deja que dios sane tu vida (parte 1: heridas) · heridos en nuestros sentimientos nuestro cuerpo...

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ALVARO GARCÍA DE MOVELLÁN HERNAINZ DEJA QUE DIOS SANE TU VIDA (PARTE 1: HERIDAS) CUADERNOS DE FORMACIÓN SERIE “EL AMOR DE DIOS” Nº 1

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Page 1: DEJA QUE DIOS SANE TU VIDA (PARTE 1: HERIDAS) · heridos en nuestros sentimientos nuestro cuerpo -aunque esté en perfectas condiciones físicas- también participa de cierto decaimiento

ALVAROGARCÍADEMOVELLÁNHERNAINZ

DEJAQUEDIOSSANETUVIDA (PARTE1:HERIDAS)CUADERNOSDEFORMACIÓN SERIE“ELAMORDEDIOS”Nº1

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No sé si crees en Dios o no, no sé si conoces a Jesús o no, no sé si tienes fe o no... pero hay una cosa que supongo te ha interesado de este cuaderno: tienes heridas en tu vida y deseas que sean sanadas. Quizás son heridas superficiales... quizás son profundas.... sea como sea son heridas. A lo mejor has estado dando vueltas por la vida buscando cómo sanarlas, cómo curarlas, cómo cicatrizarlas... a lo mejor te has visto defraudado por personas, ideas, proyectos que te habían asegurado sanación y no lo han conseguido... La llegada de este cuaderno a tu vida no ha sido una casualidad. Haya sido un regalo o una simple curiosidad lo que lo ha puesto en tus manos descubrirás, mientras lo lees, que hay Alguien que ha deseado que estas páginas lleguen a ti. Lo ha deseado porque quiere sanar tu vida, liberar tu vida, potenciar tu vida, traer paz y felicidad a tu vida...

Solo te pido que lo leas con un corazón abierto... que lo reflexiones en la medida en la que cada parte toque aspectos con los que te veas identificado... Espero que encuentres una profunda sanación y liberación en tu vida.

PRIMERAPARTEHERIDAS

Hay dos tipos de heridas: las heridas físicas y las heridas emocionales. Las heridas físicas son las que se producen en nuestro cuerpo: pinchazos, golpes,

cortaduras... Sus causas pueden ser muy diversas: una pelea, un animal que nos ataca, un choque con algo puntiagudo, un accidente al realizar alguna manualidad... No vamos a tratar este tipo de heridas. Esto no es un cuaderno de enfermería. Para curar estas heridas hay que acudir al ámbito médico.

Las heridas emocionales afectan a una realidad más profunda que la material. Afectan a nuestro corazón, nuestros sentimientos, nuestro ánimo. El diccionario de la Real Academia española las define así: ”Cosa que aflige o atormenta el ánimo”. Eso es exactamente una herida emocional: algo que está causando dolor en nuestro ánimo. De ellas hablamos aquí.

Hay heridas emocionales que son superficiales. Otras son más profundas. Algunas son tan terribles que nos sumen en un estado angustioso, haciéndonos la vida insoportable. Algunas son culpa nuestra pues vienen a nuestra vida como consecuencia de haber tomado elecciones equivocadas. De otras no tenemos culpa: son debidas a errores de personas que nos rodean.

* * * La relación entre lo físico y lo emocional -y por lo mismo entre heridas físicas y

emocionales- a veces es muy estrecha. El ser humano esta formado por una profunda unión entre el elemento material (cuerpo) y el elemento espiritual (alma). Las heridas emocionales afectan a ambos elementos, ya que comparten partes de uno y de otro. Esa es la razón por la que casi siempre una herida emocional tiene repercusiones en nuestra parte material. Cuando estamos heridos en nuestros sentimientos nuestro cuerpo -aunque esté en perfectas condiciones físicas- también participa de cierto decaimiento y desgana.

Es muy importante tener en cuenta esta verdad ya que muchísimos problemas físicos que afectan nuestra vida tienen su raíz en un problema emocional. Su tratamiento no puede ser únicamente físico. Las pastillas y demás remedios médicos podrán aliviarlo, controlarlo e incluso

adormecerlo... pero no podrán suprimirlo del todo hasta que no se aplique también un remedio espiritual. En un centro psiquiátrico de Montreal había un hombre ciego que tenía asombrado a los médicos: había perdido la vista aparentemente sin motivo alguno. El nervio óptico, la pupila y la córnea estaban en perfectas condiciones. ¡No debería ser ciego! ¡No había motivo físico para explicar su ceguera! Mediante un tratamiento hipnótico se descubrió que la causa se remontaba a cuando era muy pequeño y dormía en la misma habitación de sus padres. Una noche ellos tuvieron relaciones sexuales muy intensas que el pequeño interpretó como una agresión de su padre contra su madre. Esto le causó un trauma tan hondo que cerró sus ojos a esta agresión y a toda realidad, volviéndose ciego. Al encontrarse la raíz del problema se le dio la terapia adecuada y después de algunos meses recobró la vista. Gracias a este ejemplo comprendemos la profunda relación entre nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma. (Nota importante: todos los ejemplos y testimonios que se van a narrar son reales. Solamente, en algunos de ellos, se han cambiado los nombres auténticos de los protagonistas)

* * *

Es impresionante la cantidad de personas que viven llenas de heridas emocionales.

Todos hemos tenido la experiencia de empezar a hablar con alguien que de pronto nos abre un poco su vida y nos muestra un corazón herido, amargado, deprimido, angustiado, frustrado, triste...

Nosotros mismos estamos en muchas ocasiones heridos. A veces nos cuesta reconocerlo -a nadie le gusta admitir sus problemas más profundos- y nos ponemos una coraza ante los demás y ante nosotros mismos para poder decir: “Eh, tranquilos, estoy bien. Todo ok”. Pero no es cierto. Las heridas están ahí. Y si no las curamos acabarán afectando negativamente nuestra vida y, muy probablemente, la vida de los que nos rodean.

La falta de paz que hay en nuestra vida suele estar provocada por nuestras heridas. El desequilibrio interior que nos hace perder el control sobre nosotros mismos suele hundir sus raíces en heridas no sanadas. Los conflictos que generamos a nuestro alrededor -a nuestra gente querida: familia, amigos, etc...- provienen de heridas que perturban nuestro interior y nos llevan -aunque no queramos- a tomar decisiones que traen daño y dolor a nuestros seres queridos.

Si queremos sanar realmente nuestras heridas hemos de dar tres pasos: Primero.- Aprender a reconocerlas Segundo.- No buscar soluciones falsas Tercero.- Aplicar la sanación correcta. Si quieres iniciar un proceso de sanación esta primera parte del cuaderno te ofrece una

guía para efectuar estos pasos. No la inicies si no estás seguro o no deseas hacerlo de corazón.

PRIMERPASO:RECONOCERNUESTRASHERIDAS

No hay que tener miedo a reconocer las heridas emocionales que están afectando

nuestra vida, aunque sea desagradable y molesto descubrirlas. Es el primer paso para curarlas. No hay peor enfermo que el que no quiere reconocer su enfermedad.

Estas heridas pueden afectar diversos ámbitos del ser humano. Vamos a examinar las principales zonas de nuestra vida que, según nos enseña la experiencia, pueden estar heridas.

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Veremos también posibles consecuencias que estas heridas dejan en nosotros revelándonos así su existencia.

Las siguientes páginas contienen un ejercicio práctico que puede ser realizado por cualquier persona, independientemente de su edad y circunstancias. Apreciado lector: no tengas miedo a ir descubriendo tus propias heridas, por dolorosas que sean. Si lees despacito y vas aplicando estas páginas a tu vida es seguro que vas a detectar las heridas más profundas que acumulas en tu interior.

Tómate tu tiempo -lo mismo necesitas varios días- y si lo ves conveniente ve apuntándolas en una hoja o un cuaderno. Será de mucha utilidad para tu sanación. No leas simplemente esta descripción. Ve parándote en cada párrafo y examina si esa herida está en tu vida. Muchas cosas no te dirán nada. Otras, en cambio, darán justo en el blanco.

HERIDAS AFECTIVAS

Sin duda las más frecuentes. Las heridas afectivas (también llamadas heridas del corazón) son aquellas que provienen de la falta de amor.

En tu infancia: ¿No te sentiste querido por tus padres? ¿No te apoyaron? ¿No se interesaron por ti? ¿Parecían más interesados en sus cosas? ¿Volcaron su cariño con otro hermano al que consideraban su preferido?

¿Tuviste que vivir la separación, el divorcio de tus padres? ¿Presenciaste escenas desagradables: insultos, peleas, gritos, golpes...? ¿Viste odio entre ellos?

¿Te enteraste de comportamientos vergonzosos en tus padres: infidelidades, alcoholismo, adicciones, vicios....?

Tus hijos: ¿Tus hijos te tratan con indiferencia, con pasotismo... no te hacen caso... te mienten? ¿Se muestran rebeldes, agresivos, desafiantes...? ¿Te han dicho expresiones duras que han herido lo más profundo de tu paternidad?

Amistades.- ¿Ha traicionado tu confianza algún amigo? ¿No ha sido leal? ¿Ha contado tus confidencias a otros? ¿Te ha mentido? ¿Te ha abandonado sin motivo? ¿Ha hablado mal de ti?

Mi pareja.- ¿Esperabas de tu pareja -novio, novia- atención, respeto, honradez, amor y encontraste cosas inesperadas que me hicieron sufrir: mentiras, sentirme controlada, palabras hirientes, actitudes poco respetuosas, infidelidades...? Todo esto causa heridas importantes que nos dejan sumidos en la tristeza. Conocí a Sonia, una chica joven de unos veinticinco años, monísima y de mente despierta. Tuvo un desengaño amoroso con un novio con el que llevaba años saliendo. Resultado: vivía enclaustrada en su casa, en el pueblo de sus padres, sin trabajar, ni estudiar, ni perspectivas de futuro. La invité a que acudiera a unas reuniones que íbamos a organizar en la parroquia para gente de su edad. Tenía la Iglesia a 3 minutos de casa. No quiso. Era incapaz de salir de su hogar. Vivía terriblemente herida, incapaz de estar con otras personas. Una de las heridas más importantes por desengaño que he conocido en mi vida como sacerdote.

Mi matrimonio.- ¿Te sientes abandonado o abandonada por tu esposa o marido: no te hace caso, no te tiene en cuenta, no comparte contigo su vida, no te dice que te quiere, te daña con palabras y actitudes ofensivas, no pasa tiempo contigo, no te comprende, solo ve tus partes negativas, no te valora, no es cariñoso...?

¿Has sabido valorar el don de tu esposa o marido, o has dejado que la queja, la falta de cariño, las reprensiones, la insatisfacción, hayan reinado en vuestra vida matrimonial? ¿Miras solo sus defectos -todos los tenemos- sin saber valorar sus cosas positivas, sus virtudes, sus dones...?

¿Has pensado que no deberías haberte casado? ¿Has acusado a tu pareja de todos tus fracasos y frustraciones? ¿Has buscado en tu pareja un ideal que no se correspondía a la realidad? ¿Has sufrido una separación, un divorcio? ¿Ha sido sin culpa tuya? ¿Has sido abandonado sin motivos suficientes?. Le había dado los cursillos prematrimoniales a Andrés y Mari Carmen. Se casaron y les perdí de vista durante años. Bastante después tuve un encuentro fortuito con él: estaba destrozado. Ella, sin motivos realmente serios, lo había abandonado. Él deseaba hablar el asunto, intentar recomponer lo que no estuviera en orden... pero ella no quiso hablar ni dialogar; prefirió escuchar a quienes contribuyeron de alguna manera a envenenar su matrimonio -familiares, amistades...-. Las heridas de Andrés eran muy profundas. Su matrimonio había fracasado por motivos que podían haberse solucionado con buena voluntad y ánimo por parte de ambos. Pero no le dieron esa oportunidad. ¿Tu esposo o esposa te fue infiel?

Tus superiores.- ¿Algún profesor te pillo manía, te avergonzaba y humillaba delante del resto de la clase? ¿Sufriste alguna injusticia o abuso por parte de personas de quiénes esperabas -por su cargo y oficio- otra actitud: policía, gobernantes, jueces, sacerdotes...? ¿Tu jefe laboral no te comprende, te amarga con decisiones injustas, no quiere recibirte, ni escucharte, te agobia con trabajos difíciles? ¿Te hace la vida imposible?

Todas estas faltas de amor generan profunda tristeza y decepción, frustración y amargura. Un corazón herido, roto, hace que la persona viva sin paz, sin estabilidad interior, sin alegría, con cólera y rabia, con insatisfacción.

HERIDAS EXISTENCIALES ¿Te preguntas constantemente “¿por qué existo?, ¿para qué hago las cosas?, ¿tiene

sentido mi vida? sin obtener una respuesta satisfactoria? ¿Has perdido el sentido de la vida? ¿No tienes objetivos? ¿Tienes la sensación de que tu vida es un absurdo, un sinsentido, un error?

Muchas veces esta herida sucede sin motivo aparente. Fue el caso de una amiga mía, Marta, chica de veinte años, guapa, con trabajo, con una familia que la quería, con un novio con el que estaba bien... Y sin embargo, a pesar de que tenía una vida en muchos aspectos “envidiable”, a veces se sentía como agobiada, como asfixiada, como si la vida no mereciera la pena. Me decía que en muchas ocasiones deseaba irse a vivir a otro sitio donde no la conocieran, dejarlo todo -familia, trabajo, novio- y empezar de cero. Ella misma sentía que no era feliz, a pesar de todo lo bueno que tenía. Es claro que necesitaba respuestas profundas al sentido de la vida. Respuestas que en ese momento no tenía y que el simple hecho de no tener problemas graves no se las daba.

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¿Te entregaste en cuerpo y alma a una ideología, una filosofía, un partido político, unas ideas humanas, un sistema económico que te falló y te defraudó (por que no te llenaba plenamente, porque descubriste las mentiras en sus fundamentos, por corrupción, por fallos en sus dirigentes...)?

HERIDAS EN NUESTRA AUTOESTIMA ¿Te has sentido rechazado, no valorado, humillado? ¿Las personas que deberían

haberte reforzado con su confianza -padres, maestros, guías... - no lo han hecho? Una persona herida en su autoestima es una persona muy insegura, casi incapaz de tomar decisiones por sí misma, muy nerviosa, con un gran sentimiento de culpa, con una idea -a veces obsesiva- de que todos la miran, la juzgan, la critican... Una persona herida en su autoestima vive paralizada, se deja llevar por los demás, no parece tener un criterio propio... a todo le da muchas vueltas, casi nada de lo que va a hacer le parece estar bien hecho.

Tania era una chica de casi treinta años que escondía una dolorosísima herida: su padre había muerto en un trágico accidente cuando era pequeña y su madre le había echado la culpa de lo sucedido. Esto creó en ella un complejo de culpa, de ser mala, de no servir para nada, de que nadie la quería, de que las cosas que pasaban malas en el mundo eran por su culpa... Era imposible hablar de este tema sin que se echara a llorar.

¿En tu niñez o adolescencia tus compañeros se reían de ti, te pusieron motes hirientes, hablaban de tus defectos? ¿Esto te llevo a la soledad, a no saber relacionarte con los demás, a ser débil, vulnerable...? ¿Sufriste insultos racistas o crueles: “Gordo” “Negro” “Mora” “Gitano”...?

¿No has aceptado tu aspecto físico? ¿Te has obsesionado con la belleza corporal? ¿Te sientes inseguro ante los demás por este motivo? ¿Estás acomplejado por culpa de tu cuerpo? HERIDAS PRODUCIDAS POR FUERTES ACONTECIMIENTOS

En nuestra vida han podido suceder acontecimientos tan fuertes y traumáticos que por sí solos han producido enormes y profundas heridas emocionales. Detengámonos en los más frecuentes:

Violencia.- ¿Has sido víctimas, en la niñez, adolescencia o edad adulta, de algún tipo de violencia especialmente fuerte: tus padres te pegaban, o algún chico te tenía atemorizado, o sufriste acoso por parte de una pandilla de la escuela, barrio o pueblo..?

Josefa trabajaba como enfermera en un centro de salud. Una noche fue agredida por una persona insatisfecha por como la estaban tratando. El trauma le duró meses.

¿Has recibido agresiones -verbales o físicas- dentro de tu matrimonio? ¿Has visto como agredían a tus personas queridas: padres, hermanos, familiares, hijos,

amigos...? Abuso sexual.- Una de las heridas más terribles que puede sufrir una persona. Si hemos

sido abusados de niños o de jóvenes por un adulto la herida interior es profunda y duradera. A veces el abuso se limitó a un intento de besarnos, o a intentos de tocamientos... en estos casos la herida no es tan profunda. Pero cuando ha habido desnudos, tocamientos directos, acto sexual... las heridas son espantosas. Aún peores cuando estos abusos han venido por parte de padres, hermanos, familiares o personas de las cuales no debía esperarse un comportamiento tan asqueroso e indigno -un maestro, un amigo, un sacerdote...-

Muerte o desaparición de un ser querido.- ¿Has sufrido la pérdida de un ser amado de forma injusta o en circunstancias dolorosas? ¿No aceptas la pérdida de alguien manteniendo un

continuo luto, conservando su habitación tal y como estaba, no permitiendo que se hable jamás de dicha persona...?

¿Ha desaparecido un ser querido y no se le encuentra? ¿Ha perdido la memoria alguien a quien apreciamos que ya no reconoce a nadie?

Enfermedad grave.- ¿Te ves aquejado por una enfermedad grave que perturba gravemente tu vida? ¿Tienes una enfermedad mortal? ¿Tienes algún ser querido gravemente enfermo? Aborto.- ¿Has abortado? ¿Sientes desde entonces ansiedad, depresión, sentimiento profundo de culpa, pesadillas (son las perturbaciones emocionales del llamado síndrome post-aborto (SPA), una realidad médica que sufren prácticamente la totalidad de las mujeres que abortan?

HERIDAS POR ERRORES MÍOS ¿Has cometido errores e tu juventud de los que ahora te sientes avergonzado? ¿Quizás

en esos años te acercaste a un estilo de vida peligroso o cercano al vicio: alcohol en exceso, tabaco, robar dinero a tus padres a escondidas... descuidar estudios, copiar en los exámenes, saltarte las clases...? ¿Quizás amargaste con tu comportamiento a tu familia, a tus profesores, a tus compañeros? ¿Te acercaste a la droga? ¿Perdías el control en las fiestas e hiciste y dijiste cosas que luego te pesaron... quizás insultaste y maltrataste a tus padres, hermanos... quizás acabaste robando en tiendas... quizás usaste a las personas como meros objetos de placer buscando solo sexo en ellas... quizás dejaste embarazada a una mujer irresponsablemente...?

¿Quizás por culpa tuya se rompió una buena amistad, o un buen noviazgo, o no supiste conservar cosas buenas que tenias en tu vida por haber tomado decisiones equivocadas?

¿Quizás cometiste una infidelidad, un adulterio, y te sientes muy avergonzado por haberlo hecho?

¿Quizás te arrepentiste de todas estas cosas sinceramente pero aún as tui familia, la sociedad, al enterarse, te han juzgado, criticado, condenado, rechazado... buscabas su perdón y encontraste su condena? ¿Te sentiste señalado y apartado, a pesar de que querías cambiar y reparar por el mal que habías hecho? ¿No creyeron en tus deseos de cambiar y mejorar?

A veces nuestros actos -aunque no sepamos que están mal- provocan en lo más profundo de nuestro interior una oscuridad que nos llega sin que sepamos por qué. Es el caso de muchas mujeres que llevan años usando productos químicos cuyo efecto es abortivo -o puede ser abortivo-: píldoras abortivas, píldoras del día después, D.I.U., etc.... Su vientre se ha convertido en un cementerio -aunque ellas no lo sepan- y la muerte siempre trae oscuridad, tristeza, desgana de vivir... ellas no saben de dónde viene la tristeza que sienten. Pero su cuerpo si: y reacciona avisando de que algo no va bien. HERIDAS EN NUESTRA SEXUALIDAD

El uso irresponsable de la sexualidad está dejando multitud de heridas en la vida de muchísimas personas. Ese uso irresponsable se nos inculca desde nuestra juventud. El mensaje que entonces se nos dice es: “El sexo es para divertirse... pruébalo todo...”. Y muchas veces lo hemos hecho: hemos practicado sexo con múltiples parejas -a veces movidos por el amor, otras por una búsqueda de placer y diversión-, hemos practicado el sexo solitario, hemos llenado nuestra mente de pornografía y erotismo...

Jugar con la sexualidad siempre trae heridas emocionales. Todos, tarde o temprano, acabamos comprendiendo que en el sexo no solo está implicado mi cuerpo: también está

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implicada toda mi persona. Los excesos y equivocaciones en mi sexualidad acaban perturbando mi estabilidad personal.

Una persona que desde su juventud ha estado experimentando con el sexo suele tener poca autoestima y un profundo vacío. No es fácil darse cuenta de estas heridas pues este tema es uno de los que más se no dice desde la sociedad que no pasa nada, que con el sexo se puede hacer lo que queramos...

Para muchas personas es vergonzoso echar la mirada atrás y recordar el uso de su sexualidad durante su juventud: la facilidad con la que se enrollaban con uno o con otra, los tocamientos obscenos buscados o permitidos, la incapacidad de mantener fidelidad a una pareja, la naturalidad con la que entregaban su cuerpo....

A veces las heridas nos acompañan toda la vida por terribles imprudencias cometidas: quizás nos hicimos una foto subida de tono, o directamente una foto en ropa interior, o desnudos... fue una broma, o un regalo para nuestra pareja, o una petición que nos pareció inocente... pero después esa foto, o ese vídeo, ha circulado llegando a personas que no esperábamos... Esa exposición pública de nuestra sexualidad nos ha causado una terrible herida...

PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE PARA DESCUBRIR SI ESTÁS HERIDO EMOCIONALMENTE Finalmente he aquí una serie de preguntas que puedes hacerte y que -si contestas con

sinceridad, examinándote con profundidad- te llevaran a conocer si tienes otras heridas emocionales aparte de las comentadas.

¿Te sientes profundamente rechazado? ¿Tienes sentimientos de culpa? ¿Tienes dificultades para adaptarte a distintas circunstancias? ¿Tienes miedos, temores? ¿Tienes problemas de ansiedad? ¿Tienes tendencias suicidas? ¿Padeces alguna forma de nerviosismo? ¿Tienes crisis de identidad? ¿Tienes ideas destructivas? ¿Te sientes siempre insatisfecho? ¿Buscas continuamente la atención de los demás, con payasadas o actitudes excéntricas? ¿Buscas protagonismo? ¿Te desanimas con facilidad? ¿El pesimismo te arrastra con prontitud? ¿Eres maniático del orden? ¿Tiendes continuamente a la tristeza? ¿Te dejas llevar fácilmente por las opiniones de los demás?¿Haces las cosas simplemente por el mero hecho de hacerlas, sin ningún sentido? ¿Te resulta difícil aceptar correcciones? ¿Buscas ser popular al precio que sea? Las heridas no curadas nos suelen llevar a ser personas inseguras, con miedo, frustradas, tristes o llenas de una alegría ruidosa y excesiva; a desarrollar comportamientos raros, un genio agresivo, a querer tener siempre la razón... nos pueden volver personas quisquillosas, egoístas, envidiosas, llenas de celos hacia otros... nos pueden hacer tener un trato difícil, amargando a los que tenemos cerca... nos pueden llenar de complejos, sentimientos de culpa...

SEGUNDOPASO:NOBUSCARSOLUCIONESFALSAS

Si buscamos sanar las heridas emocionales con soluciones falsas o incompletas no lo conseguiremos jamás. Estas falsas soluciones están muy presentes en nuestra sociedad y muchas personas acuden a ellas ante sus dificultades. Conviene conocerlas para poder rechazarlas. No son camino de curación. Lejos de sanar nos empeoran. Si las percibimos en nuestra vida hay que eliminarlas.

EGOÍSMO ¿Te centras sólo en tus necesidades, tus caprichos, tus derechos? ¿Solo piensas en ti? ¿Eres insensible a las necesidades o problemas de los demás? Todo este egoísmo suele ser la manera de tapar heridas personales.

ECHAR LA CULPA A LOS DEMÁS Cuando no queremos enfrentarnos a nuestras propias heridas es más cómodo buscar

algún culpable. ¿Culpas a los demás (familia, pareja, vecinos, gobiernos, mal de ojo...) de todos tus males? Es muy posible que muchas heridas de nuestra vida sean culpa de otros... pero es sospechoso que lo sean todas.

Esta actitud lleva a la acusación y al rencor. Cuando acusamos señalamos con un dedo hacia alguien olvidando que los otros tres dedos de nuestra mano están señalándonos a nosotros recordando nuestra propia responsabilidad. Volcamos nuestro rencor, frustración, resentimiento, cólera y rabia en los demás. El rencor, el insulto, el “y tú más” no soluciona nada: aumenta el daño y la oscuridad en nuestra vida.

Hay quienes le echan la culpa a Dios peleándose con Él, pensando que les ha abandonado, rebelándose contra Él y su Iglesia. Con esto no solo no sanan sus heridas sino que huyen de la fuente más poderosa de sanación que existe en el universo: el poder y el amor de Dios.

LA QUEJA ESTÉRIL ¿Te pasas el día entero quejándote de lo mal que te va la vida, sin aportar soluciones ni

tampoco mirar lo positivo tienes a tu alrededor? ¿Tu vida es un continuo lamento? ¿Continuamente te preguntas “¿Por qué a mi, por qué a mi, por qué a mi”? ¿Machacas a todos tus familiares, amigos y conocidos contándoles siempre tus males, tus problemas, tus lamentos, como si los demás fueran cubos de basura donde echas toda tu porquería, frustración, negatividad, para sentirte bien?

HUIR DE LOS PROBLEMAS ¿Evitas confrontar los problemas? ¿Huyes irresponsablemente de todo lo que suponga

dificultad? ¿Intentas estar siempre ocupado, oyendo cosas (radio, tele, móvil) porque le temes al silencio ya que no quiere enfrentarte contigo mismo? ¿Siempre tienes que estar haciendo cosas, inventando nuevas actividades, planificando continuamente cosas? ¿Niegas los problemas? ¿Te dices a ti mismo: “Nada es verdad”, “Todo es relativo”, “La vida no tiene sentido” como excusa para no tener que enfrentarte a la realidad que no te gusta (tu propio mal, tu incapacidad para llevar con madurez tus obligaciones...)? ¿Te lo tomas todo a guasa, a broma, usando el chiste fácil en todo?

REBELDÍA ¿Tienes siempre una actitud de protesta, de rebeldía, de gritar por todo? ¿Deseas

solucionar las cosas con violencia? CORAZÓN DÉBIL ¿Intentas solucionar tus heridas entregándote en cuerpo y alma a una persona que

tomas como tu guía y salvador (puede ser un político, un entrenador personal, un psicólogo, un

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sacerdote, un cantante, un famoso, un novio... )? ¿Crees descubrir en otra persona lo que parece le falta a quién echas las culpas de tus males (un compañero/a de trabajo o amigo/a que parece tener todo lo que le falta a mi marido o esposa...)? Esta actitud es peligrosísima pues nuestro corazón se debilita y nos hace idealizar esa situación coloreándola de rosa: creemos que so estamos al lado de esa persona todo irá bien (lo cual, con el tiempo, se demuestra ser falso).

BUSCAR COMPENSACIONES Es sin duda la falsa solución más común. Buscamos compensar nuestras heridas

entregándonos a personas o cosas que nos proporcionan placer. De esta manera contrarrestamos el dolor de la herida. El problema es que un placer puede atenuar el dolor de la herida emocional pero no la hace desaparecer. Después vuelve.

Las compensaciones más comunes son: *Trabajo: Hay quiénes se centran de forma obsesiva en su trabajo porque quieren esconder las heridas de su vida. No son capaces de pasar un día tranquilo con su familia. Hasta en los días festivos hacen algo de trabajo. *Comida: Desarrollar un hábito que lleva a comer más de lo necesario, a comer entre horas de forma compulsiva, a comer solo comidas exquisitas y refinadas... puede ser una manera de compensar mis frustraciones. *Alcohol: Lo mismo ocurre cuando buscamos en el exceso de la bebida y en la frecuente borrachera una manera de olvidar o atenuar nuestras profundas heridas. Aunque no seamos conscientes de ello es el motivo fundamental por el que acudimos a la bebida. *Fiestas: Estar continuamente pensando en las fiestas es síntoma de querer olvidar las heridas que no sabemos afrontar. Es llamativo comprobar cuanta gente de mediada edad (25 a 55 años) viven de fiesta en fiesta. *Sexo: Compensación muy buscada por personas que en su juventud no han sentido cariño, ternura o seguridad por parte de su familia o de sus amigos. Con el despertar de la sexualidad en la adolescencia es fácil que confundamos -o nos hagan confundir- amor con sexo. Caer en una vida sexual frecuente y algo incontrolada puede ser signo de una búsqueda desesperada de atención y cariño. Las personas con baja autoestima son especialmente vulnerables a dar sexo si con ello se sienten aceptadas. El placer que proporciona la práctica sexual es el que nos lleva, en otras ocasiones, a usarlo como compensación para tapar nuestras heridas emocionales.

*Entregarnos a la tecnología: detrás de un uso obsesivo e inmoderado del móvil, el ordenador, la televisión, etc... puede esconderse una herida. Hay personas que vuelcan toda su vida en su coche, su casa, su saga favorita de películas, de libros, de comic, sus videojuegos, su hobby... de forma irracional y abusiva; puede ser signo de querer tapar heridas no sanadas. *Cambios repentinos y estrafalarios de aspecto: Suelen ser muy indicativos de que algo interiormente no va bien. Una persona que cada mes lleva el pelo de un color distinto (verde, morado, castaño, rubio, pelirrojo...) tiene una herida. Ella no lo va a admitir, pero es así. Esa insatisfacción con su aspecto, esa necesidad de cambiar de continuo, indica un desajuste en sus emociones. Una persona que se viste de forma inadecuada -teniendo 50 años se coloca ropa de un joven de 18- denota problemas que son más del interior que del exterior. *Uso abusivo de antidepresivos: Es realmente inquietante el gran número de personas que viven enganchadas a las pastillas antidepresivas, a los tranquilizantes, etc... Así, en vez de buscar la sanación profunda de las heridas emocionales, mucha gente prefiere medicarse para

vivir en la falsa tranquilidad y serenidad que tales fármacos provocan. * * * La dinámica propia de la compensación suele provocar una adicción en nuestra vida a las

personas o cosas que nos proporcionan placer. Dado el creciente aumento de adicciones en nuestra sociedad trataremos este tema de forma un poco más extensa:

El término “adicción” podemos definirlo como la afición desmesurada a algo o alguien. Esta dependencia crea un hábito que domina la voluntad de la persona. Las más conocidas -a las que usualmente se aplicaba este término- son la adicción al alcohol y a la droga.

¿De qué cosas podemos ser adictas? De casi todo. Nuestro mundo actual, nuestra sociedad, está llena de adicciones. La gente puede hacerse adicta a cualquier cosa: el juego, la comida, el sexo, la pornografía, la televisión, el ordenador, el móvil, las películas, el cariño de alguien...

Nos han hecho creer que las únicas adicciones peligrosas son el alcohol y la droga. No es cierto. Estas adicciones son especialmente peligrosas porque pueden llevarnos a la muerte o a un deterioro grave de nuestra salud. Pero todo aquello que supone dependencia, afición desmedida, esclavizando nuestra vida sin dejarnos ser libres, es dañino. Aunque sea algo tan aparentemente inofensivo como mi móvil. Poco a poco impide la felicidad y nos quita la paz.

La adicción no es solamente un problema de gente vagabunda, callejera, sin recursos, problemática... Todo el mundo puede caer en una adicción. La adicción llega a personas con estudios y sin estudios, a doctores y a panaderos, a estrellas de cine y a desconocidos, a jóvenes y a mayores, a hombres y a mujeres...

¿Cómo saber si tenemos una adicción? Las adicciones comportan compulsión, es decir, una inclinación y pasión vehemente por aquella persona o aquella cosa que nos crea adicción. Asimismo crean hábitos: a base de buscar repetidas veces el placer en algo o en alguien acabamos acostumbrándonos hasta el punto de depender de ellos. Esta es justamente la palabra clave para la adicción: dependencia. La mejor manera de saber si somos adictos a algo es preguntarnos: ¿dependo de esta persona o de este objeto?

¿Cómo averiguar si soy dependiente? Muy fácil: ¿soy capaz de estar un tiempo alejado de esa persona o esa cosa sin que los nervios o la sensación de estar incompleto me dominen por completo y me lleven a la angustia?

Es curioso proponerle a gente que dejen por un par de días de usar su móvil, su ordenador, ver televisión... que dejen una semana de comunicarse con una persona cuya relación es dañina.. que dejen ciertos juegos durante unos cuantos días... Personas que parecían muy sanas, muy correctas, y que decían ser libres, pierden totalmente el dominio de sí ante la simple perspectiva de apartarse siquiera un día de personas u objetos de los que claramente, tras esta reacción, son dependientes. Es la gran paradoja de un mundo donde se nos habla continuamente de libertad cuando quizás nunca como antes el ser humano ha estado tan esclavizado por las adicciones. Y esto irá a más. Nuestra sociedad nos impulsa desde nuestros primeros años a dejarnos esclavizar por toda clase de cosas adictivas. Es tremendamente preocupante como en muchos países el uso de móviles, tabletas y demás aparatos tecnológicos empieza a edades cada vez más tempranas, con una clara absorción de la persona por estos aparatitos...

La compulsión, el hábito y la dependencia que crea la adicción es lo que hace que sea difícil de eliminar. Su dinámica siempre lleva a la pérdida de control. No le basta un poquito: siempre quiere más y más. Tendemos a ir a los extremos. Si me hago adicto a una saga de películas quiero verlas todas; después quiero comprarlas para verlas en casa cuantas veces quiera; después quiero conocer todo lo que tenga que ver con ese mundo.... Es nuestra tendencia: ir demasiado lejos con las cosas. Esto es lo que convierte objetos útiles y buenos en peligrosos y dañinos para nosotros.

Los efectos negativos de la adicción son muchos: 1.-La adicción puede matar (es el caso de la droga y muchas veces del alcohol..). 2.-La adicción puede aislar a una persona y desconectarla de la realidad: hay personas que su adicción a los videojuegos, a las películas, al móvil, al ordenador, les ha hecho

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vivir en un mundo irreal, sin atender a las cosas necesarias que les rodeaban. Conocí el caso de Felipe, hombre joven, casado. Estaba en paro. En vez de buscar trabajo se pasaba el día en casa jugando a juegos online con otras personas. Su mujer estaba muy enfadada con esta actitud. Tenían una niña de apenas 3 años. ¿Cómo iban a salir adelante? Habló con él, le intentó hacer ver lo que pasaba... Pero Felipe no cambio. Su adicción a los juegos le tenía absorbido. A los tres años se separaron. La adicción le llevó a perder a su familia. 3.-La adicción puede llevar a la depresión, al suicidio.. 4.-La adicción nos quita la libertad. 5.-La adicción nos lleva al vicio. Nos lleva a la oscuridad, a meternos en un mundo de dolor donde la vida humana poco importa... muchas personas fueron arrastradas por su adicción a lugares terribles, situaciones espantosas... Una sanación completa de nuestra vida debería conllevar quedar sanados y curados de nuestras adicciones

TERCERPASO:APLICARLASANACIÓNCORRECTA

Las ciencias humanas -medicina, psicología...- nos ofrecen soluciones valiosas y reales para sanar casi todas las heridas emocionales que podemos tener en nuestras vidas. El problema es que no siempre podemos acudir a estos remedios -por problemas económicos o por no disponer de tiempo- y casi siempre tardan muchísimo tiempo en sanarnos. A veces las heridas son tan profundas, tan interiores, tan escondidas en sus raíces que la ciencia humana no logra dar con el remedio ni tiene elementos válidos para eliminarla.

Hay otra solución posible, más rápida, más barata, más efectiva y mejor en todos los aspectos. Acudir a Dios y pedirle sanación. Él quiere hacerlo y puede hacerlo.

Si quieres realmente que Dios sane tus heridas y te dé una vida nueva, una paz dentro de tu corazón, adquiere la segunda parte de este cuaderno donde se explica qué hay que hacer para obtener dicha sanación.

VUÉLVETE, SEÑOR. LIBERTA MI ALMA.....

(Salmo 6, 5) (Paramásinformaciónentrarenwww.consagracionalavirgen.com)