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Dalla democrazia alPautoritarismo LEONARDO MORLINO (Societá Editrice II Mulino, Bologna, 1981) Desde hace algunos años, la ciencia política y la sociología política han co- menzado a prestar mayor interés al tema del cambio de los regímenes políticos. Superados ya los prejuicios y las simpli- ficaciones de los teóricos de la moderni- zación, que vieron una democratización inevitable en el mundo occidental, tanto del centro como la periferia, diversos autores han hecho contribuciones im- portantes al estudio del surgimiento, consolidación y cambio de regímenes po- líticos. Este tema puede ser ubicado en diversos ramos de la ciencia política y, dependiendo de la decisión que al res- pecto se haga, las estrategias de inves- tigación y los esquemas teóricos utili- zados serán diferentes. Almond, por ejemplo, está preocupado del problema de la crisis política y, en función de ella, ha dirigido una reflexión conjunta sobre estudios de desarrollo político í . Juan Linz está interesado en estudiar el tema de la democracia en una perspec- tiva dinámica y no estática, en directa relación con otros tipos de regímenes políticos, que unas veces anteceden o 1 Nos referimos a su estudio "Approa- ches to Developmental Causation", que for- ma parte del libro compilado por él y otros colaboradores, Crisis, Choice, and Change. Historical Studies of Political De- velopment, Boston: Little, Brown and Com- pany, 1973. siguen a las experiencias democráticas 2 . De allí que el problema del cambio de régimen político está orientado a enten- der de una manera más fundamentada el surgimiento y caída de la democracia. El sociólogo alemán Lepsius está preo- cupado del tema de cambio de régimen político como parte de su interés mayor por entender la tragedia alemana que condujo al nazismo y, asimismo, de for- mular un modelo de análisis que desta- ca el papel de los grupos de interme- diación en un régimen político 3 . Dieter Nohlen, por fin, está preocupado de formular un esquema interpretativo de los procesos de democratización (o re- democratización) en América Latina, contrastándolo implícitamente con las experiencias del sur de Europa 4 . Se trata 2 J. LINZ, "Crisis, Breakdown, and Ree- quilibration", que forma parte del libro compilado por él y A. STEPAN, The Break- down of Democratic Regimes, Baltimore: The John Hopkins University Press, 1978. 3 Nos referimos al importante trabajo de M. R. LEPSIUS "Machtübernahme und Mactübergahbe zur Strategie des Regime- wechsels", contenido en el libro de H. AL- BERT (corrvp.),-, Sozialtheorie und soziale, Praxis, Meisenheim, Antón Hain Verlag, 1971. 4 DIETER NOHLEN, "Regimewechsel in Lateinamerika. Uberlegungen zur Demo- kratisierung autoritárer Regime", en K. LINDENBERG (comp.), Lateinamerika. Herrs- chaft, Gewalt und internationale Abhá'n- gigkeit, Hannover, 1981. RUS 17/82 pp. 145-164

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Dalla democrazia alPautoritarismo

LEONARDO MORLINO

(Societá Editrice II Mulino, Bologna, 1981)

Desde hace algunos años, la cienciapolítica y la sociología política han co-menzado a prestar mayor interés al temadel cambio de los regímenes políticos.Superados ya los prejuicios y las simpli-ficaciones de los teóricos de la moderni-zación, que vieron una democratizacióninevitable en el mundo occidental, tantodel centro como la periferia, diversosautores han hecho contribuciones im-portantes al estudio del surgimiento,consolidación y cambio de regímenes po-líticos. Este tema puede ser ubicado endiversos ramos de la ciencia política y,dependiendo de la decisión que al res-pecto se haga, las estrategias de inves-tigación y los esquemas teóricos utili-zados serán diferentes. Almond, porejemplo, está preocupado del problemade la crisis política y, en función deella, ha dirigido una reflexión conjuntasobre estudios de desarrollo político í.Juan Linz está interesado en estudiar eltema de la democracia en una perspec-tiva dinámica y no estática, en directarelación con otros tipos de regímenespolíticos, que unas veces anteceden o

1 Nos referimos a su estudio "Approa-ches to Developmental Causation", que for-ma parte del libro compilado por él yotros colaboradores, Crisis, Choice, andChange. Historical Studies of Political De-velopment, Boston: Little, Brown and Com-pany, 1973.

siguen a las experiencias democráticas2.De allí que el problema del cambio derégimen político está orientado a enten-der de una manera más fundamentadael surgimiento y caída de la democracia.El sociólogo alemán Lepsius está preo-cupado del tema de cambio de régimenpolítico como parte de su interés mayorpor entender la tragedia alemana quecondujo al nazismo y, asimismo, de for-mular un modelo de análisis que desta-ca el papel de los grupos de interme-diación en un régimen político 3. DieterNohlen, por fin, está preocupado deformular un esquema interpretativo delos procesos de democratización (o re-democratización) en América Latina,contrastándolo implícitamente con lasexperiencias del sur de Europa4. Se trata

2 J. LINZ, "Crisis, Breakdown, and Ree-quilibration", que forma parte del librocompilado por él y A. STEPAN, The Break-down of Democratic Regimes, Baltimore:The John Hopkins University Press, 1978.

3 Nos referimos al importante trabajode M. R. LEPSIUS "Machtübernahme undMactübergahbe zur Strategie des Regime-wechsels", contenido en el libro de H. AL-BERT (corrvp.),-, Sozialtheorie und soziale,Praxis, Meisenheim, Antón Hain Verlag,1971.

4 DIETER NOHLEN, "Regimewechsel inLateinamerika. Uberlegungen zur Demo-kratisierung autoritárer Regime", en K.LINDENBERG (comp.), Lateinamerika. Herrs-chaft, Gewalt und internationale Abhá'n-gigkeit, Hannover, 1981.

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de una literatura de los años setenta y,por tanto, que se encuentra en plenodesarrollo.

Es dentro de este contexto científicoque se ubica la obra que comentamos,escrita por el profesor de ciencia polí-tica de la Universidad de Florencia, Leo-nardo Moruno. Morlino, buen conocedorde las distintas corrientes interpretati-vas del tema de los cambios de regíme-nes y de la política española, acometeel análisis de las causas de la tragediaespañola del siglo xx: el fracaso de laII República, con la consiguiente gue-rra civil y la instauración del franquis-mo y su consolidación. Morlino analizalos problemas inherentes al cambio po-lítico de la democracia al autoritarismo,y el método aplicado es el análisis delcaso español en perspectiva comparada.Con ello intenta compatibilizar las ven-tajas del estudio de caso —su profun-didad— con las ventajas del métodocomparativo, y que no proporciona elotro —extraer generalizaciones a partirde la observación de varios casos—. Ellibro consta de seis capítulos. En el pri-mero se formula el esquema teórico quesirve de instrumento para el análisis,que Morlino formula a través de haceruna buena síntesis de las posiciones deLinz, Almond y Stein Rokkan, aunqueprivilegie la postura de Almond, encuanto centra el eje de la reflexión enel problema de las coaliciones. En el se-gundo capítulo se estudian las bases so-ciales y políticas del cambio de régimenen 1930-31, para lo cual recurre, acer-tadamente, al empleo del modelo deRokkan sobre las líneas de conflicto(cleavages). En el tercero estudia enprofundidad las características en quese produce la instauración democráticay cómo estas condicionan, sin ser deter-ministas, el acontecer futuro de la Repú-blica. En el cuarto se analiza la crisisy caída de la democracia. En el quintose estudia la transición y la instauraciónfranquista. Y en el sexto, la consolida-ción del autoritarismo.

El libro no es, por tanto, un estudiosobre la caída de la democracia en Es-paña, sino pretende un análisis más am-plio: fracaso de la democracia y su sus-titución por un régimen autoritario queconsigue consolidarse. En esto, el librode Morlino es el primero que se escribepara el caso español5. El estudio de esteproceso se hace compatibilizando, conéxito, el esquema teórico con el análisisempírico, aunque la opción de colocara las coaliciones como variable depen-diente hace que el análisis gire dema-siado en torno a las vicisitudes guber-namentales, la fragmentación del siste-ma de partidos y los juegos de élites.Particularmente interesante es el análi-sis de la instauración de la Repúblicaa través de analizar cómo se diseña unaamplia agenda y cómo se resuelven talestareas. El análisis se efectúa con unacertado, aunque escueto, análisis com-parativo con los otros casos europeos(pág. 130). El autor en seguida analizadirectamente la dinámica que conduce ala guerra civil, a través del estudio dela polarización y confrontación. Es dis-cutible algunas de las aseveraciones delautor, como que la CEDA era «anti-régimen y antidemocrático» (pág. 1.59),pues las alusiones al «Jefe» correspon-dieron más bien a la demagogia de lasJuventudes de Acción Popular que alsector adulto, lo que no es suficientepara ubicarlo en ese tipo. El análisis delos últimos meses de la República es laparte tal vez mejor lograda, pues en unanálisis sistemático va estudiando minu-ciosamente el comportamiento de los ac-tores e instituciones y de sus interaccio-nes. Hace un análisis en esto multidi-mensional y multicausal, sin dar dema-siada importancia, lo que es correcto, a

5 Para el caso de la República de Wei-mar y el establecimiento y consolidacióndel régimen nazi, véase el notable estudiode K. D. BRACHER, W. SAUER y G. SCHULZ,Die nationalsozialistiche Machtergreifung,Colonia: Westdeutscher Verlag, 1960, que,pese al paso de los años, sigue siendo in-superado en su materia.

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la dinámica centrífuga del sistema departidos, pues las causas de la incapa-cidad de formar nuevas coaliciones paraestabilizar la democracia se encuentranen las condiciones generales en que seha dado el proceso de democratización(pág. 229). Demuestra cómo no hubo enesos momentos una politización totaldel Estado (a diferencia de Chile en1973. que sí lo tuvo), y que se demues-tra, por ejemplo, en que el Poder Judi-cial «mostró un notable grado de neutra-lidad» (pág. 242). Eso contrasta con lapolitización de otros poderes neutrales(el presidente y los militares), que fue-ron los que más incidieron en la diná-mica final.

El estudio de Moruno tiene la espe-cificidad que integra el análisis de lacaída de la democracia con la consolida-ción del régimen franquista. El análisisintegra el impacto de las variables in-ternas e internacionales, y caracteriza lafase inicial del régimen franquista pos-terior a la guerra civil no como fascista,como lo hacen muchos (Von Beyme yGermani, entre otros), sino como «mo-bilizacional postdemocrático» (pág. 318).Esta caracterización está efectuada encomparación con los otros regímenes fas-

cistas. No nos parece acertado su deno-minación de «transición» a la etapa dela guerra civil, pues ello oscurece la di-mensión netamente militar del surgi-miento del régimen y las múltiples con-secuencias que ello provoca.

Para el dentista político, los fenóme-nos del pasado sirven para encontrar es-tructuras o tendencias de desarrollo ycambio para analizar otras sociedades ola suya propia, en un análisis diacrónico.Sin dejarse perturbar por la prolifera-ción de hechos, personajes y anécdotas,el politólogo trata de mostrar la líneacentral de desarrollo de los procesos po-líticos y las distintas alternativas quetuvieron en su tiempo los actores. Elestudio de la caída de la República enEspaña y la consolidación del régimenfranquista mantiene permanente actuali-dad como fuente de reflexión sobre loscomplejos problemas y riesgos que en-cierra un proceso de democratización.En esto, el libro de Morlino aparece enun momento oportuno, cuando procesosde democratización en Europa del Sury América Latina parecen indicar unatendencia de desarrollo que, ojalá, nosea reversible.

CARLOS HUNEEUS

The New Authoritarianism in Latín America

DAVID COLLIER (comp.)

(Princeton University Press, Princeton, N. J., 1979)

El estudio de la política latinoameri-cana hasta los años sesenta estuvo do-minado por el análisis de los militares y,principalmente, de las causas de los gol-pes militares. Una prolífera literatura,impulsada por historiadores y sociólogosnorteamericanos y proseguida por suscolegas latinoamericanos, trató de expli-carse el fenómeno del militarismo domi-

nante en la región l. Buena parte de esosestudios (iniciados e influidos por el en-foque de Johnson, Lieuwen, entre otros)se inspiró en las premisas optimistas de

1 Una buena síntesis de esta literatura yde las distintas posiciones se encuentra enA. LOWENTHAL "Armies and Politics in La-tin America", en World Politics, 27/1974,págs. 107-130.

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los teóricos de la modernización, paraquienes esta fase era un estadio transi-torio, pues el desarrollo económico con-duciría inevitablemente a la democracia.Desde esa perspectiva, los militares fue-ron vistos como «agentes modernizado-res» y no como simples actores admi-nistradores del poder. Para los seguido-res de esta línea de argumentación, laeconomía generaría las condiciones nece-sarias y suficientes para el establecimien-to y consolidación de una democraciaque ellos veían como un sistema institu-cional similar al de las democracias plu-ralistas de los países industrializados.

Tales concepciones optimistas del pa-pel de los militares y del desarrollo eco-nómico pronto chocaron con una reali-dad clara y dramática. En efecto, losmilitares no sólo se mantenían en el po-der, sino que llevaban a cabo procesosde cambio para quedarse indefinidamen-te en el poder (Brasil y Perú); democra-cias más que centenarias, como Uruguayy Chile, cayeron dramáticamente en 1973y 1974, mientras que una de las expe-riencias democratizadoras en Argentina,iniciada por el general Lanusse y quellevaron nuevamente al poder a Peróna comienzos de los años setenta, fracasótambién. Los esquemas interpretativosde los militares se mostraron insuficien-tes no sólo para explicar las causas delos golpes militares, sino también paraexplicar los estilos represivos usados poréstos para consolidarse en el poder ylos modelos económico-políticos puestosen práctica por ellos.

Las experiencias democráticas fallidasdemostraron, contrariamente a lo enfati-zado en forma casi monocausal por al-gunos teóricos de la dependencia, quehabían importantes causas internas queexplicaban la intervención militar y nosólo la influencia de variables externas,especialmente económicas. Asimismo, fueevidente que no se trataba de golpes mi-litares impulsados por generales persona-listas, sino por intervención unitaria delas Fuerzas Armadas, que asumían como

institución el control del Estado y delgobierno, poniendo en marcha modelossociopolíticos diseñados en sus mismasescuelas de oficiales (Brasil y Perú). Laestabilidad de ciertos regímenes militaresy la consiguiente diferenciación de rolesy estructuras hizo necesario estudiar lanaturaleza de su régimen político, y fueasí como se recurrió al empleo del mo-delo autoritario formulado por JuanLinz. A diferencia de éste, se fue a unanálisis detallado de la dimensión eco-nómica de estos regímenes y al análisisde las interacciones entre ésta y las va-riables políticas. Los trabajos de O'Don-nell y Cardozo fueron, en esta perspec-tiva, fundamentales. Sin embargo, nin-guno de los dos fue capaz de liberarsedel condicionamiento de sus propios paí-ses —Argentina y Brasil, respectivamen-te—, pues formularon análisis del «nue-vo autoritarismo» a partir de los casosnacionales, que fueron vistos, en formainsuficiente, en forma comparativa. Elya clásico estudio de O'Donnell fue másbien un análisis del caso argentino deOnganía, en 19662, contrastado con elde Brasil, unidos en el análisis por tra-tarse de dos casos postpopulistas.

La amplia discusión generada sobre eltema del «nuevo autoritarismo» se reco-ge en este libro que comentamos, espe-cialmente su impacto en los cientistaspolíticos norteamericanos. Este libro tie-ne algunas características que le dan unasingular importancia y que recomiendansu lectura. Se trata, en primer lugar, detrabajos discutidos en reuniones conjun-tas patrocinadas por el Social ScienceResearch Council, y por ello se han be-neficiado las distintas ponencias por lascríticas de los demás participantes, notodos los cuales han escrito trabajospara el libro editado por Collier. En se-guida, se trata de un libro interdiscipli-nario, pues participan cientistas políti-cos y economistas, método poco corrien-

2 Nos referimos a su libro Modernizationand Bureaucratic-Authoritarianism, Berke-ley, 1973 (versión en castellano en Paidós,Buenos Aires, 1972).

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te en los estudios latinoamericanos yque debe ser celebrado. Los trabajos delos economistas Albert Hirschman y JoséSerra son, en esa perspectiva, muy im-portantes, por hacer un análisis econó-mico bien fundamentado de un proble-ma político que fue fundado, en térmi-nos económicos, de manera insuficientepor O'Donnell. Finalmente, se trata deun libro con contribuciones de latino-americanos de diversas nacionalidades(Cardozo, de Brasil; O'Donnell, de Ar-gentina, y Julio Cotler, de Perú) y denorteamericanos dedicados a los estudioslatinoamericanos (David Collier, RobertKaufman y Kurth), lo que da una pers-pectiva diferenciada, aunque sea domi-nante el énfasis dado a los países delCono Sur.

El libro consta de tres partes. En laprimera, Collier hace un resumen delmodelo burocrático-autoritario formuladopor O'Donnell para explicar el surgi-miento del «nuevo autoritarianismo», yFernando H. Cardozo entra en una ca-racterización de los regímenes autorita-rios en América Latina, introduciendouna diferencia entre Estado (capitalista)y régimen (democrático o autoritario),no debidamente aclarado por O'Donnell.Cardozo, con todo, no aporta nuevos ele-mentos al tipo autoritario que formulara,hace casi quince años, Juan Linz. En lasegunda parte, la más importante, se ana-liza específicamente el surgimiento deestos regímenes. Hirschman y Serra ana-lizan las condiciones económicas, criti-cando a fondo la tesis de O'Donnell deque la «profundización de la industriali-zación» sería la causa que lo explica.En Seguida, Kaufman analiza los proce-sos de industrialización y cambio políticoen Brasil, Chile, Argentina y Uruguay.Luego, Cotler analiza el caso de Perú,contrastándolo con el de los países delCono Sur. En la tercera parte se anali-zan la evolución futura y las posibleslíneas de investigación. En esta parte,O'Donnell contribuye con un artículolevemente retocado y que fuera publica-

do originalmente en español, en 1975,y en inglés, en 1978 {Latin AmericanResearch Review, 13, 1, invierno 1978).Collier sintetiza las críticas al modeloburocrático-autoritario y plantea posibleslíneas de investigación; el politólogoJames Kurth estudia el desarrollo indus-trial y el cambio político en Europa apartir del esquema aplicado a AméricaLatina, planteando un análisis compa-rado.

Siendo un libro útilísimo para los es-tudiosos de la política latinoamericana,hay insuficiencias que se hacen notar.En primer lugar, hay problemas con elnivel de análisis, pues si Collier quierehacer un análisis sobre el régimen polí-tico, Cotler (pág. 282) está analizandolos «sistemas de dominación». En segui-da, O'Donnell insiste en un análisis eco-nómico-poli tológico, que después de leerlos trabajos de Hirschman y Serra quedamuy debilitado, pese a los elogios delprimero («rich, timely and persuasive»,pág. 69). Luego, Kaufman hace un aná-lisis demasiado country-by-country, conun intento sistemático insuficiente, cuan-do en la página 247 admite que «likevirtually any analysis of a complex phe-nomenon, the "findings" presented hereare subject to different interpretations»,para reconocer luego la imposibilidad dehallar una explicación sistemática a loscasos que estudia, al señalar que «thestubborn idiosyncracies of the individualcountries seem to strain against the boun-daries of the general argument» (pági-na 247, subrayado nuestro). No sabemossi esa especificidad nacional es culturalo socioeconómica. Luego el material em-pírico entregado no es enteramente sa-tisfactorio, que bien pudo haberse corn-pletado con la. inclusión de ponentes queestán haciendo (o han hecho) investiga-ciones a fondo de algún país del ConoSur en la fase que acá se analiza (Brasilo Chile)3. Las conclusiones de Collier

3 Por ejemplo, el importante libro de A.STEPAN, State and Society. Perú in Com-parative Perspective, New Haven, 1978.

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son plausibles, aunque confunde la es-pecificidad del tema, al plantear que «therise and collapse of authoritarian (anddemocratic) regimes have, in part, thesame explanation» (pág. 395). Finalmen-te, queda la impresión de que el modelodel autoritarismo burocrático está dema-siado inferido de los casos de Brasil yArgentina, conclusión visible por la es-casa atención prestada al caso de Chile,y que en forma tan dramática se incor-poró a este tipo en 1973 y que tantoimpacto tuvo y tiene en la opinión pú-blica internacional y en los estudiosos 4.

Es un libro, en síntesis, que enrique-ce el análisis de América Latina. La ex-periencia de colaboración entre académi-cos de diversos países, con el patrocinio

de universidades y entidades académicasde los Estados Unidos, debería ser imi-tado por otros países del «centro», es-pecialmente europeos, ya que las cienciassociales en América Latina, y muy espe-cialmente la ciencia política, son disci-plinas excluidas por las dictaduras.

CARLOS HUNEEUS

4 En otro trabajo hemos argumentadocontra las sobrevaloraciones de rechazo alas políticas desmovilizadoras en los regí-menes autoritarios en América Latina, co-mo es el caso del Chile de Pinochet. VéaseC. HUNEEUS, "Elecciones no competitivas enias dictaduras burocrático-autoritarias enAmérica Latina", en esta misma revista,núm. 13/1981, págs. 101-138.

Epistemología de la comunicación y análisis de la referencia

MANUEL MARTÍN SERRANO, J. L. PIÑUEL RAIGADA, J. GRACIA SANZ

y M. ANTONIA ARIAS

(Cuadernos de la Comunicación, núm. 6, A. C. Editor, Madrid, 1981)

Dentro de los esfuerzos que se vienenrealizando en España para poder crearun marco teórico y epistemológico ade-cuado para el desarrollo de las diferentesciencias sociales, y para el de la «Co-municación» en concreto, destacamoseste estudio de M. Martín Serrano y suscolaboradores en la cátedra de «Teoríade la Comunicación» de la Facultad deCiencias de la Información de Madrid,y que enlaza con otros trabajos colecti-vos publicados anteriormente l.

Las bases genéticas de la comunica-ción forman el marco especial de las

1 En especial, debido a su tono teórico,con el número 3 de la Revista Española deInvestigaciones Sociológicas, "Trabajos apropósito de otros métodos de investiga-ción en Ciencias Sociales". Asimismo, losnúmeros 1 a 7 de "Cuadernos de la Comu-nicación", editados por Pablo del Río, Ma-drid.

consideraciones sobre los distintos nive-les de acción-reacción en los animalessuperiores y el importantísimo papel quetienen en la satisfacción de determina-das necesidades básicas, de carácter pri-mario: defensa-ofensa, apareamiento ysatisfacción sexual, consecución de ali-mento, etc. Son así las aptitudes prima-rias para la comunicación, de carácter noverbal (por medio del cuerpo, gestos,movimientos determinados, distancia),las que forman un conjunto de señalesy expresiones lo suficientemente cohe-rentes y sistemáticas para poder consi-derarlas aptas para el «intercambio co-municativo» en su sentido estricto(C. Levi-Strauss).

Al diferenciar los autores dentro dela acción humana entre acciones ejecuti-vas y acciones expresivas, se crea unmarco epistemológico de interesantes

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efectos, tanto en la teoría como en lametodología. Dentro del mismo se pro-fundiza y se aisla la interacción expre-siva, en la que se intercambian señales,signos y referentes. Dentro de una con-cepción evolutiva de la comunicación, es-tas prácticas expresivas prehumanas hanpermitido llegar al actual nivel de des-arrollo tanto de las expresiones como delos instrumentos y las representacionescomunicativas.

El «objeto de la comunicación», ensu sentido general, se considera así comoel estudio estricto de «los actos expresi-vos del comportamiento o comportamien-tos comunicativos» (pág. 49), y desdeel que se plantea la limitación que tie-nen las ciencias de comportamiento enla actual situación académica y científico-social. La comunicación comparte, encierto sentido, los mismos intereses, so-bre todo cuanto al objeto (el hombre ensociedad y en la cultura, la interacciónsimbólica, etc.), con otras ciencias socia-les afines (sociología, antropología cultu-ral, psicología social), e incluso con de-terminadas ciencias de la naturaleza, enespecial con la biología y la etiología.

La Comunicación, que ha tomadoprestadas de estas ciencias tanto concep-tos como hipótesis, actualmente vienerealizando una serie, de esfuerzos parala elaboración de «modelos», «explica-ciones» e «interpretaciones» en determi-nados aspectos básicos de la conductahumana: códigos genéticos ADN comoun modelo de transmisión de datos; laneurosis como metacomunicación; la ciu-dad como sistema de comunicaciones, ylas organizaciones burocráticas como ins-tituciones mediadoras, por ejemplo...

Uno de los problemas más importan-tes con los que se enfrenta el progresode las «ciencias de la comunicación» esde carácter ético. Es bien cierto que, enel actual nivel de desarrollo tecnológico,el conocimiento de los mecanismos co-municativos facilita el control social, po-lítico e ideológico. De aquí que haya quediferenciar entre «ciencia» e «instrumen-

to». Frente al manipulador personal einstitucional, que instrumentaliza esteconocimiento, el «científico de la comu-nicación» tiene, además del poder deanalizar e interpretar, el «deber» de ayu-dar a la toma de conciencia de los re-ceptores, a apoyarles en su situación deactores, lo que tiene evidentes relacionescon una defensa de la libertad y dignidadhumana, especialmente referida a los gru-pos y clases más manipulados por la tec-nología y por la burocracia.

Así, el método básico para poder fun-damentar una Teoría de .la Comunicacióndebe partir del conocimiento y compren-sión de las situaciones sociales y cultu-rales en las que puede surgir tanto lacomunicación como la incomunicación,como forma de poder captar tanto losaspectos positivos como negativos de losprocesos de comunicación reales, de suscomponentes y, especialmente, de losmodelos de interpretación.

El ámbito científico de la Teoría dela Comunicación es múltiple, ofreciendodiversas perspectivas al estudioso, entrelas que destaca: como «saber», «teoría»,«proceso», «sistema», «práctica», «meca-nismo de dominio a la vez que comoadaptación», como «procedimiento deenculturización», «tarea comunicativa» y«repertorio de profesiones»...

Analizando posteriormente los concep-tos de sistema y modelo aplicados a lacomunicación, se han diferenciado trestipos según el isomorfismo entre la es-tructura de la «cosa» representada y el«modelo» que la representa, y que se-rían: a) modelos icónico-analógicos;b) modelos icónico no analógicos, yc) modelos conceptual-analógicos. Todosellos son muy útiles a fines tanto des-criptivos como de investigación, aunquecada uno de ellos es más o menos vá-lido según los casos.

Partiendo de supuestos de la teoríadel conocimiento, se analizan los compo-nentes de los sistemas de comunicación,así como las relacipnes entre estos siste-mas y los restantes de ámbito social. Los

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modelos comunicativos de H. D. Lass-well (behaviorista), Ch. Wright (funcio-nalista), P. Watzlawick, J. H. Beavin yD. D. Kackson (sistemático), C. Shan-non y W. Weaver (matemático-informa-cional) y C. Levi-Strauss (estructuralis-ta) sirven como ejemplos de los princi-pales modelos al uso, referidos a siste-mas de comunicación tanto generalescomo particulares, tomando ejemplostanto de la comunicación cara a caracomo de masas.

Glosando los aspectos negativos y po-sitivos de cada uno de dichos modelos,se van sentando las bases epistemológi-cas de lo que sería un «modelo dialéc-tico» de la comunicación, en base a la«lógica que se aplica al análisis de lossistemas finalizados que cambian a lolargo de la historia» (pág. 131).

A partir de los principales postuladosmarxistas, se elabora un modelo quequiere tener en cuenta la complejidadde los procesos sociales y culturales, re-feridos tanto a la infraestructura tecno-lógica que permite producir la comuni-cación, como los productos comunicati-vos, así como la división social a nivelde los cambios comunicativos y el aná-lisis de la división social aplicada al es-tudio de la propiedad de los mass media.

Sólo un modelo dialéctico permite to-mar en consideración los diferentes ele-mentos de un proceso, que operan a di-versos niveles, encubriéndose y solapán-dose unos en otros. Hay, pues, que es-tudiar en especial estos niveles, desde elde la infraestructura tecnológica hastael de la ideológica, pasando por la im-portantísima estructura de las relacionessociales, como única manera de superarun mecanicismo bastante extendido eneste campo y poder permitir un análisisreal del sistema de la comunicación.

Este modelo, que se desarrolla a nivelgeneral en todo un capítulo, tendría queser del tipo conceptual-analógico, y vin-cularía un análisis de las relaciones entreel sistema de comunicación y los restan-

tes sistemas (social, ideológico, político,cultural), de una forma dialéctica.

A nivel interno del sistema, este mo-delo dialéctico contendría cuatro gran-des componentes: a) actores de la co-municación; b) expresiones comunicati-vas; c) representaciones, y d) instrumen-tos de comunicación. Mientras que a ni-vel externo, referido a otros sistemas alos que está abierto, se relacionaría muyestrechamente con el sistema de objetosde referencia y con las investigaciones ymediaciones originadas en el sistema so-cial, lo cual implica una tendencia aaplicar a. cierto nivel la Teoría Generalde Sistemas, que creemos podría perfec-tamente realizarse en trabajos concretos.

La última parte del libro trata de lareferencia, a nivel tanto de objetos comode datos. Aunque la comunicación estáabierta al mundo tanto histórico comodel existir y del devenir, por medio dela presencia de objetos acerca de los quese comunica (referentes), no todos ellosson de la misma naturaleza ni puedenser expresados de idéntica manera ni pormedio del mismo instrumento.

Los referentes pueden aparecer de for-ma precisa, directa, o bien de maneravicaria. La prueba de la veracidad de lacomunicación, en el primer caso, permi-te, además, conceptualizar un tipo u otrode expresiones en relación con dos tiposde expresiones generales: las icónicas ylas abstractas2.

Los datos de referencia, en cualquiersistema o subsistema de comunicación,pueden ser fácilmente manipulados pormedio de diversos modos de falseamien-to: ausencia directa del referente en elmensaje; diferencia de un lapso de tiem-po entre el «acontecimiento» y su emi-sión por determinados canales (televi-sión y radio, por ejemplo); la interferen-cia de diferentes referentes vicarios, etc.

Este problema, que siempre surge porencima de los «saberes» y «teorías», es

2 Conceptualizado en M. MARTÍN SERRA-NO, La mediación social, Madrid: Akal,1979.

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tanto de carácter tecnológico como éticoy político. Y nos ofrece una serie decampos por donde investigar, sobre tododentro y sobre una sociedad «industrialy programada» 3, en la que la manipula-

3 En el sentido de Alain TOURAINE, La so-ciedad postindustrial, Barcelona: Ariel,1975.

ción, el control y las mediaciones siste-máticas se han convertido en un factornegativo no sólo para el progreso cul-tural del hombre, sino incluso para elpropio mantenimiento de la capacidadperceptiva, cognitiva y crítica del ciuda-dano de nuestra Era Electrónica.

MIGUEL ROIZ

Toxicomanías. Un enfoque multidisciplinario

FRANCESC FREIXA y PERE ANTONI SOLER INSA (edit.)

(Barcelona, Ed. Fontanella, 1981, 648 págs.)

I

Es curioso constatar el peculiar statusdel estudio de las toxicomanías en elcampo de la sociología; siendo un fenó-meno social de notable trascendencia,tanto pública como científica, ha perma-necido y permanece al margen de las in-vestigaciones sociológicas sin ser recha-zado explícitamente: simplemente quedarelegado al olvido.

Sin embargo, existe una notable «lite-ratura sociológica» que se ocupa de lastoxicomanías, y que ha llegado a situar-las en un punto muy estratégico para eldesarrollo de la teoría sociológica, hastael punto de considerar que las toxico-manías, como objeto sociológico, puedeninaugurar una nueva etapa en el avancede las teorías sociológicas. ¿Cómo pode-mos conciliar afirmaciones tan contradic-torias?

Resulta evidente que la sociología ca-rece de instrumentos teóricos adecuadospara enfrentarse al tema de las toxico-manías; ni la armonía, funcional, ni ladialéctica marxista, ni la anomia dur-kheimiana admiten la existencia de gru-pos que se comporten, aparentemente,en contra de sus intereses y de una for-

ma irracional. Hasta que no aparecen,por un lado, la obra de Robert Merton,con un hincapié en la existencia de sub-grupos con valores internos, de ambiva-lencias sociales y de comportamientosexpresivos, y, por otro lado, el pensa-miento de George Herbert Mead, consu concepción de la sociedad como unproceso de interacción comunicativa en-tre egos, los sociólogos no se ocuparonexplícitamente del tema de las toxicoma-nías, y aun entonces en el ambiente li-mitado de la llamada «escuela de Chica-go» de la «Sociología de la desviación»,y nadie, ni aun el sociólogo más repre-sentativo a este nivel, Howard S. Bec-ker, de una forma exclusiva.

Intentando resumir, de una formamuy escueta, el aporte teórico de la «So-ciología de la desviación» a los efectosde instrumentos válidos para el análisisde las toxicomanías, debo indicar quetales sociólogos abandonan la concepciónde que el desviado es aquel que se apar-ta, voluntaria o involuntariamente, delas normas establecidas para su status yadopta otras socialmente rechazables, ydesarrollan una nueva teoría partiendode que son los otros, la gente, el restode la sociedad, y no los desviados, quie-

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nes perciben una conducta como desvia-da y contraria a las normas y etiquetanal actor, sobre el que adoptan una posi-ción correctora que hace exclusivo hin-capié en la personalidad del etiquetado,el cual, por esa acción social, se ve obli-gado a reorganizar su universo simbóli-co, lo que le conduce a adoptar una seriede acciones, conocidas como desviaciónsecundaria, que le colocan definitivamen-te el estereotipo, la etiqueta de desviado.Se trata de un proceso dinámico de in-teracción entre los individuos y su socie-dad, y que explica la existencia, desarro-llo y canales de entrada en los subgrupos«desviados», en este caso los toxicó-manos.

Dentro de tal teoría existen, además,dos posiciones diferentes: la una suponeque la etiqueta es el resultado de unasestructuras sociales que dialécticamente,por sus contradicciones, implican la des-viación; la otra opina que las etiquetasson colocadas por los egos en interaccióny por azar en el proceso dinámico deinteracción, ya que las estructuras socia-les son abstracciones y no pueden^ seractores.

La conclusión es, en todos los casos,que el desviado (el toxicómano) es unacategoría de estereotipo socialmente esta-blecido, en el que se etiquetan una seriede conductas, cuya praxis reproduce elestereotipo.

Con independencia de la sociología,otras disciplinas se han ocupado de losaspectos sociales de las toxicomanías yposeen una tradición teórica al respecto.

En primer lugar, tenemos las discipli-nas farmacológicas y médicas, preocupa-das ya desde el siglo xvn por los efectosde las drogas a nivel de la conducta in-dividual, por el comportamiento compul-sivo de los grupos de consumidores ypor los efectos epidemiológicos de la ex-tensión de ciertos consumos. El modeloepidemiológico es un modelo de cuanti-ficación sociológica, que incluye la tomade medidas sociales para evitar la ex-tensión de la epidemia. Verdaderamente,

a nivel de los toxicómanos, el modeloepidemiológico no ha sido aplicado y,aun existiendo en teoría, podemos afir-mar que la medicina clásica se ha limi-tado al tratamiento individualizado deciertos toxicómanos en estado crítico. Laúnica perspectiva sociológica de la far-macología y la medicina ha sido comoactor, al provocar a través de sus des-cubrimientos, síntesis y campañas de pa-naceas el desarrollo de la mayoría de lastoxicomanías modernas.

En segundo lugar, debo mencionar elenfoque psicoanalista. Freud, con inde-pendencia del uso e investigación sobrela cocaína, desarrolló una serie de ideas,más o menos deslabazadas, sobre el con-sumo de drogas, en las que, en esencia,atribuía este comportamiento al resulta-do de una sustitución de los impulsossexuales, especialmente en los individuosafectados de algún trauma oral. En Elmalestar de la cultura, en cambio, en unconocido párrafo, Freud establece unarelación entre la economía libidinal, lasestructuras culturales y el consumo dedrogas. De la primera postura ha deriva-do la práctica psicoanalítica ortodoxaque atiende al paciente individual comoafecto de un síndrome maníaco-depresi-vo, mientras que de la segunda, y a tra-vés de la obra de Geza Rohein, ha de-rivado la posición etnopsiquiátrica en eltratamiento de los consumidores de dro-gas, que son considerados como el resul-tado de prescripciones culturales, ya quela cultura define una serie de canalesinstitucionales a través de los cuales lainsatisfacción puede manifestarse en for-ma de enfermedad o conducta marginal.Cada cultura tiene, por su estructurasimbólica, canales diferentes por los quemanifiesta la insatisfacción. La toxicoma-nía es uno de tales canales, culturalmenteprescritos, y la investigación sociológicaes, por tanto, el análisis de los conteni-dos simbólicos, mediante técnicas lin-güísticas, que permiten modificar la pres-cripción individualmente asumida.

La tercera disciplina que es preciso

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mencionar es la criminológica, que, sibien en nuestro país se encuentra muyligada a las concepciones juridicistas, enel mundo anglosajón, quizás por su pe-culiar sentido social de la jurisprudencia,es una especialidad de la sociología.

A partir de las teorías clásicas, en lasque el delincuente es libre y, por lo tan-to, debe ser castigado, y del positivismonaturalista, que considera el delito comopsíquicamente determinante y la sancióncomo una medida de defensa social; através de la utilización de la obra deGabriel Tarde (la imitación como prin-cipio), se llega a la teoría del aprendizajediferencial, tal y como la expone Suther-land, miembro, por otra parte, de laescuela de Chicago. Para Sutherland, eldelito se aprende como otras conductas,y este aprendizaje resulta reforzante enla práctica de la delincuencia, ya que lamisma se realiza en el seno de subgru-pos, para los que las normas socialesdominantes les son ajenas e irracionales.A partir de tal esquema se explica elproselitismo. La reproducción y la esta-bilidad del grupo, en nuestro caso delgrupo de toxicómanos.

Más recientemente, la criminología hacriticado el esquema de Sutherland enbase al excesivo individualismo y psico-logismo de su concepción y a la falta deuna visión global de la segmentación yjerarquización social, considerando quecada grupo no sólo tiene intereses con-trapuestos al resto de los grupos, sinoque incluso algunos grupos dominantesimponen sus criterios sobre otros, de talforma que el grupo no sólo existe porrazón a la entrada de nuevos miembros,sino que es el resultado de factores so-cioeconómicos generales que lo formulancomo tal. Esta es la economía políticadel crimen representada por Chambliss,y que en nuestro caso establece que latoxicomanía es el resultado de la ofertade drogas existente en el mercado, v queésta depende de la posibilidad de bene-ficios del grupo que controla este mer-cado y que ha invertido capitales en el

mismo; en el caso de las drogas legales,el Estado, vía impositiva.

Otro elemento importante que creopreciso mencionar en este breve panora-ma reside en el origen y desarrollo delmodelo sociopolítico y económico de lamoderna drogadicción, y que voy a resu-mir en unas líneas.

En el siglo xix, las metrópolis euro-peas exportaban, con saneados benefi-cios, alcohol y opio a sus colonias y aotros Estados ajenos a estas metrópolis.En tal situación, el consumo de drogaspodía, en algunos casos extremos, sermal visto socialmente, pero ni estaba pe-nalizado directamente ni el consumidorresultaba, como tal, estigmatizado. Perola expansión económica norteamericanaen el Pacífico, tras la guerra con España,chocó con estos intereses coloniales, yparticularmente en un caso: el mercadochino, controlado por Inglaterra, y delque obtenía inmensos beneficios con elcomercio del opio (en 1900, cien milcajas, que supusieron 10 millones de li-bras en impuestos); pero los millones deintoxicados chinos impedían el despeguede la economía china y la posibilidad decrear un mercado interior que interesabaprioritariamente a los EE. UU. A estoes preciso añadir las consideraciones mo-rales y puritanas, muy preponderantes enla clase media americana, que sufrió unfuerte impacto con las narraciones deviajeros y misioneros sobre los efectosde la droga.

El resultado fue la organización deuna gigantesca campaña internacional fi-nanciada por las organizaciones religiosasamericanas, que obtuvo su primer éxitocon la Conferencia de Shangai (1909), yque se institucionalizó en los organismosde control internacional, primero de laSociedad de Naciones y, más adelante,en las Naciones Unidas.

Lo que nos interesa retener de esteproceso es la aparición de un modelopenalista, socialmente aceptado, de lamaldad inherente del drogadícto, que lelleva a consumir la droga por puro hedo-

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nismo, y al que hay que apartar de lamisma, por su propio bien, mediante se-veras penas, al tiempo que se le estig-matiza como autor de una conducta aso-cial.

Asimismo, se penaliza el tráfico y laproducción, creándose una potente orga-nización burocrática internacional y, enlos países anglosajones, encargada de laejecución de los convenios internaciona-les, y formalmente interesada en impediruna modificación de la imagen social porella mantenida.

Como reacción a este movimiento mo-ralizante y prohibicionista, que obtienesus mayores éxitos en las dos posgue-rras, surgen en los mismos EE. UU. mo-vimientos sociales de signo opuesto yque asimilan la droga como una banderarevolucionaria y antimoralizante. A laprimera posguerra le corresponde la ge-neración de los escritores alcohólicos, lageneración perdida de Hemingway, DosPasos, Fitzgerald... A la segunda respon-den primero los beats e inmediatamenteel movimiento psicodélico, los hippiesy la contracultura, que anteponen la bon-dad natural de la droga a la maldad quele atribuye el modelo dominante.

En este contexto, no es de extrañarque los sociólogos no se hayan ocupadomucho de un tema que correspondía porderecho a los moralistas y a los burócra-tas, por un lado, y que era bandera derevuelta para artistas, literatos y otragente científicamente sospechosa. Otrodato a retener es que, desde el comienzo,Europa pierde el control de todo esteproceso histórico, ya que precisamentela creación de la imagen social del dro-gadicto debe entenderse como el resul-tado de una campaña victoriosa contrael hegemonismo colonial europeo.

La década de los sesenta contempla unnotable fortalecimiento del sistema, pero,al mismo tiempo, una serie de avancescientíficos y analíticos que nos serviránpara ponerlo en evidencia.

En primer lugar, y en el campo de laantropología, se produce una silenciosa y

subterránea revolución a partir de la obrade Robert Gordon Wasson Mushrooms,Russia and History (1957), la cual, apar-te de fundar la etnomicología, desarrollapor vez primera, y siguiendo las líneastrabadas por Edward Burnett Tylor,cien años antes, una teoría completa so-bre el origen, desarrollo y utilidad histó-rica del consumo de drogas psicotrópi-cas. La obra de Wasson ha continuado,y a ella se han añadido los descubrimien-tos de Evans Schultez, en el campo dela etnobotánica, y el denso trabajo etno-gráfico de antropólogos como La Barre,Furst, Harner, Reichel-Dolmatoff, etc.,que nos han introducido en el fascinan-te mundo de las drogas dentro del «áreachamánica», en la que representan lacausa explicativa clave de todo su uni-verso simbólico, mítico, religioso y mé-dico. Asimismo, tales antropólogos hanenunciado atrevidas y atractivas hipóte-sis sobre el rol desempeñado por lasdrogas alucinógenas entre los pueblos in-doeuropeos, en las mismas instancias queen el «área chamánica». No cabe dudade que lo que podríamos calificar de an-tropología neodifusionista se mueve muyal margen de la antropología académicade cualquier signo e, independiente desu futuro status científico y académico,ha aportado al tema de las toxicomaníasmucho más que cualquier otra discipli-na: el relativismo cultural de los diferen-tes modelos de consumo de drogas, elrol estratégico de éstas para comprenderlos sistemas simbólicos y la sugestiva hi-pótesis de la universalidad de la expe-riencia mística-psicotrópica en la génesisde la cultura.

En segundo lugar, el desarrollo delmovimiento psicodélico o contraculturalmencionado más arriba, y que reiteroaquí, no en sus aspectos sociopolíticos,sino, y en primer lugar, como creadorde un área de interés científico diferenteal saber académico clásico; las toxico-manías se convierten en un objeto deinvestigación interesante para docenas dejóvenes investigadores influenciados por

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el contexto político del psicodelismo, y,en segundo lugar, en Europa, por vezprimera y de una forma masiva, el temade las toxicomanías comienza a intere-sar a los científicos militantes o simpa-tizantes de la izquierda, que hasta aquelmomento habían rechazado, con una re-pugnancia inserta en la tradición cosmo-lógica marxista y socialista, todo lo re-lacionado con «el opio».

Finalmente, y en tercer lugar, debomencionar el desarrollo de una nuevapsiquiátrica, extraordinariamente comple-ja en sus diferentes manifestaciones (laya citada etnopsiquiatría, la antipsiquia-tría, la psiquiatría social, las nuevas te-rapéuticas grupales, etc.), que poseen encomún la característica de haber intro-ducido la consideración de los factoressociales en la génesis del comportamientoindividual, de tal forma que la explica-ción y la terapéutica de las enfermedadesmentales hay que buscarla no en el in-dividuo aislado, sino en su medio ecoló-gico, familiar y social, por cuyas tensio-nes surge la enfermedad, que no tieneotra cura, precisamente, que la elimina-ción de tales estructuras en tensa con-tradicción. A nivel de las toxicomanías,esta nueva psiquiatría ha trasladado sucentro de interés desde el individuo con-sumidor al medio que favorece el con-sumo.

He repasado someramente las discipli-nas que han tratado los aspectos socia-les de las toxicomanías, he expuesto e l \contexto histórico en el que se desarro-llaron estas investigaciones y, finalmen-te, he citado una serie de cambios enlas actitudes e intereses científicos quenos conducen a un nuevo umbral en laexplicación del fenómeno de las toxico-manías; esta nueva etapa se caracterizapor la prevalencia de las explicacionessociológicas en la caracterización de lascausas del fenómeno. Pero se trata deunas explicaciones sociológicas peculia-res, ya que:

1. Han surgido de forma espontáneae independiente allá donde se trataban

toxicómanos o había interés por el fe-nómeno.

2. En general, aun siendo explicacio-nes científicamente irrebatibles, se handesarrollado entre minorías, al margendel mundo académico, y sólo en la úl-tima década han ido penetrando en lasinstituciones, con excepción de la socio-logía, de la Que se siguen manteniendoal margen.

3. Se ha constituido así una «Socio-logía Paralela» en temas de toxicomanía,que se desarrolla al margen de las ins-tituciones dedicadas a la investigaciónen ciencias sociales; un ejemplo de ellolo constituye la «Antropología neqdifu-sionista», instalada en los departamen-tos o facultades de botánica y farmacia.

4. Esta dispersión de esfuerzos con-duce a una reiteración y lento avance delas investigaciones, que se pierden entrelas divisiones y subdivisiones académicas.

5. La sociología debería ser el aglu-tinante de tales avances, pero para ello,y ya que es su responsabilidad por habermarginado el tema, deberá salir al en-cuentro de todo aquello que su falta deinstrumentos conceptuales apropiados leimpidió comprender; la sociología debederruir la muralla que ha colocado entreella y el tema de las toxicomanías, asu-mir los avances realizados en otros cam-pos y actuar de eje organizador de losconocimientos de los factores sociales enel tema de las toxicomanías.

II

He creído necesario realizar esta am-plia introducción al texto que comento,ya que un manual básico y amplio comoéste es más importante situarlo en unascoordenadas generales que dedicarse aun detalle concreto, polémico e irrelevan-te. Además, y ligando con el último pá-rrafo del apartado anterior, desde unarevista de sociología se debe hablar alos sociólogos, y en la cuestión de lastoxicomanías hay, por las razones antes

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expuestas, que invitar a dar un paso ha-cia los otros científicos. La invitaciónya está hecha, y por vez primera tene-mos en nuestro país un texto general,de introducción, con el que cualquiercientífico social interesado podrá dar elpaso que antes comentábamos y eliminarasí sus prejuicios sociologistas o radica-les en un tema tan específico y especial.

Los autores de este reading, compues-to de veintitrés artículos y unas conclu-siones, son siete médicos psiquiatras,seis médicos, seis psicólogos, un abogadoy un periodista, todos ellos en contactocon diversas instituciones especializadasen el tratamiento de toxicómanos, en elárea catalana, y reflejan en su composi-ción lo que hemos venido diciendo encuanto al tipo de profesiones interesadasen el tema y que, independientementede su labor profesional práctica, se ha-bían dedicado a él desde un punto devista teórico; pero, al mismo tiempo, to-dos ellos asumen con evidente coherencialas modificaciones que el concepto dedrogadicción y drogadicto han sufrido enlas dos últimas décadas, especialmenteuna que nos interesa particularmente: laimportancia de los factores sociales y cul-turales en la génesis y desarrollo del fe-nómeno de la toxicomanía.

Si fuera preciso señalar una línea ideo-lógica común, implícita o explícita, enlos veintitrés artículos, ésta sería, sinduda, la de la determinación sociocultu-ral del fenómeno de la toxicomanía.

Y aquí el uso del término sociocultu-ral no es casual, porque, por un lado,se trata de los factores que inciden enla exposición al riesgo del toxicómano,es decir, los datos socioeconómicos y po-líticos sobre la oferta, distribución y con-sumo de drogas, y, por otro lado, delos factores que inciden en el comporta-miento, es decir, en la demanda y hábi-tos de consumo, para los que son nece-sarios datos históricos y antropológicoscomparativos sobre el nivel de percep-ción simbólico.

En conclusión, el libro es la prueba vi-

viente de la importancia de la sociologíay antropología para el análisis del fenó-meno, pero, al mismo tiempo, de las difi-cultades con que esta posición se enfren-ta, ya que, por un lado, el abismo coloca-do entre la sociología y los autores delreading les lleva a la práctica de una «so-ciología paralela» en la que no aparecenni técnicas ni conocimientos teóricos bá-sicos para un sociólogo. Pero, por otrolado, qué tiene que ofrecer la sociología,ya que precisamente el nivel sociológicode los no-sociólogos es mucho más avan-zado que el de los sociólogos. Reitero queson estos últimos los que deben dar lospasos necesarios para integrarse en uncontexto teórico y monográfico socioló-gico que hasta ahora les es ajeno.

No es ésta la situación de la antropo-logía, que se inserta definitivamente enel contexto de las investigaciones sobretoxicomanías, y ésta debería ser utilizadacomo palanca por la sociología. Comoejemplo de lo que afirmo, y con indepen-dencia del valor de cada uno de los ar-tículos, véase la bibliografía del artícu-lo 15, «Aspectos transculturales», quees un análisis antropológico, repleta deteóricos de esta disciplina, comparadacon la bibliografía, entre otros, de losartículos 17, «Publicidad y toxicoma-nías», y 18, «Drogas y marginación»,dos análisis sociológicos que no citan aun solo sociólogo.

Por tanto, ningún sociólogo puedetrabajar sobre toxicómanos sin tener co-nocimiento, como mínimo, del resumende cuestiones y datos que contieneeste texto. Me parece inútil lanzarse ala aventura de una encuesta de opinióno cualquier otro trabajo de campo sinun dominio suficiente de un tema tanespecífico y especial.

El mismo concepto de droga, que de-bería delimitar el objeto de la investi-gación, es algo bastante complejo y seencuentra ligado a Jos conceptos de far-macodependencia, tolerancia, querencia ysíndrome de abstinencia en cada una delas drogas, conceptos que, establecen los

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autores, no se definen bioquímicamente,sino socialmente; por lo tanto, será pre-ciso conocer el mecanismo de cada drogay rechazar los prejuicios personales que,en un sentido u otro, se posean comomiembros de una sociedad que construyela droga como objeto. En este sentido,la parte primera, «Generalidades», y latercera, «Sociología e ideologías», meparecen esclarecedoras. Asimismo, la di-visión de artículos de la segunda parte,uno por cada droga, opera en el sentidoque, personalmente, creo que deben di-rigirse las investigaciones sociológicas:centrándose en una única droga-eje.

Quiero dedicar una mención especialal capítulo 16, «Drogas y contracultura»,ya que el autor desarrolla la idea deque sólo el conocimiento y aproximacióna las subculturas toxicómanas permitiráuna práctica terapéutica eficaz, y queeste imprescindible conocimiento modifi-ca el juicio y la madurez del técnico em-peñado en el tema. Ante el tipo de co-nocimiento del contenido de la contra-cultura en medios sociológicos (general,positiva, superficial y parcial), la reco-mendación se nos hace extensiva, y pre-cisamente este artículo es una de las me-jores síntesis publicadas en nuestro país,siendo, al tiempo, ejemplo de las posi-ciones sostenidas por su autor, con lasque coincido plenamente.

En resumen, el libro se inscribe enunas coordenadas sociológicas, siendocurioso constatar que, a pesar de la ca-rencia de científicos sociales entre sus

autores, estamos ante uno de los mejo-res textos de sociología publicados y rea-lizados en España en los últimos años.Aunque no puedo por menos que reco-nocer una serie de defectos formales,fruto del espontaneísmo sociológico, quelos huecos en la bibliografía demuestran,y del que se desprende, salvo un par deexcepciones, errores técnicos y teóricos.

La causa ha quedado explicada en laprimera parte de esta nota: un contextohistórico concreto que ha determinadola formulación de las investigaciones, yeste caso español es un ejemplo más, enla línea, quisiera añadir, de la Organiza-ción Mundial de la Salud, que, a diferen-cia de otros organismos internacionales,ha adoptado una actitud epidemiológica(lo que equivale a sociológica), centran-do el tema de las toxicomanías en la pre-vención (reducción del consumo globalmás modificación positiva de los hábi-tos), en vez de la terapéutica a posterio-ri. Y este hincapié en la prevención esel que ha desarrollado los aspectos so-ciales de las toxicomanías, tanto a nivelde investigación como de la consecuenteplanificación.

La solución está, pues, en una másestrecha colaboración interdisciplinar,posible sólo si los científicos sociales danlos pasos necesarios, aprendan lo sufi-ciente sobre toxicomanías y aporten latraducción de sus conocimientos a unproyecto en marcha.

DOMINGO COMAS ARNAU

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CRITICA DE LIBROS

DEPENDENCIA E INDEPENDENCIA

Las alternativas de la sociología latinoamericana en el siglo XX

JUAN FRANCISCO MARSAL

(Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS)

De todas las teorías puestas en prác-tica por los sociólogos latinoamericanos,la teoría de la dependencia ha sido laúnica auténticamente iberoamericana.Hasta su aparición, prácticamente todoslos teóricos de las ciencias sociales sededicaron a la aplicación de teorías so-ciológicas desarrolladas para ser aplica-das en países europeos o en América delNorte. La teoría de la dependencia esla mayor aportación de los teóricos la-tinoamericanos a la sociología. Nace delestudio y análisis de los problemas pro-pios del área. El concepto de dependen-cia es la expresión más fidedigna querecoge la raíz de todos los problemascon que se enfrentan los países del árealatinoamericana (26 repúblicas, en teo-ría, independientes).

Básicamente puede entenderse por de-pendencia aquella situación económica,social y política de ciertos países queson influidos y condicionados por uncentro hegemónico y obligados por éstea girar a su alrededor, dentro de unaestructura fuertemente jerarquizada. Lateoría de la dependencia intenta explicarla importancia que tiene la evolución dela economía y la política internacional enla vida sociopolítica y cultural de los paí-ses dependientes.

El concepto de dependencia empiezaa considerarse como factor determinantede la perpetuación del subdesarrollo enAmérica Latina a mediados de los añossesenta. Surge como respuesta crítica ala patológica e inofensiva tendencia ala filosofía social especulativa y al sucur-

salismo acrítico del cientificismo desarro-llista de algunos teóricos latinoameri-canos.

Los teóricos desarrollistas del conti-nente, por lo general pertenecientes ala élite económica y política de estos paí-ses, están íntimamente ligados a los in-tereses del capitalismo internacional.

El concepto sociológico de la teoríade la dependencia no tiene una acepta-ción igual entre todos los teóricos dela sociología latinoamericana. GunderFrank, Fernando H. Cardosos y CelsoFurtado son los pioneros y principalesdefensores de dicha teoría.

Dependencia e independencia, últimolibro escrito por Juan Francisco Marsal,catalán, que pasó la mitad de su vida enlos países latinoamericanos, es el másfiel testimonio de agradecimiento a losciudadanos iberoamericanos, ya que porprimera vez un ciudadano español, deregreso a España, ve con espíritu críticoobjetivo la realidad y motivaciones enla actitud de los intelectuales de aque-llos países. Juan Francisco Marsal falle-ció, en un trágico accidente de tráfico,en 1977.

En siete capítulos y 225 páginas, Mar-sal ofrece al lector un resumen bastantecompleto del discurrir de las ciencias so-ciales en Latinoamérica. El primer capí-tulo recoge en unas cuantas líneas la in-fluencia dejada por los españoles, in-fluencia que se refleja en las teoríasdominantes en cada momento y en elcomportamiento de sus teóricos frentea la realidad de sus respectivos países.

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CRITICA DE LIBROS

La metodología utilizada por el autorpara tratar de explicar los fenómenos so-ciológicos, tales como el desarrollo, elsubdesarrollo, la resistencia al cambio,el caudillismo, etc., es la expositiva.

Marsal realiza un examen del papeldesempeñado por los teóricos norteame-ricanos y europeos en el estudio secto-rial de la problemática de los países la-tinoamericanos y de las consecuenciasde las conclusiones de estos estudios, enprincipio típicamente antropológicos, lle-vado a cabo con la técnica y metodolo-gía creada para estudiar los problemasde los europeos y norteamericanos.

Intenta Marsal poner de manifiesto,aunque de forma muy sintetizada, losantecedentes históricos de las distintasposturas sociológicas latinoamericanas,su influencia foránea y las consecuenciasde esta presión exterior. Arranca de laescolástica para seguir con el positivismoy terminar con la sociología de cátedrapracticada por los pensadores de la épo-ca. Este capítulo sienta, en principio, lasbases sobre las que se apoyará práctica-mente la totalidad del contenido de estelibro. La cita de otros autores.

Marsal pone de relieve la preocupa-ción de la época por el tema del cambiosocial, bajo una óptica distinta a la delos sociólogos de la línea de Parsons,Merton o Kingsley Davis y otros repre-sentantes de la teoría funcionalista. Plan-tea la influencia de Redfield en todoslos sociólogos de su época, así como lasconsecuencias de esta influencia en laproducción de los teóricos sociales delárea. De Redfield dice que es el clásicoexponente de la teoría de la «acultura-ción». Dicha teoría afirma que «el únicomóvil de cambio es la civilización occi-dental, entendiendo por sociedades occi-dentales sólo la norteamericana y lospaíses europeos desarrollados. Tambiénrepresenta Redfield —en opinión deMarsal— a los creadores de una visiónestereotipada de los pueblos latinoame-ricanos, pues en los estudios realizadospor los seguidores de éste se partía de

la división de la sociedad en pueblosfolk y pueblos urbanos (su continuo/o/^-urbano).

Se ocupa también en esta parte dellibro de las teorías del ambiente cultu-ral, señalando el monismo geográfico enque incurren quienes sostienen dicha teo-ría. Deja claro el papel de los antropó-logos y el de las clases sociales latino-americanas como elementos fundamenta-les de la inmovilidad, señalando comoúnico mecanismo de estudio válido la es-tratificación social. Seguidamente pasa elautor a desarrollar lo que él entendíacomo «el mito de la clase media». De-dicando todo un capítulo a analizar elnacimiento de esta teoría, el papel des-empeñado en el quehacer social y la ubi-cación dada a la misma por los diferen-tes teóricos. Pone en duda la afirmaciónde algunos escritores sociales que opinanque dicha clase media propicia el mili-tarismo y que este estamento es un fac-tor impulsor del cambio social.

Para Marsal, el militarismo se locali-za dentro de la élite o clases gobernan-tes y, lejos de impulsar el cambio, loimpide. Pone especial énfasis en el es-tudio de la ideología del ascenso de lasclases medias, que llena la sociologíapredominante entonces, y que Delichllamó «Sociología White Collar», cuyosrepresentantes asumieron la varianteconservadora del estructural-funcionalis-mo y el empirismo.

El estudio y análisis de los diferentesmodelos de cambios sociales importadosde los Estados Unidos, y utilizados tan-to por los latinoamericanistas norteame-ricanos como por los propios latinoame*ricanos; la teoría funcionalista, en todassus modalidades, y el empirismo estánpresentes a lo largo de todo el libro deJuan Francisco Marsal.

El libro está dividido en dos partes:la primera puede considerarse una reco-pilación de los nombres de teóricos ysus teorías; la segunda está dedicada ala exposición de las disputas entre teó-

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ricos dedicados a la búsqueda de las cau-sas del subdesarrollo.

El análisis de la realidad latinoameri-cana realizado por el autor hay que in-terpretarlo teniendo en cuenta su parti-cular modo de concebir la práctica de lasociología. Marsal afirma que parte dela base de que «la llamada recepción dela sociología científica, tanto en AméricaLatina como en Europa, es un eufemis-mo por la recepción de la sociología em-pírica y funcionalista norteamericana».Partiendo de este supuesto, denuncia elmito de la universalidad de la sociologíacontemporánea, que, según Veron, es unarma ideológica. La profesionalizacióncomo instancia institucional la considerauna forma de neutralizar al sociólogocomo experto y como técnico. Asimismo,denuncia el racionalismo utilizado comoinstrumento al servicio del estructural-funcionalismo y contra todo lo que seopone a él. Señala la ocultación de larelación existente entre el desarrollo y elfenómeno imperialista.

El segundo capítulo lo dedica a haceruna exposición de la visión folk que losantropólogos europeos tenían de Améri-ca Latina. El título de este capítulo essignificativo por sí mismo: «De la tribua la sociedad civilizada». Quizás sea don-de más profundice sobre las consecuen-cias de las teorías foráneas en el pa-norama latinoamericano.

El autor nos dice: «la investigaciónsocial empírica en América Latina co-mienza con la recolección de datos quehacen los antropólogos sociales norte-americanos en la década de los cincuen-ta; le seguirán los politólogos y luegolos sociólogos. En realidad —dice Mar-sal—, esta recolección de datos era loúnico que interesaba a los objetivos delos programas elaborados por Jos Esta-dos Unidos para Latinoamérica».

Los capítulos III , IV y V ofrecen allector una idea de los complejos, luchasy superficialidades que durante sigloshan ocupado a los teóricos latinoameri-canos. En estos tres capítulos, el autor

presta especial atención a la teoría dela clase media en ascenso, al papel des-empeñado por las teorías americanistasllevadas a estos países bajo el signo deconsignas norteamericanas. Según Mar-sal, la teoría de la clase media en ascen-so fue introducida por el historiadorJ. J. Johnson. Dicha teoría se basa en elprincipio de la modernización y atribuyeel cambio de estos países a factores exó-genos. Para el autor de Dependencia eindependencia, existen dos criterios dela teoría de la clase media en ascenso,la de los latinoamericanistas norteameri-canos (progresistas exogenistas) y la delos autores latinoamericanos (endogéni-cas). Sin embargo, Marsal no nos dicecuál es, a su juicio, de estas teorías laadecuada para estudiar la problemáticalatinoamericana, sino que pasa a descri-bir la relación entre la industrializacióny la aparición de la clase media en as-censo, siempre en función de teorías aje-nas, nunca ofreciendo su opinión al res-pecto. Más adelante nos dice que dichateoría apareció de las manos de Lipsety Vekemans, quienes la tomaron deJohnson, y que algunos sociólogos de laclase media la presentan como signo dela estabilidad política.

William F. Whyte y R. Holmberg de-cían —según Marsal—: «La empresanorteamericana contribuye al crecimientode la clase media, que será importantepara el país, no sólo en lo que respectaal crecimiento económico, sino tambiénpara la estabilidad política.» Como entodas las demás teorías, ésta tiene de-fensores y opositores. Para Marsaí, esdifícil llegar a una conclusión al respec-to, por los múltiples y diferentes crite-rios utilizados por los estudiosos a lahora de enfocar el problema de sus res-pectivos países.

Dependía mucho, afirma Marsal, delpaís objeto de estudio y del status so-cial del científico, así como de su rela-ción con respecto a los norteamericanoso europeos.

En opinión de Marsal, la dificultad

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de encontrar una respuesta a las disqui-siciones teóricas latinoamericanas resideen que faltaba en dichas discusiones es-tablecer lo más importante en toda cons-trucción hipotética: el campo de la estra-tificación. Para él, lo primero y princi-pal al entrar en el estudio de cualquierrealidad social es dejar sentado que «lavariable fundamental son las clases so-ciales, situadas de acuerdo al tiempo yal espacio». Afirma que los datos histó-ricos son las únicas pruebas plenamenteadecuadas en el terreno del cambio delas sociedades. Termina afirmando quela teoría del ascenso de las clases mediassupone un esencialismo constitutivo ouna ahistoricidad en el plano teórico,pues se hace abstracción de las clasesmedias, prescindiendo de las diversas si-tuaciones históricas y sociológicas queles dan sentido.

En el capítulo IV nos habla de la teo-ría del cambio social en Latinoamérica,de Gino Germani, y otros sociólogos.Destaca la significación de la sociologíacientífica latinoamericana, que arrancaen los años cincuenta y que produce uncambio radical en el campo de las cien-cias sociales, que habían transcurridohasta entonces dentro de la tradición yla especulación normativa. En su opi-nión, dicho cambio era consecuencia dela nueva política norteamericana despuésde la Segunda Guerra Mundial, y estecambio no significaba otra cosa que laadaptación a los supuestos teóricos y me-todológicos de la sociología estática, lla-mada «sociología del desarrollo».

La teoría de Germani, según Marsal,es una teoría del cambio social moderni-zador, que va de una sociedad tradicionala una sociedad moderna; pero sin cam-biar las bases del subdesarrollo, sinomás bien tratando de trasplantar los mo-delos de desarrollo propio de los paíseseuropeos o de la sociedad americana, sintratar en ningún momento de adecuar di-chas teorías a las realidades de los paísesatrasados económica, política y cultural-mente.

El capítulo V lo dedica a describir laspolémicas habidas en razón del papel quelos teóricos norteamericanos asignan alos intelectuales latinoamericanos. Losintelectuales norteamericanos llegaron aafirmar, en varias publicaciones de re-percusión internacional, que los intelec-tuales de Latinoamérica, en su mayoría,eran verdadero obstáculo al desarrollode sus países. La estereotipación del in-telectual latinoamericano por parte delos científicos norteamericanos desatóuna gran polémica y malestar entre losestudiosos iberoamericanos dando lugareste malestar a una protesta generaliza-da y al nacimiento de una nueva corrien-te de rechazo a todo lo que significarala utilización de teorías americanas.A raíz de esta polémica, los científicoslatinoamericanos empezaron a buscar suspropios modelos de estudios, obtenien-do como resultado la teoría de la depen-dencia y una fuerte crítica a la penetra-ción norteamericana en los asuntos delcontinente.

Según los norteamericanos, la actitudde los intelectuales latinos era contrariaa la producción, y esto propiciaba elatraso de sus países en sentido intelec-tual y material. Esta conceptualizaciónprodujo la exaltación de los pensadoreslatinos por la sociología nacionalista, des-embocando en la teoría de la depen-dencia.

Juan Francisco Marsal termina la pri-mera parte de su libro con unas con-clusiones donde, entre otras cosas, dice:«El gran intento es ahora el de integrarla ciencia social latinoamericana en losprocesos de cambio y tratar de combinarel conocimiento científico con el políti-co, convirtiendo así a la ciencia en uninstrumento desenmascarador de la ex-plotación.» Seguidamente pasa al capí-tulo VII, que es como una segunda par-te, pero que sigue la misma línea delos primeros capítulos: exponer las dis-tintas tendencias sociológicas en la teo-ría de «la dependencia». Al igual queen la primera parte, este apartado trata

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de ofrecernos todo lo que se ha escritosobre el concepto de dependencia^ sinllegar a profundizar en ninguna de lasteorías ni teóricos, dejando así incom-pleta la exposición.

Para el lector no familiarizado con laliteratura social latinoamericana, ofrecela ventaja de mostrarle, más o menos,todo lo que existe del tema, los nombresde los principales hombres de cienciasy las teorías progresistas o dependientes.

En la última parte del libro, donde,lógicamente, el lector espera encontrarla justificación del subtítulo: «Las alter-nativas de la sociología latinoamericanaen el siglo xx», Marsal se queda en unsimple intento de ubicar al lector porlos caminos del concepto teórico. Cosaque —a mi juicio— tampoco consigueMarsal, por querer ofrecer en unas cuan-tas páginas demasiados conceptos. El au-tor justifica su actitud diciendo que «nopodemos referirnos al significado de ladependencia dentro de la praxis cientí-fico-social latinoamericana si no oteamosun poco sus, orígenes conceptuales». Losconceptos presentados por Marsal sobreel origen de la teoría de la dependenciano son suficientes para un entendido enla materia, y para el que no lo conocetampoco quedan bastante claros. Marsaldemuestra no querer arriesgarse o com-prometerse expresando su opinión sobre

los conceptos más importantes emitidospor sus compañeros de batalla. Por ra-zones que no quiere descubrir al lector,Marsal se resiste a comprometerse, limi-tándose a señalar lo dicho por otro. Aunaquellos conceptos con los cuales denotaidentificarse, teme hacerlos suyos y re-curre reiteradamente a la técnica seguidaa lo largo de todo el libro, las citas.

Lo que en un principio parecía queiba a ser uno de los mejores estudioscríticos sobre la realidad político-socioló-gica del conjunto de países latinoameri-canos, se queda en un simple diccionarioanecdótico. Los primeros párrafos dellibro parecían encaminados a desmenu-zar, de forma clara, sencilla y carentede demagogia, ese paternalismo patoló-gico que llena la literatura de la historialatinoamericana, pero Marsal no pasa dela simple exposición. Todo queda en me-ras insinuaciones. El miedo de Marsal acomprometerse hace del libro una reco-pilación de nombres y teorías, de datosque no presentan mucha utilidad, ya quetodos los temas los toca muy de pasada.

Su afán por recoger toda la producciónsociológica latinoamericana le hace caeren los mismos errores que él critica enotros teóricos, las pocas veces que seaventura a expresar su opinión sobre untema.

MINERVA DONALD RIVERA

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