arifina

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"Tuve en las manos este relato de misterios"

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arifina

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Christian KentARIFINA

Okára Japu Editores

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Kent, Christian

Arifina – 1 ª ed. – Asunción, Paraguay

Okára Japu, 2014.

54 pp. ; 14,8 x 21 ,60 cm.

Idea y Fotografía de Tapa: Laura Mandelik

Esta licencia permite copiar, distribuir, exhibir e interpretar este texto.

Siempre que se cumplan las siguientes condiciones:

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o distribución del texto.

- Se podría prescindir de cualquiera de estas condiciones si se obtiene el permiso

expreso del autor/a.

Este libro tiene una licencia Yvyporã Commons Atribution- NonDerivs-NonCommercial.

© 2014, Christian Kent

© 2014, de la edición, Okara Japu Editores

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A la memoria de Arifina

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¿Sabés?He roto el espejo.-¿Ycómo lo has roto? ¡Alguna desgracia!

- Yo no sé como ha sido, de veras. . .

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I

En edad previa a los primerospuñetazos

se despierta el predador en lacriatura.

Ante los primeros efluvios desangre

en la oscuridad de la nariz.

Mitad en sombra, mitad en luz.

No supo de donde le veníanlos tongos.

Segundo en pie, segundoorbitando geometrías.

Así ocurría lo inmediato:el ídolo de piedra

parado frente al sol,en el suelo el santo

precoz derrotado.

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Sin conocer el mar se pliega alartificio de las caracolas,

música agustiniana de loscrustáceos

o primeros derramamientos desangre.

Previo todavía a la nostalgia,a la ciudad lejana, a la poesía

de los lares,a los paraísos del lenguaje un

soco en el hocicoiluminó el pasado natal.

A puño y letra el niño se hizohembra:

“Vuelvo a mirarte”, dijo,“con la boca que abroentre las piernas”.

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Mis padres, mis hermanos y yoatravesábamos elChaco en unavieja Bandeirante cuandocomenzaron a poseermeintensos calambres estomacales.

Tenía yo cuando eso, cumplidoslos tres años, un objeto queamaba más que todas las otrascosas delmundo: una jarrolata.

Bajamos todos de la camionetay llevamos a cabo al costado dela ruta un extraño ritual paraliberar a la bestia atascada enmis intestinos.

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Mi padre tuvo que inmolar enel fuego mi amada posesión quevi chamuscarse con lágrimas,para tener un poco de aguacaliente y así ablandar a losdemonios.

Bajo esa esfera roja, planetaria,que solamente se ve en el cielodelChaco, celebramos la caídadelmonstruo y seguimoscamino sin la jarrolata.

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II

Que le cayeran pandorgasadormecidas en día sin viento.

O de pronto sintiera crecerlela camisa de nortes y se le fuerade las manos donde ya ni azules.

Diera igual si fuesen cintospaternoso zapatillas de madre en lasnalgasemblanquecidas de ternura.

Mientras llegara latarde de los músculos.

De los puños como halleys quedejan en la noche adolescenteel manto de amor mortificado.

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“Amorcito”, dice en secretocuando los hilos se holganen los funerales del aire.

“Amorcito traele el truenoa tu yegua, la espuela dolorosa.Montale a tu yeguitahuracanada”.

Verás que se ríen satisfechos,que de tus brazos cuelgantodas las hembras.

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III

Cuidado.Estás en tierra de los aguará.Cómo ríen.Cómo erizan los pelos.

Ya no corrés.

Caminás firme en coincidenciacon los zapatos de tu sombra.

Firme en tu mano el arma.

Tratás de evitar la construccióndel relato de misteriomientras te rodean con elhocico supurado de espuma.

“¡Sos vos yegua de losrelámpagos!”.“¡Sos vos esqueleto de labruma!”

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Tu silueta se sobreponea las nieblaspara verte disparar:¡bang, bang!

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IV

Le sentenciaron a la sombra decada cosa:

Toma las puntas de la sombradel mantel que se llena en lassombras del aire y caelentamente sobre la sombrade la mesa.

Dispone la sombra de los platosy la sombra de las copas y de loscubiertos y enciende la sombrade las velas.

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Su propia sombra ocupa la sombrade una silla y come con la sombrade la mano la sombra de la patadel pollo.

Frente a la sombra del otroservicio lo acompaña la sombrade una ausencia.

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También quedaron en la rutadelChaco un par de maletasque viajaban en el techo de lacamioneta. Madre no habló elresto del viaje. Fue su castigodespués de hacernos retrocedercientos de kilómetros en vano.Nombró cada ropa, cada libro,cada maquillaje maldiciendo.

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V

Cada palabra en tu libroes una piedra en la ventana.

Agudísimas lanzas escribiendotu imagen a saltos.

Hemos llegado al doce.

El capítulo anterior es eldescenso a los infiernos:

el lugar que siemprehemos querido:

paolo y vos francescaen el incendio de mi puño.

Pero luego el doce es todo mío,te hurto la boca para rehacer

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cada esquirla de tu regresoa la superficie.No mires atrásy te das la vuelta:

bajo tu lengualas semillas de granada:

y cada inviernoregresamosal capítuloanterior.

¿Te acordás de lapelícula?

Esabella mujer

de gran nariz:

“Je suis la mort de Orfeu”

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VI

Una voz azul y las notas másagudas de un viejo pianollegan débiles hasta el bañodel bar donde se arreglala peluca y se pone un pocomás de rouge en los labios.

“The other woman”, de NinaSimone.

La moza, una preciosanigeriana de cuello largoy piel de ébano atraviesa elsalón con una bandejarepleta de martinisy manijas de cerveza.

Se abre la puerta.Lo vemos entrar soplándose lasmanos de frío.

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Al mismo tiempo ella sale del baño.De la cartera saca una pistolaautomática que descarga en el pechodel hombre.

La música no ha parado.Ahora suena “You can have him”.La escobilla se arrastra sobre la cajacon tristeza.

“. . . because he's notthe man for me.Then I close the window,while he sadly sleeps”

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VII

¡Qué alivio la entraña de la tierra!¡El vientre oscuro del gusano!

Todo se aúna en la nochesubterránea:raíces, piedras, filósofos,historiadores,mendigos y presidentes.

Sorprendida por el solabriré pablopalacio en miregazo como una herida.

Pensaré en las raíces quese cortan al filo de la palay en los altos negocios dormidos.

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VIII

Cumplida la sentenciajuntaremos

caracoles en la playa.

Ya no tendremosque dormir

en sillones de amigosni pensar

que las luces vienena encerrarnos.

Seremos uno vos y yo.

Hombre y hembra,nadando, cogiendo,

con arenaen la bombacha

y en los caracolesulises atado al barco.

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Plantaremos un árbolen el lugar del hijo.

Comeremos sus frutosimpunes.

Sentada en el bañousarás mi mano

para tocarme y ya nosabremos

el límite entre nosotros.

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IX

A punto de cerrarse el ascensor“podemos usar otras máscaras”te digo y se cierra.

Vuelves al departamentoy descuelgas todas: el loro,aquella con nariz de pija,la de boca grande y trágica.

Te ponés una a una y cada vezque se abre la puerta del ascensorsigo ahi con el corazón sorprendido.

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X

Angulosos cristales.Girones brillantes.Agudísimas lanzas.

La novela comienza con espejoroto o con

mariquita bajo lluvia de socosescolares.

Cuenta que cayó en el corredor.Que el espejo estalla sin aparentemotivo:“se le resbala de la mano”

dice el lector,el narrador omite la causa.

El otro caso es un hitoen la fábula:

llegar a casa, correr a la pieza,lavar la sangre en el baño.

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En el capítulo quince seencuentran los dosposibles comienzos:espejo y tortura.

Se incorporan los cristales en laforma de un

hombre rudimentario y bebe lasangre que

emana de sus fragmentos.

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XI

Tarde para el colegiobajó del colectivofrente al hipódromo.

Tenía aún monedasy en la pizarra de apuestasbrilló sobre otros el nombrede la yegua: Arifina.

Apostó lo que teníay desde la platea se quedóviendo el óvalo sin esperanzas.

El disparo desatóuna confusión demúsculos y brillantes pelajes.

Pequeños arlequinesavivando la estampidade las bestias.No supo cual era su favorita.

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Sólo después le dijeron que fuela última

y bajó a verla a los establos.

Le silbaba un hombre para queorine,

agitada aún y toda húmeda porlos esfuerzos

de una impecable derrota.

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XII

Tuve en las manos este relatode misterio.

Al abrirlas salió volando enbandada

de poemas.

Silbado en la manzana oscurade la casa

según las excreciones solares dearifina.

Sometido por la meada delídolo escolar.

Rojo de presentimientos seescribe

a sí mismo.

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El cuello del water

Troquelado interrogante elanglo trono de la meditación

y fecales asuntos.

Ha visto bajar del cerro el ángely un congreso de túnicas y diosmismo con el trueno

en la mano.

Roja la cara de presentimientosexcrementamos cada uno sucalabrino aporte a la

compilación de la vida

Cada uno espía a través del ojocrítico el misterio de su reflejo

en el agua.

Tronamos, llovemos,granizamos como tormentas.

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XIII

Como naves cobrizas cayeronlas balas de laruleta a su panza.

Jonás mira con asombro losrosados astroslatir por encima.

Marcopolo en el borde delmundo brillándoleabisales apéndices.

Ulises doblemente humilladopor el silenciode las sirenas.

Un perro navega una puerta.

Argonautas como insectospegados a losfluorescentes

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¡Allá va Huck Finn bajandoel Mississippi con el negroJim de oblicua sabiduría!

Narciso se hunde en su reflejo.

Las balas vuelven a la ruleta que giracomo eltimón de un barco.

Clic, se detiene aescuchar la cigarras.

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Viajaba en el techo de lacamioneta una maletaceleste con las materiaspreciadas de mamá.

¡Sólo cosas! Quería convencerlepapá, pero era más que eso.

Era pertenencia y era tambiénmemoria y afecto y eran sustejidos a medio hacer y losperfumes y los vestidos y era todala vida doblada con paciencia.

Volvimos un par de horas sobrenuestras huellas pero no huboseñal de la maleta.

Preguntamos a un indio alcostado de la ruta, nos respondiócon un silencio más grande quetodo elChaco.

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Madre colmaba el aire conimprecaciones.¡Me robaron todo!

Era la culpa de padre que no atóbien las piolas como lo haría unhombre de verdad.

Ahora, en un puebloimaginario, sus habitantes serepartían un botín de valorincalculable.Un alma quedó atrapada en unespejo de mano.El colorete los hizo más terriblesen la guerra.En las manos del cacique y delxamán el secador de peloconvoca aún las fuerzasdel rayo y del trueno.

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XIV

Viento sur entró por laventana.

Llegó, en apariencia, a darseplenamente.

A llenar los espacios que no llenanlas cosas

ni los hombres.

Bajó la cabeza y pasó bajo lastelarañas.

Saludó a los fantasmas que secuelan entre

nuestras piernas.

Parecía tan generoso ydesinteresado.

Un “gentleman” que saca abailar a las cortinas.

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Pero luego silbó y aulló y saltópor la misma

ventana con tu corazónen la mano.

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XV

La claridad del último sueñodeslumbra

la memoria de reciéndespierta,

ambos pies unísonos enel suelo.

Todavía su lengua se hallaoscura para

decir aquellos riscos oaquella

sombra erguida contrael viento.

Aunque no se haya cerrado deltodo

la puerta y de esemundo entren

a la pieza retazos de loindecible.

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Hay un hombre que quieretomar una foto de un faropero la piedra se mueve con el mary la foto se hace imposible.

La señora de la limpiezasorprende a un jovencitomontando a la yegua de losrelámpagos.

Se visten de prisa.

El agua sube y ya no sedistingue un camino deregreso.

Se mueve un conjuntode pies en la ciudadde las medusas.

Hay una bruma eléctricade donde se desprendeuna oscuridad sinnombre.

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Nos hemos hecho bárbarosde nuevo, para vencereste reflejo

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INDICE

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ARFINA

I. En edad previa a los primeros puñetazos 12

Mis padres mis hermanos y yo 14

II. Que le cayeran pandorgas 16

III. Estás en la tierra de los aguara 18

IV. Le sentenciaron a la sombra 20

También quedaron en la ruta del Chaco 23

V. Cada palabra en tu libro 24

VI. Una voz azul 26

VII. ¡Que alivio la entraña de la tierra! 28

VIII. Cumplida la sentencia 29

IX. A punto de cerrarse el ascensor 31

X. Angulosos cristales 32

XI. Tarde para el colegio 34

XII. Tuve en las manos este relato 36

El cuelo del water 37

XIII. Como nabes cobrizas 38

Viajaba en el techo de la camioneta 40

XIV. Viento sur entró por la ventana 42

XV. La claridad del último sueño 44

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No se ha comenzado

a imprimir en 2014,

por respeto a los árboles

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Okára Japu Editores