3.los dracos del greco. 101 a 124

24
101 y yo le regalaba y yo le agradecía y el ventalle de cedros aire daba. entre jadeos. 7. El aire de la almena, El viento de la muralla, cuando yo sus cabellos esparcía, acompañó mi fuga con su mano serena con suavidad en mi cuello hería me acariciaba y todos mis sentidos suspendía. y me embelesaba los sentidos. 8. Quedéme y olvidéme, Me relajé, el rostro recliné sobre el Amado; apoyé la frente en mi rescatador, cesó todo y dejéme, por fin me abandoné, dejando mi cuidado despreocupándome entre las azucenas olvidado. perdido entre la maleza. FIN Eran Juan de la Cruz y El Greco artistas especiales; supieron conjurar la luz con la sombra y la sombra con la luz. En sus obras, bajo los temas religiosos, escondieron sus vidas y sus pensamientos, y dejaron huellas para que otros descubrieran sus pasos secretos. Sus estructuras sustentan a la vez el amor sagrado y el profano, el alma y el cuerpo, el tiempo y el espacio. Son esqueletos sobre los que componer significados. Este poema de Juan expresa tanto una unión mística con Dios, como un encuentro pasional de dos amantes en el lecho, o la fuga de la jaula de un convento. Trazó, como El Greco, vías iniciáticas. Ambos fueron grandes Maestros. El espíritu artístico del Greco y el de Juan, y su idealismo, chocaron con el materialismo y las ansias de poder del aparato eclesiástico, de la mafia católica instalada en España. La apuesta por los pies descalzos de Fray Juan o el Cristo Resucitado desnudo del Greco, incluso las plumas de sus ángeles, ofendieron y alarmaron pero, sobre todo, avergonzaron públicamente al clero poseedor de alfombras, terciopelos, oropeles, joyas, tierras, palacios y privilegios. ¿Pudo ser El Greco el que estaba esperando a Juan de la Cruz en la Peña de los Dracos? ¿Pudieron abrazarse tanto la Poesía y la Pintura de aquel siglo? Nada mejor que imaginar su mutua MIRADA de comprensión y de complicidad. La fuga del carmelita se llevó a cabo solo meses más tarde de llegar Doménikos a Toledo; el cretense no podía conocerle entonces, pero sí haber ayudado en su fuga. Si conocía ya, en cambio, en 1577, a quienes tenían que simpatizar con él como, por ejemplo, su valedor en la ciudad, Luis de Castilla, y a su padre Diego, el descendiente de Judíos que se opuso con fuerza contra el Estatuto de Limpieza de Sangre del Cardenal Siliceo. Ambos, Juan y Doménikos, estaban a favor de los discriminados por ese miserable documento: judíos, moros y herejes.

Upload: amaria-makara-sani

Post on 08-Feb-2016

19 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

101

y yo le regalaba y yo le agradecía

y el ventalle de cedros aire daba.

entre jadeos.

7. El aire de la almena,

El viento de la muralla,

cuando yo sus cabellos esparcía,

acompañó mi fuga

con su mano serena

con suavidad

en mi cuello hería

me acariciaba

y todos mis sentidos suspendía.

y me embelesaba los sentidos.

8. Quedéme y olvidéme,

Me relajé,

el rostro recliné sobre el Amado; apoyé la frente en mi rescatador,

cesó todo y dejéme,

por fin me abandoné,

dejando mi cuidado

despreocupándome

entre las azucenas olvidado.

perdido entre la maleza.

FIN

Eran Juan de la Cruz y El Greco artistas especiales; supieron conjurar la luz con la sombra y la sombra con la luz. En sus obras, bajo los temas religiosos, escondieron sus vidas y sus pensamientos, y dejaron huellas para que otros descubrieran sus pasos secretos. Sus estructuras sustentan a la vez el amor sagrado y el profano, el alma y el cuerpo, el tiempo y el espacio. Son esqueletos sobre los que componer significados. Este poema de Juan expresa tanto una unión mística con Dios, como un encuentro pasional de dos amantes en el lecho, o la fuga de la jaula de un convento. Trazó, como El Greco, vías iniciáticas. Ambos fueron grandes Maestros. El espíritu artístico del Greco y el de Juan, y su idealismo, chocaron con el materialismo y las ansias de poder del aparato eclesiástico, de la mafia católica instalada en España. La apuesta por los pies descalzos de Fray Juan o el Cristo Resucitado desnudo del Greco, incluso las plumas de sus ángeles, ofendieron y alarmaron pero, sobre todo, avergonzaron públicamente al clero poseedor de alfombras, terciopelos, oropeles, joyas, tierras, palacios y privilegios. ¿Pudo ser El Greco el que estaba esperando a Juan de la Cruz en la Peña de los Dracos? ¿Pudieron abrazarse tanto la Poesía y la Pintura de aquel siglo? Nada mejor que imaginar su mutua MIRADA de comprensión y de complicidad. La fuga del carmelita se llevó a cabo solo meses más tarde de llegar Doménikos a Toledo; el cretense no podía conocerle entonces, pero sí haber ayudado en su fuga. Si conocía ya, en cambio, en 1577, a quienes tenían que simpatizar con él como, por ejemplo, su valedor en la ciudad, Luis de Castilla, y a su padre Diego, el descendiente de Judíos que se opuso con fuerza contra el Estatuto de Limpieza de Sangre del Cardenal Siliceo. Ambos, Juan y Doménikos, estaban a favor de los discriminados por ese miserable documento: judíos, moros

y herejes.

Page 2: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

102

La comunidad judía o, mejor dicho, los descendientes de los supervivientes de la masacre de la misma, se las apañaba como podía en esta que se llama “ciudad de la tolerancia”. Es lógico pensar que las personas como Diego o su hijo Luis, de sangre judía, quisieran ayudar a escapar a Juan de la Cruz de su agobiante encierro. Sobre todo, si se tiene en cuenta que por las venas de Juan de la Cruz corría idéntica sangre. A este respecto, valgan dos datos notables que apuntó en una conferencia en 1969 el sacerdote y académico toledano José Carlos Gómez-Menor Fuentes: La condición de médico del tío de Juan de la Cruz afincado en Gálvez (profesión prácticamente exclusiva de los judíos entonces), y la “ostensible predilección del santo por el Antiguo Testamento. (Moreno Nieto, Luis y VVAA, “El linaje toledano de San Juan de la

Cruz”, La prisión de San Juan de la Cruz en Toledo, Instituto Provincial de investigaciones y estudios toledanos, Diputación Provincial de Toledo, 1991, págs.13/14). A esto se suma la estrecha amistad y complicidad con santa Teresa (descendiente de judíos, como está bien acreditado), y el hecho de que ambos evitaban hablar de su linaje, y que proclamaban: “sólo virtud es nobleza y honra

verdades”. El silencio que siempre guardaron Teresa de Jesús y Juan de la Cruz sobre su ascendencia, demuestra que en España, aunque ya empezaba a disimularse, no todos eran iguales. Tampoco lo son los españoles actuales; fruto de aquellas diferencias, en el país ahora los pobres pagan, proporcionalmente, muchísimos más impuestos que los ricos. Y los muy ricos no pagan nada por criminales exenciones que el Estado otorga a empresas y fundaciones. La guerra de las religiones continúa en los campos de batalla de los llamados “paraísos fiscales”. El Vaticano, que se levantó sobre el cuerpo del humilde pescador de almas, es el paraíso fiscal más poderoso del planeta. Muchos países de Europa están secuestrados por mafias. En España, la Iglesia se confunde con el Estado. Si en Italia el Vaticano es un Estado oficial, en España la Iglesia Católica es un Estado extraoficial, pero con idénticos resultados, sobre todo, en cuanto a los económicos. Cuenta además con adláteres sociedades secretistas como el Opus Dei, los Legionarios de

Cristo, y cuantas siguen aflorando, no importando que las funden ambiciosos marqueses de pacotilla, pederastas o demás personajes que nada tienen que ver con Teresa de Jesús o Juan de la Cruz. Aunque el pueblo español paga el sueldo de todos los curas del país, desde que Franco restableció la financiación estatal del culto y del clero cuando se adueño de España en 1939, la Iglesia no paga el Impuesto de Bienes Inmuebles, a pesar de que en las estadísticas oficiales lo desean el 80% de españoles. La Iglesia es, por todo ello, la única institución que no ha perdido ni un euro de financiación con la actual crisis económica que tiene asolada a España. Fue la Comisión Europea la que tuvo que obligar a los políticos españoles a que le cobraran a la Iglesia el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), pero en cuanto al que grava su inmenso patrimonio, los dirigentes del Partido Popular (ahora en el poder) y los del PSOE (que lo tuvieron durante muchos años) siguen disimulando como pueden. Al arzobispo Bernard de Sedirac, que tuvo que montar un tremendo paripé para quedarse la gran Mezquita de Toledo para su culto y sus ganancias, le hubiera maravillado que, tan solo por 30 €, el precio de una cena, la Iglesia Católica inscribiera a su nombre la Mezquita de Córdoba en el registro de la propiedad número cuatro de Córdoba (tomo 2381, libro 155, folio 198). El Presidente del Gobierno, José María Aznar, cambió la ley hipotecaria en 1998 para que la Iglesia pudiera apropiarse de edificios de dominio público, aunque fueran patrimonio de todos los españoles. Solo es necesario, desde entonces, porque los siguientes gobiernos no lo han modificado, que un obispo de fe y certifique que pertenecen a la Iglesia, sin notario ni testigos. Bernard de Sedirac, desde luego, se admiraría de cuánto han llegado sus sucesores a perfeccionar la técnica. Él tuvo que emplear tiempo, dinero y matones. En España, se mantiene un Concordato entre el Estado Español y la Santa Sede, firmado el 3 de enero de 1979, a los seis días de la entrada en vigor de la actual Constitución Española, pero “… negociado desde 1976 por políticos vinculados a la Asociación Católica Nacional de

Propagandistas, hecho al margen de la Constitución, y que cae sobre ella como una pesada

losa que se impone sobre toda su legislación y que compromete internacionalmente la voluntad

del Estado, generando responsabilidad por su incumplimiento. España ha quedado así

hipotecada por un Concordato, que tan solo puede modificarse con un nuevo acuerdo entre

Page 3: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

103

España y la Santa Sede y que no prevé la posibilidad de renuncia o retiro unilateral, siendo

nula cualquier ley o disposición normativa de rango inferior contraria a sus disposiciones”.

(Castellá, Santiago, Profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Públicas Internacionales de la Universidad de Rovira i Virgili de Tarragona, en http: // www. europalaica com / colaboraciones /anteriores /scastella1.htm). Este Concordato, que sustituyó al de 1953 negociado por la España franquista ante su necesidad de reconocimiento internacional, ratificaba oficialmente “la profunda confesionalidad

del Estado definido por los principios fundamentales del Movimiento como una "Monarquía

tradicional, católica, social y representativa" que acata la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional que inspira su legislación". Le impusieron, entonces, a Franco las insignias de la Orden de Cristo, porque no tenían otras más gordas, ya que se trata de la mayor distinción que la Santa Sede podía concederle. Desde entonces, el OPUS, y posteriormente los Legionarios de Cristo, los Kikos y demás movimientos surgidos en el espectro católico, controlan amplios sectores de la política, la información, la empresa, la sanidad y, cómo no, la educación. La política educativa estatal atiende, desde la época franquista, la necesidad de la Iglesia por formar a las clases dirigentes. Estas les llevan luego a sus hijos, para que no se mezclen con los pobres en la enseñanza secundaria, siguiéndose así generación tras generación de españoles abducidos. Actualmente, la educación pública española es una barca a la deriva, mientras desde el Estado se potencia la educación dogmática católica, ganando la iglesia cada vez más espacio en un sistema perverso. Solo hay ya en España dos clases de educación, la llamada pública

concertada (la de la Iglesia Católica) y la pública desconcertada (antes, la enseñanza pública igual para todos). Por supuesto, plantear un trato de igualdad con la enseñanza judaica o islámica, o de cualquier otra religión en la enseñanza pública española, es una herejía. Se castiga sigilosamente en este llamado “Estado aconfesional”. En Toledo, pese a que cada obra de conservación o de restauración de la Catedral (muy) primada es pagada por el pueblo, a través de los impuestos, la gente tiene que pagar para entrar a verla. Si se quiere contemplar alguno de los cuadros del Greco de cuantos tiene en su interior, hay que pagar la entrada completa. El más valioso de esos lienzos de Doménikos, por el que tuvo el artista su primer pleito en Toledo contra los que no iban a tener su reino en este

mundo, tiene un título muy emblemático: El Expolio. En el cuadro, los romanos están a punto de crucificar al que echó a latigazos a los mercaderes del templo. Los tiques de Entrada a la catedral ponen “donativo” aunque su pago es obligatorio para el acceso; de esa forma no se declara la actividad económica y tampoco se pagan impuestos por

ella. Si se quiere subir a la torre y ver la llamada Campana Gorda, aquella que quiso ser la más grande de la cristiandad, al precio de la entrada (completa a la fuerza) se le suma un plus. Esta campana, de más de nueve metros de circunferencia y 7500 Kg de peso, era tan potente que se resquebrajó dos meses después de su estreno, Ahí, sigue, colgada del gran campanario, bajo la cubierta que emula la tiara del Papa, como un proverbial monumento a los delirios de grandeza. Desde la cabeza de Eros, en La Peña de los Dracos, no llega a verse la campana quebrada, no se percibe de la torre de la catedral mas que su belleza. Aquí, el contacto con la naturaleza y la vista de la ciudad antigua inducen al recogimiento, y explican por qué Toledo no es ciudad fronteriza entre la naturaleza y el arte, entre el arte y lo invisible, sino círculo ourobóurico que los

une. Ante la tumba vacía, o llena de todos nosotros, en la corona de Thánatos también se percibe que la vida y la muerte son hermanas gemelas.

Campana Gorda

Torre de la catedral de Toledo.

Page 4: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

104

Hemos realizado un complejo itinerario trazado por El Greco, un inteligente laberinto que tiene serpientes por calles, bajo la MIRADA de los artistas herméticos toledanos. Contemplando el sepulcro de sombras, en la roca de la corona, es fácil entender por qué el ser humano ha enterrado siempre a sus muertos en ademán de siembra. Hace miles de años, incluso, el cadáver se colocaba en postura fetal para un nuevo parto más allá de las estrellas. Siempre la luz como meta de la sombra, y viceversa. En la Iglesia de San Vicente, la capilla Ovalle se mantiene sombría. Su mecenas Isabel Ovalle había dispuesto en su testamento, en 1557, que en ella brillara perpetuamente una luz en su memoria. Para ello, se colocó en la capilla una lámpara de plata que permaneció, no se sabe si encendida, hasta que las huestes de Napoleón la robaron cuando entraron en la ciudad, con espadas para la muerte y sacos para el pillaje. También dejó encargado Doña Isabel en su testamento, que su cuerpo reposara en la misma iglesia de San Vicente. No fue así, en primera instancia, pues la enterraron en la iglesia de San Vicente de Sevilla, en vez de la de Toledo. Quedaba, no obstante, bajo la protección del draco al mantenerse fiel al mártir más allá de la muerte. Fue en 1590, ya fallecido su viudo, cuando por fin volvieron sus restos a Toledo, a su Iglesia, y pudieron ser enterrados bajo su amado templo. Ya tenía su capilla preparado el hueco para el cuadro de la Virgen en su memoria, y previsto el enganche de La Visitación en su nombre. Tras años de largo, pero necesario silencio, la sombra del Greco entró en la Capilla Ovalle en 1615, reconoció a Isabel en la luz perpétua de su lámpara de plata, y conjuró el vacío convirtiéndolo en viva presencia que aun hoy se siente, cuando los cuadros están repartidos en museos. Los restos de Isabel deben ser algunos de los encontrados durante la última restauración del edificio, que se acomodaron en una cripta subterránea del templo, entre la puerta de entrada y el arco gótico que comunicaba este con la casa de los inquisidores. Es el arco por el que desfilaron buitres como Torquemada o Niño de Guevara. En la capilla Ovalle, los dos cuadros que acompañaban al de la Virgen, a izquierda y derecha respectivamente, eran un San Pedro y un San Ildefonso que ahora pueden contemplarse en el Escorial. Estos dos santos no fueron elegidos al azar por Doménikos, él construía, codificaba, no jugaba con el espacio, no lo desperdiciaba. San Pedro es la “Piedra” sobre la que se construyó la Iglesia Cristiana; así se lo dijo el Jesús del Nuevo Testamento: “…tú eres

Pedro, y sobre esta piedra

edificaré mi Iglesia, y las

puertas del Hades no

prevalecerán contra ella…”.

La tumba de Pedro, primer apóstol de Cristo, se encuentra en la Grutas Vaticanas, bajo el altar papal de la Basílica de San Pedro. Sobre el cuerpo del apóstol había tenido lugar la construcción de la Antigua Basílica de San Pedro, en tiempos de Constantino, I hacia el año 330. En este lugar se encontraron huesos de varias personas y algunos de animales pero, tras dos excavaciones

El Greco. San Pedro y San Ildefonso. El Escorial.

Page 5: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

105

arqueológicas en diciembre 1950, el papa Pío XII declaró que no podía confirmarse con absoluta certeza que entre aquellos restos estuvieran los del primer apóstol. Sin embargo, tras el descubrimiento de más huesos y una inscripción el 26 de junio de 1968, el papa Pablo VI anunció que se habían descubierto las reliquias de San Pedro, que ahora descansan en una cripta subterránea del Vaticano, en el eje vertical de la cúpula que levantó Miguel Ángel. Por su parte, a San Ildefonso, patrono de Toledo, la tradición atribuye a la Virgen, también personalmente, la imposición al santo y obispo de su casulla desde una piedra sobre la que descendió, dicen, del cielo cuando aquél daba una misa. En la catedral, si se paga, puede verse esta piedra blanca a través de ventanucos enrejados (por Bartolomé Rodríguez, 1607) de la urna rojiza que la contiene en el interior de la Capilla del Descendimiento. Es la piedra sagrada de la actual catedral, sobre la que también se erigió en su día otro templo anterior, incluso, a la gran Mezquita: la primera iglesia visigoda que nació, según la leyenda, alrededor del pilar al que se abraza esta Capilla.

Si se paga la entrada al templo, puede tocarse la Piedra de la Virgen metiendo los dedos entre la reja. Los pobres no pueden tocarla, necesitan el dinero para el pan. San Francisco o San Juan de la Cruz, nunca habrían pagado para tocarla por ser pobres de solemnidad pero, seguramente, tampoco lo hubieran hecho si les dieran el dinero; lo habrían gastado en darle pan a un pobre. San Pedro y San Ildefonso fueron, en definitiva, dos santos piedras angulares de templos, vinculados a cultos ancestrales que descienden de prácticas mágicas alrededor de menhires, Eros de antaño. Junto a ellos, se levantaron dólmenes Thánatos. Las iglesias cristianas, como la catedral primada o San Vicente, son silenciosos dólmenes con muchos cadáveres enterrados bajo sus naves interiores, y con enhiestas torres-menhires apuntando al firmamento. Son Thánatos y Eros de piedra que se asientan sobre capas y capas de templos anteriores, que remiten a la edad en la que toda piedra era sagrada. Ese fue el origen de la escultura. El Greco dispuso dos “piedras” para flaquear a su Virgen Ovalle, dos santos telúricos. En el cuadro central, nos dejó claves ocultas para llegar, a través de las piedras invisibles de su paisaje, a descubrir al convexo Eros y al cóncavo Thánatos. En la Peña donde moran nuestros dracos se fundó, con toda seguridad, un templo. ¿Pero cuál? ¿Dónde está? Si seguimos atentamente el discurso de Doménikos, tendremos que apartarnos totalmente de las costumbres y ritos católicos para encontrarlo.

Capilla del Descendimiento. Retablo de mármol y bronce obra de Felipe de Vigarny.

Page 6: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

106

Doménikos nos reflejó, en sus lienzos de la Virgen Ovalle y de la Vista de Toledo, un mismo paisaje de referencia en el que todos los edificios toledanos, con sus licencias pictóricas, coinciden salvo dos. Uno es el convento del Carmen, que solo aparece en el cuadro “de la fuga”, y el otro, que solo aparece en el de la Virgen, es el templo clásico que sitúa detrás del puente de Alcántara, cuyo remate tapa la zona del cerro del Bu. Ya había puesto el artista, como es habitual en los paisajes marianos, templos similares a este tanto acompañando a Inmaculadas como a Asunciones. En el del paisaje toledano no tenía sentido, dedicado al capítulo carcelario, pero en este lienzo tiene aún más del que parece, por estar más dedicado a lo sepulcral. Este templo se muestra por su fachada principal, viéndose de frente el pronaos, el pórtico que se ponía delante de cada santuario o cella de un templo griego o romano. Los templos romanos tenían, normalmente, pronaos abiertos con sólo las columnas, sin muros laterales. Este parece un templo griego, como es lógico que hiciera Doménikos. La palabra pronaos es usada en Griego para «antes de un templo». En Latín, los pronaos también son mencionados como "anticum" o "prodomus". El más conocido pronaos es el que adorna el Panteón de Agripa en Roma, un templo proverbial para la dialéctica lumínico-umbrátil, equivalente a Stonehenge. Este templo invisible en el paisaje real toledano, situado entre los dracos Hemera (izquierda) y Nicte (derecha) que luchan, o negocian, sobre el mismo en el paisaje del Greco, nos indica que el cuadro ha de servirnos para detectar algún día un templo que, quizá, sea inmaterial, un templo de sombra o, acaso, una luminosa noche oscura en la roca, una cueva aún escondida en el subsuelo toledano, pues El Greco no coloca este pronaos, o

antetemplo sobre la Peña de los Dracos en la que, según parece, sí pudo tener lugar la reunión en la que se decidió su fundación y, probablemente, renovaciones del mismo o de su dinámica. La cueva tuvo, o tiene, que estar en el subsuelo del casco histórico de Toledo. Esto es más fácil entenderlo con una MIRADA hermética sobre el draco al que llamaremos Érebo, el más grande pintado por El Greco, y el mejor escondido de todos cuantos hizo, solo perceptible para adeptos, avanzando con sus fauces abiertas, sirviéndole de dientes la muralla, y volviendo ésta contra el interior que protege/aísla, el recinto de la ciudad, aunque en el cuadro no se vea. Tampoco se ve la Peña en el cuadro de la capilla Ovalle, y allí está. La

Page 7: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

107

cueva, igualmente, estuvo o está bajo la Piedra Filosofal que es Toledo, porque no hay luz brillante sin sombra intensa. Quizá estemos a tiempo de encontrar la célebre Cueva de Hércules, no la “turística”, sino aquella en la que se enseñaba el verdadero Arte Toledano. Por aquella mítica Cueva, si nos dejamos llevar por un relato de Don Juan Manuel, pasó algún que otro aprendiz de brujo, dispuesto a ser Papa:

Cuento XI [Texto completo]

Juan Manuel

Lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el mago de Toledo

Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio y le dijo lo siguiente:

-Patronio, un hombre vino a pedirme que le ayudara en un asunto en que me necesitaba,

prometiéndome que él haría por mí cuanto me fuera más provechoso y de mayor honra. Yo le

empecé a ayudar en todo lo que pude. Sin haber logrado aún lo que pretendía, pero pensando

él que el asunto estaba ya solucionado, le pedí que me ayudara en una cosa que me convenía

mucho, pero se excusó. Luego volví a pedirle su ayuda, y nuevamente se negó, con un

pretexto; y así hizo en todo lo que le pedí. Pero aún no ha logrado lo que pretendía, ni lo podrá

conseguir si yo no le ayudo. Por la confianza que tengo en vos y en vuestra inteligencia, os

ruego que me aconsejéis lo que deba hacer.

-Señor conde -dijo Patronio-, para que en este asunto hagáis lo que se debe, mucho me

gustaría que supierais lo que ocurrió a un deán de Santiago con don Illán, el mago que vivía en

Toledo.

El conde le preguntó lo que había pasado.

-Señor conde -dijo Patronio-, en Santiago había un deán que deseaba aprender el arte de la

nigromancia y, como oyó decir que don Illán de Toledo era el que más sabía en aquella época,

se marchó a Toledo para aprender con él aquella ciencia. Cuando llegó a Toledo, se dirigió a

casa de don Illán, a quien encontró leyendo en una cámara muy apartada. Cuando lo vio entrar

en su casa, don Illán lo recibió con mucha cortesía y le dijo que no quería que le contase los

motivos de su venida hasta que hubiese comido y, para demostrarle su estima, lo acomodó

muy bien, le dio todo lo necesario y le hizo saber que se alegraba mucho con su venida.

»Después de comer, quedaron solos ambos y el deán le explicó la razón de su llegada,

rogándole encarecidamente a don Illán que le enseñara aquella ciencia, pues tenía deseos de

conocerla a fondo. Don Illán le dijo que si ya era deán y persona muy respetada, podría

alcanzar más altas dignidades en la Iglesia, y que quienes han prosperado mucho, cuando

consiguen todo lo que deseaban, suelen olvidar rápidamente los favores que han recibido, por

lo que recelaba que, cuando hubiese aprendido con él aquella ciencia, no querría hacer lo que

ahora le prometía. Entonces el deán le aseguró que, por mucha dignidad que alcanzara, no

haría sino lo que él le mandase.

»Hablando de este y otros temas estuvieron desde que acabaron de comer hasta que se hizo

la hora de la cena. Cuando ya se pusieron de acuerdo, dijo el mago al deán que aquella ciencia

Page 8: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

108

sólo se podía enseñar en un lugar muy apartado y que por la noche le mostraría dónde había

de retirarse hasta que la aprendiera. Luego, cogiéndolo de la mano, lo llevó a una sala y,

cuando se quedaron solos, llamó a una criada, a la que pidió que les preparase unas perdices

para la cena, pero que no las asara hasta que él se lo mandase.

»Después llamó al deán, se entraron los dos por una escalera de piedra muy bien labrada y

tanto bajaron que parecía que el río Tajo tenía que pasar por encima de ellos. Al final de la

escalera encontraron una estancia muy amplia, así como un salón muy adornado, donde

estaban los libros y la sala de estudio en la que permanecerían. Una vez sentados, y mientras

ellos pensaban con qué libros habrían de comenzar, entraron dos hombres por la puerta y

dieron al deán una carta de su tío el arzobispo en la que le comunicaba que estaba enfermo y

que rápidamente fuese a verlo si deseaba llegar antes de su muerte. Al deán esta noticia le

causó gran pesar, no sólo por la grave situación de su tío sino también porque pensó que

habría de abandonar aquellos estudios apenas iniciados. Pero decidió no dejarlos tan pronto y

envió una carta a su tío, como respuesta a la que había recibido.

»Al cabo de tres o cuatro días, llegaron otros hombres a pie con una carta para el deán en la

que se le comunicaba la muerte de su tío el arzobispo y la reunión que estaban celebrando en

la catedral para buscarle un sucesor, que todos creían que sería él con la ayuda de Dios; y por

esta razón no debía ir a la iglesia, pues sería mejor que lo eligieran arzobispo mientras estaba

fuera de la diócesis que no presente en la catedral.

»Y después de siete u ocho días, vinieron dos escuderos muy bien vestidos, con armas y

caballos, y cuando llegaron al deán le besaron la mano y le enseñaron las cartas donde le

decían que había sido elegido arzobispo. Al enterarse, don Illán se dirigió al nuevo arzobispo y

le dijo que agradecía mucho a Dios que le hubieran llegado estas noticias estando en su casa y

que, pues Dios le había otorgado tan alta dignidad, le rogaba que concediese su vacante como

deán a un hijo suyo. El nuevo arzobispo le pidió a don Illán que le permitiera otorgar el

deanazgo a un hermano suyo prometiéndole que daría otro cargo a su hijo. Por eso pidió a don

Illán que se fuese con su hijo a Santiago. Don Illán dijo que lo haría así.

»Marcharon, pues, para Santiago, donde los recibieron con mucha pompa y solemnidad.

Cuando vivieron allí cierto tiempo, llegaron un día enviados del papa con una carta para el

arzobispo en la que le concedía el obispado de Tolosa y le autorizaba, además, a dejar su

arzobispado a quien quisiera. Cuando se enteró don Illán, echándole en cara el olvido de sus

promesas, le pidió encarecidamente que se lo diese a su hijo, pero el arzobispo le rogó que

consintiera en otorgárselo a un tío suyo, hermano de su padre. Don Illán contestó que, aunque

era injusto, se sometía a su voluntad con tal de que le prometiera otra dignidad. El arzobispo

volvió a prometerle que así sería y le pidió que él y su hijo lo acompañasen a Tolosa.

»Cuando llegaron a Tolosa fueron muy bien recibidos por los condes y por la nobleza de

aquella tierra. Pasaron allí dos años, al cabo de los cuales llegaron mensajeros del papa con

cartas en las que le nombraba cardenal y le decía que podía dejar el obispado de Tolosa a

quien quisiere. Entonces don Illán se dirigió a él y le dijo que, como tantas veces había faltado

a sus promesas, ya no debía poner más excusas para dar aquella sede vacante a su hijo. Pero

el cardenal le rogó que consintiera en que otro tío suyo, anciano muy honrado y hermano de su

madre, fuese el nuevo obispo; y, como él ya era cardenal, le pedía que lo acompañara a Roma,

donde bien podría favorecerlo. Don Illán se quejó mucho, pero accedió al ruego del nuevo

cardenal y partió con él hacia la corte romana.

Page 9: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

109

»Cuando allí llegaron, fueron muy bien recibidos por los cardenales y por la ciudad entera,

donde vivieron mucho tiempo. Pero don Illán seguía rogando casi a diario al cardenal para que

diese algún beneficio eclesiástico a su hijo, cosa que el cardenal excusaba.

»Murió el papa y todos los cardenales eligieron como nuevo papa a este cardenal del que os

hablo. Entonces, don Illán se dirigió al papa y le dijo que ya no podía poner más excusas para

cumplir lo que le había prometido tanto tiempo atrás, contestándole el papa que no le

apremiara tanto pues siempre habría tiempo y forma de favorecerle. Don Illán empezó a

quejarse con amargura, recordándole también las promesas que le había hecho y que nunca

había cumplido, y también le dijo que ya se lo esperaba desde la primera vez que hablaron; y

que, pues había alcanzado tan alta dignidad y seguía sin otorgar ningún privilegio, ya no podía

esperar de él ninguna merced. El papa, cuando oyó hablar así a don Illán, se enfadó mucho y

le contestó que, si seguía insistiendo, le haría encarcelar por hereje y por mago, pues bien

sabía él, que era el papa, cómo en Toledo todos le tenían por sabio nigromante y que había

practicado la magia durante toda su vida.

»Al ver don Illán qué pobre recompensa recibía del papa, a pesar de cuanto había hecho, se

despidió de él, que ni siquiera le quiso dar comida para el camino. Don Illán, entonces, le dijo al

papa que, como no tenía nada para comer, habría de echar mano a las perdices que había

mandado asar la noche que él llegó, y así llamó a su criada y le mandó que asase las perdices.

»Cuando don Illán dijo esto, se encontró el papa en Toledo, como deán de Santiago, tal y como

estaba cuando allí llegó, siendo tan grande su vergüenza que no supo qué decir para

disculparse. Don Illán lo miró y le dijo que bien podía marcharse, pues ya había comprobado lo

que podía esperar de él, y que daría por mal empleadas las perdices si lo invitase a comer.

»Y vos, señor Conde Lucanor, pues veis que la persona a quien tanto habéis ayudado no os lo

agradece, no debéis esforzaros por él ni seguir ayudándole, pues podéis esperar el mismo trato

que recibió don Illán de aquel deán de Santiago.

El conde pensó que era este un buen consejo, lo siguió y le fue muy bien.

Y como comprendió don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner en este libro e hizo los

versos, que dicen así:

Cuanto más alto suba aquel a quien ayudéis,

menos apoyo os dará cuando lo necesitéis.

FIN

D. Juan Manuel, El Conde de Lucanor, Cuento XI, siglo XIV.

Es una lástima que, en vez de conocer a Felipe II, que le puso alfombra roja hasta la cátedra de San Pedro, Ugo Buoncompagni, antes de llegar a ser Gregorio XIII, no se hubiera encontrado, a su paso por España, al mago Illán de Toledo, o con alguno de sus predecesores magos. Aunque quizá lo hiciera, y llevara una doble vida como Felipe II, entre la luz y la sombra, y equivocándose en las dos como el Emperador, y por eso Camilo Rusconi, el artista iniciado que, tras ser destruida su primera tumba, recibió en el siglo XVIII el encargo de esculpir otra, no solo colocara un draco menor bajo el ataúd de aquél Papa, sino al gran Draco sobre el mismo, obviamente camuflado, en la nave central de la Basílica de San Pedro en Roma, el

Page 10: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

110

centro del huracán católico. Si nos fijamos en el remate superior de esta tumba, y abrimos la mente, podremos descubrir una gran cabeza de draco situada sobre el Papa. El adorno de piedra, en forma de escudo, esconde la mirada de la criatura, quedando los ojos a un lado y a otro de una concha que asemeja una crin de espinas. La boca, abajo, se manifiesta en las volutas simétricas que quedan sobre la parte alta del arco. Sobre la cabeza del Draco pueden verse la tiara papal y las llaves de San Pedro, con lo que el conjunto no deja de ser el escudo del propio Clemente XIII (pág.15), habiendo sustituido el sutil Rusconi el dragón de medio cuerpo por la cabeza de este Draco de rango. Es un Érebo pero, al igual que El Greco, Rusconi supo dejarse abierta una puerta de salida en cada uno de sus dédalos. Gregorio XIII, el Papa del dragón, se hubiera complacido con esta tumba, ya que no habría advertido la lectura del conjunto: la oscura oquedad del arco entero, tras su figura, equivale a la boca de Leviatán, que está a punto de tragárselo, al igual que terminó haciéndolo con Felipe II, desde el ángulo inferior derecho de la Alegoría

de la Liga Santa del Greco. La losa en la que el dragón menor planta su zarpa sobre el nombre del Papa, hace las veces de mandíbula inferior. Acostumbrado el pontífice, y acostumbrando, como estaba, a creer sin ver, era imposible que viera estas fauces; no sabía indagar a través de la hermética, donde la MIRADA es importante, sobre todo si se la dirigen a uno. Como ya dijimos, los grandes artistas se rebelan contra los grandes tiranos. Mientras Gregorio XIII y Felipe II intrigaban en guerras frías de poder, poniendo y quitando comisarios políticos sobre las órdenes religiosas en Europa, con el consiguiente sufrimiento de cristianos ejemplares como Juan de la Cruz, otra guerra oculta se estaba librando, tanto en el Vaticano como en el Escorial. En el siglo XVIII seguían las batallas de esa guerra, como siguen ahora. Puede que el paraíso fiscal instalado en Roma nos depare pronto alguna sorpresa, tras los últimos escándalos aflorados en los medios de comunicación de todo el mundo, revelando que en las cuentas cifradas abiertas en la Santa Sede se ocultan fondos ilícitos de empresarios y jefes de la Mafia. Al menos, de momento, el banquero Gotti Tedeschi, que lo sospechaba y pidió transparencia al Vaticano, sigue vivo. Otros que investigaron las cuentas vaticanas por su cuenta, o que intentaron que se hiciese desde dentro como el pontífice Juan Pablo I, murieron durante el intento.

Camillo Rusconi. Tumba del Papa Gregorio XIII. San Pedro del Vaticano.

Page 11: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

111

Mientras tanto, los turistas que pagan por ver el Vaticano pueden divertirse al descubrir cómo le gusta censurar los genitales masculinos a la sierpe de Miguel Ángel en el Juicio Universal de la Capilla Sixtina (pág. 17), o ver volar al draco de Rafael, en representación de la Roma pagana, de todas las creencias, ya fueran filosofías, religiones o mitos anteriores al cristianismo, antes de que otro emperador ciclópeo, Constantino, se convirtiera a la “Única Verdad”, y empezaran a matar los que

habían sido perseguidos por ella. Fue este el padre de todos los Concordatos Iglesia-Estado, y Constantino el Alter Ego de iluminados como Felipe II o Franco, pero también de Felipe González, Aznar, Zapatero o Rajoy en cuanto a Concordatos se refiere. Mientras en el paraíso terrenal de la Peña de los Dracos, Eros nos sigue ofreciendo la manzana de la vida, del amor, del sexo y de la libertad, que cogieron Garcilaso, El Greco y el mismo Juan de la Cruz, esta magnífica serpiente alada vaticana, este draco antepasado directo del que soporta la cruz clavada en la Pedra da Serpe, en realidad solo quiere volar, conocer el mundo entero y su diversidad, ajeno a las cruzadas que se ciernen sobre él, y al calificativo de “bestia” que le pusieron cuando fueron los dragones los que guardaron el conocimiento para el ser humano antes, incluso, de que este apareciera sobre la tierra. Este dragón es el último anillo ourobóurico de miles y miles de creencias antiguas en el tronco común del conocimiento humano, en el árbol de las ciencias y de las artes lumínico-umbrátiles, es el último ejemplar de una gran familia italiana, testigo de la aventura del pensar y del sentir de una especie, la humana, que cuenta los días, meses y años desde de que a los suyos les declarasen “especie a extinguir”, y se plagiaran civilizaciones enteras como la mesopotámica o la egipcia, sin pagar derechos de autor y relegando a faraones como el gran Akhenatón (Amenhotep IV), el Alter Ego de Constantino, al tiempo del a. C., o “antes de…”. En Toledo no se sabe dónde están los restos del Greco, ni los de Juanelo Turriano. La ciudad guarda casi todas obras del pintor, y en torno a ellas ha montado negocios extraordinarios, pero no guarda su sombra, no era rentable. Las obras de Juanelo, simplemente, no están; las ruinas de su mayor obra aguantaron mal hasta el siglo XIX y desaparecieron en el XX. Nos queda el trazado de la misma en el plano del Greco que aparece

Rafael de Sanzio. Dragón del paganismo romano. San Pedro del

Vaticano.

Ruinas del Artificio de Juanelo en el siglo XIX, y traza del mismo en el plano del

según el Semanario Pintoresco, Greco inserto en su cuadro Vista y plano de Toledo.

Page 12: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

112

en su cuadro Vista y plano de Toledo, en el que junto a una doble línea se lee “Artificio del

agua”. El gran edificio amurallado y consignado con el número 21 es el convento del Carmen, de donde escapó Juan de la Cruz. Dada la proximidad del artificio, no hubiera sido extraño que el poeta bajara, sin ser visto, por dentro de él hasta el río, en vez de por el despeñadero. ¿Podría haber sido Juanelo otro cómplice de su fuga? Se aprovecharon al máximo los miles de litros de agua diarios que remontó, cada día, desde el Tajo hasta el Alcázar, este gran Ingenio que no artificio, únicamente movido por la inercia del agua que elevaba, sin más esfuerzo ni sin mulas. No se le llegó a pagar ni una moneda por él, solo migajas para su mantenimiento, hasta llevar a la ruina al mejor inventor e ingeniero de Europa. Fue, en realidad, como Azarquiel, un excelso alquimista. La tumba de la familia del Greco fue vaciada en la cripta de Santo Domingo el Antiguo para que siguiera pagando por el hueco la fundación Alcocer. Nada se sabe, oficialmente, acerca de dónde se tiraron, o llevaron, los restos de Doménikos. Los cronistas y escritores de la época, viviendo en Toledo algunos de talla universal, no escribieron sobre el tema; estaban muy ocupados intrigando entre ellos. Casi todos eran curas. Algunos clérigos, que fueron artistas, como Lope de Vega, que vivió en la calle Sierpes del Toledo del Greco y le conoció, con seguridad, no le mencionan ni vivo ni muerto. Algunos artistas, que fueron clérigos, como Góngora, sí rompieron el voto de silencio para decir que el sepulcro de un creador como El Greco hubiera debido venerarse: Inscripción para el sepulcro de Dominico Greco

Esta en forma elegante, oh peregrino,

de pórfido luciente dura llave,

el pincel niega al mundo más süave,

que dio espíritu a leño, vida a lino.

Su nombre, aún de mayor aliento dino

que en los clarines de la Fama cabe,

el campo ilustra de ese mármol grave:

venéralo y prosigue tu camino.

Yace el Griego. Heredó Naturaleza

Arte; y el Arte, estudio; Iris, colores;

Febo, luces -si no sombras, Morfeo-.

Tanta urna, a pesar de su dureza,

lágrimas beba, y cuantos suda olores

corteza funeral de árbol sabeo.

(Luis de Góngora)

El toledano Francisco de Borja San Román, concluyó su investigación sobre la tumba del Greco, diciendo que “… nuestro Dominico [latinización de Doménikos] no tuvo quien tratase de

perpetuar su memoria, dejando á la posteridad recuerdo de su sepultura; murió sin que una

mano bienhechora le amparase. Enterrado en una bóveda de Santo Domingo el Antiguo, ni aun

siquiera hubo quien se cuidara de colocar sobre la cripta, donde reposan sus cenizas,

inscripción alguna, á fin de que su nombre perdurase á través de los siglos.”

(San Román, op.cit. pág. 137). Aunque San Román especuló con la posibilidad de que unos restos encontrados en un compartimento de la sepultura que sustituyó a la del Greco en la bóveda, una vez cubierto el contrato temporal nº 1612 de la suya, pudieran ser los del Greco, y aunque las actuales monjas

Page 13: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

113

del convento se muestren orgullosas de tener sus “reliquias”, el mismo autor confesaba que “-con harto pesar- cuando contemplábamos los supuestos restos, nuestro espíritu quedaba

atormentado ante la duda de que fuesen los del célebre cretense” (op.cit. pág. 136).

Los restos del Greco no están allí, pero sus cuadros sí siguen, en cambio, en el altar mayor de Santo Domingo el Antiguo. En realidad, algunos son copias que sustituyen a los que vendieron las monjas del convento al que pertenece la iglesia. Juanelo fue enterrado con modestia, casi disimulo, en otro convento toledano, en una tumba que la viuda no pudo pagar, cuando la ciudad, el ejército y el propio Felipe II tanto le debían a él. En Toledo, sí se sabe donde están enterrados los obispos, arzobispos y cardenales. Sus tumbas, adornadas por los mejores artistas de cada momento, tienen nombres y apellidos. Toda catedral, antes que nada, es un lujoso cementerio. Sobre las sombras de los muertos que alberga, se levanta Rha, el sol de Horus, en consagrada forma de disco solar en vertical sobre un ara horizontal de piedra. Es difícil identificar al halcón de Horus convertido en blanca paloma. Los años de la Historia humana se siguen contando desde la historia de un solo Dios, el del Papa Gregorio XIII. Juan de la Cruz, antes hubiera preferido ser enterrado como artista, que descansar en la lujosa tumba que le montaron en Segovia. Hasta ella se acercó Karol Wojtyla, el entonces Papa Juan Pablo II, que había basado su tesis doctoral en el místico español. En el convento de los Carmelitas Descalzos, fundado por Juan en 1586, el pontífice rindió culto a la memoria de quien, paradojas de la historia, desde 1926 es considerado Doctor Universal de la Iglesia Católica. Benedicto XVI no tuvo que guardar la cola de las visitas en grupo, organizadas a diario, para contemplar este sepulcro. En ellas no suele decirse que el cadáver del poeta está incompleto. Tal y como ocurrió con el mártir Vicente, Juan no consiguió post mortem la integridad, siquiera, de su cadáver. Hubo una gran disputa por ellos entre Úbeda (Jaén) y Segovia, que terminó con buitresco reparto de huesos, como ya ocurriera con San Vicente (pág. 59). Martín Fernández de Navarrete fue quien reveló las gestiones de una noble segoviana, doña Ana de Mercado y Peñalosa, ante el padre Fray Nicolás de Jesús María, vicario general de la Reforma carmelitana, para desenterrar en secreto el cadáver de San Juan de la Cruz y lo llevalo a un monasterio de Segovia fundado por ella y por su hermano, Luis de Mercado. Al pobre poeta, no le dejaron descansar ni muerto. Francisco de Medina Zaballos fue el que se encargó, en septiembre de 1592, del traslado secreto con título y, cómo no, comisión de alguacil de Corte. Comoquiera que encontraron sin descomponer el cadáver, se decidió aplazar su traslado. Éste tuvo lugar a principios de 1593. Tras exhumar nuevamente el cadáver, lo metieron en una maleta, para hacerlo pasar desapercibido mientras salían de Úbeda por la noche, evitando la indignación del pueblo, ya muy devoto del santo. Ciertamente, y con razón, toda Úbeda se conmocionó al conocer el robo del cadáver de Juan, y la ciudad jienense entabló pleito contra Segovia para su devolución. En 1596 el Papa Clemente VIII ordenó que, efectivamente, regresara a Úbeda el cuerpo, pero el obispo Bernardo de Sandoval y Roxas, faltó a su palabra de cumplir el mandato, y negoció con el superior General del Carmen, el reparto a favor de Segovia. El viaje del alguacil con la maleta, durante el que un hombre le increpó para averiguar el contenido de la misma, encontró un gran eco literario. La genialidad de Cervantes y, seguramente, también su indignación por semejante despropósito, supo aprovechar este tétrico “carnaval” con un gran ejemplo de entrelazamiento entre lo imaginario con lo histórico. El escritor pudo enterarse del inicio del litigio entre Úbeda y Segovia, Puede leerse en la aventura de los encamisados, o del traslado del cuerpo muerto, que describe en su inmortal novela (I, 19). Como se sabe, en este pasaje don Quijote y Sancho se topan con una procesión nocturna de encamisados. El hidalgo se enfrenta a ella, y uno de los jinetes que la escoltan cae de su caballo, rompiéndose una pierna. Interrogado éste por don Quijote, le explica que la comitiva, que no tiene que ver con acción caballeresca alguna, está trasladando el cuerpo de "un

caballero que murió en Baeza (...) [a] Segovia, de donde es natural".

Page 14: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

114

En su libro Polvo eres, La periodista Nieves Concostrina, da cuenta de las “peripecias y

extravagancias” de grandes personajes históricos. En el capítulo que le dedica a Juan de Yepes, dice que, para ver sus “reliquias ubetenses” hay que acercarse al oratorio de San Juan de la Cruz, donde pueden contemplarse un fémur y una mano. El resto del cuerpo está en el monasterio de los Carmelitas visitado por Juan Pablo II. Nos cuenta, por cierto, que “La osamenta de

Segovia está muy limpia y aseada, porque

en 1992 unos expertos llegados del Vaticano

la examinaron, desinfectaron, hidrataron y

recompusieron para que San Juan estuviera de buen ver”. Se refiere a la expedición que montaron un grupo de científicos italianos para la consolidación del cuerpo de san Juan de la Cruz, En este trabajo de investigación, entre otros especialistas, intervinieron Nazzareno Gabrieli, director del gabinete científico de los museos del Vaticano; María Venturini, decana del hospital de San Juan, de Roma, y Massimo Benedettucchi Contaron, cómo no, con el permiso de la Sagrada Congregación de la Causa de Canonización de los Santos de Roma. La Congregación debió quedar muy satisfecha, al ver el informe final, porque en él consta que se procedió a la desinfección de las bacterias y la hidratación de las reliquias, para que se conserve lo mejor posible, garantizando la incorrupción por más de 500 años. Ya hubieran querido tanto mimo los cadáveres de los faraones egipcios pero, obviamente, no el pobre por elección, y humilde no por nacimiento, Juan de la Cruz. Sorprende que quienes tan bien predican la vida eterna sigan gastando tanto en conservar cadáveres. Pareciera todo esto, más bien, relativo a un reino, enteramente, de este mundo. Se consigue entender un poco por la fuerza de la tradición. Ya hemos comentado anteriormente la raíz egipcia del cristianismo. El cuerpo de Juan de la Cruz no fue, así, menos que el de su Alter Ego italiano Francisco de Asís, sobre el que se montaron dos basílicas, una encima de la otra. Sus restos ya habían sido sacados a la luz entre el 24 de enero y el 4 de marzo de 1978. Cinco siglos después de su muerte, en 1818, tras dos meses de excavaciones fue encontrada la tumba, con el cuerpo, bajo ambas basílicas. Pasquale Belli abrió una gran cripta, de estilo neoclásico, por debajo de las dos iglesias. Ugo Tarchi, en los años 1927-1930, realizó la actual. Ahora se accede al Sepulcro por una escalera de dos rampas, abierta en el interior de la Basílica inferior. Por uno sus laterales, se baja a la cripta donde está la tumba de Francisco, donde le enterraron el 25 de mayo de 1230. Esta tumba, del siglo XIII, es invisible y totalmente inaccesible. Otro grupo de profesores, con el beneplácito del entonces Papa Pablo VI, realizó un reconocimiento de los restos del cuerpo del santo, colocándolos después en una urna de cristal que, a su vez, fue puesta nuevamente en el antiguo sepulcro, que en un principio pareció poco rentable, pero no lo fue en absoluto. Todos están orgullosos salvo, claro está, la sombra de Francisco. A santos humildes cuya apuesta por la pobreza ofendió a emperadores y a papas, como Vicente, Francisco o Juan, se les niega pobreza post mortem, y sus cuerpos son convertidos en objetos de culto, de gran atracción turística, en tumbas suntuarias. No haya nada más lucrativo para el aparato eclesiástico que las reliquias de sus santos pobres, cercanos al pueblo, consecuentes con las palabras, hechos, y compañías, del Jesús de los Evangelios. Se cuenta que la noble segoviana que ordenó trasladar los restos de Juan de la Cruz desde Úbeda, donde fue enterrado, se había enamorado de él en Granada, en 1582. Le encargó un poema entonces, que terminó siendo ‘Llama de amor viva’. Desde sus primeros versos y, habiendo observado la gran capacidad de Juan para la ambivalencia, es un placer comprobar cómo el espiritual poeta, hombre desde los pies a la cabeza, supo congeniar el amor sagrado

Tumbas de Fray

Juan de la Cruz

Page 15: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

115

con el profano y descubrir, ¡Oh noche que juntaste al Amado con la amada! Que son perfectamente compatibles: iOh llama de amor viva

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!

Pues ya no eres esquiva

acaba ya si quieres,

¡rompe la tela de este dulce encuentro!

(Juan de la Cruz, Llama de amor viva, primera estrofa,1584 o 1585) Sin duda, la luz y la sombra, el alma y el cuerpo de Juan, alcanzaron la plenitud. Encontró a su Jerónima. Consiguió el Amor y el Amar. Juan de la Cruz comentó que las cuatro estrofas de su poema se inspiran, respecto a su estructura, en un poema del insigne toledano Garcilaso: la soledad siguiendo… Los expertos en su obra, saben que también había tomado prestado de Garcilaso el título del poema La noche oscura. Los grandes artistas comparten estas cosas. Extrajo la expresión de la Égloga II de Garcilaso en la que Albinio, el enamorado, busca la muerte desesperadamente:

La quinta noche, en fin, mi cruda suerte,

queriéndome llevar do se rompiere

aquesta tela de la vida fuerte,

hizo que de mi choza me saliere

por el silencio de la noche oscura....

Esta estrofa tuvo que impresionarle, y darle pistas no ya para su obra poética, sino para su vida. Es obvio que "aquesta tela de la vida fuerte" es la misma que se rompió en el dulce

encuentro con la noble segoviana. Y es probable que Juan la amase como Abul a Sobeyha, aquella “virgen mahometana que parecía un ángel del Paraíso”. Ana de Peñalosa, que había sido una de sus hijas espirituales preferidas, fue además su compañera para la exploración en la doble naturaleza humana. Garcilaso también bebió en otros manantiales. En El Cantar de los Cantares, El Rey Salomón, cuya mesa mágica también dice la leyenda que llevaron a Toledo, escribió un pasaje memorable para la causa nocturna: “En mi lecho he buscado, por la noche a aquel que mi alma

ama: le he buscado y no lo he hallado" (R. Rossi 1996). Y así podríamos seguir, templo sobre templo del saber y del amar, que no del poder y del poseer, hacia adelante o hacia atrás en ourobouros de la Literatura, de la Pintura y de cualquier otro arte, porque la perfección se descubre, y se comparte, no se inventa. Eros y Thánatos lo saben, y su MIRADA de millones de años es la llama del Amar/Morir que brilla en la Peña de los Dracos, imposible ya de obviar en el Monte de la Perfección que dibujara Juan de la Cruz, ilustrando el escrito Subida al Monte Carmelo (1578-85). Este símbolo de la subida al monte, es patrimonio de la mística universal, tal y como podría comprobarse en escritos musulmanes toledanos anteriores. Juan era un artista, y no tuvo reparos en aprender estética de los moros antes que de los cristianos, entre otras cosas, por la ventaja que aquellos les llevaban pues, tal y como indicó en su día Américo Castro: “Los cristianos castellanos tardaron siglos en ir asimilando la estética, la mística, los

procedimientos de la narración y de la metáfora poética presente en la literatura de sus

compatriotas moros: algún día se hablará de ello con la misma naturalidad con que decimos

que Virgilio y Ovidio se hallan presentes en la literatura del siglo XVI”.

(v. en: López Baralt, Luce, Simbología mística musulmana en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de

Jesús. Universidad de Puerto Rico. Harvard University).

Hay una estrecha senda de coincidencia entre la poética mística de Juan de la Cruz y la “Divina Oscuridad” o el “rayo de tiniebla” del Pseudo Dionisio, a quien citara Juan de la Cruz sin

Page 16: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

116

tapujos. Esa oscuridad es exceso de luz e implica el conocimiento trascendental de Alá que no se alcanza por la vía de la reflexión racional. Ya en el siglo XIII Ibn-‘Arabī compartía con correligionarios sufíes conceptos que terminarían en la poesía de Juan. Uno de ellos era que la noche precede a la vía mística cercana y a la unión. La genialidad de Juan se manifiesta al recrear un doble lenguaje en el que van de la mano el amor físico y el metafísico, pudiendo adorar a una mujer y abrazar a un Dios. Tras la noche oscura sufí venían los “levantes del

aurora” o fusión final con Dios (o con la Sombra de Dios), que no dudamos la sintiera Juan, especialmente en momentos como la presunta visión de la estrella de la mañana sobre Toledo, desde la Peña de los Dracos. Frecuentemente, las coincidencias entre Juan de la Cruz y los místicos de Oriente resultan sendas muy estrechas: Ibn al-Fāri poetiza en su Ta’iyyat al Kobrā del siglo XIII, una variante que conocerá Juan en el siglo XVI: la noche de los sentidos. Los moriscos españoles del siglo XVI, en su mayoría convertidos a la fuerza y a quienes vigilaban luego por si no eran cristianos convencidos, dedicaron algunos de los estertores de su cultura a esta noche simbólica, entendida aun como etapa de sufrimiento espiritual o moral. Una de aquellas estrofas, dirigida por un zéjel a Mahoma, fue recogida en versión aljamiada por Julián Ribera y Asín Palacios: Quien quiera buena ventura

alcançar grada de altura

porponga en la noche escura

l'aççala sobre Mahommad.

Hasta los versos que riman con “noche oscura” coinciden con los de Juan: “buena ventura” en el zéjel anónimo, “dichosa ventura” en las célebres liras del poeta y fraile español (Más

infromación en: http: // www . cervantesvirtual.com/obra-visor/simbologa-mstica-musulmana-en-san-juan-

de-la-cruz-y-santa-teresa-de-jess-0/html/021e4a2a-82b2-11df-acc7-002185ce6064_11.html ).

De igual manera que El Greco miraba a Miguel Ángel, aunque apostase por el color veneciano antes que por el dibujo florentino, Juan de la Cruz miraba a los musulmanes aunque creyera en Yavhé y no en Alá. Es normal, de hecho, Eros y Thánatos siguen sin distinguirlos. El Greco, que pasaría tardes enteras en la Peña, supo crear arquetipos umbrátiles en los que la investigación luego demuestra que la oscura historia del mártir Vicente, la leyenda del africano Abul y el viaje de ida y vuelta sombra-luz de Juan de la Cruz, tienen más puntos en común de los que podría parecer a simple vista. Del primero, El Greco tuvo que escuchar la historia en más variantes, al ser una tradición antigua lejana a su momento histórico. Oiría también que Vicente fue detenido por los romanos en Zaragoza, junto al obispo Valero, y llevado hasta Valencia sin comida ni bebida, donde se negó a entregar sus Libros Sagrados. Le azotaron, desgarraron y desollaron, poniéndole luego sobre una parrilla en ascuas. No murió inmediatamente, por lo que le arrojaron a una mazmorra tan pequeña como la tumba de Abul o la celda de Juan, en el que antes de morir, en el año 304, tuvo “una visión celestial, con luz,

flores y música, mientras escuchaba una voz que le invitaba al Cielo”. Así lo creyeron siempre los valencianos, que tienen a San Vicente por su patrón, y que excavaron en su día bajo la llamada “Cárcel de San Vicente”, en la Plaza de la Almoina de Valencia, donde se suponía que estaba su tumba. En ese espacio hubo una capilla visigoda en honor de San Vicente. En la excavación apareció un fragmento de sarcófago del siglo IV. Estas historias, en todas sus vertientes, son vías lácteas por las que discurren miles de estrellas atravesando la oscuridad, sendas iniciáticas desde la sombra hacia una luz que no se conquista sin dolor. Es el vuelo de Ícaro desde el Laberinto hacia el sol: “Febo luces, si no

sombras Morfeo”. Esta historia de historias se pierde en la noche de los tiempos, en la que se iniciaron ritos de culto al incandescente sol, al que la humanidad posteriormente apuntó con pirámides y templos. En papiros del antiguo Egipto como el llamado Papiro de Herubes (1000 a. C.) aparece el viaje nocturno del sol. El díos serpiente del inframundo, Apepi (Apophis) intenta tragarse el sol, que es ferozmente defendido por Set, al que los setianos llamaban Señor de la

Page 17: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

117

Noche, siendo para ellos el símbolo de la fuerza dinámica del cambio. La oscuridad no representaba al mal, sino al potencial humano. El Greco, con su laberinto de serpientes y el Señor de la Noche que oculta en el manto de la Virgen Ovalle, no nos está hablando de una historia concreta, aunque aproveche para hacer sus homenajes y sus reconocimientos, sino de una vía iniciática que puede andarse, siendo los personajes espejos en los que mirarse al hacerla. El mayor factor común entre todos ellos, sin duda, es la persistencia en sus credos y amores, su coherencia valiente, irrenunciable, hasta el punto de sufrir lo indecible antes que renegar de sus principios. Así fue El Greco, que mantuvo intacta su libertad interna, camuflando su pensamiento renacentista en la sombra de sus imágenes, en su luminoso arte religioso, que no místico.

Juan de la Cruz, que sí fue místico y hasta estigmatizado, cuando dibujó su Monte de la Perfección mitad en luz y mitad en sombra, situó dos serpentiformes caminos, en los que respiran nuestros dracos toledanos, el de naturaleza y el del espíritu, el deseo y la renuncia, que se abren a ambos lados del monte con su listado de ventajas y de inconvenientes, de ganancias y de pérdidas, debiendo optar quien quiera ascender como él lo hizo, desde la Noche Oscura hasta la luz del gran Amanecer, por la “extrecha senda” entre ambos apuntada. Juan acompaña este gráfico con notas lumínicoumbrátiles como esta: “Da avisos y doctrina, así a

los principiantes como a los

aprovechados, muy provechosa

para que sepan desembarazarse

de todo lo temporal y no

embarazarse con lo espiritual, y

queden en la suma desnudez y

libertad de espíritu, la cual se

requiere para la divina unión”. Si se sigue la sombra de esta frase, como ya hemos hecho con las Canciones del Alma,

entenderemos mejor el amor, más allá de la muerte, que le profesó la dama segoviana. Fue una locura de amor que remite a la que padeció la hija de aquellos Reyes Católicos que expulsaron, mataron o convirtieron a los judíos y musulmanes españoles. Juana la Loca, tras la muerte de su marido Felipe el Hermoso, terminó con similares excesos, paseando en procesión su cadáver por la estepa castellana. Consintió que guardasen el cuerpo de su amado en un ataúd, pero no que lo enterraran, disponiendo su depósito en la Cartuja de Burgos, a la que iba cada semana para abrirlo, y abrazar y besar enajenada el putrefacto cadáver. Aunque plena, Juan consiguió una gloria efímera y, tras su temprana muerte, empezó la especulación sobre el cadáver de este artista fraile “(…) más amigo de recorrer la senda,

labrada en la roca, que conduce a los altos de las Peñas Grajeras, donde se halla una pequeña

ermita dedicada a Santa Teresa, refugio espiritual del Santo. Aún se conserva allí el esqueleto

Juan de la Cruz. Monte de la Perfección.

Page 18: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

118

del ciprés por él plantado. Una procesión de la Semana Santa segoviana permite contemplar

un día al año este paraje”.

(http://www.segoviaudaz.es/reportajes/18943/tumbas-segovia--cementerio-segovia--san-juan-de-la-cruz--convento-carmelitas--noticias-de-segovia--reportaje-segovia). Según parece, y se da como prueba de santidad, el cuerpo de Juan de la Cruz sigue con una flexibilidad extraordinaria. Nos lo hemos de creer pues, entre la diminuta celda toledana en la que le encerraron mientras vivía, su saludable ejercicio físico recién descubierto y la funcional maleta en la que le llevaron muerto, el cuerpo de Juan no llegó a romperse; tuvieron la amabilidad de ayudarle a conseguirlo. Tanto rigor vitalis padeció, que no tuvo rigor mortis; por eso no les costaría demasiado a los litigantes cortarlo y repartírselo como un tarta. La capilla en la que (no) descansa el (semi) cadáver de San Juan de la Cruz en Segovia, es obra de Félix Granada, realizada en 1927, a los 200 años de su canonización. A la salida de la capilla se halla la iglesia que tiene, en su altar mayor, un retablo moderno y gigantesco compuesto por nueve cuadros inspirados en su obra poética. Son pinturas de otro Carmelita, el mexicano Gerardo López Bonilla, que se realizaron en 1982 con motivo de la visita de Juan Pablo II, que se fue sin ver la mano con la que Juan escribió La Noche Oscura. El Greco tuvo que enterarse del suceso de la maleta de marras. En Toledo, donde quedó el mal sabor del encierro de Juan de la Cruz, la noticia correría como la pólvora. A Doménikos tuvo que conmoverle en lo más hondo. No sería extraño que quisiera rendirle homenaje a Juan a través de su pintura, de la forma que fuera, sin que se enterasen las máximas, y muy bien calzadas, autoridades eclesiásticas de Toledo. Los toledanos que, en cambio, le escondieron y mimaron durante sus dos meses de semilibertad en la ciudad, tuvieron que indignarse al conocer el triste periplo del cuerpo pequeño de este hombre, que tuvo intelectualmente la talla del nigromante del cuadro del Greco para la capilla Ovalle de San Vicente Mártir. Es una gran sombra en la que caben cuantos como Juanelo, Juan de la Cruz o El Greco, hubieron de sobrevivir sin capitulaciones de fondo, solo de forma, en la ciudad del “Pensamiento Único”. Todos los que se rebelen ante los cíclopes, y recorran la estrecha senda, pueden aspirar a formar parte de esta sombra. En cuanto a aquella capilla sombría con lámpara de plata, el templo que la contiene está emplazado en el centro de la ciudad imperial, y fue anexionado al tercer baluarte de la Inquisición en Toledo, colindante con la misma, ha tenido con el tiempo una transformación espectacular. Ojalá pudiera verlo ahora Niño de Guevara convertido en el Círculo de Arte de Toledo.

Recapitulemos: San Vicente se alzaba sobre la antigua casa señorial de Don Diego de Melo, Asistente de Sevilla, un espléndido edificio que, según el cronista de la ciudad Julio Porres Martín-Cleto, seguramente compraron los inquisidores “aprovechando una buena racha de confiscaciones a

judaizantes” (“Las casas de la inquisición en Toledo”. Porres Martín-Cleto, Julio, v. en http:// www.

Realacademiatoledo .es/files/toletum/0020/toletum20_casasinquisicion.pdf).

San Vicente en vista aérea de Toledo San Vicente en el plano del Greco

Page 19: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

119

Desde que lo tomaron en 1560, lo ocuparon más de dos siglos, hasta 1775, “en que adquirió tal casa y las demás de la manzana el cardenal Lorenzana, para erigir en el solar el bello edificio neoclásico que donó a la Universidad toledana, trazado por Ignacio Haan” (Porres Martín-Cleto,

op.cit. pág. 125). Para quedarse a su vez con la iglesia de San Vicente, Lorenzana hubo de pagar al Tribunal de la Inquisición con parte de la Casa Profesa que fue de los Jesuítas hasta su expulsión por el rey Carlos III. Aquella fue la última residencia del Santo Oficio cuando en las Cortes de Cádiz se decidió su abolición en 1813. España tuvo Inquisición hasta el siglo XIX. Cuando El Greco, pues, comenzó su vida toledana, era en San Vicente donde los inquisidores oficiaban, justo la iglesia donde ubicó su retablo con la magnífica Inmaculada de ademán serpentiforme.

San Vicente integrada en las casas San Vicente, desligada del ulterior de la Inquisición en el siglo XVI. Palacio Lorenzana en el siglo XIX

Page 20: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

120

Actualmente, nada queda ya de aquella casa de inquisidores, siendo el terreno que ocupara soporte del palacio del cardenal Lorenzana, hoy sede de la Universidad de Toledo. Del enclave inquisitorial solo ha llegado hasta nuestros días el templo que tuvieron por capilla, la antigua iglesia de San Vicente, ahora convertida en el Círculo de Arte de Toledo. El Círculo de Arte es un centro de creación y de libre pensamiento, que guarda memoria de la inefable luz de La Inmaculada del Greco que albergara, así como del misterio de la sombra del maestro que la creó. También guarda memoria de la serpiente, del poder de la intuición, de la pasión y de la libertad que la imaginación puede brindar a quienes saben apostar por ella incluso en épocas de represión, crisis o zozobra.

El interior del Círculo presenta la que fuera Nave principal de la antigua iglesia transformada en un espacio polivalente en el que se desarrollan todo tipo de actividades culturales. Por el día este espacio actúa como sala de exposiciones temporales, en la que a su vez se llevan a cabo presentaciones de libros, recitales poéticos, conferencias, performances, etc. La noche es para los conciertos y el baile. El ocio paga la cultura.

San Vicente, actual Círculo de Arte de Toledo

Page 21: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

121

En el Círculo, el ocio subvenciona la cultura. Las copas de la noche pagan el centro cultural de día, que abre sus puertas a otras asociaciones culturales y organizaciones no gubernamentales, así como a las instituciones colaboradoras con su programación artístico-cultural. ¿Qué pensaría de ello El Greco, gran artista y gran vividor? ¿Bailaría con Jerónima alguna noche en el recinto consagrado al arte por el día? ¿Qué cuadros haría en un Toledo sin inquisidores oficiales, en el interior de un espacio cultural que se presentó ante la ciudad como el lugar donde poner a prueba los límites de la libertad de expresión consignados en las leyes que la rigen? ¿Cuántos serían esta vez los históricos, los religiosos o los mitológicos? ¿Inventaría hoy Doménikos sus propias cosmogonías, sus paraísos personales? ¿Nos mostraría sin tapujos las luces y sombras de su pensamiento? El Círculo no para de llevar a cabo actividades, con o sin presupuesto, pues en tiempos de crisis la mejor moneda es la imaginación. ¿Asistiría El Greco al happening “Emboscada” organizado por el departamento de Arte Ritual del Círculo para recorrer el Jardín de las Delicias interactuando con los personajes del mismo? ¿Le resultaría divertido encontrarse con Jeroen Van Aken, que firmaba como Hieronimus Bosch, llamado en España El Bosco, y preguntarle, por ejemplo, por qué coloca

una lechuza, u otra rapaz nocturna, en el centro geométrico de cada uno de sus paraísos, ocultos en el hueco oscuro de sus fuentes de la Vida? ¿Qué pensaría al ver a los inquietantes ángeles con sexo del Bosco tocando sus timbales en los infiernos musicales? ¿Le contaría al pintor flamenco que él tuvo que explicar, ante el Tribunal de la Inquisición en Toledo, por qué las plumas de sus ángeles no eran como las de otros

La antigua sacristía sirve de camerino para atender a los conferenciantes, cantantes, músicos, etc. El antiguo altar es ahora el escenario. Sobre el servicio y el tocador se ha Instalado un espacio en el que pueden recogerse las obras aportadas por los artistas, previamente o posteriormente a su exposición.

Page 22: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

122

artistas ramplones e incapaces de inventar nada, sujetos a los arquetipos de Vitrubio y a los caprichos de los prelados o de los monarcas del momento? ¿Bajaría al Infierno donde el propio Bosco se retratara? ¿Le preguntaría por qué en el interior del cuerpo de “hombre-árbol” con el que se eternizó en su célebre Tríptico, aparecen personajes desnudos con velas en sus manos, sentados sobre sapos gigantes a una mesa en la que emana fuego de una jarra? ¿Cómo se hablarían el Bosco y el Greco, el favorito y el rechazado por Felipe II? Seguramente Doménikos disfrutaría, como artista invitado, en cualquier práctica de las que hacen los alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid en el Círculo de Arte de Toledo, como la exposición que montaron en torno a los llamados “Pecados Capitales”, que a la fuerza habría de recordarle la Mesa de los Pecados Capitales del Bosco (expuesta en el Museo del Prado), cuya tabla separada de las patas y puesta como cuadro en la pared del dormitorio de Felipe II, le recordaba al monarca, cada noche, cómo serían torturados en el Infierno los que se llevaban por tan reprochables tendencias, precisamente con las mismas. Los lujuriosos, por ejemplo, tendrían que hacer el amor, a perpetuidad, entre sapos y culebras. Aunque quizá pensaría que el rey, con esta excusa del recogimiento y del dolor de los pecados, lo que conseguía era tener frente a su cama una escena plena de desnudos que, sin la excusa moralizante, estarían fuera de las propias leyes que él mismo promulgaba. ¿Hay otra manera de entender por qué un siniestro y atormentado monarca, presuntamente religioso, llegó hasta el pillaje para quedarse con todas las obras del Bosco que pudo, cuajadas de desnudos, mientras que rechazó las castas, sublimes y ascéticas escenas del espiritual Greco? ¿Puede alguien pensar, de verdad, que las tablas del Bosco invitan más al recogimiento o a la fe que las telas del Greco? Cualquier respuesta valdrá, salvo la de que el Rey advirtiese los dracos del Greco, porque éste tuvo muerte natural. A Doménikos le pueden entender hasta niños inocentes, pero nunca reyes puritanos. En el año 2010 El Círculo de Arte, la recién creada Fundación El Greco, y el Instituto Sefarad que celebraba su 25 aniversario como centro de enseñanza media en la ciudad, organizaron la exposición “El Greco es de todos”, en la que se invitó a todos los niños de edad escolar de Toledo, a participar en la confección de obras inspiradas en las del cretense. La respuesta fue

Page 23: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

123

amplia y aleccionadora, a través de sus maestros o profesores; divertida para todos al tiempo que didáctica. Los retablos de acero del Círculo se llenaron de personajes y paisajes del Greco. San Vicente no recuperaba sus obras, pero sí su memoria, y le prodigaba respeto al tiempo que admiración y cariño.

El Círculo de Arte cuenta con seis retablos De Hierro en su sala principal. Éstos miden tres metros de anchura por otros tres de altura, conteniendo cada uno de ellos 144 huecos cuadrados de 25 x 25 x 6,5 cm. Son en total 864 huecos que invitan a intervenir en ellos mediante cualquier técnica o procedimiento, permitiendo muestras de gran participación e intercambio. Los escolares toledanos tuvieron un divertido encuentro con El Greco en su santuario.

Los niños dispusieron de postales de obras del Greco con las que inspirarse y acercarse al maestro. Los colegios convirtieron en prácticas escolares las visitas que realizaban a la sala con grupos completos, que luego trabajaban repartiéndose en equipos e individualmente, siendo el montaje fácil y rápido, mediante el mero encaje de módulos de cartón blanco en los huecos de los retablos.

Niños y niñas de distintas edades, países y credos, se juntaron en torno a la obra de Domenikos, haciéndose sus amigos a través del encuentro con sus obras, interpretando tan libremente como quisieron sus escenas, sin más motivación que la estética o la lúdica. El Greco se encargó, junto con los maestros, de que su libertad de acción no mermara el carácter pedagógico de la actividad, pues su arte es un mundo abierto y maravilloso al que asomarse sin tabúes ni previos estereotipos.

Page 24: 3.Los Dracos Del Greco. 101 a 124

124

Llegaron a completarse los 864 huecos con obras infantiles, componiendo un mosaico libre y desenfadado en la iglesia donde tuviera la gente que entrar de puntillas para no molestar, ni siquiera llamar la atención, a inquisidores como Niño de Guevara, que en ella oficiaban. Los niños no tuvieron que dar explicaciones a nadie sobre los colores que empleaban, las plumas de sus ángeles o cualquier ocurrencia que, desde el respeto debido al artista y a los personajes que representa, actuaron con libertad de técnicas y de criterios.