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Desindustrialización y crisis del neoliberalismo, maquiladoras y telecomunicaciones ISBN 970-722-288-3 Adrián Sotelo Valencia Este libro ha sido editado en 2004 en México por Plaza y Valdés, S.A. de C.V. y su versión electrónica se ofrece gratuitamente en eumed·net por gentileza de su autor. Para citarlo puede utilizar este formato: Sotelo Valencia, Adrián (2004) Desindustrialización y crisis del neoliberalismo , Plaza y Valdés, México. Texto completo accesible en http://www.eumed.net/cursecon/libreria/index.htm Por favor, envíe comentarios sobre el texto y pedidos para su adquisición en papel directamente al autor: [email protected]

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Desindustrialización y crisis del neoliberalismo,

maquiladoras y telecomunicaciones

ISBN 970-722-288-3

Adrián Sotelo Valencia

Este libro ha sido editado en 2004 en México por Plaza y Valdés, S.A. de C.V.

y su versión electrónica se ofrece gratuitamente en eumed·net por gentileza de su autor.

Para citarlo puede utilizar este formato: Sotelo Valencia, Adrián (2004) Desindustrialización y crisis del neoliberalismo, Plaza y Valdés, México. Texto completo accesible en http://www.eumed.net/cursecon/libreria/index.htm

Por favor, envíe comentarios sobre el texto y pedidos para su adquisición en papel directamente al autor: [email protected]

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DESINDUSTRIALIZACIÓNY CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

Maquiladoras y telecomunicaciones

Adrián Sotelo Valencia

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© Adrián Sotelo Valencia© Universidad Obrera de México© Escuela Nacional para Trabajadores© Plaza y Valdés, S.A. de C.V.

Derechos exclusivos de edición reservadospara Plaza y Valdés, S.A. de C.V. Prohibidala reproducción total o parcial por cualquiermedio sin autorización escrita de los editores.

Editado en México por Plaza y Valdés, S.A. de C.V.Manuel María Contreras, 73. Colonia San RafaelMéxico, D.F. 06470. Teléfono: 5097 20 [email protected]

Francesc Carbonell, 21-23 Entlo.08034 Barcelona, EspañaTeléfono: 9320 63750 Fax: 9328 [email protected]

ISBN: 970-722-288-3

Impreso en México / Printed in Mexico

Primera edición: 2004

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Para mi amigoel doctor Miguel S. Moreiro

por su inquebrantable humanismo

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Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

1. Ideología, teoría y crítica en el pensamientosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Crisis teórica y sociología del trabajo . . . . . . . . . 17Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

2. El metabolismo social del trabajo y el capitalen el patrón de acumulación neoliberal . . . . . . . . . . 31

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31Cuestiones de método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31El sistema de metabolismo social del capital

como eje del análisis teórico del mundodel trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42

3. El patrón de acumulación de capital yla organización del trabajo: de la industrializaciónsustitutiva al neoliberalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

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América Latina en el concierto de la crisisinternacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

La crisis del patrón �tipo A� y la reinserciónde América Latina en la economíacapitalista mundial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53

El mundo del trabajo en el patrónde acumulación capitalista �tipo A� . . . . . . . . 64

La crisis del patrón �tipo B�: de acumulacióncapitalista neoliberal dependiente . . . . . . . . . . 71

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

4. Dependencia y especialización productiva:La crisis del modelo neoliberal . . . . . . . . . . . . . . . . 85

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85Especialización productiva, desindustrialización

y exigencias de la globalización . . . . . . . . . . . 85El fracaso de la nueva industrialización . . . . . . . 89En el neoliberalismo, todo lo sólido se desvanece

en el aire: el �casillero vacío� se desintegra . . 92Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110

5. El mundo del trabajo en el patrón capitalistaneoliberal dependiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111Valor de la fuerza de trabajo, precariedad

y exclusión social: variables interdependientes 111El metabolismo social de la precarización

del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121Los paradigmas del mundo del trabajo

en el patrón de acumulación capitalistaneoliberal dependiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1376. Los paradigmas del neoliberalismo: maquiladoras

y telecomunicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

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La industria maquiladora de exportación . . . . . . 141Desvinculación, dependencia

y superexplotación de la fuerza de trabajoen la IME . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149Desvinculación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150Dependencia del capital extranjero . . . . . . . 155Tasa de plusvalía y explotación en la IME . . 156

Condiciones y explotación de la fuerzade trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159La crisis de las maquiladoras de primera,

segunda y tercera generación:¿a quién sirven y para qué? . . . . . . . . . . . 167

Industria de las telecomunicaciones: el casode Telmex . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177Producción de plusvalía absoluta y relativa

en Telmex . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184Plusvalía relativa y productividad

del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187La intensidad del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . 191

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

Conclusión general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211

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Introducción

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na de las grandes controversias que ha levantado elneoliberalismo, a propósito de sus prácticas econó-micas y políticas, es la relativa a las características deU

la industrialización en América Latina durante el periodo devigencia del patrón de acumulación dependiente neoliberal(1980-2003).

Para algunos, la región entró en un proceso de reestructura-ción que le permitió abrir sus fronteras económicas al capitalextranjero y a las grandes empresas transnacionales, cambiar lacorrelación de fuerzas entre el Estado y el capital a favor deéste y del mercado; especializar los sistemas productivos y prio-rizar las exportaciones en una política que hegemoniza elmercado mundial como eje de su proceso de acumulación(endógena) de capital.

Se habría operado, así, un cambio en beneficio de una nuevaforma de industrialización, ya no de sustitución de importacio-nes para el mercado interno como sucedió en el pasado, sinoexportadora para el mercado mundial, donde es éste el que apartir de aquí determina la dinámica y el funcionamiento delas economías nacionales.

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Sin embargo, las perspectivas más críticas difieren de laanterior concepción y plantean que, por el contrario, lo que ocu-rre en el neoliberalismo es un intenso proceso de desindus-trialización que opera en función del capital extranjero, de lastransnacionales y del comercio internacional, siendo en ésteúltimo donde encuentra su eje.

No son las �zonas francas� regionales o las empresasmaquiladoras las nuevas envolturas de la industrialización;por el contrario, constituyen la expresión más avanzada de latransnacionalización y de la dependencia que los países lati-noamericanos enfrentan conforme profundizan un patrón deacumulación de capital neoliberal, hoy en crisis. Dicho pa-trón afecta no solamente a la sociedad en términos generales,sino a variables fundamentales de su existencia como la na-ción, su cultura, los derechos sociales y laborales, el empleo,los salarios y la calificación de la fuerza de trabajo de la quedependen cada vez más los ingresos globales de los trabaja-dores en el sistema neoliberal.

Al análisis de estas problemáticas y dimensiones se desti-na el presente libro.

De esta forma, el capítulo 1 centra su reflexión en la rela-ción pensamiento social-reestructuración del trabajo en paí-ses bajo condiciones de dependencia y subdesarrollo, con elobjeto de construir un enfoque teórico alternativo que resta-blezca al mundo del trabajo como unidad contradictoria den-tro del sistema capitalista, y rescatarlo de las visiones parcialesy sociologizantes �como la teoría de la dualidad del merca-do de trabajo, de las trayectorias laborales, de la segregacióno, finalmente, de los enfoques institucionalistas importadosde Europa y Estados Unidos para aplicarse a la realidad deAmérica Latina.

El capítulo 2 construye una dimensión metodológica a par-tir de la indagación de cómo estudiar el mundo del trabajo en

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INTRODUCCIÓN

los países dependientes. Para ello, acuña el concepto sistemade metabolismo social del capital que concibe el mundo deltrabajo como unidad dialéctica ligada al Estado y al capital.

El capítulo 3 estudia los efectos en el mundo del trabajodel patrón de acumulación de capital �que denomino �pa-trón A��, así como la crisis del �patrón B�. El primero ca-racteriza al capitalismo y la organización del proceso de trabajoen el patrón de acumulación sustitutivo de importaciones parael mercado interno (tipo �A�), mientras que el segundo seremite al patrón de acumulación de capital dependienteneoliberal vigente (tipo �B�).

El capítulo 4 concibe al proceso de crisis y reestructura-ción capitalista que ocurrió en las últimas dos décadas delsiglo XX bajo la forma de desindustrialización, especializa-ción productiva y flexibilización de la fuerza de trabajo, alinflujo de la mundialización del capital. Además, plantea queel neoliberalismo, en tanto modo de producción y de circula-ción, ha entrado en una etapa terminal cuyo desenlace es su-mamente difícil presagiar.

El capítulo 5 se centra en el estudio de los efectos del pa-trón tipo �B� en el mundo del trabajo a través de dos compo-nentes: el valor de la fuerza de trabajo y la ubicación de laprecarización laboral como eje del sistema de metabolismosocial del capital en condiciones de dependencia estructural.

Por último, el capítulo 6 remite a �estudios de caso� cen-trados en las maquiladoras de exportación y en las telecomu-nicaciones, ubicados en México. Éstos proporcionan elementosde verificación de las hipótesis de trabajo que sostengo encapítulos anteriores y sirven para evaluar hasta qué punto losparadigmas industriales y de la organización del trabajo ayu-dan a superar el estado actual de recesión y crisis que experi-menta la economía, tanto en el plano mundial como en elámbito mexicano.

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1Ideología, teoría y críticaen el pensamiento social

Introducción

urante las décadas de los ochenta y noventa del siglopasado, las teorías y métodos de investigación y deanálisis sobre los fenómenos del trabajo fueron influi-D

dos por las vertientes dominantes del pensamiento europeo ylas teorías elaboradas en Estados Unidos. Por ello, la alterna-tiva que aquí se plantea es proceder a un rescate positivo delas vertientes latinoamericanistas del pensamiento social y dela sociología del trabajo, sin desvirtuar o menospreciar a lasexistentes. Por el contrario, se trata de reconstruir una visióncrítica y dinámica de la situación actual del mundo del trabajo,inmerso en las condiciones y contradicciones del capitalismodependiente.

Crisis teórica y sociología del trabajo

La expansión de la crisis capitalista desde mediados de losaños sesenta; la desestructuración de las dictaduras militares

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y la emergencia de democracias electorales restringidas ygobernables; la crisis nicaragüense; la caída del Muro de Berlíny el derrumbe del socialismo liderado por la URSS a finales de ladécada de los ochenta del siglo XX, son factores que influyeronen una redefinición de los contenidos, teorías y métodos de in-vestigación de las ciencias sociales en general y de la sociolo-gía del trabajo en particular. Si bien es cierto que éstas sonexpuestas a un proceso de revisión epistemológica constantepara compaginar sus conceptos y categorías con las �nuevasnecesidades� de interpretación y análisis crítico y científico denuestros tiempos, de ninguna manera esa revisión presuponereducir el conocimiento a la simple descripción de los fenó-menos sociales. Por el contrario, si entendemos con Friedmann(1978: 28) por sociología del trabajo �el estudio, en sus di-versos aspectos, de todas las colectividades humanas que seconstituyen con motivo del trabajo�, lo que hoy se denomina�mundo del trabajo� o �sociedad del trabajo�, en tanto �colec-tividades humanas�, el método analítico tiene que ser funda-mentalmente dinámico y dialéctico con el fin de establecer lasconexiones entre la forma y la esencia para captar las trans-formaciones fundamentales por las que va atravesando.

De alguna manera esto ha ocurrido con la sociología deltrabajo en su vertiente funcionalista y sociologizante que, apartir de una visión de sujetos sociales y configuracionesinstitucionales que se constituyen a partir del individuo aisla-do y bajo una fuerte concepción subjetiva, hace completa abs-tracción del mundo del trabajo objetivo y sus condicionantesinmersas en la realidad económica y social del capitalismo.

La nueva sociología del trabajo se tiene que estructurardialécticamente en el marco de un proceso global episte-mológico que gire en torno a la dinámica de reproducción delcapital y sus relaciones sociales e institucionales, vale decir,el Estado, los partidos políticos, las reformas sociales, etc.,

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que de manera directa o indirecta influyen en el mundo deltrabajo y en la relación contradictoria de éste con el Estado yel capital.

Los cambios derivados de la reestructuración productiva ydel trabajo en el curso de la década de los ochenta �automa-tización flexible, sindicalismo de empresa, desreglamentacióny flexibilidad laboral, salarios de productividad, economíasde variedad, etc.� confirieron nuevas características a la so-ciología del trabajo al afectar en intensidad y magnitud la es-tructura y las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera,así como las de los sectores populares que reproducen su exis-tencia en cualquiera de los sectores (formal o informal) de laeconomía capitalista. En vez de restringirse, el trabajo asala-riado (que cambió de forma, pero no de contenido) se ensan-chó y hoy afecta a más núcleos poblacionales que en el pasado,1en virtud de la universalización de la ley del valor-trabajo. Comoafirma Martínez (1999: 57):

Por lo que se refiere al significado de la mundialización de laasalarización, cabe destacar que implica que todas las formas devida, todos los aspectos de la reproducción de la fuerza de trabajo,tendrán que adaptarse y redefinirse con base en la mercantilizaciónprivada y colectiva. La introducción de la esfera del valor de cam-bio en dicha reproducción de la fuerza trabajo supone la reestruc-turación de los modos no capitalistas, tales como el intra/inter/doméstico, la autoproducción/autoconsumo, etc., y la supedita-ción a la rentabilidad de aspectos hasta ahora más o menos sal-vaguardados de ella (educación, sanidad,...). Ello, a su vez, tiene

1 En 1999 la PEA mundial sumaba 2 mil 362 millones de personas; deésta, la PEA femenina estaba constituida por 964 millones 700 mil mujeres,según el Banco Mundial (Informe sobre el desarrollo mundial 2001, toma-do de Balderas, 2004).

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implicaciones en la expansión de la asalarización de las mujeres ylos niños, y esa creciente oferta de fuerza de trabajo dependientede un ingreso monetario se enfrenta a una estructura de la de-manda de fuerza de trabajo ya mundializada por las necesidadesdel capital.

Además, este fenómeno se ha acompañado de aumentosimportantes en las tasas de desempleo, de subempleo y depobreza.

Esta investigación se centra en el análisis de las diversasinterpretaciones que se han elaborado sobre este fenómeno enparticular; es decir, cómo han sido apreciados estos cambiosy qué papel se les atribuye en la constitución estructural deltrabajo en el mundo contemporáneo.

La sociología del trabajo admite diversidad temática y delíneas de investigación en aspectos como el económico, so-cial y político. También incluye corrientes y enfoques teóri-cos: el marxismo, el funcionalismo, el estructuralismo y elneoestructuralismo, con sus respectivas combinaciones (paraun análisis de las corrientes sociológicas, ver Flecha, Gómezy Puigvert, 2001).

De manera simultánea, estas corrientes se cruzan con cua-tro enfoques de los fenómenos del trabajo: a) historiográfico,b) descriptivo (o monográfico), c) sindical y d) proceso detrabajo, perspectiva esta última en la cual me adscribo y quedespegó desde mediados de la década de los setenta en Amé-rica Latina y en México, aunque no en todos los casos con unenfoque determinista, como afirman Iranzo (1993) y Castro yLeite (1993), sino dialéctica, encontrando mediaciones y ar-ticulaciones que la alejan definitivamente del economicismoy del determinismo sociológico.

El problema que nos ocupa es complejo debido a que lasociología latinoamericana del trabajo es una disciplina rela-

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tivamente reciente que se desarrolló en América Latina du-rante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX,2 a di-ferencia de las ciencias sociales que ya cuentan con unaconsolidada trayectoria, por lo menos desde la Segunda Gue-rra Mundial (Sonntag, 1989).

Se han elaborado balances de sociología del trabajo, perodesafortunadamente hasta ahora son escasos quienes se pre-ocupan por su génesis global y quienes destacan todos y cadauno de los momentos de constitución de la disciplina, así comoa los autores que en ella participan. Por el contrario, el análisisse ha sesgado a ciertas corrientes y autores que no siempreson los más representativos, pero mantienen relaciones buro-cráticas y financieras con instituciones oficiales y privadasque difunden sus trabajos.

En contrapartida, brillan por su ausencia estudios que dencuenta del �estado de arte� de esa disciplina en México y enAmérica Latina de manera integral; es decir, cubriendo todaslas corrientes, autores, enfoques, perspectivas políticas,metodologías y teorías, por más divergentes que sean. Cierta-mente, hay algunos estudios al respecto, pero son insuficien-tes y parciales como para considerarlos un punto de partida ode rigurosa referencia. Pero sobre todo se ignoran o excluyenlos estudios críticos emanados de investigadores provenien-tes del medio obrero y sindical que sostienen puntos de vistacontrarios a los de sus dirigencias.

2 Análisis generales de la sociología del trabajo se encuentran en lasponencias presentadas en el Primer Congreso Latinoamericano de Socio-logía del Trabajo, Ciudad de México, Antigua Escuela de Medicina, 22-25 de noviembre de 1993: Humphrey, La Rosa; para Perú, Sulmont; paraArgentina, Neffa; para Venezuela, Iranzo, y para Brasil, Castro y Leite.Para los orígenes de la disciplina, ver Friedmann y Naville, 1978.

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En este marco destaca el trabajo coordinado por De la Gar-za (2000) que incluye autores identificados con la línea conven-cional de la CEPAL o de la Organización Internacional del Trabajo(OIT). Por tanto, el enfoque ideológico que priva en todos estosautores y trabajos está encuadrado, en lo general, en las direc-trices institucionales de esa disciplina, aunque otros autores fran-camente se desenvuelven en el redil neoliberal.

Algunas perspectivas teóricas se enmarcan en el eurocen-trismo y utilizan métodos descriptivos, pero incluyen muy pocode los ingredientes nacionales o latinoamericanos que se pre-dican en la introducción de la obra citada. Incluso, en algunoscasos, se pondera el enfoque de la sociología de la empresa yde las organizaciones más que la del trabajo. De esta forma, lasociología latinoamericana del trabajo queda reducida a unasimple disciplina de estudio que aborda problemas comunescomo empleo, crecimiento económico, distribución del ingresoo �democracia�, por citar algunos. Es decir, antiguos proble-mas levantados desde las décadas de los sesenta y setenta porel funcionalismo y la teoría neoclásica del desarrollo y la mo-dernización. No se plantea una perspectiva trascendente quetransforme el mundo del trabajo y la sociedad en un sentido desuperación cualitativa de las relaciones de explotación y de do-minación, cuestión que requiere negar las formas actuales deintegración que impone el sistema. Por el contrario, siguiendolos lineamientos de las corrientes dominantes, se busca la in-tegración funcional al sistema capitalista como mecanismopara �deificar� el trabajo y �desenajenarlo�.

El balance de sociología del trabajo en México, de Carri-llo (1991: 107-113),3 expresa esa parcialidad explícita en be-neficio de autores y corrientes de la sociología, cuando omite

3 Ver también el ensayo de Juan José Castillo (2000: 39-64).

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perspectivas teóricas y autores que no se encuadran dentro desu concepción. Es así como, mientras destaca, por su �pro-ductividad� y �capacidad� de articulación, a investigadores yredes de la desaparecida maestría de sociología del trabajo dela UAM-I; a la OIT, a la CTM, al Colegio de la Frontera Norte ya la Fundación alemana en México Friedrich Ebert, ignora losdesarrollos de la escuela mexicana y latinoamericana de ladependencia; a corrientes marxistas y de la regulación, conenfoques como los de Gutiérrez (1985, 1989, 1990 y 1988 ycon Sotelo, 1998a), Valenzuela (1990 y 1991), con sus traba-jos sobre el patrón de acumulación y sus efectos en los sala-rios, la tasa de explotación y el empleo; Guillén (1984), querealiza importantes análisis sobre la explotación, los salariosy el empleo, e incluso de autores pioneros de la sociología deltrabajo como Casanova (1980), con su clásico libro: Sociolo-gía de la explotación.

En América Latina, ocurre lo mismo con escuelas contem-poráneas de sociología (crítica) del trabajo de la UNICAMP, enel estado de São Paulo, Brasil, con autores como Antunes (1999y 2001); Alves (2000); Gounet (1999); Mattoso (1995);Jinkings (1995); Márquez (1997), de la PUC-SP; Martins (1999y 2003), de la UFF-RJ; Teixera (1996) y su equipo de la Uni-versidad de Ceará, en Fortaleza; Dal Rosso (1996 y 2000) dela Universidad de Brasilia, que es de los pocos especialistasen estudios de tiempo de trabajo; de investigaciones y estu-dios del Departamento Intersindical de Estadísticas del Tra-bajo y Estudios Socioeconómicos (DIESSE) y los desarrollosde sociología del trabajo ligados a la revista Herramienta y ala editorial Antídoto en Argentina (López y Menéndez, 2001),quienes han desplegado una intensa labor de difusión en ladisciplina en los últimos años.

Cabe mencionar también los trabajos en Chile del profe-sor Orlando Caputo y de su equipo ligado a la Universidad

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Arcis y al Centro de Estudios sobre Transnacionalización,Economía y Sociedad (CETES), entre otros. Todos estos tra-bajos y autores deben ser considerados en cualquier inter-pretación, balance y reconstrucción de la sociología deltrabajo.

En la conclusión de su trabajo, Carrillo es elocuente. Des-pués de pasar revista a la �sociología del trabajo� en México,dice que: �Ante esta situación cambiante y heterogénea, lasociología del trabajo en México se ha visto reforzada y reju-venecida (¿?) al tratar de explicar y comprender �en el senti-do weberiano� la nueva realidad mexicana y latinoamericana�(1991: 112).

La omisión, deliberada o no, de autores, temáticas y co-rrientes no institucionales, es un reflejo de debilidad para lasociología del trabajo. Afortunadamente esta disciplina yaincluye una larga lista de autores y corrientes formados en lastres últimas décadas en nuestro continente.

Rearticular el pensamiento crítico latinoamericano y lasociología del trabajo en aquellos puntos de continuidad, másque de ruptura, supone a mi modo de ver una recuperación desu capacidad crítica ante las teorías anglosajona y eurocéntricasdel trabajo, así como ante los nuevos paradigmas �neofor-dismo, onhismo-toyotismo, automatización flexible, kalmara-nismo, reingeniería� impuestos por el capitalismo centralhegemónico y las empresas transnacionales, en el contexto dela mundialización del capital, y que no siempre explican larealidad estructural de nuestros países.

No se pueden obviar las condiciones en que estos procesosde mundialización se están desarrollando en todo el mundo: laextensión que está asumiendo la superexplotación del trabajocomo eje de la moderna precarización del mundo del trabajo yde la exclusión social, el aumento de la jornada de trabajo y suintensificación, acompañadas o no de aplicación de tecnología

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a los procesos productivos. Todos estos fenómenos induda-blemente influyen en la sociología del trabajo.

No es suficiente describir los fenómenos particulares a quehace referencia la sociología del trabajo como el empleo, lastrayectorias laborales, los �sujetos sociales�, los sistemas deadministración del trabajo, etc.; es necesario profundizar enel análisis de los fenómenos del ámbito del trabajo con el finde interconectar su esencia con las múltiples formas queadopta. En otras palabras, proceder a la destrucción del mun-do de la �pseudo concreción�, como plantea certeramenteKosik (1967).

Considerando que en escala global el mundo del trabajoatraviesa hoy por una profunda crisis de reestructuración ex-presada en el complejo fenómeno de fragmentación, flexibili-zación y reconfiguración dentro de los nuevos paradigmas deltrabajo, se hace urgente recuperar el análisis objetivo y subje-tivo de la condición obrera y, en general, del mundo del traba-jo, con el objeto de entender los múltiples cambios a que éstese encuentra sometido en tanto objeto de reestructuración delEstado y el capital (ver capítulo 6).

Como certeramente plantea Alves (2000: 15):

La principal debilidad del abordaje sociológico tradicional es laincapacidad de aprehender las determinaciones histórico-ontológicas de la nueva crisis del mundo del trabajo, como deri-vada del propio desarrollo de la lógica del capital a escala mundial.Muchas veces, los análisis sociológicos se mantuvieron mera-mente en el nivel descriptivo, sin ninguna pretensión de insertar-las en una reflexión que contemplase la totalidad concreta. Lamera acumulación de percepciones empíricas no condujo a laclara comprensión de los rumbos del proceso histórico �másamplio�, de la reestructuración productiva y su vinculación conlas determinaciones de la sociabilidad capitalista, como la lucha

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de clases, y de la lógica del capital, como proceso en contradic-ción. La epistemología de cariz neopositivista impidió la percep-ción de los nexos contradictorios de la producción (yreproducción) del capital, principalmente en sus impactos sobrela subjetividad de la clase.

Los estudios del trabajo se circunscribieron a enfoquespositivistas cuyos resultados, las más de las veces, dejaronmucho que desear. A lo sumo se describía el objeto de inves-tigación (el mundo del trabajo), pero se dejaban fuera sus de-terminantes estructurales, entre las que figura el ciclo delcapital, la lucha de clases y los efectos de la intervencióndel Estado en los procesos de trabajo y laborales. El trabajoquedaba comprendido como un mero �hecho social� y éste, asu vez, en tanto fenómeno social, reducido a simple �cosa� enla mejor tradición durkheimiana. De aquí la propensión de losinvestigadores a ajustarse fielmente a las tres reglas del méto-do sociológico postuladas por el sociólogo francés: a) des-echar sistemáticamente todas las �prenociones�, b) evitar eldominio de las ideas vulgares para dirigir la atención hacia los�hechos�, y c) reducir a cero las sensaciones e impresionesdel investigador de carácter subjetivas (criterio de objetividaddel conocimiento).

Es evidente que mediante estas reglas del método socioló-gico se filtraba la noción de una presunta objetividad del co-nocimiento; es decir, la disociación entre el objeto y el sujeto,aplicada al mundo del trabajo. Con este subterfugio pasabainadvertida la concepción acrítica del supuesto carácter �neu-tral� del objeto de estudio; es decir, el mundo del trabajo quepodía ser estudiado, analizado, cuantificado y revalorizado sininfiltraciones de los prejuicios y la ideología del investigador.

Por el contrario, como plantea Naville (1978: 38), el � he-cho social�, su identificación en sí,

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no se explica científicamente porque algunos de sus aspectoshayan sido considerados objetivamente, con el necesario rigorcientífico. El estudio del trabajo constituye una prueba ejem-plar: la observación minuciosa de los gestos de un trabajadormanual, por ejemplo, no dice nada sobre la remuneración obte-nida por la ejecución de esos gestos. El estudio de esa remunera-ción exige recurrir a otros métodos. El funcionamiento internode una fábrica no reproduce el de una economía nacional. Ungrupo de trabajo no tiene nunca funciones puramente formales.

En otras palabras, un �hecho social� �creador� de insti-tuciones no significa nada en sí mismo si no es contextua-lizado-integrado dentro de determinaciones estructurales ysuperestructurales de la sociedad (sociedad concreta).

La epistemología de las reglas del método sociológico repo-sa en un individualismo filosófico propio de las concepcionespositivistas y organicistas del siglo XIX, que nublan el terrenode �lo social� cuando se impide verlo en su totalidad, como�unidad de múltiples determinaciones�, como plantea Kosik.

Lenin puso el dedo en la llaga cuando planteó la postura delmarxismo frente al idealismo en relación con �lo social�:

El análisis de las relaciones sociales materiales permitió inme-diatamente observar la repetición y la regularidad, y sintetizarlos sistemas de los diversos países en un solo concepto funda-mental de formación social. Esta síntesis fue la única que permi-tió pasar de la descripción de los fenómenos sociales (y de suvaloración desde el punto de vista del ideal) a su análisis riguro-samente científico, que subraya, por ejemplo, qué es lo que dife-rencia a un país capitalista del otro y estudia qué es lo comúnpara todos ellos (Lenin, 1974: 15-16).

Partiendo de esta premisa, para compensar el esfuerzo queimplica la investigación de la forma social de los fenómenos

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del trabajo, es necesario descender a la esencia del fenómeno,porque, como plantea Marx,

en la ciencia no hay calzadas reales, y quien aspire a remontarsus luminosas cumbres, tiene que estar dispuesto a escalar lamontaña por senderos escabrosos (Marx, 1984: Prólogo y NotaFinal a la edición francesa de El capital: XXV).

Lisa y llanamente, esto quiere decir que para poder conocerverdaderamente la esencia de los fenómenos, interconectadacon sus manifestaciones, es preciso escalar todas las pesadum-bres que implica el proceso de conocimiento y ser capaces dedistinguir la investigación de la exposición.

En efecto, en el Posfacio a la segunda edición alemana deEl capital: XXIII, Marx escribe que

el método de exposición debe distinguirse formalmente del mé-todo de investigación. La investigación ha de tender a asimilaseen detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formasde desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Sólo después decoronada esta labor, puede el investigador proceder a exponeradecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consiguereflejar idealmente en la exposición la vida de la materia, cabesiempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar anteuna construcción a priori.Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto delmétodo de Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis deél. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que él convierteincluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es eldemiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que tomacuerpo. Para mí, lo ideal no es, por el contrario, más que lo ma-terial producido y traspuesto a la cabeza del hombre.

Esta diferencia de método es elemental para delimitar dosmomentos del conocimiento científico de las ciencias sociales:

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el que implica la selección del objeto de estudio y, por ende, suinvestigación (método concreto-inductivo) y el que expone yredacta críticamente sus resultados de manera coherente y sis-temática (método abstracto-deductivo); si no se tiene claridaden el primero difícilmente se puede abordar el segundo.

En contraposición al positivismo, el mundo del trabajo, encuanto �objeto de estudio�, no puede ser visto �objetivamen-te�; es decir, fuera de la conciencia del sujeto. Necesariamen-te el colectivo de investigadores filtra su ideología de clase�percepciones, prejuicios, juicios y concepciones del mun-do, de la vida y de la historia� tanto en su selección y trata-miento (proceso de investigación) como en la exposiciónideológica y científica de los resultados en la forma de ensayo,documento o libro.

Para algunas concepciones, por ejemplo, para la de las �tra-yectorias laborales�, una �trayectoria laboral�4 construye elmapa de la rotación laboral a lo largo de la vida de un trabaja-dor, ocultando que dicha rotación obedece en esencia a losconstantes despidos de trabajadores que realizan los empresa-rios en un contexto de existencia de estructuras de desempleoy subempleo, entre cuyas funciones destaca la de presionar alos trabajadores en activo a competir contra los que se en-cuentran fuera de los mercados �formales� de trabajo. Otros,como los empresarios y los investigadores a ellos ligados, plan-tearán que la introducción en las legislaciones laborales del�contrato temporal� servirá para paliar y combatir al desem-pleo, ocultando que uno de los efectos de la introducción de

4 La teoría de las �trayectorias laborales� se atribuye a autores comoSorensen, Mayer y Carrol, entre otros (ver Pries, 2000: 522-523), que des-de los años ochenta plantearon la investigación de trayectorias de trabajo yde vida como consecuencia de la ubicación de distintas ocupaciones, lasque pueden partir de cuatro �instituciones�: el mercado, la profesión, laorganización o el clan.

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dichos contratos ha sido justamente el de incrementar laprecarización del trabajo, disminuir los salarios y los dere-chos de los trabajadores y aumentar el espacio de la �econo-mía informal� y el desempleo, debido a la facilidad con que secontrata y despide a la fuerza de trabajo.

Por ello, es necesario incorporar una perspectiva global queesté en condiciones de replantear la crítica de la recomposicióny destrucción del mundo del trabajo por el capitalismo, así comoempeñar y comprometer, tanto a las teorías como a los estudio-sos del trabajo (sociólogos y cientistas sociales) en la investi-gación profunda para avanzar en la construcción de un nuevosistema económico social no capitalista, donde una �sociedaddel trabajo� sea realidad y fructifique sin explotación y sin do-minación. Esto es lo que hay que destacar y no sólo empeñarseen adecuar el conocimiento social para hacerlo funcional y ren-table al Estado y a los intereses del capital.

Conclusión

La crisis de los paradigmas en las ciencias sociales, en parti-cular la sociología del trabajo, no se resuelve a través de lasuperposición de las teorías dominantes en las líneas de in-vestigación y en los métodos de trabajo. Por el contrario, par-tiendo de una evaluación crítica de los desarrollos teóricosprecedentes, es necesario rearticular sus conceptos, catego-rías e hipótesis para verificarlos en el estudio empírico de larealidad concreta del mundo del trabajo en nuestros países ysociedades. Solamente así es posible conocer las característi-cas peculiares que la restructuración y reorganización del tra-bajo asumen en las condiciones que le confiere la dependenciay el subdesarrollo a través de la imposición de paradigmas ymétodos de trabajo por parte de las empresas transnacionales,principales difusoras de la globalización.

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2El metabolismo social del trabajo

y el capital en el patrónde acumulación neoliberal

Introducción

ste capítulo relaciona la teoría del sistema del metabolis-mo social con el concepto de patrón de acumulaciónde capital, dentro de la perspectiva de la sociología la-E

tinoamericana del trabajo. De esta forma, en el plano del méto-do, se construye un procedimiento que permite estudiar lascaracterísticas y determinaciones histórico-estructurales delmundo del trabajo, a partir de una visión integral que posibilitaubicarlo dentro del par dialéctico Estado-capital.

Cuestiones de método

¿Cómo estudiar el mundo del trabajo?Esta interrogante remite a estrictas cuestiones de método

olvidadas en nuestros días por las modas intelectuales domi-

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nantes impuestas por las nuevas formas de eurocentrismo ynorteamericanismo que dominan a las ciencias sociales.

En efecto, cuando se estudia el mundo del trabajo con fre-cuencia se ve a éste como un ente autónomo, como si existieraen sí mismo y no constituyera parte de un todo articulado,complejo, heterogéneo, diverso y contradictorio. En otras pa-labras, como si no formara parte de una realidad concreta queexiste como totalidad y no como parcialidad y vaciedadsubliminal. De esta forma, omite la advertencia de Friedmann(1978: 21) cuando dice que �un estudio verdaderamente totalde los fenómenos del trabajo implica necesariamente el de losfenómenos del no trabajo; unos y otros oponen relaciones decausalidad recíproca: campo considerable que las cienciassociales apenas comienzan a abordar�.

Cuando se adopta aquella perspectiva, se incurre en unaserie de errores teórico-conceptuales que nublan la visión glo-bal del investigador y le impiden adoptar una actitud crítica yanalítica, no sólo descriptiva de los fenómenos estudiados. Escomo asomarse a un �pozo sin fondo� y querer encontrar allílos antecedentes, datos e información pertinentes del procesode investigación. Lógicamente la vaciedad fenoménica no pue-de contextualizar el objeto de estudio; lo opaca y describe demanera parcial, sobrepuesta y distorsionada.

El estudio fenoménico del mundo del trabajo, como decualquier otro fenómeno histórico-social, es �como dijeraMarx� un genuino resultado de la totalidad histórica que locontextualiza y sobredetermina: el esfuerzo teórico por en-contrar las relaciones internas entre la forma y la esencia que,al revés de lo que plantea el positivismo, son elementosinterrelacionados, aunque no coincidentes, que justifican elquehacer de la ciencia a través del método abstracto-deducti-vo y sus concatenaciones con el empírico-inductivo. Esto quie-re decir, por ejemplo, que si se estudia la dinámica salarial o

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el empleo, dichas categorías son a la vez sobredeterminadaspor otros fenómenos tales como la tasa de acumulación, lasinversiones productivas, el desempleo, la competencia y ladinámica de la economía mundial formados por múltiples de-terminaciones que constituyen una realidad histórico-socialintegral. Cuando se ignora esta realidad se cae en una especiede �claroscuro�; es decir, en la pseudoconcreción que, de acuer-do con Kosik (1967: 27), es

el conjunto de fenómenos que llenan el ambiente cotidiano yla atmósfera común de la vida humana, que con su regulari-dad, inmediatez y evidencia penetra en la conciencia de losindividuos agentes asumiendo un aspecto independiente ynatural.

Cuando el trabajo asalariado se despliega en la cotidianidad,donde los hombres adquieren �conciencia�, y lo exponen comoun �sistema autónomo�, llámese segmentación, �trayectoriaslaborales�, segregación, fordismo, taylorismo o reingeniería, di-sociado completamente de la totalidad histórico-social queconstituye la antitesis de la pseudoconcreción, entonces serequiere replantear el problema en términos de concatenaciónporque �la destrucción de la pseudoconcreción es el procesode creación de la realidad concreta y la visión de la realidaden su concreción� (Kosik, 1967:37).

En las ciencias sociales este recurso metódico de concate-nación implica por lo menos tres premisas:

a) Presentar el objeto de estudio (el mundo del trabajo, elsubdesarrollo y el atraso o la dinámica del sistema fi-nanciero, etc.) en íntima conexión con las estructurassocioeconómicas del capitalismo: metabolismo social delcapital, tasas de crecimiento, comportamiento de los

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patrones de acumulación, explotación de la fuerza detrabajo, plusvalía, ganancia, dinámica salarial, merca-dos de trabajo, calificación, tecnología, ciencia, innova-ciones tecnológicas, etcétera.

b) En segundo lugar, con esa visión global y dialéctica elobjeto de estudio está metodológicamente en condicio-nes de ser �aislado� y �autonomizado�, por decirlo así,para poderlo estudiar, analizar, caracterizar y conceptua-lizar, lo que significa que cada fenómeno puede sercomprendido como parte del todo1 porque:

Un fenómeno social es un hecho histórico en tanto y porcuanto se le examina como elemento de un determinado con-junto y cumple por tanto un doble cometido que lo conviertaefectivamente en hecho histórico: de un lado, definirse a símismo, y, de otro lado, definir al conjunto; ser simultánea-mente productor y producto; ser determinante y, a la vez,determinado; ser revelador y, a un tiempo, descifrarse a símismo; adquirir su propio auténtico significado y conferirsentido a algo distinto. Esta interdependencia y mediaciónde la parte y del todo significa al mismo tiempo que los he-chos aislados son abstracciones, elementos artificiosamenteseparados del conjunto, que únicamente mediante su aco-plamiento al conjunto correspondiente adquieren veracidady concreción. Del mismo modo, el conjunto donde no sondiferenciados y determinados sus elementos es un conjuntoabstracto y vacío (Kosik, 1967: 61).

c) En tercer lugar, la concatenación referida del objeto deestudio (el mundo del trabajo), implica situar a éste enel lugar que en la sociedad capitalista contemporánea lecorresponde dentro de un conjunto articulado: Esta-

1 Para este tema ver Marini (1983: 7-22).

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do, capital y trabajo (asalariado y no asalariado). Olvi-dar esta premisa conduce inevitablemente a aprecia-ciones y concepciones unilaterales y precipitadas queerigen teorías e hipótesis parciales y, por tanto, mistifi-cadas de la realidad; como (en parte) algunas expresio-nes de la escuela de la regulación �las que reducen elproceso de trabajo a los mecanismos de la �relaciónsalarial� o sustituyen incorrectamente el concepto modode producción por el de �modo de regulación�, etc.�de las trayectorias laborales y tecnológicas, las teoríasde la segmentación o de la �dualidad� estructural de losmercados de trabajo.

Estos tres puntos nos remiten a una premisa esencial: lade que no es posible concebir y ubicar al mundo del trabajo�fuerza de trabajo, relaciones sociales y procesos producti-vos, mercados laborales de compra y venta de fuerza de traba-jo, interrelación con la tecnología y demás� en un planounidimensional y sin contradicciones, porque como certera-mente plantea Mészáros,

El sistema capitalista está articulado en una enmarañada junglade contradicciones que apenas pueden controlarse con éxito porun tiempo, pero nunca superarse definitivamente. En todas en-contraremos, en sus raíces, el irreconciliable antagonismo entrecapital y trabajo, que asume siempre necesariamente la forma desubordinación estructural/jerárquica del trabajo al capital, pormás elaborados y mistificadores que sean los intentos de enmas-carar esta subordinación estructural (Mészáros, 2003: 15).

Prescindir de la concepción del sistema como un tripié com-puesto por la interrelación dialéctica Estado-capital-trabajotiene como consecuencia más seria conceptualizar unilate-

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ralmente y sin argumentos sólidos la �desaparición� del traba-jo y de su centralidad en el capitalismo contemporáneo.

El sistema de metabolismo social del capital comoeje del análisis teórico del mundo del trabajo

Para construir mi método de estudio del mundo del trabajo,en tanto objeto global que existe dentro de una realidad histó-rico-social global, parto de la teoría marxista del investigadorhúngaro István Mészáros (2001), que concibe al capitalismocontemporáneo como un sistema de metabolismo social com-puesto por mediaciones de primer y segundo órdenes.

De acuerdo con Mészáros (2001: 158-161), las �mediacio-nes de primer orden� son las siguientes:

a) La regulación de la reproductividad biológica de acuer-do con la población y los recursos disponibles.

b) La regulación del proceso de trabajo entre el hombre yla naturaleza que garantice la reproducción tanto de lahumanidad como de los instrumentos de trabajo, lasempresas y el conocimiento del proceso global de re-producción de la sociedad.

c) El establecimiento de relaciones de intercambio vincu-lantes de las necesidades de los seres humanos paraoptimizar los recursos naturales, culturales y produc-tivos.

d) La organización, control y coordinación de las múltiplesactividades que resguarden y aseguren los elementosmateriales y culturales de la reproducción del metabo-lismo social de las comunidades humanas, mismas quehistóricamente se van haciendo más complejas.

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e) La asignación racional de los recursos humanos y ma-teriales para combatir la escasez utilizando racional-mente los medios y las vías de reproducción en lasociedad.

f) La promulgación y administración de reglas y regula-ciones de la sociedad articuladas con las anteriores me-diaciones señaladas en los incisos precedentes.

Por su parte, las �mediaciones de segundo orden� (Mészá-ros, 2001: 124 y ss) son las siguientes:

a) La prevalencia de la familia nuclear que hoy el capitalis-mo tiende a desintegrar, sobre todo con la incorporaciónmasiva de la mujer y los hijos a los mercados de trabajo.

b) Los medios de producción alienados y sus personifica-ciones.

c) El dinero mistificado, desde el cacao de los antiguosmexicanos hasta la época del moderno sistema finan-ciero especulativo internacional.

d) El sometimiento del consumo y de las necesidades dela producción y acumulación fetichizadas.

e) El total divorcio del trabajo asalariado y enajenado res-pecto al control de los medios de producción.

f) La existencia de variedades de Estados nacionales.g) El incontrolable y caótico mercado mundial.

Las mediaciones de primer orden son constituyentes delmodo de control metabólico social, en tanto que las mediacio-nes de segundo orden son idénticas a la constitución del siste-ma del capital en tanto tal (Mészáros, 2001: 125).

En relación con las mediaciones de primer orden del meta-bolismo social del capital, Mészáros hace la siguiente aclara-ción distintiva respecto a las mediaciones de segundo orden:

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�ninguno de estos imperativos mediadores primarios exige eny por sí mismo el establecimiento de jerarquías estructuralesde dominación y subordinación como el marco necesario dela reproducción metabólica social� (Mészáros, 2001: 159),distinción fundamental para entender dos movimientos quese producen dentro de la dinámica y lógica capitalistas. Enprimer lugar, el hecho de que las formas esenciales de media-ción de primer orden se ven alteradas y subsumidas (diríamosexactamente que se produce la subsunción real, para utilizarel lenguaje conceptual de Marx) a la lógica y dominio de lasmediaciones de segundo orden, que corresponden a lareproductividad esencial del capitalismo en su conjunto, encuanto a garantizar la producción de valor, de plusvalía y ga-nancias del capital.

De esta forma,

a través de las mediaciones de segundo orden del capital cada unade las formas primarias se ve alterada más allá de cualquier reco-nocimiento, a fin de satisfacer las necesidades autoexpansionistasde un sistema de control metabólico social fetichista y alienante,que debe subordinar absolutamente todo al imperativo de la acu-mulación de capital (Mészáros, 2001: 159).

En segundo lugar, las mediaciones de segundo orden re-quieren como premisa de un orden jerárquico de dominacióny subordinación real a la lógica del capital, porque en la prác-tica éste ejerce el poder mediante una red intervinculada demediaciones de segundo orden (Mészáros, 2001: 144). Ade-más, una observación fundamental que debemos destacar, deacuerdo con Antunes (1999: 22), es que el núcleo del sistemadel metabolismo social del capital está constituido por el tripiéEstado-capital-trabajo, de tal manera que no es posible �libe-rar� a alguno de estos componentes interrelacionados por sepa-

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rado sin que el capital global se siga reproduciendo, como ocu-rrió en la Unión Soviética durante la época del estalinismo.

Apoyado en Mészáros, Antunes asegura que debido a queel sistema no tiene límites para su expansión (lo que es exactorespecto a la naturaleza mundializante del capital) es que setorna en un sistema ontológicamente incontrolable (Antunes,1999: 23; Mészáros, 2001: 47), y yo agregaría implanificable,contra los postulados de la escuela neoclásica del �equilibriode mercado�, como sostienen autores como Alfred Marshallo Samuel Huntington, por citar algunos, y que en realidadnunca se ha visto por ningún lado.

Cabe aclarar que, para los motivos de esta investigación,considero que el trabajo no se puede deificar, desenajenar,liberar, en cualesquiera de los paradigmas existentes creadospor el capital en los últimos años (tales como el neofordismo, eltaylorismo restructurado, el kalmaranismo, la reingeniería,el toyotismo, etc., o cualquiera otra combinación),2 si no essuperado-destruido el tripié en su conjunto por la acciónliberadora de las fuerzas obreras y de las demás clases socia-les, subsumidas realmente bajo los sistemas de dominación yexplotación del capital, dentro de su estructura de mando je-rárquica que ensambla el sistema de control metabólico so-cial del sistema capitalista en tanto sistema universal.

Por último, Mészáros (2001: 153-155) descubre que lastendencias positivas del capital (dominio de la economía,homogeneización de las formas e instituciones del intercam-bio social, expansión ininterrumpida de la acumulación decapital, institución de la �igualdad formal� y de la �desigual-dad sustantiva�, etc.) efectivamente aseguraron durante lasfases ascendentes la dominación y reproductividad de las

2 Para un análisis crítico de estos paradigmas ver Sotelo, 2003.

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mediaciones de segundo orden identificadas más atrás. Sinembargo, debido a la lógica contradictoria, destructiva y enespiral que observó el capitalismo, durante el curso del sigloXX, en particular en sus dos últimas décadas, se produjo unainversión de todas esas tendencias

que en su momento promovían la expansión dinámica del siste-ma de control metabólico social ahora globalmente dominante[lo que] tiene graves implicaciones para la viabilidad futura delas mediaciones de segundo orden del capital, (Mészáros,2001:156).

Dentro de la crisis estructural del capitalismo, uno de suscomponentes articulados con el proceso de producción de va-lor y plusvalor �es decir, el proceso de trabajo y su organiza-ción, como constitutivos fundamentales del sistema delmetabolismo social del capital� ha sido objeto de una pro-funda restructuración que comenzó desde mediados de la dé-cada de los ochenta del siglo pasado bajo el impacto de laspolíticas neoliberales del gran capital, consagradas a restable-cer los mermados niveles de productividad social del trabajo, afrenar y/o destruir el activismo sindical combativo (clasista),fragmentar el mundo del trabajo, flexibilizarlo y precarizarlo.Desde entonces:

Los intentos de modificación de la organización del trabajo quese han multiplicado a partir de mediados de los años sesenta seconcretan en el desarrollo del control automático de la produc-ción y en la perspectiva de la transformación de las relaciones deproducción capitalistas [�] Se trata de superar la crisis de re-producción de la relación salarial que se hereda del fordismo,transformando el proceso de trabajo merced a la flexibilizaciónque permite la automación. En la actualidad todavía no ha surgi-do ninguna nueva forma dominante en el proceso de trabajo [�](Aglietta, 1979: 105).

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Desde entonces, la restructuración del trabajo y el capitalestuvo encaminada al sagrado objetivo de elevar la tasa deganancia y la rentabilidad del capital. Para ello, echó manode la superexplotación del trabajo y de reformas del Estado, en-tre las que sobresale la laboral, reforma regresiva y consagratoriade los sacrosantos principios de la economía de mercado, estoes, del derecho del capital y de sus personificaciones en losempresarios de contratar y despedir libremente a los trabaja-dores (ver Sotelo, 2000: 69-103; 2003a), introduciendo paraello la figura del contrato temporal y reduciendo o anulandola antigüedad laboral.

A partir de la ubicación de las mediaciones de segundo or-den y sus implicaciones en la base de la reproductividad delcapital, así como de la identificación del sistema del capitalglobal contemporáneo como un tripié entrelazado y dialéctico(Estado-capital-trabajo), desciendo ahora un escalón más en miproceder metodológico para ubicar el mundo del trabajo en tér-minos históricos, en particular en México y América Latina. Setrata del concepto patrón de acumulación de capital utilizadopor los autores marxistas como mediación histórica, concreta yde periodización de épocas del desarrollo del capitalismo paracomprender variables socioeconómicas, parámetros y paradig-mas, sobre todo en países caracterizados por pertenecer a laperiferia del sistema del capitalismo avanzado en calidad dedependientes, atrasados y subdesarrollados.

Los patrones de reproducción del capital estudiados porotros autores (cf. Marini, s/f; Valenzuela, 1990; Sotelo, 1993;Balderas, 1996; Ouriques, 1995; Olave, 2003; y Martins, 2003)se pueden articular con el concepto de metabolismo social delcapital, porque ellos revelan la manera concreta en que lasdeterminaciones de segundo orden �como la familia, lapropiedad de los medios de producción, los ciclos de capi-tal, la dialéctica de los mercados interno-externo estudiados

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por la teoría de la dependencia, la superexplotación del tra-bajo, la disociación estructural de los aparatos productivos delconsumo de los trabajadores y, en general, de las masas, elintercambio desigual y las transferencias sistemáticas de ga-nancias entre los centros y las periferias� constituyen históri-camente la relación dialéctica Estado-capital-trabajo.

En síntesis, el método utilizado aquí plantea de principio afin estudiar el mundo del trabajo, su contexto socioeconómico,sus determinaciones estructurales, sus entornos paradigmáticosy sus consecuencias en los distintos patrones de acumulaciónde capital de manera global; es decir, utilizando el concepto demetabolismo social del capital, que sustituye las visiones par-ciales y mistificantes por una concepción integral de la actualdinámica del modo capitalista de producción y de sus respec-tivas formaciones mundiales, regionales y nacionales, consti-tuyentes del mundo del trabajo indisolublemente articuladoal capital y al Estado.

Conclusión

El mundo del trabajo está inmerso en las condiciones y deter-minaciones que le confieren la intervención del Estado y lasestrategias del capital. Por ello, no puede ser liberado, reificadoo reintegrado en su unidad física-intelectual, sin que al mismotiempo se supere y trascienda el orden capitalista global, asícomo el Estado que le sirve de sustento.

Paralelamente, la dinámica, estructura y organización delmundo del trabajo, le atribuyen cierta autonomía en tanto ob-jeto de estudio. Ésta permite, por un lado, comprender la ma-nera en que reacciona a la dinámica y contradicciones de lareestructuración del capital; por otro lado, cómo constituye supropia estructura en las condiciones de una organización

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EL METABOLISMO SOCIAL DEL TRABAJO Y EL CAPITAL

social del trabajo que opera en el ámbito de sociedades y eco-nomías dependientes. De esta manera, en el patrón capitalista�tipo A� el mundo del trabajo debió constituirse en íntima co-rrelación con el proceso de sustitución de importacionesque operó en América Latina en el periodo posterior a la Se-gunda Guerra Mundial, mientras que, en el patrón de acumu-lación dependiente neoliberal (�tipo B�) la restructuración yfragmentación de la organización del trabajo resultó de la con-junción de la crisis internacional capitalista con el agotamien-to y crisis del proyecto industrializador en el curso de la décadade los ochenta del siglo pasado.

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3El patrón de acumulación de capital

y la organización del trabajo:de la industrialización sustitutiva

al neoliberalismo

Introducción

En este capítulo analizo el desarrollo y la crisis del pa-trón de acumulación de capital posbélico y la reinserciónque experimenta la economía mexicana en el mercado

internacional. Ello es necesario para evaluar la forma en que elmundo del trabajo fue constituido al influjo del proceso desustitución de importaciones que privó en América Latina yen México después de la Segunda Guerra Mundial. Asimis-mo, plantea la crisis del patrón neoliberal en su actual etapaterminal para, en el siguiente capítulo, constatar sus conse-cuencias en el mundo del trabajo.

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América Latina en el conciertode la crisis internacional

América Latina está conformada por un mosaico heterogéneode naciones, países y Estados delimitados por territorios, po-blaciones, clases sociales, culturas, agrupaciones sociales ypersonas. Por ello, de ninguna manera la región latinoameri-cana puede ser diluida en nociones abstractas como �fin de lahistoria�, �globalización�, �aldea global�, o cualquier otra de-nominación a-histórica, so riesgo de perder esa rica estruc-turación histórica y cultural de nuestras formaciones socialesdentro de la actual división internacional del trabajo y el capi-tal en escala planetaria.

En este libro sustento que América Latina, al mismo tiempoque heterogénea en varias dimensiones (económica, social,cultural, étnica y política), también conserva característicascomunes que la protegen y preservan de auténticas fuerzasdisgregadoras y balcanizantes que la dinámica y la crisis delcapitalismo mundial acarrean, a saber: anexión económica,integración comandada por las empresas transnacionales delos países imperialistas, debilitamiento de la soberanía de lospueblos y del Estado-nación, �acuerdos comerciales� tipo TLC,OMC y ALCA, etcétera.

Estas características, diversidad y manutención de rasgoscomunes, son las que permiten elaborar hipótesis que conduz-can a indagar y profundizar sobre las tendencias generales enque está inmersa la región en el contexto del capitalismo glo-bal. Como dijera Agustín Cueva (1995: 381) en relación conAmérica Latina:

A nuestro entender no se trata sólo de una comunidad cultural yuna comunidad histórica �que las hay y cuentan mucho� sino

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

igualmente de una ubicación estructural común que determinaun �similar� estilo de subdesarrollo y de problemas básicos porresolver.

Así como en el pasado fue posible determinar la existenciade una economía primario-exportadora, sucedida por un pro-ceso de industrialización en la segunda mitad del siglo XX,hoy (independientemente de diferencias destacadas en el pla-no geográfico o cultural, por ejemplo, entre Brasil y México oentre Centroamérica y el Caribe) se vislumbra cómo la regiónen su conjunto �con la sola excepción de Cuba� entró dellenó a gravitar en torno a un patrón de acumulación depen-diente neoliberal tanto en Suramérica como en Centroamérica,en la región del Caribe como en la Andina y, por supuesto, enMéxico. Por otra parte, como rasgo también común se distin-gue que ese patrón que atravesó distintas fases en dos décadasde vigencia entró en crisis estructural y afecta al conjunto delos países de la región, al grado de someterlos a tendenciascontradictorias de integración y fragmentación, de especiali-zación de sus aparatos productivos y a la desindustrializaciónque afectan gravemente a los procesos productivos, de traba-jo y a los mercados laborales de la región (ver capítulo 4).Así, por ejemplo, México y El Salvador comparten el �privi-legio� de exportar fuerza de trabajo barata como segunda yprimera fuente de divisas, respectivamente, a pesar de las di-ferencias entre ambos países. De manera tardía, Brasil ha en-trado en un proceso de desindustrialización visible en eldesmantelamiento de su industria electrónica y de nuevas tec-nologías, para ser cada vez más dependiente de las importa-ciones del mercado mundial y de la exportación de productosprimarios.

La profunda crisis de la economía mundial, derivada de in-suficiencias estructurales en los mecanismos de producción

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de valor y de plusvalía que afectan la rentabilidad del sistemacapitalista, se proyecta negativamente en América Latina, in-dependientemente de las características de sus economías, bajoel influjo de políticas neoliberales restrictivas que desmoro-naron la industrialización provocando crisis estructuralessistémicas a lo largo de las décadas de los ochenta y noventadel siglo XX.

El correlato de lo anterior ha sido un marcado incrementode la deuda externa y un deterioro escandaloso de las condicio-nes de vida y de trabajo de las poblaciones latinoamericanas.

Una de las razones de este fenómeno obedece a lo que al-gunos autores han denominado �financiarización� de la eco-nomía mundial que, en palabras de Claudio Lara, significa

no sólo la tendencia de las grandes empresas (o grupos económi-cos) a colocar cada vez más recursos en activos financieros enlugar de invertir en el sector productivo, sino además el que losingresos al nivel de la reproducción global del capital (o macro-económico) que provienen de las distintas formas de colocacióndel capital-dinero, constituyen exacciones sobre el valor creadoen el circuito productivo. El proceso de financiarización ha ve-nido avanzando en medio de un crecimiento espectacular de lastransacciones financieras, posibilitado por la liberalización ydesregulación progresiva del sistema financiero local y mun-dial, así como por la imposición de un régimen de finanzas demercado, o finanzas desintermediadas y �globalizadas� (Lara,2002: 56).

Por su parte, derivándola de la sobreproducción de capital,Jorge Beinstein (30 de abril de 2003) plantea que:

La financiarización norteamericana y global estaba inscrita en lacrisis de sobreproducción no resuelta desde comienzos de los

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años setenta; dicha financiarización significó no sólo el desqui-cio económico (sobreequipamiento industrial, consumismo des-enfrenado con ahorros personales iguales a cero, endeudamientogeneralizado, delirio bursátil), sino también la degradación so-cial e institucional, que desató al demonio del autoritarismo gue-rrero. Este último se presenta ahora como la tabla de salvacióndel Imperio, pero su dinámica lleva a la economía norteamerica-na a un callejón sin salida, no aporta reactivación (como ocurríaen la remota época del keynesianismo militar) sino más rece-sión. La hiperproductividad de la industria de guerra significaque más gastos en armamento no implican más empleo sino sen-cillamente más déficit fiscal que pesa depresivamente sobre unEstado abrumado por las deudas. La decadencia constituye unfenómeno irresistible.

El extendido fenómeno de financiarización de la econo-mía mundial en función de los intereses de los centros indus-trializados y de las empresas transnacionales, en particularnorteamericanas, ha provocado una fuerte contracción de lossistemas productivos, y aun contra el comercio internacional,como observa John Gray (2000: 83) cuando dice que

lo más significativo sea que las transacciones en los mercadosde cambio internacionales han llegado actualmente a la apa-bullante suma de alrededor de 1.2 billones de dólares diarios: elnivel del comercio mundial multiplicado por más de cincuenta.Alrededor de 95% de esas transacciones son de naturaleza especu-lativa y muchas usan nuevos y complejos instrumentos financie-ros derivados y basados en mercados de futuros y operacionesde opción.

Además �como ocurre en el Chile actual, pero tambiénen otros países de América Latina� la financiarización tardeo temprano se traduce en factor de presión sobre el crecimien-

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to de la deuda externa y, a la par, trae consigo la consolidaciónde la flexibilidad de los salarios y del empleo (Lara, 2002: 68)que quedan, de esta forma, subordinados a las necesidades devalorización del capital especulativo.

Este fenómeno especulativo encontró en Marx un concep-to en el capital ficticio que conduce, tarde o temprano, al es-tancamiento productivo y a la crisis del sistema, como haocurrido con la impredecible explosión de las �burbujas fi-nancieras� desde la crisis financiera y estructural mexicanade 1994-1995 (�efecto tequila�) que afectó a las economíasde Argentina y Uruguay. Esto provocó la caída de las bolsasde valores de Filipinas, Hong Kong, Tailandia, Malasia,Taiwán, Singapur, Corea del Sur y de Japón, pasando por lassucesivas �crisis de la mundialización� como la asiática de1997-1999 (que afectó a Corea del Sur, Filipinas, Indonesia,Malasia y Tailandia), la rusa de 1998-1999, de Brasil en 1998,Estados Unidos (2001-2003) y Argentina (2001-2003).

De alguna manera estas crisis corresponden a la extensióndel fenómeno de financiarización del capital ficticio, comoobserva un autor:

�en las últimas décadas hemos asistido a una brutal expansióndel capital ficticio y de los movimientos especulativos que leson propios. Como a la vez se viene dando un notorio proceso de�desregulación financiera�, la volatilidad de estos capitales setransmite en forma amplificada al resto de la economía. Este factorjuega ahora como un factor de desestabilización adicional y quedebería profundizar tanto el largo como la hondura de la crisis(Valenzuela, 2003: 23).

El arribo de la economía capitalista mundial a esta fase depredominio del capital especulativo ha producido fenómenosde distorsión que amenazan no sólo la existencia de la huma-

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nidad, sino la del propio sistema. Como plantea otro autorcuando coteja la magnitud del problema,

Diariamente, el sistema financiero globalizado mueve más de2 200 000 000 000 de dólares (esta cifra diaria es ocho vecesmayor que el PBI anual de la Argentina y casi 25% del PBI anualde Estados Unidos). Es decir, la economía �simbólica� o virtualequivale anualmente a un flujo permanente, que jamás se detie-ne, de 400 billones de dólares. Sin embargo, si sumamos los pro-ductos brutos internos (PBI) anuales de todos los países delmundo más la economía negra (incluyendo el crimen organizado,narcotráfico y la venta de armas que, al fin y al cabo, aunque nonos guste, son parte de la �economía real�), vemos que apenasalcanzan los 40 billones de dólares. Una cifra 10 veces menor.Refiriéndose a este gigantesco flujo diario de capitales y dinerovirtual, Peter Drucker, gurú del management, en su obra Lasociedad poscapitalista dice que sólo 5% de este monto se co-rresponde con la �economía real� del trabajo y la producción,mientras que 95% restante se refiere a la �economía simbólica�de la especulación y el parasitismo (Rey Alamillo, 19 de diciembrede 2003).

En términos generales, esta etapa ha tenido graves reper-cusiones para los países dependientes de la periferia capitalis-ta, como las siguientes:

a) Cambios cuantitativos en los procesos de producción yacumulación de capital que han provocado desplomesen las tasas de crecimiento económico durante las dosdécadas en que ha estado vigente el neoliberalismo enAmérica Latina.

b) Cambios cualitativos en la naturaleza de la produccióny acumulación de capital, reflejados en una conversiónde las economías latinoamericanas, industriales y en

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expansión basadas en la demanda interna de tiposuntuaria, en economías especializadas en la produc-ción para la exportación, donde la �demanda externa�se coloca como el principal motor de la acumulaciónde capital.

c) Desmantelamiento de la industrialización que florecióen el periodo de posguerra hasta finales de la décadade los setenta del siglo XX y el retorno a la dependenciade la producción de productos primarios, agroindustria-les y del mar dentro de la actual división internacionaldel trabajo.

d) Inversión del ciclo económico manifiesto en el procesomediante el cual las fases de crecimiento económico deAmérica Latina se están reduciendo peligrosamente yaumentando las de crisis y recesión. Ello supone que sise considera, por ejemplo, un periodo de un año, entrelos puntos más altos de la tasa de crecimiento, se ob-serva que cada vez se requieren varios trimestres másentre ambos para recuperar el nivel inmediato anterior.Fenómeno estructural que tiende a agravar las condi-ciones mínimas de recuperación de los países latinoa-mericanos y que Rollinat capta correctamente cuandoafirma que �con la inversión del ciclo y la incapacidadde desarrollar segmentos de producción competitivosa escala mundial, surgen con brutalidad las crisis fi-nancieras� (Rollinat, 2003: 7).

Evidentemente la crisis ha afectado al mundo del trabajoen primer lugar, desestructurándolo y, en segundo lugar, frag-mentándolo para flexibilizar los mercados de trabajo yadecuarlos eficazmente a las características funcionales delpatrón de acumulación capitalista neoliberal.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

La crisis del patrón �tipo A�y la reinserción de América Latinaen la economía capitalista mundial

El neoliberalismo es una reacción virulenta contra el inter-vencionismo estatal que impulsó el desarrollo capitalista dela posguerra en la segunda parte del siglo XX. Para un neoliberal,cualquier etapa que anteceda al neoliberalismo (1982-2003)es esencialmente perversa y deben atribuirse a sus distintasmodalidades de intervención todas las dificultades del �mo-delo�, desde los problemas de inflación pasando por los debalanza de pagos hasta el desempleo y la pobreza.

Esta forma de pensar se comprueba, por ejemplo, cuandovoceros de la burguesía mexicana integrantes del Centro deEstudios Económicos del Sector Privado (CEESP), en un estu-dio titulado �Para retomar el crecimiento� (La Jornada, 28 dejulio de 2003), defendieron el �modelo neoliberal� y sostu-vieron que por décadas México y América Latina aplicaron�políticas populistas basadas en una ampliación del gasto, sinfuentes de financiamiento, lo que provocó pobreza y pérdidade empleos y de ingresos�.

Obsérvese que los autores de este estudio no se percatande las causas de la falta de financiamiento ni de por qué, se-gún ellos, se provocó pobreza, caída de ingresos y desempleo.Es decir, eluden la explicación de los problemas de produc-ción de valor y plusvalía, de realización de mercancías, de lacaída de las ganancias y del agotamiento y crisis del patrón deacumulación que generó la crisis estructural y financiera de1982 (Sotelo, 1993). Mientras que el capital nacional y ex-tranjero salió bien librado y recompensado durante los go-biernos neoliberales de Miguel de La Madrid y de Salinas de

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Gortari, los trabajadores y el pueblo cargaron con los costosde la crisis y de la �década perdida�.

Además, lejos de sugerir que para superar tal situación esnecesario, por ejemplo, �cambiar el modelo�, por el contrarioplantean que:

Una de las opciones fue aplicar reformas estructurales, las cua-les no son sinónimo de crecimiento económico alto y sostenido,si no se hacen en forma ordenada y hasta sus últimas consecuen-cias. Por ello, una de las tareas para elevar el crecimiento escompletar, corregir y complementar las reformas estructuralesllevadas a cabo desde hace una década [...] aparte de las refor-mas se necesitan políticas públicas activas para crecer, tales comola seguridad jurídica, el estado de derecho, el combate a la infor-malidad, la piratería y el contrabando, así como el avance en ladesregulación y la eliminación de la burocracia excesiva [...] Enel caso concreto de México [�] hay que reconocer que se hicie-ron reformas estructurales incompletas y que falta ampliar lacompetencia. La ausencia de reformas de �segunda generación�está atrasando el despegue de la economía mexicana [�] Méxi-co obtuvo un crecimiento importante del empleo gracias a la li-beralización comercial; ahora el aumento del desempleo y delsector informal evidencia que faltan tareas por hacer [...] el cre-cimiento de las exportaciones se ha reducido, no sólo por la re-cesión mundial; hemos dejado de exportar incluso con lostratados de libre comercio firmados. La falta de reformas y depolíticas coordinadas inhibe la inversión y generación de empleosnuevos, independientemente de la pérdida de competitividad [�]negar las bondades y beneficios del mismo (del modelo neoliberal,AS) es algo equivalente a intentar tapar el sol con un dedo.

Con este recetario lastimoso, quienes tapan el sol con undedo son precisamente ellos, el capital y los personeros delEstado neoliberal, que de manera completamente perversa

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diagnostican que la crisis del pasado obedece a las �políticaspopulistas�. Las dificultades y crisis sistémicas, propias delpatrón de acumulación capitalista neoliberal vigente hace másde 20 años, se explican por la �falta de reformas estructura-les�, ocultando que dichas reformas se han llevado a cabo demanera sistemática en cumplimiento cabal de los lineamientosdel Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, perohan sido completamente ineficaces para ya no digamos man-tener el �modelo� en situación de estabilidad, sino para gene-rar periodos de crecimiento y de desarrollo sostenido (vercuadros 1 y 2).

Como se puede apreciar, el organismo empresarial respon-sabiliza de la crisis y de los problemas de la economía mexi-cana al carácter �incompleto� de las reformas y a la ausenciade �reformas de segunda generación�, lo que significa laprivatización de la industria petrolera y de los energéticos,incluyendo la electricidad; la reforma fiscal, que generaliza ygrava con impuestos a alimentos y medicinas, y la puesta enmarcha de la reforma laboral de corte neoliberal y regresiva.

Lo mismo se desprende de un estudio de la Oficina deResponsabilidad Gubernamental (GAO) del Congreso de Es-tados Unidos (La Jornada, 27 de julio de 2003), cuando plan-tea que, ante la grave crisis que experimenta la industriamaquiladora de exportación en México1 �que solamente entreoctubre de 2000 y octubre de 2002 perdió alrededor de 290mil empleos y redujo su producción casi 30%�, es necesariollevar a cabo reformas (neoliberales) �para restaurar laatractividad del país como sitio para negocios e inversión�.Sólo de esta forma �concluye el estudio� se podrá revertirel impacto negativo del comercio transfronterizo y en el em-

1 Ver más adelante el capítulo 6.

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pleo relacionado con el comercio estadounidense de la fronte-ra común.

Lógicamente, son fenómenos ausentes del mencionado diag-nóstico los efectos negativos del Tratado de Libre Comercio deAmérica del Norte, las políticas arancelarias completamentefavorables a las empresas extranjeras de la maquila que revier-ten sus ganancias a sus filiales en Estados Unidos y a otrospaíses del capitalismo central, y el declive de la competitividadde la industria mexicana. Otros factores como la creciente com-petencia de los productores de China, de Centroamérica y delCaribe son mencionados como �negativos� para la dinámicaempresarial de maquilas estadounidenses en México.

Por otra parte, autores como Bazdresch y Levy (1992: 290)plantean que no se deben adoptar políticas populistas porqueéstas atentan contra los �agentes�; es decir, los empresarios,ante la escasez de los incentivos y la restricción de los recur-sos, además de que dichas políticas obran contra las ganan-cias y el �bienestar�. En sus palabras:

Desde un punto de vista estrictamente técnico, el argumentocontra las políticas populistas es sencillo y claro: esas políticasno pueden sostenerse porque olvidan la reacción de los agentesante la estructura de los incentivos, así como las restriccionesbásicas de los recursos. Además, cuando se agotan los benefi-cios económicos a corto plazo que pueden generar tales políti-cas en potencia, la inevitable corrección subsecuente tienecostos económicos que minan las ganancias económicas ini-ciales; en términos del valor presente las políticas populistasreducen el bienestar.

Los autores encuentran sencillez en su �argumentación�antipopulista porque se limitan a señalar que las políticasemanadas del populismo molestan a los empresarios a quie-

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nes supuestamente perjudican, ocultando que si se puede iden-tificar un periodo histórico de esplendor expansionista del ca-pitalismo en América Latina y, por supuesto, en México, esprecisamente el de las políticas económicas expansionistasaplicadas por los gobiernos populistas durante la segunda partedel siglo XX, hasta antes del surgimiento y consolidación delneoliberalismo en el curso de la década de los ochenta.

Para colmo de los neoliberales, en la fase más intensa delpatrón de acumulación de capital anterior �durante el �desa-rrollo estabilizador� que opera entre 1954-1970 (para este temaver Ortiz, 1998, y Sotelo, 1993), caracterizado por baja infla-ción y por una notable estabilidad en el tipo nominal de cam-bio�, tanto el producto interno bruto como el producto porhabitante y los salarios reales experimentaron incrementosespectaculares que no volverían a repetirse en las siguientesdécadas neoliberales (ver cuadro 1). Por supuesto que esto nofue bien visto por la burguesía y las fracciones de las clasesmedias favorecidas por las �políticas nacionalistas�. Ideólogoscomo Bazdresch y Levy (1992: 263) los caracterizaron como�sucesos simultáneos� que no habían ocurrido en el pasado, nivolverían a ocurrir.

El mismo comportamiento tuvo la distribución del ingresoque, por lo menos, fue un poco más favorable a las clasespopulares durante ese periodo (Levy y Bazdresch, op. cit., p.269, nota 21), que en los sucesivos gobiernos neoliberales:desde Miguel de la Madrid hasta Vicente Fox.

Para Dornbush y Edwards (1992:17),

el �populismo económico� es un enfoque de la economía quedestaca el crecimiento y la redistribución del ingreso y menos-precia los riesgos de la inflación y el financiamiento deficitario,las restricciones externas y la reacción de los agentes económi-cos [¿?] ante las políticas agresivas ajenas al mercado.

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Preocupados por las variables macroeconómicas del siste-ma, a estos autores les sorprenden las políticas redistributivasdel ingreso y el crecimiento económico que fueron favoreci-dos por el desarrollismo latinoamericano y mexicano durantelas décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX. La crisisde los años setenta y el agotamiento del patrón de industriali-zación por sustitución de importaciones para el mercado in-terno generaron las condiciones para que incubara el patrónneoliberal a finales de la década de los setenta y en el curso dela siguiente. Sin embargo, esos autores ligados al Banco Mun-dial no se sorprenden de que una vez puestas en marcha laspolíticas neoliberales, no solamente se hayan corregido losdesequilibrios estructurales de la economía, sino que han sidoexacerbados al máximo, al grado de que, como se aprecia másadelante en el apartado que analiza el patrón de acumulaciónde capital �tipo B�, las tasas históricas de crecimiento prome-dio exhiben tendencias a la baja y el sistema, en casos comoel de Argentina, presenta fuertes contracciones y estancamiento(ver cuadro 1).

Esta realidad del neoliberalismo fue reconocida por laCEPAL �organismo que no oculta su inclinación por las polí-ticas de mercado� cuando sus economistas declararon la dé-cada de los ochenta como �década perdida� para el desarrollo,luego de que en ese periodo la tasa promedio de crecimientoeconómico fue de tan solo 0.9% (Sotelo, 1999, cuadro 2, p.64). Ese mismo organismo ha reconocido recientemente(CEPAL, 2003a: 17) que una coyuntura económica desfavo-rable de finales de la década de los noventa del siglo XX ylos primeros dos años de la primera década del siglo XXIconstituye ya �media década perdida�, periodo en que el pro-ducto interno bruto creció, en promedio, sólo 1.2% durantecinco años (1998-2002). Recientemente en otro documento,la CEPAL (abril de 2003: 7) proyecta el crecimiento del PIB

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para 2003 en América Latina en 1.5%, y el producto porhabitante, en 0.0%; es decir, 2% por debajo del que se pre-sentó en 1996 (CEPAL, 2003a; cuadros A-2 y A-3). Por lotanto, hablamos de una economía latinoamericana sin creci-miento capitalista y, lo que es más grave, sin creación depuestos de trabajo.

Vemos que la recesión y la intensificación de la crisis seconfirman en el análisis por países cuando se constata quesolamente Costa Rica y Argentina proyectan crecimiento deentre 4.5% y 5.5% en 2003, mientras que, en el polo opuesto,figuran drásticas caídas en Venezuela (-13%), Uruguay (-2.5%)�que ya cumple cinco años en recesión y crisis� y Repúbli-ca Dominicana (-0.1%). Magros crecimientos entre 1.5% y2%, se proyectan en Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador,Guatemala, Haití, México, Nicaragua, Panamá y Paraguay.Tasas de crecimiento de entre 2.5% y 3.5% incluyen a Colom-bia, Chile, Perú, Honduras y al subconjunto del Caribe (CEPAL,2003a, cuadro A-2: 32).

Frente a esta situación de recesión y de crisis estructural,no pretendo hacer una defensa del populismo y de las políti-cas desarrollista y neodesarrollista pro capitalistas que prece-dieron al esquema neoliberal, enmarcadas en el patrón deacumulación de capital por sustitución de importaciones parael mercado interno (para un análisis del populismo, ver Ianni,1975 y Laclau, 1978).

Desde el punto de vista del �desarrollo social� (distribucióndel ingreso, política salarial, bienestar social, etc.) hubo cier-tos avances identificados con el Estado social o del bienestar,que correspondió a dicho patrón, y a las luchas políticas ysociales del periodo. Sin embargo, debo señalar que el puntocomún de esas políticas con las del neoliberalismo es que am-bas profundizan y extienden el capitalismo, cuestiones que,por otra parte, posibilitaron su globalización en el curso de la

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década de los ochenta. En cambio, lo que varía es la estrategiapara conseguir lo anterior: mientras que para el primer patrónde acumulación sus clases sociales y el Estado luchan contralas viejas estructuraras oligárquicas y terratenientes con el finde imponer una industrialización que favorece el ascenso de lasfracciones de la burguesía industrial (dependiente), el patrónneoliberal pugna por imponer una alianza de clases bajo la con-ducción de la fracción de la burguesía moderna neoliberal an-clada en el ciclo del capital internacional.

En términos estrictamente capitalistas, la dinámica de acu-mulación y de sus variables en el periodo de posguerra enMéxico revela los siguientes resultados.

De acuerdo con Valenzuela (1986: 32-34), tanto el pro-ducto como la inversión en el periodo 1939-1978 crecieronen promedio anual a una tasa de 6% y 8.9%, respectivamen-te. Considerando un periodo amplio de casi 30 años (1949-1978),

los datos indican: a) un crecimiento muy dinámico de la inver-sión, lo cual pudiera ser indicador de una muy favorable rentabili-dad; b) aumento en la intensidad capitalista (mayor coeficiente decapital) de los procesos productivos; c) las cadencias de la inver-sión fluctúan más ampliamente que el producto; d) probable exis-tencia de un ciclo largo en el curso del desarrollo mexicano.

Respecto a la teoría del ciclo largo, el autor aclara que losestudios sobre el comportamiento cíclico de la economía mexi-cana eran escasos en esa época debido probablemente a que elproceso de desarrollo de la posguerra fue relativamente esta-ble, ya que �entre 1939 y 1981 no se observa ninguna caídaabsoluta�. Pero no ocurre así respecto a la inversión bruta fija,cuyo análisis a largo plazo permite hablar de un �comporta-miento cíclico stricto sensu�.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

Desde el punto de vista del patrón de acumulación, lo queme interesa destacar es la conclusión del autor (1986: 34) enel sentido de que

no es arriesgado pensar que la mayor proclividad cíclica del últimoperiodo se debe a problemas de carácter estructural. En este senti-do, se puede pronosticar que �en ausencia de cambios estructu-rales� la economía mexicana ha entrado en la viciosa dinámicacíclica del stop and go. Es decir, los ciclos serán más recurrentes,con una fase de auge menos largo y menos alta, y con una faserecesiva más larga y más profunda. La consecuencia obvia es unareducción de los ritmos de crecimiento o, si se quiere, la tendenciaa un estancamiento relativo, todo ello no siendo otra cosa que lamanifestación del agotamiento del patrón de acumulación tradicio-nal. (Esta tesis es desarrollada en otros escritos del autor, porejemplo, en Valenzuela, 1999.)

El agotamiento del patrón de acumulación tradicional y elingreso del nuevo patrón fundado en la dependencia y el neoli-beralismo es lo que he caracterizado como inversión del cicloeconómico; es decir, el hecho de que debido a la implementa-ción de reformas neoliberales las fases de ascenso, crecimien-to y prosperidad han reducido su amplitud espacio-temporalal lado de un peligroso aumento de la durabilidad espacio-temporal de las fases de recesión y de crisis estructural. Elplanteamiento es el siguiente:

Estos hechos están en la base de un fenómeno aún más complejointensificado en los últimos años a causa de la aplicación de laspolíticas de ajuste neoliberal, que consiste en una inversión delos ciclos económicos que reduce cada vez más las fases de re-cuperación y prosperidad (auge), mientras que las de recesión ycrisis (como la actual) resultan más largas y pronunciadas. Estefenómeno se presentó prácticamente en todo el mundo durantela década de los noventa del siglo XX (Sotelo, 2003: 43).

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El mundo del trabajo en el patrónde acumulación capitalista �tipo A�

La organización capitalista del proceso de trabajo en el patrónde acumulación �tipo A�, que floreció en América Latina y enMéxico durante la segunda mitad del siglo XX, tuvo como ejeel proceso de industrialización y la expansión de las ramasproductivas a él ligadas. Industrias como la automotriz, side-rúrgica, textil, de producción de bienes de consumo duraderocomo línea blanca y enseres domésticos tuvieron crecimien-tos espectaculares auspiciados por la gran intervención delEstado en la ejecución de sus políticas económicas de sustitu-ción de importaciones, cien por ciento favorables al gran ca-pital nacional y extranjero. Es la época de consolidación delcapitalismo monopólico, con incontrastable hegemonía de lasempresas transnacionales y el capital financiero que duranteese periodo conoce procesos expansivos inéditos en la histo-ria precedente latinoamericana.

Aquí se origina el debate acerca del tipo de organizacióndel trabajo y de las relaciones sociales que van a caracterizaral mundo del trabajo, particularmente en los países más gran-des de la región desde el punto de vista de su composiciónorgánica de capital, del desarrollo, extensión y profundizacióndel modo capitalista de producción.

Tenemos por un lado la teoría de la regulación. Ésta en-tiende la crisis general del capitalismo avanzado a partir de ladesestructuración y posterior crisis del �modelo fordista� deproducción y de relaciones salariales, que fue hegemónicodespués de la Segunda Guerra Mundial. Esta es la posiciónteórica y política de autores como Boyer (1989), Lipietz (1986),Coriat (1985) y Aglietta (1979), quienes generalizaron ese�modelo� de la producción en masa como si realmente fuera

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

característico del conjunto de los países del capitalismo avan-zado y que, incluso, autores como Williams y Haslam (1994:3-47), así como Castillo (1994: 49-78), ponen en el tapete dela discusión. Además, y como una importante deficienciade esta teoría de la regulación, no dejaron espacio teórico paracaracterizar y determinar la naturaleza del mundo del trabajoen los países dependientes y subdesarrollados, ya que a éstosse les coloca como reflejo emblemático de lo que ocurre enlos centros en materia de organización del proceso de trabajo.También aquí fructificó el eurocentrismo que puede obser-varse de manera concreta, por ejemplo, en la obra de Lipietz(1986) y su concepción de fordismo periférico, versión euro-centrista y crítica de las vertientes latinoamericanas de la teo-ría estructuralista y de la dependencia. Lipietz, al igual queotros regulacionistas, postula que las �formas de regulación�de los países avanzados fueron �internalizadas� en el capita-lismo subdesarrollado pasando por alto las diferencias histó-rico-sociales entre ambas formaciones capitalistas.

Una manera de plantear el problema que nos ocupa es re-sumiendo en primera instancia los principios del fordismo y,después, interrogándonos acerca de qué es la �norma de pro-ducción y de consumo� en el esquema fordista.

Gounet (1999: 18-19) resume las características del fordismode la siguiente manera: a) producción en masa y racionali-zación de las tareas realizadas por los obreros, b) parcelaciónde las tareas y separación del trabajo de ejecución del de con-cepción, c) introducción de la línea de montaje o cadena sinfin, d) control directo del proceso global de producción a tra-vés de la integración vertical y monopolización de empresasproductoras de piezas y componentes y, e) proceso de automati-zación de las fábricas.

La norma de producción y de consumo supone la produc-ción en masa estandarizada a través de la cadena de montaje

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que asegura la producción en serie. En los manuales fordistasla norma de consumo es la que asegura la realización de laproducción mediante la satisfacción de la demanda, incluyen-do la de los trabajadores. Esta es la tesis típica del fordismo:suponer que el trabajador con un salario relativamente altocoadyuva a la realización de la producción en masa y asegura,así, la acumulación de capital en los países desarrollados, por-que de alguna manera la producción industrial incorpora elconsumo popular y procura abaratar los artículos ligados aeste tipo de consumo (Marini, 1973: 58) para la obtención deplusvalía relativa (ver capítulo 6, segundo apartado).

Resulta indefendible la idea que postula a un �compromi-so histórico capital trabajo� como la causa de que esa normade producción y consumo pudiera desarrollarse. Nada de estoocurrió históricamente en las relaciones de producción y deconsumo de América Latina: ni en Brasil, México o Argenti-na, que son los países más �cercarnos� al �modelo fordista�.Pero tampoco ocurre, ni ocurrió, en el capitalismo avanzadoal decir de autores como Aglietta (1979) o Brenner y Glick(1991), cuando niegan que haya existido un �acuerdo� entreel capital y el trabajo que garantizara el crecimiento salarialy el consumo masivo como postulan, en cambio, Boyer yLipietz en sus obras fundamentales, mediante la fórmula del�compromiso fordista�. Porque, como asegura otro autor(Alves, 1996: 26), el capital �nunca se resignó a aceptar laparticipación del trabajo en las ganancias de productividad,pero sí luchó con uñas y dientes para limitar el crecimientodel salario real�.

El traslado mecánico y eurocéntrico, sin mediaciones his-tóricas, del taylorismo-fordismo con sus categorías y concep-tos al ámbito de América Latina borra las especificidades delas estructuras de producción y organización del trabajo, quedebieron erigir �paradigmas organizativos� diferentes de los

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dominantes en los centros. Simplemente el fordismo fue unmétodo sumamente restringido a algunas ramas y empresas,como la automotriz, que introdujo la industrialización depen-diente debido, entre otras razones, a que la famosa �norma deconsumo� de los regulacionistas y el �pacto clasista� entrecapital y trabajo nunca se dieron ni operaron en la acumula-ción de capital ni en el mundo real del trabajo y el capitallatinoamericanos.

Además, la industrialización se desarrolló con la utilizaciónde métodos intensivos en capital que hicieron aún más limitadoy elitista el proceso, como plantea H. Haber (1992: 238):

México se servía de métodos de producción de capital intensivoporque importaba casi toda su tecnología industrial de Europa yEstados Unidos, países que justamente practicaban esos méto-dos. Era más lógico que los empresarios utilizaran esta tecnolo-gía, aunque de dimensiones inapropiadas para el país, quesometerse al prolongado proceso de experimentaciones que ha-bría sido necesario para desarrollar una tecnología propia [...]la sola existencia de este rezago tecnológico impulsó a la in-dustrialización y permitió que las etapas iniciales del crecimien-to industrial se sucedieran con bastante rapidez [...] erarazonable que la industrialización tendiera a ser de capital in-tensivo, ya que en México escaseaba la mano de obra califica-da y de disciplina industrial. Puesto que la mayor parte de lapoblación vivía en un continuo estado de miseria y subempleo,eran muy pocas las personas que efectivamente sabían operarla nueva maquinaria.

El autor apunta, además, que ante la situación de pobrezay poca calificación de la población, el capital recurrió al usode técnicos capacitados y operadores extranjeros, así como al�aparato coercitivo del Estado para controlar a la clase obreray a la sustitución de trabajo por capital� (Haber, 1992: 239).

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Desde la perspectiva de las formas de producción (modode producción dependiente), el resultado de la utilización dela acumulación intensiva de capital en la industrializaciónconsistió en un reforzamiento de las formas tradicionales deproducción y de las relaciones sociales correspondientes quetrabaron el desarrollo de nuevos métodos y técnicas de pro-ducción dominantes (como el fordismo) y su generalizaciónen el conjunto del aparato productivo y en los sectores econó-micos del país. Ello acentuó la heterogeneidad estructural yprofundizó las estructuras de la dependencia: económica, co-mercial, productiva, tecnológica y financiera.

En la explicación de la naturaleza de las relaciones indus-triales y sociales que se constituyeron en tejidos de las rela-ciones de explotación y acumulación de capital, se esmeraronteorías latinoamericanas como la de la dependencia y la de laarticulación de modos de producción de factura estructuralista.Mientras que la vertiente marxista de la primera sustenta lapreeminencia de la superexplotación del trabajo como el fac-tor básico sobre el que se erigen tanto las relaciones industria-les modernas del capital como las legislaciones laborales desdela década de los treinta, la segunda lo hace a partir de la tesisde la articulación de varios modos de producción y de la orga-nización del trabajo bajo el dominio de un modo de produc-ción hegemónico (capitalista).

A pesar de obvias diferencias conceptuales debidas a suorigen epistemológico, estas teorías permiten analizar y diag-nosticar el mundo del trabajo en América Latina, así como sunaturaleza y configuración actuales en el contexto de mundia-lización del modo capitalista de producción (para este tema,ver Martínez, 1999).

Me concentro en la primera vertiente por considerar quees la que más expectativas explicativas y de ubicación deltema de estudio ofrece en la actualidad.

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¿Por qué razón digo que en la América Latina capitalistano ocurrió el mismo proceso que en los centros, es decir, laexpansión del fordismo?

La respuesta se encuentra en un mecanismo histórico-es-tructural de la dependencia: el hecho de que la mayoría de lapoblación y gran parte de las poblaciones obreras industrialesnunca fueron �factores activos� de demanda efectiva, es decir,no incidieron en sectores y ramos productivos motores de lasindustrias de producción suntuaria, que lideraron el desarrollocapitalista dependiente de la región con la industrializaciónsustitutiva de importaciones en las décadas de los sesenta ysetenta del siglo XX. Esta realidad del mundo del trabajodeslegitima a todos aquellos análisis que igualan la realidadsocial y laboral de los países capitalistas centrales y la de lospaíses dependientes, sin considerar que en ambos la forma-ción de instituciones (tutelares del trabajo, seguros de desem-pleo, contratos colectivos de trabajo, de seguridad social, etc.)es completamente diferente, como diferentes son sus meca-nismos y funciones.

En su polémica con María da Conceição Tavares, Francis-co de Oliveira y Gilberto Mathias, Marini (1979: 37) planteala siguiente tesis que se relaciona con el objeto de estudio encuestión:

Lo esencial [�] es que, en las economías dependientes de ma-yor desarrollo relativo, la búsqueda de sobreganancias y la elas-ticidad de la demanda que corresponde a la esfera alta decirculación orientan hacia el sector III [de consumo suntuario,AS] las inversiones, en particular extranjeras, por las caracterís-ticas propias del sector, en cuanto a la producción de plusvalía, ylas condiciones de distribución creadas por la superexplotacióndel trabajo. Con ello se eleva la composición orgánica de esesector a un ritmo más rápido que en los demás, inclinando a su

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favor el mecanismo de nivelación de la cuota de ganancia. Am-bos factores �el drenaje de plusvalía que resulta de la nivela-ción de ganancias ante un sector de alta composición orgánica yel que deriva de la ganancia extraordinaria (la cual, como vimosantes, se encuentra vinculada directamente a las condiciones demercado)� deprimen la cuota de ganancia en los demás secto-res (a excepción de las ramas del sector I que producen funda-mentalmente para el sector III): en este sentido, y sólo en éste, esque la atrofia de I y II puede atribuirse al desarrollo del sector III.

¿Qué se desprende de la cita anterior en relación con elmetabolismo social del mundo del trabajo?

En primer lugar, se demuestra que en las economías de-pendientes el desarrollo histórico del capitalismo, a diferen-cia de lo que ocurrió en los países desarrollados, se diobásicamente en función de la expansión del sector productory distribuidor de bienes de consumo de lujo y de sus ramas yempresas destinadas a satisfacer la demanda de las clases so-ciales no obreras. En esta dirección se desarrollan tanto el�patrón A� de acumulación de capital (1945-1980), con lademanda interna suntuaria como factor privilegiado de acu-mulación de capital, como el �patrón B� (1982-2003) que,ante la insuficiencia de esa demanda y la inexistencia de unaproveniente de las clases obreras y populares, se desdobla alexterior buscando allí, en el mercado mundial, las condicio-nes de su realización.

En segundo lugar, siendo esos sectores suntuarios domi-nantes (y también los del productor de medios de produccióna ellos ligados), naturalmente el proceso de trabajo y las rela-ciones laborales fueron organizados en su lógica; es decir, enfunción del metabolismo social del capital dependiente paraatender las necesidades de valorización y creación de nuevovalor.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

En tercer lugar, si hubo indicios de fordismo fue justamenteen estos estrechos límites del capitalismo �aquí sí se puedehablar �estrechamente� del �fordismo periférico� al estiloLipietz� y en la lógica expansiva de las grandes compañíasmultinacionales que impusieron su lógica de acumulación ycentralización de capital, además de apropiarse de las ganan-cias privadas del conjunto de las economías capitalistas de-pendientes.

Entonces: ¿de qué tipo de �fordismo� hablo? En esencia,de uno sumamente restringido, funcional y localizado en ra-mas dinámicas que florecieron en la época de la industrializa-ción dependiente, pero que jamás impregnaron ni generalizaronsus mecanismos de producción y explotación, así como susformas organizativas, al conjunto de la economía y la socie-dad. Mejor, en aras de la obtención de ganancias fáciles y deafianzar la acumulación dependiente de capital en el contextode la división internacional del trabajo, recurrieron �y recu-rren en la actualidad� a los mecanismos de superexplotacióndel trabajo: aumento de la jornada de trabajo, incrementosnotables de intensidad y remuneración de la fuerza de trabajopor debajo de su valor (ver capítulo 5).

La crisis del patrón �tipo B� de acumulacióncapitalista neoliberal dependiente

La debilidad estructural de la política macroeconómica delneoliberalismo provocó que la tasa promedio anual de creci-miento del PIB en América Latina durante la década de losnoventa fuera de tan sólo 1.2%. Si se considera completo elperiodo neoliberal (1981-2001), dicha tasa en promedio fuede apenas 2.05% (CEPAL, 2001, cuadro 1: 739), mientras queel producto por habitante fue negativo (0.9%) en los años no-

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venta y creció sólo 0.15% durante todo el periodo neoliberal(CEPAL, 2001, cuadro 2: 741).2

Además, si consideramos que en la actualidad el comercioexterior de América Latina representa menos de 5% del co-mercio mundial (CEPAL, 2001, cuadro 7: 43), entonces tene-mos un panorama de crisis no sólo en el ámbito económicosino, lo que es más grave, en el político y social.

Como vemos, sea por el lado de la esfera de produccióncomo del comercio internacional, el patrón neoliberal es in-comparable, aun desde la perspectiva capitalista, con el pa-trón capitalista que lo presidió.

El cuadro 2 resume y compara dos variables (PIB y PIB porhabitante) en dos patrones de acumulación de capital. El pri-mero (�tipo A�) se extiende de 1970 a 1981 mientras que elsegundo (�tipo B�) cubre el periodo de 1982 a 2002.

Del cuadro anterior se desprende, en primer lugar, que elpatrón dependiente neoliberal de acumulación y valorizaciónde capital es deficitario y proyecta comportamientos macro-económicos cuya tendencia conduce al estancamiento con to-das las consecuencias negativas en variables como gasto social,empleo, salarios, calificación de la fuerza de trabajo, desem-pleo y pobreza.

En segundo lugar, es claro que el PIB por habitante es ex-tremadamente bajo, alcanzando tasas negativas como en elcaso de Argentina.

Por último, se advierte por inferencia que ante la contrac-ción productiva que acarrea el patrón neoliberal se reafirma latendencia a la financiarización de la economía en beneficiodel capital especulativo internacional.

2 Para un análisis pormenorizado ver Sotelo, 2003, especialmente ca-pítulos 3 y 4.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

La inversión del ciclo económico y la persistencia de lacrisis estructural se muestran en el cuadro 3, de manera con-creta, en el caso de México.

Como se desprende de la lectura de ambos cuadros, es po-sible concluir que la inversión del ciclo económico, tal comola definimos más arriba, se ha consolidado como un mecanis-mo estructural del funcionamiento de la economía capitalistaneoliberal. En este fenómeno he insistido reiteradas veces, yahora lo identifica la CEPAL (abril de 2003: 30), en el siguienteplanteamiento:

CUADRO 2América Latina: producto interno bruto y por habitanteen dos patrones de acumulación de capital, 1970-2002

Patrón A* Patrón B**

América Latina PIB 5.9 2.21PIB/H 3.4 0.38

México PIB 6.6 2.49PIB/H 3.6 0.58

Brasil PIB 9.4 2.01PIB/H 6.9 0.43

Argentina PIB 2.5 - 1.8PIB/H 0.9 - 13.1

Fuente: elaboración propia con base en CEPAL, Balance Preliminar de lasEconomías de América Latina y el Caribe, 2002, Santiago de Chile, 2002,cuadros A-1 y A-2 (pp.107 y 108, respectivamente); BID (1995, cuadro B-1 (p. 273 y B-2: 273).*Patrón de acumulación de capital de industrialización productiva para elmercado interno en la década de los setenta.**Patrón de acumulación de capital neoliberal dependiente volcado a laexportación, 1980-2002.

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

CUADRO 3México: inversión del ciclo económico

en el patrón neoliberal, 1982-2002

Periodo Característica PIB promedio

1982-1986 Estancamiento con inflación 1.66%1987-1990 Estabilización/recuperación 2.45%1991-1995 Desaceleración/crisis 1.26%1996-2000 Recuperación 5.54%2001-2002 Crisis estructural 0.8%1982-2002 Promedio del patrón neoliberal 2.34%

Fuente: elaboración propia con base en fuentes diversas.

La fragilidad del proceso de crecimiento económico durante eldecenio anterior se hace evidente al observar la gran volatilidaddel producto regional desde la crisis de México de diciembre de1994. No obstante, la recuperación después de cada ciclo auge-contracción es menos fuerte. Esto no se puede atribuir a factorestécnicos o estadísticos vinculados a la amplitud de los ciclos ydebe analizarse, por tanto, a la luz de un debilitamiento de losfactores productivos mencionados y de la pérdida de crecimien-to potencial. Otra señal preocupante es la inercia mayor a recu-perarse luego de pasar por una fase de actividad mermada: enlos años noventa, dos trimestres separaron el punto más bajo delciclo de la cima del repunte. Esta vez, tres o cuatro trimestresserán necesarios.

No puedo afirmar que lo anterior sea suficiente para erigirdicho fenómeno de inversión del ciclo económico en estatusde ley; pero sí es posible por lo menos asumir su carácter es-tructural en virtud de su comportamiento histórico macroeco-

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

nómico de largo plazo �obsérvese que en 20 años de neoli-beralismo han existido de hecho escasamente cinco años decrecimiento entre 1996-2000 (ver cuadro 3). Es esa su tra-yectoria histórica que, incluso, se corroborra con los datosoficiales que situaron el crecimiento del producto en 1.5% en2003 (contra un crecimiento negativo de - 0.4% que tuvo en2002; ver CEPAL, 2003b).

A pesar de que organismos especializados públicos y pri-vados auguran una cierta recuperación de la economía lati-noamericana para este último año, no se atreven a postularque dicha recuperación sea firme y duradera. Incluso de pre-sentarse, ésta sería inferior a las anteriores �recuperaciones�,mientras que se reconoce explícitamente el carácter global dela crisis capitalista. El planteamiento de la CEPAL (abril de2003: 29) es el siguiente:

La recesión en 2001-2002 y, por ende, la recuperación esperadapara el año 2003 contrasta en naturaleza y profundidad con lasanteriores crisis que afectaron a la región. El deterioro del creci-miento económico en América Latina se inició en el último tri-mestre del año 2000. A partir del tercer trimestre de 2001, el PIBregional empezó a disminuir, situación que duró hasta el segun-do trimestre de 2002 [...] el ciclo de estancamiento y recesión hasido más largo y profundo que en episodios anteriores. Esta ten-dencia regional esconde diferencias cualitativas importantes,según los países [�] Y tiene implicaciones muy diferentes se-gún la dinámica anterior de las economías.Esta última se asociaba muy de cerca a la naturaleza geográficade las dos crisis anteriores. Mientras la crisis de 1994-1996 afectóparticularmente a dos economías (México y Argentina), la crisisde 1998-1999 fue circunscrita a las economías de América delSur. Al contrario, la crisis de 2001-2002 es mucho más generali-zada, lo que se explica por el carácter global que ha tenido. De lamisma manera que la crisis afectó a un conjunto amplio de eco-

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

nomías en la región, se espera que la recuperación sea tambiéngeneral, con algunas excepciones resultantes de factores másextra-económicos. No obstante, esta recuperación dista muchode tener el vigor que tuvieron los repuntes anteriores y esto nosólo por el cuadro complejo que define la coyuntura internacio-nal, sino también por el progresivo agotamiento de la dinámicaeconómica en varios de los países considerados.

En términos generales, considero que, entre otras conse-cuencias negativas, la modificación del ciclo económico cas-tiga la inversión productiva (pública y privada, nacional yextranjera) y presiona aún más el déficit de la balanza de pa-gos, incluso en aquellas situaciones en las que, como en Méxi-co, se ha registrado superávit en la balanza comercial (vercuadro 4).

El correlato de lo anterior ha sido el creciente endeuda-miento externo de la región. Basta con señalar al respecto quesi la deuda externa total de América Latina en la década de lossetenta era de alrededor de 200 mil millones de dólares, y de400 mil millones de dólares en la de los ochenta, en la décadade los noventa dicha deuda se acerca peligrosamente a 800mil millones de dólares, que implican el pago por concepto deintereses de la estratosférica suma de 76 mil millones de dóla-res por año. Nuevamente México, que con Brasil y Argentinaconcentran más de 70% de la deuda externa total de la región,representa un caso paradigmático al acumular una deuda to-tal, pública y privada, externa e interna, reconocida oficial-mente, de más de 410 mil millones de dólares, equivalentes a65% del PIB en el año 2002, como se desglosa en el cuadro 5.

Empeñado en su política monetarista y antiproductivistaque suple con deuda la insuficiencia de los ingresos fiscales,el gobierno neoliberal de Fox ha destinado en lo que va de suadministración más de 181 mil 238.8 millones de pesos al

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

CUADRO 4México: principales indicadores económicos

2000 2001 2002a

Tasas de variación anualProducto interno bruto 6.8 -0.4 1.2Precios al consumidor 9.0 4.4 5.4b

Salario realc 6.1 6.6 1.4d

Dinero (M1) 15.4 20.5 12.6e

Tipo de cambio real efectivof -7.4 -6.0 -1.6g

Relación de precios delIntercambio 5.0 -0.1 1.8

Porcentaje promedio anualTasa de desempleo urbano 2.2 2.5 2.8h

Resultado fiscal del gobiernoCentral / PIB -1.3 -0.7 -0.7Tasa de interés real pasiva -1.7 0.0 -1.7i

Tasa de interés real activa 9.4 8.6 4.3i

Millones de dólaresExportaciones de bienesy servicios 180 167 171 103 172 527Importaciones de bienesy servicios 190 494 184 614 183 854Saldo en cuenta corriente -18 160 -18 002 -15 000Cuenta de capital y financiera 25 269 25 327 19 600Balanza global 7 110 7 325 4 600

Fuente: apéndice estadístico.a Estimaciones preliminaresb Variación entre noviembre de 2001 y noviembre de 2002c Industria manufacturerad Estimación basada en el promedio de enero a septiembree Variación entre octubre de 2001 y octubre de 2002f Una tasa negativa significa una apreciación realg Promedio de enero a octubreh Estimación basada en el promedio de enero a octubrei Promedio de enero a septiembre, anualizadoFuente: CEPAL, 2002: 85.

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

CUADRO 5México: deuda total como porcentaje del PIB

(millones de dólares)

2001/p % del PIB 2002 % del PIB

Deuda externa total 162 626.0 26.9 165 115.2 25.9

Deuda pública externa 80 300.00 13.3 78 818.1 12.4Gobierno federal 44 100.0 7.3 57 879.1 9.1Organismos yempresas públicas 11 900.0 2.0 12 338.3 1.9Banca de desarrollo 24 300.0 4.0 8 600.7 1.3PIDIREGAS 18 117.0 3.0 23 495.8 3.7Deuda externa privada 64 209.0 10.6 62 801.3 9.9Banca comercial 8 481.0 1.4 6 396.5 1.0Empresas 55 728.0 9.2 56 404.8 8.9Deuda interna total 248 009.6 41.1 245 181.0 38.5

Deuda interna consolidada 83 437.2 13.8 87 991.0 13.8

Estados y municipios 10 761.9 1.8 11 025.7 1.7Distrito Federal 3 504.3 0.6 3 712.2 0.6Resto de la República 7 257.6 1.2 75 417.2 11.8Programas de rescate 112 376.3 18.6 107 504.8 16.9IPAB 81.092.0 13.4 78 359.3 12.3Programa apoyoa deudores 6 332.2 1.0 688.5 0.1Programas de restructurasen Udis 4 622.3 1.0 4 053.3 0.6Rescate carretero (FARAC) 11 542.3 1.9 13 692.1 2.1Fideicomisos y fondos 13 409.8 2.2 12 018.7 1.9FIDELIQ 837.7 0.1 2 278.8 0.4Otros 12 572.1 2.1 9 739.9 1.5Fondos de pensiones 41 434.2 6.9 38 659.5 6.1IMSS 30 731.0 5.1 29 161.5 4.6ISSSTE 10 703.2 1.8 9 498.0 1.5Deuda total 410 635.6 68.0 410 296.2 64.4

Fuente: Banxico, SHCP, IPAB.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

pago de los intereses generados exclusivamente por el endeu-damiento público interno, según la Secretaría de Hacienda yCrédito Público (La Jornada, 21 de julio de 2003), con elafán de cumplir cabal y puntualmente con los empresariosinternos. Para hacer más gravoso el panorama de crisis es-tructural del país, se calcula que el gobierno federal pagaráentre 2003 y 2010 alrededor de 861 mil 252 millones de pesospor intereses de la deuda del sector público, que significanmás de la mitad de la deuda del sector público (un billón 629mil 720.6 millones de pesos) registrada hasta el 31 de diciem-bre de 2002 (La Jornada, 14 de junio de 2003).

En síntesis, frente a la crisis y agotamiento de su anteriorpatrón de industrialización, lejos de haber transitado haciaun �nuevo modelo� de acumulación y de relaciones interna-cionales, América Latina parece haberse retrotraído al sigloXIX al reconvertirse en una economía primario-exportadora,donde recursos naturales como petróleo, gas, minerales, agri-cultura, silvicultura, pesca, ganadería y minería, además delturismo y la exportación masiva de fuerza de trabajo de paí-ses como Guatemala, El Salvador o México hacia EstadosUnidos, se constituyeron en los verdaderos pivotes del cre-cimiento económico del patrón de acumulación dependienteneoliberal.3

3 Para comprender la dinámica contemporánea de las migraciones, esfundamental la distinción de Martínez (2000: 14), entre �globalización�del mercado de fuerza de trabajo �que implica movilidad territorial y mi-gración de la misma� y �mundialización del capital variable�, que nosupone necesariamente dicha movilidad, como erróneamente cree el pen-samiento burgués neoliberal a través de su enfoque neoclásico que con-funde el capitalismo, en tanto modo de producción, con la presunta�economía de mercado� (esfera de la circulación del capital), ya que no esteórica ni conceptualmente lo mismo.

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

Estas tendencias se expresan por lo menos en dos fenóme-nos. Por un lado en el creciente número de trabajadoresindocumentados que cruzan las frontera mexicana en buscade trabajo, bastando al respecto con señalar que desde elcomienzo del gobierno conservador de Vicente Fox (diciem-bre de 2000) se calcula que por lo menos 650 mil mexicanoshan cruzado la frontera cada año en busca de oportunidadesde trabajo en Estados Unidos (La Jornada, 30 de octubre de2003).

Por otro lado, la división internacional del trabajo asignó aAmérica Latina, entre otras funciones, la de exportar fuerzade trabajo barata, de acuerdo con cifras del informe del BancoMundial (2003a). En función de ello, en 2002 esta región ob-tuvo 25 mil millones de dólares provenientes de los trabaja-dores emigrantes que envían parte de su salario a sus familiasen sus países de origen (ver cuadro 6). Por su importancia, en

CUADRO 6América Latina y el Caribe: envío de remesas del exterior

(miles de millones de dólares)

Año 1999 2000 2001 2002

América Latina y el Caribe 16.9 19.2 22.6 25.6Brasil 1.5 1.4 1.5Colombia 1.3 1.6 1.8República Dominicana 1.6 1.8 2.0El Salvador 1.4 1.8 1.9México 6.6 7.6 9.9

Fuente: World Bank, Global Development Finance, 2003.

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

segundo lugar figuran las remesas enviadas por los trabajado-res de los países del sudeste asiático, que alcanzaron la cifrade 16 mil millones de dólares. Por su parte, Brasil, Colombia,México, Ecuador, República Dominicana y El Salvador se en-cuentran entre los 20 países que reciben la mayor cantidad deremesas en el mundo y sólo India supera a México. Sin embar-go, el mayor volumen de remesas enviadas desde el exterior,como proporción del PIB, corresponde a Centroamérica.

Debo destacar que las remesas totales de América Latina yel Caribe enviadas por los trabajadores latinoamericanos a suspaíses de origen representan 61% de la inversión extranjeraDirecta (IED), misma que en 2002 alcanzó 42 mil millones dedólares.

Según el Banco de México, durante los primeros siete me-ses de 2003 las remesas que enviaron los trabajadores mexica-nos desde Estados Unidos a sus familias en México alcanzaron7 mil 255 millones de dólares, cantidad que superó casi 30% ala del mismo periodo de 2002 y que fue equivalente a trescuartas partes del valor de las exportaciones de petróleo cru-do realizadas entre enero y junio de 2002. Se estima que lamayor parte de estos ingresos se destinan a la satisfacción denecesidades básicas y a sufragar gastos en educación y salud,además de vivienda, ya sea en la adquisición de una nueva, ensu mejora, ampliación o construcción. Pero considerando lasentradas de remesas durante 2003, éstas rompieron la marcaal sumar 14 mil 500 millones de dólares (La Jornada, 28 deoctubre de 2003).

Tan importantes han sido estas remesas que en la actuali-dad superan las entradas de inversión extranjera directa y losrecursos provenientes del turismo. El monto de las remesasfue equivalente a 74% del valor de las exportaciones petrole-ras efectuadas entre enero y junio de 2003 y alcanzaron 2%

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del PIB (La Jornada, 28 de agosto de 2003),4 mientras que elBanco de México señala que las remesas enviadas al país enese lapso alcanzaron 6 mil 135 millones de dólares; por su par-te la IED fue de 5 mil 217 millones de dólares. De esta forma,según el Banco de México, mientras que las remesas crecie-ron 29.1% (respecto al año 2002), la inversión extranjera di-recta fue menor en mil 371 millones de dólares (El Universal,28 de agosto de 2003).

Por último, cabe mencionar las restricciones que plantea la�democracia gobernable y limitada� desde el punto de vistapolítico-electoral y de los intereses estratégicos del aparato dedominación, los desplomes del producto interno bruto y delproducto por habitante, además de la disminución de la inver-sión productiva y del correlativo aumento de la inversión espe-culativa. Aunado a lo anterior, en el conjunto de la región sehan ensanchado el desempleo, la pobreza, los problemas deexclusión social y la precarización de los mercados de trabajo.

Estas son las condiciones en que se �reinserta� AméricaLatina, como economía dependiente, en la globalización delcapitalismo durante la década de los ochenta. Los procesos de�integración� tipo Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Tra-tado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Mer-cado Común Centroamericano (MCCA), Caribbean Communityand Common Market (Caricom, por sus siglas en inglés) y lafutura Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) �que

4 El Universal, 17 de septiembre de 2003. Es importante señalar que lacifra de remesas enviadas por medios oficiales (sin considerar las que seenvían por medios informales) se situó en 14 mil 500 millones de dólaresen 2003 según el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del BancoInteramericano de Desarrollo (BID) y el Pew Hispanic Center (PHC), lo quemás que duplica su participación en el producto interno bruto (Ver La Jor-nada, 28 de octubre de 2003).

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EL PATRÓN DE ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y LA ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

representa una reencarnación de la Doctrina Monroe (1823) ydel panamericanismo del siglo XIX que impuso unilateralmenteEstados Unidos frente a las potencias europeas al proclamarque �América es para los americanos�, entendiendo por �Amé-rica� lógicamente a Estados Unidos (Cf. Marini, 1993 y Saxe-Fernández, 2002)�, son procesos de integración que han sidoincapaces de revertir las tendencias a la especialización pro-ductiva, a la monoexportación y a la caída progresiva del cre-cimiento cualitativo y cuantitativo de las variables micro ymacroeconómicas de la región en los últimos años. Por el con-trario, esta nueva división internacional del trabajo es un ge-nuino resultado de la especialización productiva a que essometida intensamente la periferia del sistema capitalista enla época del neoliberalismo y del neomercantilismo, en unaespecie de resurrección de la vieja economía liberal del co-mercio internacional basada en las �ventajas comparativas�.

En síntesis, desde el agotamiento y crisis del anterior patrónde acumulación y reproducción del capital (1950-1982), Amé-rica Latina se �reinsertó� en la economía mundial desplegandoun patrón de reproducción especializado en la producción parala exportación. Esto implicó desatender los mercados internos,sobre todo los ligados al consumo popular, y desechar las polí-ticas estatales de subsidio a la fuerza de trabajo y al bienestarsocial de la población. Este fenómeno se expresa, a mi juicio,en un intenso proceso de desindustrialización a que es someti-da la periferia dependiente dentro del actual esquema capitalis-ta neoliberal en escala mundial.

Conclusión

Lejos de constituir al fordismo como método dominante delas relaciones sociales y del mundo del trabajo en América

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

Latina y en México, éstos desplegaron las peculiares condi-ciones del modo de producción capitalista preexistente, entrelas que destaca la superexplotación del trabajo, como eje dela expansión de la industria y de la organización social deltrabajo.

A partir de aquí, los métodos dominantes de la organizacióndel trabajo introducidos por las grandes empresas transna-cionales, que de alguna manera influyeron la industrialización,el desarrollo de los mercados internos y la expansión de lasrelaciones del trabajo asalariado, serán extremadamente res-tringidos y reservados a las áreas más avanzadas y dinámicasde dichas empresas.

El trabajo asalariado, sus formas de organización y la ma-nera en que incide en los procesos de creación de valor y va-lorización de capital, quedarán articulados a los modos deproducción preexistentes, los cuales serán refuncionalizadosy supeditados realmente a los intereses y necesidades de laexpansión del gran capital nacional y extranjero.

La crisis del patrón de acumulación y valorización de capi-tal dependiente neoliberal abrirá el camino para el pleno desa-rrollo de las estrategias del capital en materia de restructuracióndel trabajo y de reforma laboral para flexibilizar la fuerza detrabajo, precarizarla y ajustarla a los requerimientos de unnuevo proceso de acumulación que tendrá como eje su vincu-lación y dependencia al mercado internacional.

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4Dependencia y especialización

productiva: la crisisdel modelo neoliberal

Introducción

La crisis capitalista y la desindustrialización de Améri-ca Latina en las dos últimas décadas del siglo XX for-jaron sociedades subdesarrolladas con grandes contin-

gentes poblacionales (indígenas, campesinos, migrantes, ar-tesanos, obreros precarizados) sumidos en la pobreza extrema,en la precarización del trabajo y en la marginalidad social,características que parecen ser �prerrogativas� de una globali-zación de hierro que exige que cada país, gobierno y Estadorealicen los ajustes internos necesarios en el marco del ordencapitalista neoliberal para poder adquirir la llave mágica deacceso a sus presuntos �beneficios�.

Especialización productiva, desindustrialización yexigencias de la globalización

A principios de la década de los ochenta, el chileno FernandoFajnzylber fue quizás el primer autor en originar una polémi-

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DESINDUSTRIALIZACIÓN Y CRISIS DEL NEOLIBERALISMO

ca sistemática contra la emergente política neoliberal en ma-teria de industrialización y de su futuro en la región latinoa-mericana. No sin antes apuntar que los responsables del cambioen el patrón de acumulación habían sido los grupos de capitalhegemónicos de los países avanzados a finales de la décadade los sesenta, líderes y organismos internacionalizados confuerte influencia en el poder ejecutivo del Estado capitalistaque propugnaron por la liberalización a nivel internacionalfrente a otros grupos más débiles de la burguesía ligados a losparlamentos y a la burocracia política del Estado, inclinados aadoptar medidas proteccionistas (Fajnzylber, 1983: 87).

En el contexto de la existencia de dos proyectos divergen-tes que correspondían a dos fracciones de la burguesía depen-diente �o �lumpemburguesía� como la denominó AndréGunder Frank, en 1973� donde el nacional-desarrollismo ibaen picada, Fajnzylber planteó el problema en los siguientestérminos para iniciar la elaboración de una propuesta de �nuevaindustrialización� que enfrentara, en términos positivos, laconcepción neoliberal en ascenso (1983: 15). ¡Quién iba adecir que la realidad de los hechos se iba a imponer justamen-te contra esa propuesta!

Pero, ¿cómo entendía el autor esa �concepción neoliberalen ascenso�? Como aquella que

despoja al sector industrial de sus atributos de liderazgo y cata-lizador del progreso y la transformación económica y social; elsector industrial pasa a integrarse a una base productiva en laque desaparecen las �prioridades� y las consideraciones de �ar-ticulación interna de la estructura productiva�, progreso técnicoy �autonomía�, criterios que, al menos retóricamente y en mu-chos casos en áreas localizadas de la realidad, había inspirado lareflexión y las políticas industriales en el modelo anterior. Pasana privilegiarse aquellas actividades o rubros productivos suscep-

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DEPENDENCIA Y ESPECIALIZACIÓN PRODUCTIVA

tibles de encontrar colocación en el mercado internacional (Fajn-zylber, 1983: 243).

Fajnzylber capta el fenómeno de traslación que va a verifi-carse en el transcurso de la década de los ochenta y noventadel siglo XX desde las actividades industriales �que consti-tuían hasta entonces el eje del patrón de acumulación de capi-tal� hacia nuevos sectores como los servicios, el comercio,la maquila, el turismo, la agroindustria, la subcontratación y laexportación de fuerza de trabajo, que se convierten de estemodo en nuevas estructuras de acumulación y explotación delas grandes empresas transnacionales en América Latina.

Fajnzylber menciona cuatro razones por las que ve urgen-te analizar la importancia de la concepción neoliberal nacien-te y su práctica económica y política en la América Latina delprimer lustro de la década de los ochenta.

Destaca, en primer lugar, el carácter político de la propuestaneoliberal enraizada en una corriente de pensamiento vigenteen la economía internacional, principalmente en los EstadosUnidos de Ronald Reagan y en la Inglaterra de MargaretThatcher y que se extenderá hegemónicamente en el transcur-so de dicha década prácticamente al resto del mundo. En se-guida, porque aparece como la �respuesta� contundente antelas evidentes �carencias e insuficiencias del modelo de desa-rrollo precedente� (ibid.: 243). Después, porque se alimentade irracionalidades y deficiencias del anterior patrón de in-dustrialización expresadas, supuestamente, en bajos nivelesde calidad de los productos, vocación antiexportadora crecien-te, proteccionismo indiscriminado que termina por favorecera las transnacionales, estatismo y actitudes anticompetitivasque retroalimentan las ineficiencias, la corrupción y el parasi-tismo, lo que genera grandes disparidades respecto a las ca-racterísticas de los países industrializados. Por último, debido

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al �efecto demostración� que el nuevo paradigma irradiaráal conjunto de la región frente a la crisis estructural que ex-perimenta el capitalismo dependiente a finales de los añossetenta.1

Para Fajnzylber el neoliberalismo avanza desde el ConoSur, en países como Brasil, Argentina y Chile, y sigue su mar-cha ascendente hacia las regiones andinas y Centroamérica,hasta estacionarse definitivamente en México donde se regis-tra el más veloz experimento neoliberal de la región:

Si bien es cierto que:

Aun cuando las propuestas de política económica de inspiraciónneoliberal están presentes en el conjunto de la región con clarasdiferencias de intensidad y respaldo político en cada caso, hanalcanzado un nivel de concreción mayor en el Cono Sur y expre-siones parciales localizadas en Perú, Venezuela, Colombia, Cos-ta Rica, Brasil y México. El caso de aplicación extrema pareceríaser el de Chile. En este sentido, parece importante intentar acer-carse a la comprensión de la formulación e instrumentación dela política económica en ese país, cuyo desarrollo industrial seinicia a fines del siglo pasado y alcanza un nivel relativamenteavanzado en la posguerra, para posteriormente sufrir un procesode estancamiento relativo (Fajnzylber, 1983: 244; para Chile,ver Marini, s/f, y Olave, 2003).

1 Autores supuestamente de �izquierda�, como por ejemplo Mires(1993: 55 y ss), en vez de culpar de la crisis del capitalismo desarrollista yel advenimiento del neoliberalismo a sus propias contradicciones y a susleyes salvajes, las encuentra salomónicamente en la teoría de la dependen-cia cuando, además de plantear erróneamente que esta teoría es �la pro-longación radicalizada del pensamiento cepalino� (p. 55), afirma que �elcolapso de ese discurso� �se refiere al discurso de izquierda� en todas susformas, daría lugar a una �solución� radical de derecha: el neoliberalismo�(Mires, 1993:59).

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Sin embargo, México constituyó un caso paradigmático de�apertura externa� combinada con la aplicación de políticasde choque y austeridad en el gobierno de Miguel de la Madrid(1982-1988), de estabilización, recuperación y crisis en el deSalinas de Gortari (1988-1994) y de recuperación y crisis en elde Ernesto Zedillo (1994-2000, ver cuadro 3).

El eje del proceso fue la privatización que experimentó elsector público mexicano durante los gobiernos priístas neo-liberales.

El fracaso de la nueva industrialización

Fajnzylber capta el carácter global del neoliberalismo que seva imponiendo en América Latina y en México, aunque en aque-lla época su pico más avanzado era Chile, justamente el país delos militares y del golpe de Estado que fue pionero en la intro-ducción de las políticas hayekiana y monetarista de ajuste yestabilización en la región.2

Bajo una concepción neoestructuralista y con argumentosshumpeterianos, la �alternativa� que el autor propone frenteal neoliberalismo �y que en su momento parecía �lógica-

2 De acuerdo con Fajnzylber (1983: 253), en Chile �la aplicación rigu-rosa del modelo se inicia en 1975, cuando se efectúa el �shock� que reduceel producto por habitante de 870 a 759 dólares (1970), el producto indus-trial en 18% y el de la construcción en 31%, con el efecto consiguientesobre el empleo (29% de desempleo en la capital). La contrapartida esperablefue una disminución del déficit público en relación con el gasto público deaproximadamente 30% entre 1974 y 1975�. Para una crítica de la concep-ción neoliberal, ver Gunder Frank, 1977: 61-90.

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mente viable�� es el desarrollo de una �nueva industrializa-ción�: un paradigma y programa de política económica dis-tintos del que se impondría definitivamente en la región, esdecir, el neoliberal. Por tanto, la propuesta de �nueva indus-trialización� nunca se llevó a cabo, como constata la expe-riencia histórica. Mejor, fue postergada por la hegemonía yexpansión del neoliberalismo prácticamente a toda la región,por supuesto con la sola excepción de Cuba socialista.

Frente al agotamiento del modelo trunco y distorsionadoque floreció en América Latina después de la Segunda GuerraMundial y que se extendió prácticamente hasta principios dela década de los ochenta del siglo pasado, el autor define elparadigma de la nueva industrialización basado en la �moder-nización endógena, dinámica y creativa� (1983: 359) que pre-supone una nueva alianza de clases entre los grupos de laburguesía industrial �quienes van siendo desplazados paula-tinamente por la crisis estructural del capitalismo mundial ydependiente, así como por el ascenso de las clases conserva-dores neoliberales lideradas por el gran capital nacional y,hegemónicamente, extranjero que arribarán al poder políticodel Estado en el curso de la década de los ochenta� y lasclases populares con expresión en sectores de la clase obreray del campesinado, así como en algunas fracciones de las cla-ses medias.

En síntesis, recuperando propuestas originales del pensa-miento cepalino �que en rigor configura el neoestructura-lismo� el autor reivindica una concepción �neoestructuralista�que floreció en América Latina a finales de la década de losochenta y principios de los noventa, frente a la irreversiblecrisis teórica y política del desarrollismo y la emergencia delconservadurismo neoliberal de factura funcionalista ydarwinista que se hará hegemónico bajo el andrajoso ropaje

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del �pensamiento único�, hoy de moda en nuestros pobres paí-ses y en las universidades.3

El resultado de la crisis del patrón de reproducción de ca-pital dependiente en América Latina puede ser caracterizadocomo la entrada de la región en la etapa de desindustrializacióny despliegue de un nuevo patrón de acumulación. Éste des-cansa preferentemente en la producción y exportación de pro-ductos primarios como alimentos, materias primas y mineralesy en la venta al exterior de fuerza de trabajo barata que generanuevas trayectorias en los procesos migratorios a finales delsiglo XX y principios del XXI. En otras palabras, la región yMéxico pasan de un esquema de industrialización dependien-te, basado en la sustitución de importaciones para el mercadointerno, a otro basado en la superexplotación de la fuerza detrabajo, en bajos salarios y en la actividad maquiladora quehoy ha entrado en crisis (ver capítulo 6).

Sin embargo, este proceso heterogéneo y contradictorio dedesindustrialización no ocurre en el mismo tiempo y espacioen América Latina. Hirschman (1996:178-217) compara la�desindustrialización� de Chile y de Argentina, debida a lacaída del empleo industrial, con la �desustitución de importa-ciones de México�, que opera con el aumento de las impor-taciones externas. Su planteamiento resumido es el siguiente:

mientras que la Argentina y Chile se desindustrializaban y Méxicoreducía su sustitución de importaciones, Brasil, que ya era lamayor potencia industrial del subcontinente, consolidó y exten-dió vigorosamente su liderazgo (Hirschman, 1996: 195-196).

3 Para un análisis del paradigma neoestructuralista, ver French-Davis(1986, pp. 115-125) y Guillén (2000, capítulo VI: 211-223). Para los ante-cedentes, Marini (1993) y Kay (2000).

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Pero a pesar de esta heterogeneidad, la característica co-mún que comparten los países de América Latina con otras re-giones como África, es la constante tendencia al estancamientoeconómico y la desindustrialización, expresada en la caída delsector industrial tanto en el producto manufacturero como enel empleo global. Basta con señalar, de acuerdo con la UNCTAD(2003a: 18), que al finalizar la década de los noventa del siglopasado el producto industrial de América Latina estaba pordebajo del nivel que tenía en la década de los setenta.

En tanto proceso global macrohistórico de las décadas delos ochenta y noventa, la desindustrialización prácticamenteha cubierto a todos los espacios productivos de los países lati-noamericanos �incluyendo al más avanzado: Brasil� y cons-tituye la contrapartida de la reindustrialización de los paísesimperialistas, al influjo de la tercera revolución industrial des-encadenada desde la década de los cuarenta del siglo XX.

En el neoliberalismo, todo lo sólidose desvanece en el aire: el �casillero vacío�se desintegra

Casi 10 años después de haber publicado su estudio clásicosobre la industrialización trunca en América Latina, en 1990Fajnzylber publicó otro texto (1998) que se puede considerarcomo un balance, ya que en él evalúa la pertinencia de la in-dustrialización en términos de �equidad� a través de la teoríadel �casillero vacío�, es decir, la determinación de la relaciónentre el crecimiento económico y la equidad en términos dedistribución del ingreso.

El método que utiliza el autor relaciona el ritmo de expan-sión de los países avanzados en el periodo 1965-1984 (que élsitúa en 2.4% anual del PIB por habitante), con el criterio de

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�equidad� que resulta de la relación entre 40% de la pobla-ción de ingresos más bajos y 10% de la población de ingresosmás altos. Según el autor, en los países avanzados esta rela-ción alcanza un promedio-índice de 0.8 a fines del decenio de1970 y comienzos del siguiente, de acuerdo con el cual 40%de la población de ingresos bajos tiene un ingreso equivalentea 80% del ingreso de ese 10% de la población.

El supuesto metodológico que utiliza para medir la rela-ción �crecimiento-equidad� y que tiene que ver con las carac-terísticas de la industrialización �dependiente� de AméricaLatina, considera que el promedio-índice de ésta se sitúa porla mitad (0.4) del correspondiente a los países desarrollados(=0.8). Al mismo tiempo delimita dos tipos de países en elconjunto latinoamericano: los que están por debajo o por en-cima de dicho índice y que es reflejo al mismo tiempo de mayoro menor equidad. El resultado de su estudio es expuesto por elpropio autor de la siguiente manera:

[�] la línea divisoria entre los países que han logrado una ma-yor y una menor equidad está definida por esa misma relación,pero con un valor de 0.4, es decir, la mitad de la que se da en lospaíses industrializados [�] Al cruzar las variables de crecimientoy equidad aplicando como línea divisoria del dinamismo el cre-cimiento medio de los países avanzados en el periodo 1965 a1984 y para la equidad la relación entre el 40% más pobre y el10% más próspero [�] se genera una matriz de doble entrada enque queda un casillero vacío: corresponde a los países que po-drían haber alcanzado a un mismo tiempo un crecimiento másacelerado que el de los países avanzados y un nivel de equidadsuperior a 0.4 (1998: 819, cursivas mías).

Se reconoce, entonces, que en el curso de la década de lossesenta hasta finales de la de los ochenta, es decir, entrado elperiodo neoliberal, el �casillero del desarrollo� se mantiene

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vacío debido, entre otras causas, a la �incapacidad para abrirla �caja negra� del progreso técnico� (ibidem: 823), esto es, lainexistencia de núcleos endógenos de mejoramiento e inno-vación tecnológica ��modernización�, en el lenguajetecnocrático�. En contrapartida a este proceso, lo que la re-gión tuvo que imitar y asimilar �más que producir e inno-var� fueron las condiciones de desarrollo del capitalismoimpuestas por los países industrializados.

Ciertamente, después se dieron experiencias de las que sepudiera inferir que el �casillero� fue llenado durante algunosperiodos en la década de los noventa. En efecto, Rabi (24 deagosto de 2001) plantea que:

En los años noventa la historia fue un poco diferente para Amé-rica Latina. Si utilizamos los mismos criterios utilizados porFajnzylber, notamos que algunos países de la región consiguie-ron crecer a un ritmo per cápita superior a 2.4% y �pasaron�también el criterio de equidad. Costa Rica, República Domini-cana y El Salvador fueron casos en que esto efectivamente acon-teció. El �Conjunto Vacío� comenzó a ser llenado. Pero el ejemplode mayor evidencia fue, sin duda, la Argentina.4

El autor toma el criterio de crecimiento del PIB por habi-tante de aquellos países que en la década de los noventa cre-cieron por encima de 2.5%, criterio adoptado por Fajnzylber.Pero el problema radica en el otro indicador: en el índice queresulta del cociente entre los ingresos del grupo del 40% máspobre de la población y el 10% más rico. Pero Fajnzylber noexplica cómo determinó dicho �coeficiente�. Entonces resul-

4 Aquí el autor no explica, igual que tampoco lo hace Fajnzylber, cómodetermina el �índice de equidad� que resulta en el equivalente de 0.4 res-pecto a los países desarrollados.

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ta que cuando Rabi aplica esa metodología, toma el primerindicador correctamente, pero el segundo (el �criterio de equi-dad�) lo deriva de las estructura del ingreso de la poblacióntal y como se constituyó (en porcentajes) durante esa década.Lo que cuestiono, entonces, es que no es lo mismo la estructu-ra del ingreso �o de la renta� que el índice construido porFajnzylber, el cual mide la relación entre los más pobres y losmás ricos, mismo que sitúa en 0.4, como �criterio de equidad�para América Latina.

Considerando estas limitaciones, hago un �ejercicio deacercamiento� para determinar si efectivamente ese casillerose llenó alguna vez. Es así como, en función de los datos delcuadro 2, se confirma que el �casillero� permaneció vacío siconsideramos en su conjunto el periodo de vigencia del pa-trón de acumulación dependiente neoliberal (1982-2002): enél la tasa promedio per cápita de crecimiento (0.38%), que esuno de los indicadores utilizados por Fajnzylber, está por de-bajo del PIB por habitante establecido por este mismo autor(2.4%). Además, como no contamos con los elementos paraconocer el �índice de equidad�, tomamos el crecimiento pro-medio anual del PIB del periodo neoliberal, que fue de 2.21%entre 1980-2002. Podemos establecer que ambos promediospermiten levantar la hipótesis de que el casillero ha permane-cido vacío durante todo este periodo, es decir, el neoliberal. Yel problema se agrava si tomamos el caso de Argentina, dondeambos indicadores son negativos y donde no existen posibili-dades de que éste sea llenado, siquiera, por la mitad.

En síntesis, puedo concluir que el casillero no solamentepermanece vacío sino que, al influjo de las políticas contractivasy regresivas del ingreso aplicadas sistemáticamente por elneoliberalismo, el casillero se evaporó y en su lugar se cons-truyó uno nuevo que fue llenado con la miseria, el desempleo,la precarización del trabajo y la exclusión de millones de per-

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sonas de los presuntos �beneficios� del desarrollo capitalistadependiente.

Como todos los estructuralistas ligados a la CEPAL, desdeRaúl Prebich, pasando por Celso Furtado, Aníbal Pinto, JuanF. Loyola y Aldo Ferrer, Fajnzylber confiere un peso muyimportante tanto al progreso técnico como a la �capacidadinnovadora� del empresariado en las tareas del desarrollo, laindustrialización y la equidad. No considera que independien-temente de la industrialización y de las políticas públicas enmateria social que pudiera poner en práctica el Estado �comode hecho lo hizo el populismo y el desarrollismo� el objeti-vo fundamental del sistema no es la satisfacción de las de-mandas y las necesidades sociales de la población, entre lasque cuenta la procuración de �equidad social�; mejor, comorevela la experiencia del capitalismo (dependiente) a lo largode su historia, su objetivo primordial es la producción de va-lor, de plusvalía y de ganancias, parte de las cuales van a parara los países del capitalismo avanzado, bajo mecanismos comotransferencias de valor a través del comercio internacional demercancías, endeudamiento externo, asistencia técnica, remu-neraciones al capital internacional, etcétera.

Pero más allá de esto, lo que me interesa destacar es que sino fue posible �llenar� el �casillero vacío� con las políticasdesarrollistas y populistas del patrón de industrialización de-pendiente para el mercado interno del pasado, mucho menos esposible con el actual patrón dependiente neoliberal que, por elcontrario, ha ensanchado la brecha entre el raquítico crecimientoeconómico y las regresivas tasas del ingreso y salarial que per-cibe la mayor parte de la población en la región.5

5 Un caso elocuente lo muestra México, donde con datos oficiales seseñala que �actualmente la quinta parte de los hogares más ricos recibe

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Las políticas de desindustrialización del capital y el Estadoneoliberal incrementan la distancia y el divorcio, como planteóMarini correctamente, entre el crecimiento del aparato pro-ductivo �con o sin desarrollo tecnológico� y las necesida-des de consumo de las masas. Éstas cada vez más reproducensu existencia precaria en economías y mercados capitalistasinformales de subsistencia o de infrasubsistencia, mientras quesectores restringidos �entre 5% y 10% de la población, deacuerdo con el país y su �grado de desarrollo�� de las clasessociales privilegiadas lo hacen en las esferas del consumo sun-tuario, en la especulación financiera o, francamente, en el ju-goso negocio del contrabando, el narcotráfico y en la economíade casino.

Las características de esta nueva formación económicasocial neoliberal capitalista dependiente son las siguientes:

a) Un deterioro en la capacidad de negociación de los go-biernos y países con las grandes empresas transnacionalesy los organismos financieros y monetarios internacio-nales que, por lo menos, atenúe la reforzada dependen-cia estructural de las importaciones y de lo que quedade la �sustitución� de las mismas.

b) El abandono de la industrialización como �estrategiade desarrollo� ha provocado que los países latinoame-

ingresos casi 50 veces superiores al de la quinta parte más pobre. El 10% dela población más acaudalada concentra un tercio del ingreso nacional y tienemás dinero que el obtenido en conjunto por el 70% de la población, com-puesto principalmente por indígenas, campesinos, trabajadores informales,obreros y mujeres� (Información de Argenpress. inf, prensa argentina paratodo el mundo, 5 de junio de 2003, en internet: www.rebelión.org/).

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ricanos en su conjunto cambien su �mapa económico�en el mercado internacional por uno donde los recur-sos naturales, los alimentos y las divisas �derivadasde las remesas que miles y miles de trabajadores mexi-canos y latinoamericanos envían desde Estados Uni-dos a sus países de origen como producto de la ventade su fuerza de trabajo� desempeñen el papel centralen el nuevo patrón dependiente de acumulación y re-producción de capital.6

c) La actividad de maquila y la exportación de fuerza detrabajo se convierten, así, en las principales �estrate-gias de crecimiento� de los gobiernos y los diseñadoresprivados nacionales y extranjeros de las rutas que Amé-rica Latina debe trazar para estar �a tono� con las exi-gencias de una globalización protocapitalista. Proyectomás acabado respecto a esto es el llamado Plan PueblaPanamá (PPP) que pretende impulsar el gobierno con-servador del panista Vicente Fox.

d) Una reforzada dependencia en todos los órdenes �co-mercial, financiero, tecnológico, científico, militar ycultural� que implica la cesión de soberanía en favor

6 De hecho, el nuevo patrón de acumulación de capital en Centroaméricadejó atrás a la vieja economía oligárquica cafetalera y bananera controladapor las familias adineradas de esa región para centrarse y dinamizarse en�nuevos rubros� como el turismo, las maquiladoras, la exportación de flo-res y de fuerza de trabajo preferentemente a Estados Unidos. En paísescomo El Salvador, las fuentes de divisas provenientes de este último con-cepto constituyen hasta 90% de las divisas, en tanto que en México, porejemplo, las remesas enviadas por los trabajadores mexicanos indocumen-tados a sus familias en México constituyen la segunda fuente de divisasdespués de las derivadas por las ventas externas de Petróleos Mexicanos(PEMEX).

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del capital y los inversionistas privados nacionales yextranjeros.

e) La incapacidad estructural y política derivada de la lógi-ca del patrón capitalista dependiente neoliberal �prima-rio-exportador� y de sus �sujetos sociales� �como losinversionistas nacionales y extranjeros, los especuladoresy narcotraficantes, su �burguesía compradora� y latecnoburocracia en el poder� para generar �políticasde desarrollo� y de �bienestar social�, en la medida quesu proceso de obtención de ganancias radica fundamen-talmente en el exterior; es decir, en la dinámica de losmercados internacionales y depende también del lugarque cada país de América Latina ocupe en la divisióninternacional del trabajo.

En este contexto se cierra un círculo vicioso: por un lado,se profundiza la desindustrialización contrario a lo que suce-dió en el periodo anterior; por el otro, la contracción de lastasas de crecimiento provoca insuficiencias en la producciónde valor y de plusvalía. El resultado es que la tasa de inver-sión es completamente insuficiente tanto para reinvertir can-tidades adecuadas al proceso de acumulación y reproducciónde capital (reproducción ampliada, en la terminología de Marx)como, y más importante aún, para reactivar las tasas de crea-ción de nuevos empleos y contrarrestar en alguna medida eldesempleo estructural.

Un indicador de este fenómeno es la caída de la inversiónextranjera directa (IED) que dinamiza el ciclo del capital enla economía mundial y dependiente. Datos de los flujos de laIED para los años 2001 y 2002 muestran que este problemade �desinversión� es prácticamente un fenómeno global entodas las regiones del planeta, como se aprecia en el siguientecuadro:

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CUADRO 7Flujos de IED en las mayores economías del mundo,

2001-2002 (miles de millones de dólares)

Región huésped/economía 2001 2002

Mundial 823.8 651.2

Países desarrollados 589.4 460.3Unión Europea 389.4 374.4Francia 55.2 51.5Alemania 33.9 38.0Luxemburgo 125.6Reino Unido 62.0 24.9Estados Unidos 144.0 30.0

Países en desarrolloo 209.4 162.1África 18.8 11.0Algeria 1.2 1.1Angola 2.1 1.3Nigeria 1.1 1.3Sudáfrica 6.8 0.8

América Latina y el Caribe 83.7 56.0Argentina 3.2 1.0Brasil 22.5 16.6México 25.3 13.6

Asia y el Pacífico 106.9 95.1China 46.8 52.7Hong Kong, China 23.8 13.7India 3.4 3.4

Continúa...

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Entre 2001 y 2002 América Latina ve disminuir la IED de83.7 a 56 mil millones de dólares, es decir, una caída de aproxi-madamente 33%. Por países, México es el más �castigado� alcontraerse la IED 46% y, en menor medida, Brasil, que dismi-nuye 26%.

En 2003 continuó la contracción de la IED en México,sobre todo debido a la estrategia y presiones de los organis-mos internacionales (BM-FMI-BID) avaladas por el gobiernoestadounidense para que el mexicano en turno acelere lasprivatizaciones de los energéticos (petróleo y electricidad), la

CUADRO 7Flujos de IED en las mayores economías del mundo,

2001-2002 (miles de millones de dólares)(Continuación)

Región huésped/economía 2001 2002

República de Corea 3.5 2.0Malasia 0.6 3.2Filipinas 1.0 1.1Singapur 10.9 7.7Taiwán 4.1 1.4Tailandia 3.8 1.1

Europa central y oriental 25.0 28.7República Checa 5.6 9.3Polonia 5.7 4.1Federación rusa 2.5 2.4

Fuente: base de datos UNCTAD. FDI/TNC.Fuente: UNCTAD, 2003:7, cuadro 1.2.

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reforma laboral regresiva y la miscelánea fiscal en materia degeneralización del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los pro-ductos de la canasta básica que consume la mayoría de la po-blación. De esta forma, el director general adjunto de AsuntosInternacionales de la Secretaría de Economía, David QuezadaBonilla, señaló que en el primer semestre de 2003 hubo entra-das de capital extranjero al país por 5 mil 200 millones dedólares y se espera que durante la segunda mitad del año di-cha inversión alcance una cantidad similar, con lo que se lle-garía a alrededor de 10 mil 400 millones de dólares, 24% menosque en 2002 (La Jornada, 5 de septiembre de 2003).

Las cifras oficiales muestran una leve caída de la inver-sión bruta fija durante los años 2001 y 2002 en América Lati-na y el Caribe que, como porcentaje del PIB pasa de 19.1% a18.1% (CEPAL, abril de 2003: cuadro A.4).

En otras palabras, el fenómeno global de �desinversión�en el capitalismo mundial, presenta �como he planteado�un acusado problema para producir en escala creciente valory plusvalía, de tal manera que el sistema se pueda reproduciren condiciones de normalidad; es decir, en aquellas en dondeel ciclo del capital productivo (P�P�), dinerario (D�D�) ymercantil (M�M�) fluya de una fase a otra sin sobresaltos nirupturas, como ocurría en los periodos de prosperidad y cre-cimiento económico. No hacerlo, es decir, ajustarse a estasúltimas condiciones, es lo que explica que el sistema en suspolos más avanzados �el imperialismo y el neoliberalismo�recurra cada vez más a la violencia, a las guerra de reconquis-ta y al exterminio como modos supremos de sobrevivencia.En este contexto ubico la invasión a Panamá (1989), la prime-ra Guerra del Golfo (1991), la agresión a Yugoslavia (1999), elataque militar a Afganistán (2001) y el reciente ataque y ocu-pación neocolonialista de Irak (2003) por parte del imperialis-mo estadounidense-anglosajón. En el mismo sentido apuntan