arqueologia historica y sociedad moderna

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  • Gabinete de Arqueologa / 1

    Director General Dr. Eusebio Leal SpenglerDireccin Editorial Roger Arrazcaeta DelgadoEdicin Lic. Vitalina AlfonsoComit Editorial Antonio Quevedo Herrero,Carlos A. Hernndez Oliva, Ival Rodrguez Gil,Lisette Roura lvarez, Lic. Carmen LezcanoMontes, Lic. Rebecca O. Linsuan, DanielVasconcellos Portuondo y Osvaldo JimnezVzquezConsejo Cientfico Dr. Eusebio Leal Spengler,MSc. Csar Garca del Pino, Lic. Raida MaraSurez Portal, Dra. Lourdes DomnguezGonzlez, Dr. Gabino La Rosa Corzo, Dr. LuisGuillermo Lumbreras, Dra. Raquel CarrerasRivery, Dr. Daniel Schvelzon, MSc. AlfredoRankin Santander, MSc. Roberto ValcrcelRojas y Lic. Iosvany Hernndez MoraAsesora Lic. Pedro Juan Rodrguez y Lic. JulietBarclayTraduccin Ral Mesa MoralesDiseo D.I. Themis Garca OjedaFotografa Francisco Navarrete Quionez y Lic.Nstor Mart DelgadoColaboradora Alina L. Velsquez Margenda

    Los autores de los artculos asumen laresponsabilidad de sus criterios

    Correspondencia y canjeGabinete de Arqueologa, Oficina del Historiadorde la Ciudad de La Habana, Tacn no.12, entreOReilly y Empedrado, La Habana Vieja, CdigoPostal 10 100, Ciudad de La Habana, CubaE-MAIL [email protected] [email protected] es una publicacin del Gabinete deArqueologa de la Oficina del Historiador de laCiudad de La Habana

    Imagen de la cubierta: Fotografamicroscpica de un fragmento de maylicamexicana. Tambin aparecen una imagen demicroscopa electrnica de fibras de maderacon sales de sulfato cristalizadas, del sitioarqueolgico de Buchillones, as como deexcavaciones en el Cafetal del Padre y otro sitiode La Habana Vieja, sito en la calle ObrapaNo. 163.

    ISSN: 1680 7693

    l Gabinete de Arqueologa de la Oficina del Historiadordedica este nmero del boletn a la memoria deldestacado historiador y arquelogo Leandro S.

    Romero Estbanez, recientemente fallecido. Fue esteacucioso investigador el primer director del Gabinete y sufundador, junto al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador dela Ciudad de La Habana.

    Los discpulos y colaboradores, as como otros estudiososque lo conocieron, recuerdan de l su erudicin y meti-culosidad en la indagacin de la historia habanera. Noolvidarn su legado de maestro as como sus aportes a laArqueologa Histrica de Cuba, reflejados en diversosartculos cientficos y en un conocido libro, fruto de dosdcadas de labor arqueolgica: La Habana arqueolgica y otrosensayos.

    Tambin queremos honrar en este boletn al eminentearquelogo norteamericano Irving B. Rouse, nacido en 1913y fallecido en el presente ao. El mismo llev a cabo estudiosde Arqueologa Prehistrica en Cuba y en otros pasesantillanos. Su destacada carrera y propuestas cientficasejercieron gran influencia en las ideas y enfoques sobre laprehistoria caribea, dejando una vasta obra que comprendenumerosos libros y artculos de la especialidad.

    Por otra parte, este nuevo nmero del boletn patentiza elinters que est alcanzando la investigacin arqueolgicaen Cuba, expresada aqu en variedad temtica, exhaus-tividad de los artculos, y activa incorporacin de ella a otrasdisciplinas cientficas combinadas.

    El boletn no. 4 sale a la luz con ms pginas e incorpora laseccin llamada Retrospectiva, la cual reserva en prximasentregas relevantes artculos e imgenes de la historia de laArqueologa cubana.

    Antes de finalizar, el Director y el Comit Editorial de estapublicacin desean notificar la incorporacin a su ConsejoCientfico de los reconocidos arquelogos Dr. Luis GuillermoLumbreras, de Per y Daniel Schvelzon, de Argentina,quienes junto a los miembros actuales nos prestigian con susobresaliente trayectoria cientfica.

    Director Editorial

  • 2 / Gabinete de Arqueologa

    Investigando la vida del esclavo en el Cafetaldel Padre / Theresa Ann Singleton / 4

    Consideraciones adicionales a la clasificacinde cermica colonial en antrosoles habaneros /Roger Arrazcaeta Delgado, Carlos A. HernndezOliva, Romn Padilla lvarez, Ronald L. Bishop,Jim Blackmann, Pierre Van Espen y Olivier Schalm/ 14

    Prospeccin arqueolgica subacutica en elnoreste de La Habana (II Parte) / Rubn Be-rrayarza, Freddy Navarro, Ted Hill y Craig Willians/ 29

    Intervencin arqueolgica en la casa de losMarqueses de Arcos / Carlos A. Hernndez Olivay Lisette Roura lvarez / 36

    La subsistencia del cimarrn: estudio arqueo-lgico/ Gabino La Rosa Corzo / 45

    Cermica de cimarrones. Un estudio preliminaren los sitios de cimarrones de la regin de Pinardel Ro / Mara Rosa Gonzlez Snchez / 55

    Salvar las maderas de Buchillones: un reto parala conservacin / Raquel Carreras Rivery / 60

    Reflexiones en torno al arte rupestre de Puntadel Este (Isla de la Juventud). Su estado actual/ Ulises M. Gonzlez Herrera / 64

    La hipoplasia del esmalte. Un indicador delestado nutricional en el sitio arqueolgico Ba-curanao / Carlos R. Gallego Rodrguez / 69

    La Cueva del Infierno: tafonoma de un sitioarqueolgico del arcaico de Cuba / OsvaldoJimnez Vzquez / 73

    Estilos pictogrficos en Cuba: dificultades yproblemas terico-metodolgicos / DivaldoGutirrez Calvache y Racso Fernndez Ortega/ 88

    ContenidoARQUEOLOGA

    Arqueologa Histrica y sociedad moderna enLatinoamrica / Mara Ximena Senatore y AndrsZarankin / 104

    Patrimonio y Arqueologa Histrica. Re-flexiones desde una epistemologa antro-polgica / Iosvany Hernndez Mora / 112

    De la cancin aborigen a la cancin cubana.Su identidad / Giselda Hernndez Ramrez yGerardo Izquierdo Daz / 99

    PENSAMIENTO arqueolgico

    RETROSPECTIVA

    HISTORIA

    Marcas de tejas de la poca colonial en Cuba /Eladio Elso Alonso / 119

    1698: El naufragio de la Almiranta NuestraSeora de las Mercedes / Alessandro LpezPrez y Csar Garca del Pino / 122

    Aproximaciones al primitivo emplazamiento deSan Cristbal de La Habana / Ovidio J. OrtegaPereyra / 128

    Sobre la fundacin de la villa de San Cristbalde La Habana en el Puerto de Carenas / Sal-vador Larra Guedes / 135

    Algunas consideraciones sobre el desarrollourbano de Bejucal en el siglo XVIII / Dania LunarJimnez / 140

    La investigacin histrica en el proceso derecuperacin y conservacin del Castillode San Severino / Tamara Blanes Martn / 148

    Fortificaciones de La Habana colonial: el cam-po atrincherado de La Cabaa, 1898 / Jess I.

  • Gabinete de Arqueologa / 3

    CATLOGO HABANERO

    PERSONALIDADES

    NUESTRA COLECCIN

    BIBLIOTECA

    Sandra Pez Rosabal / 181

    Antonio Nez Jimnez: algunas facetas desu labor cientfica / Luigi Hernndez Marrero/ 183

    Pendientes de perros y focas de los agroalfarerosde La Espaola / Osvaldo Jimnez Vzquez y RogerArrazcaeta Delgado / 189

    Tatiana Guerra Hernndez / 194

    Surez Fernndez, Luis A. Francs Santana yMnica Pava Prez / 156

    Los centros histricos de Cartagena de Indiasy La Habana. Dos hitos del patrimonio colonialespaol en el Caribe / Nelson Melero Lazo / 164

    PINTURA MURAL

    Apuntes y reflexiones sobre la pintura muralcolonial en la villa de San Cristbal de LaHabana / Elisa Serrano Gonzlez / 173

    BREVES del boletn

    La informtica en la documentacin de tra-bajos de investigacin y restauracin / SandraPez Rosabal / 195

    Obispo # 117-119, futuro museo de la pinturamural / Yanira Arteaga Romero y Aida C. NezMiranda / 195

    Sobre el ingenio y cafetal San Gabriel deLombillo / Javier Rivera / 196

    Qu uso tuvo? / Lester Puntonet Toledo / 197

    Ecos de un convento / Karen Mah Lugo Romeray Sonia Menndez Castro / 198

    Puerto Prncipe en el Chorrito. Continuacinde una investigacin inconclusa / IosvanyHernndez Mora / 199

    Hallazgos arqueolgicos en la iglesia de la OrdenTercera de San Francisco de Ass / Ernesto AcuaRico, Julio Arenas Laserna y Eduardo Martell Ruiz/ 200

    Estudio mitolgico y analtico de un ser Aruacoen cermica / Adrin lvarez Chvez / 201

    Exploraciones arqueolgicas en Jardines delRey / Jorge Calvera Ross, Roberto ValcrcelRojas, Jago Cooper y Odalys Brito Martnez / 203

    Castillo de La Real Fuerza: nuevos aportes /Luis A. Francs Santana, Fidel Navarrete Quionesy ngel A. Rodrguez Bello / 204

    Obituario / Daniel E. Vasconcellos Portuondo / 205

    DE LOS AUTORES / 206

    Normas editoriales / 209

  • 4 / Gabinete de Arqueologa

    Investigando la vida del esclavoen el Cafetal del PadrePor: Theresa Ann SingletonTraduccin: Lisette Roura lvarezCorreccin tcnica: Roger Arrazcaeta Delgado y Ral Mesa Morales

    Este artculo se propone exponer losresultados de cinco campaas arqueolgicasen el Cafetal del Padre, cuyo nombre originalfue Santa Ana de Viajacas, ubicado en elmunicipio habanero de Madruga.Mediante el estudio de los documentos y lasevidencias arqueolgicas, establezco unacercamiento, fundamentalmente, a la vida delos esclavos de esta plantacin cafetalera,quienes encontraron las vas para suplir lasexiguas raciones alimenticias. Tambin atravs de las actividades recreativas yreligiosas crearon un mundo que les permitaalejarse de la opresin diaria de la esclavitud,al participar en la economa interna comoproductores y consumidores de acuerdo consus posibilidades.

    Resumen

    Abstract

    The purpose of this paper is to put forward theresults of five archaeological campaignsundertaken at Cafetal del Padre, originalynamed Santa Ana de Viajacas, located in themunicipality of Madruga, Havana province.Through the study of documentary sourcesand archaeological evidences I particularlyapproach the lives of slaves in this coffeeplantation. These slave men and womenfound ways to supplement their meager foodrations and by means of recreationalactivities and religious practices they createda world removed from the daily opression ofenslavement; participating in the internaleconomy as both, producers and consumersaccording to their possibilities.

    A R Q U E O L O G A

    Treinta bohos de guano y cortados contenidos dentroun cuadro de mampostera como tres o mas varas de alto.

    (Inventario del cafetal Santa Ana de Viajacas, 1838, Archivo Nacional de Cuba)

    Introduccin

    En el ao 1999 se iniciaron las investigaciones arqueolgicas en el Ca-fetal del Padre, como parte de un proyecto de colaboracin entre elGabinete de Arqueologa de la Oficina del Historiador de la Ciudad de LaHabana y Theresa Ann Singleton, profesora de la Universidad de Siracusa,New York. Este cafetal fue escogido para su estudio arqueolgico,fundamentalmente, por existir la presencia de un muro de mamposterade 3.35m de alto que rodea al pequeo poblado donde residan losesclavos. Cercar las viviendas de los esclavos de esta forma es sindudas inusual. Adems, en la literatura secundaria cubana sobre laesclavitud o en otras sociedades esclavistas americanas no se encuentranreferencias a muros semejantes con esa utilizacin. Este muro cercasaca a la luz interrogantes relacionadas con el carcter de la esclavitudcubana, particularmente sobre los mtodos usados en el manejo yvigilancia de los esclavos. Sin embargo, el objetivo primario de esteestudio hace menos nfasis en los motivos por los cuales los propietariosde esclavos adoptaron este tipo de modelo, similar a una prisin, y sdestaca cmo respondieron los esclavos ante estas condiciones. A pesardel poder que los propietarios de esclavos ejercan sobre los negros,stos lucharon por controlar al menos una parte de sus propias vidas. LaArqueologa est particularmente equipada para revelar los aspectosmateriales de la cotidianidad esclava y nos permite penetrar en la vidadiaria de estos hombres y mujeres, incluyendo la manera de adecuarsus espacios domsticos, los alimentos y productos que elaboraban parael consumo y para la venta, adems de sus prcticas religiosas yrecreativas. Este breve artculo es un extracto del trabajo que se realizaen estos momentos en el Cafetal del Padre.

  • Gabinete de Arqueologa / 5

    A R Q U E O L O G A

    Resea histrica

    El Cafetal del Padre (o El Padre) se localiza actualmenteen la provincia La Habana, aproximadamente a 75 km alsudeste de la Ciudad de La Habana, a unos 11 km delpueblo de Madruga. Cuando este cafetal se encon-traba funcionando como plantacin cafetalera, se leconoca como Santa Ana de Viajacas. Hasta elmomento, no est an definido quin fue el primeroque estableci esta plantacin pero durante el procesode investigacin histrica llevado a cabo surgierondos versiones diferentes sobre el tema. La tradicinlocal sugiere que los primeros dueos fueron francesesexpatriados, quienes establecieron la granja de cafen el siglo XVIII (lvarez Estvez 2001: 59-60; CarlosSurez Sardias 2000, com. pers.). A los refugiadosfranceses que huyeron de la revolucin haitiana seles considera como la fuerza motriz del desarrollo dela economa cafetalera cubana (Prez de la Riva 1944:27-28). Antes de la llegada de los franceses a Cuba, elcultivo del caf era fundamentalmente experimental.Los defensores de la hiptesis de que la propiedaddel cafetal estaba en manos francesas esgrimen elargumento de la planta en forma de H de la casa grande,una caracterstica de las casas coloniales cubanasinspiradas en los modelos franceses, explicacin adicionalusada para sostener la referida hiptesis (lvarez Estvez2001: 60). Sin embargo, estos inmigrantes no fueron losnicos hacendados del caf, durante el perodo formativode la economa cafetalera en Cuba, pues tambin loscriollos, entusiasmados con la idea de tomar ventajacon el nuevo producto dedicado a la exportacin,establecieron este tipo de plantacin. El hecho de quelo primeros dueos del cafetal fueron cubanos sesugiere en un mapa trazado en 1866, basado en unoanterior en el que se indicaban las propiedadesexistentes en 1796, fecha en que se cre el partido deMadruga. Se puede observar en este plano que el Cafetaldel Padre no exista an en 1796: en su lugar el terrenoaparece con el nombre de Potrero las Sierras de OFarrill (ANC 1866). La fecha exacta en que se establecedefinitivamente el cafetal es todava incierta, aunqueotros documentos indican que el tamao de la parcela detierra era aproximadamente de 30 caballeras. Diecisisde ellas continuaron usndose como potreros, por lo quese refieren al lugar como cafetal-potrero o potreroViajacas, y el terreno restante devino cafetal SantaAna de Viajacas (ANC 1829).

    En la dcada de 1820, este cafetal ya se encontrababien establecido. En 1822, Ignacio O Farrill y Herrera,sacerdote catlico y sptimo hijo de Juan Jos O Farrill yLuisa Herrera, era el legtimo dueo de la plantacin(ANC 1822). En esa poca, la propiedad tena unadotacin de 102 esclavos y estaban cultivadas 6caballeras de tierra. Desafortunadamente, muy pocosabemos sobre las operaciones diarias del cafetal,pues no han aparecido ninguno de los registrospersonales llevados por Ignacio O Farrill. La mayorade los datos obtenidos provienen de expedientesnotariales y testamentarios de cuando ya la plantacinestaba en irremediable decadencia.

    En 1829, Ignacio OFarrill comenz a hipotecaralgunas de sus propiedades con la finalidad de abonaruna deuda de 60 000 pesos, contrada tras usar esedinero en el desarrollo de dos plantaciones azu-careras: La Concordia, localizada en el vecino partidode Tapaste, y San Juan de Nepomuceno, ubicada en elpartido de Madruga, como su cafetal (ANC 1829). Sindudas, tuvo bastantes dificultades para devolver esteprstamo, y tras su muerte, en 1838, haba acumuladouna considerable deuda. Como resultado de lasindagaciones sobre su estado financiero, se realizarondos inventarios a sus propiedades, uno en 1838,despus de su muerte, y el otro en 1841. stos nos

    Copia de un plano de la regin de Madruga (original de 1789),donde se sitan los terrenos que ocupara el Cafetal del Padre

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    brindan la mayor cantidad de datos hallados sobrelas operaciones del cafetal, que incluyen descripcionesde la dotacin de esclavos, cantidad y tipo de edifi-caciones, cantidad de plantas de caf, otros cultivos,rboles frutales y animales, descripcin de los muebles yde otros objetos domsticos dejados en la casa vivienda.

    Despus de la muerte del sacerdote, la plantacincafetalera continu su produccin pero a escala redu-cida y con un cuarto de la cantidad de esclavos utilizadosantes de la muerte de Ignacio OFarrill. En 1844, unhuracn destruy el sembrado de caf existente y lacomunidad esclava, que permaneca an en el sitio,fue reubicada en el ingenio San Juan de Nepomuceno,adonde se haban trasladado anteriormente 40esclavos del cafetal (ANC 1838). Desde 1844 hasta1853, la Real Hacienda de Cuba tom las riendas de laadministracin del cafetal, hasta que las deudas y losimpuestos fueran resarcidos. Posteriormente, lasplantaciones azucareras fueron vendidas y el sembradode cafetos nunca fue restablecido en Santa Ana deViajacas, por lo que dej de existir con el paso del tiempoy se dividieron y subdividieron sus tierras para serconvertidas en sitios (ANC 1862).

    Investigaciones arqueolgicas

    Las ruinas de tres estructuras construidas demampostera han podido ser localizadas hoy en dadentro del sitio en estudio. stas incluyen la casagrande, un muro cerca de planta trapezoidal (el ladoms largo es de 104 m y el ms ancho de 71,5 m), elcual tiene 3,35 m de alto y rodea el sitio donde seencontraba la aldea de los esclavos; adems, unedificio para labores especializadas cuya funcin eshasta el momento desconocida, designada pornosotros como almacn, tentativamente. Distintoscortes arqueolgicos de prueba fueron llevados a caboalrededor de estas ruinas, pero hasta ahora las ex-cavaciones ms sistemticas realizadas dentro de laaldea de esclavos constituyen el foco primario denuestra investigacin. El inventario de esta plantacin(ANC 1838; ANC 1841) confirma que el rea ubicadadentro del muro cerca corresponde con la localizacinde la aldea l de esclavos, la cual contena de unos 30 a

    45 bohos1. Estos constituan las viviendas de losesclavos y estaban construidos de guano y embarrado,mientras que los materiales usados para las otrasconstrucciones, como son la cocina del capataz y lajaula de los pollos, fueron hechos con madera para lasparedes y guano de palma para los techos (ANC 1841).Independientemente de que en las excavaciones nose hall ningn resto arqueolgico probatorio de lautilizacin de barro o embarrado, como ha sido el casode otras excavaciones en sitios donde los esclavosmoraban en viviendas levantadas con muros de arcilla(Armstrong 1999 y Wheaton y Garrow 1985), la pocacantidad de clavos recuperados sugiere que la maderano fue el material usado por excelencia para construirlas paredes de los bohos en el sitio.

    1 Los inventarios realizados en 1838 y 1841 apuntan que la villa de los esclavos estaba constituida por bohos dentro de un recinto de mampostera.La cantidad total de bohos vara en estos documentos de 45 a 28. La inconsistencia en el nmero existente de casas de esclavos puede ser elresultado de que muchas de stas pudieron no estar ocupadas; especficamente despus de 1839 haba solamente 20 esclavos viviendo en laplantacin.

    Levantamiento topogrfico actual del Cafetal del Padre

    Las excavaciones en la aldea de los esclavos delPadre fueron conducidas inicialmente para examinarlas condiciones de vida de stos en sus habitaciones,y cmo trasformaron los espacios para satisfacer susnecesidades. Un segundo objetivo fue evaluar el nivelde participacin de la comunidad de esclavos del Padreen actividades econmicas independientes de su

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    propio inters. Produjeron alimentos o artculosartesanales para su consumo o para el intercambio?Qu tipo de objetos adquiran? Con quines reali-zaban los intercambios? Estudiosos en el tema de laesclavitud se refieren a estas actividades econmicascomo internas, informales, o economa esclava (eneste punto, uso el trmino economa esclava informal).El objetivo final de esta investigacin es analizar elsignificado simblico del uso de objetos siempre quesea posible. Por ejemplo, algunos objetos, adems desus propsitos funcionales, tambin pudieron usarseen actividades religiosas.

    Antes de empezar las excavaciones a gran escala,fue necesario un estudio minucioso con el propsitode comprobar la integridad del sitio. Donde estaba laaldea de los esclavos, obviamente se estuvo culti-vando por mucho tiempo despus de su abandono;por lo tanto, necesitbamos saber si exista o no algunaevidencia no alterada de las casas de los esclavos uotras estructuras y depsitos que pudiramos localizare identificar. Mientras el sitio se limpiaba de su densavegetacin para pruebas bajo la superficie, el equipode arquelogos identific una pequea huella de posteabierta en la roca caliza que aflora en el sitio. Esteelemento era un fuerte indicador de que los vestigiosarqueolgicos de los bohos de los esclavos an sepreservaban en el Cafetal del Padre. Ms tarde, en laprimera campaa de campo, encontramos 18 de estashuellas, las que variaban de dimetro en relacin con elposte colocado inicialmente, formando entre ellas unrectngulo de aproximadamente 5 x 7 m. En temporadasarqueolgicas posteriores, se descubrieron numerosashuellas de postes, 93 hasta la fecha, pero ha sidoextremadamente difcil determinar el tamao, formay orientacin de cada una de las estructuras, o definircundo empieza y termina cada una de ellas. A pesarde este problema, hemos logrado identificar, al menos,tres o cuatro estructuras, de acuerdo con la disposicinde algunos de los hoyos identificados hasta ahora.

    En concordancia con nuestros intereses, esprimordial recuperar los artefactos en el estudio de laaldea de los esclavos, pues indicarn la clase deobjetos que el pueblo esclavo produjo, adquiri y us.Este tema se torna a veces difcil de indagar en lasfuentes escritas, pues a menudo los artefactos seadquiran a travs de redes de intercambio informal.Hasta ahora, los hallazgos arqueolgicos nos permitenver a los esclavos como productores y consumidores

    dentro de la economa esclava informal del siglo XIXen Cuba. Los artefactos tambin constituyen indicadorestemporales sobre la fecha de ocupacin del sitio; lamayora de las piezas datan del perodo de 1800 a1860, rango de tiempo dentro del cual se sita la pocade produccin del cafetal.

    La interpretacin de la esclavitud en el Cafetaldel Padre

    Un inventario hecho tras la muerte de Ignacio OFarrill indica la existencia de un total de 77 esclavosviviendo en la plantacin, en el que se incluyenmujeres y nios. De acuerdo con la informacinofrecida por el administrador del cafetal, la dotacin,antes de realizar el inventario, era de 81 esclavos,pero 4 de estos huyeron despus de muerto el dueode la plantacin (ANC 1838); 53 del total eran hombresy 24 mujeres. La proporcin sexo en esta poblacin (2:1),dos hombres por cada mujer, es comparable con laencontrada en otras plantaciones cafetaleras estudiadasen la provincia de Matanzas (Gonzlez Fernndez1991:171). Este desbalance entre los sexos favorece laparte masculina sobre la femenina y puede ser anms evidente en plantaciones azucareras, conocindosedotaciones en las que aparecen solamente hombres(Moreno Fraginals 1978: 39 y Parquette 1988: 60). Slo 5nios aparecen en los listados (dos nios y tres nias),todos menores de cinco aos de edad. El pequeonmero de nios es consistente con los ndicesanalizados, lo cual demuestra que la poblacin esclavacubana no se incrementaba mediante la reproduccinnatural y, por consiguiente, se llevaba a cabo la im-portacin de africanos para sustentar las poblacionesde esclavos (Bergad et. al. 1995: 36).

    El trmino nacin nos define la afiliacin tnica ocultural de los esclavos, ya sean hombres o mujeresnacidos en frica. Estos calificativos tnicos fueron elresultado de la trata de esclavos que apenas se co-rresponde con los grupos etnolingsticos de frica.Los comerciantes de esclavos a menudo creabanestas denominaciones de procedencia, basndose enlos nombres de los puntos donde las vctimas eranembarcadas hacia su viaje trasatlntico. Por ejemplo,Minas se refiere a Elmina, puesto de comercio,propiedad, primeramente de los portugueses y luegode los holandeses, situado en la Costa de Oro y hoyda perteneciente al territorio de Ghana. De manera

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    similar, Arars se refiere a los africanos tomadosdel reino de Andrah o Allada, en la Costa de losEsclavos, actualmente Repblica de Benin. Aunquemuchas de estas designaciones, a menudo tienen muypoco o ningn significado histrico en frica, se con-virtieron en la forma en que muchos africanos sedefinieron en las Amricas y cmo los europeos losdiferenciaban. Los africanos se agruparon entoncesen organizaciones de ayuda mutua y religiosa,basadas en estas similitudes tnicas, a lo largo detoda la Amrica Latina (Singleton 2001a: 184, n.3). EnCuba, estas organizaciones fueron conocidas comocabildos de nacin, y en el siglo XIX se reconocieron uncentenar de ellos y ms de veinte conservaban suidentidad cultural en el siglo XX (Ortiz 1921). Los cabildosfueron, primeramente, instituciones afrocubanas debase urbana; sus influencias sobre los esclavoscubanos que vivan en las plantaciones an estn pordefinir. No obstante, estas naciones o cabildos de-sempearon un papel significativo dentro de las prc-ticas rituales y otras actividades religiosas en lasplantaciones, como es el caso de los funerales (BarciaPaz 1998: 26-28).

    La comunidad de esclavos del Cafetal del Padreestaba integrada por hombres y mujeres de lassiguientes naciones: 16 Carabales (Igbo e Itibo-par-lantes del sudeste de Nigeria), 17 Congos (Ki Kongo-parlantes procedentes de Angola y la RepblicaDemocrtica del Congo), 12 Gangs (pueblo Mande-parlante del Alto de Senegal), 12 Lucumes (Yoru-ba-parlantes provenientes del sudoeste de Nigeria), 5Maenas (posiblemente Mande-parlantes del rea de Se-negambia), 4 Minas (pueblos Akan-Ewe del sur deGhana y Togo), y 11 criollos (nacidos en Cuba)2. Ladistribucin de estas naciones indica que ninguna deellas se encontraba en ventaja numrica en relacincon la otra, situacin resultante, quizs, del deliberadoesfuerzo de evitar que uno de los grupos se impusieraa otro y organizara insurrecciones de bases tnicas.

    Economa esclava informal

    Las excavaciones en la aldea de esclavos en elCafetal del Padre nos ilustran las vas utilizadas por

    2 Para determinar la correspondencia de los grupos etno-lingsticos con estas naciones, he consultado a Ortiz (1988 [1916]) y Gmez (1998). Lanacin Maena no pudo ser encontrada en sta u otras fuentes, y es posible que pueda ser una variacin lingstica de Man, nacin frecuentementeencontrada en las listas de los esclavos cubanos.

    los esclavos para participar en actividades econmicasindependientes. stas incluan, tanto la produccin de co-midas para su consumo como para la venta; cra deanimales u otras producciones de artculos ms finos(por ejemplo, cestera, mueblera rstica o cermica);comercializacin de sus productos, consumo y ahorrode lo obtenido mediante dichas actividades (Berlin yMorgan 1991:1). En muchas de las islas britnicas, losesclavos negociaban sus productos los domingos atravs de mercados institucionalizados. Sin embargo,las facilidades para vender y comprar mercancasestaban muy restringidas para los esclavos cubanos,en comparacin con otras islas caribeas. Los pro-ductos agrcolas tenan un mercado limitado y confrecuencia eran vendidos en la misma plantacin (Scott1985: 149-150). De igual manera, la fuente de adquisicinde muchos de los artculos utilizados por los traba-jadores podan ser tiendas establecidas dentro de lamisma plantacin, las que tenan el propsito deabastecer de bienes a la comunidad de esclavos. Estastiendas estn documentadas en los grandes ingeniosde la segunda mitad del siglo XIX (Scott 1985: 194). Laexistencia de establecimientos similares en las plan-taciones cafetaleras de la primera mitad del siglo XIXno se conoce, y ninguno de ellos ha sido mencionadoen los inventarios pertenecientes al Cafetal del Padre.El Reverendo Abiel Abbot describe uno similar en elCafetal Angerona, en 1828:

    l [el dueo del cafetal] aprovisiona una tiendaen el apartamento situado en el edificio que estcerca del molino, con todo lo que ellos deseencomprar y les sea conveniente; ropa barata yllamativa, vestuarios festivos y clidos, loza;cuentas, cruces, guano, o Palma Americana conla que ellos se hacen buenos sombreros,pequeos potes para cocinar, etc. Le pone a todoprecios bajos, y a ningn vendedor le estpermitido ensear sus mercancas en su finca(Abbott 1829:141).

    Aunque esta tienda de plantacin puede haber sidoexclusiva de Angerona, la descripcin de Abbott nosofrece indicios valiossimos para la comprensin de

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    A R Q U E O L O G A

    la economa informal del esclavo de Cuba en muchas maneras: primero,se describe qu clase de objetos pudieron comprar los esclavos cubanosen las plantaciones; segundo, nos indica que los vendedores ambulantesfueron otra fuente, quizs la primaria, mediante la cual los esclavospodan acceder a diversos bienes; tercero, denota la influencia de losdueos de las plantaciones sobre los artculos que stos ponan adisposicin de los esclavos. Por lo tanto, las posibilidades de compraofrecidas a los esclavos cubanos fueron, probablemente, ms limitadasen las plantaciones cubanas que en otras sociedades esclavistas.

    Independientemente de la utilidad de la descripcin de Abbott sobrelos objetos que podan adquirir los esclavos, sta slo nos detalla un tipode economa de intercambio: la tienda de plantacin en la economaesclava informal cubana. Presumiblemente, hubo una gama de in-tercambios econmicos que incluan la compra a los vendedores am-bulantes en las tiendas rurales, en las tabernas, y el intercambio conotros esclavos. Los objetos disponibles en la tienda de una plantacin de-ban ser aprobados por el dueo. No obstante, en la investigacinarqueolgica en la aldea de esclavos del Cafetal del Padre aparecieronrestos de productos no autorizados por el propietario para comerciar,como por ejemplo, bebidas alcohlicas. De acuerdo con Laird Bergad,las autoridades de la provincia de Matanzas se quejaban constantementede la compra ilegal de licor por parte de los esclavos (1990: 238).

    Las pipas para tabaco tambin aparecen con gran frecuencia en ElPadre, y al igual que las bebidas alcohlicas, stas probablemente no sesuministraban a los esclavos. Todas las cazoletas de pipas fueron hechas enmoldes y presumiblemente se confeccionaron grandes cantidades de ellascon destino al comercio ultramarino. Muchas de las encontradas sonmuy similares a las fabricadas en la actual comunidad autnoma deCatalua, Espaa (Arrazcaeta Delgado 1987). En sitios de cimarronajehan aparecido pipas fabricadas localmente e importadas. Se cree que

    Pipa confeccionada en cermica ordinaria, de factura local

    las ltimas fueron compradas en lastiendas rurales cuando stos aneran esclavos (La Rosa y PrezPadrn 1994: 128).

    Muchos de los objetos rescatadosdentro del recinto amurallado dondehabitaron los esclavos son notoria-mente similares, y en muchos casosidnticos a los artefactos encontra-dos en los sitios de esclavos en losEstados Unidos y el Caribe, comoes el caso de las vajillas inglesas ycuentas azules de cristal de Bohe-mia (actualmente Repblica Checa).Las diferencias ms significativasse aprecian en las colecciones de ce-rmica. Todas las cermicas ordi-narias son de origen espaol ohispanoamericano. stas incluyen amaylicas como la Triana Azulsobre Blanco y la Triana Polcroma,procedentes de Espaa, y la AucillaPolcroma de Mxico; las cermicasordinarias como El Morro fueronprobablemente importadas o confec-cionadas en Cuba, y finalmente laalfarera con engobe rojo fue hechaen Mxico y Amrica Central.

    Se identificaron dos fragmentosde una cermica hecha a mano,comparables a la colonoware (Fer-guson 1992) o a la afrocaribea(Armstrong 1999 y Peterson et al.1999). Esta cermica de trans-culturacin o de tradicin aborigenen Cuba, ha sido hallada en nu-merosos sitios del perodo colonialcon una cronologa que va desde el

    Cuentas de vidrio

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    A R Q U E O L O G A

    Fragmento de contenedor de Loza Finainglesa, decorada en estilo Moca lineal

    Botn de bronce Tirador estilo Chipendale

    siglo XVI hasta el XIX. Sin embargo, esta cermica se haasociado fundamentalmente con los pueblos ame-rindios o con los descendientes de la mezcla entre lasculturas indias y negras. En una fecha tan tarda comola dcada de 1830, un espaol que visitaba la isla sealque una familia de alfareros viva en Guanabacoamunicipio de Ciudad de La Habana y a s mismosse identificaban como indios que producan cazuelaspara cocinar, jarras y cuencos de cermica ordinaria(Andueza 1841: 159). Los dos fragmentos recuperadosen el Cafetal del Padre pertenecen a una vasija largay globular conocida como pote, usada para prepararcomidas de coccin lenta (Domnguez 2002, com. pers.),muy similar a la colonoware utilizada con el mismo finen el sur de los Estados Unidos. Los fragmentos seencontraban muy calcinados, indicndonos que estavasija fue bastante usada.

    No es posible tener certeza acerca de la produccinde cermica por parte de los esclavos, pues solamentese encontraron dos fragmentos. Es ms sensatopensar que los esclavos que utilizaron esta vasija laadquirieron mediante el cambio. Hacer cermica fue,quizs, innecesario para los esclavos de este cafetalo de otras plantaciones cubanas porque tenan a sudisposicin una cantidad apreciable de cermicasutilitarias y vasijas de hierro para cocinar. Sin embargo,la ausencia de fabricacin de alfarera tambin puedehablar sobre la demografa de los esclavos en Cuba ylas diferencias numricas entre los sexos en estaplantacin. La produccin de las cermicas afro-caribeas generalmente se ha atribuido a las mujeres.Como ya mencionamos, el comercio de esclavos en

    Cuba se inclinaba considerablemente hacia la im-portacin de hombres (Bergad et. al. 1995: 27). En elcafetal, la proporcin de hombres en relacin con lasmujeres era de 2 a 1.

    Los objetos domsticos y personales, incluyendocermicas, calderos de hierro, cuentas, pipas paratabaco, contenedores de cerveza y algunos artefactosdecorativos, como pueden ser fragmentos metlicosde parasoles, dan fe de que las comunidades deesclavos participaron como consumidores en laeconoma interna. An no est claro cmo pudieronellos acceder al dinero para comprar o producirartculos destinados al trueque. En las Amricas, lahorticultura parece haber sido la forma principal deproduccin de bienes por parte de los esclavos, cuyoresultado destinaban al comercio. La ubicacin de lacomunidad de esclavos en bohos y no en barraconesestructuras de mampostera con celdas similares alas de las prisiones para la habitacin de los esclavosles facilitaba la utilizacin de las tierras adyacentespara la produccin de pequeas cosechas de huertosy la crianza de animales, como cerdos y pollos.

    Sin embargo, aparentemente la produccin de car-nes era escasa para los ocupantes de la aldea deesclavos en el Cafetal del Padre. Las fuentes docu-mentales enfatizan los tipos de plantas comestiblesusadas por los esclavos de Cuba para su consumo,como la yuca, malanga, boniato o el pltano (GonzlezFernndez 1991: 173). Todas estas viandas se cul-tivaban en una pequea parcela de tierra destinadapara esos efectos en muchas de las plantaciones. Estascosechas se cultivaban en el cafetal, adems del maz

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    (ANC 1841). Los restos de alimentos de origen animal, por lo general,son un indicador confiable de la cantidad de carne consumida, pero en elcaso del sitio en estudio, se han hallado menos de cien fragmentos dehuesos de animales en la aldea de los esclavos. Desafortunadamente,esta muestra es muy pequea para ser vlida estadsticamente en laaplicacin de clculos zooarqueolgicos que permitan estimar el consumode carne, o la contribucin de la misma a la dieta. La poca cantidad dehuesos encontrada es sorprendente, teniendo en cuenta la cra de ganadoexistente en una granja ganadera adyacente al Cafetal, y tambinperteneciente a Ignacio O Farrill. Es posible que esta situacin fueraconsecuencia del poco o ningn acceso por parte de los esclavos a losanimales del potrero, pero la carne y el pescado salado pueden nocontener huesos o ser pequeos. Es imposible determinar los tipos decomidas distribuidas dentro de la comunidad de esclavos sin los registrosdel propietario u otros documentos que reflejan lo que se comprabapara aquellos. La mayora de los restos identificados son de cerdo (Susscrofa), animal que es comn criar en los patios de las casas o corrales, noen rebaos como el ganado vacuno (Bos taurus), carnero (Ovis aries), o loschivos (Capra hircus) (Reitz y Wing 1999: 285-286). Por consiguiente,los restos de dieta encontrados corresponden ms a los animales criadospor los propios esclavos que al ganado perteneciente a la granja. Losdepsitos de basura son contentivos de grandes concentraciones dedesperdicios orgnicos, sin embargo, no se ha encontrado ninguno dentrodel recinto amurallado; por lo tanto, cualquier conclusin sobre laalimentacin de los esclavos en esta plantacin debe esperar por futurasexcavaciones.

    La produccin artesanal ofreci a los esclavos otra posibilidad deconfeccionar artculos para su propio consumo o para el comercio. AbielAbbott observ a esclavos cubanos haciendo sombreros con fibras dehojas de palma, y es probable que tejieran otros objetos con este mismomaterial. No obstante, es extremadamente difcil documentar la con-feccin de la cestera y otros tejidos a partir de las fuentes arqueolgicas.

    Aunque las evidencias arqueolgi-cas de artesana en la aldea de losesclavos en El Padre son pocas, encomparacin con sitios afroame-ricanos, se tienen pruebas sobre lafabricacin de cermica, carpin-tera, confeccin de botones yherrera. Tambin se recuperaronraspadores de vidrio hechos debotellas rotas. Estas piezas son simi-lares a otras encontradas en algunossitios habitados por descendientes deafricanos (Wilkie 1996). Estos ras-padores pudieron emplearse enmltiples propsitos, pero a menudose asocian con los trabajos enmadera. Otra posibilidad de pro-duccin manual es el reuso de lascazoletas de las pipas para alisar ypulir. Las superficies interiores devarias de estas cazoletas exhibenun considerable desgaste, similaral observado en objetos encontradosque servan para alisar y pulirmateriales como la madera, hueso,piel, o posiblemente cermica. Estaapariencia de desgaste proba-blemente apareci despus queestas cazoletas se rompan y, por lotanto, no servan para fumar.

    A R Q U E O L O G A

    Hornillo de pipa catalana Fichas de juego confeccionadasaprovechando fragmentos de lozas inglesas

    Cultura expresiva

    Los artefactos ms curiosos re-cuperados en la aldea de esclavosdel Cafetal del Padre son los discosde cermica. Estos tienen un di-metro de 8 a 15 mm, y parecenhaber sido confeccionados por elalisamiento de los bordes de frag-mentos de cermicas rotas, dn-doles de esta manera formasredondeadas. Es posible que lascazoletas de pipas se hayan utili-zado para hacer estos artefactos. Sehan hallado discos similares endistintos lugares en otras partes delmundo, por ejemplo, en sitios afri-

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    A R Q U E O L O G A

    Fuentes manuscritas

    Archivo Nacional de Cuba (ANC)

    1829 Protocolo de Salinas, pp. 1262-63, 1671.

    1838 Fondo: Escribana Archivo de Galletti, legajo: 245, No. 1.Inventario del cafetal Santa Ana de Viajacas.

    1841 Fondo: Escribana Archivo de Galletti, legajo 934. Expediente 6.Inventario del cafetal Santa Ana de Viajacas.

    1862 Fondo: Gobierno General, legajo: 652. Expediente 27528. Padrnde fincas rsticas de la jurisdiccin y parroquia de Madruga.

    1866 Fondo: Gobierno Superior Civil, legajo: 1124. Expediente 41730.La Creacin del partido de Madruga en 1796.

    BIBLIOGRAFA

    canos de contacto posteuropeo (Gerard Chouin 2001,com. pers.) y en las misiones espaolas de California(Domnguez 2002, com. pers.). Se encontraron tambinen varios sitios de rgimen esclavista en las Amricas,como Tennessee, EUA (Rusell 1997:75), Jamaica(Armstrong 1990: 137-38), y Montserrate (Pulsipher yGoodwin 1999: 17,30 n. 57). Estos artefactos han sidointerpretados como piezas de juegos, y en el Caribeson asociados con juegos de la suerte. Lydia Pulsiphery Conrad Goodwin describen un juego moderno de laisla de Montserrate, en el que se utiliza dinero y alcual llaman Chiney Money, donde tres discos decermica son arrojados sobre el tablero y endependencia de la posicin en que caigan es lapuntuacin alcanzada por el jugador de turno.

    Estos discos de cermica, las pipas para tabaco ylas botellas de cermica vidriada (stoneware) que unavez contuvieron bebidas alcohlicas, estn sugi-rindonos las actividades recreativas de los esclavos,y probablemente tambin las religiosas. Jos AntonioYarini, hacendado criollo, observ a esclavos cubanosen su plantacin de caa de azcar usando unabotella de Brandy, una pipa con tabaco, una porra deun antiguo capataz y una pluma de gallo en unaofrenda funeral ofrecida al morir un esclavo (BarciaPaz 1998: 27). Para corroborar la utilizacin de estosartculos en prcticas religiosas, se necesita realizarel hallazgo de los mismos en contextos que sugieranuna ofrenda de esta naturaleza. La descripcin deYarini hace recordar a los arquelogos que muchosde los objetos recuperados en los sitios de esclavitudtuvieron otros usos, adems de los obvios. Artefactoscomo discos de cermica, pipas, e inclusive botellas devidrio, son ejemplos de objetos que tuvieron mltiplessignificados y propsitos (Perry y Paynter 1999: 330-304).

    Conclusiones

    La investigacin arqueolgica de la aldea de losesclavos del Cafetal del Padre an se est llevando acabo pero ya ha producido un acercamiento preliminara la forma de vida de la comunidad de esclavos dentrode este espacio amurallado. Ellos participaban enmuchas de las mismas actividades realizadas por lascomunidades esclavizadas a lo largo de todo el Caribey de las Amricas, y encontraron las vas para suplirlas exiguas raciones alimenticias de la plantacin. Atravs de las actividades recreativas y religiosas, crea-

    ron un mundo que los alejara de la opresin diaria dela esclavitud; participaron en la economa interna comoproductores y consumidores, aunque las posibilidadespara ello eran mucho ms limitadas en Cuba y no seinstitucionalizaron como en otras islas caribeas.Hemos podido ampliar nuestros conocimientos sobrela esclavitud en Cuba, gracias a las investigacionesarqueolgicas, lo cual no habra sido posible slo conel estudio de fuentes documentales escritas.

    Agradecimientos

    Deseo agradecer a las siguientes personas, porhaber hecho posible esta investigacin: Dr. EusebioLeal Spengler, Roger Arrazcaeta Delgado, Dra.Lourdes S. Domnguez, Lisette Roura lvarez, KarenMah Lugo Romera, Sonia Menndez Castro, Anicia Ro-drguez Gonzlez, Dania Hernndez Perdices, BeatrizRodrguez Basulto, Leida Fernndez Prieto, Antonio Que-vedo Herrero, Fidel Navarrete Quiones, Aldo PrimianoRodrguez, Nstor Mart Delgado, Juan Carlos MndezHernndez, Adrin Labrada Miln, Alejandro RamrezAnderson, Jorge Luis Garca Bez, Jorge Ponce Agui-lar, Mark Hauser, Stephen Lenik, Acelia RodrguezBcquer, Claudia Croessger, Babette Forster, AmilkarFeria Flores, Jorge Garcell Domnguez, AlejandroTorres Collazo, Ernesto Fong Arvalo, Francisco SimancaVidal, Rolando Barroso Gutirrez, Germn BarrosoGutirrez, Melanie Pilecki Estrada, Ismael Prez Prez,y Consuelo Bueno Prez.

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    A R Q U E O L O G A

    Fuentes impresas

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    A R Q U E O L O G A

    Consideraciones adicionalesa la clasificacin de cermica colonialen antrosoles habaneros1

    Por: Roger Arrazcaeta Delgado, Carlos A. Hernndez Oliva, Romn Padilla lvarez,Ronald L. Bishop, Jim Blackmann, Pierre Van Espen y Olivier Schalm

    Se mencionan los principales tipos decermica colonial reportados en contextoscubanos. Varias clasificaciones de maylicaespaola, mexicana e italiana, hechas conanterioridad, se complementan y refinan conlos resultados alcanzados por la aplicacin dela estadstica multivariada en la interpretacinarqueolgica de los valores de concentracinqumica, obtenidos mediante el Anlisis porActivacin Neutrnica Instrumental (AANI) y elanlisis de la composicin de los vidriados pormicro-fluorescencia de rayos X (mFRX). Enparticular se caracteriza de forma integral eltipo de maylica denominado Santovenia Azulsobre Blanco y Santovenia Polcromo. Seanalizaron tambin fragmentos de cermicaordinaria encontrados en iglesias y conventoshabaneros del perodo colonial.

    Resumen

    Abstract

    The most significant types of colonialceramics found in Cuban sites are mentioned.Several classifications of Spanish, Mexicanand Italian majolicas manufactured beforeare complemented and ascertained, basedon the results obtained through theapplication of multivariate statistics in thearchaeological interpretation of chemicalconcentration values. These values wereobtained through the Analysis of InstrumentalNeutronic Activation and the analysis ofcomposition of tin glazing bymicrofluorescence of X rays (mFRX).Particularly, an integral characterization ofthe majolica known as Santovenia Blue onWhite and Santovenia Polychrome is given.Sherds of earthenware found in Havanascolonial churches and convents are alsoanalyzed.

    1 Los trabajos de anlisis por activacin neutrnica fueron realizados como parte del ContratoCUB 9397/RB (Introduction of Nuclear Analytic Techniques in Archaeological Investigations inCuba), ejecutado por el CEADEN dentro de las actividades del Programa Coordinado deInvestigaciones del Organismo Internacional de Energa Atmica Nuclear Analytic Techniques inArchaeological Researches. Los trabajos de anlisis por microscopa electrnica y microsondade rayos X, as como el anlisis por micro-FRX fueron posibles gracias a un acuerdo especfico decolaboracin cientfica entre el CEADEN y el MITAC.2 E. Tabo: Nueva periodizacin para el estudio de las comunidades aborgenes de Cuba, enIslas, Universidad Central de las Villas, may.-ago., 1984, 78: 35-52.3 R. Dacal y M. Rivero de la Calle: Arqueologa aborigen de Cuba, Editorial Gente Nueva, LaHabana, 1986. Un enfoque ms reciente puede consultarse en P. P. Godo: El problema delprotoagrcola de Cuba: discusin y perspectivas, en El Caribe Arqueolgico, Casa del Caribe,no. 2, 1997, pp. 19-30.4 E. Tabo y E. Rey: Prehistoria de Cuba, Departamento de Antropologa, Academia de Cienciasde Cuba, 1966.5 Ibdem, pp. 35-52.6 R. Guerra Snchez: Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1925, t. 2, p. 95.7 E. de la Guardia: Historia de Guanabacoa, Imprenta Noticias, Guanabacoa, 1946, pp. 65-70.

    Cermica aborigen y colonial

    La presencia de la cermica en Cuba data de la poca precolombina.Las primeras evidencias se reportan dentro de los grupos protoagrco-las,2 los cuales pudieran derivar de un desarrollo local alcanzado por lospreagroalfareros,3 conocidos como Ciboney, aspecto Cayo Redondo4 opreagroalfarero, fase tarda.5 No obstante, la huella ms consistente yabundante de la alfarera aborigen est en las comunidades neolticasagroalfareras, cuyas oleadas migratorias comenzaron a arribar a la Islahacia el siglo IX de nuestra era. Estos grupos sobrevivieron hasta pocodespus de la llegada de los colonizadores hispanos, pero algunas de lascaractersticas de su cermica persistieron durante los tres siglos pos-teriores a su desaparicin como cultura.

    Se ha estimado que cerca de cinco mil aborgenes pudieron sobrevivirla conquista hacia 1555, y es posible que en los aos posteriores sunmero disminuyera lentamente.6 En el caso de La Habana, se dispusopor el gobernador Angulo concentrar a los aborgenes dispersos por elterritorio en el pueblo de Guanabacoa, donde stos, adems de dedicarsea labores agrcolas y ganaderas para la subsistencia, confeccionabanceramios para su consumo y probable venta a la poblacin habanera.7

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    A R Q U E O L O G A

    Las excavaciones arqueolgicas en el centro histricode La Habana Vieja descubren continuamente frag-mentos de cermica manufacturada por el mtodoacordelado o de rollos, de tradicin aborigen, y quizsen algunos casos de origen africano,8 hecha funda-mentalmente para uso culinario, en contextos datablesde los siglos XVI al XVIII, con modificaciones en su patrntipolgico: disminucin en la variedad de formas ydecoraciones, simplificacin y pobreza en los diseos,aumento en el grosor de las paredes de las vasijas yun marcado bruido por espatulado de las superficies.9

    Junto a esta tipologa acordelada, lleg por im-portacin la cermica de la Edad Moderna desde elinicio de la colonizacin, procedente del sur de Espaa.La elaboracin de su tecnologa era mucho mssofisticada, al revelar el empleo del torno alfarero, lapresencia de vidriados estano-plumbfero o solamentede plomo, una cochura superior en hornos cerrados deorigen morisco y decoraciones variadas hechas conpigmentos minerales, entre otros progresos.10

    El comercio de la Isla en los primeros aos del sigloXVI era pobre, principalmente porque su poblacinhispana era escasa. Haba pocas riquezas en lasAntillas, fundamentalmente porque la ruta martimaen las dos primeras dcadas de ese siglo favoreca aSanto Domingo. Esta situacin dio un giro rotundo alquedar establecidos los virreinatos de Mxico y Per,razn por la cual se inauguraron nuevas rutas queconvergan en La Habana por hallarse sta mejorsituada en el Canal de la Florida, va seguida por lamayora de los galeones que hacan el torna viajedesde el Nuevo Mundo a Espaa. En consecuencia, lapoblacin y el comercio de la villa habanera iniciaronun crecimiento acelerado.

    La villa y puerto de San Cristbal de La Habana, envirtud de una real cdula expedida el 16 de julio de1561, en la que se instauraba el rgimen de flotas, seconvirti en el punto de reunin oficial de las dos flotasdirigidas a Espaa la de Tierra Firme, la de NuevaEspaa y una Armada Real con las valiosas cargasde sus colonias de ultramar.11 As fue transformndose

    8 G. La Rosa Corzo: La huella africana en el ajuar del cimarrn: una contribucin arqueolgica, en El Caribe Arqueolgico, Casa del Caribe, no. 3,1999, pp. 109-115.9 L. S. Domnguez: La transculturacin en Cuba, siglos XVI-XVII, en Cuba Arqueolgica I, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1978, pp. 33-50; L.Roura, R. Arrazcaeta y C. A. Hernndez: Tipologa de la llamada cermica de transculturacin: ejemplos habaneros (indito, 2002), manuscritodepositado en la Biblioteca del Gabinete de Arqueologa, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.10 R. Padilla, P. Van Espen, F-Z Wei, K. Janssens, O. Schalm, R. Arrazcaeta y A. Quevedo: mXRF Analysis of Decoration Motivs on Majolica Pottery,Proceedings of the III International Symposium NURT2001, Havana, October 22-26, 2001 (available in CD), ISBN 959-7136-12-O, pp.11.11 R. Guerra Snchez: Historia de Cuba, t. 2, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1925, pp. 32-41.

    la villa en un centro de redistribucin e intercambio deartculos con la metrpoli, y sus colonias caribeasy continentales. Con todo, la poltica centralizada yrestrictiva de Espaa, al imponer el puerto de Sevilla(a travs de la Casa de Contratacin de Sevilla hasta1720) y luego el de Cdiz (desde 1720 hasta 1765) comonicos autorizados en la pennsula para comerciarcon las colonias, limit la disponibilidad de bienesprocedentes de otras regiones europeas. En corres-pondencia, en los contextos excavados en La HabanaVieja, relacionados entre s con diferentes etapas deese perodo, se observan varios tipos cermicos hispanosy novo hispanos: Jarra de Aceite, Bizcocho, El Morro,Bacn Verde/Lebrillo Verde, Isabela Polcromo, YayalAzul sobre Blanco, Columbia Liso, Sevilla Blanca,Sevilla Azul sobre Azul, Santo Domingo Azul sobreBlanco, Mxico Pintado de Rojo, Yucatn Colonial, SanJuan Polcromo, Ciudad de Mxico Blanco, San LuisAzul sobre Blanco, Puebla Polcromo y Ab Polcromo,entre otras.

    La codicia de algunas potencias europeas por lasriquezas de las colonias espaolas foment contiendasblicas con Espaa y el surgimiento de las prcticasde contrabando, corso y piratera. El contrabando fuepaulatinamente aceptado por la poblacin de la Islacomo la va alternativa para la adquisicin de artculoscorrientes y suntuarios, algunos de los cuales no seencuentran en los sitios arqueolgicos histricos porsu condicin biodegradable, adems de otras causas.Slo algunos materiales menos perecederos y comu-nes como la cermica, suelen aparecer con mayorfrecuencia. En la Habana de los siglos XVI, XVII y XVIII sehallan, en menores proporciones que la alfarerahispana, cermicas de procedencia holandesa, inglesa,francesa, alemana, china, japonesa e italiana, talescomo azulejos y maylicas de Delft; pipas de caolnholandesas e inglesas para fumar tabaco; faenzas deRouen y Nevers; loza pedernal alemana del distritode Renania; maylicas de Liguria y Montelupo; ce-rmica de engobe y loza pedernal blanca con vidria-do de sal, ambas britnicas; porcelanas chinas de las

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    dinastas Ming y Ching (Kraak, Imari China,Monocroma Carmelita, porcelana Azul con esmalte sobreel vidriado, Cantn y otras); del Japn se encuentran enuna frecuencia mnima porcelanas Imari Vieja, y untipo muy singular con decoracin en azul desvanecido.Adems del comercio oficial con Sevilla y Cdiz, losartculos hechos en estas pastas pudieran haber arri-bado por va ilcita. Recordemos que en el siglo XVIII loscomerciantes sevillanos, con altas ganancias en estetrfico monopolista, estaban asociados a traficantesfranceses, ingleses y holandeses.12

    En 1765, an bajo el influjo del auge comercialprovocado por la ocupacin britnica de la Isladurante once meses, en 1762, y el impulso capitalistaen Espaa, se eliminan gravamenes e impuestos queafectan al comercio en las Antillas y se autoriza a otrospuertos espaoles a comerciar con las colonias.13 Comoresultado, afluyeron bienes de otras regiones de Espaaal Caribe, como alguna cermica vidriada y no vidriadabarcelonesa; y estos territorios de la pennsula sebeneficiaron directamente en la explotacin colonial.En particular la importacin de cermica se favoreci,porque otros centros manufactureros comienzan aparticipar en este comercio con mayor libertad. Lascondiciones mejoraron ms con el reglamento decomercio libre del 12 de octubre de 1778, que extendia otros puertos coloniales el trfico con Espaa, y porprimera vez se admiti el comercio con extranjeros,aunque stos tenan que pagar altsimos impuestos.14Este desarrollo tambin se benefici con la guerraindependentista de las trece colonias inglesas, amerced de la cual Espaa abre sus puertos colonialesa los territorios sublevados. As, los barcos nortea-mericanos entran libremente a La Habana con harinade trigo, esclavos y artculos, como la cermicainglesa, la cual, por sus cualidades tcnicas, baraturay producciones masivas pronto se impondra enrelacin con otros productos cermicos europeos,incluidos los espaoles y novohispanos. Desde entonces,y mucho ms con la liberalizacin comercial del 10 defebrero de 1818, aunque con un frreo proteccionismopor parte de las autoridades espaolas, se abrieronlos puertos cubanos al comercio con todo el mundo.15

    12 J. Le Riverend: Historia econmica de Cuba, Instituto del Libro, La Habana, 1967, p. 175.13 Ibdem, p. 176.14 Ibdem, pp. 176 y 177.15 Ibdem, pp. 177 y 178.16 R. Arrazcaeta, A. Quevedo, I. Rodrguez y T. Cueto: Cermica inglesa en la Habana colonial, en Opus Habana, v. III, n. 3-4, 1999, pp. 45-49.

    Los resultados en esa poltica de apertura con Europay los Estados Unidos, en la segunda mitad del sigloXVIII, se aprecian en la cultura material presente en loscontextos arqueolgicos, a lo largo y ancho de toda laIsla. En primera instancia hay una preponderancia dela loza fina britnica, que se observa ampliamentedesde fines del XVIII y sobre todo en los primerossesenta aos del XIX, llegada a la Isla por va directadesde Liverpool y Londres,16 o desde Espaa y losEstados Unidos mediante la reimportacin. Esta lozainglesa contina apareciendo posteriormente, perotambin se importan lozas finas fabricadas en Francia,Holanda, Espaa y Blgica, y ms tardamente de losEstados Unidos. Entre la cermica ms frecuente deesa etapa, est la loza fina inglesa con los gruposCreamware, Pearlware, Whiteware y Ironstoneware,siendo este ltimo el ms comn en las importacionesque llegaron de los otros pases mencionados.

    La cermica utilitaria en los antrosoles

    Un conjunto muy numeroso en los antrosolesurbanos de la poca colonial lo constituye la cermicaordinaria, conocida tambin como burda, comn outilitaria, y cuya produccin se orient no slo a arte-factos para actividades culinarias, sino tambin apiezas para almacenaje, higiene-sanidad y serviciode mesa. Esta es una alfarera no refinada, como sunombre indica, generalmente porosa y cocida a unatemperatura que no exceda los 1 100 grados cen-tgrados. Su elaboracin puede ser manual porenrollado y modelado, o por medio del torno dealfarero.

    Una muestra de varias tipologas ordinarias condiferentes caractersticas en su acabado (Ver fig. 1),procedente de la Baslica Menor de San Francisco deAss, en La Habana Vieja, fue seleccionada por noso-tros para su estudio por Anlisis por ActivacinNeutrnica (AAN), debido al probable origen local demuchas de ellas. Este supuesto se infiri por de-terminados rasgos tipolgicos de los especmenes, ysobre todo por usarse piezas sin huellas de un empleoanterior, como relleno acstico en las pechinas de los

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    arcos del coro alto en dicho recinto religioso, que alparecer se desecharon por defectos de coccin comorajaduras y grietas.

    La presencia de maylicas en La Habana

    El rescate de restos histricos en el subsuelo de laPlaza de Armas desde 1963, y las excavacionesarqueolgicas comenzadas en 1968 en el Palacio delos Capitanes Generales y la Casa de la Obrapa,respectivamente, obras de restauracin arquitec-tnica en La Habana Vieja, revelan una rica presenciade maylicas en los antrosoles habaneros, aportandomateriales con procedencias distintas como Espaa,Italia, Francia, Holanda, Inglaterra, Mxico, RepblicaDominicana y Panam, aunque los mayores vol-menes y continuidad temporal en la importacin demaylicas a Cuba corresponden a Espaa y Mxico, atravs del comercio establecido por la corona.

    Figura 1. Cermicas utilitarias, algunas de probable manufactura local,siglos XVII y XVIII

    Desde la segunda mitad del siglo XVI, La Habana seconvierte en el centro portuario ms importante delas Indias, recalando en l las flotas que regresaban aEspaa desde diferentes [...]latitudes americanas: lavilla rica de la Veracruz, en Mxico; Portobelo, Nombrede Dios, Bocas del Chagre, enclaves del istmo centro-americano; Cartagena de Indias, en el Virreinato deNueva Granada.17 A los grandes caudales en oro yplata, piedras preciosas, maderas finas, palo de tintede Campeche y Honduras, la lana de Alpaca, los ricostejidos polcromos andinos, se sumaron despus de1565 las exticas mercaderas del oriente tradas desdeManila a Acapulco, de ah llevadas a Veracruz, y luegoreembarcadas a La Habana para su destino final aEspaa. Entre estas ltimas se cuentan las codiciadasporcelanas de pasta dura bellamente pintadas en azul,las sedas para mantones y distintos vestuariosrefinados, perlas, marfiles, joyas, lacas, perfumes,resinas aromticas y especias variadas.18

    Todo ello, as como el contrabando, la existencia deuna poblacin en continuo aumento y demanda, lapresencia de miles de marineros y tripulantes cadaao durante varios meses por la recalada de la Flota,conllevaron a una amplia presencia de maylicas parael consumo por distintos sectores poblacionales, aunquelas clases ms ricas ostentaron las porcelanas orientalesy las maylicas finas profusamente decoradas.

    La maylica es una categora de cermica elaboradapor medio del torno alfarero, distinguible por su pastablanda cubierta con un vidriado de esmalte opacoestano-plumbfero, casi siempre de tono claro. Laadicin de xido de estao al vidriado, transmitida alos maestros espaoles por los alfareros moros,19produce una opacidad que se encuentra tambin enotras cermicas de similar tecnologa, como la faenzaitaliana, francesa y la delft holandesa e inglesa.20

    La maylica se revela en hallazgos que cubrenprcticamente todo el perodo de ocupacin espaolade Cuba.21 Se encuentra en sitios correspondientes ala etapa de contacto y transculturacin indohispano,22

    17 E. Leal Spengler: Detn el paso caminante. Fantonigrafica-Venecia, Electa, 1988, pp. 10 y 13.18 Ibdem, p. 13.19 G. Lpez Cervantes: Cermica colonial en la Ciudad de Mxico. INAH, Coleccin Cientfica Arqueolgica 38, 1976. Ver tambin a J. M. Goggin:Spanish Majolica in the New World.Types of the Sixteenth to Eighteenth Centuries, no. 62. Yale University, 1968.20 K. Deagan: Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean 1500-1800. Smithonian Institution Press, Washington, D.C., London, 1987, p. 53.21 Leandro S. Romero Estbanez y L. S. Domnguez, com. pers., 199022 F. Prat Puig: Significado de un conjunto cermico hispano del siglo XVI de Santiago de Cuba. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1980; L. S.Romero Estbanez: La Habana arqueolgica y otros ensayos. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1995, pp. 133-185; L. S. Domnguez, ob. cit., pp. 33-50.

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    tales como El Yayal, El Porvenir, El Chorro de Mata,El Pesquero, Potrero del Mango, La Gira de Bara-jagua, Barajagua II, El Catuco y Alcal, en Holgun,en un temprano siglo XVI. En dichos sitios se renenlos tipos de maylicas Yayal Azul sobre Blanco,Columbia Liso, Caparra Azul y La Vega, junto amonedas espaolas, cascabeles, herraduras, clavosy arreos. Asimismo, tambin se halla en comn aso-ciacin a cermica agroalfarera, algunas maylicasimitando formas espaolas, y a restos seos deanimales introducidos como el cerdo, los bvidos y elcaballo, adems de otros.23

    Esta maylica constituye una evidencia arqueo-lgica frecuente en los sitios coloniales de todo el pas,principalmente en contextos datados entre el siglo XVIal XVIII; y en particular es muy abundante en La HabanaVieja, donde se estableci el ncleo fundacional de laactual capital de Cuba desde 1519. Se reporta tambinen otras islas caribeas, en Centroamrica y enAmrica del Sur.24 Excavaciones arqueolgicas en LaHabana Vieja, con ms de setenta lugares estudiadosdesde 1963 en casas, iglesias, conventos y forti-ficaciones, confirman que la maylica tiene unapresencia sostenida en todas estas edificaciones,empleada especialmente para el servicio de la mesa,aunque algunas formas responden a actividadesculinarias, higinico-sanitarias y decorativas. Tambinhemos podido corroborar la preponderancia de lamaylica espaola durante todo el siglo XVI y primeramitad del XVII, y dentro de sta los tipos conocidoscomo Columbia Liso, Isabela Polcromo, Yayal Azulsobre Blanco, Santo Domingo Azul sobre Blanco,Sevilla Blanca, Sevilla Azul sobre Azul, Sevilla Azulsobre Blanco y en una mnima proporcin CaparraAzul. De igual manera aparecen maylicas fabrica-das en Talavera de la Reina, como las conocidas Ta-lavera Azul sobre Blanco, Talavera Polcromo eIchtucknee Azul sobre Blanco.

    En estratificaciones habaneras, prolferas en depo-siciones primarias y rellenos constructivos de finales del

    23 R. Valcrcel Rojas: Introduccin a la arqueologa del contacto indohispnico en la provincia de Holgun, Cuba, en El Caribe Arqueolgico, Casadel Caribe, no. 2, 1997, pp. 64-77.24 K. Deagan: ob. cit.; J. M. Goggin: ob. cit.; L. S. Romero Estbanez: ob. cit.; F. Prat Puig: ob. cit.; G. Lpez Cervantes: ob. cit.; L. S. Domnguez:Arqueologa colonial cubana: dos estudios. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984 y D. Schvelzon: Arqueologa histrica en Buenos Aires.Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1991.25 R. Arrazcaeta Delgado: Estudio de la cermica de una letrina de la casa de los condes de Santovenia. Ponencia presentada en el VI Simposiumde la Cultura de La Habana, noviembre de 1990. Manuscrito archivado en la biblioteca del Gabinete de Arqueologa, Oficina del Historiador de laCiudad de La Habana, [email protected].

    siglo XVI, comienzan a encontrarse maylicas mexicanascomo San Juan Polcromo, San Luis Azul sobre Blancoy Ciudad de Mxico Blanco. No obstante, estas maylicasson ms recurrentes que las espaolas en sitios del sigloXVII y XVIII, donde su variedad y abundancia es mssignificativa, y donde se constata un predominio delos tipos Ab Polcromo, Puebla Polcromo, Puebla Azulsobre Blanco, Aucilla Polcromo, San Luis Polcromo,San Agustn Azul sobre Blanco, Huejotzingo Azul sobreBlanco, Aranama Polcromo.

    Maylica tipo Santovenia Polcromo y Santovenia Azulsobre Blanco

    Fragmentos de una maylica no descrita con an-terioridad como un nuevo tipo arqueolgico en loscontextos coloniales en Amrica, fueron hallados enLa Habana Vieja por el arquelogo Leandro Romeroen un conjunto de rellenos constructivos en el Palaciode los Capitanes Generales, entre los aos 1970 y 1974.Sucesivamente fueron encontrados en la tercera eta-pa de excavaciones de la Maestranza de Artillera(1984), y en otros trabajos arqueolgicos en la Casade Mxico (1986); aunque en ninguna de esas oca-siones se clasificaron como un nuevo tipo.

    Entre 1989 y 1991 se analiz la cermica de unaletrina en el palacio de los Condes de Santovenia.Luego de haberse revisado su similitud con los restosde los sitios antes mencionados, se propuso el nombrede Santovenia para el nuevo tipo de maylica, y sereferenci el mismo, someramente, en una ponenciapresentada en el VI Simposium de Cultura de LaHabana.25 En virtud de las evidencias recuperadas,entre 1990 y 1991, en dos letrinas coloniales (casa deMercaderes nos. 156-160), y del muy significativocontexto excavado por R. Rodrguez, I. Torre y J. Britoen la letrina ubicada en un solar (Oficios no. 202, esq. aTeniente Rey, La Habana Vieja) con varios ejemplarescompletos de Santovenia Azul sobre Blanco ySantovenia Polcromo (figuras 2 A y B), se propici un

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    estudio ms exhaustivo y amplio en aras de carac-terizar mejor este nuevo tipo cermico.26 Como estasdos investigaciones no han sido publicadas, se brindaaqu una descripcin sinttica de los rasgos tipolgicosy la ubicacin cronolgica de esta maylica, as comode la caracterizacin composicional por (AAN), resul-tante del estudio de diferentes muestras provenientesde sitios de La Habana Vieja.

    Santovenia Polcromo y Santovenia Azul sobreBlanco son nombrados as por el sitio Casa de losCondes de Santovenia, lugar donde se describi porprimera vez como un nuevo tipo de maylica, en 1989.Esta cermica fue fabricada a torno, dejando lneascirculares muy distintivas en la superficie exterior delas vasijas. Su pasta presenta un color claro parejoque vara entre el blanco (Munsell: 5Y 8/2 y 2,5Y 8/2) yamarillo plido (Munsell: 5Y 8/4 y 2,5Y 8/4); durezasuave (2,5 Mohs); tacto suave, untuoso; textura fina;tamao de las inclusiones Muy Fino (menor de 0,1mm), encontrndose pocos granos que entran encategora de Fino (de 0,1 a 0,25 mm). La pasta muestrauna coccin en atmsfera oxidante, similar a laencontrada en toda la maylica espaola; porosidadentre 4 y 7 %; carbonato de calcio entre 4,5 y 16 %. Lapasta tiene un vidriado estano-plumbfero de tonoblanco (Munsell: 5Y 8/1 y 5Y 8/2) que cubre toda lasuperficie con un acabado poco brillante, casi mate,aunque aparecen ejemplares con ms brillantez. Seaprecian con frecuencia defectos en el vidriado como

    Figura 2 A y B.Maylica Santovenia Azul

    sobre Blanco (A)y Santovenia Polcromo (B),

    fines del siglo XVIIIa primer cuarto del XIX

    A

    pequeos huecos producidos por burbujas de aire,ms visibles en la superficie exterior de platos; sonmenos comunes goteos y lagunas del vidriado y seencuentran desconchamientos en algunas reas,mayormente en las orillas de los bordes de aquellos.

    La forma ms comn identificada es la de platohondo, semi-hondo (dimetro: 22 a 23 cm y altura: 3 a4 cm) y plato pequeo hondo (dimetro: 19 a 19,5 cm yaltura: 2,5 a 3,5 cm); menos frecuente es la de platn ofuente honda (dimetro: 28 a 35,5 cm y altura: 5 a 6,5cm). Tambin se encuentran las formas de taza ybacinilla. Los colores usados en la decoracin soncuatro: azul, naranja, morado y amarillo. Los diseosen azul son los ms usuales, y producen la variedadSantovenia Azul sobre Blanco (ver figura 2 A), o puedenaparecer como en la Santovenia Polcromo, en combi-naciones de azul y naranja, aunque los ejemplares deesta ltima variedad, con mayor colorido y riquezadecorativa, llevan los cuatro colores mencionados(figura 2 B).

    Santovenia en sus dos variantes, Azul sobre Blancoy Polcromo, tiene una decoracin algo burda ydescuidada en las pinceladas de los dibujos, lo que leconfiere, posiblemente, cierta categorizacin comoloza popular. Los diseos estn trazados a pincel yestructurados, y combinan en ellos, de manerareiterada, motivos tanto fitomorfos abstractos comogeomtricos: lneas simples circulares; lneas sinuosas;bandas o lneas gruesas; cadenetas de ramas con

    B

    26 C. A. Hernndez Oliva y R. Arrazcaeta: Reporte de un nuevo tipo de maylica del perodo colonial de Cuba. Ponencia presentada en el VIIISimposium de la Cultura de La Habana, noviembre de 1992. Manuscrito archivado en la biblioteca del Gabinete de Arqueologa.

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    hojas estilizadas, parecidas a helechos; motivosflorales; crculos concntricos y espirales, plasmadoscomo motivo central de platos; guirnaldas y semi-crculos; cenefas con orlas de bolas continuas en colormorado, elaboradas por esponjeado, y aparecentambin otros motivos simples. Una cadeneta tpica,encontrada lo mismo alrededor del marli como en elcentro de platos a manera de crculo, est conformadapor una figura fitomorfa estilizada, en forma de Wgruesa, seguida de varios puntos que alternan repe-tidamente arriba y abajo de una lnea central.

    El tipo Santovenia no aparece en grandes canti-dades en los yacimientos arqueolgicos cubanos, peroen sitios de La Habana Vieja se halla con mayor rei-teracin. Probablemente con el incremento de trabajosarqueolgicos en contextos del siglo XVIII e inicios delXIX su reporte ser ms comn. Tampoco son fre-cuentes hasta ahora los contextos primarios paraestablecer todos sus pormenores asociativos ycronolgicos; s hemos comprobado una claracontemporaneidad con las lozas finas inglesasconocidas como Crema y Perla, y con otros tipos dedistintas procedencias, como El Morro, Rey, TrianaAzul/Blanco, Triana Polcromo, Puebla Azul/Blanco,Catalana Azul/Blanco y otras cermicas descritas parasitios datados entre la segunda mitad del siglo XVIII yprimer cuarto del XIX. Las caractersticas decorativasy formales sugieren su origen espaol, probablementede los talleres de Sevilla o Catalua.

    En La Habana Vieja varios tiestos proceden derellenos excavados arqueolgicamente en el Palaciode los Capitanes Generales. Tambin fueron halladosfragmentos en la Maestranza de Artillera, en la Casade Mxico y en el Convento de Santa Clara. Variaspiezas casi completas pudieron ser reconstruidassobre la base de los restos recuperados de una letrinadel siglo XVIII en la casa de los Condes de Santovenia.La mayor cantidad de este tipo cermico proviene deuna letrina ubicada en un solar (calle Teniente Rey,esquina Oficios), donde numerosos ejemplares pudie-ron ser armados y restaurados totalmente, produ-ciendo una magnfica coleccin de referencia. Estaletrina mostr un contexto arqueolgico cerrado, entrefines del siglo XVIII y primer cuarto del siglo XIX, con unarica presencia de loza Crema inglesa.

    Se reportan tambin numerosos fragmentos enotras letrinas del inmueble de la calle Mercaderes no.156-160, actual Casa Museo Simn Bolvar, donde

    apareci asociada a lozas inglesas como la Crema yla Perla. Tambin se hall la Santovenia de maneraescasa en una letrina de la casa del siglo XVIII, ubicadaen la calle Oficios, esquina Obrapa, actual HostalValencia, donde s fue abundante la loza Crema yPerla. Podramos suponer hipotticamente que suausencia pudo deberse a un gusto ms refinado delos inquilinos del inmueble, o a la no disponibilidadde este producto comercial en el establecimientodonde acostumbraban a adquirir sus vajillas, perocientficamente es imposible tener una respuestasegura.

    Esta maylica tampoco est presente en contextoscerrados posteriores al primer cuarto del siglo XIX,como los excavados en letrinas de Obrapa 158, antiguamorada del mercader Martn Calvo de la Puerta yArrieta, en el siglo XVII, y en la casa construida por donPablo Pedroso, en la primera mitad del mismo sigloXVII, en Baratillo, esquina a Obrapa y San Pedro, LaHabana Vieja, donde el componente cermico exhu-mado, bsicamente loza Perla y loza Blanca inglesas,puede estar entre los aos 1830-1840. Recientemente(2003), un grupo de arquelogos de la Empresa deRestauracin de Monumentos de la Oficina delHistoriador de la Ciudad encontr restos de estamaylica, pudiendo conformarse incluso algunaspiezas completas, en un pozo de agua de pocacolonial hallado en las excavaciones arqueolgicasque se llevan a cabo en reas del cementerio, en losterrenos de la antigua iglesia del convento de SanAgustn, ubicado entre las calles Amargura, TenienteRey, Cuba y Aguiar. Tambin diferentes tiestosprovienen de un aljibe derrumbado, usado comoletrina en el siglo XVIII, y principios del XIX en la casa deTeniente Rey 159. En este sitio se realizaron inves-tigaciones por un equipo conjunto del Gabinete deArqueologa y de la Empresa de Restauracin de Mo-numentos, en los aos 2002 y 2003.

    Fuera de La Habana Vieja se ha reportado laSantovenia por el Grupo Bataban en recolectas desuperficie en un basurero comunal del siglo XIX, enMarianao, y en cafetales e ingenios azucareros de laprovincia de La Habana, con cronologas del siglo XVIIIy XIX. Hace poco tiempo algunos fragmentos de estamaylica han sido encontrados en las excavacionesarqueolgicas de un barracn de esclavos en elCafetal del Padre, Madruga, dirigidas por la doctoraTeresa Singleton, de la Universidad de Siracusa, EE.UU.

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    y realizadas por un grupo de especialistas del Ga-binete de Arqueologa de La Habana. En la ciudad deTrinidad, provincia de Sancti Spritus, al centro-surde la Isla, el arquelogo Alfredo Rankin Santanderrecuper restos de Santovenia en letrinas de sitiosurbanos del siglo XVIII y XIX. Tambin hemos encontradoalgunos tiestos de Santovenia en los fosos de la baterangel San Rafael, edificada en 1762 en la isla deTierrabomba, Cartagena de Indias, Colombia.

    El investigador argentino Daniel Schvelzontambin hace varias clasificaciones posteriores de estamaylica.27 Este autor, basado en la hiptesis de queesta cermica fue hecha en Andaluca, posiblementeen hornos de Triana, y en el anlisis tipolgico connfasis en los motivos decorativos, decidi denominarestos tipos de cermica como Triana de Ramazn,Triana Floreal, Triana Anular, Triana EsponjeadoPolcromo y Triana Polcromo sobre Amarillo, da-tndolos para Buenos Aires entre los aos 1750 a 1830.Schvelzon refiere que el tipo Triana de Ramazn fuedefinido por Sols Magaa y Rivera Caldern, y por lmismo en 1991, as como ulteriormente por SolsMagaa, en 1995. No obstante, hemos credo oportunomantener los nombres de Santovenia Azul sobreBlanco y Santovenia Polcromo, por considerar quenuestra caracterizacin no slo fue anterior a estostrabajos, sino que se basa en caractersticas msgenerales y comunes que permiten englobarla en unsolo tipo con dos variantes.

    La composicin qumica en el estudio decaracterizacin de la maylica

    La caracterizacin de la composicin qumica dediferentes objetos es una herramienta que, sin llegara ser una panacea o un mtodo que arroje resultadospor s solo, aporta una informacin de suma utilidadpara la solucin de diversos problemas de estudio,28tales como:

    la fuente u origen de las materias primas con quefue confeccionada,

    la identificacin o establecimiento de posiblescentros de produccin de alfarera,

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    Figura 3. Imagen obtenida por microscopa ptica de la seccintransversal de un fragmento de maylica

    27 Daniel Schvelzon: Catlogo de cermicas histricas de Buenos Aires. Siglos XVI-XX. Edicin conjunta de la Fundacin para la Investigacin delArte Argentino, la Universidad de Buenos Aires y el Centro de Arqueologa Urbana del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estticas,Buenos Aires, 2001, pp. 57-64.28 G. Harbottle: Chemical Characterization in Archaeology, in Contexts for Prehistoric Exchange; T.K. Earle, J.E. Erickson, Eds., Academic PressInc., New York, 1982, pp. 13-51.

    la pertenencia de una muestra en cuestin re-lacionada con una cultura, poca o comunidad enespecfico,

    el establecimiento de rutas o vas de intercambiode bienes,

    el resultado de procesos de transferencia deconocimientos.

    En el caso particular de la maylica, la composicinqumica de dos de sus componentes estructuralespuede constituir una fuente de informacin valiosa: lapasta de la pieza y el vidriado estano-plumbfero consus decoraciones (figura 3).

    La pasta de la cermica es un sistema de doscomponentes a su vez: minerales arcillosos e in-clusiones no plsticas (temperante). Estas inclusionespueden estar presentes en la composicin original dela arcilla, o pueden ser adicionadas durante el procesode manufactura para mejorar las propiedades demoldeado y consistencia de la pasta. Es por ello que lainterpretacin de los resultados qumicos obtenidosno es una tarea trivial, pues las relaciones originalesde concentracin entre varios elementos en la arcillapueden ser alteradas por la adicin del temperante.De vital importancia resulta el conocer la composicin

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    mineralgica para poder interpretar correctamentelas diferencias observadas entre la composicin delos diferentes grupos clasificados.

    La composicin qumica de las rocas y sedimentospuede ser utilizada como base para un anlisis nu-mrico multivariado, ya que los cambios geolgicosocurridos durante su formacin conllevan a diferenciasen las relaciones de abundancia de los elementosminoritarios y de los elementos traza.29 Para lossedimentos, incluyendo aquellos que pueden serutilizados en la produccin de cermicas, su com-posicin qumica est determinada en primer trminopor las rocas, a partir de las cuales stos se originaron,ya que la mayora de los microelementos y elementostraza se concentran en las estructuras cristalinas. Laredistribucin de estos elementos ocurre comoproducto de la accin de diferentes procesos qumicosy mecnicos durante la erosin, transporte ydeposicin. La mezcla de los sedimentos con losmedios en los que se depositan, as como los diferentesprocesos de meteorizacin, tambin contribuyen a lacomposicin final de los mismos. La clasificacin delas muestras de cermicas, a partir de las relacionesde abundancia observadas entre los elementos mi-noritarios y los elementos traza en las mismas, engrupos estadsticamente diferentes entre s (Unidadesde Referencia de Composicin Qumica de la Pasta,URCQP) parte de la premisa de que la composicinqumica de la pasta de los tiestos est determinadaen primer lugar por las caractersticas de las arcillasempleadas para su elaboracin.

    Aunque varias tcnicas analticas se usan para elestudio de la composicin qumica de cermicas,30el empleo del Anlisis por Activacin Neutrnica

    29 R. L. Bishop: Aspects of Ceramic Compositional Modelling, in Models and Methods in Regional Exchange, R.E. Fry, Ed., SAA papers No. 1,Society for American Archaeology, Washington D.C., 1980, pp. 47-65.30 I. Brissaud, et al.: Pottery Analysis Using PIXE, Neutron Activation, Scanning Electron Microscopy and X-Ray Fluorescence Techniques. Journalof Radioanalytical and Nuclear Chemistry Articles, v. 89, no.2, apr. 1985, pp. 473-486; O. Birgul, et al.: A Comparison of the Statistical Treatment ofResults Using Concentrations of Elements Determined by Neutron Activation and X-Ray Fluorescence Analysis Methods. Journal of RadioanalyticalChemistry Hungary, v. 55, no. 1, 1980, pp. 101-109.31 Practical Aspects of Operating a Neutron Activation Analysis Laboratory, IAEA TECDOC-564, International Atomic Energy Agency, Vienna, 1990.32 J. S. Olin, G. Harbottle y E. V. Sayre: Elemental composition of Spanish and Spanish-Colonial Majolica Ceramics in the Identification ofProvenience, Carter G. F. Ed. Archaeological Chemistry II, pp. 200-229, Advances in Chemistry Series 171, American Chemical Society, WashingtonD.C., 1978; J. S. Olin y M. J. Blackman: Compositional Classification of Mexican Majolica Ceramics of the Spanish Colonial Period, ArchaeologicalChemistry IV, American Chemical Society, Washington D.C., 1989, pp. 87-112; J. S. Olin y J. E. Myers: Old and New World Spanish Majolica,Technology, MRS Bulletin, vol. XVII, no.1, January 1992, pp. 32-38.33 Romn Padilla y Roger Arrazcaeta: Classification of Majolica Pottery from Colonial Havana Based on NAA. En Nuclear Analytical Techniques inArchaeological Investigations. IAEA STI/DOC/010/416, Technical Reports Series, 416. Scientific Secretary: Rossbach, mar. 2003, pp.135-146.34 R. P. lvarez, P. J. M. Van Espen, R. R. Pla, E. M Rossi, R. A. Delgado, P. P. Godo Torres, and M. C. Gonzlez: Compositional Classification ofArchaeological Pottery Based on Naa and SEM-EDX. Journal of Trace and Microprobe Techniques, v. 21, no. 4, 2003, pp. 677-695.

    Instrumental (AANI) se ha generalizado por una seriede ventajas:

    Poder determinar de forma simultnea un grannmero de elementos con alta precisin y exactitud, aconcentraciones que van del orden de los mg/g hastaconcentracin mayoritaria, utilizando procedimientosbien establecidos.31 Analizar lotes grandes demuestras, necesarios para poder conformar basesextensas de datos que permitan una interpretacinestadstica ulterior robusta en estudios comparativos.

    El AANI permite analizar un grupo de elementoscuya abundancia vara para diferentes tipos desedimentos y rocas primarias, y que por ende son losque mayor variabilidad tienen en la composicinqumica de ceramios.

    La caracterizacin por AANI permiti recopilarinformacin adicional para complementar variasclasificaciones de maylica espaola, mexicana eitaliana hechas con anterioridad. En el presenteestudio se exponen los resultados del anlisis demuestras, no slo de origen espaol sino tambinmexicano e italiano, as como su comparacin conotros obtenidos por otros grupos de investigadores,anteriormente.32 Detalles sobre la implementacin deesta tcnica y los mtodos de interpretacin estadsticade los datos logrados, as como un anlisis por-menorizado de la informacin resultante puedenconsultarse en determinada bibliografa,33 mientrasque en otra34 se describen los resultados alcanzadosal combinar el AANI con el empleo de la microscopaelectrnica de barrido con microsonda de rayos X.

    A pesar de las numerosas bondades del AANI antesmencionadas, su empleo en ocasiones se ve limitadopor varias caractersticas del mtodo. En primer lugar,

  • Gabinete de Arqueologa / 23

    A R Q U E O L O G A

    se necesita poder tener acceso a las facilidades deirradiacin en un reactor nuclear de investigaciones ya los laboratorios de medicin asociados a stos. Porotra parte, los tiempos requeridos para el decaimientode parte de los radioistopos activados en la muestra(de vida corta y media) y para poder medir otrosque tambin son de inters hacen que la obtencin delos resultados no sea posible con inmediatez, sino slodespus de transcurridas entre cuatro y seis semanasdesde el momento en que fueron irradiadas las muestras.Finalmente, aunque la cantidad de exponentes a anali-zar es muy pequea (de 200 a 300 mg), se precisa realizaruna invasin mnima de la muestra para obtenerla, loque no siempre es permitido o deseado por lospropietarios o conservadores del objeto. Para la mayorade los curadores, arquelogos o historiadores, la opcinideal la constituye un mtodo de anlisis que al mismotiempo rena las bondades de no alterar la muestra yque brinde los resultados con la mayor premura.

    Los vidriados de la maylica, al encontrarse en lasuperficie de las piezas, pueden ser inspeccionadoscon facilidad mediante la utilizacin de una tcnica nodestructiva, como es el anlisis por Fluorescencia deRayos X (FRX). Numerosos trabajos han sido realizadosa travs de espectrmetros porttiles para la iden-tificacin cualitativa de pigmentos en pinturas decaballete o mural y policromas, entre otras