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    Comentario del libro: EL YO-PIEL de Didier Anzieu

    (Espaa: Biblioteca Nueva, 2007)

    (Por Rodolfo O. Fenoglio, julio de 2012)

    La lectura deEl Yo-piel nos enfrenta con la dificultad de un discurso psicoanaltico muy especfico,

    de difcil comprensin para quien no tiene formacin en ese campo disciplinar. Pero al mismo

    tiempo es casi imposible no sentirse afectado por los temas desarrollados por Anzieu en muchos

    pasajes del este libro, ya que nos movilizan y nos llevan a reflexionar sobre la intimidad de nuestra

    historia personal, de nuestra novela corporal1.

    Para nuestra mirada como futuros eutonistas este texto encaja en muchos sentidos con otro libro:

    El Tacto, de Ashley Montagu, como cuando dice:

    En el embrin, por no decir, en el recin nacido, la sensibilidad tctil es la primera en aparecer (...)

    y ah est, sin duda, la consecuencia del desarrollo del ectodermo, fuente neurolgica comn a

    la piel y al cerebro (...) La piel, aun suponiendo que no posee la anterioridad cronolgica,

    posee una primaca estructural sobre todos los otros sentidos... (p. 71)

    Entiendo que, mientras que el psicoanlisis tradicional se centra en el Yo psquico, el aporte

    terico de Anzieu es su esfuerzo por desarrollar lo que concibe como un Yo corporal2 que

    precede a aqul en las primeras fases del desarrollo infantil:

    Con el trmino Yo-piel designo una figuracin de la que el nio se sirve, en las fases precoces desu desarrollo, para representarse a s mismo como Yo que contiene los contenidos psquicos

    a partir de su experiencia de superficie del cuerpo. (p. 51)

    Una cuestin central en la obra de Anzieu son las diferentes funciones que el autor atribuye al Yo-

    piel. No es sencillo enunciar sintticamente esas funciones, ya que el autor las reelabora a lo largo

    del texto. Adems, retoma aqu un artculo anterior (1974) donde se encuentra el germen de la

    teora que expone en este libro. Originalmente el autor asignaba tres funciones al Yo-piel: 1. la de

    saco (funcin de barrera protectora del psiquismo); 2. la de pantalla (funcin de inscripcin

    de las primeras huellas sensoriales que hace posible la representacin); y 3. la de tamiz

    (funcin de filtro de los intercambios), a la que se agreg ms tarde 4. la de espejo de la

    realidad.

    El siguiente pretende ser un cuadro sinptico de las nueve funciones principales del Yo-piel que el

    autor desarrolla en este libro:

    1Susana Kesselman utiliza este trmino con frecuencia en sus escritos. Desconozco si es de su creacin

    propia o si lo toma de algn otro autor.2Anzieu reconoce a otros autores que enfocaron la misma cuestin con anterioridad, como Tasuk (1919).

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    FUNCIONES PRINCIPALES DEL YO-PIEL

    1. FUNCIN DE OBJETO SOPORTE, columna vertebral o eje que garantiza el mantenimiento del

    psiquismo.

    2. FUNCIN DE CONTINENTE(saco) donde se sitan sensaciones, imgenes y afectos; envoltura tctil

    de todo el aparato psquico.

    3) FUNCIN DE PARA-EXCITACIN: barrera entre el yo y los estmulos externos; interfaz que marca el

    lmite con lo externo.

    4) FUNCIN DE INDIVIDUACINo sentimiento de unidad- del S-mismo.

    5) FUNCIN DE INTEGRACIN intersensorialidad- de las informaciones provenientes de los

    diferentes rganos de los sentidos (teln de fondo imaginario sobre el que se despliegan las

    interconexiones sensoriales).

    6) FUNCIN DE SUPERFICIE DE SOSTN DE LA EXCITACIN SEXUAL, donde se localizan las zonas ergenas.

    7) FUNCIN DE RECARGA LIBIDINAL DEL FUNCIONAMIENTO PSQUICO, de mantenimiento de la tensin

    energtica interna.

    8) FUNCIN DE INSCRIPCIN DE LAS HUELLAS SENSORIALES TCTILES.

    9) Todas las funciones anteriores precedentes estn al servicio de la PULSIN DE APEGO (y ms

    tarde de la pulsin libidinal). Como contraparte, podemos concebir la existencia de una pulsin

    de destruccin, de ataques inconscientes contra el continente psquico, o de una funcin txica

    del Yo-piel.

    No pretendo en este trabajo hacer un resumen del libro ni abordar todos sus aspectos, tarea

    ardua si no imposible. Simplemente desarrollar algunos aspectos que resonaron en m de modo

    particular, fundamentalmente en conexin con la formacin en eutona.

    Una postura crtica y una manera diferente de encarar la cuestin del cuerpo

    En el captulo introductorio el autor explicita el contexto personal y social en el que se sita la

    produccin de este libro. Anzieu hace un interesante diagnstico del perodo histrico que le toc

    vivir, cuestionando una de las ideas rectoras de la modernidad, la del progreso indefinido.

    Constata cmo han ido evolucionando las patologas psquicas desde la poca de Freud en

    adelante, cmo ha ido cambiando la naturaleza del sufrimiento, hasta llegar a la

    superabundancia actual de problemas relacionados con la debilidad o las fallas del envoltorio

    psquico, con la incertidumbre sobre las fronteras entre el Yo psquico y el Yo corporal (p. 19).

    Esto lleva al autor a hacer una crtica radical de ciertos modos de ser y de actuar en nuestra

    cultura, a plantear la necesidad de poner lmites, de no sucumbir a la tentacin permanente de

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    batir records, a la ambicin de ir siempre ms rpido, ms lejos (...) a costa de (...) tensin

    nerviosa, de enfermedades cardiovasculares, del desagrado de vivir (p. 18).

    No resulta difcil establecer paralelismos entre este diagnstico y el tipo de trabajo corporal que

    se realiza en eutona, tan diferente de las tcnicas de moda. La presencia, la observacin profunda

    de la que nos habla Gerda Alexander, sin la espera de un determinado resultado

    3

    , el hecho deque en eutona no haya modelos a imitar y que se respete la individualidad, el proceso y los

    tiempos de cada uno; que se ponga nfasis en la quietud, el silencio, las microsensaciones, el

    dejarse afectar por lo imperceptible4 . Todo ello parece ir en contra de las demandas que la

    sociedad contempornea parece imponer a nuestros cuerpos.

    Un sujeto multidimensional: lo orgnico, lo psquico, lo social, lo esttico...

    Al comienzo del libro el autor se encarga de aclararnos cul es la actitud epistemolgica que

    adoptar al escribir este libro: no le interesan el fro razonamiento, la erudicin, la abstraccin, elformalismo y el clculo, sino un modo de teorizar que tiene ms que ver con la intuicin y la

    imaginacin creadora: Mi idea del Yo-piel es, intencionalmente, antes que un concepto, una

    vasta metfora (...) Espero que esta idea sea susceptible de estimular la libertad de pensar de los

    psicoanalistas.(p. 18) Esto lo llevar a recurrir en muchos pasajes a ejemplos tomados del arte y

    de la mitologa, lo que le da al texto un atractivo singular.

    Parecera que este enfoque es el ms apropiado para la ndole del objeto a estudiar, puesto que la

    piel es, para el autor, un dato originario de orden orgnico e imaginario a la vez (p. 15):

    El Yo-Piel es una realidad de orden fantamtico representada en las fantasas, los sueos, el

    lenguaje corriente, las actitudes corporales y los trastornos de pensamiento y la vez y, tambin

    proporciona el espacio imaginario que constituye la fantasa, el sueo, la reflexin y cada

    organizacin psicopatolgica. (p. 16)

    Resulta interesante que, para Anzieu, los fenmenos psquicos se relacionen con las realidades

    orgnicas y con los hechos sociales: elfuncionamiento psquico desde su origen es doblemente

    dependiente: del funcionamiento del organismo vivo que le sirve de soportey de la vida social. Su

    estudio parte del postulado de un doble apoyo del psiquismo: en el cuerpo biolgico y en el

    social, en la vida orgnica y en el grupo social (p. 15).

    Aqu me parece que tambin es posible establecer una relacin con la eutona, ya que nuestra

    disciplina intenta tambin aproximarse al sujeto en su totalidad, en su dimensin somtica,

    psquica y social. La dimensin esttica tambin est presente, a mi criterio, desde la formacin de

    Gerda Alexander en las artes del movimiento y en su trabajo con artistas de diversas

    3Alexander, G., La eutona, Un camino hacia la experiencia total del cuerpo.Mxico: Paids, 1991 ( p. 24).

    4Hemsy de Gainza y Kesselman, Msica y eutona, El cuerpo en estado de arte. Buenos Aires: Lumen, 2003,

    p. 43.

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    procedencias, hasta la preocupacin de algunos cultores de la eutona que en la actualidad

    intentan dar cuenta de un cuerpo en estado de arte5.

    La insistente presencia del Otro: madre, terapeuta, eutonista?

    Me parece interesante como se van hilvanando las aventuras y desventuras del sujeto humano en

    relacin siempre con lo vincular. En el desarrollo del texto aparecen dos vnculos que adquieren

    una relevancia central y que tienen en comn su asimetra: el vnculo beb / madre (o entorno

    maternante, como prefiere denominarlo a veces Anzieu) y el vnculo analizado / psicoterapeuta.

    Esto me llev a reflexionar sobre los que nos pasa como estudiantes en una clase de eutona, o

    como alumnos en nuestra formacin. Tambin aqu no situamos en una relacin asimtrica, en la

    que, de algn modo, el docente-eutonista nos proporciona ese contexto maternante que nos

    permite entregarnos confiadamente a atravesar con nuestros cuerpos experiencias que en

    muchos casos nos remiten a situaciones tempranas de nuestra vida.

    Como futuros eutonistas es imposible no pensar en lo que ser nuestro rol como acompaantes

    de otros sujetos que se acercarn a nosotros posiblemente movidos por la existencia de un

    trastorno o fallo en alguna de las funciones de su Yo-piel, confiando en que podremos

    ayudarlos a sostenerlos en un proceso vincular.

    En cuanto a esto ltimo, me pregunto cul sera la opinin de Anzieu sobre eutona, en la que no

    est presente la prohibicin de tocar que es una condicin necesaria de la prctica

    psicoanaltica. Resulta sugerente pensar en las posibilidades que nos da la eutona de poner el

    cuerpo y ofrecer a los estudiantes un abordaje diferente al del terapeuta, cuya herramienta es el

    lenguaje.

    La palabra de los Otros: padres, terapeutas, eutonistas...

    En los captulos 11 (La envoltura sonora)y 16 (La envoltura del sufrimiento), Anzieu se centra en la

    importancia de lo sonoro y la palabra. El S-mismo no se constituye solamente por introyeccin

    de las sensaciones tctiles, sino tambin del universo sonoro (p. 171). El autor nos habla de los

    efectos positivos de un bao sonoro envolvente (p. 183) y de los efectos nefastos de un bao

    negativo de palabras en la primera infancia (p. 175).

    Casi al final del libro dir:

    Si la palabra del otro es oportuna, viva y verdadera, permite al destinatario reconstruir su envoltura

    psquica continente, y lo permite, en la medida en que las palabras odas tejan una piel

    simblica que sean un equivalente den los planos fonolgico y semntico de los ecotactilismos

    5Hemsy de Gainza, V. y S. Kesselman, op. cit.

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    originarios entre el pequeo, y su entorno materno y familiar. Esto funciona as en la

    amistad, en la cura psicoanaltica y en la lectura literaria. (p. 249)

    Esto me llev a pensar en el uso de la palabra en eutona. Sabemos que las consignas orales

    adquieren en eutona una importancia fundamental, ya que el eutonista no muestra lo que se

    supone que el alumno debe hacer durante una clase, al no existir un modelo a seguir. Por otra

    parte, muchas consignas se refieren a procesos propioceptivos que no son susceptibles de

    demostracin por parte del eutonista.

    Es parte de la formacin la nocin de la neutralidad del eutonista tanto en el contacto fsico

    como en el uso de la palabra. Pero la lectura de estos pasajes me ha llevado a pensar que esa

    nocin de neutralidad puede ser problemtica. Qu clase de neutralidad hara posible la

    emisin de una palabra oportuna, viva y verdadera ? Esto puede ser constatado empricamente:

    como alumnos preferimos la forma de decir de un eutonista a la de otro. Y en qu consiste la

    diferencia es muy difcil de determinar con claridad u objetividad. Qu es lo que hace que la

    palabra del Otro tenga mayor o menor poder de piel (p. 250)? Puede ser neutra la piel de

    palabras que se teje entre el herido y un interlocutor comprensivo (p. 223)? Creo que el planteo

    de Anzieu abre un interesante espacio de reflexin sobre esta cuestin.