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El color intenso que caracteriza sus pinturas contrasta con la presencia sencilla de Ana Mercedes, una mu- jer de 64 años, vestida de blanco de pies a cabeza, de figura menuda — no alcanza el 1.50 metros de esta- tura— y pausado andar. Con suave voz que invita a un diálogo espontá- neo, cercano y amigable que es difí- cil imaginar que es una consagrada del arte latinoamericano. Hace unas semanas estuvo en El Salvador cuando la Galería Espa- cio le rindió homenaje con la XVI Muestra de Pintura y Escultura La- tinoamericana, con la participación de unos 35 artistas más. Nació para el arte y a él ha dedicado su vida. Es toda una autoridad en la plásti- ca latinoamericana con obras ma- gistrales en dibujo, pintura en óleo, escultura y grabado. Sus creaciones son tan numerosas que ya no lleva cuenta sobre ellas y tan valiosas que han sido subastadas en Sotheby’s y Chrístie’s, las más prestigiosas ca- sas de subasta del mundo. Por sus obras han llegado a pagar hasta $100 mil. De la mano de su padre recorrió los museos de Estados Unidos y Euro- pa y con sólo ocho años de edad ya era una fiel admiradora de “Las Mininas”, de Velásquez. Como algo natural le vino el interés por otras obras, por otros artistas, por las artes plásticas. De hecho, no fue una alumna aplicada para las ma- terias tradicionales en el colegio, tampoco muy disciplinada. “Des- de muy joven buscaba la libertad para expresar lo que quería con Corazón de ébano ANA MERCEDES HOYOS CON MÁS DE 40 AÑOS DE DEDI- CARSE A LAS ARTES PLÁSTICAS ES LA PINTORA COLOMBIANA MÁS CONOCIDA A NIVEL INTER- NACIONAL, HA PARTIRICIPADO EN MÁS DE 150 EXPOSICIONES EN MUSEOS Y SALAS DE ARTE EN UNOS 15 PAÍSES. | ENTREVISTA | POR BETTY CARRANZA

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Prensa de la exposición

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El color intenso que caracteriza sus pinturas contrasta con la presencia sencilla de Ana Mercedes, una mu-jer de 64 años, vestida de blanco de pies a cabeza, de figura menuda —no alcanza el 1.50 metros de esta-tura— y pausado andar. Con suave voz que invita a un diálogo espontá-neo, cercano y amigable que es difí-cil imaginar que es una consagrada del arte latinoamericano. Hace unas semanas estuvo en El Salvador cuando la Galería Espa-cio le rindió homenaje con la XVI Muestra de Pintura y Escultura La-tinoamericana, con la participación de unos 35 artistas más. Nació para el arte y a él ha dedicado su vida. Es toda una autoridad en la plásti-ca latinoamericana con obras ma-gistrales en dibujo, pintura en óleo, escultura y grabado. Sus creaciones son tan numerosas que ya no lleva cuenta sobre ellas y tan valiosas que han sido subastadas en Sotheby’s y Chrístie’s, las más prestigiosas ca-sas de subasta del mundo. Por sus obras han llegado a pagar hasta $100 mil. De la mano de su padre recorrió los museos de Estados Unidos y Euro-pa y con sólo ocho años de edad ya era una fiel admiradora de “Las Mininas”, de Velásquez. Como algo natural le vino el interés por otras obras, por otros artistas, por las artes plásticas. De hecho, no fue una alumna aplicada para las ma-terias tradicionales en el colegio, tampoco muy disciplinada. “Des-de muy joven buscaba la libertad para expresar lo que quería con

Corazón de ébanoANA MERCEDES HOYOS

CON MÁS DE 40 AÑOS DE DEDI-CARSE A LAS ARTES PLÁSTICAS ES LA PINTORA COLOMBIANA MÁS CONOCIDA A NIVEL INTER-NACIONAL, HA PARTIRICIPADO EN MÁS DE 150 EXPOSICIONES EN MUSEOS Y SALAS DE ARTE EN UNOS 15 PAÍSES.

|ENTREVISTA

| POR BETTY CARRANZA

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el arte”, afirma esta mujer de piel blanca y vivaces ojos verdes.Ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de los Andes, en contra de todos. Nunca terminó una carrera y “pensaba que me iba a mo-rir sin grados y ¡no me dejaron!”, ex-clama entre risas. “Hace unos años la Universidad de Antioquia me con-cedió el grado de Maestra en Bellas Artes Honoris Causa”, aclara y hace una pausa para sorber su bebida fa-vorita, una Coca Cola. Su paso por la Escuela la condujo con la argentina Marta Traba, ca-tedrática de historia del arte, quien además ejercía mucho poder en Co-lombia como crítica de arte. Ella reconoció muy temprano . el poten-cial de Mercedes y le brindó sus en-señanzas y apoyo artístico. Y tuvo razón. En 1967, con sólo 25 años de edad obtuvo el segundo premio en el “Primer Salón de Arte Joven”, en Bogotá, que la llevó a exponer en Caracas y en La Habana.

Entró por la ventanaPero ¿cómo empezó? “Pues cuando uno es más joven tiene que empezar por un tema que le toque de cerca, el corazón o la cabeza. Esas son las ventanas de mi casa”, explica.En efecto, la colección ‘Ventanas” es la primera gran etapa de la artista, donde se deja entrever su fuerte in-clinación por la geometría y el cons-truccionismo, con cuadros en colores fuertes y planos. Luego va en búsqueda de la luz pura y empieza a retirar esos bloques de color intenso que controlan la luz y sur-ge “Atmósferas”, se-gunda colección donde los lienzos se vuelven más blancos, luminosos, etéreos y plasma los cielos de su Bogotá natal.En esta cosmopolita ciu-dad vive junto a Jacques Musseri, con quien se casó a los dos meses de noviazgo y llevan ya 37 años de ma-trimonio. Jack, arquitecto de profesión, fiel compañero y cómplice de andanzas en las artes, compar-te con Ana Mercedes el gusto por la fotografía y está con ella en toda exposición, viaje, homenaje o entre-

“Ml ABUELITAPARECE UN BUQUÉ DECHOCOLATE PORQUELE GUSTA ECHARSEHENA EN EL PELO Y

ADORA A LOS NEGROS”.

Frase que pintó en la pared Elena, de seis años, nieta de Ana Mercedes.

vista que concede la artista. Justo en la casa contigua vive Ana, hija de ambos y también artista plástica, y Elena y Ana, las consentidas nietas de seis y dos años respectivamente, a quienes la feliz abuela comparte los cuidados de “Jelly”, una perrita de la familia.Desde ahí, desde ese rincón privi-legiado donde le ha tocado existir, su inspiración máxima ha sido su Colombia del alma. Esa “tierra su-frida”, como ella la llama, que es conocida por la violencia y el dolor, pero que también tiene muchas co-

sas hermosas para mostrar y compartir. Eso es casi toda la

obra de Mercedes: la belleza de Colombia plasmada a su estilo. Después de ‘Ventajas” y “At-mósferas” se toma un tiempo y

“hago unas reinter-pretaciones para entender el cubismo”, afir-ma. Así surge la etapa de home-naje a grandes maestros de este movimiento artístico como Van Gogh, Jawlenski, Zurbarán, Ce-zanne y Lichtenstein, que mar-can su obra durante los 80.

En el sentido de las agujas del reloj. 1.Homenaje a Jawlensky /1987 / Óleo sobre lienzo / 120x120 cm. 2. Título: Blanco sobre blanco, 1968, Óleo sobre lienzo, 118 x 88 cm. 3. Título: Girasoles. Sustitución de un cultivo (instalación en el Museo Universidad de Antioquia) / 2000 56 Seriqrafías sobre lienzo / diámetro 70 cm, cada una.

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Anclada en BazurtoEs en esta búsqueda y estudio de los bodegones cubistas cuando se reen-cuentra con su tierra, ahora desde un bodegón fresco, real y colorido que marcará el resto de su obra. Su encuentro fue en 1978 en las pla-yas de Cartagena, donde mujeres de raza negra ofrecían a los turistas sus frutas tropicales colocadas en perfecto equilibrio sobre un platón, con cortes geométricos exactos y dis-puestas de una manera en si misma bella. Mercedes y Jack hicieron fotos “a cua-tro manos” —como ella dice—, como cualquier turista, pero en el estudio de la casa el descubrimien-to de esos bodegones la hizo volver y reencontrarse no sólo con las frutas, sino con toda una cultura, una histo-ria, un grupo de hombres y mujeres, quienes ahora son la razón de sus obras, los palenques. Son asentamientos de negros, origi-nalmente africanos traídos como es-clavos a América durante la colonia, quienes escaparon de sus dueños y huyeron a lugares recónditos e inac-cesibles, cuenta esta asidua lectora del tema de la esclavitud. Libres pero aislados, los palenqueros lograron conservar intactas sus cos-tumbres. Su mundo, poco conocido para otros, es redescubierto por Ana Mercedes y lo hace trascender a través

de su obra hacia tierras tan dis-tantes como México, Nueva York, California, Francia y España. “Me considero una pionera de la idea de rescatar todo esto”, reconoce. Y sin duda, ha tenido impacto. Su amado Palenque de San Basilio ha sido de-clarado Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Unesco. Con la tranquilidad que da la ma-durez, la experiencia y el dominio de la técnica, Ana Mercedes aborda esta temática a partir de una inves-tigación que lleva casi dos décadas realizando, en la cual ha recopilado información de los palenques y de las poblaciones negras. “Todos estos temas (los de sus obras)

son de ellos, lo que he hecho es in-terpre-tarlos como artista, pero la inspiración (señala la pintura tras de sí) pertenece a Zenaida que ven-de fruta en la playa y vive en el Pa-lenque de San Basilio. Ella tiene ese estilo para arreglar el platón; eso es lo que registro, una cultura. Lo mío es un arte documental”, explica la artista ahora madrina de Isela, uno de los siete hijos de Zenaida.

Ana Mercedes para largo“Los deportistas se acaban antes de los 40 y los artistas empezamos la carrera después de los 50”, afirma muy animada entre risas al pregun-tarle sobre su retiro.

SI EL DÍA TUVIERA MÁS DE 24 HORAS

LAS USARÍA PARA PINTAR.

Foto de niñas en la procesión de San Basilio de Palen-que. 2. Sin título / 2000 / lápiz sobre papel / 24 x 32 cm. 3. Procesión en la fiesta de San Basilio IV /1994 / Óleo sobre lienzo / 100x300 m.

|ENTREVISTA

Mercedes junto a Julia en el mercado de Bazurto.

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Esta abuela vive llena de energía; dedica un promedio de ocho horas diarias trabajando en tres o cuatro obras a la vez y cuando se decide a descansar “simplemente me abu-rro”, confiesa. Estos tres últimos años han sido los mas intensos. Ya no sólo se recluye en su estu¬dio, aunque lo adora, sino que ha debido viajar para reli-zar algunas obras. Participó en un proyecto en Barcelona donde hizo 13 litografías; en México y en Palm Beach (California, E.U.) ha trabaja-do esculturas con importantes talle-res de fundición a petición expresa de algunos clientes. Incluso le queda tiempo para conversar con las plan-tas de su jardín, sobre todo con sus tan queridas orquídeas, y cocinar todo tipo de mariscos. Lo que sí ha disminuido es su parti-cipación en exposiciones. Su solven-cia profesional la va haciendo más selectiva y elige sólo aquellas que la complacen, como la inaugurada en agosto pasado en el Museo de Arte Moderno de México, titulada “Re-trospectiva”, que ocupaba todo un nivel del edificio con 50 obras suyas y, simultáneamente, se exponía la obra de otro de los grandes, Diego Ri-vera. De igual forma, la realizada en

nuestro país. Ambos eventos fueron un homenaje a su vida y obra. Aunque Ana Mercedes es ya una pintora consagrada, no se duer-me en sus laureles. Al preguntar-le ¿cuál es su obra más difícil?, sin dudarlo contesta: “Ahora mismo

la estoy haciendo”. Se trata de una pintura . de nueve metros de largo por 1.50 de alto, que formará parte de una colección privada muy impor-tante en México y donde su obra esta-rá enfrentada a una de Diego, el gran artista a quien ella tanto admira.

Arriba, su obra más querida, “Zenaida”, 1990, óleo sobre lienzo, 60x60 cm. A la derecha, durante su homenaje en la

Galería Espacio, San Salvador.

¿Por qué el tema recurrente de los frutos?Porque es la manera cómo ellos -los palenqueros- se expresan. Las frutas son su vitrina. Hay otros temas, pero a mí me inte-resa esa belleza que ellos demuestran para representar su trabajo a través de un platón. ¿Por qué se centra en torsos y figuras de mujeres?Desde el África hay un gusto muy grande por la decoración, tanto la manera como arreglan las frutas hasta cómo confec-

cionan sus vestidos. A través de esos torsos estoy registrando el estilo. Sus vestidos son muy diferentes a otros y la confección es magistral, Íes hecha con dos centavos! Ellos son muy pobres y cuando uno ve

esos vestidos no puede creer que los hagan con tan poco dinero y con tan buen gusto. ¿Cuál es su obra más querida?

El cuadro de Zenaida con el pañuelo amarillo. Es el que más quiero y además lo quiere mi familia. Me lo han querido comprar un millón de veces y mi hija y mi esposo me dicen “primero se va usted

antes que ella”. Le tenemos mucho afecto. Además Zenaida es mi comadre, soy la madrina de uno de sus siete hijos.

¿Qué siente cuando ve sus pinturas en lugares tan distintos como Tokio o Nueva York? Me encanta reencontrarme con ellos. Cuando veo obras mías que he dejado de ver por

mucho tiempo es muy estimulante, porque en cada una hay pedazos que se quedaron por desarrollar y cuando la veo digo “yo podría seguir aquí y aquí”.

Siempre hay tiempos buenos y malos. ¿Tuvo alguno malo que la hizo crecer? Pues el tiempo más difícil de todos fue cuando pinté las atmósferas, primero porque son

cuadros dificilísimos de solucionar y segundo porque la acogida fue fatal... Me sacaban de todas partes (se ríe), pero me sacaban a las patadas porque parecía que ahí no había nada. Pero

al mal tiempo buena cara, para mí esas cosas negativas se vuelven estímulos muy fuertes.

DENTRO DE SUS VENTANAS

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