cpl - la alabanza de las horas

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LITURGIA

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LA ALABANZA DE LAS HORAS Espiritualidad y pastoral

LA ALABANZA DE LAS HORAS. Espiritualidad y pastoral

DOSSIERS CPL 46

Centre de Pastoral Litrgica de Barcelona Rivadeneyra, 6,7 - 08002 Barcelona

En esta coleccin de DOSSIERS CPL hemos publicado ya varios nmeros cuyo tema es la oracin, y en concreto la Oracin de las Horas: D 12, Claves para la oracin, 5a edicin I986 D 22, 22 Salmos para vivir, I984 D 36, Liturgia de las Horas. Veinte siglos de historia, I988 D 42, Principios y normas de la Liturgia de las Horas, 1989 D 43, Orar los salmos en cristiano, I990. Sobre todo el D42 ofrece el documento entero de la /GLH con comentario, mientras que D 43 ha recogido una larga serie de reflexiones sobre los salmos. En este nmero extra ofrecemos ms reflexiones y materiales sobre diversos elementos de la celebracin de la Liturgia de las Horas: trabajos que haban aparecido antes en la revista del CPL Oracin de las Horas, y que aqu se publican con algunas adaptaciones.

SUMARIOActores de la oracin - Orar con Cristo (Jos Aldazbal) - Oracin de toda la comunidad (Jos Aldazbal) - Los ministros ordenados (Jos Aldazbal) - Los religiosos (Jos Aldazbal) Ayudas para la salmodia - Las antfonas (Jos Aldazbal) - Ttulos, sentencias, moniciones (Jos Aldazbal) - Las oraciones slmicas (Jos Aldazbal) - Modos de recitar los salmos (Jos Aldazbal) Las lecturas - Las lecturas breves (Pedro Farns) - Lecturas breves de Laudes (Rufino Grndez) - Lecturas breves de Vsperas (Rufino Grndez) - Homilas para las lecturas breves de Laudes (Pedro Farns) - Homilas para las lecturas breves de Vsperas (Pedro Farns).. - A la escucha de la Palabra (Jos Aldazbal) - Las lecturas patrsticas (Jos Aldazbal) Himnos y cnticos - El himno (Jos Aldazbal) - El invitatorio (Jos Aldazbal) - Lectura eucarstica del Benedictus (Pere Tena) - El cntico del Benedictus (Jos Aldazbal) - El Magnficat (Jos Aldazbal) - Himnos para Tercia, Sexta, Nona (Rufino Grndez) - Himnos para Completas (Rufino Grndez) - Himno de Completas (Domingo Cois) Preces y oracin - Las preces de Laudes (Rufino Grndez) - La oracin conclusiva de Laudes (Jos Aldazbal) 5 10 15 20 25 31 36 44 51 59 64 69 76 84 91 99 107 113 117 123 130 137 143 145 150

No est permitida la reproduccin total o parcial de esta obra, por cualquier procedimiento, sin la autorizacin escrita de la editorial.

Primera edicin: enero de 1991 Edita: Centre de Pastoral Litrgica ISBN: 84-7467-198-1 D.L: B-1.161 -91 Imprime: Grficas Canuda Pasaje Ferrer Vidal, 10. Barcelona

Espiritualidad y pastoral - Orar con paz, con amor, con verdad (Agust Altisent) 157 - El espritu de Vsperas (Jos Aldazbal) 162 - La expresin corporal en la oracin (Jos Aldazbal) 167 - Eucarista, Liturgia de las Horas y ritmo de vida (Rufino Grndez)MZ La Eucarista unida a una Hora del Oficio (Pedro Farns) 178 - El tiempo, la luz y la alabanza (Jos Aldazbal) 195 - Espiritualidad (Jos Aldazbal) 202 Bibliografa 211

ACTORES DE LA ORACINORAR CON CRISTOJ. ALDAZBAL La perspectiva fundamental para que nuestra Liturgia de las Horas mejore de calidad es la conviccin de que es Cristo Jess el orante supremo y que nuestros cantos y oraciones se unen a los de El. El Concilio, en el captulo IV de su documento de liturgia, sobre la oracin, en vez de empezar por lamentarse de su crisis o recordando su obligatoriedad, enfoc todo el tema de la Oracin de las Horas as: "El Sumo Sacerdote, Cristo Jess, al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales" (SC 83). Y la introduccin al nuevo libro litrgico, despus de citar ese mismo pasaje del Concilio, contina: "Desde entonces resuena en el corazn de Cristo la alabanza a Dios con palabras humanas de adoracin, propiciacin e intercesin: todo ello lo presenta al Padre, en nombre de los hombres y para bien de todos ellos, el que es prncipe de la nueva humanidad y Mediador ante Dios" (IGLH 3). Cristo, como Hombre, es el orante primero, el adorador perfecto de Dios, el intercesor ms cercano y eficaz de la humanidad ante Dios. Nosotros lo que hacemos es unirnos a El, a su oracin, a su alabanza, a su splica o protesta. El mejor modelo del orante Una primera manera de aproximarse a esta conyiecin es la que nos ofrecen los evangelios, y que la introduccin a la Liturgia de las Horas resume en un apretado nmero (IGLH 4): Jess como magnfico ejemplo de una persona que ora. El evangelio de Lucas es el que con insistencia nos presenta a Jess orando: con ocasin de su bautismo (3,21), o en el desierto (5,16); en la noche antes de elegir a los apstoles (6,12), antes de la profesin de fe de Pedro (9,18), en la escena de la Transfiguracin (9,28-29), en la crisis de Ge tseman (22,41-44), en laCruz (23,34.46)...5

SIGLASSacrosanctum Concilium IGLH Institutio Generalis Liturgiae Horarum IGMR Institutio Generalis Missalis Romani Laudis Canticum, de Pablo VI LC Musicam Sacram, instruccin de I967 MS DMN Directorio para las Misas con nios, de I973 Dei Verbum, documento conciliar sobre la Revelacin DV Lumen Gentium, documento conciliar sobre la Iglesia LG

se

A veces ora en el retiro, en la soledad del desierto o del monte. Otras, juntamente con sus discpulos, como antes de las comidas. Hay ocasiones solemnes como la resurreccin de Lzaro o la ltima cena. Unas veces la oracin le sale llena de alegra, como cuando a la vuelta de la misin de sus discpulos stos le cuentan sus xitos: entonces Jess "se llen de gozo en el Espritu y dijo"... Otras veces es una oracin de angustia y crisis (Jn 12,27-28 y sobre todo en el huerto de Getseman). Su oracin adquiere particular tensin emotiva en la Cena, en Getseman y en la Cruz, donde "dando un fuerte grito, dijo..." (Le 23,46). Adems hay que recordar que Cristo respet la oracin de su pueblo: sigui los esquemas y ordenaciones de Israel, acudiendo los sbados a la sinagoga, celebrando por tanto la Palabra y cantando los cantos de su pueblo, asumiendo las oraciones de bendicin y los sentimientos de los Salmos, citando la oracin diaria del "Shema Israel", "Escucha, Israel", participando en las fiestas de la Pascua o los Tabernculos, orando en el Templo y defendindolo como "casa de oracin", dejndonos ejemplos de oracin en su lengua nativa, el arameo, con palabras tan intensas como "Abb" y "Eloi, Eloi...". A veces el evangelio nos aporta largas oraciones de Jess, como en la ltima cena. Otras, nos reproducen, aunque en dos versiones distintas, la oracin que l nos ense, el Padrenuestro. La oracin de Jess es oracin de Hijo, que desde lo hondo de su propia identidad clama a Dios como "Abb", "Padre", en momentos alegres y difciles, mostrando su alegra o reafirmando su obediencia: "en tus manos encomiendo mi espritu", "no se haga mi voluntad, sino la tuya". Le brota espontnea la oracin de alabanza, pero tambin la de dolor y queja: "Dios mo, por qu me has abandonado?" Por eso es El, el Maestro, el primer orante, el que mejor nos puede ensear a nosotros a orar (IGLH 5), no slo con el texto del Padrenuestro, sino tambin con las actitudes que inculcaba a los suyos: sencillez, perseverancia, confianza en Dios, oracin en espritu y verdad, oracin que sabe conjugar la relacin con Dios y la entrega por los dems, el culto y la caridad, el tiempo dedicado al encuentro con Dios y el consagrado a la ayuda fraterna a los dems.

humanas..." (IGLH 3), porque "despus de resucitar de entre los muertos vive para siempre y ruega por nosotros" (IGLH 4). Sigue siendo nuestro Mediador, o sea, el que intercede por nosotros ante Dios con su oracin, el que "est siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Heb 7,25). No slo como Hijo eterno de Dios, sino tambin como Hombre, desde su Encarnacin, Cristo alaba al Padre, y le suplica por nosotros, tambin ahora en su existencia gloriosa. As como la Eucarista (y los dems sacramentos, como el Bautismo y la Reconciliacin) son momentos en que Cristo Jess, como Seor Resucitado, se nos hace presente y acta como protagonista, as tambin en nuestra oracin de las Horas, no somos nosotros los primeros actores, sino que El nos asocia a s. Es El quien lleva la iniciativa, tanto en la alabanza que Dios se merece, como en la oracin de splica por el mundo, al comps de los salmos, los himnos, las oraciones, los cantos de nuestra Liturgia de las Horas.

Nosotros, unidos a El Aqu es donde se llena de sentido y densidad nuestra oracin: porque no slo es nuestra, sino que ante todo es oracin de Cristo hoy y aqu. La familia humana, todos aquellos que oran, cada uno desde su religin, estn de alguna manera en conexin con ese Cristo que es el nico Sacerdote: "l une a s a toda la comunidad humana, de modo que se establece una unin ntima entre la oracin de Cristo y la de todo el gnero humano" (IGLH 6). Moros y judos, indios y africanos, o los cristianos alejados que en un momento determinado acuden a Dios y le dicen de alguna manera su alabanza y su splica, estn, sabindolo o no, unidos a ese Cristo que resume en s toda oracin de la humanidad a Dios. Pero de una manera especial asocia Cristo a s a los que formamos parte de su Cuerpo, la Iglesia (IGLH 7). En todo momento participamos sus fieles de la vida que desde la Cabeza se nos comunica: tambin de su oracin. Nos unimos a la oracin del Seor: es "la voz de la misma Esposa que habla al Esposo: ms an, es la oracin de Cristo con su Cuerpo al Padre" (SC 84). "Es necesario, por tanto, que, mientras celebramos el oficio, reconozcamos el eco de nuestras voces en la de Cristo y la voz de Cristo en nosotros" (Laudis canticum de Pablo VI, n. 8). Es sta una dimensin que da nuevo color a nuestra oracin: "no es slo de la Iglesia esta voz, sino tambin de Cristo" (IGLH 17). Nuestra oracin "recibe su unidad del corazn de Cristo" {Laudis Canticum n. 8). El sacerdocio de Cristo, prolongado en nuestra oracin Cuando la introduccin a la Liturgia de las Horas quiere motivar la dignidad y laidentidad de esta clase de oracin, llega a un nivel teolgico admirable: la comunidad que reza-como la que celebra la Eucarista y los dems sacramentos, y la que se dedica 7

Sigue siendo el orante primero tambin hoy Esta perspectiva, que nos resulta entraable, porque nos invita a orar como Cristo lo hizo en su vida terrena, se debe completar con otra todava ms profunda: saber orar con Cristo. Jess, ahora como Seor Glorioso, que ha entrado ya en la esfera definitiva despus de su Pascua, as como nos sigue estando presente en todo momento de nuestra vida, en laEucarista, en las acciones sacramentales de la Iglesia, en la caridad servicial, tambin nos est presente en la oracin. El, el Seor Resucitado, sigue siendo tambin ahora el orante por excelencia: "desde entonces resuena en el corazn de Cristo la alabanza a Dios con palabras 6

al servicio fraterno o misionero- lo que est haciendo es ejercitar el sacerdocio de Cristo. Sacerdocio es mediacin: Cristo trae al mundo la salvacin de Dios y eleva hacia Dios laalabanzay las splicas del mundo. Esto, realizado ahora pormediodelalglesia: Cristo ora, alaba, suplica con la comunidad. Es como si nosotros le prestramos nuestra voz y nuestro canto. De modo privilegiado se cumple aqu la promesa de Cristo: "donde dos o tres estn congregados en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). En la oracin de las Horas, "la Iglesia contina las plegarias y splicas de Cristo" (IGLH17): nuestro canto hace "audible" el canto de Cristo; nuestra oracin de lamento da concretez a la protesta de Cristo contra el mal de este mundo; nuestro rezo de los salmos hace actual y experimentable la salmodia de Cristo, no slo la de su vida mortal, sino la actual como Seor Glorioso. Nosotros somos como el "sacramento" de Cristo, su signo visible y audible. AE1 no se le ve ni se le oye: pero a nosotros, s. Y los dos, Cristo y la comunidad, oran ante el Padre. Nosotros nos unimos asu densaaclamacin "Abb", "Padre"; seguimos pronunciando su peticin: "hgase tu voluntad", "pase de m este cliz"; su alegra: "te alabo, Padre"... "Buscando a Cristo y penetrando cada vez ms por la oracin en su misterio, alaben todos a Dios y eleven splicas con los mismos sentimientos con que oraba el Divino Redentor" (IGLH 19): pero no slo imitando algo pasado, sino con laconviccin de que hoy y aqu nos unimos a una oracin eclesial que primordialmente es de Cristo. Su sacerdocio, que es a la vez glorificacin de Dios y salvacin de la humanidad, "es realizado por Cristo por medio de su Iglesia... tambin cuando se desarrolla la Liturgia de las Horas" (IGLH 13). "La Iglesia, desempeando la funcin sacerdotal de Cristo, su Cabeza, ofrece a Dios el sacrificio de alabanza: esta oracin es la voz de la misma Esposa que habla al Esposo: ms an, es la oracin de Cristo, con su Cuerpo, al Padre" (IGLH 15). Toda la liturgia actualiza y ejerce el Misterio Pascual de Cristo, la obra de redencin que Cristo concentr sobre todo en su muerte y resurreccin (SC 5). Este Misterio Pascual es por una parte glorificacin de Dios, y por otra, redencin de la humanidad. Pues bien: esta actualizacin no slo se realiza en la Eucarista y los otros sacramentos, sino tambin en la Liturgia de las Horas. En ella la comunidad cristiana se suma al culto de alabanza que Cristo rindi y sigue rindiendo a su Padre, y tambin sigue intercediendo, unida a su Seor, por la salvacin del mundo. La Liturgia de las Horas es tambin, a su modo, memoria de la Pascua de Cristo: no a travs de signos sacramentales de pan, vino, agua y unciones, sino a travs de la voz, del canto, de la oracin, al ritmo de la luz y las tinieblas del da y la noche. Especialmente en los salmos es donde podemos decir que desplegamos la muerte y la resurreccin, el dolor y la gloria, la splica y la alabanza de la Pascua de Cristo Jess.

Cristo ora en y por nosotros Es hermosalacita que IGLH7 trae desan Agustn: "cuando es el Cuerpo del Hijo quien ora, no se separa de su Cabeza, y el mismo Salvador del Cuerpo, nuestro Seor Jesucristo, es el que ora por nosotros, ora en nosotros y es invocado por nosotros. Ora por nosotros como sacerdote nuestro, ora en nosotros por ser nuestra cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro. Reconozcamos, pues, en l nuestras propias voces y reconozcamos tambin su voz en nosotros" (Enarr. inpsalm. 85,1). Es una idea que repite san Agustn ms adelante: "hacindonos consigo un solo hombre, Cabeza y Cuerpo; luego oramos a El, por El y en El. Hablamos con El y habla El con nosotros y recitamos en El y El recita en nosotros la oracin de este salmo... Nadie, pues, diga: no habla Cristo, o no hablo yo. Antes bien, diga ambas cosas: habla Cristo y hablo yo". Otros Padres expresan la misma idea: "Cristo canta a su Padre con ese instrumento a mil voces, acompaa su alabanza con esta ctara que es el hombre" (S. Clemente de Alejandra, Protrptico 1,5). "Cristo habla por nosotros, nosotros somos sus labios y su lengua" (Eusebio de Cesrea, In Psalm. 34). Cuando en la Anfora egipcia de Serapin, del siglo IV, se quiere entonar a Dios Padre una digna alabanza, consciente la comunidad de su incapacidad radical, pide ante todo la ayuda de Cristo y de su Espritu: "hable en nosotros el Seor Jess y el Espritu Santo te celebre con himnos de alabanza a travs de nosotros" Orar movidos por el Espritu de Jess Si tuviramos esta conviccin cuando entonamos nuestros salmos, himnos y oraciones, ciertamente nos saldran ms desde dentro, pensando que esta voz y esta melodanoes slo nuestra, sino que le estamos "prestando" sacramentalmente al mismo Cristo la oracin de nuestros labios. Lo principal de Laudes y Vsperas es algo que no se ve ni se oye: la alabanza interior del corazn al Padre, la oracin suplicante por el mundo, dichas y cantadas en unin con Cristo. Todo lo dems (estructuras, elementos concretos, cantos) es menos importante, y vale en cuanto nos ayuda a expresar ese misterio. "En Cristo radica la dignidad de la oracin cristiana, al participar sta de la misma piedad para con el Padre y de la misma oracin que el Unignito expres con palabras en su vida terrena y es continuada ahora incesantemente por la Iglesia, y por sus miembros en representacin de todo el gnero humano y para su salvacin" (IGLH 7). El que realiza esta mutua presencia entre Cristo y su comunidad orante es el Espritu (IGLH 8), que "es el mismo en Cristo, en la totalidad de la Iglesia y en cada uno de los bautizados". El Espritu es el que mova la oracin de Cristo: "se llen de gozo Jess en el Espritu Santo y dijo: yo te bendigo, Padre, Seor del cielo y de la tierra" (Le 10,21). El Espritu es el que tambin mueve nuestra oracin y nos hace decir "Abb, Padre" (Ga4,6; Rm 8,15). "No puede darse oracin cristiana sin la accin del Espritu Santo, el cual, realizando la unidad de la Iglesia, nos lleva al Padre por medio del Hijo" (IGLH 8).9

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ORACIN DE TODA LA COMUNIDADJ. ALDAZABAL Si la oracin de las Horas es "oracin de Cristo", que alaba al Padre e intercede por la humanidad, es tambin "voz de la Iglesia", la "oracin pblica y comunitaria del pueblo de Dios" (IGLH 1), "oracin que la Iglesia realiza con Cristo" (IGLH 2). Esta es una novedad muy destacada en la nueva Liturgia de las Horas: no se pone como sujeto de esta oracin a los sacerdotes, a los cannigos, a los religiosos obligados al coro, sino a todo el pueblo cristiano, a la "iglesia local" entera. Dentro de ella se especifica la particular relacin que pueden tener con esta oracin los ministros ordenados o los religiosos. Pero antes se ha afirmado que es todo el pueblo de Dios -clrigos, religiosos y laicos idealmente unidos- el que reza esta liturgia de alabanza, sobre todo en sus dos horas fundamentales de Laudes y Vsperas. Es un cambio importante de mentalidad, comparado con lo que se pens aba antes. Un cambio que va siendo asimilado poco a poco y que constituye una de las mejores evoluciones en la reforma del Oficio Divino. Consecuencias de la nueva eclesiologa El fundamento de este cambio est en la "nueva" teologa conciliar sobre la Iglesia, a partir de la "Lumen Gentium". Esta teologa da una nueva orientacin a todas las actividades de la comunidad cristiana, tambin, y muy notablemente, a su oracin y a su celebracin litrgica. La Oracin de las Horas es "oracin de la Iglesia", no slo jurdicamente, en cuanto que es regulada, y ahora reformada y reconocida como suya, por la Iglesia. Sino porque su "sujeto orante" es la comunidad eclesial. El sujeto integral de toda accin litrgica es la comunidad cristiana, presidida, eso s, por el correspondiente ministro que hace las veces de Cristo. Pero todos los fieles10

"celebran": en este caso, oran. "El Oficio es oracin de todo el Pueblo de Dios" (Pablo VI, Laudis Canticum 1). La capacidad radical de dirigir a Dios las alabanzas y las splicas de la Liturgia de las Horas no nos viene del sacramento del Orden o de unos votos de vida religiosa, sino desde el Bautismo y la Confirmacin. En todo el documento introductorio (IGLH) se afirma que laprotagonista visible de esta oracin es la "iglesia local", por ejemplo en torno al obispo y sus ministros (IGLH 20.254), o bien en el nivel parroquial en torno a su pastor (IGLH 21.55), o en otros ambientes, como cuando los laicos fieles se unen a las vsperas de una comunidad religiosa. La comunidad cristiana, que es una Iglesia que cree, que predica, que trabaja por la fraternidad y se siente misionera, es tambin comunidad orante: y esto lo manifiesta no slo en los Sacramentos, sino tambin y de modo singular en la Alabanza de las Horas. Esta dimensin no es aadida o facultativa: "la oracin comunitaria del Pueblo de Dios figura con razn entre los principales cometidos de la Iglesia" (IGLH 1), "no ha de tomarse como simple norma legal, ya que pertenece a la esencia misma de la Iglesia" (IGLH 9). La Oracin de las Horas es un momento privilegiado de su vida. Cuando la comunidad se junta para alabaraDios y dirigirle sus splicas en esta oracin litrgica, est realizando su propia definicin, su identidad, su propio misterio: la oracin de las Horas "pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, lo manifiesta e influye en l" (SC 26; IGLH 20), en ella "los fieles expresan en su vida y manifiestan a los otros el misterio de Cristo y la naturaleza autntica de la verdadera Iglesia" (IGLH 18). "Cuando los fieles se renen para la Liturgia de las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la Iglesia que celebra el misterio de Cristo" (IGLH 22), y "en cierto modo representan la Iglesia visible, constituida por todo el orbe de la tierra" (IGLH 21). Unas Vsperas en las que participa el pueblo cristiano son, pues, como un retrato en pequeo de la Iglesia universal, que alaba a Dios, unida a su Seor Jess, y eleva sus splicas por toda la humanidad. Esto lo hace de modo eminente en la Eucarista, pero de otro modo tambin entraable con la Liturgia de las Horas, la oracin de la Iglesia. No es de extraar que el nuevo libro, cuando habla de los ministros ordenados (IGLH 23), lo primero que les recomienda no es que recen ellos (eso lo har ms tarde, en los nmeros 28 y 29), sino que convoquen al pueblo para la oracin, que le den oportuna catequesis, que le conduzcan eficazmente al gusto y al rezo provechoso de los salmos. Un Obispo reza "por" su pueblo, pero tambin se le recomienda que rece "con " su pueblo: y lo mismo se dice de los prrocos. El que la comunidad entera sea el sujeto primario de esta oracin no quita el que dentro de ella tengan motivos especiales para ser an ms urgentemente invitados a realizarla los ministros ordenados, los religiosos, etc. Como tampoco hace olvidar la importancia de la oracin personal de cada cristiano, tanto sirvindose de esta oracin litrgica eclesial como de otras formas de oracin. Pero lo que s es bueno recordar es que el ideal y la invitacin ms expresiva es la que ahora hace la Iglesia, para que sea11

el pueblo cristiano, clrigos y laicos, quien se rena siempre que sea posible para elevar a Dios esta alabanza oficial y litrgica de las Horas. Unidos al Cristo Orante Laperspectivaque ms nos puede animaren la Oracin de las Horas es que Cristo asocia a la comunidad a su propia oracin: su oracin se prolonga, se hace visible y audible en la oracin de la comunidad cristiana. Cristo y la comunidad, Cabeza y Cuerpo, Esposo y Esposa, oran, claman y alaban. El momento de la oracin es uno de los privilegiados en el dinamismo de comunin que se da entre Cristo y su Iglesia: nos sentimos hijos en el Hijo, hermanos unidos al Hermano, y movidos todos -El y nosotros- por el mismo Espritu, dirigimos nuestra oracin al Padre. "Una especial y estrechsima unin se da entre Cristo y aquellos hombres a los que El ha hecho miembros de su Cuerpo, la Iglesia... Todas las riquezas del Hijo se difunden de la Cabeza a todo el Cuerpo" (IGLH 7). "Cuando es el Cuerpo del Hijo quien ora, no se separa de su Cabeza: el mismo Jess es el que orapornosotros, ora en nosotros y es invocado por nosotros. Ora por nosotros como Sacerdote nuestro, ora en nosotros por ser nuestra Cabeza, es invocado por nosotros como Dios nuestro" (la cita de san Agustn que aporta IGLH 7). "Esta oracin recibe su unidad del corazn de Cristo... La vida iniciada en el cuerpo mortal de Cristo con sus oraciones y su sacrificio, contina durante los siglos en su Cuerpo Mstico que es la Iglesia, y por eso la oracin de la Iglesia es oracin que Cristo, unido a su Cuerpo, eleva al Padre" (Pablo VI, Laudis Canticum) Sacerdotes con El El verdadero Sacerdote es Cristo Jess: es El quien en sentido descendente trae a la humanidad de parte de Dios la Palabra, el perdn, los dones de la salvacin. Es El quien, en sentido ascendente, ofrece a Dios de parte de todos la alabanza, el sacrificio, el culto verdadero. Pero ahora "el sacerdocio de Cristo es participado por todo el cuerpo eclesial... y son hechos capaces para el culto del Nuevo Testamento, que brota no de nuestras energas, sino de los mritos de Cristo" (IGLH 7). El sacerdocio, que es "redencin de los hombres y glorificacin de Dios" "es realizado por Cristo en el Espritu Santo por medio de su Iglesia... tambin en la Liturgia de las Horas" (IGLH 13). En esta oracin eclesial se da el autntico dilogo de alabanza y splica entre Dios y la comunidad cristiana. "La Iglesia, desempeando la funcin sacerdotal de Cristo su Cabeza, ofrece a Dios el sacrificio de alabanza: esta oracin es oracin de Cristo con su Cuerpo, al Padre" (IGLH 15). Y a la vez, no slo por medio de la alabanza, "la Iglesia se dirige por medio de Cristo al Padre intercediendo por la salvacin del mundo. No es slo de la Iglesia esta voz, sino tambin de Cristo" (IGLH 17). 12

Los cristianos orantes son como un signo eficaz, un sacramento de laorac ion que resuena tambin hoy en el Corazn de Cristo Glorioso, y que as puede oirse tambin en esta tierra por medio de su comunidad. Esta es la mejor dignidad y densidad de unas Vsperas o Laudes cantadas por la comunidad cristiana. La comunidad, signo sacramental de la oracin de Cristo, partid pe de su Sacerdocio. Utopa o compromiso? El libro de la Liturgia de las Horas, fiel a esta conviccin teolgica, invita continuamente a que la comunidad cristiana, en sus distintos niveles diocesanos, parroquiales, o de grupos de fieles, sea convocada, sobre todo para Laudes y Vsperas de los domingos y das ms festivos. Con la celebracin comunitaria "se pone ms de manifiesto la ndole eclesial de la Liturgia de las Horas" (IGLH 33), "la oracin comunitaria encierra una especial dignidad" (IGLH 9), "la Iglesia, al ser una comunidad, debe manifestar su propia naturaleza comunitaria incluso cuando ora" (IGLH 9). Siguiendo la antiqusima tradicin de los primeros siglos, nuestra generacin quiere recuperar la riqueza de una comunidad que ora por la maana y por la tarde con Laudes y Vsperas, al menos algunos das ms sealados. Es la gozosa herencia de la comunidad orante que aparece ya en los Hechos de los Apstoles, y que sabemos que en los primeros siglos se reuna paraesas horas en el "oficio eclesistico o catedral", ms sencillo que el que fueron organizando los monjes, y que tena la radical dignidad de ser rezado por el pueblo, presidido por el obispo y con los dems ministros y pastores. Si no con la regularidad que tal vez se consigui en aquellos tiempos, ahora se quiere volver al hecho fundamental de una Liturgia de las Horas participada tambin por el pueblo cristiano, no slo por los sacerdotes y religiosos. Es utopa inalcanzable? Escribo estas lneas, en Cdiz, donde en el convento de las Franciscanas Concepcionistas, hemos participado con otros varios religiosos en las vsperas, mezclados en los bancos de la iglesia con los fieles que oraban y cantaban -seal de que lo hacan diariamente- con las monjas de clausura que ocupaban los asientos delanteros de la misma nave. Unas vsperas compartidas, ensayadas, "ayudadas" por las oportunas moniciones y ministerios. Y como sta, hay otras muchas iniciativas y realidades ya logradas, en parroquias, en iglesias de religiosos, en grupos pastorales, en comunidades de diverso tipo, en familias, que, utilizando el Diurnal, o incluso los cuatro volmenes de laLiturgia de las Horas, han enriquecido su oracin con la Alabanza de las Horas. En algunos lugares no ha sido difcil; en otros est haciendo falta valenta y esfuerzos pastorales, cuidando sobre todo las primeras experiencias, para que tambin los fieles vayan gustando y orando cada vez ms los salmos y dems elementos de la oracin oficial de la Iglesia. Sea cual sea el grado de xito a que se haya llegado en estas iniciativas, es importante tener clara en lacabezala conviccin de que de por s laLiturgia de las Horas 13

no slo es abierta al pueblo cristiano, sino que primariamente le pertenece a l, y dentro de l a los diversos grupos o estados. Tal vez nunca se sentirn los fieles tan convocados a Vsperas como a la Eucarista. Pero eso no impide que una parroquia ofrezca tambin esta oracin a susfeles,o que los religiosos inviten a los laicos a acompaarles en su alabanza, diariamente o en los das ms festivos, o que en el programa de las reuniones de jvenes, grupos apostlicos, matrimonios cristianos, etc., entre -bien preparadatambin la Oracin de las Horas. Lo cual seguramente supondr una cierta dosis pastoral de adaptacin en la seleccin de elementos, con el margen de flexibilidad que continuamente ofrece el libro, para que sea posible un mayor acercamiento pastoral a los varios grupos que oran o a sus condiciones de cultura religiosa y de fe.

LOS MINISTROS ORDENADOS CLAVES PARA LA ORACINJos Aldazbal Dossiers CPL, n. 12Actitudes que ayudan a rezar El sentido de la gratuidad Invitacin a la poesa Recuperar el silencio Orar desde el silencio Orar con alegra Invitacin al canto Orar desde la vida Oracin de protesta y compromiso La oracin de la maana La oracin de la tarde La noche es tiempo de salvacin El cuerpo tambin reza La postura del cuerpo influye en la oracin Orar con los gestos Orar con sencillez Pequeos secretos de una oracin que va madurando Diez reglas parar orar con sencillez14

J. ALDAZBAL Toda la comunidad cristiana es invitada a unirse a Cristo Orante con la celebracin de la Liturgia de las Horas. As, la Cabeza y el Cuerpo, Cristo y la Iglesia, unen sus voces, sobre todo al principio y al final de la jornada, con Laudes y Vsperas, para alabar a Dios e interceder por todo el mundo. Pero dentro de la comunidad hay unas personas a las que se les encomienda de manera especial esta oracin: los ordenados (diconos, presbteros y obispos) y los religiosos. Recuperar la Oracin de las Horas Los que dentro de la Iglesia han recibido la ordenacin ministerial, no es que sean el "sujeto primordial" de la Liturgia de las Horas, como hace aos tendamos a pensar. El sujeto primario es la comunidad entera. Pero dentro de ella los ministros, as como han recibido particulares encargos en el nivel de la evangelizacin, la caridad y el impulso misionero, tambin en el de la oracin se les pide que sean los primeros y los animadores de los dems. Es notable la evolucin que se ha dado en este aspecto. Despus de siglos en que los sacerdotes -juntamente con los religiosos "de coro"- eran considerados como los orantes por excelencia (decir "breviario" era pensar en un sacerdote con su libro de rezo en la mano), ahora la Iglesia ha pasado a considerar en primer lugar a la comunidad entera como orante, y dentro de ella a los ministros y los religiosos. Otra evolucin, no tan feliz, ha sido que de una sensibilidad muy cuidadosa por parte de los sacerdotes para realizar todo el rezo, porque lo consideraban como uno de 15

los deberes ms graves de su vida ministerial, ahora, tal vez por reaccin a ciertas exageraciones anteriores, o por influjo de la sociedad secularizada en la que vivimos, no pocos de los mismos sacerdotes descuidan este rezo o lo miran con una actitud mucho ms liberal y flexible. Es de esperar que tambin en esto haya un "viaje de vuelta", despus de una crisis en cierto modo explicable. La buena voluntad y la seriedad espiritual de la mayor parte de los ministros ordenados les har comprender de nuevo que la Liturgia de las Horas es un elemento importante en su fidelidad a Cristo, en la revitalizacin de su existencia sacerdotal y en la recta orientacin de su apostolado en la comunidad. La lti ma reforma se ha hecho mirando tambin a una mayor adaptacin del rezo al sacerdote de hoy. Como dice Pablo VI ("Laudis Canticum"), "se han tenido en cuenta las condiciones en que actualmente se encuentran los sacerdotes comprometidos en el apostolado". La disminucin de horas cannicas y del nmero de salmos en cada una, juntamente con laflexibilidadrespecto al carcter nocturno del oficio de lecturas, pueden ayudar a que el rezo de las Horas encaje ms amablemente en el horario actual de los ministros de la Iglesia. Un doble encargo: que oren con la comunidad... Hay una doble perspectiva en esta relacin de la Liturgia de las Horas con los ministros ordenados. Ante todo se les describe como orantes "en medio de", "con" la comunidad. El cuadro ideal es el de un obispo que, rodeado de los presbteros y ministros, celebra la oracin con su Iglesia particular, participando tambin el pueblo (IGLH 20). O bien, en el nivel parroquial, una asamblea de fieles presidida por el pastor que hace las veces del obispo (IGLH 21). De los ministros se pide que convoquen a la comunidad, que dirijan su oracin, que le ayuden con la debida catequesis a celebrarla mejor, que la conduzcan gradualmente a la inteligencia y el gusto de los salmos (IGLH 23). Es una primera perspectiva muy dinmica y exigente: los ministros, empezando por el obispo, oran con su pueblo, adems de orar por l, y se esfuerzan por dirigir y educar a la comunidad en su oracin. ...y que oren tambin solos Hay otro aspecto complementario: estos mismos ministros, cuando no han logrado reunir a losfieles,son invitados a rezar por su cuenta. "Se les confa la Liturgia de las Horas de tal modo que cada uno de ellos habr de celebrarla incluso cuando no participe el pueblo" (IGLH 28). Se dice varias veces que ellos "han recibido especial mandato para celebrar la Liturgia de las Horas" (cf. IGLH 17.28.29). Este mandato o encargo (en latn "deputatio") no se entiende nicamente como un hecho detipojurdico (la Iglesia les manda rezar con este tipo de oracin), sino como 16

un hecho ms bien sacramental: como ministros de la comunidad tienen una especial urgencia de oracin. Ya por el Bautismo tienen el derecho y el deber de orar, pero con la ordenacin todava es mayor la coherencia de su propia identidad con la oracin eclesial de las Horas. Es una urgencia u obligacin -bien motivada y matizada en IGLH 29- que nace, no desde fuera, sino desde su misma identidad sacramental de ministros. En el libro de la Liturgia de las Horas se habla a veces -citando documentos conciliares como PO 5- de que estos ministros oran "en nombre de la Iglesia" (IGLH 15.28.108), aunque ahora se prefiere otro lenguaje: oran "como Iglesia", "con la Iglesia", "en unin con la comunidad", "como ministros de la Iglesia". Signos sacramentales del Cristo Orante Si nos preguntamos sobre los motivos de este encargo especial, tenemos que afirmar que ante todo la identidad de un ministro ordenado se entiende desde su asociacin y configuracin con Cristo. Como un sacerdote se siente unido a Cristo Maestro cuando evangeliza, predica o catequiza, as se siente unido e identificado con Cristo Orante y Sacerdote cuando celebra la alabanza de las Horas. Los ordenados "estn destinados a ser de forma particular signo de Cristo Sacerdote" (Pablo VI, "Laudis Canticum"). Al obispo se le dice que "deber sobresalir entre todos los miembros de la Iglesia" por su oracin, porque "de modo eminente y visible representa a la persona de Cristo y es el gran sacerdote de su grey, de quien en cierto modo se deriva y depende la vida en Cristo de losfeles"(IGLH 28). A los presbteros se les recomienda tambin que oren y que intercedan ante Dios por todo el pueblo a ellos encomendado, y la motivacin que se les da es que "actan de modo especial en lugar de la persona de Cristo Sacerdote" ("personam gerentes Christi":IGLH28). Unos y otros son signos de Cristo, Buen Pastor, en medio de la comunidad. Por eso se les pide que sean la personificacin tambin de Cristo Orante, en su alabanza a Dios y en la intercesin por la humanidad, y se les encomienda, como una tarea importante dentro del conjunto de su ministerio, la oracin de la Liturgia de las Horas. A veces este mandato se entiende como una especie de representatividad y suplencia: el sacerdote asegura que la oracin de Cristo, que El realiz en su vida terrena, que sigue realizando desde su existencia gloriosa, y que encomend a toda su comunidad, siga presente en la historia. La Iglesia encomienda esta oracin a sus ministros "de forma que al menos ellos aseguren de modo constante el desempeo de lo que es funcin de toda la comunidad y se mantenga en la Iglesia sin interrupcin la oracin de Cristo" (IGLH 28). La comunidad sigue haciendo presente, visible y audible, en medio de nuestra historia actual, la oracin de Cristo. Si es posible, participada y asumida por todo el pueblo de Dios, y si esto no se logra, al menos por medio de unas personas determinadas: los ministros ordenados. Como deca el documento conciliar sobre la vida de los 17

presbteros, "en larecitacin del Oficio divino prestan su voz a la Iglesia, que, en nombre de todo el gnero humano, persevera en la oracin, juntamente con Cristo, que vive siempre para interceder por nosotros" (PO 13). Los ordenados son ministros "dentro de" y "para" la comunidad. Como ministros, ellos son los primeros obligados a crecer y ayudar a crecer en la fe, a trabajar en la evangelizacin, en la construccin de una comunidad fraterna, en alentar toda tarea misionera. Y tambin, de un modo significativo, a dirigir y animar la vida de oracin, tanto en la celebracin sacramental como en la Oracin de las Horas. Como Cristo oraba y enseaba a orar, as tambin ahora sus ministros. Ya desde el principio (cf. Act 6,2-4) los apstoles decidieron que a ellos les tocaba ms coherentemente dedicarse a la predicacin de la Palabra y a la oracin. Es connatural que dentro del pueblo de Dios los ministros sean tambin los primeros en la oracin. Esta urgencia es intrnseca. Un ministro de la comunidad se supone que tiene bien desplegadas las dos antenas: la de la comunin con Cristo y la del apostolado misionero con la entrega a los dems. En ambas direcciones le ayuda la oracin, y en particular la Oracin de las Horas, por sus caractersticas especiales. Esta oracin le estimula a crecer en su propia vida cristiana y en su dimensin de representante de Cristo. Y tambin le ayuda a unirse ms a la comunidad a la que sirve como ministro, a la que tiene continuamente presente en su oracin, a la que de algn modo representa en este momento de la alabanza y la splica. Tal vez nunca est tan unido a los fieles encomendados a l como cuando est orando. As, en la Liturgia de las Horas hallar por una parte "un manantial de piedad y un alimento para su oracin personal, pero tambin deber nutrir y alentar ah la accin pastoral y misional con la abundancia de la contemplacin para gozo de la Iglesia de Dios"(IGLH28). Oracin y espiritualidad sacerdotal Para la vida de un ministro ordenado, la Oracin de las Horas debera ser un momento entraable, significativo, educador de su fe y de su identidad ministerial. Cuando reza por su cuenta el oficio de Lecturas, por ejemplo, tiene la ocasin de ponerse tambin personalmente -no slo como presidente de una celebracin comunitaria y con la preocupacin de la homila- a la escucha de la palabra de Dios y de la eclesial, siendo l mismo oyente, creciendo en su condicin de discpulo (cf. IGLH 29). Ya le deca el Concilio que "como ministros que son de la palabra de Dios, diariamente leen y oyen esa misma palabra de Dios que deben ensear a los otros" (PO 13). Pero tambin las otras Horas de su rezo tienen una fuerza eficaz para ayudarle a crecer en su vivencia cristiana y ministerial. La actitud de alabanza, que es la fundamental para un cristiano cara a Dios, la expresa un ministro en su Oracin de las Horas, adems de en la Eucarista. Con esta oracin da a todo el da un tono de meditacin y orientacin cristiana: el rezar Laudes por la maana y Vsperas por la tarde, a ser posible con el pueblo, y luego todava una18

hora intermedia, intercalada en sus ocupaciones, y la hora de Completas al acostarse, le ayuda a vivir su pequea historia, gloriosa o no, como Historia de Salvacin, desde la actitud de fe y de apertura para con Dios, sin grandes milagros ni cosas espectaculares, pero s con una intencin de vivir y trabajar en el seguimiento de Cristo. La Oracin de las Horas es la ocasin que tiene el ministro para realizarse como orante de una forma eclesial y sustanciosa. Ah le tiene que salir desde dentro el "yo" orante: "yo te alabo, Seor", "yo te pido perdn", "yo te suplico por mi comunidad y por la salvacin de todos". Es un "yo" cargado de "nosotros", pero a la vez tambin ntimamente personal, de l, de un ministro de lacomunidadcristiana, que tiene motivos especiales para sentirse amado de Cristo, cercano aEl, colaborador de El, necesitado de su ayuda. A veces orar junto con los dems, como en la Eucarista y en las horas de Laudes y Vsperas, si ha logrado juntar a losfieles.Otras veces ora solo, personalmente. De las dos maneras va creciendo y madurando en su condicin de cristiano y de ministro, creyente, dbil, orante, que va viviendo su historia propia y la general desde la perspectiva de Dios, ayudado por la Oracin de las Horas. Un aspecto no desdeable de las ventajas de esta Oracin de las Horas para un sacerdote es su eficacia serenante en medio de la actividad de su jornada. En elritmomuchas veces precipitado y agobiante de su trabajo ministerial, a un sacerdote (o dicono u obispo) le viene muy bien que su fidelidad a la Liturgia de las Horas le lleve a "defender" unos espacios de paz y oracin. En cierto sentido el rezar la Hora intermedia puede parecer unos minutos de "alejamiento" de su misin, pero en realidad es precisamente este momento de oracin el que puede dar profundidad a lo que est haciendo por los dems. Una oracin fiel y serena de las Horas va dando a la existencia del ministro un tono de armona interior y de equilibrio, en contraste con el "stress" que tambin a l le amenaza. No es que los motivos psicolgicos sean los principales, cuando est de por medio su condicin de ministro de la comunidad y de signo sacramental del Cristo Orante. Pero tambin se agradece que un sacerdote pueda refugiarse en su oracin, contra las tentaciones del activismo y los criterios de la efectividad inmediata. Son momentos en que se encuentracon Dios, en que se descubre a s mismo, y tambin puede purificar sus intenciones de entrega a los dems. La Oracin de las Horas tiene todas esas riquezas si se hace bien.

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LOS RELIGIOSOSJ. ALDAZABAL Dentro de la comunidad orante, adems de los ministros ordenados, hay otras personas encargadas en modo particular de celebrar la Oracin de las Horas: las religiosas y los religiosos. Algunas comunidades por Regla celebran el ciclo completo de esta oracin oficial de la Iglesia. Y an buscan una estructuracin ms rica y abundante, como se ve, por ejemplo, en el directorio que la familia benedictina public en 1977: el "Thesaurus Liturgiae Horarum Monasticae". Otras comunidades, ms recientes y de vida activa, celebran normalmente en comn slo Laudes y Vsperas. Para todos ellos este momento de la celebracin comunitaria de laLiturgia de las Horas es uno de los ms expresivos en su vida de personas consagradas a Dios. Su especial vocacin dentro de la comunidad cristiana justifica que hayan recibido un especial encargo de ser comunidad orante: as como tambin se supone que son unas personas que aman ms, que estn ms al servicio de los dems, que ponen ms empeo en la misin evangelizadora de la Iglesia y buscan una fraternidad ms testimonial, tambin en cuanto a la oracin se les pide que sean ejemplares. Entre "los que han recibido especial mandato para celebrar la Liturgia de las Horas", adems de los obispos, presbteros y diconos, estn tambin los religiosos (IGLH 17). Signos representativos de lo que es la Iglesia La primera motivacin que aparece para este encargo oficial, en el caso de los religiosos, es su carcter de signos dentro de la comunidad eclesial. Ya en el Concilio se defina su identidad como la de "manifestar ante todos los20

fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo... testimoniar la vida nueva y eterna... prefigurar la futura resurreccin y la gloria del reino celestial" (LG 44). Ahora, de un modo explcito, se traslada esta ejemplaridad significativa tambin al aspecto de la oracin: "las comunidades de cannigos, monjes, monjas y dems religiosos que, por sus reglas o constituciones, celebran la Liturgia de las Horas en su totalidad o en parte... representan de modo especial a la Iglesia orante: expresan ms plenamente el modelo de la Iglesia, que alaba incesantemente al Seor con armoniosa voz" (IGLH 24). Una comunidad religiosa es como una Iglesia en pequeo; fraterna, misionera, llena de esperanza, liberada y liberadora: pero tambin una comunidad orante, ms intensa y significativamente orante, en particular con la Liturgia de las Horas, aunque tambin entren en su jornada y espiritualidad otras modalidades de oracin tanto personal como comunitaria. El Concilio haba apuntado en esta direccin cuando afirm que los religiosos "deben cultivar con asiduo empeo el espritu de oracin y la oracin misma, bebiendo en las genuinas fuentes de la espiritualidad cristiana" (PC 6). Aunque no se nombrara entonces todava de modo explcito la Liturgia de las Horas (eso se vio con mayor claridad en la evolucin posterior), s se deca que, sobre todo las comunidades contemplativas, "ofrecen a Dios un eximio sacrificio de alabanzas" (ibid. n. 7). No se entiende una comunidad de personas consagradas a Dios sin que sea una comunidad orante, como una fotografa en pequeo de lo que es y quiere ser toda la Iglesia: abierta a Dios y a su Palabra, dedicada a la caridad, pero tambin a la alabanza de Dios y a la intercesin orante por todo el mundo. Fermento de la comunidad eclesial Los religiosos, adems de "signo" dentro del gran "signo" que es la Iglesia, son tambin fermento dentro de ella y para todo el mundo. Son fermento en cuanto que colaboran con su propia vida y su esfuerzo -segn el carisma propio- a la edificacin de la Iglesia, al cumplimiento de la mltiple misin de la comunidad cristiana en el mundo. Ya el Concilio afirmaba que los religiosos se esfuerzan en "extraer de la gracia bautismal un fruto ms copioso, y pretenden liberarse de los impedimentos que podran apartarles del fervor de la caridad y de la perfeccin del culto divino", y as su vida tiene una particular eficacia dentro de la comunidad: "un smbolo que puede y debe atraer eficazmente a todos los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vida cristiana" (LG 44). Los religiosos "cumplen con el deber de trabajar, principalmente con la oracin, en la edificacin e incremento de todo el cuerpo mstico de Cristo y por el bien de las Iglesias particulares" (IGLH 24). Los cristianos de vida consagrada no son -no deben ser- un "oasis" aislado 21

dentro del desierto de este mundo. Su vida evanglica, y en particular su vida de oracin, deben estar abiertas a la comunidad ms general. Es ideal que una comunidad religiosa abra su horario de oracin a los laicos, que no slo ore por ellos, sino que ore con ellos, si logra que otros cristianos, as como acuden a su Eucarista, puedan acudir a sus Vsperas: "se les recomienda encarecidamente que se renan, bien sea entre s o con el pueblo, para celebrar esta Liturgia o una parte de la misma" (IGLH 26). Alimento para la espiritualidad religiosa Los religiosos que celebramos la Liturgia de las Horas ya hemos experimentado seguramente cmo esta oracin no slo es coherente con nuestra identidad de cristianos consagrados, sino tambin que nos aporta beneficios para nuestra espiritualidad. a) Ante todo, nos educa a dar la primaca a Dios, dedicndole a lo largo de las horas nuestra alabanza y nuestra oracin. La Liturgia de las Horas nos descentraliza de nosotros mismos y de nuestras actividades, para dar el protagonismo a Dios. Nos une a Cristo en su alabanza, en su intercesin por el mundo, en su oracin sacerdotal. Orando como Cristo y con Cristo, haciendo nuestros los sentimientos con que oraba Cristo Jess (IGLH 19), los religiosos somos los que ms gozosamente nos abrimos a Dios y su salvacin, recibimos su gracia, le rendimos nuestro mejor culto vivencial de alabanza, el "sacrificium laudis", que prolonga a lo largo de la jornada la alabanza y el culto de la Eucarista, en la que tambin participamos cada da. LaLiturgia de las Horas, con sus salmos, oraciones, cantos, lecturas, preces, nos hace participar de modo ms intenso en el dilogo salvador entre Dios y sus fieles (IGLH 14.33.56). b) Esta oracin es la que ms nos ayuda a vivir el tiempo como historia de salvacin, cristianizando, por as decirlo, la historia que vivimos, dando a toda la jornada un tono de concelebracin del tiempo, en la presencia de Dios, ofrecindole, junto con nuestra existencia entera, la alabanza explcita y la meditacin serena en su accin en y por nosotros. La Liturgia de las Horas, con su apoyo pedaggico en el transcurrir del da y la noche, de la luz y las tinieblas, visto todo a la luz de Cristo, el verdadero Sol y el "hoy" definitivo de la salvacin, ayuda sobre todo a los que hemos hecho profesin de seguimiento total de Cristo a interpretar y vivir la existencia entera como historia dialogal con Dios. Si la Liturgia de las Horas "tiene como caracterstica propia la de santificar el curso entero del da y de la noche" (IGLH 10.11), tal vez seamos los religiosos los que ms podemos apreciar, con nuestra celebracin fiel y diaria, los frutos de una oracin que da un sentido tan pleno a lo que vivimos y hacemos. c) Esta oracin se convierte as en un motor espiritual de toda la misin: todo lo22

que hacemos en el terreno de la fraternidad o del trabajo misionero para con los dems, recibe su fuerza y su luz de esta oracin matutina y vespertina, o de la que se intercala dentro de la actividad o la concluye al final de la jornada. Junto con la Eucarista, la oracin de las Horas es el motor de la accin y de la jornada de los religiosos. La oracin, ciertamente, no nos aisla de lo que constituye nuestra "misin": precisamente en ella, intercediendo ante Dios por todos los hombres, y en particular por los destinatarios concretos de nuestro trabajo, es cuando ms cerca nos podemos sentir de todos ellos. Como luego, cuando estamos en pleno trabajo, tampoco nos sentiremos lejos de Dios, sino ofrecindole, ahora con el lenguaje del trabajo, la misma alabanza que en otras horas le dedicamos con salmos y aleluyas. En 1 a oracin nos abrimos explcitamente a Dios, pero sin cerrarnos a los dems. En el trabajo nos abrimos explcitamente a los dems, pero sin cerrarnos a Dios. Una y otro se complementan, tienen los mismos polos de atencin y de intencin: unos religiosos, que consagran a Dios radicalmente toda su jornada, celebran tanto la direccin que se resume en la palabra "Padre", la vertical, como la que se retrata con la palabra"hermano", la horizontal. Precisamente porque en algunos momentos determinados -por ejemplo por la maana y por la tarde- hablan a Dios en segunda persona, en vocativo, pueden en otros, a lo largo de la jornada, hablar en tercera persona de El, anunciando su amor y su cercana a los dems. Una celebracin bien realizada de la oracin matutina y vespertina contribuye a purificar las intenciones, a clarificar los propios planes a la luz de los planes de Dios, a discernir los caminos, para seguir viendo a Cristo en la persona de todos los que encontramos en la jornada. En la Introduccin a la Liturgia de las Horas se recuerda varias veces este aspecto. La oracin no slo nos une con Dios, sino que tambin favorece a la misma accin pastoral: "la comunidad eclesial ejerce su verdadera funcin materna de conducir las almas a Cristo no slo por medio de la caridad, el ejemplo y los actos de penitencia, sino tambin con la oracin" (IGLH 17), pues "slo el Seor, sin el cual nada podemos hacer, y a quien acudimos con nuestros ruegos, puede dar a nuestras obras la eficacia y el incremento, para que diariamente seamos edificados como morada de Dios por el Espritu" (IGLH 18). De los religiosos se podr decir, an con mayor razn que de los laicos, que "en la accin litrgica adoran al Padre", pero que tambin "con la oracin que celebran alcanzan a todos los hombres y pueden contribuir en considerable medida a la salvacin del mundo entero" (IGLH 27). As como lo que se dice de los ministros ordenados: "en la Liturgia de las Horas tratarn de hallar un manantial de piedad y un alimento para su oracin personal, pero tambin debern nutrir y alentar ah la accin pastoral y misional, con la abundancia de la contemplacin, para gozo de toda la Iglesia de Dios" (IGLH 28). d) La oracin de las Horas, para los religiosos, ser as evidentemente/nenie de gozo y de espiritualidad. Una experiencia diaria de encuentro con Dios y de alabanza comunitaria no puede dejar de infundir alegra y respiro a la vida cristiana, ilusin para23

el trabajo diario, paz y serenidad, equilibrio y esperanza dentro de las varias vicisitudes de la propia historia personal y comunitaria. Una comunidad reunida para celebrar Laudes o Vsperas sintindose unida a Cristo y representante de toda la Iglesia orante, tiene una experiencia fuerte de su propia identidad, y as estos momentos son, junto con la Eucarista, como el corazn de su jornada misionera.

AYUDAS PARA LA SALMODIA

Invitacin a celebrar bien Los religiosos sienten, como los dems cristianos, las dificultades que el hombre de hoy encuentra para la oracin, en medio de una sociedad en la que se respira un aire secularista, que no invita precisamente a dar la primaca a los valores cristianos y transcendentes, entre ellos a la oracin Lo que quiere decir que el religioso de hoy necesita motivaciones y convicciones ms profundas para ser fiel, entre otros aspectos de su vida, a la oracin personal y comunitaria, y en particular a esta oracin oficial que la Iglesia le encomienda. Tambin le sale al encuentro a toda comunidad religiosa la tentacin del activismo, el ritmo frentico del trabajo y de una jornada llena de accin y de reuniones, algunas a las horas ms coincidentes con la oracin comunitaria. Se necesita valenta para que una comunidad le dedique a su oracin los momentos ms oportunos, y para que cada uno de sus miembros les sea fiel. Una buena parte de eficacia de la Liturgia de las Horas se puede atribuir a los equipos animadores de la oracin. El esfuerzo de este equipo es digno de toda alabanza, porque adems de los trabajos que seguramente les corresponden en otros niveles, tambin les ha tocado -es de suponer que con una cierta rotacin- el cuidar los repertorios de cantos, las moniciones, la distribucin de ministerios, la animacin pastoral de los varios elementos de la oracin, para que la comunidad pueda orar mejor y con mayor autenticidad. Se trata de que la celebracin no slo sea el cumplimiento de un deber, sino un gozo espiritual; que la comunidad ore saboreando los salmos, respondiendo desde el corazn a la voz del Espritu, "con alegra de espritu y con la dulzura del amor" (IGLH 104); se trata de que "canten con gozo las Horas" (IGLH 270), y que "los espritus estn movidos por el deseo de la genuina oracin de la Iglesia y resulte agradable celebrar las alabanzas divinas" (IGLH 279). La Liturgia de las Horas puede considerarse como un termmetro expresivo de una comunidad religiosa: oj ala de todas ellas se pueda decir, viendo cmo cantan Laudes o Vsperas, que su oracin es un "verdadero testimonio de la vida pujante de algunas comunidades" (IGLH 273). Para aquellos religiosos que preparan y realizan bien esta oracin, ciertamente ser fuente de espiritualidad gozosa y misionera, y podrn decir aquello de "Psalterium meum, gaudium meum", y no al revs: "Psalterium meum, poenitentia mea".24

LAS ANTFONASJ. ALDAZABAL Al menos desde el siglo cuarto es tradicin universal el uso de las antfonas en la celebracin litrgica, sobre todo en la salmodia de la Liturgia de las Horas, como uno de los medios ms eficaces para recitar mejor los salmos.

Siguen teniendo sentido las antfonas? El Concilio quiso tambin que "para promover la participacin activa se fomentaran las aclamaciones del pueblo... la salmodia, las antfonas..." (SC 30). Y Pablo VI, al presentar con su Constitucin Apostlica "Laudis Canticum" la nueva ordenacin de la Liturgia de las Horas, recordaba que "se han introducido diversas ayudas para la meditacin de los salmos: tales como los ttulos, las antfonas..." (nm. 3). Por tanto, para una participacin ms activa de la comunidad y en concreto para una salmodia ms vivida, las antfonas juegan un papel que en la actual reforma se ha querido conservar y potenciar. Se podra haber puesto en duda si siguen siendo vlidas para el estilo actual del rezo personal y comunitario. Ya en la fugaz reforma del Breviario que hiciera en el siglo XVI el cardenal Quifinez -que estuvo en vigor unos treinta aos- se haban suprimido las antfonas, pensando que no eran tan necesarias, aunque en la segunda edicin se vio obligado a reincorporar algunas. De otros elementos de nuestro rezo de las Horas se ve fcilmente el sentido: los himnos, los salmos, las lecturas, las preces... Pero siguen vlidas las antfonas? tienen sentido cuando no se cantan? tambin en el rezo personal? ayudan a la salmodia o ms bien recargan su rezo? 25

Ant-f'ona, contra-canto La palabra viene del griego, "anti-fon", y significa canto o sonido a dos coros, que se alternan a modo de "contra-canto". Esto suceda, ya desde muy antiguo, en el rezo de los salmos. Ahora la palabra se aplica a otras realidades, no slo a ese estilo de salmodia llamado antifnico. En la Eucarista se llama as a los breves cantos que el Misal propone como acompaamiento del rito de entrada o de la comunin. Tambin se llaman antfonas los cantos marianos con que se concluye el rezo del Oficio, despus de Completas. Pero sobre todo se llama as a las breves frases que se dicen o cantan antes y despus del salmo, y tambin a veces, como en el salmo responsorial de la Misa, intercaladas entre las estrofas del mismo. A estas antfonas de la salmodia es a las que dedicaremos aqu nuestra atencin. La riqueza del antifonario Los antiguos libros litrgicos llamados Antifonarios contenan, adems de las antfonas del Oficio, otros cantos para la celebracin eucarstica. Entre ellos es particularmente famoso el Antifonario de Len, de nuestra antigua liturgia hispnica. As nos ha llegado una herencia de miles de antfonas, de las que muchas se han aprovechado en la actual reforma. La "Unin Monstica Italiana" ha publicado, por ejemplo, una coleccin de seiscientas antfonas para las diversas celebraciones del ao, con msica y acompaamiento. Entre nosotros, los varios autores que han puesto msica a la Liturgia de las Horas -el ms completo y conocido, Domingo Cois- han compuesto tambin oportunas melodas para las antfonas. Como tambin lo han hecho los que han colaborado en el Libro del Salmista, ofreciendo al menos dos antfonas o estribillos musicados para el salmo responsorial de las misas festivas del ao. Hay diversos tipos de antfonas en este conjunto: a) algunas frases tomadas del mismo salmo, variadas segn las fiestas y los tiempos, b) otras contienen pensamientos bblicos, a veces compuestos a modo de centn con ideas de varios pasajes, c) hay antfonas evanglicas, sobre todo las que acompaan al Benedictus y al Magnificat, con frases que hacen eco al evangelio del da, sobre todo en los domingos de los tres ciclos, d) tambin las hay histricas, que aluden a algn rasgo o acontecimiento central en la vida de un Santo, e) hay antfonas llenas de poesa, con tono lrico de alabanza y alegra, f) y otras de contenido ms bien teolgico.26

Teologa para el pueblo cristiano Las antfonas de unafiestacontienen en modo popular y condensado la mejor teologa del da. Son famosas las antfonas "O" del Adviento ("oh Sabidura... oh Llave..."), que nos ayudan a preparar la celebracin de la Navidad, al presentarnos al Mesas como cumplimiento de las mejores profecas, expresadas con un lenguaje a la vez potico y teolgico. Hay otras que se construyen en torno al "hodie", "hoy", como en la Epifana ("hoy la estrella condujo a los magos... hoy el agua se convirti... hoy Cristo fue bautizado...") o la Ascensin ("hoy asciendes triunfante al cielo"). Este"hoy" nos quiere hacer comprender que lo que celebramos, aunque sea un hecho del pasado, se hace de alguna manera presente en la fiesta de hoy. Dios sigue actuando: hoy nace Cristo, hoy se manifiesta a los magos, hoy triunfa en su Ascensin... Vale la pena hacer esta prueba: leer seguidas las antfonas de una fiesta importante -por ejemplo Pentecosts, o la Asuncin de Nuestra Seora, o los santos Apstoles Pedro y Pablo- para darse cuenta de la fuerza y riqueza con que estas antfonas nos van comunicando la teologa del misterio del da. Finalidad de las antfonas en nuestra salmodia "Hay tres cosas en la tradicin latina que contribuyen grandemente a la inteligencia de los salmos o a su adaptacin para la oracin cristiana: los ttulos, las oraciones slmicas y sobre todo las antfonas" (IGLH 110). Aunque la plenitud de su sentido la tienen las antfonas cuando se realiza la salmodia en canto y comunitariamente, tambin en el rezo personal o en el no cantado mantienen su conveniencia. La finalidad de las mismas la describe bien la introduccin general a la Liturgia de las Horas (IGLH 113): - a) "ponen de manifiesto el gnero literario del salmo ", "iluminan mejor alguna frase digna de atencin y que pudiera pasar inadvertida"; as las antfonas nos ayudan a interpretar y entender el salmo, subrayando su color potico o su tono penitencial o su clima de meditacin moral; - b) "ms an, siempre que se excluyan arbitrarias acomodaciones, contribuyen en gran medida a poner de manifiesto la interpretacin tipolgica o festiva": as, un salmo que de por s no habla de san Jos, lo podemos rezar, ayudados por una oportuna antfona, comofiguraproftica o tpica de lo que luego se ha realizado en el Nuevo Testamento. El salmo 111 ("dichoso quien teme al Seor... la descendencia del justo ser bendita"), se convierte en canto muy adecuado para la fiesta de san Jos tambin por la antfona que le antecede: "le dijo su madre... mira que tu padre y yo te buscbamos angustiados";27

- c) las antfonas "proporcionan a un determinado salmo cierta tonalidad peculiar en determinadas circunstancias"; alo largo del aocristianorezamos el mismo salmo en Adviento, en Cuaresma, en una fiesta de la Virgen, y es la antfona, diversa cada vez, la que le da un color propio dentro del clima del tiempo o de la fiesta; - d) las antfonas nos ayudan a "transformar el salmo en oracin personal", a descubrir el sentido que tiene para la comunidad cristiana; esto tambin nos ayudan a conseguirlo otros elementos, como las frases o las oraciones slmicas que anteceden y siguen al rezo del salmo; pero lo hacen de un modo eminente las antfonas, aplicando por ejemplo a Cristo, en su Pasin o en su triunfo pascual, las ideas principales del salmo; - e) tiene tambin una fu ncin particularmente pedaggica en el terreno musical, porque adems de llamar nuestra atencin al contenido de algunas ideas, nos dan el tono tambin meldicamente, dando al salmo una tonalidad festiva o austera; todos apreciamos la eficacia y la fuerza expresiva que tiene un salmo como el "qu alegra cuando me dijeron...", cuando el pueblo va cantando la antfona, que contiene ya el mejor resumen del salmo, y luego los solistas cantan las estrofas: el estribillo, intercalado entre estas estrofas, con la alternancia entre la comunidad y los solistas, forman una unidad que da al rezo del salmo un tono expresivo y como contemplativo; - f) por todo esto las antfonas "pueden hacer agradable y variada la recitacin de los salmos", convirtindose en el elemento ms popular de la salmodia; ya en el siglo cuarto san Juan Crisstomo nos cuenta cmo el pueblo participaba en el salmo 117 cantando la antfona "ste es el da en que actu el Seor": la antfona es lo nico que el pueblo poda saber de memoria, dejando las estrofas para el salmista cantor. La seleccin de las antfonas en nuestro rezo de las Horas en su conjunto es muy buena. Sus ideas son fciles de asimilar. Nos ayudan a centrar nuestra espiritualidad y nuestra vivencia de fe en una fiesta o en un tiempo litrgico. Y si adems son musicalmente acertadas, pueden ser en verdad una ayuda estimable para que nuestra oracin tenga calidad. Algunos ejemplos Es fcil darse cuenta de la ayuda que nos ofrecen estas antfonas para que nuestro rezo de los salmos sea msricoa lo largo del ao. El salmo 8 ("Seor, dueo nuestro, qu admirable es tu nombre...") lo decimos repetidas veces. Cuando es fuera de la Pascua, las antfonas nos ayudan a fijarnos en alguna de las ideas que el salmo propone: "qu admirable es tu nombre, Seor, en toda la tierra", "de la boca de los nios de pecho, Seor, has sacado tu alabanza", "todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios" (esta ltima antfona se refiere a los versculos del salmo en que se dice: "le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies"). Pero si lo decimos en Pascua, no es al hombre en general, sino a Cristo a quien las antfonas aplican las ideas del salmo: "Cristo, una vez resucitado de entre los muertos28

ya no muere ms", "coronaste de gloria y dignidad a tu Cristo", "ensalzaste, Seor, tu majestad sobre los cielos"... El salmo 121 ("qu alegra cuando me dijeron, vamos a la casa del Seor") tambin recibe color diferente a lo largo del ao segn qu antfona lo acompaa. En Adviento: "mirad: vendr el deseado de todos los pueblos y se llenar de gloria la casa del Seor". En Pascua: "la paz de Cristo reine en vuestros corazones" (el salmo deca "haya paz dentro de tus muros"). En la dedicacin de una iglesia era fcil entonar la idea central: "vamos alegres a lacasa del Seor". En las fiestas de la Virgen Mara, ella misma "casa del Seor" y la primera que despus de Cristo ha entrado gozosa en la casa definitiva de Dios, las antfonas dan esta orientacin al salmo: "algrate, Mara, llena de gracia, el Seor est contigo" (el salmo deca "la paz contigo"). El salmo 109 ("orculo del Seor a mi seor, sintate a mi derecha") es uno de los que ms repetimos, sobre todo en las segundas vsperas de cada domingo. Ms de veinticinco antfonas acompaan a este salmo en las diversas fiestas y tiempos. Segn el da, destacan alguna de sus ideas ms apropiadas. As, en Adviento: "mirad, viene el Seor con gran poder sobre las nubes del cielo". En Navidad: "eres prncipe desde el da de tu nacimiento, entre esplendores sagrados yo mismo te engendr, como roco, antes de la aurora". En Pascua: "resucit el Seor y est sentado a la derecha del Padre". El da de Corpus: "Cristo, el Seor, sacerdote eterno segn el rito de Melquisedec...". Eri la fiesta del Sagrado Corazn: "somete, Seor, a tus enemigos con tu yugo ligero". Sugerencias prcticas Esta es lafinalidadprincipal: realizar los varios elementos del Oficio, en este caso las antfonas, de modo que contribuyan a saborear y dar viveza a los salmos. Pero no ser superfluo recordar tambin algunas consideraciones prcticas. - a) Los das ms sealados del ao, sobre todo las solemnidades y fiestas, tienen sus antfonas propias. Otros das, segn el grado de su importancia o antigedad, nos proponen antfonas propias para alguna hora en concreto, o slo para los cnticos evanglicos, sobre todo los domingos, con antfonas que hacen eco al evangelio del da en los varios ciclos. Estas antfonas propias, bien realizadas, nos ayudan eficazmente a entrar en sintona con el misterio celebrado. - b) Las antfonas y los salmos ganan calidad cuando son cantadas. Tanto si expresan ideas de jbilo como de dolor o de contemplacin moral, el canto les aade fuerza. En el caso de que el salmo vaya a ser recitado, se puede muy bien cantar la antfona, antes y despus del mismo, rodeando as la recitacin del salmo entre dos breves expresiones musicales. Incluso (cf. IGLH 274), para favorecer el canto de las antfonas, si no se sabe ninguna meloda para la antfona propia, se puede elegir otra cantada, con tal que sea muy parecida en su contenido y sea coherente con el salmo: cosa que tambin sucede en la antfona o estribillo del salmo responsorial de la misa. Esta antfona, adems de cantarla al principio y al final del salmo, se puede intercalar entre sus estrofas.2 9

El solista va recitando las estrofas del salmo, y cada dos o tres, segn la longitud del mismo, la comunidad interviene cantando la antfona. Como se hace en el salmo invitatorio de la maana o en el responsorial de la Misa. - c) Cuando en el salterio se encuentra un salmo dividido en dos o tres partes, existe la doble posibilidad: realizar cada una de las partes separada, acompaada de su antfona y de su "Gloria", o bien decir todo el salmo seguido, suprimiendo las antfonas y el "Gloria" intermedios (IGLH 115 y 124). - d) Si la antfona es cantada, es mejor que la cante toda la comunidad, despus de que la haya entonado el solista. Mientras que si va a ser recitada, tal vez es ms coherente con su carcter de introduccin pedaggica, el que la diga una persona, a modo de monicin ms lrica e intencionada. - e) Tambin existe esta libertad con respeto a la repeticin o no de la antfona alfinaldel salmo: "al comienzo de cada salmo rectese siempre su antfona"... "recitado el salmo, se repite la antfona, segn convenga (pro opportunitate)" (IGLH 123). Si la antfona es cantada, tiene muy buen sentido cantarla tambin alfinaldel salmo, tanto si ste ha sido cantado o rezado. Pero si la antfona es recitada, no es absolutamente necesario, y tiene menos sentido pedaggico que tambin se recite al final. La finalidad primordial de una antfona recitada (cuando es cantada tiene ms fuerza) es prepararnos a rezar bien el salmo. Por eso se da la posibilidad de sustituir a veces las antfonas de la salmodia -en las semanas del Tiempo Ordinario- por las frases o sentencias que preceden al salmo (cfr. IGLH 114), en cuyo caso no slo no se repite la antfona al final, sino que tampoco se dice al principio. Sufinalidadse ha conseguido de otro modo. La decisin (de repetir o no la antfona, o de sustituirla durante una temporada por las frases patrsticas, o incluso de convertir la antfona en una breve monicin que incluya ya las ideas de la misma, junto con las del ttulo o de la frase y otras de cosecha propia) depender de la sensibilidad de la comunidad, que en su revisin valora el grado de ayuda que estas modalidades aportan de hecho a su mejor recitacin slmica. Porque esta es la finalidad: que tanto si se reza por parte de una comunidad como por parte de una sola persona, podamos sintonizar mejor con los salmos que rezamos. Mejorar el canto, revisar elritmodel rezo, aadir oportunamente moniciones variar los modos de la salmodia, cuidar los breves silencios que dan ritmo ms meditativo a la oracin y cuidar las antfonas, nos ayuda a que exista esa "plena resonancia de la voz del Espritu Santo" (IGLH 202) que es lo que da calidad a la oracin personal y comunitaria.

TTULOS, SENTENCIAS Y MONICIONES para rezar mejor los salmosJ.ALDAZABAL Como dice la introduccin a la Liturgia de las Horas, "tres cosas hay en la tradicin latina que contribuyeron grandemente a la inteligencia de los salmos o a su adaptacin para la oracin cristiana, a saber, los ttulos, las oraciones slmicas y, sobre todo, las antfonas" (IGLH 110). Aqu vamos a hablar de los ttulos, y por extensin tambin de las sentencias cristianas que preceden a los salmos en nuestro libro de la Liturgia de las Horas, para terminar diciendo tambin unas palabras sobre lo que pueden ayudar unas oportunas moniciones antes de los salmos. Las tres "ayudas" para la salmodia son parecidas, estn relacionadas entre s, y si se utilizan bien, pueden resultar notablemente eficaces en su pedagoga. Los ttulos Los ttulos son esas frases breves, que en nuestros libros de oracin estn en rojo antes de cada salmo, y que "denotan su sentido e importancia para la vida humana del creyente" (IGLH 111). Estos ttulos apuntan al sentido propio, original y literal, del salmo, o sea, a las circunstancias concretas en que se compuso (cf. IGLH 107), unas veces de alegra y fiesta, otras de dolor personal o comunitario, y que pueden as orientar tambin nuestro rezo del salmo. Por eso se dice que tiene importancia "para la vida humana" del que reza ahora: porque puede as acercar ms fcilmente lo que dice el salmo a su propia vida, que suele tener la misma variedad de experiencias como las que muestran los varios salmos. El Salterio hebreo ya tena ttulos en muchos de sus salmos. Los que actualmente pone a los salmos nuestro libro oficial de Liturgia de las Horas, estn tomados de la31

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edicin latina de la Neovulgata, que public la comisin encargada por el papa Pablo VI. Basta hacer una sencilla seleccin de ttulos para que recordemos qu intencin y qu utilidad aportan a nuestra salmodia: - oracin de un pobre ante la adversidad; - alegra de los que entran en el Templo; - himno a la grandeza de Dios; - accin de gracias por la victoria; - alabanza a Dios creador del mundo; - lamentacin por la cada del Templo; - el Seor, esperanza de su pueblo; - lamentacin en tiempo de hambre y guerra; - la creacin entera alaba a Dios; -felicidad del justo; - meditacin de la ley de Dios; - propsitos de un prncipe justo; - oracin de un enfermo grave... Los ttulos de los salmos no estn pensados para que se digan en voz alta: slo "para utilidad de los que recitan los salmos" (IGLH111). Pero es buena costumbre dejar un brevsimo momento de silencio para que cada uno pueda darse cuenta, leyendo el ttulo, del gnero y del tono del salmo que va a rezar. O bien, que su idea quede incluida en la monicin antes del salmo, si se hace. Las sentencias cristianas Adems de eso ttulos que podramos llamar "humanos", o "literales", y q u e enfocan el sentido originario del salmo, estn tambin las sentencias o frases cristianas que nos ayudan a entender cada salmo desde la perspectiva de Cristo, de la Iglesia o d la vida cristiana. Ya desde el siglo III encontramos manuscritos en los que a los salmos se les antepone una frase claramente cristiana: "para fomentar la oracin a la luz de la revelacin cristiana, se aade una sentencia del Nuevo Testamento o de los Padres invitando a orar en sentido cristolgico" (IGLH 111). Como los "ttulos" acercan los' salmos a la vida humana y religiosa, las "sentencias" los acercan a nuestra oracin cristiana. Ha habido sobre todo un autor, P. Salmn, que ha recogido estas frases, que tambin se pueden llamar "ttulos cristianos", esparcidas en los varios manuscritos y las ha recompuesto en seis series (Les titulipsalmorum desmanuscrits latins, Du Cerf, Paris 1959). As se hace posible que el salmo sea dicho, no slo desde su sentido ms inmediato y humano, que ya es muy bueno, sino desde su comprensin plena"siguiendo este mtodo, los Santos Padres aceptaron y comentaron todo el salterio a modo de profeca acerca de Cris to y su Iglesia" (IGLH 109). En ellos vean los cristianos32

cmo la Iglesia habla a Cristo ("Ecclesia ad Christum loquitur"), o Cristo habla a su Padre sobre sus perseguidores ("Christus ad Patrem de persecutoribus suis loquitur"). Es una lectura profunda laque estas frases o ttulos cristianos quieren favorecer: "al or en los salmos a Cristo que clama al Padre o al Padre que hablacon su Hijo, reconociendo incluso la voz de la Iglesia, de los Apstoles o de los mrtires", proponen "a los que recitan los salmos el sentido cristolgico de los mismos, expresado en los ttulos que preceden a cada uno de ellos" (IGLH 109). As, por ejemplo, el salmo 109 ("orculo del Seor a mi seor"), que originalmente es un canto de nimo para un rey de Israel, los cristianos lo leen pensando en la victoria de Cristo. La "sentencia" que le antecede es: "El debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies", que es una cita de ICo 15,25, y que apunta claramente a la victoria de la resurreccin de Cristo, superando incluso al ltimo enemigo, la muerte. El salmo 113 ("cuando Israel sali de Egipto..."), un salmo claramente pascual, tiene como "ttulo": "Israel librado de Egipto: las maravillas del xodo". Hasta aqu todo nos ayuda a unirnos a la gran experiencia del pueblo judo en su liberacin. Pero la "sentencia", que esta vez es de san Agustn, nos da la pista para rezar el salmo desde nuestra fe cristiana: "Reconoced que tambin vosotros, los que renunciasteis al mundo, habis salido de Egipto". Algunos salmos quedan cristologizados "por alto": cuando las "sentencias" sitan a Cristo donde el salmista situaba a Yahv. El salmo 46 ("Pueblos todos, batid palmas") era originariamente un canto a la gloria de Yahv. Pero la "sentencia" lo interpreta de la glorificacin de Cristo, sobre todo en su Ascensin: "Est sentado a la derecha del Padre, y su reino no tendr fin", frase tomada del Credo cristiano. Otros salmos son cristologizados "por bajo", o sea, situando a Cristo all donde antes hablaba el propio salmista. El salmo 21 es entendido en un primer momento, por el "ttulo", de un "siervo de Dios sufriente que ora y Dios que le responde". Pero la frase cristiana, evanglica, nos da una pista ms profunda: "A media tarde, Jess grit: Eli, Eli, lama sabaktani" (Mt 27,46), que es precisamente la frase inicial del salmo, "Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado?" ahora en labios de Cristo. Podra ser una serie de pensamientos o frases cristianas ms completa y ms exactamente citada. Pero ya tal como estn pueden ser un instrumento vlido para rezar mejor los salmos, para superar la dificultad de algunos de ellos (que no se resuelve, por tanto, con leyes estrictamente exegticas, sino desde la clave cristiana de su rezo). Como quiera que, al contrario de las antfonas, que varan segn las fiestas y los tiempos, estras frases o sentencias cristianas son "fijas", no sera tampoco mala idea el que se prepararanotrasmsadecuadaspararezarunsalmom Adviento, oen una fiesta mariana, o en Pascua. Es lo que P. Tena hizo ya en una ocasin ("Textos bblicos para acompaar a los salmos de Laudes durante la Cuaresma": Oracin de las Horas 1982, * 13-* 19). No slo, pues, es una ayuda para entender en cristiano un salmo, sino incluso33

para darle un color especial en nuestra celebracin cuaresmal. Yo mismo (Oracin de las Horas, 1982,*37-*44) propona una serie de recursos para organizar la oracin en torno a un salmo, en concreto el 102, y enumeraba una serie de citas breves del N.T. que resuman desde la perspectiva cristiana el mismo mensaje que el salmo nos propone: el amor misericordioso de Dios. Estas sentencias cristianas tienen tanto aprecioen la actual reforma de laLiturgia de las horas, que se permite que, en algunas temporadas del Tiempo ordinario, se puedan utilizar en lugar de las antfonas (IGLH 114). El motivo es muy sencillo: cumplen la misma finalidad de dar al salmo una clave de lectura cristiana, como las antfonas. Y que eso slo sea recomendable en el Tiempo ordinario tambin es fcil de entender: los tiempos fuertes y las fiestas tienen antfonas propias, que pueden acercar al salmo ms eficazmente al espritu del tiempo o de la fiesta. Las moniciones slmicas Otra "ayuda" para un mejor rezo del salmo es prepararlo con una monicin. En rigor, los "ttulos" y las "sentencias cristianas" son una especie de "moniciones". Los tres ayudan a rezar el salmo con una sintona religiosa y cristiana ms profunda. El "ttulo" nos dice qu clase de salmo es (oracin de un enfermo), la "sentencia" nos ayuda a darle un color cristolgico (Cristo en su Pasin, o la Iglesia en sus momentos de persecucin), y la "monicin", recogiendo esas mismas ideas y aadiendo otras, puede ser una buena ayuda para que cada uno aplique a su propia vida lo que va a decir el salmo (porque tambin tendr probablemente momentos de dificultad y "enfermedad"). La monicin ayuda, adems, a que un salmo se diga de un modo ms adaptado, por ejemplo, a la Navidad, a la Pascua, o a la fiesta de un santo. La monicin, an sin ser demasiado larga, normalmente lo ser ms que un simple ttulo o que una breve frase del N.T. Sita el salmo para poderlo decir desde nuestra vida, desde su comprensin humana y cristiana. Sin convertir estas moniciones en clases de exegesis o en una homila entera, que haran pesada la celebracin, sin embargo, pueden ser un elemento valiosoparadar calidad a nuestra salmodia, sobre todo si se sabe calibrar bien la proporcin de su empleo: por ejemplo no anteponiendo en un da una monicin a todos los salmos. Son muy conocidas, sobre todo, dos ediciones de "moniciones slmicas" entre nosotros: P. FARNES, Moniciones y oraciones slmicas, Regina, Barcelona 1978. A. APARICIO, J.C.R. GARCA, LOS salmos, oracin de la comunidad. Publicaciones Claretianas, Madrid 1981. Pero adems de esas moniciones que se acercan al salmo en general, ayudndonos a conocer mejor su estilo y contenido y a decirlo desde nuestra existencia humana y cristiana, tambin se pueden pensar unas moniciones que nos siten el salmo en un34

tiempo o unafiesta determinada. Por ejemplo: P. FARNES, Moniciones para los salmos de Vsperas durante la Cincuentena pascual: OH 4-5(1979)*13-*21; P. TENA, Moniciones para los salmos de Laudes durante la Cincuentena pascual: OH4( 1980)*9*20; H. RAGUER, Monicionespara el Oficio divino del Triduo Pascual: OH 3 (1987 )* 13 *16;lD.,MonicionesparalaLiturgiadelasHorasdeldadeNavidad:OYl2(19%7)*61*70; ID., Moniciones para la Liturgia de las Horas de Navidad: OH 12(1988)*73-*76. Todava hay una posibilidad recomendable en ciertas circunstancias: unas moniciones que incluyan lo que deca el ttulo, la frase cristiana y tambin la idea o el texto mismo de la antfona, o sea, que se construya a base de todos los elementos que nuestro libro de rezo pone antes del salmo. As es como ha hecho P. Tena las moniciones citadas de Pascua, y tambin H. Raguer las segundas de Navidad, comentando, parafraseando, o incluyendo exactamente, dentro de la breve monicin, tambin la antfona que precede el salmo en el texto, sin necesidad, por tanto, de decirla. Se trata de que con todas estas "ayudas" -ttulos, sentencias, monicionesademas de las antfonas y los otros recursos pedaggicos de una buena salmodia (ritmo pausado, canto del salmo, etc.), todos puedan rezar mejor los salmos, esos "cnticos insignes que bajo la inspiracin del Espritu Santo compusieron los autores sagrados del Antiguo Testamento y que por su origen tienen la virtud de elevar hacia Dios la mente de los hombres, excitar en ellos sentimientos santos y piadosos, ayudarles a dar gracias en los momentos de alegra y proporcionarles consuelo y firmeza de espritu en la adversidad" (IGLH 100).

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la existencia de las oraciones slmicas, aparte de las series mismas de oraciones que se conservan y que son el documento ms vivo y claro. Estos testimonios nos aseguran que era una costumbre extendida en diversos ambientes la de recitar los salmos intercalando entre uno y otro una oracin. Algunos apuntan slo a una oracin silenciosa personal. Por ejemplo, san Basilio, hacia el 375, en su epstola 207, dice que el pueblo en alguna ocasin pasaba la noche ocupado en salmodia intercalada de oraciones ("in psalmodiae varietate noctem traduxere intermissis precibus...").

LAS ORACIONES SALMICASJ. ALDAZABAL "Tres cosas hay en la tradicin latina que se contribuyeron grandemente a la inteligencia de los Salmos o a su adaptacin para la oracin cristiana, a saber: los ttulos, las oraciones slmicas y las antfonas" (IGLH110). "La oraciones slmicas, que sirven de ayuda para una interpretacin especficamente cristiana de los Salmos, se proponen en el Suplemento del libro de la Liturgia de las Horas para cada uno de los Salmos, y pueden ser utilizadas libremente segn la norma de la antigua tradicin: concluido el Salmo y observado un momento de silencio, se concluye con una oracin que sintetiza los sentimientos de los participantes" (IGLH 112). Las oraciones slmicas son uno de los medios que la comunidad eclesial ha pensado a lo largo de los siglos para "cristianizar" los salmos y asimilar desde nuestra fe y nuestra situacin sus sentimientos y contenidos. Ya en 1971 se prometa que en el Suplemento del libro de la Liturgia de las Horas habra, entre otras cosas (lectura bblica bienal, mayor riqueza de lecturas patrsticas...), tambin oraciones slmicas para cada salmo. Se est preparando diligentemente este volumen (que sern seguramente varios tomos).

LaReglade san Columbano prescribe a sus monjes, despus de cada Salmo, una oracin hecha de rodillas ("in fine omnium psalmorum genua in oratione flectere... sub silentio dicentes..."). Tambin san Isidoro recomienda a los monjes que, despus de acabado cada salmo, se postren en tierra y hagan un poco de oracin antes de volver a levantarse y empezar el siguiente ("post consummationem singulorum psalmorum, prostrati omnes humi pariter adorabunt...": Regla de los monjes). Estos y otros muchos textos hablan de una oracin silenciosa, personal, que prolonga la recitacin del salmo en un clima de meditacin y aplicacin a la propia vida. Pero esta oracin silenciosa evolucion en bastantes lugares hacia la formulacin de una "colecta", oracin en voz alta. San Atanasio, en el siglo IV, da normas a las vrgenes para la recitacin de los salmos: a cada uno debe seguir una oracin hecha de rodillas ("per psalmos singulos oratio et genuflexio persolvatur"); pero esta vez se ve que es en voz alta, porque pide que la oracin la digan las varias vrgenes por turno ("alia post aliam orationem absolvite"). Casiano, a principios del siglo V, es el que ms expresamente nos describe la costumbre de las "colectas slmicas" en el ambiente monstico ("Institutiones Cenobiticae"). Despus de cada salmo sigue un momento de oracin personal, de pie ("finito psalmo, paulisper orant stantes..."). En seguida viene la postracin ("post haec punteo brevissimo procidentes humi"), que dura poco, y se vuelve a levantar para proseguir la oracin ("ac rursus erecti... suis precibus immorantur"). Entonces el presidente concluye la oracin con una frmula que todos escuchan, la colecta slmica ("cum autem is, qui orationem collecturus est, e trra surrexerit, omnes pariter eriguntur"). El sacerdote "recoge la oracin", ("illius conclusionem, qui precem col.ligit"), o sea, recoge las intenciones personales de todos y cada uno de los presentes. Durante esta oracin debe reinar un total silencio, de modo que pudiera parecer que no hay nadie presente, ni se oiga otra voz que la del sacerdote que concluye la oracin ("nec ulla vox absque sacerdotis precem concludentis auditur"). 37

La leccin de nuestros antepasados Las oraciones slmicas se dice que siguen a la "tradicin latina" y a la "norma de la antigua tradicin". En efecto, son varios los testimonios que encontramos a partir del siglo IV sobre 36

El Concilio de Agde, en la Galia, el ao 506, prescribe que estas colectas sean pronunciadas en orden por los obispos y sacerdotes. Lo mismo decreta el Concilio de Barcelona, el ao 540 ("ut episcopo praesente, orationes presbyteri in ordine colligant"). Pedagoga para una salmodia cristiana El perodo en que se encuentran testimonios de este gnero va del siglo cuarto al sexto, tanto en Oriente como en Occidente. Luego empiezan a escasear, hasta desaparecer prcticamente en el siglo IX, excepto en Espaa, en donde contina tanto la costumbre como la composicin de nuevas colectas slmicas probablemente hasta el siglo XI. El nombre que se les da es el de "colectas" y "oraciones". Su finalidad aparece: no se quiere que los salmos se reciten uno detrs de otro, sino con un espacio de personalizacin meditativa. No importa tanto, como dice Casiano, la cantidad de salmodia, sino su calidad, su inteligencia y provecho espiritual ("ne psalmos continuata pronuntiatione concludere, sed cum orationum interiectione divisos... Non enim multitudinem, versumm, sed ments intelligentia delectante"). As aparecen las colectas slmicas como uno ptimo medio de favorecer la reflexin, la recitacin meditada de los salmos, en una atmsfera de oracin cristiana. Este criterio dio origen a varias series de colectas slmicas. Se conserva, por ejemplo, la llamada serie "africana", del siglo quinto (editada y estudiada por J.M. CANALS, Los Colectas de Salmos de la serie "Visita nos", Salamanca 1978), la romana o itlica, que empieza con la oracin "Effice nos", etc. Pero donde la riqueza de series es mayor es en la liturgia hispnica antigua, obra de varios obispos como san Conancio de Palencia y sobre todo de san Leandro de Sevilla, en la segunda mitad del siglo VI. El profesor Jordi Pinell es el que mejor ha estudiado estas oraciones, reconstruyendo la edicin del libro que entonces contena estas oraciones slmicas y que se haba perdido: el "Libro Salmgrafo" (J. PINELL, Liber Orationum F'salmographus. Colectas de Salmos del antiguo Rito Hispnico, Barcelona-Madrid 1972). Si el lector me permite la autocitacin, dir que mi tesis doctoral, defendida en 1970 en Roma, versabaprecisamente sobre este Libro Salmgrafo, estudiando en estas colectas slmicas del rito hispnico su doctrina eclesiolgica (J. ALDAZAB AL, La doctrina eclesiolgica delLiber OrationumP salmo graphus, Roma 1975). En la liturgia de nuestros mayores, en el rito hispnico, estas oraciones despus de cada salmo (se conservan unas 600) eran ms bien propias de las celebraciones con pueblo, no del oficio monstico, y sobre todo en la oracin ferial de las maanas. El rezo con el pueblo daba, tal vez, menos lugar a los salmos en cuanto extensin y nmero, pero 38

buscaba una profundizacin cristiana de los mismos, con el tono meditativo que les da el silencio, la oracin personal y luego la oracin colecta proclamada por el sacerdote, recogiendo las ideas del salmo y las intenciones y sentimientos de la comunidad. Algunos ejemplos del rito hispnico-mozrabe Cuando aparezca el Suplemento de la Liturgia de las Horas con las nuevas oraciones slmicas que se estn preparando, ser la hora de estudiar su contenido y su espritu. Tambin es interesante utilizar ya las series que se han publicado entre nosotros: sobre todo la de P. FARNES, Moniciones y oraciones slmicas, Regina, Barcelona 1978, que ofrece dos oraciones para cada salmo, y la de A. APARICIO, J.C.R. GARCA, LOS Salmos oracin de la comunidad, Instituto Teol. de Vida Religiosa, Madrid 1981, que propone todava ms nmero de oraciones. Pero aqu quisiera presentar ejemplos antiguos, precisamente de nuestra liturgia hispnico-mozrabe, para apreciar la "tcnica" con la que nuestros antepasados supieron transmitir al pueblo la espiritualidad de los salmos convertidos en oracin cristiana.

Salmo