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Iluminados por los documentos eclesiales Catechesi Tradendae y las Orientaciones Pastorales

“Renovar nuestra Pastoral desde la raíz”

Presentación

Ofrecemos este material como subsidio para la preparación a la X Semana Arquidiocesana de Catequesis. Esperemos que contribuya a dinamizar el compromiso de todos los que somos responsables de impulsar la catequesis y la formación de los agentes en la Arquidiócesis de México, pero sobre todo que ayude a los catequistas que asistirán a la X Semana Arquidiocesana de Catequesis, para que su participación sea mucho más fructuosa y después sean capaces de compartir y trabajar los compromisos que surjan de esta Semana de estudio, reflexión, comunicación y encuentro con todas las vicarías que conforman la Arquidiócesis de México, para seguir avanzando en comunión y compromiso con la pastoral Catequística de las comunidades.

Dinámica de trabajo:

1. Por parroquias, trabajar la Ficha 1: “Evaluemos nuestra práctica catequística”

2. Por decanatos trabajar fichas 2 y 3.

a) VEAMOS: Cada parroquia compartirá de forma creativa, las conclusiones sobre la realidad de la Catequesis, para sacar una síntesis de la realidad Decanal. Se llevará una gráfica de las constantes sobre la realidad Decanal a la X Semana Arquidiocesana de Catequesis.

b) PENSEMOS: Reflexión sobre ficha 2: “Luces que nos ofrecen los documentos Catechesi Tradendae y las Orientaciones Pastorales 2011.

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c) ACTUEMOS: Reflexión sobre la ficha 3: “Hacia una renovación en nuestra práctica catequística”.

Introducción:La nueva evangelización: tarea principal de la Iglesia La Iglesia, siendo fiel al mandato de Jesús, el Maestro (Cf Mc. 16,15), se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres, pues desde sus inicios, los mismos Apóstoles, en quienes está fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, “predicaron la palabra de la verdad”, dando origen a las diferentes comunidades, para que se anuncie y establezca el Reino de Dios en toda la tierra. Enviada la misma Iglesia, a su vez, envía a los evangelizadores. Estos van a comunicar un Evangelio del que ni ellos ni Ella son dueños para disponer de él a su gusto, sino que deben transmitirlo con suma fidelidad (Cfr. EN 15)

Ya desde el inicio de su pontificado el Papa Juan Pablo II se empeñó en llamar y comprometer a todos los hijos de la Iglesia en la tarea de una nueva evangelización: “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”. En la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi se repite la expresión nueva evangelización, eso es solamente en el sentido de los nuevos retos que el mundo contemporáneo plantea a la misión de la Iglesia. Hay que estudiar a fondo, dice el Santo Padre, en qué consiste esta Nueva Evangelización, ver su alcance, su contenido doctrinal e implicaciones pastorales; determinar los métodos más apropiados para los tiempos en que vivimos; buscar una expresión que la acerque más a la vida y a las necesidades de los hombres de hoy, sin que por ello pierda nada de su autenticidad y fidelidad a la doctrina de Jesús y a la tradición de la Iglesia.En esta tarea el Papa Juan Pablo II tiene una profunda conciencia de la necesidad urgente del apostolado de los laicos en la Iglesia, preocupación que se refleja claramente en su Encíclica Christifideles laici y en el impulso que ha venido dando al desarrollo de los diversos Movimientos eclesiales. Por eso mismo, en la tarea de la nueva evangelización, la Iglesia trata de tomar una conciencia más viva de la presencia del Espíritu que actúa en ella. Uno de los dones

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del Espíritu a nuestro tiempo es, ciertamente, el florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de su pontificado señaló como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres.

Pero Juan Pablo II no entendió la nueva evangelización simplemente como una misión hacia afuera: la misión hacia adentro ha sido también destacada por el Santo Padre como una urgente necesidad y tarea, pues ella es un signo de credibilidad para el mundo entero. Desde esta perspectiva hay que comprender también el fuerte empeño ecuménico alentado por el Santo Padre, muy en la línea del rumbo marcado por los pontífices precedentes y por los Padres conciliares. Por lo tanto la Evangelización es la tarea esencial de la Iglesia. Una Iglesia no Evangelizadora o misionera, estaría negando su propia constitución, vocación e identidad más profunda. Pero la evangelización es un proceso rico y complejo, ya que se compone de elementos variados: “renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada enla comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado” (EN 24). Es, al mismo tiempo, un proceso dinámico definido por fases sucesivas: acción misionera, acción catecumenal y acción pastoral.

El proceso evangelizador, con todo su dinamismo y riqueza, es llevado a cabo por la Iglesia mediante una gran diversidad de ministerios y servicios.

Por esto mismo la catequesis no puede definirse y comprenderse de una forma concreta, puntual y aislada, sino dentro de la globalidad de la misión de la Iglesia. Porque la catequesis constituye un momento importante dentro del proceso evangelizador. No encierra toda la tarea evangelizadora, sino que se articula con los otros elementos de la misión pastoral. Actúa dentro de esa gran acción evangelizadora cuyo dinamismo y energía es el Espíritu Santo.

Renovado impulso a la catequesisDesde que asumió su pontificado, Juan Pablo II mantuvo las “catequesis de los miércoles” iniciadas por su predecesor Pablo

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VI. Estos encuentros semanales fueron ocasión para ofrecer a los cristianos de todo el mundo, y a tantas personas de buena voluntad que se acercaban a escuchar al Pontífice, iluminadoras reflexiones acerca de la fe. Por otro lado, la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae era un intento, ya desde el inicio de su pontificado, de dar un nuevo impulso a la labor pastoral de la catequesis. Por eso es de suma importancia recordar que la catequesis no es una invención de este tiempo como bien afirma el Capítulo II de la Catechesi Tradendae, es una “experiencia tan antigua como la Iglesia misma”. La catequesis ha sido considerada siempre una de las tareas fundamentales del Pueblo de Dios, ya que Cristo Resucitado, antes de volver al Padre y enviarnos el Espíritu, dio a sus discípulos esta última consigna: “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado” (Mt. 28,19-20).

Como parte de este mismo esfuerzo por sistematizar y transmitir la misma fe de siempre de un modo adecuado y con un lenguaje comprensible para los hombres y mujeres de este tiempo, el Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera no ha dejado de insistir en todas las Orientaciones pastorales, que año con año entrega a toda la comunidad Arquidiocesana, sobre el itinerario que hemos de recorrer para convertirnos en una Iglesia Misionera y evangelizadora. Además nos invita a seguir ahondando en las propuestas específicas que miran a la prioridad sinodal: los interlocutores, agentes, medios y organización pastoral (Cfr. OP 11).

En esta última titulada: “Renovar nuestra Pastoral desde la Raíz”, vuelve una vez más a exhortarnos en la conversión pastoral (Cfr. OP 29). Nuestra pastoral necesita renovarse desde la raíz, desde el Evangelio, para dar respuesta a todas esas exigencias que nacen de ser discípulos (Cfr. OP 47). Lo que supone una confrontación con nuestra manera de realizar la pastoral y las actitudes de Jesús. Solo escuchando la voz de Jesús podremos ser portadores de los valores que necesita la convivencia social para recuperar su capacidad de humanizarse (Cfr. OP 32) Esto implica hacer nuestra la convicción

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de que debemos abandonar las prácticas de una pastoral de conservación y asumir las actitudes que corresponden a una pastoral comprometida y solidaria (Cfr. OP 16). La renovación pastoral nos apremia a volver a la raíz de nuestra vocación para avivar la disponibilidad que nos hizo responder al llamado del Señor.

Ya en los últimos años de la vida pastoral diocesana hemos tenido la prioridad de atender de forma eficaz los itinerarios de formación de los agentes de pastoral, elemento indispensable para que podamos asumir la opción misionera propuesta en el II Sínodo diocesano, y lo hemos considerado la columna vertebral para la renovación pastoral que necesitamos (Cf. OP 51).

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FICHAS DE TABAJO

FICHA 1“Evaluemos nuestra práctica catequística”

¿Qué se entiende por Catequesis?

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¿Cuál ha sido la forma más habitual de dar catequesis en tu parroquia?

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¿Cuál es el fin que pretendes lograr en la catequesis?

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¿Qué transmites en la Catequesis?

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¿Cuál es el método que utilizas en la catequesis?

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¿A quiénes ha estado dirigida la catequesis en tu parroquia?

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¿La parroquia cuenta con catequistas formados y cuál es su formación?

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¿Cómo toma en cuenta la catequesis al interlocutor en su contexto sociocultural?

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Evaluemos nuestra práctica catequística

La Pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto histórico donde viven sus miembros. Estos son retos que desafían fuertemente su misión evangelizadora. Los signos de los tiempos nos están pidiendo un relanzamiento pastoral y un acto de fe en el paso del Espíritu por nuestro mundo tan agitado por tantas situaciones de muerte. Las instancias eclesiales nos están invitando a un nuevo impulso en la proposición de la fe y en el fervor evangelizador. Y sabemos que la catequesis, instrumento privilegiado de formación cristiana y de crecimiento en la fe, sigue siendo una pieza fundamental para la renovación eclesial.

Por ello comenzamos acercándonos a la realidad catequística, lo hacemos con el propósito de revisar caminos y criterios asumidos, de precisar hacia qué catequesis deseamos llegar, y de renovar el trabajo catequístico en sus métodos, contenidos y materiales, con el único fin de darle un nuevo impulso a la actividad catequística que realizamos en las comunidades..

Quizá de la reflexión que hemos hecho sobre la realidad nos demos cuenta que:

• El sistema tradicional de la catequesis no ha funcionado, pues no ha producido los frutos deseados.

• En muchas de nuestras comunidades la catequesis de iniciación en realidad no inicia, sino que llega a ser un proceso de conclusión de la vida cristiana.

• La catequesis con mucha frecuencia no logra presentar el mensaje cristiano de manera convincente y significativa para el hombre de hoy, porque quizá utiliza lenguajes que nadie entiende, se dirige a auditorios que ya no existen y responden a preguntas o a problemas que nadie tiene y vive (Cfr. La Catequesis en América Latina, 131)

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• En la mayoría de nuestras comunidades la catequesis sigue siendo sobre todo catequesis infantil e infantilizante lejos todavía de una verdadera catequesis adulta y para los adultos.

• Hoy en la Iglesia es bastante notoria la distancia que existe entre la comunicación de la fe y la cultura de nuestro tiempo. Nuestra acción pastoral padece de un grave desfase cultural que compromete seriamente la eficacia del anuncio evangélico y del testimonio cristiano.

• A pesar de todos los esfuerzos que se realizan en el campo de la formación de los catequistas y demás agentes de pastoral, debemos reconocer que son insuficientes porque no responden a las necesidades actuales

Debemos reconocer además que por mucho tiempo los esfuerzos de la acción pastoral de la Iglesia han estado orientadas hacia la promoción y conservación de un modelo tradicional notable: aquello del buen cristiano o fiel practicante, del cristiano observante de las prácticas y de las normas religiosas, dóciles, fieles, obedientes, frecuentadores habituales de los sacramentos y fieles seguidores de las enseñanzas de los pastores; cristianos más de tradición que de convicción. Hoy viene en crisis el modelo oficial de cristiano y surge entonces la necesidad de promover un nuevo modelo de cristiano más de acuerdo con las condiciones del mundo actual. Necesitamos pasar de una concepción de catequesis intelectualista, doctrinal a una catequesis capaz de sostener la vida cristiana en los varios ámbitos de la existencia y motivar el empeño de los cristianos adultos en la comunidad eclesial y social. Porque éste es un cristianismo que sacramentaliza, pero no evangeliza y se encuentra al margen de los grandes cambiamientos sociales y culturales que nuestra sociedad vive.

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FICHA 2“Luces que nos ofrecen los documentos ante los retos

que nos presenta la realidad catequística”

Elementos nuevos sobre el concepto de Catequesis

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Estilo de catequesis

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Objetivo y finalidad esencial de la catequesis

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Fuentes de la catequesis

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Método en la catequesis

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Quiénes tienen necesidad de la catequesis

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Responsables de la Catequesis y su formación

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La vida del interlocutor y la comunidad

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Luces que nos ofrecen los documentos ante los retos que nos presenta la realidad catequística.

Propuesta de estudio de los Documentos

• Catechesi Tradendae • Orientaciones pastorales 2011(nos. 51-77)

Es necesario que vayamos al encuentro de estos documentos eclesiales en actitud interrogante, permitiéndoles que cuestionen nuestra realidad catequística. Lo que nos permitirá entablar un diálogo catequético, donde la palabra de la Iglesia y de los catequistas se entretejan y se traduzcan en fecundidad apostólica a favor del Reino.

1. Concepto de catequesis y su ubicación en la acción pastoral (CT 1, 15, 18, 19, 21; OP 52-54).

2. Estilo de catequesis (CT 10, 11, 12, 13)3. Finalidad de la catequesis (CT 19 , 20, 23 , 24, 25, 32,

33,34, 60; OP 76)4. Fuentes de la catequesis (CT 23, 26, 27, 28; OP 70).5. Método en la catequesis (30, 31, 46 al 50 y 51 al 55, 58; OP

71,76).6. Interlocutores de la catequesis (14, 20,35 al 39, 43 al 45).7. Responsables de la catequesis y su formación (62 al 71; OP

59, 60, 66, 67, 72,74).8. La vida del interlocutor y la comunidad (22, 24, 29, 40, 53,

56, 57; OP 61 al 65, 67,73).

Identidad de la Catequesis

Si la evangelización es la misión esencial de la Iglesia, su identidad más profunda (Cfr. EN 14), la catequesis participa de la misma dignidad e importancia, por se momento esencial del dinamismo evangelizador. En cuanto anuncio y profundización del mensaje evangélico para el crecimiento en la fe y en la vida cristiana, la

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catequesis se instala en la entraña misma de la misión de la Iglesia, instrumento de su existencia como sacramento del Reino.

Tres polos esenciales para vincular la identidad de la catequesis: la Palabra de Dios, la Fe y la Iglesia

• La Catequesis es ante todo ministerio de la palabra, y por lo tanto servicio al Evangelio, comunicación del mensaje cristiano y anuncio de Jesucristo.

• La catequesis es educación de la fe, mediación eclesial para suscitar y favorecer el crecimiento en la fe de las personas y comunidades

• La catequesis es acción eclesial, expresión de la Iglesia y momento esencial de su misión.

Elementos fundamentales en la catequesis

Debemos considerar que los principios fundamentales de la catequesis deben garantizar una catequesis adecuada al objetivo, al destinatario y al contenido de la catequesis misma.

Principios Generales

• La catequesis es cristocéntrica • La catequesis debe ser fiel a Dios y al hombre.• La catequesis debe transmitir la fe según los tiempos actuales • La catequesis debe inculturarse• La catequesis debe dar prioridad a la formación de los catequista

Principios Catequéticos para que la catequesis consiga su objetivo

• La catequesis debe lograr la adhesión personal con Jesucristo.• La catequesis debe adecuarse a la etapa de desarrollo

cristiano de cada persona.

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• La catequesis debe incorporar viva y activamente al cristiano en la vida de su comunidad.

• La catequesis debe formar la vivencia litúrgica. • La catequesis debe conducir al compromiso cristiano • La catequesis debe favorecer la promoción humana del

interlocutor.

La finalidad de la Catequesis

La Catechesi Tadendae afirma claramente que “el fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo” (CT 5) Por eso toda la acción evangelizadora de la Iglesia, siempre debe buscar favorecer la comunión con Jesucristo.

Nunca debemos de perder de vista que la catequesis debe ayudar a que los interlocutores logren una intimidad más profunda en el encuentro personal con Jesucristo, es decir que la persona conozca y tome conciencia cada vez más, de que Jesucristo lo llamó a una aventura desafiante, la aventura más seria y decisiva de su vida que consiste en llegar a una comunión plena con El, en experimentar su amor, un amor que es capaz de satisfacer esa inquietud creadora que late en lo más profundo de su ser, que es la búsqueda de la Verdad.

Y entonces, dicha comunión con Jesucristo, por su propia dinámica, impulsa al discípulo a unirse con todo aquello con lo que el propio Jesucristo estaba profundamente unido: con Dios, su Padre, que le había enviado al mundo y con el Espíritu Santo, que le impulsaba a la misión; con la Iglesia, su Cuerpo, por la cual se entregó; con los hombres, sus hermanos, cuya suerte quiso compartir.

Principios Catequéticos para sistematizar orgánicamente el contenido de la catequesis

• Debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe. • Debe fundamentar sólidamente la fe. • La catequesis debe usar equilibradamente las tres fuentes de

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la revelación. • Debe relacionar el contenido de la fe con la experiencia del

interlocutor • Debe iluminar todas las áreas fundamentales de la vida

cristiana. • El mensaje debe ser cristocéntrico

Principios con relación a los interlocutores de la catequesis

• El catequista debe conocer el contexto cultural donde vive el interlocutor.

• El catequista debe dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos.

• El catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a los interlocutores

El éxito de la catequesis, más que en hacer unas exposiciones muy completas de la fe, se basa fundamentalmente en hacer que los interlocutores deseen igualar su vida a la de Jesús, cultiven una amistad personal con Jesús y se decidan a seguirlo. Nuevo ardor a la Catequesis

El llamado urgente de Juan Pablo II a asumir el compromiso de una “evangelización nueva”, nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión, nos motiva a darle un nuevo ardor a la catequesis:

El ardor evangélico nace de un encuentro personal con Jesús Resucitado, como tantas veces lo atestiguan el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. Es de allí de donde surge la necesidad de comunicar con valentía y convicción lo que “hemos visto y oído”; es de allí de donde surge luz para nuestro caminar, sentido para nuestra fe, fundamento de nuestra esperanza y la medida de nuestro amor.

La comunidad y la catequesis

La Iglesia es fuente y agente esencial en todo proceso catequístico.

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Toda ella es catequizada y catequizadora, en comunión orgánica y participación efectiva, porque es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. Por eso la comunidad eclesial a todos los niveles es doblemente responsable respecto de la catequesis: tiene la responsabilidad de atender a la formación de sus miembros, pero también la responsabilidad de acogerlos en un ambiente donde pueden vivir el mensaje recibido (Cfr. CT 24).

El testimonio efectivo de una comunidad es condición imprescindible de una catequesis significativa, ya que todo proceso catequético, debe suponer para quien lo hace una verdadera experiencia de Iglesia. Ya que es en la comunidad donde los miembros de la Iglesia aprenderán su pertenencia a ella, descubrirán su vocación cristiana y encontrarán una verdadera formación permanente (Cfr. CT 43). La comunidad debe preocuparse para que en su seno encuentren los fieles, los elementos necesarios para tener una verdadera experiencia cristiana.

La Catequesis, tarea común y diferenciada

La catequesis es responsabilidad común de toda la Iglesia, pero sus miembros tienen responsabilidades diferentes, derivadas de la misión de cada uno (Cfr. CT 16). Toda la comunidad, por tanto, debe sentirse interesada en la tarea catequística. Esta responsabilidad común es realizada, pública y oficialmente, por los catequistas, a quienes la Iglesia encomienda este servicio.

Los sacerdotes, religiosos y laicos al asumir la tarea de catequizar, lo hacen conjuntamente pero de manera diferenciada, cada uno sobre la base de su particular condición (ordenación, vida consagrada o carácter secular). Si falta la colaboración de alguno de ellos la catequesis se resentiría y carecería de toda su riqueza y significación.

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FICHA 3“Hacia una renovación en nuestra práctica

Catequística”

Líneas de acción para la Catequesis y en la formación de los catequistas

Modelo de Catequesis

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Contenido

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Método Lenguajes

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Medios pedagógicos

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Interlocutores

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La formación de los responsables de la Catequesis

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Hacia un renovación en nuestra práctica Catequística

Ante las luces que arrojó el análisis de la realidad catequística a nivel parroquial y decanal e iluminados por estos dos documentos eclesiales: Catechesi Tradendae y las Orientaciones Pastorales 2011, nos llevan a concluir que tenemos necesidad de darle hoy una nueva visión a la identidad de la catequesis, el rostro de una catequesis renovada y evangelizadora, al servicio de una fe personalizada y madura y en función del nuevo modelo de cristiano, de comunidad y de Iglesia que los tiempos actuales nos exigen.

Debemos reconocer que a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad, la práctica pastoral de las comunidades cristianas no ha caminado al paso de los tiempos, sino que se ha quedado apegada a la situación de cristiandad. Por eso se siente la urgencia de un giro decidido hacia una nueva orientación pastoral, de una verdadera conversión pastoral.

Debemos convencernos que no más cristianos por tradición, sino creyentes convencidos, con una fe personalizada, comprometida y comunitaria que en cuanto tal descubre la propia identidad y el gozo de ser cristiano, viviendo de manera auténtica su fe según las exigencias actuales.

La pastoral tradicional, centrada sobre todo en la sacramentalización y en la práctica religiosa, no tiene futuro, ya que no es capaz de asumir una opción realmente evangelizadora ni de responder a los desafíos culturales. La opción por la evangelización, en una perspectiva misionera, prevé como elementos básicos el primer anuncio del Evangelio, el diálogo entre fe y cultura, la revisión valiente del proceso de iniciación cristiana y la promoción de comunidades vivas. Todo esto en una actitud de diálogo con el mundo de hoy, aunque sin renunciar a la justa tarea del discernimiento evangélico.

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Una nueva orientación: Catequesis evangelizadora

La catequesis como un momento esencial del proceso evangelizador, no puede limitarse a fomentar el modelo tradicional del buen cristiano, sino que se ve exigida a promover ante todo verdaderos creyentes, suscitando la conversión, la opción por el Evangelio, la decisión y la alegría de ser cristianos.

La catequesis debe estar al servicio de la iniciación cristiana. Ala prioridad de la enseñanza sucede la preocupación por la iniciación: si antes el interés se centraba en la enseñanza de la doctrina (prevaleciendo el saber de la fe), hoy volvemos a descubrir la importancia insustituible del proceso iniciático (prioridad del ser creyente) y por lo tanto del primer anuncio y del catecumenado como instrumentos de iniciación o reiniciación en la fe del cristiano.

Un nuevo significado de la catequesis en la Iglesia y en la sociedad

• De una catequesis funcional a la sacramentalización, con miras intraeclesiales, se pasa a una catequesis de iniciación en función evangelizadora.

• La catequesis de transformación, al servicio de un modelo renovado de creyente, de comunidad, y de un proyecto convincente de Iglesia renovada, fraterna y diaconal.

• Preocupación por una catequesis liberadora y comprometida, atenta a la dimensión social e histórica de la fe.

Una nueva identificación de los sujetos y objetivos de la catequesis

• De la catequesis infantil e infantilizante se pasa a la catequesis de adultos y adulta: la preferencia tradicional por el mundo de los niños da paso a la prioridad de la catequesis de adultos y adulta, sin abandonar la catequesis de los niños y de los jóvenes. Ya que ante la crisis de la figura tradicional del buen cristiano, se siente la necesidad de promover un nuevo

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modelo de cristiano adulto, de fe personalizada, actualizado culturalmente, activo y corresponsable, comprometido y crítico.

• Atención especial merece la educación en la fe de los que tienen capacidades diferentes, con frecuencia ignorados o marginado en la tarea pastoral.

• De una catequesis como transmisión de conocimientos religioso se pasa a una visión más amplia del cometido catequético, como formación cristiana integral de la experiencia de fe.

• A la catequesis prevalentemente individual sucede la catequesis de talante grupal y comunitario. Se acentúa el papel de la comunidad en todo ele procesos de crecimiento en la fe, ya que la comunidad resulta ser condición, lugar, sujeto , objeto y meta de la catequesis. se considera urgente la creación de comunidades vivas, abiertas, convincentes, con sentido de Iglesia.

• En lugar de tender, como ideal pastoral a la promoción de fieles practicantes, se siente la necesidad de poder contar con creyentes comprometidos, enraizados en la fe y abiertos a la acción y al compromiso en el mundo.

• De la catequesis de preparación a los sacramentos se pasa a la catequesis como educación de la fe, para dejar a un lado la pastoral sacramental y preocuparnos sobre todo por la educación de actitudes de fe y de amor como liturgia viva.

Una nueva visión del contenido en la catequesis

• La Palabra de Dios y la experiencia de fe antes que la doctrina. Esto no deja en el olvido el contenido doctrinal, pero lo relativiza y lo integra en un contexto más amplio y vital.

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• El paso de una catequesis de la verdad ya poseída a una catequesis en cierto sentido inacabada, abierta a la búsqueda.

• En lugar de un contenido pensado como algo inmutable, ahistórico se destaca la importancia de la dimensión histórica de la revelación encarnado e inculturado en la historia.

• A la obsesión por la doctrina teológicamente correcta, a la preocupación por la catequesis de la significación, vital, existencial, del mensaje transmitido. No decae el interés por la verdad revelada, pero lo más importante es que se destaque en el mensaje transmitido el carácter de buena noticia.

• A la preocupación por la ortodoxia del contenido a la fidelidad a las fuentes.

Una nueva perspectiva pedagógica

• De la centralidad de los conocimientos a la primacía de las actitudes. La catequesis no puede limitarse a transmitir un patrimonio de conocimientos de fe, debe tender ante todo a la educación de actitudes interiorizadas de fe en sus tres niveles fundamentales: cognocistivo, afectivo y comportamental.

• Urgencia de una catequesis realmente que favorezca la madurez y promueva integralmente a la persona, atenta a la gradualidad y capaz de conducir hacia una fe adulta y madura.

• De la catequesis sobre todo verbal a la pluralidad de lenguajes. Superando la práctica estrecha de la catequesis del catecismo y de la transmisión puramente verbal, para abrirse a la variedad de lenguajes (narración, símbolo, testimonio, celebración, arte,…) y a las nuevas perspectivas de la comunicación mediática.

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• De la pedagogía de la asimilación ala pedagogía de la creatividad. Se solicita el paso de una catequesis de simple asimilación, de pura recepción de un contenido prefabricado, a una catequesis de creatividad y corresponsabilidad.

Activación de nuevos lugares y ámbitos de la catequesis

• Opción comunitaria: cobra importancia el papel de la comunidad, del grupo, como lugares preferentes y condición indispensable para el crecimiento en la fe.

• Valoración catequética de la familia: Ponderar y acrecentar las posibilidades educativas y catequéticas de la familia, en cuanto célula eclesial y lugar privilegiado de educación de fe.

Una nueva visión de la persona del catequista y de su formación

• Valoración de los catequistas laicos, enraizados en el pueblo, testigos de fe en el mundo.

• Se redescubre la labor del catequista como auténtico

ministerio eclesial digno de ser reconocido y oficializado dentro de las estructuras y proyectos pastorales.

• Se insiste en la importancia de la formación. Hay que superar la improvisación y superficialidad para apuntara una mayor formación y profesionalización en sus tres vertientes: el ser, el saber y el saber hacer. La formación debe configurarse sobre todo como transformación.

“En este final del siglo XX, Dios y los acontecimientos, que son otras tantas llamadas de su parte, invitan a la Iglesia a renovar su confianza en la acción catequética como una tarea absolutamente primordial de su misión. Es invitada a consagrar a la catequesis sus mejores recursos en hombres y energías, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales, para organizarla mejor y formar personal

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capacitado. En ello no hay mero cálculo humano, sino una actitud de fe” (CT 15).

Comisión de CatequesisDurango #90, 10 piso, Col. RomaTel. 5208 3200 - ext. 2056 y 2020