burke peter - el renacimiento europeo

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Introduccin: para situar el RenacimientoComo podramos justificar otro libro ms sobre el Renacimiento? La razn ms evidente para un nuevo estudio es la continua investigacin del tema. En realidad, quiz nunca haya habido tantas personas escribiendo sobre diferentes aspectos del Renacimiento como hoy en da. Todo este trabajo equivale (o debera equivaler) a una nueva interpretacin. Sin embargo. es hasta cierto punto una irona que la misma abundancia de la investigacin, publicada en multitud de revistas especializadas, haga que una sntesis general sea mucho ms difcil. Si pudieran levantarse de sus tumban los artistas, escritores y eruditos del perodo seguramente se asombraran al descubrir que el movimiento en el cual participaron en vida ha sido fragmentado y dividido en monografas sobre diferentes reas y disciplinas tales como la historia de la arquitectura. la historia de la filosofa, la historia de lar literatura francesa y as sucesivamente. Al escribir sobre la importancia del hombre del Renacimiento, muchos especialistas evitan la universalidad como si de ]ir peste se tratara. Aunque el autor es muy consciente de las limitaciones de sus conocimientos, en este libro intenta deliberadamente plantear una perspectiva total poniendo el acento en el Renacimiento como movimiento antes que como episodio o perodo. No es sta una historia general de Europa entre 1330 y 1630. Ni siquiera es una historia cultural de Europa en la poca en que la Reforma (protestante) y la Contrarreforma (catlica) afectaron probablemente a la existencia de un mayor nmero de personas de forma ms profunda que el Renacimiento. Es una historia de un movimiento cultural que -simplificando de forma muy tosca- podemos decir que se inici con Petrarca y concluy con Descartes. Aunque este movimiento implic innovacin tanto como renovacin, el tema central que gua este libro a travs del laberinto de detalles ser el entusiasmo por la Antigedad as como la recuperacin, la recepcin y la transformacin de la tradicin clsica. Mientras la cultura contempornea valora la novedad casi por encima de todas las cosas, aun los principales innovadores del Renacimiento presentaron -y con frecuencia percibieron- sus invenciones y descubrimientos como un

retorno a las tradiciones de la Antigedad despus del largo parntesis de lo que fueron los primeros en llamar la Edad Media. Este nfasis en la recuperacin de la Antigedad es tradicional. Jacobo Burckhardt, el gran historiador suizo cuya visin del Renacimiento sigue siendo relevante, sostuvo que no fue slo la recuperacin de la Antigedad sino su combinacin con el espritu italiano, como l lo llamaba, lo que dio fundamento al Renacimiento1. Pese a ello, muchos estudiosos posteriores han proferido concentrar su atencin en la recuperacin de lo clsico, que es ms fcil de definir, e incluso de reconocer, que el espritu italiano, y yo seguir su ejemplo. En otros aspectos (dos en particular) me apartar de la tradicin. En primer lugar se har un intento de disociar al Renacimiento de la modernidad. Segn Burckhardt, que escriba a mediados del siglo XIX, la importancia de este movimiento en la historia europea fue la de haber sido el origen de lo moderno. En su pintoresco lenguaje decimonnico, deca que el italiano era el primognito de los hijos de la Europa moderna. Los signos de esta modernidad englobaban una idea del estado como obra de arte, el sentido moderno de la fuma, el descubrimiento del mundo y del hombre, y sobre todo por lo que llam el desarrollo del individuo. No es fcil estar de acuerdo hoy con estas ideas. Por una razn: la ruptura con el pasado reciente parece ahora mucho menos terminante de lo que aseguraban los artistas y eruditos de los siglos XVI y XVII. En cualquier caso, incluso si eran posmedievales a sabiendas, estos eruditos y artistas no eran modernos en el sentido de asemejarse a sus sucesores de los siglos XIX y XX. Burckhardt sin duda subestimaba la distancia cultural entre su poca y la del Renacimiento. Desde su punto de vista la distancia o, para ser ms preciso, la divergencia entre la cultura renacentista y la cultura contempornea se ha vuelto mucho ms visible, pese al continuo inters en Leonardo, Montaigne, Cervantes, Shakespeare y otras descollantes figuras de aquella poca (vase infra, p. 202). Por lo tanto un propsito de este libro es reexaminar el lugar del Renacimiento en la historia europea y aun en la historia universal, adhirindose a la crtica de lo que algunas veces se ha llamado el gran relato del surgimiento de la civili-

zacin occidental: una narracin triunfalista de las realizaciones occidentales desde los griegos en adelante, en la cual el Renacimiento es un eslabn de la cadena que engarza la Reforma, la revolucin cientfica, la Ilustracin, la revolucin industrial, etc2. En contraste con su posicin tradicional en el centro del escenario, el Renacimiento que se presenta aqu esta descentrado3. En efecto, mi objetivo es considerar la cultura de Europa occidental como una cultura entre otras que coexista e interactuaba con sus vecinas. principalmente con Bizancio y el islam, las cuales tuvieron tambin sus propios renacimientos de la Antigedad griego y romana. Sobra decir que la propia cultura occidental fue plural antes que singular, al incluir culturas minoritarias como la de los judos, muchos de los cuales participaron en el Renacimiento en Italia y en otros lugares4. Por regla general los historiadores del Renacimiento han prestado poca atencin y han dado poqusimo espacio a la contribucin de los rabes y de los judos al movimiento, se trate de Len Hebreo (por poner un ejemplo), llamado tambin Judah Abravanel, o de Len el Africano, llamado tambin Hasan al-WazzBn (vase infra, pp. 178 y 183). Dos textos que atrajeron el inters de los humanistas del Renacimiento fueron la Picatrix y el Zohar. La Picatrix era un manual rabe de magia del siglo XII, y el Zohar un tratado hebreo de misticismo del siglo XIII. La embriagadora mezcla de platonismo y magia que tanto entusiasm a Marsilio Ficino y a su crculo en Florencia (vase p. 40) tiene un paralelo en las idea, del estudioso rabe Suhrawardi, ejecutado en 1191 por desviaciones de la ortodoxia musulmana. En este punto, el ideal acadmico musulmn de adab, que conjugaba la literatura con la educacin, no est muy lejos del ideal renacentista de humanitas.5 Los arquitectos y artistas tambin aprendieron del mundo islmico. El diseo de los hospitales del siglo XV de Florencia y Miln tom prestado directa o indirectamente el dueo de los hospitales de Damasco y El Cairo6. El orfebre Benvenutto Cellini admiraba y emulaba la decoracin arabesca de las dagas turcas, una forma de decoracin que tambin puede hallarse tanto en las encuadernaciones como en las paginas de los libros franceses e italianos del siglo XVI7.

Resultado del afn de descentrar el Renacimiento occidental es un enfoque que podramos definir como antropolgico. Si nosotros, los habitantes de la Tierra del tercer milenio, hemos de comprender la cultura en que este movimiento se desarroll, haramos bien en no identificarnos fcilmente con l. La idea misma de un movimiento para resucitar la cultura de un pasado remoto se nos ha hecho extraa, ya que contradice las ideas de progreso y modernidad que todava se dan ampliamente por sentadas pese a las numerosas crticas recientes. Al menos -ya que hay grados de otredad- deberamos ver la cultura del Renacimiento como una cultura semiextranjera, que no slo es ya remota sino que va hacindose ms extraa cada ao; por lo tanto en las siguientes pginas se intenta hacer explcito lo que suele ser implcito: los presupuestos comunes en el perodo, los modos dominantes de pensamiento o las mentalidades. En segundo lugar, en este libro, como en las dems obras de esta coleccin, el nfasis recae en Europa en su conjunto. Es muy fcil encontrar historias de la cultura europea durante el perodo del Renacimiento8. Tambin es fcil encontrar estudios del Renacimiento o de aspectos del mismo, en diferentes pases europeos. Lo que falta, pese a su notoria necesidad, es un estudio del movimiento en toda Europa. Incluso loa estudios generales del Renacimiento se han limitado con frecuencia a Europa occidental, pese a la importancia del arte y el humanismo renacentista en Hungra y Polonia. Un tema recurrente en las pginas siguientes ser la importancia de la circulacin de textos y de imgenes pero tambin la circulacin de personas. Fueron de particular relevancia cuatro experiencias de dispora. En primer lugar, la de los griegos. Uno de los finitos ms clebres del Renacimiento atribuye la renovacin del saber a los refugiados griegos que vinieron a Occidente despus de la cada de Constantinopla en 15439. Como mito de orgenes es poco convincente. Pese a ello, los sabios griegos que comenzaron a llegar a Occidente casi a los inicios del siglo XV realizaron una importante contribucin a los estudios humansticos, y los cajistas griegos fueron asimismo indispensables para la impresin de Homero, Platn y otros textos clsicos en su lengua original. Los artistas griegos, en cambio, no se trasladaron con frecuencia hacia Occidente, pero uno de

ellos fue famoso en Italia y Espaa: El Greco. En segundo lugar, tenemos la dispora italiana de artistas y humanistas, sin descuidar a los comerciantes establecidos en Lyon, Amberes y otras ciudades cuyo inters en el arte y la literatura de su nativa Italia contribuy a que sus vecinos les prestaran atencin10. En tercer lugar, hay que referirse a los alemanes, especialmente a los impresores, aunque el papel de los artistas alemanes en Europa (desde Inglaterra hasta Polonia) no debera ser olvidado. Por ltimo estuvieron los artistas provenientes de los Pases Bajos, sobre todo pintores y escultores, especialmente activos en los pases blticos (vase infra, p. 96)11. Debera estar claro que la difusin del estilo clsico y clasicista fuera de Italia fue una empresa europea colectiva de intercambio cultural12. Para dar un ejemplo de inslita complejidad: los albailes franceses introdujeron motivos italianizantes en la arquitectura escocesa en Linlithgow. Este modelo escocs a su vez inspir los palacios daneses, que fueron construidos por artesanos de los Pases Bajos13. En el caso de la ornamentacin de los edificios y los muebles, como veremos ms adelante (p. 154), los grotescos romanos se combinaron con arabescos espaoles (y turcos) y la ornamentacin de filetes procedente de los Pases Bajos para crear un estilo internacional. Una consecuencia trascendental de la decisin de considerar el Renacimiento en un mbito paneuropeo es el nfasis en la recepcin, en el sentido de proceso activo de asimilacin y transformacin, en oposicin a la simple difusin de ideas clsicas o italianas. La preocupacin por la recepcin lleva a su vez a centrarse en los contextos, las redes y los espacios donde estas nuevas formas son debatidas y adaptadas, as como en la periferia de Europa, el Renacimiento tardo, y finalmente en lo que podra llamarse la cotidianizacin o la incorporacin del Renacimiento en el mbito domstico, en otras palabras, su gradual penetracin de la vida diaria. La recepcin El relato tradicional del Renacimiento fuera de Italia no slo utiliza cier-

tas metforas o modelos recurrentes, sino que tambin es modelado por ellos. Por ejemplo, se plantea el modelo del impacto en el cual el movimiento penetra en una regin tras otra. Adems se ha propuesto el modelo epidmico segn el cual distintas partes de Europa atrapan el Renacimiento por una especie de contagio. Tambin tenemos el modelo comercial de prstamos, deudas, exportaciones e importaciones (algunas literales, como en el caso de las pinturas y los libros, otras metafricas, como en el caso de las ideas). Ms generalizado es el modelo hidrulico que presenta el movimiento en trminos de difusin: influencia, canales y absorcin. No ser sencillo evitar estas metforas por completo en las pginas que siguen. El modelo bsico que se emplear aqu, sin embargo, es el de la recepcin de nuevas formas de la cultura italiana y de la Antigedad clsica por intermedio de Italia. Miguel ngel y Maquiavelo, por ejemplo, recibieron los mensajes de la Antigedad de una forma creativa, transformando aquello de lo que se apropiaban. Los lectores y los espectadores a su vez trataron sus mensajes de manera semejante. Este libro no atender tanto a las intenciones de Miguel ngel, Maquiavelo y otras figuras principales como a los modos en que las obras que crearon fueron interpretadas en el momento, especialmente fuera de Italia. Acentuaremos las diferencias existentes en la receptividad en diferentes generaciones, regiones y grupos sociales. El concepto de recepcin, sin embargo es ms ambiguo de lo que parece a primera vista. En el siglo XIX, los estudiosos del derecho escriban sobre la recepcin del derecho romano en Alemania, y algunos historiadores culturales corno Gustav Bauch ya examinaban la recepcin del Renacimiento14. La recepcin era el opuesto complementario de la tradicin: sta era un proceso de transmisin, aqulla, de incorporacin. Ms o menos se presupona que lo que se reciba era lo mismo que se daba, no slo en el caso de los objetos materiales, sino tambin de los bienes inmateriales corno las ideas. En cambio, los tericos contemporneos de la recepcin creen que lo que se transmite necesariamente cambia en el mismo proceso de transmisin. Siguiendo a los filsofos escolsticos (sea conscientemente o no), sostie-

nen que cualesquier cosa que se recibe, se recibe segn el modo del receptor (Quidquid recipitur, ad modum recipientis recipitur). Adoptan el punto de vista del receptor, no del autor original o productor, y por ello dicen relativamente poco de lo que ste podra llamar errores o equivocaciones en los textos u otros artefactos. Ms bien presentan la recepcin o el consumo como una forma de produccin por s misma, resaltando la creatividad de los actos de apropiacin, asimilacin, adaptacin, reaccin, respuesta e incluso de rechazo15. Tanto la tradicin clsica como la italiana son consideradas de una forma ambivalente en este perodo. Los acercamientos a estas tradiciones eran equilibrados con fases de repliegue, como el abandono del clasicismo italianizante de la Inglaterra isabelina detectado por un historiador actual del arte16. Desde el punto de vista de los tericos de la recepcin, el Renacimiento cre la Antigedad tanto como la Antigedad cre al Renacimiento. Lo que los artistas y escritores ejecutaron no fue tanto imitacin como transformacin. No era quiz por accidente que dos escritores clsicos fascinados por la metamorfosis, Ovidio y Apuleyo, fueran ledos con tanto entusiasmo en ese perodo. Una metfora til para captar mejor el proceso de recepcin en este perodo, como en otros, es la de bricolaje, es decir, la confeccin de algo nuevo a partir de fragmentos de antiguas construcciones. Algunos escritores de la poca procedieron de forma semejante. El humanista holands Justo Lipsius afirmaba en su Poltica (esencialmente una seleccin de pasajes de autores clsicos): todo es mo aunque a la vez nada me pertenece. Robert Burton ofreci una descripcin similar de su Anatomy of Melancholy (1621): Omne meum, nihil meum. Es tentador apropiarse de esta observacin para definir el presente libro. La idea de la recepcin creativa tiene una historia ms larga de la que sus defensores parecen creer. En el caso del Renacimiento, las transformaciones de la tradicin clsica estaban ya siendo examinadas a finales del siglo XIX por Aby Warburg, un estudioso que no perteneca al mundo acadmico, aunque no slo fund un instituto de investigacin sino que cre un nuevo enfoque para la historia cultural17. En la dcada de 1920, el historiador francs Lucien Febvre rechaz el concepto de prstamo porque

los artistas y escritores del siglo XVI han combinado, adaptado, trastocado, produciendo una cosa al mismo tiempo compuesta y original18. Cuando Fernand Braudel lament la ausencia de una historia completa de los que llamaba los bienes culturales italianos durante el Renacimiento, ampli la idea de difusin para incluir las adaptaciones y los rechazos19. No hay manera de que un estudio tan breve como ste pueda responder al llamado de Braudel, pero el tema reaparecer una y otra vez en las pginas que siguen. Un notable folklorista sueco, Carl von Sydow, tom de la botnica el trmino ecotipo para aplicarlo a la forma en que los cuentos populares desarrollaron variantes locales estables en diferentes partes de Europa, como si fueran especies que se adaptaran al suelo del pas. El trmino es til, en particular para el anlisis de la arquitectura, un arte colectivo en el que la piedra del lugar, si no el propio terreno, contribuye a crear la forma, y ser utilizado de vez en cuando en las pginas que siguen. Lo mismo se har con la frase traduccin cultural, utilizada especialmente por los antroplogos en el sentido de hacer inteligible una cultura a otra20. Durante el mismo Renacimiento se emplearon otros trminos. Los escritores discutan las ventajas y los peligros de la imitacin (vase infra, p. 67). La metfora de los injertos italianos y los frutos franceses, utilizado por el humanista francs Blaise de Vigenre en el prefacio de su traduccin de Tasso, presupona la creatividad de la recepcin. Los misioneros y otros hablaban de la adecuacin del cristianismo en los nuevos contextos, y de modo anlogo el neerlands Hans Bredeman de Vries, al escribir sobre la arquitectura, adverta la necesidad de adecuar el arte a la situacin y las necesidades del pas. En su Architecture franaise (1624), el erudito y fsico Louis Savot criticaba a los arquitectos de ese pas por seguir el modelo italiano sin considerar que cada provincia tena su propia manera de edificar (sans conridrer que chaque province a sa faon particulire de bastir). Una de las ideas o metforas centrales en los estudios modernos de la recepcin es la imagen de retcula o filtro, que permite que algo pase pero no todo. Lo que se selecciona debe ser congruente con la cultura

donde la seleccin se opera. En el caso del Renacimiento, necesitamos primero ser conscientes del antiguo filtro romano, puesto que los romanos no slo adoptaron la cultura griega sino que la adaptaron a sus propias necesidades. En segundo lugar, existieron los filtros bizantino y rabe a travs de los que la antigua cultura griega fue recibida en la Edad Media. En tercer lugar, est presente el filtro medieval. Un boceto del siglo XV, por ejemplo, haca que el Partenn pareciera un poco gtico. En cuarto lugar, tenemos el filtro italiano, puesto que los italianos fueron los pioneros en la recuperacin y la recepcin de la Antigedad mientras que el resto de Europa a menudo la recibi a travs de Italia. Sin embargo, la idea de Italia requiere ser desmantelada, puesto que la recuperacin de la Antigedad ocurrida en Florencia y Roma fue a su vez adaptada cuando lleg a Miln o Venecia, y ms tarde estas mismas adaptaciones fueron exportadas. En el caso de la arquitectura, por ejemplo, siguiendo las rutas comerciales normales. Francia recibi la versin loar barda del Renacimiento italiano mientras que Alemania recibi la versin veneciana. Contextos Otro tema central en los estudios de la recepcin es el del contexto, una metfora tomada del arte textil. Aplicada primero a las partes del texto que precedan y seguan a una determinada cita, el trmino gradualmente adquiri un significado ms amplio para referirse a los entornos culturales, sociales o polticos del texto, la imagen, la idea, la institucin, etc. Recibir ideas creativamente significa adaptarlas a un nuevo contexto y, ms exactamente, implica participar en un doble movimiento. La primera fase es la de descontextualizacin, descolocacin o apropiacin; la segunda es de recontextualizacin, recolocacin o cotidianizacin. En este ltimo caso, necesitamos no slo el repertorio de los objetos tomados como propios sino la lgica de su seleccin y su uso en la construccin de un estilo distintivo. Los elementos clsicos e italianos fueron con frecuencia resituados, esto es, dotados de un nuevo significado. Una y otra vez encontramos casos de lo que podramos denominar bricolaje, sincretismo o hibridizacin, en otras palabras: la combinacin de lo cristiano y lo pa-

gano, de lo gtico y lo clsico, fuese esta combinacin el resultado de una bsqueda consciente de un artista determinado o el resultado de una comprensin equvoca del texto o de la imagen original21. No hay trminos que no sean problemticos o discutibles en este campo intelectual, pero en el resto de este estudio se har un esfuerzo por reservar el trmino sincretismo para los intentos conscientes de armonizar elementos de las diferentes culturas (como Ficino hizo en el caso del platonismo y el cristianismo), dejando el trmino hibridacin como un concepto ms vago para referirse a una variedad de interacciones entre las culturas. Un estudio de la recepcin europea del Renacimiento debe preocuparse por el modo en que los contemporneos interpretaron la Antigedad y cmo entendieron Italia. Sus actitudes no eran siempre entusiastas, como veremos (vase infra, pp. 150-l52). Muchas personas detestaban las llamadas modas italianas, especialmente el remedo de las maneras italianas (otra metfora ms para la imitacin). Otros rechazaban la Grecia y la Roma antiguas por haber sido paganas. Incluso los ms declarados admiradores de Italia y de los clsicos a veces expresaban una cierta ambivalencia. La relacin entre los artistas y escritores europeos y el modelo clsico y el italiano tena visos de una relacin de amor-odio, en que se mezclaba la admiracin con la envidia. Las divergencias frente a los modelos eran a veces el resultado del deseo de superarlos, o al menos de crear algo diferente, congruente con las tradiciones locales. Los historiadores del Japn han advertido una ambivalencia semejante en las actitudes japonesas hacia la cultura china22. Ser por tanto necesario examinar tanto la resistencia al Renacimiento, como la recepcin, sea aqulla la resistencia cristiana al paganismo, la del lgico a la retrica o la del norte de Europa a Italia. Como en el caso de la receptividad, diferentes grupos manifestaron una resistencia mayor o menor a las nuevas corrientes, lo que significa presentar el Renacimiento desde una variedad de perspectivas y examinar tanto la recepcin distante como la entusiasta. Redes y lugares Un estudio del Renacimiento tambin implica interesarse por los canales,

redes o grupos a travs de los que el proceso de recepcin tuvo lugar. Los estudios del Renacimiento estn dominados (hasta un grado lamentable, en mi opinin) por las monografas sobre individuos. La tradicin es tan antigua como el propio Renacimiento: Giorgio Vasari ofreci un relato de historia del arte dominado por hroes tales como Giotto Leonardo y, sobre todo, Miguel ngel. Sin embargo, el papel que los individuos desempearon en el proceso de innovacin no fue tan decisivo como el de los grupos o crculos, especialmente si competan con otros y si sus miembros estaban involucrados en una intensa interaccin social23. No hay que suponer desde luego que todos los miembros de un grupo fueran igualmente creativas o que sus opiniones fueran concordantes. No es fcil para los historiadores reconstruir intercambios que con frecuencia eran informales y verbales. Con todo, es necesario que los historiadores culturales pongan mayor atencin en los pequeos grupos de lo que han hecho en el pasado. Tal nfasis entraa una reaccin doble: por un lado, frente a la explicacin del cambio cultural a la manera romntica, por la accin de genios individuales heroicos y aislados, y en segundo lugar, frente a la manera marxista que para ello recurre a la Sociedad con mayscula. Es tambin un valioso correctivo para las grandes frases como el Renacimiento en Portugal o el humanismo en Bohemia. Los monasterios, las cancilleras, las universidades, las academias o los museos fueron lugares que facilitaron los contactos personales. La importancia de estos microespacios para constituir sistemas de apoyo para los pequeos grupos que los usaban ha sido subrayada recientemente por una serie de historiadores, especialmente en la historia de la ciencia24. El monasterio por ejemplo, un lugar de estudio tradicional, fue importante en la historia del humanismo en Italia y otros lugares. En Florencia, los monjes Luigi Marsili y Ambrogio Traversari pertenecan al crculo de Leonardo Bruni (vase infra, p. 32), y sus celdas en los conventos de Santo Spirito y Santa Mario degli Angeli eran lugares de encuentro para los humanistas. Una serie de conventos benedictinos italianos fueron tambin centros del humanismo25. Esta misma funcin la tuvieron los monasterios en los Pases Bajos en el siglo XV: la abada cisterciense de Aduard al norte de Groninga, por ejemplo, frecuentada por Rodolphus Agricola y sus ami-

gos. En Alemania, el monasterio benedictino de Sponheim desempe un papel importante en el movimiento humanista cuando era abad el erudito Johannes Trithemius (vase infra, p. 89)26. Sin embargo, una red no dependa de un lugar fsico de encuentro. Poda estar vinculada a travs de la correspondencia epistolar, como ocurra con estudiosos itinerantes como Petrarca, Erasmo y Lipsius. En todo caso, para que sus ideas llegaran a un pblico ms amplio, el grupo necesitaba utilizar otros canales de comunicacin. En este perodo, la invencin de la imprenta (incluida la impresin de estampas, que precedi a los tipos mviles) permita que las nuevas ideas se difundieran ms rpidamente y entre muchas ms personas que antes. A consecuencia del nfasis en la recepcin, este ensayo (y las ilustraciones incluidas) destacar el arte grfico a costa de la pintura, la escultura y la arquitectura, y las reproducciones a costa de las obras originales. Otra consecuencia de la decisin de insistir en la recepcin es centrarse en aquellos elementos e individuos de la cultura italiana ante los que los dems europeos reaccionaron con ms fuerza en el mismo perodo: Rafael, por ejemplo, antes que Piero della Francesca, quien no fue considerado un pintor importante hasta el siglo XX. Centros y periferias El nfasis en el receptor tambin entraa una preocupacin por la interaccin entre un movimiento internacional y las condiciones locales (fuesen culturales, sociales o polticas). De ah la decisin de prestar ms atencin que la acostumbrada a las periferias de Europa. Dnde est el centro de Europa? En Praga, o en otra parte en la Europa central? O en Florencia, otrora el centro del Renacimiento? O en Roma cuyos habitantes se jactaban de vivir en el centro del mundo? Italia desempear siempre un papel principal en un libro sobre el Renacimiento, pero lo que se definir como periferia variar segn el perodo y tambin el arte o la disciplina tomados en consideracin. En las artes visuales, Hungra, y en todo caso Buda y sus alrededores, fueron fundamentales a finales del siglo XV, pues recibieron el Renacimiento antes que muchas otras regiones de Europa (vase infra, pp. 57-58), in-

cluso si era perifrica en razn de su ubicacin en la frontera entre la cristiandad y el islam. Croacia no suele ser tenida como una regin importante para la cultura europea, pero su cercana a Italia signific que las corrientes en el arte, el humanismo y la literatura renacentistas se iniciaran relativamente pronto all27. Vale la pena tomar en cuenta qu regiones los europeos de distintas regiones consideraban remotas respecto a los centros de la cultura. Inglaterra por ejemplo, era citada como ejemplo de la periferia por Kochanowski (vase infra, p. 123). En efecto, lo era sobre todo a finales del siglo XVI, cuando las guerras religiosas en Francia y los Pases Bajos hacan el viaje desusadamente difcil y peligroso. Lo esencial no es insistir en que Ivn el Terrible (por poner un ejemplo) o el caudillo irlands Manus O'Donnell fueran prncipes renacentistas, aunque hay estudiosos que lo han sustentado en ambos casos28, ms bien se trata de sugerir que la creatividad era a la vez ms necesaria y visible en lugares donde la distancia cultural de Italia era mayor en un determinado momento o en una disciplina particular. En el caso de Gales se ha subrayado, por ejemplo, la carencia de una base urbana para el Renacimiento y tambin el predominio de la prosa en el nuevo estilo por encima de la poesa29. Digamos que las referencias que se hacen en este libro a Suecia o a Escocia, a Portugal o a Polonia, as como las referencias a Asia, frica y Amrica, son parte de una estrategia deliberada. Este acento en las periferias implica al mismo tiempo una revaloracin de los estilos locales en el arte, la literatura y la ciencia. Desde el centro, estos estilos locales han aparecido muchas veces como corrupciones o provincializaciones del modelo original, poniendo el nfasis en lo que se ha perdido. Desde la periferia misma, por otra parte, lo que se ve es un proceso creativo de adecuacin, asimilacin o sincretismo30. Una vez ms es necesario contar la historia desde mltiples puntos de vista. El Renacimiento tardo

pios del siglo XIV hasta finales del siglo XV (captulo 1), y las repercusiones de dicho descubrimiento para el resto d Europa, sea en la forma de recepcin o de resistencia (captulo 2). Se contina con el apogeo del Renacimiento, c. 1490-1530, la poca en que los fragmentos quedaron unidos ms estrechamente. Era sta la poca de la emulacin en el sentido de que por entonces los italianos haban llegado a pensar que eran capaces de competir con los antiguos en trminos de igualdad, mientras que los artistas, escritores y estudiosos de otros pases estaban comenzando a competir con los italianos (captulo 3). Sin embargo, el nfasis del libro en la recepcin necesariamente implica un mayor nfasis que el habitual en el Renacimiento tardo, desde aproximadamente 1530 hasta 1630 (captulo 4)31. De modo bastante paradjico, 1530 es el momento en que, segn algunos antiguos estudiosos, el movimiento lleg a su fin (vase infra, pp. 92-93). Por otra parte, la perspectiva adoptada aqu es que aunque la variedad signific un regreso a la fragmentacin, fue precisamente en este perodo cuando muchos individuos y grupos en diversas partes de Europa pudieron hacer los aportes ms distintivos al movimiento internacional, traduciendo el estilo clsico y el italiano a lenguajes locales32. Fue tambin en este ltimo perodo cuando encontrarnos ms indicios de lo que podra llamarse la cotidianizacin del Renacimiento (captulo 5), es decir, de su difusin social, de su incorporacin a prcticas cotidianas y de su impacto tanto en la cultura material como en las mentalidades. Lo que haba comenzado como un movimiento entre un minsculo grupo de estudiosos y artistas se convirti en una moda -o dio origen a una serie de modas- y termin por transformar algunas de las actitudes y valores fundamentales de las elites europeas y posiblemente las de otras personas tambin. Algunas de estas actitudes y valores persistieron pese al fin, o ms bien, a la fragmentacin del movimiento, como se intentar mostrar en el eplogo sobre el Renacimiento despus del Renacimiento. Mtodos

La organizacin de este libro es cronolgica. La historia comienza con los inicios del Renacimiento, el redescubrimiento de la Antigedad (o ms exactamente, de los fragmentos de la Antigedad) en Italia desde princi-

Los captulos siguientes tratan de combinar la descripcin, el anlisis y la narrativa. La descripcin pasa de visiones generales a estudios de caso, de

panormicas amplias a acercamientos puntuales. El anlisis intenta dar cuenta de la receptividad en determinados espacios, en momentos particulares y entre ciertos grupos, buscando evitar dos extremos opuestos. Uno es suponer que los bienes culturales clsicos e italianos fueron aceptados debido a su atractivos inherentes. La opinin contraria da por hecho que la cultura era simplemente un instrumento, sobre todo un medio de individuos y grupo para aumentar su propio rango y poder en competencia con sus rivales. La primera opinin es demasiado ingenua, la segunda demasiado reduccionista. El desafo del historiador es debatir los usos de Italia y la Antigedad sin caer en un tosco utilitarismo. En lo que concierne al aspecto narrativo, este libro presenta un relato de surgimiento, difusin, modificacin y, por ltimo, la desintegracin de un movimiento cultural. El nfasis que se pone en las respuestas colectivas antes que en las individuales est justificado porque el orden europeo tradicional era capaz de absorber nuevos elementos hasta cierto punto. En el mbito de la alta cultura, el umbral crtico fue alcanzado en algunas zonas de Europa alrededor de 1500. Hubo tantos elementos nuevos que incorporar que el orden tradicional se agriet con la tensin, y un nuevo orden comenz a surgir33. Otra manera de describir lo que ocurri, dejando aparte los factores sociales y polticos por un momento para concentrarnos en lo que bien puede llamarse la lgica de desarrollo , es identificar tres fases en la recepcin de la Antigedad. La historia comienza con el redescubrimiento de la cultura clsica y los primeros intentos de imitacin. Luego viene la fase de la maestra, el llamado apogeo del Renacimiento, en el que las reglas para la combinacin de diferentes elementos han sido aprendidas y la imitacin se vuelve emulacin. La tercera y ltima fase es la de una deliberada transformacin, de una ruptura consciente de las reglas. En algunas reas, al menos, podemos hablar de progreso en el sentido de una creciente habilidad para lograr ciertos fines, desde escribir en latn en el estilo de Cicern hasta dominar las reglas de la perspectiva. Una percepcin del progreso con frecuencia se expresa en este momento y toma la forma de denuncias de la Edad Media, referencias condescendientes a las realizaciones de las generaciones anteriores o, en las Vite

de'pi eccelenti pittore de Vasari, a una teora explcita del desarrollo del arte a travs de varias fases o perodos. Como ocurre a menudo en la historia de la cultura, sin embargo, despus del xito ocurra un cambio de metas, frustrando as toda interpretacin simple del conjunto del movimiento en trminos de progreso o acumulacin. Es tambin importante subrayar que -como muchos otros movimientos- el carcter de ste cambi a medida que ms personas se adhirieron a l. O, para utilizar una distincin ya referida, podramos decir que el tema principal de este libro es la transformacin del Renacimiento de movimiento en perodo. Lo fundamental es que los objetos y las actitudes que en 1350 o incluso en 1400 interesaban a un reducido grupo de personas, sobre todo en Italia, se convirti gradualmente en parte de la vida cotidiana de una significativa minora de europeos. Uno de los riesgos que corre un estudio general como ste es el de ceirse slo a la historia externa, dando una descripcin general de listas de ejemplos sin conceder espacio a los individuos. Otro peligro es realzar las semejanzas a costa de las diferencias o las tendencias generales a costa de las excepciones, y dar ms peso a los conformistas a costa de los excntricos. Para evitar estos riesgos, se han utilizado aqu dos estrategias. La primera es citar los textos originales tantas veces como fuera posible con el fin de permitir a los lectores escuchar la conversacin de los contemporneos y no slo el monlogo de un historiador. Los debates de la poca sern presentados a travs de los conceptos de los participantes. Referencias al renacimiento, a la recuperacin, a la restauracin, etc., sern citadas una y otra vez (espero que no ad nauseam), como una forma de recordar que esta metfora fue importante para que los estudiosos y artistas de la poca organizaran su experiencia. Los estudios recientes en una serie de disciplinas han sealado la importancia de las metforas en el pensamiento y tambin que, sean conscientes o no, las personas representan estas metforas en la vida diaria34. La historia del Renacimiento puede ser considerada no slo como la historia de un entusiasmo y de un movimiento, sino tambin como la historia de una metfora que muchos individuos y grupos trataron de poner en prctica. Sin embargo no daremos por sentada la unidad cultural de la poca. Por el contrario, destacaremos

la multiplicidad de puntos de vista contemporneos, las interpretaciones conflictivas y cambiantes de los hechos y de las tendencias que se ponan de manifiesto en la poca. La segunda estrategia es presentar estudios de caso, bien sea de pequeos grupos o bien de textos u otros objetos. Se analizarn ciertos individuos u objetos a costa de otros que fueron igualmente importantes en el movimiento renacentista. Las mismas personas y las mismas obras reaparecern en diferentes contextos, para mostrar las conexiones entre lo que es habitualmente estudiado en campos diferentes. Existe, por supuesto, el peligro de presumir que ciertos objetos o individuos fueron representativos de su poca. Por tanto, los estudios de caso aqu presentados intentan refutar o precisar, as como ilustrar las generalizaciones concomitantes. Por esta razn tendemos a reunir dos o tres ejemplos que ofrezcan la oportunidad para el anlisis comparativo, pero tambin permitan hacer patentes las discrepancias entre los casos individuales y las conclusiones generales. No es necesario decir que un breve ensayo de este tipo que cubre un tema tan vasto debe ser drsticamente selectivo. Los lectores deben tener presente que -a diferencia de estudios ms antiguos sobre el tema- este libro destaca las periferias del movimiento por encima de los centros, las prcticas culturales cotidianas por encima de las realizaciones ms encumbradas, y la reputacin de los individuos excepcionales por encima de sus intenciones originales. El objetivo de esta estrategia es centrarse en un proceso que podra llamarse la europeizacin del Renacimiento, o la contribucin del Renacimiento a la europeizacin de Europa. Como en el caso de otros movimientos culturales, se trata de un proceso dialctico. Por una parte vemos la normalizacin mediante el prstamo de una fuente comn; por otra, la diversificacin mediante la adaptacin a las circunstancias locales, desde estructuras polticas y sociales hasta tradiciones culturales. CAPTULO UNO La poca del redescubrimiento: los inicios del Renacimiento

EN TRES CAPTULOS CONSECUTIVOS de su Storia della letteratura italiana (1772-1782) el estudioso italiano del siglo XVIII Girolamo Tiraboschi traza un paralelo entre lo que llam el descubrimiento del libro (Scoprimento di libri), el descubrimiento de la Antigedad (Scoprimento d'Antichit) y el descubrimiento de Amrica (Scoprimetno dell'America). Este paradigma de Coln -tal como podramos denominarlo- ha ejercido una considerable atraccin sobre las generaciones subsiguientes. En el siglo XIX, Jules Michelet y Jacob Burckhardt ampliaron la idea para incluir lo que ambos llamaron el descubrimiento del mundo y del hombre. Dejaremos de lado las implicaciones ms amplias de esta idea hasta el captulo 5, para centrarnos aqu en la primera fase del Renacimiento italiano, que va desde 1300 hasta aproximadamente 1490. En esta poca se descubre aquello que sera dado por sentado en las fases posteriores del movimiento: la cultura de los antiguos romanos y en menor medida la de los griegos. Fue tambin una poca de reforma que obedeci a estos paradigmas clsicos. Es imposible que los individuos y los grupos rompan del todo con la cultura en que han sido formados. La paradoja esencial de toda reforma cultura es que los reformadores provienen de la cultura que desean cambiar. De ah que sea poco til trazar una lnea divisora entre un perodo llamado la Edad Media y otro llamado el Renacimiento, pues el inicio de la cultura renacentista que se examina en este captulo coexisti con la de Europa medieval tarda. Los descubridores siguieron siendo medievales en muchos aspectos. Entre los rasgos ms distintivos de esa cultura estaban el arte gtico, la caballera y la filosofa escolstica, los cuales podan encontrarse en casi toda Europa. La unificacin cultural de Europa, la europeizacin de Europa -tal como ha sido denominada- haba comenzado mucho antes del Renacimiento, siendo ya perceptible en los siglos XII y XIII35. El llamado estilo gtico, por ejemplo, era un lenguaje artstico internacional36. Pese a las variaciones locales (el uso de ladrillo en las iglesias danesas o el contraste entre el nfasis francs en la altura de las catedrales y la preferencia inglesa por la longitud), el estilo gtico es reconocible

desde Portugal hasta Polonia. La caballera -es decir, los valores de la nobleza medieval tarda encarnados en el arte del combate a caballo- era otro fenmeno internacional. Los romances caballerescos, que relataban las nobles hazaas de hroes como Roldn o Lancelot en las cortes del emperador Carlomagno y el rey Arturo, eran ledos (o escuchados) vidamente en gran parte de los pases europeos. Lo que actualmente entendemos por filosofa y teologa escolsticas (las obras de santo Toms de Aquino por ejemplo) se desarrollaron en las aulas de los colegios de las universidades medievales en los siglos XII y XIII. Aunque estos estudios atraan a un pequeo grupo, se trataba tambin de un grupo internacional. Puesto que en las universidades se hablaba y se escriba en latn, y los maestros de artes tenan el derecho a ensear dondequiera (ius ubique docendi) desde Coimbra hasta Cracovia, la cultura acadmica era autnticamente paneuropea. Francia era el epicentro del gtico, de la caballera y de la escolstica. All se invent la arquitectura gtica a inicios del siglo XII. La universidad de Pars era el centro de la enseanza de la filosofa escolstica. En Francia se escribieron las ms famosas novelas de caballera. En efecto, en pases como Inglaterra o en el norte de Italia, los romances eran con frecuencia cantados o escritos en francs. Puede decirse que la alta Edad Media fue una poca de hegemona cultural francesa. Estas tres formas de cultura medieval persistieron en el siglo XV y an en el siglo XVII. La filosofa escolstica sigui dominando el curso de artes en la mayora de las universidades europeas. Los romances de caballera continuaron contando con lectores entusiastas. La edificacin de iglesias gticas prosigui. Lo que cambi en el curso del Renacimiento fue que el gtico, la caballera y la escolstica ya no monopolizaron sus respectivos campos, sino que compitieron e interactuaron con estilos y valores alternativos derivados del mundo antiguo. Fue especialmente en Italia donde estos estilos y valores nuevos surgieron. Por qu? En Italia, los modelos franceses del gtico, la caballera y la escolstica haban penetrado con menor profundidad que en otras partes de Europa. La escolstica lleg tarde a Italia, donde las universidades como Bolonia y Padua se concentraban en el derecho, las artes y la medicina pero no en

la teologa. Las ciudades italianas, muchas de las cuales fueron autnomas a partir del siglo XI, produjeron una cultura alternativa, laica antes que clerical y civil antes que militar. Cundo se inici el Renacimiento? Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cundo o incluso dnde comenzar el estudio del Renacimiento. Florencia, Roma, Avin, Padua y Npoles han sido proclamadas alternativamente como la cuna del movimiento. La mayora de los estudios se inician en Italia, pero en diferentes momentos y con diferentes individuos. Por lo comn se opta por las dcadas de 1330 y 1340, poca del poeta y erudito Francesco Petrarca. Sin embargo, algunos historiadores del arte comienzan con Giotto una generacin antes. La fama de Giotto se fund en haber creado un nuevo estilo de narracin pictrica, que se bas parcialmente en la escultura clsica que haba visto en Pisa. Era mencionado con respeto por los humanistas y su obra fue inspiracin para las generaciones posteriores de artistas renacentistas. Si escogemos a Giotto, empero, es difcil omitir a su contemporneo Dante. Los dos hombres y algunos de sus seguidores fueron los responsables de una extraordinaria explosin de creatividad en Florencia precisamente a partir de 130037. Hoy tendemos a pensar en Dante como medieval, pero en la Florencia de los siglos XV y XVI estaba estrechamente ligado a Petrarca. Si el redescubrimiento de la Antigedad ha de ser el criterio para escoger una fecha de inicio, no deberamos olvidar que la generacin de Dante fue tambin la del escritor paduano Albertino Mussato, que escribi drama e historia siguiendo las normas clsicas. Asimismo, en el caso de la educacin, al menos en Italia, se ha sostenido que los aos alrededor de 1300 marcan el momento decisivo38. Cualquiera que sea la fecha elegida para el inicio del Renacimiento, siempre es posible encontrar un argumento para retroceder an ms. En la historia de la pintura, por ejemplo, podramos empezar en el siglo XIII con Cimabue, o en escultura con Giovanni y Nicolo Pisano, cuya obra fue inspirada al menos alguna vez por antiguos modelos romanos39. Algunos es-

tudiosos de la historia intelectual tambin subrayan la importancia de los cambios en el siglo XIII, sobre todo la recepcin de Aristteles en Occidente por santo Toms de Aquino y otros. Petrarca y sus seguidores trataron de distanciarse de los aristotlicos. En un opsculo que llevaba el socrtico ttulo de De sui ipsius et multorum ignorantia (De su propia ignorancia y la de muchos), Petrarca critic a los filsofos acadmicos del momento, la secta loca y escandalosa de los escolsticos, por su devocin exclusiva a Aristteles. Vista desde una amplia perspectiva, por otra parte, es difcil discernir una ruptura radical entre el inters de santo Toms en Aristteles y el entusiasmo de Petrarca por los escritores clsicos. Como ms tarde los humanistas, los filsofos escolsticos como William de Lonches declaraban que la dignidad de nuestra mente es su capacidad para conocer todas las cosas40. Otros historiadores han hecho notar los paralelos entre los intereses de los hombres de letras del siglo XII, como el ingls Juan de Salisbury, y sus sucesores del siglo XV. Aqul estaba familiarizado con las obras de los clsicos, incluidos Cicern y Sneca, con el Timeo de Platn y la Eneida de Virgilio. Adapt estos textos a su cultura (consciente o inconscientemente) al darles una interpretacin moral o religiosa, sealando por ejemplo, que Platn conoca la doctrina de la Trinidad y que las aventuras de Eneas eran alegoras del progreso del alma durante la vida; aunque, como veremos, ya algunos estudiosos del siglo X ofrecan interpretaciones semejantes. Sea que prefiramos hablar de Renacimiento, pre-Renacimiento, o bien, simplemente, de condiciones para el Renacimiento, el punto a destacar es la persistencia de la tradicin clsica. Algunos antiguos escritores romanos, los poetas Horacio y Virgilio, por ejemplo, continuaron siendo ledos e imitados durante la Edad Media41. La tradicin del derecho romano se mantuvo en vigor en algunas regiones, tales como Italia y el sur de Francia. Como en la antigua Roma, en las ciudades-estado italianas de los siglos XII y XIII, el estudio de la retrica, es decir, el arte de persuadir en los discursos y las cartas, era una preparacin necesaria para una carrera en el derecho y en la poltica. Las virtudes cvicas y el buen gobierno eran discutidos con referencia a escritores clsicos como Cicern y Salustio.

La singular cultura urbana y secular de estas ciudades-estado tena afinidades obvias con la de la Antigedad, haciendo la literatura y la filosofa clsicas inslitamente relevantes para sus ciudadanos42. La tradicin clsica tambin continu en las artes visuales. El arte y la arquitectura anteriores al gtico son llamados actualmente romnicos, precisamente a causa de su deuda con los romanos. Los restos de los edificios clsicos que quedaban en una serie de ciudades europeas continuaron suscitando admiracin. Verona tena un anfiteatro romano, Nims un templo romano, Segovia un acueducto romano y as sucesivamente. En la misma Roma estaban el templo del Panten, el Coliseo, el Arco de Tito, la Columna Trajana y muchos ms. La persistencia de los restos clsicos contribuy a la recuperacin clsica. En la poca de Carlomagno, el Panten inspir la capilla imperial de Aquisgrn. En el siglo XII, inspir el Baptisterio de Florencia. El encuentro con las llamadas culturas hermanas del mundo bizantino y del rabe coadyuv al redescubrimiento de la tradicin clsica en Occidente. Por ejemplo, los eruditos bizantinos estaban familiarizados con una serie de antiguos autores griegos que eran completamente desconocidos en Occidente. Editaron y comentaron estos textos del mismo modo en que habran de hacerlo los humanistas renacentistas en los siglos XV y XVI43. Los rabes asimismo desempearon un papel importante en transmitir la tradicin griega, especialmente desde el siglo IX hasta el XIV. Las famosas escuelas de Atenas y Alejandra se trasladaron a Bagdad. Los eruditos musulmanes escribieron comentarios sobre Platn y Aristteles. El filsofo Ibn Sina (llamado Avicena en Occidente) era un aristotlico. Una serie de antiguos escritores, incluidos Aristteles, Tolomeo, Hipcrates y Galeno, fueron traducidos al latn en la Edad Media a partir de traducciones rabes del original griego. Petrarca y su crculo Este estudio del Renacimiento europeo comienza efectivamente con Petrarca, debido a la amplitud de sus intereses y logros como poeta, erudito y filsofo, a su entusiasmo por la cultura romana, y a su influencia sobre

las generaciones que lo siguieron, no slo en Italia, sino tambin en gran parte de Europa. En retrospectiva, podramos decir que Petrarca fue el primer humanista, un trmino que examinaremos ms adelante (p. 34). Petrarca se consideraba primordialmente un poeta: un segundo Virgilio. El reconocimiento que ansiaba para s y para su poesa (y que al parecer consigui obtener) era ser coronado de laurel en el Capitolio en Roma en 1341. La coronacin segua un precedente clsico recientemente repuesto (Albertino Mussato haba sido laureado en Padua en 1315, y se haba hecho la propuesta de coronar a Dante). Petrarca era tan importante poeta pico como lrico. Su poema pico Africa era un relato de la vida del general romano Escipin el Africano, escrito en latn siguiendo el modelo de la pica clsica de Virgilio y Estatius. En lengua romance, Petrarca escribi una secuencia de lrica formada por los agridulces poemas de su Canzoniere que presentan al poeta corno un solitario y pensativo amante (solo e pensoso), cuyos tormentos, suspiros y amargas lgrimas (aunare lagrime) se destacan junto con la belleza y crueldad de su amada. Petrarca era tambin un moralista, afn a la tradicin estoica. Su poema italiano Trionfi trata de los sucesivos triunfos del Amor, la Muerte y finalmente de la Fama, figurados como las procesiones que celebraban las victorias de los antiguos generales y emperadores romanos. De remediis utriusque fortunae (Remedios para ambos tipos de fortuna) era una obra escrita en forma de dilogo entre la Razn y otras cuatro figuras alegricas: la Alegra, la Esperanza, el Dolor y el Temor. El Petrarca erudito no se alejaba mucho del Petrarca moralista. De viris illustribus (De hombres ilustres) era una coleccin de treinta y tres biografas de antiguos romanos y de figuras de la Biblia que se supona serviran de modelo a los lectores. En la misma lnea, aconsejaba al seor de Padua la seleccin de hombres ilustres que iban a ser pintados en un saln de su palacio. Cicern era uno de sus hroes; posea sus obras filosficas, descubri varias de sus cartas y l escriba las suyas en un estilo parecido. A Petrarca tambin le interesaba la Antigedad en s misma. Se interes en Homero e intent aprender griego sin xito. No obstante el mayor entusiasmo se lo suscitaba la antigua Roma, cuyas ruinas lo impresionaron

muchsimo. Su pasin por el contacto personal con los antiguos romanos se manifest en el hecho de que escribi cartas a Cicern y a Sneca. Adems de coleccionar antiguas monedas, coleccion y transcribi manuscritos de escritores antiguos, sobre todo Cicern y Tito Livio. Petrarca abandon incluso el estilo gtico de letra manuscrita para imitar a los antiguos. Toda la obra de Petrarca est recorrida por una preocupacin nueva e intensa por la persona individual. El retrato de Laura que comision a Simone Martini ha sido considerado como el primer retrato en el sentido moderno de la palabra al guardar una semejanza con la persona retratada. Petrarca no slo escribi biografas, sino una autobiografa, titulada el Secretum, en forma de dilogo entre Francisco y Agustn, en el cual el autor de las Confesiones uno de sus libros favoritos, representa la conciencia del autor. Su obra pica Africa es una especie de biografa, en tanto que sus poemas, como se ha observado con frecuencia, fueron escritos en primera persona y se centran casi exclusivamente en los sentimientos del amante. Sus cartas personales fueron cuidadosamente corregidas de modo que otros pudieran leerlas. Petrarca crea que los ltimos siglos (los que llamamos hoy la Edad Media) haban sido una poca de oscuridad, en contraste con la Antigedad clsica, que haba sido una poca de luz. En su poema Africa expresa la esperanza de que la oscuridad abandonase definitivamente a las generaciones venideras y que pudieran volver al claro esplendor del pasado antiguo. Siguiendo a Petrarca muchos estudiosos empezaron a referirse a su propia poca como la luz despus de las tinieblas, el despertar despus del sueo, la vuelta a la vida despus de la muerte, es decir, una era de restauracin o de renacimiento. Sera un error no tomar estas metforas seriamente, ya que dieron sentido a la experiencia de los escritores y les permitieron ubicarse en el espacio y el tiempo. Sin embargo sera un error an ms grave tomar las frases literalmente, y en consecuencia despreciar la cultura medieval. El mismo Petrarca, por ejemplo, era en muchos sentidos una figura medieval. Sus meditaciones sobre la fortuna eran tradicionales. Y lo era su entusiasmo por san Agustn. San Bernardo era otro de sus modelos. Y

tambin Dante: los poemas del Canzoniere constituyen una narracin como la de la Vita Nuova, con la amada Laura de Petrarca en lugar de Beatriz. Es imposible oponer un Petrarca moderno a un Dante medieval. Si bien le desagradaba la letra gtica manuscrita, Petrarca admiraba algunos edificios gticos como la catedral de Colonia de la que deca que era un templo extraordinariamente bello. Petrarca tena el don de contagiar su entusiasmo a los dems. Eran miembros de su crculo el pintor Simone Martini, el fsico y astrnomo Giovanni Dondi (con quien intercambiaba sonetos), el fraile dominico Giovanni Colonna (con quien contempl las ruinas de Roma), el fraile agustino Dionigi di Borgo San Sepolcro (que le dio un ejemplar de las Confesiones de san Agustn), el dirigente poltico Cola di Rienzo (que intent restaurar la repblica romana) y Giovanni Boccaccio. Como Petrarca, Boccaccio combinaba el papel de erudito clsico con el de escritor en lengua vulgar. Particip en la bsqueda de manuscritos de autores antiguos y en 1355 encontr El asno de oro de Apuleyo en el monasterio de Monte Cassino. Boccaccio escribi un tratado sobre la genealoga de los dioses antiguos (De genealogiis deorum gentilium), y como bigrafo hizo por las mujeres lo que Petrarca haba hecho por los hombres: De mulierubus claris contena ciento seis biografas de mujeres famosas, desde Eva hasta la reina Juana de Npoles, pasando por Semramis, Juno, Venus, Helena, Artemisia, Porcia y Lucrecia. El Decamern, la coleccin de cuentos por la que Boccaccio es recordado hoy, era slo una entre muchas de sus realizaciones. Boccaccio, como Petrarca, puede ser calificado de medieval en muchos aspectos. Tambin se inspir en la tradicin retrica italiana y dio conferencias pblicas sobre Dante. Slo gradualmente abandon la idea de que Dante, y no Petrarca, era el renovador de la poesa44. De modo semejante el amigo y admirador de Petrarca, Giovanni Dondi, combinaba un inters en los escritores clsicos tales como Plinio y Vitrubio (el autor del nico tratado de arquitectura que ha quedado de la Antigedad) con la cultura tradicional de los filsofos escolsticos. Estas continuidades ms o menos inconscientes fueron en realidad importantes, pero tambin lo fue la sensacin de cambio que puede hallarse en los escritos de Petrarca y su crcu-

lo. La idea de renovacin o reforma, utilizada antes en un contexto eclesistico, era ahora aplicada al mundo secular. Petrarca era el primero en aplicar dichos trminos al contexto literario, mientras que Cola di Rienzo los aplic a la poltica, llegando al punto de fechar sus cartas a partir del ao uno de la restaurada repblica romana. Se emplearon frases parecidas para definir los cambios en la pintura, en especial en el caso del florentino Giotto di Bondone, cuyo estilo monumental haba impresionado a sus contemporneos como a la posteridad. Fue ensalzado por Dante, por Petrarca (que lo llam prncipe de los pintores) y por Boccaccio que proclam en el Decameron que Giotto haba devuelto a la luz (ritornata in luce) un arte que haba estado sepultado por muchos siglos (sepolta da molti secoli). Boccaccio, que haba definido la obra de los artistas griegos en trminos de trampantojo, defini igualmente el arte de Giotto al escribir que las personas se engaaban al creer que era real lo que estaba pintado (credendo esser vero che era dipinto). Se ha planteado algunas veces que el trauma de la peste negra de 13481349, que hizo perecer a cerca de un tercio de la poblacin de Europa, llev a un retorno a la tradicin. Sin embargo, esta tendencia contraria no debe exagerarse, y en cualquier caso, no perdur. El movimiento de innovacin se reforz en la siguiente generacin45. La segunda generacin El cambio cultural est ligado muchas veces al surgimiento de una generacin especfica, de un grupo de individuos con experiencias comunes. En este caso, un grupo que desde la juventud se haba familiarizado con Petrarca tuvo la voluntad y la capacidad de proyectar sus ideas ms all. Hacia la dcada de 1430, la distancia de la primera generacin pareca tan enorme que un humanista menor, Sicco Polenton, se permita comentar con cierta condescendencia el latn de Petrarca en su historia de la literatura: Actualmente no es apreciado por aquellos tan refinados que no soportan algo que no sea absolutamente perfecto. Pero deberan recordar las palabras de Cicern en Brutus, que dice que ya no es posible descubrir

nada perfecto. Florencia y Toscana En Florencia, Coluccio Salutati dio continuidad a la obra de Petrarca. Haba estudiado retrica en Bolonia para hacerse notario y se empez a interesar en la crtica textual46. Salutati admiraba muchsimo a los hroes de la repblica romana, desde Lucrecia hasta Bruto. Le entusiasmaban los estoicos, pese a que se mostraba ambivalente ante su insistencia en la apata y criticaba su nfasis en una virtud sobrehumana. Pensaba que la literatura (studia litterarum) y la elocuencia haban resurgido en las ltimas generaciones gracias a Mussato, Dante y Petrarca. En su entusiasmo

por Petrarca llegaba al extremo de proclamar que su dolo superaba la prosa de Cicern y la poesa de Virgilio. Alrededor de 1360, Salutati se convirti gradualmente en el centro de un crculo intelectual integrado entre otros por Leonardo Bruni (que lleg a la ciudad en la dcada de 1390) y Poggio Bracciolini, quien, en una carta a su amigo, el patricio Niccolo Niccoli, llamaba a Salutati nuestro padre Coluccio47. Salutati fue canciller de la repblica florentina por ms de treinta aos (1375-1406). La cancillera, una oficina encargada del despacho, recepcin y archivamiento de cartas, era un lugar donde los humanistas tuvieron una oportunidad de poner sus ideas en prctica, pues las cartas en latn clsico eran un medio muy apropiado para que un gobierno impresionara a sus rivales. El papa Po II, asimismo un notable hombre de letras, observaba que los florentinos escogan a sus cancilleres por su talento retrico y su conocimiento de las humanidades. Los sucesores de Salutati en la cancillera fueron Bruni, que la ocup de 1427 a 1444, y Poggio, que volvi a Florencia hacia el final de su vida48. La correspondencia de Poggio con su amigo Niccoli sobre la sed de libros que compartan constituye un vvido caso para estudiar el entusiasmo de esta generacin por todo lo romano. Estos amigos inventaron la llamada letra itlica (cursiva o bastardilla) a inicios de la dcada de 1420, calcada de manuscritos que crean que eran romanos (vase la figura 2). El contenido de sus cartas expresa un entusiasmo paralelo por la Antigedad. Poggio se queja de que hace diez aos que Niccolo retiene un libro de Lucrecio que le prest: Deseo leer a Lucrecio pero estoy privado de su presencia. Le da las ltimas noticias de haber visto un manuscrito de Tcito en Alemania y otro de Livio en Dinamarca. Cuenta cmo ha sudado por varias horas en el bochorno de septiembre, tratando de leer inscripciones romanas. Refiere haber mostrado al escultor Donatello su coleccin de cabezas romanas y escribe con orgullo que ste al verla la haba alabado mucho. Responde a las noticias del descubrimiento de algunas obras de Cicern: Nada me molesta ms que el hecho de no poder estar all para disfrutarlas con vosotros. Cicern era un verdadero hroe para esta generacin, el ejemplo de latino elegante y el modelo de hombre de letras que participaba en la vida activa

de la poltica republicana. En sus Dialogi Bruni copiaba los de Cicern y tambin sus cartas tomaban como modelo las de ste. Igualmente Poggio transcribi e imit a Cicern. Visit Tusculum, escenario de uno de los dilogos ms famosos de Cicern, donde tuvo la dicha de descubrir una villa que debi de haber pertenecido a Cicern. El mismo Poggio encontr los manuscritos de ocho discursos de Cicern. Descubri asimismo las Institutiones oratoriae de Quintiliano y, en la biblioteca de un monasterio suizo, un manuscrito de los diez libros de De architectura de Vitrubio. En este caso, si no en muchos, el trmino descubrimiento debe ponerse entre comillas. La obra de Vitrubio haba sido conocida no slo por Petrarca y su discpulo Dondi, como hemos visto, sino tambin por los eruditos medievales. Vitrubio fue descubierto en el Renacimiento en el sentido de que fue entonces cuando su obra comenz a influir en la prctica de la arquitectura49. El redescubrimiento de la cultura griega ocurra al mismo tiempo. Salutati llev a Manuel Crisoloras, un maestro griego, a Florencia donde permaneci cerca de cinco aos y ense la lengua y el arte de la retrica a Bruni y a otros (Salutati mismo comenz el curso pero encontr que era demasiado viejo para aprender). Poggio escribi a Niccoli que arda por estudiar griego, cuando menos para escapar de aquellas horribles traducciones de que disponemos, aunque al parecer le tom muchos aos dominar el idioma. Ignorando el inters ya mostrado en Avin y Roma, Bruni afirm orgullosamente que el conocimiento de la literatura griega, que haca ms de setecientos aos que haba desaparecido de Italia, haba sido devuelto y trado de nuevo (revocata est atque reducta) por nuestra ciudad, de modo que era posible ver a los grandes filsofos y oradores no ms como a travs de un oscuro espejo sino directamente. Con ms justicia se poda considerar una novedad la teora y la prctica de la traduccin de Bruni, un trmino (translatio) que fue el primero en utilizar en ese sentido antes que con el significado tradicional de trasladar. Bruni se concentr en el significado antes que en las palabras, intentando evitar el anacronismo e imitando los diferentes estilos de los autores individuales. En su traduccin de la Poltica de Aristteles, por ejemplo, utiliz el trmino magistratus donde sus antecesores medievales haban

escrito principatus proyectando su propio sistema monrquico de gobierno en la antigua Grecia. Bruni tambin tradujo a Demstenes, Platn y Plutarco. Como veremos ms adelante, este ltimo, un moralista desconocido en Occidente hasta la dcada de 1390, tendra, al igual que Platn, una influencia inmensa en la cultura del Renacimiento. Gracias a Crisoloras, Bruni descubri la gran historia de la guerra del Peloponeso de Tucdides, as como el elogio de Atenas por Aelius Arstides, tardo retrico clsico, que le sirvi de modelo para su propio elogio de Florencia, la Laudatio florentinae urbis. Bruni y Poggio no slo fueron cancilleres de Florencia, sino historiadores oficiales de la repblica, cuyas polticas pasadas y presentes presentaron bajo una luz favorable. La historia que narraban exaltaba la libertad florentina, comparndola a la de Roma republicana y a la de Atenas. Sus historias seguan formalmente los modelos griegos y romanos tales como Tucdides y Livio, sobre todo en los discursos que ponan en boca de los protagonistas como medio para explicar sus acciones. El inters humanista en el anlisis y explicacin de los hechos evoca el de los principales historiadores antiguos, pero se diferencia de la crnica medieval, que acostumbraba a centrarse en la narracin y la descripcin realista. Retrospectivamente. los intereses y las realizaciones de este grupo de florentinos, como los de Petrarca, han sido definidos como humanistas. El trmino es apropiado, dado su inters en los que Cicern haba llamado los studia humanitatis. Tal como deca Salutati: Dado que el aprender es la caracterstica del hombre y que la persona culta es ms humana que el ignorante, los antiguos apropiadamente se refirieron al saber como humanitas. Por lo general se entenda que las humanidades comprendan cinco materias: tica, poesa, historia, retrica y gramtica. El nfasis en la tica es muy comprensible, pues la capacidad para diferenciar lo bueno de lo malo era lo que distingua a los humanos de los animales. La poesa y la historia eran consideradas formas de tica aplicada, al ofrecer a los estudiantes ejemplos buenos a imitar y malos ejemplos a evitar. Probablemente resulta menos claro para un lector moderno por qu la retrica ola gramtica deban considerarse humansticas. La clave est en que se trata-

ba de artes relacionadas con el lenguaje, que era lo que permita a los humanos separar lo justo de lo injusto. El punto era fundamental en los tratados de la dignidad del hombre, donde tanto los humanistas como los padres de la Iglesia, cantaban las glorias de la humanidad. Haba una significativa omisin en el bloque intelectual de las humanidades: la lgica. El nfasis pas del puo cerrado del lgico, que usaba la fuerza para abatir a su contendiente, a la mano abierta del retrico, que prefera la persuasin (vase la figura 1). No hay ni que decir que las lenguas escogidas eran el latn y el griego, y que los textos que deban estudiarse eran los de los antiguos griegos y romanos (incluidos los primeros escritores cristianos). Para los humanistas, el camino hacia adelante era retroceder para seguir el ejemplo de los mejores escritores y pensadores de una cultura que consideraban superior a la suya. De ah el esfuerzo que desde Petrarca en adelante invirtieron en buscar antiguos manuscritos de textos clsicos, enmendando los errores de los copistas (un proceso conocido hoy como crtica textual) e interpretando el significado de los pasajes oscuros. Para justificarse, los humanistas daban gran importancia a la idea de condicin humana (conditio humana). Como conjunto de prcticas culturales, por otra parte, el humanismo estaba dominado por la filologa antes que por la filosofa: por la crtica de textos antes que por la crtica de la sociedad. Algunos historiadores modernos definen a Bruni y sus colegas como representantes del humanismo civil, subrayando su preocupacin por la vida activa antes que por la contemplativa y su identificacin con la repblica florentina. Por ejemplo, Bruni declaraba que Dante es ms grande que Petrarca en la vida activa y cvica, y elogiaba a Cicern por combinar la filosofa con una activa carrera poltica. Leon Battista Alberti escribi un dilogo sobre la familia en lengua vulgar, en que examinaba los valores cvicos. El lugar del humanismo en la vida pblica fue reconocido y celebrado en los grandes funerales de Coluccio Salutati (1406) y de Leonardo Bruni (1444). Algunos estudiosos han llevado la interpretacin poltica del cambio cultural an ms lejos. Se ha sostenido que la crisis de 1402, cuando el duque de Miln, Giangaleazzo Visconti, muri inesperadamente durante su campaa para conquistar Florencia, provoc el

inicio del Renacimiento al hacer a los humanistas y artistas ms conscientes de los valores que Florencia defenda (la libertad por encima de todo) y de sus similitudes con los de la antigua Roma y Atenas50. La idea es atractiva y podra llevar a un lector ingls a preguntarse si la crisis de 1588 y el fracaso de la Armada espaola no habra tenido consecuencias anlogas para la poca de Shakespeare. Sin embargo, en el caso florentino, como en el de otras ciudades italianas, el patriotismo civil, junto con la alabanza de la vida activa de responsabilidad civil (vita civile), est bien documentado para el siglo XIV si no antes. Salutati, Bruni y sus colegas simplemente dieron a la tradicin cvica precedente un matiz ms clsicos51. Este clasicismo fue un asunto controvertido, como lo demuestra un debate a inicios del siglo XV. El fraile florentino Giovanni Dominici atac a Salutati por alentar el estudio de autores paganos. Segn Dominici, el estudio de la filosofa y de la literatura mundana (seculares litterae) no serva para la salvacin, bien por el contrario, era un impedimento. Tambin denunci lo que llam las mentiras de la retrica. Otro participante en el debate llam a Virgilio mentiroso. Parecen haber dado por sentado que el relato virgiliano de la huida de Eneas de Troya deba ser o una historia verdadera o un hato de mentiras. No haba lugar en su mundo mental para la idea moderna de ficcin. Salutati replic con una defensa de la poesa contra sus detractores, que es igualmente ajena a las ideas modernas, ya que dependa (como en el caso de Juan de Salisbury, vase supra, p. 27), de la interpretacin alegrica de mitos clsicos como el de los Trabajos de Hrcules. La piel o la cscara poda ser pagana, pero el significado interno era moral o cristiano. Salutati sostena que los studia humanitatis y los studia divinitatis estn vinculados tan estrechamente que el conocimiento autntico y completo de los unos no puede conseguirse sin los otros52. El problema de la compatibilidad o incompatibilidad entre el saber clsico y el cristiano se mantendra como una preocupacin importante para los humanistas durante todo el Renacimiento, exactamente como haba sido una preocupacin para los Padres de la Iglesia que haban pertenecido simultneamente a la cultura clsica y a la cristiana, y trataban con mayor o

menor esfuerzo de armonizar ambas. Clemente de Alejandra, por ejemplo, defina a Platn como un Moiss griego. Lactancio subray la compatibilidad de Platn y Cicern con el cristianismo. San Jernimo expres el temor de ser antes un ciceroniano que un cristiano. Los humanistas con frecuencia recurran a los Padres para defenderse. Salutati argumentaba contra Dominici que los Padres haban citado autores paganos. Por la poca en que ocurra esta controversia, Bruni tradujo al latn y dedic a Salutati un tratado de san Basilio el Grande, arzobispo de Cesarea, donde se aconsejaba a los jvenes cmo estudiar los clsicos. San Basilio propugnaba una apropiacin selectiva de la Antigedad pagana, imitando a las abejas, que no se aproximan a las flores de igual manera, ni tratan de tomar aquellas que escogen por completo, sino que toman slo lo que es adecuado para su trabajo y dejan lo dems intacto. Con mucha propiedad, la figura usada por san Basilio era un ejemplo tradicional que haba desarrollado Sneca (en un contexto moral ms que religioso). Preservando el argumento pero cambiando la metfora, san Jernimo afirmaba que los cristianos podan utilizar los clsicos como los israelitas haban utilizado a los prisioneros paganos, afeitndoles la cabeza y cortndoles las uas. En su tratado De doctrina christiana (lib. II, cap. 40). san Agustn se refera al botn de los egipcios e interpretaba el episodio bblico en que el pueblo de Israel se aduea del tesoro de los egipcios antes del xodo en referencia a la cultura clsica. Petrarca cit este pasaje en defensa del estudio de los clsicos en el tratado De sui ipsius et multorum ignorantia y escribi: Agustn se llen el bolsillo y el regazo con el oro y la plata de los egipcios. Los Padres ofrecan algo ms que un mero arsenal de argumentos contra los detractores de los antiguos. A los humanistas les parecan camaradas de espritu similar aunque separados por mil aos. Despus de todo, Lactancio y san Agustn fueron tambin maestros de retrica. No sorprende entonces que Poggio estudiara a san Jernimo y a san Agustn, que Niccolo Niccoli poseyera casi cincuenta manuscritos de los Padres griegos, o que se dijera que el monje Ambrogio Traversari, un miembro del crculo de Bruni, conoca las epstolas de san Jernimo de memoria. Con frecuencia los humanistas llamaban brbaros a las personas que,

como Dominici, no admiraban la Antigedad, ponindolos en el mismo grupo que los godos y otros pueblos que haban invadido y destruido el Imperio romano. As Bruni felicitaba a Poggio por haber liberado a Quintiliano de las mazmorras de los brbaros, es decir, de los monjes que posean el manuscrito sin apreciar su importancia. Bruni tambin se refera a la barbarie britnica, con lo que se refera a la filosofa de escolsticos corno Juan Duns Escoto. La idea de los escolsticos fue otra invencin de los humanistas, que vean unidad donde los propios filsofos medievales haban visto diferencia y conflicto. De igual modo, los humanistas acuaron trminos como la edad oscura o Edad Media (medium aevum) para denominar al perodo anterior a la recuperacin o Renacimiento del mundo clsico que estaban fomentando. Los humanistas se definieron en contraposicin a la Edad Media, a la cual, en cierto sentido, haban inventado con ese propsito. Esta sensacin de distancia de la cultura medieval, pese a ser exagerada, fue un rasgo importante de la mentalidad de este grupos53. Las artes visuales La recepcin de Vitrubio permite ilustrar los vnculos entre el humanismo y las artes. Como hemos visto, Poggio haba descubierto el manuscrito de este antiguo tratado romano de arquitectura en 1414. Dicho tratado era un elogio de la arquitectura como ciencia basada en las matemticas, y al mismo tiempo daba una explicacin del modo de construir templos, teatros y otros edificios, la eleccin del lugar, los problemas de acstica y temas afines. Interpretar un texto de este tipo requera combinar las habilidades filolgicas de los humanistas con las capacidades tcnicas de los constructores (que comenzaron a ser llamados arquitectos, gracias a Vitrubio). El conocimiento prctico de stos era tanto ms necesario porque los manuscritos de Vitrubio carecan de ilustraciones. Florencia Tanto en el taller como en el estudio, la recuperacin de la Antigedad

apenas perceptible en el siglo XIV, se estaba haciendo ms visible en Florencia en los primeros aos del siglo XV. Como en el caso de la literatura y la erudicin, encontramos a un pequeo grupo de individuos creativos que se conocan muy bien: en este caso se trataba de un crculo centrado en el arquitecto Filippo Brunelleschi, en el que participaban el humanista Leon Battista Alberti, los escultores Donatello y Ghiberti y el pintor Masaccio. El contraste entre la tradicin gtica y los edificios diseados por BruneIleschi (el Ospedale degli Innocenti, la Cappella dei Pazzi y las iglesias de San Lorenzo y Santo Spirito) salta de inmediato a la vista. Arcos de medio punto reemplazan a los ojivales, las ventanas y puertas tienen dinteles rectos en lugar de curvados, se dejan espacios vacos en lugar de llenarlos con decoraciones. Las iglesias se parecen a los templos clsicos (o a las primeras iglesias cristianas que seguan el modelo de dichos templos). La simplicidad y la pureza son las claves de la arquitectura de Brunelleschi y sus seguidores, quizs en reaccin contra el detalle exuberante del gtico tardo. En su propia poca, Brunelleschi fue admirado ms como inventor (tal como su epitafio lo llama) que como artista. Su amigo, el humanista Alberti, no lo vea como un creador de un nuevo estilo, sino como un brillante tcnico que haba resuelto el problema de disear la cpula de la catedral de Florencia, una de las cpulas de mampostera ms grandes jams construidas; tan amplia -en palabras de Alberti- como para cubrir a toda la gente de Toscana con su enorme sombra. De todos modos existen indicios de un creciente inters en la arquitectura a la antigua (alla antica). La frase fue utilizada en la misma poca de Brunelleschi para referirse a las puertas y ventanas con dinteles rectos, pero su significado se ampli en una biografa del arquitecto escrita una generacin despus, en que el autor annimo sealaba que Brunelleschi estudiaba los restos de la arquitectura romana y aprendi a distinguir los estilos drico, jnico y corintio. Brunelleschi tambin se inspir en edificios del siglo XII (sobre todo el Baptisterio de Florencia) e incluso en obras del siglo XIV. Parece haber credo que el Baptisterio era atribuible a la antigua Roma, tal como Pog-

gio pens que la escritura de los amanuenses del tiempo de Carlomagno era romana antigua54. En todo caso a Brunelleschi le interesaban los principios antes que las reglas en sentido estricto, esto es, el espritu antes que la letra de la Antigedad. De manera parecida, Alberti vea los principios de la arquitectura clsica en una estructura gtica como la catedral de Florencia. Tambin sigui modelos medievales as como clsicos en los edificios que ide. En sntesis, se trataba de una situacin fluida en la que lo gtico y lo clsico an no eran vistos como estilos alternativos o antagnicos55. En el prlogo a su famoso tratado sobre pintura, Alberti habla de nuestro ntimo amigo Donato el escultor. Segn la biografa de Brunelleschi, escrita en el siglo XV, Donatello estaba con l en Roma excavando en las ruinas con tal asiduidad que eran llamados buscadores de tesoros (quelli del tesoro). El inters de Donatello en la antigua escultura romana es evidente en sus bustos y relieves, en su David (la primera estatua desnuda desde la Antigedad) y en la famosa estatua ecuestre del condotiero Gattamelata, que an puede verse en Padua. Como la cpula de Brunelleschi, la estatua de Donatello era una exitosa solucin a un problema tcnico: el de apoyar el peso del caballo y el jinete en las cuatro patas de bronce. En la pintura, Masaccio, pese a su temprana y trgica muerte, era el equivalente a sus amigos Brunelleschi y Donatello. Su fresco de la Trinit mostr que haba aprendido las reglas de la perspectiva, mientras que el estilo monumental del Tributo della Moneta evocaba las enseanzas de Giotto. Ms avanzado el siglo XV el humanista florentino Cristoforo Landino defini su estilo como puro sin adorno (puro senza ornato), una frase que bien podra haber sido usada para Brunelleschi y que establece un paralelo con la preocupacin por un latn puro expresada por Leonardo Bruni y su crculo. Masaccio tambin fue alabado por Landino por su hbil imitacin de la realidad (imitazione del vero). El elogio de Landino a Masaccio es un recordatorio de los vnculos entre el humanismo y las artes visuales y la arquitectura en la Florencia de esa poca. En el crculo de los amigos de Brunelleschi figuraban Niccoli, Poggio y Traversari, as como Alberti, que aseguraba que algunos de los artistas de su tiempo eran pares de los antiguos y se inspir en los tratados

de Cicern sobre la conducta y la retrica para disertar sobre el decoro, la gracia y la variedad en la pintura cuyo tema era la arquitectura56. Durante largo tiempo despreciadas por los intelectuales pues requeran trabajo manual, las artes (algunas de ellas en todo caso) comenzaron a tener un rango ms elevado en ese momento. El humanismo civil examinado antes tena su paralelo en las artes. El mecenazgo pblico (de los gremios, por ejemplo) era importante a inicios del siglo XV en Florencia, donde el arte daba expresin al patriotismo civil. El San Jorge, el David y la Judit de Donatello se han visto como smbolos de Florencia, mientras el dragn, Goliat y Holofernes simbolizaran a los enemigos de la repblica florentina. Las obras ms famosas de principios del siglo XV eran edificios pblicos como el Ospedale degli Innocenti o pinturas en lugares pblicos como el Tributo della Moneta en la iglesia del Carmen donde todos podan verlo57. Los valores y temas cvicos fueron mucho menos destacados a finales del siglo XV en Florencia durante los sesenta aos del dominio de los Mdicis, 1434-1494. Donde Leonardo Bruni y sus amigos haban ensalzado la vida activa, la nueva generacin de eruditos florentinos del crculo de Cosimo de Mdicis y su nieto Lorenzo el Magnfico insistan en la contemplacin y el estudio del saber esotrico. Su filsofo favorito era Platn, en cuyo honor fundaron una academia o grupo de discusin en la dcada de 1460. Tres humanistas que vivan en Florencia a finales del siglo XV permiten ilustrar esta tendencia: Cristoforo Landino, Marsilio Ficino y Angelo Poliziano. Landino, cuyo elogio de Masaccio hemos citado antes, es ms famoso por sus comentarios de Dante y Virgilio. Presentaba a Virgilio como un platnico cuya poesa estaba llena de misterios y de los ms profundos secretos de la filosofa. El discpulo de Landino, Marsilio Ficino se defina como filsofo platnico y llamaba telogo a Platn, un Moiss que hablaba en griego58. Crea que una teologa arcaica (prisca teologia), un conjunto de enseanzas que anticipaban las doctrinas cristianas, poda encontrarse en los escritos de Pitgoras, Platn y Hernies Trimegisto59. Ficino tambin aseveraba que los poetas (Orfeo, por ejemplo) eran profetas que caan en xtasis inspirados por Dios para proferir verda-

des que despus, cuando su furia se calmaba, no lograban ya entender completamente. Otro miembro del crculo de Ficino en Florencia era Giovanni Pico, seor de Mirandola (una pequea ciudad cerca de Mdena). Tambin estaba interesado en el saber oculto, accesible a los iniciados pero inalcanzable para los dems. Mientras Landino ofreca una interpretacin alegrica de la Eneida de Virgilio, Pico aseguraba que la Odisea de Homero tena un significado filosfico oculto. Hoy es ms famoso por su oracin De hominis dignitatis, el ms elocuente de los tratados del humanismo italiano sobre el tema, donde se combinan Platn y la Biblia para crear un mito de creacin en que Dios dice a Adn que es libre para formarse del modo en que l desee. La ambicin intelectual de Pico se muestra en las novecientas tesis que propuso para defender en un debate pblico en Roma en 1486, para las que se inspir no slo en tradiciones griegas y romanas, sino tambin judas, y en las que l crea ser tradiciones egipcias y persas, todas las cuales aseguraba podan ser reconciliadas entre s una vez que se comprendieran sus misterios60. En cuanto a Poliziano, era igualmente notable como poeta en latn e italiano y como erudito, con un don especial para la crtica textual. Su coleccin de estudios sobre la literatura clsica (Miscellaneorum centuria prima, 1489) contiene piezas de virtuosismo filolgico, sea que trate los textos en s mismos (y su corrupcin en el curso de la transmisin) o su contexto histrico61. Mientras Bruni procuraba comunicar a sus conciudadanos la cultura griega y la romana porque pensaba que los ejemplos clsicos eran relevantes para su poca, Poliziano se dedicaba a la erudicin en s misma y escriba bsicamente para sus colegas eruditos. En suma, el movimiento florentino neoplatnico, como los estudiosos lo llaman ahora, estaba interesado en el conocimiento esotrico para pequeos grupos de iniciados. Estos cambios coincidieron con un trnsito del arte pblico al privado. A diferencia de las primeras dcadas del siglo XV, las obras ms famosas eran encargos privados tales como el Palazzo Mdicis o la Primavera de Botticelli, una pintura que slo podan ver unos cuantos y -dadas sus referencias a la literatura clsica y a la filosofa- era inteligible para un nmero aun ms reducido62.

Roma, Npoles y Miln La primera etapa en la recepcin del Renacimiento fue la difusin de las innovaciones florentinas en el resto de Italia. Las polticas culturales de Cosimo y Lorenzo de Mdicis contribuyeron a la recepcin y apoyaron la incorporacin de artistas florentinos en las cortes de Roma, Npoles, Mantua, Ferrara y otros lugares63. Sin embargo es importante evitar una interpretacin del movimiento demasiado centrada en Florencia que niegue la innovacin realizada por los habitantes de otras regiones. Por ejemplo, entre los principales humanistas de inicios del siglo XV estuvieron el patricio veneciano Francesco Barbaro, Pietro Paolo Vergerio, que vino de Capodistria, en el extremo noreste de Italia, y Antonio Loschi, que provena de Vicenza. Para estos tres hombres sus aos florentinos en el crculo de Salutati fueron importantes, pero eran ya humanistas con sus propios intereses antes de que visitaran Florencia. El descubrimiento de manuscritos antiguos no era un monopolio de los eruditos toscanos: el obispo de Lodi descubri cerca de Miln, los escritos sobre retrica de Cicern; y el humanista siciliano Giovanni Aurispa trajo alrededor de doscientos manuscritos de Constantinopla a Italia en 1492. Debemos por tanto considerar a la vez Roma, Npoles, Miln, las pequeas cortes del norte como Ferrara y Mantua, y por ltimo, Venecia. Durante unos pocos aos, al menos a mediados del siglo XV, Roma fue un centro del humanismo ms importante que Florencia64. Dos humanistas llegaron a ser papas a mediados del siglo XV: Nicols V y Po II. El primero encarg una serie de traducciones de clsicos griego al latn, pidiendo a Poggio (que por fin haba aprendido griego) que tradujera a Jenofonte, y al humanista romano Lorenzo Valla que tradujese a Tucdides. Nicols V tambin planific el remozamiento de Roma, y fue a l a quien Alberti present su tratado sobre arquitectura. La cancillera papal era una institucin mucho ms grande que la cancillera de la repblica florentina y ofreca empleo a un grupo de notables humanistas, permitiendo que estudiosos de diversas partes de Italia se encontraran. Bruni haba trabajado all entre 1405 y 1415. Poggio, que tambin trabaj en la cancillera, pas

la mayor parte de su vida en Roma (de ah que escribiera tantas cartas a su amigo Niccoli en Florencia). Tambin el erudito Flavio Biondo, de Forli, trabaj al servicio del papa, y esto le dej suficiente tiempo libre para escribir una serie de libros. En uno de ellos, titulado Roma instaurata, Biondo describa y evocaba los

edificios de la antigua ciudad, sus templos, teatros, termas, puertas, obe-

liscos, etc. En la continuacin, Italia illustrata, utiliz el mismo enfoque para toda Italia, dividindola en las cateorce regiones antiguas. Terminado en 1453, era un estudio ejemplar de lo que se sola llamar corografa, un estudio de historia local, que aunque inclua a los personajes ilustres del lugar, pona una atencin especial en la cultura material, las iglesias, plazas, puentes, etc.65 Slo uno de los principales humanistas naci y se educ en Roma: Lorenzo Valla, que tambin ense en la universidad de la ciudad, donde contaba entre sus discpulos a Pomponio Leto, ms tarde profesor de la misma institucin (vase la figura 2). Se podra definir a Valla como al nio terrible del humanismo, famoso por su mordacidad incluso en aquella poca de afiladas lenguas eruditas. Agravi a los filsofos al criticar a Aristteles y la jerga de los escolsticos (frente a la cual prefera el lenguaje cotidiano), disgust a los abogados por haberse atrevido a rechazar la autoridad de Bartolus (un jurista italiano del siglo XIV), y ofendi a los retricos (incluido Poggio) por preferir Quintiliano a Cicern. La hipersensibilidad de Valla respecto al lenguaje lo converta, como a Tetrarca, en un efectivo crtico textual de Livio. En el prefacio a su libro de gramtica latina, titulado Elegantiae linguae latinae (1444), Valla afirmaba que el buen latn haba florecido junto con el Imperio romano y asimismo haba decado con l a consecuencia de las invasiones de los brbaros. No slo nadie ha sido capaz de hablar correctamente el latn durante muchos siglos, sino que ninguno ha podido comprenderlo con exactitud al leerlo... como si, despus de la cada del Imperio romano, no fuera ya posible ni hablar ni comprender la lengua romana. Su aguda conciencia de los cambios en el latn durante los siglos permiti a Valla descubrir que la famosa donacin de Constantino, un documento segn el cual el emperador, al convertirse al cristianismo, haba donado al papa los territorios que conformaron ms tarde los estados papales, era una falsificacin escrita siglos despus de la muerte de Constantino. Valla era tambin consciente de que los antiguos textos romanos haban sido corrompidos en el curso de su transmisin a travs de los siglos y ofreci sugerencias para enmendarlos, afirmando que los abogados de su poca no comprendan las antiguas instituciones romanas. El aspecto constructi-

vo de la filologa de Valla puede apreciarse en sus Adnotationes al texto del Nuevo Testamento, dedicado al papa Nicols V, en que esclareci el significado de ciertos pasajes gracias a su conocimiento del griego66. Muchos de los trabajos importantes de Valla no fueron escritos en Roma sino en Npoles, mientras estaba en la corte de Alfonso de Aragn, en las dcadas de 1430 y 1440, empleado como secretario real. Este rey estaba interesado en la Antigedad clsica. Hizo que le leyeran la historia de Roma de Tito Livio y coleccionaba monedas romanas (un cofre de marfil que contena las monedas de la poca de Augusto sola acompaar al rey en sus viajes). Alfonso invit a su corte a un grupo de talentosos humanistas que competan por su atencin. El siciliano Antonio Beccadelli, por ejemplo, recibi mil ducados por recopilar una coleccin de ancdotas (segn el modelo de las ancdotas de Scrates reunidas por Jenofonte) que presentaran a Alfonso como el prncipe perfecto. Bartolomeo Fazio, de Liguria, fue designado historiador de la corte y escribi la vida del rey, as como una coleccin