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U N A L E Y E N D A D E L O S I N D I O S D E L A S P R A D E R A S

C É S A R V I D A L

I L U S T R A C I O N E S D E

P A B L O T O R R E C I L L A

L E Y E N D A S D E L A S A M É R I C A S

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La tribu de Pluma Gris vivía en las praderas. Sealimentaba de lo que le daba la tierra y de los búfalos quevagaban por allí. La tribu llevaba tiempo sin encontrar nada quecazar. Durante semanas, los hombres habían perseguido lasmanadas de búfalos pero no habían conseguido atrapar ninguno.

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La falta de lluvia había secado la hierba de las praderas y losbúfalos habían emprendido la marcha hacia el norte en busca decomida. Lo hacían muy de prisa porque el hambre los obligaba aavanzar. La tribu de Pluma Gris no podía darles alcance.

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Muy pronto llegaría el invierno y la nieve cubriría deblanco las praderas. Entonces los miembros de la tribu,incluidos los padres y los hermanos de Pluma Gris, notendrían alimento que llevarse a la boca ni pieles con lasque abrigarse. Cuando sucediera eso, los esperaríaúnicamente el frío abrazo de la muerte.

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Semana tras semana, el hechicero intentó atrapar alos búfalos con sus ceremonias. Incluso ordenó a todos losmiembros de la tribu que danzaran para atraer con susmovimientos a las manadas de búfalos.

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Sin embargo, ninguno de los recursos del hechicerodio resultado. Los búfalos seguían sin aparecer.

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Así, el hambre hizo acto de presencia en el poblado. Losperros comenzaron a aullar por las noches porque nadie les dabaya las sobras de la comida.

Un día Pluma Gris llegó incluso a ver cómo dos ancianasdiscutían por un diminuto pedazo de carne. La necesidad parecíaenloquecer a la gente de la tribu.

Pluma Gris comenzó a preocuparse seriamente cuando vioque sus padres dejaban de comer para dar el poco alimento quequedaba a sus hermanos pequeños.

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Fue entonces cuando Pluma Gris decidió hacer algo. Pensóy pensó y, al final, resolvió subir hasta la cima de la colina querodeaba el poblado. Allí se encontraría con el Gran Espíritu,aquel que creó los cielos, la tierra y todos los seres vivos.

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Cuando el sol casi se había puesto en el horizonte,Pluma Gris comenzó a subir la colina más elevada que sehallaba cerca del poblado. Al llegar a la cima, el gran astroparecía tan sólo un puntito amarillo.

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Entonces, Pluma Gris levantó los brazos y exclamó:—Gran Espíritu, la gente de mi tribu necesita tu ayuda.

Perseguimos las manadas de búfalos que tú nos entregaste paraque nos alimentáramos pero no hemos podido alcanzarlas. Sincaza, mi tribu perecerá. Los ancianos pelean por un trozo de carney mis hermanos lloran de hambre. ¡Ayúdanos, Gran Espíritu!

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Apenas había terminado su oración cuando el cielo cambiórepentinamente de color. Sus tonos rojos y malvasdesaparecieron y unas imponentes nubes grises cubrieron elhorizonte. Entonces la lluvia comenzó a caer fuerte y fría, y unosterribles relámpagos iluminaron la negrura del firmamento.

Al escuchar el ruido de los truenos, el corazón de PlumaGris sintió miedo pero no huyó porque pensaba que podía ser larespuesta del Gran Espíritu.

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Entonces las nubes se abrieron como se abre la entradade una tienda y en el cielo, ante los ojos de Pluma Gris,apareció un animal que nunca había visto.

Parecía un perro pero sus patas eran mucho más largasy su hocico más prolongado.

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De repente, Pluma Gris escuchó una voz que le decía:—Tus palabras han llegado hasta mí. En respuesta, te

entrego este animal. Es como un gran perro pero puede hacermuchas cosas que los perros no son capaces de realizar. Escomo el fuego porque su cercanía les dará calor. Es como la lluviaporque les ayudará a conseguir agua. Es como la tierra porqueles ayudará a llegar hasta la caza. Es como el viento porquecuando corre parece que vuela. Puede ser manso pero tambiénpuede ser feroz. ¡Cuídalo bien, Pluma Gris!

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La voz desapareció y entonces las nubes se llenaron conlos animales que el Gran Espíritu había descrito. Eran de mil yun colores y su galope a través del cielo cortaba la respiración.

Pluma Gris sacudió la cabeza. ¿Habría sido un sueño?

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Sorprendido por lo que había visto en el cielo, Pluma Griscomenzó el descenso de la colina. Sentía que su corazón ardía conuna enorme alegría.

Pluma Gris se hallaba a unos pasos del poblado cuando lepareció escuchar el sonido de miles de truenos. Sin embargo, aquelruido no procedía del cielo sino de la tierra.

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Pluma Gris se volvió y entonces vio una manada deanimales de cuatro patas, de una altura superior a la de un serhumano. ¡Eran los mismos animales que había visto en el cielo!Podían haber aplastado a Pluma Gris pero no lo hicieron. Sedetuvieron a unos pasos de él y, resoplando suavemente por lanariz, lo contemplaron. Su mirada era tranquila y suave como lade un ciervo que no teme al cazador.

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Pluma Gris supo entonces que eran los animales que el GranEspíritu había regalado a su pueblo. Contento y agradecido al GranEspíritu, se dirigió hacia las tiendas de la tribu a lomos de uno de losperros grandes mientras el resto de los animales galopaba detrás de él.

Al escuchar el estrepitoso ruido, todos salieron de sus tiendas.

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En sus rostros se podía ver una mezcla de temor y de sorpresa.—¿Nos harán daño estos enormes animales? —se preguntaban.Pluma Gris sonrió y les dijo: —Son los perros grandes que nos ha regalado el Gran Espíritu.

Con ellos podremos perseguir a los búfalos y alcanzarlos. Asítendremos caza y no nos faltará la carne ni las pieles para el invierno.Debemos cuidarlos.

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A partir de entonces, la tribu de Pluma Gris nunca volvióa pasar hambre. Los perros grandes que les había regalado elGran Espíritu se convirtieron en una parte importante de suvida. Con el paso del tiempo, la tribu los llamó “caballos”. Alomo de caballo, cazaban y viajaban cada año.

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Cuando los miembros de la tribu emprendían el viajehacia un nuevo lugar de caza, colocaban en un lugar alto yresguardado los huesos sagrados de los seres humanos,los caballos y los búfalos que habían muerto.

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De ese modo y como criaturas creadas por él, el GranEspíritu los había unido para siempre, en la vida y en la muerte.

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