¡alegraos!

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arlep/268 42 El pasado mes de febrero, la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica publicó «Alegraos», un documento dirigido a los consagrados para invitarles a reflexionar sobre el tiempo de gracia que tenemos la dicha de vivir, con la invitación especial que el Papa dirigió a la vida consagrada. Vida religiosa La carta circular, que recoge reflexiones del Papa Francisco sobre los religiosos para contribuir a la preparación del Año de la Vida Consagrada, es una invitación a mirar el futuro con esperanza, a sabiendas de que el momento que vivimos «es delicado y fatigoso y que la crisis que atraviesa la sociedad y la misma Iglesia toca plenamente a la vida consagrada»... En dicha carta, el Papa nos interpela con una se- rie de interrogantes que invitan a la reflexión y a la conversión. laS prEGUNTaS DEl papa FraNCISCO Donde están los consagrados, los seminaris- tas, las religiosas y los religiosos, los jóvenes, hay alegría, siempre hay alegría. Es la alegría de la lozanía, es la alegría de seguir a Cristo; la alegría que nos da el Espíritu Santo, no la alegría del mundo. ¡Hay alegría! Pero, ¿dónde nace la alegría? Mira en lo profundo de tu corazón, mira en lo íntimo de ti mismo, y pregúntate: ¿Tienes un corazón que desea algo grande o un cora- zón adormecido por las cosas? ¿Tu corazón ha conservado la inquietud de la búsqueda o lo has dejado sofocar por las cosas, que aca- ban por atrofiarlo? Dios te espera, te busca: ¿qué respondes? ¿Te has dado cuenta de esta situación de tu alma, o duermes? ¿Crees que Dios te espera, o para ti esta verdad son so- lamente «palabras»? Somos víctimas de esta cultura de lo provi- sional. Querría que pensarais en esto: ¿Cómo puedo liberarme de esta cultura de lo provi- sional? Esta es una responsabilidad, ante todo, de los adultos, de los formadores: dar un ejemplo de coherencia a los más jóvenes. ¿Queremos jó- alegraos! ! ¿También nosotros somos audaces? ¿Nos devora el celo? ¿Vuela alto nuestro sueño?

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Comentario al documento sobre la vida consagrada "Alegraos"

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  • arlep/26842

    El pasado mes de febrero, la Congregacin para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostlica public Alegraos, un documento dirigido a los consagrados para invitarles a reflexionar sobre el tiempo de gracia que tenemos la dicha de vivir, con la invitacin especial que el Papa dirigi a la vida consagrada.

    Vida religiosa

    La carta circular, que recoge reflexiones del Papa Francisco sobre los religiosos para contribuir a la preparacin del Ao de la Vida Consagrada, es una invitacin a mirar el futuro con esperanza, a sabiendas de que el momento que vivimos es delicado y fatigoso y que la crisis que atraviesa la sociedad y la misma Iglesia toca plenamente a la vida consagrada... En dicha carta, el Papa nos interpela con una se-rie de interrogantes que invitan a la reflexin y a la conversin.

    laS prEGUNTaS DEl papa FraNCISCO

    Donde estn los consagrados, los seminaris-tas, las religiosas y los religiosos, los jvenes, hay alegra, siempre hay alegra. Es la alegra de la lozana, es la alegra de seguir a Cristo; la alegra que nos da el Espritu Santo, no la alegra del mundo. Hay alegra! Pero, dnde nace la alegra?

    Mira en lo profundo de tu corazn, mira en lo ntimo de ti mismo, y pregntate: Tienes un corazn que desea algo grande o un cora-zn adormecido por las cosas? Tu corazn ha conservado la inquietud de la bsqueda o lo has dejado sofocar por las cosas, que aca-ban por atrofiarlo? Dios te espera, te busca: qu respondes? Te has dado cuenta de esta situacin de tu alma, o duermes? Crees que Dios te espera, o para ti esta verdad son so-lamente palabras?

    Somos vctimas de esta cultura de lo provi-sional. Querra que pensarais en esto: Cmo puedo liberarme de esta cultura de lo provi-sional?

    Esta es una responsabilidad, ante todo, de los adultos, de los formadores: dar un ejemplo de coherencia a los ms jvenes. Queremos j-

    alegraos!

    !

    Tambin nosotros somos audaces? Nos devora el celo? Vuela alto nuestro sueo?

  • arlep/26843

    venes coherentes? Seamos nosotros coheren-tes! De lo contrario, el Seor nos dir lo que deca de los fariseos al pueblo de Dios: Haced lo que digan, pero no lo que hacen. Coheren-cia y autenticidad.

    Podemos preguntarnos: Estoy inquieto por Dios, por anunciarlo, para darlo a cono-cer?, o me dejo fascinar por esa mundani-dad espiritual que empuja a hacer todo por amor a uno mismo? Nosotros, consagrados, pensamos en los intereses personales, en el funcionalismo de las obras, en el carrerismo. Bah! Tantas cosas podemos pensar... Por as decirlo, me he acomodado en mi vida cris-tiana, en mi vida sacerdotal, en mi vida re-ligiosa, tambin en mi vida de comunidad, o conservo la fuerza de la inquietud por Dios, por su Palabra, que me lleva a salir fuera, hacia los dems?

    Hay alegra! Pero, dnde nace la alegra? Es la alegra de seguir a Cristo; la alegra que nos da el Espritu.

    que muchas veces son para nosotros comu-nidad-comodidad?

    Este es un hermoso camino a la santidad. No hablar mal de los otros. Pero padre, hay pro-blemas. Dselos al superior, dselos a la su-periora, dselos al obispo, que los puede reme-diar. No se los digas a quien no puede ayudar. Esto es importante: fraternidad! Pero dime, Hablaras mal de tu mam, de tu pap, de tus hermanos? Jams. Y por qu lo haces en la vida consagrada, en el seminario, en la vida presbiteral? Solamente esto: pensad, pensad. Fraternidad! Este amor fraterno.

    A los pies de la cruz, es mujer del dolor y, al mismo tiempo, de la espera vigilante de un misterio, ms grande que el dolor, que est por realizarse. Todo parece verdaderamen-te acabado; toda esperanza podra decirse apagada. Tambin ella, en ese momento, re-cordando las promesas de la anunciacin ha-bra podido decir: no se cumplieron, he sido engaada. Pero no lo dijo. Sin embargo, ella, bienaventurada porque ha credo, por su fe ve nacer el futuro nuevo y espera con esperanza el maana de Dios. A veces pienso: Sabemos esperar el maana de Dios?, o queremos el hoy? El maana de Dios para ella es el alba de la maana de Pascua, de ese primer da de la semana. Nos har bien pensar, en la contem-placin, en el abrazo del hijo con la madre. La nica lmpara encendida en el sepulcro de Jess es la esperanza de la madre que en ese momento es la esperanza de toda la humani-dad. Me pregunto a m y os pregunto a voso-tros: en los monasterios, est an encendida esta lmpara?; en los monasterios, se espera el maana de Dios?

    La inquietud del amor empuja siempre a ir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad. La inquietud del amor nos regala el don de la fecundidad pastoral; y nosotros, cada uno de nosotros, debemos preguntarnos: Cmo va mi fecun-didad espiritual, mi fecundidad pastoral?

    Una fe autntica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo. He aqu la pregunta que debemos plantearnos: Tambin nosotros te-nemos grandes visiones e impulsos?, tambin nosotros somos audaces?, vuela alto nuestro sueo?, nos devora el celo? (cf. Sal 69, 10), o, en cambio, somos mediocres y nos conforma-mos con nuestras programaciones apostlicas de laboratorio?

    Cmo estamos con la inquietud del amor?, creemos en el amor a Dios y a los dems?, o somos nominalistas en esto? Un amor no abstracto, no slo de palabras, sino amor al hermano concreto, al hermano que tene-mos al lado! Nos dejamos inquietar por sus necesidades o nos quedamos encerrados en nosotros mismos, en nuestras comunidades,