ciudad bsas cap1 historia (1)

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  • 2Jefe de GobiernoDr. Anbal Ibarra

    Vicejefe de GobiernoSr. Jorge Telerman

    Secretario de Descentralizacin y Participacin CiudadanaSr. Hctor Capaccioli

    Ley n 866Cantidad de ejemplares: 1.000

    Editado, diseado y producido por la Subsecretara de Comunicacin Social, Gobierno de la CiudadAutnoma de Buenos Aires.

    Hecha depsito que establece la ley 11.723.

    Reservados todos los derechos. Queda rigurosamenteprohibida, sin autorizacin escrita de los titulares delos derchos de propiedad intelectual, bajo sancionesestablecidas en las leyes, la reproduccin total y/o par-cial de esta obra por cualquier medio o procedimientoincluidos la reprografa y tratamiento informtico.

    Ejemplar de distribucin gratuita.

  • 3Ciudad de Buenos Aires:de la fundacin a la participacin ciudadana

  • 5Prlogo | Jefe de Gobierno

    Soy de la idea de que la cohesin social y la potenciacultural que tengan las sociedades son factores funda-mentales a la hora de discutir y saber construir mejorproyectos de futuro, hablemos de ciudades, de pueblos,de naciones. El que existan esa cohesin social, esesentido de pertenencia comunitaria y esa potencia cul-tural es producto de las historias que hayan atravesadoesas mismas sociedades.

    Este libro es valioso porque aborda desde muy distintasmiradas y disciplinas -como es necesario hacerlo- lashistorias que conforman la actual ciudad de Buenos Ai-res. Es un libro que habla de lo que fuimos, de cmo ypor qu se constituyeron las identidades que an nosmarcan. Habla de lo que somos hoy y de lo que pode-mos ser en el futuro a partir de eso que somos.

    Desde esa necesidad de autoafirmacin para saber quse quiere, el repaso de este trabajo no se queda corto.Arranca desde los orgenes mismos de la ciudad: lasfundaciones de Mendoza y Garay. Hace un repaso nece-sario sobre la conflictiva historia institucional de Bue-nos Aires y su relacin con la Nacin. Asunto vigente sise tiene en cuenta que los porteos estamos todavapeleando por mayores niveles de autonoma. Recorre lahistoria de la inmigracin, la que ms poderosamenteforj nuestra cultura, nuestra actual y rica diversidad,

    nuestro carcter de ciudad abierta al mundo y tambinnuestras dualidades. Habla tambin de la diversidad deBuenos Aires desde la conformacin de su fisonomaarquitectnica y urbanstica: desde las casas colonialesa los conventillos, desde las casas chorizo a la magnifi-cencia europesta que comenz a plasmarse entre finesdel siglo XIX y las primeras dcadas del XX.

    Pero este es un trabajo realizado desde un rea particu-lamente significativa dentro del sistema de gobierno dela Ciudad: el rea de Descentralizacin. Particularmen-te significativa, digo, porque aunque en nuestro gobier-no apostamos a transversalizar polticas y a evitar losproblemas que suelen derivarse de una gestin cuandose la practica desde compartimentos estancos, desdeDescentralizacin se juega en buena medida uno de losdesafos ms apasionantes, complejos e ineludibles quedebe afrontar toda gestin local moderna si se quieredemocrtica, en el sentido ms profundo, novedoso yhasta revulsivo del trmino.

    Desde el primer perodo de mi gestin venimos apos-tando muy fuertemente a las polticas de descentraliza-cin y de participacin ciudadana. No slo porque as loprescribe la Constitucin, sino porque es nuestra con-viccin que cuanto ms cercano y mejor articulado seael trabajo entre las instituciones y la sociedad, ms seganar en eficacia de gestin, en transparencia y en me-jor calidad de vida para todos.

    Ni bien se comienza la lectura de este trabajo puedeleerse una cita que llama la atencin por lo sugerente:El barrio era un espacio simblico signado por relacio-nes que muchas veces reemplazaban a la familia perdi-da y a la vez constitua un microcosmos protector queayudaba a los recin llegados a sentirse en casa o a con-seguir trabajo. La cita tiene su contexto y su sentido

    histrico especfico, pero tiene una peculiar vigencia.Desde hace tiempo Buenos Aires -como tantsimas ciu-dades del mundo- suele vivir una suerte de aoranzamelanclica por el pasado, por el barrio perdido.

    Si hacemos de esta observacin un mal tango, existe unriesgo de cada en la pura melancolizacin, que tieneadems una componente falsa. Porque no es cierto quela ciudad en su conjunto haya perdido esa hermosa vidade barrio, a la que por otra parte potenciamos y recupe-ramos desde diversos programas nacidos en Descen-tralizacin, Cultura, Desarrollo Econmico. Pero s esverdad que es una marca de la poca -en Buenos Airesy en muchas ciudades del mundo- la sensacin de nopertenencia y de desarraigo. Es ms que una marca depoca, es un problema y un desafo, nacido desde mu-cho antes de la globalizacin y potenciado por sta en loque tiene que ver con fenmenos de sedentarismo y derepliegue a lo privado.

    Este libro es una seal indicial, entre muchas, de la ba-talla que estamos dando por recuperar esa cohesin so-cial tan daada en los 90, ese sentido de pertenencia,esa necesidad de generar entusiasmos colectivos. Y estambin el sntoma de una revolucin cultural silencio-sa que se est dando en cada barrio de la ciudad, en ar-ticulacin con programas que pusimos en marcha des-de hace ya varios aos. Una revolucin de bajo perfil, detiempos largos, de frutos seguros.

    Anbal IbarraJefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

  • 7Prlogo | Secretario de Descentralizacin y Participacin ciudadana

    Por qu otra publicacin sobre Buenos Aires?

    Porque entendemos que comprender nuestra historia esuna buena forma de proyectarnos al futuro, y estamosconvencidos de que sin la memoria del pasado, difcil se-r resolver antinomias y evitar la repeticin de errores.

    Buenos Aires y su gente son los protagonistas de estetrabajo, en el que hemos querido brindar, en un brevepaseo por nuestro pasado, algunos hechos histricos,culturales y econmicos, con el deseo de identificar lascaractersticas propias de la ciudad desde un mbito quefuera a la vez panormico sin ser superficial, analtico sinser anecdtico, ameno a la vez que riguroso.

    Sin negar que Buenos Aires siempre haya estado enestrecha relacin con el pas, al punto de que a vecesla historia de la Argentina parece resumirse errnea-mente- en la de la Ciudad de Buenos Aires, pensamosque sera interesante identificar esos tres aspectosesenciales, muchas veces tratados de forma alejada,para disear una dinmica poltica de la ciudad.Vivimos un momento especial.

    Esta relacin entre historia, cultura y economa, llegaen tiempos en que es preciso establecer un marco dereflexin pertinente para una nueva etapa en la vida de

    la ciudad y de sus habitantes, la creacin de las comu-nas. No es un hecho menor.

    No bastan las instituciones centralizadas; as lo ha de-mostrado la prctica y as lo fueron entendiendo hom-bres de gobierno y legisladores en distintas oportuni-dades y en diferentes tiempos.

    Nuestro propio instrumento constitucional, en su art-culo primero, organiza sus instituciones bajo la formade una democracia participativa e incluye en la mis-ma, mecanismos en los cuales la ciudadana encuen-tra un mbito propicio para su integracin: los conse-jos consultivos, el presupuesto participativo y las au-diencias pblicas.

    No es menor el rol que los constituyentes porteos otor-garon a la descentralizacin, rol sin dudas fundamentalque acerca al gobierno a los deseos de los vecinos,creando a su vez en ellos conciencia de pertenencia.

    En las vsperas de la implementacin real de las co-munas en la Ciudad de Buenos Aires es til echar unamirada hacia lo que fuimos y recibir esa herencia ricay compleja, en su totalidad, con los aciertos y los erro-res de una historia de varios siglos. Creemos que esel mejor modo para que los propios ciudadanos co-nozcan y se reconozcan en el valor de la accin colec-tiva y que tambin los extranjeros tengan una referen-cia poco convencional pero completa y atractiva sobrenuestra Ciudad.

    Que quede tambin como marca de una gestin endonde la descentralizacin no es sinnimo de desde-ar lo pblico, sino de asegurar la promesa de partici-pacin en la toma de decisiones acerca de cmo vivir,con qu valores y en qu condiciones.

    Este es sin dudas, un perodo de cambios. De modoque no es posible pensar la Argentina como Nacinjusta y soberana sin tener en cuenta a Buenos Aires, dela misma manera que no es posible tener una visinslo municipal en la idea que nos hacemos de la Ciu-dad. Esto se resume en la funcin que le asignamos ala prctica poltica, que puede ser el mejor instrumen-to para todos los ciudadanos en la superacin de losproblemas que enfrentamos a diario, mientras conoz-camos de dnde venimos, qu pensamos y cules sonlos desafos de la transformacin.

    Hctor CapaccioliSecretario de Descentralizacin y Participacin Ciudadana

  • 9El estudio de la ciudad es un tema tan sugestivo comoamplio y difuso; imposible de abordar para un hombre solo, si

    se tiene en cuenta la masa de saberes que habra queacumular.1

    Desde la fundacin a la actualidadHacia AmricaLa primera "Ciudad" de Buenos AiresLa Ciudad definitivaSuperficie, habitantes

    Los habitantes y sus viviendasLos inmigrantesEsclavosLos puertosLa vivienda portea

    Desarrollo institucional

    La Constitucin de la CiudadAutnoma de Buenos Aires

    Centros de Gestin y Participacin

    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    El barrio era un espacio simblico signado por relacionesque muchas veces reemplazaban a la familia perdida y a lavez constitua un microcosmos protector que ayudaba a losrecin llegados a sentirse en casa o a conseguir trabajo.2

    Sumario del Captulo N 1 1.

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    teocentrismo, encontrar en el Humanismo y el Re-nacimiento su sendero cultural; al mismo tiempo, lasnuevas rutas comerciales constituirn la base de unposible progreso econmico. La sociedad feudal seencamina hacia nuevos rumbos, con la expansin deEuropa y el surgimiento del mundo capitalista.

    Tanto con las bsquedas de los espaoles como lasque realizan otros pases hacia Oriente, se percibenlos inicios de un perodo de globalizacin, al menosdesde el aspecto de las relaciones comerciales; esteproceso se consolidar al lograrse el dominio casi to-tal de los nuevos territorios, en el siglo XVII.

    Navegantes genoveses como Nicoloso di Recco -quelleg a las Canarias en 1341 al servicio de Portugal-catalanes, florentinos, venecianos, expertos en las ar-tes de la navegacin, haban comenzado las travesas;lo hacan tanto por cuenta de sus ciudades como eneste caso, al servicio de otros pases o ciudades.

    Bordeando las costas africanas, alcanzaron los portu-gueses las islas de Cabo Verde, Ceuta en 1415 y aposteriori el Cabo de Buena Esperanza en 1487, orien-tados en el camino que los llevara hacia la India, Chi-na y Japn en poco tiempo ms.

    En tanto Espaa, recin salida de las luchas internasque llevaron a la consolidacin de la monarqua cas-tellano-aragonesa por sobre los intereses feudalesde los seoros, se encontr frente a la disyuntiva deencerrarse en s misma dentro de la rbita europea ointentar caminos similares a aquellos de sus vecinospeninsulares.

    Como Portugal, su posicin geogrfica la colocabafrente a la posibilidad de contactarse no slo con los

    territorios por entonces desconocidos o poco conoci-dos, sino con las factoras de Europa del norte.

    La cercana del mar haba desarrollado una culturamarinera, fortalecida por los nuevos avances tcni-cos que tuvieron lugar en esa poca (la brjula, el as-trolabio, ms precisas cartas de navegacin). A ellase agregaron las nuevas tcnicas constructivas, queresuman diversos modelos anteriores en la nave co-nocida como carabela; se facilit as la posterior ex-pansin en la bsqueda de oro, marfil y especias.

    No puede pensarse en el nacimiento de nuestra Bue-nos Aires sin recordar el contexto histrico que le dioorigen; de lo contrario, se amputara una parte im-portante de nuestro conocimiento sobre ella.

    Este singular perodo histrico se enmarca en una Eu-ropa jaqueada por las guerras, que acababa de con-quistar para los reinos de Castilla y Aragn, el limita-do espacio de territorio hispnico que an quedabaen poder de los moros; pero al mismo tiempo, porotra parte, con la casi contempornea prdida deConstantinopla (1453), tena cerrados los caminos ha-cia el Oriente proveedor de especias, telas y materiasprimas de especial importancia para su desarrollo.

    Nos ubicamos apenas algo ms de cien aos des-pus de la peste negra, que diezm casi un tercio desu poblacin; se haban desvanecido de modo defi-nitivo los sueos, materiales o espirituales, que ge-neraron las cruzadas. Por stas y otras muchas cir-cunstancias, tom entonces fuerza la necesiIdad deOlcanzar por otros caminos aquello que el imperiootomano, de acuerdo con la visin de entonces, ha-ba alejado definitivamente.

    La burguesa, dedicada al comercio y al artesanado,aliada circunstancial de las monarquas frente al po-der de los seores feudales, contribuy adems parala definitiva ruina de aquel poder y la consolidacinde los Estados.

    La mentalidad burguesa, orientada por sus activida-des ms hacia el beneficio material que hacia lascreencias cerradas del medioevo cristiano con su

    DESDE LA FUNDACION A LA ACTUALIDAD

    Sello y firma deHernandariasde Saavedra.

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    en los Andes Centrales. Los mayas, predominantesdurante varios siglos en Mesoamrica, estaban or-ganizados en ciudades-estado y nunca constituye-ron un imperio.

    En las reas marginales Caribe, Brasil y la mesopo-tamia argentina se encontraban pueblos cazadoresrecolectores, mientras que se podran ubicar en unestadio intermedio a los pueblos subordinados a losgrandes Imperios Inca y Azteca, como los diaguitasdel norte argentino.

    De all en adelante, y a partir del descubrimientode Amrica, se busc un paso hacia el Pacfico, queevitara transbordos que prolongaran an ms los yainterminables viajes hacia las Indias; para descubrir-lo, se enviarn numerosas expediciones.

    As llegar a estas llanuras en 1515 Juan Daz de So-ls. Descubrir, intrigado, la extensin del que deno-minar Mar Dulce, nuestro Ro de la Plata. Creertanto l como los que le sucedieran, que era sen-dero seguro, sea hacia el Pacfico, sea hacia las tie-rras del Per, sobre cuyas riquezas en ese metal elextremeo Francisco de Pizarro se extendi en susinformes a Felipe II hacia 1534.

    Ser el portugus Hernando de Magalhaes tambinbajo pabelln hispano, quien en 1519 atravesar elCabo de Hornos, y encontrar el paso hacia el Oca-no Pacfico en el extremo sur del continente. Navega-r entonces por el Pacfico hacia las Indias, comple-tando su sustituto, Sebastin Elcano, la vuelta al mun-do cuando regres a Espaa en 1522. Sebastin Ga-boto remont el Paran en 1520, y lleg hasta dondehoy se encuentra la ciudad de Asuncin del Paraguay.

    El genovs Cristbal Coln haba propuesto en 1484a Juan II, rey de Portugal, navegar en direccin con-traria a la utilizada por los navegantes de ese pas,para dirigirse hacia Oriente. Sea por diferencia de in-tereses o por disensos de otro carcter, no encontreco favorable, y se dirigi a Espaa.

    Corra el ao 1485, y no fue sino hasta 1492 que losmonarcas Isabel de Castilla y Fernando de Aragn to-maron la decisin de apoyar financieramente suspropuestas. Fueron algunos de los motivos de tal tar-danza los lgicos desencuentros imaginables, cient-ficos y comerciales, de cara a una propuesta que sibien no tocaba temas desconocidos para los aseso-res de los reyes, implicaba compromisos que pode-mos suponer inquietantes para un reino inmerso enotros conflictos.

    Fijadas las condiciones en un acuerdo conocido co-mo Capitulaciones de Santa Fe, en abril de 1492,Coln parti en agosto de ese mismo ao y lleg el12 de octubre a tierras desconocidas para l y paralos europeos.

    Por cierto que estos territorios no estaban deshabita-dos. Varias decenas de miles de aos antes, algunascorrientes asiticas haban entrado por el norte delcontinente; otras, atravesando el Pacfico desde Ocea-na. As, numerosos grupos con un mayor o menorgrado de civilizacin, ocupaban los extensos territo-rios de lo que despus se denominara Amrica.

    Las sociedades ms avanzadas fueron la azteca enla parte norte de Amrica Central y Mxico, y la inca

    Hacia Amrica

    Grabado de UlrichSchmidl, 1599 - Atlasde Bs. As., MCBA 1980

    Asentamiento de Pedro de Mendoza.

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    to para colonizar, sino que pretendi ser un fuerte pun-to clave para la defensa y ocupacin del territorio. 3

    Las tierras donde se asentaron estaban ocupadas porlos querandes, que eran tribus nmades, cazadoras yrecolectoras. Su economa se basaba en los productosque podan recoger, por lo cual la migracin estacionalera habitual en ellos. Innumerables inconvenientes ge-nerados por las enfermedades fueron diezmando al co-rrer del tiempo la dotacin que acompaaba a Mendo-za y que comparta las precarias construcciones de ba-rro y paja, en un fuerte cuyo recinto estaba apenas ro-deado por un muro de tierra no ms alto de dos metros.

    La reprobable actitud de los espaoles hacia los indge-nas que en principio haban colaborado con el sumi-nistro de alimentos -, termin generando su reaccin,y el hostigamiento se agreg a las dems carencias.

    No podemos ignorar que tambin existieron luchas in-ternas entre los mismos espaoles, motivadas sobretodo por sus intereses contrapuestos, entre los que nodeba faltar la decepcin frente a la ausencia de rique-zas al alcance de la mano, con las que muchos de quie-nes se embarcaban soaron durante la larga travesa.

    Frente a estos problemas, hacia fines de abril, el Ade-lantado encomend a Juan de Ayolas avanzar haciael norte por el Paran, con la intencin explcita deproveerse de vveres. Estableci el fuerte de CorpusChristi y posteriormente fund otro similar, que lleva-ra el nombre de Buena Esperanza. A su muerte, le su-cedi en la tarea Domingo Martnez de Irala, quien setraslad a la recin fundada Asuncin.

    Sin duda, Mendoza estaba a la vez estimulado por lanecesidad de establecer un asentamiento ms cerca-

    En 1534, el rey de Espaa, Carlos V, otorg a Pedro deMendoza, veterano de las guerras italianas y partici-pante del saqueo de Roma en mayo de 1527, el nom-bramiento de Primer Adelantado, Gobernador y Ca-pitn General con el encargo de fundar por lo menoscuatro ciudades en los territorios del Ro de la Plata.Mendoza se hizo a la mar el 24 de agosto de 1535desde Sanlcar de Barrameda, con catorce navos,ms de mil doscientos hombres y algunas mujeres.

    Traa adems caballos y perros, algunos de cuyosejemplares, una vez escapados del control humano,dieron origen a las primeras manadas, que se repro-dujeron sin lmites por la casi ausencia de predado-res; es probable que con posterioridad se hayan in-crementado con animales cimarrones de algunos delos otros asentamientos hispanos. En el futuro, asom-braron por su nmero a los visitantes de estas tierras.

    Pedro de Mendoza concretar el 3 de febrero de1536, la fundacin del primer asentamiento sobre al-gn sitio del actual Parque Lezama, segn algunoshistoriadores; en la Vuelta de Rocha o bien ms haciael interior del curso del Riachuelo, segn otros. Colo-c el nuevo asentamiento bajo la advocacin deNuestra Seora del Buen Ayre.

    Dice Carlos Moreno que el asentamiento fundacio-nal...tuvo como objetivo acotar y proteger un ignototerritorio. El Real que construyeron fue una especie deprecaria fortaleza cercada por un muro de tapia conunas 150 varas por lado y una fosa con una palizada;adentro haba ranchos destinados a ser viviendas ycinco iglesias. El Real no tena carcter de asentamien-

    La primera Ciudad de Buenos Aires

    U. Schmidl; Asiento de P. de Mendoza - Atlas de Bs. As., MCBA 1980

    Mapa deAmrica delSud, Alonsode SantaCruz, 1540.

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    oeste y el zanjn de Matorras hacia el norte, que de-saguaba en el ro por donde corre la calle Viamonte yel pasaje Tres Sargentos; estas delimitaciones moti-varon entre los estudiosos algunas controversias encuanto al nmero real de manzanas que compusie-ron esa Buenos Aires primigenia.

    Cada manzana meda ciento cuarenta varas de lado,algunas de ellas eran urbanas y el resto dedicadas achcaras destinadas a la produccin de alimentos.Hacia el estuario del ro la ciudad estaba protegida.Las aguas poco profundas constituan una defensanatural, ya que impedan la llegada directa de navesenemigas o piratas hasta la costa. La elevacin de lasbarrancas que bordean el territorio comprendido en-tre el Riachuelo y el arroyo Maldonado, servan paracontrolar los movimientos de quien se acercara por elro. Se organiz segn el modelo utilizado para otras

    Pasaran casi cuarenta aos hasta que el 11 de junio de 1580, con el ceremonial de rigor establecido por lacorona espaola, el vasco Juan de Garay, establece-ra de modo definitivo la que llam Ciudad de laSantsima Trinidad y Puerto de Nuestra Seora de losBuenos Aires.

    Los asentamientos espaoles que fueron aparecien-do en Tucumn y Crdoba, Santiago del Estero, Con-cepcin del Bermejo, Santa Fe, Asuncin carecan deuna salida ms o menos protegida hacia el Atlnticoy requirieron a la Corona el repoblamiento de Bue-nos Aires.

    Y fue cumpliendo ese mandato que Garay, acompa-ado por algo menos de cien hombres de armas, -es-paoles, criollos nativos de aquel asentamiento y al-gunos indios-, parti desde Asuncin.

    Nada quedaba en el lugar que recordara aquel ran-chero abandonado haca tantos aos. El nuevo po-blado comprenda ciento treinta y cinco manzanas, auna distancia de alrededor de kilmetro y medio delsitio de uno de los supuestos asentamientos de Men-doza, y algo ms de las orillas del Riachuelo, cubrien-do una superficie que iba desde la lnea de las actua-les 25 de Mayo-Balcarce hasta la avenida Indepen-dencia y de all por Salta-Libertad, hasta Viamonte,aproximadamente.

    Tradicionalmente tambin se reconocen como sus l-mites el zanjn de Granados por el sur que desem-bocaba por la actual calle Chile-, las orillas del ro ha-cia el este, las actuales calles Salta - Libertad hacia el

    La Ciudad definitiva

    Una fortaleza sobre las barrancas del Ro de la Plata fue elprimer ncleo... A su sombra, flanqueado por tres conventos se

    extiende el casero de paja y barro donde viven las familiasprotegidas por los soldados del presidio, mientras los vecinos

    recorren sus chcaras, que con facilidad pueden labrar y visitarcada da ... El lugar era de riesgo de enemigos por la mar y por

    la tierra. La silueta de alguna urca pirata flamenca o inglesasola dibujarse en las afueras del ro y les dejaba su impresin

    siniestra... Se vive bajo la presin del enemigo exterior. En 1582,un corsario ingls lleg hasta Martn Garca y no tom Buenos

    Aires por ignorar que all estuviesen poblados los castellanos...Nada de extrao que la ciudad d impresin de un

    campamento, con su disciplina especial y severa, la obligacinde tener armas y estar siempre listos, de no salir o ausentarse

    sin permiso del gobernador, dejando reemplazante bienaderezado de armas y caballos que sustente la vecindad... 6

    no a las seguras riquezas del Per y de las ms im-probables del supuesto Dorado; pero el agrava-miento de la sfilis, enfermedad que sufra , as comola inestabilidad que se viva en la nueva ciudad, mo-tivaron que abandonara el proyecto en manos de Ira-la. En abril de 1537, parti desalentado hacia Espaay muri en el trayecto.

    A fines de 1538 lleg a Buenos Aires el veedor realAlonso de Cabrera, portador de la Real Cdula quedesignaba como sucesor de Mendoza a Ayolas. Co-mo vimos, ste haba muerto, por lo que Cabrera,cuando se dirigi a Asuncin, coloc en el mando aIrala, que orden el abandono definitivo y la des-truccin de Buenos Aires.

    Sus habitantes fueron trasladados hacia el norte en1541: Por cuanto yo, Domingo Martnez de Irala, te-niente de gobernador por el muy magnfico seorJuan de Ayolas, gobernador y capitn general de es-tas provincias del Ro de la Plata, por suma he deter-minado de llevar la gente que estaba en el puerto deBuenos Aires para la juntar con la que est arriba, enel Paraguay... 5

    Y hacia Asuncin parten los pocos centenares deprotoporteos...

    Los indios asaltaron nuestra ciudad ... con gran poder yfuerza... Tenan la intencin de matarnos a todos pero Dios

    Todopoderoso no les concedi tanta gracia, aunqueconsiguieron quemar nuestras casas... En este ataque

    quemaron tambin cuatro buques grandes, que se hallaban auna media legua de nuestra ciudad... Cuando los indios vieron

    y sintieron la artillera, se retiraron dejndonos en paz. 4

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    mn, haba ido engrosando y aumentando su pobla-cin, edificando gran nmero de casas, poblandochacras, donde tena mucha labranza y cra de gana-do, y era una de las buenas ciudades de estas provin-cias, con cuatro monasterios, San Francisco, SantoDomingo, La Merced y la Compaa de Jess; IglesiaMayor, Hospital y muchas cofradas; cuatro compa-as de lanza y adarga de a caballo y dos de infante-ra, un fuerte bien aderezado y guarnecido de artille-ra.7 Cada una de estas iglesias, a las que se agrega-rn las que se irn erigiendo en aos sucesivos, se-rn el ncleo de los primeros barrios.

    Durante los siglos XVI y XVII, se registraron pocos cam-bios en la ciudad. En el siglo XVIII comenz un leve desa-rrollo de la planta original, hacia el sur, vinculado con el in-tercambio comercial con mercaderas que se introducande modo legal o ilegal, por el puerto del Riachuelo.

    En 1769 se establecieron las seis primeras parroquias:Catedral, San Nicols, El Socorro, Montserrat, La Pie-

    Frente al ro, el este de la plaza estuvo, desde comien-zos del siglo XVII, cubierto por el Fuerte, cuya obra secomplet en la segunda dcada del siglo XVIII. En lasesquinas haba baluartes con caones. Justamente,la extraa ochava que an hoy exhibe el edificio delBanco de la Nacin Argentina, corresponde a la for-ma que le daba al sitio ese ngulo de la construccin.Amurallado con piedras probablemente extradas dela vecina isla de Martn Garca, lo rodeaba un foso pe-rimetral atravesado por un puente levadizo; a la cons-truccin slo se acceda por la Plaza Mayor, un sitioubicado ms o menos donde hoy vemos el arco cen-tral de la Casa Rosada, que a partir de fines del sigloXIX fue emplazada en el mismo predio.

    En 1615, el licenciado Francisco de Trejo, comisariodel Santo Oficio de Lima, pudo manifestar que, me-diante el trato y comunicacin con Per, Chile y Tucu-

    Casa de laVirreinaVieja, sededel primerMontepo.

    ciudades americanas: trazado en damero alrededorde una plaza mayor y espacios para el pastoreo co-munal. Garay traz, desde la Plaza Mayor donde seubicarn los edificios representativos de los poderestemporales y espirituales, las calles que limitarn lacuadrcula del ejido. Las primeras calles tenan un an-cho de 11 varas, aproximadamente 9,50 metros. Re-serv para s la manzana que ocupa hoy el edificio delBanco de la Nacin, frente a la Plaza de Mayo. Slouna mujer recibi un predio como propietaria, AnaDaz, a quien toc la esquina de las actuales avenidaCorrientes y Florida.

    Se adjudic para la Catedral media manzana en el ex-tremo noreste de la plaza Mayor, el mismo que ocupaactualmente; al Cabildo se le otorg el predio que hoytiene, pero que era de mayor tamao, pues se fue re-duciendo por la apertura de la Avenida de Mayo y, aosdespus, de la Diagonal Sur. De sus once arcos origi-nales, solo conserva cinco; la historia de las sucesivasmodificaciones que sufri requerira extensas pginas. Planta de Buenos Aires en 1708, J. Bermdez. - Atlas de Bs. As.,

    MCBA 1980

    Escudo de Armas y firmadel Virrey Juan Jos de Vrtiz.

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    dad y La Concepcin, sus lmites se extendan hasta elatracadero del Riachuelo.

    Era una ciudad que tena un contacto directo con suro, que era el camino por donde venan las noticiasy sus vituallas, por donde transitaban los viajeros, yafueran del Paraguay o de Santa Fe, de Espaa o del ex-terior. Sus habitantes utilizaban el ro para aprovisio-narse de agua o para lavar sus ropas sobre las toscas.Adems, desde tiempos inmemoriales existi el sectorde la costa hacia el norte del fuerte, que con los aos ylas mejoras, se denominar, Paseo de la Alameda.Este Paseo fue cuidado con esmero durante la pocavirreinal, bajo los gobiernos de Vrtiz y de Sobremon-te; as fue por muchos aos uno de los pocos sitios deesparcimiento pblico, donde cualquier paseante en-frentaba sin trabas el panorama del enorme estuario,tal como lo ser, mucho tiempo despus, la vista de losporteos desde el balneario y las costaneras actuales.El relleno costero, necesario para las obras portuarias,modific el aspecto de la zona, convertida en el sigloXIX en Paseo de Julio, alejndola del ro.

    BuenosAires desdeel camino delas carretas,de FernandoBrambilla.

    plic 90.076 habitantes, hacia 1855, en tiempos dela secesin.

    A partir de ese ao y hasta el Censo Municipal de1887 slo existen clculos aproximativos. Al incre-mento natural se le agrega la llegada masiva de inmi-grantes europeos, con lo que en esos 32 aos pasa-mos a contener 433.375 habitantes; a su vez, el Cen-so Nacional de 1914 indica que viven en la ciudad1.575.814 individuos.9

    A principios del siglo XX vivan en Buenos Aires mshabitantes extranjeros que argentinos nativos. Du-rante algunos aos, es la ciudad que ms gallegos eitalianos contiene en el mundo, por encima de lasmayores urbes de Italia y Espaa.

    La superficie de la Buenos Aires de Garay, examina-da con una precisin de la que se careca en ese mo-mento, era de unos 2,34 km2, que en el proceso desu crecimiento pasaron hacia fines del perodo virrei-nal a 6,15 km2.

    El ao 1867 encontr a la urbe portea con una super-ficie de 44,85 km2, que con la incorporacin de los par-tidos de Flores y Belgrano en 1888 aument a 190 km2.

    El territorio se increment en los ltimos aos delsiglo XX con los espacios ocupados por la denomi-nada Reserva Ecolgica de la Costanera Sur hastallegar en 1995 aproximadamente a los 202,04 km2.Los lmites actuales dan un permetro estimado de60 kilmetros, determinados por el Ro de la Plata,el Riachuelo, la Avenida General Paz y su prolonga-cin imaginaria hasta el ro.

    La poblacin, partiendo de los pocos pobladores de15809, llegaba en 1810 a 46.000, cifra que casi se du-

    No era entonces Buenos Aires lo que es ahora. Lafisonoma de la calle Per y la de la Victoria, han cambiado

    mucho en los veintids aos transcurridos: el centrocomenzaba en la calle de la Piedad y terminaba en la de

    Potos,... El barrio de las tiendas de tono se prolongaba porla calle de la Victoria hasta la de Esmeralda, y aquellascinco cuadras constituan en esa poca el bulevar de lafaon de la gran capital... En fin, yo, que haba conocido

    aquel Buenos Aires de 1862, patriota, sencillo, semitendero,semicurial y semialdea, me encontraba con un pueblo con

    grandes pretensiones europeas, que perda su tiempo enflanear en las calles...8

    Buenos Airesen 1807.

    Superficie y habitantes

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    ofrecera de sus nuevos habitantes. La situacin an-terior estaba marcada por las incesantes guerras in-ternas, la mnima necesidad de mano de obra de laeconoma ganadera, limitada al cuero y el tasajo, ascomo la carencia de legislacin promotora de las mi-graciones, por innecesaria hasta ese momento.

    Este panorama cambi de modo sustancial en lapoca de la unidad nacional: la Constitucin de 1853estimul las migraciones, el fin de las guerras civilesaport un mayor margen de seguridad y la econo-ma de exportacin requiro una mano de obra msabundante; en especial, aparecieron los barcos frigo-rficos, con destinos hacia mercados ms exigentesque las economas esclavistas a las que se proveade tasajo y carnes saladas.

    Por otra parte, la expansin de la revolucin indus-trial en Inglaterra estimul procesos migratorios in-ternos hacia las urbes, donde los campesinos en-contraron el trabajo que haban perdido en los cam-pos, y necesitaban los alimentos que la Argentinapoda proveer.

    El 10 de agosto de 1869 se cre la Comisin Centralde la Inmigracin y por Decreto del 22 de mayo de1872, firmado por Domingo Faustino Sarmiento yDalmacio Vlez Sarsfield, se estableci la Oficina Na-cional del Trabajo, para facilitar una pronta coloca-cin a aquellos que llegaban al pas, segn su capa-citacin y sus conocimientos; esta Oficina funcionhasta el 7 de enero de 1874.12

    La Ley N 817 del 19 de octubre de 1876 define al in-migrante: Reptase inmigrante, a todo extranjerojornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor,que siendo menor de sesenta aos, y acreditando su

    La llegada de la inmigracin masiva provoc en laArgentina modificaciones de enorme trascendencia,imposibles de enumerar. Todo cambi, tanto en la vi-da de Buenos Aires como en el interior del pas. Nose puede pensar la Argentina actual sin tener encuenta esa presencia y los cambios que provoc ennuestra identidad.

    Al europeo meridional no le eran extraas las migra-ciones. Este modo de integrarse al mundo del traba-jo, se haba orientado desde las primeras dcadasdel siglo XIX hacia reas capitalistas ya consolidadas-por ejemplo los italianos del Noroeste hacia Francia,o los del Sur hacia la Lombardia o el Piemonte- o porlo menos hacia un mercado de trabajo externo al dela propiedad familiar; en la segunda mitad de ese si-glo, la emigracin hacia Amrica se superpuso a esamodalidad. En Espaa y en Italia, la reducida deman-da de trabajo de las pocas reas urbano-industrialesnacientes, no consiguieron absorber la expulsinque produca el campo.

    Mientras tanto, en la Argentina se produjeron diver-sos sucesos que enmarcaron las posibilidades que

    Los Inmigrantes

    EN NUMEROS ABSOLUTOS LA CANTIDAD DE POBLACION DE LACIUDAD CAPITAL ES LA QUE SE DETALLA A CONTINUACION:

    AOS POBLACION

    1869 187.3461875 230.0001887 433.3751895 663.8541904 950.8911909 1.231.6981914 1.575.8141936 2.415.1421947 2.981.0431960 2.966.6341970 2.972.4531980 2.922.8291991 2.965.403

    Fuente: Anuario Estadstico de la Ciudad de Buenos Aires. 10

    Partimos de Gnova con un barco de mons Lavarello en1858. ramos 150... Preferamos los barcos de Lavarello

    porque sobre los mismos nos dejaban llevar nuestras cosasms queridas sin hacernos pagar sobretasa... 11

    El fuerte deBuenos Aires,de Carlos E.Pellegrini.

    LOS HABITANTES Y SUS VIVIENDAS

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    moralidad y sus aptitudes llegase como pasajero de segunda o tercera clase en una nave de inmigrantes con la intencin de establecerse en la Repblica Ar-gentina. En el perodo 1871-1940, entraron 8.002.370inmigrantes y se fueron 4.034.348, con un saldo totalde 3.968.002 personas, lo que implica un promedioanual de 56.000 imdividuos. En diversos lugares deEuropa se abrieron oficinas donde los candidatos amigrar deban inscribirse y presentar sus documen-tos de identidad.

    Hacia fines de la dcada del 80, en esas oficinas se difun-dan folletos para informar a los interesados en migrar ala Argentina que aqu, por medio de ahorros fciles, eltrabajador europeo poda hacerse propietario de la tierraque cultivaba, y cambiar as su suerte de obrero sin posi-bilidades propias, por la de propietario independiente. En1894 el Departamento de Inmigracin confeccion unalista de las regiones donde la Argentina tiene inters enreclutar: en Italia (Piamonte, Lombardia, Emilia y Tosca-na), en Espaa (provincias vascas), en Austria (Tirol yCroacia), en Alemania, Suiza y Dinamarca; se intentabaas frenar la corriente proveniente de las regiones retra-sadas de la cuenca mediterrnea y los Balcanes.

    De 1860 a 1890, el nmero de regresos a Europa esbajo, pues en este perodo los inmigrantes tienen to-dava oportunidades para establecerse. Al acceder ala propiedad, sea en las colonias agrcolas, sea en laciudad, los inmigrantes no piensan en el retorno a supas de origen.

    Entre 1890 y 1930 el xodo del campo europeo hacialas ciudades argentinas, y sobre todo hacia la capital,es sumamente intenso.

    Haca algunos aos que el acceso a la propiedad dela tierra cultivable ya estaba bloqueado para los re-cin llegados sin poder econmico, por lo cual loscampesinos inmigrados se encontraban reducidos alrango de arrendatarios, aparceros o asalariados agr-colas. Las menores posibilidades de establecerse cu-briendo las expectativas que los trajeron, hicieronque ms inmigrantes abandonaran la Argentina. De-cepcionados, dejaron el campo, fueron a las ciuda-des o se embarcaron de retorno a Europa. En 1895 re-tornaron 20.000 personas, y en 1913 esa cifra fue de156.000 migrantes. La frontera haba alcanzado suslmites y la propiedad de la tierra se haba repartidoentre los latifundistas.

    En sntesis, si en los comienzos del perodo hubo po-cos retornos, las crisis argentinas de la dcada del 90generaron a partir de all un incremento que oscila deun 14.3% (1880) hasta un 46.3% (1929) sobre el totalde inmigrantes ingresados en cada ao, con un m-ximo entre los de ese origen al entrar Italia en la Pri-mera Guerra Mundial en 1915.

    Los motivos del retorno eran muchos, pero bsica-mente se trataba del desaliento por expectativas nosatisfechas, fuerte atraccin del paese lejano y nos-talgia familiar, y una paulatina mejora de las posibili-dades laborales y las condiciones de vida en Italia, amedida que la ola de la industrializacin se consolida-ba en las reas del norte. El reflejo de ese crecimien-to y de las posibilidades de trabajo se ejemplifica enmayores retornos de italianos del norte que del sur.

    La participacin del excedente migratorio en el aumen-to demogrfico de la Ciudad de Buenos Aires, duplic lapoblacin cada quince aos aproximadamente, y sloes comparable al de Nueva York en el mismo perodo.

    NACIONALIDADES 1869 1887 1895 1904 1909 1914 1936

    Italianos 47,9 60,4 52,5 53,4 49,3 39,1 34,3

    Espaoles 15,8 17,3 23,2 24,5 31 38,4 37,2

    Frances 15,3 8,7 9,6 6,4 4,5 3,4 1,7

    Ingleses 3,4 1,8 1,9 1,2 1,2 1,1 0,5

    Alemanes 2,2 1,7 1,5 1,2 1,3 1,3 2

    PROPORCIN DE LOS GRUPOS NACIONALES EN LA POBLACIN EXTRANJERA DE BUENOS AIRES 1869 1936

    Fuente: Guy Bourd, op. cit. Se han transcripto slo las comu-nidades ms importantes. 14

    Por razones que todava hay que elucidar, las autoridades argentinas jams resolvieron revisar las disposiciones liberales de 1853 y 1876 ypracticar una poltica de inmigracin selectiva. Aunque en lugar del campesino suizo y el obrero calificado de Miln vieran llegar al campesino

    desposedo de Galicia, al desocupado de Sicilia y al vendedor ambulante del Lbano... Segn los perodos, la inmigracin europea tiene orgenesregionales distintos. En un primer tiempo, de 1860 a 1890, el origen de la inmigracin se sita en la periferia inmediata de la Europa

    industrializada, en regiones que presentan bastantes afinidades estructurales : Francia meridional, Espaa del norte y la llanura del Po. Lostrastornos de la revolucin industrial obligan a los pequeos agricultores y artesanos de las ciudades a emigrar. La mano de obra, relativamente

    calificada y eficaz, se integra bien en la Argentina. En un segundo tiempo, de 1890 a 1930, los efectos econmicos y demogrficos de la revolucinindustrial se hacen sentir ms lejos del noroeste de Europa. Los campesinos sin tierra y los desocupados de las aldeas de Andaluca, del

    Mezzogiorno, de los Balcanes, del Lbano, de Polonia y de Ucrania toman a su vez el camino de la Argentina. La nueva migracin es menoscalificada, menos instruida, ms difcil de asimilar. Adems de estos inmigrantes proletarios, ciertos grupos de tcnicos ingleses, franceses y

    alemanes vienen a controlar y encuadrar la valorizacin del pas en provecho de las metrpolis occidentales.13

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    argentinos-, entre los propietarios de inmuebles,siendo sus propiedades superiores en cantidad y va-lor a las de todos los otros extranjeros. Ncleos en-teros de familias dejaban en aquellos aos sus pa-ses de origen. En definitiva, el que emigraba lo hacaporque deseaba mejorar su situacin econmica y porqu no, social.

    Los sentimientos con los que los emigrantes llega-ban al puerto de destino eran contrastantes: si porun lado venan con la voluntad de establecerse yde "fortuna", para salvarse de la pobreza sufrida enla tierra natal, por el otro estaba la nostalgia por to-do lo que perteneca a la vida en su propio pas, elidioma en algunos casos, los alimentos, los aro-mas, la gente. El recuerdo del trabajo y los sacrifi-cios que hicieron en la patria abandonada adqui-ran con la lejana una ptina rosa que intentabahacer parecer menos dura la realidad de la vidaantes de la emigracin. Muchas veces, atenaceadospor la nostalgia, los emigrantes permanecan en elexterior el tiempo imprescindible para ganar algo dedinero, de forma tal de poder retornar con lo nece-sario para vivir decorosamente. Pero esta posibili-

    dad, que no siempre se lograba, contena una para-doja, una contradiccin dolorosa: el emigrante, ex-tranjero en Argentina, volva a serlo al retornar alsuelo natal despus de muchos aos. No slo se ha-ban producido transformaciones tangibles y con-cretas en aquella tierra, sino que l mismo no era elque haba partido haca mucho tiempo.

    No era el mismo italiano, espaol, polaco o lo quefuera y su tierra tampoco era la misma.

    De hecho, en muchos casos, los emigrantes anterio-res a la unificacin italiana (1871) ni siquiera sabanque eran italianos. Similar caso vale para los cen-troeuropeos o los medioorientales. Dejaban porejemplo en 1900 Palestina, una parte del imperio tur-co, y volvan en 1935 a un dominio britnico.

    Tanto aquel como el que se estableca definitiva-mente aqu, permanecan ligados no tanto a la reali-dad de su pas de origen, sino a los recuerdos que del haban quedado en su memoria, recuerdos que lanostalgia y los pesares del abandono, con el pasar delos aos, hacan siempre ms maravilloso.

    Las generaciones contemporneas, que en algunasocasiones tienen la opcin de elegir un medio msrazonable para programar su emigracin, viven laseparacin del pas natal de modo menos traumti-

    ORFEN GALLEGO PRIMITIVO Maana sbado celebraruna interesante velada en los salones del Orfen Espaol,

    Piedras 534. Se representarn las comedias Maruja y ValienteAmigo, cantando el Coro Social una composicin en dialecto

    gallego, escrito por el Sr. R. Conde Salgado y titulada ForaDO Nio. Finalizar la velada con un baile familiar. 15

    LA NACIN - 23 de septiembre de 1899 PARQUE LEZAMA

    Compaa de fantoches norteamericana Funciones martes,

    jueves, sbados y das de fiesta El domingo 24 de septiembre

    en conmemoracin de las fiestas italianas, se representar el

    hecho histrico: EL DESEMBARCO DE GARIBALDI CON LOS MIL

    EN MARSALA Concluir el espectculo con una APOTESIS

    final representando la alianza italoargentina con los DOS HROES

    MUNDIALES SAN MARTN Y GARIBALDI. Asiento 0,10.

    En el perodo 1880-1930 la proporcin de inmigran-tes masculinos era de 264 por cada 100 mujeres, por-centaje que sirve como muestra para esa poca, pe-ro que cambi con las posteriores migraciones hui-das del fascismo y de la Segunda Guerra Mundial.Sobre el total de 2.032.711 inmigrantes del perodo1857-1901, ms de 1.260.000 eran italianos; y hacia el fi-nal del siglo pasado, la mayor colonia italiana en la Ar-gentina y quizs en el mundo resida en Buenos Aires.

    Por nmero, por industrias, por comercio, por capi-tales, por propiedades inmobiliarias, por profesiona-lidad an en las artes liberales, la colectividad italia-na ocupaba un lugar preeminente y prominente en lavida de la ciudad.

    Para el perodo 1857-1924, los italianos forman el44,9% del saldo migratorio total, mientras que elCenso Nacional de 1895 nos muestra que eran ma-yoritarios en oficios como albail, carpintero, zapate-ro, pintor, sastre, ebanista, adoquinador y asalariadoen general, aunque por otra parte ocupaban el pri-mer lugar en Buenos Aires -apenas despus de los

    PROFESION 1876 1929

    Agricultor 82,3 45,3

    Jornalero 10,2 22,7

    Artesano 2 25,6

    Comerciante 0,9 2,3

    Profesionales 1,3 1,4

    Varios 3,3 2,7

    CUADRO SINTETICO DE LAS PROFESIONES DE LOS INMIGRANTES 1876 - 1929

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    co, aunque no por ello sin consecuencias. Las razo-nes de esta diferente sensacin residen seguramen-te en el hecho de que la facilidad de las comunicacio-nes telfono, internet, medios de transporte ms r-pidos, no ejercen sobre el emigrante la sensacinde abandono que sufrieron en siglos pasados.

    Por cierto, en el imaginario colectivo de un pas de in-migrantes, como la Argentina y en especial BuenosAires europeos ayer, latinoamericanos hoy, se haperdido el aura de coraje y fascinacin que distinguiesa epopeya y de las que muestra abundantes apare-cen en la literatura, la msica, el tango y tantas expre-siones artsticas que hoy consideramos cotidianas.Tambin es cierto que las nuevas presencias, bien re-cibidas desde algunos grupos nacionales, no lo fue-ron tanto en otros sectores, de lo que es buena mues-tra la literatura culta de la poca de las grandes in-migraciones europeas, que critica sangrientamente asus protagonistas: Eugenio Cambaceres, Miguel Ca-n, Julin Martel, Rafael Obligado son ejemplo deello, aunque no podemos excluir a Jos Hernndez ysu Martn Fierro.

    En la actualidad, la peyorativa opinin de muchosporteos hacia los migrantes, sean nuestros conna-

    cionales del interior, sean los de pases vecinos, su-puestos portadores de todos los males que nosaquejan, nos hacen recordar, en su superficialidad, alas crticas antes mencionadas.

    Por cierto, cuando, obligados por la crisis o la repre-sin a trasladarnos hacia el exterior, los criticados so-mos los argentinos, las cosas cambian. No nos gustaque nos llamen sudacas u otras expresiones tanpeyorativas como las de paraguas, brasucas, chi-lotes, bolitas, o como antes ponjas, tanos, ru-sos o gaegos tan habituales en la conversacin demuchos habitantes de Buenos Aires que parecen ha-ber olvidado no ya los principios ticos de la vida, si-no su propio pasado, su origen migrante, sin duda.Y es que aunque no lo sepan, migrar en busca demejores oportunidades fue y es primera condicindel hombre desde lo ms remoto de la historia...

    El infame comercio de esclavos adquiri en nuestraciudad importantes caractersticas como mercado deentrada al territorio que se iba conquistando: De

    Recordaba la despedida casi silenciosa, con palabras entrecortadas que moran en la garganta sin poder salir, all en la puerta de su humilde casita blanca de cal y ladrillos pintados, rodeada de una pequea reja de madera, casi ta-pada por la enredadera y los jazmines...Y as lo rememorara muchos aos despus...Sabiendo que seguramente no los volvera a ver, all quedaban el ltimo beso de su madre y el abrazo fuerte de su padre, que le miraba en silen-

    cio a travs de sus ojos vidriosos. Apenas si recordaba las palabras de su madre, pronunciadas al conjuro de su llanto. El...se contuvo envuelto en un hondo silencio...El comisionista Brunelli, una vez cumplidos los trmites, lo dejen la cubierta. As viajara, solo con sus diez aos, consignado a un to que se encontraba en Buenos Aires. Sus padres no pudieron acompaarlo a Gnova, porque eso les permita darle al muchacho algunas liras ms para el largoviaje. Ahora ya en el barco senta un indescifrable deseo de volver...Era un inmigrante ms, y pronto tuvo que bajar hasta los largos corredores de hierro de tercera clase, para encontrar un sitio donde acomodar sus bultos y buscarun lugar que fuera su ubicacin durante el largo viaje que le esperaba. Una litera cerca de un ojo de buey cerrado y sucio...All colocaron una tarjeta donde constaban su nombre, edad, nacionalidad y nmero de pasaje. Apenas ha-

    ban partido, una cancin rompi en medio de los murmullos y las interminables conversaciones de la bodega donde estaba...Era una suave y triste cancin de despedida al terruo, a la familia que quedaba en Italia, una cancin quea cada uno le haca soltar, con secreta vibracin, una emotiva lgrima, un recuerdo para los que ya no volveran a ver, con seguridad, nunca ms...Una maana luminosa de 1887 se present a sus azorados ojos de nio la ciudad de

    Buenos Aires. Estaba ya en la Argentina, le pareca un sueo. Ahora s estaba realmente lejos de su pueblito de Lungro, y qu enorme le pareci la ciudad, cuntas casas y galpones agrupados se distinguan desde el barco... 16

    A la esperaen el Hotel deInmigrantes,1900.

    aqu salan enormes caravanas de gente encadenadaque viajaba para ser vendida en Potos, Crdoba, Tu-cumn o Santiago de Chile. Nadie los vio partir, na-die los oy pasar; Hernandarias inform al rey queentre 1612 y 1615 slo tres aos de esos tempranostiempos, salieron desde la aldea que era Buenos Ai-res 4.515 esclavos hacia el interior; eran ms que ca-ravanas, eran hileras de terror y muerte.17

    Esclavos

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    Elementos insoslayables como formadores del capi-tal econmico que hizo crecer al pas, los esclavos,como trabajadores y artesanos fueron productores...de capital para su amo mediante el trabajo porcuenta propia, del que deba entregarle una buenaparte cada da..., como informa Schvelzon ; o bienexplotados directamente por su amo, sea en activi-dades agrcolo-ganaderas, sea en tareas domsticaso comerciales.18

    Su manumisin no fue inmediata a la emancipacinargentina, sino un largo proceso pleno de contradic-ciones, desengaos, falsas conmiseraciones y reco-nocimientos encubiertos. Surgieron nuevas formasde exclusin y explotacin, ya sea en los cuerpos mi-litares desde los aos de las luchas por la indepen-dencia hasta la ocupacin del desierto en la dcadade 1880 -, o bien como conmilitones polticos en tiem-pos de Rosas. No obstante, en algunos casos limita-dos se produjo una cierta integracin.

    Los Puertos

    Si en los alrededores de la Plaza Mayor se concentra-ban las actividades polticas, religiosas y comercialesde la ciudad, el puerto natural de la ciudad fue el delRiachuelo de los Navos, ms protegido que las cos-tas frente al Fuerte, que estaban abiertas a tempesta-des, saqueadores y piratas, e imposibles de abordarsin transbordos; ello porque la poca profundidad delro impeda el acercamiento de los navos, lo que sibien generaba proteccin por un lado, por el otro eraun inconveniente para el normal desarrollo de activi-dades portuarias, que en ese entonces la tecnologano poda superar.

    Recuerda Pastor Obligado que el primer buque de vapor sali del puerto deBuenos Aires el domingo 13 de noviembre de 1825. Se trataba del ...ber-

    gantn Druid, capitn Bell. Buque, mquina, capitn y marinera, matrcula ypasajeros, todo era ingls, hasta el aceite de sus tornillos, y apenas el ro enque navegaba haba escapado de serlo, gracias al herosmo de sus hijos (de

    los de Buenos Aires, sin duda)...Despus de tercera y cuarta demora...encuatro horas a todo vapor, lleg desde este puerto al de San Isidro el primer

    buque a lo mismo, en su viaje de ensayo, quedando en ensayo. Como unsigno anticipado de los tiempos que vendran, nos recuerda adems que

    Apenas cinco aos transcurridos en aquel en que Fulton ensayara sobre elHudson el primer vapor...un norteamericano obtuvo ya en 1812 privilegio

    por diez aos del gobierno argentino para la navegacin a vapor. 19

    Eduardo Pinasco recopila recuerdos de distintos via-jeros que nos muestran imgenes del puerto desdelos primeros aos de nuestra ciudad hasta el cente-nario de la Revolucin de Mayo.

    Encontramos all que hacia 1851 el Rey de Sueciaenvi a la fragata Eugenia, en cuya oficialidad seencontraba el teniente Carl Skogman, quien dejar

    ...A lo largo de la orilla del ro corre una calle ancha que posee doshileras de acacias y lleva el nombre de Alameda. Se encuentra a cincoo seis yardas de altura sobre el nivel del ro y las barrancas que de tal

    modo se forman, han sido parcialmente revestidas de mamposteradurante los ltimos aos. Prximo al desembarcadero se encuentra la

    sede de la Capitana del puerto...lo general es transbordar del bote auna carreta de altas ruedas que lo lleva a uno a tierra. De esas carre-tas hay siempre varias listas en la playa y a menudo los botes se venasediados por hasta media docena de las mismas, mientras los res-

    pectivos conductores pregonan a gritos las ventajas o cualidades de suvehculo, que por otra parte, saben conducir con mucha destreza. 20

    Corra el ao 1854 cuando una ley autoriz al gobier-no porteo la construccin de un muelle para pasa-jeros. La obra, ubicada aproximadamente entre lasactuales calles Pern y Sarmiento, frente a la Capita-na del Puerto, se inaugur el 11 de septiembre delao siguiente. Ya haca algunos aos que un mura-lln de cinco metros de alto, con una baranda de hie-rro en su parte superior, defenda la Alameda de losperidicos avances del ro. Haba sido diseada entiempos de Rosas por Felipe Senillosa.

    Thomas Joseph Hutchinson relata que el muelle te-na dos pequeas casillas de guardas de Aduana,con techos de cpula y la figura de un pequeo va-por sobre cada una. 21

    Estas casillas fueron colocadas por Prilidiano Puey-rredn en su rol de arquitecto, y se haban tradode Inglaterra. Tenan forma octogonal y buenas ven-tanas vidriadas para permitir el control de los adua-neros. Su estructura era de hierro.

    una descripcin de nuestro protopuerto en un vo-lumen publicado en Estocolmo en 1855:

    Boleto deventa deun esclavo.

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    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    El muelle se introduca algo ms de doscientos me-tros en el Plata, y el material empleado para su es-tructura era madera dura. Contaba con una va cen-tral para el traslado por medio de vagonetas, de equi-pajes y cargas de los viajeros.

    Pero el aumento del intercambio comercial, con laaparicin de naves de mayor tamao y calado, a loque debe agregarse el aumento de la inmigracin, hi-zo necesaria la construccin de un nuevo amarraderode cargas con un edificio que sirviera para depsito demercaderas y las instalaciones adecuadas para elcontrol aduanero. De all que hacia 1855 se encarara elproyecto y la construccin, que se inaugur en 1859.

    La denominada entonces Aduana Nueva se debeal diseo del ingeniero ingls Eduardo Taylor (1801-1868). Ubicada sobre el ro, detrs de la Casa de Go-bierno, la separaba de sta una calle, por la queaos despus correran las vas del Ferrocarril a En-senada, cuya estacin se edific en su lado norte,sobre el Paseo de Julio, aproximadamente a la altu-ra de Bartolom Mitre. El edificio semicircular, po-sea en su frente amplias ventanas de arco de mediopunto, constaba de cinco pisos que albergaban cin-cuenta y un almacenes abovedados y luca en suparte central una importante torre con reloj y en sucspide el faro de Buenos Aires. 22

    El muelle que parta del eje central se internaba en elro 300 metros, contando con un riel que facilitaba elmovimiento de zorras de carga hacia los barcos ybarcazas que se acercaban, en algunos casos sintransbordo previo a los carros tirados por caballos.Su torre contaba con un faro que poda observarsedesde varios kilmetros dentro del estuario. La pre-sencia de este gran edificio se destacaba en la ciu-dad, como lo comprueban numerosas fotografas ypostales, pero sin embargo, fue smbolo de BuenosAires durante un perodo relativamente corto.

    Su demolicin se inici en 1895, ya que la construc-cin de Puerto Madero haba inutilizado el muelle ytransformado en poco prcticos esos depsitos,ahora alejados de los nuevos sitios de embarque ydesembarque. Hoy se encuentran al aire libre y a lavista de todos, restos de sus depsitos, parte de suplanta baja y del primer piso, rescatados de su encie-rro bajo un tramo de la avenida Paseo Coln que pa-saba detrs de la Casa Rosada. En tanto, algunosotros sectores suprstites, junto a los an ms anti-guos de los almacenes de la Real Hacienda, que es-

    taban ubicados en los stanos del Fuerte, son cobija-dos hoy por el Museo de la Casa de Gobierno.

    En el siglo XX se inaugur, en el lugar que ocupabala Aduana de Taylor, la actual Plaza Coln con el mo-numento que lo honra.

    Exista adems otro muelle, el que en 1867 constru-y la empresa Depsitos y Muelle de Las Catalinas,de Francisco Seeber. Se encontraba a la altura de labajada de las calles Viamonte y San Martn, en Reti-ro, cerca del convento de las Catalinas, que le dio sunombre. Tambin desapareci cuando se construyPuerto Madero.

    Elevadoresde granosde PuertoMadero,1910.

    Lavanderas en el ro.Al fondo, Aduana de Taylory Casa de Gobierno.

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    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    Una drsena al norte y otra al sud facilitaban el ingre-so y salida de los buques. En 1894 el nuevo puertoestuvo habilitado aunque no concluido, mientras quesu impulsor falleca en Europa. Tres aos despus seinauguraban el dique 4 y la Drsena Norte.

    Haba quedado atrs la polmica con el ingeniero Luisngel Huergo, defensor a ultranza de su proyecto denuevo puerto vinculado con el Riachuelo. Los intere-ses britnicos, ya definitorios para las decisiones im-portantes del pas, impusieron su criterio, y el Ria-chuelo qued en condiciones absolutamente secun-darias desde el punto de vista portuario, hasta llegara la situacin de abandono que conocemos hoy.

    La ciudad se consolid con el impulso de la valoriza-cin de las materias primas que produca el pas, yaque era la principal y casi nica salida para las tran-sacciones internacionales. Era el centro de las activi-dades administrativas del estado, de las mercantilesen general y de las relacionadas con el puerto; da ada era ms intenso el movimiento de exportacin de las producciones agropecuarias y de la importacinde manufacturas e insumos de todo tipo.

    Con el apoyo de capitales ingleses, Eduardo Made-ro present en tres oportunidades sendas ideas pa-ra dotar a Buenos Aires de un puerto. Rechazada laprimera propuesta, en 1861, la reiter con algunasmodificaciones en 1869, representando la firmaProuffort, Madero & Co. Esta propuesta gener du-ros conflictos de intereses, ya que prevea la explo-tacin exclusiva y a perpetuidad del puerto por par-te del proponente y sus auspiciantes. Madero per-severa y en 1882 siendo vicepresidente de Roca suto Francisco , en un corto lapso el congreso votla ley que autorizaba al gobierno nacional a contra-tar la obra con l...

    El aspecto tcnico de la propuesta lo haba realizado sirJohn Hawkshaw y estaba financiado por Baring Brot-hers. Se adopt un sistema de cuatro drsenas cerra-das vinculadas entre s y en cuyos extremos ambospuentes conducan hacia los silos y galpones ubicadoshacia el este, antes de la zona donde tiempo despusse construira la avenida Costanera y el Balneario sur.

    Surgieron enormes galpones de ladrillos de estilobritnico, y una amplia parrilla ferrocarrilera atrave-sa el sector hacia el sur, el norte y el este, uniendo losdistintos docks con los ramales imprescindibles paraun adecuado servicio.

    Inglesa 394 1.039.486

    Alemana 124 577.215

    Italiana 63 198.140

    Francesa 52 178.923

    Espaola 7 26.394

    Argentina 24 26.057

    Dinamarquesa 7 15.606

    Noruega 7 15.558

    Brasilea 10 12.229

    Holandesa 5 10.712

    Sueca 3 6.572

    Rusa 2 5.400

    Austraca 2 4.464

    Norteamericana 1 2.729

    BANDERA VAPORES DE ULTRAMAR TONELADAS DE REGISTRO

    NAVEGACION-PUERTO MADERO: Vapores transatlnticosentrados durante los primeros siete meses de 1892 a1899

    Fuente: 23

    No pasaron muchos aos y las insuficiencias noto-rias que muchos crticos haban sealado aparecie-ron tan evidentes, que el Congreso sancion la Ley5944, en octubre de 1908, para la construccin del ac-tual Puerto Nuevo, construccin que por cierto, seotorg a la empresa inglesa C.H. Walker & Co. El quehoy denominamos Puerto Nuevo fue habilitadoprovisoriamente en julio de 1919. Los barcos moder-nos, de mayor tamao y nueva tecnologa comenza-ron a atracar en las nuevas instalaciones, ubicadashacia el norte de la avenida Crdoba. Este puerto es-t compuesto por drsenas abiertas, que facilitan elmovimiento naviero. En la dcada final del siglo XXel Puerto Madero se convirti en el 47mo. barrio por-teo, nuevo y exclusivo, mientras que el todava uti-lizado Puerto Nuevo era reprivatizado, junto a los

    PuenteTransbordadorNicolsAvellaneda,en la Boca.

  • emprendimientos ms importantes que en dcadaspasadas el Estado Argentino haba recuperado paula-tinamente (ferrocarriles, telfonos, obras sanitarias,etc.) o creado (YPF, carbn, lneas areas, etc.).

    Puerto Churrinche, en Belgrano, sobre la desemboca-dura del arroyo Vega; Puerto de los Tachos en La Boca,fueron denominaciones casi irnicas para sealarapostaderos ms que precarios, como los que se utili-zaban an ms circunstancialmente en las bocas de losarroyos Medrano, White y Maldonado hacia el norte.

    23

    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    baja. Su superficie comprenda dos o tres patios y nu-merosas habitaciones relacionadas entre s por puer-tas y galeras, como podemos ver en los viejos catas-tros. Las primeras vigas de los techos y las columnasque sostenan las galeras solan ser troncos de palme-ras del Paraguay, sin mucha elaboracin. Sus murosencalados o coloreados, con rejas sencillas al frentey puertas de madera, raramente empapelados o co-loreados en aquellas viviendas de las clases socialesdetentadoras del poder, eran capaces de contener fa-milias numerosas, a menudo compuestas de abue-los, padres e hijos, a las que se les agregaba en losmedios sociales ms elevados, una importante servi-dumbre compuesta generalmente por esclavos. Losfondos, adems de contener los deficientes sanita-rios de la poca y la cocina, eran un espacio en el quealgunas pequeas piezas eran msero asentamientopara el descanso del personal de servicio. Las limita-das comodidades que gozaban los propietarios eranverdadera riqueza comparadas con las condicionesen que vivan los sirvientes y una vez iniciada su tra-ta, los esclavos africanos.

    La federalizacin en 1880, la influencia poderosa delcapital extranjero y de la inmigracin y el estableci-miento en el rea de la mayora de la incipiente in-dustria en la misma poca, fueron produciendo natu-ralmente la concentracin de la poblacin en nuestraciudad, adems del litoral y de la Provincia de Bue-nos Aires. Desde las primeras construcciones preca-rias, de barro y paja, y una vez que la perspectivadel asiento definitivo gan los espritus de sus habi-tantes, la ciudad fue poblndose de casas construi-das con materiales ms consistentes.

    La vivienda portea

    La Aduana deTaylor, 1855.

    Un edificio de departamentos al lado de otro edificio dedepartamentos, ascensores, expensas, semforos, porteros,

    paradas de colectivos, subterrneos, ofertas, demandas,bocinas, parqumetros, gente de todas las edades, ideas,

    ideales, cantidades y ms cantidades. La ciudad es uninvento del hombre y como tal, no pude sino volverse contra

    su creador y morderle la mano.Cmo fue que comenztodo?Qu hizo que los hombres quisieran vivir juntos? Se

    puede confiar en mticas explicaciones tergiversadas yretocadas a travs de los siglos?25

    UN TNEL BAJO EL RIACHUELO - El presidente de la Compaa delFerrocarril del Sud y el Director General de Navegacin y Puertoshan examinado recientemente el proyecto de construccin de un

    tnel bajo el Riachuelo, que tiene por objeto facilitar el trfico entrela Capital Federal y el Dock Sud del puerto de Buenos Aires. El

    monto de los costos de tal obra sera de 15 millones de pesos. Elproyecto forma parte integrante de aquellos ampliaciones generales

    de la ciudad bonaerense, cuyo objetivo es colocarla a la altura delas crecientes necesidades del trnsito.24

    Aquellos ranchos fueron superados, pero no desapa-recieron sino que ganaron los suburbios, asiento delas clases populares con el paso de los aos; y una vezque los hornos de ladrillos y la manufactura de tejascomenzaron a ser comunes, las casas, aunque de am-plias proporciones, no contaron con ms que planta

    La vieja vivienda

    Casa de los Ramos Mexa,refugio de Rosas luego de labatalla de Caseros.

  • 24

    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    Una vivienda caracterstica de los sectores popularesfue la denominada casa chorizo, tal vez original-mente creada dividiendo los patios de las viejas resi-dencias coloniales en dos partes, y luego aprove-chada como modelo en los barrios que iba creandoel desarrollo de la urbe.

    La casa chorizo

    Era una sucesin de tres patios a la espaola. El primero, a cuyos ladosse agrupaban la sala, el comedor y las habitaciones ms hermosas,

    desapareca entre las flores admirablemente cuidadas...haba camelias,gardenias, santaritas, heliotropos y clemtidas. En el segundo patio, que

    daba entrada a los dormitorios, crecan algunas palmeras, limoneros,higueras, naranjos y hasta vias. El tercero, la huerta serva para lo

    que indica su nombre y estaba rodeada por las cocinas, las habitacionesde los criados, gallineros, etc. 26

    Caballerizas y cocheras, innecesarios en la ciudad pri-migenia vistas las cortas distancias y los costos de loscarruajes, fueron apareciendo cuando el lento peroconstante crecimiento urbano dndoles razn de pre-sencia, y eso a pesar del lamentable estado de las ca-lles, que ningn viajero dejara de sealar.

    No fueron ajenas a Rivadavia las dificultades que elcrecimiento poblacional iba generando en la ciudad.Por su recomendacin o su inspiracin, llegaron con-tratados a Buenos Aires Pedro Benoit, Prspero Cate-lin (que dirigir el Departamento de Ingenieros Arqui-tectos), Carlos Enrique Pellegrini, Santiago Bevans (acargo del Departamento de Ingenieros Hidrulicos), yotros profesionales. Ellos fueron contribuyendo, porsu propia accin en los cargos que ocuparon o bien atravs de los discpulos que pudieron formar, a esbo-zar una ciudad ms acorde con las nuevas necesida-des en materia de salubridad, urbanismo y tambinornamentacin suntuaria, distinta de la que haba co-

    La Ciudad de Buenos Aires es extensa y, a mi parecer, una de las detrazado ms regular del mundo. Sus calles se cortan en ngulo recto, y

    como guardan las paralelas igual distancia entre s, los edificiosconstituyen slidos cuadrados, de iguales dimensiones, a las que se llamacuadras. Consideradas desde el interior, las mismas casas son cuadradoshuecos. Todos sus aposentos dan a un pequeo y agradable patio. Dichas

    casas tiene generalmente una sola planta con azotea, provista de asientos,que los habitantes frecuentan en verano. La plaza ocupa el centro de la

    ciudad y a su alrededor estn las oficinas pblicas, la fortaleza, la catedral,etctera, y antes de la Revolucin, tambin all tenan su palacio los

    virreyes. El conjunto de esas construcciones ofrece un hermoso aspectoaunque ninguna, aisladamente, pueda jactarse de su arquitectura. 27

    nocido la ciudad virreinal. Charles Darwin, que pasa-r por estas tierras como parte de un extenso viajeque durar casi cuatro aos (1832-1836), visit Bue-nos Aires a partir del 20 de septiembre de 1833, y de-jar plasmados en su Diario estos recuerdos:

    As fue desde el siglo XVII hasta la segunda mitad delsiglo XIX, cuando sea por las modas constructivas lle-gadas desde Europa con los inmigrantes, o bien porla copia indiscriminada de los estilos desarrollados enla cole des Beaux Arts de Pars, el estilo sencillo quepor generalizacin llamamos colonial fue abando-nado. Las propiedades disponibles fueron reducin-dose, ya que la especulacin inmobiliaria y la falta denormas de edificacin facilitaron ese negocio.

    Cuando el terreno lo permita, era posible encontrarall una quinta con frutales entre los que no faltaban los limoneros, parras e higueras y un gallinero a ve-ces complementado con un palomar, que producanalimentos para los habitantes de la casa.

    Plano de la casa de Lorenzo Burgos.

    Aviso de remate de lotesen Parque Chas. (AIHCBA)

  • 25

    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    Son espacios en los que el hacinamiento y la promis-cuidad no van a la zaga de las carencias de mnimascondiciones de salubridad. Constituyen la base inevi-table de la frecuente irrupcin de epidemias que seensaarn con sus habitantes, de las que fueron ca-ractersticas las del clera de 1867 y 1868 y la de fie-bre amarilla de 1871.

    Si en 1881 el nmero de conventillos ascenda a1821, con 65.260 habitantes (un 18% de la poblacinde la ciudad), en 1887 el promedio haba aumentadoal 26%; luego disminuy proporcionalmente, pero noen lo referente a la cantidad de habitantes de esosantros, que en 1904 llegan a 138.188, distribuidos en2.462 conventillos, casi 56 habitantes por cada uno,contra 35 en 1881. Fueron famosos Las 14 Provin-cias, Los Dos Mundos, El Palomar, Babilonia ymuchos ms.

    Su explotacin comercial aument la riqueza de sec-tores que muchas veces escondieron su identidaddetrs de los "encargados", objeto de odio de los des-

    Los conventillos aparecieron desde mediados del si-glo XIX; fueron la solucin encontrada para conte-ner a la inmigracin, y constituyen el antecedentenegro de los actuales hoteles que vemos en casitodos los barrios porteos.

    Antiguas casonas obsoletas son aprovechadas porsus propietarios para transformarlas en antihiginicavivienda de los recin llegados y de los ms humildes.

    As, la que fuera casa de los Ramos Meja, en la calleBolvar, vecina a la de Mercedes Rosas de Rivera,hermana de Juan Manuel.

    Durante algunos aos funcion como conventillo ladenominada Casa de la Virreina Vieja 30, tena vein-te habitaciones y caballerizas y fue derrumbada en1913. 31

    Paralelamente, la especulacin se dedica ya desde1880, a construir edificios destinados exclusivamentea servir de alojamiento supuestamente precario, enlas mismas condiciones infectas de los ya existentes.

    La mayor parte de las viviendas construidas en Buenos Aires entre 1870y 1930 son las conocidas casas chorizo, una tipologa con antigua historia.Casas entre medianeras con una gran adaptacin a los distintos gustos y

    necesidades. Se poda empezar con una simple pieza con la esperanzade transformarla en una casa con patio, cocina atrs y un retrete al

    fondo. Muchas veces se dejaba en el frente un espacio para ser la salapero que casi siempre termin siendo un simple jardn con un limonero,

    malvones y hortensias. La casa chorizo es el mejor ejemplo de unaarquitectura adecuada a las posibilidades y esperanzas. 28

    Los conventillos

    Conventillo, eres dolor crudo,llaga viva; un da estallar

    tu humor; blasfemia del hombre rudoy mujeres que se reprimen,

    y mancharsla ciudad pedantesca

    con tu hlito de vicio y crimeny tu carcajada grotesca 29

    1880 1.770 51.915 29

    1883 1.868 64.156 34

    1887 2.835 116.160 41

    1904 2.462 138.188 56

    AO CONVENTILLOS HABITANTES EN CONVENTILLOS RELACION

    POBLACION DE LA CAPITAL FEDERAL RESIDENTE EN CONVENTILLO

    Fuente: Elaboracin propia en base al cuadro elaborado por SergioBag, a partir de censos municipales, de estadsticas municipalesy del texto de Nicolas Besio Moreno, Buenos Aires, puerto del Rode la Plata, capital de la Argentina, Buenos Aires, 1939.

    Esas caractersticas, una pieza tras de la otra, facilita-ban el crecimiento de la vivienda cuando las condicio-nes econmicas lo permitan o las necesidades fami-liares urgan una solucin. Desvalorizadas en el ima-ginario cultural tradicional, su desaparicin a pasosagigantados, debera obligar a la ciudad a preservaralgunos ejemplos de estas construcciones, tan tradi-cionales en los barrios de clase media y populares.

    Conventillode las 14provincias,segn Cao(Caras yCaretas),1906.

  • 26

    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    dos los habitantes del Municipio. Concluye Casco pi-diendo la ayuda del Jefe de Polica para el desalojo ydemolicin de las casillas.

    Cuando en 1934 se avanza con la construccin de laAvenida Costanera, el intendente Mariano de Vedia yMitre reclama al Ministro del Interior, Melo, sobre lapermanencia del campamento de desocupados quese ha establecido en la zona de Puerto Nuevo, al Nor-te de las lneas de varias empresas ferroviarias y cu-yas vas de acceso a la Capital son las calles Can-ning35 al Oeste y Avenida Costanera al Este, ha sidoun motivo de constante preocupacin para esta In-tendencia, no solamente por las razones de estticaque tal situacin plantea sino tambin por el peligroque para la moral, la seguridad y la higiene pblicasentraa la subsistencia de ese campamento, consti-tuido por covachas de paja, latas y tierra, cuyos mo-radores viven en la ms completa promiscuidad y almargen de los ms elementales principios de higie-ne. Entre los recurrentes argumentos, aparece el dela desocupacin que tanto las autoridades naciona-les como municipales estn empeadas en comba-

    La pieza en una casa cntrica cuesta alrededor de 20 pesos comomnimo y puede subir 5 a 7 pesos ms con ventana a la calle. La

    valorizacin de la propiedad urbana, el aumento en los costos de laconstruccin y el sistema de locacin redundan en el cobro dealquileres altos, que constituyen una parte sustancial y fija del

    presupuesto del obrero.

    Las villas de emergencia

    Las villas miseria capitalinas han sabido sobrevivira todo porque son parte inherente de una historiaeconmica y social dinmica, imposible de aislar yaniquilar en laboratorio. Son tambin parte de la vi-da de la ciudad, parte de su fuerza laboral. An cuan-do la ciudad quiera verse blanca, bonita, pulida, mo-derna y eficiente y an cuando pretenda quitarse deencima el problema de las villas, describe con pre-cisin Eduardo Blaustein 33, poniendo en negro sobreblanco una realidad dolorosa en especial para quie-nes viven en ella.

    Si tradicionalmente se comenta que las primeras vi-llas" se formaron en Puerto Nuevo en la dcada del30, no otra cosa haban sido los antiguos asenta-mientos del Barrio de las Ranas o en otros vaciade-ros de basuras o rincones abandonados de la ciudad.

    En 1926, el intendente Horacio Casco se dirigi al Pre-fecto General de Puertos, contralmirante Hermelo,informndole que ...entre el muralln y el nuevo te-rrapln del Ferrocarril Central Crdoba, desde la altu-ra de la Avenida Casares hasta las inmediaciones delArroyo Maldonado han sido construidos varios ran-chos con tablas viejas, juncos, barro, latas, etc., apro-vechndose para casi todos un antiguo terrapln yaabandonado por aquella Empresa. Por cierto, tras delas consideraciones sobre la higiene y la salud, apa-recen otros desconceptos de reiterada actualidad yaque segn Casco las precitadas casillas no solo sir-ven de refugio a vagos y elementos de mal vivir...(son) por otra parte un atentado a la esttica, cometi-do en pleno Parque 3 de Febrero, por cuya conserva-cin y embellecimiento se aunan los esfuerzos de to-

    dichados que all vivan y de burla en los sainetes deinicios del siglo XX.

    Las situaciones a las que eran sometidos sus habitan-tes dio origen a numerosas quejas, que culminarnentre agosto y fines de 1907 con una huelga de inqui-linos, fallada por cierto por las autoridades, que reco-nocieron cierta legitimidad a los reclamos, pero queaplicaron la ley con todo el rigor posible ...para man-tener el orden y defender los derechos de los propie-tarios y arrendatarios de las casas de inquilinato..., co-mo certeramente explica Noem Girbal-Blacha.32 Lasconsignas bsicas de los huelguistas eran la reduccinde los alquileres en un 30%, garantas contra los desa-lojos y mejoras en las instalaciones de estos edificios.El movimiento, que se extendi rpidamente, co-menz en conventillos de la calle Ituzaingo, en Barra-cas, donde residan alrededor de 130 personas.

    EL INDUSTRIAL 24-12-1882 - Pantanos, conventillos y cloacas He aqu el complemento del Riachuelo podrido. Los barrios del Sud, lascalles principales de entrada, como la de Caseros, se pueden ver ahora

    pantano tras pantano. Los Conventillos con la lluvia ltima exhalanmiasmas pestferos que infeccionan las casas de familia por ms aseo

    higiene que tengan...Las cloacas, caos de tormenta son verdaderos focosde infeccin. He aqu, pues, los compaeros del Riachuelo, de los que lo

    infectan y de los que lo toleran. No est de ms recordarlo!

    Villa de emergencia.

  • 27

    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    tir. La polica haba realizado una especie de censo,informando que procede al retiro paulatino de losdesocupados y demolicin de las casillas, habiendoas reducido la colonia, de 1000 casillas y 3000 hom-bres...a un total de 400 y 800 respectivamente.

    El intendente pide al ministro que la Jefatura de Po-lica adopte las medidas a su alcance para llegar ala eliminacin total de dichas viviendas, con lo quese facilitar la terminacin de obras de tan gran im-portancia como la Avenida Costanera y se evitar a lapoblacin un espectculo tan poco edificante comoel de la colonia de desocupados y el peligro de unaprobable epidemia. 34

    El Barrio de las Ranas se encontraba en los terre-nos de la Quema de Parque de los Patricios, veci-no a la actual cancha del club Huracn, y cercano a laactual Villa 21, en Barracas.

    Dado que en esos tiempos el querosn y luego la naf-ta se importaban en latas de ms o menos veinte li-tros, stas se llenaban de barro y se utilizaban comoparedes, mientras que con las mismas latas, cortadasy alisadas, cartones y arpillera se hacan los techos.

    De all la otra denominacin del barrio, de las La-tas, donde a fines del siglo XIX unas seiscientaspersonas se ganaban la vida revolviendo las basu-ras y extrayendo aquello que pudiera seguir utili-zndose, compitiendo con cerdos, perros, roedoresy otras alimaas.

    Una parte de esa poblacin, empujada por las cons-trucciones de las parrillas de vas de la Compaa Ge-neral de Ferrocarriles de la Provincia de Buenos Aires,fue instalndose en un ranchero que se form en elbaado ubicado detrs del cementerio de Flores. Lasvillas de emergencia que nada tienen de tales y sde permanentes , ms merecidamente llamadasvillas miseria, podran representar una manera deapropiacin del espacio urbano concretada por losmigrantes internos o de los pases limtrofes, en bus-ca de una mejor calidad de vida que la abandonadaen la tierra de origen.

    La creciente industrializacin de las grandes urbesinfluye en la aceleracin de esas migraciones. Comodecamos, ya desde la dcada del 30 comenz a acre-centarse el fenmeno, al cual podra no ser ajena lapaulatina desaparicin de los conventillos, al valori-zarse la propiedad urbana. No olvidemos que los

    El ncleo ms compacto de casas, si as podemos llamarlas, se ubicentre la prolongacin de las actuales calles Colonia y Zavaleta, muy

    prximo a la avenida Amancio Alcorta, aunque tambin podanencontrarse algunas desperdigadas por los alrededores. Se las construa

    directamente sobre el piso formado por las propias basuras con losmateriales que all mismo se encontraban. 37

    En esa ciudad inmensa que progresa desde hace treinta aos anquedan por hacer muchas cosas. El barrio ... llamado de las Ranas, es un

    vestigio persistente, tenaz, del Buenos Aires de antao. All, en medio deuna triste llanura, ... la arquitectura de sus viviendas puede jactarse de

    originalidad: el estilo lata de petrleo. No se ven all ms que casasconstruidas con hojalata, cuyas paredes, tejados, puertas y columnas

    resplandecen al sol. El trust del Standard Oil, presidido por MisterRockefeller ha proporcionado casi todos los materiales.38

    mismos estaban, bsicamente, ubicados en la zonacntrica de Buenos Aires. Y sus habitantes debieronbuscar nuevos espacios.

    La masividad adquirida por el proceso en la dcadade 1960, con el persistente deterioro de las ya deca-dentes economas regionales, acerc una nueva po-blacin a la ya tradicional de estos espacios.

    Las condiciones de vida de sus habitantes eran muyprecarias: gas en garrafas, colgados de la luz elc-trica, carencia de aguas corrientes y cloacas, superfi-cies de los terrenos muchas veces producto de relle-nos de deshechos, zonas inundables a la menor pre-cipitacin, calles de tierra, etc. Esta psima situacinse agrav durante la dcada del 90, con el incremen-to de la desocupacin y la disminucin de las posibi-lidades laborales de enormes cantidades de pobla-

    Villa Miseriaen 1960.

  • 28

    Ciudad de Buenos Aires: de la fundacin a la participacin ciudadana

    Otro complejo de caractersitcas similares es el queBeretervide realiz, luego de ganar el correspondien-te concurso, en el barrio de Chacarita. La piedra fun-damental del hoy Barrio Parque Los Andes fue co-locada el 17 de marzo de 1927, y su construccin es-tuvo a cargo de la Municipalidad en la manzana querodean las calles Rodney, Concepcin Arenal, Guz-mn y Leiva. En una superficie de 13.224,14 m2 sedispusieron doce edificios compuestos por una plan-ta baja y tres pisos en alto..., con jardines, patios yveredas de comunicacin. 41

    Este tipo de edificacin fue defendido por su autor enun trabajo que se public en 1934, bajo el ttulo dePor qu casas colectivas?, en el que entre otrosconceptos enuncia que lo que falta no es dinero; loque falta no son terrenos; lo que falta no es demanda;lo que nos falta, y en esto consiste el problema, essentimiento de humanidad, es comprensin del dolorajeno, es confianza en los que saben de esto, es vo-luntad de hacer. Enumera ventajas y desventajas dela vivienda individual y los edificios de departamen-

    cin. Por otra parte, los bajos niveles de educacin ycapacitacin, se reiteraron generacin tras genera-cin, ante la indiferencia de las autoridades; quedplanteada as una problemtica difcil, que de unavez por todas deber ser asumida como tal, ofrecien-do desde el Estado no la beneficencia ritual -y habi-tual-, del clientelismo, sino soluciones efectivas ydignas de seres humanos.

    XX se ampli la importancia de los departamentos.Entre los ms caractersticos edificios de renta po-demos nombrar varios destinados a la clase mediaalta, el Kavanagh (c.1934, arq. Snchez, Lagos y dela Torre) frente a la plaza San Martn, el Estrugamou(c. 1929, arq. Sauze y Huguier, en Esmeralda y Jun-cal) y la torre Mihanovich, (c. 1925, arq. Calvo, Ja-cobs y Gimnez), en la calle Arroyo, hoy devenidoen hotel de una cadena internacional, o los algo an-teriores de la Avenida de Mayo. Otros se destinabana oficinas, como los que bordean la Diagonal RoqueSenz Pea, como la torre de la Galera Gemes(1915, arq. Gianotti):

    Un tipo de vivienda que tuvo poca representacin enla ciudad era la propugnada por el arquitecto FermnH. Beretervide, dos de cuyos ejemplos recordamos.La Mansin de Flores est edificada en la manzanacomprendida por Caracas, Yerbal, Gaviln y las vasdel ferrocarril. Este complejo habitacional... constade cinco pabellones con ochenta y ocho departamen-tos... , adems de amplios jardines que los vinculan.Los fondos para la obra se obtuvieron mediante unacolecta nacional patrocinada en 1921 por la UninPopular Catlica Argentina. Se inaugur con la pre-sencia del presidente Marcelo T. de Alvear. 40

    Los edificios de departamentos

    Los edificios de departamentos aparecieron cuando eldesarrollo tecnolgico, junto a la subdivisin de la tie-rra, permitieron imaginar formas rentsticas mejores.

    Sin la aparicin del uso racional de la electricidad, eldesarrollo del ascensor fue muy pobre (los hubo afuerza humana), y es casi imprescindible cuando lasconstrucciones superan los cinco o seis pisos. Otrosejemplos son la aparicin de materiales como losnuevos cementos, el uso de columnas y vigas de hie-rro, que tambin facilitaron la construccin y el vi-vir en altura.

    Los primeros edificios de departamentos en BuenosAires se construan como casas de renta, ya que lainexistencia de normativa legal impeda la subdivi-sin en propiedades distintas. Primero fueron gene-radoras de ingresos muy importantes para sus due-os. Pero recin en la dcada de 1940 facilitaron elacceso a la vivienda propia a vastos ncleos de laclase media portea. Aparecieron entonces las leyesde propiedad horizontal que permitieron la subdivi-sin, adems de una ley de alquileres mucho msbeneficiosa para los inquilinos. Con el correr del siglo

    Casa colectivaubicada en Caseros y 24 de Noviembre, c. 1920.

    El edificio consta de tres subsuelos, un cuerpo de seis pisos y dos alasde ocho pisos ms en el centro del terreno. Una gran torre con un faro

    corona el frente sobre Florida ... Un gran arco marca la entrada alpasaje, de tres niveles, a lo largo del cual se distribuyen los locales. Dos

    grandes halls de distribucin alojan las circulaciones verticales. En lossubsuelos se aloja un restaurant de lneas modernas, una sala de

    fiestas estilo Imperio y una hermosa sala de teatro. 39

  • 29

    Memoria y presente institucional de la Ciudad de Buenos Aires

    Sea el Anchorena, vendido en 1936 al Gobierno Na-cional, sea el Paz, desde 1938 en las mismas manos,el de Federico de Alvear, vendido a la embajada ita-liana casi sin ser utilizado como vivienda por quienlo construy, dan la impresin que, o bien mante-nerlos exceda las posibilidades reales de sus pro-pietarios, o que meras especulaciones financierasmotivaron tanto su construccin como su posteriory rpida venta.

    Altos funcionarios de los ferrocarriles y dems em-presas inglesas, as como una importante parte de lacomunidad alemana, solan elegir reas menos cn-tricas y ms tranquilas. Desde principios del siglo XXy hasta bien entrada su primera mitad, se instalabanen la zona del barrio de Belgrano, poblado de resi-dencias hoy demolidas. En la actualidad se ha trans-formado en una de las zonas ms cotizadas de la ciu-dad y est ocupada por altas torres que le dieron unacaracterstica diferente, an cuando en muchos luga-res se han preservado las arboledas antiguas.

    tos tradicionales frente a las obras realizadas con cri-terios que contemplen amplias reas libres para jardi-nes y juegos, adems de la posibilidad de adquisicinde cada departamento pagndolo totalmente en al-gunos aos, tema que en esa poca, por la inexisten-cia de la ley de propiedad horizontal, se haca compli-cado. Beretervide fue tambin el autor del edificio delHogar Obrero de Rivadavia y ngel Gimnez. 42

    El modelo europeo influy marcadamente en la re-modelacin de Buenos Aires hacia las dcadas fina-les del siglo XIX. Esto se reflej en los estilos de lascasas, ya sean las imitaciones de palacios, ya en lasconstrucciones industriales, en las plazas y parquesy tambin en viviendas populares.

    Surgieron construcciones impresionantes, en gene-ral de estilo francs, obra de arquitectos prestigio-sos de la poca como Alejandro Christophersen(c.1909, Palacio Anchorena, de 8.100 m2, hoy Minis-terio de Relaciones Exteriores, frente a la plaza SanMartn), Louis Marie Sortais (c. 1914, Palacio Paz,12.000 m2, enfrentado al anterior, hoy Crculo Mili-tar y Museo de Armas de la Nacin), Julio Dormal(c.1918, palacio Pereda en la plaza Carlos Pellegrini,hoy Embajada del Brasil), arq. Pater (c.1913, palacioOrtz Basualdo, vecino al anterior, actual Embajadade Francia), y tantos otros como el palacio Bosch-Alvear (Avenida del Libertador frente al bosque dePalermo, hoy Embajada de Estados Unidos), palaciode Federico de Alvear (c.1920, en la misma arteria,Embajada de Italia), palacio Errzuriz-Alvear (c.1911,actual Museo Nacional de Arte Decorativo); estosedificios cumplieron su rol de residencias particula-res por breves espacios de tiempo.

    La vivienda de las clases altas

    Las clases ms beneficiadas por el comercio de im-portacin y exportacin o por el latifundio monopro-ductor, requeran terrenos ms amplios para edificarsus viviendas a la moda del momento, imitacin delos palacetes europeos. As, fueron abandonando losbarrios del sur, dirigindose en primer trmino a las

    Como ya lo hemos dicho, este barrio del sur era el faubourg St.Germain de la capital portea, antes que lo fuera el de La Merced. 43

    El Palacio Paz representa un momento sociocultural de granintensidad entre 1880 y 1930, afirmacin de un mundo que

    necesitaba un nuevo programa de vida, una gran vida social y elquerer ser en lo externo parte de una nueva imagen de la sociedad

    acorde al primer mundo