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12 DE DICIEMBRE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE, PATRONA DE AMÉRICA SOLEMNIDAD CELEBRACIÓN DE LA PALABRA (SIN COMUNIÓN) PRESIDIDA POR PRESBÍTERO, DIÁCONO O LAICO Era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente después de conquistada Tenochtitlan por los españoles, cuando la santísima Virgen se apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Lo nombró su embajador ante el obispo, fray Juan de Zumárraga, para que le construyeran un templo. La prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas fueron las rosas que llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. La santísima Virgen es nuestra Madre. Toda la historia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen están fundadas en una constante y sólida tradición.

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12 DE DICIEMBRE

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE,

PATRONA DE AMÉRICA

SOLEMNIDAD

CELEBRACIÓN DE LA PALABRA

(SIN COMUNIÓN)

PRESIDIDA POR PRESBÍTERO,

DIÁCONO O LAICO

Era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente después de conquistada Tenochtitlan por los españoles, cuando la

santísima Virgen se apareció al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Lo nombró su embajador ante el obispo, fray

Juan de Zumárraga, para que le construyeran un templo. La prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas

fueron las rosas que llevó en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. La santísima Virgen es nuestra

Madre. Toda la historia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen están fundadas en una constante y sólida

tradición.

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RITOS INICIALES

ANTÍFONA DE ENTRADA

Cfr. Apoc 12, 1

Una gran señal apareció en el cielo:

una mujer vestida de sol,

con la luna bajo sus pies

y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

Reunida la comunidad, y estando todos de pie, puede entonarse un canto apropiado.

Terminado el canto, el ministro dice:

V. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén.

SALUDO

Si el ministro es un Presbítero o Diácono:

V. La gracia de nuestro Señor Jesucristo,

el amor del Padre,

y la comunión del Espíritu Santo

estén con todos ustedes. R. Y con tu espíritu.

Si el ministro es un laico

Laico:

V. Hermanos, bendigan al Señor, que nos invita benignamente a la mesa de su palabra.

R. Bendito seas por siempre, Señor.

V. Los saludo a todos ustedes como delegado de nuestro párroco. En su ausencia nos reunimos para celebrar esta solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, alimentando nuestra vida con la Palabra de Dios. Alabemos juntos el nombre del Señor.

R. Bendito seas por siempre, Señor.

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ACTO PENITENCIAL

El ministro invita a los fieles al arrepentimiento:

V. Hermanos: Para participar fructuosamente hoy, día en que

celebramos el amor de Santa María de Guadalupe a nuestra

patria, reconozcamos nuestros pecados. Continúa el acto penitencial con cualquiera de los formularios que se presentan:

Formula I

Se hace una breve pausa en silencio. Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Golpeándose el pecho, dicen:

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Luego prosiguen:

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos, y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Formula III

Se hace una breve pausa en silencio. Después el ministro dice las invocaciones:

V. Tú que viniste al mundo para salvarnos:

Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

V. Tú que nos visitas continuamente con la gracia de tu Espíritu:

Cristo ten piedad. R. Cristo, ten piedad.

V. Tú que vendrás un día a juzgar nuestras obras:

Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

El ministro concluye con la siguiente plegaria:

V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,

perdone nuestros pecados

y nos lleve a la vida eterna. R. Amén.

Si se usó el formulario I, siguen las invocaciones Señor ten piedad, (Kýrie, eléison).

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Acabado el Acto penitencial, el ministro invita a todos a cantar o recitar el Gloria.

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.

Amén.

ORACIÓN COLECTA

Terminado el Gloria, si el ministro es laico, omite la invitación oremos, y dice directamente la Oración Colecta; pero si el

ministro es Presbítero o Diácono, hace la invitación:

V. Oremos Y todos, junto con el ministro, oran en silencio durante unos momentos. Después, sin extender las manos, dice la oración

colecta.

V. Dios, Padre de misericordia,

que has puesto a este pueblo tuyo bajo la especial protección

de la siempre Virgen María de Guadalupe, Madre de tu Hijo,

concédenos, por su intercesión, profundizar en nuestra fe

y buscar el progreso de nuestra patria

por caminos de justicia y de paz.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.

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PRIMERA LECTURA

Sentados.

Del libro del Eclesiástico (Sirácide) 24, 23-31

o soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza.

Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud.

Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales.

Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán.

Los que me honran tendrán una vida eterna.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL

Del Salmo 66

R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

1. Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora R.

Y

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2. Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R.

3. Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R.

SEGUNDA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-10

ermanos: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes

también son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo. Tengan presente que está escrito: He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.

Dichosos, pues, ustedes, los que han creído. En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores a llegado a ser la piedra angular, y también tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios.

Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes, los que antes no eran pueblo, ahora son pueblo de Dios; ustedes los que antes no habían alcanzado misericordia, ahora han alcanzado misericordia.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

H

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1, 47.

De pie.

R. Aleluya.

Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador.

R. Aleluya.

EVANGELIO

Después el ministro, si es Presbítero o Diácono, dice:

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48.

Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho.

R. Gloria a ti, Señor.

Si el ministro es laico, omite el saludo y dice solamente:

V. Del Evangelio según San Lucas. Y procede a leer sin más el texto del evangelio.

n aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel.

En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Después, sólo si el ministro es Presbítero o Diácono, toma el libro y lo besa diciendo en secreto:

Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados.

E

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HOMILÍA

Sentados. Luego, si el ministro es Presbítero o Diácono, tiene lugar la homilía.

Si el ministro es un laico

Puede leer la reflexión escrita por el sacerdote de la comunidad.

EL MENSAJE GUADALUPANO ES PARA LOS SENCILLOS

Decir Santa María de Guadalupe es decir México. Decir Santa María de Guadalupe es decir Latinoamérica. Y es que la devoción a la morenita del Tepeyac es tan grande que puede cubrir un continente entero. En la devoción de los mexicanos, no puede faltar un lugar especial a nuestra Madre Santísima del Cielo. María de Guadalupe es el motor de una evangelización que se desarrolló rápidamente en nuestro entorno latinoamericano. Es necesario reconocer que la Iglesia de México se construyó en gran medida por la gracia que Dios concedió a estas tierras de contar con la llegada y compañía incesante de la Virgen de Guadalupe.

La voluntad santa de Dios nos ha regalado en el mensaje Guadalupano, la certeza de su amor, revestido de la maternidad y solicitud de María por los más pobres y necesitados. La devoción guadalupana está hecha para los más pobres, de espíritu y de bienes materiales. No fue el suyo un mensaje para congraciarse con los poderosos que oprimen, y que desde la opulencia se jactan de ser los dueños del mundo, sino más bien para los que están en las esferas más bajas de la sociedad, los desposeídos, los pobres, los oprimidos, los "no-tomados-en-cuenta"; los que a los ojos de la sociedad pragmática actual no producen y más bien estorban. Ellos son los destinatarios de todo su amor y cuidado.

Cabe preguntarse, si Juan Diego viniera de nuevo con un mensaje idéntico al de 1531, ¿cuántos de nosotros le creeríamos? ¿Cuántos le pondríamos trabas mediante una incredulidad despectiva? ¿Cuántos tendríamos la suficiente sensibilidad para discernir el mensaje de amor que encierra esta envoltura de humildad y pobreza? ¿Cuántos pediríamos al sencillo mensajero una “prueba” de este prodigioso evento? Da temor

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descubrir que podemos complicarlo todo a tal grado, que no estemos atentos a la sencillez del mensaje de Dios.

En esta celebración, encomendemos al cuidado de María de Guadalupe nuestra nación mexicana, para que surja la justicia, la paz y el progreso. Acabado esto, y estando todos de pie, se hace la profesión de fe:

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén.

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ORACIÓN DE LOS FIELES De pie.

V. Pongamos, hermanos, nuestros ojos en Jesús que, para salvar

al mundo, quiso nacer de santa María Virgen, y oremos por

nuestra nación, por los pueblos de América Latina y por el bien

de todos los hombres: R. Te rogamos, óyenos.

Lector:

1. Para que el Señor, que quiso que la santidad de la Iglesia se prefigurara y culminara en la perfección de María, conceda a los cristianos de México y a sus pastores ser vivo reflejo de aquella santidad que resplandece en la santa Madre de Dios, roguemos al Señor. R.

2. Para que nuestra nación, que hoy venera con solemnidad a María Virgen bajo la advocación de Guadalupe, alcance una paz verdadera y estable y vea alejada de sus ciudadanos las injusticias y los egoísmos mutuos, roguemos al Señor. R.

3. Para que el ejemplo de la fortaleza de María, que sufrió crueles dolores al pie de la cruz, sea consuelo para los que sufren y esperanza para quienes se sienten decaídos, roguemos al Señor. R.

4. Para que los cristianos de México que hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, demos a los ciudadanos de nuestra nación un claro testimonio de fe cristiana y una colaboración eficaz a la prosperidad de nuestro pueblo, roguemos al Señor. R.

CONCLUSIÓN

V. Dios nuestro,

que has querido que santa María de Guadalupe

fuera ayuda y patrona del pueblo mexicano,

escucha nuestras plegarias

y haz que, confiando en su ayuda poderosa,

obtengamos los bienes que te hemos pedido.

Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

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ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE

A continuación, el ministro dice alguna de las siguientes oraciones:

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de

la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu

compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración

que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús,

único redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y

silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te

consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te

consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras

alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya

que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora

y madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una

plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano

amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por

todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de

intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las

almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor

infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga

abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y

celosos dispensadores de los misterios de Dios.

O bien:

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ORACIÓN DE JUAN PABLO II

Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de

la Iglesia.

Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu

compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración

que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús,

único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y

silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te

consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.

Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,

nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya

que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora

y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de

una plena felicidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu

mano amorosa. Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te

pedimos por todos los Obispos, para que conduzcan a los fieles por

senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a

Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor

infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue

abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y

celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la

vida que comienza, con el mismo amor con el que concebiste en tu

seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor

Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén siempre muy

unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

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Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir

continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a

volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en

el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma. Te

suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los

santos Sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó

en la tierra. Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la

conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios

podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,

que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre

y con el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos,

Amén.

Después el ministro invita a la oración del Señor con estas o parecidas palabras:

V. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina

enseñanza, nos atrevemos a decir: Y todos juntos prosiguen:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

ACCIÓN DE GRACIAS

El ministro invita a exaltar a Dios.

V. Proclamemos la bondad de Dios y exaltemos su misericordia,

que se ha manifestado a lo largo de esta celebración.

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HIMNO

A continuación se dice el siguiente himno.

MAGNIFICAT Mi alma glorifica al Señor

y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes.

A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre.

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RITO DE CONCLUSIÓN El Ministro hace en este momento los anuncios oportunos.

Después, y sólo cuando el ministro es Presbítero o Diácono, vuelto al pueblo extiende las manos y dice:

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Que Dios, cuya providencia amorosa quiso redimir

benignamente al género humano

por medio de su Hijo santísimo nacido de la Virgen María,

los colme de sus bendiciones. R. Amén.

V. Que experimenten siempre y en todo lugar

la protección de la Virgen María de Guadalupe,

por quien merecieron ustedes recibir al autor de la vida. R. Amén.

V. Que a todos ustedes, que se han reunido hoy aquí

para celebrar con devoción esta fiesta

de Santa María de Guadalupe,

el Señor les conceda los goces espirituales

y los premios del cielo. R. Amén.

Y bendice al pueblo, diciendo:

V. La bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo y Espíritu Santo,

descienda sobre ustedes. R. Amén.

Si el ministro es un laico

Laico:

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

Luego el ministro despide:

V. La esperanza en el nacimiento del Hijo de Dios

ilumine nuestras vidas. Pueden ir en paz. R. Demos gracias a Dios.

El ministro puede decir alguna de las jaculatorias sugeridas adelante, antes de retirarse.

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ANEXO:>I JACULATORIAS

JACULATORIAS GUADALUPANAS: V. Mi corazón en amarte eternamente se ocupe R. Y mi lengua en alabarte, Madre mía de Guadalupe.

V. Virgen de Guadalupe por tus 4 apariciones. R. Con el corazón te pido, remedia mis aflicciones.

V. Santa María de Guadalupe, R. Salva a nuestra patria y conserva nuestra fe.

V. Santa María de Guadalupe R. Ruega por nosotros.

JACULATORIAS MARIANAS: V. María, madre de gracia, madre de misericordia. R. En la vida y en la muerte, ampáranos gran señora

V. Por tu limpia concepción, soberana princesa. R. Una muy grande pureza te pido de corazón.

V. ¡Oh soberano santuario, sagrario del verbo eterno! R. Libra, virgen, del infierno, a los que rezan tu rosario.

V. Emperatriz poderosa, de los mortales consuelo. R. Ábrenos, virgen, el cielo, con una muerte dichosa

y danos pureza de alma ya que eres tan poderosa.

V. Dulce Corazón de María, R. Se la salvación del alma mía.

V. Con María, Nuestra Madre, conocemos, amamos y seguimos a Jesús: R. Con Ella aprendemos a ser hermanos de todos.

V. De tus divinos ojos penden nuestras felicidades. R. míranos señora y no nos desampares.

V. Dulce Madre, no te alejes, tu vista de mí no apartes.

Ven conmigo a todas partes y nunca solo me dejes.

Ya que me proteges tanto como verdadera Madre,

Haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

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LA GUADALUPANA

Desde el cielo, una hermosa mañana, desde el cielo, una hermosa mañana. La Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac. (2) Suplicante juntaba sus manos; suplicante juntaba sus manos. Y eran mexicanos, y eran mexicanos, y eran mexicanos su porte y faz. (2) Su llegada llenó de alegría; su llegada llenó de alegría, de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anáhuac. (2) Junto al monte pasaba Juan Diego; junto al monte pasaba Juan Diego. Y acercóse luego, y acercóse luego, y acercóse luego al oír cantar. (2) A Juan Diego le dijo la Virgen; a Juan Diego le dijo la Virgen: este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar. (2) Y en la tilma entre rosas, pintada; y en la tilma entre rosas, pintada, su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar. (2) Desde entonces para el mexicano; desde entonces para el mexicano, ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial. (2)

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