cenizas y tiempo

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Cenizas y tiempo Teresita Núñez Septiembre de2004

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Cenizas y tiempo Teresita Nez

Septiembre de2004

Hemos quemado el miedo hemos mirado frente a

frente al dolor antes de merecer esta esperanza.

Juan Gelman/Madrugada

RADA viva en la rue du Regard, entre el jardn de Luxemburgo, y Saint Germain de Pres, un barrio como tantos en Paris que se desdibujan en la primera mirada a la ciudad pero que se revelan intensos y vivaces en la vida cotidiana de la gente. Todos los das, atravesaba La Plaza de Saint Sulpice el corazn del quartier, este era su lugar el cual si es que estaba atento le devolva desde su fuente los sonidos del mundo .

Rada era de origen rabe y sus amigos le decan el alquimista pues en otra poca en que era estudiante universitario haba transitado la Facultad de Qumica.

Era alto, taciturno y su piel oliva tenia una textura que contrastaba con la palidez de los parisinos, sus ojos verdes escrutadores denunciaban sin embargo su otro origen, su madre francesa.

Quizs esta doble identidad es lo que llevo a Rada a experimentar con sabores, hierbas, maneras de pensar y de vivir y a desarrollar un doble registro de sensibilidad y agudeza intelectual. Un da, descubri que lo suyo era la cocina y no el laboratorio.

El alquimista era hoy chef y dueo de un bistrot de la rue Muftard, donde cierta vez casi provoca un grave incendio, en su obsesivo afn por combinar sabores rabes y hierbas y especias del origen ms diverso francesas, chinas, judas, sudamericanas...

Su creatividad conocida por todos le haba hecho ganar un merecido prestigio en un pequeo circulo, suficiente para Rada que haba elegido esto a una carrera de chef en La Tour d Argent, por ejemplo. Su bistrot atenda todos los das, menos jueves y domingos.

Ese jueves Rada reciba a un viejo amigo, Herve, al cual no vea desde hacia un par de aos. Juntos almorzaron en el bistrot que Rada haba abierto solo para ellos, en un medioda algo gris y fresco. Herve se vea algo cansado, estara solo unos das en Paris y luego partira con Cristine a visitar a la hija de ambos. Cristine llegara por la noche ocupada con temas de trabajo en Laussanne, hasta la tarde quizs...

Salieron a caminar por la rue Mouftard plagada de libreras y unos pocos turistas a esa hora del da, el cielo algo mas despejado dejaba entrever un sol de invierno, que fugazmente se hacia presente como una luz blanca que no alcanza a dar calor, entre jirones de nubes inciertas.

Mientras Herve hablaba de proyectos, Rada, que caminaba a su lado, se introduca en un tnel de tiempo, repasando en su mente momentos entraables que haba compartido en otra poca con sus dos amigos. Intil preguntarle ahora por Cristine hacia aos que no vivan juntos, uno en Alemania y otro en Suiza cada uno con su trabajo pero unidos por su hija Pauline que resida desde hacia un ao en Nueva York.

Rada caminara con Herve un buen rato, conservaba aun en su boca el sabor intenso del caf negro que haban tomado juntos en su bistrot. Cuando estaban llegando al final de la Mufftard, Rada interrogndose nuevamente por Cristine quiso saber de ella, pero la respuesta de Herve le dejo un sabor amargo, ms amargo que el caf, quedaba muy poco tiempo.

Aos atrs, ella haba sido su amante y amiga, juntos haban compartido jornadas interminables tratando de descubrirse, descubriendo a su vez, que queran de su vida. Los recuerdos emergan de su memoria como puertas que se abren provocndole sensaciones nuevas; el tiempo se condensaba y se transformaba en una actualidad enriquecida, colorida con sabores amargos y dulces.

Cuando se estaban despidiendo Herve sosteniendo entre sus dedos un cigarrillo cuya ceniza que se consuma era el reloj implacable del tiempo, le preguntara si quiere verla y quedaron para el viernes, frente al Virgin Megastore de la Av. De Champs Elyses, donde compraran CDs para Pauline.Rada los vio llegar caminando juntos, atravesando la calle desde el borde soleado de la avenida, eran las 5 de la tarde. La figura de Cristine se recorto entre la gente y tomo una dimensin distinta segn los parmetros de su afecto. Por un momento Herve haba desaparecido y la sonrisa de ella le record a la que era en Marruecos, 20 aos atrs cuando compartan trabajo y vacaciones en los Montes Atlas. La haba visitado en su departamento de Lausanne 1 ao atrs, pero hacia mucho, casi no poda recordar cuanto que no se vean aqu, en Paris.

A medida que ella se acercaba pudo ver que su mirada haba cambiado que haba perdido intensidad, aquella que desde su juventud le haca pensar que, la mirada de ella, era una mirada que preguntaba, adivinaba, sonrea, se asombraba, hasta poda hablar...

Apenas los pasos de ellos ganaron la vereda frente a Virgin Megastore, Rada les sali al encuentro y luego de los saludos y besos en cada mejilla, conversaron brevemente en el borde de la acera, hasta que Herve los abandon con la promesa de encontrarse mas tarde, impaciente por resolver detalles de su viaje.

A l interior del Virgin Megastore la sensacin de Rada, era extraa, no habra entrado jams a ese lugar si no fuera por acompaar a Cristine a buscar un Cd para Pauline. Las pocas cambian la manera que tiene la gente de acercarse a las cosas, sin duda, la visita intima y casi solitaria a las pequeas libreras de la Mufftard se transformaba en otro modo de uso, en la visita a un gran mercado de la cultura mundializada donde es casi imposible el azar, encontrar lo raro, lo oculto, lo inesperado.

Luego de un breve caf presuroso, decidieron salir a buscar otro espacio en realidad un lugar, donde poder comprar msica, intercambiar palabras, recuerdos y sensaciones.Recorrieron un par de negocios, Reda la invitara a caminar por territorios menos ajenos, aquella parte o partes de la ciudad de la cual podra decirse se sentan propietarios, aquella ciudad dibujada por las vivencias compartidas, porque una ciudad es eso, muchas ciudades superpuestas, una sobre otra, enlazadas en una trama de trayectos y gestos que da sentido a los lugares.

Los encuentros de Reda y Cristine a travs de los aos eran encuentros de amistad y amor. Desde su poca de estudiante, Reda sostena teoras sobre el amor que provocaban la risa y la irona de Cristine en versiones distintas de su mirada que hablaba. Como aquella en que Rada expona, argumentando con nfasis, que de la pasin de dos cuerpos que se aman con ternura se produce una qumica muy especial, que l era capaz de describir y que, en particular bajo ciertas condiciones, puede suceder que las sabanas de los amantes se conviertan en cenizas.

Estaba convencido que esto ocurrira aunque no confesado, era algo as como su gran secreto de alquimista.

Esa tarde Rada invitara a Cristine por el mapa que haban dibujado en otra poca cuyos territorios se cruzaban con el mapa actual de Rada el de su vida cotidiana., podra decirse que deteminados bares, calles, fuentes o jardines estaban marcados por las huellas de sus zapatos. Este itinerario emocional, matizado con comentarios azarosos sobre su vida actual, algo del pasado y el inminente viaje

para ver a su hija devolvieron algo de luz al rostro de Cristine y resurgi la complicidad entre ambos. Se haban visto otras veces en estos aos, pero esta vez Rada pudo ver en ella esa marca de la tristeza que despert su inquietud y una sensacin de angustia, que le impedir preguntar.

Hacia el fin del da, cuando los coches,los semforos y los escaparates de la Rue de Rennes se encendan Rada y Cristine circulaban en medio de una danza de luces y contraluces. Cristine compro unos aros en una pequea boutique casi al llegar a la rue de Colombiers por donde bajaron a la Place de Saint Sulpice.y pudieron ver entonces la fuente que sonaba recogiendo los sonidos del mundo y de la gente que pasaba o se detena. La plaza no estaba especialmente animada pero la fuente marcaba un lugar, un carrefour la fachada iluminada de la iglesia en el fondo le daban a este escenario una intensidad teatral.

Al llegar a la fuente de Saint Sulpice, el sonido del agua apagaba las palabras de Cristine y las sombras de la noche ya instalada no alcanzaban a ocultar de su rostro el dolor.Entre los sonidos del agua poda entenderse que ella hablaba de s misma y del tiempo del poco tiempo que le quedaba y Rada saba que no se trataba de las 48 antes de su viaje. Rada fingir no comprender no quera sentir el sabor amargo que sinti cuando supo la noticia por la voz de su amigo Herve.

Rada se vera como en aquellas vacaciones en Maruecos donde encontr por primera vez las hierbas aromticas en compaa de Cristine, donde escucharon historias verdaderas o falsas de la voz de gentes sencillas del pueblo del padre de Rada. All surgi la idea del alquimista en la poca de jvenes amantes.All se construyo su identidad de alquimista sobre la base de una hiptesis fantstica, que hara rer a Cristine, tan racional a veces que poda herir mortalmente la sensibilidad y la inclinacin que Rada no haba perdido por lo extraordinario, por lo maravilloso.

Rada conservo siempre como parte de su inventario de vida, las hierbas aromticas en una pequea caja de madera en algn lugar de su casa. Otras hierbas tenia para su cocina, para sus platos de refinada y original cocina con sabores del mundo; pero esas, las de Marruecos tendrn un significado especial para l, asociado a aquellas vacaciones cuyo recuerdo, en este preciso momento, abra una fisura entre lo real y lo imaginario.

Como un relmpago que le atraves el cuerpo el corazn y la mente, pas el dolor por l y sinti compasin por ella. Fue justamente su vocacin de alquimista que quiere ser experto y en virtud de su instinto por lo maravilloso y el profundo amor que lo una aun a ella, que se inspir para recurrir nuevamente a las hierbas de los montes Atlas. Record en ese instante en que cajn del armario las encontrara e invito a Cristine a su casa.

Caminando lentamente hacia la rue du Regard, Cristine ri nuevamente y volvio a escuchar las teorias del alquimista que Rada relato con suma cautela; y tomaron te de hierbas de los Montes Atlas e hicieron el amor como un rito renovado y Cristine pudo ver con asombro durante la noche como las sabanas se desvanecan poco a poco entre sus cuerpos y se convertan en ceniza.

De madrugada Rada, se senta feliz y conmovido, mientras ensayada nuevas hiptesis acerca de las cenizas y el tiempo, observaba a esa mujer a su lado, prxima y lejana dormida entre sbanas de ceniza.Tena en su boca un sabor a manzanilla, menta y fruta fresca.