cuentos y parabolas

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GOIZALDE

CUENTOS Y PARBOLAS

CUENTOS Y PARBOLASLos cuentos y parbolas no son cosa de nios. Con mucha sencillez nos hacen descubrir grandes tesoros de lo cotidiano. No es raro que fuese el estilo que utilizase habitualmente Jess. Lo que s hace falta es espritu de nios, de maravillarse ante cosas simples que nos ensean realidades bien profundas.

estuviera lleno lo subira a la montaa y se lo ofrecera a Dios. Finalmente, con su precioso jarrn hasta los bordes, se puso en camino hacia la montaa. A cada paso se repeta lo que deba decir a Dios: Mira, Seor, te gusta mi precioso jarrn? Espero que s y que quedars encantado con todas las oraciones y buenas obras que he ahorrado durante este tiempo para ofrecrtelas. Por favor, abrzame ahora. Al llegar a la montaa, oy una voz que descenda retumbado de las nubes: Quin est ah abajo? Por qu te escondes de m? Qu has puesto entre nosotros? Soy yo. Tu santo hombre. Te he trado este precioso jarrn. Mi vida entera est en l. Lo he trado para Ti. Pero no te veo. Por qu has de esconderte detrs de ese enorme jarrn? No nos veremos de ese modo. Deseo abrazarte; por tanto, arrjalo lejos. Qutalo de mi vista. No poda creer lo que estaba oyendo. Romper su precioso jarrn y tirar lejos todas sus piedrecitas? No, Seor. Mi hermoso jarrn, no. Lo he trado especialmente para Ti. Lo he llenado de mis... Tralo. Dselo a otro si quieres, pero lbrate de l. Deseo abrazarte a ti. Te quiero a ti. Pedro Ribes. Parbolas y fbulas..., p. 31

818.

CUENTOS

Yo no s muchas cosas, es verdad. Digo tan slo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, y que el miedo del hombre... ha inventado todos los cuentos. Yo s muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos... y s todos los cuentos. Ahora estoy de regreso, he llegado hace poco, Soy nuevo en la ciudad... Y esto quiero decir: Me durmieron con un cuento... y me he despertado con un sueo. Es un sueo sin lazos, Sin espejos, sin anillos, sin redes, sin trampas y sin miedo. Len Felipe

820.

{TC } ACCIN DESINTERESADA

819.

{TC } EL ABRAZO DE DIOS

Un hombre santo, orgulloso de serlo, ansiaba con todas sus fuerzas ver a Dios. Un da Dios le habl en un sueo: Quieres verme? En la montaa, lejos de todos y de todo, te abrazar. Al despertar al da siguiente comenz a pensar qu podra ofrecerle a Dios. Pero qu poda encontrar digno de Dios? Ya lo s, pens. Le llevar mi hermoso jarrn nuevo. Es valioso y le encantar... Pero no puedo llevarlo vaco. Debo llenarlo de algo. Estuvo pensando mucho en lo que metera en el precioso jarrn. Oro? Plata? Despus de todo, Dios mismo haba hecho todas aquellas cosas, por lo que se mereca un presente mucho ms valioso. S, pens al final, le dar a Dios mis oraciones. Esto es lo que esperar de un hombre santo como yo. Mis oraciones, mi ayuda y servicio a los dems, mi limosna, sufrimientos, sacrificios, buenas obras.... Estaba contento de haber descubierto justamente lo que Dios esperara y decidi aumentar sus oraciones y buenas obras, consiguiendo un verdadero rcord. Durante las pocas semanas siguientes anot cada oracin y buena obra colocando una piedrecita en su jarrn. Cuando

Lo que ms me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jams en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atencin del mundo. Te equivocas si piensas que es la atencin del mundo lo que hace que una accin sea importante, dijo el Maestro. Sigui una larga pausa. Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal... Te equivocas si piensas que es el influir en los dems lo que hace que una accin sea importante, volvi a decir el Maestro. Pero, entonces, qu es lo que hace que una accin sea importante? El realizarla por s misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una accin desinteresada, semejante a la actividad de Dios. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo. Sal Terrae.

821.

{TC } ACTITUDES

Dice una antigua leyenda que, cuando Dios estaba creando el mundo, se le acercaron cuatro ngeles, y uno de ellos le pregunt: Qu ests haciendo?; el segundo le pregunt: Por

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qu lo haces?; el tercero: Puedo ayudarte?; y el cuarto: Cunto vale todo esto? El primero era un cientfico, el segundo un filsofo, el tercero un altruista, el cuarto un agente inmobiliario. Un quinto ngel se dedicaba a observar y a aplaudir con entusiasmo. Era un mstico. Antohny de Mello. La oracin de la rana. 2

824.

ADORAR AL VERDADERO DIOS

822.

ACTUAR DE DIOS

Un hombre se hallaba en el tejado de su casa durante unas inundaciones y el agua le llegaba a los pies. Poco despus, pas un individuo remando en una canoa y le grit: - Oiga! Quiere que le lleve a un sitio ms alto?. - No, gracias - replic el hombre -. Tengo fe en el Seor y l me salvar. Pas el tiempo, y el agua le llegaba al hombre hasta la cintura. Entonces pas por all una lancha de motor. - Quiere que le lleve a un sitio ms alto? grit el que la llevaba. - No, gracias - respondi el hombre -. Tengo fe en el Seor y l me salvar. Ms tarde, cuando el nivel del agua le llegaba hasta al cuello del individuo, lleg un helicptero. - Cjase a la cuerda - grit el piloto -. Yo le subir. - No, gracias - dijo el hombre por tercera vez -. Tengo fe en el Seor y l me salvar. Desconcertado, el piloto dej a aquel hombre en el tejado, casi cubierto por las aguas. Despus de haber pasado horas all, el pobre hombre no pudo resistir ms, se ahog y fue a recibir su recompensa. Mientras aguardaba en las puertas del Paraso, se hall frente al Creador y se quej de lo ocurrido: - Seor - le dijo -, yo tena total fe en que T me salvaras y me abandonaste. Por qu? A lo cual le replic el Seor: - Qu ms quieres? Te mand dos lanchas y un helicptero.

El maestro pregunt al discpulo: - Por qu no adoras a los dolos? El discpulo respondi: - Porque el fuego los quema. - Entonces adora al fuego. - En todo caso adorara al agua, capaz de apagar al fuego. - Adora entonces al agua. - En todo caso adorara las nubes, capaces de apagar el fuego. - Adora las nubes. - No, porque el viento es ms fuerte que ellas. - Entonces adora el viento que sopla. - Si debiera adorar al viento, adorara al hombre que tiene poder de soplar. - Adora entonces al hombre. - No, porque muere. - Adora la muerte. - Lo nico digno de adorarse es el Dueo de la vida y de la muerte. El maestro alab la sabidura del discpulo. Annimo judo

825.

{TC } LA ALFORJA

Un da Jpiter baj a la tierra, convoc a todos los animales, incluido el hombre, y les dijo: - Quiero que vivis en armona y contentos. As que, si alguien tiene alguna queja, que la diga sin temor y enseguida le pondr el remedio. - Nadie expuso nada. Jpiter entonces se dirigi al mono - Qu? T ests contento? - Claro, - respondi el mono - tengo cuatro patitas que son un tesoro y tengo un tipo que todos me envidian. Yo no tengo motivos para envidiar a nadie... Comparado con el oso, tan feo, soy una maravilla. l s tendr de qu quejarse. Los otros animales pensaban como el mono y esperaban la queja del oso. No hubo tal queja. Al contrario, con tono de orgullo dijo: - Yo me veo fuerte, bien proporcionado, con cierto aire seorial. Comparado con el elefante, que es un monstruo, una masa de carne que parece que se cae a trozos, soy un encanto. No me quejo de nada. El elefante tom la palabra y dijo: - Ah!, pues yo no me quejo absolutamente de nada, me siento fuerte, slido, como un rey con mucho poder. Mucho peor es la ballena que parece una masa informe. La ballena no se quej; se vea mejor que la jirafa, larguirucha y desgarbada. La jirafa se senta esbelta, fina, seorial, no como la hormiga, insignificante y rastrera. La hormiga se vea como una reina comparada con el mosquito. Y el mosquito se vio gil, se defenda muy bien... As todos hasta que lleg el hombre. ste se entretuvo en contar todas sus cualidades y

823.

{TC } ACUMULAR

Cuando el gorrin hace su nido en bosque, no ocupa ms que una rama. Cuando el ciervo apaga su sed en el ro, no bebe ms que lo que le cabe en la panza. Nosotros acumulamos cosas porque tenemos el corazn vaco. Anthony de Mello. La oracin de la rana (2 tomo), p. 83

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encantos. Luego sigui hablando sobre los defectos de los otros. Y se rea de ellos. Jpiter, que haba estado en silencio, se dirigi a todos de nuevo y les dijo: Bien, veo que cada uno lleva dos bolsas: en la de atrs metis vuestras faltas y en la de delante las faltas de los otros. Alfonso Francia. Educar con fbulas, p. 35

Mas su destino era encontrarse, y haba llegado la hora. El pjaro libre cantaba: Amor, volemos al bosque. El pjaro preso deca bajito: Ven t aqu, vivamos los dos en la jaula. Deca el pjaro libre: Entre rejas no pueden abrirse las alas. - Ay, deca el pjaro preso, sabr yo posarme en el cielo? El pjaro libre cantaba: Amor mo, pa canciones del campo. El pjaro preso deca: Estte a mi lado, te ensear la cancin de los sabios. El pjaro libre cantaba: No, no, nadie puede ensear las canciones. El pjaro preso deca: Ay, yo no s las canciones del campo. Su amor es un anhelo infinito, mas no pueden volar ala con ala. Se miran y se miran a travs de los hierros de la jaula, pero es en vano su deseo. Y aletean nostlgicos y cantan: Acrcate ms, acrcate ms. El pjaro libre grita: No puedo! No puedo! Qu miedo me da tu jaula cerrada! El pjaro preso canta bajito: Ay!, no puedo. Mis alas se han muerto!

826.

{TC } AMANTE Y ACTIVISTA

Un activista regres al monasterio para averiguar de qu clase de luz tena an necesidad. La luz que todava necesitas - le dijo el Maestro - es la que te permita conocer la diferencia entre un amante y un activista. El amante toma parte en una sinfona. Y el activista? El activista slo oye el sonido de su propio tambor, dijo el Maestro. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

827.

{TC } AMAR LO QUE SOMOS

Los animales del bosque se dieron un cuenta un da de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pjaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no poda volar ni saba nadar... Y as todos los dems. No habra una manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla, y todos le dieron sobresaliente; pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un rbol y le dijeron: Vuela, conejo!. El animal salt y se estrell contra el suelo, con tan mala suerte que se rompi dos patas y fracas tambin en el examen final de carrera. El pjaro fue fantstico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastim las alas y el pico y, en adelante, tampoco pudo volar; con lo que ni aprob la prueba de excavacin ni lleg al aprobadillo en la de vuelo. Convenzmonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnfico pez, pero no tiene por qu ser pjaro. Un hombre inteligente debe sacarle punta a su inteligencia y no empearse en triunfar en deportes, en mecnica y en arte a la vez. Una mucha fea difcilmente llegar a ser bonita, pero puede ser simptica, buena y una mujer maravillosa... porque slo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en una maravilla. Anthony de Mello

829.

ANTE UN ELEFANTE

Un prncipe oriental, para dar una leccin a sus sbditos sobre la bsqueda de Dios, hizo reunir un da a muchos ciegos. Despus orden que se les mostrase el mayor de sus elefantes sin decirles qu animal tenan delante. Cada ciego se acerc al elefante y le tocaron en diversas partes de su cuerpo. Al final el prncipe pregunt qu haba palpado cada uno. El que haba tocado las piernas dijo que un tronco arrugado de un rbol. El que haba tocado la trompa, una gruesa rama nudosa. El que haba tocado la cola, una serpiente desconocida. Un muro, dijo el que haba tocado el vientre. Una pequea colina, el que haba tocado el lomo. Como no se ponan de acuerdo entre ellos, comenzaron a discutir. El prncipe interrumpi la discusin: - Esta pequea muestra os hacer ver cmo de las grandes cosas conocemos muy poco, y de Dios casi nada. Parbola hind

830.

{TC } ANTICREACIN

828.

{TC } AMOR ENTRE PJAROS

El pjaro manso viva en la jaula y el pjaro libre en el bosque.

Al fin, el hombre destruy el cielo y la tierra. La tierra era bella y frtil, la luz brillaba en las montaas y los mares, y el espritu de Dios llenaba el universo. Y el hombre dijo: Posea yo todo el poder en el cielo y en la tierra.

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Y vio que el poder era bueno y llam grandes jefes a quienes detentaban el poder, y dio el nombre de dbiles a los que buscaban la reconciliacin. As fue el sexto da antes del fin. Y el hombre dijo: Haya una gran divisin entre los pueblos: y pngase a un lado las naciones que estn por m y al otro lado las que estn contra m. Y hubo buenos y malos. As fue el da quinto antes del fin. Y el hombre dijo: Juntemos nuestras fortunas en un lugar y creemos instrumentos para defendernos: la radio y la televisin para controlar los espritus de los hombres, la movilizacin y el registro para controlar los cuerpos de los hombres, los uniformes para dominar las almas de los hombres. Y as fue. El mundo qued dividido en dos bloques, en guerra. El hombre vio que tena que ser as. As fue el cuarto da antes del fin. Y el hombre dijo: Haya censura para distinguir nuestra verdad de la de los dems. Y fue as: el hombre cre dos grandes instituciones: una para ocultar la verdad en el extranjero. Y otra, para defenderse de la verdad dentro de casa. El hombre lo vio y lo encontr normal. As fue el tercer da antes del fin. Y el hombre dijo: Fabriquemos armas que puedan destruir a distancia ingentes multitudes. De este modo perfeccion la guerra bacteriolgica, perfeccion los arsenales de muerte submarinos, los proyectiles teledirigidos. El hombre lo vio y se enorgulleci. Entonces los bendijo, dicindoles: Sed numerosos y grandes sobre la tierra, llenad las aguas del mar y los espacios celestes, multiplicaos. As fue el da segundo antes del fin. Y el hombre dijo: Hagamos a Dios a nuestra imagen y semejanza, digamos que Dios obra como nosotros obramos, que piensa como nosotros pensamos, que quiere lo que nosotros queremos, que mata como nosotros matamos. El hombre cre un Dios a su medida. Y lo bendijo diciendo: Mustrate a nosotros y pon la tierra a nuestros pies: no te faltar nada, si haces nuestra voluntad Y as fue: el hombre vio todo lo que haba hecho y estaba muy satisfecho de todo ello.

As fue el da antes del fin. De pronto se produjo un gran terremoto en toda la superficie de la tierra, y el hombre y todo lo que haba hecho dejaron de existir. As acab el hombre con el cielo y con la tierra. La tierra volvi a ser un mundo vaco y sin orden; toda la superficie del ocano se cubri de oscuridad y el Espritu de Dios aleteaba sobre las aguas.

831.

{TC } EL RBOL GENEROSO

rase un rbol copudo, denso, fuerte; sobre todo fuerte frente a la lluvia y los vientos huracanados que desmelenaban salvajes su frondosa cabellera verde. Pero el rbol tena una debilidad: un nio, a quien amaba ms all de s mismo. Lo amaba desde que la madre del recin nacido vena, casi todos los das, con el beb en brazos, lo meca y lo dorma contndole nanas entraables, apoyada en su tronco rugoso, sentada sobre sus races vegetales. El corazn del rbol creci, casi sin sentirlo, al aire de aquellas delicadas nanas, hacindose a la medida del corazn inmenso de aquella mujer. Un da, la madre muri; el nio tena cuatro aos. Y fue precisamente entonces cuando el corazn de madera del rbol sinti que le maduraban por dentro las entraas de la madre muerta. Amar es tener algo hermoso y querer compartirlo. Tom cario al nio, tanto que cuando le vea venir, agotaba jubiloso sus ramas y le gritaba: - Ven, quieres jugar? Vas a ser el rey de la selva. Toma mis flores y mis hojas, trenza una corona, colcala en tu cabeza. Y el nio pasea por los senderos del bosque. Y el rbol fue feliz con la ofrenda de su fronda! Nadie puede detener la vida. El nio creci, otras instancias llenaron su corazn. Ya no quera jugar a ser el rey de la selva; su corazn quera cosas, cosas, cosas... pero no las tena, y su rostro languideca de tristeza. - Por qu ests triste? - le pregunt el rbol. - Porque necesito cosas y no tengo dinero para comprarlas. - No sufras por eso. Ven: sbete en mis brazos, estn cargados de manzanas, toma las que quieras, llvalas al mercado, vndelas y tendrs el dinero que necesitas. Y el rbol fue feliz con la ofrenda de sus frutos en sazn! Pas el tiempo, tiempo de soledad para el rbol; pero una maana su corazn volvi a estremecerse de alegra. El nio de otros tiempos, hombre ahora, volvi junto a l, eso s, serio, pensativo:

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- Qu te pasa? - le pregunt el rbol -. Por qu ests triste? - Porque quiero hacerme una casa y no tengo madera. - No sufras por eso: toma tu hacha y corta mis ramas ms robustas, hazte una casa y s feliz. El nio de otros tiempos, hombre ahora, tom el hacha y fue segando los brazos henchidos de savia del rbol. Y se hizo una casa al borde del bosque. Y el rbol fue feliz con la ofrenda de su madera! Pero el corazn del hombre no se llena con cosas. Hastiado de vivir en su casita de madera al borde del bosque, el nio de otros tiempos, hombre maduro ahora, volvi a internarse en la maraa de la selva. Cuando el rbol lo divis a lo lejos, se estremeci de gozo y le pregunt: - Te veo de nuevo triste, qu te pasa, no te ha llegado la madera? - S, pero estoy aburrido de ver siempre el mismo paisaje, de or siempre el eco de mis pasos resonando sobre la madera. Me han dicho que lejos, muy lejos, hay mares bellsimos, paisajes de ensueo, gentes extraas, y quiero conocerlas... pero no tengo barca. - No sufras por eso. Empua de nuevo el hacha, tala mi tronco a raz del suelo y hazte una barca. Luego, con las pocas ramas que me quedan, lbrate unos remos y vete a navegar: conocers esos mares bellsimos, paisajes de ensueo y gentes extraas. Y el rbol fue feliz con la ofrenda de su tronco! Pas mucho tiempo, tanto que el viejo rbol generoso apenas respiraba ya por algunos retoos verdes. Hasta que un da, empinndose sobre la hierba, vio que llegaba su antiguo amigo. Casi no le reconoci: volva encanecido, vacilante el paso, envejecido. - Ven, viejo amigo - invit el rbol -. Y ahora, qu necesitas? - Nada, no necesito nada. Estoy cansado de tanto viajar. Ahora no busco ms que un lugar tranquilo donde sentarme, volver la vista atrs y reposar. - Acrcate a m, - replic el viejo rbol agotado -. Ven, sintate en el tronco que cortaste a ras de tierra: es lo nico que puedo ofrecerte... Descansa. Y el nio de otros tiempos, anciano ahora, se sent y descans. Las races del rbol moran alegres con la ltima ofrenda de su viejo mun! LPEZ ARRNIZ, Prudencio. Ms all...

Pues yo nunca te he odo hablar del dolor por los pecados! El arrepentimiento no consiste en afligirse por el pasado. El pasado ha muerto y no merece un solo momento de afliccin. Arrepentirse es cambiar de mente; es ver la realidad de un modo radicalmente distinto. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

833.

{TC } AZRAEL, EL NGEL DE LA MUERTE

Cuentan que en la ciudad de Bagdad, cierto da un joven charlaba en el jardn de su suntuoso palacio con dos ancianos mercaderes. stos se quejaban de su incierta vida, siempre viajando entre peligros y fatigas. El joven, en cambio, se siente feliz, porque llegar a la vejez gozando de su palacio. De repente aparece Azrael, el ngel de la muerte, que mira con extraeza al joven: desaparece despus. El joven, espantado, monta en su mejor caballo y huye; al cabo de unas horas de loca carrera, sufre, cerca de Damasco, una cada y en ella encuentra la muerte. Pasado algn tiempo uno de los ancianos ve a Azrael y le pregunta por qu mostr aquella extraeza ante el joven; el ngel de la muerte respondi: porque estaba gozoso en Bagdad y yo deba llevrmelo poco despus en Damasco. Manuel Snchez Monge. Parbolas como dardos, p. 112

834.

EL BANQUETE DEL PRIMER MUNDO

rase una vez un grupo de personas. Estaban invitados a un banquete en un castillo medieval. Era una fiesta esplndida. Los mejores manjares. Los vinos ms costosos. No faltaba la orquesta. Los invitados tenan buen apetito. Y una vez saciados, en lugar de ir a casa, continuaban degustando alimentos. Eran tan voraces que se acab la comida. El dueo de la casa envi a sus criados, apoyados por los guardias de seguridad, a buscar ms alimentos entre los pobres campesinos del entorno. Tambin el gas empez a escasear, y los cocineros ordenaron a algunos criados que cortaran madera de las columnas y del tejado para hacer fuego y continuar cocinando. Pasado un buen rato las columnas cedan y aparecan grietas en el techo. Pero los siervos y los comensales estaban tan absorbidos en lo suyo que no se daban cuenta de las consecuencias de sus acciones. Misin Abierta, n 8 de octubre de 1996

832.

{TC } ARREPENTIMIENTO

835.

LA BOLSA DE SEMILLAS

Por qu no aconsejas nunca el arrepentimiento?, pregunt el predicador. Pero si no enseo otra cosa...!, replic el Maestro.

En una tienda de flores hay una bolsa de semillas. Mientras esperan que alguien las compre, hablan entre s. Una de las semillas quisiera que la comprara un campesino y que, despus de ser plantada, el viento la arrancara y as poder

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viajar por todo el mundo. Otra deseara ser plantada en un jardn para que los nios jueguen entre las flores. Una tercera quisiera estar en una maceta, en el balcn de una abuelita para alegrarla. La cuarta dice que ella prefiere quedarse dentro de la bolsa y as no sufrir molestias. La ltima en hablar, finalmente, quiere ser plantada y dar como fruto muchas flores que a su vez produzcan nuevas semillas.

obcecacin y la cabezonera y tanto su egosmo, que se agotaron sin probar bocado. A punto estuvieron, cada uno por su lado, de tocar con su hocico la hierba de enfrente pero no lo lograron. Eso aument ms su sufrimiento, su angustia y su esfuerzo intil. Pasaron as una hora, hasta que, extenuados por el hambre, el trabajo y la rabia, cayeron al suelo a dos dedos (a dos dedos tan slo!) de la alfalfa. Dos vacas que pasaban por all, en maravillosa camaradera, se pararon y, con parsimonia inteligente, liquidaron uno de los montones y, despus, con idntico entendimiento, acabaron con el segundo. Alfonso Francia. Historias de la vida.

836.

{TC } BUENA NOTICIA

El Reino de los cielos es semejante a dos hermanos que vivan felices y contentos, hasta que recibieron la llamada de Dios a hacerse discpulos. El de ms edad respondi con generosidad a la llamada, aunque tuvo que ver cmo se desgarraba su corazn al separarse de su familia y de la muchacha a la que amaba y con la que soaba casarse. Pero, al fin, se march a un pas lejano, donde gast su propia vida al servicio de los ms pobres. Se desat en aquel pas una persecucin de resultas de la cual fue detenido, falsamente acusado, torturado y condenado a muerte. Y el Seor le dijo: Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido por el valor de mil talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. Entra en el gozo de tu Seor! La generosidad del ms joven fue menor. Decidi ignorar la llamada, seguir su camino y casarse con la muchacha a la que amaba. Disfrut de un feliz matrimonio, le fueron bien los negocios y lleg a ser rico y prspero. De vez en cuando daba una limosna a algn mendigo o se mostraba bondadoso con su mujer y sus hijos. Tambin de vez en cuando mandaba alguna pequea suma de dinero a su hermano mayor que se encontraba en un remoto pas, adjuntndole una nota que deca: Tal vez con esto puedas ayudar mejor a aquellos pobres diablos. Cuando le lleg la hora, el Seor le dijo: Muy bien, siervo fiel y cumplidor. Me has servido con valor de diez talentos. Voy a recompensarte con mil millones de talentos. Entra en el gozo de tu Seor! El hermano mayor se sorprendi al or que su hermano iba a recibir la misma recompensa que l. Pero le agrad sobremanera. Y dijo: Seor, aun sabiendo esto, si tuviera que nacer de nuevo y volver a vivir, hara por Ti exactamente lo mismo que he hecho. Anthony de Mello. El canto del pjaro, p. 151

838.

{TC } BUSCAR A DIOS DONDE SE ENCUENTRA

El ermitao, en oracin oy claramente la voz de Dios. Le invitaba a acudir a un encuentro especial con l. La cita era para el atardecer del da siguiente, en la cima de una montaa lejana. Temprano se puso de camino; necesitaba toda la jornada para llegar al monte y escalarlo. Ante todo, quera llegar puntual a la importante entrevista. Atravesando un valle, se encontr a varios campesinos ocupados en intentar controlar y apagar un incendio declarado en el bosque cercano, que amenazaba las cosechas y hasta las propias casas de los habitantes. Reclamaron su ayuda porque todos los brazos eran pocos. Sinti la angustia de la situacin y el no poder detenerse a ayudarles. No deba llegar tarde a la cita y, menos an, faltar a ella. As que con una oracin que el Seor les socorriera, apresur el paso, ya que haba que dar un rodeo a causa del fuego. Tras ardua ascensin, lleg a la cima de la montaa, jadeante por la fatiga y la emocin. El sol comenzaba su ocaso; llegaba puntual, por lo que dio gracias al cielo en su corazn. Anhelante esper, mirando en todas las direcciones. El Seor no apareca por ninguna parte. Por fin descubri, visible sobre una roca, algo escrito. Ley: Dispnsame, estoy ocupado ayudando a los que sofocan el incendio. Entonces comprendi dnde deba encontrarse con Dios. Vidal Ayala. La voz del bosque. PS.

837.

BURROS, MS QUE BURROS

839.

{TC } BUSCAR EN LUGAR EQUIVOCADO

Dos burros estaban atados entre s. A uno y otro lado, a cinco metros aproximadamente, su dueo haba puesto dos montones de verde y rica alfalfa. Torpes, como burros que eran, acuciados por el hambre, se empearon en comer cada uno del montn que tenan ms cerca. Tantas eran las ansias por comer, tanto el esfuerzo al tirar cada uno por su lado, tanta la

Un vecino encontr a Nasrudim cuando ste andaba buscando algo de rodillas. Qu andas buscando? Mi llave. La he perdido. Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:

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Dnde la perdiste? En casa Santo Dios! Y entonces, por qu la buscas aqu? Porque hay ms luz. De qu vale a buscar a Dios en lo lugares santos si donde lo has perdido ha sido en tu corazn? Anthony de Mello. El canto del pjaro, p. 42

840.

{TC } EL CABALLO QUE NO TENA SED

Qu hay que hacer para que beba un caballo que no tiene sed? Salvando las distancias, qu hacer para devolver la sed y el gusto de Dios a los hombres que lo han perdido? Y a los que se contentan slo con licores, la tele o el auto? A bastonazos? El caballo es ms testarudo que nuestro bastn. Adems ese antiguo mtodo ha sido declarado demasiado directivo por los educadores modernos. Hacerle tragar sal? An peor por lo que tiene de tortura psiquitrica. Cmo hacer beber, pues, a ese caballo respetando su libertad? Slo hay una contestacin: encontrar otro caballo que tenga sed... y que beba mucho delante de su congnere, con alegra y voluptuosidad. Y esto, no para darle buen ejemplo, sino ante todo porque tenga sed, porque de verdad tenga sed, simplemente sed. Un da, quizs su hermano, lleno de envidia, se pregunte si no hara mejor metiendo tambin l su hocico en el cubo de agua fresca. Hacen falta hombres con sed de Dios, que son ms eficaces que todas las necedades dichas sobre l. Jacques Loew. Fbulas y parbolas, p. 30.

la flor ya se haba deshojado. La felicidad era un rayo de sol. Levant sus ojos para calentar su cara y en seguida una nube lo apag. La felicidad era una guitarra. La acarici con sus dedos, las cuerdas desafinaron. Cuando al atardecer volva a casa, el hombre segua llorando. A la maana siguiente segu buscando la felicidad. A la vera del camino haba un nio que lloriqueaba. Para tranquilizarlo cogi una flor y se la dio. La fragancia de la flor perfum a los dos. Una pobre mujer temblaba de fro, cubierta con sus harapos. La llev hasta el sol y tambin se calent. Un grupo de nios cantaba. l les acompa con su guitarra. Tambin l se deleit con la meloda. Al volver a casa de noche, el buen hombre sonrea de verdad. Haba encontrado la felicidad.

843.

EL CAMPO DE MINAS

Un ex combatiente del Vietnam se hizo querido y apreciado entre sus vecinos, despus de volver de la guerra y asentarse en oficio y familia, por su consideracin con todos y su prontitud en ayudar en cualquier momento. No pareca encajar tanta delicadeza con la imagen de un soldado de vuelta de la guerra, y de tal guerra. Pero l tena su explicacin, que sus amigos ntimos saban. Su misin en la guerra haba sido limpiar campos de minas. Todo aquel terreno de bosques y maleza, de escaramuzas y emboscadas, estaba sembrado de minas traidoras que al menor contacto con una rama, un alambre, una piedra en el camino podan explotar y llevarse la vida de un hombre. Y el mayor peligro era para quienes se adelantaban a detectar, adivinar, desactivar la muerte disfrazada en el terreno. Haba que medir cada paso, calcular cada gesto, arriesgar cada tirn. Varios de sus compaeros de equipo haban muerto as, y l saba que lo mismo le poda ocurrir a l en cualquier momento. Y eso le hizo sentir el valor de la vida. Cada paso vala una eternidad. La vida entera haba de ser vivida entre el levantar un pie y volver a posarlo sobre el terreno incierto. Cada instante estaba lleno de vida porque el siguiente poda estar lleno de muerte. Todos los sentidos alerta a flor de piel, todo el corazn vivido en cada latido, toda mirada abierta a la pincelada de colores que descubre el paisaje, todo sonido analizado en el espectro que va de la mina a la muerte. Vida intensa en el campo de minas. se era su secreto. Vivir al da, vivir el minuto, vivir al instante. Vivir el presente. La vida es un campo de minas. Carlos G. Valls -Vida Nueva n 2008, sept. 95

841.

{TC } CAMBIAR LA PERSPECTIVA

Segn cul sea tu percepcin, as ser tu accin. Lo que hay que cambiar no es la accin, sino la perspectiva. Y qu debo hacer para cambiarla? Sencillamente, comprender que tu perspectiva actual es defectuosa. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

842.

EL CAMINO DE LA FELICIDAD

Es la historia de un hombre que estaba harto de llorar. Mir a su alrededor y vio que tena delante de sus ojos la felicidad. Estir la mano y quera cogerla. La felicidad era una flor. La cogi. Y nada ms tenerla en su mano,

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CUENTOS Y PARBOLAS

844.

{TC } EL CANTO DEL JILGUERO

se conocan entre s, e incluso algunas de ellas mantenan estrechas relaciones. De pronto, Dios repar en dos hermosas virtudes que no parecan conocerse entre s en absoluto y daba la sensacin de encontrarse incmodas la una junto a la otra. De modo que tom a una de ellas y se la present formalmente a la otra: Te presento a Gratitud, dijo Dios. sta es Caridad. Pero, en cuanto Dios se dio la vuelta para atender a otros invitados, ellas se separaron. As es como ha circulado la historia de que ni siquiera Dios puede hacer que haya Gratitud donde hay Caridad. Anthony de Mello. La oracin de la rana (2 tomo), p. 180

Leyenda guaran. Un indio oy en la selva el canto de un jilguero. Nunca haba odo una meloda igual. Qued enamorado de su belleza y sali en la bsqueda del pjaro cantor. Encontr a un gorrin. Le pregunt: Eres t el que canta tan bien?. El gorrin contest: Claro que s. A ver, que te oiga yo. El gorrin cant, y el indio se march. No era ese el canto que haba odo. El indio sigui buscando. Pregunt a una perdiz, a un loro, a un guila, a un pavo real. Todos le dijeron que s, que eran ellos, pero no era su voz lo que l haba odo. Y sigui buscando. En sus odos resonaba aquel canto nico, distinto, ensoador, y no poda confundirse con ningn otro. Sigui buscando, y un da a lo lejos volvi a escuchar la meloda que haba escuchado una vez y que desde entonces llevaba en el alma. Se par silencioso. Sinti la direccin y midi la distancia con sus sentidos alerta. Se acerc sigiloso como un indio sabe andar en la selva sin que sus pies se enteren. Y all lo vio. No necesit preguntarle. Lo supo desde la primera nota, saci su mirada con la silueta del pjaro cantor, y volvi feliz a su aldea. Ya saba cul era el pjaro de sus sueos. La voz del Espritu es inconfundible en el alma. Nos qued grabada desde que nuestro cuerpo fue cuerpo y nuestra alma fue alma. Y vamos por el mundo preguntando ignorantes: Eres t?. Mientras preguntamos no sabemos. Cuando se oye, ya no se pregunta. Dios se revela por s mismo, y sabemos que est ah con fe inconfundible. Que no se nos borre nunca el canto del jilguero. Carlos G. Valls

847.

CARTA A LOS MISIONEROS

Hace unas semanas, el Ministerio de Asuntos Exteriores pidi a los misioneros espaoles que abandonaran Burundi ante el peligro que corren sus vidas. En estos momentos hay ocho sacerdotes y seis religiosas compatriotas nuestros en este pas de los Grandes Lagos. Queridos compaeros: Si podis... quedaos all. Lo entiendo desde su punto de vista. Creen que su deber es poner a salvo la vida los espaoles. La vida de los africanos no es su problema. No cae en su jurisdiccin. Lo suyo es sacar a las monjitas de la selva y a todos los espaoles del polvorn de Ruanda y Burundi. Pero vosotros estis en la jurisdiccin del amor. En otra onda. Lo vuestro es estar al lado de los que sufren, tratando de curarles con el blsamo de la ternura y con la sal de la comprensin y el perdn que cicatriza todas las heridas. Trato de comprender vuestros miedos, los odios ciegos que nada respetan, las sospechas injustas, los egosmos sin lmites y toda la mentira. Esa que tergiversa vuestras palabras y vuestras ms puras intenciones. La verdad es que sois un estorbo para las desmesuradas ambiciones polticas de algunos. Ms an, creo y s que vuestra huida o muerte est calculada para algunos egostas como un triunfo para su causa... T lo sabes tambin. El miedo es humano. La prudencia tambin. Si las tensiones de una situacin tan dura te han perder tu paz interior y que tus nervios estn a flote... no lo dudes... vuelve a tu patria a descansar. Nada debe perturbar tu ilusin de amar y de luchar. Pero si puedes, si la paz est contigo, con el corazn en la mano, sigue sembrando estrellas de amor y de amistad. Seguro, la victoria est de tu lado. Y si te derriban, slo habrn alumbrado una luz ms que seguir irradiando amor misionero. Chicho Morales. Vida Nueva n 2029, de febrero de 1996

845.

{TC } CANTO DEL PJARO

Los discpulos tenan multitud de preguntas que hacer acerca de Dios. Les dijo el Maestro: Dios es el Desconocido y el Incognoscible. Cualquier afirmacin acerca de l, cualquier respuesta a vuestras preguntas, no ser ms que una distorsin de la verdad. Los discpulos quedaron perplejos: Entonces, por qu hablas sobre l? Y por qu canta el pjaro?, respondi el Maestro. El pjaro no canta porque tenga una afirmacin que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar. Anthony de Mello

846.

{TC } CARIDAD Y GRATITUD

Hace mucho tiempo ofreci Dios una fiesta a todas las virtudes, grandes y pequeas, humildes y heroicas. Todas ellas se reunieron en una sala del cielo esplndidamente decorada, y no tardaron en disfrutar de la fiesta, porque todas

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CUENTOS Y PARBOLAS

848.

{TC } LA CASA EN LLAMAS

Casi nada, le contest la paloma. Entonces el pjaro le cont esta historia: Estaba en la rama de un pino cuando empez a nevar. No era una ventisca, sino una de esas nevadas suaves. Caan los copos lentos, balancendose graciosamente. Como no tena otra cosa que hacer, me puse a contar los copos que caan sobre la rama donde me encontraba. Cayeron 3.751.952 copos. Cuando muy lentamente cay el copo 3.751.953, casi nada como acabas de decir, la rama se rompi.... Y dicho esto, el pjaro se march volando. La paloma, toda una autoridad experta en materia de la paz desde tiempos de No, se qued pensativa y luego dijo: A lo mejor slo falta una persona para que la paz sobrevenga al mundo. Quiz slo faltas t. Bruno Ferrero. El canto del grillo, p. 29

No hace mucho tiempo vi una casa que arda. Su techo era ya pasto de las llamas. Al acercarme, advert que an haba gente en su interior. Fui a la puerta y les grit que el techo estaba ardiendo, incitndoles a que salieran rpidamente. Pero aquella gente no pareca tener prisa. Uno pregunt, mientras el fuego chamuscaba sus cejas, qu tiempo haca fuera; si llova, si no haca viento y otras cosas parecidas. Sin responder, volv a salir. Esta gente, pens, tiene que arder antes que acabe con sus preguntas. Verdaderamente, amigos, a quien el suelo no le queme en los pies hasta el punto de desear gustosamente cambiar de sitio, nada tengo que decirle. Bertolt Brecht

849.

{TC } CASA ORIGINAL

Nuestro Padre, no todos los hermanos le profesbamos el mismo cario, nos dej en herencia una original casa redonda. No la rodeaban muros, ni rejas la aprisionaban. De color azul cambiante tena pintados sus techos y en las habitaciones abundaba el color verde. Era grande. Tambin los hermanos ramos muchos. La luz entraba a raudales durante el da y mltiples lamparitas daban misterio a sus noches. Era una buena casa redonda para vivir. La calefaccin funcionaba potentemente en verano y el aire acondicionado nos haca tiritar en invierno, pero era la mejor casa para vivir pues, en ella, poda aspirarse el perfume de las plantas, no era difcil adivinar la silenciosa huella de los animales y convivan pacficamente el frescor de cumbres y mares con la sedosa tibieza de la vida palpitante. Era una casa amplia y redonda con capacidad de acogida para todos aunque, entre los hermanos, surgieron envidias, recelos y luchas que hicieron temblar sus paredes. Era la herencia de nuestro padre. Ms que redonda era esfrica y nunca acertamos a comprender cules eran sus cimientos. Marina Cuervo y Jess Diguez. Al calor de las parbolas, PPC, 1989, p. 34

851.

{TC } CAZAR MONOS

Los cazadores de monos han inventado un mtodo genial e infalible para capturarlos. Una vez descubierto el lugar donde suelen juntarse, entierran en el suelo unas vasijas de cuello largo y estrecho. Recubren las vasijas con tierra, dejando slo la embocadura a ras de la hierba. Luego meten en las vasijas unos puados de arroz y otras bayas que les gustan mucho a los monos. Cuando se retiran los cazadores, los monos vuelven. Como son curiosos por naturaleza, examinan las vasijas y cuando se dan cuenta de las golosinas que encierran, introducen sus manos y agarran un buen puado de arroz y de bayas, cuanto ms grande mejor. Pero el cuello de las vasijas es muy estrecho. La mano vaca penetra fcilmente, pero cuando est llena no puede salir. En ese momento salen los cazadores y los capturan fcilmente, porque, aunque se resisten mucho, no les viene la ms mnima idea de abrir la mano y abandonar lo que aprietan en el puo. Bruno Ferrero. El canto del grillo, p. 57

852.

LA CEBOLLA

Haba una vez una vieja muy mala y muri. La mujer no haba realizado en su vida ni una sola accin buena y la echaron en el lago de fuego. Pero el ngel de la guarda que estaba all pens: Qu buena accin podra recordar para decrselo a Dios? Entonces record algo y se lo manifest: - Una vez arranc de su huertecillo una cebolla y se la dio a un pobre. Y Dios le respondi complacido: Toma t mismo esa cebolla y chasela al lago de forma que pueda agarrarse a ella. Si puedes lograr sacarla del fuego, ir al paraso, pero si la cebolla se rompe tendr que quedarse donde est.

850.

{TC } CASI NADA

Un pjaro pregunt a una paloma: Cunto pesa un copo de nieve?

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CUENTOS Y PARBOLAS

El ngel corri hasta donde estaba la mujer y le alarg la cebolla: Toma, mujer, agrrate fuerte, vamos a ver si te puedo sacar. Y comenz a tirar con cuidado. Cuando ya casi la haba sacado del todo, los dems pecadores que estaban en el lago de fuego se dieron cuenta y empezaron todos a agarrarse a ella para poder tambin salir de all. Pero la mujer era mala, muy mala, y les daba patadas diciendo: Me van a sacar slo a m, no a vosotros: es mi cebolla, no la vuestra. Pero apenas haba pronunciado estas palabras, cuando la cebolla se rompi en dos y la mujer volvi a caer en el lago de fuego. All arde hasta el da de hoy. El ngel se ech a llorar y se fue. F. Dostoievski

an conseguido arrancarla unas pocas espuertas de tierra... Pero el chino tenaz se dirigi a sus vecinos: - Ya s que las montaas son muy grandes. Pero... no crecern ms! Cada paletada que les arranquemos, no la repondrn jams. Yo me morir, es cierto, sin ver desaparecer la montaa; pero mis hijos continuarn la tarea; y, cuando ellos mueran, la continuarn mis nietos... Y algn da, no s cuando, la montaa habr desaparecido y el sol podr entrar en nuestra casita. No es mejor hacer algo, aunque sea poco cada da, que lamentarse todos los das sin hacer nada?

854.

{TC } CIELO E INFIERNO

853.

{TC } CHINO LOCO

rase que se era un chino, padre honrado de familia y trabajador de un pequeo campo por las regiones del norte del pas. Su casita estaba situada en un paraje maravilloso entre verdes praderas y arroyos de agua limpsima. Pero, oh desgracia!, la enorme mole de una montaa haca sombra continuamente a la casa, de manera que, ni en verano ni en invierno, poda entrar por las ventanas ni un rayo de sol... - Qu casa ms oscura! - decan las personas que venan a visitar al buen chino. - Qu casa ms triste! - repeta cada da el chino cuando, al levantarse y abrir la ventana, se encontraba ante las narices aquella montaona inmensa que le ocultaba el sol... Pero, qu hacer? Una de dos: o cambiar la casa de sitio, o cambiar de sitio la montaa... El chino lo pens bien y se decidi por esto ltimo. S! trasladara aquella gigantesca mole de piedra a otro lugar... Pero... cmo? Paletada a paletada. Espuerta a espuerta... As se lo comunic a sus hijos. - Hijos mos - les dijo -, esta casa, que yo hered de mi padre y l de mi abuelo, es muy triste. Yo quiero dejaros a vosotros una casa ms alegre. Por eso he decidido que, desde maana, saldremos al campo con pico y pala e iremos demoliendo lentamente la montaa y trasladando su tierra a otra parte... Los hijos no se asustaron del trabajo que el padre les presentaba y dijeron que s. Y al da siguiente, comenzaron su trabajo. Pero los habitantes de las fincas vecinas, al enterarse, se echaron a rer: - Estn locos! - decan - Quin puede contra la montaa? No conseguirn nada...! Y todos los das venan a comprobar si la montaa desapareca. Pero la montaa segua impasible en el mismo sitio, pues solamente hab-

Cierto da, un sabio visit el infierno. All, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cul ms apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenan cara de hambrientos y el gesto demacrado. Tenan que comer con palillos; pero no podan, porque eran tan largos como un remo. Por eso, por ms que estiraban su brazo, nada conseguan llevarse a la boca. Impresionado, el sabio sali del infierno y subi al cielo. Con gran asombro, vio que tambin all haba una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tena la cara desencajada; todos los presentes lucan un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, all, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tena enfrente. Manuel Snchez Monge. Parbolas como dardos, p. 79

855.

{TC } CINCO ALPINISTAS

Un grupo de cinco montaeros amigos estaban escalando un pico alto y remoto despus de una larga preparacin. Para la ascensin se haban atado los cinco en una cordada, como es de rigor, ya que as, si uno de los cinco resbalaba, podran izarlo y salvarlo, como tenan bien ensayado. Todo hizo falta en la ardua ascensin, pues la cumbre era escarpada y cualquier cada sobre el valle, lejano desde tanta altura, haba de resultar necesariamente fatal. Paso a paso avanzaban hacia el vrtice blanco, con firme voluntad de conquista segura. Todo fue bien hasta que uno de los cinco resbal y cay con fuerza hacia el vaco. En su cada arrastr al compaero ms cercano, que nada pudo hacer por detenerlo, y ste a su vez arrastra al siguiente, hasta que los cinco amigos, atados an por la firme cuerda, comenzaron su descenso vertiginoso hacia una muerte segura. La roca no tuvo piedad y, tras la larga y solidaria cada, los cinco amigos perecieron en su aventura.

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CUENTOS Y PARBOLAS

All en el cielo, san Pedro se aprest a recibirlos y, como haba presenciado con mucho inters su arriesgado alpinismo, decidi hacerles una sola pregunta, la misma a todos, para decidir si poda admitirlos en el cielo o no. Lleg el primero de la cordada, y san Pedro le pregunt: He visto que has cado desde una gran altura a una soledad de piedra, y la cada ha sido larga, ya que estabais a punto de alcanzar la cumbre cuando casteis. Dime, pues, y dime con sinceridad, pues de tu respuesta depender tu suerte, en qu pensabas mientras caas por el aire desde la cumbre hasta el valle en que encontraste la muerte? Qu pensamientos pasaron por tu mente? El primer alpinista contest: En cuanto me desprend de la roca, ca en la cuenta de que aquello era el fin, y todo lo que pens fue lo tonto que haba sido al embarcarme en una locura que bien saba yo que habra de acabar mal. Pero me dej convencer, y tena que pagar las consecuencias. Me dio mucha rabia, y con esa rabia me estrell. San Pedro le dijo: Lo siento, pero no puedes entrar. El segundo contest: Yo me vi caer y, aunque comprend que la situacin era desesperada, no perd toda esperanza y trat, segn caa, de ver si haba algn saliente que pudiera agarrar con las manos o con la cuerda para quedar enganchado all y salvar mi vida y las de mis compaeros. Pero ya ves que no lo consegu, y aqu estoy. San Pedro reflexion un momento y sentenci: Tampoco t puedes entrar aqu. El tercero contest: Yo no pens en m mismo, sino en mi mujer y mis hijos. Me dio gran pena pensar que con mi muerte mi mujer quedara viuda, y mis nios hurfanos. Con esa pena en el alma mor. San Pedro lo mir con cario y comprensin, pero luego le dijo suavemente: Est bien, pero no puedes entrar. El cuarto contest: Desde el primer momento de la cada, yo pens en Dios. Le encomend mi alma, le ped perdn por todos mis pecados con contricin sincera y, aunque no tena mucho sentido hacer propsitos de enmienda y prometer no pecar ms cuando saba que ya no haba de tener ocasin, s expres mi dolor por haber ofendido a Dios y me entregu a su misericordia. San Pedro se rasc la cabeza pensativo y, por fin, dijo: En eso hiciste bien, pero fue un poco tarde. Tampoco t puedes entrar. El quinto contest: Yo vi desde el primer momento que me quedaban slo unos instantes de vida. Abr los ojos y vi a mi alrededor la vida ms bella que el hombre puede imaginar. Mientras escalbamos la cumbre, estaba demasiado preocupado con la ascensin y agotado por el esfuerzo para fijarme en la belleza del paisaje; pero, una vez libre de toda preocupacin en aquella soberbia cada, pude dedicarme a disfrutar con toda el alma del espectculo nico de las montaas, la nieve, el valle y las nubes, todo visto desde la perspectiva privilegiada del vuelo del pjaro que por unos instantes fue mo. Con esos felices sentimientos estaba cuando me

lleg el fin. San Pedro le puso la mano en el hombro y le dijo: Adelante, hijo mo. Este reino es para ti. Entraron los dos juntos en el cielo y se cerr la puerta. Al cerrar la puerta del cielo, murmur san Pedro para sus adentros: Pero cmo voy a dejar entrar en el cielo a quien no ha sabido disfrutar en la tierra? Cundo se enterarn lo de ah abajo? Carlos Garca Valles. Sali el sembrador....

856.

{TC } CINCO MADEJAS

El rey, en su avaricia, haba apresado y encarcelado a Hyarat Isa, a quien todo pueblo veneraba y reverenciaba como a hombre de Dios y profeta de su pueblo, e hizo saber que no lo pondra en libertad hasta que el pueblo pagase una muy elevada cantidad de dinero por su rescate. Una manera un poco primitiva y salvaje de cobrar impuestos. El rey saba que el pueblo veneraba al santo, y pagara. Pagaron mucho, en efecto, pero la cantidad recaudada no llegaba an a lo estipulado. Una viejecita de un pueblo muy lejano se enter tambin de lo que suceda y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y todo su capital en aquel momento eran cinco madejas recin hiladas. Las tom y se encamin a palacio a entregarlas para el rescate. La gente, al verla pasar, se contaban unos a otros su caso, y no podan menos de sonrerse ante la ingenuidad de su gesto y la inutilidad de su esfuerzo. Qu valan cinco madejas de hilo en un rescate de millones? Algunos incluso se lo decan a la cara y la disuadan de su empeo. Pero ella segua su camino y contestaba: No s si pondrn en libertad a Hyarat Saheb o no. Lo nico que pretendo es que cuando Dios en su juicio me pregunte qu hice yo cuando Hyarat Saheb estaba en la crcel, no tenga yo que bajar los ojos avergonzada. Y present su ofrenda. El rey, a cuyos odos haba llegado ya su historia, liber al hombre de Dios. Sabemos que el alma de la humanidad est en la crcel. Cundo nos pondremos en camino con nuestras cinco madejas? Carlos G. Valls

857.

{TC } LA CITA DE UNA ESTRELLA

Juntos vivan los dos monjes en lo alto de la montaa: entrado en aos uno, joven el otro. La figura del viejo ermitao ms pareca una gavilla de sarmientos: alto, seco, comida parca, sueo corto, duro consigo mismo. Antes de rayar el alba, ya estaba en oracin. Cmo resplandeca su rostro de gozo cuando cada maana iluminaba el sol la cumbre del monte y l, desde su alto coro de piedra, cantaba sobre el valle, todava denso en brumas:

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CUENTOS Y PARBOLAS

- Montes y cumbres, manantiales y ros, cuanto germina en la tierra, bendiga al Seor. El monje joven, en cambio, era todo ojos para ver, todo odos para escuchar cuanto haca y deca el Maestro. Senta verdadera veneracin por l, porque ms que un hombre, evocaba otra Presencia: la de Dios. Aquella cumbre era el lugar adecuado para su empeo contemplativo: lejana del barullo de la ciudad, silencio creador, aire puro. Cierto, era el lugar ms adecuado. Slo tena un pequeo inconveniente: peridicamente deban descender al valle, avituallarse de provisiones y emprender de nuevo la marcha, pendiente arriba, cargados de alimentos. A mitad del repecho bulla una fuente. Eso s, cada vez que el viejo monje asceta en su fatigosa ascensin se acercaba a la fuente, ofreca su sed a Dios... y pasaba de largo. Y Dios, que no se deja vencer en generosidad, se lo agradeca cada noche, haciendo aparecer una estrella. Era como la sonrisa de Dios, aceptando la renuncia de su fiel servidor. Pero aquel da, el venerable anciano dudaba. No es que a l le importara mucho beber: toda su vida haba sido una larga cadena de renuncias; pero aquel novicio... Lo miraba y vea sudoroso, fatigado, los labios resecos, cargado con el pesado saco de alimentos. Dudaba... - Qu hago? Bebo... o no bebo? Si bebo, Dios no me sonreir esta noche tras la estrella; pero si no bebo, tampoco beber l. Y llegar a la cumbre? No desfallecer por el camino? Era medioda: quemaban las piedras del monte. - Pues beber, se decidi al fin el viejo monje asceta: antes es el amor. Dios mismo lo ha dicho. Inmediatamente el joven novicio se deshizo de su fardo pesado de alimentos, se arrodill y bebi largamente. Cuando hubo saciado su sed, refresc rostro y muecas con el agua fra, se volvi sonriente al Maestro y le dijo: - Gracias... ya no poda ms: me estaba muriendo de sed. De verdad, se lo agradezco. Reemprendieron la marcha. Pero ahora, la que repentinamente se nubl fue el alma del viejo asceta: - No deba haber bebido... Treinta aos pasando junto a la fuente, privndome de beber... Tantas y tantas sonrisas de Dios... Hice mal. Esta noche no se me aparecer Dios tras la estrella amiga! Llegaron tarde a la cumbre. Anocheca. Turbado como estaba, el monje anciano apenas prob bocado. Se retir pronto a orar. Sus ojos no se atrevan a mirar al horizonte. Seguro, aquella noche no acudira Dios a la cita de la estrella amiga. Entrada ya la noche, a hurtadillas, como de reojo, mir. S, mir y grit. No se pudo conte-

ner. Sus ojos asombrados no vean una estrella: vean dos. Su viejo corazn de ermitao se desbordaba: - Gracias por la leccin.... Gracias, Seor! LPEZ ARRNIZ, Prudencio. Ms all...

858.

{TC } CLUB DEL REFUGIO

Era una costa peligrosa. Golpeada por el oleaje y los grandes huracanes. La costa haba sido testigo d innumerables naufragios. La fama de la zona era reconocida por todo el mundo. Los capitanes de los grandes barcos procuraban no pasar cerca de esa costa por el peligro de naufragio. Sin embargo, cada ao, varios barcos se hundan en las rocas y arrecifes por esos lugares. Los que vivan en esa parte, siendo misericordiosos, decidieron establecer un pequeo rancho sencillo en la costa, con un equipo de salvavidas. Hicieron campaas, ao tras ao, para recoger fondos y as poder sostener el humilde refugio. El equipo de salvavidas se volvi experto con mucha prctica y el nmero de personas perdidas iba disminuyendo. La fama del pequeo refugio creci y varios ricos de buena voluntad dejaron en herencia dinero para mantenerlo. Al final, se not que los fondos del refugio eran muchos. Fue necesario nombrar un tesorero y comit para controlar bien el dinero. As lo hicieron... Un da, un barco de primera categora - con pasajeros ricos - se hundi cerca del refugio. Los salvavidas salieron con sus lanchas para salvar a los pasajeros. Cuando los llevaron al refugio, tenan vergenza de las condiciones tan pobres del lugar. En la prxima reunin del comit pro mantenimiento, decidieron mejorar las condiciones del refugio para poder servir mejor a los pobres nufragos. A la vez, tomaron la decisin de dar sueldos a los salvavidas (antes eran voluntarios) para poder servir mejor a esos mismos nufragos. Se cre un comit pro mejoramiento del refugio. Ellos resolvieron conseguir un decorado interior para hacer el refugio ms presentable y poder recibir mejor a los pobres nufragos. El decorador hizo bien su trabajo y el edificio result muy bello. La fama del refugio iba creciendo. Mientras tanto, muchas personas pidieron ser miembros del equipo salvavidas aunque fuera como miembros honorarios. Contribuyeron ellos con fondos propios para mantener el lugar. Uno de ellos hizo una bandera especial para el refugio y otro - con mucha iniciativa creadora - sugiri un lema y un cambio de nombre del refugio, as como un reglamento especfico. As, la institucin pas a llamarse El Club del Refugio. El comit hizo un libro especial, reuniendo todos los reglamentos y las tradiciones ms importantes para los miembros. Fue igualmente organizado un rito de iniciacin para admisin de los nuevos miembros del Club.

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CUENTOS Y PARBOLAS

La fama de El Club del Refugio creci an ms. En el sitio se ubic un gran restaurante para atender a los socios. Progresivamente aparecieron canchas de tenis, salones de fiestas, etc. Un da, durante la reunin almuerzo de los miembros, ocurri un naufragio. El equipo de salvavidas sali para salvar a las vctimas. Cuando llegaron, estaban mojados, sucios. Entre los nufragos haba blancos, negros, amarillos - gente de toda clase - porque la nave que se haba hundido era un barco que llevaba trabajadores pobres que buscaban trabajo en otra parte. Al ver a las vctimas, la direccin del Club del Refugio se reuni en asamblea de urgencia y proporcion el garaje para alojamiento de los nufragos, por un corto perodo, ya que el sitio sera pronto usado para recibir a los invitados a las fiestas nocturnas del Club. Esa noche, en una sesin extraordinaria, se decidi que si algunos miembros queran hacer entrar tales tipos en el refugio, sera mejor construir un pequeo rancho sencillo ms all de la costa, para salvar nufragos nocturnos. Jos DAVID. Juegos y trabajo social.

861.

{TC } COMPETITIVIDAD

El Maestro deploraba los males que acarreaba la competitividad. Acaso el competidor no hace aflorar lo mejor que hay en nosotros?, le preguntaron. Todo lo contrario: hace aflorar lo peor, porque te ensea a odiar. Odiar... qu? Odiarte a ti mismo, por permitir que tu actividad venga determinada por tu competidor, no por tus propias necesidades y limitaciones; y odiar a los dems, porque lo que buscas es triunfar a su costa. Pero eso suena a una especie de rquiem por el cambio y el progreso!, protest alguien. El nico progreso que hay - dijo el Maestro - es el progreso del amor y el nico cambio digno de producirse es el cambio del corazn. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

862.

{TC } COMPRAR A UN HIJO

859.

{TC } EL COMERCIO

Un joven so que entraba en un comercio. El dependiente era un ngel. - Qu es lo que se vende aqu? - pregunt el joven. - Todo lo que desees - respondi el ngel. - Quiero el fin de todas las guerras del mundo, ms justicia para los explotados, tolerancia y generosidad para los extranjeros, trabajo para los parados y... - Lo siento - le interrumpi el ngel -. Usted no me ha entendido. Aqu no vendemos frutos, sino slo semillas. Bruno Ferrero. La silla vaca..., p. 19

Una joven pareja entr en el mejor comercio de juguetes de la ciudad. Ambos se entretuvieron mirando los juguetes alineados en las estanteras. Haba de todo tipo. No llegaban a decidirse. Se les acerc una dependienta muy simptica. - Mira, - le explic la mujer - tenemos una nia muy pequea, pero estamos casi todo el da fuera de casa y, a veces, hasta de noche. - Es una cra que apenas sonre - continu el hombre -. Quisiramos comprarle algo que la hiciera feliz, algo que le diera alegra aun cuando estuviera sola... - Lo siento - sonri la dependienta con gentileza -. Pero aqu no vendemos padres. Bruno Ferrero. La silla vaca..., p. 42

863.

860.

{TC } COMPARTIR EL MEJOR MAZ

{TC } CON TODAS TUS FUERZAS

Un agricultor, cuyo maz siempre haba obtenido el primer premio en la Feria del estado, tena la costumbre de compartir sus mejores semillas de maz con todos los dems agricultores de los contornos. Cuando le preguntaron por qu lo haca, dijo: En realidad, es por puro inters. El viento tiene la virtud de trasladar el polen de unos campos a otros. Por eso, si mis vecinos cultivaran un maz de clase inferior, la polinizacin rebajara la calidad de mi propio maz. sta es la razn por la que me interesa enormemente que slo planten el mejor maz. Todo lo que das a otros te lo ests dando a ti mismo. Anthony de Mello. La oracin de la rana (2 tomo), p. 167

Un padre estaba observando a su hijo pequeo que trataba de mover una maceta con flores muy pesada. El pequeo se esforzaba, sudaba, pero no consegua desplazar la maceta ni un milmetro. Has empleado todas tus fuerzas, le pregunt el padre. S, respondi el nio. No, replic el padre, an no me has pedido que te ayude. Bruno Ferrero. Historias para acortar el camino, p. 23

864.

CONOCERSE Y CONOCER LA REALIDAD

Un gallo estaba convencido de que era la potencia y belleza de su canto quien haca despertar al sol cada maana. Y que si, por desgracia, un da dejase de cantar, el sol y ano saldra.

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CUENTOS Y PARBOLAS

Pero la realidad era muy diferente de aquella que el gallo supona. Porque un da, agotado, se qued dormido y descubri que eran los rayos del sol quienes hacan posible el amanecer y no su canto. Ral Berzosa, Parbolas para una nueva evangelizacin, p. 141

- Se har lo que se pueda, respondi la lmpara de aceite R. Tagore

868.

{TC } CONTEMPLAR UN AGUJERO

865.

{TC } LOS CONSTRUCTORES

En Antioqua, donde el ro Assi corre a encontrarse con el mar, se construy un puente para acercar una mitad de la ciudad a la otra mitad. Fue construido con enormes piedras cargadas desde lo alto de las colinas sobre el lomo de las mulas. Cuando el puente fue terminado se grab sobre el pilar en griego y en arameo: Este puente fue construido por el Rey Antoco II. Una tarde, un joven, tenido por algunos como un loco, descendi hasta el pilar donde se haban grabado las palabras, y las cubri con carbn y escribi por encima: Las piedras del puente fueron tradas desde las montaas por las mulas. Al pasar de ida o de vuelta sobre el puente estn cabalgando sobre los lomos de las mulas de Antioqua, constructoras de este puente. Y cuando la gente ley lo que el joven haba escrito, algunos se rieron y otros se maravillaron. Pero una mula dijo a otra: No recuerdas, acaso, que verdaderamente nosotras acarreamos esas piedras? Y, sin embargo, hasta ahora se deca que el puente lo haba construido el Rey Antoco. Kahlil Gibrn. Obras completas (tomo 2)

Un avaro enterr su oro al pie de un rbol que se alzaba en su jardn. Todas las semanas lo desenterraba y lo contemplaba durante horas. Pero, un buen da, lleg un ladrn, desenterr el oro y se lo llev. Cuando el avaro fue a contemplar su tesoro, todo lo que encontr fue un agujero vaco. El hombre comenz a dar alaridos de dolor, al punto que sus vecinos acudieron corriendo a averiguar lo que ocurra. Y, cuando lo averiguaron, uno de ellos pregunt: Empleaba usted su oro en algo? No, respondi el avaro. Lo nico que haca era contemplarlo todas las semanas. Bueno, entonces, dijo el vecino, por el mismo precio puede usted seguir viniendo todas las semanas y contemplar el agujero. No es nuestro dinero, sino nuestra capacidad de disfrutar, lo que nos hacen ricos o pobres. Antohny de Mello. La oracin de la rana. 2

869.

{TC } CORAZN DE CEBOLLA

Haba una vez un huerto lleno de hortalizas, rboles frutales y toda clase de plantas. Como todos los huertos, tena mucha frescura y agrado. Por eso daba gusto sentarse a la sombra de cualquier rbol a contemplar todo aquel verdor y a escuchar el canto de los pjaros. Pero de pronto, un buen da, empezaron a nacer unas cebollas especiales. Cada una tena un color diferente: rojo, amarillo, naranja, morado... El caso es que los colores eran irisados, deslumbradores, centelleantes, como el color de una mirada o el color de una sonrisa o el color de un bonito recuerdo. Despus de sesudas investigaciones sobre la causa de aquel misterioso resplandor, result que cada cebolla tena dentro, en el mismo corazn (porque tambin las cebollas tienen su propio corazn), una piedra preciosa. sta tena un topacio, la otra un aguamarina, aquella un lapislzuli, la de ms all una esmeralda... Una verdadera maravilla! Pero por alguna incomprensible razn se empez a decir que aquello era peligroso, intolerable, inadecuado y hasta vergonzoso. Total, que las bellsima cebollas tuvieron que empezar a esconder su piedra preciosa e ntima con capas y ms capas, cada vez ms oscuras y feas, para disimular cmo eran por dentro. Hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo ms vulgar.

866.

{TC } CONSTRUYENDO UNA CATEDRAL

Un transente se detuvo un da ante una cantera en la que trabajaban tres compaeros. Pregunt al primero: Qu haces, amigo? Y ste respondi sin alzar la cabeza: Me gano el pan. Pregunt al segundo: Qu haces, amigo? Y el obrero, acariciando el objeto de su tarea, explic: Ya lo ves, estoy tallando una hermosa piedra. Pregunt al tercero: Qu haces, amigo? Y el hombre, alzando hacia l unos ojos llenos de alegra, exclam: Estamos edificando una catedral. Y el caso es que los tres estaban realizando la misma tarea.

867.

CONTAMOS CONTIGO

Cuando el sol se esconda detrs de las montaas, pregunt: - Hay alguien que quiera sustituirme?

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CUENTOS Y PARBOLAS

Pas entonces por all un sabio, a quien gustaba sentarse a la sombra del huerto y que saba tanto que entenda el lenguaje de las cebollas, y empez a preguntarles una por una: - Por qu no eres como eres por dentro? Y ellas le iban respondiendo: - Me obligaron a ser as... - Me fueron poniendo capas... incluso yo me puse alguna para que no dijeran... Algunas cebollas tenan hasta diez capas, y ya ni se acordaban de por qu se pusieron las primeras. Y al final el sabio se ech a llorar. Y cuando la gente lo vio llorando, pens que llorar ante las cebollas era propio de personas muy inteligentes. Por eso todo el mundo sigue llorando cuando una cebolla nos abre su corazn. Y as ser hasta el fin del mundo. Imgenes de la fe, 34

872.

{TC } EL CRISTO DE LOS FAVORES

El viejo Haakn cuidaba una cierta ermita. En ella conservaba un Cristo muy venerado que reciba el significativo nombre de Cristo de los Favores. Todos acudan a l para pedirle ayuda. Un da tambin el ermitao Haakn decidi solicitar un favor y, arrodillado ante la imagen, dijo: - Seor, quiero padecer por ti. Djame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz. Y se qued quieto, con los ojos puestos en la imagen, esperando una respuesta. De repente vio que el Crucificado empezaba a mover los labios y le dijo: - Amigo mo, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condicin: que, suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardar silencio. - Te lo prometo, Seor. Y se efectu el cambio. Nadie se dio cuenta de que era Haakn quien estaba en la cruz, sostenido por los cuatro clavos, y que el Seor ocupaba el puesto del ermitao. Los devotos seguan desfilando pidiendo favores, y Haakn, fiel a su promesa, callaba. Hasta que un da... Lleg un ricachn y, despus de haber orado, dej all olvidada su bolsa. Haakn lo vio, pero guard silencio. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vinos dos horas ms tarde, se apropi de la bolsa del rico. Y tampoco dijo nada cuando un muchacho se postr ante l, poco despus, para pedir su proteccin antes de emprender un viaje. Pero no pudo contenerse cuando vio regresar al hombre rico, quien, creyendo que era ese muchacho el que se haba apoderado de la bolsa, insista en denunciarlo. Se oy entonces una voz fuerte: - Detente! Ambos miraron hacia arriba y vieron que era la imagen la que haba gritado. Haakn aclar cmo haba ocurrido realmente las cosas. El rico qued anonadado y sali de la ermita. El joven sali tambin porque tena prisa para emprender su viaje. Cuando por fin la ermita qued sola, Cristo se dirigi a Haakn y le dijo: - Baja de la cruz. No vales para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio. - Seor - dijo Haakn confundido -, cmo iba a permitir esa injusticia? Y Cristo le contest: - T no sabas que al rico le convena perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una mujer. El pobre, en cambio, tena necesidad de ese dinero e hizo bien en llevrselo. En cuanto al muchacho ltimo, si hubiera quedado retenido en la ermita no habra llegado a tiempo a embarcar y habra salvado la vida, porque has de saber que en estos momentos su barco est hundindose en alta mar.

870.

{TC } CORAZN DE RATN

Haba un ratn que estaba siempre angustiado, porque tena miedo al gato. Un mago se compadeci del l y lo convirti... en un gato. Pero entonces empez a sentir miedo del perro. De modo que el mago lo convirti en perro. Luego empez a sentir miedo de la pantera, y el mago lo convirti en pantera. Con lo cual empez a temer al cazador. Llegado a este punto, el mago se dio por vencido y volvi a convertirlo en ratn, dicindole: Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrs el corazn de un ratn. Antohny de Mello. La oracin de la rana. 2

871.

{TC } CREENCIAS

Una creencia religiosa - dijo el Maestro - no es una afirmacin de la Realidad, sino un indicio, una pista de algo que es un Misterio y que queda fuera del alcance del pensamiento humano. En suma, una creencia religiosa no es ms que un dedo apuntando a la luna. Algunas personas religiosas nunca van ms all del estudio del dedo. Otras se dedican a chuparlo. Y otras usan el dedo para sacarse los ojos. stos son los fanticos a quienes la religin ha dejado ciegos. En realidad, son poqusimas las personas religiosas lo bastante objetivas como para ver lo que el dedo est sealando. Y a estas personas, que han superado la creencia, se las considera blasfemas. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

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CUENTOS Y PARBOLAS

Manuel Snchez Monge. Parbolas como dardos, p. 202

875.

{TC } DEJAR PASAR LA LUZ

873.

{TC } CREENCIAS

Una creencia religiosa - dijo el Maestro - no es una afirmacin de la Realidad, sino un indicio, una pista de algo que es un Misterio y que queda fuera del alcance del pensamiento humano. En suma, una creencia religiosa no es ms que un dedo apuntando a la luna. Algunas personas religiosas nunca van ms all del estudio del dedo. Otras se dedican a chuparlo. Y otras usan el dedo para sacarse los ojos. stos son los fanticos a quienes la religin ha dejado ciegos. En realidad, son poqusimas las personas religiosas lo bastante objetivas como para ver lo que el dedo est sealando. Y a estas personas, que han superado la creencia, se las considera blasfemas. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

Tambin por all, como fiera en celo, haba pasado la guerra. Las casas color de tierra, el cementerio vecino, la iglesia parroquial, todo mostraba el zarpazo salvaje de la furia fratricida. Una maana, acompaando a su madre, traspuso el nio el recinto sagrado. Aquello era una pura desolacin: altares calcinados, imgenes mutiladas, sagrario desportillado, paredes renegridas, montones de escombros por doquier. Algo, sin embargo, se haba salvado: una vidriera. Una vidriera que, herida por el sol, abra el abanico mgico de sus mil colores. El nio pregunt: - Mam, y aquel hombre que est arriba vestido de colores, quin es? - Un santo.- Respondi la madre. Pasaron los aos. En una tertulia de amigos, no s dnde, no s quin, lanz esta pregunta: - Qu es un santo? El nio de otros tiempos, hombre ya maduro, revolviendo en el arcn de sus recuerdos, defini: - Un santo es el hombre que est muy alto y que deja pasar la luz. Bellsima definicin del cristiano. Brille vuestra luz ante los hombres, de tal manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre del Cielo. El hombre de hoy cree ms a los testigos que a los maestros, a no ser que los testigos sean maestros. Mejor, busca maestros que sean testigos... Y dejar pasar la luz. LPEZ ARRNIZ, Prudencio. Ms all...

874.

DE ODO

Dos amigos andan juntos por una calle de una gran ciudad. Los envuelve el ruido multiforme de la ciudad moderna. Los dos amigos son diferentes y se nota en su andar. Uno es alemn, hijo de la ciudad, criatura del asfalto, ciudadano del marco. El otro es un yogui hind. Est de visita. Lleva ropas anaranjadas y mirada inocente. Anda con pies descalzos que se apresuran para seguir a su amigo. De repente el yogui se para, toma del brazo a su amigo y le dice: Escucha, est cantando un pjaro. El amigo alemn le contesta: No digas tonteras. Aqu no hay pjaros. No te detengas. Y sigue adelante. Al cabo de un rato el yogui disimuladamente deja caer una moneda sobre el pavimento. El amigo se detiene y le dice: Espera. Se ha cado algo. S, claro. All estaba la moneda sobre el adoqun. El yogui sonre. Tus odos estn afinados al dinero, y eso es lo que oyen. Basta el sonido mnimo de una moneda sobre el asfalto para que se llene tus odos y se paren los pies. Ests a tono con el dinero, y eso es lo que oyen tus odos, lo que ven tus ojos y lo que desea tu corazn. Omos lo que queremos. En cambio ests desafinando ante los sonidos de la naturaleza. Tienes muy buen odo, pero ests sordo. Y no slo de odo, sino de todo. Ests cerrado a la belleza y a la alegra y a los colores del da y a los sonidos del aire. Andas desafinado. El pjaro s haba cantado. Carlos G. Valls Vida Nueva n 2081 de marzo del 97

876.

{TC } DESEAS A DIOS DE VERDAD?

Un da fue un discpulo en busca de su maestro y e dijo: Maestro, yo quiero encontrar a Dios. El maestro mir al muchacho, sonrindole. El muchacho volva cada da, repitiendo que quera dedicarse a la religin. Pero el maestro saba muy bien a qu atenerse. Un da que haca mucho calor, le dijo al muchacho que lo acompaara hasta el ro para baarse. El muchacho se zambull en el agua. El maestro lo sigui y, agarrndolo por la cabeza, se la meti en el agua un buen rato, hasta que el muchacho comenz a forcejear para sacarla a flote. El maestro lo solt y le pregunt qu era lo que ms deseaba cuando se encontraba sin respiracin dentro dl agua. - Aire - respondi el discpulo. - Deseas a Dios de la misma manera? - le pregunt el maestro -. Si lo deseas as, lo encontrars inmediatamente. Pero si no tienes ese deseo, esa sed, por ms que luches con tu inteligencia, con tus labios y tu fuerza, no podrs

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CUENTOS Y PARBOLAS

encontrar esa religin que deseas. Mientras no se despierte esa sed en ti, no vales ms que un ateo. Incluso a veces el ateo es sincero, y t no lo eres.

879.

{TC } DIENTES DE LEN

877.

DESEOS TORCIDOS

Un santo asceta hind llevaba aos haciendo penitencia. Saba que cuando alcanzase cierta cuota certificada de penitencias oficiales, tendra derecho a pedirle a Dios una gracia concreta y ste habra de concedrsela. l le haba dicho: Deseo el don de la levitacin, quedar suspendido del aire como hacan los santos. No lo pido por m, sino por Vos. Cuando la gente me vea suspendido en el aire, vendrn a m, y yo aprovechar para ensearles el camino del cielo y el culto a Vos. Por su bien y el Vuestro lo hago. Dios no las tena todas consigo, pues tema que lo que el asceta quera era presumir ante la gente de acrobacias msticas. Pero no tuvo ms remedio. Cuando el asceta llen la cuota, Dios accedi a regaadientes y le dijo: Pide lo que quieras, pero una sola gracia. Hubo un silencio. Cuando abri su boca, el asceta dijo: Os pido que nunca ms vuelva yo a desear la gracia de la levitacin. Dios sonri. La penitencia haba surtido su verdadero efecto. Haba liberado al penitente de todo deseo aun aparentemente bueno. Le concedi la gracia de no tener ya el deseo. Y luego s, le concedi la gracia de la levitacin. Carlos G. Valls. Vida Nueva n 2.077

Un hombre que se senta muy orgulloso del csped de su jardn se encontr un buen da con que en dicho csped creca una gran cantidad de dientes de len. Y aunque trat por todos los medios de librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una autntica plaga. Al fin escribi al ministerio de Agricultura, refiriendo todos los intentos que haba hecho, y conclua la carta preguntando: Qu puedo hacer? Al poco tiempo lleg la respuesta: Le sugerimos que aprenda a amarlos. Anthony de Mello. El canto del pjaro, p. 90

880.

{TC } EL DINERO

Maestro, qu piensa del dinero?, pregunt el discpulo. Mira a la ventana, le dijo el maestro, qu ves? Veo una mujer con un nio, una carroza tirada por dos caballos y una persona que va al mercado. Bien. Ahora mira al espejo. Qu ves? Qu quiere que vea? Me veo a m mismo, naturalmente. Ahora piensa: la ventana est hecha de vidrio, lo mismo que el espejo. Basta una pequesima capa de plata por detrs del vidrio para que el hombre slo se vea a s mismo. Bruno Ferrero. La silla vaca..., p.57

878.

{TC } EL DIAMANTE

El sannyasi haba llegado a las afueras de la aldea y acamp bajo un rbol para pasar la noche. De pronto lleg corriendo hasta l un habitante de la aldea y le dijo: La piedra! Dame la piedra preciosa! Qu piedra?, pregunt el sannyasi. La otra noche se me apreci en sueos el Seor Shiva, dijo el aldeano, y me asegur que si vena al anochecer a las afueras de la aldea, encontrara a un sannyasi que me dara una piedra preciosa que me hara rico para siempre. El sannyasi rebusc en su bolsa y extrajo una piedra. Probablemente se refera a sta, dijo mientras entregaba la piedra al aldeano. La encontr en un sendero del bosque hace unos seis das. Por supuesto que puedes quedarte con ella. El hombre se qued mirando la piedra con asombro. Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre. Tom el diamante y se march. Pas la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al da siguiente, al amanecer, fue a despertar al sannyasi y le dijo: Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante. Anthony de Mello. El canto del pjaro, p. 182

881.

{TC } DIOS EN EL CORAZN

El maestro se hizo famoso mientras an viva. Contaban que Dios mismo haba ido un da a pedirle consejo: Quiero jugar al escondite con los hombres. He preguntado a mis ngeles cul sera el mejor sitio para esconderse. Unos dicen que en lo profundo del ocano. Otros, que en la cima de la montaa ms alta. Otros que en la cara escondida de la luna o en una estrella lejana. T, qu me aconsejas? Respondi el maestro: Escndete en el corazn humano. Es el ltimo sitio en que se les ocurrir ir a buscarte Bruno Ferrero. El canto del grillo, p. 49

882.

{TC } DIOS ES UN ZAPATERO

El viejo zapatero remendn, detrs de los cristales de la tienda, estaba siempre trabajando, absorto, concentrado, encorvado sobre aquellos zapatos destrozados, gastados, sucios, anticuados, como si fuera un cirujano, que rebaja, cortaba y recosa, curando las huellas del cansancio y las heridas de nuestro caminar a rastras por la vida.

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Yo le llevaba alguna vez mis zapatos, mis botas para arreglar. Le compraba plantillas. Y siempre me admiraba su labor de esperanza, de humildad, de realismo y paciencia. Hay quienes todo lo arreglan comprando cosas nuevas y tirando lo viejo, como si no tuviera ya arreglo. T, Padre, te arreglas con lo viejo. Solamente una vez empezaste de nuevo. Despus, siempre has tomado a los hombres como son, con nuestros rotos, miserias y pecados. En vez de tirarnos a la basura como algo inservible y estrenar otros nuevos, prefieres arreglarnos. Desde el comienzo de la historia, trabajas sin descanso, remendando, cosiendo, abrillantando la vieja piel del hombre. Ante cada remesa que llega hasta tu tienda, recomienzas de nuevo, lleno de confianza, la paciente tarea de reconstruccin, hasta que, al fin, un da nos colocas flamantes en la vitrina de tu tienda, en el escaparate brillante de tu Reino. Cada vez que pasaba junto a la tienda de aquel humilde taumaturgo, recordaba a tu Hijo, trabajando en la Iglesia, recibiendo incansable toda clase de encargos, recogiendo amoroso imposibles trabajos, transformando lo viejo con sus divinas manos. La Iglesia nunca dice: Esto hay que tirarlo. Acepta con amor cada par de zapatos que llevan a la tienda, y recoge el encargo. Sabe que el Zapatero ver cmo arreglarlo. Revista Catequtica de enero - marzo 1995

Cuando miras un rbol a distancia y puedes distinguir si es un mango o un anacardo. Tampoco, dijo el gur. Est bien, dijeron los discpulos, dinos cundo es. Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en l a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, an es de noche. Anthony de Mello. La oracin de la rana (1 tomo), p. 227

885.

{TC } DOCTRINA

883.

{TC } DIOS PERSONAL

A algunos discpulos les inquietaba el hecho de que al Maestro no pareciera preocuparle demasiado si la gente crea o no en un Dios personal. En cierta ocasin, el Maestro les cit un pensamiento que le gustaba muchsimo y que lo haba tomado del Diario del antiguo Secretario General de la ONU, Dag Hammarskjold: Dios no muere el da en que dejamos de creer en una divinidad personal, sino que morimos nosotros el da en que nuestras vidas dejan de estar iluminadas por el continuo resplandor, renovado da a da, de un prodigio cuya fuente excede todo razonamiento. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

Haba un hombre que tena una doctrina. Una doctrina que llevaba en el pecho (junto al pecho, no dentro del pecho), una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco. La doctrina creci. Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento. Y el arca creci. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande. Entonces naci el templo. Y el templo creci. Y se comi al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco. Luego vino otro hombre que dijo: El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo; que la vierta, que la disuelva en su sangre, que la haga carne de su cuerpo... y que su cuerpo sea bolsillo, arca y templo. Len Felipe. Ganars la luz. Ctedra, p. 225

886.

{TC } DOS RANAS

Dos ranas, jvenes y amantes de la aventura, fueron una tarde a dar un paseo. En el camino hallaron una casa de campo. Como la ventana estaba abierta, una de ellas dijo: Qu te parece? Echamos un vistazo al interior?. La otra, naturalmente, estaba de acuerdo. Dieron un salto y se encontraron en un gran balde de leche en la habitacin campestre. Aquello no era una tragedia para las ranas. Despus de todo, saben nadar. Pero pronto se dieron cuenta de que la leche es ms espesa que el agua y, sobre todo, que no podan salir del balde, porque sus paredes estaban llenas de grasa. Resbalaban y se iban al fondo una y otra vez. Una de las ranas era pesimista. Despus de unos veinte intentos intiles, se rindi, estir las patas, se fue al fondo y se ahog. La otra, en cambio, era optimista. No se rindi. Brace y brace toda la noche y, cuando al amanecer entraron los primeros rayos del sol, estaba sobre algo slido: la leche se haba vuelto mantequilla.

884.

{TC } DISTINGUIR EL DA DE LA NOCHE

Pregunt un gur a sus discpulos si sabran decir cundo acababa la noche y empezaba el da. Uno de ellos dijo: Cuando ves a un animal a distancia y puedes distinguir si es vaca o un caballo. No, dijo el gur.

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Moraleja: no hay que desesperar ni siquiera en las situaciones aparentemente sin vas de salida. De algn modo o en cualquier momento se presenta siempre una solucin que ayuda a superar las dificultades en que nos movemos.

do su poder, y haba visto a hombres y mujeres temerlo, admirarlo, venerarlo, suplicarle, pero nunca se haba sentido amado, cuidad, mimado. Aquello era una nueva experiencia para l. No quera dejarla. Tambin un Dragn tiene sus obligaciones que no debe descuidar, y el Gran Dragn, que haca mucho faltaba de su despacho, lo saba. Haba peticiones que atender, necesitados a quienes socorrer, fiestas a que asistir, y ya no poda retrasarse ms. La familia que o haba protegido, al asegurarse de que la paloma se haba recuperado del todo, decidi devolverle la libertad, la llevaron al aire libre, lejos de muchachos agresivos, y la echaron a volar, La ploma vol en crculos cada vez ms altos, mirando a sus bienhechores con cario hasta perderse de vista en el cielo. Una vez all, recobr su forma de Dragn y volvi a sus actividades normales. Pero todos los aos, en ese mismo tiempo, el Dragn vuelve a convertirse en paloma para recordar los das en que disfrut del cario de una familia. Si aciertas a ver una paloma con una pluma roja en el ala derecha, se es el Gran Dragn que se acerca a nosotros. Si le saludas, te bendecir. Carlos Garca Valles. Sali el sembrador...

887.

{TC } DRAGN INVULNERABLE

Los dragones en China tienen el poder de transformarse en cualquier animal que deseen para acercarse o alejarse de hombres y mujeres, segn el caso. Sucedi una vez que un Gran Dragn, a quien le gustaba mucho la compaa de los seres humanos, se transform en una paloma blanca para estar cerca de ellos. Disfrut mucho en un principio revoloteando en sus plazas, posndose en sus tejados, anidando en las torres de sus pagodas y comiendo lo que la gente compasiva le echaba con cario. Todo iba bien hasta que un da el Dragn hecho paloma se acerc inocentemente a una pandilla de chiquillos traviesos y agresivos que empezaron a tirarle piedras a ver si le daban. La pobre paloma no poda creerse aquello, le pareci que deba ser una equivocacin, y para cuando se dio cuenta de que los chiquillos iban de veras y tiraban a dar, y quiso elevar el vuelo y huir rpidamente, una piedra la alcanz en el ala y se la rompi. Sobre sus blancas plumas se dibuj un trazo de sangre, y al verla supo el Dragn que tena un serio problema. Saba que, mientras no se restaara la sangre y curara la herida, no podra volver a su forma original de Dragn, ya que para ello su cuerpo haba de estar libre de todo defecto. Una herida en el ala de la paloma se traducira en un defecto en las patas del Dragn, y eso no poda ser as, porque el Dragn haba de ser perfecto. l lo saba muy bien, y tuvo miedo. Intent volar, pero no poda remontar el vuelo. Con ayuda del ala sana corri rauda para alejarse de los muchachos, pero las piedras que stos lanzaban eran ms veloces que su carrera. Varias lo alcanzaron, y los gritos salvajes de muerte de los agresores le hicieron perder toda esperanza. En aquel momento, un hombre de la vecindad que haba odo el gritero se acerc, comprendi al instante lo que pasaba, tuvo compasin de la paloma, la recogi cuidadosamente en sus manos y oblig a dispersarse a los muchachos. Una vez en su casa, cuid a la paloma, le limpi la herida, le dio de comer y le prepar un rincn mullido para descansar. La paloma durmi agradecida. Da a da, sigui cuidando el buen hombre a la paloma, acaricindola con cario y asegurndose de que iba recobrando sus fuerzas y no le faltaba nada. Pronto se le curaron las heridas, se le fortalecieron las alas y recobr el nimo. Ya era otra vez el Gran Dragn y poda volver a su forma original cuando quisiera. Pero l tambin le haba cogido cario a aquella familia, al hombre que lo cuidaba, a su mujer y a sus hijos e hijas, que rivalizaban en colmarle de atenciones. Muchas veces el Gran Dragn haba senti-

888.

{TC } EL ELEFANTE

Todos los habitantes de aquella ciudad eran ciegos. Un rey con su cortejo lleg cerca de aquel lugar, trajo su ejrcito y acamp en el desierto. Tena un poderoso elefante que usaba para atacar e incrementar el temor de la gente. La poblacin estaba ansiosa por ver al elefante, y algunos ciegos de esa comunidad se precipitaron como locos para encontrarlo. Como no conocan ni siquiera la forma y aspecto del elefante tantearon ciegamente, para reunir informacin, palpando alguna parte de su cuerpo. Cada una pens que saba algo, porque pudo tocar una parte de l. Cuando volvieron con sus conciudadanos, impacientes grupos se apiaron a su alrededor. Todos estaban ansiosos, buscando equivocadamente la verdad de boca de aquellos que se hallaban errados. Preguntaron por la forma y aspecto del elefante, y escucharon todo lo que aquellos dijeron. Al hombre que haba tocado la oreja le preguntaron acerca de la naturaleza del elefante. l dijo: Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo. Y el que haba palpado la trompa dijo: Yo conozco los hechos reales, es como un tubo recto y hueco, horrible y destructivo. El que haba palpado sus patas dijo: Es poderoso y firme como un pilar. Cada uno haba palpado una sola parte de las muchas. Cada uno lo haba percibido errneamente. Ninguno conoca la totalidad: el conoci-

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CUENTOS Y PARBOLAS

miento no es compaero de los ciegos. Todos imaginaron algo, algo equivocado. La criatura humana no est informada acerca de la divinidad. No existe camino en esta ciencia por medio del intelecto ordinario. Idries Shah. Cuentos de los derviches. Paids,

889.

{TC } EN TODAS PARTES

Un experto en arte pronunciaba una conferencia en el monasterio. El arte - deca - se encuentra en los museos, pero la belleza se halla por doquier: en el aire, en la tierra, en todas partes, a disposicin de todos... y sin nombre de ninguna clase. Exactamente igual que la espiritualidad - dijo el Maestro al da siguiente, cuando estuvo a solas con sus discpulos -. Sus smbolos se encuentran en ese museo que llamamos templo, pero su substancia se halla en todas partes, a disposicin de todos, sin que nadie la reconozca y sin nombre de ninguna clase. Anthony de Mello. Un minuto para el absurdo.

- Haba una vez un hombre al que le fue dado un huerto para alimentarse y pasaban los das sin que fuera a cultivarlo, y pasaban semanas sin que se preocupase de labrarlo, ni abonarlo, no cortarle las malas hierbas. Lleg el tiempo de la cosecha y no recogi nada, entonces mir al Cielo y enfrentndose con l se violent diciendo: Qu mal he hecho, oh Dios!, para que me trates as? Qu mal he hecho para me mandes esta desgracia? Mira los campos de mi vecino qu frondosos