cuaderno 4 de arquitectura virreinal

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cuadernos de arquitectura virreina! FACULTAD DE ARQUITECTURA UNAM Editor: Juan B. Artigas Consejo editorial: Ernesto Velasco Lebn Clara Bargellini Carlos Chanfbn Olmos Ricardo Arancbn García Elisa García Barragán Guillermo Tovar de Teresa Juan Antonio Siller C. Alejandro Villalobos P. Redacción y diseño gráfico: Juan B. Artigas, Impresión: Offset Co mercial Policromo, S.A. Médicos No. 23, Col Sifbn CP. 09400, México, D.F. Tiraje: 3000 ejemplares. Distribución: En las oficinas de la Direccibn de la Facul- tad de Arquitectura y en el Seminario de Arquitectura Apll.rtado Postal 20-442 . San Angel Delegacibn Alvaro Obregbn. 01000, México, D.F . Notas: El consejo editorial se reserva el derecho de se leccibn y autoriza la reproduccibn parcial de artículos, debidamente entreco. millados, siempre que se cite la fuente. No se devolverán originales. Los editores sólo responden del interés científico de la publicación, el contenido y las ilustracio· nes de cada articulo son respnsabilidad de sus autores respectivos . Es tos Cuadernos de Arqui- tectura Virreina! no persiguen fines lucrativos. 4 Índice EDITORIAL ........... . .. .. . ..... ... ... ... ... ... . ..... . ........................ . La medalla de San Benito y el exorcis mo en los monasterios y conventos medievales. Margarita Marlinez del Soleral... .. ....... ......... . ................... ... ................ .. . 9 Manejo de materiales de construcción a ni vel comunitario. Yolanda Sanguineti Vargas. . . . . . . 20 La arquitectura vernácula en México. José Angel Campos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Las fiestas populares y las plazas en Quéretaro, uso del espacio público en el virreinato. Carlos Arvizu García. . ... .. . .......... ... . ..... . .. ... ... ..... .... .. . .. . .. . ............... 34 Arquitectura militar de un sitio del Yucatán colonial. Alfredo Barrera Rubio. . . . . . . . . . . . . . . . 43 Capillas, trapiches y chacoacos. Mari ha Vilchis y Rafael Bañuelos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 EVENTOS "VI Premio de Poesía Luis Cernuda" Sevilla, España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60 Coloquio "Perspectivos de la investigación científica y humanística en el Estado de Chiapas y lafronterasur" . ........ ·..... . .. . .............. . ................. . ................ 66 "XI Congreso Centroamericano de Arquitectos, Tegucigalpa, Honduras, C.A. . . . . . . . . . . . . . 67 LIBROS A rchitectura Civil Recta y Oblícua. Considerada y Dibuxada en el Templo de Jerusalem. por JuandeCaramuel. CarlosChanfónOlmos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 CO RRESPONDENCIA PaulGendropFrancotte 12 de julio de 1931 - 22 dejuniode 1987 ....... ... ... .. .... ... .... 80

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  • cuadernos de arquitectura virreina!

    FACULTAD DE ARQUITECTURA UNAM

    Editor: Juan B. Artigas

    Consejo editorial: Ernesto Velasco Lebn Clara Bargellini Carlos Chanfbn Olmos Ricardo Arancbn Garca Elisa Garca Barragn Guillermo Tovar de Teresa Juan Antonio Siller C. Alejandro Villalobos P.

    Redaccin y diseo grfico: Juan B. Artigas,

    Impresin: Offset Comercial Policromo, S.A. Mdicos No. 23, Col Sifbn CP. 09400, Mxico, D.F.

    Tiraje: 3000 ejemplares.

    Distribucin: En las oficinas de la Direccibn de la Facul-tad de Arquitectura y en el Seminario de Arquitectura Virreina~ Apll.rtado Postal 20-442. San Angel Delegacibn Alvaro Obregbn. 01000, Mxico, D.F.

    Notas: El consejo editorial se reserva el derecho de seleccibn y autoriza la reproduccibn parcial de artculos, debidamente entreco. millados, siempre que se cite la fuente.

    No se devolvern originales.

    Los editores slo responden del inters cient fico de la publicacin, el contenido y las ilustracio nes de cada articulo son respnsabilidad de sus autores respectivos . Estos Cuadernos de Arqui-tectura Virreina! no persiguen fines lucrativos.

    4 ndice

    EDITORIAL ........... . .. .. . ..... ... ... ... . . . ... . ..... . ........................ .

    La medalla de San Benito y el exorcismo en los monasterios y conventos medievales. Margarita Marlinez del Soleral... .. ....... ......... . ................... ... ................ .. . 9

    Manejo de materiales de construccin a nivel comunitario. Yolanda Sangui neti Vargas. . . . . . . 20

    La arquitectura verncula en Mxico. Jos Angel Campos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

    Las fiestas populares y las plazas en Quretaro, uso del espacio pblico en el virreinato. Carlos Arvizu Garca. . ... .. . .......... ... . ..... . .. ... . . . ..... .... .. . .. . .. . ............... 34

    Arquitectura militar de un sitio del Yucatn colonial. Alfredo Barrera Rubio. . . . . . . . . . . . . . . . 43

    Capillas, trapiches y chacoacos. Mari ha Vilchis y Rafael Bauelos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

    EVENTOS

    "VI Premio de P oesa Luis Cernuda" Sevilla, Espaa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

    Coloquio "Perspectivos de la investigacin cientfica y humanstica en el Estado de Chiapas y lafronterasur" . ........ ..... . .. . .............. . ................. . ................ 66 "XI Congreso Centroamericano de Arquitectos, Tegu cigalpa, H onduras, C.A. . . . . . . . . . . . . . 67

    LIBROS

    A rchitectura Civil Recta y Oblcua. Considerada y Dibuxada en el Templo de Jerusalem. por JuandeCaramuel. CarlosChanfnOlmos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70

    CORRESPONDENCIA

    PaulGendropFrancotte 12 de julio de 1931 - 22 dejuniode 1987 ....... ... ... . . .... . . . .... 80

  • editorial

    El Colegio de Arquitectos de Mxico, la Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecologfa y la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico realizaron la exposicin grfica intitulada La Arquitectura de Mxi-co, que fue inaugurada en el Museo Franz Mal/er de esta capital e/15 de Di-ciembre de 1986.

    Hasta el mes de junio de 1987, adems de haber sido presentada en la mayor parte de las capitales de los Estados de la Repblica, se habfa expuesto en el Mu-seo de Ciencias y Artes de la Ciudad Universitaria, en la Convencin del Institu-to Americano de Arquitectos, en Orlando, Florida; en la Unin de Ingenieros y Arquitectos Constructores de la Habana y en Santo Domingo, en la Repblica Dominicana. Asf mismo, en el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de Madrid, en el Congreso Mundial de Arquitectos de Brighton, Inglaterra y en la Repblica Popular de China, en Pekfn, por medio de la embajada correspon-diente de Mxico. Se ha enviado para su exhibicin en So/fa, Bu/gario, con mo-tivo de la Cuarta Bienal Mundial de Arquitectura; a la Embajada de Mxico en Os/o, Noruega, y para su Bienal de Libros de Arquitectura, en Quito~ Ecuador.

    La muestra consta de 184/minas de 56x85 cm., con tiraje de 1,000 ejempla-res; en el mejor de los casos podrfa exponerse simultneamente en otros tantos lugares. Comprende las pocas prehispnica, virreina/, del siglo XIX, de la Re-volucin Mexicana y la arquitectura verncula, con 35, 45, 23, 62 y JO lminas respectivamente, cada una de ellas. Nunca antes se habfa reunido y publicado un material grfico tan extenso ni se habfa buscado una proyeccin tan amplia de nuestra arquitectura. La obra puede adquirirse en la Facultad de Arquitectura.

    El ejemplo lo pusieron tos arquitectos de Colombia al originar la idea y plas-mar grficamente su historia arquitectnica, con la invitacin a los pases ibe-roamericanos de participar en el proyecto.

    Serfa de gran trascendencia contar con una coleccin que conjuntara los edifi-cios ms caracterfsticos, de cada pafs, que sirviera de base para entresacar las aportaciones de cada una de las regiones, que permitiera captar los rasgos co-munes que todavfa no han sido destacados y, junto a estos aspectos, tanto otros que no podemos ni siquiera imaginar. Particularmente, en la poca que es moti-vo de estos Cuadernos, comprendida entre los siglos XVI y XIX, serfa impor-tante renovar los criterios de investigacin que en su mayor parte fueron origi-nados hace ms de cuarenta alfos y ya requieren de ajustes, algunos de ellos de fondo.

    Tal vez va/drfa la pena conjuntar los trabajos con motivo de las celebraciones de los Quinientos Alfos del Descubrimiento de Amrica, para lo cual nos quedan apenas cinco alfos. De cualquier manera, y aunque e/ lugar y la ocasin de reunirse no faltarfan, queremos renovar la invitacin colombiana. Vaya pues, nuevamente, nuestra exortacin a participar en este magno proyecto.

  • Y ahora, aprovechando esta comunicacin expresamos nuestro deseo de publicar aportaciones que vengan de otros lugares de la regin. Los Cuadernos de Arquitectura Virreina/ ya son una realidad, con ste, llevamos cuatro nme-ros; es el momento de abrir su contenido a espacios ms amplios. Rosa Maria Alvarez y Juan Haroldo Rodas de Guatemala, Santiago Sebastin de &pafta, Ramn Gutirrez de Argentina, Roberto Vargas de Honduras, Carlos Janki/e-vich de Costa Rica, quedaron en enviarnos colaboraciones. Nos gustarla presen-tar escritos de autores de la relevancia de Teresa Gisbert y Jos de Mesa de Boli-via, de Graziano Gasparini de Venezuela, de Jorge Berna/es Ballesteros, profun-do conocedor de la arquitectura limefla, de don Federico Gmez Pio/, a quien tuve el gusto de saludar en Sevilla. Brasil y Portugal tambin poseen extraordi-narios acervos arquitectnicos. Y no solo buscamos la apertura hacia autorida-des reconocidas, sino tambin hacia quienes tenga algo interesante que decir sobre nuestra arquitectura tradicional y acerca de su valoracin para la arquitec-tura actual.

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    Juan B. Artigas Mayo de 1987

  • CON VE TOS Por lo general, los convento siguieron un patrn tradicional en Europa:

    volcados hacia un claustro interior, lo cuatro costados estn formados por la iglesia, la portera, el refectorio y la ala capitular.

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    LA ARQUITECTURA EN COLOMBIA, UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, UNIVERSIDAD DE LOS ANDES, ESCALA, 1985

  • lh.! La Arquite< 1ura de Mxico

    CAPILLAS ABIERTAS AISLADAS

    Calkin, Campeche. De Antonio de Ciudad Real en 1584. Reconstitucin de Juan B. Artigas.

    San Esteban izatln , Th:xcala (! 15)9) Arcos de separacin entre el presbiterio y la nave descubierta.

    San Esteban Tizatln, Tlax:calu. Vista desde el ;i.bside hacia la mne descubierta. Reconstitucin de Juan B. Art1gas.

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    Zinacuntcpec, Mxico. Desde la nave descubierta hacia el presbiterio.

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    LA ARQUITECTURA DE MEXICO, FACULTAD DE ARQUITECTURA, UNAM, COLEGIO DE ARQUITECTOS DE MEXICO, SECRETARIA DE DESARROLLO URBANO Y ECO-..._ LOGIA, MEXICO 1986

  • l. Anverso de la medalla de San Benito

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  • la medalla de san benito y el exorcismo en los monasterios y conventos medievales

    margarita martnez del sobra)

    La filosofia platnica de la unidad, de la relacin del Todo con sus partes, de la Armonia Universal del ritmo, tiene su traduccin geomtrica en los slidos pitagricos unidos y relacionados con el Nmero de Oro. Platn crea su teora de los Cinco Slidos Perfectos que constituan los elementos geomtricos con los cuales se conformaba el universo. Estos se identificaban con los elementos: la tierra era un cubo y su proyeccin al plano, un cuadrado; el agua el icosaedro, un slido formado por veinte hex-gonos iguales; el aire el octaedro, con ocho tringulos equilteros; el fuego el tetraedro, con cuatro tringu-los equilteros; mientras que el dodecaedro, formado de doce pentgonos, se asociaba con el ttniverso en su totali-dad.

    Existen tres figuras planas bsicas que conforman la construccin de los cuerpos slidos regulares; el tringulo equiltero, el tringulo rectngulo isceles que al juntar dos, forman un cuadrado (los tringulos que se forman al cortar un cuadrado por su diagonal), y el pentgono. Si estas tres figuras fueron empleadas por el Divino Creador como punto de partida para la creacin del Universo, es perfectamente comprensible que el hombre religioso las empleara en sus construcciones arquitectnicas.

    En la construccin de iglesias y conventos, en su trazo; el cuadrado y el trinulo equiltero fueron profusamente utilizados, as como .el sistema de nmeros asociadas a s-tas figuras; tambi~n fu empleado el pentgono, ya que su proyeccin a un plano perpendicular a uno de sus la-dos nos d una linea dividida en seccin urea (.618:1 :: :: 1:1.618). En esta proporcin la dimensin menor es a la

    mayor, como la mayor es a la suma de ambas. a:b :: :: b:(a + b), siendo a + b = c.

    Le geometra no slo se utiliz para la traza de la plan-ta de las abadias y monasterios durante la Edad Media, sino tambin para el clculo de los elementos estructura-les. Considerada as, la geometra era la clave para efec-tuar una buena construccin, tanto en su estabilidad, co-mo en la armona con el Universo y era por esto que tena un papel importantsimo en la construccin.

    Tan es as que Domenicus Gundisalensis de Segovia, el clere filsofo del siglo XII define a la arquitectura como "la geometra aplicada".

    La matmatica esotrica, la mstica del nmero, la unin de la metafisica de la armona del Gran Todo, con la armona musical y la euritmia en general, fueron con-ceptos muy importantes. Cvando se realiza su sntesis, el concepto matemtico rector es la proporcin geomtrica.

    Platn deca que "Todo esta ordenado conforme al nmero, cuya nica va de acceso es la matemtica". He-rclides nos dice: ''Pitgoras radicaba la felicidad supre-ma en la contemplacin de los ritmos del universo; de la perfeccin de los nmeros, siendo el nmero, ritmo y per-feccin". Matila C. Ghyka piensa que la teora de las proporciones y la de los nmeros haban ocupado el pues-to de honor en el tratado de vulgarizacin matemtica de Nicmano de Gerasa, lo que demuestra que hacia el siglo 1 de nuestra era las concepciones pitagricas sobre los n-meros y la geometra formaban parte del patrimonio cientfico de los cenculos instituidos del mundo gre-corromano. Estas mismas concepciones las encontramos en el libro de Vitrubio, que nos muestra la teora de las proporciones y de las correspondencias armnicas. Haba suministrado a los arquitectos y a los escultores una doctrina y procedimientos prcticos de concepcin arm-nica, mas tarde transmitidos bajo la forma de secretos de gremio en las familias de arquitectos y escuelas de artesa-nos.

    La arquitectura gtica fu sumamente rigurosa en el trazado de sus construcciones; nada se confi al azar, co-mo lo demuestran los dibujos de rosas, rosetones y vitra-les de las catedrales, verdaderos tratados de geometra co-mo lo vemos en la inscripcin de polgonos regulares en el crculo y en la segmentacin de ste. La inscripcin de es-tas figuras en el crculo (probablemente uno de los secre-tos geomtricos de la escuela pitagricas revelado a los profanos por el pitagrico Hipcrates de Chios) especial-mente el pentgono, se encuentra en los primeros ma-nuales de geometra impresos en la Edad Media y en el

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  • tratado de las proporciones de Durero. El mtodo se basa en la divisin de una recta en media y extrema razn, es decir, en el Nmero de Oro, Divina Proporcin Seccin A urea, que rigen el juego de la proporciones en toda figu-ra regular de simetra pentagonal o decagonal.

    El P~oterismo geomtrico de los pitagricos se transmi-ti despus del desmembramiento del imperio romano de occidente y de la conquista de Egipto por los rabes, por dos corrientes ocultas: los trazados de los arquitectos y las estrellas de cinco puntas de la magia.

    En la poca carolingia y a comienzos de la romnica, entre el siglo VIII y IX, surge el auge de la arquitectura religiosa, en la cual desempea un papel tan importante la edificacin de las magnificas abadias benedictinas, agrupando en torno de stas los talleres o logias de los al-bailes y talladores de piedra en verdaderas escuelas de arquitectura dirigidas por los benedictinos. Fueron los discipulos de San Benito los que, en efecto, en Mantecas-sino, en Saint Gall, etc . . no slo conservaron o des-cubrieron los textos matemticos de la antigedad griega o alejandrina que han llegado hasta nosotros, as como el tratado de arquitectura de Vitrubio (en la abadia de Mon-tecassino), sino que nos transmitieron de un modo muy especial la rnistica pitagrica de los nmeros a travs de la cadena de la ciencia en la que triunf la Ley del Nmero. Como matemticos tenemos a Pitgoras, Arquitos, Pla-tn, Euclides, Eratstenes, Diofanto (de los llamados Alejandrinos), Nicmano, Fibonacci, Pacioli, Kepler, Descartes, Hamilton, Cantor y Einstein entre otros. Co-mo filsofos -en el ms amplio sentido de la palabra-tenemos a: Nicmano de Gerasa, Marciano Capella (siglo V), Boesio y Casidoro (S. VII), Isidoro de Sevilla (S. VII), el Papa Silvestre II (S. X.), y la geometra de los s-lidos platnicos y de sus correlaciones armnicas con Gautier de Espira y Campano de Novara.

  • metafisica de "Timeo" y de los neoplastnicos. Al comienzo del siglo XVI, cuando la larga fase esot-

    rica de la arquitectura sucede al periodo pitagrico-plat-nico de la esttica matemtica que condiciona la doctrina del primer renacimiento, Campano de Nov,ara estudia el papel trascendente de la seccin urea que rige las pro-porciones de los cinco cuerpos platnicos, pero es el mon-je franciscano Luca Pacioli di Borgo (medianos delsiglo XV) quien escribe el "Tratado de la Divina Proporcin" ilustrado por Leonardo da Vinci, libro que tuvo una gran influencia en los artistas del Renacimiento. Fray Luca fu amigo de Albertini y de Durero; de una carta de este lti-mo se sabe que viaj de Venecia a Bolonia, para iniciarse "en los arcanos de la perspectiva secreta".

    En la "Suma de Arithmetica y Geometrfa" de Lucas Pacioli (Venecia 1494) se encuentra todo lo que ha llega-do hasta nosotros del tratado de los "Nmeros Cuadra-dos" de Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, autor del primer tratado de lgebra escrito por un cris-tiano (Abacus, 1228) en donde aparece la serie que lleva el nombre del autor; sucesin aditiva de dos nmeros naturales contiguos; 1; 1 + 1 =2; 2+ 1 =3; 3 +2=S; S + 3 = 8 etc. Esta sucesin tiene como propiedad la que la razn entre dos trminos consecutivos tiende rpidamen-te hacia la razn de la seccin urea:,fll = (.jS + 1)/2 = 1.618 ... (8/S = 1.6; 13/8 = l.62S; 21/13 = 1.61S; 34/21 = 1.619 ... ). Es el modelo asinttico de la serief6 ideal. La sucesin -es a lo que la naturaleza tiende apro-ximndose a lo continuo mediante una sucesin disconti-nua. Esta es la proporcin de los neopitagricos y de Ni-cmano. Fue conocida por lo egipcios pues los mltiplos de SS,89 y 144 (1 - 2 -3 -S- 8- 13- 21 -34 -SS -89 -144) son mltiplos de la unidad de longitud de la Gran Pirmide. Es interesante saber que Fibonacci estudi las matemti-cas rabes y residi en Egipto y en Siria.

    En las sociedades secretas de constructores una regla comn era "Tal dia del afto, todos. los papeles sern quemados y sus cenizas mezcladas al vino que ser bebido en la ronda" ... " Los secretos de los compafteros no pueden darse por escrito'', causa de que no hayan llegado casi planos a nuestros dias.

    La sociedad crotoniana, cuyas reglas se conocen por fragmentos, influyeron en las asociaciones ascticas de los "terapeutas" de Egipto, de los esencios y de sus suce-sores inmediatos: los monjes de Tebaida. Este pudo ser uno de los caminos de que llegara a los monasterios euro-peos, matemtica y pensamiento pitagrico-platnico; el otro a travs de los sarracenos que llegaron hasta Poitiers y que fueron vencidos por Carlos Martel, abuelo de

    (1) Matyla C. Ghyka "Le nombre d'Or".- 11 Les Riles. Lo Torche Sous le Boisseau. Les Riles et Ritmes Pythagoriciens dons le Deve-loppement de la Civilazation Occidentale. Gallimard, p. 48-49.

    (2) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 48.

    2. Reverso de la medalla de San Benito

    Carlomagno quien fue gran promotor de construcciones monsticas. Los colegios de artesanos como los de maes-tros arquitectos y albaftiles copiaron si no todo, gran par-te de sus ritos a las cofrafias iniciticas religiosas y de-bieron de ser especialmente influidos por la ideologia y el simbolismo geomtrico y tcnico de las logias neopitag-ricas de Nicmano de Gerasa. En ellas se enseftaba que la armonia entre el Todo y las partes se funda sobre el con-cepto director de analogia y sobre sus extensiones, simetria y euritmia.

    Matyla Ghyka nos dice; ''Trazados y tcnica caminan casi esotricamente, como la ciencia abstracta que los ins-pira. Arquitectos y artesanos se transmiten con uncin re-ligiosa los procedimientos, las reglas cuya razn profun-da han olvidado a veces. Hay una iluminacin sbita gra-cias a los "daimones" que han reconocido los signos: Al-berti, Leonardo, Pacioli, Durero; luego la luz desapare-ce, los artistas la olvidan y pierden la ciencia de la propor-cin, extravan la herencia preciosa: El respeto fiel a la re-gia Geometria; los arquitectos del siglo XVII traducen a Viturbio sin comprenderlo, y la simetra dinmica pul-sante de Platn, el "commodulatio" de Vitrubio, y cono-cimientos de Alberti, se convierten en particin de ele-mentos idnticos a una y otra parte de un eje o plano de simetria que todava conocemos bajo este nombre. Pero los simbolismos no dejan de transmitirse a travs de

    (3) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 68. (4) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 76. (S) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 79, nota No. 4

    11

  • otros tuneles, por soi'adores que no comprenden mas que a medias su simbolismo, y que a veces lo emplean en son-dar el tumultoso ocano de sus deseos" (6)

    Fue la abada benedictina de Montecassino la que salv los textos de Vitrubio y de Boecio, y tambin fue en otra abada benedictina, en Beuron, donde renaci hacia 1870, una esttica religiosa de tendencias rigurosamente pitagricas. El Padre Desiderio Lenz, fundador de la es-cuela de la abada, confiesa lo siguiente: "Por espacio de muchos ai'os medit sobre la naturaleza y sus apariencias siempre cambiantes, hasta que llegu a la conclusin de que la sola copia rigurosa de la Naturaleza jams podra conducir a obras de arte de la calidad de las antigas. Fue as como trat de penetrar con mayor profundidad en el secreto de los antigos. Las obras de los primitivos cris-tianos y de los bizantinos, as como las de Giotto, me han demostrado que geometra y particin geomtrica eran factores principales. Porque los maestros griegos de la Antigedad parecen haber empleado leyes precisas en sus medidas y divisiones. Cules eran estas leyes?. Un largo estudio de la estructura de las plantas y de las pinturas de los vasos griegos me hicieron progresar en el camino del conocimiento. Pero fue estudiando la gran obra de Lep-sius sobre los templos egipcios ..... como encontr mi in-nato anhelo del nmero, del equilibrio, del orden, por primera vez, completa satisfaccin. Fue aqu donde en-contr el sentimiento religioso tal como yo lo comprenda. Y me pareci advertir el predominio de dos factores: el primero, la lgica; una crtica despiadada hasta el fondo mismo de las necesidades de la Vida; ense-guida, la nocin de equilibrio, de la armona de las magni-tudes. Esta percepcin, armona de las magnitudes, me mostr el dominio de la msica. Y entonces v de sbito claramente que lo mismo que en la msica, la meloda y armona, las artes plsticas descansaban sobre relaciones numricas. La fuerza misteriosa de ciertas relaciones sen-cillas, tanto racionales como geomtricas, (irracionales), nos hablan en los templos y en las estatuas clsicas. He aqu el secreto de su belleza. El nmero es, en efecto, di-vino." (7)

    En el monasterio benedictino de Saint Gall, en Suiza, se conserva un plano conocido como "El Plan de Saint Gall", que consiste en una planta de conjunto con ero-

    (6) Matyla C. Ghyka.- op. cit. p. 165 (7) Wilibrod Werkade "Die Unruhe Zu Gott" (8) M. Martnes del Sobra! "El Cuadrado de San Benito en el Trazo

    de Saint Ga/1". En revisin para su publicacin en la revista "Ges-ta", Instituto de Estudios de Arte Medieval. Lincoln Center, New York.

    (9) Dr. Carlos Chanfn Olmos.- "Apuntes de Geometrfa de la Cons-truccin, Bases Histricas Fundamentales, Necesarias en la Res-tauracin de Monumentos Arquitectnicos. U.N.A.M.

    (10) Walter Williams Horn y E. Born. "The Plan of St. Ga/1", Bercke-ley California University Press, 1979.

    12

    quis de los edificios necesarios para cubrir el programa de un monasterio de la poca carolingia.

    Est dibujado en tinta roja, sobre cinco pedazos de pergamino cosidos entre s dando una medida de 77x112 cm. El documento tiene adems una dedicatoria de la que se deduce que este plano se dibuj a peticin de Gozberto abad del monasterio de 816 a 836. La intencin de Goz-berto era la de renovar todo el conjunto monacal basn-dose en un modelo esquemtico de plano para lograr su propsito. Este documento fue mandado hacer por Haito, obispo de Basilea y abad del monasterio entre 806 y 823. El plano es una copia de un esquema ya existente nota (8) y parte seguramente del movimiento reformista iniciado por Carlomagno y Luis el Piadoso, para organi-zar y unificar la vida monstica en el reino.

    Ya mencion anteriormente que el conocimiento de la matemtica, geometra y filosofia pitagrico-platnica pudo haber llegado hasta Carlomagno a travs de los sarracenos vencidos por su abuelo, Carlos Martel, en la batalla de Poiteirs. En el Snodo de Aquisgrn se reunieron los obispos y abades ms destacados del Aquisgrn se reunieron los obispos y abades ms destaca-dos del Imperio Carolingio y decidieron adoptar la Regla de San Benito de Nurcia en todos los monasterios del Im-perio. En este Snodo debi elaborarse el plano base del esquema necesario para lograr el tipo de vida espiritual y temporal deseado, base del esquema que ha llegado hasta nuestros das.

    El Dr. Carlos Chanfn Olmos nos dice: "El plano re-vela que para la poca de Luis el Piadoso, el programa del monasterio medieval que se conservar hasta el Rena-cimiento, estaba ya totalmente logrado" .(9)

    El documento puede fecharse entre 817 y 830, afio en que se iniciaron las obras del monasterio de Saint Gall. El documento, sin embargo, cay en el olvido, ya que en 1461 aparece en el catlogo del monasterio como un libro que contiene la vida de San Martn de Tours, biografia que haba sido escrita en el reverso del pergamino por al-gn monje del monasterio y doblado y colocado en un librero como si fuera un libro. Dicho plano ha sido estu-diado en los ltimos tiempos por W. Horn y E. Born, ha-ciendo un estudio exhaustivo del documento tratando, entre otras cosas, de encontrar un mdulo que haya servi-do de base al trazo esquemtico del monasterio. El mdu-lo (lase cuadrcula) que encuentran no se ajusta al dibu-jo, y los autores del estudio no logran encontrar la razn de ciertas discrepancias entre el mdulo y el plano.(tO)

    Al estudiar el plano de Saint Gall encuentro que las discrepancias se deben a que los autores dieron por hecho que el Plano de Saint Gall est "modulado", en el senti-do que damos a mdulo en la actualidad, esto es, el for-mar una cuadricula con mltiplos y submltiplos de una medida que sirve de unidad a dicha cuadrcula. El pensa-miento del arquitecto medieval no puede estar ms lejos de este concepto, y con ms razn al tratarse de monjes

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  • benedictinos. Los monjes durante la Baja Edad Media eran los conservadores de las ciencias de pocas antigas, :x: an durante la Alta Edad Media y principios del Rena-c!imiento. La filoso tia pitagrica-platnica babia influido h'lsta la misma filosofia cristiana, a travs del helenismo platonizante que se uni al judasmo de Alejandria y luego a Judea. Isidore Levy, estudioso del tema comenta: "As se explica el hecho enigmtico del cristianismo. Cmo comprender que una doctrina elaborada en Judea al trmino de la ms singular de todas las evoluciones reli-giosas haya sido capaz de dar alimento apropiado a las necesidades espirituales de la sociedad greco-romana?. La respuesta es fcil para el que conoce la filiacin que uni el helenismo platonizante con el judasmo de Alejandra y luego de Judea, con el evangelio. De la reli-gin que bajo los Csares sali de Palestina, lo esencial haba sido introducido en Jerusalm solo un siglo antes. El Evangelio sedujo al mundo antiguo porque, rodeado del ms penetrante encanto extico, le aport un produc-to del pensamiento griego, heredero del lejano pasado in-doeuropeo.''

    Al hacer el anlisis del trazo de Saint Gall encuentro que la expresin grfica de la serie de Fibonacci est implcita en el Esquema Benedictino del trazo del Plano de Saint Gall. A esta expresin grfica le he llamado Cuadrado de San Benito, y a la disposicin arquitectni-ca, Esquema Benedictino. El Cuadrado de San Benito es un cuadrado compuesto de varios cuadrados unidos por sus diagonales, las cuales se encuentran en propor-cin urea, ascendente o descendente, una con su conti-gua, y que proyectados los lados de estos cuadrados a ejes cartesianos nos darn los primeros trminos de la serie de Fibonacci. Obtendrmos una unidad, que no ser en si un "mdulo" (en el sentido contempraneo) sino una uni-dad bsica de proporcin a la cual se le puede asignar cualquier medida. Es lo que Kossman llama "gran uni-dad" y estar representada en el esquema del Plano de Saint Gall por la fuente del claustro, unidad que servir de base para el trazo del rectngulo ureo rector del tra-zo de todo el plano del monasterio.02> (Fig. 3) y (Fig. 6)

    Si tomamos trece unidades y construimos un cuadrado de trece unidades por lado (no tiene importancia el tama-o de las unidades) el ACDE se ttaza su diagonal AD;se colocan las puntas externas del comps ureo en los pun-tos F y D, las puntas internas nos marcarn los puntos IL, del cuadrado IJKL. Poniendo las puntas externas del comps ureo en ID, las puntas internas nos marcarn los LO del cuadrado LMNO, cuadrado que tomaremos co-mo unidad de proporcin. Se puede pr:oceder de manera contraria, es decir, una vez que la unidad de proporcin

    (ll) M. Martfner. del Sobra/. - op. cit. (12) Pau/ Frankl y Erwin Panofsky "The Secret o/ Medieval Masons ".

    Art Bulletin. p. 49.

    14

    y 4. El Cuadrado de San Benito

    S. EL CUADRADO DE SAN BENITO, EL RECTANGULO AUREO Y LA SERIE DE FIBONACCI:

    Rectngulo Aureo de 13X21 unidades. El Cuadrado de San Benito y es-te rectngulo ureo estn lntimamente ligados. El ngulo entre las diagonales del cuadrado y el rectngulo y el rectngulo ureo es de 13 o. Las razones de los trminos de la serie de Fibonacci tienen aqul su repre-sentacin grfica.

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    6. El Cuadrado de San Benito en el trazo del plano de San Galo 15

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    7. Espiral contenido en el rectngulo rector ABCD. Representa lo divino y el crecimiento armnico en la naturaleza

    16

  • ha sido fijada, o construiremos cuadrados, en proporcin urea ascendente, hasta obtener el cuadrado ACDE, que es lo que he llamado "Cuadrado de San Benito". Cual-luier cuadrado puede subdividirse armnicamente por este sistema y lo habremos convertido en una cuadrado de San Benito. Si no se dispone de un comps ureo, las divisiones de la diagonal AD se pueden trazar geomtrica-mente utilizando el sistema usual de particin de una rec-ta en su media y extrema razn. (Fig. 5)

    Si consideramos el cuadrado como la proyeccin al plano del cubo -uno de los slidos perfectos de Platn que representa a la Tierra- la diagonal AD ser el dimetro de la Tierra, subdividiendo el cuadrado en un nmero infinito de cuadrados, en proporcin urea des-cendente, habremos llegado al "Microcosmos", que se encuentra todo en nuestro planeta. Prolongando la diagonal AD fuera de los lmites del cuadrado ACDE, y encontrando los cuadrados que se forman en proporcin urea ascendente, encontramos el "Macrocosmos" todo fuera de la Tierra. Fue Demcrito, el padre de la teora atmica de la Antigedad, el primero en utilizar los tr-minos "Micro'' y "Macrocosmos".

    La aplicacin de este cuadrado al trazo esquemtico de Saint Gall, es lo que he llamado, como ya dije, "Es-quema Benedictino". La aplicacin de este trazo en la so-lucin del programa arquitectnico de los monasterios benedictinos, as como en la mayor parte de los monaste-rios europeos anteriores al Renacimiento, as como en los conventos de las Ordenes Mendicantes durante el siglo XVI en la Nueva Espafia, va a ser una constante raramen-te omitida.

    Del Plano de Saint Gall existe solamente el croquis es-quemtico del plano de conjunto, mas no de alzados; de-ben de haber existido una serie de "secretos de Gremio" para hacer las fachadas o alzados, como lo demuestra el libreto de Roriczer, en donde descubre el secreto de la ele-vacin de pinculo gtico a partir de la planta.(I3)

    Un iniciado no tena necesidad de ningn plano para hacer sus trazos, quiz los haca directamente en la obra, ya que dichos trazos eran fciles para aquellos pocos que tenan conocimientos geomtricos. Los esquemas que te-nan que memorizar eran sencillos como el del Cuadrado de San Benito por ejemplo, del Rectngulo Rector de Crecimiento Armnico o de la elevacin del pinculo ci-tado.

    Fue probablemente San Benito de Aniane, gran amigo de Carlomagno, guerrero convertido y lueg.o monje bene-dictino, la persona que mas influy en el Snodo de Aquisgrn para obtener un esquema que unificara todas las construcciones monsticas de la poca. Recordemos que en el trazo de estos monasterios aparece la manera casi invariable el Cuadrado de San Benito. Qu razn, aparte de expresar en forma grfica la relacin de la Tierra con el Microcosmos y el Macrocosmos pudieron

    tener los monjes benedictinos para emplear este es-quema? El estudio de la Medalla Jubilar de San Benito me di la respuesta.

    Esta medalla es contempornea del trazo del esquema del Plano de Saint Gall y es utilizada an en la actuali-dad, como un exorcismo en contra del Demonio. As le-emos en la explicacin de la medalla y oracin lo siguien-te:

    LA MEDALLA JUBILAR DE SAN BENITO (Fig. 1 y 2)

    SU ORIGEN. "La Medalla Jubilar de San Benito data de poca muy

    antigua y debe su origen a la gran devocin que el Santo profesaba al signo adorable de nuestra Redencin y al uso frecuente que de l hacia y que recomendaba a sus discpulos para vencer las tentaciones, ahuyentar al de-monio y obrar maravillas. En un principio y durante muchos a.os, la devocin a la Medalla de San Benito fue meramente local y exclusiva para los monasterios bene-dictinos: Per la curacin milagrosa de Bruno (ms tarde el Papa San Len IX) en el siglo XI, lo ocurrido con ella en las hechiceras de Baviera en 1647, y, sobre todo, el Breve de Benedicto XIV (12 de Marzo de 1742), contribu-yeron poderosamente a su propagacin.''

    EXPLICACIN. ''La Medalla de San Benito representa, de un lado, la

    imagen de la Cruz, y, en el otro, la del Santo Patriarca. El lado de la Cruz suele estar encabezado, o por el monogra-ma del Salvador: IHS, o por el lema de la Orden Benedic-tina: PAX.

    En los cuatro ngulos de la Cruz hllanse grabadas las siguientes iniciales; C.S.P.B., que significan: Crux Sancti Patris Benedicti, o sea: Cruz del Santo Padre Benito, las cuales son como el anuncio de la Medalla y no forman parte del exorcismo en las lneas verticales y horizontales, y alrededor de la Cruz, se leen, en el siguiente orden, otras iniciales, cuyas palabras componen la oracin y el exorcismo que tanto teme Satans y que conviene repetir a menudo.

    C.S.S.M.L.- Cruz Sancta Sit Mihi Lux. La Santa Cruz sea mi luz.

    N.D.S.M.D.- Non Draco Sit Mihi Dux. No sea el Dragn mi gua.

    (13) Win Swaan "The Gothic Cathedral". Park Lane, New York. p. 101' fig. 99.

    (14) Oracin con la explicacin de la Medalla Jubilar de San Benito que editan los Padres Benedictinos con sede en la Iglesia de San Rafael, Mxico, D.F.

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  • V.R.S.- Vade Retro, Satana. Retrate, Satans.

    N.S.M.V.- Numquam suade Mihi Vana. No me aconsejes vanidades.

    S.M.Q.L.- Sunt Mala Quae Libas. Son cosas malas las que tu brindas.

    I.V.Q.- Ipse Venena Bibas. Bebe t ese veneno." (14)

    su uso. "Sobre la manera de usarla y las oraciones que han de

    rezarse, no hay nada prescrito. Puede llevarse colgada del cuello, cosida a los vestidos,

    engarzadas en el rosario o simplemente en el bolsillo. Muchos la colocan en las puertas o en los cimientos de sus casas, en las empalizadas, en los vehfculos. ,,

    No es de admirarse pues, que este exorcismo haya sido empleado de manera casi constante, en los claustros, la parte ms abierta del monasterio y por donde con mayor facilidad podra entrar el Demonio. Tambin he en-contrado la Cruz de la Medalla de San Benito, protegien-do la puerta de la iglesia de la entrada del Demonio, en al-gunas fachadas de conventos franciscanos del siglo XVI del Estado de Puebla, como Huejotzingo.

    El trazo de la Medalla se encuentra confinado en un rectngulo ureo, el ABCD. de 24 x 39 unidades. Toman-do O' como centro por el que pasan los ejes V - VI y VII y VIII, se traza el cuadrado A' B' C' D' en el que se inscri-be el crculo que es lmite de la Medalla Jubilar de San Be-nito. (Fig. 8)

    Haciendo centro en O' se traza el cuadrado P' C' S' B', de cinco unidades de lado, y tomando como crucero a es-te cuadrado se traza los lados en la misma en proporcin urea ascendente, es decir, de ocho unidades (de acuerdo a la serie de Fibonacci), y as habremos obtenido los lmites del cuadrado 5-6-7-8, cuadrado que habremos construido como Cuadrado de San Benito. Los lados de este cuadrado marcarn el punto medio entre el lmite de la Medalla y crculo interior que contiene las iniciales del exorcismo. El crculo, simblicamente, significa lo que no tiene principio ni fin, lo eterno, lo cerrado, lo hermti-co .

    Si ahora construimos el cuadrado 1-2-3-4, y lo conver-timos en Cuadrado de San Benito, obtendremos los lmites de la Cruz que aparece en la Medalla y que con-tiene las letras, en el brazo vertical, C, S, S, M, L, y en el horizontal N, D, S, M, D, (Fig. 8)

    La Cruz como smbolo es uno de los ms antiguos que se conocen; el brazo vertical significa lo eterno, lo infini-to, mientras que el horizontal, lo terreno, lo finito. El cuadrado del crucero es el tiempo presente, el que nos to-c vivir, es decir, donde para los vivientes se encuentra lo 18

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    8. Trazo de la Medalla jubilar de San Benito

    infinito con lo finito. En la interpretacin de la Cruz que han dado las religiones dualistas como la de Zoroastro, el brazo vertical representa Lo Bueno y Lo Positivo, mientras que el horizontal, Lo Malo, Lo Negativo, y es en el crucero en donde estas fuerzas se neutralizan. A me-dida que se aleja del centro de la Cruz, se darn con ma-yor fuerza el bien o el mal, pero mientras se mantenga dentro de io cerrado del crculo, las fuerzas del ms all no podrn penetrar. Esta es la razn de que los magos y hechiceros siempre se protejan trazando un crculo en torno a ellos. No solamente los magos o hechiceros se protegan con este sistema, sino los mismos santos, como lo hizo San Francisco de Ass al visitar el convento de las Qarisas, a invitacin de estas para que les diera una pltica.

    A continuacin presento el Cuadrado de San Benito en el Trazo del Plano de Saint Gall y el trazo de la Medalla de San Benito, cuyo exorcismo libra del demonio a la par-te de clausura del monasterio, y que tiene su centro en el cruce de las diagonales del cuadrado 7-8-9-T. Es el claustro la zona ms protegida, dado a que siendo un es-pacio abierto, el Demonio tiene un ms fcil acceso. Con-

  • sideremos tambin que el claustro es el lugar ms usado por los monjes, y que no es un sitio consagrado de mane-r:a especial, como lo es el rea de la Iglesia. No es de extraar que habindose construido muchos conventos del siglo XVI en la Nueva Espaa sobre plataformas prehispnicas, con doble razn el sitio debia de ser conti-nuamente exorcizado. (Fig. 6)

    La Medalla de San Benito era, adems de un exorcismo en contra del Demonio, un plano de trazo de los monaste-rios, plano que pasaba totalmente desapercibido, ya que el que un monje usara la Medalla de San Benito era la co-sa ms natural del mundo. En el anverso de la Medalla, como ya vimos, se encuentra la Cruz de San Benito inscri-ta en un cuadrado; cuadrado que en el trazo de los mo-nasterios y conventos se convierte en Cuadrado de San Benito y que marca las principales partes del claustro, as

    como el ancho de la iglesia. En el reverso, se encuentra la imagen de San Benito en una especie de nicho. El ancho de la imagen del Santo equivale al ancho de la iglesia que llamaremos ~1 El ancho del nicho, corresponde a la en-volvente de los contrafuertes, y le llamaremos "Unidad de proporcin" y es lo que Kossman llama "gran unidad". Para obtener el largo de la iglesia, que en la me-dalla esta representada por la altura del nicho del Santo o seaszP.

    La frmula aritmtica es ms exacta a medida que los trminos escogidos sean mayores, ya que la razn de dos trminos de la serie de Fibonacci tiende a ;a medida que los trminos sean ms grandes. Recordemos que du-rante la Edad Media los trazos se hacan geomtricamen-te y que el punto decimal no fue empleado en la matem-tica sino hasta el siglo XVI.

    9. El trazo geomtrico que W. Hom presenta para el claustro del plano del monasterio de Saint Oall (pina 100 de su libro) al sobreponerse a la Medalla de San Benito coincide con su forma.

    19

  • ..

    manejo de materiales de construccin a nivel comunitario yolanda sanguineti vargas

    INTRODUCCIN

    En el Curso ASBESTO y SALUD a realizarse en la Escuela de Salud Pblica de Mxico, trataremos el te-ma Manejo de Materiales de Cons-truccin a nivel comunitario, desde el punto de vista de la psicologa social y con base en las experiencias de de-sarrollo de la comunidad en diferen-tes pases de Amrica Latina.

    La psicologa social es el campo cientfico de la psicologa que estudia los procesos de influencia recproca entre el individuo y su sociedad. Su objeto de estudio es la correlacin entre el individuo y su contexto inme-diato y mediato, y as tambin la tota-lidad de los valores -econmicos, sociales, culturales e ideolgicos-que en situaciones sociales concretas afectan directa o indirectamente al grupo al cual pertenece el individuo.

    Desde el punto de vista de psicologa social nos centraremos en la percepcin, considerndola en el ms especfico de sus significados principales: una operacin de integra-cin psquica que tiene como ncleo experiencias sensoriales del individuo en sus relaciones con el ambiente. La percepcin es nica porque es propia del individuo, pero integra las expe-riencias de ese individuo dentro de su

    Nota: La autora nos cedi, para su publica-cin, esta ponencia que present en la Escuela. de Salud Pblica de Mxico, Secretaria de Sa-lud, Centro Panamericano de Ecologia Huma-na y Salud, Organizacin Panamericana de la Salud dentro del curso Asbesto y Salud en M-xico, febrero 198S.

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    grupo familiar, vecinal y comunita-rio; adems, ubica en los hechos so-ciales que se le cruzan, los aconteci-mientos singulares, la estructura so-cial y la cultura.

    La mejor manera de reconocer la existencia, profundidad y consecuen-cias de las percepciones es en las vi-vencias que podamos tener de ellas. Con esta intencin realizaremos en primer lugar, un ejercicio que podr servir a cada uno de los participantes para comprobar por s mismo su "ca-pacidad emptica", esto es, el grado de comprensin que tenga sobre el punto de vista de otros. El tema del ejercicio ser la percepcin sobre su vivienda.

    LA RELACIN DEL HOMBRE CON LOS RECURSOS NATURA-LES

    En una reciente entrevista televisa-da, el Arq. Rarnrez Vzquez se refi-ri al trabajo conjunto -al trabajo de equipo- como una de las grandes satisfacciones que le daba su profe-sin; insisti que en esas relaciones aprende tanto del albail, del carpin-tero, del administrador como de sus colegas. El entrevistador se sorpren-di que un profesional del status na-cional e internacional de Rarnrez Vzquez pudiera aprender de un alba-il, a lo que el entrevistado explic que cuando observaba la mezcla que preparaba el albail y se lo pregunta-ba, el albail le deca: ''es que el ma-terial me lo pide". Aprenda de esa relacin directa que el albail tiene

    con los materiales y que en los estu-dios profesionales no se adquiere. "El material me lo pide" dice el alba-il, porque "escucha" al material.

    As fu tambin una experiencia personal reciente, trabajando comu-nidades rurales en el Estado Micho-acn. El Municipio de Erongarcuaro est integrado por catorce Comunida-des, diez de ellas en la ribera del Lago de Ptzcuaro y cuatro subiendo la Meseta Tarasca; la poblacin de cada una de esas Comunidades rescat su propia historia. En una de ellas, T-cuaro, se dedican a la artesania de la madera y uno de sus vecinos, J oel Or-ta Ramos relata:

    "Esta Comunidad empez a traba-jar pura mscara y dicen los que plati-can que cuando viva el Tata Vasco, don Vasco de Quiroga, l dej la he-rencia de las mscaras. Antes como ahora se trabaja con la misma made-ra; copalillo, madroo, pino, tepamo y otras. La madera prieta de madroo se hierve para que no se abra, se pone en el piso a secar y luego se lleva a li-jar! a en el torno luego para arreglarlas, para un toque mejor con pintura, se le pone sellador y el bar-niz. De tanto hacerlas se va tomando idea, sin necesidad de dibujo previo, a pura memoria; desde un punto se le agarra al palo de madera y ya se va viendo cmo seguir una figura. Sin catlogos ni muestras es la propia ma-dera y la imaginacin que van guian-do. Se empieza con una herramienta grande y formada la figura se conti-na con una herramienta ms pe-quea, como rellenando las partes. Es

  • una pura pieza fija, de cualquier ta-mafto que sea, siempre es una sola pieza, sin aftadidos."

    Otro caso tambin de Tcuaro es el de Don Salvador Sierra, quien traba-ja la agricultura en Uricho y en To-cuaro form su familia. ''Aprendi de don Jos Ponce, mirando cmo lo haca y asi tambin aprendieron este trabajo los hijos de don Salvador, mi-rando cmo las haca su padre. Don Salvador recuerda que sinti mucho gusto al terminar su primera mscara y si bien era trabajoso, se le hacan ampollas en las manos y se cortaba ms de una vez, le tom el gusto a tra-bajar la madera ms que a trabajar en el campo. No les dijo nada a sus hi-jos, pero ellos de muchachitos, como de trece aftos, ya tomaron el machete y las otras herramientas, el angaro, el formn, el canoliudo, la gurbia y ya empezaron tambin a hacer unos mo-nos, muequitos corrientes. Don Sal-vador no les di orientacin y cree que por eso sus hijos elaboran distin-tos rasgos, distinto termiando, otras figuras."

    Las distintas figuras que hacen los hijos, segun Bertin, uno de ellos, es siguiendo el trozo, "porque el trozo es el que le va sealando la figura, le va dando la idea de cmo y qu hacer, si un lobo, si un perro, si una trompa de puerco, un tigre. Bertin reconoce que el mayor gusto es hacer una ms-

    l . Autoestudio de la Comunidad de Tcuaro. Municipio de Erongaricuaro. Ed. Instituto Michoacano de Cultura. Morelia, 1982.

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  • cara que otras personas no la pueden hacer, o por lo menos, que no la han hecho o que la harn diferente, por-que adems de seguir el trozo, tam-bin va en el trabajo la idea que tiene el que trabaja la madera; de ambas sale la creacin de una nueva figura."

    Y otra familia de Tcuaro, los Ra-mos, explican su trabajo con la made-ra: los hermanos Fabliano, Elogorio, Benito, Martn, Rubn y Claudio Ra-mos Horta. Los abuelos trabajaban la tierra y fue su padre, don Ramn que empez con la artesana de la ma-dera. Lo mismo que muchos otros en Tcuaro. Ellos dicen: "Nuestro padre aprendi a trabajar con don Cherna Ponce Ponce que, segn cuen-ta, fu de los primeros que apren-dieron a trabajar la madera de copa-lillo, en la llamada 'mscara corrien-te', esto es, la ms sencilla y que aho-ra se trabaja poco. La mscara corriente en copalillo y tambin en cueteramba, otro tipo de madera, era de un trabajo muy simple, con un di-bujo sencillo: una nariz en forma de tringulo, la boca sonriente, el par de ojos muy ovalados y una especie de cejas en una pura raya. Se trabajaba con diversas herramientas: un trinchete, machete, canoliudo, for-mn y gurbia. Cuando ramos muchachitos, adems de pasarnos en la calle, nuestro padre nos pona a pulir las mscaras que l trabajaba: lijarla con lima mediana y se vendan slo li-jadas en Ptzcuaro y en Quiroga. Ya ms grandes empezamos a hacer ms-caras ms trabajadas, haciendo imita-ciones de mscaras de viejitos, de er-mitaos, de diablo, de negritos y de acuerdo a las danzas de la regin. As fuimos pasando a hacer 'monitos': esto es, caricaturas con el pescuezo torcido, o una pata para arriba, una retorcida, y otras." Terminada la es-cuela primaria se dedicaron de lleno al trabajo de la madera; uno de ellos empez a trabajar el ramo de muebles y ya entraron todos en la lnea de tra-bajar muebles tallados.

    Los hermanos Ramos piensan que sus hijos a su vez, tienen que ir a la es-cuela y al mismo tiempo, aprender la

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    artesana que ellos aprendieron de su padre, en todos los momentos en la casa. "Puede rpido hacerse dinero por la artesana: es la misma madera que van a buscar como lea al monte, pero que el artesano la trabaja y hace de ella una figura que, luego luego se vende, an en el mismo pueblo de T-cuaro. Por ser ayuda econmica in-mediata y por dar tanto gusto al ha-cerlas, no deberan estar ausentes en las enseanzas de la escuela primaria.''

    En otra Comunidad del Municipio de Eongaricuaro, Uricho:

    "Don Melquades Ziramba, Jefe de Tenencia de la Comunidad de Uricho, ha observado en la repara-cin de la Tenencia que la primera construccin pareciera que fue cons-truda por partes, porque no estuvo pareja la madera, no todas al nivel, lo cual hace sponer que fu construda por partes, en diferentes aos. Tam-bin se supone esto al observar los adobes: los de antes trabajaban ms mejor, dice don Melquades, hacan el lodo con paja o huinumo del pino, remojado en un da y sacaban la ado~ bera; al da siguiente seguan traba-jando con ella, mientras que ahora se bate y se hace luego el adobe, sin de-jarlo remojar como antes que queda-ba un adobe macizo.''

    LOS MATERIALES REFLEJAN LA HISTORIA

    En Ptzcuaro pedimos asesora al Arq. Enrique Luft sobre los monu-mentos histricos de los pueblos del Municipio de Erongaricuaro y, la im-portancia de incluir fotografias en ca-da folleto de la historia de esas Co-munidades. As recibimos informa-cin respecto al conjunto arquitect-nico tradicional.

    El conjunto tradicional de toda poblacin es expresin de su realidad histrica y su conservacin es expre-sin de la conciencia histrica actual, para elevar la identidad nacional. Una conciecia histrica es la base de una identidad nacional, conciencia histrica por un programa operante

    de conservacin. Deben considerarse dos aspectos: l. el aspecto filosfico-moral, de conciencia histrica; y 2. el aspecto legal.

    Para la conservacin es indispen-sable la informacin documental por fotos y escritos, impresa. La conser-vacin est legalizada por la "Ley Fe-deral sobre Conservacin de Monu-mentos y Zonas Arqueolgicas, arts-ticas e histricas", publicada en el Diario Oficial con fecha del6 de Mar-zo de 1972; pero tiene que estar apo-yada por una Ley Estatal, porque el conjunto arquitectnico tradicional que, practicamente abarca todas las casas habitacionales de las pobla-ciones debe estar protegida por una Ley Estatal. En el caso del Edo. Michoacn, es la Ley Estatal publica-da en Agosto de 1974.

    En relacin a las fotografias, lo im-portante es: l. que las fotos se tomen de los cuatro costados del conjunto que abarca el templo, si hay Capilla o en el lugar donde estuvo la Capilla y el lugar actual; 2. tomar el Atrio con su Cruz atrial; y 3. tomar los edificios anexos y, donde haya el convento, to-mar interior y exterior. La importan-cia del "conjunto de la arquitectura relevante" reside que por difusin fo-togrfica la comunidad y las autori-dades adquieran mayor conciencia de su historicidad, y es necesario valo-rarlas en la actualidad.

    Lo natural es que hoy puede variar la construccin; se puede observar que todos los servicios sociales estn con una edificacin fuera de la reali-dad local. Su explicacin no es tan sencilla, ya que conlleva un fuerte contenido ideolgico, aunque sto no se diga. Por las fotografias podr ad-vertirse el tipo de sustitucin de los edificios y, no es aventurado pensar que esas sustituciones han sido cons-cientes.

    Deberan ser obligatorias la consti-titucin de Juntas de Conservacin Local que vigilara al aspecto tpico de esas poblaciones, especialmente en las nuevas edificaciones. Uno de los pun-tos importantes para el conjunto es la techumbre tradicional y una norma

  • podra ser que dejaran de construir con losas de concreto y cubrieran los edificios con techo de teja. (No hay duda que el asbesto no tiene ninguna relacin con todo esto).

    LA TENDENCIA ACTUAL

    Podemos reconocer por datos de diferentes continentes, la tendencia actual dentro de lo que se denomina desarrollo alternativo y encontrar lo que hemos dejado de percibir y, ms grave an, lo que hemos dejado de valorar.

    La aplicacin de tecnologa apro-piadas constituyen hoy un denomina-dor comn a todos los pases del Ter-cer Mundo; se busca construir con materiales alternativos y prcticas tradicionales, incluso con problemas de "energa alternativa" como lo re-conocen en Etiopa.

    Las tecnologas apropiadas se apo-yan en el criterio de que la mejor tecnologa es la que se aviene con las costumbres y mentalidades locales, la que se adapta a los recursos mate-riales, financieros e intelectuales de la poblacin del pas; la que respeta el medio ambiente y usa materias pri-mas y riquezas naturales locales, se-alan en Costa de Marfil. As lo insis-ten en Indonesia, que muchas veces cuando se habla de tecnologa apro-piada, se piensa en adaptar la tecno-loga moderna y no se presta suficien-te atencin a las prcticas existentes en las comunidades rurales.

    En la Consulta Latinoamericana sobre acciones y estrategias de De-

    2. Autoestudio de la Comunidad de Uricho. Municipio de Erongarcuaro. Ed. Instituto Michoacano de Cultura. Morelia, Mich. 1982.

    3. Tomado de la entrevista con el Arq. Enri-que Luft al solicitar su asesora sobre los monumentos histricos de Jos pueblos del Municipio de Erongarcuaro. Ptzcuaro, 1982.

    4. En : " Intercambio: Educacin y Desarrollo." Publicacin bimestral. FAO. Nros. 84/ 1, 84/2, 84/ 3 y 84/ 4. Roma, Ita-lia, 1984.

    l. Erongarcuaro, Michoacn . Portera y danzantes. (pg . 21) 2 y 3. U careo, Michoacan. Detalles de la; teja-da; (pg. 23). 4 y 5. Angahuan, Michoacn . Detalles de carpintera de obra. (pg. 25) Fotos Juan B. Artigas. V-1983.

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  • sarrollo, auspiciada por la Organiza-cin de las Naciones Unidas para la ~ Agricultura y la Alimentacin -F AO- en Santiago de Chile, (Abril, 1983) se reconoci que los efectos negativos de la crisis interna-cional sobre las economas latinoame-ricanas ha contribudo a que el marco tradicional para disear, realizar y evaluar proyectos de desarrollo haya perio vigencia. Se declar que lo fundamental es basarse en las ac-ciones que los mismos campesinos es-tn llevando a cabo para enfrentar la crisis, favoreciendo la movilizacin social, la participacin popular y el cambio social. En esa reunin se pro-puso superar los criterios meramente cuantitativos en la evaluacin de pro-yectos y un papel ms activo a las nuevas formas de cooperacin inter-nacional en la regin.

    En.Argelia por ejemplo, se est va-lorizando la agricultura tradicional y sus opciones tecnolgicas. Actual-mente hay una referencia a la agricul-tura ecolgica, la cual significa respe-tar el medio ambiente y utilizar tecno-logas tradicionales que fueron deja-das de lado a partir de la revolucin verde. La agricultura ecolgica se vuelve cada vez ms necesaria des-pus de la crisis energtica y del des-cubrimiento de los efectos nocivos de los fertilizantes y pesticidas qumicos.

    Es el problema de la exportacin de productos txicos de los pases de-sarrollados a los pases en vas de de-sarrollo. Frecuentemente esos pro-ductos txicos han sido prohibidos en sus pases de origen y, sin embargo son vendidos al Tercer Mundo. Punto esencial del problema es que los go-biernos de los pases industrializados no controlan las exportaciones y los gobiernos de los pases importadores carecen de informacin.

    Recientemente recibimos de Chile las fichas del Catastro Nacional de Tecnologas Campesinas, tecnologa recolectada por el Grupo de Investi-gadores Agrarias (lo que en Mxico se considerara una Asociacin Civil -A.C.). En su presentacin expli-can: "Esta publicacin es un resulta-

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    do de la creatividad que est de-mostrando el campesinado chileno para enfrentar los duros efectos de la aplicacin de un modelo econmico que lo aplasta. Con sus propios me-dios e ideas levanta alternativas de subsistencia y desarrollo."

    En relacin al manejo de materiales de construccin a nivel comunitario presentamos algunas experiencias (en diapositivas) de autoconstruccin realizada durante procesos de desa-rrollo de la comunidad, en Chile, Co-lombia y Venezuela.

    En esas experiencias de construc-ciones de viviendas, centros comuna-les y escuelas en comunidades rurales latinoamericanas encontramos facto-res psicosociales dinamizando los procesos de cambio social. En el caso de las construcciones, la escuela es es-pecialmente significativa y mientras fueron edificaciones con materiales y tecnologa de la subregin, la pobla-cin tuvo mayor identificacin con ellas, incluso con su mantenimiento. Entonces, no es extrao suponer que los nuevos diseos y materiales hayan desligado a la poblacin de la nueva escuela, ajena a ellos, aunque tam-bin se puede suponer que la estiman como un smbolo de prestigio para la comunidad, como un smbolo de mo-dernizacin. Este sentir ambivalente lo encontramos en nuestro ltimo tra-bajo en el Estado de Michoacn.

    Por las experiencias en desarrollo de la comunidad podemos asumir que es necesario que las comunidades ad-quieran el conocimiento que les per-mita maximizar el recurso econmico invertido que, finalmente se constitu-ye en capital social bsico de su co-munidad. Por tanto, si una obra de infraestructura es explicada en cuanto a su contenido material, costos y tecnologa, la propia comunidad co-laborar para su conservacin, ade-ms del aprendizaje al diversificar sus conocimientos.

    Este es otro ngulo del manejo de los materiales: si son materiales aje-nos a la subregin, coartan la partici-pacin comunitaria. Para nosotros, la participacin es un derecho de los

    individuos de intervenir en las ac-ciones que, a su juicio son necesarias para su desenvolvimiento individual, familiar, vecinal, regional y nacional. En ella estn involucrados una serie de factores psicosociales, tales como: percepciones, actitudes, valores, mo-tivaciones, raciocinio (criticidad), cooperacin, identificacin con su grupo, aspiraciones individuales y grupales, sentimientos de logro, auto-afirmacin y autoestima individual y comunitaria, y aprendizaje social. Es-te conjunto de factores psicosociales en juego reafirman las participacin como una variable psicosocial y son ellos, en sus distintos grados, lo que dinamizan esa participacin.(6)

    Podemos concluir que si los grupos formales e informales de la poblacin de las comunidades rurales tienen y mantienen una relacin directa con los materiales de construccin, la consecuencia ser una participacin activa que dinamizar el proceso de desarrollo personal y social de esos grupos; pero cuando los materiales son manufacturados y les son ajenos a esa poblacin, la consecuencia ser desapego y pasividad.

    Entonces, es necesario dar una explicacin DETALLADA de los ele-mentos que los constituyen, del CUIDADO y MANTENIMIENTO de tales materiales, y de las medi-das de PREVENCION y CONTROL DE RIESGOS ante las consecuencias .que puedan producirle a la poblacin. Esto es, traspasar los conocimientos cientficos del tcnico para que se in-tegren con los conocimientos empri-cos del campesino (como se pudo ob-servar en las diapositivas, en la zona cafetalera de Colombia: el ingeniero junto a los campesinos explicando de-talladamente la construccin de la es-cuela).

    Esto nos seala a los tcnicos una tarea urgente: reconocer que ha per-dido vigencia el marco tradicional pa-ra disear, realizar y evaluar proyec-tos de desarrollo y dedicarnos a re-elaborar lo que es necesario en esta dcada de los 80. Esta re-elaboracin

  • tiene que hacerse en la accin: el aprendizaje social en nuestros pases latinoamericanos en un proceso que surge de la accin; de lo contrario, se-guiremos copiando estilos inade-cuados de desarrollo.

    Finalizamos con una reflexin me-todolgica: la "comunidad" vive di-nmicamente su quehacer diario, con todas las variables que se le entrecru-zan a ese quehacer. El tcnico en su trabajo lleva un mtodo -"su" mtodo- a la comunidad. La coyun-tura donde se encuentran dinmica y mtodo podr ser: l. una interrupcin que le hace el m-

    todo a la dinmica de la comuni-dad, o

    2. una aceleracin cuando el tcnico se inserta a la dinmica de la comu-nidad y aporta su mtodo en y para lo que sea necesario. El punto crtico se ubica en la co-

    yuntura: o el tcnico interrumpe el ritmo de desarrollo de la comunidad al introducir su mtodo, o se inserta en el ritmo de la dinmica y pone sus conocimientos al servicio del desarro-llo de esa comunidad.

    Ciudad de Mxico, Febrero de 1985

    S. Catastro Nacional de Tecnologfas Campesi-nas (Fichas). Grupo de Investigaciones Agrarias. Proyecto de Tecnologa Campesi-na y Organizacin. Academia de Humanis-mo Cristiano (Casilla 6122, Correo 22, San-tiago, Chile).

    6. "La investigacin participativa en los pro-cesos de desarrollo de Amrica Latina", de Yolanda Sanguineti Vargas. Tesis de Maes-tra en Psicologla Social. UNAM. Mxico, 1980.

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  • ~ ~ la arquitectura verncula

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    en mex1co jos angel campos

    l. LAS RACES Como corresponde a un territorio

    tan amplio y con tantas regiones de diferente geografia y diferente cultu-ra, la arquitectura verncula de nuestro pas es sumamente variada. Sin embargo podemos afirmar que en esta gran variedad se encuentran cla-ramente marcadas dos profundas ra-ces que algunas veces se presentan aisladas y otras, plenamente combi-nadas: la prehispnica y la virreina!.

    Para fortuna de quienes han estu-diado los orgenes de nuestra ar-quitectura popular, existen muchos testimonios sobre las caractersticas de las edificaciones prehispnicas. Y no nos referimos a las impresionantes construcciones de los centros ceremo-niales, muchas de las cuales an estan en pie, sino a ejemplos de pequeas viviendas, todas desaparecidas pero de las que incluso se nos muestra, cuales eran sus formas de agrupacin. En los cdices prehispnicos se pueden ver sintticas representaciones de tales edificaciones (fig. 1). Pero lo que ha resultado ms enriquecedor es el hallazgo de gran cantidad de "ma-quetas", objetos hechos en barro co-cido que representan viviendas y don-de se han incluido la decoracin y el color de las construcciones, as como figurillas humanas que muestran cuales eran sus dimensiones, su orga-nizacin y como eran usadas estas edificaciones. (fig. 2) y (fig. 3) Gra-cias a esto, se pueden captar fcil-mente los rasgos que an se conser-van de esta raz, en la arquitectura verncula actual.

    Por otra parte y para captar lo

    fuerte de la raz virreina!, basta un breve recorrido por algunos pueblos de las provincias de la pennsula ibri-ca para darse cuenta de la clara seme-janza entre stos y algunos pueblos de la provincia mexicana, pudiendo ha-cerse una comparacin similar con al-gunas poblaciones del resto de Amri-ca Latina, en donde tambin se di la influencia espaola. (figuras 4, 5 y 6). D. LA CONQUISlA Y LA COLO-

    NIZACIN En diferentes aspectos se ha consi-

    derado que el resultado de la conquis-ta de los pueblos mesoamericanos fu no solo el sojuzgamiento de estos, si-no la desaparicin de cualquier vesti-gio de sus producciones y la reintegra-cin de lo residual dentro del nuevo sistema. Esto que parece vlido al analizar la implantacin de una nueva estructura econmica impuesta por una metrpoli, no resulta tan cierto cuando se considera a aquellos pro-ductos que son hechos para ser usa-d~s por sus propios productores: la vivienda, la alimentacin e incluso, el vestido.

    Es as, porque las formas de estos productos que se mantienen ms all de la conquista, son expresin cohe-rente y profunda de una serie de expe-riencias que acumuladas, constitu-yen: sentimentos, pensamientos, comportamientos imaginaciones que se agrupan en la visin del mundo de un grupo sosial, dice Lukacs. Esta "conciencia colectiva" expresada formalmente en los objetos de uso co-tidiano -que no es precisamente "el espritu del pueblo", sino la manifes-tacin de un proceso de ajuste larga-

  • mente elaborado- esta tan honda-mente grabada, que permanece ms all de lo que pareca ser su desapari-cin debido al triunfo del conquista-dor. De esta manera, conviene con-templar los hechos como una coloni-zacin cuyo efecto es ms bien la apa-ricin de nuevas formas nunca antes experimentada.s por las culturas aborgenes que la desaparicin de los modos de hacer primitivos. Tales nuevas tipologas son: las iglesias ca-tlicas, los conventos, los palacios virreinales, las alhndigas, los comer-cios llamados "cajones", etc. y el or-denamiento en el espacio de la ciudad de ests tipologas implantadas. Ade-ms debemos considerar que para la realizacin de estas nuevas tipologas, tuvieron que venir "maestros cons-tructores" quienes con la mano de obra indgena, edificaron segn lo aprendido en la metrpoli ibrica, en-seftando en su quehacer mismo a los que colaboraron con ellos.

    l. Oibujos de los Cbdices Vindobonensis, Bodley, Selden y Nuttal por Silvia Garza en La arquitectura en los c(Jc/ices geneal~ gicos.

    2. Maqueta cermica de Nayarit, fechada entre 200 a.C. y 200 d. C. segn Tasso von Winning.

    3. Conjunto escnico de una aldea en ma-queta de cermica de la regin de lxtln del Rlo en Nayarit .

    4. Portales que limitan calles y plazas en garrovillas, en el occidente de Espafla. Fo-to de Bemard Rudofsky.

    5. Portales de di1ersos tipos limitan las pla-zas de Ptzcuaro, Michoacn. Foto de Al Murphy Vhay tomada en 1934.

    6. La semejanza de estas fachadas con los pueblos andaluces es evidente. Una calle de Quito, Ecuador. Foto de Paolo Gaspa-rini .

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  • 28

    DI. LA ORIGINALIDAD

    Es a partir de este momento que va a surgir un modelo diferente a sus races originales el cual pronto se vol-ver el ejemplo a seguir por los cons-tructores mexicanos que empiezan a tratar de realizar sus propias edifica-ciones.

    Lo dicho una vez por Octavio Pax para el arte antiguo, resulta vlido para el caso de la arquitectura vern-cula: "Para los antiguos la imitacin no solo era un procedimiento legtimo sino un deber, sin embargo, la imita-cin no impidi la aparicin de obras nuevas y realmente originales"; es de-cir, el primer constructor mexicano en este querer copiar fielmente, termi-na paradjicamente inventando.

    Esto, que pareciera poco explicable si lo contemplamos apresuradamente, no es tal si consideramos el tiempo en que se va dando 'la experiencia. Es de-cir, la acumulacin de aciertos y erro-res -pero sobre todo de los prime-ros- se va dando muy lentamente y esto hace que su incorporacin sea paulatina, paso a paso, pero tan segu-ra que se va a producir en un momen-to la aparicin de un producto pro-pio, absolutamente atribuible al cons-tructor annimo y representativo de una cultura ya ahora, netamente ori-ginal. (foto 7)

    IV. LA SABIDURA Lo que sucede en realidad es que

    antes de la necesidad y la obligacin social de copiar, es tan las condiciones en que tal intento se va a dar y la for-macin, la profunda y ancestral for-macin del propio constructor. (O mejor dicho, de los propios construc-tores -as, en plural- lo que vere-mos cuan importante resulta). IVa. SABIDURA CON LA NATU

    RALEZA La primera respuesta que tiene que

    dar el constructor de la arquitectura verncula es ante la naturaleza. Da-dos los escasos recursos econmicos y tcnicos con que cuenta, es necesaria la solucin ms lgica.

  • Si consideramos que tal construc-tor ha vivido toda su vida en estrecho contacto con la naturaleza y por lo tanto conoce perfectamente los ele-mentos y como se comportan, vere-mos que por ese hecho, las soluciones son y siguen siendo magnficas. Si el calor es excesivo: la frescura de unas habitaciones suavemente aereadas (fig. 8). Si el fro cala los huesos: las paredes son gruesas, y las ventanas pequeas, se orientan hacia donde el sol calienta y no pega el viento.

    Si la lluvia no cesa: los grandes ale-ros escurren sus chorros ms all de los muros para protegerlos _y proteger al peatn. Y en lo urbano: los solares correctamente orientados, las valles por las que corre naturalmente el agua, el suave ascenso por sinuosas aceras que se 7ian torciendo para re-ducir la pendiente y siempre, una sa-bia captura de la grandeza del paisaje que enmarca mgicamente estas expresiones de una experiencia acu-mulada por innumerables aos y que hace nacer a la arquitectura verncula como un hecho natural, sin afecta-ciones, sin rebuscamientos y sin inte-lectualizadas intenciones. (fig. 9) IVb. SABIDURA CON LO

    HUMANO En la arquitectura verncula cada

    parte y el todo es producto de una cla-ra demanda. Se sabe a conciencia lo que se necesita porque se vive la nece-sidad. De tal modo, podemos decir que esta arquitectura es claramente

    7. Banquetas y casas se quiebran a Jo largo de la calle en Real de Catorce, San Luis Potos. Foto de Mariana Yampolsky.

    8. Grandes aleros de variados tipos para proteger al peatn de la Juvia en Zacapo-axtla, Puebla.

    9. Javalcn curvo que soporta una carrera transversal y enlaza las vigas con la cante-ra que refuerza el muro.

    10. Patio para doble ventilacin de los habita-ciones en Arteaga, Michoacn, visto a tra-vs del portal.

    11. Ventana en Juchitn, Oaxaca, parcial-mente modificada de su original.

    12. Cocina de paredes alisadas con tierra y aleros que mantienen seca la lei\a. Foto de Mariana Yampolsky.

    funcional. Cada local, cada rincn, cada mueble, cada puerta o ventana; corresponden plenamente a una solu-cin integral en donde no parece sobrar ni faltar nada. Las dimen-siones siempre son las correctas: tan-to de los espacios en general, como de los detalles que complementan la obra; tanto de los elementos principa-les de la estructura portante, como de los pequeos apoyos o enlaces entre unos materiales y otros (fig. 10).

    Una ventana en Juchitn, Oaxaca por ejemplo, est compuesta de tres ventanas en realidad y aunque al mencionarlo esto parece un exceso, en verdad cada una cumple una clara funcin: la reja exterior que permite el paso de sol y viento pero no el de intrusos indeseables; la ventana pro-piamente dicha, que admite el paso de luz pero no del aire; y el portigo, que permite el paso del viento sin sol ar-diente y oscurece el mbito para des-cansar durante el da, en las horas en que el calor es ms intenso. (fig. 11)

    Por otra parte, la arquitectura ver-ncula siempre va ms alla de la simple construccin de locales y de la inmediata satisfaccin de requeri-mientos funcionales. Por ejemplo, en la realizacin de la cocina de una vi-vienda campesina encontraremos que se han considerado, adems de las ac-tividades propias de la preparacin de alimentos, las necesidades espirituales de la vida familiar; por eso la cocina es el centro virtual del espacio de estas casas, pues ah es donde la vida primi-tiva ha sido superada por el fuego re-novado. (fig. 12)

    Por eso en la cocina se enterraban las placentas de los nios nacidos, nos cuenta Mariana Yampolsky: para asegurar el crecimiento de la familia.

    Y para asegurar la estabilidad fa-miliar, la cocina es un lugar fijo alre-dedor del cual va creciendo la vivien-da y en donde en el interior, el fogn ha sido construido como con las ma-nos, moldeando suavemente el mate-rial para darle una forma espontnea y sensual, como la matriz matriarcal. (fig. 13)

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  • 13. Brasero de barro con dos hornillas, en Tu-limn, Guerrero. Foto de Mariana Yam-polsky.

    14. Calle que se tuerce y casas en alturas en el centro de Cuetzalan, Puebla.

    15 . Calle en pendiente con casas del mismo ti-po que se repiten escalonadas, en Pzt-cuaro, Michoacn .

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    IVc. SABIDURA POR SU CON-TACTO CON LA SOCIEDAD

    En la arquitectura verncula cada producto es tanto de los individuos como de la comunidad. Ello es as porque como dice Lucien Goldman, precisamente a travs de las obras construidas se esta expresando una concepcin del mundo, es decir, un conjunto de aspiraciones, de senti-mientos y de ideas, que reune a los miembros de un grupo y los diferen-cia de los dems grupos.

    De ah que es necesario al hablar de la arquitectrua verncula referirse al conjunto de los objetos en donde ca-da uno forma parte de una conti-nuidad que enriquece la solucin indi-vidual. Se trata de una sabia tradicin que en la suave alteracin de ciertos rasgos secundarios, libra el peligro de su inmovilidad, como molde que repi-te infinidd de veces el modelo, para conservar sutil y tozudamente la per-manencia de los rasgos escenciales.

    Esto lleva a que en su conjunto la arquitectura verncula sea profunda-mente comunitaria, y podramos de-cir, solidaria. Un ejemplo de ello son las casas de Cuetzala, Puebla, (fig. 14) donde cada edificacin casi toda con un gran alero, el alero de los edi-ficios compafieros de la calle, para formar un paraguas continuo donde los habitantes de la comunidad en-cuentran refugio ante la pertinz llu-via de la serrana poblana.

    Otro ejemplo maravilloso son los portales de las casas de Tlacotalpan, Veracruz. (fig. 15) Observemos: im-mensa variedad de columnas con sus basamentos, sus capiteles, sus fustes, todos ellos diferentes. Secuencias de alturas y dinteles arcos variados, se-cuencias ligeramente alternadas de alineamiento a la calle y todo ello, formando un espacio continuo en donde las viviendas acercan su vecin-dad a la calle y permiten convertir a este espacio del portal privado, en un espacio pblico por donde es posible transitar para recorrer casi todo el pueblo sin que el rayo del sol canden-te de e~ta regin abrume.

    As, cada obra de la arquitectura verncula es una palabra que unida a las otras forman un discurso coheren-te, continuo y claramente legible. Y en muchos casos, estas palabras con-forman una relacin que nos ~ntusiasma porque ms que una secuencia de voces pasajeras, se nos presentan como un poema sencillo y singular: el poema "original" (fig. 16)

    V. LO RECUPERABLE

    Hemos expuesto hasta aqu solo al-gunos aspectos sobre los cuales se de-be reflexionar al observar la arquitec-tura verncula y ante esto cabe consi-derar que si bien es evideente la altsima calidad en los espacios y las formas de esta arquitectura, la misma va siendo sustituido por construc-ciones que rompen brutalmente co los logros alcanzados.

    Esta sustitucin que en principio obedece a consideraciones econmi-cas, releja adems un enorme deseo nocimiento de los valros de la ar-quitectura verncula, por supuesto, la falta de conocimiento lleva a la incoo-ciencia de lo que tal sustitucin irreflexiva acarrea.

    Una obra construida po arquitectos annimos, se tira porque segn clcu-los apresudados, en el sitio que ocupa es posible edificar otra objeto que se prevee va a redituar mayores ganan-cias al propietario del predio.

    Pero tales clculos son apresura-dos, porque an cuando al ponerse en uso la nueva edificacin los benefi-cios son casi inmediatos, la accin paulatina de sustitucin va a qenerar

    en poco tiempo una degradacin del espacio urbano donde tales hehcos se realizan; y ms pronto o ms tarde, los beneficios esperados se ven mini-mizados.

    El proceso normalmente consiste en poner en circulacin no solo cier-tas ventajas tcnicas de la arquitectu-ra moderna sino se ofrece adems, una imagen novedosa que pretende hacer creer que se esta ganando mucho con el cambio radical de uno a otro objeto. (fig. 17)

  • Aqu radica la gnesis del deterioro de aquellos sitios donde la arquitectu-

    . ra verncula tuvo una importante expresin. Como ya hemos sei'l.alado, los objetos de esta arquitectura perte-necen todos a una misma expresin cultural, es decir forman parte de un mismo lenguaje formal que utilizan-do elementos similares, permite en-tender la diferencia entre una vivien-da y un palacio municipal, y logra que una y otra edificacin se liguen para generar un espacio urbano en donde la comunidad identifica clara-mente las sutiles diferencias dentro de la unidad del conjunto. (fig. 18)

    Al momento de darse la sustitu-cin, el intento de aparentar "moder-nidad" lleva a los nuevos constructo-res a la utilizacin de otro lenguaje formal que en su bsqueda de "origi-nalidad" termina por ser una burda imitacin de los hallazgos de los ar-quitectos de este siglo y produce una brutal diferenciacin con el contexto existente.

    Pero adems, como no hay real-mente una comprensin ni un manejo experto de los elementos de este nuevo lenguaje, cada sustitucin se realiza sin similitud con las dems nuevos productos y as vemos, que al lado de un pequei'l.o edificio de depar-tamentos, aparece una nueva casa, o un comercio, o una oficina, que nin-guna liga tiene con lo circundante. (fig. 19)

    Tal es el frenes modificador o tan-ta la codicia especuladora que en po-co tiempo, aquel ambiente unitario, de las edificaciones vernculas, se vuelve ininteligible y regenera el caos formal por la accin de los nuevos edificadores, ahora, en su mayora, arquitectos. (fig. 20 y 21)

    16. Todo el pueblo puede recorrerse bajo es-tos portales que usan tanto el propietario como el peatn.

    17. En Tanto yuca, Veracruz, aparecen estos ejemplos imponindose sobre la unidad arquitectnica antigua.

    18. El palacio municipal con solo ver de dos niveles se destaca conservando la conti-nuidad de los portales de Tlacotalpan, Ve-racruz.

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    No se trata de mantener sin cam-bios a los espacios dados por la ar-quitectura verncula. Es ms, estos lugares viven transformaciones pe-ridicas como una necesidad de revi-talizacin de su ser colectivo. Esta transfiguracin se d por la irrupcin en lo cotidiano, del tiempo de la Fies-ta. En ese momento el espacio de los pueblos se transforma llenndose de elementos efimeros. Un ejemplo lo te-nemos en la celebracin de la Fiesta de Cristo Rey de Patamban, Michoa-cn donde el pueblo es modificado por un tapete de ptalos de flor y aserrn que recorre todas las calles donde, de paramento a paramento se cuelgan diversos adornos de papel; donde el tapete es protegido por una valla fabricada tambin de papel; y donde en cada encuentro de calles, se colocan arcos conmemorativos he-chos con madera y papel o varas y palma sobre los que se aplican ador-nos tambin de papel, de cermica o de otros materiales, para indicarnos que la tradicin sigue viva en un dilogo renovado afio con afio que evita la inmovilidad. (fig. 24)

    VI. LAS POSWILIDADES

    As pues, cabe considerar para concluir positivamente estas notas, que si bien el cambio, la transforma-cin, la sustitucin de las realiza-ciones de la arquitectura verncula no se pueden ni se deben evitar, esta susti-tucin es posible realizarla acorde al contexto unitario vernculo al que an-teriormente nos hemos referido, es de-cir encontrando elementos que esta-blezcan el dilogo con el lenguaje de las

    19. Tanto por el uso del suelo como por el lenguaje visual adoptado, se ha generado este caos urbano en Martnez de la Torre, Veracruz.

    20. Otro ejemplo de la imposicin de un len-guaje "moderno" sobre la antigua unidad de las viviendas en Martinez de la Torre, Veracruz.

    21. - Ejemplo de enlace entre lo moderno y lo tradicional Edificio Goldman Salatscha en Michaelerplate en Viena, por Adolf Loos en 1910.

  • estructuras previamente establecidas. Esto, como es evidente, requiere por

    un lado del desarrollo de un oficio que permita manipular las opciones formales que den satisfaccin a lo de-mandado por el inversionista. Es de-cir, que si bien es cierto que el cliente del arquitecto siempre quiere ms be-neficios a partir de su inversin, de-biera ser posible para el arquitecto ofrecerle diversas opciones para lograr lo mismo.

    Pero adems de este oficio, es nece-sario desarrollar tcnicas de anlisis de contextos con el fin de encontrar fcilmente aquellos elementos que pudieran ser rectores de la solucin por adoptar. Mecnicas para identifi-car cuales deberan ser los enlaces entre lo existen y el nuevo objeto por edificar.

    Y finalmente, es necesario contar con un mecanismo de control que paulatinamente vaya observando co-mo una accin va siendo consecuente con las dems acciones edificatorias. Esto es, una legislacin que obligue a que cada propuesta sea presentada para su licitacin, acompaada de los anlisis que hemos citado en los prrafos anteriores. Es as, que existira la garanta de continuidd del anlisis de sitio en donde siempre ser posible, si se cuenta con la habilidad disefadora suficiente, ubicar un edifi-cio que al mismo tiempo que se in-tegra al contexto, propone una lnea de transformacin congruente con dicho contexto. (fig. 21, 22 y 23)

    Quedan pues estos ejemplos como una muestra optimista de que hay vas de desarrollo a nuestro ejercicio profesional como arquitectos.

    22. Edificio Gamma, Leiden, Holanda, que enlaza con el contexto acentuando sus sec-ciones verticales y sus aleros. Arq. Iz. M.P. Schulte (1973-1974).

    23 . Un accidente destruy la construccin ori-ginal ahora se destaca su "modernidad" sin romper la unidad del conjunto. Langroorthy Hause, por los arquitectos Hardy, Holzman y Pfeiffer (1979).

    24. Encrucijada de tapete, arco y quirvaldas florales y la arquitectura durante la fiesta de Cristo Rey en Patamban, Michoacn.

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  • las fiestas populares y las plazas en quertaro ,

    uso del espacio pblico en el virreinato carlos arvizu garcia. i.t.e.s.m. campus qro.

    l. LA PLAZA Y LA FIESTA POPULAR

    Durante el virreinato varias fueron las funciones que desarrollaron las plazas en la ciudad novohispanat.

    En el siglo XVI, durante el perido de las grandes fun-daciones, la Plaza Mayor funcion como elemento orde-nador del espacio. A partir de ella se realiz la construc-cin de las nuevas ciudades: trazado de calles a "regla y cordef', distribucin de solares a los pobladores, elec-cin del sitio para la construccin de la Iglesia y las Casas Reales, seleccin de la utilizacin del suelo en el espacio urbano.

    La plaza es el punto de partida de la vida de las nuevas ciudades y ella es el centro de la organizacin e institu-

    l . Plano Tipus Zeu Description Zivitatis Queretanensis realizado por los franciscanos entre 1712 y 1714. (A.G.I., Sevilla, Mapas Y pla-nos de Mxico, 553, adiciones al Catlogo).

    l . Los estudios realizados sobre la plaza novohispana son amplios, entre otros: Osear Yujnovski, La estructura interna de las ciuda-des. El caso latinoamericano, Siap, Buenos Aires, 1971; Carmelo Viftas y Mey, Notas sobre el urbanismo en Amrica espallola, Anales de la Real Academia de ciencias morales y pollticas, Madrid, 1969, pp. 101-129; R. Ricard, La plaza Mayor en Amrica espallola. Notas para un estudio, estudios geogrflficos, Madrid, 1950; M. Rojas-Mix, La Plaza Mayor, Muchnik Editores, Barcelo-na, 1978; Frederic Mauro, Prminence urbanine el resau urbain dans I'Amerique colonia/e, Actas y memorias del XXXIX Congre-so internacional de Arnericanistas, 1972, Lima, pp. 115-131 ; Gra-ciano Gasparini, Formacin de ciudades coloniales en Venezuela. Siglo XVI, bolen del centro de investigaciones histricas y estti-cas, noviembre, Caracas, 1968, nmero 10, pp. 9-43; J .E. Hardoy, Las formas urbanas europeas durante los siglos XV al XVII y su utilizacin en Amrica Latina, Instituto de estudios peruanos, Li-ma, 1972, pp. 157-190.

    cionalizacin de la nueva sociedad: la sociedad multira-cial hispanoamericana.

    A medida que la ciudad se va consolidado, la plaza ad-quiere cada vez ms su carcter de elemento integrador, no slo de los grupos raciales indgenas y espaoles, sino tambin de los principios religiosos y polticos; la plaza se manifiesta como la expresin de la fusin y de la interde-pendencia estrecha de la iglesia y del estado. La plaza es el lugar donde se encuentran y se integran los valores pe-ninsulares e indgenas; ah se une lo religioso y lo profa-no.

    La plaza es escenario, pero tambin protagonista de la vida colectiva de la ciudad. En ella se entremezclan las ac-tividades citadinas: mercado, el baratillo, celebraciones religiosas y civiles. Todo acto pblico que involucre al conjunto de la sociedad virreina! encuentra su medio na-tural de desarrollo en las plazas de la ciudad.

    La plaza adquiere su mximo esplendor en el mgico embrujo de las fiestas populares: corridas de toros, repre-sentaciones teatrales, autos de fe, juras, nacimientos y proclamaciones reales, tomas de grado, exequias f-nebres, canonizaciones, conmemoraciones de santos pa-tronos, dedicacin de templos, conclusin de obras de servicio pblico. Indios, negros y espaoles y sus respecti-vas mezclas; aristcratas y plebeyos; pobres y ricos; todos los individuos pertenecientes a la sociedad colonial convi-ven en profusin deslumbrante que hace de la plaza el ncleo centrpeto y polivalente, la gnesis, el desarrollo y la sntesis del mundo barroco.

    Las calles como elemento constitutivo del espacio pblico, como prolongacin de la plaza, se suman tam-bin al espectculo de la fiesta popular. A lo largo de ellas se desplazan los habitantes de la ciudad, en un ir y venir de las casas del cabildo, a las plazas o a los templos. Cor-

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  • tejos y comitivas, procesiones y de~files, letanas y rogati-vas, carros alegricos, recorren las calles respondiendo a una necesidad desmedida de movimiento; la calle igual-mente se viste de gala para participar del festejo popular.

    En las fiestas populares, el pueblo ''ganaba la calle'', y era en el espacio pblico donde se manifestaba la eferves-cencia popular. Tanto en las celebraciones religiosas co~ mo en las profanas haba elementos comunes cuyo esce-nario era siempre las plazas y calles de la ciudad: desfiles y procesiones, mascaradas, corridas de toros, peleas de gallos, etc. La ciudad en esas ocasiones se adornaba con obras de arte eflmero2 ejecutadas por los artesanas loca-les, cuya permanencia no iba ms all del tiempo que du-raba la fiesta: arcos triunfales, altares, tablados y carros alegricos; hachones, luminarias y fuegos de artificio sustituan en las noches la luz natural y aderezaban los festejos populares. Las obras literarias tambin forma-ban parte de la fiesta: sermones, oraciones panegricas, versos, loas, dilogos y representaciones teatrales. En-mascarados, disfrazados, msicos y bailarines cruzaban los espacios pblicos haciendo las delicias de los especta-dores. 11. LA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE SAN-

    TIAGO DE QUERTARO El espacio pblico de la Muy Noble y Leal Ciudad de

    Santiago de Quertaro "cuyo nombre era dignamente merecedor de la primera plana entre las poblaciones de la septentrional Amrica" 3 no escapaba al frenes de la fies-ta popular.

    El pueblo de Quertaro, fundado en 15314 como pueblo de indios en la frontera norte del antiguo imperio

    2. El arte efimero y las fiestas populares son analizados por diferen-tes autores en EL ARTE EFIMERO EN EL MUNDO HISPNI-CO, Instituto de Investigaciones Estticas, UNAM, Mxico, 1983 . Nos parecen particularmente importantes los siguientes trabajos: Antonio Bonet Correa, La fiesta barroca como prctica del poder, pp. 43-78; Elisa Vargas Lugo, Las fiestas de la beatificacin de Ro-sa de Lima, pp. 85-105; Marco Daz, La fiesta religiosa como arti-culacin de la vida citadina, pp. 107-122; Teresa Gisbert, La fiesta y la alegorfa en el virreinato peruano, pp. 145-181.

    3. Sigenza y Gngora. Glorias de Quertaro, Vda. de Bernardo Cal-dern, Mxico, 1680, pp. 1 y 2.

    4. La mayora de los autores que han analizado la fecha de fundacin de la ciudad dan por sentado que sta se realiz en 1531. Ver: Valentin Frias, La conquista de Quertaro, Escuela de Artes del Sei'lor San Jos, Quertaro, 1906, p. 194; Manuel Septin y Sep-tin, Historia de Quertaro, Ediciones Culturales del Gobierno del Estado de Quertaro, Quertaro, 1967, p. 55; Jos Guadalupe Rarnirez Alvarez, Plaza de la fundacin, Ediciones del Gobierno del Estdo, Quertaro, 1981.

    5. "La sombra de Arteaga;' Diario Oficial del Estado de Quertaro, Ai'lo XXVI, nmero 19, Quertaro, 1892, pp. 287-290.

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    azteca, recibi la confirmacin de su fundacin por clu-la real firmada en Valladolid el 27 de octubre de 15375. La fundacin de Quertaro forma parte de la red urbana desarrollada por los caciques otomes a lo largo del Bajo, quienes sumados a la causa del emperador en cuyos do-minios el sol no se ocultaba, fundaban pueblos, villas y ciudades ''para poner en forma y en poli da, a los natura-les de esta Nueva Espaffa" 6.

    La apertura del Camino Real de la Tierra Adentro entre 1550 y 15557, que una la capital virreina! con las minas de Zacatecas aceler el proceso de colonizacin a lo largo de la ruta y favoreci un rpido desarrollo del pueblo de Quertaro. A partir de entonces el estableci-miento de espaoles en Quertaro fue contnuo y deter-min la futura ocupacin del sueloS.

    Para el siglo XVII la personalidad de Santiago de Quertaro estaba bien definida en la geografla mexi-cana9. Los espaoles ejercan el predominio sobre las estructuras econmicas, sociales y polticas de la pobla-cin