¿y quién dices que soy yo? historias de inmigración. · peranza y coraje, ansiosos de contribuir...

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¿Y QUIÉN DICES QUE SOY YO? HISTORIAS DE INMIGRACIÓN Santi Thió, sj. - M. Lluïsa Geronès Associació Àkan INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. EL HIJO MAYOR ................................................................................................................ MIENTRAS HAYA UNA COSA PARA ESTUDIAR HABRÁ VIDA ................................... LA CONDENA DE UN TE QUIERO............................................................................. UN CORAZÓN QUE HA SABIDO ARRAIGARSE ............................................................ MUJER DE GUERRA ......................................................................................................... SOBREVIVIR EN TIEMPO DE HURACANES ................................................................... BOCA DE FUEGO .............................................................................................................. VENDIDA CON CATORCE AÑOS ..................................................................................... CAMINA POR LAS CALLES SIN SABER ADÓNDE VA .................................................. SU HERIDA DE NIÑO ........................................................................................................ ANEXO: CONSTRUIR JUNTOS ......................................................................................... GUÍA DE REFLEXIÓN ....................................................................................................... 32 25 27 23 21 19 15 17 13 11 8 5 3

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¿Y QUIÉN DICES QUE SOY YO?HISTORIAS DE INMIGRACIÓN

Santi Thió, sj. - M. Lluïsa GeronèsAssociació Àkan

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................

EL HIJO MAYOR ................................................................................................................

MIENTRAS HAYA UNA COSA PARA ESTUDIAR HABRÁ VIDA ...................................

LA CONDENA DE UN “TE QUIERO” .............................................................................UN CORAZÓN QUE HA SABIDO ARRAIGARSE ............................................................

MUJER DE GUERRA .........................................................................................................

SOBREVIVIR EN TIEMPO DE HURACANES ...................................................................

BOCA DE FUEGO ..............................................................................................................

VENDIDA CON CATORCE AÑOS .....................................................................................

CAMINA POR LAS CALLES SIN SABER ADÓNDE VA ..................................................

SU HERIDA DE NIÑO ........................................................................................................

ANEXO: CONSTRUIR JUNTOS .........................................................................................

GUÍA DE REFLEXIÓN ....................................................................................................... 32

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INTERNET: www.fespinal.com • Dibujo de la portada: Roger Torres • Impreso en papel ycartulina ecológicos • Edita CRISTIANISME I JUSTÍCIA • R. de Llúria, 13 - 08010Barcelona • tel: 93 317 23 38 • fax: 93 317 10 94 • [email protected] • Imprime: EdicionsRondas, S.L. • ISSN: 0214-6509 • Depósito legal: B-7490-07 • ISBN: 84-9730-229-X •Depósito legal: B-43.993-09. Diciembre 2009. La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histórico perteneciente anuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el código 2061280639. Para ejercitar los derechos de acceso,rectificación, cancelación y oposición pueden dirigirse a la calle Roger de Llúria, 13 de Barcelona.

Jesús preguntó a sus discípulos:“Vosotros ¿quién decís que soy yo?... (Mt, 16,15).

Dijo Jesús: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed yme disteis de beber... Cuanto hicisteis a uno de mis hermanos

más necesitados, me lo hicisteis a mi” (Mt. 25, 35-40)

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INTRODUCCIÓN

En el año 2007, ahora hace precisamente un par de años, con moti-vo de los acontecimientos acaecidos en la parroquia de Entrevías deMadrid y de la notificación que el Vaticano envió al teólogo Jon Sobrino,se celebró en Cornellà (Baix Llobregat) un encuentro con el lema: OtraIglesia es posible. En uno de los muchos talleres programados en elencuentro, el taller de inmigración, se pusieron de manifiesto los múlti-ples esfuerzos que personas y organizaciones de Iglesia llevan a cabopara atender a las personas inmigrantes. Esfuerzos que son vividoscomo una respuesta al mensaje interpelador de Jesús en medio deltiempo que nos ha tocado vivir: «El Espíritu del Señor está sobre mí, /porque me ha consagrado / para llevar la buena noticia a los pobres; /me ha enviado a anunciar libertad a los presos / y a dar vista a los cie-gos; / a poner en libertad a los oprimidos; / a anunciar el año favorabledel Señor» (Lucas 4,18-19).

Todos somos nuevos ciudadanosEn aquel taller otra de las constatacio-nes que adquirió más fuerza fue la ne-cesidad de considerar que actualmentetodos somos nuevos ciudadanos. Tantolas personas inmigradas como las au-tóctonas, hemos entrado en una nuevaciudadanía universal que vive a caballode diferentes territorios, entre diversasculturas y en contacto con religiones di-ferentes. Esta nueva realidad no es ex-traña al cristianismo, que ya en el sigloII se definía en estos términos:

Los cristianos no viven en ciudadesexclusivamente suyas, ni hablan unalengua extraña. Viven en sus propiaspatrias como forasteros; participanen todo como ciudadanos y lo so-portan todo como extranjeros; cual-quier tierra extraña les es patria y to-da patria les es tierra extraña. (Cartaa Diogneto).

Cuando el 15% del mundo mantie-ne el 85% restante en la miseria, no ten-dría que extrañar que las víctimas de

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una situación tan injusta busquen unasalida para ellos mismos y para sus fa-milias. Nuestras calles se han llenado depersonas procedentes de muchos paísesy han cambiado en poco tiempo nuestrarealidad social.

En este cuaderno, sin embargo, in-tentaremos ir más allá de datos econó-micos, o de análisis eruditos sobre cul-tura y religión. Intentaremos hablar deinmigración desde el corazón del inmi-grante, desde su experiencia, buscandodescribir las vivencias interiores con lascuales quiere afrontar su vida.

Para ello se han escogido unos cuan-tos testimonios reales recogidos duran-te la tarea de acompañamiento personalque realiza la Associació Àkan de Gi-rona. Estos testimonios son los verda-deros protagonistas de este cuaderno;conviene que los escuchemos.

Alos testimonios se le ha añadido unbreve anexo con una reflexión acerca dela tarea de voluntariado social. Una ta-rea que no pasa únicamente por el he-cho de desempeñar un servicio.

La Associació Àkan

Somos una asociación que trabaja enGirona para acoger y dar apoyo a laspersonas inmigradas, en aspectos comola lengua, la formación, la vivienda, laregularización, el acompañamiento… ypara sensibilizar a la sociedad respectoa los graves desequilibrios mundialesque existen en la base de los procesosmigratorios. La casa de la asociaciónacoge a un grupo de personas inmigra-das y autóctonas que vivimos juntas elproyecto de la cultura de la paz y la con-

vivencia entre culturas y religiones di-ferentes.

La inmigración que atiende Àkan esaquella que sufre unos impedimentosmás graves en su proyecto migratorio.Así pues, se ha optado por acompañarla dureza más severa de la inmigración:ayudamos a personas que sufren situa-ciones extremas, que viven en la calle oen pisos atestados, a menudo difícil-mente habitables. Àkan ha abierto múl-tiples caminos para intentar llevar vidaa gente a quien era dificultoso sobrevi-vir… Se ha ido a buscar gente a la ca-lle, a los lugares en los que dormían porla noche; se han compartido las marcasde la guerra y de la violencia en los su-pervivientes, la destrucción psicológica,también la física. Se han visto, en oca-siones desde la impotencia, los efectosde la droga en algunos, los ingresos enprisión de otros, la indefensión y losmaltratos sufridos por algunas mujeres,la vulnerabilidad de los hijos, la injusti-cia de las interminables esperas de do-cumentación… Horrores que puedenacabar por deshumanizar, pero que en elcaso de la asociación nos han animadoa no olvidar precisamente la condiciónhumana de quienes sufren. Llevando es-peranza y coraje, ansiosos de contribuircon el acompañamiento a hacer una hu-manidad más digna (Reino de Dios).Contentos por haber encontrado por loscaminos de la vida tantos hermanos yhermanas. Somos conscientes de que,entre muchos, y desde todos los tiem-pos, vamos construyendo verdaderosmomentos de amanecer. Por lo tanto,nos explicamos desde la fuerza y la con-fianza. (Puede obtener más información enwww.akan.cat.).

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Albert es joven, demasiado joven paraasumir lo que le toca asumir. Pero es elhijo mayor ¡y el hijo mayor de una fa-milia polígama! Desde pequeño sabeque esto quiere decir tenerse que ocuparde la madre y de los hermanos. En la es-cuela de fútbol en la que estaba internorecogía algún dinero para la familia, pe-ro un día se dio cuenta de que por aquelcamino no llegaría a ninguna parte, y se

fue. No dijo a la madre que pensaba to-mar el camino del norte. La madre te-mía este camino, porque sabía que eranmuchos (¡demasiados!) los que perdíanla vida en el intento. Sin embargo, él es-taba decidido: atravesó los países de ri-gor e intentó trabajar aquí y allá para po-der ir acumulando un poco de dineroque le permitiera continuar avanzando.Llegar a Europa no es nada fácil.

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EL HIJO MAYOR

Albert es joven, africano, amante del deporte, lleno de esperanzas,vivo, dispuesto a abrir todos los caminos que sean necesarios parasacar a su familia de la miseria más absoluta. Uno más entre tantosque han atravesado el mar. Quiere a su país, en ocasiones lo sueña ypiensa que vive en un paréntesis, y que algún día volverá. Pero tam-bién forma parte de una nueva generación que mezcla la añoranza conuna mirada hecha de futuro. Ya no es lo que era cuando se fue, ha vivi-do, ha aprendido muchas cosas, y ve la vida de una manera muy dife-rente. Habla de África, pero va lleno de Europa; él, como tantos otros,es ya un puente entre culturas: nuevos individuos, nuevas personas,para un tiempo diferente.

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Durante una época vive en un bos-que cerca de Melilla. Es detenido y re-tornado a Argelia muchas veces, perosabe que no le queda ninguna otra al-ternativa que volver al bosque. La fa-milia, ahora lejos, espera. Espera quehaya tenido suficiente fuerza para avan-zar kilómetros, que haya tenido sufi-ciente astucia para esquivar peligros,que haya aguantado la soledad, la faltade alimentos, el engaño, el miedo, eldesierto, la policía...

Un día le llega el turno, se sube a unapatera y alcanza las costas de Almería.Ha tenido suerte, ya que cada año sonmiles los que mueren en esta corta/lar-ga travesía. Náufragos anónimos que re-posan en el fondo del mar o bajo tierraen los cementerios a ambos lados delEstrecho. De hecho, él estuvo a puntode ser lanzado al agua en un momentoen que se consideró necesario reducir elpeso que soportaba la patera. El miedoy el trauma le corroen las entrañas, pe-ro tiene que seguir: es el hijo mayor.

Nuevamente un golpe de fortuna lepermite ser acogido en un programa gu-bernamental y llegar a Girona. Allá, yesto más que suerte es un pequeño mi-lagro, se encuentra con un grupo de gen-te con la que puede reconstituir el sen-timiento de pertenecer a una familia. Notrabaja, pero no se desespera. Despuésde haber llegado hasta aquí hay que es-perar, saber esperar: éste es el precio.

Desde África también esperan, perose les agota la paciencia. ¿Cómo es queha llegado a Europa y no envía dinero?¿Se lo gasta? ¿Ha olvidado a los suyos?Incluso la madre se enfada con él, y nole quiere hablar. Un día, Albert, deses-

perado, le pide a alguien de la asocia-ción donde vive que lo ayude y llame ala madre para explicarle qué pasa, cuáles la situación de alguien acabado de lle-gar a Europa y que no tiene papeles.Hablan. La madre se traga la decepción,lo entiende, ¡pero son tan pobres!

Transcurrido cierto tiempo encuen-tra un pequeño trabajo en el que se sien-te bien tratado y en el que es acogido deuna manera casi familiar. Ahora ya pue-de enviar algún dinero. La familia re-clama, el padre está enfermo, las her-manas tienen que ir a la escuela. Lamadre es una mujer fuerte, sabe de quéva la vida… Habla claro. Y él envía to-do el dinero, excepto una pequeña par-te que se reserva para el transporte, al-go para comer, algo para vestirse, algopara salir una vez al mes… Es una can-tidad tan pequeña que algunos mesesdesaparece totalmente, porque el padreestá enfermo, porque tienen que pagarel hospital, las medicinas, la escuela, losviajes...

Mira a los otros que tienen la mismaedad que él. Los mira cuando va por lacalle, cuando juega a fútbol, y dice: ¿porqué yo tengo que vivir de una forma tandiferente a los demás? ¿Por qué tengoque llevar sobre mi espalda una cargatan grande? Los compañeros blancosganan dinero, salen, se compran ropa.No tienen ni preocupaciones ni respon-sabilidades. Algunos de sus compañerosnegros tampoco viven tan sujetos a lafamilia como él.

Es el mayor, ya lo sabe, pero tam-bién sabe que nunca podrá vivir total-mente su juventud, que su vida no se pa-recerá jamás a la de los demás… Ve que

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los años se le escapan. Ve que un día sequerrá casar, pero no sabe cómo lo po-drá hacer con la madre y las hermanasa su cargo… No lo sabe. A veces, sobretodo algún fin de semana, dice que elmundo se le hunde y que sólo tiene ga-nas de sentarse delante del televisor ytragarse todos los partidos de fútbol delmundo, o de esconder la cabeza bajo laalmohada y dormir, sólo dormir: es elhijo mayor, y siempre lo será. En el sue-ño se rebela contra el destino que le hatocado vivir. Protesta. Envidia. Añora.

Abdelwad

Abdelwad ya es mayor, más de cin-cuenta años, y no le quedan muchas es-peranzas. Había ocupado un cargo im-portante en Argelia, pero ahora lo haperdido todo. Cuando la situación se pu-so mal hizo salir a su familia, pero, des-

pués, su propia supervivencia quedógravemente amenazada. Un tiempo deprisión fue suficiente para hacerle deci-dir coger el camino del exilio. “Lo heperdido todo”, dice a menudo. “Teníauna familia, una casa, un proyecto de vi-da, un trabajo, ilusiones, y ahora no que-da nada de todo ello”. Es solicitante deasilo político.

Un día vino llorando: su madre ha-bía muerto. Como refugiado político nopodía regresar. ¡Y era el hijo mayor!Tenía la responsabilidad de enterrar a lamadre. Y no podía regresar. Se debatiótoda una noche, durante la cual nadiedurmió. Se lo quería jugar todo. Para éllo más importante era cumplir su deberde hijo mayor. Al día siguiente apare-ció derrotado. No iría. Cogimos el di-nero y lo enviamos para que la madrepudiera tener un entierro digno. Aúnhoy le duele.

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Parece que sólo haya existido para lle-gar hasta este momento. Quería estu-diar. Sólo tenía catorce años cuando loformuló al padre, pero ya veía muy cla-ro que su sueño era formarse. Habíanmarchado del país porque el padre erade un partido opositor al gobierno y suvida corría grave peligro. Hacía añosque la madre había muerto. Cruzaron lafrontera una noche, él, la hermana pe-queña y su padre. Llegaron al país veci-no, pero tuvieron que marchar un pocomás allá. La franja de Benín que toca

con Togo no es una franja segura paravivir ya que a menudo el ejército togo-lés penetra en Benín. Al llegar a la ca-pital se separaron con la inquietud dequien sabe que los caminos, cuando sedividen, a veces no se vuelven a encon-trar. No había ningún medio de subsis-tencia posible y por este motivo era ne-cesario que alguien se pusiera a trabajary consiguiera dinero para poder sobre-vivir… Sin embargo, a él lo empuja elafán por el estudio. Deja el primer tra-bajo en un restaurante. Amenudo, mien-

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MIENTRAS HAYA UNA COSA PARA ESTUDIARHABRÁ VIDA

Iossouf también es africano. Muy joven, pero con una madurez que haganado tenazmente con el tiempo. Responsable, emprendedor, cons-tante, reflexivo, organizado y con un elevado sentido de la disciplina,cualidades muy valiosas en una persona. solicitante de asilo. Trabajaen una empresa, se esfuerza por aprender, pide que se le expliquencosas, está siempre en movimiento. Tiene miedo de que el tiempo sele escape de las manos. Avanza fuerte. Le gustaría reconstruir la casafamiliar, ganar de nuevo el honor de la familia, es de los que quierelograr un destino y un lugar en el mundo. Liderazgos diferentes para untiempo diferente.

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tras sirve, escucha a los hombres que ha-blan de un país, Argelia, donde la gentese gana la vida… No sabe con certezadónde se encuentra –allá en el norte, -leexplican-, pero él ya tiene suficiente:coge autobuses y anda cuando es nece-sario. Tiene la fuerza de los quince añosy de un ideal muy claro. Transcurridocierto tiempo, llega a Tamanrasset y unaONG le paga el viaje hasta Orán y des-pués se traslada a Magnia. Apesar de lasinformaciones recibidas, descubre queen Argelia tampoco hay suficiente tra-bajo para quedarse. Pero no se desani-ma ni piensa en el regreso. Escucha a loscompañeros subsaharianos que ahorahablan de Europa.

Como el que se deja llevar por unacorriente imparable, se lanza haciaEuropa. Malvive y pasa como puede lamaldita frontera de Ouxda, para pene-trar en Marruecos. Rabat. Sahara.Fuerteventura. Cáceres. Salt… una ca-lle de Girona.

Vive en un centro asistencial y em-pieza a acudir a clases de catalán.Sorprende en las clases desde el primermomento. Tenía razón: quería estudiar.Para estudiar cruzó medio continente yllegó a otro. Lo que no sabía es que elestudio lo salvaría. Sobresale porque esobstinado, pero también porque se le veprecario, débil, en peligro. Al final acu-de a la casa de una asociación que loacoge.

En la casa de acogida, después demeses de no parar, se ha concienciadopor primera vez de que, en esencia, enla vida no le queda nada. Los compañe-ros luchan, sobreviven y tienen familiasen origen a quienes cuidar. Todos se la-mentan de no tener suficiente dinero pa-

ra enviar. Sufren por las enfermedadesque no se pueden curar, por los herma-nos que este año tampoco podrán acce-der a las escuelas tan caras en África.Pero él no tiene a nadie. A nadie. El pa-dre y la hermana: ¿adónde han ido a pa-rar? Alguien dice que los han visto enLagos (Nigeria). Se inicia una búsque-da, pero resulta infructuosa: el silenciomás absoluto, como si la tierra se los hu-biera tragado. Sólo ha quedado un abue-lo, pero resulta imposible hablar con él,está enfermo, y no puede entablar unaconversación telefónica. ¿Y los demásmiembros de la familia? También ha in-tentado hablar con ellos, pero no quie-ren saber nada, se han burlado de lasideas políticas de su padre y de su des-tino.

Está solo. Se agarra con fuerza a losapuntes de las clases de catalán, con eldiccionario en la mano, indaga la pala-bra más pequeña e insignificante. Paraél las palabras, nunca son insignifican-tes: en cada una de ellas se rescata élmismo, es el precio de su supervivencia.El estudio de la lengua lo ha salvado deldesvarío, de la nada, de la soledad. Lalengua se le ha hecho amiga, compañe-ra.

Quizás, de momento, no tiene a na-die por quien luchar que no sea él mis-mo, pero tiene una lengua por aprendery todo un recorrido por hacer. Acaricialas palabras, porque sabe que son su ta-bla de salvación, y a cada una proclamaque todavía le quedan muchas más, ycuando lo quieres consolar y decirleque ya sabe mucho, él necesita creerque aún le faltan miles para ser apren-didas... Mientras haya palabras, habrávida.

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No hace mucho le hicieron unaspruebas de conocimiento, pero obtuvouna evaluación baja en materias de cál-culo. Lo inscribieron en un curso de in-serción social, en un barrio difícil. Noentiende por qué los compañeros tienentan poco interés en estudiar y en apren-der, él que ha hecho miles de kilómetrospara poderlo hacer… No lo entiende. Sedistancia. Se preserva. Escucha. Sabeque avanzará, que aquello sólo es unpuente que tiene que pasar, durará unosmeses, pero lo pasará. Más allá no sabequé le espera.

En la casa en la que vive hace lo desiempre: estudia de día, estudia de no-

che, hasta altas horas de la madrugada,mientras los demás se distraen, él a es-tudiar. Es serio, educado, silencioso…un poco melancólico. Mientras quedencosas por estudiar, sabe que a él, que loha perdido todo, aún le quedará vida.No hace mucho llegó la noticia: el pa-dre había muerto, pero la hermana vi-vía en un pueblecito perdido de la fron-tera con Nigeria. Empieza unverdadero rescate. Y entonces, comosiempre, una petición: que estudie, quese forme.

Ahora ya no está solo, pero las pa-labras fueron, durante mucho tiempo,prácticamente sus únicas compañeras.

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A medio camino de la bondad y la ino-cencia, a medio camino de la estima-ción. Una historia dura de maltratos.Una carrera universitaria. Una difícilhomologación de títulos en un país ex-tranjero. Una organización benéfica lo-calizada por internet.

El objetivo para ella era muy claro.Estando enferma y sin poder cobrar unsueldo suficiente para poderse medicar,no le queda otra solución que conseguiruna homologación de títulos en el ex-tranjero. Sólo así podrá volver al país de

origen, conseguir mejores trabajos y pa-garse los medicamentos. Un sueño.Pero es voluntariosa, tiene mucha fuer-za interior y un corazón muy grande.Quizá la mezcla de quechua y de aima-ra explica una forma de ser singular.

Los caminos nunca son rectos. Laorganización que la acoge en el paísdonde tramita la homologación es unaorganización religiosa que trabaja en lareinserción de drogodependientes. Lasometen al mismo régimen duro y es-tricto que los internos. Ella aguanta, en

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LA CONDENA DE UN “TE QUIERO”

Lucy ya no es tan joven, los años pasan demasiado rápido.Latinoamericana, estudiosa, exigente, esforzada, reflexiva, buena per-sona, inteligente... las ha visto de todos los colores, pero una y otra vezconsigue levantarse, y se levanta con una esperanza que hace que losojos le brillen intensamente. Sueña con un futuro para su hijita, aúnmuy pequeña, y en ello ha puesto toda su fuerza. Y avanza, avanza,con una constancia ejemplar y una perseverancia inagotables. Algúndía el futuro le dará lo que espera: una vida digna, un trabajo, y podertirar adelante su vida, aunque, según algunos, ya sea demasiado tarde.El tiempo tiene velocidades muy diferentes para cada uno de nosotros.

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medio del dolor y de alguna suspicacia,pero ha sido acogida, y el corazón no lepermite ni dudar ni abandonar.

Dedica muchas horas a la organiza-ción, se puede decir que trabaja en ella.Por tanto, la homologación queda apar-cada. Por el camino, alguien, por pri-mera vez en la vida, le dice que la quie-re. Se casan y en muy poco tiempo tieneuna hija. Entonces empieza el desvarío.Ve ante sí la droga y las enfermedadesincurables. Ella hace y deshace los ca-minos. Ahora avanza con fuerza, ahoraretrocede. Ahora se cuelga del abismo,ahora sale con fuerza del pozo enormeen el que él la ha arrojado. Ahora mal-dice, ahora bendice. Ahora olvida.Ahora recuerda. Ahora siente pena, pie-dad, culpabilidad. Consigue finalmentesalir de la casa, pero ya no tiene nada.Sí, tiene una hija. Quiere trabajar. Sequiere ganar dignamente el pan pero nolo consigue, es como si el destino hu-biese quedado cruzado.

Ahora va, ahora vuelve. Ahora diceque no lo puede dejar solo en el estadoen el que se encuentra. Ahora dice quees terminal. Él la humilla y la veja. Ellase pierde. Jura no volver, pero… Haquedado prisionera de sus valores mo-rales. Ha quedado prisionera de un “tequiero” pronunciado en una tierra en laque jamás nadie había dejado ir una pa-labra de aprecio.

Laberintos. Auténticos laberintosdel corazón, de la mente, de la afectivi-dad. Pero también de la bondad, delmiedo, de la amenaza, del menosprecio,de la vejación...

Se pierde. Y es magnífica. Se pierdey tiene unos valores difíciles de encon-trar. Pero se pierde. Algún día encontra-rá la salida del túnel, tiene unas cuali-dades humanas que se lo permitirán.¡Qué dura puede llegar a ser la vida! ¡Ytodo para poder regresar al país de ori-gen y pagar los medicamentos para unaenfermedad que sufre desde pequeña!

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En Colombia su marido formaba partedel ejército. Ella se dedicaba a un ne-gocio de ropa y de perfumes. Teníandos hijas. Debido al cargo a él lo tení-an que trasladar periódicamente. Ahoraaquí, ahora allá. Cuarteles diferentespor todo el país. La lucha contra la dro-ga estaba en su punto más álgido y tam-bién peligroso. Pasaban meses y mesessin verse. Ella se había acostumbradoa vivir de esta manera. Luchaba y con-fiaba: sabía que para él el trabajo y lafamilia eran los dos pilares funda-

mentales que daban sentido a su vida.Así eran felices.

Hasta que un día los jefes se pusie-ron de acuerdo en la oscuridad, y él nosabía nada. En una de las acciones delejército cayeron personas importantesde la zona en donde vivían en aquel mo-mento. Y empezó el infierno. Amena-zado, se tuvo que retirar del ejército. Lafamilia también fue amenazada. Un díacolocaron una bomba a las niñas mien-tras iban a la escuela. Era sólo un aviso,pero la vida ya no era vida. Imposible

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UN CORAZÓN QUE HA SABIDO ARRAIGARSE

Elsa, latinoamericana. Adulta, con una madurez deliciosa, tierna, fuer-te y una mirada aguda. La delicadeza y la voluntad impregnan su vida.Sabe querer y ser querida. Se está bien a su lado. Constructora demundos habitables, en los cuales volver a encontrar sentido a la vida.

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continuar. Imposible recomenzar. Todoel orden en el que habían vivido, todo elsentido, toda la armonía de aquello quehabían querido se hundió sin posibili-dad de reparación.

Un día llegan a España. El mismodía que saben que la hija mayor estáembarazada. Ahora son una familia derefugiados políticos que lo ha tenidoque dejar todo, que lo ha perdido todo.Llega con más de cuarenta años, la mi-rada hundida y los ojos cansados. Laboca rígida y tensa. Llega enfadada contodo, con la vida, con el viejo país, conel nuevo país… No pasan muchos díascuando inicia una transformación insó-lita. Adquiere una fuerza insospechada.Los ojos le vuelven a brillar, los labiosesbozan una sonrisa. Lucha con la len-gua que tiene que aprender. Lucha conla vida. Tiene dos puntos de apoyo muyfuertes: una Iglesia Evangélica que losha acogido y una asociación que lespresta el apoyo humano necesario.

Teniendo estos dos bastiones, no pien-sa en nada más. Se arraiga. Centra enellos el corazón. Mantiene, como siem-pre, la familia unida a su alrededor y to-ma la iniciativa: busca trabajo, se pres-ta a trabajos que nunca habríaimaginado tener que hacer, infunde es-peranza, ilusión, crea todo un mundohabitable a su alrededor… Sabe que levienen unos años muy duros, unos añosen los que tendrá que trabajar comonunca habría podido imaginar, pero tie-ne la fuerza para hacerlo. En su interior,Dios ha adquirido una importancia queno había tenido jamás. No tiene miedo.Lucha, lucha y lucha. La familia no setambalea en ningún momento. Todo elmundo ocupa su lugar, todo el mundotiene un presente y lo quiere, y todo elmundo cree en un futuro. Es la obrabendecida de sus manos. Y, por fortu-na, el futuro, poco a poco, se les va alla-nando en una tierra en la que nunca ha-brían pensado vivir.

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Los recuerdos de la guerra han coloni-zado prácticamente todo el pasado. Sólounos pocos recuerdos de antes, cuandoeran felices, han sobrevivido. Tiemposmuy diferentes y lejanos, pero felices.Eran una familia estable, grande, aco-modada, nacionalista… Cuando estallóla guerra, él se marchó, pero toda la fa-milia quedó involucrada: hermanos,hermanas, mujeres, hijos, abuelos…Ella lo vivió todo, con resignación, co-mo si alguien hubiese escrito en el libro

de su vida aquellas páginas desde hacíamucho tiempo. Conoció el frío gélido,la nieve, la falta de comida, los campa-mentos, los escondites, la vida en un va-gón de tren con otras mujeres e hijos, elmiedo al ejército ruso. El miedo a quese llevaran a sus hijos. La muerte.Chechenia. Chechenia. Chechenia.

Una mafia, que vive y trafica con eldolor y las esperanzas de la gente, con-dujo a los cinco a España en un barco.El viaje, en las bodegas, fue horroroso.

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MUJER DE GUERRA

Zaira es chechena. Lleva una dura experiencia sobre las espaldas.Personalidad fuerte, llega a las personas, sabe estar en los lugares, lasama y extrae amor de ellas. Hay personas que son universales. Elhorror no la ha hecho renunciar a lo mejor de la persona: la acogida, elreconocimiento del otro, la paz entre los pueblos. La ves a ella, y ves atodas las mujeres que han hecho avanzar el mundo, en medio de tantosufrimiento que los humanos hemos sido capaces de generar en laTierra. Es la verdadera resistencia.

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Los demás hermanos también consi-guieron salir y se instalaron en Francia.En la pequeña ciudad en la que vivíanahora creía volverse loca. Llamaba a lamadre y le decía que en la calle no ha-bía disparos, pero la madre vivía aún ladestrucción de la guerra. Su marido nose adaptaba. Había dejado las armas,pero nada más. Aún lo llevaba todograbado en el corazón y en la mente.Las escenas de guerra, los pueblos des-trozados, los muertos… No podía olvi-dar nada. Se sublevaba contra todo eintentaba sobrevivir del mismo modoque si estuviese en Chechenia. Nadafuncionaba. Nada. Ella decidió tomarcon fuerza las riendas de todo.Aprendió la lengua, empezó a trabajara pesar de una dura enfermedad, seabrió a nuevas relaciones, habló con to-do el mundo y sacó de su interior unafuerza ancestral y desconocida. Unafuerza que la proyectaba en dos direc-ciones, en una, la salvación de la fami-lia, y en la otra, una bondad especialque la hacía ir hacia el otro de un mo-do que cautivaba. Alta, gruesa, faccio-nes expresivas. Maravillosa. Junto a

ella todo adquiría sentido. La guerra nola había destruido. Se mantenía con to-das sus facultades, con todas sus cuali-dades, más aún, tenía un poso en su in-terior que la impulsaba a creer en lacondición humana. Mucho. Enor-memente. Era musulmana, pero no ha-blaba nunca de religión. Hablaba a loshombres y a las mujeres. Sin descanso.Al corazón. Y convencía.

Él se vio arrastrado por esta fuerza ytuvo que admitir el pozo en el que se ha-bía hundido. Tuvo que pagar un peaje siquería nacer de nuevo. Comenzó a tra-bajar. Se serenó. Ya no era un guerrille-ro. Era brusco, duro, pero muy agrada-ble. Hoy la familia vive una época deestabilidad y de paz. En Chechenia, sinembargo, aún no tienen estabilidad nipaz. Por ello viven con el corazón par-tido entre aquí y allá. No sé si ella sue-ña con volver. Hay mujeres que, a pesarde su carga identitaria tan fuerte, sabenvivir en cualquier lugar como si fuese sucasa. Y en cualquier lugar construyenfamilia y reúnen a los suyos. Vayan don-de vayan, saben crear vida e impregnaral mundo de su corazón.

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En Honduras tenía un taller de costuray una tienda. Él era relojero. Ambos tra-bajaban mucho, pero eran felices.Tenían tres hijos. Nada parecía nublarsu existencia. Así se definen, aún hoycon una chispa de pesar por todo aque-llo que han perdido. Y vino el huracán,el maldito Mitch. No quedó nada, ni dela tienda, ni del taller, ni de las posibili-dades de rehacer la clientela… En unaspocas horas cayeron en la miseria. Con

la casa destrozada se refugiaron en casade una cuñada. Vencidos.

¿Saldría el sol por algún horizonte?Ella sola, valiente, tomó la decisión:emigraría a España. Cuando llegó se de-dicó a lo que sabía hacer: coser. Y cosióy cosió en casas de novias caras… Semató haciendo horas extras… Entre ce-ja y ceja sólo un pensamiento: salvar ala familia. Nada más. Aguantó soleda-des. Aguantó tardes, aguantó noches,

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SOBREVIVIR EN TIEMPO DE HURACANES

Irma es latinoamericana. Una personalidad fuertemente religiosa,empresaria y emprendedora. Pequeña, viva, con una mirada inquieta,entre temerosa y obstinada. Algo introvertida. Madre. Incansable. Viveesencialmente con Jesús. Abre la Biblia y busca consuelo en él, apun-ta frases, las lleva en el bolso hacia el trabajo, las piensa, las hace vida.Un punto de soledad acompañada. Un punto de tristeza. La vida no laha tratado nada bien y se merece un futuro mejor.

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aguantó fines de semana… Lo aguantótodo. Pero tener a los hijos tan lejos lahizo morir de añoranza. Cuando el tra-bajo fue un poco más estable vino el ma-rido. Pero ella tuvo que regresar al paísde origen para regularizarse. El maridoquedó entonces solo, sin apenas trabajo,y sin saber qué hacer en aquel país des-conocido… Menos paciente, no aguan-tó la espera y decidió regresar. Le falta-ba ella, su fuerza, su vida. Y le faltabanlos hijos, toda la razón de ser.

Cuando ella regresa con papeles sa-be que ya no pueden estar más los unossin los otros. Confía en poderlos mante-ner a todos y decide que estarán juntos.Todos, más uno que tiene que llegar a lavida: está embarazada del cuarto hijo.En la ciudad en la que vive las cosascambian. Con la regularización pierdebuena parte del sueldo y, por lo tanto, nopuede mantener ni el piso ni la familia.Además, está bastante endeudada porlos billetes del viaje.

Ha pasado otro Mitch. Él queda hun-dido. Ella lucha, busca, habla… Estánprácticamente de nuevo en la calle, pe-ro ahora en otra ciudad más grande.Viven todos en una habitación de un pi-so compartido con otras familias. Es elcaos, pero no hay ninguna otra solu-ción… Ella abre la Biblia, una vez yotra, al azar, y busca en ella consuelo. Y

el azar llega, son ayudados por una aso-ciación que les permite tener un piso, lessuministra comida y sostén económico.Ahora ya son seis en la familia.

Después, todo el peso que ha ido so-portando desde el primer Mitch le pasafactura y se hunde. Empiezan a apare-cer las enfermedades, les depresiones, elabandono del trabajo, los miedos…Ahora, justo en el momento en que sa-lían del pozo inmenso en el que habíanvuelto a caer. Con un propósito firme ydébil a la vez, callado, diario…, ellavuelve a salir. Es admirable, el alma hu-mana. Reúne bien la familia, encuentraun trabajo, trabaja más horas, se preo-cupa vivamente por las hijas, va a laiglesia y reza, y reza... Todo respira denuevo. El tercer Mitch ha pasado.Tenazmente aún aguanta, ahora ya conalegría y esperanza en la mirada. Unamirada viva, inquieta, incisiva, algo per-dida a veces. Sueña con tener de nuevoel propio taller. Sueña y llega a tenerlo.

Entonces llega la crisis y arrasa sussueños, su fortaleza y un día decidenemprender el camino de retorno. Ellaafirma que no se lleva ni un euro, peroque se lleva otro concepto de la vida yde las personas. “¡Aquí vine para des-cubrir el sentido de la verdadera vida, yesto es lo más grande que me podía pa-sar!”.

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Explica que su padre, a quien matarondurante la guerra, le decía que tenía bo-ca de fuego. Cuando era niño ya grita-ba, no sabía ni leer ni escribir, pero to-da la fuerza que tenía en el corazón lesalía por la boca. Incluso él mismo sesorprendía, ya que a menudo decía co-sas que ni sabía de dónde le salían. Perose sentía fuerte, muy fuerte.

Entonces vino la guerra. Y vino ladestrucción: vio matar, quemar, asfixiar,degollar, violar, arrasar, destrozar…

Huyó, separándose de la madre y delos hermanos, que también huían.Explica que mientras corrían vio esce-nas horrorosas de niños que caían y eranasesinados, de abuelos que no podíancorrer más y se hacían abandonar porlos más jóvenes. Y sufrió hambre, y lanecesidad le hizo vencer la repugnancia,y comió de todo, de todo.

Atravesó el país de cabo a cabo. Ydespués otro país y otro en una especiede huída sin saber hacia dónde. Ahora

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BOCA DE FUEGO

Hassan, africano. Joven con grandes dotes de liderazgo y un grandeseo y capacidad de aprender. Tiene unas ganas enormes de comu-nicar la experiencia de la guerra para que la gente comprenda la absur-didad de ciertos caminos. Nota un amor inmenso por África: la piensa,la siente, la conoce, la imagina y la proyecta. Lo mueve un vivo anhe-lo de mejora de la humanidad.

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ya no era boca de fuego, ni era fuerte…sino un ser débil, desvalido, desorienta-do. Ya no le quedaba nada donde soste-ner aquella fortaleza y seguridad. Ahoratodo se había transformado en una hon-da piedad por todo y por todos.

En una isla atlántica pudo sobrevivirgracias a la comida que cada día unamujer le dejaba en la puerta de su casa.Él vivía entonces en una cueva junto almar. En la patera quedó medio muertode agotamiento, de mareo y de hambre,pero le salvó la compasión que desper-tó en los demás su fragilidad y su cortaedad. Ahora sabía que los débiles so-breviven también y que los fuertes noson exactamente lo que él imaginaba depequeño.

En una ciudad muy lejos de su paísalguien lo ayudó a encontrar a su fami-lia y lo consiguieron. La madre estabaviva y los hermanos también, vivían enla más completa miseria. Por teléfono lamadre no se cansaba de decir: “¿Cómosé que tú eres él, si yo pensaba que ha-bía muerto?”

A veces, su cara, sus ojos perdidos,la frente fruncida inspiran una profundalástima. Pero es un líder, le sale por las

venas, por las palabras, por el corazón,por todo… Ama África, ama a los po-bres, ama a quienes sufren. Tiene otraconcepción del mundo: cree en unaidentidad universal basada en valores dehumanidad y de justicia.

Era analfabeto porque tenía queayudar a su padre en la plantación decafé, pero la sabiduría le venía de ha-ber escuchado mucho a los viejos delpueblo marfileño en el que vivía, y enel que aprendió todo lo necesario paravivir. En Europa no bastaba con esto yél lo sabía perfectamente, por lo que selanzó a estudiar y estudiar sin parar.Sabe que sin formación aquí no hay fu-turo.

La fuerza que lleva en su interior esinmensa. ¿Se perderá? Convertido enfuerza de trabajo el mundo no aprove-chará la debilidad fuerte de aquella bo-ca de fuego. Qué pérdida para el mun-do y para él. ¡Qué pérdida! A susveintiún años, tan joven y tan viejo, di-ce que lo ha visto todo y que lo ha per-dido todo. Lo que aún no sabe es que haganado un interior de ámbar, bellísi-mo… ¡que quizás el mundo no llegaráa poder ver jamás!

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Ella aún no lo sabe, pero ha sido vendi-da a cambio de dinero. La engañan pro-metiéndole una falsa felicidad, que ellase cree. ¡Sólo tiene catorce años!Accede aturdida y sin saber muy bien aqué ha dicho que sí. Después llega todala preparación, los vestidos, la henna,los cabellos, las joyas y la fiesta. Los pa-dres son buenos. Quieren para ti siem-pre lo mejor y por ello escogen tu ca-mino.

Estando en la ciudad fronteriza, enmedio de la larga espera, es como si sedespertase y llama a una amiga. Algoextraño, dudoso, se ha instalado en suinterior. Aún no sabe qué es. Llama y lesale sin haberlo pensado: “Me han ca-sado. Necesito verte”.

Ya no tiene catorce años, va vestidade negro y algo se ha ensanchado en sucuerpo. Ha cambiado mucho: antes lle-vaba trenzas y ahora un velo le tapa to-

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VENDIDA CON CATORCE AÑOS

Mariam, del Magreb. Muy joven, pero ya muy trabajada por la vida.Experimenta una gran dificultad para encontrar salidas y sus horizon-tes están siempre nublados. A veces tiene en la mirada un punto deniñez y de juventud no vivida. Se siente entre dos culturas, pero notiene suficiente fuerza para hacer de puente, ni tiene la fuerza paraescoger entre una u otra. El suyo es un futuro lleno de incertidumbre.

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dos los cabellos. No le dejan tener nin-gún contacto a solas con la amiga aquien ha pedido ayuda. Su marido tienetreinta y cinco años y se dirigen haciaun país del norte de Europa.

Se instala en el piso minúsculo en elque él vive. Su equipaje es ligero: sinidioma, sin años, sin nada... Ya desde elprimer momento le invade el miedo.Teme al hombre con el que comparte te-cho. Y empieza la locura. Él no trabajay por ello está en casa muchas horas.Ella tiene miedo. Por fortuna puede ir aclases del idioma del país. Alarga el tra-yecto hacia las clases tanto como pue-de, ya que es el único momento de es-tar sola: un gramo de libertad. Habla conalguna vecina, de la misma cultura queella, contempla el nuevo y extraño pai-saje de la ciudad que la acoge.

Vive entre abismos que la abismantotalmente: la fidelidad a los padres, lafidelidad a la cultura, el miedo horroro-so al hombre con el que la han casado yel miedo a aquello que el hombre le pi-de. Un día decide volver a llamar a laamiga. Ya no puede más... Aprovechaun momento que él sale del apartamen-to para marcar su número de teléfono.Habla y habla, se desahoga y exprimetodas las gotas que el miedo le produce.

Dado que no da al hombre lo quequiere, los enfrentamientos llegan, ycon ellos los gritos, las amenazas, losgolpes... Ella no sabe ni dónde vive. Ensu interior, su cultura se queja, perotambién en su interior se da cuenta deque ya ha aprendido otros caminos.

Cruce extraño donde sobrevive comopuede. Un día sale, no sabe adónde va,pero no quiere regresar a casa. Cruzalas calles de la bella ciudad, no ve na-da…, ni a nadie. No quiere volver.Quiere morir. Desea desaparecer parasiempre. Después, no sabe cómo, lasviejas voces hablan en su interior y re-gresa a casa.

Ahora la amiga ya ha hablado algu-nas veces con él, quiere hacerle ver queestá en el caso de que él no puede ha-cerle según qué cosas. Él ve esta pre-sencia como un obstáculo. Cuando la fa-milia llama, ella calla y miente: dice quetodo va bien. Más adelante ya no mien-te tanto y se atreve a confesar aquelloque se le hace difícil de dar. La madrele explica con firmeza cuál es el papelde la mujer en un matrimonio. Pero ellano puede. Sencillamente no puede y sehunde aún más.

Un día la amiga cree que ya todo esinsostenible y le exige que la devuelva,si no, ella misma irá a buscarla.Vuelven. Él enfurecido, ella derrotada.La deja en casa de los padres. Cuandova la amiga a visitarla, el padre se leencara y por todo saludo le pregunta:“¿Y así ustedes creen que María tuvoun hijo de Dios?”. Y se pone a reír contoda la ironía del mundo… Es una ma-nera de reprocharle su intervención an-te la hija. El hermano hace callar al pa-dre. El divorcio llegó al cabo de unosmeses. Pero en el alma, durante mu-chos años Mariam llevará grabadas to-das las marcas.

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Inmigró porque quería un futuro dife-rente para sus hijos. Estaba harto de lapobreza, de la acumulación en una solahabitación, de la miseria del barrio y dela falta de dinero para las necesidadesmás cotidianas. Siguió el impulso inte-rior del amor: los amaba, y no queríaque pasaran por lo que él había pasado.

No le fue fácil cruzar el Estrecho, se-guir hacia el norte y llegar a Cataluña.Una vez aquí, el tiempo casi obligado decalle, la imposibilidad de encontrar tra-

bajo, de conseguir papeles… De repen-te, el impulso se apaga y aparece la som-bra de la duda: ¿y si todo fuese en va-no? Los hijos y la mujer se sienten aúnmás desvalidos, y él siente en el cora-zón su ausencia. Además siguen vivien-do en la misma miseria que antes… Laduda es una carcoma que todo lo corroe.Se pregunta qué ha hecho mal y si al-guna vez podrá llegar a reunirlos en latierra nueva que ha elegido. La nostal-gia y el miedo le dominan fácilmente.

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CAMINA POR LAS CALLES SIN SABER ADÓNDE VA

Abdourahman, norteafricano, ya mayor. Solícito, responsable, reflexivohasta la obsesión. Está lleno de estimación por los hijos y lleva, comomuchos de los inmigrantes, un punto triste y de melancolía en los ojos.Un verdadero hermano. Muy próximo, como alguien al que siempre hasconocido, como alguien a quien has tenido al lado toda la vida. Y ello apesar de que viene de lejos, viene por amor, y emprende el camino dela huida por amor. Por amor se cruzan mares, nos abrimos a nuevosmundos, cambiamos. Pero la pobreza, ¡qué muro tan grande por derri-bar!

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Camina por las calles sin saber adóndeva, se pierde... Llora. Cuando habla conellos por teléfono les dice que los echaen falta y sus voces lo transportan a supresencia. Al colgar el teléfono, la sole-dad aún se hace más insoportable. Undía pierde el horizonte y el sentido detodo. Es la temida depresión que seaproxima al desvarío. Una lucecita no seacaba de apagar: los ama, es lo únicoque nota en su interior, lo único que susojos ven cuando va por la calle, lo úni-co que sus oídos quieren oír.

La familia está cada vez más preo-cupada y envían a un hermano que viveen Francia para que lo convenza de re-gresar. Las horas pasadas con el herma-no y las largas conversaciones le de-vuelven la paz. Hablan un poco de todo.Del pasado, no demasiado. Muchasconsideraciones sobre la situación quesufre. Muchas valoraciones sobre el fu-turo. El hermano se va, él cree sentirsecon suficiente fuerza para continuar.

Presenta una petición de regulariza-ción, pero en la tramitación surgen pro-blemas y todo va con una lentitud de-sesperante. Cae en un pozo aún máshondo. Pasea por los parques, y ya noquiere ver a nadie ni quiere oír a nadie.Incluso se olvida de recoger el dinero dela ayuda. Nada. Como si todo hubiese

llegado a su fin. Sólo ve ante sí cómo sealeja la posibilidad de verlos, de hablarcon ellos, de poder vivir con ellos denuevo.

Es éste el único sueño que lo man-tiene vivo: volver y estar con los hijospara siempre, en la miseria, en la po-breza, da lo mismo, estar con ellos.Tiene que reconocerlo: no ha aguantadola separación y la añoranza lo devora.No ha sido el primero ni tampoco seráel último.

Unas voces le piden que no lo tire to-do por la borda, que aguante aún un po-co más. Sin embargo, se concede un pla-zo: dos meses. Y coge el calendario.Empieza la cuenta atrás. Si no progresaen estos dos meses, se montará en un au-tobús un día cualquiera, cruzará España,subirá a un barco y se hundirá parasiempre más en los orígenes de los cua-les salió lleno de esperanza. Por amormarchó, por amor quiere regresar. Y sialguna vez alguien le pregunta por quése fue, por qué ha decidido regresar, élsencillamente contestará: los quería.Qué dolor tan fuerte, tan agudo, tan anu-lador… Una mañana de otoño, sin decirnada, se fue. Al cabo de unos meses lla-mó de nuevo: “Ayúdame a volver, estoes el infierno, quiero hacer de nuevo elcamino de los ilegales”.

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Era pequeño, iba a catequesis en su ciu-dad camerunesa, pero no pasó el exa-men y se quedó sin poder recibir la pri-mera comunión. La herida le haquedado dentro, muy adentro. Pasaronmuchos años, y la vida continuó...Cuando ya era mayor y se encontraba entierra extranjera, en la casa en la que ha-bía sido acogido por encontrarse en ex-trema pobreza, lo invitaron a la eucaris-tía. A la hora de comulgar, tímidamentedijo: “¿Puedo? ¿Lo puedo hacer yo?”.Se lo miraron con sorpresa y él explicócon voz nerviosa su herida de niño.

Camina silencioso hacia el trabajo.De vez en cuando telefonea a Camerúne intenta aconsejar y poner orden en unafamilia extensa. Pero es difícil hacerlodesde Europa, sin ver las caras y con lalimitación de tiempo que impone el te-léfono. Casi no tiene nada: tan sólo untrabajo duro, demasiado duro, que lepermite ganar un poco de dinero. Perono se queja; el esclavo moderno, comoel antiguo, no puede establecer ningunacondición. Dice que se siente un pococomo el José bíblico: ofrecido a los mer-caderes extranjeros para que sus herma-

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SU HERIDA DE NIÑO

Henry, africano, ya mayor. Muy religioso. Hombre pragmático, muy res-ponsable y con una gran capacidad de sacrificio. Sincero. Una expe-riencia vital llena de momentos de tristeza y de desengaños. Decidióemigrar a Europa para salvar a la familia. Una Europa extraña, por laque está dispuesto a abrirse camino para que otros puedan vivir comoél no ha podido vivir. Es una persona de una gran generosidad.

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nos y su familia puedan tirar adelante.Pero el precio de este José y de muchosotros josés actuales es muy alto: el pro-pio cuerpo, la propia vida… Se marchóya mayor, viendo que para las hermanasy los hijos no había más posibilidad quesu inmigración. Cruzar países, como to-dos, cruzar fronteras, vallas, como to-dos… Y llegó a Europa para ayudar avivir a unas familias que no tenían na-da.

En los primeros tiempos, cuando lafuerza y la motivación son altas, todo sesoporta. Pero, después, la persona a ve-ces cae, como un muro que se deshacey se hunde erosionado por tantas aco-metidas, y aparecen entonces los pro-blemas de salud, la depresión, el in-

somnio… Cuerpos deshechos, mentesque ya no se pertenecen, emociones de-satadas o apatías de muerte. El miedo,la soledad, la debacle física y psíquica,éste es el precio que ha tenido que pa-gar para ayudar a los suyos. A la hora decenar, fiel y serio, toma sus pastillas. Eldolor es fuerte, pero no se puede permi-tir el lujo de no trabajar: los antiinfla-matorios son entonces sus muletas, pe-ro ¿hasta cuándo? Duele a los ojos y alcorazón verlo así, él que se merecería uncielo o un pedazo de paraíso.

Cada domingo, sin embargo, apagasu sed de vivir en la Eucaristía, dondesana su pequeña herida de niño. A ve-ces, misteriosamente y de repente, sesiente feliz.

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La fuente de la esperanzaPor nuestro lado, quizás estemos bienprotegidos, controlados, quizás aún pre-sumamos de un punto de escepticismo,quizás también tengamos miedos, heri-das y algo de ira en la mirada ante la in-aceptada diferencia del otro… En elfondo notamos, sin embargo, un rumorvago, algo que intuye el camino, que lle-vamos dentro, muy adentro, y que algúndía, sin ni saber cómo, empieza a cre-cer: ¿A qué se parece el Reino de Dios?

¿A qué lo compararé? Es como un gra-no de mostaza que un hombre sembróen su huerto. Creció y se hizo un árbol,y los pájaros del cielo hicieron un nidoen sus ramas (Lc 13,18-19).

Ignacio Ellacuría hablaba de la “ci-vilización de la pobreza” en contraposi-ción a la “civilización de la riqueza”.Afirmaba que la civilización de la ri-queza busca el desarrollo y la felicidada través de la acumulación de unosbienes que acaban resultando indispen-

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ANEXO: CONSTRUIR JUNTOS

Quizás una mañana llegará a nuestra vida, quizás llegará una maña-na. Se presenta ante nosotros, en un momento que será clave paranuestra existencia. Viene con sus miedos, con sus heridas, tambiénpuede que tenga rastros de ira en el hablar o en el hacer: no es fácilser una víctima. También lleva, sin embargo, bellos deseos, busca,sueña… Todos hemos vivido momentos como éstos. Pasan por la viday después reconocemos en ellos el sentido. Todos tenemos que com-parecer ante el tribunal de Dios (Rm 14,10). Aquel hombre, aquellamujer, las víctimas… todos forman parte del tribunal de Dios.

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sables para una persona, un grupo o unEstado. Toda la felicidad se concentraen la seguridad: seguridad para vivir, se-guridad para consumir. Como recuerdaJon Sobrino en su libro Fuera de los po-bres no hay salvación, no todo el mun-do puede acceder a esta civilización.Hay zonas de la tierra en las que la su-pervivencia no está garantizada. Elhambre y la falta de unos ingresos mí-nimos hacen que la vida sea una reali-dad más que frágil. Son muchos los quemueren por falta de aquello más míni-mo y esencial. El año 2003, en BanglaDesh, después de un duro verano demonzones, pudimos ver cómo miles ymiles de personas tenían que vivir en lacalle. Ante nuestros ojos eran miles losque estaban tumbados hambrientos, en-fermos, moribundos… Resulta difícilde olvidar. La vida y la muerte juntas,rozándose, ocupando grandes espaciospúblicos, pero invisibles para una bue-na parte de nuestro mundo.

Dios escucha el clamor de los po-bres, los ama y suscita en el corazón demuchos la llamada a hacer camino conellos. Jesús explicaba cómo era el Reinode Dios, pero iba más allá y pedía se-guidores para ir a encontrar a Dios don-de estaba: en la fraternidad, en la bon-dad, en la justicia. Nuestro Abbá (Padre)luminoso se convierte en la esperanzade los pobres. Desde estamentos ecle-siales se nos habla de una civilizacióndel amor. Como dice Casaldàliga: setendría que añadir a esta civilización lacivilización de la pobreza de Ellacuría.Abba luminoso que, si somos capacesde mantener la fidelidad en el caminoque Dios abre en nuestro interior, nosconduce a la denuncia profética y al en-

frentamiento, si hace falta, con los opre-sores. Y es que el mal es una atmósfera,pero tiene también caras y nombres, y aveces hay que desenmascararlos paraque sean reconocidos.

Entrega a los demás y compromisocon la realidad para transformarla. Unaentrega que quizás llegará hasta unamuerte que nos acercará a la de Jesús.Sólo entonces también nosotros recibi-remos totalmente la esperanza de la re-surrección. Olvidarnos para librarnos auna realidad más alta, el lugar en el queDios se encuentra y se manifiesta, yquiere ser encontrado por nosotros: elcorazón de los pobres.

Acercarse a los límites de laexistencia humanaA pesar de que cada voluntario se acer-ca a la persona inmigrada desde su pro-pia historia, con la característica espe-cial de cada opción y llamada, hay unaconstante que está presente en todos losvoluntarios de Àkan: la voluntad deacercarse a los límites de la existenciahumana.

Si nos detenemos a analizar esteacercamiento hay una serie de rasgosque se van repitiendo en nuestra opcióny, con toda seguridad también, en otrasopciones de voluntariado. Poco a pocolas iremos desgranando por si puedenservir de reflexión y de orientación.Partiremos del atrevimiento y de la co-munión.

a) En la base de una opción puedenhaber muchas causas, circunstancias dela vida, empatías, inquietudes, aspira-ciones, una actitud muy reflexionada,incluso carencias, pero el voluntario es

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un osado que se atreve a acercarse a loslímites. El camino comporta un peaje, elvoluntario dejará mucho de él mismo eneste acercamiento, pero sabe que paraayudar al otro, a menudo, hay que bus-carlo allá donde se encuentra: en los lí-mites o en los márgenes de nuestra cen-trada realidad. En esta entrega se irápuliendo, puliendo, como un diamantebruto en el que emerge la verdadera vi-da. Experiencia profunda y fértil del vo-luntariado que le dará la oportunidad denacer de nuevo.

b) No se llega de cualquier modo alos límites de la condición humana si-no por un intenso proceso de comuniónque le es previo. Nos sentimos en co-munión con los hombres y mujeres quesufren, queremos compartir su dolorpara que puedan salir y avanzar.Estamos decididos a unirnos a ellos pa-ra poder dejar atrás juntos el pozo en elque han caído. De esta unión emanauna fuerza misteriosa que nos ilumina,nos asiste en nuestra acción y la hacefiable y consistente. Cuando la perso-na percibe que otro se pone a su lado,haciendo suya la cruz por la que estápasando, se fía, pone confianza, sesiente también querido en su trayecto-ria personal y de esta manera inicia larecuperación hacia una autonomía cre-ciente. Es la sorpresa de ver que inte-resas a alguien, y este ser objeto deatención, ya no digamos de estimación,puede ser el primer paso para recondu-cir la vida.

Así pues, el voluntario es un osadoy un ser de comunión, se siente unido ala comunidad humana y, especialmente,a quienes más sufren, y lucha para queellos mismos puedan ser autores de sus

cambios. Acompaña, hace compañía ypromueve a la persona.

Sensibles a las heridas delmundoEn el proceso anterior a la opción decomprometerse, el futuro voluntario tie-ne que haber experimentado una sensi-bilidad especial y un nivel de concien-ciación muy alto. La sensibilidad por lasheridas del mundo nace en el corazón dela persona como una queja, un “no pue-de ser” que, si se une a un profundo co-nocimiento de la realidad, acaba origi-nando, como afirmaba Levinas, laresponsabilidad hacia el otro. Nos sen-timos responsables ante el mal del otroy nos decidimos a actuar. Así surge en-tre los creyentes el trabajo por el Reinode Dios y entre los no creyentes la cons-trucción de una nueva humanidad.Punto fuerte de unión de esfuerzos, devoluntades y de corazones.

Sin embargo, no es fácil implicarseen el mal del mundo, hará falta muchodiscernimiento. Hará falta mucha capa-cidad de separar, valorar, contrastar, yno una vez, sino muchas más, para con-tribuir así a edificar este Reino. El dis-cernimiento debe ser comunitario. Lacompasión que ha nacido en nuestro co-razón necesita del discernimiento engrupo: contrastar con otros la propia op-ción. Aquella frase del Abbé Pierre, “Sitú sufres, yo lo paso fatal”, necesita,asomados como estamos a la acción, untiempo de discernimiento de acercarse ala realidad para poderla leer bien y paraponer en marcha aquello que creemosque hará avanzar a la persona que acom-pañamos.

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El voluntario tiene que sentir en elfondo que no lo hace todo, sino que dehecho todo le ha sido dado. Es una po-sición humilde, basada en el agradeci-miento por los dones recibidos, que tie-ne que saber ponerse al servicio del otro.Somos un hilo por el que pasa una co-rriente que viene de más allá de nosotrosy va más allá de nosotros mismos. Esbueno que el voluntario se conozca y se-pa qué es lo que puede poner a disposi-ción del otro: reconocer los dones reci-bidos para librarlos al servicio delprójimo. Gratuitamente lo hemos reci-bido, puesto que gratuitamente lo da-mos. El nuestro es un papel de media-dores, pero para ser mediador serequiere un buen autoconocimiento. Eneste sentido, y desde nuestra experien-cia, creemos que es de una gran ayudael método de los ejercicios ignacianos.

Los frutos de la oración y lacontemplaciónLa gratuidad de la cual hemos habladova acompañada de la contemplación yde la oración. De hecho, creemos que elvoluntariado encuentra un soporte ade-cuado en estos dos pilares. La actitudcontemplativa es una forma de estar enel mundo y en la vida que nos permitereconocer, a la vez, la presencia y la au-sencia de Dios. Sin contemplación sere-na y pausada, la acción puede resultarfácilmente errónea y autocentrada. Y,por consiguiente, con la plegaria explí-cita, en intimidad, transparencia y aber-tura con el Dios solidario, el contactocon los límites de la situación humanapuede resultar más resistente y más lú-cido. Hay que aprender a contemplar la

realidad para que esta contemplaciónacabe inspirando la acción.

En el proceso de acompañamientose aprecia a menudo cómo la personasufriente puede llegar a tomar otros ca-minos que no habíamos ni imaginado. Aveces tienen un papel esencial los lími-tes de la comunicación. No todos damosel mismo sentido a las palabras y a loshechos, ya que nuestras experiencias dereferencia, y más en el caso de la inmi-gración, son muy diferentes.

En otras ocasiones la dificultad radi-ca en la tarea misma del acompaña-miento. Hay que precisar que en el mun-do del sufrimiento se acompaña la vidamisma en toda su complejidad y, por lotanto, no hay soluciones fáciles. Los fru-tos del acompañamiento puede que nose vean. A menudo fructificará más alláde nuestra relación. Si ha sido profun-da, los resultados también pueden tardaren llegar, porque suponen cambios fuer-tes en las personas. La paciencia, saberesperar con tacto, y también saber dejarmarchar, forman parte del voluntariado.Hay que respetar a fondo los caminosdel otro, mirarlos con perspectiva y es-peranza. Ahora nos ha encontrado a nos-otros, más adelante puede encontrar aotros que lleguen a ser significativos pa-ra él y así aprender o confirmar con ellosaquello que no ha podido aprender o vi-vir con nosotros.

ConclusiónEl voluntario realiza una compañía ac-tiva a la persona sufriente, reconoce enella la vida. Así la persona, que se sien-te querida y valorada, renace, a pesar delas malas pasadas que la vida le ha ido

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jugando. Se trata de una verdadera re-cuperación de la existencia. En esta do-nación, no sólo el acompañado renace,sino que el voluntario afina su testimo-nio, concreta sus ideas, constata sus sen-timientos, afirma sus posicionamientos.El voluntariado cambia la vida, hay unantes y un después, y, en la mayoría de

casos, cuando se ha compartido a fondoel sufrimiento, ya no hay marcha atrásposible. De esta manera cada voluntariose convierte en una carta abierta envia-da al mundo, una carta llena de coraje,encendida de esperanza, grávida de sen-tido. Una experiencia para aprender avivir a fondo, en Dios y para Dios.

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Un nuevo espacio de diálogo y opinión

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GUÍA DE REFLEXIÓN

1. ¿Cómo nos miramos a las persones inmigradas? ¿Nos dejamosllevar por el envoltorio desconocido o intentamos comprender las cau-sas que las han llevado a muestro país, sus propias maneras de ser, eldeseo de conservar su propia identidad?

2. ¿Nos vemos reflejados en alguna de las historias explicadas o enalgunos de los valores que nos describen?

3. ¿Qué valores definen la opción del voluntariado?

4. La persona que inicia un voluntariado se presta a cambios en suvida. ¿Estamos dispuestos a afrontar los retos y los sufrimientos decompartir la vida o las dificultades de los demás?

5. En estos momentos ¿conoces alguna persona o historia semejan-te a éstas? En caso negativo, ¿crees que podrías conocerlas dentro deun tiempo?