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PolvorinPor jose angel solorio

A Diego Guajardo Anzaldúa le cayó la pava. (La pava, según Gabriel García Márquez, es un término que en Colombia signi-fica mala suerte). En los nego-

cios le va mal; en la política le ha ido como en feria y en el asunto de mujeres, peor: se cocina en los tribunales la separación jurídica de la primera dama y la causa de esos agobios, -una morena silenciosa como serpien-te y cálida como fogón- con la que aspiraba a llegar al altar, resultó pécora, insoluta, ávida y con una vocación por lo colectivo que partió el corazón del alcalde panistaperredistapriis-tapetistaecologista.(Colaboradores muy cercanos a Diego, afir-man que anda triste, melancólico y adolo-rido desde que, con sus propios ojos, vio a esa hermosa chica en brazos que no eran los suyos).Una telenovela de lo más rancia.Una historia de lo más agria.Un pasaje de lo más acedo.Eso de ser Presidente municipal y que las da-mas le tomen el pelo, como que no es agra-dable. Ser alcalde y que una avezada chica –dice tener 23 años pero aseguran que tiene el colmillo de una septuagenaria- te tome el pelo, no es como para presumirlo. Motivo tal, lo tiene desconcentrado; las acciones de gobierno poco le interesan; las visitas del gobernador las maldice y el DIF está en el abandono.¿Qué hacer en estos casos?..Es mejor guardar los consejos.Vale la pena recordar, aquella contundente, brutal, inclemente y magistral cabeza –ocho columnas- en el periódico La Hoja del siempre recordador Ricardo Arroyo Rubio, en referen-cia al líder petrolero Antonio García Rojas:“!!Tiene cinco viejas……y siete sanchos!!”

Diego: un alcalde con la pava