a rostro oculto 17
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Número 17 de la revista A Rostro Oculto. Publicación independiente de cultura y opinión pública.TRANSCRIPT
Revista cultural y de
expresión pública.
Número 17. Año 2-
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#17
Nota de los editores ………………… 1
Introducción Jesús Hernández ………………… 3
Prologo Jesús Hernández ………………… 4
Un trompo a la uña Carlos Salazar ………………… 5
Playlist Negro Cynthia Galicia ………………… 6
Sangre de la tierra Carlos Salazar ………………… 8
Suspendido en el aire Carmen Rodríguez ………………… 9
Pasaje de los…/Plaza de… Danny Moon ………………… 12
Escondo un corazón Daniel Carrillo ………………… 13
Cambiante Alice Viralata ………………… 14
Catedral de Aguascalientes. Danny Moon ………………… 15
EL humanismo de … Danny Moon ………………… 17
Sueño etéreo David Ayala ………………… 18
Torre Latinoamericana Carlos Salazar ………………… 20
Atrapado Jesús Manuel Torres ………………… 21
El nombre Carmen Contreras ………………… 22
Prematuro Juan José Enríquez ………………… 24
Viajando al sol Carlos Salazar ………………… 25
Epílogo Jesús Hernández ………………… 26
Editorial ………………… 45
Contenido
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A Rostro Oculto
A nuestros apreciables lectores y colaboradores, los invitamos a
dar vida y crecimiento a este proyecto, quedando a disposición
los siguientes medios de contacto:
http://issuu.com/ARostroOcultoRevista
https://www.facebook.com/groups/a.rostro.oculto/
Somos voz sin censura,
imagen que detalla el universo.
Somos A Rostro Oculto.
EN PORTADA
Carlos Salazar – Buen viaje
EN LA CONTRA
Danny Moon – Auto clásico
Todas las colaboraciones incluidas son propiedad intelectual de sus
autores, queda restricta cualquier reproducción total o parcial sin
autorización.
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#17
Ya hace algún tiempo dimos el último grito, de pronto quedamos ahogados, en el
olvido y la incertidumbre, pero si algo es cierto, es que no estamos callados, tan sólo
hemos estado ausentes.
Lamentamos los inconvenientes que nuestra ausencia ha provocado, en especial porque
un día no pudimos continuar, al otro tuvimos un retraso y al siguiente nos dimos
cuenta que volver era más difícil todavía. Este número que debió publicarse el 21 de
junio del presente, es una publicación avergonzada, y no por su contenido, sino por
haberse dado el lujo de la espera.
Desde su inicio, A Rostro Oculto, se ha distinguido por ser un espacio de expresión
libre; un proyecto independiente para difundir el arte independiente. Así debe
continuar.
Es complicado poner en perspectiva del lector los inconvenientes que ha atravesado
nuestra edición en los últimos tiempos, sin embargo si podemos plantearle la
importancia de mantenernos a pie firme, demostrando que más allá de cualquier
inconveniente es necesario un espacio que permita oposición a los males del mundo, sin
importar cuál sea nuestra sociedad de origen. A Rostro Oculto vuelve para dar difusión
a la sensibilidad y la inteligencia de quienes tenemos algo más que decir de la realidad,
de las corrupciones, las inseguridades, las desigualdades y los personajes que las
generan, las proclaman, las perpetúan.
Cada uno de quienes han colaborado en nuestra revista (más de ustedes que de
nosotros), ya sea con fotografías, poemas, cuentos, opiniones o en la revisión de
colaboraciones y asignación de regaños y consejos,… Todos han puesto un poco de sí
para todos los demás; es entonces que la revista se ha vuelto un compendio de
sentimientos que se expresa a través de la imagen y la letra. Por eso, A Rostro Oculto
no muere.
Es el corazón de cada uno de los que colabora y edita lo que le brinda amor a esta
publicación, y de amor viven los grandes proyectos.
El 17 no queda atrás, se confirma como una entrega de la sensibilidad y la crítica, con
poemas capaces de estremecer el alma y con críticas que enervan la sangre. A Rostro
Oculto 17 es más que letras, más que fotografías, es como siempre, un pedacito del
corazón, y si no, júzguelo usted.
Somos voz sin censura,
imagen que detalla el universo.
Somos A Rostro Oculto.
Jesús Hdz V. Noviembre 2015
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A Rostro Oculto
Jesús Hernández
@jesushdzv miyoliterario.blogspot.mx
No son los mejores días,
lo dice la economía mundial,
la prolongada falta de la musa azul,
el fantasma de antiguas mocedades,
lo confirman los amigos ausentes.
Hoy amaneció muy soleado,
esa debe ser la razón,
puede que el ambiente conspire,
que tan sólo sea la moda que va,
tal vez es algo simple y temporal.
Son los que salieron temprano,
que en la noche no regresarán,
porque cadia día son más,
y el estado lo quiere ocultar;
por todo eso y mucho más:
no son los mejores días.
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A Rostro Oculto
Cynthia Galicia
¿No sientes que el día menos pensado nos perderemos unos a otros?
Así me siento cuando escucho Ciudades Perdidas2. Así me siento, con las nalgas a la orilla de mi
silla de oficina cuando leo a los chicos. Rezaría por ellos y por mis ojos castrados de tantas K en
lugar de Q. Haches más que mudas, invisibles; acentos donde no. Es más, ya ni acentos ni comas,
(se las comen).
Comen. Viene una imagen a mí: niños de unos cuantos años de edad tomando Coca Cola en sus
vasos entrenadores, desayunando un negrito Bimbo y Frutsi, mientras las madres… ¡Madres!
ya se le cayó el niño por venir jugando Candy Crush.
Charlando con amigas, nos damos cuenta de que en nuestros tiempos también pasaban cosas
que ahora nos dejan con el ojo cuadrado; las sabíamos pero no las publicábamos porque ni
celular teníamos, mucho menos computadora. Nos llamábamos a casa para pegarnos al
teléfono tres horas. Hace unos 20 años, en esas charlas confirmamos que ya había drogas, sexo
y alcohol en chamacos de 12 años a los que veíamos como los populares de la escuela.
No nos podemos quejar. En muchos hogares las madres se toman fotos con sus hijas en paños
menores, menores que ella. Papá no quiere que su hijo se pierda cada viernes y él, en cada
reunión, se emborracha. La tía critica a la sobrina quedada, cuando ella tuvo a sus chilpayates
siendo menor de edad. La prima escanea a la otra prima cada vez que se acerca a saludarla. El
primo cabulea a sus primos, tíos, sobrinos y hasta a los abuelos les toca. Y entonces, cada uno
sale al mundo siendo un adolescente arrogante, pedante, envidioso, agresivo, mentiroso,
inseguro, celoso; y años después resulta víctima o victimario3 de golpes, extorsión, secuestro,
abandono, engaño (y que vota por EPN4), o peor, se queja del Presidente5 mediocre mientras él
cría a sus hijos siendo todo menos un padre ejemplar.
Es verdad: No se llega a ser padre sabiendo serlo. Se aprende en el camino; pero esperar que
tus hijos sean buenos ciudadanos, buenas personas cuando tú como persona no ves por ti
mismo, te informas poniendo el Canal de las Estrellas pensando en acostarte con ellas y,
lamentando la muerte del pseudo periodista6 –comunicador7, no te prestas atención.
Te endeudas cada 6 de enero y esperas que tus hijos no sean de los que piden prestado. Haces
San Lunes y aparte le mientes al jefe enfermando a tus hijos. Eso sí, que tu hijo te tenga
confianza, no te mienta, no se vaya de pinta, te mire a los ojos cada que le hablas y que no te
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falte al respeto. Que tu hijo te vea discutiendo con tu mujer, pero que él no te responda, que
no vaya y agreda a sus primos y amigos, que no le miente su madre a su propia madre cuando
no lo bajas de chamaco tonto, pendejo y te escucha terminar cada oración con un no mames
wey.
Reviro al presente y me doy cuenta que todo eso, no sólo no cambia, va en crecimiento y no
para. Creo que depende totalmente de cada uno de nosotros, tenemos lo que merecemos y por
lo que no hemos luchado, las cosas no cambian solas, ni las arregla un gobernante. (En el caso
de nuestro país, arregla debe sustituirse por desarregla porque la primera creo que no saben ni
lo que es).
Nos siguen pegando abajo8 porque no crecemos individualmente, ni en pareja. Tenemos hijos
sin planificar, aunque apenas y tengamos recursos para nosotros mismos (y no me refiero sólo
a los monetarios). Nos creemos cada publicación de las redes sociales sin confirmar la
información o cuestionarla. Nos sumergimos en tendencias del día, en las tendencias triviales
que nos colocan en el hoy, un hoy que no cambia, que retrocede, que se tuerce. Estamos tan al
pendiente de las horas de conexión, de las palomitas azules, de las etiquetas, de las selfis, de las
chichis tomadas de arriba; y lo más tonto, mentirse a uno mismo usando Photoshop y que creer
que los demás no se dan cuenta, (¡ja,ja,ja!).
El país se ha convertido en una gran selfi con Photoshop, esa es la que deberían meter al Record
Guinness. Seguro ganamos o quedamos en los primeros lugares, como el de la obesidad 9.
Seamos honestos.10 Necesitamos unos de otros, pero tenemos que ser fuertes primero y, -
aunque se escuche trillado- para dar y recibir, para no engañarnos y no engañar, para
levantarnos no sólo con el pie derecho, sino con ambos pies en la tierra y caminar hasta el final.
Para tomar importancia a lo que merece y sólo tramitar lo necesario, seguir adelante no dejando
el pasado en el olvido11 porque de los recuerdos también se vive y renace. Hagamos honor a los
fallecidos en el intento12.
Religión para el que calla. No soy de los que piensan que se otorga cuando se calla13. Puedo
comentar éste tema tan extenso. Opino firmemente que del clero derivan todos o la mayoría de
los problemas sociales, políticos y hasta personales; sé que muchos no coincidirán con lo dicho,
pero precisamente es cuestión de creencias y de realidades. Cierro con un par de rolas que
pueden hablar por mí sobre lo que pienso y pasa en éste tema tan controversial: Eulogy14 y Prison
Sex15.
Seguiría hablando, pero por ahora escucho la play list de nuestros días.
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#17
Carmen Rodríguez
@crod6471
Una sola cosa me maravilla más que la estupidez con que la mayoría de los hombres vive su vida:
es la inteligencia que hay en esa estupidez. Fernando Pessoa
No es la primera vez que le invadía esa extraña sensación. Incluso en las últimas
semanas, ante el más insignificante rastro de perder el control sobre una situación, al
momento se sentía elevado por los aires. No era de esos sueños extraños en los que uno
vuela, más bien, semejaba a pender de un gancho desde la nuca o por los hombros con
unas garras poderosas; o un gigante usando índice y pulgar, lo levantaba por el cuello
del saco.
Hacia el exterior no daba muestras del tormento interno, sin embargo el desagrado
aumentaba día con día, pasaba la vida suspendido en el aire sin poder asirse a nada,
echar a correr, arrastrarse o rasguñar para huir. ¿Cómo deshacerse de algo que lo
apresaba dejándolo del todo vulnerable, si en apariencia sólo existía en su mente?
Aquella mañana, como todas las de lunes a viernes, arribó a la oficina gubernamental
donde, por casi veinte años, dejó tiempo y anhelos. Amaneció más aburrido que nunca.
El colmo, no había un día festivo de por medio, no le solicitaron apoyar en una
manifestación callejera, ni vacaciones; incluso esta semana, que se avizoraba terrible,
era imposible tomarse un día como licencia. Un reciente ascenso lo alentó por unos días,
no obstante, la carga de trabajo aumentó considerablemente así como la
responsabilidad. Su carácter tenaz y laborioso lo hacía el colaborador ideal de los
superiores, menos capaces pero con influencias. El aumento salarial correspondiente no
se equiparaba con su gran esfuerzo ni los gastos que se añadieron, llegaba más temprano
y salía más tarde; desayunaba fuera, además de la comida diaria. Llegaba a casa, muy
tarde y siempre agotado. Para colmo su auto, muy viejo ya, se estropeó y no contó con
presupuesto para arreglarlo.
El ascenso escondía una trampa, aquel puesto correspondía al desempeño del alto
ejecutivo en esa área, con un sueldo muy por debajo. Le advirtieron, incluso su
predecesor jubilado, pero se aferraba a la idea de que su fidelidad y servilismo a los
sucesivos superiores, le valdría para que las cosas fueran diferentes. Mientras su
superior se paseaba en actividades proselitistas y de imagen, o sea insustanciales pero
útiles a la política, él desempeñaba su puesto y el de aquel. Su jefe tenía auto de lujo y
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él no podía arreglar el suyo. Los superiores viajaban al extranjero con gastos pagados,
pretextando intercambios de ideas, mientras él tenía las tarjetas de crédito al tope.
Y es que esa era la otra cuestión. Desde su anterior puesto, un diminuto mando medio,
creyó inocentemente que podía comerse el mundo, el tren de vida del crédito plástico lo
atropelló. Su familia disfrutaba un consumismo de cultura wanna be que lo sumió en
continuos préstamos. Su esposa y sus hijos le ayudaban, a gastar; él vivía
ilusionándolos, aislándolos de la realidad.
Su cansancio general lo tenía al límite. Ese día revisó sus estados de cuenta, que en la
noche anterior su esposa le entregó al llegar.
–Si quieres te ayudo a anotarte lo que vayas a pagar, ¿quieres? –le preguntó más por
cortesía que con ganas, siempre le decía que a ella no se le daba eso del dinero, igual
que planchar camisas, por lo que aumentaba la cuenta de tintorería.
–No amor, sigue con tu telenovela, yo me encargo, esto es cosa de hombres –le decía en
tono protector.
Solo, en su oficina, a la hora de la comida, se enfrentó con la imposible tarea de intentar
que un círculo cupiera en un cuadrado, cuando para colmo el diámetro del primero
superaba a la medida del lado del segundo. El dinero no le alcanzaba, ni para los
mínimos de los pagos de tarjetas y se le acumulaban los intereses. Tenía un préstamo
que disminuía su sueldo en un porcentaje considerable y en unas “compritas” se
sobregiraron dos tarjetas.
Con proyectos de trabajo pendiente y la crisis económica familiar, el agobio llegó a su
punto máximo. Sudaba en abundancia al punto de gotear sobre los papeles, el ritmo de
su corazón se aceleraba y respiraba jadeante. Estaba consciente que el próximo mes
seguro estaría en las listas de deudores de bancos. Ya otras veces tuvo esos síntomas y
su secretaria, único testigo, le dijo que era un ataque de angustia, otro jefe mío los sufría
y murió de un infarto, comentó preocupada.
No soportó, se puso de pie y después de quitarse el cinturón, lo amarró a la única trabe
firme en medio del techo de plafón, arriba de su escritorio. Difícilmente fue empujando
éste último, para dejarlo tan cerca para subir, no lo suficiente para arrepentirse y
regresar. Metió la cabeza en el hueco corredizo que formaba su cinturón. En un instante
pasó sin meditar si tenía opciones, o sería que ya las había buscado, sin encontrar. Se
lanzó al vacío. En ese momento identificó del todo aquella sensación que lo agobiaba de
un tiempo atrás. Colgado, suspendido en el aire, sin posibilidad de asirse a nada, recordó
una frase de su mamá: “no hay ni pa´ dónde hacerse”.
El momento pareció mucho más largo, un último dejo de instinto de conservación lo
llevó a sacudirse sin resultados, apenas rozó con la punta del zapato el borde del
escritorio. Y comparó el instante con otros de esa duración ficticia, infinita, intangible;
cuando recibió el cuerpo de Cristo por primera vez y el sabor acre de la hostia; el primer
beso a la mujer que amaba, las salivas mezcladas, la tibieza y el calor corriendo por su
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cuerpo; cuando recibió su título profesional, todas las ilusiones y sueños de grandeza;
cuando le dijeron que su padre había muerto en un accidente, el dolor de lo inesperado,
más que de lo inexorable de la muerte.
De repente, cuando ya perdía del todo la conciencia, un jalón lo llevó hasta el piso; el
golpe y la asfixia lo dejaron en un desmayo breve. Al despertar, lo consoló encontrarse
solo en la oficina. Por un momento creyó haber sido salvado, pero no. Cuando se
recuperó pudo ver que su cinturón se había roto en la unión de la hebilla. Amor, ¿ya
viste que tu cinturón se está rompiendo? le había señalado su esposa días antes, ahora
que vayamos al mall te compras otro.
Pero en las compras, lo habían embelesado unas mancuernillas de plata con un jade en
el centro, eligió éstas en vez del cinturón, al fin que a éste, no lo veía nadie, mientras
que las mancuernillas serían apreciadas por todos. Recordó una frase de su esposa,
“primero muerta que sencilla”. En este caso no se había muerto. Pasado el susto, la
confusión y el dolor de la caída, recordó al compadre, padrino de bautizo del hijo
menor. Le ofreció prestarle dinero a rédito, por lo que programó visitarlo el fin de
semana. Sabía que era un desgraciado agiotista, sin corazón, pero vaya, era mucha su
necesidad.
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Pasaje de los municipios Ags.
Danny Moon
Plaza de toros Ags.
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Daniel Carrillo
A buen resguardo
tengo el corazón:
entre dientes, navajas,
estacas y cuchillos.
Está oculto, embebido en sangre,
en saliva, en alcohol y -quizá- otros fluidos.
...fuera de tu alcance, muy lejos de tu vista,
empotrado en huesos y silencios,
en el calce de una vida que quizá
un día pudo haber sido más túya
que aquella que fuese mía,
y se carcome a sí mismo,
y se repara, y se detiene
y se consume con o sin latidos,
a resguardo, oculto, embebido.
Tengo un corazón a buen resguardo,
oculto en un abismo...
...sí, guardo un corazón, pero ese corazón,
perdido entre mordizcos, entre dientes,
sangre y cuchillos, oculto y sumergido
profundo en alcohol y algunos otros fluidos;
simplemente, escondo un corazón
que, aunque no lo entiendes
es un corazón que nunca,
jamás ha sido el mío...
corazón
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A Rostro Oculto
Alice Viralata
Ella caminaba entre las estrellas.
Pasaba entre ellas con cuidado. Sus pies pisaban fuerte el cielo azul oscuro con olor de hierbabuena y lavanda (pues sólo los que viven en el cielo saben que él no es negro. Es
azul oscuro. Los poetas piensan que lo saben…. Pffffff)
Es difícil caminar entre las estrellas. Es necesario foco y disciplina para no pisarlas. Pasar entre ellas haciendo un delicado movimiento de cuerpo, un círculo que se adecua a sus puntas.
Y después de doce horas caminando así, ella escoge la estrella más grande y sin cuidado
y con ganas, la pisa. No hay más el azul oscuro del cielo. No hay más belleza.
Un raro color morado y naranja llega ocupando el vacío. Ya hay un olor de limón. El
cielo es rosa, y después azul que no es oscuro, azul de ropa, azul de coche, azul de tarjeta.
Y la niña cierra sus ojos y duerme por doce horas.
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#17
Danny Moon
Primero, tenemos que saber que el humanismo, en especial el lado de la filosofía
humanista, nos presenta nuevas formas de pensar y de
reflexionar acerca de la ciencia, la política y, en este
caso, las artes.
Se eligieron dos obras representativas del renacimiento,
que fue una época de transición entre la edad media y la
modernidad. Tenemos El David de Miguel Ángel y la
Divina Comedia de Dante Alighieri. Ambas con un toque
humanista, una más empapada que la otra.
Tenemos que, en El David, se nos muestra aquella
esencia de poder en la obra, desde la posición hasta la
mirada de la misma. Miguel Ángel nos muestra a un David
humano, no divino, aquí el tono de la religión pasa a
segundo término cuando vemos el poder en sus manos,
en manos humanas no divinas, además de su mirada
vengativa y dura que nos recalca la humanidad.
Por otro lado, tenemos a la Divina Comedia. Su tema es religioso, sí, pero en la forma
que Dante lo presenta es un toque humanista. Dante es complicado, y podría pensarse
que es mayormente religioso,
pero no lo es. Debemos tener en
cuenta que él es autor y
protagonista de su propia obra y
que en ésta le da al hombre la
libertad del poder redimirse.
Además de que muestra una
alegoría humana vista desde
ultratumba, dando al lector una
lección de rectitud. Virgilio, su
guardián, lo guía disfrazado de
conocimiento y sabiduría, simboliza la luz que significa “revelación”, la que necesita para
llegar al paraíso.
Estas dos obras están dotadas de un humanismo a la medida, para su correcta
representación. Muestra al ser humano de forma intelectual, revestida de poder humano,
no divino
El humanismo de
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A Rostro Oculto
David Ayala S
Quizás es el aire estancado,
o el calor que gime y se alza viscoso;
bien podría ser mi ansiedad,
o las ganas de mirar a la calle.
No sé siquiera el "qué" del porqué,
pero pasa, otra vez, en secuencia.
Viene aquí mi tendencia monstruosa,
harta de ser, harta de estar, siempre,
viene y va mi deseo por crear mundos;
áridos y helado, selváticos, salados,
crueles, llenos de desvaríos y febriles.
Lo tengo en el pecho, lo tengo en la pelvis,
está pidiendo nacer, gritando por ser.
Está llorando conmigo los susurros sórdidos,
En este mundo que va a ser, y será porque sí,
habrá como siempre, un yo violentado
y una ella enamorada, de mí o de la vida;
un paradisíaco fervor por lo intangible,
un bizarro amor por lo cósmico,
y de mi amor por el mundo:
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la belleza de las paredes y techos,
bóvedas celestes, Cartagena,
La Roma y la exhalación de cada minuto.
Justo frente a mí se detiene,
me deja palpar sus paisajes húmedos,
sus tierras lodosas, y las baldosas
que tiritan verdosas al viento...
es ahora, y será por siempre mi ciudad.
Ciudad que pocos conocen, que nadie ve,
pueblo maldito, el más bello milagro de la noche,
el más frío recuerdo del bosque.
He aquí un sueño más, concebido entre pasión,
amor y mi eterna soledad.
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Jesús Manuel Torres
Por fin se había cumplido mi sueño. Tener la libertad de ir a cualquier parte era el deseo
de mi vida. Gracias a mis buenas acciones se me concedió la gracia de volar. Pedí tener
alas, pero no especifiqué el tipo. Maldita costumbre de no decir las palabras precisas.
No soy un ave, ni siquiera una frágil mariposa, mucho menos una graciosa luciérnaga,
soy una horrible mosca que se posa en la suciedad, en la carroña, en desperdicios,
vómitos, inmundicias y en grasientos lomos de animales. Pero eso ya no tiene
importancia, no tengo tiempo de pensar, caí en su trampa y ella viene. No puedo move r
las patas ni las alas. Quiero gritar. ¡Auxilio! ¡Alguien ayúdeme por favor! Pero no tengo
voz. Ella me mira con todos sus horribles ojos, sus ocho patas peludas vienen hacia mí,
babea de hambre, ya me saborea... ella viene... ya viene…
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A Rostro Oculto
Carmen Contreras
@Utopia_Urbana
Patria suena raro. Es un nombre que viaja en un tren naranja desde otro nombre chistoso,
como la canción de esos payasos que van haciendo circo en la calle por dinero: Pantitlán.
La primera vez que escuché “Patria” fue dentro de una pesera (así le dice mi madre al
coche verde que nos lleva a Pantitlán). Un niño con uniforme azul iba leyendo a un señor
algo así:
“Suave Patria: te amo no cual mito, sino por tu verdad de pan bendito; como a niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja y la falda bajada hasta el huesito.”
Me dio risa eso.
Mi madre dijo “cállate”.
Entonces me puse triste.
Entendí que a ella lo recitado le recordó a mi hermana que un día llegó llorando porque
le habían levantado la falda. Eso también fue en Pantitlán.
Entre empujones, cuerpos sudorosos, apretados unos contra otros, escuché de nuevo esa
palabra durante un viaje en el tren naranja. Una señora muy vieja estaba enojada porque
no había en donde sentarse. Lo dijo gritando: “¡Mugrosos todos! ¡Por eso no hay Patria!”.
Para entonces yo ya sabía que no podía reírme.
Pasó mucho tiempo sin que yo volviera a escuchar esa palabra…
Todos los días vamos a Chapultepec y de ahí caminamos hasta una casa gris con negro;
pisos y escaleras resbalosas que mi madre odia y yo amo porque patino en ellos mientras
ella trapea.
“Siéntate ahí y no des lata, no toques nada; si rompes algo me corre la Señora. No quiero
problemas.”
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Un problema es algo que quema o corta. Te hace llorar. Lo sé porque ella, Lucía, -mi
madre de cara linda- llora a veces y cuando le pregunto por qué ella dice: “Un problema,
pero Dios mediante pronto se arreglará”. Cuando vuelve a reír ya sé que “eso”, -el
problema- se arregló, se compuso o se fue a otro lugar porque Dios le dijo.
En ocasiones, veo unas revistas que hay en una caja mientras mi madre pasa la jerga por
cada cuadro del piso. Veo, porque no sé leer. Veo las fotos de castillos y paisajes, flores
y montañas. Creo que a la señora que vive aquí le gustan las fotos con casas en medio de
pastos verdes porque su casa es gris. Siempre hace frío.
¿Se puede llegar aquí en el tren naranja? Pregunté a mi madre mostrándole una foto de
un castillo con picos.
No, -dijo ella- y exprimió la jerga. (Sus manos siempre se ponen moradas con el esfuerzo).
Cuando Lucía no quiere que le pregunte cosas, a los cuadros negros y a los cuadros
blancos del piso les pone un número y yo los repito. Me dice que así estoy aprendiendo a
contar. Así contando, yo siempre vuelvo a preguntar porque es una comezón que traigo
en la cabeza.
¿Por qué la viejita dijo que no había Patria?
Lucía no contestó, siguió como si no me hubiera escuchado.
Por las tardes caminamos de regreso hacia Chapultepec. En el camino hay columnas altas
y estatuas blancas; son señoras con cuerpos fuertes, muy bonitas ellas como Lucía. Me
gusta pasar por ahí, sobre todo cuando la reja está abierta y venden algodón rosa y mango
con chile. Todo eso se me antoja.
-Todo quieres saber mi niña.
(Su voz me acaricia).
-Cuatro años y eres bien lista.
(Otra vez su caricia).
-¿Quién se murió aquí? Señalo la corona de flores recargada en una de las señoras de
piedra blanca.
-La Patria.
-Cómprame un algodón mami.
-No tengo dinero.
-Entonces Patria es un nombre muerto. Ya sé que no debo reírme.
Ciudad de México, Bosque de Chapultepec.
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A Rostro Oculto
Juan José Enríquez
En líquido celestial preconcebido…
Heme aquí:
Índigo…
Guerrero raso reencarnado…
El que devora dioses
del planeta nuevo
dentro del universo antiguo…
Siendo quimera…
Siendo azul claro…
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A Rostro Oculto
Jesús Hernández
@jesushdzv miyoliterario.blogspot.mx
Antídoto para la soledad (La muerte que viene y va).
I
Le invito un café, ella agradece. Tiene hambre y ha estado cosechando todo
el día. Nadie la reverencia, nadie se apiada de ella. Parece que tiene la peste, pues le huyen, siendo tan noble y desinteresada, tan intelectual y llena de ideales.
Pide un poco de música, hacemos sonar algo de rock & roll; como a mí, le gusta lo clásico, lo estruendosamente inigualable. Fumamos un poco,
aunque eso esté fuera de mi costumbre, vamos elevando el volumen, también las plegarias de un mañana menos ingrato. Ella se nota tranquila,
libre, apaciblemente desinteresada en el trabajo.
II
La noche ha avanzado, hemos remplazado al alcohol con aguardiente. La
habitación sigue llena de humo, del misticismo y el aroma a copal que acompaña su andar. Ha comenzado a llover, hemos pasado de charlar de
políticas de bienestar a la importancia del amor y la esperanza que prevalece en un nuevo amanecer.
- Eres muy amable - me dice- ya no encuentro gente así.
Seguimos charlando, yo también creo que no es común encontrar alguien con sensibilidad e intelecto así.
III
- De haber sabido que venías hubiera preparado algo especial. - Le digo mientras le entrego un plato con chilaquiles y dos huevos.
Epílogo
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- No hay cuidado, tengo el hambre atrasada. Agradezco de manera infinita
tu caridad. - Me dice y sonríe.
- Es bueno verte sonreír.
- Es que la alegría también venía atrasada.
IV
- Hace frío, la noche está siendo arrullada por el viento, creo que será mejor
te cubras. - Le digo mientras le extiendo una cobija.
- Sígamos con el dómino, eso me está haciendo entrar en calor. - Ríe,
aunque lo hace de manera discreta. Vuelve a sonreír y disfruta del café que le acabo de servir.
Se cubre y suelta un suspiro, parece recordar un viejo amor pues, se deja interrumpir por el silencio, mira hacia la ventana y sueña, se puede ver una
lágrima en sus ojos, nuevamente suspira, murmura un nombre; apenas un susurro, más tímido que el latido de su corazón. Vuelve en sí, mira sus
fichas y se da cuenta que el juego se ha cerrado, soltando una carcajada
grotesca, pero también llena de ternura.
- Me has ganado, tengo ahorcadas todas mis mulas.
- Así es el juego y el amor. - Acompaño su risa y miro sus ojos, sé que es el fin de la partida.
- ¿Conoces a Francisca? - Sé que hace referencia al personaje de una lectura de mi niñez.
- ¿Sigues sin atraparla?
- Ambos son astutos. - Se agazapa en la cobija y se recuesta en el sillón; se
ha quedado dormida.
V
Ha despuntado el sol, creo que nos quedamos dormidos. Amanecimos fundidos en un abrazo, nada morboso, ni extravagante, sólo fraternidad y
comprensión. Me levanto y preparo el desayuno, creo que aún nos da tiempo y además no sé que tan lejos iremos.
- Gracias. - Come apresuradamente y se alista para partir, pero cuando me coloco la mochila levanta la mano y da media vuelta. Viajará sola.
- ¿Hoy no? - Pregunto entre incertidumbre, angustia y ansiedad.
- No, tendré el placer de visitarte y pasar otra noche. Tenemos soledades y
recuerdos para compartir
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A Rostro Oculto
Dirección
Jesús Hernández
Agradecemos el sabio consejo y
compañía de: Alejandra Koráki, Carmen Contreras,
Cynthia Galicia, Javier Olivares, Miguel
Dirzo, Teresa Bernal, Anel Hernández,
Rebeca Moya y Rubén Ramírez
Colaboraciones y comentarios:
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