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Cuaderno Didáctico

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Velázquez y Sevilla

Gabinete Pedagógico de Bellas Artes. Sevilla

Por una carretera polvorienta y llena debaches traquetea una destartalada carroza que luceen la portezuela el emblema de la casa real. DonDiego Velázquez, caballero de la Orden deSantiago, se dirige a la isla de los Faisanes, en lafrontera con España y Francia, sobre el ríoBidasoa, donde, en razón de su cargo deaposentador real, debe preparar la solemneceremonia de entrega de la infanta María Teresa,hija de Felipe IV, al rey Luis XIV de Francia. Esematrimonio va a solventar una larga enemistad

entre Francia y España, pero la subsiguiente paztambién significa que España cede su cetro aFrancia después de siglo y medio de hegemoníamundial. En eso va pensando Velázquez, el altofuncionario, mientras contempla desde laventanilla la tristeza del campo, el yermodesforestado y seco, las míseras aldeas que elcamino atraviesa, cuyas casas, apenas chozas conlos muros de barro, parecen abrumadas por lasenormes iglesias. Son los pueblos fantasmas de unpaís desangrado por la emigración, por las

VELÁZQUEZ, CORTESANO Y GENIAL, CUENTA SU VIDAPor Juan Eslava Galán

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mortales epidemias y por las continuas levas desoldados para sostener las guerras del rey enFlandes, en Italia, en América. España tiene sietemillones de habitantes, una población a todasluces insuficiente para satisfacer las necesidadesdemográficas de un imperio tan extenso. Además,la sangría se ha agravado con la expulsión de losmoriscos (y antes con la de los judíos) que hanprivado al país de un sector de población laboriosoy próspero.

El viaje es largo y monótono y da espaciopara que don Diego reflexione sobre las causasde la postración de España. Quizá sea laprincipal el sometimiento de los intereses delEstado a los de la religión. Abrumada por sudestino imperial, España se ha erigido endefensora del honor de Dios y se ha aisladovoluntariamente en un maniqueísmo intolerantey hostil a lo extranjero. España se ha cerrado nosólo a las ideas liberales que recorren Europasino al propio progreso de la ciencia, se hacerrado al futuro.

Bobo desmedrado

El hombre lúcido que observa Españadesde la carroza recuerda unos versos deQuevedo: “Y no hallé cosa en qué poner los ojos,/que no fuera recuerdo de la muerte”.

El aposentador real, a su manera, hadenunciado también esa decadencia por el medioque le es propio: la pintura, pintando la verdad.Le viene a la memoria, con ternura y dolor, lafigura del bufón don Juan de Austria, un viejosoldado recogido en palacio del que todos hacenburla. En ese retrato, que pintó hace unos años(ahora el oficio de aposentador casi no le dejatiempo para los pinceles) dejó reflejada, para elque sepa entenderla, su amarga visión de España:un bobo desmedrado y algo cheposo, las piernascomo palillitos enfundadas en calzas, la miradatímida y acuosa, sostiene sin gracia un bastón demando y posa rodeado de símbolos heroicos: unpeto, un arcabuz, yelmos, halas y la escena de labatalla de Lepanto al fondo, la más alta ocasiónque vieron los siglos, como la llamó Cervantes.Don Juan de Austria, el bobo, es el reversodeforme de aquel general apuesto y victorioso

que ganó la batalla. La España que don Diego vaviendo es también el reverso de la que un díaquiso ser, o acaso fue, el nuevo pueblo elegidopor Dios para gobernar el mundo.

Desde entonces ha pasado casi un siglo yEspaña ha decaído mientras sus enemigos se hanfortalecido y la acosan por todos los flancos.

-Todo va a menos- pronuncia distraídamentedon Diego.

-¿Decíais?- pregunta su compañero decarroza, Íñiguez, el despensero de palacio.

-Nada, don Pedro. Hablaba de mí. Quevamos a viejos.

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Regresa cada cual a sus pensamientos. DonDiego a su niñez sevillana, a sus seis años deaprendizaje en el taller de Pacheco, las monótonashoras triturando los pigmentos en el mortero yfabricando los óleos. Recuerda sus primerospinceles, cuando el maestro le enseñó a rellenar decolor el fondo de un lienzo, y luego, sorprendido por

su habilidad, le fue asignando otros menesteres demás mérito: los cabellos dorados de una Magdalena,la espada torturada de un San Bartolomé. Pachecocasó a su hija con el discípulo predilecto, pensandoque algún día le sucedería en el taller, pero el jovenVelázquez tenía otras miras. En Sevilla sólo se hacepintura religiosa.

-Lo que me espera aquí es pasarme la vidapintando santos e Inmaculadas.

- Es lo que el mercado demanda, hijo.

- Yo quiero pintar otros asuntos.

Madrid: La corte. Allí está el gusto y eldinero.

Velázquez tiene 24 años y procede de unaciudad grande y cosmopolita, el puerto del mundo.Madrid le decepciona al principio. Es unpoblachón manchego cercado de unas tapias quepodían destruirse a naranjazos, calles polvorientas

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o enfangadas, según la estación, y sin más edificiosnotables que iglesias y conventos, muchosconventos, donde los holgazanes se refugianhuyendo de la miseria y donde las doncellas sondepositadas por sus familias, a modo de internadode señoritas, hasta la hora de casarse.

Madrid es una ciudad de ociosos, derecomendados y paseantes de corte que rondan lasoficinas reales en espera de alguna prebenda osinecura. En Madrid, como en Sevilla, haybodegones y casas de la gula, tabernas, casas dejuego, mancebías, un mundo abigarrado que losojos de Diego van registrando y del que da cuentaen los soberbios retratos de pícaros, a veces conpretexto mitológico (lo que explica que El triunfode Baco, sea más conocido por Los Borrachos).

En Madrid, el joven pintor se relaciona.Aprende a bailar las danzas aristocráticas, la pavanay la gallarda, pero se aparta de la zarabanda y lachacona que el pueblo baila en mesones y posadas,esas danzas lascivas contra las que truenan losconfesores. Los púlpitos predican el sometimientode la mujer al varón pero la realidad es que, en lacorte y fuera de ella, la mujer es bastante libre y vaal teatro o al baile según le place.

El teatro. Don Diego asiste a larepresentación de las obras de Lope en el corral dela Pacheca o en el de la Cruz. Sin embargo procuraalejarse de la charla y del galanteo en el que matansu tiempo los pisaverdes de la corte, así como delos naipes y los dados (los naipes están prohibidospero, otra contradicción barroca, el Estado sereserva el monopolio de su fabricación).

Y trabaja: Pacheco tiene buenos amigos quelo introducen en la corte y le consiguen el encargode un retrato del joven rey, Felipe IV. El resultadoes tan satisfactorio que le abre el camino al favorreal ya para siempre. Suceden nuevos cuadros ysesiones solitarias estudiando los lienzos y lastablas de la colección de palacio donde estaban bienrepresentados los maestros de la pintura europea.

Envidiosos y mediocres

Sonríe Velázquez recordando las envidiasque despertó su encumbramiento. Los mediocrespintores de la corte lo acusaban de sólo saber pintarcabezas. ¿Pues en qué muestra su habilidad unpintor verdadero?. Lo fácil es rellenar medio cuadrocon un guardainfantes, ese armazón de varillas queensancha grotescamente a las damas de la corte decintura para abajo y que, al decir de los moralistas,sirve para disimular secretas preñeces.

Prosigue el viaje por el país que pareceríadeshabitado si no fuera porque alguna vez secruzan con recuas de arrieros o con algunacuadrilla de escopeteros encargados de limpiar debandidos los caminos, con algún carro de lana o detrigo a media carga. El comercio ha decaído, comotodo lo demás. Los mercaderes extranjeros quepodían avivarlo se exasperan por la cantidad detrabas que hay que superar al pasar de unajurisdicción a otra, de un reino a otro, y por losimpuestos y gabelas que a cada paso hay quesatisfacer, a las autoridades locales, al señor delterritorio, al dueño del puente incluso.

Los funcionarios reales pernoctan enBrihuega. Velázquez, previsor, ha traído su propiacama portátil, pero otros menos avisadosamanecen comidos de chinches y pulgas, lacomún plaga de las posadas.

Aquella noche, antes de dormir, don Diegorecuerda sus largas conversaciones con el maestroRubens durante el año en que éste residió enMadrid. Rubens lo convenció para que perdiera elpelo de la dehesa en Italia, en Venecia, en Roma.“Allí está el magisterio verdadero: en los lienzos,en los frescos, en el aire, en las cortesanas, en losvestidos, en las aguas, en los árboles, en los cielos,en Rafael, en Miguel Angel,...”.

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Rubens. Ese sí que era un señor de mundo.Ese sí que asumía el comportamiento y dignidaddel artista, el orgullo del arte y la dignidad con queel pintor debe representarlo.

En España, en cambio, nadie considerabaartista a un pintor. El pintor era un artesano, unobrero que se ganaba la vida con el trabajo de susmanos y, como tal, estaba condenado a ser un donnadie.

Los españoles están divididos en dos castas:los hidalgos y los villanos. Nadie puede ascendersocialmente si no es hidalgo, ni siquiera el pintor delrey. El hidalgo es un privilegiado que, por razonesde sangre, no paga impuestos y tiene reservados losmejores cargos en la administración y en la Iglesia.Puede ser militar, eclesiástico, funcionario orentista, cualquier cosa menos desempeñar un oficiomanual. El trabajo manual es una maldición bíblicaque deshonra al que lo ejerce. La perversa idea deque el trabajo dignifica es propio de la moralprotestante, de la que el español, más papista que elpapa, procura situarse lo más lejos posible.

El trabajo, indigno

La indignidad del trabajo determina elabsentismo y la desidia de los que viven de él.Tampoco es que el sistema tributario anime a nadie.Los impuestos son tan arbitrarios que sólo gravan alos humildes y al trabajo y especialmente a Castilla.En el campo, el pequeño campesino se desloma parasacar algo en limpio pues casi todo se lo llevan elrentista, los diezmos de la Iglesia, los impuestosestatales y la reserva de grano para simiente. El condeduque de Olivares intentó que los otros territorios dela Corona cargaran también con su parte del fardoimperial, pero, aunque les ofreció, a cambio,participación en el gobierno del imperio, con sussabrosos gajes y sinecuras, ellos no mordieron elanzuelo y se atuvieron a sus privilegios y libertades.

El presupuesto del Estado asciende a ochomillones de ducados, pero los ingresos fijosapenas alcanzan a la mitad. El país no ha conocidola paz durante más de 100 años. Todo el caudal seva en la sangría continua de las guerras.Rememora don Diego las guerras exteriores y lasinteriores, las rebeliones de Cataluña primero, quefue sofocada; y la de Portugal, después, quedevolvió su independencia a los portugueses.España hace agua por los cuatro costados. Crecenlos gastos y disminuyen los ingresos. La espiralinflacionista provoca una bancarrota tras otra.

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En la ciudad los asalariados procurantrabajar lo menos posible, lo imprescindible parasubsistir, apenas siete horas al día en un calendariolaboral que está tan lleno de fiestas por motivosreligiosos que apenas alcanza a la mitad de losdías del año. Cualquier ocasión es buena parafestejarla, conmemoraciones de bodas, bautizosreales, fiestas patronales, actos píos y otros milpretextos.

La incompatibilidad de la hidalguía y eltrabajo manual condena a la miseria a muchoscaballeros pobres que no alcanzan a vivir de lasrentas pero tampoco se avienen a trabajar paraganarse la vida. La corte está llena de vagossolemnes que prefieren morir de hambre arenunciar a su hidalguía.

Migajas en la barba

Sonríe tristemente don Diego al recordarel lugar común del hidalgo que disimula supobreza poniéndose migajas de pan en la barbapara fingir que ha comido. El hidalgo ni siquierapuede montar en burro sin deshonrarse. Todo essometimiento a la apariencia. Aparentar, más queser. Hay que aparentar religiosidad, frecuentar lossacramentos, visitar la iglesia, oír muchas misas...Hay que aparentar bienestar, alhajando con lujouna habitación de respeto, la de recibir a lasvisitas, en detrimento de las habitaciones privadasque suelen ser frías, incómodas y austeras. Hayque aparentar luciendo vestidos lujosos cuando alo mejor no se tiene para comer.

Existen dos Españas: la de los ricos que sealimentan exclusivamente de carne y quedesprecian las verduras y la de los pobrescondenados a la frugalidad, los que apenas ven lacarne como no sea en esos pasteles especiadosque venden en los bodegones de puntapié,antecedente de la comida rápida y querápidamente iniciarán la decadencia después deque Quevedo y otros ingenios mordaces insinúenen sus escritos que los pasteleros los fabrican contoda clase de porquerías, sin desdeñar las moscasy la carne de perro, e incluso la carne de losmalhechores ajusticiados que se expone,despedazada, en las picotas de los caminos paraescarmiento de delincuentes.

Otra vez en el camino. La mañana estáfresca pero no se mueve el aire. Será un díacaluroso. Desde el turbio cristal de latraqueteante carroza, don Diego recuerda losesfuerzos que le costó situarse en la corte. DonDiego, sevillano fino y frío, “flemático” como lodescriben sus contemporáneos, lo observa todo ysu mirada trasciende aquello que ve y lo exponeinsobornablemente en el manifiesto sin palabrasque son sus retratos. La mirada cruel y astuta del

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disgusto y comenta “troppo vero”, demasiadoverdadero. Por contraste, en otro lienzo nossorprende la mirada inteligente, digna y serenadel esclavo y aprendiz del pintor, el mulato Juande Pareja. La comparación de estos modelosvale más que un tratado sobre la pavorosainjusticia de una sociedad que perpetúa losprivilegios de unos pocos, amparados en elcontubernio del Altar y el Trono, para explotar auna mayoría hambrienta y desprovista dedignidad y de derechos. Es también un reflejodel absurdo de una sociedad en la que se nacepredeterminado, donde un incompetente deilustre linaje está destinado a un alto cargomientras que la persona capaz pero villana nopodrá escapar de la medianía.

Porvenir en la corte

Para labrarse un porvenir en la corte, donDiego tuvo que luchar por la dignificación de suoficio y tuvo que mentir plegándose a las reglasallá donde fue menester. El no era un artesano sinoun artista que pintaba por mera afición. Don DiegoVelázquez, protegido del rey, no pintaba paraganarse la vida, sino como entretenimiento, porcomplacer al rey su señor.

Aceptado que no era obrero manual, donDiego debió probar su pureza de sangre, es decir,que no descendía de moros ni de judíos sino decristianos viejos, otra cualidad indispensable delos hidalgos. La cuestión era especialmentepeliaguda porque los descendientes deportugueses eran sospechosos de portar sangrejudía, dado que, cuando Portugal se unió a lacorona, se produjo una emigración masiva decomerciantes portugueses descendientes deconversos. Don Diego superó también esteinconveniente. Con dinero e influencias no esdifícil conseguir una probanza de limpieza desangre. Basta con presentar los convenientesexpedientes falsos y algunos amigos quetestimonien conocer a la familia y aseguren que elpretendiente desciende de cristianos limpios quenunca tuvieron tropiezo alguno con laInquisición. Don Diego consigue por fin suhidalguía y su hábito de caballero de Santiago yse abre camino hacia el codiciado puesto deaposentador real que ahora disfruta.

papa Inocencio X, su boca mezquina bajo elbigote a la turca ¿no denuncian acaso en quémanos ha venido a parar el mensaje de Cristo?.Esa mirada débil y desvalida del rey Felipe IVen los sucesivos retratos donde los vemosenvejecer ¿no es acaso un reflejo de la propiainvalidez de España y de la torpeza de sumonarquía?. La decadencia de España encuentrasu correspondencia en la decadencia del rey: dejoven, bailarín infatigable, cazador y lujuriosocompulsivo pero luego abocado a una vejezprematura y a una religiosidad enfermiza, a lamala concienca de pensar que la decadencia desus estados es debida a un castigo divino, a laliviandad del monarca que los rige. Don Diegosiente, quizá, piedad por el rey, víctima de laslimitaciones de su educación, un rey derrotadocuyos negocios van de mal en peor aunque elhalago cortesano asegure que es como un hoyo,más grande cuanta más tierra le quitan. Y aEspaña la están desplumando todos: holandeses,ingleses, franceses,...

Rememora don Diego los retratosmorales del rey y del papa. La verdad de lospinceles ofende. Felipe IV en su vejez no quiereque se le retrate más; Inocencio X, alcontemplarse en el retrato, hace una mueca de

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La carroza se bambolea peligrosamente.Están pasando el cauce de un arroyo seco por unpuente de piedra de ruinosos pretiles.

Vuelve a pensar don Diego en Italia, elinolvidable viaje que tanto le había recomendadoRubens. “No serás tú, ni sabrás quién eres, ni loque puedes llegar a ser, hasta que pases por Italia”.Había recordado a menudo al maestro cuandotrazaba, años después, La Venus del Espejo (elúnico pero espléndido desnudo femenino en que lapintura europea se complace en las carnes de losRubens, de los Ticianos y de los Varoneses). DonDiego demuestra que tiene bien tomadas lasmedidas de la española: menudita, de caderascapaces, la pierna corta y torneada, el tobillo fino,el pie mínimo, la piel nacarada presumiblementesuave al tacto y un punto viscosilla tras elrendimiento amoroso. Y esos mórbidos hoyuelosque se le forman en el trasero y en el hombro.

Atravesando la Alcarria, la carroza arriba auna casa de postas donde van a tomar caballos derefresco. Don Diego pasa a la cocina en penumbra

y solicita un vaso de aloja, el refresco entonces, unagua especiada y endulzada con miel. Mientrasbebe recuerda otras bebidas de nieve a la que seaficionó en Venecia.

Venecia.

Tenía 30 años recién cumplidos y llegabade España. Si las obras de arte de los maestrosvenecianos le admiraron, no le sorprendieron menos

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No es que se queje. La vida lo ha tratadobien. Cuenta con el favor del rey y hasta sus másirreductibles enemigos reconocen su genio superior(aunque él, celoso de su trabajo, ha procurado queel puesto de pintor del rey quede desierto, si acasolo reservará para Juan Bautista Martínez del Mazo,su yerno, un pintor mediocre).

Mirando los murallones ocres de los cerrostestigo, ya por el campo aragonés, don Diegorecuerda otros muros formados por prietas filas decipreses habitados de pájaros. Se ve otra vezpaseando por los jardines de la Villa Médicis. Allíse había hospedado en su primer viaje a Italia,cuando tenía 30 años. Volvió a recorrerlos a los 50,ya en su madurez, y los encontró decaídos, como élmismo, pero hermosos como el recuerdo de sujuventud. Fue entonces cuando armó un caballete ypintó sus dos únicos paisajes, pequeños, con levespinceladas. Los pintó para captar, más que formasy colores, los sentimientos, el recuerdo sin figuras,la desnuda nostalgia.

Segundo viaje a Italia

Italia y el amor. El segundo viaje a Italia erapara unos meses pero se prolongó durante dos añosa pesar de las órdenes reiteradas del rey para queregresara. Acaso lo retuvo, más que el amor a la vida

aquellas damas que mostraban abiertamente lospies, esa parte de la anatomía femenina que lasespañolas ocultaban celosamente. Y el carnaval,aquella explosión de fiesta, de belleza, de color, defantasía. Lo comparó con el carnaval que cada añosufría en Madrid, aquellas mojigatas de bromistassin gracia que se disfrazan de animales y van por lacalle, con el cencerro anudado al cuello. Y luego laCuaresma deprimente, las aburridísimas sesionesreligiosas, las misas interminables a las que uno nose puede sustraer sin dar que hablar. A don Diego,reservado y frío, no le gustan los temas religiosos ya menudo, cuando los acepta, el motivo religioso esun pretexto para retratar la vida. La fe de don Diegoes tibia, cumple con la Iglesia lo justo (menos de lojusto hubiera sido peligroso). Su Cristo es tansereno que no parece un hombre torturado, sinapenas sangre. Sonríe recordando el dicho quecircula entre los del gremio “A mal Cristo, muchasangre”. Su Cristo no expresa sufrimiento; pareceque descansa o que duerme.

¿Sus gustos?. Este hombre poco comunicativonos los deja indicados en los libros de su bien surtidabiblioteca en la que si escasean las obras religiosas,abundan en cambio las de asunto profano: poesíaitaliana y española, historia y matemáticas.

Famosas cortesanas

En Italia se amaba la vida. Las famosascortesanas se lucían en carrozas, había color y risasy ganas de vivir la vida, nada parecido a la necrofiliaespañola, a ese recuerdo constante de la muerte o delpaso por el valle de lágrimas, a la crueldad congénitade sus compatriotas. Don Diego nunca ha asistido auna ejecución pública ni a un Auto de Fe inquisitorial,dos espectáculos deprimentes que, sin embargo,divierten por igual a nobles y plebeyos y congreganmuchedumbres de espectadores. Entonces él serefugia en su estudio y pinta o hace bocetos. Omedita. A su estudio, o al jardín por el que pasea conun libro en las manos, llega, de tarde en tarde, elclamor lejano de la chusma que jalea el ahorcamientode un malhechor o el agarrotamiento de un hereje.Don Diego, como Cervantes, como otra minoría deespañoles quizá no tan exigua como los pocostestimonios existentes nos dan a entender, hubierapreferido vivir en un ambiente más liberal y respirable.La “vida libre de Italia”, de la que habla Cervantes.

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JUAN ESLAVA GALÁN es Catedrático de Instituto, historiador, ensayista y narrador, premio Planeta1987, premio Ateneo de Sevilla 1994 y premio Fernando Lara de Novela 1998.

o a la pintura el amor al amor. Se prendó de unabella italiana y tuvo un hijo de ella, nada infrecuenteen un siglo en el que abundaban los hijos naturales,muchos de los cuales se abandonaban a loshospicios y a la caridad pública (en algunas ciudadesespañolas hasta un 20% de los bautizados).

A pesar de este desliz ¿amaba don Diego asu esposa, la hija de Pacheco?. En su tiempo, lafamilia no tenía gran cohesión y el amor, fuera dela Literatura, no era demasiado frecuente. DonDiego piensa que ha sido un marido normal. Halogrado una buena posición; su mujer viste de rasoy terciopelo, tiene para ocasiones especiales unpar de vestidos de tafetán y brocado y no le falta,una vez por semana, la peluquera a domicilio quele adorne la media melena con rizos y lazos. Sumujer sigue la moda como cualquier dama noblede Madrid. En su último aniversario le regaló una

cintilla de perlas barrocas que desde entonces luceen ocasiones especiales sobre el severo cuello delechuguilla, a la flamenca. Por su parte, don Diegonunca ha derrochado en su propio atuendo perosiempre ha procurado lucirse con dignidad y,sobre todo, llevar las manos escamondadas, sinrastro de pintura. Como todo caballero lucesombrero y tahalí con espada, aunque ignora elarte de la esgrima.

Don Diego ve caer otra tarde tras elpolvoriento cristal de la carroza. Últimamente estátan ocupado que pinta poco, pero tampoco echa demenos los pinceles. Se siente cansado.

El maestro don Diego Velázquez,aposentador real, regresó a Madrid a principios deagosto y murió el día 6. Su esposa falleció a loscinco días.

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INTRODUCCIÓN

La presente exposición supone un acercamiento al arte sevillano desde mediados del siglo XVIhasta 1623, fecha en la que Velázquez marcha a Madrid. En ella se recoge el ambiente en el que seforma la personalidad artística del pintor. Entre los elementos seleccionados de aquel rico y variadoambiente se pueden distinguir las obras importadas desde Flandes e Italia, o las creaciones de artistasnaturales de ambos países que se establecieron y trabajaron aquí, y las obras de los artistas locales quefueron maestros o contemporáneos del genio. Por su relación con Velázquez se han seleccionadoespecialmente retratos y naturalezas muertas, y obras que ponen de manifiesto la influencia de losgrabados y los tratados como vía de transmisión de imágenes y conocimientos. También se handestacado el peso de la mentalidad religiosa, la influencia de la doctrina y los planteamientoscontrarreformistas en la producción artística.

Los documentos expuestos son el testimonio objetivo de la vida y la actividad artística de Velázquezen Sevilla. Y finalmente, sus obras del período sevillano ponen de manifiesto la genialidad del pintor quesupo sintetizar las distintas corrientes existentes en la Sevilla de la época, elevando la pintura a cotas quehasta entonces no se habían logrado en la ciudad.

Velázquez. Posible autorretrato.

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LA SEVILLA DE VELÁZQUEZ

Al terminar el siglo XVI Sevilla era la ciudad más grande y populosa de España y la tercera deEuropa tras Nápoles y París; pero es una ciudad estancada y pronto iniciará su declive. Felipe II, muertoen 1598, había fijado la Corte en Madrid y la situación económica, social y política daba signos dedescomposición.

En el ámbito artístico y cultural, Sevilla seguía siendo una ciudad pujante, su carácter de puertade las Indias y centro económico internacional la convertía en mercado de arte a nivel mundial, al queacudían obras y artistas de diversas procedencias. Era la Sevilla de Cervantes, Mateo Alemán, Pacheco,Roelas y Montañés, de las tertulias literarias, de los grandes conventos y palacios, pero también de lapicaresca, de las grandes desigualdades, de las carestías y hambrunas. En Sevilla estaba la casa de laContratación y a su puerto llegaba la flota de Indias, y en torno a él se movía el mundo del hampa y laprostitución.

Anónimo. Vista de Sevilla.

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Desde la Edad Media el Arte Flamenco se caracterizó por su capacidad de representar el naturaly por el verismo de los retratos. Y su presencia en Sevilla fue una constante, artistas flamencos ygermánicos habían trabajado en la construcción de la catedral y su retablo e igualmente flamencosfueron los artistas que aportaron al arte sevillano las novedades del Renacimiento: el pintor Pedro deCampaña y el escultor Roque Balduque.

Pedro de Campaña. Retrato de la Familia Caballero.

LA INFLUENCIA FLAMENCA

Flandes (la actual Bélgica) pertenecía entonces a la corona española y siendo uno de los paísesmás activos en el mundo del comercio, la presencia de una importante colonia de flamencos en Sevillaestaba doblemente justificada, por lo que es frecuente tanto la adquisición de pinturas procedentes deaquel país, por parte de las instituciones sevillanas, como el asentamiento de pintores y escultoresnaturales de Flandes.

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Jan Van Hemessen. Retrato de la Familia Alfaro.

EL RETRATO

El retrato moderno tiene su origen en la representación de los donantes de los retablos medievalesy renacentistas. El donante, al retratarse arrodillado ante las imágenes sagradas perpetuaba eternamente suoración y su esperanza en la vida eterna. De esta forma, el esfuerzo por individualizar las figuras llevó alos artistas a profundizar en el estudio del natural.

En la pintura española, la valoración del retrato como tema independiente se hizo más tardíamentey con más dificultad que en otras escuelas europeas. Aún en Velázquez encontramos un retrato de donantea la usanza tradicional (retrato de D. Cristóbal Suárez de Ribera). Pero será el propio Velázquez quien, mástarde, consiga dotar a los retratos de la dignidad y de la profundidad psicológica que caracterizan a estegénero en la Edad Moderna.

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Hacia 1600 la influencia italiana estabaplenamente aceptada. Los artistas sevillanosconocían y estudiaban los tratados italianos deArquitectura, como demuestra la biblioteca deVelázquez o Andrés de Ocampo, y las formasproporcionadas y de belleza ideal de los grabadosy modelos italianos eran instrumentos de trabajoen los talleres de Sevilla.

LA INFLUENCIA ITALIANA

Buena parte de la Península italianapertenecía igualmente a la monarquía hispánica yla importación de obras de arte e incluso deelementos arquitectónicos italianos fue constantedurante todo el siglo XVI (recordemos lossepulcros de los Ribera en la Cartuja Sevillana).Del mismo modo hubo pintores sevillanos quedebieron hacer su viaje de formación a Italia(como Luis de Vargas) o italianos que seestablecen en nuestra ciudad como AngelinoMedoro, o Pérez de Alesio antes de viajar aAmérica.

Anónimo italiano. Cabeza de Juan el Bautista.

Luis de Vargas La Purificación de la Virgen. Alonso Matías. Tabernáculo.

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LOS BODEGONES

Las naturalezas muertas, la representación de objetos inanimados, fueron tratadas ya en laantigüedad, pero no es hasta finales del siglo XVI cuando se vuelve a tratar el tema de forma autónoma,como tema para un cuadro. Hasta este momento eran partes secundarias, formaban parte de las guirnaldasy otros elementos decorativos.

Estas naturalezas muertas tienen a veces un carácter simbólico o hacen referencia a las estacionesdel año, los sentidos, algún refrán, etc. En otras ocasiones parecen tener solo un carácter literal, e inclusoson alardes en los que los artistas demuestran su capacidad para plasmar la realidad.

La palabra bodegón hace referencia a las casas de comidas y en ellos se representan cocinas,despensas, puestos de verduras, mesas dispuestas, etc. Este tipo de obras decoraban los comedores deburgueses y nobles de la época.

Los bodegones, como tema independiente, con figuras conformando una escena de la vida cotidiana,alcanzan su máximo esplendor con las obras sevillanas de Velázquez.

Pacheco. Cristo servido por los ángeles. (Fragmento). Velázquez. El Almuerzo. (Fragmento).

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EL AMBIENTE RELIGIOSO

El Arte sevillano del siglo XVII está engran parte influido por las ideas religiosasimperantes. Ejemplo de ello lo encontramos enSan Ignacio, fundador de los jesuitas, quienrecomienda la reconstrucción de las escenasreligiosas con todo detalle, como ejercicio demeditación para conseguir acercar lo sobrenaturalal mundo real.

La preocupación de los artistas se va acentrar en el acercamiento de las obras alespectador, y la representación del natural seconvierte en un buen método para conseguirlo.

Pero siempre teniendo un sentido de lacontención, de la medida, que es común a todo elarte andaluz y una de las claves para entender aVelázquez. Incluso en artistas como Juan de Mesa,dado a la representación minuciosa de los efectosde la pasión, comprobamos esta contención.

Roelas. Inmaculada.

Juan de Mesa. Cristo de la Misericordia.

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PACHECO SUEGRO Y MAESTRO DE VELÁZQUEZ

Francisco Pacheco (Sanlúcar de Barrameda 1564 - Sevilla 1644) sintetizó los conocimientostécnicos y habilidades que se habían desarrollado en Sevilla durante el siglo XVI al compás de la influenciaartística italiana y flamenca y del desarrollo del comercio americano.

Es el modelo de pintor erudito que forma parte de una Academia donde se reunían pintores,religiosos, poetas y aristócratas. Parte de sus conocimientos y reflexiones fueron recogidos en el “Arte dela Pintura”, uno de los más importantes tratados que se escribieron sobre el arte en este momento.

Desde el punto de vista artístico Pacheco es deudor del Renacimiento y su pintura resulta algofría, y demasiado rígida, por seguir estrictamente las indicaciones de los teólogos y académicos. Sinembargo, supo aceptar y valorar la revolución pictórica que desde muy joven planteaba su jovendiscípulo Velázquez.

Pacheco. Inmaculada de Miguel de Cid.

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RETRATO DE CABALLERO (1617-1623) Velázquez (1599-1660)

Como hemos visto anteriormente, elretrato es la primera forma de estudio del natural.Recuerda que el retrato permite perpetuar lamemoria del personaje, no sólo su aspecto físico,sino también su personalidad.

En este retrato observamos que todo elcuadro se concentra en la cabeza del personaje,nada hay anecdótico. Para ello ha puesto un fondooscuro, sin imágenes, sobre el que resalta elpersonaje, representado en primerísimo plano.

El cuadro debe ser anterior a 1623, ya que en esa fecha se prohibió el uso de la gola*, aunque nose conoce la fecha exacta de ejecución.

Es posible que este personaje represente a Francisco Pacheco, suegro y maestro de Velázquez, alque probablemente retrató varias veces. Pacheco sintió tal admiración hacia la genialidad de su yerno quellegó a escribir “Es mayor la honra de maestro que la de suegro”.

Observa la iluminación directa sobre la cabeza que hace resaltar el volumen, a lo que ayuda elhaberle puesto un fondo oscuro.

Igualmente, puedes admirar la pincelada decidida y segura, y el tratamiento poco detallado de lagola que, sin embargo, produce un gran efecto de realismo.

Por último, observa cómo el pintor ha sido capaz de representar la dignidad y fuerza de carácter delpersonaje.

—————————*Gola: Cuello rizado y duro, normalmente de color blanco.

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IMPOSICIÓN DE LA CASULLAA SAN ILDEFONSO (1617-1623) Velázquez (1599-1660)

Los temas religiosos predominaban en lapintura de la Sevilla de Velázquez, como has podidocomprobar en las salas anteriores. Comparada con lade otros grandes pintores sevillanos de su época, laproducción religiosa de Velázquez es relativamentecorta, aportando, sin embargo, un tratamientonovedoso en estos temas.

San Ildefonso, obispo de Toledo, fue discípulo deSan Isidoro de Sevilla. Defendió la virginidad de la VirgenMaría, y ésta, según la tradición, le premió con una casulla*.La escena recoge el momento en que la Virgen hace entregade tal ornamento al santo.

En el cuadro se distinguen dos planos claramente separados: uno, celestial, en el que aparece laVirgen acompañada de santas agrupadas de dos en dos, y otro, terrenal, en el que aparece el Santo,ensimismado y absorto en sus meditaciones, sin conectar siquiera con la mirada con el plano superior.

También se puede observar que la composición está dominada por el triángulo, el punto de vista esmuy bajo, la pincelada larga y decidida, y los colores fríos y agrios, con dominio de los amarillos, moradosy verdes azulados. Todas estas características son propias de la pintura del Greco y de su discípulo Tristánal que admiraba Velázquez.

Mira detenidamente el rostro de la Virgen y comprobarás que no ha sido perfilado sino sugeridomediante magistrales manchas de color.

El aspecto actual de la obra se debe a su deficiente estado de conservación ya que estuvo colgadoen uno de los patios del convento de San Antonio de Sevilla**.

—————————*Casulla: Ornamento sagrado con el que se reviste el sacerdote para oficiar la Misa.**Sevilla: Este cuadro permaneció desde el siglo XIX en el Palacio Arzobispal. En la segunda mitad del siglo XX fue cedidopor el cardenal Bueno Monreal a la ciudad de Sevilla.

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LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS (1619) Velázquez (1599-1660)

Este cuadro posiblemente fue realizadopara la capilla del noviciado de los jesuitas*. Eltratamiento naturalista y la expresividad de lospersonajes, siguen las indicaciones de SanIgnacio, fundador de la Orden, quien aconseja verlas cosas espirituales con los cinco sentidos, comosi estuvieran a nuestro lado.

En el cuadro sorprende la capacidad deVelázquez para representar el natural sin idealismo,pinta literalmente lo que ve, sin imaginar. Losrostros son verdaderos retratos, posiblemente supropia familia**, y en las telas consigue valoresescultóricos, casi táctiles. Estos rasgos se subrayangracias a la iluminación que destaca a losprotagonistas (iluminación dramática).

Observa cómo está amaneciendo al fondoy sin embargo las figuras están fuertementeiluminadas. Localiza el lado del cuadro donde sesitúa el foco de luz que ilumina la escena.

Comprueba cómo el pintor concentra la atención en los personajes, siendo muy escasos loselementos del paisajes representados.

Igualmente, puedes ver que la composición se basa en una serie de líneas oblicuas. Los personajesse concentran en dos grupos, abriéndose en el centro un vacío que penetra hacia el fondo del cuadro,consiguiendo con ello mayor sensación de profundidad.

—————————* Noviciado de los jesuitas: Lugar en el que estudian los jóvenes que quieren ingresar en esta orden religiosa.** Familia: La Virgen sería su esposa; el Niño, su hija; el Rey con barba, su suegro y el Rey arrodillado, un autorretrato.

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VIEJA FRIENDO HUEVOS (1618) Velázquez (1599-1660)

Todos los objetos que vemos en el cuadro han formado parte de la cocina* tradicional andaluza hastahace relativamente poco tiempo. Incluso los huevos fritos siguen siendo un plato esencial en nuestra dieta.

Velázquez, tomando como punto de partida el interior de una cocina popular, nos muestra una escenade la vida cotidiana, que en el contexto de su época pudo tener una lectura simbólica que hoy no es evidente.

Los objetos parecen dispuestos de forma espontánea, sin embargo, su análisis nos demuestra unatécnica de representación muy compleja, donde juega un papel fundamental la iluminación y los distintospuntos de vista. He aquí la genialidad de Velázquez, al conseguir acercar los objetos al espectador.

La composición se basa en las diagonales que general los personajes y que convergen en la cazuelade barro con los huevos, concentrando nuestra vista en ellos.

Observa que la mayoría de los objetos aparecen repetidos en otros cuadros de Velázquez expuestosen estas salas.

Aprecia cómo el niño nos mira, haciéndonos partícipes de la escena. Esto es un recurso habitual enel teatro y en las artes plásticas del siglo XVII.

—————————* Cocina: Elemento esencial en toda cocina era el anafe, cacharro de barro que contenía el fuego para cocinar (semejante al queusan los asadores de castañas).

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EL AGUADOR DE SEVILLA (1617-1623) Velázquez (1599-1660)

El agua ha sido siempre un elemento esencial en la vida de Sevilla.

El aguador era un personaje característico en las calles y jardines de la ciudad.

Velázquez ha representado con total verismo una escena en la que un aguador entrega una copallena de agua a un niño. Este ejercicio de maestría técnica en el tratamiento de los cacharros de barro yde la copa de agua ha tenido tanto interés para Velázquez como los propios rostros, por lo que los objetosadquieren la misma categoría que los personajes. El cántaro, al invadir el espacio del espectador nosintroduce en la obra. Sobre esta peculiar manera de pintar, Palomino* decía que “el ojo percibe lorepresentado como verdad, no pintura”.

Se ha querido ver en el cuadro una alegoría de las tres edades del hombre y de la iniciación a lavida, basándose en la interpretación simbólica del higo en la copa. Sin embargo, este detalle podríadocumentar simplemente la costumbre de aromatizar el agua con higos.

—————————* Palomino: Pintor y primer biógrafo de Velázquez.

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APÉNDICE DOCUMENTAL

[...] Diego Velázquez de Silva, mi yerno, ocupa (conrazón) el tercer lugar (entre los pintores contemporáneos),aquien después de cinco años de educación i enseñanza casécon mi hija, movido de su virtud, limpieza i vuenas partes, ide las esperanzas de su natural i grande ingenio. I porque esmayor la honra de maestro que la de suegro, ha sido justoestorvar el atrevimiento de alguno que se quiere atribuir estagloria, quitándome la corona de mis postreros años.

[...] Con esta doctrina (del dibujo) creció mi yerno desdemozo. Había inducido a un aprendiz, un campesino, a hacerlede modelo en diversas actitudes i posturas, ya sollozando, yariendo; sin tratar nunca de sustraerse a dificultad alguna. E hizodél muchas cabezas al carboncillo i albayalde sobre papel azul,además de otros muchos apuntes del natural, alcanzando de estemodo mano segura para el retrato.

[...] Inclinóse a pintar con singularísimo capricho, inotable genio, animales, aves, pescaderías, y bodegones con laperfecta imitación del natural, con bellos paisajes i figuras;diferencias de comida i bebida; frutas i alhajas pobres ihumildes, con tanta valentía, divujo y colorido, que parecíannaturales, alzándose con esta parte, sin dejar lugar a otro, conque granjeó gran fama i digna estimación de sus obras, de lascuales no se nos deve pasar en silencio la pintura, que llamandel Aguador; el cual es un viejo muy mal vestido, i con un sayovil i roto, que se le descubría el pecho i vientre con todas lascostras i callos duros i fuertes; i junto a sí tiene un muchacho aquien da de beber.

FRANCISCO PACHECO

Arte de la Pintura. Sevilla 1649.

... Por ti el gran Velázquez ha podido,diestro, quanto ingenioso,ansí animar lo hermosoansí dar a lo mórbido sentidocon las manchas distantesque son verdad en él, no semejantes,si los efectos pintay de la tabla levehuye bulto la tinta, desmentidode la mano el relieve.

FRANCISCO DE QUEVEDO

A Velázquez.

Objetáronle algunos [a Velázquez] el no pintar consuavidad y hermosura asuntos de más seriedad, en que podíaemular a Rafael de Urbino y satisfizo galantemente diciendo:“Que más quería ser primero en aquella grosería que segundoen la delicadeza”.

A. PALOMINO

El Museo Pictórico, Escala óptica, 1724.

Donde indudablemente Velázquez dio la más exactaidea de la verdad misma, fue en el cuadro de lasHilanderas, que pertenece a su último estilo y está hecho detal modo que parece que la mano no haya tenido partealguna en la ejecución y que sólo haya sido pintado con lavoluntad ...

A. R. MENGS

Carta a A. Ponz, 1776.

MANET A BAUDELAIRE

Château de VasséJueves, 14 de septiembre (1865)

[...] En fin, querido amigo, he conocido aVelázquez y le digo que es el mejorpintor que haya jamás existido; he vistoen Madrid 30 o 40 obras suyas, retratoso cuadros, obras maestras todas quevalen más que su reputación y que porsí solas compensan la fatiga y lossinsabores inevitables en un viaje aEspaña. [...]

E. MANET.

Desde su juventud, Velázquez sabe preparar con sumaperfección las telas, es decir, cubrirlas con una capa de colade cuero fría y espesa, apomazarlas después del secado,extender tres capas sucesivas de una mezcla compuesta dearcilla en polvo de Sevilla (rojiza) y aceite de linaza, yluego pulirlas cuidadosamente después de cada operaciónde secado. De este modo, los colores superpuestos sobreesta preparación, llamada imprimación se adhierenperfectamente y no se cuartean. Los negros de carbóndeben pintarse en capas finas, casi transparentes, para darprofundidad al color, mientras que las zonas claras conbase de plomo (o albayalde) tiene que ponerse en capasespesas. En este cuadro la profundidad del fondo oscuro selobra por transparencia sobre la preparación rojiza. Cadaobjeto, cada volumen se traduce según su carácterespecífico dentro de la naturaleza, tierra, cobre, verduras,cabellos, telas, etcétera. A través de una exactaobservación de los juegos de luz en las formas iluminadas.Velázquez logra plasmar el máximo de realismo a la vezque respeta la perspectiva aérez en la disponsición de losplanos.

J. BATICLE

Velázquez, el pintor hidalgo.

Madrid. Febrero 1999.