y la participación social. El man-tenimiento de los inmuebles religiosos, en su mayoría históricos, se hace con aportaciones de la población, en especial cuando se acerca la fecha de la fiesta del santo patrón. Los habi-tantes acostumbran festejar en su casa la fiesta del pueblo o del barrio con mole, tamales de frijol y arroz, alimentos que son ofrecidos a

los invitados. El tema de la comida tradicional está muy vinculado con el calendario festivo de Xochimilco.

Gran parte de las festividades y tradiciones de Xochimilco son de carácter religioso, cuyo antecedente se remonta a épocas muy anti-guas. Existen muchos ejemplos de este tipo de manifestaciones. Una de ellas es la del “tulear-co”, que consiste en una enramada de forma rectangular, hecha con tule al que le colocan banderitas de colores de papel picado y flores naturales.

Los habitantes del barrio de San Francisco Caltongo se encargan de su elaboración, para ello, el mayordomo en turno acude acompa-ñado de familiares y vecinos a la laguna de Chicoco, para cortar el tule; a las personas que participan se les ofrece tamales y atole. El “tulearco” es una ofrenda de los habitantes de Caltongo a la capilla de Santa Crucita Analco, ésta se entrega en la fiesta del barrio que es el domingo de Petencostés. Rodolfo Cordero señala que esta ofrenda representa una chi-nampa con sus hortalizas y flores, por lo que se podría interpretar como una petición a Dios para tener buenas cosechas.19

19 R. Cordero López, op. cit., pp. 97-98.

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Figura 20a. Regreso de “chalmeños”, en la tradicional “Encontrada” en el pueblo de Santiago Tepalcatlalpan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

La fiesta patronal más importante en Xochi-milco es la de la Virgen de los Dolores, imagen que se encuentra en el templo del barrio de Xaltocan. Se trata de un santuario mariano que manifiesta lo sagrado dentro de un contexto de eventos milagrosos. El lugar es emblemático al tener reconocimiento y convocatoria colecti-vos, que permiten establecer un circuito ritual, que vincula a un grupo de comunidades afines, al tiempo que mantienen relaciones de inter-cambio parental y festivo dentro de un área no sólo geográfica, sino también simbólica.20

La fiesta dura un poco más de dos semanas e inicia 15 días antes del miércoles de ceniza con el “paseo de la bandera”, que consiste en que los vecinos salen de Xaltocan en sábado para recorrer a pie, con una réplica de la Vir-gen, los 17 barrios de Xochimilco para invi-tarlos a su fiesta;21 las personas que forman la procesión llevan en la mano una caña adorna-da con una banderita. En la fiesta participan

los barrios y pueblos de Xochimilco, quienes se organizan en mayordomías para acudir al templo un día determinado de la semana; algunos de ellos hacen la “octava”, es decir, regresan a los ocho días. El domingo acude el

20 A. M. Barabas, op. cit., v. 1, p. 288.21 Refugio Cabrera y Edwin Stephan-Otto, Ritos

xochimilcas, ritos mexicas y ritos cristianos, p. 46; vid. R. Cordero López, op. cit., p. 41.

Figura 20b. Imágenes del Señor de Chalma. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 21. Capilla de San Cristóbal adornada con una portada de flores y banderitas de papel picado en la fiesta del santo patrón del barrio. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Figura 22. Habitantes del barrio de Caltongo cortando el tule para el “tulearco”. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Figura 23. Elaboración del “tulearco”. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

barrio de San Marcos; el lunes, Caltongo y San Cristóbal; el martes, La Asunción; el miércoles, La Santísima; el jueves, “Cuatro Barrios”, es decir, San Diego, San Lorenzo, San Esteban y La Guadalupita; el viernes, Tlacoapa; el sá-bado, nuevamente La Asunción y el segundo domingo, San Juan.

Las procesiones siempre llevan una réplica de la Virgen de Xaltocan, así como una ofren-

da consistente en una portada que colocan en el acceso norte de la entrada al atrio, en la fachada principal del templo o en el interior; la portada está hecha con flores naturales, semillas u otros materiales ornamentales. La procesión más vistosa de los barrios del centro de Xochimilco que va al santuario de Xaltocan es la de “Cuatro Barrios”, porque se unen los de San Esteban, San Diego, La Guadalupita y

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San Lorenzo, que acuden al templo el primer jueves de fiesta. En la segunda semana le toca a los pueblos circunvecinos, en donde destaca la procesión conformada por los pueblos de Santa María Nativitas y Santa Cruz Acalpixca, que acuden con sus “ruedas de salva” (pirotec-

Figura 24. Procesión del “tulearco” (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Figura 25. El “tulearco” colocado en la capilla del barrio de Santa Crucita Analco. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Figura 26. Santuario de la Virgen de los Dolores, barrio de Xaltocan. (Archivo Geográfico Jorge Enciso de la cnmh-Conaculta-inah.)

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nia) y música de chirimía el primer domingo de fiesta.22

La fiesta de la Santa Cruz, que se realiza ca-da 3 de mayo, es otra práctica religiosa impor-tante en los barrios y pueblos de Xochimilco. Es de destacar que en algunas estructuras prehispánicas de los sitios arqueológicos ubi-cados en la zona cerril y de montaña se han colocado grandes cruces, que son veneradas el 3 de mayo, fecha que marca el inicio de las primeras lluvias. Este ritual agrícola prehispá-nico fue integrado a la liturgia cristiana; ori-ginalmente se realizaba en los manantiales y cerros como una ceremonia de petición de lluvia y agradecimiento de la cosecha. La cruz

en Mesoamérica simbolizó unión, las direccio-nes del universo y centro de la tierra, así como los elementos fundamentales para la fertilidad agrícola.23

En México, los albañiles celebran el 3 de mayo como su día. Preparan una cruz hecha de madera de la obra, que adornan con flores y la llevan a bendecir, después la colocan en un lugar alto y visible de la construcción; por la tarde hay comida y música. Pero, ¿qué relación hay entre una ceremonia de petición de lluvia del medio rural en un ámbito urbano? Los albañiles, por lo general, son campesinos que han emigrado a las ciudades, para ellos este ri-tual está más bien vinculado a que las lluvias no

Figura 27. La bandera recorriendo los barrios del centro de Xochimilco. (Fotografía de Ulises Valderrama Abad.)

23 G. Landázuri, L. López y E. Sánchez (coords.), op. cit., p. 42; vid. Sergio Sánchez, “La Santa Cruz: culto en los cerros de la región otomí. Actopan-Ixmiquil-pan”, p. 447.

22 Erasmo Trejo, Estudio geográfico­histórico de los ba­rrios de Xochimilco, p. 53; vid. Gisela Landázuri, Liliana López y Estela Sánchez (coords.), Diversidad religiosa en Xochimilco, p. 42.

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Figura 28. Procesión de “Cuatro Barrios” portando réplicas de la Virgen de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 29. Portada durante la procesión al santuario de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

perjudiquen el trabajo que desempeñan, que no les falte el trabajo y como protección. 24

Entre las celebraciones de la Santa Cruz más grandes de Xochimilco está la del pue-blo de Xochitepec, cuya cruz fue subida por primera vez en 1730. La veneración se inicia con una gran procesión que baja una enorme cruz de 7 m de alto por 50 cm de ancho, del cerro más alto hasta el pueblo, para ser velada entre sahumerios, alabanzas, cantos, danzas, cohetes y rezos. En la madrugada se reparten entre los asistentes tamales, atole, cocoles, café o té, mientras que con flores y cendales borda-dos se decora la cruz. Por la mañana se celebra una misa y la cruz permanece en el templo de Xochitepec para ser adorada, hasta el siguien-te domingo, que es devuelta a su base.

24 Carlos Mercado y Lourdes Serna, “De lluvias y se-cas. Ambiente y naturaleza en los ritos estacionales de la cosmogonía de la dualidad de Mesoamérica”, p. 35.

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Figura 31. Las “ruedas” ofrecidas a la Virgen de Xaltocan por los pueblos de Nativitas y Santa Cruz. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 30. Portada de flores naturales elaborada por la Sociedad Florista del barrio de San Esteban. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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En el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, la cruz fue subida en 1880, la veneración es pa-recida a la de Xochitepec. La gente se da cita en el atrio del templo del pueblo para subir a la cima del cerro Tlacuayeli, en donde se celebra una misa. La procesión es acompa-ñada por bandas de música, danzantes y cohetes.25

Los barrios del centro de Xochimilco llegan a tener varias cruces, distribuidas en distintos puntos, a cada una se le festeja. El 2 de mayo, las personas que se “apuntaron” cumplen su promesa de obsequiar a los vecinos tamales y atole. Entre el 3 y el 5 de mayo en algunos barrios hay baile.

*

En torno a la chinampa se estableció una in-terrelación cultural entre el sistema de pro-ducción y las expresiones simbólicas, tal es el caso de las fiestas patronales y los rituales agrícolas.26 El agua fue indispensable para el cultivo de la chinampa y como medio de sub-sistencia del que se obtenía pescado, almeja, ajolote y patos, entre muchos otros productos. La fertilidad de la tierra, como en cualquier cultura, no sólo dependía de los factores am-bientales, sino de una sólida estructura reli-giosa que se manifestaba con la realización de rituales y ceremonias que propiciaran las

Figura 32. Festejo de La Santa Cruz, en el pueblo de San Lucas Xochimanca. (Fotografía de Rodrigo Ocaña López.)

25 Claudia Elena Moreno Juárez, El Niñopa: la imagen más venerada del pueblo de Xochimilco (reportaje periodísti­co), pp. 74-75.

26 Álvaro López, Manuel Guerrero, Cruz Hernández y Araceli Aguilar, “Rehabilitación de la zona chinam-pera”, p. 201.

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buenas cosechas. Un ejemplo es el 2 de febre-ro de cada año, en el que se hace el cambio de mayordomía del Niñopa, ceremonia en la que algunas personas llevan semillas a bende-cir. La ruptura de la relación hombre-natura-leza ha generado la pérdida de memoria his-tórica, por lo que mucha gente desconoce el origen y propósito de estas ceremonias; no obstante existe un fuerte compromiso perso-nal y social de reproducir las tradiciones he-redadas de los antepasados.

La importancia que tiene la religión para la agricultura es expresada en la realización de nu-merosas fiestas. Aun cuando agoniza el sistema lacustre y la zona chinampera, esto no ha afecta-do de manera sustancial la extinción de las tradi-ciones, debido a que prevalece en la comunidad el compromiso “de preservar la herencia de los antepasados”. Los mayordomos adquieren tem-poralmente el reconocimiento social y cuando aceptan el “cargo” enfatizan a los asistentes que “se debe continuar con la tradición que los abuelos y padres enseñaron a los hijos”.

La religiosidad popular se expresa en el ciclo de las fiestas religiosas y su contexto sim-bólico-ritual. Estos espacios son escenarios de la efectividad de la organización familiar y comunal, en donde las aportaciones en dine-ro, especie y trabajo, permiten llevar a buen término este tipo de compromisos. Cabe men-cionar que la jerarquía católica tiene muy poca injerencia en la preparación de estas fiestas porque la comunidad ha defendido su autono-mía económica y de organización.

Durand señala que en las organizaciones re-ligiosas “hay una clara desconexión de lo cívico religioso con lo propiamente cívico o lo políti-co, incluso hay un deslinde de la relación con la Iglesia o el párroco, la relación con las autori-

Figura 33. Hombre mayor deposita simbólicamente en un niño la herencia de los antepasados. “Taller de valores patrimoniales de Xochimilco”, Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl, 2009. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 34. La pirotecnia es muy importante en las fiestas religiosas. El “avión” rumbo al templo de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 35. “Toritos” en espera de ser quemados en la fiesta del barrio de Santa Crucita. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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dades es también de autonomía (no permiten la injerencia de los funcionarios de la delegación), pero exigen apoyo por ser una práctica tradi-cional del pueblo o del barrio”.27 Este tipo de organización únicamente se restringe al ámbito religioso, ya que no se lleva a la acción cívica, “como defender al barrio o al pueblo, represen-tarlo ante las autoridades, promover su desarro-llo, encauzar sus demandas urbanas”.28

En 1994, con la celebración del Sínodo Ar-quidiocesano, la jerarquía católica replanteó sus estrategias de evangelización, fijándose el objetivo de emprender la “nueva evangeliza-ción”, aprovechando y orientando la religio-sidad popular “sin destruirla por seguir contri-buyendo a afianzar la fe de los católicos”.29

La mayor parte de la población de Xochi-milco es católica, aunque es innegable el sur-gimiento de otras religiones, cuyos miembros no comulgan con las tradiciones locales. Los primeros núcleos evangélicos hacen presencia en el pueblo de Santiago Tulyehualco hacia 1881, en donde establecieron la Iglesia Me-todista de México. A principios del siglo XX

se funda la Iglesia Nacional Presbiteriana de México en el centro de Xochimilco.30

Estos grupos cuestionan a los católicos por “derrochadores” y piensan que deberían guardar su dinero para las adversidades eco-nómicas. Los Testigos de Jehová y la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, critican a los católicos por la tendencia a la “idolatría”, sin embargo, lo que no consideran ni aceptan los miembros de estas religiones es el valor patrimonial de estas fiestas, que desde tiempo inmemorial han propiciado la solidari-dad e identidad entre sus habitantes. A pesar de las diferencias ideológicas, ha prevalecido la tolerancia religiosa, lo que ha evitado cual-quier tipo de enfrentamiento.31

Lo que para los xochimilcas es la continui-dad de sus tradiciones, para los no devotos, e in- cluso algunos devotos, es una invasión del espa-cio público, ya que en muchos casos se utilizan y cierran las calles para la realización de las fies-tas, generando severos problemas viales. Esta situación debe ser atendida y resuelta en común acuerdo entre la comunidad, el gobierno local y las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal.

Aparte de los efectos que ha tenido en Xochimilco la presencia de diferentes religio-nes, existen otros factores que han mermado el patrimonio intangible, como el alto costo económico que implica la realización de una fiesta religiosa, la desconfianza a las asociacio-nes en lo concerniente al manejo del dinero y la desarticulación social. En Santiago Tepal-catlalpan, por ejemplo, el sacerdote se quejó de que muchas familias se negaron a recibir en sus casas al santo patrono del pueblo. Tam-bién dijo que la capilla de Chalmita, a la que acostumbran pasar las personas que regresan de Chalma durante “La Encontrada”,32 tenía el

Figura 36. Iglesia Nacional Presbiteriana en el barrio de San Esteban. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

27 Víctor Manuel Durand Ponte, Desigualdad social y ciudadanía precaria ¿Estado de excepción permanente?, p. 170.

28 Ibid.29 V. Salles y J. M. Valenzuela, op. cit., p. 61; vid. G. Lan-

dázuri, L. López y E. Sánchez (coords.), op. cit., p. 40.

30 G. Landázuri, L. López y E. Sánchez (coords.), op. cit., p. 30.

31 Ibid., pp. 43, 44.32 “La Encontrada” consiste en que familiares y

amigos reciben con comida y música a los peregrinos

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Figura 37. Concheros en el atrio del templo de la Virgen de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 38. Huehuenches de “Cuatro Barrios” rumbo al santuario de Xaltocan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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problema de que los mayordomos no pagaron el consumo de agua, por lo que pidió a los feligreses ser mejores cristianos y procurar que la capilla tenga mayordomos honrados.33

Otro problema en relación con la continui-dad de las tradiciones, es lograr que alguien quiera ser mayordomo, sobre todo porque im-plica un fuerte gasto económico. En el barrio de San Esteban, por ejemplo, la festividad de Nochibarrio, que se hace en domingo, des-pués del día jueves en que “Cuatro Barrios” acude al santuario de Nuestra Señora de Xal-tocan, ha tenido que modificarse en cuanto al lugar de su realización para “que no se pierda la tradición”. Los integrantes de la Sociedad Floricultora han optado por aceptar mayordo-mos que ya no viven en el barrio, por lo que la fiesta se realiza en otros barrios o pueblos de Xochimilco. Cuando no hay mayordomo, la Sociedad se organiza, de modo que todos sus miembros se hacen cargo de los gastos y el trabajo que implica la fiesta.

leyendas

En torno a las leyendas que hay en Xochimilco, éstas pueden analizarse desde varios enfoques, como el antropológico, etnológico, histórico y sociológico, porque toca aspectos de índole mítica, mágica, religiosa y lúdica. La leyenda, como señala Salles, tiene la característica de reproducirse, y en ocasiones actualizarse, me-diante diferentes vías tanto orales como escritas, pero en general se reproducen de manera oral en los espacios de la ficción. Son creaciones de un colectivo, que encuentra en el anonimato una modalidad idónea para legitimarse.34

Las leyendas contienen una extraordinaria riqueza simbólica, creencias, representaciones imaginarias, sonidos, emociones y configuración de espacios a través de personajes como La Sire-

na, El Charro Negro, La Llorona, El Nahual, Los Sabios de Chililico, Cihuacóatl y Mictlancíhuatl, entre muchos otros.35 Una de estas leyendas es “El encuentro entre la luna y el toro”:

En las chinampas de Xochimilco un rico ha-cendado tenía un majestuoso y robusto toro, de pelaje tan blanco como la nieve. Su dueño lo presumía adonde quiera que iba; pobres y ricos querían tener a tan singular animal en su corral, pero el dueño no pretendía vender-lo ni mucho menos prestarlo para cruza, nin-gún dinero lo tentaba. La fama del toro llegó a los propietarios de la hacienda de Villa Coapa-Tepepan, quienes intentaron com-prarlo infructuosamente, entonces tramaron emborrachar al dueño del toro y jugar a las cartas. Ya pasado en copas lo picaron para que apostara a su preciado toro, y en una fatídica

Figura 39. Revista sobre las leyendas y tradiciones de Xochimilco, del grupo Ensamble Comics A.C.

que fueron a pie al santuario de Chalma, en un paraje ubicado en el pueblo de Santiago Tepalcatlalpan.

33 Aurora Zlotnik, Sustentabilidad; hacia una visión integral, p. 110.

34 V. Salles y J. M. Valenzuela, op. cit., p. 219.

35 Rodolfo Cordero López, Leyendas y relatos de Xochi­milco; vid. Cristóbal el brujo: las flores de Cihuacóatl.

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Figura 40. Libro sobre leyendas del cronista de Xochimilco, Rodolfo Cordero.

partida, lo perdió. Eufóricos los de Villa Coa-pa-Tepepan, mandaron a sus capataces por el animal y lo encerraron en un corral. Lo que no sabían era que el toro estaba acostumbrado a estar suelto y que en las noches, iba al cam-po a contemplar la luna como si fuera su novia. La primera noche en su nuevo corral, se puso tan inquieto que saltó las trancas y corrió hasta Xochimilco para ir al lugar en donde observaba la luna. Los dueños se enfadaron tanto que mandaron a sus trabajadores por el toro, quienes se lo llevaron a jalones, lo ama-rraron con lazos gruesos y aumentaron lo alto del corral para que no se volviera a escapar, pero esto no impidió que el animal volviera a saltar las trancas, para llegar a su lugar preferi-do. Los dueños enardecidos dijeron a sus ca-

pataces que querían al toro a como diera lugar, vivo o muerto. Los trabajadores, cumpliendo las órdenes de sus patrones, intentaron llevár-selo de mil formas, incluso lo golpearon. Ante la resistencia del toro, con enorme pesar, tu-vieron que matarlo, todo mundo lamentó el suceso y hubo gran consternación en Xochi-milco. La luna brillaba menos, la lluvia como que era llanto que venía de ésta y no de las nubes. La tristeza duró largo tiempo y cuenta la gente que se oye bramar al toro, la noche del 24 de junio, día de San Juan. Otro tanto de personas dice que, por la noche, ese mismo día, sobre la laguna, se abre el agua como dando paso al victorioso animal, de ello han sido testigos los ahuejotes. Fue así que a ese misterioso lugar le pusieron por nombre la “Laguna del Toro”, ubicada dentro de las aguas de Xochimilco.36

Figura 41. Historia y leyendas de Xochimilco de Santos Acevedo López y de la Cruz.

36 Leyenda escrita por Emilio M. Valdovinos Nava, segundo lugar en la categoría de leyenda, del Concurso Raíces, coordinada por Jaime Velasco Luján, con apoyo de la Delegación Xochimilco, 2009.

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Figura 42. Laguna del Toro. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 43. Toro de la laguna de Jaime Anzures Morones, escultor, pintor y grabador, oriundo de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

la flor más bella de ejido

Esta celebración consiste en elegir a una re-presentante de la belleza autóctona que resida en alguna de las delegaciones del Distrito Federal, en donde alguna vez hubo actividad agrícola. Esta fiesta tiene sus antecedentes en la época prehispánica, se le ha relacionado con los rituales a la diosa Xochipilli. Adquirió popularidad en el periodo novohispano, sobre todo a partir de 1785 con el virrey Bernardo de Gálvez, quien dispuso que la fiesta del Vier-nes de Dolores se hiciera en el canal de Santa Anita, Iztacalco; en los años siguientes su rea-lización fue muy irregular.37

37 V. Salles y J. M. Valenzuela, op. cit., p. 218.

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Figura 45. Concursantes de La Flor más Bella del Ejido vistiendo tochómitl (paño bordado en la cabeza), trenzas, quesquémitl (camisa blanca bordada), chincuete (enagua de tela o lana), tlatzincuilo (faja) y huaraches. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 44. Litografía costumbrista de La Flor más Bella del Ejido, 1958. (Archivo Histórico de Xochimilco.) Figura 46. Concursante de La Flor más Bella

del Ejido con un bello ramo de alcatraces. (Fotografía de Miguel Ángel Alemán Torres.)

Como parte de un proyecto nacional, que buscaba recuperar e integrar a la población in-dígena, quedó institucionalizada esta fiesta en 1936, durante el periodo presidencial de Láza-ro Cárdenas, con el nombre de “Viernes de las Flores”. En 1953 se celebró La Flor más Bella del Ejido, por última vez, en Santa Anita, debi-do a la desaparición del canal; para 1954 la se- de cambió al pueblo de Mixquic, en Tláhuac, sin lograr el éxito esperado. A partir de 1955 se comenzó a llevar a cabo este festejo en el

centro de Xochimilco, con la participación de las delegaciones de Azcapotzalco, Coyoacán, Cuajimalpa, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tacuba, Tláhuac, Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero y Xochimilco.38

*

Se debe tener presente que los planes y pro-gramas de desarrollo urbano no sólo actúan para conservar, mejorar o prever el crecimien-to de los asentamientos humanos, sino que también buscan preservar sus valores históri-cos y culturales (Art. 2, Fracción V de la Ley General de Asentamientos Humanos). En este sentido, el estudio de las conductas y patrones de comportamiento (festividades cívicas y re-ligiosas, peregrinaciones, música, danza tradi-cional, comida regional, eventos con vestimen-ta tradicional y otras manifestaciones de la cultura local) que forman el patrimonio cultu-ral intangible o inmaterial se convierte en una herramienta indispensable para entender su estrecha relación con el patrimonio tangible

38 C. E. Moreno, op. cit., p. 71; vid. Folleto Fiesta de la Flor más Bella del Ejido 2009, Dirección de Turismo, Delegación Xochimilco.

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39 María García Pizarro, La planificación estratégica y el arte del buen gobierno, pp. 30, 31.

40 J. A. Machuca, op. cit., p. 17.

Figura 47. Doña Teresa Figueroa Flores, del barrio de La Asunción, fue La Flor más Bella del Ejido en 1959, pero no fue coronada porque su madre al enterarse de que estaba concursando, fue por ella y se la llevó a jalones. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 48. Muestra de comida tradicional presentada por los profesores jubilados de Xochimilco, 2009. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

o material, porque adquiere su pleno valor y sentido. Lo tangible e intangible forman un binomio indisoluble, por lo tanto, la memoria colectiva debe reforzar los signos y símbolos de pertenencia así como su distribución social y espacial a fin de garantizar la cohesión eco-nómica y social del territorio.39

A pesar de la globalización, de los cambios sociales, culturales y económicos, los xochimil-cas continúan reproduciendo sus costumbres y tradiciones, con sus modificaciones, que son el factor de “la posibilidad de cambiar para conservar”.40 La mayoría de las tradiciones

Figura 48a. La actriz y declamadora Eva Lescas portando la indumentaria tradicional. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 49. Mujeres en la fiesta de la Virgen de Xaltocan, entre 1930-1940. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

han sido transmitidas oralmente y llevadas a la práctica de generación en generación, y son conocidas por la mayoría de los miem-bros del grupo como referentes colectivos

de la memoria social. Estas construcciones colectivas permiten que la comunidad se identifique con ellas y por lo tanto participe en su continuidad.

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la gestión cultural

La gestión cultural tiene su ingreso en el dis-curso cultural en Iberoamérica hacia fines de los años ochenta. Víctor Menéndez la define como “el conjunto de acciones que potencia-lizan, viabilizan, despiertan, germinan y com-plejizan los procesos culturales, dentro de su particularidad y universalidad… Es un trabajo organizado, es decir, con sentido. Hace refe-rencia a la animación, la mediación, la pro-moción, la administración, la habilitación y el liderazgo de los procesos culturales”.1

Por tanto, la gestión cultural implica todas aquellas acciones que sensibilizan, impulsan, promueven, asesoran, guían, facilitan, admi-nistran y concilian los procesos entre los di-versos actores sociales en torno al patrimonio cultural. Aquí, la presencia del gestor cultural es imprescindible, porque promueve y genera modelos de gestión a partir del estudio e in-vestigación del medio cultural en el que se encuentra.2

La gestión del patrimonio cultural forma parte de las políticas públicas del inah, lo que

permite fortalecer la acción del Estado como responsable constitucional del patrimonio, así como de promover la convergencia de agentes sociales, públicos, privados o comunitarios, en la defensa y conservación de nuestra riqueza cultural. No obstante, las dimensiones de la riqueza patrimonial exceden la capacidad y los recursos que tienen las instituciones naciona-les. Por ello, además de convocar a la sociedad civil a colaborar en la responsabilidad de su rescate y conservación, se deben establecer prioridades con respecto a los bienes que por su valor, representatividad o condiciones actuales, requieren medidas urgentes de res-tauración y conservación.3

Hoy en día, la preservación del patrimonio cultural debe vincularse con la defensa de los recursos naturales y la protección del medio ambiente, por tanto los proyectos de gestión cultural deben promover mayor coparticipa-ción de los estados, municipios y sociedad civil. En este ámbito, nada es más importante que la conciencia y la estima de los valores propios de cada localidad, barrio, ciudad o municipio. El reto es lograr que las acciones de protección y conservación se conviertan en un espacio de negociación de todos los sectores de la socie-

1 Víctor Menéndez C. Guedez, Formación en Gestión Cultural. Memorias del Encuentro Internacional sobre Gestión Cultural, p. 262.

2 Ignacio Abello, “Metodologías para la Gestión Cul-tural”, en Formación en Gestión Cultural, Organización de Estados Iberoamericanos, junio 1998, p. 1. www.oei.org.co/cultura.htm

3 La planeación y gestión del Patrimonio Cultural de la Nación, Guía técnica, p. 16.

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dad, para que la cultura sea un instrumento de contacto y vinculación gubernamental con la sociedad civil en favor del desarrollo integral comunitario.4

En todo proyecto de gestión cultural se deben plantear cuestionamientos clave: qué se quiere hacer, por qué, para qué y cómo se va a realizar. Después habrá que definir el área de trabajo, con el fin de identificar, clasificar, ordenar, cuantificar, priorizar, cotizar y progra-mar las acciones tendientes a la protección y conservación del patrimonio cultural. Para que la gestión sea viable, ésta debe contar fun-damentalmente con un diagnóstico, polígonos de actuación, marco jurídico, directorio de ac-tores sociales, participación de los tres niveles de gobierno (federal, local y delegacional),

fuentes de financiamiento y participación ciudadana.

el diagnóstico

El diagnóstico o evaluación de la problemáti-ca es imprescindible en la gestión cultural porque identifica de manera concreta los prin-cipales problemas que existen en el área de estudio. Aporta información fundamental, que sirve en la toma de decisiones, la construc-ción de políticas de manejo, la definición de metas y acciones concretas, así como también contribuye a una mejor participación social. Además, constituye el eje principal para la programación de estrategias y acciones, lo que facilita el establecimiento de acuerdos en di-ferentes escalas sobre lineamientos y políticas de regulación y ordenamiento. Un buen diag-nóstico es el mejor punto de partida para proseguir con las etapas de formulación de 4 Ibid., p. 17.

Figura 1. Foro sobre el Rescate Integral de Xochimilco. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

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objetivos y elección de estrategias, que prece-den al trabajo de integración de programas y su instrumentación.5

Con estos parámetros, se realizó un diag-nóstico, en los primeros cuatro capítulos de este libro, del patrimonio cultural de Xochi-milco (natural, arqueológico, arquitectónico e intangible). Fundamentalmente se abordan las causas de la problemática ambiental y social que existe en la zona de montaña, la zona chi-nampera y Centro Histórico. Y se hace men- ción también de las acciones del gobierno lo-cal y federal, de instituciones internacionales como unesco y de la importancia de la parti-cipación ciudadana en el proceso de rescate patrimonial.

los polÍgonos de actuación

Los polígonos definen los límites espaciales de un sitio patrimonial, sus problemáticas y características. La delimitación es imprescin-dible en la toma de decisiones legales y en la implementación de proyectos de gestión cul-tural, ya que la falta de claridad en la defini-ción de los límites puede causar confusión entre los actores y hacer que la implementa-ción de decisiones sea difícil.6

Xochimilco tiene cuatro poligonales que han servido para delimitar espacialmente el patrimonio cultural: 1) Poligonales de 1936 y 1942, que corresponde a la demarcación po-lítico-territorial de la Delegación Xochimilco, 2) poligonal de la declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de las Delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, emitida el 24 de noviembre de 1986. (Este documento es el instrumento de protección jurídico más importante del patrimonio cultural de Xochi-milco, comprende las áreas chinamperas y los núcleos de valor histórico-arquitectónico de

los poblados en la zona lacustre), 3) poligo-nal de 1987, que sólo comprende la zona de monumentos históricos de Xochimilco, 4) po-ligonal de 1992, que incluye al Área Natural Protegida.7

Ante la relevancia que tiene la declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de las Delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tlá-huac, de 1986, me parece oportuno mencio-nar sus antecedentes. Hacia los años treinta, Xochimilco, Milpa Alta, Chalco, Tláhuac e Iztapalapa fueron declaradas Zonas Típicas, categoría que por cierto no quedó bien defi-nida. En los años setenta el arquitecto Ignacio Angulo, adscrito a la entonces Dirección de Monumentos Históricos del inah, propuso delimitar Xochimilco a partir de los inmuebles ubicados en la cabecera y sus barrios.

Este criterio cambió años después, con la propuesta del arquitecto Salvador Díaz Berrio, pionero de la categoría de zona de monumen-tos en México, quien consideró que el concep-to de monumento histórico no sólo era la catedral, la casa o el edificio, sino que debería abarcar todo el contexto urbano. Desde este enfoque, Sonia Lombardo, quien ocupó a principios de la década de los años ochenta la Dirección de Monumentos Históricos, hizo la propuesta al Gobierno del Distrito Federal de delimitar la zona de monumentos históricos de Xochimilco desde una perspectiva integral que abarcara tanto los inmuebles históricos como la chinampa. Se logró entonces hacer un trabajo interinstitucional que abordó el tema de la conurbación y un análisis del porqué la declaratoria no debía circunscribirse a una sola población.8

La declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa

5 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 33.

6 Niklas Schulze, Yadira Correa y Ciro Caraballo, “Elementos para la definición de la poligonal y zonifi-cación del sitio de patrimonio mundial”, p. 308.

7 Información proporcionada por el maestro Sergio Méndez, en la mesa de trabajo del Proyecto unesco-Xochimilco.

8 Información proporcionada por el arquitecto Mi-guel Ángel Gálvez, adscrito a la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, 2009.

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Alta es única en México, porque está consti-tuida por varias poblaciones y territorialmente es la más extensa de todas las declaratorias de zona de monumentos históricos que existen en el país. La delimitación del polígono se hizo a partir de los pueblos ribereños y la zona chinampera, esta última en el Plan Parcial de Desarrollo Urbano de la Delegación Xochi-milco de 1984, está considerada como Zona de Conservación Ecológica.

El arquitecto Miguel Ángel Gálvez refiere que originalmente se pensó incluir en el po-lígono de la declaratoria de Zona de Monu-mentos Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, a las chinampas que estaban en la región de Chalco, pero como las autoridades del Estado de México no tuvieron interés por hacer un convenio de colaboración con el inah, esta área quedó desprotegida y ahora se encuentra ante un imparable proceso de

urbanización que ha destruido gran parte de los vestigios arqueológicos.9

En cuanto al Plan de Desarrollo Urbano de la Delegación Xochimilco elaborado por el arquitecto Ángel Mercado (quien trabajó con la Dirección de Sitios Patrimoniales de Sedu-vi)10 éste presenta un polígono denominado la zona núcleo, con un total de 2 713 515 hectá-reas, que comprende el área de chinampas y el área agrícola de temporal de Xochimilco, San Gregorio Atlapulco, San Luis Tlaxialtemalco, Tláhuac y Mixquic, zona del lago de conserva-ción de flora y fauna; mercado de flores Madre Selva y Centro Histórico de Xochimilco que incluye los barrios de San Juan, Santa Crucita,

9 Ibid.10 Niklas Schulze, Yadira Correa y Ciro Caraballo,

op. cit., pp. 308, 311, 319.

Figura 2. Poligonal de la Zona de Monumentos Históricos de las Delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, de 1986.

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Guadalupita, Concepción Tlacoapa y el Ro-sario. En la zona núcleo se encuentra el área fundacional que explica y da sentido a la zona chinampera, y en ella se encuentra la mayor parte de los productores chinamperos.

Ciro Caraballo señala que dentro de la zona núcleo está la categoría zonas con potencial de recuperación patrimonial, que comprende 1 531 328 hectáreas. Estas zonas tienen atributos vinculados a los valores ex-cepcionales universales del bien patrimonial, pero se encuentran muy deterioradas, lo que hace que su inclusión en la zona núcleo del sitio sea provisionalmente imposible. Como el deterioro aún no es irreversible, se pueden recuperar estos atributos siempre y cuando los proyectos estén bien enfocados. Las zonas que entran en esta categoría son: los canales turísticos de Xochimilco y sus embarcaderos; el Parque Ecológico de Xochimilco; la Pista Olímpica de Remo y Canotaje Virgilio Uribe; Ciénega Grande y Ciénega Chica; humedales de Tláhuac; mercado de flores y hortalizas de Cuemanco; Zona Arqueológica del Centro de Cuailama; distrito de Riego; barrio origi-nario de Caltongo, La Santísima, pueblo ori- ginario de San Luis Tlaxialtemalco y San Gre-gorio Atlapulco; Centro Histórico de Tláhuac; barrio Xaltipac y parte de los barrios Cruztitla, Tenantitlan y Xochitepec de Milpa Alta.11

Sergio Méndez, como representante de la Delegación Xochimilco, presentó en el marco de las reuniones interinstitucionales del Pro-yecto unesco-Xochimilco una propuesta muy importante, que consistió en incluir tres áreas a la poligonal de la Zona de Monumentos His-tóricos de las Delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, de 1986, que son: zona Laguna del Toro, zona arqueológica Cuailama y la zona de amortiguamiento. A esta propuesta se sumó la unesco, a través de Caraballo, quien señaló la necesidad de fortalecer el polígono de la zona de monumentos históricos, ante su

inscripción como sitio Ramsar, que busca la conservación y el uso racional de los humeda-les. De este modo, se realizaron una serie de reuniones12 con el fin de establecer los meca- nismos para hacer viable la propuesta de in-cluir las tres áreas en la poligonal de 1986.

La zona Laguna del Toro, al igual que la pista de remo y canotaje Virgilio Uribe, no forman parte de la poligonal de 1986, en cambio sí están consideradas en la poligonal de Área Natural Protegida, decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 7 y 11 de mayo de 1992 en la que quedan con la catego-ría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica Denominada “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco”.13 La razón por la que se buscó integrar la zona Laguna del Toro a la poligonal de 1986, se debe a que presenta un fuerte crecimiento urbano irregular, que con-lleva el deterioro ambiental y la destrucción del patrimonio arqueológico y de la cultura chinampera. En el Programa Delegacional de

11 Ibidem.

12 Por el inah participaron en estas reuniones la arquitecta Laura Ojinaga y Araceli Peralta.

13 En 1999 unos suizos georefenciaron las poligona-les de Xochimilco y Muyuguarda (Laguna del Toro). Entre 1999-2000, Sergio Méndez coordinó el proyecto “Censo de productores y chinampas”, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.

Figura 3. Humedales en el Área Natural Protegida. (Fotografía de Yair Merlín Uribe.)

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Desarrollo Urbano esta zona tiene uso de sue-lo para Producción Agroindustrial, y la zona de Cuemanco como Equipamiento Rural.14

Llama la atención que el área de la Ciénega Chica, ubicada al oeste de la zona Laguna del Toro, hacia la avenida Prolongación División del Norte, no fue incluida en la poligonal de 1986 porque desde ese entonces se encontraba muy urbanizada, por lo que el límite oeste de la poligonal quedó en el canal de Cuemanco. Una situación similar pasó con el límite de la Turba, en cuyos terrenos había vestigios de chi-nampas arqueológicas que fueron destruidas con la construcción de la Villa Centroameri-cana.15

En la zona Laguna del Toro, al igual que otras áreas de la zona chinampera ubicadas al oriente, se han introducido servicios ecoturís-ticos y culturales, como es el caso del proyecto Ecoturístico Michmani, que busca dar al área un uso ecológico acorde a su categoría como paisaje cultural. En una superficie de cinco hec-táreas, se encuentran los grupos Michmani, Apatlaco, Cihuacóatl, Voces del Agua, Chico-co, Cuatro Barrios y Atlipac, que promueven actividades como la pesca recreativa, el kayak, el campismo, la renta de cabañas, ceremonias prehispánicas y el temazcal en la zona chinam-pera.16

La zona arqueológica Cuailama, a pesar de ser el sitio arqueológico más importante de Xochimilco, no forma parte de la Zona de Mo- numentos Históricos de las Delegaciones Xo-chimilco, Milpa Alta y Tláhuac, ni de la Decla-ratoria de Área Natural Protegida de 1992. Sin embargo, en el Programa Parcial de Desarrollo Urbano, este sitio, junto con el Museo Arqueo-

lógico de Xochimilco, fue incluido como parte del eje ecoturístico y cultural denominado Co-rredor Embarcadero Nativitas-Cuailama.

El proyecto recibió importantes recursos económicos del Programa Habitat, sobre todo para el mejoramiento de la imagen del paisaje lacustre de los traspatios ubicados en la red de canales turísticos, y para la restauración de ribe-ras chinamperas del canal de Santa Cruz. Las ac-ciones fueron coordinadas por José Carlos Acos-ta, entonces Director de Desarrollo Regional de la Delegación Xochimilco; también se reali-zaron obras de remodelación y mejoramiento de la infraestructura del museo.17 Con respecto a la zona arqueológica de Cuailama, quedó pendiente el proyecto de protección, conser-vación e investigación, debido a la falta de acuerdos entre el inah y la Delegación Xochi-milco.

14 Sergio A. Méndez Cárdenas, “Criterios operativos y sociales en la propuesta de poligonal de protección del patrimonio de Xochimilco”, p. 318.

15 Información proporcionada por el arquitecto Miguel Ángel Gálvez, adscrito a la Coordinación Na-cional de Monumentos Históricos, 2009.

16 Información proporcionada por César Pérez Espinoza, 2010.

Figura 4. Ceremonia realizada por César Pérez Espinoza en el temazcal del Centro Ecoturístico Atlipac. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

17 Ibidem.

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Figura 5. Centro Ecoturístico Chicoco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 6. Propuesta que incluye la Zona Laguna del Toro, Zona Arqueológica Cuailama y Zona de Amortiguamiento en el polígono de la Zona de Monumentos Históricos de la Delegación Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, de 1986. (Delegación Xochimilco-unesco-gdf.)

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La zona de amortiguamiento tiene como objetivo ampliar el área de protección patrimo-nial de la zona núcleo, a fin de absorber par-cialmente los impactos causados por los proble-mas urbanos. En Francia llaman a esta zona, “sectores de salvaguardia”; en España, zona de protección y en Italia se resuelve con la recu-peración social de la ciudad.18 La zona de amortiguamiento de Xochimilco contempla la zona de canales turísticos y las poligonales que se expropiaron a los ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco en 1989 y que consti-tuyen actualmente los principales cuerpos de agua de Ciénega Chica, Ciénega Grande y los humedales de San Gregorio y Tláhuac, luga-res en donde habita flora y fauna endémica y migratoria.19

La propuesta de incluir estas tres zonas a la poligonal de la Zona de Monumentos Histó-ricos de las Delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, de 1986, fue aprobada en el marco de las reuniones del Proyecto unesco-Xochimilco. En la reunión interinstitucional realizada en las instalaciones de Acuexcómatl, el 8 de octubre de 2004, se acordó geoposicio-nar el polígono; 20 esta tarea se llevó a cabo al mes siguiente con los representantes de unes-co, inah, Delegación Xochimilco y Dirección General de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Dgcorenader).

Existe otra área denominada zona de in-fluencia, que no está dentro del alcance directo del Plan de Manejo, ni forma parte de la zona núcleo, sin embargo, tuvo que ser considerada ante el riesgo de afectación de los valores de las áreas de suelos de protección y de producción. En la zona de influencia está la planta de trata-miento de agua residual “Cerro de la Estrella”,

la planta de rebombeo “Aculco” y la planta de tratamiento de San Luis Tlaxialtemalco.21

Todas las poligonales deben quedar defi-nidas a partir de instrumentos legales espe-cíficos que regulen su estatus y manejo. Las poligonales de zonificación del sitio deben prepararse y revisarse a partir de mecanismos amplios de consulta entre los principales ac-tores sociales.22

el marco jurÍdico

Todo proceso de gestión requiere de un mar-co jurídico normativo y operativo, por ser la herramienta que incide y rige el patrimonio cultural. Asimismo, se deben identificar y priorizar los aspectos jurídicos que represen-ten oportunidades y amenazas para su protec-ción y conservación.

Como el patrimonio cultural forma parte de la dinámica del desarrollo urbano, es nece-sario que el marco jurídico involucre instru-mentos legales que abarquen varios aspectos: cultural, agrícola, forestal, económico, finan-ciero, fiscal, salubridad, educación, tenencia de la tierra, comunicaciones, transportes y bienes nacionales, aunque sin duda, lo más difícil es la coordinación de todos ellos. México cuenta con políticas de ordenamiento territorial con-cebidas para generar normas que regulen y equilibren el proceso de crecimiento, y eviten impactos irreversibles.

Las disposiciones legales y reglamentarias de carácter federal en materia de desarrollo urbano se encuentran en las reformas y adicio-nes de 1976 a los artículos 27 y 115 de la Consti­tución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El artículo 27 menciona que “se dictarán las me-didas necesarias para ordenar los asentamien- tos humanos y establecer adecuadas provisio-nes, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y bosques, a efecto de ejecutar obras públicas 18 Pedro Paz, “El programa de renovación habi-

tacional popular y la rehabilitación de monumentos históricos”, p. 54.

19 Niklas Schulze, Yadira Correa y Ciro Caraballo, op. cit., pp. 313, 319.

20 La georeferencia se hizo con gps, Sistema de Posicionamiento Global.

21 Ibid., p. 312.22 Niklas Schulze, Yadira Correa y Ciro Caraballo,

op. cit., p. 309.

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y de planear y regular la fundación, conserva-ción, mejoramiento y crecimiento de los cen-tros de población, para preservar y restaurar el equilibrio ecológico…”.23 El artículo 115 señala entre las atribuciones de los gobiernos municipales, ordenar y administrar el uso del suelo en su territorio. Ambos artículos inciden directamente en el patrimonio arqueológico y arquitectónico.

Con la modificación de los artículos 27 y 115, quedó preparado el camino para fortalecer en 1976 la Ley General de Asentamientos Huma-nos, esfuerzo legislativo que se hizo de manera paralela a la celebración de la Primera Confe-rencia Internacional sobre los Asentamientos Humanos (HÁBITAT) celebrada en Vancouver ese mismo año. La Ley General fue sustituida en 1993, y alude en 14 artículos a los temas de conservación del patrimonio cultural.24

Posteriormente se buscó una metodología que permitiera unificar los criterios de desa-rrollo urbano. La sahop, hoy Sedesol, elaboró en 1981 el Manual para la Elaboración de Pla-nes de Desarrollo Urbano de Centros de Po-blación, en el que se privilegia la identificación y conservación de sitios naturales, en torno, o al interior de los asentamientos, pero que dedi- ca muy poca atención a la conservación del patrimonio cultural.

En 1982, la sahop edita el Manual para la Elaboración de Planes Parciales de Desarrollo Urba­no, que profundizó en la creación de planes di-rigidos al crecimiento y mejoramiento urbano, aunque quedó relegada la conservación del patrimonio urbano-arquitectónico, debido a que había pocas declaratorias de zonas de mo-numentos históricos y no existía ningún sitio mexicano inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial.

Los especialistas señalan que ambos manua-les confunden el problema de la conservación

con el control de la imagen urbana; no obs-tante hubo un avance en la recomendación de establecer límites a la zona monumental y la zona de transición. En 2007, la Secretaría de Desarrollo Social publicó el Plan o Programa Municipal de Desarrollo Urbano. Guía Meto-dológica, con el propósito de instrumentar po-líticas de desarrollo urbano y ordenación del territorio teniendo en cuenta los recursos exis-tentes y potenciales del patrimonio natural, histórico, paisajístico y cultural.25

Existen otros ordenamientos que tienen injerencia en la conservación del patrimonio y son complementarios a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972 y su Reglamento. Éste es el caso de la Ley General de Bienes Nacionales, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 20 de mayo de 2004; las legislaciones estatales o municipales que tienden a proteger el patri-monio cultural; y en el ámbito internacional, las convenciones, recomendaciones, declara-ciones y cartas redactadas por la unesco.26

Por parte del Gobierno del Distrito Federal, el primer intento por abordar este proceso de manera planificada se da con el Plan General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, de 1987. Años más tarde, en 1990, el gobierno visualiza el suelo de conservación desde una perspectiva ambiental integral y concibiendo las zonas rurales como un potencial ecológico y productivo. En 2000 se promueve el Pro-grama General de Ordenamiento Ecológico, considerado el primer instrumento de política ambiental institucionalmente establecido, que buscó ordenar las actividades productivas del área rural y generar opciones de uso sustenta-ble para detener el crecimiento urbano. 27

23 Constitución Política de los Estados Unidos Mexi­canos.

24 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 16.

25 Ibid., pp. 21, 23, 24; vid. Plan o Programa Municipal de Desarrollo Urbano. Guía Metodológica, pp. 2, 6.

26 Marcos del Valle Trujillo, Xochimilco: política públi­ca para el rescate de su Centro Histórico, p. 64

27 Víctor Delgadillo, Yadira Correa y Ciro Caraballo, “Ordenamiento urbano y asentamientos irregulares”, p. 232.

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Dentro de la planeación urbana, uno de los grandes retos es el crecimiento de la mancha urbana que se genera sin control alguno y en zonas no aptas para la ocupación habita-cional, extendiéndose sobre zonas agrícolas y forestales, como es el caso de Xochimilco, que tiene un gran número de asentamientos humanos irregulares en la zona de montaña y zona chinampera.28

El interés por la protección del paisaje como “belleza natural” y de las ciudades o zonas urbanas como “poblaciones típicas”, surge en 1934, con la ley para la Protección y conservación de monumentos arqueológicos e históricos, poblaciones típicas y lugares de belleza natural, que se mantuvo vigente hasta la promulgación de la Ley Federal de Monu-mentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas y su Reglamento.29 Para cumplir

con esta disposición legal se creó el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1939, y en el siguiente periodo sexenal, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en 1946. A partir de esta fecha, la consideración global del patrimonio, como aparecía en la Ley de 1934 —“monumentos arqueológicos, históricos y artísticos”— quedó dividida en “arqueológico e histórico” a cargo del inah, y lo “artístico” bajo la custodia del Instituto Nacional de Bellas Artes (inba). 30

Algunos especialistas consideran que a pesar de las deficiencias que presenta la Ley Federal actualmente vigente, se deben recono-cer sus aciertos, como lo es la participación de la sociedad civil en las labores de conservación del patrimonio (artículo 2 de la Ley; y artículos del 1 al 8 de su reglamento) y el de la figura de la Zona de Monumentos Arqueológicos, His-tóricos y Artísticos, que ha permitido avanzar notablemente en la protección de los conjun- tos urbanos históricos, ya que de 1975 a la fe-cha se han hecho las declaratorias de 57 Zonas de Monumentos Históricos, aunque esto no

Figura 7. Las acciones para frenar los asentamientos irregulares han sido rebasadas ante la demanda de vivienda y la actitud permisiva de la autoridad local. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

28 Edgar Daniel Sánchez Barrientos, “Problemática, retos y perspectivas en la planeación urbana para los asentamientos humanos irregulares en el Suelo de Conservación de Xochimilco”, p. 243.

29 La Ley Federal fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972. El Reglamento de la Ley Federal se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 8 de diciembre de 1975; fue modificado por decreto el 5 de enero de 1993.

30 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patri­moniales en México, p. 25; vid. Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos.

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ha sido suficiente para proteger el patrimonio arquitectónico.31

En lo referente a la conservación y restau-ración de monumentos, el artículo 6o de esta normatividad señala que “los propietarios de bienes inmuebles declarados monumentos his-tóricos o artísticos, deberán conservarlos y, en su caso, restaurarlos”; asimismo, en el artículo 7o se menciona que “las autoridades de los Es-tados y Municipios cuando decidan restaurar o conservar los monumentos arqueológicos e históricos lo harán siempre, previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional de An- tropología e Historia”.

No obstante, existe el riesgo latente de realizar acciones que van en contra de lo que establece este ordenamiento, como es la des-trucción de inmuebles históricos por causa de remodelación o construcción, que aún cuan- do el inah clausura las obras, meses después los trabajos continúan.32 También suele pasar que el propietario demuele un inmueble sin presentar su solicitud de obra al inah. Hay casos de edificios de propiedad federal en don-de los encargados de restaurarlos no siempre respetan el proyecto de obra autorizado. Una manera de contrarrestar estas irregularidades es por medio de la denuncia ciudadana ante el inah, que está obligado a dar una solución.

De acuerdo con los expertos, el principal problema de la Ley Federal de 1972 es la apli-cación inadecuada de sanciones, ocasionada por la falta de elementos jurídicos que incidan en el uso del suelo y en las “condiciones a las que deberán sujetarse las construcciones”, tal como se especifica en el artículo 9o del Reglamento de la Ley Federal, mismo que no se ha incluido en las declaratorias de zonas de monumentos históricos.33

En Xochimilco existe un marco jurídico que ha permitido realizar acciones de conser-

vación del patrimonio a partir de su declara-toria como Zona de Monumentos Históricos en las Delegaciones de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, de 1986. En cuanto a los instru-mentos legales que hay en la demarcación están: la expropiación de los ejidos de Xochi-milco y San Gregorio Atlapulco, de 1989, por causa de utilidad pública de 1 038 13 hectáreas para el rescate ecológico y la recuperación de la producción tradicional chinampera; la declaratoria del Área Natural Protegida, con una superficie de 2 657 08 hectáreas, en 1992; diversos ordenamientos legales en donde se incluyeron las propuestas de las comunidades agrarias; la Ley de Salvaguardia del Patrimo-nio Urbanístico Arquitectónico del Distrito Federal, aprobada el 30 de diciembre de 2000 por el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, que propone la creación de un Registro Público de los Bienes Inmuebles y un Centro de Información. El ámbito de protección de esta ley incluye los monumentos del patrimonio urbanístico y arquitectónico, así como los espacios abiertos de importancia para el Distrito Federal. 34

En el campo de la planeación se elaboraron diversos programas y planes de desarrollo ur-bano como: el Programa Parcial de 1987, que establece los usos del suelo en la zona patri-monial para mejorar, rehabilitar y conservar el patrimonio cultural histórico y arqueológico; el Programa Parcial de 1995, que establece las zonas de protección especial; el Programa De-legacional de 1997, que incorpora la zona his-tórica y el límite patrimonial, aunque este mar- co legal, “es difuso y discrecional, constituyen-do un problema que coadyuva a la agudización de las problemáticas”.35

Con relación al instrumento jurídico de expropiación de los ejidos de Xochimilco, San Gregorio Atlapulco y Tláhuac, éste tuvo

31 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 25.

32 Marcos del Valle Trujillo, op. cit., p. 62.33 Ibid., p. 26.

34 Sergio Méndez, “Proyecto integral de rege-neración y recuperación del Centro Histórico de Xochimilco”.

35 Marcos del Valle Trujillo, op. cit, p. 61.

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su origen en el Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco, que fue presentado en 1989, por el gobierno del Distrito Federal a la Asamblea de Representantes de la Ciudad de México para su aprobación legal, como un proyecto para mejorar la condición ambiental de la región chinampera.

El Plan de Rescate abarcó de 1989 a 1993 y contó con 1 200 millones de pesos. Tuvo importantes objetivos como: la realización de obras hidráulicas para la recarga acuífera, tra-tamiento de aguas negras, preservación de los lagos y acciones para prevenir hundimientos e inundaciones; reactivación de la agricultura para impedir la urbanización; realización del estudio histórico y arqueológico de la zona;36 y trabajos de remodelación y recuperación del Centro Histórico de Xochimilco en coordina-

ción con las instituciones del gobierno federal y del Distrito Federal.37

Para realizar las acciones del Plan de Res-cate, el gobierno expropió 1 350 hectáreas de tierras ejidales ubicadas al norte de la zona chi-nampera y solicitó el cambio de uso de suelo, decisiones gubernamentales que detonaron el malestar de los ejidatarios porque no se lleva-ron los procedimientos formales de quórum ni hubo una adecuada convocatoria para las asambleas con las comunidades. Esta situación perjudicó el procedimiento agrario, porque perdió su carácter democrático ante la postura unilateral del gobierno.38

A fines de 1989 inició la resistencia civil, aunque hubo un sector de la vieja guardia agrarista que veía perdida la batalla de su tierra y opinaba que era mejor recibir la indemniza-ción del gobierno. La lucha chinampera cobró fuerza, se unieron partidos, organismos y otras

36 El Departamento del Distrito Federal, a cargo de Manuel Camacho Solís, solicitó a la arquitecta Virginia Isaak Basso, Coordinadora Nacional de Mo-numentos Históricos del inah, un estudio histórico de la zona para ser publicado. Esta investigación formó parte de los objetivos del Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco y quedó a cargo de Araceli Peralta y Jorge Rojas. El resultado fue el libro Xochimilco y sus monumentos históricos.

Figura 8. Canales, chinampas y canoas hacia 1940. (Fototeca Constantino Reyes Valerio de la cnmh-Conaculta-inah.)

37 Sergio Méndez, op. cit.38 Alfonso González Martínez, “La radiografía de

un conflicto: una aportación metodológica. El caso de los campesinos de Xochimilco vs. El Gobierno de la Ciudad de México, por el rescate ecológico de la región chinampera-lacustre de Xochimilco”, pp. 90, 92.

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comunidades agrarias del Distrito Federal; incluso llevaron al Niñopa a las calles de Xochimilco, como apoyo al movimiento. El problema se polarizó por la represión guber-namental y porque las autoridades se cerraron al diálogo, pero al mismo tiempo se abrieron otras puertas al dar a conocer la problemática a los medios de difusión. En la Universidad Autónoma Metropolitana se realizó el análisis público del Plan de Rescate, en el que parti-ciparon campesinos, estudiantes, académicos y funcionarios. Se concluyó que el proyecto gubernamental promovía el uso comercial de la zona expropiada y no daba solución de fondo a la sobreexplotación del agua de la cuenca hidrológica del lago.

Finalmente se pudo establecer el diálogo entre el gobierno y los ejidatarios, quienes fir-maron un acuerdo de concertación, ratificado en diciembre de 1990. Entre los logros destaca la creación de un Parque Ecológico y no la de un corredor turístico en la zona expropiada; la creación de un mercado para los productores; la construcción de un cárcamo para captación de agua de lluvia para desviarla a las lagunas de regulación; construcción de una planta de tra-tamiento de aguas negras en San Luis Tlaxial-temalco para mejorar la calidad del agua de

los canales; y la creación del Barrio 18. Los campesinos lograron reivindicar el carácter agrario y de riqueza cultural de la zona chi-nampera, que aunado a su interés por la tierra los convirtió en los mejores defensores de la declaratoria de la unesco para Xochimilco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Desde que inició este proceso hasta 2004, sólo se logró alcanzar 40% de las metas, además no se pudo cumplir con lo pactado sobre la participación ciudadana.39

El Plan de Rescate Ecológico de Xochimil-co es un claro ejemplo de que para construir y aplicar proyectos gubernamentales de pro-tección ambiental y salvaguardia del patrimo-nio, es indispensable insertar la participación activa de la comunidad así como de los actores institucionales y académicos.

los actores sociales

El proyecto de gestión debe abarcar diferentes niveles de acción territorial y contar con la presencia de diversos actores que tengan capa-cidad para impulsar proyectos de transforma-ción social. La planificación debe ser estratégi-

Figura 9. Stand del Colectivo Tollan en las fiestas patronales de San Bernardino de Siena, 2007. (Fotografía de Maribel López Cardoso.)

39 Ibid., pp. 93, 95.

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ca, por lo que no debe limitarse a la admi- nistración de competencias y recursos, sino que debe coordinar la cooperación pública, privada e institucional en función de objetivos y proyectos que respondan a los intereses ge-nerales de la comunidad.

Un plan estratégico, de acuerdo con Russel Ackoff, es “un proceso sistemático destinado a producir decisiones para definir y orientar el futuro de la organización y determinar las acciones reales para llegar”.40 En este proceso es fundamental la organización y acción del go-bierno local ante las exigencias de la sociedad; para esto se debe contar con un proyecto de ca-lidad cuya base sea la participación ciudadana; también tiene que ser democrático y con capa-cidad para el acuerdo y la gestión. Desarrollar un plan estratégico ofrece una respuesta que, aun no siendo la más óptima, trata de ser la más idónea a una aspiración compartida.41

García Pizarro señala que el gobierno debe funcionar como catalizador de las relaciones de cooperación entre las diferentes administracio-nes, instituciones públicas y agentes privados que actúan en el territorio, ejerciendo un pa-pel de liderazgo, articulando y orientando la capacidad de acción de todos los agentes hacia la realización de un proyecto común. Se debe reconocer que ningún nivel de gobierno es au-tónomo, todos son dependientes, y para llegar a acuerdos y resultados es necesaria la colabora-ción y articulación de políticas públicas.

El gobierno tampoco puede abarcar todas las competencias, la necesidad de dar respues-tas de calidad a las crecientes demandas ciuda-danas y la complejidad de las mismas requiere articular la cooperación entre todos los agen-tes con capacidad de acción y decisión, a partir de la identificación de los diferentes intereses y la gestión positiva de las diferencias. La admi-nistración pública no funciona como una enti-

dad cohesiva y jerárquica, sino como un con- junto de agencias gubernamentales interco- nectadas, con espacios de atribuciones y mu-tua interdependencia. Ninguno de los tres niveles de gobierno funciona como único cen- tro de toma de decisiones, y por lo mismo no hay una organización jerárquica; lo que existe es la acción pública de distintas agencias gu-bernamentales con áreas de competencia, re-cursos, estrategias, tiempos y criterios técnicos no siempre coincidentes.42

Por tanto resulta clave solicitar la coopera-ción de los principales actores, para que refle-xionen, conozcan, se sientan parte y actúen conforme a la dinámica de la ciudad. En cuanto al liderazgo democrático, éste requiere contar con directivos públicos que, en su función de gestores de la administración, sean capaces de ejercer el liderazgo, de facilitar el encuentro entre intereses no siempre convergentes y de “involucrar” un sistema de gestión en función de los objetivos y proyectos que respondan a los intereses y necesidades de la comunidad.43

El proyecto unesco-Xochimilco, dirigido por Ciro Caraballo, tomó un modelo de coor-dinación intergubernamental para facilitar el diseño y gestión de un Plan Integral de Manejo del Patrimonio Cultural y Natural. Se partió de un enfoque de redes sociales, estrategia que difiere de la organización jerárquica con la que habitualmente funcionan los niveles de go-bierno. De esta forma se desarrolló un modelo de coordinación configurado por redes de políticas públicas, en las cuales los actores interactuaron en la formulación, decisión y ejecución de proyectos específicos dentro de un Plan de Manejo Integral.

Se puso énfasis en que los asuntos relacio-nados con la preservación, conservación y re-habilitación de los atributos y valores del patri-monio de Xochimilco sólo alcanzarán niveles

40 María García Pizarro, La planificación estratégica y el arte del buen gobierno, p. 56.

41 Ibidem, p. 64.

42 Álvaro F. López Lara y Ciro Caraballo Perichi, “El reto de construir espacios de coordinación inter-gubernamental”, p. 161.

43 M. García Pizarro, op. cit., pp. 50, 53.

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óptimos de eficacia si las acciones se basan en la coordinación horizontal y no en el control jerárquico y centralizado de las agencias gu-bernamentales. Esto significa que las políticas de protección ambiental, manejo del agua, or-denamiento territorial y rehabilitación de mo-numentos, plazas y espacios turísticos que in-tegran los atributos de Xochimilco como sitio inscrito en la lista de Patrimonio Mundial, re-quieren de una acción pública coordinada en- tre los niveles de gobierno federal, local (Go-bierno del Distrito Federal) y delegacional (Delegación Xochimilco), así como de la con- currencia de organizaciones sociales y orga-nismos internacionales.

Aun cuando el gobierno de la ciudad de Mé-xico cuenta con una estructura de la adminis-tración pública que apunta hacia una gestión

Figura 10. El grupo Mezme, en el Museo Arqueológico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

más descentralizada y participativa, la gestión del patrimonio de Xochimilco es una respon-sabilidad compartida entre las entidades del gobierno federal, el gobierno del Distrito Fe-deral y la autoridad delegacional. Esto supone que las políticas de protección y conservación requieren de un tipo de relaciones intergu-bernamentales entre el gobierno federal y el gobierno local, basadas en mayor interdepen-dencia y horizontalidad. Para los asesores de unesco, la imagen piramidal utilizada para representar a los tres niveles de gobierno es poco útil porque impide construir espacios de coordinación intergubernamental. 44

44 Álvaro F. López Lara y Ciro Caraballo Perichi, op. cit., p. 159.

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En el artículo 7o del Decreto Presidencial denominado Zona de Monumentos Históricos de Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, de 1986, se señala la creación de una comisión com-puesta por diferentes dependencias de todos los niveles gubernamentales y cuyo objetivo es coordinar las actividades de las Secretarías de Estado y demás entidades o dependencias a las que la legislación confiere la investigación, pro-tección y conservación de los valores arqueoló-gicos, históricos y artísticos que forman parte del patrimonio cultural del país. Con base en este instrumento jurídico se procedió, durante los últimos meses de 2004, a realizar una serie de reuniones en las oficinas de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal, teniendo como objetivo la concreción de una comisión que asumiera lo establecido en el Decreto.

El 31 de enero de 2005 se publicó en la Ga-ceta Oficial del Distrito Federal el “Acuerdo por el que se crea la Comisión Interdependen-cial para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco” firmado por Andrés Manuel Ló-pez Obrador, Jefe de Gobierno del Distrito Federal. En la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) recayó la presi-dencia de dicha comisión, que fue instalada el 2 de marzo de 2005 y, a partir de esta fecha, se iniciaron labores enfocadas a la elaboración de las reglas de operación y a la conformación de seis subcomisiones temáticas: Manejo de Agua, Uso Sustentable de los Recursos Naturales, Ordenamiento Urbano, Conservación y Patri-monio Cultural, Comunicación y Difusión, y la de Turismo.45

Con el propósito de generar ámbitos de coordinación interinstitucional para llegar a acuerdos y programar acciones prioritarias pa-

ra proteger los valores y atributos de Xochimil-co a partir del diseño participativo de un Plan de Manejo Integral, la unesco convocó entre febrero de 2004 y febrero de 2005, a distintas Secretarías del Gobierno del Distrito Federal, al gobierno local y a los organismos federales. El objeto de dicha convocatoria fue la identifi-cación de espacios de concertación y coordina- ción sobre áreas de gestión del patrimonio.

La coordinación interinstitucional entre los gobiernos delegacionales, local y federal, estuvo conformada por la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, a través de la Dgcorenader; la Procuraduría Am-biental, el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Seguridad Pública y la Secretaría de Turis-mo. De la Delegación Xochimilco asistieron va-rias de sus direcciones. También se contó con la participación de comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, de Medio Ambiente y Protección Ecológica, de Turismo y de Asamblea Legislativa del Distrito Federal. El Gobierno del Distrito Federal incluyó a las autoridades de las Delegaciones de Tláhuac y Milpa Alta, respondiendo a la recomenda-

45 Ciro Caraballo y Álvaro F. López, “La Comisión Interdependencial. Un espacio para la coordinación”, p. 172; vid. Claudia Sheimbaum, “Comisión Interdepen-dencial para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco”, p. 181.

Figura 11. Reunión de trabajo de la Comisión Interdependencial, 2005. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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Figura 12. Juego didáctico “La chinampa”, gestionado y coordinado por el Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

ción del Proyecto unesco-Xochimilco, con el objetivo de incorporar una visión regional del patrimonio cultural. En las reuniones periódi-cas que se realizaron, estuvieron representan-tes del Instituto Nacional de Antropología e Historia en su carácter de institución respon-sable de los sitios y monumentos históricos a nivel federal.

En las reuniones interinstitucionales, los actores sociales intercambiaron información sobre el sitio y los proyectos en marcha, ade-más se propusieron estrategias para coordi-nar y facilitar acciones específicas en el bien patrimonial. De marzo a diciembre de 2004 se efectuaron diez reuniones interinstitucio-nales regulares y ocho extraordinarias, entre las que se incluyeron reuniones para definir propuestas institucionales de inversión en los Programas Operativos Anuales 2005.

La realización de estas reuniones dejó claro que la gestión integral del patrimonio sólo es posible a partir de la concurrencia de los funcionarios, los académicos y las organizacio-nes representativas de la comunidad local. El funcionamiento de una comisión interdepen-

dencial permite garantizar la coordinación de programas y acciones en el mediano y largo plazo, ya que las políticas de manejo, conser-vación y salvaguardia del patrimonio cultural y natural de Xochimilco rebasan los marcos de actuación, las atribuciones y la capacidad presupuestal del gobierno delegacional.46

La institución que ha dado continuidad al compromiso adquirido en las reuniones de la Comisión Interdependencial es el Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl, a cargo de Uriel Dueñas Gamas. Las actividades que se realizaron en 2009 fueron: “Taller de los valores patrimoniales de Xochimilco”, con el apoyo de unesco; exposición fotográfica “Dale voz a tu mirada”; “Dale palabras a tus sentimientos. El juego La chinampa”; rutinas de expresión corporal y pantomima “Dale movimiento a tu voz”; obra de teatro guiñol “Regeneración… la historia continúa”. Con los productos de estos talleres se atendieron cerca de 47 000 personas.

46 Álvaro F. López Lara, “Generando espacios de participación”, pp. 116, 124.

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tabla 1 ACTORES QUE INTERVIENEN

EN LA CONSERVACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO DE XOCHIMILCO

Ámbito Dependencia Organismos

Internacional unesco

Federal Secretaría de Educación PúblicaSecretaría de Desarrollo SocialSecretaría de Turismo

Instituto Nacional de Antropología e HistoriaInstituto Nacional de Bellas Artes

Local Secretaría del Medio Ambiente*Secretaría de Transporte y VialidadSecretaría de Desarrollo Urbano y ViviendaSecretaria de CulturaSecretaría de Seguridad PúblicaSecretaría de TurismoAsamblea Legislativa del Distrito Federal*añadido por la autora

Delegacional Dirección General de Servicios UrbanosDirección General de Obras y Desarrollo UrbanoDirección General de Desarrollo SocialDirección Ejecutiva de Participación CiudadanaDirección de TurismoCoordinación de Seguridad Pública

Fuente: Cuadro elaborado por Marcos del Valle, Xochimilco: política pública para el rescate de su Centro Histórico, p. 75.

Figura 13. Tablero del juego “La chinampa”. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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En 2010 se ha continuado con la difusión de los valores patrimoniales, especialmente en las visitas que se dan en Acuexcómatl, además se está rehabilitando una chinampa didáctica.47

los tres niveles de gobierno

Los tres niveles en el Distrito Federal corres-ponden al gobierno federal, gobierno local y gobierno delegacional.

El gobierno federalDe acuerdo con la Ley Orgánica de la Adminis-tración Pública Federal, las dependencias que tienen facultad sobre las zonas de monumentos históricos son la Secretaría de Educación Pú-blica (sep), la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y la Secretaría de Turismo (Sectur). A la sep le corresponde la conservación y pro-moción del patrimonio cultural y artístico del país, y tiene dos órganos desconcentrados es-pecializados en la conservación del patrimonio cultural y artístico, el inah y el inba.48

El Instituto Nacional de Antropología e His-toria es la institución federal que más peso lleva en la conservación patrimonial, por el volumen del patrimonio arqueológico e histórico del país. La labor del Instituto es normativa y ejecu-tiva, asesora y supervisa las intervenciones, sin importar si se trata de edificios de propiedad federal, estatal, municipal o privada. Su dicta-men es siempre indispensable y forma parte de los trámites para cualquier intervención de un inmueble que se encuentre en una zona de monumentos históricos declarada como tal, así como en los casos de los edificios catalogados por el inah, aun cuando no se encuentren dentro de una zona con declaratoria.

El inah cuenta con recursos propios para el desarrollo de sus actividades, pero no para res-taurar todo el patrimonio que existe en el país; por esta razón, se buscan fuentes de financia-

miento, ya sea del estado, del municipio o de la sociedad civil, para llevar a cabo las obras de intervención. En la instrumentación financiera, es conveniente proponer una estructura de con-trol centralizada y única para la obtención y apli-cación de los recursos. Lo óptimo es que el inah utilice sus instalaciones, equipo y personal, para disminuir al máximo el gasto corriente en bene-ficio de la inversión y el bienestar social.49

A través de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, o por conducto de al- gunos de los 31 Centros inah que existen en las capitales de las entidades federativas,50 el inah se ocupa principalmente de administrar la parte de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos que le corresponde. Existen cuerpos colegiados que revisan y recomiendan las acciones a seguir en casos difíciles o técnicamente complejos, como el Consejo Nacional de Monumentos Históricos y la Comisión Consultiva Externa de Monumentos Históricos Inmuebles. En el primero están representadas las áreas internas de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, pero también otras instituciones federales como la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de Cona-culta, instituciones educativas como la Facultad de Arquitectura y el Instituto de Ingeniería de la unam. De la sociedad civil, está icomos, la Sociedad del Tesoro Artístico de México, la Co- misión Nacional de Arte Sacro, entre otras.51

El Instituto Nacional de Bellas Artes, me-diante la Dirección de Arquitectura y Con-

49 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 55.

50 La función principal de los Centros inah, es la vigilancia y conservación de zonas arqueológicas, sal-vamento y rescate del patrimonio cultural, así como la protección y conservación de los monumentos históricos. En estos centros se concreta la vinculación de los gobiernos estatales y municipales con el ámbito federal y la sociedad civil; vid, La planeación y gestión del patrimonio cultural de la Nación, p. 18.

51 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, pp. 27, 28.

47 Información proporcionada por Uriel Dueñas Gama, Jefe de la Unidad Departamental Centro de Educación Ambiental Acuexcómatl, 2010.

48 Marcos del Valle Trujillo, op. cit., p. 74.

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servación del Patrimonio Artístico Inmueble, actúa principalmente en el ámbito de la ciu-dad de México, ya que no tiene sedes en las capitales de los estados. Sus recursos se han mantenido en un nivel muy limitado pese a las facultades que le otorga la ley para proteger el patrimonio artístico nacional. Cuenta con un organismo de consulta, el Consejo Nacional de Monumentos Artísticos, donde están re-presentantes del inba, expertos y académicos en los campos de restauración del patrimonio arquitectónico y de historia del arte.

La Secretaría de Desarrollo Social, por me-dio de la Dirección General de Desarrollo Urba-no y Suelo, se ocupa principalmente de vigilar y administrar la aplicación de la Ley General de Asentamientos Humanos y las diferentes normas técnicas que de ella se derivan; por lo que es una entidad principalmente normativa que vigila y supervisa la ejecución de planes y programas de desarrollo urbano, como los Planes Parciales de Conservación de Centros Históricos, que en algunos casos promueve ante los gobiernos locales, apoyándolos con recursos económicos mediante el Programa Hábitat.

El inah ocupa una posición especial, ya que sin estar en la misma estructura organizativa que el resto de los actores, la ley prevé su acción coordinada con el gobierno local, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) y la Secretaría de Cultura en el diseño de proyectos de conservación, restauración y rehabilitación del patrimonio cultural. En el Proyecto unesco-Xochimilco, el inah tuvo una importante participación a través de la Coordinación Nacional de Monumentos His-tóricos, la Coordinación Nacional de Arqueo-logía, la Coordinación Nacional de Desarrollo Institucional, la Dirección de Patrimonio Mundial, y la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos.

El gobierno localEn las entidades federativas, el panorama es muy variable; hay estados con Consejos Esta-tales de la Cultura y las Artes, con dependen-

cias que procuran hacer labor de difusión y conservación del patrimonio cultural. Son más efectivas las representaciones estatales de la Secretaría de Educación y la de Desarrollo Urbano. En algunos estados grandes y con recursos, es posible el funcionamiento de una dirección o departamento de protección al patrimonio cultural, o bien, una dependencia descentralizada equivalente. Sin embargo, no todos los estados tienen un órgano especiali-zado en asuntos de conservación del patrimo-nio cultural inmueble, como sucede en el Distrito Federal, Oaxaca, Puebla o Jalisco.52

El Gobierno del Distrito Federal interviene en el patrimonio cultural con cinco dependen-cias de la administración pública local: Secre-taría de Transportes y Vialidades, Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, Secretaría de Cultura, Secretaría de Seguridad Pública y Secretaría de Turismo. También participa su órgano legislativo conformado por la Asam-blea Legislativa del Distrito Federal.53 Cuenta además con la Ley de Fomento Cultural del Distrito Federal, publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, el 14 de octubre de 2003, que tiene por objeto regular las acciones de fomento y propiciar el desarrollo cultural en el Distrito Federal.

El gobierno delegacionalEn los municipios y delegaciones, la presencia de organismos especializados en atender la conservación del patrimonio es prácticamen-te inexistente. Sólo los municipios más gran-des y con mayor población cuentan con ofici-nas especializadas en conservación de sitios y monumentos dentro de su territorio, con per-sonal mínimo destinado a ese propósito. En muchas ocasiones, esta tarea está a cargo de una sola persona, quien, la mayoría de las veces, no tiene experiencia ni maneja los te-mas de conservación y desarrollo urbano.54

52 Ibid., p. 28.53 Marcos del Valle Trujillo, op. cit., p. 76.54 Idem.

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La protección del patrimonio cultural sin duda tiene mucho que ver con los servidores públicos, porque la mayoría “se caracterizan por adolecer de espíritu de servicio, falta de conocimiento y experiencia en la planeación y administración que tienen a su cargo; pre-valecen los intereses enfocados al liderazgo, el poder político y económico, y la gestión clientelar”,55 lo cual se refleja en la pérdida irreparable de valores patrimoniales. A esta situación hay que sumar las trabas adminis-trativas de las instituciones federales para una eficaz gestión cultural y la indiferencia de ciertos sectores de la población.

Durante la gestión de Adolfo Uriel Gonzá-lez Monzón, como Delegado de Xochimilco, quedó conformado el 27 de diciembre de 2006 el Consejo Delegacional de Fomento y Desarrollo Cultural, tal como lo establece el artículo 33 del capítulo IV de la Ley de Fomen-to Cultural del Distrito Federal, publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal, el 14 de octubre de 2003. El consejo quedó integrado por el Jefe Delegacional como Presidente, el titular del área de Desarrollo Social como Secretario, el titular del área Cultural como Se- cretario Técnico, un representante por ca-da Casa de Cultura de la Delegación y los representantes de la comunidad artística y cultural con presencia en la Delegación. Desafortunadamente las sesiones no lograron los resultados esperados, por lo que la parti-cipación del Consejo en la vida cultural local fue mínima.56

los agentes económicos El marco económico de un proyecto de ges-tión cultural consiste en proponer las fuentes

de recursos para el proyecto, su periodicidad y cuantía, los procedimientos y mecanismos para obtenerlos, las características específicas que se definan con cada tipo de contribuyen-te, las instituciones e instrumentos adecuados para su administración productiva, la política de gastos y los canales a utilizar en función de conceptos y prioridades, el órgano responsa-ble del ejercicio y del control de los fondos, y la forma de la rendición de cuentas e informes a las instancias involucradas.57

No sólo se debe considerar la vía de la recaudación voluntaria y la negociación con sectores o grupos, sino también, de manera fundamental, la inversión y el gasto de parti-culares y del gobierno orientados a la renta, adquisición, mejora, rehabilitación o edifica-ción de inmuebles con usos de suelo diversos, como viviendas familiares, comercios y oficinas que apoyen el bienestar social, la formación del patrimonio y la generación de empleo remunerativo y permanente.

Se debe explorar la posibilidad de allegarse recursos mediante la incorporación a progra-

Figura 14. Público asistente a la conferencia sobre el patrimonio arqueológico de Xochimilco presentada por Araceli Peralta. La actividad fue organizada por Linda García administradora de la Casa de Cultura de San Mateo Xalpa.

55 Información proporcionada por la profesora Sil-via Soriano, quien fue directora de Servicios Culturales y Deportivos de la Delegación Xochimilco, 2008.

56 Los representantes de la comunidad artística y cultural fueron: Elizabeth Acevedo, Enrique Martínez Troncoso, Araceli Peralta, Enrique Urrutia Méndez y José Genovevo Pérez.

57 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 29.

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mas nacionales vigentes que resulten afines a los proyectos culturales, así como la gestión an-te organismos internacionales interesados en la defensa del patrimonio histórico urbano. Es importante realizar campañas de promoción y difusión dirigidas a fomentar la participación de los diversos sectores de la sociedad.

En la tercera sesión ordinaria de la Comi-sión Interdependencial para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco,58 efectuada el 16 de agosto de 2005 en la parroquia de San Ber-nardino de Siena, Xochimilco, la Dgcorenader presentó la propuesta de inversiones 2005; de acuerdo con la información recibida de 10 dependencias, se tenían 186 586 447 pesos asignados para la zona. La Secretaría de Desa-rrollo Social señaló que era indispensable te- rritorializar el presupuesto. La Secretaría Téc-

nica, por su parte, explicó la dificultad de inte-grar los presupuestos, sobre todo porque mu-chas dependencias no se habían apegado a los formatos y tiempo convenidos. La unesco en-fatizó que la aprobación del presupuesto para el manejo del sitio debía contar con el apoyo de las instancias legislativas, como el Congre-so de la Unión y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

turismo cultural

El turismo en las ciudades históricas es una importante actividad productiva tanto por el valor económico como por el interés social que éste puede aportar a la conservación del sitio. No obstante, la actividad turística en Xochimil-co se enfrenta a serios problemas como la vul-

58 El 8 de septiembre de 2004 se aprobó la creación de la Comisión Interdependencial para la Conserva-ción del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco, comisión plural encargada del cumplimiento de los requerimientos establecidos por la unesco, para la preservación de Xochimilco, con la finalidad de evitar que el Área Natural Protegida “Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco” pierda su categoría de patrimonio de la humanidad; 31 de enero de 2005.

Figura 15. Reunión de la Comisión Interdependencial realizada en el antiguo convento de San Bernardino de Siena, 2005. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 16. Trabajos de remodelación del embarcadero Fernando Celada, en los años setenta. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

Figura 17. Embarcadero Fernando Celada. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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nerabilidad del sitio, una desproporcionada mezcla de turismo y recreación,59 la falta de infraestructura, la carencia de criterios de sos-tenibilidad del destino y la poca oferta de pro-ductos turísticos alternativos; a pesar de ello, su potencial como destino turístico de valor excepcional aún se mantiene.60

Las propuestas y acciones que realizaron en 2005 la Subcomisión de Turismo del Gobierno del Distrito Federal y la Delegación Xochimilco, como parte de las funciones de la Comisión Interdependencial para la Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Milpa Alta,

Figura 18. Embarcadero de Nativitas Zacapan. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

59 El turista vive fuera del sitio, en otras regiones del país o en el extranjero. El recreacionista, vive en las inmediaciones del sitio, llega al lugar a pasar un rato de esparcimiento, como podría ir a muchos otros lugares cercanos a su residencia.

60 Ciro Caraballo y María Micaela Leal, “Patrimo-nio, turismo y actividades productivas sostenibles. Un potencial por activar”, p. 294.

Tláhuac y Xochimilco, fueron el desarrollo de nuevos productos turísticos, el fortalecimiento de la promoción turística, la ampliación de servicios de información, el mejoramiento en la calidad de los servicios, la procuración de seguridad y asistencia al turista, el fomento a la inversión, el fortalecimiento de la infraestructu-ra y el apoyo al desarrollo turístico en las demar-caciones. También se hizo una primera versión del mapa de atractivos turísticos de la zona, que se elaboró en coordinación con la Dgcorenader y la unesco, en el que quedaron integradas las delegaciones Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan y Magdalena Contreras. Se implementó el programa “De fiesta en el Distrito Federal”, dedicado a los nuevos productos turísticos del sur de la ciudad de México.

El turismo cultural es una fuente importante de generación de empleos directos (infraes-tructura turística) e indirectos (valoración patri- monial). La demanda cultural incluye el pa- trimonio tangible, intangible y natural. No basta

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con tener potencial patrimonial para generar un turismo cultural rentable, es necesario invertir en la preservación del patrimonio y sensibilizar a los turistas y a los locales sobre prácticas responsables. Este tipo de turismo es una fuente de ingresos en países con pocos recursos económicos, pero su abuso puede ser una amenaza para el patrimonio, por ello, se debe tener un Plan de Manejo, que considere el ofrecimiento de una infraestructura que brinde una oferta cultural y educativa accesible, servi-cios de calidad que satisfagan la demanda y un análisis del impacto que tienen los visitantes.61

El inah, como institución de carácter rector en las zonas de monumentos arqueológicos e históricos, puede contribuir de manera signi-ficativa en la planificación de los procesos de desarrollo turístico de estas zonas de patri-monio cultural, en coordinación siempre con otras instancias del gobierno federal, estatal y municipal. La planificación busca favorecer el desarrollo turístico en sí mismo, pero sobre todo debe enfocarse a la conservación y difu-sión adecuada del patrimonio cultural.

El inah cuenta con una herramienta básica: la investigación. Lo idóneo es que todo pro-ceso de planificación esté basado en estudios académicos. La propia Ley Federal de Zonas de Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos, de 1972, hace imperativa la gene-ración y aplicación de los conocimientos cien-tíficos en los procesos de desarrollo vinculados a la actividad turística y al patrimonio cultural, sin perder de vista la colaboración interdisci-plinaria. Hoy en día la relación patrimonio-identidad nacional ha sido desplazada por la de patrimonio-venta-consumo, ante la nueva lógica del mercado.62

participación ciudadana

De acuerdo con los especialistas, la clave de un buen gobierno reside en la acción conjunta de las autoridades y su interacción con la ciudada-nía y el sector privado, lo que permite estable-cer objetos y alcances para mejorar la calidad de las estrategias, decisiones, definición de po-líticas públicas y servicios. Promover la partici-pación desde el primer momento y hacer de la misma el eje central del proceso, rompe con la barrera que separa al gobierno de la ciuda-danía, de este modo se construye un soporte más confiable e incluyente que hace a los ciu-dadanos sentirse fortalecidos, respaldados y comprometidos para trabajar por un interés común.63 La participación ciudadana es, en sí, “un diálogo e intercambio de saberes”.64

En la gestión del patrimonio cultural se debe proponer, desde el inicio, la participación de las comunidades, personas, instituciones públicas o privadas, grupos y organizaciones, con el propósito de que se involucren en las decisiones sobre el diseño, la instrumentación

61 Léo Orellana, “Los procesos de regeneración urbana y la inclusión social”, pp. 21, 26, 27.

62 Daniel Nahmad Molinari, “Patrimonio cultural, turismo y desarrollo social. Apuntes sobre el caso de El Tajín”, p. 17; vid. Ana Virginia Pérez Mora, “Políticas culturales, cambio sociocultural y defensa del patri-monio”, p. 29.

Figura 19. Norma, Juan y Anáhuac González, directora del Archivo Histórico de Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

63 María García Pizarro, op. cit., pp. 32, 34.64 Conferencia “Patrimonio, usos sociales y turismo

desde la Antropología”, de María de los Ángeles Mu-ñoz, octubre 2009.

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Figura 20. Habitantes del barrio de San Pedro, en los años setenta. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

y el seguimiento de los proyectos; de no ser así, se corre el riesgo de generar desconfianza e insatisfacción en la ciudadanía.

A través de la participación se pueden llegar a identificar y jerarquizar problemáticas para después llegar a acuerdos que validen las accio-nes de protección, conservación, restauración y desarrollo sustentable que permitan su solu-ción, de esta forma se favorece el diseño de po-líticas de protección de los bienes culturales.65 Identificar a los actores clave que inciden en el

territorio es imprescindible porque garantiza una amplia participación social e institucional; de ahí la importancia de elaborar un directo-rio que contenga los datos de los principales actores en el ámbito socioeconómico, político y cultural de una localidad.

Posteriormente, se debe aplicar una estrate-gia de información a partir de talleres, consul-tas, entrevistas, encuestas y visitas de campo. Actividades que garantizan la participación representativa de cada uno de los actores so-ciales e institucionales involucrados, directa o indirectamente, con el proyecto. La informa-ción que se maneje sobre la historia del área, riqueza natural y cultural, su importancia ambiental y sus problemas de conservación,

65 Proyecto “Restauración ecoturística de riberas chinamperas de Xochimilco y Catalogación de Chi-nampas”.

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Figura 21. Recorrido realizado en la semana de Turismo Patrimonial en el área del Proyecto Ecoturístico Michmani, organizado por Saulo Rosales, director de Turismo de la Delegación Xochimilco, 2009. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

TABLA 2 ACTORES Y ORGANIZACIONES SOCIALES EN XOCHIMILCO, 2005.

Tipo de actor Promedio de personas activas Número de asociacionesAsociación Civil 126 9Organización Ambientalista 3 1Asociación Ejidal 120 1Patronato 10 1Asociación de Floricultores 38 5Prestadores de Servicios Turísticos 64 1Asociación de Productores Chinamperos 137 6Organización de Comerciantes 82 8Sociedad Cooperativa 13 14Sociedad de Producción Rural 17 3Sociedad de Solidaridad Social 20 1Comité Vecinal 152 2Consejo Consultivo Ciudadano 21 1Total 803 53

Fuente: Proyecto UNESCO-Xochimilco.

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debe ser accesible a todos los sectores de la población.

En el Proyecto unesco-Xochimilco, Ciro Caraballo sugirió para la elaboración del Plan de Manejo Integral, propiciar la participación de actores a fin de crear consensos de actuación. Para este fin no sólo se consideraron los com-promisos institucionales del Gobierno del Dis- trito Federal, sino también aquellos que derivan de la participación de organizaciones sociales y empresas privadas con intereses en el sitio. Se hizo un directorio de actores sociales que se pu- so a disposición de las instituciones que integra-ron la Comisión Interdependencial. También se definieron los espacios para la participación ciudadana, entendida ésta como una presencia continua a lo largo del proceso y no sólo para la validación final de las propuestas.

La participación y el rol que tuvieron las ins-tituciones en la Comisión Interdependencial no siempre fueron del todo claras, por eso se puntualizó en las responsabilidades que por ley les correspondía a cada una de ellas y en su capacidad para dar soluciones técnicas y aportes presupuestarios para llevar a cabo las propuestas. Se constituyeron subcomisiones técnicas que trabajaron en la construcción de los planes y estrategias; los resultados fueron remitidos a la Comisión, lo que facilitó llegar a una propuesta integral.66

La participación de la sociedad civil fue de gran valor sobre todo porque ésta conoce la problemática social, ambiental y política del sitio patrimonial y puede señalar opciones de actuación y comprometerse a participar en las acciones acordadas. En la Carta Internacional para la Conservación de Ciudades Históricas, del icomos de 1988 en Washington, se indica que “La participación y el compromiso de los habitantes son imprescindibles para llevar a

cabo la conservación de las ciudades históri-cas, por lo que debe ser estimulada. No debe olvidarse que la conservación de las ciudades y barrios históricos concierne en primer lugar a sus habitantes…”.67

En los Talleres de Planeación Participativa que organizaron los integrantes del Proyecto unesco-Xochimilco, se obtuvo información so-bre cómo perciben los distintos segmentos de la sociedad el patrimonio cultural. Los sacerdo-tes de la Iglesia católica, por ejemplo, opinaron que “la conservación de templos y parroquias se enfrenta a obstáculos derivados de la falta de valoración de sus atributos. Los grupos or-ganizados y las mayordomías han centrado su interés en las festividades y en la adquisición de status social, pero han descuidado las labo- res de mantenimiento de las parroquias en las que se realizan el culto y las fiestas”. 68 Para contrarrestar esta situación, propusieron im-pulsar una campaña de donativos por parte de los fieles para integrar un fondo destinado a la restauración de los inmuebles y promover en-cuentros de revalorización y apropiación de los espacios de culto como templos, parroquias y

67 Políticas de atención a centros y barrios históricos y patrimoniales en México, p. 60.

68 Álvaro F. López, “Lecciones de la planeación participativa”, p. 151.

Figura 22. Presentación del libro Sergio: historia de mi vida, que narra la vida de un xochimilca en el siglo XX, organizada por Enrique Urrutia.

66 Comentarios al documento “Reglas de operación de la Comisión Interdependencial para la conserva-ción del patrimonio natural y cultural de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco”, Proyecto unesco-Xochimilco, 18 de marzo de 2005.

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capillas. Algunas de estas actividades han sido de carácter cultural y se han llevado a cabo principalmente en el antiguo convento de San Bernardino de Siena, a través de ciclos de con-ferencias sobre tópicos históricos locales, regio-nales y nacionales, conciertos de música, tea- tro, cine, entre otros.

En los talleres participativos fueron invita-das personas con representatividad en los ám-bitos cultural, social y político para identificar las prioridades en relación con la valoración del patrimonio y señalar los problemas y opor-tunidades comunes presentes en los habitantes del sitio. A éstos asistieron los chinamperos de los pueblos de San Luis Tlaxialtemalco, San Gregorio Atlapulco y de los barrios de Xochi-milco, quienes señalaron como problemática de la zona chinampera el crecimiento urbano, que ha tenido un fuerte impacto social, eco-nómico, agrícola, ambiental y de salud públi-

ca,69 aspectos que no han podido ser resueltos por el gobierno local, pese a los diversos pro-yectos y programas implementados de unos años a la fecha. Los chinamperos consideran que es necesario contar con apoyos económi-cos y capacitación, controlar los asentamientos irregulares, generar un proyecto agro-ecoturís-tico, retroalimentar los mantos acuíferos y refo-restar la zona chinampera y de la montaña.

En el taller en el que participaron los co-merciantes, se mencionaron como obstáculos la falta de promoción de los productos típicos locales y la falta de espacios para la venta de artesanías. Uno de los problemas vigente es el ambulantaje y la falta de regulación en el uso de los espacios públicos.70 Sobre este punto se debe considerar que en Xochimilco existe comercio formal e informal, y en ambos es casi nula la venta de artesanías y de los productos agrícolas de la región, que hasta no hace muchos años era la que predominaba en el mercado. Los productos artesanales se venden temporalmente en fechas específicas como la feria de la alegría y el olivo en Tulyehualco, la del dulce cristalizado en Santa Cruz Acalpixca y la venta de productos derivados de la abeja y del conejo en el centro de Xochimilco.

69 Ibid., pp. 138, 145.70 Ibid., p. 149.

Figura 23. La revista Xochimilco. Ayer y hoy, dirigida por Ana María Sánchez, es una interesante publicación independiente de difusión cultural.

Figura 24. Campesinos de Xochimilco, 1940. (Museo Archivo de la Fotografía, gdf.)

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Figura 25. Actividades del proyecto “Échale un ojo a tus monumentos”, con los estudiantes de la Secundaria Técnica número 28. (Fotografía de Claudia Morales Vázquez.)

En otro taller participaron los prestadores de servicios; ahí se detectó que cuentan con un conocimiento básico de los valores patri-moniales, que es muy similar al que tiene el visitante común, ya que para ellos el principal atractivo turístico en Xochimilco es el paseo en trajinera y las chinampas.71 Esto significa que hay desconocimiento y desinterés por promocionar el patrimonio arqueológico, arquitectónico y las fiestas.

Otra forma de participación sugerida por la unesco, fue la formación del Comité Académi-co, integrado por investigadores de universida-des e institutos nacionales (inah, unam, uam-X) que han realizado estudios ambientales, socia-les, históricos y arqueológicos en Xochimilco. El propósito fue elaborar un documento con las prioridades de acción para el Plan de Ma-nejo de Xochimilco como sitio patrimonial, además se propuso que el comité fuera reco-

nocido en el reglamento de operaciones como una instancia de consulta permanente. Es fun-damental que el especialista tenga afinidad y sensibilidad de los valores patrimoniales que manejan los habitantes del sitio.

Con respecto a la difusión de los valores patrimoniales de Xochimilco, la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del inah tiene un proyecto denominado Échale un ojo a tus monumentos, a cargo de la historiadora del arte Claudia Morales, que tiene como “objetivo principal dar a conocer y difundir la importancia de los monumentos históricos a escolares de secundaria cuyos planteles están dentro de los centros históricos, para crear una conciencia y sensibilidad histórico-artística que promueva una participación activa en su conservación”.72

72 Claudia Morales Vázquez, “Échale un ojo a tus monumentos. Programa de difusión de monumentos históricos a escolares adolescentes en centros históri-cos”, p. 158.71 Ibid., p. 139.

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Como miembro del Consejo de Cultura de la Delegación Xochimilco (2006-2008) y con la aprobación de Claudia Morales, el proyec-to fue propuesto para que se implementara en la demarcación, mismo que fue aceptado y posteriormente ratificado por el gobierno local, en 2007. La gestión quedó a cargo de la doctora Natalia Fiorentini, subdirectora de

Investigación de la cnmh, y de la coordina-dora del proyecto, Claudia Morales, ambas por parte del inah. Por la Delegación Xo-chimilco estuvo el antropólogo Joaquín Pra- xedis Quesada, subdirector de Servicios Edu-cativos y Culturales, como representante del doctor Uriel González Monzón, delegado de Xochimilco. Desafortunadamente, ante la fal- ta de un convenio de colaboración con la De-legación Xochimilco, el proyecto tuvo que ser suspendido en 2009.

El proyecto requirió de un equipo de trabajo, coordinado por Claudia Morales, y conformado por estudiantes de servicio social y profesores jubilados, quienes recibieron cursos de capacitación que después aplicaron con los chicos de secundaria con el método “aprender-haciendo” y actividades como la elaboración de un periódico mural, tertulia de leyendas, celebración del día del monumento histórico y creación de proyectos originales. Los resultados del trabajo conjunto fueron una experiencia exitosa de colaboración in-terinstitucional.73

Sin duda, la participación social fortalece el sentido de pertenencia y apropiación del patrimonio, pero debe incorporarse a un pro-grama de mejoramiento en la calidad de vida local, que implique derechos y obligaciones en lo concerniente a la conservación del pa-trimonio cultural. Los valores patrimoniales de Xochimilco permanecen vivos en buena parte del colectivo, pero están en riesgo a largo pla-zo, por los cambios que presenta la dinámica familiar, social, económica y política.

Figura 26. Trabajo sobre los monumentos históricos de Xochimilco presentado por los alumnos de la Secundaria número 36, actividad del proyecto Échale un ojo a tus monumentos. (Fotografía de Claudia Morales Vázquez.)

73 Ibid., pp. 163-164.

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conclusiones

La Delegación Xochimilco tiene en su terri-torio un rico y vasto patrimonio cultural, tanto tangible como intangible. En este estu-dio hemos presentado cómo influyen en la conservación o destrucción del patrimonio cultural las dinámicas social, económica, po-lítica y cultural. Asimismo se hace mención de las acciones de rescate realizadas por los tres niveles de gobierno —federal, delegacional y del Distrito Federal—, la unesco y la comu-nidad.

Hoy en día, el patrimonio natural de la zona chinampera y la zona de montaña pre-senta daños irreversibles ocasionados por el aumento de población, cambios en el uso del suelo e irregularidad en la tenencia del mis-mo, provocando la contaminación del agua y de la tierra, tala inmoderada de árboles, erosión, plagas, pérdida de vegetación y fau-na local, así como la reducción del área de recarga acuífera. En suma, hay un acelerado proceso de empobrecimiento biológico pro-ducto de la intensa actividad humana. Consi-deramos que las autoridades deben fortalecer las acciones de protección y conservación, a partir de la aplicación y apego a los planes de manejo que existen para las áreas naturales protegidas. Acción que debe estar fuertemente vinculada a la participación ciudadana, por ser ésta el soporte social de cualquier política cultural.

El patrimonio arqueológico localizado en la zona de montaña y zona chinampera, presenta, en términos generales, un severo proceso de deterioro y destrucción, aun cuan-do existen sitios como Cuailama, que cuentan con instrumentos jurídicos de protección. Esta pérdida está vinculada a la urbanización ilegal que no es más que la incapacidad del gobierno delegacional para hacer cumplir la ley, “lo cual no sólo responde a la falta de recursos y de autoridad, sino también a su conveniencia, pues las invasiones en buena parte han sido promovidas y protegidas por organizaciones ligadas primero al pri y después al prd, las cuales fomentan el incumplimiento de la ley y garantizan impunidad para todos”. 1

El crecimiento urbano irregular provoca que los residentes utilicen los montículos prehispánicos como bancos de material para la construcción de sus casas o que sean destrui-dos para abrir caminos públicos. El cambio de uso de suelo de agrícola a urbano, aunado al desinterés y desarraigo de ciertos sectores de la población, perjudica enormemente al patri-monio arqueológico. Un instrumento legal de protección que deben tener los sitios arqueo-

1 Víctor Manuel Durand Ponte, Desigualdad social y ciudadanía precaria ¿Estado de excepción permanente?, p. 161.

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2 La planeación y gestión del patrimonio cultural de la nación, p. 21.

lógicos de Xochimilco es su delimitación por medio de polígonos de protección.

La planeación del territorio es un elemento clave en la conservación del potencial ambien-tal y patrimonial porque permite regular y equilibrar el proceso de crecimiento urbano. Sin embargo, los procesos de planeación son cada vez más complejos, debido a las deman-das ambientales, económicas y sociales que los sectores de la sociedad solicitan para su territorio, muchas de las veces incompatibles entre sí.

Un aspecto fundamental en las políticas de protección del patrimonio cultural tiene que ver con la planeación de obras públicas y desarrollo urbano. La planeación representa el principal mecanismo para la coordinación entre las dependencias, entidades y organis-mos públicos, federales, estatales y municipa-les. Para definir áreas de reserva cultural y sus destinos, es imprescindible la participación del inah en los planes regionales metropo-litanos, los planes municipales y estatales de desarrollo urbano, los planes de centros de población estratégico y los planes parciales de desarrollo.2

Se deben incluir en los planes parciales de desarrollo urbano, los programas y proyectos específicos de investigación, rescate, con-servación, difusión y gestión del patrimonio cultural. En este sentido, el gobierno local, en coordinación con el inah, puede emitir declaratorias para proteger áreas de interés científico, como es el caso de los sitios pa-leontológicos, los de interés cultural, como los sitios arqueológicos y de monumentos históricos, así como todos aquellos que por sus valores, resultan primordiales para la custodia y salvaguarda del patrimonio cultural de cada localidad.

Las delegaciones políticas del Distrito Federal contribuyen a la protección del patri-

monio cultural cuando expiden las licencias de construcción, permisos de uso de suelo, autorizaciones para fraccionar y regularizar la tenencia de la tierra, acciones que se realizan en coordinación con el inah. Es fundamental la delimitación de zonas protegidas o áreas cuyo crecimiento deba ser controlado de forma que no se afecten sitios, monumentos u otros bienes componentes del patrimonio cultural. De esta manera, el gobierno local tiene la facultad de custodiar los bienes para evitar su alteración o destrucción.3

El saqueo o las excavaciones arqueológicas que se realicen sin previo estudio y control del inah, están fuera de la ley y constituyen un delito federal. Estas acciones delictivas no sólo atentan contra el patrimonio cultural de los mexicanos, sino que destruyen todas las evi-dencias científicas para su estudio, además de que propician el tráfico ilegal, despojo y pérdi-da de los bienes nacionales. Tanto autoridades como ciudadanía, pueden y deben denunciar el saqueo y destrucción del patrimonio cultu-ral ante las autoridades del inah.4

El patrimonio arquitectónico también enfrenta diversas problemáticas que ponen en riesgo su conservación. La mayoría de los inmuebles históricos han cambiado el uso de suelo, de habitacional a comercial, o han quedado subdivididos en predios. Esta situación implica la modificación del partido arquitectónico original con el consecuente daño al edificio, porque se demuelen muros para abrir vanos, que debilitan el edificio e incrementan el riesgo ante eventos sísmicos. Hay casos de destrucción total del inmueble, porque sus propietarios construyen una vi-vienda nueva, oficinas o locales comerciales. Es necesario que las inspecciones que realiza el personal del inah y la Delegación Xochi-milco hagan cumplir la normatividad y que los propietarios cuenten con información

3 Ibid., pp. 26, 27.4 Ibid., pp. 32-33.

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5 V. M. Durand Ponte, op. cit., pp. 247-248.

sobre la importancia que tiene conservar el patrimonio construido.

La “apropiación” del espacio público del Centro Histórico por el comercio informal, no es más que el reflejo de un círculo vicioso que favorece un sistema político que antepone el interés particular ante el interés público. El fenómeno del comercio en vía pública tiene causas económicas, como el desempleo, la segmentación del mercado laboral introduci-do por la globalización, la conformación de una ciudad con amplios sectores marginados, deficientes servicios públicos y una precaria infraestructura urbana. También influye el an-tecedente cultural de la tradición del comercio en vía pública desde la época prehispánica. Sin embargo, la matriz de esta problemática, como señala Durand, está en el sistema político, “en el mal gobierno, en la pésima administración pública, en un sistema de partidos que fun-ciona como estamento, en su capacidad para manipular a la población u organizarla en clientelas, robarle la libertad, someterla a una dominación autoritaria”.5

El patrimonio intangible es un legado ancestral que a través de conocimientos, tradi-ciones y valores, genera identidad, cohesión y vitalidad social. Las manifestaciones religiosas tienen un fuerte arraigo entre la comunidad porque permiten establecer un equilibrio en-tre pasado, presente y futuro, respetando los hilos conductores de la tradición. Sin embar-go, estos valores patrimoniales, se encuentran vulnerables ante las desfavorables condiciones urbanas, sociales, religiosas y económicas.

Un caso específico es el problema vial oca-sionado por el cierre temporal de las calles para la realización de alguna festividad, lo que genera la molestia entre la población, que ve afectado su derecho al libre tránsito. Al respec-to, una residente del centro de Xochimilco, se-ñala “soy católica y me gustan las fiestas de mi pueblo, pero que no cierren las calles porque

los que trabajamos o tenemos una emergencia no podemos pasar con nuestros autos”. Un testimonio que ejemplifica esta situación, es el relativo al suceso de una carroza fúnebre que llevaba el cuerpo de la “Tía Lencha” al barrio de La Santísima, donde sería velada. Después de una espera de 12 horas en la esquina de Pino y Dalia, logró pasar, ya que la calle estaba obstruida por la feria debido a que era la fiesta patronal de un barrio aledaño.

En este sentido, la población y las auto-ridades, deben buscar de manera conjunta soluciones para que las tradiciones continúen sin afectar a terceros. El binomio convivencia-seguridad ciudadana, debe entenderse a partir de la integración y la cohesión social como elementos clave para fomentar espacios de encuentro incluyentes y seguros.

La destrucción del entorno natural y cultu-ral es un indicador que refleja el valor que le da la población y el gobierno a su patrimonio. En este sentido, habrá quien considere que el gobierno está más comprometido que el resto de la población, pero es difícil determinar quién daña más al patrimonio: los jóvenes que ponen grafitis en los petrograbados o la auto-ridad que no toma medidas de protección de los sitios arqueológicos; acaso las familias que tiran sus desechos al canal o la autoridad que no instala el drenaje; el comerciante informal que vende y se apropia del espacio público del Centro Histórico o la autoridad que por conve-niencia no los reubica; el que construye su casa en áreas naturales o la actitud permisiva de la autoridad frente a esta problemática. Aquí no se trata de encontrar quién es más o menos culpable en la destrucción del patrimonio, sino ser conscientes de que la solución es una responsabilidad compartida.

El problema de la conservación y protec-ción del patrimonio cultural es muy complejo porque en el contexto social hay problemáticas mayores como la violencia, la desintegración intrafamiliar, las adicciones, la pobreza y la falta de empleo. Sin embargo, me parece que aun en estas condiciones es posible reforzar las

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alternativas que favorezcan la protección del patrimonio a través de los instrumentos jurí-dicos, los polígonos de protección, los planes de manejo, los diagnósticos, la colaboración interinstitucional, la participación ciudadana, las acciones de los tres niveles de gobierno, la difusión de los valores patrimoniales, etc. El éxito de las acciones en la gestión cultural dependerá de un proyecto de gobierno que por medio del diálogo, la inclusión y la media-ción, atienda y resuelva las necesidades de la ciudadanía. Aquí la confianza, colaboración y compromiso institucional debe estar presente para que se pueda contar con el apoyo de la sociedad.

Los valores patrimoniales de Xochimilco tienen más posibilidades de ser preservados, recuperados y conservados si existe el escena-rio adecuado para un trabajo conjunto entre los distintos sectores de la población y las

autoridades. Los gobiernos deben actuar con políticas que no sólo garanticen soluciones, sino que además propicien la prevención de eventuales problemas que puedan aquejar a

Figura 1. Feria en una fiesta patronal. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

Figura 2. Colectivo Tollan, integrado por jóvenes comprometidos en difundir y generar cultura. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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sus ciudadanos, buscando siempre la calidad de vida y el desarrollo sostenible.6

La educación tiene un papel fundamental en las acciones de conservación del patrimo-nio. Hoy en día, la educación de la población mexicana está muy por debajo del nivel básico, si a esto agregamos que de unas décadas a la fecha, el gobierno federal se ha empeñado en quitar materias básicas en los programas de estudio de educación media, como la historia, el civismo, la ética y la lógica, es de esperar que gran parte de la población no se interese en reflexionar sobre sus orígenes e identidad, lo que se traduce en indiferencia y destrucción del patrimonio cultural.

Como señala Canclini, no basta que las es-cuelas y los museos estén abiertos a todos, pues a medida que descendemos en la escala econó-mica y educacional, disminuye la capacidad de apropiarse del capital cultural transmitido por esas instituciones. No basta multiplicar las

6 En www.uim.org.es, febrero de 2009; vid. Joseph María Pascual Esteve, “Planificación urbana y gober-nanza democrática: hacia una planificación estratégica de segunda generación”, pp. 16-17.

Figura 3. Conferencia sobre el patrimonio arquitectónico de Xochimilco presentada por Araceli Peralta a la Asociación de Médicos de Xochimilco.

Figura 4. Comida regional presentada por profesores jubilados en el marco de La Flor más Bella del Ejido, 2009, evento organizado por la Subdirección de Servicios Educativos y Culturales de la Delegación Xochimilco. (Fotografía de Araceli Peralta Flores.)

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investigaciones patrimoniales, los museos y la divulgación; hay que conocer y entender los patrones de percepción y comprensión desde los cuales los destinatarios de esas acciones se relacionan con los bienes culturales.7 Habrá que revisar cuál es nuestra relación con la so-ciedad y hasta qué punto hemos concretado el vínculo entre patrimonio cultural, idea de nación y sistema educativo, el cual, a juzgar por los acontecimientos, parece haber fracasado.8

La difusión de la cultura tiene un papel de-terminante, especialmente si el resultado de las investigaciones de los especialistas va más

allá de los espacios académicos y llega a todos los sectores de la población, como estudiantes, mujeres, empleados, artesanos, políticos, profe-sionistas, funcionarios, comerciantes y vecinos del lugar. Esta información debe difundirse a través de publicaciones, conferencias, talleres, videos, jornadas culturales, exposiciones, en-tre otros. La mayor parte de la comunidad de Xochimilco conoce y usa cotidianamente su patrimonio cultural, sin embargo este conoci-miento es parcial, razón por la que el acadé-mico debe presentar y vincular el resultado de sus investigaciones en un contexto regional, que permita integrar la información a partir de una estructura que dé prioridad a la carac-terización del universo patrimonial, el estado de conservación en que se encuentra y plantear así propuestas de conservación.

Las autoridades y la comunidad de Xochi-milco tienen un gran compromiso, que es pro-

Figura 5. La organización ciudadana es fundamental para la solución de los problemas de la demarcación. (Archivo Histórico de Xochimilco.)

7 Néstor García Canclini, “¿Quiénes usan el pa-trimonio? Políticas culturales y participación social”, pp. 52, 60.

8 Bolfy Cottom, “Balance de los problemas más im-portantes en torno del patrimonio cultural de interés nacional”, p. 9.

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teger su patrimonio ante los múltiples factores que amenazan su conservación y que han sido descritos en los diferentes capítulos que inte-gran este libro. Las acciones para conseguirlo requieren de organización, recursos, continui-dad, coordinación y concertación, para lograr un trabajo conjunto con resultados positivos. En la medida en que haya adecuados canales institucionales, habrá mayor participación ciudadana en la toma de decisiones sobre po-líticas públicas en la Delegación Xochimilco. Como señala Jorge Legorreta, las instituciones deben integrar de manera plural y democráti-ca las propuestas, intereses e ideales de todos sus actores y ciudadanos.9

De los problemas más severos que enfrenta la Delegación Xochimilco es el crecimiento demográfico acelerado, producto de la mi-gración campo-ciudad, aunque en las últimas décadas ha pasado a ser un movimiento interurbano entre ciudades, o una migración centro-periferia.10 Este fenómeno se traduce en una mayor polarización social e inequidad entre individuos, al coexistir con crecientes niveles de pobreza y marginalidad.

Legorreta menciona que la especulación del valor del suelo ha propiciado que los terre-

nos agrícolas en pocos años estén ocupados por viviendas y obras urbanas; sugiere que lo idóneo sería destinar a la agricultura 25 por ciento del área urbanizable y 15 por ciento para parques y bosques. Es fundamental que la comunidad se organice para fortalecer la defensa de Xochimilco como sitio patrimonial. Se debe exigir a las autoridades locales y fede-rales destinar los recursos económicos nece-sarios para resolver los problemas que existen en la demarcación, que incluso sobrepasan el ámbito cultural. Se deben “traducir estas urgentes acciones en políticas públicas y en compromisos institucionales”.11

Finalmente creemos que este estudio nos lleva a reflexionar sobre los retos actuales del patrimonio cultural de Xochimilco, en donde la comunidad tiene el derecho de exigir al go-bierno delegacional, al gobierno del Distrito Federal y al gobierno federal, la aplicación de una política cultural con una visión incluyente de todos los sectores sociales que favorezca la apropiación de su historia. Que además garantice soluciones y propicie la prevención de problemas, buscando ante todo una mejor calidad de vida acorde a una zona declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

9 Jorge Legorreta, “Tres miradas contemporáneas del desarrollo urbano en la ciudad de México”, con-ferencia 2008.

10 Francisco Covarrubias Gaitán, “Urbanización, uso de suelo y zonificación”.

11 J. Legorreta, “Resistencias y visiones urbanísticas en Xochimilco, al despuntar el siglo XXi”, ponencia presentada en el Foro Cultural Quetzalcóatl, Xochi-milco, 2008.

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archivos consultados

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México (agncm)Archivo Geográfico Jorge Enciso de la Coor-

dinación Nacional de Monumentos Histó-ricos, Conaculta, inah. (agje-cnmh-Cona-culta-inah)

Archivo Histórico de la Secretaría de Salud (ahss)

Archivo Histórico Xochimilco, Delegación Xochimilco. (ahX)

Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, inah. (atcna-inah)

Archivo Técnico de la Dirección de Salvamen-to Arqueológico, inah. (atdsa-inah)

Fototeca Constantino Reyes Valerio, Coordina-ción Nacional de Monumentos Históricos, Co-naculta, inah. (fcrv-cnmh-Conaculta-inah)

Museo Archivo de la Fotografía, gdf. (maf-gdf)

documentos

Archivo General de la Nación Alcabalas, v. 27, exp. 21, 1802-1805. Bienes Nacionales, v. 857, exp. 16, 1794. Censos, v. 7, exp. 10, 1695. General de Parte, v. 3, exp. 128, 1587. Indios, v. 9, exp. 172. Indios, v. 25, exp. 122, 1676. Mercedes, v. 3, exp. 397, 1550. Tierras, v. 3195, exp. 1, 1694.

Archivo General de Notarías de la Ciudad de México

v. 2925, Daniel Mendoza, notaría 433, 1852. v. 3536, Ignacio Peña, notaría 529, 1839. v. 3538, Ignacio Peña, notaría 529, 1843. v. 3539, Ignacio Peña, notaría 529, 1845. v. 3542, Ignacio Peña, notaría 529, 1853.

Archivo Geográfico Jorge Enciso de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, inah.

“Casa Amaya. Vicente Guerrero núm. 4, esq. Morelos, barrio El Rosario, Xochimilco”.

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Xochimilco, autor Francisco Urbina G., 1951, óleo sobre tela. Fondo Exportaciones e Im-portaciones de Bienes Muebles. Clasifica-ción: 10-02-52. Referencia: VIII-2/301/229. Número inventario: 02506.

Herlinda, indita de Xochimilco, autor Jorge Váz-quez Luna, óleo sobre tela. Fondo Exporta-ciones e Importaciones de Bienes Muebles. Clasificación: 10-267-52. Referencia: VIII-2/301/526. Número inventario: 02771.

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Xochimilco y su patrimonio cultural. Memoria viva de un pueblo lacustrese terminó de imprimir en mayo

de 2012 en los talleres gráficos delInstituto Nacional de Antropología e Historia.

Producción: Dirección de Publicacionesde la Coordinación Nacional de Difusión.

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Xochimilco y su patrimonio cultural

Memoria viva de un pueblo lacustre

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Araceli Peralta Flores

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En 1978, por su traza del siglo xvi, pero sobre todo por su zona chinampera, Xochimilco fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Lamentable-mente, el crecimiento urbano irregular, cambios en el uso del suelo, la contaminación del agua y la tierra, la tala inmoderada y el desinterés y desarraigo de ciertos sectores de la población han provocado da-ños irreversibles en esta zona.

Tras haber participado en el Proyecto unesco-Xo-chimilco (2004-2005) y haber tenido la oportunidad de conocer los múltiples y complejos rostros del pa-trimonio cultural local, la arqueóloga e historiadora Araceli Peralta Flores inició un proyecto de investiga-ción con la finalidad de analizar la situación actual de esta zona desde un enfoque histórico, antropológico, sociológico, arquitectónico, urbano y de gestión que ahora se encuentra recabado en este libro.

El estudio realizado muestra la riqueza cultural de Xochimilco como un elemento primordial para com-prender la importancia de su conservación; a la par, reconoce las acciones realizadas por el gobierno y la sociedad para su protección y difusión y propone, a partir de un diagnóstico, una serie de lineamientos que podrían contribuir a frenar el acelerado proceso de destrucción de esta importante zona natural, ar-queológica y arquitectónica de México.