vilanova y piera conferencias
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VIAJE CIENTÍFICO
Á DINAMARCA Y SUECIA.
W O R S A E P R E S I D E N T E D E L C O N G R E S O P R E H I S T Ó R I C O D E i P f i f ) .
VIAJE CIENTÍFICO Á
DINAMARCA Y SUECIA CON MOTIVO
DEL CONGRESO INTERNACIONAL PREHISTÓRICO
CELEBRADO
EN COPENHAGUE EN 1869
P O R D. J U A N V I L A N O V A Y P I E R A
Y
D. F R A N C I S C O M. T U B I N O .
M A D R I D . IMPRENTA DE A. GÓMEZ F U E N T E N E B R O ,
BORDADORES,10.
1 8 7 1 .
INTRODUCCIÓN.
^ a n nueva es la Arqueología prehistórica a que mayormente se refiere este l ibro, que ni aun ha salido de los límites de la infancia, llenando, sin embargo, el mundo civilizado con sus hechos, mientras encadena la admiración de los doctos con sus maravillosas conquistas. Fuera violento desconocer que esta ciencia data de pocos años; derecho hay para decir que asistimos á su génesis, más no por esto habrán de negarse los esfuerzos que se hicieron antes de ofrecerla en el palenque de la discusión, dispuesta á vencer los reparos de la crítica y los ataques de la ignorancia , ni sus grandes crecimientos.
Si la antropología es la verdadera ciencia del hombre , la arqueología prehistórica comprende aquel linaje de labores que se relaciona directa é inmediatamente con los primeros pasos de ese mismo hombre sobre la faz de nuestro globo. En su legítimo conato de penetrar en los dominios de lo pretérito, comenzó el erudito por
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estudiar la historia constituida y hubo de hallar en ella nó los esbozos de la sociedad civil , sino descripciones más ó menos completas y exactas de períodos sociales relativamente perfectos. Los mitos clásicos que solían estimarse cual ligeras nubéculas que flotaban en losalbo-res de la historia, convirtiéronse por virtud de las comparaciones más juiciosas y del apoyo que la filología ministrara al investigador en admirables síntesis de ideas, propias no de pueblos infantes, sino de sociedades grandemente adultas. Apreciándose concienzudamente los monumentos artísticos y literarios de la India y del Egipto, vióse que argüían una antigüedad mayor que la corriente; y como por otra parte las controversias referentes á las razas hacían sospechar que los seis mil años asignados á nuestra especie no permitían las evoluciones que debió sufrir la primera pare ja , conforme á la doctrina monogénica, hasta presentarse, ya en los tiempos propiamente históricos con los caracteres diversos que determinan sus variedades, hubo de concluirse, que ni la cronología más admitida era exacta, ni las narraciones históricas, más que páginas incompletas de la gran historia humana. A robustecer esta tesis concurrió el hallazgo del hombre fósil y de los restos de su primitiva industria, afirmando su presencia sobre nuestro planeta en períodos anteriores á los últimos cambios experimentados por la corteza terrestre, y su contemporaneidad con animales que , ó desaparecieron por completo de la fauna viviente ó emigraron á latitudes donde las condiciones climatológicas les permitían la vida.
Quiso el sabio, ante estos hechos , poseer la clave que hubiera de explicárselos. Interrogó á la historia y la encontró muda; pidió auxilio á los monumentos más arcaicos, y no hubieron de responderle satisfactoriamente; llamó en su auxilio á las tradiciones y tocó su
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impotencia. Entonces, no hallando quien le asistiera, no conociéndose ni códice corroido, ni viejo pergamino, ni inscripción anticuada, ni trasunto legendario que calmara sus legítimos deseos, convirtió sus ojos del lado de las ciencias naturales y asociando ramas hasta aquel momento separadas, pensó que la historia del hombre era cosa distinta de lo que hasta entonces fuera, y por tal manera, surgiendo la arqueología prehistórica, hubo medio de encontrar en los vírgenes y ocultos horizontes geológicos, las huellas de la primitiva humanidad definitivamente borradas sobre la superficie del globo. T u v o razón de ser desde aquel instante lo prehistórico, que oponiéndose en parte á las afirmaciones del historiador, recibe sus crónicas a beneficio de inventario y se propone utilizarlas convenientemente cuando llegue el dia de reconstituir la historia del hombre , basándola sobre hechos positivos é inconcusos, producto de la observación y del filosófico análisis. Mas lo prehistórico ha pasado por los trances más rigorosos antes de estimarse como explendente victoria del moderno saber. Producto de •una larga elaboración, tiene sus raíces en las últimas centurias según demostraremos.
Comprende la Arqueología prehistórica, entre otros estudios no menos ricos en resultados admirables , el de las armas y útiles de piedra de que los hombres primitivos se sirvieron, ya en los distintos usos de la vida doméstica, ora en las funciones y actos de la vida civil ó religiosa. Las hachas de silex, diorita, jade ó cuarzo, que actualmente figuran en nuestros museos como testimonios fehacientes de la más rudimentaria industria, tienen una historia, abundante en curiosos é interesantes pormenores. Ocupáronse de ellas los eruditos de la antigüedad clásica, con ocasión de describirlas ó de narrar las virtudes especiales que les atribuian, señalando
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á la vez su origen, significación y naturaleza. Imbuidos griegos y romanos en los más crasos errores tocante á la meteorología y á los demás fenómenos de la naturaleza , atribuyeron una procedencia absurda á los aereo-litos, creyéndolos merecedores de especial veneración; y confundieron con estos restos de animales reducidos á sustancia mineral por virtud de la fosilización, y las hachas y puntas de lanza que sobre la superficie terrestre habían dejado, como señales auténticas de su paso, los hombres primitivos.
Varias fueron las piedras que en la antigüedad recibieron culto. Habla Sanchoniaton de las llamadas betulos, representación, según los sacerdotes, de la divinidad, atribuyéndolas virtudes protectoras que llevaban á las gentes á colocarlas en aquellos lugares venerados que se querían precaver contra todo peligro. E l be tul o, que era simplemente un erizo de mar en estado fósil, se consagraba á Júpiter y á Saturno, diciéndose que un betulo fué el que Rhea ofreció á la voracidad del último, en lugar del padre de los dioses. Ocúpase Sotacus extensamente de los betulos clasificándolos detenidamente , barajándolos con otros fósiles y con restos de la industria humana. Como los fenicios, griegos y romanos, los hebreos dieron en la superstición de los betulos, que aún se conserva entre algunos pueblos orientales; si bien se opina que los betulos reverenciados en la K a a b a , en el Nepol y en Cachemira, no son fósiles sino piedras meteóricas.
Eran estas designadas por los griegos con el nombre de brontias, haciéndolas proceder del trueno. Si los betulos tenian el don de la palabra, gozaban de automatismo y eran la morada de los genios, la brontia equivalía á un testimonio directo de la cólera divina, y en este concepto Plinio trata de ellas asimilándolas á los
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betulos, pensando que unas y otros debían incluirse entre las piedras de rayo. Betulos, brontias y glosope-tras, tienen puesto privilegiado entre los objetos del culto pagano; la liturgia trata frecuentemente de ellos, y tradiciones venerandas decían, que en hombres se transformaron las piedras que sobre la tierra arrojó Deucalion después del diluvio, y en mujeres las que Pirra lanzara de su mano.
Poco nos importa conocer las preocupaciones de los antiguos acerca de los fósiles y meteoritos en general, sino sus creencias particulares sóbrelas ceraunias. Consideráronse como tales en Grecia y Roma las hachas de piedra, de que se sirvieron auctotones y aborígenes, llamándolas piedras de rayo, discurriendo que del rayo provenian y concediéndolas virtudes misteriosas y propiedades curativas que obligaban á tenerlas en grandísima reverencia. Cayó el mundo antiguo con sus falsas doctrinas, pasaron siglos y siglos, las luces de la civilización inundaron con sus resplandores las más apartadas comarcas del planeta, y sin embargo, no en las regiones dilatadas del Oriente, no entre los indígenas de las pampas ó entre los nómades del Sahara , sino en plena Europa, en Francia , en Alemania, en España, las gentes sencillas que habitan los campos y las aldeas, siguen abrigando las supersticiones que tanto nos admiran cuando las vemos en gran predicamento, bajo los arquitraves del Pórtico ó al amparo de la Basílica romana.
Asimilando los antiguos las ceraunias á las demás piedras sagradas, rendíanles idolátrico culto, colocándolas en sitios reservados : tomaba la ceraunia su nombre del rayo , y se escribiaque Júpiter la arrojaba desde lo alto, señalándose algunos parajes, como ciertos montes vecinos al mar Caspio , y el de la Quimera en el Epi-
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r o , donde este fenómeno se repetía con frecuencia, motivando el que se les designara, según Ovidio, con el epíteto de ceraunios. Colocaba Plinio la ceraunia entre las piedras preciosas; y con ella se hacia , al decir de algunos, la mutilación á que voluntariamente se condenaban los sacerdotes de Cibeles. Sabido es que Saturno recibió de su madre, la tierra, una guadaña de piedra ó instrumento cortante, y también un instrumento de piedra se empleó por los israelitas en la circuncisión. Figura la ceraunia en la diadema de los soberanos, lleváronla al cuello como amuleto los servidores de la ya mencionada Cibeles, y con su auxilio se ganaban batallas, se rendían ciudades y se apresaban flotas. Aseveran Sotacus y Plinio que tenían la forma de un hacha (símiles securibus) y tan grande debió ser su popularidad, que entre los modismos de la lengua latina , conocióse el siguiente: Jovem lapidem jurare. Jurar por Júpiter con un guijarro. Decíase de aquellos que juraban solemnemente por Júpiter teniendo en la mano una piedra mientras pronunciaban la siguiente fórmula adoptada por la costumbre. Si sciens fallo, tum me, Diespiter, salva urbe arce qui boni ejiciat, uti ego hunc lapidem.
A semejanza de los helenos y latinos , los pueblos del Norte reverenciaron las piedras de rayo , llamadas por los alemanes del Renacimiento der glatte Donner stein, frase de significativo sentido que nos llevaría á una muy curiosa digresión de permitirlo la índole de este trabajo.
Cuéntanos Prudencio que los germanos usaban el traerlas engastadas en sus cascos; durante la Edad media lleváronse suspendidas al cuello á guisa de amuletos; y Helwing, ministro de Angerbourg, en Prusia , refiere que fué necesario en el territorio que gobernó , recurrir al brazo secular á fin de poner en algún tanto término á las excesivas supersticiones de sus administrados en
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cuanto se refería á este particular. Aun viva permanece en algunos distritos de Andalucía y Extremadura, según nuestras particulares investigaciones, la idea de que las hachas que usaron nuestros antepasados proceden de la atmósfera, atribuyéndoselas una influencia benéfica en determinadas circunstancias. Aseveró Rumphius que el culto de estas piedras fué conocido desde antiguo en la China, y los primeros historiadores de la América latina nos anunciaron que también en aquellos climas eran reverenciadas.
No fueron más avisados los físicos y eruditos de la Edad media y aún del Renacimiento en cuanto se refiere al origen de las pretendidas piedras de rayo. Lo mismo Eucelio , San Isidoro, Alberto el Grande y Cardano que Paracelso, Kentmann, Gesner, W o r m s , Lang y Bohn sostuvieron su origen celeste, dejándose influir por los errores de los naturalistas de la antigüedad. Cierto es que hubo quien como Agrícola puso en duda la procedencia atmosférica de las ceraunias , incluyendo la contraria opinión entre las creencias del vulgo. T a m bién Boecio de Boot rechazó la doctrina pagánica, no atreviéndose por tanto á aceptar el fallo de los que ya en su siglo sospechaban ser útiles é instrumentos producidos por la industria del hombre , eludiendo la dificultad con decir que las ceraunias eran simplemente objetos de hierro trasformados en piedra por la acción del tiempo. Quizá podria pensarse, al notar la persistencia con que los antiguos sostuvieron tan equivocadas doctrinas, y la falta de valor con que los doctos de los siglos medios y del Renacimiento , se condujeron en lo que á este particular respecta , que ni unos ni otros tuvieron la más leve noticia de períodos anteriores al conocimiento y uso de los metales. Posible es que haya quien calcule que hasta los tiempos presentes no se ha hablado de épocas
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agenas.á toda civilización, en las cuales el estado de los hombres era idéntico en un todo á aquel que hoy alcanzan los salvajes del África, de la América meridional ó de la Oceanía. Preciso y conveniente es demostrar lo contrario. La realidad de una época prehistórica , siquiera no se la diera este nombre , fué no sospechada, sino rotunda y claramente afirmada por reputados escritores de la antigüedad; y por lo que respecta a la Edad media, el poema Francique , citado por la Academia de Inscripciones y Bellas Letras de París , escrito al parecer durante el siglo VIII de nuestra Era , describe el combate de dos guerreros francos Hildebrando y Ha-libran, que se atacan con un arma primitiva , denominándola staimbort, vocablo compuesto de otros dos, piedra , stein y bart ó bard hacha.
Llegamos á lo moderno, y el error no desaparece totalmente de entre los sabios; las muchedumbres no se han librado de él ni aún en nuestros dias. Miguel Mercan , erudito del siglo X V I , escribió una obra descriptiva de los objetos curiosos de naturaleza metálica, que se conservaban en el Museo Vaticano. Impreso este libro en 1 7 1 7 , gracias á la munificencia de Clemente X I , y con notas de Juan María Lancisio , podemos gozarlo. Hallamos en él que Mercad describe en el capítulo X V las ceraunias _ cuneiformes , mostrando la lámina que acompaña al texto que se trataba de varias hachas de la segunda edad,.guardados en las ricas colecciones del Vaticano : divídelas Mercati en tres clases que se distinguen entre sí por su figura y color, diciendo que comunmente se cree que los rayos las arrojan del cielo, y que el tercer género solo se halla en los parajes heridos por el rayo.
No participando de estas doctrinas el anotador del libro, asevera que no conocia argumento que confirma-
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ra el pretendido origen de las ceraunias, negando fueran productos del rayo; y calificando de fabulosas las cosas que tocante á ellas se escribían, aduce con tal motivo varias razones y explica las supersticiones de que fueron ocasión entre los antiguos , sin señalar su verdadera procedencia. En el capítulo X V fíjase Mercati en las ceraunias comunes, que el vulgo denomina saetas, hallándolas labradas con los tres filos de las lanzas, siendo su materia el pedernal. Enséñanos la lámina ilustrativa que las que se llamaban ceraunias comunes, eran puntas de flecha semejantes á las que se descubren actualmente en la Liguria y la Toscana. Reconocía Mercati que la opinión estaba dividida respecto á estas piedras , que para la mayor parte de los hombres procedían del rayo, si bien los que conocían á fondo la historia , según é l , creían que fueron cortadas de durísimos pedernales para servirse de ellas en la guerra antes de que se comenzara á usar el hierro. Mercati no se decide entre ambos pareceres, aún conociendo hechos muy elocuentes que le ponían ante los ojos la flaqueza del primer juicio. Dice la Biblia que Sefora , mujer de Moisés , introdujo entre los israelitas la costumbre de poner una piedra muy aguda en la punta de la lanza. Al entrar Josué en Palestina, mandóle Dios preparase dos cuchillos de piedra para el mismo uso , de donde provino la costumbre hebraica de circuncidar con pedernales.
Más adelante establece la buena doctrina, explicando cómo pasó el hombre del uso de sus manos , dientes y uñas , al de los palos y piedras, y no obstante su visible timidez, es indudable que fué el primer autor moderno que proclamó la doctrina prehistórica, sin concederla por supuesto su verdadero nombre. Las meras sospechas de los escritores antiguos conviértense para él en realidades positivas, y cita una época en donde los
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hombres no vivieron ágenos al conocimiento de los metales , empleando en los usos de la vida las armas y útiles de piedra y hueso que se fabricaban con sus propias manos. No podia Mercad resolver la cuestión cronológica, ni decir nada relativamente á la edad atribuida al género humano.
Contemplaría la próxima centuria la aparición de la hipótesi preadamítica sostenida por La Peyrere y combatida por Pythius , Hulvius y Revius , entre otros: sus-citaríanse luego las controversias cronológicas, terciando en ellas los primeros talentos de la Europa , y llegaría un dia en que formulado el tema del hombre fósil, traería laboriosas pesquisas y sorprendentes descubrimientos.
Desde mediados de la décimasexta centuria, por lo menos, las hachas de piedra, puntas de flecha y lajas de pedernal, comenzaron á figurar en Museos públicos y privados. Conrado Gesnerio, naturalista que en 1565 publicó un tratado de las cosas fósiles , siendo condenado por la Inquisición de Alcalá que en 20 de Enero de 1 6 1 4 , tachó de la portada de su obra estas palabras : libro 110 solo útil y agradable para los médicos, sino para todos los aficionados á las cosas de la naturaleza y de la filología , habla de la frecuencia con que en España y Alemania se hallan, c i tándolas que dibuja Reut-man , las que vio Eucelio y las que él mismo poseia ó contempló en casa de un su amigo, reproduciendo las figuras de varias recogidas en Torga en 156 1 , á doce codos de profundidad y en Culemberg y Siplitz : Boet de Boot , Aldrobando , Montfaucon, Everard , Vallisnero, recuerdan otros ejemplares, y Beuter , historiador de Valencia, dice textualmente lo siguiente: «Agora, en el año del Señor de 1 5 3 4 , cerca de Fuentes , á media legua de Cariñena de Aragón, donde está un monasterio de Cartujos, se ha hallado en un campo lleno de montes de
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tierra , cavando por otra ocasión, que estaba poco debajo de t ierra, gran multitud de huesos grandes y de armas hechas de pedernal, a manera de hierros de saetas y de lanzas, y como cuchillos á manera de medias espadas y muchas calaveras atravesadas de aquellas piedras como de hierro de lanzas y saetas.» E n 1686 M. Cocheret, se persona ante la Academia de Inscripciones y Bellas letras de Par í s , y la ofrece huesos y piedras que ha encontrado en una tierra suya cerca de Passy (Normandía): las piedras, según la nota académica, estaban talladas en forma de hachas y con mangos de cuernos de ciervos, habiendo la apariencia de que correspondían a una época en que no se conoció el uso del hierro.
E l espectáculo que ofrecían los salvajes de la América no usando otros instrumentos y armas que los de piedra ó hueso, debió iluminar á los eruditos, facilitándoles la explicación categórica y concluyente de un hecho en torno del cual giraban sin acabar de comprenderlo. Ulloa habia descrito las armas de piedra encerradas en las tumbas de los antiguos peruanos; Torquemada explicó cómo los mejicanos labraban las suyas con núcleos de obsidiana : otros historiadores hablaban de las hachas extraídas de las sepulturas francas ó germánicas, y como fruto de los esfuerzos de viajeros inteligentes, se gozaban ya en Europa multitud de objetos exóticos que servirían de base á los fundadores de la etnografía.
Jussieu antes que nadie utiliza en su «Disertación acerca del origen y usos de las piedras de r a y o , » impresa en 1723 en las Memorias de la Academia de Ciencias de P a r í s , estos antecedentes y elementos; fundando la arqueología comparada , y combatiendo de frente toda explicación sobre las hachas que no señale
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su procedencia humana. Una poca de atención hacia las piedras semejantes procedentes de América y del Canad á , bastóle para descubrir la verdad. Iluminado por la etnografía equipara las primitivas naciones de Europa á las tribus salvajes de América , proponiendo que la docta Asamblea , al acoger sus opiniones, declare que las piedras de rayo no tienen nada de animal , que su origen es evidente y seguro, desde que se ven muchas idénticas que han sido talladas por los americanos con el fin de hendir sus maderas y armar las flechas. Asiente la Academia á la idea de que los aborígenes europeos, experimentando un dia la falta de metales , ejecutaron lo propio que ahora practican los del Nuevo Mundo , y termina afirmando que si los fósiles son monumentos de grandes revoluciones físicas, las piedras labradas lo son de otra gran revolución que podría llamarse moral y cuyo conocimiento facilitaría por extremo el estudio comparativo del nuevo y del viejo mundo.
Presentó Mahudel en 1 7 3 4 a la Academia de Inscripciones y Bellas letras su Memoria sobre las pretendidas piedras de rayo. Refiere la historia de la superstición que las acompaña y sostiene que son pruebas de la industria de los primeros hombres , fundando la teoría de una época anterior á los metales, con varios razonamientos; mas ni adelanta en el camino abierto por Jus-sieu, ni saca el debido fruto de sus sabias observaciones contentándose con encajar el período que llamaremos prehistórico, en el lapso que media entre Adán y Tubal-cain, pretendiendo que los instrumentos con que se construyó la ciudad de Enoch fueron de piedra. Agradezcámosle, sin embargo, el estudio comparativo que hace de los ejemplares conocidos, las figuras que reproduce, y la exactitud con que explica el mecanismo usado por los
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antiguos para labrarse sus armas. Fué Mahudel un vul-garizador cuyos servicios sería injusto menospreciar. A la altura á que la investigación habia llegado, reclamaba su mejor éxito, un ensayo de clasificación sintética que permitiera colocar los hechos en sus series respectivas, Eccard y Goguet, en el comedio del siglo X V I I I , aquel inquiriendo el origen de los germanos, éste historiando los progresos sociales, echaron los cimientos de las tres edades antehistóricas, separando distintamente las de la piedra, de las del bronce y el hierro.
Triste es recordar que nuestro Padre Torrubia , persona de ilustración reconocida, continuó apegado en parte al error ya descubierto, defendiendo que las cerau-nias «eran piedras figuradas por la naturaleza.» En cambio Marin y Mendoza en su Historia de la Milicia Española desde las primeras noticias que se tienen por ciertas, hasta los tiempos presentes, sacada á luz por Sancha en iy55 , es el primero que en idioma español escribe frases acertadas en orden al tema que mueve nuestra pluma, aceptando la existencia de las edades antehistóricas, cuyos caracteres distintivos fija con acierto.
Registran los anales del Instituto Real de Francia, otra Memoria acerca de esta materia escrita por Mon-gez en 1804; presenta este mismo un segundo trabajo en 1 8 1 5 , donde estudia una preciosa hacha extraida del Sena en un paraje próximo á Abbeville; generalízanse en 1821 las observaciones, hablase ya de la repetición con que se recogen las hachas en la antigua Escandina-via , en Alemania , Gran Bretaña y Norte y Mediodía de Francia , y Mongez atribuyelas en mucho á los normandos y á los primeros trancos que atravesaron el Rhin. Falta quien se decida á salvar los límites de la historia conocida; la cronología dominante aún goza de grandí-
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simo prestigio, adivínase un ciclo anterior al uso de los metales, pero incluido en la serie histórica, dentro de cuyo estrecho círculo se agitan filósofos, eruditos y arqueólogos. Necesítase un genio que busque en otra parte la clave de los descubrimientos que empiezan á preocupar los ánimos, una voluntad bastante enérgica que prescinda de toda cronología histórica, y que llevando la investigación del lado de las ciencias naturales, pida su consorcio á la geología y á la paleontología, ramas del humano saber confinadas hasta entonces en el estudio del naturalista. Nadie habia sospechado que el historiador pudiera preocuparse de lo que guardaran los estratos geológicos en sus vírgenes y no removidas entrañas, nadie que sin el anatómico y el paleontólogo fuera imposible adelantar positivamente en el conocimiento de las fases por que en su desarrollo habia pasado la humanidad; nadie, en fin, la conveniencia de buscar en el fondo de las turberas, bajo la dura capa esta-lagmítica que cubre el piso de las cavernas, los documentos del hombre primitivo y de su naciente industria.
Ni la Edad media ni el Renacimiento consiguieron, como anteriormente indicamos, rasgar el tupido velo que cubría los fenómenos de la naturaleza. Sostenían los tísicos las ideas más erróneas sobre ellos, y por lo que particularmente afecta al estudio de los restos fósiles, sus doctrinas pueden darnos la medida de lo que sabían y alcanzaban respecto á química, física y meteorología. Habia quien los hacia descender del cielo, y lo corriente era atribuirlos á caprichos de la naturaleza. Para apoyar una y otra opinión, inventábanse las teorías más descabelladas, hasta que habiéndose despertado en Italia, en los comienzos del siglo X V I , cierta afición á las pesquisas geológicas, suscitóse consiguientemente una viva discusión acerca de la naturaleza real de los fósiles, tomando
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en ella parte no pocos naturalistas. Continuaba creyéndose en la existencia del jugo lapídeo, en la eficacia del influjo de los cuerpos celestes, en cierto movimiento rotatorio de los terrenos; empero el célebre Leonardo de Vinci , Fracastor, Mattioli, Bernardo de Palissy, el danés Stenon, el pintor Scilla, con otros sabios que no podemos nombrar, acumulan el número de hechos suficiente para que un dia se pueda constituir la ciencia de los Owens , Werners , Spallanzanis y Saportas. Leibnitz había sido de los primeros en negar que los fósiles fueran caprichos de la naturaleza, segundóle en 1706 la Academia de Ciencias de París , y sucesivamente buscáronse explicaciones más racionales al fenómeno, hasta que organizada la geología facilitó campo para que el gran Cu-vier creara al impulso de su talento la ciencia paleontológica.
Intimamente ligado el problema del origen del hombre con el de los fósiles, claro es que no podía progresar sin que este adelantara. Poruña parte creíase en los gigantes, tomando por tales los restos de animales de grandes dimensiones, puestos al descubierto por accidentes fortuitos. Desde San Agustín y Luis Vives hasta Kircher y Torrubia, admitióse la gigantología como cosa indiscutible. Por otro lado se negó la posibilidad de descubrir el esqueleto del hombre antidiluviano, hasta el punto de declarar Cuvier sin valor alguno el magnífico fósil desenterrado en 1823 por Amí Boué , evidente testimonio del funesto error en que estaba imbuido el hábil naturalista.
Mientras que esto ocurría, el estudio del horizonte geológico, llamado terreno cuaternario, adelantaba considerablemente. En él habían de encontrarse los testimonios del hombre y de su primitiva industria, remontando su aparición sobre la tierra á edades de que ni
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aún presentimiento tuvo la antigüedad. No se contentaban los arqueólogos con explorar dólmenes, túmulos y cromlechs, sino que también removían los aluviones fluviátiles y los terraplenes de las cavernas. En 1 7 1 5 , Conyers descubrió cerca de Londres un fragmento de silex asociado á un hueso de elefante; en 1797, Frere extrajo de una formación de agua dulce del condado de Suffolk, varias hachas acompañadas también de huesos de un pro'ooscidiano, y tuvo el arrojo de afirmar que el conjunto correspondía á un mundo anterior al presente. Abriéndose un canal en Holanda por los años de 1 8 1 5 á 1 8 2 3 , hállase una mandíbula inferior humana con restos de animales gigantescos , todo en estado fósil. Mr . Crahay sostiene que en 1823 habia sido extraído de un depósito cuaternario situado en Hocht el cráneo de un hombre. Recogen Tournal y Christol de 1828 á 1829, en una caverna del Sucl de Francia , huesos y dientes humanos y cerámica grosera, revueltos en una brecha estalagmítica que contenia restos animales ; y defienden la contemporaneidad del hombre y de los mamíferos extinguidos , combatiendo su doctrina el competente geólogo Desnoyers, que un dia confeso y convencido, declararíase ardiente mantenedor de lo prehistórico. Promueven estos hechos una violenta reacción: si los incrédulos con Voltaire negaron la posibilidad de encontrar restos animales anteriores al diluvio, posteriormente se combatiría por los protestantes á Boucher de Perthes , asegurándose que con sus descubrimientos servia los intereses del catolicismo, y el dia llegaría en que , escritores llevados de un laudable pero excesivo celo, fulminaran los rayos de sus anatemas , contra los hombres de buena fe que sin otro móvil que el honrado deseo de poseer la verdad, se dedicaban á este linaje de investigaciones.
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BoucherdePerthesen Francia , desde 1826, Schmer-ling en Bélgica, desde I 8 3 I , entréganse con ardor inusitado á remover aluviones y cavernas, pretendiendo sacar de ellos los comprobantes de la existencia antidiluviana de nuestros antepasados. Recoge abundantes testimonios el segundo de la contemporaneidad del hombre y de los mamíferos extinguidos, probando por tal manera la aparición de aquellos sobre la tierra antes de las últimas alteraciones geológicas, pero muere sin que el mundo científico haga justicia á sus conatos. Más afortunado el primero, sostiene titánica lucha con sus contemporáneos. Persigúele unas veces la maldad, otras el fanatismo, siempre la indiferencia; aguijado por el noble deseo de ser útil á la humanidad, no descansa ni un momento, no desmaya nunca, no ceja de la línea que se ha trazado, y como el timonero avezado á luchar con las tempestades, fija su rumbo y á él se encamina, desafiando y venciendo toda clase de escollos y peligros. Ponían los geólogos en duda los hallazgos de Schmerling; decían que los huesos confundidos en las cavernas habían podido ser acarreados por corrientes de agua, que los tomaron en puntos apartados: menester era encontrar al hombre asociado al mamífero extinguido, en una estación abierta, al aire libre, en un terreno no removido por ningún agente extraño.
Repítense desde esta fecha los hallazgos é investigaciones en varios puntos de Francia. Sin ponerse de acuerdo, diversos naturalistas secundan cada uno á su modo , los esfuerzos del ilustre Boucher de Perthes. Los ingleses Lyell , Falconer y Prestwich , lumbreras de la geología y la paleontología no permanecen ociosos; en el Norte escandinavo señálase un florecimiento arqueológico que á la manera de las auroras boreales, en aquellos climas tan frecuentes , esparcirá sobre la Europa
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entera las verdaderas luces de lo prehistórico. Nilsson en Suecia , Momsem, Forchhammer, Worsaey Steens-trup en Dinamarca, investigan turberas , túmulos dólmenes y quioquenmodingos, y la clasificación exacta de las edades desconocidas , brota de aquella extremidad, donde se agiganta una" viril civilización que sorprenderá un dia al resto de los europeos. Boucher de Perthes publica de 1847 á 1857 el segundo tomo de sus Antigüedades celtas ó antidiluviales; la contienda se hace por momentos más ruda, los contradictores son numerosos, y los documentos que se exhiben no satisfacen. Primero se declararon absurdas las pretensiones de tan distinguido anticuario, ahora se dice que carecen de comprobación ; mas esta no se hará desear largo tiempo : conviértese en 1829 Lye l l , y en la reunión que celebra la «Sociedad británica para el desarrollo del saber» proclama como legítimos los descubrimientos hechos hasta entonces en Abbeville.
Acuden tras estos sabios otros no menos decididos, y en tal situación llega i863 , en cuyo mes de Marzo descubre Boucher de Perthes la célebre mandíbula humana de Moulin Quignon , que motivando un debate memorable en los fastos científicos , justifica y sanciona las pretensiones de la arqueología prehistórica que desde aquel dia es considerada como una de las más grandes del siglo X I X .
Corre la fausta nueva por el mundo y promueve generosos entusiasmos en todas partes. Abrense las puertas de las Academias á los nuevos estudios, los museos buscan con afán los testimonios genuinos de la industria primitiva, explóranse con ahinco turberas, dólmenes, aluviones y cavernas, y la Suiza ofrece sus palafitos como inesperada comprobación de las edades antehistóricas. No nos es posible citar nombres, pero fuera en nos-
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otros taita imperdonable callar los de Troyon y Morlot, que hacen por la triunfante doctrina lo que las generaciones futuras no les agradecerán nunca bastante. Popu-larízanse los trabajos de los anticuarios del Norte y lo prehistórico se organiza en cuerpo de verdades y hechos científicos que resiste las mayores pruebas. Hé aquí como bajo la relación cronológica se subdivide la época prehistórica :
Edad de la piedra tallada ó paleolítica. E s la más antigua.
Edad de la piedra pulimentada ó neolítica. Edad del bronce. Edad del hierro. Encajan las cuatro hasta ahora , en el terreno cuater
nario, en cuyos límites se ha reconocido como indubitable la existencia del hombre, aunque nuevos hechos inclinan á sabios tan eminentes como Quatrefages, á admitir la aparición' de nuestros mayores en los horizontes pliocenos, como sostenían hace tiempo el abate Bour-gois, Desnoyers, Vogt , Mortillet, con otros geólogos no menos discretos.
A la clasificación puramente arqueológica corresponde la zoológica. Estudiando el insigne Lartet las evoluciones de la fauna cuaternaria, establece las siguientes coincidencias :
Edad paleolítica. Época del Ursas speleus. (Oso de las cavernas.)
Edad neolítica. Época del Elephas primigenius (Elefante primitivo), y del Rinoceras thicorhinas. (Rinoceronte de narices tabicadas.)
Edad del bronce. Época del Cerpus tarandus. (Reno.)
Edad de hierro. Época del Aurochs. (Bisonte europeo.)
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Defiende el mismo Lartet la contemporaneidad del hombre con animales que desaparecieron por completo ó que emigraron de las regiones que antes frecuentaran ;
no pudiendo sobrellevar las modificaciones climatológi. c a s ; formula Pictet la tesis filosófica del hombre fósil, preguntando en qué momento habia aparecido, cuál era el estado geológico de la superficie del globo en ese instante y qué animales vivían entonces. Por su parte Co-llomb, con Desor , Martins, Le Hon, Keyserling y otros varios, estudian las épocas glaciales en cuanto puede convenir á la ciencia consabida; Lucae , Retzius , Baer, Morton, Vogt , Busk , Schaffahausen, Broca , Huxley, Owen, dedícanse á la craneoscopia; Enrique Martin, Bosteten, Bertrand, Fergusson, á los monumentos mega-líticos; Keller y Rut imeyer , á los palafitos helvéticos; Heer aprecia su flora; Fallemberg analiza los bronces quede ellos se extraen; Capellini, Cocchi, Ponzi, Anca, Pigorini exploran las terramares, necrópolis y cavernas de la Italia; Rossiy Ponzi levantan la bandera prehistórica en Roma, y con ella en la mano recorren las catacumbas ; Dupont admira en Bélgica con su constancia, reanudando con éxito las labores de Schmerling; Spring adivina las costumbres de los aborígenes; Lubbock traza los caracteres de la civilización más rudimentaria, utilizando la etnografía como testimonio de la rectitud de sus asertos; Steenstrup explora los quioquenmondingos de las costas dinamarquesas, y halla en ellos los restos del hombre , de su industria y de la fauna que le acompaña; Noggerath escribe á propósito de las enfermedades en los huesos de los mamíferos que han vivido antes que el hombre; Ruprecht calcula el tiempo que ha sido necesario para la formación de las turberas; W i l d e , Shirley y Robertson investigan los crannoges de la Irlanda; Shaw y Madden los del África septentrional; Irby y
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Mangless los dólmenes de Palestina; Engelhart los dinamarqueses; en Suiza, Franc ia , Suecia , Inglaterra, Dinamarca y Alemania se erigen museos consagrados a recoger fósiles, hachas, puntas de flechas, restos cerámicos y percutores; y las sesiones del Congreso internacional de Arqueología y Antropología prehistóricas, celebradas sucesivamente en Neufchatel, P a r í s , Norwich y en Copenhague según nos proponemos reseñar en este libro, dándose la mano con las Sociedades antropológicas establecidas en París , Londres, Munich y! F lorencia, contribuyen á que en reducido número de años lo prehistórico adquiera una robustez, una autoridad, un brillo, que ninguna otra ciencia consiguió alcanzar en idéntico período.
Siguen hoy estos estudios los primeros naturalistas y arqueólogos de ambos mundos, pues al movimiento propicio á ellos que en el antiguo se nota, corresponde otro no menos consolador y halagüeño en aquellas regiones trasatlánticas donde la cultura ha crecido. Figuran sus representantes en las Academias, Universidades é Institutos más notables; enriquécese su literatura de dia en dia con estimables producciones; votan los gobiernos subsidios para auxiliar las pesquisas individuales; y publícanse Revistas científicas donde se registran con escrupulosa exactitud todos los hechos que pueden interesarles.
No fué extraña totalmente á estos progresos la Península Ibérica, aun dadas las especialísimas circunstancias en que he vivido, no muy favorables para la dilatación del saber. No mencionaremos, al narrar los primeros pasos de la arqueología prehistórica en España y Portugal, los trabajos hechos por eruditos de otros tiempos , ganosos de inquirir lá filiación de los aborígenes de nuestra Península. Víctimas de prejuicios aceptados co-
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mo verdades inconcusas, no les fué dado ni siquiera plantear el problema en sus términos verdaderos. Redu-jéronse sus esfuerzos, por regla general , á interpretar con mayor ó menor acierto las fábulas mitológicas, atribuyéndoseles por acaso, el valor histórico que más cuadraba á los sistemas particulares que defendían. Ni se comprendió la importancia de la arqueología en cuanto hacia relación á los monumentos de cierto carácter : pasaron desapercibidos durante largos años los célticos, hasta que propagados estos estudios allende el Pirineo, hubo también quien entre nosotros deseara estudiarlos.
Y a citamos lo dicho por Beuter en i53-}., sóbre las armas y útiles verdaderamente prehistóricos descubiertos en Aragón: también reprodujimos las palabras de Marín y Mendoza que tuvo la gloria en iy55 de sostener en España la existencia de un período social anterior al conocimiento de los metales. Torrubia , aunque conoció las ceraunias, víctima de errores deplorables , creyólas juego de la naturaleza; y si se descubrían antigüedades que no revelaban un origen claramente romano; nuestros eruditos contentábanse con referirlas á fenicios ó cartagineses;, sin acordarse ni aun de los celtas, cuyas huellas tan profundamente grabadas habían quedado en algunas de nuestras regiones. Mencionó Fária Severim las construcciones célticas de las Beiras; Mendoza de Pina ilustró en el siglo pasado las antas de Pomares, Mon-tenor y Arrayólas, y en el presente Mitjana publicó una interesante Memoria acerca de la llamada Cueva de Menga, en Andalucía, y Sanahuja más de un papel relativamente á las ruinas ciclópeas de la región tarraconense. Otros escritores han discurrido antes y después sobre los primitivos terrícolas ibéricos, dentro siempre de los límites de la cronología histórica, no con el sentido y la tendencia científica de los prehistóricos. Assas,
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Fernandez-Guerra, Rada y Delgado y Fulgosio aparecen entre los primeros; Murguia con mayores pretensiones ha escrito páginas importantes sobre los celtas de Galicia; mas justo es repetir que el hombre fósil no tuvo en España un paladín détidido hasta que alzó su enseña el laborioso y entendido ingeniero de minas D. Casiano de Prado.
Grande aficionado á la contemplación de la bella naturaleza, geólogo distinguido, varón de nobles y elevados sentimientos, cúpole la buena suerte de comunicar con sabios extranjeros que le iniciaron en las primeras verdades de la paleontología. Nombrado, después de prestar señalados servicios á la patria, vocal de la comisión encargada de levantar el mapa geológico de España , y posteriormente individuo de la Junta general de Estadística, escribió con tal carácter y como resultado parcial de sus tareas, la Descripción física geológica de la provincia de Madrid (1864; que aquella corporación incluyó en el número de sus publicaciones. En los Anales de la bibliografía hispano-lusitana, este es , que sepamos, el primer libro donde clara y explícitamente se trata de la ciencia del hombre, en la dirección superior que le habian dado los anticuarios.
Recorriendo las páginas de la «Descripción,!) nótase que ya desde i85o Prado habia visto en el diluvium de San Isidro, sobre el Manzanares, objetos de silex, si bien confiesa con la ingenuidad del hombre honrado, que ni la menor idea tenia de su significación por aquel entonces. Excitaron, no obstante, su curiosidad; recogió algunos y repitió sus excursiones á San Isidro durante los años 18 51 á 1 8 6 2 , si bien sus miras se encaminaban á corroborar y ampliar observaciones geológico-paleonto-lógicas de suma importancia. Vino á Madrid afortunadamente , en la última de las fechas citadas, el eminente
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naturalista M . de Verneuil, acompasándole M. Luis Lartet , hijo del célebre paleontólogo del mismo apellido , y uniendo al primero con Prado la más fraternal amistad, dirigiéronse todos á San Is idro, deseosos de confirmar juicios anteriores, acerca de la formación diluvial que allí se señala.
No bien hubieron llegado al término de su excursión, cuando el anciano Verneuil acercóse al capataz director de las escavaciones que con fines muy ágenos á toda especulación científica se hacían en aquel punto, preguntándole si habían recogido alguna piedra particular, y como la respuesta fuese afirmativa, encamináronse los geólogos al tugurio del obrero, donde éste les mostró una no escasa cantidad de verdaderas hachas paleolíticas que conservaba separadas. No ocultaron su júbilo los franceses ante aquel que calificaban preciosísimo hallazgo; y explicando á Prado su valor, eligieron un ejemplar que presentaron á la Sociedad geológica de París , ocupándose de él su Boletín. Desvanecidas las dudas de Prado, confesóse desde aquel momento sostenedor de la doctrina antehistórica, y en lo sucesivo no sólo procuró seguir de cerca el curso de los debates que allende el Pirineo sostenían amigos y adversarios de la antigüedad del hombre, sino que también dióse á recoger en las localidades de la Península que visitaba, cuantas noticias y materiales podían contribuir al esclarecimiento de los temas controvertidos.
En su citada Memoria recomendó Prado la conveniencia de reconocer las cavernas hispánicas, redactando para facilitar la empresa, una nota de las principales; ocupóse en estudiar extensamente el terreno cuaternario de la provincia de Madrid y de la acción glaciaria de la sierra de Guadarrama; habló del famoso cráneo de Gi-braltar que conocía gracias á la liberalidad de M. Falco-
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ner su amigo, y mostróse al corriente de lo escrito por Lyell en su Antigüedad del hombre y por Boucher de Perthes en sus Antigüedades célticas y antidiluviales, acogiendo sin reserva las opiniones defendidas por el último. Al tratar del terreno moderno, vuelve Prado á ocuparse del hombre primitivo, y aceptando el método de los anticuarios del Norte , recuerda las señales que de la existencia de nuestros semejantes durante aquel, le han suministrado sus correrías por la provincia de Madrid. Por tal camino, elevándose nuestro autor á la esfera de la filosofía positiva, tomaba partido como pensador, en las filas de los cultivadores de la arqueología prehistórica, cuando en España era poco menos que desconocida.
Informes verídicos recogidos de labios autorizados, nos dan derecho á afirmar que desde que Prado se inició en la nueva ciencia, ella fué su preocupación constante. Entre sus publicaciones hemos tenido la suerte de ver una circular dirigida á los ingenieros jefes de las provincias como vicepresidente de la comisión permanente de Geología; en ella, al señalarles los fines que debian proponerse para servir á la patria, escribe los párrafos siguientes que no deben olvidarse: «La Geología que bien considerada no se puede mirar sino como la historia de la tierra, se enlaza en sus últimos períodos con la de los pueblos que habitan ó la habitaron. Preciso es, por tanto, buscar todos los indicios que manifiesten la presencia y la acción del hombre en los tiempos de que no hay memoria , y aunque no sean tan antiguos.» Nótese cómo Prado sobre abrir amplios horizontes al celo de sus delegados , afirma sin rebozo la teoría prehistóri • ca , pensando que para llegar á conocer , en lo posible, los orígenes del hombre, forzoso era interrogar á la geología y buscar los documentos en sus estratos y forma-
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ciones. « Deben buscarse, sobre todo , son sus palabras, las piedras que sirvieron de armas y de utensilios, conocidos con los nombres de piedras de rayos , centellas y otras , correspondientes a la segunda edad de piedra, y de la que le precede y no tuvieron nombre hasta ahora, aunque su origen no se puede ya poner en duda. Generalmente son de sílex y según su forma, se llaman hachas, cuchillos, cabezas de lanza, puntas de flecha , e t c . ; unas y otras son pequeñas y como chinas y chinarros , otras hay mayores y aún de enorme tamaño, que pudieran confundirse con ciertos cantos erráticos si por su posición no indicasen que son verdaderos monumentos del hombre en los tiempos antehistóricos. A los mismos pertenecen también los llamados tamul i por los arqueólogos, á que en España se da vulgarmente el nombre de mamblas , mamoas , modorras, y acaso otros, y debían también reconocerse.»
Honra tanto la memoria de Prado el hecho que historiamos, que no será mal visto que terminemos esta reseña reproduciendo otro párrafo de la circular citada, no menos estimable que los anteriores. « En los aluviones antiguos de los r ios , en los lagos ó en sus orillas, cuando son de alguna extensión, en los turbales y sobre todo en las cavernas, e s en donde principalmente se hallan muchos objetos de interés, correspondientes á la infancia déla humanidad, interés que crece sobremanera , hallándose con frecuencia confundidos con restos de otros animales , algunos de los cuales ó desaparecieron ya de la creación, ó solo existen en otras apartadas regiones. Respecto de las cavernas, hay que averiguar su número , si son de grande ó de poca capacidad, su altitud y si se hallan en la proximidad de algún rio ó arroyo y su altura sobre el camino. En su exploración hay que proceder con el debido orden, porque las materias y
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restos que contienen , pertenecen ó pueden pertenecer a diferentes edades , según los niveles a que se hallen, separados aveces por mantos diferentes de estalagmita.» De este modo iniciaba Prado en las verdades prehistóricas al inteligente personal de ingenieros colocado bajó su ilustrada dirección.
No porque sobre la cúspide del enhiesto monte Cal-p e , flote victorioso el estandarte de la Gran Bretaña, dejaremos de considerar aquel recinto como un pedazo del suelo español, que caprichos de la contraria fortuna retienen en manos extranjeras : no porque la hora de la revindicacion de nuestro derecho esté aún por sonar en el reló de los tiempos, podremos, cuando de Gibraltar se t ra ía , permanecer indiferentes a lo que allí acontezca. Abrigará la colonia inglesa una civilización híbrida y exótica, regiránla leyes que no serán las nuestras, sufrirá el yugo de una autoridad no española , empero siempre aquel sol y aquel aire serán el aire y el sol de España, y aquel peñón la tierra castellana.
Ha suministrado Gibraltar interesantes páginas á la Arqueología prehistórica de la Península: teníase noticia de que en algún paraje del codiciado recinto existían huesos al parecer humanos, que fuertemente adheridos á la roca , suponian una gran antigüedad. López de Aya-la , en su Historia de Gibraltar, habló de los restos fósiles del hombre, desenterrados de la cueva de San Miguel. En 1797 el Mayor Laurie , en su Breve descripción)) publicada en las Transacciones filosóficas de Edimburgo; luego los hermanos Hunter en Memorias que se hallan en las Transacciones de la Sociedad Real de Londres, y más tarde Cuvier en sus Osamentas fóliles, fijáronse en las brechas huesosas del Monte Calpe, considerando oportuno su reconocimiento. Años adelante , en 1S44, Mr. Smith en su Geología
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de Gibraltar insistió en el t e m a , y D. Francisco M . Montero, nuestro querido amigo, en la Historia que escribió de la misma ciudad, hizo breves indicaciones no impertinentes á la materia. Mr . Federico Brome, capitán del ejército inglés y gobernador de las prisiones militares de la colonia, e s , sin embargo, el verdadero iniciador de los descubrimientos paleontológicos que habrían de dar justo renombre ai territorio caloeaíe.
Hállase situado el establecimiento de corrección en la extremidad inferior Sur del monte, en una llanura que se levanta sobre el nivel del mar cuatrocientos pies, Denomínase el paraje , de antiguo, Los Molinos de Viento (Wind mili Hi l l ) , y geográficamente considerado es la parte del continente europeo más cercana al africano-circunstancia que ha hecho designarla con el nombre de Punta Europa. Ocupan las prisiones una de las mesetas entre las varias que á manera de bancales ó terraplenes van elevándose desde la misma orilla del agua hasta el flanco abrupto del Peñón. Inclínanse los estratos calizos que forman el terreno en dirección oriental, mientras en el extremo Norte del monte , que es ei más elevado, buzan del lado del Oeste. Colocada la meseta en una especie de eje anticlinal, podía esperarse , dice M r . Busk, que la exploración descubriese en su perímetro grandes grietas verticales. Con efecto, practicábase una escavacion con el fin de construir un algibe para el uso del establecimiento , cuando los operarios , á una profundidad de tres ó cuatro p ies , dieron el 23 de Abril de 1862, con una superficie irregular de caliza compacta , en la que se descubría una abertura vertical de unos seis pies ingleses de latitud. Requería la obra en construcción , que el terreno se profundizara hasta catorce pies , y prosiguiéndose la escavacion, á los nueve halláronse en el fondo de una pequeña concavidad algunos
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huesos enmohecidos. Reconociólos un médico.miiitar, y como expresara que pertenecían á un individuo de la raza bovina, fueron arrojados al estercolero, casi en su totalidad. Retuvo algunos el capitán B r o m e , pensando que el hallazgo merecía mayor atención, y sometiéndolo al examen del cirujano Mr . Lodge , escuchó de su boca que aquellos restos pertenecían al hombre. Excitóse con esto la curiosidad del malogrado militar, y sospechando que la hendidura primitiva comunicaba con otra superior de mayores dimensiones, vigiló cuidadosamente los trabajos, consiguiendo al fin descubrir un gran hueco cubierto en parte de estalagtitas , de donde se extrajeron un colmillo de jabal í , varios fragmentos de cerámica, juntamente con conchas marítimas y terrestres. Estimulado el celo del capitán Brome, recorrió cuidadoso la caverna buscando modo de proseguir adelante : levantóse parte de la estalagmita , y apareció una abertura vertical que descendía doscientos pies, atravesando dos grandes concavidades. Registrado el terreno, vióse que las capas estalagmíticas se sobreponían unas á otras, mediando entre ellas horizontes de tierra rojiza, y constituían una brecha huesosa acompañada de huesos incrustados en formaciones estalagmíticas. Pertenecían los restos humanos á treinta individuos por lo menos, de todas edades y de ambos sexos. Recogió Mr . Brome cuantos objetos halló á mano , y sin dejar abandonada la exploración , ocupóse de levantar el plano de las cavernas, redactando en 1863 un luminoso informe que llamó la atención de los doctos en Inglaterra y Francia .
A estos primeros descubrimientos respondieron en 1864, 65 , 66 , 67 y 68, otros no menos valiosos, siendo Gibraltar actualmente una de las estaciones prehistóricas más notables. En los Congresos de naturalistas y arqueólogos , se han examinado con ahinco los objetos ex-
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traídos de los antroscalpenses, y el que esto escribe ha dado cuenta de tales hallazgos en la Ilustración Hispa-no-Americana, gracias a las comunicaciones del mismo Brome, muerto prematuramente, y á la gallarda cooperación del entendido vicario apostólico Sr . Scandella, en quien el saber no es menor que la modestia.
Nuestros hermanos y convecinos los portugueses, no anduvieron remisos en asociarse al movimiento científico que reseñamos. Han empezado los estudios y exploraciones en la tierra lusitana desde 1 8 6 0 , distinguiéndose en unos y otras los Sres. R ibe i ro , Pereira de Costa , Delgado y Vasconcellos. Verificó Ribeiro en 1863 pesquisas afortunadas en el Cabezo de A m i d a , repitió sus exploraciones, asociado á Delgado, en 1864 , encontrando esqueletos humanos, que dieron motivo á una luminosa memoria escrita por el conocido geólogo S r . Pereira de Costa. E l S r . Delgado, que nos honra con su amistad, exploró las grutas de Cesareda con bastante éxito , dando á luz otro bien escrito opúsculo bajo el epígrafe de La existencia del hombre en nuestro suelo en tiempos muy remotos,probada por el estudio en las cavernas. Carecemos de espacio para entrar en detalles, más séanos tolerado el que consignemos como un testimonio de justicia, que los prehistóricos portugueses han aceptado la nueva ciencia con toda seriedad y que sus labores se distinguen por la mesura , discreción y acierto con que se llevan á cabo. E n 1868 ha publicado el Sr . Pereira de Costa un excelente ensayo sobre los dólmenes ó antas de su país y un folleto sobre los martillos de piedra hallados en el Alemtejo ; sirviéndose citar con aplauso nuestras observaciones sobre esta clase de instrumentos. E l S r . Vasconcellos ha prestado otros servicios y en la Escuela de minas de L isboa , se ha reunido una selecta colección de cráneos,
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hachas, puntas de flecha, barros labrados, percutores, punzones y cuchillos , que hábilmente reproducidos en yeso, posee uno de nosotros en su modesto gabinete mediante la liberalidad de aquellos amigos.
Volviendo á España, corresponde un puesto honroso en esta reseña al Dr. Machado , decano de la facultad de Ciencias de la Universidad de Sevil la, el que iniciado en los nuevos estudios por Falconer, comenzó á propagarlos entre sus compañeros de la Academia Sevillana de Buenas Letras desde 1862. Dio á la estampa en 1864 un papel sobre ciertos fósiles extraídos del terreno cuaternario del valle del Guadalquivir; en 1866 describió algunas cavernas de la Península, precisando la conveniencia de continuar su examen. Creada la Revista universitaria de Sevilla , ha insertado en sus páginas otros escritos referentes á posteriores descubrimientos , y cúmplenos decir que Machado es uno de los españoles que con mayor franqueza , decisión y energía, han acogido las verdades prehistóricas con todas sus lógicas consecuencias.
M. L u i s L a r t e t , hijo , anteriormente citado, volvió á España en el verano de 1866 con el propósito de visitar las cavernas de Castilla la Vieja. Auxiliado por el Dr. Zubia, catedrático del Instituto de Logroño, penetró en varias de las inmediaciones de Torrecilla de Cameros, obteniendo preciosos fósiles , algunos objetos de piedra, y gran copia de fragmentos de cerámica primitiva. E l Sr . Villaamil y Castro, entendido arqueólogo, dióse entre 1868 y 1869 á desmontar túmulos de Galicia, consiguiendo asimismo ver recompensados sus es-esfuerzos , que han pasado á noticia del público en artículos impresos en el Arte en España y en la Revista de bellas artes; D. Luis Maraver obtuvo no escasos resultados en sus excursiones por la provincia de Cor-
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doba: D . Ricardo Frasinelli ha llevado la novísima idea á la sagrada tierrra asturiana; Sanahuja, conservador del Museo de Tarragona, ha entrado con entusiasmo en la dirección arqueológica que enaltecemos; Murguia amplía sus estudios sobre Galicia en el curso de su notable Historia; Rúa Figueroa, entendido ingeniero de minas, también auxilia nuestros esfuerzos; Góngora recoge buen número de hachas en el antiguo reino de Granada é imprime con inusitado lujo una Memoria que el Gobierno protege liberalmente ; Garay , otro ingeniero , personase en Madrid con martillos y hachas recogidos en minas abandonadas de la región de Rio T i n t o ; Rada y Delgado en unión de Malibran explora el célebre montículo de Cangas de Onis, y obtienen fósiles de grandes mamíferos en una cueva próxima á Colun-ga; y en la Academia de la Historia leen eruditas disertaciones ó informes los Sres. Benavides, Amador de los R Í O S , Saavedra y Fernandez Guerra, mientras Fabiése ocupa de estas cosas en la Revista de España, Canalejas censura algunas de nuestras pretensiones en el Boletín de la Universidad, y Macpherson, Rodríguez, Ferrer y Velasco publican curiosas notas sobre lo prehistórico en Andalucía, Cuba y Vitoria.
Asociado á la paleontología y á la geología , de las que no puede prescindir, ocúpase de los aluviones cuaternarios y de los horizontes del terreno terciario, buscando en los unos y en los otros los testimonios de la industria humana, la coexistencia del hombre y de los mamíferos que se extinguieron ó emigraron de las latitudes que antes habitaban, y los restos del mismo hombre en estado fósil.
Con igual propósito explora las cavernas osuarias, pretendiendo hallar debajo de la capa estalagmítica que cubre sus superficies los hogares primitivos.
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Registra el fondo de las turberas, las ciudades lacustres, los crannoges, los túmulos, dólmenes, galerías cubiertas, y en general todos los monumentos pertenecientes á civilizaciones desconocidas , que se distinguen con el epíteto de megalíticos.
Los quioquenmodingos ó depósitos de restos culinarios establecidos a lo largo de las orillas del mar ó de los rios caudalosos y en las islas, ofrécenle ancho campo á sus investigaciones.
Inspíranle grandísimo interés las tumbas de las épocas de transición, porque en ellas suele recoger testimonios del paso de unas edades a otras , hallando los propios del período puramente de la piedra y característicos de las épocas del bronce y del hierro ó de una intermedia.
No menosprecia el prehistórico las fuentes meteorológicas y lingüísticas, no los monumentos literarios de los pueblos históricos más antiguos, que suele en estos materiales encontrar inapreciables comprobaciones de sus asertos.
Las armas y útiles que actualmente usan los salvajes del África , de la América y de la Oceanía , promueven oportunas comparaciones, y sus usos y costumbres son clave segura para adivinar los grados por que pasara la secular civilización , en sus más arcaicas evoluciones.
Divídense los objetos de las edades paleolítica y neolítica en h a c h a s , puntas de lanza y de flecha, dardos, punzones, cinceles, escoplos, gubias, piedras de honda , sierras, cuchillos, raedores , martillos, percutores, piedras de afilar, pulimentadores y morteros. Generalmente son de diorita, dioritina, serpentina, jade, jadeita, obsidiana, petrosilex, pedernal, cuarzo ó asperón , y según la época á que pertenecen
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y su aspecto, denomínanse tallados ó pulimentados. Corresponden á las mismas edades los útiles en hue
so , como punzones, agujas, arpones , cuchillos, amuletos , bastones laborados y la cerámica á mano, denotando la carencia del torno de alfarero.
A las épocas del bronce y del hierro pertenecen las armas é instrumentos de uno y otro metal, y de cobre y oro y además las fíbulas, anillos, moldes, diademas, tejidos metálicos,'brazaletes, pectorales, cascos, escudos , y productos cerámicos, que por sus caracteres ó su origen conocido, hay motivo para considerarlos como prehistóricos. No quiere decir esto que en los yacimientos de estas dos edades, no se descubran objetos de la poleolítica y neolítica : sabido es que las armas y útiles de piedra fueron usados en determinados casos, aun por los pueblos históricos.
Representan los fósiles de animales contemporáneos del hombre primitivo, un valor considerable con este linaje de pesquisas. Por eso se buscan, clasifican y conservan en Museos y colecciones.
No fueron las tribus más antiguas* agenas por completo al arte. Si labrando groseros vasos ó pulimentando la piedra demostraron su genio industrial; la silueta del gamo trazada con la punta de silex sobre la pizarra , ó el busto del mamut reproducido en el mango de un cuchillo, atestiguan su aptitud para las artes del dibujo y la plástica. Búscanse con afán estas que se estiman como verdaderas preciosidades, y se guardan cuidadosamente los granos, semillas y frutos que los caprichos del tiempo conservaron en las turberas de Robenhausen ó en los palafitos de Meilen y Gor-gier-Saint-Aubin.
Podríamos ahora extendernos narrando nuestros propios trabajos y pesquisas en orden á ciencia tan im-
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portante, pero optamos por el silencio, limitándonos á reproducir los siguientes documentos que con referencia al presente libro han aparecido en el núm. 70 de la Gaceta de Madrid, correspondiente al 19 de Junio an-tererior.
Sea permitida esta satisfacción á los que emprendieron un viaje sobre molesto y largo, dispendioso , sin subvención alguna del Estado, ni otro móvil ni objeto que no fuera el amor de la ciencia y el patriotismo.
MINISTERIO DE FOMENTO. — limo. Sr . : E n vista de los informes emitidos por la Academia de la Historia y la de Ciencias exactas, físicas y naturales, así como de lo propuesto por esa Dirección general, S . M. el Rey ha tenido á bien acordar que tan luego como los Sres. Don Juan Vilanova y D. Francisco M. Tubino termínenla publicación de la Memoria de sus viajes científicos á Dinamarca y Suecia, con objeto deformar una colección geológico-arqueológica que se halla depositada en el Museo de Historia Natural , se adquieran por este departamento y con destino á los establecimientos de enseñanza 200 ejemplares de la referida Memoria al precio que á cada uno se marque, cuyo importe se librará á favor de dichos señores , y con cargo al capítulo 19 , art. 1 .°del presupuesto vigente, partida destinada á continuar la suscricion de obras interrumpidas y adquisición de las que por su mérito deban figurar en las Bibliotecas públicas de la Nación.
Dios guarde á V. E . muchos años. Madrid 29 de Mayo de 1 8 7 1 . — Sagas ta.—Sr. Director general de Instrucción pública.
xr.
INFORME EVACUADO POR LA ACADEMIA DE LA HISTORIA.
E x c m o . Sr . : L a Academia de la Historia recibió á su tiempo la Memoria de los viajes científicos á Dinamarca y Suecia, verificados por D. Juan Vilanova y D. Francisco M. T u b i n o , que V. E . remitió en 22 de Junio último; y habiéndola pasado a examen del Excelentísimo Sr . D. Antonio Benavides, Director de la Academia, este, en junta celebrada el dia 21 de Octubre últ imo, leyó un informe que la Academia aprobó , acordando que se elevase al Gobierno en cumplimiento de la orden ele esa Dirección general y para los fines que se expresan. Dice así el informe :
« Los Sres. D. Juan Vilanova y D. Francisco M. Tubino asistieron con el carácter de miembros actores al Congreso de Arqueología y Antropología prehistóricas que se reunió en Copenhague durante el anterior otoño. Terminadas la tareas de la docta Asamblea, Vilanova y Tubino realizaron un viaje científico á distintas comarcas en el Norte escandinavo; y una vez de regreso con ricas colecciones de objetos prehistóricos y ejemplares geológicos y paleontológicos en aquellas regiones recogidos , han escrito una Memoria donde se ocupan del Congreso y de las expediciones que personalmente emprendieron. Leida la Memoria y visitada la colección, con cabal conocimiento de causa, fácil es evacuar el informe que el Gobierno pide á la Academia por orden de 22 de Junio último.
Para que resulte justificado lo que más adelante habré de proponer á la consideración de la Academia, conviene asentar algunos detalles no impertinentes al asunto.
La ciencia prehistórica, abarcada en su magnífico
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conjunto, es hoy la preocupación del mundo científico en ambos hemisferios. En medio de las graves cuestiones que suscita la crisis filosófica contemporánea , al lado mismo de los pavorosos problemas de las ciencias morales y políticas, aparecen los temas prehistóricos llamando la atención de los doctos, interesando á la muchedumbre , siendo objeto de esfuerzos especiales por parte de los Gobiernos , y favorito estudio de Academias, Liceos y Universidades. Cuarenta años luchó en su defensa Boucher de Perthes , ilustre anticuario, cuya pérdida llora la Francia. Vio el no menos eminente Schmerling malogrados sus profundos estudios en las cavernas de la Bélgica, y entre nosotros el modesto Prado inició tímidamente este linaje de investigaciones, contribuyendo á terminar prematuramente sus dias, el honrado conato de emprenderlas y proseguirlas como su importancia reclamaba.
Pero llegó i 8 6 3 , y el Jurado de hombres distinguidos que se reunió en el Jardin de Plantas de París para fallar en la polémica suscitada entre ingleses y franceses acerca de la mandíbula humana de Moulin Quignon, declaró la autenticidad del fósil y de las hachas de piedra á él asociadas. Desde aquel instante el nuevo ramo del humano saber comienza á ser tenido en la debida importancia, fijando las miradas cié los hombres competentes. Lo que antes parecia como una paradoja se ofrece ya como una verdad averiguada, produciéndose un cabal florecimiento científico, que entre otros resultados produce una abundante y rica literatura.
Aun no habia terminado 1865 . Preocupados los ánimos con las graves cuestiones iniciadas por la Arqueología prehistórica, sentíase generalmente la necesidad de una discusión pública y sistemática, en la que tomaron parte los hombres más competentes. Colum-
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braban algunos los triunfos no lejanos de la nueva doctrina; y creyendo que servían la causa en progreso científico, aconsejaban la conveniencia de una controversia elevada que aproximara las distintas especialidades.
Hiciéronse eco de estas aspiraciones los sabios naturalistas reunidos en Spezzia durante los dias 17 al 20 de Setiembre de i 8 6 5 . Allí se acordó la fundación de un Congreso internacional que estudiara especialmente todas las cuestiones relacionadas con la primera aparición del hombre sobre la haz de la tierra. Resolvióse que la primera Asamblea se reuniese en Neufchatel año de 1866. Allí se realizó: otra nueva sesión tuvo lugar en 1867 en Par ís , favoreciendo el Congreso con su presencia en 1868 á Norwich y en 1869 á Dinamarca. Sería asaz prolijo el puntualizar los rápidos adelantamientos de la ciencia del hombre y las verdades por ella desenvueltas. Dándose la mano los trabajos geológicos y paleontológicos de los franceses é ingleses con los arqueológicos de los escandinavos; asociándose los descubrimientos lacustres de los suizos á los realizados por los belgas en sus cavernas y turberas, y los italianos en sus terramares, háse llegado á constituir un cuerpo de doctrina de la mas alta valía. L a nueva ciencia discute hoy apasionadamente :
i.° Sobre la remota antigüedad del hombre, muy anterior á toda tradición legendaria ó documento histórico .
2 . 0 Sobre la contemporaneidad de nuestra especie con los grandes mamíferos de la época cuaternaria'que se han extinguido completamente, ó que emigraron de las regiones que entonces frecuentaron.
3.° La existencia de un,gran lapsus de tiempo anterior á toda historia.
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4. 0 La división de este período, cuya cronología no es posible aún fijar, en cuatro grandes épocas que corresponden á otros tantos grados de cultura y desarrollo social. Primero y más antiguo, período paleolítico: el más vecino al origen humano. E l hombre habita las hendiduras de las rocas y las cavernas. Sus armas principales son los cascos de piedra que talla de una manera informe é incompleta. Segundo, período neolítico : época relativamente adelantada, pues el hombre pulimenta la piedra y comienza á extender su dominio sobre la naturaleza. Tercero , período del bronce : aparición de los metales; es el gran acontecimiento de la vida social. Los metales presuponen, no solo el descubrimiento del fuego, sino la posibilidad de conservarlo. Fuego y hogar doméstico y unión conyugal, y familia, y tribu, y ciudad, son términos correlativos, íntima, lógica y fatalmente ligados ; su importancia , su fuerza, se revela en todas las tradiciones religiosas. E l culto del fuego en la alta Asia , el Pritáneo en Grecia, en Roma las Vestales, en el mundo de la Edad Media las ceremonias litúrgicas del sábado Santo en cuanto á la purificación del fuego se refieren, se representan diciendo que ese elemento es la base de todo progreso social. Cuarto, período del hierro: nos hallamos en pleno progreso. L a civilización histórica está próxima. Dueño el hombre del hierro, es dueño de las fuerzas de la naturaleza. La edad de hierro es el puente entre lo histórico y lo prehistórico; la ciencia prehistórica constituye una espléndida revelación de nuestro remoto pasado. Antes llegábamos hasta los primeros pueblos, cuyo trasunto nos conservaran los escasos historiadores griegos y romanos. Mas allá solo existían para nosotros los llamados tiempos heroicos y mitológicos. Pensóse que la Mitología era la expresión de un estado social rudimentario. Las profundas investigacio-
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nes hechas por los alemanes en los dominios de la Filología comparada , auxiliadas de los descubrimientos prehistóricos, han demostrado que los mitos indican un grado elevado de cultura. En el fondo de muchos de ellos se halla el índice de acontecimientos políticos de grande importancia. Aparte de estas conquistas, la ciencia prehistórica ha hecho o tros descubrimientos de gran cuantía. No es posible enumerarlos todos; pero conviene declarar que ella, y solo ella , puede dar fundamento filosófico , seguro y positivo á la historia.
Auxiliándose mutuamente arqueólogos y geólogos reconstruyen el pasado del ser humano. Cuando se pierden en el globo las últimas pisadas del hombre, cuando ya no existen monumentos epigráficos , ni dólmenes , ni hitos, ni monedas, ni tradiciones, entonces el geólogo penetra en las entrañas de la tierra, abre su virgen corteza, y allí, en aquellas páginas que ninguna mano pudo alterar, exhíbelos primeros pasos que dieran nuestros padres , y presenta los testimonios de su primitiva industria. Y lleva tan adelante sus pensamientos, que una grave controversia divide el campo antropológico : unos sostienen la monogenia; otros sostienen la poligenia. La ciencia prehistórica no ha osado resolver la tesis ; lo que hace es allegar materiales, clasificarlos en series , y entregarlos alanálixis de los hombres competentes. E n est o , como en todas las cuestiones sujetas á su amplia y extensa jurisdicción , muestra sus deseos la ciencia prehistórica de no emplear nunca hipótesis más ó menos brillantes, sino que procede con sujeción á un rigoroso método áposteriori; esto es , experimental, sin afirmar nada si no está probado con hechos justificativos.
Al lado de las cuestiones apuntadas existen otras muchas. L a de los aborigénes, la de las razas y sus variaciones , del carácter anatómico del hombre prehistó-
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r i co , la Fauna y Flora contemporáneas;, las costumbres, usos y prácticas entonces conocidas , las creencias religiosas y morales, el modo de habitabilidad, la explicación de los curiosos monumentos que llevan el epíteto de megalíticos, la aparición de las monedas, las emigraciones primitivas, hé aquí los temas elegidos entreoíros muchos que presentan á los cultivadores esta Arqueología y Antropología prehistóricas. Y así se explica que esta ciencia sea una verdadera preocupación del mundo inteligente. Esto demuestra por qué en Franc ia , Inglaterra , Austria, Dinamarca , Suecia, Noruega y Hungría se levantan museos dedicados á conservar sus colecciones.
Las Cámaras belgas votan subsidios que sufragan los gastos que ocasiona la exploración de las cavernas, y otros Gobiernos auxilian de distinto modo estos estudios , y es la razón que ha asistido al de Dinamarca para hacer un recibimiento sin ejemplo á los miembros del Congreso que en su capital se dieron cita. ¡ Qué más ! Si la guerra no lo hubiera impedido, derecho habia para esperar que el recibimiento que este otoño debieran hacer á la docta Asamblea, pueblo y Gobierno italiano, en nada hubiera desmerecido del que tan alto ha colocado la cultura de la nación dinamarquesa.
Dados estos antecedentes, se comprenderá la importancia y el mérito que el que escribe atribuye á los esfuerzos y trabajos de los Sres. Vilano va y Tubino. A ellos se deben en primer término los conocimientos que poseemos de los progresos de la nueva ciencia. Ellos, sin auxilio de nadie, realizan todos los años viajes científicos , viajes al extranjero, excursiones no menos útiles por muchas provincias. Miembros del Congreso internacional , la patria les debe también el hallarse representados en un certamen de la ciencia donde todos los
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pueblos cultos tenían acreditados emisarios; y si no hubiera sido por ellos, no se habría hallado con encomio de nosotros en las orillas del Bá l t i co , ni habría habido una voz amiga que delante de la corporación y con enérgico acento se alzara á rechazar injustos agravios, y á justificar que existen entre nosotros patricios que procuran tenernos al corriente de las victorias del espíritu investigador allende del Pirineo.
L a Memoria de los Sres . Vilanova y Tubino es digr
na por varios conceptos de la publicidad. Comprende varias partes : en la primera se da razón de los debates del Congreso. Somera como es la crónica de estas discusiones, contiene los detalles necesarios para que se alcance toda la profundidad de los temas ventilados. La oscilación de la corteza terrestre , los elefantes de Dinamarca , los quioquenmodingos, el canibalismo prehistór ico, la gravísima cuestión del atavismo suscitada por Vilanova por el caso de microcefalia , la edad de bronce de Rusia y Suecia , Dinamarca y Noruega , la craneolo-gía escandinava, la tesis de los viajes de los fenicios al Norte , hé aquí varios de los extremos controvertidos: basta enumerarlos para que resalte su oportunidad y su importancia. Pero no contentos nuestros compatriotas con asistir al Congreso y tomar parte en las discusiones, se ocuparon después de estudiar los Museos de Dinamarca y Suec ia , á fin de conocer su organización y las mejoras en ellos introducidas. También estudiaron separadamente algunos de los temas discutidos, debiendo citar sus excursiones á Roskilda, Istatd, Lund, Stokhol-m o , Uddevala y Upsala, ganosos de adquirir conocimientos muy útiles , y de los que ni la menor noticia teníamos en España.
Hay un punto de vista especial en este asunto que nos interesa particularmente; aludo á la doctrina refe-
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rente á la primera población de Europa. Divididos los sabios acerca de este particular, ha imperado no obstante , por lo que á España respecta, la idea de que nuestros primeros pobladores llegaron por el Norte. Pues bien : el S r . Tubino sostuvo en el Congreso una doctrina contraria de la que participaban muchos de sus respetabilísimos miembros. Tubino afirma, fundándose en datos de cierto carácter , que nuestros aborigénes llegaron por las columnas de Hércules.
Cuando todas las naciones cultas, pagando justo tributo á la ciencia, tienen una grande afición á los trabajos prehistóricos; cuando los Gobiernos fomentan ese linaje de estudios, estableciendo Ateneos, ordenando investigaciones, premiando los esfuerzos individuales; cuando es cosa averiguada que las ciencias históricas no pueden prosperar sin auxilio de esta hermana gemela, que viene á llenar el inmenso vacío de su primitivo pasado, rasgando el velo que lo cubría; cuando los hombres más eminentes por su saber en ambos hemisferios se honran con el título de mantenedores de la nueva ciencia, cuyas elevadas aspiraciones, moderación y ventaja son patentes, grave falta sería el no alentará aquellos que sin otro móvil que su amor al saber, sin más recompensa que el aplauso de los doctos, procuran que su patria no permanezca extraña á este magnífico movimiento de saber contemporáneo.
Los Sres. Tubino y Villanova trabajan hace años con un celo laudable en la difusión de estos conocimientos. Conferencias públicas , libros , folletos, artículos en periódicos, viajes, exploraciones, memorias en la Gaceta de Madrid, donativos al Museo Nacional de Antigüedades , cuanto puede sugerir el sentimiento de amor patrio más rectamente dirigido, todo lo acometen sin pararse en obstáculos ni en sacrificios.
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La Memoria , escrita sin pretensiones l i terarias, es un arsenal de curiosísimas noticias. Al lado de la Memoria figuran las colecciones de objetos. Sobra aún la primera impresión para alcanzar su mérito. La parte prehistórica distingüese, no sólo por la rareza de los muchos ejemplares no vistos en España antes, sino por el acierto con que ha sido recogida. Puede decirse que es una colección verdaderamente didáctica , que comprende desde los primeros estados de la industria y el arte prehistórico, hasta el trabajo humano en piedra, que ya se confunde con las obras de la época de los metales. Allí están escritas la transición misteriosa de las formas rudimentarias del útil, del instrumento, del arm a , pasando desde el pedazo de silex con su fractura concoidea hasta el hacha pulimentada de diorita, obedeciendo á las leyes del dibujo geométrico; el núcleo tosco afectando formas caprichosas, y el cuchillo, la sierra, el punzón, el martillo, la gubia, que encierran como en germen todas las maravillas de la industria y el arte moderno. No es posible la duda ante unos documentos cuya autenticidad es palmaria.
No es menos curiosa la parte geológica. Terminado el Congreso arqueológico prehistórico,
celebrado en Copenhague, el primer reconocimiento científico que practicaron los Sres. Vilanova y Tubino, fué el de la costa de Stevensklint y de Faxoe , cuyo objeto principal era el estudio del terreno cretáceo superior, que tanto ha dado que discurrir á las primeras autoridades de Europa. La feliz circunstancia de ir acompañados del Profesor Hebert de la Sorbona , uno de los que más parte han tomado en el asunto, contribuyó no poco á facilitar el estudio de tan importantes localidades, cuya extensa y minuciosa descripción, ilustrada con dos cortes ó vistas del terreno, hacen los autores de
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la Memoria. En confirmación de todo lo cual han traido y hemos tenido ocasión de ver y examinar en el Gabinete de Historia Natural, una serie de rocas y fósiles variada, y de tanto mayor mérito, cuanto que dichos objetos son raros y enteramente nuevos y desconocidos, no sólo en nuestros establecimientos científicos , sino también en muchos otros de la culta Europa.
El fenómeno errático, resultado de la acción de las nieves perpetuas tan admirablemente representadas en las islas danesas, y particularmente en las de Seelandia y Laalandia, y en toda Suecia, ha sido también, según se desprende de la Memoria y de los abundantes materiales traidos y que hemos visto, objeto preferente de la atención de los viajeros, y la razón es natural, sabiendo cuan directamente se relaciona este hecho complejo con la historia prehistórica del hombre. Los movimientos y oscilaciones del suelo escandinavo, estrechamente relacionados con la actividad terrestre en todos tiempos, y en especial en la época llamada cuaternaria, han sido igualmente estudiados, según se desprende de la relación que se hace del puerto de Istatd y de Uddevala, junto al fyord del propio nombre. Los dos cortes que figuran en la Memoria y la serie numerosa y escogida de objetos que hemos visto, confirman la importancia de estos hechos curiosos, y el interés con que han sido observados en los mencionados puntos.
La interesante descripción que se hace de los fyor-dos, accidente geográfico casi peculiar á los países escandinavos, aumentan la importancia de estos relatos de viaje.
El examen y descripción que se hace de la estructura geológica de Dinamarca y de algunos puntos de Suecia; los detalles que dan estos viajeros de las turberas, así bajo el punto de vista científico, como en el arqueo-
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lógico y prehistórico; el examen minucioso de los Museos y colecciones geológicas, mineralógicas de Ham-burgo, Copenhague , Istatd, Gotteburgo, Stockholmo y Upsal, completan las investigaciones científicas que se propusieron realizar los Sres. Tubino y Vilano va.
E l interés que inspira la lectura de lo referente al Museo geológico de la Academia de Ciencias de Stockholmo es considerable, en razón á que los hechos que se citan pueden influir poderosamente en dar a las teorías geogénicas un giro enteramente nuevo.
Las cavernas belgas, escrupulosamente estudiadas bajo el doble punto de vista geológico y prehistórico por el Sr . Dupont , joven inteligente, director del Museo de Bruselas, también fueron examinadas , llamando la atención , así la copia de curiosos datos referentes a las dos épocas de piedra y á la del bronce, como los materiales recolectados en las de Goyet, Frontal , Ñau-lette y otras.
Por último, una rápida visita á los alrededores de Bruselas y Montpellier , cuyo terreno terciario y cuaternario se describe minuciosamente, y de donde se han traído muchos y preciosos objetos, tanto del reino mineral como del orgánico en estado fósil, completan todo lo científico de este escrito.
Explicar ahora el trabajo prestado por estos señores, encomiar su mérito, llamar en este informe la atención de la Academia sobre cosas que no tienen precio , sería inútil. Todos vosotros, Señores , sabéis mejor que yo apreciar trabajos tan importantes.
En pueblos donde se premia la ciencia, donde se aquilata el mérito de los sabios , y los Gobiernos y la sociedad á porfía honran de todas maneras á los hombres que se dedican á la ímproba tarea de difundir los conocimientos humanos, los Sres. Vilanova y Tubino
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hubieran tenido el merecido galardón. ¡Ojalá nos fuera dado el proporcionárselo, que la honra sería para la Academia ! Pero ya que somos llamados á dar nuestra opinión, cúmplenos el darla en verdad y en conciencia, diciendo al Gobierno que este debe á sus expensas imprimir la Memoria y adquirir para la enseñanza las preciosísimas colecciones que honrarán nuestros Museos, y darán á los extranjeros , que los visiten, una irrefragable prueba de que no son desconocidos entre nosotros los adelantamientos de la ciencia moderna.))
Lo que trasladamos á V . E . por acuerdo de la Academia , devolviendo al mismo tiempo la Memoria expresada y la instancia dirigida por sus autores á ese Ministerio.
Dios guarde á V . E . muchos años. Madrid 3 de Noviembre de 1870. — E l Director, Antonio Benavides. — El Secretario , Pedro Sabau.—Excmo. Sr . Director general de Instrucción pública.
INFORME EVACUADO POR LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS.
l imo. S r . : Esta Academia ha examinado las adjuntas Memoria é instancia de los Sres. D. Juan Vilano va-y D . Francisco María Tubino.
De las dos partes que abraza la Memoria , la segunda se contrae principalmente á la descripción de varios Museos y colecciones arqueológico-geológicas , y á indicar la conveniencia de que se compren para los centros de enseñanza del Estado las de algunas localidades de Dinamarca y Suecia , que han traído los citados Profesores. Esta segunda parte , á pesar del interés científico que puede ofrecer, no es del objeto de la Real orden de 10 de Febrero de 1864 , ni de la incumbencia de esta Academia.
LII
La primera parte comprende un extracto de las sesiones del Congreso internacional de Arqueología y Antropología prehistóricas, celebrado en Copenhague en Agosto de 1869, y algunas noticias sobre varios terrenos notables de la Escandinavia, estudiados y dados á conocer por las publicaciones de distinguidos profesores de aquel país.
El mérito de ella consiste principalmente en la claridad y precisión con que se exponen las noticias y observaciones de los sabios que á dicho Congreso concurrieron , acerca de la primera aparición del hombre en las diversas comarcas, su marcha, dirección y desarrollo en Europa, y los lentos adelantos de su primitiva industria, deslindada y clasificada en las edades de piedra , de bronce y de hierro.
Estos trabajos, aun cuando en realidad tampoco pueden considerarse comprendidos en la Real orden de 10 de Febrero de 1864, son interesantes y dignos de que el público los conozca en nuestro idioma, sin tener que recurrir á publicaciones extranjeras; y para conseguirlo sería conveniente que el Estado facilitara, en cuanto posible sea, la publicación de la primera parte de la Memoria que es objeto de este informe.
Lo que por acuerdo de la Academia tengo el honor deponer en conocimiento de V. I. Dios guarde á V. I. muchos años. Madrid 20 de Diciembre de 1870. — El Vicesecretario, Miguel Colmeiro.—limo. Sr. Director general de Instrucción pública.
I.
Pre l iminares . — Programa del Congreso internacional prehis tó
r i c o . — ¿Nuestra visita á Par í s , L o n d r e s , Bruselas y Hainburgu.
— Llegada á Copenhague. — Inauguración de las s e s i o n e s . —
Discurso del Pres idente A V o r s a e . — Junta d i r e c t i v a . — Sabios
que tercian en los d e b a t e s . — D e t a l l e s estadísticos.
Chineo años cuenta de existencia la Sociedad científica que con el título de Congreso internacional de Arqueología y Antropología prehistóricas, se propone conocer el origen del hombre, ventilando los problemas que han de suministrar elementos para que en su dia se escriba la historia positiva y filosófica de la humanidad. Consecuente con su carácter y fiel á sus tendencias cosmopolitas, no se reúne el Congreso constantemente en imanación determinada, sino que cada año elige por mayoría de votos el país en que habrá de celebrar sus sesiones en el inmediato. Fundado en la Spezziaen 1865, convócesele segunda vez en Neufchatel en 1866 : eligió á París para su asiento en 1S67, y en 1868 decidióse por
1
Norwich, resolviendo que la Asamblea de 1869 se celebrara en Copenhague, comenzando las sesiones el 27 de Agosto.
Individuos nosotros del Congreso, fuimos oportunamente invitados á asistir á los debates que suscitaría forzosamente el programa redactado por la Comisión organizadora, y que comprendía temas a cual más interesantes. Figuraba en primer término el que á la edad de la piedra se referia , argumento del mayor interés mediante los trabajos hechos sobre aquella por los anticuarios del Norte escandinavo y las riquezas arqueológicas que , con relación á la misma, se atesoraban en los museos de Copenhague y Estokolmo. Ocupaba segundo lugar, sin que se consideraran inferiores, los estudios y controversias relativos á los quioquenmodingos , entendiéndose por tales ciertos depósitos de conchas, huesos y otros objetos, asociados á vestigios de la industria humana, descubiertos en condiciones geológicas especiales en varios puntos del litoral dinamarqués. Aparecia luego y con sujeción á un orden rigorosamente cronológico, la fauna de los dólmenes: en seguida las costumbres funerarias de la edad de bronce en los países del Báltico; y últimamente, la del hierro en el Norte de Europa.
Ganosos de adquirir conocimientos que quizá pudieran favorecer la dilatación de las luces en la madre patria, y sin reparar en las molestias del viaje ni en los sacrificios pecuniarios que imponía, aceptamos la invita" cion y partimos para Copenhague con la anticipación conveniente. Entraba en nuestros cálculos completar anteriores investigaciones, deteniéndonos en Par ís , Bruselas, Colonia, Maguncia, Schwer inyHamburgo ; pero accidentes que no son para referidos nos obligaron á modificar en parte nuestro itinerario.
3 Detuvímonos en Par í s , no solo para estudiar de
nuevo las magníficas colecciones antropoarqueológicas del Jardín de plantas y de los Museos de Cluny, de Artillería y de San Germain-en-Laye , sino también para comunicar con los sabios naturalistas que en aquel emporio de la moderna civilización residen habitualmente. Trasladámonos después a Londres y recorrimos las secciones del grandioso Museo Británico, tomando nota de las riquezas adicionadas á las existentes cuando hicimos nuestra primera visita: estudiamos asimismo la célebre colección prehistórica que lleva el nombre del Dr. Cristy, sin olvidar el Instituto geológico , tal vez el primero del mundo, gracias á la liberalidad con que gallardamente leprotege el país, por medio de sus representantes. T r a tándose de establecer en España jardines de aclimatación, calculamos oportuno el examen del de K e w ; hubimos, pues, de visitarlo, recogiendo datos preciosos que puede gozar quien en provecho del bien público desee utilizarlos.
Pasamos luego á Bruselas , donde proyectábamos detenernos: ausentes empero de la capital belga nuestros queridos amigos M. Eduardo Dupont, ilustre naturalista , jefe del Museo de Historia Natural , y M. Le Hon, autor de un libro muy popular sobre el hombre fósil, desistimos del empeño por el momento; dirigiéndonos á Hamburgo para hacer allí alto, atraídos por la celebridad de su Jardín de Aclimatación.
Gozaríamos exponiendo nuestras observaciones acerca de tan notable establecimiento, debido al patriotismo de algunos ciudadanos amantes de los progresos de la ciencia; mas faltos de espacio, recordaremos que en él se ha construido un magnífico aquarium, que facilita el conocimiento de la vida íntima de animales q u e hasta ahora se habían sustraído á fructuosas y
4 detalladas investigaciones en sus modos de ser individuales ó colectivos; y que posee la singular salamandra del Japón fSieboldia máxima), de enorme y aplastada cabeza, color negro bastante subido, con el cuerpo cubierto de tubérculos, midiendo más de un metro de longitud.
Y a en las orillas del Elba, teníamos ante nosotros dos distintos caminos al proponernos llegar á Copenhague. E l primero, más directo y frecuentado , era el de Kiel y Korsoer; el más largo cruzaba los ducados de Holstein y Schleswig, la Jutlandia y la Fionía. Atentos á conocer el país en cuanto fuera posible, obteniendo una idea apropiada de su relieve y naturaleza, elegimos esta última via , recorriendo el trayecto entre Aliona, Flens-burgo y Fredericia : aquí nos embarcamos para atravesar el pequeño Belt ; tomamos tierra en Middelfort; tocamos en Odensee; volvimos á embarcarnos enNyborg para cruzar el gran Be l t , y arribando á Korsoer, ya en Zelandia, llegamos á Copenhague después de enriquecer nuestra cartera con notas que verán la luz oportunamente.
Recibiónos en la estación del ferro-carril, cual si nos unieran con él antiguos lazos de amistad, el Secretario del Congreso Sr . Valdemar Schmidt , entendido arqueólogo agregado al Museo de Antigüedades del Norte , y autor de una obra que ha contribuido en mucho á vulgarizar en Europa los hechos relativos á la arqueología escandinava. Al mismo tiempo que nosotros, llegaban á Copenhague hombres eminentes de todos los países civilizados, concurriendo algunos por encargo especial de sus gobiernos.
Verificóse el 27 de Agosto la solemne inauguración de los trabajos, celebrándose el acto con gran pompa en
5 •el salón privilegiado de la Universidad. Habiasenos dicho que el pueblo dinamarqués, en sus varias clases, miraba con gran simpatía cuanto se referia al Congreso, y de ello pudimos convencernos cuando notamos que á la sesión de apertura acudia no solo la Corte, representada por la familia real y los altos dignatarios de la Corona, sino también lo más granado en sabiduría ó posición del reino, juntamente con el Consejo de Ministros y el Cuerpo Diplomático. Verdad es que Cristiano I X , Presidente de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte , se •habia declarado protector del Congreso, y que al frente de este , como miembros del Comité de organización, figuraban:
El Sr . J . I. A. Worsae , Consejero de Estado, Director de los Museos de Antigüedades del Norte y de Etnografía , Vicepresidente d é l a Sociedad antes mencionada, y aparte de esto una de las ilustraciones más legítimas y respetadas del Norte escandinavo.
El Sr . A. V. Bech , Montero mayor de la casa del Rey.
El Conde O. S . de Danneskyold Samsoe, Director general de las comunicaciones.
El Sr . Engelhardt, Secretario de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte.
E l Dr. Fenger, antiguo Ministro y Consejero íntimo de Estado.
El Sr. Boye , arqueólogo distinguido. El Sr . Herbst, Achivista del Museo de antigüedades
del Norte. El Profesor Müller, Director del Museo de antigüe-
güedades griegas y romanas. El Barón O. D . Rosenorn-Lehn, Chambelán del Rey,
Senador y egregio magnate, cuyos timbres realza con su amor inteligente á la ciencia, al arte y la literatura.
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E l Dr. Schmidt , Director del Museo de Antropología.
E l Dr. Steenstrup, Consejero de Es tado , codirector del Museo de Zoología, miembro de la Universidad y uno de los sabios de más nombradla allende el Pirineo.
El Barón Zytphen-Adeler, Chambelán del Rey y Senador.
E l Sr . Wichfeldt, favorecido con los mismos cargos.. Los Sres. Strunk, Steinhaner, conservadores adjun
tos de los Museos Etnográfico y de Antigüedades. Y el Sr . Bang, Tesorero del Banco privado de Co
penhague; personas todas de considerable influencia entre sus conciudadanos.
Fué para nosotros sumamente grato notar que por virtud de nuestra asistencia, el estandarte español se ostentaba en la fiesta á que nos referimos junto á las banderas de las primeras naciones europeas, y no experimentamos menor satisfacción cuando, al ser presentados á la Corte por nuestro Presidente, oímos frases de los labios del Jefe del estado, grandemente honrosas para nuestra querida patria.
Como describir la ceremonia sería tarea un tanto ajena al plan que nos hemos propuesto, habremos de limitarnos á reproducir el discurso leido por W o r s a e , en medio de las mayores muestras de asentimiento. Helo aquí:
«Por primera vez retínese en el Norte escandinavo un Congreso internacional, y por cierto que no es para mirado con indiferencia que sea precisamente de Arqueología prehistórica de lo que ha de ocuparse. A pesar de sus reducidos límites geográficos, la Dinamarca ha representado un papel muy importante en los tiempos antiguos. En los últimos siglos de la Edad media. y más todavía en la Edad moderna, la significación de
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Dinamarca en la historia universal aparece disminuida, pero en tiempo del paganismo, los reyes del mar, los Vikingos sin miedo y los Normandos vigorosos, saliendo de los puertos y fyords de Dinamarca, Suecia y Noruega, se trasladaron á las costas de Rusia y de Alemania, de allí á Inglaterra, a Holanda, a Francia , hasta á la misma España, pasando luego á Italia y Constantino-pla. Por todas partes hicieron brillantes conquistas, dejando con frecuencia sobre las costas de la Europa monumentos y testimonios de su espíritu de libertad y de su bravura.
»Hé aquí cómo podia explicarse que los arqueólogos extranjeros desearan venir á una región de donde en pasadas centurias partieron los Normandos tan famosos y tan temidos. ¿Qué cosa más natural que el deseo de querer comparar sobre los lugares mismos donde se encuentran, las antigüedades aquí descubiertas, con las señaladas en la patria de cada uno? De este modo, tratándose de antigüedades, podia distinguirse lo que es peculiar á cada país. Hechos auténticos, recientes investigaciones arqueológicas, probaron que los Normandos, considerados cual verdaderos salvajes, eran quizá reformadores enérgicos. Esta época más importante para nosotros, será, así lo espero, mejor conocidaé ilustrada con los trabajos históricos y hasta prehistóricos.
»Pero, señores, no es solo ese interés, que podríamos llamar privado, el que debia fijar la atención de los sabios extranjeros en las antigüedades del Norte: bajo el punto de vista internacional son aún más dignas de vuestro estudio, en tanto que facilitan fundamentos para la ciencia, que ocupándose de la primera aparición del hombre y de los primeros vestigios de la civilización, ha encontrado en nuestros dias adeptos tan celosos como distinguidos.
s »Hace pocos años que casi todo el mundo estaba de
acuerdo en que antes de la civilización griega y romana, ó mejor dicho, antes del período á que se refieren los monumentos escritos y las tradiciones más remotas, nada habia pasado en la tierra. ¡ Qué diferencia entre las creencias de hoy y las de entonces! ¡ Qué cambio tan súbito y tan radical! ¡ Qué descubrimientos tan valiosos relativamente á las épocas prehistóricas, cuya existencia no era ni aun columbrada por los talentos más atrevidos !
»Un movimiento espontáneo, no ajeno al sentimiento del patriotismo, hizo nacer en el Norte escandinavo y en el Norte de Alemania aficiones antes desconocidas hacia las antigüedades y monumentos nacionales. En otros países, arqueólogos ilustres habían encaminado su actividad en esta misma dirección, mas sus esfuerzos permanecían aislados, sin reflejarse ni en la teoría de las ciencias, ni en la organización de los museos. Debe el saber al Norte de Europa los primeros ensayos en orden a l a clasificación de las antigüedades, según su origen, en edades de piedra, de bronce y hierro, y esta gran mejora empezó á esparcir nueva luz sobre los tiempos prehistóricos en las costas del Báltico.
»Y no debe causar sorpresa que un sistema tan novísimo , opuesto á cuanto se habia hecho en la literatura y en la arqueología clásicas, apareciera en el extremo Norte de la Europa, donde ni los Griegos ni los Romanos realizaron conquistas , y donde la civilización clásica tan poderosa y absorbente , no pudo destruir por complete) ¡a civilización nacional.
«Durante largo período, los eruditos de la antigua escuela , mofáronse de esta singular arqueología que solo se ocupaba de los tiempos bárbaros. Mas aconteció que los naturalistas acudieron al socorro de los arqueólogos , y así poco á poco, gracias á las investigaciones
9 de unos y de otros, nueva luz brilló no solo sobre las antigüedades del Norte, sino también sobre las de aquellos países quesufrían en mayor escala el yugo de los clásicos. La nueva escuela, después de extenderse por el mundo y de haber fundado una etnografía comparada antes desconocida, ilustró de un modo inesperado la historia primitiva del hombre.
íDiíícil es señalar una nación europea donde no se encuentren ya las manifestaciones de las tres edades que aparecen en el Norte. Además, en el Oeste y en el Sur nótase una serie de pueblos salvajes que durante la edad de la piedra, y bajo climas distintos de los actuales, vivieron á la vez que diferentes animales extinguidos ó que han emigrado, como por ejemplo, los grandes mamíferos, el elefante, el rinoceronte y el reno, viéndoseles al fin procurarse animales domésticos , lo cual prueba cierto grado de cultura. Más adelante surge en Europa, y quizá también en Asia, una civilización que reclama el uso del bronce; y cómo se presenta este, viniendo no se sabe de dónde, á constituir su florecimiento , que á su vez abandonará el campo á otro más perfecto caracterizado por el hierro.
»Las importantes cuestiones que se refieren á esas épocas, no pueden resolverse sin el conocimiento profundo de las antigüedades de todos los países, sin el concurso internacional de los arqueólogos. Pero ya se ha establecido el gran progreso de la humanidad : la Arqueología nacional ha abierto nuevos horizontes ; solo se necesita tiempo para reunir los materiales, y las preocupaciones que han reinado en la ciencia durante siglos desaparecerán por completo.
»Señores , si se quisiera negar la importancia délos estudios arqueológicos y etnográficos , bastaría con echar una mirada sobre esta asamblea , donde se han
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reunido tantos arqueólogos y naturalistas distinguidos ávidos de hacer estudios comparativos sobre nuestras antigüedades, para encontrar fútil el reparo. Mencionaré entre los sabios presentes á los señores Quatrefages, Bertrand, Penguelly de l'Haridon , Desor , V o g t , Vir-chow, Capellini, Fraas , Dupont, Spring, Schaffhausen, y hasta los países más lejanos, como la España y la Rumania, nos envían sus representantes, que presentes están los señores Vilanova y Tubino , y el Sr . Odobes-c o , juntamente con otros cuyos nombres brillan en los anales de la nueva ciencia.
»Con profundo placer , y hasta con un sentimiento de orgullo, los arqueólogos dinamarqueses, saludan la reunión del Congreso internacional en el Norte escandinavo , donde, por su posición y alejamiento del teatro de las conquistas romanas , han conservado los monumentos un carácter más puro y original que en otras naciones, habiendo tenido nosotros la buena fortuna de encontrar alguno de los fundamentos del nuevo sistema arqueológico.
«Sabéis que por regla general se han acogido con benevolencia las observaciones aisladas , protestándose contra las deducciones generales y los resultados grandiosos : aún tiene nuestro sistema ardientes adversarios; as í , pues , en nombre de la ciencia os invito á ser severos. La visita que vais á hacer á nuestros Museos os facilitará la mejor ocasión de estudiarla base sobre que sólidamente debe de construirse el nuevo edificio. Si nuestros Museos no os ofrecen objetos más antiguos que los de la Europa occidental y meridional, que parecen haber sido pobladas en época más remota que los lejanos distritos del N. , hallareis en cambio riquezas cuantiosas propias del período posterior. Veréis que también aquí la civilización romana hizo sentir su influencia, y
11 que en general los grandes movimientos de la civilización europea han venido á romper sus últimas oleadas sobre nuestras costas.
» E n el Museo de Zoología estudiareis los objetos notables extraídos de nuestras turberas, ilustrando el estado primitivo de la fauna antigua de este país, asunto que con tanta erudición ha tratado nuestro colega Steens-trup : asimismo el Museo de Antigüedades del Norte os enseñará los descubrimientos hechos en los grandes depósitos de conchas; las antigüedades de los dólmenes y de la edad de piedra , las que acaban de sacarse de las turberas de la edad de bronce, las armas y trajes de los Vikindos, á quienes se llamó bárbaros; y en el Museo de Etnografía veréis un ensayo de ilustración de la historia general humana, por series comparadas. Con reconocimiento aceptaremos vuestras explicaciones y advertencias , y si alguno de nosotros ha ido demasiado adelante, nos consolará la idea de que esos mismos errores han de redundar en provecho de la ciencia. Al tener el honor de declarar abierta la cuarta sesión del Congreso, no puedo por menos de deplorar que el hombre , cuya vida entera se consagró al desarrollo de la arqueología nacional, Thomsem, no haya tenido la fortuna de recoger el fruto de sus tareas. Espero que su espíritu estará entre nosotros, y en todo caso su recuerdo no podrá faltarnos al recorrer los Museos que fundara. No debe olvidarse que otros han contribuido también al triunfo del sistema adoptado hoy, figurando entre ellos dos grandes amigos y contemporáneos de Thomsem, los veteranos Nilsson de Lund y Lynch de Schwe-rin , cuyos nombres quedarán eternamente grabados en la lista de los valerosos campeones de la Arqueología prehistórica.
«Queridos colegas, vamos á empezar nuestras tareas
12 en condiciones más modestas que en otros países. E s peramos que os contentareis con lo que os podamos ofrecer. Grande sería nuestra dicha, si os pudierais persuadir de que estáis en un país donde, á pesar de grandes desdichas, la ciencia ha sido siempre cultivada y honrada ; donde todos , grandes y pequeños, gobierno y pueblo, sienten el más vivo interés hacia los estudios que nos han congregado. Hallareis una prueba de ello en el hecho de que S . M. el Rey, en su cualidad de Presidente de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte , se ha dignado aceptar el título de Protector del Congreso, honrándonos con su presencia. Así S . M. ha manifestado su simpatía por la ciencia, que en su predecesor Federico VII halló un colaborador celoso é infatigable, y en el padre de este príncipe Cristiano VIH, un verdadero Mecenas.
« Queda, pues, abierto el Congreso. »
Terminada la lectura de esta arenga, M. de Qua-trefagesusó de la palabra, en nombre de los extranjeros, para responder á las galantes frases de W o r s a e , empezando desde aquel instante todos nosotros á recibir pruebas ostensibles de la cultura y de la distinguida cortesía de los dinamarqueses.
Habíase señalado la Universidad como asiento del Congreso, y en consecuencia veíanse expuestas en sus anchas galerías selecta copia de objetos prehistóricos, propiedad de particulares que de aquel modo deseaban contribuir á la obra común. Allí examinamos las piezas más notables de las colecciones de los señores Bech, Steenstrup y Barón Zyphen-Adeler; los dibujos de M . Ramsauer , pertenecientes al Gran Duque de Mec-klembourg-Schwerin, representando los objetos extraídos del cementerio de Hallstadt, localidad clásica para
el estudio de la primera edad de hierro; una multitud de láminas, condibujos exactosdelas armasyjoyasdelamis-ma edad, atesoradas en el Museo de Flensburgo; otras referentes á las antigüedades irlandesas de las edades de piedra y bronce, cuyos originales se hallan en el Museo de Dublin : planos y vistas de los dólmenes más singulares de Dinamarca, y fotografías de los objetos raros en los Museos deCristianía y Estockholmo. Visitada esta exposición, disolvióse la asamblea para reunirse en la noche del mismo dia á fin de nombrar la mesa directiva de las sesiones y los demás oficios. E l escrutinio dio este resultado:
ANTIGUOS r RES ID ENTES Y FUNDADORES , ELEGIDOS AHORA
PRESIDENTE
/. Y. A. Worsae.
VICEPRESIDENTES HONORARIOS.
Capellini. Desor.
VICEPRESIDENTES
Steenstnip Nilsson. Lynch.
De Quatrefages F enger. Carlos Vogt.
VICEPRESIDENTES ADJUNTOS.
Dupont. Comiede Ovaroff.
Bertrand.
CONSEJO.
Hildebrand. Baron Penguelly de l'Hari-Spring. Hébert. Fraas.
don. Vi lau opa. Schaff hausen.
Wi re h Gip.
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TESORERO.
F. S. Bang.
TESOREROS ADJUNTOS.
E. Ersler. C. Bang. T. Hindenburg. Luis Bang.
SECRETARIO GENERAL.
Valdemar Schmidt.
SECRETARIOS.
Engelhardt. Casalis de Fonduce. Dognée. A.Rhóné.
SECRETARIOS ADJUNTOS.
E. Chantre. A. Demarsy.
Comenzaron las discusiones desde el siguiente dia, tomando en ellas parte hombres de reputación científica universal ó europea. Ilustrábanlos bancos del Congreso, además de los arqueólogos ó anticuarios ya nombrados, distinguidos representantes de las primeras potencias europeas, no faltando quien demostrase con su presenc ia , el interés que el sexo bello tomaba en aquellos certámenes del saber. Entre los doctos que han encanecido investigándolos orígenes humanos, sentábanse la señorita Ida Nilsson, en quien la discreción corre parejas con la gracia y la belleza; la señorita Mestorf, hábil escritora, que ha traducido magistralmente al alemán una obra interesante del profesor Nilsson; la señora Urich , procedente de Alemania; la generala Lefroy, inglesa, y su compatriota la señora Sparks, las señoras Biondelli y
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Olivecrona, de Milán la primera y distinguida literata sueca la segunda.
Como dato curioso hé aquí la proporción en que estaban representadas en el Congreso las naciones concurrentes :
Alemania, quince socios. Bélgica, siete. España, dos. Finlandia, uno. Países Bajos, tres. Rumania , dos (entre ellos el Sr . Urechia , nuestro
querido amigo, bien conocido en los círculos científicos de Madrid.)
Sui{a, dos. Francia, veintiséis. Inglaterra, cinco. Hungría, uno. Italia, cinco. Noruega, cinco. Prusia, seis. Suecia, veinticuatro. Por lo que toca a Dinamarca, las listas de la Socie
dad contenían hasta doscientos veintiséis nombres, figurando en ellos todas las clases de la sociedad.
II.
Sesiones del Congreso durante los dias 2 S , ;K) y 31 de A g o s t o . — Oscilaciones de la corteza terrestre . — Los elefantes de Dinamarca. — Expedición al quioquenmodingo de S o l a g e r . — El canibal ismo en las e d a d e s prehistór icas . — L o s dólmenes de YVestenzotland.•—Los monumentos mciraliticos de Andalu-c 'a y los descubrimientos prehistóricos de la misma r e g i ó n . — Quioquenmodingos en Suabia . — E l hombre primitivo en el W u r t e m b e r g . — G e n e r a l i d a d e s del S r . Schaf fhauscn. — Lo prehistórico en la Valaquia .
o c u p a n d o la presidencia el Sr . de Quatrefages, el sábado 28 de Agosto, comenzaron en realidad las tareas del Congreso, leyendo el Dr. Bruzelius de Istad, una erudita memoria sobre las oscilaciones que habia experimentado la costa Sur de la Escania , fenómeno, en su sentir, demostrado por medio del corte geológico que presentaba del puerto nuevamente construido en la dicha localidad, y de los objetos, tanto prehistóricos como relativamente modernos, encontrados por el dicho arqueólogo en el depósito glacial que ocupa la base de la formación que allí se encuentra, en la turbera que la cubre y en la zona de arenas litorales que la coronan. Según el Sr . Nilsson, en un manuscrito fechado en 1070,
*7 se afirmaba la existencia de una turbera submarina en la costa de Escania , calculando el célebre naturalista que la inundación que hubo de cubrirla puede remontarse aproximadamente á dos mil años antes de la era cristiana .
Excavándose no ha mucho en las inmediaciones del puerto de Istad, para ampliarlo y darle ventajas de que carecía, hiciéronse descubrimientos que el Sr . Bruzelius ha utilizado en su curioso trabajo. Presentóse en primer término la faja de arenas, antes mencionada, conteniendo multitud de conchas marinas, cardiiim edille, etc., troncos de árboles, restos de embarcaciones, útiles en cobre, latón y estaño, dos arcabuces, dos balas de cañón, remontando todo á una antigüedad de cinco siglos á lo sumo. Seguia inmediatamente la turba, donde se conservaban las raíces .de los árboles cuyos troncos atravesaban la capa superior, extrayéndose de este horizonte conchas lacustres, como Helix, Planor-bis, Lymneas, Bithynias, etc. Descansaba la turba sobre una capa compuesta, según los sitios, de arena, grava, arcilla gris con chinarros de mayores ó menores dimensiones, anunciando el conjunto la presencia de un canchal ó depósito glacial.
Encontróse en la faja de arena arcillosa un cuchillo, una punta de lanza, una media luna de sílex y una hacha de piedra, y además dos láminas de hueso artísticamente trabajadas, pertenecientes al mango de un cuchillo.
Piensa Bruzelius que la labor de este mango le autoriza para referirlo á un momento entre los siglos X y X I , época en que comienza en el Norte la era cristiana, deduciendo de los hechos observados que la base del puerto de Istad lo constituye un antiguo canchal (mo-raine de los Franceses) , en cuyas depresiones se ha.de-
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i S
positado una capa de arcilla: sobre esta ha crecido un bosque, frecuentado por los hombres al terminar la época pagana, atravesando el sitio un arroyuelo, que una ve/ interceptado en su curso por cualquier accidente, dio lugar á que se formara una turbera que se ha hundido hasta ser cubierta por las aguas del mar entre las dos citadas centurias.
Terminada la lectura del papel, usaron de la palabra los Sres. Nilsson, Desor, Vogt , Hébert y Ber-trand , ilustrando cada uno el fenómeno con luminosas observaciones. Explicó Nilsson los movimientos que ha sutrido la costa de Escania; quiso Desor saber si el levantamiento de una parte de la Escandinavia se compensaba con la depresión de otra; veia Vogt difícil el l i jar la cronología de la formación, mediante á que los objetos hallados en el canchal habian podido llegar hasta él atravesando la turbera, gracias á su pesantez; para Bernard esos objetos, excepción hecha del mango del cuchillo, representan mayor antigüedad que la supuesta por Bruzelius; mientras Hebert , ateniéndose únicamente á las observaciones geológicas, aseguraba que el corte del puerto de Istad, demuestra el hundimiento de diez pies del suelo de Escania cada mil años. Este es un hecho irrecusable, en su juicio, y que concuerda con los observados en las tierras bajas desde Rusia hasta más allá del Bált ico, tierras cuyo nivel desciende, a l a vez que sus contrafuertes ó cordilleras se levantan.
Concluidas las sesiones, visitamos la localidad á que la Memoria se referia, y en el capítulo correspondiente daremos cuenta del resultado de nuestro viaje.
Presentó en la misma sesión el Secretario Sr . Wal-demar Schmidt , en nombre del Sr . Lotze, una muela de elefante procedente de una cantera de arena y grava
i9 cuaternaria de Fionía, y habiéndola examinado el señor Capellini, resultó pertenecer al Elephas armeniacus, distinto del E. primigenias, con el que antes se confun-dia por la especie de torsión que ofrecen las láminas del marfil en la parte posterior del diente. Dijo el sabio naturalista italiano, que á esta especie correspondían los ejemplares encontrados en Sicilia, en Toscana y en Bolonia, añadiendo nosotros que-lo propio sucedía con el hallado por el Sr . Machado en Lora del R io , en el terreno cuaternario del Guadalquh'ir.
A propósito del descubrimiento, expuso Desor , que tanto en los Alpes como en el Norte de Alemania, los restos del E. primigenias se señalan siempre en depósitos removidos por las aguas después de la consolidación de las formaciones glaciales, en cuyo concepto tiene no poca significación el hecho de que en Fionía acontezca lo propio , siquiera sean los restos del E. armeniacus.
Observó Worsae que los terrenos de Dinamarca que conservan esos fósiles, son de fecha posterior á los de Francia y Suiza; Vogt manifestó que aun cuando no se han encontrado hasta ahora en Dinamarca vestigios humanos propios de la época en que vivían tales proboscidios, aunque todos los descubrimientos parecen indicar que el hombre no habitó aquella región en la época á que se hace referencia, no deja de ser interesante el que se recojan en capas superficiales restos de los mismos animales, contemporáneos un tiempo de nuestros antepasados en Francia, Inglaterra y en otros países.
Después de este debate, el Secretario general dio lectura a una comunicación del Sr . Philibert Lalande, remitiendo la Memoria que habia escrito sobre las épocas de piedra en Brives (Departamento de la Correze, Fran-
20 cía). Nueve son las cavernas exploradas por este ar queólogo, habiendo extraído de ellas gran copia de objetos en silexy algunos en cuarcita. De la carencia de la primera de estas rocas en la comarca referida, y de la semejanza de los objetos con los procedentes de Peri-gord, deduce Lalande que sus primitivos habitantes debían recibirla de los que habitaban el último , con quienes debieron sostener relaciones comerciales. No era este el único ni más concluyente testimonio de tan incipiente comercio , que por su fecha podriamos llamar prehistórico , sin embargo, siendo el hecho curioso, oyó el Congreso con agrado la nota que lo describia.
Visitó el Congreso el domingo 3o de Agosto las colecciones artísticas del castillo de Rosenborg , de que en otro sitio nos ocuparemos, y el lunes siguiente destinóse á recorrer y explorar el quioquenmodingo de Solager.
Reunidos á las siete de la mañana en la estación del ferro-carril casi todos los miembros extranjeros del Congreso y muchos nacionales , ocupamos un tren especial, que en poco tiempo nos llevó á la antigua capital de Dinamarca, Roskilda, hoy su metrópoli religiosa. Situada en una de las extremidades del fyord de Isef, aparecía engalanada para recibirnos con sus mejores preseas. Vestida la población de fiesta, aguardábanos en las calles del tránsito, y en todos lados numerosas banderas denotaban que Roskilda no era ni con mucho indiferente al científico acontecimiento que presenciaba el vecindario de Copenhague.
Encerraba Roskilda, particularmente para nosotros, preciosísimos recuerdos. Dentro de su recinto permanecieron algunos de los valerosos tercios españoles , que obligados á combatir un dia á las órdenes de los generales de Napoleón, volaron al socorro de la madre patria, luego
21 que conocieron los tristes sucesos del 2 de Mayo. Viven en los habitantes de Roskilda memorias gratas de nuestros antepasados , y aún existe en sitio conocido, algún testimonio auténtico de la cólera que entre estos se produjo , y que tomó por blanco á los oficiales franceses, Guando se apercibieron de la artera conducta del afortunado Capitán cuya ambición ensangrentaba la Europa con guerras crueles y desastrosas.
Debíamos para trasladarnos áLynres, punto donde se encontraba el quioquenmodingo, surcar las aguas del fyord en toda su extensión hasta llegar á su desembocadura en el Cattegat. Embarcámonos en el vapor de la marina nacional Federico VII, siendo recibidos con galante cortesía por su capitaiTSr. W i l d e , persona ilustrada, que habia visitado algunos de los puertos de Andalucía. Empavesado el buque y adornado con guirnaldas de frescas flores, ofrecía un agradable aspecto: emprendimos nuestra navegación, que duraría cuatro horas de ida y cuatro de vuelta, bajo los mejores auspicios, despidiéndonos en la orilla los roskildeses, que nos demostraban sus simpatías con calorosos y triplicados hurras.
Desdoblóse el fyord a nuestros ojos como una inmensa faja de plata, y en el progreso de nuestro feliz viaje , vimos desfilar quintas y bosques, varias aldeas, cuyos habitantes con banderas y aclamaciones nos saludaban, y no pocos montículos, verdaderos túmulos prehistóricos, levantados á lo largo de las costas.
Llegamos al fin a Lynass, pequeña aldea de pescadores, donde nos esperaba una escena no presentida ni imaginada : el sabio paleontólogo Steenstrup habíase personado la tarde antes en la localidad, tanto para dispor ner el recibimiento cuanto para desmontar el quioquen-modingo, de modo que pudiéramos explorarlo á placer;
22 y habia bastado una simple indicación hecha al modesto profesor de instrucción primaria de Lymes , para que éste , usando de su poderosa y reconocida influencia, promoviera el que todos los labradores de la comarca se presentaran á ofrecernos sus carros, coches y servicios.
Confundidos con la población de ambos sexos, que llena de gozo nos acompañaba, cruzamos los campos en dirección á Solager, utilizando los medios de locomoción que con el mejor deseo nos facilitaban los aldeanos. Una vez en Solager ofrecióse el quioquenmodingo á nuestra científica curiosidad. Adosado á un montículo natural, presentaba el aspecto de un altozano de suaves pendientes , atravesándolo una gran zanja ó trinchera, mandada abrir por el Sr . Steenstrup. De este modo podíamos gozarlo cómodamente. Componíase de un número considerable de conchas, mezcladas con pedazos de sílex, labrados ó sin labrar, huesos de aves y cuadrúpedos, hachas de piedra, notándose en algunos puntos piedras de mayor tamaño que las usuales y con evidentes testimonios de haber estado expuestas á la acción prolongada del fuego.
Estaba situado el quioquenmodingo en una especie de abrigo formado por la-parte reentrante de la costa, defendiéndolo del viento Norte y de las olas del Catte-gat la colina sobre cuyo flanco meridional descansaba. Atacamos cotilos instrumentos de que^íbamos provistos, las paredes de la trinchera, recogiendo cada cual preciosos testimonios de la actividad é industria humanas.
Como todos los de su clase , el quioquenmodingo de Solager contiene prodigiosa copia de conchas comestibles, en su mayor parte marítimas, tales como la Os-trea edulis, el Mytilus edulis, el Cardium edule, algunas Nassas reiiculata, la Littorina litorea, mezcladas con Hélices y Ciclostornas entre las terrestres; tam-
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bien comprende no pocos restos de mamíferos pertenecientes á especies que han vivido en Europa hasta en tiempos históricos, citando algunas Julio César en sus Comentarios. De ellas las más frecuentes son el Bos Unís, Buey salvaje; Bos bisons, el Bisonte, que aún se halla en la Lituania; Castor fiber L., el Castor, que habita las aguas del Danubio actualmente, pero que hace siglos desapareció de Dinamarca; la Phocagrypiis, muy rara hoy en aquellas regiones; Cernís Dama, el Paleto, y otras, como el L o b o , la Zorra, una raza de Perro menor que el de la época de bronce en dichas comarcas , único animal doméstico del quioquenmodin-go, á cuya voracidad se atribuye la carencia de huesos de aves pequeñas y de las partes blandas de las grandes'.
Falta en estos depósitos, que indican la existencia de una población anterior á toda historia , el Reno por haber emigrado á más altas latitudes, y tampoco se descubren vestigios del Buey y del Caballo domésticos, ni del Carnero, circunstancia que aumenta la importancia cronológica de los quioquenmodingos, cuyos límites en el tiempo, son la desaparición del Reno y la apropiación y conquista por el hombre de las especies domésticas ya citadas.
Abundan entre las aves los restos del Alca impennis, el Manco, que emigró de las costas de Europa, y solo existe, siquiera sea en escaso número en las de Groenlandia, hallándose justificada su reciente desaparición del archipiélago Islándico. Otra especie bastante común es el Tetrao itrogallus, Gallo de jaral , y el Cygnus ferus, Cisne salvaje, que vive en latitudes más septentrionales, y solo baja á las costas de Dinamarca durante los inviernos crudos. Esta circunstancia, y el encontrarse los crecimientos sucesivos de las astas del Ciervo, parecen acreditar la opinión de que los aborígenes que dejaron
24 aquellos testimonios moraban tocio el año en el litoral.
Hánse hallado asimismo en los quioquenmodingos restos del Clupea harcngus, L in . , Arenque; del Gadus monta. L i n . , Bacalao, y del Pleuronectos platessa. Lin., la Plati ja, lo que lleva á sospechar con fundamento que los dichos aborígenes se dedicaban á la pesca, alejándose más ó menos de la costa, y valiéndose en sus expediciones de canoas formadas de troncos de árboles, iguales á las que suelen extraerse de las turberas y á las que usan hoy dia algunos pueblos ribereños de la América del Sur.
La falta de huesos humanos entre los de animales que servian de alimentación á la raza de los quioquenmodingos, destruye la hipótesis de que esta fuera antro-pófaga, como algunos han pretendido.
Por lo que hace á la llora, encuéntrase en los montículos de que nos ocupamos, la Zostera marítima, y también algún que otro pedazo de carbón vegetal; y en orden á la industria humana, recógense con facilidad hachas de pedernal toscamente labradas, de forma lanceolada, instrumentos de hueso, particularmente punzones y agujas para coser las pieles; fragmentos de cerámica grosera, fabricada á mano, cantos graníticos ó de otras rocas, ennegrecidos y como si hubieran servido para el hogar, y también los hay redondos, utilizados quizá en la trituración de los granos y semillas.
Tendría el depósito de Solager de nueve á diez metros de largo sobre cuatro ó cinco de altura , hallándose, como ya dijimos, adosado á un altozano del terreno cuaternario.
Hecha la exploración y examinados los objetos recogidos el dia antes por Steenstrup, y que depositados sobre tablas, podían gozarse en una tienda de campaña levantada no lejos del quioquenmodingo , nos
25 condujeron los aldeanos en sus vehículos al embarcadero , acompañándonos la muchedumbre con visibles muestras de simpatía. Llamónos agradablemente la atención el que un simple profesor de instrucción primaria tuviera tanta autoridad entre aquellos insulares. Pero esto, que al principio de nuestro viaje al Norte debía causarnos no poca estrañeza , recibió satisfactoria explicación cuando nos convencimos de la superior consideración de que la ciencia disfruta en Dinamarca, y del respeto que inspiran sus representantes, sea cual- • quiera el puesto que ocupen en sus diversas escalas.
Obsequiáronnos á bordo del vapor con un espléndido banquete; hubo entusiastas discursos, hablóse de la ciencia, de la fraternidad de los pueblos, consagráronse brindis oportunos á los grandes benefactores de la humanidad, y cuando ya el crepúsculo dibujaba fantásticas siluetas sobre los cerrados horizontes, cuando las aguas del tranquilo fyord tornábanse oscuras y misteriosas, enviándonos sus últimos reflejos al ser heridas por la expirante.luz de la tarde, abordamos á Roskilda, cuya catedral, iluminada á giorno, arrojaba encendidos resplandores á través de sus ojivas.
Esperábannos bajo el cancel varias dignidades eclesiásticas, y á compás con las armonías del órgano, entramos en el templo , precioso monumento del siglo X I I , que contiene numerosos motivos de estudio, tanto para el artista como para el historiador y el anticuario. Panteón de los reyes, encierra sus tumbas; guarda también las osamentas de egregios personajes que han figurado en la historia nacional, y testimonios artísticos que muestran el carácter típico de la arquitectura y escultura indígenas, y sus modificaciones bajo el influjo de los estilos y maneras venidos del extranjero.
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Presidió la sesión del 3i el Sr . Capellini. Insistiendo el anciano Nilsson en el particular refe
rente á las oscilaciones del suelo escandinavo, comenzó las labores de este dia diciendo cosas de la mayor importancia. Afirmó desde luego, que al principio del siglo pasado, ancianos cazadores aseguraban que rocas sobre las cuales cazaran en su juventud focas, se habian levantado tanto , que aquellos animales no podían subir hasta ellas. Pensó Celsius, estudiando el hecho, que algunos miles de años antes, toda la Escandinavia estuvo sumergida, y para poder seguir el curso del levantamiento, hubo de grabar señales al nivel del agua sobre rocas situadas en las costas.
Linneo hizo medir, durante un viaje que verificó á la parte Sur de Escama, la distancia que' había entre la playa y una piedra monumental que se erigiera en memoria del desembarco de Carlos X I I . Ordene') la Academia de Stockholmo en 1820, que se reconociesen las señales de Celsius, y hubo de observarse, que caminándose hacia el Norte, la altura de aquellas crecía, demostrándose que no eran las aguas las que se elevaban sino el terreno. En 1887 se ha vuelto á medir la distancia que media entre la piedra de Carlos XI I y la lengua de agua, y se la ha visto reducida. E l mismo Nilsson ha hecho observaciones que le permiten aseverar que el movimiento de la costa de Escama de levantamiento y depresiones muy antiguo, continuándose en nuestros mismos días.
Leyó el Sr . Dognee, uno de los Secretarios, una memoria del Sr . Roujou, sobre la estación de Villeneuve, S . Georges, cerca de París. Dice el autor haber descubierto tres horizontes en dicha localidad, que de abajo arriba corresponden, el primero á un período interine-
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dio entre la primera y la segunda edad de piedra, figurando entre los instrumentos extraídos rascadores ó raspadores poco comunes, que el Sr . Waldemar Schmitd refiere razonablemente á la última: el segundo, al período de la piedra pulimentada, á juzgar por las hachas que se han señalado, la cerámica tosca y demás objetos; y el tercero, ó superior, pertenece al período del bronce. Hállase el depósito, según Roujou, cubierto de una capa de tierra amarillenta, parecida al lehmó loess, de donde se han extraído diferentes lechos de ceniza, piezas de cerámica más fina y varias antiguallas de épocas visiblemente posteriores al bronce. De manera que l a citada localidad excita grande interés por cuanto facilita el estudio de los progresos de la civilización, casi desde los tiempos primitivos. Fundado Roujou en el considerable número de huesos humanos fracturados, que en Villeneuve Saint-George se recogen, inclínase á pensar en la existencia de la antropofagia en tiempos que, aunque postcuaternarios ó posteriores al diluvium , son no obstante muy antiguos.
Ocasionó esta última afirmación un animado y luminoso debate, en el que terciaron los Sres. Springs, Du-pont, Worsae y Quatrefages.
Mantenedor antiguo el primero del canibalismo de nuestros ascendientes, adujo en prueba de su doctrina diferentes noticias y argumentos. Cuando se descubrió en Bélgica la famosa gruta de Chaveau, notó que era de época posterior á la de Engis , pues no había en ella huellas del Mammut , ni del Oso, sino de varios rumiantes, puercos, pájaros y pescados, dominando en el yacimiento los restos humanos, siquiera no se clasificase entre estos ni un solo hueso de hombre adulto, mientras eran comunes los de mujer y de adolescentes. Aquellos que contuvieron medula ofrecíanse quebrantados en di-
28 recóion de su longitud y algunos carbonizados. Durante nueve años el Sr. Springs se consagró á estudiar pieza por pieza estos materiales, deduciendo que correspondían á un festín de antropófagos.
Tan barbara costumbre parece que no fué peculiar á los salvajes de Chaveau, dando en mucho verosimilitud á la doctrina, el recuerdo de los sacrificios humanos que registra la historia escrita de las naciones occidentales de Europa.
No hallaron eco en el Congreso las opiniones del señor Spring, negándose á admitirlas, entre otros, su conciudadano el entendido Dupont, que también ha explorado cavernas donde se encontraron huesos humanos quebrantados, útiles de piedra y otros vestigios de frugales comidas, sin que pudiera deducirse en rigor la verdad de la antropofagia.
Manifestó Worsae que no se atrevia á afirmar que existieran en Dinamarca huellas de semejante salvajismo. Hallóse en un dolmen gra cnantidad de huesos humanos rotos y medio quemados, lo que podría inducir á creer lo contrario, peroxalcula que no pertenecen á un banquete de caníbales, sino á un sacrificio litúrgico, y le hace pensar de este modo el hecho de que en el fondo de la sepultura se conservaban, revueltos con carbones, huesos calcinados de animales, que debieron servir para la alimentación de los que figuraron como actores en la ceremonia religiosa.
Quatrefages observó que los huesos de las grutas de Bélgica no podian referirse al tipo que representan los cráneos dinamarqueses de Borreby, por lo que admitiéndose la antropofagia, hay que convenir en que dos tribus europeas hubieron de practicarla.
Repetimos que las ideas de Spring tropezaron con la resistencia que el Congreso oponia. á aceptarlas, enten-
2 g diendo que no habia razones suficientes que las abonasen.
Usó muy luego de la palabra el eminente arqueólogo sueco Sr . Hildebrand, para darnos á conocer los dólmenes de Westergothland, región enclavada en su patria. Construidos con enormes piedras ó cantos erráticos, forman á manera de largas galerías, algunas hasta de cincuenta pies de longitud,, cubriendo la cavidad anchas losas ó la jas, desgajadas también con frecuencia, de las rocas erráticas. Muchos de estos enterramientos, deque en España tenemos un ejemplo auténtico en la cueva de la Pastora, término de Castilleja de Guzman, están sin cubrir, lo que les diferencia de sus' semejantes en Dinamarca, Francia y otros países, mientras otros constituyen verdaderos montículos ó altozanos.
Tienen situado el ingreso al Este , y el interior repleto de una tierra negra que envuelve los esqueletos.
Grandemente experimentado Hildebrand en este linaje de exploraciones, ha podido resumir sus estudios en las siguientes cláusulas:
i Q u e el número mayor de los cráneos encontrados pertenece al grupo dolicocéfalo ósea cráneos largos: solo dos ó tres son braquicéfalos ó cortos.
2. a Que generalmente presuponen individuos muy avanzados en edad, como lo acredita la carencia de dientes , sobre todo en la mandíbula inferior, habiendo observado en un individuo muy viejo, la particularidad de tener un diente reciente ó nuevo.
3.° Que los huesos de animales son propios de mamíferos domésticos y de salvajes, que aún existen.
4." Que los instrumentos recogidos, tan numerosos como bellos bajo la relación artística, han sido labrados en silex, variando mucho en sus.formasy usos: hállanse,
3o con efecto, entre ellos, cuchillos, puntas de lanza, puñales, flechas, sierras, martil los, rascadores, varios utensilios en hueso, como estiletes, punzones, agujas, anzuelos para la pesca, diferentes artículos de adorno enconchas, dientes de mamíferos y particularmente en ámbar; demostrándose así que en tan remotos siglos era ya esta resina fósil, conocida y abundante como lo es hoy en las costas del Báltico.
Copiosos son también los instrumentos, útiles y adornos en bronce encontrados en otros dólmenes de Suecia, representando amplia y ricamente la industria indígena. Contienen las colecciones nacionales, desde las toscas hachas, imitación de las últimas de piedra con las matrices que sirvieron para fundirlas, hasta los objetos más delicados de uso público y doméstico, tales como armaduras, escudos, puñales, cascos, brazaletes, fíbulas, agujas, pendientes, pectorales, amuletos , vasos y toda clase de utensilios.
Rica la Suecia, como pocas regiones, en dólmenes y túmulos, han sido incluidos en las épocas neolítica y del bronce , constituyendo por la variedad de las antiguallas que arrojan, uno de los temas de mayor atractivo ante la atención inteligente del anticuario.
Tocó su turno á los españoles, y uno de nosotros, Tubino, subió á la tribuna ádisertar someramente sobre los monumentos megalíticos de Andalucía, sus primeros pobladores y los demás testimonios prehistóricos hasta ahora observados en aquella región privilegiada. Y como advirtiera en el Norte escandinavo gran desconocimiento del grado de cultura que alcanzaba España; pensó el orador que era conveniente y hasta necesario, decir á este propósito lo que, sin lastimar á nadie,dejara satisfechas las legítimas exigencias clel verdadero y repo-
3i sado patriotismo.Discurrió, pues, brevemente sóbrelos muchos títulos que España tenia al respeto y á las simpatías cié la Europa; citó hechos culminantes de su historia , y después hizo alusión á sus progresos actuales , demostrando que la raza española parecía como que se levantaba de su abatimiento para entrar de lleno en el sendero de su regeneración y prepotencia.
Grande hubo de ser nuestro regocijo, cuando el respetable y numeroso auditorio que ocupaba el Paraninfo de la Universidad , hacia justicia a aquella defensa, aplaudiendo con repetición las palabras de nuestro compañero , aprobación que hubo de secundar la prensa al reproducir esta parte de su discurso.
Dio cuenta después Tubino, de los descubrimientos prehistóricos realizados en Andalucía : habló ligeramente de la célebre cueva de Menga, y del monumento megalítico, ó cámara sepulcral de Castilleja de Guzman, por él descubierta y estudiada : citó asimismo el notable dolmen de las cercanías de R o n d a , que lleva el nombre de «Piedra de los sacrificios», (Véanse las láminas que acompañan al texto.) así como las hachas recogidas en varias localidades, los magníficos resultados que se han obtenido de la exploración de las cavernas de Gibraltar, con otros pormenores pertinentes al argumento que se habia propuesto ventilar.
Concretándose en segundo términoal problema etnográfico , emitió la opinión, de tiempo atrás sostenida por él, de que la primitiva invasión de la Península hubo de verificarse por el estrecho de Hércules , recordando con tal motivo no solo las tradiciones mitológicas que abonan esta doctrina, sino los preciosos descubrimientos arqueológicos y paleontológicos, con otros tomados de la Geología, que visiblemente la apoyan y recomiendan. •
32 Abundan los monumentos megalíticos en la zona ma
rítima que se extiende desde las Alpujarras por Andalucía, Extremadura y Portugal hasta Galicia; reíiérense a ella oportunos textos de los escritores griegos más antiguos, y atendibles razones concurren á robustecer la hipótesi de que los hombres del Oriente remontando las costas africanas del Mediterráneo, no solo se extendieron por el Occidente europeo, sino que quizá pasaron al otro hemisferio, sirviéndoles de puente la sumergida y legendaria Atlántida.
Habría querido nuestro compañero enumerar todos los trabajos prehistóricos de españoles y lusitanos , mas contenido por los límites del tema, hubo de ceñirse á una rápida desquisicion sobre las pesquisas hechas en Andalucía, principalmente en cuanto podían contribuir á comprobar sus particulares opiniones sobre los colonos que en remotísimos siglos arribaron á las costas más meridionales de la Península.
Terminó la sesión diurna con la lectura que dio el Sr . Osear Fraas, director del Museo de Stuttgard, de una docta Memoria sobre los quioquenmodingos ele la Suavia, donde en vez de conchas se encuentran huesos de mamíferos, tales como el Ccnnis tarandiis, R e n o ; el Mus arcticus, Zorro del polo; el Ursus arctos , Oso ártico y el Guio borealis, Guio, revueltos con Hélices, y liqúenes, también polares, y cuchillos de pedernal. No se hallan en estos depósitos ni el Ciervo, ni el Jaba l í , ni tampoco el Corzo , detalle que no deja de llamar la atención, viéndose los huesos largos hendidos para sacar la médula, y los cuernos del reno, ingeniosamente trabajados.
La presencia de estas especies árticas, que han emigrado hace siglos del Wurtemberg para habitar latitu-
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des más altas, autoriza al Sr . Fraas á deducir que el hombre es allí más antiguo que en Dinamarca, donde se le descubre acompañado de animales de faunas más recientes que arguyen climas más templados. Si algo significan estas observaciones , en verdad que á la larga corroboran en parte los juicios de nuestro compañero Tubino , que piensa , según hemos visto , que los primeros pobladores de la Europa occidental procedieron del Sudoeste, extendiéndose progresivamente hacia el ocaso y el Septentrión.
Como una nueva prueba de la exactitud de sus raciocinios, adujo el Sr . Fraas el haberse descubierto en el loess ó lehm diluvial de la baja Suavia, fósiles del Ele-phasprimigenias ó Mammat, del Ursas spelanis, Oso de las cavernas, del Rinocerus thicorhinus, Rinoceronte de narices tabicadas ; del Bos priscus. Bisonte primitivo ; del Cerras megaceros, Ciervo gigante; y del Eqaas caballas. Caballo primitivo , juntamente con otras especies extinguidas; añadiendo para justificar la contemporaneidad del hombre y de estos mamíferos, que en el Museo de Stuttgard se conservaba un cráneo humano recogido en 1 700 , con varios huesos de M a m m u t , que á él se hallaban asociados.
Puso fin á su disertación aseverando que las turberas del Wurtemberg guardan la fauna moderna posterior al período glacial, en un todo parecida y sincrónica con la de Dinamarca, y con pruebas auténticas de la existencia del hombre y esbozos de su rudimentaria industria.
Leyó el Sr . Guerin en la sesión nocturna una Memoria acerca de las cavernas y dólmenes del departamento de la Meurthe (Francia) y sobre los túmulos explorados en los Vosgos por Mr. Soulie.
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En la caverna de la Truche , clasiíicada como de la edad de bronce, se han observado, entre los restos humanos de unos cien individuos, once húmeros con la cavidad olecraniana perforada, hecho de gran significación, antes citado por otros arqueólogos. Sacáronse de la misma cueva puntas de flecha en silex, conchas per-foradas'que debian servir de adorno, estiletes, agujas y objetos diversos en hueso y no pocos en bronce. En otro punto del mismo departamento, señalóse una sepultura no muy profunda, que contenia hachas, flechas y un brazalete de bronce, que hubo de aplicarse á la pierna, puesto que en el enterramiento estaban la tibia y el peroné y no el cubito y el radio. Esta observación parece exacta, pues en otras sepulturas de las cercanías de Nancy el mismo Guérin halló esqueletos con anillos de bronce aplicados á las caderas, á los brazos y á la garganta.
Imaginaba el orador que en la Lorena no se han señalado hasta el presente palafitos ó estaciones lacustres, y solo en un valle afluente del rio Meuse se reconoció un depósito prehistórico palustre con varios martillos en piedra y otros útiles. Describe el Sr . Guérin los túmulos delosVosgos, que Soulieha registrado, recordando entre las curiosidades procedentes de ellos ciertos anillos que debian servir de aderezos: son de una sustancia negruzca parecida al azabache , y figuran estar fabricados con arcilla y materias carbonosas.
Schaffhausen, eminente profesor de la universidad de l iona, sometió al juicio del Congreso los más culminantes resultados de sus estudios prehistóricos en la cuenca del Rhin, no sin lamentarse antes, amarga y justamente, de la oposición que por algunos de sus compatricios se hace á este ramo del saber, citando en apoyo de su
35 queja cierto artículo publicado en uno de los periódicos más populares de Alemania, artículo que califica de falsos y sin valor los resultados obtenidos por Boucher de Perthe,s en sus exploraciones de Abbeville. Entrando luego de lleno en el examen de los caracteres que ofrecen los huesos encontrados en las cavernas y en el terreno cuaternario, dando la preferencia á este análisis por ser de su especial predilección y competencia, hizo constar Schaffhausen lo siguiente :
i.° Que la presencia de las dendritas no basta para acreditar la antigüedad de los huesos, necesitándose para afirmarla el que dichas arborizaciones penetren en el propio tejido óseo: las superficiales pueden ser modernas;
2.° Que tampoco suponen gran antigüedad en los huesos las rayas ó surcos que ofrezcan á la vista, pues suelen ser efecto de la acción de raíces que sobre ellos se han extendido;
3.° Que el cráneo de Neandertal es más antiguo que el de Engis, habiendo fundamento para considerarle como oriundo del terreno terciario, pues siendo compañero del Oso de las cavernas y del Mammut, debió existir ya en el terreno anterior al cuaternario, pudiéndose por lo tanto señalarle sobre cien mil años de antigüedad. Declaróse después Schaffhausen mantenedor decidido del hombre terciario, y antes de terminar dijo que dentro de un pedazo de lava que obtuvo cerca de Ander-nach, valle del Rhin, y que conserva, existe un fragmento de hierro labrado, acontecimiento que probaría, en su concepto, que las erupciones de los volcanes de Siebengebirge, aunque anteriores á toda tradición, deben ser bastante modernas.
Concluyó el distinguido profesor sosteniendo que la filología comparada, juntamente con la geología, la
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paleontología y la geografía física , son los ramos encargados de esclarecer en un plazo más ó menos corto los más arduos problemas referentes á los orígenes de la humanidad y á sus prístinos pasos sobre la superficie de nuestro planeta.
Expuso el Sr . W o r s a e , que hace diez y siete años vio en Saumur unos huesos con dibujos parecidos á los descubiertos posteriormente por Lartet , en el Perigord; que aquellos fueron encontrados en una caverna por el arquitecto Sr . Joly, quien los regaló al Museo de las Termas de París , donde se conservan.
También Vogt añadió que de una caverna cerca de Ginebra (Mont Saleve) única donde hasta ahora han aparecido restos del Reno , se extrajo un hueso que debajo de una capa de estalacmita ofrece un dibujo representando un helécho, circunstancia que justifica su sorprendente antigüedad.
Pidió el Sr . 'Hebert á Schaffhausen mayores detalles tocante al pedazo de lava de que habia hablado, pues correspondiendo los volcanes del Rhin, como los de Au-vernia, al principio del terreno cuaternario, sería un hecho por extremo singular el uso del hierro en edad tan remota. Quiso Schaffhausen satisfacer á su interlocutor, declarando que el objeto no habia sido encontrado por él , sino por un campesino , que se lo cedió, calculando que debe de ser posterior al terreno cuaternario, supuesto que las corrientes de lava solo están cubiertas por aluviones modernos. Replicó Heber t , y como faltaran datos , suspendióse todo juicio acerca de este particular.
Ocupóse el Sr . Odobesko, exministro de la Rumania , de los monumentos antiguos más notables de la Valaquia explorados por él , y de los de la Moldavia
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reconocidos por el Sr . Urechia. Presentó el primero á la consideración del Congreso varios útiles de barro cocido toscamente labrados ; armas en sílex, martillos parecidos á los recogidos por nosotros en Cerro Muriano, piedras de honda y discos perforados de gneis y pizarra micácea , que probablemente debieron servir, según el Sr . W o r s a e , para sujetar en el fondo del agua las redes empleadas en la pesca.
En cuanto á objetos en bronce, dijo Odobesko que se descubren en la Valaquia en corto número, abundando más los de hierro. Examinadas estas antiguallas procedentes del valle de Androni, resultaron pertenecer á la segunda edad de piedra, ó tal vez al principio de la de bronce, confirmándose en un ligero debate la opinión relativa al uso de los discos de pizarra, si bien Vogt dijo que podían haber sido utilizados al perforar los mangos de asta de ciervo, ó en la preparación de las hachas, sirviendo para hacer girar el árbol que abriese el agujero cilindrico que contendría el mango ó astil.
Terminado el incidente,•continuó Odobesko, declarando que los monumentos de tierra en Valaquia se dividen en tres clases : figuran en la primera las líneas de montículos llamados vallum por su forma redonda; entran en la segunda los túmulos, que se clasifican en tres grupos, según su tamaño, y en la tercera los campos atrincherados. Todas estas obras son anteriores al siglo segundo de nuestra era, en cuyo concepto debe tomarse la denominación ó adjetivo prehistórico que se las aplica. Los instrumentos que arrojan son propios de la segunda edad de piedra y de la del hierro, sin vestigio alguno hasta ahora de la del bronce. Respecto á las cavernas, anunció el orador, que si bien son frecuentes en las cordilleras de los Cárpatos, nadie emprendió el explorarlas, conservándose en el pueblo la tradición
38 de que desde remotos tiempos hasta la Edad media, sirvieron de guarida á una raza de gigantes que habitaban la comarca. Espera el Sr . Odobesko encontrar en la Rumania ciudades lacustres, ocasionando este anuncio que el Sr . Desor manifestara, que si á primera vista se podia decir que en la Columna Trajana hay indicios de esas estaciones, habida consideración á que los pilotes de las dichas moradas no se veian, hallándose el suelo al nivel de las aguas, las figuras del mencionado monumento representan sencillamente puestos de centinelas ó vigías, semejantes á los que actualmente existen sobre las orillas del Danubio.
III.
Discusión sobre los quioquenmodingos y los d ó l m e n e s . — P r i mitiva inmigración en la Europa meridional y o c c i d e n t a l . — Los asiáticos invadieron la Península Ibér ica por el Estrecho de Hércules .—Extendiéronse por las orillas occidentales del continente europeo.—Poblaron la D i n a m a r c a . — Observaciones en las cavernas de B é l g i c a . — L a cronología y los d ó l m e n e s . — Cavernas de la Westfa l ia .—Más sobre antropofagia .—Hogares prehistóricos en Fr is ia .—-Fiesta en el coliseo de la O p e r a .
( © a j o la presidencia de Carlos Vogt, abrióse la sesión el dia i.° de Setiembre. Mostrábase el Congreso deseoso de que personas competentes ventilaran los graves problemas referentes á los quioquenmodingos, y respondiendo á este pensamiento subió á la tribuna el sabio Steenstrup, con el propósito de satisfacer al auditorio. Era tanto más necesario y apetecido este debate, cuanto que se sabia que no estaban de acuerdo Steenstrup y Worsae en el modo de apreciar ciertos fenómenos propios de los quioquenmodingos, esperándose, por lo tanto, una luminosa controversia que aclarara las dudas en muchos suscitadas por la inspección del depósito de Solager.
Manifestó Steenstrup, que en un principio creyóse
40 que los quioquenmodingos eran simplemente puntos de la costa que se habían levantado, lo que pensaba ser inexacto, pues de otro modo deberían contener muchas especies de conchas, siendo así que no ofrecen más de cuatro, representadas únicamente por individuos que han llegado al término de su crecimiento, y que reúnen condiciones de existencia y yacimiento que no permitirían el encontrarlos reunidos de este modo. Además,están aquellos situados á pocos pies sobre el nivel del mar, lo que demuestra no han sufrido oscilaciones grandes desde su formación.
A tales consideraciones agregaba Steenstrup la no menos valiosa de haberse encontrado en los quioquenmodingos los objetos de que dimos cuenta al narrar la excursión á Solager. Explicando la disposición de los depósitos , ofreció al examen de la docta Asamblea el corte del descubierto en el Molino de Havelse, sitio ya célebre entre los naturalistas por esta circunstancia. Habíase pedido á una comisión, compuesta de los señores W o r -sae, Forchhammer y el orador, que informase acerca de los objetos provenientes de Havelse, y habiendo evacuado detenidamente su cometido y explorado hasta otros cincuenta quioquenmodingos, llegóse al término de dar el dictamen sin que hubiera unidad en los pareceres.
Señaláronse en los depósitos en cuestión, hasta trece especies de conchas, de las cuales cuatro predominan exclusivamente , mientras que las otras escasean por extremo. Son aquellas la Ostra edulis , la Ostra ; el Car-dium edule, el Cardio comestible; el Mytilus cdule, la Almeja, y la Littorina littorea, ó Litorina, debiendo advertirse que la Ostra ha desaparecido del Cattegat y que las demás especies se han achicado, seguramente por haber disminuido el salobre de aquellas aguas. En cuanto á
4i los pescados, abundan la Chipea harengus, el Arenque; el Gaclus morrhua ó Abadejo; el Pleuronectesplatessa, la Plati ja; y la Murasna anguilla, la Anguila. De aves señálanse el Tetrao urogallus ó Gallo de jara l , que ha abandonado la Dinamarca desde que desapareció el abeto, cuyos retoños constituían su alimento; el Cyg-nus musicus ó Cisne salvaje, que ahora solo frecuenta dicha región durante el invierno; el Alca impennis ó gran Ganso, hoy poco menos que extinguido en la mism a , faltando las especies comunes en la actualidad. De los mamíferos, suelen hallarse el Cervus elaphus ó Ciervo común; el C. capreolus ó sea el Corzo, y el Sus scrofa ó Jabalí. Más raros son el Urus, el Perro, el Zorro , el Lobo, la Martra, la Nutria, la F o c a , la Marsopla, la Rata de agua, el Castor, el L i n c e , el Gato montes, el Erizo, el Oso polar, y el Ratón.
Vénse en los quioquenmodingos los huesos , hendidos longitudinalmente á fin de extraer la médula; también se encuentran muchos pertenecientes al Reno, convertidos en útiles é instrumentos. Presentó el orador ala curiosidad de la Asamblea algunos ejemplares originarios del depósito de Meilgaard, y nosotros dibujamos un peine y un mango de hacha , que en lámina aparte podrá gozar el lector.
Añadió Steenstrup nuevos pormenores á los ya referidos , proponiendo diferentes problemas y dificultades. Dijo, por ejemplo, que los quioquenmodingos podian corresponder á la época de los dólmenes , aunque se le antojaban posteriores ; que las tribus que habian producido los primeros llevaron una vida sedentaria, y tal vez habitaron los segundos. Cierto es , decia, que en los quioquenmodingos no se halla más animal doméstico que el P e r r o , y este de una raza inferior á la del período del bronce, mientras en la fauna de los dolme-
42 nes parece predominan los animales domésticos; pero no está averiguado que esos restos se introdujeran al mismo tiempo que se depositaban los del hombre. Pensaba por el contrario, que los primeros pudieron ser introducidos en las mencionadas cavidades por los zorros y demás roedores que á ellos los llevaran para su alimentación, negando por consiguiente que tales especies domésticas sean propias de los dólmenes.
De acuerdo Worsae con Steenstrup en atribuir la debida importancia á los quioquenmodingos en la primitiva historia de los aborígenes de Dinamarca, apartábase de su compañero en lo relativo á la cronología. Subió á la tribuna, y en un correcto discurso se propuso refutar la mayor parte de las conclusiones de Steenstrup. Fundado en la carencia de animales domésticos, excepción hecha como antes apuntamos , del Perro , en la índole y aspecto tosco y grosero de las hachas de silex, evidentemente inferiores en mérito artístico á las que se extraen de los dólmenes y túmulos, asentaba Worsae que concediendo que todos los quioquenmodingos no fueran contemporáneos entre sí, y reconociendo cuan difícil es fijar su exacta cronología, parecíale , no obstante, que la raza que con los despojos de su alimentación contribuyó á formarlos, no es la misma de los dólmenes y túmulos, sino anterior á esta , habiendo precedido también á la que dejó los testimonios de su industria en las turberas.
Combatió Worsae la hipótesis de Steenstrup, referente á que el pueblo de los quioquenmodingos conociera las armas y utensilios de piedra pulimentada, aduciendo el reparo de que para labrar los de hueso y aserrarlos con el fin de extraer la médula, eran más á propósito las piedras triangulares y toscas, en ellos frecuentes, que las pulimentadas.
4 3 Para W o r s a e , los quioquenmodingos son los mo
numentos más antiguos de Dinamarca , que determinan la aparición de los primitivos pobladores de aquella comarca , en el período intermedio entre la primera y la segunda edad de piedra; esto es , entre la emigración ya efectiva del Reno y la aparición de los animales domésticos, de los cuales el Perro es el primer representante. Esta circunstancia, combinada con la existencia en Francia , Portugal y otros países del Oeste y Sur de Europa, de instrumentos de piedra análogos á los encontrados en los quioquenmodingos, y su ausencia hasta hoy en Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia , concurre á confirmar la opinión, apoyada además por el estudio comparativo de los cráneos encontrados en las distintas regiones de Europa, de que la invasión de esta zona del continente europeo no se verificó por el Norte c o m o se ha creído comunmente, sino más bien por el Oeste y el Sur, ó sea Italia y especialmente la Península Ibérica, cuya comunicación con el Norte de África debió ser tan frecuente como expedita aun en el caso , no del todo demostrado, de que en dicha remotísima fecha hubieran las aguas abierto el Estrecho de Gibraltar.
Oíamos á Worsae con gusto, porque sostenedor en parte nuestro compañero Tubino de las propias ideas, aunque solo en la esfera histórica, desde hace años, acudía á darlas crédito la autoridad respetable de uno de los hombres más eminentes en este linaje de investigaciones: afirmó Tubino en trabajos arqueológicos, que la Bética habia facilitado la inmigración oriental en la Península , imaginando que el Estrecho de Hércules no debió oponer en lo antiguo serios obstáculos al paso de los asiáticos. E l descubrimiento posterior de un istmo entre el África y Sicilia, y de ciertos monumentos pelásgicos en AgFigento, han dado mayores probabi-
44 lidades á su teoría, que pugna contra lo generalmente admitido y sustentado.
Pensaba el diligentísimo W o r s a e , que desde la región mediterránea fueron remontándose á latitudes más orientales y septentrionales las razas invasoras, si eran más de u n a , y como quiera que este progreso debió ser muy lento, de aquí el que al llegar á Dinamarca se encontrara la industria al final del primer período de piedra y casi en el principio del segundo , á cuyo momento de transición corresponden los utensilios de los quio-quenmodingos, así como los mamíferos contemporáneos de aquel pueblo. Permaneció este estacionado durante luengos siglos, y solo cuando la población fué exuberante, hubo de extenderse á la Península escandinava , cuya historia empieza en la segunda época de piedra, que llegó á alcanzar mayor grado de desarrollo y perfección que en ningún otro país de Europa, continuando por las de bronce y de hierro, que hoy mismo sorprende á cuantos la estudian , con su alto florecimiento. Confirmando esta doctrina y el progreso de la civilización del Sur al Norte y Occidente de Europa, el señor Ovaroff, de San Petersburgo , dijo: que en los dólmenes y túmulos de R u s i a , por regla general , solo se hallan utensilios de hierro.
Resumiendo sus juicios, adelantóse Worsae á sostener que los lapones y finlandios no son los aborígenes de Europa, como se creia, sino mas bien un pueblo ó raza relativamente moderna , última etapa de la invasión procedente del Oeste y del Sur , ó de las costas del Mediterráneo, que se verificó durante las épocas de piedra y del bronce , siguiendo los emigrantes el curso de los grandes rios; acabando con repetir que la población dinamarquesa ni procedió de Rusia ni del Nor te , sino del Mediodía; y que la circunstancia
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de aparecer en Dinamarca mayores, eñ número y en dimensión , los quioquenmodingos y los monumentos megalíticos, mal llamados célticos no ha mucho, se explica por haber estado en posesión sus habitantes durante largas centurias, de la civilización dé la segunda edad de piedra que recibió de sus antecesores y perfección ó de un modo sorprendente.
Respondiendo á una pregunta del S r . Hebert , que deseaba se le manifestase qué relación existia entre la época de los quioquenmodingos y la del Reno en la E u ropa occidental, correlativas según Worsae , contestó el Sr . Dupont , por lo tocante á Bélgica, que en ella ofrece la edad de piedra tres fases.
Primera: período del Mammut con el Rinoceronte, el Oso y la Hiena de las cavernas: caracterízanla siles triangulares, notándose al fin de este lapso de tiempo la aparición de los bastones de mando, labrados.
Segunda: sobre los dichos depósitos descúbrense otros de arcillas amarillas con fragmentos angulosos de rocas : la fauna vése privada de grandes especies perdidas, abunda la actual y además varias especies que han emigrado , como el R e n o , el Glotón, el Rebezo y la Marmota ; los silex , tallados presentan normalmente la forma de cuchillos, no se encuentra nada que acuse la escultura, y se usa el enterrar en las cavernas.
Tercera : dominando el horizonte anterior yacen los aluviones y terraplenes, que contienen los silex pulimentados. Han desaparecido las especies emigradas, reemplazándolas1 la launa de las turberas escandinavas, el buey, corzo, jabal í , etc.
De suerte que se nota una diferencia harto sensible entre la época del reno y la de la piedra pulida.
4 6 Aseveró el Sr . Bertrand por su parte, que el mejor
método para establecer la cronología de tan alta antigüedad sin incurrir en errores graves, es el que se funda en el carácter y sucesión de la fauna de las cavernas, de los depósitos cuaternarios y de los demás monumentos anteriores á toda tradición, pues estando relacionados con las condiciones físicas de nuestro continente, no se halla sujeto á error. Que el orden en que se suceden dichas faunas en.el centro y Oeste de Europa, es el siguiente : aparece primero la representada por el Ele-phas meridionalis y eXAvmeniacus, el Mammut, el Oso de las cavernas, el León, la Hiena y el Rinoceronte: sigue á esta la de los animales emigrantes á otras latitudes y altitudes, como quiere L a r t e t , y es la del Bos y Equus primigenius, el Ciervo, el R e n o , la Marmota , e tc . , y concluye con la de los animales domésticos, como el Perro, el Cerdo, el Caballo y el Carnero. Siendo evidente que la primera de dichas faunas , por lo menos, no se encuentra en el Norte ; de acuerdo Bertrand' con Worsae en lo relativo á la marcha del hombre en Europa, trázala de O. y S . al E . y N . , y no en otra dirección, advirtiendo que, en su sentir, un paso más en la civilización no siempre ó casi nunca exige la invasión de un pueblo ó de una nueva raza, sino que es el resultado del lento y sucesivo desarrollo introducido por los individuos más inteligentes, sirviéndose para realizar el adelanto de las relaciones comerciales, ó de cualquier otro carácter, que sostuvieran con otros centros sociales.
Discurriendo sobre la significación y edad á que deban referirse los dólmenes, expuso que en Auvernia casi todos guardan restos de la civilización del bronce, mientras en la Bretaña, región la más clásica de Francia bajo el concepto arqueológico, á pesar de atesorar muchos documentos de la segunda edad de piedra, corres-
47 ponden á un grado superior de cultura, apoyándose en este hecho para sostener que los dólmenes en particular, representan verdaderos monumentos funerarios en uso por siglos y siglos , como lo justifica el que empiezan en Francia en la segunda edad de piedra, y recorren toda la del bronce.
Confirmando este aserto, recordó el Sr . Cazalis de Fondouce, que en el departamento del Ardeche hay dólmenes reconocidos y explorados de la segunda época de piedra; otros que contienen hachas pulimentadas y bronces, y por último, algunos que pertenecen de lleno á esta última etapa, principio de la era de los metales.
Expuso Desor valiosas consideraciones relativamente á la significación que, según lo que acababa de manifestarse, tenian los dólmenes, resistiéndose á convenir en que el pueblo de los quioquenmodingos, que solo poseia el Perro como animal doméstico, hubiese podido levantar tan sorprendentes obras que se le antojaban de fecha posterior. Hasta negaba que los dólmenes debieran incluirse en la época de la edad de piedra pulimentada, imaginando que las preciosidades de ellos extraídas no podian referirse á civilizaciones incipientes.
Recordando luego cuanto se habia dicho sobre los dólmenes, asentó que le parecía dudoso que pudieran , constituir un buen criterio para determinar la primitiva cronología, é hizo constar con la lealtad que debe distinguir al hombre de ciencia, que ya no participaba de la opinión que sostuviera en el Congreso celebrado en París, donde oponiéndose á Bertrand habia considerado dichas fábricas como propias de la segunda edad de piedra , lo que ahora imaginaba muy aventurado según acaba de exponer.
43 Leyó el BarónDucker, ingeniero de Silesia, una Me
moria sobre las cavernas de la Westfalia, donde la caliza devónica contiene gran número de cavidades naturales. Ha recogido dicho señor en la gruta de Hallstein cuchillos en silex, puntas de flecha , y huesos de perdiz. En otras halló los del Oso y del Tigre de las cavernas, pretendiendo ver sobre algunos, señales de trabajo humano, y asociados al conjunto restos quebrantados de cerámica grosera.
Volviendo sobre el tema de la antropofagia. discutido en la sesión anterior, el Sr . Petersen ilustró la materia con oportunas citas de los autores clásicos, que en su modo de ver corroboraban la realidad de tan bárbara costumbre entre ciertas tribus primitivas. Dijimos que la mayoría del Congreso resistíase á admitir como exacta la hipótesis del canibalismo , escuchando, no obstante, al orador con benevolencia. Suetonio, entre otros, habló, según Petersen, de un pueblo bretón que se alimentaba de carne humana , y con especialidad de la de los niños y mujeres, no siendo por consiguiente inverosímil, sino muy probable, lo que sostuviera el Sr . Spring, en orden á la antropofagia de los hombres de Chaveau.
Cerró la sesión el barón Van Breugel, refiriendo que cultivándose un campo en las inmediaciones de Utrech (Frisia), se han hallado unos veinte hogares, formados por otros tantos agujeros semicirculares excavados en el suelo, conteniendo en la parte inferior central una piedra plana de granito, sobre la cual se depositaban las brasas. Media cada una de estas excavaciones metro y medio de diámetro por otro tanto de profundidad, facilitándose la bajada por un escalón practicado en uno de los costados. De uno de estos hogares se han extraído hachas y flechas de silex, y percutores ó nodulos de diferentes rocas.
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En la noche de este dia fuimos obsequiados, los individuos del Congreso, con billetes de convite, quedebian abrirnos las puertas del teatro de la Opera, donde se celebraba una grandiosa fiesta. Ocupadas las localidades por escogido auditorio, veíanse además en sitios preferentes á los reyes con sus hijos, altos funcionarios, y repartidos por toda la sala representantes de los varios partidos que en la prensa y en el Parlamento sostienen discretamente sus opiniones; literatos, artistas y hermosas mujeres que nos facilitaban ocasión de apreciar las líneas severas y correctas de la belleza escandinava.
Comenzó el acto , no sin extrañeza nuestra, levantándose los concurrentes para entonar, con acompañamiento de orquesta, una especie de himno patriótico. Siguió un baile del que debíamos sacar copiosa enseñanza , por referirse á los tiempos mitológicos y primitivos de la Escandinavia. Presentáronse ante nosotros sucesivamente las más poéticas creaciones de la mitología septentrional; vimos desarrollarse en animados cuadros el Wahalla del Norte, con sus elfos y sus valkirias, con sus genios v sus vikingos , con Odin y el espléndido cortejo que le seguía á los combates. Rubias y hechiceras ondinas servían el hydromel en.primorosas copas deformas artísticas, y el simbólico cuerno, cuyos repetidos ejemplares son como el paladium de todo antiguo hogar en la tierra nebulosa de Thor y Fre ja , recordábanos la filiación aria de aquella costumbre grandemente tras-formada bajo el influjo de climas diferentes y complicaciones históricas de larga fecha.
Habíase inspirado el autor, al escribir el argumento, en las tradiciones poéticas de losScaldas , dando cuerpo á los fantasmas que flotan en sus consejas, calor á los tipos de su fantasía. Y pidiendo luego auxilio al arqueólogo, ofrecíanos la indumentaria con severa propiedad, y
5o después de la tienda del guerrero con sus accidentes característicos, y del rudo combate, y del festin báquico, y de la apoteosis bélica, la sombría y apretada selva de hayas y abetos, con sus misteriosos y sagrados sacrificios, con sus elegantes dólmenes, recortándose en el oscuro fondo de las aguas. Ei Blot, til Lyst, habia dicho el autor, con el refrán dinamarqués, « no solo para el entretenimiento.» sino también para la instrucción.
IV.
Débales sobre las turberas de D i n a m a r c a , Suecia y E s c o c i a . — Su clasificación. — Sus productos prehistóricos . — Los q u i o -qucnmodingos de las cercanías de Hyeros. — Las edades de bronce y hierro en Rusia . — Dólmenes de la Crimea. — E s culturas en W c s t r o g o t h i a . — Su é p o c a . — Esculturas en Rusia.. — El bronce en Suec ia . •—• Proyecto de clasificación de las cavernas . — La Arqueología en Polonia. — Ciudad l a c u s t r e . — Estudios prehistóricos en España. — Historia de los d e s c u b r i mientos verificados desde 1 8 i - i . — Descripción de los túmulos y cavernas osuarias de Valencia .—-Un caso de m i c r o c e f a l i a . — Discusión sobre el atavismo y el origen pitecoideo del h o m b r e . — La anatomía c raneana de los e s c a n d i n a v o s . — Lo prehistórico en Noruega.
'©orinóse la dirección de los debates el dia 2 de Se-tiembre al Conde de Ovaroíf.
Ocupó la tribuna el Sr . Steenstrup para disertar amplia y magistralmente sobre las turberas. Resultado la turba de la trasformacion en materia combustible de varias plantas cié la época histórica, mediante la combinación de determinadas condiciones topográficas y climatológicas , sin la que no se produce el fenómeno, constituye para el arqueólogo un motivo de profundo y no secundario estudio.
Divide Steenstrup las del Norte en dos grupos , á saber: unas de los bosques, y otras de los lugares pantano-
52 sos, hallándose estas situadas en depresiones ó valles del terreno diluvial, y tienen por asiento materiales cuaternarios. En las regiones alpinas se encuentran también turbales que ocupan el límite de las nieves perpetuas. En cuanto á las de Dinamarca , el aproximado espesor que alcanzan varía entre tres y nueve metros, observándose que las de los bosques, aunque menos profundas que las palúdicas, son no obstante más antiguas, según se deduce de los restos animales que de unas y otras se extraen.
Puede dividirse la masa total de la turbera en dos horizontes : el inferior, compuesto principalmente de musgos del género Sphagnum, lo cual justifica su formación pantanosa,alcanza de 6 o á 90 centímetros de espesor ; el superior está formado de plantas, no todas acuáticas; pero lo notable en la composición de la turba es la presencia en su seno de verdaderos troncos y hasta bosques enteros de diversos árboles que se han sucedido y reemplazado á medida que las condiciones físicas y climatológicas variaban, sirviendo de índicepara establecer una cronología tan exacta como la fundada en la sucesión y desarrollo de la fauna de las cavernas. Las oscilaciones que experimenta, como se habia demostrado en otra sesión, aquella parte de Europa, explican plausiblemente el enterramiento en el seno de la turba de los bosques.
Y es por demás notable, que de abajo arriba se encuentre ante todo el pino de Escocia (Pinus sylrestrisj, que desde tiempo inmemorial ha desaparecido de esta comarca , fracasando los ensayos que se han hecho para aclimatarle. Con el pino vivió en el mismo horizontepara desaparecer más tarde, el abedul (Bctula alba), y algún otro árbol. Debe recordarse que á la vez que el hombre primitivo, el pino abundaba en Dinamarca. Dijo Steens-trup que habia encontrado un hacha de la segunda edad
53 de piedra en el tronco de uno, lo que prueba que el primer horizonte de la turba danesa corresponde á la época de la piedra pulimentada , posterior para unos, ó cuando más, según otros , contemporáneo del hombre de los quioquenmodingos.
Más tarde fué el pino reemplazado por la encina (Queráis robur, L . ) , que con otro abedul (Betula verrucosa, L . ; , el aliso, el avellano y otras especies, constituyen el segundo horizonte botánico de las turberas, que corresponde á la época del bronce. Por último, después de desaparecer de la flora dánica estas especies, presentóse el haya (Fagus sylvatica), que vive y crece actualmente lozana, formando el más bello adorno de los bosques escandinavos. Clasifícase este tercer horizonte vegetal como de la edad de hierro, desde su origen hasta los tiempos verdaderamente históricos.
•No son estos los únicos elementos que para reconstruir la historia de aquella region contienen las turberas de Dinamarca; recógense también en sus límites cenchas lacustres y terrestres de especies , la mayor parte vivientes. Sucede lo propio con los mamíferos, no habiéndose señalado el Reno ; los demás son tan recientes, por ejemplo, como el Bos urus, el Bos bison ó Bisonte, el Perro y algunas especies domésticas. Pertenecen los objetos labrados y hasta los restos del hombre á diferentes períodos, habiendo razones para asegurar que la formación de las turberas empezó quizá cuando terminaba la segunda época de piedra, prolongándose durante toda la del bronce y la del hierro hasta hoy. Dio fin Steenstrup á su trabajo calculando aproximadamente el tiempo que ha necesitado esta formación para constituirse , q u e , según dicho profesor, es de cuatro mil años.
En seguida , el anciano Nilsson ilustró con preciosos
5-1 detalles la historia de la turba y de las turberas de Escoc ia , y particularmente de las que ha explorado en Escama. Como hecho importante recordó la presencia del reno en las suecas, y aun hizo extensivo el hallazgo á las danesas, siquiera Steenstrup lo negase de una manera terminante. Agregando á lo dicho por Nilsson la particularidad de no haberse determinado en dichas turberas utensilios metálicos, parece prudente deducir que son más antiguas que las de Dinamarca; y en apoyo de este aserto Nilsson citó el esqueleto del Bos urus, que en la actualidad se conserva en el Museo de la Universidad de Lund; ejemplar completo, perfectamente conservado, que tiene en el espinazo la flecha de piedra con que en vida le atacó el hombre, habiendo muerto probablemente de resultas de la herida que le infirió de delante atrás el arma arrojada con tal fuerza, que no solo atravesó la apófisis espinosa de la primera vértebra lumbar, sino que penetró en la segunda, donde persiste.
En el propio Museo que Nilsson formara, recogiéronse otros esqueletos procedentes de las mismas turberas. Deben mencionarse: los del Bos bison, B. lougifrons, B.frontosus, Cerpus elaphus, C. alces, C. megaceros, y Ballena prisca de Nilsson.
Hubo después de extenderse Nilsson en doctas consideraciones respecto de los cambios que han sufrido las condiciones físicas de Escandinavia y de la influencia de estas en la formación déla turba y en el desarrollo de ia población primitiva de aquella región, tema á que ha consagrado un libro digno de sus talentos y nombradla.
E l Sr . Cazalis de Fonduce habló , en segundo lugar, de los quioquenmodingos descubiertos en las cercanías de Hyeres por el Duque de Luynes. Discurrió luego á propósito de los objetos encontrados en las grutas de
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Durfort, departamento del Gard, donde exploró una interesantísima sepultura, fijándose en seguida en otra del Herault, propia de una época de transición.
Expuso pormenores sumamente curiosos sobre lo prehistórico en Rusia el Sr . Lech, concretándolo al período del bronce. Los túmulos de aquellos vastos Estados parecen característicos de una época media entre las del bronce y del hierro. Contienen mezcladas puntas de flecha del primero de estos metales y lanzas del segundo , y el color rojo que en las sepulturas suele marcarse, hace pensar que tal vez los individuos inhumados se teñían el cuerpo. Los dólmenes de la Crimea han producido instrumentos en bronce y hierro.
Suscitó en esta misma sesión el Sr . Hildebrand el problema de las esculturas que se observan en las rocas de Westrogothia. Expuestas en dibujos en los claustros del edificio, habian sido minuciosamente estudiadas. Referíalas el Sr . Brunnius al período de la piedra, otros á la del hierro; Hildebrand , atendiendo á la forma de las armas é instrumentos figurados, al del bronce. Las espadas adornadas con círculos concéntricos y dobles espirales; la forma de las naves; los dibujos que las decoran , son particulares á esa civilización. E l simpático joven Lorange ha encontrado buen número de estos dibujos en las rocas, de la Noruega. Uno de ellos acompaña á este extracto en lámina separada. Worsae los hace retroceder á la edad de la piedra, creyendo fueron ejecutados con instrumentos en silex, y asienta que se asemejan mucho á los de los dólmenes. Piensa Desor lo contrario y como advierte entre las caprichosas esculturas la figura humana, imagina que no pueden remontarse más allá del ciclo del bronce, tanto más cuanto para él antes de este período no existe dibujo alguno que reproduzca las líneas del hombre. Bertrand halló dema-
56 siado absoluta la afirmación de Desor, pues si puede ser verdadera en una comarca , no lo es ciertamente aplicada á la total época del bronce. E l conde Ovaroff mencionó la existencia en Rusia de rocas que también muestran esculturas análogas á las de Escandinavia.
Pronunció después el Sr . Montelius algunas palabras con relación á la época del bronce en Suecia, leyéndose luego por uno de los secretarios, dos notas enviadas por los señores Mortillet y Cartailhac. Tenia por objeto la primera, someterá deliberación un proyecto de clasificación de las cavernas dividiéndolas en cuatro clases; la segunda describia los dólmenes del Mediodía de Francia.
Por último, el conde Przezdziecki leyó un papel referente á la arqueología de los países entre el Oder , la War tha , el Vístula y el Donn, y sobre las exploraciones hechas en un islote del lago Ledniza. En las cavernas próximas á Cracovia y Varsovia consérvase el Mammut, y en la parte septentrional y meridional del Vístula copiosos túmulos. Encierran estos, objetos en bronce parecidos á los demás de Europa , y la edad de la piedra esta representada en esos países por martillos y hachas en sienita, diorita y granito. Cantos erráticos procedentes de la Escandinavia han servido á menudo de piedras sepulcrales , y en el lago Czeszewo, Polonia prusiana, se ha descubierto un palafito semejante en un todo á los helvéticos.
Abrió la sesión nocturna uno de nosotros, Vilanova, con un discurso dirigido á trazar la historia detallada de los estudios prehistóricos realizados en la Península. Para desempeñar tan patriótica empresa , dividió este profesor su trabajo en dos partes principales. Destinó la primera á referir los descubrimientos verificados en España desde 1 8 4 4 , en que D. José P l á , de la Olle-
5 7 ría, Valencia, aunque con fines muy distintos, reconocía y exploraba un túmulo' en el término municipal del mencionado pueblo, extrayendo de su seno, entre varios objetos, algunas armas de piedra pulimentada, y otras de bronce toscas y de formas parecidas á las de aquellas; hasta la publicación de la obra del S r . Góngora, intitulada , Antigüedades prehistóricas de Andalucía, y de la que regaló al Congreso un ejemplar que le pertenecía, deseoso deque sus miembros pudieran conocer las noticias que comprende.
Haciendo justicia no solo á los españoles, sino también á los extranjeros, que han allegado materiales para esclarecer la historia primitiva del hombre en nuestro suelo, recordó al malogrado y entusiasta geólogo señor Prado, á los Sres. Verneuil, Lartet y Zubia, digno profesor este último del Instituto de Logroño, que comunicó a Lartet datos importantes sobre las cavernas que en aquella provincia exploró, publicando en la Reinie Arqueologique de París el resultado de dichos estudios; al distinguido catedrático, hoy rector de la universidad de Sevilla, S r . D. Antonio Machado, que ya presentó varios objetos prehistóricos en la exposición celebrada en París en 1867; al Sr . Tubino, diligentey entusiasta propagador de estos estudios , y al Sr . Maraver, inspector de antigüedades de la. provincia de Córdoba, sin olvidar ni al Sr . Yagor, historiador prusiano, que reconoció una caverna en Vizcaya; ni al Conde de Valencia de D. Juan, que ha explorado algunos dólmenes en Extremadura; haciendo, por último , mención honrosa del Sr . Amador de los R i o s , director que fué del Museo Arqueológico Nacional, donde se reúnen documentos propios para ilustrar la historia patria.
Comprendía la segunda parte del discurso la descripción particular de algunas localidades importantes
58 de la Península, fijándose especialmente en aquellas exploradas y estudiadas por él mismo, á cuyo fin trazó en el encerado algunos dibujos y cortes geológicos y arqueológicos, si permitido es decirlo así. Ofreció á la vez á la consideración del Congreso varios notables objetos que de intento llevaba, cediendo la mayor parte de ellos al Museo de Antigüedades de Copenhague, cuyo jefe, el Sr . Worsae, los recibió con agradecimiento, por ser los primeros ejemplares prehistóricos españoles que figuraban en aquellas ricas colecciones.
Describió primeramente el túmulo de la Ollería, explorado por el celoso Sr . Pía, según ya dijimos, y á quien debió Vilanova las hachas de piedra y las de bronce encontradas por el mismo en el Castellet del Porquet, estación memorable por pertenecer á un período intermedio entre la piedra y el bronce. Con este motivo examinó el Congreso un frontal humano singularísimo y varios huesos de animales domésticos procedentes de dicho túmulo.
Dio luego una ligera idea de la cueva de S . Nicolás, propia de la primera edad, enclavada en el propio territorio, también descubierta por el Sr . Pía, y explorada por Vilanova en 1867. Ocupóse después del túmulo llamado Montó de les mentires, sito en el término de Ayelo de Malferit, á corta distancia del de la Ollería, y en una situación análoga, esto e s , en la pequeña meseta en que termina una de las últimas estribaciones cretáceas de la llamada Serra-grosa. El plano y la perspectiva de este túmulo trazados por el ingeniero Vilanova (D. José) , sirvieron para ilustrar ante el Congreso su descripción.
Y para terminar con los túmulos de la provincia de Valencia, consagró oportunas palabras al de la Cantera de Onteniente, de donde procede un fragmento de cu-
5g chillo en silex, que le habia regalado D. José Serrano de Azdaneta, mencionando también el de la Falague-ra, en el término de Alfarp (Valencia).
El dibujo y explicación del famoso corte de S. Isidro del Campo (Madrid;, distinto hasta cierto punto del que otros habian trazado anteriormente , algunas hachas preciosas extraídas de aquella localidad, juntamente con un percutor, y lo que es más notable, un pedazo de húmero humano, contribuyeron á excitar con fundamento la atención del Congreso.
Completó este somero bosquejo con la descripción detallada de las cuevas de Monduber, Tavernes de Valldigna y J á t i v a , pertenecientes las tres á la primera edad de piedra; la de las Maravillas, cerca de Gandía, que corresponde á tiempos posteriores, y la de Mata-mon, en término de Llombay, que representa las dos edades de piedra, exhibiendo al final el corte geológico del terreno entre Córdoba y Cerro Muriano, digno de estudio por varios conceptos.
Para terminar el trabajo que debia al buen nombre de la patria, presentó Vilanova el retrato fotográfico de un caso notable de microcefalia, señalado en el hospital de dementes de Valencia en la persona de Vicente Orts, de Castellón del Duque, acompañándolo de los oportunos informes. Examinó el Congreso con gusto y detenimiento el retrato, quizá el primero que se conoce, de uno de los fenómenos que más llaman la atención de los anatómicos y fisiólogos, por haber dado margen á multiplicadas y contradictorias opiniones relativamente al origen del hombre y á su próximo ó remoto parentesco con los monos antropomorfos.
Y como quiera que los mantenedores de tan encontrados pareceres, los Sres. Vogty Quatrefages , se hallaban á la sazón presentes, entablóse entre ellos la discu-
6o sion, luego que Vilanova concluye') sus explicaciones. Persistiendo el primero en lo que ya expuso en el Congreso de París y en la Memoria que sobre los Micro-céfalos ú hombres monos publicó y presentó al mismo en 1867, dijo que lo que se nota en estos individuos es una suspensión en el desarrollo del cerebro, que trae consigo el consiguiente fenómeno en la cavidad del cráneo : que el cerebro del hombre en estos casos no va más allá del cerebro perfecto de los monos antropomorfos : que esto mismo se traduce al exterior por el idiotismo ó imbecilidad del hombre, en cuyo físico y parte mímica copia , casi por completo, los rasgos más propios del mono: que los microcéfalos, aunque pertenezcan á la raza blanca, presentan una fisonomía inferior á la del negro y á los individuos de la raza que habita la Nueva Holanda. Por último, que la microceíalia es un verdadero ejemplo de atavismo, ó sea del salto atrás de nuestra especie al tronco de donde procede , es decir, al tipo simio.
No pudiendo ocultarse al talento de este gran anatómico las dificultades que su doctrina podia ofrecer, refiriéndose al hombre y á los monos actuales , hubo de declarar que en su sentir el hombre no procede directamente de los antropomorfos actuales, sino que tal vez ambos á dos reconocen por tronco común , en una remotísima antigüedad, otro primato que ha desaparecido, pero que la ciencia geológica encontrará algún dia.
Opuso á estos argumentos el Sr . Quatrefages, sabio y discreto profesor del Museo de Historia Natural de París , los reparos siguientes :
Primero. Que la suspensión en el desarrollo del cerebro , y por consiguiente de la cavidad que lo contiene, no obedece á principios fisiológicos, sino que debe considerarse dentro de las leyes teratológicas ó de mons-
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truosidades , como lo acredita el reducido número de casos que, por fortuna , se han observado como el presente :
Segundo. Que en confirmación de esta idea puede asegurarse que el hombre y los monos , siquiera estos pertenezcan á los órdenes superiores, representan tipos muy distintos, siendo aquél un ser esencialmente cuidador, y estos , por el contrario, saltadores, resultado de la diferente estructura y disposición de los respectivos sistemas óseo y muscular, que en el hombre obedece á la estación bípeda y vertical, mientras que en los monos es cuadrúpeda ó cuadrumana, nunca vertical, y cuando más oblicua, formando con el suelo un ángulo más ó menos abierto.
Tercero. Que hasta el desarrollo de la masa cerebral, cuya suspensión en los microcéfalos se ha invocado como el gran argumento en pro del origen pitecoideo del hombre, se verifica en estos dos tipos con sujeción á leyes distintas : de delante atrás, ó sea desde los lóbulos frontales á los esferoidales en el hombre, y por el contrario , de estos á aquellos en el Orangután , en el Chim-panzé y en el Gorila. Sucediéndose de este modo las cosas, mal puede considerarse el microcéfalo como un caso de atavismo, siendo así que este resultado de la herencia vital se observa entre seres que descienden unos de otros por línea recta casi siempre; es decir, entre individuos cuya embriogenia es constantemente la misma.
Replicó Vogt, y volvió á usar de la palabra Quatre-fages, y terminada esta discusión, una de las más interesantes en este Congreso, usó de la palabra el distinguido decano de la Facultad de iMedicinadeEstokolmo, el Sr . Von-Duben para discurrir ampliamente acerca
de los cráneos antiguos y modernos de Escandinavia, como introducción al estudio de las diferentes razas que desde los aborígenes han poblado aquel país.
Empezó Von-Duben fijando el parecer de Dupont y de Quatrefages , en orden á que los cráneos que se conservan en el Museo de Antigüedades de Copenhague no se parecen á los de Bélgica, y añadió que el estudio comparativo de un número considerable de ellos , existentes en varios gabinetes de Suecia, y con especialidad en Estokolmo, le han conducido á sostener que en Escan-dinavia se encuentran cráneos dolicocéfalos, mesocéfa-los y braquicéfalos; que lo que predomina es la dolico-cefalia,y que existe grande semejanza entre los cráneos antiguos extraídos de los dólmenes y los actuales, lo que le inclina á pensar que unos y otros denotan la misma raza.
Preguntó el Sr . Vogt si se habían tomado medidas comparativas de los cráneos antiguos y modernos, para averiguar si resultaba alguna diferencia en pro ó en contra del desarrollo respectivo, como se observa en otros países de Europa, particularmente en Francia, donde el aumento de la cavidad craneana es evidente, aun sin remontarse en la comparación á tiempos muy antiguos. Y decia que era esto tanto más necesario tratándose de las regiones del Norte , cuanto que se había creído que sus primitivos habitantes tuvieron el cráneo pequeño y redondo, análogo al de los lapones : explicó luego las condiciones diferentes que hoy ofrece el cráneo, ya por su sucesivo desarrollo, ya por la invasión de una nueva raza , que hizo desaparecer á la antigua.
Sin contestar categóricamente á la pregunta, cuya tendencia, según el mismo Vogt, era destruir la opinión acreditada respecto á las primeras razas pobladoras de Europa y á su procedencia, el Sr . Von Duben declaró
63 que en Escandinavia se presentan los tres grupos de cráneos cortos, medios y largos, y al insistir en la analogía entre los antiguos, procedentes de los dólmenes, y los actuales, pareció apoyar la doctrina y los deseos de Vogt en lo tocante á la no procedencia lapona de las actuales razas escandinavas. Añadió Vogt, dando más fuerza á este razonamiento, que en el Museo Antropológico de Copenhague habia visto cuatro ó seis cráneos mesocéfa-los ó mistos, de gran capacidad y con notables prominencias temporales, casi idénticos á los de la raza llamada helvética ó suiza por Rutimeyer.
No podia menos Quatrefages de terciar en tan grave controversia , dada su competencia en un ramo que con tanto éxito cultiva. Habló , pues, para hacer una declaración siempre honrosa , propia del hombre de buena fe que solo rinde culto á la verdad, anteponiéndola á las inspiraciones de su amor propio y que no se cree mortificado cuando le toca confesar el error en que vi-via. Sostuvo el Sr . Quatrefages en el Congreso de París la teoría de que el Occidente de Europa habia sido ocupado en los tiempos primitivos por una raza pequeña, de cabeza chica y redonda; pero verificado el descubrimiento de Cromagnon , Francia, el entendido antropólogo ha modificado sus ideas, y hoy confiesa que ha variado por completo de parecer. Razón hay efectivamente para cambio tan radical, pues el cráneo de los individuos enterrados en Cromagnon, á pesar de pertenecer á la primera edad de piedra , según se desprende de los utensilios y armas de pedernal que le acompañaban , no arguye la raza pequeña que Quatrefages creia aborigen verdaderamente, sino una mayor y dolico-céfala ó de cabeza prolongada.
Fúndase en este hecho Quatrefages al decir que faltan datos para determinar las leyes que han presi-
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dido á la distribución de las razas en Europa , y que pollo tanto se debe proceder con gran circunspección en problema tan oscuro.
Observó el Barón Von-Ducker que de muchos dólmenes en Westfalia se extraen indistintamente cráneos dolicocéfalos y braquicéfalos. Añadió W o r s a e , de acuerdo con Quatrefages, que , con efecto, se carece de los datos necesarios para resolver tan ardua dificultad, y que el mejor método para conseguir resultados satisfactorios es hacer caso omiso, como quiere Vogt, délos artículos de fe, ó creencias preconcebidas , y atenerse solo á la observación y al estudio atento de la realidad.
Cerró la sesión el joven y estimable noruego Sr . Lo-ranje , leyendo una breve comunicación relativa á los tiempos antiguos de la Noruega, demostrando que existió en dicha región la segunda edad de piedra, si bien no tan desarrollada como en Dinamarca y aun en Sue-c ia ; gran florecimiento del período de bronce , y en particular del de hierro, cuya cultura está ricamente representada en el Museo de Cristianía.
V
Sesión de 3 de Se t i embre . — Representaciones humanas de !a época del bronce sobre las rocas de Kivik. — Los Fenic ios en el Norte. — Consideraciones generales sobre la edad del bronc e . — La edad del h ierro en Dinamarca .—-Lo prehistórico en el Norte del Delfinado y en las cercanías de León. — Palafitos de Saboya . — Palafitos ele la Alemania del N o r t e . — L a edad del h ierro en Moldavia. — Clausura de las sesiones. — Fiestas
"pres idió esta sesión el Sr . Dupont. Volviendo sobre el tema, ya en parte debatido, de la
edad del bronce, el Sr . Nilsson creyóse obligado á emitir algunas ideas á propósito de las representaciones figuradas sobre el monumento de Kivik, que reproducimos en una de las láminas unidas á esta somera reseña. Refiérense las figuras á un combate, al término del cual los vencedores ofrecen sacrificios á Baa l , cuya pirámide se destaca acompañada de dos hachas, y como Nilsson piensa que estas deben colocarse necesariamente en la época del bronce, deduce que á este mismo período habia de pertenecer el monumento mencionado. Además, confírmale en este juicio el haber recogido en un dolmen vecino, objetos de dicho metal.
Acto seguido el Sr . Hebert , dio lectura á una docta 5
66 memoria del mismo Nilsson, acerca de un problema que nos afecta grandemente , cual es la presencia de los fenicios en Escandinavia. Repitiendo las afirmaciones contenidas en su libro intitulado Los primitivos habitantes de la Escandinavia, siguió Nilsson a aquellos colonos desde que abandonan su patria hasta su llegada al Norte. Interesante por extremo este trabajo, excitó la curiosidad y la atención del Congreso, que en parte opinaba como el distinguido arqueólogo sueco que lo habia producido.
Discurriendo después el S r . Desor sobre la edad del bronce, abarcada en su concepto general, asentó que en la Arqueología prehistórica, como en la Geología, las divisiones de locales que eran al principio se han convertido ahora en generales, y a medida que adelantamos en estos estudios, se hacen más indeterminadas. Mientras la edad de la piedra se ha dilatado y subdividi-do en dos grandes grupos, y la misma neolítica tiende á subdividirse, la del bronce parece como que se reduce, disminuyendo su extensión. Frecuente es encontrar el hierro en todas partes, y se pregunta con fundamento quién tiene razón , si el que vé la edad de bronce donde el bronce domina, ó el que vé la edad de hierro en todas las localidades donde se le halla, siquiera sea en proporción muy reducida. Indudablemente, anadia Desor, la divergencia es más aparente que real, pero se encamina á anular el período del bronce, y si las denominaciones que han suministrado los metales son defectuosas , aún menos aceptables son las que se basan en el nombre de los pueblos. Así resulta que el cementerio de Hallstadt puede perfectamente pertenecer á la edad gala de los franceses; pero los austríacos , en cuyo territorio se encuentra aquel enclavado, ¿podrán aceptar esta clasificación ?
Encuéntrense en los lagos suizos moldes de hachas,
67 empero no se descubren los que debieron servir para labrar objetos de adorno, espadas y multitud de preciosidades que se desentierran de las tumbas de Ale-sia , Hallstadt y Liguria, circunstancia que, según el orador, es como prueba evidente de un activo comercio que á la raíz de un movimiento social no conocido aún , se extendió por toda Europa. Mucho importa determinar la época de este suceso, pues divide realmente dos edades por extremo distintas. Quizá la completa carencia de la plata y de toda moneda autorice para colocaría en el siglo IV,anteriora J . Cristo, en cuyo momentolosfilipos de Macedonia eran moneda corriente en Europa; ¿ pero cuál era el asiento de la industria que presuponen aquellos útiles y objetos ? Inclínase Desor á fijarla en el Norte de Italia.
Levantóse muy luego el Sr . Bér,trand para hacer pertinentes observaciones al tema, concretándose á Francia. Más allá de los dólmenes no existe en esta región un monumento caracterizado hasta la época del hierro. Hanse descubierto en los túmulos de Beaune- (Costa de Oro), con cuchillos en bronce como los suizos, sendas espadas de hierro, semejantes á las de Hallstadt. En Contrexeville un brazalete de hierro y un pequeño cincel, al parecer de acero, yacían cerca de varios brazaletes en bronce. En otros sitios se han señalado espadas de hierro y bronce juntamente, pero no se halla el bronce aislado sino en circunstancias muy excepcionales, como por ejemplo, en las sepulturas secundarias de los dólmenes. Dedúcese de esto que el bronce no se ha introducido, tanto en Francia como en Suiza, sino paulatinamente, y cuando se le vé en gran copia, también aparece el hierro. En resumen, para Bertrand no existe la edad de bronce en ritos y monumentos funerarios que sean de su exclusiva pertenencia.
68 Mantuvo luego el Sr . Enrique Martin la idea de que
la primera edad del hierro en Occidente debe conservar el nombre de edad galicana, porque durante ella los galos dominaban toda la Europa occidental, la alta Italia donde coexistían con los ligurios, y en el valle del Danubio. Avanzaba el Sr . Martin hasta afirmar que para él este período no pertenecía en rigor á los tiempos prehistóricos, sino á la historia propiamente dicha.
Terció Worsae en el debate con el fin de reivindicar para la edad del bronce la importancia que en su sentir tiene, especialmente en Dinamarca, Suecia y Noruega. En estos países el bronce constituye ó representa un verdadero período distinto del segundo de piedra y del de hierro que le sirven de límites, con la particularidad de que, á juzgar por los numerosos objetos que á él pertenecen y por la perfección notable que en ellos se observa , desde los que imitan la piedra pulimentada hasta los más acabados, puede decirse que este ciclo fué de gran duración, sin negar por esto que con él se confundiera el del hierro, sobre todo en los linderos de uno y otro, esto e s , al terminar aquél y empezar éste, según se nota también entre las dos edades de piedra y entre la piedra pulimentada y el bronce. Concluyó Worsae llamando la atención sobre la estrecha analogía que existe entre los bronces de Escandinavia, el Meklemburgo y la Alemania del Norte , y las diferencias que los separan del bronce de las Islas Británicas. Ganoso de confirmar estas observaciones el distinguido sueco Sr . Mon-tellius, ocupóse del bronce en Suecia, rebatiendo lo dicho por los Sres . Desor, Bertrand y Martin.
Leyó el Sr . Engelhardt un curioso papel acerca de la primera época del hierro en Dinamarca, señalando sus
6g rasgos característicos é historiando los descubrimientos hechos en las turberas y lagunas del Sleswig, que remontan al siglo 111 de nuestra era. Parece evidente que los objetos del hierro encontrados en esos países son la reproducción de los del bronce, de suerte, que no sería violento referirlos á los últimos días de la época del bronce, antes que á la del hierro. Piensa ei Sr . Engelhardt que el uso de este último se introdujo repentinamente en el Norte, y entre los objetos curiosos que presentó, vimos un cincel procedente de Vimose , con mango de madera, que hemos creído oportuno reproducir en una de las láminas añadidas al final de esta reseña. También reproducimos un peine erf hueco de la misma procedencia , con el fin de que se vea el grado de perfección á que había llegado la industria indígena en el período á que el orador se referia.
El Sr . Ernesto Chantre presentó diez láminas de la obra que próximamente debía publicar sobre las antigüedades prehistóricas en el Norte del Délfinado y en las cercanías de Lyon. Afírmase que en este territorio los túmulos han sido destruidos, y en cuanto á las turberas situadas entre Crémieux, Bourgoin y Menestrel, contienen objetos de bronce, cerámica basta, huesos y maderas labradas. -Debía ocuparse el Sr . Chantre, en la memoria referida, de los hornos de fundición descubiertos en el valle del Isere especialmente, y cerca del pue-blecillo de Vienne.
Resumió el mismo Sr . Chantre en someras frases el contenido de otra memoria escrita por el Sr . Perrin, director del museo de Chambery, relativa á los palafitos del lago del Burget, en Saboya.
Presentó Quatrefages un plano del campamento de César, en Cambó, Bajos Pirineos, afirmando que en vez de pertenecer, como se dice , al conquistador de las Ga-
7 o lias, ese campo atrincherado representa una estación ibérica anterior a la ocupación romana.
Ocupóse en seguida el Barón Von-Ducker de las numerosas ciudades lacustres ó palafitos , que se determinan en los lagos del Norte de Alemania, donde se manifiestan por medio de montículos y estacadas, visibles en la época en que las aguas disminuyen.
Hablóse incidentalmente de la costumbre de pintarse el cuerpo, al parecer corriente entre los hombres de la época del bronce, y los Sres. Dupont, Lerch y Schaf-ihausen dijer*on haberse hallado diversas materias colorantes y objetos con colores varios en los palafitos suizos , en las cavernas de Bélgica de la edad del Reno; y en otros puntos, imaginando estar aquella confirmada .
Insistió Schaífhausen en sus opiniones sobre la forma de los cráneos procedentes de antiguas sepulturas, contrayéndose á lo que ha escrito en su reciente obra Sobre la forma primitiva del cráneo humano.
Urechia leyó una nota sobre la edad de hierro en la Moldavia, completando asi la disertación de Odobcsco.
Faltando el tiempo, no hubo de darse lectura á varios trabajos interesantes escritos por algunos de los miembros presentes, ó remitidos por otros que no habían podido concurrir, acordándose que se incluyeran en las actas del Congreso.
Hé aquí el título de estas memorias. FINZI .—Sobre tres casos de microcefalia. DuclvER.— Urnas sepulcrales del período del hierro. STEPHENS.—Inscripciones rúnicas. SAVE.—S o b r e lo mismo. WIN.MEP.—Sobre las runas. H . MARTIN.—Comparación del arte galicano con el
arte escandinavo.
7*
Asistimos aquella misma noche al banquete con que Cristiano IX hubo de obsequiar al Congreso. Hallábase aquel dispuesto en el salón principal del castillo de Cris-tianborg, pieza suntuosa cuyo mérito avalora las bellas
M O R T I L L E T . — N o t i c i a sobre el origen de la lengua. Acordóse en seguida que el Congreso se reuniera en
Bolonia, Italia, el siguiente año, nombrándose presidente al Conde de Gozzadini, y para constituir al comité á los Sres. Conestabile y Capellini.
Usó de la palabra para anunciar la clausura del Congreso el eminente W o r s a e , quien resumió con sobriedad y elocuencia el resultado de nuestras tareas. «A través de las brumas, dijo, que oscurecen las épocas primitivas, empezamos á reconocer el camino que debemos seguir. Quebrántanse los errores inveterados, desaparecen las preocupaciones, la luz brilla por momentos con mayor fuerza ante las pesquisas del arqueólogo. Cada dia que trascurre adquirimos un nuevo testimonio de que Europa estuvo habitada durante la época glacial, y también vemos á nuestros padres extenderse más adelante, del Sud Oeste hacia el Norte, en vez de bajar de la Laponia, como hasta ahora se creyó. Cúmplenos ya b u s c a r ' a s vías que esos pueblos han seguido para trasladarse á la Europa meridional y occidental, tema interesante que debería estudiarse en el Congreso de Bolonia.
Dio Worsae las gracias á los extranjeros por haber favorecido con su presencia á Dinamarca, y enviando á todos la expresión de la simpatía de sus conciudadanos, declaró terminadas las sesiones del Congreso. Respondiéronle con sentidas frases Bertrand y Vogt , levantándose todos y separándose al grito entusiasta de / Viva Dinamarca !
72 esculturas con que Thorwaldsen, el Fidias escandinavo, la ha enriquecido. Sirvióse la comida mientras una orquesta tocaba los himnos nacionales, propios de los países representados en el Congreso, y al terminar adelantóse el R e y , á quien acompañaba su familia, á brindar por los sabios y por el progreso de las luces y de la ciencia, sin las cuales no podia haber dias de gloria, paz y ventura para los pueblos. Contestóle en nombre de todos nosotros el anciano Nilsson, y después de un rato de agradable conversación en las salas inmediatas á la regia cámara, despedímonos para asistir á una fiesta verdaderamente oriental con que los habitantes de Copenhague nos obsequiaron en los magníficos jardines del Tívoli .
Retínense aquí durante la bella estación las clases todas de la sociedad en busca de ameno pasatiempo, y en dias señalados viene la corte con el Jefe del Estado á alternar, en los regocijos que se organizan, con los más modestos ciudadanos. Responde el Tívoli á un gran pensamiento de cultura, habiendo influido no poco en las costumbres de la capital dinamarquesa.
Durante los dias 4 y 5 de Setiembre verificaron algunos miembros del Congreso diferentes giras á las cercanías de Copenhague. Visitaron unos los dólmenes de Moskilda, otros la selva de Hertha , los túmulos de Trollesminde y el célebre castillo de Fredericsborg, llamado el Versalles de Dinamarca. Pronto se disolvió el Congreso, y sus miembros esparciéronse por las regiones escandinavas: en cuanto á nosotros, emprendimos una serie de estudios y excursiones de que daremos sucinta razón en el curso de este libro.
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i.a Sociedad Ilea! de Anticuarios del N o r t e . — M u s e o s de a n t i güedades, Etnográf ico , Zoológico y de Antropología en C o p e n h a g u e . — M u s e o de Antigüedades en Estokolnio .—Museos municipales
^ a n eficaz influencia han ejercido en el desarrollo de los estudios arqueológicos y etnográficos los Museos del Norte escandinavo , que lícito será el que digamos algo acerca de ellos, mucho más cuando fueron objeto de singular estudio de parte nuestra, y cuando notamos en su organización detalles importantes, que de aplicarse á nuestros establecimientos de carácter semejante, podrían acarrear ventajas positivas á la cultura patria.
Cúmplenos ante todo decir que las investigaciones á que nos referimos han sido gallardamente promovidas en Dinamarca por la « Sociedad Real de Anticuarios ,» una de las corporaciones más doctas y laboriosas de Europa, y la misma que goza de alto renombre en el Nuevo Mundo , gracias á sus investigaciones sobre los viajes emprendidos por los escandinavos desde el siglo
74 décimo de nuestra edad á los mares que más tarde surcara Colon con sus carabelas.
Fundada en 1 8 2 5 , propúsose la publicación délos documentos producidos por la primitiva literatura islándica , acometiendo también el examen de las antigüedades esparcidas sobre el territorio dinamarqués. Presidida por el Jefe del Estado , cuenta constantemente en su seno hombres distinguidos por su saber y su patriotismo : no olvidándose de los deberes que voluntariamente se impuso, publica selectos trabajos, fuente copiosa á donde recurre el erudito que se propone escribir la historia auténtica de aquella nacionalidad.
Este es el centro donde se han robustecido las aficiones prehistóricas , donde se establecieron los elementos verdaderamente científicos de esta rama del humano saber. T o m s e n , su vicepresidente, y muerto este sabio, Worsae y Steensírup, asociados á otros anticuarios y naturalistas no menos eminentes, dieron vida á la nueva ciencia, confirmando la ahora popular clasificación de las edades de piedra, de bronce y de hierro. También la Sociedad de Anticuarios ha sido -árbol frondoso, á cuya sombra prósperamente crece el Museo de Antigüedades de que vamos á ocuparnos.
Situado en el palacio del Príncipe , encierra en la actualidad en sus armarios 35 .000 artículos arqueológicos, dispuestos en dos series. Compréndela primera los objetos pertenecientes á los tiempos paganos, divididos en cuatro secciones : edad de la piedra tallada, edad de la piedra pulimentada ,r edad del bronce y edad del hierro. Abarca la segunda los objetos posteriores á la introducción del cristianismo, divididos en Edad media y Renacimiento.
Hállanse tantas preciosidades en los diez y seis salo-
nes que constituyen el establecimiento, figurando en ellos no solo los objetos de que el Estado se incautó por proceder de antiguas iglesias y conventos, sino también los que se han extraido de las excavaciones practicadas en el mayor número de las provincias. Dirigidos los trabajos por hombres inteligentes y con verdadero amor á la ciencia, han producido pingües resultados, y hoy el Museo de Antigüedades de Copenhague es uno de los puntos donde con mayor fruto y menos fatiga, puede estudiarse el progreso de la industria humana, y los distintos caracteres que determinan la actividad propia de los pueblos del Norte.
Clasificados exactamente vénse en primer lugar los restos recogidos en los quioquenmodingos; siguen los útiles en piedra, procedentes de los talleres de fabricación de las islas de Anholt y Hesseld, en el Cattegat; encierra la tercera estancia varios grupos de objetos en piedra, extraídos del fondo délas lagunas ó de los dólmenes, sujetándose siempre la exposición á un plan preconcebido conforme en un todo con los preceptos científicos.
Sería , no obstante, incompleto este Museo á no existir cerca de él otro no menos interesante, y que es como la piedra de toque, donde se aquilata la exactitud de los juicios que los objetos atesorados en el primero inspiran á naturalistas y arqueólogos : aludimos al gran Museo etnográfico abierto al público con ocasión de las sesiones del Congreso.
Como el anterior, hállase establecido en el palacio llamado del Príncipe, y comprende dos grandes secciones: en la primera están las antigüedades recogidas en varios países, excepción hecha del escandinavo: figuran en la segunda objetos procedentes de pueblos actuales, que se encuentran en un estado social rudimentario , ó que viven bajo la influencia de una civilización estacionaria.
7 6 Fuera inútil llamar la atención sobre la utilidad
práctica de estas colecciones. No solo puede el estudioso comparar, valiéndose de esa especie de cuadro sinóptico , la marcha de la cultura en el Norte , en sus relaciones con la de otras comarcas, sino que cuando se duda de la autenticidad de un utensilio, nada más fácil que demostrarla aproximándolo á otro semejante , idéntico ó parecido , que hoy mismo emplean los que aún vegetan en la abyección de la barbarie y de la ignorancia.
Clasificados los artículos, atendida su doble procedencia geográfica y cronológica, facilitan por extremo el conocimiento de las grandes afirmaciones de la arqueología prehistórica, y ensanchando el horizonte intelectual , levantan el ánimo á consideraciones nobles y grandiosas. Vése allí escrita con rasgos elocuentes la influencia de las doctrinas filosófico-religiosas sobre el trabajo del hombre ; descúbrense las preocupaciones de las razas, y también se rasga , en parte , el velo que oculta los triunfos y las caidas de la humanidad en su progresión constante hacia el posible perfeccionamiento.
Existe además otro Museo , el de Zoología, situado en el edificio de la Universidad, donde el insigne Steens-trup ha reunido numerosas preciosidades paleontológicas, íntimamente relacionadas con los primeros pasos del hombre sobre la tierra.
Decir , aunque fuera en pocas palabras, el ingenio de que este sabio ha hecho alarde en sus pesquisas sobre la fauna de los quioquenmodingos y turberas ; señalar los métodos que emplea para descubrir la verdad, y apreciar después los triunfos obtenidos, sería para nosotros gratísima tarea, si bien la índole de este trabajo la pone por el momento fuera de nuestro empeño. Apuntaremos , no obstante, que el Museo Zoológico e s , en
77 parte, otro complemento del arqueológico, y que con el de Antropología que hasta ahora no citamos, concurre á facilitar estudios y conocimientos que modificarán grandemente doctrinas generalmente consideradas como< exactas é incontestables.
Goza Copenhague, como se deduce de estos apuntes, cuatro establecimientos y una Sociedad que , en diverso concepto, se dirigen al propio fin, ó sea á ventilar los problemas que se refieren al pasado humano, arrojando clarísimos destellos sobre cuanto con él se relaciona; y es tan robusto este florecjfiiento, cuanto que irradiando de la capital se comunica á otras localidades del territorio , como Flensburgo y Aarhus, donde también ha producido selectas colecciones, quelosmunicipios custodian á disposición de los estudiosos , coadyuvando por tal manera á promover las tareas arqueológicas de verdadera utilidad.
Por consecuencia de estas mejoras , Dinamarca ofrece una rica literatura, consagrada á los tiempos prehistóricos, figurando entre los autores más diligentes los mencionados Worsae y Steenstrup, Engelhardt, V. Boye , Herbst, Madsen, Schmitd, Stephens; y el Gobierno ha dictado medidas que protegerían eficazmente los dólmenes y demás monumentos megalíticos, si ya no los amparara la ilustración general y el respeto que todas las clases tienen áestos restos y ruinas.
Pasa el Museo Etnográfico de Copenhague por ser uno de los más notables de Europa, si no el primero, tanto por el número dejos objetos que comprende, cuantopor la inteligencia con que están clasificados; mas tocante á la época prehistórica, con exclusión de toda otra , preciso es otorgar la primacía al de Estokolmo, que visitamos en nuestro viaje á Suecia.
7§ Dirígelo el sabio Hildebrand ayudado de su hijo , no
menos docto que el padre : sorprendiónos este establecimiento con el número excesivo de sus artículos, y con los caracteres singulares de muchos de ellos. E s el Museo de Estokolmo egregio monumento erigido por la nación en gloria de la ciencia , y puede envanecerse el país de las nieblas y de las nieves con la persuasión de que su tesoro prehistórico no tiene rival en Europa. Divididos los objetos en series, de acuerdo siempre con la clasificación admitida, ofrecen ancho campo al estudioso. Hállase la época paleolítica abundantemente representada , y en la neolítica hay hachas que llaman con justicia la atención por la finura de su pulimento y por sus no sobrepujadas dimensiones.
Todo aparece sabiamente dispuesto en armarios y vitrinas construidas á propósito, y si notables son las secciones de la piedra, la correspondiente al bronce lo es aún más. Ningún otro Museo contiene tan rica variedad de artículos de este metal ; ninguna otra colección presenta copia tan considerable de brazaletes, fíbulas, broches, torques, anillos y otras piezas de uso personal, como la que ha reunido la diligencia de los suecos. Sin dificultad determínanse los rasgos fisonómicos de la primitiva civilización escandinava; nótase el influjo que un dia ejerció sobre las artes y las costumbres el cristianism o , y hasta se distinguen las señales de la invasión romana, que más ó menos enérgica, llega hasta las orillas del Bál t ico , modificando no poco la condición de los pueblos ribereños.
Ni ha sido desatendida la época del hierro, representada convenientemente, mostrándose la transición de la edad puramente prehistórica, á la que debe incluirse en los dominios de la historia.
Disfruta Estokolmo, como Copenhague, de coleccio-
79 nes etnográficas, y se vé muy favorecido en lo referente á la craneología. L a colección de la Escuela de Medicina, enriquecida con las adquisiciones de Retziüs, es notable por muchos conceptos.
Reservándonos algunas indicaciones sobre la Acade :
mia de Ciencias y los Museos zoológico y mineralógico, citaremos aquí los municipales de Uddevalla, Istatd, Malmoe y Gothenburgo, y el universitario de Lund. Vimos en este las piezas recogidas ó estudiadas por el insigne Nilsson, y juntamente con útiles y armas de piedra de ambas épocas, una colección preciosa de osamentas fósiles de animales de la fauna cuaternaria. Anteriormente citamos el esqueleto del Bos, que tiene en una de sus vértebras lumbares el arma de silex con que le hirió el cazador.
Resumiendo, hemos de encarecer la visita á los Museos escandinavos. Ricos en preciosidades, tienen al frente verdaderas eminencias científicas, y con reducido personal, realizan grandes servicios en pro de las luces y de la patria. Como métodos de clasificación, nada dejan que desear, y hasta en los detalles materiales y secundarios, acusan un celoy una superioridad que no se halla fácilmente en otros países. Piensan los escandinavos que por el camino de la ciencia se alcanza la dicha compatible con nuestra flaqueza, y á este criterio parecen atenerse, labrando tan envidiados monumentos.
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Monumentos megal i t i cos .—Túmulos .—Cámara de Oem , s e m e jante a la de Castilleja de Guzman.—Dólmenes de Stendysses v Trol lesminde.—Piedras en la costa de E s c a m a . — R u n a s .
meatos megaliticos las fábricas de piedra sin pulimentar, levantadas por los pueblos primitivos con distintos propósitos. Pensaron los eruditos que los dólmenes, crom-lechsy menhires, que con todos estos nombres fueron y aún son conocidos los restos de la mas arcaica arquitectura, eran peculiares á la «familia celta, y bajo esta relación hubieron de estudiarlos, procurando explicar el destino que se daba á cada uno y su significación en las costumbres civiles, prácticas religiosas y populares preocupaciones.
En el Congreso prehistórico celebrado en París en 1867 púsose por primera vez á discusión tan curioso tema; el Sr . Pruner Bey, docto arqueólogo, propuso que tan varios testimonios del trabajo humano fueran com-
nombre de monu-
81 prendidos en la denominación citada; y la Asamblea dispuso, que se ventilase si procedían de un pueblo qué habia ocupado sucesivamente diferentes países, y resultando así, debería señalarse el camino que habia seguido en sus emigraciones.
Combatieron el epíteto de megalítico Worsae y Alfredo Maury, entendiendo que era demasiado general, puesto que podia comprender hasta los obeliscos y demás monumentos erigidos por los egipcios, mucho menos que prehistóricos, mientras por otra parte era excesivamente estrecho, no pudiendo abarcarlos túmulosen sus multiplicadas formas. Prescindiendo de esta controversia, que no trajo ninguna resolución concluyeme, recordaremos el hecho de que se pensaba que los dólmenes y túmulos eran peculiares á la Francia y en parte á la Inglaterra, siendo así que en dicho Congreso s e d e -mostró que el Norte escandinavo los conservaba en número considerable. Desde aquel instante quedó desautorizada la opinión que los referia á los celtas , entrando su examen en vias , que llevan con paso seguro á notables resultados.
Queriamos conocer por nosotros mismos, algunos de estos elocuentes testimonios de la civilización prehistórica, y con noticia de que en las cercanías de Roskilda existia más de uno , allá nos trasladamos , recibiendo la hospitalidad del distinguido artista Kornerup, que quería satisfacer en nosotros la deuda de gratitud contraída con los españoles al visitar nuestra patria.
Condújonos Kornerup, cuya benevolencia nunca olvidaremos, á distintos puntos. Tuvimos ocasión de reconocer, en una de estas excursiones, el interesante quioquenmodingo de Kattingevaert, pequeña aldea si-tuada á corta distancia de Roskilda, del cual sacamos
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u.i cajón de objetos por demás curiosos, colocados en la misma disposición con que se hallan en el terreno, cuyo corte es el siguiente. Empieza de arriba abajo una ligera capa de tierra vegetal cenicienta ó gris, debajo de la que se observa primero un horizonte de cenizas oscuras, que vendrá á tener sobre un metro de espesor, y se halla cubriendo un depósito como de unos tres metros de altura , donde se encuentra tierra amarillenta mezclada con silex toscamente labrados, chinas ó guijarros, descansando sobre otro de terreno de acarreo glacial. E n toda la extensión vertical de este corte, se señalan, además de los pedernales tallados, propios de los quio-quenmodingos, un número considerable de la Ostra común ó comestible, del Mitilus edulis, ó Almeja, del Cardium edule, de Littorinas, y á diferencia de lo que vimos en el de Solager, abundantísima copia de Hélices,y Ciclostomas, y á la mezcla con todo esto, algunos huesos de mamíferos pertenecientes á las mismas especies ya indicadas en el que anteriormente habíamos explorado.' (Véase el capítulo II de esta Memoria.)
E l quioquenmodingo de Kattingevaert forma parte de los muchos que se encuentran en la costa de Selandia, en los bordes del fyord de Roskilda, y en los otros brazos del Issefyord, entre los cuales debemos citar los de Bregnebierg, Herlevspynt, Bilidt, Gjevuingepynt, Gier-drup, Soelager, Havelse , Bierget, Haraldsborg, Bo-genaes, Askhoved.
Los hay también en los bordes del Limfiord, cerca de la población de Aalborg, algunos de los cuales miden una altura de sesenta metros sobre el nivel del golfo, donde son tan frecuentes y característicos estos monte-cilios, que allí los llaman Oesterbakker, que en idioma del país significa colinas de ostras. Por cierto, y sea esto dicho de paso, el tal fyord de L i m , es uno de los más
83 notables de Dinamarca, por cuanto de E . á O. atraviesa toda la parte Norte de la Jutlandia, comunicando por allí el mar de Kategat con el del Norte. También se encuentran en la costa septentrional del Mariagerfyord, junto á Visborch, á Soubaken, Hadsund, Refsbaek, etc. En la costa meridional de dicho fyord se conservan depósitos análogos que se continúan casi sin interrupción en una distancia de más de diez kilómetros. Siguen después los de Meihgaard, Kolisdsund, hoy convertido en lago lo que antes era un brazo de m a r , los de Kaloe y de otros puntos. Mientras la Selandia y la costa oriental de Jutlandia se hallan tan favorecidas por estos restos de los primitivos pobladores del país, pasando quizá de ciento los quioquenmodingos allí existentes, en la costa occidental de Jutlandia, lo mismo que en el Slesvig y Hols-tein, desaparecen tales monumentos.
Sin embargo, no significa esto que no los haya habido en su tiempo, siendo muy posible que la acción del mar los haya destruido, pues precisamente en toda aquella zona se ven huellas de la violencia con que ha obrado el Océano, abriéndolos canales ó fyor-dos, y entrecortando de mil maneras las costas, que por efecto de su misma estructura geológica han ofrecido escasa resistencia á los embates de las olas, de las mareas y de las corrientes.
Una observación muy curiosa puede hacerse respecto de la posición de estos montículos de conchas, y restos de cocina en Dinamarca, y es que la mayor parte, por no decir todos los quioquenmodingos, están situados no lejos del m a r ; lo cual significa claramente que Dinamarca ofrecía entonces, sobre poco mas ó menos, la misma configuración que h o y ; es decir , que dichos restos datan de una época posterior á la acción de las nieves perpetuas, y á las grande inundaciones queabrie-
84 ron los fyordos , y los Belts en Dinamarca, y que separaron lentamente este país del de Suecia, y tal vez de Inglaterra. También prueba esto, por otra parte, el gran espacio de tiempo que nos separa de la época en que los primitivos daneses habitaban el litoral, por mas que siendo posterior á los grandes acontecimientos que dieron a Dinamarca su forma actual , se acostumbre llamarla reciente.
También es digno de notarse la ausencia hoy en el Kategat, de la Ostrea edulis, excepto en aquellos puntos donde penetran las aguas del gran Océano.
Ahora bien, esta es una de las especies más comunes y que puede decirse forma la base de la alimentación del pueblo de los quioquenmodingos ; por consiguiente su desaparición de aquellos puntos prueba un cambio en la salobrez del agua del m a r , lo que supone que el Kategat comunicaba entonces con el del Norte por una corriente más fuerte y directa; circunstancia que daría sin duda á las aguas una composición, á la que se adaptaba mejor dicha especie que la que ahora ofrece. Una cosa parecida se observa respecto de los Cardium y Mitilus, especies que aunque existentes en el Bált ico, no llegan á alcanzar las dimensiones que ofrecen en los quioquenmodingos, demostrando que no encuentran allí las condiciones que antes gozaban.
Una vez visitado con detenimiento el quioquenmo-dingo de Kattingevaert, nos trasladamos al sitio donde se conservan los dólmenes de Oem y de Stendysses que son por demás curiosos é importantes.
Divídense los dólmenes en Dinamarca en tres clases: \.' Dolmen-túmulo prolongado (Langdysser). 2. a Dolmen-túmulo circular ÍRund-dysser). 3. a Cámara de gigante (Jossttcs tuer).
85 A este último grupo corresponde el túmulo de Oem.
Fórmalo un recinto elipsoidal cerrado por quince enormes piedras, que cubren otras tres ó cuatro aún de mayores dimensiones. Aparece situado el ingreso hacia la parte oriental, facilitando la entrada una galena de sendos cantos que mide sobre tres metros de longitud, y que se extiende perpendicularmente al eje mayor de la cavidad. Debió el dolmen hallarse cubierto enteramente de tierra y árboles, constituyendo una pequeña eminencia ó altozano que no mediria menos de diez metros de altura por cincuenta de circunferencia.
Han pensado algunos que estas habitaciones pudieron servir de asilo en remotas edades ; calcularon otros que siempre estuvieron destinadas á enterramientos. Cantos erráticos sobre que las nieves trazaron su huella, componen la de Oem, cerrando los intersticios menudas lajas y chinarros cuidadosamente introducidos entre las rocas mayores. Nuestra lámina representa la cámara vista desde el interior, distinguiéndose la puerta y galena que lleva al exterior.
Semejante este monumento al descubierto por uno de nosotros en Castilleja de Guzman confirma las observaciones consignadas en la Memoria publicada con tal motivo en la Gaceta de Madrid. Imaginó Tubino , su autor , que el subterráneo andaluz fué tumba de algún jefe de tribu ó persona calificada, y el dolmen de Oem robustece este juicio, siendo, con efecto, ni más ni menos que un lugar destinado á sepultura.
Pertenece el de Stendysses á la segunda clase. En el centro de un montículo descansan varios peñascos ordenadamente dispuestos, y sobre ellos insiste una mayor laja informe y tosca; á poca distancia, formando círculo y enclavadas en el derrame de la eminencia, há-llanse otras piedras que determinan ios límites del ve-
8ó nerado recinto. Es indudable que Stendysses representa un túmulo funerario, y si se practicaran las necesarias excavaciones, no dejarían de encontrarse en su interior restos humanos que confirmaran nuestra opinión.
En la lámina primera damos una vista de este monumento ; aunque por un error involuntario se han omitido los cantos de la circunferencia , figurando algunos en dirección longitudinal.
Corresponde el dolmen de Trollesminde á la primera clase. Hállase en el término de Hillerod, y consiste en una eminencia artificial cubierta de musgo, midiendo sobre cien pies de largo por treinta de ancho. En otras localidades la forma es circular y el largo alcanza hasta cuatrocientos pies, sin exceder el ancho de cincuenta ó sesenta.
No es , pues , el de Trollesminde de los mayores; debe notarse que lo que propiamente constituye el dolmen está situado en la extremidad oriental del túmulo , cuyo eje mayor corre de Este á Oeste, y lo limitan en su intersección con el plano horizontal, buen número de cantos, lo que autoriza el nombre de Cromlech con que se distingue este género de enterramientos.
Posteriormente visitamos otros monumentos de la Isla de Laalandia , mereciendo mención especialísima cuatro, que se hallan en el bosque de Soesmark, y que por sus grandes dimensiones llaman la atención del anticuario que á ellos se acerca con el propósito de explorarlos.
Hánse señalado muchos notables en Gundderslev-helm, Lille Roerbask, Soester , Bildsoe, Nyrup, Hals-kov, Bregnerige, Noedager, Topshoei , Uby y UUers-hoei , y en otros puntos de Dinamarca; y respecto de Suecia se han feconocido un considerable número,
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citándose como singulares los de Jonkoping y Udde-valla.
Durante nuestro via je , estudiamos algunos restos de grandes construcciones en las costas de E s c a n i a , inmediaciones de Istatd : consisten en colosales piedras per-pendicularmente clavadas en el suelo , á cierta distancia unas de otras y no lejos del mar. Pocas quedan en sus sitios, habiendo sido arrancadas y trasportadas las otras á lugares más ó menos distantes; mas hay fundamento para pensar que constituian recintos y espacios privilegiados , atrincheramientos y puntos de reunión de la muchedumbre.
En el distrito del mismo pueblo de Istatd, vimos pintorescamente situadas, en lo más sombrío de espesas arboledas, las celebradas piedras rúnicas, acusando una remotísima civilización cuyos misterios comienzan á desvanecerse. También las reconocimos en los contornos de Upsal, donde hay dos túimilosfrecuentemente citados por los mitólogos.
vnr.
Excursión geológica á F a \ o e . — El Sr . S k r a v e n i u s . — G y o r s l y . — L a creta de S tevcnskl int .—El profesor Heber l .—Horizonte dánico de F a \ o e .
ifEjevados del deseo de estudiar la fauna del terreno cretáceo que allí existe , objeto de importantes discusiones ente los geólogos daneses, y particularmente entre el ilustre Forschamer y Hebert , visitamos la comarca de Faxoe ; situada al Sur dé la isla Selandia. Afortunadamente para nosotros , entre los individuos del Congreso contábase el joven é ilustrado diputado Sr . Skravenius, á cuya amabilidad debimos las mayores facilidades para realizar tan deseada cuanto fructífera expedición. Siguiendo sus indicaciones dirigímonos por la vía férrea á Taastrup; tomamos allí la diligencia para Kyoge, en donde nos esperaba el carruaje de Skravenius que en breves horas nos condujo al palacio de Gyorsly, habitual residencia de nuestro amigo.
Al dia siguiente, 5 de Setiembre, reconocimos la
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Corte del t e r r e n o c r e t á c e o de s t e v e n ^ k l i u t .
1 . Tierra vegetal con algún canto errante y otros sueltos á la superficie.
2. Caliza pisolítica. 3. Creta blanca con nodulos de silex amarillentos. 4. Capa interpuesta de arcilla.
costa de Stevensklint, localidad clásica del terreno cretáceo , donde se presenta con la misma estructura y aspecto que en Meudon, junto á París. En la base del corte que forma la costa brava ó acantilada , cuya altura llega en determinados puntos á quince ó veinte metros , vése la creta blanca con sus horizontes de nodulos de pedernal, coronando el depósito la formación de la caliza pisolítica, que tanto ha hecho discurrir á los geólogos franceses en general y al Sr . Hebert en particular. Preséntanse las rocas en la disposición siguiente :
9 o 5. Creta blanca más compacta que la superior con
pedernal negro. En la superficie y formando parte déla tierra vegetal,
hállanse esparcidos por los campos multitud de cantos erráticos, rayados por la acción de las nieves perpetuas, y cuya procedencia es evidentemente sueca , supuesto que las rocas ígneas á que corresponden , no existen en ningún punto del territorio dánico. Este hecho no debe causar sorpresa, pues ya veremos cómo en la isla Laa-landia, bastante más al Sur que Faxoe , también se observan los cantos errantes en número considerable.
Si fijamos por un momento la atención en el corte que precede, hemos de observar que el primer horizonte debajo de la tierra vegetal, se compone de una caliza basta de color amarillento , enteramente igual á la que en la cuenca del Sena en París sirve de base á la formación pisolítica , descansando sobre la creta blanca de Meudon, con la particularidad de ofrecer como aquella, no solo todos sus caracteres, sino también ciertas cavidades tubulares , tortuosas é irregulares que algunos atribuyen á la acción de -ciertos vermes ó gusanos de aquella época , mientras otros suponen ser resultado de la descomposición causada por los agentes atmosféricos.
Pocos accidentes estratigráficos ofrece este primer depósito en Stevensklint, indicando claramente la disposición en bancos horizontales ó muy poco inclinados, que no ha experimentado grandes movimientos después de consolidarse. La identidad de condiciones de yacimiento que la caliza superior de esta localidad ofrece con la de París , parece autorizar y fortalecer la opinion de que ambas á dos, así como el horizonte análogo de Maestricht, han sido consecuencia de iguales circunstancias en los mares en cuyo seno se depositaron sus
9' materiales. Y si bien es verdad que falta en la isla de Selandia el terreno terciario que en París cubre inmediatamente a la caliza á que nos referimos, lo cual dificulta en mucho que el estudio comparativo de ambas localidades sea completo, esto no obsta para que se aplique á Stevensklind el mismo ó análogo razonamiento que ha servido en la cuenca del Sena para considerar la caliza pisolítica más estrechamente relacionada con el terreno cretáceo superior que con el terciario eoceno ó nunmulítico.
Estas relaciones son después de todo más claras cuando se examina igual formación en F a x o e , no lejos de Giorsly y de Stevensklint, punto que visitamos el 6 de Setiembre en compañía del geólogo que con más fe y perseverancia ha estudiado esta complicada materia , el distinguido profesor de la Sorbona Sr . Hebert.
Bajo la caliza pisolítica, cuyo espesor no es allí notable, hállase la formación de la creta blanca, que dispuesta en bancos horizontales forma el resto de la costa brava, perdiéndose en la base sin saberse la profundidad que alcanza.
A pesar de la uniformidad con que se presenta el ho rizonte cretáceo llamado senónico ó senoniense por D'Orbigny , la roca principal que lo carazteriza, esto es, la creta , más consistente en la base que en la parte superior , se explota con destino á piedra de construcción, para lo cual la tallan y cuartean los canteros, reduciéndola á piezas de forma rectangular de diez á quince centímetros de grueso y veinte ó veinticinco de largo, que ajustan perfectamente , facilitando la construcción de edificios, especialmente en la comarca.
La otra utilízase con destino á la fabricación de lo que propiamente se llama creta, y sin saber porqué, allí
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como en Franc ia , blanc dEspagne. Las operaciones á que someten la piedra para triturarla, purificarla del elemento silíceo y reducirla luego á panes y barritas, son las mismas que las que hace ya bastantes años vimos en Meudon. Así preparada, consúmese en gran parte en el país , particularmente en Copenhague, exportándose también en cantidad para Prusia, el Norte de Alemania y Stokholmo.
Quizá no parezca inoportuno discurrir por breves instantes acerca de la extensión de este horizonte superior de la creta, y de la uniformidad de caracteres que en todas partes ofrece, ora la consideremos en su composición, ora en los restos orgánicos que contiene. Según hace notar con mucha oportunidad el distinguido Lye l l , caminando del N O . al S E . , desde la Irlanda septentrional hasta la Crimea , puede observarse la creta en la extensión de mil quinientos kilómetros, y en otro sentido, ó sea desde la Suecia meridional hasta más acá de Burdeos, también puede verse en más de mil y cien kilómetros. Si á esta consideración se agrega el espesor que en algunos puntos alcanza, que no baja de doscientos metros, podremos formarnos una idea déla importancia que ad.]uiere esta r o c a , y al descender al mecanismo que emplea la naturaleza en su formación, podremos persuadirnos también del espacio inmenso de tiempo que esto ha exigido.
La uniformidad de caracteres no se refiere tan solo á la facies ó aspecto exterior de ser una roca blanca más ó menos pura, deleznable, y que tizna los dedos, sino más particularmente á su íntima composición, en la que á semejanza de lo que se observa en el trípoli, en el mineral de hierro de los pantanos , y en otras rocas análogas , aparece constituida , por un número incalculable de seres microscópicos, llamados infusorios ó diatoma-
<j3 ceos; animales cuya tenuidad es tal , que según Ehre-berg en veinticinco milímetros cúbicos de trípoli, ó sea próximamente i , 5 5 gramos, se cuentan cuarenta y un mil millones de individuos de la Gallonella distans , ó lo que es lo mismo , que en cada siete milésimas de gramo existen ciento diez y siete millones de seres.
Estos restos la mayor parte son silíceos, y de silice pura; pero también los hay de naturaleza caliza. Unas veces se hallan dichos seres microscópicos enteros y bien conservados, lo cual ha permitido distinguirlos y clasificarlos; pero otras solo aparecen sus despojos , ó los dermato.esqueletos, silíceos ó calizos, como si hubieran sido pulverizados en el proceso de su misma formación , en la que por lo menos las corrientes oceánicas han obrado de un modo muy principal.
Fundándose en todos estos datos, muchos naturalistas creyeron que la creta era resultado de la acumulación, durante un inmenso espacio de tiempo, de estos seres tan diminutos , cuya trituración podia hasta cierto punto explicar la carencia de restos orgánicos, que en más de un punto ofrece la creta blanca. Observaciones posteriores, practicadas principalmente en los arrecifes de coral en el Pacífico y en los mares de la India , oriental y occidental han venido á esclarecer notoriamente este punto tan curioso. La extensión considerable que adquieren algunos archipiélagos, donde abundan los arrecifes de coral, algunos de los cuales alcanzan hasta dos mil kilómetros de largo , sobre seiscientos de ancho, podria hasta cierto punto equipararse á la formación de esa parte superior clel terreno cretáceo.
Ahora bien , otro hecho que prueba más y más los puntos de contacto que existen entre una y otra formación , es que en todos esos arrecifes se forma una especie de cieno ó légamo blanco, resultado de la descorrí-
94 posición de los zoófitos que los constituyen, sustancia muy análoga á la creta desleida en el agua en cuanto á su aspecto, y más semejante a ú n , si con el auxilio del microscopio descubrimos en ella fragmentos de zoófitos de foraminíferos, de espongiarios , etc.
En otros puntos, por ejemplo, en las islas Bermu-das , y en las de Bahama, existen, según el capitán Nels-son, muchas lagunas rodeadas y casi cerradas por arrecifes madrepóricos. En el fondo de dichas lagunas se deposita un cieno ó fango de naturaleza caliza, blanco, resultado de la trituración de coralinas, de corales, y de despojos de foraminíferos, de moluscos, de equinodermos y de crustáceos. Y según hace notar el ilustre Darwin, también se encuentra en la mezcla, la materia fecal arrojada por los equinodermos, por el Estrombo gigantesco y por los peces coralófogos, ó comedores de coral, que esto significa dicha expresión.
Este último hecho por lo singular merece relatarse. Refiere Darwin que unos peces del género Scarus , que él ha descrito , y que ha tenido la fortuna de ver en número considerable, roen los corales vivos , y demás zoófitos de los arrecifes, de la misma manera que pacen los herbívoros , con la particularidad de encontrarse en el interior de sus intestinos una considerable cantidad de materia caliza , mas ó menos impura, análoga á la creta. De aquí resulta la formación de ciertos cuerpos de forma conoidea singular , que arrojados por los peces , quedan envueltos en la materia cenagosa producto de la trituración de los zoófitos, aumentando esta circunstancia la analogía que entre estos depósitos y el de la creta existe. Con efecto, preocupó en un principio mucho á los geólogos el hallazgo que solia hacerse en la creta superior, de cuerpos parecidos á los que acabamos de indicar por su forma , á los que llamaron primero conos ó pinas de
9 5 alerce, y después coprólitos, que quiere decir excremento petrificado; cuya verdadera naturaleza y procedencia fué Buckland el primero que puso en claro.
Cosa parecida sucede en los mares de la India occidental , con el Strombusgigas, el cual suministra al depósito de cieno cretoso que allí se forma por el procedimiento más arriba indicado , no solo gran parte de esta sustancia, sino también un número considerable de bolas ó pelotas fecales compuestas de granos finos de materia caliza , friable, con una especie de estructura orgánica.
E n los Atolones de las Maldivias se observa un cieno parecido al que acabamos de explicar, y de idéntica procedencia, que arrastrado por las corrientes, desde los depósitos ó lagunas interiores de dichos arrecifes, por las estrechas aberturas que estos ofrecen, hacia el Océano, tiñe las aguas del mar en gran extensión.
Recogida esta materia y desecada, ofrece muchos puntos de semejanza con la creta, semejanza que podría llegar casi á la identidad, si se la sometiera á una regular presión.
Observaciones análogas parece haber hecho Dana en la descripción del arrecife madrepórico de Ohau en las islas Sandwich, donde parece que hay ciertas variedades de roca , formada á expensas del mismo arrecife , y que ofrece la estructura homogénea , la fractura terrosa , el color blanco homogéneo, y todas las demás cualidades de la creta.
En otros arrecifes de coral en via de crecimiento, nótase, según este autor, que se deposita una sustancia tan parecida á la creta misma, que fácilmente pudiera confundirse con ella.
Lo anteriormente expuesto, basta á explicar el hasta aquí misterioso origen de la creta blanca , que por lo vis-
9 6 to es resultado del desgaste y trituración de los arrecites de coral de la época cretácea, determinado por todas las causas físicas y orgánicas que acaban de mencionarse, y por la acumulación de cantidades inmensas de infusorios ó diatomaceas, cuyo número prodigioso, según queda indicado, confirma el célebre dichode Byron, de que el polvo que pisamos fué vivo en otro tiempo. Ahora bien, calcular los miles de años que han trascurrido para que se verificara este singular proceso, y el desarrollo de los millares de generaciones que se han sucedido para formar depósitos de ciento y doscientos metros de espesor, es cosa que excede los límites de la más ardiente fantasía.
Si las circunstancias anteriormente expuestas, dan razón cumplida de la manera especial y curiosa de formarse la creta en el tiempo, las condiciones especiales que ofrecen todos los restos que contribuyeron á su formación, explican satisfactoriamente también la superficie inmensa que ocupa dicha roca. Con efecto, la escasa densidad de la concha de los moluscos, zoófitos, infusorios, sobre todo si se compara con el mayor peso que alcanzan las arenas, arcillas y demás elementos de procedencia mineral , permite que el detritus de estos seres, y el cieno ó'barro que resulta, sea trasportado á largas distancias por las corrientes oceánicas.
También explica esta circunstancia otro ele los caracteres distintivos de la creta superior, que en las costas de Dinamarca, como en las de Francia é Inglaterra, presenta , á saber : la gran pureza de la roca y la eliminación de toda sustancia extraña, á no ser el pedernal, acerca de cuyo origen vamos también á discurrir por breves instantes.
Ofrece el pedernal que es negro en lo alto de la formación cretácea más ó menos gris, y algo amarillento en
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la base, las mismas idénticas condiciones que enMeudon; es decir, que se presenta en nodulos de formas caprichosas, simulando a v e c e s las orgánicas hasta el punto de poder engañar al que no esté muy versado en su estudio y conocimiento. En tal disposición, ocupa el pedernal horizontes bien determinados en el seno de la creta , sin interrumpir la continuidad de sus bancos ó estratos, aunque alterando con las líneas oscuras que determina, el aspecto uniforme que de otro modo presentaría la costa. E l que ha hecho la travesía de Boulogne-sur-Mer á Folkstone, ó de Calais á Dover , por poco que haya fijado la atención en la perspectiva que una y otra costa ofrece, habrá podido formarse cabal idea de la que en Seelandia llaman Stevensklint, pues es enteramente idéntica; ofreciendo de común además, y como consecuencia de su propia estructura, el hallarse la playa cubierta ó casi exclusivamente formada de cantos de pedernal redondeados por el movimiento de las aguas, tanto de las corrientes como durante las mareas.
Tampoco estará fuera de su lugar el que se discurra aquí, siquiera sea brevemente, acerca de la disposición que suelen ofrecer los horizontes de pedernal en la creta blanca, y respecto de su origen.
Los nodulos de forma caprichosa é irregular, que caracterizan en Dinamarca, lo mismo que en Holanda, Francia é Inglaterra, el horizonte llamado dánico, solo se observan en la parte superior de la formación, disminuyendo y hasta desapareciendo por completo hacia abajo, y ocupando la parte inferior de cada capa, siquiera la distinción de estas no sea siempre fácil de establecer.
Lo digno de notarse aquí es que aunque en otros terrenos existe el elemento silíceo, como en el terciario, en el jurásico, carbonífero, e t c . , raras veces se presenta afectando las formas que en el cretáceo, pues de
gS preferencia se le ve en todos estos en forma de bancos ó lechos, alternando con otras rocas ó impregnando la masa de muchas de estas, según he tenido ocasión de velen las calizas jurásicas de la provincia de Teruel y en el carbonífero de Bélgica.
Otras veces , en lugar de constituir horizontes paralelos con las capas de creta , se presentan verticales ü oblicuos respecto ele los estratos, y aunque éste no sea el caso de la costa de Dinamarca, tratándose en general de la disposición de este elemento geognóstico del terreno en cuestión, no podíamos ciertamente echarlo en olvido.
Difícil es dar solución completa y satisfactoria al problema del origen de esta roca, por cuanto en los depósitos actuales, que según indicamos más arriba, ofrecen mucha semejanza con la creta, falta por completo este elemento mineralógico en la forma que lo hemos indicado, y por consiguiente en esta parte nos hallamos desprovistos del dato precioso que tanto nos sirvió, para explicar con bastante probabilidad el mecanismo de que se ha valido la naturaleza para formar aquella.
Por otra parte, la regular sucesión de los horizontes silíceos alternando con los bancos decreta , indica de un modo bastante claro una acción periódica de cualquier naturaleza que sea, que actuando en inmensa escala, en el fondo de los océanos determinó no solo el origen, sino la disposición particular que el pedernal ofrece.
Del examen detenido de esta singular formación, po-dria tal vez inferirse que los materiales del sedimento calcáreo silíceo tuvieron tiempo de consolidarse en parte , y de sufrir una nueva disposición, viniendo los pedernales á ocupar la parte más baja de la capa , antes que nuevos sedimentos de idéntica naturaleza fueran á depositarse en capas sucesivas.
Pero ; de dónde procedía el elemento silíceo, que en
99 cantidad tan considerable constituye los horizontes de nodulos de pedernal, y cuál pudo ser la causa de su disposición particular y casi especial, como hemos dicho, á este terreno ? La primera parte de esta pregunta es ciertamente más fácil de contestar que la segunda; con efecto, por un lado, según ya hemos visto, muchos infusorios, no pocos zoófitos y espongiarios , son de naturaleza silícea; lo cual teniendo en cuenta el número incalculable de dichos seres, representa ya una cantidad de sílice muy respetable. Si á ella agregamos la no escasa proporción en que este elemento mineralógico se encuentra disuelto en las aguas del mar, de donde por cierto la toman todos aquellos seres, ora la reciban de las arterias terrestres que en él abocan, ó bien de los manantiales que en su fondo aparecen, como de las rocas feldespáticas que en su seno y en las costas existen, se podrá tener una idea de la procedencia de dicho mineral.
A todos estos manantiales ó procedencias de la sílice , podemos agregar otro no menos importante, y del que nos puede dar idea, el gueiserismo actual, sobre todo, abrigando la creencia de que este fenómeno ha sido mucho más importante en períodos anteriores.
Resta ahora inquirir el modo como dicha sílice se ha ido acumulando alrededor de determinados centros para llegar á constituir los nodulos que caracterizan la creta superior. Para ello conviene insistir en el hecho, que apuntamos más arriba, de la frecuencia con que á la superficie y en el interior mismo de dichos nodulos, se encuentran enteros ó en fragmentos equinodermos ó erizos de mar, y sus púas, zoófitos, conchas y otros restos fósiles; siendo indudable que estos objetos ejercieron cierta atracción de la materia silícea, al separarse esta de la masa caliza durante su solidificación.
100 Según Becquerel, ha contribuido también poderosa
mente al proceso de los nodulos de pedernal, así como á su disposición en fajas horizontales, las poderosas corrientes electro-magnéticas terrestres, que se verificaron en la época cretácea, entre capa y capa; desempeñando estas el oficio de poderosos pares de una pila voltaica.
Esta explicación, como se v e , supone ya la consolidación del terreno cretáceo, sin lo cual difícilmente se comprendería la existencia de las indicadas corrientes electro-magnéticas, de las que depende, según el autor citado, el aislamiento de la sílice, y su colocación al rededor de determinados centros.
Dicha explicación, que aunque no del todo exenta de dificultades, puede admitirse sin excluir las otras para el caso más frecuente de la colocación horizontal de los nodulos paralelos con las capas en cuyo seno se encuentran, es no obstante difícil de aplicar cuando estos, aunque sueltos también, se hallan formando pilares y columnas perpendiculares ú oblicuas á la dirección de los estratos.
Ta l vez el gueiserismo en la época cretácea pudiera contribuir á resolver todas estas dificultades, como se explica por su intermedio la formación en la época terciaria del silex molar ó moleña, siquiera no sea frecuente en aquel el hallazgo de las grietas ó cavidades por donde hubieran salido las aguas cargadas de silicato de potasa, para convertirse después en sílice naciente; ni tampoco el terreno en cuestión, ofrécela dislocación y desorden que una causa análoga hubiera producido, como se observa en los alrededores de Par ís , en los depósitos de silex molar terciario.
De todo lo cual deducimos, que todavía no ha llegado la ciencia en este punto á decir su última palabra, y que faltan nuevos datos , deducidos de la observación y
101 confirmados por la experimentación en el laboratorio, para dar cumplida explicación de este hecho singular.
Son en Stevensklint los fósiles característicos del depósito cretáceo idénticos á los de Meudon y Maestricht, ásaber : en la creta blanca, propiamente dicha, el Belem-nites, o l a Belemnitella mucronata, que se encuentra también en el horizonte superior, al menos en Faxoe y Maestricht; el Inoceramus Cuvierii, la Ostrea vessicu-laris, la Terebrátula carnea, el Magas pumilus, la Ananchytes ovata, y la A. striata, el Galerites albo-galerus, el Mycraster Lesquei peculiar ó Stevensklint, y que con la mayor parte de las especies citadas, tuvimos el gusto de recoger.
Digna de notarse es la frecuencia con que se hallan los fósiles en el seno del pedernal que acompaña á la creta blanca de Dinamarca. Muchos moluscos, y en particular los equinodermos y los zoófitos mejor conservados, aparecen á la superficie ó en el interior de los nodulos de silex negro y gris. Este hecho apoya la idea dominante hoy en el terreno de la ciencia, de que la mayor parte de los pedernales de la creta se han formado alrededor de un núcleo orgánico.
En el pequeño banco de arcilla que cubre á la creta se ven muchos restos de peces fósiles, no clasificados todavía.
En la caliza propiamente dicha pisolítica, ó por lo menos bastante análoga á la de París , Laversine, Falaise y otros puntos de sus alrededores, no aparecen, en Stevensklint mismo, muchos restos orgánicos, ni la formación misma alcanza gran desarrollo.
Para estudiarla y verla en toda su plenitud hay que trasladarse á la inmediata isla de Moen y en el mismo Faxoe , localidad clásica como antes dijimos , desde que el profesor Forchhammer describió su famosa cali-
102 za, y más aún desde que Desor en 1S46 la dio á conocer al mundo científico por medio del Boletín de la Sociedad geológica de Francia, aprovechando la oportunidad tan distinguido geólogo para proponer el nombre de Dánico, aplicado á este horizonte superior del terreno cretáceo en Europa.
Con el fin de que pueda apreciarse mejor la analogía de condiciones entre la costa de Stevensklint y Faxoe por una parte, y la próxima isla de Moen, copiamos á continuación la lista de fósiles cretáceos que inserta el distinguido geólogo Puggaard en la descripción que de la estructura gcognóstica de aquella isla publicó en unión del eminente Lange, encargado del estudio de la Flora de la misma.
FÓSILES ENCONTRADOS EN .MOEN, INDICADOS EN LA OBRA
DE PUGGAARD.
Spongia hieroglyphica. Achilleum resonans. A. globosum, Hag. Scyphia retiformis, Roem. S . radiata, Mant. Choanites Koenigii, Mant. Turbinolia excavata, Hag. Pentacrinus Agassizii, Hag. P. Kloedinii, Hag. P. Bronnii, Hag. Apiocrinus ellipticus, Mili. Asterias quinqueloba, Goid. Cidaris vesiculosa, Gold. Cyphosoma granulosum, Gold. Galerites vulgaris, Lam. G. albogalera, Lam.
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Galerites abbreviata, Lam. Ananchites ovata, Lam. A. conoidea, Gold. A. hemisphrcrica, Brongn. Spatangus suborbicularis, Defr. Ostrea semiplana, Sow. 0 . pes hominis, Hag. ( ) . vesicularis, Lam. ( ) . 'Exogyra) Munsteri, J i ^ " . Spondylus striatus, Gold. Lima Hoperi , Maul. L. Goldtusi, -HV/g". L . Forchhameri , Hag. L. semisulcata, Nilsson. L. decussata, Minister. L. granulata, rv7/.y. L. pseudocardium, Renss. Pecten costangularis, Lam. P. trisulcus, xf^,<r. P. nitidus, Mant. P. infiexus, P. kevis, Xilssou. P. membranaceus, Nils. P. Nilssoni, Go/rf. Inoceramus Cuvieri, Sow. 1. Brongniarti, 5 o ; y . I. concentricus, Park. Pinna cretacea, Schlotheim. Terebratula carnea, Sow. T . pulchella, Nils. T . Humboldti, Hag. T . gracilis, Scholth. _ T . plicatilis, Bronn. T . subplicata, Mant.
104 Terebrátula Mantelliana, Son>. T . Gissi, Hag. T . Faujassii, Roem. T . Striatula, Mant. Thecidea, vermicularis, Schlot. Crania costata, Sow. C. tuberculata, Nils. C. Parisiensis, Defr. Patella constricta, Hag. Rostellaria anserina, Nils. Fasciolaria Roemeri , Renss. Ammonites nutfieldensis, Sow. Scaphites striatus, Mant. Baculites faujasii, Lam. Belemnites mucronatus, Scholt. Serpula canteriata, Hag. S. subtorquata, Munst. S. heptagona, Hag. S. implicata, Hag. S. umbilicata, Hag. S. cónica, Hag. Pollicipes maximus, SOJV.
P. solidulos, Steenstrup.
El mismo dia en que nosotros explorábamos la costa de Stevensklint, llegaba Hebert al palacio de Giorsly, y al siguiente, según antes digimos, visitamos juntos el corte de Faxoe , abierto por los canteros que explotan aquella piedra para la construcción y también para la preparación de la cal, que tanto escasea en Dinamarca por efecto de su propia constitución geológica. Hállanse las canteras al Este del pueblo, á muy poca distancia de las últimas casas. La profundidad de las excavaciones al aire libre excede de catorce á quince metros, y sin em-
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F i g . S . "
Corte g e o l ó g i c o d e F a x o u .
1 . Ligera capa de tierra vegetal. 2. Caliza cavernosa de zoófitos. 3 . Caliza compacta entre gris y amarillenta. 4. Caliza cavernosa de zoófitos. 5. Caliza blanquecina de Briozoos.
A pesar de que muchas especies de las que encierra la formación de Faxoe son peculiares á dicha localidad, y en su mayor parte inéditas por efecto de circunstancias que no es del caso enumerar, las que son comunes á otros puntos, indican claramente cuál es la posición geognóstica que á Faxoe corresponde. Con efecto, la presencia del Baculites Faujasii, del Belemnites ó Be-
bargo, no alcanza á la creta blanca á pesar de la corta distancia que separa el territorio de Faxoe de la costa de Stevensklint. Está representado el corte del terreno en el siguiente dibujo.
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lemnitella mucronata, del Naittilus Dánicus, especie que Hebert ha descubierto en la caliza pisolítica de La-versine, del Nautilits Forclihammcri y otra especie no publicada aún, que con las anteriores encontramos y trajimos para los museos de España, la Ostrea vessicu-laris que sube de la creta blanca, la Tercbrátula pul-cliclla de Nilsson, la Plicatilis de Sov. y otras , son todas propias del horizonte superior cretáceo de Valogne, Laversine, e t c . , en Francia , y de la creta de Maestricht. en Holanda.
Por otra parte, y como hace notar Desor con grande oportunidad y conocimiento de la materia, la presencia en la caliza coralífera de Faxoe de los géneros Ananchy-tes, Hollaster ó Micraster, entre los equinodermos, excluye la posibilidad de asemejarla ó hacerla sincrónica del terreno terciario, por cuanto los mencionados géneros nunca se han hallado hasta ahora en horizontes superiores á la creta. Entre estos seres figuran en Faxoe muchas especies nuevas, tales como el Cidaris For-chammeri de Desor; la Pyrina Freneheni del mismo; un Hollaster muy afine al Hol. ananchytes; el Anan-chytes subglobosus, L a m . ; un Micraster análogo al breviporus de Agas; estos dos, comunes al horizonte de la caliza de Baculites de Picanville, y al cretáceo superior del departamento del Oise (Francia).
Aparte de las especies indicadas, que por ser comunes á otras localidades del centro de Europa sirven para determinar la edad del horizonte superior cretáceo á que corresponde Faxoe , ofrece este depósito una fauna característica, que se distingue particularmente.
i.° Por el considerable número de moluscos gasterópodos poco frecuentes en las formaciones superiores cretáceas, si se exceptúa Maestricht, donde el señor Binkhorst descubrió en 1862 más de ciento sesenta es-
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pedes , casi todas nuevas. Por lo común suelen presentarse en estado de molde, y corresponden a los géneros Cyprea, Oliva, Cerithium, Mitra, Fusus, Trochus, Pleurotomana, Patella y Emarginida.
2.° Por el desarrollo extraordinario de los zoófitos, que puede decirse forman con sus restos la parte principal de la caliza en los horizontes medio y superior.
Circunstancia es esta que ha robustecido la opinión de los que consideran la formación de la creta blanca superior como resultado de la alteración más ó menos profunda de los bancos de coral y de otros poliperos, hecho que se observa hoy mismo en los grandes arrecifes de la punta meridional de la Florida, y en los no menos importantes del Archipiélago Filipino, según más detalladamente apuntamos más arriba.
3.° Por la gran importancia que adquieren los Brio-zoos en la caliza que ocupa la base del corte de tan preciada localidad.
4. 0 Por la presencia de las tres especies ele Nautilos más arriba indicados, y de los cuales dos por lo menos son peculiares á Faxoe.
5." y último, también puede indicarse como carácter paleontológico de dicha localidad, la abundancia con que se encuentra un pequeño crustáceo, llamado por Schlotheim Brachynrus rugosus, común á otras localidades.
T a l , es en breves palabras, la descripción de esta localidad célebre llamada dánica por Desor, fundándose en que hay muchas más razones para considerarlo cretáceo que terciario. La cuestión suscitada por la Memoria que dicho geólogo leyó en la Sociedad Geológica de Francia y publicó el Boletín de la misma en 1846, puede darse definitivamente por resuelta, merced á los esfuerzos de Hebert , de Forchamer, Nist y otros
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holandeses; y si es cierto que queda aún por resolver alguna dificultad secundaria, según nos manifestó el mismo Hebert, de esperar es quedará satisfactoriamente adorada cuando se publiquen los abundantes y preciosos materiales que hemos examinado en el depósito de la universidad de Copenhague.
El interés que Faxoe excitaba en nosotros, hizo que recogiéramos y trajéramos á nuestra patria un espécimen de sus rocas y fósiles más característicos. En lugar oportuno haremos la enumeración de las unas y de los otros.
IX.
Excursión ala isla de L a a l a n d i a . — Geología .—Palaf i tos del lago Maribo.-—Monumentos megalít icos de S o e s m a r k . — L a Selva sagrada . — Exploración de un túmulo. — Progresos a g r í c o l a s . — La instrucción pr imar ia .
g e r m i n a d a la exploración de la comarca de Faxoe , y habiéndonos despedido de nuestro amigo el Sr . Skrave-nius , separámonos de Hebert , emprendiendo en silla de posta el viaje que debia conducirnos en dirección de la Baronía de Gulborg en la isla de Laalandia, que equivale á tanto como á tierra llana. Tuvimos ocasión, con tal motivo , de cruzar por una región de Seelandia que no conocíamos, admirando la fertilidad de los campos , la belleza de los bosques y el estado de excelente conservación en que se encuentran los caminos. También tocamos por nosotros mismos la buena organización del servicio postal, y el respeto que a sus encargados inspiran los viajeros, sin distinción de clases ni condiciones.
Una vez en Vorthinborg, pequeño puerto que se abre entre los canales que separan las islas dinamarque-
I ¡o sas , recibiónos á bordo un cómodo barco de vapor, que muy luego llevónos á Borholm, en la orilla opuesta. Esperábanos allí un elegante carruaje del barón Rose-norn, y habiéndose unido á nosotros el noruego Loran-ge, emprendimos la marcha hacia la baronía de Gul-borg, cruzando espesos bosques de altas y verdes hayas. Nada tan pintoresco como el aspecto de aquellas masas de verdura, que surgen de en medio de las azules aguas; nada tan agradable como los antiguos castillos, las elegantes alquerías, sembradas á lo largo de las costas ó asomando sus torres y chapiteles por entre los penachos de los copudos y apretados árboles.
Caia la tarde cuando llegábamos á nuestro destino, recibiéndonos cordialmente nuestro huésped, el Sr . de Rosenorn.
E s la isla de Laalandia la tercera en extensión entre las que constituyen la monarquía dinamarquesa , ocupando una superficie de mil ciento veinte kilómetros cuadrados, mientras la de Seelandia mide seis-mil quinientos y la Fionía tres mil doscientos. En el reducido pero privilegiado territorio de la Laalandia, que ya cruza un ferro-carril, nótase un pequeño manchón cretáceo , parecido al de Stevensklint y Faxoe, hallándose situado cerca de Gulborg, ó sea en la parte más meridional de la isla. Cubre el resto la formación llamada en el país ritllensfenlcr, que equivale á una arcilla arenosa, con cantos rodados y muchas piedras erráticas, lo cual nos autoriza para decir que la isla entera pertenece á la formación diluvial y errática del período cuaternario. Sin embargo, el descubrimiento de numerosos fósiles cretáceos en los contornos del lago de Maribo , debido al infatigable celo de nuestro consocio el Sr . Wichtfeld y de sus inteligentes y hermosas hijas, Isabel y Enriqueta, pueden inducirnos á pensar que si
1 1 1 bien el cretáceo solo existe ostensiblemente en Gulborg, es muy probable que ese mismo terreno sea el asiento de la isla y la base de la formación cuaternaria que á la vista se presenta. Proponíamonos al visitar la isla , aceptando la honrosa invitación de nuestro amigo el Barón de Ro-senorn, estudiar tanto los objetos extraídos de los palafitos del lago Maribo, cuanto los monumentos megalíti-cosque se conservan en los bosques de la Barónia.
Dirigímonosal dia siguiente de nuestra llegada, á través de el bosque, al sitio denominado Soesmark, que en dinamarqués significa selva de los cerdos, donde efectivamente comenzamos á ver abundantes restos de la primitiva civilización indígena. Encontramos en nuestra excursión dólmenes de dos clases : habíalos de los llamados Rundysser, ó sean túmulos circulares , consistentes en un montículo, y sobre él tres ó cuatro enormes piedras sobre los cuales descansa otro aún de mayores dimensiones. Estos túmulos hállanse generalmente á gran distancia unos de otros, perdidos en la soledad de las selvas; también suele descubrírseles pareados.
En una llanura abierta y reducida á cultivo, vimos tres grandes cromlechsó Lang-dysscr. Componíanse de otros tantos recintos sagrados, prolongados, midiendo en su eje mayor sobre veinte ó treinta metros, por cinco ó seis de ancho. Determina la eminencia una faja de cantos fuertemente enclavados, y próximo á una de sus extremidades, descúbrese el cromlech, el verdadero túmulo, con sendas piedras superpuestas y en el centro la cavidad ó enterramiento. Dos de estos recintos hállanse situados en la misma l ínea, extendiéndose de Oriente á Occidente, con la parte privilegiada en aquella dirección; otro se encuentra á alguna distancia de los primeros , con su eje paralelo á los anteriores. Todos ha-
1 1 2 bian sido explorados en tiempos antiguos , no quedando más que la eminencia con algunos arbustos y las piedras. Llamáronnos la atención las dimensiones de algunas de estas, que eran verdaderamente colosales. ¿De dónde procedían? Indudablemente de las apartadas montañas de la Suecia , habiéndolos arrastrado hasta aquellos parajes la fuerza expansiva de las nieves en sus grandes movimientos.
Fuénos de suma utilidad aquella excursión, porque pudimos estudiar á nuestro placer los restos auténticos de una época que aún tiene para el vulgo mucho de mitológica. Bajo la sombría frescura de los bosques, sentados sobre la granítica roca del dolmen, dejamos vagar la imaginación hasta los tiempos prehistóricos, y hubimos de representarnos su propio carácter , estableciendo principios y sacando consecuencias.
Recibiónos otro dia en su magnífica alquería el señor Wichtfeld, haciendo los honores de la casa su señora y las graciosas jóvenes cuyos nombres antes apuntamos. No ha sido causa bastante el sexo , ni las ocupaciones propias de la mujer, para que las hijas de nuestro amigo desdeñen el estudio arqueológico. Muy al contrario; Isabel y Enriqueta de Wichtfeld han sabido asociar á una educación esmerada; á gracias ingenuas que realzan la belleza con que pródiga les dotara el cielo, una razonable instrucción prehistórica, que las ha llevado á recoger antigüedades selectas que enseñan, al que tiene la dicha de frecuentar su trato, en un reducido pero bien dispuesto gabinete.
Desembocan los jardines de la quinta de Wichtfeld en el lago de Maribo. Creyó Wichtfeld que en el seno de sus tranquilas aguas se ocultaban construcciones humanas , hizo los oportunos sondajes, y el éxito coronó
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sus esfuerzos. Avisado Worsae, acudió sin demora, y ya está averiguado que el microscópico mar encierra palafitos como los de Suiza. Procedentes de ellos hemos traido ejemplares de hachas, cascos y núcleos de perde-nal que figuran en nuestra colección.
Visitado el lago, emprendimos con el Sr . Wichtfeld, sus hijas y los señores Rosenorn y Lorange una excur-
,sion á la Selva Sagrada , donde debíamos reconocer un túmulo. Nada tan imponente y melancólico como aquel bosque de seculares hayas, donde existen treinta y nueve de ellos sin explorar. Son algunos de tan remotísima antigüedad, que sobre ellos ha crecido más de una generación de árboles , renovándose de este modo la selva, sn que aquellos sufran menoscabo.
Encontramos en sus confines el dolmen, que por nosotros mismos íbamos á explorar : hallábanse allí algunos obreros y el Obispo de la isla , Sr . Winter, con su amable esposa. ¡Un obispo casado ! ¡un obispo que propina el alimento espiritual á su grey, tiene una familia querida y ansia tomar parte en todas las discusiones que pueden ilustrarle y aumentar la órbita de sus conocimientos!
Poco trabajo nos costó llegar al corazón del montículo : encontramos allí una pequeña aglomeración de piedras, y en su centro una vasija de barro que contenia restos humanos en completa descomposición : asociados á ellos, descubrimos algún fragmento de silex y una fíbula de bronce. Indudablemente el terreno del túmulo no había sido removido hasta entonces, y la circunstancia de haber hallado el utensilio indicado, nos inclinó á referirlo á una época de tránsito entre las edades de piedra y las de los metales.
Tuvimos ocasión de estudiar en el castillo de la Baronía una selecta colección de cuchillos, sierras, gubias,
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cinceles y hachas de piedra procedentes de los dólmenes que se conservan en sus estados. Favoreciónos el barón con algunos ejemplares que figuran entre los objetos que hemos traido de nuestro viaje. Algunos de estos útiles no tienen precio; son de lo más bello, raro y bien concluido que puede pensarse, y pasma la habilidad que hubo de emplearse para labrarlos á golpes y sin auxilio de metal alguno.
Séanos lícito , antes de poner término á la reseña de nuestra expedición á Laalandia , recordar los servicios que á la agricultura prestan , tanto el barón de Rosenorn como el S r . Wichtfeld. Después de haber introducido todos los progresos mecánicos compatibles con la índole de aquellos terrenos y el carácter de sus producciones, procuran extender el bienestar de los colonos otorgándoles ventajas considerables, y no se han retirado á la metrópoli á gastar sus rentas , sino que por el contrario, viven en medio de la población rural, siendo una verdadera providencia para los menesterosos. Consiste el cultivo agrario principalmente en el de cereales, auxiliado por las mejores máquinas y aparatos; el forestal en la explotación de los -bosques de hayas que se extienden en todas direcciones. Cosechase en abundancia rica miel ; elabóranse quesos y mantecas que el comercio trasporta al centro de Europa, á Inglaterra y á nuestra Península. Fabrícanse sémolas, harinas y cerámica; mejóranse las razas vacuna, lanar, porcuna y caballar con la estabulación en gran escala; y la aclimatación inteligente hace que en tan remotos climas se crien y disfruten plantas de las regiones más meridionales.
No hablemos de los resortes morales que se emplean para labrarlafelicidad délos pueblos. Como en Seelandia y F ionia , en Laalandia es el maestro persona distinguí-
i r5 da, que todo el mundo respeta y considera. No da el viajero un paso por aquella tierra privilegiada sin tropezar, ya con la cómoda escuela, que como un faro luminoso se alza en medio de los campos; ora con los grupos de inocentes niños de ambos sexos, que de las quintas y alquerías acuden á recibir el suculento pan de la inteligencia y cuyos buenos modales tuvimos ocasión de admirar.
Grata como nos era la estancia en Gulborg, hubimos de abandonarla embarcándonos para Copenhague y Suecia; empero antes nos despidió el barón con un convite, á que asistieron las notabilidades de la Isla. Recordamos entre las personas que con su presencia nos honraron al rico propietario conde de Cnut , al pastor Winter , al historiador Müller y al prefecto de la provincia, cuyo nombre se ha borrado de nuestra memoria. Part imos, no sin llevar grabados en nuestro corazón , las delicadas atenciones los testimonios de fraternal amistad que debimos á nuestro ilustrado consocio el barón Rosenorn.
Antes de apartarnos de Dinamarca exploramos alguna de las turberas de las cercanías de Roskilda. Esta formación del terreno cuaternario y reciente, adquiere tal desarrollo en la constitución geológica de aquel país, que siendo su total extensión desde la paz de Viena, de treinta y nueve mil kilómetros cuadrados, la turba por sí sola y las marismas ocupan dos mil.
Nótase en su distribución geográfica que en la parte oriental y sur de las islas deSeelandia y Fionia ,yentoda la extensión de las de Laalandia y Falster, no se encuentran casi rastros de ellas, hallándose relegadas al Noroeste y Oeste de Seelandia, al Este y Oeste de la Jutlandia, y en los antiguos ducados daneses del Sleswig y .del Holstein.
116 Descender nuevamente á pormenores acerca de su
clasificación, estructura y composición orgánica vegetal , equivaldría á repetir lo que expusimos al recordar los trabajos del profesor Steenstrup. Por lo que toca á las efe Dinamarca, diremos solo que algunos ejemplares, así de turba como de huesos y astas de Cernís megace-ros, que recogimos en nuestra visita á la de Oem, cerca de Roskilda, y que mencionamos en el Catálogo puesto al final, acaudalan la colección á que este se refiere y da idea de tan singulares depósitos.
X.
Viaje á Sueeia. — M u s e o de Lund. — Turbera de Isiatd. — Su comarca.
I j i ' ace algunos años un viaje á la península sueca presentaba serias dificultades. Falta de buenos medios de comunicación, con una lengua escabrosa y generalmente desconocida del resto de los europeos asiento; de una civilización también poco menos que ignorada, la patria de Carlos X I I tenia algo de mitológico para nosotros los meridionales. Pero muy luego, la Suecia, que goza de un régimen político por extremo liberal, y que camina con pasos de gigante por el sendero de la civilización, ha abierto sus fronteras, ó mejor dicho franqueado sus costas, á los viajeros que de todos los puntos del continente acuden á visitarla. Solo en los distritos de la Neer-landia el viajar es aún incómodo; en el resto de la monarquía hay á disposición del viajero cómodas diligencias, barcos de vapor que rápidamente cruzan los canales abiertos por la industria humana, surcando asimismo las aguas de los lagos que formó la naturaleza, y tam-
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bien se disfrutan líneas férreas que unen los principales centros de población y de movimiento comercial.
Teníamos vehementes deseos de visitar la Suecia^ tanto porque en sus museos esperábamos aprender mucho, cuanto porque el país , considerado bajo la relación física, habia asimismo de suministrarnos no provechosa enseñanza. Decididos y prontos a emprender nuestra expedición, embarcámonos en Copenhague el dia 11 de Setiembre a bordo del vapor Stokholmo, que en dos horas nos llevó, atravesando el Estrecho del Sund, áMalmoe. Una vez allí, ñoquísimos internarnos en la península sin visitar las colecciones recogidas y depositadas en la Universidad de Lund por el respetable decano de los arqueólogos y naturalistas suecos, Sr . Nilsson.
Pasamos, pues, á Lund, situado no lejos de Malmoe, y tuvimos la buena fortuna de hallar en el establecimiento al apreciable catedrático Sr . Lundgreen, quien nos acompañó en nuestro rápido examen.
Comprende el Museo prehistórico de Lund dos partes principales. En la primera se conserva multitud de objetos de las edades de piedra y bronce, figurando los que Nilsson ha reproducido en su conocida obra intitulada Los primitivos habitantes de la Escandinavia. E n la segunda se ha reunido buena copia de esqueletos de mamíferos de las turberas de Escania •, algunos de ellos perfectamenle conservados.
Reunida asi la arqueología á la paleontología, puede el estudioso formarse una idea apropiada de la fauna escandinava en un momento dado de su historia, y del grado de cultura que alcanzaba aquel pueblo en períodos de la más remota antigüedad.
Satisfechos nuestros deseos, abandonamos á Lund * para dirigirnos á Istatd. Da importancia á esta localidad
i i g
principalmente el corte geológico que las obras del puerto habian puesto a la vista, y los objetos que en sus distintos horizontes encontró el Dr. Bruzelius, según ya dijimos al reseñar las sesiones del Congreso.
Hé aquí ahora el corte ó diagrama trazado por tan apreciable profesor, á cuya amabilidad debimos el estudiarle cual convenia.
l'ifc'- 3 . a
Corte g e o l ó g i c o de I s t a t d .
i." Canchal glacial formado de cantos angulosos ó redondeados con pulimento y estrías.
2.° Capa delgada de arcilla y arena verdosa impermeable, como condición precisa para el establecimiento de la turbera ó turbal.
3." Banco de turba de un pie próximamente de espesor, conteniendo algunos troncos de árboles, de pie todavía .
4." Depósito de cantos y arenas de la costa, de diez pies de espesor, con algunas pequeñas vetas de turba de algas, intercaladas.
N. M. Nivel del mar Báltico.
120 Los objetos encontrados en cada horizonte y que
volvimos á examinar en la colección del Dr. Bruzelius, son los siguientes:
A poca profundidad en el seno del canchal, cinco pedernales toscamente labrados, testificando así su remota antigüedad.
Entre la capa impermeable y la turba un puñal de piedra y un hacha pulimentada perteneciente á la segunda edad.
En la turba una maza de bronce muy bella, y á tres ó cuatro pulgadas de la superficie de la turbera un mango de cuchillo en hueso, perfecto y elegantemente labrado según el estilo del siglo VII ú VII I .
Por último, en el depósito de cantos y arena que cubre esta formación, se encuentran gran número de conchas que actualmente viven en la costa Sud del Báltico, algunos cráneos de animales domésticos , tales como el caballo, el perro, el cerdo, e t c . , y la turba formada pollas mencionadas algas marinas.
Siendo la turba inferior, de naturaleza terrestre, á juzgar por los troncos de pino que todavía existen en la base del depósito, y ocupando respecto al nivel del mar una línea diez pies más baja que éste, parécenos fuera de controversia el que la costa de la Escania ha experimentado un notable descenso desde la formación de aquel combustible. Y como quiera que el hallazgo de los objetos precisan la época en que la turba se formó en el continente ó tierra firme, lícito es y hasta lógico deducir que desde ese período, ó sea desde el siglo Vi l ú VIII, aquella parte de Suecia se ha ido hundiendo á razón próximamente de un pie por siglo, confirmando este descubrimiento lo que ya en su tiempo predijo el gran Linneo.
Merced á la bondad del Dr. Bruzelius, visitamos,
121 terminado el reconocimiento del puerto, los alrededores de la población, que son por extremo pintorescos. Forman la comarca , en cuanto pudimos juzgar, valles de erosión, anchos comunmente y limitados por colinas redondeadas de escasa altura; muchos cabezos y altozanos cuya dirección media, como la de aquellos, es próximamente de N E . a S O . , igual á la que marca la de las grandes corrientes diluviales y la que hubieron de llevar las masas de nieves perpetuas del primero y quizá del segundo período glacial.
Adivínase la acción de estas en la orografía del país, contemplando los muchos cantos erráticos, angulosos unos, más ó menos redondeados otros, si bien todos pulimentados y estriados que, en forma de cordones ó de grupos, se descubren ya á la superficie en las llanuras, ora con frecuencia en la cima de los cerros y co linas, siempre por regla general en la parte N. ó N E . de estas, y raras veces en la falda S. ó S O .
Notable es también el número de grandes cantos errantes , que bordan la costa introduciéndose asimismo á gran distancia en el interior del Báltico, lo que comunica alpais un aspecto singular y característico, siendo para el geólogo de elocuente significación.
Muchos han servido, como afirmamos anteriormente, para erigir monumentos megalíticos de notables proporciones que Bruzelius cree debieron constituir lugares destinados á sacrificios. Y no debe causar extrañeza el que esas masas colosales hayan sido trasportadas hasta puntos tan distantes de su origen; averiguado está que los cantos erráticos de las montañas suecas han llegado arrastrados por las nieves perpetuas hasta las regiones de la planicie central de Europa.
Volviendo á la Escania , diremos que en el fondo de los anchos valles se nota la formación de la turba muy
122 desarrollada, beneficiándose como combustible. Las turberas de esta parte de la Suecia, ofrecen grandísimo interés para el arqueólogo, por el número extraordinario de objetos de ellas extraídos, entre los cuales enumeraremos los magníficos esqueletos de bueyes conservados en el Museo de Lund y en el Liceo de Istatd, de los cuales debimos algunos restos á la largueza de Bru-zelius.
No es común en estos depósitos el R e n o , si bien se ha encontrado algo de lo que á él corresponde, diferenciándose asi grandemente la turba de la Escania de la de Dinamarca. Hállanse sin esfuerzo en estos memorables depósitos objetos pertenecientes á la civilización del bronce y del hierro, circunstancia que contribuye á hacer que sean considerados como campo favorito para este linaje de pesquisas, en cuanto á la Escandinavia se refieren.
Visitamos también al Norte de la población, un caír chai formado por la acción délas nieves perpetuas, donde se halla un número prodigioso de cantos pulimentados y estriados. Enriquece alguno de ellos , notable por lo marcado de sus caracteres, la colección geológica que hemos traído y ofrecemos á nuestro país. Llámase el sitio que ocupa el mencionado canchal el Tejar de Nilsson, y en él se explota y beneficia la arcilla y cieno diluvial, empleándolos en la fabricación déla alfarería basta.
En los capítulos anteriores hicimos alguna brevísima indicación respecto á la cultura de los dinamarqueses. Bueno será que encontrándonos ya en Suecia, asentemos que la región que comprende la Escania goza también de los beneficios de las luces. Desamortizados los terrenos , sostienen hoy una población creciente y laboriosa que mira con el debido respeto á los hombres de ciencia.
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Lund, ciudad de escaso vecindario, tiene una Universidad, según queda dicho; Istatd, su Liceo, especie de escuela superior, costeada por el procomún,'y no hay población, por reducida que sea, que no disfrute de su escuela montada con arreglo á los últimos adelantos.
Reina por todas partes la alegría; no se conoce la miseria ni el pauperismo; disfrútase de tranquilidad, y los atentados contra las personas y las cosas son harto singulares.
XI.
Desde Istatd á Stokholmo.—Aspecto del país .—Acción de las n i e ves .—Stokholmo.—Colecc ión craneológica y etnográfica de la Facultad de Medicina.—Museo de antigüedades, preciosidades que en él se conservan. — Academia de Ciencias. — Su Museo mineralógico y geológico. — Ejemplares n o t a b i l í s i m o s . — T r a bajos de Is'ordenschiold
'¿[Desde Istatd nos dirigimos en ferro-carril á la capital de Suecia , observando, durante el via je , el fenómeno errático que ha dejado profundas huellas por todas partes , hasta determinar la más extraña orografía representada , como en los alrededores de aquella ciudad, por numerosos y anchos valles de erosión, muchos de ellos convertidos en magníficos lagos. Tiene el de Jonko-pink, junto al cual pasamos, mas de veinticinco leguas de longitud, y se halla rodeado de colinas más elevadas que las de Escama. Puede decirse que la generalidad de ellas no son más que enormes canchales y oesars, cuya singular estructura se patentiza, gracias á las trincheras abiertas para la explanación de la via férrea.
Hállase el suelo sembrado de grandes cantos erráticos , y de tiempo en tiempo descúbrense extensas su-
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perficies de rocas pulimentadas, que se distinguen por la limpieza con que reflejan los rayos del sol.
Una vegetación arbórea, tan vigorosa y lozana como abundante, representada por inmensos pinares y sorprendentes bosques de hayas , imprime un sello particular al país escandinavo, y hasta tal punto forma contraste con el paisaje de nuestro suelo meridional, que realmente sorprende al viajero que procedente del Sur ó del Oeste de Europa, visita por primera vez tan apartadas regiones.
Gozamos no poco durante nuestro viaje , viendo desdoblarse ante nuestra vista pintorescos y un tanto extraños panoramas, y luego que llegamos á Stokholmo fué nuestro primer empeño conocer á las eminencias científicas que habitan aquella culta capital. Fácilmente lo conseguimos, mediante los buenos oficios del eminente Dr. Osear Teodoro Sandahl , con quien hubimos de comunicar durante el corto trayecto de Copenhague á Malmóe, y también á las relaciones que entablamos en el Congreso con el reputado jurisconsulto Sr . Olive-krona, individuo de la corte suprema de Justicia, con el distinguido craneólogo y decano de la Facultad de Me dicina, barón Von-Duben, y por últ imo, con el célebre arqueólogo Hildebrand, Director hace treinta años del Museo de Antigüedades de Stokholmo.
Merced á estos amigos y á la galantería de los habitantes de la metrópoli sueca, pudimos adquirir en el corto tiempo que en ella residimos, una idea completa del estado próspero que alcanzan todos los ramos de la enseñanza, empezando por la primaria, que no conoce rival en Europa, hallándose á la altura de la de Sajonia.
Privado Stokholmo de universidad, pues la délas provincias del Norte se encuentra en Upsal, y la de las
meridionales en Lund, tiene únicamente la Facultad de Medicina, Academia de Ciencias , Instituto Tecnológico y Museo de Antigüedades.
De la Facultad de Medicina poco debemos decir en este libro; sin embargo, recordaremos que las colecciones craneológica y etnográfica, particularmente en la sección lapona, están consideradas con justa razón como las primeras de Europa.
Si el número de cráneos y su clasificación y origen, hace que la colección entera constituya un estudio preferente para el antropólogo, lasérie de objetos auténticos oriundos de la extremidad Norte europea, obliga al etnógrafo á estudios y consideraciones de gran oportunidad, cuando se desea inquirir los términos por que pasa toda civilización.
Refleja la colección etnográfica la vida total lapona, en sus modos externos y más íntimos, facilitando comparaciones del mayor interés relativamente á las pesquisas que nos habian llevado á Dinamarca.
Tocante al Museo de Antigüedades , aunque ya dijimos lo necesario para que se comprendiera su importancia, bueno será que añadamos aquí algunos nuevos pormenores. Titúlase el edificio donde se halla establecido Museo Nacional, y ocupa varios salones situados en el piso inferior. Construido el Museo Nacional con arreglo á los planos del arquitecto Stüler y bajo la dirección del general Kleen, mide doscientos sesenta pies de longitud por ciento sesenta de ancho y noventa de alto. Aislado totalmente, levantándose sobre una estrecha lengua de tierra que por todas partes bañan las aguas del lago Madar, rodeándolo de elegantes jardines y ofrece por la belleza de su estilo compuesto, un magnífico golpe de vista.
Decoran la fachada principal ornamentos en bajo re-
127 l icve, columnas y varias ornacinas, donde se han coló cado los bustos de Tessin y Sergel: mas arriba se ven las estatuas de Linneo, Tegner , Wallin y Berzelius, y en la parte más alta los de Fogelberg y Ehrenstrahl. E l ingreso es verdaderamente grandioso y monumental: órnanlo diez y seis grandes columnas en mármol y las colosales estatuas de Odin, Thor y Balder, producto del cincel de Fogelberg y sobre el primer piso ábrese una ancha y artística galería, donde se han reproducido los frisos del Partenon.
Penetrando por debajo de esta galería, hállase el Museo de Antigüedades puesto al cuidado de los señores Hildebrand padre é hijo. Constituyen este departamento cuatro espaciosas salas, sabiamente dispuestas para que puedan contener, en elegantes armarios y vitrinas, los numerosos objetos de las colecciones.
Empiezan estas por la edad de piedra, Stensalen: aquí no hay más que cuchillos , hachas, puntas de flechas , percutores, martillos, gubias, cinceles, sierras, raspadores, labrados en distintas rocas , predominando el pedernal. Vénse en algunos estantes hachas verdaderamente colosales, pues alguna mide casi nuestra vara. Llaman otras la atención por su pulimento, 3r
entre los cuchillos los hay de tan acabado arte y primor, tan bellos y regulares, que más que objetos propios de una civilización primitiva , parecen producto de la más perfecta manufactura contemporánea. Estudiamos en esta sala el modo de colocar y presentar los artículos, que no es punto que deba ser mirado con indiferencia. También quisimos saber á qué número ascendían, y después de decírsenos que pasaban de treinta mil los clasificados, enseñáronnos una pieza destinada á almacén, donde habia multitud de cajas que no conté-
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nian mas que útiles y armas de las edades de la piedra. Después de un minucioso examen pasamos á la sala
del bronce, mucho más espaciosa que la anterior. Contigua á la del hierro, están ambas comprendidas bajo una sola denominación, Brons-och Jerngaleriet. Si grande habia sido nuestro regocijo contemplando las preciosidades del salón de la piedra, debemos confesar que nunca imaginamos descubrir tal cantidad de objetos y estos tan raros y bellos como los que en magníficas vitrinas se ofrecieron ahora á nuestra vista. Fruto de muchos años de pesquisas, de sabias disposiciones tomadas por el gobierno , y del patriotismo de los ciudadanos, la colección de bronces del Museo de Stokholmo no tiene rival en el mundo. Constitúyenla armas de todas clases, hachas, lanzas, cuchillos, puñales, espadasy flechas, fíbulas, agujas , pectorales, escudos, cascos, anillos, torques, amuletos , acusando los sucesivos progresos del arte y de la industria; mostrando el ingenio de los artífices que los labraron y los gustos especiales de la sociedad para quien se destinaban. Ingresan en este departamento las antigüedades procedentes de los dólmenes, lagos y turberas de la tierra firme, y á ellas se han asociado los recogidos en las islas del Báltico. Y es por demás curioso ver trazado sobre los objetos el desarrollo social y el influjo romano cristiano, que un dia determina su carácter artístic o , en lucha con el sello propio de la cultura indígena.
Aplicable es á la sala del hierro lo que decimos de la del bronce : los objetos no suelen cambiar en lo que á las formas se refiere, sino en su materia componente: conócese que la civilización ha progresado , multiplícanse los adornos y también se señalan estilos y maneras antes desconocidos. Como los objetos en bronce, los de hierro asocian en determinados casos dos tendencias muy
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distintas, la peculiar á las razas del Norte y la característica de los pueblos greco-latinos.
Para complemento de esta sección, hállase inmediatamente otra consagrada también al hierro, ya incluido en los límites de la historia. La edad antigua escandinava , relacionándose con la edad media septentrional, despliega entonces sus galas ante los ojos del arqueólogo, y nótase el predominio religioso, representado por multitud de preciosos objetos litúrgicos que dicen hasta qué punto de perfección llegaron los orfebres en edades relativamente remotas, y en países que se han creído age-nos á los refinamientos de la civilización latina. Llámase esta última estancia Pilarsalen, que quiere decir sala de los pilares. Merece recordarse en esta sección un monumento funerario con caracteres rúnicos. Estudiadas las runas ampliamente, constituyen una gran enseñanza, que en mucho concurre á restaurar los buenos estudios históricos en el Norte escandinavo.
Satisfecho nuestro anhelo, y después de fijarnos en los nexos que unen las distintas edades prehistóricas é históricas en la nebulosa tierra de las Valkiryas, visitamos también los restantes salones del Museo, admirando en el gabinete numismático una hermosa colección de siete mil monedas cúficas, encontradas en Suecia, lo que no deja de ser por extremo extraño; cinco mil anglosajonas, y no pocas españolas antiguas y modernas, muy bien conservadas. En la sala egipcia vimos el monumento sepulcral y la momia de la reina Tahort , trasladándonos oportunamente á las galerías artísticas para conocer y quilatar el gran florecimiento jñctórico-escultórico que se verifica en el Norte , donde ya Thorwaldsen habia emulado las glorias de Fidiasy Praxiteles.
Permítasenos recordar antes de que pasemos á otro
13 o asunto, la bizarría con que el Gobierno favorece los esfuerzos de arqueólogos y naturalistas, facilitándoles medios para llevar adelante sus empresas. Para los suecos el estudio déla más remota antigüedad encierra grandísimo interés , y de aquí que gobierno y particulares, en vez de mirarlo con indiferencia, procuren hacerlo posible, cada uno en la esfera de sus medios y recursos. La Academia nacional de Antigüedades trabaja asiduamente con el propio fin, y sus publicaciones dan cuenta de los descubrimientos que se hacen continuamente, difundiendo por todo el reino los conocimientos necesarios para fortificar el gusto y promover donativos y exploraciones.
Disfrutan la Academia de Ciencias y el Museo de Instituto tecnológico grandiosos edificios de moderna fabrica. Aquella, que entre otros recursos cuenta con el producto de la venta exclusiva del Almanaque Nacional que redacta, particularmente en lo relativo a las afecciones astronómicas y meteorológicas; posee colecciones mineralógico-geológicas, zoológicas y botánicas de primer orden, agregándose, como complemento, laboratorios de química que , unidos á la sección inorgánica, sirven de segura base á útiles estudios.
Distingüese la sección botánica, á cargo del Dr. An-derson, por el número de plantas que se conservan en los herbarios, muy bien acondicionados y guardados en armarios con sus correspondientes compartimientos. Hállase la flora sueca extensamente representada y dispuesta en paquetes de más de mil especies cada uno, prontos á cederlos en cambio de otros á los jardines botánicos extranjeros que lo soliciten.
Sienten los amantes de las glorias patrias la pérdida del famoso herbario del inmortal Linneo, vendido por
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sus inmediatos herederos á poco de ocurrir la muerte de aquel y antes de conocerse el valor que representaba.
Inglaterra adquirió tan preciado tesoro, que ho) rforma una de las más estimadas joyas de la Universidad de Oxford. Solo quedaron en Upsal, donde Linneo enseñó la botánica, algunos paquetes de plantas, que se guardan en lugar reservado de la sección botánica de aquella Academia, donde vimos algunas especies recogidas y rotuladas por mano del gran naturalista.
Son notables las colecciones zoológicas de Stokhol-m o , tanto por la riqueza y variedad de los ejemplares, distinguiéndose entre ellos los equinodermos y conoideos , los crustáceos y los mamíferos y aves de los países septentrionales , cuanto por los espaciosos salones y los elegantes y sencillos armarios en que están colocados.
En local aparte del piso segundo, y cerca de los herbarios , hállase la colección de insectos, curiosísima en particular, por una serie, tan variada como rica, de lepidópteros ó mariposas.
Observamos en nuestra visita la particularidad, muy favorable á la perfecta conservación de las colecciones , y es que no se conocen allí los Antrenos, ni la falange de mortales enemigos de los objetos disecados que en las regiones meridionales lleva el nombre de polilla. Suprimido tan terrible azote, insectos, aves , mamíferos y demás animales, se conservan admirablemente v á poca costa. El Museo del reino inorgánico, esto es , mineralógico y geológico, que por la índole especial de nuestro viaje podia y debia interesarnos de un modo más eficaz y directo, está confiado á la inteligente y activa dirección del renombrado naturalista y viajero Nor-denskyold. Infatigable explorador del Spitzberg, en cuyo viaje científico llegó al 8 2 o latitud N . ; abriga la convicción de que puede alcanzarse al polo, si bien niega
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la existencia, sostenida por alguno, del mar líquido más allá del desierto del hielo, si esta expresión del popular Julio Verne es permitida. Enumerar puntualmente todas las riquezas que Nordenskyold ha reunido en aquellas espaciosas y bien dispuestas estancias, requeriría un buen volumen pidiendo mayores conocimientos que los que posee el encargado de redactar esta parte de nuestra Memoria. Hemos forzosamente de limitarnos á indicar tan solo las preciosidades mineralógicas y geológicas que más excitaron nuestra atención.
Figura en primera línea una colección de aereolitos, compuesta desde ejemplares reducidos á polvo, casi impalpable, hasta [otros que pesan ocho á diez kilogramos; habiendo caido todos el i.° de Enero de 1869 , en la superficie congelada de un lago de Uplandia, enclavado en el distrito de Hessle. Hizo tan singular coincidencia, que se recogiera un número considerable de ejemplares , pues ofreciendo notable espesor y dureza el hielo, las piedras atmosféricas, á pesar del tamaño y peso de algunas, no pudieron romperlo conservándose todas en la Universidad de Upsal, y el resto en Stokholmo.
Son los aereolitos de diversos volúmenes y formas, enteros los unos , más ó menos rotos, y hasta pulverizados los otros, pero lo curioso es la pequenez de muchos, que no excede del tamaño de un guisante. Dejando aparte la fragmentación de varios de ellos, se puede asegurar que el lago de Hessle presenció una verdadera lluvia de cuerpos siderales completamente independientes los unos de los otros.
Pero si fueron poco comunes las circunstancias de su caida, aún lo es menos la presencia en ellos revelada por el delicado análisis practicado por Nordenskyold tan consumado químico, como profundo mineralogista, del carbono y del hidrógeno, elementos esenciales a la cons-
i33 titucion mineral del reino orgánico terrestre, en proporciones crecidas, llegando en el primero hasta un 40 por ioo, y en el segundo hasta el 25 por 100. No es el hecho completamente nuevo, pues ya en el aereolito de Orgeuil (Francia) , se indicó el carbono, mas la naturaleza de la superficie que recibió á los de Hessle, quitan todo pretexto á la duda, que en el último caso asaltó á algunos, pues en el agua congelada no es fácil adquirieran aquellas piedras tales elementos según se supuso habia acontecido con el francés, diciéndose eran producto del rozamiento con el mantillo de la tierra ó con la vegetación que la cubria. Además la notoria competencia del que practicó el ensayo químico nos pone á cubierto, en nuestro entender, de la responsabilidad en que incurrimos á los ojos de los incrédulos, sobrado numerosos en nuestro país, dando asentimiento al hecho que el mismo Nordenskyold describiría muy luego deseoso de que llegase á conocimiento de todos. Nordenskyold, que allá por los años i85o y I 8 5 I estudió y fué compañero en París del que traza estos renglones, obsequiónos con algunos de estos aereolitos, que con otras especies curiosas de que vamos á ocuparnos y un precioso herbario regalo de Anderson , figuran á esta hora en el gabinete de Historia Natural , á cuya Junta facultativa nos apresuramos á ofrecerlos tan pronto como llegamos á Madrid.
Después de los aereolitos mencionados y de otros escandinavos que vimos en la misma sección, citaremos por su importancia el plomo nativo cristalizado en hermosos aunque pequeños prismas, agrupados en forma de arborizacion ó dendrita. E s sabido que la mayoría de los autores están contestes en que la tal sustancia no se encuentra nativa en nuestro planeta, de donde
13q puede inferirse la importancia del hecho apuntado y la alegría que hubo de causarnos al ver tan precioso y por demás raro ejemplar.
La roca que lo contiene, es de protóxido de manganeso hidratado, cuya fórmula química es MuO.-f-H. O. y la mineralogía M u 4 0 3 . Por una inadvertencia fácil de explicar, cuando el ánimo se halla preocupado en presencia de tantas y tan variadas riquezas científicas, no tomamos nota de la procedencia de este ejemplar, que solo tiene análogos en los de Cumberland, donde el plomo se encuentra en roca cuarzosa, acompañado de la galena, en uno vagamente indicado en Irlanda, y en el que se asegura existir en una mina plomiza de Cartagena.
Pero si como particularidad mineralógica es á todas luces muy estimable el plomo nativo y cristalizado, no le cede, antes bien le supera en importancia, el granito de Grangesberget, llamado en el país bergbeck, del que posee aquel Museo muchos y hermosos ejemplares, con manchas negras en toda su masa , como de sustancia bituminosa. Examinados estos oportuna y cuidadosamente por el mismo Nordenskyold, han dado en proporciones considerables el carbono, el hidrógeno y el oxígeno; elementos inmediatos de toda composición orgánica vegetal.
Hánse hecho indicaciones por distinguidos geólogos tocante á la presencia de materia orgánica en las rocas llamadas ígneas por la escuela plutónica, poniéndose reparos en muchos casos á la opinión favorable al fenómeno : la verdad es que en el caso presente no puede caber duda alguna respecto al hecho en sí , pues la existencia de dicha materia en el granito, en buena proporción , es evidente; en cuanto á la calidad ó á su naturaleza orgánica, creemos que la competencia de quien hizo el análisis, nos garantiza contra toda superchería.
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Debemos también a la buena amistad de Nordens-kyold algún ejemplar de este famoso granito, para que pueda servir de provechosa enseñanza á nuestros conciudadanos y figura en las colecciones geológicas del gabinete de Historia Natural.
En orden á la explicación del fenómeno, no es tan fácil como pudiera creerse á primera vista, mas sí puede asegurarse que no es el único que en pleno siglo X I X contradice la teoría del origen ígneo del globo. Posee el mismo Museo otros ejemplos de gran valor en este mismo concepto.
Uno de los que llamaron más nuestra atención fué una roca de asperón ó arenisca perteneciente al terreno silúrico, con hermosos cristales de granate. Curioso y por demás raro es el encontrar esta piedra fina en ganga arenosa , siendo su más frecuente yacimiento el gneis y las pizarras talcosas, micáceas y otras análogas. Ofrece además este ejemplar una particularidad, que aumenta considerablemente el interés que su estudio inspira, á saber: la interposición de pequeños granos de cuarzo en el seno de la masa del granate, sin haber alterado en lo más mínimo su cristalización, en formas perfectas, dependientes del sistema cúbico.
Para quilatar debidamente la significación é importancia de este hecho, debe traerse á la memoria que mientras el granate puede ser soluble y hasta fusible, según su composición, el cuarzo es infusible é insoluble. ¿ Cómo podrá, pues, explicarse la coexistencia dedos sustancias de condiciones tan opuestas en la misma masa mineral y> cristalizada ? Bien puede asegurarse ante este problema, que ni la teoría ígnea ni la ácuea dan razón plausible de un hecho tan extraordinario, que observamos en delgadas láminas de granate, con el auxilio de una fuerte lente.
136 Piensa Nordenskyold que solo la intervención de
fuertes corrientes electro-magnéticas pudieron determinar esta mezcla íntima de dos sustancias tan opuestas, verificándose la cristalización del granate, cuando ya la roca estaba formada y en seco. Según el mismo geólogo, esta arenisca pasa insensiblemente al granito, transito no común y que también merece estudio.
Continuando el nuestro, presentónos Nordenskyold un granate blanco en roca caliza antigua, procedente, como el anterior, de Freegarden, en Finlandia.
Cediónos después algunos ejemplares de la misma sustancia en roca arenisca, que podrán servir para la enseñanza.
No son menos curiosos los fosfatos de cal ó apatitos de Oxosibacker, cerca de Snarum, más que por el gran tamaño de sus cristales, por la roca en que se encuentran. E s esta el feldespato llamado albi ta , también cristalizado; y si se atiende á la baja temperatura á que el fosfato se volatiliza, indudable parece que la roca en cuyo seno está incrustado y que hasta ahora se habia creido formada por la via seca ó por la acción del fuego, estuvo expuesta durante su formación á condiciones muy distintas. Experimentos recientemente practicados por Daubrée y otros químicos y geólogos, confirman esta opinión sugerida por el atento análisis de los ejemplares que acabamos de mencionar. Figuran varios de ellos ya en el Museo de Historia Natural de la calle de Alcalá.
Aunque pertenecientes á otro orden de hechos, ofrece el Museo académico de Stokholmo riquezas inagotables. Mencionaremos entre ellas la Serpentina cristalizada de Snarum, pseudo-moríbsis, según Nordenskyold del olivino, hecho poco común, y por consiguiente de la mayor entidad. El tamaño de algunos ejempla-
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res es verdaderamente extraordinario, habiendo visto uno que excede de 0,40 de largo: hay otros de 0,20 y o ,25. También hemos depositado en el Gabinete de la calle de Alcalá un notable ejemplar de esta roca cristalizada, que contradice la opinión de todos los autores de geología, siendo lícito asegurar que es poco frecuente, ó más bien en extremo raro en los demás Museos de Europa.
Posee entre los feldespatos, el que nos ocupa, grandes y brillantes cristales de Helsingfors, uno enorme de Humaberg, otro de preciosos colores de Ofamo, en Finlandia, y alguno mayor de Malteshorn.
Encierra asimismo tan inagotable colección bellas Turmalinas en caliza cristalina de Arendal (Noruega), fosfatos de cobre , fósforo calcita de Reinbreitbach y de Tagillk (montes Urales), enormes masas del famoso hierro magnético que desde tiempos remotos se explota en Dannemora, al N E . de Upsal , conchas bivalvas fósiles , convertidas en vivianita, ó sea fosfato azul de hierro , sustancia que rarísimas veces se ha observado sirviera de materia fosilizadora ó fosilizante.
Por último , para terminar este relato, citaremos las variadas colecciones de rocas y fósiles traídos por.Nor-denskyold de su expedición á la región polar, entre cuyos materiales se señalan los que acreditan la presencia en tan remota zona del terreno carbonífero, descubierto antes que nadie por tan ilustre viajero.
Puede envanecerse la Academia de Ciencias de Sto-kholmo, que gallardamente protege estas expediciones, de contar entre sus individuos á tan modesto sabio. Los servicios que ha prestado á la geografía le han valido el aprecio de cuantos se preocupan en dilatar sus dominios, y el nombre de Nordenskyold es actualmente una de las más puras glorias de la nación sueca.
XII.
El Museo del Instituto tecnológico. — Expedición á K a r l b e r g . — A Upsal. — Su U n i v e r s i d a d . — R e c u e r d o s de Linnco. — C e n t r o e s p a ñ o l . — Vuelta á S t o k h o l m o . — Establecimiento neumo-terápicode S a n d h a l . — Escuelas .—Intentamos una expedición á Noruega. — Dificultades.
$|¿ata el edificio que ocupa el Instituto tecnológico de 1863, y consiste en una inmensa fábrica construida bajo la dirección de Scholander. Aparte délas cátedras y demás oficinas , comprende el Instituto una selecta biblioteca , y las colecciones de que vamos á hacer somera reseña.
Hallábase la parte geológica al cuidado del conocido Erdmann, que enfermo durante nuestra estancia en Stokholmo, bajó al sepulcro algunos meses después, victima de acerbos padecimientos.
Encargado Erdmann, en unión de otros sabios , de reunir materiales para formar el plano geológico de Sue-cia y Noruega, débese ásu celo la multitud de ejemplares hoy á disposición de los estudiosos. Colocados en bien dispuestos armarios, encuéntranse en el Museo tecnoló-
13q gico colecciones de rocas procedentes de Suecia , sabiamente distribuidas por provincias, y en escaparates que ocupan el centro de la galena, se hallan los fósiles correspondientes á cada una de las formaciones.
Dicho sea en verdad, no son estos notables ni por su número ni por la belleza de sus tipos , y es que el país escandinavo, rico en minerales y rocas de sedimento y de terrenos cristalinos antiguos , no se distingue ciertamente por la abundancia y hermosura de los restos orgánicos.
Solo hubo de fijar nuestra atención bajo este concepto , algunos fósiles silúricos, y las célebres conchas de Uddevala.
Habíamos adquirido, gracias á estos estudios, una idea bastante razonable de la constitución geológica de Suecia; nos habíamos dado razón de los singulares fenómenos acaecidos en remotísimas edades en aquella zona, y el viaje desde Istatd mostrónos, como en su sitio expresamos, las huellas que de su paso habian dejado sobre las rocas las grandes masas de nieve que un dia cubrieron tan vasta superficie. Indicáronnos Sandhal y Nordenskyold la conveniencia de visitar un punto inmediato á Stokholmo, donde podríamos corroborar juicios y doctrinas pertenecientes á j la materia que nos ocupaba. Conducidos por guias tan competentes, tras-adámonos, áKar lberg , cerro ó colina cuya estructura ha revelado el ferro-carril, dividiéndola longitudinalmente con un ancho desmonte.
Vése allí una masa de granito llamado de Stokholmo perfectamente ondulado, como si se imitara la estratificación plegada de las rocas de sedimento metamórficas. Crúzanla en distintas direcciones vetas feldespáticas, cuyo color más ó menos claro se destaca sobre el fondo
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La gran masa de granito de Karlberg, con sus dyques y venas de feldespato, ha estado expuesta á la acción de
más oscuro del granito. Esta circunstancia por si sola bastaría á dar importancia á la localidad, empero al accidente puramente geológico hay que añadir otros no menos interesantes.
las nieves, que sobre ella pasaron, dejando evidentes señales de su tránsito. Finalmente pulimentada, brilla al ser herida por los rayos de luz, notándose sin esfuerzo que la surcan rayos y ranuras más ó menos profundas, siempre en una misma dirección, según se ve en la anterior figura.
Casi en la parte superior del corte y en limitado espacio , formando como una bolsada, aparece el gneiss aún más ondulado y atormentado que el granito, siguiendo las capas de aquel próximamente la propia línea que las imitativas de éste. Respecto al pulimento y á la estria-cion acontece lo propio que con la colina en general.
No era posible que estando en Stokholmo dejáramos de visitar la antigua y renombrada Universidad de Up-sal. Unida esta ciudad á la metrópoli por medio de un ferro-carril, encierra preciosas memorias artísticas, científicas é históricas dignas de ser conocidas de los estudiosos.
Emprendimos, pues, nuestra expedición, confirmando durante el tránsito con nuevos hechos las observaciones que tocante á la topografía y al relieve geológico hiciéramos en nuestro primer viaje. Descúbrense por todas partes vestigios de los grandes fenómenos de la época glaciaria; la acumulación de cantos rodados, el pulimento de las rocas , la naturaleza de las ondulaciones del terreno, demuestran la exactitud de las hipótesis que la ciencia sostiene en orden á lo que en aquella península aconteciera en antiguos períodos geológicos.
Cuenta Upsal 10.247 habitantes, es asiento de un arzobispado y de un gobierno de provincia. Comunícase con Stokholmo por la vía férrea, y además por un canal que frecuentan barcos de vapor. Apesar de su Universidad y de los demás establecimientos que la decoran,
Upsal es un pueblo muerto , que solo vive de sus recuerdos. Envuelta su historia en misteriosas tradiciones, dicen arqueólogos y eruditos, que existió a una media hora del punto que ahora ocupa, siendo corte de los primitivos reyes del país, y centro del culto que á los dioses escandinavos se daba por sus subditos. Apoyan esta doctrina las ruinas que con efecto se conservan en el paraje indicado, que lleva el nombre de Gamla Upsala, esto e s , Upsal antigua.
Háse edificado allí sobre un templo consagrado á los Asses, genios ó divinidades de la primitiva mitología septentrional, una iglesia que data del siglo X I , considerándose por los eruditos como la más remota antigüedad arquitectónica del Norte. Ocúpanse de ellas los sagas, mencionando también tres monumentos sepulcrales situados no lejos del edificio, y que se suponen de los túmulos de Odin, Thor y Balder. Miden cada uno de estos túmulos sesenta pies de alto por doscientos treinta y dos de diámetro, siendo por consiguiente los mayores que se conocen en la Escandinavia. Explorados convenientemente han demostrado ser verdaderas sepulturas que acusan el grado de magnificencia á que debió llegar la ciudad en remotas edades. Afirma la tradición, que la antigua Upsal gozó de toda suerte de ventajas durante el período pagano, habitándola los reyes que desde los túmulos mencionados arengaban al pueblo esparcido en su rededor. Introducido el cristianismo, cambiaron las cosas, echáronse los cimientos de la nueva ciudad, arruinándose la primitiva.
Alimenta el esplendor de la primera más que otra cosa , su ya mencionada Universidad. Antes de visitarla nos dirigimos á la catedral, monumento muy estimable, cuya construcción comenzó en el siglo X I I por arquitectos francos, inaugurándose en 1435. Presa de las llamas
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en cinco ocasiones distintas, no conserva su verdadera fisonomía, pudiendo, no obstante, sobre sus injuriados muros señalarse la huella del estilo latino-bizantino que aún se exhibe con algunos de sus rasgos característicos.
Encierra en su interior las tumbas de algunas celebridades como Gustavo W a s a , que tiene un gran mausoleo , Oxenstierna, Petr i , el primer arzobispo luterano de Suecia y Linneo. Detuvímonos como era de esperar mayor tiempo ante la modesta sepultura del gran botánico , que no tiene más adorno que una simple losa de piedra común con esta inscripción:
OSSA
CAROLI DE LINNE
EQL". AUT
MARITO ÓPTIMO
FILIO ÚNICO
CAROLO A LINNE
PATRIS SUCCESORIS
ET SI 131
SARA ELISAS. MOREA.
Posteriormente, los discípulos del maestro celebérrimo han labrado á su costa en una de las capillas laterales, un sencillo mausoleo de pórfido rojo y verde, donde se halla su busto de alto relieve y esta leyenda:
CAROLO A LINNE
BOTANICORUM PRINCEPS
AMICI ET DISCIPULI.
MDCCXCVIII.
Pagado este justo tributo al que no fué solamente
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príncipe de ios Botánicos, sino creador de la nomenclatura binaria que tantos servicios ha prestado desde entonces á todas las ciencias naturales, y el que ideó la primera clasificación metódica y natural del reino zoológico , trasladándonos al Jardín botánico donde con tanta aceptación enseñaba la ciencia.
Aún se conserva el famoso Mirto que plantó por sus propias manos, arbusto que contemplamos con respeto y veneración, pasando luego á visitar en el mismo local el elegante, severo y sencillo monumento levantado para perpetuar su memoria, así como la estatua de mármol de Carrara, colocada en el centro de un hemiciclo , que representa á Linneo sentado en un sitial en actitud meditativa: obra del escultor Bystrom, denota el desarrollo que han cobrado en el Norte las artes bellas. Figuran á sus lados Odin y Thor, héroes de la mitología escandinava, y poco más allá otras estatuas de análoga significación. Al salir del Jardin botánico para pasar á la Universidad, vimos en el parque de Carolina varias grandes piedras con inscripciones rúnicas que han sido descifradas.
Remóntase al siglo X V la fundación de la universidad de Upsal , que no ocupa un solo edificio, según es costumbre entre nosotros, sino varios institutos , albergado cada uno en distinto establecimiento. El que propiamente constituye la Universidad , titúlase Carolina Rediviva, á causa de haber sufrido los efectos de un voraz incendio que obligaron á reconstruirlo. En el piso superior hay un magnífico salón de grados y varias salas consagradas á conservar la biblioteca de la Academia que consiste en ciento cincuenta mil volúmenes y ocho mil manuscritos, y que se halla al cuidado del señor Schuztzen. Ba jó la relación bibliográfica, la biblotecade Upsal presenta el Codex Argentáis, traducción gótica
de ios cuatro Evangelios por Ululas , que nació en 3 1 8 y murió en 388 . Este libro no solo es el monumento más antiguo de la lengua en que está escrito, sino que además muestra cómo se imprimía en los albores de la tipografía, esto es , por un procedimiento parecido al que ahora mismo emplean los encuadernadores para rotular los libros. También conserva esta biblioteca un ejemplar del primer libro impreso por el procedimiento común en Suecia, su fecha 1487, y por último, guarda el ejemplar mas completo que se conoce del Santo libro de los Drusos.
Como un rasgo digno de saberse diremos que según se nos informó , los estudiantes no concurren á la biblioteca á leer las obras que necesitan, sino que seles permite conservarlas en sus domicilios en la seguridad que han de cuidarlas con el mayor esmero.
No lejos de Carolina Rediviva se encuentra otro edificio consagrado á la enseñanza de la física y de la química. Aquí están las colecciones geológicas á cargo del profesor W a h n u t e , no conteniendo nada que merezca señalarse. Lo único que notamos fué parte de la colección de aereolitosde Hessle, algunas rocas cristalinas de Suecia y una serie selecta de fósiles silúricos de la isla de Gotland.
Contiguo á la catedral está el Gustaviamnn , ó sea el local donde se alberga un pequeño .Museo de artes , otro zoológico y varias cátedras de estudios universitarios. Aun hay otros edificios donde se enseña el Derecho, la Medicina y la Teología , poseyendo también la Universidad su correspondiente Observatorio Astronómico.
No es para referido el placer que nos causó encontrar en Upsal un verdadero centro literario español. Dedicado el catedrático Sr . Hagberg al estudio de
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nuestros clásicos, como profesor de literatura extranjera , ha elegido á Calderón para exponer ante la consideración de sus discípulos las bellezas de nuestra lengua. Muchos son los que ya leen al inmortal dramaturgo en su idioma nativo, facilitando su conocimiento y posesión un diligente editor que ha impreso en castellano cuatro de sus más escogidas producciones.
Mostrósenos el S r . Hagberg muy aficionado á las cosas, de España : díjonos que sus escolares simpatizaban grandemente con el tema, pidiéndonos noticias acerca del movimiento crítico que en estos últimos tiempos ha despertado el Quijote-, quejándose á la vez de la falta de relaciones literarias y bibliográficas que se nota entre ambos países. Hubimos nosotros de satisfacer en lo posible su curiosidad, departiendo con él de achaques literarios hasta tanto que nos vimos obligados á regresar á Stokholmo.
Puesto que nos hemos permitido esta corta digresión literaria, toléresenos que ampliemos las noticias que contiene, añadiendo que el Príncipe Osear cultiva también y con éxito la literatura española , habiendo hecho una nueva traducción del Poema del Cid. Débese la primera en lengua sueca al Sr . Estlander que la imprimió en Helsingfors y mediante la una y otra , los grandes hechos del conquistador de Valencia son conocidos en Suecia en mayor escala de lo que quizá calcularan nuestros lectores. También se conoce bastante el Quijote, y nuestras piezas dramáticas más nombradas tuvieron intérpretes sobre el escenario nacional.
Regresamos el mismo dia á Stokholmo, continuando nuestra visita á los establecimientos científicos y literarios. Examinamos entre los primeros el neumo-terápico que ha organizado nuestro amigo el Doctor Sandhal,
H7 abriéndolo por primera vez en 10 de Octubre de 1860, por indicación del célebre anatómico sueco Retzius.
En un principio solo constaba el aparato neumo-terá-pico de dos campanas para dos personas cada una ; en 1863 se agregó otra para cuatro individuos á la vez; pero afluyendo el número de enfermos, hubo necesidad, no solo de aumentarlas hasta el número de cuatro, sino de trasladar el establecimiento á un edificio más vasto y apropiado. E s t e , que es de propiedad del Dr . Sandahl, forma una casa suntuosa, situada cerca del lago Melar y de la estación central de los ferro-carriles suecos.
La parte destinada al establecimiento es un entresuelo, compuesto de una sala grande, donde están las campanas, dos gabinetes para la inhalación de medicamentos pulverizados, otras dos piezas ó salas de espera y la habitación del maquinista, comunicando todas con el subterráneo ó cueva, donde se halla la máquina de vapor para la compresión del aire. Un conducto de o,3o de diárnetro, hecho de ladrillo barnizado, se abre en el tejado de la casa del lado de la plaza, para llevar el aire atmosférico á la bomba de compresión que da 1.600 metros por hora. Desde allí, por medio de tubos de cobre estañado, el aire se comprime en un recipiente de planchas de hierro, que tiene 3 metros de altura y i ,5 de diámetro situado en la pieza más próxima á la bomba de compresión. Una válvula de seguridad y un manómetro van unidos á este recipiente, para medir la presión del aire, el cual al salir de allí ya no se halla sujeto á las sacudidas de la bomba. Del recipiente el aire, ya comprimido, va siempre por tubos de cobre estañado, á otros aparatos que tienen por objeto regularizar la temperatura del aire que se hallan situados en la pieza próxima á las campanas. Estos aparatos
148 son cilindros de cobre, en los cuales existe un sistema de tubos de 0,02 de diámetro, por los cuales pasa el aire. L a temperatura se regula por medio de agua que procede del acueducto de la ciudad, y que en caso necesario se calienta por el vapor que por los conductos de hierro parte de la máquina subterránea.
Apreciase la temperatura del aire de estos cilindros por termómetros fijos, con sus bolas en el interior de los tubos, que conducen el aire á los aparatos destinados á secarle y filtrarle. Los aparatos, situados en la misma sala que las campanas, son de hierro fundido y llevan una tapadera que puede quitarse ó cerrarse herméticamente por un mecanismo sencillo. Encierran en el interior un aparato para secar, que consiste en varios tamices de alambre de cobre, que contienen algodón para filtrar el aire, y pedazos de pómez empapados en ácido sulfúrico concentrado para secarle. Por medio de este secador se puede mezclar con el aire varias sustancias volátiles de acción conocida en determinadas dolencias.
Al salir de estos cilindros, el aire comprimido entra en las campanas por medio de un tubo circular, con gran número de agujeros pequeños, por los cuales sale aquel sin establecer corriente en el interior. Este tubo encorvado está metido debajo del piso de la campana, dejando salir insensiblemente el aire al interior de esta por entre los bordes de aquel y las paredes del recipiente. Un agujero practicado en la parte superior también provisto de otras piezas de tela metálica con algodón, le da salida sin producir corriente ni silbido. Desde allí el aire sale por conductos de desprendimiento que , fijándose en la pared, corren paralelos á los que lo llevan á los secadores; y en el punto en que los tubos de salida encuentran á los de entrada, existen dos llaves para cada campana, destinadas á regula-
149 rizar la presión, la cual se aprecia por medio de manómetros de mercurio graduados en milímetros y colocados un poco más altos que las llaves en los tubos que llevan el aire que sale, y cuya presión es la de las campanas.
Los tubos de salida se reúnen debajo del punto de las llaves, en un tubo común y más ancho que conduce el aire á una chimenea.
Son cuatro las campanas, formadas de planchas de hierro de o , o í de grueso; tres de ellas de un diámetro de 2 . m y altura 2 . m 5 ; la otra, que fué la primera, solo tiene 1,2 diámetro y 2,1 altura. La puerta se abre de fuera á dentro y se cierra herméticamente por medio de una cinta de goma elástica, que se fija en la puerta, la cual gira sobre goznes que corresponden á ranuras abiertas en el marco de hierro forjado que la rodea.
Las campanas tienen el piso cubierto por una alfombra ; la luz entra por cuatro ventanas de cristal muy recio, deo,o6 cuadrados. Cuatro sillas en las grandes y dos en la pequeña, una mesilla con una botella de agua y una c o p a , forman el ajuar destinado á los enfermos. Cuando estos quieren comunicar con el vigilante, se sirven de una válvula que comunica con una especie de plancha de órgano, la cual al abrirse da paso al aire y produce un sonido especial para cada una de las campanas. Un termómetro suspendido en el interior de los aparatos, frente á uno de los ventanillos, permite ver desde fuera la temperatura, para cuyo aumento ó disminución se abre la llave de otro conducto de hierro, que lleva agua caliente ó fría á voluntad, y que pasa sobre la campana en cuyo techo se vierte para producir el efecto que se desea.
Cada sesión dura una ó dos horas; en el primer caso la presión aumenta 20 centímetros en el manómetro, en
15o la de dos horas llega á 3o ó 3 8 , lo cual equivale á un aumento en atmósferas de i /4 á 1/2. Se entiende que la duración-de la estancia y la presión del aire, han de estar graduadas, ó en relación con el paciente y con la enfermedad que se trata de combatir.
Hay constantemente un encargado de regularizar el servicio, y hasta una biblioteca para los enfermos que quieran emplear bien el tiempo.
Dedúcese de esta descripción de los aparatos neumo-terápicos fabricados en Stokholmo en el vasto establecimiento de Bolinder por precio de 3o.000 rixdaler, equivalentes próximamente á iSo.ooo rs. v n , ; que en su construcción ni se ha escatimado nada, ni tampoco se ha olvidado el menor detalle, para que alcanzaran la mayor perfección posible y respondieran al objeto que el Doctor Sandahl se proponia. Este no se reduce tan solo a dar á los enfermos un aire comprimido ó más denso, sino que por una ingeniosa combinación, el mismo agente sirve al salir por tubos muy finos, para la pulverización del agua y también del aceite de hígado de bacalao, con cuyos medicamentos obtiene excelentes resultados en el tratamiento de determinadas dolencias.
La aplicación del aire comprimido ha adquirido en los últimos años un notable desarrollo; desde que se fundó el establecimiento de Stokholmo se han abierto otros en varios puntos. De manera que empezando por el de Montpellier, que fué el primero, existen hoy en Lion y Niza ; , en Suecia en Stokholmo, Goteburgo y Upsal ; en Finlandia el de Helringfors, en Dinamarca hay uno en Copenhague, en Alemania los encontramos en Berlín, en Dobberan, Dresde, Leipzig, Hanover, Nassau, E m s , Johanisberg, Wisbaden, Francfort sobre el Mein , Estuttgart, Reichenhall y Viena; en Ingla-
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térra existe uno en Londres, y dos en San Petersbur-go en el Hospital militar el uno, y en el de Santa María el otro.
En cuanto a las obras publicadas sobre neumoterapia han ido de dia en dia en aumento , desde que Guilio Ya-baric presentó en la sesión de 7 de Diciembre de i832, en el Instituto , su primera Memoria sobre el asunto. Eí número de estas publicaciones es ya muy considerable; figurando entre los autores, nombres tan respetables como el doctor Pamus de Copenhague, Vivenot de Vie-na, Elsaser de Estuttgart, Swinstan de Berlín, Lange del Holstein , Bottini en Italia, Bertin , Pravaz , Junod, Mi-lliet y otros en Francia , y últimamente el eminente San-dahl de Stokholmo.
Son indudables los efectos fisiológicos del aire comprimido, primero sobre la respiración.
Influencia en el mecanismo de esta función. A. La fuerza de los músculos respiratorios aum ju
ta según resulta de los experimentos practicados por el Dr. J . Lange.
B. La capacidad vital de los pulmones también au-menta según han demostrado G. y .1. Lange y Vivenot, valiéndose de la percusión, y también han apreciado por medio del espirómetro Arnold, la capacidad cúbica del crecimiento obtenido por el pulmón.
Las deducciones de Vivenot son importantes, y sin embargo de aceptarlas en principio, el Dr. Sandahl cree debe presentarse alguna dificultad en admitirlas todas sin restricción, lo cual prueba que no se procede de ligero en asunto de esta importancia.
C. La respiración se hace más lenta en el aire comprimido que en el natural. Este efecto se nota con bastante prontitud en la mayor parte de los casos , y ha sido demostrado por todos los que se han ocupado de esta
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materia, si bien no todos están acordes en cuanto á la causa de tal fenómeno.
D. Según Vivenot se verifica un cambio en el ritmo del acto respiratorio en el sentido de hacerse más dilatada la espiración. Parece que mientras respirando aire común ó libre la proporción entre la extensión inspira-toria y espiratoria es de 4 á 5, bajo la influencia del aire comprimido esta proporción llega á ser de 4 á 7, 8 y hasta 1 1 .
Sobre los efectos de el quimismo de la respiración, en medio de la diversidad de pareceres que aun reina en este vital asunto , parece poderse deducir la consecuencia de que la cantidad de ácido carbónico expelido, aumenta en la misma proporción que la del oxígeno inspirado en una respiración tranquila y natural. Pa-mus , sin embargo, dice que estos efectos no son duraderos , pues según él solo se experimentan mientras dura la acción del baño de aire comprimido; opinión queSan-dahl rechaza fundado en la práctica de muchos casos, en los cuales se observan los bienhechores efectos del aire comprimido después de haberle respirado. Parece con efecto, que si la capacidad pulmonal aumenta, deben producirse efectos de mayor oxidación de la sangre por el aumento ó cambio cuantitativo del quimismo de la respiración.
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Tocante á la acción del aire comprimido en la circulación , es constante observación de cuantos se han sometido ó estudiado este tratamiento, que los latidos del corazón, y del pulso por consiguiente, disminuyen bajo la influencia del aire comprimido. E l Dr. Sandahl cita varios hechos en apoyo de este aserto, añadiendo que la disminución en sesenta y cuatro casos sobre setenta y cinco observados, ha sido de 9,94, siendo la mayor de veintiséis pulsaciones por minuto. La disminución se
153 observa casi desde que empieza á respirarse el aire comprimido , alcanzando el máximum en los últimos momentos de la mayor presión, después de lo cual vuelve á aumentar el número de pulsaciones, para no volver al estado anterior sino algún tiempo después del baño.
En cuanto á la explicación del hecho , no todos están acordes, pues mientras Vivenot cree que el estrechamiento de los vasos capilares periféricos son un obstáculo para el curso arterial que determina el fenómeno, Pa-mus lo refiere más bien á la disminución de la presión de la sangre sobre el corazón , atribuyendo la estrechez y algunas veces hasta obliteración de los vasos capilares, que Vivenot, Petrequin y otros ha observado , á la disminución de la acción impulsiva del corazón.
Respecto á la acción del aire comprimido sobre la temperatura animal, Vivenot ha demostrado de un modo claro y evidente, que el calor aumenta en razón directa del aumento de presión;.coincidiendo con el Dr. Sandahl en referir este fenómeno á la menor evaporación, que por efecto del aumento de presión, se verifica en el cuerpo humano; y notorio es, que la evaporación tiende á regularizar el calor; por otra parte, siendo más enérgica y mayor en cantidad la oxidación de la sangre como resultado del aumento del oxígeno absorbido ó inspirado, es claro que á mayor oxidación ha de corresponder un aumento proporcional de calor.
En orden á la acción sobre la fuerza muscular: esta fuerza aumenta lo mismo, según dijimos ya en los músculos de la respiración, que en todos los restantes del cuerpo humano, según lo ha demostrado J . Lange. Este aumento , ya observado en los buzos, puede atribuirse según Sandahl á la mayor cantidad de oxígeno absorbido, no solo por el pulmón, sino que también con bastante probabilidad por la piel , pues sabida es de
154 todos, ia influencia que este agente ejerce en la fuerza muscular, según los bellos experimentos del barón Liebig y de Stannius.
En lo tocante á la acción sobre el sistema nervioso central, Junod, uno de los primeros que hicieron experimentos sobre el aire comprimido , pretende que bajo la influencia de un aumento gradual de presión del aire, crece el caudal de ideas , y se manifiesta mayor facilidad de hacer versos; es decir, que las musas son en estas circunstancias más galantes y benévolas. Sin embargo , no pueden sacarse grandes consecuencias de estos experimentos, pues haciendo pasar bruscamente á los individuos á grados muy diferentes de presión, Junod determinó ataques de vértigo, de borrachera y hasta de delirio pasajero, lo cual sirvió para que Magendie proscribiera terminantemente este medio terapéutico.
E l Dr. J . Lange asegura que bajo la influencia del aire comprimido , el cerebro desempeña mejor las funciones que se atribuyen á sus hemisferios y que en general se experimenta un sentimiento de alegría y bienestar. Por el contrario, G. Lange dice haber observado tendencia al sueño. Quizás, dice Sandahl, pueda esto atribuirse á la afluencia y como estancamiento de la- sangre en el cerebro, y á que la presión no puede directamente obrar sobre este órgano, resguardado por el cráneo.
Vivenot ha probado experimentalmente que la pupila, lejos de dilatarse, se contrae, lo cual significa que en vez de presión lo que sufre en caso el cerebro es un principio de irritación. Sandahl , sin embargo , dice que en vez de observar irritación en e lcerebro , ha notado mas bien alivio en los síntomas atribuidos á la irritación de las partes centrales nerviosas.
Está demostrada la acción que ejerce en la trasfor-macion de las sustancias en el organismo.
155 1. La actividad de los órganos de la digestión au
menta. Dice Sandahl, que es constante observación en todos
los que toman estos baños, que el apetito se desarrolla. El Dr. G. Lange atribuye en parte estos efectos á la mayor facilidad y prontitud con que el conducto torácico vierte la linfa en la vena subclavia, como resultado del aumento de la aspiración y de la mayor actividad en la absorción del quilo. J . Lange no se decide de un modo absoluto por esta explicación , si bien está de acuerdo con Vivenot y Sandahl , en que la actividad aumenta como efecto del enriquecimiento de la sangre que proporciona la absorción de mayor cantidad de oxígeno, y como consecuencia también de la mayor actividad ó rapidez en la trasformacion de todas las partes del organismo.
El peso suele, por regla general, disminuir lo mismo que la gordura, cuando hay un aumento desproporcionado. También prueba la mayor actividad en la función nutritiva, el desinfarto que con frecuencia se nota en las glándulas; todo lo cual parece demuestra también :
2. Que el aire comprimido hace más activa la reabsorción : proposición que G. Lange, Sandahl y Pamus confirman con ejemplos prácticos.
3. La cantidad y hasta la calidad de la orina varían bajo la influencia del aire comprimido : según G. Lange en general aumenta la orina, la cual se presenta turbia y con fuerte olor amoniacal : el peso específico varia entre i .025 y i .o3o : la cantidad de úrea aumenta de 3o áqg gramos en los casos observados; advirtiéndose ora un notable desprendimiento de sulfates, ó bien una disminución de fosfatos, que á veces llegan hasta desaparecer; y como quiera'que estos sean indispensables para la formación de los principios plásticos y de las células, lo
156 más probable es que permanezcan en el cuerpo, en vez de ser expelidos por otra via.
Resulta de las observaciones y experimentos que acabamos de c i tar , que los efectos fisiológicos del aire comprimido, dependen primordialmente de la acción mecánica que determina el aumento de presión, y como resultado inmediato también , de la más activa absorción del oxígeno, de la cual á su vez depende la poderosa influencia que en la nutrición ejerce el aire comprimido. Ahora bien, sujeta esta compresión del aire á leyes fijas y conocidas en el mundo inorgánico, es fácil hacer una aplicación al restablecimiento del equilibrio funcional perdido, que es lo que constituye en tesis general, la enfermedad ó la entidad patológica. Y no solo es esto cierto en general , sino que tal recurso constituye uno de los medios terapéuticos más eficaces entre los agentes naturales de que con frecuencia echa mano el médico.
En confirmación de esto último dice el Dr. Sandahl haber demostrado la experiencia, que el aire comprimido cura rápidamente los catarros agudos de la membrana mucosa de la nariz , de la faringe, de la laringe y de los pulmones; obra con eficacia en los desórdenes generales de la nutrición, llamados a n e m i a , clorosis y escrófulas; ejerce una acción saludable, y con frecuencia cura también, los catarros crónicos de los órganos respiratorios ; determina una influencia favorable en diversas afecciones crónicas del tejido pulmonar, como en el eir f isema, en el asma, en la tuberculización, inflamación crónica de los pulmones; es contra la coqueluche quizá el remedio más eficaz de los empleados hasta el dia; puede aliviar ciertas afecciones crónicas del corazón; obra de una manera eficaz en las enfermedades del oido, y por últ imo, en determinados casos ejerce una ac-
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CUADRO GENERAL de las enfermedades tratadas en el Establecimiento médico neumático de Stokholmo, desde el 10 de Octubre de 1860. hasta el 31 de Diciembre de 1866.
ENFERMEDADES. T O T A L . C u m d o s
a l i v i a d o s . P o r 100 .
S i n r e s u l t a d o f a v o r a b l e .
R e s u l t a d o d e s c o n o c i d o
ó t r a t a m i e n t o i n c o m p l e t o .
1 Catarrhus aurium internum 127 G2 4 8 , 8 5 2 1 3
51 4 9 9 0 , 1 0 2 6 8 51 7 5 1 0 7
4 Laryngitis acuta 157 128 9 5 , 4 0 9 o Pharyngo laryngitis chro
nica 5 4 2 5 7 5 , 5 8 3 G Laryngitis chronica. . . . 157 1 1 4 7 2 . 6 5 4 9
4 5 2 4 2 8 9 4 . G 0 2 4 9 8 5 2 1 9 7 0 , 8 57 2 9
9 — et eniphys. pulm. . . 150 118 7 5 , 0 5 0 8 10 — et asthma 2 8 2 2 1 2 7 5 , 2 5 4 16 11 Emphysema pulmón. . ' . 41 ~ 4 0 9 7 , 5 1 0 12 Atelectasis pulmón. . . . 1 1 1 0 0 0 0
8 G 7 5 9 0 14 Pneumonia chronica. . . 5 5 19 5 7 , 5 10 4 15 Tuberc . pulm. et larin. . 5 0 4 150 4 9 , 5 151 2 3 16 Pertussis 1 0 2 8 8 8 0 , 2 8 6
8 G ; 75 2 0 18 Yitium org. cordis et an- 1
! 5 0 9 ; 5 0 2 0 { 19 Chlorosis, scrophulosis et i
3 4 4 0 8 5 , 1 5 5 5 2 2 8 8 7 , 5 5 1
21 Diabetes mellitus 1 0 1 0
i
1 0
OBSERVACIÓN. LOS 2 .363 enfermos que han sido tratados en este Establecimiento, han tomado 6r .774 baños;
cion saludable en los órganos sexuales de la mujer. Tres estados generales acreditan la exactitud y verdad de todo esto.
i5S 34.207 baños se han dado gratuitamente. Desde 1864 ia Dieta concedió 2.000 rixdalers anuales (19.000 rs.) al Establecimiento, á condición de dar dos baños diarios á los pobres de Stokholmo.
Inquirimos, como en Dinamarca, el estado déla instrucción primaria, informándosenos que en la mayor parte de las provincias se encuentra perfectamente organizada. Visitamos en Stokholmo una de las escuelas públicas, advirtiendo que los maestros y maestras procuran no solo desarrollar la inteligencia de los jóvenes, sino formar su corazón y robustecer el cuerpo con oportunos ejercicios. Enséñanse á los niños conocimientos apropiados sobre la fisiología, las ciencias naturales y la industria; viendo con placer que mientras en una sala una joven profesora explicaba el mecanismo del corazón, valiéndose de un gran modelo.en cera , en otra se imponía á los niños en el mecanismo de una locomotora, adiestrándolos también en el conocimiento de las rocas.
Cada escuela forma una compañía , cuyo organismo tiene mucho del orden propio de la milicia: en la parte exterior ó sea en el vestíbulo de la escuela consér-vanse armas construidas á propósito, y cuando llega el momento señalado, los alumnos de cierta edad, hacen ejercicios y evoluciones, aprendiendo á manejar las armas. Entonan también cantos místicos y patrióticos, iniciándoles por tal manera en el secreto del bello arte. Procede de aquí que el gusto por la música popular se halle extendido por Suecia, habiendo acudido algunos de sus jóvenes cantores á disputar el premio ofrecido á los orfeones durante el gran certamen celebrado en París en 1867.
Imaginábamos disponer del tiempo necesario para
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realizar una excursión á Cristianía, cuyo Museo se nos recomendó con todo encarecimiento como rico en colecciones de la edad de hierro. Adelantada la estación y obligados á regresar á E s p a ñ a , tuvimos que renunciar á nuestro proyecto, abandonando al fin á Stokholmo, no sin llevar con nosotros la más favorable idea acerca de la cultura de aquel país privilegiado bajo el punto de vista de las instituciones. Basadas estas sobre el respeto de la personalidad humana , son robusto árbol , á cuya sombra prospera la nación y los particulares. Garantidos los derechos, inspirándose en sentimientos patrióticos los que mandan, Suecia es un país realmente culto y libre, donde los subditos han desaparecido para trasformarse en ciudadanos. Prósperos muéstranse el comercio , la agricultura y la industria, y la explotación del hierro es venero de riqueza que aumenta de día en dia el bienestar público.
No se echan de menos en Suecia formas de gobierno, en otros países reclamadas fuertemente por no pequeño número de asociados; porque allí el régimen constitucional es una verdad, y los que mandan piensan no en su propio medro, si no en el porvenir y grandeza de la patria. El escandinavismo ó sea el pensamiento que tiende á unir en uno solo á los tres Estados que forman la Escandinavia, Dinamarca, Suecia y Noruega, tiene decididos partidarios; pero entre estos se conocen dos tendencias: Quiere una la unión escandinava en literatura, legislación aduanera, instrucción pública, comercio, política exterior, sistema monetario, etc . , más conservando cada Estado su autonomía política ; imagina la otra fundir los tres pueblos en uno solo, sujeto á las mismas leyes y gobierno.
No es posible decir cuál de estas dos banderas obtendrá la victoria en lo futuro; pero sí podemos asentar
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que el norte escandinavo progresa en el sendero de las luces y que su civilización está llamada á un grande y sólido ̂ florecimiento.
Abolida se halla la pena de muerte en Suec ia , en Dinamarca ha caido en desuso, y ni aquí ni allí se ve la posibilidad de una revolución violenta, pues las reformas más radicales pueden introducirse por la via de la prensa, de la opinion y del parlamento. ¡ Felices los pueblos que tal espectáculo ofrecen á la consideración imparcial de los extranjeros!
XIII.
Expedición á Uddevala y G o t e b u r g o . — Kapellebaque. — Los
obligados á abandonar á Stokholmo, según hemos manifestado en el anterior capítulo, tomamos la via férrea de Falkopin, y aquí un ramal que nos condujo á Uddevala. Hállase situada esta población al extremo del fyord del mismo nombre, teniendo su asiento sobre los materiales del terreno cuaternario y moderno, viéndosela rodeada de terrenos graníticos que ofrecen, como demostraremos, circunstancias muy especiales.
Los montes formados por las rocas cristalinas, presentan un aspecto distinto, según su posición. Con efecto, los del E . y S . son enhiestos y de formas caprichosas; mientras que los del O. y N. se ofrecen redondeados , y lo que es más curioso, pulimentada y profundamente surcada por las nieves perpetuas la superficie. Pero no es este hecho el que más excita allí la atención, sino el encontrar fuertemente adheridos á la roca misma, Balanus, Sérpulas y otros animales marinos que no fueron llevadospor el hombre, sino que vivieron prendidos á dicha superficie, cuando las rocas ocupaban el fondo del mar. Aún hay más, y es que cubriendo las
fyordos.
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yas especies viven aún hoy, si bien en latitudes más altas; esto es, en los mares del Norte ó en las costas más septentrionales de Noruega. E l corte de esta curiosa cuanto
mismas rocas, aparece un depósito muy considerable que alcanza en altura de 4 a 5 metros, formado todo de fragmentos y de individuos enteros de moluscos marinos, cu
ió3 singular formación, que está á 72 metros próximamente sobre el nivel del fyord, en el punto llamado Kapelle-baque, es el anterior.
En el mismo fyord, en una localidad llamada Ce-darslund, se encuentran las conchas en idénticas condiciones, pero á 140 metros sobre el nivel mar.
Como complemento de este corte, trascribimos á continuación una breve lista de las principales especies que allí se han encontrado.
Echinus Drabakensis. Baianus sulcatus. Id. tulipa. Spirorbis communis. Chiton. Cellepora pumicosa. Serpula. Cyprrca turida. Mangelia. Dos especies. Trophon scalariformis. Id. elatratus. Fusus Norwegicus. Id. latericus. Buccinum Groenlandicum. Id. undatum. Velutina haliotoides. Nassa reticulata. Trichotropis borealis. Natica clausa. Id. helicoides. Rissoa labiosa. Id. globulosa. Littorina litoralis. Id. litorea.
164 Cardium exiguum. Punchurela Noaachina. Acemea Virginia. Dentalium entalis. Pilidium rubellum. Ano mia ephipium. Id. Dos especies mas. Ostrea edule. Pectén Islandicus. Arca glacialis. Yoldia pygmea. Id. glacialis. Leda perula. Id. caudata. Modiola modiolus. Mitylus edulis. Lucina borealis. Cardium edule. Astarte compressa. Id. helliptica. Id. Artica. Cyprina Islándica. Tellina solidula. Id. próxima. Lucinapsis nudata. Corbula nucleus. Tapes pullastra. Psamobia tellinella. Mya truncata. Saxicava Artica. Pholas crispata. Terebrátula Spitzbergensis.
Ahora bien, este es uno de los testimonios más cía-
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ros y evidentes entre los aducidos para demostrar los movimientos á que en tiempos no muy remotos han estado sujetas las costas deEscandinavia. Siendo con efecto imposible suponer que las nieves produjeran los efectos que hoy vemos en la superficie de aquellas rocas tan duras, encontrándose estas dentro del mar, hay que admitir que el fenómeno del pulimento y .formación de las estrías, se efectuó hallándose aquella parte del territorio de Ud-devala en la misma posición que ocupa actualmente. Partiendo de este hecho, resulta, que después de haber determinado las nieves perpetuas tan sorprendentes señales, la parte del continente escandinavo donde existen se fué hundiendo , probablemente de un modo lento, hasta un nivel superior al que ocupa ahora el singular depósito de conchas. En este estado, los moluscos tuvieron tiempo suficiente para desarrollarse y vivir por espacio de muchos siglos; después de lo cual, la costa fué de nuevo levantándose hasta llegar á la altura en que descubrimos tan extraña formación. Igual razonamiento puede hacerse respecto de Cedarslund y de otros puntos en la costa de Noruega , con la sola diferencia de la mayor escala en que se verificaron estos movimientos. Hay que advertir que el redondeamiento, el pulimento de las rocas y la abertura de las estrías, corresponde á la primera grande invasión de las nieves en el principio del período cuaternario; con lo cual tenemos un buen criterio para decir que todos esos fenómenos pertenecen á tiempos recientes, con la circunstancia de vivir aún todas las especies de moluscos que allí se señalan en estado fósil, si bien no disfrutando en el fyord de Udde-vala las condiciones climatológicas que exige su propia naturaleza, han tenido que emigrar á latitudes más septentrionales.
De manera que la presencia en Uddevala de una
166 fauna de moluscos, habitantes hoy en mares más frios, prueba que en la época en que vivieron allí, la temperatura era también inferior a l a actual ; y si á esta circunstancia se agrega el no haber desaparecido especie alguna desde entonces, nos convenceremos de la lentitud suma con que procede ahora como siempre la naturaleza en sus operaciones.
Varias circunstancias concurren en Uddevala y en toda aquella comarca, que confirman cuanto acabamos de indicar. E l pulimento y las estrías que ofrecen las rocas, no solo suponen la llegada hasta aquel punto de las nieves perpetuas que arrancaban de la cordillera escandinava, sino la permanencia de dicho agente en la misma localidad por muchos siglos, pues no otra cosa suponen las huellas de la acción lenta , siquiera incesante, del agua sólida obrando sobre rocas extremadamente duras, tales como granitos, pórfidos, sienitas , etc. Probable es que á la sazón no comunicara aquel punto con el mar , por medio del fyord, accidente geográfico muy especial de los países escandinavos, á cuya formación hubo tal vez de contribuir la nieve perpetua , según más adelante indicaremos.
Para quien ha visto en los Alpes el modo de obrar de la nieve perpetua, resultado del movimiento de avance que la congelación del agua determina en la masa de la nieve , cuando penetra en su interior, y ha tenido tiempo de meditar detenidamente acerca de este hecho tan importante de la física terrestre , no le parecerá extraño, antes por el contrario creerá muy natural , la necesidad de mucho tiempo para explicar la forma redondeada, el pulimento y las profundas estrías y surcos, que ofrece la superficie de aquellas ro^as tan duras como tenaces.
E l movimiento de descenso de la costa hasta conver-
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íirse en fondo de mar lo que antes era tierra firme y hoy vuelve a serlo a la altura indicada, supone igualmente un gran espacio de tiempo durante el cual debió, quizá por efecto de la oscilación de aquella parte del continente escandinavo, entrecortarse la costa dando acceso á las aguas , que penetraron en el interior del continente, constituyendo el fyord. Es decir, en otros términos, que la acción de la nieve perpetua, dejándose sentir á la sazón hasta el mar mismo, como sucede hoy en las costas del Spitzberg y en la Groenlandia, contribuyó de una manera eficaz á dar á la del Categat, y á las de las islas danesas, el singular aspecto que ofrecen, abriendo por una parte, los canales llamados Grande y Pequeño Bel t ; entrecortando los bordes de la tierra firme, sembrándolos de escollos, arrecifes, mogotes, e tc . , en todos los cuales se notan los efectos de los glaciares, y dando acceso por canales estrechos y tortuosos al agua del mar, que obrando de consuno con la nieve perpetua que se iba retirando por efecto del hundimiento lento de las tierras, llegó á constituir uno de los rasgos más característicos de tan apartadas regiones , á saber, el fyord, ó sea el mar penetrando por una abertura más órnenos estrecha, entrecortada é irregular, hasta muchas leguas adentro en las t ierras, bifurcándose y dando brazos á derecha é izquierda unas veces , ensanchándose ó estrechándose otras , y dejando en sus aguas promontorios, pequeñas penínsulas, islas deformas caprichosas, y otros accidentes que fuera molesto puntualizar.
Precisamente el de Roskilda en Seelandia, que recorrimos en vapor al hacer la visita al quioquenmodingo ya citado , el de Uddevala, cuya somera descripción daremos después, y otros muchos que vimos, pueden presentarse como modelos de fyordos.
E l término final de este procedimiento fué el encon-
1 6 8 trarse las rocas de Kapellebaque y Cedarslund, en el fondo del fyord que es bastante probable no existiera á la sazón, llevando las aguas el germen de toda una fauna ma-lacológica, equinodérmica, madrepórica, etc. , que antes apuntamos y que se desarrolló en toda su plenitud. E l tiempo necesario no solo para aparecer con ó sin precedentes un número tan considerable de especies; la sucesión de estas por generaciones y generaciones hasta su cabal desenvolvimiento , y lo que es más notable, para su desaparición de aquel punto y emigración á latitudes más al tas , aunque la ciencia biológico-geológica no esté aún en disposición de calcularlo, puede asegurarse que debió ser por extremo considerable, sin que contra este juicio de sentido común pueda oponerse en buena lógica la posibilidad de que las cosas se verificaran de distinta manera , es decir, rápidamente ó como por encanto.
También supone la emigración de todas estas especies un cambio más ó menos notable en las condiciones físicas, y en especial climatológicas, determinadas entonces sin duda alguna por la proximidad de las nieves perpetuas. Cuando estas desaparecieron, los representantes de aquella fauna no se extinguieron; pero fueron paulatinamente emigrando, en busca de condiciones físicas más adaptables á su naturaleza que las que ofrecía Uddevala.
Sigue, por último, y como para completar la serie de acontecimientos notables que en dicha region se verificaron, un movimiento de elevación también lento y paulatino, siquiera no se tenga completa seguridad de que fuera continuo y sucesivo, siendo probable, que sufriera alguna interrupción , bien porque se detuviera el ascensional, ó por alternar con otro de descenso. Mas aún suponiendo que el levantamiento fuese seguido, tenemos una prueba evidente de la lentitud con que de-
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bió verificarse, en la disposición que ofrece eh depósito á que nos hemos referido , y que va dibujado en el corte anterior, donde puede observarse no solo la horizontalidad de las capas, sino el paralelismo y demás condiciones que suponen tanto la tranquilidad en las aguas en que se realizó, como también el no haber experimentado después movimientos bruscos ó sacudidas violentas , que como siempre hubieran producido algún desorden en su estructura.
Ta l vez el minucioso examen de la comarca, que nosotros no pudimos hacer por falta de tiempo, aumentara las probabilidades de este razonamiento, encontrándose algún vestigio de antiguas playas del fyord, como se observan en Irlanda y en otras comarcas del Norte , aunque los datos y argumentos aducidos son de índole tal, que no es fácil rebatirlos.
Ahora bien, si según sospechaba Linneo, y confirmaron después las Academias de Upsal y Stokholmo , y en tiempos recientes el mismo Congreso de Copenhague, está demostrado hasta la evidencia , y con datos evidentes, que el movimiento de las costas de Escandinavia se verifica á razón de un pié ó dos por siglo, deduciremos en consecuencia , que si como es muy probable, en tan remota época las cosas se verificaban como hoy, solo el depósito de Ucldevala supondría muchos siglos para que allí se realizaran los acontecimientos que someramente hemos descrito.
La importancia de todos estos hechos que tuvimos especial cuidado y placer en examinar, consiste en que ya en la época á que se refieren existia el hombre , no solo en dichas regiones, sino con mucha anterioridad , en las comarcas centrales y occidentales de Europa , pues aun sin discutir los fundamentos que pueda tener la existencia del hombre terciario, hay muchas y convincentes
170 razones para creer en la existencia de nuestra especie en edades tan remotas.
Estudiada con detenimiento la formación de Kape-llebaque, y una vez recogidos abundantes materiales para que pudieran servir entre nosotros de provechosa enseñanza, recorrimos el Museo municipal, donde se conservan colecciones de todos los ramos de Historia Natural, y en particular una serie completa de conchas de aquel curioso depósito.
Al siguiente dia nos embarcamos eñ el vapor Udde-vala, en dirección de Goteburgo, siguiendo todas las sinuosidades y caprichosos accidentes del fyord de dicho nombre. En la longitud de 25 á 3o leguas que este alcanza, ofrece circunstancias muy notables: ora se estrecha hasta el punto de que apenas si el buque puede pasar, para lo cual hay que tomar serias precauciones á fin de evitar una catástrofe; ora se ensancha, adquiriendo una gran amplitud, no sin dejar en este caso varias islas é islotes , cabos y promontorios entrecortados y caprichosos : en las riberas ó márgenes se observan con repetición superficies pulimentadas, redondeadas y estriadas, y lo que aún es más digno de notarse , cierta tendencia á la estratificación en los granitos, sienitas y demás rocas cristalinas que allí-adquieren considerable desarrollo. E l paisaje es agreste y pintoresco, ofreciendo mucha analogía con el que rodea á los lagos helvéticos , particularmente con los de Lucerna y T h u n , aunque los montes no alcanzan la altura que en Suiza.
En Goteburgo visitamos el Museo donde se conservan colecciones de arte é industria, relativas á útiles de pesca , desde los primitivos tiempos y otras de Historia Natural, recordando por su mérito las geológicas que
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han servido al Sr . Olbers para levantar el mapa geológico de la comarca.
Son los alrededores de esta bonita y elegante población por demás pintorescos, formándolos rocas cristalinas , muchas aníibólicas y el gneis , que también lleva impresas las huellas de las nieves perpetuas que se traducen por superficies pulimentadas y estriadas: en Orgryte , punto que visitamos, se notan además ciertas cavidades llamadas pots des géants, especies de pozos circulares bastante anchos, que suelen alcanzar más de un metro de diámetro, aunque no de gran profundidad, resultado igualmente del mismo agente, que en la primera invasión llegó hasta aquel punto, uno de los más occidentales de Suecia.
La orografía é hidrografía de la comarca de que Go-teburgo es capital, su estructura geológica y el aspecto de la costa son tan poco conocidos entre nosotros, que creemos se nos agradecerá demos una idea de ellos, siquiera sea somera.
Constituyen la base de la geología goteburgense los gneis, granitos, pegmatitas y aníibolitas , que en su conjunto representan la constitución petrográfica fundamental de aquella región; observándose un hecho que no deja de ser notable, y es que entre todas estas rocas el gneis ocupa la parte oriental y del S O . de la comarca, hallándose también muy desarrollado en todas las islas é islotes que representan en su conjunto una especie de intrincado laberinto ó archipiélago, en el que el fraccionamiento del continente ha llegado al más alto grado posible.
Este hecho , lejos de ser casual, se enlaza con la disposición de la costa, pues descomponiéndose el gneis fácilmente , su desarrollo explica de un modo plausible los accidentes de aquella. Y como si quisiera dar más fun-
172 damento á la idea emitida anteriormente, de que la formación de todos los canales y fyordos es debida en gran parte á la acción de las nieves perpetuas , no hay más que fijarse por un momento en el mapa geológico del Sr . Olbers, que tenemos á la vista. E s en él digno de llamar la atención, así el número de flechas, que indican la existencia de estrías y surcos glaciares, como la dirección media que llevan, que coincide precisamente con la de los principales accidentes que la costa ofrece. Dicha dirección es del N E . al S O . , la misma que marca los fyordos de Uddevala, Hake, Atkins y otros muchos. Ocupan principalmente la parte central Sur y Norte de aquella comarca los granitos, las pegmatitas y rocas de hornblenda ó de anfibol negro, sin que esto sea excluir dichas rocas de la zona en que principalmente se halla desarrollado el gneis, que tampoco deja de presentarse donde las otras predominan.
Después de este terreno cristalino, y tal vez meta-mórfico por lo que respecta al gneis, hay que trasladarse á los depósitos diluviales y á los aluviones modernos, para tener una idea déla constitución geológica de la comarca que describimos; es decir, que faltan allí por no haberse depositado ó por haber desaparecido posteriormente , todos los terrenos de sedimento, desde los primarios ó paleozoicos hasta los secundarios y terciarios inclusive; salto ó vacío inmenso en la historia terrestre, del que en la península escandinava se ven frecuentes ejemplos, no muy comunes en verdad en el resto del continente europeo.
Diríase que el territorio en cuestión ha estado sujeto durante espacios de tiempo incalculables, á condiciones distintas de lo que estamos acostumbrados á ver en las regiones centrales y occidentales de Europa. Pero como en el orden físico lo mismo que en el moral,
i ?3 todo tiene su compensación, la falta en el distrito de Go-teburgo de todos los terrenos de sedimento se halla ampliamente compensada por la importancia de las formaciones del período cuaternario y moderno, hasta el punto de que los representantes de esta última época geológica , adquieren allí , y casi puede decirse que en toda Escandinavia, un desarrollo tan considerable en superficie y altura, que sobre formar el rasgo característico del país , contrasta, por la escala en que se presentan todos los fenómenos, con lo exiguo de los mismos en otras partes: puede asegurarse ser necesaria la inspección de dichas regiones, para llegar á conocer la complicada estructura del último período de la historia terrestre.
Cinco son las formaciones que allí representan el terreno cuaternario , á saber :
Primera, l a m a s importante de todas, l aque ellos llaman Krossten, que quiere decir cantos erráticos, los cuales ocupan una extensión inmensa en todo el país, inclusos los islotes y escollos que representan la costa entrecortada , y la especie de archipiélago que de ella se separó. Hecho es este digno de estudio, pues demuestra que hasta donde alcanza esta formación llegaron, antes del hundimiento de Uddevala. las nieves perpetuas. Aunque sin formarparte de estos depósitos, pero derivándose del mismo agente, indican unas flechas en número considerable , no solo la existencia, sino la dirección media de las estrías y surcos glaciares; debiendo notar de paso que donde se halla más desarrollado este fenómeno producido por las nieves, es precisamente en el doble archipiélago , que rodea la costa entre el fyord de Klefva y el de Kallo, como confirmación del largo espacio de tiempo que permanecieron allí las nieves, y de los efectos de su poderosa acción, que tal vez contribuyera al
i 7 4 fraccionamiento de la costa y formación de los fyordos como ya indicamos.
Segunda: sigue en importancia en el terreno diluvial lo que llaman los suecos Rulls-en, que quiere decir depósitos de cantos rodados, chinas ó guijarros, de naturaleza generalmente representada por rocas cristalinas y metamórficas , cuyo tamaño, bastante grande por lo común, indica bien á las claras las grandes corrientes que arrancando de la cordillera escandinava, los trasportó hasta aquella parte, la más occidental de Suecia. Aunque en manchones sueltos no muy considerables por su extensión , cubriendo siempre los depósitos de Kros-sten ó de cantos erráticos, y ocupando á veces notables alturas, como en los alrededores de Brata y de Danser. rel , esta formación diluvial se halla en los alrededores de la capital, en el territorio de Harryda, en Backen y hasta en la isla de Ockero.
T e r c e r a , la Skallera que significa légamo ó cieno diluvial, equivalente hasta cierto punto á lo que se conoce con el nombre de Loess ó Lehm en Alemania, muy poco desarrollado-por cierto, pues solo se ve en Almedalsfabrik, no lejos deSkoge , y en algún otro punto muy reducido.
Cuarta , el Akerleror ó tierra arcillosa representante de la vegetal, ó bien de la parte superior del Loess ó Es-kallera. Esta formación comparte con las de cantos erráticos y de rocas ígneas, la estructura geológica de Go-teburgo.
Quinta y última , el Sanckbaddar, que significa bancos de conchas.
Las formaciones aluviales ofrecen también mucho desarrollo, y están representadas por tres órdenes de materiales ó depósitos, á saber; la Svammlera, ó Svam-msand, que quiere decir arenas arcillosas de acarreo,
i 7 5 las cuales se hallan en abundancia en el curso de los rios principales, y particularmente en el Gotha, que va á desembocar en el fyord ,a l Norte de Goteburgo; la brauntorf, ó turba, que ocupa una extensión considerable, sobre todo en la región ocupada por el gneis, y casi siempre relacionada con los cantos erráticos, encima de los cuales aparece en varias localidades, y particularmente al N E . de St. Asmundtorp, entre este punto y Orattnet; demostrando que aunque esta formación pueda considerarse como de la época actual, empezó inmediatamente después de la dispersión de los cantos erráticos escandinavos, hecho que notamos en Istad y en otros puntos.
Termina la formación aluvial por un depósito de cieno ó légamo , llamado gyttja, que se halla al N E . de la capital junto al rio, en una extensión bastante considerable.
Consecuencia natural y como corolario de esta singular estructura geológica, de la parte más occidental de Suecia , es el carácter que ofrece la geografía física, representada por una orografía, en la que el elemento principal se comparte entre las montañas agrestes de los terrenos eruptivos y metamórficos, separadas por valles estrechos y profundos, cuya dirección media está indicada por la que marcan las estrías glaciales; y llanuras ó valles un poco más anchos, cuyo fondo lo ocupan las arcillas y arenas arcillosas, con los cantos rodados, cubriendo á los depósitos enormes masas erráticas, que forman el lecho de algunos lagos como el de Groven, ó bien sirven de base á los depósitos de turba.
Otro hecho no menos importante en estos accidentes geográficos, consiste en que así los cantos erráticos como la formación diluvial y de turba posteriores, ocupan á veces notables alturas, llegando á cubrir hasta los
176 montes más elevados, según se observa en el perfil trazado de Sudeste á Nordeste desde Almedalsfabric hasta Hufdaby.
Todo esto se nota en la comarca verdaderamente continental del distrito de Goteburgo , y si dirigimos una mirada hacia la costa, se nos mostrará, como tantas veces hemos dicho, caprichosamente entrecortada, formando un gran seno en Goteburgo mismo, hacia donde se dirige el fyord de Hake, otro menos profundo en el de Asckins, prolongándose el litoral más allá de los fyordos átKlefva, Danakallo, etc., donde aparece el sin número de islas, islotes , escollos y arrecifes , cuya naturaleza geológica demuestra haber formado parte en otro tiempo de la costa misma.
XIV.
Regreso .—DeGoteburgo á Bruse las .—Vis i ta al Museo de Historia Natural. — T e r r e n o cuaternario y cavernas belgas. — Diluvium del Sena y del S o m a . — M u s e o de Namur.
^ erminados nuestros estudios en Goteburgo, volvimos á tomar la línea férrea que conduce a Malmoe, y desde allí pasando el estrecho de lSund, llegamos á Copenhague, y sin descansar más que aquel dia, partimos para Korsor la misma tarde, y embarcándonos enun hermoso vapor, llegamos al dia siguiente de madrugada al puerto d e K i e l , desde cuyo punto atravesando el Hannover y la Westfalia, nos dirigimos á Colonia, y al dia siguiente por la mañana á la capital de Bélgica, donde convenia á nuestros propósitos científicos hacer un breve alto. Alojados en la misma fonda en que habita el distinguido geólogo Sr . Dupont, á quien vimos en Dinamarca , nuestro primer cuidado fué hacer una visita al Museo de Historia Natural , situado en un suntuoso edificio, en el que admiramos las magníficas y bien orde-
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178 nadas colecciones zoológicas, mineralógicas y geológicas, preciado ornato de aquel gran establecimiento. Llamó, no obstante, de un modo especial nuestra atención el magnífico ejemplar de esqueleto de Elephaspvimigenius ó Mammut, el mejor, sin disputa alguna, que existe hoy en Europa, incluso el famoso de S. Petersburgo, el cual fué hallado en unas excavaciones practicadas junto á Ara-beres por el distinguido profesor y paleontólogo de Lieja Sr . Koening, de cuyos propios labios tuvimos el gusto de oir el relato de tan feliz hallazgo. El esqueleto es colosal, como puede inferirse de las dimensiones que ofrece la cabeza , á la que agregando el desarrollo de las defensas, bien se le pueden calcular sobre cuatro metros cúbicos. Y si notable es este esqueleto en tal concepto considerado, y eíi el de la restauración de algunas piezas que existían incompletas ó deterioradas por la naturaleza de su yacimiento , aún lo es más por la habilidad y gusto con que ha sido armado y montado. Se ha dispuesto esta operación con tanto acierto , que sin estropear ni taladrar hueso alguno, cada pieza ocupa el lugar que le corresponde, pudiendo á voluntad separar para estudiarla ó con cualquier otro motivo, la que se quiera. Inte-sado uno de nosotros en reformar cual conviene elMe-gaterio existente en el Gabinete de Historia Natural de Madrid, el primero de los tres ejemplares que se conservan en Europa, fijó toda su atención en esta materia, y hasta pidió detalles al Sr . Dupaux , hábil preparador de aquel M u s e o , acerca del procedimiento para ello empleado , con el fin de aplicarlo un dia, si la ocasión se presenta oportuna, á esta joya de inestimable valor.
Fi jamos además, y de una manera especial, nuestra atención en la inmensidad de materiales recogidos en el terreno cuaternario y en las cavernas belgas, por núes-
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tro distinguido amigo el Sr . Dupont, merced á la liberalidad con que aquel ilustrado gobierno, premió tantos esfuerzos nombrándole, siendo aún muy joven, Director de aquel establecimiento, y obteniendo de las Cámaras una respetable suma destinada á las exploraciones científicas geológico-arqueológicas , con el fin de esclarecer la historia primitiva de aquel afortunado país.
Clasificados convenientemente los numerosísimos objetos allí reunidos, constituyen tan provechosa enseñanza , que basta una simple visita á las preciadas colecciones, para formarse una idea cumplida de lo prehistórico de Bélgica; merced á cuya acertada disposición,y á la facilidad que allí encuentra para el estudio, así el nacional como el extranjero, cunde y se extiende la ilustración por todas las clases sociales.
Los cráneos del Trou de Frontal , junto con la urna cineraria, y los numerosos restos fósiles y arqueológicos allí encontrados, se hallan ordenadamente colocados al lado de los procedentes de la caverna llamada de la Naulctte, entre los que figura en primera línea la mandíbula que tanta fama ha alcanzado por las discusiones anatómicas acerca de ella promovidas.
Un poco más allá se hallan bien dispuestos, los materiales de acarreo con los innumerables instrumentos de piedra y hueso, recogidos en las cuevas de Goyet, Cha-leux v otras, con ejemplares de las diferentes capas de estalagmita , que separan y aislan unos depósitos de otros; y por último , para no hacer molesta la narración , al lado de todos estos, vimos y examinamos con gusto, los recogidos en las restantes cavernas belgas que en número de catorce ó diez y seis, ha visitado el Sr . Dupont.
La inspección de tan abundantes colecciones excitó en nosotros el natural deseo de ver con nuestros propios ojos el yacimiento de aquellos objetos, y aunque obli-
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gado uno de nosotros, el Sr . Tubino , por la premura del t iempo, á regresar á la amada patr ia , quedó el otro encargado de realizar este propósito; á cuyo fin, y no pudiendo disfrutar la ventaja de que le acompañara el director de dichas exploraciones , pues coincidiendo esto con los dias en que la capital celebraba con magníficas fiestas y regocijos el aniversario de su independencia , con cuyo motivo tenia que hallarse en el Museo en cumplimiento de su elevado cargo , dispuso el mismo que fuera nuestro guia su ayudante preparador, el joven Sr . Dupaux, cuyo celo y entusiasmo por este género de estudios solo es comparable con el de su maestro y gefe. Con esto y las instrucciones que recibimos ambos de aquél, en las conferencias que con este motivo celebramos, teníamos lo suficiente para obtener buenos resultados en el corto espacio de tiempo, que á ello podíamos dedicar.
Tres objetos principales nos llevábamos al realizar este viaje por Bélgica, á saber: primero estudiar el terreno cuaternario belga en los puntos más clásicos; segundo, compararle con las formaciones análogas en las cavernas de los valles Mosa y Lesse, y tercero, establecer el paralelo con el Diliuñum de las cuencas del Sena y Soma, tan famosas en esta materia.
Llamándonos la atención lo que aquel eminente geólogo y sus distinguidos maestros, los Sres. Omalius, D' Halloy , Dumont y otros que le precedieron, habían dicho respecto á la estructura y disposición particular de los valles del Lesse y del Mosa , Ajamónos en tan importante materia, por cuanto ilustra ó esclarece poderosamente la cuestión del terreno cuaternario dé las mismas cuencas, y de ello dedujimos la exactitud de lo que aquellos habían dicho, y que
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el Sr . Dupont resume en los siguientes términos. a La disposición particular de nuestros valles prue
ba hasta la evidencia la acción que los ha determinado. Con .efecto, del desnivel que se nota entre las capas primeras de las dos orillas, puede lógicamente deducirse la existencia y formación en tiempos antiguos , de grandes fallas ó grietas, en la misma dirección que aquellas; así como puede también asegurarse que las aguas han determinado en las salbandas de estas fallas, y en los terrenos inmediatos, una acción muy eficaz, á juzgar por la existencia de terrazas formadas en las rocas duras á diferentes niveles , y por la circunstancia de que los bordes de dichos valles obedecen á las leyes de hidráulica que rigen hoy las corrientes líquidas. Y de que esta acción se ha repetido allí por lo menos durante tres veces, no puede en manera alguna dudarse, al observar la posición respectiva de otros tantos órdenes de depósitos á treinta y á noventa metros sobre el actual nivel de los rios.»
Este dato es de la mayor importancia para el estudio ulterior que nos proponíamos hacer del terreno cuaternario , al cual en armonía con la estructura de aquel país, hay que examinar en los valles primero, y luego en las terrazas y mesetas, para formarse cabal idea, no solo de su estructura y composición, sino también de las causas que lo han formado.
Del estudio comparativo de estos dos grupos de yacimiento se deduce, primero, que el terreno cuaternario está mucho más desarrollado en los valles que en las mesetas; y segundo, que entre estas y aquellos se encuentran las terrazas en las que si bien dichas formaciones no se hallan tan bien representadas como en las partes ba jas , no obstante , los materiales son más copiosos que en aquellas, en las q u e , y muy particular-
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mente si están apartadas, solo existen los últimos testimonios de la serie cuaternaria.
Siguiendo, pues , tan importantes esclarecimientos, examinamos varios puntos en los alrededores de Di-nant, en Pont-á-Lese y otros de los valles indicados, resultando de esta exploración el convencimiento de que el terreno cuaternario de los valles se compone de arriba abajo de una capa de cieno diluvial ó loess, gris amarillento, cubierto en muchos puntos por otra de tierra vegetal, conteniendo á veces fragmentos irregulares de rocas , ora calizas del terreno carbonífero, ora pizarras y areniscas arcillosas del mismo. Este primer horizonte suele alcanzar en algunos puntos dos y más metros de espesor.
Sigue, en el orden descendente , un depósito de arcillas generalmente amarillentas, con rocas fragmentadas también y angulosas, á las que llamaremos risclas, empleando esta palabra de uso muy común en Aragón.
Obsérvase más abajo una serie de horizontes delgados y alternantes, en estratificación algo irregular, de arcilla amarillenta, arenas y arcillas silíceas, que suelen alcanzar hasta cerca de dos metros, llevando muchas conchas terrestres, pertenecientes á los géneros Helix, Succinea y Pupa.
Después se nota un banco de más de dos metros y medio de grueso, de arena y grava cuarzosa con muchos moluscos, pero no todos terrestres, supuesto que se encuentran algunas Lymneas, Ancillus y Pisidium.
Por último, cierra por abajo el terreno, un depósito de 1,90'" de cantos procedentes de la cordillera de los Ardenes.
E n las inmediaciones de la estación de Dinant, en la terraza media del valle, se observa la estructura y composición que sigue: Pr imero, un banco de loess
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gris amarillento, sin estratificación, y con algunas ris-clas de caliza carbonífera. Segundo, arcilla amarillenta con cantos rodados , y risclas de la roca caliza subyacente. Tercero , capa de cantos rodados de los Ardenes. Y cuarto, arena y grava estratificada con pequeños lechos de cantos rodados.
Dos hechos importantes se desprenden de la comparación de estos cortes , a saber : primero, que el último completa al primero, al cual falta el depósito de arena y grava que el otro contiene en su base; presentando entre ambos los seis órdenes de materiales que por lo común representan la constitución del terreno cuaternario de los valles M o s a y Lesse. Y segundo , que en el corte de Dinant se observa una mezcla de cantos rodados procedentes de los Ardenes y de fragmentos angulosos de caliza , en el depósito de arcilla amarillenta con risclas. Hecho es este , que según el Sr . Dupont, es general en dichos valles , cuando la capa segunda y quinta se hallan en contacto, por la desaparición de las intermedias.
En Pont-á-Lesse, en la bonita terraza que se halla situada detrás del palacio , el terreno diluvial consta de los elementos siguientes. De arriba á abajo empieza el corte por el loess gris amarillento sin estratificación aparente y con muchas succíneas, hélices y pupas; debajo se ve una arcilla amarillenta, con risclas calizas de las inmediaciones, dispuestas sin orden alguno. Sigue un depósito arcilloso arenoso, con señales manifiestas de erosión, y en la parte más inferior, en el ribazo del rio, se observan los cantos rodados de rocas primitivas de los Ardenes. Las terrazas superior y media de la orilla izquierda del rio Lesse, sobre Chaleux, aparecen también cubiertas de cantos rodados, junto con
I 84 risclas y arcilla amarillenta. Los mismos hechos se repiten en la falda escarpada de Haute-Raiscene, en la cual se encuentran las cavernas de Furfooz. Un pozo mandado abrir por el Sr . Dupont por encima de -estas cavernas en una pradera allí existente, puso al descubierto el terreno en esta disposición: de arriba a abajo, capa de tierrra vegetal de 20 cents, de espesor; segundo, loess, de 0,40 cents. : tercero, arcilla amarillenta con risclas calizas, pequeños cantos rodados, y un fragmento de hueso largo de la talla del caballo, 3o cents, de espesor: cuarto; banco de arena y grava, de 4 centímetros : quinto; arena amarillenta arcillosa, irregularmente estratificada, de 25 cents. Sigue arena gris verdosa, alternando con pequeños horizontes de arcilla con algunas líneas de grava y pequeños cantos rodados,
y pedazos de rizoma, de Betulaalba. La exploración no pudo descender más , por haber llegado al nivel de las aguas de un pequeño arroyo, pero el ribazo del rio Lesse ofrece en aquel lugar cantos rodados de los Ar-denes.
Teniendo ya una idea de la estructura geológica en los valles y en las terrazas, se dirigió nuestra atención hacia el de las mesetas, con el fin de completar el conocimiento de las formaciones diluviales en este país clás ico, y compararlo después con el que ya habíamos visto en más de una ocasión, y nos proponíamos estudiar de nuevo, en los vallesdel Sena y del Somma.
Por regla general, y según ya apuntamos más arrib a , el terreno cuaternario de las mesetas , solo está representado por dos horizontes, á saber : por la arcilla de risclas y el loess. E l primero de estos depósitos es idéntico al de los valles , con el cual se enlaza por continuidad , de donde es fácil deducir que esta formación debe considerarse como un vasto depósito resultado de
i85 causas iguales actuando en la misma época. La única diferencia que se nota , es que su composición cambia en las mesetas , como vimos también en los valles, cuando las risclas son cuarzoso-pizarrosas, siendo esto debido á la facilidad con que se descomponen estos elementos mineralógicos , cuyos detritus al mezclarse con la arcilla, le comunican el carácter arenoso y el color gris pardusco, razón por la cual, aunque varíen algún tanto estos accidentes en la roca , digámoslo así, matriz de este depósito , puede y debe considerarse perteneciente á la misma é p o c a , y resultado de idéntico fenómeno.
Con frecuencia este depósito se ve coronado en las mesetas por el loess , ofreciendo caracteres iguales á los de las terrazas y del fondo de los valles , habiendo tenido e! gusto de ver confirmada esta estructura en Fur-fooz mismo , y entre este punto y Drehance.
De manera, que reuniendo todas las observaciones hechas en distintos puntos de la provincia de Namur, podemos decir que el terreno cuaternario en las cuencas del Mosa y del Lesse , es la siguiente, empezando por los horizontes más antiguos. En la base empieza este terreno por un depósito de arenas cuarzosas, de poco espesor, y que pasa por alternancias al horizonte siguiente. Sigue á este un lecho de cantos rodados, los cuales se observan desde la terraza superior hasta el fondo de los valles. Estos cantos proceden en su mayor parte de los terrenos de las cuencas Mosa y L esse, y en general en cada rio ó afluente se observan rocas de los terrenos que las aguas recorren.
E l tamaño de estos cantos es muy variable, aunque el más común es el de huevo de gallina. Este depósito contiene también algunos cantos angulosos que existen, por lo común, en todas las terrazas.
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En este horizonte encontró el Sr . Lambot te , en el punto llamado Jambes , una defensa de Elephas pri-migenius.
Encima del horizonte que acabamos de describir, aparece otro de arena y grava gris ó amarillenta, con conchas fluviátiles, el cual no suele ser constante en los diferentes puntos en que se ha estudiado este terreno.
Estos tres horizontes inferiores forman una primera división, á la que suele aplicarse el nombre dediluvium gris, y que según Dupont, debe mas bien llamarse piso inferior del terreno cuaternario, cuyos caracteres comunes son el encontrarse desde el fondo de los valles hasta la terraza superior, sirviendo de base á las otras capas del otro terreno, y el hallarse constituido por un gran depósito de cantos rodados con dos hiladas de arenas accidentalmente subordinadas en sus dos extremos.
Inmediatamente encima del tercer horizonte se encuentra un depósito arenoso arcilloso, con estratificación algo irregular, en el cual se observa un predominio de la arena sobre la arcilla en su parte inferior, sucediendo lo contrario por arriba. A diversos niveles ofrece fajas irregulares de cantos rodados , procedentes del piso inferior y de las rocas inmediatas, lo cual es una demostración clara del carácter de las corrientes que formaron este depósito. Del propio modo , las bolsas ó cavidades que se formaron á la superficie, rellenas por aquellos materiales, y la existencia de pequeños horizontes con elementos erráticos á diferente altura en este depósito, prueban frecuentes alternativas en la acción délas aguas durante este período. Este depósito no existe ni en la terraza superior, ni en las mesetas, ocupando exclusivamente las pendientes suaves de los montes y el fondo de los valles.
Creyó en un principio el Sr . Dupont que este térmi-
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no de la serie cuaternaria, cuyo aspecto guarda mucha semejanza con los aluviones de los rios cuando se desbordan , debia formar el segundo piso ó medio del terreno cuaternario, siendo sus principales caracteres una estratificación irregular, con pequeñas fajas de grava y cantos rodados: la alternancia de venas arcillosas y arenosas, y una especial distribución geográfica. Pero ulteriores descubrimientos y observaciones le hicieron variar de opinión, agregándolo desde entonces al inferior , bajo la denominación de piso del Elephasprimige-nius ó del Mammut. »
Más arriba sigue el horizonte de arcilla con risclas, de color amarillento cuando estas son de naturaleza caliza; algo arenosa y gris, parda ó amarillenta, cuando aquellos están formados por pizarras y samitas; y arenosa también ó rojo oligisto, cuando la procedencia de aquellos pertenece á un horizonte en que predomina el hierro.
Las risclas, que son de todos tamaños conforme á la naturaleza de las rocas, generalmente proceden del terreno inmediato inferior ó de puntos no lejanos, lo cual supone un trasporte á corta distancia, ó si se quiere, una formación local. Cuando esta se halla.en contacto con la capa de cantos rodados, se mezclan algunos de estos, entre los cuales muchos aparecen fracturados.
En este depósito no se han encontrado al exterior verdaderos restos orgánicos; pero es precisamente el nivel geológico en que aparecen los huesos humanos, los silex tallados, y la fauna característica del Reno en las cavernas de los bordes del Lesse. Distingüese además por una estratificación confusa, muy análoga á la de los aluviones torrenciales, observándose por regla general el mayor desorden en sus materiales.
Otra circunstancia ofrece este depósito digna de lia-
i88 mar la atención, á saber : las grandes denudaciones que se notan al contacto con el piso inferior, que se revelan con frecuencia por bolsas profundas y de forma singular, que lo asemejan mucho á lo que en París llaman diluvio rojo.
Todo lo cual, junto con la presencia de cantos rodados, atestigua el gran poder erosivo de las aguas que determinaron su formación. Este horizonte siempre con la misma facies, se extiende por las mesetas y los valles, cubriéndolos de una inmensa capa, formando gran contraste con las capas de los horizontes inferiores.
Discurriendo ahora acerca de la naturaleza de esta formación, vista la gran semejanza que tiene con la arcilla amarillenta de los filones, parece deba referirse con bastante probabilidad á los materiales de estos, arrancados de su sitio, y trasportados a mayores ó menores distancias por las aguas.
Por últ imo, el terreno cuaternario belga termina por arriba por un depósito gris amarillento apenas estratificado, y cuyos materiales térreos suelen emplearse enla alfarería : su naturaleza es tan esencialmente silícea, que contiene hasta 90 por 100 de cuarzo, y 3 por 100 de arcilla. Sin embargo, es tal la finura de su grano, que posee la plasticidad suficiente para servir como arcilla. En este se ven algunas veces concreciones calizas análogas á las ya indicadas, y también á las que en igual horizonte se encuentran en París con gran número de sucineas, hélices y otras conchas terrestres. Este depósito ha recibido de Dupont el nombre de loess, el cual forma singular contraste con el inmediato inferior, no solo por su coloración, sino también por la carencia de risclas que en el otro forman un rasgo característico.
Este loess es peculiar á los valles, ofreciendo una
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distribución muy parecida á la de arcilla risclera, siquiera sea menos constante.
A estos dos últimos depósitos, íntimamente enlazados por sus caracteres más importantes, llama Dupont piso superior ó del Reno.
Trasladando ahora el campo de nuestras observaciones desde el exterior al interior de las diferentes cavernas belgas, que Dupont ha explorado y tuvimos el gusto de visitar, limitando por ahora nuestros estudios
.al examen comparativo del terreno cuaternario, y dejando para más adelante el examen de los importantísimos objetos en ellas encontrados, venimos á parar al resultado, fácil de preveer, de que todas las formaciones cuaternarias externas, se encuentran representadas en todas ó en la mayor parte de aquellas cavidades terrestres, siendo ambos estudios complementarios. Con efecto, si la observación de este terreno al exterior, demuestra el grado de constancia de cada uno de los dos pisos interior y superior, bajo el triple punto de vista mineralógico, estratigráíico y geográfico, la exploración de las cavernas, al paso que confirma igual sucesión de depósitos en sus materiales, suministra el verdadero complemento de aquellos, con los restos orgánicos y arqueológicos , confirmando plenamente, merced á estos nuevos rasgos característicos, la división admitida en el terreno cuaternario.
Con efecto, los únicos restos fósiles de que hicimos mención al tratar del terreno cuaternario externo, fueron del Elephasprimigenius en el horizonte inferior, y si se prescinde de los moluscos lacustres y terrestres que aparecen en algún horizonte superior, no se ven más representantes de la fauna diluvial. Pues bien, la exploración de las cavernas tan hábilmente llevada á cabo por el Sr . Dupont, viene á llenar este vacío sumi-
i g o rastrando muchos huesos de Ursus spelanis , en el piso equivalente á la arcilla risclera al exterior; y en el piso más alto la fauna del Reno, tan rica como extraña en aquellas comarcas. Precisamente en este dato se fundaba en un principio tan distinguido geólogo y anticuario, para admitir en la historia de las cavernas belgas tres grandes períodos que de abajo á arriba son, primero el del Elephasprimigenius6 Mammut, equivalente al piso inferior cuaternario; segundo, del Ursus spelcvus, que corresponde al piso medio; y tercero, del Cernís taran-dus ó R e n o , contemporáneo del piso superior.
La historia empero, de la primera aparición , desarrollo y definitiva extinción del Mammuty del Oso de las cavernas en otras comarcas de Europa no permiten hoy por hoy, admitir esta división tan hábilmente propuesta por el sabio director del Museo de Bruselas, pero que él mismo abandonó, dominando más bien la idea de reunir en uno solo los dos primeros períodos, caracterizados por la presencia de los mamíferos indicados.
E l punto donde por primera vez se encontraron restos del Oso, fué el llamado Trou de Chaleux, que tuvimos también el gusto de visitar, hallazgo de la mayor importancia, por cuanto establece las relaciones entre la fauna de los grandes mamíferos cuaternarios, y la del Reno propiamente dicho.
Por otra parte , la existencia de silcx tallados en esta capa que sin género ninguno de duda está en su posición normal , sin haber sufrido movimientos posteriores , prueba de un modo evidente la independencia del depósito de cantos rodados, y de las capas arcilloso arenosas que se hallan sobrepuestas.
Ahora bien, en Furfooz, en Pont-á-lese, Walsin, etc. , la fauna del Reno se encuentra en la arcilla risclera cubierta del loes que por excepción lleva allí risclas;
i g i
mientras que en Chaleux, se encuentra la misma fauna debajo de una masa considerable de piedras, coronadas por la arcilla de risclas, y por el loes común.
De manera que la independencia del depósito arenoso arcilloso estratificado, y de la arcilla de risclas cubierta de loes, se ve aquí de un modo evidente, á juzgar por los caracteres paleontológicos y arqueológicos, supuesto que en todas las cavernas los restos del hombre y de su industria con la fauna del Reno , se hallan sepultados en esta arcilla risclera.
De lo anteriormente expuesto , se deduce que la fauna del Reno , en el valle del Lese , no contiene representantes de los grandes mamíferos cuaternarios, y solo aparece representada por animales actualmente vivos. De estos, unos habitan aún el país, como el jabalí , el ciervo, e t c . ; los otros emigraron , ora á altas latitudes, como el R e n o , Glotón, e t c . , ó bien á las elevadas montañas de la Europa occidental, tales como la Gamuza, la Cabra de los Alpes , el Oso pardo, etc.
También puede deducirse del estudio comparativo de esta fauna y la de hoy, que una verdadera línea bien marcada separa la época del Reno de la actual , en la que figuran principalmente los animales domésticos. Completa todos estos datos el minucioso estudio que Dupont ha hecho del carácter arqueológico de dichas cavernas ; refiriéndose este con efecto á las obras que caracterizan los diversos períodos de la actividad humana, sirve , digámoslo as í , de cronómetro y de perfecta comprobación de los datos que nos suministraba antes la ciencia, referente tan solo a la composición mineral y orgánica, y á los accidentes estratigráficos y geológicos de estas formaciones.
Merced á este nuevo medio de medir el tiempo apli-
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cado á esos períodos de la historia terrestre , en que ya habia aparecido el hombrea su superficie, ha podido decir el Sr . Dupont que entre los treinta y dos mil instrumentos de pedernal hasta el presente recogidos en las cavernas del Lesse , en la arcilla amarillenta de risclas, ninguno se presenta con pulimento, ni aun preparado para ello, trabajo que consiste en trasformar en bisel los bordes' de un silex tallado ; y que por el contrario, así en los depósitos exteriores como en las cavernas , los pedernales encontrados sobre esta arcilla risclera, en su mayor parte ó están pulimentados, ó por lo menos cortados en bisel.
De manera que mientras el hombre del Reno fijaba en la provincia de Namur su habitación en las cavernas ; el de la piedra pulimentada vivia al exterior construyendo algunas veces campamentos ó lugares defendidos por sus condiciones geológicas ó geográficas , á las que ponia en estado de defensa, levantando especies de murallas por medio de grandes acumulaciones de piedra. De todo lo cual deduce el Sr . Dupont , que en aquella parte de Bélgica por lo menos , hay que distinguir la edad del Reno , de la piedra pulimentada, separadas entre sí por una línea de demarcación que determina el yacimiento de sus materiales , supuesto que los restos del período del Reno se encuentran siempre debajo de la arcilla risclera, lo cual supone que este depósito se formó después; mientras la piedra pulimentada siempre aparece encima de la arcilla amarillenta de risclas.
Como resumen de todo, y por via de complemento é ilustración, copiamos íntegro el cuadro en que el señor Dupont sintetiza sus prolijos y minuciosos estudios en el terreno cuaternario, en la importantísima provincia de Namur.
igS
EN LAS CAVERNAS. AL EXTERIOR. I'ISOÍ.
1.° Loess con ó sin ris-c las .
2.° Arcil la amari l lenta con r isc las .
3.° Depósito arenoso con c a n t o s r o d a d o s , concrec iones c a l i zas y conchas t e r restres.
4 . ' Arena y grava con conchas fluviátiles.
5,° Cantos rodados con Elephas p r i m i g e nias .
G." Arena con grava.
I.° Loess con ó sin r i s clas.
2 ° Arcil la amari l lenta r i sc lera , conla fauna del Reno y si lex tallados.
3.° Depósitos con cantos rodados , c o n crec iones cal izas , restos del Ursus es— I pela:us y s i lex t a l lados.
í .° A r e n a , ( restos en el Trou de F r o n t a l ) .
o.° Cantos rodados con un diente canino, que puede re fer i r - V se al Ursus s p e - t hrus . \
G." Arena y grava con ; sustancia turbosa./
Superior ó del Reno.
Inferior ó del E lephas pri-
Trasportándonos ahora por un momento a París, para no interrumpir el estudio del terreno cuaternario, cuya comparación con el belga es de la mayor importancia , y aplazando para después el dar cuenta de los resultados obtenidos en la exploración de las mencionadas cavernas, podemos sentar el principio siguiente: que el terreno cuaternario del Sena y del Somma consta de los elementos siguientes : de abajo á arriba empieza por un depósito de cantos rodados de pedernal y de rocas terciarias, con fragmentos de rocas de todos los terrenos que atraviesan dichos rios. En algunos puntos, como en Grenelle por ejemplo, se observa en la base de este primer horizonte un depósito de arena y grava. 2 . ° Cantos rodados que se depositan en las laderas y fondo cié
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194 los valles, cubiertos con frecuencia de arena cuarzosa, con conchas, especialmente fluviátiles. 3.° Una capa de arena algo margosa cubre la arena anterior en los valles, observándose en ella conchas terrestres y geodas concrecionadas de caliza. 4. 0 Formación de arcilla arenosa roja, con muchos fragmentos de silex y risclas de rocas terciarias. Este depósito rellena las bolsas que se encuentran á la superficie del anterior, como testimonio vivo de los grandes fenómenos de erosión á que se halló sujeto, y además cubre las mesetas y los puntos más elevados de la cuenca. 5.° Encima de todo esto se encuentra el cieno diluvial equivalente al loess. Vista esta composición y estructura del terreno cuaternario francés , puede asegurarse que solo pequeños accidentes lo separan del belga, como por ejemplo, la procedencia de las risclas ó elementos erráticos que allá proceden de terrenos antiguos, y en París y Picardía de los secundarios y terciarios. L a arcilla risclera amarillenta ó gris pardusca, pero sin arena, en Bélgica , es rojiza y silícea en la cuenca del Sena, y de aquí el nombre de Diluvium rojo que se le ha dado. Pero por lo demás, todos los depósitos, tanto por su estructura cuanto por los accidentes que ofrecen, en el orden de sobreposicion, y hasta en su distribución geográfica, vienen á ser iguales.
Una circunstancia hay digna de tenerse en cuenta, y es que en los alrededores de París no se encuentra rastro alguno de cieno superior al diluvium rojo, el cual hay que buscarle en el valle del S o m m a , donde se encuentra en las mesetas y en las laderas suaves del rio.
Como consecuencia de este estudio comparativo, el Sr . Dupont traza el corte siguiente :
ig5
Valles de la llosa y del Lesse,
PISO SUPERIOR Ó
DEL RENO.
PISO INFERIOR Ó
DEL MAMMUT.
/Loess, ó t ierra de alfareros, de las mesetas y valles.
Arcilla amari l la con risclas de rocas a n tiguas . cubr iendo las mesetas y los valles. Fauna del Reno en las cavernas .
Depósito arenoso , a r cilloso estratificado, con conchas sobre todo t e r r e s l r e s y c o n -creciones calizas. En las cavernas restos del Ursus spelíeus.
Arena cuarzosa con conchas , pr incipal mente fluviátiles.
Rocas ardennesas , r o dadas y grandes cantos , no rodados, de procedencia le jana.
Elephas primigenius.
Arena cuarzosa accidental .
Rocas primit ivas.
m u y
Valles del Sena Y Somma.
Loess ó tierra de a l f a reros .
Arcilla arenosa roja con fragmentos a n g u l o sos de silex , c u briendo las mesetas y los val les , y denudandoc i depósito inferior. Diluvium rojo.
Arcilla arenoso m a r g o sa, con conchas princ ipalmente t e r r e s tres y concrec iones calizas
Áfena cuarzosa con c o n c h a s , en especial fluviátiles.
Pedernal y otras rocas rodadas, con grandes cantos angulosos de larga procedencia .
Huesos de e lephas primigenius.
Arena c u a r z o s a , m u y accidental .
Terreno secundario ó terciar io
Como resumen final debemos decir, que el terreno cuaternario belga en la provincia de Namur presenta una sucesión de seis depósitos, que pueden agruparse en dos órdenes de pisos, inferior y superior, así llamados por su posición respectiva, y tambiendel Cervus.ta-randus ó Reno, y del Ursus spelceus, y del Mammutó
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Elephaspvimigenius; y que estos seis depósitos así distribuidos, se encuentran en igual posición é idénticos caracteres , en el interior de las cavernas, lo mismo que en las cuencas del Sena, del Somma y del Lesse.
Pasando ahora a la somera reseña del resultado que obtuvimos en la exploración de las cavernas belgas, conviene empezar por la más importante de todas; á saber , la llamada el Troa de Frontal, que forma parte del grupo de Furfooz.
Hállase situada dicha caverna en la orilla derecha del rio Lesse á diez y siete metros sobre su nivel, y aunque no era fácil después de haberla completamente agotado el Sr . Dupont , encontrar muchos objetos; sin embargo, tuvimos la satisfacción de ver confirmadas por nosotros mismos, sirviéndonos de provechosa enseñanza, las observaciones por aquél practicadas, y por lo menos recogimos materiales procedentes de las diferentes capas que allí se encuentran, que de abajo á arriba son las siguientes. Pr imero , depósito de arcilla amarillenta y ro ja , muy pura, de superficie de brillante, ocupando ciertas grietas, como confirmando la idea de su procedencia de los filones. Encima de esta aparece un pequeño horizonte de arena silícea verdosa, con restos de turba; cubriendo la anterior cantos rodados de procedencia ardenesa, los cuales aparecen cubiertos de un depósito arenoso arcilloso estratificado, con algún lecho de grava, arcilla amarillenta rojiza y otra gris. Por últim o , corona todo este terreno la arcilla amarillenta y tierra gris con risclas calizas. En este punto se observó en la primera exploración de la caverna , que atendida su escasa profundidad casi podría calificarse de resguardo natural, una gran losa, puesta de canto á la entrada como para cerrarla, lo cual asemeja mucho esta
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estancia á la famosa de Aurignac. Dentro de la cavidad, aparecieron en un punto inmediato á la losa citada, huesos humanos correspondientes á trece esqueletos, y en la parte externa restos de comida é industria , y un hogar tosco y primitivo, como era natural. Además de loshue-sos, y siempre en el horizonte que lleva fragmentos angulosos de rocas , se encontraron sobre unos veinte cuchillos de pedernal, varias conchas del terreno eoceno, agujereadas con el fin, sin duda , de servir de objeto de adorno , y una urna de barro muy ordinario , hecha á la mano.
Todo lo cual confirma plenamente la opinión bastante fundada del Sr . Dupont, de Van Beneden y otros naturalistas belgas, que presenciaron el descubrimiento, de ser aquel un lugar de sepultura.
La parte de la gruta que comunica directamente con el exterior, ofreció en los mismos depósitos de arcilla amarilla, y de arcilla arenosa gris amarillenta, una gran cantidad de huesos pertenecientes, según Van Beneden, al Reno, al Ciervo común, al Buey, Caballo,' Jabalí , Oso, Castor , Zorro, T o p o , Erizo y otros que constituyen la fauna del Reno en aquella región. Todos los huesos se hallaban rotos, y algunos de ellos también quemados, lo cual parece indicar que sirvieron de alimento á aquel hombre primitivo. En el mismo sitio, junto con dichos restos, tuvo Dupont la fortuna de encontrar sobre mil cascos de pedernal, procedentes del terreno cretáceo, y varias conchas eocenas, pertenecientes á estas especies:
1. Cerithium giganteum L K I . . . . Par is iense A. Courtagnon.
E S P E C I E S . P i so de L o c a l i d a d e s l a s donde proceden , m á s i n m e d i a t a s
2. Turritel la terebel lata L K 1. . . . 3 . — intermedia. Desh. 2 . . .
ídem, ídem.
ídem, ídem.
i g S
E S P E C I E S . P i s o de L o c a l i d a d e s las donde p r o c e d e n , m á s i n m e d i a t a s .
i . Mclanea láctea. L K 1 Paris iense B . ídem. 0. P leurotoma filosa. L K . . 1 . . . Par is iense A. ídem.
6. Natica Wil lemoti i . Desh. I . . . ídem. ídem.
7. Cerithium echinoides. L K . I. . ídem. ídem.
8 . Pectunculus pulvinatus L K. 2. ídem. ídem.
9. Serpula 2.
También se encontraron algunos pedazos de fluorina , dé los cuales uno presentaba un agujero y huesos labrados: al rededor del hogar se veían cenizas y carbones mezclados con la tierra por las aguas , y algunas láminas de samita. Circunstancias todas que, como ya se dijo más arriba, asemejan notoriamente el Trou de Frontal con la caverna de Aurignac; observándose en ambas restos de festines fúnebres ó funerarios, costumbre todavía en uso entre los salvajes de la época actual.
Otra de las cavernas visitadas fué la llamada Trou de Nutons, perteneciente al mismo grupo de la anterior, ó sea á la escarpadura ó pendiente de Furfooz.
E l aspecto de esta caverna es más grandioso que el de la anterior, ofreciendo un atrio bastante parecido al de la cueva de las Maravillas de Gandía. Hállase situada á una altura algo mayor que la de Frontal , en la misma orilla del rio Lesse, y en su interior se encuentran, sobre poco más ó menos, los mismos materiales que en la anteriormente examinada. Nótase, sin embargo, que entre la capa de arcilla amarillenta ó gris con risclas, y la inmediata de arriba abajo, se halla interpuesta una capa de estalacmita de unos o ,3o m de espesor. Encima
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ra siguiente: 1.° De arriba abajo, capas alternadas y finas de
arcilla arenosa gris y de arena amarillenta 2 m ,qo
2.0 Arcilla amarilla agrisada, con piedras desprendidas del techo , conos de estalac-mita, y huesos de rumiantes 0,45
3.° Capa de estalacmita o ,3o 4.0 Toba caliza local 0 , 10 5.° Arcilla gris 0 , 15 6.° Banco de estalacmita 0,15 7. 0 Otra arcilla gris 0,20 8.° Otra capa de estalacmita 0 , 10 9. 0 Otra arcilla gris 0,20
de ella, y en el depósito de arcilla con risclas, se encontraron restos de la industria del hombre, muchos huesos de animales que aquél habia comido, y bastantes pitones de Reno. La fauna viene á ser la del Cervus taran-dus, como se observó en la de Frontal , pero sin ningún resto humano. Los pedernales labrados en número de 3oo, algunos huesos convertidos en utensilios, y muchos cantos y láminas de areniscas, samitas y pizarras, carbones, arcilla cocida y cerámica muy tosca completan la riqueza del Trou de Nutons.
La tercera caverna, que visitamos con gusto atraidos por la fama de los descubrimientos en ella verificados, es el llamado Trou de la Naulette, perteneciente al territorio de Wals in , situada en la orilla izquierda del rio Lesse, á 25 metros sobre el rio. Su entrada no es muy ancha , y la cavidad que lo representa viene á tener 40 metros de profundidad y unos diez de anchura. Practicado un sondaje bajo la dirección del Sr . Dupont, se vio que en el fondo de la caverna, los depósitos cuaternarios alcanzaban 11 metros de espesor, dispuestos de la mane
200 10 . Estalacmitas, pequeñas hojas no continuas. 1 1 . Capas alternadas de arcilla y arenas como
el numero i , en la cual se encontraron los huesos de los mamíferos que vamos
1 2 . Capas alternadas de arcilla arenosa y arena. 5,oo 1 3 . Arena fina estratificada con algunas venas
i 5 . Traza de arcilla roja de fractura brillante, (litomarga).
Varios huesos de mamíferos se encontraron en dos niveles distintos, á saber: en la capa número 2 , y en mayor número en la número i r , pertenecientes á Lobo, una cabeza—Oso común—Zorro—Murciélago— Marmota—Mammut—Rinoceronte—Caballo—Reno, etc. Pero lo que dio más importancia y celebridad á esta caverna, fué el hallazgo, junto con todos estos restos, de una mandíbula humana y un cubito agujereado artificialmente. Entrar en pormenores acerca de estos famosos restos, que tanto han llamado la atención entre los antropologistas, sería casi ocioso, ya que en todos los libros que tratan de lo prehistórico, se hace referencia á las particularidades de esta célebre mandíbula.
E n cuanto á la autenticidad de dichos restos, y á la no introducción posterior fraudulenta, son tales las pruebas aducidas, que nadie puede poner en duda el valor de dicho descubrimiento. L a fecha queda demostrada por el propio yacimiento de dichos restos, que es el de la fauna del Reno, igual en esta y en las demás cavernas, ó sea entre el depósito de cantos rodados arde-neses y la arcilla risclera; agregándose á esta circunstancia, como para justificar su notoria antigüedad, la presencia en las mismas capas, de especies perdidas de
á indicar o,6o
arcillosas. . . . 14 . Arena más gruesa
2,00 o,5o
2 0 1
mamíferos, asociadas á las actualmente vivas en el país, y a las más principales de la fauna del R e n o , emigradas álatitudes ó alturas mayores.
Los huesos, tanto del hombre como de los otros mamíferos encontrados en dicha caverna, no están en manera alguna rodados, lo cual parece indicar que no fueron las aguas las encargadas de su trasporte; si á esta circunstancia se agrega que la capa de cieno que los cubre, debió ser resultado de una corriente débil, puesto que solo consta de materiales térreos y arenosos finos, sin cantos rodados , y atendiendo por último á la cantidad considerable de dichos restos que allí existían, se deducirá fácilmente, que solo el hombreó los grandes carniceros pudieron' llevarlos.
Ahora bien: como entre el depósito huesoso inferior que se encuentra en la capa número 6 , se han encontrado restos de Hiena spelaia , y huellas de dientes carniceros en m u c h o s huesos, habremos de convenir, en que á la sazón dicha caverna servia de guarida á las fieras; debiendo atribuir á estas la acumulación de huesos que allí existe. Pero en el depósito superior, no encontrándose sino restos del L o b o , Zorro, Tejón y Oso pardo; y perteneciendo los demás á especies grandes, como el Elefante , Rinoceronte, Caballo, e tc . , s in llevar vestigio de la acción de dientes carniceros , todas estas circunstancias inclinan á considerarlos como restos de comida , para cuyo objeto fueron llevados por el hombre.
Sin embargo, ademas de las circunstancias de situación de la caverna, dimensiones de esta , e t c . , parece inspirar alguna duda acerca de esto , el no haberse encontrado instrumentos tallados de piedra, ni tampoco restos de hogares.
Inmediatamente después, visitamos el llamado Trou
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de Chaleux, famosa estación por el número extraordinario de instrumentos de pedernal que en ella se encontraron , y por otras particularidades que vamos á relatar.
Hállase esta caverna situada en la orilla derecha del rio L e s s e , á poca altura, 17 metros sobre el actual nivel de las aguas; de fácil acceso, grande, seca y con mucha luz; circunstancias todas que le daban excelentes ventajas como habitación para el hombre, á cuyo objeto sin duda alguna la destinó, como se desprende del considerable número de restos humanos y de industria primitiva que en ella aparecieron.
Hé aquí ahora el orden con que en su interior se suceden los materiales de la formación diluvial. De abajo á arriba aparece: Pr imero ; la arcilla roja y amarillenta sucia é irregularmente estratificada; después arena cuarzosa amarillenta, también con estratificación irregular; encima un lecho de grava con algunos silex tallados; luego un.depósito arcilloso arenoso con restos delUrsus spelceus: después un gran depósito de piedras, resultado de un primer hundimiento de la bóveda de la caverna , presentando en algún punto un banco de es-talacmita. Inmediatamente se observa el suelo no removido , habitado por el hombre , con restos de un hogar; sigue otro depósito de piedras desprendidas del techo , cubierto de una tierra gris, con cantos angulosos de caliza , cubierta esta capa de otra arcilla amarillenta rojiza, con risclas calizas, cerrando por arriba el depósito un horizonte de cieno silíceo homogéneo, que se emplea como tierra de alfareros.
Veamos ahora las particularidades que ofrecen los horizontes en que se han encontrado restos del hombre, de su industria, ó de los animales que lo acompañaban.
El hombre parece haber- vivido en ella en dos épo-
203 cas diferentes, supuesto que se encuentran vestigios suyos, primero asociados á los del Oso de las cavernas, y más tarde en la época del R e n o ; con la particularidad de que estos últimos se encuentran situados debajo de una capa considerable de cantos desprendidos del techo de la caverna, que haciendo el mismo oficio que las cenizas y lapilli de la famosa erupción del Vesubio el año 79 de nuestra era , han preservado los objetos allí existentes de la acción destructura del tiempo, conservándose intactos hasta nuestros dias. Dichos objetos eran, según relación del mismo Sr . Dupont, 3o .ooo sílex tallados, mogotes y pitones de Reno labrados también, conchas fósiles convertidas en objeto de adorno, de los cuales los habia también en marfil y otras sustancias; 937 molares, y hasta una carretada de fragmentos y huesos de caballo, y de otras especies de mamíferos hasta el número de trece. La mayor parte de estos objetos se hallaban al rededor de un gran hogar , que se encuentra hacia el centro de la caverna, observándose que algunos de ellos llevaban señales de haber sufrido la acción del fuego. Todo lo cual autoriza á creer que el Caballo formaba la base de la alimentación de aquella raza; al que hay que añadir el Arvícola amphibius, cuya carne suculenta se come todavía en algunos puntos de Italia, y el Reno , la Cabra , el Buey, el Jabalí y la Liebre , encontrándose con estos el Oso pardo, el Tejón , el Zorro y algún otro mamífero.
E l hallazgo de algunos huesos humanos encontrados en una anfractuosidad situada en el costado derecho de la caverna, junto con los délas especies citadas, podrán hasta cierto punto ser un indicio de la antropofagia en edades tan remotas, confirmando lo indicado por el Sr . Springen la estación de Chavaux perteneciente á la edad de la piedra pulimentada.
204 A la derecha del hogar, y sobre una baldosa de sa-
mita , en medio de las cenizas, se encontró un antebrazo de elefante; pero el estado de conservación de estos huesos , muy diferente de los que servian de alimentación, inclina más bien á creer que el hombre del Reno lo halló ya en las capas antiguas del terreno cuaternario en estado fósil, y que lo llevó á la caverna como muchos otros objetos de curiosidad ó veneración: pudiera confirmar tal vez esta sospecha la presencia de fragmentos de molares de la misma especie, que aquél destinaba á diversos usos y en especial para adorno.
Los huesos humanos allí recogidos, son dientes sueltos con la corona gastada hasta el cuello; tres omoplatos, dos radios, una tibia , dos peronés, un axis, vértebras lumbares bastante grandes, fragmentos de costillas, algunas falanges, un fragmento de parietal, y varias otras piezas. Ninguna de ellas aparece cerca del hogar, sino á lo largo de las paredes; casi todas cerca de la entrada , excepto dos fragmentos que se encontraron á la extremidad de la caverna.
En el hogar, que ocupaba una superficie de metro y medio por lo menos , se veian carbones, cenizas y tierra quemada; y á la mezcla muchos huesos, la mayor parte quemados, y otros intactos, guijarros ó chinas , y lajas de arenisca y pizarras. L a presencia de estas últimas, y su notable abundancia, parece ser uno de los rasgos distintivos de las cavernas habitadas por el hombre del R e n o , así en Bélgica, como en el Mediodía de Francia. Otra particularidad digna de notarse , fué la presencia en las inmediaciones del hogar de la mayor parte de los instrumentos de piedra. Algunos de estos eran de una variedad de jaspe llamada nanita, que se encuentra en la caliza carbonífera de dicho país ; los restantes son de pedernal, cuya procedencia
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probable es la Champaña; lo cual parecería confirmar la opinión de un comercio incipiente en tan remotas edades. Un dato puede agregarse á lo anteriormente expuesto para corroborar lo mismo, y es el haber sido llevadas a la caverna las especies fósiles, que en número de diez y seis se han encontrado en ella procedentes del terreno terciario de Courtagnon, y que destinaban a objetos de adorno; y si á esto se agrega la gran similitud y según Mortillet identidad, del pedernal con que aquellos primitivos habitantes labraron los útiles de piedra, con los del famoso taller del Gran-Presigny, la duda referente á las relaciones comerciales de aquellos pueblos, se* convierte casi en certidumbre.
Sobre muchas lajas de samita se observan también ciertas rayas trazadas probablemente con puntas de pedernal. Los huesos labrados son abundantes, la mayor parte, exceptuando las agujas, hechos con pitones de reno.
Resumiendo, por últ imo, todo lo que acerca de esta interesante caverna se ha dicho, pueden presentarse en el orden siguiente los hechos que á ella se refieren.
i.° Trasporte y depósito de arcilla roja, arena y otros elementos, dispuestos en bancos ó capas.
2 . 0 Primera habitación del hombre. 3.° Horizonte de arenas arcillosas con una cabeza de
Ursus spelams y otros huesos, todo trasportado por las aguas.
4.° Desprendimiento de una parte de la bóveda junto a la boca de entrada.
5.° Segunda época , principal de la habitación del hombre, correspondiente y contemporánea de la fauna del Reno.
206 6.° Segundo hundimiento de la bóveda, en casi toda
la extensión de la caverna. 7. 0 Tercera habitación del hombre, contemporáneo
aún del Reno. Esta tercera invasión de la caverna por el hombre,
se funda en el hallazgo de algunos huesos de caballo y pedernales tallados, encima del segundo depósito de cantos desprendidos, y debajo de la arcilla risclera.
L a circunstancia de no llevar patina los instrumentos de silex de este horizonte, contrasta de tal modo con la gruesa capa de la misma que se observa en los instrumentos de la época anterior, que junto con el reducido número de huesos de caballo allí encontrados, hacen suponer, según Dupont, con bastante fundamento: i.° que un largo espacio de tiempo media entre las dos habitaciones del h o m b r e , y 2. 0 que la última estancia fué de corta duración.
8 . ° Trasporte y depósito de arcilla amarillenta con cantos angulosos y tierra de alfareros.
También visitamos el llamado Troude Magrite, en cuya cavidad se repiten con algunas variantes los accidentes de la anterior, razón por la cual no nos detenemos á describirlos en detalle. Encontramos aún algunos huesos fósiles y varios instrumentos de pedernal.
Otro tanto puede decirse del Trou de Keiserlig, en donde todavía recogimos alguna cerámica tosca , un diente de j a b a l í , y un silex tallado. E s , sin embargo, aquel punto interesante por el desarrollo que adquiere en el camino mismo, que ofrece un buen corte, la arcilla amarillenta risclera, ó de cantos angulosos, deque tantas veces hemos hablado.
Terminado con esto el estudio de las cavernas de los
207 indicados valles que nos proponíamos visitar, nos trasladamos al pequeño pueblo de Goyet , con el objeto de visitar otra de las cavidades que han adquirido más fama entre las belgas.
Conócese con el mismo nombre que lleva la aldea, de la cual dista sobre dos kilómetros, hallándose situada á unos diez y seis ó diez y ocho metros de un pequeño riachuelo que por allí corre. La entrada de la caverna no es muy grande, sigue un largo corredor, el cual comunica con las galerías, cuya profundidad alcanza cerca de 400 metros. Los materiales allí existentes guardan el siguiente orden. De abajo á arriba, enlomas profundo de la caverna, se observa ocupandouna grieta de bastante fondo, una arcilla gris amarillenta, en la cual se encontraron varios restos del Ursus spelceus, entre ellos una cabeza y el esqueleto casi entero. Juntamente con esto, aparecieron huesos de otros animales, comidos por las fieras; lo cual agregado á la circunstancia de no haber encontrado vestigios del hombre ni de su industria, hacen sospechar si aquello sería una guarida de fieras. Sobre este primer depósito se observa otro arcilloso, que corresponde al Mammut y Ursus spelceus, cuyos restos aparecen allí asociados á algunos vestigios de la industria del hombre. Sigue luegouna gruesa capa de estalagmita, que aisla la formación anterior; sobrepuesta á ella aparece el horizonte del Reno, caracterizado aquí como en las demás grutas belgas, por la arcilla amarillenta con risclas, que allí son calizas, pertenecientes al terreno carbonífero. Otra nueva y recia capa de estalagmita cubre á su vez este depósito, sobre la cual se puede ver una formación arcillosa negruzca, en la que se han hallado restos del hombre asociados á especies domésticas de mamíferos.
E l interés de esta caverna, según se desprende de la
20S rápida é imperfecta reseña que acabamos de trazar, consiste principalmente en la intercalación de las capas de estalagmita, que aislan unos depósitos de otros y constituyen una especie de cronómetro, á favor del cual puede aproximadamente medirse el considerable espacio de tiempo transcurrido desde que servia de guarida á animales feroces, hasta que dejó de habitarla el hombre. También contribuyen esas especies de losas funerarias á marcar los límites que separan una edad de otra, y á impedir que se mezclen y confundan los documentos de la primitiva historia humana.
La justa celebridad que ha adquirido esta caverna, estriba en el número considerable de restos de animales fósiles de dos edades distintas, á saber: la del Mammut y Oso de las cavernas, que con la Hiena espekua y Rhinoce-r o s , aquí como en otros puntos, aparecen contemporáneos; y la del Reno con la mayor parte de los mamíferos que caracterizan este período , muchos de cuyos restos servían al hombre de alimentación. Si á esto se agrega el hallazgo de muchos instrumentos de pedernal, en forma de cuchillos unos, y del tipo Moustier otros; un collar armado de doscientas conchas, y muchos objetos en hueso, particularmente los llamados bastones demando, semejantes á los descritos por el Sr . Lartet, procedentes del Perigord, todos ellos en hueso de Reno, agujereados y con varios dibujos , se verá que no se exagera al celebrar la importancia de esta caverna.
Tal es la imperfecta y desaliñada reseña, que nos pro-poniamos trazar de nuestra visita al terreno cuaternario belga y francés, y á las principales cavernas del primero de dichos países, motivada por el notorio interés que ofrecen en sus relaciones con la historia primitiva del hombre. Pero antes de despedirnos de Bélgica, quisimos
209 hacer una visita al Museo arqueológico de Namur, donde esperábamos encontrar el complemento de las bellas colecciones que ya habíamos examinado en el Gabinete de Bruselas. Y ciertamente no fueron defraudadas nuestras esperanzas, pues en un magnífico salón y en elegantes armarios dispuestos, vimos un número considerable de interesantísimos objetos correspondientes á la primera y segunda edad de piedra, figurando entre los últimos magníficas hachas de diorita verde de Hastedon y Vos-laine, algunas gastadas por el uso y reconstruidas; otras de cuarcita pulimentada, procedente de Marche les Da-mes; notables martillos en diorita, de Havesin ; flechas encontradas no lejos de Namur , y en Ciney. Siguen á estos instrumentos muchos otros pertenecientes á la edad del bronce, como hachas de Wascheme, Eprave y otros puntos; puñales de Ciney y Mohivil la; una maza procedente de S . Gervasio; cinco collares en bronce de Dave-Han-sur-Lesse; un facsímile del Dolmen de la pie-dr a del diablo , y muchas otras piezas notables de dicha edad. Sigue la del hierro, representada por multitud de objetos encontrados en el cementerio galo-romano de Flavion , entre los cuales figura una preciosa colección de cerámica, armas y utensilios. También se observan objetos en ámbar, cristal y oro de tiempos más modernos, procedentes del cementerio de S a m s o n , y muchos representantes de tiempos ya históricos , y de la edad media , que por su índole especial se excluyen de este imperfecto relato.
XV.
S. Germán y Montpel ler.
ealizado ya el propósito que nos habia llevado á Bélgica, nos trasladamos á París , donde confirmamos las observaciones que acerca del terreno cuaternario del Sena van más arriba apuntadas, y después de una rápida excursión á las magníficas galerías del Museo de San Germán, donde entre otras cosas nuevamente adquiridas , vimos la colección de instrumentos toscos de pedernal, regalada por el abate Bourgeois, y en las que funda la opinión del hombre terciario; el modelo del famoso cráneo de Olmo ( T o s c a n a ) , regalado por el profesor Cocchi; un martillo de la mina Milagro (Asturias), enteramente igual á los de Cerro Muriano; otro de Kar-nell (Canadá) , de idéntica forma, y muchos otros objetos cuya relación sería sobrado prolija, emprendimos nuestro regreso á la amada patria, no sin detenernos antes algo en Montpellier, atraidos por la fama de su Museo y por la amistad de nuestro compañero de Congre-
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so , el simpático joven Cazalis de Fondouce. Consérvan-se en las colecciones de aquel establecimiento muchos objetos procedentes de la caverna de Lunel-viel , descritos por el Sr . Marcel de Serres. Vimos allí entre otras piezas notables, bastantes restos de Hiena spelcea, de Sus y Bos, roidos los huesos de estos últimos en las extremidades por los animales feroces, como se observa en los de las turberas. Con estos huesos se conservan también gran número de coprolitos de Hiena , ó sean excrementos petrificados, procedentes de la misma localidad.
La caverna de la Mialet ha suministrado dos magníficos cráneos de Ursus spelceus, y restos en abundancia de otros mamíferos. También tuvimos ocasión de ver la famosa brecha huesosa de Pedemar, cerca de San Hipólito (departamento de Gard; , con huesos de Rinoceronte y muchos otros restos de las cavernas de Aldene, cerca de Ceseras, de Mansión, no lejos de Montpeller, y dePontil , en los alrededores de S. Pons, de la que se conservan muchos huesos roidos en las extremidades como los anteriormente citados.
La exploración de este último antro terrestre dio por resultado el hallazgo de las dos edades de piedra, y la de bronce. Con efecto, en la parte superior aparecieron restos de grandes mamíferos extinguidos, tales como Elcphas primigenias, Ursus spelwus, Rinoce-ros, Bos primigenius, etc. Encima de este primer horizonte apareció otro con restos humanos, carbón,' instrumentos de pedernal, otros en hueso y asta de ciervo , junto con huesos de caballo , de Bos unís, etc . , y en la parte superior hachas pulimentadas, utensilios en hueso , y otros análogos á los de los palafitos suizos, y hasta algunos de la ed.ad de bronce.
Terminada la visita al Museo, tuvimos el gusto de veri-
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ficar una excursión, con el mismo Sr . Cazalis de Fondou-ce, á los alrededores de la ciudad , con el objeto de estudiar la disposición de aquellos terrenos terciarios que tanto nos interesaba conocer por la analogía que tienen con la estructura de varias localidades de la Península.
Dirigímonos primero al punto llamado el Martinet de Foncande , y luego á Canelles.
Obsérvase en el primer punto el terreno terciario inferior ó eoceno, representado por pequeñas colinas que terminan en el establecimiento termal y granja de Mon-sieur Rouchet.
E l corte de dicho terreno empieza allí por unas arcillas azuladas, en las que se encuentran el Cerithium Serrieri, el C. plicatum, la Ostrea undata y otras especies características de dicho horizonte. Por la parte superior é inmediatamente encima de las arcillas, aparecen unas rocas calizas sumamente duras y consistentes , en las que encontramos varios ejemplares del Pla-norbis rotundatum y otros fósiles que las califican de formación lacustre.
Todos estos materiales aparecen bastante inclinados al Sur , descansando en estratificación discordante sobre el terreno cretáceo superior , el cual á su vez cubre al jurásico que en capas calizas asoma hacia el fondo del valle.
Dirigiéndonos luego desde dicho punto á la ciudad, en el camino mismo que conduce á Canelles, aparece el horizonte de la Anomia sinistrosa, Balanus y otros fósiles, en bancos de roca arenosa que corresponden al terreno mioceno. Por último, cubriendo el horizonte anterior, que según se ve es esencialmente marino, se presenta la caliza blanca, algo margosa, no muy consistente, que se emplea en la ciudad para la construcción, también marina.
213 De manera que en esta rápida correría pudimos exa- „
minar sucesivamente todos los horizontes que forman la base de la estructura geológica de los alrededores de aquella ciudad, los que reunidos en un solo corte, dan el resultado siguiente. De abajo á arriba, el jurásico que aparece en el fondo de los barrancos; cubriendo al anterior en estratificación discordante, se ve el cretáceo del piso llamado garrumiense por el Sr . Leymerie, y encima de ambos se presenta el terciario, representado por una formación marina, y por otra lacustre, constituyendo entre las dos el piso eoceno. Inmediatamente después, viene el mioceno, que según los restos orgánicos que encierra es marina , coronando por la parte superior la caliza de igual naturaleza que eldepósito anterior, aunque perteneciente al plioceno.
De todo lo que allí vimos y estudiamos se recogieron abundantes materiales , que figuran en el catálogo adjunto, y que podrán servir de provechosa enseñanza y de ilustración de una de las localidades más importantes de Francia , por lo menos bajo el punto de vista de la sucesión en un corto espacio de terreno, de los mencionados horizontes geológicos.
Satisfechos ya nuestros deseos, girada una visita á aquella lamosa Escuela de Medicina, y al Jardín Botánico donde enseñó por primera vez esta ciencia el gran Decan-dolle, y sin olvidar el establecimiento de neumoterapia fundado por el Sr . Tabar ié , el primero que se conoció en Europa , despedímonos Gordialmente de los Sres. Ca-zalis, Fonsagrives, y J . Ollier de Marichard, infatigable explorador de las cavernas de la Ardeche, y dimos "la vuelta á España regresando á Madrid sin ningún contratiempo.
APÉNDICE.
SANTIAGO BOUCHER DE PERTHES.
_íL?g o será mal visto que en un libro consagrado al estudio de las cuestiones que se relacionan con el hombre primitivo, consignemos algunos datos biográficos acerca de varios de los sabios que más se han distinguido en este linaje de investigaciones.
Ocupa entre ellos el primer lugar Santiago Boucher de Perthes, que nació en Rethel , ciudad de Francia, del departamento de las Ardenas, el 10 de Setiembre de 1788. Hijo de padres acomodados y de noble linaje, recibió una esmerada educación, distinguiéndose desde joven el futuro arqueólogo, por su afición á los estudios científicos y de bella literatura.
Las aficiones prehistóricas de Boucher de Perthes datan desde su primera juventud. Verdad es que heredaba, hasta cierto punto, de su padre el deseo de son-
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dear los arcanos del remoto pasado, pues ya en 1798 ó 99 vemos que este, en unión con varios hombres de ciencia, se persona en una cantera de su propiedad, que radica en el sitio llamado Manchecour, no lejos de Abbeville, con el propósito de examinar ciertos restos fósiles de animales extinguidos, en ella descubiertos; y que posteriormente, en unión con M. Baillon, señalaba la presencia, en el propio lugar, del esqueleto de un rinoceronte asociado a huesos de elefantes y de otros animales, por aquel entonces desconocidos.
Pero ya fuera por propia inspiración, ya obrase bajo el influjo de las circunstancias en que vivia, lo cierto es que aún no contaba Boucher de Perthes diez y ocho años, cuando ya le hallamos soñando con la existencia del hombre fósil, tan inútilmente buscado por los sabios. Residia en Marsella en i 8 o 5 , según cuenta él mismo, en casa de M. Brak, cuñado de Cuvier y amigo de su padre, y como se le proporcionase el visitar una caverna, conocida con el nombre de Rolland, su primera diligencia fué buscar fósiles, de los cuales habia oido hablar mucho al célebre naturalista antes nombrado. Halló, en efecto, algunos, sin acertar por el momento á darse cuenta de su verdadera importancia, si bien creyó que aquellas antigüedades debian ser de alto valor para el que se propusiera estudiar el progreso de la vida sobre el globo.
Cinco años más tarde, en 1810 , llevado á Italia por las vicisitudes de la vida, descúbresele explorando una caverna situada en las inmediaciones de Palo , pequeña población que el viajero encuentra sobre la derecha del camino en su viaje desde Civita-Vecchia á la Ciudad Eterna.
Pasan algunos años , durante los cuales se arraigan en Boucher de Perthes las aficiones arqueológicas. Tras-
219 ládase á Abbeville y allí rija su residencia, y por todas partes le persigue como un fantasma, aquel esqueleto humano, reducido á materia inorgánica, que se afana en descubrir. Un acontecimiento inesperado viene á convertir sus sospechas en convicción inquebrantable. Boucher de Perthes es el que habla :
« Sentado, dice, una tarde de estío en la extremidad del barrio de Saint Gilíes, miraba atentamente hacia una cantera de arena, que se extendía sobre la derecha del camino real , cuando me asaltó la idea de que en aquellos bancos, correspondientes al terreno terciario, podían encontrarse silex trabajados por la mano del hombre.»
Esto ocurría en 1826. Desde esta fecha, el inspirado anticuario se dedicó á examinar cuantas piedras silíceas desenterraban las explotaciones de materiales de construcción emprendidas en la circunferencia de Abbeville, ó los desmontes verificados con cualquier motivo, no logrando descubrir ningún silex donde ostensiblemente pudieran hallarse señales del trabajo humano.
Firme en su propósito, continuó explorando, reconociendo y examinando cuanto pensaba que podía llevarle al resultado apetecido, hasta que, en ocasión de hallarse estudiando el banco nombrado del Hospital, situado no lejos de su morada, creyó reconocer en un silex de unos doce centímetros de longitud, los caracteres que tanto deseaba descubrir. Sometió la antigualla á la inspección de acreditados arqueólogos, pero ninguno quiso ver en la piedra otra cosa más que un guijarro descantillado , que no ofrecía otro accidente que no fuera el golpe de la herramienta del trabajador que lo habia extraído de la cantera. En vano Boucher de Perthes intentó probar que la fractura que el silex presentaba era antigua, y el terreno donde aquel yacía , vír-
gen; pues aun cuando no se negaba el hecho en s í , negábase que aquello fuera producto de la industria de un semejante nuestro. Lejos estaba Boucher de Perthes de desanimarse por los obstáculos que le salían al encuentro. Con la arraigada creencia de que la Geología habia de revelarle la existencia de lo que buscaba , parecíale imposible no encontrar, ya que no el mismo fósil del hombre , por lo menos el resultado de su actividad, en una palabra, sus obras.
No trascurrieron muchos dias sin que recogiese un segundo silex análogo al primero. Grande fué el placer que hubo de experimentar, extrayéndole del banco en que se hallaba incrustado, creyendo confiadamente que aquella nueva prueba haria salir á los críticos de la reserva y del indiferentismo en que parecían haberse encerrado ; mas fué grande su sorpresa, al notar que aquellos persistían en hacer alarde de una incredulidad desesperante , por lo fria y sistemática. Nuevos ejemplares de silex, trabajados por el hombre , fueron agregados á los ya recogidos; pasáronlos años, y Boucher de Perthes sintió crecer y arraigarse en su inteligencia la teoría que sustentaba , hasta que un dia fueron tan evidentes los testimonios que de la exactitud de aquella habia recogido, que ya no se dijo que las piedras no significaban lo que se pretendía, sino que aquello no podia s e r , ó que era falso. Boucher de Per thes , aleccionado por tan insidiosa conducta, recurrió á proveerse de documentos escritos, que en los casos necesarios justificaran la procedencia de las objetos que constituían sus razones ; pero antiguo y hondamente arraigado el error, no era fácil que tan pronto cediera el campo á la verdad.
En 1833 concibió el proyecto de publicar un libro, que llevaría por título La Industria primitiva , consa-
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grándose desde entonces á reunir y organizar los materiales que debían servir de base á su redacción. Dueño de una desahogada fortuna, le era fácil hacer los gastos que su empeño reclamaba.
A partir desde 183 5 , no se verificó en el distrito de Abbeville movimiento de tierra, por insignificante que fuese, del que Boucher de Perthes no tuviera noticia, disponiendo, siempre que lo creyó oportuno , los reconocimientos necesarios para encontrar los objetos que buscaba ó adquirir la certidumbre de que no existían.
En 1837, condensó sus ideas en un cuerpo de doctrina , escribiendo su obra de la Creación, ó sea Ensayo sobre el origen y progresión de los seres, donde contra lo dicho por Cuvier y otras eminencias, afirmaba la existencia del hombre antidiluviano, añadiendo que, tarde ó temprano, sus restos fósiles hablan de aparecer.
Publicó en 1846 otra obra, con el título de La Industria primitiva, que no produjo gran sensación en el público, y creyendo el autor que en ello debia de influir el título, lo cambió, adoptando definitivamente en 1847, el de Antigüedades celtas y antediluviales : la obra continuó sin circular por efecto de las circunstancias políticas en que la Francia se hallaba colocada, así como por el deseo de rectificar algunos dibujos; de suerte que el libro , tal como se conoce, no se puso en venta hasta principios de 1849.
Comprende este primer tomo los descubrimientos y exploraciones del autor, de i83y á 1846, y abarca 626 paginasen 4.°, con veintidós capítulos, á los que sigue un apéndice destinado á las notas y á la correspondencia. 80 láminas, con 1.600 figuras , ilustran el texto.
De 1847 á 1857 en que apareció el segundo volumen délas Antigüedades, grandes fueron las batallas que
hubo de dar Boucher de Perthes para sacar á salvo su doctrina.
Tenaces como eran sus antagonistas, él no desmayaba en su empresa. Hay hombres de naturaleza titánic a , que parecen hechos de una materia distinta de la que forma los cuerpos de los demás mortales. Esos hombres entablan un duelo á muerte con su siglo, con cuanto les rodea; ciencia , sociedad, preocupaciones, y á pesar de que todo conspira para ahogarlos , nuevos Prometeos, pelean impávidos , protestando contra la fuerza que los encadena á la roca de la injusticia, y creyendo siempre en el triunfo de sus nobles y generosos propósitos.
No estaba satisfecho Boucher de Perthes con las pruebas que de su teoría habia recogido en los campos de la Picardía, y de aquí el proponerse extender el círculo de sus tareas, para lo cual resolvió recorrer distintas comarcas del globo. Procuróse objetos prehistóricos procedentes de ambos hemisferios, y además, entre 1834 y 1856 visitó la Dinamarca , la Suecia y la Noruega, la Li tuania , Rusia, Polonia, Italia, Sicilia, Grecia, Turquía , las orillas del Mar Negro , las comarcas ribereñas del Danubio, hizo una excursión al Asia, otra al Norte de África, completando sus viajes con los de España é Inglaterra.
E l 23 de Mayo de 1863 , el obrero Nicolás Halatre, que trabajaba en la cantera de arena de Moulin Quignon, presentó á Boucher de Perthes una masa que contenia dos hachas en silex , halladas á 5,5o metros de profundidad. Más abajo decia existir, en el mismo horizonte, un objeto que creia ser una concha, pero habiéndose trasladado al sitio Boucher de Perthes , averiguó era un diente humano. Continuóse la exploración, y el 2 8 , el obrero Vasseur descubrió otro diente, y cerca de él,
223 casi tocando con un horizonte de creta, halló el mismo Boucher de Perthes, en unión con M. Oswald Dimpré, la célebre mandíbula humana, quehabiade ser ocasión de tan vivas discusiones entre los hombres de ciencia, y la cual se ofreció asociada á varias hachas de silex.
La noticia del descubrimiento atrajo á Abbeville multitud de curiosos de uno y otro lado del Canal de la Mancha. Comenzóse por recibir el hecho con desconfianza, pero no pudiéndose negar la autenticidad de la mandíbula por los muchos testigos que la certificaban, se dudó de las hachas, diciéndose que los obreros las habían fabricado. Pocos dias después, un sabio inglés escribía á Boucher de Perthes : « Creo en vuestro fósil, y os felicito de todo corazón por el descubrimiento; pero no os envanezcáis con que pasará fácilmente á Inglaterra : la ciencia puede admitir la antigüedad del hombre , pero nuestro público no quiere admitirla , y entre nosotros, el público tiene siempre razori, aunque sea contra la ciencia. Preparaos, pues , al combate.»
Con efecto, los periódicos ingleses dieron la señal de a larma, y pronto de todas partes se levantó un clamor general contra la pretendida mandíbula de Mou-lin Quignon.
Habían tomado los debates serias proporciones: ya no se trataba de un punto científico controvertible, sino de una cuestión de decoro nacional , pues la buena fe de los sabios franceses que afirmaron la autenticidad del hueso , se hallaba seriamente comprometida. Vista la gravedad del problema , se acordó sujetarlo al examen concienzudo de un jurado internacional, abriéndose una especie de información que habia de hacer la luz donde existían tinieblas para muchos.
E l q de Mayo de 1863 se constituyó, en el Museo de Historia Natural de Par ís , una asamblea de hombres
224 científicos, precediéndose desde luego al examen profundo de los caracteres, en virtud de los cuales los objetos del género de los que promovían las controversias, podían ser reconocidos como falsos.
Después de dos largas sesiones en las que se estudiaron las hachas de Maufort , Manchecourt y Saint Acheul , y de compararlas con las de Moulin Quignon, procedióse al examen de la mandíbula, terminándose la investigación sin que ninguna de las dos partes se proclamaran convencidas.
En este estado, y comprendiendo que era inútil continuar discutiendo sobre la mandíbula, se pensó en estudiar el sitio del descubrimiento. Acordóse así , sin que se trasmitiera aviso alguno á Abbeville , conservándose secreta la resolución entre las dos fracciones, y el presidente se trasladó á dicho punto, en la madrugada del dia siguiente, á fin de tomar las medidas necesarias para vigilar la cantera de Moulin Quignon , no obstante que ya una persona de toda confianza había ido á situarse en la localidad antes de que pudiese haber llegado la noticia á parte alguna. M. Milne-Edwards, acompañado de los Sres. de Quatrelages y Desnoyers , se personó á hora conveniente en casa de Boucher de Per-thes, con el fin de imponerle de lo que ocurría y de solicitar su concurso. Respondió el anciano al llamamiento, presentándose en la cantera acompañado del Sr . Dimpré, y una vez all í , los trabajos fueron organizados inmediatamente, ejerciéndose sobre los operarios una exquisita vigilancia. Comenzóse por levantar los restos que cubrían el frente de la explotación, dejando al descubierto la creta blanca sobre la que reposaba el gran depósito diluvial de Moulin Quignon. Estudióse después la posición de los lugares, á fin de formar juicio en orden á la facilidad con que se hubiera podido prac-
225 ticar el fraude que se suponía; resultando de todo, que las disposiciones del terreno y el modo de explotación, hacían casi improbable semejante superchería.
Observándose la sección vertical del banco, llamó la atención una particularidad, que era de mucha importancia. Aserrándose la mandíbula, se habia notado en el interior del canal de la arteria dentaria, un poco de arena azulada, que no podia provenir de la capa negra, y este detalle se estimó por algunos como un argumento poderoso contra la autenticidad del hueso, toda vez que en la cantera no existia ningún depósito con aquel carácter. Mas en el instante de inaugurarse la exploración, viéronse sobre la capa negra muchos lechos muy delgados de arena azulada, que á todos pareció idéntica á la que se observó en el interior de la mandíbula. L a capa gris se hallaba á algunos centímetros sobre el nivel en que la mandíbula habia sido recogida, y se concebía fácilmente, que si el hueso, después de haber reposado durante algún tiempo en el agua cargada de esta arena, habia estado expuesto á la acción de algún pequeño remolino, pudo ser enterrado á mayor profundidad en la arena negruzca subyacente. De este modo, la existencia de la arena azulada se convirtió en un poderoso argumento en pro de la autenticidad.
Continuándose la exploración, no tardó mucho en que se descubriese en su yacimiento, á una profundidad de más de cuatro metros , un silex tallado en forma de hacha, y antes de concluir el día descubriéronse varios. Reconocidos como auténticos , y comprobados que varios de ellos eran análogos á los presentados con la mandíbula, los que aún dudaban quedaron convencidos de su error, alejándose toda idea de fraude , y reconociendo todos de la manera más franca, que no les parecía que existia razón para poner en duda la autenti-
i5
226 cidad del descubrimiento hecho por Boucher de Perthes, de una mandíbula humana, en la parte inferior del gran depósito de zahorra, arcilla y guijarros de Mou-lin Quignon.
L a cuestión estaba resuelta; habíase hecho la luz, y la Arqueología prehistórica adquiría desde aquel momento carta de naturaleza en el mundo científico. El héroe de aquella jornada, el que habia promovido aquel nuevo triunfo de la verdad, era el modesto, el diligente y sabio Boucher de Perthes, cuyo nombre pasaría á la posteridad asociado á uno de los descubrimientos que más han de influir en la razón humana.
Cinco años después de este triunfo, bajaba al sepulcro, satisfecho de haber prestado un inmenso servicio á la humanidad , el anciano Boucher de Perthes , inscribiéndose su nombre desde aquel momento entre los de aquellas eminencias verdaderamente caras al género humano.
SIR JUAN LUBBOCK.
j l Nació este distinguido escritor de materias prehistóricas en Abril de i83-±, educándose en un colegio de la ciudad de Eíon. A la edad de catorce años comenzó á ayudar á su padre en los negocios de banca, en que se ocupaba , dedicándose también á los estudios científicos, motivando que en i85y se le nombrase miembro de la Sociedad Real de Londres. Fué elegido Presidente de la Sociedad Etnológica en 1863 , y de la Etnomológica en 1866. En Noviembre de 1865 se le designó como miembro del Senado de la Universidad de Londres, v en 1868 Presidente del Congreso prehistórico de Nor-wich.
De opiniones liberales, también ha representado á su país en la Cámara de los Comunes, y los servicios que ha prestado á la ciencia positiva con sus obras, son inmensos.
Afiliado hace tiempo entre los prehistóricos, visitó la Dinamarca con el propósito de adquirir los conocimientos que pedían sus aficiones. También estudió los museos de Dublin, Edimburgo, Stockolmo, Lund,
Flensburgo, Lausana, Basilea, Berna, París y Abbeville con el propio fin, emprendiendo la traducción déla obra de Nilson sobre los primeros habitantes de la E s -candinavia.
Tocante á los trabajos emanados de su pluma y de sus talentos, comenzó nuestro autor sus publicaciones con una serie de artículos sueltos, producto de sus viajes. Discutía en ellos los problemas más graves de la an-tropoarqueología, y viéndolos favorablemente acogidos por la opinion más ilustrada, después de recorrer los museos más célebres de Europa, como hemos dic h o , y de comunicar con los hombres más profundos en la materia, creyó llegada la hora de condensar aquellos elementos, escribiendo un libro donde apareciese tratada y expuesta la cuestión prehistórica desde nuevo é interesante punto de vista. Sir Carlos Lyell , fijándose en la Geología , habia probado en este terreno la evidencia del hombre fósil; tiempo era de abordar el problema, no solo con el criterio del anticuario, sino con el del etnógrafo. El Hombre prehistórico fué la consecuencia de este deseo. Sir Juan Lubbock, con esta producción, ha despejado muchas dudas, ha fortalecido gérmenes sin energía, ha abierto nuevos horizontes á la ciencia prehistórica, porque no solo recogió y estudió los documentos primitivos, que podían sancionar sus cláusulas, sino que hizo más. Dudábase, por ejemplo, de que fuera exacto lo que se decía en ordena las costumbres, usos y condición de los aborígenes de Europa: pues bien, Sir Juan Lubbock ha probado la realidad de lo antiguo por la evidencia de lo moderno, comparando la manera de ser de los hombres en los hasta hace poco ignorados ciclos de la época cuaternaria, con la de los salvajes que actualmente ocupan distintas regiones del globo; y como esta aproximación ha
22g justificado cuanto se decia, probando que el hotentote ó •el maorí de hoy, es el tipo del autóctono, que en el período diluvial habitaba la caverna ó el bosque, y no conocía otros útiles y armas que los de hueso, madera ó piedra; la arqueología prehistórica se ha visto colocada sobre el campo de la demostración más rigurosa, con grande gozo de sus mantenedores.
A su defensa escrita asocia Sir Juan Lubbock la defensa oratoria. En los debates que tuvieron lugar en Dundée, en Setiembre de 1868, con motivo de reunirse en su anual asamblea la Asociación Británica para la difusión de los conocimientos, Lubbock usó muchas veces de la palabra hablando del hombre fósil; y en la sesión del dia 11 leyó un notabilísimo discurso haciéndose cargo de las opiniones del Dr. Whately y de sus secuaces , quienes afirman que el hombre en su primitivo estado gozaba de un alto grado de cultura moral, habiendo descendido á la degradación del salvaje, á causa de la transgresión de las leyes de su naturaleza. Si es posible, añaden los que así discurren, que el hombre fuera más ignorante que actualmente en cuanto á las ciencias y artes, poseía, no obstante, cualidades mentales no inferiores á las nuestras, estimándose, por consecuencia, á los salvajes, como descendientes degenerados desús mayores. Lubbock, por el contrario, opina que el racional comenzó por ser un verdadero ignorante, y que la historia no ha sido más que un constante progreso hacia la civilización, aunque en determinados períodos las razas han permanecido estacionarias, si no retrocedieron en la via de sus adelantamientos. Mas no basta exponer esta idea, preciso era justificar su exactitud, lo cual hizo Lubbock apoyándose unas veces en la misma historia y en la arqueología, otras recurriendo á las ciencias naturales. Afirmaba el Dr. Whately que los hombres desde un
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principio fueron pastores y agricultores; Sir Juan L u b -bock estudia la actual situación de muchas tribus salvajes, y no halla rastros de lo uno ni de lo otro; pero faltaba examinar la misma cuestión durante la época prehistórica. Concrétase, pues, á la launa y á la flora fósil, y en los parajes especialmente habitados por los salva-ges, no descubre ni huesos de animales domésticos , ni tampoco plantas que denuncien el cultivo artificial de la mano humana. Tampoco se han hallado nunca instrumentos de metal en el suelo que habitan hoy tribus bárbaras aún extrañas al conocimiento ele la metalurgia; y como si estos argumentos no fueran bastante, recuerda Lubbock que en las sepulturas antiguas de la Australia, Nueva Zelandia y de las Islas de la Polinesia, no han aparecido restos de cerámica, los cuales son frecuentes en los enterramientos explorados en aquellos países donde la civilización se ha extendido hasta cubrir el suelo-con sus monumentos.
En resumen; la brillante peroración del erudito n a turalista ha sido motivo de nuevos triunfos para la an-tropoarqueología, mereciendo el orador que el honorable Sir Roderic.k Murchison, uno de los hombres más eminentes y sabios de la Gran Bre taña , al terminar aquél su discurso, lo proclamase, inspirándose en el voto general, como el jefe y el organizador de la escuela prehistórica de Inglaterra.
Los trabajos de Lubbock, apreciados dentro y fuera de su patria, sirven de apoyo á otros escritores no menos acreditados; Sir Carlos Lyel l , en el excelente libro titulado La antigüedad del Hombre probada por la Geología, cita más de una vez los escritos de Lubbock , en la -Natural History Repieip. Corren en el continente sus obras de mano en mano con el crédito merecido, y la que primero hemos analizado, ha sido traducida al fran-
23 l c é s p o r M . Eduardo Barbier. La traducción de Nilsson acaba de ser vertida ai mismo idioma por encargo del inteligente editor de París Mr . Reinwald. En España son perfectamente desconocidas estas producciones. Por esta razón, creemos un deber de patriotismo darlas á conocer, siquiera sea de un modo incompleto y defectuoso, á fin de poner de manifiesto la conveniencia de que sean traducidas á la hermosa lengua de Cervantes. Puede que nuestra excitación dé los resultados que apetecemos; pero de todos modos, no se dirá ya que no hubo entre nosotros quien haciendo justicia á los méritos de Sir Juan Lubbock, dejara de reconocer los grandes servicios que viene prestando á la verdadera causa del humano progreso y cié la más trascendental de todas las ciencias.
La última obra, titulada el Origen de la Civilización, justifica cuanto hemos dicho, y es un claro testimonio del ahinco é inteligencia con que nuestro amigo sostiene la doctrina prehistórica.
CARLOS VOGT.
~^|¿uién, por poco al corriente que se halle de los achaques prehistóricos , no habrá oido hablar de Carlos Vogt, del eminente naturalista cuyos profundos estudios anatómicos y cuyas atrevidas doctrinas embriológicas han promovido tantas controversias? ¿ Quién no tendrá noticia del ahinco, entusiasmo y hasta vehemencia con que defiende al hombre fósil?
No nos proponemos trazar su biografía, empeño que no cabria en reducidas páginas, sino apuntar algunos hechos que á ella se refieran.
Nació Vogt en Giessen, en 5 de Julio de 18 17 , siendo hijo de un honrado profesor de medicina y de la señora Tollerins , hermana de los hermanos Tollen, bien conocidos como poetas nacionales.
Comenzó Vogt á estudiar medicina en 1833, entrando luego en el laboratorio de Liebig , donde trabajó en unión de reputados químicos. E n 1835 vióse obligado á emigrar por sus opiniones políticas , grandemente radicales , trasladándose á R o m a , donde se entregó al estudio de la anatomía y de la fisiología.
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Recibióse de doctor en Medicina en 1839 , y marchó áNeufchatel á trabajar con los insignes Desor y Agassiz, explorando con ellos los glaciares alpestres, especialmente el memorable del Aar.
Escribió por aquel entonces notables trabajos sobre los peces, y en 1844 pasó á Par í s , donde fundó la sociedad Médica alemana, estrechando las relaciones con Milne-Edwards, Gaiatrefages, Gervais, Broca y otros sabios.
Recorrió en 1846 la Italia , y en 1847 fué nombrado profesor de Zoología de Giessen.
Elegido en 1848 diputado del Parlamento alemán y Comandante de la Guardia nacional, trasladóse á Stutt-gardt , siendo uno de los miembros de la regencia allí establecida , permaneciendo en su puesto hasta la disolución del Parlamento en Junio de 1849.
Fijóse en Suiza, y en i 8 5 2 fué nombrado para la cátedra de Geología de la universidad de Ginebra, que continua ocupando. Los suizos le han elegido para diferentes puestos políticos, pero Vogt ha renunciado á todos, dedicándose por completo á la ciencia.
Sus labores en este orden de hechos son inmensas. Aparte de los libros que ha publicado, Vogt pronuncia conferencias durante los veranos , en varias ciudades, eligiendo para su propaganda , ya las de Suiza, ya las de Bélgica ó Alemania.
Realizó en 1861 un gran viaje en los mares del Norte , recorriendo toda la Noruega y la Islandia; ha sido uno de los mantenedores más decididos de la doctrina prehistórica, y siempre figuró en los congresos consagrados á dilatarla y purificarla.
No hay cuestión de antropología en que Vogt no haya tomado parte, y las prensas de la Helvecia y de Alemania han lanzado al mundo por millares las copias
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de los folletos que ha escrito para popularizar los principios de la escuela que sostiene.
También colabora en varios periódicos diarios y revistas científicas, proponiéndose constantemente en sus escritos llevar á las inteligencias del lado de las ciencias positivas para apartarlas de la metafísica.
Sus Lecciones sobre el Hombre constituyen una obra clásica en esta clase de estudios, y sus manuales de Geología, Paleontología y Zoología, muestran la profundidad de sus conocimientos.
Campeón de una bandera que rompe abiertamente con todas las tradiciones, Vogt ha sido combatido por extremo, mas nadie le negará un talento de primer orden y una vocación científica puesta á prueba de toda clase de contratiempos.
WORSAE.
^ j a c i ó Juan Santiago Asmussen Worsae , presidente, como sabe el lector, del Congreso internacional prehistórico , cuyas sesiones hemos descrito en los primeros capítulos de este libro , en Veile , pequeña población de Jutlandia, en 14 de Marzo de 1821 .
Dedicáronle sus padres á la carrera eclesiástica , y con tal propósito comenzó sus estudios en el colegio de Hersen, terminándolos con aprovechamiento en la Escuela cívica de Copenhague por los años de 1836 á i838 .
No habia cumplido sus once años, cuando resolvió seguir distinta carrera que aquella para que le educaban. Disgustábale la Teología y el Derecho, mostrando, por el contrario, gran afición á los estudios históricos, que comenzó á cultivar con ahinco. Pensaba el joven estudiante que por este camino podia ser más útil á su patria, y con un celo que no amenguarían los años, hablaba de los antepasados del pueblo danés, recreándose
236 en ensalzar las hazañas de aquellos fieros normandos, que partiendo de los fyordos de la Fionía y de la Jut-landia, hacian sentir su influencia terrible hasta en las orillas del Betis y el Carona.
Ocupóse Worsae de 1838 á 1842 , en estudiar detenidamente las antigüedades del Museo Real, organizado y dirigido por el célebre T h o m s e n , y casi al mismo tiempo emprendió una serie de expediciones científico-arqueológicas en Dinamarca , Suecia y Noruega , recogiendo en ellas abundantes materiales, útiles en el estudio de la ciencia. Comprendiendo cuánto se adelanta con las comparaciones, visitó la Alemania en 1843 y de regreso á Copenhague en 1846, dio á luz un libro notable sobre las antigüedades de aquella región. Partió el mismo año para E s c o c i a , recorriendo el Reino Unido, buscando los vestigios que de su dominación ó paso dejaron los hombres del Norte (northmans)
No podian quedar sin recompensa sus servicios: Fué Worsae nombrado inspector y conservador de antigüedades , y luego en i85q profesor numerario del Museo arqueológico.
Sentía por este tiempo nuestro anticuario la necesidad de conocer los monumentos de la civilización latina. Abandonó con tal propósito su patria, trasladándose á Roma y Ñapóles, donde se detuvo el tiempo necesario para satisfacer sus deseos, permaneciendo también es Francia con la mira de estudiar las antigüedades céltica-y galaicas.
Datan sus más notables escritos de 1843 , publican dose en distintas Revistas científicas. En 1854 dio á luz sus Antigüedades del Norte , ilustrándolas con la descripción de los objetos más notables entre los infinitos que guarda el Museo de los Príncipes. Desarrollando la
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teoría de Thomsen sobre los tiempos prehistóricos, dirigida á clasificarlos en edades de piedra y de los metales ; Worsae adujo nuevas y poderosas razones para justificarla , consiguiendo el asentimiento de cuantos en el Norte se dedicaban a estas pesquisas.
Crecía por tal camino la reputación de Worsae; traducíanse sus escritos al alemán y al inglés , y su actividad , celo y competencia eran parte para que se le colocara al frente de todos los museos y monumentos nacionales de Dinamarca. Nombrósele á la vez consejero de la corona, porque entre los daneses los hombres de ciencia ocupan los primeros puestos y el talento es la más alta aristocracia; poniéndose también en sus manos las llaves del castillo de Rosemborg, distinción señaladísima, pues era el primer hombre civil á quien se encomendaba la custodia de aquella artística fortaleza, donde tantos tesoros se guardan para el historiador y el anticuario.
Como definitiva recompensa fué'elegido Worsae presidente de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte, corporación que goza de alto renombre en ambos mundos por sus singulares trabajos sobre las relaciones que en lo antiguo pudieron unirá ambos continentes y la primitiva literatura escandinava.
El presidir Worsae las sesiones de nuestro Congreso contribuyó grandemente al éxito de las tareas emprendidas por sus miembros. Goza el ilustre prehistórico grandes simpatías entre sus conciudadanos, y el deseo de complacerle y secundarle entró por mucho en la acogida que hubo de dispensarse á cuantos figurábamos en los escaños de aquella Asamblea.
Nutrido con una vasta erudición, Worsae es uno de los adalides más ilustres y decididos de la ciencia pre-
2 38 histórica , á la que ha prestado y presta señaladísimos servicios.
Simpático, de carácter suave y tolerante, conquístase el ajeno afecto; y los que esto escriben no pueden menos de recordar con gusto las deferencias de que le son deudores y el delicado interés con que siempre pro
curó facilitar la realización de sus propósitos. E l retrato que acompaña á esta biografía se publicó
hace poco en la notable Ilustración Española y Americana, cuyo propietario, Sr . D . Abelardo de Carlos, nos lo ha cedido con una galantería que le honra, y por lo cual no podemos menos de expresarle nuestra más profunda gratitud.
Nuestro gusto hubiera sido ilustrar las restantes biografías con los retratos de tan respetables autoridades científicas; pero renunciamos á esta idea por razones económicas fáciles de comprender.
CATÁLOGO
DE LA COLECCIÓN DE EJEMPLARES GEOI.ÓGICO-PALEONTCLÓGICO-
ARQUEOLÓGICOS , PROCEDENTES DE NUESTRO VIAJE QUE EXIS
TEN DEPOSITADOS EN EL MUSEO DE HISTORIA NATURAL.
Dos partes principales contiene este catálogo. Refiérese la primera á la colección de objetos de
Geología y Paleontología, que recogimos en los distintos distritos del Norte que visitamos. También comprende los que debimos á la liberalidad de nuestros amigos.
Cúmplenos llamar la atención de las personas inteligentes y amantes de este linaje de estudios, acerca de la colección de rocas procedentes de Suecia , donde están estas representadas por buen número de hermosos ejemplares, figurando algunos de señalado mérito.
Los materiales procedentes de Faxoe y Stevensklint, recogidos en su totalidad por nosotros, pueden facilitar por extremoel estudio de las cuestiones varias que han suscitado aquellos célebres horizontes.
Merece también mención especial la sección relativa á objetos paleontológicos. Los fósiles que en ella fi-
240 guran no se hallan en las colecciones nacionales, representando por consiguiente especial interés bajo el punto de vista de la enseñanza.
Tocante á la arqueología prehistórica, á que se refiere la segunda parte del catálogo, poco hemos de decir: basta la inspección de los artículos para que se alcance su importancia. Hemos tenido la fortuna de recoger y organizar una serie sistemática de útiles de piedra, donde se desarrolla la historia entera de esta industria. Desde el informe núcleo de silex, acusando las primeras tentativas de laboreo ejecutadas por el hombre , hasta el cuchillo de formas geométricas , determinando un grado de perfección que sorprende y recrea el ánimo; desde la punta de flecha hasta la gubia y el cincel, productos de una cultura más perfecta , hállanse en nuestra colección, admirablemente adaptada para el estudio y la enseñanza.
Compréndense en ella ejemplares rarísimos, que á ningún precio se hubieran obtenido, siendo donativo gracioso de eminentes protectores de estas pesquisas, que cediéndonoslos, mostraron su deseo de contribuir al logro de nuestros patrióticos fines.
Hemos escrito patrióticos con toda intención. El fin que nos propusimos en este viaje fué adquirir conocimientos que pudieran redundar en beneficio de nuestros conciudadanos. Con esta mira emprendimos las excursiones á que el texto se refiere; con este mismo afán formamos nuestras colecciones; y lo mismo recogiendo fósiles en Uddevala y F a x o e , que explorando el túmulo de Maribo ó removiendo los quioquenmodingos de Solager y Kattingevaert, siempre tuvimos presente á la juventud española, que Sabrá hacer justicia á nuestros conatos, si es que los materiales reunidos á costa de no pocos dispendios y fatigas, y que ahora vamos á deta-
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C O L E C C I Ó N
DE ROCAS Y FÓSILES PROCEDENTES DE LA ES CANDÍN A VI A,
BÉLGICA Y FRANCIA.
Sienita con feldespato rojo y anfibol negro, del canchal glacial cerca de O e m , Seelandia.
Roca de cuarzo de grano fino brillante, teñida por el hierro, cerca de Oem.
Sienita de feldespato rojo y anfibol verde, en principio de descomposición, id. id.
Roca de cuarzo sonrosado con algo de mica verde, dolmen de Oem.
Cuarcita manchada de rojo , id. Roca de cuarzo blanco y mica negra en canto errático del
dolmen de Oem. Petrosílex en canto errático pulimentado y estriado,
procedente del canchal, cerca del dolmen de Oem. Roca de cuarzo rojo, feldespato y mica verde oscura, de
estructura de gneis, de id. Cantitos de cuarcita teñidos de manganeso en la base
del canchal , de id. Roca cuarcítica, especie de arenisca de grano fino en
baldosas, para rellenar huecos en el dolmen de Oem. Roca de cuarzo, feldespato y anfibol, empleado en el pro
pio dolmen. 16
l lar , entran en su dominio, mediante la resolución más equitativa que respecto de ellos pueda adoptar el Estado.
GEOLOGÍA Y PALEONTOLOGÍA.
242 Tierra negruzca yacente en la cámara funeraria del
dolmen de Oem. Roca diorítica de grano fino, con alguna pirita de hier
ro, en canto errático en el canchal de Oem. Roca de cuarzo, feldespato y mica verde ó mejor anfibol,
y talco en fajas ó zonas, Goteburgo. Especie de granito anfibólico con el feldespato rojo, y es
te con mica y anfibol verde en pequeñas porciones, imitando al granito, de ídem.
Roca de feldespato r o j o , con vetas de anfibol verde y talco imitando al gneis, Goteburgo.
Roca de feldespato rojo y anfibol, idem. ídem id. imitando al gneis, idem. ídem id. con anfibol y feldespato blanco, idem. Cuarcita en canto errático, de la Isla de Laalandia. Roca de cuarzo y mica negra en canto errát ico, Soes
Mark, Laalandia. ídem con mica verde, imitando al gneis , id . , id. Roca de cuarzo sonrosado y mica negra en pequeñas
hojuelas, imitando al gneis, Soes Mark, Laalandia. Especie de roca de gneis con el feldespato rojo en canto
errático, del Cromlech de Soes Mark , en la isla de Laalandia.
Gneis con feldespato granoso, blanco y algo sonrosado y mica negra , de id.
Roca de feldespato rojo pálido, cuarzo y algo de anfibol en canto errático, de id.
ídem id. rojo más intenso, cuarzo y anfibol de estructura granítica, de id.
ídem de estructura aporfidada*, de id. Especie de arenisca algo feldespática, sonrosada en can
to errático, de idem. ídem id. de id. Dos cantos erráticos, feldespático el u n o , anfibólico el
243 o t r o , pulimentados y profundamente asurcados, procedentes de Soes Mark , Laalandia.
Granito anfibólico sonrosado, selva de Stonkor. Trapp de los alemanes , especie de basalto algo dolerí-
tico en canto errático, Gyorsly, Laalandia. Diorita con feldespato blanco, de id. Roca de cuarzo sonrosado y alguna venilla de anfibol,
imitando la estructura del gneis en canto errático, Gyorsly.
ídem id. en canto rodado, de id. Arenisca triásica con impresiones de Nilsonia, Hoer
(Suec ia ) . Nodulos arcilloso-calizos del terreno cuaternario de la
Escania. Pórfido feldespático rojo en canto errático, pulimentado
y estriado, Istad. Arenisca micácea de grano fino, pulimentada y estriada
por las nieves , Tejar de Nilson , Istad. Roca feldespática anfibólica en canto errático, asurcado
ó estriado y pulimentado, puerto de Istad. Roca feldespática pulida y estriada , puerto de Istad. ídem feldespática anfibólica , de id. Arenisca silícea muy dura, con notables surcos y puli
mento, de id. Arenisca verde (especie de glauconia) con gran número
de fósiles, al parecer terciarios, en cantos sueltos, encontrados en el canchal del puerto de Istad.
Arenisca formando lumaquela, de id. Arcilla arenosa, base de la formación de la turba de Istad. Turba de id. Troncos y fragmentos de diferentes árboles, encontrados
en la turba de Istad. Arenas de la costa del Báltico. Arena con turba de algas, del puerto de Istad.
244 Conchas del Báltico encontradas en las arenas de Istad. Turba de Oem. ídem de Al tona , Hamburgo. Cráneo de buey, astas y huesos de c iervo, cráneo de
perro , idem de cabra , mandíbulas de jabalí y otras piezas esqueléticas, procedentes de las turberas de Escania (Suecia).
Fragmento de fémur de hipopótamo de Aldene, cerca . de Minerva , departamento del Herault.
Roca de feldespato rojo y anfibol verde, de los montes frente á Kapellebaque, Uddevala.
Especie de sienita de grano muy fino y de aspecto agradable por el color sonrosado del feldespato; Uddevala, frente á Kapellebaque.
Id. id. de grano más basto, de id. Hiperita de id. Especie de sienita con feldespato ro jo , anfibol verde os
curo , mica y cuarzo, de id. Id. id. con una faja de grano más fino y cubos de pirita
de hierro hepática, de id. Especie de gneis con cristales sonrosados de feldespato
y mica verde oscura, al E . de Uddevala. Granito con una faja de grano basto y otra de elementos
casi imperceptibles, Uddevala. Especie de arenisca de grano fino, pulimentada, de id. Roca de feldespato y cuarzo de grano muy fino , dis
puestos en hojas , teñido en parte de verde por el ñique? afectando la forma romboidea; curiosísima roca , de id.
Especie de pizarra micácea verde con una capa ó laja de feldespato verde también, de id.
Especie de gneis con mica verde, feldespato rojo y cuarzo blanco, con pedazos sueltos y en relieve, del feldespato y cuarzo , de id.
245 Canto pulimentado de feldespato, con la base de dos Ba-
lanus adheridos á la superficie, Kapellebaque. Roca pulimentada y estriada, de id. Granito con feldespato ro jo , cuarzo gris, mica y anfibol
pulimentado, en id. Cuarcita, de id. Roca de feldespato y anfibol verde, de id. Pórfidos diversos de Elfdalen. Hiperita, id. Id. pulimentada , id. Magnetita de Danemora. Rubelita de id. Gneis y otras rocas , id. Diversas rocas de Gotlandia. Granito y gneis de Stockolmo. Grafito en el gneis, Norberg. Granito anfibólico con cuarzo azul, de Upsal. Pizarra arcillosa de Grytthytched. Id. talcosa, Latorp. Eulysita, Tunaberg. Kataspilita de Langbanshyan. Trapp de los suecos , Stockolmo. Id. de Sala . Hierro oligisto de Langbanshyan. Edelforsita, Edelfort. Salita de Sala. Geocronita de id. Variedades de Fahlunita, de Fahlun. Condroditas de Nya Kopparberget. Malocolita de id. Gadolinita de i d . , Itterby. Itriotantalita de id. Itriotantalita amarilla, de Itterby. Ortita de id.
246 Fergusonita de Itterby. Ortita de Noruega. Glaucodota de Hakansbode. Cobaltina de Tunaberg. Pyrosmalita de Nordmarken. Hedyfana de Langbanshyan. Schefferita de id. Dicroita de Tuedestrand. Granito con materia orgánica, de Grangesberget. Mosandrita de Brevik, Noruega. Radiolita ó Natrolita de id.
M A T E R I A L E S PROCEDENTES DE S T E Y E N S K L I N T Y F A X O E .
Caliza cretácea , algo celular y consistente de Gyorsly. Creta coralífera compacta, de la base de la.formacion de
Stevensklint. Creta de grano fino, parte superior, de id. Arcilla plástica, algo pizarrosa, en un pequeño banco
interpuesto entre la creta blanca superior y la inferior. Pedernal negro de diferentes formas, intercalado en la
creta superior. Caliza cretácea amarillenta, correspondiente al horizon
te de la pisolltica de Meudon, corona el terreno cretáceo de Stevensklint.
Caliza cretácea inferior con el molde interno de un equi-nodermo, muy curioso por presentar cristalizada la cal carbonatada en que se ha convertido el fósil.
Grupo de zoófitos de la creta inferior de Stevensklint. Cinco equinodermos de la creta de Stevensklint. Tres id. en el pedernal de id. Púa de erizo en el pedernal negro. Ostrea vesicularis en la creta superior.
247 Magas pumilus de la creta blanca de Stevensklint. Otros diversos fósiles en la creta inferior y superior de
la misma localidad, en el pedernal negro. Creta blanca coralífera, entre compacta y celular, de la
base del terreno cretáceo de Faxoe. Caliza amarillenta celular , formada de restos de zoófi
tos, parte superior del corte, de Faxoe. Caliza entre amarillenta y rojiza, especie de conglome
rado de zoófitos. Id. algo más compacta, formada también de zoófitos
pero más delicados. Id. entre celular y compacta blanca, algo gris y amari
llenta, con un fragmento de Nautilus y zoófitos. Nautilus Danicus, en una caliza entre celular y compac
ta, parte superior del corte. Nautilus Forschameri . Nautilus, sp. nova. Base del molde de una gr. pleurotomaria, no descri
ta aún. Molde de otra pleurotomaria más chica , también inde
terminada. Acteonina sp. nova , en la caliza coralífera. Molde de una Voluta en la caliza coralífera muy afine á
la de Maestricht. Molde de Oliva en id. id. Id. de otra id. en la caliza coralífera blanca. Molde de otra. Cyprina, especie inédita. Cyprina en la caliza coralífera de id. Venus , especie inédita. Venus , especie inédita en la coralífera blanca de id. Modiola, especie inédita de id. Ostrea vesicularis. Terebrátula en la caliza coralífera de Faxoe.
248 Terebra tula carnea, de Faxoe. Terebra tula, dos ó tres especies inéditas. Ffemicidaris en la caliza coralífera. Retepora en la caliza coralífera. Varios zoófitos de la caliza blanca y amarillenta de
Faxoe.
Brachiurus rugosus, Goldf de id.
M A T E R I A L E S PROCEDENTES DE L A S CAVERNAS B E L G A S .
GOYET.
Arcilla gris amarillenta , ocupando la parte más baja de la gruta de Goyet.
Arcilla amarillenta en un horizonte superior. Capa de estalacmita cubriendo el depósito anterior. Arcilla gris amarillenta con risclas. Segunda capa de estalacmita con caliza carbonífera. Dientes y huesos del Ursas spelcvus, del R e n o , Ca
ballo, etc.
TROU DE FRONTAL.
Conglomerado de cantos angulosos. Arcilla amarillenta sobre la capa de cantos rodados. Tierra amarillenta con chinas. Arcilla amarillenta con cantos angulosos y silex.
TROU DE NUTTONS.
Arcilla ro ja , bo l , de fractura brillante. Id. amarillenta con algo de manganeso. Arenas silíceas amarillentas muy finas, encima del depó
sito anterior.
249
NAULETTE.
Arcilla con algún pedazo de caliza, en la base de la caverna.
Primera capa de estalacmita, llevando algo de la capa anterior.
Arcilla gris amarillenta. Capa de estalacmita sobre la anterior. Arcilla con cantos angulosos. Restos fósiles y algún pedernal de la capa inferior. Pedazo de pizarra, con una ligerísima capa de estalac
mita formada en cuatro años.
TROU DE CHALEU.
Caliza carbonífera compacta. Arcilla , bol, amarillenta, en la base de la caverna. Chinas teñidas por el manganeso, intercaladas en la
anterior. Arcilla con cantos angulosos y silex.
MAGRITE.
Conglomerado de cantos angulosos. Diente de caballo.
CAVERNAS DE FRANCIA.
B I Z E , DEPARTAMENTO DEL HERAULT.
Cascos y cuchillos de pedernal. Fragmento de maxilar inferior de Ursits spelcens de la
gruta de S. Lorenzo.
25o Dos dientes caninos y un molar de Ursus spelcvus, de
la caverna de Dulford; Gard. Fragmento de cerámica y estalacmita del Trou de Kai-
serling.
M A T E R I A L E S DE T E R R E N O S DELGAS Y DE MONTPELLIER.
Caliza sonrosada con vetas de espato calizo, del terreno jurásico; Martinet , Montpellier.
Caliza compacta con planorbis rotundatus y lymneas; Martinet, id.
Conglomerado calizo cubriendo á la anterior; Martinet, Montpellier.
Caliza arenosa con turritelas; Cannelles , Mioceno. Margas amarillentas miocénicas ; Cannelles. Caliza de aspecto oolítico, de la formación miocena;
Montpellier. Id. marina con moldes de Cardium, Venus , e t c . , per
teneciente al plioceno; id. Id. algo cavernosa con pectén y otros fósiles de la caliza
llamada moellon (morrillo), id. Conglomerado calizo fosilífero del horizonte Bruselien
s e , campo de Marte al E . de Eterbek ; Bruselas. Fragmento de Nautilus Bourtinien la caliza de Eterbek. Arenisca cavernosa con ostreas y muchos fósiles del
piso Bruseliense; Eterbek. Id. compacto con agugeros de pholadas; id. Id. id. conanomiadel piso Lakeniense; Avenue Louise,
Bruselas. Arenas calizas, de id. Otras ferruginosas con cantos rodados; Avenue Louise. Cerithium; Bruselas. Pterodonta del piso Bruseliense; id.
2 5 l
Equinodermo del piso Lakeniense; Bruselas. Amonites; cuatro ó cinco especies, del gault de Ingla
terra. Hamites ; tres especies, de id. Belemnites minimus, de id. Nucula, de id. Inoceramus; dos especies, de id. Planorbis Bisqueti, Noullet; Montpellier. Charcarias, Raya y dientes de peces fósiles; id. Huevos de Tortuga; Mattells. Balanus; Cannelles, id. Anomia sinistrosa; id. Ostrea undata; Montpellier. Id. crassisima; id. P h i s a , Fondouce; id. Paludina; dos especies. Fondouce. Id. horizonte del Lygnus. Valmagne; id. Hel ix ; dos especies; id. Perna maxillata; id. Panopea de la caliza superior, de id. Cardium id. id. Venus de id. Lucina y muchos otros fósiles marinos de la caliza su
perior, de id. Lymmca longiscata; Montpellier. Planorbis y dos ó tres especies de paludinas, de la caliza
eocena de Póndres , departamento de Gard.
DE VARIOS PUNTOS.
Caliza fosilífera de Hannover , estación del ferro-carril. Arenas verdes del Gault, de Inglaterra.
252
PALEONTOLOGÍA.
Fósiles de Suecia y Noruega.
FAUNA PRIMORDIAL.
Centropleura Loveni , Angelíii. Agnostus glandiformis, Ang. Solenopleura holometopa, Ang. S . brachymetopa, Ang. Anomocare l imbatum, Ang. A. excavatum, Ang. A. aculeatum, Ang. A. difforme, Ang. Dolichometopus suecicus, Ang. Olenus truncatus, Brunnich. O . gibbosus, Wahlemberg. Peltura scarabocoides, Wahl. Parabolina spinulosa, Wahl. Leptoplastus stenotus, Ang. Eurycare comuricorne, Ang. Sphacrophthalmus alatus, Bocch. Agnostus pisiformis, Linneo. Orthis lenticularis.
SILÚRICO MEDIO.
Asaphus expansus, Dalman. Illaenus crassicauda, Dahn. Orthocerus commune, Hisinger. O. trochleare, His. O. centrale, His.
253
SILURICO SUPERIOR.
Calymmene tuberculata, Brunnich. Beyrichia tuberculata. Spirifera plicatella, Linneo. S. exporrecta, Wahl. S. elevata, Daini. S. crispa, His. Meristella didyma, Dalm. M. compressa, SOJP.
Merista tumida, Dalm. Spirigerina reticularis, L. S . marginalis , Dalm. S. prunum, His. Pentamerus conchidium, L. Rhynchonella borealis, Schlotheim. R. id., var diodonta, Dalm. R . Wilsoni , Sojperg. R. spherica, SOJP.
R . bidentata, His. R. cuneata, Dalm. R. bicarinata, Aug. Orthis elegantula, Dalm. O. crassa , Lindstroom. O. basalis , Dalm. O. Davidsoni, Venienti. O. biloba, L. Strophomena rhomboidalis, Wahl. Pterinea Danbgi, SOJP.
Lucina prisca, His. Heliolithes interstincta, Milne Edxpardsy Haime. H. Murchisoni, E. H. H. megastoma, E. H.
234
Propora tubulata, Lonsdale. Favosites gotlandica, L. F . Forbesi , E. H. F . Hesingen, E. H. F . cristata, Blum. Halysites escharoides, Lamarch. Coenites juniperinus, Eiclvvald. Cyatharonia Dalmani, E. H. Campophyllum Loveni, E. H. Omphyma turbinata, L. O. subturbinata, UOrbigny. Ptychophyllum patellatum, Sehlo. Palacocyclus porpita, L. Acervularia luxurians, Eie hip. Cystiphyllum cylindricum, Lonsd. Astylospongia praemorta, Goldfus. Stromatopora striatella, D'Orb.
ZONA DE AVICULA CONTORTA SEGUN HEBERT.
Ostrea Hisingeri, Nilsson. Avicula suecica, Hebert. Cypridina sp.
CRETA DE BELEMNITELLA MUCRONATA.
Policipes validus. Scalpellum maximum. Belemnitella mucronata, Bronquiart. B . subventricosa, Wahl. Dentalium Mosa; , Bronn. Terebratula minor, Nilss. T . s tr iata , Wahl. Magas costatus, Wahl.
255 Crania Ignabergensis, Rit\his. Ostrea diluviana, L. O. auricularis, Wahl. 0 . haliotoidea, Sotv. O. vesicularis, Lam. O. id. var. minor, Nilss. O. pusilla, Nilss. O. lunata , Nilss. Chama cornu arietis, Nilss. Ch. laciniata, Nilss. Pecten quinquecostatus, SOJV.
P. septemplicatus, Nilss. P. subaratus, Nilss. P. in versus, Nilss. Spondylus truncatus, Lam. (Nilss.J Lima pusilla , Nilss. Cidaris Wrighti , Hebert. Caratomus peltiformis, Wahl. Serpula sp.
CALIZA DE FAXOE Y DE SALTHOLM.
Dromia rugosa, Schol. Emarginula coralliorum, M. U. H. Cyprrea bullaria, Schei. C. spirata, Schei. Cardium crassum, M. U. H. Isocardia faxcensis , M. U. H. Ananchytes (conulum Goldf? ) Dolthea Isis, Steenstrup.
FAUNA GLACIAL.
Patella cocea, O. F. Muller.
256 Acmaea virginea, Mail. Puncturilla noachina, L. Dentalium abyssorum, Sars. Natica clausa, SOJV.
Scalarla Eschrichti , Midi. Trophon clathratus, L. Anomia ephippium, L. Pecten islandicus, Muli. P . septemradiatus , Muli. Mytilusedulis, L. Arca glacialis, Gray. Leda pernula, Muli. Yoldia antica, Gray. Mya truncata, L. Saxicava rugosa, L. Tellina lata, Gm. Pholas crispata, L. Balanus tintinnabulum, Lamh.
FAUNA POST G L A C i A L .
Aporrhais pes pelecanis, L. Litorina litorea, L. L. rudis , L. L . obtusata , L. Purpura lapillus , L. Nassa reticulata, L. Trochus cinerarius, L. Cerithium reticulatum , Da Costa. Patella vulgata, L. Emarginula reticulata, L. Ostrea edulis, L. Anomia striata, Loven. Pecten islandicus, Midi.
257
Colección de objetos procedentes de Suecia de las edades de piedra.
NÜMS.
1. Hacha de la segunda edad, sin concluir de pulimentar.
2. Hacha pulimentada. 3. ídem id. 4. Hacha sin concluir de pulimentar. 5. ídem id. 6 . Hacha pulimentada, de pedernal. 7. ídem id. 8 . ídem id. g . ídem id.
10. Hacha á medio pulimentar, en silex. 1 1 . Hacha pulimentada, id. 12. Hacha a medio pulimentar. 13. Hacha pulimentada. 14. ídem id.
l7
Nucula nucleus. Venus ovata , Pennant. Astarte semisulcata. A. corrugata. A. compressa. Cyprina islándica. Lucina borealis. Saxicava rugata, L. Tellina la ta , Gm. M y a trunca ta , E.
Total : 151 especies.
A R Q U E O L O G Í A P R E H I S T Ó R I C A .
15 . Hacha pulimentada. 16. ídem id. 17. ídem id. 18. ídem id. ig. ídem id. 20. ídem id. 2 1 . ídem id. 22. ídem id. 23. ídem id. 24. ídem id. 25. ídem id. 26. ídem id. 27. ídem id. 28. ídem id. 2g. ídem id. 30. ídem id. 3 1 . ídem id. 32. ídem id. 33. Cinceles en piedra silex. 34. ídem id. 35. ídem id. 36 . ídem id. 37. Puntas de lanza, de diversos tamaños. 38 . ídem id. 3g. ídem id. 40. ídem id. 41 . ídem id.
* 42. ídem id. 43 . ídem id. 44. ídem id. 45. ídem id. 46. ídem id. 47. ídem id. 48. ídem id.
25g
78. Hacha en silex, de la isla de Laalandia.
49. Punta de lanza. 50. ídem id. 51 . ídem id. 52. ídem id. 53. ídem id. 54. Cuchillo de piedra. 55. Fragmento de hacha en diorita. 56. ídem id. 57. ídem id. 58. Martillo en piedra (olivino). 59. ídem id. 60. ídem id. 61 . Cuchillo en piedra. 62. ídem id. 63 . ídem id. 64. ídem id. 65. ídem id. 66 . ídem id. 67. ídem id. 68. ídem id. 69. ídem id. 70. ídem id. 71 . Punta de flecha en id. 72. ídem id. 7 3 . ídem id. 74. ídem id. 7 5 . ídem id. 76. Núcleo de pedernal. 77. Fragmento de piedra, en forma de espátula, des
tinada á raspar pieles.
Objetos procedentes de Dinamarca.
2ÓO
79. Hacha en silex, de la isla de Laalandia. 80. ídem id. 8 1 . ídem id. 82. ídem deRoeskilda. 83 . Ídem id. 84. ídem id. 85. ídem id. 86. ídem id. 87. ídem id. 88. ídem id. 89. ídem id. 90. ídem id. 9 1 . ídem id. 92. ídem id. g3. ídem id. 94. ídem ici. 95. ídem id. 96. ídem id. 97. Martillo en diorita. 98. Ídem id. 99. Punta de lanza en pedernal.
100. ídem id. 1 0 1 . ídem id. 102 . Ídem id. 103 . Ídem id. 104. ídem id. 105 . Cuchillo en sílice. 106. ídem id. 107. Cincel de pedernal. 108. Martillo de diorita. 109. Cuchillo y puntas de lanza de la isla de Laalandia. 1 1 0 . ídem id. n i . ídem id. 1 1 2 . ídem id.
26l 1 1 3 . Cuchillo y puntas de lanza de la isla de Laalandia. 1 14. ídem id. 1 1 5 . ídem id. 1 16. ídem id. 1 17 . ídem id. 1 18. ídem id. 1 ig. ídem id. 120. ídem id. 12 1 . ídem id. 122. Núcleos tallados en sílice, isla de Anholt. 123. ídem id. 124. ídem id. 125. Útiles tallados, del mismo punto. 126. ídem id. 127. ídem id. 128. ídem id. i2g. ídem id. 130. ídem id. 13 1 . ídem id. 132. ídem id. 133. ídem id. 134. ídem de Helnass. 135. ídem id. 136. ídem id. 137. ídem id. 138- Serie de pequeños cuchillos de los dólmenes y tur
beras de Dinamarca , en silex, demostrando los diversos grados del pulimento.
i3g. ídem id. 140. ídem id. 141 . ídem id. 142. ídem id. 143. ídem id. 144. ídem id.
143.
i 4 6 . 147.
I 4 8 .
[49-:5o.
: 5 i .
:52.
53.
: 5 4 .
[55.
:56. 5 7-
:58. :5g. [60 .
[ 6 1 .
[62 .
[63. [64 .
[65. [66 .
[67.
[68 .
169.
[70.
[ 7 1 .
[72 .
[ 7 3 .
[74.
[ 7 5 .
176.
262
d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d. d.
aliados muy curiosos de Anholt. d. d.
Continua la serie de pequeños cuchillos de los dólmenes y turberas de Dinamarca, en silex, demostrando los diversos grados del pulimento,
ídem id. ídem id. ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem ídem Silex te ídem ídem
Núcleos en sílice del lago de Maribo. ídem id. Silex : hachas talladas de id. ídem id. ídem id. ídem id. ídem id.
2бЗ 177. Silex: hachas talladas de Maribo. 178. ídem id. 179. ídem id. 180. ídem id. 181 . ídem id. 182. Núcleos trabajados, de id. 183. ídem id. 184. ídem id. 185. ídem id. 186. ídem id. 187. ídem id. 188. ídem id. 189. ídem id. 190. ídem id. 191 . ídem de Dinamarca. 192. ídem id. 193. ídem id. 194. Cuchillos característicos de las islas del Báltico. 195. ídem id. 196. Silex tallados de Kattinguevaert. 197. ídem id. 198. Silex tallados, calcinados, delquioquenmodingode
Solager. 199. ídem id. 200. ídem id. 201 . ídem id. 202. ídem id. 203. ídem id. 204. ídem id. 205. ídem id. 206. ídem id. 207. ídem id. 208. Silex tallados de los quioquenmodingos. 209. ídem id.
264 210. Silex tallados de los quioquenmodingos. 2 1 1 . ídem id. 212 . ídem id. 213 . ídem id. 214. ídem id. 215. ídem id. 216. ídem id. 217. ídem id. 218. ídem id. 210. ídem id. 220. ídem id. 221. ídem id. 222. ídem id. 223. Piedra calcinada del quioquenmodingo de Solager. 224. Fragmentos de hachas pulimentadas. 225. ídem id. 226. ídem id. 227. ídem id. 228. ídem id. 229. Puntas de hachas de un dolmen. 230. Cuchillo fracturado, id. 231 . Fragmentos de hachas , id. 232. ídem id. 233. Silex del túmulo de Maribo (isla de Laalandia) . 234. ídem id. 235. ídem id. 236. ídem id. 237. ídem id. 238. ídem id. 23g. Cerámica de los quioquenmodingos. 240. ídem id. 241. Piedra calcinada de id. 242. Huesos de las turberas de Oem. 243. ídem id.
265
F I N .
244- Fragmentos de espadas (bronce). 245. ídem id.
Q U I O Q U E N M O D I N G O S .
Ejemplares de los quioquenmodingos de Katinge-waert y de Solager consistentes en tierra, muchas piedras de silex toscamente labradas, Ostreas comestibles valvas sueltas, id. de Mitilus, de Cardium edule, de Li-torinas, Hélices, Ciclostoma etc. ; huesos rotos de mamíferos, una piedra de hogar formada de granito alterado por el fuego etc.
Objetos originarios de Irlanda.
246. Cincel y cuchillos sílice procedentes del Condado de Autrim.
247. ídem id. 248. ídem id. 249. ídem id. 250. ídem id. 251. ídem id. 252. ídem id.
Objetos procedentes de Francia.
Colección de núcleos de pedernal del Gran Pres-signey.
INDICE. pag.
INTRODUCCIÓN v
I .
P r e l i m i n a r e s . — P r o g r a m a del Congreso internacional p r e histórico.—-Nuestra visita á P a r í s , Londres , Bruselas y Hamburgo .—Llegada á Copenhague .—Inaugurac ión de las s e s i o n e s . — D i s c u r s o del Presidente W o r s a c . — J u n t a d i r e c t i v a . — S a b i o s que tercian en los d e b a t e s . — D e tal les estadísticos 1
I I .
Ses iones del Congreso durante los dias 2 8 , 3 0 y 31 de Agosto. — Oscilaciones de la corteza terrestre . — Los elefantes de Dinamarca . — E x p e d i c i ó n al quioquenmodingo de S o l a g e r . - — E l canibal ismo en las edades p r e h i s t ó r i c a s . — L o s dólmenes de Weslergot land. — Los m o n u mentos megalíticos de Andalucía y los descubrimientos prehistóricos de la misma región.-—• Quioquenmodingos en Suab ia . — El hombre primitivo en el W u r t e m b e r g . Generalidades del S r . Schaf fhausen. — Lo prehistórico en la Valaquia 16
I I I .
Discusión sobre los quioquenmodingos y los d ó l m e n e s . — Primit iva inmigración en la Europa meridional y o c c i d e n t a l . — L o s asiáticos invadieron la Península Ibér ica por el Estrecho de Hércules . — Extendiéronse por las orillas occidentales del continente e u r o p e o . — P o b l a r o n
267 la Dinamarca . — Observaciones en las cavernas de B é l g i c a . — La cronología y los dólmenes . — Cavernas de la W e s t f a l i a . — M á s sobre antropofagia. — Hogares prehistóricos e n F r i s i a . — Fiesta en el coliseo de la Opera . .
IV.
Debates sobre las turberas de Dinamarca , S ue c ia y E s c o c i a . . — Su clasificación. — S u s productos p r e h i s t ó r i c o s . — Los quioquenmodingos de las cercanías de H y e r e s . — L a s edades de bronce y hierro en R u s i a . — D ó l m e n e s de la C r i m e a . — Esculturas en Westrogothia . — Su é p o c a . — Escultura en Rus ia .—El bronce en S u e c i a . — P r o y e c t o de clasificación de las cavernas . — L a Arqueología en P o l o n i a . — Ciudad lacustre . — Estudios prehistóricos en E s p a ñ a . — H i s t o r i a de los descubrimientos verificados desde 18 i í-. — Descripción de los túmulos y cavernas o s u a r i a s d e Valencia .—-Un caso de m i c r o c e f a l i a . — D i s cusión sobre el atavismo y el origen pitecoideo del homb r e . — La anatomía craneana de los e s c a n d i n a v o s . — L o prehistórico en Noruega
V.
Sesión de 3 do Se t iembre . — Representaciones h u m a n a s de la época del bronce sobre las rocas de Kivik. — Los Fenicios en el Norte .—Considerac iones generales sobre la edad del bronce . — La edad del hierro en Dinamarca . — L o prehistórico en el Norte del Delfinado y en las cercanías de León. — Palafitos de Saboya . — Palafitos de la Alemania del N o r t e . — L a edad del hierro en Moldav i a . — Clausura do las s e s i o n e s . — Fiestas y giras . . . .
VI.
La Sociedad Real de Anticuarios del Norte. — Museos de Antigüedades , Etnográf ico , Zoológico y de Antropología
268
Desde Istatd á S tockolmo.—Aspecto del país. — Acción de las n i e v e s . — S t o c k o l m o . — C o l e c c i ó n craneológica y e t nográfica de la F a c u l t a d ' d e M e d i c i n a . — M u s c o de A n t igüedades : preciosidades que en él so c o n s e r v a n . - — Academia de Ciencias. — Su Musco mineralógico y g e o l ó g i c o . — E j e m p l a r e s notabil ísimos. — Traba jos do X o r -denskyold ,
en Copenhague.—Museo de Antigüedades en Stockolmo. Museos municipales
VI I .
Monumentos m c g a l í l i c o s . - — T ú m u l o s . — C á m a r a de Oem, semejante á la de Castilleja de Guzman. — Dólmenes de Stendysses y Trol lesminde. — Piedras en la costa do Es-cania . — R u n a s
VIII .
Excursión geológica á F a x o e . — E l Sr . S k r a v c n i u s . — G v o r s l y . — L a creta de S t c v c n s k l i n t . — E l profesor I í c -b e r t . — H o r i z o n t e dánico de Faxoe
IX.
Excursión á la isla de L a a l a n d i a . — - G e o l o g í a . — P a l a f i t o s del lago Maribo.—Monumentos megalíticos de S o c s m a r k . — L a Selva s a g r a d a . — E x p l o r a c i ó n de un t ú m u l o . — Progresos agr í co las .—-La instrucción primaria
X .
Via je á S u e c i a . — M u s e o de Lund.—• Turbera de I s t a t d . — Su comarca
26q
X I I .
El Museo del Instituto tecnológico. — Expedición á K a r l -berg . — A U p s a l . — S u Universidad. — Recuerdos de L i n n e o . — C e n t r o español. — Vuelta á Stockolmo. — E s c u e l a s . — I n t e n t a m o s una expedición á Noruega. — Dificultades 1 3 8
X I I I .
Expedición á Uddevala y Goteburgo. — K a p e l l e b a q u e . —
Los fyordos 161
X I V .
R e g r e s o . — D e Goteburgo á Bruselas . — Visita al Museo de Historia Natural . — Terreno cuaternario y cavernas b e l gas .—Di luv ium del Sena y del Soma.—Museo de Namur. 1 7 7
X V .
S. German y Montpeller 2 1 0
APÉNDICE.
Santiago B o u c h e r de Per thes S i r Juan L u b b o c k Carlos Vogt 2 3 2 W o r s a e 2 3 o Catálogo de la colección de e jemplares geo lóg ico-pa leon-
tológico - arqueológicos , procedentes de nuestro v i a j e , que existen depositados en el Museo de Historia Natural . 2 3 9
V I Á C E C I E N T Í F I C O L á m f 2 ?
Vilanovii V Tubino
V I A G E C I E N T Í F I C O
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V I A G E C I E N T Í F I C O
V I A G E C I E N T Í F I C O . íAmf^
CAM AI;Л DI'. O КМ .
Vil;uiov,'i у 'l'ubino
V I A G E C I E N T Í F I C O
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Di o r i t ti .
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