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Chiapas 2000. La candidatura de Pablo Salazar Mendiguchía Rodrigo Salazar-Elena 1
enero de 2015 (versión 3.0)
Elaborado para el proyecto “¿Alianzas antinatural o antihegemónicas? La dinámica de las alianzas electorales entre el PAN y el PRD?”, coordinado por Diego Reynoso y Orlando
Espinosa
Abstract: El presente artículo describe la candidatura de Pablo Salazar Mendiguchía a la gubernatura de Chiapas en el año 2000 a la luz de una teoría destinada a capturar las particularidades de las alianzas entre partidos ideológicamente distantes. Se argumenta que la ideología centrista de Salazar, revelada tanto en sus antecedentes personales como en su origen priista, fue el factor que hizo posible remontar los problemas de credibilidad del acuerdo que surgen para partidos como el PRD y el PAN cuando intentan impulsar una candidatura común.
Profesor - investigador de FLACSO - México. Dirigir correspondencia a 1
[email protected]. El autor agradece el estupendo trabajo de Daniela Escobar en la asistencia de investigación. En caso de citar, se agradecerá notificación.
El 8 de mayo de 1999, el senador Pablo Salazar Mendiguchía renunció al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) tras varios meses de distanciamiento público.
Pocos meses después, el 24 de agosto, dos pequeños partidos anunciaron que los
postularían como candidato a gobernador de Chiapas en las elecciones que tendrían
lugar el año siguiente. Se trataba del Partido del Centro Democrático (PCD) y
Convergencia por la Democracia (CD). A estas dos fuerzas se sumó el Partido del
Trabajo (PT) el 2 de octubre. La candidatura obtuvo una mayor relevancia al ser
respaldada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) el 30 de octubre y, el
23 de enero del 2000, por el Partido Acción Nacional (PAN). Posteriormente se
sumaron el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el Partido de la Sociedad
Nacionalista (PSN) y el Partido Alianza Social (PAS). Dado que esta megacoalición
incluía a los dos principales partidos de oposición del país y de Chiapas, el PAN y el
PRD, con este paso aumentaron las expectativas de expulsar del poder al PRI en uno
de los estados que se tenían como uno de sus bastiones más sólidos.
En las elecciones que se llevaron a cabo el 20 de agosto del 2000, el candidato de la
llamada Alianza por Chiapas obtuvo el 52.8 por ciento de los votos, frente al 46.8
por ciento del candidato del PRI, el también ex senador Sami David David. Este 2
resultado no sólo fue importante por sumarse a la derrota que sufrió el PRI en la
presidencia sólo unas semanas antes (el 2 de julio). Adicionalmente, podía ser visto
como una muestra del potencial del PRD y el PAN actuando en conjunto para
impulsar la democratización en aquellos lugares donde las condiciones eran menos
favorables.
El Partido Democracia Social fue el único partido de oposición que decidió presentar su 2
propio candidato, Mario Arturo Coutiño. Obtuvo el 0.4 por ciento de los votos.Página de 2 51
En la actualidad, el caso de Chiapas puede parecer moneda corriente de la política
nacional. De hecho, una vez que se conocen los resultados, la formación de una
alianza capaz de sacar al PRI del poder para impulsar la democratización parece una
opción muy natural. Sin embargo, el PAN y el PRD son partidos con diferencias
ideológicas reales, tan reales como su compromiso común con la democratización
del país. Por esto, no siempre fue posible que esta preferencia común se imponga
sobre las diferencias en otras diferencias programáticas. Por ejemplo, durante 1999
se habló de una alianza nacional opositora que incluyera al PAN y al PRD, con el fin
de expulsar al PRI de la presidencia. Aunque hubo pláticas formales, al final de
cuentas cada partido presentó a su propio candidato: Vicente Fox por el PAN y
Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD. Este fue el resultado de los desacuerdos tanto
programáticos como en cuanto a la forma de seleccionar la candidatura.
En un ejemplo más reciente, también hubo pláticas relativamente avanzadas entre
el PAN y el PRD para presentar un candidato común a la gubernatura del Estado de
México en las elecciones de 2011. Se atribuía una considerable importancia política
a derrotar al PRI en el Estado de México, no sólo por la relevancia intrínseca del
estado y porque el PRI nunca ha abandonado la gubernatura, sino porque ello
habría representado un golpe fuerte a las aspiraciones presidenciales del
gobernador saliente del estado, Enrique Peña Nieto. Aún con todos estos incentivos,
la alianza no se llevó a cabo y el PRI ganó con el 62 por ciento de los votos.
Estos casos se añaden a evidencia sistemática según la cual la proximidad
ideológica ha sido un factor asociado con la celebración de alianzas en México
(Méndez de Hoyos, 2012). La expectativa de obtener un triunfo importante no es por
sí mismo un factor que promueva la alianza entre dos partidos ideológicamente
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distantes. Por relevante que sea un puesto, y así se tenga la certeza de que unir
fuerzas mejora las oportunidades de triunfo, las diferencias entre los partidos
pueden ser un obstáculo insuperable. Es presumible la necesidad de condiciones
adicionales.
Por otro lado, el propio caso de Chiapas no está necesariamente entre los que más
cabría esperar una alianza entre estos partidos. De acuerdo con los hallazgos
reportados por Reynoso (2011), la probabilidad de formación de alianza por
gubernaturas se relaciona negativamente con el margen entre el primero y el
segundo lugar en la elección inmediata anterior. Es decir, mientras más reducido
sea el margen de victoria en una elección determinada, es más probable que
observemos alianzas en la siguiente elección. Sin embargo, Chiapas dista mucho de
haber sido un ejemplo de competitividad. En la elección de 1994, el candidato del
PRI obtuvo el triunfo con el 50.3 por ciento de los votos, con más de 15 puntos de
diferencia con respecto a su más cercano competidor. En este sentido, Chiapas se
convierte en un caso de mayor interés porque ahí se presentó una alianza poco
probable (entre partidos ideológicamente distantes) en un contexto de baja
competitividad que la hacía menos probable aún.
Pero el caso de Chiapas también es interesante por lo que comparte con otros casos.
Entre 1991 y 2010, el PAN y el PRD se han aliado en 14 elecciones para gobernador.
De ellas, únicamente en cuatro ocasiones el candidato ha pertenecido a uno de esos
dos partidos (en los cuatro casos del PAN). De los 10 casos restantes, en 6 el
candidato había renunciado al PRI de manera reciente. Pablo Salazar fue el segundo
candidato presentado por el PAN y el PRD proveniente de las filas del PRI. El grado 3
El primero fue Antonio Echeverría, postulado en 1999 como candidato a la gubernatura de 3
Nayarit.Página de 4 51
con que se recurre a candidatos externos y la predominancia de los expriistas entre
ellos no debe ser considerado como un detalle irrelevante ni casual. Tanto el PAN
como el PRD son maquinarias políticas nacionales con cuadros profesionales con
raigambre local y aspiraciones legítimas. ¿Por qué estos cuadros se esfuman en el
momento de las alianzas? Por ejemplo, llama la atención que estos mismos cuadros
no disputen entre sí las candidaturas por mecanismos como elecciones primarias.
Esta pregunta general aplica al caso de Chiapas, donde Salazar no tuvo que
enfrentar a ningún aspirante de los partidos coaligados. El problema en general de
la identidad del candidato parece no ser muy atendido en la literatura sobre
coaliciones anti autoritarias, lo que hace aún más apremiante el estudio del 4
fenómeno.
En este documento argumentaremos que estos elementos no son independientes
entre sí. Es la disponibilidad de un candidato centrista como Pablo Salazar
precisamente la que hizo posible una alianza entre partidos ideológicamente
distantes en un contexto de baja competitividad.
En la primera sección de este artículo se elabora un marco analítico apropiado para
el objeto general en el que se inserta el caso de Chiapas, que consiste en las alianzas
entre partidos ideológicamente distantes. De este marco se derivan una serie de
implicaciones observables que serán retomadas en la siguiente sección, dedicada
propiamente a la candidatura de Pablo Salazar.
Se trata de un estudio de caso descriptivo y exploratorio, en el que la información
empírica no es usada para evaluar la teoría. La teoría permite seleccionar las
dimensiones empíricas a destacar en la descripción, al mismo tiempo que la
Así, por ejemplo, este factor no es considerado entre la muy minuciosa enumeración de 4
variables que elaboran Gandhi y Reuter (2013).Página de 5 51
información empírica sirve para observar en detalle la forma en que se despliegan en
el caso el conjunto de las dimensiones destacadas por la teoría. Esto no es posible
en un estudio de contraste con N-grande, en el que normalmente se debe evaluar
cada implicación observable por separado y el caso en sí mismo no tiene un interés
sustantivo.
La lógica de las alianzas contra natura
En este sección se expone en lenguaje natural el modelo teórico que explica las
alianzas entre dos partidos ideológicamente distantes. El modelo tiene como
implicación principal para efectos de nuestra pregunta que, aún existiendo una
plataforma con las características que la harían mutuamente aceptable para ambos
partidos, existen problemas de credibilidad del cumplimiento que hacen imposible la
alianza, a menos que se disponga de un candidato externo. Aunque los términos
serán utilizados, la teoría no exige que ninguno de los partidos sea de “izquierda” o
“derecha” en cualquier sentido: basta con que la política ideal de uno sea vista por el
otro como incompatible con el conjunto de políticas que considera aceptables. Los
detalles técnicos del modelo pueden ser consultados en el anexo.
El modelo asume que a los miembros de los partidos únicamente les preocupan las
políticas que se implementarán desde el gobierno y que todos los miembros de un
partido determinado pueden ser identificados por las políticas que todos ellos
consideran “ideales”. Estas políticas se forman únicamente de dos dimensiones, que
pueden ser, por un lado, la dimensión de “democratización” y la dimensión de
“Estado-mercado”. La “política ideal” de un partido es una combinación particular
de estas dos dimensiones (v.gr., “poco” estado y “mucha” democracia”), y a medida
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que otras combinaciones concebibles se alejan de esa política ideal es menor la
utilidad que los miembros de dicho partido perciben de esa política. A partir de un
nivel determinado de alejamiento, todas las políticas le producen la misma utilidad
que con el estas quo. Ese nivel es la “curva de indiferencia”, y todas las políticas que
el partido prefiere al status quo están dentro de la curva de indiferencia.
El Diagrama 1 ilustra una situación en la que el partido de “izquierda” tiene como
política ideal el par y el partido de “derecha” tiene como política ideal el par
. Los círculos representan las respectivas curvas de indiferencias.
[Diagrama 1 aquí]
Un primer resultado del modelo es que dos partidos postularán una plataforma
común sí y sólo sí existe un conjunto de políticas que ambos prefieren al status quo.
Cualquier plataforma que ofrezca el partido de derecha y esté fuera de la curva de
indiferencia del de izquierda será rechazada por éste, pues cualquier combinación
dentro de su propia curva de indiferencia le genera una mayor utilidad. Sin un
mínimo de coincidencia de programática, las políticas que uno considera aceptables
para el otro no son diferentes al estatus quo.
El siguiente resultado del modelo es que, si en la dimensión de estado/mercado no
hay acuerdo programático, el área de acuerdo no existe en absoluto, aún si el
acuerdo en la democratización es total. Imagínese que los dos círculos en el diagrama
1 están plenamente alineados en el eje vertical (lo que sería la total coincidencia en
democratización), pero sobre el eje vertical no existen políticas que ambos prefieren
al status quo: esto produciría una separación de los círculos tal que no habría un
área de intersección, que es precisamente el área de acuerdo.
ml , dl( )
mr , dr( )
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Entonces, contra lo que generalmente se sostiene, el deseo de democratización por sí
mismo no sustituye el desacuerdo en la dimensión estado/mercado, y el desacuerdo
en ésta dimensión imposibilita la alianza entre estos dos partidos. Por otro lado, no
obstante, también se muestra que, si a al menos uno de los dos partidos le importa
más la democratización que la dimensión estado/mercado, entonces es más viable
la existencia del área de acuerdo programático.
Aunque ésta se antoja como una vía interesante para explorar, en los subsiguiente
el resto de la discusión asume que las dos dimensiones son igual de importantes. En
primer lugar, esto parece consistente con la historia de los partidos que nos ocupan.
Si se piensa en el grado en que el PAN estuvo dispuesto a cooperar con el PRI desde
1988, cuando las políticas del presidente se asemejaban mucho al ideario panista en
lo que se refiere al papel del Estado (Loaeza, 1999), o la influencia que el desacuerdo
con las políticas neoliberales tuvo en la fundación del PRD (Garrido, 1993), da la
impresión que estos temas son muy importantes para los miembros de ambos
partidos. Por otro lado, dejar las cosas aquí tiene la complicación de que quedaría
por explicarse por qué existen variaciones entre los estados en el grado en que se
prioriza la democratización y, más importante, por qué predominan los ex priistas
en este tipo de alianzas.
Por otro lado, este resultado también sugiere que, en el contexto de democratización,
para el PAN y el PRD nunca se plantea una alianza con el PRI, aún si en la
dimensión estado/mercado este partido tiene mayor cercanía con ambos que la que
tienen éstos entre sí. Si la política de democratización, desde la perspectiva del PAN
y el PRD, se asimila con la salida del PRI de la gubernatura, esto elimina la
posibilidad de un área común de las políticas preferidas por el PRI con las políticas
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preferidas por el PAN y el PRD en esta dimensión. Por lo tanto, no existe posibilidad
de una plataforma común entre el PAN y el PRI o entre éste y el PRD.
Es en el contexto de la democratización que el PAN o el PRD difícilmente
contemplarán una alianza con el PRI. En cambio, una vez que la alternancia es una
realidad, el escenario de las alianzas se complica con la existencia distintas zonas de
acuerdo entre tres partidos: para cualquier plataforma ofrecida por el PAN al PRD,
existe otra plataforma en el espacio compartido por el PRD y el PRI que conviene
más al PRD. Pero para esta plataforma, existe otra plataforma más atractiva para el
PRI que el PAN podría ofrecer, y así.
Una plataforma de gobierno apoyada por los dos partidos, entonces, debe provenir
del área de acuerdo programático. En el diagrama esa plataforma está indicada con
. Sin embargo, en la medida en que dicha plataforma no coincide con la
política ideal de ninguno de los dos partidos, al decidir si compite por sí mismo o en
alianza, cada uno de los partidos debe evaluar si el incremento en la probabilidad de
triunfo representado por la alianza compensa el sacrificio programático que conlleva
renunciar a su propia política ideal. Expresado en estos términos, es claro que uno
de los resultados del modelo es que la alianza será menos factible en la medida en
que incrementa la distancia ideológica entre los partidos y a medida en que aumenta
la probabilidad de ganar por sí mismo de al menos uno de los partidos.
Supóngase que se dan las condiciones necesarias para que tanto el partido de
izquierda como el partido de derecha prefieran postular conjuntamente la
plataforma que presentarse por separado. Aquí se presenta el problema de
credibilidad. En los sistemas de gobierno como los presidenciales y los que rigen
para los gobiernos de los estados, la permanencia del titular del ejecutivo en el
m*, d *( )
m*, d *( )
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puesto no depende de la mayoría parlamentaria y el cumplimiento de las promesas
de campaña no es vinculante. Entonces, quien sea que llegue a la titularidad del
Ejecutivo carece de incentivos para implementar otra política que no sea su política
preferida. Entonces, si el candidato que gana pertenece al partido de izquierda
implementará la política preferida por él y los miembros de su partido. Lo mismo si
el candidato proviene del partido de la derecha. No hay nada que pueda hacer un
candidato del partido de derecha para convencer a la dirigencia del partido de
izquierda de que, si gana, implementará porque, una vez en el puesto, nada
le impide implementar la plataforma que maximiza su utilidad.
Esto genera un problema de credibilidad que, dependiendo de la distancia ideológica
entre los partidos, puede hacer imposible la formalización de la alianza. La teoría 5
distingue entre partidos cercanos y partidos distantes. Los partidos cercanos se
caracterizan porque la política de uno está en la curva de indiferencia del otro.
Entonces, si el candidato común es del partido de izquierda e implementa su
plataforma preferida, esta plataforma sigue siendo preferida por el partido de
derecha al status quo, por lo que la alianza, si bien no es seguro, es posible aunque
el compromiso de implementar no tenga credibilidad.
Los partidos distantes tienen un área programática común, pero la política ideal
uno está fuera de la curva de indiferencia del otro, tal y como se ve en el Diagrama
1. Esto significa que, si el partido de izquierda sabe que su alianza llevará a la
implementación de la política ideal del partido de derecha, entonces siempre estará
mejor compitiendo por sí mismo y no participará en la alianza. Entonces, no es
d*,m*( )
d*,m*( )
El problema de credibilidad para las coaliciones anti autoritarias en regímenes 5
presidenciales fue planteado por Gandhi (2014), en relación a los acuerdos de distribución de puestos en el gabinete.
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posible tener una alianza entre partidos distantes apoyando a la plataforma
con un candidato que provenga de alguno de esos partidos. Pero, por otro lado, si
existiese un candidato, que no pertenezca a estos partidos, y que por sí mismo
prefiere implementar una plataforma con las características de , entonces la
alianza le conviene a los dos partidos.
Este tipo de candidatos puede provenir de múltiples fuentes, como las
organizaciones sociedad civil o puede tratarse de personalidades destacadas como
intelectuales o empresarios. El problema con los individuos destacados y las
organizaciones sociales no partidista es que determinar su función de utilidad puede
resultar complicado porque sus actividades no están orientadas a la promoción de
una plataforma, por lo que se espera que en la mayor de los casos exista
incertidumbre sobre qué política implementará un personaje de este tipo si
estuviese a cargo del Ejecutivo.
Supongamos que los partidos de izquierda y derecha compiten con un partido con el
que no tienen preferencias comunes en la dimensión de democratización, pero en la
de estado/mercado éste partido se sitúa en la zona de políticas aceptables para
ambos partidos; es decir, es un partido centrista en la dimensión estado/mercado.
En la medida en que el PRI sea un partido centrista en el terreno socioeconómico,
aquel priista que no tuviese intereses vinculados a la permanencia del PRI en el
poder cumple con los requerimientos para ser candidato común. La disposición de
un priista con estas características (descontando aquellos atributos personales que
se asocian con el perfil de un candidato competente), soluciona el problema de
credibilidad para la alianza entre el PRI y el PAN y, por lo tanto, se espera que ésta
ocurra.
d*,m*( )
d*,m*( )
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Entonces, aunque no es indispensable que una persona provenga del PRI para
solucionar el problema de credibilidad de la plataforma, un potencial candidato que
provenga de este partido tiene la ventaja de que la etiqueta partidista proporciona la
información necesaria sobre sus preferencias (en la dimensión estado/mercado)
como para tener certeza sobre lo que hará una vez que obtenga el puesto.
Resumiendo las implicaciones empíricas del modelo, dados dos partidos distantes
en un sistema presidencial (y sus equivalentes subnacionales): 6
1. No habrá alianza si no existe un área programática común.
2. La ausencia de área de acuerdo programático en la dimensión estado/mercado
basta para impedir la alianza.
3. A mayor importancia relativa se le conceda a la democratización sobre la
dimensión estado/mercado, más factible será la alianza.
4. La alianza es menos factible cuando aumenta la distancia ideológica entre los
partidos y cuando aumenta la fuerza electoral percibida de al menos uno de
ellos.
5. Si se lleva a cabo, el candidato o candidata de la alianza no provendrá de
ninguno de los dos partidos.
6. Si existe un candidato o candidata potencial cuyas preferencias en la dimensión
económica se ubiquen en la zona programática común de ambos partidos, la
alianza ocurrirá. En el caso de México, los políticos escindidos del PRI cumplen
con estas condiciones.
Esto último requiere de alguna cualificación. Los políticos se asocian a un partido
por distintas motivaciones, pero es razonable pensar que las dos más importantes a
En el Anexo se puede revisar la demostración formal de cada una de estas implicaciones.6
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grandes rasgos son las convicciones ideológicas, por un lado, y la promoción de la
propia carrera política, por el otro. De la misma forma, es de esperarse que un
político renuncie a su partido porque éste ya no responde a sus convicciones o
porque no ve más oportunidades de avanzar en su carrera. Es claro que muchas
veces ambas motivaciones se presentan juntas. Sin embargo, del modelo aquí
presentado se desprende que los partidos distantes desarrollarán una “preferencia
por los carreristas” a costa de los “principistas”. Un político del partido de centro
que abandona su partido por una ruptura claramente ideológica alertaría al partido
r de que sus preferencias son más cercanas a l, o a l de lo mismo en sentido
opuesto. Como vimos, esto basta para eliminarlo como candidato a ser apoyado.
Por el mismo motivo, se espera que la nominación sea por un método centralizado.
Si los partidos acordaran, por ejemplo, que el candidato centrista competiría con
otros aspirantes de los partidos a coligarse en un proceso democrático, si el partido l
percibe que el candidato del partido r puede ganar en ese proceso, se negará a
participar en la alianza y preferirá competir por sí mismo. Lo mismo vale para el
partido r. Esto no aplica para partidos cercanos, para quienes la implementación del
programa del otro partido de la coalición aún produce pagos positivos. 7
Entonces, reglas muy estrictas de democracia interna hacen menos viable la alianza
entre partidos distantes.
Finalmente, el modelo tiene una implicación de política pública. Supóngase que los
partidos l y r están distanciados ideológicamente y encuentran un candidato con las
condiciones necesarias para formar una alianza que compita con el partido de
Un ejemplo que viene a la mente de partidos cercanos en un sistema de elección libre de 7
plataforma que participan en una alianza y deciden sus candidaturas por elecciones internas está dado por el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Socialista en Chile.
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centro. Si esto es así, no importa quien gane ente los dos candidatos, el programa de
gobierno en la dimensión m será aproximadamente el mismo.
Las implicaciones observables de esta perspectiva también difieren en otro sentido
de aquella que pone el acento exclusivamente en una común preocupación
programática por la democracia al explicar la alianza entre partidos por lo demás
ideológicamente distantes. Si esto último fuera el caso, tendríamos que observar
(manteniendo lo demás constante) que las alianzas entre partidos ideológicamente
distantes es tan frecuente antes de la derrota del partido autoritario como después
de ella.
Por el contrario, desde nuestro enfoque, en cuanto el partido autoritario pierde el
poder y se incorpora a la competencia electoral, democrático su programa incorpora
la dimensión autoritarismo/democracia, conduciendo al resultado caótico. Si esto es
así, la presencia de los factores que hacen más viable una alianza entre partidos
ideológicamente distantes antes de la alternancia no tendría ningún efecto una vez
verificada la transición.
La candidatura de Pablo Salazar
¿Hasta qué punto nuestro marco analítico es consistente con lo observado en
Chiapas?
Una primera cuestión se refiere al aspecto programático. Como consecuencia de
haber operado bajo un régimen autoritario, el contenido ideológico-programático de
los partidos políticos en México se componía de dos dimensiones: la dimensión
socio-económica, definida por la división estado/mercado, y la de régimen político,
definida por la división autoritarismo/democracia. Esta caracterización atañe al
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contenido programático de los partidos (Molinar Horcasitas, 1991; Reynoso, 2011) y
tiene un correlato en las preferencias de los electores (Moreno, 2003). De acuerdo
con esta perspectiva, si bien las diferencias entre el PRD y el PAN son muy claras en
la dimensión económica, en la dimensión de régimen político comparten una
preferencia por la democratización.
Así, el contexto de democratización genera un espacio de valores compartidos para
estos dos partidos. En la medida en que la transmisión del poder por medio de
elecciones libres es evidencia suficiente de democratización (Przeworski, Alvarez,
Cheibub, & Limongi, 2000), el PAN y el PRD tienen en la alternancia un objetivo
común en todo estado en el que ésta no se haya verificado, como era el caso de
Chiapas para el año 2000. Esto es, como vimos, sólo una de las condiciones que
deben estar presentes para que se lleve a cabo la alianza.
Adicionalmente, del marco analítico se desprenden una serie de implicaciones que
se ajustan a las particularidades del proceso desarrollado en la elección chiapaneca.
Dichas implicaciones son las relativas a la posibilidad de la alianza misma, los
procedimientos para elegir al candidato y el perfil programático de la candidatura.
Asimismo, hay explicaciones alternativas, relativas a la fuerza electoral del
candidato, que no resultan tan convincentes como la propuesta por nosotros.
En el resto del artículo se revisarán de manera detallada estas implicaciones.
Condiciones que facilitaron la alianza
Junto con la cercanía relativa de las posiciones ideológicas de las partes, otra
condición que conduce a la formación de una alianza tiene que ver con la
probabilidad de triunfo de una alianza en relación con la probabilidad de triunfo que
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cada uno de los partidos. Esto quiere decir que, para cada partido, y siempre que la
alianza implique un sacrificio en términos de programa, la probabilidad de triunfo
en alianza debe ser mayor que la probabilidad de triunfo compitiendo por sí mismo,
y deberá ser tanto mayor en la medida en que haya una mayor distancia ideológica
entre los partidos.
En Chiapas esta condición se cumplía cabalmente. En las elecciones anteriores para
el puesto de gobernador, en 1994, el PAN obtuvo el 9.5 por ciento de los votos, y en
las elecciones municipales reunió el 14.6 por ciento en todo el estado. Por lo tanto,
había pocas esperanzas para este partido de conseguir un triunfo por sí mismo. En
cambio, el PRD se había convertido en el partido de oposición más fuerte de la
entidad. El candidato de este partido en la elección de 1994, Amado Avendaño,
consiguió el 34.8 por ciento de los votos. Sin embargo, la votación conjunta para el
partido en las elecciones municipales de 1998 había caído a 28.5 por ciento. Esta
votación estaba bastante alejada del 50 por ciento en el que se había estabilizado la
votación del PRI en el estado (50.3 por ciento en 1994 y 48.9 en 1998). Con esta 8
información, las dirigencias de los partidos tenían buenos motivos para anticipar
una baja probabilidad de triunfo si competían por separado frente a clara posición
de predominancia del PRI.
El candidato
De acuerdo con nuestro marco explicativo, si no existe una ventaja electoral a partir
del acuerdo y si no existe al menos un área de coincidencia ideológica, partidos
programáticamente orientados no percibirán ningún beneficio de aliarse en
Los resultados de distintas elecciones entre 1988 y 2004 pueden ser consultados en Gómez Tagle 8
(2005).Página de 16 51
comparación con la estrategia de competir por sí mismos. Por otro lado, y de
acuerdo con el mismo marco, esto no basta para llegar al acuerdo de alianza en un
contexto en el que el acuerdo es no vinculante y los partidos son distantes
ideológicamente. En este caso, una condición adicional viene dada por la posibilidad
de presentar un candidato o candidata del que se pueda anticipar que, una vez en el
gobierno, implementará la plataforma acordada. Esta condición se cumple cuando el
candidato prospecto es externo a cualquiera de los dos partidos y cuenta con
antecedentes suficientes para ubicarlo (ideológicamente) entre los dos partidos a
coaligarse.
Es muy difícil establecer con toda seguridad que, de no haber estado disponible la
opción de presentar a Pablo Salazar como candidato común, o a cualquier candidato
claramente centrista y ajeno al PAN y al PRD, la alianza electoral entre estos dos
partidos no habría ocurrido en absoluto. Sin embargo, es consistente con nuestra
explicación el hecho de que la candidatura respondió a la iniciativa y acciones del
propio Pablo Salazar. Salazar declara en enero de 1999 su intención de ser
candidato a gobernador y en mayo de ese año renuncia formalmente al PRI (Castro
Soto, 2000). A continuación, comenzó a posicionarse con diversas organizaciones
sociales y sólo entonces se dirigió a los partidos políticos (Gómez Tagle, 2005). No
hay registro de que el PAN y el PRD se plantearan una candidatura conjunta antes
de que Salazar estuviese disponible ni de conversaciones al respecto.
La información existente apunta a que el perfil ideológico de Pablo Salazar se 9
ajustaba a las condiciones requeridas para hacer creíble el acuerdo entre el PAN y el
PRD. Antes destacamos que una renuncia al PRI por motivos ideológicos sería señal
Se usa “ideología” en un sentido muy restringido, para indicar exclusivamente las posiciones 9
respecto del papel deseable del estado en la regulación de la economía.Página de 17 51
de que las preferencias del político en cuestión se aproximaban a las de uno de los
dos partidos por coaligarse, y por lo tanto, la renuncia con base ideológica haría que
el candidato fuese inaceptable para uno de los dos partidos.
Como senador, Pablo Salazar tuvo varios conflictos públicos con su partido y el
gobierno de Ernesto Zedillo, también del PRI. Así, ya en noviembre de 1998 el
Comité Estatal del PRI en Chiapas emitió una declaración “deslindándose” de
cualquier acción o declaración de Salazar, acusándolo de “desleal y oportunista”.
Salazar respondió: “Que el priismo chiapaneco pida mi expulsión del partido, eso un
elogio” (Reforma, 17 de noviembre de 1998). Sin embargo, estos conflictos no fueron
debidos a cuestiones programáticas, sino que se relacionaron directamente con la
política de los gobiernos nacional y estatal con relación al levantamiento del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional.
Como es sabido, el 1 de enero de 1994 aparece a la luz pública el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), cuando fuerzas formadas por combatientes indígenas
tomaron cuatro cabeceras municipales, con la intención declarada de deponer al
gobierno del país. Tras algunos días de combate y movilizaciones en todo el país, el
gobierno decreta un cese al fuego y a partir de entonces se realizan intentos de
negociaciones entre las partes bajo distintas modalidades. En una primera etapa,
durante el último año del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el presidente,
haciendo valer una de las facultades informales de las que entonces gozaba, dispuso
el 18 de enero la sustitución del gobernador de Chiapas, Elmar Setzer, por Javier
López Moreno, Secretario de Educación y Cultura del estado. López Moreno tuvo la
tarea de iniciar las negociaciones de paz, junto con el comisionado designado por el
gobierno, Manuel Camacho. El gobernador nombró como secretario de Gobierno a
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Salazar Mendiguchía, quien había sido su subdirector jurídico en la Secretaría de
Educación. Antes de eso, Salazar había sido subprocurador General de Justicia. 10
En mayo de 1994, Salazar renuncia a su cargo para presentar su candidatura al
Senado por el estado de Chiapas. La elección para el congreso federal se llevó a cabo
el 21 de agosto de ese año, de manera concurrente con la elección presidencial y la
elección para gobernador. En los tres casos, el PRI obtuvo una mayoría en el estado,
de tal forma que Salazar asume como senador el 1 de septiembre de 1994.
Aunque ocupando un puesto de representación federal, Pablo Salazar tuvo un papel
muy relevante en la política del gobierno del nuevo presidente, Ernesto Zedillo
(1994-2000), con respecto del conflicto chiapaneco. El 9 de marzo de 1995, se
publica la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, que
dispone la creación de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Se trataba
de un órgano integrado por diputados y senadores de todos los partidos,
involucrando así al órgano legislativo en las negociaciones de paz. Pablo Salazar fue
integrante de la Cocopa, adquiriendo una alta visibilidad en su carácter de senador
por el estado en conflicto.
A partir de abril de 2005, tienen lugar negociaciones entre representantes del
gobierno y del EZLN que culminaron en la firma de los llamados Acuerdos de San
Andrés Larráinzar el 16 de febrero de 1996, con importantes definiciones sobre
cultura y derechos indígenas. La Cocopa elaboró una iniciativa de ley interpretando
el contenido de los acuerdos, misma que fue avalada por el EZLN. Sin embargo, el
gobierno de Zedillo hizo algunas observaciones que fueron rechazadas tanto por el
EZLN como por la Cocopa. Ante esto, el 15 de marzo de 1998 el presidente decidió
Los datos sobre la trayectoria de Pablo Salazar provienen de la semblanza de Castillejos 10
(2011).Página de 19 51
enviar al Congreso su propia iniciativa de ley. A esto se añade que el 22 de
diciembre de 1997 grupos paramilitares asesinaron a decenas de indígenas en el
poblado de Acteal. En enero de 1998 asumió la gubernatura interina de Chiapas
Roberto Albores Guillén, considerado de una línea más dura que la de sus
antecesores. Durante todo ese año, las pláticas entre el EZLN y el gobierno quedan
interrumpidas, y la Cocopa es la única instancia con la que el grupo guerrillero tiene
alguna comunicación. 11
El progresivo fracaso de las negociaciones marca el distanciamiento de Salazar con
respecto a su partido, el gobierno del estado y el gobierno federal. Como sintetiza un
observador:
Pablo Salazar acusó al Poder Ejecutivo de no cumplir con sus promesas, de fracturar el proceso de negociación y de evidenciar falta de voluntad política para avanzar en el diálogo con el EZLN… [S]e enfrentó posteriormente a Roberto Albores, criticó fuertemente su política y las acciones torpes y violentas hacia Chiapas y los pueblos indígenas. Denunció a los grupos paramilitares, la creciente militarización y exigió castigo y aplicación de la justicia a los responsables de la masacre de 45 indígenas de Acteal (Castro Soto, 2000).
Otra vertiente de los cuestionamientos de Salazar tenía que ver con la falta de
democracia al interior del PRI. Así, impugnó públicamente la selección del
coordinador de la fracción del PRI en el Senado y, en 1997 fundó con otros 13
senadores priistas el llamado Grupo Galileo, que promovía de manera abierta la
democratización del partido.
En el momento de su renuncia, expresó así sus motivaciones:
Nos vamos del PRI porque no hay lugar para nosotros; no se tolera la crítica constructiva. No se acepta el derecho a disentir, ni se permite la tolerancia… somos miles de chiapanecos quienes
Para la descripción del conflicto, me apoyé en Levario Turcott (1999) y la documentación 11
producida por la Coordinación para el Diálogo y la Negociación en Chiapas (2000).Página de 20 51
preferimos retirarnos porque no aceptamos someternos ni arrodillarnos a la mezquindad y el vasallaje de un gobierno en el estado que carece de autoridad moral y legitimidad… A ustedes les consta: no nos dejaron otro camino. Cuando propusimos innovar las prácticas políticas del PRI, obtuvimos una respuesta a la diatriba y el insulto. Cuando impulsamos una alternativa de paz para Chiapas, se nos trató como rebeldes. Cuando disentimos de la manera como se gobierna a este pueblo grande y noble, se nos pretendió linchar en la plaza pública (Cárdenas Cruz, 1999).
La postura de Salazar frente a su partido y los gobiernos nacional y estatal fue muy
clara, inusual y podría decirse que valiente para los estándares de la época. Sin
embargo, su enfrentamiento siempre tuvo como eje la estrategia del gobierno frente
al EZLN y el autoritarismo en la toma de decisiones. A diferencia de la Corriente
Democrática del PRI, de donde surgió el PRD, que cuestionó tanto la falta de
democracia interna como lo que consideraba un distanciamiento ideológico con
respecto a los postulados de la revolución por parte de la camarilla tecnocrática
(Garrido, 1993), en las críticas de Salazar la política económica o el papel del estado
en la sociedad no tienen un papel relevante. Si bien es cierto que sus posiciones
tendían a coincidir con las sostenidas por el PRD, la coincidencia giraba alrededor
del proceso de paz en Chiapas, y no son muy distintas de las expresadas, por
ejemplo, por Luis H. Álvarez, connotado panista y también integrante de la Cocopa,
quien, a pesar de mantener constantemente una actitud de ecuanimidad, en su
momento reclamó airadamente al gobierno de Zedillo que hubiese retirado su apoyo
a la propuesta legislativa de la Cocopa. 12
“El EZLN debe señalar por qué no quiere que se modifique una coma y el Gobierno debe 12
explicar por qué dijo que la Cocopa había elaborado un documento satisfactorio y ahora quiere desconocer la obligación que tiene de respetar los acuerdos. Hay soberbia en ambas partes, y eso hay que dejarlo de lado... después de todo, ahí están los problemas” Reforma (21 de septiembre de 1997).
Página de 21 51
Todo lo dicho anteriormente sobre las posturas programáticas de Salazar es
corroborado por una revisión de los artículos de opinión escritos por él entre el 20
de febrero y el 24 de mayo de 1998 en el periódico La Jornada. La totalidad de
dichos artículos está dedicada a la situación en Chiapas, y en todos ellos hace
críticas muy directas tanto al gobierno federal como al gobierno del estado. En
particular, defiende la iniciativa de ley preparada por la Cocopa, acusa al gobierno
de proceder en forma manipuladora y es muy crítico de las ambivalencias de éste
frente al proceso de paz. Llama la atención que en la única colaboración en la que se
refiere a asuntos económicos (24 de mayo), lo hace para reprochar al gobierno que
no haya denunciado una investigación llevada a cabo por agencias norteamericanas
sobre operaciones (ilegales) del sistema bancario mexicano, cuando, dice, calificó la
incoativa de la Cocopa como una “amenaza contra la soberanía nacional”. Las
observaciones sobre la forma en que se llevó a cabo la privatización del sistema
bancario (en 1990, antes del mandato de Zedillo) son lo más cercano a un
planteamiento sobre política económica que hace el aún senador.
La Plataforma Común y Programática presentada por la Alianza por Chiapas es lo
que cabe esperar de una coalición formada por partidos distantes en la dimensión
económico-social. Es una plataforma de compromiso que evita declaraciones y
expresiones claramente asociadas con cualquiera de las ideologías de los dos
partidos más importantes de los que formaron la alianza. 13
Para los siguientes párrafos, se consultó la “Plataforma Común y Programática” 13
presentada por la Alianza por Chiapas, la Plataforma Electoral de la Alianza por México (que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas) y Fox Quesada (2000). Véase Reyes Tépach (2000) para una exposición de la propuesta económica de los contendientes por la presidencia en el año 2000.
Página de 22 51
La plataforma hace mención de los problemas de pobreza y marginación del estado.
Sin embargo, el diagnóstico para estos problemas es de naturaleza política. "En
Chiapas”, se afirma, “gran parte de los ciudadanos viven (sic) en condiciones de
pobreza y retroceso económico, originando por la mala administración de los
actuales gobiernos”.
Buena parte de la oferta de la Alianza consiste en convertir en “realidad” lo que la
constitución prescribe pero es anulado por la ausencia de democracia y
concentración del poder. Así, se ofrece “hacer efectiva la soberanía y la
independencia de los estados y de los municipios con respecto del poder central” y,
en el mismo sentido, “un gobierno democrático, constituido claramente en la
legalidad y en el principio del sano equilibrio y autonomía de los tres poderes: el
ejecutivo, el legislativo y el judicial. De acuerdo con estos principios, buscaremos
disminuir las facultades discrecionales que se abroga actualmente el poder
ejecutivo”.
Otro objetivo, que resume el programa de democratización, es
restablecer la legitimidad de las instituciones publicas en general y del ejecutivo del estado en particular, mediante una elección universal, directa y secreta, en donde sea la voluntad soberana del pueblo quien designe a su gobierno, y no como viene sucediendo actualmente, que violentándose toda legalidad, los gobernantes en turno son impuestos desde el centro para vergüenza de los chiapanecos.
En la línea de la oferta democrática, en todo el documento hay constantes llamados
a la participación ciudadana, a lo que se añade, más concretamente, la oferta de
implementar mecanismos de democracia directa como el plebiscito y el referéndum.
El programa de democratización es el terreno común para el PAN y el PRD, y por ello
es de esperarse que ocupe un lugar central en la plataforma de la alianza. Como
Página de 23 51
mencionamos, esta dimensión no es ajena a las posturas que previamente había
adoptado el candidato. El otro punto de interés de Salazar tiene que ver con la
problemática relacionada con el conflicto bélico. Esto tiene un reflejo en la
plataforma, donde se reivindica el principio de “pluralidad étnica” y se asume el
compromiso de promover un debate sobre “los derechos de los pueblos indios”.
Llama la atención que no hay un pronunciamiento más claro hacia los Acuerdos de
San Andrés y la Ley Cocopa, dada la posición de Salazar al respecto. Sin embargo,
había poco terreno común en la posición de los partidos alrededor de este tema: el
PRD apoyaba totalmente el proyecto de la Cocopa, mientras que el PAN tenía
algunas reservas y, a la larga, terminaría presentando su propia propuesta.
Atribuir problemas económicos y sociales a factores de carácter político no sólo
enfatiza la dimensión de democratización, sino que permite que la plataforma evite
temas en los que el PAN y el PRD tienen claras divergencias. La plataforma en
general, y el capítulo dedicado al Desarrollo Económico en particular, es más
llamativa por los aspectos que omite que por su contenido observado. Buena parte
de la propuesta económica consiste en apoyos a sectores específicos (explotación
forestal, pesca), estímulos fiscales y la inversión en infraestructura. Aunque en una
primera lectura no parece un programa inspirado, en realidad resulta muy
apropiado para buscar un terreno común entre dos partidos que comparten muy
poco, pues nada de esto es realmente incompatible con perspectivas estatistas o de
mercado.
En cambio, es muy notoria la ausencia de críticas a los lineamientos generales de la
política económica seguida desde mediados de los ochenta. Lo más cercano a un
cuestionamiento en este sentido se da cuando se atribuye la baja producción del
Página de 24 51
maíz a “políticas equivocadas”. En contraste, el candidato a la presidencia del PRD,
Cuauhtémoc Cárdenas, basaba su propuesta económica en la crítica del
neoliberalismo (término que ni siquiera aparece en la plataforma de Salazar) y su
sustitución por un modelo con un papel más activo del estado en la economía. No
hay, en la plataforma de Salazar, ninguna expresión similar al título tercero de la
propuesta de Cárdenas: "La responsabilidad social del estado”.
En el mismo sentido, en materia de tenencia de tenencia de la tierra, la plataforma
de Salazar se compromete a intensificar la regularización y a realizar un censo para
ubicar tierras ociosas. Esto es relativamente consistente con la política que en los
hechos ya venían siguiendo tanto el gobierno federal como el estatal, en un estado
en el que la demanda de tierra estaba entre las motivaciones principales de quienes
se sumaron al movimiento armado (Tello Díaz, 1995). En cambio, en la plataforma
de Cárdenas se habla de revertir “la contrarreforma agraria neoliberal” de 1992 que
abrió la posibilidad de un mercado privado de la tierra y puso fin al reparto agrario,
y culpaba al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá del mal
desempeño del sector agropecuario.
Si la plataforma de Salazar carece del enfoque crítico hacia la política económica y la
situación social que era moneda corriente en el PRD, tampoco vemos en ella
propuestas dirigidas a incrementar la rentabilidad de la inversión, reducir los costos
de creación de empleos formales, reducción del déficit fiscal, incremento de la
competitividad y demás expresiones relacionadas con los incentivos para la
inversión privada. Dichas expresiones son profusas en la propuesta económica de
Vicente Fox. En la plataforma de Salazar, la única referencia al sector privado es en
materia de tenencia de la tierra, con el compromiso de “promover la organización
Página de 25 51
para Ia producción del sector social y del sector privado”, lo que es más bien
bastante vago.
El gobierno de Salazar parece haber sido consistente tanto con la plataforma
presentada como con los antecedentes del gobernador. En particular, sus acciones
resultaron limitadas para el gusto de un sector identificado con la izquierda
perredista. Así, por ejemplo, en el siguiente comentario la decepción apenas se
disimula:
Tras cuatro años de haber iniciado el gobierno de [Pablo] Salazar, no es posible detectar una clara identificación con uno u otro partido. Los resultados de su gobierno no son muy destacables para muchos observadores y líderes de opinión de Chiapas, dado que no ha habido cambios radicales en la política social o económica, habiendo continuado Salazar con el cumplimento de las políticas neoliberales adoptadas por el gobierno de [el presidente Vicente] Fox (Gómez Tagle, 2005, p. 205).
Sin embargo, detener la evaluación en esta falta de resultados en el terreno social no
sólo es una visión parcial, sino que es inconsistente con lo que cabe esperar de un
personaje aceptable como candidato para un partido de derecha como el PAN. En
cambio, en los hechos el gobierno de Salazar se destacó por la producción de bienes
públicos, incluyendo grandes proyectos de infraestructura como la construcción de
un aeropuerto internacional, una terminal de cruceros y carreteras. La provisión de
bienes públicos también adquirió la forma de un incremento en la dotación de agua
potable y energía eléctrica, incluyendo la electrificación de las comunidades
residentes en la Selva Lacandona. La educación recibió también considerable
atención en su gestión, lo que se reflejó en la creación del Sistema de Educación
Superior Tecnológica de Chiapas y una Ley de Educación del año 2004 que
incorporó el principio de evaluación al sistema educativo. Otras acciones
destacadas, como la reducción considerable de la deuda del gobierno del estado y
Página de 26 51
los avances en transparencia y gobierno electrónico, son consistentes con el tipo de
acciones que cabe esperar de las preferencias de un personaje aceptable para
partidos ideológicamente distantes.
Por otro lado, y de manera también consecuente con la trayectoria del personaje,
Salazar inició una política activa de acercamiento al EZLN y de negociaciones para
reducir la tensión en la zona a través del desarme y la distribución de tierras, todo
esto por la vía informal, promoviendo decisiones en áreas fuera de su esfera de
responsabilidades (Eisenstadt, 2011).
Explicaciones alternativas
Desde la perspectiva de nuestro marco analítico, la inocuidad ideológica de Salazar
es la pieza explicativa clave para la alianza entre el PRD y el PAN. Sin embargo,
existen explicaciones alternativas que deberían ser evaluadas. Es muy común
justificar una candidatura externa en términos de la fuerza electoral representada
por el candidato. Es decir, el candidato por sí mismo incrementa la probabilidad de
que la alianza resulte triunfadora. Intuitivamente, es claro que un total desconocido
no podría acceder a una candidatura con posibilidades de triunfo, y Pablo Salazar
sin duda tenía un nivel de reconocimiento público notable. Su renuncia al PRI fue
un evento público, con miles de asistentes, en el que se anunció que también
renunciaba una docena de dirigentes y cientos de militantes. No parece desatinado
pensar que se trató de un evento deliberadamente diseñado precisamente a
transmitir la capacidad de movilización de quien ya estaba construyendo su
candidatura.
Página de 27 51
Sin embargo, desde una perspectiva más objetiva, en realidad había mucha
incertidumbre sobre los votos que, por sí mismo, era capaz de aportar Salazar
Mendiguchía. Como ya se mencionó, sus antecedentes estaban lejos de la política
partidista y electoral, tratándose más bien de un perfil burocrático. En 1994,
efectivamente compitió por una senaduría y obtuvo el triunfo. Sin menospreciar la
experiencia que pudo haber adquirido en esta ocasión, nuestro punto aquí es que
esa elección no proporcionó suficiente información para estimar la fuerza electoral
de Salazar.
De acuerdo con el sistema electoral en vigor en 1994, en cada estado se elegían
cuatro senadores: tres correspondían al partido con mayor número de votos en el
estado y el restante para el segundo partido con más votos. Curiosamente, en la
lista del PRI aparecieron tanto Pablo Salazar como Sami David. Si se hubiese tratado
de un sistema de listas abiertas, en el que los electores no sólo votan por el partido,
sino también por candidatos dentro de la lista, se habría tenido forma de evaluar la
fuerza de Salazar con respecto a la de su competidor. Sin embargo, bajo este sistema
los electores votan por la totalidad de la lista, sin distinguir entre los candidatos. La
lista para el Senado presentada por el PRI obtuvo el 45.6 por ciento de los votos
emitidos. No hay forma de saber qué tanto de esa votación fue atraída por los
candidatos y qué tanta se debe a la atracción del partido. Si se toma en cuenta que
el PRI obtuvo el 46.3 por ciento en la elección (simultánea) de diputados de
representación proporcional, parece plausible que se haya tratado de un voto
predominantemente partidista.
Una versión muy difundida sobre la fuerza electoral de Salazar destacaba que, al ser
él de religión evangélica, contaría con el apoyo electoral de la población protestante
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del estado, estimada en 14 por ciento. El argumento es en sí mismo altamente
inconsistente. Si la fisura religiosa pesara, ser protestante sería una desventaja,
pues se tendría en contra al voto católico. Si acaso, en las elecciones previas el
porcentaje de población católica en los municipios había mostrado una asociación
positiva con el voto por PAN y negativa con el voto por el PRI, pero estas relaciones
no son constantes para todas las regiones y varían en el tiempo (Valdés, 2000).
No es el caso negar que, a final de cuentas, Salazar haya resultado un buen
candidato, si bien en las elecciones presidenciales celebradas poco antes de la
elección para gobernador, el PAN y el PRD, por separado, obtuvieron una proporción
de votos (51.4 por ciento) similar a la que después consiguió su candidato común a
gobernador. Más bien, el argumento aquí es que, en el momento, los actores no 14
disponían de información suficiente para basar su elección de Salazar como
candidato en su fuerza electoral.
Procedimiento de selección
Una implicación de nuestro marco explicativo es que la selección del candidato para
la alianza entre partidos distantes no puede ser a través de mecanismos que
posibiliten que obtenga la candidatura un miembro de alguno de esos partidos. Uno
de los procedimientos que conducen a esa posibilidad es la celebración de elecciones
internas en la que puedan participar miembros de los partidos aliados.
En el caso de Chiapas, la selección del candidato fue claramente un acuerdo entre
las dirigencias estatales de los partidos, que posteriormente fue ratificado por los
órganos facultados por los estatutos para designar candidatos. En el caso del PAN,
Para un comentario sobre esta elección y sus implicaciones respecto de la elección para 14
gobernador, véase Viqueira (2000).Página de 29 51
esta facultad corresponde a la Convención Estatal, un órgano muy centralizado
formado por delegados. El 6 de diciembre de 1999, esta órgano autorizó la alianza
con el PRD, que ya había seleccionado a Salazar en octubre pasado.
El caso del PRD es un tanto más complicado. De acuerdo con los artículos 73 a 77
de los estatutos entonces vigentes del partido (aprobados en 1998), las candidaturas
se deben definir por elecciones internas (cerradas), a menos que sólo exista un
aspirante registrado. Sin embargo, el artículo 79 autoriza al Consejo Estatal a
“nombrar” a candidatos externos. Dicho Consejo se integra mayoritariamente por
dirigentes partidistas y ocupantes de puestos de elección popular. El órgano ratificó
la propuesta de Salazar. Aunque los estatutos parecen justificar un procedimiento
más centralizado en el caso de las candidaturas externas, no queda claro qué
pasaría si un militante decide postularse. En cualquier caso, fue necesario, de
manera previa, que un aspirante (Plácido Morales) declinara explícitamente.
En este sentido, cabe destacar la importancia que juegan las reglas internas de los
partidos, así como su institucionalización, en la posibilidad de la alianza. Si estos
partidos hubiesen tenidos reglas que hiciesen obligatoria la celebración de
elecciones internas, bajo cualquier circunstancia, la alianza habría sido muy difícil,
si no imposible.
De manera indirecta, esta observación también incluye al PRI. ¿Cómo es que
Salazar, si deseaba acceder al gobierno del estado, descartó buscar la candidatura
de su partido, el más fuerte de Chiapas? Asumiendo que no hubiese habido otro
candidato que reuniera sus propios requisitos, Salazar como candidato del PRI
habría enfrentado al PRD y al PAN por separado, lo que se traduciría en su victoria
Página de 30 51
casi con seguridad. Pero en tal caso, habría tendió que evaluar la probabilidad de
obtener la candidatura priista.
De hecho, a diferencia de la Alianza por Chiapas, el PRI decidió su candidatura por
medio de elecciones internas del 6 de febrero de 2000. Sin embargo, sería poco
apropiado afirmar que se trató de un proceso competitivo. En un principio, ocho
personajes declararon su interés en participar en el proceso, pero con el paso del
tiempo seis candidatos se fueron retirando. El último en retirarse, César Augusto
Santiago, explícitamente acusó a la dirigencia partidista de viciar el proceso en favor
de Sami David David, que era ampliamente considerado como el candidato
favorecido por el gobierno de Zedillo. Esto dejó únicamente a Homero Díaz como
única competencia de Sami David. En un principio, Díaz era el candidato preferido
por el gobernador Roberto Albores, pero a la larga Albores terminó por operar
personalmente el apoyo a Sami David, si se ha de dar crédito a las acusaciones de
Santiago. David resultó triunfador con más del 80 por ciento de los votos, bajo
acusaciones de fraude por parte de Díaz. 15
Aunque en general el sistema político mexicano se encontraba pasando por una
transformación importante, el presidente de México aún retenía varias de sus
facultades metaconstitucionales, incluyendo un alto grado de control sobre los
procesos de selección de candidaturas relevantes. En este sentido, dado el
distanciamiento que se había dado entre Salazar y el gobierno de Ernesto Zedillo,
para el momento en que Salazar consideró la posibilidad de lanzar su candidatura,
era prácticamente imposible que consiguiera el favor del elector más importante de
su partido. Esto no es un dato menor, porque cabe preguntarse si las cosas no
Díaz terminó por incorporarse al equipo de campaña de Salazar.15
Página de 31 51
habrían sido distintas si el PRI hubiese elegido a su candidato bajo un proceso
genuinamente competitivo.
Conclusiones
El presente artículo describió la candidatura de Pablo Salazar Mediguchía a la
gubernatura de Chiapas a la luz de una teoría destinada a capturar las
particularidades de las alianzas entre partidos ideológicamente distantes. Se
argumentó que la ideología centrista del personaje, revelada tanto en sus
antecedentes personales como en su origen priista, fue el factor que hizo posible
remontar los problemas de credibilidad del acuerdo que surgen para partidos como
el PRD y el PAN cuando impulsan una candidatura común.
Por supuesto, para los candidatos a puestos altamente personalizados es importante
construirse una reputación vinculada a los problemas del territorio al que aspiran
gobernar, y Salazar construyó la suya alrededor del conflicto armado en Chiapas.
Esta particularidad da un carácter especial al caso con respecto de las dimensiones
mencionadas en nuestro marco teórico: el conflicto proporcionó a Salazar una línea
de ruptura con su partido que no pasa por los temas socioeconómicos que
separaban más claramente al PAN y al PRD y permitía poner el acento en la
promoción de la democracia. Con estos antecedentes, para dichos partidos Salazar
representaba una garantía de que, como gobernador, Salazar llevaría a cabo el
programa sobre el que ambos podrían estar de acuerdo.
La postulación de Juan Sabines por una alianza de partidos de izquierda (PRD, PT y
CD) en el año 2006 no es inconsistente con el marco explicativo, puesto que es un
evento que se encuentra fuera del dominio de la teoría. Recuérdese que, según se
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afirmó, una vez conseguida la transición democrática, no es posible hacer una
predicción sobre la naturaleza de las alianzas a formarse aún si se presentan los
factores que facilitan la alianza entre partidos distantes en contexto de
democratización. Así, la existencia de un candidato surgido del PRI (Sabines) no se
asoció en esta ocasión con una alianza entre partidos distantes ideológicamente. Al
contrario, en plena campaña las dirigencias del PRI y el PAN estatales negociaron la
declinación del candidato del último en favor del primero, lo que constituye una
alianza más a tono con la contigüidad ideológica de ambos partidos.
Del estudio de caso surgen algunas precisiones empíricas cuyo potencial de
generalización vale la pena explorar. Por ejemplo, aún si los partidos
ideológicamente distantes no saben a priori sobre qué podrían estar de acuerdo en
materia económica, la producción de bienes púbicos parece una carta a jugar en
todas las condiciones: desde el punto de vista de la izquierda, es una intervención
estatal que en muchos casos tiene un sentido social; para la derecha, se trata de
una intervención sancionada por la economía neoclásica en el sentido de que no
constituye distorsiones.
Por el otro lado, nuestro marco teórico apenas hace supuestos sobre el partido
centrista en el gobierno, sólo que se beneficia del régimen autoritario, lo que impide
que participe en alianzas con partidos de oposición. De igual forma, el candidato
externo es exógeno al modelo: existe o no, pero no es un jugador. Sin embargo,
nuestro estudio reveló que la política electora al interior del PRI opuso haber influido
en el resultado observado para los partidos de oposición. De igual forma, si el
candidato es tomado como un jugador, la decisión sobre desertar de su partido debe
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ser vista como influida por la percepción que tenga de las probabilidades de obtener
la candidatura en este partido.
La observación de la forma en que Salazar llegó a estar “disponible” para la alianza
hace pensar en un fuerte condicionamiento por factores altamente aleatorios.
Cuando accede al Senado, es un actor clave en la estrategia del presidente para
pacificar Chiapas y en tal calidad trabaja en coordinación con el gobierno del estado.
Por factores relacionados con la política al interior del gabinete presidencial y lejos
del alcance del senador, la estrategia del Ejecutivo tuvo un giro radical, y Salazar
estaba tan comprometido con la estrategia “dialoguista” que habría sido ilusorio
pensar que contaría con el apoyo presidencial en el momento que se decidiera la
candidatura del PRI. Asimismo, el cambio de estrategia del ejecutivo fue
acompañado por una cambio en el personal del gobierno del estado, dejando a
Salazar sin apoyos locales en caso de que insistiera en probar suerte aún sin la
venia presidencial.
Entonces, Salazar se vio en una situación en la que que era imposible anticipar y
muy difícil de controlar. Sin embargo, este aspecto azaroso del proceso no quiere
decir que no interviniesen factores sistemáticos. Se mencionó ya la forma en que se
eligió al candidato del PRI. Aquí se deben tomar en cuenta los procedimientos
internos del partido autoritario. Así como la selección democrática de los candidatos
por parte de los partidos de oposición imposibilita la alianza entre ellos, parece
apropiado pensar que la democratización interna del partido autoritario estaría
asociada con una menor probabilidad de conseguir la alianza opositora: cualquier
candidato priista que se perciba con alguna oportunidad posiblemente prefiera
probar su suerte en procedimientos internos de su partido a abandonarlo, lo que a
Página de 34 51
su vez limita la bolsa de políticos que reúnan las características necesaria para
hacer posible la alianza “contra natura”. En la misma medida, un priista que se
suma a una alianza de este tipo está renunciando a todos los beneficios que podría
obtener del PRI en el futuro, los cuales son considerables aún si no obtiene la
candidatura, como son las prebendas y posiciones para él y para su grupo. Aunque
un político puede verse en una situación no prevista, las decisiones que tome se
verán incluidos por factores sistemáticos como las reglas de selección de candidatos
y de distribución de poder entre las camarillas.
Por otro lado, no obstante, en este aspecto también pueden intervenir las decisiones
propias del contexto. Por ejemplo, en el caso del estado de México mencionado en la
introducción, la idea compartida era que el gobernador Peña Nieto favorecía al
alcalde de Huixquilucan Alfredo del Mazo. Sin embargo, el alcalde priista de
Ecatepec, Eruviel Ávila, era percibido como un más eficaz competidor electoral, y,
según distintas versiones, la posibilidad de que terminase como candidato de una
Alianza entre el PAN y el PRD fue la que llevó a Peña Nieto a imponerlo como
candidato del PRI (Alemán, 2011). Es decir, la anticipación de resultados
indeseables se combinó con el carácter centralizado de la selección para evitar la
formación de la alianza, sugiriendo un patrón no lineal en la relación entre reglas y
resultados que habrá de ser explorado.
Página de 35 51
Anexo
Comenzamos planteando los siguientes supuestos. En primer lugar, a los partidos 16
les interesa ganar elecciones por la posibilidad de llevar a cabo un programa de
gobierno. El programa de gobierno está formado por dos dimensiones: una
socioeconómica (m) en la que se ubican los partidos con respecto a sus preferencias
sobre el grado en que la economía debe ser dirigida por el Estado, en un extremo, o
dejada al mercado, en el otro; la segunda dimensión (d) está formada por las
preferencias sobre el régimen político, con los partidos ubicados sobre un eje cuyos
extremos se encuentran representados por el autoritarismo y la democracia.
Denótese con g la utilidad que percibe el partido i si se aplica su programa preferido,
donde . Sea el programa de gobierno preferido por el partido i en el eje
estado/mercado y es el programa preferido por el partido i en el eje
autoritarismo/democracia. Entonces, si accede al poder, la utilidad para el partido i
del programa es
. (1)
Por lo tanto, de acceder al poder, es de esperarse que el partido maximice escogiendo
. Defínase la curva de indiferencia de ambos partidos como el conjunto de
políticas para el que . En este caso, se tiene la curva de indiferencia
i ∈ l, r{ } mi
di
d,m( )
Ui d, m( ) = g − di − d( )2 − mi −m( )2
di ,mi( )
Ui d, m( ) = 0
g = di − d( )2 + mi −m( )2
La modelación sigue muy de cerca técnicas estándar en el análisis del comportamiento 16
legislativo. Véase, por ejemplo, Shepsle y Weingast (1987) y Tsebelis (2002).Página de 36 51
es un círculo con radio y centro en . Asúmase adicionalmente que todo
punto que se encuentre fuera de la curva de indiferencia, incluyendo el status
quo, genera una utilidad de cero (es decir, no hay pagos negativos).
Sea el conjunto de políticas que generan un pago positivo para el partido i,
definido como
(2)
Sean políticas ideales de los partidos l y r y , respectivamente. Ambos
partidos consideran llevar a cabo una alianza electoral y deben negociar una
propuesta de gobierno. Esta plataforma acordada debe cumplir con la condición de
ser preferida por ambos partidos al status quo.
El diagrama 1 sirve como apoyo visual para la discusión que sigue.
[Diagrama 1 aquí]
Proposición 1. Existe una plataforma que genera pagos positivos para
ambos partidos si y sólo si pertenece a la intersección de los conjuntos definidos por
y .
Demostración.
Primero, se demostrará que, si existe una política que genera pagos positivos para l
como r prefieren al status quo, entonces esta política pertenece a la intersección de
y . La demostración será por contradicción. Supóngase que existe una
combinación tal que y, al mismo tiempo . A la vez,
supóngase que pero . Entonces, y,
g di , mi( )
d,m( )
Wi d,m( )
Wi = d, m | di − d( )2 + mi −m( )2 < g{ }
ml < mr dl < dr
d*,m*( )
Wl Wr
Wl Wr
d*,m*( ) Ul d*,m*( ) > 0 Ur d*,m*( ) > 0
d*,m*( )∈Wl d*,m*( )∉Wr g ≤ dr − d *( )2 + mr −m*( )2
Página de 37 51
por lo tanto , lo que contradice el supuesto
inicial .
Por el mismo procedimiento, asumir y , y a la vez,
pero conduce a , lo que
contradice el supuesto inicial .
Por lo tanto, se concluye que, si existe una política que da pagos positivos tanto a l
como a r, entonces esta política pertenece a la interacción entre y .
A continuación, se demuestra que, si existe un área de intersección entre y ,,
las política ubicadas en esa área generan pagos positivos para ambos partidos.Si
existe el área de intersección, entonces existe al menos una combinación tal
que . Si entonces se sigue que y, por la
definición en (2) . Por el mismo razonamiento, si
, se sigue que y, por lo tanto, . De esta
forma, queda demostrado que, si existe una intersección entre y , las políticas
pertenecientes a esta intersección generan pagos positivos para l y r.
De ambas proposiciones se concluye lo que afirma la Proposición 1.
La Proposición 1 establece que, si no existe un área de políticas con las que tanto l
como r obtiene pagos positivos, lo que podríamos llamar una área de coincidencia
programática, no existe la posibilidad de acuerdo. A continuación evaluaremos si el
acuerdo en el terreno de cambio democrático puede posibilitar una alianza cuando
no existe acuerdo entre la dimensión socioeconómica.
Ur d*, m*( ) = g − dr − d *( )2 − mr −m*( )2 ≤ 0
Ur d*,m*( ) > 0
Ul d*,m*( ) > 0 Ur d*,m*( ) > 0
d*,m*( )∈Wr d*,m*( )∉Wl Ul d*, m*( ) = g − dl − d *( )2 − ml −m*( )2 ≤ 0
Ul d*,m*( ) > 0
Wl Wr
Wl Wr
d*,m*( )
d*,m*( )∈Wl ∩Wr d*,m*( )∈Wl ∩Wr d*,m*( )∈Wl
Ul d*,m*( ) = g − di − d( )2 − mi −m( )2 > 0
d*,m*( )∈Wl ∩Wr d*,m*( )∈Wr Ur d*,m*( ) > 0
Wl Wr
!
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Antes establecemos una condición. Los conjuntos y tienen un área de
intersección cuando la distancia entre sus puntos ideales es menor o igual a la
suma de los radios de los círculos que forman sus respectivas curvas de
indiferencia, ya que para ambos es cierto que , y, por lo tanto,
. La distancia entre cada uno de los punto ideales y la
política en es de al menos la distancia entre las dos políticas ideales (véase,
más adelante, el Teorema del Triángulo). Pero si pertenece a la intersección
entre y , cada una de las distancias con respecto a no puede ser
mayor al radio de la curva de indiferencia. Entonces, la existencia de la intersección
implica
. (3)
Proposición 2. Si en al menos una de las dos dimensiones d y m no existen valores
compartidos en y , no existe intersección entre y .
Demostración: Supóngase que no existen valores de m que pertenezcan tanto a
como a . Esto ocurre cuando . De esto se sigue que o
. Pero si , entonces también es cierto que
y, por lo tanto, se tiene que . Dada
la condición establecida en (3), esto significa que, cuando no hay valores
compartidos para la dimensión m entre y , no existe intersección entre y
. Lo mismo se concluye si se evalúa la dimensión d.
Wl Wr
di − d *( )2 + mi −m*( )2 < g
di − d *( )2 + mi −m*( )2 < g
d*,m*( )
d*,m*( )
Wl Wr d*,m*( )
2 g ≥ dr − di( )2 + mr −mi( )2
Wl Wr Wl Wr
Wl
Wr ml + g < mr − g 2 g < mr −ml
4g < mr −ml( )2 4g < mr −ml( )2
4g < dr − dl( )2 + mr −ml( )2 2 g < dr − di( )2 + mr −mi( )2
Wl Wr Wl
Wr !
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Es directo, entonces, establecer que el puro acuerdo en el objetivo de
democratización no basta para establecer una alianza si el desacuerdo en materia
socioeconómico es total.
Proposición 3. Cuando en una dimensión no existen valores tales que pertenezcan
tanto a como a , no existe una plataforma que genere pagos positivos
para ambos partidos.
Demostración. De las proposiciones 1 y 2.
Sin embargo, aún si las dos dimensiones son importantes para un partido
determinado, cabe la posibilidad de que existan diferencias en la importancia
relativa que le atribuye a cada una. Supóngase que al partido l le importa más la 17
democratización que lo socioeconómico en un factor dado por . Su función de
utilidad sería
.
Nótese cómo, en comparación con la ecuación (2) las diferencias de m con respecto a
la política ideal representan una menor disminución en la utilidad. Para obtener la
forma de la curva de indiferencia, se iguala la utilidad a 0, se resuelve para g y se
divide por g:
,
que es una elipse. Es claro que la Proposición 3 sigue siendo válida para este caso:
sin espacio común de políticas preferidas, no existe plataforma que cumpla la
condición de la ecuación (2) para ambos partidos. Sin embargo, la condición para
Wl Wr d*,m*( )
!
a >1
Ui d, m( ) = g − dl − d( )2 −ml −m( )2
a
1=dl − d( )2g
+ml −m( )2ag
Agradezco a Diego Reynoso haberme llamado la atención sobre esta posibilidad.17
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que exista ese espacio (la intersección) se hace menos restrictiva. Como antes, la
distancia entre los puntos ideales debe ser menor a la suma de los radios de las
curvas de indiferencia de los dos partidos, denotada , donde es el radio
correspondiente a la curva de r, como antes, y t es el radio correspondiente a la
curva de l. Dada la forma de esta última curva, se tiene que
(4)
Así, la condición para la intersección es
. (5)
Dado que , la condición en (5) es más laxa que la condición (3). Esto nos
lleva a la siguiente Proposición:
Proposición 4: A mayor importancia relativa le conceda al menos un partido a una
dimensión en comparación con la otra, más factible será la alianza en comparación
con una situación de mayor equilibrio relativo en la importancia de las dos
dimensiones.
Demostración: De la proposición 2 y las ecuaciones (3), (4) y (5).
La anterior proposición también impone una condición de restricción. Todo lo que se
diga sobre dos partidos que plantean aliarse alrededor de una plataforma con dos
dimensiones contra un tercer partido es asumiendo que el tercer partido carece de
preferencias comunes con ambos en al menos una dimensión. La participación de
un tercer partido cuya curva de indiferencia tiene intersecciones con los otros dos
daría como resultado como que ninguna plataforma estuviese en equilibrio, en los
términos del Teorema del Caos (McKelvey, 1976).
g + t g
t = g + a −1a
⎛⎝⎜
⎞⎠⎟ mi −m( )2 g ≤ t ≤ ag
g + t ≥ dr − di( )2 + mr −mi( )2
g + t ≥ 2 g
!
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Una vez establecidas las condiciones para la existencia de plataformas con las que
tanto l como r obtendrían pagos positivos, es necesario definir las condiciones para
que dichos partidos acuerden unirse presentando cualquier plataforma dentro
y no alguna plataforma fuera de ese conjunto que pudiera proporcionarles
una mayor utilidad.
Para simplificar la notación, definimos como la distancia euclidiana entre la
política preferida por el partido i y cualquier plataforma dentro del conjunto
definido por la Proposición 1:
.
Nos referiremos a como el “sacrificio programático” que hace i si acepta la
plataforma .
De igual forma, sea la distancia euclidiana entre las políticas ideales de los
partidos l y r:
.
La política preferida por el partido i podría o no estar dentro del conjunto de
plataformas aceptables para los dos partidos. Si no lo está, el partido i debe
confrontar el sacrificio de su plataforma preferida frente al potencia incremento en
las probabilidades de triunfo que da una alianza. Sea la probabilidad de que gane
el partido i si se presenta sólo en elecciones, y p la probabilidad de ganar si compite
en un alianza. Para que acepte la alianza, la plataforma de ésta debe ser tal
Wl ∩Wr
hi,*
d*, m*( )
hi,* ≡ mi −m*( )2 + di − d *( )2
hi,*
d*, m*( )
hl ,r
hl ,r ≡ mr −ml( )2 + dr − dl( )2
qi
d*, m*( )
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que la utilidad esperada de la alianza, , sea al menos igual que la
utilidad esperada de competir sólo . Es decir,
(6)
Dado que el lado derecho de la ecuación es menor o igual a 1, entonces es claro que
la probabilidad de triunfo con la alianza debe ser al menos igual a la probabilidad de
triunfo por sí mismo del partido i, lo que es claramente trivial. Lo importante en
cambio es que la probabilidad de triunfo en alianza debe ser superior a la
probabilidad de triunfo de i por sí mismo en una media proporcional al “sacrificio
programático” de i: la distancia entre su plataforma ideal y la que apoyaría en la
alianza.
Veamos qué implica esto. De la ecuación (2) se desprende que, de toda política
dentro de , es cierto que . Supóngase que . Resolviendo en la
ecuación (6) para se obtiene que el conjunto de políticas que cumplen la
condición es más restringido:
.
El ejemplo basta para establecer que existen plataformas dentro del conjunto
que no cumplen con la condición de la alianza establecida en (6).
EUi d*, m*( )
EUi di , mi( )
EUi m*, d *( ) ≥ EUi mi , di( )p g − mi −m*( )2 − di − d *( )2⎡⎣
⎤⎦ ≥ qig
p g − hi,*2( ) ≥ qigpqi
≥ gg − hi,*
2 .
Wl ∩Wr di,*2 < g p > qi
di,*2
di,*2 < g 1− qi
p⎛⎝⎜
⎞⎠⎟< g
Wl ∩Wr
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De la estática comparada en la condición para la alianza se concluye:
Proposición 4: Aún si la alianza incrementa las probabilidades de triunfo, a mayor
probabilidad percibida de triunfo por sí mismo por al menos uno de los partidos,
menos viable será la alianza.
Demostración: De la ecuación 6.
A medida que l o r perciben que su fuerza es considerablemente alta, es más
tentador para ellos probar suerte y no hacer el sacrificio programático implicado en
una alianza.
De igual forma, de la ecuación (6) se desprende el efecto de la distancia ideológica
entre los partidos.
Proposición 5: A mayor distancia entre las plataformas ideales de l y r, menos
viable será la alianza.
Demostración: Por el Teorema del Triángulo, para cualquier plataforma es
cierto que la suma de las distancias entre ésta y las políticas ideales de l y r ,
respectivamente, es mayor o igual a la distancia entre las políticas ideales de l y r:
y, por lo tanto,
(7)
Si en la ecuación (6) definimos , resulta que
,
Pero, entonces, por la ecuación (7) también es cierto que
!
d*, m*( )
hl ,* + hr ,* ≥ hl ,r
hl ,* ≥ hl ,r − hr ,*
i = l
pql
≥ gg − hl ,*
2
pql
≥ gg − hl ,s − hr ,*( )2
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A medida que aumenta la distancia entre los dos partidos mientras que el resto de
los factores se mantienen constantes, el denominador del lado derecho de la
ecuación se hace más pequeño y, por lo tanto, aumenta su valor el lado derecho de
la ecuación, dificultando progresivamente el cumplimiento de la condición. 18
La anterior proposición define que, aún existiendo un espacio de plataformas
compartidas, las diferencias programáticas importan. Al mismo tiempo, confirma
que nuestra teoría contempla o implica una asociación que se ha detectado
empíricamente en diversos estudios.
El siguiente asunto a definir es el tipo de problemas que se le presentan a partidos
que están programáticamente distanciados, pero no al grado de impedir una alianza.
para ello, introducimos las siguientes definiciones:
Definición. Para dos partidos l y r, se dice que son
- cercanos, cuando ,
- distantes, cuando , y
- opuestos, cuando .
Si se toma en cuenta la ecuaciones (2) y (3) y las Proposiciones 1 y 3, las
implicaciones de esta definición son las siguientes: Cuando los partidos son
cercanos, la plataforma ideal de l está incluida en el conjunto de plataformas que
generan un pago positivo para r, y viceversa. Cuando los partidos son distantes,
existe un conjunto de plataformas que generan un pago positivo para ambos, pero l
obtiene un pago de 0 con la plataforma ideal de r, y viceversa. Cuando los partidos
!
hl ,r < g
g ≤ hl ,r ≤ 2 g
hl ,r > 2 g
También se habrá notado que el aumento del sacrificio programático de r facilita el 18
cumplimiento de la condición. Si se observa la forma en que expresamos el Teorema del Triángulo, es claro que un aumento del sacrificio programático manteniendo constante la distancia entre las políticas ideales implica una disminución del sacrificio programático de l.
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son opuestos, l obtiene un pago de 0 con cualquier política que genere un pago
positivo para r, y viceversa.
Como vimos, no existe posibilidad de alianza entre partidos opuestos. Ahora bien,
los partidos distantes y los cercanos enfrentan una problemática muy distinta
cuando operan en sistemas caracterizados por: 1) la plataforma de campaña no es
vinculante, 2) la permanencia del jefe del ejecutivo en el puesto no depende de la
mayoría legislativa. Llamamos a este sistema uno de “selección libre de programa”.
En estas condiciones, cualquier político que asuma el ejecutivo bajo la promesa de
implementar , al asumir se encontrará que, si no la aplica 1) no enfrentará
sanciones legales y, si como consecuencia pierde el apoyo de algún miembro de la
coalición, 2) no tendrá que abandonar el puesto por ello. Siendo así, dicho político
no implementará ninguna política distinta a aquella que maximice su utilidad.
De esto se desprende nuestra proposición más importante:
Proposición 6: Sea un sistema de selección libre de programa, en el que l y r son
partidos distantes que acuerdan una alianza para apoyar a un candidato y una
plataforma que cumple con las condiciones establecidas por la ecuación (6).
Si el candidato proviene de l o r, la alianza no está en equilibrio.
Demostración: Supóngase que el partido l tiene que decidir si participa en una
alianza apoyan a un candidato de r que presenta la plataforma . Si ese
candidato triunfa, implementará . Como se trata de partidos distantes, esta
plataforma genera a l un pago igual a 0 y con toda certeza la utilidad esperada de la
alianza es 0. En cambio, si compite por sí mismo existe al menos una probabilidad
de obtener un pago positivo y, por lo tanto, la utilidad esperada de competir por sí
d*,m*( )
d*,m*( )
d*,m*( )
dr , mr( )
ql
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mismo es positiva. Por lo tanto, no se sumará a la alianza en esas condiciones. Si 19
el candidato proviene de l, por el mismo razonamiento r no participará en la alianza.
Se trata de un caso de problema de credibilidad que no se presenta cuando los
partidos son cercanos. Si el partido l apoya a r y éste implementa , esta
política le genera un pago positivo a l, pues está dentro de su curva de indiferencia.
La alianza le resultará atractiva o no dependiendo de si cumple con las
condiciones establecidas en la ecuación (7). En todo caso, bajo un sistema de
selección libre de programa, las alianzas entre partidos cercanos con candidatura de
alguno de estos partidos son posibles.
La siguiente proposición define una condición con la que se resuelve el problema de
credibilidad.
Proposición 7: Sea un sistema de selección libre de programa, en el que l y r son
partidos distantes que acuerdan una alianza para apoyar a un candidato y una
plataforma que cumple con las condiciones establecidas por la ecuación (6).
Si el candidato maximiza su utilidad con la plataforma , la alianza está en
equilibrio.
Demostración: En este caso, cada partido compara la utilidad esperada de competir
por sí mismo con la utilidad esperada de competir en alianza con la plataforma
. Dada la forma en que se definió , ambos participan en la alianza.
!
dr , mr( )
dr , mr( )
d*,m*( )
d*,m*( )
d*,m*( ) d*,m*( ) !
Tómese en cuenta que, si el partido opuesto representa el status quo, para cualquier probabilidad 19
de triunfo, su contribución al cálculo de la utilidad esperada es 0, en las dos situaciones,Página de 47 51
Por las proposiciones 6 y 7 podemos establecer dos cosas: Por un lado, un candidato
con las condiciones establecidas en la Proposición 7 no existe en ninguno de los
partido aliados. Pero, por el otro lado, de existir dicho candidato, el modelo predice
que los partidos l y r se unirán en alianza.
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Diagramas
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Diagrama 1: Plataforma ideal de los partidos l y r y plataforma de acuerdo en dos dimensiones.
MercadoEstado
Democracia
Autoritarismo
ml ,dl( ) mr ,dr( )
m*,d *( )
g
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