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COFRADES EN LA FE Hermandad Santa Vera Cruz + Martos (Jaén) | Nº 6 | MARZO | 2013 ¡Creo!

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núm 6 - marzo 2013, revista de la Hermandad de la Santa Vera Cruz de Martos (Jaén)

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COFRADES EN LA FEHermandad Santa Vera Cruz + Martos (Jaén) | Nº 6 | MARZO | 2013

¡Creo!

GRUPO PARROQUIAL

PRIMITIVA HERMANDAD DE LA

SANTA VERA CRUZ Y COFRADÍA DE PENITENCIA Y SILENCIO DE NUESTRO PADRE JESÚS DE PASIÓN Y NUESTRA SEÑORA MARÍA DE NAZARETH

Diputación de Formación y ConvivenciaDiputación de Publicaciones

¡Creo! COFRADES EN LA FENúmero 6 · marzo 2013

EDICIÓN DIGITAL:www.issuu.com/veracruzmartos

CAPELLÁN Y PÁRROCO:Rvdo. José Checa Tajuelo Pbro.

REDACCIÓN:Miguel Ángel Cruz Villalobos, María Inmaculada Cuesta Parras, Manuel

Márquez Herrador y Gabriel Zurera RibóCOLABORADORES:

P. Romeo Ballán, Andrés Borrego Toledano, Fr. Fernando Colodro Campos,

Hna. María Cruz Ciordia, Eduardo Antonio de Diego Amate, José Manuel Espejo Martínez, Mons. Jorge Mario

Bergoglio, Hno. Abdón Rodríguez Hervás y Nicolás Vargas Melero

FOTOGRAFÍA:Juan Carlos Fernández López y

José López DamasDISEÑO Y MAQUETACIÓN:

Antonio Moncayo GarridoEDICIÓN DIGITAL:

Antonio García PratsPORTADA:

Raquel Fuentes PecoDIRECCIÓN POSTAL:

Parroquia de San Juan de DiosPlaza de San Juan de Dios, 1

23600 Martos (Jaén)[email protected]

DEPÓSITO LEGAL:J-1.292-2012

La revista ¡Creo! Cofrades en la Fe no participa necesariamente de las opiniones expresadas por nuestros colaboradores, limitándose solamente a reproducirlas.

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 2

Pocos saben que nuestra Conce-jal o Concejala (que de ambas formas se puede decir) de Fiestas y Educación Raquel Fuentes Peco, es una magnífi ca artista, avalada por su licenciatura en Bellas Artes.

En esta portada, el lápiz, el sen-cillo, el vulgar lápiz tiza, matizado por el rotulador ha plasmado nuestra Semana

Santa. Las fi guras de dos nazarenos fl anquean la obra. Pero la au-tora no ha escogido a dos nazarenos cualesquiera, se trata de la representación del nazareno de la cofradía de Nuestro Padre Jesús en su Entrada en Jerusalem y el nazareno de María Santísima de la Esperanza. Principio y fi n de nuestra Semana Santa, alfa y omega de la misma.

En el centro, tres potencias sobre la Peña de Martos, que vienen a signifi car la humanidad de Cristo, puesto que la diferencia del ser humano de los demás seres es precisamente lo que se ha venido en llamar las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Jesucristo reinando en los corazones de los moradores de la ciudad de la Peña.

La Madre está representada por un palio sostenido por doce varales inicio de la Santa Madre Iglesia, que comienza su andadura con doce hombres henchidos de fe y repletos de fuerza divina.

Semana Santa en Martos

REDACCIÓN

La HERMANDAD DE LA SANTA VERA CRUZ de Martos (Jaén), en primer lugar, agradece los correos, mensajes y testimonios de reconoci-miento que estamos recibiendo por la edición de nuestra publica-ción digital editada con motivo del Año de la Fe.

En segundo lugar, pide disculpas por el retraso que se ha producido en esta sexta entrega, ello ha venido motivado por los numerosos ajetreos de la pasada Cuaresma y Semana Santa, así como por circunstancias familiares y personales de los cofrades encargados de la publicación. Gracias por su comprensión.

¡Creo! Cofrades en la Fe Hermandad de la Santa Vera Cruz Número 6 Marzo 2013 Página 3

en marzo ...

Creo en la IglesiaANDRÉS BORREGO

TOLEDANO

Tercera llave: como niños

PIERRE-MARIEDELFIEUX

Lectura musicalde la Biblia

Fr. FERNANDO COLODRO CAMPOS

Señor,yo creo

Hna. MARÍA CRUZ CIORDIA

4. ¡Creo!4. ¡Creo!Cofrades en la feCofrades en la fe

9. Semana Santa9. Semana Santa20132013

15. Martos15. MartosEucarísticoEucarístico

17. Vía Crucis17. Vía Crucismisioneromisionero

5.EL CREDO DIEZ LLAVES

PARA ORAR

13.EXPERIENCIA

DE FE

7.EN CLAVE

DE SOL

25.

Bajo el manto de la historia, en el fi rmamento, en el espacio vacío y albergador, las estrellas mantienen entre ellas cada vez mayor distancia, como si la nada se alargase prolon-gándose infi nitamente su intención de mantener su inaccesibilidad. No obstante el punto de infl exión de la existencia no se desdibuja, por ser tal la contundencia de lo ya hecho, de lo ya manifestado, que la hermenéutica precisa entregada a través de esquemas nunca vistos, ha venido confi gurándose como la lógica de la vida.

Jesús de Nazareth es ese nuevo modelo, un modelo que descolocó a sus contemporá-neos y que sigue haciéndolo respecto de aquellos que se arrojan a conocerlo, dando un paso al frente en mitad del abismo de lo mucho llovido desde que irrumpiera entre nosotros.

Rasgos de su personalidad explicados desde la perspectiva del Evangelio, que no es un libro biográfi co, nos permiten comprender las controversias que suscitó, especialmente para encajarlo en tipologías ya constatadas y experimentadas del Antiguo Testamento. ¿En dónde radicaba su originalidad? En la percepción de que aún en medio de las difi cultades, ambigüe-dades e incluso mezquindades de la vida, hacía renacer permanentemente la seducción de lo nuevo, de lo inesperado. Su enorme capacidad para la reconciliación denunciaba como cadu-cas las separaciones establecidas por los hombres. El gozo de la experimentación del Espíritu le permitía dar realidad a la utopía y actualidad al futuro. Su libertad le permitía mostrar que Dios se encontraba preferentemente allí donde nadie lo hubiera pensado.

En Jesús se descubría más que la esperanza: se hacía patente un modo de amor nuevo que no se dejaba vencer ni por las oposiciones, ni por las incomprensiones; una forma de ser que excedía de experiencias habituales. Todo Él se mostraba en lo que hacía, sin diferencia alguna entre lo que era y cómo se conducía.

Por eso Jesús se mostraba tan cercano y distante, porque desde su generosidad elimi-naba cualquier tipo de barrera o exclusión, pero a la vez tan distante, porque no encajaba en ninguna de las alternativas en las que los hombres pretendían encerrarle, revelando pues lo que de divino tiene el hombre y lo que de humano tiene Dios.

Como portador escatológico de la esperanza y de salvación ha introducido en el mundo un factor nuevo de transformación, aunque a simple vista y desde prismas caducos aparezca como un fracasado que muere en la cruz solo y abandonado. Ese es el perfi l para su vida y ac-tuación, dado que, hasta ese momento no había existido ningún otro que le encajase. Desde entonces se abre una nueva perspectiva, una nueva categoría: el poder del fracaso, la trans-formación que al mundo puede inferir un aparente y común fracaso.

Todo ello se comprende tras la Pascua, a través de la cual se experimenta que tal fracaso ha sido confi rmado por Dios, y de la cual nace la fe, interpersonal, comunitaria y universal, revelada, transmitida. Jesús de Nazareth planteó con su vida y muerte un nuevo esquema de humanidad. El reto apasionante del valor transformador de un fracaso, confi rma-do, elevado, resucitado al nuevo orden.

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 4

¡Creo! Cofrades en la fe

¡Creo! Cofrades en la Fe Hermandad de la Santa Vera Cruz Número 6 Marzo 2013 Página 5

Creer en el Espíritu Santo y creer en la Iglesia (ekklésia, asambleas del pueblo de Dios) son dos caras de una misma moneda. El creyente que descu-bre a Dios Trinidad, descubre que la Iglesia ha surgi-do de Jesús y que su Espíritu la anima, la conduce, la defi ende y la sostiene en el tiempo. San Pablo ex-presó la unidad de Cristo y la Iglesia comparándola con la unidad del matrimonio: respecto a Jesucristo la Iglesia es la esposa y Cristo el esposo. También San Pablo utilizó el símil del cuerpo para explicar que Cristo es la cabeza y la Iglesia en sus diversos y múltiples miembros, su cuerpo. Profundizar en es-tas imágenes del Nuevo Testamento y volver a los documentos del Concilio Vaticano II puede ser de utilidad para mantener un equilibrio entre las tres grandes defi niciones de la Iglesia: Misterio, Comu-nión y Misión. La Iglesia, los creyentes que siguen al Señor, no tienen más que una tarea: ser signo, ser sacramento, recordar y hacer presente que Dios ama a todos los hombres y mujeres y les ofrece la salvación. La Iglesia es germen y comienzo del Reino de Dios que está emergiendo y aguarda la plenitud. La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo (LG).

La fraternidad y la unidad de los hermanos, la comunión, la Koinonía es imprescindible. Los her-manos y hermanas unidos somos la condición nece-saria para que el mundo crea. Que todos sean uno fue la oración de Jesús antes de morir. Todo lo que favorece la unidad de la Iglesia, el ecumenismo y el diálogo entre las diversas iglesias cristianas es tarea

primordial. La comunión en la pluralidad, la reci-procidad y el reconocimiento mutuo expresan el ser de la Iglesia. En la unidad con los hermanos, la Igle-sia vive la unión con Jesucristo. Así podemos decir que la Iglesia es una.

La Iglesia existe para evangelizar, para dar a conocer a Cristo, anunciar a Jesús y anunciar su Rei-no. Es el ministerio de la Palabra, el anuncio del ke-rigma y el testimonio de la fe. Por la Palabra, expre-sada en mil lenguajes y métodos, la Iglesia anuncia a Jesucristo muerto y resucitado y por ello podemos decir que la Iglesia es apostólica.

También las obras de liberación y el trabajo a favor de los pobres y la justicia es tarea eclesial. La evangelización es testimonio profético, acción social, caridad y amor. Diakonía con nuevos y vie-jos modos, preocupación y garantía de autenticidad eclesial. La Iglesia sirve a Jesucristo en los últimos. Este amor universal que llega a todos expresa que la Iglesia es católica.

Lo más visible de la Iglesia es su vida de ora-ción y de celebración de la fe. Rezar y celebrar los Sacramentos es un mandato del Señor. Es la dimen-sión de la liturgia. Particularmente la Eucaristía es el centro de la vida cristiana y lo que más identifi ca la vida de los creyentes. Hay momentos de oración, estaciones de penitencia, peregrinaciones, vigilias, tiempos de retiro y de intensa experiencia espiri-tual. La Iglesia, por tanto, permanentemente cele-

5. Creo en la IglesiaANDRÉS BORREGO TOLEDANO

El “Símbolo de los Apóstoles” como fórmula con la que la Iglesia expresa su fe y la transmite con un lenguaje común.

“Así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salva-ción de los hombres y se llama Iglesia” (Clemente Alejandrino).

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 6

bra a Jesucristo. En todo ello la Iglesia refl eja, como santa, la Santidad de Dios.

Aunque en el Cre-do profesamos la santidad de la Iglesia, hemos de reconocer con el Conci-lio Vaticano II (LG 8) que “recibiendo en su propio seno a los pecadores” es “santa al mismo tiempo” y “está necesitada de purifi -cación constante” y busca sin cesar “la penitencia y la renovación”. Recomen-dación en la que el mismo Benedicto XVI insiste con determinación tras su sor-prendente, renovadora, valiente y original renun-cia al papado, consciente de que el propio pecado de muchos es una grave difi cultad para la credibili-dad de la Iglesia. Esta es la contradicción permanente de la comunidad cristiana, que a pesar de ser íntimamente humana, sin em-bargo, es tal vez la que más confusión y desasosiego genera. Creer en la Iglesia no es fácil, ni antes ni ahora. Los padres de la Iglesia en sus primeros siglos utilizaron la audaz expresión “casta meretrix” para explicar que procede de la Babilonia de este mundo, pero Cristo señor la lavó y la convirtió en esposa. Urs von Balthasar ha pretendido hacernos ver con sus análisis que esto no es únicamente afi rmación histórica, en el sentido de que su impureza sea una cosa del pasado y la inquietud dialéctica haya sido totalmente superada, sino que se designa así la per-manente tensión existencial de la Iglesia. La Iglesia vive perpetuamente del perdón que la transforma. Creer en la Iglesia exige admitir esta tensión como propia de la libertad humana cuya condición es in-dispensable para la acción de la Gracia.

No se trata de condescender con los errores de la Iglesia, ni con los históricos ni con los actua-les, ni de cerrar los ojos a los pecados comunitarios ya sean institucionales o personales. El propio Juan Pablo II, en el marco del Jubileo del año 2000, hizo memoria y valiente confesión de los pecados de la Iglesia el 12 de febrero en la jornada del Perdón. El itinerario hacia la madurez espiritual exige al cre-yente acoger y comprender al pecador siempre, sin legitimar el pecado.

También la Iglesia, en una expresión clási-ca, necesita permanente reforma, esa Iglesia que, como escribe Juan Rubio: “sigue caminando en la Historia como sacramento universal de salvación. Construida sobre la roca, pero esa roca es Cristo, no ella. Si ella se vuelve roca y no camino, quedará

como los líquenes adosados y perderá su esencia misio-nera. Una Iglesia samari-tana que sigue ofreciendo el “vino del consuelo y el aceite de la esperanza”. Una Iglesia que sea más hogar que cárcel. Una Igle-sia abierta a todos, con la mesa siempre puesta, el vino de la alegría escan-ciado, el pan logrado con el sudor compartido y un poco de agua fresca que calme la sed y limpie la su-ciedad. Una Iglesia que se aleja del poder, del tener y del saber, que como con María canta cada tarde un Magnífi cat excelso: “de-rriba del trono a los pode-rosos y enaltece a los hu-mildes”. Una Iglesia que, como el Maestro, con solo llamar a cada uno por su nombre, sepa devolverle la dignidad que le ha arran-

cado una vida sin sentido. Una Iglesia, presidida en el Amor por el sucesor de Pedro, que no es el sucesor de Jesucristo, sino el que, tomando el peso de su responsabilidad sea un modelo que aliente y ayude a los hermanos en el camino. Una Iglesia en la que sus obispos sirvan en la caridad y que como sucesores de los apóstoles recorran los caminos con sabiduría, sencillez e inteligencia, ofreciendo sus vidas en el testimonio diario, alejándose de favo-ritismos y de cortes que más refl ejan tiempos pa-sados que nuevos. Una Iglesia en la que los sacer-dotes, religiosos y vidas consagradas no teman mancharse con el barro de la debilidad ajena, pero sean muy exigentes por la limpieza de su corazón, apasionados por el Evangelio que han de predicar cada día. Una Iglesia en la que los laicos, desde el compromiso de su propio bautismo, en comunión con sus pastores, sepan ser luz y sal en medio del mundo. Laicos adultos para una Iglesia adulta. Una Iglesia que se sienta a dialogar con aquellos que creen en dioses distintos, o incluso no creyentes, para descubrir en ellos las semillas de la belleza de Dios. Una Iglesia sin condenas, en la que nadie sea más que nadie y todos se miren a la cara, alejada de las diatribas internas. Una Iglesia que no mire con añoranza el pasado desde el cómodo sofá, sino que mire al futuro, situada en el trampolín de la auda-cia y la valentía, que no tenga miedo a los cambios, que sea transparente. Una Iglesia que apuesta por los jóvenes, joven siempre ella, llena de bondad, de verdad y de hermosura y que sigue mirando a los ojos de los jóvenes ofreciéndoles una Palabra llena de sentido, la Palabra viva del Evangelio”.

¡Creo! Cofrades en la Fe Hermandad de la Santa Vera Cruz Número 6 Marzo 2013 Página 7

Voy tras las huellas de Jesús de Nazareth, el que acoge y convive con las mujeres, sin restricción alguna. Recordamos algunos datos del evangelio de Lucas:

En el grupo que lo acompañan, ade-más de los doce, aparecen al menos tres mujeres con su nombre: María Magdale-na, Juana, Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

“No llores” le dice a la viuda que acababa de perder a su único hijo y se lo devuelve con vida.

“Defi ende” públicamente a una mujer conocida como pecadora en la ciu-dad.

A la que, invadida de confi anza y temor, le toca por detrás el manto le dice: ”Hija, tu fe, te ha curado”.

Se indigna con los que prefi eren cumplir el sábado antes que liberar a la mujer encorvada y proclama: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”.

Se fi ja en la viuda necesitada y afi r-ma que “ha echado más que nadie en el cepillo del templo”.

Se me regaló un atajo de belleza y misterio.

Esa es la sensación que tengo cuando repaso mi vida de mujer Oblata. Un atajo que descubren y recorren José Mª Benito Serra (el P. Serra) y Antonia María de Oviedo (la Madre Antonia de la Misericor-dia), en la primavera de 1864, en la Villa y Corte de Madrid.

Sí, dos personas que buscan el querer de Dios en sus vidas y que, con gran sorpresa, encuentran unas mujeres que se lo muestran con claridad. Suele pasar a quien camina con los ojos bien abiertos a la realidad.

Son las que llamamos mujeres públicas pero están ocultas. De mucha apariencia pero sin recono-cimiento social. Mujeres a las que se acercan muchos

Experiencia de fe

Señor, yo creo.Pero aumenta mi fe.

MARÍA CRUZ CIORDIA O.S.R.Religiosa Oblata del Santísimo Redentor

hombres de todos los estados, niveles y profesiones, que aparcan su responsabilidad de padre, herma-no o compañero, siempre protegidos a la sombra de su vida privada y de sus necesidades de varón, tan reconocidas en la cultura machista de la sociedad. Mujeres que siguen cargando sobre sí, el peso de una sociedad hipócrita que se niega a proclamar la igual dignidad de todos los seres humanos. Mujeres incomprendidas por la mayoría de las otras mujeres.

Estas mujeres son las que ejercen o han ejer-cido prostitución y se mue-ven en ámbitos de exclu-sión social.

Pues confi eso que son ellas las que purifi -can mi fe, refuerzan mi esperanza y me muestran la gratuidad de Dios, ese Abba Misericordioso que, según nos enseña Jesús, hace salir el sol y manda la lluvia para buenos y malos porque todos son sus hijos. (Cfr. Mt. 45) Me orientan hacia una oración sincera, de simple aper-tura al querer de Dios.

Me ayudan a acercarme con sumo respeto a las personas porque la realidad de cada ser humano es tierra sagrada, aunque nos atrevamos a profanar-la bajo los efectos de la injusticia y de la opresión más humillante. Me enseñan una mirada que puede atravesar la corteza de las apariencias y aproximar-se mejor a la verdad de las situaciones.

Para quienes formamos la familia Oblata re-suena, con una fuerza especial y persistente, aque-lla pregunta del Maestro: ¿Ves esta mujer? (Cfr. Lc.

7, 44).

Es la pregunta clave para vivir con coherencia la misión en el compromi-so solidario de caminar con ellas y compartir existen-cialmente la Noticia libera-dora de Jesús. Es también

la tierra en la que germina, crece y se fortalece la espiritualidad de la familia Oblata.

¡Anímanos Señor a responder tu pregunta con sinceridad y alegría!

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 8

“Sí, dos personas que buscan el querer de Dios en sus vidas y que, con gran sorpresa, encuentran unas mujeres que se lo muestran con claridad”

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¡Creo! Cofrades en la Fe Hermandad de la Santa Vera Cruz Número 6 Marzo 2013 Página 9

A los párrocos y responsables de comunidades educativas:

Hace años que todos trabajamos por lograr que la Iglesia esté en la calle tratando que se mani-fi este más la presencia de Jesús vivo. Es el esfuer-zo de vivir aquello que rezamos tantas veces en la Misa “que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fi delidad al Evangelio; que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y así les mostremos el camino de la salvación” 1. En mayor o menor medida muchas comunidades aceptaron ese desafío. Aparecida confi rmó el camino y nos mostró que, para que no sea un chispazo, necesitábamos una conversión pastoral. La necesitamos continua-mente porque muchas veces tenemos la tentación de volver a las cebollitas de Egipto. Todos sabemos que la realidad de nuestras parroquias resulta aco-tada en relación a la cantidad de personas que hay y a las que no llegamos. La Iglesia que nos llama cons-tantemente a una nueva evangelización nos pide poner gestos concretos que manifi esten la unción que hemos recibido. La permanencia en la unción se defi ne en el caminar y en el hacer. Un hacer que no sólo son hechos sino un estilo que busca y desea po-der participar del estilo de Jesús. El “hacerse todo para todos para ganar a algunos para Cristo” va por este lado 2.

Salir, compartir y anunciar, sin lugar a dudas, exigen una ascesis de renuncia que es parte de la conversión pastoral. El miedo o el cansancio nos pueden jugar una mala pasada llevándonos a que nos quedemos con lo ya conocido que no ofrece difi cultades, nos da una escenografía parcial de la realidad y nos deja tranquilos. Otras veces podemos caer en el encierro perfeccionista que nos aísla de los otros con excusas tales como: “Tengo mucho tra-bajo”, “no tengo gente”, “si hacemos esto o aquello ¿quién hace las cosas de la parroquia?”, etc.

Igual que en el año 2000 quisiera decirles: Los tiempos nos urgen. No tenemos derecho a quedar-nos acariciándonos el alma. A quedarnos encerrados en nuestra cosita… chiquitita. No tenemos derecho a estar tranquilos y a querernos a nosotros mismos… Tenemos que salir a hablarle a esta gente de la ciu-

Semana Santa 2013Cardenal JORGE MARIO BERGOGLIO S.J.

Carta pastoral para la Semana Santa 2013 del cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ,arzobispo de Buenos Aires, ahora Papa Francisco

dad a quien vimos en los balcones. Tenemos que sa-lir de nuestra cáscara y decirles que Jesús vive, y que Jesús vive para él, para ella, y decírselo con alegría… aunque uno a veces parezca un poco loco.

Cuántos viejitos están con la vida aburrida, que no les alcanza, a veces, el dinero ni para com-prar remedios. A cuántos nenes les están metiendo en la cabeza ideas que nosotros recogemos como gran novedad, cuando hace diez años las tiraron a la basura en Europa y en los Estados Unidos, y nosotros se las damos como gran progreso educativo.

Cuántos jóvenes pasan sus vidas aturdiéndose desde las drogas y el ruido, porque no tienen un sentido, porque nadie les contó que había algo gran-de. Cuántos nostálgicos, también los hay en nuestra ciudad, que necesitan un mostrador de estaño para ir saboreando grapa tras grapa y así ir olvidando.

Cuánta gente buena pero vanidosa que vive de la apariencia, y corre el peligro de caer en la soberbia y en el orgullo.

¿Y nosotros nos vamos a quedar en casa? ¿Nos vamos a quedar en la parroquia, encerrados? ¿Nos vamos a quedar en el chimenterío parroquial, o del colegio, en las internas eclesiales? ¡Cuando toda esta gente nos está esperando! ¡La gente de nues-tra ciudad! Una ciudad que tiene reservas religiosas, que tiene reservas culturales, una ciudad preciosa, hermosa, pero que está muy tentada por Satanás. No podemos quedarnos nosotros solos, no podemos quedarnos aislados en la parroquia y en el colegio 3.

La Semana Santa se nos presenta como una nueva oportunidad para desinstalar un modelo ce-rrado de experiencia evangelizadora que se reduce

a “más de lo mismo” para instalar la Iglesia que es de “puertas abiertas” no porque sólo las abre para recibir sino que las tiene abiertas para salir y cele-brar, ayudando a aquellos que no se acercan.

Con estos pensamientos miro la próxima ce-lebración de Ramos, es la fi esta del andar de Jesús en medio de su pueblo siendo bendición para todos los que se encontraban a su paso. Les ruego que no privaticemos la fi esta que es para todos y no para al-gunos. La Arquidiócesis ha hecho la opción de cele-brarla misioneramente el sábado por la tarde, desde las columnas y puestos misioneros en las distintas Vicarías. Sin embargo la adhesión es todavía muy pobre. Por eso les pido a los Párrocos y a los respon-sables de los Colegios que convoquen y movilicen sus comunidades para ese momento fuerte de fe y anuncio con la certeza de que la vida de nuestros fi eles se renueva cuando experimentan la belleza y alegría de acercarse a los hermanos para compartir la fe: “es imposible que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al Reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia” 4.

Les agradezco desde ya todo lo que hagan en este sentido.

Con paternal afecto.

25 de febrero de 2013

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 10

NOTAS:

1. P. E. Vc.

2. Misa Crismal 2012.

3. EAC 2000.

4. Evangelii nuntiandi 24.

Nº 1 · 2012

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2012_10

Nº 2 · 2012

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2012_11

Nº 3 · 2012

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2012_12

Nº 4 · 2013

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2013_01

Nº 5 · 2013

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2013_02

Nº 6 · 2013

h p://www.issuu.com/veracruz-martos/docs/creo_cofrades_en_la_fe_2013_03

Que los niños, los jóvenes y las familias respondan con genero-sidad a la llamada del Señor y aumenten las vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada, matrimonial y misionera.

El clero: Que los obispos, sacerdotes y diáconos sean incansables anun-ciadores del Evangelio hasta los confines de la tierra

Que los cofrades vivan comoverdadero testimonio de fe sus desfiles penitenciales en Semana Santa.

Abba, Padre

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 12

Respecto por la naturaleza:Que crezca el respeto por la natu-raleza, obra de Dios confiada a nuestra responsabilidad.

MARZOOremos por las intenciones del Santo Padre y la Conferencia Epis-copal propuestas al Apostolado de la Oración, a las que le hemos sumado una de la Hermandad.

AGENERAL

AMISIONERA

ACEE

ACOFRADE

Campaña por la vida 2013

SECCIÓN DEDICADA A LA ORACIÓN, COORDINADA POR HNO. ABDÓN RODRÍGUEZ HERVÁS, MONJE JIENNENSE DEL MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARÍA DE LAS ESCALONIAS. HORNACHUELOS (CÓRDOBA).

ORACIÓN

Oh, María, Aurora del mundo nuevo,Madre de los vivientes,A Ti confi amos la causa de la vida;mira, Madre, el número inmensode niños a quienes se impide nacer,de pobres a quienes se hace difícil vivir,de hombres y mujeres víctimasde violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertosa causa de la indiferencia o de una presunta piedad.Haz que quienes creen en tu Hijosepan anunciar el Evangelio de la vidacon fi rmeza y amora los hombres de nuestro tiempo.Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existenciay la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,la civilización de la verdad y del amor,para alabanza y gloria de Dios, Creador y amante de la vida.

Beato Juan Pablo II

JOSÉ

PEZ

DA

MA

S · 2

012

¡Creo! Cofrades en la Fe Hermandad de la Santa Vera Cruz Número 6 Marzo 2013 Página 13

Ninguno de nosotros sabe orar, pero Jesús nos ha enseñado cómo hacerlo.

Después de tantas y tantas generaciones, sus discípulos intentan imitarle, y han ido desarrollando y precisando, un cierto número de leyes para actualizar y concretar

las enseñanzas del Evangelio.

Enseñanzas que, a lo largo de los siglos, numerosos maestros espirituales han confi rmado.

Estas enseñanzas nos abren las puertas del mundo interior de la contemplación.

Aquí tienes, hermano, hermana, diez llaves para la oración.

Podemos orar como un niño. Porque si no nos hacemos como niños, no entraremos en el Reino de Dios:

“Dejad que se me acerquen los niños y no se lo impidáis, porque los que son como ellos tienen a Dios por Rey. Os aseguro que quien no acepte el Reino de

Dios como un niño, no entrará en él” (Lc 18, 15-17).

La oración no es una cosa complicada; es cierto que nunca es fácil, pero es siempre algo sencillo. El Señor se complace en ser alabado por la boca de los niños, de los niños de pecho:

“De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos” (Sal 8, 3).

Se entra verdaderamente en el reino de la oración y, por tanto, en la intimidad con Dios, volviendo a tener un corazón de niño:

“Llamó a un niño, lo puso en medio y le dijo: Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como estos chiquillos, no entraréis en el Reino de Dios” (Mt 18, 3).

Lo que Dios oculta a los sabios y entendidos, se complace en revelarlo a los más pequeños:

“Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla;

sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien” (Mt 11, 25).

Recibiremos el Reino de Dios creyendo en él con toda nuestra fe de niños. Conmoveremos el cora-zón de nuestro Padre pidiéndole con todo nuestro amor de niños.

Diez llaves para orarPIERRE-MARIE DELFIEUX

Año de la fe Parroquia de San Juan de Dios Número 6 Marzo 2013 Página 14

Pues bien, todos nosotros, ya somos hijos de Dios desde ahora. El mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios:

“Mirad, no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al temor; sino un Espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar: ¡Abba!¡Padre! Ese

mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”(Rom 8, 16).

Y la prueba de que somos hijos es que Dios envió a nuestro interior el Espíritu del Hijo.

“La prueba de que sois hijos es que Dios envió, a vuestro interior, el Espíritu de su Hijo, que grita: “¡Abba! ¡Padre!”. De modo que ya no eres esclavo, sino

hijo y, si eres hijo, eres también heredero, por obra de Dios” (Gál 4, 6-7).

¿Qué esperamos, pues, para entrar por una oración fi lial en la libertad y la gloria de los hijos de Dios? ¿Qué esperamos para atrevernos a decirle al Altísimo: “Papá”? ¿Creemos verdaderamente que se enfadará?

Despojémonos de nuestras máscaras. No juguemos más “a ser mayores”. Creamos en la ternura del Padre. Él está ahí y quiere cogernos en sus brazos, auparnos como a un bebé hasta sus mejillas.

“Yo enseñé a andar a Efraín y lo llevé en mis brazos... Con correas de amor los atraía, con cuerdas de cariño... me inclinaba y les daba de comer”

(Os 11, 3-4).

Aceptemos la invitación a nacer de nuevo.

“Te aseguro que si uno no nace de nuevo no podrá gozar del reinado de Dios... A menos que uno nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar en el

Reino de Dios” (Jn 3, 4-7).

Si no es así, no superaremos nunca el obstáculo de los falsos miedos, ilusiones y dudas.

La tercera llave de la oración consiste pues, en orar con un corazón de niño.

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Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia)17:15 h. a 18:00 h.

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HERMANDAD HUMILDAD Y DESAMPARADOS

Iglesia delMonasterio de la Santísima Trinidad10:30 h. a 13:00 h.

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Capilla Sacramental de la Iglesia Parroquial de San Juan de Dios18:30 h. a 19:30 h.

Iglesia Parroquial deLa Asunción de Nuestra Señora19:00 h. a 19:30 h.

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HERMANDAD HUMILDAD Y DESAMPARADOS

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HERMANDAD HUMILDAD Y DESAMPARADOS

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JUEVES SANTOTras la celebración litúrgica de la Cena del Señor, monumentos eucarísticos en

los siguientes templos de Martos:- Iglesia Parroquial de Santa Marta- Iglesia Parroquial de San Amador y

Santa Ana- Iglesia Parroquial de la Asunción de

Nuestra Señora- Iglesia Parroquial de San Francisco de

Asís- Iglesia Parroquial de San Juan de Dios- Iglesia Conventual del Monasterio de

la Santísima Trinidad- Iglesia Conventual de San Antonio de

Padua- Capilla Nuestra Señora de los Desam-

parados (Residencia)

Capilla Nuestra Señora de los Desamparados (Residencia)18:00 h. a 18:45 h.

COFRADÍA SANTA MARÍA DE LA VILLA

Santuario de Santa María de la Villa19:30 h. a 20:00 h.

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INTRODUCCIÓN

El “vía crucis” (camino de la cruz) es un modo de oración y de contemplación para revivir la pa-sión, muerte y resurrección de Jesús. Se acostumbra hacer esta celebración durante la Cuaresma, pero también en otros tiempos litúrgicos, tanto en priva-do como en comunidad.

Jesús ha padecido, ha muerto y ha resucitado para salvar a todos los hombres, de todos los tiem-pos; ha cargado sobre sí el peso del mundo entero. Hoy Jesús está vivo en su Iglesia, en todos nosotros. Acompañar a Jesús, en su vía dolorosa, signifi ca que nosotros, junto con Él, nos hacemos solidarios con todos los hombres que hoy sufren y esperan la sal-vación.

El propósito del presente guión-esquema es darle a la celebración del “vía crucis” un contenido misionero. “Vía crucis misionero” quiere decir revi-vir, hoy, junto con Jesús, las múltiples situaciones

Vía Crucis misionero

P. ROMEO BALLÁN, Misioneros CombonianosVerona (Italia)

El Lunes Santo de 2013 la Corporación cofrade de la Santa Vera Cruz de Martos (Jaén) no pudo testimoniar su fe por las calles de nuestra ciudad por motivos metereológicos.

Fue la lluvia el abono para aquel Lunes Santo distinto, de interiores, que nos permitió realizar un peculiar “camino de la cruz” en-contrado al azar, en internet (www.omp.es), pero que a la mayoría de nosotros nos sedujo y conmovió, por eso queremos compartirlo con los lectores de ¡Creo! Cofrades en la fe.

Como apreciaréis es un Vía Crucis glo-bal, eliminando cualquier connotación peyo-rativa del término, por aglutinar un amplio conjunto de situaciones, geografías, vivencias y problemas de lo más humano, haciéndonos refl exionar sobre el terreno abonado que es cualquier espacio para la misión. Todo es te-rritorio de misión, cualquier lugar o ámbito nos puede permitir, y se hace necesario, evan-gelizar. Ceñimos nuestra cintura, queridos amigos, y seamos misioneros.

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misioneras del mundo actual. Este es el recorrido espiritual que vamos a realizar en las quince esta-ciones del “vía crucis”.

El texto está pensado principalmente para co-munidades, grupos, familias, con la posibilidad de adaptarlo a cada público y lugar. Para cada esta-ción se ha escogido un texto bíblico y se proponen algunas refl exiones a partir de diferentes situacio-nes misioneras en el mundo. Los demás elementos tradicionales del “vía crucis” (oraciones iniciales y fi nales, cantos, invocaciones, momentos de silencio …) se dejan a la discreción del grupo, según las cos-tumbres y la conveniencia pastoral.

I. JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 4-6.16)

Volvió a salir Pilato y les dijo: “Miren, se lo traigo fuera para que sepan que no en-cuentro ningún delito en él”. Jesús entonces salió fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Les dice Pilato: “Aquí tie-nen al hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: “¡Crucifí-calo, crucifícalo”. Les dice Pilato: “Tómenlo ustedes y crucifíquenle, porque yo ningún de-lito encuentro en él” … Entonces se lo entre-gó para que fuera crucifi cado.

Jesús acepta morir para liberarnos de nues-tros pecados y darnos su vida en plenitud. Él, vícti-ma inocente, es condenado por la maldad y la en-vidia de algunos hombres. ¡Cuántas veces, hoy, se repite en el mundo esta situación! Se abusa de la pobreza, de la falta de instrucción, de la incapaci-dad de muchas personas de rebelarse, para privarlas de sus derechos, y a veces hasta de su derecho a la vida. (En cada comunidad se pueden citar aquí ejemplos de actualidad mundial o local).

Pidamos por todos los perseguidos y oprimi-dos, y para que nosotros nunca seamos de aquellos que condenan y oprimen, sino de los que acogen y toman la defensas de los débiles. Oremos por todos los que en distintos lugares del mundo son obstacu-lizados o condenados por su trabajo en defensa de la persona humana.

Padre nuestro...

II. JESÚS CARGANDO LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Marcos (Mc 8, 31-33)

Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser repro-bado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro se puso a repren-derle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: “¡Quítate de mi vista, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.

En la fi gura de Pedro, relatada en este pasa-je del Evangelio, se refl eja nuestra incapacidad de reconocer a Dios en un hombre que está cargando una cruz. En su resurrección Jesús ha convertido la

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cruz y el dolor en instrumentos de salvación. Pero, al mismo tiempo, nos pide a todos que aliviemos el sufrimiento de los demás. Oremos por el Papa, el primer misionero de la Iglesia, y por todos los misioneros esparcidos por el mundo, sobre todo por aquellos que actúan en situaciones difíciles y peli-grosas, para que sepan cargar la cruz de su traba-jo apostólico, con valentía y perseverancia, aun en medio de restricciones y persecuciones.

Padre nuestro...

III. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas (Lc 9, 23-24)

Jesús decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará”.

Mientras acompañamos a Jesús llevando cada día nuestra cruz, recordemos en esta estación al continente africano, donde los católicos son apenas el 16% de la población, en medio de una muche-dumbre de musulmanes y de otros no cristianos. Más de cincuenta naciones jóvenes están dando los pri-meros pasos de su independencia política, teniendo que enfrentar enormes problemas de pobreza, ham-bre, enfermedad, analfabetismo, guerras, luchas internas …

El Evangelio y la presencia de la Iglesia cons-tituyen un fermento y una esperanza para el creci-miento y el desarrollo civil y social de estos pueblos. Que por la intercesión de los Santos y Mártires de África, los cristianos estén a la altura de la impor-tante tarea que les corresponde.

Padre nuestro...

IV. JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 25-27)

Junto a la cruz de Jesús estaban su ma-dre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípu-lo la acogió en su casa.

Durante su camino doloroso, Jesús encuentra nuevamente a su Madre que lo acompaña hasta el Calvario. Allí, clavado en la cruz, Jesús nos entrega a su Madre santísima. Y Ella, hecha Madre de todos los hombres, no cesa hoy de estar al lado de cada persona que sufre, sobre todo de los más pobres y necesitados. Ella, que acompañó también los prime-ros pasos de la Iglesia misionera, es la “Estrella de la Evangelización” (EN 82) y le corresponde asimis-mo el título de “Reina de las misiones”.

Confi emos a la poderosa intercesión de María todas las iniciativas misioneras de la Iglesia y las necesidades espirituales y materiales de todas las familias.

Recordemos también a todos los habitantes desparramados en las numerosas islas de Oceanía.

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Roguemos para que, por el testimonio y la labor de las pequeñas comunidades cristianas, el Reino de Dios sea entre ellas una realidad.

Padre nuestro...

V. JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRINEO

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas (Lc 23, 26)

Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la lle-vara detrás de Jesús.

En el cirineo, que era un campesino originario del norte de África, vemos el compromiso de mu-chos cristianos que alivian los sufrimientos de sus hermanas y hermanos que están en difi cultades. Cada uno de nosotros está llamado a ser “cirineo” de los demás. También los misioneros son cirineos al servicio de los más necesitados.

Oremos por todos los agentes pastorales, es-pecialmente por los misioneros laicos, por los ca-tequistas, y por cada uno de nosotros, a fi n de que sepamos ayudar a otros hermanos a llevar su cruz.

Padre nuestro...

VI. VERÓNICAENJUGA EL ROSTRO DE CRISTO

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Mateo (Mt 10, 42)

Jesús les dijo: “Todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, les ase-guro que no perderá su recompensa”.

El gesto de Verónica es sencillo, cargado de amor, un amor desinteresado, puesto que Jesús -como dicen las Escrituras- ya no tenía nada que pudiera ser atractivo. Con frecuencia, también hoy el rostro de Cristo está desfi gurado, como afi rma el documento de los Obispos latinoamericanos en Pue-bla: “La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela” (n. 31).

Abramos los ojos para descubrir siempre el rostro de Cristo en los pobres y en los sufrientes; que ningún sufrimiento humano nos deje indiferen-tes e inactivos. Aun cuando no podamos hacer mu-chas cosas, tenemos por lo menos la posibilidad de orar y cumplir pequeños gestos de solidaridad, con amor.

Padre nuestro...

VII. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del profeta Isaías (Is 53, 3-5)

Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nues-tras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cicatrices hemos sido curados.

Contemplamos a Jesús que vuelve a caer bajo el peso del madero cargado sobre sus hombros: ca-mino de la cruz, camino de dolor, camino de espe-ranza, camino de Jesús, camino de la humanidad.

En esta estación, pensamos en los pueblos del Asia: el pueblo chino, indio, vietnamita, fi lipi-

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no, iraquí, palestino, etc., a menudo aplastados por guerras, epidemias, carestías y desastres naturales. Son, asimismo, los pueblos de las grandes religiones orientales: budismo, taoísmo, hinduismo, shintois-mo, islam …, con todos sus seguidores, que también buscan a Dios con corazón sincero.

Oremos por todos los misioneros, para que, profundamente identifi cados con Cristo, sean siem-pre testigos del Dios invisible, mujeres y hombres contemplativos aun en medio de la actividad misio-nera. Y de esta manera sean puentes de comunión entre las personas, las comunidades y los pueblos.

Padre nuestro...

VIII. JESÚSENCUENTRA A LAS MUJERES PIADOSAS

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas (Lc 23, 27-28)

Le seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamenta-ban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí: lloren más bien por ustedes y por sus hijos”.

Algunas mujeres, llorando, acompañan y consuelan a Jesús, víctima inocente. Hoy también muchas madres lloran por sus hijos enfermos, ham-brientos, torturados, desaparecidos, o víctimas del terrorismo, de la drogadicción … Ciertamente, en su infancia eran buenos; quizás les faltó cariño en la familia, educación en la escuela; luego las malas compañías se los llevaron … Ahora sus madres se la-mentan por ellos y los lloran, vivos o muertos.

Pensemos también en las religiosas misione-ras: con amor y entrega se consagran a la asisten-

cia y al cuidado de enfermos, ancianos y niños, en hospitales, dispensarios, maternidades. Se dedican a la enseñanza y a la educación en escuelas de todo tipo; desarrollan un apostolado precioso entre las mujeres y en las familias. Acompañémoslas con nuestra oración para que su número aumente y su servicio sea cada vez más efi caz.

Padre nuestro...

IX. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del salmo 69 (Salmo 69, 2-4)

¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello! Me hundo en el cieno del abismo, sin poder hacer pie; he llegado hasta el fondo de las aguas, y las olas me anegan. Estoy exhausto de gritar, arden mis fauces, mis ojos se consumen de esperar a mi Dios.

Jesús, como dice el salmo, aparece hundi-do, sumergido, deshecho. En esta situación Jesús se hace cercano, como buen samaritano, a los que están abatidos, faltos de consuelo y de esperanza. Esta es también la situación de tantos cristianos hoy.

Pensemos por un instante en el continente americano. América del Norte, al igual que otros países europeos, tiene el rostro del bienestar y de la técnica, pero, el super-desarrollo, a menudo, hace que los hombres se cierren a la voz de Dios. Améri-ca Latina posee el don de la fe cristiana, pero está oprimida por la explotación de los poderosos, por el subdesarrollo, la violencia y las injusticias institu-cionalizadas.

A nivel mundial, el desarme y el diálogo Norte-

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Sur entre países ricos y países pobres podrán llegar a resultados positivos solamente si los responsables de estos acuerdos se inspiran en criterios evangéli-cos a la hora de establecer las relaciones entre los pueblos. Para ello es preciso que nosotros también apoyemos efi cazmente la formación de una opinión pública bien orientada.

Padre nuestro...

X. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDOS

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 23-24)

Los soldados, después que crucifi caron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada sol-dado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: “No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca”. Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados.

Junto a Jesús, despojado de sus vestidos, pensemos en la situación de muchas personas que se ven privadas de sus derechos. La cultura moder-na ensalza, justamente, los derechos de la persona, aunque en tantos lugares y ocasiones muchos mi-llones de seres humanos no tienen ni lo necesario para sobrevivir. Y todo esto ocurre con la complici-dad silenciosa de muchas personas e instituciones públicas y privadas.

Recordemos en esta estación también a Eu-ropa que está renunciando y se está despojando de grandes valores humanos y evangélicos; está per-diendo su identidad de continente cristiano. Hay varias iniciativas de apostolado que se desarrollan en medio de situaciones misionera nuevas: perife-rias, migrantes, drogadictos, violencia, carrera ar-mamentista, terrorismo, crisis familiares, divorcio, aborto …

Roguemos para que Europa, víctima de sus propios adelantos técnicos y del consumismo, re-descubra el don de la fe y viva con nuevo empuje su vocación cristiana y su compromiso misionero.

Padre nuestro...

XI. JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas (Lc 23, 33-34a)

Llegados al lugar llamado Calvario, le crucifi caron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús de-cía: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.

Mientras lo crucifi can, Jesús implora de su Pa-dre Dios perdón por sus verdugos y por cada uno de nosotros. El evangelio del perdón de los enemigos es la novedad más alta del cristianismo; los mártires, desde San Esteban, lo han enseñado en su vida y practicado en su muerte.

Recordemos en esta estación a los responsa-bles y a los guías de las jóvenes Iglesias de Asia, África, América y Oceanía: obispos, sacerdotes lo-cales, religiosas, catequistas, maestros, animadores sociales, promotores del desarrollo, colaboradores de la salud, etc. Oremos para que, en sus decisiones y servicios, se dejen guiar por el Espíritu de Cris-to, para que estén siempre preparados a enfrentar las nuevas situaciones. Roguemos también para que aumenten las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras y laicales, para que la Iglesia, que es experta en humanidad, sepa promover siempre el desarrollo integral de las personas y el desarrollo solidario de los pueblos.

Padre nuestro...

XII. JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 28-30)

Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: “Tengo sed”. Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: “Todo está cumplido”. E in-clinando la cabeza, entregó el espíritu.

¡Es un misterio para contemplar asidua y pau-sadamente, con amor! Para comprender siempre más lo que signifi ca un Dios muerto en la cruz por la salvación del mundo. En esta contemplación se ali-menta y refuerza la misión. Lo que realmente con-templamos en el Crucifi cado es su Corazón abierto y sus brazos extendidos para abrazar al mundo ente-ro, el mundo del pasado, del presente y del futuro. En la cruz, en el Corazón de Jesús, la salvación es ofrecida a todos, con gratuidad y abundancia. Esto es lo que hace diferente su muerte: uno ha muerto, por todos, por amor, para que todos tengan vida en abundancia.

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Demos gracias al Señor por habernos conce-dido esta vida nueva; roguemos por los pueblos que aún no han podido recibirla, y renovemos nuestro compromiso misionero, tanto en el seno de nuestra Iglesia local como más allá de nuestras fronteras.

Padre nuestro...

XIII. JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 28-30)

Los soldados, al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las pier-nas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean … Después de esto, José de Arimatea... pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo.

Juan, el discípulo amado, es testigo presen-cial de un hecho que lo impresiona inmensamente: la lanzada del soldado abre las ventanas sobre el

misterio de ese Dios muerto en la cruz. Del corazón traspasado de Jesús, mana el Espíritu, nace la Igle-sia, brotan los sacramentos de la vida.

Hoy Jesús ya no es visible entre nosotros en su cuerpo. El Resucitado pide hoy a muchas perso-nas entregarle su propia vida, para que, a través de ellas, Él pueda continuar su misión de amor en el mundo. Cristo no tiene manos: sólo tiene las nues-tras. Cristo no tiene pies: tan sólo tiene los nues-tros.

Roguemos para que sean numerosos los jóve-nes, muchachas y muchachos, también de esta co-munidad (parroquia, instituto, grupo …), dispuestos a entregar su vida por la causa misionera, para el servicio del Evangelio entre los más necesitados y para el bien de todos los hombres, en especial de aquellos que todavía no conocen a Jesús.

Padre nuestro...

XIV. JESÚS ES SEPULTADO

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Juan (Jn 19, 41-42)

En el lugar donde Jesús había sido cru-cifi cado había un huerto, y en el huerto un

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sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

Jesús ya lo ha dado todo, hasta la última gota de su sangre. Ahora Él nos ofrece su salvación y quiere hacer de nosotros unos misioneros de su Reino. Nos pide ser misioneros en nuestra familia, en el trabajo, a través del testimonio, la oración, el sacrifi cio y gestos de solidaridad. De esta manera, nuestra vida, y aun la vida de los enfermos y ancia-nos, lejos de ser considerada inútil, se convierte en un don para los demás.

Pidamos a Jesús que nos haga experimentar la verdad de su Palabra: “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hech 20, 35). Oremos para que el Dueño de la mies suscite buenas y numerosas voca-ciones del seno de las Iglesias jóvenes, como signo de su madurez y agradecimiento por el don de la fe recibida.

Padre nuestro...

XV. JESÚS RESUCITA DE SU MUERTE

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio de Lucas (Lc 24, 1-6)

El primer día de la semana, muy de mañana, las mujeres fueron al sepulcro lle-vando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían qué pen-sar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden cómo les habló cuando estaba todavía en Galilea”.

Jesús está vivo en la Eucaristía y en su Iglesia. El verdadero fi nal del “vía crucis” no es el Calvario, ni tampoco el entierro de Jesús, sino el sepulcro vacío porque Jesús ha resucitado. Ha vencido la muerte para Él y para todos nosotros. Así ya nada será más fuerte que Él. Por la fuerza de la Resu-rrección de Jesús, la cruz, el dolor, la enfermedad adquieren un sentido nuevo y vivifi cante; e incluso las situaciones misioneras más trágicas tendrán un fi nal positivo, de felicidad.

Invoquemos a todos los santos y mártires mi-sioneros, para que nos ayuden a vivir como “resu-citados”, dando por doquier testimonio de Cristo y llevando a todos los hombres la buena nueva del Evangelio.

Padre nuestro...

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7. CUÁNDO TOCABA, CANTABA Y DANZABA EL PUEBLO HEBREO

En Israel, como en los demás pueblos, fl ore-cieron muchas fi estas que celebraban acontecimien-tos religiosos; otras veces eran acontecimientos profanos, de la vida pública, social, familiar o agrí-cola, que al fi nal quedaban adornados del carácter religioso: el nacimiento, el fi n de la lactancia, el casamiento, la muerte, el esquileo de las ovejas, las tres grandes fi estas agrícolas y otras fi estas no cono-cidas pero de las que se tiene noticia (Oseas 4,15; 12,12; Amós 4,4-5), la coronación de los reyes, las victorias sobre los enemigos, las calamidades que azotan al pueblo, la celebración de acontecimientos extraordinarios etc. En todas estas ocasiones canta-ba el pueblo hebreo: unas veces lo hacía con alegría y se ayudaba de los correspondientes instrumentos musicales para expresar la alabanza y el agradeci-miento a Yahveh; otras veces expresaba su tristeza y amargura entonando lamentaciones y elegías; pero siempre expresaba el sentimiento de su corazón a través de la música, y especialmente lo hacía con gran solemnidad en sus fi estas principales de Pas-cua, Siega y Recolección.

• Cantos para celebrar victorias militares: En-tonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh. Dijeron: “Canto a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro” (Éxodo 15,1); “David dijo a Yahveh las palabras de este cántico el día que le salvó Yahveh de la mano de todos sus ene-migos y de la mano de Saúl” (II Samuel 22,1); “A su regreso, cuando volvió David de matar al fi listeo, salían las mujeres de todas las ciu-dades de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de alegría. Las mujeres, danzan-do, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y David sus miríadas»” (I Samuel 18,6-7).

• Cantos de liberación: Entre todos los cantos de liberación destaca el de la salida de Egip-

to: “Entonces Moisés y los israelitas canta-ron este cántico a Yahveh. Dijeron: «Canto a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro. Mi fortaleza y mi canción es Yahveh»” (Éxodo 15,1); y María, hermana de Aarón, y las mujeres que le se-guían tomaron tímpanos y danzaban en coro; mientras, María les entonaba el estribillo: “Cantad a Yahveh pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro” (Éxodo 15,20-21); la salida de Babilonia y vuelta a la tierra prometida es también motivo de júbi-lo y aclamación: “¡Salid de Babilonia! ¡Huid de los caldeos! ¡Anunciad con voz de júbilo, hacedlo saber, proclamad hasta el extremo de la tierra, decid: Yahveh ha rescatado a su siervo Jacob!” (Isaías 48,20); y la liberación defi nitiva que traerá el Mesías se celebrará con alegría: “Los redimidos de Yahveh volve-

Lectura musical de la Biblia III

Tercera y última entrega del gran trabajo del padre Fernando Colodro sobre la música en la Biblia, el cual está siendo seguido por muchos lectores de la revista ¡Creo! Cofrades en la fe.

Fr. FERNANDO COLODRO CAMPOS ofm

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rán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Re-gocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, pe-nar y suspiros!” (Isaías 35,10).

• Canciones de peregrinación: el peregrinar a los lugares sagrados fue una actividad fre-cuente entre los hebreos, especialmente cuando se dirigían a Jerusalén para la cele-bración de las tres grandes fi estas: la de Pas-cua, la de la Siega (o Pentecostés) y la de los Tabernáculos (o de la recolección). El ritual que adornaba estas fi estas entrañaba un es-pecial colorido y solemnidad y donde sonaban con fuerza las trompetas como una expresión del poder y soberanía de Dios: “Vosotros can-taréis como en la noche de santifi car fi esta; se os alegrará el corazón como el de quien va al son de fl auta a entrar en el monte de Yahveh, a la Peña de Israel” (Isaías 30,29). Otros textos: Salmos 121 a 134; Isaías 27,13; 30,29; Jeremías 31,12-13.

• Canciones para celebrar grandes aconteci-mientos: “Cuando la dedicación de la mura-lla de Jerusalén, se buscó a los levitas por to-dos los lugares para traerlos a Jerusalén, con el fi n de celebrar la dedicación con alegría, con cánticos de acción de gracias y música de címbalos, salterios y cítaras” (Nehemías 12,27). “Precisamente fue inaugurado el al-tar, con cánticos, cítaras, liras y címbalos, en el mismo tiempo y el mismo día en que los gentiles la habían profanado” (I Macabeos 4,54). El descubrimiento de un pozo o de un manantial es para Israel un acontecimiento de gran magnitud, que debe celebrarse con cantos: “Este es el pozo a propósito del cual dijo Yahveh a Moisés: «Reúne al pueblo y les daré agua». Entonces Israel entonó este cán-tico: Sobre el Pozo. Cantadle, Pozo que ca-varon Príncipes, que excavaron los jefes del pueblo, con el cetro, con sus bastones” (Nú-meros 21,16-18).

• Canciones para entrar en trance profético: “Llegarás después a Guibeá de Dios (donde se encuentra el gobernador de los fi listeos) y a la entrada de la ciudad tropezarás con un grupo de profetas que bajan del alto, prece-didos del añafi l, el adufe, la fl auta y la cíta-ra, en trance profético. Te invadirá entonces el espíritu de Yahveh, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre” (Samuel 10,5).

• Cantos para expresar júbilo y agradecimien-to: “Y dijo María: «Engrandece mi alma al Se-ñor y mi espíritu se alegra en Dios mi salva-dor porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava; por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada»” (Lucas 1,46 …).

• Canciones de duelo y lamentación: “¡Pronto! que entonen por nosotros una lamentación. Dejen caer lágrimas nuestros ojos, y nuestros párpados den curso al llanto. Sí, una lamen-tación se deja oír desde Sión: «¡Ay, que somos saqueados!, ¡qué vergüenza tan grande, que se nos hace dejar nuestra tierra, han derrui-do nuestros hogares!» Oíd, pues, mujeres, la palabra de Yahveh; reciba vuestro oído la palabra de su boca: Enseñad a vuestras hijas esta lamentación, y las unas a las otras esta elegía” (Jeremías 9,17-20). David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jonatán. Está escrita en el Libro del Justo, para que sea en-señado el arco a los hijos de Judá (II Samuel 1,17 y ss). Otros textos: II Crónicas 35,25; Jeremías 22,18-19; Ezequiel 27,30-32; Amós 5,16; Sofonías 2,14; Isaías 38,9; Miqueas 1,8.

• Canciones para llorar a los muertos: “David entonó esta elegía por Saúl y por su hijo Jo-natán” (II Samuel 1,17…). El rey entonó esta elegía por Abner: “¿Como muere un necio ha-bía de morir Abner?” (2 Samuel 3,33).

• Cantos para llamar al pueblo con trompetas para la guerra o el culto: “Hazte dos trom-petas: las harás de plata maciza. Te servirán para convocar a la comunidad y dar la señal de mover el campamento. Cuando suenen las dos, se reunirá junto a ti toda la comunidad, a la entrada de la Tienda del Encuentro. Pero cuando suene una sola, se reunirán contigo los principales, jefes de millares de Israel” (Números 10,1-4); “Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero de-lante del arca. El séptimo día daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes toca-rán las trompetas. Cuando el cuerno de car-nero suene (cuando oigáis la voz de la trom-peta), todo el pueblo prorrumpirá en un gran clamoreo y el muro de la ciudad se vendrá abajo. Y el pueblo se lanzará al asalto cada uno por frente a sí” (Josué 6,4-5).

• Cantos para expresar alabanza a Dios: “Y cantan un cántico nuevo diciendo: «Eres dig-no de tomar el libro y abrir sus sellos porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación»” (Apocalipsis 5,9).

• Canciones para pedir la ayuda de Dios: “Del maestro de coro. Para instrumentos de cuer-da. Sao. Cántico. ¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga, su rostro haga brillar sobre no-sotros!” (Sao 67,1-2).

• Cantos para celebrar los reencuentros: “Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas” (Lucas 15,25). Ver también: Jueces 11,34-35.

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• Cantos de despedida: ”¿Por qué te has fuga-do con disimulo y a hurtadillas de mí, en vez de advertírmelo? Yo te habría despedido con alegría y con cantares, con adufes y arpas”.(Gn 31,27).

• Canciones nupciales: “y haré desaparecer de ellos voz de gozo y voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido de la mue-la y la luz de la candela” (Jeremías 25,10). “Al alzar los ojos, vieron que avanzaba en medio de confusa algazara una numerosa ca-ravana, y que a su encuentro venía el novio, acompañado de sus amigos y hermanos, con tambores, música y gran aparato” (I Maca-beos 9,39). Otros textos: Jeremías 33,11; Gé-nesis 31,26-27.

• Cantos para celebrar el fi nal de la lactancia, lo cual solía hacerse más tarde que ahora: “Creció el niño y fue destetado, y Abraham hizo un gran banquete el día que destetaron a Isaac” (Génesis 21,8).

• Cantos cortesanos: “Dijo Saúl a sus servido-res: «Buscadme, pues, un hombre que sepa tocar bien y traédmelo…»; llegó David y se quedó a su servicio. Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba, Saúl, encontraba calma y bienes-tar y el espíritu malo se apartaba de él” (I Samuel 16,17-23). Otros textos: II Samuel: 19,35-36; Amós 8,3; Isaías 23,15-16.

• Cantos para la diversión y el disfrute en fi es-tas: Este tipo de cantos son denunciados por los profetas como una infi delidad a la alianza que el pueblo hizo con Yahveh: “Acostados en camas de marfi l, arrellanados en sus lechos,

comen corderos del rebaño y becerros saca-dos del establo, canturrean al son del arpa, se inventan, como David, instrumentos de música, beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, mas no se afl igen por el desastre de José” (Amós 6,4-6); “¡Ay, los que despertando por la mañana andan tras el licor; los que trasnochan, encandi-lados por el vino! Sólo hay arpas y cítaras, pandero y fl auta en sus libaciones, y no con-templan la obra de Yahveh, no ven la acción de sus manos” (Isaías 5,11-12). “Cantan con arpa y cítara, al son de la fl auta se divierten” (Job 21,12). “Si mortifi co mi alma con ayuno, se me hace un pretexto de insulto; si tomo un sayal por vestido, para ellos me convierto en burla, cuento de los que están sentados a la puerta, y copla de los que beben licor fuerte” (Salmo 69,10-12). “Os hemos tocado la fl auta, y no habéis bailado, os hemos en-tonado endechas, y no os habéis lamentado” (Mateo 11,17).

• Canciones de burla y mofa: “Y ahora soy yo la copla de ellos, el blanco de sus chismes” (Job 30,9); “De todo mi pueblo me he hecho la irrisión, su copla todo el día” (Lamentacio-nes 3,14).

• Canciones de trabajo: “Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Una viña tenía mi amigo en un fértil otero”. (Is 5,1 “…y fue quitada alegría y alborozo de Carmelo y del país de Moab, y el vino a los trujales he quitado, no se oye el grito alegre del pisador, ya no se oyen gritos” (Jeremías 48,33). Otros textos: Nm 21,16-18; Is 16,10; 27,2.

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• Cantos para celebrar las cosechas: “Los que siembran con lágrimas cosechan entre cán-ticos. Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavi-llas” (Sao 126,5-6).

• Cantos de siega y vendimia: “Aún volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre gentes festivas. Aún volverás a plantar viñas en los montes de Samaría: (plantarán los plantadores, y disfrutarán)”. (Jeremías 31,4-5).

• Cantos de primavera: “Porque, mira, ha pa-sado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Aparecen las fl ores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra” (Can-tar de los Cantares 2,11-12).

La Biblia también utiliza frecuentemente me-táforas musicales cuando habla de los seres vivien-tes y de la naturaleza inanimada; ésta también se hace partícipe de la alabanza al Creador y canta y expresa su alegría. He aquí algunas de las citas en las que los árboles, los animales, los montes, los astros, la tierra y los cielos se suman a ese himno de alabanza a Yahveh:

• El canto de las aves que alaban a Dios en la frondosidad de los bosques: “sobre ellas habi-tan las aves de los cielos, dejan oír su voz en-tre la fronda” (Salmo 104,2). “Aparecen las fl ores en la tierra, el tiempo de las canciones es llegado, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra” (Cantar de los Cantares 2,12).

• Todos los seres vivientes deben unirse a la alabanza de Yahveh: “¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh!” (Salmo 150,6).

• Las estrellas también deben unirse a las ala-banzas al Señor: “….entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios” (Job 38,7).

• La tierra entera y los cielos también son invi-tados a la alegría: “¡Aclamad, cielos, y exul-ta, tierra! Prorrumpan los montes en gritos de alegría, pues Yahveh ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido” (Isaías 49,13).

• Los bosques y montañas son invitados por el profeta a unirse al júbilo: “¡Lanzad gritos de júbilo, montañas, y bosque con todo su ar-bolado, pues Yahveh ha rescatado a Jacob y manifi esta su gloria en Israel!” (Isaías 44,23).

• El fi n del destierro debe ser motivo de ale-gría para el desierto y el páramo: “Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la fl orezca como fl or; estalle en fl or y se regocije hasta lanzar gritos de júbi-lo” (Isaías 35 1,2).

• La creación entera debe prorrumpir en gri-tos de júbilo: “¡Alabadle, sol y luna, alabadle todas las estrellas de luz, alabadle, cielos de los cielos, y aguas que estáis encima de los cielos! ...” (Salmo 148).

El libro de los salmos se cierra con el salmo 150 que es una doxología fi nal en la que se invi-ta a todos los músicos y a todos los seres vivientes a alabar a Yahveh con todas fuerzas y con toda la sonoridad de los cuernos, arpas, cítaras, tambores, laúdes, fl autas y címbalos.

ALLELUIALaudate Dominum in sanctuario eius,

Laudate eum in sono tubae,laudate eum in psalterio et cithara,laudate eum in tympano et choro,laudate eum in chordis et organo,

laudate eum in cymbalis benesonantibus,laudate eum in cymbalis iubilationis:omne quod spirat, laudet Dominum.

ALLELUIA.

¡Aleluya!Alabad a Dios en su santuario

Alabadle con clamor de cuerno,alabadle con arpa y con cítara,alabadle con tamboril y danza,

alabadle con laúd y fl auta,alabadle con címbalos sonoros,

alabadle con címbalos de aclamación.

¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh!¡Aleluya!

Nunca jamás hubo un pueblo que así cantara, por-que nunca jamás existió un Dios como el de Israel.

8. CONSIDERACIONES SOBRE LA ORGANIZACIÓN MUSICAL DE DAVID

Después del paseo que hemos dado a lo largo de la Biblia y de escuchar los ecos de la música a lo largo de sus páginas, queda uno admirado de la compleja organización con que el Rey David dise-ñó su ministerio de la música para el Templo. Hasta los detalles más pequeños los tuvo presente el Rey músico. Nuestra admiración se torna mayor aún si dicha organización la comparamos con la correspon-diente en el culto católico de nuestros días.

Queremos destacar algunos aspectos que han venido apareciendo a lo largo de las muchas citas reseñadas anteriormente:

• Los encargados de contribuir al esplendor y solemnidad del culto y de elevar las mentes a la alabanza de Dios fueron los descendientes de la tribu de Leví, los levitas; David dispuso que este grupo fuera muy numeroso, que fue-

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ra una amplia representación del pueblo: “…y 4.000 alababan a Yahveh con los instrumentos que David había fabricado para rendir ala-banzas” (I Crónicas 23,4-5); esta determina-ción contrasta con nuestros reducidos grupos (Capillas musicales, Corales, Coros de distinta índole…). Sin duda David tenía conciencia de que la alabanza y el culto a Yahveh era parte constitutiva de la vida del pueblo hebreo que tenía a Dios como su verdadero y único Rey.

• En la música reglamentada por David, avalada por la preparación técnica de los músicos y cantores como hemos visto, también tenían cabida la dimensión profética y mística y las expresiones de danza y alegría que podían lle-gar al éxtasis. Cuando llevaron el Arca de Dios de la casa de Obededom a la ciudad de David “David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante Yahveh, ceñido de un efod de lino” (II Samuel 6,14); y Mikal, hija de Saúl, mirando por la ventana lo vio danzar y, despreciándolo en su corazón, le salió al encuentro y le dijo: “¡Cómo se ha cubierto hoy de gloria el rey de Israel, descubriéndose hoy ante las cria-das de sus servidores como se descubriría un cualquiera!”. Pero David no estaba desnudo ni entregado a una orgía como le acusa Mikal; sólo se había despojado de sus vestidos reales y había quedado con su efod de lino; danza-ba con alegría pero con humildad; se quitó los vestidos reales porque se encontraba en la presencia de Dios. Este aspecto lúdico se

echa en falta en la música de nuestro culto; el acercamiento a la cultura de cada pueblo que la Iglesia ha impulsado en los últimos tiempos es digno de encomio, pero todavía falta por recorrer un buen trecho.

• Los músicos del Templo no eran afi cionados que actuaban en sus ratos libres, sino exper-tos que tenían dedicación exclusiva y vivían en las dependencias del Templo. De Kenanías, el principal de los levitas, que era director de canto se nos dice: “Kenanías, jefe de los levitas encargados del transporte, dirigía el traslado, porque era hombre entendido” (I Crónicas 15,22); y en el segundo libro de las Crónicas leemos: “Había también cantores, cabezas de familia de los levitas y moraban en las habitaciones de la Casa, exentos de servicio, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio” (I Crónicas 9,33). También este aspecto contrasta con la situación actual de nuestra música sagrada; salvo en algunos templos que cuentan con especiales recursos, la música sacra (si es que puede llamarse así en muchos casos) la ejecutan voluntarios de nuestras comunidades cristianas que carecen normalmente de la preparación musical y li-túrgica adecuada, y en los que el sentimiento de alegría por estar cantando en la presencia de Dios no brilla de manera especial; más bien parecen estar cumpliendo con un contrato o un encargo. A pesar de estas limitaciones, hay que agradecer sinceramente la colaboración desinteresada de estos grupos. Sin embargo habría que redoblar los esfuerzos por dignifi -car este ministerio musical en nuestros tem-plos. Creemos que a esta situación de dete-rioro ha contribuido de manera defi nitiva la práctica desaparición de la enseñanza musi-cal en los aspirantes al ministerio sacerdotal.

• Los músicos y cantores eran personas “desig-nadas” o “apartadas para”. Eran escogidas y destinadas al ministerio de la música, para que ayudaran al pueblo en este noble e im-portante servicio, de la misma manera que el apóstol Pablo fue segregado o escogido para la predicación del evangelio: “Paulus servus Christi Iesu, vocatus apostolus, segrega-tus in evangelium Dei” (Romanos 1,1). Para ello debían haber recibido instrucción no sólo en el arte de la música sino en el canto de Yahveh: “Su número, contando a sus herma-nos, los que estaban instruidos en el canto de Yahveh, todos ellos maestros, era de 288” (I Crónicas 15,22). Ni que decir tiene que en nuestro culto estamos bien lejos de esto; con frecuencia las personas o grupos que practi-can la música en nuestros templos descono-cen prácticamente toda la normativa litúrgica y, lo que es peor, el espíritu de la liturgia; creemos que la música sacra sólo puede prac-

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NOTAS:

1. Puede verse la Sinopsis cronológica (Biblia de Jerusalén, pág. 1663-1680).

2. En la parte quinta de “Instituciones del Antiguo Testamen-to”, de R. de Vaux, puede encontrarse información exhausti-va sobre este apartado de la organización del culto.

BIBLIOGRAFÍA:

• Biblia de Jerusalén, 1976, Desclée de Brower.

• De Vaux, R., Instituciones del Antiguo Testamento, Ed. Her-der, Barcelona 1964.

• Diccionario Harvard de Música, Ed. Alianza, Madrid 1997.

• Domington, Robert, La música y sus instrumentos, Ed. Alian-za, Madrid 1986.

• Roberston, A y Stevens, D., Historia General de la Música, Ed. Istmo, Madrid 1968.

• Diccionario de Música, Ed. Anaya, Madrid 1982.

• Triviño Monrabal, Mª Victoria, Música, danza y poesía en la Biblia, Edicep, Valencia 1996.

• Percy A. Scholes, Diccionario Oxford de la Música, Edhasa, Barcelona 1984.

• Roten, Hervé, Músicas litúrgicas judías, Ed. Akal, Tres Cantos (Madrid), 2002.

ticarse con una digni-dad mínima desde la vivencia de la liturgia; las circunstancias por las que atravesamos actualmente en éste y en otros terrenos ha-cen que tengamos que contentarnos con lo que tenemos, pero no debemos olvidar que el ideal no es éste.

• Un último aspecto a reseñar es que el culto ante el Arca de la Alianza era continuo, de día y de noche: “Había también cantores, ca-bezas de familia de los levitas y moraban en las habitaciones de la Casa, exentos de ser-vicio, pues se ocupaban de día y de noche en su ministerio” (I Crónicas 9,33). Yahveh lo era todo para el pueblo hebreo, estaba presente en todas sus empresas y en toda su vida. A Él tenían que elevarse continuamente, de día y de noche, y en todas las horas, las alabanzas del pueblo representado por los levitas que ejercían este ministerio.

* * * * * * * * * *

Concluimos así nuestro paseo musical por las páginas de la Biblia. Si tuviéramos que describir en pocas palabras la impresión que nos ha dejado este paseo, plagado de citas, diríamos que el pue-blo hebreo es un pueblo que, a través del tiempo

ha ido adquiriendo, poco a poco, conciencia clara de su vocación nacional; es más: se ha ido sintiendo pueblo elegi-do por Yahveh de entre otros muchos pueblos circundantes y contemporáneos; esta con-ciencia de pueblo escogido le ha hecho sentirse agradecido a su Dios que está siempre presente en su vida; en las difi cultades implora a Yahveh

porque sabe que éste siempre está a su lado y de su parte; en las guerras el triunfo siempre es de Yahveh porque lucha junto a él y lo defi ende de sus enemi-gos; y en la vida social y familiar todos los bienes y alegrías que sobrevienen al pueblo no son más que dones que la mano de Yahveh derrama con largueza.

Y ese agradecimiento y alegría lo expresa el pueblo hebreo con la música. Ésta no es cultivada por sí misma como arte en sí, sino como el medio más idóneo para expresar su alegría, su agradeci-miento y su adoración a Yahveh.

Por eso la música del pueblo hebreo irá evo-lucionando de forma paralela a su conciencia espiri-tual de pueblo escogido y guiado por Dios.

La lectura musical de la Biblia nos hace des-cubrir un pueblo que se siente elegido, un pueblo que se siente alegre y agradecido por esa elección; un pueblo eminentemente celebrativo: que toca, canta y danza para expresar su alabanza y su ado-ración al Dios que lo es todo para él en cada uno de los acontecimientos de la vida.