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ESCRITURAS DOMÉSTICAS. LA DOMESTICACIÓN DE LO DOMÉSTICO 1 E N S AYOS E INVESTIGACIONES BERNARD LAHIRE* For a long time, research on the practices of writing has been a common topic for historians, anthropologists and psychologists. This research has shown the importance of writing practices for history; from a cognitive point of view, and from the perspective of social organizations of the economic, political, legal and religious realms. While the different works established the heuristic proliferation of the study of written cultures, there is little knowledge about which writing practices build and organize, form and transform, the contemporary social life. This article intends to show the heuristic interest raised by the description and analysis of the everyday practices of writing, through which understanding the socio-mental dispositions and the organization of everyday activities, and their differences between genres is made possible. Durante mucho tiempo, las investigaciones sobre las prácticas de la lectura han sido tema de historiadores, antropólogos y psicólogos. Estos últimos han mostrado la importancia que las prácticas de escritura han tenido en la historia: desde el punto de vista cognitivo y desde el punto de vista de la organización social de las actividades económicas, políticas, jurídicas y religiosas. Mientras que estos diferentes trabajos han establecido la fecundidad heurística del estudio de las culturas escritas, poco sabemos sobre cuáles son las prácticas de escritura que acompasan y organizan, forman y transforman la vida social contemporánea. Este artículo se propone mostrar el interés heurístico que suscitan la descripción y el análisis de las prácticas domésticas de la escritura, a través de las cuales pueden comprenderse tanto las disposiciones sociomentales como los modos de organización de las actividades domésticas y sus diferencias entre los sexos.

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Destinado a todos los docentes que desean que sus alumnos aprendan a escribir en etapas iniciales de alfabetización.

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ESCRITURAS DOMÉSTICAS. LA DOMESTICACIÓN

DE LO DOMÉSTICO1

E N S AY O S E I N V E S T I G A C I O N E S

BERNARD LAHIRE*

For a long time, research on the practices of writing has been a commontopic for historians, anthropologists and psychologists. This research hasshown the importance of writing practices for history; from a cognitive pointof view, and from the perspective of social organizations of the economic,political, legal and religious realms. While the different works establishedthe heuristic proliferation of the study of written cultures, there is littleknowledge about which writing practices build and organize, form andtransform, the contemporary social life.

This article intends to show the heuristic interest raised by the descriptionand analysis of the everyday practices of writing, through whichunderstanding the socio-mental dispositions and the organization ofeveryday activities, and their differences between genres is made possible.

Durante mucho tiempo, las investigaciones sobre las prácticas de la lecturahan sido tema de historiadores, antropólogos y psicólogos. Estos últimos hanmostrado la importancia que las prácticas de escritura han tenido en lahistoria: desde el punto de vista cognitivo y desde el punto de vista de laorganización social de las actividades económicas, políticas, jurídicasy religiosas. Mientras que estos diferentes trabajos han establecidola fecundidad heurística del estudio de las culturas escritas, poco sabemossobre cuáles son las prácticas de escritura que acompasan y organizan,forman y transforman la vida social contemporánea.

Este artículo se propone mostrar el interés heurístico que suscitan ladescripción y el análisis de las prácticas domésticas de la escritura, a travésde las cuales pueden comprenderse tanto las disposiciones sociomentalescomo los modos de organización de las actividades domésticasy sus diferencias entre los sexos.

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A Jack Goody

Hasta hoy, las investigaciones sobre las prác-ticas de escritura han sido sobre todo tema dehistoriadores, antropólogos y psicólogos. Estosúltimos han demostrado la importancia que es-te tipo de prácticas han tenido en la historia:desde el punto de vista cognitivo 2 y desde elpunto de vista de la organización social de lasactividades económicas, políticas, jurídicas yreligiosas .3

Paralelamente a estos trabajos, hemos asis-tido al desarrollo de las investigaciones sobre lahistoria de la alfabetización (Furet y Ozouf,1977; Quéniart, 1984): por un lado, la historiade las prácticas de lectura y escritura y sus di-versas consecuencias sociales (Chartier, 1986,1987, 1985, 1991; Martin, 1988); por el otro,las investigaciones sociolingüísticas y psicolin-güísticas, esencialmente británicas y estadouni-denses, sobre las condiciones de apropiación dela cultura escrita escolar, sobre las interaccio-nes verbales en el aula condicionadas por nor-mas escritas, etc., que muestran la importanciadel escrito en los procesos de selección escolar(Olson et al, 1985; Cook-Gumperz, 1986).

En el ámbito de la sociología, si bien la lec-tura ha encontrado una vía legítima de estudioen el marco de una sociología de la cultura o delconsumo cultural, las prácticas de escritura, pú-blicas o privadas, prácticamente no fueron obje-to de reflexión sociológica en Francia, exceptoen el caso de las más legitimadas (las prácticasliterarias). En definitiva, el objeto “escritura”estuvo casi ausente de las investigaciones so-ciológicas, salvo para dos objetos totalmenteopuestos en el espacio social: el análisis de lasproducciones impresas (análisis socioliterarios,sociosemióticos, etc.) y el análisis del “iletris-mo” (Noisette, 1985; Passeron, 1991; Bor-kowski, 1990; Lahire, 1992).

Mientras que los diferentes trabajos citadoshan establecido la fecundidad heurística del es-tudio de las culturas escritas, casi no se sabecuáles son las prácticas de escritura que acom-pasan y organizan, forman y transforman la vi-da social contemporánea. Sin embargo, diluci-dar cuáles de estas prácticas estructuran la vidacotidiana permite proseguir, sobre el terrenocontemporáneo y con una gran diversidad de

enfoques metodológicos, las reflexiones de losantropólogos e historiadores sobre sus efectosorganizacionales y mentales. La sociedad fran-cesa contemporánea es producto de un largomovimiento de alfabetización generalizada y deescolarización que fue constituyendo una basehistórica inédita común a casi toda la poblaciónfrancesa. Sobre esta base de referencia común–y por lo tanto, invisible– comienzan a interve-nir desigualdades, acuerdos, especificidades ydiferencias alrededor de la escritura.

A partir de una primera indagación sobre lacuestión de las desigualdades frente a la culturaescrita escolar (Lahire, 1993a) que se basaba enla observación directa de la escena escolar, he-mos querido dilucidar lo que nuestra primeramirada dejaba fatalmente en la sombra: lasprácticas profesionales y domésticas de escritu-ra (ibíd.). Nos centraremos entonces en este úl-timo punto, para luego presentar resultados yanálisis extraídos de una serie de encuestas(realizadas por medio de entrevistas y cuestio-narios) sobre las escrituras domésticas.

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Escrituras domésticasy disposiciones sociomentales

Entre las múltiples escrituras domésticas pue-den distinguirse las que son (cuasi) obligatorias(por ejemplo, el completamiento de formulariosde impuestos, papeles de la obra social, legajosadministrativos diversos, cartas dirigidas a re-particiones públicas, etc.) de las que están rela-cionadas con hábitos sociales de las familias ode cada uno de sus miembros. Entre estas últi-mas pueden distinguirse a su vez las prácticasfamiliares (listas de compras de supermercado,apuntes sobre el cronograma o el almanaque fa-miliar, pedidos por correspondencia, clasifica-ción de documentos administrativos, escritura ocopia de recetas de cocina, etiquetaje de pro-ductos alimenticios, etc.) de las prácticas máspersonales (notas en una agenda personal, cru-cigramas, etc.); las prácticas estéticas (escriturade un diario íntimo, escritura de historias, poe-mas, canciones, etc.) de las prácticas funciona -les o utilitarias (cálculos de cuentas familiares,escritura del manual de mantenimiento del au-to, etc.); y finalmente, las prácticas regulares(correspondencia familiar, mensajitos entre losmiembros de la familia, recordatorios escritos,listas de cosas por hacer, etc.) de las prácticasocasionales (lista de elementos para llevar devacaciones, itinerario de un viaje, notas sobreun álbum de fotos, etc.). Sin embargo, estas nu-merosas diferencias no siempre son pertinentesen la medida en que las escrituras, como prácti-cas lingüísticas particulares sujetas a contextosde utilización también particulares, escapan a lalógica formal de las grandes tipologías.

En efecto, para comprender las lógicas so-ciales implicadas en ellas es que elaboramosnuestra pregunta sobre cuáles son las disposi-ciones indisociablemente sociales y mentales(relación con el tiempo, con el espacio, con el

lenguaje, consigo mismo y con el otro) que ta-les prácticas heterogéneas posibilitan.

La idea según la cual las prácticas lingüísti-cas en general (las prácticas de escritura en par-ticular) contribuyen a la construcción social delas realidades (de las formas que toman las rela-ciones sociales y de las disposiciones mentales)es una forma de vuelta al materialismo.4 Pode-mos citar aquí un ejemplo que brindaba el so-ciólogo inglés Basil Bernstein a propósito del“lenguaje de los miembros de una unidad decombate en maniobra”, caracterizado por “de-terminadas elecciones sintácticas y léxicas”(Bernstein, 1975): en este caso, se puede plan-tear o bien que el lenguaje está “determinado”desde el exterior por la situación, el contexto deacción (la maniobra), y se estudiará entonces ellenguaje de manera diversa como un “nivel”, un“reflejo”, un “efecto” o una “consecuencia” res-pecto del “contexto”, de la “realidad objetiva”,etc., o bien se considera –cambiando radical-mente de punto de vista– que el lenguaje encuestión es indisociable de la maniobra misma,la cual solo puede desarrollarse, organizarse co-mo tal, a través de las formas particulares de len-guaje. Así pues, la práctica social (o la accióncolectiva) denominada “maniobra” se encuentraentramada por prácticas específicas hechas degestos, de gritos, de enunciados con determina-da sintaxis y vocabulario; por ejemplo, difícil-mente sería posible realizar una maniobra pormedio de las formas del lenguaje poético.

De la misma manera, se puede comprendermuy concretamente la construcción de las es-tructuras cognitivas por medio de las prácticaslingüísticas. Por ejemplo, la noción –utilizada orechazada– de “cálculo racional”, que formaparte del vocabulario de la economía o de la so-ciología, puede ser útilmente puesta en perspec-tiva al preguntarnos cuáles son las técnicas inte-lectuales, y sobre todo las prácticas escriturarias

y gráficas sin las cuales no po-dría existir ningún cálculo ra-cional. M. Weber ya menciona-ba, en La ética protestante yel espíritu del capitalismo, lateneduría de una contabilidadracional (regular, rigurosa, etc.)como condición de la racionali-zación de las prácticas econó-micas. Del mismo modo, elconcepto de “planificación”,

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que es objeto de investigaciones en psicología,en ciencias cognitivas, en sociología, etc. (véa-se especialmente Conein, Dodier y T h é v e n o t ,1993), puede ser puesto a prueba a partir delestudio de las prácticas lingüísticas que hacenposible una acción planificada. La lista de com-pras en un supermercado, por ejemplo, es unmedio de fijar y orientar futuras acciones,un programa de acciones, un “plan”. A l g u n a slistas de compras suelen establecer inclusoverdaderos programas de desplazamiento den-tro del supermercado, ya que los productos seencuentran en ellas clasificados por sector y enun orden tal que guían el recorrido dentro dellocal. Ese microdispositivo planificador permi-te muy concretamente a quienes lo utilizan(hombres y, la mayoría de las veces, mujeres)ahorrar pasos y tiempo, limitar los olvidos po-sibles en los casos de falta de preparación de laacción, etcétera.5

Rupturas con el sentido práctico

Las prácticas escriturarias y gráficas introducenuna distancia entre el sujeto hablante y su len-guaje (Lahire, 1993a), brindándole los mediosde dominar simbólicamente lo que hasta enton-ces dominaba de modo práctico (Bourdieu yPasseron, 1970): el lenguaje, el espacio y eltiempo. Los medios de objetivación del tiempo(cronograma, agenda, planificación, etc.), laslistas de cosas por decir o hacer (como planesde acción o de palabras futuras), los itinerarioso los recorridos trazados, los diarios íntimos ytodas las formas estéticas de la escritura (escri-tura de poemas, de historias, de “arte litera-rio”...), etc. son sin duda instrumentos de con-formación de nuestra temporalidad, de nuestraespacialidad y de nuestro lenguaje que consti-tuyen excepciones cotidianas y repetidas res-pecto del ajuste prerreflexivo del sentido prác-tico a una situación social (Bourdieu, 1980).Existe la misma brecha entre el tiempo vivido“que pasa” y el tiempo organizado gracias amedios de objetivación, que entre el trayectoespontáneo de un automovilista y un itinerariode viaje planificado, preparado, dividido enetapas, etc., o que entre la palabra espontáneaen un contexto de interacción y su escrituraelaborada, controlada.

Las prácticas de escritura constituyen puesverdaderos actos de ruptura frente al sentido

práctico; mantienen una relación negativa conla memoria práctica del habitus y posibilitan undominio simbólico de ciertas actividades, asícomo su racionalización (Lahire, 1993b). Losdiferentes casos que podemos reconstruir sobrelas motivaciones para escribir que mencionanlos entrevistados6 demuestran cabalmente laruptura con la lógica del sentido práctico.

De este modo, la escritura interviene en pri-mer lugar cuando deben dominarse temporali-dades relativamente largas y cuando se trata depreparar el futuro, situaciones que se oponen ala inmediatez de las prácticas cotidianas y de larelación con el mundo. El cronograma, la agen-da y la planificación, por ejemplo, hacen posi-ble una distribución de las actividades (indivi-duales o colectivas) en el tiempo objetivado y,por lo tanto, una planificación o retorno sobrelo que se ha hecho, lo cual implica una relaciónmás reflexiva con el tiempo pasado, presente ofuturo. Las entrevistas evidencian aquí unaoposición entre las disposiciones previsibles ycalculadoras de quienes aspiran a “adminis-trar” su vida cotidiana, saber a dónde van (enmateria de actividades y de finanzas) y las dis-posiciones hedonistas y espontaneístas de losque niegan la posibilidad de administrar metó-dicamente su existencia, de dominarla y pro-yectarse en el futuro, y que suelen hacer de la“vida en el día a día” una especie de filosofíapráctica de la existencia:7

“Siempre hay alguna novedad, por eso no ano -to nada, porque de la noche a la mañana, ¡puf!seguro que habrá algo, voy a volver a mi casa,ya está, va a ser otra cosa. [...] No me hago pro -blemas, lo que viene, viene, es por eso que nun -ca anoto. No puedo anotar antes porque paramí la vida…, nunca sé qué pasará mañana, en -tonces prefiero ver el mismo día, en ese momen -to". (Obrero-montador, certificado de AptitudProfesional, nivel secundario completo)

Las prácticas de escritura de gestión domés-tica permiten calcular, planificar, programar,prever la actividad y organizarla en un lapsomás o menos largo,8 así como preparar o demo-rar la acción directa y suspender en parte la ur-gencia práctica.

Verdaderas técnicas de autocontrol, esasprácticas implican también un mayor dominiode los deseos y de las pulsiones. El libro decuentas o el cálculo del presupuesto familiar,por ejemplo, constituyen concretamente

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la posibilidad de dejar de lado algo que uno sesiente impulsado a hacer hic et nunc en pos deuna satisfacción que se obtendrá en una semanao en un año. (Élias, 1987)

Gran parte de las escrituras domésticas pue-de así contribuir a la constitución de una rela-ción específica con el tiempo, al aprendizaje dela capacidad de diferir (deseos, impulsos, etc.)y de planificar. De manera inversa, la ausenciade esas prácticas en el universo familiar sueleser el indicio de adultos más hedonistas, con ac-titudes más espontaneístas.9

La escritura también suele hacerse necesa-ria (para algunos) cuando es preciso enfrentarprácticas complejas, “que exigen” ser organiza-das o que pueden organizarse más fácilmentepor medio de la escritura: para poder coordinarlos horarios diversificados de los miembros dela familia y administrar los imponderables de laexistencia, para llegar a hacer todo de la mejormanera posible cuando las actividades se multi-plican y el tiempo para realizarlas está “conta-do”, para poder realizar las compras sin perderun “tiempo precioso”, etcétera.

“Yo clasifico, por ejemplo, todos los productoslácteos, los productos de la farmacia, y luego eslo mismo en mi carrito; para ganar tiempo,cuando estoy en el sector de farmacia, tengo to -da mi lista establecida para el sector farmacia;en el sector de lechería si necesito leche, man -teca, yogur. No está la leche mezclada con lasesponjas y luego el café.” (Docente especializa-da en sordomudos, seis años de estudios supe-riores)

Así, las planificaciones escritas que evitanlas aproximaciones superficiales suelen llegara ser el medio de adquirir el manejo psicológi-co y/o efectivo de situaciones a menudo com-p l e j a s .1 0

“A veces, sí, cuando realmente tengo demasia -das cosas por hacer, hago listas, sí, cuandorealmente es demasiado [...]. Son cosas que ten -go que hacer durante el día, pero me hago unaplanificación, me hago planificaciones que tra -to de escribir [...]. El domingo me planifico lasemana”. (Médica laboralista, 10 años de estu-dios superiores)

Del mismo modo, sucede que se recurre a laescritura cuando se trata de recordar un aconte-cimiento, una información o un acto extraordi-nario, poco habitual, excepcional. A las “efemé-rides” tan incorporadas que ya ni son sentidas

como tales (como el cumpleaños de un familiar,o incluso el hecho trivial de almorzar) se opo-nen las fechas que exigen ser anotadas (porejemplo, un turno con un médico especialista);a las compras comunes y regulares que solo re-quieren el uso del sentido práctico (harina, acei-te, azúcar, etc.) se oponen las compras ocasio-nales para una comida “especial”, que requierenuna lista precisa y diferente.

“[Sobre la lista de compras] En principio, ¡nohago tantas! A menos que realmente tenga algoespecial que comprar. Entonces me digo: ‘¡Uy,uy, uy! ¡Ya ni me acuerdo qué es!’, Bueno, en -tonces miro, pero si no, no.” (Ama de casa, Cer-tificado de Aptitud Profesional, dos años de es-tudios técnicos secundarios)

“Me pasa [de escribir] para no olvidar cosas queno compro regularmente –por ejemplo, los cere a -les de mi hija o cosas así– entonces las marco; pe -ro si no, yo sé qué tengo que hacer, no lo marc os i e m p re.” (Cuidadora de niños, ex contadora)

Se observa bien la relación que mantiene lalista de cosas por hacer y la memoria incorpora-da, en los casos en que las mujeres nos respon-den que no hacen listas de este tipo para ellaspero que sí las hacen para su marido o sus hijos;es decir, para los que no tienen un conocimien-to práctico suficiente del universo de los pro-ductos domésticos y del estado de los stocks co-mo para hacer las compras sin lista.

La escritura también puede ejercer la fun-ción de generar seguridad en un estado de rela-tiva tensión a propósito de acontecimientos o ci-tas considerados particulamente “importantes”y a veces “oficiales”. En efecto, se tomará notade las citas más oficiales, se preferirá escribiruna carta a una oficina pública para explicar co-rrecta y tranquilamente una situación delicada ocompleja antes que llamar por teléfono; o se lla-mará, pero luego de haber preparado exacta-mente lo que se dirá al interlocutor, para no ol-vidar nada y ser preciso en la demanda.

“ [ A propósito de notas previas a un llamado tele-f ó n i c o ] Sí, me ha pasado. Pero para cosas muyi m p o rtantes, para llamados telefónicos en losque hay que esperar una hora, por ejemplo, laC A FA L [Caja de Locaciones Familiares] o la Se -guridad Social o cosas así, pero pasa muy de vezen cuando, ¿eh? Anoto todo lo que tengo que de -cir para no olvidarme, para no decirme: ‘Ay, yac o rté y me olvidé de preguntar lo más import a n -t e.’ ” (Ama de casa, Certificado de estudios pro-fesionales, nivel secundario completo)

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Este es también el caso de las cartas pormedio de las cuales los enamorados se hacenpresentes ante aquellos de quienes están tem-porariamente alejados, o gracias a las cualeslos inmigrantes franceses del siglo XIX pudie-ron continuar administrando su propiedad yconservar la dirección económica de su bien ode su empresa (Dauphin et al, 1991a). Aquí, elsentido práctico incorporado, aplicado en unasituación, no puede operar ya que el cuerpo nose encuentra en situación de actuar.

Finalmente, el uso de la escritura se aplicatambién a los casos, claramente menos frecuen-tes, en los que el sentido práctico, la memoriapráctica, se alteran por miedos o pánicos (porejemplo, frente al nacimiento del primer hijo),por depresiones, por graves preocupaciones(muerte o enfermedad de un familiar) o profesio-nales (conflictos interpersonales) que monopoli-zan toda la atención... Los trastornos mentales

relacionados con situaciones de crisis aca-rrean desarreglos del sentido práctico,

y la escritura llega entonces a refor-zar un funcionamiento de habitusanómalo. Lo que comúnmentefunciona por medio de la adapta-ción rutinaria y prerreflexiva alas situaciones prácticas habi-tuales de un programa incorpo-

rado puede ser destruido en cier-tas situaciones excepcionales.

Cuando el sentido práctico ya noes suficiente para “recordar” o actuar

(por complejidad, por ausencia, por alejamien-to temporal, por excepcionalidad, por tensión ysolemnidad o por desarreglos), entonces se re-curre a la escritura. La memoria objetivada s u-ple entonces las fallas de la memoria incorpo-rada. Las prácticas de escritura crean una dis-tancia con la práctica; hacen posible no soloun “retorno” reflexivo sobre la práctica, sino supreparación reflexiva.1 2 Los actores socialessuelen ser tomados en “el fuego de la acción”,pero también suelen estar fuera de ella (para pre-pararla o recordarla, para discutirla, etc.). Tal esel caso de las diversas escrituras domésticas.1 3

Dos encuestas por cuestionario

Hemos realizado dos encuestas sucesivas pormedio de cuestionarios, en 1992 y 1993.14 Laprimera encuesta (Encuesta A) fue realizada en

En este último caso, el habitus lingüístico(Bourdieu, 1982), el sentido lingüístico prácti-co, ya no es suficiente a causa de la tensión re-lacionada con la llamada teléfonica. Por otro la-do, los entrevistados oponen la espontaneidadde la conversación telefónica informal entreamigos o entre miembros de la familia y los diá-logos, que pueden exigir preparación, con lasoficinas públicas. La escritura permite, por lotanto, administrar de manera más precisa y or-denada el discurso (tanto en la carta argumenta-da como en las notas previas a un llamado tele-fónico) cuando lo que se quiere decir no puedeimprovisarse y requiere a la vez un ordenamien-to preciso y de cierta exhaustividad. Tales prác-ticas implican una relación con el lenguaje detipo particular: preocupación por la forma, porla precisión verbal y discursiva, o por la ex-haustividad.11

El recurso de escribir permite asimismo re-solver la ausencia de “don de ubicuidad”propio de la condición humana. El es-crito continúa marcando nuestrapresencia mientras nuestro cuer-po está ausente. Compensa laausencia corporal para conti-nuar ejercitando una acción. Esel caso, por ejemplo, de losmensajitos entre miembros dela familia que permiten, muchasveces a las mujeres, continuarmanifestando su presencia afectiva(“Que tengan un buen día. Un beso.Hasta la noche”) así como administrar lavida doméstica mientras están en el trabajo.

“Recuerda llamar por teléfono a EDF [Electri-cidad de Francia].”

“No te olvides de comprar pan para esta no -che.”

“Pongan la carne al horno a eso de las 20:00.”

“Sí, escribo mensajitos en algunos casos, porejemplo, mi marido no está y como yo soy agen -te a domicilio, a veces me llaman por teléfonopara ir en ayuda por problemas domésticos. Enprincipio termino a las cuatro de la tarde, peroa veces me dicen: ‘¿Me puede venir a ayudar?’.Entonces dejo un mensajito: ‘Esta tarde termi -no a las seis. Hay que llevar a… a tal lugar’ o‘[...], no te olvides de hacer esto, no te olvidesde hacer lo otro’. O un llamado por teléfono:‘Acuérdense a tal hora...”. (Agente a domicilio,estudios secundarios completos)

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1992 a 173 parejas en las cuales el hombre pre-sentaba un bajo nivel de formación (inferior oigual al Certificado de Estudios Profesionales– B E P según la sigla en francés– o a los primerosaños de la enseñanza secundaria –BEPC por susigla en francés–). La segunda encuesta (Encues-ta B) fue efectuada en 1993 a 309 parejas en lascuales el hombre tenía un nivel superior o igualal bachillerato. En ambos casos, el cuestionariofue realizado frente a frente en el domicilio de lasparejas. La mitad de las veces se interrogó a unasola de las partes (el hombre o la mujer) paracompensar el hecho de que las preguntas sobre ladistribución sexual de las tareas de escrituras do-mésticas podían sobreestimar o bien subestimarsistemáticamente ciertas prácticas.1 5

Las diferencias entre ambas poblaciones

La lectura de los resultados de una comparaciónde ambas poblaciones evidencia en forma claralas diferencias existentes en materia de escritu-ras domésticas, en favor –casi sistemáticamen-te– de la población con mayor formación.

En efecto, las parejas con más alto nivel deformación presentan mayor tendencia a llevar re-gularmente las cuentas familiares (94,2% contra7%), a anotar frecuentemente cosas en una agen-da personal (66,8% contra 50,3%), a escribir confrecuencia indicaciones (65% contra 49,4%), aredactar frecuentemente listas de cosas para ha-cer (59% contra 45,1%) y listas de cosas para de-cir antes de un llamado telefónico “importante”(51,6% contra 38,7%). También presentan ma-yor tendencia a hacer listas de compras (77,7%contra 65%) y, cuando lo hacen, a prepararlas demanera ordenada (más generalmente según el or-den de los sectores del supermercado: 48,9%contra 31,8%). Tienden más a escribir (o haberescrito) un diario personal (35,6% contra22,5%), a escribir (o haber escrito) cuentos, poe-mas o canciones (40,9% contra 30,6%), a hacerocasionalmente crucigramas o autodefinidos(47,2% contra 32,3%), a establecer un itinerariocuando se van de viaje (90,9% contra 72,8%), ahacer ocasionalmente una lista de cosas para lle-var de viaje (88,3% contra 81,4%) y, finalmente,a escribirse mensajitos entre los miembros de lafamilia (85,4% contra 76,8%). Estas diferenciassistemáticas alrededor de las múltiples prácticascorrientes de escritura constituyen indicadoressuficientemente claros del grado de reflexividad

cotidiana según el volumen de capital escolar e,indirectamente, según la posición social. Es loque indicaban Pierre Bourdieu y Jean-ClaudePasseron asociando estas diferencias de relacióncon el lenguaje y con el mundo con modalidadesdiferentes del trabajo pedagógico familiar (Bour-dieu y Passeron, 1970).

La relación proporcional entre quienespractican las diferentes escrituras son más omenos equivalentes en ambas poblaciones alre-dedor de cuatro prácticas: la escritura o el co-piado de recetas de cocina (67,1% para aquelloscon mayor formación y 69,8% para los demás),la clasificación de papeles administrativos (97 y96,5%), la escritura de cartas a familiares (87,3y 87,9%) y los pedidos por correspondencia(79,5 y 77,5%). Los de menor formación supe-ran a los de mayor formación solo en dos prác-ticas: las notas sobre el cronograma familiar(80,8% contra 72,5%) –aunque puede pensarseque la agenda personal, más frecuente en los demayor formación, reemplaza al cronograma– yel cuaderno de mantenimiento del (o de los) au-tos (76,7% contra 70,8%).

Puede observarse que, a pesar de las diferen-cias, los de menor formación están lejos de p e r-manecer fuera de los procesos de apropiacióncotidiana de la escritura. Si bien las numerosas di-ferencias indican variedades objetivas de com-portamientos y disposiciones, nunca marcan ex-clusiones. De todas maneras, hay que precisarque este resultado puede ser producido en granparte por las características de la misma encuesta.

En efecto, en primer lugar, las preguntas sereferían tanto a la persona interrogada (agendapersonal, indicaciones escritas, listas de cosaspara hacer, manera de hacer la lista de mandados,listas de cosas para decir antes de un llamado te-lefónico, diario íntimo, escritura de cuentos, poe-mas y canciones, crucigramas, autodefinidos),como a la pareja en su conjunto (cuentas familia-res, listas de mandados, lista de cosas para llevara un viaje, itinerario de viaje, cuaderno de man-tenimiento del auto, mensajitos entre miembrosde la familia, escritura o copiado de recetas decocina, clasificación de papeles administrativos,cartas a familiares, pedidos por correo, cronogra-ma familiar). Esto contribuye, por un lado, en elsegundo caso, a explicar las fuertes proporcionesde ocurrencia de estas prácticas en ambas pobla-ciones (es suficiente con que uno de los miem-bros de la pareja –la persona interrogada o su

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cónyuge– desarrollen tal o cual práctica de escri-tura para que sea contabilizado).

Además y sobre todo, si las proporciones dequienes practican son relativamente elevadas enambas poblaciones encuestadas, es porque no sebuscó principalmente aquí captar las proporcio-nes de “practicantes intensivos”. Salvo excepcio-nes indicadas en el enunciado de los resultadospor el término “frecuentemente” (por ejemplo,indicaciones escritas, listas de cosas para hacer od e c i r, etc.), hemos querido más bien observar sila práctica estaba o no presente (formulando pre-guntas del tipo: “¿Alguna vez hace usted...?”). Lainformación principal que nos brindan ambas en-cuestas se refiere esencialmente a las líneas divi-sorias entre los que nunca practican y todos losdemás (practicantes ocasionales o intensivos).Por lo tanto, es normal constatar muchas vecesescasas proporciones de no-practicantes, sin queesto ponga en cuestión nuestra observación acer-ca de que existen bajas tasas de exclusión total delas diferentes prácticas de escritura.

Finalmente, si las diferencias entre practican-tes y no practicantes nada nos dicen sobre la in-tensidad de las prácticas (lo que demostraría dife-rencias indudablemente más marcadas entre lospracticantes fuertes), tampoco nos informan s o-bre las modalidades concretas de realización deestas prácticas. Ahora bien, las diferencias cultu-rales no son reductibles a diferencias entre tasasde practicantes, pero pueden revelarse muchomejor en los usos contrastados de competenciascompartidas (véase Chartier, 1986). Por ejemplo,se ha visto que si los de más alto nivel de forma-ción eran mayoría a la hora de hacer listas de com-pras, también lo eran a la hora de redactarlas demanera ordenada. Por lo tanto, queda por prose-guir con la investigación para dilucidar más preci-samente la intensidad de las prácticas y, en la me-dida de lo posible, sus modalidades concretas.1 6

El sexo de los escribasSin embargo, lo que aparece como una notable re-currencia en ambas poblaciones encuestadas es ladistribución de las prácticas según el sexo: las mu-jeres tienen una aplastante mayoría en la prácticade actos cotidianos de escritura. Las indicacionesescritas (en los de mayor formación), las anota-ciones previas a una llamada telefónica, las listasde cosas para hacer o para llevar en un viaje, laslistas de compras (realizadas en orden más a me-nudo por las mujeres que por los hombres: 24,4%

de los hombres con menor formación contra36,2% de mujeres del mismo grupo, y 41,5% delos hombres con mayor formación contra el56,1% de las mujeres de esa población), la escri-tura o el copiado de recetas, los mensajes entrelos miembros de la familia, las cartas a familia-res, los pedidos por correo, las cartas a las ofici-nas públicas (en aquellos con menor formación),el completamiento de papeles de la obra social(la pregunta solo se formuló a la población conmayor formación), las notas en el cronograma fa-m i l i a r, el control de las cuentas familiares, la cla-sificación de papeles administrativos, las indica-ciones en el álbum de fotos, el diario íntimo1 7 ylos crucigramas o autodefinidos aparecen clara-mente como prácticas femeninas.

Frente a estas escrituras femeninas, apare-cen ciertas escrituras no marcadas por uno uotro sexo (notas frecuentes en una agenda per-sonal, escritura de cuentos, poemas y cancionesen ambas poblaciones e indicaciones escritas enlos de menor formación) y algunas escriturasmasculinas (cuaderno de mantenimiento del ode los autos, completamiento de la hoja de im-puestos, itinerario de viaje y, en los de mayorformación, cartas a las reparticiones públicas).

En otro trabajo hemos tenido la ocasión des u b r a y a r, a propósito de los medios populares ur-banos, la cuestión de la división sexual del traba-jo de escritura doméstica (Lahire, 1993c): lasmujeres de estos medios se nos aparecen comolos escribas domésticos. Portadoras de las preo-cupaciones de los miembros del grupo familiar yde su organización, gestionan, administran,1 8gracias a múltiples prácticas de escritura, la org a-nización interna de la familia nuclear y sus rela-ciones con el “exterior” (las oficinas públicas,los amigos, los miembros alejados de su familiay de la de su marido1 9) y se revelan como muje-res-administradoras. En efecto, la gestión del“interior” tanto como el contacto del hogar conel “exterior” suelen implicar el uso de la escri-tura según formas variadas.

Los historiadores (véase Furet y Ozouf,1977) han establecido claramente que los hom-bres fueron alfabetizados más precozmente y enmayor número que las mujeres. Hasta fines delsiglo XIX, la educación religiosa de la mayoríade las niñas se reducía al aprendizaje de la lec-tura. El contexto sociocultural, marcado por unestado particular de la división de roles, es talen ese momento que la necesidad de escribir esmenor para las mujeres: en efecto, las prácticas de

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la escritura suelen estar ligadas a posiciones dep o d e r, a prácticas públicas y profesionales, rea-lidades estas de las que las mujeres se encontra-ban generalmente alejadas. Así, el carácter esen-cialmente femenino, hoy, de las prácticas de es-critura privadas, oficiosas, no legítimas, no esquizá tan sorprendente.2 0 Las escrituras domés-ticas, tan poco reconocidas como la misma acti-vidad doméstica en general, se inscriben en dife-rencias sociosimbólicas muy conocidas entrehombres y mujeres (interior/exterior; oficioso/oficial; doméstico/profesional; invisible/visible;privado / público) (véase Bourdieu, 1990).

En efecto, es evidente que los territorios es-criturarios masculinos y femeninos, tal comoaparecen por medio de los resultados de ambasencuestas, son campos clásicamente sujetos aambos sexos: la técnica, el espacio exterior, el di-nero, lo público y lo oficial para los hombres (elauto, el itinerario de viaje, los impuestos y, paralos de mayor formación, las oficinas públicas);mientras que para las mujeres, lo familiar, lo re-lacional, lo privado, el espacio doméstico y elí n t i m o .2 1 De lo profesional a lo doméstico secambia de universo y al mismo tiempo de cuadrode valores referidos a las prácticas de escritura.Lo que, en el campo profesional, quizá sea signovisible de poder (la responsabilidad de redactar,de producir escritos),2 2 puede convertirs e , no

bien se atraviesa el umbral del hogar, en unamarca de subordinación (ocuparse de lo que espenoso, del papeleo aburrido, etcétera).23

Pero más allá de esta revisión de las distri-buciones clásicas y las percepciones sexuales delas tareas y los roles, hay que insistir en el hechode que si las escrituras domésticas son parteinherente de las disposiciones racionales, calcu-ladoras, previsoras, y constituyen técnicas deautocontrol (así como del otro) en la vida coti-d i a n a , entonces puede pensarse que por mediode las múltiples escrituras domésticas a las queparecen sujetas, las mujeres –cualquiera sea sunivel de formación– cultivan más que los hom-bres24 estas disposiciones y una cierta forma dedominio de sí y del otro (sentimientos, impul-sos, deseos personales o familiares, etc.) (véan-se Zazzo, 1982 y Maccoby, 1990).25

De todas maneras, se constata una serie deatenuantes de las diferencias entre los sexos enmateria de escrituras domésticas entre los demayor formación: son un poco más numerososlos hombres con mayor formación que los otrosa la hora de encargarse por sí solos de ciertas ta-reas de escritura, y las mujeres de esos mediossuelen encontrarse con menor frecuencia solaspara ocuparse de eso (siendo la modalidad “losdos en igual medida” la más frecuente), comose lo constata leyendo la tabla 1.

Encuesta A Encuesta BHombre (%) Mujer (%) Ambos (%) Hombre (%) Mujer (%) Ambos (%)

Listas de cosas por decir 31,8 45,8 * 49 54,2 *Listas de cosas por hacer 38,8 51,1 * 56,5 61,7 *Listas de compras 2,7 86,4 10,9 8,8 76,1 15,1Listas de cosas para llevar 2,9 83,6 13,5 9,7 71,6 18,7Recetas de cocina 5 93,3 1,7 6,3 87,4 6,3Cuentas familiares 22,7 56,3 21 27,6 39,6 32,8Clasific. papeles adm. 27 61,7 11,3 35,6 41,2 23,2Mensajes miembros familia 11,4 67,4 21,2 15,2 59,6 25,2Cartas a familiares 11,2 75,6 13,2 14,9 67,3 17,8Pedidos por correo 6 87,3 6,7 9 80,4 10,6Cuaderno de mant. auto 93 3,1 3,9 81,7 6,1 12,2

TABLA 1: Prácticas de escritura discriminadas por sexo en la pareja

* Nuestros datos fueron obtenidos conforme a si la práctica de escritura podía ser más o menos “personal” o no, ya fuera pregun-tando cómo se distribuyen las prácticas dentro de la pareja (más bien el hombre, más bien la mujer o los dos por igual), o bien cru-zando las respuestas de los encuestados sobre la práctica o la no-práctica de tal o cual actividad escrituraria con la variable sexo dela persona interrogada. Cada vez que indicamos un asterisco, significa que los datos se consignaron por medio del cruce de las dos.En el caso de las preguntas personales (sin asterisco), se tiene la participación de los hombres, mujeres, etc., e n t re los practicantesf a m i l i a re s; en el caso en que se cruzan variables, se tiene la participación de los practicantes e n t re los hombres y entre las mujere s.

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Las divisiones de las prácticas se realizan aveces de distinta manera: los hombres con másalto nivel de formación escriben con mayor fre-cuencia solos las cartas a las oficinas públicas,algo que no era así para el caso de los hombrescon menor formación (en cuanto a las parejascon mayor formación, en el 46,4% de los casosson los hombres los que se ocupan solos; en el34,1% de los casos son las mujeres, y en el19,5% de los casos, ambos; en cuanto a las pa-rejas con menor formación, se obtienen respec-tivamente el 29,7, el 55,8 y el 14,5%), y el com-pletamiento de formularios de impuestos se afir-ma todavía más como una práctica masculina(en el caso de las parejas con mayor formación,en el 59,3% de los casos son los hombres quie-nes se ocupan solos; en el 16,3% de los casosson las mujeres; en el 19,5% de los casos lo ha-cen ambos, y finalmente, en el 4,9%, un tercero;en cuanto a las parejas con menor formación, seobtienen el 43, el 36,5, el 11,7 y el 8,8% respec-tivamente).26

De este modo, parecería que los hombrescon mayor formación se inclinan hacia las ta-reas de escritura relacionadas con los camposmás públicos, más exteriores al espacio domés-tico (los papeles de la obra social, relacionadoscon cuidado de los miembros de la familia, soncompletados sobre todo por las mujeres en lasparejas con mayor formación: en el 18,8% de

Las diferencias son comparables en una se-rie de otras prácticas de escritura, como se cons-tata en la tabla 2.

Encuesta A Encuesta BHombre (%) Mujer (%) Ambos (%) Hombre (%) Mujer (%) Ambos (%)

Notas sobre el almanaque 7,2 69,8 23 9 64,9 26,1Itinerario de viaje 60,3 8,7 31 63,9 8,9 27,2Album de fotos(1) 8,2 70,9 12,8 11,9 67,4 12,2Crucigramas,autodefinidos

26,7 38 * 39,6 54,8 *

Cuentos, poemas,canciones

30,6 30,7 * 40,2 41,3 *

Diario íntimo 14,1 30,6 * 25,3 45,8 *

TABLA 2: Otras prácticas de escritura discriminadas por sexo en la pareja

(1) La suma de los porcentajes indicados no es igual a 100 porque existe una cuarta modalidad (“Otra persona”) que noaparece en la tabla.* Cf. ut supra.

los casos son los hombres quienes los comple-tan, en el 50,8% de los casos son las mujeres yen el 30,4% de los casos, los dos por igual). Elcorte público/privado también atraviesa el espa-cio doméstico privado: las cartas administrati-vas y las declaraciones de ingresos se sitúan másdel lado de lo público, y las listas de compras, lacorrespondencia familiar, etc., son resorte clarode lo intrafamiliar, de lo privado.

Las escrituras domésticas:¿un desafío en la pareja?

Para controlar el valor que debe atribuirse a lasdeclaraciones de prácticas en estas dos encues-tas disponemos de un medio muy simple. Enefecto, podemos preguntarnos si la estructura dedistribución de las respuestas (en el caso en quelas modalidades son de tipo: “Más bien el hom-bre”, “Más bien la mujer” y “Los dos por igual”)varía o no según el sexo de la persona interro-gada. Sin embargo, constatamos una serie dedistorsiones sistemáticas que indican claramen-te que hablar de prácticas de escrituras domésti-cas que plantean un problema de distribución(¿quién se ocupa de eso?) no va de suyo en lasparejas.

En el marco de las encuestas, tal vez loshombres intenten aparecer como integrantes de

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parejas “modernas”, caracterizadas por una divi-sión sexual de las tareas no muy rígida. En estecaso, los hombres sobreestiman su participaciónen las escrituras domésticas para no aparecer co-mo “no haciendo nada” dentro del hogar. Si bienlas escrituras domésticas no tienen un gran valorreal para ellos, pueden aparecer públicamentecomo participantes de esas prácticas que por unlado están relacionadas con el gobierno domés-tico cotidiano.

La interpretación que propone Olivier Sch-wartz del gobierno femenino en las familiasobreras puede resultarnos útil aquí. Si la mujerimprime su marca al conjunto del proceso fami-liar cotidiano, el hombre detenta los signos vi-sibles de la autoridad y no quiere demostrarnunca que se deja conducir por ella:

Que un “hombre no deba dejarse mandar poruna mujer” es un axioma universalmente admi-tido. La situación no se caracteriza en absolutopor una relación jerárquica de obediencia y demando, sino por el hecho de que el hombre sedeja dirigir implícitamente por la mujer y leotorga un poder sobre sí, pero sin renunciar a lasmarcas visibles de su autoridad. (Schwartz,1990: 198-199)

Ahora bien, esto es lo que parece suceder enlo concerniente a una serie de prácticas de escri-tura referidas a la organización doméstica: sibien es muy raro que las grandes distribucionescambien completamente según el sexo del en-cuestado (véase más adelante el tema de las car-tas a las oficinas públicas), se observa una seriede ligeras sobreestimaciones masculinas (en re-lación con lo que las mujeres les atribuyen) encuanto a la carga completa o a la participación“por igual” en las escrituras domésticas. Es elcaso de las listas de compras, de los mensajitosentre miembros de la familia, de las cartas a losfamiliares, de las listas de cosas para llevar enun viaje y, para los hombres con mayor forma-ción, de los pedidos por correo y del completa-miento de formularios de la obra social. Esto semuestra en las tablas que siguen.

TABLA 3: ¿Quién escribe con mayorfrecuencia las listas de compras para

el supermercado? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 5,5 0 15,7 2,2M. 79,5 93,2 67,9 84

Ambos 15 6,8 16,4 13,8Total 100 100 100 100

TABLA 4: ¿Quién escribe con mayorfrecuencia los mensajitos entre miembros

de la familia? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 16,1 7,2 20,8 10M. 56,5 77,1 55 63,8

Ambos 27,4 15,7 24,2 26,2Total 100 100 100 100

TABLA 5: ¿Quién escribe con mayorfrecuencia las cartas a familiares?

(En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 11,8 10,5 18,4 11,3M. 67,1 84,2 63,2 71,4

Ambos 21,1 5,3 18,4 17,3Total 100 100 100 100

TABLA 6: ¿Quién escribe con mayorfrecuencia los pedidos por correo?

(En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 6 6 11,6 6M. 86,5 88 77,5 83,6

Ambos 7,5 6 10,9 10,4Total 100 100 100 100

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La distorsión es particularmente fuerte enlos medios con mayor formación referidos a dosprácticas ya percibidas como relativamente“importantes” por los hombres: las cartas a lasoficinas públicas y el completamiento del for-mulario de impuestos. En el primer caso (tabla9), las respuestas son incluso radicalmente dife-rentes según si la persona interrogada es unhombre o una mujer.

TABLA 7: ¿Quién completa con mayorfrecuencia los formulariosde la obra social? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 25,3 12,2M. 46,1 55,5

Ambos 28,6 32,3Total 100 100

TABLA 8: ¿Quién confecciona con mayorfrecuencia las listas de cosas para llevar

en un viaje? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 5,5 0 11,8 7,8M. 76,7 91 66,1 76,6

Ambos 17,8 9 22,1 15,6Total 100 100 100 100

¿Quiénes –hombres o mujeres– están máscerca de la realidad de las prácticas? Podríapensarse más bien en una sobreestimación mas-c u l i n a2 7 si se considera que, en el caso de lasprácticas casi exclusivamente masculinas (cua-derno de mantenimiento del auto, itinerario deviaje), no se observa en las mujeres una distor-sión semejante a la constatada en los hombrescuando se trata de prácticas femeninas (véase,por ejemplo, la redacción del cuaderno de mante-nimiento del o de los autos donde las mujeresven incluso a los hombres hacerlo un poco másfrecuentemente solos).

TABLA 9: ¿Quién escribe con mayorfrecuencia las cartas a las reparticiones

públicas? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 39,1 20,5 63,3 29,6M. 46,3 65 22,7 45,4

Ambos 14,6 14,5 14 25Total 100 100 100 100

TABLA 10: ¿Quién completa con mayorfrecuencia el formulariode impuestos? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 45,2 40,7 73,6 51,4M. 36,9 36 12,5 21,6

Ambos 13,1 10,5 13,9 27Otro 4,8 12,8 0 0Total 100 100 100 100

TA B L A 1 1: ¿Quién redacta másfrecuentemente el cuaderno de mantenimiento

del (o de los) auto(s)? (En %)

Encuesta A Encuesta B

H. M. H. M. H. 91,4 94,8 81,1 29,6M. 4,3 1,7 6,7 5,7

Ambos 4,3 3,5 12,2 12,2Total 100 100 100 100

Además, hay prácticas domésticas en lasque los hombres parecen subestimar su partici-pación o no querer sobreestimarla, como si noquisieran estar relacionados con prácticas quejuzgan sin duda típicamente femeninas y/o su-balternas (muchos hombres entrevistados noshablan, con un tono un tanto despectivo, del“papeleo” del que se ocupan sus esposas): tal esel caso de la escritura o copiado de recetas de

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cocina, de la clasificación de lospapeles administrativos (para los demenor formación),28 del manteni-miento del álbum de fotos (paralos de menor formación) o de lasnotas sobre el almanaque familiar(para los de mayor formación). Pe-ro las mujeres también pueden te-ner interés en afirmar e incluso ensobrevaluar, a través de sus decla-raciones, su dominio del gobiernoy del “encuadramiento” (Sch-wartz, 1990) domésticos.

Las interferencias entreprácticas de escritura

Finalmente constatamos, mediante seleccionescruzadas, que las prácticas de escritura están re-lacionadas entre sí. Desde el punto de vista delas disposiciones individuales, los que practicantal o cual actividad escrituraria suelen tambiénser los que más tienen una u otra práctica de es-critura. Desde el punto de vista de los estilos deexistencia familiares, cuando un individuopractica tal o cual actividad escrituraria sueletener más posibilidades de formar parte de unapareja en la que se practica otra actividad escri-turaria.

Consideremos sucesivamente las siguientesprácticas: listas de cosas para decir antes de ha-blar por teléfono, listas de indicaciones escritas,agenda personal, listas de cosas para hacer y es-critura de cuentos, poemas o canciones.

Quienes redactan listas de cosas para decirpor teléfono escriben también más seguido quelos que no hacen listas de cosas para hacer (En-cuesta A: 45,7% contra 32,7%; Encuesta B:63,6% contra 57,1%), indicaciones escritas(Encuesta A: 62,6% contra 40,5% ; Encuesta B:50% contra 42,8%), así como notas frecuentesen una agenda personal (Encuesta A: 62,6%contra 42,4%). Asimismo forman parte de lasparejas que redactan más frecuentemente listasde cosas para llevar en un viaje (Encuesta A: lasmujeres son 74,6% contra 63,2% ; Encuesta B:las mujeres son 63,6% contra 57,1%) y que es-criben más seguido sobre el álbum de fotos (En-cuesta A: 28,3% no escriben nada contra38,6%; Encuesta B: 18,1% no escriben nadacontra 57,1%), comparados con los que no re-dactan tales listas.

Quienes escriben frecuente-mente indicaciones redactan tam-bién más seguido que los que noescriben listas de cosas para hacer(Encuesta A: 61,1% contra 28,7%;Encuesta B: 78,5% contra 26,4%),notas sobre una agenda personal(Encuesta A: 56,4% contra 44,8%;Encuesta B: 63,8% contra 44,4%),listas de cosas para decir (Encues-ta A: 49,4% contra 28,7%; En-cuesta B: 63,3% contra 32,4%) yredactan también más seguido undiario íntimo (Encuesta A: 30,5%contra 14,9%; Encuesta B: 37,6%contra 23%). Forman parte de pa-rejas que anotan con más frecuen-

cia cosas en el almanaque (Encuesta A: 14,1%no anotan nada contra 24,1% que sí; EncuestaB: 23% no anotan nada contra 34% que sí), re-dactan más seguido listas de cosas para llevaren un viaje comparados con los que no tienenestas prácticas (Encuesta A: 11,7% no escribennada contra 25,2% que lo hacen; Encuesta B:8,3% no escriben nada contra 19,6% que lo ha-cen) o mensajitos entre miembros de la familia(Encuesta A: 16,4% no escriben nada contra29,8% que sí; Encuesta B: 13,6% no escribennada contra 26,4% que sí).

Por otro lado, quienes anotan frecuente-mente cosas sobre una agenda personal redac-tan más seguido que los que no hacen listas decosas para decir (Encuesta A: 48,2% contra29%; Encuesta B: 57,1% contra 44,3%), escri-ben frecuentemente también más seguido quelos que no escriben indicaciones (Encuesta A:55,1% contra 43%; Encuesta B: 69,7% contra51,8%) o listas de cosas para hacer (EncuestaA: 52,8% contra 37,2%; Encuesta B: 70,2%contra 43,6%). Redactan también más seguidoun diario íntimo (Encuesta A: 29,8% contra15,1%; Encuesta B: 37,1% contra 26,3%).

Quienes redactan frecuentemente listas decosas para hacer integran parejas que redactanmás seguido que los que no hacen listas de com-pras (Encuesta A: 16,6% no las hacen contra48,4% que sí; Encuesta B: 15,9% no las hacencontra 30,9% que sí) y redactan con mayor fre-cuencia un diario íntimo (Encuesta A: 29,4%contra 16,8%; Encuesta B: 38,4% contra 23,8%).

Finalmente, se observará que quienes escri-ben cuentos, poemas o canciones escriben con

mayor frecuencia que los que no redactan undiario íntimo (Encuesta A: 36,4% contra20,8%; Encuesta B: 50,4% contra 21,6%).

Se observa pues una red de relaciones estre-chas entre prácticas similares de rememoracióny de planificación tales como las indicacionesescritas, la lista de cosas para decir, la lista decosas para hacer, la lista de cosas para llevar enun viaje, la lista de compras, las notas sobre unaagenda personal o escrituras personales tales co-mo el diario íntimo y la escritura de poemas,cuentos o canciones. Pero también se constatanvínculos no menos estrechos entre prácticas apa-rentemente más alejadas; por ejemplo, la lista decosas para hacer, la agenda personal o las indi-caciones escritas por un lado, y el diario íntimopor otro. La existencia de esos vínculos puedereforzar la idea según la cual las escrituras do-mésticas son reveladoras de disposiciones socia-les (individuales o familiares) más generales.

Conclusión

Esperamos haber podido mostrar el interés heu-rístico de la descripción y análisis de las prácti-cas domésticas de la escritura. Por medio de es-tas, se comprenden a la vez las disposicionessociomentales, los modos de organización delas actividades domésticas, así como ciertos as-pectos de las diferencias entre los sexos.

Pero las prácticas del escrito no reflejansolamente disposiciones sociales y modos deo rganización de las actividades preexistentes;no solo siguen las fronteras ya trazadas de di-ferencias sociales objetivas y previas entre losgrupos sociales o entre los sexos, sino que sonconstitutivas de las realidades sociales y con-tribuyen a su construcción social (Lahire,1990). Las prácticas de escritura más comu-nes, que funcionan como operadores prácticosde modos de organización de las actividadespersonales y/o familiares, son también forma-doras de disposiciones sociales y de identida-des sexuales.

Por medio del análisis de estas prácticas lin-güísticas particulares, pueden descubrirse desi-gualdades, especificidades y diferencias socia-les conocidas o relativamente inéditas, así comoaprehender, de manera original, las modalida-des de la construcción de ciertas relaciones conel mundo y con el otro.

Notas1. Artículo inicialmente publicado en S o c i a l

Science Information/Information sur l e sSciences Sociales, SAGE, Londres, 1995, 34(4), 567-592.

2. A propósito del modo de producción de los sabe-res, la relación con el saber, con el lenguaje, eltiempo y el espacio, los efectos cognitivos de laenseñanza de la lengua escrita y, más general-mente, sobre los saberes escriturales (véaseGoody, 1968, 1977, 1979; Détienne, 1988; Ha-velock, 1963; Vygotski, 1985; Scribner y Cole,1981).

3. En especial, en los procesos de racionalizaciónde estas actividades y en los de autonomizacióninstitucional (véase Goody, 1986).

4. Este tipo de estudio sociológico de las prácticaslingüísticas encuentra numerosos ecos en el ámbi-to de la psicología vygotskiana. Por ejemplo, Jé-rôme S. Bruner escribe: “Quisiéramos sugerir queel lenguaje no es una herramienta común, sinouna herramienta que entra en la constitución mis-ma del pensamiento y de las relaciones sociales.Puede observarse que este punto de vista se opo-ne a la imagen piagetiana del lenguaje como sis-tema ‘perezoso’ que no haría más que relatar elpensamiento, siendo de este modo una especie de‘sintomatología’”. (Bruner, 1991: 285)

5. Cabe mencionar que este artículo se basa, en pri-mer lugar y sobre todo, en encuestas por cuestio-nario y que no hace más que aludir a las prácti-cas de escritura. Otra parte de nuestros trabajosse refiere a prácticas de escrituras singulares(por ejemplo, la lista de cosas para hacer) com-prendidas en su materialidad y contexto de pro-ducción y de utilización. Sin embargo, la relati-va pobreza de las informaciones producidas me-diante cuestionarios no debe hacer olvidar elaporte específico y determinante de estos paracomprender las grandes diferencias y divisiones.

6. Nos basamos aquí en los resultados de diferentesencuestas por entrevista (N = 87) que hemos di-rigido y que han sido diseñadas en el marco deun programa general de investigaciones socioló-gicas sobre las prácticas domésticas de la escri-tura. Las entrevistas fueron realizadas por LucBourgade, Mathias Millet, Daniel Thin y noso-tros a familias inicialmente populares, luego so-cialmente más diferenciadas.

7. Véase Lahire, 1993a: 129-180. Esta es una opo-sición social típica recientemente formalizadapor Luc Boltanski y Laurent Thévenot en De lajustification. Les économies de la grandeur,en términos de “mundo de la inspiración” y“mundo industrial”. Los autores observan que el 19

plan, la lista, el inventario, la grilla, el esquema,el gráfico, el cronograma, el programa, el orga-nigrama, la contabilidadad, los estados, etc.,forman parte de los instrumentos cotidianos delmundo industrial que está fuertemente objetiva-do y que se opone al mundo de la inspiración,escasamente objetivado.

8. El uso doméstico de la agenda o del almana-que/cronograma está cada vez más relacionadocon la extensión en los tiempos que deben ma-nejarse y con la complejización de las activida-des que hay que administrar en sociedadesdonde la burocratización y la organización ra-cional de las actividades sociales suponen lagestión de lapsos prolongados dentro de loscuales se planifican reuniones, encuentros,acontecimientos, etcétera.

9. Parecería que los ejecutivos son –entre los asa-lariados–, estadísticamente más proclives a pen-sar y administrar su vida familiar cotidiana co-mo una “organización” y a cultivar una especiede ascetismo (véase Establet, 1987). No obstan-te, si bien las disposiciones racionales domésti-cas están distribuidas socialmente de modo de-sigual, como lo veremos más adelante, las líneasdivisorias no siempre responden a fronteras declases o de grupos sociales.

10. Desde este punto de vista, el uso de la agendase hace más imperioso a medida que nos acer-camos a profesiones que multiplican activida-des, reuniones, encuentros. La sociabilidad in-formal, improvisada, entre amigos o familiares,en una vida profesionalmente regulada por larutina de horarios establecidos por el emplea-d o r, no requiere el uso tan intensivo de ese ins-t r u m e n t o .

11. Algunas ocasiones de toma de la palabra pue-den ser “ p r e p a r a d a s ” sin que exista forzosa-mente un pasaje a la escritura. Sin embargo, seobservará por un lado que lo que se escribe per-mite elevar el grado de precisión de lo que se vaa decir, y por otro lado que, como lo sugiereJack Goody varias veces en sus trabajos (véaseen especial, Goody, 1994), la existencia de unacultura escrita tiene consecuencias cognitivassobre la relación con el lenguaje, incluso en lasprácticas “orales”. Nosotros mismos hemosmostrado el carácter profundamente e s c r i t u r a lde la práctica escolar “oral” del lenguaje: en lasestructuras del lenguaje escolarmente acepta-ble, pero particularmente también en la relaciónescolar con el lenguaje (véase Lahire, 1993b).

12. Pueden agregarse a este listado las prácticas deescritura que implican una reflexividad sobre elyo, un dominio de sí y/o de una disposición es-

tética: diarios íntimos, poemas, autobiografías,comentarios protoliterarios que acompañan lasfotografías, etcétera.

13. Como hemos observado antes respecto de lapreparación escrita de los discursos, nuestra in-sistencia sobre las rupturas que se producen enlas prácticas de escritura en relación con la lógi-ca del sentido práctico no significa que ciertasoperaciones reflexivas no puedan tener lu-gar oral o mentalmente (sin recurrir a la escritu-ra), en particular en una sociedad enteramentealfabetizada y con una población fuertementeescolarizada, donde los procedimientos con-quistados gracias a la escritura pueden internali-zarse de manera amplia y existir en el estado in-corporado.

14. Ambas encuestas fueron realizadas en la Facul-tad de Antropología y Sociología de la Univer-sidad Lumière Lyon 2.

15. En la Encuesta A, el 32% de las parejas estabacaracterizado por mujeres con un nivel escolarsuperior a los hombres (BEP o BEPC). En laEncuesta B, el 26% de las parejas estaba carac-terizado por mujeres con un nivel inferior a loshombres (Bachillerato). Siendo el número to-tal de ambas poblaciones diferente e insufi-ciente como para tratar de eliminar una seriede posibles efectos de estructura (en términosde edad, de profesión, etc.), es evidente que nopermiten ninguna generalización. Tampoco per-miten comprender diferencias más pequeñasentre CAP/BEP/Certificado de estudios, etc. Espor ello que solo comentaremos aquí las dife-rencias (o las similitudes) más marcadas entreambas poblaciones o dentro de cada una. Noobstante, la coherencia de los resultados dentrode cada población, así como las diferencias (osimilitudes) sistemáticas que aparecen cuandose comparan ambas poblaciones, nos hacenpensar que estamos dilucidando aquí tendenciasrecurrentes, confirmadas, además, por otros re-sultados de encuestas por cuestionario (Albert,1993) y por nuestras numerosas entrevistas(N = 87). Finalmente, la elección de adoptar so-lo el criterio de nivel de diploma para constituirlas poblaciones encuestadas y, por lo tanto, parainterpretar los resultados, no debe hacer olvidarel papel particular que puede desempeñar la pro-fesión (más que la categoría socioprofesional)de los encuestados. Actualmente, comprende-mos este papel por medio de investigaciones queanalizan 30 casos singulares elegidos a partir dela combinación de la estructura del espacio so-cial propuesta por Pierre Bourdieu (a partir delvolumen global de capital poseído y de la es-tructura del capital poseído), por un lado, y por20

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el otro, de criterios provenientes de nuestraspropias investigaciones sobre la escritura: arte /comercio / burocracia; público / privado; traba-jo de producción / trabajo de relación / trabajode gestión / trabajos relacionados con la peda-gogía / trabajo de secretariado.

1 6 . Es lo que estamos realizando en dos proyectosde investigación (con la colaboración de LucB o u rgade, Sylvia Faure, Rachel Gasparini yMathias Millet) sobre “Las relaciones interg e-neracionales acerca de la escritura corriente”,en el marco de la convocatoria “Escrituras co-rrientes: indicios y formas de realización” de laMisión del patrimonio etnológico y “Acción te-mática de formación: Investigación en educa-ción” de la Dirección de Investigación y Estu-dios doctorales.

1 7 . El diario íntimo es desde hace mucho tiempouna práctica a la vez femenina y adolescente.En el siglo XIX, esta práctica estaba muy pau-tada y tendía a un ordenamiento y una confor-mación tanto del discurso como de la experien-cia (véase Lejeune, 1993).

18. “La administración estatal suscita en espejo unaadministración doméstica; el administrado debeconvertirse en cierta manera en un administra-dor.” (Albert, 1993: 4).

19. “Las esposas escriben tanto a sus parientes comoa los de su marido, son muy raras las parejas enlas que cada cónyuge escribe a sus propios pa-rientes. Esto confirma claramente la importanciade las mujeres en el mantenimiento del espíritude familia, también sensible en materia de ge-nealogía.” (Albert, 1993: 58)

20. Como ejemplo de transformación histórica dela relación de las mujeres con la escritura, pue-den compararse g rosso modo dos situacioneshistóricas. En un análisis de las imágenes queilustran los manuales epistolares en el sigloXIX, Cécile Dauphin concluyó: “El primer gru-po de imágenes, ampliamente mayoritario (44de 63), contribuye a fijar los parámetros de larepresentación epistolar, masculina y elitista.De 32 escenas de escritura, sólo 5 mujeres seencuentran en posición de escribir, e inclusouna escribe sobre sus rodillas; otra permanecepensativa, con la pluma en la mano; otra hojeaun libro sobre un pupitre pero la pluma está es-perando en el tintero; otra, en compañía de unsegundo alumno, escribe bajo la dirección deun maestro; la última copia servilmente en unmanual. El material de escritura es rudimenta-rio; el marco, intimista. Nunca una mujer, en elconjunto de las ilustraciones de este corpus,ocupa el lugar ante una mesa escritorio. Le que-

da la mesita... o sus rodillas.” (D a u p h i n ,1991b). Pueden oponerse a esta conclusión losprimeros resultados de una investigación perso-nal en curso sobre las representaciones contem-poráneas –publicitarias o que apuntan a ilustrartemas de artículos en las revistas familiares (fe-meninas)– de hombres y mujeres alrededor de laescritura. Estas representaciones escenifican in-sistentemente mujeres leyendo o escribiendo, loque contribuye a naturalizar el hecho de que laidentidad femenina es indisociable de una iden-tidad de escriba o de lectora. Puede encontrarseun ejemplo reciente de esta importancia de losactos de escritura y de lectura para las mujeresen el número 137, de febrero de 1994, de la re-vista Prima. Un artículo, titulado “Sept métierspour travailler à domicile” [Siete profesionespara trabajar a domicilio], menciona las profe-siones de cuidadora de niños (una ilustración fo-tográfica muestra a una mujer mostrando un ál-bum a cinco niños sentados frente a ella), demaquetista (una mujer escribiendo en un tecla-do de computadora), de vendedora a domicilio,de escritora, de secretaria, de correctora y deagregada de prensa.

21. Las colecciones masculinas, “objetivistas”, decosas se oponen a las colecciones femeninas“subjetivistas” de recuerdos: “El diario íntimose inscribe en el universo de la jovencita, dondetambién se encuentran colecciones de muestrasde perfume, bonitos papeles para cartas y gomasde fantasías, sin hablar de la mezcla de objetosrecuerdo con valor sentimental. Mientras quelos jóvenes varones suelen armar colecciones enel sentido habitual (estampillas, monedas, pie-dras, paquetes de cigarrillos), las jovencitas es-tán más atadas a los objetos recuerdo”. (Albert,1993: 79).

22. Si tomamos la precaución de escribir “quizá” esporque una parte de las prácticas profesionalesestán consideradas como secundarias. Por ejem-plo, un escribano que dirige un estudio con 18personas nos dice, durante una entrevista, quenunca escribe profesionalmente “con su mano”,sino que utiliza las manos de otros, en especiallas de sus dos secretarias y de su contadora.

23. Como lo escriben Roger Chartier y Jean Hé-brard a propósito del Libro de Razón del sigloXIX: “[este] es escrito cada vez menos por loshombres de familia. Se va convirtiendo en unaescritura femenina. De allí que es despreciado(como lo es todo lo femenino), en favor de otrasformas de escritura, masculinas y a menudo pro-fesionales. Por lo tanto, se hace más secreto,más privado: se transforma en diario íntimo.”(Chartier, 1991: 454-455)

24. Es evidente que los hombres pueden desarrollara veces las mismas disposiciones que las muje-res, pero en un espacio más valorado que el es-pacio doméstico. Tal es el caso en especial delos hombres con un fuerte capital cultural y eco-nómico (profesiones liberales) que suelen con-centrar sus prácticas del escrito solo en el espa-cio profesional.

25. Además, dichas escrituras privadas pueden te-ner efectos reales en materia de socializacióndiferencial según los sexos y por ende, en mate-ria de diferenciación sexual de las escolarida-des. Jean-Pierre Albert (1993) observa asimis-mo que toda una cultura femenina de lo íntimoy de lo estético pasa por la relación con la escri-tura. Por ejemplo, las niñas son las que poseenpapeles de cartas variados (que a menudo se lesregalan). En lo que a nosotros respecta, hemosformulado la hipótesis de que el mayor logroescolar de las niñas de medios populares res-pecto de los varones en la escuela primaria po-día marcar una línea de análisis enriquecedora(véase Lahire, 1993).

26. Dos encuestas realizadas en 1964 y 1979muestran que el completamiento de la hoja deimpuestos es una práctica tradicionalmentemasculina pero que se encuentra en vías de fe-minización: “Tres cuartos de los hombrescompletaban la declaración de ingresos en1964, son menos de dos tercios en 1979, segúnpalabras de sus esposas.” (Glaude y Singly,1 9 8 6 : 9)

27. En las entrevistas en las que ambos cónyugesestán presentes, los hombres suelen tender enun principio a declarar que “los dos” se ocupande eso, pero las mujeres aclaran luego que laparticipación de su cónyuge es rara.

28. Un obrero de 59 años, con nivel de estudios se-cundarios, declara a propósito de la clasifica-ción de papeles administrativos: “No, no, no estrabajo de hombre eso, es trabajo de mujer, mimujer es la que ordena, y yo, cuando necesitoun papel, le pido a mi mujer”.

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Este artículo fue traducido del francés por Ana Ma-ría Gentile.

Este artículo fue enviado a la Redacción de LE C T U R AY VIDA a pedido de las directoras en julio de 2008.

* Profesor de Sociología en la École Normale Su-périeure Lettres et Sciences Humaines. Directordel Groupe de Recherche sur la Socialisation(UMR du CNRS). Dirige la collection «Labora-toire des sciences sociales» [Laboratorio de Cien-cias Sociales] para Ediciones La Découverte.