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7 TEMAS ,CIES · ... · · Diccionario de la Veritatis Splendor . 533 Conceptos · con el texto completo de .la encícHca ... Luis M. BertoHno CIES Centro de Investigaciones de Etica Social u Fundación Aletheia Directores: Dr. Carmelo E. Palumbo Cr. Daniel Passanili Asesor: Exmo. y Rvmo. Dr. Octavio N. Oerisi

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7 TEMAS ,CIES · ... · ·

Diccionario de la Veritatis Splendor . 533 Conceptos · con el texto completo de .la encícHca

... Luis M. BertoHno

CIES Centro de Investigaciones de Etica Social u Fundación Aletheia

-· Directores: Dr. Carmelo E. Palumbo

Cr. Daniel Passanili Asesor: Exmo. y Rvmo. Dr. Octavio N. Oerisi

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Acradedmieato: , '.::, .. F . " ¡¡;, ·~ La presente obra se edita por la generosa y criSffána 'c0iltrt11ucióá del Sr. Gregario Pérez Companc, Presidente de PEREZ CQJJPANc S.A.

Dise:Ao Griflco: Emilio Buso

Queda hecho el depósito que marca la ley. Impreso en la Argentina, año 1995 Printed in Argentina

I.S.B.N. 950-99263-9_.6

© Centro de Investigaciones de Etica Social Paraguay 1365, 2º piso Of. 16 (1 057) Buenos Aires - Argentina Tel./Fax: (01) 815-1597/813>-7915 .·

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CENTRO DE INVESTIGACIONES DE ETICA SOCIAL

C.I.E.S. Centro integrado por profesores

universitarios dedicados a la investigación y estudio de la antropología social.

1 nvestigaciones sobre las relaciones entre la Etica y la Política, el Derecho; la Economía y la Cultura.

Estudio serio y meditado. simbolizado en el libro que ostenta su logotipo.

SeiVir a la sociedad es el móvil de todos sus integrantes.

Principios Básicos en Materia Socio-Económica

Al respecto el Centro de Investigaciones de Etica Social (CIES) defiende, propicia y difunde:

l. La iniciativa económica privada como un derecho fundamental de la persona humana y como un factor decisivo para el progreso del país.

2. Un mercado libre y competitivo, pero no operando en un absoluto "laissez faire", sino subordinado a la ética y a las buenas costum­bres y orientado hacia los objetivos nacionales.

3. Un Estado ordenador de la competencia y orientador de las polí­ticas básicas nacionales. estableciendo reglas de juego limpias y transparentes.

4. Fomento y estímulo a los cuerpos intennedios: a las "Cámaras"-. "Centros", "Sindicatos", "Empresas", que actuarán en el tejido social con autonomía frente a los poderes públicos, dentro de sus fines sectoriales. salvado el orden púplico y el bien común.

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El~·~~tt~--~torlal, espe­ctalmenli ili#Jitt~~ yt;fritsmo gobier-no. es un camino ~oUdaridad nacional. El "manipuleo" o 1 . ". , .. , . 41~Jr$ cuerpos intermedios por parte del Es ' ~ ' - 'db'~mo práctica totalitarta e inconducente para un ~{'~pero progreso nacional.

5. En todo el proceso econó~Í~; _:producción, circulación, distribu­ción y consumo- sus respectivos agentes deben esforzarse por incorporar los valores-éticos; prjplacia del bien couiún sobre el sectorial e individual; ~~ entce lo~ distintos agentes; cumplimiento de los prb)c~ pl()rales Y: éticos de la profesión.

6. Fomento de las pequeñas y medtatiaS empreSas, ·pues en ellas es más fácil mantener y fomentar el esptrltu de "empresa-personalis­ta"; sin embargo, las grandes eiJlPresas han de ocu¡jar su puesto en aquellos opeYátivd& que asi k) ~n.

7. El Estado no es empreeáriQo sino legislador, j.uq&dor y adminis­trador de los recursos que necesita para cumplir adecuadamente con sus funciones específicas: sólo supletortamen~ o en casos de seguridad púb.lica, p. ucxte_, it)~. . en __ Ir en la acf:!_~ mercantil, industrial y de se~iciQ&. PrfuOíplo <Je subsidi~edaá.

Obras publicadas: e Cuestiones de Teologia. Etica y Filosofla, Carmelo -E. Palumbo,

año 1988. . , ; · . : · e Orientaciones y Principios deUd~rto·Social de la Iglesia- 15

Documentos Pontificios, año 1989.

e Temas CIES 1 ~DeMonologta<'EEíplrltiSmo y Sectas ~ 3 Dcacumen-tos Eclesiástt,cos. año -~990. ,

e Temas CIES 2: J~madas Empresarias. (1): "Empresario ocupe su puesto en la vida nacional", año 1990.

' ' . ,- . ' . . . -·' , . ~

• TemasCIES 3: "lOO.año&de la.Eftcíclica Rerum Novarum- León XIII". año 1991.

• Temas CIES ~;;."Sexo. y, YAc@" - Sida. Homosexu~~ !Jx>rto -. Dr., LuJs Aldo Ra~li. añ() 1-99.2. · . .

e Guía para un estudiO slst-eimi~de 4tt< Doctrina Soctal de la lgle-slil. 2®-.FAI~ión, Carmelo.~>PaluJnbo. 1~2. . ., .

e ~mas CIES 5: "Diccionario de la .Centestmus Annus - Luis M. Bertolino", año 1993.

• Temas- ClilS 6: "El; Vaticano y 1a Democracia t Dr. Juan Rafael -' Uerena Amadeo", añQ 1994. '· · ; .

w Tema$ CIES 7: ·ru&ion~ de fá 'Encicltc;) 'Verttatis Srtlendor -tttls M. BerlóUno·>aflb 19!15.' · ·· · · · .· . · ,r.

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Indice

Nota Preliminar .................................................................. 7 Prólogo ............................................................................... 9

Diccionario de la Veritatis Splendo~ .. ........................... u

Carta Encíclica Veritatis Splendor ................................. s9 .

Introducción .................................................................... 61 Capítulo I «Maestro,¿gué he de hacer de bueno •.• ?» ........................ 67 Capítulo 11 «No os conforméis a la mentalidad de este mundo» ....... 85 Capítulo III «Para no desvirtuar la cruz de Cristo» .......................... 131 Conclusión ...................................................................... 157

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Nota Preliminar

La Iglesia siempre atenta a las exigenciaS !J problemáticas de cada tiempo, responde a ellas con renovada vitalidad, brin­dando la actualidad del mensaje de Cristo; y, en especial, cuando más parece dtfundirse la confusión y el error, ofrece su palabra esclarecedora, de modo tal que, mientras el Catecismo presenta la vida moral de los "Hijos de Dios" representando un texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica, la Encíclica Veritatis Splendor nos ilustra en conceptos fundamentales de teología moral.

El C.I.E.S., continuando con su propósito de difundir la Doctrina del Sagrado Magisterio Eclesiástico y facilitar al lec­tor la búsqueda de los distintos temas comprendidos en la En­cíclica de referencia, ha encomendado al Dr. Luis M. Bertolino la confección de un Diccionario, similar al que hizo respecto de la Encíclica Centesimus Annus (CIES 5). Nuestro más sincero agradecimiento y felicitaciones al Dr. Bertolino, por el esmero y prolijidad de la obra realizada.

CIES Dirección

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Prólogo

¡Cuánto deseamos que el esplendor de la verdad brille, de modo creciente. en todo hombre!

Sin embargo, la realidad de cada día está diciendo lo contrario: Pobreza. hambre. odio, violencia y la palabra siempre actual de Juan el Evangelista: "La Palabra era la luz verdadera que al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.

Vino a los suyos. y los suyos no la recibieron." (Jn. 1, 9-11). Hoy, la oscuridad sigue siendo densa y no cuesta mucho

darse cuenta de que en este momento de nuestra historia, los discípulos de Cristo tenemos la difteil tarea de hacer brillar su luz en la oscuridad. Ser testigos de CrL<>to, luz verdadera que ilumina a todo hombre. Así lo ha entendido el Dr. Luis M. Bertolino, buscador incansable del Magisterio de la Iglesia, que desea penetrar hasta las profundidades de la Carta Encíclica Veritatis Splendor y mostrar la riqueza de cada uno de sus términos.

Su "Diccionario de la Veritatis Splendor", pretende acompañar al lector en el descubrimiento de la verdad contenida en el Documento.

Bendecimos su esfuerzo. deseando que anime a muchos a conocer, amar y transmitir a otros la doctrina del Papa Juan Pablo JI.

Que su lectura ayude a "discernir cual es la voluntad de Dios: Lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto" (Rom. 12, 2).

Rafael Rey Obispo de Zárate-Campana

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Diccionario de la Veritatis Splendor Este índice contiene 533 conceptos ordenados en forma alfabética. Su fmalidad es facilitar al lector el acceso a la riqueza conceptual de la Encíclica.

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Acción m......._·......_ílieneftlz--NIIgtosa. el~ de Dios un1ca bon&t.d, plenitud-~ ténntlio fdUmo clél obrar humano. parágrafo9 .-, Actitud farlsaica: rechaza o pretende adaptar las normas morales , No dejarse contagiar: aceptar la propia incapacidad y pedir. mtaeri· cordia. parágrafos 104,105

Acto humano: es bueno si su objeto es "ordenable" a Dios. -El acto alcanza su perfección mediante la caridad. parágra.[qs 78, !9~. - . · · · Actos buenos; permiten realizar la libertad en obediencia a lét ley ~~. . .. Ayuda el don del Espíritu Santo, Espíritu de verdad, libertad y amor. · · · ~-

parágrafo 83

Actos humanos intrlnsecamente malos: violan la "humanidad" del hombre, antes aún en quien lo realiza que no en quien lo padece: parágrafo 92 . ··---·

ActoS h~O.: doctrina del objetO' tnn' de un acto). Explicita la moral bíblica, los mandamientos, la caridad y las virtudes. parágrafos 78, 79. &2 · , . -

Actos humanos: "consecu'encialismo· teleólógieo. Obtiene criterios de rectitud del cálculo de consecuencias de un acto: parágrafo 75

A.etoa humanos: -proporeionalismo· tel~ológico. Pondera la proporción entre efectos buenos y malos. parágrafo 75

Actos humanos: doctrinas morales' eitóneas. Prescinden dé la intericióri.poilk·éttát una elecCión es hecha. parágrafo 82 ·

Actos humanos: el objeto ·es deciSivo en el juicio moral.· -:· ·' · La r37..ón·humana aprehende· su "ordenabftídad" al fin últlJilO, Dios-.· parágrafos 78. 79

Actos humanos: fuentes de la cualificación moral. Legitlmamente se buscan argmnentos raciOnales pál'á la& 'flor'rilas morales. ' · parágrafo 7 4

A.etoe bumaaoar ltlteÁ.c.lón y consecuencias en la cualitlcaclón·moral; Son importantes pe19 no sufielentes para \'alocar la cualidad mt:ll'al. ; parágrafos 77, 78.81

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..-:!nam'IJ'"!;·Ioabuenos~.&Mln -con.ellallal .. ; ... :.r~~,,·· Lo·.est.áblecerfa :Sabiduria. coboelda por1a.Jey natural y Ja. revelación. parógrafo 72

Actoa humanoa: los hay intrínsecamente malos. Ejemplos: de ·tales actos. · ·~·; · .-, parágrafos BOJ &1 ·

Actos humanos: los hay intrínsecamente malos. La Iglesia los señala, fiel a la verdad del hombre, dignificándolo. parágrafo 63 · · :; · ·

Actoa humanos: los hay iritríiÍsecamerité' máios. . . . La intención o circunstancias pueden atenuar pero no eliminar la maUcta. .· ; :.· .. , ·. ·• · • ·-parágrafos 81_. 92

Act~ humanoa: los hay intrinsecarÍl.en~ ~os. , Lo son por la razón de su objeto, independientemente de las. in­tencioqes. parágrafos 80.81

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Actos humanos: los hay intrínsecamente malos. Su prohibición universal e inmutable. resguarda la dignidad humana. parágrafos 90. 92, 96, 97 · ' • · ·· · · · '· ·

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Actoa humanoa: moralmente no basta que la intención sea buena. Debe haber ordenamien~ voluntario _de la persona a su fin. último: DiOS: .,. . . . . . : . . . . parágrafos 7:2, 73, ·m a 81 · ·

Actoa humanos: no es líclí:(> hacer el mal, para conseguir un bien. No es lícito ni aun por razones gravts~,.. parágrafo 80

Actoa humanos: son actos morales. . Expresan y deciden la bontL1d 9JJl~llcia del que Ío~ realiza. parágrafo 71

Actoa humana,: teorías éti~_teleológi,ca~.. . . &m.-~nes .a una me11taliq,ad clentülca,ajena a la doctrina de la Iglesia. parágrafos 7 4 a 79

~huma.....,· utUitarismo y ~mo. No tienen en cuenta el fin último del hombre. parágrafos 74. 112

.AIIlc·al próji~M: es. el compendio• Jase~ tab~ del ~--· Expresa la 8ingular.dignidad de la .persona humana. parágrafo 13

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Alllor al pr6Jlmo: no lo haysln.amorli'f>k&í:· -'-" '''"l'~ ~ ;;:; Ambos constituyen Uha untdadfn~le; r· parágrafo 14

Amor de Dios: su intctatlva es grattittá!'' La vida moral se presenta como respuesta -a· esa iriteiatlva. parágrafo 10

Amot 1 Ylcla •eafm el ~ello: lb'que exigen suf;era'ias··fu~ humanas. Sólo son posibles como fruto de liD don deJ)ios. parágrafo 23

Apelatiw .. católico" de lDatltucloaes· es competencia de los Ob~pos. Ellos lo deben dar. También retirar en calO de g¡we tllcohel'end•a.-parágrafo 116 '·'.·•'"' · · ''

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Autonomia de la raz6n hum•sa•: algunqs proponen moral sol~­mente "humana•. OlVidan qt1e'ht'ráz0n h~a)aipende y ~tt;í de la Sabidurta: divina. · • .,, · · · '· · · ·· · · · -' • parágrafo 36, 37

AUtcmomlá de lit.S'teanüdes terrfta.: es coilcepto en.tittlrito lér~ mino ateo. . ,

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Cuando considera que las cosas creadas no dependen de Dios. •· parágrafo 39 '

Autonomi& mo~al deÍ hombre: la ve~d~~ ~igniflca acepiar Jaley de Dios. Ubertad humana y tey· divina estárt ~adas a ~nettárse. · '· parágrafo 41

Autoridad de los Pastores: ·cum Petro et sub Petro". Con la asistencia defe&ptrttu, dertyá~ Tá'~liifad.a'la fe a'post6ffca.' parágrafo 116 · ' · · ..

Bautismo: nos •revtste.d~,9risto", n,ps ip~ ep ,s1,1 Cuerpo,~~~~' El OOu~clo. mu,erl;o ~ peca<lo. ¡;e~ij)é la vJ4anue~. . . . .•. par(ígra]o 21 · · · · · · · · ·

Bien: sólo Dios es el bueno. Reconoce~~ el núcleo de la Ley,. Para evitar errar el hombre ~.~.la verdad y el bien. parágrafos 9, 11. 62

Blenaventwwn•-=.np~ ~ parÜculares de.~.:· Cada una. desde su (mlpia perspectiva. Cl!l un camino de perfección. parágrafo 16

Bleaa•eaturauu: se refleren·a actitudes y·disj)ósiciorles báatas;.· ' No coinciden exactamente con los mandamientos. stn discrépanctas. parágrafo 16 ., .•

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Bleaannt1U'IUlZ8S: son proll}elól de ~ eterna. Indirectamente~~- ~dicac~Qq~ ~~. parágrafo 16 · _, .. ,

=~~~tmda~~~i~~n~~ijl~ü

Bueaa intenci6n: no autoaítzaninguna obra mala. El acto humano es recto en su objeto si es ·ordenable a·Dios". parágrrifo 78 · .

,· ' . ; ' ,:-·.;i:.::.,: • .. •:' j_

B~·4e k pe$cci'-·necealta dos e<mdlctones .. La Ubertad madura y la gracia divina. parágrcifo 17

á6..Ueda ele~ ,pe~~: S~~~* a~~risto. " •:;; ', ; . Es indispensable el respeto prev:l.o de los mandamientos. . ~~17 ' '

a1~~ hdel ~o,tido de la yt~ prye~ I<i, ~rmap.enci~ d!ytna ,e.n e corazon umano. parágraft;~1

Calda del :marziamo: persiste un riesgo grave: el relativismo ético. La democracia queda sin referencia segura moral, con riesgo totalitario. pa:rógrafo 101 ' ·· ·" · ' ··, ' ·

Camino de~. pedecoióa: Jas. bie~venturanzas. Superan la interpretación legalista de los mandamientos. parágrafo 16

CaJ¡alQo de peñ.cq61i: J.~Ós pjde a)os namadós su donr\Ción tOtal.· El es la medida del amor en el-dóri.saéritlcial dé su vida en la cruz. parágrafo 20 ·

c'ili'Ídad: es el pli.nter fruto del Espiritt{5anto. ' ' . ' ' ' Es un don de Cristo~ El amor motMi para gúarclat los mandamientos. parágrafo 22

Caridad: es única e· indivistl)te. Tiende espórttáneamente a'la ~t6n~ · parágrafo 18

Caridad: ~ i!lltrega. balita el dbntoml. eft~tlm libertad;"' ' El ejemplo de Cristo ~s fuente, paradigma y -..xttto para el testimonio. parágrafo 89

Catedmno de la JaleGa Cat61iea: es referencia segura y auténtica para enseñar la doctrina católica. · . . . parágrafoS

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eatart'lit .. ;JaJat J ._~_...~wtelliCB rtos de la dignidad humana. · . u parágrafolOO · :,\.· ·· .. ' ' ... _¡,;_.,_ • _,_..,

Catequesis moral de los Apóetoles: fue simultánea c6n la· viglbri-" cta de la fe y la hturgtil, · · :. · ,,_,:;,:e;;:;:.: :AJ.., , •.•. ¡,; .. _n,~{, • ' ~ pal'{lgraj0'26 , .... ::·~- ;;· ,· ·J~ ~-·. •,:!'·' ,·,¡·.' .. ;; ". .,

_Cien .. y téclúca: testlmo~o de la capacidad y tenacidad :hutÚanas. · 'NO é-)tl~n; esti!iftdan lo5 titterróogahts ~~o80s fumfaow~: ·.: parágrafo 1 . ·~·

'. . :--, :: ·,: -l .::. : . ' : ;_~ ~ •·... . .'l. ' ; . : ;, . ·~:! ' ; ! ; ., - .l1 ' • .

Ciencias humana•~ estudian la moralidad sólQ ;c;omo hecho ~~ co-social. u ieotógta í:ftor~Hto se tes s~~ &ud~&~l'~·1el blal; . .:. '_,._ . , . , __ .¡,· ¡/Y ·_: 1. '.t_.;_ _;- : • -,• tf-._ .. - .

parágrafo 111 1 · ,;> ••

ClrcUIUI~iaa. 4p1_ .la c:\ldft~clón m,rü fle 1~ actos Jau.mu--: ho mod~Wcilri' ti 'tos '((lli lihn'irittthSécarnenté m~l'or sú'Ob.JelbP · ·. · ~joBO : " ,. ;,_,., ... . . . , :::;.d_¡ Comportamlentoe prohlbldoe, expreado. en la l.q de,......_ negativa: nunca se,los debe escoger.

•*' 52 . . . . parág~,_o . . . . . .,

Comunión de las peiSOIUIS: se peijudica con actos que~ q igno~ la ley, iJllPuf$les ()no.. . . ,_ .. .,, .. parágrU:JV 51 . . · ..

Comunión de las penonu: se edifica por la leyCómún atol!los¡··· •;

:r~~5¡-. gra~ta.eJe~DlPS.Ja ~~·vio~~~ ~r;~~~~9-: Conciencia errónea culpablemente: compromete su dignidád; No .se bus~ la ve~d. ehnal hábit¡e Ja ~ce. ,. . , parágrafo 63

Conciencia errónea: no pierde su dignidad por ignorancia inVéilclblé. En,~ caeo~ s~ no es con~ y oo puede~.wr·f4~. parágrsjo 62 " . ,i

Conciencia errónea: se considera subjetivamente verdadero lo qué noloes. · .,. -,.. . .. , ·~ ,. . .J· .. ·,.,

El mal cometido puede no ser Imputable pero no deja de ser un mal: parágrafo 63

Conciencia monl: descubre al bo.mbre una ley a la·que,~obe· decer .

. No e$ fuenteautlJRema C!fUededda·lo buqo 'f'Jlomalo.. parágrafos 54, 60 , , ··

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e.aoleacla --.1: ~td.d·~~pu.lnd,, ~'l!dft Dios. Es el espacio santo donde Dios habla al hombre. parágrafo 58 , . ~. Conciencia moral: en su formación la Iglesia tiene su ·~to". Más que enunciar la doctrtna, es su ·núrada" fija en el Señor Jesús. parágrafo 85

,. . ·.. •l

Con~la .JDOnl: -. e~ únicQ te$tigo de la rectitud o maldad. del hombre. Su testimonio se dirige a ~a persona núsma y sólo ella lo conoce. pcl1"(Jgraft)S 57. 58; 61' . ' ' ., . .

conm.nq• m~ ps laapli~f(m. ~Ja ley a ca,c;ta ~ particular. Es obligación moral a luz de la ley conocida como un bien, aquí y ahora. parágrafo 59

~iitn~ mo{aÍ: ~~)a r:éi~lól('1~tl{f~ ~rtad hu~~ X la.'le~ Llama a hacer el bien y evitar el mal, desde lo profundo del corazón. parógrafos:54, 6:P: • ·.·· ~-">'''<"·-:.> .· · · ,,. ,··· ,.,

Conciencia moral: es testigo por nied!C> de ~juicio ·práctico. " · Ordena lo que el hombre debe hacer o no hacer o valora lo realizado. poz:ágrojo59

Conciencia moral: no es autónoma para decidir lo bueno o lo malo. Obedece a la ley divina, norma universal y objetiva de la moralidad. parágrfl.ios 32. oo. 61··

Conciencia motal: Opinión ·creatl\la": •decisiones" de conci~nda. Pone en discusión la identidad misma de la conciencia moral.· parQgrq[QS 55. 56 . .

Conciencia moral:· i'elactoria lá li~rtad•-fiumana con la ley de Dios. Los preceptos negativos la obligan, en todos los casos. parágrafo 56

Collclenelíl diOiiíl: se-dtpreSa pc;r'actns de •juicios", no collX> •<feclsloneS". Apremian la búsqueda de la verdad para dejarse guiar por eUa. parágrafo 61.

Conciencia recta: no está exenta de la posibilidad de error. Pttnt tenerla hay que buscar la verdad y obrar según e Ha. parágrafo 62

Celadeaoia: actitud fartsaica; pretende adaptar la norma moral o la niega Se pide a todos vtgtlancia para no dejarse contagiar de esta actitud. parágrafos 104, 105

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Coacbaaela: necestdad de su f~i6D'CJ11B ~·yelbten.;"" + ~ No basta conocer la Ley. Hay que practicar las virtudes. parágrafo 64 ·

Conciencia: para su formación es gran ayuda el Magisterio de la-Iglesia. '<>:

No menoscaba la libertad de conciencia de los cristianos. parágrafo 64· , ·

Conciencia: sólo Cristo puede darle la paz y la salvación etemá: Ninguna doctrina romplaQiente ·puede reemplazar S1d Cruz y.sa:Glorta. ·. parágrafo 120

Coafuaióa del biea y del mal: es la crisis más peligrosa qtie puede afectar al bombA: y a las comun.t<lade8, · · · · L· ··. parágrafo 93 '

Conaaturaliclad entre el hombre y el verdadero biea: se funda-menta y desarrolla en la práctica de las Vict~. • '· parágrafo 64

ConaecuenciaUsmo: teoría ética teleológica con falsas soluciones. Obtiene criterios de cuallftmctón RlOilll por el cákab de cónsec~ parágmfols 75; 1(! . :

Consecuencias de las acciones: es imposible valorarlas eri su tó':.. talidad. ' ... ' •· Su consideración es insuficiente para valorar moralmente una accm. parágrafo 77

Contemporaneidad de Cristo respecto al hombre de cada épocá: se realiza en el cuerpo vtvo de la Iglesia., parágrafo 25 ·. ¡ ·

Coamencla politica. aocial: necesita respetar las exigencias morales. Cuando no se;respeta:n, las sociedades van hacia ia c:llaolueión. . . pariagrafos 97. 101

Corrientes subjetivistas e individualistas: debilitan o niegan ·la dependencia de la lbrtád .res pe ea a la verdad. . ' parágrafo 34

Cdsis de la vezJ&a: algunos ex~tan la libertad como valor absolutó~ Abandonan la idea de una 'verdad universal: niegan la naturaleza humana.: .i•f · ·· . . • .,~·-- • • parágrafo 32 ., · ·:: . ·

Cristo es clave de las Escrituras, 'rinculo de la Antigua y la ·'lue-' n AliM•:- ee·el>centro a la eco!lomlalde :la~. p)eottuch:IÉ! la ·ley. · · · parágrafo 15

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Cuerpo 1l118a••;: opartlctpad; en;;fa.reautrtcdón.- No e!& ,Uibblen "premoral". );;;:; ·;;' ,. La persona existe en unidad de cuerpo y alma parj.lgrafos 48. 49. 50,

-· Cuerpo y alma: su unidad es la naturaleza propia y originaria .._ hombre. · . ,. ' La ley natural no es norma sólo biológica; se refiere a esta unidad. parágrajos47a sq _. .·,,• ,¡, c-tUa-moral: lmpliea-a todos; aw1'ioe ({lle· no eonooen :a Crtsto. Por la senda de la vida moral se abre a todos el camino de la salvación. p~ágraf? 3 __ ,, . , ,, •. .. ~-Cultura moclema: promover el:élti:logo con ella es positivo. Se basa en que la ley moral y natural es unlversaln\ente comprensjble. PW:'#Irafo3~'"' , _ ,, . ~,.;;;, _.

Cultura modema: su-~ Exalta la libertad y a la vez la pone en duda. parágrafo 33 __ .; ..

CmnpMmieato •eta ·Ley: se logra .sólo CQDlO don de Dios.. Es ofrecimiento a participar en la Bondad dMna por medio de .Jesús.

ParÓflrO¡Jos y.23:~4 , , l'?'"'-'··--. . _ 1

Deber de loa Pastorea: exigir que sea respetado el derecho ~ los fieles. · Recibir la doctrina católica en su pureza e integridad. parágrafos 113. 116

: - .. ·- .:.i.~- ·• ~~~- -~ ~,.::',á,>j• ~-

Debnidad humana: hace imperfecta nuestra libertad. Su crecimiento hacia su madurez necesita de la ley divina. parÓ(lr;aJo 17 , .. _ _ ., ;,,, ._ , .. , . ,

Democracia~ se basa cm la•igualdad de denchos .y deberes. Su fundamento son las normas morales que prohiben el mal intrtnaeco. pQiágrajo 96

~>- • -. 'L ~.. .': <;,. "'~

Democracia: riesgo del relaUviamD étioo; ·deja sin referencia moral segura. Una democracia sin esos valores se convierte en total.itap;mo fácilmente. parágrci.fo 101 • · · · · ., ' · · ·

Dependencia de la libertad respecto a la verdad: esa libertad es signo eminente de Dios en el hombre. pcg_(lpr_qfo.3_1_ · ;or :•1'

. .....,,__. r -,.-,, y ·• •

Derecho•la 'libedacl.religtaea. y. napelO ele _la concleacla: .cada vez n\ás S6 los ve como parte inseparable de los derechos humanos. ~ágrafo31 ,_,

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.,._.. .. -.-....~ladMá!M~ttln ....... ¡ Es obligación de los Pastores hacer resPf~W.,.,dlmdlo .•. · ~ parágrafo 113

:Jlel'echG.It••••noa: •·basanenla~.._la.....-.~•~ Nadie los puede violar: individuo, grupo. clase, Nación, Estado.

pará,gra¡os 97, 99 . _ _ _ '"H-•i:''' ,¡ ,.,,_ ,,-. _ . ~• , , ,

Derecho. humano.: son humillados·eon lajustlcias y corrupción. El ortgen es cultural y en su centro, el sentido moral y reb:gioso;.

~r?J;q,,!JB ::··:;. .,.- .. "•.-:·· ' ~:rtoH,·: .,_, "',:,_c,-~-cloet ....... laiiJeaür se ba4adoatJey moral.· .. : ;u __ Su fuente es 'la Sagrada Escritura, con la asistencia del Eapirit.u Santo. ' ' 'l

fX11:é#¡ra.Jo.~ . ;:·.::.><''' . ... '"i· f. c.;;-";,,'~ Descristianización de pueblos y comwdclades contem~ comporta pérdida de la fe y oscurecilaltnto'chd.seoUdo.monü .. :·; ' : parógrafo 106 .. • . , , ,

ne... depelfecdé'R:<'Meesn:a un~tndtspe~. El respeto a las exigencias morales de los mandamientos. parógrafo 17

' ¡ ()

DesJcuio primorcUal de Dio. sobre el hombre: es un ~prtnclpto• más óriglílal'JO y autorizado res~a·bfle!!!rRICGMtca. · ~" ··· i::; •. ·~i·'.' parógrafo 22

Destinatarios cíe la En~lcllca: lo~ ObispoS: custodios de la docQina. ' En unión al Papa deben afrontar esta verdadera crisis para la Vida' moral. . . ' . ,. ,._.,,,,-,ó.' _-( '"''' ,, .¡ ... ;. -~·i.;c. , __

parógrafo 5 · · · ''

Diálogo de JetÍás con el Jcwen ri~'tí(Í. 19): resumen de su ense: fianza moral. · · · Es mottvo de ~n á lo 1afgó de~~creuca,· <-: · - ·· ,,; ' : • ' patügráfo 6 y siguientes ' · ·. ! · ; • •.

Dignidad de la conciencia: se compromete cuando es e~ . .cul-­pablemente . No se busCá la \lerdt\d 'y 8 bf'efi. el habito 'de ·pecado :la éntie~.­parógraJo 63 ,., · · ·

Dignidad de la c~ci;~ck errón~: nunca es eqtd,arabie al;yalor moral del acto de la -conciencia recta. par{igraflr63 - · , ' • '· : '· ~~ ¡q

DllaWM .ele Ja ~--""*'- 4lei'Mlcicla.veJ'dad ~Uva aoo:-; gida por el hombre. , , , . , parógrofo 63 , _

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oiW'Yrd dé<Jia,l'._oaá:ll•ennt•·~·y~ que·no la respetan erito ~·: ·' · parágrafo 100

Dlpl4ad 4ela pe1'8011&Jmaae•: <Cristo $e refleja en· ella.' , .. · · pa.rágt«jo 95 .. .,. 1

Dl&nlclad de la persona humaaa: el hombre contemi>oráneo tiene de ella una conciencia cada vez mayoav;. . . . par~l

DigDlclad de la penona hUIIUUI&, creada a imagen y semejanza de Dios: no se puede env:ilecer o eáfttrastar twDQUe sea coa buenas iiUienclones. . .. parógrafo 92

DigDlclad de la persona humana: en lo económico exige prácticar ~ ~~'!•\ •.J,, .~~·:.1~•''''·1 '• r

Templanza. justicia, sblidaridad.. parágrafo 100

Dl&nlclad de la penona hUI8alla: en lo económico a.y &i!~ que la violan. r) : . . • , ;

Ejemplos. parágrafo 100

~ ~ ' . . . . ' q

Dignlclad de la penctDa llumaaa.:. en lo político hay exigencias morales. Si no se observan se resiente la convivencia política y la vida social. pdi'ógrafo 1 O 1 · · ·

. . . Dignidad de la persona hUIIUUIA: es origen del respeto a la vida humana. La unidad cuerpo y alma da significado al cuerpo humano. pardgm.fo 50 · · · · · '~ ,. · ·'

Dignidad de la pereona ......... : i~n visible de Dios.· Nadie puede violar sus derechos: individuo, clase, grupo, Nación, Estado. ¡iarágrafo 99

DigDida4 .. ele 1a pcm1011a lmrqa'J'•: la Jg1~$ia 1~ defiende eón norlll$S morales. Este servicio se dirige a cada hombre y a la sociedad como tal. pai'ógrafos 96. 97 · · .·, ··· · ·

Dlenldad de la persona humana: la log~ con el bien y evitando ~1 mal. Los distingue a la luz de·ta:razóri mtural:·r~Jo del esplendor divino. parágrafos 42. 54

a

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DlgDMeA ele ·la peiSOIUl ..._.: se: expresa en la·'!eeg&mciaita:liJie;" del Decálogo. Su compendio es el amor al prójimo. parágrafo .13

Dtgllfdad ele la peNODa Jau~ tiene exigencias ineludibles. En su respeto incondicionado resplandece la relación entre fe y moral. parágrqfo .90

DICJúclad penoaal: inviolabilidad del hGntbre. reflejo del esplend&r divino. .,.· las normas morales unt~rsales.e.trunutables.la manifiestan y protege1,1. parágrafo 90 · · · · ·

Dignidad trascendente de la persona humaDa: imagen Visible de Dios. . . La raíz del totalitari~o moderno está ~en su.negación. parágrafo 99

Dlscemimiento del bien y del mal. pcn: .el hombre. con au ~a la luz de la revelación divina por la fe. ~IÚ'irtud de la ley de I;>iQS. · · · parágrafo 44

DiscenaiJJij~to del blen y del ~.la ¡;.espuesta la da J~riatp. El ilumina a su Iglesia para interpretar los signos de los tiempos., parágrafo2

Düicemir el bien del mal: se logra por la razón subordinada a la Ley.· Es. razón superior al hombre: impone deberes. otorga derechos y sanciona. parágrafo 44

Discusión moral: nuevas tendencias y teorías. El Magisterio discierne. tlel a Jesucristo. para ayudar al hombre. parágrafos 27.30

Disenso teológico: los Pastores deben exigm respeto a un d~ho; ~ Es el derecho de los fieles recibir la doctrina en pureza e integridad. parágrafo 113

Diaenao'leol6gico: no puede resolverse á través de los medios. ·~ · . , . Es contrario a la comunión eclesial y a la coostitución jerárquica. parágrafo 113

Dhiái6a interior del lutmbre: conociendo el biea. obra el mal. Todas las tentaciones son eco de la caída original (Géri 3,5}. parágrafos l. 102

Doctrina del otijeto: es fuenre de la moralidad; .. Elq>liclta la mol'at· blb11ca. los mandamientos. ·la caridad y las virtudes. parágrafos 78. 79. 82

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»í: tliJM~•hay cle&JrmJnadéruw.nlaldela IDCII1Wdlldddlacto.: Aftnna un orden moral objetivo que obliga sin excepciones. parágrafos 78, 79. 82 . ; , .

Doctrina.llloral cristiana: necesita la vigilancia de los Pastores. Maestree autétlttcos, dispensadorea,dr::-«racia. soporte deJos ~· pat'ágrafo-•114· ··

Doctrina social de la Iglesia: pertenece al ámbito de la teologta moral. Stt.~ tiene importag.cja para a vt*. de-Jas perso~~n soo!edad. parágrafo 99 ·

noetrliias ~omplaélenteii: su abSdliíéÍOtfnóda paz de·conciencia. La da sólo Cristo con su Cruz y su gloria. · ~qf()l29 ·' Don de Cristo: es su Espíritu y su primer fiuto es la caridad. El amor es la motivación para 'guardar los mandamientos. parágrafo 22

Ecoítóadik ·el respeto ir la dlgrtld8cttiumana en·éste tema exige virtudes. Templanza. Justicia, solidaridad. · · parágrafo 100 · ·

Ecoa~mta: hay compo'lltamténtoi!f y··rácros ·que· vtolan· ttt drgntdád humana. · El Catecismo de la Iglesia Católica los señala. parágrafo l 00

~de 'lidia de lli8Dtlda4: la VIrgen Madre de Dios, santos y santas. Muestran la belleza de la verdad. la fuel7..a del amor de Dios. parágrafo 107

Elección fundamental: es inseparable dé Jos· actos concretos; La moralidad de los actos no se reMndica sólo con la intención. parágrafo 67

~·fundalftefta.t ele la ..... c:rlsttafta: la de la fe y su obedieneia. Proviene de lo más intimo del"~·. y actúa por la caridad. parágrafo 66

EnteJn•• recóacütoa- e la eoacllei6n ·Jnmulna: Ja respttesta dtá en el Maestro. pennttteado afroncar nuevos problemas. parágrafo 30

Ensehnza· ele la 4octrbul: grave deber de> loS teólogos- moralistas. Enseñar Sin lesionar ladoctrina dé la fe. parágrafo 113

EDseiianza de la doctrhta: es .derecho de loe Geles llPbtrla,c:on,)ltll'eai E& deber de los Pasiores'exigir esa én8ea\anZa CQil.pureza e integridad. parágrafo 113

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~··moral 41e JeRa: 41l&CA·V'IV'a·& etclld;)go. eon « JcWea·rléO (Mateo, cap. 19). parágrafo 6

Enseñanza moral de la Iglesia: en su seno se difunden dt.¡das y objeciones. . .. Ponen en tela dejuicto el patrimonio mOral. parágrafos 4.5

Enseñanza moral de la Iglesia: siempre la hizo, sobre diferentes ámbitos. . Hoy se hace necesario reflexionar sobre el córtjunto de esa enseñanza: parágrafo4

Error subjetivo: es fruto de una conctencia erri)nea. Puede no ser imputable pero no deja de ser url mal. parágrafo 63

Error y pecado: no pueden eliminar totalmente la tuz·de otoé Creador. · Perdura en lo intimo la nostalgia de verdad absoluta y sed de plenitud. parágrafo 1 , .,, 1. .¡ :~ ..... ·· ~./~

Esclantud: desprecia la dignidad pe~nal y sus derech~'fún(Ja.: mentales. '• El séptimo maadamieftto proscribe acto$ y empr~ que COil<iJ.lqea a ella. parágfY#o 100

Esperanza: su ámbito espiritual siempre está abteit~ al hombre. Con la ayuda de la, gratia divina y·colaboraáéll::de la libertad humana. parágrafo 103 ...

Espiritu Sant~: es principio y fli~rza éle la fecundidad deltá. Ig~sia. . Acogido en corazón humilde y dócil, florece la vida y la santidad. '• parágra}Q'108. · , • .r.

Espirl~u· ·~to: ha~é co~prender fos mandamientos y Yividos.~t\ libertad. "" '" Son el principio de una vida nueva para el mundo. . ·· ··~ · .s ; parágr~25, 83

Esplendor de la Verdad: brilla en lo creado y especialmente en el hombre. ' Brilla én lo int:ttno del espirltu humano. Apertura. 2

Esplf!ftdor de la Venlatl: ilumina la ln~ncla y inOdela la hbt!rtad! í

Asi aytida al bómbre a cotlOéetló y~. · Apertura

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Bttca: presunto~entre ~ yA~aturale~ humana: .u~· planteo. Error: uso de ciencias humanas en exclusividad. Exaltación de la libertad. parágrafo 46

Etica i.Ddtriclualista: para eBa. cada t,tno l!le encuenb'a ante su verdad. Abandona la idea de una verdad universal sobre el bien .. parágrafo 32 ·

Eucarlstia: es el culmen de la asimiiación a Cristo. Es el sacramento de la NuevaAlian7.a, fuente de vida eterna. parágrafo21 ·

Evaugelización: es .para la Iglesia la Jazón de su existencia. Hoy debe ser nueva en su ardor, en método$ y expresic)n. parágrafo 106

~tación de la •erd&d:. a la vez. se la pone en duela. ~ Es una paradoja de la cultura moderna. · parágrq.fo 33 ..

EJdgencla de los preceptos negatiYos: Protegen vida, matrimonio, p,r~~iedad privada, veracidad y buena fama .. parágrafo 13 · · ·

Pti'ia4Umo: conciencia Sátlsfecha :de si misma. Corrompe la moral social. Cree poder obseiVar la ley sin la misericordia y la gracia divina. parágrafos 104: lOt;;

Fe erlatlaDa: es profundamente humana y de extraordinaria :sen· cillez. Consiste en. el segWmiento de Cri~to. El clarifica y da fuerzas. pailighifoH9 . ' '' ·

: '. ' ' . ;'

Fe y moral: el testimonio supremo de la caridad es el martirio. El martirio es exaltación de la santidad inviolable de la ley divina. pdr6grafo B9 · · ., · · · · ·

Fe y moral: es urgente -mc&trar que la. verdad se hace vida. La fe afecta toda la existencia: confléUlza y abandono en CrJsto .. parágrafo 88

¡.

Fe y moral: la fe se hace testimonio con las obras. Son sobre todo las de caridad y la entrega Ubre y total de WlO mismo. parágrafo 89

Fe y moral: se duda de su nexo y se erea unanoctva dicotomía. . Abarca a las actitudes y comportamienfQs de los mi&mos cristianos. parágrafos 4. 88

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Fe cristiana: tiene consoladora certeza. A ella debe su profunda humanidad y su extraordinaria sencillez. parágrafos 118. 119

Plf1eiWM. ala ley ..,_ta ele me.: test1mcx00s bibUoos. de santos y santas. parágrafo 91 -

Fidelidad al orden moral: el cristiano está llamado a esa entrega. Implorando la gracia de Dios, lo sostiene la virtud de la fortaleza. parágrafo 93

Pisiclsmo: escinde la moral< opción fundamental y actos particulares. Desconoce la dignidad de la persona humana en la unidad de alma y cuerpo. parágrafos 48, 49. 65 a 68, 70

Flsiclamo o blologismo: escinde la moral en dos niveles. Contradice la enseñanza de la Iglesia sobre la unidad del ser humano. parágrafos 48, 49.65 a 68, 70 ·

Flsidsmo o bloloetsmo: pretende una libertad autoproyectada. -Desconoce la dignidad de la persona humana ep. la unidad de alma y cuerpo. · · parágrafo 48

Flsicismo y natutalismo: pretenden normas morales universales. Se basan en estadísticas de comportamiento y opiniones de la mayoría. parágrafos 46. 47. 48

Fisicismo y naturalismo! sus, objeciones sobré libertad y rtatú! raleza. · · Presentan a las leyes biológicas como leyes morales. parágrajos46. 47.48 ..

Formulación adecuada de las normas morales a diversos cpn.-telrtos: · · es responsabilidad del Magisterio, con aporte de creyentes y teó-logos. · parágrajO 53

Fuentes de la moralidad: intención, circunstancias, consecuen­cias, objeto. Su valoración según teorías éticas te~. parágrafos 7 4 a 77 , 1,

27

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· Gracia ..._-rUIIiutad.·ll•m n: bay·una;relaclén inaep&Nble. La CiCliDCfe:llcBde haber reclbtdo el.dQn eostlene Ja respuesta m¡pol18llble. parágrqfo 24

Gracia divina y mandamientos: su relación. El don divino refuerza la exigencta moral del amor •.. · . parágrafo 24

Gracia divina y mandamientos: su relación. La conciencia de haber redbido e1<bl SCll!ltHiae la respuesta responsable. parágrafo 24

Gracia dlviaa y mapdnml4at.: $U relación. . La gracia es doa de Dios para observar la Ley. parágrafos 23, 24, 103

Gracia divisa: ~ pie,J:"de nP 8Qip por infidelidad. que pierde incluso lafe. 1

Se pierde por cualquier otro pecado mortal. parágrafo 68

Gratuldacl de la ¡racla dlria.a: ·el dQn es el. Espíritu •. cuyo primer fruto es la canidacJ parágrqfos 10, 22

Hermenéutica ~creaUTa": niega J.a obligación_~ los preceptc:>s ne-gativos. . . ·. . . ; El hombre no se da la ley, resuena en su conciencia para obedecerla. parágrafos 54. 55. 56

Iglala: el desarrollo doctrinal se Píl dado en.fe y moral. Su fuente es la Sagrada ~scrttuí-a. con la· iisfiit,é,ilcia del EspírttJ..I Santo. · parágrafo 28

l&laia: da respuestas a q~.da ~~J;ler~ción. . ÉÍ.·Evangelio ilumíria los signos de los tiemp()S. parágrafo2

Iglaia: defiende las normas morales cmno defensa de la· dignidad humana. . . Está dirlgtéfa: a cada hoinbré'y ala sóCtedad'córilo táL . <'•.

parágrqfos 96, 97

Iglesia: discierne sobre teorias éticas no sólo para denuncia o rechrun.. Trata de guiar a todos los fieles en la formación la conciencia· moral. parágrafos 27, 29, :W.40.,85.,1l5 ....

. - . • :Jo-. > ~ .. -' ,;.:

Iglesia: es enviada por Jesucristo. Debe anunciar el Evangeite.a tóda..aiatum. parágrafos 2, 7

28

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~·es Ma<ny Maestta: 'ID ..... ~Dli'IB8i'IIIOI1ll y lá pntpODe..: No esconde las exigencias de radicalidad y perfección. · .·. · porágnifo 95 ·~ \. ~ · .

Igleala: es su competencia proclamar los principios morales. Alcanza a lo relacionado a derechos de la persona o salvación dd alma. parágrafo 27

Igleala: es su .competencia PFOCiamat lPs prtpctpios "UlOrales. Como Cristo.. intransigencia con el mal. misericordia haci~ las personas. parágrafo 95

Igteaia: es su competencii\ proclaJpar 1~ prinqplos m~s . . . Obedeciendo a la verdad que es Cristo, no puede esconderla o debilitarla. parágraf&95 · , : .. · •• ·

Iglesia: experta en humánidad. se dirlge a ~ los hOmbreS. Por la senda de la vida moral la salvación está abierta a todos. parágrojo 3 '

Igteaia: su enseñanza moral comprende múltiples y diferentes ámbifós. Siempre, pero especialmente en los dos últimos siglos. la ha desarrollado. parágrafo4 v .;: '· .·• ~

Igteala: su enseñanza moral no me'n~ba la liberta'd de concie~~: La Iglesia se pone al servicio de la conciencia para evitar confusioi'les. parágrafos 64, 95 ... '·'

Igteala~ su enseñanza moral tiene su ·secreto•. Más que enunciar la doctrina, es su "mirada" fija en el Señor Jesús. parágrafo 85 . ·· . . , .

Igle.ta: su miston. Realizar el encuentro de cada hombre con Cristo. parágrafos 2. 7

Jgleilla: su reflexión tnota:t se desarrolla <tino ttdtogia m<>I'M. · · · · Basada en la Revelación reflexiona sobre la moralidad de actos hu:. manos. parágrafo 28

J&l.ta: su reflexión moral, a la luz c~e· Crfsto, es la tédlogía nim'at< ,.., · Cónéletne al bien y el<Mal de los ~tos en relación a Aqnel que· es bueno. parágrafo 29

Iglesl&: su unidad; . • .. · Es herlda;•pcx: los triatlanos·que falSean 1á fe o•la.lllOI'al. parágrafo 26

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Ipoamcla btncBG:Ibl« no hay eonaencia del elTOr, no sale por si mismo. · .:· En este caso la conciencia no pierde su dignidad. No· es juez infalible •. parágrq{o 62

Imitar a 'Cristo es entregarse a los dem3s por amor a Dtos. Implica una donación total. parágrafo 20

Imitar a Cristo es sólo posible por dón gratuito de Dios. Esa gracia es designro·prlmordlal de DIOS sobre el hombre. parágrafo 22

Imitar a Cristo, imagen de Dios invisible, es imitar al Padre. Adherimos por la fe para compartfi' su vtda con obediencia libre. parágrafo 19

lncompatibWdad de algunas orientaciones sobre moral: el Magisterio debe señalarla como custodia a la palabra de Dios. parágrafo 29

Individualismo: llevado al extremo, niega la naturaleza humana. Concede que la conciencia humana fija de modo autónomo su moral. parágrafo 32

Influencia del relativismo y escepticismo: Búsqueda de.lil¡>ertad ilusoria fuera de la Verdad parc'.i.grafo 1

Injusticias y corrupción poUtica: humillan derechos humanos. Se agudiza la necesidad de renovación personal moral y religiosa. parágrafo 98 · · · · ·

InmutabWdad de la ley natural: se fundamenta en Cristo. Hay normas objetivas válidas para todos los hombres de todos los tiempos. parágrafo 53

Institucloaea catóUcaa: competencia de los Obispos con la Santa Sede. . .. , .. Reconocer o retirar en casos de grave incoherencia ese apelativo. parágrafo 116

IntendQQ: es buena cuando apunta;alfin ídUmo de la persona, Dios. Loa.preceptos negativos no limitan, Sf)n expresión de la intención buena. parágrafo 82

Intención: su bondad no autoliza a hacer ninguna obra mala. El acto humano depende de su objeto: sies.o no "ordenable" a-Dios. parágrafos 73, 77 a 82

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IDtei'pNtacl6aa1ltéátlca,.,Ja,JAr Ahl 8etiiM;, es ~o encomendado al M~rio vtvo de la Iglesia. parágrafo 27

Interpretaciones incompatibles con la una doctrina: es responsabilidad del Magisterio sefialarlas. parágrafos 29. 110; 119

Interrogantes del hombre: la Iglesia propone la respuesta del Maestro. --•· ,_ 1 · · -- -'

Con esa luz y esa fuerza desarrolla la reflexión dogmática y moral. parágrafos 2. 30

Inriolabllldad del. orden moral: el martirio la confirma. parágrqfo 92

Invitación a la peñección: Dios la dirige a todos. parágrafos 18. 19

lnYocacl6n a liada, Madre de Dios y Madre de mtsericordia. Esa misericordia no puede ser cancelada por ningún pecado. parágrafos 118. 120

Jesúa enria su Iglesia para aítUJicfar·a'tOda 'criatura: : da la respuesta a cada interrogante del hombre. parágrafo 2 · · ·

Jesús se hace Ley"f'l"f'lente y personal:. _. , Invita a. seguirlo y 'da fuerzas ¡)ara daf~tlritónto del amor. ·_ parágrafo 15 ·

Jesús, nueyo Moisés: por El, los qtandélmien.~s son nuevamen~ dados a los homJ:>nr~· parágrafo 12 · · · .

¡ ' . : ' ) ~ ' • .

Jesús: sintesis de la-perfecta libertad vivida en obediencia a DioS~ Su carne crucificada revela el vínculo ~ntre liJ;l;e~ y ~erdad. , parágrafo 87- ., Juicios Yerdaderos de conciencia: su fuente es el Mcoraz6n" con­vertido. No basta con()(!er la Ley. se necesita practi~ las virtudes. parágrafo 64

Justa autODomia ele la IU6a: el Pfibre ~ la ley ;recibicla del creador. No significa la creación racional de valores y normas morales. , parágrafos 40. 35

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-'

Justicia: preseiVa lo&deNit:JaíB .V.pri)jljlloyda·loque es,debfdo~ 1;

En lo económie<t, su práctica la: -adge él respeto -de la dignidad humana. parágrafo 100

Justicia social y económica:,impltca recon<>eer esta verdad. Dios Creador y Redentor - Hombre creado y redimido por El. pq.rágrafos 98, 99

. . - '

Justificación por si mismo, en base a la propia debUldad: es inadmisible: duda de la objetivida,d .de la ley, corrompe; la mo­ralidad. parágrafo 104

Ley "antigua" o "nueva": es sólo reflexión sobre el designio de Dios. Son modos no excluyentes con que Dios cuida del mundo y del hombre. parágrafo 45

Ley cllvina y libertad humana: no hay heteronomia. No anula laautodeterminaetondelhombre: no impone lo ajeno a,su bien. parágrafos 35. 41

Ley cllvina y ~¡qcl ~'""': ~~oppn.ep.. se _reclam~ .p¡~t.l.¡a­mente. Quien está movido por el Espíritu, busca la plenitud de su vocación. parágrafo 17

i -;:. ~- .,~ , .. ,, • ., :'7·: ~ •. -:.: • ' . . .-..,

Ley cU~ y ~ertacl J,.nm•n•t teonomia o ieonoínia ~cipada. Obedeciendo libremente se participa tle la sabiduria y provipencia divina. parágrafo 41 .. ,·'

Ley .u.ma: el hombre lá' corioee pc)r mectto de la RE:vehlción. Es la ley eterna establecida por la Sabiduria de Dios. parágrafo 72

Ley eterna de Dios: áctittid de Israel.

.. '

En los Salmos expresa su alabanza, gratitud y veneración por ella. p<qágr:(l.fO 44

Ley eterna de Dios: el hombre la conoce mediante la razón. Manda conservar él orden· natural y prohibe perturbarb. parágrafos 43. 44. 72

Ley eteiDil de DlOíl: Israel fue el puebld'tllegldo para recibirla. Es don particular, signo de la Alianza y garantía de bendición divina. . parágrafo 44

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Ley monl: proviene de Dios y es hl:jlropta teydcthomb~~'~';'"' . . La razón humana partldpa en la apiiCadón de la ·ley moral en sus actos. parágrafo 40

Ley moeaica: de~cho at repudio en ehRáttMni« Jesús lo NChazá.! Invoca un Mprincipio" superior: el designio divino sobre el homb(e.· parágrafo 22 . 1

Ley Q1oeaica: es figura de la verdadera ley. En Cristo se cumple la plenitud de la ley. Es vinculo de ambas Alianzas .. ¡iarágrafo 15

Ley natural: adecuar a cOntékt.bfJ Culturales las ftoa'mas universales. El Magisterio de la Iglesia lo hace con aporte de creyentes y teólogos. parágrafo 53

Ley natural: desconocerla o ignorarla de manera imputable o no. Petjudica la comunión de las' personas.-parágrafo 51

Ley natural: ~s reinscrlplla defll'llti'Vámeftte con el Decitogo. .. ~ '·­Sustituye la ley del pecado qae habla dc!sflgurado el CGniZÓn humano: parágrafo 12

Ley nataul: fislcismo o bio~egtSIVw; pnttende una libertad autopro, yectada. Contradice la eneefia.n2a de la lg'lesia $obre la unidad del ser humano. parágrafos 48. 49. 65 a 68. 70

Ley natural: fisicismo o biologtsmo \re al caerpb. OOl'llG valor ~~'V Cdntradice la doctrina de la Iglesta·sobrela unidad de alinay cuerpo; parágrafos 48. 49.65 a 68. 70

Ley natund! fislclsmo y naturalismu pretenden normas moraleS universales. · · • Se basan en estadísticas de comportamiento y opiniones de la mayorta. _ parágrafos 46. 47. 48 ..

Ley natural: inscripta en el corv.ón humano. · Permite conocer lo que se debe hacer y evitar por medhde la :razón. parágr~ 12. 42. 72 .:;

Ley utural: los p~ negatiVos obligan ·siempre, sin eXcepciones.' Marcan un limite inferior, debajo del cual se viola la ley. ·• · parágr:qfo 52 > _ . . ,

Ley natural: los preceptos positivos no ponen límite superior. Manan una~ jlosMMlMel amordt Diosydel y:Rjlrno. . parágrafo 52

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->--

Ley natural: motivo de su ~ft!. , .. La razón. que ~ promulga ea la p¡opi:a naturalef.a humana. parágrafos 42, 50

Ley natural: objeciones del fisicismo y naturalismo. Presentan a las leyes,biolbgiea&-001110 leyes morales..­parágrafos 46. 47.48

Ley natural: por ella Dios hace al hombre participe de su providencia. Es la expresión humana de la ley eterna de Dios. parógrafos 43; 44. 59.

Ley natural: se basa en la verdad inscripta en la razón de todo hombre. Gracias a esa verdad la ley natutal implica la univer$8li.dad. parágtafo 51

Ley natural: se refiere a la naturaleza propia y originaria del hombre. Esa naturaleza de la persona ca,uni<Jad,-Qe alma y_cuerpo. parágrafo 50

Ley natudl: su inmutabWQad se :fuada~Q~mta en Cristo<, El es el "Principio": asumió nuestra natwaleza y la ilumina. parágrafo 53

Ley natlll'al: su inmutabilida.ck--.extsten normas objetivas de moralidad. Son válidas .para tod.o6 los hombrea ~ todas .las épocas. , parágrafo 53

!Ay natural¡. efect()s del: Espiritu-Santo. :·~-,e . Ilumina sobre lo .que hay que hacer e inClina a actuar con rectitud. parágrafo 45

LeF natunl: inspiró-la vida moral: de los primeros crist.laAos. Junto con la fe y la liturgia los diferenció de judíos y gentiles. ~26 •);,.·

Ley natural: no está escrita en piedra sino en los corazones. Para la Iglesia es don a custodiar. e interpretar a-la l~ evangélica, patágrq{o 45· i :. •• ·

Ley natural: nos prepara para la gracia y despliega sus eféctos. La gracia del Espíritu Santo nos es dada ~te la .fe en Crii:IAO,. parágrafo 24

Ley positiva o revelada, ley natural: es una distinción teol6gico-moral. : .,.,: .. · . . Se refieren siempl'e 'a ley hecha por Dios para el hombJ,!e •. parágrafo 45

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'-, \

Ley y pela:' til i.;ey {anttpa}'te IIWeátl'a al hombn'1W,P~,tm~ potencia. , . ; .. Lo abre ala acogida de la "V'1da en' el Espíritu" (Ley nueMtJ~ parágrafo 23

UberiM ...... homlml- y la ley uJH.::ae-.tompeDetran.mutteme•. Libre obedteneia humaaa. gratuita benevolencia divina. -, · parágrafos 17. 41

Uberiadclel ........ y.&a-ley..._,~Q-tep~-~ Sometiéndose a ella, la libertad se ~te a la verdad de la ~ión. parágrafos41, 66. 72

Llbe&U4 -cleJ-~: Cristo ~11ldtlca.do revela su .sigllifi~ ~-:: téntico. · ·.. - . , . . ... ,,. . : .. , . _ ,·: ... En el don de sí lo vive pÍenamente e iiÍvita a· p3rudpar en su libertad. parágrafo 85

i .,-,,- :o;·~ ' . :"· .. }.:¡~·:_ ;-, ;:~""'1:-:•·c ' "~;.;~

Llbertacl del hombre: cuando se la pretende absoluta despn;da lo "fisico". · · · · Ellisictsmo o biologismo crea una dMsión dentro hombre mismo. 'parógrafo 48 . . ,,

Lib«tad del homb.e: es débil; real pero contingente. Es un dón á madurar'. . . .• . ' '. . . ' ... ._,. . . . Fundamenta la dignidad humana. Es inalienable ¡)osesiói{ :lbtertii a-todos.· '· ,. -· ·: -.. _, parágrafo 86 . ,~ .

Libertad del hombre: es uno de tos 'temas más debatido$ aCtUal~ mente. ·.·· ,,· .. ·, ··, Hayunavtvaooncientizacñón sobre la€1ignjdadde lapenoona ~ parágrafo 31

Llbertacl ctel homl*e: no· es net.téia por su óbediencta a la 1~ divina. ., '• Mediante esa obediencia permanece en la verdad y confonne· -a 'su dignidad. j. k ' .· parágrafos 42, 45

Llhel'taCI' h1ilnlaJul y ley cltriaa: Lb81íttos hu~ son actos me).; rales: acciones deliberadas que califican. paráglaJ~ 71 ' ' •J i

Libertad h11mana y ley clivina: No se oponen, se reclaman mu~ tuamente. , · < · · .. ·

parágrafos 17. 35

Libertad h'IUIUUUl: es amplia pero no ilimitada. · Su tealizaetóbLplena está ett·ila aceptadDn de la ley moral dada,;pm' Dios. : .. .. parágrafo 35 . , ·

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I..lbwta4 h..,.a•: es imperfecta pOr ·-.estra debilidad.; Ese es, .all drama. -Hay una tncl:tnación a recbatar lá Verdad y el Bien. Cristo nos libera. parágrafos 17.86

IAelta4! lnamaaa~ no es s6la-elecc16n por una u otra acción particular. Dentro de la elecclón, es dectsi6n en favor o en eontra de Dios. parágrafo 65

I..llieltMimrMM• para ser auténtkllidebe reconocer laveldad. La verdad nos hace libreé y da la fuerza del martlifo. parágrafo 87

Libertad hu11111Nf~ $e realiza-en etamor, en el don dé si lllistno. Jesús crucificado nos da el pleno signiflcado de la libertad. par{igrafo 87 ' ' - -- '

Ubertad U1180ria fuera de la Verdad: Influencia del r:elativismo y el escepticismo. - ' ' - -·; parágrafos l. 84

Ubertad y naturaleza: esa naturaleza es cuerpo lnfonnado- por el

~~!:!~talidad \.mitleaéta no hay confttdo entre libertad fnafuraleza.-pwágrafos 48, 49. 50 ·

' . . . ' ~

Libertad y naturaleza: presunto conflicto debatido en distintas épocas. Al ~P,ecto fisico humano oponen la ~_c;ultura" como i"rlJto de la libe~ parágrafo 46 - _

Ubertad y .-erdad: Jesús ~ructflcado no$JtfRela ese Vínculo lncUso­luble. La comu~ co~- el Señor da- fuerza para viVir en liber:tad. da~ y servir. PfUágrafo 87

Ubertad y Verdad: la cultura contemporánea perdió ese Vinculo esencial. El_ b.ien personal consi$te en ~~en la V~rdad y real.tza.l,:JaNerdad. parágrafo 84

Ubertad y Verdad: se manifiestan en el juicio práctico de la con-ciencia. , .. _ (i-

Estos "juicios" son apremiante búsqueda de la verdad para dejarse guiar. parágrafo 61

• • !"

Ubertad: concepción radicaJmente:&UbjetMsta sobre el juicio moral. Atribuye a la conciencia lndMdual prerrogatiVa de instancia suprema. parágrafo 32 · , _,,

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Liberta*'mnclepdOR ~-abJet*It·ta:~ljlúelo~·i Cobtetde eon ética lndiWdua!tsta >éxtreJaa, ·negando .la naturaleza humana parágrc;Lfos 32. 46. 54

. i,· ; ; "'f .i'-.

Libertad: errores de docbinas modernas sobre la conciencia ~. Le atribuyen capaciciad de. deddlr sobn! el bien y el maL parágrafos 32. 46

1..8terta4:laverdadera depeqdel\Qldaaental~ dela ~mad,, ,¡,.: Esa libertad es signo eminente de Dios en el hombre. parágrajas 34. 38

LJbertad: se la exalta y a la. ~z se la.pcme en 4ud:a. Es uaa paradoja de la cultura mQdema. . parágrafo 33 ,, .

Ubeltú:·se la llega,¡¡ exaltar~~ ~tq., ~ iuWe~Pe VAIP~" Estas doctrinas ~l"Qala niega~\ lo ~ndente o ,SQil a~n­te ateas. par(lgra.fos 32. 3f?. 40

',. ' . . . . . .,;. ". ~ '•

Libertad: sólo sometid~ .a la Verdad conduce a la pérsona h~ al bien. . . .. , · · · Ese bien consiste en estar en la Verdad y realizar la Verdad. ¡. ,, ,

parágrafo 84 · ·

Llb~ ~o .4ea laolabr~H e,s par14c~ ~n la sober~ dlvtna. Hay autonomía en las realidades terrenas, con sus leyes y v~ propios. · pór{i/:frdfó 38

Libre albedrio: lo creado y el mismo hombre depende <1~ ~u FOmQ cuidado. · Es falsó eleóhcepto-de-utllizár:·lo eRado sin refereb.cta•ál c.ador, · parágrafos 39.40

Uamaclo de Aquel que .. ~. ~6 primero": n~'ptde ~~:'~tos. perfectos. La~néta del.~mkmtn'nos ccmduce con la Gracta:haeta.Já plenitud. par{Jgr'afo ns Ma¡lsterlo de la Ieleeia: discierne con juicios normativos y advierte. Señala eventuales errores; incluso1mpkitm. alertando Jas~ parágrqfos 64. tlt); 119 . ¡., . , .

JlaSlsterlo de la J&lesia: en su voz está la voz de Jesucristo.' · · · En la unción del Espiritu,.8lt:palabra,•uave.yexigente se hace-y vida .,. parágrafo 117 . ·;·, .. ,.1, .

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~ aedo>de't&Jilnlán~~t.CJdja la fey,Ja-motal"' JMlM asilo conft6:·á sus dtlscipuloayae.UII'Itinúaen:sus- sucesores. parágrafos 27, 110

Mandamiento nuevo: es imitar a Jesús en sus palabras, acciones y p~tos. · • • · '· . ,-.;_h .• _,, ., , "'1:

Es el amor ~tinos a otros conic>El nosba'amado. parágrafo 20

Mandallllentoa: Sen el tatwN·para practlcar el amor libremente elegido y vivido. · · . ·- .• -; ·i: · parágrafos 17. 76

Mandamientos: centfenen 'tudk 18. ley naturaL '; Permiten a la razón aprehender lit "'rdenabtJidad• al bieD y alftn úWmo. parágrafo 79

~el &eptlníOproecrtbé acto&eoonómtcos que-·eselavtzml'. cuatqúleWi sea ·su ritz6ri lnetlosprectan 1a. dfgnldad personal. · parágrafo 100

Mandamientos: en ellos Dios se revela como el Mmodelo" del obrar moral; ;·, " - J>.'/ ,..

Con su Ley restablece la armonía_ originaria de la Creación. parágrafo 10··,· 1 ulr ·

Mandamientos: están al servicio de una única e indivisible cartdad. F.4a cartdad tiende aJa perfééeióft, -cUya medfii:és Dk:e:tnJSrno.· · · . -p'arógrajo 18 · ·

'Mf!nclemientos: introducen al hombre en la gratuidad del ~-~vino. La vida moral refleja, su glolia. · · · parfigrafo 1 () · · · >G:-'~

Mandaaaiefttolt:,Jüús DO$ muutra;<J;.l,e no SQiil un Jímtte· .mínimo a cumplir. ·

~::~ 5de _perf~cc,i~n. ~l1t~~ul~ ~;1 amo~.. " .. 'ú, , ·:.- _,,, .. _ .,

Mandatnien*-: ningún esfuerzo,hurrnmo ba$ta para su M.cumpJi­miento·. Se logra como don: participación a través de Jesús en la Bondad ,Qivina. parógrafo 13

llallclaDúeJltee:•primera etapa baeia la libertad. , ,. Son condición básica del amor al prójimo y su veritlcación. parágrafO{> 11,. 1/~ , . .~ . ~: ,-

M,....mfeatoa: primera tablaf-~tode Ja Ley. Reconoce a Dios como Señor único y absoluto. parágrafos 11. 12, 13

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Mancll!mtato.: promesaen;Ja, ....... IIJtr-. ;:) .. .:;>'{.;· -:· •:.·: •;<í~ La poe~siérude-Ja~¡, '" hl'"'';'",.: ;)ic: '"·<'• ·. parágrafo 12

llandamieM.otl:. J)IIQIJle8a en la:N1Mift,AiiaM&. El relJio de las cielos. parágrafo 12

Mandamientos: segunda, tabla. ·. Són.reglas primordiales. teda ltlQa~; . . parágrafos 13. 97 . ,

........._tae:~unda tabla; su.cempendio es el:amor al p~lmca<'J: Compendia la siagular dtgnWad de la peRJODa humana. parágrafos 13. 15. 17. 76

M-Hir'..,toe: :senda abierta bacia·la-.pedecciéo. . . . . ,, ·. su ilapulso es el amot; :y conducen a,la.~tema. parágrafos 12. 15 · , ; ,

Mandamient011: sólo los negatiVOS obligan, siempre y eh tOdá ·cfr~ cunstancia. Los po&itivos üenen limite inferior: .no hay techo en el C8lnin& cdel amor. parágrafo 52

- ~· -:~ ~-'·'';t) ;_..1> .•

M•n4e•ha-. &oR camino .y.o:mdic:lérHle la salvación. Hay estrecha relación entre la vida eterna y su obediencia. parágrafo 22, . : . , ' ,•

Mandamlent011: su cumplimiento se motiva en el amor. El antor. preedde a la· ob$ervaeda:. ·· . , .. parágrafo 115

'' ,.._

'i:'

Mandamient011: su exigente firmeza de perfección tienen fi.mdaJnenb): Es el inagotable. amor. Itdsertcocdtoso de Dios hacia la plenitud .. · . · ~·11 .,: •....•.•... ,•

MandamientOII: su observancia es inseparable del amor a Dib$~y al prójimo. . . .. . ..-e:: .. :-J . .! .. San Pablo l'eCI!If>itula~eae cumplimient,o,e~ amar al Jll'Ó!Iiolo' oomo a sí mismo. parágrafo 76

..._..,..~suobservaneia:es,la ........... ~alta.i•·· Los pecadoS se borran t'lll el:bauüaiiiO'petQ~ ladebUic*l. parágrafo 17

Mandamfellt8c.•p!'OiJRII8aY,:sigllO-deJa .... Wi, . ,;h ;r-:,;~~: Con ellos Dios reinscdlrlt;la.~.en el.aarazQ8 d&Jps hombre$. .. . parágrafo 12 , , , .

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llaDclaüenta. y la paetr. su R!laéiOh• ·- . . -La ley muestra al hombre su insuficiencia y lo lleva a pedirla gracia. parágrafos 23, 103

Maria: es signo luminoso y ejemplo· pretlaro de Vida· moral.· Realiza su libertad donándose a Dios, aceptando su designio. parágrafo 120

Mártires: ejemplos bíblicos, de santos y santas. El amor implica respeto a los m.atldamientos, ·aun a costa de la vida. parágrafos 89. 90. 91

Martirio: alto precio a pagar por laannonla entre libertad y verdad. Aun en situaciones dlflclles se ~be observar la norma morill. parágrafo 102

Martirio: confirma que no debencaceptarse las teoriaa teleológicas~ Estas niegan las nonnas morales negativas. que son válidas sin ex­cepción. pqrágrqfo 90 .

~ ' '

Martirio: es confirmación de la inviolabilidad del orden morill. Testimonio supremo de la caridad, según el radicalismo evangélico. parágrafos 89. 92

Martirio: es signo preclaro de la santidad de la Iglesia. Es modelo de coherencia para los cristianos, en entrega heroica. parágrafo 93

Martirio: muestra que el acto moralmente malo es violación del hombre. · f· La dignidad humana no se puede envilecer, aun con buenas inten­ciones. parágrqfo 92

MisericordJa diTtna: és un don no cancelado por ningún pecado. Con el don del Espíritu Santo realiza el milagro de nuestr.t renovación. parágrqfo 118

Misericordia diviDa: no falsifica la medida del bien y del mal. La debilidad humana no justifica por sí; hay que Implorar la mise­ricordia. parágrafo 104

Misi6n c:onftacla po;; J...-;. &o. A¡Jb.tolea: Promover y custodiar en -la unidad de la Iglesia la fe y la vida moral. parágrafo 27

MW.ón clel teólogo en la Jale*: ayudar a la misión profétial. Avivar la fe con refleXión cada vez más profUFida. parágrafo 109

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IIJel6D pnAtl.ea .. !Jw ....... t:plllllilAIIIlut«hgo;¡ -:>i " .<' .;.;L .;,}>;

Progi'Mt) ftÍ la •• baJri la guia:dd Eáplrittt Santo. : ' ' ': . parágrafo 109

llllttiedo 4el Vwrlto enoaJIIÍIMID: • .__,._..;a·cada~ del hombre. 'r ~2. '•'· .,.,.

Moral: confusión del bien y del mal. ·-, Es la crisis.. mú. petigmsa que, pueGcE~•Al bOIRbn> J :11 las ~ iiDUOidadea.: .. :• ··:r.::c;·; .. , ~ , parágrafo 93 <"

Moral: enseña la conciencia que hay valores a defender 'ariri eon la vida. ' ., ' . ' ' • . "' EstaiBP&-aoompadacbl por Ju tradicloQe$:r.dl.~ y ~pien~ parágrafo 94 -

,Jioral: extaten .normas ~üvaa~.~os1G,s ~$ <le-~ tiempo. ~..a:naturakza ~l~re trasc~nde ~ ~ a.-lturas. parágrafo 53

MOIIÑ; nqeyutende!J~y~,"'''' ., .·· .. :.: ... ,._:.~: El Magisterio.~ -dl~emlr y.~o~t;¡¡r ~O.·Jii1041:,de la,verd~a libertad. · , .. , parágrafos 27. 29. 30. 40, 85. 115

Moral crt.tlana: su fundamento ~. ~g¡;t~ ~ ·c~io. ''" '·· ·~­Es más que cumplir los mandamientos: es la adhesión a .la persona de Jesús. pcitdgra.(ó9'I9. 20 • 1 • ··• "' '. •

'·{"!; , . ,·¡ . ¡•'¡•·! .· . 1. ;

Moral crtstlaDá'ileae una opcl6a fundamental:: elegir la fe y obe-decerla. · EstaepcS)tl18evtncula ~te'tlli\~: .•·;i_. ·. ' parágmfo 68 ., ' .

Moralidad de los actos humaaos: doctrina del qbjeto (Qn,de"un acto). · E~lWita· la moral blblrew;. 1M -mandamienté:Js, 'la· oarklad: y iae virtudes. · · · • · · · ·, ''' · parágrafos 72, 78. 79. 82

llonlldad de lolf-actcMa h......-:~COflleC!iUittrlmd' teleel6gleo;· ' .. ' Obtiene cr1tertos 'de 'l"eCtttud.del oüculo •· coOsecuenclas de .un acto.· parágrafo 75

....._. • ._..._Ja...--="pa~P••~~~~­Poridera:&M,proporcicB~~buelios'Ymalos· .. · parágrafo 75 · ·- .{ ~,.,. .

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Moralidad de loe a~ h._n.,"'~41"F6neas. ó Prescinden de la intención por: á cual unacelección es hecha. parágrafo 82

~ de- loa actea Ja.....-: ef objeto es deciSivo en el juicio moral. l..a razón humana aprehende su wordenabilidad" al fin último, Dios. parágrafo 79

Moralidad de toe actos humaaaa:- fuentes de ,la cualificación. Legítimamente se buscan argumentos racionales para las normas morales. parágrafo 7 4

Moralidad de loa actos humanos: intención y consecuencias. , Son importantes opero no suficientes para: valorar la cualidad moral. parágrafos 72. 77. 78. 81

MOralidad de loe llétoe h~ los buenos están conformes con el bien. Lo establece la Sabiduría, conocida-por la ley natural y la reveladón, parágrafo 72

Moralidad de los actos humanar. ms hay intrínsecamente malos. Dái\an antes· a quien los reall2a que a quien los pádece. parágrafo 92

Moralidad de los actos humanos: los hay intrínsecamente malos. Ejemplos de tales actos. parágrafos 80.81

Moralidad de los actos humanos: los hay intrinseeamente malos .. l..a Iglesia los señala, fiel a la verdad del hombre, dignificándolo. parágrafo83 · · ' '

Moralidad delM ~ h1J11M••~ lo$- hay intrínsecam(Jlte malos. l..a intención o circunstancias pueden atenuar pero no eliminar la malicia. parágrafos 81. 92 ''' ··

Moralidad de loe act.. h1UIUUlOtt: lo$ h.ay intrínsecatJlente malos. Lo son por la razón de su objeto, independientemente de las intenciones. parágrafos 80. 81

Moralidad 4e los actea h1Uil&not~: los hay iatdnsecaltl4nte malos,_ Su prohibición universal e inmutable resguarda la dignidad humana. parágrafos 90. 92. 96. 97

Mcm618id del•.ao.fnnqnN~ aobufaque la.intencm sea buena. Debe haber ordenamiento voluntario de la persona a su fin último: Dios. parágrafos 72. 73. 78 a 81

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llol'llllllldde J.c. -*-1 · r...: .t.rqdU étlcas,tdealógfca& .. - ,._ . ~. · Son afines a una mentalidad cienüftea ajella~Ja doctrina de la. Iglesia. parágrafos 7 4 a 79

..........,. de'b .a-..,_ a.t utilitarismo y:)'.ll'agmatismo. No tienen en cuentaelfin últlmodel hómbre. parágrafos 74, 112

llotalidacl ele los acto. hlllll&ll08: e& • bueoo si su -obje~ :es -orc~e-­nable- a Dios. El acto alcanza $tÍ. perfección mediante la caridad. parágrafos 78. 79

llonlidad ·de loe acto. hUIII&IlOr. no es lícito hacer el mal pam conseguir bien. No es licito ni aun por razones gmvísimas.­parágrafo 80

IMnlidad: sólo Dios es. su &ase inamoYible y .condiciónmsus!JtWblec. Unicamente sobre esta verdad es posible renovar la sociedad. parágrcifo 98

llunus propheücum: toda la Iglesia está llamada a· la evangelizaCión:. Se debe "reavivar" mediaAte una re8exión cada !VeZdHás profunda. / parágrafo 109

llunus prophetic~. sácerd~tále, répté! resl>onsabillda,d~$ eprs~ copales. · · ·· Enseñar Ja dóctrina¡;•tiftcár:~ sosteaer en IAJildelidad al~~-. parágmfo 114 ' ' ' ' .. , i"'

llunus prophetlcum, sacerdotale, regale: cada cristianolb recibe como don. . ··: · -~ <1 En su renacimiento bautismalde:-agua y de Espíritu" .. parágrafo 107

Naturaleza deHtamble: nó t!S ~de~·-. , . ~..:. Debe de{ender su dignidad .amfomie a .la verdad ckl•su ser. parágrafo 53

Naturaleza hum•••: e&-totalídad unificada". __ .. ,, •• Ahna que se exp~ en el-cuerpo infqrmado por un espíritu inmortat. · parágrafos 48. 49, 50

NatUI'Ill.imno: presenta leyes biOlógicas camo leyes-morales. Contradice la enseñanza deJa Iglesia sobre- ia unidad cue~alma. parágrafo 4 7

Norma moral! -las cieneias.lwmanal•~ stf9ildtca<b!es~.r El Evangelio de la verdad. márca el caiDiDe moral y anuncia miserfoon:lla.• parágrafo 112

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Norma mond~ no ee un "tdeal" para adaptar a las ctrcunstaDc:ias.; : Aun en medio de diftrultades, Cristo nos alcanza. su grada y la fuerza. parágrafo 103

Norma mond: obliga por~ a Dio8 y.por la dignidad- humana. Su observancia puede ser dlftdl· pero nunca imposible; parágrafo 102

Norma m-.1: su untversaJidad·e inmutabtlidad hacen a la dtgni~ dad humana. Resguardan la inviolabilidad del hooibre, reflejo del esplendor de Dios. parágrqfos 90, 97, 115

Nonnu moral..: debe buscarse ·la fonnulactón adecuada a época y cultura. Corresponde al Magisterio con ayuda de creyentes y teólogos. parágrafo 53

NOIWM mo...-: especialmente -las negativas protegen la dtgBidád humana. Exigen tanto a los poderes públicos como a los ciudadanos. parágrqfos 97.99

Norau moral..: su obediencia no atenta la unicidad, libertad y dignidad. C_risto revela el significado auténUq> ~~ la libertad, es don total. parágrafo 85 · -· · J.

NoataJpa de Ja.;yerdacl U.olata y Hd de plenitud de au eoaocl­mlento: ningún pecado logra eliminarla totalmente del hombre parágrqfo 1

'',:¡;,

Nostalgia de plenitud: supera la interpretación legalista de la ley. -Se hace consciente en el deseo de perfección .. parágrafo 16

Nueva eY&Jllellzael6a: debe prop0ner Ja. fe y la moral; ' Necesita la palabni. anunciada y la palabra vivida: vida de santidad. parágrafo 107

Nueva eYUgelizacl6n: necesita la refleid6n de los tfólogos moralistas. I>ara engendJ"af la fe que aclúa por la caridad con el Espíritu Santo. parágrafos 108. 111

Obediencia a la Venlad: santiftca al hombre, impone sacriftctos. No es fácil debido al misterioso pecado del principio. parágrqfos l. 102

Obeclleamaa la Vé!*d: no es· fáctl debfdo aJas tentaclones. Ellas son consecuencia del pecado del principio. parágrafos l. 102

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Obeaienf:l*'a·tu ;•MiiM aémlh!>~Ui'Oeldadi ~t dignidad. ·· · · · · ·· ''¡ ~ · · · · Jesús revela el significado auténtico de la libertad, vivida en don total. parágrafo 85

Obeclleacla del cdatlano a la Ley coa ayuda del Eaplriw a.nto: crece en su· libertad s~ndo a la verdad> la'oaridad y la justicia. parágrafo 107

Objeciclaee a la eueAa•u .mont de la ftl•la: la Iglesia discierne y guía a los fieles con la mirada fija en Jesús. parágrafo 85

Objecloaee a la·...-.... ._. 4e 1& lctala: rompen ~)nexo entre fe y moral. Terminan erradicandoJa libertad; parágrafo4

Objeciones ala ....... .,. naoral4e la 1&1-.la: :rqmpen }a.relaGJQn de la libertad humana con la Verdad. parágrafos 4 . .84

Objecioaee a la enae:Aanza moral de la I¡leela: son értsts para la moral. la comunión e~ y la con~ia-social. parógrafo 5 · ·

Objecioa• de diYeiWo otdell a la eaeftaza 'Diótal de lit Ieleela: menoscaban los fundamentos de la teologia moral. · parágrafos 4. 5

'Objettricbul ele l&le,- IIIOfal: existen prohibicloneEi morales absolutas. Su rechazo corrompe la moral de la sociedad entera. · parágrafo 104

ObJete· ala~ reootdar·verdltdee fimdantentaleS •·• dodlaa: · Se difunden.dudas y·objectones que la'ataican en forma global. parágrafos4. 5. 115 ·. ·

Objeto de la Ley: restablecer la armonia originarla de. la cre3:Ctón'. parágrqfo 1 o Objeto del •cto Jl~o: elegido racionalmente por volunta,d de-liberada. · · ·. .. · · · ' '' Define la moralidad del acto. · parágrcifos 78, 79.

ObiJCaci6a moral: la indica el juicJo de la cQnciencia. · · El dictanién tnterlorltiuna a: iealizat el bien en una'sttuatión concreta. parágrafo 59

Oblfgacloaes morales a que a• llama el Enajetlo: su ~conO-cimiento hiere la unidad de la Iglesia · · parágrafo 26

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0Merr•ria4e ._., .. .,,.,.-:~la,.~ IJI)ert;ac;t~ta. Libertad parcial, parcial esclavitud por nuestra debilidad. parágrafo 17

Opción fundamental: máxima exaltación posible de la libertad humana.·· . . ,. Se ejerce en las elecciones particulares de actos detemúnados. parágrafos 66. 67

Opción funclamental: .revocada .can elecciones conscientes contra.rtas. Actos particulares pueden modificar la ortentación fundamental. parágrafos 68. 70

Opción fu:adameatal4e la moril cdat..,..,_ elegir la fe-y obedecerla. Puede ser radicalmente inodtftcada. por actm· particulares. parágrafos 67. 69. 70

Oplmones teol6fllca: son ayuda de los Pastóres sin ser regla· ni norma. Su autoridad deriva del Espíritu Santo y la comunión en Pedro. parqgrafo 116

Orden ético -humano- y Ol'den de .alvact6ia: la distinción es Ina­ceptable. l'jlega.va la difÍna revelació~ U.Q CQiltenidq,'J;).oJ"al espec.W,c~. parágrafo37 ., .. ,

Orden moral objetivo: no puede negarse su existencia N«:gacla va en contl:a de.lafratemidad·lluma~.Y ~-la com\.tn,ión eclesial. · · parágrafo 82

Pu~ola-del fariaeo y el ~1» (Le l&.a.J..4}; muestra dos conciencias: "penitente", la del pupli.caQO; "satisfecha de .sí misma" la del fariseo. · p~ágrr-tfo 104

Paz a las conciencias y salvación: la de la Cruz y la gloria de Cristo.,. . . . . . . . . . . , Nlngúria doctriná o téOiogia oomplaciente puedén reemplazarlo. · · parágrafo 120

Pecado: el hombre redimido peca no por imperfección de la Re-dención. . . . . . . .·. La. causa es la vo.luQ.tad humana de sí.lS~rse.~ la grada redentora. parágrafo 1Ó3 · · · ·· · · · · ' ·

Poc:ado: es hLU'lWlO.rewnocerJa propia debilidad y pedir nU.sericpnUa. Es inaceptabte que esa debilidad jusüllque sin recurrir a Dios. parágrafo 104 ·

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Jtecado mortal: mndtctones p¡ooa;queto._,. •;,,, · -~ -,~' .. , " Su objeto~ materia ~.·oon·plenGs~toy'tnhaenttmienlo: parágrafo 70 · .,

Peca40 1llol'tah no se lo puede·mlueir aun acto tte··opáOn ~:,: La opción fundamental puede ser modificada por actos particulares. parágrafos 69 .. 70

- . . . '

Pecados mortales y veniales: su distinción. Situaciones complejas. Ellas no justifican de¡conocer 4l P<>ctrina católica del pecado mortal .. parágrafoS 69. 70' _ ·. . · · ' ·"· · '· ·. -· :: .

Pedagogia moral de Cristo: está en sus respuestas al joven neo. Paso a pa$9_ nos lley~ a la verdad plena,. . . ,_ .... t •. parágrafo 8 - · ·' · · - · · '" · · ,, Perfección es k l'adlcaliacióia· 4el amor al pr6jimo: Implica la donación total. parágrafos 18. 20

PerfecciMl:- hay una invitación diVina. Es para todos. parágrafos JB. 19

- --~. -Perfeccióa: .significa un canúno de ._gt.timiento a Cri~"', Previamente hay que renunciar a los propios bienes y a si mismo •. parágrafos 16. 19

Perfección: su búsqueda es nostalgia de plenitud. SUpera la intel'pl'etactón legalista d~ lQs ~mientos. parágrafo 16

Perfección: su búsqueda necesita dos condiciones. La libertad tnadura y la gr¡u:ia divina. • , , . parágrafo 17

Persona: está confiada a si misma. ·en unidad de cuerpo y álma. El cuerpo no un bien ·premorar: par~lfpf.rá,fH1 :la,. p~;omet.t9~ ~; surrección. par4grofo.48 , ,

Pobres 6 eapirltu: Son los humildes, elegidos por Jesús en la pri-mera bienaventuranza. · · parágrafo 16 ''· ... ,_, _,. ,.. ·<::: ··~·· _ ._ , ... ,-~ PoBtlca: étl sü runblto haY exfgeiieilíS 'I'Dórales ebjetl\ias. . Cuando no se observan se revierte el fundamento de la oomtveacta. ¡>qfágrojC?:_l0.~ ,,·~;:., '"'iH.>;;•::•:o

1Wibilida4 de ~ ulfteión: para las fuerléi5 humanas es imposible.·' Se hace pc,sibte pór un dob de'Dtos: . · • · · · . · ,. · parágrafo 22 ·-·

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PftCmaU...O y poeitl•' ,.~ ,.,,.,JIP¡--~y~ NoJtienen.eompe~.en-~.de lo$ priBclpjos mwa~es. parágrafo 112

Preceptoa aeptlYoa: .:Obligan .a. todos. "etempre y, «n1 . ~ -cir-cunstancia. · ; · ;:i. h,,,. . , ; ,

Preceptos negativos: son universalmente válidos, stn·excepclones. pazágrafos 62. 67, 76. 82 · ~ · . · ··

Prec~Os negath-oía: 'son un~rSálrnente váitdos. sin ex(!epctones. No limitan la buena Intención sino que son su expresión fundamental. po.rágnl.jo82 . ' .. ' \. ''

Preceptos negativos: tutelan ~í bien de la j)efsona ·human~. tma~ gen divina. · ·. Thtelan sus bienes particulareá: lvida, muJa-. posesiQnes, fama: parágrafo 13

Preceptos positivos: obligan universalmente, son trunutáble$. Se aplican a los actos partlculanes mediante -el juicio deJa caácienciai parágrafo 52

Predestinaciém de los hombres: reproducir la imagen del Hijo. En este designlO dMno no hay aA'Iel'iaza a la IJbertad huinana. parógrajo 45 ' .

Preguntas aobre el bien: sólo Dios las responde porque Ef es el Bien. · · Las responde a ~ada hombte con·tá· !'ley .natural" inscripta en su co-razón. · parágrafos 9. 12 . , . .,

Preacripcionea moralea: de~ ser custoc:Uat:IQs y actualizadas. La interpretación ha sido confiada por Jesús a la Iglesia. '·· · parágrqfo 25

Prbbera l.lbél'tad ·lm~: es la observanéla de los mandamien­tos. La libertad está llamada al crecimiento por el cumpliniiétlto de· la Ley. '; i

parógrafo Í 7

Primeros cristianos: se diferenciaban de judíos y gentiles. Por su fe, liturgia y la Vida~~~ .... en la nueva Ley. paróf¡rojo ;z6 . . ': ; .

Proporclonaliamo: teoría ética teleológica con falsas solUciones morales~ .·.:r"' !f . -~ ;_,\r~ 4., u·_· Considera imposible cualificar mqr.almímt.e por el ~jeto .. dd, acto~ parágrqfos 75, 79 ·., .

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JIÍriWkleaclíl ......... ~·:~ta~·••ata.mec~.....-a•,..,. humana. ··.,' .. , · • ... c.,,',,. ·p • ,·

La ley natural le indica la jusla dlrecd6n de su lbre actuad6n. pará§raJo 4:3, . ;.[;,, .. ,, RacllcaUctaa·4fe·loe··lllUldálaleatM: tnvttan a la pobreza. 18 humn: dad, el amor y su culmen es la Cruz. par.ágrcifps 15. 1.14

Raz6n humana: algunas· tetwtuciónes' pÍ'Oponen su autonomta completa. NAegan~al~~~~~-"bifmll~"~ parágrafo37 · . ·· . · . · ·

Raz6n humana: algunas teortzaciones proponen su autonomla completa. ' ~-' -~~ '• - ~ -~~ -, Niegan la doctrina que la razón humana depende•• sabiduria~. parágrafo 36

. Rui6a. aat..a: es mJejo en el hOitlbmdebsplertdor dc,Dtos•" _ ~ ~; Permite, en la Ubre elección, distinguir el bien del mal. parágmfo 42

Reecmoc·lnd•to del bien y del mal: el hombre puede hacerlo. Oisc~ ntedlahte'su Jaz6rr Ouminada porJa1UM!Iaeión divina y la fe. parógrafo 44

Reconocimiento del Se:Aor como Dloe: es el núcleo fundamental de la Ley. . ·. ,,. ~'

parágrafo 11

;Redencl6n de Cristo: sólo en este misterio están las posibilidades. ~n él;·~~ eteyerite encueritta 1a gtaei~ y la fuerzl' para éumpltr•ta ley. parágrafo 103 ·

Re¡la moral de la vida cristiana: es el mandamiento "nuevo": amar los uno$ a otros conió Jesús n()!;J ama. · ·· parógrCÍ.fd 20 · · ·

Rtartelatlvlsmo ético: Riesgo de la_de¡poc~c~. _al caer atgun~ totatt ~mos. .

Quita a la convivencia civil cualquier punto ~uro de referencia moral. paragrafo 1 OJ ·

Relativismo moral: es interpretadbn abúsl\ía ~da en la antrO~ pología. , . .. Y q~ defender la libertad/pero• no todo es üclto c<m·talque guste. · parágrafos33,84 ·. ·· .

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811 U-...y ..... pthl IPi...._·lttl!eaad4iMorjaÍWlJI!Ilde-Jit,.ve~ La mentira tienta continuamente al hombre. parágrafo 1

Relatiri8m.o y aubjetiTismo moral: algunas tendencias actuales. Nt«;gan la clepend~a de la U~mpect.p,aJ\\ verda~. h,. parágrafos 34. 84

Rencwación personal y social: es necesaria ante tantas inJusticias. Sólo Dios es base inamovible !k mcq,lidad. parágrafo 99 · · ·

Reapétoá 'tila eJttg~l'llonÍ• cle-tee.~: es el te-~no indispensable para que brote el deseo de perfección. · · ' pará(¡rq{o 17 ,, ' .

Reaponsabnidad de loa Pastorea en la enaeAanza de la doctdaa: debé·ttegar·a lOs Relés con pureza e Integridad parágrafos 5. 113. 114. 116

ReaponaabDI ... cielos PUto...: "mimus propheticum. sacerdota" le, regate·. · Enseñar la doctrina, santificar y sostener ante las exigencias de la fe. parágrafo 114

Respuesta a loa iatenogaat• ele· eoacteaeia ele IOif hombna: la da Jesucristo en la palabra de la Iglesia: palabra suave y exigente. IJO:fágrajos 25. 117

,;. ;_ . ·- ' . . ~

Respuesta a loa interrogantes del hombre religiosos y aaoralu: la da Jesucristo. en quien brilla el esplendor de la verda,d. parqgrafos 2. 30

Rea~.ft:loqU. ea b•••'oJ...Áo: CriStO,~da:CÓ~:wlidt~ pedagógica en el diálogo con el joven rico. parágrafo~.

Revelación: no está escri~ exi.piedra st.poen ~os corazones.' Para la Iglesia es don a custodiar e interpretar a 1a luz evaqgélica. parágrafo 45 ·~·

Sac.J.am~~tOs: dan al crtSU·ano 13. ·vida ·nueva. ' ~- · -. · ~ crt&tiano se ha,ce ~qtbrodel'Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. parágrafOs :ú. 107 · · · · · · · ·

Salvación: las exigencias superan las fuerzas humanas. El.poder de Di~ kt. COI1ce9e como 40 ~n. pardgrafo'22 ··· · ' ··· ·· '' · "' · ···. '.O:.•

~ se pielde no sólo por-~Udad<a .)a opctón fundamentaL CualqUier pecado mortal. a pesar de conseJVar la fe, pierde la Gracia. parágrafo 68

so

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1Jehoaci61U .... ' ........ Rfleia:fe:S~.";;" '··•;;.;·~ El hombre se santifica obedeciendo a la verdad. ~~a¡o_l _ ., ,· . ,,_. , ,,,_,,¡,,. SalYaCl6n etema: abierta a todos por lá senda de la ,vida moral La Iglesia, •experta en humanidad" se pone al servicio de~ ...• parágrafo3 ., Santlclad de la Iglesia: el martirio es su signo preclaro. El ¡partirto es testimonio de coherencia para todos ~s cristianos. pár{igrá.Jo93. .; ;. · ;.· · ·• :: ,., ·.,_, ... ·-•·r.- · • ' · ·

Santlda4t .. AleJ' a~ ~.en-el martirio. El martirio conflrina la inViolabilidad del orden moral. parágrafo 92

SanticW •Ja. resplandece . .,n ~ llliemti;,s del pÚéb~de Dios. Nos concede peq:iblr la belleza ~ la verdad. la fuerza liberadora diVina parágr'á.jó 101 . , . u:;,.. • .• , ,, , .>~-"-

~-t: _-_,. , :· ')/ :::;: ~-rG . ¡¡_.. :. ,. ~

Secularlsmo: muchos hombres piensan y viven ·como s~--~. p.o existiera". · · E~ta·~talidad'abarca"a los'húsmos"'é''18tiaMIIilf · .,._.::,k parágrafo 8B ' .,,

Secularlsmo: urge recuperar y mostrar el verdadero rostro de 1a (e. No basta acoger proposiciones con la ineítte. La· verdad se ha des ha~ ceí-~. · · · · -- .. · • · .-. --parágrafo 88

Seguir a Crlato es fruto de la gracia: nos hacemos confonl1e~-a ·El ~ lap~ncta~~>delE&¡jtrltn-•Silnt~~r-•c:• '•"'" --.l~¡._¡,J parágrafo 21 ., ·

Seguir a Cristo no es 1IIUl lmltacl6n ezterl~;, afecta la friterlori-dad más:profunda•dd hombre. · · · . ·, · · '·' · • · · parágrafos 19. 20. 21 .. ,

SegUir e lirliiU a'cnai¡, e. el nU!nAa~leato nuevo: es ~l.a:mor que se da totalmente a los hermanos por amor aPios. · · · · parágrafo 20 ·

~ •k'·~ -~~ de .• ~.g~Ji¡{& Dios._iéilefáhatf§'üés"-plendor en sus acciones: '· -.; .· . . . ' ' parágrafo 10 ' ·

Sentido de_ Ja 'riela; in_lplic¡¡ una p~nunta Ill(),l'ai· · rajo 7 · · · · ·. · ·. · · .,f"'. ' · · ' parcu.¡ . . ' . ' '·. ' ' '' " ' . <

Sentido de la 'fida: lo da la vida eterna, a la luz de la fe. parágrafo 12 .. ·¡: "

Sl

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SeatWo d• Ja~ tl0lamenteii181Miafaee :pleaameute:€f'lllt0;. parógrafo 7 , ..

Seatldo de la riela: su búsqueda es prueba de la permanencia dM-na e&ehlorazón btulllÍDO;· ' " ·: · . ·.: · · parágt'«fo$ 1. 7. ! .

~ntldo de la Yida: tiene conexión con el bien moral. parógrafoB

Serm6n de la ÍlontaAa: anuncia las btenavent~ranzas y se refiere a la ley. Muestra los mandamientos ét'l la perspectiva de la peñeceibn. parógrqfo 16 · · ·:

Serm6n de la MontaAa: es la carta magna de la moral evangélica. Jesd.s se ndS preéenta comó el centro :en la eeonemla 'SatvUbl. ' · parágrafo 15

- ' ~ ~ . ' '

Servicio del cristiano: obedece a la ¡ey con ayu~ de la gracia. Y crece en la libertad, en seJVicio de la verdad, caridad y justicia. jxu{igrafó 107 ' . .

SJcn• de 1• tiempoe: la· Jglf.lsja los interpreta a la 1~ de JeSucrlsto. Ofrece a todos la respuesta, adecuada a cada generact~ PlJ!Ó{Fafo 2

SollciQidad: generosuiad del Seflor, ·e· . , . . .. , En lo económico, su práctica la exige el respeto de la Qjgnidad humana. parágrqfo 100 :' ' ' : --· f! ' ' . .l '~ ' '': - ' .•

Subjetivismo en la coBMpelóa del jalci• lllet'lll: está ligado a la crisis en tomo a la verdad. parágrafos 32. 34. 73 •

,,_., ·' ; .• ·.;, O: 'J (', ; ,¿

Teleologism.o: "consecualismo" y "propottionallsmo:O; orden moral y premoral. No respetan 1~. cJQCtrlJ1.~· .. ~s er.ecep~ 1,1e~ativos op!~gan sin ex-cepción. · · · · ·. · ·. - . parógrafos 7 4 a· 79

T~: ~ca aten~ "·los Jlnes y valores percibidos_.,. . . .· Juzgan buenas· elecclone!:diébl:ieradas opuestá& a la lé)" dtvtna y natural. · · · ·· parágrafos 74 a 79. 82

Templanza: modera el apego á lo8 bienes de este mt.m&o. ' ' . ' '' En lo económico, su práctica la exige la dignidad de la persona humana. · ·' parágrafo 100

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T•altaoiM~ ...._ .... ,.~;tienen clifualón: Constl~ un desafto•para la ntiew. evangeltrtaeión. parágrafo 106

Teataclba: es eco de la primera calda; desarmonia entre liberüld y verdad• · Se puede vencer porque Dios nos da esa posibilidad. parágrqfos l. 102 _ .

TeaiGIIA aoral: usa ob'as 'CienCias stn su.Jetarae a lo empiric();.fonnal. Su perspectiva es lo espiritual y la vocación al amor divino. parágrafos 111. 112

Teologla monl: compete a sus ;p~riealtad al Magi6terio. Con un asentimiento leal interno y externo en el dogma y la moral. parágrafos 110. 113 ·1·. ·

TeaiCJCia mo.ral: el Concilio Vaticano 11 invitó a perfeccionarla. Deben observarse exigencias propias de la cienc~ teológica. pará!Jrajr:Js 7. 29 ' · · · ··,: •· ·; :r· '· ···o¡; e··"· ,

T ..... monl: hay eaíuerzqs.<ie adecu~ión a t4eJilPOS y cu~.:a: · Deben hacerse sin menoscabar las verdades inmutables. parágrafos 29, 113

T4l01ogla monl: hey interpretaciones incompatibks con la fUP}a doctrina. El Magisterto,Uone el deber custodiar y expljcar.la verdad xevela~. parágrafos 29. 30

TeOJ.,..sa ~-dexicma-aobm eli:Men y el mal ~ .. lsls•cfllt¡._ .. La Iglesia lá uea a;lw de Crt&to. ).f•.tro Q\len«}. parágrafo 29

Tealagla mcal:-.su Jlnportaftcia·pámoldialpara~ ~'Y la~;¡­Le compete.. un :"aspecto dinámtm•; désarrollar la U»agen divina ~n hombre. parágra:(os 108. 111

T ....... .meral: tiene tma ·retleXi6n cttnüflcla-espedflca. . .~ La reflexión sobre el Evangelio como don y mandamieftto de. Yida n!leva. parógtcijo 1 1 O

Teolq¡ta: eld~~Jenso- no pUede hacene com.o-una ~ptlbÚca. · Ello es contrario a la constitución jerárquica del Pueblo de D~. . .~·

parágrq{q l .. ~iJ . " .. v ; : ,;T···( .·. ''t. . . ·'J·;. .,;,, .• , • ~. • .L '

Tealotfa: es cklneia eclesial; crece y actúa ea(Ja ·lglesül. Está inserta en la misión de la Iglesia, especialmente en la: profética •. parágrafo 109 .. :

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~-·.

Tee'J .,,. opinllmell .. ...,._..,_.._.._,_para lo&Dwt--.· Su autoridad derfva4ti laAkWklad a lai &:. ,~qum Petro -~ svbbtro·. parógrafo 116 ·,

TMI. ••·usandoeldondela .... ~ea. la verdad,~. En comunión con el Magisterio, participa en la misión profética. parágrafos 109. U3 ·-~. " ,, .

Teonomia o teonomia putlcipada: libertad humana y ley ·dtVüta. Obedeeiendo ~-H~,Qe !a,·$4\bidu~,y~ divinas. . . , · parágrafo 41

TeoO.. -~ 'tlft'Óil._. ,WS,-,~~p,ps no ~ limitNfwl .. a ~r el"J,!!l'e.$. . : ., . . . . , . . . . . Deben mostrar el fascinante esplendor de la Verdad que e¡¡. Jesu-cristo. · parágraf~Bs; 85 ' • · · · · · ' -- .¡,·.;,.-:-

_J.·t~·-: ~ .. _;. . ' -;:, ·.~,:·.}',,!_,'_,t ;;_,_! : ,· \':: ~ •• .• ; - "···· ~!.

Teoriu teleol6Clcu: diferencian Intención y'consecll~~-d4! ca~ da acto. · Es 'l~lble ~-r&ciOóáltl'llétl~ 'toda& tas-conse~la'B.de- 'Uft acto. -•<·•'''':; ··.:; -'"·'··' · -' -;, ·· ,. -·- .·; .· ·.

parágrafo 77

Te.tJM teleoJ61léíüii ·niegan las D011tla'$ morales n~ · VAftrdás siempre. · '· · '' El~ ertstlano eon!flrma-et•b~ de estas teorias, " -;. parágrafo 90 ; · .-•r·'-' T..tlawdícJ.te ..... lfttia: los~-dellien-~MdoJ Aun con sacrificios, pidtendé t'!&iilli ~-~fiCII' ki tortaJeza. parágrafo 93 · · -:\ :·, ·

T-M~ ·ct&.tllea m_.,:J«»~.i]O{~etán sebJ~- .. ::: .. ,,~, i SRCuenttan confinwaei6n:enel8eriU:do moral y tradiclones~ parágrafo 94

Testlmcmlo: a través de la vida moral la fe se h~ce M~nfe51óil".' .· Estas obras SQO SObJ'e tod():Jal!rde::caridad¡ .cbJ de lJD€UIÚ81110'~ pdt'{;lgra.jofi:¡;, .;· ••O~; .-,.,_, 'é;:;··.: '

Totalitariunoe: después de su calda en muchos paises existe' un riesgo. · ··- · Es eUie iaabanza (le la deotoclaáaoon el relaüvismo étmd. _,.,, , ...•.. parágnifo 161··' •- .· ;; ;~ó• ,_ .. t-. " ...

Totalitariamoe moclemoe: niegan la dignidad de la persOna hurilana. Sólo los mandaaitentba,c. especialmente los negativos. son -base ,efe renovactóa. '· · · · parágrafo 99

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'Jíatld61l·-.p•utt1Wfl:'a:lafllrel•' .,_...apet'<ei.l»pirttu~ dia1a-~·y:su~;ea el'ti.éll$rá · · : ;¡:,. · -. sr,_. <f··--d parágrafo 27

Tutela de la perseaa:Jiti!M•:-<&e< mmple a ~ de la tutela -dl los bienes paí"tlcUUafts; ·' 'w ; • · • · · parágrafo 13

Uat*4 á la'J&I.W es kel'lda por los>~O.:que ;fal&eal:t lll>fo-o la moral. ·- - ,.- - •:; parágrafo 26 ' · _ ..

Unidad del ser bumno,a·.-..~eMipG:exillte comoun ~·- -1

En esa unidad ·la pthé)lla es elorrilje~'tie sus prtJptos actDik ino-rales. · .. ,,-., -·-· ~

parágrp.fos 4$. ~9. !?O n;,r. ,_ d

Unidacl m.ep.r.ble del amor a DI• y al prójimo: de ambos pen~ den toda la IAy·y loa•Profetas. · · · parágrafo 14 . 'e

UniTenalldad de lat.rllat'Wal:' seíbaaa en la-verdad Inscrtptattt la rat.ón de todo hombre. parágrafo 51

'· .-

Ualvenallclad de la ley natural: no prescinde de la singuhui.dád humana. ,,-,, ,, · .. : _,_,_.._ La ley común edifica la verdadera~•de las personas. parágrafo 51

Uáh'eftaliW e t.ld.btlldluhte la•..,.. m...t:·mamftestllft y sirven a la dignidad humana. -· · · parágr4fi:J «J ' '' ' " . . ' : .

UtUltariamo y pragmatismo: ignoran en su juicio moral el vé~da~ dero fin• últlmÓ-deUiom~; .. , ' · · · parágrafos 74;'1-12 ·-

Verdad: buscarla es obligación grave y también seguirla una vez conocida. ' -·-·< •· •· .,- · ., Estb es •ántel'lot al direchb -~ ~el; propio t:amlnocen esa büS~ queda.

pq¡;{!grr¡[q34 ·--~ •.h h'';

Verdad: el hombre ya no está convencido que sólo en Ella se salwrá. Ya no sabe quién es, de dónde vtene, ni·ádónde va: :I parágrafo 84 · : ··

Verdad: ilumina la lntetigencta y~ lá1tbtrtad ,del hombft.·'-¡ • \' De esta ~ríit es'-~ado-a•tonoeér¡y ..... ·ai·Seiior. . -;; Apertura, 84. 87 . . ' .. 'i ·-' '

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v.dad: lh.-:~o&Uacaa ~deUioa~;a~. Debilitada su voluntad, se ~a al·~üviamo y esoepticisdlQ. pcuógrafo 1 · ·:

Venlacl: obedecién<:klla los llorni>Rs·acANUl(jftean. Son llamados a la salvación mediante la fe enJaucrtsto.. pcuógrafo 1 ., ,

~onlacUatllllrü.4eiJMaakez la Rfvefa,el Evangdto~,~d ca­mino moral. parágrafos 112. 115. 119. 120

Ve,._ m.onkno·ae .pud!lli~debilHar. La: Iglesia la propone con su~ stgnificado. fiel a Cristo. pcuógrafo95 ·

Verdad reYelada: posee insondable grandeza que InVita· a su· com:. prensión. :, ", " ·'t c .• , V" " .·, . ·, El teólogo la profundiza en comunión con el MagisteriG. parágrafo 109

Venlacl y libel:ad: deben regular la,Qia,~., Su relación inseparable expresa el vinculo &abiduria y voluntad divinas. • pcuógrafo ~9 ,.

Vida cristiana: su regla moral. Es la imitación y segutmleoto> de Cristo. parágrafo 20

Vida de Nlltiu.&:. encontramos eaoclda ¡yiaenca en a Virgen y: los santos. ··.;, .·· , .. , I.a vida santa lleva a la plenitud del don recibido en el bauUsmo. parógrafos 107. 120

Vida de santidad: resplandece en miembros dd puebÍO de Dios. Frecuentemente humildes y ocultos a los ojos de los hombres. parágrafo 107

"~ "'~

Vida eterna: es participación en la misma vida divina. · , . Se realiza despuea de le. mp.tectc pero poda fe da sentido a-la vida. pcuógrafo 12 ·

Vida eterna: estrecha relación con la obediencia a los ·tn:anda-núcntos. · . , , . Ellos son el camino de la vida etem.a. . . ,, , ... , parágrafo 12

Vida ete,._ Jnquietud dellaómblle por alcanzarla. . Es siempre y sólo~rtsto~ deuespuesiitil'pleea y deftntüva. parógrafo 25 · . , , .

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: .. .

Vlcla etema: inquietud del hombre por alcanzarla. La contemporaneidad de la respuesta de Cristo se realiza en la Iglesia. parágrafo 25

Vida hUIDIIIUl: su respeto se fundamenta en la dignidad de la persona. Esto es más que el instinto natural de conservar la vida propia. parágrafo 50

Vlcla moral, au aentido: es respuesta al amor gmtuito de Dios. parágrafo 1 O

Vida moral: abre el camino de la salvación. Implica a todos, incluso a no creyentes. parágraj()3

Vlcla moral: hay una elección fundamental: elección y obediencia de la fe. Esa fe fructifica en obras por la caridad. parágrafo 66

Vida moral: la elección fundamental es inseparable de actos par­ticulares. Tal sepamción crea una escisión moral contraria a la enseflanza biblica. parágrafos 65. 66. 67. 71

Vida moral: posee un carácter teleológico esencial. Ordena deliberadamente los actos humanos a su fin último: Dios. parágrafo 73

Vlrtudea: dan la connaturalidad entre el hombre y el verdadero bien. Son la fuente de los juicios verdaderos de la conciencia. parágrafo 64

Vlrtudea: en lo económico el Catecismo de la Iglesia afirma su necesidad El respeto de la dignidad humana exige templanza. justicia y solidaridad. parágrafo 100

Vocación al amor peñecto: no está reservada a una élite. Se dirige a todos por ser mdicalización del amor al préjimo. parágrafo 18

Vocación del teólogo en la Igl.eala, en comunión con el llaglate­rio: comprensión cada vez más profunda de la Palabm de Dios parágrafo 109

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Carta Encíclica Veritatis Splendor ~l Sumo PontífiCe Juan Pablo II A talos los obispos de la Iglesia Católica &Jbre algunas cuesüones fundamentales de la enseñanza rooral de la Iglesia.

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Venerables Hermanos en el. Episcx)p&do. ~y Bendición Apostólica .

El esplendor de la verdad br:tlla en toct.as· las obras del Creador y. de modo particular, en el hombr.e: cread'o a_lÍilagen y semej~ de Dios (cf. Gén l. 26). pues la v~$d Uumtna la lnteligehcía y mo­dela la libertad del hombre, que de ~sta manera es ayudadO a cono­cer y amar al Señor. Por esto el salmista exclama:r ¡Alza sobre no­sotros la luz de tu rostro, Señor! • (Sal4. 7).

Introduecl6n Jesucristo, luz verdadera q~e llumlna a todo hombre l. Uamados a la salvación medJant.e la fe en Jesucristo, •luz ,ver­

dadera que ilumina a todo hombre• (Jn l.~, ,Jos Jtombres llegan a ser &luz en el Señor• e •bijOiil de la luz• (Iif 5, 8), y santitlcan •obedeciendo a la verdad• (1 Pe l. 22).

Mas esta obediencia no siempre es facil. Debido al misterioso pecado del principio, cometido por instigadlc)n de Satanas, que es •mentiroso y padre de la mentira• {Jn 8, 44). el hombre es tentado continuamente a apartar su mirada del Dios vivo y verdadero y diri­girla a los ídolos (cf. l Tes l. 9). cambiando "la verdad de Dios por la mentira• (Rom l. 2'5): de esta manera su capacidad para conocer la verdad queda ofuscada y' debilitada su voluntad para someterse a ella. Y así, abandonandose al relativismo y al escepticismo (cf. Jn 18. 38), busca una libertad ilusoria fttera de la verdad misma.

Pero las tinieblao; ·del erro¡; o del pecado no pueden eliminar to­talmente en el hombre la luz de Dios Creador. Por esto, siempre permanece en lo más profundo de_su corazón la nostalgia de la ver­dad absoluta y la sed de. alcanzar la plenitud de su conocimiento. Lo prueba de modo elocuente la incansable bCísqueda del hombre en todo campo o sector: Lo prueba aún más su búsqueda sobre el sentido de l.a vida. El desarrollo de la ciencia y la técnica -testimo­nio espléndido de las capacidades de la inteligencia y de la tenaci­dad de los hombres..:...., no exime a ta humanidad de plantearse ·los interrogantes religiosos fundamentales, sino que más bien la esti­mula a afrontar las luchas más dolorosas y decisivas, como son las del corazón y de la conciencia moral.

2. Ningún hombre puede eludir las preguntas fundamentales: ¿que debo hacer?, ¿cómo puedo discernir el bien del mal? La res­puesta es posible sólo gracias al esplendor de la verdad que brllla en lo más intimo del espíritu humano, como dice el salmista: •Mu­chos dicen: M¿Quién nos hará ver la dicha?M Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor!' (Sal-4, 7).

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La l¡p; del rostro de Dio&~ con toda su· belleza en.el rostro de Jesucristo, •imagen de Dios inviaibledCtll 1. 15l,"«resplan­dor c;le.l)l~ glo~•,(f;{@.l, ~),. ·t~ de gracia y de ve$<1• (Jn 1 •. 14): ~es oel<:;átnJ.no~ l~(\1~~)' ta,!fP~(Jn 14. 6) .. Por e8to la iesplles­ta ~~~~ ~.cada Dlterroganfe ~1 hombre. en particular a sus lhte­ri9gan~~· ~~Y tnP~t~~:fa ~Jesucristo~ más, ~un, ,t:o'mti re­c,úerda e[ ~OJ;léflio V,átJcáil(?~ Jl, :~. respttesta e$ la perSona misma de Jesucristo: •Rtalmente. elitlt$'riirlo del hombre sólo se f!sclqrece en el misterio del Verbo encamddó. PUes A&n. el primer hombre, era fi­gura del que babia de venir, es decir. de Cristo. el Señor. Cristo. el nuevo Adán, en la misma ~·~ misterio del Padre y de su amor. manifiesta plenamen~ceft\ts~ al propio hombre y le des-

cubj:!:~:eTt~~')~OW:J;~~.· a~~a·· el· ~strodJ st/igtesia. lá' ;~tial· es enviatltt' 'péi'" Ef para ílftunciat el Evangelio a toda· criatura fCf. Mcn6; 15)i2 i'tSf la 'tgltt8la, pueblo dcd:>io&en medto de las nació­nes,s mientras mtra lltentaínen~ a los ttuevCJS·desafiosm.Ja htst.ona y a los esfuerzos que los hombres realizan en la búSqueda det sen ti· do de la vida, ofrece a 'todos la ~ta ~ breta de la ~ de .ksu«:Jisto y de su Evugelio. En la~~ siempre ~.la con,­clenda de su ·fdebet',p.ermanen~~• eeQfUtar a fondo [email protected],de los tiempos e int.erpmarlos a la.luz cW ~io, de fo~ .que •. de lllaDCira adecuada a cada ge~ión~~ue<ta ·~poncler a los, perma­nientee int~ de los. bombre&csobre el ~do de la vida. pre­sente.y·fuwra·y ~la rdadóll JJU.CU.ta en~ ambas•. 4

3. Los Paa~.de la~-· en ~u~n«;oq, el Sucesor de Pe­drP .. ~~ .s~~· .cercan«?s ~ ~ ,fieles ~Q. e_ste e~fuerzo, los acom­pañan y guú.th con .su. tl1ag!sw~, hhll~d~ expre$iones siempre ~~,qe,~r y.~o~ ~ dif~il\le no Só1o a los creyentes sinn.~ tOO. o.s. .los .. ho .... an~s de,f>.>~ila \'Q}. un., tad .. E. 1 Conc. Oto Vatica. no JI sigu. e siendo \.ID ,~atlmonio. p .. ~~.~ de. esta acti. tud de la Iglesia que. •expel'Ul en Qumanidad•,.? se,pc;lne·at.,seiVlcio dé cada hombre y Q(; tfldo el1J11J~· 6 · · . · ·· . " . · ·

··:La ~eáia::sabe ~.la, ~~~¡incide profun~nte en cada~hombre; tmpliea a todO$, tnch.-liiQ a quienes no co~ .a Cris-

1 Const. past. sobre la Iglesia en el mundo 8ctuaf ~ et spes, 22.

2 Cf. Conc. VaL 11, Const. dogm. sobre la Iglesia Lwnen gentium. l. 3:;éf.1btd .• 9. ~ ,, ' "'• é1 L) '

4 Con(,. Vat.l1. Const. paét: sobré tál&feSta en elniundo aetual Gaúdlwn etspes. 4. 5J>a!:>to VI, Alofudón a la: bsamblea geDmd de lAs Nácíones Únldas.(4 odubre 1965t, 1:

AN3 57(1965t. 878; tt tartáenc. ~prog19sslo(26 mar.iri•l967t. lS: MS59 (1967}, 21!13-264. ' '' • ' :

6 Cf. Conc. Vat. 11, Const. past. sobre la Jglesla<n ~ -=tual<~Qudirlm f1l. $J1e$, S3, .

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to,- su Evangelio y ni-.siquiera a Dios. Ella sabe .que precisamente por la senda de la vida moral está abierto d todos et camtno de Jo. salva­ct6n, como lo ha rect>rdado claramente ei•Coocilio Vaticano II:A.os que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buScan a Dios con sincero corazón e inumtan en su; Vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, ,pueden conseguir la salvación eter­na». Y prosigue: •Dios en su Providencia tampoco niega la ayuda ne­cesaria a los que, sin culpa, todavia no han llegado a conocer~lara­mente a Dios pero se esfuerzan con su gracia en Vivir con honradez. La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que hay en ellos, como una preparación al Evangelio y como un don de Aquel que ilumina a todos los hombres para que puedan tener finalmente vida•.7

Objeto de la, presente EadeUca 4. Siempre, pero sobre todo en los dos últimos· siglos, los Sumos

Pontífices, ya sea personalmente' o junto con el Colegio Episcopal. han desarrollado y propuesto una enseñanza moral sobre los· múlti­ples y diferentes ámbitos de l<i Uida humana. En nombre y con la au­toridad de Jesucristo, han exhortado, denunciado, expltcado; en fi­delidad a· su misión, y coniprometl~ndose en la causa del hOD\bre, han confirmado, sostenido, consolado; con la garantla de la asiSten­cia d.el Esplritu de verdad han contribUido a una mejor comprensión de las exigencias morales en los áJDbttos de la sexualidad humana, de la familia, de la vida social, económica y pótitlca'. Su ensetírmza; dentro de la tradición de la Iglesia y de la historia de la humanidad, representa una contintia profundiZación del conocimiento meraJ..s

Sin eml;>argo, hoy se hace necesario reflexionar sobre el coryunto de la enseñanza moral de lalg'Wsi.a. con el fin preciso de recordar al­gunas verdades ,fundamentales de la doctrina católica, que en el contexto actual corren el riesgo de ser defonnadas o negadas. En efecto, ha venido a crearse mia nueva situación dentro de la misma comunidad cristiana.' en la que se difunden muchas dudas y obje~ clones de orden humano y psicológico, social y culturaL religioso e incluso especificamente teológico, sobre las enseiíanzas morales de la Iglesia. Ya no se trata de contestaciones parciales y ocasionales, sino que, partiendo de determinadas concepciOnes antropológicas y éticas, se pone en tela de juicio. de modo globfll y sistemático, el pa­trimonio moral. ltn la base se encuentra el influjo, mf:ls o menos ve-

7. Const. dogm. sobre la lgleslá Lumen gentwm. 16.

8 Pío XII ya había puesto de relieve este desarrollo doctrinal: cf. Radiomensqje en oca­sión del 50" antversatio de la carta ene. Rerum novarum de León XIII (1 junto 1941): MS 33 (1941), 195-205. También Juan XXIII, Carta ene. Mater et magtstra (15 mayo 1961): AAS 53 (196H. 41().413.

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ladot de:COITlentes:dt ~ t¡ue tAmninaA poreaadlcar la li­be~ humana de: Su relacUJn ftelidal y constitutiva oOOJl )a -verdad. Y así, se l'eChazá la doctrina ·tradláonill eobre la ley natural y sobre la· utilversaltdad y -pennabente-Valide& de 'sus preceptos: .• se conside­ran sbrtplemente Inaceptables algunas enseñanzas morales de la Iglesia; se opina que el mismo M&.gjsterio no debe Intervenir en cuesUones ;morales más que-pan\ ééxhortar a las conciencias• y •proponer los valores• ·eA .tos que cada uno basará después autóno­mamente sus decisiones y dpctones de 'Vic:IL .

Particularmente hay t:tue destacar la discrepancta entre la res­p'uesta trad.kiDMf de la Igteskc y algtmas posidones teológicas -di­fundidas inchiso en.' Seiniriatftis y Facultades teológicas- sobre cuestiones de máXima' tmportancttl. ·para: 1a Iglesia y la vida de fe de los cristianos, así como para la misma convivencia humana. En particular. se plantea la cuestión de si los mandami~ntos de Dios, que están grabados en el cort/Mtf'del flbitlbfe y foti!Uln parte· de la AUama. son capaces yerd~ItWleJlte.de llwninar las Qpciones coti­d~as de cada persona y ~Ja ~ e~~. ¿Es P,Osible ~de­cer a_- Dios y, por tanto •. amar a. Di~ y ~ PJ'ó.limO; sin ~-t(ar en to­das las circunstanci~ estos q¡andwnton~? Está talnbién difundi­"' la opinióo-que pone en du~;el -~ ~ntrinseco e indivislble entre fe y.IJ.l()l'al, como si s(llQ en ~4;QD,~Je se deban.decidir, la per­~cia a la Igle$ia y au un4dad.Jn~. mientras qt,~e se poclr,ia to­len\r. en el ámbitQ ¡1U91'al un p~mo de ()pintones y de co,íworta­miell~ dejados al. juicio de la lCQJlcienc;a subjetiva individual o a la <U,ye~idad de condiciQiles socialps y cultu{ales.,

_,

5. En un tal C9n~ -todavía.'~ )le;toniádo la ~.cis.ión de e~<;ribir -,-co.rno ya anuncié en la~~ apo$~lica SpiritusDomint. pu­blicadael 1 de agost9 de 1987 con oéas1ón del segundo <..'entenarto de la ml,ierte de San Alfonso Maria ~ f.Jgortcr- una Encíclica clestinadá a trat~.r. ·m~s. a~pU~.Y pro~ri~nte. las cuestiones referentes a los fundamentos rrusmo~ de t~ teo~ tnoral•,9 fundamentos que su-fren men~ p()r ~de ~mas·t.endenc~ actuales.· ' ·

M~ d4rtJ~. a •VOSotros, venUables .fleÍ"manos ~ el ,Episcopado. que compartís conJAigO la re~nsabilldad de custodiar .la •sana doctrina. (2 Ttm 4, 3), con la intenc!Qn de pred,sar al9W1DS O$pectos c;loc,trtnales que son. dects~ par(l. qfrontar la q¡..w sin, eluda constitu­ye una verdadera cris~. · por ~r tan .graves 1~, dificultades detiv~­das de ella pa.ra la ~ mor~~ los &les y paraJa Coqt~nión tW. la Iglesia. así como para una existencia social justa y solidaria.

Si esta Enciclica -esperada desde hace tiempo- se publica precisamente ahora, se debe también a que ha parecido conveniente

• • • ' e • e ' ' ~ •

9 Carta ap. Splrltus Domni (1 agosto 1987): AAS 79 (1917), -1374 •

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que la precediera el Catecismo de la Iglesia Católica, el cual contiene una exposición completa y sistemática de la doctrina moral cristia­na. El Catecismo presenta la vida moral de los creyentes en sus fundamentos y en sus múltiples contenidos como vida de •los hiJos de Dios•. En él se afirma que •los cristianos. reconociendo en la fe su nueva dignidad. son llamados a llevar en adelante una •vida dig­na del Evangelio de Cristo• (Flp l. 27). Por los sacramentos y la ora­ción reciben la gracia de Cristo y los dones de su Espíritu que les capacitan para ello•.1o Por tanto. al citar el Catecismo como •texto de referencia seguro y auténtico para la enseñ~nza de la doctrina católica•. 11 la Encíclica se limitará a afrontar algunas cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia. bajo la forma de un necesario discernimiento sobre problemas controvertidos en­tre los estudiosos de la ética y de la teología moral. Este es el objeto específico de la presente Enciclica. la cual trata de exponer. sobre los problemas discutidos, las razones de una enseñanza moral ba­sada en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia,12 poniendo de relieve. al mismo tiempo. los presupuestos y conse­cuencias de las contestaciones de que ha sido objeto tal enseñanza.

10 Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1692. 11 Const. ap. Fldet deposltum (11 octubre 1992), 4. 12 Cf. Conc. Vat. 11. Const. dogm. sobre la dtvl11a revelación Dei Verbum. 10.

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Capítulo l

•Maestro, ¿Qué he de hacer de bueno ••. ?» (Mt 19, 16)

Cristo y la respfae5ta a la pregunta moral •Se le acercó uno ..• dMt 19, 16) 6. El diálogo de Jesús con el joven rico, relatado por san Mateo

en el capitulo 19 de su Evangelio, puede Constituir un elemento útU para volver a escuchar de modo vivo y penetrante su· enseñanZa mo­ral: •Se le acercó uno y le dijo: "Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?·. El le dijo: ·¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos".

·¿Cuáles?· le dice él. Y Jesús dijo: '"No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso tes~oniO, honra a tu padre y a tu madre; y arrtarás a tu prójimo como a't.t miSmo·~ Oicele el joven: "Todo eso lo he guardado; ¿qué más me fruta?". Jesús le dijo: '"Si qtíle­res ser perfecto, anda, vende lo que tlenes y dáselo a los pobres. y ten­drás un tesoro en los cielos, luego ven, y sigueme· • (Mt 19, 16-21). 13

7. •Se le ~r,có uno ...•. En el joven, que el Evangelio de Mateo no no,mbra. podelllos reconocer a todo h.oinbre que. consciente­~nte o no, se acerca a, Cristo. Rede~tor del hombre. y le formula la prflYunta moraL Para ei joveo. más que una pregunta sobre las reglas que hay que observar. es una pregunta de pleno signUJcado para la vida. En efecto, ésta es la aspiración central de toda deci­sión y de toda acción 'hJ.~mana. la búsqued;J. secreta y el impulso íntimo que mueve. la l•bedad. Esta pregúrita' es. en última instan­cia, un llamamiento al Bien absoluto que nos. atrae y nos llama qacia si~. es el eco de .la }J,amada de Oios. oiigen y fin de la vida del hombre .. Precisamente ccw esta p;erspectiy¡:¡, el Conclli.o Vaticano 11 ha inVitado a perfeccionar la teología moral. d~ manera que su ex­posición ponga de· relieve la altísima vocación que los fieles han

13 Cf. Carta ap. Parali semper a los jóvenes y a las jóvenes del mundo con ocasión del Año Internacional de la Juventud (31 mat2lO 19851, 2·8: MS 77 (19851. 581-600.

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recibido en Cristo, 14 única respuesta que satisface plenamente el anhelo del corazón humano.

Para que los hombres pl.ted4n realizar este •encuentrO> con Cris­to. Dios ha q,u~ su Iql(:!~ia. Es;¡ efecto, ella •desea servir sola­mente para ·este fin: que tOdo hcimbre~ pueda encontrar a Cristo, de modo que Cristo pueda recorrer con cáda uno el camino de la vida•. 15 . .

•Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eter­na?» (Mt 19, 16).

8. Desde la pro~\.IQdiciad fl_el c'?r;¡.Wn suiJ~ _la pregunta que el jo­ven rico dirige a JesOs de'Nataret: una ~ta esenCiát e ineludi­ble para la vida de todo hombre. pues se refiere al bien moral que hay que practicar y á la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el .bien moral y el pleno cumpUmiento del propio de.ttno. El es un lsraeUta ~<*> que ha crecido, diria­mos, a la sombra de laJ..ey del SeAor. Si plantea esta pregunta aJe­sús. podemos ~nar que~ no lo hace .porque ignora la respuesta mntenida en la. Ley. &s. más probable que la fasc!Oación por la per­sona de Jesús haya hecho que surgieran en él nuevos interrogantes en torno al bien moral. Sie~U; la necC$i~d de confron.tarse con aq1,lel que ~ia inJciado su predica,qón con este nuevo y decisivo anunf!io: ~El tiempo se ha cl.qllpU¡;io y el Reino de Dios está cerca; converüos y creed en la Bw;pa Nue\ta• (1\(c l. 15).

· Es necesario que el hombre de hoy se d,irfja ~te a. CrlsiD para obtener de El la respuesta sobre 10 que es bueno y lo que es ma­lo. El es el Maestro, el Resucitado que tiene en sí mismo la vida y que está ~e~pre presente en su IglC:Sia y en el mundo. Es El quien des­~la, a los fieles el Ubro de las ESertturas y. revelando plenamente la vol~tad del Padre, en8eña·ta vér<Jad sobre el obrar moral. Fuente y culnle.n de la economia de la saiVacl6n, A!fa y Omega de la historia h~a (cf. Ap 1, 8; 21, 6; ,22. 13), Crtsto revela la condiCión del homb~ y su vocac~on integral. Por esto, •el hombre q,ue quiere -com­prenderse hasta el fondo a si niismo -y no 5Qlo segun pautas y medi­das ~ su propio ser, que 9on inmediatas, parciales. a veces stiperO­ciales e inCluso aparerttes-. debe, con su·~quietud; Incertidumbre e incluso con su debilidad y ~.camino'stdad. con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en El con to­do su ser, debe .. aprop~· >' astmtlat toda la realidad de la Encar­qacJón y de la Reden~~ó'n para, encontrarse ·a .si mismo .. Si se realiza

14 Cf. Decreto sobre la fonnac;tón sacerdotal Optatant totws, 16.

15 carta ene. Redemptor lromútl$ (4 ._ 197.91, 13~ MS 71 (1979), 282,

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en él este hondo proceso, entonces da frutos no sólo de adoracton a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo». 16

Si queremos, pues, penetrar en el núcleo de la moral evangélica y comprender su contenido profundo e irtltlutable, debemos escru~ tar cuidadosamente el sentido de la pregunta hecha por el joven ri­co del Evangelio y. más aun, el sentido de la respuesta de Jesús, dejándonos guiar por El. En efecto, Jesús, con delicada solicitud pe­dagógica, responde llevando al joven como ~e la mano, paso a paso, hacia la verdad plena.

•Uno solo es el Bueno- (Mt 19, 17) 9. Jesús diCe: •¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno

solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los man­damientos• (Mt 19, 17). En las versioneS de los evangelistas Marcos y Lucas la pregunta Viene formulada asi: c¿Por qué me llamas bue­no? Nadie es bueno sino sólo Dios• (Me 1 O, 18; cf. Le 18, 19).

Antes de ·responder a la pregunta, Jésús quiere que el joven se aclare a sí mism() el motivo por el que lo interpela. El •Maestro bue~ no• indica a su· tnterloeutor ~y a todos nosotros- que la respuesta a la pregunta, •¿qué he de hacer de bueno para· conseguir la vida eter­na?•, sólo puede encontrarse dirigiendo la mente y el corazón a Aquel qu~ •so.lo es el Sueno•: •Nadie ,es bueno sino sólo Dios• (Me 1 O, 18; cf. Le 18, 19). SólD Dios puede re~ponder a la pregwtla sobre el bien, porque El es el Bien.

En efecto, mterrogarse sobre el bien stgnYfca. en últúno término di­rigirse a Dios. que es plenitud de la· bondad. Jesús muestra que la pregunta del joven es en realidad una prf?!)unta religiosa y que la bondad, que atrae y aJ mismo tiemp,o vincula al hombre, tiene su fuente en Dios, más aun, es Dios mismo: Aquél que solo es digno de ser amado •con todo elcorazón. con toda el alma y con toda lamen­te• (Cf. Mt 22, 37}, Aquel que es la fu~nte de la felicidad del hombre. Jesús relaciona la cuestión de la acción moralmente buena con sus raíces religiosas, con el reconocimiento de Dios, única bondad, pleni­tud de la vida, término último del obrar humano, felicidad perfecta.

10. La I~esia, iltimtnadapor las palabras del Maestro, cree que el hombre, hecho a imagen del Creador. redi~ido con lá sattgte de Cristo y santificado por la presencia 'é:let Espirltu Santo, tiene como fin último de su vida ser •alabanza de la gloria• de Dios (Cf. Ef 1, 12). haciendo asi que cada una de sus acetottes refleje su esplencJor. •Conócete a U misma, alma hermosa: tú eres la tmagen de Dios ~es­cribe san Ambtosto-. Conócete a ti mismo, ho111bre:' tú eres la gloria de Dios (1 Cor 11. 7). Escucha de qué modo eres su gloria. Dice el profeta: Th ciencia es misteriosa para mt (Sal 138, 6), es decir: tu

16 lbid.; 10: l.c., 274

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majestad es liláB·.admirable en: mi obra, tu sabiduria ea exaltada en la mente del hombre. Mientras me- consiclero a mi mismo. a quien tú escrutas en los secretos pensamientos y en los sentinúen~os ínti­mos. reconozco lQS mi$tertos de tu ciencia. Por tanto, f1onócete a ti mislllG, hombre. }Q .gFall(le que eres y Vigila sobre ti..... ·

AqueUo que es el hombre y ·ro que debe hacer se man!fiesta en el mbmento en el cual Dios se revela a si mismo. En efecto, el Decálogo se fundamenta sobre estas'patabras: •Yo soy el Señor,·tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No ha­brá para ti otros dioses delante de mio (EX 20, 2-3). En las •diez pa­labras• de la Alianza con Israel. y eR tcxla la Ley, Dios se hace cono­cer y reconocer como Aqué~.ql!e ~solo es bueno•; como Aquél que, a pesar del pecaclo del hombre. contin~a. sienclo el •moclelo• clel obrar mor~l. según su misma Ha~ •Sed. santos, porque yo, el$eñor. vuestro Dios. aoy. santo. (Leu lQ. .2); como Aquél que, fl.el a su amor por el hombre. le da su Ley (cf. Ex 19, 9-24; 20, 18-21) para resta­blecer la ·armonía ortgin~ con el Creador y tocio lo creado, y aun más, para intr~ucirlo en su ,awor: •Ca~inaré eQ. medio eJe voso­tros; y seré vuest,ro.l,)ios.. y vO&Qtros seréis mi pueblo• (Lev 26-. 12).

La vtda moral se.presenta ·como la respuesta debida a las inictati~ vas gratuitas que el atnor de Dios multiplica en favor del hombre. Es una respuesta dé :amor. según el. enunciado del mandamiento funda­mental que hace el Deuteronomio: •Escucha, Israel: el Señor es nues­tro Dios, el !Señor es uno solo. Amar;ís al Señor tu Dios con todo tu eorazOn, con· toda tu alma y con. toda tu fuerza. Queden en tu cora­zbn estos preceptos que ·yo te· dicto hoy. Sé los repetirás a tus hiJos• (Dt 6,·4~7). Asi, la Vida tnoral, inmef'Sa en la gratuidad del atnor de Dios, está llamada a reOejar sü;gloda: •Para quien ama a Dios es su­ficiente agradar a Aquel que él ama, :Ya que no debe buscarse ningu­na otra recompensa mayor al mismo amór. en efecto, la caridad pro­vié'rre ele Dtos de tal manera que Dios mismo _es candad•. 18

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11. La afirmactól1 de qUé •Uno solo es el Bueno• nos remite así a la •primera tabla· de los mandamientos, que exige recona<:er a Dios como Señor úl)ico y absolut.o. y a darle culto solamente a _El IX?rque es in6nitamente santo (cf. Ex 20. 2-llj. El. bien es wteftecer a Dios. ~e. caminar humildemente con El practicando la justicia y amando la piedéld {cf. Miq !5: ~h. ReconQCer al SeñOr ·corno Pios es el núcleofunclQ.rneptal. el ~n (.fe la J..ey. del que derivan y al que se ordenan los preceptos particulares. Mediante la moral de los man­damientos se tnaniflesta la pertenencia del pueblo de Israel al Se­fior, porque Dios solo es Aquél que es bueno. Este es el testimonio

17 &ameron. dies VI, senno IX, 8. 50: CSEL 32, 241.

18 S. León Magno, SerrroXClf. cap. 111: PL 54, 454 .

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de la Sagrada Escritura. cuyas páginas están penetradas por la viva percepción de la absoluta santidad de DiOs; •Santo. SQilto, santo, Señor de los ejércitos• (Is 6, 3).

Pero si Dios es el Bien, ningún esfuerzo humano,. ni siquiera la observancia más rigurosa de los niandatnienlos. logra •cumplir> la Ley, es decir, reconocer al Señor Mmo Dios y tribut.árle la adoración que a El solo es debida (ef. ML 4, 1 O): El «CU..npltntfento- puede lograr­se sólo como un don de Dios: es el ofrecimiento de una partlcipactOn en la Bondad divina que se revela y se comunica en Jesús, aquél que el joven rico llama con las palabras •Maestro bueno• (Me 1 O, 17: Le 18, 18). Lo que quizás en ese momento el joven logra solamente intuir serfl plenamente revelado al ftnal por Jesús mismo con la in­vitación .ven, y sigueme• (Mt 19, 21).

•Si ql.lieres entrar en la vida. guardo. los TTI.tlTIC1.amietDs• (Mt 19. 17).

12. Sólo Dios. puede responder a la pregunta sobre el bien por· que El es el Bien. Pero Dios ya respondió a esta pregunta: lo hizo creando al hombre y ordenándolo a su fin con sabiduría y amor, me­diante la ley inscrita en su corazón (cf. Rom 2, 15), la •ley natural•. Esta •no es más que la luz de la inteligenci~ infundida en n~otros pbr Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer ~lo que se debe evitar. Dios dio esta luz y esta ley en la creación•. Después lo hizo en la historia de Israel. particularmente con las •diez pala­bras•, o sea, con los mandamientos del Sinaí. mediante los cuales El ~undó el pueblo de la Alianza (cf. Ex 24) y lo llamó a ser su •prÓpie-d'ad persónal entre todos los pueblos•, cuna nación srutta• (Ex 19, 5- '," '6), que hiciera resplandecer su santidad entre todaif .las naciones (cf. Sab 18, 4: Ez 20. 41). La entrega del Decfllogo es f,lftlmeS8-y'41ig- ' no de la Alianza Nueva. cuando la ley será escrita aúlwmente y,~ modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jer 3lt-31-M). ~ sustituir la ley del pecado, que había desllgurado aq\)d corazón («¡. Jer 17, 1). Entonces será dado •un corazón nuevo• porque en élJJa• hitará •un espíritu nuevo•. el Espiritu de Dios (cf. Ez 36. ~4-28}. . '

Por esto. y tras precisar que •Urio solo es el BU'e!lo•. Jesús re'i.~ ponde al joven: •Si quieres entrar en la vida, guan.a los manda­mientos• (Mt 19. 17). De este modo, se enuncia una estrecha rela­ción entre la vida eterna y la obediencia a los mandamientos de Dios: los mandamientos indicari al hombre el camino de la vida eterna y a ella conducen. Por boca det mismo Jesús. nuevo Moisés, los manda­mientos del Decálogo son nuevamente dados a los hombres. El rilis-

19 S. Tomás de Aquino, In duo praecepta ccuitatis et in decem legis praecepta. Prologus. Opuscula theologica, 11, n. 1129, Ed. Taurinens, (1954), 245; cf. Swnma T1tealogiae,l- ' 11, q. 91, a. 2; Catectsmo de lcllglesia CatóliccL, n. 1955. ..

20 Cf. S. Máximo El Confesor, Quaesttones ad Titalasslum, Q. 64: PG90, 723-728.

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mo loS conftnna deftnltlv'amedte:.y 'llos ;tos propone· como eamit'lo y condición de salvación. Bl ~se vincula c0n una promesa: en la Antigua Alianza el objeto de la promesa era la posesión de la tiena en la que el pueblo .~ de una existencia libre y según jusUeia {cf. Dt 6. 20-25); eq la ~ueva,Alianza el objeto de la promesa es el •reino de laio cielos•. tal. CQlUO lo ~JOPa Jesús al cprnienzo. del «&ennón de la Montafutt. --d~~ quej!ontiene la fonnulación más amplia y completa de la Ley Nueva (cf. Mt 5-7),, en clara conexión con el Decálogo eatregQtio por Dios a Moisés en el monte Sinai. A esta misma.realidad .del Reino,se;Jl'fie¡re la expresión •vida eterna•. que es participación eo la Vida. misma de Dia&; aqUélla se realiza en toda su pe.rfecctón sókl des~ de· la muerte, pen>. desde la fe,. se convierte ya desde ahora en luz de la verdad, fuente de sentido· para la vida, incipiente participación de una plenitud en el seguimiento de Cristo. En efecto, Jesús dice a sus discípulos después del en­cuentro con el jm'en rico: •TOdo aquel que haya dejado casas, her­manos, hennanas. padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, rectblrá el ciento por uno y heredará la vida eterna• (Mt 19, 29).

·¡

,. ' '13. 1.4 respuesta. de J~(Ís no lt; basta todavía al jovén. que iD.­siS~ preguntaJ}do .al ~strc? .~'f>.reJos lllai!damientos que hay que opservar: • "¿Cuále13~·. le diee él• (Mt 19. 11;1). Le interpela sobre qué d~l>e ~cer .en la vida Pill-a qar ~stinwnio de la santidad de Dios. Tras. hal;>er dir:Igid9 la atención del jov~n, hacia Dios~ Jesús le re­c4erda los maOdami~ntqs ~l Dc¡cálogo qu~ se refieren al .prójimo: •No matwás. no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás fal­sq testimonio. bon,ra a tu padre y a tu madre y amarás a tu prójimo co.~o a ti mismo•. (Mt 19, l~-19).

Por el contexto del coloquio y,. especiahnente, al comparar el texto de Mateo con las· pericopas paralelas de Marcos y de Lucas, aparece que Jesús no pretende detallar todos y cada. uno de los mandamien­loS necesarios para •entrar en :la vida• sino. más bien, indicar al joven la •centralidad• di!l Docálogo respédQ.- a cualquier otro precepto, como interpretación de lo que para el hombre signitlca •Yo soy el ,Señor tu O los•. $in embargo, no nos pH«fen. m-sar desapercibidos los manda­miento$ de .la Ley que e~ Señor .recuerc\a al joven: son determinados preceptos que pertenecen. a la llamada «Segunda tabla» .. del Decálogo. cuyo compegdio (cf. Rorn 1~. s~ 10} y .fundamento es el mqn.damiento del amor al prQjimo: -Ama a tu prójiU,)p. ~amo a ti mismo• (Mt 19, 19; ci. Me 12. 31). En este precepto se expresa precisamente la singular dignidad de la persona humana. la cual es la •única criatura en la tie­rra a la que Dios ha amado por si misma•. 21 En efecto, lQS diversos

21 Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en el mnndo actual Gáudtwn et speS, 24. ··

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mandamientos del I>ecébgo no son nu\B ·fii.IC! la refracción del Wlico mandamiento que se refiere al bien de la- persona, como compendio de los múltiples bienes que connotan su identidad de ser espiritual y corpóreo, en relación con Dios, con el prójiJU<> y con el mundo mate­rtal. Como leemos en el Catecismo de la Igk!sia Cai.ólica. •lO$ diez mandamientos perten~n a la revelación de Dios. Nos enseñ~ al mismo tiempo la v~rdadera humanidad del bombre. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fun­damentales, inherentes a la naturaleza de la persona humana•. 22

Los mandamientos, recordados por Jeaús a su joven interlocutor; están destinados a tu1e1ar ef bien de la persona humana, imagen de Dios, a través de la tutela de sus bienes particulares. El •no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimoniO», son nonnas morales formuladas en términos de prohibición. Los pre­ceptos negativos expresan con singular fuerza la exigencia indeclina­ble de proteger la vida humana. la comunión de las persclnas en el matrimonio, la propiedad prtvada, la veractciad y la buena fama

Los mandamientos' constituyen, pues, la condición básica para el amor al prójimo y al mismo tiempo son su verificación. Constitu­yen la primera etapa necesaria en el camino hacia la libertad, su ini­cio. •La prtmera libertad -dice san Agustín- consiste en estar exen­tos de crtmenes ... como serian el homicidio; el adulterio, la fornica­ción, el robo, el fraude, el sacrilegio y pecados como éstos. Cuando uno comienza a no ser culpable de estos crímenes (y ningún cristia­no debe cometerlos), comienza a alzar los ojos a la libertad~ pero es~ to no es más que el iniciO de la libertad, no la ltbertad perfecta ... •. 23

14. Todo ello no significa que Cristo pretenda dar la precedencia 'át amor al prójimo o. más aun, separarlo del amor a Dios. Esto lo confir­ma su diálogo con el doctor de la Ley, el cual hace una pregunta muy parecida a la del joven. Jesús le remite a los dos mandamientos del amor a Dios y del amor al pn?Jimo (Cf. Le 10, 25-27) y le invita a recor­dar que sólo su observancia Heva a la vida eterna: ·Haz eso y vivirás• (Le 10, 28). Es pues significativo que sea precisamente el segUildo de estos mandamientos el que suscite la cunosldad y la pregunta del doc­tor de la ley. •¿Quién es mi prójimo?• (Le 1 O. 29). El Maestro responde con la parálx>la del buen samaritano, la parábola-clave pára la plena comprensión del mandamiento del amor al prójirilo (cf. Le 10, 30-37).

Los dos mandamientos de los cuales •penden toda la Ley y }()S Profetas• (Mt 22, 40), están profuddamente unidos entre si y se compenetran recíprocamente. De su unidad inseparable da testimo-

22 Catecismo de la Iglesia Católica, n. ~070. 23 In Iohannis Evangeltum nuctatu.s, 41, 9-10: CCL 36, 363.

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nio Jesús con sus palabras y su,Vida: "&U misión culmina en ,&a Cruz qu«:n~ime (cf. Jn a. 14~15}¡ sigao.de su amor indivisible.al PadR y a la humanidad (cf. Jn.l3, l)v .

Tanto el Antiguo Cómó ~ !Nuevo Testamento son explicltos en ántmar que sin el ~<il prqffmo.' que se concreta en la' observancia de los mandamientos. ·no es·postble el auténtico amor a Dios.·San Juan lo afirma con extraordinario vtgor:. •Si alguno dice: MAmo a Dios". y aborrece a su henntmo. e!qm mentiroso; pues quien no ama a su hénnano, á quien ve, no puede amar á Dios a quien no ve• (1 Jn 4. 20). El evangelista se hace eco. de la predi~ción moral de Cristo. expr:esaóa de. modo admirable e inequívoco en la parábola del buen samaritano (cf. Le 10, 30·37) y en el cdiscursooo sobre eljui· cio final {cf. Mt 25, 31-46).

15. En ei«Sermón de la'Montaiia•, que constituye fu. ~a mng· tia de la morat evangélica, 24 Jesús dicé •No pen~is que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cum· plimiento• (Mt 5, :17). Cristo es la clave de laa Escrituras: «Vosotros investigáis ·las Escrituras, ellas son las que dan testimonio de mi» (cf. Jn 5, 39); él es el centro de la economía de la salvación, la reca· pitulación del Antiguo y del Nuevo Testamentn, de las promesas de la Ley y de su cumplimiento en el Evangelio; él es el vinculo viViente y eterno entre la Antigua y la Nueva Alianza. Por su parte, san Am· brosio, comentando el texto de Pablo en que dice: •el fin de la ley es Cristo• (Rom 10. 4), afiCIJl8 que es •fin no en cuanto defecto. sino en cuanto plemtud de la ley; la cua.l se cumple en Cristo (plenitudo fe.. gis in Christo est), desde el momento que El no vino a abolir la ley, sino a darle cumplimiento. Al igual que aunque existe un Antiguo Testamento toda verdad está contenida en el Nuevo, ásí ocurre con

....,.~) ._- llit ley. la'~ dada.pót ritedto de MOisés es ftgu~ de la verdadera ~,~ . ley. Por tanto, la mosatcaes imagen de la verdad•. , ·

t, .... ,

· . Jesús lleva a cumpl~to los rru;mdamierúos de ~ -en parti~ cular. el Illandamiento del amor al prójilJlo-, interiorfzando y radica­lizW1(1o su.S exigencias: el amor al prójimo brota de un corazón que ama y que, precisamente porque ama, está dispuesto a Vivir las ma-yores éxfgenclá$. Jesús muestrá que los mandamientos no deben ser entendidos L-omo un limite mínimO q~ rio hay que sobrepasar,

1.. sino como una senda ábierta para un cafitlno moral y espiritual de

.

,. , peñecciOn, cuyo impUlso interior es el amdr '(cf. Col 3, 14). Asi. el '1 .ln8.11dam. . leláa· -NO matarás•. ·se transforma en la llamada a un amor ~""* ~ ' ..

, tiiOiitito 4Ufl tutela e impulsa ta. vtda del ¡)rójtmo; el ptecepto que

24 Cf. S. Agustín, De Sennone Dominiin Monte, l, l. 1: CCL 35, 1-2.

25 In PS<dnun CXVUI Expositto, senno 18, 37: PI, 15, 1541; cf. S. Cromacto de Aqutle· ya, Tractatus in Mathaeum. XX. l. 1·4: CCL 9/A, 291~292.

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prohibe el' adulterio, Se convierte ert ·la Invitación a -una mirada pu­ra, capaz de respetar el significado esponsal del eueTpO: «Habéis oí­do que se dijo a los antepasados: No matams:y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo· aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el· trlbtinal... Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándOla, ya cometió adulterio con ella en su corazón• (Mt 5, 21-22. 27-28). Jesús mismo es el «cumplimtentolo vivo de la Ley ya que El realiza su auténtico stgrtlficado con el dofi total de si mis­mo; El miSmo se ·hace Ley viviente lj personal; que invita a su segui­miento. da. mediante el Espíritu. la gtaéta de compartir su misma vida y su amor, e infunde la fuerza para dar testimonio del amor en las decisiones y en las obras (cf. Jn 13, 34-35).

•Si quieres ser perfecto- (Mt 19, 21) 16. La respuesta sob.I,"e los manqamien~os no satisface al joven,

que de nuevo pregunta a Jesús: • "Todo eso lo 'he guardado~ ¿qué más me falta?". • (Mt 19, 20). No es fácil decir con la _copclencia tran­quila •todo eso lo he_%.uardado·~ si se comprende todo el alcancé de las exigencias contenidas en la Ley de Dios. Sin emt>argo, aunque el joven rico sea éapélt de dar una respuesta tal; aunque de verdad ba­ya puesto en práctica el ideal moral con seriedad y generosidaq de~­de la infancia. él sabe que aún está lejos de la meta; en efecto, ante la persona de Jes'üs se (la cuenta de que todavia le falta algo. Jesús, en su última respuesta. se refiere a esa conciencia de que aún falta algo: comprendiendo la nostalgia de una ¡)lenitUd que supere la in­terpretaclón legcilista de los mandamientoS~ el Maestro bueno ·tnvtta al joven a emprender el camino de ki perfección: •Si quieres ser pet'­fecto, anda. venéle lo que tienes y dáselo a los pobres. y tendrás urt tesoro en los cielos; luego ven, y sigueme• (Mt 19, 20~

Al igual que el fragmento anterior. también és_te debe ser leido e interpretado en el contexto de todo el mensaj~ morál ~el Evange~lo y, especialmente. en el contexto del Serffión de la, Montaña, .de la5 bienav~nturanzas (cf. Mt 5, 3-12). la primera. de la$ ctlales es·precl­samentela de los pobres, los «pobres de espíritu•, conl() preCisa san Mateo (Mt 5, 3), esto es. los humUdés. En este sentido, se puede de-' cir que también las bienaventuran~. pueden ser encuadradas en el amplio espacio que se abre con la respuesta que da Jesús a la pre­gunta del joven •, ¿qué he de hacer de bueno. para conseguir la vida eterna? •. En efecto, _cada bienaventu,raw;a. desde su propia pers­~tiva •. promete preci~nte aqúel ·bién• que abre al hombre a la vida eterna; má.s aun. que es la misma vida eterqa. ·

Las bienaventuranzas no tienen propiamente como objeto unas normas particulares de comportamiento, sino que se refteren a acti­tudes y disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente.

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no~~ «Hl q mandcwUentos. Por otra parte,. no ha,y separación o 4iscrepancta en..-e las bienaventuranzas y los mandamientos: ambos se retleren al bien, a la vida eterna. El Ser­món de la Montaña comienza con el anuncio de las bienaventuran­zas. pero hace también. ,r~fenmqia a los Qlandamientos (cf. Mt 5, 20-48J. Además, el Sermón muestn\ ~·apertura y orientación de los mandamientos con la perspectiva de la. perfección que es propia de las bienaventuranzas. Estas son ante todo promesas de las que también se derivan, de rónna indirecta. indicaciones flQ1TJlattvas pa­ra; la vida mc>ral. En .su profuQ.Gitdad ortgin~ son una espe<* de au­torretraJD de. Crmto y. precisam"'te por esto. son Üluttaciones a su segutmtento y a la comunión de u$ oon El.. 26

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17. No sabemos hasta qué punto el joven del Evangelio compren­dió el contenido profundo y e~nte de la primera .res;puesta dada por Jesús: •Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos•: sin embargo, es ck:rto que la a1ltnlación manifestada por el joven de haber respetado todas las ~~melas morales de los mandamientos constituye el terreno indispenSáble SObre, el que puede brotar y ma­durar el deseo de la perfecciqn, es deCir, la ~ización de 8u signifi­cado mediante el. seguimiento de Cristo. El colOquio de Jesús con el joven nos ·ayuda a comprender las condtctones para el crecimiento moral del hórríbre llamado a la perfecctón: el Joven, que ha obserVado tod~ los mandamienl.ós, se muestra 1n~apaz dé dar el paso siguien­te sólo con sus fuerzas. Para hacerlo sé necesita una libertad madu­ra (•si quieres•) y el don alvino de la gracia (•Ven, y Sigueme•)'.

. La perfección~ aqUtdla.madu~z en el darse a si mismo. a que está llamada la libertad del hombre. Jesús indica al joven los manda­mientos como la prbnera condictón irrenunciable para conseguir la vida eterna; el abandono de todo lo que el joven (>OI:!ee y el seguimien­to del Señor asumen, en <¿l~Ilbio, el carácter de una propuesta: •Si quieres ... •. La Palabra .de Jesús manifiesta la dirtámica particular del crecimiento de la l~rta:d ~cla su madurez y, al mismo tiempo, ates­tigua.la reladón.JU,ndame'nt.al de lá libertad con la ley diViha. La liber­tad qel hombre y la' ley dé Dios no se oponen, sino, al contrario, se re­clarruln mutuamente. El dlscipul<>'de Cristo sabe qúe la suyi:t es 'una vocaCión a la libertad: •Hermanos, ·habéis sido llamados a la Ubertad• (Gál 5. 13), proclalná eón alegria y decisión el apóstol Pablo. Pero, a conttituadón, precisa: •No t:Oníéls de esa libertad pretexto para la car­ne: antes al con:tiarto; sei:Vios PQr amorlos unos a los otros• (tbfd.}. La firmeza cc;~n la cual el Após~l Se op~me a quien confla la propia justttl­cación a la Ley. no tiene riada que Ver cort la •liberación• del hombre con respecto a los preceptos, los cuaJes, en verdad, están al semcfo

26 Cf. CGtecúimo dli la lgfeSta Católica, n .. l:71r.

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del amor: «Pues el que ama al prójimo, ha-cumplido a ley. En efecto. lo de: No adulterarás, no matarás; no robarás. no codiciarás, y todos· los demás preceptos. se resumen en esta fórmula: ATTtaiÚS a tu prfdi­mo como a U misrTID' (Rom 13, 8-9). El JJÚSIJlO san ~stin, después de haber hablado de la observancia de los mandamientos como de la pri­mera libertad bnperfecta, prosigue asi: • ¡)'or qué, preguntará alguno, no perfecta todavía? Porque "siento en mls miembros otra ley en con­Oicto con la ley de mi razón• ... Ubertad parcial, parcial esclavitud: la libe$d no es flún cOmpleta, aún no es puia ni plena porque todavta no estamos en la eternidad. Conservamos eri parte la de~ilidad y en parte hemos alcanzado la litiertad. Todos nuestros· pecados han sido bórrádós en el bautismo. pero ¿acaso ha desaparecido la debUldad después de que la iniquidad ha sido destruida? Si aquella hubiera de­saparectdo, se vMJia sin pecado en la tierra. ¿Quién osará aftJmar es­to sino el soberbio, el indigno de la nilsericOrdla del-liberador? ... Mas, como. nós ha queda4o alguna debilidad, me atrevo a dectr que, en la tnedida en que siJvamós a Otos. so~os ltbres; mtentfus ~ue en la me­dida en que stg¡:imos la ley del pecado som()S esclavos10. 2

Quien ·~viVe según.ia carne• siente la ley de Dios como un peso, más aun, como una negación o, de c~uler modo. como una· res­tricción de la propia libertad. En cambio, quien está movido por el amor y •vive según el'&>pi.ritu• (Cál 5, 16), y desea servir a los ele: más. encuentra en la ley de Oil)s el camino fundámental y necesario para practicar el amor libremente elegido y vivido. Más aun. sien.te la urgencia interior -una verdadera y propia •necesidad•, y .no ya una constricción- de no detenerse an~ las exigencias milúmas de la ley sino de viVirlas en su •plenitud•, Ss un camino todavía incierto y frágll mientras estemos en la Uerra. pero que la gracia .hace posible al darnos la plena •libertad de los hiJO$, de Dio& {cf. Rom 8, 21) y. consiguientemente. la capacidad de poder responder en la vida mo­ral a la sublime vocación de ser •hijos en el Hijo•.

18. Esta vocación al amor perfecto no está reservada de modo exclusivo a una élite de personas. La invitactón. •anda. vende lo que tienes y dáselo a los pobres•. junto con la promesa •tendrás un teso­ro en los· cielos•, se dirige a todos. porque es una radicalización del mandamiento del amar al prójimo. De la misma manera, la siguien­te invitación cven y siguemeo es la nueva fonna .concreta del manda­miento del amor a Dios. Los mandamientos y la inVitación de Jesús al joven rico están al seiVicio de una única e indivisible earidad. que espontáneamente tiende a la perfección, cuya medida es Dios mis­mo: .Vosotros, pues. sed peñectos como es peñecto vuestro Padre celestlab (Mt 5, 48). En el evangelio de Lucas, Jesús prectsa ulte-

27 In lohaririis &xmgelium 'l'Ftrdotus, 41, 181 CCLs&. 363.

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rlorlnente el senUdcHie esta perfeedón: .sed misericmdioSO$, como vuestro Padre es misertcordtosoo (Le 6, 36t.

:. •Vefi. y síguerrteo (Mt 19, 21} . . 19. él camino y. a la vez. elcontenidQ de esta peifecctóii ~onsis­

t.e en la sqquela Christi. en el. &eguimlé~to de Jesús,. después de ha­ber renunciado a los propio$ bJ.el1,~$ ya sí miSmos. Precisarp.ente és­ta es 1~ con~lusión. del co{oquio. dé Jesús con el joven: •luego ven. y sígueme• (Mt .19, 21). Es una invt.~~lóri. cuya'profuridi<:fad maravillo­sa será eritendtda plenamente p<)r Jo5 <:fiscipJ.ilos después de 1~ resu­n:ecclóQ. de Cristo. cuando el Esp!ritu Santo los guiará hasta 'la ver-dad completa (ct. Jn 16, 13). . .

E$ J~súJqni~ quieQ .~ la lniciatJva y 1~ a seguirle. La llamada está dirigi.da sobre todQ a aqlolellqs a quien~l'l!.confia una mi­sión particular empezando por los Doce> pero iambiép es. cierto que la CQncU,ciém de todo creyente es ~rcUscípulo de Cristo {cf. Act 6, 1). Por esto, seguir a Cristo es el.fw1t:J.ariientQ esericiál y ortilinal.de leí moral cristiana: como el pueblo de Israel seguía a D~os, que'IO guiaba. por el desierto haCia la tterra prometida (cf. Ex 13, 21). asi el discípulo debe seguir a Jesús. hacia el cual lo' atrae el mismo Padre (cf .. Jtt 6, 44).

. . No se tra~ aquí sola:n;aénte de escuchá;r una enseñáriza y de cu.wpUr un mandéW).ient,o. sino de algo' mucho más radical: adherirse a la per~na 111Í$mq de Jesús. cQn1partir su vida y su destino.· partiCI­par de su obedie11c1a libre y amorosa a la voluntad del Padre: El dis­cípulo de Jesús, siguiendo, mediante 1~ adhesión por la fe, i\ aquél qué es la Sábid\.lria encarnada'" se hace verdaderamente dtscfpul6 de DiOs (cf. Jn 6, · 45). En efecto, Jesús es la luz del mundo, la luz de la vida (cf. .lit 8, 12); es el M5tor que gmay alimenta a las ovejas (cf. Jn 14, 6), es aquél que lleva hacia· el Padre. de tal manera que verle a él, el' Hijo. es vér al Padre (cLJn 14, 6-10); Por tanto imitar al Hijo, que es «imagen de Dios invisible• {Col l. 15). significa imitar al Padre.

20. Jesús pide que le sigan g le lmiten en el camino del amor. de un amor que se, da totalmente a: los hermanos pa- amor de Dios: •Este es el mandamiento nílo~ que os améis los unos a loe otros Como yo os he ama<:loo (JR 15; 12). Este •eotno» exige la imitac:IOO deJesús,Ia.imüación de su amor, cuyo signo es el lavatorio de los pies: •Pues si yo, el Señor y él Maestro, os he lavado los pies; vosotros también debéis lavaros los ptes unos a otros. Porque os ·he .dado ejemplo, para que también voso­tros hagáis comoyo hehechocon.vosotros• (Jn 13, 14-15). El nxxlo de actuar de Jesús y sus palabras. sus acciones y sus preceptos constitu­yen la regla moral de la vida cristiana. En efecto. estas acciones suyas y. de modo particular, el acto ~o de su pasión y Qtuerte en la cruz, son la revelación viva de su amor al Padre y a los hombres. Este es el amor que Jesús pide que imiten cuantos le siguen. Es el manda­miento •TUiel)()>: •Os doy un mandamiento nuevo: que os amé!s los unos

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a los otros. Que, romo !JO os ·be ádtádo, ufoe .améis también VO'!I'otros los unos a lo$ otros. En esio OOllQOeráni tadpe. que sota disclpulos mios: si os tenéis amor los unos a los otros• (Jn 13. 34-35).

Este «como• indica también la medida con la que Jesús ha ama~ do y con la que deben amarse sus dtscipulos entre· sí. Después de haber dicho: •Este es el mandamtent<rmio: que os améis los unos a los otros tómoyo os he amadoo (Jn W. 12}, deí!ús prosigue con las palabras que Indican el don sacriftctát de su vida en la cruz, como testimonio de un amor •hasta el d:tremo- (Jn 13, 1): •Nadie tiene mayor amor que el que da su vtda f)Or sus amigos• tJn 15, 13).

· Jesús, al llamar al joven a seguirle en el·camino de la perfec­ción, le pide que sea perfecto en'~l mandamiento del amor: en •SU•

mandamiento: que se Inserte en el movimiento de su donación total, que Imite y reviVa el mismo amor del Maestro •bueno., de aquél que ha amado •hasta el extremo•. Esto es ló que Jesús pide a todo hom­bre que quiere seguirlo: •Si alguno quiere venir en pos de mi, nié­guese a si mismo,. tome su cruz y sigame• (Mt 16, 24).

21. Seguir a Cristo no es una imitación exterior, porque aCeot<i al hombre en su interioridad más profunda. Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme.a EL que se hizo servidor de todos hasta el don de si mismo en la ~uz (cf. F1p 2 •. 5-8). Mediante laJe. Cri&to habita en el corazón del creyente (cf. Ef 3, 17). el discípulo se ase­meja a su Seftor y se configura con El; lo cual es ftuto de la gracia. de la presencia operante del E$,Piritu Santo en nosotros.

lnserido en Cristo; ·el cristiano se convierte en miembro de su Cuerpo. que es la Iglesta (cf. 1 Cor 12, 13, 27). Bajo el impulso del Espiritu, el Bautismo configura radkalmente al fiel con Cristo en el misterio pascual de la muerte y resurrección, lo. •reviste• de Crtsto (cf. Gál 3, 27): •Felicitémonos y demos gracias -dice san Agustin di­rigiéndose a los bautizados-: hemos Begado a ser no solamente cris­tianos sino el propio Cristo { ... t. Admiraos y regocijaos: ¡hemos sido hechos Cristo!•. 28. El bautizado, muerto al pecado, recibe la vida nueva (ef. Rom 6, 3·11): vtvtendo por Dios en CristoJesús, es llama­do a caminar según el Espíritu y a manifestar sus frutos en la·vtda (cf. Gál 5, 16-25). La participación sucesiva en la Eucaristía, sacra­mento de la Nueva Alianza (cf. •1 Cor ll. 23-29) es el cuhnen de la asimilación a Cristo, fuente de •Vida eterna• (cf. Jn 6, 51-58), princi­pio y fuerza del don total de si mismo, del cual Jesús -según el tes­timonio dado por Pablo~ manda ha.cer meiJl(lrta en la celebración y en la Vida: •Cada vez que coméis es.te pan y bebéis esta copa. anun-ciáis la muerte del Señor. hasta que venga• (1 Cor 11, 26). ·

28lbid. 21,8: CCL36, 216.

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· •Para lJti6 t.c.Jd&es.~ (Mt 19, 2$)..

· 22. l:.a· conclustón del ooloqU1~·-de ~ús con el joven rico es amarga: •Al oir esta$ palabras, el jOVen se marchó entristécido, por­que tenia muchos bienes- (Mt 19. 22). No sólo el hombre rico, sino también los mismos discípulo$. se asustan de Ja llamada de Jesús al seguimiento, cuyas exigencias. superan ·las aspiraciones y las fuer­zas humanas: cAl. oír esto, los .<fiseipulos, Uenos de asombro. decían: •Entone~. ¿quién $e. podrá salvar?" • (Mt 19, 25), Pero el Maestro pone ante los qjos el poder de J)ios:.,llara los hombre eso es imposi­ble, mas para Dios todo.es postble• (,Mt 19,:26).

En el rqi,smo ~pítulo d~l Evangelio de !~!~ateo (19. 3-10), Jesús interp.retando la; Ley mosaica so~re .el. Illél~O~io, ¡echaza el ~re­ello al repudio. apelando a un •Prnt~ipi.ot. más origiÍlario y autoriza" do;respecto a la Ley de Moisé.s: el d~ primordial de Dios sobre eJ,hombre. un designio alque·el hqmbre sella. incapacitado después ~ pecado: •Moisés, teniendo. en . cuenta .la dureza de vuestro cora­ZÓn, os permiti9 repudJar a. wes~. n:J.Ujeres; pefC? .. al principio no fue asi> (Mt 19, 8). La apelacion al •principio• asusta a los discípu­los. que comentan con estas palabras: •Si tal es la condición del hombre respecto de su nmter, no trae cuenta casarse• (Mt 19, 1 O). Y Jesús, refiriéndose especillcamente al cariSma del celibato •por el Reino de los éielost (Mt l9, 12), pero enunciando ahora una ley ge­neral, remite a la· nueva y sorprendente posibilidad abierta al hom­bre por la gracia· de Dios: •Elles dijo: ~No todos entienden este len­guaje, sino aquéllos a quienes se les ha concedido" • (Mt 19, 11).

Imitar y revivir el amor de CriSto no es posible para el hombre con sus $0)as ·fuerzas. Se hace capaz de éste amor sólo gracias á wt don recibido. Lo mismo que el Señor Jesús recibe el amor de su lladre, asi, a su vez, lo. comunica gratuitameilte a los discípulos: •Como .el Padre me amó, yo también os he amado.a.vosotros; permaneced en mi amor»·Vn 15, 9). Ef don de Cristo es su Espiri.tu. cuyo primer •fruto» (cf. Gál 5, 22) es la caridad: •El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dadot (Rom 5.5,). San Agustín se preglUlta:. .¿Es eL amor el que no8 hace observar los mandamientos. o bien es.la obsefvancia de 101$ mandamkmtos .la que· hace nacer el atnO(?~. Y responde: •Pero ¿quién puede dudar de que el amor p~cede a la observancia? En efecto, cmten no ama está sin motivaciones para guardar los mandamientos•. .

23. •La ley del Espirttu que da la vida en Cristo Jesús te llberó de la ley del pecado y de la muerte• (Rm 8, '2). Con estas palabras el apóstol Pablo nos Introduce a consi&rar en la perspectiVa de la bis­torta de la salvación que se cÜttlple en Cristo la relaeióri entre la Ley

29lb«l82, 3: CCL36, 533 .

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(antigua) y la grada (Ley nueva). El reconoce la ·función pedag6glca de la Ley, la cual, al permitirle al hombre pecador valorar su propia impotencia y quitarle la presunci~ de-~ autosutlctencta. lo abre a la invocación.y a la acogida de la.~ en el F;fipírttu~~ Sólo eri esta vida nueva es posible practicar los mandamiento!i; de Dios. En efecto, es por la fe en Cristo como somos hechos justo$ (cf. Rom 3, 28); la «jus­ticia• que la Ley extge, pero que ella no puede dar, la encuentra todo creyente manifestada y concedida por el-Señor Jesús. De este modo san Agustín sintetiza admirablemente la dialéctica paullna entre ley y gracia: cPor esto. la Ley ha sido dada para que se bnpl~ la gra­cia: la gracia ha sido dada para que se observase la ley•.

El amor y la vida según el Evangelio no pueden proponerse ante todo bajo la categorla de precepto, porque lo que exigen supera las fuerzas del hombre. Sólo son posibles eomo fruto de un don de Dios, que sana, cura y transforma el corazón del hombre por medio de su gracia: •Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la ver­dad nos han llegado por Jesucristo• (Jn l. 17}. Por esto, la promesa de la vida eterna está vinculada al don de la gracia, y el don del Espíritu que hemos recibido es ya •prenda de nuestra herencia» (Ef 1. 14).

24. De esta manera, se manltlestii el rostro verdadero y original del mandamiento del amor y de la perfección a la que está ordena­do; se trata de una posib_~idad abierta al hombre exclusivamente pór la gracia. por el don de Dlós, por su amor. Por otra parte, precisa­mente la conciencia de haber recibido el don, de poseer en Jesucris­to el amor de Dios, genera y sostiene la respuesta responsable de un amor pleno hacia Dios y entre los hermanos, como recuerda con in­sistencia el apóstol Juan en su primera Carta: •Queridos, amémo­nos unos a otros, ya que el amor e~ de Dios, y todo el que ama h3. nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no . ha conocido a Dios, porqu~ Dios es Amor ... Queridos. si Dios nos amó de esta ma­nera, también nosotros debemos amamos unos ,a otros ... · Nosotros amemos, porque él nos amó prtiDero» ( 1 Jn 4. 7 -8~ 11. 19).

Esta relación . inseparable entre la gracia del Señor y la libertad del hombre. entre el don y la tarea. ha sido expresad en términqs sencillos y profundos por san Agustín, que oraba de esta manera: •Da Cfff· tu­bes et iube quod vis• (Da lo que mandas y manda lo que quieras). 1

El don no disminuye, sino que rejilerza la exigencia moral del. amor: •Este es su mandamiento: que creamos en el nombre de au Hijo. Jesu­cristo, y que nO$ amemos unos a otros tal como nos lo mandó• (l Jn 3, 23). Se puede •permanecer» en el amor sólo bajo la condición de que se observen los mandamientos, como afirma Jesús: •Si guardáis mis

30Desptrltuetlittera, 19.34:CSEL60,187. 31 Cor¡festoncs, X, 29, 40: CCL 27; 176: cf. De gratla et libero arbitrio, XV: PL 44, 899.

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~tos. ~-eA:tnt,.-. ··cocno yo be ·guardac:lo,los rnandamientoade mt·~y.~en:SQ amor- (..hl 15. 10}. ' . Ré'sutnieridcfio'que' ~stltttye'et nlitleo del; mensaje moral de Jesús y dé 'la pre4kacióit' de ~-~res. 'Y' 'VOlviendo a ~ofrecer en admirable sin teSts h grElíl tradtel&l1!''lós Padres él~ Ortente y de Oecfdente -en pá.rticufar san Agüstln · ···santo TOilÚls afinna que la Ley Nueva es la gméia del· Espfntu ·.santo dada-· mediante la fe en crtsto. 33 LoS preceptos externo$, eh!. lOs que también habla el Evan­gelio, J>l."eparan para·esta'grttc1a'~~egah sus efectos en la vida. F.ln eféctcv, la Ley Nueva no ae ~•• con decir lo que se debe ha­cer, sino que otorga también la fuep-..a;para •dbnu:.la verdad• (cf. Jn 3, ~:1}. Al mi,sn)o tiempo. ~n.</~ ,Gr~o op~rvaq~e.la Nueva Lt;y Jue.promulgada-precisafllc,nte q~o el ~pirit\1.. sru,ttobajó del ~19: e_ t d~,pe P~tecos'f:ttqJ.le,Jois_ ..... --~--le. -~_ .. ~nob<J.Jaron__ 4e1 ~n_ ,te llevando. como_~oisé$~. .. ~,®~diaen sus ~os._smo que vol­vi~ llevando al Espírit~ ~t9,~tÍ¿S"!JS,. co,;v..ones~ ... "cqrivertidos, mec:iiant;e su g~ . .e11 una léy,\4\ra. én .lJ.Illib~ anitlla.dQ•; 34 ...

•Hé aquf.que yo estog oon: vosotros todos.ios dias·hasta el .fin del muncb (Mt 28, 20}

' . '25, el coloQ!Jio de Jesú$ .c~~jove~ lico continúa. en cieri:Q sen­tido. en ~ época de .14 lúsloria; también hoy. La prqUinta: •Maes­txo. ~é-he.de b.aperde buenq ~G~ulr.~ vida eterna?• brota en el co~n. de todo noQ1b¡:e. ;Y es si~ y, sólo Crisf.9 quien ofre­ce. ~- respue,s~ plena y Q~niUv~. ~1M~ que enseña JoS manda­mieQtos, d~ .. D.ios, .cf~ ~~~t.a al ~gugpieritp y da la gra~a para una viQa nu~va,. está :>~ptpre .Prei!S((Q.~ y O~J;'élnte ep medio de nosatros. segúp. ,~u promesa.: •He [lQUi q.t,\e yo ·~toy c~n yosotros_ pxtos los dias ha5ta..el fin del mundo• (Mt :;tS,)Z()). J.d. conterriporanevdad de Cristo respecto al h9ml?re de cada ~a se· realiza_· en el cuerpo vivo de la Ig~la. Por éSJo el sei\or proll'letl6 a. sus disclpúlos el Espíritu Sánto. que 1~~ •tecó~aria• y les har1~ comprender sus maridaníiéntos (cf. Jn 14, 26}, y. at m~m:o tlempo;·serfa''el p:rtncipto frontal de úna vida nuevapará el mu11ao·(cf. Jn 3, 5clf:n~om'8, l-13). ··

.'Las prescfi~íones morales,. impartidas por ~los e~ la Anti~ua AllánZá y_. perfeccionadas e~ t~ ;Nueya. y ~~Wa en ta ~rióna -~~ del Hyo de Dios hecho.homore, deben ser custod1a8ás ./feln'ienté y actualú:adas pennahenterriertt:e éh' las diferentes culturas a lo largo de la' h-Istoria. ui tarea de :su Interpretación ha sldo·oontlada por Je­sús ·a los Apóstoles y a sus sucesóreS, con la asistencia especial del Espirltu'de la verdad:·•Qulen a·wsotros10s-eaeucha, a mí:me escu­cha• {LC 1 o. l6k Con la luz y la ·foena de·•~ Espt:rttu, loa Apósto-

32 Cf. De spiritu et littera, 21, 36; 26,46: CSEL60, 189·190; 200·201. 33 Cf. Sununa 'flwologiae, 1-11, q. 106, a. 1, conclua. y ad 2um. 34-hl~ hont.-(0 1: PO 57, l5.c ·

t-: ao. ;;'~· -.:1-.~~{~ ~: .. c .•

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les. Cl.llllplieron la ~de ~ eJ &vangeJioy;señalar el •cami­OOt del Señor. (cf.,Act l~. 25},,e~iiando.ap.., todo el seguinúento.y la imitación ~ Cri$W: •Paca mi la vida es (4isi<>• (ftp l. 21) ..

26. ·En la catequesis moml de los·Apóstdss. junto a exhortaciones e indicaciones relacionadas con el eon~ hiStórico y cultural, hay una enseñartza ética con precl$a$ ·normas de comportamiento. Es cuanto emerge en sus Cartas; que contienen la interpretación -bajo 1a guia del Espíritu Santo- de los pn:ceptos del Señor que hay que vi­Vir en las diversas circunstancias cult\lrales {cf. Rom 12. 15; 1 . Cor 11~'14; Gál ~-6; Ef4-6; Col3.-4; 1 Pe y~- Encargados de predicar el Eva,ogelio.los Apóstoles •. en vtrtt.d ~ !i\1 re~ponsabUidad pa~toral. v(g~aron. desd~5los orígenes de, la lgle.s~ sobre .la recta conductf! de los cristianos. . a la vez que vigtlarc:m sobre hl .P,ureza de la fe y la transmisión de los doi)es divinos II)ediarite los 8acramentos. l!i 'LOs primeros crist:.iarios. provenientes f.atlw del pueb,lo juqió como ·de lél gentilidad,. se ~iferenciá~ del~ P.~ánosl!9 SOlo p<>r sü'(e y su lf turgia. sinQ también.Jf!r el testr~j\lbC:te·sú~nducta moral;. Inspira~ da en la Ley Nueva.. En efecto, la I~ta es a la vez comunión de re y de vida; .su norma es •la fe que actúa por la caridad• · (Gat 5, 6)

Ninguna laceraci9p debe aten~ conb;'A lá armonía entre la fe y la vida: la urúdad de la Iglesia es herida no sólo por los cristianos que rechazan o falsean la vetd'ad dé la fe. stno también por· aquéllos que desconocen las obligaciones mi:n'ales a las que los llama el Evangelio (cf. t Car 5, 9-13). tosApósfotes recha?..aron con decisión toda disociación entre el rompromlsó del cotazón y las acciones que lo expresan y demuestran (cf. 1 Jn 2, 3--6). Y desde los tiempos apostólicos, los Pastores de la Iglesia hah,dénunciado con claridad los modOs· de actuar de aquéllos que eran ~gadores de dlvislbnes con sus enseñanzas o sos comportamientos. · · : ;

27. Promovery custodiar, en la unidad de la Iglesia. la fe y"ta vi­da moral es la misión confiada por Jesús a los Apóstoles (cf. Mt 28; 19-20}, la cual se continúa en el ministerio de sus sucesores. Es cuanto se encuentra en la Tradición viva. níedlante ta· cual -como afirma el Concilio Vaticano 11- «la Iglesia con su enseñanza; su vida, su culto, conserva y transmite. a todas las edades lo que es y lo· que cree. EstaTtadici611 apostólica va creciendo en la Iglesia con laayu-

35 Cf. S. !renco, AdL'crsus hacreses, IV, 26,2-5: Sch 100/2, 718-729.

36 Cf. S. Justino, A¡wlogia. l. 66: PG 6, 427-430.

37 Cf. 1 Pe 2, 12 ss.; Didqjé, 11, 2: Patres Apostolici, ed. F. X. Funk, l, 6-9; Clemente de Alejandña, Paedagogus, l. lO; 11, 10: PG 8, 356-364; 497·536: Tertuliano, Apologeti· cum, IX, 8: CSEL. 69, 24.

38 Cf. S. Ignacio de Antioquia, Ad Magnesios, VI, 1·2: Patres Apostollci, ed. F. X. Funk, l, 234·235; S. Ireneo, Adversus haereses, IV, 33, 1.6.7: SCh 100/2, 802-805; 814· 815: 816·819.

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"t. ,...-_·

da del Espirttt.r San~; • Eh ~ ~. iá 1IZiesta acoge y•traMmtte la Escritura eomd testütioniO'de ld1~vtUaP que Dloe ha hecho en la historia (cf: f.c l. 491. eonílesá'üt 1remtld del Verbo hecho carne con los labios de los Padres y de los Doctores, practica sus precep­tos y la caridad en la vida de .los SaDtoe y de las Santas, y en el sa­crlftclo de los Mártires, celobra su e&perapza cm la Uturgla. Median­te la 'fradiclón los cristiaocl8. ~ecJben, •la voz vtva del Ev$lgel10oo, 40

como expresiQntlel de la aabtduria y de la.voluntad divina. OentJ"' de ta: 'n'adicl.ón $le deSarroDa. ron la asistencia del Espirttu

Santo. la~ a~ de :m ley .dél Señor. El mismo ~piii­tu, que es~· en el ottgen de 1a Revelación, de tos mandamientos :y ~e laS enseñanzas de JeiiúS, gán\ntiia · q...e sean cuStodiados santamen­te;, e:lg)uestos &:h.rt~nte y).~~ ~nte en el correr de:Jós tiempos y ~ cireunstancuts. ~ta · ~tuáJiut(!ión• de lós mandamien­Jos es stgno Y, ftuto de Una pene~n más prbfunda de fa Revelación Y. d~, un~ coptp~n de· las q~ sttuactq~ históricas y ·cuJtura­les'baJo la I~ de la te. Siq embu; .. · . . i-91 ~~.na 09 puede·mé.s que conftr. -mar.la valid~ permanente de la fé*h\C!9fl e Jmiertarse .en la estela de la lriterpretádón q\le de él ~ la' gran ~lón. de enseñanZaS y vida de la Iglesia. de lo. cual son testigos la doct.nna de los Padres, la vida de lo$ Santos; la lit~ de la I~ y la ·en$e~ del Magisterio.

·Además.. co~ atli'Jl)a de Jjlódo p~U~J.it,í" .~1 cQncil~. ~el ojicio de interpretcu autimttcame~. la¡PQ:labr.a de l)~. oral o ,esCrita. ha sido encomendado sólD ol Mag~ vti,lo de la Iglesia. el cUal lo ejercita en nombre (.(eJes~. :. De ~ modo. la lglesla. consu vida y $U enseñanza, se,.pres~ta como •cokt~ y f~menf.9 de la ver­dad•. U nm 3. 15). también de la. verdad sobre el obnu: moral. En efecto. o.eornpete .rempre y ~n todo l\,Jgar a la J.glesia proclamar los principios morales, inclUSQ. .IQ& · referen~ ~.orden social, asi como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en q1¡1e lo. exijan lq~ derechos ~undalnental~li ele la persona humana o 13.salvaclón ele las abn~·· 4

. ·

Precisamente. SQbre lQs ln,terrcígantes que caracterizan hoy la d.lscuslé>n moral y ~n torno a los. c.uales se Pan desarrollado n'l.levas tendencias y teorJ.as, el Magisterio-: eD¡ fideltc:J;l<:l a Jesucristo y . en contipuidad con la tr.adición <k la Iglesia. siente más urgente el de­ber de· ofrecer el propio d~ieal9 y enseñanza. para ayudar al hombre en su Cl:lmino hacia la verdadera libertad.

39 Const. dogm. sobre 1a divina nwelaelórl Die( Verbum, 8.

40 Cf. Ibld. .

4l lbid.. 10. . ' ' 42 Código ele Derecho Canónico. can. 747 § 2. ·

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CapíUllo II

•No os conformMs lla mentaldad de este muml01 .{Rom 12. 2~

La JClesla y el cll8cenúmlento de aJ&unu teadeaclu de la teOlogfa moral actual · ·

Enseñar lo que es conforme a la sana doctrtna (ef. 7Yt 2. 1) -28. La .meditación del diálogo entre Jesus 1 el Jóven rico nos ha

permitido recoger los con~idos esen.ciales de, la reve\ación del Antl­guo,y del Nuevo Tes~enfu ~bre el ~mpott.apíiento inoral. Aquénos son: la su.bcmUnadón del hombre y de su obrar a Dios. aquel que·•i3ólo El es bueno•: la relactQrt eJ;tlre el bien moral de lós actos luimanos y la vida eterria: el ~uinúento de Cristo. que abre al hómbre lá perspecti­va del amor perl"ecto: y finalmente. el don del Espfrltu Santo. fuente y fuerza de la vida moral de la •nueva criatura• (éf. 2 Cor 5, 17).

La Iglesia. en su reflexión moral, siempre ha tenido presente las palabras QJJé Jesús dirigió al Joven rico. En efecto, la Sagrada Esctl­tura es la fuente siempre viva y fecunda de la doctrina moral de la Iglesia. como ha r:ecordado el Conclllo Vatlcan9 11: •El Evangelio (es) ... fuente de toda. verdad salvadora y de toda norma de conducta•. 43 4t Iglesia ha custodiado fielmente lo qué la· Pala.bra de Dios ensei'ía nó sólo sobr:e las verd~tiP:s de fe, sino también sobre el comportamiento moral, es deeir, el compOrtamiento que agrada a Dios (cf. l Tes 4, 1), llevando a cabo un desarrollo doctrinal anélogo al que se ha dadó en el ámbito de las verdades de fe. La Iglesia, asistida por el Espiritu Santo que la gula hasta la verdad completa (cf. Jn 18, 13), no ha de­Jado, nt puede dejar nunca de· escrutar el •misterl() del Verbo encar­nado•, pues sólo en él •se esclarece ~l misteriO del hbmbre-. 44

'29. La reflexión moral de la Iglesia, hecha siempre a lalui de Cns­to, el •Maestro bueno•, se ha desarrollado también en la forma especi­fica de la ciencia teológica llamada teología moral: ciencia que acoge e interpreta la divina Revelación y responde a la vez a las eXigencias de la razón humana. La teologia moral es una reftextón que concierne la

43 Const. d~. sobre la divina revdaclón Del Verbtun. 7. 44 Conc. Ecum. Vat. U, Con•t. pat. sobn: .la Iglesia. en el mundo actual Gaudtwn et

Spes.22.

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•moralldac:h, o sea. el bien y el mal de los actos humanos y de la perso­na que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los hombres; pero es también tedogía. en .c~to reconoce el principio y el fin del comportamiento moral en Aquel~·~ El es bueno• y que, dándose al homl>fe;~~~· ;~·~t~cie la::~divina.

El coñcíliOVaÜcaftó 1'1invrrC~t~re8tucíto5os á fx)ner'~una aten­ción especial en peifeccionai fa ~~hloral; su exposición científi­ca, alimentada en mayor grado con la doctrina de la Sagrada Escri­tura, ha de iluminar la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo y sq obligación de producir frutos en el amor para la vida del mundo•. 4

" El mismo Concilio invitó a los teólogos a observar los ~ y·•x~gen.-~própios~de1a .denc!ta teológica..-y;,_ buscar continuamente un modo más adecwido de comunicar Ja~doctriila a los hombres de~ tie.{IlpQ, .. DQ~;qnac~ ~el depósito mismo de ~ fe, es d~ir, 1;:\~ verdaQe~. y <>4;~ e'J IÍ.lO<lo: ¡t que se formulan. con­seJV~ndo su m~mo. se1ltid''? y '!ltgtlíft~:, . De ahi la ulteí;or tnvi­~pon didgtda ~.~os Jc)s, Jle~$~ ~~ ·~ .~el1l J'.&rtfCJlfar a· .los ~9~góS: ~tos· netea ·deben '\IM,t ·~~~ 'untdó$ ·~'los dem'ás ~ómbres ~.~ti tlélJipq,y.pi:-6(i!)r~~f>~rld~fpert'ec~te su ro¡7 ~ 4«: pensar y ~nur~ lo $!\la,t ~· ~resa P?r inedto de ,la culttna•. ·

El esfuer,zq ·dC mue~ ~rqgc,S," .• ~dos J;K>C,eÍCónc~ • .y~·~ dado sus frutps cop interesan~.Y 9Ules retlexiones sol;lre)asy~r7 gade.s .de. fe. que hay que creer Y.ª'Pllcar en.la vida, presentadas de ~era.máE! ~ecuq.da a la sen!3lbilt~ y élle>S·tnterrogarites de los nóm.br:. e.s .de·nü~.tro .. : ... tiem. , pb .•. ~· .. IIgfé. ·s.fa'.y ~~~c. utarme. rtté. tos .. Obls.·­~ ... a l~.:eua~ CttstQ. h~ ,~o~ an~ t.óPd el servicio de ensefll)r. a<Pgen Q>h gratit~d ~$te' eSfueri(1.Y aliéntan a los. teólog'óS a ui(t1lté1

rtort¡¡:\bajo! aniJñádO JX?f Ún. prófU.rJdO 'f at,l{éntfCO temor def sefiOr, que es el p_rinclpio de la Sab~.utiá JC{. 'PfQtJ l. 7). ' · ·. Ál mis~ tiempo .. en ~ á,nlbitO·de·lAA.di$cus1oq~ teológicas postconcAiafes. !!¡(! ~f\ ~- sin, ~~¡go. ~ tnt¡?rpret~ ele la moral cQ.s~.qi1e no S(l(1 ~es con la "(:ioctrtna S411ll• {2 TUn ~. 3). Ciertalpent.e el ~ter~* la ~glesla no desea impon,er a loa, fieles ningún ~tema t~qgi~;o ~ular y menos filosófico. $lo que, para •cu.stodiar celesé)lnf;Otfe .y ~P.licai: tleJ.mente• la, pala,bra de Dios. 48 tiene el deber de declarar la incompatibilidad de ciertas oóen~iones del peJ:!~mi.ento. t.eo~ico y de algunas a,tlrmaciones Olosót\cas ~on la verdad reveb.uia: . ·.. . . . .

45 ~to~re Jaf~~~~al~t'~,l6. 46 Const. past. sobre la iglesia en el mund~·~t{¡al. &rudium et spes, 62 .. 47 lbid.

48 Cf. Conc. &:um. Vat. 11, Constó dogm. lllibte~a·dWtna revelación Det Verbunt. 10 .

. 49·cf. Corte. Eeum, Vat. 1~ ·Ca-t. dogm. co'bre la fe católtca Det Flltus. cap. 4: DS, .,, 3018.

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---:.;¡_

· 30 . .ru· dirigirme con esta Eneitliea a Vosotros, Hermanos en 1!1 Episcopado, deseo enunéiar los prindplos necesarios para el dlscer· nimíento de lo que es contrario a la •doctrina .sa.nao, recordando aque­llos elementos de la enseñanza moral de la Iglesia que hoy parecen particularmente exp:uestos al error. a la ambigüedad o al olvido. Por otra parte, son elementos de los ·cuales depe-nde 1a •respuestá a los enigmas recónditos de la condiCión humana que. hoy como ayer, conmueven íntimamente los co~s: ¿Qué es el hombre?· ¿Cuál es el sentida y el fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y qué el peca­do? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? ¿Cuál es el camino para consegt.tir la verdadera felicidad?. ¿QA.ié es la muerte, el juicio y la re­tribución después de la muerte? ¿Cuál- es. ·finalmente, ese misterio último e inefable que abarca n~stra existencia, del que prooedemos y hacia el que .nos dirigimos?•. . . . _

Estos y otros-interrogantes, como ¿qué es la libertad:y cuál es su relaCión ron la verdad contenida en· la ley de Dios? ¿cuál es el papel de la conciencia en la fonnaclón de' la concepción moral del hombre? ¿cómo discernir, de acuerdo con la verdad sobre el bien, los derechos y deberes concretos de la persona humana?, se pueden resumir en la pregunta .[undamentm que el joven del Ev~lio hizo a Jesús: •Maestro bueno, ¿que he de hacer -para•tenenen herencia la vida eterna?•. Enviada por Jesús a. precUcar el Evangelio y a •ha­cer discípulos a todas las gentes., .• enseñándoles a guardar tod() .lQ que él h~ mandado> {cf. Mt 28. 19·20), la. Jglesja. propone nue.va.menc te. toda.via hoy. la respuesta Qel Maestro. Esta tiene una luz y una fuer.ta capaces de resolver incl4~ las cuestiones más discutidas y complejas. Esta misma luz y fueJW interpelan a la Iglesia a desarro­llar constantemente la reflexión no sólo pogmática, sino tambi.~n moral en un ámbito interdisciplinar. y en la_medida en que sea ne­cesario para afrontar los nuevos problemas. "1

Es ~iempre bajo esta misma luz y fuerza que el Magisterio de lq Iglesia reaJ:!za su obra de discernin'liento. ácogiend6 y aplicando la exhortación que el apóstol •)ablo dirigia a nmoteo: •Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos. por su Manifestación y por su Reino: Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, ex­horta con toda paciencia y doctrina.. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana. sino que, arras­trados por sus propias pasiQnes, se buscarán una multitud de maestros por el prurito de oír novedades. apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábu}a,s. Tú. en cambio. pórtate en to-

50 Conr.. Ecum. Vat. n, Declaración sobre las rdactones de la Iglesia con las religiones no cristianas Nostra aetate. l.

51 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la lgksta en el mundo actual Gaudtum ét spes. 43-44.

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':ii:. :'.~ .. ~1-~i<;

- ~0Cftét.s-lq~~u~~9$-har.á·tm~s·(Jns;;~J 31. Los problemas A~~~-·~. y re~eltos qe .. ma­

nera. diVersa. ,en la reQ~n ~--~nt,em)l9ráJlea .se relacionan. é\I;.Ul(lue sea de!,modo diSUJtto, c:on ~ ;p&:oblema crucial:, ~ libertad del hombre. - , ;

Nó.hay duda <le que hoy· d._nfiíle una conctent1zacl6n particu­lamtt!nte VI~ sobre la llbértac:t d.oS hombres de ·nuestro tiempo tie­nen: una coneiencla cada'•vez'm~·de la dtgntdad de•la per80ha humana•, como constataba ya la Dedartleión ®nclllar D#gtt1tlJttB hu­mana.e sobre la llbertad r~ -52

.1)1: ahí la reMndlcación de la posibilida4 para que los l:Mmlbru~~n .segt;~n su prq>io ca;iteóo.y hagan- uso de .. una libertad raponaable, tJf movidos por coaCción. sino gUiados por la coacienc'- del deber». En concreto, el derecho a la libertad mligtosa y al .reapeto. de la -conciencia en su .camiJ)O ha­cia, la verdad ·és sentido cada vez -..como fundawento de los dere-ehoa de la •persona¡ considerados en &u .conjUnto. ,

' Pe esté modo; et sentidó más profundo de la dignidad de la per­~ná humana y de su unfeklád, aar mmo del ~speto debido ál ca­mino de la conCiencia, es clértamente una ádqúislctón-poslt.lva de la cultura mqdetna. Esta percepetóh, auténtica eh -si misma, ha en­oontrMo múltiples expresiOnes, mAS'ó menos adecuadae, de las euates algunas. sin embvgo. ·~ áfejari' ~ la ~n:lad sóbFe el hombre eothb crtatu~ e tmagert de DI~ y ~ftari por tanto ser corregidas o purificadas a la luz de la fe. · ·

' ' '

• 32 .. tn ~¡gí,Was corrl~~~~el·~~<?DI:c> modemo se'ba llega~ d(l a exaltar La libfmcr4 "asta ez ~f"O ~ cpnsidercUra como un ab­~. que seria la. fuente.~.~~· Eíl esta di~cclón $e 'orten­t4n fM. doctrinas que_d~nocen «;tacmtid.o de lo trascendente o las

52. Dc;élaraclóu' 8Qbre la, libertad _rellgl~ Íi!~ftatw ~- l. remltl~do. a Juan ·xxm. Carta ehe. Ptlcem tn t~ms (t f abi11 1983): Ms 55 (1963), 279;' lbtd .• 265, y a

. 'Pio XII, Radtllrfléhllqjel24 dlclernbn! 1944}: M8 37 (19451. 14.

53 Décbrrac!Ón sobre t~ libertad rell~ Citgnftarls humallae. t .. 54 Cf. Carta énc. Red~mptor ltahtltfs (4 tiulh.o't979), 17: MS 71 (1919). 295-300: Dfs·

ctUSO a los participantes en el V Coloquio lntcmactonal de Estudios Jurídicos (10 marzo 1984), 4: Insegnamenti VIl, 1 (1984), 656; Congregación para la Doctrina de la Fe, lnstrucclóA 8llbre libertad cn.tlal• y ltbcnu;ióo ~ conseú!ntia (22 mar· :t.o 1986), 19: MS 79 {1987), 561.

5t) Cf. CoGe• Ecum. Vat. U, Conet. put. ~ la,lgkela ea el mundo actual Gaudium et spes. 11. - '

;';_

' ... . - ~ ,;~ \

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que son explicttamente ateas.· Se han atribuido a la conctencl.a tndi· vtdual las prerrogativas de una instancia suprema del juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien y el mal. Al pre­supuesto de que se debe seguir la propia conciencia se ha añadido indebidamente la afirmacióp de que el juicio moral es verdadero por el hecho mi$mo de q~e proviene de la CQnCiencia, Pero. de este mo­do, ha desaparecido la necesaria exlge11cia de verdad en aras de un criterio de sinceridad, de autenticidad, de •acuerdo con uno mismo•, de tal forma que se ha llegado a una concepción radicalmente sub­jetivista del juicio moral.

Como se puede comprender inm~nte, no es ajena a esta evolución la crisis en torno a ld verdad. Abandonada la idea de una verdad urú.venal sobre el bien, . que la fQÓil humana ~da cono­cer, ha cambiado también inevitablemente la concepción misma de la conciencia: a ésta ya no se la considera en su realidad originaria, o sea, como. acto de la inteligencia de la persona, que debe aplicar el conocimiento universal del bien en una determinada situación y ex­presar así un juicio sobre la conducta recta que hay que elegir aquí y ahora; sino que més bien se estA Qrlentado a conceder a la con­ciencia del individuo el privilegio de fijar, de modo autónomo, los criterios del bien y del mal. y actuar en consecuencia. Esta visión coincide con una ética individualista, para .la cual cada uno se en­cuentra ante su verdad, diversa de la verdad de los demés. El indi­vidualismo. llevado a las ~tremas con$eCUencias, desemboca en la negación de la idea mtsma de.naturaleza humana. ·

Estas diferentes concepciones estén ti1 la base de las corrientes de pensamiento que' sostienen la antinomia entre ley moral y con­c~ncia, entre natura.leza y libertad.

33. Paralelamente a la exaltación de la libertad. y paradójica­mente en contraste con ella, la cultura moderna pone radicalmente en duda esta misma libertad. t:Jn conjutlto de disciplinas. agrupadas bajo el· nombre de •ciencias humanas•. han llamado justamente la atención sobré los condicionamientos de orden psiCológico y social que pesan sobre el ejercicio de la libertad hu'mana. El conocimiento de tales condicionamientos y la atención que se les presta son avan­ces importantes que han encontrado aplicación en diversos ámbitos de la existencia. como por ejemplo en la pedagogía o en la adminis­tración de la justicia. Pero algunos de ellos, superando las conclu­sione!J que se pueden sacar legítimamente de estas observaciones. han llegado a poner en duda o incluso negar la realidad misma de ]a libertad humana .

. Hay que ~ecordar también alg4nas interpretaciones abusivas de la lnvestigaclón científica en el campo de la ,antropología. ijaséndose en la gran variedad de costumbres. hábitos e Instituciones presen-

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~ en:la:.b.tlmantdad'*Uaga ail!Oaeh•••es\ q•. aunque-no $lenr pmmeg.an·•\'alomahUll18rlOIS:•I!Ilii1Wnales. sí-llevNl auna coneep-

• ~ rdatbrista de irunoral. . · · ,

· 34. •M'~~ ti'() .bt4eh,9. ~4~ &i'~ N~ _pm:a· tener en ~.erencfa la vJ.é;la .eterna'?• Lll ~reg,unta· t'rlorc:U_: ._ -~-- ~~-~ ;g ue ft:sp_Qnde Crysto; · no puede preS:o/fdir dé[ ~ma ~ Ja tftiirt~ es ~. lp CdnSidera central. porque h<? exls\.e moral_s~'Qbe~d:·•~hof$re j)uede convertirse al bten sólo eh la libertad•. · Pero. ¿~"libertad~ El Concilio -frente a aquellos contemporáneos nuestros que •tantó defienden• la libertad y que la d>uscan ardten~ pem-que • menudo la cultivan de mala manera, Cól'ndsl fttt1'a lJdto-·t.odG con1al de que·guste,·tncluso el•mal*-· ~senta 1a ~ UbenOtt d.a verdadera·llbertad es signo ~•nente .-de la. imagen dtriaa enrel :hombre. Pues quiso Dios "dejar-al:hómhre en manos dé st~- pabpla decisión" (cf. &lo 15 •. 14), de modo que:busquMJh'l•eoaoctónes>a $U Cftador :r1 adlúriéndose a Et llegue libremente a~ plena y feHz.peffitcctónt. · Si. existe el de­recho de ser· respetados en el'PfOIÜO caminG de búsq\leda de la ver­dad; existe':aúa·antesla obliJación mf)ral,.grave ~cada uno, de btlS<'.arla venlad y de segutl!la"'ána vez ~da. 58 En este sentido ei"Cardenái J.H. Newman, gran defsnsor de los derechos de lacon­ctencia; aOnnaba con ~~n: .. aLa. conciencia. tiene .unos. derechos pol'que tiene unOill debere&o<. e' ·. · ., - .·· • •

· Algunas tendencias de •fa' ~ologta ifubral· actúa:t bajO el influjo de las corrientes sttbjetfVtstmfe tndtwfuáftstas ahora aludidas, in­tetpretan de manera nueva la macJtm de la libertad con la ley mo­raL conJa natutateza.humana,)f.CQll:Je.AQPCiell(!i~ y~n,crt­terios innovadores de valoración.~l de: Jo$, .actos. ~-trata de tendencias que, aun en su diversidad, coinciden en el hecho de debilitar o incluso negar la depenc4?ncia de la libertad con respecto ala~ad.. . . <' ,e ' . \,

·_ ·s.r'Q.,.eremos hacer.un d~rn~~~nto critico de estas tendeh­C.ia~¡~, -c;waz de ~conocer cuantQ J:¡.~y en ellas de legitJn,l9. üUI y va­H~ y de indiear. al 'll!fsm() ~JÜ(X)~ s1,_15 ~~igiieda~~$. ~llgrós y eitores-, debemos examinadas· tenJ.eMO efi cuentá qué ta libertad

' - • ' ' • • ·- ' ~ < • - ; •

• 'J\'

56llifd.. 17: . .,¡ ,,

51.Jbl(L ' ~ : ~ .'.

58 ét Conc. &.üm.''v~t. ·n. I;lecla.:aclón_l!<J~ ~:~rt~ reli~bsaDtgnUatts hwnancre. 2: · cf. también Gregorlo .>M, carta cité. ·l!ltit!u't L~ ttlbftmm111'll5 agóstd ·t832J: Acta

·",G!~'fN>t:~XVl: l, :169-174; Plo IX. cana tAc.·Quartta.-twu (B~tcklnlm! 1884): Pii IX P.M. Acta l. 3, 687-700: León XIII, Carta ene. UbertC1$-Praelittúlfl~{2fl Junio 1888): LeonisXlll P.M. Acta, VIH, Romae 1889, 212-246. ·

59 1\ _tetter AÍ:ldressed to FÍ(J; Gmce lbe t:>Mie oj NoifOlíc: Certain Dlffii;UUtcs Felt by 'Angli­····&v!s'nt'cathófit!~"{f(ürdfbr1itEdtftón:~;-Ortenand'Odñ\~;l.ónddn,

¡ < .lflt!J8488l), ,¡ol¡ >2; p-;1!50; .. , : ' '' ' . j , .• _. ..

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depende fundament.alnlente de la ventad. Dependencia que ha sido expresada de manera límpida y autorizada por las palabras de Cris­to: •Conoceréis la verdad y la verdad os hará-libres• (Jn 8, 32).

l. La libertad yla ley •Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás• (Gén 2. 17) 35. LeemQS en el.libro del Génesis: •Dios impuso al hombre este

mandamiento: •De cualquier árbol del jarcUn puedes comer. mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él. morirás sin remedio" • ( Qén 2, 16-17).

Con esta imagen, la Revelación enseña. que el poder de ckddiT sobre el liten y el mal no pertenece al hombre. sino sólo a Dios. El hombre es ciertamente libre. desde el momento en qu~ pue4e com­prender y acoger los mandamientos de Dios. Y posee un<llibertad muy amplia. porque puede comer ode cualquier árbol del jardín•. Pero esta libertad no es ilimitada: el hmnJ:>re debe detenerse ante el «árbol de la ciencia del bien y d;el mal>, poc estar llamado a aceptar la ley moral que Dios le· da. En realidad; la libertad del hombré en­cuentra su. verdadera y plena ~alización. e11 esta aceptación, Dios, que sólo El es Bueno, conoce perfectamente lo que es bueno para el hombre. y en virtud de su mismp,:amor se lo propone en los mandamientos. ·

La ley de Dios, pues, no atenúa ni elimina la libertad del hom• bre, al contrario, la garantiza y promueve.. Pero. en·contraste con lo anterior. algunas tendencias culturales contemporáneas, abogan por determinadas orientaCiones' éticas que tienen como centro de su pensamiento un pretendido conflicto entre la libertad y la ley. SOn las doctrinas que atribuyen a cada individuo o a los grupos sociales la facultad de décidir sobre ,el bien y el mal: la libe~d humana podría •crear los valpres• y go7.aiia de' una primacía sobre la verdad,' hasta el punto que la verdád misma s,eria considera~ 1.ma creación de la libertad; la cual reivindicarla ta\ grado de autonomía moral que prácticamente significaría su soberanía iibsoluta.

36. El requerimiento de autonomía que se da en nuestros díaS no ha dejado de ejercer su injluencta·ineluso en el ámbito de la teolo­gía moral católica, En efecto, sl bien ésta nunca ha intentado -con­traponer .la libertad humana a la ley :divina, ni poner en duda Ja existencia de un fundamento religioso último de las normas mora­les. ha sido llevada, no obstante, a un profundo replanteamiento del papel de la razón y de la fe en la. Ojación de las nonnas morales que se refieren a específicos comportamientos •intramundanoSo, es 4e­cir, con respecto a aí, lUismos. a, los demá-s y al mundo de las cosas.

Se debe constatar que en la base de este esfuerzo de replantea~ miento se encuentran algunas demandas posltivas, que; por otra

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.. -~

. ~~- ~ ~ ~~~~~;i-_:~~/fff\·~¿·-i·· .. .;·\

parte.·~··ell,* ~ta¡Ja•....,.1radlclem ~nsa-­mteííto catiJJteo. ·lnterpeladoa. )111)1'· ei•.CORdllio VaticanO' u.· . se . ba querido .faV«eter -el di6Jago;oon·la:aultura modema poniendo de re­lieve el carácter racional -y por lo tanto universalmente comprensi­ble y comunicable- de las nonnas mor .. c;qrreapoqdJ,ent.es al ém­bito de la ley m,oral y natural. 61 Se ha cp.aérido reafirmar; aaemás. el carácter intéribr.de las extgenctas· ~Caé' qrie deriVan de esa misma ley y que ·no se impoilen a la voluntad·~ una obligación, sino en vtrtud del reconócltnknte prevtG ·de la razón humana.y,- ooncreta­mente. de la concien<lta-pets(;nak, '

Olvidan~o. sin embargo; que la ráZón humana depende de la Sábldt:.trla dtvtna -y en el dtád'o· actual de naturaleza· calda también de la necesidad- asi como lá. re&Mdad acrttva e innegable·de la diVina Revelac«m pata el cono:elmtento de :verdades morales tncluso•de.or­den natutai, 62 algunos han llega<lo ·a teorizar una completa t1Utono­ml4 ·~.la razón en ellmbtto de las normas morales relaüvas al rec­to otdenamtehto de la vfcf.l el'l este llWMC!Io. Tales nonnas CónsUtui­rtitt el álltbtto de unamorat sbl~ 4'lumlma». es·declí'. serian la expresión de una ley que el' hombre IÑ· da. autónomamente a: si· mis­mo y qtie tiene su origen ~<!lt18Mtme'ftte en la •razón humana.. Dios en ·modO al'gund podtia ser considerad& Autx>r de esta ley; stilo en el ~Udo de <4Uela razón ~a ~~roe S\1 autonomia legiSladora en virtud de un mandato originario y total de Dios al hombre. Ahora bien, estas tendencias.-~ :pensamieJúo han llevado a Qegar. contra la Sagrada fAcritura (cf. ML 15, 3-6) y la dQctrlna ~renne de la Igle­sia.· que la ley moral natural tenga a Dios ·(XQ.C) autor y que el hom­bre. mediante su ruén; ~ ct. la ley eterna, que no ha sido establecida por. cH.

' '37. gtieriertdo •. no obstante,1 .rnantenerll:t v1da niotal en un co'ruexto .cft~tiano. bá sido 'rntrodticida por klgunos tec'5logos mora-

. l(stas una ctafa,_í:lif!tih<'46ri. 'cdn'tH11ia, a'1a,' doCtrina ca~lic-a. 63 en­tre'uh ordeTi'étiCo ~que te,i14r'té -9,rtgeri¡humano y valor. solamente mundano-. y un orden' ck'la ·gaft'.iCtCtóli; para el cual tendrian im­portancia sólo algunas intenciones y actitudes interiores ante Dios y el prójimo. En cónsecu~ci~·M·1\a,llegadt) hasta-el punto de ne­gar la extstenda:. en la diVIna ·>Rtftlacacm, de, un contenido moral especlilco y· detéhntnado, ·tllii~entewált~o y permaneate:··la Palabra de Dlo!N:¡e limitatta á propoMr una exhortación,. tma pa-

,.

«) C(.-C'Onílt: past· ~·la lgletlfa m :.ti·,.. átfual Gtwdium M . .,_. 40; 43. 61' tf. S. TomáS !té Al\tJino; -swnma·~. MI; q. 71, a 6: ver témblén MI Súm.

62 cr. Pfo Xli. Carta ene. Hutnant~(Jí'agosto 195(')t! MS'42 u~. 5fil•582. 63 ct"Cónc. Ecum: dé ~to¡Sea;•VJ, ~ IIDbrelaJu.Uftcádón eu.n libe $empare,

CIUULlJ9-ShDS,.l568-157l, ·,• '"';

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~eets geftértea. que ·luego s61o ~ autbnolna tendria el co­metidcnle llenar de deta udaacleaes normatmis verdaderamente IObjetivas•, es decir. adecuadas a la· attuactón histórica concreta. Natural~nte una autonomia ooncebida · asl comporta tambtén la negación de una competenela doctri'nal espeeíflca por parte de la Iglesia y de su Magisterio sobre nOI"IWUt morales determinadas re­lativas al llamado •bien humanot. Estas no pertenecerian al conte­nido pro{rio de la RevelaCión y no serian en si mismas importantes en orden a la salvación.

No hay nadie que no vea que semejante interpretación de la au­tonomía de. la razón humana comporta tesis incompatibles con la doctnna católica.

En este"oontexto es absolutamente necesario aclarar. a la luz de la Pa.lttbra de Dtos y de la ttadté16n ·vtva de ·ta Iglesia, las nociones fundamentales sobre la libertad humana y la ley moral, asi como sus relaciones prOfundas e internas. Sólo ast será posible corres­ponder a las justas exigencias de la raCionalidad humaná, . fncorpo­rando los elementos Válidos de algunas corrte'riteS>·de la teologia mo­ral actual, sin prejuzgar el patrimonio moral de la Iglesia con tesis basadas en un en'Óneo concepto de autonomia.

Dios quiso dejar al hombre •en manps dé su propio albedrfo. (EdQ 15, 14) . .

38. Citando las palabras del Eclesiástico. el Concilio Va~o 11 explica así la •verdadera libertad• que .en el hombre es •signo emi­nente de la imagen divina•: .guiso Dios "dejar al· .hombre en manos de su propio albedrio" de modo que busque sin coacciones a su Creador ~adhiriéndose a El, llegue Ubremente. a la plena y feUz per­fección~.. Estas palabras indican la .maraYillosa pmfundidad de la parttcfpadón en lq soberanía divin(l, a la q~e el hombre ha sido ll_a­mado; indican que la soberania del 1\ombre se extiende. en cierto QlOd.o, 80\>.re el hombre.~~. E;st~ es.un aspecto puesto de relieve constantemente en _la re~ teológica sobre la libertad humana. interpretada en los términos de una forma de realeza. Dice, por ejemplo. san Gregorto .Niseno: ~Elá»tnw manifiesta su realeza y ex­celencia. •. en $U esw sin dueño y Ubre, gobernándose autocrática­mente con su voluntad. ¿De quién más es propio esto sino del rey? ••• Así la naturaleza humana, creada para ser dueña de las de­más criaturas. por la eemejaDZa ron. el sober;mo del universo fue constituida como una viva imagen, participe de la dignidad y del nombre del Arquetipo•. 65

64 eon.t. paat. eobre la ~ en el JIIUI1do actual GQI.adWm et ~· 17. . 65 Dehomtnís~.c. 4: ro 44,135-136.

93

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. ~eL«raalidQ,~--~~J~Preb~va~ grancle y>Uitno dePetsponeabf ... dtd(lle.·~·$.1llbertada obedt:cer al Creadon cdiendUd ·¡a ~y aotnet.edla» (Qén. l. 28). aa,. jO este aspecto eada hombmt,ai•nwda~romunklad humana .. t,ieue I.Hlaijusta·~~mia a·la- c.al iadJo.Utuclón conciljar Caudium et spes dedica uná.especiatatendón. i'.4 la $Uto89lnía de las realida­de.t'. terrenas. la cual stgntftca .que •M ~ creadas y la$ socieda­des mismas goean de .Ie~s y ~.·propios 1ue el hombre ha de descubrtr, aplicar y ordenar paulatinamente•.

'39. NO ~'éf·:tnundo, •stft4S'.tambtén el :hombre mismo ha sido confiado a su propio cuidado y responsabilidad. Dios lo ha dejado ~nmanos de tsJ.l~albe<ifW..{Eqo,15, 14), paraque..bu~se a ~e~ y ale~ lihfeJDe~:,l;t.~pertección. Alcaqz~sjgnific~ ~ar perspnal~ en si.~~ per.fea#Jn.. En; .efecto. igual ~ ~ .¡,,~n<lo ~1 h9m.Q~ lQ oonfigura seg\Jn.:\U inteli­ge~~ia f VQlmU.a<J. -~-~ a.-tos mo@mente buepos ~1 hoQl­bfe ~-;~y coq.sq&&qa .eo si mismo la semej~ c<>n o~. .· .. · . ·' ...... .

El Concilio, no obstaate. JJama, a atención ante un~ falso.wncep­to de autonomía de las realidades terrenas: el que considera que ~las cos;,15 cre;;tP~ no dependen .s'e Dios y :~ue el hombre puede uti­lizadas ·sin haeet· refetericfé. al 'CfeadÓ'r•. De cara al hombre, se­mejante concepto de autonomía produce efectos partlculitrmente perj\:KIIctaleé. ·asumiendó en altlm&1 iastancta· un carádet ateo: •Pues'Sinel Creador lá crl.atuN se.dihlyé •.. ·Además. por et.<~lvidode Dk)&'m <:l'llrttira filtsma queda•o8cureetda•; ~ " · · · ·' · · , · ·

'40. Lá enseñanza del Coitclll'O' ~raya. por un lado. la actividad de_fa razón h~a'cúahdO detetmit)l! ta aplicaeión't'lela ley· moral: ~_t(· Vida morar eXIge la ~afi!kllíd' Y' la' tngetii<5Stdad propias ~e la peri¡ona. otígert y causa cle'stui'actóS dé1tberados: Por otro lado•, la iaZ6ti encuentii. su -*rtiad y' in.('áiil~ étt'la ley -etema. que no es ótra c9sa qt'té' la misma sabcdüfla dt+fna~ _69, r;ro vtdá' motal se basa pues en el prtnctplo de una- •jtiSta auton~taJo 0 del hombre,' 'sujeto personal. 'de' sus ados. La ley;~ ~ de Dios y en 'El tiene !>~-su ortgm:·E·n Virtud· de ta·ttmm natt:tral; que dertva·de la ; . ; ; . : ,-. '' _:~' ~- '

68bmst. past! s~ !á 1~ i!n eHntindo liiCfiliil ~ chpes. 36. · 67fbl.d. · ·,. · ..... 68 Ibid.

69 Cf. S. Tomás de Aquino, Swnma Theologiae. Hl, q. 93, a. 3, ad 2um, citado por Juan XXIII, Carta ene. Pacem in tems (1 1 abdl 1963): AAS 55 (1963), 271.

70 Cf. Conc. Ecum. vat. 11, Coi'lst. püt l!lóbfefat'lglestam el mundo actual'<)d(tdwm ét spes.4L •

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&aPlduria dMna. ·Úl·ley. nwnd ~ •. «lnümO ~. w. ~ pn:pc¡~ hDrnl»e. En efecto. la léy naturaL eotbO se lla visto, -«no es otra·~~ que.ta luz Ele la tntebgenciainfundida en nosotros por Dios. Gmctas a ella conocemos lo que se debe- hacer y lo que .se debe evitar; Dios ha donado-esta luz y esta ley en la 'eftaclón•. 71

La justa autonomía de la razón práctica signülca que ·et .hombre .posee en sí mismo la propia ley. recibida dtl-cmldor .. Sin embargo. la aut6nonúa de la ra­zón no puede sign!ftcar la creactmqlqT parte de la misma razón. de los valores y de las normas morales¡ 72 St esta autonomía implicase una negación de la partlclpactóR de·la.razón práctica en la sabidu­ria del Creador y Legislador divino, o bien se sugiriera una ltbertad creadora de las normas morales, según las contingencias históricas o las dlver!foaS sociedades y culturas. tal prc;tcndida auton()mhl,3con­tradiria la enseñanza de la Iglesia sobre la verdad del hombre. Se­ria la muel'te de 1a verdaí.'ferá ltbertaéf. •Mas del árbOl de la ciencia dell;>ten y del mal no éomen\s. porque et diaque comieres de él, mo-rtrás sin remedio• (Ght 2.') 7). · ·

41. La verdadera autonomia ·moml del hombre no significa en absoluto el rechazo¡ sino la ace¡)taclón· de la ley moral. del mandato de Dios: •Dios impUso a1 hombre es1e mandamiento ... • (Gén 2. 16). La libertad del hombre y la ley de DtOs se encuentran y están Rama, das a cOmpenetrarse entré si. en ceJ sentido de la Ubre obediencUI ·del hombre a'Dios yde la gl'~Uita"ben~cia de Dios al hoJnbte';,:Y por tan't.o, 'la obedtei'icla a· DiOS no es, t!omo algunos piensan. ·una hetéí'ónamia. eomo si lá vida moral estuviese sometida a la vóluntad de uriá óinnipotericia ab8oluta. externa al. hOmbre y contraria a la afirmación dé'-su libertad. En realidad. st heteronomia de la moral significase negacfón de 1a autodeterminación del hOm.brtH> tmpost­ctón dé nQmias aJenas a su btén. tal heteronomia estarla ert'oontra­dtcclón con la revelaCión de la Alianza y de la Encarnación redentO­ra. y no seriá má.s que una fotma de ~nttción, contrarta a la sabi-duria dtv~na y a la digrildad de fu piersdn'a humana. . . . . Algi.u:los hablan .}4stáÍIJente de ~mill~ o de teonomia paruct­pa.c;lp.. porque la libre o~dienc~ s.Id. hombre a la ley de Dios impli­ca efectivamente que la r~ón,j tá·'VQluntad humana participan de la sabiquda y de la prQvideqcia de Dios. Al. prohibir al ho~bre que coma •del árbol de la cienqia del b~n, y clel malo, Dlos afirma que

71 S. Tomás de Aquino, In duo praecepta caritatts et in decem legis pmccpta. Prologus: Opuscula theologica. 11, n. 1129, Ed. Taurinens. (1954), 245. - ·

72 Cf. DlscurSQ .a un gruPo 'de -Obispos de los Es~G;; Úriid95 de América en visita ~ ltmina• (1 5 octubre 19881. 6: lñsegnarilenti. XI. 3 (1988), 1228. · -

73 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en~! mundo actual Gaudtüm.et spes. 47. · .. '·. -

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~f ·fMD~ Jlb 'tl--·Ortgba ....... e.te·••COiioeimietl.tólt,.sJno·.4tJe pmttcapa de·~l solameate·medlaft~:Jal)uz de la ra.z6ll natural y de la-nwélaelóíl dWana. que. le mailfiealan las exlgenc:ia&y las llama­daá ·de ta sablduria ·ftc!ma~ Pcw:<JántO, la ley pebe considerarse co­IDO'·una expresión• de la Mbtdwria divina. Some.Uéndoee a ella. la libertad se somete a la 1lliRiad lle a- .creác!Qn, Por esto conviene re­conocer en la libertad de: la· .......a. humana'la imagen y eer~ía de Dtos. que está •pte&enbt oa,t.Qdoe,;{ef. ~4. 6); aslnúsmo, con­viene proclamar:la majea.tad det.D6os.·del,universo y venerar la sahüdad .~la ley de 9io8-:~n&e ~endente. Deus sem-per rnafor.· . . . :

~ ef~.que-~x¡np:iQf·éft lá fe!¡ del Sel"ra(cf. sal l. 1-2) 42. ~~rt.ad dd llom~~ :ínildelaoa: sÓbre 1a' de .OJós, no sólo

ll9 es peg~ ~ S\l obedien'*' a la ley (fiv,Ípa, sino que salamente mediante esta obediencia permanece~ h) verdady e~ conforme a la dignidad del hombre. como dice claramente el ConcOio: •La dig­nidad del hombre requiere, en efecto. que actúe según una elec­ción consciente y Ubre, és ~. 'llliCMdo e inducido personalmente de8de dentro y:uo bajO lá pre.tén de un c:tego impulso lntertQr o de la> mera coacción externa. El bombte·logra esta, dignidad cuando. libel'Andoae de toda..eselavttud·delas puiQN;a, P«Si.gll\e. su ft,n en lai.Ubre elecoióa del bien )'¡SQ·Pr.JM"a . .con eficacia y; ha.bUldad los mectioe adecuados·:para.eHG,., ,,¡f;J;~r~. en -su tender h~cla Wos. ~ceólo ~1 es .buen~. de)M ~·ltbremente el b~n y ~tar el mal. Pero para.ea&Q . .el N>mw~ ;~ po4er distinguir el bien c:IRl mal. Y esta euoedf:, anAie; todo., iJaCiM • Ja. ~ de la,.razqp, ~ral. "'hjp,1n1:~1~re del ~~~r ~l; ro:tWP· 4e .010$. A ~s~~res.­Jle(;W.:~~pdo.un v:~rsJ~~Jo,d4PlSalmQ 4. ~~to "I:OIJ,lás: ·~ $alqústot~ <te~Jp¡,aé& de. ~ ~~: ".acl'l.tlcad lin ~lo de ju~~rttieia~ (Sal_4, .6). añade. ··~ ~. qJ.&e pre,¡ijatan cuáles &On las ol>ras de j~~ .·~-~ ~.·fJ.OS.mostrará,el b~?-:y. respondiendo a esta preguwa. :~ ",Lf. .~.de tu rostro. Señor. ha Quedado únpresa en nuestras ritén~". como si la luz de la raZón nlrtural. por fa cuál 'dis~rmos lo b~*'ó y· lb malo .:~1 ~ el ftp de la ley natural-! no fu~s~ otra, e~ gue Ja·lU. z divina iltt¡)reStl. . en no­Sótrb~. -ore ~ esto ¡,e· de'dtite ~··~~'el cual está 'ley' Sé ·llama ley natural; ho pOrl"elación á la' nat'i.tWdezá d~ los seres lrraetona­le$, sfno ponwe 1«1-azón que 'la ptdniúlgá es propia de la naturale­za humana.

74cf. S. Agusttn, EnarrciÚO~n~uciJ.l6:CcL39, 8o4. 75~t. past. sobre-~~ ~1 ~~ .. ~et .~.ti.' 76,~ ~,,J•IJ.q, 9J,.a.2•;; ; :,).; <e·. •, .

77 Cf. CatlicWmo de la Iglesia Católica. n. 1955 .

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'~ ..

43. El Concilio Vaticano 11 rectlflrda. qúe ola norma suprema de la vida humana es la misma ley dMna, eterna, objetiva y universal mediante la cual Dios ordena, dirige y gobtema; con el designio de su sabiduria y de su amor, el mundo y los caminos de la comuni­dad humana. Dios hace al hombre participe de esta ley suya, de modo que el hombre, según ha dispuesto suavemente la Providencia divina, pueda reconocer cada vez más la verdad inmutable.. 78

El Concilio remite a la doctrina clásica sobre la ley eterna de Dios. San Agustín la define como «la razón o la voluntad de Dios que manda conservar el orden natural y prohibe perturbarlo•; 79 Santo Tomás la identifica con •la razón de la sabiduría divina, que mueve todas las cosas hacia su debido fin•. a> Pero la sabiduría de Dios es providencia, amor solicito. Es, pues, Dios mismo quien ama y, en el sentido más literal y fundamental. se cuida de toda la creadón·(cf. Sab 7, 22; 8-11). Sin embargo, Dios provee a los hombres de mane­ra diversa respecto a los demás seres que no son personas: no •des­de fuera•, mediante las leyes inmutables de la naturaleza flSica, si­no •desde dentro•. mediante la razón que, conociendo con la lue na­tural la ley eterna de Dios, es por esto mismo capaz de indicar al hombre la justa dirección de su libre. actuación. 81 De esta manera, Dios llama al hombre a participar de su providencia, queriendo por medio del hombre mismo, o sea, a través de su cuidado razonable y responsable, dirigir el mundo; no sólo el mundo de la naturaleza, si­no también el de las personas humanas. En este contexto, como ex­presión humana de la ley eterna de Dios, se sitúa la ley natural: •La criatura racional, entre todas las demás -afirma santo Tomás-, está sometida a la divina Providencia de LWa manera especial, ya que se hace participe de esa providencia, sierido providente sobre si y para los demás. Participa, pues, de la razón eterna; ésta le inclina natu­ralmente a la acción y al fin debidos. Y semejante particJpación de la ley eterna en la criatura racional se llama ley natural».

44. La Iglesia se ha referido a menudo a la doctrina tomista so­bre la ley natural. asumiéndola en su enseñanza moral. Asi, mi ve­nerado predecesor León XIII ponía de relieve la esencial subordúta­cíón de la razón y de la ley humana a la Sabi4wia de Dios y a su ley. Después. de afirmar que •la ley natural está escrita y grabada en el ánimo de todos los hombres y de cada hombre, ya que no. es otra .cosa que la misma razón humana que nos manda hacer el bien y

78 Declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis hwnanae. 3.

79 Contm Faustum. lib. 22, cap. 27: PL42, 418.

80 Swnrna Theologiae.I-11. q. 93, a. l. 81 Cf. ibid .. 1-11. q. 90, a. 4, ad 1 um. 82 Ibid .. l-11, q. 91, a. 2.

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~,a.aPr_.~.~--.... ~Ja·•~ID~atla» del ~-·dl~'.aPeJ:vt...a ~·J• IW.ÓD;~ llO po­*-"~aerlfuera ckt.Iey,ai•:~Ja,JlOI ~· lntérp-·de: UQ~t.; ra1.(m máaalta,:ta·ola ql4e-~~ y_,Q~ lfuertad-4eb4;n-esf,ar so~.- 6n -efeet& •. ltd'tlCQla.1lit-,JaJ ... n:side en su aqt.Gil:Wad <te lmpoáer l.Jil08· ~.,ot.Gtgar1111!M· ~&-y- sanctona;ar .c~rt.os

- comport.aaHentGs: -.Ahora-,b~;tadctc•toJDG tJO(lria .._ 4m et bom­br,e ,$;&_ f~ él.f~ÚS~q) ~~-~ ~c;lor -SI¡lRrem.o. _se diera la ~-decSUS ~~~,.,. :y,~~i-,-~De eUQ .~ ~ilce. c¡ue.la ley ~-~ • misma~~--~~ ~.eres dotadOs de ri®n. q~ _ J@s ~~~_al <JCto-!1 ~Jln -9f4€ le,$,~~ es la nitsp¡a razón etema_~C~ygobc;mad0r4.í.~: . __ _ _ .,;El hoaab~ puede-~r.d•btea'y el mál gmcias a·aqud-dis­cetnimlento ctet~bien y·délrmal qUí!:el-uúemo realiza mediante'su ra-2t6rHIUtJtinacki"_por la Revelt.faDn dilftul fUNJr la fe. en virtud de la ley qtle'Olo&ha •dad&. al pueblo...._ empoZaado-por 1QS ~ tbs delStnat.; lMiael' fue Damaclo: a- NU&btry vtvtr la ley de Dbl•cbmo clórt~r-g:stgno,de·la'eteuaón y de fa: Alianza d1vinia . .-~ a-la vez ~OtO geaMia;de~JI:d!Jitlldlctéift'de- Qioe. Asi Maisés podía dirigfnc a 1M bijéS'dé 'istáel Y" ~l'ltflí:' .t¿Hay alguna•Aaelón tan grande qut·~-w diOSt!s tan-cerca~~ ~ro-.. ehSeftornuestllo -Dios s~:qtk! le lnVoctUnbé?-Y/tt\161• la' gnm!ftad6il'-CtJY0S plleeep­ta y'nÓnW&fseatf tatt"J~ ~todlf·esca LeyJéltlely010& expongo hdy?íi'(Dt •K 'T .... E8 ~ll fos:.~ donde ·encOiilb'amos -lo5 •nü­ftdefttós'de ala~r gratitUd <y fttlM!MdOnlltJe ~ pUehto elegtdo es­té:• Damido a •tener ffa<!lá-ta·W,•"DloS-.:~~on la exbortaciOil a totioeerla. 'iftedtfarti'y,t~' l!it'~Vfdá!' «¡Dicho&O'el hombre qüé'no!ig~ eh~onsé.fo:&<:foa-~'lil'étl'fa sendé ~tos-~ té$« 'de'fiéne. -m 'en el ballco •~burlofteese -élefttlt,- mas eeoom­Pfati~h~n :J,t~~ Se'i'lOI'; sQ ~-~rra dia y nocl\et.' (Sat t; 1·2). •La Ley del SeñOr -es 1pe~. '1!bmw;t8cf6JNiet alma, ~ dtétan\m'del Sefior, veraz. sabiduría del sencillo. Los preceptos del Señor son ~~·.IR2'P-~ ~ ~~~Mlk'Q,~ 4~ ~~., ~uz,4e los ~,,fSc¡l_.l9/lS.&9). , o .. __ ,- n--.. ;c,!<;---, ,, , . -·

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83 León XIII, Carta ene. Libcrllls ~CIO;unw 1388}: ~ )Qil.P.M. Ac-ta. VIII,Romae 1889,219. ,_,

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sino en tablas de carne, en los corazones• (2 Cor 3, 3}; una ley de perfección y de libertad td. 2 Cor 3, 17}; es.·ola ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús• (Rom 8, 2). Sobre esta ley dice santo To­más: •Esta puede llamarse ley en doble sentido. En primer lugar, ley del espiritu es el Espíritu Santo... que, por inhabitación en el alma, no sólo enseña lo que es neCesariO' reaMzar iluminando el en­tendimiento sobre las cosas que hay que hacer, sino también incli-­na a actuar con rectitud ... En segundo lugar, ley del espíritu puede llamarse el efecto propio del Espirttu Santo, es decir, la fe que ac­túa por la caridad (Gál 5, 6}, la cual. por eso mismo, enseña inte­riormente sobre las cosas que hay que hacer ..• e inclina el efecto a actuar». 84

Aunque en lareflexión teológicó-moral se suele distinguir la ley de Dios positiva o revelada de la natural. y en la economía de la sal­vación se distingue la ley •antigua• de la •nueva•, no se puede olvi­dar que éstas y otras distinciones útiles se refieren siempre a la ley cuyo autor es el mismo y único Dios, y cuyo destinatario es el hom­bre. Los diversos modos con que 'Dios se cuida del mundo y del hombre, no sólo no se excluyen entre si, sino que .se sostienen y se compenetran recíprocamente. Todos tienen su origen y confluyen en el eterno designio sabio y amoroso con el que Dios predestina a los hombres •a reproducir la imagen de su Hijo• (Rom 8, 29). En este designio no hay ninguna amenaza para la verdadera libertad del hombre; al contrario, la acogida de este designio es la única via pá­ra la consolidación de dicha libertad.

•Como quienes rrutestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazim• (Rom 2, 15)

46. El presunto confliCto entre la libertad y la ley se replantea hoy con una fuerza singular en relación con la ley natural y. en particular. en relación con la naturaleza. En realidad los debates sobre naturaleza 9 libertad siempre han acompañado la historia de la reflexión moral. asumiendo tonos encendidos con el RenaCimien­to y la Reforma, como se puede observar en las enseñanzas del Concilio de Trento. 85 La época contemporánea está marcada, si bien en un sentido diferente, por una tensión análoga. El gusto de la observación empirica, los procedimientos de objetivación cientifi­ca, el progreso técnico, algunas formas de liberalismo, han llevado a contraponer los dos términos, como si la dialéctica -e incluso el conflicto- entre libertad y naturaleza fuera una característica es­tructural de la historia humana. En otras épocas parecía que la

84 fn Epistulam ad Romwws. c. VIII, lect. 1.

85 Cf. Ses. VI, Decreto sobre lajustift'".aclón Cwnhoc tempore. cap. 1: DS, 1521.

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•naturaleza• ·sometiera totalmente el hombre a sus dinamismos .e incluso a· sus determinismos. Aun hoy dia las coordenadas espa­cio-temporales del mundo sensible, las constantes fisico-químicas, los dinamismos corpóreos. las pulsiones psíquicas y los condicio­namientos sociales parecen .a muchos como. los únicos factores realmente decisivos de las realidades -humanas. En este contexto, ·incluso los ,hechos morales. independientemente de su especifici­dad. son considerados a menudo como si fueran datos estadistica­mente constatables, como comPQrt.amientos observables o explica­bles sólo con las categorias de los mecanismos psico-sociales. Y así algunos estudiosos de ética. que por. profesión examinan los hechos y los gestos del hombre, pueden sentirse tentados de valorar su sa­ber. e incluso sus normas de actuación, en base a un resultado es­tadístico sobre los comportamientos humanos concretos y la:s opi-niones morales de la rnayorla. ·

En cambio. otros 1l1QI'alistas, preocupados por educar en los va­lores, son sensible~ ¡¡¡l prestigio, .de la lil>ertad. pero a menudo la conciben en. oposición o contnlste con )a naturaleza material y bio­lógica, sobre la que .debería consolidar$e progresivamente. A este respecto. difere¡;ttes concepciones coinci~en en olvidar la dimensión creatural de la naturaleza y. en desconocer s4 integrldlild. Para algu­nos. la naturaleza se reduce a mate!1al para la actuación humana y para su poder. Esta naturaleza deberla ser transformada profunda­mente, es más, superada por la libertad, dado que constituye su li­mite y su negación. Para otros. es en la promoción sin límites del poder del hombre, o de su libertad, como se constituyen los valores económicos, sociales, culturales e incluso morales. Entonces la na­turaleza estaría representada por todo lo que en el hombre y en el mundo se sitúa fuera de la libertad. Dicha naturaleza comprendería en primer lugar el cuerpo hu{Ila:llo, su constitución y su dinamismo. A este aspec_to fisico se opond};ia lo que se ha •construido•. es decir. la •cultura•, como obra y producto de la libertad. La naturaleza hu­mana, entendida así, podría reducirse y ser tratada como material biológicoo social siempre disponible. Esto significa. en último tér­mino, definir la libertad por medio de si misma y hacer de ella una instar1c1a c¡;-eadora de si misma y de sus ~alares. Con ese rac:lic¡llis­mo el hombre ni: siquiera tendría natura,Jeza y seria p.ar~ sí mismo su propio proyecto de exis~ncia. ¡El Q.oq¡bre no seria nada más que su libertad!

· 47. En este contexto han surgido las obj~nes deft.sicismo y na­turalismo contra la concepción tradicional de la ley natiLral. Esta pre­sentaría como leyes morales las que en sí mismas serian sólo leyes biológicas. Así, muy superficialmente, se atribuiría a algunos com­portamientos humanos un carácter permanente e inmutable, y. en base al mismo, se pretenderla formular normas morales universal-

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mente válidas. Según álgunos te6logos.- semejante «argumento biolo­gtsta o naturalista• estaría presente incluso en algunos documentos del Magisterio de -la Iglesia, espedalmente en los relativos al ámbito de la ética sexual y matrimonial. Basados en una concepción natu­ralística del acto sexual, se condenarían como moralmente inadmisi­bles la contracepción, la esterilización directa. el autoerotismo, las relaciones prematrimoniales, las relaciones homosexuales, _así como la fecundación artitlcial. Ahora bien. según el parecer de estos teólo~ gos. la valoración moralmente negativa de tales actos no considerarla de manera adecuada el carácter racional y libre del hombre; ru el condicionamiento cultural de cada norma moral. Ellos dicen que el hombre, como ser racional. no sólo puede. stno que incluso debe de­cidir libremente el sentido de sus oomportamientos. Este •decidir el sentido• deberla tener en cuenta. obviamente, los múltiples límites del ser humano, que tiene una condición corpórea e histórica. Ade­más. deberla considerar los modelos comportamentales y los signifi­cados que éstos tienen en una cultura determinada. Y, sobre todo. deberla respetar el mandamiento fundamental del amor de Dios y del prójimo. Afirman también que. stn embargo. Dios ha creado al hom­bre como ser racionalmente libre; lo ha dejado •en manos de su pro­pio albedrío• y de él espera una propia y racional funnación de S~ vi­da. El amor del prójimo significaría sobre todo o exclusivamente un respeto por su libre decisión sobre si mismo. l.Qs mecanismos de los comportamientos propios del hombre, asi como las llamadas •incli­naciones naturales•. establecerían al máximo -como suele decirse­una orientación general del comportamiento correcto. pero no po­drían determinar la valoración moral de cada acto humano. tan com­plejo desde el punto de vista de las situaciones.

48. Ante esta interpretación conviene mirar con atención la recta relación que hay entre libertad y naturaleza humana. y. en concreto, el lugar que üene el cuerpo humano en las cuestiones de la ley natural.

Una 'libertad que pretende ser absoluta acaba por tratar el cuer­po humano como un ser en bruto, desprovisto de signlficados y de valores morales hasta que ella no lo revista de su proyecto. Por lo cual, la naturaleza humana y el cuerpo aparecen como unos presu­puestos o preliminares. materialmente necesarios para la decisión de la libertad. pero exirinsecos a la persona. al sujeto y al acto huma­no. Sus dinamismos no podrían constituir puntos de referencia pa­ra la opción moral. desde el momento que las finalidades de estas inclinaciones serían sólo bienes 1fsiros•. llamados por algunos •pre­morales•. Hacer referencia a los mismos, para buscar indicaciones racionales sobre el orden de la moralidad, debería ser tachado de ft­sicismo o de biologismo. En semejante contexto la tensión entre la libertad y una naturaleza concebida en sentido reductivo se resuel­ve con una dMsión dentro del hombre mismo.

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Esta teoría moral no está,tlCJillÍm'me QHl:Ja verdad sobre,el boQl­~ y sobre su libertad. Contradice ias enseñanzas de la Iglesia sobre la untdad del ser humano86 cuya: alma taeional es -per seet essentta.U­~ la fOnna del cuerpo. El alma espiritual e tnntortal es el princi­pio de unidad del ser humano, es aqgeHo por lo cual é$te existe co- · mo un todo -ocorpo!tl et anima unus-· · . ·en cuanto persona. Estas de­finiciones no indit:an solamente que el cuerpo, para el cual ha sido prometida la resurrección, . participará también de la gloria; recuer­dan igualmente el vínculo· de la- razón y de la libre voluntad con to­das las facultades corpóreas y sensibles. La persona -incluido el cuer­po- está ronjiada enteramente a si i'lltsma. y es en la unidad de alma y cuerpo donde eUa es el sqjeto de-sus propios actos morales. La per­sona, mediánte la luz de la razón y la ayuda de la virtud; descubre en su cuerpo los stgnosprecursores;·la expresión y la promesa del don de si misma, según el sabio desigRio del Creador. Es a la·luz de la dignidad de la persona humana -que debe afirmarse por SÍ misma­como la razón descubre el valor moml específico de algUilO& bienes a los que 1a persona se siente naturákñente inclinada. Y desde el mo­mento en· que la persona hutnafla fió puede reducirse a una libertad que se autoproyecl.á, sino que comporta U1la determinada estructura espiritual y corpórea; la extgencia·ltlOl"al-ortginaria de amar y respe­tar a la persona como un fin ·y. nunca romo un simple medio, implica también,''tntrin8ecamente, eh~speto <te algullO$ bienes fundamenta­les, sin el cuál se ·caería en el relatwlsmo y en el arbitrio.

49. Una doctrina que separe el acto moral de las dimensiones corpóreas de su ejercicio e~ ~ntraria º'las enserianzas de la Sagra­da Escritura y de la Tradición. 'ral doctrina hace revivir, bajo nue­vas formas, algunos viejos errores combatidos siempre por la Igle­sia:,'porque reducen la persona humana a una· libertad •espiritual>. puramente formal. Esta reducción ignora el significado moral del cuerpoy de sus comportamientos (cf. I Cor6, 19). El apóstol Pablo declara excluidos del Reino de los c-ielos a los •impuros. idólatras, a:dúlterós, afeminados, homoséxuales, ladrones. avaros. borrachos. ultrajadores y rapat.'eS• (cf. 1 D:ir 6, 9-1 O). Esta condena -citada por el Concilio de Trento 88

- enumera como •pecados morales•. o •prác-

86 Cf. Cone: Ecum. de Vtetme; Const. Fldet catlwlicae: DS. 902: .Conc. Ecum. V de Le­trán, Bula 4postQlici.regiminis: llS. 1440.

87 Conc. Ecl.Jftl• Vat. 11, Const. past. ~ la lgiC$ia en el mwl<io. actual Gauditut~cct spes.l4.

88 Cf. ~- VI, Decreto sobre la jusU~n Cum hoc teJwxlre. cap. 15: DS, 1544. La . Exhortación apostólica pqst -sinodal Sobre. la reconcillaClón y la penitencia cri la mi·

sión de la Iglesia hoy, dta otros textos del Antiguo y del Nuevo Testamerlto, que con­denan cómo peeados mortales algunos compmtamtentós referidos al euerpo: cf. Rc­conciliatio et paenitentia (2 dtekvlbre l984h t 7:•AAS 77 (1:9851. 21~23.

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tlcas infames•. algunos comportamientos específicos cuya volunta­ria aceptación impide a ·los creyentes . tener parte en la herencia prometida. En efecto, cuerpo y alma son inseparables: en la perso· na, en el agente voluntario y en el acto deliberado, están o se pier­denjuntos.

50. Es así como se puede, comprender el verdadero significado de la ley natural, la cual se refiere a la naturaleza propia y origina­ria del hombre, a la •naturaleza de la persona humana•, 89 que es la persona misma en la unidad del alma y cuerpo: en la unidad de sus inclinaciones de orden espiritual y biológico. asi como de todas las demás características especificas, necesarias para alcan7..ar su fin. •l..a ley moral natural evidencia y prescribe las fmalidades. los dere­chos y los deberes, fundamentados en la naturaleza corporal y espi­ritual de la persona humana. Esa ley no puede entenderse. como una normatlvidad simplemente .biológica. sino· que ha de ser conce­bida como el m:den racional por el que el hombre es llamado por el Creador a dirigir y regular su vida y sus actos. y. más concretamen­te, a .usar y disponer del propio cuerpo•. 90 Por ejemplo, el origen y el fundamento del deber de respetar absolutamente la vida humana están en la dignidad propia de la personé\ y no simplemente en el instinto natural de conservar la propia vida fisica. De este modo, la vida humana, por ser un bien fundamental del hombre, adquiere un significado moral en relación con el bien de la persorta que siem­pre debe ser afirmada por sí misma: mientras siempre es moral­mente iliclto matar un ser humanó tn<>cente, puede ser licito, loaf.>le e incluso obligado dar la propia vida {e[ Jn 15, 13) por amor del prójimo o para dar testimonio de la verdad. En realidad sólo con re­ferencia a la persona humana en su •totalidad unificada•. es decir, •alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmor­tal-. 91 se puede entender el significado específicamente humano del cuerpo. En efecto, las inclinaciones naturales tienen una importan­cia moral sólo cuando se refieren a la persona humana y a su reali­zación auténtica. la cual se verlfica siempré y solamente en la natu­raleza humana. l..a Iglesia, al rechazar las manipulaciones de la cor­poreidad que alteran su significado humano, sirve al hombre y le in­dica el camino del amor verdadero, único medio para poder encon­trar al verdadero Dios.

89 Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudiwn et spes. 51.

90 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre eÍ respecto de la vtda hu­mana naciente y la dignidad de la procreación Donum Loitae (22 febrero 1987), ln­trod. 3: MS 80 (1988). 74; cf. Pablo VI, Carta ene. Hwnanae vitae (25 julio 1968), 10: MS 60 (1968), 487-488.

91 Exhort. ap. Fwnaiaris oonsoAto(22 110\>iembre 1981),11; MS 74 (1982), 92.

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La ley natural •. así entendida, .fttl deja espacio de división entre libertad y naturaleza. En-efecto,·éstas están annónlcamente relacio­nadas entre &i e Intima y mutuamente abadas.

•Pero al principio no fue así• (Mt 19, 8)

51. El presunto conflicto entre libertad y naturaleza repercute también sobre la interpretación de algunos aspectos específicos de la ley natural, principalmente sobre su universalidad e trurwtabüi­dad. •¿Dónde, pues, están escritas estas reglas -se pregunta san Agustín- ... si no en el libro de aquella luz que se llama verdad? De aquí, pues, deriva toda ley justa y actúa rectamente en el corazón del hombre que obra la justicia, no saliendo de él. sino como impri­miéndose en él, como la imagen pasa del anillo de la cera,' pero sin abandonar el anillo,.. 92

.

Precisamente gracias a esta •Verdad• la ley natural' implica la universalidad. En cuanto Inscrita en la naturaleza ractónal de la persona. se impone a todo ser dotado de razón y que vive en la his­toria. Para perfeéclonarse en ·su orden especifico, la persona debe reaUzar el"bien y ~vitar el .mal, preservar la transmisión y la conser­vación de la vida, mejorar y desattoftar las riquezas del mundo sen­sible, cultivar la vida social. buscar lá verdad, practicar el bien, con-templar la belleza. 93

· · .

La separación hecha por algÚnos, _entre la libertad de los indivi­duos y la naturaleza común a t.Qdos, como emerge de alguna$ teorías lliesóficas de gran resonancia en la,cult4ra contemporánea. ofusca la percepción de la universalidad de la ley moral por. parte de la razón. Pero, en la medida~ que e~resa la dignidad de la pe¡wna humana y pone la base de sus de~hos y deberes fundamentales, la ley natu­ral es universal en sus preceptos. y su autoridad se extiende a todos los hombres. Esta universalidDd no prescinde de la singularidad de los S{ffes hu~. ni se opon~ a la. un•~ y a la irrepet;.bilidad de cada persona; al contrariQ. ·.abarca ):>áslcament.e cada uno de sus ac­tos libres, que -~ben demostrar la universalidad del verdadero bien. Nuestros actos, al SOilleterse a la ley común, edifican la ve«ladera co­munión de las personas y, cc:>n Ja gracia de Dios, ejercen la caridad, •que es el vinculo de la perfección• (Col 3. 14). En cambio, cuando nuestros actos desconocen o ignoran la ley, de manera imputable o no, peijudican la comunión de las personas, causando daño.

52; Es justo y bueno, siempre y para todos, servir a Dios, darle el culto debido y honrar como es debido a los padres. Estos precep-

92 De Trinttate. XIV, 15, 21: CCL 50/A. 451.

93 Cf. S. Tomás de Aquino, Swnma 11wdoglae. !-11; q. 94, a. 2.

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tos positivos. que prescriben cumplir algunas acciones y cultivar ciertas actitudes, obligan uniVersalmente; son inmutables; 94 unen en el mismo bien común a todos los hombres de cada é~St de la historia. creados para •la misma vocación y destino divinO>. 9

" Estas leyes universales y permanentes corresponden a conocimientos de la razón práetica y se aplican a .los actos particulares mediante el juicio de la conciencia. El sujeto que actúa asimila personalmente la verdad contenida en la ley; se apropia y hace suya esta verdad de su ser mediante los actos y las correspondientes virtudes. Los pre­ceptos negativos de la ley natural son unlversalniente válidos: obli­gan a todos y cada uno, siempre y en toda circunstancia En efecto, se trata de prohibiciones que vetan una detenílinadá acción •semper etpro sempero. sin excepciones, porque la elección de un determina­do comportamiento en ningún caso es compatible con la bondad de la voluntad de la persona que actúa, con su votación a la vida con Dios y a la comunión con el prójitno. Está prohibido a cada uno y siempre infringir preceptos que vinculan a todos y cueste lo que cueste; a no ofender en nadie y, ante todo, en si mismos, la digni­dad personal y común a todos. ·

Por otra parte, el hecho de que solamente los mandamientos ne­gativos obliguen siempre y en toda circunstancia, no significa que, en la vida moral. las prohibiéiones sean más importantes que el compromiso para hacer el bien, como viene indicado por los manda­mientos poSitivos. La razón es más bien la siguiente: el mandamien­to del amor de Dios y del prójimo no tiene en su dinAmica positiVa ningún limite superior, sino más bien uno inferior, por debajo del cual se viola el mandamiento. Además, lo que se debe hacer en una determinada situáción depende de las circunstancias, las cuales no se pueden prever globalmente con antelación; por el contrario, se dan comportamientos que nunca y en ninguna situación pueden ser una respuesta adecuada. o sea, conforme a la dignidad de la· persona. En último témtino. siempre es posible que al hombre, de­bido a presiones u otras circunstancias, le sea imposible realizar determinadas acciones buenas; pero nunca se le puede impedir que no haga determinadas acciones, sobre todo si está dispuesto a mo­rir antes que hacer el mal.

94 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudtum et spes. 10; S. Congregación para la Doctrtna de la Fe, Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética se:!l:ual Persona lumlllna (29 diciembre 1975), 4: AAS 68 (1976), 80: •Cuando la Revelación divina y, en su orden propio, la sabiduria ftlosóflca. po­nen de relieve exigencias auténticas de la humanidad, están manifestando necesa­riamente, por el mismo hecho. la existencia de leyes Inmutables, lnscrttas en los ele­mentos constitutivos de la naturaleza humana; leyes que se revelen Idénticas en to­dos los seres dotados de razón•.

95 Couc. Ecum. Vat. 11, Const. past. 110brc: la Iglesia e11 el mundo actual Gaudlwn et spcs, 29.

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·' La Iglesia ha -enseñado slel!llpR que• nunca se deben escoger

comportamientos prohibidos pot Jos mandamientos morales. expr.e­sádos de manera n.egativa:en el ABUguo.y en el Nuevo Testamento. Como se ha visto,. Jesús mi81Do a6nna la inderogabllidad de estas prohibiciones: •Si quieres entrar en la vida. guarda los mandamien­tos ... : No matará!~; no cometerás adulterio, no robarás, no levanta­rás testimonio falso• (Mt 19, 17 -18).

. . .

'53. La gran .sensibilidad q4~' ~1 rombre contemporaneo mues­tra por la hlstortcictad y por ~ .cult~ra. lleva a algunos a dudar de la inrru.Ltabil.ickut.de la mism~J~y natural.¡ por tanto de la existen­cia de «normas objetivas de moralidad• v~tdas para todos los hombres.de ayer. c4e. hoy y ,d~ ~·¿Es acaso posible afirmar como universalmente váUdas para todos y siempre peonanentes ciertas determinaciones racicmales establecidas en el pasado, cuando se ignoraba el progreso que la humanidad habría hecho supesi'(amente? ·

No se puede negar que el hombre existe siempre en una cultura conc¡:eta. pero tampoco se puede negar que el hombre no se. agota en esta mis~ cultura. Por o.tra parte •. el progreso mismo qe las cul­turas demuestra que en el hombre eJ4ste algo que las trasciende. E;ste «algO». es precisamente la naturC41,e'~ del hombre: pí:ecisamente esta naturaleza es la medida de la cultura y es la cond.lción para que el. hombre no sea prisionero de ninguna de sus culturas. sino que deftenda su djgnidad .personal viviendo de acuerdo con la ver­dad profunda ele su ser. Poner _en tela dejuicio los elementos es­tructurales permanentes del hombre •. re4u:k>nados también con la misma dimensión corpórea, no sólo entraría en conflicto -con la ex­periencia común. sino que haría incomprensible la referencia que Jesús hizo al 'PrincipiQ>. p~cisamente allí (\ande el contexto social y cultural del tiempo había dek>nm:\do. el sentido originario y el. papel de.ollgunas normas morales {cl. ML 19. ·1-9). En este sen~ •afiona además la Iglesia que, en tociQs los camb.ioa. subsisten, muchas co­sas que no cambian y qt..re tienen su fundame~to último en Cristo, que es El mismo ayer. hoy y por los siglOS». 9 El es el •Principio» que, habiendo asumido la naturale7..a humana, la ilumina definitiva­mente en sus elementos constitutivos y en su dinamismo de caridad hacia Dios y el prójimo. 98

-

96 Cf. tbld .• 16.

97 /bid.. 10

98 Cf. S. Tomás de Aquino, Summa ~ 1-fl. q. 108, a. l. Santo Tomás funda­menta el carácter, no meramente formal sino determinado en el t.'Ontentdo, de las

,, · •nonnas murales •. incluso en el ámbito de la:Ley Nu.eva, en la asuncióo de.la .natura­leza humana por parte del Verbo.

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Ciertamente es necesário buscat. y tmrontrar la joirrJlúlacfón de las normas morales universales y pennanentes más a.c:lecu.ada a los diversos contextos culturales, más capaz de expresar incesante­mente la actualidad histórica y hacer comprender e interpretar au· ténticamente la verdad. Esta verdad de la ley moral -igual que la del •depósito de la fe•- se desarrolla a tnlvés de los siglos. Las nor­mas que la expresan siguen siendo-sustancialmente válidas, pero deben ser precisadas y determiRadas ·· •eodem sensu eademque sen­ten tia• 99 según las circunstancias históricas del Magisterio de la Iglesia, cuya decisión está precedida y acompañada por el esfuerzo de lectura y· formulación- propio de-la razón de los creyentes y de la refleXión teológica. 100

- • · ·

u. Conciencia y verdad El sagrario del hombre 54. La relación que hay entre libertad del hombre y ley de Dios

tiene su base en el•corazón• de la persona, o sea, en su,(iOnciencúl moral: •En lo profundo de su conciencia -afirma el Concilio Vatica­no 11-, el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, si­no a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesa­rio, en los oidos de su corazón, llamándolo siempre a amar y a ha­cer el bien y a evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obe­diencia está la q~nidad humana y según la cual será juzgado (cf. Rom 2,. 14-16)•.

Por esto. el modo como se conciba la relación entre libertad y ley está íntimamente vinculado con la interpretación que viene reserva­da a la conciencia moral. En este sentido las tendencias culturales recordadas más arriba, que contraponen y separan entre si libertad y ley. y exaltan de modo idolátrico la libertad, llevan a una interpre­tación •creativa• de la conciencia moral, que se aleja de la posición tradicional de la Iglesia y de su Magisterio.

99 S. Vicente de- Lertns, Commonltorium prirnwn. ·c., ~3: PL 50, 668.

100 El desarrollo de la do.,trlna moral de Ja,[~a es semejante al de la doctrina de la fe: cf. Conc .. Ecum. Vat. (, Const. dogm. Sflt>rc la IC: católica Dei Filius. cap. 4: DS, 3020, y can. 4: DS, 3024. También se aplican a la doctrina moral las palabras pro­nunciadas por Juan XXIII eon ocasión de la Inauguración del Concilio Vaticano 11 (11 octubre 1962): •Esta doctrina (la doctrtna-crlstlana en su intel(lidad) es, sin du­da, verdadera e inmutable, y el fiel debe prestarle obediencia, pero hay q¡¡e inyesti­garla y exponerla según las e"igencias de nuestro tiempo. Una cosa, en eli:cto; es el depósito de la 'fe o las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra dts~ ttnta es el modo como se enuncian estas vérdatks, consetvando. sin embargo, el mismo sentido y significadO>: AAS 54 (1962). 792: cf. •L'Osservatore Romano•, 12 octubre 1962, p. 2.

1 O 1 Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaw:lium et spes. 16.

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55.; Según la opiniórule algunoS ~· la ft.mción de la con­clenciá: se habria reducido, al menos, ~n un cierto pasado, a una simple aplicación de no~ mom!es generales a cada caso de la vi­da de la persona. Pero semejantes normas -afinnan- no son capaces de·acoger y respetar toda la irrepetible especificidad de todos los ac­tos concretos de Jas pel'I!IOnas: de alguna manera, también pueden ayudar a una justa ualoraciilndéla situa®n. pero no pueden susti­tuiF a las personas en tomar una;, decisión personal sobre cómo com­portarse en determinados casos particulares. Es más. la citada criti­ca a la interpretación tradicional de la naturaleza humana y de su lmportancia para,la vida morallDduce a algunos autores a afirmar que estas normas no son tanto un criterio objetivo vinculante para los juicios de conciencia, sino más bien una perspectiva general que, en un primer momento. ayuda ··<;ll hombre a da1: u~a, imposta­ción ordenada de su vida personal y social. Además, re\relán la com­plididad tipica del fenómeno de la conciencia: ésta se relaciona pro­fundamente con toda la esfera 'psicOlógica y afectiva.. así como con los múltiples influjos del ambiente social y cultural de la persona. Por otra parte, se exalta al máximo el valoo de ia concienda, que el Concilio mismo. ha definido cel sagrario del hombre, en el <I¡IM está solo con Dios. cuya voz resuena en lo más íntimo de ella•. Esta v011 -se dice· induce al hombre .JW ,tanto. a una meticulosa observan­cia de las notmas universales. cuanto a. una creativa y responsable aceptación de los cometidos personales que Dios le encomienda.

Algunos autores, queriendo poner de relieve el carácter •creati­vo• de la conciencia, ya no llaman a sus actos con el nombre de «juicios•. sino con el de •decisl.ones». Sólo tomando •aut(momamen­te• estas decisiones el hombre podria alc.anzar su madurez moral. No falta quien piensa que este proceso de maduraci()n seria obsta­culizado por la postura demasiado categórica que, en muchas cuestiones morales, asume el Magisterio de la Iglesia. cuyas inter­venciones originarian. entre los fieles. la aparición de inútiles CQJl­jlictos de conciencia.

56. Para justificar semejantes posturas, algunos han propuesto una especie de doble estatuto de la verdad moral. Ademas ·del nivel doctrinal y abstracto, seria· necesario reconocer la originalidad de una cierta consideración existencial más concreta. Esta, teniendo en cue.nta las ci~.._nstancias y la situación. podña establecer legíti­mamente unas excepciones a la regla general y permitir así la reali­zación práctica, con buena conciencia, de ·Io que está· calificado por la ley moral como inttfnseca.rn~nte tnak>: De este modo se instaura en algunos casos una separación, o inCluso una oposición, entre la

102 lbid.

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doctrina det precepto Vélldo en general y la nonna de la conctenda individual, que decidirla de hecho,· en última instancia. sobre el bien y el mal. Con esta base se pretende establecer la legitimidad de las llamadas soluciones •pastorales• contrarias a las enseñanzas del Magisterio, y justificar una hermenéutica •creativa•, según la cual la conciencia moral no estaría obligada en absoluto, en todos los ca­sos, por un precepto negativo particular.

Con estos planteamientos se wne en discusión la identidad misma de la conciencia ITlQI"al ante la libertad del hombre y ante .la ley de Dios. Sólo la clarificación hecha anterionnente sobre la rela­ción entre libertad y ley basada en la verdad hace posible el di.scer­nimiento sobre esta interpretación •creativa• de la conciencia.

El jui.cio de la conciencia 57. El mismo texto de la Carta a los Romanos. que nos ha pre­

sentado la esencia de la ley natural, indica. también el sentido bíbli­co de la conciencia. especialmente en su vincult;Jeión especijica ion la ley. •Cuando los gentiles, que no tierien ley, cumplen naturalmente las prescrip<;iones de la ley, sin tener ley, éstos, para si mismos son ley; como quienes muestran' tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia con sus juicios contra­puestos que les acusan y también les defienden• (Rom 2, 14-15).

Según las palabras de san Pablo, la conciencia, en cierto mOct9. pone al hombre ante la ley. siendo ella misma •testigoo para el hom­bre: testigo de su fidelidad o infidelidad a la ley, o sea, de su esen­cial rectitud o maldad moral. La conciencia es el único testigo. Lo que sucede en la intimidad de la pen>ona está oc1,1lto a la. vista de los demás desde fuera. La conciencia dirige su testimonio solamente hacia la persona misma Y, a su vez, sólo la persona conoce la pro­pia respuesta a la voz de la conciencia.

58. Nunca se valorará adecuadamente la importancia de este inti­mo diálogo del hombre consigo mismo. Pero, en realidad, éste es el diá­logo del hombre con Dids. autor de la ley, primer modelo y ftn último del hombre. •La conciencia -dice san· Buenaventura- es como un he­raldo de Dios y su mensajero, y lo que dice no lo manda por si misma, sino que lo manda como venido de Dios, igual que un heraldo cúando proclama él edicto del rey. Y de ello deriva el hecho de que la concien­cia tiene la fuerza de obligar». 103 Se puede decir, pues, que la conCien­cia da testimonio de la rectitud o maldad del' hombre al hombre mis­mo, pero a la vez y antes aún, es testimonio de Dios mismo. cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su al-

103 In 11 Llbn.un Sen ten t.. dist. 39, a. l. q. 3; concl.: Ed. Ad. Claras Aquas, 11, 907 b.

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IDa; illViténclbki ';/ortllsr et SI¡ICUiállfr>. JaOOedleft* cLa,~la mo­ral no encterm al ·hombre en una eoledad lnftanqueable e bnpeneba­ble; sino·qtte 1• abre a la !la..,.; ·41 a voz de Dios. En e~to y no en otra cosa reside todo el misterio y dignidad de la conciencia~: en ser el~. el espacio santo donde llio6 habla al hombreo. 1

59. San Pablo no se limita; a· i'éconocer que la conctencta hace de •testigo•. sino qtie manifiesta'üíttablén'el modo· como ella realiza seme­jante función; Se trata de .,rázona~toStl que acusan o defienden a los paganos en relaéi6n con sus llémportamientos (cf. Rom 2, 15). El ténnino ·~,tos• evldéneta el carácter propio de la conciencia. que es el éle ser unjúido moral sebre el hombre y sus actos. Es un jui­cio de absolución o de condena según que los actos humanos sean conformes o no con la ley de Dios escrita en el corazéln. Precisamente, del juicio de los actos y. al mismo tiempo, de su autor y del.ptomento ele su defintuvo ~Ul1l])ltmiento,' habla ~r apóstol Pablo en el mismo. tex­tO: ~~ será ten erdía e~ que [)tos j~ las acciones secretas de los hombres. segñn mi Evangelio. por Cristo Jesus» (Rom 2. 16} .

. EÍ juiclo. d~ la conciencia eS .un J~ práctico .. o se,q..' un juic,to que ordena lo qu~ el \!Qm~lt1,debe ~~ero .qo h"'c.er. o bien. que va­lora u.n acto ya f~izado por é~, .~ un JUicjo ·que aplica a una situa~ ción concreta la conviccióQ ra~nal de que se debe amar, hacer el bien y evitar el mal. Este primer principio de la razón práctica perte­nece a la. tey natul'ál. más aun. constituye su mismo fundamento al expresar aquéllá luz ortgltíarta sobre el ~ten y el mal. reflejo de .la sahidurta creadora de Dios. la cual; ~omo una chispa indestructible (•scinttlta canttna.e»). brilla éri el ·C<)razóiJ 'de cada ;hombre: Slri embar­go. rít1entras lá ·ley n'aturar 11úiñtna • sObre -todo las exigencias objeti­vas y ·uhtversares del bien IllOrat. lá ccmctencia es la apltcacl6n de la ley a cada 'Casó parlleular. lacuál'Se convierte 'así para el hombre en un dictamen interior, una tlá:madá a realizar el bien en una Si· tuación concreta. La conciencia formula así la obligación moral a la luz de la ley na4ural; es la oQligac* de hace¡: lo .que el hombre. me­dian~ el acto .de su concienc)a, .wnoce como. un bien qa,.ae le es seña~ lado aquí y ~ El ~arác~ unnrersal de ."la ley y de· la obligacióp no es anulado, s~ más bien.<ll\COilOCidO, cuan~ la razón de~I11Ú­na &;\$• apljcacie~ ~ Ja act\Ull"'ª" c:on~,eta. ~juicio de la concien­eia m~a cen,(ll~ instanc~· la tt9Wonniclad de un couworta­miento det.enntnad() respecto,~.;lp ley;.,.f9nnula la norma ·próxima de la·JilQfalidad de un actp vol~o. act~ •la,apU~iQn de Ja ley objetiva a, un caso particular». , . . . · . . ..• ·. .

. ~. : ¡: '

' '· ,; .. 104 ll'scurso (Audiencia general, 17 agosto 19831. 2: lnsegnamenti. VI, 2 (1983), 256. 105 Suprema S. Congregación del Santo Oficio, Instrucción sobre la cétlca de situación•

eo.ttm ®ctrinwn~2 .febrero 19661: MS 48 u~. 144.

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60. Igual que la misma ley natural y,todo eóftoeinúento práCtico, también. el juicio de la conciencia t,lene un carácter imperativo: el hombre debe actuar en conformidad con dicho juicio. Si el hombre actúa contra este juicio, o bien. lo realiza incluso no estando seguro si un determinado ·acto es correcto o bueno, es condenado por su misma conciencia, no~ prÓXÚTl(l de la moralidad personal. La dig­nidad de esta instancia racional y. la autoridad de su voz y de sus juicios derivan de la verdad sobre el bien y sobre el mal moral. que está llamada a escuchar y expresar. Esta verdad está indicada por la •ley divina•. norma universal y oi:?Jetiva de la moralidad. El juicio de la conciencia no establece la ley, sino que afirma la autoridad de la ley natural y de la razón práctica con relación al bien supremo, del cual la persona humana acepta el atractivo y acoge los manda­mientos: •La conciencia. por tanto. no es una fuente autónoma y ex­clusiva para decidir lo que es bueno o malo;. al contrario, en ella es­tá grabado profundamente un principio de obediencia a la norma objetiva, que fundamenta y condiciona la congruencia de sus deci­siones con los precepto~ prohibiciones en los que se basa el com­portamiento humano•. 1

61. La verdad sobre el bien moral. manifestada en la ley de la razón, es reconocida práctica y concretamente por el juicio de la conciencia, el cual lleva a asumir la responsabilidad del bien reali­zado y del mal cometido; si el hombre comete el mal. el justo juicio de su conciencia es en él testigo de la verdad universal del bien, así como de la malicia de su decisión particular. Pero el veredicto de la conciencia queda en el hombre incluso como un signo de esperan­za y de misericordia. Mientras demuestra el mal cometido, recuer­da también el perdón que se ha de pedir, el bien que hay que prac­ticar y las virtudes que se han de cultivar siempre, con la gracia de Dios.

Así, en el juicio práctico de la conciencia. que impone a la perso­na la obligación de realizar un determinado acto, se manifiesta el vmculo de la libertad con la verdad. Precisamente por esto la con­ciencia se expresa con actos de •Juicio•. que reflejan la verdad sobre el bien. y no como •decisiones• arbitrarias. La madurez y responsa­bilidad de estos juicios -y. en definitiva. del hombre, que es su suje­to- se demuestran no con la liberación de la conciencia de la verdad objetiva, en favor de una presunta autonomía de las propias deci­siones, sino, al contrario. con una apremiante búsqueda de la ver­dad y con dejarse guiar por ella en el obrar.

106 Carta ene. Domimun et vivificantem (18 mayo 1986}, 43: MS 78 (1986}, 859; cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gcrudium et spcs. 16; Declaración sobre la libertad religiosa Dlgrútatls humanae. 3.

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¡ '. Busrclcl:r fa ~~g etlJfen! 0: !\! ' ( 'o ' ,. "' ' ..•

m: La cihciettcfá, .~'jtdC~ ~ 'b'ft acto, no está exenta de la poslbtlk:lad de error. 1~ ~;·-dice el Coricffto.. mudtas veces Oci.Jtre que lá~cotléf~tttlt:f ;ewa· pc;r Ignoran& invertctbre, sin que por· ello pierda:· sti dignidad. · Pero1 no se puede dectr e&to· cuando el hoinbre no sépr'e~ dt!'btlsear-ta 'Yemadyel•bien y,.poco a poco. por el hábito del peéftdo,• lá :eon~~ncta se -q\.~Ma· casi ctega•. 101 Con estas breves: palab!'á'S, el CtMCilto -~ una síntesis de la doctrina que lá lgle$1a ha elábofll'dc) ii 1o :targo: de los siglos· sobre la canden-da errónea. . . . ;:

· . Cterta:merlte. para tener · utu! '«eondéricta rectá• fi Tim 1. 5). e1 hqnibre ·debe bli'Scit '~b•enta4 ~·&be jtitgar segun eSta ín~ma ver­~d.' Como dice el a¡jó!rthfPablO, 18. cortcten& debe éstar •flumina­~po __ relESpirltu'_Satl.to»'_(Cf:~9.·H. debésef.Pura» (21Ym 1. 3). no debe ··cort astttcta'falsetir lá palabnl de Dios· stno «manifestar ctaramente la verdad• {Cf. 2. Cor lt,, 2). Pór otra parte, ·el mismo Apóstol amonesta. a 165 cristtanoS ·diciendo: ·•No os acomodéis al. mtlndo pt"é'Señfe. ·ant6 bien •ttamlbmtaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que pOdáis distinguir cuál es la· volun­tad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto• (Rom 12, 2).

La-amonéstadón de ·Pablo, nos ;iDV1ta a la vigilancia, advirtiéndo­nos· que en los jWeia~Hie n~tl'a con~ se '"ida siempre la po­sibilidad de error. EUa QOes ~J~-~: puede errar. No obs­tante. el error de la.eoneiencia·;PJJ«le ~r el fruto de WU1 tg,norancia iJulerldble,: e$ decir,. de \Uila ignorancia de la que el sujeto no es co08clente y de la que no puf!de salir por si mismo.

En el case de que tal ignOI'1Uieta inwncible no sea culpable "nos recuerda: el Concilio• la conciencia no pierde su dignidad porque eHa •. aunque de ~ho nos 01'k;nta ett modo llO: conl<K'Ille ·.al orden moral objetivo; no cesa. de· hablar én aombre de Ja ·wrdad sobre el bien. que el sujeto está llamado a buscar sinceramente.

· 63: De cualquier mbdb, la dtgmdad de la coilck!nda deriva siempre de la verdad: en el taso de la coneiencta recta, se trata de la' verdad' óbjeth*t ác~lda par- eJ, h<Hnbre: en el de la conciencia erronea. se trata de lo qUé el :hombre. equtvoclindose, considera subjeUI.Jarttettte verdadertk NutiCá' ~s aceptable confundir· un error •stlbjetivo•'s8re et,bienlmoraJ -oon la' wrdad •objetiva•. propuesta racionalmente al hombre en Virtud de su· ftn, ni equiparar el valor moral del atto -~·con qna mnc&encta verdadera y. :.recta, con aquél realizado siguiendo- el·juicio·de üna conciencia enónea. 10:8 El

1'07'ec;;~. J:l!ISl, ~.~~el) ~ .. l'l~ .,::tu;a¡ ~ et sPes. 16. 108 Cf. S. Tomás de 1\41*Ja, .0. Verifal4t.. fi .. ll. ,a,·.tí.: · ·. ,

~ , ...... , ... ~, ~ ' . ~~~~~~~~----~-·-·~;·.~~: _____ ~~···_· ~--~~----~~~~~~~,·~~·-'~t~_· --~

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mal cometido a causa de una Ignorancia invencible. o de un error de juicio no culpable, puede no ser imputable a la persona que lo ha.ce; pero tampoco en este ~so aquél deja de ser un mal. un. de­sorden con relación a la verdad sobre el bien. Además. el. bien no reconocido no contribuye al crecimiento moral de la persona que lo realiza; éste no la perfecciona y no sirve para disponerla al bies su­premo. Asi, antes de sentirnos fácilmente justificados en nombre de nuestra conciencia. debemos meditar sobre las .palabras del Sal­mo: •¿Quién se da cuenta de sus y~? De las faltas ocultas llm­piame• (Sall9, 13). Hay culpas que no logramos ver y que no obs­tante son culpas, porque hemos rechazado caminar hacia la luz (cf. Jn 9, 39-41}.

La conciencia, coriro juicio último concreto, compromete su dig­nidad cuando es errónea culpablemente. o sea •cuando el hombre no trata de buscar la verdad y el bien, y cuando, de esta manera. la conciencia se hace casi ciega como consecuencia de su hábito al pe­cado•. 109 Jesús alude a los peligros de la deformación de la con­ciencia cuando advierte: •La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. -Y. s1 la luz.que hay en ti es oscuri­dad, ¡qué oscuridad habrá!• (Mt 6, 2-23).

64. En las palabras de Jesús antes mencionadas, encontramos también la llamada a .formar la conciencia. a hacerla objeto de conti­nua conversión a la verdad y al bien. Es análoga la exhortación del Apóstol a no conformarse con la mentalidad de este mundo, sino a •transformarse renovando nuestra mente• (Cf. Rom 12, 2). En reali­dad, el ccora?.ón• convertido al Sei\or y al amor del bien es la fuente de los juicios verdaderos de la conciencia. En efecto, para poder •distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto• (Rom 12. 2) sí es necesario el conocimiento de la ley de Dios en general, pero ésta no es suficiente: es Indispensable una es­pecie de -connatw-alidad• entre el hombre y el verdadero bien. 110 Tal connaturalidad se fundamenta y se desarrolla en las actitudes vir­tuosas del hombre mismo: la prudencia y las otras virtudes cardi­nales, y en primer lugar las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. En este sentido, Jesús ha dicho: •El que obra la ver­dad, va a la luz• (Jn 3, 21).

Los cristianos tienen -como afirma el Concilio- en la Iglesia !J en st1. Magisterio una gran ayuda. para la· formación de la conciencia: •Los cristianos, al formar su conctencía, deben atender con dillgen-

109 Conc. Ecum. Vat. Il, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes. 16.

110 Cf. S. Tomás de Aquino, Summa Theologiae,IJ-11, q. 45, a. 2.

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eta: a la doctrina cterta y sagrada de la lglesfa. Pues, por voluntad de Cristo. la Iglesia católica· es maestra de la verdad y su misión es anunciar y enseñar auténticamente la Verdad, que es Cristo. y. al mismo tiempo, declarar y contlnnar con su autoridad los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza h umana•. 1 11 Por tanto, la autoridad de la Iglesta. que se pronuncia sobre las cuestio­nes morales, no menoscaba de ningún modo la libertad de concien­cia de los cristianos; no sólo porque la libertad de la conciencia no es nunca libertad •con respecto a• la verdad, sino siempre y solo •en• la verdad. sino tambtéll-porque el Magisterio no presenta verda­des ajenas a la conciencia cristiana, sino que manifiesta las verda­des que ya deberla poseer. desarrollándolas a partir del acto origi­nario <le la fe. La Iglesia se . pone. sólo y siempre al servicio de la con­ciencia. ayudándola a no ser zarandeada aquí y allá por cualquier viento de doctrina según el engaño de los hombres (cf. Ej 4. 14}. a no desviarse de la verdad sobre el bien del hombre, sino a alcanzar con seguridad, especialmente en las cuestiones más dificiles. la ver-dad y a mantenerse en ella. ·

m. La elección fundamental y los comportamientos concretos

•Sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne- (Gá15. 13)

65. El interés por la libertad. hoy agudizado particularmente. induce a muchos estudiosos de·clencias humanas o teológicas a de­sarrollar un análisis más penetrante de su -naturaleza y sus dina­mismos. Justamente se .pone .de relieve que la libertad no es sólo la elección por esta o aquella acción paFticular; sino que es también. dentro de esa elección, decisión sobre si y disposición de la propia vida a favor o en contra del Bien, a favor o en contra de la Verdad; en última instancia, a favor o en contra de Dios. Justamente se su­braya la importancia eminente de algunas decisiones que dan •for­ma• a toda la vida moral de un hombre determinado. configurándo­se .como el cauce en el cual también pod¡án situarse y desarrollarse otras decisiones cotidianas particulares.

Sin embargo. algunos autores proponen una revisión mucho más radical de la relación errtre persona y actos. Hablan de una •li­bertad fundamental>. máS profunda y diversa de la libertad de elec­ción. sin cuya consideración no se podrían' comprender ni valora:r correctamente los actos humaQ.OS •. Según estos autores, la ]Wlción clave en la vJda moral habría que atribuirla a una •opción funda­mental•. aetuada por aquella :libertad fundamental mediante la cual la persona decide globalmente sobre si misma. no a través de una elección determinada y consciente a nivel reflejo, sino en forma

111 Declaración sobre la libertad~~ hwnanae. 14.

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otrascendentab y catemAtica:•. Los actos paruculares derivados de es~ ta opción constitulrtan solamente unas, tentativas parciales y nunca resolutivas para expresarla, serian solamente •signos• o síntomas de eUa. Objeto inmediato de estos actos ~se dice- no es el Bien absoluto (ante el cual la libertad de la persona se expreSaría a nivel Í:J"a$Cen­dental), sino que son los bienes particulares (llamados también.cea­tegortales•). Ahora bien, segúnla opinión de algunos teólogos. nin­guno de estos bienes, parciales por·su naturaleza, podria determi­nar la libertad del hombre· como persona en su totalidad, aunque el hombre solamente pueda· expresar la propia opción fundamental mediante la realización o el rechazo de aquéllos.

De esta manera, se llega a introducir una distinción entre la op­ción ftindcimental !J las elecctones deliberadas de un comportamiento concreto: una distinción que en algunos autores asume la forma de una disociación. en cuanto circunscriben expresamente el cbie~ y el •mal» moral a la dimensión trascendentiil propia de la opción funda­mental, calUlcando como •rectas• o •equivocadas• las eleccion~ dé comportamientos particulares «intnittuirtdanos•. es decir, referidos a las relaciones del hombre consigo mismo, con los otros y eón el mundo de las oosas. De este modo, parece delinearse dentro del comportamiento humano una escisión entre dos niveles de morali­dad: por una parte el orden del bien y del mal, que depende de la voluntad, y, por otra, ,}os comportamientos determinados, los cuales son juzgados como moralmente rectos o ~uivocados haciéndolo de­pender sólo de un cálculo técnico de la proporción entre bienes y males •premorales• o •fisicos•, que siguen efectivamente a la acción. Y esto hasta el punto de qu~ un comportamienro concreto, incluso elegido libremente, es considerado como un proceso simplemente fi­sico, y no según los criterios propios de un acto humano. El resulta­do al que se llega es el de reservar la calitwlción propiamente moral de la persona a la opción fundamental, sustrayéndola -o atenuán­dola- a la elección de los actos particulares y de los comportamien­tos concretos.

66. No hay duda de que la doctrina moral cristiana, en sus mis­mas ralees bíblicas, reconoce la específica importancia de una elec­ción fundamental que cualifica la vida moral y que compromete la libertad a nivel radical ante Dios. Se trata de la elección de la fe. de la obediencia de la fe (Cf. Rom 16, 26), por la que •el hombre se en­trega entera y libremente a Dios•. y le ofrece .el homenaje total de su entendimiento y voluntadM •. 112 Esta fe, que actúa por la caridad (cf. Gál5, 6}, proviene de lo más intimo del hombre, de su •corazón•

112 Conc. Ecum. Vat. JI, Const. dogm. sobre la diVina revelación Dei Verbum. 5; cf. Conc. Ecum. V81!. l, Const. dogm. sobn: la fe catótic:a Dei Flllus. cap. 3: DS. 300&

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·~ ~)r·;~'" ,.,~

(cf. Rom 1 O, · 1<0), y deade aqui viene llamada a frucUftcar en las obras (cf. Mt 12, 33-35; Les •. 43-45, Rom 8, 5-8; Oál 5, 22). En el Oeeálogo .se encuentra, alintdo cle··los .diversos mandamientos, la cláusula fundámental: •Yo, el Señor, soy tu Dios• {Ex 20, 2). la cual. confiriendo;el sentido original a Jas,múltiples y varias prescripciones partieulares, asegura a la moral de .la Alianza una fisonomía de to­talidad, unidad y profundidad .. La <élección fundamental de Israel se refiere,· .por tanto. al mandamten~ .fl.lftdamental (cf. Jos 24, 14-25; Ex 19; 3·8; Miq 6, 8). También la moral de la Nueva ~?.a está do­minada por la llamadafundamental,qe Jesús a su •seguimiento• -al joven le dice: •Si quieres ser perfecto .... ven, y sigueme• (Mt 19, 21)-; y el discípulo responde a e$a Uamada con. una decisión y una elec­ción radical. Las parábolas evangélicas del tesoro y de la perla pre­cio$a. por los que se vende tqdo cu~to se posee, son imágenes elo­cuentes y eficac~ del carác~r radical e ipcondicion~do ·de la elec­ción que exige el Reino de qJ.os. La radicalidad de la elección .para seguir a Jesús está.expres~ rnaravillo~nte en sus palabras: •Quien quiera salvar su vida, la ~rd~rá; pero quien .Pierda su vida por mi y por el Evangelio. la salvará• 1Mc .B. 35).

La llamada de Jesús •ven y. sigueme• marca la máx.iQla. exalta­ción posible de la libertad del.hombre y. al mismo tiempo. atesti­gu¡r la verdad y la obligación de lo~tos de fe y de decisiones que se puedeh calificar de opción fundamental. Encontrnmos una aná­loga exaltación de la libertad humana· en las palabras de san Pa­blo: ·•Hermanos. habéis sido llamados a la UbertaddGál5, 13). Pe­ro el Apóstol añade inmediatamente una grave advertencia: •Con tal de que no toméis de esa libertad ~~ex;to para la carne». En es­ta exhorta~ión resuenan sus palablWt!. pl"ecedentes; •Para ser li­bres nos libertó Cristo. Manteneos. pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud• (Gál 5, 1). El apóstol Pablo nos inwita a la· vigilancia, pl¡les la libertad sufre siempre la insidia de la esclavitud. Tal es precisamente el caso de un acto de fe -en el sentido de una opción fundamental- que es di­sociado de la elección de los actos particulares según las corrien­tes anteriormente mencionadas.

67. Por tanto. dichas teorías son contrarias a la misma ense­ñanza. bíblica. que concibe la opción fundamental como una verda­dera y propia elección de la libertad y vincula profundamente esta elección a los actos .particulares. Mediante la elección fundamental. el hombre es capaz de orientar su vida y -con la ayuda de la gracia­tender a su fin siguiendo la llamada dlvina. Pero esta capacidad se ejerce de hecho en las elecciones particulares de actos determina­dos, mediante los cuales el hombre se conforma deliberadamente eon la voluntad. la sabiduría y la ley de Oios. Por tanto, se afirma que la llamada opcfónjund.amen.tal. en la medida en que se dijeren-

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da de una intención genérica y. por ello, no detenninada todavia en una forma vinculante de la libertad, se actúa siempre medi.ante elec­ctones conscientes 9 libre& Precisamente por esto, ·la opción funda­mental es reoocada euando el hombre compromete su liberUJd en elecciones conscientes de sentido contmrto. en materia moral grave.

Separar la 'ópción fundamental de los comportamientos concre­tos signlflca contradecir la integridad sustancial o la unidad perso­nal del agente moral en su cu~rpo y en·su alma. Una opción funda­mental. entendida sin considerar expliettameilte las potencialidades que pone en acto y las determinaciones que la expresan, no hace justicia a la finalidad racional inmanente al obrar del hombre y a cada una de sus elecciones deliberadas. En realidad, la mor~lidad de los actos humanos no se reivindica solamente por la intención, por la orientación u opción fundamental. interpretada en el sentido de un~ intención vacía de contenidos vinculantes bien precisos, o de UQ.a intención a la que no corresponde un esfuerzo real en las di­versas 'obligaciones de la Vida moral. La moralidad no puede serjtiz~ gada si se prescinde de la conformidad u oposición de la elección deliberada de un: comp<)rtamiento concreto respecto a la dignidad y a la vocación integral de ía persona humana. Toda elección implica siempre una referencia de la voluntad deliberada a los bienes y a los males, indicados por la ley natural como bienes que hay que conse­guir y males que hay que' evitar: En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el papel de verU}car su incumbencia en una determinada situación. por ejemplo, teniendo en cuenta otros deberes ,quizás rilás importantes o urgentes. Pero los preceptos morales negaUvos, es decir, aquéllos que prohiben al­gunos actos o comportamientos concretos como Intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún es­pacio moralmente aceptable para la •creatMdad• de alguna determi­nación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie mo­ral de una acción prohibida por una norma univerSal. el acto moral­mente bueno es sólo aquél que obedece a la ley moral y se absUene de la acción que dicha ley prohibe.

68. Es necesario añadir todavía una importante consideración pastoral. En la lógica de las teorías mencionadas anteriormente, el hombre, en virtud de una opción fundamental, podría permanecer fiel a Dios independientemente de la mayor o menor conformidad de algunas de sus elecciones y de sus actos concretos a las normas o reglas morales específicas. En virtud de una opción primordial por la caridad, el hombre -según estas corrientes- podría mante­nerse moralmente bueno. perseverar en la gracia de Dios, alcanzar la propia salvación. a pesar de que algunos de sus comportamien­tos concretos sean contrarios deliberada y gravemente a los man-damientos de Dios. ·

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'•;'

En í::alidad. el homlm! OÓ"'Va a la perdición solameate por la 1n­ftdeltdad a la opción fun~taL según la cual se ha entregado •entera y libremente a DioSt>;, } 3 Con eualquier pecado-mortal come­tido Eleliberadamente, ~- bo~ofeóde a Dios que ha dado la ley y. por tanto, se hace culpableiRnit a tOO&. la ley (cf. San1 2. 8-11); a pesar de-conservar la fe;, pi(?de

11f cpcia sa,ntUlcante•, la •caridad•

y, la •biena~nturanza eterna•. . •La gracia de la justificación que se h~ recibido 7enseña el Coqctlio qe XrentQ- no sólo se pierde por la infidelidad, por la c~,se p~rde incluso la fe, sino por cualquier otro pecado mortal•.

PeCado mortal·y venial

·• !)~. Las cons'ideraciones éit. tornO a la opción fundamental, como qemos visto. han i~ducido a -~guno$ teólogos a someter también a una profunda revisión la· <lis. Unción ti:adlciQn~ entre los pc;:((ados ~s y los peJ:!ól~os veniales: ello$ s~ayan, que la opostcion a la leY de Dios, que causa la ~r4lda de la gracia santifican te ._y, en el caso de muerte en ta• estad<;> d~ pecadp. la .condenación e~ma-. so­lap¡eri~ puede $er fruto de un acto qúe cqmpromete a la persona en su tOtalidad, es decir •. un act<i de optlón 'f!Jndam-ental. 5egúri estos teólogos, el pecado mortal. que separa al hombre de Dios, se verifi­caría soíamente en el rechazo de J;.>io.s, que Viene reallzadoá ur:rru­yd de libertad no identtncab~ cop. 40 ~~to de elección ni al que se pu~eJlegar con UJ;l coq.gciníic!J:lto &Qio. reOej~. En este sentido -aña­den- es. dificil. aJ m~nos. psicoló,gicamente .. aceptar el hecho de que un cristiano, que quiere peimaJi~cer'imidp a Jesucristo y a su Igle­sia, pueda .cometer pecados mortale!!t tan fácil y repetidamente, co­mo parece indi~ar a veces la •ma.teria• IÍlisma de sus actos. Igual­mente. seria dificil acepta( que el hombre sea capaz. en. un breve perioqo de tiempo, ,de rompér radtcéUrilente el vinculo de comunión con Dios y de convertirse sucesivamente a El mediante una peniten­cia sincera. Por tanto, es necesárto -se atlrma- medir la grave~ad del pecado desde el grado de compromiso de libertad de la persona que realiza un acto, y no desde la materia de dicho acto.

. 10. La Exhortación apostólica post~sinodal Reconciliatio el pae­nilentia ha confirmado la importancia y la actualidad permanente

1 Í3 . . . ' Con<;. Ecum. Vat. 11, Const. dogm, )l()brc: la divina n;velaclon Dei Vcrbwn, 5; cf. S. Congregación para la Doctrina de la Fe, Oéclaraclón acerca de ciertaS cuéstltmes de ética sexual Pcrsbnll htiínana (29 diciembre 1~75}. 10: MS 68 (1976t, 88-90.

114·cr. F.xhort, ap. post-stnodarReconctliauoet paenttentla (2 diciembre 1984), 17: MS 77 U98~ 218~223.

115 Sés. VI. Decreto sobre lajustt&arim CWnliixttémpore. cap. 15: DSi 1544; can. 19: DS,l569.

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de la distinción entre pecados mortales y ventales, según la tradi­ción de la Iglesia. Y el Sínodo de lós Obispos de 1983, del cual ha emanado dicha Exhortación, •no Sólo ha vuelto a afirmar cuanto fue proclamado por el Concilio de Trento sobre la existencia y la natura­leza de los pecados mortales y veniales, sino que ha querido recor­dar que es pecado mortal lo que tiene como objeto;una materia gra­ve y que, además¡ es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento•. 16

La afirmación del Concilio de 'frento no considera solamente la •materia grave• del pecado mortal, sino que recuerda también, como una condición necesaria suya, el •pleno conocimiento y consenti­miento deliberado•. Por lo demás, tanto en la teología moral como en la práctica pastoral, son bien conocidos los caeos en los que un acto grave, pox: .su materia, no con,stituye un pecado mortal por ra­zón del conocimiento no pleno o del consentimiento no deliberado de quien lo comete. Por otra parte, •se deberá evitar reducir el peca­do mortal a un acto de -opción fundamental• -como hoy se suele de­cir- contra Dios•, concebido ya sea como explícit.o y formal desprecio de Dios y del. prójimo, ya sea como implícito y no refleXivo recba7..o del amor. Se comete, en efecto. un pecado mortal también, cuando el hombre, sabiéndolo y queriéndolo elige, por el motivo que sea, al­go gravemente desordenado. En efecto, en esta elección está ya in­cluido un desprecio del precepto divino. un rechazo del am.or de Dios hacia la humanidad y hacia toQa la creación: el hombre se ale­ja de Dios y pierde la caridad. La orientación fundamental puede. pues, ser radicalmenle modi.fJCada por actos particulares. Sin duda pueden darse situaciones muy complejas y oscuras bajo el aspecto psicológico, que influyen sobre ll!l imputabilidad subjetiva del peca­dor. Pero de la consideración de la esfera psicológica no se puede pasar a la constitución de una categoría teológica, como es concre­tamente la Mopción fundamental" entendida de tal modo que, en el plano objetivo, cft'fbieo ponga en duda la concepción tradicJonal de pecado mortal•.

De este modo, la disociación entre opción fundamental y decisio­nes deliberadas de comportamientos determinados, desordenados en si mismos .o por las circunstancias, que podrían no cuestionarla. comporta el desconocimiento de la doctrina católica sobre el pecado mortal: •Siguiendo la tradición de la Iglesia. llamamos pecado mortal al acto, mediante el cual un hombre, con libertad y conocimiento, re­chaza a Dios, su ley. la alianza de amor que Dios le propone, prefi­riendo volverse a sí mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo

116 Exhort. ap. postcstnodal Reconciliatio e( paenitentta (2 diciembre 1984}, 17: AAS 77 (1985}, 221.

117 Ibid.: Le .. 223.

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contrario a la vo!Ulltad c:IMna ~ ad p-eaturam.). ~to puede ocurrir de modo· directo y fonnaL como en los pecados de idolatria, apostasia y atetsmo; o de modo equlWllente. como en todos los actos de desobedienda a los~ de Dios en materta grave•. 118

. IV. El acto menl Teleólogia !J teloologtsrrí:> ;

71. La relación entre la libertad del hombre y la ley de Dios~ que encuentra su ámbito Vitály prtJfundo en la conciencia moral. se ma­nifiesta y realiza en los actos-humanos. Es -precisamente mediante su1J actos como el hombre se perfecciona en cuanto tal, como perso­na llamada a buscar espontáneamente a su Creador y a alcanzar li­bremente, medhmte su adhest(m a El, la perfección feliz y plena. 119

Los actos humanos son actos morales, porque expresan y deci­den la bondad o tnallcia defhombte mismo que realiza e1JOs actos. 120

Estos no producen sólo un cambio en el estado de cosas externas al hombre, sino que, en cuanto decisiones deliberadas. califican moral­me~ a la per'SOna misma qtre los realiza y determinan su projimda. .fisonomía espiritual: cotno pone de relteve. de modo sugestivo, san Gregorto Niseno: •Todos las seres ·sujetos al devenir no permanecen identicos· a si mismos. sino que pasan continuamente de un estado a otro mediante un cambio que Se traduce siempre en bien o en mal... Así pues. ser sujeto sometido a cambio es nacer continuamente ... Pero aqui el nacimiento no se j:mxluce por una intervención ajena, como es el caso de los seres corpóreos ... sino que es el resultado de una decisión libre y. así, nosotros somos en eletto modo nuestros mismos prog~nitores. ·creándonos como queremos y. con nuestra elección. dándonos la forma que querettlOS•. 121

72. La moralidad de los actos está definida por la relación de la li­bertad del hombre con el bíen auténtico. Dicho bien es establecido, como ley etel'na. por la sabiduría de Dios que ordena todo ser a su fin. Esta ley eterna es conocida tanto por medio de la raZón natural del hombre (y. de esta manera. es- •ley natural•). cuanto -de modo in­tegral y perfecto- por medio de la ~cJón sobrenatural de Dios (y por eDo· es llamada •ley divina•). El obrar es moralmente bueno cuan­do ias elecciones de la libertad están conformes con el ·ver'dadero bien del hombre y expresan asi la ordenaélón voluntaria de la persona ha-

118 lb4d.: l.c •. 222. ,.

119 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11. Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudtwn et spes. 17.

120 Cf. S. Tomás :de Aquino. Sununa theoWgiae.l-ll,q. I. a. 3: •ldem sunt adUS morales et aclus hwnant•.

121 De vttaMoys(s.ll, 2-3: PG 44, 327-328.

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cla su fin último, es decir, Dios mismo: el bien supremo en el cual el hombre encuentra su plena y perfecta telictdad. La pregunta inicial del diálogo del joven con Jesús: c¿Qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?• (Mt 19, 16) evidencia inmediatamente el vínculo esencial entre el valor moral de wt acto y elftn último del~ bre. Jesús, en su respuesta, confirma la convicción de su interlocu­tor: el cumplimiento de actos buenos, mandados por Aquél que csolo es el BuenOt, constituye la condición indispensable y el camino para la felicidad eterna: cSi quieres entrar en la vida, guarda los manda­mientos• (A(It 19, 17). La respuesta de Jesús remitiendo a los manda­mientos manifiesta también que el camino hacia el fin está marcado por el respeto de las leyes diVinas que tutelan el bien humano. Sólo el acto ronforme al bien puede ser caminO que conduce a la vida.

La ordenación racional del acto humano hacia el bien en toda su verdad y a la búsqueda voluntaria de este bien conocido por la ra­ZÓn, constituyen la -moralidad. Por tanto, el obrar humano no puede ser valomdo moralmente bueno sólo porque sea funcional para al­canzar este o aquel fin que ~rsigue. o simplemente porque la inten­ción del suJeto sea buena. ·J El obrar es mor~mente bueno cuando testimonia y expresa la ordenación voluntaria de la persona al fin úl­timo y la conformidad de la accióJ;l concreta con. el bien humanó tal y como es reconocido en su verdad por la razón. Si el objeto de la ac­ción concreta no está en sintonía con el verdadero bien de la perso­na, la elección de tal acción hace moralmente mala a nuestra volun­tad y a nosotros mismos y, por consiguiente. nos pone en contradic­ción con nuestro fin último, el bien supremo. es decir, Dios mismo.

73. El éristiano, gracias a la Revelación de Dios y a la fe, conoce la •novedad• que marca la moralidad de sus actos; éstos están lla­mados a expresar la mayor o menor coherencia con la dignidad y vocación que le han sido dadas por la gracia: en Jesucristo y en su Espíritu, el cristiano es •creatura nueva•. hijo de Dios, y mediante sus actos manifiesta su conformidad o divergencia con la imagen del Hijo que es el primogénito entre muchos hermanos (cf. Rom 8, 29), vive su fidelidad o infidelidad al don del Espíritu y se abre o se cierra a la vida eterna, a la comunión de visión, de amor y beatitud con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. 123

122 Cf. S. Tomás de AcLuino, Summa 11wologkle. 11·11, q. 148, a. 3.

123 El Concilio Vaticano 11, en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo ac· tual, precisa: •Esto vale no sólo para los crtstianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón actúa la gracia de modo invisible. Crlsto murló por todos, y la vocación última del hombre es realmente una sola, es decir, la dMna. En collSeC'llencla, debemos mantener que el Espirttu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios, se asocien a este mlsterto pascual•: Gaudtwn et spes, 22.

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Cristo· •nos forma segan su. 4a1agen . -dtce. san CirUo. <J,e. u'\leJan~ dria-. de modo que los ~s de stt, naturaleza divina resplandecen en nosotros a través de la .sanWlcación y la justicia y la vida buena y virtuosa .•. La belle?..a de esta imagen resplandece en nosotros que estamos en Crisro, cuando, por las obras.. nos manifestamos como hombres buenos•. 1~4 ,

· En este sentido, la vida moral posee un carácter HeleológicCJII eSencial. porque consiste en la ordenación deliberada de' los actos húinanos a Dios. sumo bien y fin (telos) último del hombre; Lo testi­mohia. una vez más. la pregunta deljoven a Jesús: •¿Qué he de ha­cer de bueno para conseguir la vida eterna?•. Pero esta· ordenación al ftri.último no es· una dimensión subjetivista que dependa sólo de la intención. Aquélla presupone que tales actos sean en si mismos ordenables a este. fin, 'en cuanto son conformes al auténtico bien moral del hombre, tutelado· por los. mandamientos. Esto es lo que Jesos mismo recuerda en la respuesta al jovet'l: •Si quieRS entrar enlavida, guarda los mandamtentofh (Mt 19. 17).

Evidentemente debe ser una ordenación racional y libre, cons­ciente y deUberada~ ep Virtud. de la cual el hombre es responsable' de sus actós y está soJ!letido .él!Juició de Dios, juez justo'y bueno que preqliá el bien y ca5tiga el mal. co~q nos lo recuerda el apóstol Pa­blo: .~s necesario que todos nos<>tros .seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo. para _qu'e cada cual reciba conforme a lo q~ hizo durante su vida mortal él bien o el mal» (2 Cor 5, 10).

74. Pero, ¿de qué depende la cualificación moral del obrar libre del hombre? ¿Cómo se aseg4.ra esta ordenación de los actos huma­nos hacia Dú:Js? ¿Solamenté de la intención que sea conforme al fin último. al bien supremo. q de las circunstancias -y, en particular, de las consecuencias- que cqntradistlríguen ei obrar del hombre. o no depende tainbi~n -y sobre t9Cfo- del objeto mismo de los actos huc manos? · ·

Este es el problema llamado l$adicionalmente de las •fuentes de la moralidad•. Precisamente con. relal!ión a este problema •. en las úl­timas décadas se han manifestado nuevas -o restauradas- tenden­cias culturales y teológicas que exigen ,un cUidadoso discernimiento por parte del Magisterio de la Iglesia.

Algunas teorías éticas. denominadas •teleológicas•. dedican espe­cial atención a la (:onformidad de los actos humanos con los fines perseguidos por el agente y ron los ~lores que él percibe. Los crtte-

124 nuctaius ad Trborium Diaconum.sociosque. //. RcspQnsiones ad Tlberlwn ~nwn SO<;iosque: S. Cirilo de Alc:jandria, In P. Johannis E:vanf¡eUum. vol • .m •. ed. Phllip Ed­ward Pusey, Bruxclles, Culture et CivilisattonU965), 590.

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rtos para valorar ·la rectitUd moral de una aeción se toman· de la pon­deración de los bienes que hay que conseguir o de los valores que hay que respetar. Para algunos, el romportamiento concreto sería recto o equivocado según pueda o no producir un estado de cosas mejor para todas las personas interesadas: sería recto el comporta­miento capaz de •maximaliza~ los bienes y •minimizar• los males.

Muchos de los moralistas católicos que siguen esta orientación, buscan distanciarse del utilitarismo y del pragmatismo, para los cuales la moralidad de los actos humanos seria juzgada sin hacer referencia al verdadero fin último del hombre. Ellos, con razón. se dan cuenta de la necesidad de encontrar argumentos racionales, ca­da vez más consistentes, para justificar las exigencias y fundamen­tar las normas de la vida moral. Dicha bú$queda es legitima y nece­saria por el hecho de que el orden moral. establecido por la ley na­tural. es, en línea de principio, accesible a la razón humana. Se tra­ta, además, de una búsqueda que sintoniza con las exigencias del diálogo y la colaboración con los no-católicos y los no-creyentes, particularmente en las sociedades pluralísticas.

75. Pero en el ámbito del esfuerzo por elaborar una semejante moral racional -a veces llamada por esto •moral autónoma•-, existen falsas soluciones, vinculadas particularmente a uh.a comprensión ina­decuada dcl objeto del obrar moral. Algunos no consideran suficien­temente el hecho de que la voluntad esté implicada en las eleccio­nes concretas que ella realiza: esas son condiciones de su bondad moral y de su ordenación al fin último de la persona. Otros se inspi­ran además en una concepción de la libertad que prescinde de las condiciones efectivas de su 'ejercicio, de su referencia objetiva a la verdad sobre el bien. de su determinación mediante elecciones de comportamientos concretos. Y así, según estas teorías, la voluntad libre no estaria ni moralmente sometida a obligaciones determina­das, ni vinculada por sus elecciones, a pesar de no dejar de ser res­ponsable de los propios actos y de sus consecuencias. Este «teleolo­gismo•. como méto9o de reencuentro de la norma moral, puede, en­tonces, ser llamado -según terminologíás y enfoques tomados de di­ferentes corrientes de pensamiento- •consecúencialisnlO' o •proporcio­nalismo•. El primero pretende obtener los criterios de la rectitud de un obrar determinado sólo del cálculo de las consecuencias que se prevé pueden derivarse de la ejecución de una decisión. El segundo, ponderando entre sí los valores y los bienes que persiguen, se cen­tra más bien en la proporción reconocida entre los efectos buenos o malos, en vista del •bien más grande• o del •mal menor•. que sean efectivamente posibles en una situación determinada.

Las teorías éticas teleológícas (proporcíonalismo. consecuencialiS­mo}. aun reconociendo que los valores morales son señalados por la razón y la revelación, no admiten que se pueda formular una prohi-

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blción tlbsuluta de compo~ntos determinados que, en cual­quier dri.n.mstáncia y ~ eonu.ten con aquellos valores. El sujeto que obra seña ~le de la consecución de los valores que se persigUen,; pero según. un doble aspecto: en efecto. los valo­res o bienes impticados en un acto humano, serían, desde un punto de vista, de orden moral (cOB relacJón a valores propiamente mora· les. q)DlO el amor: de Dios,.~. benevolencia hacia el prójimo, ju~>ticia, etc.) Yt .. desde o4"o, de orden pre-moral. llamado también no-moral, fi.sico u óntico {con relaciÓn a las. ven~as e inconvenie¡;1tes origina­dos sea a ~qtiel que ac~. eqmó a toQ~ persona implicada antes o después, como por ejemplo~ sa1uc;l o su lesión, la integridad.fisica, la vieJa. la muerte, la pérdida de bie~s ~teriales, etc).

En un mundo en el que el bien estaría siempre mezclado con el mat y cualq1,1ier efecto bueM estaría vinculado coa. otros efectos malos~ la• moralidad del acto se juzgaría de modo diferenciado: su •bondad» moral sobre la base de la· intención del sujeto. referida a los bienes morales, y su rectitud :sobre la base de la consideración de los efectos o consecuencias previsibles y de su proporción. Por consiguiente, los comportamientos concretos serian .cualificados co­mo •rectos• o cequiv,ocado~·· sin que por esto sea posible Y;atorar la vé;lluntad de la persona que los elige como moralmente •bu~na• o ·mala~· De este moclo; un acto que; op~miéndose a normas tihiVel'éa­les.riegativas Viqla directariient~ btehes considerados conio'pré~mo'-

...... ·p,. -~.,~ía ser cuaJUlcado_ como moralmente admisiJ:dl.IJ ll\!~"'lo!c·•·~ f_, CioocJH sujeto se concentra, según una cresponsáble• ponaeraCíOn

""··---

de lós bienes implicados en la acciónc;:ohcreta, sobre el valor moral · reputad,o decisivo eri la circunstancia. La valoración. de las conse­cuenCias de la acción, en base alá proporción del acto con sus efec-tos y de los efectos entre sí, Sót'o afectaría al orden pre-moral. 'SObre la especificidad llJ9Jal de los áCÍO$, .esto es, SObre SU bondad O m:ál­dad, decidiría exClusivamente la fidelidad de la persona a los valores mas i;iltos'de la caridad y dé'l;i prude~ciá: sin que esta fidelidad sea inc9mpaUble neces~riamenté con decisiones contrarias a ciertos precepto$ morales partii;~la~s. Incluso en ~teria grave, estos. úÍtl­nios debe~P: ser ~onsidemdos. como normas operativas. siempre re­lativas y susceptibles de excepciones. En esta perspectiva, el con­sentimiento ot~rgado á ciertos -~o~Jtan?.ientos ~datados iltcitos por la moral tradicional no~J?JlCélrf~ uná,malicia moral objetiva.

:;, ;,...

El objetn del acto deliber!ado 76. F;stas teorías pueden adquirir una cierta fuerza persuasiva

por su afinidad con la mentalidad científica, preocupada con· razón de ordenar las actiVidades téCn~s y económicas en base al cálculo de los recursos y los beneficios, cde los,ptoeedimientos y los efectos. Ellas ~den liberar de las imposiciones de una moral de la obli­gación, voluntarlsta y arbltraria. que vendría a ser inhumana.

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Sln embargo. semejantes teorías no son fieles a la doctrina de la Iglesia. en cuanto creen poder justificar. como moralmente buenas, elecciones deliberadas de comportamientos contrarios a los manda­mientos de la ley divina y natural. Estas teorías no pueden apelar a la tradición moral católica. pues. si bien es verdad que en esta últi­ma se ha desarrollado una casuística atenta a ponderar en algunas situaciones concretas las posibilidades mayores de bien. es igual­mente verdad que esto se refería sola!ltente a los casos en los que la ley era incierta y. por consiguiente. no ponía en discusión la validez absoluta de los preceptos morales negativos, los cuales obligan sin excepción. Los fieles están obligados a reconocer y respetar los pre­ceptos morales específicos. declarados 'l enseñados por la Iglesia en el nombre de Dios. Creador y Señor. 12 Cuando el apóstol Pablo re­capitula el cumplimiento de la Ley en el precepto de amar al prójimo como a sí mismo (cf. Rom 13. 8-10). no atenúa los mandamientos. sino que. sobre todo. los conforma. desde el momento en que revela sus exigencias y gravedad. El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables de la obseroancia de los mandamientos de la Alianza. renovada en la sangre de Jesucristo y en el don del Espíritu Santo. Es un honor para los cristianos obedecer a Dios antes que a los hombres (cf. Act 4. 19; 5. 29) e incluso aceptar el martirio a causa de ello, como han hecho los santos y las santas del Antiguo y del Nuevo Testamento. reconocidos como tales por haber dado su vida antes que realizar este o aquel gesto particular contrario a la fe o la virtud.

77. Para ofrecer los criterios racionales de una justa decisión moral. las mencionadas teorías tienen en cuenta la intención y las consecuencias de la acción humana. Ciertamente hay que dar gran importancia ya sea a la intención -como Jesús insiste con particular fuerza en abierta contraposición con los escribas y fariseos. que prescribían minuciosamente ciertas obras externas sin atender al corazón (cf. Me 7, 20-21: Mt 15. 19)-. ya sea a los bienes obtenidos y los males evitados como consecuencia de un acto particular. Se tra­ta de una exigencia de résponsabilidad. Pero la consideración de es­tas consecuencias -así como de las intenciones- no es suficiente pa­ra valorar la cualidad moral de una elección concreta. La pondera­ción de los bienes y los males. previsibles como consecuencia de una acción. no es un método adecuado para determinar si la elec­ción de aquel comportamiento concreto es, •según su especie• o •en si misma•. moralmente buena o mala. lícita o ilícita. Las consecuen-

125 Cf. Conc. Ecum. de Trcnto, Ses. VI, Decreto sobre la justificación Cum hoc tempore. can. 19: OS, 1569. Ver también: Clemente XI. Const. Unigenitus Dei Filius (8 sep­tiembre 1713) contra los errores de Pascasio Quesnel, nn. 53-56: OS, 2453-2456.

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eiall 'Pn!'Visibles ·pertenecen a aquellas cm:unatancias del acto que, aunque puedan, 1J10ditlcar la grail!edad de una acción mala. no pue~ den cambiar, sin embargo,-la especie moral.

Por otra parte. cada uno ·conoce las dificultades o mejor dicho, la imposibilidad, de valorar todas fas consecuencias y todos los

. efectos b~ttmos o malos -denominados pre-morales- de los propios actos: un cálculo: racional exhaustivo no es posible. Entonces, ¿qué hay que hacer para establecer unas proporciones que dependen de una valoración, cuyos criterioS permanecen oscuros? ¿Cómo podría justificarse una obligación ab$oluta sObre cálculos tan discutibles?

78. La moralidad del acto huniéino deperu;Ie sobre tOdo y funda­mentalmente del obJeto. elegido rácionalmente por la volwtta.d delibe­rad4. copu>'lo wl,leba también el penetrante _análisis. aún válido; de santo Tomás. __ w Así pues, . para poder aprehender el objeto de un acto. que lo especUle~ mora1mente, hay que situarse en tá perspecti­va de la persona que actúa. En efecto. el objeto del acto del querer es uh comportamiento elegido libremente. Y en cuanto es conforme eón el orden de la razón. es causa de la bondad de la voluntad, nos perfecciona moralmente y nos dispone a reconocer nuestro fin últi­mo en el bien perfecto, el amor originario. Así pues, no se púede to­mar como objeto de un detennittado acto ·moral._ un proceso o un evento de orden fisico solatnente, que se valora en cuanto origina un determinado estado de cosas en el mundo externo. El objeto es el fin próximo de una elección deliberada que determina el acto del querer de la persona que actúa. En este sentido, como enseña el Catecismo de la Iglesia. Católica. •hay compoctamientos. concretos cuya elección es siempre errada porq~ ~~p comporta un desorden de la voluntad, es dectr. un mal moral•. •Sucede frecuentemente -~a el Aquinate~ que el hombre actúe con buena intención, pero s~ p~vecho espiritual porque le falta la buena voluntad. Por ejem­pld, !lOO ro~ para ayudar a lospopres: en este caso, si bien la in­ténción es buena •. falta la recUtud ·de la voluntad porque las obras son malas. Én conclusión, la buena intención no autoriZa a hacer ninguna obra tna]a. MAlgÍmos .dicen: hagamos el mal para qw¡ venga el bien. Estos bien merecen !apropia condena" (Ro~ 3, 8)•.

La razón por la que no J?asta: la buena intención, sino que es necesaria también la recta elección de las obras, reside en el he­cho de qye el acto humano depende de su objeto, o' sea si éste es o no es •ordenable> a Dios, a Aquel que ~flÓlo ,es bueno•. y así realiza

126 Cf. Swrona Thcologiae.l-11, q. 18, a. 6.

127 Catecismo de la Iglesia Católica n. 1761. 128 In duo praecepta CQI'Itatis et úl decem legtS pmeeepta. De dilectione Dei: Opuscula

tlteologioo. R, n. 1 Hl8, Ed. TauriBcns• (1954), 250.

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la perfecc.ión de la pel"$0na. Por tanto. el acto es bueno si su obje­to es conforme con el bien de la persona en el respeto de los bie­nes moralmente relevantes para ella. La ética cristiana. -que privi­legia la atención al objeto moral, no rechaza considerar la •teleolo­gía• interior del·obrar, encuanto orientado a promover el verdade­ro bien de la persona. sino que reconoce que éste sólo se pretende realmente cuando se respetan los elementos esenciales de la natu­raleza humana. El acto humano, bueno según su objeto, es •orde­nable• también al fin último. El mismo acto alcanza después su perfección última y decisiva cuando la voluntad lo ordena_ efectiva­mente a Dios mediante la caridad. A este respecto, el Patrono de los moralistas y confesores enseña: •No basta realizar obras bue­nas, sino que es preciso hacerlas bien. Para que nuestras obras sean buenas y PfJ!ectas, es necesario hacerlas con el fin puro de agradar a Dios•.

El •mal intrinseco-: no es lícito hacer el mal para logmr el bien (cf. Rom 3, 8) ·

79. Así pues, hay que rechazar la tesis. característica de las teo­rías teleológicas y proporcionalistas, según la cual seria imposible cualificar como moralmente mala según su espeCie -su •objeto•- la elección deliberada de algunos comportamientos o actos determina­dos prescindiendo de la intención por la que la elección es hecha o de (a totalidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para to­das las personas interesadas.

El elemento primario y decisivo para el juicio moral es el objeto del acto humano. el cual decide sobre su •ordenabilidad· al bien y al fin último que es Dios. Tal •ordenabilidad• es aprehendida por la ra­zón en el mismo ser del hombre, considerado en su verdad integral. y,_ por tanto, en sus inclinaciones naturales. en sus dinamismos y sus finalidades. que también tienen siempre una dimensión espiri­tual: éstos· son exactamente los contenidos de la ley natural y, por consiguiente, el conjunto ordenado de los •bienes para la persona• que se ponen al servicio del •bien de la persona•, del bien que es ella misma y su perfección. Estos son los bienes tutelados por los man­damient<?~ó los cuales, según Santo Tomás, contienen toda la ley natural.

80. Ahora bien, la razón testimonia que existen objetos del acto humano que se configuran como •no-ordenables• a Dios, porque contradicen radicalmente el bien de la persona. creada a su ima-

129 s. Alfonso Maria de L~rio. Praiica di amar Gesu Cristo. VIII, 3.

130 Cf. Swnmt.t.~.l-11, q. lOO, a. l.

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gerl. Son loS aetós que:erl1a tradtctori mora'l'dé la tgiesta, ban·$ido denominados \irltiinsecamente malo&» (otntrinseoe malum.J: lo son siempre y por si mismos. es decir. por su objeto, Independiente­mente de las ulteriores tntenctónes dé quien actúa y de las cir­cunstancias. Por esto. sin negar en absoluto el influjo que sobre la moralidad tienen las ch'cunstanctas· y, sobre todo, las intenciones. la Iglesia ensefla que •exiSt~ actos que, por si y en si mismos, in­dependientemente de las circunstancias, son siempre gravemente llicitos por razón de su objetow. 13

·1 El mismo Concilio Vaticano 11.

en el marco del respeto debtdó· a la persona humana. ofrece una amplia ejemplificación de tales acto$: cTodo lo que se opone a la Vi­da, como los homicidios de cualquier género. los genoCidios, el aborto, la crutahasla y el mismo suiCidio voluntario; todo lo que vio­la la Integridad de la persona humana, como las mutllacl'ones. las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que ofende a la dignidad humana. como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamiento$ arbitra­rios, las deportaciones. la esclavitud, la prostitución, la trata de bl;mcas y de jóvenes. también Ja$ c;ondiclones ignominiosas de tra­baJo en las que los óbreros son tiatádo~ .como meros instrumentos de lucro. no <_;omo personas Ubres y responsables. todas estas co­sas ,y otras semej<;lntes son ctertameQte, oprobios que, al corromper la civilización humana. deshom:an más a quienes los practican que a quienes padecen la i~~sticia y son totalmente contrar,ios al ho­nor debido al Creador•.

Sobre los actos intrínsecamente malos y refiriéndose. a las prác­ticas contraceptivas. mediante las cuales el acto p>nyt,~gal es realiza­do tntenciona~nte infecundo. P~lo VI enseña: •En verdad. si es licito alguna vez tolerar un !Qa• menor·a fin de eVitar l1Il mal mayor o dE; promover un bien más grande. no es Uclto. ni ~un por razones gravisimas, h~r el mal para conseguir el.bien (cf. Rom 3, 8), es de­di", hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrinse­camente desordenado y por lo mAsmo indigno de la persona huma­na, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien in-dividual. familiar o social». 133

· .

131 Exhort. ap. post-sinodal Reconciliatio et paenitentia (2 diciemb~ 1984), 17: AAS 77 (1985), 221; cf. Pablo VI. Alocución a los miembros de la Congregación del Santísl· mo Redentor (sepijembre 19f>7): AAS ~ (1967), 96Z: & debe e'!it,ar el inducir a los (teJes a que piensen. diferentemente, CQlJl.O si dc¡spués del Concilio ya c;stu'1eran permitidos algunos comportamientos, que precedeiltemente la Iglesia ha,bia d~la­rado intrínsecamen~ malos.· ¿Quién hove que de ello sé derivarla un deplorablé re­lativismo moml. que llevarla fádlmente a discutir todo el patrimonio de la doctrina de la Iglesia?•.

132 Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium.et spes. 27.

133 Carta ene. Humanae vitae (25 julio 1968), 14: AAS 60 (1968), 490-491.

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81. La Iglesia, al enseñar la ext&tencta de actos intrinsecameilte malos, acogé la doctrina de la Sagrada Escritura. El apóstol Pablo afirma de modo categórico: e¡ No os éngafléisl Ni los Impuros, ni los idólatras, ni los adülteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios• ( l Cor 6, 9-1 0).

Si los actos son intrínsecamente malos, una intención buena. o determinadas circunstancias particulares pueden atenuar su malicia. pero no pueden suprimirla: son actos «irremediablemente• malos, por si y en si mismos no son ordenables a Dios y al bien de la persona: •En cuanto a los actos que son por si mismos pecados (cum tam opera ipsa peccata sunt) -dice san Agustín-, como el robo, la fornicación, la blasfemia u otros actos semejantes, ¿quién osará afinnar que cum· pliéndolos por motivos buenos {bonis Cáusis}. ya no serian pecados o -conclusión más absurda aun- serian pepados justificados?•. 134

Por esto, las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrinsecaniente deshonesto por su objeto en un acto •sUbjetivamente• honesto o justificable como elección.

82. Por; otra parte, la intención es buena cu;mdo apnnta aL ver­dadero bien- de la persona· con relación a su fin último. Pero los ac­tos, cuyo objeto es •no-ordenable• a Dios e • •indigno de la persona humana», se oponen siempre y en todos los casos a este bien. En este sentido, el respeto a las normas que prohiben tales actos y que obligan •semper et pro semper•. o, sea sin excepción alguna. no sólo no limita la buena intención, sino que hasta constituye su expre­sión fundamental.

La doctrina del objeto. como fuente de la moralidad. represen­ta una explicitación auténtica de la moral bíblica de la Alianza y de los mandamientos, de la caridad y de las virtudes. La cualidad moral del obrar humano depende de esta fidelidad a los manda­mientos, expresión de obediencia y de amor. Por esto, -volvemos a decirlo-, hay que rechazar como errónea la opinión que conside­ra imposible cualificar moralmente como mala segün su especie la elección deliberada de algunos comportamientos o actos deter­minados, prescindiendo de la intención por la cual la elección es hecha o por la totalidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para todas las personas interesadas. Sin esta determinación racional de la moralidad del obrar humano. sería imposible afir­mar un •orden moral objetivo• 135 y establecer cualquier norma

134 Contm mendaciwn. VIl, 18: PL40, 528: cf. S. Tomás de Aquino, Quaestíones qundli­betales. IX. q. 7, a. 2: Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1753-1755.

135 Conc. Ecum. Vat .. 11, Declaración sobre la libertad reltgtosa Dignita1is hwnanae. 7.

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determtnada •. desde el pu.nt. • vista del contenido, :Que obligue sin excepciones. y ·esto «eriac a .(l()I!Jta' de la fratenúdad humana y de la verdad sobre el bien, litBÍ como en detrimento de la comu­DIOn eclesial.

83. Como se ve, en la cuestión de 'la moralidad de los actos hu­manos y particularmente en. la de la existencia de los actDs intrinse­camente malos, se concentra en cierto sentido la cuestiórtmisma del hmnbre. de su uerdad y de las conseeuenctas morales que se deri­van de ello. Reconociendo y enaeíiando la existencia del mal intrin­aeeo en determinados actDs humanos, la Iglesia permanece tlel a la verdad tategral sobre el hombre y. por ello. lo respeta y promueve en su dJgnidacl y vocación. En. conaecuencla,. debe rechazar las teo­rías expuestas más arriba. que contrastan con esta ve~ad.

Sin embargo. es necesar0 que nosotros, Hermanos en el ~ copado. no nos limitemos .sólo a exbort.ar. a los .fieles sobre los erro­res y peligros de algunas teorías .~cas. Aate todo, debemos RlO$trar el fascinante esplendor de aquella verdad que es Jesucrl$to m,bmo. En El. que es la Verdad (cf. Jn 14, 6}, el hombre puede, mediante los actos buenos, comprender plenamente y vivir perfectamente su vocación a la libertad en la obediencia a la ley divina, qtle se com­pemfta en el mandamiento del amor a Dios y al próJimO! ES cuat'lto acontece con el don del Espíritu Santo, Espíritu de verdad, de liber­tad y amor: en El nos es OadcJ interlortzar la ley y percibirla y vtvirla como el dinamismo de la verdadera libertad personal: «la ley perfec­ta de la libertad• (Sant l, 25t.

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Capítulo UI

«Para no desrirtuar la cruz de Crtstot· (1 Corl, 17)

El blea moral pua la ri4a ele la Iglesia y del muado •Para ser libres nos lf.bertó CJ'isto. (~ál5, 1)

84. La cuestión fundamental que las teorías morales recordadas antes plantean eón particular intensida.d es la relación entre la li­bertad del hombre y la ley de Dios, es decir, la cue;:;tión de la rela-ción entre libertad y verdad. ·

Según la fe cristiana y la doctrina de la Iglesia •solamente la li­bertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Ver­dad y en realizar la Verdad•. 136

.

La confrontación entre la posición de la Iglesia y la situación so­cial y cultural actual muestra inmediatap¡ente la urgencia de que precisamente sobre tal cuestíón.[unda.rnental se desarrolle una inten­sa acdón pastoral por parte de la Iglesia misma: •La cultura contem­poránea ha perdido en gran parte este vinculo esencial entre Ver­dad-Bien-Libertad y. por tanta; volver a conducir al hombre a redes­cubrirlo es hoy una de las exigencias propias de la misión de la Igle­sia, por la salvación del mundo. La pregunta de Pilato: "¿Qué es la verdad?",. emerge también hoy desde la triste perplejidad de un hombre que a menudo ya no sabe quién es. de dónde viene, ni adón­de va. Y así asistimos no pocas veces al pavoroso precipitarse de la persona humana en situaciones de autodestrucción progresiva. De prestar oído a ciertas voces. parece que no se debiera ya reconocer el carácter absoluto indestructible de ningún valor moral. Está ante · los ojos de todos el desprecio de la vida humana ya concebida y aún no nacida; la violación permanente de derechos fundamentales de la persona; la inicua destrucción de bienes necesarios para una vi­da meramente humana. Y lo que es aun más grave: el hombre ya no está convencido de que s(;lo en la verdad puede encontrar la salva-

\

136 Discurso a los participantes en el Congreso Internacional de Teologla Moral (lO abril1986), 1: InsegnwnentilX, 1 (1986), 970.

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ción. La fuerza saMflca de la verdad es contestada y se confla sólo a la libertad, desarraigada de toda objetividad. la tarea de decidir au­tónomamente lo que es bueno y lo que es malo. Este relativismo se traduce, en el campo teológtéb. en 'désconfianza en la sabiduría de Dios, que guía,~ hombre ~ laJey moraL4 lo que la ley moral prescribe se cornraporien'1as Uamadas~sttuaciones concretas, no considerando ya. en definiUva. ~IJe la, ley de Dios es siempre el úni­co verdadero bien del hombre•.

85. La obra de discernimiento de estas teorías éticas por parte de la Iglesia no se reduce a su denuncia o a su rechazo, sino que trata de guiar con gran amor a todos los fieles en la formación de una 'Conciencia moral qu~ ju2gue y Jleve a decisione$. según verdad, como exhorta el apóstol Pablo: •No os acomodéis al ~undo .presen­te. antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra men­te, de forma que podáis dlstJn.gutr cuAl es la voluntad de Dtos: lo bu~no,, lo agradable. lo per(ec~ (Róm 12. 2). Esta obra de la Iglesia encuentra su punto de apoyo -su •secreto• formativo- n.o tanto en los enunciados doctrinales y en las exhortaciones pastorales a la vt­gtiancia, cuanto en tener la ~mirada• fl.ltt en el Señor Jesús. La Iglesia cada dia mira· con incansable amor a Cristo. plenamente consciente de que sólo en él está la respuesta verdadera y definitiva al proble­ma moral.

Concretamente, en Jesús crucl.ftcado la Iglesia encuentra la res­puesta al interrogante· qtJe atormenta hoy a tantos hombres: cómo puede la obediencia' a las 'Ronnas·morales universales e inmutables respetar la m\tctdad e lrrepettbiltda€1 de la persona y no atentar a su libertad y dignidad. La Iglesia hace suya la conciencia que el apóstol Pablo tenía de la miSión recibida: •Me envió Cristo... a predicar el Evangelio. Y no con palabras :sabias, ~a no desVirtuar la cruz.de Cristo ... ; nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los genUies; mas para los llamados. lo mismo judíos que griegos, lin Cristo, fuer.ta. de Dios y sabiduria de Dios• 1 Cor 1, 17, 23-24). Crtsm~ revela el significado au­téntico de la libertad. lo vive plertltmente en el don total de sí y llama a los discípulos a tomar parte en su mtsma libertad.

86 .. La refi~n racíom\1 y la ~rtenc,ia cotidiana demuestran la debilidad que ~!J.arca la libertad del hombre. Es libertad J,"eaL pero con~ngente. No tienesuorígell ab~oluto e incondicionado en sí ntis­ma, sino en la existencia en la que se encuentra y para la cual re­presenta, al mismo tiempo, un límite y una posibilidad. Es la liber-

137 Imd., 2: l.c .. 970-971.

132

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tad de una criatura, o sea, una libertad donada. que se ha de aco­ger como un gennen y hacer madurar con n:sponsabiUdad. Es parte, constitutiva de la imagen criatural. que fundamenta la dignidad de la persona, en la cual aparece ·la vocación originaria con la que el Creador Dama al hombre al verdadero Bien, y más aun, por la reve­lación de Cristo, a entrar en amistad con él, participando de su mis­ma Vida divina. Es, a la vez, inalienable autoposesión· y apertura universal a cada ser. existente, cuando sale de si mismo hacia el co­nocimiento y el amor a los demás. 1

_38 La libertad se fundamenta,

pues, en la verdad del hombre y tiende a la comunión. La razón y la experiencia muestran no sólo la debilidad de la

libertad humana, sino también su drama. El hombre descubre que su libertad está inclinada misteriosamente a traicionar esta apertura a lo Verdadero y al Bien, y que demasiado frecuentemen­te, prefiere, de hecho, escoger bienes contingentes, limitados y efi­meros. Más aun, dentro de los errores y opciones negativas, el hombre descubre el origen de una rebelión radical que lo lleva a rechazar la Verdad y el Bien para erigirse en principio absoluto de si mismo: &réis como dioses• (Gén 3, 5). La libertad. pues. nece­sita ser liberada. Cristo es su libertador: •para ser libres nos liber­tó• él (Gál5, 1).

87. Crtsto manifiesta, ante todo, que el reconocimiento honesto y abierto de la verdad es condición para la auténtica liber\id: •Co­n~eréis la verdad y la verda~ os hará libres• (Jn 8, 32). 1 9 Es la verdad la que hace libres ante el poder y da la fuerza del martirio. Al respe(:to diL-e Jesús ante Pilato: •Para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdadl> (Jn 18, 37). Así los verdaderos adorado­re$ de Dios deben adorarh •en espÍritu y en verdad• (Jn 4. 23). En virtud de está adoración llegan a ser libres. Su relación con la ver­dad y la adoración de Dios se manifiesta en Jesucristo como la raiZ más profunda de la libertad.

Jesús manifiesta, además, con su misma Vida y no sólo con pa­labras, que la' libertad se realiza en el amor. es declr, en· el don de uno mismo. El que dice: •Nadie tiene mayor amor que el que da su vF da por sus amigos• (Jn 15, 13), va libremente al encuentro de laPa-· sióri (cf. Mt 26. '46), y en su obediencia al Padre en la Cruz da lii vida por todos los hombres (cf. Ftp 2, 6-'11). be este modo, la contempla­ción de Jesús crucificado es la vía maestra por la que la Iglesia debe caminar cada dia si quiere comprender el pleno significado de la li­bertad: el don de uno miSmo en el servicio a Dios y a los hennanos.

138 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. pasL 110bre la Iglesia en el mundo actual Gcwdir.ifn etspes.24.

139 Cf. Carta ene. RedemptorHomims(4 marzo 19791; 12: AAS 71 (1979J,280-281.

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La romUDión con el Señor tallldtado·es la fuente ina:tJotab1e de la que la Iglesja se alimenta incesantemente para vivir en la libertad. darse y servir. San Agustín, ·al comentar el versículo del salmo 100/99, 2. •servid al Señor con alegria», dice: •En la casa del Señor libre es la esclavitud Libre, ya que el servicio no lo impone la necesi­dad, sino la caridad ... La caridad te convierta en esclavo, así como la verdad te ha hecho libre ... Al mismo tiempo tú eres esclavo y libre: esclavo, porque llegaste a serlo; libre, porque eres amado por Dios, tu creador ... Eres esclavo del Señor y eres libre del Señor. ¡No bus­ques una liberación que te lleve lejos de la casa de tu libertador!>. 140

De este modo la Iglesia, y cada cristiano en ella, está llamado a participar de lajimción real de Cristo en la cruz {cf. Jn 12. 32). de la gracia y de la responsabilidad del Hijo del hombre, que •RO ha veni­do a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por mu-chos• (Mt 20, 28). 14

.

Por lo tanto, Jesús es la sin tesis viviente y personal de la perfec­ta libertad eti la obediencia total a la voluntad de Dios. Su carne cfucificada es la plena revelación del Vínculo indisoluble entre ·liber­tad y verdad. así como su resurrección de la muerte es la exaltación suprema de la fecundidad y de la fuerza salvífica de una libertad vi­vida en la verdad.

Canúnar en la luz (cf. 1 Jn •1. 7)

88. La contraposición, m'ás ¡¡tun. la radical separación entre li­bertad y verdad es consecuencia. manifestación y realización de otra más grape y nociva dicotomía: la que se produce entre fe y moral.

Esta separación constituye una de las preocupaciones pastora­les más agudas de la Iglesia en el presente proceso de seculartsmo. en el cual muchos hombres piensan y viven -como si Dios no e,xis­tiera•. Nos encontramos ante una mentalidad que abarca -a menu­do de manera profunda, vasta y capilar- las actitudes y los compor­tamientos .qe los mismos ~rtstianos, cuya fe se debilita y pierde la propia originalidad de nuevo ~riterío de interpretación y actuación para la existencia ,personal. familiar y social. En realidad, los crite­rios de juicio y de elección seguidos por los mismos creyentes se presentan frecuentemente ~en el contexto de una cultura amplia­mente descristianizada- como extraños e incluso contrapuestos a l(:ls del Evangelio.

Es, pue&. urgente que los cristianOii descubran la novedad de su fe y su fuerza de juicio ante la cultura dominante e invasora: •En

140 Enarratiom PsalmumXCIX, 7 CCL 39, 1397.

141 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11. Const. dogm. sobre la Iglesia Lumen gentiwn. 36; cf. Carta ene, Redemptorhominis (4 manro 1979}, 21: AAS 71 (1979}, 316-317.

134.

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otro·tiéín'J1ti'IÚI8tel$ ~-·nesif«._,et,ap(lístoU>ablo-.::mu ahora SOis h.Ul en :el señor. VtWC.h:OIIIO' ... *i&Jluz;. .pues el fnsto de la luz oonálste én toda bóndilld/~ür'Y' verdad. Examinad qUé

·eslo"(Jue agra<ta·atSeAor;ynol>*rtictpltj; en•la$obras lnfructUOAS dé las tinieblas, ántés, bieB, dentt~;. Mirad atentaméftte c6-·lllo vMs; qUe no sea tOmo 1m~· Sino como prudentes: apro­vechando biéh el tlempo·pre~te. ~los días son malos' (EJ5, 8-1 1.'15-16: éf. 1 TéS 5, 4~8).' ,. .

Urge recuperar y pre~iltat una :v~>má.s el ~~dero rostro 'de la fe cristiana, que no es simplemente un conjunto de próposldones que se han de acoger y ratificar con la mente, sino un conocimiento de Crtsto viVido pefsonalmente~ una memoila Viva de sus manda­mientos • .upa .verdad q~ $e. ha~~~ ~P. una~ no es acogida auténticamente si QO.~ ~u~ en hechos, si no~ puesta eQ,J)fácttea. La íe~ tma ~WióA·'l~ afecta. a \Oda la ~­tencia~ es encuentro, djálogo. e<mtUJli()n de .apl~ y de V\da del ~­yente tx>n Jesucl'isto. Camino. V~ y ViiJa (d. Jn H .. 6)~ Implica un . .aclo de.tnrúlama>Y· aban~ en c.1ttio. >N l1C>& aY• a vtv,tr. co­mo.étvivió-(cf. Oól 2;. 20).¡~ ~.en .el-mayor~ a Dio& y~;~ hermanos. . · · • , .. , · ·. j.

) ~ ;

·· ~- ta"fé ttemHáftlbtén un éOJ'l~fdó' mot'al: suscita y ettge un ccíiiiptanilsó cohé~te ·de ,Vida: eompórta y perfecciOna lé: aoogtda y tá. ~cta de 'lb$' 'rnat1ttamtentdS divfnOs: Como dice el ·evalige­ú$lá Juan. «DiOs' es L~;'~ri a'no hií}f tin~las alguna. snteennos que estamos en1 eomtfutéadórt ron ;él' y cáminamds. en ttníébtas, mentimos y no obramos la verdad ... En esto sabemos que le conoce­mos: en ~ ~amps ~ man~~ntos.Jjffiien dice; MYo le co­DGZC07·Y OQ,~a .$US·~,es _up.menU~.y la.~eJ+IJld no e1Jtá en él, 1 Pero ,q"lien g"'-rda 4tlJ ,l>allf,bra,. ciertame~ eJ), :él. .~1 aiQOI'l de-Dios. ba Ue.ga® a su plenitud,, ~,esto conocemos .9Je ~­~BQS,tm éi.;:.Quien¡dme¡que .pel"Qlallec~H~nd. debe, vMt".colllQ ViVió él» u Jn .J.: •. s~&·2· 3-6} •. i · •

" A·frá~s de la vida 1n0ral<kl'fe ~a a serctonfestón-. ncJ'sólo ante· Dios. sino también· ante'lós b&nbreS:-- ·~· ecmvterte m· tesf#*»­JW;':Wosotré:)s sof5"4a ltiz ~ mtmdd-diée ~as~. No.poede~ltar­sé uriá Ci:udád sffüada en' la cima de'uh mdnte-. Nl t.atttpde(F.$e eift­cte~rl{$á laftíp3Iá yo'ltl poñet'í 'debájd Bel·cel~rt; sirio ~ el candelero; para' qUé' atumbre a'todos'IOS (fUe t#Jtan'.'en la. ca'sa. Bri­nélléí Vt:testra;lui·-detante ctetosltOmbres, panl1i:Jtte'Vean ~ btlértlt!í obfu!s ~-glort~~ ~r~®lfJa4~'(¡óé eStá 'etJ Ibá é~ (Mt s.·· I4-l8); EstáS"'OIJ'ras SOri lsObte t9dO bis'M'e~tidad {cf; ~ ~. 31-46) y de la auténtica libettad :qUe~ matrlfiestil y vive en ~'don ~ tín9'~1 HéltHQ. fll'*"';tdfdi:c:W.:un6 Mmot•cr.ao hizo :Ctisto, ~UeHm·lla cruz·~ a:t.lgtesla"Y W'edogó'a·tatmismo pcwela-

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(lif-5. 25}.-;EI telltinionio -~····~• para4tgma:J' auxilio pam el ~~del~ lla.ado;acSeguir el mismo camino: «Si· alguno quiere ~ntr eU -pos ~- ;{lJ;eguese a SÍ IJU$,JD,O, tome ,!JU cruz cada .día, y sig~ .. (Le 9;yá3}. {A .carld4ld. según las e~encias del radl~lismo :evangélico,·p~ Uevar al creyente~ teatimonto supremo del marUrlo. Siguienqq el ejemplo de Jesús que muere en .e~ escribe Pablo a los cri&tianos (le_ Efe$(): ~Sed. pues, imitadores de Dios, como hijos queridos y vivid en . el amór cop.o Cfil;to nps lWlÓ y se eqtregó por nosotros (_:OIJ?.O, oblación y Víctima de suave arorqa• (EJ5, 1'-2}. - '

El martirio. exaltaclin. de la santídati.4nviolable de la ley de DiDs · 90. La relación'entre fe y moral reSplandece con toda-su tntensi­

tlad en el respeto lftcondicfonado'qlle se debe a las extgericio.s ú'telu­dlbles de kt dignidad personal ~ cadá hombre. exigencias' tuteladas pOr las normas mdrales'que prohiben stn eccepción los actos intrín­secamente malos. La untversalkktd y ta inmutabilldad de la norma moral manifiestan y. al ml!Utl() -tlempd, se ponen al servicio de la ab­soluta digi'l'idadcpersonal, o' sea; de ·lá 1nviolabilidad del h0111bre, en cuyo rostro brilla el esplendor de Dios (cf. Gén 9, 5-6).

El no poder aceptar las teorías de las teorías •teleológicas•. •con­secuencialistas,. y •propw;c,ionali$-~• que nlegan la ~teucia de nonnas ~raJes negatlv,._s relativas_ a C9mportamien..tos dc:;~~a­dq;;t y que son ~álidas sin e~~pc~. h.al~ una· co~fu.'~,lc)n pagi­. c~~ente ei.Qcuente en el l}ecpo del lllilrtirio cristiano, que siem­pre ha acompañado y acompaña ~ ~ de la Iglesia.

_ 91. Ya eri la Aritlgua Altattta eneotítramos admirables testlmo­ntbsJde fidelidad á la ley santa de Dlos-'ltévada hasta.la·aceptación ·voltnitarta ~ 1a' muerte~· Ejemplar és ·la historia de Susana: a los dos Jtiel!es InjUstos, que la· amehátaban>éon hacerla matar si se· negaba a ceder a su pastón impura, responde así: ·a¡gué :aprieto me ntrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lb hago,

.JlQ escaparé de .vosotros. I~ ~ ~ejor P<mi mí caer en vuestras JRMOS s~n haberlo h~ho que~a.r.Qelant~ del SeñQr» (Dan 13, 22-23) •. ,&usaJ'l:a,,prefir~ m10¡ir ;~te~ en n;tanos de 1~ jueces. ate~g.t.~a.qa.sólo su fe.y.c.cmfi~~n Dios.sin<;l ~bién su obe­diei)Bl~ a la ver~ y al Ol'Q~ ¡qpr~ ~Jpto: con su dispo.nib,Uidad al martirio, proclama que nq esj~í<> hacer lo qu~_l¡¡1ley de Q.l9s_~a­

.W}fJl. como waJ. para, sacar ~,el,o. ~gún bien .. S~ elige Mf8 si la.,4Q:lejQr parte•: un testiqwn,i,o.Uq;!pi<Jísimo, sip_ nin,gqp .COJllProrpi­-~ dF la ve,r~ .. ~r~ ~~ bi~n y del~ de Israel; de este plOdo ma-njllesta eiH!US aL!!Qs la santWad:~ Dip§~. · , .·''·tEn los UIBbmle.s dd Nue\'Q ~o. Juqn e(.~ta.,rehu-

·&ancb no proclamar 4\,·l«:y del ~y al~ .con .el mal •. 1•muri(>

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mértlr de la verdad y la justicia• 1~ y asi fue-precursor del Mestas incluso en el martirio (Cf. Me 6, 17 -29). Por esto, •fue encerrado en la oscuridad de la cárcel aquél que Vino a testimoniar la luz y que de la misma luz, que es Cristo, mereció ser llamado lámpara que ar­de e Uumina ... Y fue bautizado en la propia sangre afl.uél a quien se le había concedido bautizar al Redentor del mundo•. 1 3

En la Nueva Alianza se encuentran numerosos testimonios de seguidores de Cristo -comenzando por el diácono Esteban (cf. Act 6, 8-7, 60) y el apóstol Santiago (cf. Act 12, 1-2)- que murieron márti­res por confesar su fe y su amor al M!iestro y por no renegar de él. En esto han seguido al Sefior Jesús, que ante Caifás y Pilato, •rin­dió tan solemne testimoni()lo (1 Tim 6, 13), confirmando la verdad de su mensaje con el don de la vida. Otros innumerables mártires aceptaron las persecuciones y la muerte antes que hacer: el gesto idolátrico de quemar incienso ante la estatua del Emperador {cf. Ap 13, 7-10). Incluso recha?..aron el simular semejante culto, dando asi ejemplo del rechazo también de un comportamiento concreto con­trario al amor de Dios y al testimonio de la fe. Con la obediencia, ellos confian y entregan. Igual que Cristo, su Vida al Padre, que po­día liberarlos de la muerte (cf. Heb 5, 7).

La Iglesia propone el ejemplo de numerosos santos y santas. como Juan Nepomuceno y Maria Goretti, que prefirieron la muer­te antes que cometer un solo pecado mortal: traicionar el secreto de confesión o fornicar. Elevándolos al honor de los altares, la Iglesia ha canonizado, su testimonio y declaró verdadero su juicio, según el cual el amor implica obligatoriamente el respeto de sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves, y el re­chazo de traicionarlos. aunque fuera con la intención de salvar la propia Vida.

92. En et martirio, como confirmación de la inviolabilidad del or­den moral, resplandecen la santidad de la ley de Dios y a la ve;t; la intangibilidad de la dignidad personal qel horD,bre, creado a imagen y semejanza de Dios. Es Uf.la dignidad que nunca se puede envilecer o contrastar. aunque sea con buenas ~qtenciones, cualesquiera que sean las dificultades. Jesús nos exhorta con la máxima severidad: •¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vi-da?• (Me 8. 36). ·

El martirio demuestra como ilusorio y falso todo •significado hu­mano• que se pretendiese atribuir, aunque fuera en condiciones •ex­cepcionales•. a un acto en si mismo moralmente malo; más aun,

142 Missale Romanum. In Passlone S. Ioannfs Bap«stae. Oración Colecta.

143 S. Beda el Venerable, Homiliarum Evangelfl Ubri. 11, 23: CCL 122. 556-557.

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IUa9iQe~.~nte,su,:verdadero_rosi(o: el de una ~(ie l4 ·~· ~4~~. apl.es aup ~--quteri tp.re~ ·9ue no en: quien lo ~ece. , .. ,El martir.to es, p.yes. también ~tadpn de la perfecta •QUJ}lallldachy_fle )a.·v~rdadera ~vida• de la perscmíl- como atestigua san -~gnacio de ,Antloquía dirigiéndose a los crtstlanos de Roma, lugar de su martirio: «,Por favor. helllWilOS, IW me prtvóis 4~ e~ta vida, no queráis que muera... dejad que pueda contemplar la tüz; ~ntpnces ser4 hombre ~ pCeho sentido. Permitid que imite la pasi6n de mi Dios•. 145 ' · · '· · · ·

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93.· Finalmente, el maJ"til¡joes un ~igno preclaro de la stmtidad ~ la Iglesia: la fidelidad a. la ley satlta de Dios, atestiguada con la muerte .es anuncio solemne: y compromiso misionero •usque ad scmgttinem• para que el .esplendor de la verdad moral no sea ofus­cado en las CO$twnbres y en la mentalidad de las per:sonas y de la sociedad. Semejante testimonio tJene un valor extraordinario a fin de que no sólo en la sociedad civil sino incluso dentro de las mis­mas comunidades .eclesiales no se caiga en la crisis más peligrosa que puede afectar ál hombre: la ronjUsión del bien y del mal. que hace imposible construir y conservar el orden moral de IQS indivi­duos y de las co~unidaQ.es. Los.m~es. y de maner~ más amplia todos lqs santos en la Iglesia. cQn d e.,emplo elocueffl.e y fascina­dpr ,de uria ~a t;ran~tlgurada .. totálmen~ _por el esplendor de la verdad lllOráL ilutninán cada época de.~- histor~ despertando el sentido moral. Qaodo testuponip ~ pien. ,~Uos rep~ntan un re­proche viViente a cuantos,tr~gre~Q ~Jey (e(. Sab_ 2. 2) y hacen resonar con permanente a~~dad 1~ palabras del profeta:. •¡Ay, los que llaman al.Qlal bien.,. y,al.bien.mal; que dan oscuridad por luz. y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce. y dulc;e por amargo!> (Is 5, 20). · · ·

Si el ~o es el testimonio culminante de la verdad moral. al qué relatl\'á~te pl;)cos SQn llamados. extste no obstante un testi­rilonió de coherencia qúe tqdps_ lós crts$nos deben estar dispuestos a dar cada dla .. incluso a coStad~ sufrimientos y de grandes sacrtft­cios. En efecto~ ~te ias m~!fl})les dtlicu~tadts, que Incluso t:n las cir­cunstancias ~ ordinarias puede extgfr la fidelidad al. orden moral. el cristlan01 ltnplo~(lo e~ sú~racfón la gr¡¡cta de DioS,~ llall)a­do a una eiitrega a veees herofca. Lé ·sostiene la vrrtud :de la fbrta:le­za, que -como enseña san Gregario Magno- le capacita a «arriar las dlfiCultadesde es~ mundo a la-~ del premio eterno». 1

·46

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144 Cf. Conc. Ecum. Vat. 11, Const. past. sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudiwn etspes. 27.

145 Ad. Romanos. VI; 2·31 f'atres·~.-ad. FX. Funk,l, 260-261. 146 Momlialn.Job. Vlt21.:34:1'L 75, 778¡-,, _

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94. Etr el•d&r ·lesllt1blk); ... biall~triQral!abeoluto .. ~ no est4rt solos~-Bileuentnm una ~t6tH~n ~~sentido inoral de los pueblos y en las grandes fradle~ Mlglosas y saptctnciales del Occidente y del Oriente, que ponen de ~- la acción InteriOr y misterklea del Espilitu de Dlo6. ~ apli~ a todos la expre­sión del poeta latino Juvenal: •Considera el ~yor crtmen preferir la su~ncia al· pudor y, por ~<le la \llda. perder -el sentido del vtvir.-, Lavo; de· la concienqia ha~ siempre sin ~­dad que hay verdades y valore&·morak& por los cuaJes se. debe estar dispuestos a dar. incluso la vida. -~n la pa1ab¡¡a y, $Obre ~ eQ ,~1 sacrülieto d!e la vida por ,el valor. ,moral, .. ·lglesta da el núsJn9 ~ ·IJl()l}.io de aquella vetda<l Ql.te. ~te, ya~ la cceaclón • .resplande­ce plenamente en el roe4ro de citsto: •$abemos -dice san JusÜJlO; que tambJén han sido odiados y·~ ~llos Qlie h~ segqklo las doctrinas de -lols e$tolcos. ·por d. hec~ de que han delllOSM'ado sabtdw"ia al. menos an la fonnt.&laetón de la ~laa y_wral. gracJas a la semilla del Verbo que está~ toda raza bumana•. . ·

Las normas morales universales' e- tnmutctbles · al servicio de la persona y de la sociedad

95. La doctrina de lá Iglesia; y en particUlar su firmeza en de­fender la validez lllliYérsal' y penMIIente 'de· los préceptos que prohi'­ben lOS· actos'lntrittsécamettte -tJUllo$, éS juzgada no pocas veces CO"­mo signo de una intransigencia itltolerable!, sóbre todo en las sttua'­cloneS enénnemente complejaS y· conflictivas dé la vida moral· del hombre·y de la sociedad actual' Dtcha ·lntranstgeRCia estaria .m contraste con la condtdón matemat 'de la Iglesia. Esta •se- dice- no muestra eomprensión y compasión. Per.Q. en realidad, la maternidad de la lgles.ia no .puede separarse jamás de. su misión docente. que ella debe realimr sie.upre. como ~ ilel de .Cfisto, que es la .V~­dad en persona: ~como Maestra .. no se cansa de ,prockunar la norma moral ... De tal norma la ~ no ~ ctert;aJDente ni la autora ni d árbitro. En obediencia a. la verdad .que es Crtsto. cuya i~n se re. flcja en la naturaleza. y en la, digaidad de. la persona humana. la Iglesia interpreta'"' .DOrma moral· y la, propone a todos los. hombres de buena voluntad, sin esconder las exigencias de radicalidad y de perf~l49 . . ·. .

··En realidad, la verdadera comprensión y la genuina compasión deben stgnifJ.car amor a la persona. a su verdadero bien, a su liber­tad auténtica. Y esto ..-o se da; e~¡ escond~o o debilitan-

147 •Summun credc nefas animam praeferre pudori 1 et propter vltam vivendi perdere ~: SDiírae. VIII, 83-84.

148 Apología 11, 8: PG 6, 457·458.

149 Exhort. ap. Jo'amillmfs Cflft.SOrt1o 122 ~1ft 198'11. 33: NIS 74 (l98'lt, 120.

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do la verdad moral. $i® ,pmpeattndola •ooo $U· profundo significado de imldiación de 1a Sabklwrta .etema .de Dios, recibid~!, por medio de Cristo, y de seiVicio al howA>~· al. crecimiento de su libertad y a la búsqueda de su felicidad. 1

Al mismo tienlpO. la presentación hmpida y vigorosa de la ver­dad moral no puede prescindir nunca de un respeto profundo y sin­cero -animado por el amor paciente y ·confiado-, del que el hombre necesita siempre en su camino moral, frecuentemente' trabajoso: de­bido a dificultades. debllidadés y situaciones dolorosas. La Iglesia. que jamás pOdr-á renunciar aJi «l'rinclpio de ·ta verdad y de la coh~­réncta; eegún el cuát no acepta tlamaí' bien al mal y mal al bien• l:>I

ha de estar siempre atentá a neqnebrar·la cafla cascada ni apagar el pabtlo vacilante {cf. ls 42, 3). ·E)~; Papa Pablo VI ha escrito: •No dis­minuir en nada la doctrina salvadora de Cristo es una fotma emi­nente de caridad hacia las almas. Pero eiJo. ha de ir· acompañado siempre con la paciencia y la bondad de la •que el Señor mismo ha dado ejemplo en su trato con los hótnbres. Al venir no páril· jUZgar sino para salvar (cf. Jn 3, 17), El fue ciertamen~ intransigente con el mal. pero misericordioso hacta.}as personas•. 1

"2

96. La firmeza de la Iglesia en defender la" normas morales uni­veJ'S,ales e inmutables no tiene ~ de h1lUllillante. Está sólo al ser­vicio de la verdadera libertad del 'hombre,. Dado que no hay libertad fuera o contra 1a verdadda defen$3.. categórica -esto es. sin conce­siones o compromlsos-, de las exigencia$ absolutamente irrenuncia­Ples de-la dignidad.personal del hombre. (iebe considerarse.camino y condición para la existencia nusma de la libertad.

Este seiVicio está dirigido a cada hombre. considerado en la unicidad e irrepetlbilidad de su ser y de su existir. Sólo. en la obe­diencia a las normas morales universales el hombre halla plena confirmación de su unicidad como persona y la posibilidad de un ~rdadero crecimiento moral. Precisamente por esto, dicho serviCio está dtrtgldo a todos les hombres: no sólo a los individuos, sino también a la comunidad, a la sociedad corno tal. En efecto, estas normas constituyen el fundaménto inquebrantable y la sólida ga­rantia de; una justa y pacifica conVIvencia humana. y por tanto de una verdadera democracia, que puede nacer y crecer solamente si se basa ea la Igualdad de todos sus miembros, unidos en .sus dere­chos y deberes. Ante las normas. morales que prohiben el mal mlrin­seco no hay pnvtlegios ni eKCejl~Ctones para JlllCÜe. No hay ninguna

150 Cf. ibid .. 34: Le •. 123·125. 151 Exhortación ap. post-sinodal Reconciliatio et ¡xum(tentia (2 diciembre 1984), 34:

AAS 77 (1985). 272.

152 Carta ene. Humanaevltae(25julio 1~), 29: MS 6Q {1968), 501.

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diferencia' entre· ser el·dUttAo ctél mundoJOi _.. 4ltkno.de ios ·~ bies- de la·tierra~ al'lte las ~ ...... ;~50rnoS~abaolu-tamente iguales. ·

97. De este modo, las normas morales, y en prtmer lugar las ne­gativas que prohiben el mal, manifteatan su slgnifk«do y su Jilerza personal y íJOdal. -Protegiendo la itMOlableo dignidad personahle ca~ da hombre; ayudan a la conservactóft 1111sma •1 tejido social h-.ma­no y a su desarrollo recto y· fee~ En particular, ·los mandamien­tos de la segunda tabla dd Decálogo.•,recotdad.os también por .Jesús al joven del Evangelio {cf. 'Mt 19, 18). cónstituye!l·las reglas :prtnu:ll"· diales de toda Vida ·social. ; ,, ': '·;

Estos· mandamferítd$ ·están··~ eri tér'lirlhós· gen~ Pero el hecho de que •el prtncYpto. el 'sl.tje~'y el fifi ·~todas tás tns.:. tltuctones sociales es y debe' ser la pers6na humana•: 153 pennlte precisarlos y ~ltcitarloS én' un código de_ comport:anttento mé& de­tallado. En ese sentido l&S reglas 'morale$. fundalrienta:les de 'la VIda soCial comportan unas •extgencUis t:f.etéfflttnéldas a las que-deben atenerse ta:nto los poderes :pftblioos ·como 'los' ctutfadanos; ·Más álll de las intencfónes, a veces l>uenas;,y dé Irufcttturismnctas. a ftlénu~ do dJ11ciles; 'las. autoridades tMit!s y tos ",fndtviduos partltttlares ~L más están· á:utotitados a transgiecUr: lo$ dé~chos fundatiiehtáléS' ~ inalienables de la persona human~. Porlo ctla.t, sólo u:na morid qué reconoce normas válidas siempre y para tbdos, sin nlngu~ exee~ clón, puede garantliar et fundatriéhiO.ético de l::t·oonvtvencltt 8oclal. ·tanto nacional como 'internacional. . · · '

' La morQI y la r~iQn de lq, ufc;fQ. ~ial.fl po(U.tt:C1 98. Ante las 6'rave& fonnas de tnjusticia•:soctal y económica, '88Í

como de corrupción potiUca que padecen ·pueblos .y naciones ente­ras. aumenta la indignada .~acción de muchi$ilruls perspnas oprt­midas y humilladas, e11 sus 5l~rechQs h"IJlanos fundamen~ y ~ difunde y agudiza e~~ vez más la ~(le u,na radical. reflOUA­ctón personal y social capaz de ~urar j.usti(:ia. solidal'idlild. ho­nestidad y transparencia.

Ciertamente es largo y fatigoso el camino que hay que reoorrer; muchos y grandes son los<esfuer.t.OS ·pol''realizar para que pueda darse semejante renovación, incluso por las causas múltiples y gra" ves que generan y favorecen tas sttuactones·de Injusticia presentes hoy en el mundo. Pero, como ensefian la experiencia y la historta de cada uno, no es dificil encontrar. al origen de estas sltuacion~s.

153 Conc. Ecum. VaL 11, Const. past. sobre la lgle!Íia éri el mundo actual Gtiutflíun et s¡Jes. 25. •w ·

'141

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-·.,.:. ' ~- ·--.e-· _;;,-. ,_

·~ propl8mente..c~~cea:una~ viSi6n del houtbm, de k,..... ,y del mundo. En J'eJlljdad~ en el centro de la cuestión cultural está el sentido moral. que a su ~ se fundamenta y se realJza en el sentido religioso. 154

"{¡ •

99< ~ .()jos·,. el Bien 8\lJRIIIIO. a la base inamovible y la condi­oión~le de la~. y por tanto de .IQs mandanúen~. en: particular bi n~ que pPihiben· siemprct y. ea todo CMO el COIIlpOiiallljentb y los adQs: irlCOIIIpi'*jbles con .la dtgoidad pereonal deeada hombre .. Así. etBflm;•~YdbtenDl01'8J ee enctlelltran en·la·uerdad·la 'feJda(f;cle,Dios.Creadot'\f Redentor. y la··Yerdad deJ hombre creado y redimido por El. Unicarneate ~ -'a; verdad. es ~"-f;O~~·una.~:~flRV~.Y,.~e{ Jos problemas complejo& y~.'~ que,Ja ~tan .. fNII.e., .$;9do el~ v~~r las fOnnas ... dlversa$_ ~- .totaUt.t:Y;i.snaq para ~ir ~ caminO a 1;.\ auténti~ li­bertQcJ·~- ~ ~ •El ~-~.4e la nr.gac~ de la ver­~ en ~tido objetivo. sa •.. PJQ· ~ ~ verdad traseendente,. con «;qya obe~~~ el h9m~-.conq~,~ .~PJena ~ tampoco ~te-ningÚil ~ipk> ~ ~ -~~ relacione$ jus~ .entre lps.~lqe JnteRse$de c;laset.~ o Nación, 1p$ epntraponen. ~~nte unOIIl.a -~~ $t~-~ ~ la ~ªd ~n­~. -~ la (ue,~ d,el podeT, y cada Wlo ~* a utJ.lizar hasta eL~,bp rnedioa de ~.d4spone pa,ra ~r su propio interés Q,.l;a propia opinión. sin .respe,t,ar _lo$ c:lereqhp$ ~ los demás ... La raíz .l.~ ~mobay ~ . .verla. por tanto~ ~.la ~ión ele la dignidad trascendente de la ~r~ ~~a. in;lagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo. el grupo. la clase social, ni la Nación o el Estado. NO' ·ptlede ·lfaCerlo tampoCo ·c~a rnaytma de un cuerpo social, pan.iéndoee e• .conua ode -la minoría. ...,giQándola. oprimiéndola, explotándqla 4) incluse iRteQtalndo· dc!struiria•. 155

· Por.·esto la reladón inseparable ·en~re wrdad y libertad -que ex­presa el vincule esenciafJ~fre' ta sablduria y la volúritad de Dios­tiene un sigrtlftca~.knle st'tlria iíh~mia para la Vida de las perso­nas eft 'el ámbito -BOé~ y 900iopolitlro, tal y como emerge de la docp-ina social de la Iglesia -la cual ·Perle~ al' ámbito ... de la teología y especialmente de la t.oJogia lll()Ja}.,

156- y • $U presen­

tadón de. los DUllldamientorl:que regulan-la vida socialr ~onómka y poliUca, ~ mladóa no ,sólo a actitudea generales sino- también a preei8os f determinados cea~ y ac:tos cone~etos.

f54 Cf. C~a ene. Centesúnus annus (1 ma~ 199IÍ. 24: ,MS 83 (1991), 821-ik2.

155 Ibld .. 44: Le .• 848-849, cf. León Xlll. Carta ene. Ubertas pmestantissinaun (20 junio 1~: LeQrris Xlll.P.M,. ActQ. y¡u. RDnlac: ~~. ~4-226.

156 Carta ene. Solltcftudo rei sociaMs (30 dtc:tembn: 1987). 41: AAS 80 11 ~. S71\

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}00¡ A este ~~el ~,..,de laJg!BsfaCatólica, después de aftnnar': •en materia eeón6miea.el mpeto de la dtgaidad humana exige la práctica de la virtud de· la ~>para moderar el apego a los bienes de este muncl« de la virtud de la·justicia. para preser­var los derechos del prójimo y darle lo .que le es debido; y de la soU­darfdad,.sigulendo la regla de oro y segúh la generosidad del Señor, que ·siendo rico, por. wsotros se hizo nnhre a fin de que os enrtque-!'57- -cterals con su pobreza" (2Cor s, .9)•. presenta una serie de com-portamientos y de actos que están en contraste con la dignidad hu­mana: el robó, el retener delibera~ente cosas réclbtdas como préstamo u objetos péroidos, el fraude comercial (cf. Dt 25, 13~ 16), los salarios injustos (cf. Dt 24. 14-15: SQnt 5, 4), lll ~de pre­cios especulando sobre la ignoranCia 'f las necesidades ajenas (cf. Am 8, ~). 'la aprnptación y el: uso prtvado de bienes sociales de una empresa, los trabajos ntal ~Uzad~ los fraudes fiscales, la falslft~ caclón de cheques y de facturas, los gastos excesivas, el derroche, etc. 158 Y hay que añadir: •El séptiroo mandamiento proscribe los actos o empresas que, por una u otra rw..ón, egoísta o ideológica. mercantU o totalitaria. ~ucen a B$Clavizar $(!res ]J.umanos. a 11,1e; nospreciar su dignidad person~. a comprarlos, a venderlos y. a cambiados como mercanc¡a. Es un pecado contra la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales reducirlos mediante la vio­lencia a la condición de objeto de consumo o a una fuente de benefi­cios. San Pablo ordenaba a un amo cristiano que tratase a su escla­vo cristiano ·no como esclavo, siRO;. .. COIJl() un hermano~. en el Se­flor" (Flm 16)•. 159

101. En el ámbito politico se debe cpnstatar que la veracidad en las relaciones entre gobernantes y gobernados: la transparencia .en

. la adintnistraci,ón públ~: 4l inipardalidad' en el servicio de J,a ~sa pública; el ~"lis peto de, ws dere~h~ · ~ ~s adversarios políticos; la, tutela de los derechos de los acu~os cóntra. procesos y condenas sumarias; el uso justo y honesto del. dinero público: el rechazo de medios equivocos o ilícitoS para cOhqutstar. mantener o aumentar a cualquier costó el poder. son prtnéiptos que tienen su base funda­mental -así como su urgencia si~gu~r- en el valor trascendente de la persona y en las exigencias morales ob'jet~vas de funcionamiento de los Estados. uro Cuando no se observa~ estos principios, se re­siente el fundamento mismo de la conviVencia polltica y toda la vida

157 CcJtedsmo de la fglesia CQJóltea n. :&407,

158 Cf. fbld..nn. 2408-2413.

159 Ibid .. n. 2414.

160 Cf. Exhort. ap. post-sinodal Cluisttftdeles lald (30 diciembre 19881, 42: AAS 81 (19891. 472-47-6.

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~.-. ... ~ítsl •111 &llifltldar·amena_.. J allol::ada a•au,~J6ft!k1•Siúl3-l4:4:f.í3•"1tft'l&. 2~3. Q..24)-. Despu!s de bll~ en imtchoa ...--. ·tte· las ldéologtaa que col\dieaonaban la política a Wta ~pelón idalitadaHdel muodo da prifnenl entre ellas el tnarxislllO:>i CKiste Drpycllft;JHíago no mcmos ... gratte debido- a la negacdóifti de- JG!INiereehos -~ decJa -~humana. y por la a~n en Ja ·polittq ,_de la miSma in~tud J'dlgiosa q~ babita·en-:~1-corazón de todO ser:<huma.oot es el r1eg> _de la ~ entre dsmocradary .rek;¡~ quequtta a la•céxwivenci;l~ civil cualquies'.púnto eeguro 11e- lldctmckl;!llOI'aJ. despojándola más.~­calntente del reeónoc~ -de: .1& vel"dad. ·En efecto; •$J no existe UM¡ Vérda4 última-. .-la cual gua y orte~~ta la :!lCción PoUUCil- cmton~ ces las -~-Y 1M oonv.icmo~bwnan,s pueden ser. ~ntaU­z.ada&BádliJieftte pua,fiaes de-·PQdcl'•:tafla demo<:~BCia Sin \'alores.se C01'lVierté oon faetlidad en Wf totalitarismcHriSible El encubierto. co­mo-de:mueatfa.lahJ&tortao. _., . , ::.:. -- - · - .

ASI/ ~ cuák,uter Ca.mpo dé· ti;'Vi&t personal. famillár.- social y pOlttlcildtt m.oriif·:.que sebása·~n la Wrtiadly que a·trá.'Vts'd~ellá se abre a la atltént:ter.t· Hbertad;c ~ oo MMtto orJgtRal, ·tnsüM:ituible -y~ enGrtne·v~r :ri6 •solo para cad1t ~na y•párá su ~miento en~t~. -~ tambl&1 para lasorele<f,éd!'*'l vemadero desarrollo.

·1·i: ... t.).in ·.r:.' -.. ·~ -.. . . --~ : .. : . . . - .. :. ·(;- ·: : r ,

- Grac.ta y.~ a~ k!l·fle Dl.o$ '.e 1<>2. ·Incluso: en las,sltUaclona IDáa düidlee. el hombnulebe ob­

servar la norma moral para ser obediente al sacro lnandamtento de Dios y coherente con la propia dignidad personal. Ciertamente. la ~rnt~rlia en,t~)i~rtad y ~rdad .~tula .• -~.~ces. sacri~~ips no co­munes y se C<m<ítll$ta con UJ1 .a~~-P~Io:-·pu«fe ·ctmllevar incluso el

. mar1trtó, Pero. 'como detn.ue$Vá·-ta ~~hclf\ pniveí-$aly cottdtana, el· hofflbté se ve tentado· ti. ·rompet) 'esta an110t\fa: i.No" hago lo que <'lUlét0;1 ~dti'O que h.agoJo au.e ~té!ÚO··. :-::·No. Wag. ¡ 'o efb~rl'qu.· e quJeto, slriO que obró-et~f:qtte'& qií~ llbn"· ·ts; 19). · · • ··· -~ .:.~· dópde. ~e; 'en':\l;r~~· ~~cla. •. ~tk dMskm interior

de .... J.bo· .. mb. q!? ~te in. ic¡la·s·u.·hia.!~-4F-'.· ~--.. pdO. cu .. apdo deja. de. reco···­llOCf:r al Señor COfll() a ~J.l C.rea®r: 'y ~ SCI," ~lmismo qt.úen dect-qe,, con to.~ fild~9~nc~. ~~. J9. qi¡e .esJ>uerio.y 19. que t;S ·m-ató: ·S,é~J$ co.~cJiosés,:ftO:~o~-~1 Jiípn .. y 4'elmál» (~ 3;J>); éstá es la ~~i:a ~~tón. de: la ~e: se b~~.~ ec.o tcxlas las demá$. ten­taciones a las que el hombre está mcUnado a ceder por las heridas de la caída original.

Pero las tentaciones se pueden•ftncery los pecades se pueden evitar porque junto con los mandamientos el Señor nos da la posibl-

'•• {.:'• -. ._; •' ~~}· ·J~ "e _.• ·.;. • ~

161 Carta ene. Centestmu.sannusU mayo 1991), 46:AAS83(1991),-85(); .• ,,,

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lielaG de ob&enwtos: tSus ojos est1n "sobfe·Jb& queJe. temen. éh:ono­ce todas las obras del hombre. A nadie ha mandado ser implo. a na·' dte bEufadolicenáade peoao (Bdo l5.:·i9-2(i)l .. Laobservancia·de la leyde·Oios, en detenninadas situadolÍt!iS, puede&« dificil.,rnuy difi­cil: sin embargo jamás es impOsible. ·Esta es una ensefianza cons­tante de la tradtclórl¡ de la l~ia. exptesada asl por el C<mcilio de Trento: •Nadie puede considerarse desligado de la obseiVancia de los mandamientos. por muy justificado que esté;. nadie puede apoyarse en aquel dicho temetal'iri y cOndena$ por tos· Padres: que los· man­damientos de Dios son· tmposlb~s • de · Ciliriptir por el hotribre jt.tStin~· cado~ "Porque Dios no manda 'cosas im~ibles, sirio que, al mandar lq que m~nda. te InVita a tiácer lo qu~ pUedas y pedtr lo que no pue·­das"y te·ayuda pará que.puedas; "Sus·mapdamtentbs no son~·· dos (1 Jn 5, 3). "su yugo.es 'sua~·y su cár'~~fitgera• (Mt 11. 30)•. ·~ ·

103. El Ambito esptrtt.t.aal de la espe~~ siempre está abierto al hombre. cQnla ayU(la de la grac(a c#v{np y con la calclboractón de l4 libertad humana.

Es en la Cruz saMftca de vesús, en el don del Espíritu Santo, en lós sacramentos que brotan del costado traspasado del Redentor (cf. Jn 19, 34), donde el creyente encuentra la gracia y la fuerza. pa­ra observar siempre la ley santa de Dios. incluso en medio de las di­ficultades más graves. QolllQ ~ sap. Andrés de Creta. la ley mistpa •fue viVificada por la g~cta y pUt"¡s.t1l.a ~l,l seiVicio en una composi­ción armóllica y fecunda. Cada u~. de las dos.conseiVó sus carac­terl.sticas sin alteraciones y .confusiones. Sin embargo la ley. que antes era . un peso .gravoso y \.lna Urani~6~e cqnvirtió, por· obra de DiQs, en peso ligero y fuente de libertad•.

Sólo en el misterio de la Redención·de Cristo están las posibllida"" des •concretas• del hombre. :&ría un error gravisimo concluir ..• que la norma enseñada por la Iglesia es en si misma un 'ideal' que ba •de· ser luego adaptado, proporcionado. graduado a las -se dice- posibiU~ darles concretas del hombre: según un 'equilibrio de los vados bie­nes en cuestión\ Pero. ¿cuáles 8QO las 'posibilidades concretas del hombre'? ¿Y de qué hombre se habla? ¿Oel·hombre cbminado por la concupiscencia. o del redimido por Crl.sto? Pprque se trata de esto: de la: realidad de la .redención de Cristo., ·iClisto-·IJOS ha ~ ~to significa que El nos hadado la posiQ.Zit:4rdde.realizar toda la vercla.d de nuestro ser; ha liberado nuestra libertad del dominio de la concu­piscencia. Y si el hombre redimido todavía peca, esto no se debe a la

162 Ses. VI, Decreto sobre lajusttftcaclón Cum hoc tempore. cap. 11. DS, 1536; cf. can. 18: DS. 1568. El conocido texto de San Agustín, citado por el Concilio, está.tomado

. del De natJ+ra et gmttp_., 43. 50 (CSEL.60.~70), 163 Oratlo 1: PG 97, 805-806.

liS

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tmf'Ji~Jl'fet<Me"det~tedi?iik* --~~ la.,..,... dd llactD­bledle .8Uataae~M'a.".-..-'qlií&>broilade,..,aeto..aíDUIIIdandento • 9lo8 CierQIJJ!JftteleAl ~- :t.snpedctMeli ·ldli>m­~-pero-a;Jaatoapacldade!s.deilllrlillllll'l a• ...... se hit dadoel.FApirl­tu Santo; del-hombre que,,ttoliqutJ.....,en el ¡ieeado. ~obtener stempre•el pc!í"dén y gcy...rde-~~ del EspúiW•• IG4 . ; •

.:. . ,., ,•;.-. .. .. h

· '~, .. Eou~stC.~-~-~· ~~to• e~lQ a t,;. ~ cúf.~ ~-e\ ~Ca.~,~l ~~~~convierte~ y aJa cómpren­

~W ~ del?~~. &.t{OlllpreQsión jaiUás .s~n'4-'J: c~me~.J~ ... -k~·.: -~~Y~DJal.p~,adap~, a -~cP,:.cunst"JU'~,. Mlc:q,~ .t~a. h~ q~ el 00,~ .lulbie~o ~ -rec~ .su.~lkJa4.y.,pijf,PliXricordJa wr l~.P~ culpas. en cambio es inaceptable la actitud de quien hace de su propia debiUdad el criterio. de la verdad sobre el bien, de manera qtJe._Se-·pueda ~nur·~~_sl'ft'li8mtj~ tnclusótNn necesidad ~ riri.lrrtr a DioS y a- stt tnl8et"leofdla. · selnejan~ actitud cori~ la moralidad de la sociedad entera, porque enseña a-dúdar de fa col)..

jeüWdad ·de da ·ldy morai·en .geDeJal· ya recbuac_ -las prohibiciOnes rnora~es·.abeolútae ~ ~·actofJ humanos. y;,tem,dna por oonfundir todos los jiÓCÍDIII de ·vaJoi;. ,· :

-· EiÍ CQ~btó, ~~el ~-~en ldpdtábo­ltt~fcii deljarliseo y(tel~(ef:'le f8; ~-14)_. •El publica­no qujzú pOd~ tener alg~a ~ctóti '¡;« tos pecados 'éometi~ dos; ta: e~ dJSii$tuyera 8U ~Alero su petktóri no se ~-~·a 'estaS júSU~es· stnó que se 'e;ttJende uwm~ ~n a 'su ]xopia· tüdignidad ¡nite b(i!aflddad iRfintta de Dios: •¡()K Dios! Ten compasión de mí, ~:·soy-~ (Le 18~· 13t; Eti eatií­blo;,.ef·.fariseo se Justltica 61 SCJila<·~ ·quiás una· ex.cusa pua cada una· desus·falt:Ml Noa-eftCOIIVamoe, pues. antedoaaeü~ ttate.: dtferenties ·de ·1a. oondeaetia·IDIGIII1Il·del hontb~ de todos los tJtlmpoa; El'~ AOII ~'UU (lOildenda cpenMeatea. que es' ¡)lemmlet8 ~de la ............-·de.la propia naturalem y qtle ve •eu··ta& ~ fattaa, -~uleí!a: que sean .las jusUOcacio­~s-su~. una ~·Mt.-prupto ser necésttado de .re­~clón. -~ fattseo·me·ÍJI'"efttá' Ulllf·~ <iS&tisfecha-de si ~;la cual se~~ puedeo&servar•bl·léy sift la ayudá de la gtadtly·esta·~~-~tilml8erkl0rdia. . .·

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_,; ,·, \ -·~~~ ., -~,, ·í:~.l·t~,:~-·~~·.-··~. .... . ' .:

105. Se pide a todos gran vigilancia para no dejarse contaglai con la actitud fartsalca. que pretende eliminar la conciencia del pro-

.• ' . :\ • ' (¡! f,

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pie llaWe y cfeJ: propk>. peciado,. ~ quie'-boji --~ parüeular­méht'e COil et tn~hlo ck ádaptar'hUMJI'IDIUDOJ'IIi a las ~ t:apa'­Cidadesya tos propios tnt:.ereses..e,tncluao·en.el recbazo.del concep­to mi&OIO' ·de norma. Al conmmo, · acepU¡r la !desproporción., entre ley y capaddad humana. o aea. la eapaci<*i. de• 1as solas fuerzas lllOnlles dd hombre dejada a si mtsmo. suscita el deseo de la gracia y predispone a recibirla. •¿Quién me libJ"añ de este cuerpa•que:me lleva a la muerte?•. se pregunta san Pablo. Y con una confesión go­zosa y agradecida responde: •¡Gracias se@d:adas a Dios por Jesu-cristo nuestro Señor!» (Rom 7, 24-25). · . ··

Ence>Qtramos la misma conciencia.. en ~ta oración de san .¡\Ql­brosio de Milán: •Náda vale elb9mb¡;e sUú IW los visitas. No olvide$ ·a qu,k;n es débil; 4\C~~t.e: oh ~ór. que. z;ne han hect)o ~bU, qué me ha& p~mado del. polvo. ¿Cóm9 .~ SQs~aerme si tú no. me miras sp¡ cesar para fort,¡llecer es~ ~c1Ua, de modo qile · mt ~ls­tencia proceda de tu rostro? Si esCondes tu r:O$tro. todo perece (Scü 103, 20): st tú me miras, ¡pobre de mil En mí no verás más que oon­tamtnactOnes de delitos; río es ventajoso ser abandonadOs ni ser vis­tos, porque. en el áéto, de ser vis~. ~ t'ñoUvo de (ltSgusto.

Sin enmargo, podemoS-Pe~ ~.P~ no re(:h~a:~ quie~ ve, ~ue pu~ a:qlúf~s. mil:~ Ante. el ~.un fuego que q~.-ma la culpa (cf. Jí 2. 3)•. · _, . . .

Moral·!) nueva· evangelización

106. La:~gelizacion es el dtsafio ~s ·perentorio y exígénte que la Iglesia, esf4 llamada a fl{rontar desde su origen mismo .. En re~idad_, este reto rio lo planteati sólo _las stt4áciones sOciales y cul­turales qúe la Igle&,~·- encuentra a lo Járgo dé la historia, sinO (Ne está conter)ido en el mandato de Jesús resucitado. que define la ra­z6n mismá de: la eXistencia de la Iglesta: •Jd por todo ef 'mundo y proclamad la Bllena l\lue~ a tóda la creación• (Me 16, 15).

El momento que e~~ viViendO. cal menos 'en no poc8s; socie­dades-, es más bien el de un íormidable desaf10 a la nueva ~i­zación •. es decir, al. anuncio del Evapgelio siempre nuevo y siempre porlador dé novedad, una evangelizaCión qtJe debe ser •nueva en su árdor, en sús ·métodos. en su eiprestón•. 166. La descrtstianizaclón, que grava sobre pueblos enteroS y oorntinid'ades en otro tiempo ri­. cos de fe y vida cristlana, no comporta sólo la pérdida de la fe o•su falta de relevancia p(tta Ja vida, stm>tafnbié'n y hetesartanlente una decadencia u oscurectmtento del $enddo mc:Jf"dl: y esto ya sea por la

165 De tntcrpellatfone Llatlld.IV, 6, 22: esa 32/2.283-284.

166 Discurso a Jos Obispos del CELAM 19m~ J983J:'HI: lrisegnr.rmer«f. VI,. J fl9831. . 198.

··- ... ---- _ .... '

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pando en el sacrificio de la C~'elcrilttano·<*t!Ulga con"el:amOr · de donación de Cnsto y ee cap~tta¡y~ .a vivir eata. mis­ma: caridad en todas su• actitu~ y wmportamtent,os ck vida..~ la eXiStencia moral se .revela y 4e .pone.-. aeto también.·el e{ecUvo servicio detc~o: cuanto máll~¡COD la a~ de l;i.i@­cia ala kynueva del ~iritu ~~; ~n~.;DU\5 crece en la Uber,­tad a la cual está llamado·~- el ~to.® la v~~. la c;l:­ridad y la justicia~ . . ; ·~· :.. · ·

108. Eri la raiz de ta hueva evártgeliZaetón y de ii\1l:ti~ nueva, qúe ella Í>foponey suscita en súS'ftutos dé·~-J.ac­dóti • níiSI()nera, está él Espintu de crr.to. · prtntlpiO Y'.~- la feoondidad ~e ltt santa Mádre Iglesia,' MDlcY tiOS ·R!cuema''Pfilblo VI: 1rN6 habm nunca evangélitacf6n pdstt)le sfri'la acción del Es¡)lrttu~ Saíito•. t67 ,Al EspUitu ~ Je$&·: 'acogtdó' -pOr 'el córazon humilde y dóCil del creyente, se'debe, por ~pto, él troreéér de la vida moral crtsti~ayel testirnonfo.de ta santrdadeít la gran vartedad de las vocaCiones, de los dbn~. de las responsabthdad~ y· <te las rondt­clones y situattoner:; de vtda. Es el ~Pftittf Sáhto '-atlntíaba ya No­vactanó,' ~xp~smdt>' de esta fo'nna·h\':te'aúténticá. de la Iglesia· •Aquel que· ha dado·finneza a l'a:s'atfual;l·y a: las meiítes de;tos dis~ dpulos, 'Aq~ que ha iluminado t;ri ·ellos las tosa$ divinas: fort.al~~ cidos .J:>Qr El. lo5 dfscipulóS no hi#éror{témcir rit de las cáreeles nt de las "cádenas por el nombre del sefior; Óiás aun, desprechtron a los rnlsrn~ poderes 'y tormentOs del tnuij.do; armados ahora y to~­talec~ctos'por'fuéd~o de f!;l.' tentendo e11 !Ji los dOnes que este mt~.mo Esp~fitu ~otla y en\"~a como alhajas. a lá Iglesia~ esposa_ de CJ1s!-?· En. e~cto~ es El qul~n sus(! ita a los profetas en .la-Iglesta, instruye a fos' ínaestto~. ~ugté~ las palabras; ~liza pródtgfos y curacio­nes, produ.ce obras adm.ftables; éohcédé el discerilfmiento ·.de los espírílus, asigria las tare~s de go(?ter,no; tti$píra Jós' tonsejos, ·te­parte y annoniza cualquier otro don carismc\tlcó, y por esto, per~ fecctona comoletamente, por todas parteS y en todo, a la Iglesia del Sefior•. 168 · · · ' ·· .- ·. ·

En el cont~to.vivo de esta nuev~ evangelización. destinada a generar y ~ nutrir •la fe qu~ actúa por la J:a.ridad• {Gál 5, ~) y en re­l,a,l;iÓn_ con la obr.a, del, ~Piíi%¡~t0. ~inQ8 cornprend~r ahora el pJ.testo qtJe ep la Iglesia. comuilid~. de los c~y~ntes, co~nde a la reflexión que la teología debe desarrollar sobre la vida morál. de la misma manera que podemos presentar la misión y responsabilidad propia de los teólogos moralistas.

167 ~. "'J),E;vwJgelU.,.unüaodt(Sd~mb~ 1~7,5). 75:~~(1~6), 64.

168 DeTrinltate, XXIX. 9·10: CCL4, 70. · • ·'·'

·,.,.._

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·o, .flsenJidoéJe.g~¡~ .,,,

109. Toda 1a Jg~esta. -~ c1e1 "f'''\Unus ~del settor Jesús mediante el don de sn Bsplfttu. estA llamada a la evangeliza­ción y al testlmonio·de ena VIda ·tte fe. Gracias a la ~cta per­manen~ en ella del Esplritiltfe llerdad (cf. Jn 14. 16-17J. cla t.otali­dad·de los fieles que tiélie ta mH!t6n del santo (cf. lJn 2. 20, 27) no puede equM>carsé en kCfe. 8e·~ta esta propttdad suya, tan peculiar; en el sentido sobrenatural de la fe de ~d pueblo: cuan­do "~e los obispos hasta e1 último de los laicos cristianos- mues­t,r~~,t.¡a.bnepte ~. acuerqo en c~stiones de fe y de moca~. 169

~ ~ su misión ~:la ¡g&e,ia debe despertar co~­U~o·~aViVar» ~J~~pia.~ ~ k ~f. 2 1lm 1~ .6l. en parti­qulaf. -~*" t.m~· refle~ .~ ¡veif.&JWs profunclao. bajo ;J.a guia del Espírttq sapt(k. ~ el.~~~.~ la. fe. misma· .Es al servicio de esta •búsqueda creyente~ la e~~~ la~ doode se~­túa. de modo especülco., ~~.del t.eólcgQ en la ~4W •Entre las \'OCadones suscitadas.. P<>f·~l.Espiritu e,n la Iglesia .:leemos. en la l~n ~~.per:UaUs~se dlsUQgue la.~~: que tiene la fun~ión qspedal de )Qgrar, m .~n.c9Jl el ~terlo.; una com­~~n ~ .ve2 ~ p~f~~la Palabra de Dias. e~~ en la, E4Crttura inspirada y tpm .. Uda porla, Tradldóo viva ,de la Jgle­~- Por su propia naturaleza -~ Je iJlterpela la. inte~cia •. wrque descub~. al ~e·~~~ ~ su de$tin~ y. e. re~ pa_fcl <,ll­canzar¡tó. AuiJ!que la verdad ~~ ~pere. nue$1J'O mqdo de hablar y .nuestro~ conceptos sean ~penectQs f..:en~ a sú insQn<:la.Ple gran­~ (éí. Ef3, 19}. $in ~i9· iprt~ a n~t¡¡:a J'a1.Ón -étOO ·de Qios ()torgado para captar la vertfa4- á en\1-ar en el ~lto de, su·~· ca­pacitándola ast para compre[l(ler. en cierta medkla )p q,ue ba ere ido. La ciend~ ~ca. que busc~ la, ~~~~nc;l¡i de ta ((; feS~ndk;pdo a la invttacion de la vw. de la.~ •. ~ á1 ~Pueblo de .. Dios. se­gún el ~nto é:Jel ~tQI, (cf. ,1 1~'3.15), a _ciar cuenta de su e~~ranza a aq\,lellos qúe se lo ~n•. · ~ defmir .la identidad misma y. por consiguiente. rc;aUzar la

misión propia de la teología, es fundamental reconocer su intúno y vivo nexo con la Iglesia. su misterio. su vida y mtstón: •La teología es ciencia e«;lesial, porque créce en la ~~. .. .la y act~ en la Igl~sia ... Esta al setviclo de la Iglesia: y por 1() .tatíto debe sentirse dtnA~Ica­mente inserta en la misión de 1a ~la:. espe~i~nte en su mi­Sión' ptOfétiCC)•.

171 fler SU naturalezit't dinamismo; la teOlogía aU-. ,,.

169 Conc. Ecum. Vat. 11, Const. ~-sobre fa lgksia Lwnen gerittun~ 12.

170 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólo~ Donwn veritatis (24 mayo 19901, 6: AAS 82 (1990), 1552.

171 Alocudótr a tos ~y ·a I.Os'estildíáirtes de lá Ptmttftcla Untftr.stdad G~a-na (15 diciembre 1979t. 6: lnscgnamenti 11, 2 U979t. 1424. ·

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téatka sólo puede floNeer. y ~MmJ:IUIIC :IIIIDdúmte una ~ da y responsable participación· y cperteneaciao a la .1g1e$ia. COIIlO •comunidad de fe•, de la misma mapera f1Ue eHrutD de la inveatiga­dón y la pmftmdtmf'Ji!r\ t.eoJ6gJca ~ aeata ~Iglesia y.a su vida de fe. · ·· .

110. Cuanto se ha dicho hasta.'-ahcri: acerca de la teología en general, puede y debe ser propuesto de nuevo para la teología moral, entendida en su especi8cidad de ~ ctentiftca sobre el Euange­lio como don y mandamiento de !*fa nueva. sobre la vida según «!a verdad en el atnol"to Ulf4, 15l. S<Jbre.la vida de santidad de la Iglesia. o sea, sobre la vtda :en la cual resplaadece la vendad del bien llevado hasta su perfección. No sélo en el álllbUo de Jale, sino ~.y de modo i.Rseparabte en el ámbito de la moral, ~e el Magfsterto de la Iglesia; cuyo cometido'es •discenúr, por medio de JUicios nor" mattvos para la conckmtla de los fieles. los ·.actos que en sí mismos son conformes a las eXigencias de la fe· y promi.teven su expreslóat en la Vidá¡ como también aquellos que, por el c<:mtrarto, por su ma... licia son incompatibles con estas exigencias•. 172 Predicando lo& mandamientos de Dios y la caridad de CriSto; ~1 Magtstéric!Hie ·la Iglesia enseña también a 1011 fieles los ~ particulares y de­terminados. y les pide e~ eomo, moralmente obligatorioa en concieacia. Además. 'CiesarroJla una lmpo.rtan4ie tarea de Wgtlan­da, adVirtiendo a los fieles de la presencia de eVIelltuales errores. In­cluso sólo implícitos. cuando la condenda <k los mismos no logra reconocer la exactitud y la verdad de las teglas .monües que ettseña el Magisterio.

Se inserta aquí la función espectftca de' cuantos por mandato de los l~gitimos Pasto~ énseñan·teologfa moral en los Seminarios y Facultades Teológicas; Ellos tienen et gráve deber de Instruir a los fieles -~specialmente a los futuros. pastores- acerca de todos los mandamientos y las· normas práctiea!i que la Iglesia declara con autoridad. 173 No obstante los eventuales límites de las argu­mentaciones humanas presentadas por el Magisterio, los teólogos moralistas están llau¡ados a pcofundU.u las cazones de sus enseñanzas, a ilustrar los fundamentos de sus preceptos y su obUgatol'iedad. mosteando $U ~ conexión y la relación con el -f4t. últiinO del hombre. 174. Co~ a los. ~logos moralistas expo­ner la doctrma de la Iglesia y dar. ea .d ~jenllcio de su. ministerio,

172 Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo Lbnwn ueritatis(24 ll\&YO 19901. 16: MS 82 U990l. 1557.

173 Cf. CJ.C- can. 252 SI; 659&3. . . . '

174 Cf. Conc. Ecum; Jlat •. J. eon.t . ._. •lm!ila fe~ Dfri Rlu. cap. 4: DS, 3016.

f

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el :ejempkn:le: mn\éewtimredto ~,.._imterno>y e~~· a .la. ·eaae­nanr.a dei"Maglsterto·sea-en~.etcampo·dd degma -como~ el de la IROJ'ál~ ·m Uniendo sus r~ para colaborar con el'Magttiterio je­l'ilrt¡Uko.:- los ·teOiogos se enlptl\liAitopor clarificar cada vez :111ejor los fundamentos bíblicos, los significados éticos y las moüvatkmes antropológicas que sostienen la doctrina moral y la visión def hombre propue~~s por 1~ l~si~

, • ~ <

ll L El semcta que los. tálegos moraBstas están llamados a ofrecer en la hora presente :es de importanciá primordtal. · no sólo para:Ja vida y la·misióOi de:. )a lglesitt.·Sind también paca,la-socicdad y la eultura humana.: Cbmpet¡e: a. ellos, en c~n intima y vital eén/la·teologia híblma y dogtúüsa1 subra:var en la refleláón. Qientifi­ea·cd .• ~tQ.~o qüeayuda a: fQaltar la re&pt;lesAaque-~1 hombre-<febe,daria•Ja lla:mada;GWina en.cl!proceso de su~tmten· fQoen. cl-amor. en, el seno de una awnullklad.ll$8lvifica. De eeta .{Onna, '-:,teología -·mo.-aiabm~·:Ulla 41~~ .espiritual iBterna. res~ poodienclo a JQ exigencias tle ~pleno. de la ~imag{>_J)ei" que os~ cm el ~bre, y a Ja.s,~6c:W.-Pf'O(leS,O espiritual deecfito en la ascétioa y ~ca crtsUan~~ · · " , .· ' .

-···clertamenté. -la tí!ológla Rióta1·y'su ensefíanza se encuentran hóyt ante· úna dificultad· particulai'. 'Puesto que la doctóna moRit de la' Iglesia lmplica mKleSartatnentJe tura: dfmenstón noJTJ1QUucr:•la -teolo­gia: moral no pueden reduCirse a un saber elaborado sólo en ·el con­te$ de la asi ·llamadas. ctendCUJ' hll111ána$. Mientras éstas se ocu­pan· del ferromeno· de la· moralldád:olmlo hécho histórit:oy social, la teología moral, aun sirviéndose necesariamente también -de los re-. sulta4os. de las, etenctas del.~ y ~--la naturaleza; -110¡ e~tá en absolutoaubocdin~<:la a 1~ resi.Jl~ de. ~,.observ~es..empíri­co-f~s .o de 1a c<Unp~lqn {e~I_:U:)lógic.a. ,Sq ~alidad. la pertinencia de. ijls cienc~ hurnau~ ~q teoiQgia mo~l ~iempre de:;~ ~ ~ra~.con re~clón ala w.;g_~FiQligenia: ¿Qué, es el blel:l o c4,ma1? ¿Qué hocer;para,abttmt}r la IJi4q. eterna?

112. El teólogo móralista debe: aplblr, por constguiettte, el dts­eernlmlento necesario en el cóitteXfo de· la cultura prevalerttem~nte etenUftéa y t~nica actual. 'expt'iéS'ta al pengro del pragmatismo y'tiél positlvtsmo. Oesde'ef punto de ~t~gico, los prtm!lplos mora­le!IJ n<J San dependientes 'del l1lOI'IUmto htstbrtco en el itital Vienen a la luz. El hecho de que algunos creyentes actúen sin observar las

175 Cf. Pablo VI, Carta cnc.11wrtcinaevttae(%5jullo 1968J, 28: MS 6ó (1968), OOL 176 S. Congregación para la Educación Católica. Lajbrinacfoo teológtca de los futuros sa·

-~ IS2 ~ lMflt, n: 14Mk~ _, 95-1.01, que prcsent.llafl pers­pcct1vas y las condiciones para un fecundo ~ de renovación tcológico-monil.

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en-fianzas Gel- Magtsteijd'O, ~ eonsideJ'en SU -COnducta como moralmente justa cuando es COiltauia a la lq de Dios dctda.­rada por sus Pastores, no -puede ·eonstttutr' un &rguménto-válido:. pa-

- l'8i -rechazar la verdad de las no~ IIIOftilles-enseiladas por la Igle­sia. La afirmación de los p'inotpibs :mor-atea no es: compeU!lcia -de los métodos empírtco-fonnales. La teologia moral. fiel al sentido so­brenatural de la fe, sin rechazar la validez de tales métodos, -pero sin limitar tampoco a ellos su pe~a-•. '.Jlifa l?Ob~e todo a la di­mensión espiritual del, corcizóTi huiniuui y su· OOcac:ión al ainor divinD.

. . ': ¡ .. ';~ i_ < . : ; . •. -· . En efec~. mientras las ciencia§ hl,una,náS. como todas las cien­

cias ,experiJ.Aentales,. parten de un con~ptO empírico y estadístico de cno~$.d•, la fe ~seña q~. esta n~ lleva_ co,nsi~o las huellas de ;una ~ai~~d~\hq~re.!=)escW.IiH c_ond!Fión ~htarAa. es decir, está,. afectada p<>r ~ pec::a®". -~ _}a. {e . cristf¿lqa ensefi~ .¡¡ hombre el camino del retomó •<Ü principio» ;{Cf. Mt 19. 8}, un ciunipo que con frecuencia es bien diverso del'dé la normalidad eJnpirica,. En este se~Udo, las ciencias hu~-: no obStante tooo5_ !os (:(>no­cimientos de gran valor <¡ue ofre~n. QO pu~n asumir .la función de indica,dores decisivos~ las no.pnas. níoz:ales. El Evangelio es el que revela la verdad integral. f?Qbre el hombre y sobre su camino mo­ral y, de esta manera, instruye y áqtoneSf.á a ló~ peéa:c:Jores, y les anuncia la rnlserico«tia Q:ivina. qué actüa t,Qceáantemenfe. páfé\ pre­servarlos tantO de la- desesperaciÓn 4e no poder conócer y Qbse~ar plenament-e la ley diVina· cuan~ de \á-p~suncfóp jte 'pooerse ~sa.t~ sin méritO. Además. El les recuerda la alegria. cJel perdón,' solo el -cual da la fúéria, Par~ .reconocer .~ha vér~.ltJ?erildora en .la l~y (Ji-~· un~ pac~ de eaper~~ un cáJllioo. ~.v:Jaa. . . . . .

113. La enseñanza de la doctrina moral implica la asunción Consciente de estas reSpOnsabilidades lnteleétuales, espirituales y pastorales. Por esto, los teólogos monütslás. que aceptan la función de .enseñar la doctrtna de la Iglesia,. tienen el grave deber de educar a los fieles en este discernimiento moral, .en el compromiso por· el verdadero- bien y en et recurrir confiadamente a la gracia divina;

Sí la cónvergencia ¡y 'los· oonntctos ·de opinión ·pueden constifutr expresiones normales de 1a \rl.da pública en ehdn.t~ de una demo'­cracia representativa; la dOCtrina moral no puede depender déita~ mente dél simple respeto ~ un protedifi'lientb; en efeéto. éSta no vie­ne detentúnada en niodó alguno por la.S. ~ y forinas de una detí~ beración de tipo democrático. El dtseri$& a'base de'cóntestaclónes calculadas y de polémicas a través de los medios de comunicación so­clal. es contrario a la. comun~n.eclesiol y a la recta compren,sión de la cooslltución jerárquit;a del Pueblo de Dio$. En la .OfilOSK:.ióll a Ja eÍlse· ñanza de los Pastores no se puede reconoeer Ufta legitima expresión de la libertad cristiana ni de tas diversidades-dellos·dones del.Espítttu

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Santo. ,En este aiÍSO.,i tos Pastwrs ·tJe:nen,el deber de :actuar de mníOr­mJdad con su mtSión a~ ~que sea respetado siempre etdereaho de losj#eles a mdbJr la~· catóJica ~n su ~e in­tegridad: •El teólogo. sin olvidar jamas que también es un miembro del- Pueblo de Dios, debe .respetarlo y comprometerse a darle 'W,a en­señanza que. no iesione en lo más mínimo la doctrina de la re.. 1

_ N~,~e5tras respqn.sabilfdade~ 'CóthO PastOres

114. La responsabili~. de la fe y la vida de fe del Pueblo de Dios pesa de forma peeullar ypropla sobre tos Pastores, como nos recuer­da el Concilio Vaticano 11: •li:_rttré .a~ princtpales funciones de los obispos destaca el an.uncto del ~HO. En efecto, los obispos son los predicadores del Evarigelio qUe 1levan nuevos discípulos a Cristo. Soh. también los rnáeStros tltíténttCQS.· por estar dotados de la autori­dad de Cristo. ~nos prediCáD al· pudOO· que Uenén ·oonflado la 'fe que hay ~éfue creer y que hay que ~r a ta práCtica y la Oumlnan con la luz del Espfi1tu Santo. Sacando del tesoro de la Revelación lo nuevo y lo Viejo {cf. Mt 13, 52). hacen QUe dé frutos y con su VIgilanCia ale­jan los errores· que amenazan a su rebaño (cf. 2 nm 4. F4}1;'. 178

, Nuestro común deber, y,artt~ .. ~t,mnuestra comín.1 gracia. es e~séñf'r a lós. tleles, c~~o ~tp~ y qt>tspos de la IgleSia, lo que los co~U<:e por el_camin<> de' D~. de la· misma manera como .el Setior Jesús htZo liÍl <fía coi\ el JO~n· det Evangelio. Respondiendo a su J~r~~tpta:. ~¿Que he de ~ace.r de ~uend, para ~nsegu,lr vida t;tema?•. Je~t.!S ha tetnltido a·Dto~ 5eflot de lá ~reacfon y de la Alfan~; ha recordado los mandámientos 'moraléS. ya revelado$ en el Atltiguo Testamento; indicó el espírttu y la radit!altdád de ellos InVitando a su seguimiento en la pobreza, la humildad y el amor: •¡Ven, y sigue­me~, .l.-a verdad de esta 4oct.riM tuvo su cU;knen en la Cr~ .con la sanye de Cristo: se ha epnvertifilo. por el Espíritu Santo. en .la .ley · nueva de la Iglesia y de tqdo cri.stian<>.

Esta •respuesta• a b. pregunta moral es confiada de modo parti­cular pot. Jesucristo a·. nosotros. Pastores de la Iglesia, llamados a hacerla objeto de nuestra enseñanza; mediante el cumplimiento de nuestro cnumus propheticum•. AIQJlsmo tiempo. nuestra responsabi­lidad de Pastores, ante la doc~Qit moral cristiana. ~be ejerc~ también bajo la forma del •fJU4lW..S .~rdotale>: esto ocurre. cuando ~spensa,mos .a los fieles los dpnes d,e ~ié\ y santificación. como Qledll:qlara obedecer ~ la tey san~ de Dios. y cuando con QU4$tra ~n constante y confiada soste-:temos a los creyentes para qJ,re

177 Con~ para 1a'Ooctrtna·~l:i Fe; lnstrí:~Cdóft sobre la vocación· eclesial del · té:ó~ DDnum tlf?rltQ1is (24 m., ·1990),' 11 ¡ ·.)\SS si U 990), 1554: cf.·~ pal'tleular

b IDl• 32·-~al ~~ ~ ibid..l.c .• l562·1568. . :~ "f8 Const. doga;,dlre la (8k!sta l.ulfllm~ 25.. ·.

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ll5. En· efecto, es la prtmera\rez qúie el Magisterio de la Iglesia expone con cierta aimplitud los elementos fundamentaleS de esa doc­trtrta, presentando laS ~ tteh:.l~Sé!émtiniento pastoral' tleeefíariO en sttuadones prácticas y cult~ ~·Y hasfa criticas.

A ~Jt,~i.de ~ Revebct6ny <t~_\a'é~j\árjt.á e<ifistante de ta·t~­sia y e~~iiümente del~.Conéilt9.V~llC¡iUl911, be ~dob~~~te. los rasgos esenctales ~ la libertad. ~ yalóres fund,ánlentates · J-dil­tlvos a la dignidad de la persona y ata verdad de sus actos, hastaél punto de poder reconocer, al obedecer a la ley moral, una gracia y un stgno de iluestra adopción en el'tiljO único ter. Ef l. 4-6). Parti­cultmnente; con·~ E•cicltea sé,pmp<;nen valoraciones sobre algu• nas tendehclas áctuales en la 'teólógia moral. Las doy a eonocer ahora~ en bl;>edlencia a 'la palabra ·del Seoor que ha conDado a Pe;dm el encargo de' conftnnar á 'St:lS bermariós '{cf; ·Le 2, 32), panl'tktmfri:ar y ayudar n~tro oomúrí dtseemtmtenfu:

. Cada upo de noSotros conoce la .. lmportancia de la doctrina que representa c;:l núcleo ~·.~ el\&e~ .~,e~. Enci<;lica y 9\1~ b.9Y. ~lvem.~ a reCQrcW ;COJl la autori<(a(J del sucésor de Pedro: .~ uno de n~tros puede .á.dv.ertir la ~v.e~ de cuanto está en,J~gp~ 09 Sólo para cada. persóna sinq tanlbién par.a toda la soc~d •. eón la reaftñnactén.de,lp un~salU;iad e inmutobilidad de los manda­mientos ~ales y, en particular, de aquellos que prohiben sie~pre y sin extef>éiof! lo$, actos fn~ nlalos.'

Al reconocer t,ues mandam~~. el ~r~ c;riSUano y nuestra candad pastoral escuchan la llamada de Aquel;q~ anos ~¡»rime­ro• (1 ,Jn 4, 19). Dios nos pide ser saiJ~ como El~ santo (cf. Lev 19, 2), de ser perfectos --en Cristo~ COQ.lO .'El es perfecto (cf. Mt 5.. 4.8)-:~ la ~xlgeqte f~~. del maJ1daJD,iento ,se ))asa en el magotabf:e. a."llor w~rlc~d~'?, dt:; Di~ ~Gf. !.<¡ ~; 36), y }1:\ ~~~alidad del mandamiento es c()nducfriio~, cap. lagra. cla: de Cristo. por el caJilino de la plenitud de la vida propia de lo~ JiUc>s.de Di<>s· . . . . . . ..

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ll EJ, Como. Ob~ •• tenemQ$ el deber ~. utgilDr ~ qUB U1 PalQr brade Dtos S9Cl ~jieCmertte. F~ parte "<le nuestro ministerict. ~ralo~ .h«manos en el Epi&oQpado. vigilar sobre la tnmsmi­sión fiel de esta ensefianZa mond •y recurrir a las snedidas .oportunas para que los fieles sean preservados de cualquier doctrina y teoría con­traria a ello. Todos somos ayudados en esta tarea por Jos ieólogm; M} embargo, las opiniones teológicas no constituyen la ~la ni lá · nomia de nuestra enseñanza. Su autoridad deriva, con la aatst.encia del EsPf-

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rltu ~ yc·OOIRQJii6a 41111m~et.,.~lie m.ieStr.aB*Jklad a 'la. fe·:cilti>lica .l'tldbkla dt:. }Qa<Apéstme&·, Como. Obispos • tenemos la oblig¡ldón graw de vigilar ~ para qlle • •sana doctrtna• (111m l. 1 O) de la fe y lá moral sea 1!ft8eñada en nueskas dW~eesis.

Una responsabilidad particular tienen los Obispos en lo que se re­fiere a las institttdooes oat.ólfe!as, Ya ae -trate de ocganism.os ~ la pastoral familiar o social, ·O bien ~ ú&sti4Jciones ~as a la ~se­~ o a~ ~ios san~ ~pos pueden erigir y recc>no­cer estas estructuras y 4elegar el\~ ~unas responsabiUQade~ Sin embargo, nt.p1ca es.tán exppe~~~ sus propias obUg~cio~s. Com­~~ a ellos, en· eomunión con la ~ta Sede, la función de reoonocer, o re~~¡rl e~ dé ,gravc¡Jnc~hetenq.a.· el apelativo de •católico• a es· cu~J.ás. universidades o .clinicas, relacionadas con la ~lesla.

· 117. En el co~n qel crtstiano. en el núcleo~ secreto del hQitlbre. resuena siempre ~<J. pregunta, que el joven del Évangel!Ó diri­gió un día a Jesús: ·M~~tro. ¿q~· he de hacer de b,ueno para conse­guir vida eterna?• (Mt 19, 16). Pero.es necesario que cada.uno la dirija al ~~tro •bueno», porque. es.~ único que puede ~ponderen la ple. nitud de la verdad, en cualquier $it~iÓJl. en las (!ircun&tancias má~ diversas. Y cuando los cristianos .le dirigen la pregunta que brota de sus cc;nctencias. el, Sefior. responde con las palabras de la Nueva AU~ conflaé41 a su Iglesia. ~ora bféri, como dice el Apóstol de si nitsmo. rtosot.:ros Somos envtadb5 · •a predicar el Evangelid. Y no con palabras sabias, para: no desVirtuar la cruz de Cristo• (J Cor l. 11). Pnr esto; la respuesta: de lá Iglesta a ta·pregunta del hombre tiene fá' sabiduriay la fuerza de Cristo crucit\cado, la Verdad que se dona.

• Cuando los ho,:,Wres preSlmJ;an -~ la ,lglesi(L los interrogantes de su conciencia. cuando los fieles se dirigen· a los· Obispós y a lós Pas­tores. en su respuestCJ está la Váz' de Jesucristo. la· ooz de la verdad sobte el bien y el mnz; En la palabra: pronunciada por la Iglesia re­stlt!'Iléi, en lo intimó de las personas, la voz de Dios, que •solo es el Bueno• (Mt 19, 11), que solO •es amort (1 Jn 4, 8.16).

· En la unción del Espíritu. sus palabras suaves.y (:Xigentes se ha­cen luz y vtda para el hombre. El a~ful Paplo nos inv'itá de nuévo a la confianza. porque «nuestra <:apaéldad vlerie de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de útia ·nuevá Alianza. no de la 1etra, ·si­no del Espíritu ... El Sefior es el Espirltu, y donde está el Espirttu del Sefior, alli está la libertad. MaS todOs nosotros, que con el rostro deseubierto reflejamos eotno en un espejo la glorta del Señor, nos vamos transfonrtando en esa misma Imagen cada·vez más•glortosos: astes como actúa él Señor, que es Espirttu• (2 Cor3, 59. 17-18).

. . . ~.Cf. c.r.c .. :ean.~S3,. tao cr. c.tc .. can• 808.

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María Madre de 1.11,l$ericoldi ; ·118. Al concluir estas consideraciones, encomendamos a Marta.

Madre de Dios y Madre de misericOrdia; huestras personas, los su­frimientos y las alegrtas ck nuestra mstencta, la vida moral de los creyentes y de los hombres de buena vob.mtad; las investigaciones de los estudiosos de moral.

Marta es Madre de misericordia porqUe Jesucristo, su Hijo, es enVIado par el Padre cotn(J révelaclón de la Misericordia de Dios (cf. Jn 3, 16-18)~ El ha venido no pata condenar sino pata i>erdon~r. para derramar misericordia (cf. Mt 9, 13}. YJa misertcordta mas grande radica en su estitr en medio ~·nosotrOs y en la llamada que' nos ha dirigido para encontrarlo y proclamarlo. junto con Pedro, co­mo <el Hijo de Dios vivo• (Mt 16, 16}. Ningún pecado del hombre puede cancelar la misericordia ~ Dio&. ni impedirle poner en acto toda su fuerza· victoriosa, con tal de que .la invoquemos. Más aua. el mismo pecado hace resplande~r con.~r fuel'Za el amer del;Pa­dre que, para rescatar al esclavo. ha-sactifieado a su Hijo: 181 su mi­sericordia para nosotros e& redención. Esta misericordia alcanza la plenitud .con el don del Espirttu Santo. que genera y exige Ja vida nueva. Por numerosos y grandes que sean los obstáculos opuestos por la fragilidad y el pecado del hOIIlbre. el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (cf. Sed H>4 [103). 30), p<lfilbilit.a el milagro del cum­plimiento perfecto del í;)ten. Esta reQO;Yac;wn. que capacita para ~7 . · cer lo que es but';nO, noble, bello, grato a llio$ y confonne a su voc luntad. es en cierto.sentido elcolofón .del don.Qe la misericordia. que libera d,e la esclavitud dé¡ ~al y c:ta,_ ~·fuerza _páxa no pecar más. Mediante el don de la vida nueva, Jesús ll08. hace participes de su amor y nos conduce al Padre en el Espirttu.·

119. Esta es la conSoladora certezá de la fe cristiana. a la cual. ella debe su prófunda bumariidadysu·extraordinari.a sencO.lez. A ve­ces, en las discusiones sobre los nue\'t)$ y compleJos problemas ino~ rales. puede parecer como si la moral cristiana fuese en sí misma

181 • O lnaestlmabllis dtlectio carltatls; ut servum redtmeres, f.'tBum tradldlstio: Mfssale Romanum. In Resurrectione Dominl. Pmeconium~.

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demasiado dificil: árdua para ser comprendida y casi imposible de practicarse. Esto es falso, ~~ -en ~r:mtnos de sencillez evangéli­ca- ella consiste fundame~;ee• d seguimten.to de Jesucristo, en el abandonarse a El. en el dejárse transformar por su gracia y ser renovados por su núsericordia, que se alcanzan en la vida de comu­nión de su Iglesia. •Quien quiera vivir -nos recuerda san Agustín-, tiene en donde vMr. tiene de donde vivir. Que se acerque, que crea, que se deje incor¡orar para ser vivificado. No rehuya la compañia de los núembros•. 1 Con la luz del Espíritu, cualquier persona puede entenderlo, incluso la menos erudita. sobre todo quien sabe eonser­var un -corazón entero» {Sal86.185L· ll}. Por otra parte, esta senci­llez ewngélica ·no exime de afi"ont.ar la complejidad de la realidad, pero puede conducir a su t:OillPrensión más verdadera.porque el se­guimiento de Cristo clartncará progresivamente las características de la auténtica moralidad cristiana y dará, al mismo tiempo, la fuer- · za vital para su realización. Vigilar ~a q~ el dtna.In!smo del segui­miento de. C~ se desarrolle de mOdo or~co, sin que sean falsifi­c~ o soslayadas sus exl.genc4as morales -con todas las conse­cuencias que ello comporta-. es tarea del Magisterio de la Iglesia. Quien <'l.Dlaa Cri$to o})seiVa sus mandamientos (cf. Jn 14, 15}.

·120. Maria es taltlbien Madre de misericordia porque Jesús le eonfia su Iglesia y toda la humanidad.·A los pies de la Cruz, cuando acepta a Juan como hijo; 'Cuando, jUnto con Cristo.- pide al Padre el peni6n para aqu61los <¡ue no saben lo que hacen (cf. Le 23, 34), Ma­~ en perfecta docilidad al Espirltu. experimenta la riqueza· y unt­vecsaltclad dd amor de Dios, que le dilata el corazón y le capacita para abrazar a todo el género humano. De este modo, se nos entre­ga como Madre de todos y de cada URO de nosotros. Se convierte en la Madre que ROS alcanza la mllerieordia dMna.

Maria es stgno lumindso y ejémplo preclaro de vida moral: ola vi­da de ella sola es eitseñariza para todos•. e8crlbe san Ambrosio. 183

que dirtgtéridoee en· particular a tas vtrgenes. pero en un hOtizonte abierto a todos. afirma~ •El prilne't deseo ardiente de aprender lo da

. la nobleza del maestto. Y ¿quién es más noble que la Madre de IJlos o más ~léndida que Aquélla que fue elegida por el mismo Esplen­dor?•. Vive y realiza la propia hbertad donándose a Dios y aco­giendo en si el don de Dios. Hasta el momento del nacimiento, cus­todJa en su seno virginal al Hijo de Dios hecho hombre. lo nutre. lo hace crecer y lo acompaña en. aquel gesto su,premo ~,libertad que es. el sacrificio tota,l de la propia vida. Con el don de si misma, Maria

182 In Iohannis Eoongelium Trr.u:tatus, 26, 13: CCI.. 36, 266.

183 1Je,Virglníbus.llb.Il.ap.ll,l5: PL 16.222. 184 Ibld..ltb. 11, cap. U, 7: PLl6, 220.

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entra plenamente en el designio de Dios, que se entrega al mundo. Acogiendo y meditando en su corazón acontecimientos que no siem­pre puede comprender (cf. Le 2. 19). se convierte en el modelo de to­dos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (cf. Le 11, 28) y merece el titulo de •Sede de la Sabiduría•. Esta Sabiduría es Jesucristo mismo. el Verbo eterno de Dios, que revela y cumple perfectamente la voluntad del Padre (cf. Heb 10, 5-10).

María invita a todo ser humano a acoger esta Sabiduria. Tam­bién nos dirige la orden dada a los sirvientes en Caná de Galilea du­rante el banquete de bodas: •Haced lo que él os diga• (Jn 2, 5).

María condivide nuestra condición humana pero con total transparencia a la gracia de Dios. No habiendo conocido el pecado, está en condiciones de compadecerse de toda debilidad. Comprende al hombre pecador y lo ama con amor de Madre. Precisamente por esto se pone de parte de la verdad y condivide el peso de la Iglesia en el recordar constantemente a todos las exigencias morales. Por el mismo motivo, no acepta que el hombre pecador sea engaf1ado por quien pretende amarlo justificando su pecado. pues sabe que, de este modo, se vaciaría de contenido el sacrificio de Cristo, su Hijo. Ninguna absolución, incluso la ofrecida por complacientes doctrinas filosóficas o teológicas. puede hacer verdaderamente feliz al hombre: sólo la Cruz y la gloria de Cristo resucitado pueden dar paz a su conciencia y salvación a su vida.

María, Madre de misericordia, cuida de todos para que no se haga inútil la cruz de Cristo, para que el hombre no pierda el camino del bien, no pierda la conciencia del pecado y crezca en la esperanza de Dios, •rico en misericordia• (Ej2. 4). para que haga libremente las buenas obras que Elle asignó (cf. Ef2, 1 O) y. de esta manera, toda su vida sea •un himno a su gloria• (Ejl. 12).

Dado en Roma, junto a san Pedro, el 6 de agosto -fiesta de la Trans­figuración del Señor- del año 1993, décimo quinto de mi Pontificado.

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Este libro se terminó de Imprimir en el mes de enero de 1996, en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192, Avellaneda,

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