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Diccionario de Arquitectura en la Argentina E S T I L O S O B R A S B I O G R A F Í A S I N S T I T U C I O N E S C I U D A D E S

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Diccionario de Arquitectura en la Argentina

estilos, obras, biografías, instituciones, ciudades

Buenos Aires: AGEA, 2004

v. 2, 224 p.; 22 x 27.5 cm.

ISBN 950-782-427-8

1. Arquitectura - Diccionario

CDD 720.3

ISBN DE LA COLECCIÓN : 950-782-422-7

ISBN DE ESTE TOMO: 950-782-427-8

Impreso en Artes Gráficas Rioplatenses S. A.,

mayo de 2004,

Buenos Aires, República Argentina.

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, por

cualquier medio ya sea gráfico o electrónico sin permiso previo de los

titulares de los derechos.

La veracidad de los hechos y las opiniones vertidas en las voces son de

responsabilidad exclusiva de sus respectivos autores. Su inclusión en el

"Diccionario de Arquitectura en la Argentina" no implica que tales afirmacio-

nes sean compartidas por los editores y compiladores. Todas las imágenes

publicadas en el "Diccionario de Arquitectura en la Argentina" han sido ge-

neradas por el equipo inicial de la obra, provistas por el archivo Clarín, por

las oficinas de arquitectura responsables de la autoría de las obras, por

los fotógrafos que las produjeron, o por las instituciones a cuyo resguardo

se encuentran. En los últimos casos se las reproduce contando con la cor-

tés autorización de los nombrados. Se han hecho todos los esfuerzos para

reconocer las fuentes y solicitar las autorizaciones; todo error u omisión

es involuntario, por lo que si fueran notificado los editores y compiladores

se comprometen a corregirlo en la primera oportunidad posible.

Por las imágenes incluidas en este tomo agradecemos a: Alberto De Paula

Alejandro Leveratto, Archivio di Stato di Reggio Emilia, Archivo de la Aseso-

ría, Histórica del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Provincia de

Buenos Aires, Archivo de la Dirección Municipal de Paseos de Buenos Aires

Archivo del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación, Archivo

Amancio Williams, Archivo Gómez, Archivo Ferrari Hardoy, Archivo General

de la Nación. Departamento de Documentos Fotográficos Argentina, Archivo

J. M. Pastor. Instituto de Arte Americano FADU UBA, Archivo Prebisch, Ar-

chivo Wladimiro Acosta, Carlos Moreno, Cátedra A. Díaz (FADU UBA), Cáte-

dra Solsona (FADU UBA), Carlos Sánchez Idiart, Ernesto Yaqüinto, Fernan-

do Aliata, Fernando Gandolfi, Eduardo Grossman, Fundación Antorchas,

Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, “Mario J,. Buschiaz-

zo”, FADU UBA, Jorge F. Liernur, León Ferrari, Luis Príamo, Olga Paterlini de

Koch, Patricio Randle, Ricardo González, Unidad de Investigación nº 7 del

IDEHAB FAU UNLP

Publicación opcional con Diario de Arquitectura de Clarín.

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Editor: Berto González Montaner (Diario de Arquitectura)

Diccionario de Arquitectura en la Argentina E S T I L O S O B R A S B I O G R A F Í A S I N S T I T U C I O N E S C I U D A D E S

COMPILADORES

Jorge Francisco LiernurFernando Aliata

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Investigación y textos

Nota del Editor: las firmas de los redactores se consignan al final de cada texto con sus respectivas iniciales

Proyecto y dirección generalJorge Francisco Liernur (UTDT/CONICET)Dirección operativaFernando Aliata (UNLP/CONICET)Coordinación académica y redacciónAlejandro Crispiani (PUCCH), GracielaSilvestri (UNLP/CONICET).Secretario de redacciónEduardo Gentile (UNLP)Comité científicoFernando Aliata (UNLP/CONICET), Anahí Ballent (UNQ/CONICET), Adrián Gorelik (UNQ/CONICET), Jorge Francisco Liernur (UTDT/CONI-CET), Alicia Novick (UBA), Graciela Silvestri (UNLP/CONICET).

Financiación y patrocinio institucionalConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Universidad de Buenos Aires (UBA),Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA(FADU/UBA), Fundación Alexander von Hum-boldt.

Sede del proyecto Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo”

Instituciones académicas que contribuyeron al proyectoFacultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata. Coordinador: Fernando Gandolfi. Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Rosario. Coordinador: María Eugenia Bielsa.Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral (Sta. Fe). Coordinador: Luis Müller. Facultad de Arquitectura de la Universidad de Tucumán. Coordinador: Diego Lecuona. Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Coordinador: Fernando Caccopardo.

Colaboradores técnicosDibujos: Coordinación: Martín Ibarlucía, Roberto Lombardi, Omar Loyola. Dibujantes: Juan Carlos Arturi, Diego Capello, Daniel Gimelberg, Ciro Najle, Serenella Perrecca, Adrián Romero, Francisco Vilchez.

Organización del listado de voces Leticia Mantz

Secretaría de redacciónPablo Blitstein, Vera Blitstein, Martín Marimón, Alejandra Marimón,Romina Paula.

Redactores Tomo o r :A. B. Anahí BallentA. C. Alejandro CrispianiA. de P. Alberto de PaulaA. G. Adrián GorelikA. I. Ana IgaretaA. M. R. Ana María RigottiA. N. Alicia NovickC. G. G. Carlos Gustavo GiménezC. M. R. Carlos María ReinanteD. S. Daniel SchávelzonD. M. Daniela MorenoE. G. Eduardo GentileF. A. Fernando AliataF. D. Federico DeambrosisF. G. Fernando GandolfiF. W. Fernando WilliamsFa. G. Fabio GrementieriF. W. Fernando WilliamsG. F. Graciela FavelukesG. P. Giancarlo PuppoG. S. Graciela SilvestriG. V. Gustavo VallejoJ. A. Julio ArroyoJ. F. L. Jorge Francisco LiernurJ. M. Jorge MeleJ. R. Jorge RamosJ. T. Jorge TartariniM. D. Mercedes DaguerreM. I. de L. María Isabel de LarrañagaM. T. Marina TaránN. A. Noemí AdaggioO. P. de K. Olga Paterlini de KochR. C. Roberto CovaR. P. Roxana PérezS. C. Silvia CirviniS. S. Sandra SánchezV. O. Verónica Osso

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a. C. antes de Cristo.AA. VV. autores varios.ACA Automóvil Club Argentinoadj. adjetivo.adv. adverbioANBA Academia Nacional de Bellas ArtesArq. arquitecto, ta Arqs. arquitectos, tasart. Artículo.Av. Avenida. B. Bco. banco (‘entidad financiera’)BHN Banco Hipotecario NacionalBibl. bibliotecaBID Banco Interamericano de DesarrolloBMCBA Banco Municipal de la Ciudad de Buenos AiresBN Banco de la Nación ArgentinaBo., B.° barrioBs. As. Buenos Airesc. calleC. F. capital federal (también Cap. Fed.).c/u cada unoCap. capital cap. capítuloCap. Fed. Capital FederalCCM Compañía de Construcciones ModernasCdad. ciudadCEAMSE Coordinación Ecológica Área MetropolitanaCEPA Centro de Estudios de Proyectación AmbientalCEVE Centro Experimental de la Vivienda Económicacf. cónfer (lat.: ‘compárese, véase’)Cía. compañíaCIAM Congresos Internacionales de Arq. ModernaCLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Socialescm centímetroCNCB Comisión Nacional de Casas BaratasCo. Compañía. cód. códigocol. colección CONICET Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Tecnológicasctv. centavo (también c., cent. y ctvo.) d. C. después de Cristo del. delegaciónDGV Dirección General de VialidadDiHA Diccionario del Habla de los Argentinos de

la Academia Argentina de Letras (2003).Diag. diagonal (‘calle’) dicc. diccionarioDir. (fem. Dir.a) director || direcciónDNA Dirección Nacional de ArquitecturaDNT Departamento Nacional del TrabajoDNV Dirección Nacional de Vialidaddoc. documentodpto. departamentoDr. (fem. Dra.), doctorDRAE Diccionario de la Real Academia

Española (2 vols. Madrid, Espasa, ed. 2001).

ed. edición || editorial (Ed., cuando forma parte del nombre de una editorial; también edit., Edit.); editor, ra.

edit., EditorialEE.UU Estados Unidos de Norteaméricaej. ejemploEPEC Empresa Provincial de Energía de Cordobaet ál. (lat.: ‘y otros’) etc. Etcéteraf . sustantivo, o construcción nominal

sustantiva, de género femenino.F. C. ferrocarrilFADU Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismofasc. fascículoFAU Facultad de Arquitectura y Urbanismofca. fábricaFNA Fondo Nacional de las ArtesFO Ferrocarril OesteFONAVI Fondo Nacional de la ViviendaGdor. (fem. Gdora.), gobernadorGral. generalha hectárea / hectáreasH.° A.° Hormigón armadoIAA Instituto de Arte AmericanoIAIHAU Instituto Argentino de Investigaciones

de Historia de la Arquitectura y del UrbanismoICOMOS Consejo Internacional de Monumentos y Sitiosíd. ídem (lat.: ‘el mismo, lo mismo’)IDEHAB Instituto de Estudios del Habitatigl.° iglesiaIng. ingeniero, raIngs. ingenieros, ras Inst. institutoINTA Instituto Nacional de Tecnología Agrariaintr. verbo intransitivo.km Kilómetro/sl. c. loco citato (lat.: ‘en el lugar citado’;

también loc. cit.)Lic. licenciado, da (también Lcdo. y Ldo.)loc. cit. loco citato (lat.: ‘en el lugar citado’;

también l. c.)Ltda. LimitadaLtdo. (fem. Ltda.) limitado (cf. Ltd.)m Metro/sm. n. moneda nacionalm. sustantivo, o construcción nominal

sustantiva, de género masculino.MALBA Museo de arte Latinoamericano

de Buenos AiresMAMBA Museo de Arte Moderno de Buenos Airesmimeo: mimeografiadoMNBA Museo Nacional de bellas ArtesMOP Ministerio de Obras PúblicasN. B. nota bene (lat.: ‘nótese bien’)N. del E. nota del editorN. del T. nota del traductorn. notaN.° S.° Nuestra Señora (referido a la Virgen;

también Ntra. Sra.)n.° número/s NA Revista Nuestra ArquitecturaNOA Noroeste ArgentinoORPBA Organización del Plan Regulador de Buenos AiresOSN Obras Sanitarias de la NaciónP. D. posdata p. ej. por ejemplo (cf. v. g. y v. gr.)p. página (también pg. y pág.)P. S. post scríptum

(lat.: ‘después de lo escrito’)

PUCCH Pontificia Universidad Católica de Chilep.° paseopág. página (también p. y pg.)párr. párrafopdo. pasadoPE Poder EjecutivoPEN Poder Ejecutivo NacionalPEVE Plan de Erradicación

de Villas de Emergenciapg. página (también p. y pág.)Prof. (fem. Prof.°) profesorpról. prólogoprov. provinciar. p. m. revoluciones por minutoreg. registroRep. repúblicaRR. HH. recursos humanosRte. remitenteS. san (cf. Sto.)s. siglo || siguiente (también sig.)S. A. sociedad anónima s. a., s/a sin año [de impresión o de edición]

(cf. s. d., s. e. y s. l.)s. d. sine data (lat.: ‘sin fecha [de edición o

de impresión]’ / sin información.s. e., s/e sin [indicación de] editorial

(cf. s. a., s. d. y s. l.)s. f., s/f sin fechaS. L. sociedad limitada (cf. S. A.)s. l., s/l sin [indicación del] lugar [de edición]

(cf. s. a., s. d. y s. e.)s. n., s/n sin número

(en una vía pública)s. v., s/v sub voce (lat.: ‘bajo la palabra’, en

diccionarios y enciclopedias)s/f Sin indicación de fecha de edición o escritura.s/l Sin indicación de lugar de edición o escrituraSCA Sociedad Central de ArquitectosSdad. sociedad (también Soc.)sig. siguiente (también s.)Soc. sociedad (también Sdad.)Sr. (fem. Sra., Sr.°, S.°) señorSto. (fem. Sta.) santo (cf. S.)t. tomoTANAPO Talleres nacionales y Popularestel. teléfono (también teléf. y tfno.)tít. títuloton Tonelada/str.: verbo transitivo.trad. traducción || traductor, raUBA Universidad de Buenos AiresUNC Universidad Nacional de CórdobaUniv. UniversidadUNL Universidad Nacional del LitoralUNLP Universidad Nacional de La PlataUNMdP Universidad Nacional de Mar del PlataUNQUI Universidad Nacional de QuilmesUNT Universidad Nacional de TucumánUPCA Union Popular Católica ArgentinaUSA: United States of AmericaUTDT Universidad Torcuato Di tellav. gr. verbi gratia (lat.: ‘verbigracia,

por ejemplo’; también v. g.; cf. p. ej.)v. véase (cf. vid.) || versov. Véase vol. volumenvs. versus (lat.: ‘contra’)VV. AA. varios autores (cf. AA. VV.)w. c. water closet (ingl: ‘servicio, retrete’)

abreviaturas

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8 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

OAM (Organización de Arquitectura Moderna). LaOrganización de Arquitectura Moderna (OAM)se constituyó como cenáculo de estudiantesde la FAU-UBA en 1948, integrada por Hora-cio Baliero (v.), Juan Manuel Borthagaray (v.),Francisco Bullrich (v.), Alberto Casares Ocam-po, Alicia Cazzaniga, Gerardo Clusellas (v.),Carmen Córdova (v.), Jorge Goldenberg (v.

STAFF), Jorge Grisetti y Eduardo Polledo.

En los primeros años de actividad, a pesarde la juventud de sus integrantes, el grupo tu-vo la oportunidad de realizar algunas expe-riencias, como participar en el Centro de Es-tudiantes de Arquitectura (CEA), publicar suBoletín y vincularse con personalidades, comoAmancio Williams (v.), Antoni Bonet (v.) y To-más Maldonado (v.), quienes resultaron de-terminantes para su desarrollo posterior.

El contacto con Maldonado y con los artis-tas concretos pertenecientes a la AsociaciónArte Concreto “Invención” reforzó el ya pro-nunciado interés de OAM por el Racionalismoalemán (Bauhaus, Mies, Breuer) y suizo (enparticular Max Bill, v.), que fue la principal re-ferencia del grupo junto a los proyectos de LeCorbusier (v.) y al Espacialismo orgánico deWright, promovido personalmente en la Ar-gentina por Bruno Zevi (v.) a principios de ladécada de 1950.

Este panorama heterogéneo de referenciaspuede explicar tal vez el interés por la síntesisque proponía la arquitectura de Richard Neutra,cuyas casas californianas encontraron espaciomás de una vez en las paginas de la revista Nue-

va Visión (v.), y los rasgos principales de la casaen el Country Club de Tortugas, Prov. de Bue-nos Aires, la primera ocasión profesional dignade nota de OAM. A primera vista, la casa pro-yectada en 1951 presenta características casi ver-náculas, muros de ladrillo visto, techo de teja,barandas de madera que, sin embargo, están so-metidas a un sistema de composición. Un sis-tema que se hace más evidente todavía en el pa-bellón de servicio, que más bien enfatiza losplanos que los volúmenes.

Respecto a los demás proyectos de OAM,

edificios de departamentos, de oficinas, con-cursos, resulta más difícil realizar un análisisy reconocer los rasgos “de vanguardia”: en unosedificios de viviendas realizados pocos añosdespués, como los de Avenida Alvear y Aya-cucho o de Parera y Guido, Buenos Aires, laestructura de hormigón a la vista acompañadacon paredes de ladrillos, solución constructivabastante difundida en la edilicia porteña deaquella época, permitió otra vez enfatizar pla-nos y líneas, y se puede interpretar como unhomenaje a las arquitecturas en ladrillos y es-tructura metálica de Mies (en los edificios deOAM las vigas y los pilares de hormigón en al-gunos casos están modelados según perfilesque evocan los de las vigas metálicas), que MaxBill había ilustrado en su libro dedicado al maes-tro alemán, traducido en castellano por Infi-nito en 1954.

En el mismo 1951, Maldonado fundó la re-vista Nv, Nueva Visión, con el propósito de cre-ar un lugar de encuentro entre las personali-dades más innovadoras operantes en los varioscampos de la cultura y de promover la síntesisde las artes. Los miembros de OAM se com-prometieron profundamente en esta expe-riencia que, por un lado, constituyó un episo-dio sin duda determinante en su proceso deformación y, por el otro, resulta hoy uno de losinstrumentos más útiles para comprender losintereses y las inclinaciones característicasde cada uno de ellos.

Con el mismo espíritu multidisciplinario,Jorge Grisetti fundó a mitad de la década laEditorial Nueva Visión, cuya actividad tuvo una

u EDIFICIO DE VIVIENDAS EN PARERA Y GUIDO, BS. AS.

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importancia para la cultura artística y arqui-tectónica de la Argentina y de todo el mundode lengua castellana que todavía no ha sido re-conocida en su verdadera importancia.

Al mismo tiempo OAM (especialmente Clu-sellas y Baliero) empezó a trabajar en el diseñode muebles, y produjo interesantes piezas querevelan, como ya se ha comentado respecto dela arquitectura, un sistema complejo de refe-rencias europeas y norteamericanas, y una re-lación fructífera con Williams, Bonet y los ar-tistas concretos: es muy probable que en esteproceso haya jugado un papel importante el ar-quitecto César Janello (v.), diseñador de la fa-mosa silla W en la década anterior, con quienClusellas proyectó los estupendos pabellonespara la Feria de América de Mendoza en 1954.

La coexistencia de tantas actividades, rela-ciones e intereses fue posible, y estimulada, porla naturaleza del “taller” de donde salían estos“productos”: el petit-hôtel de Cerrito 1371 al-bergaba al mismo tiempo el estudio de OAM yla exposición de sus muebles, la redacción deNv, Nueva Visión, la sede de la editorial, el ta-ller de Maldonado, los conciertos de la asocia-ción Nueva Música, los talleres provisionalesde los artistas Hlito, Girola, Iommi, y de los en-tonces estudiantes de arquitectura Solsona (v.

MSSGSS) y Bell, debido a lo cual se transformó,por su propia naturaleza, en uno de los lugaresde debate más vanguardista de Buenos Aires.

La Disolución de OAM alrededor de 1957fue un proceso gradual y casi natural que hoyresulta particularmente difícil reconstruir enforma detallada. Podría pensarse que reunía

personalidades demasiado fuertes como paradurar mucho e individuar algunos factores quesin duda contribuyeron a este proceso disgre-gativo: los largos viajes al exterior de algunosde sus miembros, el término de la AsociaciónArte Concreto “Invención” y la emigración desus principales representantes, el fin de la ex-periencia de Nv, Nueva Visión y, por último, lademolición del inmueble de la calle Cerrito pa-ra la ampliación de la Avenida 9 de Julio. Pe-ro en esta incierta tentativa de reconstrucción,podría quizás encontrar legitimación tambiénuna hipótesis más pragmática que considerela agrupación como un recurso útil para en-frentar las dificultades ligadas al comienzo deuna actividad profesional y que pierde su ra-zón de ser en el momento en que sus inte-grantes empiezan a afirmarse en un medio queparecía estimular la libertad y la expresión per-sonal como componentes fundamentales de laarquitectura. Desde esta óptica no sorprendeque los que participaron en OAM hayan cola-borado entre ellos en varias ocasiones y que ensus escritos, ensayos y artículos hayan sido pro-movidas las obras de ex integrantes. F. D.

Bibliografía: F. Bullrich. La arquitectura argentina

contemporánea. Bs. As.: Nueva Visión, 1963; C. A.

Méndez Mosquera. Introducción. En: summa 2, oc-

tubre de 1963; C. A. Méndez Mosquera. Veinte años

de Diseño Gráfico en la Argentina. En: summa 15,

1969; J. F. Liernur. Para una critica: concurso na-

cional de anteproyectos: la Biblioteca Nacional. En:

Materiales 1, 1982; J. M. Borthagaray. Universidad

y política 1945-1966. En: Contextos 1, 1997; J. Sol-

sona. Entrevistas. Apuntes para una autobiografía.

Bs. As.: Infinito, 1997; A. Crispiani. Belleza e inven-

ción. En: Block 1, 1997; J. F. Liernur. Arquitectura

en la Argentina del siglo XX. Bs. As.: Fondo Nacio-

nal de las Artes, 2001.

OBRADOR. Publicación de carácter indepen-diente, destinada a abordar temas de arqui-tectura y urbanismo desde una óptica social,que incluía una fuerte crítica estructural a lascondiciones de producción disciplinar. Apare-ció entre 1963 y 1964, años en los que lle-garon a editarse tres números. En su conse-jo editor, y como colaboradores, reunió ajóvenes figuras, algunas de las cuales llega-ron a destacarse luego en la docencia uni-versitaria: los arquitectos José Bacigalupo,Francisco García Vazquez, Enrique Rotzait, Cé-sar Vapñarsky y Marcos Winograd, y los inge-nieros Isaac Danon y Gregorio Notensohn.

La primera entrega sorprendió tanto por ladiagramación de formato apaisado, no habitualentonces en el país, y por la alternancia de pa-peles satinado y rústico, como por la declaraciónde principios que constituía el editorial “Nos-otros y el pasajero del tranvía” -una explícita re-ferencia a Edoardo Persico-, donde instaban acentrar la atención reflexiva en el déficit habita-cional, la crisis laboral de la matrícula y el com-promiso político a través de la práctica discipli-nar. Se destaca en este número la traducción de“Arquitectura e ideología”, de Giulio Carlo Ar-gan, quien por entonces había dictado en Tucu-mán un curso que alcanzó gran difusión: “El con-cepto del espacio arquitectónico desde el Barrocoa nuestros días”. La entrega siguiente, dirigida,como la tercera, por Marcos Grosman, se centróen la vivienda, con contribuciones que formarí-an la secuencia canónica de la historia, referidasal caso argentino, como la de Roberto Segre. Porsu parte, el último número, continuando la cues-tión de la vivienda y orientándose a problemastécnicos, como la prefabricación de origen fran-

cés Outinord, introdujoa dos figuras que poste-riormente serían perso-nalidades influyentes enla docencia: Juan Moli-na y Vedia, y Juan Car-los López (entrevista aVivanco hecha por esteúltimo; reseña del VIICongreso de la UIA, quetuvo lugar en Cuba, porel primero). E. G.

oam obr

9Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DETALLE DEL EDIFICIO DE VIVIENDAS DE ALVEAR Y AYACUCHO, EN BUENOS AIRES.

u DETALLE DE LA PORTADA

DEL PRIMER NÚMERO.

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OBRAS SANITARIAS DE LA NACION. (OSN)Entidad autárquica que tuvo a su cargo, des-de 1912 a 1992, la construcción, explotacióny conservación de las obras de saneamientourbano en el país, ejecutadas con fondos na-cionales. A este modelo de organismo públi-co con gran autonomía de acción no se arri-bó sin conflictos: desde que el problema de lahigiene pública se hizo presente como una res-ponsabilidad del gobierno, el debate sobre eltipo de gestión de las obras, tanto en su cons-trucción como en su explotación, fue perma-nente. Así, el ejemplo de Obras Sanitarias re-viste un interés particular dentro del conjuntode organismos que modernizan la ciudad, enla medida en que la opción, particularmenteexitosa, se tomó en favor de la construcción yla gestión pública, a diferencia de otros ser-vicios que durante largo tiempo se mantuvie-ron fundamentalmente en manos privadas (v.

Saneamiento; Sanitaria, Arquitectura)

Puede considerarse como antecedente di-recto del ente el artículo 34 de la Ley OrgánicaMunicipal de la ciudad de Buenos Aires (1854),en donde se estimaba que el gobierno comu-nal debía establecer el servicio de aguas co-rrientes, y facultaba para tal fin a la Comisiónde Obras Públicas. Se retomaba así un inten-to fechado más de 30 años antes para la pro-visión de aguas corrientes en Buenos Aires: elque se hallaba inscripto entre los objetivos bá-sicos del Departamento de Ingenieros Hi-dráulicos (v.), cuyo reglamento había sido apro-bado en 1822, cuando era James Bevans (v.) elingeniero en jefe del organismo. Pero de estosobjetivos solo restaban los estudios que habíahecho Bevans sobre provisión de agua potablea poco tiempo de llegar a la ciudad; la histo-ria posterior de las aguas corrientes consistiósolo en emprendimientos particulares ofreci-dos al gobierno, como el proyecto de aguas cla-rificadas del ingeniero Pellegrini (v.), de 1829.Recién después del gobierno de Rosas se re-tomó la cuestión de la sanidad en manos pú-blicas. Y fue sin duda la ciudad de Buenos Ai-res, en esta nueva etapa, el banco de pruebaspara la solución del problema sanitario en elRío de la Plata.

Se abrió en esos años una primera cues-tión: ¿era el Municipio o el gobierno provin-cial quien debía hacerse cargo de estas obras?La opinión generalizada de técnicos y políti-cos, basada en experiencias internacionales,descartaba ya la explotación en manos priva-das, fundada en la importancia clave para lapoblación de los factores sanitarios. Pero aun

en los países más desarrollados no se habíaarribado a una solución administrativa per-fectamente aceitada, y los modelos a seguireran disímiles.

En Buenos Aires, la idea de que el agua co-rriente (a la cual se reducía por entonces el pro-yecto sanitario) debía ser provista por el Mu-nicipio se mantuvo hasta la federalización dela ciudad, aunque nunca logró efectivizarse to-talmente.

El verdadero punto de partida para la cre-ación del ente se encuentra en la Ley 1867, enque la Legislatura autorizó al Poder EjecutivoProvincial a adoptar las medidas convenientespara el saneamiento de Buenos Aires. Fue au-torizado también un empréstito del Banco dela Provincia para hacer realidad estas obras. Seadoptó en principio el proyecto del ingenieroCoghlan (v.). La llamada Comisión Municipalde Salubridad Pública no funcionó como se es-peraba, paralizada por discusiones de deslin-de de tareas entre el Municipio y la Comisión,y el gobierno se vio obligado a crear una Co-misión especial de manera que, aunque la leypreveía que la Municipalidad se hiciera cargode todo lo relativo a las obras, fue finalmenteel Gobierno de la Provincia quien tomó la ini-ciativa. Coghlan, junto con Emilio Castro (am-bos del personal superior del FCO), confor-maron esta última comisión encargada de laefectivización de las aguas corrientes. Las obrasfinalizaron en los primeros meses de 1869; enabril se abrieron al servicio público. La Comi-sión ejecutiva (Coghlan y Francisco Madero,que había reemplazado a Castro), ampliada con

otros miembros, determinaba las tarifas quelos particulares debían pagar: subsistió durantedécadas el criterio que entonces se estable-ció, el del 3% sobre el alquiler de la propiedad.

En 1870 se proyectó una nueva ampliaciónde las obras, ante las urgencias de una ciu-dad que crecía notablemente y la difusión ge-neralizada en la opinión pública de la temáti-ca higienista (v. Higienismo). Se incluyó esta vezel problema de las cloacas y el desagüe urba-nos. Un dato observado anteriormente adquiereahora significación: tanto Coghlan como Cas-tro pertenecían al personal superior del Fe-rrocarril Oeste. En efecto, el interés del ferro-carril era mayúsculo en estas obras, ya quenecesitaba contar con agua relativamente lim-pias para alimentar las calderas. Así, la admi-nistración de las aguas corrientes estuvo a car-go del Ferrocarril Oeste en la práctica, y estese cambió en el principal acreedor del gobier-no, que adquirió una deuda notable. Con la leyde septiembre de 1870, la Comisión se eman-cipó definitivamente de la administración delFerrocarril Oeste, y arrancó así la verdadera or-ganización administrativa de Aguas Corrien-tes. Esta es la explicación, también, del aleja-miento de Coghlan y del contrato con Bateman(v. La Trobe Bateman). La Comisión nueva poseíaenorme autonomía: adquiría los materiales,administraba las obras, proponía ella mismaal ingeniero para dirigirlas, fijaba las tarifas.Se le otorgaban por ley recursos extraordina-rios mientras duraran las obras. Se proyectóque estas fueran manejadas luego por el Mu-nicipio, cosa que nunca llegó a suceder. Las

10 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ENTRADA A LA PLANTA POTABILIZADORA DE OBRAS SANITARIAS DE LA NACIÓN, EN PALERMO, BUENOS AIRES

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obras continuaron realizándose exitosamente,aunque muy por detrás de los enormes re-querimientos, debido al crecimiento acelera-do de la ciudad. La valorización progresiva delas obras permitió que la deuda con el Ferro-carril Oeste fuera rápidamente saldada.

Un segundo período se abre con el ambi-cioso proyecto propuesto por Bateman, con-tratado por la Comisión en 1870. En 1871 seformalizó el contrato según el cual Batemandirigiría el proyecto y se encargaría de los tra-bajos. Recién a fines de 1872, la Comisión acep-tó su proyecto: consistía en la provisión de agua,conductos de desagüe y cloacas en el luego lla-mado “radio viejo” o “ciudad de Bateman”, quecomprendía 2593 ha, una superficie notablepara la época, si pensamos que la mayor partede la población estaba concentrada en este ra-dio, y Buenos Aires, aún no capitalizada, ca-recía de límites formalmente definidos. En1874 se consumó el contrato con los cons-tructores (Newman, Medici y Cía), año en quelas obras adquirieron un importante impulso.Pero diversos problemas detendrían el cum-plimiento del proyecto.

Mientras las obras de agua corriente, clo-acas y desagüe se llevaban a cabo, Buenos Ai-res se convirtió en la ciudad Capital de la Re-pública. La Comisión de Aguas Corrientes pasóasí, por decreto de diciembre de 1880, a la ju-risdicción del Ministerio del Interior. La pri-mera Comisión Nacional estaba presidida porel higienista Eduardo Wilde. Se mantuvo la au-tonomía que la ley de 1870 le había otorgado.Las obras, detenidas por el conflicto político de1880, se retomaron en 1882, adjudicadas a De-voto (miembro de la Comisión). Aún no se ha-bía construido el primer sifón del Riachuelo,ni el depósito principal de la calle Córdoba; nise habían iniciado tampoco las obras del dis-trito de Boca y Barracas, área que presentabaproblemas particulares.

En 1887 se tomó una decisión que tuvo re-sultados funestos: el arrendamiento de las obraspor 39 años a la firma de Samuel Hale y Cía.,luego “The Buenos Ayres Water Supply & Drai-nage Co. Ltda”, una sociedad anónima conasiento en Londres. La discutida medida noconcluyó en un final feliz: agravada la situa-ción por la crisis del noventa, la compañía arren-dataria no concluyó las obras y en mayo de 1891Victorino de la Plaza se trasladó a Londres pa-ra convenir la rescisión del contrato, refren-dada por la Ley 2.796. El gobierno perdió tiem-po y dinero, y tuvo que readquirir las obras aldoble de su valor, sin que ellas hubieran pro-gresado significativamente.

Mientras tanto, la Comisión había desapa-recido en la práctica durante el período delarriendo, si bien mantenía en los papeles lafunción de inspección. Una nueva etapa seabrió cuando, en relación con la creación delMinisterio de Obras Públicas (v.), se instaló laComisión de Obras de Salubridad de la Capi-tal, que dependía de dicho Ministerio. La nue-va Comisión —presidida por el ingeniero Gui-llermo Villanueva, quien se mantuvo en estafunción hasta 1910— se hizo cargo de la cons-trucción de todo lo que la Compañía de Halehabía prometido y dejado sin hacer. Tambiénse propuso una ampliación del proyecto origi-nal, ya que Buenos Aires había crecido de ma-nera impensable una década atrás. Las leyesde diciembre de 1892, diciembre de 1893 y ene-ro de 1894 contemplaban, entre otras medi-das, obras en los pueblos de Belgrano y Flores,conexiones en establecimientos públicos si-tuados por fuera del radio antiguo y la soluciónde la descarga pluvial en el puerto de BuenosAires, construido con posterioridad al proyec-to de Bateman. En 1901 se le encomendó a lamisma Comisión el estudio, la construcción yla administración de los servicios sanitariosen las provincias, por lo cual la repartición pa-só a denominarse Dirección General de Obrasde Salubridad de la Nación. La organizaciónde la Dirección consistía en cuatro reparti-ciones, dirigidas en cada caso por un ingenie-ro, asesoradas por una comisión directiva for-mada por dos abogados, dos médicos y dosingenieros.

Un nuevo impulso a las obras de BuenosAires se dio a partir de la Ley 4973 de 1906,que autorizaba a realizar los estudios perti-nentes para la extensión de las obras a todoel distrito de la Capital. En 1908, ya realizadoel estudio y decidido el sistema de aguas co-rrientes y cloacas en lugar de las alternativasde pozos semisurgentes u otras soluciones, sedictó la Ley 6.385, que permitiría el inicio delas obras para toda la ciudad.

En julio de 1912, la Comisión se reorgani-zó bajo la denominación de Directorio de ObrasSanitarias de la Nación (Ley N.° 8.889 del 27julio). Se creó así el organismo autárquico quecontinuó hasta 1993 con algunas modificacio-nes, como la de enero de 1914. La Comisióndirectiva, con plenos poderes, era nombradapor el Poder Ejecutivo con acuerdo del Sena-do de la Nación.

Gradualmente Obras Sanitarias concluyóla provisión de agua para Buenos Aires y al-rededores, y se hizo cargo de las obras en otraslocalidades de todo el país. Para 1940 contro-laba los servicios de agua potable, cloacas, plu-viales —y en algunos casos de energía eléc-trica— de más de 4 millones de personas en57 ciudades y pueblos.

La importancia del ente no radica solo ensus realizaciones materiales. Debido a la in-experiencia argentina en ingeniería sanitaria,la institución tomó desde fines de siglo pasa-do la iniciativa de la formación de equipos téc-nicos especializados, por lo que tuvo conflic-tos con la matrícula de los ingenieros, quienesse resistían a someterse a los exámenes denivel para ser admitidos en la repartición. Es-tuvo también a la cabeza de la imposición decontroles de calidad sobre ciertos materialesconstitutivos de la construcción entonces no-vedosos, como el caso del cemento y del ce-mento armado, y sus reglamentos para estematerial fueron los adoptados hasta la déca-da del treinta en todas las licitaciones públicas.Sentó las bases de la confianza en el Estado co-mo ente administrador de cuestiones clave pa-ra el desarrollo de la población urbana. G. S.

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11Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u FACHADA DEL PALACIO DE OBRAS SANITARIAS, BS. AS.

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OBRAS DE SANEAMIENTO. Conjunto de ser-vicios públicos que preservan la salud de unacomunidad. Aunque esta definición cubredesde los hospitales (v.) y cementerios (v.)

hasta las reglamentaciones industriales o dehabitabilidad, aquí nos referiremos a la cons-trucción de la infraestructura necesaria paraobtener agua potable, drenar el suelo urba-no y depurar los desechos sólidos y líquidos;servicios públicos que desde el año 1912quedaron en manos del ente Obras Sanita-rias de la Nación (v.).

Aunque la preocupación por la sanidad yla construcción de obras correspondientes noes moderna, no cabe duda de que el tema ad-quirió una inflexión particular a partir de losprocesos productivos e ideológicos que carac-terizaron la Modernidad. Una inflexión de im-portancia suficiente como para que el cor-pus técnico y legal que se asienta desdeprincipios del siglo XIX sea reconocido por al-gunos autores como constitutivo del origen dela urbanística moderna (Benévolo). Perspec-tivas más recientes señalan también el cambiode paradigmas en los conceptos de salud y deenfermedad, que pueden verificarse desde fi-nes del siglo XVIII, y el progresivo desplaza-miento desde un pensamiento que hacía ejeen los problemas de la transmisión por el ai-re de las enfermedades hacia los problemasdel agua y del drenaje del suelo, como aspec-tos centrales por resolver (v. Higienismo).

En este marco, podría establecerse una pe-riodización en la evolución de las obras de sa-nidad en el Río de la Plata: un primer períodoen el cual la preocupación por el agua no cons-tituye un problema sistemático y que se extiendehasta mediados del siglo XX; un segundo pe-ríodo en el que la lenta pero progresiva difusiónde las ideas higiénicas lleva a plantear una se-rie de proyectos y propuestas, cuyo momentode mayor densidad se encuentra en la época deRivadavia; un tercer período —que se extiendedesde los años de 1860 hasta la segunda déca-da del siglo XX— en el que a la luz de impor-tantes descubrimientos científicos se afinan lastécnicas de intervención, tanto local como mun-dialmente; un cuarto período en el que laslíneas principales de decisión respecto delproblema sanitario ya están tomadas, las re-glamentaciones ya constituidas y el debatepúblico se disuelve en manos de los técnicos.

Hacia las primeras décadas del siglo XVIIImuy pocos habitantes de Buenos Aires disfru-taban de agua potable. Algunos pozos preca-riamente construidos, sin brocales adecuados,

cumplían esta función: la aparición del aljibe amediados de siglo fue un gran adelanto en re-lación a la utilización de las aguas de lluvia enforma más higiénica (v. Aljibe, Brocal). El agua po-table era distribuida por el aguatero, quien laobtenía directamente del río; luego se la en-friaba y clarificaba en tinajas de barro.

Durante el gobierno de Vértiz se dan los pri-meros pasos para una legislación sanitaria enel Río de la Plata. Con la colaboración del in-geniero Joaquín Mosquera (v.), se dicta el “Ban-do del bueno gobierno” referido a “Aseo, lim-pieza y policía de Buenos Aires”, que establecía“dónde podían levantar el agua del río los agua-dores o aguateros”. En 1780 también se creó elProtomedicato, tribunal que entre sus funcio-nes reconocía la vigilancia de la Salud Pública.Luego de la epidemia de 1802, el Protomedi-

cato fue sustituido por la Junta de Sanidad.Es en estas circunstancias cuando, durante

el gobierno de Rivadavia, se plantearon las pri-meras iniciativas modernas en el tema del aguacorriente. El ingeniero inglés Bevans (v.), con-tratado por Rivadavia, encaró por primera vezel problema del agua potable. Su estudio se li-mitó a mejorar el agua de los pozos porteños ya practicar perforaciones en la antigua noriaconventual de la Recoleta. Bevans planteó dosposibilidades: una relativa al uso de agua de río,que debía ser levantada hasta un depósito y des-de allí distribuirse, y otra a la opción entre usaraguas subterráneas o de pozos, que se resolviópor la segunda. La distribución se realizaría porsuministro directo o por bombeo, según fue-ra la situación de los pozos excavados. El ex-perimento fracasó.

El ingeniero Pellegrini (v.) propuso, en 1829,en el folleto Empresa de aguas clarificadas pa-ra Buenos Aires, aprovechar las crecientes pa-ra recoger el agua en un piletón excavado enla tosca, forzando el agua a través de lechosclarificantes. El tema de las aguas fue trata-do posteriormente por Juan Pons (v.) y CarloZucchi (v.), quienes en 1830 presentan ante lasautoridades un informe detallado. Varios em-prendimientos privados se suceden sin que lo-gren cuajar en intervenciones concretas:Bleumstein y la Roche en 1845 (provisión deagua natural desde el Molino San Francisco, endonde funcionaba la primera caldera a vapor),la misma empresa junto con Pellegrini, en 1853;Guillermo Bragge, Eduardo Taylor (v.) con JuanBaratta, y Guillermo Davies, en 1856; Fortuna-to Pourcel y nuevamente Pellegrini en 1857. Es-ta serie de presentaciones, que se intensifica enlos años cincuenta, presenta a la década comoun período de inflexión. También muestranque la preocupación por la higiene se ha in-tensificado la formación del Consejo de Higie-ne Pública y las publicaciones provenientes delcampo médico, cuyo objeto principal de discu-sión ha pasado a ser el problema urbano. Pe-ro las propuestas técnicas y el enfoque del pro-blema permanecían deudores de las perspectivasde las tres décadas anteriores.

La cuestión de la explotación pública o pri-vada y la resolución del problema en funciónde los avances científico-técnicos de la segun-da mitad del siglo XIX fueron los dos puntosalrededor de los cuales giró el debate sobre lasobras sanitarias en el tercer período que abor-damos. El nuevo período que se abre institu-cionalmente en 1854 (la ley orgánica municipalpreveía el servicio público de aguas corrientes)se orientó en una dirección precisa con el pro-yecto que el ingeniero irlandés Juan Coghlan(v.) presentó en 1859, en calidad de asesor téc-nico del gobierno provincial. Se definió la dis-cusión de la época de Rivadavia: la toma delagua del río o de napas subterráneas.

El proyecto original preveía agua simple-mente filtrada, tomada del Río de la Plata, pa-ra un radio de 150 manzanas. Las diferenciasentre la visión de Coghlan y la de Pellegrini que-daron manifiestas cuando este último pre-sentó en 1860 un nuevo proyecto para aguascorrientes. Pellegrini proponía un aparato hi-dráulico capaz de suministrar a la ciudad eltriple de agua que el consumo actual. La dis-tribución se realizaría a través de caños subte-rráneos hasta Plaza Lorea, Monserrat y el Par-que, y desde allí se conduciría a domicilio porservicio de aguateros. Aunque el Consejo de

12 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ALJIBE EN UNA ESTANCIA DE CAÑUELAS, PCIA. DE BS. AS.

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Obras Públicas aceptó la propuesta, Coghlan larechazó en su informe de 1861, alegando queel proyecto de Pellegrini resultaría “ineficaz pa-ra una ciudad grande y rica como Buenos Ai-res”. Esta respuesta de Coghlan apuntaba a dosaspectos esenciales en los debates sobre la in-fraestructura urbana: la dimensión de la ciu-dad y la necesidad de una circulación ininte-rrumpida y mecánica de los fluidos. El otropunto importante residía en la calidad del agua:¿debía esta ser única para todos los usos (tantopara los domiciliarios como para los industria-les y públicos) o podían proponerse calidadesdiferenciadas? Los problemas que un agua demala calidad generaba en el funcionamiento demáquinas a vapor, que comenzaban a difun-dirse en la industria porteña, orientó la deci-sión hacia la elección de una calidad única.

Las propuestas para solucionar el proble-ma del agua fueron anteriores a la epidemiade cólera de 1867. Pero la epidemia —que serepetiría en 1869— redobló la necesidad de surealización urgente. Así, en 1867, el Ministrode Gobierno Avellaneda encareció al Presidentede la Municipalidad la adopción de uno de lossistemas presentados en 1854. Dadas las gra-ves circunstancias sanitarias, intervino tam-bién el gobierno provincial, que decidió for-mar una comisión especial conformada porEmilio Castro y Juan Coghlan para llevar a efec-to la distribución de agua filtrada a ciertos pun-tos y establecimientos importantes de la ciu-dad. Ambos ocupaban los cargos de director eingeniero principal del Ferrocarril Oeste, cu-yo funcionamiento había tenido problemas porno usar agua pura en sus máquinas. En 1869Emilio Castro manifestó que parte de las obrasprevistas para aguas corrientes estaban termi-nadas. La administración sucesiva, la fijaciónde las tarifas y las ampliaciones que se requi-rieron estuvieron a cargo de una comisión am-pliada. Las obras construidas habían echadolas bases para la extensión en provisión de agua;faltaba establecer el mejor sistema de cloacasy desagües. Se adoptó finalmente el proyectode Coghlan, la más avanzada de las propues-tas que se barajaban en ese momento.

Para entonces ya se conocían experienciaseuropeas y americanas en el tema. Coghlan es-taba al tanto especialmente de los avances enlegislación y resoluciones técnicas del ReinoUnido. Más dificultoso resultaba el tema de losdesagües. En el caso de Londres, en un princi-pio se unificaron el desagüe fecal y el desagüepluvial, y se echaban los desechos al río más pró-ximo, lo que obviamente causaba desastres eco-lógicos. Se propusieron varios remedios: el sis-

tema de desinfección de los ríos, probado en Lei-cester, y el sistema seco, que consistía en mez-clar directamente tierra seca con materias feca-les y removerlas por medio de receptáculos ycarros. En París se utilizaba el sistema de cajo-nes vacíos bien tapados para recibir materiasofensivas; estos eran vaciados en la noche porcarros atmosféricos. Por último, Coghlan men-cionaba el sistema de riego y fertilización delsuelo, reutilizando después de un tratamientoadecuado las aguas servidas.

De esta manera el informe de Coghlan yaconsideraba el núcleo de problemas que pre-sentaría la solución de los desagües cloacales ypluviales, y mostraba los ejes del debate en ladécada del setenta: circulación continua o carrosatmosféricos, reutilización para riego de las aguasservidas o su eliminación en el Río de la Plata.

En el plano presentado por Coghlan en1869, se considera solo el radio antiguo de laciudad, delimitado aproximadamente por elarroyo Maldonado y las barrancas, al norte y alsudoeste respectivamente. El desagüe se haríapor simple gravitación. Coghlan divide, ade-más, a la ciudad antigua en cuatro distritos,aprovechando las cuencas de los terceros.

En 1871, la provincia aprobó el contratocon John de la Trobe Bateman (v.), a quienle encargó la provisión de agua y conductos,el mejor medio de eliminación de aguas ser-vidas y materias fecales, la desecación del sue-lo, planos y presupuestos. Era el año de la fie-bre amarilla, pero Bateman fue contratadopreviamente: su contratación dio origen a larenuncia de Coghlan.

El contrato de Bateman marcó también una

inflexión importante en el tema. Si hasta en-tonces las preocupaciones sobre la higiene pú-blica y las necesidades de la industria corríanparejas, a partir de la gran epidemia y el fan-tasma del contagio la orientación social pesóinfinitamente más, y adquirió hacia la décadadel ochenta el carácter social de peligro antela masa inmigratoria, que fue tantas veces se-ñalada como el aspecto oscuro y represivo dela higiene. Aunque la cuestión sanitaria no na-ció directamente ligada con el impacto de laepidemia y la inmigración —los dos leit-motivque se esgrimen como causas directas de es-tas obras en las historiografía—, no cabe du-da de que la fiebre amarilla aceleró la ejecu-ción de muchas medidas sobre las que antesno se habían tomado decisiones concluyen-tes, como la expulsión de los saladeros y es-tablecimientos afines de las orillas del Ria-chuelo hacia la Ensenada, e introdujo en lasensibilidad porteña la idea de peligro socialy contagio interclase.

Bateman envió a su representante, el in-geniero Moore, para hacer los reconocimien-tos preliminares. Si bien la irrupción de la fie-bre amarilla no permitió la profundización delos estudios, el sistema de alcantarillado y clo-acas previsto en estos primeros bosquejos sesostuvo. Detalladamente informó Bateman so-bre su proyecto en septiembre de 1871, aunqueeste fue recién aceptado en 1882. Tomando losinformes y proyectos de Coghlan, el proyectooriginal de Bateman, que se ceñía al radio an-tiguo, se hizo previendo una ciudad de 400.000personas. La mayor parte del territorio se tra-taba por gravitación, con excepción del área delRiachuelo y una franja de la ribera norte, zo-nas bajas e inundables, para las que estaba pre-visto el sistema de bombeo. Bateman proponetunnels (alcantarillas abovedadas en terrenoprofundo) como solución para la conducciónrápida del agua que proviene de las repentinaslluvias frecuentes en el Río de la Plata. La clo-aca máxima iba desde el Matadero Norte, enla Recoleta, al “filo de la eminencia que domi-na a Barracas, cerca del Hospital y el Matade-ro del Sur”, y terminaba en una cámara esclu-sa a 14 pies sobre el río. Allí empezaba la cañeríade hierro fundido para conducir el productodel drenaje a través del Riachuelo y de las tie-rras bajas adyacentes hasta la reserva a orillasdel Río de la Plata. También allí podría em-pezar el caño de drenaje a la tierra de irriga-ción, en caso de adoptarse esta solución. El dre-naje de las tierras bajas del Riachuelo esparticular: se recogería la materia en un pun-to, por ejemplo en la intersección de las calles

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13Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TANQUE DE DISTRIBUCIÓN DE AGUA EN LA ANTIGUA PLAZA

LOREA (ACTUAL PLAZA DEL CONGRESO), DE BUENOS AIRES.

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Banderita y Larga, y de allí se elevaría. El problema de la polución del Riachuelo

constituía uno de los puntos graves. Cuandose contrató a Bateman, aún no habían sido erra-dicados los saladeros; lo que Bateman aconse-jó definir con urgencia, ya que la purificaciónde sus aguas constituía para él un punto esen-cial en las obras de sanidad. Contrató a un fa-moso químico de entonces, el Dr. Frankland,para informar sobre el estado de las aguas y so-bre los medios para su purificación. Franklandpropuso en su informe la desinfección por calviva, a lo que Bateman agregó la necesidadde destruir la barra que obturaba el Riachue-lo, y lo convertía en un curso sin salida. La di-ficultad de decidir al respecto estaba ligada,también, a la falta de identificación rigurosade los orígenes de las enfermedades; esta in-certidumbre se manifestaba en las disímilesalternativas relacionadas con el tratamiento delas deyecciones y de los residuos, como puedeverse en los encontrados proyectos en relaciónal tema: el de un químico como Puiggari o elde un médico higienista como Eduardo Wilde.

Uno de los puntos principales de discusiónsobre el proyecto Bateman sería acerca de laconveniencia o no de arrojar las aguas servi-das al río. Bateman reconocía, como Coghlan,el peligro de la contaminación de los ríos y lasuperioridad del sistema que, tras el tratamientode las aguas servidas, las reutiliza para riego.Pero señalaba problemas comerciales, agrava-dos en un país “naturalmente” fértil. Aconse-jaba entonces tirar los desechos al Plata: el vo-lumen de aguas cloacales, aclaraba, era 1/12del de Londres, y el río mucho más ancho. Pro-puso así un punto para arrojar las aguas ser-vidas entre la Boca y Quilmes. En 1871, la Co-misión de aguas giró a diversas personalidadese instituciones una serie de preguntas en fun-ción de despejar esta y otras dudas. La mayo-ría de los encuestados opinaron masivamenteen contra de este proyecto. Aunque en las pri-

meras resoluciones se adoptó el criterio de lairrigación, las aguas fueron a dar finalmente aun punto más alejado del escogido por Bate-man, cerca de donde lo habían propuesto Huer-go y Gutiérrez.

Un segundo tema aún aparecía polémico:la conveniencia del sistema de cloacas. Estepunto posee una doble importancia: por un la-do, desde el punto de vista técnico, mientrasque aún se discutía si era conveniente la co-nexión por una red de todas las instalacionesdomiciliarias (temiendo el peligro de un con-tagio mayor, ya que los métodos de disrupciónno estaban perfeccionados), ciertos avancescientíficos que posibilitaban la asepsia de otrossistemas todavía estaban en pañales. Solo a par-tir del descubrimiento del método biológico dedepuración, creado por Dibdice y Cameron en1894, apareció como alternativa confiable lafosa séptica, complementada por lechos bac-terianos en lugar de letrinas y sumideros.

Pero la elección de las aguas corrientes yde las cloacas tuvo también un significado so-cial profundo. Por un lado, subyace en su elec-ción la idea de que todo ciudadano tiene el de-recho a la libre y continua utilización del aguacomo un bien fundamental para la vida urba-na. Años más tarde, cuando se amplió el sis-tema a toda la Capital, se marcaron con niti-dez los problemas que una provisión de aguade pozos y un sistema de desechos por me-dio de carros atmosféricos traían a las pobla-ciones periféricas: al ser muy caras las excava-ciones, frecuentemente se tomaba el agua depozos de primera napa; el baño era un lujo pro-hibido; el costo de desagote por carros atmos-féricos, altísimo; los más pobres arrojaban lasaguas servidas a las cunetas durante la noche.

En 1873 se dio comienzo a las obras de Ba-teman, que se ejecutaron activamente hasta1877, cuando se detuvieron por problemas fi-nancieros. La comisión asesora estaba en Lon-dres, los contratistas de las obras en ese perí-odo eran el ingeniero italiano Medici (v.) y elinglés Newman.

Con la capitalización de Buenos Aires, lasobras de salubridad pasaron a poder del Go-bierno nacional y los trabajos se retomaron en1882. Por entonces no cabía pensar en una ciu-dad moderna sin aguas corrientes y cloacas: esasí que antes de la fundación de la ciudad deLa Plata se encaró la realización de este servi-cio. A tal efecto, el Poder Ejecutivo provincialencargó en esta ciudad a los ingenieros Lava-lle (v.) y Medici —primitivos concesionarios dela obra de Buenos Aires— la preparación delos planos y de los presupuestos. Una prime-

ra parte de la obra se finalizó en 1884: los ser-vicios generales para toda la ciudad comen-zaron a funcionar parcialmente en 1885 y secompletaron hacia 1910.

Mientras tanto, la situación de Buenos Ai-res en estos años se tornaba alarmante en lamedida en que la explosión demográfica de lametrópoli ya era un hecho. Para las viviendasno servidas por las cloacas, que eran mayo-ría, se había reglamentado momentáneamen-te el uso de letrinas impermeables, pero el sis-tema resultaba carísimo. Las obras estabandetenidas, los contratos rescindidos y no exis-tía legislación relativa a las obras de salubri-dad. En 1886, año de una nueva epidemia decólera, las obras estaban paralizadas y los cál-culos previstos ya aparecían desbordados porel crecimiento de la ciudad.

De modo que en 1887 se promulgó la dis-cutida Ley 1992 que autorizaba el arrenda-miento de las Obras de Salubridad y su ter-minación dentro de un radio ampliado. A pesarde la oposición, en 1888 se firmó el contratocon Samuel B. Hale y Cía., que se comprometíaa la ampliación del proyecto para 500.000 per-sonas en un plazo de tres años; el gobierno au-torizaba a la compañía a cobrar por los servi-cios durante 39 años. Samuel Hale y Cía.transfirió en 1889 sus acciones y derechos aThe Buenos Aires Water Supply and Draina-ge, cuyos capitalistas eran los poderosos ban-queros Baring. La crisis financiera de 1890 de-tuvo las obras y el gobierno las recuperónuevamente al año siguiente. Para entoncesestaban terminados los trabajos en lo referidoa los conductos exteriores de 21 distritos, peroel más problemático (la Boca y Barracas) ape-nas había sido comenzado; tampoco la “llavede las obras”, el sifón del Riachuelo y la casade bombas prevista en el Puente Chico, ha-bía sido realizada. La posibilidad de concre-tar las obras mediante su parcial privatizaciónsolo redundó en favor de los banqueros Baring.

Rescindido el contrato, el gobierno nombró

14 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DEPÓSITOS DE OBRAS SANITARIAS DE LA NACIÓN EN OBRA.

u PILETAS DE DEPÓSITOS DE ASIENTO DE OSN.

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una Comisión de Obras de Salubridad de la Ca-pital. Desde 1891 a 1902 se pasa de 4366 a47.483 conexiones domiciliarias: el problemaestaba prácticamente resuelto en el área de laciudad antigua. Los resultados de la instalaciónde aguas corrientes y de cloacas en la salud dela población constituyen un testimonio im-placable de la bondad del sistema: las estadís-ticas realizadas para el censo oficial estimabanque la mortalidad había disminuido del 30%en 1890 al 14% en 1904, una cifra muy baja encomparación con los países desarrollados.

No sucedía lo mismo en el resto del terri-torio urbano, y mucho menos en las provin-cias. En 1901 se creó la Dirección General deObras de Salubridad, encargada del estudio,construcción y recepción de los servicios sa-nitarios de las provincias. La Dirección se re-organizó en 1912 (Ley 8889) con el nombrede Obras Sanitarias de la Nación (v.).

En 1908, Agustín González presentó unproyecto para proveer agua potable y desagüesa todas aquellas partes del territorio de la Ca-pital Federal que carecieran de los servicios. Elllamado “radio nuevo” (15.400 ha) compren-

día 24 distritos y resultaba una obra de mayorenvergadura que la primitiva. No se trataba dela ampliación de las obras de Bateman, sino dela construcción de una infraestructura inde-pendiente: una nueva toma en el río con su tú-nel subfluvial, un nuevo establecimiento debombas, depósitos y redes, una colectora má-xima con su sifón en el Riachuelo y una casade máquinas elevadoras en Wilde, cloaca má-xima intermedia de unión entre la máxima an-tigua y la nueva. A esta propuesta se le suma-ron trabajos de mejoramiento y ampliación delas obras del radio antiguo.

La discusión alrededor de este proyecto vol-vió a repetir tópicos anteriores, pero se con-centraba en los distintos departamentos impli-cados en la operación. Desde el punto de vistatécnico, un tema central radicaba en la utiliza-ción del “sistema separado” (separate system,Memphis, Coronel Warren) o el “unitario” (touta légout, es decir, el drenaje por la misma ca-ñería de las aguas pluviales y las aguas servidas).El proyecto inicial de Bateman consideraba pa-ra el área central el sistema unitario, mientrasque en la Boca y Barracas se utilizaba el sepa-

rado. En el momento en que se propuso la cons-trucción de las obras del radio nuevo, las venta-jas del sistema separado, más económico y nomenos eficaz, quedaban a la vista.

El servicio para agua corriente comenzó en1913 y el de cloacas en 1915. En 1917 se cons-truyó la segunda cloaca máxima, cruzando conun nuevo sifón el Riachuelo, a la altura de laactual calle San Francisco. La tercera cloacaproyectada en la Capital tenía su itinerario de-finitivo por la calle Centenera cruzando la ave-nida Sáenz, y en Provincia de Buenos Aires porla calle Carabobo (Avellaneda).

Desde 1901, la Dirección de Obras de Sa-lubridad poseía dimensión nacional a raíz dela Ley 3967, de 1900, que autorizó la provisiónde agua potable a Jujuy, Corrientes, Santia-go, La Rioja, Santa Fe y Salta, y la ampliaciónen Catamarca, San Luis, Mendoza y San Juan.Aunque algunos trabajos importantes ya se ha-bían realizado antes —tal el caso de los pro-yectos de aprovisionamiento de agua para Men-doza, proyectado por el ingeniero Nystromer(v.) en 1884, o de las obras de salubridad de Sal-ta, en 1898, del mismo autor—, fue esta ley la

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15Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CONSTRUCCIÓN DE UNO DE LOS DESAGÜES CLOACALES DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

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que proporcionó el marco para las siguientesintervenciones llevadas a cabo en forma sis-temática. En 1902 la Dirección General deObras de Salubridad inició la provisión de aguasa Jujuy, y Agustín González proyectó obras desalubridad en la ciudad de Córdoba, con unagalería filtrante en el Río Primero, capaz de su-ministrar 250 litros diarios por habitante (pa-ra 120.000 habitantes); se comenzó con 5960viviendas y 5305 cloacas, y desagües pluviales.Las obras de San Luis comenzaron en 1903.La Ley 4158 de 1903 impulsó otras obras en elinterior del país: en su marco nacieron los pro-yectos para Bahía Blanca, Ingeniero White yPuerto Belgrano. En 1904 se inició la galeríafiltrante en el lecho del río San Lorenzo paraabastecer a la ciudad de Salta. En ese mismoaño, el proyecto para Santa Fe incluía colec-tores cloacales, cloaca máxima, cámaras sépti-cas, etc. En 1906 se inauguró el servicio enMendoza, con una galería filtrante en el ríoMendoza (250 litros diarios a 48.000 habi-tantes), y se iniciaron las obras de San Juan.

Los proyectos para Corrientes (previsto pa-ra 22.000 habitantes) y Mar del Plata (para50.000 habitantes) datan de 1907. En 1910 seinauguró la galería filtrante del río Lules, en Tu-cumán (60.000 habitantes, ampliable a100.000). En 1912, finalmente, Agustín Gon-zález propuso para La Plata un proyecto de en-vergadura, proporcionalmente similar al porte-ño (600.000 personas, 300 litros por habitante).

En la primera década del siglo se consoli-daron las bases con las que Obras Sanitariastrabajaría en el interior del país en las décadassiguientes. La acción se concentró en las capi-tales de provincia o en otras ciudades de im-portancia, como Rosario o Mar del Plata. Enestos años ya se conocían los aparatos sepa-radores, las cámaras de decantación, las fo-sas sépticas y los lechos bacterianos. Así, mu-chos sistemas que se proyectaron en el interiorfueron mixtos: desde el punto de vista social,esto imprimiría diferencias notables entre dis-tintas localidades del país. Mientras se decidiófrecuentemente por la solución de aguas co-rrientes, el tema del desagüe cloacal no fueabordado con la misma asiduidad. Muchasobras que se proyectaron en localidades del in-terior plantearon problemas distintos de los deBuenos Aires en el aspecto técnico: allí dondelos terrenos no son llanos, la infraestructuraes más difícil y cara para resolver. Así, OSN se-ría responsable, décadas más tarde, de algunasde las realizaciones de ingeniería de mayor en-vergadura en el país.

Un nuevo impulso en el crecimiento de la

infraestructura sanitaria argentina se verificóhacia fines de los veinte. Ya en 1922, el con-sumo de agua en la Capital era de 292 l/hab.y la red abastecía a 1.700.000 personas. En1923 se proyectaba un promedio de 500 l/hab.y un aumento gradual en el Conurbano hastacubrir las necesidades de 6 millones de habi-tantes. El impulso y la renovación dejaron fue-ra de servicio el establecimiento de Recoleta, yel de Palermo se ocupó de estos servicios (erala planta de mayor importancia de Sudaméri-ca). La red disponía, además, de los depósitosde Córdoba, Caballito y Villa Devoto. El con-junto de colectores cloacales servía a 4 millo-nes de habitantes.

En la década del cuarenta, Obras Sanita-rias explotaba los servicios de cerca de ochen-ta ciudades del interior, en la mayor parte desolamente agua potable. Apenas una veinte-na de estas ciudades contaban con cloacas.Debido a los avances en la energía hidroe-léctrica (v. Electrificación), una nueva función seagregaba en algunos casos: la provisión delservicio eléctrico. Tales los de La Banda, Puer-to Madryn, González Chávez, Casilda, Con-cepción del Uruguay, La Rioja, y Santiago delEstero. Como obras de particular envergadu-ra en esta época pueden citarse el acueductodel Río Tercero a San Francisco (Córdoba), de166 km de largo, que abastecía a nueve po-blaciones cordobesas; y el tanque de distribu-ción de agua de 3000 m3, de Villa Mercedes(San Luis): en ambos casos la aplicación delhormigón armado colocaba a estas obras enuna situación de punta con respecto al uso deesta tecnología en el país.

El problema rural comenzó a preocupar conmás fuerza por esos años. Las obras de sanea-miento, principalmente en manos del ente na-cional y de algunos organismos provinciales(entre los cuales se destaca el de la Provinciade Buenos Aires), no llegaban a las pequeñaspoblaciones dispersas en el campo. De esta ma-nera, OSN instaló los llamados “servicios re-ducidos” con el fin de resolver en forma prác-tica el problema; difundió también, desde 1948,las cartillas de saneamiento rural, vinculandoel problema de la higiene con aspectos socia-les generales.

Para 1970 Obras Sanitarias brindaba ser-vicio de agua potable por conexión domicilia-ria a 152 localidades que incluían la Capital yparcialmente el Gran Buenos Aires, todas lascapitales provinciales, con la excepción de LaPlata (en manos de la provincia), y grandes ciu-dades como Mar del Plata. En unas 260 locali-dades había surtidores públicos de agua pota-

ble. Pero, más allá del crecimiento sostenido delas obras en estas décadas, y de la amplitud desu servicio, debemos tener en cuenta que soloun 45% de la población argentina era servidapor agua potable; y solo un 30% (79 localida-des) disponía de servicio cloacal. Aun menoslocalidades (14 ciudades importantes) eran aten-didas por OSN para desagües pluviales. G. S.

Bibliografía: J. Coghlan. Informe sobre las propues-

tas para caños de desagüe, aguas corrientes, etc. Bs.

As.: 1868; J. F. Bateman. Mejora de la ciudad de Bue-

nos Aires. Informe sobre drenaje, sistema de cloa-

cas para desagüe y sobre provisión de agua de la ciu-

dad de Buenos Aires. Bs. As.: 1871; E. Wilde. Discurso

sobre salubridad en la ciudad de Buenos Aires. Bs.

As.: 1872; C.A. Young. “El saneamiento domiciliario

en la época del Virreinato”. En: Boletín de OSN. n.°

37, 1940; P. J. Pando. Higiene sanitaria. Eliminación

de los producidos cloacales y residuos industria-

les. La Plata: 1914; E. J. Baca. Las obras de salubridad

de la ciudad de Buenos Aires. Bs. As.: 1918; E. Tagle

Rodríguez. El alcantarillado de la ciudad de Bue-

nos Aires. Construcción y explotación de cloacas

externas y domiciliarias. 1905; R. C. Parsons. Me-

moria al Instituto de Ingenieros civiles de Londres.

En: Boletín de estadística Municipal. 1905; M. Can-

dioti. Cincuentenario de las obras de la Capital Fe-

deral, exposición de su desarrollo económico y fi-

nanciero. Bs. As.: 1918; J. V. Huergo. Síntesis

histórica de la acción higiénica y urbana de Obras

Sanitarias de la Nación. En: Primer Congreso Ar-

gentino de Urbanismo. 1937; R. A. Trelles. “Breve

historia del desarrollo de la ingeniería sanitaria

en nuestro país”. En: La Ingeniería. agosto de 1971;

M. Scarone y J. Gazzaneo. Revolución Industrial y

equipamiento urbano. Bs. As.: IAA, 1968; E. G. Herz.

Historia del agua en Buenos Aires. Bs. As.: 1978.

OCAMPO, MANUEL S. S/d, 1854 - San Isidro,1931. Ingeniero.

Graduado en 1882, fue miembro del De-partamento Nacional de Ingenieros y presidentede Obras Sanitarias de la Nación. Realizó el edi-ficio de OSN en Avenida Alvear entre Callao yRiobamba, Buenos Aires, y trabajó como ins-pector en las construcciones del Ferrocarril Cen-tral Andino. Es autor de residencias privadas ycasas de renta, entre los que se destacan la deOcampo, en Florida y Viamonte (1905).

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutiérrez, A. Levaggi, J. C.

Montero,A. S. J. de Paula. La arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Bs. As.: Editorial Sud-

americana, 1968.

16 Diccionario de Arquitectura en la ArgentinaDiccionario de Arquitectura en la Argentina

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OCHOA, JUAN. Buenos Aires, 1872 – Íd., 1948.Ingeniero. Realizó importantes obras de ar-quitectura religiosa y bancaria. Tuvo una des-tacada participación en la Comisión Nacionalde Casas Baratas (v.) y en los debates sobrevivienda económica generados a partir de sucreación.

Cursó estudios en la Universidad de Bue-nos Aires, donde se graduó como ingeniero ci-vil. Trabajando solo o en sociedad, proyectó re-sidencias, edificios públicos y religiosos en laCapital Federal y en distintas localidades de lasprovincias de Buenos Aires y Santa Fe.

Individualmente realizó la Iglesia de Aya-cucho, el Colegio Concepción, el Asilo de Huér-fanos del Socorro, la Municipalidad de Lobe-ría y la Aduana de Rosario. Con Selva (v.) yPolizza se ocupó entre 1898 y 1902 de la am-pliación de la Catedral de Lomas de Zamora.En sociedad con Medhurst Thomas (v.), obtu-vo un premio en el concurso organizado parala realización del Hospital Durand en 1905 yconstruyó la residencia y local de Cerrito 244.

Posteriormente, la firma Medhurst Tho-mas y Ochoa integró la lista de estudios de ar-quitectura que por su destacada labor recibie-ron entre 1910 y 1920 encargos del BancoNación para la realización de sus sucursalesen el interior del país, antes de que esa insti-tución formara su propia oficina de arquitec-tura. La producción alcanzó a una veintena desucursales construidas en las provincias deSanta Fe y Buenos Aires. Cuya característicafue el uso de un esquema básico, aplicado a te-rrenos en esquina, que permitía la resoluciónde un programa en común: sede bancaria y vi-vienda del gerente.

Manteniendo una imagen institucional, ca-racterizada por el uso de estilos borbónicos yun orden jónico que enfatiza el acceso princi-pal, el salón de atención al público, dispuestosiempre en la esquina, constituye el objetode las principales indagaciones y variacionesformales. Estas van desde el uso de un círculode grandes proporciones en la sucursal de Dia-mante (1917), un rectángulo achaflanado en-vuelto por una recova moderadora del rigor cli-mático en Bella Vista (1918), hasta un octógonoalargado en Paso de los Libres (1918).

También para el Banco Nación, Ochoa tra-bajó individualmente en la realización de lassucursales de Bahía Blanca (1919) y de SantaFe (1920). El paso de las anteriores interven-ciones instaladas en un contexto provincianoa un ámbito urbano, asociado a mayores exi-gencias programáticas, se refleja en la monu-mentalidad exaltada por la utilización del or-den jónico, pero ahora de grandes proporciones,con columnas pareadas de varias alturas quemarcan el acceso principal.

En 1925, como Director General de Cons-trucciones del Banco Hipotecario Nacional, re-alizó la sede de ese de ese organismo en la ciu-dad de La Plata, sobre la base de criterios afinesa los ya experimentados en las sucursales delBanco Nación.

Ochoa también integró los Círculos de Obre-ros Católicos y la Asociación de Hombres dela Acción Católica, y su intervención posterioren la Comisión Nacional de Casas Baratas (v.)

da cuenta de la efectiva inserción de la UniónPopular Católica Argentina a través de sus téc-nicos en el seno del Estado nacional para ocu-parse del tema de la vivienda económica.

Alcanzó la presidencia de ese organismo

en 1938 y mantuvo una permanente colabora-ción por medio de artículos escritos para su ór-gano de difusión, La habitación popular.

En su continuo interés por el tema de la vi-vienda económica, participó en distintos con-gresos, como el de La Habitación, de 1920, enel que presentó un “proyecto para la cons-trucción de casas baratas por la acción parti-cular, bajo la forma patronal cooperativa”.

Ochoa también proyectó las obras de alum-brado eléctrico de la Casa Rosada, fue docen-te universitario y se desempeñó en la funciónpública dentro del Ministerio de Hacienda dela Nación. G. V.

Bibliografía: R. Gutiérrez y M. Gutman. Vivienda po-

pular, ideas y contradicciones. Resistencia: IAIHAU,

1988.

OFFREDI, DOMINGO. S/d. Italiano. Arquitecto.Actuó en Catamarca y Salta a fines del siglo XIX.

Es autor del proyecto del Colegio Nacio-nal (1889), del Hospital San Juan Bautista (1881-1886), realizado junto con Luis Caravatti (v.), yde la Estación Ferroviaria (1904) en estilo Ne-orrenacimiento italiano, todos ellos en Cata-marca. Ejecutó, a comienzos del siglo XX, labase y los relieves del monumento a la bata-lla de Salta inaugurado en 1913.

OLEZZA, LUIS. S/d. Arquitecto. Activo en la ciu-dad de Buenos Aires en las décadas del trein-ta y del cuarenta del siglo XX, formó parte delgrupo de jóvenes arquitectos adscriptos a lasnuevas tendencias modernas.

Integró el grupo de profesionales que ex-pusieron sus trabajos en el Primer Salón de Ar-quitectura Argentina Contemporánea en el año1933. Allí presentó cuatro proyectos personalesy tres más, hechos con la colaboración del ar-quitecto Isaac B. Stok (v.). Entre estos últimosse destaca el del Barrio Parque, con marcadasinfluencias de los postulados del urbanismo delMovimiento Moderno. En 1941 construyó ensociedad con Ernesto Vautier (v.) el edificio pa-ra el Sanatorio Anchorena (Buenos Aires), quese destaca por su resolución funcional. Des-arrollado en cuatro niveles, su expresión exte-rior pertenece a la corriente racionalista.

Años más tarde construyó, nuevamente ensociedad con Vautier, un edificio de departa-mentos destinados a la renta en la calle Ugar-teche del Barrio de Palermo. Sobre una amplia

obr ole

17Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u BANCO NACIÓN, SUCURSAL SANTA FE, DE J. OCHOA. LA ALTURA DE LAS COLUMNAS JÓNICAS EXALTA SU MONUMENTALIDAD.

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parcela irregular, el block de viviendas se im-planta de modo tal que las unidades disponende la mejor orientación en un amplio terrenoarbolado. También fue colaborador de la re-vista Tecné (v.). R. P.

Bibliografía: Nuestra Arquitectura, n.° 51, 1933; Revista

de arquitectura, diciembre de 1941; Canon, n.° 1,

1950.

OLIVARI, ALFREDO. Livorno (Italia), 1867 - s/d.Arquitecto. Activo en Buenos Aires en las pri-meras décadas del siglo XX. Realizó una im-portante cantidad de pequeñas residenciasparticulares de carácter académico con ten-dencia al Eclecticismo.

Graduado en 1887 en la Escuela Micionia-na (Italia), llegó a nuestro país en 1888. Fuemiembro del Departamento de Ingenieros Ci-viles de la Nación desde 1888 hasta 1892, fe-cha en que comenzó a ejercer la profesión demanera independiente.

Entre sus trabajos más importantes se en-cuentran: el Hospital Fiorito de Avellaneda, eledificio de la Franco-Inglesa, en Florida y Sar-miento, y la Mueblería Barzi en Rivadavia y Uri-buru. El mayor volumen de sus obras, en ge-neral de carácter ecléctico, está constituido poruna serie de residencias particulares realizadasen Buenos Aires: Avenida de Mayo 1346/48/50,Echeverría y Cuba, Callao 270/274, Av. Alve-ar 1585, Buen Orden 956, Rivadavia 1525/29,Viamonte 1030, Rivadavia 1911/15, HumbertoI y Perú, Cuyo 1820/22, Corrientes 829, Chiley Cevallos, Montes de Oca 1415/25/37 y Case-ros 532. En Mar del Plata realizó varias resi-dencias, entre ellas las llamadas “chalets de Fio-rito”, en Libertad y Salta. V. O.

Bibliografía: R. Gutiérrez, s. v.: “Olivari, Alfredo”. En:

L. Patetta. Architetti e ingenieri italiani in Ar-

gentina, Uruguay e Paraguay. Roma: Pellicani, 2002.

ONDA. Estudio de arquitectura integrado porASENCIO, Miguel: Salta, 1931; FRACCHIA,Carlos: Buenos Aires, 1932; GARAT, Jorge:Buenos Aires, 1932; GIGLI, Lorenzo: BuenosAires, 1932; IGLESIA, Rafael: Buenos Aires,1930. La producción del grupo, realizada en-tre 1957 y 1974, se encuadra dentro del Mo-vimiento de las Casas Blancas (v.).

Sus obras abordan el tema de la viviendaindividual suburbana dentro de un lenguaje

que toma como referencia al Le Corbusier bru-talista y a la tradición colonial argentina. El re-sultado son obras que combinan los muros en-calados con losas inclinadas de H.° A.° obóvedas catalanas, dentro de un carácter inti-mista en el cual hay una preocupación por lacombinación de una orgánica espacialidad conlas texturas de la tradición artesanal.

Las viviendas más importantes realizadaspor el estudio son: casa Demaría, San Fernan-do (1959); casa Fernández, Lomas de San Isi-dro (1960); casa Di Tella en Tortuguitas (1963),todos en la Prov. de Buenos Aires. Otra obradigna de mención es el hotel de Turismo enMercedes, Corrientes (1959), realizado en co-laboración con Salas, Biloch y Salas.

ONETTO, RAFAEL. Buenos Aires, 1915 - Íd.,1967. Arquitecto. Se destacó por su labor do-cente y de investigación. Participó de diversasactividades en el ámbito de las facultades deArquitectura de Tucumán y de Buenos AiresEs relevante su labor como artista plástico.

En 1940 egresó de la Universidad de Bue-nos Aires. Paralelamente a sus estudios des-arrolló una pasión por la pintura que lo llevó aexponer sus obras en los mejores salones delpaís y del exterior. Trabajó en la Dirección Ge-neral de Arquitectura del Ministerio de ObrasPúblicas (v.) hasta 1947. Ese año viajó a la ciu-dad de Tucumán para integrarse al Institutode Arquitectura y Urbanismo de la Universi-dad Nacional de Tucumán (v.), donde desarro-lló tareas docentes como profesor de Plásticay de investigación en el campo del color y delas series poliédricas.

En 1952 renunció a su cargo por presionespolíticas y regresó a Buenos Aires. En 1956 in-gresó en la Facultad de Arquitectura y Urba-nismo como profesor titular de Visión III. En1959 fue jefe del Departamento de Visión ydesde 1962 a 1966, jefe del Grupo Visión. Fueconsejero de la Facultad de Arquitectura y Ur-banismo, miembro de la Comisión Asesora del

Departamento de Arquitectura de la Facultad,jurado en numerosos concursos y miembro dela Comisión de Estructura Didáctica. Colabo-ró con la revista especializada Tecné (v.). Des-arrolló entonces sus dos trabajos de investiga-ción más importantes: “Series Poliédricas” y“Dimensiones y ordenación del color”. El fuer-te compromiso con sus ideas políticas lo alejónuevamente de las aulas en 1966. R. P.

Bibliografía: summa, n.°10, diciembre de 1967.

ORGANICISMO (v. Moderna, Arquitectura).

ORIENTACIÓN. f. Situación de un edificio o con-junto urbano en referencia a los cuatro pun-tos cardinales, y estudio de sus implicancias.

Sancionados en general por la costumbre,los usos relativos a la orientación se hallan ca-si exclusivamente referidos a la ordenación delos conjuntos urbanos y al emplazamiento detemplos y construcciones religiosas.

Siguiendo una norma tácita común a granparte de las ciudades fundadas en tiempos dela Conquista, los primeros poblados argenti-nos (Mendoza, Buenos Aires, San Juan, Cór-doba) fueron trazados haciendo coincidir la di-rección de sus calles con los ejes mayores delcuadrante solar: Norte-Sur y Este-Oeste. Cadauno de los lados de las manzanas que confor-man la cuadrícula urbana responde así a unaorientación plena, sin semirrumbos. Este cri-terio, del que aún constan raras excepcionesdurante las siglos XVII y XVIII, no siempre lo-gró conciliarse con lo recomendado en el títu-lo IX de las Leyes de Indias, según el cual la di-rección de las calles debía ser oblicua respectode los vientos dominantes a fin de evitar su en-trada directa en las ciudades, por ser estos de“mucho inconveniente” (Ley VIIIJ).

En el ámbito de la arquitectura religiosa,donde la orientación se impregna de un sen-tido ritual, la práctica medieval de situar el al-tar mayor de la iglesia mirando hacia Oriente

18 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DENTRO DEL MOVIMIENTO DE CASAS BLANCAS, LA CASA SOMOZA, EN BERNAL, PCIA. DE BUENOS AIRES, DEL ESTUDIO ONDA.

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—aún vigente en Europa— registra pocos ejem-plos en nuestro país.

Durante las últimas décadas del siglo XIXla preocupación de médicos y arquitectos hi-gienistas por la renovación del aire y la provi-sión de luz natural, tanto a nivel doméstico co-mo a nivel urbano, conlleva un cierto interéspor los posibles criterios de orientación loca-les y su papel como elemento de mejoramientode las condiciones de salud de la población.

Si bien no existe unanimidad entre los dis-tintos autores, independientemente de que elproblema de la orientación dista de ocuparun lugar central en las teorías urbanas hi-gienistas, pueden detectarse algunos princi-pios de aceptación general. Para las ciudadeso poblados creados ex novo se propicia la di-reccionalidad de sus calles a medio rumbo ocon una cierta rotación respecto de los ejesprincipales del cuadrante, a los efectos de ha-cer posible la mayor uniformidad en las con-diciones de asoleamiento de las líneas de fren-te que definen las manzanas. Tal es el casode la ciudad de La Plata (1882), ejemplo deciudad higiénica en la opinión de Emilio Co-ni. A su vez, se trata de hallar una posicióncardinal que permita la penetración de aque-llos vientos considerados benignos hasta lasáreas centrales y más densas de la ciudad, pa-ra posibilitar su aireación.

En los centros urbanos existentes, el teneren cuenta la orientación adquiere un ciertopeso cuando se trata de establecer la altura dela edificación máxima permitida por los Re-glamentos de Construcciones; prima el cri-terio de que esta ha de ser tal que permita elasoleamiento de todas las aceras, cualquierasea su posición.

A principios del siglo XX se incorporan alcampo teórico de la disciplina arquitectónicavarios métodos analíticos desarrollados porla Astronomía y la Meteorología para la de-terminación exacta de la posición del Sol, deacuerdo con la hora del día, la estación del añoy la latitud del lugar considerado, de maneraque se puede establecer en cada caso la canti-dad de horas de acción solar. El asoleamientoy sus particularidades se constituyen en un sa-ber en cierta forma autónomo por el grado derigor de las especulaciones más generales yabarcativas de la orientación.

La importancia dada a las normas que de-finen la “buena orientación” resulta variablesegún los distintos tipos de construcción. Enlo que respecta a la vivienda, teóricos comoE. Hary tienden a considerar la orientación si-guiendo en gran medida los preceptos de Gua-

det, casi exclusivamente en relación con las va-riables exigencias de iluminación de cada unode los locales, lo que afecta más al tamaño y ala disposición de los vanos, que al plan gene-ral de la casa, de cuyo diseño quedan práctica-mente ajenas.

Es quizás dentro del campo de la arquitec-tura hospitalaria donde puede detectarse unamayor preocupación por las condiciones deasoleamiento y por la posición de los espacioshabitables con respecto a los vientos. La cap-tación de las radiaciones solares, a las que sesuponía dotadas de una cierta acción terapéu-tica y abiótica, determinaba, en teoría, el em-plazamiento general a que había de respondereste tipo de edificios; dio origen asimismo aestudios de mayor precisión sobre las distin-tas posibilidades de implantación de los tiposmás usuales.

A partir de los años treinta, el desarrollode la Arquitectura Moderna en nuestro paísconoce una mayor preocupación, tanto en elplano teórico como en la práctica, por la adap-tación climática de los distintos programasarquitectónicos al medio en que han de eri-girse. Especial atención se concede al estudiode las condiciones óptimas de orientación delos distintos tipos de vivienda, y se establecenciertas reglas relativas a la distribución de suslocales de acuerdo con las exigencias de uso.En términos globales se prioriza la posiciónNorte o Noroeste para habitaciones de usodiurno continuado (living-room, comedor),para las que se reserva un mayor nivel de exi-gencia en las condiciones de ventilación, aso-

leamiento y confort térmico. En dormitoriosy locales de uso no intensivo, se recomien-da la orientación hacia los rumbos interme-dios Noroeste o Nordeste, acorde con el mo-mento del día en que se requiera la iluminaciónsolar directa. En cocinas y locales de trabajodoméstico, se considera aceptable la posiciónSudeste, y se limitaba a baños, depósitos y lo-cales con características de iluminación es-pecial la dirección Sur. Este esquema de or-ganización ideal, en el que los movimientossolares se coordinan en cierto sentido con lasactividades domésticas, halla seriamente re-ducidas sus posibilidades en el medio urba-no, dadas las características del parcelamientoy amanzanamiento locales, y la creciente den-sidad edilicia registrada desde principios de si-glo. Las distintas posturas críticas a la ciudadexistente, efectuadas por los seguidores del Mo-vimiento Moderno en nuestro país (Acosta (v.),Prebisch (v.)), incorporan a sus teorías argu-mentos análogos, en los que el concepto debuena orientación, definido sobre la base de

ole ori

19Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EL TRAZADO DE LAS CALLES DE BUENOS AIRES Y DE OTRAS CIUDADES ARGENTINAS SIGUE LOS EJES DEL CUADRANTE SOLAR.

u CONTROL SOLAR CON VISERA EN UNA CASA DE W. ACOSTA .

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determinaciones científicas aportadas por laMeteorología, se esgrime como herramientaen el proceso de renovación urbanística.

Es quizás en la obra y en los escritos deWladimiro Acosta donde con más claridad yrigor analítico se expresan estas ideas. En lateoría de Acosta, la elección de la orientaciónen consonancia con el programa debe ante-ceder a cualquier otra consideración arqui-tectónica, por lo que se estipulan con exacti-tud las distintas condiciones de aireación,iluminación y grado de humedad a que seránsometidos los locales. Entendida como un ins-trumento científico que engloba a otros sa-beres de igual rango y que asegura una eficienterespuesta a los factores climáticos, la noción deorientación adquiere en el pensamiento de Acos-ta, y de muchos de sus contemporáneos, unadimensión puramente instrumental, utilitaria,muy cercana a las enseñanzas de la Bauhaus.

Hacia principios de la década del sesenta,y dentro del marco de una profunda renova-ción teórica que apuntó esencialmente a unadefinición más acabada de los principios dela "habitabilidad" que habrían de regir paratodos los espacios humanos, se incorporó alrepertorio de ideas anterior el concepto de“orientación total”. Esta noción, que se tratade referir tanto al espacio familiar como al ur-banístico, deriva de un intento por conciliar,sobre la base de una norma unificada de di-seño, las variables condiciones naturales detemperatura, humedad, iluminación y venti-lación a que se hallan expuestos los ambien-tes externos e internos en cada una de las re-giones climáticas. La aplicación del principiode la “doble orientación” y el exacto conoci-miento del comportamiento térmico de losedificios y de sus elementos y materiales cons-titutivos, permiten en gran medida salvar lascontrapuestas opciones que se plantean al tra-tar de sintetizar en una sola normativa las va-riables señaladas. A. C.

ORTIZ, FEDERICO.

Buenos Aires, 1929. Arquitec-to, historiador de la arquitec-tura y publicista.

Graduado en la FAU-UBA, en 1956, co-menzó su carrera docente. Ha sido en esa ins-titución profesor titular de Introducción a laArquitectura y miembro activo del IAA. Dic-tó cursos y conferencias en diversas universi-

dades del país Fue vicepresidente de ICOMOS-Argentina. Tiene también un rol destacado enel campo de la publicidad.

Ha realizado más de cincuenta ensayos so-bre diversos temas que van desde la publicidada la arquitectura. Como investigador fue pio-nero en el estudio de la arquitectura del perío-do 1850-1930 en la Argentina (v. Historiografía de

la Arquitectura). También ha trabajado intensa-mente en la investigación sobre arquitecturamoderna y del período colonial. Entre sus obrasmás importantes pueden citarse La arquitec-tura del liberalismo en la Argentina (1968), querealizó junto a J. Montero y otros autores; Laarquitectura argentina 1930-1970 (en colabora-ción con R. Gutiérrez); Townscape del Conosur(con R. Gutiérrez y R. Bonifacio) y el capítuloreferido a la arquitectura durante el período1880-1930 de la Historia General del Arte Ar-gentino de la Academia Nacional de Bellas Ar-tes (ANBA), en 1988 y una monografía del es-tudio SEPRA.

ORTIZ, FERNANDO. s/d. Ingeniero. Actuó a prin-cipios del siglo XX en diversas ciudades y pue-blos del oeste de la Provincia de Buenos Aires

Se graduó en la Universidad de Buenos Ai-res en 1884. Trabajó en el Ferrocarril Oeste.Realizó el abastecimiento de aguas de las ciu-dades de Mercedes y Chivilcoy. Proyectó lasmunicipalidades de San Andrés de Giles y Lin-coln, las usinas de Lincoln y Chivilcoy, la ni-velación y al abastecimiento de Chacabuco yChivilcoy, todas obras de la Prov. de BuenosAires. Realizó numerosísimas residencias par-ticulares en las ciudades antes mencionadas.En Mercedes, cabe destacar las casas de Torredel Águila y López Costa.

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutierrez, A Levaggi, J. C.

Montero, A. S. J. de Paula. La Arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Buenos Aires: Sudame-

ricana, 1968.

ORTÚZAR, ALEJANDRO. Buenos Aires, 1881 -s/d. Ingeniero. Actuó a comienzos del siglo XXindividualmente o asociado con FernándezPoblet. Realizó trabajos convencionales den-tro del ejercicio liberal de la profesión y tam-bién ambiciosas propuestas urbanas que in-cluyen respuestas a la cuestión de la viviendapara sectores de escasos recursos.

Después de graduarse en 1904, Ortúzar

conformó una prolífica sociedad con Fernán-dez Poblet, con quien entre 1905 y 1909 rea-lizó en la ciudad de Buenos Aires los teatrosNacional, Avenida y Buenos Aires, numerosasresidencias particulares, entre ellas la de Ro-dríguez Peña 628, Esmeralda 877, Pellegrini1298 y casas de renta, como la de Avenida delLibertador y García. También realizó los hote-les Maipú, Castilla y, en Montevideo (Uruguay)el Parque Hotel y Casino.

Ortúzar actuó además junto al ingenieroLavalle (v.), con quien proyectó el tendido de re-des cloacales y de desagüe en Córdoba y los de-pósitos de filtros y decantación de Buenos Ai-res. Asimismo se desempeñó como Concejalen Buenos Aires y, siendo el único técnico deun órgano hegemonizado por “doctores”, ocu-pó la presidencia de la Comisión de Obras Pú-blicas, desde donde promovió iniciativas quese vinculan directamente con su labor comoprofesional independiente. Una de ellas fue lapropuesta para la Plaza del Centenario (Con-greso), presentada al Concejo en 1908, con elfin de que fuera inaugurada para los festejosdel aniversario de la Revolución de Mayo. Plan-teada en oposición al proyecto de 1907 de Bou-vard (v.), en el que se enfatizaba la centralidaddel Congreso por la confluencia de múltiplesdiagonales, la propuesta de Ortúzar tendía aexaltar el edificio a través de la conformaciónde una gran plaza delantera, delimitada por lahomogénea continuidad de la Avenida de Ma-yo en simétricos edificios para oficinas mu-nicipales. A ello se sumaba la apertura de dosdiagonales para conectar directamente la Pla-za del Congreso con el Parque Lezama y con

20 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TEATRO AVENIDA SOBRE LA AV. DE MAYO EN BS. AS.

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la plaza Lavalle, respectivamente.Otra de las iniciativas presentadas consis-

tió en el proyecto de Barrio Obrero para 30.000habitantes en La Tablada, que Ortúzar realizócon su socio Fernández Poblet. Esta propues-ta, para la que llevó a cabo el plan general, latipología de vivienda y el equipamiento so-cial —teatro, salón de fiestas y conferencias,biblioteca, club, escuelas—, constituyó la másambiciosa entre las conocidas en nuestro pa-ís para abordar ese tema a comienzos del si-glo XX. Allí, con muy escasos recursos pro-yectuales, se retomaban algunos aspectos de“la ciudad lineal” de Soria y Mata, especial-mente en la diferenciación entre las arteriasprincipales por donde circularían los tranvíaseléctricos, y las secundarias, perpendicularesa estas, sobre la cuales de desarrollaban las vi-viendas individuales, pareadas y repetidas in-definidamente a lo largo de extensos pasajes.

Hacia 1925 Ortúzar impulsó una nuevainiciativa que buscaba articular en un sectorde Buenos Aires el criterio de embellecimientourbano, con el que antes había concebido lapropuesta de la Plaza del Centenario, con res-puestas a necesidades habitacionales para sec-tores de bajos recursos. Partiendo de ese cri-terio, impulsó un Barrio Modelo de 2.400viviendas colectivas para 12.000 habitantes—empleados municipales y sus familias— enel Parque Centenario, en una operación quedispondría de terrenos cedidos por la Muni-cipalidad y de la financiación del Banco Hi-potecario Nacional (v.). Desestimando su an-terior valoración positiva de la viviendaindividual, Ortúzar proyectó un conjunto com-puesto de casas colectivas de 11 y 16 nivelescon su respectivo equipamiento. El conjun-to de casas colectivas, igualitariamente trata-das en estilo francés, que exaltaba el uso demansarda, delimitaba con su distribución elóvalo del parque interior. Aunque finalmen-te no fue materializada, esta operación solotendría correlatos de igual envergadura ennuestro país a partir de la segunda mitad delsiglo XX. G. V.

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutierrez, a. levaggi, J. C.

Montero, A. S. J. de Paula, La arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Bs. As., 1968.

OTAOLA, JULIO VICENTE. Buenos Aires, 1901- s/d. Arquitecto. Junto con De Lorenzi (v.) yRocca, formó un estudio de arquitectura deimportante trayectoria durante la primera mi-tad del siglo XX.

Se graduó de arquitecto en el año 1927 enla Escuela de Arquitectura de la FCEFN de laUBA. Como estudiante, recibió medallas deoro y plata en el concurso de Arquitectura yComposición Decorativa de esa entidad. Fuepresidente del Centro de Estudiantes de Ar-quitectura y también representante en la Fe-deración Universitaria Argentina. Fue profe-sor adjunto de Urbanismo (1938-1945), profesortitular de arquitectura desde 1949 y, finalmente,entre 1949 y 1952, rector de la Universidad deBuenos Aires.

Ejerció además diversos cargos públicos.Fue jefe de Planificación del Departamento deUrbanismo de la Municipalidad de Buenos Ai-res, miembro de la Comisión de Tasaciones dela Municipalidad de Buenos Aires y comisio-nado municipal de la ciudad de Córdoba en1944-1945. Durante el período 1932-1935 ha-bía sido secretario de la SCA (v.). Entre sus pro-yectos se destaca la iniciativa para crear un cen-tro cívico (v.) en el corazón de la Capital Federalpresentada en 1933 en la asociación Amigos dela Ciudad.

Bibliografía: XX aniversario del estudio de arquitec-

tura: De Lorenzi, Otaola y Rocca, 1947.

OUTES, FÉLIX. S/d, 1888-1939. Historiador, et-nólogo y arqueólogo. Realizó una importan-te labor en los museos e instituciones dedi-cadas a estudiar el pasado indígena, laarquitectura y la ciudad colonial.

Su bibliografía incluye más de 200 títulos.

También se dedicó a fomentar el estudio de lageografía y creó varias instituciones de dichaespecialidad.

A partir de 1927 comenzó a escribir artí-culos sobre los túneles de Buenos Aires y sos-tuvo una postura opuesta a la de Héctor Gres-lebin (v.), ya que intentó diferenciar los pocosrealizados durante el siglo XVIII de otros eje-cutados con posterioridad y con diferente fun-ción. Realizó además importantes estudiosacerca de la fundación de la ciudad, aunque suobra más conocida para la historia de la ar-quitectura es Iconografía de Buenos Aires co-lonial, publicada en 1940. Al fallecer dejó doslibros inéditos: uno sobre arquitectura del si-glo XVII y otro sobre túneles porteños. No de-be confundirse con su homónimo el ingenie-ro Félix (Diego) Outes (1879-1969). D. S.

OZORES, JUAN MANUEL. Cambados (Ponte-vedra, España), 1745 - Buenos Aires, 1806.Agrimensor. Activo en Buenos Aires en la se-gunda mitad del siglo XVIII.

Radicado en Buenos Aires en 1780, ejecu-tó diversos planos y mensuras en la campañabonaerense y en la Banda Oriental. La juntamunicipal porteña le encomendó, en 1790, unplano del ejido (v.), que fue entregado dos añosdespués y que ha sido considerado el más com-pleto en su género para la época. En 1796 fuedesignado piloto agrimensor de la ciudad.

Bibliografía: V. Cútolo. Nuevo diccionario biográfi-

co argentino. Bs. As.: s/e, 1968.

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21Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROPUESTA DE JULIO OTAOLA (1933) PARA UN CENTRO CÍVICO EN EL CORAZÓN DE BUENOS AIRES.

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24 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

PABELLÓN. m. Tipo de habitación colectiva,de desarrollo lineal y altura variable. (v. Casa

Colectiva; Vivienda de interés social). Sinónimo: mo-nobloque o monoblock. En general se consi-deró al pabellón como una pieza clave del ur-banismo moderno, pues constituía el elementoorganizativo intermedio entre la célula de vi-vienda y la ciudad. Sin embargo, sus oríge-nes son anteriores, dado que pueden obser-varse desarrollos de edificios pabellonalesdesde fines del siglo pasado, aunque en lo-tes urbanos. Los pabellones habían sido uti-lizados también con anterioridad en la arqui-tectura hospitalaria. Los fundamentos de suempleo en hospitales habían sido dos: pri-mero, la teoría de las “miasmas” como ori-gen de las enfermedades, que exigía edificiosbien ventilados; luego (a partir de 1850), lateoría del contagio a través de gérmenes, quedemandaba edificios que permitieran el ais-lamiento de los pacientes afectados por en-fermedades infecto-contagiosas (v. Higienismo;

Hospital). Los pabellones constituían disposi-ciones que proporcionaban condiciones deaislamiento tanto como de ventilación direc-ta y cruzada, características que no se ob-servaban en edificios de tipo claustral. Estosconceptos pasaron de la arquitectura de lasalud a la de la vivienda, donde adoptarontambién tonos de crítica moral. La voz pro-cede del francés antiguo paveillon.

Las primeras aplicaciones de pabellones envivienda se observan en edificios, con basa-mento perimetral o de planta en E o en U. A

mediados de la década del veinte comienzan aproponerse pabellones exentos, como es el ca-so del proyecto de Prebisch (v.) y Vautier (v.) pa-ra el concurso del conjunto “Los Andes” (1925,proyecto premiado pero no ganador).

Los principales temas y problemas de la vi-vienda en pabellones fueron los siguientes:

Organización de los conjuntos. La edificaciónen pabellones, por su desarrollo en altura, per-mitía liberar suelo urbano para usos de espar-cimiento, deportes o áreas verdes. En general,hasta los años sesenta los pabellones se dis-ponían paralelos entre sí, organización a la quese atribuía una serie de ventajas: todas las ha-bitaciones podían tener la misma orientación,

la ventilación no se encontraba obstaculizadapor construcciones transversales y desaparecíael problema de la resolución de los ángulos. Es-ta fue una concepción generalizada a partir delos años treinta, aunque existieron también nu-merosas excepciones. Entre ellas pueden in-dicarse proyectos anteriores, como los de F. Be-reterbide (v.) (Los Andes, 1925; Parque Patricios,1929) o el conjunto Simón Bolívar (Banco Hi-potecario, 1947-1954), obras desarrolladas conuna ocupación periférica de los predios, sobrela línea municipal. En estos casos, la relaciónde la construcción con el predio y el carácter ur-bano de los conjuntos adquirían mayor im-portancia que la aplicación estricta de crite-rios de iluminación y ventilación.

u PABELLÓN DEL BARRIO GRAFA, EN BUENOS AIRES. POR SU ALTURA MEDIA, NO REQUIERE LA INSTALACIÓN DE ASCENSORES.

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La distancia entre los bloques estaba rela-cionada con su altura, ya que la primera debíagarantizar un correcto asoleamiento (v.) en to-dos los niveles; su fijación dependía de los mé-todos utilizados para el cálculo del asolea-miento, cuyo estudio científico constituyó unapreocupación central de la arquitectura de vi-viendas de los años treinta, en particular dela llamada Arquitectura Racionalista. SegúnW. Gropius (v.) (1930), la distancia debía osci-lar entre una vez y media y dos veces y mediala altura de los bloques, según su orientación.W. Acosta, en sus proyectos de “vivienda mí-nima para Buenos Aires” (1934), utilizaba unaseparación de dos veces y media la altura delpabellón. La orientación (v.) era otra variablecentral para la determinación de la organiza-ción del conjunto, ya que determinaba la po-sición de los pabellones con respecto al predio.Ella dependía de la organización de la planta yde las posibilidades de aprovechamiento dellote, pero en general, en la Argentina, se orien-taron a medio rumbo, o con el frente principalhacia el Norte. La preeminencia de estos cri-terios sobre otro tipo de condicionantes (for-mas de lotes, preexistencias urbanas, etc.) hi-zo que este tipo de conjuntos pabellonalesrecibiera fuertes críticas a partir de 1960.

Altura. La altura más conveniente para lograrun aprovechamiento óptimo de las construc-ciones fue otro tema central de debate. Se ob-servaban 3 tipos: casas bajas, medias y altas.Con respecto a las primeras (una a tres plan-tas), se trata más que de casas colectivas, de vi-viendas individuales agrupadas en hilera; elpabellón resulta de la agregación de unida-des con accesos independientes y no plantealos problemas del habitar colectivo, aunque elresultado formal sea el de un prisma exento.Como ejemplos pueden citarse algunos tiposde los propuestos por Prebisch y Vautier en su“Ciudad Azucarera” (1925) y los pabellones delBarrio Alvear de la Comisión Nacional de Ca-sas Baratas (v.) (1939). Las casas colectivas tipoHelios (1934), de W. Acosta (v.), constituye-ron una excepción, ya que planteaban accesoscomunes (circulación horizontal), a viviendasde dos plantas, sobre una planta baja libre.Acosta ensayaba una urbanización basada ental tipo en su proyecto para el Bajo Belgrano,donde sustituía el amanzanamiento tradicio-nal por un conjunto pabellonal de casas He-lios. Oponía así la nueva “edificación lineal”,“trazado racional, económico y salubre”, a latradicional “edificación marginal” (ocupacióntradicional de la manzana). En el campo in-

ternacional, este tipo encontró sus referenciasmás altas en los Siedlungen alemanes de losaños veinte.

Con respecto a los de altura media (3 o 4 pi-sos), tenían la ventaja de resolverse sin ascen-sores, reduciendo costos de construcción. Losprimeros conjuntos pabellonales construidosen el país responden a este tipo: Los Andes(1925), Barrio Rawson (1932), aunque por suconstrucción económica fue utilizado poste-riormente, por ejemplo en el conjunto Los Pe-rales (1947) o en el 17 de Octubre (Barrio Graf-fa, 1948), o la unidad de habitación en la IslaMaciel (W. Acosta, 1960) (v. Vivienda de interés so-

cial). Sin embargo, en tanto tipo intermedio, es-tos edificios no proporcionaban ni las ventajasdel habitar individual que se observaba en lascasas bajas, ni las de la concentración verticalque proponían las altas, y tendían a la frag-mentación del espacio libre, ya que no exigíangrandes distancias entre bloques.

Las casas altas (8 a 12 pisos) implicaban unmayor costo de construcción, pero liberabanun mayor porcentaje de suelo, permitían la in-troducción de la planta baja libre y la incor-poración de plantas de equipamiento. Ejem-plos de este tipo fueron la “vivienda mínimapara Buenos Aires” (Acosta, 1934), los “su-perbloques” proyectados por el Estudio para elPlan de Buenos Aires en el Bajo Belgrano, losmonobloques del Banco Hipotecario (“SimónBolívar”, “17 de Octubre”) y el conjunto pro-

yectado por I. F. Villa (v.) y H. Nazar para el Ba-jo Flores (1945). En el campo internacional, LeCorbusier (v.) y Gropius se contaron entre losmayores defensores de este tipo de edificación.El primero a través de su unité d’habitation, elsegundo con obras como Siemensstadt o Span-dau-Haselhorst, constituían referencias paraeste tipo de arquitectura, además de otros au-tores, como Hilberseimer o los arquitectos so-viéticos, con obras como el Narkomfin (1928-1929). La ponencia que Gropius presentó enel III CIAM (Bruselas, 1930): “¿Conviene laedificación baja, mediana o alta?” fue muy di-fundida en el medio local (Nuestra Arquitec-tura, 1934), mientras que su discípulo Möllerilustraba sus hipótesis al proponer un conjuntode estos pabellones altos en la costa de BuenosAires (Nuestra Arquitectura, 1932).

Distribución interna. Resultaba de las siguientesvariables: cantidad de departamentos por pisoy relación entre circulaciones horizontales yverticales. El caso más simple consistía en elde pabellones con dos departamentos por pi-so; la circulación vertical se ubicaba entre ellosy se accedía a los departamentos a través de unpalier. Corresponden a este tipo los pabellonesde los conjuntos Los Andes y Rawson. Los la-dos de mayor dimensión de los departamen-tos eran los que armaban las fachadas de losedificios, que resultaban así de poca longitud.El mismo esquema podía aplicarse en cuatrodepartamentos por piso, por lo que resultabamás económico aunque no aseguraba las mis-mas condiciones de orientación para todas lasunidades. Tal es el caso de los pabellones “Acoy-te y Ambrosetti” (Dirección de la Vivienda,MCBA, 1948).

Este esquema también podía ser adopta-do como unidad base y componer unidadesmayores por adición: tal es el caso de las casascolectivas que M. y A. Civit (v.) construyeron enMendoza (1937) o del conjunto “17 de Octu-bre” (Barrio Graffa). Las ventajas de este tipoconsistían en que los departamentos ofrecíandos frentes y por lo tanto muy buenas condi-

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25Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u AXONOMÉTRICA DE UN PABELLÓN DEL BARRIO LOS PERALES, EN MATADEROS, BUENOS AIRES.

u PABELLONES DEL BARRIO LOS ANDES, EN BUENOS AIRES.

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ciones de iluminación y ventilación, a la vezque se reducían las superficies de uso común.Pero exigían un número muy alto de circula-ciones verticales (v.) en relación con el núme-ro de departamentos, por lo tanto se adapta-ban solamente a conjuntos de altura media,que no exigieran ascensores.

La presencia de una circulación horizontal(v.) permitía, en cambio, reducir las circulacio-nes verticales a uno o dos núcleos por piso. Tales el caso de los pabellones proyectados porStock (v.) y Olezza (v.) para un barrio parque(1932) y del pabellón de Bereterbide y Acostapara El Hogar Obrero (v. Cooperativa El Hogar Obre-

ro) (Rivadavia y Riglos), ambos ligeramente cur-vados para mejorar las condiciones de asolea-miento. El conjunto Los Perales emplea unacirculación semicubierta, un tema ya ensayadoanteriormente.

Un caso particular lo constituyen los su-perbloques, pabellones altos desarrollados se-gún las sugerencias de Le Corbusier en susunités d’habitation. Un ejemplo es el mono-bloque Río de la Plata proyectado por EduardoCatalano (v.) para la Urbanización del Bajo Bel-grano (1948). Retomaba centralmente dos ide-as de Le Corbusier: la calle interna y su formade acceso a las unidades, y los departamentosen dúplex (v.), aunque modificaba tanto la dis-posición interna de los departamentos comolas proporciones del conjunto. En el proyectode Catalano, la calle interior de acceso apare-cía cada dos pisos, en un nivel de los departa-mentos se desarrollan los espacios públicos dela vivienda y en el superior los privados. Ca-talano y Caminos (v.) proyectaron otro bloquesemejante, aunque de menor altura, como dor-mitorio para la Universidad Nacional de Tu-cumán (1949).

A fines de la década del cincuenta se inicióuna crítica a este tipo de habitaciones, en es-pecial a partir de su utilización en numerosos

ejemplos de reconstrucciones de ciudades eu-ropeas. Una consecuencia del proceso de crí-tica en el debate internacional fue la formacióndel Team X y la disolución en 1959 de los CIAM(v.). El pabellón exento fue considerado símbolode un tipo de urbanismo poco sensible a losvalores urbanos de la vivienda y de la arqui-tectura. Esto no significó una renuncia a la ar-quitectura residencial de alta densidad, perotransformó los criterios de utilización de lospabellones. En los conjuntos habitacionales delos años sesenta comenzaron a combinarse dis-tintas tipologías (altas, bajas, medias), y los pa-bellones se articularon entre sí, buscando laconformación de ámbitos abiertos con calidadespacial y usos concretos que superaran la ideagenérica de parque desarrollado entre bloques.En la Argentina, productos de ese debate pue-den considerarse conjuntos como Villa Luga-no o las investigaciones desarrolladas en losPEVE (v.) y otros planes de las décadas del se-senta y del setenta. A. B.

Bibliografía: W. Acosta. Vivienda y ciudad. Bs. As.: I.

Aresti, 1934; A. Ballent. “La casa colectiva en las pro-

puestas de reforma social 1880-1940”. En mímeo, 1985;

AA,VV. Historia argentina de la vivienda de interés

social. Período 1916-43; Arquitectura y Comunidad

Nacional; AA.VV. Historia argentina de la vivienda

de interés social. Período 1943-55 (I). Arquitectura

y Comunidad Nacional; J. Sorín. “La vivienda ar-

gentina en la década del 50”. En: Trama, n.° 17, 1987;

A. Ballent. Vivienda y sectores populares: las pro-

puestas del Estado durante los gobiernos peronis-

tas. Buenos Aires (1946-1955). En mímeo, 1992.

PAESA, BERNARDO. Zaragoza (España), 1895- Bahía Blanca, 1982. Arquitecto. Activo enBahía Blanca en la primera mitad del siglo XX.

Su actividad se centró en la realización de

viviendas y locales comerciales, aunque tam-bién proyectó algunos teatros y sedes sociales.Estas obras son en general de carácter ecléc-tico. Entre ellas puede destacarse la casa enThompson 374, demostrativa de un crecido nú-mero de realizaciones de viviendas unifami-liares que proyectó en la ciudad.

Bibliografía: G. Viñuales y J. M. Zingoni: Patrimonio

urbano y arquitectónico de Bahía Blanca. Bahía

Blanca: IAIHAU, 1990.

PAGANO, ADALBERTO TORCUATO. San Migueldel Monte, Prov. de Buenos Aires, 1894 - Ba-hía Blanca, 1960. Ingeniero. Autor de obrasde carácter ecléctico en Bahía Blanca y su zo-na de influencia.

Graduado de ingeniero en la UBA en 1915,fundó en Bahía Blanca una empresa de cons-trucciones. Realizó numerosas obras, entre lasque pueden destacarse los edificios e instala-ciones de las usinas eléctricas de Pigüé y Co-ronel Dorrego, el edificio para la central tele-fónica de Tres Arroyos y numerosos silos entoda la zona. Su actividad no se limitó a la em-presa constructora: abrió un estudio y pro-yectó en la ciudad gran cantidad de obras decarácter ecléctico. Fue autor del edificio del Dia-rio “La Nueva Provincia”, de la sede de la So-ciedad Italiana, el cine Rossini, el Club Socie-dad Sportiva y su propia casa, en Mitre e H.Yrigoyen, en estilo Art Déco. Proyectó y reali-zó el Banco de Tandil y el Hipódromo de esaciudad. También tuvo intensa participación enla vida política regional. Entre 1932 y 1943 fuegobernador de Río Negro.

Bibliografía: G. Viñuales y J. M. Zingoni: Patrimonio

urbano y arquitectónico de Bahía Blanca. Bahía

Blanca: IADIHAU, 1990.

26 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EN LOS MONOBLOCKS PROYECTADOS POR HILARIO ZALBA EN AVELLANEDA, PCIA. DE BS. AS., LA PLANTA BAJA SE RESERVA PARA ACCESOS Y SERVICIOS.

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PALANTI, MARIO. s/d (Italia), 1885 - Milán (Ita-lia), 1979. (MP) Arquitecto. Uno de los prin-cipales exponentes del Eclecticismo (v.) en lasprimeras décadas del siglo XX. La compleji-dad y el carácter de su producción, que ex-cede la media local del período, hacen de MPuna figura importante desde el punto de vis-ta historiográfico. Su acción no se vincula so-lamente con la práctica profesional, sino queabarca también la reflexión teórica.

Desarrolla su labor para una clientela for-mada, sobre todo, por sus connacionales quehabían hecho fortuna en la Argentina próspe-ra de principios de siglo.

Dentro de su vasta producción, aunque so-lo en algunos ejemplos, puede seguirse una lí-nea de Eclecticismo modernista que, susten-tado en el ideario de C. Boito, intenta construirun “estilo” representativo y coherente con elproceso de modernización. Este nuevo génerodebe constituirse sobre la base de una con-junción entre ciertas vetas de la tradición ar-quitectónica occidental (en especial la romá-nica y la gótica), las modernas técnicasconstructivas y lo que el arquitecto entiendepor “carácter específico” del medio local. Di-chos elementos solo pueden ser sintetizadospor la figura del “genio creador” que Palantiasume como razón fundante de su poética. Po-ética esta avalada por una constante acción pro-pagandística, cuya premisa básica es potenciarla propia trayectoria a nivel de “acción ejem-plar”. Así, el arquitecto se presenta como for-jador heroico de una nueva arquitectura.

El comienzo de su carrera profesional secaracteriza por una serie de rápidos y fulgu-rantes éxitos. En 1904, a los 24 años, ingresaen la Academia de Brera para realizar estudiosde pintura. Decide allí especializarse en Ar-quitectura siguiendo a tal efecto cursos con Fe-rrari, Mentessi y Moretti. (v.). Posteriormen-te, en el Politécnico de Milán, completa suformación en la escuela especial dirigida porCamilo Boito, cuyas doctrinas serían para MPde gran importancia.

En la práctica habitual de esquicios de ca-rácter monumental, MP muestra una precozhabilidad que lo hace famoso entre sus con-discípulos. Graduado en la Escuela de Arqui-tectura del Politécnico en 1909, obtiene unamedalla de oro en la Exposición de Bruselas porsus trabajos y el Premio de la Fundación Cle-ricetti, distinciones que permiten augurar unarápida introducción en el ambiente profesio-nal. Sin embargo, ese mismo año, su maestroMoretti —un ex discípulo de Boito— le encar-

ga la construcción del pabellón italiano de laExposición del Centenario de la Revolución deMayo, comisión que MP acepta y por la quese traslada inmediatamente a la Argentina.

Una vez terminado el encargo, realizado enconjunto con su compatriota Francisco Gia-notti (v.), nuevas oportunidades de trabajo abrenun intenso período de realizaciones que se pro-longará por casi dos décadas. Poco después desu arribo, lo encontramos colaborando —otravez junto a Gianotti— con el estudio de Prins(v.) y Ranzenhofer (v.), en el proyecto de la Fa-cultad de Derecho (actual Facultad de Inge-niería, sede Las Heras). Posteriormente, ins-tala su oficina particular en Avenida de Mayo695 y construye, por cuenta propia, algunosedificios privados.

En los decenios siguientes, concreta unavasta producción desarrollada casi exclusiva-mente dentro de la ciudad de Buenos Aires,con la sola excepción de un importante encar-go en Montevideo (Uruguay) y unos pocos pro-yectos no construidos para Mar del Plata, Ro-sario y Santa Fe. Como otros compatriotas dela misma generación, también de formaciónlombarda (Gianotti, Colombo, v., etc.), MP ob-tiene la mayoría de sus encargos en el seno dela numerosa y próspera colectividad italianaradicada en Buenos Aires. Pero, a diferenciade ellos, trabaja para los estratos más altos dedicha colectividad y tiene una conciencia más

precisa de su poética, lo que lo lleva a intentarconstruir, como anticipamos, una reputaciónprofesional, haciendo propaganda abierta desu obra y teorizando acerca de su producción.

La búsqueda del contacto con los círculosde poder, la voluntad por incidir en la realidaden que actuaba y el explícito propósito de pre-sentar a su obra como estilo representativo delproceso de modernización son las constantesque guían su proceder.

La producción de Palanti está signada porel estallido de la Primera Guerra Mundial, quedecide su retorno temporario a la Península co-mo voluntario en la contienda; a este retorno lesucederá un viaje prolongado en 1924 y su vuel-ta definitiva a fines de la década de los veinte.Los lapsos de permanencia en nuestro país quehemos podido constatar son: 1909-1916, 1919-1924, 1925-1929. Posteriormente, vuelve a Bue-nos Aires en otras dos oportunidades, aunquepor breves períodos, sin realizar trabajos de im-portancia. La obra de MP puede dividirse deacuerdo con las etapas de residencia: una pri-mera correspondiente al período inicial (1909-1916); una segunda (1919-1929) caracterizadapor una mayor madurez en las realizaciones —en la cual materializa sus edificios mas impor-tantes—, y finalmente una tercera, a partir desu retorno definitivo a Italia.

La necesidad de construir monumentos ce-lebratorios propios de buena parte de la bur-guesía inmigrante que “hizo la América”, lacaracterística local de inversión diversificadaen variados rubros de la economía y el alto ren-dimiento de la renta inmobiliaria en una me-trópoli en expansión como Buenos Aires cons-tituyen causas que explican la naturaleza y lacantidad de obras que conforman la produc-ción rioplatense de MP.

Su poética es tal vez la más representativade la corriente Ecléctico-modernista; por su ori-ginalidad e intención teórica, se constituye co-mo el lógico resultado de la necesidad de cre-ar un estilo nuevo utilizando material histórico.De manera ambivalente, MP exalta la existen-cia de un presente distinto de las etapas his-tóricas anteriores y reclama para sí una nuevaforma de expresión que, sin embargo, debe na-cer de la tradición. Detrás de su pensamiento,esbozado claramente en el penúltimo de suslibros Cinque anni di architettura, están las ide-as de Boito, consideradas por el autor de ma-nera reiterada para explicitar con claridad y au-toridad los desarrollos de su producción. Laclave está, según MP, en la manera en que elpasado debe ser imitado: la mímesis con la his-toria debe ser selectiva. El repertorio de estile-

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27Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u HOTEL CASTELAR, EN LA AV. DE MAYO, DE MARIO PALANTI.

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mas se limita al período prerrenacentista, pueses este el momento en el cual comienza la rein-terpretación estilística que aleja a la arquitec-tura de las “verdades” primigenias. Pero estamímesis no es imitación sino creación, ya quesegún su particular visión, la imitación es elproducto de aquellos que copian directamen-te un modelo preestablecido. Lo que Palantirecoge de Boito es la idea de una amplísimaerudición que permite superar la imitación me-cánica y posibilita la creación de formas esti-lísticas nuevas que, enraizadas en la historia,pueden sintetizar presente y pasado. Su rese-mantización —yuxtapuesta en un mismo es-pacio temporal— anula, en definitiva, la His-toria. A diferencia de Colombo, Palanti noaborda matrices estilísticas que lo enlazan conla producción contemporánea de la capital lom-barda. Intenta en cambio construir una poé-tica abierta a un espectro mayor de opcionesque incorporan el carácter monumental de lametrópoli. Antigüedad y Edad Media se trans-forman en una cantera de elementos con loscuales obrar en una libertad solo condiciona-da por el clima y el medio ambiente. La con-fianza en las posibilidades de un pasado rein-terpretado guía el trabajo del arquitecto, almenos en su faz teórica durante su etapa ar-gentina, y va in crescendo a medida que su pro-ducción madura. Una forma particular de Mo-dernismo conservador y antivanguardista,basada en la posibilidad excepcional del genioes, entonces, el resultado que Palanti intentaproducir a partir de su interpretación de la pré-dica de Boito. El producto es una arquitectu-ra que incorpora una grandiosidad y un dina-mismo piranesianos, privilegiando la creaciónobjetual en desmedro de la regularidad urba-na. Esta poética podría corresponderse con unaserie de búsquedas de matriz ecléctica que en-vuelve también al Expresionismo centroeuro-peo y a ciertas arquitecturas relacionadas conel esoterismo de principios de siglo XX, hipó-tesis que ha sido sostenida en un reciente ar-tículo por C. Hilguer.

Primera etapa. El inicio de la actividad de Pa-lanti en Buenos Aires está marcado por la erec-ción del Pabellón Italiano en la Exposición delCentenario. No sabemos si su trabajo se li-mitó solo a una dirección técnica del proyec-to de su maestro Gaetano Moretti, pero esta ta-rea profesional le posibilitó el acceso a una seriede encargos en el ámbito local, que pronto setransformaron en una intensa actividad. Laobra de esta etapa se caracteriza por las solu-ciones utópicas o ideales y por los proyectos

más o menos convencionales, en los cualesel arquitecto realiza sus experiencias cons-tructivas iniciales. Dentro de los primeros po-demos consignar: la catedral gótica para Bue-nos Aires y la iglesia del Tigre, además dediversos bocetos de residencias y monumen-tos que recuerdan, por el dinamismo y la mo-numentalidad, los diseños iniciales de Sant´Eliay la impronta expresionista a la que hacíamosreferencia. Tal vertiente parece provenir de suetapa formativa y se desarrolla a lo largo de to-do este tiempo, como también una serie debúsquedas explícitas a partir de diversos pro-gramas que carecen de comitente o implan-tación precisa: Iglesia Votiva (circa 1909), Vi-lla Medieval (1915), Templo Votivo de la PazUniversal (1916), Convento Alpino, etc. No setrata solo de puras invenciones formales, mu-chos de ellos tiene una referencia directa a mo-delos existentes en el repertorio histórico: asíel Mercado del Abasto (1913) reproduce los “ha-lles” nórdicos; la catedral porteña resulta unacombinación de varias catedrales góticas consus proporciones engrandecidas, etc.

Frente a esta producción experimental, apa-recen obras de carácter más convencional den-tro del repertorio de estilos históricos de la épo-ca, que van del Borbónico para la ResidenciaCostaguta en Uruguay 646 (1913), a los diver-sos chalets de un Eclecticismo pintoresquista,como los dos proyectados para A. Grimoldi.Otros ejemplos se ubican en un estilo más con-vencional, de fuertes inflexiones renacentistas:el Grand Hôtel en Pueyrredón y B. Mitre (1915),el Hôtel de Rodríguez Peña 1650 (1912), la am-pliación del Banco de la Provincia de BuenosAires (1931), el cine Presidente Roca en Av. Ri-vadavia 3736 (1914) y la Facultad de Medicinade Rosario (1911). También produce obras deun Eclecticismo fastuoso como la Villa Vase-na (1913), en la cual son ya distinguibles des-arrollos estilísticos particulares, sobre todo enlos espacios internos de los “halles” y salones.En ellos la fantasía barroca y el gigantismode sus dibujos teóricos parecen materializar-se por primera vez. En algunas pocas obras deeste primer período, podemos notar los iniciosde una experimentación formal que encontra-rá amplio eco en las realizaciones posteriores.Son estas: las casas de renta de Av. Rivadavia1916 y 2625 (1914), en las cuales el Eclecticis-mo se aleja de las formas más convencionalesy comienza a generar una selección de estile-mas más personalizados, coherentes con lasaspiraciones proyectuales del arquitecto, sobretodo en la obra de Av. Rivadavia 2625, queejemplifica su novedosa actitud a la hora de en-

carar la construcción de casas de renta (v.) enaltura. Los elementos arquitectónicos, frag-mentos provenientes de diversas tradiciones,resultan un ensayo de composición en verti-cal, como los pares de semicolumnas que rein-terpretan de modo imaginario el orden corin-tio, en los cuales se apoya una serie de arcosque recuerdan a las fachadas románicas, limi-tados en su parte superior por una ornamen-tación Liberty que incluye follajes serpentean-tes y caracoles.

Esta primera etapa se cierra con la decisiónde Palanti de retornar a Italia con motivo delestallido de la Primera Guerra Mundial y la ex-posición de sus trabajos en Buenos Aires (no-viembre de 1916). A su llegada a la Península,el arquitecto repetirá la exposición en Milán(1917), acompañada de la edición de un libroPrima Esposizione Personale d’Architettura nellaRepública Argentina, que refleja la dualidad en-tre el ansia experimental expresada en una se-rie de diseños ideales y una amplia gama deproyectos y realizaciones en los que todavía esbien visible un convencional Eclecticismo.

Segunda etapa. Si algo caracteriza la segun-da etapa de su producción, iniciada por suretorno a Buenos Aires en 1919, es la mate-rialización de aquella arquitectura que apare-ce como más experimental en el periodo an-terior, sin que ello implique un abandono dela realización de un importante número deobras de carácter menor. Durante la décadadel veinte, Palanti encuentra la posibilidad dedesarrollar una poética monumental con laconstrucción de ejemplos como los PalaciosSalvo y Barolo. Se trata de dos edificios con-cebidos por el arquitecto como “Columnas deHércules” del Río de la Plata por su ubicacióncomo hitos urbanos, monumentos excepcio-nales de Montevideo y Buenos Aires, que com-piten entre sí por lograr la mayor altura, peroa la vez intentan dialogar como “faros” a es-cala territorial. Su creación refleja el impactode las modalidades locales, la escala america-na y los programas metropolitanos que pocotienen que ver con el período formativo italia-no, pero que encuentran campo de desarrollopara la experimentación de formas devenidasdel Eclecticismo modernista.

El Barolo es el primero de los ejemplos, ytal vez el que mejor expresa la poética des-arrollada por MP. Varias condiciones se unenpara definir su excepcionalidad. Se trata no so-lo de una gran operación inmobiliaria de pisosde oficina sobre la avenida más importante dela metrópoli, sino también del manifiesto au-

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pal pal

29Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LOS ELEMENTOS ESTILÍS-

TICOS EXTRAÍDOS DE LA

HISTORIA (COMO LOS AR-

COS OJIVALES, LAS ARQUE-

RÍAS ROMÁNICAS Y LAS

NERVADURAS VERTICALES)

SE COMBINAN CON LA UTILI-

ZACIÓN DE ELEMENTOS MO-

DERNOS: ESTRUCTURA DE

HORMIGÓN, BOW-WINDOWS

Y PLANTA TIPO DE OFICINAS.

u AL INAUGURARSE, EN EL

AÑO 1923, EL BAROLO ERA

EL EDIFICIO MÁS ALTO DE

BUENOS AIRES.

u EL PASAJE DE LA PLANTA

BAJA, QUE CONECTA LA

AVENIDA DE MAYO CON LA

CALLE H. YRIGOYEN, SE OR-

GANIZA COMO LA NAVE DE

UNA BASÍLICA MEDIEVAL.

u M. PALANTI ENCUENTRA EN EL EDIFICIO BAROLO LA OPORTUNIDAD DE DESARROLLAR UNA POÉTICA MONUMENTAL, Y UNA ALTERNATIVA LATINA AL PROGRAMA DEL RASCACIELOS MODERNO.

w Edificio Barolo

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tocelebratorio de un inmigrante como Luis Ba-rolo, que ha hecho fortuna en la próspera Ar-gentina de fin del siglo XIX y quiere perpetuarsu memoria con la construcción de este edifi-cio monumental. La obra obtiene, por únicavez, la excepción de las reglamentaciones par-ticulares de la avenida, lo que permite una al-tura que supera la de cualquier otro edificio dela época, en una rápida carrera por lograr unémulo local del rascacielos, síntesis del ima-ginario del progreso (v. Rascacielos). La mole re-sultante tendría todas las condicionantes queel mismo Palanti exigía en su predica teórica.En un artículo de 1924, Alcune considerazionisulla architettura della edilizia, el arquitecto re-clama un cambio en la reglamentación urba-na porteña que posibilite la poética de la ex-cepcionalidad: variación de las dimensiones delos lotes, eliminación del parcelamiento tradi-cional en pequeñas unidades rectangulares,anulación de las restricciones a la altura. El Ba-rolo quiere ser una manifestación que aúne laproducción concreta con sus ideas teóricas, ex-presadas en variados y numerosos bocetos. Loselementos estilísticos extraídos de la historia seintentan conjugar aquí en una síntesis: arque-rías de reminiscencias románicas, arcos ojiva-les, haces que constituyen nervaduras que in-tentan caracterizar la verticalidad de la torre,nave de basílica medieval que organiza el pa-saje de planta baja, etc. Todo ello combinadocon la utilización de elementos modernos: laestructura de hormigón, a la que Palanti ima-gina como posibilitadora del surgimiento deuna nueva decoración y no como una contra-dicción emergente de las nuevas técnicas mo-dernas; el uso de bow-windows, que ayudan a lalectura del nuevo programa de arquitectura ter-ciaria y el empleo de una planta tipo de ofici-nas, acorde con las necesidades de la circula-ción vertical. Esta conjugación, a la que el propioPalanti quiere ver como la alternativa “latina”al programa del rascacielos moderno, serviría,de ahora en más, para organizar los mejoresejemplos de su producción urbana y volveríaa reiterarse en el otro modelo de excepción: elpalacio Salvo de Montevideo. Dicha obra, si-tuada en el lugar más significativo de la capitaluruguaya y con un programa celebrativo si-milar, que contenía hotel, oficinas y un pasajeen planta baja, es producto de un concurso re-alizado en 1922, declarado en primer términodesierto, pero adjudicado posteriormente a MP.Precedido por su fama de proyectista del Baro-lo, el arquitecto produce un edificio de mayoraltura, en el que reitera las constantes del ejem-plo porteño: un cuerpo de base sobre la plaza y

una atalaya en esquina que se eleva –coronadacon una cúpula–, faro que otorga al edificio unaescala geográfica. Ambos ejemplos conjuganuna sumatoria de expresiones arquitectónicas:el templo, el palacio, la catedral gótica, la torre,que intentan aglutinarse con el programa delrascacielos estadounidense, en una forzada sín-tesis que se transforma en un manifiesto ar-quitectónico irrepetible.

En algunas de las casas de renta y en resi-dencias particulares, MP experimenta esta se-rie de estilemas de creación personal que dan,por primera vez, cierta coherencia a sus bús-quedas. La ya analizada casa de Av. Rivadavia2625, así como la obra de Ocampo y E. Costa(1923), muestran las variables de este ordena-miento. En la última sobresale el uso de los ha-ces de semicolumnas que se habían ensayadoen el Barolo, combinados con una techumbrede tejas. En otros casos, como en la casa de ren-ta de Santa Fe y Callao (1920), el resultado dela experimentación parece retrotraerse a esta-dios anteriores de su evolución proyectual.

Una obra notable, que acompaña a la rea-lización de las grandes casas de renta, es laagencia de automóviles Fevre y Basset. Par-

tiendo de una fachada más convencional, re-produce en su cubierta la pista de pruebas dela Fábrica Fíat de Lingotto, Turín (1919-1923)e intentaba asimilar un esquema moderno auna matriz morfológica de raíz ecléctica. Com-parándolo con un programa tan innovador co-mo el Barolo, el resultado es en este caso equí-voco. El dinamismo del espacio recintado, queculmina en la rampa, se contradice con una fa-chada que apela a una caracterización usualdentro de los cánones del Clasicismo. La rue-da del automóvil, la decoración Floreale, las an-tiparras del piloto y los fasci romanos se alter-nan en una síntesis imposible entre vanguardia,técnica y tradición.

A pesar de estos productos originales y deexperiencias que quedan a mitad de camino,un Eclecticismo más formal continúa siendoen esta etapa el estilo que articula la mayoríade sus obras. El Banco Francés e Italiano, eledificio Comercial de Alsina y San José (1921),el Hotel Castelar (1928), de Avenida de Mayo1148, algunas obras para instituciones católi-cas, como La Nunciatura Apostólica, el cole-gio Santa Rosa, etc., son claros ejemplos deesta tendencia que parece hacer desvanecerlas invenciones planteadas en los esquiciosiniciales. También ofrecen esas característi-cas un importante número de residencias ypetits-hôtels construidos en la zona norte de laciudad. A todo esto debe sumársele una can-tidad de proyectos no realizados, como el ca-sino-teatro-hotel “Montecarlo, ciudad de Mó-naco” y el mismo programa aplicado en Mardel Plata (1920-1924), o la sala de Concier-tos Augusteum.

Frente a la dualidad que muestra la pro-ducción, la voluntad de cambio permanece, sinembargo, en sus escasos escritos. En un artí-culo contemporáneo —Ha l’era moderna unanuova orientazione architettonica?—, de 1924,Palanti se preocupa por la necesidad de crearuna arquitectura que se adapte al medio cultu-ral y a las condiciones ambientales de cada si-tio. Pero, a diferencia de los cultores del Neo-colonial (v.), el arquitecto italiano enuncia lanecesidad de una monumentalidad que, sinperder la resonancia con la historia, incorporeel carácter que los nuevos programas y la ciu-dad requieren. Desde su punto de vista, la aten-ción que las arquitecturas del pasado colonialhispánico comienzan a recibir en esos años departe del sistema académico no pueden servirde base para la construcción de una nueva dis-ciplina. La modestia de sus resultados las in-hibe como modelo para un arte urbano que de-be asumir el escenario metropolitano.

30 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CASA DE RENTA EN LA AV. RIVADAVIA, BUENOS AIRES.

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Tercera etapa. De la lectura de sus escritosemerge claramente que MP veía su actuaciónen Buenos Aires como un preludio de su re-torno en Italia. Sus primeros libros, Prima Es-posizione Personale d’Architettura nella Repub-blica Argentina y Cinque anni di lavoro, fueroneditados en la Península y dirigidos a un pú-blico de esa nacionalidad. El triunfo del fas-cismo en 1922, que parecía amoldarse a su na-cionalismo católico, decidió seguramente suretorno a fines de la década del veinte. A ellodebemos sumar también el carácter marginalque dentro del concierto local alcanza su ex-periencia. Alejado del Neocolonial y de ciertoClasicismo despojado, característico de la dé-cada del veinte, encerrado en la prisión de supoética, MP resulta a los ojos del campo cul-tural porteño el hacedor de una producción ca-da vez más exótica. En ese sentido es sor-prendente que en el momento de sus mayoreslogros edilicios, las revistas especializadas nopubliquen o comenten su trabajo, sino en for-ma negativa. Problemas de relación personal,pero sobre todo una búsqueda artística contracorriente, marcan el principio del fin del ciclorioplatense de Palanti y su retorno definitivoa Italia. Este había sido largamente preparadopor su viaje de 1924 y la exposición de un pro-yecto que debía ser la culminación de sus in-vestigaciones formales: la mole Littoria, gi-gantesco rascacielos de gran basamento quealbergaba hotel, centro de convenciones, igle-sia etc., aparecía como la culminación lógicade sus búsquedas. Después de las experien-cias de los edificios símbolo de Buenos Airesy Montevideo, Roma podía tener su obra re-presentativa de un estilo nuevo. Conforman-do una trilogía con San Pedro –símbolo del ca-tolicismo– y el monumento a VittorioEmannuele –emblema del “Risorgimento”–,la mole Littoria debía ser la imagen materialdel fascismo, leit motiv cultural de una arqui-tectura producto de la Modernidad reacciona-ria. Dicha arquitectura, sin alejarse de la tra-dición histórica, reinterpretaba sus elementospara adaptarlos a las nuevas tecnologías de ser-vicios, al hormigón armado y a los programasinstitucionales masivos. Expuesto en Roma, apesar de la aprobación del mismo Mussoliniy del aparente entusiasmo de la jerarquía fas-cista, el edificio no pudo superar la faz de pro-yecto. La idea generada a partir de su expe-riencia en América, de construir con capitalprivado estos grandes programas, no encon-tró eco en Italia. Por otra parte, su teoría re-sultaba ya anacrónica en la década del treinta.Al fracaso de la mole Littoria, se sumaría el del

concurso para el palacio del Littorio en Ro-ma (1934) y otra serie de desafortunados in-tentos por ingresar en el círculo profesionalque rodeaba las altas esferas del fascismo. Eldrama de MP, que reviviría luego en un tras-nochado Racionalismo –Architettura per tutti–de 1947, fue, en definitiva, un drama privado.

Historia de la crítica. Como la mayoría de losrepresentantes del Eclecticismo en la Argen-tina, el tratamiento de la obra de Palanti ha si-do escaso y superficial. Más allá de las men-ciones en la bibliografía general de referencia:Peña y Martini (1967), Waisman (1978), Hun-ter y Solsona (1990), y la más ajustada versióndel trabajo de Ortiz, Gutierrez, de Paula y Mon-tero (1968), no existían hasta hace relativa-mente poco tiempo estudios en profundidadsobre su producción. Pese a la importancia desu obra, la ausencia de tratamiento puede ex-plicarse, en principio, del mismo modo queocurrió con otros autores, por el rechazo de lahistoriografía moderna a toda forma de Eclec-ticismo. Esta visión negativa y militante cons-truyó juicios descalificadores sobre el arqui-tecto italiano, sin intentar comprender losparámetros en que su poética fue concebida.En los últimos años se han realizado los pri-meros intentos para la consideración histo-riográfica de su producción. En concordanciacon una nueva mirada preservacionista, se ex-plica su inclusión, durante la década del ochen-

ta, en las secciones “Tapa Homenaje” y “Cam-paña para la Preservación del Patrimonio Ar-quitectónico” de la revista summa (v.). Poste-riormente, debemos adjuntar la revisión engeneral del fenómeno del Eclecticismo en Bue-nos Aires, que se encuentra en los trabajos deLiernur (1983), R. Fernández (1986), M. Da-guerre (1991). Dichos estudios muestran lacomplejidad del fenómeno y su particular en-raizamiento con la situación de transforma-ción que vive la sociedad argentina. Por otraparte, sirven de marco inicial en el cual pue-den situarse estudios más específicos sobre eltema, como el de la mencionada Daguerre(1995) acerca de las relaciones entre profe-sionales y comitentes en el área lombarda, cu-yo objetivo central es señalar la complejidaddialéctica de ida y vuelta que pone en cuestiónlas ideas tradicionales acerca de la relación en-tre centro y periferia; el artículo de Hilguer(1993) sobre el edificio Barolo –al cual hemoshecho referencia– y, finalmente, el erudito ycuidadoso estudio de O. Iolita (1995) quien,analizando fuentes locales e italianas, cons-truye una periodización definitiva que permitecomprender las complejas vicisitudes que ro-dearon la amplia y contrastante produccióndel arquitecto. F. A.

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centro”. En: Metamorfosi, n.° 25-26. Roma, 1995.

pal pal

31Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO UTÓPICO DE TEMPLO VOTIVO, DE M. PALANTI.

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PANDO, HORACIO. Buenos Aires, 1926. Ar-quitecto y docente.

Se graduó en la FAU-UBA en 1953. Des-arrolló una extensa carrera de funcionario pú-blico, habiéndose desempeñado como jefe delGrupo de Desarrollo de la DINAE (DirecciónNacional de Arquitectura Educacional (v. Es-

cuela)) durante la década de 1960; como mi-nistro de Asuntos Sociales de la Provincia deRío Negro (1962-1963) y como secretario deObras Públicas de la Municipalidad de Gene-ral San Martín, Provincia de Buenos Aires(1973-1975). Se especializó en los temas de ar-quitectura educacional y deportiva, sobre losque publicó diversos artículos y libros. Fue pro-fesor titular de las universidades nacionales deBuenos Aires, La Plata y Cuyo, y en la FAU-UBA alcanzó la jerarquía de vicedecano (1965)y de decano en 1966. Retomó la docencia enla década de 1980, en el período democráti-co. Un aspecto de gran importancia en su ca-rrera lo constituyen sus investigaciones que,radicadas en el IAA, se orientaron hacia la his-toria de Buenos Aires, enfocada desde los avan-ces de la tecnología. Tuvo una extensa laborgremial (fue asesor y jurado de concursos na-cionales para la FASA y la SCA, y presidentede esta institución entre 1970 y 1974 (v. SCA)).Desarrolló también la profesión privada, en laque se destacan su propia casa en el barrio deVicente López, Prov. de Buenos Aires, y la re-modelación de una vivienda en el centro de Co-lonia, Uruguay, pionera en el desarrollo turís-tico de la vieja ciudad portuguesa.

PARANÁ. Ciudad capital de la Provincia de En-tre Ríos, situada a orillas del río del cual pro-cede su nombre. Tiene una altitud de 71,44m respecto del mareógrafo del Riachuelo y,según el censo de 2001, una población de247.587 habitantes, incluyendo las localida-des vecinas. Se halla al NO de la Capital Fe-deral, a una distancia de 600 km.

Sus orígenes se remontan a mediados delsiglo XVIII, en coincidencia con el traslado deSanta Fe a su actual emplazamiento, desdedonde sus pobladores partieron para ocuparla costa entrerriana. Las tierras, que original-mente pertenecían a Juan de Garay, pasaronluego a sus herederos y posteriormente a laCompañía de Jesús.

Para entonces el poblado era un modestoembarcadero denominado La Bajada, cuya sub-sistencia frente a la hostilidad indígena se pro-

dujo por la estratégica ubicación del caserío enlo alto de la barranca junto al Río Paraná.

Su proceso de urbanización fue lento por-que primaron cuestiones de seguridad y juris-diccionales. La fundación de Santa Fe tomaba“20 leguas al este”, creando una dependenciaresistida desde los orígenes por el “Pago de laotra Banda del Paraná”.

La creación de la parroquia en 1730, y lue-go la construcción de un nuevo templo juntoal existente frente a la Plaza Mayor, denotanque la “Villa” se fue estructurando en torno deesta, y que a partir de allí se perfiló un centroque iría ocupando una planicie alta rodeada dezanjones y arroyos. Se desconocen los motivospor los cuales el poblado no se gestó siguien-do la evolución del antiguo embarcadero (ac-tual Puerto Viejo) y las razones que existieronpara realizarlo a la distancia en que se hizo.

Hacia fines del s. XVIII y principios delXIX, las estancias con frente al Paraná, las in-dustrias caleras y la explotación de bosques,que era la principal riqueza del poblado, van averse incrementadas por los comercios e in-dustrias instaladas por inmigrantes vascos ycatalanes. La población, que en 1760 superalas 600 almas, registra 4292 habitantes en elcenso de 1820, al tiempo que las setenta casas“divisadas” por Félix de Azara a principios de1784 pasan a ser 781.

A pesar de sus progresos, la “Villa del Pa-raná” va a conseguir recién su rango de ciudadpor una gestión del diputado Justo José de Ur-quiza en 1826, durante la gobernación de Vi-cente Zapata. Este cambio representó un me-

joramiento edilicio y la concreción de obras pú-blicas largamente reclamadas por los vecinos.

Al promediar el siglo pasado, y ya gober-nada Entre Ríos por el Gral. Urquiza, Para-ná, en su condición de ciudad capital provin-cial, exhibió un conjunto de avances eneducación, asistencia médica, industria, co-mercio, inmigración (colonias), correos, cen-sos, etc. Esto resulta relevante en relación alperíodo histórico que se avecina: la evoluciónde una ciudad que por los hechos derivados del“Pronunciamiento” alcanzaría el grado de Ca-pital de la Confederación en 1854.

Cuando esto ocurrió, debieron edificarselas sedes de la flamante administración del Es-tado, y por ende, el conjunto urbano se vio fa-vorecido por obras y adelantos hasta enton-ces desconocidos. Casa de Gobierno, Cámara

32 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DESARROLLO URBANO DE LA CIUDAD DE PARANÁ, A MEDIADOS DEL SIGLO XX.

u LA CATEDRAL DE PARANÁ, CONSTRUIDA EN 1883.

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de Senadores y Diputados, Residencia del Gral.Urquiza, Teatro, Mercado, obras de alumbra-do, mejorado de calles, barrios nuevos, etc. hi-cieron que la ciudad se convirtiera rápidamente“en una verdadera capital del territorio”. La po-blación registraba un número de 10084 ha-bitantes en el año 1860; 8735 correspondían anativos y 1349 a extranjeros.

Los sucesos de Pavón determinaron el ce-se del gobierno en Paraná y su paulatino aban-dono; no solo se trasladaron las oficinas y re-particiones del Estado, también lo hicieronfuncionarios, bancos, casas de comercio e im-portantes capitales que operaban en ella.

El período cosmopolita iniciado con la fe-deralización de la ciudad de Buenos Aires en1880, devolvió a Paraná su condición de capi-tal provincial (1883) y, como parte del “proyectoprogresista” del gobernador Racedo, llegaronferrocarriles, tranvías, adoquinados, aguas co-rrientes, alumbrado, telégrafo. Se construye-ron grandes edificios públicos: Casa de Go-bierno (1884), Municipalidad (1892), Catedraly Palacio Arzobispal (1883), e importantes obrasprivadas que trastocaron las morfologías con-federales existentes. El segundo censo nacio-nal (1895), dio un total de 19228 habitantes pa-ra la planta urbana. Para esa época, se inauguróla Plaza Urquiza, génesis del actual parque ho-mónimo, de autoría de C. Thays (v.), obra quepor su diseño y envergadura caracteriza a laciudad de modo inconfundible.

El siglo XX se inaugura con una construc-ción que dotó a la ciudad de un puerto de ul-tramar moderno y seguro: el Puerto Nuevo

(1904). Ello trajo aparejado un sinnúmero deobras complementarias que incluyeron la am-pliación del Parque Urquiza y la construcciónde la Avenida Costanera (1928). Esta etapa sereconoce como la de la “ciudad moderna”, yaque muestra orgullosa los adelantos caracte-rísticos de este período histórico: teléfonos au-tomáticos, periódicos, teatros y cines, clubesdeportivos, transporte, electricidad, etc.

En los años que siguieron, la instalación deinstituciones, industrias, etc. fueron determi-nantes en lo social y gravitantes en la estructu-ra física de la ciudad, especialmente la Base Aé-rea Militar (1926), con sus regimientos ycuarteles (1928); la creación de la Universidad(1920); el asentamiento de Cocerámic (1934) ode la Fábrica de Cemento Portland (1938); elMatadero; el barrio “La Floresta” (1942), etc. Elproceso de modernización creciente incluyó elasentamiento de industrias, en un principiovinculadas a la explotación agrícola ganadera,pero que luego se extendieron a otros rubros.Esta primera industrialización capta poblacióndel interior provincial, lo que provoca la ex-tensión de la planta urbana al punto de dupli-car su superficie hacia los cincuenta. La pobla-ción, conforme al censo de 1947, ascendió a untotal de 83.842 habitantes.

La construcción de la Represa Salto Gran-de –que aparte de obra hidroeléctrica repre-senta un vínculo caminero y ferroviario con laRepública Oriental del Uruguay– al igual quelos puentes sobre el Río Uruguay entre Colón-Paysandú y Puerto Unzué-Fray Bentos, al tiem-po que otro une los puntos de Brazo Largo (En-

tre Ríos) con Zárate (Buenos Aires) y el TúnelSubfluvial lo hace entre Paraná y Santa Fe –to-dos construidos en los años setenta–, consti-tuyen la vinculación de la Provincia de EntreRíos y de la Mesopotamia con el resto del pa-ís y la región. Son estas obras justamente lasque aceleran el proceso de integración y hacenque la etapa siguiente, de nueva industrializa-ción y expansión urbana, terminen por definirla ciudad actual. C. M. R.

PARCHAPPE, NARCISO. Epinal (Francia), s/d -s/d. Ingeniero militar, agrimensor. Activo enla ciudad de Buenos Aires y su campaña enla década de 1820.

Graduado en la Escuela Politécnica de Pa-rís, participó como oficial ingeniero en las gue-rras napoleónicas. La derrota del emperador loobligó a exilarse y, en 1818, se radicó en Bue-nos Aires. Habiendo sido acusado de participaren la denominada “Conjuración de los france-ses”, debió emigrar a la Provincia de Corrien-tes, donde trabajó como agrimensor. En 1827,de regreso a la capital bonaerense, fue desig-nado por el gobierno en calidad de ingenieromilitar para realizar trabajos en la nueva fron-tera. A principios de 1828 intervino en las obrasdel fuerte de la laguna Cruz de Guerra (actual25 de Mayo) y el proyecto La Fortaleza Protec-tora Argentina (Bahía Blanca) a las órdenes delTeniente Coronel Estomba. Sobre estas accio-nes escribió un diario, destinado a ser publica-do en la obra del naturalista Francés A. D’ Or-bigny, que ofrece una interesante descripciónacerca de la vida en la pampa bonaerense y losmodos de operar en la fundación de pueblos yla reorganización de la frontera durante la pri-mera mitad del siglo XIX. F. A.

PARQUE NACIONAL. (v. Área protegida)

PARQUE PÚBLICO. m. Espacio urbano que co-mienza a definirse en los inicios del siglo XIXcomo producto de la transformación física delas ciudades europeas y del desarrollo de sis-temas de sociabilidad independientes del con-trol real; es decir, como “pulmones” de unaciudad en creciente congestión y como pila-res constitutivos de la ciudad burguesa mo-derna, en un rol de ruptura de la vida corte-sana del jardín palaciego (Sennett, 1978;Habermas, 1981). De este modo, en su in-corporación como instrumento urbanístico, elparque público combina motivos higiénicos

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33Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u VISTA ACTUAL DE LA CIUDAD DE PARANÁ, DESDE EL RÍO DEL CUAL PROCEDE SU NOMBRE.

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característicos del proceso de expansión ur-bana, con motivos cívicos que buscan defi-nirlo como una institución igualadora de lasociedad moderna, y se convierte en el ar-gumento ideológico por excelencia de la bús-queda de una vida en la ciudad más sana,más armoniosa y más justa (Sica, 1978). Pe-ro, asimismo, en tanto instrumento colecti-vo de servicio urbano, el parque público vaa cumplir un rol preciso de organización delfluir metropolitano, de intento de control for-mal del crecimiento de la ciudad. Referentehigiénico naturalizador de la experiencia delos sectores populares en la ciudad; disposi-tivo de estímulo de la producción y el con-sumo urbanos; sistema normativo de com-portamiento colectivo; organizador funcionalde la ciudad moderna: en su densa superpo-sición de significados, el parque público mo-derno se constituye como algo radicalmentediferente de otros tipos de espacios abiertos,cívicos o recreativos, como las plazas o lasalamedas. A lo largo del siglo XX, aquellos va-lores que convirtieron al parque público enuno de los instrumentos por excelencia dela transformación de la ciudad en metrópolifueron mutando a favor de una más genéricadefinición de “espacio verde”. En primer lu-gar, los preceptos del Modernismo arquitec-tónico buscaron una reintroducción del verdeen la ciudad para favorecer una vinculaciónsin mediaciones entre el habitar y la natura-leza, y disolvieron los valores más propiamentecívico-públicos del parque. Hacia finales delsiglo XX los viejos parques finiseculares sonreivindicados en su función pública, pero enla mayor variedad de tipologías de parque quese realizan (parques costeros, parques linea-les, parques deportivos, parques memoriales,etc.), el equilibrio de actividades cívico-higié-nico-recreativas, que caracterizaron al parquefinisecular, fue reemplazado por una ciertaespecialización. Los primeros parques públi-cos se formaron en Inglaterra (St. James Park,Londres, 1828; Victoria Park, Manchester,1830) como iniciativas privadas de valoriza-ción de la tierra suburbana; pero en 1844 sedefine el movimiento de los horticulturistas,liderado por Joseph Paxton, quien en su pro-puesta para el Birkenhead Park, en Liverpo-ol, ya anticipa todos los componentes del par-que público moderno, incluido el modo degestión. La influencia de los horticulturistasingleses será notoria en los Estados Unidos,aunque el Park Movement que allí se desarrollareconoce también sus troncos nutrientes enantecedentes locales, como el agrarismo anar-

quista de la escuela trascendentalista, o la ex-periencia de recuperación de la naturaleza querealizan los primitivos cementerios rurales. Fre-derick Law Olmsted, como principal exponen-te del movimiento, recogerá en forma originaltodas esas influencias, pero simultáneamen-te convertirá al parque en un elemento cuali-ficante de la estructura urbana, en un instru-mento para su organización funcional y formal(Central Park, Nueva York, 1857; Jackson Park,Chicago, 1893). De esa experiencia provie-ne el concepto de “sistema de parques” co-mo distribución equitativa y planificada del ver-de en la ciudad, en un rol de ordenador deltráfico metropolitano y de la renta del suelo(Dal Co, 1975).

Las diversas visiones del parque público enInglaterra y en los Estados Unidos se haráncontrapuestas en los movimientos que –auncon prevenciones– podrían verse como conti-nuación natural de estas primeras revaloriza-ciones del verde en la ciudad: el movimientopara las Garden Cities, de Ebenezer Howard(por cuya iniciativa se realizan Letchworth, deParker y Unwin en 1902, y Welwyn, de L. deSoissons en 1919, ambas vecinas a Londres),y el de las City Beautiful, de Daniel Burnham(Feria de Chicago, 1893; sistematización delcentro de Washington, 1902; Plan de San Fran-cisco, 1905; Plan de Chicago, 1909). En el pri-mer movimiento, el verde pierde su carácterprioritariamente urbano y se enlaza con el ide-

al intimista de una vida semirrural en el cot-tage; en el segundo, el sistema de parques or-ganiza el carácter público y representativo dela ciudad, y se apela a grandes espacios libresenmarcados por edificios neoclasicistas. En elContinente europeo, por otra parte, el casode Francia sobresale con nitidez, ya que losparques fueron uno de los aspectos destacadosen las reformas del prefecto Haussmann enParís. Los proyectos de Alphand para los bos-ques de Boulogne y de Vincennes y el parqueMontsouris, difundidos en su libro Les prome-nades de Paris (1867), influyeron notoriamen-te en toda la evolución posterior del parque ur-bano a nivel internacional. La escuela depaisajistas franceses que de él proviene dionombres claves para la urbanística argentina,como Charles Thays.

En el resto del Continente europeo, los par-ques públicos nacen en general a mediados delsiglo XIX como producto de la demolición delas viejas fortificaciones anulares que rodea-ban a la ciudad tradicional; el Ring vienés (1857)y los parques de Colonia (1881) son caracte-rísticos de este proceso.

Durante el siglo XX proseguirán las mis-mas tendencias, pero a partir de la tercera dé-cada los parques públicos asumirán nuevossignificados, en los que va a primar una con-cepción de parque como espacio de uso recre-ativo-deportivo para las masas. Las corrientesurbanísticas surgidas en la entreguerra esta-blecen diversos tipos de parques públicos por

34 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u AL CREARSE EL PARQUE SAN MARTÍN, EN MENDOZA, SUS DIMENSIONES IGUALABAN A LAS DE LA PLANTA URBANA.

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escala según los sectores urbanos, y los rela-cionan con otros servicios como la educacióno la salud a partir de fijación de estándares. Lapreeminencia dada a la actividad física y la ex-tensión de los deportes de masas convertirána los parques públicos en espacios esencial-mente de uso, más que de representación y en-cuentro social, tal cual primaba en el parquefinisecular. Pero la cada vez mayor concienciasobre la necesidad de grandes parques metro-politanos y, más en general, de grandes ex-tensiones verdes en la ciudad, a medida queavanza el siglo XX enfrenta el obstáculo de lamayor consolidación y congestión de las ciu-dades, a lo que responden teorías urbanísticasque proponen la instalación de grandes par-ques en la periferia de la ciudad, directamen-te relacionados con el servicio de transportemetropolitano (por ejemplo, ver la experienciade Ernst May en Frankfurt). Pero por sobre to-das estas cosas, para el llamado MovimientoModerno, el verde público, más en su catego-ría de “naturaleza recuperada” que en su cali-dad de espacio público, se constituyó en el pun-to central de la contestación al hacinamiento yla disfuncionalidad de la ciudad tradicional.Recién en las décadas de 1970 y de 1980, co-mo parte de la crítica a los postulados moder-nistas sobre la ciudad y la recuperación de al-gunos valores de la ciudad decimonónica, comoel espacio público, los parques clásicos son re-valorizados en su compleja combinación designificados urbanos, sociales y culturales.Se inicia entonces una serie de iniciativas, co-mo el parque de la Villette en París, que al mis-mo tiempo que vuelven a colocar el parque pú-blico en el centro del debate urbanístico, van aprobar las dificultades de aquella revaloriza-ción en términos proyectuales.

ORIGEN Y EXPANSIÓN DEL PARQUE

PÚBLICO EN LA ARGENTINA.

Si bien durante la época rivadaviana (1821-1827) ya se había creado la Escuela de Agri-cultura y un Jardín de Aclimatación, junto alcargo de Jardinero Botánico de las ProvinciasUnidas (creaciones inspiradas por el naturalis-mo francés, que en Europa acompañaron latransformación de los jardines palaciegos enparques públicos); y si bien durante los añosdel Estado de Buenos Aires Prilidiano Puey-rredón va a llevar adelante una serie de refor-mas modernizadoras en las plazas de la ciudad,va a ser recién en la década de 1870 cuando laidea del parque público haga su ingreso, a tra-vés de una propuesta de alto voltaje político yurbano: el proyecto para el Parque 3 de Febre-

ro, impulsado y emprendido personalmentepor el entonces presidente Domingo FaustinoSarmiento, cuya construcción se sancionó porLey Nacional en 1874.

Sarmiento había sido influenciado por susviajes a los Estados Unidos, donde conoció enforma directa la experiencia que estaba reali-zando el movimiento reformista desde la lu-cha por la instalación de cementerios verdessuburbanos (ver en los Viajes su descripciónde la visita al cementerio de Greenwood en1847) hasta la construcción y administracióndel Central Park en Nueva York (durante suestadía como Ministro Plenipotenciario en ladécada de 1860). Si bien conocía también enforma detallada la obra de los paisajistas fran-ceses, puede decirse que su iniciativa para Pa-lermo se nutrió principalmente de aquella ver-tiente anglosajona. Sin embargo, lo queSarmiento imagina desde la década de 1850,todavía en su exilio chileno, es un dispositivocompletamente original: el rol experimental ypropagandista que en el norte tuvieron los ce-menterios, su función de puesta a punto deuna serie de instrumentos técnicos e ideoló-gicos en la búsqueda de una renovación de lasrelaciones entre ciudad y territorio, aquí serácumplido por una institución que vincula lasprincipales obsesiones de Sarmiento en un úni-co dispositivo territorial: la Quinta Normal.(Gorelik, 1998). La Quinta Normal es un ar-tefacto educativo, social y productivo, una es-pecie de semillero en el que podrían crecer yfortalecerse, protegidas por el Estado pero cul-tivadas por el asociacionismo civil, todas lasvirtudes necesarias para producir el monu-mental traspaso de una sociedad tradicionala otra moderna. Sarmiento asiste a la creaciónde una Quinta Normal en Santiago de Chile;incentiva por correspondencia al ministro degobierno mendocino para la creación de otraen Mendoza, enviándole desde Chile a un agró-nomo francés para su cuidado; y en 1855 edita

el Plan combinado de Educación común, sil-vicultura e industria pastoril, en el que defi-ne con precisión la Quinta Normal, con sus es-cuelas de maestros, hospicios, jardines deaclimatación, quintas de experimentación agro-nómica, bibliotecas populares, establos mo-delos, postas y administración de vacunas, etc.,etc., como un instrumento básico para la mo-dernización integral del Estado de Buenos Ai-res. Esta es la base de la propuesta para Pa-lermo, las tierras en las que Juan Manuel deRosas había establecido su Caserón como cen-tro de un vasto enclave productivo desde don-de ejerció su gobierno. La densidad política dela propuesta sarmientina de Quinta Normaladquiere en ese sitio su más alto voltaje; Pa-lermo es concebido como una operación de re-emplazo simbólico: sobre la barbarie de las for-mas políticas del pasado, la civilización delparque. La propuesta original de Palermo fueacertadamente definida como un “laborato-rio técnico” (Pschepiurca, 1983), ya que el pro-grama del concurso que se confecciona en 1874(aunque desde 1870 Sarmiento le había hechocomenzar los trabajos al ingeniero militar po-laco Jordan Wyzocky) prioriza la construcciónde instalaciones vinculadas a los jardines depropagación y a la difusión de la agricultura yla ganadería en términos “científicos”: esta-blos, tambos, prados para pastoreo, viveros, in-vernáculos, espacios para las exposiciones agrí-colas, etc. El parque como difusor de formasmodernas del trabajo rural, más que como dis-positivo urbano.

De este modo, Sarmiento inicia una tradi-ción que anclará fuertemente en el desarrollode los parques urbanos en la Argentina: a di-ferencia de la tradición norteamericana, en laque el parque funciona como instrumento ide-ológico de recuperación de la naturaleza parael corazón de la ciudad y como instrumentoeconómico de valorización de la renta urbana,aquí se tratará en general de obras excéntricas,propuestas una y otra vez como dispositivos“civilizatorios” del suburbio, en el que se iden-tificarán indistintamente la naturaleza y el pa-sado bárbaros; pero, a su vez, esas propues-tas tendrán la capacidad de orientar lastendencias de crecimiento de las ciudades. Elprograma, en verdad, estaba mucho más di-versificado, aunque siempre apuntando a losvalores del cambio social. En primer lugar, elparque es reivindicado como el lugar por exce-lencia de la igualación social: “Sólo en un vas-to, artístico y accesible parque, el pueblo serápueblo; sólo aquí no habrá extranjeros ni na-cionales ni plebeyos”, dice Sarmiento en la in-

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35Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ESTANCIA SAN JUAN, ACTUAL PARQUE PEREYRA IRAOLA.

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auguración de Palermo en 1875. Por otra par-te, como el lugar para introducir a la sociedaden las prácticas deportivas y, más en general, lavida sana al aire libre, aspectos que, a través dela identificación de la cultura anglosajona conla modernidad, se habían generalizado en lasvisiones reformistas en todo el mundo. La vidadeportiva era vista como una alternativa vitaltanto a la “vida en la calle” de los niños y jó-venes de los sectores populares, como a las for-mas pomposas de uso burgués del espacio pú-blico, los célebres “intercambios de sombreros”en el ritual de los paseos en carroza. Aunque,por supuesto, estos paseos encontrarán en elparque (ese “salón aristocrático al aire libre”,como lo llamarán los observadores de la épo-ca) un espacio sin igual de representación. Alpunto de que ya hacia finales del siglo XIX lasvoces reformistas (en Buenos Aires como enParís, a juzgar por las Memorias de Haussmann)van a criticar los usos del parque, señalandoque ha sido más exitoso en incorporarse comopieza central de los rituales tradicionales de laalta sociedad, que en modificarla y moderni-zarla. Para el imaginario reformista, los par-ques nacen “populares” y en su uso se van vol-viendo “elitistas”, aunque es fácil comprobarel proceso inverso: más allá de los programasreformistas, los parques nacen como un espa-cio de representación de la alta burguesía y, enun proceso continuo que se desarrolla en las

primeras décadas del siglo XX, van siendo apro-piados por las masas populares al compás dela institucionalización del tiempo libre. De to-dos modos, incluso en su uso inicial, es im-portante notar que la noción de representaciónlleva implícito, en el espacio público burguésdel cual el parque es un ejemplo máximo, uncontenido ambivalente: como espacio de figu-ración y como espacio de aparición de la polí-tica. Entre los primeros años de la década de1870 y finales de la de 1880, la construcciónde Palermo atraviesa diversas circunstancias.En sus inicios, Sarmiento encara la realizacióncon un grupo de técnicos europeos, botánicose ingenieros militares. En 1874 se realiza elconcurso que ganan Adolfo Mehtfessell y Car-los Boermel, también vinculados a ese gru-po. Pero más adelante se le confía la finaliza-ción de las obras al ingeniero Dormal.Complementando el impulso inicial a un con-cepto de parque vinculado a la experiencia nor-teamericana, todas estas obras se realizan endirecta relación con los tratados franceses so-bre el tema, como el de Alphand, de gran di-fusión y prestigio en la época; tratados en losque se combinan los trazados regulares carac-terísticos de la tradición racionalista gala conel paisajismo irregular de los jardines román-ticos de la tradición inglesa.

En todo este período Palermo ocupa el es-pacio comprendido entre las actuales avenidas

Sarmiento y del Libertador, la calle Ugartechey el Río de la Plata, espacio al que se le debensumar los predios del Jardín Zoológico y de laSociedad Rural (ambos parte sustantiva del pro-yecto educativo y asociativo originario de Sar-miento). El antiguo Caserón de Rosas, ubica-do en el ángulo de las actuales avenidasSarmiento y del Libertador, fue convertido enColegio Militar (sería demolido recién en 1902),y sus cadetes trabajaron en el levantamientode los planos del parque. Sobre esta base ini-cial se les adosarían con el tiempo diversas sec-ciones hasta completar las aproximadamente550 hectáreas que posee en la actualidad. En1888 el parque es cedido por el Gobierno Na-cional a la Municipalidad de Buenos Aires, yen 1891 comenzará el segundo gran impulsodado a Palermo, emprendido por Charles Thays(v.), encargado desde ese año y hasta 1914 de laDirección General de Parques y Paseos, lap-so en el que le dará al parque la fisonomía quemayormente conserva hasta hoy. Pero entre1880 y 1887, años de la acción del intendenteTorcuato de Alvear y de la definición de loslímites definitivos de la ciudad federalizada, sesucede una serie de realizaciones en el temade los parques públicos que comienza a inci-dir en la imagen de la ciudad. Este período es-tá marcado por la obra al frente de la Direcciónde Paseos (1883-1889) de Eugenio Courtois (v.),quien ha sido caracterizado como el introduc-tor sistemático de los medios expresivos deljardín público francés en Buenos Aires (Berj-man, 1998). A él se debe el diseño de los te-rrenos del Predio de la Convalecencia como un“Gran Paseo del Sud”, en 1885, y la realizacióndel Paseo Alvear en las adyacencias de Reco-leta, acortando la distancia que separaba a Pa-lermo de la ciudad.

Ya estaba presente, con el diseño de un Par-que del Oeste, la idea de realizar en Buenos Ai-res un esquema similar al que se había llevadoadelante en el París de Alphand, proponiendoun parque público en cada punto cardinal. Sinembargo, durante la gestión de Alvear comienzaa consolidarse la marcada tendencia preexis-tente de transformación cualitativa del nortede la ciudad frente a un relativo estancamien-to del sur tradicional, tendencia que va a defi-nir el tipo de crecimiento de Buenos Aires. Queel Paseo Alvear se convierta en el paseo por ex-celencia de encuentro social y representaciónde la burguesía porteña, mientras que los jar-dines de la Convalecencia quedan restringidosa pulmones internos de un espacio de servicioy reclusión, marginal a la vida urbana, es unhecho indicativo de tal tendencia. Pero, a su

36 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EL PARQUE 3 DE FEBRERO, EN PALERMO, BUENOS AIRES, EN UNA IMAGEN DE PRINCIPIOS DE SIGLO XX.

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vez, también la propia insistencia en la im-portancia de un parque al sur es indicativo deque los parques públicos asumirán, en el ima-ginario público, el rol de instrumentos privi-legiados de compensación de los desequilibriossociales y urbanos. En Buenos Aires, esta ten-dencia comienza ya con la gestión de Thays,en cuyos primeros años se concreta la comprade la Quinta de Lezama, al sur del casco de laciudad sobre la barranca, para convertirla enparque público (1893).

Se ha destacado reiteradamente, y con jus-ticia, el importante papel de Thays durante losveintiún años de gestión al frente de la Direc-ción de Paseos de Buenos Aires (Marengo deTapia, 1977; De Paula, 1983; Berjman, 1998)como diseñador de la mayor parte de los par-ques públicos en esa ciudad; años claves, yaque en ellos se consolida casi definitivamen-te su sistema de parques públicos. Pero ade-más Thays proyectó y realizó los principalesparques en el interior del país, habiendo ex-tendido su acción a países limítrofes, comoChile, Uruguay y Brasil. De hecho, la llegadade Thays a la Argentina en 1889 se produjo porel encargo realizado por un emprendedor pri-vado para la realización de los jardines de suresidencia en la ciudad de Córdoba, converti-dos luego en el actual Parque Sarmiento. Re-alizó después el Parque del Oeste en Mendo-za (1896, luego Parque General San Martín),el Parque Belgrano en Salta (1900), el Par-que Urquiza de Paraná (1908), el Parque Cen-tenario de Tucumán (1908) y el Parque Rodóen Montevideo (1911), además de jardines pri-vados para estancias. Hubo también proyectosno realizados, como los de los parques nacio-nales Nahuel Huapi e Iguazú. Como se ve, losaños de finales del siglo XIX y comienzos delXX son los de la expansión y consolidación deesta tipología urbana en las principales ciuda-des del país: además de los parques realizadospor Thays, se realizan el Paseo del Bosque enLa Plata (1882), el Parque Mitre en Corrientes(1887), el Parque de la Independencia en Ro-sario (1900), el Parque Camet en Mar del Pla-ta (1903), etc. En casi todos los casos vamos aver repetirse algunas constantes que ya apare-cían en el modelo sarmientino. Por una parte,la excentricidad, que es el modo en que el po-der público aprovecha el bajo valor de las tie-rras extraurbanas para realizar las grandes ex-propiaciones que requieren los parques. Pero,en general, esa excentricidad es reconvertidaen valor: ya sea porque el parque se presentacomo el instrumento para “civilizar” o “higie-nizar” zonas marginales del suburbio que son

percibidas como “focos infecciosos”; ya sea por-que se presenta como la producción de un nue-vo paisaje urbano ex novo, que influirá positi-vamente en el desarrollo de nuevos hábitosresidenciales y de nuevas tipologías ediliciasque no permite el centro tradicional consoli-dado; ya sea porque se presenta como una nue-va orientación en el curso del desarrollo ur-bano. Por ejemplo, el Parque del Oeste enMendoza es trazado por Thays al pie de la mon-taña que inicia la precordillera a la salida de laciudad, como resultado de una propuesta hi-gienista de Coni para que la forestación mejo-rara el clima y el aire de la ciudad. Se trata deuna superficie muy grande (se inicia con másde 300 ha) que casi iguala a la de la ciudad exis-tente para entonces. Y su realización a lo lar-go de las primeras décadas del siglo XX se con-virtió en un poderoso eje de atracción para eldesarrollo de Mendoza; cuando en los años de1940 comienzan los trabajos de ampliación yrenovación del parque, de acuerdo con el planrealizado por el arquitecto Ramos Correas (v.),ya está completamente integrado a la ciudad,con el Monumento al Ejército de los Andes co-mo eje cívico-monumental y atractivo turísti-co principal. La misma relación excéntrica a laciudad se verifica en el Parque Independenciade Rosario. En 1887 se realizaron los buleva-res Oroño y Pellegrini, que conforman la ron-da ortogonal del casco urbano, materializandouna propuesta de varios años antes que ya in-cluía la realización de una plaza de cuatro man-zanas en la intersección más alejada del cen-tro de la ciudad, desarrollada a orillas del río.En 1900 se aprueba finalmente la realizaciónde un parque mucho mayor (una figura cua-drangular de unas 8 manzanas de lado), enel ángulo externo a la ronda de circunvalación,que funcionó también como un dinamizadorextraordinario para el crecimiento de la ciudad.

Por otra parte, también se verifica la apari-ción de ciertas infraestructuras que muestranprogramas técnicos para los cuales el parquees un espacio de experimentación, como loscanales de riego en el Parque del Oeste en Men-doza. Pero, más en general, el tipo de progra-ma educativo-recreativo variado del parque sar-mientino: el Parque de la Independencia enRosario irá dando albergue, a lo largo del tiem-po, al Jockey Club y a otros clubes deportivos,la Sociedad Rural (la primera exposición ruralse celebra en 1902), la Escuela de Jardinería,el Estadio Municipal, el Museo de Bellas Ar-tes; el Parque del Oeste, en Mendoza, a los jar-dines zoológico y botánico, el hipódromo, elvelódromo, los estadios deportivos; el Parque

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37Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CREACIÓN DE PARQUES EN DIVERSOS BARRIOS

DE BUENOS AIRES FUE UNO DE LOS PROGRAMAS

MÁS SIGNIFICATIVOS DEL URBANISMO DE LA CIU-

DAD, A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. ARRIBA: PLANTA

DEL PARQUE AVELLANEDA; UNA IMAGEN DEL PARQUE

CHACABUCO; EL LAGO ARTIFICIAL DEL PARQUE CEN-

TENARIO; LA PLANTA ELIPSOIDAL DEL PARQUE SAA-

VEDRA EN EL PLAN REGULADOR DE 1925.

Parques en Buenos Aires

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9 de Julio, en Tucumán, a los jardines botáni-co y zoológico, el Estadio, el Hipódromo, el Te-atro de Verano; el Paseo del Bosque, en La Pla-ta, a las instalaciones universitarias y losmuseos; etc., etc. Es evidente que esta con-centración de usos e infraestructuras se vin-cula con el hecho de que el Estado, ante la po-ca disponibilidad de tierras vacantes (y la escasadisponibilidad económica, ideológica y jurídi-ca para llevar adelante nuevas expropiaciones),va a utilizar las grandes extensiones de los par-ques tradicionales como un espacio disponi-ble para el desarrollo de sus propias activida-des o, en muchos casos, como un recurso ensu relación con los sectores privados podero-sos (las donaciones a los clubes de la alta bur-guesía). Pero también es cierto que detrás deesa concentración hay otra idea, la visión sar-mientina del parque como el lugar donde elEstado debe experimentar con las institucio-nes que pueden favorecer el cambio social.

PARQUE PÚBLICO Y DESARROLLO

URBANO EN BUENOS AIRES.

Más allá de las generalizaciones tipológicaso programáticas, es importante ver que, comoartefacto urbano, el parque público tiene unaincidencia mucho más específica en el parti-cular desarrollo de cada ciudad y en la parti-cular conformación de cada cultura urbana.Por eso vale la pena, como ejemplo particu-larmente denso, revisar el modo en que los par-ques públicos fueron una parte estructurantede la constitución de Buenos Aires como me-trópoli moderna y de la constitución de los ima-

ginarios que buscaron reformarla a lo largo delsiglo XX. En este enfoque no va a ser Thaysuna figura principal, ya que durante los 21 añosde su gestión como director de Parques su prin-cipal tarea se concentró en el diseño de par-ques cuyo emplazamiento y función urbanaeran previamente definidos por las gestionesmunicipales u otros poderes públicos; no exis-ten datos suficientes que permitan atribuirleal paisajista francés una visión articulada delparque público como instrumento de diseñourbano y como institución social, visión queen la Dirección de Parques recién podrá en-contrarse durante la gestión de Benito Carrascoentre 1914 y 1918.

Más allá de la específica resolución plani-métrica de cada parque, de estos años nos va ainteresar señalar cómo de la acción municipal,de las polémicas en el Concejo Deliberante eincluso en el Gobierno Nacional, se despren-den líneas de acción en torno de la necesidadde constitución de un cinturón de parques pú-blicos que rodeara a la ciudad tradicional. Estecinturón se veía no solo como un necesariopulmón higiénico de la ciudad, sino como elposible freno a la especulación inmobiliariaque extendía “irracionalmente” los límites delárea urbanizada; es decir, como el comple-mento suburbano de un ideal de ciudad pe-queña y concentrada, rodeada de verde, en elque se sumergirían higiénicamente los servi-cios insalubres. Ideal cuya tradición puede re-mitirse a la influencia francesa ya en la gestiónrivadaviana (Aliata, 1990), pero que en nues-tro período Alvear hace explícito en el mismo

momento en que fundamenta la necesidad deampliar los límites de la ciudad recién fede-ralizada (Gorelik, 1998).

Con estos fundamentos se incorpora al pa-trimonio público el parque privado de Saave-dra, en 1893, y se instala el Parque Rivadavia(hoy Florentino Ameghino) sobre el antiguoCementerio del Sur en 1895; y entre 1900 y1903 se proyectan y comienzan a realizarseel Parque Rancagua (en Chacarita), el Parquede los Patricios, sobre los terrenos de los an-tiguos Corrales del Sur, y el Parque Chacabu-co, primero de los que se crearán específica-mente como parque de ejercicios físicos,anticipando lo que va a ser norma en la segundadécada: el pasaje del parque de espacio de re-presentación a espacio de uso.

En estos años a caballo del cambio de si-glo es Adolfo Bullrich (Intendente 1898-1902)quien más explícitamente emblematiza la su-ma de ideales urbanos que por entonces cir-culaban en torno de los parques: instrumen-tos privilegiados para “aliviar la miseria, vencerla ignorancia y evitar las enfermedades”; me-canismos de compensación urbana frente aldesequilibrio norte / sur (y así va a defenderla creación del Parque de los Patricios comoun “Palermo de los pobres”); y frenos a la irra-cional “aglomeración de casas de familia enel suburbio”.

Pero si entonces los parques eran excén-tricos respecto de la ciudad, a partir de me-diados de la primera década se comienza a con-solidar la tendencia de expansión de los sectorespopulares desde el centro al primer cordón su-burbano, tendencia posibilitada por el abara-tamiento de los medios de transporte y el lo-teo a plazos. De tal modo, estos parques, quese habían proyectado como obstáculos a la es-peculación, se convierten entre 1908 y 1916 enverdaderos motores de valorización de la ur-banización periférica. El parque, con una can-tidad de instituciones que comienzan a giraren torno de él (clubes, iniciativas culturales pú-blicas y privadas, colonias de vacaciones, es-cuelas, viveros, hospitales, conjuntos de vi-vienda obrera, etcétera), en la segunda décadapasa a ser un efectivo corazón del proceso mo-dernizador del barrio, haciendo confluir lasprincipales actividades sociales y dotando deidentidad al ramillete de pequeños y disgre-gados vecindarios que se habían estado insta-lando en el suburbio desde finales de sigloen un proceso de expansión sin cualidad.

Frente a la evidencia del carácter de la ex-pansión urbana de esos años, comienza a dis-cutirse a finales de la primera década aquel ide-

38 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PARQUE 9 DE JULIO, EN SAN MIGUEL DE TUCUMÁN, DE CARLOS THAYS. SE REALIZÓ ENTRE 1908 Y 1916.

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al de la ciudad pequeña y concentrada, en con-sonancia con el proceso de elaboración del PlanBouvard (1907-1910) (v.Plan). Así, Benito Ca-rrasco, en 1908, va a sostener con originalidady realismo las ventajas del crecimiento de laciudad hacia el oeste, proponiendo los parquesurbanos como centros cívicos capaces de do-tar de cualidad a los nuevos barrios del sur ydel oeste. De este modo anticipa el diagnósti-co que el urbanista alemán Werner Hagemannhará en 1931 sobre los problemas de la ciudad.La posición de Carrasco en defensa de la cua-lificación de la expansión hace evidente que enapenas una década la situación de la ciudad sehaya modificado enormemente, y que le hayacambiado el carácter a temas y debates que so-lo en apariencia son los mismos: cuando Bull-rich proponía densificar la ciudad se estabaoponiendo a un proceso especulativo monta-do sobre el vacío de la pampa; cuando Carras-co defiende la expansión ya está claro que es através de esta que la ciudad puede ofrecer a sussectores populares mejores condiciones de ha-bitabilidad, y en función de ello considera ne-cesaria una acción decidida de la gestión pú-blica en la definición de las direcciones y lascondiciones de esa expansión.

En este clima se proyecta para los festejosde 1910 el Parque Centenario como un ParqueCentral, por lo que se asume por primera vezque el centro geográfico de la Capital Federalpodía llegar a ser el centro de todo un territo-rio urbanizado. Con la misma idea se propo-ne en esos años comprar las tierras de Lezica(operación que se concretará mucho más tar-de), aledañas al Parque Centenario; y, con mi-ras a la expansión hacia el oeste, en 1908 secomienza a instalar el Parque Avellaneda.

En 1911, una discusión en el Concejo De-liberante es indicativa del estado de la polé-mica sobre la expansión de la ciudad y del rolprincipal que en esa polémica tenía el verdeurbano. Se confrontan el proyecto de realizarun cinturón de bosques que separase al cascotradicional de los suburbios y el proyecto derealizar tres barrios parque en los tres puntoscardinales de expansión de la ciudad. El triun-fo del segundo proyecto, que se llevó a cabosólo en parte con los barrios de Palermo Chi-co al norte y Parque Centenario al oeste, indi-ca que el ideal de ciudad pequeña y concen-trada, rodeada de verde, estaba cediendo anteel ideal expansivo, que en este caso tiene co-mo modelo a la ciudad jardín inglesa, cuyospostulados cobran preeminencia en la prime-ra década del siglo XX.

Durante su gestión al frente de la Direc-

ción de Parques y Paseos (1914-1918), y mástarde como divulgador y polemista sobre pro-blemas urbanos, Carrasco intentará conciliarel fenómeno de la expansión urbana con cier-tos valores más próximos a la City Beautifulnorteamericana que a la Garden City inglesa.Podría afirmarse que el cambio de Thays porCarrasco es el paso de una imagen Beaux Artsdel parque en la ciudad a un programa de Ci-vic Art: es significativo el énfasis de Carrascoen el parque como lugar de uso, como “ele-mento educativo de las masas” y como con-centrador de funciones cívicas a escala barrial.Y en forma consecuente, su idea completa deciudad, en la que el poder público debe con-centrarse en garantizar la uniformidad de laedificación en el espacio público y en distri-buir “conveniente y equitativamente” parquesurbanos como foros cívicos.

Todos estos temas, de fuerte impronta nor-teamericana –aunque ya habían sido incorpo-rados al sentido común de la urbanística tam-bién en los países europeos mediante la nociónde Park System–, comienzan a articularse enplanes urbanos en la década de 1920. Con elPlano General de Terrenos Reservados para laFormación de Nuevos Paseos, elaborado porla Dirección de Paseos en 1923 (gestión de Car-los Thays, hijo), y las propuestas que el urba-nista francés J. C. N. Forestier le eleva a la Co-misión de Estética Edilicia para el Plan de 1925,se llevan a los planos varias de las ideas anti-cipadas por Carrasco y otros sobre la necesi-

dad de completar un “sistema de parques”.Este sistema debía conectar los parques exis-

tentes por medio de bulevares y Park Avenuesy, asimismo, se debía conformar, según el Pro-yecto Orgánico de la Comisión de Estética Edi-licia, un “gran cinturón periurbano que cru-zará con su gran trazado envolvente de laCapital diversas zonas boscosas, terminandoen sus dos extremos en espacios también ar-bolados: en el norte, el parque de Palermo, yen el sur en los jardines que bordearán a am-bos lados el Riachuelo rectificado”. Así, la Cos-tanera Sur (proyectada por Carrasco), la Cos-tanera Norte (proyectada por Forestier) y laAvenida General Paz (ya prevista como aveni-da de circunvalación en su misma delineacióncomo límite de la Capital en 1887) se imagi-nan unidas como un parque lineal que rode-aría a toda la ciudad. Y para completar el sec-tor sur se proyecta el Parque de la Tablada, queen sucesivas propuestas concluirá en la déca-da del treinta como proyecto del “Gran Parquedel Sud de la Ciudad” (actual Almirante Brown),ejecutado por la Dirección del Plan Reguladorcreada por Carlos María Della Paolera (v.). ElProyecto Orgánico de 1925 (Intendencia Noel)genera un intenso debate que interesa una va-riedad de temas; pero es fácilmente reconoci-ble en buena parte de las acusaciones más du-ras que se le profieren la crítica a promover,mediante el embellecimiento de “zonas aleja-das del municipio”, la expansión de los barriospopulares de la ciudad: “La Comisión no com-

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39Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CIUDAD DE SAN MIGUEL DE TUCUMÁN Y LOS TERRENOS DESTINADOS AL NUEVO PARQUE, EN 1916.

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prendió que lo esencial residía en la planta vie-ja de la urbe y se aventuró sobre los suburbiosy nuevos barrios”, escribía Gerónimo de la Ser-na en 1927. Y en la misma dirección apunta-ba Schiaffino cuando en 1927 se quejaba de laexistencia de parques y paseos “en las orillasde la ciudad”: “Esta ciudad respira por la pe-riferia [...]. Los pulmones de la metrópoli es-tán fuera del cuerpo”.

El libro de Vicente Rotta, Los espacios ver-des de la ciudad de Buenos Aires, publicado en1940, da buena cuenta de la situación de losparques urbanos a finales de una década mar-cada por la febril actividad de modernizaciónurbana llevada adelante por el intendente Ma-riano de Vedia y Mitre (1932-1938). Se ha con-solidado como espacio urbanizado todo el pe-rímetro de la Capital Federal, con una notableexpansión de los servicios públicos a los nue-vos barrios, pero lo realizado en cuanto a par-ques públicos no llegó a satisfacer a las inicia-tivas menos pretenciosas. El “sistema deparques” no es más que una serie de pequeñasmanchas verdes diseminadas e inconexas, queno lograron modificar el crecimiento eminen-temente radial de la ciudad y que solo llegarona cumplir un papel significativo en la escala decada barrio en que se instalaron, barrios a losque sí proveyeron de un sistema de identifica-ción y cualificación urbana e institucional.

El Parque Almirante Brown finalmente seconstruye en los años cuarenta en el ángulosudoeste de la Capital y con una dimensión mu-cho menos ambiciosa que la del proyecto ori-ginal del “Gran Parque del Sud”, descartandode hecho la propuesta que el mismo implicabade convertir al sudoeste en el lugar de aplica-ción de “las más modernas ideas sobre lo quedebe ser una ciudad”, de acuerdo con el pro-yecto del diputado González Maseda en 1935.Se construye acompañando la culminación dela General Paz y la expansión hacia el sudoes-te del Gran Buenos Aires, que las obras del pe-ronismo favorecen con la instalación de em-prendimientos como el aeropuerto de Ezeiza yel Barrio Evita, entre otros. Pero los barrios devivienda que el proyecto original del parque in-cluía recién se llevarán adelante en las décadasde 1960 y 1970 con los concursos para los con-juntos de Lugano y Soldati, según las directivasdel Plan Director de 1958-1964 (v.Plan).

A partir de entonces se sucede una serie depropuestas para la creación de parques me-tropolitanos que puedan satisfacer el déficit deespacios verdes de Buenos Aires. Así se for-mula una propuesta articulada de un ParqueMetropolitano en tierras ganadas al río frente

al Puerto Madero y de un Cinturón Ecológicoa escala del Área Metropolitana. La primera fueuna propuesta efectuada por el Plan Directorde 1958-1964, que comenzó a materializarseen la gestión del intendente Cacciatore duranteel gobierno dictatorial de 1976-1983, de acuer-do con un proyecto que preveía la creación deun parque de 400 ha; el relleno se realizó conlos escombros de las demoliciones llevadas acabo para la construcción de las autopistas.Abandonado el proyecto por la caída de la dic-tadura y librado el relleno a su suerte, fue co-lonizado por especies vegetales y animales ca-racterísticas del área, que crearon un paisajeverdaderamente curioso a pocos metros del co-razón de la ciudad. Con la apertura democrá-tica, comenzó a ser objeto de una disputa en-tre sectores que buscaban el desarrolloinmobiliario del área y sectores que busca-ban protegerla en tanto “Reserva ecológica”,en una pinza que desplazó por completo el vie-

jo programa de Parque Metropolitano. Triun-fó la propuesta de “Reserva”, que fue aproba-da por ley en 1985. Durante la década de 1990,en el marco de la construcción del Puerto Ma-dero, la “Reserva” siguió siendo objeto de con-flicto, atacada recurrentemente con focos in-cendiarios. Actualmente esas disputas se hanaplacado y la “Reserva” ha entrado en un pro-ceso de consolidación, a la vez que se discutendiversas propuestas de flexibilización de su ré-gimen para liberar áreas de parque de uso másmasivo. El Cinturón Ecológico también fue unarealización de la gestión Cacciatore, por ini-ciativa de su Secretario de Obras Públicas, Gui-llermo Laura, y preveía formar una cintura ver-de desde La Plata hasta el Tigre, pasando porlos bosques de Pereyra Iraola y de Ezeiza, y porCampo de Mayo, utilizando como relleno labasura domiciliaria reprocesada; para eso secreó el CEAMCE, que llegó a cumplimentaraspectos muy parciales del proyecto.

EL PARQUE PÚBLICO EN LA ARGENTINA

DESDE LA DÉCADA DE 1990.

El parque, como tipología decimonónica,había disuelto sus fronteras en favor de la ideade espacio verde, plano neutro y natural sobreel que los edificios se disponían como objetos;invirtiendo el equilibrio de llenos y vacíos quese observaba en la ciudad tradicional; disol-viendo tipologías urbanas reconocibles (calle,plaza, esquina); olvidando su papel modernode espacio público en el sentido político sar-mientino. Tal era el juicio que, hacia media-dos de los años setenta, comenzaba a difun-dirse entre arquitectos y urbanistas, en un climade ideas que recolocó los problemas de la re-presentación, en el más amplio sentido, en elcentro del debate.

En la Argentina, esta tendencia se engarzócon la emergencia democrática, cuando los as-pectos representativos de la política comenza-ron a reconocerse después de la brutal expe-riencia de la dictadura. Pero durante la décadade 1980, las reformulaciones del parque pú-blico fueron escasas. Más bien, asistimos a laconsolidación de un tópico de larga influenciaen su diseño, el de la preservación de los valo-res urbanos a través de una nueva mirada so-bre la ciudad compuesta por plazas, calles yfrentes homogéneos. En una perspectiva másamplia, la experiencia de Barcelona fue de-terminante en el debate sobre la ciudad. Conel nuevo enfoque de lo público se articuló laidea de proyecto urbano, opuesto a la abstrac-ción del zoning y a la indeterminación de loshomogéneos verdes modernos (Novick, 2003).Junto a la idea de oportunidad y de mayor fle-xibilidad para la gestión económica de los es-pacios, que incluía la participación del capitalprivado, la idea de proyecto urbano colocó alarquitecto, y consecuentemente a su perspec-tiva formal, en el centro de la gestión de los es-pacios públicos urbanos. El concurso de lasVeinte Ideas para Buenos Aires, organizadoen 1986 en el marco de un convenio de coo-peración técnica con Madrid, desplazaba laatención de los problemas globales a los de lareestructuración de los espacios públicos con-cretos, y señalaba una serie de espacios vacanteso degradados que serían los protagonistas delas acciones en la década de 1990. El mayorobstáculo para este desarrollo, que ya podíaconstatarse, consistía en que, en las experien-cias de otras ciudades, los proyectos concretosse insertaban en aggiornados planes públicosde ordenamiento territorial. No casualmenteen ciudades como Rosario el modelo españolfue más exitoso, debido a la mayor coherencia

40 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLANTA DEL PARQUE SOLÍS, EN SANTA FÉ.

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política de los planes en el tiempo y a una ma-yor atención a las variables de control estatal,que no subsumieron los objetivos urbanos enlas demandas del mercado. Tal protagonis-mo del parque en las políticas urbanas se tra-dujo, también, en una multiplicación de susdefiniciones, actualizando la vocación deci-monónica hacia los parques temáticos. Muydiversos en sus finalidades, ellos respondenbásicamente a dos motivos. Por un lado, comoel nombre lo dice, al propio tema del parque(principalmente la recreación, pero también laeducación en la ciencia, la naturaleza, la his-toria, y cabe incluir temas solemnes, dramáti-cos, en la tradición de los cementerios anglo-sajones). Por otro, a su forma en relación alcontexto físico: florecieron en estos años losparques lineales, habitualmente situados a lavera de ríos (parques fluviales) o de mares (loque implicaba el problema del waterfront, detal envergadura simbólica como para definir,en muchos casos, el carácter de la ciudad). Lacentralidad del proyecto en las políticas urba-nas implicó, además, una revisión de los len-guajes utilizados. Enfocada la cuestión del par-que no solo como instrumento clave de nuevaspolíticas que permitirían resolver problemasde articulación regional, demanda social re-creativa a escala metropolitana o pulmón hi-giénico, sino también como aspecto clave delembellecimiento urbano (el aspecto represen-tativo, identitario, releído en la doble clave dela política y el “marketing urbano”, la experienciade diseño parquístico suponía el desafío de reu-nir en un nuevo lenguaje materiales naturales

y artificiales. La problemática ecológica, que enesta década se extendió popularmente, convo-caba además una reestructuración más pro-funda del balance entre lo orgánico y la impo-sición humana, que la arquitectura significabade manera paradigmática. Si en los puntos an-teriores no nos hemos explayado sobre el di-seño concreto de los parques argentinos, esporque durante la centuria anterior se trató so-lo de repetir recetas exitosas: la novedad delparque argentino radica más en su forma dearticularse con la ciudad que en las innova-ciones formales. A su vez, a partir del Moder-nismo arquitectónico, como hemos visto, seabandonó toda reflexión en el diseño específi-co del parque. La escasa densidad de la mate-ria aparece testimoniada por la inexistencia deescuelas y centros de formación paisajística denivel universitario –hasta fines de los años no-venta– que atendieran a algo más que a la va-riedad vegetal. No fue esta la situación de otrospaíses latinoamericanos, de más asentada tra-dición: baste recordar la experiencia de BurleMarx en el Brasil. En la Argentina, los reque-rimientos de los años noventa en materia deespacios públicos constituyeron un verdaderoaprendizaje para los arquitectos, que vieronmultiplicarse las oportunidades de diseño par-quístico en función de vastos planes urbanos.Las primeras referencias novedosas, que se di-fundieron en nuestro país en la década delochenta, apelaban a motivos historicistas quese articularon, en un segundo momento, conel lenguaje plagado de citas del deconstructi-vismo que presidió los primeros años noven-

ta (la referencia más conspicua fue la del par-que temático de la Villette en París). Las rea-lizaciones fueron escasas. Cabe destacar, sinembargo, los avances historicistas de los es-pacios públicos diseñados por Miguel ÁngelRoca en Córdoba al final de la dictadura, aun-que delimitados a plazas y paseos (la recupe-ración de La Cañada como espacio verde erauna vieja resolución que no se concretó hastamás tarde, durante los años ochenta). Pero ha-cia los años noventa, las citas históricas o losmás modestos reclamos de preservación ti-pológica o edilicia resultaban insuficientes enel marco de la voluntad entrevista de recrearlas modalidades tradicionales de la arquitec-tura. Las referencias se desplazan entonces ha-cia una de las últimas experiencias compre-hensivas del arte contemporáneo: la del LandArt que había florecido en los primeros añosde la década del setenta, con protagonistas co-mo Walter de María (que jugaba con las fuer-zas naturales en su Campo de Relámpagos),Robert Smithson (cuyo Spiral Jetty alude a for-mas arcaicas), o Richard Long, que tan fácil-mente podía enlazarse con la tendencia mi-nimalista con sus marcas sutiles en la tierra.Esta tendencia solo había sido percibida en sunovedad por un núcleo reducido de artistasque, bajo el designio político de los setenta,emigraron o abandonaron el arte. La arquitec-tura lo descubre tardíamente. Veamos en al-gunos ejemplos la incidencia de estas solicita-ciones en la producción de los parques de ladécada de 1990. El caso del Parque Central deMendoza, un concurso nacional realizado en

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41Diccionario de Arquitectura en la Argentina

EL PARQUE INDEPENDENCIA DE ROSARIO, EN UNA VISTA DE FINES DE SIGLO XIX, POCO DESPUÉS DE SU INAUGURACIÓN.

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1999, que convocó por el Municipio de la ciu-dad, resulta paradigmático. Todo en él respondeal programa del parque contemporáneo: su si-tuación relativamente periférica, en terrenosque habían pertenecido al ferrocarril (típico te-rrain vague, según la denominación francesade estas zonas abandonadas por la industriay la tecnología que se ofrecían ahora para dis-tintos usos), rodeados de un tejido habitacio-nal escasamente caracterizado; la modalidaddel emprendimiento (consulta pública insti-tucionalmente regulada, concurso nacional);los principios expresados en las bases (la aten-ción a la tradición paisajística mendocina, cla-ve de su identidad; el requisito de preservar losviejos galpones de evocación industrial; la vo-luntad de ampliar la oferta cultural y de cons-tituir el área como un polo de desarrollo sin es-catimar las oportunidades inmobiliarias; elfinanciamiento mixto en la etapa de construc-ción; la articulación del proyecto con una es-trategia urbana general). El proyecto ganador(arquitectos D. Becker, C. Ferrari, O. Fuentes)ofreció una sensible articulación entre tan di-versos requerimientos con un lenguaje que seapoyaba simultáneamente en la tradición de laescuela rioplatense –simple, pura, nítida– y enlas nuevas orientaciones internacionales queel Land Art había revelado a la arquitectura. Untrabajo estrecho con especialistas agronómi-cos resultó en la variedad de áreas definidaspor las especies botánicas, aunque el conjun-to estaba sujeto a una idea rectora que se ali-mentaba de dos requerimientos de las bases:la preservación de la memoria –en la atención

a las marcas dejadas por el ferrocarril desac-tivado, que orientan la linealidad del conjuntosiguiendo la traza de las vías– y la considera-ción paisajística del marco de montañas quesolo desde pocos puntos de la ciudad puedencontemplarse. También el segundo premio (ar-quitecto M. Vilas y otros) fue importante en loscaminos inmediatos del diseño de parques, enla medida en que basó su diseño de aspecto“espontáneo” en el uso participativo que de-rivaba de la consulta popular, presente en lasbases. Pero el parque de Mendoza no deja deser una experiencia que se engarza en la vo-luntad política sarmientina, ahora reactuali-zada en el período democrático. Más novedo-sas son las experiencias llevadas adelante enRosario y Buenos Aires, en la medida en quedeben articular, con el afecto a la renovaciónlingüística característico de los noventa, com-plejas cuestiones metropolitanas. En ambasciudades prevaleció el problema de la articu-lación de la costa fluvial con la ciudad, temaque en estos años alcanza popularidad; y la vo-luntad de construir un sistema de espacios pú-blicos de escalas diversas (plazas, paseos, par-ques) en función de la revitalización urbana.Resulta de interés notar cómo en ambos casosel desarrollo de la ciudad y su articulación conel río son aspectos rectores del sistema de par-ques que, a diferencia de los sistemas radiales,concéntricos, propuestos hasta los años trein-ta, se abren linealmente sobre el territorio. EnRosario, la claridad de las autoridades muni-cipales permite colocar la experiencia como unejemplo logrado de las aspiraciones democrá-

ticas en relación al espacio público. El bordecostero (de aproximadamente 17,5 km) se ar-ticula con un espacio contiguo de 132 ha, a suvez vinculado con 22 ha de parques menores.Los principales emprendimientos fueron losparques de la Cabecera, Costa Alta y Paseo delCaminante, Sunchales, de las Colectividades,España Norte y Sur, de la Bandera, Italia y dela Tablada, Scalabrini Ortiz y Barrio de la Uni-versidad. Se trata de espacios de diferentes cua-lidades y propósitos: existen áreas cívicas re-diseñadas, como la dominada por elMonumento a la Bandera que, a través de unalectura actual pero respetuosa del proyecto pri-mitivo de Ángel Guido (v.), otorga al motivo im-ponente del monumento el fondo paisajísti-co adecuado del río Paraná, y lo articula,mediante un pasaje abierto a través de edifi-cios públicos, con el interior de la ciudad. Laoferta variada incluye parques temáticos y cul-turales, entre los que se destaca el Jardín de losNiños en el Parque de la Independencia (unespacio recreativo-educativo que, en la volun-tad bauhausiana de articular arte y ciencias,apela en su diseño a formas, motivos y textu-ras alusivas a cada área con propósito didácti-co diferenciado, con una elegancia y originali-dad pocas veces alcanzada). También paseosde dimensiones notables, que recuperan áre-as antes vedadas para los habitantes, como lareciente Costa Alta y el Paseo del Caminante,recorrido de 600 metros lineales que culminaen un muelle en T del que salen embarcacio-nes para las islas. De esta experiencia quedauna radical alteración de la imagen urbanade Rosario: de una ciudad cerrada al Paraná ya sus posibilidades paisajísticas y recreativas,con la costa bloqueada por instalaciones de ser-vicio, se pasa en quince años a una recupera-ción franca a través de un circuito que los ges-tores públicos delimitaron en tres secciones:una ribera norte cultural-recreativa, una ribe-ra central accesible y una ribera sur portuaria.Como escribió Isabel Martínez de San Vicen-te (1998), la clave del éxito radicó en la capa-cidad de integrar plan y proyecto, además demantener, las distintas gestiones, una perma-nente vocación social. Pero no es despreciableen este éxito la misma acción de los proyectis-tas rosarinos, sin duda los más interesantes dela década en el país, que participaron en los or-ganismos de gestión: con un lenguaje mesu-rado aprovecharon estéticamente los escasosrecursos disponibles. El caso de Buenos Aireses más complejo, y no solo por la envergadu-ra de la ciudad que concentra el poder políticoy económico de la República. También aquí el

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u PASEO DE LA COSTA DE VICENTE LÓPEZ, PCIA. DE BS. AS., DE C. VEKSTEIN, CON LOS “PARAGUAS” DE AMANCIO WILLIAMS.

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43Diccionario de Arquitectura en la Argentina

w Areas verdes de Puerto Madero

u EL PROYECTO CONSISTE

EN UNA SERIE DE PIEZAS

DIFERENCIADAS DE DIVER-

SAS ESCALAS (BARRIAL,

URBANA Y METROPOLITA-

NA), QUE RESUELVE EL

CONJUNTO EN UNA “ARQUI-

TECTURA VEGETAL”. A LA

DERECHA, LA FUENTE CREA-

DA POR LOLA MORA.

u EL PROYECTO, REALIZADO

POR I. JOSELEVICH,

G. NOVOA, A. GARAY, N. MA-

GARIÑOS, A. SEBASTIÁN Y

M. VILA, FUE GANADOR DE

UN CONCURSO NACIONAL.

u VISTA GENERAL, DE SUR A NORTE, DE PUERTO MADERO, SUS ÁREAS VERDES Y LA COSTANERA SUR, EN BUENOS AIRES.

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tema de la integración de la ciudad con la cos-ta fue motivo de las distintas gestiones, peroél se manifestó, frecuentemente, más como tó-pico que como acción concreta. La fragmenta-ción de la ciudad en zonas pobres y ricas (sury norte) a lo largo de la década de 1990 se vol-vió irreversible, y toda intervención ideológicade buenas intenciones ha sucumbido a estascondiciones drásticas. Pero, aunque la com-plejidad de los problemas porteños no ha re-dundado en un diseño orgánico como el de Ro-sario, debemos tener en cuenta la cantidad depropuestas, y aun algunas realizaciones de in-terés, que fueron posibles a partir de las di-rectivas planteadas. La creación de la Corpo-ración Puerto Madero fue el paso inicial pararepensar un problema similar al rosarino: larecuperación de la costa y su articulación conun centro degradado, lo que a su vez redun-daría, en las hipótesis de los proyectistas delMasterplan, en la revitalización del sur y el re-equilibrio de la ciudad. El concurso de Puer-to Madero dio como resultado, sin embargo,un proyecto de compromiso: la reserva ecoló-gica obturaba inevitablemente la franca rela-ción con el río y, si la preservación de la ar-quitectura de los docks sobre la ciudad constituyóuna estructura sólida para el proyecto, el te-rreno lindante con la reserva fue entregado ala más brutal especulación. Aun así, quedaronen la costa bonaerense sobre el Plata grandesáreas que el gobierno de la ciudad intentó ar-ticular en el programa Buenos Aires y el Río;

la relación con el centro se obtendría a travésde una revitalización del eje de la Av. Corrientes,que estaba destinada, por los límites de la ges-tión, al fracaso. La agenda del año 2000 am-plió las ambiciones originales, con el intentode establecer coordinaciones interjurisdiccio-nales que excedieran el área capitalina, parapreservar los espacios libres que, en la carto-grafía, estaban sugeridos por el “trípode” con-formado por las grandes extensiones de losbosques de Ezeiza, el parque Pereyra Iraola yel delta del Paraná, organizados por la cuen-ca Matanza-Riachuelo y la costa del Plata (Cha-rrière, 2003). La cuenca del Riachuelo confor-maría el Eje Bicentenario en una articulaciónque buscaba resolver problemas espaciales, so-ciales y políticos, en donde la reserva verde erafundamental. El sistema de grandes parquesse completaba con el ambicioso proyecto delCorredor del Oeste, corredor verde que, se es-pera, será posible luego del soterramiento delas vías del ferrocarril Gral. Sarmiento desdela calle Hidalgo hasta el límite de la Capital.Estos dos proyectos están aún en etapa de for-mulación, pero permiten distinguir aspectosde los emprendimientos que ya señalamos: larevitalizada confianza en el parque como ins-trumento de políticas públicas igualadoras; elcarácter lineal de estos parques, marcados yapor la topografía del sitio, ya por la direccio-nalidad impuesta por las estructuras viales quese reciclan, y que afirma en el caso de BuenosAires una imagen opuesta a la ciudad con-

céntrica, avanzada por los planes modernosanteriores (v. Plan). En lo referente a la arquitec-tura paisajística, resulta de interés mencionaralgunos ejemplos que abordan las diferentestemáticas en las que el parque contemporáneose especializa. El Parque de la Memoria puedeconsiderarse a la vez como una pieza del sis-tema de parques costero y como parque te-mático que enfrenta una sentida reivindicaciónporteña: el recuerdo de los desaparecidos. Ensu origen, formó parte del programa de un con-curso que proponía el rediseño de los terrenosde la Ciudad Universitaria, cuyo primer pre-mio lo obtuvo el equipo de los arquitectos A.Varas (v.), C. Ferrari y D. Becker. Como carac-terística de la ambigüedad política de los añosnoventa, junto al recordatorio de los desapa-recidos se instalaron otros dos espacios de si-milar solemnidad: el que homenajeaba a lasvíctimas de los atentados de la Embajada de Is-rael y de la Amia; y el del obispo Segura, cu-yo motivo de inclusión aparece aún hoy en lassombras. Cabe mencionar que en este con-curso la innovación arquitectónica-parquísticacorrió por cuenta del segundo premio (arqui-tectos S. Forster, C. Najle y otros) que intro-dujo la topografía del sitio como estructura-dora del conjunto. Del ambicioso proyecto dela Ciudad Universitaria solo se construyó elParque de la Memoria (como era de prever, yseguramente por la obstinada gestión de lasprestigiosas ONGs. vinculadas al tema, comolas Abuelas de la Plaza). Los proyectistas ima-ginaron el lugar diferenciado de los otros, so-brio en su disposición. Pero, por voluntad delas organizaciones políticas, se abrió un con-curso plástico con el fin de tapizar de estatuas,instalaciones y figuraciones plásticas del sitio,en la nunca perdida vocación decimonónica.El área se convirtió así en exposición temáticade arte, antes que en sitio de recogimiento me-morial. Un ejemplo notable, que puede refe-rirse simultáneamente a la vocación temáticay a la articulación lineal metropolitana, lo cons-tituye la remodelación de la costa de VicenteLópez, que dentro del conjunto cuenta con unhomenaje, la reconstrucción de un episodiomítico en la arquitectura argentina, los “para-guas” que Amancio Williams presentó en laferia de 1960. Claudio Vekstein, que desde1998 participa en el Plan 2000 del municipio,planteó la reconstrucción de la obra con sen-sibilidad, respondiendo a la vez a los criteriosoriginales de Williams (obras puras suspendi-das entre agua, suelo y cielo) y a sus explícitastendencias referidas al Land Art. Con modes-tia contrastante con el discurso metafísico de

44 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA REMODELACIÓN DEL MONUMENTO A LA BANDERA ARTICULA EL ESPACIO CEREMONIAL CON EL TEJIDO URBANO DE ROSARIO.

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Vekstein, y más cercanos a la experiencia ro-sarina, otros emprendimientos parquísticos dedestacable calidad se convirtieron también, rá-pidamente, en éxitos populares. Tal es el casodel proyecto y la realización parcial de los par-ques de la Costanera Sur (arquitectos I. Jose-levich; G. Novoa, A. Garay. N. Magariños, A.Sebastián y M. Vila), una serie de piezas dife-renciadas de diversas escalas (barrial, urbanay metropolitana), que resolvió el conjunto enuna “arquitectura vegetal” con énfasis en es-pecies nativas. Tal vez este caso sea más elo-cuente de la multitud de instrumentos pro-yectuales que hoy manejan los arquitectos quetrabajan en equipos transdisciplinarios e in-corporan así, en la forma que ellos dirigen,muy diversas referencias (desde la Villette has-ta el Land Art) –y especialmente, la relacióncon el material vegetal que la arquitectura delpaís se negaba a considerar. De este proyectoestá sólo inaugurado el parque Micaela Basti-das, con gran suceso de uso público. A. G. / G. S.

Bibliografía: F. Dal Co. “De los parques a la región.

Ideología progresista y reforma de la ciudad ame-

ricana”. En: G. Ciucci, F. Dal Co, M. Manieri Elia

y M. Tafuri. La ciudad americana. Barcelona: Gili,

1975; M. Marengo de Tapia. “Los parques de la ciu-

dad de Buenos Aires”. En: summa, n.° 119, 1977; R.

Sennett. La caída del hombre público. Barcelona:

Península, 1978; P. Sica. Historia del urbanismo.

El siglo XIX. Madrid: Instituto de Estudios de Ad-

ministración Local, 1981 (2 tomos); J. Habermas.

Historia y crítica de la opinión pública. Barcelo-

na: Gili, 1981; A. de Paula. “Carlos Thays”. En: sum-

ma Temática, n.° 3, 1983; Pablo Pschepiurca. “Pa-

lermo, la construcción del Parque”. En: summa

Temática, n.° 3, 1983; S. Berjman, (comp.). El tiempo

de los parques. Bs. As.: IAA-FADU-UBA, 1992; S. Berj-

man. Plazas y parques de Buenos Aires: la obra de

los paisajistas franceses, 1860-1930. Bs. As.: FCE,

1998; A. Gorelik. La grilla y el parque. Espacio pú-

blico y cultura urbana en Buenos Aires. Bs. As.: Edi-

torial de la Universidad Nacional de Quilmes, 1998;

I. Martínez de San Vicente. “La sutil belleza de la

ciudad aluvional. 15 años de arquitectura pública

en Rosario”. En: summa, n.° 33, 1998; M. Charriè-

re. “Buenos Aires”. En: Gobierno de la Ciudad de

Buenos Aires. Las dimensiones del espacio público.

Problemas y proyectos. Bs. As., 2003; A. Novick. “Es-

pacios y proyectos. Oposiciones, hegemonías e in-

terrogantes”. En: Gobierno de la Ciudad de Bue-

nos Aires. Las dimensiones del espacio público.

Problemas y proyectos. Bs. As., 2003; Gobierno de

la Ciudad de Buenos Aires. Las dimensiones del es-

pacio publico. Bs. As., 2004. Textos de Margarita

Charriére y Alicia Novick.

PARR, STRONG Y PARR. S/d. Ingleses, ar-quitectos. Proyectistas de Arquitectura Fe-rroviaria.

Realizan el segundo edificio para la esta-ción Constitución en Buenos Aires (1885), confachada de palacio en estilo Neorrenacimien-to italiano, aún existente en la esquina de Li-ma y Brasil.

PASCUAL, ÁNGEL. S/d. Arquitecto Concibe unateoría estilística influida por formas y motivosdecorativos aztecas.

Graduado en 1916, realiza un proyecto pa-ra el Teatro Colón de Mar del Plata y numero-sas residencias en Buenos Aires: Cangallo yRodríguez Peña; Córdoba y Rodríguez Peña;Córdoba y Cerrito; Av. de los Incas y Freyre,de Manuel García Rivera; Libertad 257; Puey-rredón y Lavalle; Hotel Nogaró, etc.

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutiérrez, A. Levaggi, J. C.

Montero, A. S. J. de Paula. La arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Bs. As.: Editorial Sud-

americana, 1968.

PASILLO. m. Corredor angosto destinado a lacirculación restringida, o de servicio, en unedificio (v. Corredor).

Mientras corredores y galerías se concebí-an como lugares formalmente regulados, lospasillos se dimensionaban con anchos míni-mos y su morfología llegó a ser frecuentementedesprolija, resultante en ese caso de su rol pa-ralelo de espacio poche. En cuanto a las refe-rencias sobre el origen, si bien son asimilablesa las del corredor, debe tenerse en cuenta el de-gagement francés como antecedente más es-pecífico, presente desde el siglo XVI en resi-dencias como Chambord.

Su introducción en la Argentina coincidecon la del corredor y se manifiesta en especialen el ámbito doméstico con el desplazamien-to de la casa de patios como hábitat predomi-nante y su reemplazo por tipos que, como elhotel particular, recurren a la vinculación dela parte privada y el servicio a través de los pa-sillos. Véase en ese sentido el Palacio Paz (1912)de Luis Sortais (v.).

El desplazamiento de la casa chorizo por eltipo compacto, que se generaliza después delos años treinta como hábitat de los sectorespopulares, junto a la difusión de la casa popu-

lar de departamentos, señala para las configu-raciones de espacios privados la necesidad dedisponer de pasillos de mínima longitud.

Las limitaciones geométricas, económicasy de hábitos adquiridos, hacen que se consoli-den estructuras planimétricas típicas forma-das por la reunión de dos o tres dormitoriosy baños en torno de un pequeño pasillo, el quese convierte en la única circulación privada dela vivienda, dado que las condiciones de dis-tribución, costo y superficie impuestas obligana hacer desaparecer en la mayoría de los casosla relación directa entre la zona privada y el ac-ceso, alternativa que solamente se plantea através del local de estar.

Dentro de la estrategia de minimizar su-perficies y maximizar rendimientos que la Ar-quitectura Moderna introdujo como ideologíade proyecto, se han ensayado distribucionessuperadoras de la situación anteriormente plan-teada, las cuales, aun en viviendas de reduci-da superficie, evitan el tránsito obligado a tra-vés del estar, y donde el pasillo agrega, enalgunas propuestas de vivienda, a su destinode espacio circulatorio el de servir para dis-poner equipamientos fijos que complementenlas exiguas dimensiones de las habitaciones.Como ejemplos de esta modalidad pueden ci-tarse los monoblocks proyectados por HilarioZalba (v.) para La Plata y Avellaneda, algunaspropuestas de Wladimiro Acosta (v.), las vi-viendas en Vicente López de Mauricio Repos-sini (v.), los edificios de H. Tomás y C. Lenci (v.)

en La Plata, entre otros. E. G.

PASMAN, RAÚL. La Gándara (España), 1887- Buenos Aires, 1973. Arquitecto. Se des-empeñó en la función pública, en la que fueel principal proyectista de la Comisión Na-cional de Casas Baratas (v.) desde la consti-tución de ese organismo hasta la década de1930. En la esfera estatal también ocupócargos directivos, entre ellos el de Directorde Obras Públicas de la Provincia de BuenosAires, y mantuvo una intensa actividad comoprofesional liberal actuando en sociedad conMarcó del Pont.

Inició su labor dentro de la Dirección deObras Públicas de la Nación en 1902, antes deiniciar sus estudios en la Escuela de Arquitec-tura de Buenos Aires, donde se graduó en 1908.Además de desarrollar esta actividad, que seprolongó hasta 1920, Pasman asumió el car-go de Arquitecto Proyectista de la ComisiónNacional de Casas Baratas e integró el equi-

par pas

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po de trabajo que en 1916 conformó su primerPresidente, Marcelo T. de Alvear. Su actuaciónen ese organismo –donde fue designado en1921 Arquitecto Jefe– se extendió por casi dosdécadas. A su cargo estuvieron los proyectosde los conjuntos de viviendas individuales y ca-sas colectivas en tipologías que van desde elcottage inglés –barrios Cafferata (1921), Alvear(1923-1927) y Rawson (1928)–, hasta el claus-tro –Casa Alsina (1921)–, o bloques paralelosentre medianeras –Casa Rivadavia (1923)–. Re-cién van a alejarse del universo de solucionesque las Habitations des a bon marché francesasvenían experimentando desde el año 1900 (v.

Vivienda de interés social), con los bloques parale-los dispuestos sobre grandes superficies libresen la ampliación del Barrio Rawson (1934).

Sus inquietudes en torno de la problemá-tica de la habitación popular lo llevaron a par-ticipar en el I Congreso Panamericano de Ar-quitectos de 1920, en el que expuso propuestaspara la realización de Casas Baratas. En formasimultánea a su desempeño en la CNCB, fueentre 1922 y 1930 Arquitecto Jefe de la Supe-rintendencia de Construcciones Militares, y enese carácter proyectó 11 cuarteles en distintospuntos del país.

Tras su adhesión al alzamiento militar de1930, un espacio importante de su actividadpasó a ocuparlo su desempeño en cargos di-rectivos de instituciones públicas. En la SCA,donde se había sido protesorero y vicepresi-dente durante la década de 1920, fue presi-dente durante los períodos 1930-1931 y 1934-1938. Asimismo, en 1932, fue vicepresidentedel I Congreso Nacional de Ingenieros, Ar-quitectos y Agrimensores realizado en La Pla-ta; entre 1937 y 1938 actuó como agente fis-calizador de las compañías radiotelegráficasy telefónicas de la Nación, y en 1941 asumió elcargo de interventor de la Dirección Generalde Arquitectura del Ministerio de Obras Pú-blicas de la Provincia de Buenos Aires.

En forma particular trabajó en sociedad conel ingeniero Marcó del Pont, con quien reali-zó principalmente viviendas suburbanas y ca-sas de renta. Entre su producción cabe citar las“casas de campo” en Ranelagh, de 1913, la re-sidencia Miralrío sobre las barrancas de Pun-ta Chica en San Isidro, en un sobrio Neocolo-nial que evoca las casas del norte de España, ocottages como el de la calle Virrey del Pino 3210en Belgrano. A ellas pueden sumarse las casasde renta en estilo francés, de Ayacucho 1307 yde Arenales y Billinghurst, en Buenos Aires

En Mar del Plata, Pasman y Marcó del Ponttambién realizaron diversos trabajos, entre los

que se destacan, en 1916, la propuesta para elInstituto de Oceanografía Argentino, en Neo-griego, de monumentales proporciones, y eledificio del Patronato de la Infancia –callesJuan B. Justo, Solís, Galicia y Esteban Echeve-rría (1932)–, institución de la que había sidopresidente en 1923. G. V.

Bibliografía: R. Gutiérrez. SCA, 100 años de compro-

miso con el país 1886/1986. Bs. As.: SCA, 1993.

PASTOR, JOSÉ M. F. Buenos Aires, 1914 - Íd.,1981. Arquitecto con actuación relevante enel campo de la planificación urbana entre losaños 1940 y 1960. Fue uno de los princi-pales introductores de los postulados del pla-neamiento anglosajón en la Argentina.

José Pastor estudió en el Colegio NacionalBuenos Aires, e ingresó en 1939 en la Escuelade Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exac-tas, Físicas, y Naturales de la Universidad deBuenos Aires, de donde egresó titulado en 1944.

Apenas graduado de arquitecto se involu-cró en temas de Planeamiento, y publicó asi-duamente artículos sobre el tema tanto en larevista Nuestra Arquitectura (v.) como en el ór-gano oficial de la Sociedad Central de Arqui-tectos y el Centro de Estudiantes de Arqui-tectura, la Revista de Arquitectura (v.), dondeaparece como colaborador desde diciembre de1943, secretario de redacción desde 1945 y lue-go director entre 1947 y 1951. Esas revistas vana ser la tribuna en la que Pastor se dedicaráa una difusión pedagógica de los principiosdel planeamiento regional en la versión hu-manista de Lewis Mumford y de las realiza-ciones del planeamiento anglosajón, desde el

Plan del Valle del Tennessee hasta los infor-mes ingleses que dieron origen al planea-miento británico, el Plan de Londres o los pro-yectos de New Towns. Con esos artículos, Pastor(que todavía no había viajado ni había recibidoformación especializada sobre urbanismo o pla-neamiento) va en realidad organizando sus pro-pias posiciones, en lo que podríamos llamar unplaneamiento regional pragmático, que asumelos motivos principales del planeamiento an-glosajón (descentralización territorial con el ide-al de la ciudad jardín, proyecto urbano por uni-dades vecinales, centralidad del automóvil y laautopista en la estructuración urbana y territo-rial), pero como una caja de herramientas quepuede usarse a conveniencia en las tan dife-rentes realidades jurídicas e históricas de losasentamientos urbanos en la Argentina. Al mis-mo tiempo, Pastor desarrollaría una prédica di-rigida al poder público: abogando desde la Re-vista de Arquitectura por la realización de unPlan Regulador Nacional (que el auge del usode la palabra “planificación” durante el pero-nismo hacía parecer viable) y por el protago-nismo de los arquitectos como únicos profe-sionales autorizados para su realización ygestión; por la creación del Gran Buenos Airescomo área de planeamiento, y la consiguienterealización de un Plan Regulador del Gran Bue-nos Aires; por el planeamiento para la recons-trucción de San Juan (v. San Juan), destruida porel terremoto de 1944 (tema sobre el cual pu-blica su primer libro, San Juan. Piedra de toquedel planeamiento nacional, en 1945). Su inter-vención en estas dos últimas cuestiones tuvoimportantes resultados: logró una inserción ins-titucional en el gobierno de la Provincia de Bue-nos Aires que lo lleva a realizar para sus fun-cionarios un “Curso básico de Planeamiento

46 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u UNO DE LOS PLANES URBANÍSTICOS REALIZADOS POR JOSÉ M. PASTOR: EN ESTE CASO PARA RÍO GALLEGOS, EN SANTA CRUZ.

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Urbano y Rural” en 1947 y a conseguir en 1948la aprobación legislativa del Gran Buenos Ai-res, en paralelo a que en la ciudad de BuenosAires se formaba el Estudio del Plan de BuenosAires, con miras a articular ambas jurisdiccio-nes en una visión regional que nunca se pro-dujo; y logra en 1948 formar parte del Conse-jo de Reconstrucción de San Juan, que asumeel Plan Regulador que Pastor había propuestoen 1945, y para el cual realiza los planes par-ciales de varios barrios de vivienda. (Ballent,1998; Healey, 2000).

Alejado de la Revista de Arquitectura (v.), en1951 comienza a editar el boletín Plan, de acuer-do con el formato del boletín homónimo querealizaba una asociación de estudiantes de ar-quitectura británica. Y en 1952 forma el Ins-tituto de Planeamiento Regional y Urbano(IPRU), asociación privada codirigida con elingeniero José Bonilla y el arquitecto AlfredoEtcheverry, dedicada a difundir e investigar te-mas de planeamiento y a realizar planes ur-banos; el boletín Plan se convierte en su ór-gano de difusión.

En el IPRU se constituye una línea del pla-neamiento moderno completamente distan-ciada de la que va a comenzar a ser dominanteen la Argentina a partir de los mismos años cin-cuenta. Esta otra línea, también moderna y tam-bién influenciada por el planeamiento anglo-sajón de posguerra, es la que forma JuanKurchan (v.), primero en el EPBA y, luego de sudisolución, en la Dirección de Urbanismo de laMunicipalidad de Buenos Aires (1952-1957),con los jóvenes Eduardo Sarrailh (v.) y OdiliaSuárez (v.), línea que va a realizar los planes demayor impacto en la cultura urbana y arqui-tectónica entre los años 1950 y 1980, y que porlo tanto va a producir el relato maestro de la pla-nificación urbana en la Argentina hasta hacemuy pocos años. Vale la pena insistir en quelas influencias específicas en temas urbanosera bastante común, para advertir que las prin-cipales diferencias fueron de índole político-ideológico y de colocación en el campo disci-plinar: el grupo de Pastor era católico de derechay nunca logró una efectiva articulación con lossectores de punta de la producción arquitectó-nica, mientras que la otra línea era reformistade izquierda y nació en el seno de la renovaciónarquitectónica de los años cuarenta y cincuen-ta (entre el grupo Austral (v.) y el grupo OAM (v.)

(v. Moderna, arquitectura). De ahí que la línea de Pas-tor casi no forme parte de las historias del pla-neamiento o de la urbanística que se produje-ron hasta hace muy poco tiempo, aunque tuvodirecta incidencia en algunas acciones funda-

mentales del planeamiento físico, como las dosque mencionamos, y entre los años cincuentay sesenta llevará adelante una enorme cantidadde planes urbanos en ciudades pequeñas y me-dianas o en municipios del Gran Buenos Aires(Ciudad Jardín en el municipio de San Martín,planes reguladores de Tandil, Necochea, Mira-mar, Trenque Lauquen, San Fernando, Beris-so, Bahía Blanca, Puerto Deseado, etc.). Curio-samente, buena parte del desarrollo real de ladisciplina del planeamiento y de la gestión mu-nicipal-urbana en la Argentina deberá estudiarse

en estos planes casi desconocidos, la mayor par-te de ellos de escaso interés teórico o metodo-lógico, pero de gran capacidad normativa paraconformar el ambiente urbano y territorial. Lasmodalidades institucionales en que se realizótoda esa producción también son un capítulodesconocido de máximo interés para aproxi-marse a una historia de la producción real delterritorio en la Argentina; contratos privadoscon los municipios, convenios con la Cámarade la Construcción, asesoramientos a entes pú-blicos, participación en la Asociación de Plani-

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47Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PUBLICACIÓN DEL PLAN REGULADOR DE LA NUEVA CIUDAD DE SAN JUAN, EN LA REVISTA DE ARQUITECTURA DE LA SCA.

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ficadores o el Consejo Profesional de Arqui-tectos, etc. En términos de esa participación ins-titucional poco relevada, vale la pena apuntarque Pastor integró, hasta su fallecimiento, elConsejo de Planificación Urbana (CPU) de laMunicipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,formado en la gestión del brigadier Cacciatore,con Guillermo Laura de secretario de Obras Pú-blicas. Un CPU fundamental para el desarro-llo urbano de Buenos Aires, ya que allí se ela-boraron y pusieron en práctica transformacionestan fundamentales como el nuevo Código dePlaneamiento de 1977 y la red de autopistas(v. Buenos Aires). A. G.

Bibliografía: Anahí Ballent. Las huellas de la políti-

ca. Arquitectura, vivienda y ciudad durante el pe-

ronismo. Tesis doctoral (Filosofía y Letras, UBA,

1998); Mark Allan Healey. The Ruins of the New Ar-

gentina: Peronism, Architecture, and the Remaking

of San Juan After the 1944 Earthquake. Disertación

doctoral en el Department of History in the Gra-

duate School of Duke University, 2000.

Todos los escritos de José M. F. Pastor pueden con-

sultarse en el Archivo Pastor, que se ha formado

recientemente en la Facultad de Arquitectura de

la Universidad de Buenos Aires, en una acción con-

junta del Archivo CIHAM y de la Sección de Ar-

chivo Documental del Instituto de Arte America-

no; el archivo está siendo ordenado por Magdalena

Bieule, Alicia Novick y Clara Hendlin.

PATER, PAUL EUGÈNE. (PP). Dijon (Francia),1879 - Buenos Aires, 1966. Arquitecto. Ac-tivo en Buenos Aires durante la primera mi-tad del siglo XX. La trayectoria de PP reflejacomo pocas en nuestro medio el momentoculminante del sistema Beaux Arts. En su obrase descubren los aciertos de una formaciónsustentada en ciertas premisas básicas que,como a muchos otros arquitectos de su mis-ma generación, le sirvieron para asimilar eldesafío y el compromiso de la Modernidad.

Pater ingresó en la famosa École des BeauxArts de París en 1899 y obtuvo su diploma ofi-cial de arquitecto en 1905. Los años de su for-mación dentro del atelier oficial de EdmondPaulin (Grand Prix de Rome, 1875) coincidie-ron con el apogeo de la famosa escuela. Defi-nida por su máximo ideólogo, Julien Guadet,como “la más liberal del mundo”, se habíatransformado en el paradigma pedagógico yteórico de la disciplina.

A lo largo de los estudios, Pater obtuvo me-dallas y distinciones por diversos proyectos enlos que el alumno debía definir el partido enun “encierro” de 12 horas, y semanas más tar-de presentar el anteproyecto completo –quedesarrollaba en el atelier junto a su patrón– sinapartarse de la idea original. Asimismo fue pre-miado varias veces en concursos anuales de laEscuela, como el de Godeboeuf (en 1902, 1903,1904 y 1906) o el Rougevin (en 1903, 1905 y1906). Estos rápidos esquicios de resoluciónde un tema arquitectónico estimulaban la des-treza y la habilidad compositiva de los estu-diantes y los preparaban no solo para compe-tir en concursos públicos o privados sino pararesolver ágilmente las encomiendas de la vidaprofesional. Los antecedentes le permitierona Pater acceder en 1906 al exigente concursoa tres rondas del Grand Prix de Rome, cuyo te-ma era “Un College de France”, y dentro delcual estuvo entre los 10 finalistas.

PP llegó a la Argentina hacia 1908, pocoantes del Centenario, cuando la actividad cons-tructiva alcanzaba niveles sin precedentes enel ámbito privado y se organizaban numero-sos concursos. Participó en varios de ellos, co-mo el de la Facultad de Ciencias Exactas, Fí-sicas y Naturales (1908); el de la Universidady el Colegio Nacional Central (1909) o el delPoliclínico José de San Martín (1909). Estosproyectos de edificios y conjuntos monumen-tales, prototípicos programas de la École, prio-rizan la resolución y representación del con-junto en planta.

PP sigue la tradición aprendida, pero esca-pa a la tiranía de una rígida simetría y, a tono

con la época, controla la escala y el carácter ge-neral a través de ejes quebrados.

En esta etapa inicial de su carrera trabajóasociado con su compatriota Louis Dubois (v.)

quien, establecido en el país desde 1888, fueuno de los mejores cultores del Art Nouveau.

Pater y Dubois realizan juntos un buen nú-mero de casas de renta y residencias particu-lares, donde se verifica una lograda integraciónde motivos académicos y sutiles tonalidadesmodernistas. En este campo, y especialmen-te dentro de los edificios de varios pisos, el pro-tagonismo recae en la definición de los alza-dos. Y nuevamente aquí el denominado “estiloBeaux Arts” ofrece a principios de siglo pro-puestas que por su imagen y escala urbana nohan sido aún superadas.

En la Argentina se construyeron algunosde los ejemplos más originales de arquitectu-ra Beaux Arts de la época: uno de ellos es el ex-traordinario edificio del Tigre Club diseñadopor Pater y Dubois, inaugurado en 1912.

Característico del momento y ligado al es-parcimiento, resulta prácticamente inédito ensu género y sólo se puede señalar como ante-cedente el proyecto de “Casino” realizado porLouis Hippolyite Boileau en la École, que en1900 recibió el premio Achille Lecière.

El Tigre Club resume como pocos las ca-racterísticas de la arquitectura Beaux Arts ensu apogeo. En el aspecto compositivo, se veri-fica el habitual refinamiento de la volumetríasurgida de una planta simple y clara. Esta es-trategia se ve potenciada por la relación dia-léctica entre los elementos básicos del proyec-to –cuerpo principal y puente–, esencial para

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u UNA DE LAS OBRAS MÁS ORIGINALES DEL BEAUX ARTS EN LA ARGENTINA: EL TIGRE CLUB, PCIA. DE BS. AS., DE PABLO PATER.

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la apreciación del conjunto. Otro aspecto re-suelto aquí con singular maestría es la im-plantación de la obra y su relación con el en-torno. Básicamente el Tigre Club no es sino labrillante transcripción de los “tradicionales”chalets de la zona con su correspondiente te-rraza muelle. Dentro del espectro de la fun-ción, el edificio responde impecablemente alos múltiples requerimientos, en especial aquelde la imagen. En cuanto a los aspectos for-males, puede decirse que edificios como el Ti-gre Club confirman la aparición de la arqui-tectura Beaux Arts, que termina con elEclecticismo historicista y engendra por fin supropio estilo, el cual, respondiendo a la teorí-as de Julien Guadet, maximiza el valor de lasoperaciones proyectuales con “elementos ar-quitectónicos”.

PP habría de completar su primera etapaen la Argentina, antes de volver por primeravez a Francia en 1914 con motivo de la guerra,iniciando la construcción de otras dos grandespiezas de estilo Beaux Arts.

Una de ellas fue la imponente residenciade la familia Urquiza Anchorena (1912) en LaLucila, realizada en colaboración con el ar-quitecto francés Fredéric Bertrand y lamen-tablemente demolida a mediados de la déca-da del cuarenta. Se trataba de otro gran ejerciciocompositivo que combinaba la monumenta-lidad de su masa con el juego volumétrico delas cubiertas, el tratamiento plástico de los mu-ros en las zonas de los vanos y la integracióndel sitio –la barranca junto al río– a través deterrazas y escalinatas. La obra resumía el es-tilo Beaux Arts dentro de un planteo donde laheterodoxia es la regla: las simetrías se relati-vizan, los motivos tradicionales son utilizadossin prejuicios, las proporciones se relajan. Es-tas contradicciones intrínsecas no disolvían launidad compositiva sostenida por la geome-

tría, fórmula en la que residía la atracción deestos edificios.

La culminación de la trilogía monumen-tal no es otra que la muy conocida residenciaOrtiz Basualdo, actual embajada de Francia enla Argentina. Proyectada en 1912, su termi-nación definitiva demoró varios años y, en au-sencia de PP, la construcción estuvo a cargodel arquitecto Eugenio Gantner (v.).

El edificio se basa en un partido de simplesfiguras geométricas yuxtapuestas que generanla volumetría. Este riguroso planteo composi-tivo se enriquece en elevación con el tratamientoplástico de los límites de la envolvente.

La obra es una lección de inserción en el te-jido urbano, de correspondencia entre masasexteriores y espacios interiores, y de originalrecreación de motivos decorativos para refor-zar la propuesta formal.

Luego de una fugaz estadía en la Argenti-na, al finalizar la conflagración, PP volvió aFrancia para participar de las obras de pos-guerra, construyendo viviendas y edificios in-dustriales en su región natal.

De regreso hacia 1923, reemprendió su tra-yectoria proyectando edificios que si bien con-servan las cualidades básicas del sistema Be-aux Arts no poseen el carácter vital de laarquitectura de la década anterior. El retrai-miento y la austeridad apenas se aligeran a tra-vés de rígidos formalismos Art Déco o tímidosmotivos clasicistas.

Así lo demuestran en el ámbito de la ar-quitectura comercial dos obras: el Gran Ho-tel Royal, en Florida y Lavalle, o el edificio Drey-fus, en Corrientes y 25 de Mayo, proyectadojunto con su socio Gatner y con el arquitectofrancés Paul H. Nénot, el controvertido gana-dor del concurso del Palacio de la Sociedad delas Naciones en Ginebra.

De la misma época son dos proyectos quedemuestran las limitaciones y la vigencia delsistema Beaux Arts: el proyecto del Palaciode Gobierno de Mendoza y el diseño para elconcurso de la sede del Jockey de San Isidro.

Luego de otra estadía en Francia entre 1930y 1934, PP trabajó en asociación con el inge-niero Alberto Morea (v.). La mayoría de los tra-bajos surgidos de esta asociación se desarro-llaron dentro de las formas expresivas delMovimiento Moderno. F. A. G.

PATER Y MOREA. (PATER, Pablo (v.); MOREA,Luis: Buenos Aires, 1903 - Íd., 1975). Estu-dio de arquitectura de importante producciónen la primera mitad del siglo XX.

Ambos arquitectos cursaron estudios en laÉcole des Beaux Arts de París; sin embargo, lamayoría de los trabajos surgidos de esta aso-ciación se desarrollaron dentro de las formasexpresivas del Movimiento Moderno, no obs-tante haber sido sobre todo Pater (v.) un autoracadémico de destacada inspiración en el re-pertorio borbónico. En los múltiples edificiosque realizan como binomio –fundamental-mente casas de renta y de oficinas–, donde seadoptan los cánones racionalistas, se hace evi-dente la sólida formación académica de los au-tores. Solo a modo de ejemplo de la extensaobra construida por estos arquitectos (650.000m2) en la Capital y en el interior del país, pue-den destacarse las casas de renta de Riobam-ba 1250 (1935), Avenida Alvear esq., Libertad(1937) y Perú 428, así como oficinas para SKF,en Perú 543 (1937), todas ellas en Buenos Ai-res, y el edificio Sudamérica, en la calle SantaFe 1027, Rosario (1930). M. I. DE L.

PATRIMONIO. m. En sentido amplio, conjuntode bienes heredados de los padres. // Con-junto de bienes de carácter cultural, legadosa una sociedad por las generaciones prece-dentes.

Este concepto resulta de una construcciónhistórica que primitivamente remitía solo aobras consideradas como monumentos uobras de arte, pero se amplía, en la actualidad,a paisajes, sitios y entornos construidos, gru-pos de objetos diversos, tradiciones, costum-bres y formas de habitar de importancia his-tórica o cultural. La valoración del patrimonioconlleva la necesidad de elaborar criterios deselección y técnicas para su conservación orestauración. Tales prácticas, ligadas en susinicios con la historia, la arqueología, la mu-seística o el coleccionismo privado, fueroncomplejizándose hasta constituir ramas dis-ciplinares específicas. Por otro lado, el papelrelevante de la conservación patrimonial enlas naciones modernas condujo a la inter-vención decidida de los organismos estata-les para la creación de cuerpos legales que ha-biliten la protección, establezcan criteriosbásicos y construyan los organismos públicosdedicados a las tareas de inventariado, rele-vamiento y conservación de los bienes que seconsideran significativos. La conservación dela arquitectura –en sentido amplio– constitu-ye un capítulo central dentro de la conserva-ción patrimonial, y ha desarrollado por su na-turaleza métodos y técnicas particulares.

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49Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LOGGIA DEL TIGRE CLUB, P. PATER.

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ANTECEDENTES INTERNACIONALES.

La conservación de obras pretéritas por par-te de diversas culturas demuestra que la espe-cial consideración que funda nuestras ideas ac-tuales de patrimonio resultó de la convergenciade valores materiales, estéticos, simbólicos yreligiosos, y también de la voluntad cognosci-tiva: como ya aparece planteado en los textosde Heródoto, los objetos materiales se consti-tuyen aún en una de las fuentes privilegiadasde la Historia.

El coleccionismo relativamente sistemáticopracticado por los romanos podría conside-rarse entre los antecedentes más lejanos de va-loración de objetos patrimoniales, aunque laformación de colecciones implique su desarti-culación del el contexto material de origen. Elemperador Adriano coleccionaba obras de artey llegó a formar una suerte museo con escul-turas griegas en su villa en Tívoli; tanto él, co-mo Septimio Severo y Teodosio en el ImperioRomano, Constantino en el período Bizanti-no e incluso Teodorico en el reino germánicode Italia, establecieron prescripciones respectodel tratamiento de los monumentos, lo cual de-nota que el carácter patrimonial asignado a losmismos implicaba ya una política de Estado.

Se asiste en los inicios de la Edad Modernaa un panorama diverso en torno de la consi-deración de los testimonios del pasado, en elque se superpone el respeto por el mundo an-tiguo con una voluntad transformadora. El plande Sixto V resulta clave para comprender la ten-sión entre conservación y renovación urbana,al definir un recorte del repertorio patrimoniala favor de los monumentos significativos de lacristiandad romana, puestos en relación por co-herentes intervenciones. Para entonces ya es-taban planteadas las coordenadas del debateque atravesaría los siglos siguientes: ¿es posi-ble restaurar ese “diseño original extraviado”,cuya búsqueda nos remite al mito de una edaddorada? Se corre el riesgo avanzado por el hu-manista Pietro Bembo: su presente ya parecíamoverse entre una “colección de modelos” y un“museo de falsificaciones” (Mazzacuratti, 1985).

En relación a este clima cultural, surge aprincipios del 1500 la figura del “conservadorde monumentos”, ligada aún a la actividadde la Iglesia. Rafael fue nombrado como tal enRoma por el papa León X, y sabemos que la ac-tividad de relevamiento científico de las obrasantiguas, ya presente en el temprano Quatro-cento, se desarrolla desde entonces de mane-ra notable. Como apuntó Alois Riegl, el cultomoderno de las ruinas posee aún el valor re-ligioso o mítico derivado de este primer acer-

camiento, que se refuerza en la medida en quela obra de arte se coloca, en el Romanticismo,como sustituto de aquellos valores trascen-dentes. El Estado moderno reemplazó a la Igle-sia en las políticas de conservación; deben en-tonces formularse los principios, metodologíasy propósitos nuevos para regirlas.

El tema del ripristino, que pone en cuestiónla continuidad temporal al reconocer un hiatodrástico entre distintas épocas, al tiempo queconsidera posible la recuperación del original,se ve asediado también en otros países que for-mularon más tardíamente el problema, comoFrancia e Inglaterra. En Francia, la disputa en-tre antiguos y modernos en el siglo XVII vuel-ve a plantear la cuestión, realzando el modelogriego. El XVIII francés es el siglo de auge delas labores arqueológicas cuya relación con laconservación es inmediata: Colbert empeña in-gentes sumas de dinero para enviar colabora-dores a Grecia, Turquía, Palestina, Persia, conla función de recoger manuscritos, monedas,medallas, y relevar lugares clásicos. En 1668,Robert de Dreux alaba el Partenón como mo-delo de perfección arquitectónica e inaugurauna tradición valorativa occidental que llega anosotros. Para salvaguardar tales bienes, LordElgin traslada a Londres los mármoles del Par-tenón; Lord Burlington reactualiza a Palladio,adquiriendo una serie de relevamientos origi-nales del vicentino. Todavía la conservación debienes posee un carácter universal; se carece dela idea de contexto, por lo que un templo pue-de ser desarmado y llevado a Londres, a Paríso a Berlín; la recolección de restos y el releva-miento de modelos implica alcances directa-mente operativos en el quehacer arquitectóni-co. Así, por ejemplo, las excavaciones dePompeya –la ciudad sepultada por las cenizasdel Vesuvio, descubierta por Domenico Fonta-na a fines del XVI–, iniciadas en 1748, provo-caron una ola de entusiasmo europeo, refren-dada por los pronunciamientos laudatorios deWinckelmann y los croquis de Piranesi, lo quese tradujo en inspiración para arquitectos, pin-tores, ceramistas y diseñadores de muebles; enel revival de técnicas como el estuco; en la in-corporación de motivos decorativos; en la afir-mación, en fin, de la tendencia neoclásica. Laexcavación también produjo, a partir de 1860,innovaciones sustanciales en las técnicas ar-queológicas y de restauración.

El criterio de patrimonio en función na-cional y pública (bienes al alcance de todos losciudadanos) es más tardío. Algunos historia-dores destacan el quiebre producido a partirde la Revolución Francesa, entre 1790 y 1792,

50 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Santa Catalina

u IMÁGENES DE LA ESTANCIA SANTA CATALINA, EN

ALTA GRACIA, CÓRDOBA. LA FACHADA DE LA IGLE-

SIA, ATRIBUIDA AL HERMANO ALEMÁN ANTONIO

HARLS, ES UNO DE LOS FRAGMENTOS MÁS LOGRA-

DOS DE LA ARQUITECTURA COLONIAL ARGENTINA.

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cuando se realizaron los primeros inventariosde bienes del nuevo Estado. El decreto que laConvención Nacional sancionó en 1794 sue-le considerarse como el primer instrumentonormativo y regulatorio moderno con respec-to a la noción de patrimonio público como sis-tema de bienes de la comunidad. Teóricos des-tacados como Quatremère de Quincy elaborarán,ya en el siglo XIX, criterios maestros de se-lección y preservación de obras en relacióncon su contexto.

En pleno auge de la construcción de los es-tados-nación, los monumentos “nacionales”son frecuentemente reconstruidos para con-vertirse en hito del relato que hace posible laidentidad. La conservación del patrimonio ar-quitectónico adquiere implicancias político-so-ciales cada vez más amplias, y excede las pre-ocupaciones eruditas y artísticas.

El famoso artículo de Goethe sobre la ca-tedral de Estrasburgo puede considerarse nosolo la inauguración de una sensibilidad quecontribuiría con las poderosas vertientes his-toricistas en la arquitectura decimonónica,sino también entre las primeras expresionesdel interés por obras estilísticamente desde-ñadas en tanto revelación de un carácter na-cional o popular. En este contexto, no interesacentralmente el valor estético de una obra, si-no su valor cultural como expresión colecti-va. Con estas bases, Schinkel propone en 1813la clasificación y conservación de monumen-tos propios como deber del Estado, siguiendola estela francesa. Recordemos este afán re-constructor a través de un ejemplo notorio: lainacabada catedral de Colonia reabre su can-tera en 1842. El episodio reavivó el debate acer-ca de la oportunidad de la salvaguarda de rui-nas, de su rehabilitación o reconstrucción y delos límites de esta tarea, en la medida en quecualquier perspectiva que se adoptara impli-caba un compromiso configurante con la his-toria, y esta constituía el relato maestro paraarticular la identidad de una Nación.

La tutela de monumentos implicaba ya dosmodos distintos de entenderla: la restauracióno la conservación. La cultura arquitectónica his-toricista poseía en los trabajos de reconstruc-ción de Viollet le Duc un punto de apoyo quederivaría en las intervenciones interpretativasde Semper, Schmidt y Boito, estrechamente li-gadas a propuestas de arquitectura contempo-ránea. De Viollet Le Duc se recuerdan los tra-bajos de reconstrucción de la villa de Carcassone;la restauración de la Sainte-Chapelle (1840-67)y de Notre Dame de Paris (1845-64). A favor dela conservación, en cambio, se encontraban

figuras centrales en el relato de la Arquitectu-ra Moderna, como William Morris y John Rus-kin, opuestos a la “falsedad” de las reconstruc-ciones o continuaciones. Para Ruskin, el mayorvalor de un edificio era el valor de antigüedad.Morris fundó la SPAB (Society for the Protec-tion of Ancient Buildings), apodada Anti-scra-pe por su oposición vehemente a las “restau-raciones conjeturales”, y pionera entre lasasociaciones no gubernamentales dedicadas ala cuestión. En la misma línea Georg Dehio,ferviente defensor del patrimonio histórico com-prendido como legado indeclinable al pueblo,rechaza firmemente la museificación y cual-quier forma de restauración no necesaria pa-ra el mero mantenimiento del objeto.

Fue el austríaco Alois Riegl quien inaugu-ró en El culto moderno a los monumentos

(1903) con una posición más compleja, la tra-dición contemporánea. Riegl critica los des-puntes chauvinistas del conservacionismo a ul-tranza –los bienes no son para él nacionalessino para la entera humanidad– y auspicia unasuperación de las categorías de valor artístico ehistórico de los monumentos, derivadas de laapreciación de lo bello en la estética normativay del mencionado desarrollo teológico de la con-cepción romántica del arte, para proponer unafruición democratizada, relativamente libre ymúltiple del patrimonio (Scarrocchia, 1981).Destaca también la insuficiencia del trabajo eru-dito cuando no existe una sensibilidad social li-gada a los objetivos, sensibilidad que debe sereducada por los poderes públicos.

Los problemas de la salvaguarda del patri-monio son ya mundiales, y muchos aspectosplanteados por Riegl, y ampliados por discí-pulos como Dvórak, han conocido un des-

arrollo notable. Pero, como afirma Choay (Sca-rrochia, ed. 1995), la contribución de Riegl noha sido aún suficientemente asimilada. Lamundialización de la conservación no des-arrolló suficientemente dos cuestiones que elestudioso austríaco había distinguido: el ori-gen occidental, etnocéntrico, de la noción demonumento y de las prácticas de conserva-ción; el carácter relativo y problemático de cual-quier acto de preservación, que debe respon-der a demandas y valores contradictorios. Enla sociedad de masas actual, predominaron losvalores de antigüedad ante los más conflicti-vos valores estéticos, que son de todas ma-neras inevitables en el momento de inventa-riar qué permanece y qué cambia; las formasde restauración suelen asimilarse, afirma lainvestigadora francesa, al repertorio de citasde la Arquitectura Posmoderna.

Cuando Riegl escribió el ensayo mencio-nado, como introducción para un proyecto deley de tutela patrimonial en Austria, se habíancumplido 50 años de la creación de la Comi-sión Central para la Conservación de Monu-mentos Históricos y Artísticos del Imperio Aus-trohúngaro (que funda el fin de la prehistoriaen la cultura de tutela), y a la tarea de reorga-nización se dedicará Riegl hasta su muerte. Có-mo articular instituciones y leyes con experi-mentación y cambio fue el problema centralplanteado en su proyecto. En Gran Bretaña, laRoyal Commision on Historical Monuments(RCHM) fue establecida en 1908; en 1913, laAncient Monuments Consolidation andAmendment Act estableció que las propieda-des desocupadas de interés podían ser reteni-das en tutela estatal; pero recién en 1967, conla Civil Ammenities Act, se habilitó a las au-toridades locales de planificación para esta-blecer ámbitos de conservación arquitectóni-ca que excedieran el edificio individual. Demanera similar, en Francia se creó la Com-mision des secteurs Sauvagardés en 1962, du-rante el ministerio de André Malraux, y en lamisma dirección se creó en Estados Unidos laHistorical American Survey. De la política derestauración norteamericana es testimoniomaestro el trabajo sobre Williamsburg, la ca-pital colonial de Virginia desde 1699 a 1780.El proyecto se inició en 1926, con el propósi-to de que the future may learn from the past.Se restauraron unos 500 edificios; el tráfico deautomóvil fue excluido del área restaurada entemporada alta; el énfasis se colocó en la edu-cación cívica popular.

Williamsburg es modélica porque enfren-ta algunos problemas de la móvil sociedad de

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51Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u RUINAS DE LA MISIÓN DE SAN IGNACIO, EN MISIONES.

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masas. Nuevas cuestiones emergieron en re-lación a la estructura económica del capitalis-mo avanzado, tales como el proceso de valo-rización de la tierra urbana, que pone en jaquela posibilidad de congelar ciertas áreas; la mo-vilidad creciente a través el automotor, quedeteriora áreas de valor histórico; la necesa-ria reducción de los valores en función de lapedagogía masiva, etc.

La Segunda Guerra Mundial volvió a poneren primer plano la previsión de Riegl: que losbienes culturales son patrimonio de la Hu-manidad. Así, en la segunda mitad del siglopasado ha adquirido relevancia la acción de or-ganismos como la Unesco, y de las conven-ciones internacionales que buscan definir prin-cipios comunes a las diversas culturas. En 1954,la Convención de la Haya para la protección del

patrimonio cultural se orientó a la salvaguardade estos bienes excepcionales en ocasiones deconflicto extremo. Asociaciones no guberna-mentales, como Heritage at Risk, The WorldConservation Union, World Conservation Fund,ICOMOS, asesoran a los organismos interna-cionales en la apreciación del patrimonio mun-dial. ICOMOS (Consejo Internacional de Mo-numentos y Sitios), fundada en 1965 comoresultado de la Carta para la Conservación yRestauración de Monumentos y Sitios firma-da en Venecia en 1964, es la más difundida deellas en nuestro país. Se ocupa del inventa-riado y evaluación del patrimonio internacio-nal, de la difusión de principios, técnicas y po-líticas de conservación. Posee actualmentecomisiones en 107 países, incluido la Argen-tina. Algunos de los trabajos de restauración

en los que ICOMOS intervino constituyen hi-tos científicos, debido a su enorme problema-ticidad. El más publicitado fue el rescate de lostemplos de Abu Simbel, amenazados por laconstrucción de la represa de Aswän, en Egip-to. Ellos fueron convertidos en bloques gigan-tes y resituados 60 metros por encima de laubicación original. La dramática operación pu-so en evidencia el lugar central de las tecno-logías modernas en la tarea de preservación, ylas ingentes sumas que se deben invertir: so-lo es posible la preservación de los tesoros dela Humanidad si existen organismos interna-cionales de apoyo.

La idea de patrimonio cultural se amplió enla segunda mitad del siglo XX, incluyendo elpaisaje natural y conectándolo con las arqui-tecturas a preservar, de tal manera que la Co-misión de Protección del Patrimonio Mundial,Cultural y Natural, creada por la UNESCO en1972, reúne conceptualmente los lugares deexcepción “naturales” y “artificiales”. Desdeentonces más de 450 monumentos, conjuntosy sitios han sido considerados de valor uni-versal excepcional: en la Argentina fueron dis-tinguidos los parques nacionales Los Glacia-res, Iguazú, y la Quebrada de Humahuaca,como patrimonio natural, y las Misiones Je-suíticas de San Ignacio y las Estancias Jesuí-ticas de Córdoba como patrimonio cultural. (v.

Área protegida).

LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO

EN LA ARGENTINA.

Los debates reseñados aparecen en el es-cenario argentino, en los dos últimos siglos,en forma particular. Si en otros ámbitos la pre-ocupación comenzó a partir de preguntarsepor qué y cómo deben ser protegidas las obrasde arte del pasado, la fiebre museística que pue-de verificarse en la Argentina durante las últi-mas décadas del siglo XIX está ligada a la con-vicción de que existían aquí escasas obras dearte en el sentido tradicional. El valor más re-currente fue, entonces, el valor de antigüedad,ligado al acontecimiento histórico relevante.Los debates acerca de la demolición de la Pi-rámide de Mayo, en ocasión de los amplios tra-bajos propuestos por Alvear en Buenos Airesdurante la década del ochenta, dejan en clarolas diversas posiciones con respecto a los mo-numentos históricos de la ciudad que se iden-tificaban con la historia de la Nación. Aunquela Pirámide era, según Alvear, una “mezquinaconstrucción de albañilería”, con agregados“de mal gusto”, de apenas setenta años de an-tigüedad, nada acorde al “recuerdo glorioso de

52 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EL CABILDO DE BUENOS AIRES SUFRIÓ DISTINTAS TRANSFORMACIONES A LO LARGO DE LOS AÑOS, INCLUYENDO LA DEMOLI-

CIÓN DE UN SECTOR PARA LA APERTURA DE LA AVENIDA DE MAYO, Y LA RESTAURACIÓN DE M. BUSCHIAZZO EN 1928.

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la obra de nuestros padres” (y como conclu-sión debía así demolerse), otros apreciaban,precisamente por sus imperfecciones, su va-lor documental: según Estrada, ella es “recuerdoy testimonio de la pobreza y virtudes de nues-tros padres”. Prevaleció esta posición, y la Pi-rámide, trasladada dentro de la misma plaza,se mantuvo (Gorelik, 1998). Las posiciones pa-trimonialistas, que en estas décadas a caballodel siglo XX comienzan a desplegarse con ma-yor solidez, implicaron, entonces como hoy,diversas posiciones ideológicas. El caso de lasruinas de San Ignacio es un testimonio nota-ble de estos conflictos. Mientras se proponecomo empresa nacional la reconstrucción “anuevo” de las ruinas, críticos como Groussacseñalarán, con justeza, que su encanto residíaen la intrincada relación con el sitio natural,cuya exuberante vegetación convertía los res-tos en románticas ruinas. Groussac niega va-lor estético al “estilo” jesuítico, considerán-dolo mestizo, y recuerda la negra historia de laCompañía para negar, además, todo papel di-dáctico-ciudadano a su reconstrucción. Tam-bién enjuiciará las intervenciones planeadasen el área del “natural” del Iguazú. En la posi-ción del conocido historiador se entremezclanjuicios estéticos estrechos y apreciaciones his-tóricas de fuerte carga ideológica, pero ademásestimaciones aún actuales acerca del tipo deintervención de tutela y el peligro de las re-construcciones interpretativas.

En el clima del Centenario, el juicio negati-vo acerca de la arquitectura hispánica comen-zó a ser revertido. Algunas iniciativas indivi-duales dieron como resultado los primerosinventarios patrimoniales de la ArquitecturaColonial: el más importante fue el de Juan Kron-fuss (v.), quien, inspirado por Ruskin, desdeñael valor estético edilicio para subrayar su valorcultural. Desde esos años, la historiografía dela arquitectura comienza a definirse a la par quecrece el entusiasmo, entre los arquitectos, enrecrear un estilo nacional. En las décadas su-cesivas, arquitectos como Héctor Greslebin (v.)

no solo activan en pos de un estilo propio, sinoque también dedican su esfuerzo a tareas ar-queológicas. Este clima de ideas contribuye de-cididamente a la institucionalización de orga-nismos específicos para asumir la tarea depreservación del patrimonio arquitectónico yurbano nacional (v. Historiografía de la Arquitectura).

A pesar de la importancia que fue adqui-riendo la conservación de testimonios arqui-tectónicos y urbanos, la filosofía inicial de laComisión Nacional de Monumentos, Sitios yLugares Históricos, creada en 1940 como cul-

minación de este fecundo debate, con la fun-ción de clasificar, proteger y conservar los bien-es comunes de la Nación, estaba bastante ale-jada de la salvaguarda de la arquitectura comovalor específico, ya en el plano estético, ya enel de la identidad social: se clasificaba comomonumento sólo el ámbito físico de valor his-tórico o arqueológico. Los criterios de valora-ción histórica aparecen estrechamente unidosal relato épico que, desde Mitre en adelante, seconstruyó sobre el pasado. No extraña así queel primer presidente de la Comisión fuera Ri-cardo Levene, el líder de la llamada nueva his-toria que consolidó, con rigor documental, lostópicos de la historia política y militar formu-lados por sus antecesores.

La década de 1930 asistió a un florecimientode la actividad historiográfica, hegemonizadapor esta escuela y consolidada con apoyo esta-tal; baste recordar algunas iniciativas de lar-go aliento, como la publicación de los Docu-mentos de arte argentino por la AcademiaNacional de Bellas Artes, iniciada en 1938. Elantecedente inmediato de la Comisión Nacio-nal de Museos, Monumentos y Lugares His-tóricos fue la Superintendencia de Museos yLugares Históricos, constituida en 1937 du-rante el gobierno de Justo, que aceptaba lasconclusiones del II Congreso de Historia In-ternacional de América, celebrado en BuenosAires el mismo año. Sus tareas se iniciaron en1938, y es reconocida con su actual nombre porla Ley 12.665 de 1940. Esta ley encontraba unantecedente de importancia en la 9.080/1913,reglamentada en 1921, que declaraba propie-dad de la Nación las ruinas y yacimientos ar-queológicos y paleontológicos, bajo la tutela dela Dirección del Museo Nacional de HistoriaNatural (luego Museo de Ciencias Naturales)y del Museo Etnográfico (FFYL, UBA). Estossitios habían despertado interés internacionaldesde el siglo XIX, y así se iniciaron labores deconservación en lugares como el Pucará de Til-cara, descubierto por Ambrosetti y Debenedettien 1908 (v. Sitio arqueológico).

La Comisión actuó en sus primeros pasoscomo una superestructura que atendía la co-herencia de propósitos de los múltiples muse-os históricos del país, muchos de ellos califica-dos como meros “gabinetes de curiosidades”,así como también a cuestiones de estrecha re-lación con la memoria histórica, tales como lanomenclatura de las calles; la instalación de pla-cas recordatorias en las casas de próceres y lassedes de eventos fundacionales para la Repú-blica; las ceremonias conmemorativas; la opi-nión sobre el festejo de días patrios, etc. Avan-

zando sobre la construcción de un imaginariopatrio popular, la Comisión proyectó una vas-ta agenda de publicaciones, sin desdeñar la uti-lización de medios técnicos novedosos, comolo demuestra el plan para la realización de cor-tos cinematográficos. En tal sentido, aunque enprincipio la Comisión poseyó estrecha afinidadcon la Academia de estudios históricos, teníaen claro que su rol y sentido social eran bien di-ferentes. Los años de dirección de Levene, en-tre 1938 y 1946 –cuando sus miembros re-nunciaron por divergencias con el gobierno–fueron aquellos en que se construyó la imagenpública de la institución.

En lo atinente a la salvaguarda de obras ysitios, el criterio de la primera etapa de la Co-misión estuvo ligado a los acontecimientos cla-sificados como excepcionales, tales como lareunión de los cabildantes de Mayo, la erec-ción o conservación de mausoleos o monu-mentos en las tumbas de los hombres distin-guidos, incluso la oportunidad del trasladode sus restos; o la salvaguarda de los escasosejemplos arquitectónicos que, por valor de an-tigüedad, resultaban ineludibles, en particularlos edificios eclesiásticos. Los dos casos máspublicitados y significativos en la consolida-ción de la historia patria, la restauración delCabildo de Buenos Aires y de la Casa Históri-ca de Tucumán, no fueron iniciativas de la Co-misión, sino del Congreso Nacional. El caso

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53Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ENCUENTRO DE LA ARQUITECTURA CONTEMPORANEA Y EL

PATRIMONIO: SEDE DEL BANCO DE CORRIENTES, DE MSGSSV.

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del Cabildo antecede, en la decisión legal, ala formación de la Comisión; el caso de la Ca-sa de Tucumán había sido previsto por Leve-ne en 1940, cuando considera esta restaura-ción como primera etapa de la Región Norte,a la que debían seguir el Cabildo de Salta y elde Humahuaca. Este había sido sustituido porla Dirección General de Arquitectura –los res-tos del cabildo histórico fueron demolidos en1928–, y tanto la Comisión como M. Bus-chiazzo (v.), autor de la celebrada reconstruc-ción del cabildo porteño, criticaron su enfoquepintoresquista. Quedaba pendiente, sin em-bargo, la discusión que la propia intervenciónen el Cabildo de Buenos Aires había origina-do: Buschiazzo, consciente del anacronismo,siguió las ideas de restauración interpretativade Viollet le Duc.

Un aspecto que iría unido al tema de la pre-servación edilicia, ya reconocido en las décadasde formación de la Comisión, lo constituye elturismo. La novedosa industria se mueve encontacto directo con el avance de rutas, cami-nos y ferrocarriles, y resulta emblema de mo-dernidad en empresas como el Automóvil ClubArgentino. Anahí Ballent ha puesto en relación,en sus investigaciones, esta función de la pre-servación patrimonial que marca decididamentelas intervenciones patrimoniales del siglo XX.

En tal sentido, los inventarios y catálogosde monumentos y sitios de interés no fun-cionan solo como instrumento indispensablepara las políticas de Estado, sino también co-mo guías turísticas: tal es el caso de la “Guíade los Monumentos Históricos de la R. A.”–iniciativa surgida en 1993 cuando Jorge E.Hardoy (v.) ejercía la presidencia de la Comi-sión– que abarca todos los monumentos his-tóricos comprendidos por la Ley 12.663, or-ganizados en circuitos acordes con las regionesculturales consideradas como tales desde ha-ce más de 30 años.

Durante las décadas de 1970 y 1980 se pro-dujo un punto de inflexión respecto del temapatrimonio. En principio, la Historia y la Ar-quitectura regresó a fines los años setenta a unlugar relevante en las discusiones teóricas dela disciplina. Pero su progresivo desplazamientohacia la preservación del patrimonio arquitec-tónico y urbano relegó el interés por la inves-tigación de base a la consideración de su fun-cionalidad directa para la salvaguarda de lostestimonios materiales del pasado.

Pueden indicarse diversas estaciones en es-ta transformación. En principio, la creación,en 1973, del Comité Argentino de ICOMOS,presidido desde entonces y por varios años por

54 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Jorge Gazaneo (v.), figura identificada con laenseñanza de la Historia de la ArquitecturaModerna en las facultades de Arquitectura deLa Plata y de Buenos Aires, cuyas preocupa-ciones respecto del patrimonio estuvieron tem-pranamente focalizadas en la Arquitectura In-dustrial y de infraestructuras decimonónicas.Desde entonces, la noción de patrimonio ar-quitectónico y urbano excedió el listado histó-rico de la Comisión para abordar arquitecturascotidianas o utilitarias, que podían ponderarsecon distancia temporal (ej.: las estaciones de fe-rrocarril, los viejos silos, fábricas, estancias, edi-ficios-testimonio del ingreso de la modernidaden la arquitectura local).

También en 1973 aparece la revista DANA(Documentos de Arquitectura Nacional), di-rigida por Ramón Gutiérrez (v.), y una serie deiniciativas impulsadas por Marina Waisman(v.), como la creación –en 1974– del Institutode Historia Crítica y Preservación del Patri-monio Arquitectónico en la Facultad de Ar-quitectura de la U.C.C.; la aparición –en 1975–de Summa/historia (que se convertiría en Do-cumentos para una historia de la arquitectu-ra argentina) y el inicio, también en Summa,de la campaña en pro de la salvaguarda del pa-trimonio arquitectónico nacional.

Este movimiento de operativización de lahistoria no es ajeno a la emergencia de la Dic-tadura Militar. Por un lado, se identificaron al-gunas operaciones de cirugía mayor en las ciu-

dades (Córdoba, Buenos Aires, v.), que sometían a ladestrucción a barrios enteros, con las sinies-tras desapariciones de personas: aún hoy, laapelación a la memoria urbana sugiere unaoposición activa a estos crímenes contra la hu-manidad. Por otro, mientras el pensamientoprogresista se reciclaba en la crítica histórica,reafirmando su lugar en la cultura, este lugarno deja de ser, sin embargo, complicado porla censura: ninguna objeción, en cambio, pue-de poner la Dictadura al ensalzamiento de lahistoria nacional.

Durante la década del setenta se realizaronrelevamientos sistemáticos del patrimonio ar-quitectónico y urbano con vistas a su preser-vación: Centros Históricos del NOA (Institutode Historia de la Arquitectura, UNT, desde1970), Casco Histórico de Corrientes (Depto.de Historia de la Arquitectura de la Universi-dad Nacional del Nordeste, 1971-1974), CentroHistórico de Córdoba (Asesoría de Planea-miento Urbano de la Municipalidad), Patri-monio Cultural de la Prov. de Chubut (ICO-MOS, 1974-1975), etc.

Ya en la década del ochenta se formó, ba-jo la dirección de Ramón Gutiérrez, el Insti-tuto Argentino de Investigaciones en Historiade la Arquitectura y Urbanismo, orientado a laproducción de trabajos históricos funciona-les a temas de rescate patrimonial; esta ten-dencia se afianza con la creación de los con-gresos de Preservación del PatrimonioArquitectónico y Urbano.

La fundación, en 1993, del CICOP (CentroInternacional para la Conservación del Patri-monio), con sede en La Laguna, Islas Canarias;y la constitución en ese mismo año de su filial-Argentina, bajo la dirección de Jorge Bozano,resulta de una diversificación en el campo dela teoría y práctica de la conservación y restau-ración patrimoniales, que refleja tanto la emer-gencia de España en el tema, y su proyecciónen América Latina, frente a las tradicionales pla-zas de Italia, los países anglosajones y Francia,como su articulación con bienes intangibles(conjunto de manifestaciones culturales, talescomo las tradiciones, la lengua, la música, ladanza, la gastronomía, etc). Investigadores deformación arquitectónica, como Daniel Scha-velzon, se han especializado en la arqueologíay el rescate de edificios, infraestructuras, túne-les y objetos varios, que pintan en conjunto unfresco del pasado argentino.

Por último, y ligado directamente con la en-señanza de la arquitectura y con el desarrollode la crítica histórica, a partir de la emergen-cia de la democracia varias cátedras de Diseño u FACHADA DEL CENTRO CULTURAL RECOLETA, BS. AS.

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Arquitectónico iniciaron trabajos conjuntoscon los alumnos de inventariado y redibujo delpatrimonio ecléctico y temprano-moderno delas principales ciudades argentinas. En esta cla-ve pueden mencionarse los trabajos de la Cá-tedra de J. Solsona (v. MSGSSS), sobre la Aveni-da de Mayo (1990) y los Relevamientos de lacátedra A. Díaz (v.) (1985), centrados en la obrade los primeros modernos locales.

Desde entonces, distintos trabajos afirmanla tendencia a la confección de catálogos e in-ventarios de ciudades, centros históricos y ar-quitecturas significativas, como indispensa-ble instancia previa a la implementación deacciones orientadas a su conservación y res-tauración. Entre ellos se destacan los realizadospara las ciudades de Córdoba, Santa Fe, Rosa-rio, Bariloche, Mar del Plata, Buenos Aires y LaPlata, entre otros. Un ejemplo de preservaciónactual del patrimonio histórico en la década delnoventa lo constituye el caso de la ciudad vie-ja de Mendoza, destruida por un terremoto en1861. En 1993 se inició la puesta en valor de losrestos, en un área que había sufrido sucesivasremodelaciones entre 1930 y 1970. Los traba-

jos se centraron en el conjunto plaza, catedral,museo, con una cámara subterránea en la quese exponen restos arqueológicos.

Sin embargo, puede afirmarse que los pro-blemas más ríspidos no se encuentran en aque-llos sitios cuya antigüedad, o significación cul-tural e histórica, los convierten en obviosdestinos de la disciplina. Ellos surgen cuan-do estos sitios deben componerse con activi-dades actuales y cotidianas, poco compatiblescon su origen o jerarquía, o cuando se trata deedificios relativamente recientes cuya calidadno puede competir en términos de antigüedadcon otros edificios, y sobre todo cuando debedictaminarse el tipo de edificios que la ciudaddebe conservar, aceptando que otros deben des-aparecer si se pretende al organismo urbanocomo conjunto dinámico. La misma valoraciónde los objetos está hoy en entredicho, en tan-to están en entredicho lo estándares para es-tablecer un canon universal.

Los problemas respecto de la salvaguardadel patrimonio se han ampliado después de laSegunda Guerra Mundial en una dirección im-pensable: no solo se preservarán los tesoros de

la Humanidad, aquellos que provocan orgulloy alegría, sino también las huellas de una me-moria trágica, con una función didáctica, ilu-soria pero indiscutible: que este pasado no seolvide para que estas tragedias no sucedan más.Fue en Alemania, por cierto, donde estos pro-blemas adquirieron el máximo clivaje: porque,¿cómo se preserva y por qué un campo de con-centración? El tema adquirió un lugar relevan-te en la Argentina después de la Dictadura Mi-litar, y dio lugar, desde fines de los noventa, adebates acerca del destino de algunas cons-trucciones de siniestras evocaciones. El caso dela ESMA (Escuela Mecánica de la Armada), lu-gar emblemático de detención de quienes lue-go serían desaparecidos, condensó diversas po-siciones, desde su demolición y conversiónen parque, su reutilización como escuela de Ar-tes y Oficios y, finalmente, su establecimientocomo Museo de la Memoria, destino dispues-to en 2004. La presrvación se ha extendido nosolo a aquellas obras y sitios poco estimadosdesde el punto de vista estético, sino tambiéna la voluntad de hacer públicos, visibles, e in-olvidables, los testimonios materiales del terror.

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55Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CÚPULA DE LAS GALERÍAS PACÍFICO, REMODELADAS POR JUAN. C. LÓPEZ CON ASESORAMIENTO DE E. KATZENSTEIN.

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PATRIMONIO URBANO ARQUITECTÓNICO

Y CÓDIGOS DE PLANEAMIENTO

Ángel Guido (v.), figura militante del na-cionalismo y consecuente cultor del neocolo-nial (v.), escribió en 1939 Reargentinizaciónedilicia por el urbanismo. Un año antes habíaconcluido el Plan regulador de Tucumán, enel cual proponía como “solución a los proble-mas urgentes de carácter edilicio” la aperturade una gran avenida central flanqueada por re-covas que integraría al Centro Histórico Mo-numental, uniendo la Plaza de la Indepen-dencia con la del nuevo edificio de Tribunalesy creando en su trayecto un espacio de cele-bración de la Casa Histórica. Fomentaba el es-tilo colonial o californiano para la construcciónde viviendas, a partir destacar los valores fun-cionales y climáticos –en particular las virtu-des de aleros, balcones y recovas– en la ar-quitectura tradicional del NOA. Paralelamente,realizaba el Plan Regulador para la ciudad deSalta, donde, al igual que en el caso anterior,la consideración del Centro Histórico se vin-culó con los estudios de asoleamiento, vientosdominantes y la circulación ferroviaria y ve-hicular. Las propuestas urbanas de Guido con-figuran una temprana consideración de los cen-tros históricos como material de trabajo de losplanes urbanos.

Córdoba constituyó otro caso testigo, des-de temprano, en la articulación de planes ur-banos y preservación patrimonial. En 1967, du-rante la gestión municipal del Arq. RodríguezBrizuela, se incorporó al Código de Edificaciónde la ciudad un decreto-ordenanza que regla-mentaba las nuevas intervenciones en el sec-tor céntrico o área histórica. Apoyándose enesta base patrimonial, y ampliando los objeti-vos de reciclaje hacia edificios de la periferiabarrial antes no considerados, la ciudad seríatransformada notablemente durante la gestiónde M. Á. Roca (v. Córdoba).

A principios de la década de 1970 comen-zó a gestarse la propuesta de Código de Pla-neamiento Urbano de la Ciudad de Buenos Ai-res, que se haría efectivo en 1977, ya instaladoel Proceso. Mientras planteaba preservar losámbitos y edificios de valor histórico, tradi-cional o arquitectónico salvaguardando sus ca-racterísticas, proponía conflictivamente la cons-trucción de un sistema vial de autopistasurbanas –sobre el lecho de un cauce de de-moliciones– finalmente concretado.

En 1979, la Municipalidad dictó normas es-peciales para la preservación y renovación dela zona histórica de la ciudad o Distrito U–24del Código de Planeamiento Urbano, com-

prendido por los barrios de San Telmo, Cate-dral al Sur, Monserrat y la Avenida de Mayo.

Entre las principales disposiciones de la Or-denanza 34.956 figuraban la conservación dela estructura catastral existente, que prohibíasubdivisiones e integraciones; el manteni-miento del ancho de calles y veredas; la pre-servación del paisaje edilicio, lo cual implica-ba la integración de toda edificación nueva conel entorno previo, la construcción de las facha-das sobre la línea municipal, de medianera amedianera, la consideración de la volumetríadominante y el límite de la altura máxima fi-jado en 10 m.

En el año 1992 se sancionó la Ordenanza45.517 que dio origen a la denominada prime-ra Área de Protección Histórica de la Ciudadde Buenos Aires, o APH1, la cual incluye a SanTelmo, Monserrat y Avenida de Mayo, un sec-

tor aproximadamente similar al anterior U-24.También se creó la sección 10 del Código dePlaneamiento Urbano, con la intención deorientar la preservación en la ciudad de Bue-nos Aires. En 1997, existían 800 edificios pro-tegidos en Buenos Aires, cifra que trepa hoy amás de 2000.

Destacable a nivel nacional, La Plata, capi-tal de la Provincia de Buenos Aires, presentacaracteres particulares con respecto al pro-blema de la conservación. La ciudad se propusoen 1996 como Patrimonio Cultural de la Hu-manidad, propuesta promovida por la Fun-dación CEPA (v.), autora del proyecto de can-didatura, y patrocinada por el municipio.

La propuesta comenzó a elaborarse a finesde 1996 para ser presentada en el marco de laConvención sobre la Protección del PatrimonioMundial, Cultural y Natural de la UNESCO.Los principales argumentos que sostienen lapostulación de La Plata son su carácter de ciu-

dad ex novo con un particular trazado, prácti-camente intacto, representativo de las princi-pales tendencias del urbanismo decimonónicoy el valor urbano arquitectónico de sus edificiospúblicos fundacionales –en especial los que for-man el Eje Monumental– , además de una se-rie de rasgos complementarios, como la abun-dante forestación. Los argumentos en contrariodestacan que tal cuadrícula es, al menos, pa-trimonio de las ciudades rioplatenses más tem-pranas; que la preservación de la traza de ma-nera abstracta es al menos problemática, y que,en la escasa densidad intelectual de la propuesta,no se establecen criterios específicos para elequilibrio cambio-conservación.

Más allá del éxito de la candidatura, aún enproceso de revisión debido a sus insuficiencias,su formulación contribuyó a instalar un climade debate acerca de la relaciones posibles entrepreservación del patrimonio construido, des-arrollo urbano y calidad de vida (v. Plan; Código).

PATRIMONIO: PRAXIS Y TEORÍA

La generalización de las prácticas de in-tervención sobre obras de valor patrimonial re-gistrado en los últimos años ha redundado, poruna parte, en la consolidación de un campo au-tónomo de preservación patrimonial, con laconsecuente multiplicación de contribucionesteóricas e históricas de orientación específi-ca, y la emergencia de programas de estudioscuaternarios de la especialidad. Se crearon pos-grados y maestrías en el ámbito de las facul-tades de Arquitectura de las universidades na-cionales de Buenos Aires, Córdoba, Tucumány Mar del Plata, a las que se suma la reciente-mente creada en La Plata, como también enuniversidades privadas, como El Salvador y DiTella (Buenos Aires).

Dentro del campo teórico se destaca la la-bor de Roberto Fernández, organizador de losseminarios internacionales de Teoría y Prácti-ca de la Gestión Integral del Patrimonio Ur-bano Arquitectónico (GIPUA) y autor de Obradel Tiempo, ensayo –pronto a publicarse– enel cual ofrece un marco teórico-conceptual ge-neral acerca de la GIPUA, centrándose en unfragmento del vasto patrimonio genérico delmundo histórico material –el de las arquitec-turas de las ciudades y los territorios–, pero sinperder de vista la urdimbre de las relacionesde ese fragmento con el campo integral o totalde lo patrimonial: lo microcósmico de los ob-jetos (obras de arte) y lo macrocósmico de losterritorios (naturales o antropizados a lo largode la historia). También deben mencionarseen esta última etapa las exhaustivas fichas de

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u LICEO VICTOR MERCANTE, EN LA PLATA.

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catalogación del patrimonio edilicio barrial deBuenos Aires, llevada adelante por I. Josele-vich, G. Novoa y otros en la FADU-UBA; lostrabajos de arqueología urbana ya citados, re-alizados por D. Schavelzon desde la mediadosde 1980; los estudios sobre el patrimonio ru-ral efectuados por C. Moreno, los análisis so-bre el patrimonio de las ex empresas del Es-tado, desarrollados por J. Tartarini, los trabajossobre el patrimonio académico realizados porF. Grementieri y sobre el patrimonio rural pa-tagónico llevados a cabo por L. Lollich, etc.

Por otro lado, la preocupación por el temaha provocado una diversificada expansión desectores de la industria de la construcción vin-culados a la provisión y producción de mate-riales y tecnologías específicas y a la ejecuciónde distintas tareas que la puesta en valor de edi-ficios demanda (recuperación de fachadas, cu-biertas, pisos, carpinterías, etc.). La aparición,en 1994, de la revista Hábitat, bajo la direcciónde Eduardo Leguizamón, es representativa dela conformación de este segmento.

También resulta sintomático del creci-miento de un campo tecnológico con sus pro-pios espacios de reflexión, la realización deeventos como las Jornadas de Técnicas de Con-servación y Restauración del Patrimonio delLaboratorio de Entrenamiento Multidiscipli-nario para la Investigación Tecnológica (LE-MIT), la labor docente en cátedras como lade Patología de la Construcción, Rehabilita-ción y Mantenimiento del Hábitat (FADUUBA) y la participación de operadores espe-cializados en facetas específicas, como el ar-quitecto Marcelo Magadán y sus trabajos de re-cuperación de revestimientos símil piedra enobras señeras como la restauración de la en-volvente del edificio Kavanagh.

Este panorama de expansión de los estu-dios y las prácticas de preservación, que van dela mano con la instalación de la problemáticaen vastos sectores de la opinión pública en loscentros urbanos más importantes, no debeocultar, sin embargo, los límites y dificultadesde la praxis cotidiana. Entre los trabajos de con-servación de edificios públicos listados, de im-portancia cultural e histórica reconocida, y laremodelación descuidada de la que es objetoel mayor volumen de la obra construida, se en-cuentran los casos intermedios más proble-máticos: los de aquellos edificios, ámbitos otécnicas constructivas de valor, a veces con pro-tección pública, pero sin prioridad y frecuen-temente con escasos recursos económicos pa-ra efectivizar una restauración prolija. De nadasirve, por ejemplo, insistir en la importancia

del revoque símil piedra en el paisaje urbanode las ciudades rioplatenses, si los propietarioscarecen de apoyo financiero para mantener si-quiera la fachada en condiciones mínimas desustentabilidad estructural.

En el espectro de posibilidades de interven-ción patrimonial podemos distinguir, a travésde casos relevantes, las prácticas más frecuen-tes. Debemos tener en cuenta el tipo de pro-tección que se sugiere o impone (integral, es-tructural o cautelar, según las definicionesutilizadas en los códigos locales); la incidenciade los organismos públicos en relación a estasdefiniciones; el comportamiento privado segúnel destino de la obra o conjunto, su enverga-dura, su lugar físico y su viabilidad económica.

En un extremo se sitúan los casos de mo-numentos relevantes, como el Congreso dela Nación (que ha sido objeto de excelentes tra-

bajos de restauración, a cargo del Arq. Mede-rico Faivre (v.), el Teatro Colón (que inició sustrabajos de conservación y actualización convistas a terminarlos en su Centenario, en 2008),y la problemática conclusión de la Catedral deLa Plata. Estas obras, iniciadas en 1996, in-cluyeron la terminación de sus dos torres prin-cipales –1999–, e instalaron así una genera-lizada polémica teórica acerca de la oportunidaddel completamiento. El tema, más allá del dis-curso técnico –alimentado por un siglo de es-peculaciones referidas a las condiciones de es-tabilidad de la obra–, puso en cuestión, por sucarácter similar al ejemplo citado de la catedralde Colonia más de un siglo antes, aspectos doc-trinarios de la conservación, condensados enla continuación de las obras, iniciadas en 1884,y prácticamente interrumpidas desde la déca-da de 1950, según un proyecto original difu-samente documentado. Este último factor, su-mado a la utilización de materiales y técnicas

contemporáneas –como las piezas premolde-adas de símil piedra–, habilitó una recreacióndel ausente programa iconográfico original,que apeló a la inclusión de temáticas propiasde la historia argentina y latinoamericana.

En otro punto se sitúa el caso del Liceo Víc-tor Mercante de la UNLP; su puesta en va-lor, coordinada por Ana Ottavianelli, marcóun punto de inflexión en la gestión patrimo-nial a partir del protagonismo de la comuni-dad –expresado en el aporte de materiales ymano de obra– en conjunción con el Munici-pio y la Universidad.

Aun con todos los reparos que pueden ha-cerse a estas operaciones, no cabe duda de queen el último cuarto de siglo se ha avanzado demanera notable en la conservación de edificiosde valor reconocido. Baste recordar la llamadaValoración de la Casa Histórica de Tucumán,encargo del gobierno provincial de la DictaduraMilitar a la Facultad de Arquitectura y Urba-nismo de la UNT, que tuvo por resultado el re-emplazo de los edificios aledaños por un parde muros ciegos como parte de una serie deintervenciones –afortunadamente no concre-tadas– que incluían la demolición total de lamanzana opuesta y la construcción de un com-plejo turístico cultural dominado por un hotelde veinte pisos.

Pero es en el campo más llano de cierta pra-xis profesional, en obras que no presentan ladensidad simbólica o histórica de las anterio-res, donde se verifica el mayor desarrollo delas prácticas de preservación expresadas en tra-bajos de riprístino de la apariencia exterior oimagen urbana del edificio, y descomprome-tidas intervenciones interiores, más afines auna lógica del reciclaje, muchas veces opues-tas al espíritu del original. Tal es el caso de nu-merosos ejemplos, que van desde la Casa Cen-tral del Bankboston (original de Chambers yThomas con York y Sawyer de New York, 1924y reciclaje de Hampton Rivoira y asocs. (v.); latorre Bencich –Daniel Fernández–; y, espe-cialmente, la serie de remodelaciones de edi-ficios de notable valor arquitectónico que ac-tualizan las características de la funcióncomercial original, como las Galerías Pacíficoy el Mercado de Abasto, en Buenos Aires. Am-bos constituyen casos testigo de las posibili-dades y límites de estas prácticas blandas depreservación, que necesariamente tienen quemedirse con los cambios epocales y con la tra-dición arquitectónica moderna.

El rescate de las Galerías Pacífico y su con-versión en shopping mall (1992), realizado apartir de un proyecto del estudio de Juan Car-

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u SEDE DE LA UCA EN PUERTO MADERO, BUENOS AIRES.

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los López (v.), tutelado por la Comisión de Mo-numentos, contó con asesores de prestigio co-mo Ernesto Katzenstein. Al margen de las con-venciones que el género demandaba, elconjunto recuperó el valor urbano y la espa-cialidad de la propuesta original, desvirtuadaspor la anterior intervención que el estudio As-lan y Escurra (v.) realizó en la década de 1940,y de la cual formó parte la cúpula con pinturasde A. Berni y otros, forzosamente respetadapor el nuevo reciclaje.

En el caso del Mercado de Abasto –Delpini-Sulcic-Bes (v. Delpini, José Luis), 1928-1934, remo-delación del estudio Solsona (v. MSGSSS) asocia-do con una oficina norteamericana–, tambiéntutelado por la CNM y convertido en shopingmall, se observa en cambio que, si bien la con-tundencia de la estructura es capaz de absorberla propuesta de reciclaje –la envolvente exteriorfue respetada puntualmente–, la espacialidadoriginal, de sugerencias tardorromanas, fue in-molada por la multiplicación de metros cua-drados, que implicaron entrepisos sucesivosque cancelan la posibilidad de contemplaciónde aquel espacio singular.

La preservación blanda no deja de colocarproblemas que, en ocasiones, implican la co-rrecta interpretación de los valores específicospor los cuales tal o cual edificio debe perma-necer. El Palacio Alcorta (1995), una operaciónde vaciado del edificio proyectado por MarioPalanti (v.) para la agencia Fevre y Baset, con-cesionaria de Chrysler de Argentina, es ejem-plo de falta de ponderación específicamentearquitectónica que va más allá del problema dela conservación: se destruyó lo que de singu-lar tenía el edificio –una pista de prueba de au-tomóviles a cielo abierto como coronamien-to, única en América Latina–, mientras se pusoel acento en la preservación de la anodina en-volvente. El problema planteado es clave paraeste tipo de edificios, que requieren una valo-ración cualitativa y no mimética ni integral.

Formas y temas de la preservación están ala altura de lo que una sociedad elige en cadamomento histórico. Un caso ejemplar lo cons-tituye la instalación de una nueva sensibilidadante el paisaje industrial, que en la tradición dela primera mitad del siglo XX carecía de enti-dad cultural para merecer protección. Ligadaal hecho de que muchas fábricas, enclaves in-dustriales o conjuntos portuarios, perdierondesde 1970 su funcionalidad económica, estossitios y objetos comenzaron a ser observadoscon nostalgia como parte de una cultura delprogreso que desaparecía. Desde fines de 1980,en la Argentina pueden observarse diversos

ejemplos de reciclaje de viejas fábricas o ins-talaciones industriales, con cambio de la fun-ción original. Tal el caso de los silos Dorrego(1992, estudio Solsona en colaboración con Ló-pez, Dujovne y Hirsch), el reciclaje que con-virtió en lofts a las instalaciones de Molinos Mi-netti. El destino de habitación de los reductosindustriales, que sirvió como motor de cualifi-cación de enclaves degradados, bajo la seduc-ción del gusto minimalista, ya había sido con-sagrado en barrios enteros de Londres y NewYork; sin duda el conjunto cumplió con estafunción en una zona barrial porteña ambiguay desarmada, pero con grandes posibilidadesde crecimiento económico.

El caso más notable en esta sensibilidad loconstituye el reciclaje de un sector entero de laciudad, dedicado antes a actividades portuarias:el Puerto Madero en Buenos Aires (v. Puerto). Su-cesivos planes habían previsto la renovación delárea, pero ella adquiere su forma contempo-ránea a partir del trabajo conjunto de la MCBAcon el Ayuntamiento de Barcelona (1990) y delConcurso Nacional de Ideas (1991). Tras el pos-terior desarrollo del Master Plan, liderado porel estudio ganador de J.M. Borthagaray (v.), y ba-jo la órbita de la Corporación Antiguo PuertoMadero S.A., formada ad hoc. (v. Buenos Aires), seiniciaron las obras de infraestructura y los dis-tintos emprendimientos.

La filosofía de los proyectos ganadores, enacuerdo con el programa del concurso, pre-servaba algunos aspectos claves de la ciudadque no habían sido tenidos en cuenta en pla-nes anteriores: la continuidad de la trama ur-bana amanzanada en función de la integracióndel área portuaria con el área central de la ciu-dad; la siempre deseada conexión con el río–violentamente desmentida por la imposibili-dad de avanzar sobre la reserva ecológica, unode los conflictos entre patrimonio urbano y pa-trimonio natural más relevantes en los últimosaños del siglo XX (v. Área protegida)–; la preser-vación de la estructura tipológica de los alma-cenes que caracterizaban el paisaje portuario,dispuestos para el reciclaje bajo ciertas nor-mas; y, con menos decisión, la preservación dealgunos objetos y edificios industriales del área(silos, grúas, etc), indispensables para man-tener su carácter portuario-fluvial.

Pero el resultado es desconsolador. El pro-blema no radica sustancialmente en el planode arquitectura, sino en el carácter especulati-vo que finalmente adoptó la operación, lo quellevó no solo a la destrucción de obras de va-lor histórico patrimonial –como los famosos si-los harineros publicados por Gropius (v.) y Le

Corbusier (v.) como modelo de arquitectura con-temporánea–, sino también a la construcciónde insípidas torres de escala monumental, aje-nas al perfil costero porteño, que ponen en ries-go no solo la imagen urbana del conjunto, si-no también el patrimonio natural de la ciudad,en la medida en que su impacto ecológico noha sido convenientemente evaluado. En cuan-to a la reutilización de los depósitos o el man-tenimiento de su tipología, puede considerar-se como ejemplo El Porteño Building (estudioSolsona, en colaboración con el exitoso dise-ñador Phillippe Starck), reciclaje del centena-rio silo harinero en el Dique 2 de Puerto Ma-dero. La obra presenta los rasgos emblemáticosde la antigua función –ocho fustes cilíndricosde ladrillo visto en el ángulo NE–, horadadossiguiendo una indiferenciada trama de llenosy vacíos, con lo que se disuelve la singular vo-lumetría que buscaba preservarse.

Puerto Madero, fuera de las intenciones ori-ginales, se encuentra en los límites de una cul-tura de manipulación, antes que de preserva-ción patrimonial. Esta actitud quedaría definidapor el sometimiento de edificios y sitios de va-lor histórico a estrategias proyectuales que, conel fin de producir un cambio de uso o argu-mentando una revalorización de los mismos,exacerban las intervenciones nuevas a puntotal de desvirtuar los valores que justifican laconservación de obras o conjuntos como tes-timonio de una época.

Sin embargo, la manipulación del pasadono siempre lleva a tales límites. Por el contra-rio, muchas intervenciones heterodoxas en edi-ficios de cierto valor patrimonial, contrastan-tes con la lógica original, permiten poner encuestión la consoladora idea de continuidad delo viejo y lo nuevo, pues ponen en evidenciala necesaria artificialidad de toda operaciónde ripristino, y aun permiten comprender conmayor justeza las diferencias entre las distin-tas formas históricas de composición y proyectourbano. Este es el caso del trabajo de ClorindoTesta (v.) en la Plaza del Pilar, con el Buenos Ai-res Design Center (1993) que complementa suanterior trabajo en el Centro Cultural Recoleta(finalizado en 1991, pero ya en funcionamien-to en 1983). Deliberadamente distanciado delrigor conservacionista, Testa consigue, sin em-bargo, una recalificación del espacio urbanoapelando a la distorsión de los motivos clási-cos, o realzando la extrañeza de los objetos pro-yectados a nuevo, o utilizando una ambiguaretórica proyectual que denuncia las posibili-dades de reconocer lo auténtico de lo falso (v.

Museo). Siempre se apega a la cualificación del

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espacio público, como es notable en la terraza,con panorama del río, que une los dos edifi-cios. Irónico y desconsolado, los límites del tra-bajo de Testa son, probablemente, los de la mis-ma Arquitectura Moderna: carente de valornormativo, parece destinado solamente a te-ner relevancia en manos de talentos excepcio-nales, y en esto no puede descansar una polí-tica cultural. F.G. / G.S.

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PEDROTTI, BENJAMÍN. S/d (Italia), 1880 - s/d.Arquitecto. Cultor del estilo Floreale en la Ar-gentina, actuó en Buenos Aires a comienzosdel siglo XX.

Realizó un número importante de resi-dencias privadas, entre las que pueden citar-se: Libertad 761; Cabildo y Sucre; Salguero yRivadavia; Bartolomé Mitre 1690 y 1957; SanJuan y Urquiza; Cerrito 1019. Sus obras se ca-racterizan por el uso de texturas policromas yla ornamentación en hierro de carácter antia-cadémico.

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tetta. Architetti e ingenieri italiani in Argentina,

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PELLEGRINI, CARLOS ENRIQUE (CharlesHenry). (CEP). Chambery (Francia), 1800 -Buenos Aires, 1875. Destacado ingeniero cu-ya actuación durante gran parte del siglo XIXdeterminó no solo el curso de importantesobras en Buenos Aires, sino también la difu-sión en la opinión pública de temas clave dela industria, la arquitectura, las prácticas ur-banas y la ingeniería territorial, a través de lainfluyente Revista del Plata. Se destaca tam-bién su actividad como retratista de la socie-dad de mediados de siglo, y paisajista que de-jó un cuerpo documental incomparable devistas rioplatenses.

La actividad de Pellegrini puede dividirseen diversas etapas. La primera comprende lasvicisitudes de los primeros años de su vida, in-cluyendo su contratación en el Río de la Platapara la función pública, rescindida casi de in-mediato, en 1829. Aunque no deja de imagi-nar proyectos ingenieriles, se abre entonces unperíodo en el que su principal actividad con-siste en la pintura, en particular en el génerodel retrato. La tercera etapa se inicia despuésde la Organización Nacional. Su figura resu-me en este período el perfil amplio de las dis-ciplinas ligadas a la construcción del hábitat.

PRIMER PERÍODO (1800-1829).

La familia Pellegrini, de larga raigambre enla Saboya francesa, poseía una tradición de ar-quitectos ingenieros desde el siglo XVII. En lageneración de CEP, dos de sus hermanos es-tudiaron en la Escuela Politécnica y en el Liceode Grenoble. Jean Claude, el primogénito, fueentrevistado en 1826 por Larrea, comisionadopor Rivadavia para encontrar un ingeniero hi-dráulico competente. Aunque Jean Claude des-iste, Larrea contratará a CEP, quien, matricu-lado en 1823 en la Academia de Ciencias Físicasy Matemáticas de París, luego de una tormen-tosa estancia en Turín, había obtenido el títu-lo de Ingeniero de Puentes y Caminos en 1825.Fue recomendado por el Instituto de Franciaa raíz de varios trabajos, entre ellos la medi-ción de un arco paralelo medio entre el Ecua-dor y el Polo, y se había vinculado al proyectoGeorama de París (la construcción de un in-menso mapamundi). Pellegrini suscribe el con-trato para trabajar en Buenos Aires en 1827.Viaja en 1828 con suerte adversa: el bloqueodel puerto de Buenos Aires originado en la gue-rra con el Brasil lo obligará a permanecer enMontevideo durante 7 meses. Llega a BuenosAires con grandes expectativas, apoyado pornotables como Azcuénaga, Guido y López yPlanes: se presentó ante el gobernador ManuelDorrego con un proyecto para instalar un ob-servatorio astronómico –sobre esta materia ha-bía realizado sus primeras investigaciones, co-mo discípulo de Nicollet. Los encargos son másmodestos: un muelle aduanero y un fortín.Muy breve será el paso de Pellegrini por el car-go oficial, debido en parte a los trágicos acon-tecimientos políticos de aquel año: renunciaoficialmente en 1829. Inmediatamente, pre-para un proyecto para abastecer de agua po-table a la población porteña, que retomará en1845 en una presentación ante la Legislatura,asociado con la firma Bleumstein y de la Ro-che, repetida en 1857, modificado en el siste-

ma de distribución (v. Saneamiento). Pero duran-te los años posteriores a 1835, su actividad deingeniero será dejada, virtualmente, de lado.

SEGUNDO PERÍODO (1829-1852).

El alejamiento de Pellegrini de la funciónpública no se resuelve en 1829: en 1833-1834integra una de las comisiones de vías públicas,en la que propone la prolongación de la calleFederación (hoy Av. Rivadavia). También re-cibe la encomienda de reconocimiento del Ria-chuelo para su reacondicionamiento portua-rio, y la petición de las autoridades orientalesde un proyecto de puerto para Montevideo. Pe-ro los encargos oficiales cesan desde la asun-ción de Rosas en 1835.

CEP, que había participado en su juven-tud en la revolución constitucionalista turine-sa de 1821, se presentaba todavía a fines de suvida como “un republicano de 1800”. Aunqueno participó activamente de los asuntos políti-cos rioplatenses en el período rosista, conde-naba firmemente el asesinato de Dorrego, y to-do indica que sus simpatías estaban del lado delos federales moderados que lograron un efí-mero poder entre 1833 y 1834, fecha en que ce-san sus encargos públicos. En 1854, manifes-tará en un artículo de la Revista del Plata suconfianza inicial en Rosas y su posterior des-ilusión. Tal vez, el alejamiento de los círculosrosistas explique en parte la ausencia de en-cargos oficiales. Pero existen otros factores queexplican su alejamiento de la ingeniería, entreellos, el hecho de que poco se había realizado anivel oficial en materia de obras públicas en losaños posteriores a 1835.

Alejado de su “verdadera vocación”, se de-dica privadamente a la pintura, retomando lavieja habilidad de dibujante y acuarelista que loabsorbe hasta 1845. Realiza en este períodoalrededor de 800 retratos de los principalesmiembros de la sociedad rioplatense, en acua-rela, aguada y pastel, además de paisajes y cua-dros de costumbres de Buenos Aires y Mon-tevideo. Poco existía en el Plata en el terreno deestas artes, por lo que Pellegrini (que había ejer-cido brevemente como examinador de dibujoen la Universidad de Buenos Aires en 1834), in-tenta junto con el pintor francés Amadeo Grasla formación de una Academia de Dibujo, queno se concreta por el traslado de Gras a Mon-tevideo. También incursiona en la litografía,aprendiendo la técnica con Hipólito Bacle. En1841 funda junto con Luis Aldao la Litografíade las Artes, en cuyos talleres imprimirá en elmismo año el álbum Recuerdos del Río de la Pla-ta, con veinte láminas de su autoría.

pat pel

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De la variedad de intereses de Pellegrini dancuenta otros emprendimientos de la época, co-mo el proyecto de establecimiento modelo ensu estancia “La Figura”, en Cañuelas, destina-da a la cría de merinos. Su inclinación por lostemas de agricultura continuará durante el pe-ríodo posterior, cuando se convertiría en unode los socios fundadores de la Sociedad Rural.

TERCER PERÍODO.

Pellegrini, enriquecido por su actividad deretratista, era ya en la década del cuarenta unpersonaje principal de la elite porteña. Pero laactitud de prescindencia política que había de-mostrado en el período rosista, en coinciden-cia con el abandono de sus proyectos de inge-niería, cambia fundamentalmente después deCaseros. El punto de inflexión lo constituye lapublicación desde 1853 de la Revista del Plata,que él mismo redacta e ilustra.

Es necesario detenerse en ella, ya que arro-ja luz sobre la influencia de Pellegrini en la so-ciedad local, sobre la variedad de sus intereses,sobre sus propias ideas enlazadas con el par-ticular clima cultural de los años del Estado deBuenos Aires. El período es especialmente fa-vorable para el progreso porteño: aisladas porpropia voluntad, la ciudad y su provincia vivendel usufructo portuario. Se ponen en marchalos primeros ferrocarriles, se extiende la ilu-minación a gas, se instala la red de tranvías acaballo, se mejoran las instalaciones portua-rias. Pero la prosperidad económica choca fre-cuentemente con la ausencia de expertos enmateria de obras públicas. El puñado de in-genieros extranjeros que había sobrevivido enBuenos Aires se hace indispensable para losobjetivos del progreso: Pellegrini, Senillosa (v.)

y Taylor (v.) son convocados para importantestrabajos públicos, mientras se intenta restituirel Departamento Topográfico, aletargado en laépoca de Rosas, y se reorganiza el Departa-mento de Ciencias Exactas en la Universidadde Buenos Aires.

En esta época, en que contrastan las aspi-

raciones de progreso y el aumento de la riquezamaterial con la modestia de los recursos hu-manos, Pellegrini publica su periódico men-sual “consagrado a la agricultura, las industriasy el comercio” del Río de la Plata. Sus convic-ciones eran claras: por un lado, articulaba fir-memente progreso social y material; para él,la vida mercantil e industrial era la base de lassociedades libres. Reconocía un límite en elprogreso de Buenos Aires: un tipo de educa-ción que ignoraba los aspectos técnicos y cien-tíficos y acentuaba otros órdenes de la cultura.Escribe en la presentación de la revista: “Nohay autor que se rebaje a tratar del orden ma-terial de la comunidad argentina. De maneraque se discurre a maravillas en un salón de Pa-rís [...] sobre las razas que poblaban estas co-marcas antes del diluvio, mientras si se pre-gunta al cónsul de Buenos Aires cuántas almasencierra la ciudad de su nacimiento, el bien in-formado personaje contesta con una hipér-bole”. Su programa, entonces, trata de colocaren un plano simbólico central el haz de ma-terias “útiles” que considera indispensable pa-ra el progreso del país, pues incide en una es-fera pública estrecha pero permeable y activa.Su actividad de publicista resulta un ejemploclaro de la manera en que son retomados, endiferentes condiciones, ciertos aspectos de laideología ilustrada en los años cincuenta.

El temario de la revista aborda arquitectu-ra e ingeniería, agrimensura, ganadería e in-dustria, legislación, economía y finanzas, opi-niones sobre el problema indígena, sobre lasituación de los pueblos de campaña, informessobre otras ciudades argentinas, asuntos limí-trofes, y aun notas de color, como los espejis-mos en la pampa. La revista se publica en dosépocas (1853-1855 y 1860-1861), interrumpidapor la actividad de su único redactor en la cons-trucción del teatro Colón.

En un análisis de los temas tratados y desus enfoques, es evidente que la preocupaciónprincipal de CEP, especialmente en la prime-ra época de la revista, se instala en los temas

topográficos en los que confluyen cuestionesde propiedad, vías de comunicación, asenta-mientos de pueblos, planeamiento de las ciu-dades, conocimiento y dominio territorial. Porcierto que existía un largo retraso en esta ma-teria en el Río de la Plata, pero esta temáticarevela también el anclaje de CEP en un idea-rio ilustrado tradicional, como también lo re-velan las perspectivas con que enfoca los te-mas campestres, la arquitectura de la ciudad ylas obras públicas. El tema de la organizaciónde la campaña lo absorbe: publica tipologíaspara iglesias rurales, nuevas técnicas agrarias,reconocimientos y delimitaciones territoriales.

Su visión de las artes de la construcciónqueda clara en la propuesta que, junto a Se-nillosa, realiza para una educación superior en1857. En 1855, CEP plantea ante el Consejo deInstrucción Pública, del que formaba parte, lanecesidad de crear una Comisión especial pa-ra un plan de estudios superiores. Pellegriniconcibe la enseñanza superior dividida en cin-co facultades: Teología, Bellas Letras, Juris-prudencia, Medicina y Ciencias Económicas.Bajo este último título englobaba todas las ac-tividades productivas, divididas en cinco es-cuelas: Artes y Oficios, Agricultura, Comercio,Topografía y Arquitectura –en realidad, Inge-niería Civil. La propuesta inicial de CEP, com-batida por Senillosa, otorgaba sólo rudimen-tos de geometría y álgebra, y en el caso de laArquitectura, escasísima formación estilística.

Pellegrini participó, en estos años, de infi-nidad de iniciativas públicas, desde diversos or-ganismos de gobierno. Entre los que atañen ala ciudad, fue miembro del primer Consejode Obras Públicas recreado en 1852, de la pri-mera Comisión Municipal en 1856, y luego in-geniero municipal de Buenos Aires desde 1860hasta 1872; integró el Consejo Consultivo deGobierno del Estado de Buenos Aires en 1855;fue secretario y subcomisario de Patentes In-dustriales. No resulta fácil delimitar exactamentesu papel en las diversas obras públicas de en-tonces, entre las que se cuentan tareas de to-

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u PROYECTO DE ESTABLECIMIENTO PARA ABASTECER DE AGUA POTABLE A BUENOS AIRES, DE CARLOS PELLEGRINI.

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ello (v. Puerto). No es extraño que el primer nú-mero de la Revista del Plata se inaugure con unartículo sobre este problema, que persiste des-de décadas. Presenta en ese artículo varias al-ternativas y realiza su balance crítico. CEP, queparticipa como consultor en algunas modifi-caciones de las instalaciones portuarias –laAduana Nueva y el muelle encargados a Tay-lor–, diseña a fines de 1850 un proyecto que,junto con el contemporáneo de Coghlan (v.),aborda el tema en toda su dimensión. Ambosson proyectos complejos, que atienden al cre-cimiento de la ciudad sobre el río. Con respectoa la localización, el puerto de Coghlan tiene subaricentro en el sur, mientras que el de CEPcrece desde el Norte, aunque la propuesta fi-nal no implica un privilegio particular para ca-da área, y deja abierta la posibilidad de articu-lar el puerto de la ciudad con el Riachuelo.

CEP continúa con las visiones tradiciona-les que enfocan la ciudad separada de los pue-blos que forman su Hinterland: Barracas esotro lugar para Pellegrini. Así, lo que él pre-tende para Buenos Aires es, a través del puer-to, “vivificar la ciudad” con el modelo de pro-greso del pueblo de Barracas. El puerto dePellegrini es un instrumento de transforma-ción de las formas de vida urbana; pero paralograr esto el puerto debía estar directamenterelacionado con la ciudad física. Era necesariointroducir “tan adentro de la población comosea posible el espectáculo animado de la vidamercantil por excelencia, de esa vida que fun-dó la libertad en todas partes y en todos lostiempos”. La forma planteada acentúa esta re-lación, continuando la trama amanzanada enel mismo puerto. CEP atiende tanto a la di-mensión técnica y económica como a la sim-bólica: desarrolla docks sobre la costa de la ciu-dad y subraya su centro, articulando el complejocon la trama. Las dimensiones y la definicióndel proyecto son novedosas para la ciudad: pe-ro factores centrales en la construcción mo-derna de los puertos que Coghlan toma encuenta –el movimiento natural de los ríos; ladimensión territorial; la perspectiva de creci-miento–, CEP no parece verlas. Le interesa másel valor cívico del puerto; sus formas de pro-yectación están aún ancladas en la tradición dePuentes y Caminos francesa. Así como los ma-taderos del Sud son antecedente directo de losde Liniers, este proyecto será retomado con po-cas alteraciones en la propuesta triunfante deMadero, realizada por los ingenieros inglesesHawkshaw & Son. Pellegrini muere en 1875,reconocido por sus contemporáneos. Su hijo,que se revela como activo político inmediata-

pel pel

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pografía y agrimensura, embellecimiento ur-bano e infraestructura. Pueden citarse, entreotros, los proyectos para cementerios (el Ce-menterio del Sur, los muros perimetrales de laRecoleta y el asilo de mendigos); la finalización,en 1862, del edificio de la Curia, iniciado porFossatti (v.); el viejo Mercado del Plata en cola-boración con Benoit (v.); dos escuelas munici-pales; la canalización del zanjón primero; la pro-puesta de arquerías sobre los paseos costaneros,etc. Resulta probable su participación en el fron-tispicio de la Catedral, sobre el que ya había pu-blicado recomendaciones en su revista y que seconcluye en 1863, durante su ejercicio como in-geniero municipal. Fuera de la ciudad, se des-taca la exploración del territorio de Bahía Blan-ca (entonces fortaleza “Protectora Argentina”)en 1859, para cuya defensa propone un vastoplan territorial.

Tres obras de distinto carácter se destacanen estos años: el Teatro Colón; el Matadero delSur y el proyecto para el puerto de Buenos Ai-res. La construcción del teatro (1854-1860) sedebe a la iniciativa de un grupo de ciudadanos,encabezado por el mismo Pellegrini, quien pre-senta en ocasión del contrato con el gobiernolos planos de remodelación del viejo Coliseo,en el predio en donde, en 1944, se construiríala casa central del Banco de la Nación. Las pro-porciones del edificio competían generosamentecon la de los mejores teatros líricos del mundo:la boca del proscenio, de 12 m de ancho, igua-laba la del montevideano Solís y la de la operaCómica de París, y era apenas inferior a la dela Scala de Milán. (v. Teatro). Poco comenta CEPacerca del ornato, aunque subraya la impor-tancia de construir una fachada que no desdi-ciese la dignidad cívica del lugar. Su fachadaalude en forma directa a la Scala de Milán (1776),del académico Piermarini, con su base rústicay aporticada, su decoración lavada con chataslesenas, un remedo de frontis que indicaba elacceso, pilones sencillos en la balaustrada de la

terraza en lugar de las estatuas palladianas, yuna novedosa mansarda en reemplazo de lasmás marcadas aguas del italiano. Debe recor-darse que parte de la fachada sobre la calle Re-conquista, y por derivación de coherencia tam-bién la fachada sobre la calle Rivadavia, fuedeterminada por la preexistencia del viejo e in-acabado Coliseo, proyectado por el neoclásicoespañol López de Aguado (v.), y sucesivamen-te retrabajado por Catelin (v.) y Senillosa (v.). Con-trastando con este repertorio estilístico ruti-nario, el Colón abunda en innovaciones técnicas:la luz de gas, los depósitos de agua en preven-ción de los incendios, la heladera de dimen-siones inéditas, los mecanismos del escenario,y la aplicación del hierro por primera vez envastas salas públicas. El costo del teatro, enor-me para la época, suscitó muchas críticas.

Esta combinación característica entre no-vedades tecnológicas y convencionalidad esti-lística vuelve a hallarse en el matadero (v.) delSud, que estaba situado en el actual Parque delos Patricios (aún puede advertirse la huella delviejo edificio en la forma del parque). CEP yahabía expresado en la Revista del Plata su ad-miración por las innovaciones saladeriles delfrancés Cambacérès, en base a las cuales pen-saba modernizar la actividad de los mataderosmunicipales. El proyecto definitivo de 1869responde a un sistema de matanza racionali-zado y adaptado a las condiciones locales; seha avanzado en especificación con respectoal abstracto esquema durandiano que Benoithabía propuesto en 1861, aunque permanecedentro de la misma tradición. La organizaciónbásica propuesta por CEP es retomada en 1888en los nuevos Mataderos de Liniers. Solo in-teresa al saboyano proporcionar un edificio dig-no; su carácter estará de acuerdo, en la tradi-ción clásica, con su destino. La novedad de lasobras arquitectónicas de Pellegrini no se en-cuentra en el plano estilístico, sino en que nole interesa reflexionar sobre este: es la vertientede la ingeniería francesa la que se revela unavez más. Una prueba modernísima: las tresversiones intercambiables de fachada para igle-sias de campaña, una griego-romana, la otragótica, la última mixta, con aires moriscos, sinque la variedad de formas para un mismo des-tino merezca ninguna reflexión. Lo que le in-teresa es simplificar y hacer económicos losmodelos disponibles.

Pero CEP, en la última etapa de su vida, noalcanza a absorber tampoco las importantesinnovaciones productivas que ya han cambia-do la faz de muchas ciudades europeas: el pro-yecto del puerto de Buenos Aires es prueba de

u MERCADO DE LOREA, BS. AS., DE CARLOS PELLEGRINI.

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mente después de la Organización Nacional,será presidente de la república. En 1900, conuna gran exposición pictórica, se inicia el ba-lance historiográfico de su vida. G. S.

Bibliografía: A. B. González Garaño y otros. C. H. Pe-

llegrini, su obra, su vida, su tiempo. Bs. As.: Amigos

del Arte, 1946; A. De Paula y R.Gutiérrez. La encru-

cijada de la arquitectura argentina. 1822-1875. San-

tiago Bevans y Carlos E. Pellegrini. Resistencia, UN-

NE, 1973.

PELLI, CÉSAR.

(CP). Tucumán, 1926. Arqui-tecto. Radicado en los EE.UU.,donde desarrolla su prácticaprofesional. Desde mediados

de los años setenta, CP y su estudio se en-cuentran entre las firmas de arquitectura másacreditadas dentro del concierto internacio-nal. Su trabajo se caracteriza por la acepta-ción de preceptos universales que, sin olvidarla tradición moderna o particularidades lo-cales, participan de una tendencia globali-zadora de la disciplina en la cual los avancesen la tecnología de la construcción tienen es-pecial importancia.

CP egresó de la Facultad de Arquitectura yUrbanismo de la Universidad de Tucumán en1950. En 1951 ganó una beca de perfecciona-miento para complementar sus estudios en Illi-nois (EE.UU.). Entre 1952 y 1962 vivió y tra-bajó en Michigan para el estudio de EeroSaarinen; aquí, junto a Kevin Roche, contri-buyó a elaborar el proyecto para la Trans WorldAirlines (T.W.A.) en el aeropuerto Kennedy deNueva York. Desde 1962 hasta principios delos setenta, se desempeñó para la oficina Da-niel Mann, Johnson & Mendenhali, y para Vic-tor Gruen & Co. Pertenecen a esta fase de tra-bajo el Pacific Design Centre, en Vancouver,Canadá; la Embajada de los Estados Unidos enJapón y los jardines de invierno en las Cata-ratas del Niágara.

En el año 1977 es nombrado decano de laUniversidad de Yale. En ese año se establececomo profesional independiente, y se abre Cé-sar Pelli & Co. La primera obra de magnitud dela firma fue ganada por concurso: la remode-lación del Museo de Arte Moderno de NuevaYork. Desde esta encomienda hasta el presen-te la firma ha ido consolidándose como una ofi-cina profesionalista sensible a los cambios dela tecnología, de los mercados y de las modas.

A las obras ya mencionadas, se les agreganel concurso ganado para el World FinancialCenter y el W. F. C. Plaza, en N. Y. (1981-1987);y algunas notables propuestas para rascacie-los: el Norwest Center en Minnesota, Minne-apolis (1985-1989); el Yerba Buena Tower enSan Francisco, California (1988-1992); el Mi-glin-Beitle Tower en Chicago, Illinois (1988);la Carnegie Hall Tower, en New York City(1987-1990) y las más recientes intervencio-nes internacionales que, como el edificio deoficinas en nuestro país o la Torre Petronas enKuala-Lumpur, dejan el registro de una ar-quitectura de “firma”. En 1995, CP recibió lamedalla de oro en AIA (American Instituto ofArchitects), luego de más de cuarenta años deresidencia en los EE.UU.

IDEAS Y REFLEXIONES

SOBRE LA ARQUITECTURA.

CP se ha considerado a sí mismo un ar-quitecto de la “tercera generación” (coetáneode J. Utzon, R. Venturi, A. lsozaki, etc.). Suidentidad como miembro de esta generaciónqueda sintetizada en estas autodefiniciones:se trata de construir para el presente, basadoen el cambio y no en la permanencia comocondición natural de la práctica del habitar; setrata de operar con materiales sintéticos y desuponer los aportes tecnológicos como unamotivación para desarrollar e intensificar laexperiencia de los espacios. En este sentido,es posible observar en C. P. un desdén por las

búsquedas de orden intelectual. En su lugarha desarrollado un pragmatismo de base pro-fesional, en firmas de mediana perfomance, do-tado de la suficiente ductilidad para dar res-puestas arquitectónicas en base a procesos dediseño enfocados como fases diferenciadas detoma de decisiones. Esta óptica le ha permiti-do desarrollar un compromiso personal con lapráctica potenciadora de una libertad explo-ratoria y experimental mesurada en el contex-to de objetivos estéticos referidos a un com-promiso con el plano tecnológico y la expresión.

CP ha privilegiado el proceso de diseño porsobre la perfección del objeto y diferenció asi-mismo ese proceso de muchas de las sofisti-cadas metodologías operativas en el marcode la Tercera Generación. La posición de CPen el interior del campo de la cultura arqui-tectónica está más centrada en el área del des-arrollo productivo que en otras opciones pre-ocupadas por dimensiones epistemológicas delas prácticas o por búsquedas críticas. Este po-sicionamiento ajustado a la operatividad, sinembargo, no lo han alejado de ciertas consi-deraciones teóricas sobre la forma, la tecno-logía y la utilización lingüística de la transpa-rencia. El trabajo sobre la noción de “caja decristal” le ha permitido potenciar en los edifi-cios de oficinas volúmenes funcionales, redu-ciendo la forma a películas envolventes vi-driadas, las que asumen simultáneamente elpapel de fachadas y cubiertas.

CP concibió un cierto tipo de contenedor ar-quitectónico donde la estructura y la superficieacristalada definen un concepto de volumen di-ferente de la idea de masa. Suponiendo que lascualidades estéticas de claridad y reflexividadrepresentan una de las formas de la sensibili-dad de nuestro tiempo, CP ha trabajado el con-cepto de transparencia perceptiva.

CP ha sostenido que la diferencia entre untipo y otro de transparencia es cualitativa, yaque no solo importa el atravesar con la mira-da un medio o una cosa. La transparencia per-ceptiva recupera a un material como el vidriode un tratamiento neutral y lo reconduce a unproceso en el que la mirada registra la super-ficie de lo que está atrás tanto como el me-dio por el que se ve su superficie.

Se desarrollan así interpretaciones visua-les, simultaneidad de experiencias perceptivasy de pertenencia a lugares diferentes, poten-ciando la trasparencia, el reflejo y la refracción.Esta caracterización es el correlato de una ope-ración sobre la técnica que permitió acelerarlos tiempos de ejecución y montaje de siste-mas o partes preformadas, utilizando los com-

62 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TORRE PETRONAS, EN KUALA-LUMPUR, DE CÉSAR PELLI.

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pel pel

63Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EN SU PRIMERA OBRA EN

BUENOS AIRES, C. PELLI IN-

TERPRETA LA DEMANDA

PROGRAMÁTICA DE PRO-

YECTAR UNA “OBRA ÚNICA”,

PERO HOMOLOGABLE A

CONSTRUCCIONES DE

PRESTIGIO EN OTRAS CAPI-

TALES DE OCCIDENTE.

u EL EDIFICIO PRESENTA

INNOVACIONES TÉCNICAS,

COMO EL USO DE UN SO-

FISTICADO COURTAIN WALL

Y LA IMPLEMENTACIÓN DE

UN SISTEMA DE PROGRA-

MACIÓN PARA EL LOGRO DE

UNA BUENA PERFORMANCE

DE SUS INSTALACIONES.

u DETERMINADAS INFLE-

XIONES Y GESTOS, COMO

LA CURVATURA DE LA FA-

CHADA HACIA EL RÍO O EL

SOCAVAMIENTO EN EL

LOBBY DE ACCESO, ACEN-

TÚAN CIERTAS TENSIONES

FORMALES DENTRO DE UNA

ACTITUD CONVENCIONAL.

w Edificio República

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ponentes materiales de la producción indus-trializada directamente, sin ningún refinamientoartesanal o presunción retórica, con el conse-cuente abaratamiento de los costos de obra. Serelacionan con estas ideas el Couthouse Cen-ter-The Commons en Columbus, Indiana, conCP trabajando para Gruen Associates; y prin-cipalmente dos trabajos que cierran el des-arrollo de la serie: el Rainbow Center Mail andWinter Garden en Niágara Falls, N.Y., paraG.A. y el Pacific Design Center en Hollywood,California. Una consideración aparte merecenreflexiones que desde la práctica C. P. plante-ará sobre la contextualidad histórica de su ar-quitectura y el estilo. En efecto, en la serie detrabajos sobre el tipo rascacielos, apelará con-cretamente a la consolidada tradición de estosedificios en los EE.UU.

Sobre la clave de la eficiencia funcional delordenamiento de la planta, las propuestas detales características derivarán desde un mode-rado tratamiento de su configuración en tér-minos “tardomodernos” a expresiones de con-textualidad basadas en la recuperación estilísticadirigida a un Eclecticismo coherente con laspreexistencias del entorno.

Estas dos líneas de trabajo confluyen con lapropuesta premiada y construida del World Fi-nancial Center y el World Financial Center Pla-za, en Battery Park City, N.Y., para la corpora-ción Olympia & York Equity, de 1981 a 1987.

LA PRÁCTICA ARQUITECTÓNICA.

El W. F. C. es sin duda el emprendimientode mayor escala desarrollado por CP, con unavinculación cualitativa con lo urbano. En esteplanteo apelará a un análisis del tipo rascacie-los característico de la historia de Manhattan.Esta operación genealógica, ya mostrada en lasperspectivas que hacían referencia directa a losdibujos de Hugh Ferris, expresaba la voluntadde constituir una silueta urbana de mediaciónentre la escala “colosal” de las torres de Mino-ru Yamasaki, el WTC y el zócalo de los edifi-cios en altura más bajos de la ribera.

La obra ha supuesto la posibilidad de or-ganizar un enorme cubaje de metros por cons-truir, en cuatro torres de oficinas de entre 34a 50 pisos. Esta decisión le ha permitido un sis-tema de orden en el que los cuatro volúmenesprincipales fueron caracterizados morfológi-camente de manera similar, mediante una su-perposición de prismas verticales de creci-miento telescópico. El procedimiento hagenerado criterios de unidad que otorgan unsentido de identidad al emprendimiento, perotambién a la posibilidad de ordenar una lec-

tura de los espacios urbanos articuladamente,con las escalas preexistentes. El paisaje urba-no así concebido se complementaba con dosedificios de nueve pisos dispuestos como una“puerta urbana” y un patio vidriado que a es-cala metropolitana funcionaba como un con-tenedor de actividades públicas. Su transpa-rencia, tanto como su forma, lo convierte enun jardín de invierno para usos peatonales.

La búsqueda de una estética urbana de sig-no contemporáneo se hacía presente en el di-seño de los espacios para las calles y plazas, yen la continuidad de elementos vinculantes en-tre los principales edificios. Se trató de salva-guardar la peatonalidad mediante puentes ca-lles, extendiendo los basamentos de las torrespara estructurar espacios públicos intermediosen la forma de recovas o loggias de acceso. Lacaracterización expresiva de los edificios me-rece una consideración particular. Si bien seha procedido a tomar el modo convencional yeficiente del núcleo centralizado para la com-posición de la planta en los edificios de ofici-nas, las fachadas fueron resueltas de forma deplantear la tradicional tripartición como uncambio gradual de sustancia.

En las partes bajas del fuste de las torres,se resolvió como envolvente variable, según el

rediente artificioso que le da una “piel” de gra-nito respecto de la cual se dibuja la figura dela “ventana” espejada como un signo tradicio-nal de la repetición.

En la medida en que las plantas se confor-man según áreas menores, el volumen pris-mático cambia tanto como su envolvente, yaque en esta se aumenta el tamaño de los va-nos. En los últimos niveles el muro se trans-forma en una totalidad reflejante y los rema-tes de cada edificio se coronan con formassingulares materializadas en cobre.

El WFC sintetiza un proceso que había te-nido en las Four Oaks Towers, en Houston,Texas, 1982, un antecedente claro.

Estas cautas exploraciones se desarrollangradualmente desde la torre Canary Wharf, enLondres, Inglaterra (1986-1991); el NorwestCenter, en Minneapolis, Minnesota (1985-1989), con marcada acentuación de los ritmosverticales y atenuadas inflexiones en estilo ArtDecó; el NCNB, en Charlotte, Carolina del Nor-te (1987-1992), en el que las mismas cuestio-nes se complejizan con el diseño de planta en-tendida como superposición de geometríassimples y remate de cuño expresionista.

En el Columbus Circle, para New York(1985); el Society Center para Cleveland, Ohio(1987), y el Yerba Buena en San Francisco, Ca-lifornia (1988), se han incorporado otros re-cursos expresivos, como la esculturización delremate del edificio, esquinas con chanfles ybay-windows. Dentro de esta serie la propues-ta más depurada está representada por la Mi-glin-Beitler Tower en Chicago, Illinois, de 1988.Un punto culminante lo representan las torresmellizas construidas en Malasia. Esta obra, pro-ducida para la empresa petrolera nacional, esel resultado de un concurso ganado para dichoemprendimiento. Se levanta en Kuala Lum-pur, en el contexto de un master plan respec-to del que las torres son el emblema de mayorsignificación. Su carácter dual y las alturas (452m) reflejan una preocupación por la forma enrelación a la magnitud, ante la necesidad deinstalar una imagen regional en ausencia detradición a la cual hacer referencia.

Retomando ciertos procedimientos ya ex-plorados en el Columbus Circle, la forma degenerar la planta es el resultado de la super-posición de dos cuadrados que al entrelazarsepermiten interceptar ocho círculos, de tal ma-nera que organizan una figura de ocho puntascon referencias islámicas.

Las torres están unidas por un puente quevincula los pisos cuarenta y uno y cuarenta ydos. Se le ha otorgado así la semblanza de una

64 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TORRE DEL BANKBOSTON EN BS. AS., DE C. PELLI.

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“puerta al cielo que crea una conexión con elinfinito”, como son descriptas en tono mítico.

La única obra que construyó CP antes desu partida a EE.UU. es un proyecto de barriopara obreros de un ingenio azucarero. Reciéndespués de cuarenta años de trabajo en el ex-terior, construye en Buenos Aires una obra co-herente con su posición actual en el campo dela cultura arquitectónica: el edificio República.

Esta realización, producida junto a MarioRoberto Álvarez (v.) como asociado local, ha si-do la respuesta y la interpretación a la demandaprogramática de proyectar una “obra única”,pero homologable a construcciones de presti-gio en otras capitales de Occidente. El edificioresulta de ponderar el lenguaje contemporá-neo de franjas horizontales, ya ensayado conéxito por MRA en el IBM y en el American Ex-press, con una valorización visual de la reso-lución técnica. El edificio tiene un comporta-miento contextual basado en inflexiones ygestos que, como la curvatura de la fachada queda al río o como en el socavamiento en el lobbyde acceso, acentúan ciertas tensiones forma-les en el marco de una actitud convencional.

Un manejo atenuado de la alusividad semanifiesta en los balcones y en los tubos re-dondeados. Las innovaciones técnicas estándefinidas por la utilización de un sofisticadocourtain wall y por la implementación de unsistema de programación para el logro de unabuena perfomance de sus instalaciones.

El courtain wall, según las nuevas tecnolo-gías de aluminio y vidrio, ha posibilitado la ca-racterización planar de las fachadas. Los per-files de aluminio que funcionan comosostenes, al encontrarse por dentro de la fa-chada solidarios con la estructura del edificio,han permitido enfatizar una textura superfi-cial lineal, suplementada por la capacidad demontaje de los paneles armados según tramosde piso a piso. A este trabajo inicial debemosagregar la Torre del Banco de Boston en Ca-talinas Norte (2000), que sigue los mismospreceptos de diseño. Desde su estudio en NewHaven (Connecticut), César Pelli sintetiza unacierta condición de los arquitectos en el mar-co de la globalización económica, volver a serdadores de forma, sustentados en un desarro-llo instrumental aparentemente sin límites delos soportes tecnológicos. J. M.

Bibliografía: CP. “Transparencias y reflejos”. En: sum-

marios. n.° 4, 1977; César Pelli. AU – 1985; CP. Buil-

dings and projects. Tokyo – CP & Gruen Asociados;

G.A. 5. César Pelli. Catálogos de arquitectura con-

temporánea. New York: Extra Edition, Rizzoli, 1990.

PELLI, VÍCTOR.

San Miguel de Tucumán, 1931.Arquitecto, investigador, espe-cialista en vivienda.

Se graduó de arquitecto en 1960, luego dehaber cursado estudios en Tucumán y BuenosAires. Actuó como docente de arquitectura du-rante diversos períodos en las universidades deBuenos Aires, Córdoba y Nordeste. Desde 1965vive en Resistencia. En 1967 elaboró el proyectode lo que es hoy el Instituto de Investigacióny Desarrollo en Vivienda de la Facultad de Ar-quitectura y Urbanismo de la Universidad Na-cional del Nordeste. Ha realizado importantesproyectos en el campo de la vivienda popular apartir de la autoconstrucción y el uso de siste-mas prefabricados.

Bibliografía: Revista summa. n.° 231, noviembre de 1986.

PELSMAEKERS, FRANÇOIS (ALBERTO). Bru-selas (Bélgica), 1855 - Buenos Aires, 1923.Arquitecto. Activo en Tucumán a fines del si-glo XIX y comienzos del XX.

Llegó a la Argentina en 1886. En una pri-mera etapa se radicó en Buenos Aires para re-calar 10 ó 15 años después en Tucumán. En-tre 1902 y 1913 trabajó como arquitectoproyectista del Departamento de Obras Públi-cas de la Municipalidad, donde desarrolló unalabor fecunda. Concretó en la ciudad de Tu-cumán, y en el interior de la provincia, una am-plia y valiosa obra compuesta casi totalmentepor ejemplos realizados dentro de la Direcciónde Obras Públicas. Los temas principales abor-dados abarcan diversos campos: educativo, ban-cario y religioso. Utilizó siempre la mampos-tería portante de ladrillos y tirantería de maderareforzada con perfiles metálicos para las cu-biertas. Así como combinó la madera con elhierro, coordinó también los aspectos forma-les y estilísticos, adoptando los espacios abier-tos y las columnas de hierro fundido para losinteriores y una composición académica de ra-íz italiana para los exteriores.

Los primeros trabajos que realizó se refie-ren a la reparación, remodelación y diseño deescuelas. En 1902 propuso para la Escuela Mon-teagudo una pintoresca galería de madera quepuede emparentarse con una obra posterior,el quiosco para la plaza de Monteros, de 1909.

En 1904 proyectó la escuela Álvarez Con-darco y en 1907 las escuelas Benjamín Paz, Fe-

derico Moreno, Rivadavia y Mitre, anunciadasen un diario local como “cuatro grandes pala-cios para escuelas públicas” que, al dividir laciudad en cuatro secciones, serviría cada unaa 15.000 habitantes. Ubicadas en esquina enel mismo ángulo relativo: noroeste, en todasellas las aulas recostadas sobre las calles con-forman grandes patios con galerías. En la es-cuela Plazoleta San Martín adoptó otro esque-ma y diseñó volúmenes simétricos en mediode jardines. En este período instalaron sus se-des bancos locales, nacionales y extranjeros,como el Constructor y el Nación en 1908, Lon-dres, Español y Francés en 1909 y el AlemánTransatlántico en 1910. Dos ejemplos impor-tantes se deben a Pelsmaekers: el Banco Pro-vincia de 1905 y el Municipal de Préstamos de1911 (demolido). Entre 1907 y 1909 –años enque se concentra su mayor producción– pro-yectó un número considerable de edificios re-ligiosos: iglesia para Villa General Mitre (TafíViejo, 1907); Seminario Conciliar y Obispado,1908; templo y casa para los Misioneros delCorazón de María, 1908; tal vez, la iglesia (de-molida) de las Hermanas Terciarias Francis-canas, 1909.

Bibliografía: M. Silva. “Pelsmaekers”. Sección tapas ho-

menaje de Revista summa. n.° 241, 1987.

PELUFFO, VALERIO. s/d. Arquitecto. Desarrollósu actividad principalmente en la ciudad deBuenos Aires en la década de 1940. Trabajócon algunos de los más destacados repre-sentantes de la Arquitectura Moderna duran-te el período.

En 1939 obtuvo junto al arquitecto JorgeVivanco (v.) el primer premio en el Concursode Anteproyectos para Viviendas Rurales del

pel pel

65Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u VIVIENDAS RURALES, DE VIVANCO Y PELUFFO, 1º PREMIO

DEL CONCURSO ORGANIZADO POR EL BCO. NACIÓN (1939).

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Banco de la Nación Argentina. En 1944, conBonet (v.) y Vivanco, proyectó un grupo de cua-tro casas en Martínez, en la esquina de Ave-nida Aguirre y Güemes. Sobre un terreno ar-bolado dispusieron las viviendas de modo talque se integraran al paisaje. Fue también co-laborador de la revista Tecné (v.). R. P.

Bibliografía: Revista de Arquitectura, octubre 1939,

pp. 516; Tecné, n.° 3, marzo de 1944, pp. 22-29.

PÉREZ BRITO, JOSÉ. S/d (Galicia, España),s/d - s/d, 1814). Ingeniero militar. Miembrodel Cuerpo de Ingenieros Militares con sedeen Buenos Aires, trabajó en el plan de colo-nización patagónica emprendido por las au-toridades españolas en los decenios finalesdel siglo XVIII. Realizó diversas obras en elRío de la Plata.

En 1780 preparó los planos definitivos delFuerte de Nuestra Señora del Carmen, actualCarmen de Patagones; dirigió otros emplaza-mientos defensivos complementarios y pro-yectó la planta urbana de la población de Nue-va Murcia, que debía construirse sobre lameseta del fuerte a corta distancia del mismo.La traza de Nueva Murcia era cuadricular y for-maba un cuadrado de nueve manzanas, peroa diferencia de otras ciudades de la región pre-sentaba edificación solo en dos de sus lados.Esta modalidad, distinta en la organización dela traza, se debe a ciertos modos de organiza-ción urbana presentes en Galicia, región dedonde provenía Pérez Brito.

En Uruguay, Pérez Brito realizó el cabildode San José (1791), la iglesia de San Carlos

(1792) y la residencia de los comandantes deColonia (1802). En Buenos Aires proyectó unmuelle con espigones para su defensa (1806)y en Paraná realizó un estudio sobre el templomatriz a construir (1807).

Bibliografía: A. de Paula. “El Real Cuerpo de Inge-

nieros Militares y la cultura artística en el sur

de América”. En: Crítica 1995, n.° 56. Bs. As.: IAA.

PERO, RAFAEL. S/d. Arquitecto. Asociado conManuel Torres Armegol, desarrolla una vastatarea como proyectista en las primeras dé-cadas del siglo XX.

Entre las obras más destacadas del estudiopueden citarse: el cine teatro Splendid en San-ta Fe 1860 (1919), la Jefatura de la Policía deRosario, el castillo Las Parvas de Julio Mendi-teguy en Carmen de Areco (1922), la estanciade Emilio Sastre y Amenábar, y varias resi-dencias: Viamonte 738, Santa Fe 3044, Char-cas y Paraná, en Buenos Aires.

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutiérrez, A. de Paula, G. Vi-

ñuales y otros. La arquitectura del liberalismo en

la Argentina. Bs. As.: Sudamericana, 1968.

PETRARCA, DOMINGO. S/d (España), 1690 -Buenos Aires, 1736. Ingeniero militar. Ac-tuó en el Río de la Plata en los primeros de-cenios del siglo XVIII.

Graduado en 1716, se trasladó a Buenos Ai-res al año siguiente con el grado de ayudantede ingeniero. En 1719, como “capitán ingenierodel presidio” realiza el plano de la Ensenadade Montevideo y el presupuesto para el Ca-bildo y la Cárcel de Buenos Aires, según di-seño –luego no construido–- del arquitecto Prí-moli (v.). Participó también en tareas deremodelación del fuerte de la Capital, en prin-cipio como asistente de Bermúdez (v.) y pos-teriormente, a la muerte de este, como inge-niero principal. En 1728 construyó la guardiaprovisoria del Riachuelo sobre su antigua bo-ca. Al margen de su actuación castrense, pre-paró en 1722 un nuevo proyecto, tampoco cons-truido, para el Cabildo de Buenos Aires. EnMontevideo trabajó desde 1724 en la direcciónde las obras de las primeras fortificaciones yde la ciudadela. Realizó, además, el reconoci-miento en la Ensenada de Barragán, donde pro-yectó una batería principal y dos complemen-tarias que se habilitaron parcialmente en 1736.

PICCINATO, LUIGI. Legnano (Italia), 1899 – Ro-ma, 1988. Arquitecto y urbanista. Fue un ac-tivo protagonista de la urbanística italiana mo-derna. Graduado en Roma en 1923, fue luegoprofesor en las universidades de Nápoles, Ro-ma y Venecia. Dictó cursos de su especiali-dad en numerosas universidades del mundo;fue relator en los congresos de la Town Plan-ning Federation, jurado en concursos inter-nacionales de planes reguladores, miembrodel CIAM, vicepresidente de la Federación In-ternacional de Urbanística y consultor en asun-tos urbanísticos de numerosas ciudades deEuropa y de otras partes del mundo. Son des-tacables sus estudios para Matera (1953),Bolzano (1962), Tel Aviv (1962), Venecia(1965). Entre 1949 y 1950 realizó distintostrabajos en nuestro país, entre los que se des-tacan sus aportes para el Estudio del Plan deBuenos Aires y su plan urbanístico para ciu-dad Ezeiza, entre otros proyectos.

Luigi Piccinato (LP), a quien contactaronVivanco (v.) y Bonet (v.) en el Congreso del CIAM(v.) realizado en Bérgamo en 1949, trabajó jun-to con Ernesto Rogers (v.) en el Estudio del Plande Buenos Aires (EPBA).

Simpatizante de Mussolini en su etapa uni-versitaria, Vivanco conocía los trabajos del ur-banista italiano y especialmente su proyectode la ciudad de Sabaudía, internacionalmentefamoso porque había sido realizado en el mar-co del saneamiento de los pantanos Pontinos,y una de las “niñas bonitas” consideradas enel cuarto CIAM, en 1933, cuyos resultados fue-ron publicados en 1941.

LP había trabajado también en los planesde Olivetti para Val d’Aosta, donde concretó elPlan de Ivrea en 1941. En la inmediata pos-guerra, la suya era una figura decisiva en el de-bate que tenía lugar a través de Metron y de la

66 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u BARRIO 17 DE OCTUBRE, EN EZEIZA, DE L. PICCINATO.

u TRAZADO DE NUEVA MURCIA, DE J. PÉREZ BRITO.

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organización de la APAO. La publicación desu manual de “Urbanística” en 1947 otorgómayor prestigio a sus posiciones, ya claramentevolcadas a la defensa de planes regionales, ya una apropiación “orgánica” del territorio, afína las ideas de Abercrombie que, desde la pu-blicación del Plan de Londres en 1945 comen-zaban a atraer a los miembros del EPBA. Aun-que carecemos de elementos para detectar losresultados concretos de su actuación en el Plan,es evidente que su presencia se hizo especial-mente valiosa ante la necesidad de coordinarla tarea con los municipios de la Provincia deBuenos Aires. Este objetivo, impulsado porPastor (v.), sería determinante del acercamien-to de Ferrari Hardoy (v.) y el mismo EPBA a lasideas anglosajonas de descentralización, de lasque LP aportaba la experiencia de su articula-ción con los antecedentes CIAM. En el orga-nigrama de la dependencia, LP revistó comorepresentante del MOP (v.) en el 9° Departa-mento, dedicado a los “Problemas inmediatosy Obras Públicas del Gran Buenos Aires”.

Además de su vinculación con el EPBA, LPrealizó trabajos para el MOP, que comenzabaen esos años a ocuparse de la construcciónde viviendas y barrios urbanos, en concurren-cia con otras dependencias estatales, como elBHN (v.), las provincias y los municipios.

La construcción del Aeropuerto de Ezeiza,el principal emprendimiento que se encarabaen el MOP, supuso una gigantesca operaciónde transformación territorial a escala metro-politana, concentrada sobre el sudoeste de Bue-nos Aires (v. Aeropuerto). En este marco, ademásdel Aeropuerto, se plantaron bosques, se cons-truyó la autopista, centros de recreación po-pular y varias “ciudades satélites”, y LP fuecontratado para contar con su experiencia ur-banística, de la que resultó un plan para Ciu-dad Ezeiza, uno de los barrios vinculados alemprendimiento, además de su ya citada par-ticipación en el EPBA. En relación con el em-prendimiento del Aeropuerto, LP obtuvo elprimer premio en un concurso organizado porel Banco Hipotecario para el barrio 17 de Oc-tubre, con un proyecto realizado con Morelli(colega italiano con quien también proyectóel Barrio Serra Venerdi), Gómez, Stortini yAdighero. Se trataba de organizar un barriopara 32.000 habitantes (debe recordarse quela citada “ciudad” de Sabaudia estaba desti-nada a 5.000 habitantes). Los apresuramien-tos políticos habían llevado a construir variosedificios en monoblock sin plan alguno y el con-curso buscaba reordenar las intervencionesposteriores destinadas a viviendas unifami-

liares en propiedad y a plurifamiliares en al-quiler. El conjunto se subdividía en cinco uni-dades con una relación similar entre bloquesy viviendas individuales articuladas en tornode escuelas y de pequeños comercios; el cen-tro cívico se organizó con edificios aisladospara comercios, cine-teatro, administración,atención médica e iglesia.

LP proyectó también la urbanización de “LaFlorida” (presumiblemente en Tucumán, te-niendo en cuenta la coautoría de Alberto Pre-bisch (v.) y las características topográficas), unasentamiento destinado a albergar a los obre-ros que intervenían en la construcción de unarepresa cercana. El conjunto daría alojamientoa unas 300 familias y se transformaría en uncentro turístico cuando finalizaran los trabajos.Estaba localizado en una zona montañosa, y lasunidades de vivienda, organizadas en dos su-bunidades con un centro común de servicios,se emplazaban siguiendo las cotas de nivel.

Además de estos proyectos, LP ideó una al-ternativa de loteo con un mayor aprovecha-miento de los terrenos y planificó un centroturístico en San Luis.

Las dificultades de inserción en las estruc-turas argentinas, las incertidumbres en la re-alización de los proyectos determinaron el re-greso de LP a Italia en 1950. J. L.

PILOTIS. m. pl. Columnas que permiten despe-gar el volumen del edificio del terreno, con elfin de posibilitar una relativa continuidad fí-sica y visual del mismo. El concepto es partede la poética corbusierana y resulta apropia-do para un amplio sector de la disciplina queadhirió a la Arquitectura Moderna.

Los pilotis transgredían por un lado la tec-tónica tradicional en que se fundamentaba laarquitectura clásica y, por otro, rompían la con-figuración espacial de la ciudad existente co-mo instrumento que puede acompañar el cam-bio en las formas de propiedad del suelo.

Como sucedió en la obra de Le Corbusier,estos conceptos encontraron aplicación, enprincipio, solo a través de intervenciones pun-tuales, insertas dentro de las coordenadas ju-rídicas tradicionales. Es así como aparecen enviviendas suburbanas, edificios de renta o enciertas dependencias del Estado.

Obras representativas en el empleo de es-te recurso son algunas casas de Antonio Vi-lar (v.), la casa en Olivos de Rodríguez Remmy(v.) y Ocampo (1932), la casa de Vicente López(1937), de Alberto Prebisch (v.), el edificio en

Libertador y Lafinur (1936), de Sánchez, Lagosy De la Torre (v.), algunas de las estaciones pa-ra el Automóvil Club Argentino, de AntonioVilar (v.), los laboratorios de YPF (1941), de Jor-ge de La María Prins (v.), hasta llegar a la sedede ENTEL, de SEPRA, formulada dentro de laestética corbusierana derivada de Marsella.

A partir de la década del cincuenta, cuan-do se realizaron grandes emprendimientos enprogramas de vivienda para los sectores po-pulares a través del tipo monoblock, se puso enpráctica este principio, aunque solo en mododiscontinuo. Se produjeron conjuntos que ha-bían sido anticipados a nivel local por las pro-puestas de Wladimiro Acosta para la casa He-lios o por el proyecto de barrio parque de Stocky Olezza (1933). Pero la transformación que suutilización suponía en el uso del suelo y en lostérminos visuales en que eran concebidos losedificios quedó como una alternativa puntualsin incidencia en el espacio urbano en gene-ral. Como ejemplos de esa modalidad puedencitarse el conjunto Simón Bolívar en BuenosAires y los monoblocks tipo proyectados por Hi-lario Zalba (v.) para Avellaneda y La Plata.

Tras una relativa ausencia de los planteoslocales durante las décadas del sesenta y delsetenta, hacia fines de los setenta se reabre ladiscusión en el marco del cuestionamiento lo-cal de la Arquitectura Moderna. Para sus de-tractores, los pilotis significaban una inade-cuación antropológica, energética y económica;estas críticas silenciaban una evidente prefe-rencia por modelos estéticos basados en la tec-tónica tradicional. E. G.

pel pil

67Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PILOTIS EN EL MINISTERIO DE OBRAS PÚBLICAS, LA PLATA.

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PINAROLI, FRANCISCO. Novara (Italia), 1842– Goya (Corrientes), 1887. Arquitecto. Activoen las últimas décadas del siglo XIX.

Emigrado a la Argentina, solicitó revalidarsu título de arquitecto en la Facultad de Cien-cias Exactas de la UBA en 1878, y realizó unatesis sobre el empleo del hierro en las cons-trucciones de arquitectura. Construyó algunascasas en Buenos Aires y en Córdoba, la antiguaestación La Plata del F. C. Sud –actual PasajeRocha– y un anteproyecto no concretado parala Catedral de esa ciudad y otro para la Catedralde Corrientes (1870). Ejecutó la Basílica del Ro-sario en Goya (Corrientes), así como el mer-cado y el hospital de esa ciudad. También efec-tuó trabajos topográficos en esa provincia.

Bibliografía: V. Cútolo. Nuevo diccionario biográfi-

co argentino. Bs. As., 1968; L. Patetta (compilador).

Architetti e ingenieri italiani in Argentina, Uru-

guay e Paraguay. Roma: Pellicani, 2002.

PINTORESCA, ARQUITECTURA. El adjetivo pin-toresco se aplica a la pintura, en especial ala p. paisajista, que tuvo un gran auge en elsiglo XVII. Referido a arquitectura, alude a laque puede encontrarse integrada en un con-texto extraurbano, como en una pintura pai-sajista. Entre los primeros en reflexionar so-bre el concepto, se encuentra el pintor yteórico inglés A. Cozens, quien lo propuso co-mo fundamento de una estética pictórica delpaisaje, cuyos principios eran la idea de na-turaleza como fuente de estímulos para el ar-tista, a los que correspondían sensacionesentendidas como formas de experiencia so-bre lo real. A partir su desarrollo en estos cam-pos, en el siglo XVIII lo pintoresco pasó a sertambién una categoría estética: lo bello su-blime se oponía a lo bello pintoresco, comodos ideas de belleza que dependían de la ac-titud del hombre frente a la realidad.

Con frecuencia las estéticas pintorescas sonenglobadas dentro de la estética romántica, porlos temas que esta abordaba (la naturaleza, cen-tralmente), por el uso de referencias litera-rias y por la figura del artista que construían(libertad individual, búsqueda de sensacionesy expresiones, etc.).

DESARROLLO DE LA CATEGORÍA

EN ARQUITECTURA.

La aplicación del concepto se realizó pri-mero en la arquitectura de los jardines, en una

moda que desde Inglaterra pronto se extendióal Continente, especialmente a Alemania y aFrancia. Un segundo escenario para esta ar-quitectura lo constituyeron las casas de cam-po, un programa que planteaba centralmentela relación arquitectura-naturaleza, esta últimaentendida en términos de paisaje. Arquitectu-ra pintoresca era aquella que abandonaba la si-metría clásica para proponer formas de fuer-tes contrastes volumétricos y quiebres decubiertas, exponiendo los materiales de cons-trucción y buscando referencias figurativas fue-ra de los cánones clásicos, en muchos casos enlas arquitecturas populares regionales.

En base a estos elementos, el Pintores-quismo se inscribía dentro de las corrienteseclécticas de fines del siglo XIX (v. Eclecticismo).Considerando las diferencias de planteos conrespecto al sistema clásico, la historiografía hahablado de “Antiacademicismo” a propósitode las arquitecturas pintorescas. Tal definiciónno es correcta en tanto la Arquitectura Acadé-mica utilizaba también las estéticas pintores-cas, aunque asignándoles un lugar particular:la resolución de los problemas arquitectónicosextraurbanos. La idea de “carácter” era el ins-trumento que permitía utilizar distintas esté-ticas o conjuntos formales de acuerdo con losprogramas abordados.

La distinción entre arquitectura urbana yextraurbana refiere a una oposición central dela arquitectura y el urbanismo desde el sigloXIX en adelante, como es la de campo-ciudad.La Arquitectura Pintoresca señalaba una re-

lación con el campo. La naturaleza a que alu-día, más que el primitivismo del paisaje virgennatural, era la del “jardín”, es decir, la natu-raleza trabajada o controlada por el hombre. ElPintoresquismo refería al habitar fuera de laciudad, en contacto con la naturaleza, pero sinabandonar los beneficios de la civilización.

La producción pintoresca fue muy ampliay variada, y no siempre puede ser abordada des-de un único punto de vista. Tomada global-mente, habla de la moderna relación ciudad /campo y de la forma en que diferentes grupossociales, a través de diversos programas ar-quitectónicos, la fueron planteando a lo largodel tiempo. Los mejores ejemplos pueden serobservados como reflexiones culturales sobreel peso del campo y la naturaleza en la vida mo-derna, y permiten trazar relaciones con otroscampos culturales. Para el debate disciplinar,las arquitecturas pintorescas también consti-tuyeron un campo renovador.

68 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u UN INTERIOR CON DECORACIÓN Y EQUIPAMIENTO EN ESTILO TÚDOR.

u HALL EN ESTILO TUDOR.

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DESARROLLO EN LA ARGENTINA.

PERÍODO 1880-1910. PROGRAMAS.

La Arquitectura Pintoresca se desarrolló prin-cipalmente en la vivienda y en algunos progra-mas ligados al ocio, como clubes y hoteles. Enambos casos se asociaba a emplazamientos nourbanos: el campo, las playas, las sierras o lossuburbios; solo tardíamente, a partir de los añostreinta, la arquitectura pintoresca se incorporóa las ciudades.

Los inicios del empleo de estas arquitec-turas pueden encontrarse en varios programasen los últimos decenios del siglo XIX. Uno deellos lo constituyen las casas de estancia, en lasque se evidencia a partir de 1880 la apariciónde nuevos lenguajes como el Neogótico y elNormando. Ejemplos de la primera corrienteson las estancias San Enrique (Luján, arqui-tecto Ernesto Moreau) y Chapadmalal (1905,arquitecto Walter B. Bassett Smith (v.)), mien-tras que la estancia San Simón representa a lasegunda. Este proceso puede verse como unsigno del enriquecimiento de los productoresagrícola-ganaderos, como consecuencia del au-ge de la economía agroexportadora, tanto co-mo un cambio en las funciones del casco deestancia (v.), que dejaba de ser un instrumen-to de trabajo para convertirse en residencia deveraneo, por lo que se asociaba al habitar deltiempo libre. En las plantas del período se ob-serva la forma en que se sofistican los pro-gramas, que pasan a incorporar salas de armas,salas de juegos o de lectura, etc.

La aparición del Pintoresquismo en el cam-po tenía también implicancias culturales: la ur-banización de la vida en la estancia, la moder-nización del campo.

CASAS QUINTAS Y VIVIENDAS SUBURBANAS.

Este constituyó otro núcleo de introduc-ción de la Arquitectura Pintoresca. La cos-tumbre de veranear fuera de la ciudad se in-tensificó en Buenos Aires a partir del impactode la epidemia de fiebre amarilla de 1871, he-cho que convenció de las ventajas de pasar unaparte del año en sitios abiertos, considera-dos más saludables, como Flores o Belgra-no, pero también incitó a muchos sectores aco-modados a vivir fuera de la ciudad, posibilidadque posteriormente se fue afianzando y con-solidando en otros sectores sociales en la me-dida en que se extendieron las redes de trans-porte. Sin embargo, debe tenerse en cuentaque la costumbre del veraneo en quintas seencuentra documentada desde principios delsiglo XVIII (v. Quinta). Hacia principios del si-glo XX, para el caso de Buenos Aires, se al-

ternaban quintas de labor y de veraneo en Quil-mes, Bernal, Temperley, Lomas de Zamora yAdrogué por el sur; Flores, Ramos Mejía, Mo-rón y Merlo por el Oeste; el Norte, en cambio,tenía características más residenciales: Olivos,San Isidro, San Fernando y Tigre.

CASA DE VERANEO.

Este programa comenzó a perfilarse en losochenta, aunque en forma más lenta que losanteriores. Con la inauguración de la vía férreaa Mar del Plata, en 1886 se inauguraba tam-bién la costumbre de pasar el verano en las pla-yas. La modalidad turística del momento im-plicaba largas permanencias de las familias enel centro balneario. Principalmente las fami-lias porteñas caonstruyeron viviendas de vera-neo, mientras que las provenientes del interiorprefirieron el uso de la hotelería, que tambiéncomenzaba a desarrollarse.

En estos tres últimos programas avanzaronlas tipologías de chalets (v.), viviendas aisla-das de forma pintoresca y planta compacta (cua-drada o alargada), desarrolladas en dos o tresniveles. En las obras publicadas en la RevistaTécnica se observa la influencia de modelosfranceses a fin de siglo: La Construction Mo-derne, Le Monde Moderne, las obras de Planat,eran referencias para estas arquitecturas. Pron-to comenzarían a observarse también referen-cias a la arquitectura inglesa, cuya asociacióncon el Pintoresquismo se hallaba ampliamen-te extendida.

Desde el punto de vista social, el chalet sig-nificaba la necesidad de viviendas más peque-ñas y económicas que los palacios y petits-hô-tels urbanos, tanto como una forma de vida máslibre, ligada a la sociabilidad del ocio. Gene-ralmente se componían de sala, vestíbulo y co-medor en planta baja y de un número variablede dormitorios (dos o tres) en planta alta. Enentrepisos se resolvían las habitaciones de ser-vicio y las cocinas. Esta organización se com-plejizaba en el caso de las residencias marpla-tenses (a veces llamadas chalets y a veces villas),ya que, si bien las primeras construidas comoel chalet de J. Peralta Ramos (1890), el de Pe-dro Luro (1885) o el de Zamboni (aprox. 1890),responden en líneas generales a esta descrip-ción, las viviendas se fueron ampliando y com-plejizando. Junto a la planta compacta coexis-tían plantas alargadas y de conformaciónbastante libre para el momento, que referíana modelos ingleses.

Louis Cloquet en su Traité d’Architecture (Lie-ja, 1900) enumeraba una serie de categoríaspara la “casas de campo”, que aunque no fue-

ron utilizadas con mucha precisión en la Ar-gentina, prácticamente todas se desarrollaron:

1) Castillos: se diferenciaban de las villas enque eran edificaciones más importantes, ro-deadas de grandes parques y generalmente ocu-padas en forma permanente. 2) Villas: era la denominación italiana de lacasa de campo. En general, las villas eran cons-trucciones utilizadas en verano y contaban conjardines, antes que con grandes parques. Lasvillas francesas, en particular, se caracteriza-ban por su aspecto simétrico y por una bús-queda de unidad en la disposición. Ejemplosde castillos y villas se encuentran en las casasde estancia.3) Cottages: casas de campaña inglesas, deri-vadas de las antiguas casas de granja, caracte-rizadas por una gran preocupación por el con-

fort, buscado a expensas de la regularidad. Elaspecto general no ofrecía un conjunto claro,sino que era una agregación de detalles a losque el conjunto se subordinaba. Una disposi-ción típica eran las plantas alargadas, dondeuno de los lados mayores constituía el frenteprincipal. Ejemplos: arquitecto Walter B. Bas-set-Smith y B. H. Collcut en Mar del Plata; cha-let La Loma de Rafael Ocampo 1914-1919; cha-let de Bonorino Udaondo (1915).

Otra categoría que presentaba similaridadcon el cottage inglés eran las villas normandas,de plan libre y carente de simetría, construidoen pans de bois aparentes, con grandes techosesbeltos y quebrados que cubrían cada partede la planta. Ejemplo: Villa Ortiz Basualdo, enMar del Plata (G. Camus, 1919).4) Cottages americanos: se caracterizaban porla arquitectura maderera, rodeada en tres o cua-

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69Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u VISTA DEL TIGRE CLUB, DE PAUL PATER.

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tro de sus lados por una galería semicubier-ta. Dentro de este género podrían considerar-se las viviendas construidas en el Tigre, so-bre todo entre 1880 y 1916, más conocidas aquícomo bungalows y en general importadas deSuecia, Inglaterra o Estados Unidos.5) Manoirs flamencos: tradicional casa de cam-po flamenca, de planta rectangular y tres o cua-tro niveles. Dos techos a dos aguas se cruzabanen ángulo recto, y en el ángulo de encuentro seubicaba la torre de la escalera. Como ejemplode este tipo de planta puede citarse el chalet deDardo Rocha en Mar del Plata (c. 1910).6) Chalet (v.): construcción esencialmente ma-derera, que en algunas regiones (Norte de Fran-cia, Normandía) comenzaba a reemplazarsepor mampostería. En nuestro país, el términotuvo una circulación muy amplia, y se aplicóprácticamente a toda vivienda aislada, de te-chos inclinados y aspecto pintoresco.

DEBATE ARQUITECTÓNICO.

Para los arquitectos e ingenieros, los esti-los pintorescos significaban una renovaciónimportante. Por un lado, ciertas obras –por ej.el chalet en Haedo de Edouard Le Monnier (v.)–eran presentados como Arquitectura “Moder-na” y “Racional”. Esto significaba una arqui-tectura que carecía de “decoración”, en tantolos tratamientos plásticos se obtenían a travésde los propios elementos constructivos (vigas,columnas, cambios de materiales, etc.) y no através de elementos aplicados.

En segundo lugar, esta arquitectura ofrecíanuevos materiales estéticos: desde plantas asi-métricas hasta un nuevo repertorio de ele-mentos formales, pasando por los ensayos de

articulación entre arquitectura y topografía.Propiciaba también la incorporación del color,las texturas de los materiales y de las visualesno ortogonales.

Finalmente, sobre todo a partir de la pri-mera década de este siglo, el Pintoresquismose manifestaba como un campo más apto queel Clasicismo para la introducción de cambiostécnicos. Por ejemplo, la introducción del hie-rro se veía facilitada por un sistema composi-tivo que discutía las proporciones clásicas ylas relaciones visuales entre carga y sostén.También posibilitaba la introducción de ele-mentos prefabricados, como es el caso de losbloques “Bianchi” (c. 1910), o la experimen-tación tecnológica, como el sistema construc-tivo del ingeniero Chacón (c. 1907) para vi-viendas extraurbanas.

PERÍODO 1915-1930

PROGRAMAS. CASAS SUBURBANAS

Y DE VERANEO.

En este período, los programas arquitectó-nicos indicados anteriormente se mantuvieroncomo soporte de la Arquitectura Pintoresca,proporcionando un mercado en ampliación,sobre todo en cuanto a las casas suburbanas y,en menor medida, a las de veraneo. El Pinto-resquismo aportaba individualidad a las vi-viendas para satisfacer las expectativas de losclientes, aun en viviendas de presupuestos po-co elevados.

A estos programas se agregaron otros eneste período: los clubes fuera de la ciudad yciertas experiencias del Estado y de institucio-nes de acción social pioneras en vivienda des-tinada a los sectores populares.

CLUBES.

Alrededor de 1920, varios clubes constru-yeron su sede para práctica de deportes fuera

de la ciudad, como el Rowing Club en el Tigre(1919, proyecto de M. Madero y E. M. Real deAzúa, en Normando), el club Atlético San Isi-dro (1924, R. Soto Acebal (v. Neocolonial), el GolfClub de Mar del Plata (1922), Calvo, Jacobs yGiménez (v. Tudor), el Hurlingham Club (1928),el Pidgeon Club marplatense (1931, E.M. La-nús y F.C. Woodgate, v.), etc. Estas construc-ciones remataban un proceso de práctica dedeportes al aire libre que había comenzado ageneralizarse entre las elites a partir de 1880,desplazando los entretenimientos de origencampero o los heredados de España, para adop-tar el estilo de la sociabilidad europea (v. Club).

VIVIENDA DIRIGIDA A LOS SECTORES

POPULARES.

Merecen destacarse los proyectos de viviendaindividual de la Comisión Nacional de CasasBaratas (v.), creada en 1915. Tal es el caso del ba-rrio Cafferata (1919), del Alvear (1922) y delRawson (1930). Inicialmente, la CNCB propo-nía este tipo de arquitectura para los barriosporteños de baja densidad, mientras ensayabacasas colectivas, sin rasgos pintorescos, en sec-tores urbanos de mayor densidad. Aquí las vi-viendas se asociarían a la idea de ciudad jardín(v.), asociación que mantendría su vigencia enlos proyectos de vivienda popular hasta los añoscincuenta (v. Vivienda de interés social).

Esta relación, aunque no necesaria, articu-laba dos elementos centrales de los programasde vivienda dirigida a sectores populares: re-forma urbana, a través de trazados alternativosa la cuadrícula, y reforma de la casa, por mediode una compactación de la planta, frente a latradicional “casa chorizo” (v.). Las resolucionesformales se simplificaban con respecto a las vi-viendas suburbanas indicadas anteriormente:desaparecían torres, pórticos, galerías y ele-mentos decorativos, mientras el contraste demateriales quedaba reducido al mínimo. El re-sultado eran conjuntos basados en muros blan-cos y techos de tejas con reminiscencias decottages (Barrio Cafferata) o en variantes neo-coloniales (Alvear) o normandas (Rawson).

DEBATE ARQUITECTÓNICO.

Aunque las referencias francesas, y sobretodo las inglesas, no decayeron, se incorpora-ron en el período otros conjuntos formales, cu-ya procedencia puede caracterizarse genérica-mente como “latina”, muchos de los cualeseran también denominados “mediterráneos”:Hispanizante, Neocolonial (v.), Californiano,Vasco, Neorrenacimiento italiano (v.). Estas nue-vas respuestas giraban sobre un problema: la

70 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u SEDE DE LA CASA CUNA, EN SANTIAGO DEL ESTERO.

u PABELLÓN EN EL TIGRE, PCIA. DE BUENOS AIRES.

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necesidad de definir una arquitectura argenti-na, cuestión en la cual la pregunta sobre su ori-gen ocupaba un lugar central. Sobre este temahabía coincidencias en la disciplina en invocara España, pero a partir de tales coincidenciasse abrían múltiples caminos de interrogacióny divergencia: España podía ser tanto su des-arrollo europeo como sus rastros en América;y dentro de esta última posibilidad existían múl-tiples variantes regionales.

Este nuevo debate, que produce un des-plazamiento de las elecciones figurativas, serelacionaba con el clima cultural del Centena-rio y con las preguntas por la identidad de lacultura nacional, lo que culmina en la consti-tución de la corriente neocolonial alrededor de1915. El Neocolonial (v.) puede mencionarse enrelación con los programas que se venían des-arrollando en lenguajes pintorescos: en casasde estancia tal como Acelain, de Martín Noel(v.), de 1922, o El Cortijo, de Juan Kronfuss (v.),de 1927; en viviendas suburbanas, la obra deEstanislao y Juan Pirovano (v.) en Mar del Pla-ta, el chalet de Juana Casilda (1922), de Al-gelt (v.), “Villa Izpazter” de Martín Noel (1920);en clubes, como el ya citado Club San Isidro.De hecho, el Neocolonial estaba planteandouna discusión con todos los lenguajes consi-derados poco adecuados a las característicasclimáticas, culturales e históricas del país y alos materiales de construcción locales, por lotanto no sorprende esta competencia con lospintoresquismos en su propio terreno. Sin em-bargo, no es correcto considerarlo como un ex-ponente de la Arquitectura Pintoresca, porqueconstituyó una totalidad ideológica y estética–características que raramente se observan enla Arquitectura Pintoresca– y porque se trata-ba de un “estilo” en un sentido estricto; un sis-tema pautado y codificado que contrastaba conla libertad de combinación de elementos y for-mas observados en la Arquitectura Pintoresca;no estaba ligado a programas determinados.

En algunos autores, como Christophersen(v.), el Arte Colonial se proponía como una fuen-te de inspiración más vaga, que podía ser per-feccionada a través de la incorporación de ele-mentos de detalle del Renacimiento italiano.Así, en la residencia que proyectó en Playa Ca-rrasco (Uruguay, c. 1924) puede verificarse laexasperación de efectos pintorescos: planta asi-métrica, quiebres de volúmenes a 45°, articu-lando en el exterior elementos españoles y delllamado Renacimiento italiano: un patio an-daluz, techos de escasa pendiente, columnastoscanas y muros donde se combina un basa-mento en piedra y muros en revoque blanco.

Este tipo de combinaciones eran frecuen-tes en el período. Los tipos y modelos italianoseran juzgados como más adecuados que las lla-madas “arquitecturas nórdicas”, que habíancaracterizado el primer momento de desarro-llo del Pintoresquismo en el país, sobre todoen cuanto al uso del ladrillo, de cubiertas deescasa pendiente, y por la profusión de espa-cios semiexteriores. Esta tendencia se vio re-flejada en distintos programas, especialmenteen las residencias de verano, entre las que pue-de citarse el caso de las obras en Mar del Pla-ta de Luis Broggi (v.) (su propia casa “Villa Ge-roma”, y la residencia de David Costaguta, 1911)o la de Gino Aloisi (v.) (“La Gioconda” de Mar-cos Algier, 1922; proyecto para “Villa Leopol-dina” de Francisco Badino, 1922); o de Mar-chessotti y Bressan. También puede detectarseen el área de la vivienda destinada a sectorespopulares, tal el caso de la obra de Fermín Be-reterbide (v.).

También abundaban las referencias a Es-paña en el período. Entre los ejemplos se al-ternan distintos modelos de casas de campo,como las del norte de España, en el caso de “Mi-ralrío” en San Isidro (Pasman (v.), y Marcó delPont (v.)), la estancia “Melilla” cerca de Monte-video (Christophersen, c. 1926), o chalets deimpronta vernácula, como el chalet vasco. EnMar del Plata se encuentra una buena cantidadde estos, como las obras de Alula Baldassarini(v.) (casa de Brenda Bassi, 1930; Sofía Lanús deFrench, 1931 y Corina Blanca Smith, c. 1934).

Así, para fines de la década, la introducciónde un cambio de referencias (del mundo nór-dico al mediterráneo), una nueva preferenciapor la arquitectura anónima y un énfasis par-

ticular por los materiales locales y su expresiónarquitectónica conducían a un cambio pro-fundo en el desarrollo del Pintoresquismo. La“rusticidad”, entendida como carácter áspero,de terminaciones deliberadamente simples ypoco refinadas, emparentada con el mundo ru-ral, se presentaba como nuevo valor. A la vezse evidenciaba un mayor carácter tectónico enlas composiciones, que tendían a enfatizar larelación entre el edificio y el suelo. Hasta es-te momento, el carácter rústico podía ser unelemento integrante de la arquitectura pinto-resca, pero no lo era necesariamente ni ca-racterizaba la totalidad del campo. Estos temasserían intensamente explotados en la décadasiguiente, cuando el carácter rústico predomi-nó dentro de la arquitectura pintoresca, y seextendió a la decoración y los muebles.

PERÍODO 1930-1945.

PROGRAMAS. CASAS DE VERANEO

Y DE FIN DE SEMANA.

Estos fueron programas que continuaronen expansión, aunque abarcando los sectoresmedios, dato central para comprender las trans-formaciones tipológicas y formales de un pe-ríodo en el que se difunden viviendas más pe-queñas y sencillas que las producidas endécadas anteriores. Aparece, por ejemplo, lavivienda de una única habitación y servicios, olos chalets de una sola planta, raramente abor-dados anteriormente. Tal ampliación del mer-cado confirmaba, además, la tendencia a la rus-tificación de los lenguajes pintorescos que yase observaba en la década anterior y explicala inmensa aceptación del llamado “estilo ca-liforniano” que caracteriza los años treinta. Losnuevos clientes reclamaban casas de menoresdimensiones, a las que no todos los estilos delrepertorio pintoresco podían dar respuesta. ElCaliforniano, en cambio, proponía un reper-torio formal muy laxo, que podía combinarselibremente, resolviendo tanto una gran man-sión como una vivienda mínima. Si se obser-van manuales referidos a él, como el de R. New-comb (The Spanish House for America. ItsDesign, Furnishing and Garden, 1927), se en-cuentra un conjunto de elementos arquitectó-nicos y una serie de ejemplos muy distintosentre sí, a partir de los cuales resulta difícil de-finir en qué consiste la Arquitectura Califor-niana. En tal vaguedad radicó su éxito: era unaarquitectura de carácter, definida a partir demuy pocos elementos de utilización libre: mu-ros revocados y blancos, arcadas, techos de te-ja española de escasa pendiente.

La ampliación del mercado hacia los secto-

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71Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u IGLESIA DEL BARRIO DE SUBOFICIALES SARGENTO CABRAL.

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res medios se relaciona con varios procesos, en-tre los que se encuentra la ascensión económicade tales sectores durante los gobiernos radica-les; los cambios en la infraestructura física delpaís, como la ampliación de la red de caminosen los treinta y el aumento del número de au-tomóviles, que generalizaron el acceso al tu-rismo y a la casa de fin de semana. Finalmen-te, existieron cambios culturales, por los cualeslos sectores medios adoptaron costumbres delocio y del deporte extraurbano, anteriormenteligado a los sectores altos. En tal sentido tu-vieron no poca importancia las políticas esta-tales de fomento al turismo, leyes sociales co-mo la de sábado inglés y vacaciones pagas, lapromoción realizada por las localidades turís-ticas y las asociaciones comerciales locales.

VIVIENDA URBANA.

El proceso de generalización de los estilosrústicos no se detenía en los programas su-burbanos o en las villas turísticas; a finalesde la década del treinta se observa en vivien-das entre medianeras. De esta forma, parte delas implicancias del carácter pintoresco se de-jaban de lado, mientras el “gusto rústico” segeneralizaba. El estilo californiano se extendíay banalizaba: entre 1935 y 1948 se construye-ron los pequeños chalets marplatenses cuyovolumen y características definieron gran par-te de la morfología de la ciudad. Aparecía enellos el llamado “estilo Mar del Plata”, un pro-ducto híbrido que consiste en un tipo particu-lar de chalet de dimensiones moderadas, conpartes de piedra y partes de revoque blan-queado, techado con tejas coloniales y un pe-queño jardín al frente.

COUNTRY CLUBS.

Dentro de los sectores altos también se ob-servaban cambios culturales, referidos a nue-vas formas del ocio: aparecían los primeroscountry clubs (v.). Esta iba a ser una tendenciaque se ampliaría a partir de los años sesenta,sobre los modelos provistos por las leisure li-ving communities norteamericanas, pero los pri-meros se fundaron en la década del treinta (Tor-tugas Country Club; el Hindú Club; Highland).En sus orígenes se nucleaban alrededor del de-porte: golf, polo y natación (Tortugas e Hindú)o deportes ecuestres (Highland). Pero a dife-rencia de los clubes ingleses de origen, losargentinos incorporaron la vivienda de fin desemana. La articulación entre ocio y deporte,realizada durante el fin de semana, sin inte-rrumpir la actividad cotidiana en la ciudad, ha-bla de una relación ambigua con la ciudad,

ya que no se trata de una “huida”, sino de una“compensación” entre un tipo de habitar y otro.

Un tema central del período es el del confortmoderno, tema que se relaciona con la intro-ducción de modelos norteamericanos. La bús-queda de tal confort en viviendas pintorescas odel tipo rústico intentaba articular las ventajasde la Modernidad con los placeres del campo.

VIVIENDAS RURALES.

A partir de mediados de la década se pro-duce una serie de iniciativas de distintas re-particiones oficiales vinculadas a la construc-ción o a la provisión de modelos de viviendasrurales (v. Vivienda de interés social), en un momentode debate sobre la crisis del campo y las mi-graciones de la población rural a las ciudades.En una primera etapa, los proyectos de vi-viendas rurales fueron tomados del repertoriopintoresco: así se alternan, sobre plantas com-pactas, chalets suizos, californianos, neocolo-niales, cottages de techo de paja, por ejemploen la serie de obras de la Dirección de Tierrasy Colonización publicadas por Casas y Jardinesa fines de la década del treinta (arquitectos Hor-ta y Guastavino). Pronto comenzaron a bus-carse modelos dentro de la Arquitectura Ruralautóctona: un buen ejemplo lo constituye el

proyecto de Horacio Caminos (v.), ganador delconcurso de prototipos rurales para la regiónNorte del Banco de la Nación Argentina (1939).Allí, la rusticidad de la construcción en made-ra y paja intentaba borrar por completo todosigno de arquitecto proyectista, para impos-tarse como un producto anónimo. Otro hechosintomático del cambio de modelos es el aban-dono de plantas compactas, en favor de plan-tas alargadas, o en L, con galerías, retomandotradiciones de uso del espacio abierto propiasdel trabajo rural.

ARQUITECTURA DEL ESTADO.

También dentro de la obra del estado se di-fundían los lenguajes rústicos. Un caso es elde la Dirección de Parques Nacionales (v. Área

protegida). De su producción más importantepuede mencionarse la obra de Alejandro Bus-tillo (v.), en Bariloche, por ejemplo el Hotel Llao-Llao (1936-1938), la catedral Nuestra Señorade Nahuel Huapi (1946), la residencia El Mes-sidor (1942-1948), o la de Ernesto de Estrada(v.), autor del centro cívico y del ensanche Oes-te de Bariloche, y del planeamiento de las vi-llas Catedral, la Angostura y Llao-Llao. YPFtambién utilizó lenguajes pintorescos, comose observa en la obra de Antonio Vilar (v.). LaDirección de Ingenieros Militares del Minis-terio de Guerra empleó el californiano en unaserie de obras, como la Escuela de Aviación enCórdoba (1938), cuarteles en Esquel y Covun-co o el barrio de suboficiales “Sargento Cabral”en Campo de Mayo (1933-1937). Otro caso lorepresentan los proyectos de cuarteles tipode Antonio Bilbao La Vieja (v.) (c. 1940) para larecientemente creada Gendarmería Nacional.La Dirección de Arquitectura del Ministerio deObras Públicas lo utilizó en hoteles y hosterí-as y en escuelas. Todas estas obras tienen encomún la búsqueda de imágenes para el inte-rior del país.

DEBATE ARQUITECTÓNICO.

La “rustificación” del gusto en el habitarmotivó distintas respuestas dentro del campoarquitectónico. En los treinta, debe recordar-se que “rústico” o “pintoresco” se oponían a“moderno” como elecciones figurativas. Fren-te al rústico existían tres posiciones: actitudeseminentemente profesionalistas, que incor-poraban estos estilos de manera pragmática;actitudes modernistas, en principio confron-tadas con el universo de formas rústicas; y po-siciones nacionalistas, que encontraron en taluniverso un núcleo a partir del cual montarsus búsquedas de una “arquitectura argenti-

72 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CIUDAD DE LOS NIÑOS, EN LA PLATA.

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(MOP, BHN), provinciales o municipales (v. Vi-

vienda de interés social). En buena parte de esta pro-ducción se generaliza el uso del California-no, en agrupaciones derivadas de los esquemasde la ciudad jardín (v.), como en la produccióndel MOP o en el Plan Eva Perón (v.) del BHN,pero también en muchos de los ministeriosprovinciales. Se lo consideraba adecuado parael interior del país o para conjuntos suburba-nos en la capital, como Ciudad Evita o el Ba-rrio Saavedra. Las imágenes de estos barriostuvieron mucha difusión en la prensa parti-daria y en la propaganda política, y quedaronfijados en el imaginario social como “arqui-tectura peronista”, a la vez que como un signodel apoyo que tal gobierno había brindado a lavivienda popular, aunque esta articulación dePintoresquismo y ciudad jardín tenía desarro-llos anteriores en el país. El Californiano seempleaba en vivienda popular desde mediadosde 1935: proyecto Bilbao La Vieja para La Ma-tanza; el barrio de suboficiales Sargento Ca-bral, el Barrio Dodero en Monte Chingolo (c.1945), el barrio de viviendas “Monseñor Co-pello” de la ACA (1943-1946). El Estado, du-rante el gobierno del peronismo, encontró eneste tipo de arquitectura aceptación social, so-bre todo dentro de los sectores medios. Apli-car este “gusto” de los sectores medios a lavivienda popular era parte del cariz redistri-butivo que el peronismo imprimía a su ges-tión. Por otro lado, se consideraba una arqui-tectura apropiada para el interior del país:utilizando un Californiano “lavado” y simpli-ficado podía prescindirse de las variantes re-gionales sobre las que había reflexionado la ar-quitectura de los años treinta y podía emplearseuna misma arquitectura en todo el territorio,lo que facilitaba la proyectación centralizadade obras públicas.

La Dirección Nacional de Arquitectura delMOP, continuando con ciertas líneas ya des-arrolladas en los años treinta, utilizó un Cca-liforniano lavado combinado con madera, pie-dra y ladrillo (v.) visto para obras como coloniasde vacaciones y hoteles (Embalse Río III enCórdoba, colonias de Ezeiza, Chapadmalal,San Luis, Corrientes y Paso de los Libres). Enescuelas se emplearon los mismos lenguajes,disminuyendo la presencia formal de las cu-biertas y agregando algunos detalles del re-pertorio neocolonial (Escuela Normal de SanNicolás, Colegio Nacional de Artes y Oficiosde Río IV, Córdoba, Colegio nacional de Per-gamino, Colegio Nacional “Aguilares” en Tu-cumán, Escuela Normal de Villa Dolores, Cór-doba, etc.). Para los hoteles de Bariloche y

na”. Con respecto a la primera, muchos ar-quitectos ganaron dinero y prestigio públicoa partir de sus obras rústicas: Carlos Mal-branche, difusor de la casa suburbana cali-forniana, Rodríguez Etcheto (v.), conocido cons-tructor de chalets de piedra en Mar del Plata,Aberastain Oro o Lyman Dudley, quienes per-severaron en la línea de los cottages de paja,son algunos ejemplos de un ejercicio profe-sional correcto y sólido, ligado al mercado cons-tituido por los sectores medios altos.

Lo rústico era un problema para un sectorminoritario, aunque más reflexivo, que desdefines de los años veinte había impulsado la in-troducción de formas modernas, entendidascomo una renovación radical del habitar (v. Mo-

derna, Arquitectura). Esta constituye la segunda po-sición indicada: para figuras como Alberto Pre-bisch (v.), Antonio Vilar (v.), Alejo Martínez,León Dourge (v.) o Wladimiro Acosta (v.), la pro-liferación de estilos rústicos significa el filis-teísmo estético que combatían.

Pero hacia fines de la década se verifica unviraje “regionalista”. Y la arquitectura rústicacomprende la mayor parte de las obras publi-cadas por las revista de arquitectura. Por ejem-plo, en 1941 Casas y Jardines publicaba la casade Alejo Martínez (v.), en San Isidro, con te-cho de tejas y mampostería pintada en rosa ocre;ella se alejaba de las formas modernas, la an-terior preferencia del arquitecto Martínez.

Con respecto a la tercera posición, la bús-queda de una arquitectura nacional era un te-ma ya trabajado por el Neocolonial y sus teó-ricos, pero se actualiza a fines de los treinta yprincipios de los cuarenta, y alcanza su pun-to más alto a partir de la alianza entre los sec-tores militares y el nacionalismo católico, queproduce el GOU. Esta línea, en la cual con-vergían radicales como Guido (v.) y Noel (v.) concatólicos como Buschiazzo (v.) y Domínguez,se encontraba directamente ligada a la inves-tigación histórica y al restauro, pero en este ca-so, insertada dentro del Estado, ya que la Co-misión Nacional de Monumentos Históricoshabía sido fundada en 1939, y en 1943 se cre-aba en la Dirección General de Arquitecturadel MOP la Oficina de Lugares, Edificios y Mo-numentos Históricos.

Se observa aquí que la marcada inflexiónhispanista y americanista que caracterizó elprimer Neocolonial se trastocó en la búsque-da de raíces “argentinas”, esto es, pampeanas,cuyo más alto ejemplo lo constituía la quintaPueyrredón, objeto de restauración junto conotros edificios históricos. El modelo elegidoimplicaba también en este caso una renuncia

al Pintoresquismo: el campo era ahora un nú-cleo de valores.

Por otra parte, esta corriente criticaba la co-pia o la aclimatación de estilos, de métodosconstructivos y de materiales de otros países.De esta forma se criticaba un mecanismo deselección formal que había sustentado la exis-tencia del Pintoresquismo en el medio local.Lo que es difícil de inferir es de qué forma susmodelos, referidos en general a edificios decontenido histórico, podían servir para la edi-ficación popular.

PERÍODO 1946-1950.

PROGRAMAS. VIVIENDA MASIVA.

En este período se inicia la construcciónmasiva de viviendas populares por parte delEstado, a través de organismos nacionales

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73Diccionario de Arquitectura en la Argentina

El chalet californiano

u LA LAXITUD FORMAL DEL “ESTILO CALIFORNIANO”

PERMITÍA SU DIFUSIÓN MASIVA, Y SU UTILIZACIÓN

EN CASAS DE DIMENSIONES REDUCIDAS.

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Ushuaia, se eligió una arquitectura con ma-yor presencia de la madera, en una línea yainiciada en la década anterior por Parques Na-cionales (v. Área protegida). Este tipo de arquitec-tura se observaba también en obras de OSN(v.) y de la Dirección General de Vialidad Na-cional. Parques Nacionales continuó con suspolíticas de edificación pintoresca de la dé-cada del treinta.

La Fundación Eva Perón realizó gran par-te de sus obras en Californiano. En obras co-mo la Ciudad Infantil y la Ciudad Estudian-til, por las características simbólicas de losprogramas, la arquitectura se recargaba y exa-geraba, aproximándose al kitsch. En estos ca-sos se apelaba a los que se consideraban gus-tos populares: el Californiano, por su relacióncon las casas de veraneo de los sectores me-dios, era visto como el espacio de una vida “lu-josa” y sin privaciones, que la Fundación po-nía al alcance de los humildes. También lainstitución proyectó y construyó una pequeñaciudad pintoresca en Las Cuevas (Mendoza1953). En el Hogar de Ancianos “PresidentePerón” de Burzaco se emplearon ciertos ele-mentos del Neocolonial para asemejarlo a unaresidencia de campo. En la Arquitectura Hos-pitalaria promovida por la Fundación el Pin-toresquismo se ve reducido a las cubiertas in-clinadas y a ciertas combinaciones de materialesen el tratamiento de los muros.

VIVIENDA SUBURBANA Y DE VERANEO.

A la vez que la arquitectura californiana yotras variantes rústicas fueron ganando te-rreno dentro de la arquitectura producida porel Estado, en las viviendas suburbanas y de ve-raneo se introdujeron nuevas formas. Se im-pone el Cape Cod o “de Nueva Inglaterra”, co-mo en las residencias “Aluminé” en Mar delPlata, del arquitecto Alberto Rodríguez Etcheto(1940), o “el estilo rural estadounidense” (Pa-ter y Morea, c. 1943).

DEBATE ARQUITECTÓNICO.

A partir de 1950 el término pintoresco de-jó de ser utilizado en la cultura arquitectónica,síntoma de que la tensión cultural que lo ha-bía caracterizado durante cerca de 70 años enel país se desvanecía. Aunque algunas de laspreocupaciones que habían nutrido tal tipo dearquitectura se mantienen y podría continuarseel análisis de algunas de ellas en conjuntos deobras fundados en la vivienda individual ex-traurbana, como las llamadas “Casas Blancas”(v.), la “Arquitectura Mediterránea” o las vi-viendas de los country clubs, ya no puede ha-

blarse de “Arquitectura Pintoresca”, en tantoel contexto cultural en el que la expresión te-nía sentido ha desaparecido. El universo den-tro del cual el Pintoresquismo se recortaba erael del Eclecticismo, con la posibilidad de se-leccionar conjuntos formales de acuerdo conel carácter asignado a la obra, y de reformu-lar la relación arquitectura / naturaleza a tra-vés de determinadas figuraciones. La genera-lización de la Arquitectura Moderna acabó coneste tipo de diferenciaciones y la relación arte/ naturaleza adoptó otras posibilidades de des-arrollo, como las planteadas por los regiona-lismos. A. B.

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PIRCA. f. En la Argentina, Bolivia, Chile, Ecuadory Perú, pared de piedra en seco. El vocablolo tomó el español del quechua, donde sig-nifica ‘pared’. Se trata de un muro de esca-sa altura, construido mediante la técnica deencastrar bloques de piedra sin labrar, o conpoco trabajo en una de sus caras, y habi-tualmente sin el empleo de ligante de ningúntipo salvo, barro y pedregullo.

Las pircas pueden servir tanto para definirun espacio acotado, que se destina a conte-ner animales de corral, como extenderse porcientos de km sin interrupción por la ladera deuna montaña a fin de definir un límite terri-torial. Es posible observar una amplia variedadde calidades constructivas en las pircas, queabarca desde los muros simples de una sola hi-lera de piedras hasta las de varias hiladas, conrelleno y aspecto notablemente simétrico. Laconstrucción de las primeras estructuras de es-te tipo se remonta al período prehispánico tem-prano, si bien la técnica continúa siendo em-pleada, en pequeña escala, por las poblacionesactuales en toda zona en que haya piedra ac-cesible. En el noroeste argentino se destacanlas que, por influencia incaica, tiene una carafrontal bien escuadrada, usadas en puertas deviviendas, altares o nichos. A. I. / D. S.

PIROVANO, ESTANISLAO. S/d, 1890 - s/d. Ar-quitecto. Uno de los principales represen-tantes de la corriente Neocolonial en BuenosAires (v.).

Estudia en la Escuela de Arte de Glasgow yen la Escuela Especial de Arquitectura de Pa-rís, donde se gradúa en 1914. Trabaja en esti-los Revival, Tudor y Georgiano, luego se inte-

74 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u MURO DE PIRCA EN EL NOROESTE ARGENTINO.

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gra en la tendencia neocolonial, realizando di-versos edificios “arequipeños”. Proyecta el edi-ficio del diario La Nación, el colegio Argenti-no Modelo en Riobamba 1059, el Consuladoespañol y varias residencias: de Sojo en Sui-pacha, hoy demolida, Talcahuano 1273; JuezTedín y Tagle; Ombú 3024; Lafinur 2988; Char-cas y Anchorena, etc. C. G. G.

PIZZUL, FINLANDIA ELISA. Buenos Aires, 1902.Primera arquitecta graduada en la Universidadde Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1929.

Su carrera se desarrolló como funcionariade la Secretaría de Salud Pública de la Nación,en la Dirección General de Construcciones eIngeniería Sanitaria. Fue también directora dela Biblioteca de la Facultad de Arquitectura yUrbanismo –tarea en la que cesó, por motivospoco claros, en 1949– y piloto aviador, gra-duada en el curso oficial de aeronáutica civil.Una sala de la actual biblioteca de la FADU-UBA lleva su nombre desde 1994. G.S.

PLAN. m. En urbanismo, producto intelectual pre-vio a una acción. Es un tecnicismo tomadode la arquitectura, en la que alude al hechode formalizar el proyecto en una dimensióndiferente de la de su materialización.

A diferencia de plano, que alude a una “re-presentación gráfica de una superficie o te-rreno”, plan es “intención, proyecto”, de acuer-do con la definición del Diccionario de la lenguade la Real Academia Española (Madrid, Espasa,2001). El urbanismo moderno retoma esta dis-tinción lingüística y define las voces de estamanera: “un plano” es “una representacióngráfica, agradablemente coloreada, en la quefiguran todas las transformaciones proyecta-das para una ciudad existente o todas las es-

tructuras previstas para una ciudad a crearse”,contrariamente a un plan (regulador), que de-be comprender a muchos “planos” y a toda cla-se de representaciones de la ciudad y sus pro-blemas [...] la propaganda, la enseñanza y lalucha urbanística, y debe amoldarse a la me-tamorfosis rápida de los complejos vitales dela urbe” (Della Paolera, 1929). Desde esa acep-ción restrictiva, el plan sería específicamenteel resultado de las tareas profesionales –de ur-banistas o planificadores–, si bien el lenguajecorriente otorga al plan un alcance más am-plio. Eefectivamente, en sus acepciones ge-nerales, se denomina plan al “Modelo siste-mático de una actuación pública o privada, quese elabora anticipadamente para dirigirla y en-cauzarla” y al “Escrito en el que sumariamen-te se precisan los detalles para realizar unaobra” (cf. Real Academia. Op. cit.).

Las diferencias entre plano y plan son espe-cíficas de nuestro idioma. En francés existe ex-clusivamente el término plan, que condensaambas acepciones. En la Enciclopedia de Dide-rot y D´Alembert, plan alude exclusivamente asu dimensión geométrica. No obstante, exis-tieron contemporáneamente otras acepcionesque asimilaban la palabra a proyecto (“se dicefiguradamente del proyecto de una obra” (Fu-retiere, 1690); “conjunto de disposiciones quese deciden para la ejecución de un proyecto”(Larousse, 1766). En este sentido, la idea de planse define en asociación con la de composiciónartística: “El arte de escribir ha tomado el tér-mino plan de la arquitectura y lo utiliza parasignificar el conjunto de lineamientos que for-man un primer diseño [...], que circunscribensu extensión, que marcan el principio, el me-dio y el fin, que ordenan las partes principales,las relaciones y el encadenamiento” (Larousse,1879). En esta definición, el plan sería el prin-cipal instrumento que puede asegurar el con-junto de una composición en el espacio y en eltiempo. En el espacio, porque asegura el todoy la autonomía relativa de las partes. En el tiem-po, porque debe ser una guía de la composi-ción, que ordena el proceso de la actividad delartista. Esta definición alude a las lógicas de lanaturaleza y se vincula con las ciencias natu-rales. La “construcción conforme a plan”, re-fiere a la materia viva, donde las partes y el to-do se completan en una función total.

La utilización de la palabra plan, en refe-rencia a la ciudad, coincide con un momentoclave, el fin del siglo XVIII, cuando el Ilumi-nismo construye la ciudad como un objeto deestudio y de acción. La “forma” y “distribuciónde la ciudad” racional tiene su correlato en el

diseño del plan. Por un lado, manifiesta la re-lación que se establece entre ciudad (contex-to de intervención) y arquitectura. Por el otro,define una óptica de la ciudad, en relación a laregularidad, comodidad y funcionalidad hi-giénica (Pracchi, 1974).

La historia del urbanismo recupera comoantecedentes concebidos en ese espíritu do-cumentos tales como el plano de alineamien-to de Verniquet (1774), que respondía a unademanda real de relevamiento de París dentrode la muralla con casas, terrenos, etc.; el planPatté (1776) y el Plan de los Artistas (1793).El plan sería un documento técnico de cono-cimiento pero también de anticipación, de pro-yecto, tal como se manifiesta en los “planes deembellecimiento y extensión” decimonónicos.

Tales concepciones se fueron transfor-mando durante el siglo XIX y estuvieron en labase del clima científico, en el que Marcel Po-ète y Patrick Geddes construirían sobre la ideade plan sus teorías acerca de la ciudad de losinicios del siglo XX. La idea moderna de plan(asociada con proyecto, plano y programa) in-corpora una nueva dimensión –en un sentidoopuesto a la “construcción conforme a plan”–cuando se opone a “destino”. Proyecto, plany programa serían: “acciones similares y con-vergentes de síntesis y de previsión, con la cua-les se manifiesta la decisión y con ella la pre-sunción de control sobre las interpelacioneshumanas y, en definitiva, la afirmación de lavoluntad consciente y del rigor racional sobrela oscuridad casual de la existencia y el deve-nir” (Portoghesi, 1969). En ese sentido, la ideade plan es próxima a la de tabla rasa, opuestao superpuesta a la tradición, a la construcciónexistente. En la tensión entre estas acepcionescontrastadas, más que en su oposición, se fun-damentan dos formas de gestación espacial: la

pin pla

75Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLANO DEL ÁREA FUNDACIONAL DE BUENOS AIRES.

u PLANO DEL ÁREA FUNDACIONAL DE LA PLATA.

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“norma”, plan constituido sobre la base de lasleyes de constitución del espacio urbano, y “elmodelo”, que se concibe como creación ex-no-vo (Choay, 1980).

PLANES EN BUENOS AIRES.

La cuadrícula de Indias (v.) puede conside-rarse como un plan, en la medida que su tra-za –forma urbana– conduce la ocupación delespacio de la ciudad, asegurando su control so-cial y administrativo. El “espíritu iluminista”arribó a Buenos Aires por medio de la norma-tiva borbónica, en tanto los primeros planes fue-ron confeccionados por los profesionales de losdepartamentos técnicos que contrató Rivadaviadurante la década de 1820. Posteriormente seconfeccionaron planos para la fundación de co-lonias y pueblos, así como una inmensa ga-ma de documentos para el alineamiento, elloteo y la regularización. El plan de La Plata (v.),para la capital provincial, marca la finalizaciónde una etapa de experimentación.

El Plano de Mejoras (1898) y el Nuevo Pla-no (1909), confeccionados por Comisiones téc-nicas, fueron “planos” y no “planes”, en el sen-tido disciplinar antes mencionado. No obstantemarcan una inflexión en las modalidades derepresentación de la ciudad y se conciben co-mo instrumento administrativo de control eintervención. Son trazados geométricos, queorganizan y jerarquizan intervenciones mo-numentales –plazas y edificios– sobre una gri-lla regular. Estos “planos” intentaron poner enrelación proyectos diversos. Asimismo, fueronlos primeros documentos donde la ciudad sevisualiza como un conjunto dentro de sus lí-mites jurídico-administrativos. Esta visión deconjunto tuvo entre otros fines operativos losde planificar las obras públicas y controlar laedificación pública y privada.

1. El Proyecto Orgánico para la Urbanizacióndel Municipio. El Plano Regulador y de Re-forma de la Capital Federal de la Comisión deEstética Edilicia (1925). Es el primer documentolocal que intenta responder a las ópticas delUrbanismo Moderno. La Comisión es convo-cada por el intendente Carlos Noel en abril de1923 y el documento es editado en 1925. Se ela-bora durante la presidencia de Marcelo T. deAlvear, en un momento de mayoría socialistaen el Concejo Deliberante.

El Proyecto Orgánico se propone como unplano de proyectos, como un estudio preli-minar para la elaboración de un Plan Regu-lador, cuyos alcances se precisan en el últimocapítulo. Plantea propuestas para el área de

Capital Federal, y manifiesta por primera vezla necesidad de considerar la extensión. Estavisión sobre la necesidad de incluir los barriosextramuros se plantea, a instancias del fran-cés Forestier, por primera vez en Buenos Ai-res. Traza estudios diagnósticos: proyeccionesde población, estimaciones edilicias, y consi-dera la extensión de la ciudad en el tiempo yen el espacio.

Participaron de la Comisión, presidida porel intendente, el arquitecto René Karman (v.)

–por la Municipalidad de Buenos Aires–, el ar-quitecto Carlos Morra (v.) –por la SCA–, el in-geniero Sebastián Ghigliazza (v.) –por el MOP–,el arquitecto Martín Noel (v.) –por la ComisiónNacional de Bellas Artes–, el ingeniero Víc-tor Spotta –por el director general del Depar-tamento de Obras Públicas de la Municipali-dad–, el historiador Emilio Ravignani–secretario de Hacienda de la Municipalidad–y Jean-Charles Forestier (v.), parquista francés,funcionario de la Municipalidad de París. Es-te último tuvo a su cargo la propuesta para losespacios verdes y una extensa documentaciónsobre legislación urbanística y de expropiacio-nes incluida en el anexo.

La Comisión desarrolló un planteo que ten-día explícitamente al reequilibrio de la estruc-tura urbana de Buenos Aires. Las propuestasdel Plan intentaron recuperar el río y el respeto

por la figura histórica de la ciudad, concilian-do “lo viejo y lo nuevo”. Se pretendió una dis-tribución edilicia equilibrada, proponiendo unazonificación y una reestructuración a nivel delconjunto. Se diseñó una red vial articulada porcentros cívicos (conformados por las estacio-nes y conjuntos de los edificios públicos) y unsistema de espacios verdes jerarquizado (par-ques, cementerios, plazas, plazas de juegos ybulevares arbolados) que organizarían la ex-tensión metropolitana. Asimismo, se planteóla creación de barrios parque y equipamientosdestinados a los barrios obreros; se elaboró unanormativa diferencial según los barrios. In-cluye propuestas de descentralización admi-nistrativa y considera la participación de las so-ciedades de fomento (inscriptas desde 1919 enun registro municipal) en la toma de decisio-nes en torno de los espacios barriales.

El plan de la CEE formula un diagnósticopara fundamentar su propuesta. El capítulo“Población” efectúa un análisis de los datosdemográficos y de edificación globales y porcircunscripción, que justifican “científica-mente” el zoning por el cual la ciudad se divi-de en seis secciones, con alturas, densidadesy ocupación de la parcela diferenciadas. Se vis-lumbra, pese a un tratamiento rudimentariode las estadísticas, el interés por examinar lastendencias para construir las leyes de evolu-

76 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLAN REGULADOR Y DE REFORMA DE LA CAPITAL FEDERAL, REALIZADO POR LA COMISIÓN DE ESTÉTICA EDILICIA EN 1925.

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ción y la visión de la totalidad del sistema, suspartes y sus relaciones.

En las propuestas se examina la factibilidadde los proyectos anteriores, que se intenta ho-mogeneizar desde premisas de partido globa-les. La ciudad se plantea como un conjunto. Laestructuración se constituye con un “sistemade calles” –la necesidad del camino periférico,como pieza del sistema vial– y los “centros”con edificios públicos en torno de las estacio-nes” y de los nudos de circulación principal.Estos “conjuntos monumentales” son a su vezlos núcleos para la descentralización admi-nistrativa y los reorganizadores de la estructu-ra urbana: Avenida de Norte-Sur , Avenida Cos-tanera, la Explanada de Retiro, Plaza delCongreso, Plaza Constitución, Plaza de Mayo,Plaza Italia, Plaza Once de Septiembre, Par-que Centenario. Sumado al proyecto de la Co-misión, se incluye un anexo con la propuestade Forestier, que propone un sistema de par-ques públicos, plazas, avenidas, paseos bule-vares arbolados que abrazan la extensión.

En el capítulo final se plantean los instru-mentos para un Plan científicamente concebi-do: la constitución de una comisión técnica ylos reglamentos (v.). El Plan, que superaría losalcances del proyecto de la CEE, es presenta-do como una necesidad imperativa. A fin de lle-varlo a cabo, se proponen varias secciones pa-ra su elaboración y seguimiento: I) Legislación;II) Plano de la ciudad, plan de vialidad y ex-tensión, estética urbana, división de manzanasy loteos, paseos, parques, terrenos de ejerciciosfísicos, distribución general de los servicios pú-blicos sanitarios, etc; III) Higiene urbana, aguascorrientes, desagües, construcción, limpieza ybarrido, transportes y tráfico, previsiones sani-tarias, hospitalarias, mercados y servicios deabastecimiento; IV) Habitación, reglamenta-ciones, higiene de la habitación, saneamientode casas insalubres, casas de alquiler barataspara empleados y obreros.

Las fuentes de referencia son múltiples,

aunque cabe puntualizar la influencia de lostextos de Hegemann (v.) y Peets sobre arte cí-vico, los planteos norteamericanos de la CityBeautiful y, más globalmente, las ideas del ur-banismo SFU (Sociedad Francesa de Urba-nismo), vehiculizada por Forestier.

2. Plan Director para la Ciudad de Buenos Ai-res y lineamientos generales para el Área Me-tropolitana y su región. Se elabora desde 1948(estudios diagnósticos previos al Plan), se or-ganiza en 1958 y es publicado en 1962. El or-ganismo creado para su confección es la Ofi-cina del Plan Regulador de Buenos Aires (1958),en el ámbito de la Municipalidad de Bs. As.

La idea de planeamiento es coincidente conla reconstrucción europea de posguerra: “ElPlano Director es un instrumento técnico-ju-rídico, que establece la estructura futura de laciudad, conjugando realidad urbana con mo-dernos criterios de previsión urbanística”. Elequipo técnico estaba constituido por profe-sionales de diferentes disciplinas, organizadosen equipos según áreas temáticas. Cada equi-po contaba con consejeros. Los equipos eran:Áreas Rurales y Puerto (arquitecta Ítala Villa(v.) e ingeniero Ricardo Ortiz); Industria y Ener-gía (Dr. Alberto Zanetta); Morfología Urbanay Sociología (arquitecto Eduardo Sarrailh (v.),arquitecta Odilia Suárez (v.), arquitecto Clo-rindo Testa (v.) y Jorge Goldemberg (v. STAFF);Legislación (Dr. Carlos Mouchet); Adminis-tración Pública (Dr. Carlos Pérez Crespo); Eco-nomía y Finanzas (Dr. Leopoldo Portnoy); Re-laciones Públicas (arquitecto Francisco GarcíaVázquez (v.); Secretario General (Juan CarlosGómez); Secretaría Técnica (arquitecta MartaValinoti). El equipo de Morfología Urbana ySociología tendría un rol protagónico en la ela-boración de la propuesta definitiva.

El documento técnico del Plan establecetres escalas de planeamiento: la primera co-rresponde a la Ciudad de Buenos Aires; la se-gunda se ubica en un radio de 30 km alrede-dor de esta: el Gran Buenos Aires; y la tercera,en un radio de 100 km. Respecto de la gestión,el plan se propone establecer acuerdos entrelos gobiernos nacional y provincial, sin preci-sar modeladas efectivas. Se realiza por prime-ra vez un estudio integral de la región, que in-tenta articular las diferentes escalas (urbana,metropolitana y regional).

A escala regional, se propicia el crecimien-to en dirección Norte-Sur. Con el propósitode orientar el desarrollo del área se marca la im-portancia de una red vial y ferroviaria como fac-tor de intercambio económico y conexión de

una estructura de centros urbanos de diferen-te jerarquía. Se propone una zonificación de ac-tividades agropecuarias e industriales para to-da la región, y se prevé la preservación deespacios naturales a través de obras de sanea-miento, forestación y canalización. En la esca-la metropolitana (que comprende el Gran Bue-nos Aires), se enfatiza el crecimiento vial pormedio de la autopista de la costa. En el interiordel área, las vías interrelacionan los centros ur-banos de convergencia para equilibrar y con-trolar. La superficie destinada a las activida-des industriales se reduce considerablementey se evitan los fraccionamientos de áreas rura-les. En la escala urbana, domina un criteriode racionalidad y ordenamiento. La ciudad sedivide en 5 sectores urbanos y 46 unidades deplaneamiento. Uno de los principales objetivosde la propuesta es definir una nueva zonifica-ción, que nivele los valores de la tierra y distri-buya en equilibrio la población. La propuestase completa con un sistema jerarquizado de cir-culación vial: autopistas periféricas, avenidasde distribución y avenidas de interconexión

El Plan Director selecciona áreas de inter-vención, a escala regional y a escala urbana, alos efectos de conducir las transformaciones.Para el espacio regional se proponen zonas depromoción forestal en el eje La Plata-BuenosAires, en las zonas bajas del borde costero delsur de Buenos Aires; construcción de núcleosde vivienda en altura en terrenos de relleno re-cuperados al Río, y áreas de forestación enlas márgenes de los ríos Matanza y Reconquista.Para el espacio de la Ciudad de Buenos Airesse proponen: autopistas del Centro y de la Cos-ta (Tigre-La Plata), completamiento Caminode Cintura y la Avenida Gral. Paz, renovacióndel Área Centro, remodelación de terrenosde uso inadecuado (Catalinas N, Catalinas S,Casa Amarilla; Chacra Saavedra; Ex Bañado deFlores; Agronomía; Puerto Madero), creaciónespacios verdes en: Puerto Madero, ex-bañadode Flores, Chacra Saavedra; creación del Ae-

pla pla

77Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u SEDE MUNICIPAL EN EL REMATE DE LA DIAGONAL SUR. u RECONSTRUCCIÓN DE LA PLAZA CONSTITUCIÓN, 1925.

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ropuerto Regional ubicado en el Río, rees-tructuración y renovación de la zona de Puer-to Madero.

Este trabajo plantea entre las condiciones deoperatividad del Plan la necesidad de formu-lar un Código de Planeamiento, en tanto ins-trumento básico. La segunda condición de ope-ratividad del Plan se relaciona con la gestión: lacoordinación de acciones a escala provincial ynacional mediante acuerdos y una labor técni-ca conjunta. Sus fundamentos teórico-técnicos,explícitos en el estudio de “Uso del suelo y dis-tribución de la población actual y futura de laCiudad de Buenos Aires”, manifiestan las ide-as urbanísticas de la década del cincuenta, quecon criterio racionalista definían la ciudad ysu futuro desarrollo mediante la técnica del zo-ning y de intervenciones inductivas.

3. Esquema Director del año 2000. EsquemaDirector de la Organización del Espacio de laRegión Metropolitana de Buenos Aires. Se ela-bora entre 1966-1969, en tanto la propuestafue publicada en 1970 por la Oficina RegionalMetropolitana (ORM) y la Secretaria del Con-sejo Nacional de Desarrollo (CONADE- PEN).

El CONADE (Consejo Nacional de Des-arrollo) fue creado el 23-08-1961 como orga-nismo de la Presidencia de la Nación, en elmarco de la Secretaria de Planeamiento y Ac-ción de Gobierno; tenía entre sus funcionesprincipales la de definir los objetivos a largoplazo del “proceso de desarrollo”. Se trataba deun organismo de coordinación de la acción degobierno, que centralizaba decisiones relativasa la programación de inversiones, evaluaciónde política económica, estudios de investiga-ción socioeconómica y elaboración de proyec-tos de cooperación internacional. Más tarde–Decreto 1907/1967, Ley 16.964– se creó el“Sistema Nacional de Planeamiento y Acción

von der Becke, Wilma Zipper); Técnicos Ad-juntos (María del Carmen Saravia de Costa,Silvia Scroll, Juana Reisses). Se contó con elapoyo permanente de una Misión de Coope-ración Técnica de Francia.

La Región Metropolitana de Desarrollo com-prendía la Capital Federal y los partidos de Al-te. Brown, Avellaneda, Berazategui, Cañuelas,Esteban Echeverría, Florencio Varela, Gral. LasHeras, Gral. Sarmiento, Lanús, Lomas de Za-mora, Marcos Paz, La Matanza, Merlo, More-no, Morón, Pilar, Quilmes, San Fernando, SanIsidro, San Vicente, Tigre, Tres de Febrero,San Martín y Escobar en la Provincia de Bue-nos Aires, la isla Martín García y el Delta. Es-ta delimitación institucionaliza la región comoespacio geográfico y como área para la imple-mentación de acciones de desarrollo.

La propuesta consistió en un Plan de Orien-tación para la organización del espacio y la lo-calización de las actividades. Se intentaba trans-formar el tradicional esquema radioconcéntricoen un sistema lineal. Se indicaron dos ejes pre-ferenciales de urbanización: la autopista de lacosta y la autopista tangencial. Paralelas al río,definen en dirección NO-SE, una extensa fran-ja de 120 km de largo por 20 de ancho, que vade Zárate-Campana a La Plata. Esta franja seencuentra surcada por una red vial y ferrovia-ria interconectada (red de expreso regional). Porúltimo, otra autopista denominada marginal omediterránea sirve de límite al Hinterland me-tropolitano. El área central fue considerada co-mo símbolo de la “vida metropolitana”, y sepuso énfasis en su fortalecimiento y reorga-nización. Según las hipótesis de crecimientodel diagnóstico, el área podría absorber el 35%de los nuevos empleos terciarios, que resulta-ban de las proyecciones para el año 2000. Así,se mantuvo la concentración de funciones yse propuso para ello avanzar sobre la zona dePuerto Madero. La idea de consolidar el áreacentral se vinculaba con la propuesta de rees-

78 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ESQUEMA DEL PLAN DE LE CORBUSIER PARA BS. AS.

u CABECERA DEL PLAN DE BUENOS AIRES DE LE CORBUSIER.

para el Desarrollo”, donde se establecieron losámbitos y la estructura de los organismos re-gionales y sectoriales de desarrollo. Fue su fun-ción la de asesorar a las autoridades en pro-blemas relacionados con la acción deldesarrollo. La implementación de este siste-ma consistió en la creación de las Regiones dePlaneamiento y de sus respectivas oficinas. Sedividió el territorio nacional en ocho áreas deacción regional, p. ej. la Oficina Regional Me-tropolitana y los límites del área.

La idea de Plan fue desplazada por el con-cepto de “esquema”, el cual supone el trazadode lineamientos generales para el desarrollofuturo de la región. El documento es la expre-sión de una postura “pragmática” relacionadacon la planificación, que se apoya esencial-mente en un análisis de la proyección de ten-dencias de la región hasta el año 2000. Tal co-mo se lee en el texto, se trata de una idea deplanificación centralizada que fija una imagenfutura, a la cual deberían ajustarse los poste-riores programas y proyectos de inversión.

El Esquema se elaboró en un período don-de prevalecía la concepción “desarrollista” dela planificación territorial. Fue también el re-ferente de un gobierno militar que apuntó a laorganización y al control del territorio nacio-nal. Realizado en el marco del proyecto de co-operación técnica con el gobierno francés, guar-daba grandes similitudes con el esquemaelaborado para París en 1965. El Esquema Di-rector es considerado como “instrumento pa-ra inducir la coordinación interadministrati-va”. Los planes y programas elaborados en losniveles locales o en los diferentes sectores degobierno tendrían “armazón o marco de refe-rencia” para su cumplimiento. Se intentó cons-tituir un instrumento de decisión para ser uti-lizado en el momento de programar inversionesa nivel regional. Esta concepción es la que jus-tifica una zonificación de actividades de con-tornos indefinidos y el diseño de un esquemaabstracto del espacio regional metropolitano,donde se trazan exclusivamente líneas de des-arrollo para el largo plazo.

El equipo base se constituyó en el seno delCFI (Consejo Federal de Inversiones). Estuvoconformado por: Director (arquitecto Juan An-tonio Ballester Peña), Asesores de la Direc-ción (Félix Della Paolera, Jorge Gabrinetti,Juan Pablo Lobert, Antonio Margaritti); Co-ordinación de Estudios (Mabel M. Jiménez,Daniel Pini); Técnicos (arquitectos Ignacio Ar-did, Alberto Cignoli, Susana M. de Cuezo, Ar-naldo Diano, Marta A. de Marin, Elena Mas-sué, Juan P. Torres, Eduardo Vázquez, Raúl

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tructuración del suburbio, que revela la volun-tad de concentración: se promovió la consoli-dación de los centros tradicionales, que seríandotados de equipamientos de escala regional.Se descartaron las soluciones descentralizadas,como la construcción de ciudades nuevas o ciu-dades satélites.

El objetivo fue consolidar una tendencia quese consideraba irreversible: la conformación dela “megalópolis”. Desde la perspectiva del cre-cimiento metropolitano, la creación de espacioslibres para la recreación fue considerado un te-ma relevante basado en las proyecciones de po-blación respecto del año 2000. Por otro lado,la representación del espacio del Esquema Di-rector manifiesta una imagen visual de “tramamayor de espacios libre y construidos”, dondelas áreas de recreación son consideradas ele-mentos maestros tan importantes como el es-quema de movilidad. La creación de parquesregionales periféricos entre las autopistas tan-gencial y marginal o mediterránea, y el proyectode incorporación del Delta como espacio do-minante de recreación a nivel metropolitano,constituyen dos ideas de proyectos.

Las necesidades del presente y del corto pla-zo se subordinaban a la dimensión y el trata-miento de las demandas del futuro. El docu-mento refleja las ideas de Planeamiento y deRegión que fueron desarrolladas en los semi-narios y congresos dedicados a la temática ur-bana en la Argentina y el resto de América La-tina desde fines de la década del cincuenta. Lanecesidad de encarar la región como una to-talidad que incluye a la ciudad constituye unade las recomendaciones del Congreso Inter-americano de Municipios del año 1954 y 1956,que señala la importancia de la planificaciónpara el ordenamiento de ciudades y regiones.Es necesario recordar La Carta de los Andes(1956), surgida de una reunión realizada enBogotá con el auspicio de la OEA, en la que serecomienda la integración de la planificaciónurbanorregional, inspirada en movimientoseuropeos de posguerra.

4. SIMEB (Sistema Metropolitano Bonaeren-se), 1979. Se confecciona en 1975, durante elgobierno democrático, y es publicado en 1979,durante el gobierno militar, por el CONHA-BIT (Programa de Concentración del Hábitaty Ordenamiento Territorial). El programa seconstituye sobre la base de un convenio entrela Secretaría de Estado de Recursos Natura-les y Ambiente Humano, y los gobiernos pro-vinciales, a través de sus organismos de obrasy servicios públicos, planeamiento, diseño, ur-

banismo y vivienda. En este contexto se inser-ta el Proyecto ARG/74/024, financiado por unPNUD (Programa de las Naciones Unidas pa-ra el Desarrollo). El proyecto del SIMEB pue-de considerarse de transición, en un momen-to en que se cuestiona el rol de la planificacióny se propone una renovación de contenidos,pero persisten ópticas anteriores.

El CONHABIT se agrupa en dos subpro-gramas: el GESPLAN –Gestión y Concertacióndel Hábitat– y el AURI – Asentamientos Ur-banos Integrados. Ambos programas teníanpor objetivo promover el afianzamiento de unnuevo modelo de gestión del hábitat que per-mitiera detener el deterioro de los asentamientoshumanos y de los recursos naturales.

El estudio del SIMEB (Sistema Metropoli-tano Bonaerense) se inscribió en el programaAURI. CONHABIT contaba con una estruc-tura político-institucional que nucleaba a fun-cionarios y representantes de organismos pro-vinciales, sumada a una estructura técnicacompuesta de especialistas que desarrollabandistintas líneas de trabajo.

La interacción entre ambas esferas se con-cebía en términos de “concertación institucio-nal”. La experiencia del Programa CONHABITproporcionó un espacio para el desarrollo de

experiencias innovadoras, en particular la cre-ación de organismos que incluían la proble-mática del medio ambiente, como la Secreta-ría de Planeamiento Ambiental y la DirecciónNacional de Ordenamiento Ambiental. Al con-cluir el programa CONHABIT, la creación delFONOA (Fondo Nacional de OrdenamientoAmbiental) brindó el marco institucional paraesta experiencia de planificación. No se plan-teaban propuestas espaciales sino líneas glo-bales indicativas.

El Equipo estaba constituido por un Direc-tor Nacional de Ordenamiento Ambiental: (ar-quitecto Héctor Echechuri), diversas áreas: De-mografía (Lic. Delia de Dios); Población (Lic.Lidia de Jiménez); Mercado de Tierras (arqui-tecta Nora Clichevsky); Situación Habitacional(arquitecto Luis Giudici); Industrias (arquitectaMaría Rossi); Centros Terciarios (Lic. Ponset-ti Bosch, arquitecto Rubén Pesci); Áreas parala preservación ecológica (arquitecto RubénPesci, v.); Equipamientos y servicios urbanos(arquitecta Elena Massué); Sistema de Movili-dad en el SIMEB (arquitecto Rubén Pesci).

El área del Sistema Metropolitano fue de-finida como “Área Metropolitana de BuenosAires”; “Área Metropolitana de La Plata o “GranLa Plata” y la subárea “Bipolaridad Urbana Zá-

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u LOS LINEAMIENTOS PARA LA REGIÓN METROPOLITANA DE BUENOS AIRES, EN EL PLAN DIRECTOR DE 1962.

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rate-Campana”. Consideró asimismo comoárea futura del Sistema Metropolitano a los par-tidos de Brandsen, Magdalena, Cañuelas, Gral.Las Heras, Mercedes, San Andrés de Giles, SanPedro y Baradero.

La propuesta incluyó por primera vez la pro-blemática ambiental, relacionada con la pre-servación de los recursos naturales y el mejo-ramiento de la calidad de vida. En ese sentido,precisa sus objetivos: una equitativa distribu-ción de los beneficios del desarrollo, el mejo-ramiento de la calidad de vida, aumentando ladisponibilidad de servicios y preservando elmedio natural, la participación de la comuni-dad y la preservación del área como factor de-cisivo en cuestiones internacionales.

De la situación observada en el área me-tropolitana surgió la programación de accio-nes. Era necesario, en la filosofía del Plan, re-conocer el carácter irreversible del fenómenometropolitano, el rol del sistema industrial ysus zonas de concentración, y formular pro-puestas “posibles y no utópicas”.

Se consideraron tres niveles espaciales: elespacio nacional, el eje fluvial industrial y elSIMEB. Las propuestas se focalizaron sobre eleje fluvial industrial y el SIMEB. Se propor-cionó un cuadro de situación para diseñar po-líticas, actuando sobre problemas originados

en la magnitud de las demandas de espacio pa-ra viviendas, equipamiento y servicios. Se es-tudió el comportamiento espacial actual comomedio de extraer tendencias del sistema. Des-de allí, se construyó una tipología de proble-mas previsibles: actividades altamente con-sumidoras de espacio (vivienda permanente yde fin de semana, industrias y espacios recre-ativos); actividades inductoras de crecimiento(establecimientos industriales, actividades ter-ciarias y de transporte) y actividades inducidas(equipamiento y los servicios, que por sí solosno aseguran una dirección voluntaria).

A nivel del Eje Fluvial Industrial (Gran Bue-nos Aires, Gran La Plata y Gran Rosario), seplanteó una localización de mano de obra ocu-pada en los sectores externos a las tres aglo-meraciones. En la expansión del Eje Fluvial In-dustrial, se consideró el papel de las obras deinfraestructura de transporte, como el com-plejo vial Zárate-Brazo Largo; puente sobre elrío Uruguay; conexión ferrovial Salto Grande;y grandes obras hidroeléctricas como SaltoGrande, Yaciretá Apipé y Paraná Medio. Seplanteaba la estrategia de influir en la distri-bución espacial de las actividades industriales,operando mediante medidas de inducción ycontrol que reforzaran las tendencias positivasy corrigieran las negativas.

Los resultados de los estudios suponían lanecesidad de “contener el crecimiento” y la de“control” del sistema existente, por medio deacciones tendientes a mejorar su funciona-miento y calidad ambiental. Se apuntó a unadelimitación por coronas y sectores geográfi-cos, de acuerdo con la población de nueve mi-llones de habitantes en 1970. Se establecierondos áreas: Área Consolidada (Capital Federaly Primera Corona), donde se observa dismi-nución de tasas de crecimiento demográficoen beneficio de áreas externas; saturación deasentamientos industriales; relleno de espa-cios comprendidos entre los ejes radiales; ÁreaPeriférica (Segunda y Tercera corona), con di-ferencias entre sectores norte, oeste y sur, encuanto a atracción poblacional, industrial y re-creativa. La estrategia espacial consistía en pro-mover una mayor movilidad lineal paralela ala costa mediante la consolidación de ejes pre-figurados (Costero y Marginal Interno), vin-culados a la propuesta del Esquema Directorde 1968; desalentar todo tipo de expansión ha-cia el oeste, con excepción del corredor urba-nizado R.N.7, a través de un controlado me-joramiento de la movilidad; equipar laspolaridades externas con elementos de escalametropolitana (puerto, aeropuerto, centros di-reccionales, etc.) para aumentar su autonomíaa la vez que su complementariedad con el res-to del sistema; incentivar la protección de lasáreas rurales; incorporar en el sistema las áre-as de influencia y expansión para asegurar lacontinuidad espacial de las áreas consolidadascon los territorios de reserva.

La metodología de planificación propuestaintentaba “inducir” acciones para reorientar obien para fomentar actividades en el espacio.Consideraba el cambio dinámico del sistemaen un mediano plazo (1970-1985), a través deacciones consideradas prioritarias. Las estra-tegias surgían de la comparación entre el mo-delo actual y el modelo tendencial.

Respecto de los lineamientos de gestión, sepropuso la necesidad de actuar sobre aquellosagentes públicos con mayor fuerza inductivay la necesidad de conciliar todos los niveles ysectores que concurrían a la configuración me-tropolitana para producir el crecimiento en ladirección, el tiempo y la calidad deseados. Sepropuso la constitución de un ente de Gobier-no Metropolitano.

En el marco del Programa CONHABIT, serealizaron además del estudio del SIMEB dossubprogramas complementarios: el Progra-ma Eje Costero del SIMEB y el Programa Zá-rate-Campana.

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u ORGANIZACIÓN DE LA REGIÓN METROPOLITANA DE BUENOS AIRES, PROPUESTA POR EL CONADE EN 1969.

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La propuesta surgió en el marco de la Se-cretaría de Recursos Naturales y Ambiente Hu-mano, que signó el reconocimiento institu-cional de los problemas del medio ambiente.La idea de “Región” se sustituyó por la de “Sis-tema Metropolitano”, en la medida en que elfenómeno de ocupación y estructuración delespacio ya no podría ser interpretado o des-cripto por los conceptos de metrópoli o áreametropolitana. “Sistema Metropolitano”, encambio, parecía una “representación más ajus-tada a la realidad” (R. Pesci, SIMEB, 1975). Es-ta afirmación se inscribe en las concepcionesde una visión sistémica de la realidad. En re-lación a ella, se construía la noción de sistemaecológico –o ecosistema– y de ecosistema hu-mano, el efecto de las relaciones del hombrecon su entorno, que reconoce como compo-nentes las actividades localizadas en espaciosadaptados, interconectadas por medio de co-municaciones materiales o inmateriales, lasque fluyen a través de canales. Actividades yflujos sintetizan el “modelo de descripción”del sistema urbano. El conjunto de todos lossistemas se denomina “Medio Ambiente” (v.).

Desde esta perspectiva se manifiesta el cam-bio epistemológico que introduce la teoría desistemas. Se plantea una ecología humana queconcibe el “ambiente total de vida”; se introduceel concepto de calidad de vida, que implica tan-to la oferta y disponibilidad de servicios comola preservación del medio ambiente (propiciandoun equilibrio de zonas para la preservación, pa-ra la transformación, y el tiempo libre).

5. Veinte Ideas para Buenos Aires (1986). Setrató de la organización de un Concurso de an-teproyectos para la ciudad, en el marco de unPrograma de Cooperación entre la Comunidadde Madrid y la Municipalidad de Buenos Aires.En un clima de profunda reformulación de lasideas y de los métodos de la planificación ur-bana, se seleccionaron los proyectos que die-ron lugar a una exposición en Madrid (del 3 al12 de junio de 1988) y a una publicación, a car-go de las entidades organizadoras. El coordi-nador por la parte española fue Eduardo Leira(ex director del Plan General de Madrid) y, enrepresentación del sector local, tuvieron un roldestacado los técnicos de la Fundación Plural–entre ellos Dardo Cúneo, entonces presiden-te del Concejo de Planificación Urbana de laciudad. El concurso fue el corolario de una se-rie de eventos que, luego del retorno a la de-mocracia (1983), vincularon instituciones es-pañolas con profesionales de la Fundación Plural–adscripta al partido gobernante, la Unión Cí-

vica Radical–, que son a su vez docentes de laFacultad de Arquitectura. En el contexto de unacuerdo entre la Facultad de Arquitectura y laFundación Plural se organizó en 1984 el se-minario “Urbanismo Español y proceso deconsolidación de la Democracia”, y el Foro “Es-trategias Urbanas” (1985), origen de la pu-blicación Buenos Aires, una estrategia urbanaalternativa, cuyos presupuestos fundaron lasbases de las Veinte Ideas, cuando algunos delos responsables de la Fundación Plural se in-corporaron como funcionarios en la gestiónmunicipal. Los jurados del concurso fueron ele-gidos por la Subsecretaría de Desarrollo Ur-bano, por la SCA y por la FASA.

Según los organizadores de las Veinte Ide-as, el llamado se planteó dos finalidades prin-cipales: “lograr la participación de arquitec-tos y urbanistas en la definición de la estructuraurbana y la identidad arquitectónica de la ciu-dad” y “obtener un repertorio de ideas reali-zables con posibilidades concretas de realiza-ción”. Esos objetivos se apoyan en una críticade los planes tradicionales: “la ciudad comoproducto cultural no puede resolverse ya enencerrados gabinetes tecnocráticos, sino quedebe recoger las necesidades de los habitantes,el talento y las inquietudes de quienes han si-do preparados para la estimulante labor de darforma a la ciudad”. Desde esa perspectiva, sepresenta como un “urbanismo alternativo” fren-te al modelo agotado de los grandes planes ur-banorregionales, “[...] de la abstracción del zo-ning cuantitativo, que relegó la consideraciónde la construcción real de la ciudad, de susagentes económicos, de su morfología ediliciay que desatendió a la vez la conformación ar-quitectónica de su espacio público”.

En las “hipótesis básicas para una estrate-gia proyectual”, se prioriza la reconstrucción

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81Diccionario de Arquitectura en la Argentina

del paisaje urbano y de las urbanidades barria-les para recuperar su identidad, una visión delsistema vial como paisaje y como lugar, la con-sideración de los fragmentos urbanos y el re-diseño de sus bordes a los efectos de constituirregiones evitando el “zoning monofuncional”;la integración del tejido urbano periférico, lavalorización del patrimonio y la creación de ins-trumentos de regulación adecuados. Se vis-lumbran varios nuevos temas problema y unesfuerzo sustantivo por “reconsiderar el papelde la arquitectura como señalador de la iden-tidad urbana” para resolverlos.

Sobre esas hipótesis, y a partir de un diag-nóstico preliminar –restringido al estudio delas formas urbanas–, se sugieren quince sec-tores problemáticos como objetos proyectua-les, definidos según ocho áreas piloto y sieteenclaves específicos. En tanto áreas, se pre-sentan Barracas, Boca, Ensanche Área Cen-tral, Mataderos, Agronomía, Liniers, ParqueAlmirante Brown y los terrenos de la ex AU3.Por el otro, y como enclaves por reestructurar,se propone el paredón de Retiro, los bordesde la Av. San Juan, la Costanera norte, el Par-que Chacabuco, las plazas de Constitución yOnce y el Bulevar García del Río.

Los participantes pueden introducir otrosespacios urbanos para intervenir. El programano contempla los edificios de vivienda –solo seconsidera la “renovación de tejidos deteriora-dos o con problemas de hacinamiento”– ni lanecesidad de planteos de conjunto. Estos últi-mos se restringen a una cartografía de análi-sis morfológico –planos de subdivisión de ba-rrios, de circunscripciones, viales, de llenos yvacíos, de vacíos urbanos, de hitos y referenciasde identidad, de barreras urbanísticas– que seentregaba a los participantes como insumo pa-ra el despliegue de sus ideas.

u PLANO PARA EL TRANSLADO DE LA CAPITAL FEDERAL A VIEDMA Y CARMEN DE PATAGONES.

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La respuesta a la convocatoria es amplia:más de 120 equipos integrados por casi 400profesionales. Participaron cátedras de la Fa-cultad de Arquitectura de la Universidad deBuenos Aires (FAU-UBA), arquitectos jóvenes,de trayectorias consagradas y, en muchas oca-siones, los mismos proyectistas participan devarios equipos. A los veinte premios y diez men-ciones estipulados, se sumó una sección abier-ta destinada a estudios publicados o inéditos.

Respecto de las áreas piloto, se selecciona-ron tres proyectos para Barracas (Cátedra Er-bin-Lestard, FAU-UBA; Baudizzone y otros;Carlos Bugni y otros); dos para la Boca (Baresy otros, Baudizzone y otros); seis para el en-sanche del área central (Díaz y otros; A. Álva-rez y otros; Schaffner y otros; Marchetti y otros;Schlaen y otros; Testa y otros); una para Mata-deros (Cajide y otros); tres para Agronomía (Cá-tedra Varas FADU-UBA, González Ferrari yotros, Blinder y otros); uno para Flores (Arre-gui y otros); uno para el Parque AlmiranteBrown (Díaz y otros): cuatro para la reurbani-zación de los terrenos de la ex Autopista AU3(Cátedra Varas-FAU-UBA; Crespo y otros; Lis-man y otros; Feferbaum y otros); dos para Pa-lermo Viejo (Hampton y otros; Bullrich y otros)y uno para el entorno de Recoleta (Lepera y Man-silla). En tanto rediseño de enclaves, se selec-cionaron: cuatro proyectos para el paredón deRetiro (García y Morzilli; Feferbaum y otros;Manteola y otros; Antonini y otros); tres para laCostanera norte y la ciudad universitaria (Cá-tedra Tony Díaz-FAU-UBA; Fontana y otros;Faivre y otros); dos para la remodelación de Pla-za Once (Mermoz y otros; García y otros), dospara el Bulevard García del Río (González Fe-rrari y otros; Dodero y otros); una propuesta pa-ra Av. de Mayo (Catedra Solsona FAU-UBA) yuna para la Plaza Barrientos (Bourel y otros). Aellas se sumo una propuesta de gestión parauna política descentralizada (Garay y otros).

Las ideas centrales que sustentaron el Con-curso fueron las de “proyecto urbano” y la de“espacio público”, nociones que se gestan enun momento de disolución de las bases del ur-banismo de los años de la segunda posguerra.La noción de “proyecto urbano”, en oposiciónal planeamiento tradicional, opone la abstrac-ción del zoning y de los espacios indetermina-dos de la Modernidad a la recuperación de losvalores simbólicos y materiales de la ciudadhistórica. Constatando las carencias de los es-tudios tendenciales de base matemática –cu-yas previsiones mostraban sus límites–, y a di-ferencia de las visiones integrales y abstractas,que requerían de inversiones de gran escala,

los proyectos urbanos se presentaban comoprogramas abiertos de escala intermedia y me-nor, en tanto acciones concretas que a su vezabrían el juego a una multiplicidad de acto-res urbanos. Son sustantivos los principios dela participación de los habitantes en las deci-siones –que se dirimían desde la década ante-rior– y el reconocimiento del rol que les tocajugar a los privados en consonancia con un in-tervencionismo estatal que iba perdiendo pe-so. Por su parte, el “espacio urbano”, entendi-do como conjunto de calles, plazas y tejido dela ciudad, desplaza los temas habitacionales ysociales, hegemónicos hasta los años setenta.Las contribuciones teóricas sobre la “esfera pú-blica” permiten dar forma a un concepto quepermitía articular las dimensiones políticas ysociales con las determinantes físicas del es-pacio. A partir de interpretaciones dispares –y,paradójicamente similares a “cambiar el es-pacio es cambiar la sociedad”– se supone quela reconstitución del escenario –de las “for-mas”– es capaz de promover la sociabilidad,aunque la relación entre prácticas sociales y es-pacios urbanos, en el sentido visual que adop-taron estas tendencias, nunca fue algo evidente.

Las nociones de nueva generación entranen consonancia con los cambios en la gestiónde las aglomeraciones, donde los entes me-tropolitanos y centralizados pierden protago-nismo en un contexto de achicamiento de losaparatos estatales. En Inglaterra, las reformassuprimen los entes de planificación y en Fran-cia se implementan las políticas participativasy de descentralización. En ese marco se cons-truyen también las obras monumentales delParís de Mitterand –y un frustrado proyecto deexposición para celebrar los dos siglos de la re-volución francesa 1789-1989–, y tuvieron lu-gar muchas de las experiencias españolas pos-teriores a la caída del franquismo. En 1985 elAyuntamiento de Madrid proponía un Pro-grama de Acciones Inmediatas cuyo objetivoera responder a problemas funcionales, a la in-suficiencia de los equipamientos y a la recua-lificación ambiental de la ciudad. Se trata dearticular globalmente el territorio urbano pormedio de acciones estructurales, con énfasisen el rediseño del espacio. Objetivos similaresorganizan las acciones de Oriol Bohigas en Bar-celona, que tuvieron como antecedentes, enlos años setenta, a los proyectos de la EstaciónSaints y del Parque de la España Industrial –su-mados a una multiplicidad de intervencionesde rehabilitación de centros y pueblos histó-ricos–, que proporcionan a su vez la base delas obras para los Juegos Olímpicos de 1986.

82 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Concurso 20 Ideas para Buenos Aires

u ARRIBA: PROPUESTA PARA EL ENSANCHE DEL

AREA CENTRAL, TONY DÍAZ Y OTROS; LA CIUDAD LLE-

GA AL RÍO, FONTANA, PASTOR Y CORTI. ABAJO: PLA-

ZA BARRIENTOS, BOUREL, HUNTER Y SALVIA; PAR-

QUE CULTURAL RECOLETA, LE PERA Y VÁZQUEZ

MANSILLA; BARRACAS, BUGNI, PENEDO Y OTROS.

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Los concursos de ideas se pensaron tambiéncomo un instrumentos de innovación progra-mática. La recuperación de la democracia re-cibió en la Argentina la influencia de esas in-tervenciones modélicas españolas, que tuvieronen América Latina un eco similar a las trans-formaciones decimonónicas del París de Hauss-mann. El Concurso de las Veinte Ideas paraBuenos Aires manifiesta una primera traduc-ción de estas ideas al medio local.

6. Proyecto ‘90. Se eluden los alcances del Plany se precisan los de proyecto –en concordanciacon líneas directrices y estrategias. Se elaboraen 1989 en la CONAMBA (Comisión Nacionaldel Área Metropolitana de Buenos Aires). Losantecedentes de la formación de la CONAMBAdatan del 08.11.1984, cuando el Gobernador dela Provincia de Buenos Aires y el IntendenteMunicipal de la Ciudad de Buenos Aires sus-cribieron el Convenio AMBA. El AMBA fun-ciona desde la Provincia en la Dirección del Co-nurbano dependiente del Ministerio deGobierno de la Provincia de Buenos Aires. El22.04.1986 el gobierno nacional, a través delPEN, dicta el Decreto 577, que adhiere a las ac-ciones mancomunadas establecidas en el acuer-do y asigna al Ministerio del Interior la res-ponsabilidad institucional. Las tres jurisdiccionesdesignaron a sus respectivos representantes, elMinistro de Gobierno Provincial, el Secretariode Gobierno Municipal y el Subsecretario deAsuntos Institucionales del Ministerio del In-terior, quienes constituyeron el Comité Téc-nico del AMBA. El 22.12.1987 se sancionó elDecreto 2064, por el que se creó la ComisiónNacional del Área Metropolitana de Buenos Ai-res (CONAMBA). Esta tendría como objetivos:asistir al PEN en lo concerniente a la políticametropolitana; ejercer la dirección de las tare-as necesarias a los fines perseguidos, articu-lando el accionar de los Ministerios, Secreta-rías, Empresas y Sociedades del Estado, y demásorganismos involucrados en el Área Metropo-litana bonaerense; coordinar tareas con los or-ganismos nacionales intervinientes en el pro-yecto del traslado de la Capital de la Repúblicaa Viedma. El texto del decreto constituye el avan-ce más importante para la sistematización dela problemática regional.

En el espíritu de la creación de la CO-NAMBA se encuentra implícita una idea deconcertación entre los máximos niveles de po-der, en el contexto de un ente metropolitanoque coordine acciones interjurisdiccionalmente.La idea tuvo vigencia real hasta el cambio depoder político que se produjo en el gobierno

provincial. Desde 1989, la nueva administra-ción provincial desarrolló un proyecto de des-centralización incompatible con la propuestainstitucional de la CONAMBA, mientras estacontinuó funcionando en la órbita del PEN.

El equipo se constituyó por un Presidente(Dr. Juan Portesi), un Coordinador Técnico (ar-quitecto Rubén Pesci) y varios técnicos.

En tanto, en el Área Metropolitana de Bue-nos Aires se incluía la ciudad de Buenos Airesy los partidos de Almirante Brown, Avellane-da, Berazategui, Esteban Echeverría, FlorencioVarela, General San Martín, General Sarmiento,La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Merlo,Moreno, Morón, Quilmas, San Fernando, SanIsidro, Tigre, Tres de Febrero, y Vicente López.La propuesta incluyó un conjunto de proyec-tos puntuales, sobre temáticas prioritarias re-lacionadas con las estrategias globales, que con-ceptualmente coinciden con los fundamentosdel Concurso de las Veinte Ideas.

La propuesta se orientó según un conjunto

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de “ideas fuerza”. Así el Funcionamiento mul-tipolar y multifocal, que se opone a la históricacentralización y concentración, se propone for-talecer el municipio y las formas de democra-cia participativa por medio del surgimientode centros direccionales reestructurantes; la Re-activación económica compatible apunta a lapromoción de sectores y actividades donde seimpulse la industria de tecnología adecuada yla mano de obra calificada; la Organizaciónterritorial tramada promueve el ordenamientourbano lineal en forma de red abierta adapta-ble y desconcentrada, siguiendo los alinea-mientos tradicionales: tutelar áreas vacantes yconsolidar la ciudad actual; la Regulación eco-lógica propone una actitud respetuosa de los ci-clos biológicos y las comunidades naturales, po-niendo en valor las interfases naturales (cuencashídricas, bosques y zonas rurales importantespor su finalidad ecológica y como zonas deamortiguación entre áreas urbanas).

La forma de implementar estas ideas fuer-

u AFIANZAR EL CENTRO Y MEJORAR LA CONEXIÓN NORTE-SUR, SON ALGUNOS DE LOS OBJETIVOS DEL PLAN URBANO AMBIENTAL.

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za se resume en una propuesta que contienecomo elemento dominante un conjunto de es-trategias definidas. Los tres grandes grupos deestrategias apuntan a: 1. Descentralizar deci-siones y desconcentrar actividades (fortaleci-miento del municipio, promoción de iniciati-vas locales, constitución de nuevos centrosdireccionales); 2. Mejorar el nivel de empleo yrentabilidad económica en sectores compati-bles (relocalización y reconversión industrial,innovación tecnológica y modernización em-presaria, microemprendimientos y modalida-des de gestión cooperativa, promoción de pro-ducción rural y agroindustrial); 3. Mejorar lascondiciones de vida (mejorar los servicios so-ciales –educación, salud, servicios de seguridady transporte–; consolidar la ciudad actual –pro-moción del desarrollo urbano y la vivienda, com-pletamiento de la infraestructura urbana, sis-tema de espacios abiertos urbanos–, reordenary contener la periferia –reconversión de áreasperiurbanas en áreas extraurbanas y comple-mentarias, monitoreo del crecimiento periur-bano; fortalecimiento de centros de servicio ru-ral, preservar los recursos naturales (sistemade áreas naturales de equilibrio: sistema de pre-vención de catástrofes; tutela ecológica).

Se considera prioritaria la materializaciónde proyectos ejecutivos, propuestos en coope-ración con diversos organismos nacionales einternacionales, con un rol de efecto demos-trativo e inductivo de los lineamientos globa-les. Entre estos puede citarse el Centro Direc-cional de Merlo (en relación con la estrategiasde fortalecimiento municipal –promoción decentros direccionales, promoción del desarro-llo en la segunda corona; el Parquintec CITA(en relación con la innovación tecnológica y mo-dernización empresaria); el PAE-ProducciónAgraria Intensiva y el PAE-Tres Límites (en re-lación con la estrategia de promoción de la pro-ducción rural y la agroindustria). Asimismo seplantearon proyectos de medio ambiente (mo-nitoreo de la calidad del aire, sistema de alertade inundaciones, ribera de Quilmes), de vivienda(Ley Hábitat, Plan integral de Vivienda, Pro-yecto BID-SVOA tres municipios, centros re-creativos en barrios), de transporte (PAE Cen-tro de Transferencia; PAE Corredor sur), etc.

Desde el punto de vista institucional seapunta a la coordinación intersectorial e in-terjurisdiccional en las diferentes áreas de go-bierno que tienen competencia sobre el AM-BA, lo cual es coherente con la propuesta decreación del Ente Metropolitano y se apoya enla coincidencia política entre el PEN y la Pro-vincia. Se imagina una articulación de la CO-

NAMBA, la institución central, con los niveleslocales a través de los proyectos ejecutivos. ElProyecto ’90 privilegia la escala local de lasmismos e interviene puntualmente y con ac-ciones precisas sobre fragmentos del territo-rio del AMBA. La escala, la dimensión tem-poral inscripta en el corto plazo y la gestióndescentralizada son los rasgos sobresalientes.

Los proyectos ejecutivos constituyen losprincipales instrumentos de la propuesta. Elanteproyecto propicia un Ente Interjurisdic-cional para el Área Metropolitana de BuenosAires; Previéndose una integración igualitaria,las distintas jurisdicicciones –gobiernos de laProvincia y de la Ciudad de Buenos Aires– de-berían designar a sus representantes. En cadauna de ellas, los órganos deliberativos de pla-neamiento y ejecución garantizarían las ope-raciones concertadas. El Ente tendría faculta-des de coordinación y de ejecución en lasacciones concertadas, financiadas por mediode un Fondo para el Área Metropolitana.

Podemos mencionar dos tipos de referen-tes relacionados con la concepciones que guíanlas modalidades de abordar los problemas delárea. El proyecto se inscribe en lo expresadoen la declaración de México (1987), firmadapor 35 ciudades integrantes de la “AsociaciónMundial de Grandes Metrópolis”. Entre losreferentes teóricos se destaca el enfoque sis-témico como herramienta conceptual y me-todología para comprender el fenómeno me-

tropolitano. Como vimos, los estudios del SI-MEB introdujeron dos conceptos retomadosen el Proyecto ’90: la gestión concertada y lapreservación ecológica. Pero el Proyecto ’90considera al sistema metropolitano en un con-texto socioeconómico de crisis, en el cual nose plantean propuestas de largo plazo ni de es-cala regional. Los resultados de las accionesplasmadas en los proyectos de corto plazo y es-cala local permitirían realizar los ajustes ne-cesarios para las estrategias de carácter másgeneral, siendo el medio de retroalimentaciónentre la propuesta y la realidad.

Respecto del contexto en que se inscribe lapropuesta, se hace necesario considerar el re-dimensionamiento del Estado y de las institu-ciones centralizadas. “Lo local” y la gestión con-certada entre múltiples actores desplazaríandefinitivamente las ideas de plan y propuestasregionales. Asimismo, las ideas de concerta-ción y descentralización de decisiones se vin-culan con los debates disciplinares en conso-nancia con la reinstauración de la democracia.

7. PUA. (Plan Urbano Ambiental, 1987-2003).El PUA es un proceso de planeamiento que seinicia en respuesta a los artículos 27 y 29 de laConstitución de la Ciudad, que estableció lasbases de su autonomía. En el marco del nue-vo estatuto jurídico-administrativo de Bue-nos Aires, se ponen en marcha dos planes pa-ra funcionar en el ámbito del Poder Ejecutivo:

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u LA AGENDA DEL ÁREA METROPOLITANA, EN EL LIBRO “LAS DIMENSIONES DEL ESPACIO PÚBLICO”, EDITADO POR EL GCBA.

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el estratégico –medio de concertación y co-municación social de las acciones– y el PlanUrbano Ambiental, de carácter analítico y pro-positivo, a ser elaborado con participación delas entidades académicas, profesionales y co-munitarias como marco de las obras públicasy al cual debe ajustarse la normativa urbanís-tica. Sobre ese mandato, la entonces Secreta-ría de Planeamiento Urbano y Medio Ambiente,luego Secretaría de Planeamiento Urbano, ela-bora durante 1997 un prediagnóstico, base dela Ley 71, promulgada por Decreto N.° 2288del 22 de octubre de 1998, que definió tanto lacomposición del Consejo del PUA (CoPUA),encargado de su elaboración, como su carác-ter, objetivos y criterios orientadores.

Según el artículo 12 de la ley mencionada,el rol del CoPUA es programar y llevar a cabola elaboración del Plan, ponderando las con-secuencias urbanas y ambientales del conjun-to de las acciones propuestas, elaborando losestudios necesarios y la promoción y coordi-nación de las actividades de consulta, partici-pación y difusión. Entre las misiones y fun-ciones establecidas, debe proceder también asu actualización periódica y a formular los ins-trumentos necesarios para implementar polí-ticas urbano-ambientales, en especial de losCódigos de Planeamiento Urbano, Ambientaly de Edificación. La composición del Consejo,presidido por el Jefe de Gobierno y coordina-do por el Secretario de Planeamiento y Me-dio Ambiente –”o del organismo que en el fu-turo lo reemplace”–, conformado por losSecretarios de Gobierno, cinco especialistasdesignados por el Ejecutivo y nueve por la Le-gislatura, intenta asegurar la representatividadpolítica de sus miembros y por ende la conti-nuidad del proceso de planeamiento. Entre lostécnicos que tuvieron un sustantivo protago-nismo en su puesta en marcha, cabe citar, en-tre otros, a los arquitectos Enrique García Es-pill (Secretario de Planeamiento Urbano entre1999 y 2002), Margarita Charrière (consejerahasta 2002, subsecretaria de Espacio Públicoy Desarrollo Urbano, entre 2002 y 2003 y sub-secretaria de Planeamiento desde 2004); Da-vid Kullock, Heriberto Allende, Jorge Iribarne(consejeros), etc. Muchos de ellos habían tra-bajado con anterioridad como asesores de pla-neamiento en la Asamblea que redactó la Cons-titución de la Ciudad Autónoma. En tantoconsultores internacionales participaron, en-tre otros, Jordi Borja (ex vice-alcalde de Barce-lona), Dominique Petermuller, del APUR fran-cés, Néstor Inda y Hugo Gilmet, del Plan deMontevideo (Uruguay).

La Ley define el carácter del PUA como ins-trumento técnico-político de gobierno para laidentificación e implementación de las prin-cipales estrategias de ordenamiento y mejora-miento territorial y ambiental de Buenos Ai-res en diferentes horizontes temporales. Lo“urbano” refiere al territorio de Buenos Aires–en su dimensión regional– como objeto deestudio y acción, y lo “ambiental” es conside-rado como un insumo constitutivo que atra-viesa la totalidad del proceso de planeamiento–desde los estudios diagnóstico a la puesta enmarcha de acciones. En particular, la nociónde “desarrollo sostenible” se especifica comoun “proceso participativo que integra la trans-formación urbanística, el crecimiento econó-mico, la equidad social, la preservación de ladiversidad cultural y el uso racional de los re-cursos ambientales, con el objetivo de mejorarlas condiciones de vida de la población y mi-nimizar la degradación o destrucción de su pro-pia base ecológica de producción y habitabili-dad, sin poner en riesgo la satisfacción de lasfuturas generaciones”. Desde esa óptica, in-tenta presentarse como un proceso integral dedesarrollo, desde una distribución equitativade los recursos presentes y futuros, creandoescenarios de consenso, a los efectos de con-tribuir a la constitución de un proyecto de ciu-dad compartido y en el largo plazo. En corre-lato, los objetivos generales plantean lanecesidad de: “mejorar la calidad de vida de lapoblación”, “promover un desarrollo más equi-tativo de la ciudad”, “generar oportunidadesde consenso y compromiso institucionalizan-do mecanismos de concertación de políticasurbanas con todos los sectores de la ciudad”,“promover y hacer más eficientes, en términossociales, ambientales y urbanísticos y econó-micos, las inversiones, tanto del Estado comodel sector privado”, “instrumentar una eficientecoordinación entre las áreas gubernamentalesde la ciudad y el resto de las jurisdicciones dela región metropolitana tendiente a una ges-tión de carácter integral”, “tender a que todoslos habitantes de la ciudad tengan acceso a dis-poner de aire, agua, alimentos, química y bac-teriológicamente seguros, a circular y habitaren áreas libres de residuos, de contaminaciónvisual, sonora y ambientalmente sana, y al usoy goce de espacios verdes y abiertos”, “pre-servar el patrimonio cultural, arquitectónico yambiental”. Estas metas se proyectan espa-cialmente mediante un listado de “criteriosorientadores” de carácter territorial, que actú-an como referencia para la formulación de pro-yectos e instrumentos capaces de delinear la

estructura del Buenos Aires futuro. A partir de la Ley, entre 1998 y 1999 el Co-

PUA promovió un proceso de trabajo a lo lar-go del cual se elaboraron estudios diagnósticos,con el concurso de consultores especializados–en particular la FADU-UBA tuvo a su cargo laselección de los equipos de trabajo– para ca-racterizar las problemáticas urbanas (la ciudadcapital, ambiente urbano, población y territo-rio, hábitat y vivienda, vialidad y transporte, losespacios públicos y las costas, área central y sub-centros, el sector sur, marco institucional e ins-trumentos). En esos estudios, con el fin de con-cluir en lineamientos propositivos, se identificanlos factores y situaciones que permiten a la ciu-dad impulsar un proceso de transformación oque constituyen un obstáculo para su desarro-llo. Se presume que ese material sirvió comoinsumo para la elaboración –durante 1999 y2000– del Modelo Territorial (imagen de la ciu-dad deseada) y de los lineamientos territoria-les, que incluyen una Agenda Metropolitanacomo medio para operar las transformaciones.En ese marco, se puntualiza la necesidad de:“consolidar y completar el centro de la aglo-meración en su riqueza patrimonial y poli-funcional-recreativa, de negocios y habitacio-nal”, “fortalecer las vinculaciones transversalesentre los distintos sectores de la ciudad –nor-te, oeste y sur–, potenciando los centros y sub-centros locales”, “equilibrar el desarrollo urba-no consolidando el Sector Sur”, “redimensionary rehabilitar la infraestructura de transporteportuaria, ferroviaria y aérea, así como las gran-des puertas de acceso a la ciudad”, “mejorarel sistema de espacios públicos –vialidades,grandes parques, plazas y costas– y, configu-rando un eje verde en el corredor del oeste”,“emprender operaciones compartidas con laProvincia en los territorios limítrofes, ponien-do especial énfasis en el eje del Riachuelo”.Complementariamente, se precisan los ins-trumentos normativos y de gestión que de-berían otorgar las condiciones de posibilidadpara su implementación. El resultado de losestudios y las propuestas dieron lugar a even-tos, debates y publicaciones (cf.: Modelo Te-rritorial y Políticas Generales de actuación, 2000,y Documento final, 2001).

Si bien el Plan no fue consagrado legal-mente hasta fines de 2003, es el marco a par-tir del que se formularon los programas delCorredor Verde del Oeste, la revitalización delÁrea Central, la reestructuración del SectorSur, el mejoramiento de parques y plazas. Ensus propósitos se presenta como un instru-mento de nueva generación, que considera la

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complejidad y la multiplicidad de actores queintervienen en la construcción de la ciudad. Es-tán presentes aún, en una reformulación, lasnociones de “proyecto urbano”, “espacio pú-blico” –que se esbozan embrionariamente enel Concurso de las Veinte Ideas– y las de “am-biente”, “participación” y “acciones” del Pro-yecto ‘90. Y, aunque se gestó como una he-rramienta para formular las políticas públicasdel gobierno, los temas de salud, educación,desarrollo económico, etc., se dirimen desdeotras esferas. En un primer momento tuvo pri-macía un nuevo “referencial”, según el cual laciudad se pensaba en términos de competiti-vidad, en tanto sede de inversiones en el mar-co de la red de ciudades globales. Las consig-nas de “ciudad competitiva”, “gobernable”,“atractiva para inversiones y turistas”, “equi-tativa”, que coinciden con los postulados de losplanes de otras ciudades latinoamericanas, en-tran en consonancia con los lineamientos delos planes estratégicos impulsados por las re-comendaciones emitidas por foros internacio-nales e instituciones como el Banco Mundial.Luego de la crisis argentina de diciembre de2001, y simultáneamente con las corrientes depensamiento urbanístico que cuestionan lasintervenciones “escenográficas” y la primacíadel mercado de las décadas de 1980 y 1990, elénfasis se fue deslizando a los problemas de lasegregación y la marginalidad social, priori-zando los proyectos de reactivación y la nece-sidad de reforzar la intervención pública (Sub-secretaría de Planeamiento, 2003).

El PUA, al igual que los planes anteriores,presenta un esquema sistematizado de los pro-yectos en danza, de las asignaturas pendientesde la ciudad, así como de las tendencias por re-vertir, y, como en ellos, su materialización severifica a partir de una selección de proyectos,cuya puesta en marcha resulta de un comple-jo juego de decisiones políticas, disponibilidadpresupuestaria, concepciones técnicas y con-sensos sociales. A. N.

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yectos. Bs. As.: GCBA, 2003.

PLAN 17 DE OCTUBRE. Continuación del PlanVEA (v.) –dentro del BHN (v.)– entre 1973 y1976, durante el gobierno peronista.

Consistía en el otorgamiento de créditos in-termedios para construcción, mientras las fa-milias podían recibir préstamos individualescon plazos y tasas de interés iguales a los cré-ditos intermedios. El Plan Trienal de Gobierno(1974-1977) proyectaba construir 53.550 vi-viendas anuales. Entre 1973 y 1976 se constru-yeron alrededor de 95.000 viviendas por in-termedio del Plan Alborada (v.). En 1976 pasó a

86 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Plan Urbano Ambiental

u LUEGO DE DESCRIBIR LA CONFIGURACIÓN ACTUAL

(ARRIBA) Y DE ESTABLECER UN MODELO TERRITORIAL

(AL CENTRO), EL PLAN URBANO AMBIENTAL PROPO-

NE UNA SERIE DE ACCIONES ESTRATEGICAS Y POLÍTI-

CAS DE ACTUACIÓN PARA BUENOS AIRES (ABAJO).

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denominarse Plan 25 de Mayo (v). En junio delmismo año se suspendió el financiamiento delPlan, que fue posteriormente absorbido por laSecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, enuso y aplicación del FONAVI (v.).

En este Plan tuvo gran importancia la in-tervención de la Confederación General delTrabajo (CGT): para marzo de 1974 se habíaacordado la construcción de 24.962 viviendasmediante organizaciones gremiales obreras.

Como ejemplos arquitectónicos produci-dos en el marco del Plan pueden citarse los si-guientes conjuntos habitacionales: “Chacofi”en Resistencia (Manteola, Sánchez Gómez,Santos, Solsona, Viñoly, v., 2.000 viviendas,1974); “Ojo de Agua” en San Miguel de Tu-cumán (Terán Etchecopar y Angilletta; Petri-na; Abulafia y Alderoqui, 610 viviendas, 1974);“Barrio Intergremial Carlos Pellegrini” en Mardel Plata (Urquijo, Mariani, Perez. Maravigliay Álvarez, 411 viviendas, 1974-1975); “Quil-mes”, en el partido del mismo nombre, Pro-vincia de Buenos Aires (Ezcurra, Larreguy,Ugarte; Cavallo, Hilger, Basualdo, 250 vi-viendas, proyectado en 1974.); “Conjunto deviviendas económicas” en La Matanza, Pro-vincia de Buenos Aires (Levinton y Tambutti,105 viviendas, 1975). A. B.

Bibliografía: Conjuntos de viviendas: planes oficiales.

Summa. N.º 86, 1975; summa, n.° 136, 1979; n.° 169, 1981;

n.° 178; 1982; H. Baliero (coord.). Desarrollo urba-

no y vivienda. Introducción al estudio de la acción

del Estado. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yujnovsky. Cla-

ves políticas del problema habitacional argentino

1955-1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN 25 DE MAYO: Continuación del Plan 17de Octubre (v.) a partir de 1976, durante elgobierno de facto del militar de J. R. Videla.

En junio de 1976 se suspendió el financia-miento del Plan 17 de Octubre, que fue pos-teriormente absorbido por la Secretaría de Des-arrollo Urbano y Vivienda, en uso y aplicacióndel FONAVI (v.). Se construyeron por el Plan25 de Mayo alrededor de 8.400 viviendas en-tre 1976 y 1977, y alrededor de 3.600 entre1980 y 1981. A. B.

Bibliografía: summa, n.° 136, 1979; n.° 169, 1981; n.° 178,

1982; H. Baliero (coord.). Desarrollo urbano y vi-

vienda. Introducción al estudio de la acción del Es-

tado. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yujnovsky. Claves po-

líticas del problema habitacional argentino

1955-1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN ALBORADA. Continuación de los Planesde Erradicación de Villas de Emergencia (PE-VE) (v.) entre 1973 y 1976, durante el go-bierno peronista.

Este Plan se dirigía a los grupos de menornivel de ingresos, que podían recibir présta-mos para adquirir viviendas en conjuntos ha-bitacionales cuya construcción era promovi-da por el Estado, mediante contrato conempresas privadas. A partir de los conflictospresentes en las políticas de erradicación, elgobierno peronista propuso la transformaciónde las villas de emergencia en núcleos habi-tacionales modernos, propendiendo a la radi-cación en el área ocupada. Pero las erradica-ciones no se desecharon por completo, deacuerdo con los destinos asignados a las tie-rras ocupadas. El Plan Trienal 1974-1977 pla-neaba ejecutar 47.175 unidades anuales pormedio del Plan Alborada, número que repre-sentaba aproximadamente una tercera partede la inversión pública en el sector vivienda.Fue suspendido por el gobierno de facto de J.R. Videla en 1976.

Entre los ejemplos financiados por el PlanAlborada pueden indicarse los siguientes: con-junto habitacional en Villa Corina (Avellane-da, Provincia de Buenos Aires, 5.070 vivien-das, primera etapa 1690, 1973-1974); conjuntohabitacional en Villa Tranquila (Avellaneda,Provincia de Buenos Aires, Secretaría de Es-tado de Vivienda y Urbanismo, 5.000 vivien-das, primera etapa 1.188; 1973-1974); la uni-dad de realojamiento UR-02 en Rosario(Provincia de Santa Fe, Basadonna y Fava-rio, 1969-1975); Barrio de Av. Gral. Paz y Al-barellos (Capital Federal, Dujovne, Flah,Hirsch, Saiegh, Sorondo, Notenson, 200 vi-viendas, 1975). A. B.

Bibliografía: “Conjuntos de viviendas: planes oficiales.

En: summa, n.° 86, 1975; n.° 136, 1979; n.° 169, 1981; n.°

178; septiembre de 1982; H. Baliero (coord.). Des-

arrollo urbano y vivienda. Introducción al estudio

de la acción del Estado. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yuj-

novsky. Claves políticas del problema habitacional

argentino 1955-1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN FEDERAL DE LA VIVIENDA. Plan de fi-nanciamiento de viviendas puesto en vigenciapor el BHN (v.) en 1962, con la cooperaciónfinanciera del 50% del Banco Interamerica-no de Desarrollo (BID), en su calidad de Ad-ministrador del Fondo Fiduciario del ProgresoSocial, parte de la Alianza para el Progreso.

La gestión de estos fondos, que formabanparte de una política del gobierno norteame-ricana de ayuda a América Latina, se había ini-ciado durante la presidencia de Frondizi (1958-1962), aunque la finalización de los acuerdosse produjo durante el gobierno de Guido(1962-1963); en 1964, durante el gobierno delpresidente Arturo Illia, el Plan entró en su fazde ejecución.

Los préstamos se otorgaban para la cons-trucción de viviendas urbanas exclusivamen-te, divididos en cinco categorías de proyectos,según las entidades que encaraban el proyec-to: 1) Entidades intermedias, tales como coo-perativas o gremios; 2) Organismos de vivien-da dependientes de gobiernos provinciales omunicipales; 3) Empresas privadas para susempleados; 4) Planes de esfuerzo propio y ayu-da mutua; 5) Proyectos especiales, en particu-lar programas de eliminación de villas de emer-gencia. Las entidades y los beneficiarios debíanefectuar aportes que oscilaban entre el 15 y el35% (entidades) y entre el 10 y el 30% (benefi-ciarios), calculado sobre la tasación del terre-no, la urbanización y las viviendas.

El costo máximo de las viviendas se esta-blecía en 5.000 dólares y existían topes delcosto por metro cuadrado, según las distintaszonas del país. El valor del terreno no podíaexceder el 40% del costo de edificación. Lospréstamos se acordaban para cubrir el costode la construcción de viviendas, pues no po-dían destinarse a gastos de terreno o urbani-zación ni a gastos administrativos. Estabandestinados a familias cuyos ingresos men-suales no superaran los 150 dólares y no po-dían ser adjudicatarios aquellos que no pu-dieran pagar los servicios hipotecarios con el25% de sus ingresos.

Primera Etapa. El contrato original del BIDpreveía la construcción de 15.200 unidades, conun aporte financiero de dicho banco de 30 mil-llones de dólares y en un plazo que debía fi-nalizar en 1967. El BID interrumpió la finan-ciación a fines de ese año, durante el onganiato,cuando se habían realizado 8.700 unidades.

Segunda Etapa. En 1968 se renegoció elcontrato con el BID. La segunda etapa com-prendía la realización de 7.200 unidades. Exis-tían tres tipos de proyectos, divididos en tresfases, que podían ejecutarse simultáneamen-te: cada una de ellas comprendía la construc-ción de 2.400 viviendas.

Primera fase: proyectos tramitados durantela primera etapa del plan.

Segunda fase: grandes conjuntos de más de300 unidades cada uno, licitadas por el BHN,

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con sus propios proyectos, o por entidades gu-bernamentales. Tercera fase: conjuntos de 50viviendas o más, construidas mediante el pro-cedimiento de “concurso de proyecto y precio”,a través de entidades intermedias. Este pro-cedimiento sería utilizado en los planes PEVEy en operaciones FONAVI.

En los aspectos financieros, se establecíantres categorías, según las entidades que enca-raban el proyecto: 1) Cooperativas, gremios uotras entidades sin fines de lucro, entes pro-vinciales o municipales; 2) Empresas privadaso mixtas para sus empleados; 3) Proyectos es-peciales, en particular programas de erradi-cación de villas de emergencia.

Los valores de proyecto se fijaban en 4.000dólares por unidad, con el límite de 5.000 dó-lares como costo final. Las viviendas se desti-naban a sectores de bajos ingresos (no supe-riores a 85 dólares en el Gran Buenos Aires ya 75 dólares en el interior).

Aunque el monto fijado inicialmente parala segunda etapa era de 7.200 unidades, mástarde se aumentó dicho cupo en 8.272 unida-des. El total construido por el Plan con finan-ciación BID fue de 16.447 unidades. Ademásde ellas, el Banco Hipotecario financió con re-cursos propios otras 2.584 viviendas dentro dela misma operatoria.A. B.

Bibliografía: “Programas y realizaciones”. En: summa,

n.° 43, 1971; H. Baliero (coordinador). Desarrollo

urbano y vivienda. Introducción al estudio de la ac-

ción del estado. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yujnovsky.

Claves políticas del problema habitacional argen-

tino 1955-1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN DE VIVIENDA “EVA PERÓN”. Plan deacción indirecta de fomento a la vivienda, im-plementado por el Banco Hipotecario Nacio-nal (v.) en 1952. (v. Vivienda de interés social). Susdestinatarios eran obreros y empleados com-prendidos en las leyes de previsión social, cu-yos ingresos no superaran los 2000 pesos, aquienes proveía individualmente de financia-miento para la construcción de una vivienda.

El crédito otorgado proporcionaba el totalde la valuación del edificio, más un valor sub-sidiario del 30% del costo total del terreno y laconstrucción, con el objeto de facilitar la com-pra del lote. El interés era bajo (4,5%) y la cuo-ta no podía superar el 30% del salario, consi-derado como de 1500 pesos. El otorgamientoera muy rápido, ya que el tiempo de gestióndebía ser inferior a 30 días.

La vivienda no podía superar los 70 m2.Con respecto a los proyectos, el Banco creó laDirección Técnica “Plan Eva Perón”, que en-tregaba a los adjudicatarios planos normaliza-dos y asesoraba sobre cuestiones diversas.

Las operaciones correspondientes al Plan,escrituradas en 1953, representaron el 18% deltotal, y en 1954 el 32%. La operatoria fue anu-lada en 1955 cuando, a la caída del gobierno pe-ronista por el golpe militar de la llamada Re-volución Libertadora, se reorganizó el Banco.

Al basarse en vivienda individual, propo-ner planos normalizados y contar con una es-tructura de gestión descentralizada, el Plan ha-bía podido llegar eficientemente al interior delpaís y a amplios sectores sociales. Como con-trapartida de estos aciertos, las condicionesextremadamente liberales de estos créditos,implementados en un momento de crisis eco-nómica, constituyeron un subsidio del Estadoa sectores medios y medios-bajos, financiadocon recursos de tipo inflacionario.

Con respecto a los proyectos que proponí-an los planos normalizados, se trataba de ca-sas cajón (v.) de una planta, compuestas por co-cina, comedor, uno a tres dormitorios, baño,lavadero semicubierto y galería, con retiro defrente. Los techos podían ser losas planas o in-clinados de tejas. Se proponían variantes se-gún tipos de clima (frío, templado y cálido),que no alteraban las tipologías, las mismas pa-ra todo el país. A. B.

Bibliografía: Banco Hipotecario Nacional. Conmemo-

ración 75 años. Bs. As., 1961; M. Schteingart y B. Broi-

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peronistas (1946-1955)”. En: summa, n.° 372, 1974.

PLAN DE ERRADICACIÓN DE VILLAS DEEMERGENCIA (PEVE). Plan de viviendas cre-ado por Ley 17.605 de 1968, que proponíala promoción social, la construcción y el fi-nanciamiento de viviendas, tendiente a la so-lución del problema habitacional que habíanprovocado las inundaciones de 1967 y a laerradicación de villas de emergencia (v.) si-tuadas en la Capital Federal y en el Gran Bue-nos Aires. Entre 1973 y 1976 el plan pasóa denominarse Alborada (v.).

Este tipo de programas contaba con an-tecedentes, como algunos de los conjuntosconstruidos durante los gobiernos peronis-tas (1946-1955) (v. Vivienda de interés social), elPlan de Emergencia (v.) (1958-1965), el Plan

Piloto de Erradicación de las Villas 5-6-18 delParque Almirante Brown (1965). En este últi-mo solo llegó a desarrollarse la primera etapa,cuyo objetivo era resolver necesidades urgen-tes, como la instalación de luz eléctrica, aguacorriente o el mejorado de accesos y vías pea-tonales, y el desarrollo de campañas sanitariasy asistenciales. La segunda etapa preveía el con-gelamiento de las villas existentes, y la terce-ra su erradicación. Las dos últimas no llegarona ejecutarse. Algo similar ocurrió con otras pro-puestas del gobierno del Dr. Illia, como la LeyN.° 16.601/64, que autorizaba a encarar un plande erradicación. Poco antes se había creado laComisión de Coordinación de erradicación devillas (Decreto N.° 7807/64), presidida por eltitular de la Secretaría de Obras Públicas.

Por otro lado, la población de tal tipo deasentamientos en la Capital Federal contabacon sus organizaciones de gestión y defensa.

Durante el gobierno de Frondizi se habían des-arrollado comisiones vecinales y regionales,como la Federación de Villas y Barrios de Emer-gencia de la Capital Federal, que manteníanalianzas con otras organizaciones.

Ninguno de los antecedentes había alcan-zado la magnitud de la propuesta de los PEVE,creados por el gobierno de facto de Onganía,que preveía habilitar 56.000 viviendas defi-nitivas y 8.000 transitorias en 7 años. El Planmencionaba las inundaciones de 1967, que ha-bían afectado en mayor medida a las villas deemergencia, pero ellas constituyeron la opor-tunidad de poner en marcha el plan antes quesu detonador. No solo se atendía en los PEVEa un problema social, sino que influía tambiénen su propuesta la búsqueda de disponer deterrenos ocupados por viviendas precarias pa-ra obras públicas y privadas; y el control de ungrupo social organizado que era visto como po-tencialmente peligroso.

La población se estimaba en 280.000 per-sonas, calculadas, sobre la base de unas 70.000

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u CONJUNTO HABITACIONAL PEVE EN SAN JUSTO.

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familias (20.000 en la Capital Federal y 50.000en el Gran Buenos Aires). El Plan se aplicaríaen el Área Metropolitana. En las provincias, ac-ciones similares se realizaban como comple-mento de planes locales.

El financiamiento se cubría fundamental-mente con fondos del presupuesto nacional.También existió una contribución del BID (Ban-co Interamericano de Desarrollo), gestionadadurante el gobierno radical, para el Programadel Parque Almirante Brown de la Municipa-lidad de Buenos Aires, que incluía la ejecuciónde un conjunto de viviendas en Ciudad Gene-ral Belgrano (actual Ciudad Evita), destinadoal realojamiento de habitantes de villas erra-dicadas del Parque.

El Plan constaba de dos programas: unode alojamiento transitorio (8.000 viviendasen 17 nucleamientos) y otro de viviendas de-finitivas (8.000 viviendas anuales, durante unlapso de 7 años).

El Ministerio de Bienestar Social, recien-temente creado, era el encargado de la ejecu-ción y coordinación del Plan. La Secretaría deVivienda se encargaba de aspectos técnicos(evaluación y gestión de terrenos, anteproyec-to de planeamiento físico), mientras que elBHN (v.) encaraba la faz ejecutiva de los pro-gramas de viviendas definitivas, llamando a li-citación por el sistema de “proyecto y precio”.La Secretaría de Asistencia y Promoción de laComunidad del Ministerio de Bienestar Socialtenía a su cargo la determinación de priorida-des de erradicación, la promoción social y laadministración y conservación de unidades dealojamiento transitorio.

En cuanto a la implementación del plan, losprogramas de alojamiento transitorio y defi-nitivo se desfasaron en el tiempo, con lo cualmuchas viviendas propuestas como provisoriasterminaron siendo utilizadas como definitivas.Los primeros conjuntos de viviendas definiti-vas comenzaron a terminarse en 1971. Se erra-dicaron unas 3.000 familias por año, aunqueinicialmente habían previsto unas 8.000. Paratoda el área metropolitana, entre 1968 y 1971se erradicaron 83 villas con un total de 35.691personas; de las cuales 25.952 fueron alojadasen núcleos habitacionales definitivos.

Con respecto a la arquitectura de estos em-prendimientos, se trató de grandes conjuntosen terrenos disponibles, ya que la obtenciónde tierras era uno de los grandes problemasde los planes. El sistema era de “concurso yprecio”, y los grandes conjuntos convenían es-pecialmente a las grandes empresas cons-tructoras. Para los arquitectos proyectistas la

dificultad consistía en que debían presentar-se en vinculación con una empresa construc-tora, hecho que en muchos casos limitó lasposibilidades de participar del proyecto. Sinembargo, gran parte de la experimentación enproyectos de los años sesenta y setenta se re-alizó dentro del marco de esta operatoria.

Como ejemplos pueden citarse los si-guientes: PEVE Joaquín (San Justo, Prov. Bue-nos Aires: 400 viviendas y 3120 habitantes),del estudio MSGSSV (v.); conjunto habitacio-nal Ciudadela I y II, del estudio Staff (v.) (Prov.Buenos Aires: 2360 viviendas, 13.400 habi-tantes); PEVE n.° 22 (Tigre: 256 viviendas), deMarcovich, Paglog, Gulchin, Malenky, Barboyy Basualdo; PEVE San Justo (Pdo. de La Ma-tanza: 962 viviendas, 4367 habitantes), de A.y M. Resnick Brenner y García Vázquez (v.). Unejemplo de emprendimientos en el interior loconstituye el Conjunto Habitacional de Rea-lojamiento UP 02 (Rosario: 477 unidades), delos arquitectos Favario y Basadonna. A. B.

Bibliografía: “Concurso summa 70. La vivienda de in-

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políticas del problema habitacional argentino 1955-

1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN ISLAS MALVINAS. Continuación del PlanEva Perón (v.) a partir de 1976, durante el go-bierno de facto de J. R. Videla.

En junio del mismo año se suspendió el fi-nanciamiento del Plan, que fue posteriormenteabsorbido por la Secretaría de Desarrollo Ur-bano y Vivienda, en uso y aplicación del FO-NAVI (v.). Entre 1976 y 1981, se construyeronpor el Plan Islas Malvinas alrededor de 13.500viviendas. A. B.

Bibliografía: summa, n.° 136, 1979; n.° 169, 1981; n.° 178,

1982; H. Baliero (coord.). Desarrollo urbano y vi-

vienda. Introducción al estudio de la acción del Es-

tado. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yujnovsky. Claves po-

líticas del problema habitacional argentino

1955-1981. Bs. As.: GEL, 1984.

PLAN VEA. (VIVIENDAS ECONÓMICAS AR-GENTINAS). Operatoria destinada al finan-ciamiento de vivienda, llevada a cabo por el

Banco Hipotecario Nacional (v.) a partir de1969 (v. Vivienda de interés social). En 1973, conalgunas modificaciones, el plan continuó conel nombre de Plan 17 de Octubre (v). En 1976pasó a denominarse Plan 25 de Mayo (v.).

El Plan VEA, creado durante el gobierno defacto de la “Revolución Argentina” (1966-1970),se constituyó como el programa financiero másimportante en el mercado de viviendas del mo-mento. Se basaba en el otorgamiento de prés-tamos para la construcción de viviendas agru-padas, destinadas a la venta como viviendapropia y permanente de los adquirentes, otor-gados a entidades que acreditaran “adecuadacapacidad legal, económica, administrativa ytécnica”. La operatoria se dirigía a la cons-trucción de grupos habitacionales completos,que requerían estudios de infraestructura yequipamiento social. Sobre la base de estas ca-racterísticas, la operatoria se dirigía principal-mente a las grandes empresas constructoras.En tal sentido, el Plan demostró falta de adap-tabilidad a realidades regionales, ya que los des-arrollos industriales y empresarios no presen-taban volúmenes y características uniformesen todo el país. A estas entidades el BHN lesotorgaba un préstamo equivalente al 100% delmonto total establecido y aprobado por él co-mo valor de venta de las respectivas unidades.

El BHN actuaba como organismo financie-ro y fiscalizador, y la venta de las unidades cons-truidas corría por su cuenta. Los adquirentesrecibían un préstamo a plazos (10 a 30 años, se-gún el número de dormitorios de la vivienda)y a un interés variable según la categoría o elnivel constructivo de la unidad (0 a 10%). ElPlan establecía cinco categorías de construc-ción, según niveles de confort y terminación.

El proceso inflacionario que vivió la eco-nomía argentina y el mecanismo de reajustede los préstamos concentraron la demanda enlos sectores sociales de mayores ingresos. Es-te hecho no era el objetivo del programa, quepensaba destinarse al sector de la poblacióncon limitada capacidad de ahorro. Los límitessuperiores del Plan eran inicialmente los in-feriores que atendían los bancos en general yel sistema de ahorro y préstamo.

Como obras construidas por medio de es-te plan, pueden citarse el barrio de 1.517 vi-viendas (7.000 habitantes) en Ranelagh (Be-razategui, Provincia de Buenos Aires), iniciadoen 1970 y proyectado por el estudio Rebuffo,di Gioia, Katz y Buar, que comprendía mono-blocks bajos, viviendas en hilera e individuales;el barrio San Pedro (San Martín, Mendoza), de

pla pla

89Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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1.219 viviendas individuales (4.500 a 5.000 ha-bitantes), proyectado en 1968 por Kurchan,Riopedre y Ugarte (urbanismo) y Aslan, Ez-curra, Madero, Gigli (arquitectura), etc. A. B.

Bibliografía: “Concurso Summa 70. La vivienda de in-

terés social”. En: summa, n.° 36, 1970; “Programas y

realizaciones”. En: summ, n.° 43, 1971, pp.68-71; H. Ba-

liero (coordinador). Desarrollo urbano y vivien-

da. Introducción al estudio de la acción del Esta-

do. Bs. As.: Durruty, 1983; O. Yujnovsky. Claves

políticas del problema habitacional argentino, 1955-

1981. Bs As.: CEAL, 1984.

PLANO TOPOGRÁFICO. m. Representación bi-dimensional de áreas territoriales y urbanas,con énfasis en la información acerca de la dis-tribución de zonas edificadas y libres, relieve,accidentes naturales.

Este tipo de planos comenzó a sistemati-zarse con las técnicas de agrimensura y geo-desia desarrolladas en las instituciones mili-tares y civiles encargadas de la administración,control y modificación del territorio, duranteel siglo XVIII. Es un tipo de representaciónque operó en dos dimensiones horizontales, yque eliminó progresivamente toda alusión a ladimensión vertical. Existen numerosos planostopográficos de ciudades y pueblos de la Ar-gentina; sobre Buenos Aires comenzaron a re-alizarse a finales del siglo XVIII. Los planosque se conservan fueron realizados por oficia-les e ingenieros españoles (plano de Boneo yAzara), primero; por las oficinas estatales mástarde (Romero, v., Departamento Topográfico,v.), y por particulares mediante orden o auto-rización del gobierno (Manso, Sourdeaux).La mayoría de estos planos son en realidad deun tipo mixto o híbrido, ya que en ellos el áreacentral o edificada de la ciudad es representa-da de manera topográfica, en tanto que para laperiferia semirrural la información combinadatos topográficos y catastrales. Esta modali-dad comenzó con los planos del período vi-rreinal, en que objetivos fiscales referidos alejido de la ciudad llevaron al emprendimientode un catastro gráfico de la periferia (v. Carto-

grafía urbana), que se combinó con el releva-miento del área central, restringido a infor-mación material, y no al estado patrimonialde las tierras de la traza.

De esta manera, los planos suministran in-formación sobre el grado de consolidación dela ocupación del tejido (a través de la utiliza-ción de códigos gráficos), de la distribución de

calles y caminos, de accidentes del terreno, decursos de agua, de la ubicación de edificios pú-blicos civiles y religiosos, y de los equipa-mientos, a través de códigos gráficos especia-les, o de numeraciones en el dibujo y de listasescritas en los márgenes del plano. La infor-mación catastral se reduce al nombre de lospropietarios, que en algunos casos se insertaen la silueta de los lotes, y en otros casos se de-talla en listas numeradas por cuarteles (divi-siones administrativas de la ciudad).

El auge de este tipo de planos ha sido rela-cionado con el impulso por la recuperación yextensión de la regularidad de la traza de la ciu-dad (v. Alineación), tributario de las ideas urba-nísticas vigentes y de la necesidad de afirma-ción del poder estatal mediante una delimitaciónfirme y estable entre el espacio público y el pri-vado, a la vez que de la necesidad creciente degarantizar la existencia de un mercado de tie-rras que se dinamizó con el proceso de mo-dernización de la ciudad. Este ideal de regula-ridad fue uno de los pilares de la acción estatalsobre las ciudades durante buena parte del si-glo XIX; los planos topográficos fueron enton-ces no solo instrumentos de conocimiento ycontrol sobre los procesos de edificación de laciudad, sino también instrumentos de prefi-guración, pues funcionaban como planos detrabajo que en muchos casos “adelantaron” enla imagen la forma futura del tejido.

Durante el período hispánico la figura pro-fesional encargada de la producción de estosplanos fue la del piloto o la del ingeniero mi-litar. En tanto, en la etapa independiente, la fi-gura fue la del ingeniero (siempre de origeneuropeo, al menos hasta el establecimiento dela carrera de ingeniero local), acompañado deagrimensores y delineantes, que en muchoscasos, en Buenos Aires, se formaron en el De-partamento Topográfico. Las técnicas utiliza-

das para los relevamientos se basaban en la uti-lización de instrumentos de medición de dis-tancias, ángulos, desniveles. Las técnicas de di-bujo se basaban en la norma convencionaladoptada en la Comisión Topográfica de Parísen 1802, que definía códigos de colores y lí-neas para graficar materiales de edificación, ti-pos de vegetación, desniveles de terreno, etc.

El modelo topográfico se aplicó para mu-chas ciudades de la Argentina. En varios casosse registra la actuación de un mismo profe-sional en más de una provincia –el caso de Ber-trés (v.) o de Nicolás Grondona (v.) en BuenosAires y Rosario. El ejemplo del DepartamentoTopográfico porteño también fue utilizado ennumerosas provincias, y así existen planos to-pográficos de ciudades como Mendoza, Tucu-mán, Rosario.

Hacia finales del siglo XIX, con la comple-jización de las administraciones municipalesy el establecimiento de oficinas específicas pa-ra catastro (v.) y para construcción, los planosgenerales de las ciudades se fueron restrin-giendo a la representación de la red viaria y delos espacios urbanos abiertos o aún no ocupa-dos, adoptando con ello una convencionaliza-ción cada vez mayor para las indicaciones delnivel de consolidación del tejido, hasta que eserasgo se abandonó por completo en las pri-meras décadas del siglo XX. Un abandono queestá en directa relación con nuevos modos téc-nicos de observar y registrar la ciudad, que seinauguraron con el primer relevamiento aéreode Buenos Aires en 1915. G. F.

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90 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLANO TOPOGRÁFICO DE BUENOS AIRES, A. SORDEAUX.

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PLANTA LIBRE. f. Uso de esqueleto portante deacero u hormigón armado, que convierte a lostabiques interiores y muros exteriores en ele-mentos no portantes, sostenidos por vigas opor las losas del entrepiso. Esto permite co-locarlos sin relación con la estructura o conlos distintos pisos; recurso que constituye unelemento fundamental de ruptura con el sis-tema clásico, pues invierte la relación tradi-cional muro portante / entrepiso soportado.Por otra parte, permite la continuidad del es-pacio, y destruye la noción de lugar cerrado,sobre la cual se apoya el Clasicismo. De allíderiva que la planta libre haya sido adoptadapor la Arquitectura Moderna como presupuestofundamental de su práctica.

Además de posibilitar el aumento del nú-mero de plantas, la introducción del esquele-to de acero hacia 1885 hace desaparecer el ca-rácter portante de los cerramientos exterioresy de los tabiques internos. Sin embargo, la es-tructura se subordina a la distribución de losmismos (en los que se la oculta), sin preocu-parse por la regularidad distributiva. En la dis-posición tampoco se modifica la articulaciónde la planta, dado que la disciplina ofrece re-sistencias a la eliminación de la noción de lu-gar. La generalización del esqueleto de H.° A.°a partir de la década del treinta coincide encambio con una demanda ejercida sobre la ar-quitectura para romper las trabas que oponí-an sus leyes disciplinares. En principio, estoprovoca una convivencia ambigua entre muroy estructura portante, dado que las diferentesdimensiones originan visibles mochetas, sien-do antieconómico disimularlas con el engro-samiento de los tabiques.

Finalmente, en la obra y el discurso teóri-co de Le Corbusier (v.) la planta libre adquiereuna formulación sistemática frente a la prác-tica corriente. Para Le Corbusier la planta libredebe expresar la oposición entre esqueleto ycerramiento, entre línea y plano, entre reglay excepción, entre ortogonal y orgánico. Estapoética requiere uniformar los cielorrasos, ha-ciendo desaparecer vigas, y separa los tabiquesde las líneas de columnas. La resultante de laaplicación de estos principios destruye la es-

tructura del espacio clásico e introduce los va-lores de dinamismo, continuidad y ruptura queintenta expresar la Arquitectura Moderna.

A pesar de que Mies había expuesto losmismos principios simultáneamente, no esbajo su influencia que penetra esta poética enla Argentina. Si bien el recurso aparece tem-pranamente en el Comega de 1932, aunqueno de manera sistemática y alejado de la líneacorbusierana, las características particularesque adquiere la Arquitectura Moderna hasta1939 en nuestro país hacen que sea excluidopor la carga de ruptura que comporta (v. Mo-

derna, Arquitectura). Esta exclusión del concepto de planta libre

ha sido advertida en la casa de Vicente López(1937), de Prebisch (v.) (Katzenstein, 1989), lacual, si en muchos aspectos sigue el modelode la casa Citrohan de Le Corbusier, eliminano solo la planta libre sino también la doble al-tura de la sala de estar. Asimismo se puedencitar las obras de Antonio Vilar (v.), de Birabén(v.), de Sánchez, Lagos y de De la Torre (v.), en-tre otros, como ejemplos de la ausencia de lacomposición a partir del concepto de planta li-bre. Sin embargo, al igual que en la casa dePrebisch, las fachadas de dichas obras apa-rentan su uso (edificios de Libertador y Lafi-nur, de la calle Uruguay, ambos en la CapitalFederal, o la casa de Vilar en San Isidro, paracitar solo tres ejemplos).

Después de 1939, la primera exposiciónsistemática de este recurso se encuentra en laobra de Bonet, Ferrari Hardoy (v.) y Kurchan(v.) (ateliers de Paraguay y Suipacha, de 1939,edificio en la calle Virrey del Pino; los dos enBuenos Aires), hasta culminar con la casa Cu-rutchet, de Le Corbusier, en La Plata (1949).En esta obra aparece una resolución estruc-tural a partir de vigas cinta invertidas, cuya al-

tura se nivela con la cámara de aire del pisode madera o con el contrapiso. En la décadadel cincuenta puede observarse un llamativodesarrollo del mismo por las nuevas figurasde la disciplina (Testa, v., Gaido, Rossi, Spen-cer, v.), con fuerte presencia en obras y con-cursos (sedes de Correos, proyectos para la Cá-mara Argentina de la Construcción, proyectosde edificios para San Juan, etc.).

Sin haber alcanzado la formulación máslibre del Modernismo brasileño, su utilizaciónsuscita algunas reacciones en el campo disci-plinar, como por ejemplo la de Wladimiro Acos-ta (v.), que considera la planta libre como un me-ro juego de curvas y líneas oblicuas que olvidanla ortogonalidad impuesto por el sistema pro-ductivo. El desarrollo que la disciplina iniciadespués de 1960 deja de lado este lenguaje, quenunca trascendió un reducido ámbito profe-sional. Razones derivadas del costo de los en-trepisos sin vigas, incompatibles con la mer-cantilización extrema del departamento, nohacen posible su aplicación a nivel masivo. E. G.

Bibliografía: E. Katzenstein. “Algo más sobre los trein-

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PLAZA. f. Lugar público, ancho y espacioso, ge-neralmente parquizado y con sendas peato-nales, bancos y juegos para niños, delimita-do por cuatro calles o por alguna de estas yedificaciones. En el Diccionario de autorida-des (1737), la RAE definía plaza –término queviene del latín vulgar *platea, y este del grie-go plateia– en varias acepciones que se hanmantenido con pocos cambios hasta la ac-tualidad.

Los diversos significados refieren genéri-camente a lugar o sitio, como lo prueba cla-ramente un derivado castellano de plaza: em-plazamiento, que significa ‘ubicación’. Enprimera acepción, el Diccionario de autorida-des definía plaza como un espacio urbano des-tinado al comercio (“colocar en plaza” es si-nónimo de “vender”), a la “reunión” –no solode personas– y la realización de festividadesde todo tipo. El segundo valor aludía al carác-ter “público” de un ámbito en el que se dabana conocer las noticias y se comunicaban nor-mas y decisiones de gobierno. Con un léxicoprofuso, el citado diccionario registraba su-bentradas relativas a lo militar: plaza alta, pla-za baja, plaza de armas, plaza fuerte, plaza

pla pla

91Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA PLANTA LIBRE EN EL EDIFICIO COMEGA, BUENOS AIRES.

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muerta, plaza viva y, por un proceso de me-tonimia, derivado del rol militar de las ciu-dades durante la Reconquista española en laPenínsula y la Conquista de América, plazafue sinónimo de “ciudad” en expresiones ta-les como: ceñir la plaza o socorrer la plaza.

Las ciudades musulmanas no tenían plazas,habituales en las poblaciones españolas de laReconquista, donde se las fue creando en es-pacios liberados por demoliciones o reubica-ciones para alojar mercados de extramuros (Gut-kind, 1967). Las plazas así creadas se rodearonde edificios significativos y propiciaron usos,insertándose sin orden aparente en la traza ur-bana y diferenciándose en ello de las ciudadesamericanas, donde la plaza se concibió comonúcleo central de la traza, concentrador de lasfunciones urbanas. Según la bibliografía, la pla-za hispánica es el resultado de la experienciaurbanística acumulada desde el siglo XII por laReconquista ibérica, de los trazados regularesestablecidos según cánones de belleza en losmanuales renacentistas y de la tradición de losespacios abiertos ceremoniales de las culturasamericanas –que en algunos casos, como enMéxico y Cuzco, fueron reutilizadas. Esta mul-tiplicidad de filiaciones fue luego sistematiza-da por la legislación indiana, que fijó su ubica-ción, su forma y sus usos (Ordenanzas 112 a128). Así, la centralidad de la plaza americanaadquirió un rango normativo.

Desde Centroamérica hasta el Cono Sur,pletórica de funciones, la plaza se rodeó de lasprincipales instituciones (gobierno, religión,justicia), fue sede del mercado cotidiano, de lasresidencias de las principales familias, esce-nario de celebraciones y lidias de toros, lectu-ra de bandos, ejecuciones y autos de fe; se hadestacado por ello su carácter de espacio de in-tegración social y de representación colectiva(Rojas Mix, 1978). En esa sociedad tradicional,estructurada según vínculos verticales, corpo-rativos y estamentales, se desarrollaba en lasplazas la publicidad del “antiguo régimen” enAmérica. Sacar a plaza equivalía a hacer co-nocer a la sociedad, al “pueblo” de la ciudadconcebida como “república”, como “comuni-dad perfecta” dotada de un gobierno y un te-rritorio propios (Lempérière 1998).

Con el tiempo fueron perdiéndose los usosde la plaza, que tendía a concentrarlos todos.La pérdida queda consagrada cuando el higie-nismo (v.), heredero de la Ilustración, propiciala descentralización y la supresión de activida-des, principalmente las comerciales. No obs-tante, las plazas se multiplican en torno de lasparroquias con el rol de subcentros urbanos,

como se manifiesta en el “Proyecto de policíapara la ciudad de México” de 1821. Esa diná-mica se continúa luego de la emancipación.Avanzando el siglo XIX, la consolidación de pla-zas secundarias, la internación de “mercadosde abasto”, la multiplicación de los cuartelesmilitares, el desplazamiento de las ejecucioneshacia plazas periféricas y la creación de “pase-os” contribuyeron a enfatizar el carácter cere-monial de la plaza central, mientras que el sis-tema de plazas secundarias fue diferenciandousos en el tejido de la ciudad. Las redes so-ciales tradicionales, otrora convocadas por lasplazas centrales, se disgregan con la moder-nización, en tanto las plazas se fueron espe-cializando. Se inició así un proceso de trans-formación de las antiguas plazas en base almodelo del paseo. A lo largo del siglo XIX,en la búsqueda de “embellecimiento, adorno ysimetría”, se les incorporó vegetación y equi-pamientos, se las delimitó con cadenas y des-niveles y se erigieron en ellas monumentos. Aligual que en otras ciudades, en Buenos Airesla plaza ya no fue un espacio abierto de múlti-ples funciones, sino restringido a un uso socialpara el cual se impuso un nuevo código de com-portamientos como, por ejemplo, la pena conmultas al uso habitual de estos espacios paraechar basura. Esta norma se fue imponiendomuy lentamente; en la década de 1860 se con-sideraba todavía conveniente el cercado de lasplazas para evitar el ingreso de “vagabundos”.

Hacia fines del mil ochocientos, las plazasse transformaron en una preocupación de pri-mer orden para la Dirección de Parques y Pa-seos de las recientemente creadas municipali-dades. Junto a los parques, se las consideróinstrumentos para contrarrestar los “males ur-banos” y posibilitar el fortalecimiento de losvalores democráticos. Adquieren cualidades deespacio higiénico, de sociabilidad y de civismo:“las plazas y sus correspondientes plantacio-nes de árboles servirían para aumentar la su-perficie aereatoria de aquellas vecindades y se-

rían un centro atractivo para la concurrencia yel recreo de los vecinos, particularmente de losniños” (Rawson, 1891). José A. Wilde las de-signa, literalmente, “modificadores urbanos”(1872). Por su parte, el arte urbano las consi-dera un sitio privilegiado para el despliegue deun proyecto pedagógico y civilizatorio, debiendolocalizarse en ellas la “efigie de nuestros hé-roes [...] para revivir sus vidas ejemplares”(Schiaffino, 1894).

Bajo la influencia de Haussmann y de lostratados del arte urbano centro-europeo, lostécnicos las adoptan como instrumento com-positivo recuperando su carga simbólica. Enconsonancia con el ideario del urbanismo, du-rante los años veinte y treinta las plazas co-mienzan a considerarse piezas de un sistemajerárquico metropolitano que los manuales ylas intervenciones de Forestier (v.) en AméricaLatina contribuyeron a consagrar (1907, 1925).Se trata del conjunto de “espacios libres pú-blicos” comunicados por avenidas-paseo y com-puestos por parques, plazas y patios. Diferen-ciadas según su función y localización, “centroscívicos” y “terrenos de juego y ejercicios físi-cos” equipaban y cualificaban el centro y losbarrios periféricos. La noción de “centro cívi-co” (v.), concebida por el movimiento de la CityBeautiful y sistematizada en los manuales deWerner Hegeman (v.), fue reformulada en los“centros funcionales” de los planteos ex novode la Arquitectura Moderna (Le Corbusier yotros, 1947), que tuvieron como corolario las“plataformas” y “explanadas” de los conjuntoshabitacionales de la segunda posguerra.

De ese modo, los alcances de la “plaza tra-dicional” se fueron desdibujando hasta los añossetenta del siglo XX, cuando se intenta recu-perarlas en tanto lugares y temas de interéscultural. Finalmente, en la década siguiente yen el contexto de las operaciones urbanísti-cas de nueva generación, se revalorizan co-mo dispositivos de cualificación del espacio pú-blico –sus cualidades de “hacer ciudad” se

92 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO PARA LA GALERÍA DE LA PLAZA DE LA VICTORIA, 1837.

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ponderan ahora a partir de sus virtudes “demoderadores de procesos ambientales” y “co-munitarias”– en una reformulación de la an-tigua clasificación de espacios verdes, consi-derando su uso esporádico, semanal, cotidianoy sus modalidades de gestión público / priva-da (“Áreas verdes”, 1998), mientras la vivien-da de interés social (v.) se retira de la agendapolítica por falta de financiamiento.

Independientemente de la mirada de lostécnicos, las plazas se consagraron como es-pacios de sociabilidad: “la vuelta del perro” esla denominación coloquial argentina que alu-de a los rituales paseos para ver y ser vistos, co-munes en la vida pueblerina. Asimismo, la pla-za fue crecientemente percibida como unsinónimo de vida barrial, de posibilidades re-creativas para los habitantes de ciudades, y seconvirtieron en un reclamo habitual de aso-ciaciones vecinales.

En el transcurso del siglo XX, las plazas cen-trales reforzaron sus rasgos de espacio sim-bólico. Durante el siglo anterior la “plaza pú-blica” había sido el espacio de la expresiónpolítica gubernamental. La plaza de la “publi-cidad” –de las fiestas y actos ceremoniales co-loniales– se transformó con la política modernaen el escenario de las demostraciones partida-rias y del mitin, dando forma al “espacio pú-blico” en conjunción con las calles y los atriosde las iglesias. Mediante grandes manifesta-ciones, allí dirimieron sus pujas políticas loslíderes de movimientos populistas, allí se ex-presaron el movimiento sindical y estudiantil,allí se gestaron o se derribaron las dictadu-ras. Las Madres de Plaza de Mayo se consti-tuyeron como grupo en ese lugar emblemáti-

co: “Y, volvimos a la Plaza y la retomamos [...]esa Plaza había que conservarla porque era lalucha, porque era el futuro” (Hebe de Bonafi-ni, 1988). No por casualidad “La plaza vacía”es la metáfora elegida para referirse a las de-rivas del peronismo y, más globalmente, de lapolítica latinoamericana (Martucceli y Svam-pa, 1997). A. N. / G. F.

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kowski Publishers, 2001.

PLAZA MAYOR. f. La que constituye o constitu-yó el núcleo principal de la vida urbana en nu-merosos pueblos o ciudades (DRAE, 2001).La plaza mayor ha cambiando a lo largo de lahistoria, no solo en cuanto a su función y sig-nificado sino también en lo que respecta a suestructura. Así, entre la plaza mayor medie-val europea, de carácter orgánico, y la plazade planta regular y arquitectura uniforme, exis-te una amplia gama de variantes, a las quedeben agregarse las plazas de armas de lasciudades hispanoamericanas, resultado de unplan preconcebido.

La plaza mayor española no tuvo, en su ori-gen, un emplazamiento central dentro de laciudad, ya que a fines de la Edad Media, estetipo de espacios abiertos, donde los jueces lo-calizaban sus tribunales, estaban ubicados a laentrada de las ciudades, por ser el sitio dondese realizaba el comercio con los forasteros.Cuando las ciudades crecieron estos espaciosquedaron dentro de su estructura urbana.

La plaza mayor medieval fue el resultadodel agregado espontáneo de una suma de es-pacios cerrados interiores, vinculados a un es-pacio libre a través de soportales y ventanas,construidas en distintas épocas. Estaba máso menos descentrada respecto del núcleo ur-bano. Posteriormente fue constituyéndose enel centro vital y privilegiado de las ciudades yvillas de los distintos reinos españoles, de ahíque se transformara en corazón y punto de re-ferencia urbanos.

En muchos casos, su construcción fue elresultado de importantes cirugías en la ciudad.Fue en Valladolid, después del incendio de1561, en donde –según expresa A. Bonet Co-rrea– se produjo el cambio formal de las pla-zas mayores, que de irregulares pasaron a serregulares. En la nueva ciudad se introduje-ron los principios de uniformidad, simetría ylinealidad. Fue esta plaza el modelo y estímu-lo del nuevo tipo de plaza mayor española.

La vida urbana se desarrolló en la plaza,en cuyo centro se situaba el rollo y a su alre-dedor se concentraban todas las institucionesde la corona europea, la iglesia y los intere-ses privados de mayor jerarquía. Los princi-pales aspectos que caracterizan a la plaza ma-yor americana son: el ser planificada, el serestructuradora de la ciudad y el concentrarmúltiples funciones.

En el proceso de transformación de la ciu-dad americana, la plaza mayor dio lugar a otrosmodelos de plaza, más representativos de lasnuevas ideologías gobernantes.

pla pla

93Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLAZA EN LA CIUDAD DE SANTIAGO DEL ESTERO.

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Desde el siglo XVI el nombre de plaza ma-yor será dado en España a toda plaza principal.Con el paso del tiempo, las nuevas definicio-nes la caracterizan como: “lugar ancho y es-pacioso, descubierto y rodeado de edificios einmediato a una población para su utilidad,adorno y desahogo”. Lo que evidencia que surol se modificó sustancialmente.

La plaza mayor hispanoamericana tuvo otroorigen, nació con la ciudad fundacional. Si-guiendo un plan preconcebido, con un patrónmorfológíco cuadricular, la ciudad creció a par-tir de su plaza. Como estructuradora del tejidourbano, constituía el módulo central vacío des-de el que partían o se cruzaban calles rectilíneasque definían el resto de las manzanas. D. M.

PLOU, AUGUSTO. S/d. Arquitecto. Activo a co-mienzos del siglo XX dentro de la corrienteecléctica, con ciertas tendencias hacia la re-novación del Art Nouveau (v. Arte Nuevo).

Entre sus obras se encuentran el edificiode La Previsora, en San Martín 266; el HotelMetropole, en Avenida de Mayo; el Grand Ho-tel, en Florida y Rivadavia, y el edificio de Ca-llao y Corrientes (1908), todos ellos en BuenosAires. En Rosario realiza la Escuela Normal n.°2, en Córdoba 1545 y, en Santa Fe, la EscuelaIndustrial.

POBLADO TANINERO. m. Pueblo ligado a la ex-plotación del quebracho para la obtención deltanino, explotación que en nuestro país se ex-tendió por la selva subtropical del norte deSanta Fe y el sur del Chaco. Esta genérica de-nominación abarca una serie de localidadessurgidas a partir de 1880.

La integración del país al sistema econó-mico internacional como productor de mate-rias primas alentaba la inversión de capitalesextranjeros que, facilitados por las políticas per-misivas implementadas localmente, permitie-ron un proceso de acumulación de tierras y ca-pitales que a la postre derivó en una explotaciónintensiva del recurso.

El tanino es una sustancia básica del pro-ceso de curtiembre de cueros, que podía obte-nerse con relativa facilidad de la corteza y de lapulpa del quebracho, un árbol usado hasta en-tonces solo por la extraordinaria dureza de sumadera, que ofrecía un rinde muy superior alde otras especies europeas y norteamericanas.

La explotación registra una serie de em-prendimientos aislados, efectuados por com-pañías extranjeras, hasta que en el año 1902los hermanos Hartenek (alemanes) y Portalis(franceses) crearon la Compañía Forestal delChaco, la que organizó racionalmente la ex-plotación del tanino sobre una vasta extensiónterritorial, inaugurando un período de expor-tación del producto a Europa y a los EstadosUnidos, extraordinariamente rentable.

La constitución de esta compañía se con-cretó a través de un intrincado proceso de con-centración de tierras, por vía de negociacionescon el Estado y por la absorción de otras em-presas, lo que originó una formación mono-pólica de escala regional sobre un área que que-dó absolutamente regulada por las disposicionesde la Compañía, que gobernó con leyes propias.

Se produjo en consecuencia una rápida ocu-pación de toda la región, hasta entonces esca-samente poblada por indígenas de hábitos nó-mades, los que constituyeron una fuerza detrabajo naturalmente adaptada a los rigores cli-máticos, además de resultar dócil y barata. Enpoco tiempo quedó organizado un proceso deproducción que, comenzando en la tala del ár-bol en medio de la espesura del bosque, cul-minaba con el envió del producto industriali-zado por vía fluvial o ferroviaria hacia lospuertos de ultramar.

Para posibilitar la línea de producción seejecutaron instalaciones que incluyeron el ten-dido de líneas ferroviarias de trocha angostay la construcción de pequeños puertos (Pto.

Ocampo, Piracuacito), todo ello de propiedadde la Compañía.

A lo anterior debe agregarse el estableci-miento de una cantidad de poblados en tornode las fábricas, entre los que se destacaron Cal-chaquí, La Gallareta, Villa Ana, Tartagal, Gui-llermina, Villa Ángela, que actuaban comonúcleos de concentración y producción es-tratégicamente dispuestos sobre las troncalesferroviarias, con vinculaciones a los puertosen los casos más importantes (Tartagal, VillaGuillermina).

Los pueblos así surgidos tenían claras de-marcaciones en su planta, casi siempre or-ganizadas sobre una cuadrícula, lo que los ha-cía objeto de una planificación previa quegarantizaba su eficiencia funcional. Los ele-mentos básicos eran la fábrica y la línea ferro-viaria. La plaza, elemento fundamental de laurbanística de la época, era un dato secunda-rio en estos casos. El conjunto fábrica-ferro-carril dividía al poblado en dos áreas residen-ciales bien diferenciadas, una destinada alpersonal jerárquico (casi en su totalidad ex-tranjero), y la otra al personal subalterno queocupaba las diferentes viviendas según su je-rarquía en el esquema productivo.

Los poblados contaban con una importan-te provisión de servicios urbanos, tales comoinstalaciones cloacales, suministro de agua co-rriente, alumbrado publico, mejorados de cal-zadas y comunicaciones telegráficas, ademásde centros de aprovisionamiento y farmacias,todo bajo el control monopólico de la Com-pañía, que incluso emitía su propia moneda.

El área residencial jerárquica disponía, co-mo es de suponer, de los mejores serviciosal desarrollarse generalmente en las zonasno afectadas por las emanaciones de la fábri-ca y en proximidad a las reservas acuíferas queformaban pequeños espejos, muchas vecesaprovechados como recursos paisajísticos com-plementarios de las canchas de golf.

Como contrapartida, los sectores destina-dos a los trabajadores se extendían del ladoopuesto, de modo que la fábrica quedaba enposición intermedia entre ambas áreas. Estossectores comprendían las viviendas del perso-nal de planta y de apoyo, e incluía algunos ser-vicios de abastecimiento y seguridad básicos,como almacenes, correos y telégrafos, etc. Losservicios educativos y religiosos no recibieronatención inicialmente.

El diseño de las viviendas se resolvía den-tro de los parámetros del Funcionalismo in-glés; se conservaba una constante tecnológi-ca en todos los tipos de casas, aun siendo que

94 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO DE PLAZA MAYOR.

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estas conformaran diferentes grupos de cali-dad según quiénes fueran sus ocupantes.

En términos generales, las viviendas prin-cipales presentaban volumétricas simples deplantas en U o rectangulares, con galerías pe-rimetrales y cubiertas a dos aguas de chapaszincadas onduladas sobre estructuras made-reras. Los muros de mampostería revocada acu-saban escasa ornamentación, por lo que defi-nían una imagen austera que solo alcanzabaalgunas notas destacadas en las residencias delos funcionarios de mayor rango, que incluíanpisos y revestimientos de maderas junto a mo-biliarios, cortinados y enseres más suntuosos.Un tratamiento esmerado de la vegetación da-ba un entorno paisajístico adecuado a las ne-cesidades de diferenciación social.

Las viviendas populares, por su parte, eranmucho más sencillas, pues se limitaban a unaplanta rectangular con dos o tres habitacionesy galería, con excusados exteriores, dispuestassobre parcelas que permitían una apropiaciónprivada del espacio abierto.

La resultante era una alineación de peque-ñas casas a lo largo de las calles, sumidas en lasombra densa de las arboledas. Para los tra-bajadores solteros se ofrecía una solución ti-pológica denominada “soltería”, que consistíaen un tipo de vivienda colectiva elemental endonde se podía pernoctar en dormitorios co-munes, complementados con servicios sani-tarios mínimos.

Los edificios destinados a algunas funcio-nes de servicio, tales como almacén, dispen-sario, etc., no alcanzaban, en términos gene-rales, gran relieve ni por sus característicasarquitectónicas ni por guardar alguna relaciónde implantación particular que pudiera signi-ficar un interés de jerarquización. La excep-ción a este punto podía darse en el importan-te conjunto hospitalario de Villa Guillermina,el cual, al igual que la actual estancia Las Ga-mas, constituían equipamientos de alcance re-gional en cuanto a salud y alojamiento de hués-pedes destacados.

La fábrica, que por su emplazamiento, mag-nitud y significación era el centro excluyentedel conjunto, presentaba en todos los casos unacontundente volumétrica ladrillera con cubiertade chapas sobre cabriadas metálicas, y con-formaba una serie de cuerpos servidos por ra-males de rieles que ingresaban al predio, parapermitir un movimiento eficiente del material.A modo de remate del conjunto fabril se ubi-caba la gran chimenea, referente principal detodo el poblado que, emergiendo por sobre lavegetación, introducía un hito de gran valor fi-

gurativo y simbólico en medio de la selva.Las agudas condiciones sociales que se fue-

ron desarrollando bajo un régimen de traba-jo a destajo agudizaron las tensiones que es-tallaron en una serie de conflictos y huelgas(en 1905 y 1919 fueron los más serios), dura-mente reprimidos por cuerpos policiales sub-sidiados por la propia patronal. Si se agrega alo anterior el hecho de que la explotación in-tensiva fue diezmando los bosques de que-bracho –especie de muy lento crecimiento– yque, por añadidura, no se contempló la refo-restación, se explica que la producción del ta-nino ingresara en el período de entreguerrasen una declinación. Ello alentó a la Compañíaa buscar sustitutos, los que fueron hallados enla mimosa, árbol natural del África, continen-te hacia el cual se redirigieron los capitales, conel consiguiente descalabro de todo el sistemaaquí establecido. El testimonio más acucian-te de este ciclo productivo esta dado en la ac-tualidad por los pueblos abandonados, muchosde ellos ya totalmente avanzados por la selva,que entraron en un proceso de decrecimien-to progresivo que intentó ser contenido por laspolíticas del peronismo y del desarrollismo has-ta finales de los años sesenta, aunque sin ma-yores resultados; desde entonces sus poblado-res quedaron virtualmente librados a su suerte,con una secuela de éxodo y pauperización enel plano social, y de depredación irreversibleen el plano ecológico. J. A.

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PONS, JUAN. S/d. Francés, ingeniero. Activo du-rante la década de 1820 en Buenos Aires.

En 1823 fue designado como segundo jefedel Departamento de Ingenieros Arquitectos(v.). Al disolverse este en 1825, por orden delMinistro García, pasó a desempeñarse comoinspector de Obras de la Provincia de BuenosAires. A partir de allí tuvo a su cargo los tra-bajos de la Catedral, la Casa de Gobierno, elproyecto y la construcción de una cárcel y unaescuela en San Nicolás de los Arroyos y el Ce-menterio del Norte. En 1826, en relación conla construcción del templo, mantuvo una ás-pera polémica con Catelín (v.) acerca del modoen que este debía realizarse. En 1828 Dorregonombró a Pons ingeniero de la Provincia. En1831 renunció al cargo y fue reemplazado porCarlo Zucchi (v.), con quien realizó también al-gunos encargos particulares, como la casa deLadislao Martínez. No existen constancias desu labor con posterioridad a esta fecha. F. A.

POSADAS. Ciudad capital de la Provincia de Mi-siones, ubicada sobre el río Paraná, frente ala ciudad paraguaya de Encarnación, y a unadistancia de 1.060 km de Buenos Aires. En elaño 2001 la población de Posadas y su áreade influencia ascendía a 280.454 habitantes.

El lugar que ocupa la ciudad de Posadas fueescenario en 1615 de la fundación de NuestraSeñora de la Anunciación de Itapúa por partede Roque González de Santa Cruz. Este asen-tamiento fue posteriormente trasladado a laorilla opuesta del río Paraná con el nombre deEncarnación, dando origen así a la ciudad ho-mónima.

El lugar del primer asentamiento quedódespoblado hasta la Guerra de la Triple Alian-za, momento en que fue usado por soldadosparaguayos como depósito de mercaderías in-gresadas desde Brasil. Por esta razón el lugarera conocido como “Trinchera de los Para-guayos”, nombre que fue cambiado por el de“Trincheras de San José”, luego de quedar ba-jo control argentino. Con este nombre el pue-blo fue oficialmente fundado el 8 de noviem-bre de 1870 como cabecera del departamentocorrentino de Candelaria. Su nombre actualfue impuesto en 1879 en recordación de Ger-vasio Posadas, Director Supremo de las Pro-vincias Unidas. Por ese entonces el territoriode la actual provincia de Misiones formaba par-te del de Corrientes, y es recién en 1882 cuan-do se produce la separación y se designa a Cor-pus como capital del nuevo territorio. RudecindoRoca, primer gobernador misionero, gestionala entrega del área de Posadas por parte de Co-

pla pos

95Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO DE UNA VIVIENDA, POR JUAN PONS.

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rrientes, la que se hace efectiva el 22 de agos-to de 1882. En 1884, año de la creación de losTerritorios Nacionales, se declara oficialmen-te a Posadas como capital de Misiones.

El trazado del pueblo fue delineado por elagrimensor Francisco Lezcano en 1871. Se tra-ta de una cuadrícula de 13 por 14 manzanasubicada sobre el recodo del río Paraná, en elque había comenzado a formarse espontánea-mente el pueblo desde 1867. De esta manera,hacia el norte y el este, el trazado urbano esta-ba rodeado por el río hacia el sur y hacia el oes-te se extendía la cuadrícula del ejido, que con-tenía más de 250 chacras.

Si bien la arquitectura del pueblo se con-centraba inicialmente sobre la costa con ran-chos de madera y paja, la delineación de su tra-zado y su designación como capital generaroncambios en la estructura urbana a partir del re-conocimiento de la plaza central como nuevofoco de crecimiento, y de la construcción entorno de esta última de los primeros edificiosinstitucionales.

El primero de ellos es el de la Casa de Go-bierno provincial, que el mencionado Rude-cindo Roca encarga al ingeniero Juan Col (v.)

en 1882. El edificio, de estilo académico en sufachada, ubicado sobre una de la esquinas dela plaza principal, está organizado alrededorde dos patios hacia los que se abren ampliasgalerías que sirven de resguardo del tórrido cli-ma misionero.

La población de origen paraguayo fue, des-de los comienzos, el grupo inmigrante más im-portante en la población de Posadas. Junto conitalianos, brasileños, españoles, uruguayos, fran-ceses, alemanes y suizos, representaba un 30%de los 2.446 habitantes registrados en 1888. Losinmigrantes europeos jugaron un importantepapel en el desarrollo económico del territorioy de su capital. Pedro Schneider y Felipe To-mareu establecieron los primeros molinos yer-bateros y sentaron las bases de lo que sería, jun-to con la explotación maderera, la principalactividad económica del territorio. Como testi-monio de esta época de surgimiento del culti-vo y de la explotación de la yerba mate encon-tramos un área de Posadas conocida como“Bajada Vieja”, ubicada al norte del trazado ori-ginal, en un lugar elevado sobre la barranca delParaná, cerca del denominado “Cerro Pelón”.Allí se asentaron comerciantes de origen sirio-libanés, quienes contrataban trabajadores paralos obrajes de las empresas yerbateras. Ademásde su topografía y de su historia, la arquitectu-ra también confiere a esta área un carácter pro-pio. Encontramos aquí varios ejemplos de Ar-

quitectura Italianizante, caracterizada por la ex-presión ladrillera de sus exteriores, como el edi-ficio en esquina de dos plantas conocido co-mo “La Vieja Casona”, erigida por el constructorMutinelli en 1923. Antiguamente, y debido a lainfluencia de la población paraguaya, muchasde las viviendas originales del área costera es-taban construidas en madera y paja, y no hansobrevivido hasta el día de hoy.

En 1912 la ciudad se conectó con el restodel país por medio del Ferrocarril del Nordes-te Argentino y con Paraguay por medio de unservicio de ferry boat, ambos construidos porla compañía anglo-chilena Clark. La estaciónse construyó ese mismo año según el proyec-to del arquitecto Arturo Gancedo Castrillo. Sumaciza volumetría ladrillera de dos plantas ytecho de tejas se ubicó hacia el este, cerca dela costa ribereña, y constituyó, junto con lamencionada “Bajada Vieja”, un factor más enla mayor consolidación del área costera.

La aparición del ferrocarril, la explotaciónde las riquezas agrícolas y forestales de la re-gión, la llegada de colonos europeos y el em-

prendimiento de numerosos proyectos de co-lonización, repercutieron favorablemente enla economía de Posadas, cuya población alcanzóen 1919 los 17.960 habitantes. En este contextoaparecen las primeras sucursales bancarias. Laprimera de ellas es la del Banco de la NaciónArgentina, que inició sus actividades en 1892y construyó en 1915 un edificio propio en la es-quina de las calles Félix de Azara y Bolívar, án-gulo noroeste de la plaza principal. Al pro-mediar la década de 1930, Posadas era unaplaza comercial de importancia dentro de la re-gión, hecho que quedaba demostrado por laapertura de otros bancos, como el HipotecarioNacional, el Popular de Misiones y el de Lon-dres y América del Sud.

La presencia de inmigrantes europeos se hi-zo sentir también con el surgimiento de las co-lectividades que los nucleaban. Este es el casode la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, for-

mada en 1898, que en 1932 comenzó a cons-truir su propia sede frente a la plaza principal.El edificio de dos plantas posee una fachada ne-oclásica en la que varios detalles escultóricosy decorativos hacen clara alusión al origen pe-ninsular de la institución. A lo largo de los años,el edificio fue ocupado por un club, una ra-dioemisora y un café. Otro edificio con in-fluencias neoclásicas es el de la Logia Masóni-ca Roque Pérez, construido en 1926 por WhalterRatoff. Su fachada retirada de la línea munici-pal posee un acceso centralizado a través de unaloggia enmarcada por columnas dóricas.

Con el poblamiento y la consolidación dela ciudad aparecen las primeras obras de in-fraestructura y equipamiento a nivel urbano.Uno de los primeros ejemplos relevantes deeste tipo de obras es el Hospital Regional “Dr.Madariaga”, iniciado en 1916 y concluido en1924. La construcción del mismo se producecomo parte del plan de hospitales regionalesde la Comisión Asesora de Asilos y HospitalesRegionales, creada por el ministro Cabred du-rante el primer gobierno de Irigoyen. Su ar-quitectura guarda, en general, bastante simi-litud con el Hospital Perrando de Resistencia,la primera de este tipo de instituciones cons-truida en el nordeste. (v. Resistencia). Se tratade pabellones con techos a dos aguas, reali-zadas con maderas de la zona, que definen áre-as semicubiertas perimetrales. Otras realiza-ciones destacables a escala urbana durante lasprimeras décadas del siglo XX son la avenidacostanera, el pórtico del Cementerio La Piedady el diseño de la plaza principal, todas a cargodel arquitecto porteño Alejandro Bustillo (v.),de destacada actuación dentro de la provinciapor su participación en distintas obras rela-cionadas con la creación del Parque NacionalIguazú (v. Área protegida). La obra más importantede Bustillo en Posadas es, sin embargo, la ca-tedral, una iglesia neorrománica de planta ba-silical con nave central y dos naves laterales.Desde que fue terminada en 1937, las agujasde sus dos torres fueron, por mucho tiempo,uno de los hitos más sobresalientes en el per-fil de la ciudad.

Hacia mediados de siglo, Posadas se con-virtió en uno de los núcleos urbanos más im-portantes de la región y centralizó la salidade gran parte de la producción agrícola y ma-derera de la zona del Alto Paraná. En este con-texto fue ganando importancia el área del puer-to ubicado hacia el este del trazado, en cercaníasde la estación de ferrocarril.

En 1955 se provincializa el territorio nacio-nal de Misiones, de modo que a partir de en-

96 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u HOSPITAL COMÚN REGIONAL, EN POSADAS.

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tonces se planteó la necesidad de albergar unanueva estructura administrativa. Como en mu-chas provincias argentinas, este suceso marcael comienzo de un período de notable reacti-vación de la obra pública, en la que se desta-can algunos edificios de gobierno. Entre estosúltimos, el caso más importante en Posadas esel del Instituto de Previsión Social, realizadosegún el proyecto de los arquitectos Soto y Ri-varola (v.), quienes obtuvieron el primer pre-mio en el Concurso Nacional de Anteproyec-tos organizado por la provincia en 1959. Eledificio, comenzado en 1961, fue resuelto co-mo una torre en forma de placa cuyas diez plan-tas se reparten funciones de oficinas y de ho-tel. A nivel de la calle, bajo la estructura de estatira elevada, se organiza un complejo progra-ma de actividades comerciales y accesos in-dependientes de todas las áreas del edificio.Otro proyecto de interés es el de la Facultad deIngeniería de la UNNE, realizado por el ar-quitecto Juan Manuel Borthagaray (v.), en elque las áreas semicubiertas se generaban a par-tir de una versión más geométrica de los “pa-raguas” de Amancio Williams (v.). Como en eledificio de Soto y Rivarola, los arquitectos pre-sentan el factor climático como uno de los ar-gumentos centrales del proyecto moderno.

Luego de la provincialización, el gobiernode Misiones organizó un concurso público deanteproyectos para el ordenamiento de la ciu-dad, que fue ganado por el grupo URBIS, in-tegrado, entre otros, por los arquitectos JuanKurchan (v.) y José Luis Bacigalupo. El infor-me de URBIS sienta las bases para la posteriorconfección de un Plan Regulador para Posa-das. En coincidencia con estas iniciativas se re-alizan algunas obras urbanísticas relevantes,como la remodelación de la Plaza 9 de Julio,llevada a cabo en 1957 por el arquitecto localJorge Pomar. Dentro del Parque República delParaguay, en la zona costera próxima a la “Ba-jada Vieja”, el mismo Pomar proyecta un an-fiteatro desde el que se domina el recodo delParaná que rodea a toda la ciudad de Posadas.

Hacia la década de 1970, y como resultadode la atención que recibieron ciertas áreas fron-terizas por parte del Estado nacional, se lleva-ron a cabo diversas obras de infraestructura detransporte y comunicaciones, que dinamiza-ron la vida de Posadas, al reforzar su centrali-dad en la región. Una de estas obras fue elpuente San Roque González de Santa Cruz,que unió a Posadas con la localidad paragua-ya de Encarnación. La obra se compone de losviaductos argentino y paraguayo de 1595 y 385m de longitud respectivamente, y del puente

central de 570 m de largo. Sobre el lado ar-gentino se construyó un centro de frontera queincluye pabellones para el control de autobu-ses y automóviles y un edificio para Gendar-mería Nacional con embarcadero propio.

Otro ejemplo de este grupo de obras pú-blicas es el Aeropuerto Gral. Don José de SanMartín, ubicado al otro lado del Arroyo de losMártires, que define el límite sur de la ciudad.El edificio, proyectado en 1979 y finalizado en1984, se caracteriza por el uso del hormigónarmado en pórticos estructurales, muros de ce-rramiento y núcleos exentos de circulación ver-tical y servicios. El extendido uso del hormi-gón caracteriza también a otros edificios delperíodo, como el de la Caja Nacional de Aho-rro y Seguro construido en 1975.

Pero sin duda, la más importante de estasobras públicas es la de la represa Yacyretá, queno solo dio mayor impulso a la economía de laregión sino que afectó en forma considerablela estructura física de Posadas. En efecto, comoconsecuencia del llenado de la represa, una ex-tensa franja costera de la ciudad quedó bajo lasaguas, lo que hizo necesaria una redistribuciónde ciertos usos que incluían, entre otros, el puer-to, las instalaciones ferroviarias y gran cantidadde viviendas. Con tal fin se realizaron hacia fi-nes de la década de 1970 un importante nú-mero de proyectos de relocalización en el queparticiparon varios estudios de arquitectura derenombre a nivel nacional. A manera de ejem-plo, podemos citar aquí el proyecto de la Cos-tanera, preparado por el estudio MSGGSV (v.)

o los proyectos de relocalización de viviendas

elaborados entre 1979 y 1981 por los arquitec-tos Antonini, Schön y Zemborain (v.).

La mayoría de estos proyectos de relocali-zación se ubicaron en lo que era originalmen-te una zona de chacras, es decir, por fuera deltrazado original de la ciudad, limitado por lasllamadas “cuatro avenidas” (las actuales RoqueSáenz Peña, Mitre, Corrientes y ComandanteGuacurarí). Si bien para ese momento el pro-ceso de ocupación del ejido ya se encontrabaavanzado, el mismo se acentuó notablemen-te durante la década de 1980, período en el quePosadas experimentó un crecimiento pobla-cional sin precedentes. Es interesante notarque, a diferencia de la mayoría de las ciudadesargentinas donde la ocupación de los ejidos seproduce a partir de la extensión del damero deltrazado central, en Posadas cada chacra del eji-do ha tendido a subdividirse de formas dife-rentes, generándose, de esta manera, un tra-zado relativamente irregular, donde se hanmantenido los límites entre las antiguas cha-cras, que forman un especie de supercuadrí-cula definida por avenidas.

Durante los últimos años, el amanzana-miento ha alcanzado el límite del arroyo Már-tires con la construcción de barrios como Vi-lla Cabello y ha superado también el límite surdel ejido original constituido por la actual Ave-nida Cuarenta. Esta última es importante, yaque coincide parcialmente con la traza de laruta 12 y distribuye el tráfico hacia Buenos Ai-res, Iguazú o hacia el puente que comunicacon Paraguay. Por fuera del área del ejido, lacontinuación de dicha ruta se ha convertido enun nuevo eje de crecimiento en una zona quese consolida día a día y a la que también se handestinado áreas para conjuntos habitacionalesde relocalización. F. W.

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pos pos

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u PUENTE INTERNACIONAL POSADAS - ENCARNACIÓN.

u SECTOR DE LA CIUDAD DE POSADAS DESDE EL RÍO PARANÁ.

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POSCOLONIAL. adj. En la historiografía local, sedice del grueso de la arquitectura y la ediliciaproducida en la Argentina durante el períodoque va desde la Revolución de Mayo a la ca-ída de Rosas. Usado t. c. s. m.

El Poscolonial corresponde a un momentode transición, de ahí que en sus formas y con-tenidos se encuentre cierta persistencia del pa-sado reciente. Este común denominador nospermitiría hablar de la existencia de un estilomás o menos uniforme, cuya característica fun-damental es la permanencia de una actitud re-fractaria a la incorporación de las nuevas co-rrientes arquitectónicas europeas.

El estilo poscolonial ha sido analizado co-mo la natural continuidad formal de la Arqui-tectura Colonial (Nadal Mora, Peña y Martini)o como manifestación de una generalizada re-sistencia local a la importación estilística y ala anulación de los contenidos “nacionales”,propuesta por las elites liberales en la prime-ra mitad del siglo XIX (Pando, Gutiérrez); tam-bién como un “Neoclasicismo popular” queafectó principalmente a la edilicia, al incor-porar, a la simplicidad de las técnicas cons-tructivas rioplatenses, elementos propios delracionalismo neoclásico (de Paula).

Contenidos estilísticos. El término Poscolonial,al menos en su primera acepción, tal como apa-rece en los escritos de Nadal Mora (v.), suponela perduración de las modos estilísticos carac-terísticos de la etapa colonial luego de finali-zado el dominio hispánico. Sin embargo, de-bería entenderse a partir de esta definición,según lo señalan Peña y Martini, que las for-mas y contenidos de la arquitectura local su-frieron alguna modificación durante ese pe-ríodo de transición, aunque no en un modoesencial como para tener que apelar a otra de-nominación estilística. Lo fundamental de es-ta redefinición radica en la supresión de los de-talles ornamentales barrocos que caracterizabanel período final del siglo XVIII. Sus principa-les invariantes morfológicas, teniendo comobase los elementos formales propios de la ar-quitectura andaluza, son: la desaparición delos guardapolvos de las ventanas hasta con-vertirse en un simple recuadro literalmenteplanchado que forma un marco para el vano;la disminución del tamaño de las cornisas; ladesaparición del techo de teja en pendiente ysu reemplazo por la azotea. La configuraciónresultante da un aspecto distinto a la facha-da, a lo que debe sumarse la incorporaciónde la baranda de hierro con pilares de mam-

postería por encima de la cornisa. La defini-ción estilística producto de esta combinación,aunada a una relativa continuidad de los tiposy programas tradicionales con posterioridad a1810, ha sido, en líneas generales, aceptada porla historiografía, lo que demostraría la persis-tencia de la matriz hispánica durante buenaparte de la primera mitad del siglo XIX. Estanoción adquirió luego una dirección diferen-te, aunque complementaria, ya que bajo las in-fluencia de las hipótesis de la “historia revi-sionista” se ha interpretado que tal persistenciaestilística era explicable como resistencia deun saber propio de los sectores populares fren-te a la cultura de importación de las elites.

Una consideración actualizada del com-plejo fenómeno del Neoclasicismo nos lleva-ría a relativizar y contradecir la hipótesis de lapersistencia, al menos en la totalidad del te-rritorio. En efecto, una lectura de las preocu-paciones de la cultura iluminista acerca delfenómeno de la ciudad y su edilicia, nos de-mostraría cómo, ya desde mediados del sigloXVIII, existía una predisposición hacia la re-gularización de la estructura de las ciudades,no solo en su red vial, sino también en sus fa-chadas, entendidas como límite preciso entreel dominio público y el privado. Racionaliza-ción de la construcción, eliminación paulati-na de la ornamentación, supresión de salien-tes u otras estructuras que compliquen laclaridad que deben poseer los límites del es-pacio público son los elementos esenciales queguían la organización de una arquitectura cu-yo canon es la “regularidad” elevada esta a ca-tegoría de leit motiv fundante de toda expe-riencia estética y científica.

De allí que podamos interpretar este cam-

bio que afecta fundamentalmente a la edilicia,sobre todo en la zona pampeana y en el Lito-ral, no como una persistencia de la cultura delpasado, sino como una renovación de largo al-cance que solo puede ser entendida en un pro-ceso de larga duración. Un proceso que nacede las reformas borbónicas, materializadas enla nueva normativa urbana del Virreinato, y seprolonga hasta abarcar la primera mitad del si-glo XIX. Enfocado el problema a partir del pro-ceso de larga duración, debe necesariamenteprescindirse de los eventos circunstanciales dela historia política; por lo cual una división en-tre Colonial y Poscolonial carecería de sentido.

La fuerza y el impulso de esta edilicia re-gular –en la arquitectura culta existen otrasvariables complejas que, unidas a estos con-tenidos, otorgan a sus resultados materialesun indiscutible tono neoclásico–, aseguran suéxito a partir de otras dos premisas funda-mentales. Por un lado, el precario desarrollotécnico del Virreinato, la ausencia casi total deartesanos calificados, propios del cultura ba-rroca, hacen que esta tendencia a la simplici-dad haya sido recibida sin resistencia por téc-nicos y operarios. Por otro, la tendencia a lasimplicidad en la configuración de las facha-das es también resultado de los estudios hi-giénicos que creen ver en la disposición tor-tuosa y desorganizada de las ciudades el campomás propicio para el desarrollo de todo tipo depestilencias.

Estas afirmaciones, que a fines del sigloXVIII eran ya compartidas por la elite y poramplios sectores de la población, son las queimpulsan más rápidamente los cambios mor-fológicos antes aludidos.

La situación varía de acuerdo con las re-giones geográficas. Tampoco se mantiene den-tro de la misma tónica en un período tan lar-go como el que va desde 1780 a 1850, ya querecibe impulsos, según los vaivenes que va to-mando, tanto del Neoclasicismo como del des-arrollo del saber científico y los cambios en laorganización técnica.

Resulta evidente que la noción de persis-tencia del saber colonial (no lo llamaríamosen este caso “resistencia”) se hace mucho másclara en el noroeste, donde una organizaciónsocial antigua y consolidada –aunque haya en-trado posteriormente en rápida crisis– es másimpermeable a las nuevas consideracionesacerca de la edilicia que se reciben indirec-tamente de ultramar, por vía de la influen-cia rioplatense. En Buenos Aires y la BandaOriental, donde la llegada de artesanos y deinmigrantes europeos se hace notoria desde

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u CASA EN LA CALLE BOLIVAR, BUENOS AIRES.

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las primeras décadas del siglo XIX, y donderecala también la mayoría de los técnicos con-tratados por los gobiernos, los cambios sonmás rápidos y palpables. De allí que sea ne-cesario dividir el fenómeno de acuerdo con lasjurisdicciones regionales, para poder expli-carlo en forma coherente.

Buenos Aires y Litoral. Como prueba contun-dente de la intromisión de la cultura liberal dela Revolución sobre la edilicia popular, la his-toriografía arquitectónica ha exhumado el in-forme del arquitecto francés J. Boudier acercade la fachada de la “Vereda Ancha” en Plazade la Victoria, documento en el que se reiterala voluntad de control arquitectónico sobre laedificación. La idea de construir una normati-va para la totalidad de las fachadas de la plazaes una constante que estaba presente en or-denanzas del período virreinal y que se pro-longaría luego en la organización del Depar-tamento de Ingenieros Arquitectos. En efecto,el mismo Catelín elevó en 1822 al gobierno unanteproyecto de decreto que preveía los rasgosque luego fueron identificados como Arqui-tectura Poscolonial: prohibición de la orna-mentación sobre la fachada, obligación de cons-truir cubiertas planas, eliminación los desagüesa la calle, supresión de las rejas voladas, etc. Aesto debe sumársele el control legal y técnicode alarifes y maestros mayores por parte de eseDepartamento.

Esta nueva normativa arquitectónica pro-dujo rápidas consecuencias, y sus resultadospueden analizarse en la arquitectura porteñade la época. Dentro de la amplia producciónque se constata durante el período 1821-1827,son ejemplos de casas urbanas con tales ca-racterísticas: la serie de viviendas (ya demoli-das) ubicadas en la calle Bolívar 809, 946 y959; el Hotel de Corrientes y Paseo de Julio(1835); El Teatro de la Victoria (1837), de San-

tos Sartorio (v.); el caserón de Rosas (1836-1838),obra de paternidad discutida, pero con evidentesmatices de origen durandiano propios de la de-nominada “arquitectura regular”.

La modalidad se reitera también en la se-rie de estancias bonaerenses del período de ex-pansión de la frontera (1820-1850), como Juan-cho Viejo, La Postrera y Santa María, de formassimples y contenidas que evocan directamen-te esta “arquitectura regular”. También el gé-nero estilístico se puede encontrar en las ca-racterísticas casas quintas del período. Sustechumbres planas y sus plantas compactascon miradores ayudan a conformar un juegovolumétrico que las aleja decididamente dela edilicia tradicional.

En el Litoral las modificaciones pueden le-erse más en las ciudades importantes que enlos pequeños poblados y las zonas rurales. EnCorrientes, ejemplos tardíos como la casa Fe-rro o la Lagrana son significativas de esta nue-va modalidad. En Santa Fe pueden destacar-se la antigua Aduana y el Cabildo.

Noroeste. En esta región encontramos una con-tinuidad mayor con las formas heredadas de laúltima etapa colonial. Solamente a mediadosde siglo, y sobre todo luego de la caída de Ro-sas, se vislumbran modificaciones importan-tes en los gustos y los modos de producción.

La lenta evolución se ve apoyada por el ti-po de programas realizados que no superan lodoméstico o la Arquitectura Eclesiástica, cues-tión que en un contexto de crisis y aislacio-nismo, ayudaría a mantener arraigadas las for-mas anteriores.

En ese sentido, la persistencia se hizo mu-cho más fuerte en las zonas rurales. En ellasse prolongan las tradiciones inmutables, comolo demuestra la iglesia de Sectantás (1837), ca-si un ejemplo de Barroco popular en plenosiglo XIX. Persistencia que también encon-

tramos en las iglesias de los Valles Calchaquíes,como las de Rosario de Cochinoca (1860-1871),San Francisco de Tilcara (1850) o Nuestra Se-ñora de Tumbaya (1873), y aun en las remo-delaciones o adiciones realizadas con poste-rioridad a esta época.

En Salta, cuya actividad económica deca-yó más lentamente, se nota la introducción dellenguaje de nuevo cuño en las antiguas gale-rías de madera reemplazadas paulatinamentepor columnas de mampostería y sólidos volú-menes encalados que, recordando la imagentransculturada de Andalucía, introducen sinembargo los nuevos repertorios formales dezócalos y pilastras.

En Tucumán sucede algo similar. Ejemplode esto es la casa del obispo Colombres, conamplias arquerías que no es posible diferen-ciar de las realizadas en el período colonial. Lanovedad estilística en la región la encontramossobre todo en algunas casas quinta, programade por sí más novedoso, que puede alejarse delos cánones tradicionales, como la casa con mi-rador en Trancas.

En Santiago del Estero, así como en Cata-marca y La Rioja, que sufrieron en mayor me-dida las consecuencias de las guerras de la In-dependencia y la interrupción del comercio, elpredominio de la herencia hispánica es másnotorio. Dentro de tantos ejemplos de este re-traimiento pueden citarse: la iglesia Santa Bár-bara de Panarcillo (1825) o Nuestra Señora delTránsito en San Fernando (1865).

Es la aceptación del Neorrenacimiento ita-liano (v.), casi contemporáneamente a la caídade Rosas, lo que indica el abrupto término deesta modalidad. Pero cuando la edad de la aus-tera regularidad, identificada erróneamentecon la “barbarie” rosista, toque a su fin, no po-dremos invocar solo causas estilísticas para jus-tificar su derrumbe. Un complejo mosaicode antecedentes, que van desde las transfor-maciones técnicas, poblacionales e ideológicasa los cambios de las concepciones higiénicas,actúan para modificar inevitablemente la mor-fología arquitectónica.

Historia crítica. Independientemente de lasdiferentes acepciones del término, que im-plican posiciones bien definidas dentro delcampo historiográfico, la edilicia de la prime-ra mitad del siglo XIX, sobre todo en la regiónpampeana, ha servido como material históri-co para avalar diferentes propuestas estilísti-cas. Su carácter de contención formal, volu-metría pura y ausencia de ornamentación hansido exaltadas por las primeras vanguardias,

pos pos

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u VISTA DE UN HOTEL EN CORRIENTES Y PASEO DE JULIO, EN BUENOS AIRES (1925).

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que creían ver en esta tendencia la expresiónformal de cierto “carácter” argentino. Poste-riormente, con el surgimiento del Regiona-lismo, también encontramos esta modalidaddentro de los antecedentes de variables tandispares como la arquitectura de A. Williams(v.) o el Movimiento de las Casas Blancas deinicios de la década del cincuenta.

En efecto, a pesar de la escasa cantidad deejemplos que han sobrevivido, su significacióncultural como momento inicial –y en conse-cuencia esencial para la arquitectura local– hatenido múltiple aceptación. Posiciones tan dis-cordantes entre sí, como la vanguardia moder-nista o el nacionalismo cultural de Bustillo (v.),la colocan como común denominador fundan-te de una “argentinidad”, diferenciada del caosecléctico del proceso de modernización. Fren-te a esta suposición, hemos tratado de construiruna hipótesis que relacione la austeridad re-gular con motivos históricos múltiples, bien le-janos de una construcción metafísica. F. A.

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nos Aires posrevolucionario: 1824-1827”. En: Boletín

del Instituto Emilio Ravignani, n.° 7, abril de 1993.

POSTMODERNISMO. m. Movimiento culturalque, originado en la arquitectura, se ha ex-tendido a otros ámbitos del arte y de la cul-tura del siglo XX, y se opone al Funcionalis-mo y al Racionalismo modernos. La idea deuna Arquitectura Postmoderna fue creada porel crítico norteamericano Charles Jencks apropósito de un libro homónimo. No era la pri-mera vez que se empleaba el concepto en re-lación con la arquitectura. En los años cua-renta ya el crítico [...] hacía alusión a unaarquitectura “Postmoderna”.

Aunque los postulados de Jencks y otros te-óricos de la Arquitectura Posmoderna en re-lación a la supuesta emergencia desde media-dos de los años setenta de una corrientenetamente escindible y “más allá” de las co-rrientes modernistas de la arquitectura del s.XX resultan hoy insostenibles, es posible de-tectar, sin embargo, una cierta producción quepuede encuadrarse bajo este rótulo. En nues-tro país, el P. tomó cuerpo dentro del campodisciplinar en los últimos años setenta, cuan-do recogió, aunque débilmente, ciertos fer-mentos contestatarios que, superado el perí-odo dictatorial y con el correr de los añosochenta, quedarían completamente diluidos.

El éxito crítico de la categoría inventada porJencks se debió a que anticipó un debate ex-tendido con posterioridad al conjunto de la cul-tura. Deben distinguirse así dos niveles de de-bate con los que la palabra se vincula. En unose trata de establecer si, como algunos pensa-dores contemporáneos proponen, las condi-ciones generales del desarrollo material y espi-ritual de Occidente se han transformado losuficiente como para configurar una condiciónque ha dejado de ser moderna para convertir-se en “postmoderna”. En el otro nivel, en cam-bio, se trata de determinar si los rasgos fun-damentales de la arquitectura de nuestros díasdifieren en tal modo de los que corresponde-rían a una “Arquitectura Moderna”, como pa-ra establecer que nos encontraríamos ante otraarquitectura, esto es, la “Arquitectura Postmo-derna”. En el primer nivel se está frente a unadiscusión filosófica, que si bien afecta a la es-tética es ante todo ontológica. En el segundo ni-vel se está frente a una discusión estilística.

Aunque no es esta la oportunidad indicadacomo para dar cuenta del debate en el primernivel, solo a efectos de considerarla como re-ferencia trazaremos una sintética descripcióndel universo conceptual a los que se hace re-ferencia con la designación “Posmodernidad”.Se entiende que en la era postmoderna la gran

fábrica, ejemplificada por la producción de ace-ro, símbolo de la edad industrial, ha sido re-emplazada por la generación diseminada in-ternacionalmente de partes de las que a su vezson protagónicos los microcircuitos. El mun-do cultural, pero también el mundo político yeconómico, se caracterizan por la pluricentra-lidad frente a las contadas oposiciones nacio-nales del período anterior; han perdido su cre-dibilidad las grandes narraciones unitarias–religiosas o ideológicas– que explicaban elmundo, y en su lugar quedan solo fragmentoscuya efectividad se mide exclusivamente en suproductividad presente. Junto con esas gran-des narraciones del mundo caen igualmentelos relatos sobre el pasado y las compulsio-nes hacia el futuro, y con ellos se instala la ideade un final de la Historia. Asimismo, la im-portancia dada a los contenidos y a los signifi-cados en la etapa anterior se traslada ahora alas formas y a los significantes; se instala el pri-mado de la superficie y el desinterés o la in-diferencia de la profundidad. Desinterés porlos contenidos y pluricentrismo dan lugar a laruptura de la homogeneidad y, con ella, a lasexpresiones locales y diversas; y esto a su vezdetermina el relativismo cultural. La fuerza dela superficie, las formas y los significantes escondición del primado de la imagen por sobrela narración misma.

Mientras que estos rasgos caracterizan almenos el discurso acerca de la “Posmoderni-dad”, el P. en arquitectura puede describirse entérminos muy diversos y en cierto modo mu-cho más sencillos. En la versión más difundi-da, que tuvo su consagración internacional enla exposición realizada en la Bienal de Veneciade 1980 bajo el título “La presencia del pasa-do”, el P. se caracterizó ante todo por aplicar demanera arbitraria sobre estructuras composi-tivas más o menos tradicionales formas em-pleadas por las arquitecturas historicistas delsiglo pasado. El P. fue ante todo el estilo deco-rativo más difundido de los años ochenta.

Si bien es indudable que algunos de los ras-gos que antes señalamos como pertenecientesal discurso sobre la Posmodernidad puedenhallarse en la arquitectura del P., resulta difí-cil, si no imposible, no identificarlos tambiénen buena parte de la llamada “Arquitectura Mo-derna” o, como se propone en otra voz de es-ta obra, en algunas de las distintas corrientesmodernistas (v. Moderna, Arquitectura). Es que elconcepto de P. se basa ante todo en una previadefinición de esa Arquitectura Moderna de laque han sido borradas contradicciones y dife-rencias. Recortadas contra aquel presunto blo-

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u UNA CASA POSCOLONIAL EN BUENOS AIRES.

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que homogéneo, sus características se insta-lan ante todo como una diversidad de signo ne-gativo. En otras palabras, solo aceptando unahomogeneidad en las manifestaciones con-cretas y en las líneas teóricas de la “Arquitec-tura Moderna” es posible proponer su “fin”, ycon ello la entrada a un período al que cabríalegítimamente aplicar el prefijo “post”.

Ahora bien, que esa operación carezca defundamentos y legitimidad teórica no supo-ne que no sea posible distinguir como pos-modernas a un conjunto de obras dentro delciclo de la Arquitectura Moderna. Lo que estastienen en común, y es difícil de encontrar enotros casos, es su particular fusión entre es-tructura conceptual, marco normativo y dis-ponibilidad constructiva modernas, con unavulgarización y descontextualización de la ico-nografía clásica.

Así entendida, la arquitectura P. comenzóa difundirse en la Argentina a fines de la dé-cada del setenta. Las condiciones culturales,políticas y económicas en que se encontrabael país entre mediados de los setenta y me-diados de los ochenta eran propicias para quese produjera una expansión que afectó la obrade muchos arquitectos ya consagrados en pe-ríodos anteriores. Y esa posibilidad estuvo de-terminada ante todo porque el P. como estilose articulaba con un cuestionamiento a los sen-tidos fuertes de los modernismos, y particu-larmente a sus contenidos de reforma social ya su vocación crítica respecto de las propues-tas conservadoras. Ese cuestionamiento esta-ba en la base de la fuerte crisis de las ideolo-

gías y utopías que habían movilizado la cul-tura argentina en el período anterior. En me-dio de una violenta represión cultural y de lacensura, el P. se presentaba como un cambioque, si en los comienzos resultó “subversi-vo” para algunas burocracias académicas, pron-to demostró ser un inofensivo vehículo de ca-nalización de rebeldías y expresión depresuntas libertades, más allá de la voluntadde sus protagonistas, quienes podían estar con-vencidos de la necesidad de esas libertades yde la eficacia real del P., al menos en el pla-no estético. De pronto, para cualquier arqui-tecto grande o pequeño ser posmoderno equi-valía a encontrar una vía aceptada, pero almismo tiempo sencilla y descomprometida pa-ra la especulación formal, que parecía permi-tirle finalmente una verdadera “libertad” cre-ativa y deshacerse del duro catecismoético-estético que las formas modernistas másdifundidas y hegemónicas habían instalado enla Argentina.

Si las condiciones económicas de estos añosde fuerte crisis también contribuyeron a la ex-pansión del P., es porque ante la caída de losvolúmenes reales construidos, la primacía yautonomía del dibujo –una de las manifesta-ciones de la exacerbación de la forma que el P.propugnaba– constituía un vehículo legitima-do que daba continuidad a los procesos de con-sagración y ocupación del campo profesional.

La experimentación con la pura forma y eluso de la historia como reservorio iconográficocomenzaron a ensayarse en tres diversas sedes.En Buenos Aires, en los Cursos de Arquitec-tura más conocidos como La Escuelita, dirigi-dos por Díaz (v.), Katzenstein (v.), Solsona (v.

MSGSS) y Viñoly (v.), y, aunque algo posterior, elLaboratorio de Arquitectura organizado por Al-berto Varas; en Córdoba, a través de la actua-ción pública y privada de Miguel Ángel Roca (v.).

En la primera fase, que coincidía con el re-chazo por parte de las burocracias académicasde la dictadura militar, el P. tuvo un carácterexperimental y las principales obras construi-das (paradójicamente todos encargos estatales)fueron los mercados y plazas cordobesas, y al-gunos rasgos de la obra de Solsona, Viñoly ysus socios, en particular los elementos que de-finen la plaza-techo de ATC (Argentina Tele-visora Color). También de este primer perío-do son algunas incursiones posmodernas deClorindo Testa (v.), como el Centro ComercialPaseo de la Recoleta y la sucursal del Banco dela Nación en Villa Carlos Paz.

En los años siguientes, en una infinidad deobras anónimas –bares, casitas de clase me-

dia, cines, comercios– se emplearon hasta elhartazgo los tímpanos como remate de las fa-chadas, las columnillas a ambos lados de losaccesos, los lucernarios longitudinales trian-gulares, la simetría, los falsos arcos en puertasy ventanas, las sillerías igualmente falsas y lascornisas con perfil de pecho de paloma.

La expresión más acabada de este proceso–que llevó a confundir la disciplina arquitec-tónica con un juego de manipulaciones for-males gratuitas y sin otro propósito que el dela satisfacción de un gusto kitsch de origenhollywodense– fue la obra de J. C. López (v.) yasociados. Concebidas siguiendo modernísi-mos sistemas de gestión empresaria y de or-ganización funcional, los grandes centros decompras proyectados por López no dejaron deapelar –en los elementos decorativos de inte-riores y fachada, como no podía ser menos– atodos los tics posmodernos publicitados porlas revistas internacionales (v. Shopping center).

Luego de esos grandes espejismos y, pa-radójicamente, cuando en los últimos años dela década del ochenta arreciaba el debate sobrela Postmodernidad, el P. había agotado sus dé-biles impulsos y perdido para los arquitectostodo interés. J. L.

POZO CIEGO. m. El que sirve para desaguar le-trinas y recibir los residuos líquidos de la vidadoméstica. La construcción nominal pozo cie-go es un argentinismo que en nuestro país al-terna con pozo negro, de uso más extendi-do en el español.

Se trata de un tipo de construcción subte-rránea, de enorme importancia en las vivien-das urbanas hasta su prohibición (Buenos Ai-res, 1894). Pese a la acción contaminante delas napas de agua y a su peligrosidad en lo querespecta a la seguridad de construcciones lin-deras, se lo continúa usando en zonas no abas-tecidas por redes cloacales. Originalmente eranpozos circulares de profundidad variable quetrabajaban por absorción de la tierra. Siempreestaban rematados por un cupulín de ladrilloapoyado en el nivel que empezaba la arcilla,con una boca en la parte superior; su diáme-tro era generalmente de una vara. Luego de unmetro se excavaban a mano: sobre sus murosse hacían pequeños escalones que los pocerosusaban para salir. Cuando se llenaban se lostapaba con basura sólida y se cavaba otro a sulado. Los había ubicados directamente bajo lasletrinas y otros a los que se llegaba por mediode un albañal de mampostería. En el siglo XIX

pos poz

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u INTERIOR DEL SHOPPING ALTO PALERMO, DE J. C. LÓPEZ.

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se crearon diversos adminículos para impedirque el olor saliera de ellos y para usarlos des-de varias letrinas, piletas de lavar o desagüesde piso en forma simultánea.

En la actualidad su modo de construcciónno ha variado sustancialmente, salvo por la co-locación de una tapa de hormigón armado, apo-yada en un anillo de mampostería. D. S.

POZO DE AGUA. m. El circular, habitualmentede una vara a un metro de ancho habitual-mente, excavado hasta la primera o la segundanapa freática. Sistema más sencillo para ob-tener agua en las ciudades, cuando no era ac-cesible o potable la del río. También llamadopozo de balde.

Los pozos comenzaron a excavarse hasta lasegunda napa a partir de la década de 1860,con una nueva tecnología europea que permi-tió prescindir de la excavación manual. La par-te superior, cavada en tierra blanda o humus,era necesario recubrirla con un murete de la-drillo: en casos de viviendas de lujo estos po-zos podían estar totalmente recubiertos de la-drillo, lo que servía a su vez para evitarfiltraciones provenientes de pozos ciegos cer-canos. El agua del fondo se sacaba medianteun balde con una soga, y en las ciudades seacostumbraba colocarles un muro superior deprotección que tenía una viga de madera o hie-rro sostenida por dos parantes, de donde col-gaba una roldana para la soga. Esta construc-ción, llamada “brocal” (v.), es similar a las quese colocaban en los aljibes, construcciones pa-recidas usadas para el mismo propósito. En lasegunda mitad del siglo XIX fueron comu-nes los pozos que servían a dos casas al mis-mo tiempo, construidos bajo la medianera, deforma tal que a cada uno de los lados daba me-dio agujero; en estos casos también se hicie-ron de forma oval. D. S.

Bibliografía: D. Schávelzon. Túneles y construccio-

nes subterráneas. Bs. As., 1992.

PREBISCH, ALBERTO.

(AP). Tucumán, 1899 - Bue-nos Aires, 1970. Arquitecto.AP forma parte de una gene-ración que se sintió responsa-

ble por los rumbos que debía adoptar la ar-quitectura, en consonancia con la “nuevasensibilidad” impuesta por los tiempos.

Sus obras y escritos de los años veinte ytreinta del s. XX lo ubican entre los precurso-res del Movimiento Moderno en la Argentina.Participó activamente de la vanguardia artísti-ca porteña constituida en torno de las revis-tas Martín Fierro y Sur, en las que publica susartículos. Se inserta en el campo profesionalcon La Ciudad Azucarera, proyecto concebidoen colaboración con Ernesto Vautier (v.), pre-miado en el Salón de Bellas Artes de 1924, don-de explicita sus propuestas urbanísticas. La ca-sa de la calle Luis María Campos, edificada en1930; el controvertido proyecto del Obelisco(1936), que le encargó la Intendencia de Bue-nos Aires, y el cine Gran Rex (1937) son lasobras que le aseguran su trascendencia al granpúblico. Construye también numerosas ca-sas individuales, edificios de renta y comer-ciales. Entre las responsabilidades institucio-nales que asumió fue intendente de la ciudadde Buenos Aires (1962-1963) durante la pre-sidencia de José María Guido, y miembro, lue-go presidente, de la Academia Nacional de Be-llas Artes. Como delegado de la Academiaparticipó en la confección del Plan para Bue-nos Aires (1958-1960) que impulsó desde surol de funcionario municipal. En dos oportu-nidades desempeñó el cargo de decano inter-ventor de la Facultad de Arquitectura de la Uni-versidad de Buenos Aires como delegado delGobierno Nacional (1955-1956 y 1968-1970).

AP tiene el mérito de iniciar con sus textospolémicos la renovación del campo disciplinar,abriendo los debates que preceden a la visitade Le Corbusier en 1929 y el movimiento dela Arquitectura “Blanca” de la década del trein-ta. Las propuestas de AP pueden interpretar-se, en términos de traducción (Katzenstein,1987), como una reinterpretación de los prin-cipios del Movimiento Moderno internacional,a la luz de los problemas específicos que seplantean los arquitectos y comitentes locales.Su arquitectura se caracteriza por partidos com-pactos y trazados de geometría regular.

Los conflictos entre la tradición y la inno-vación los resuelve interpretando en clave clá-sica las doctrinas de la nueva arquitectura, enconsonancia con las características del Movi-miento Moderno argentino, que antepone laopacidad a la transparencia, la tradición a la ta-bla rasa (Liernur, 1992). Su acción se desen-vuelve en el contexto de los movimientos derenovación cultural y en proximidad a los gru-pos católicos. A diferencia de otros contem-poráneos suyos, como Antonio Vilar (v.) o Wla-dimiro Acosta (v.), AP adopta una interpretaciónde la Modernidad más estética que social, y

clausura, después de los años treinta, sus pro-yectos experimentales.

Sin embargo, sus trabajos iniciales de re-gularización de partidos tradicionales, así co-mo los “tipos” de inmueble urbano y de casasuburbana, que condensan su producción pos-terior, muestran que su arquitectura se ins-cribe en los procesos de racionalización edili-cia porteños, que él mismo contribuyó aconstituir con sus textos de difusión.

A lo largo de su trayectoria es posible dife-renciar cuatro etapas: la primera correspondea su período formativo e incluye los textos y pro-yectos realizados como estudiante. AP egresaen 1921 de la Escuela de Arquitectura de Bue-nos Aires, donde recibe los fundamentos aca-démicos en el Taller de René Karman (v.). El via-je de posgraduación –que efectúa junto conErnesto Vautier entre 1921 y 1923– despiertasu interés por la pintura y la producción delas vanguardias artísticas europeas.

El año 1924 marca un punto de inflexiónen su carrera, cuando inicia su trayectoria co-mo arquitecto y crítico de arte. Esta segundaetapa se caracteriza por los desafiantes artí-culos y los proyectos experimentales que des-arrolla en sociedad con Vautier. Se trata de unaserie de ejercicios de estilo donde AP reela-bora las teorías de la estética aprendidas du-rante su viaje europeo. Por medio del debateintenta ocupar un espacio en el campo arqui-tectónico porteño, entablando polémicas conlos “americanistas” y con las figuras institu-cionales consagradas. La tercera etapa se des-arrolla durante la década del treinta. En esosaños viaja a EE.UU., sus artículos revelan unaactitud menos polémica y sus obras le otorganimportancia y trascendencia. A través de vin-culaciones con personas de prestigio y fun-cionarios municipales, obtiene los primerosencargos de magnitud. La cuarta etapa, “deconstrucción y desencanto” (Molina y Vedia,1983) o “Modernidad Gris” (Grementieri, 1994),marca las últimas décadas de su producción,cuando paralelamente a la actividad institu-cional construye numerosos edificios que noalcanzan la calidad y la trascendencia de susintervenciones iniciales.

PRIMER PERÍODO (1919-1924).

La formación. Prebisch es un estudiante des-tacado: sus trabajos son premiados y publica-dos tempranamente en la Revista de Arquitec-tura (v.). En el taller de Karman, donde recibesu formación, se pone énfasis en la racionali-dad de la composición formal, los trazados com-positivos regulares y la consideración de la di-

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mensión funcional. Sustenta la hipótesis deGrementieri acerca de la “Modernidad ate-nuada” de sus discípulos (A. Virasoro, v., E.Vautier, F. Bereterbide, v., C. Vilar, v., J. Bun-ge, v., o A. Prebisch). A este rasgo formativosería preciso sumarle las particularidades deuna sociedad porteña resistente a la experi-mentación y a las nuevas formas promovidaspor la Arquitectura Moderna.

Estos conflictos se manifiestan en el pri-mer texto publicado por Alberto Prebisch: “Lacúpula” (1920), que da cuenta de la angustiaque suscitan en AP y en los artistas de su ge-neración las transformaciones de la Moder-nidad, la pérdida de las tradiciones y el inten-to de recuperarlas por la búsqueda de lo clásico,de los valores inmanentes del arte.

El viaje. La disyuntiva entre el peso de la tra-dición y la necesidad de innovar se resuelvenparcialmente durante su viaje de posgradua-ción. En París AP y Vautier se vinculan con losmovimientos artísticos de la primera posgue-rra y con el grupo de pintores argentinos, Bu-tler, Basaldúa, Spilimbergo, que se convertirí-an luego en compañeros de su ruta intelectualen la Argentina.

Toman contacto con André Lothe –pintorcubista y crítico de arte que albergaba en suatelier a los jóvenes latinoamericanos– y conautores consagrados como Valéry, Faure y Bo-ris Savlievitch, que publicaban sobre estética,filosofía e historia del arte, fundamentando te-óricamente el Arte Nuevo. Paul Valéry y TonyGarnier fueron objeto de reportajes que AP pu-blicó a su regreso.

Valéry publicaba Eupalinos o el Arquitecto(1923), donde sistematiza escritos anteriores y

desarrolla la idea del arte como operación delespíritu, adjudicando un rol determinante a laarquitectura. Los boletines de L´École Spécialed´Architecture y las páginas de La Construc-tion Moderne publicaban los principios de es-tética de la arquitectura de Borissavlievitch, “es-tética científica” de la arquitectura que intentabaarticular los factores subjetivos y objetivos queintervienen en la apreciación del arte. El temade la forma y su percepción tendría un corre-lato en la composición geométrica y modula-da que adoptaron los pioneros del Movimien-to Moderno. Desde la historia del arte, ElieFaure ponía el énfasis en el estudio de los “rit-mos colectivos” que suceden a los individua-lismos artísticos, donde la arquitectura se con-cibe como la manifestación suprema que marcael pasaje de la expresión individual de unos po-cos a la expresión colectiva. Los conceptos de“serie” y de estándar le deben a autores comoFaure los fundamentos teóricos que permitenincluir el Arte Moderno como un nuevo ja-lón dentro de la tradición artística.

Estas son algunas de las teorías estéticasen danza en el medio europeo, en el que APse forma como crítico de arte. Con estas pre-misas teóricas intentó realizar una cruzada asu regreso, reelaborando y dando a conoceren Buenos Aires los resultados de su apren-dizaje en Europa

SEGUNDO PERÍODO (1924-1930).

Ejercicios de estilo. El regreso de su viaje en1924 marca el inicio de un período de intensaproducción.

Además de elaborar el proyecto de La Ciu-dad Azucarera, durante ese año publica un tex-to sobre el escultor Antoine Bourdelle; más

adelante escribe críticamente sobre el ameri-canismo, redacta el catálogo de la exposiciónde Pettorutti y se incorpora al grupo martin-fierrista. Su imagen pública de pionero del Ar-te Nuevo se dibuja durante los años veinte, me-diante un triple frente de polémica: con lasinstituciones del arte, con aquellos arquitectosde su generación de opiniones controvertidasy contra los arquitectos consagrados que ejer-cen el poder institucional.

En sus críticas de arte se opone constan-temente a las obras expuestas en los Salonesde Bellas Artes, decadentes y repetitivas. Susantagonistas principales son las instituciones:la Academia, la Comisión Nacional de BellasArtes (presidida entre 1921 y 1931 por MartínNoel (v.), los Salones Nacionales, que asumenel rol de asegurar los rumbos estéticos de laproducción, poniendo el énfasis en un nacio-nalismo tradicionalista.

En esa misma línea de debates, en las pá-ginas de la Revista de América pelea contra elarte oficial y con los neocoloniales, cuestio-nando sus búsquedas identitarias. En su artí-culo, apunta sus dardos a la ambigüedad de lanoción de “América”, contrapuesta a la ten-dencia de universalización inevitable del artey la literatura. Replica las críticas que se esgri-men en torno de los fundamentos extranjerosde sus propuestas y argumenta que toda su ge-neración, incluidos los “americanistas”, estánprofundamente marcados por la circulaciónmundial de doctrinas y experiencias.

Asimismo, AP debate con los arquitectosque bregan por un Arte Nuevo y se resisten aadoptar las formas de la era de la máquina, sinresponder a las exigencias que imponen lostiempos. En una carta abierta a un anónimo

poz pre

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u PLANTA GENERAL Y VISTA DEL CENTRO ADMINISTRATIVO DEL PROYECTO DE CIUDAD AZUCARERA PARA TUCUMÁN, REALIZADO POR PREBISCH Y VAUTIER EN 1924.

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arquitecto modernista, publicada en las pági-nas de la Revista de Arquitectura, A. Christo-phersen (v.) critica los excesos modernos, conel argumento de que el “nuevo estilo” es elproducto natural de una evolución. Desde esaposición, defiende el valor de las tradicionesdisciplinares, rescata la validez de los princi-pios de armonía y belleza como uno de los te-mas más difíciles de enfrentar y propone unagestión de tiempos largos. AP responde conuna irónica carta, utilizando esa ocasión pri-vilegiada para difundir su visión sobre estosnuevos problemas y ridiculizar la enseñanzaacadémica. Entre 1924 y 1930, AP escribe nu-merosos artículos críticos, en los que va de-purando y adaptando ideas tomadas de múlti-ples referentes, en una suerte de ejerciciosde traducción que apuntan sus municionescontra el campo disciplinar instituido.

A la manera de L’Esprit Nouveau. En la for-ma de presentación, al igual que sus comen-tarios sobre los Salones de Bellas Artes, lostextos de arquitectura que publica AP (en co-laboración con Vautier) en Martín Fierro in-tentan impactar al lector. Los fundamentosdel grupo martinfierrista no son aquellos delos “artistas del pueblo” ni del arte social. Elblanco de sus críticas es el arte nacional con-sagrado por las instituciones –entendido co-mo motivo folclórico– que frena la innovaciónestética y el desarrollo de un proceso de cons-trucción de un arte local genuino. Sus textosde defensa apasionada o de crítica corrosivason pretextos para exponer principios valo-rativos. El recurso utilizado por AP consisteen diseñar una página a partir de imágenesy fotos provocativas –inspiradas en las moda-lidades de comunicación de L’Esprit Nouveau–que imponen una visión instantánea de lo nue-vo y permiten diferenciar inmediatamentelo correcto de lo incorrecto.

Las ideas que transmite son sumarias: setrata de mostrar la superioridad de las formasque emanan de la racionalidad ingenieril o in-dustrial, sin concesiones sentimentales y enrespuesta a los requerimientos de los tiempos,mediante una oposición conceptual a la orna-mentación. En “Fantasía y Cálculo” (1925) lasoposiciones se trazan entre dos pares: el puen-te de St. Pierre de Vauvray – construido porFreyssinet– y la pasarela decorativa del Rose-dal; una bañera “de resultado estético positi-vo” y una consola Luis XV de “resultado esté-tico nulo”. La argumentación es breve, las“exigencias del cálculo” y la producción in-dustrial en serie se acercan más a la creación

pura, racional y estética que las vanidosas pre-tensiones del artista de hacer arte, con su fan-tasía individual de buen gusto caprichoso. En“Hacia un nuevo estilo” (1925), AP y Vautierreiteran las oposiciones publicadas en L’EspritNouveau, traduciéndolas a temas porteños, yaprovechan para denostar la Arquitectura Ecléc-tica de la época. Después de esta primera se-rie los artículos abandonan el recurso de ridi-culizar la producción disciplinar y asumen unformato más propositivo. Por un lado, mues-tran la serie tipológica y el estándar como re-sultantes de una larga selección. En ocasiones,se incluyen imágenes sobre objetos heterogé-neos para mostrar que “la perfección dentrode la utilidad y la economía crean objetos ca-

rentes de pretensiones artísticas, pero de dis-creta presencia, como cuadra a los buenos ser-vidores”. El corolario de la argumentación deVautier y AP apunta a definir el estilo como re-sultante de una larga selección operada sobreel ajuste entre la forma y la función.

Al igual que las críticas de arte, estos artí-culos ponen la mira en tres problemas cen-trales: a) la autonomía entre el arte y la natu-raleza; b) la relación entre el arte y losrequerimientos actuales, que obligan a incor-porar los métodos y las formas derivados de laproducción industrial, y c) el rechazo de las for-mas y los contenidos académicos que permi-ten rescatar de la tradición solo lo inmanente,es decir los valores racionales de lo clásico.

Con respecto al primer problema, el Catá-

logo de Pettorutti publicado en 1924 se iniciacon un epígrafe de Paul Valéry tomado de Eu-palinos o el Arquitecto, en el que alude a un ar-te con leyes propias y no como “doble de seresconocidos”, desde donde AP manifiesta la ne-cesidad de construir el hecho artístico a la ma-nera de la naturaleza. Este concepto es utili-zado para denostar los cuadros que aúnconservan el valor naturalista o de réplica dela realidad sin resolver la unidad plástica, elcolor y las formas en los límites materiales dela obra. En el ámbito de la arquitectura cues-tiona la repetición de las formas tradicionalesque no da lugar a la innovación. La necesidadde una actualización estética por medio de lainvestigación formal conduciría a la emer-gencia de los nuevos lenguajes. En sus escri-tos, AP argumenta que esa insurrección apa-rente contra la naturaleza funda la nuevaconcepción estética, que respondería a una“nueva sensibilidad”.

En cuanto al segundo problema, AP plan-tea la necesidad de adecuar la obra de arte a lasnuevas condiciones de vida. En este terrenotambién se manifiestan sus controversias conlos criterios artísticos que tratan de rescatar losvalores nacionales de la tradición oponiéndo-se a “los ciegos adoradores del pasado que noadmiten en nuestra época industrializada laposibilidad de una estética original”. La reali-dad transformada por la racionalidad de las téc-nicas requeriría de otras respuestas.

Para AP el dilema entre tradición e innova-ción –el tercero de los problemas planteados–presenta múltiples aristas. Siguiendo a Valéryy al Le Corbusier de Vers une architecture, Vau-tier y AP tratan de resolverlo mediante la bús-queda de los valores inmanentes de lo clásico:“cada época busca su equilibrio. Los historia-dores del arte llaman clásica a la obra de arteen la que este equilibrio armónico se encuen-tra realizado. Pero ellos limitan el clasicismoa una época determinada y la realidad se en-cuentra aprisionada dentro de esta estrecha de-finición limitativa. Toda época busca realizarese acuerdo, ese equilibrio, busca un clasicis-mo, su clasicismo”. Esta búsqueda intelectualde Clasicismo resolvería las tensiones entre laexpresión individual y los valores colectivos ya las nuevas circunstancias productivas, vin-culadas a los conceptos de serie y tipo, tal co-mo lo desarrollaban las teorías de Elie Faure.Sin embargo, en el contexto de esta argumen-tación, que prioriza lo colectivo sobre lo indi-vidual, en AP está ausente el énfasis en la di-mensión social del arte característica de losmovimientos europeos.

104 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO DEL OBELISCO DE BUENOS AIRES, 1936.

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La elaboración de las nuevas ideas toma cuer-po en sus textos, que explícita o implícitamen-te entablan sus controversias con las ideas y losrepresentantes del establishment, constituyendoun espacio propio dentro del campo profesio-nal. AP no dictará cátedra para arquitectos y seinstalará como profesor en la Escuela de BellasArtes. Pero la presentación de un proyecto ur-banístico experimental fue su entrada en esce-na en el ámbito arquitectónico porteño.

A la manera de Tony Garnier. El trabajo de LaCiudad Azucarera, resulta premiado en el Sa-lón de Bellas Artes de 1924. La Revista de Ar-quitectura lo publica junto con el ensayo “Es-tética Contemporánea”, cuyo texto delata laautoría de AP. La revista Martín Fierro publicauna pequeña ilustración de la planta, en tantoPrebisch, que comenta con dureza el resto dela muestra pictórica, se excusa por no ser el crí-tico de su propia obra. La revista belga 7 Artstambién da cuenta del proyecto, elaborado par-cialmente durante el viaje europeo. La CiudadAzucarera condensa muchas de las discusio-nes contemporáneas sobre la ciudad. Sus au-tores viajan a Europa en un momento de in-tenso debate urbanístico y regresan a BuenosAires cuando aún resuenan los ecos del Con-greso de la Habitación (1920) y del CongresoPanamericano de Arquitectos (1923); se orga-nizaba la Asociación de Amigos de la Ciudady la Comisión de Estética Edilicia; en tanto losdiarios publicaban numerosas notas sobre esostemas. El proyecto se inspira directamente enLa Ciudad industrial de Tony Garnier, que APcalifica de “obra clásica: de unidad y estilo”. APy Vautier traducen el proyecto creando un pro-ducto conceptualmente diferente.

Los principios de La Ciudad Industrial deGarnier, centrados en la función económicade la ciudad como factor de desarrollo en sen-tido amplio, son retomados en el proyecto pa-ra la Ciudad Azucarera, que “responde a lasnecesidades que acarrearía la explotación de lariqueza tucumana en vista de su máxima efi-ciencia”. Ambos proyectos ex novo recuperanexperiencias anteriores. Garnier localiza su ciu-dad imaginaria en el sudeste francés, donde seimplantaban desde el siglo XIX numerososconjuntos habitacionales construidos por y pa-ra la industria. En forma simétrica, la propuestade AP se localiza en su provincia natal, don-de las empresas de la extracción de la caña deazúcar construyeron los poblados azucareros,para asegurarse la mano de obra. Ambas ciu-dades son de carácter productivo, no adminis-trativo; consideran la proximidad de las ma-

terias primas y se insertan en redes fluviales,viales y ferroviarias que aseguran el transpor-te de personas y mercaderías. De acuerdo conlos principios saintsimonianos, la concepciónde ciudad subyacente es la de un núcleo de pro-ducción, de progreso y de difusión de rique-za en todas sus dimensiones.

Sin embargo, las propuestas de Garnier yde Prebisch-Vautier no son propuestas utópi-cas: responden a un programa arquitectónicopreciso, destinado a satisfacer las necesidadesmateriales y morales del individuo. Las ex-periencias habitacionales filantrópicas y delpatronato industrial capitalizadas por estosproyectos reflejan la intención de plasmar pro-yectos realizables. Los planos de conjunto, ca-

da uno de los barrios y las viviendas, son di-bujados en detalle, configurando un productodisponible para ser ofertado a comitentes po-tenciales como los empresarios o las muni-cipalidades reformistas.

Las diferencias conceptuales entre el mo-delo de Garnier y su traducción residen en labase ideológica. Garnier participa activamentede los grupos socialistas. Siguiendo esos prin-cipios, la ciudad del francés carecía de ámbitosinstitucionales de control (Iglesia, Policía, Tri-bunales) y estaba centralizada en torno de unespacio comunitario, lugar de encuentros deuna sociedad autoorganizada alrededor del tra-bajo. La versión de Vautier y Prebisch no res-ponde estrictamente a estas ideas comunitarias.Concretamente, el proyecto tiene una plaza

de carácter administrativo que centraliza el con-junto y una plaza religiosa que abre lateralmente.La torre del reloj, retomada en su expresión mo-dernista de La Ciudad Industrial, preside la ciu-dad a la manera de una torre de iglesia, jerar-quizando y alterando el sentido del conjuntorespecto del modelo de Garnier.

Una de las innovaciones que introduce Gar-nier apunta a la diferenciación de zonas fun-cionales, jerarquizando los equipamientos yseparando industria y residencia. El zoning ma-nifiesta su doble dimensión, tanto en su rol“funcional”, diferenciando actividades, comoen lo formal, asegurando el carácter, en tér-minos académicos, de cada sector. En la ciu-dad de AP y Vautier se reitera la idea de ciudadcomo organismo, cuyas funciones diferencia-das deben articularse en un conjunto. La me-táfora de la máquina es retomada para la justi-ficación. No obstante, en la década del veinte lazonificación ya no es una novedad, siendo unade las conclusiones del Congreso de la Habi-tación y una de las propuestas programáticasdel Plan de la Comisión de Estética Edilicia.

En cuanto al partido adoptado, La CiudadAzucarera se estructura sobre tres zonas. Unárea de usinas, una zona residencial y grandesextensiones sin edificación (previstas para laexplotación agrícola y los equipamientos ex-tramuros, tales como cementerios, campos dedeportes, establecimientos para distribución ydepuración de aguas, etc.). El área de usinasse aísla, separada por la estación de cargas, ungaraje colectivo de autobuses y camiones y unaarboleda de 100 m, previendo un crecimientomodular hacia el sur. El conjunto es organi-zado con una red vial de cuatro niveles: aveni-das de acceso, calles de circulación, de habi-tación, y callejones cul de sac para jardines yrecreo de niños. La planta de conjunto se ins-cribe en un rectángulo con eje desplazado quedescarta la simetría. La resolución de los edi-ficios, con pilotis, techos planos y en hormigón,lo aproximan al proyecto de Garnier. Cuatro “ti-pos” de vivienda implantados en lotes de trein-ta metros, según la orientación de las calles, seescalonan con retiros.

El emplazamiento es plano “al pie de unaeminencia natural del terreno”. Allí, sin obstá-culos, intentan liberarse de las resoluciones pin-toresquistas: “hemos huido como de mala co-sa de esa preocupación del Pintoresco arbitrarioy rebuscado que caracteriza al urbanismo ger-mano de Camilo Sitte y Cía. El pintoresco na-da tiene que ver con el arte”, afirmaban. Los au-tores sostienen, por un lado, la necesidad de“una disposición racional de las calles”, de un

pre pre

105Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DETALLE DE FUNDACIONES DEL OBELISCO.

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espíritu ordenado y limpio propio de las líneasrectas, pero, por otro, se oponen a las manza-nas cuadradas, como “forma burocrática quetiraniza el funcionamiento urbano”. Cuestio-nar la cuadrícula reitera el rechazo de las for-mas tradicionales de construir la ciudad y su-pone una renovación profunda.

Tradición e innovación presentan fronte-ras difusas. El conjunto trata de resolver arqui-tectura y ciudad en un proyecto unitario, reto-mando una de los principales aportes al debateurbanístico de Tony Garnier. Asimismo, consi-dera los nuevos materiales y formas constructi-vas. Sin embargo, el conjunto es dominado porel cementerio, que condensa simbólicamentelos valores del pasado. “Situado en un terrenoirregular y aislado de la población, con su ca-pilla y su crematorio, domina la ciudad desdela eminencia en que se encuentra, en cuyopunto más alto, el monumento a los muertosrecuerda a los vivientes sus antepasados”.

Si bien en La Ciudad Azucarera se leen nu-merosos puntos de contacto con los modelosde referencia, es un producto con particulari-dades propias. El núcleo distintivo se sitúaen su propuesta de una Modernidad no laica,donde las tradiciones, implícita y explícita-mente, gobiernan el conjunto.

Experimentación. Entre 1924 y 1930, Vautiery AP llevan a cabo una serie de propuestas ex-perimentales sobre temas diversos. Entre ellosun Museo de Bellas Artes para La Plata (1927).

En el Primer Salón de Arquitectura Mo-derna, realizado en Buenos Aires en 1933, APpresenta un proyecto religioso, que contrastacon una amplia gama de trabajos sobre vi-viendas colectivas y centros comunitarios. Losdos únicos proyectos de iglesia son de AP y encoautoría con Rodríguez Remmy (v.) y Ocam-po. La maquette de AP presentaba un conjun-to de nave con claustro, equilibrado por unatorre lateral, donde prima el interés por la com-posición de los volúmenes cúbicos. Según larevista CACYA (v.), se trata de “la concreciónaustera, rígida, del espíritu franciscano, todohumildad y “renunciamiento”, celebrando lapresencia de la arquitectura religiosa en el Sa-lón, con el objetivo de desmentir el carácterfrío y materialista que se le adjudica a la Ar-quitectura Moderna. Este comentario es coin-cidente con el mismo AP, quien en sus dis-cursos trató de despegar su arquitectura de unaposición política de izquierda. “No me agra-daría –afirmaba AP en 1931– que se me acha-case una inexistente propensión a adherirmea los errores del materialismo histórico para

interpretar los fenómenos estéticos”. La pre-ocupación de AP consiste en negar una inter-pretación de la nueva arquitectura como “re-ducción” a causas económicas y técnicas, yenfatiza la “voluntad espiritual de expresión”:una nueva arquitectura no-laica que condensamuchas de las posiciones adoptadas durantelos años treinta, cuando los gobiernos conser-vadores devienen en uno de los ejecutores prin-cipales de obras modernas.

El resto de los proyectos experimentales deeste período se centran en el estudio de uni-dades y conjuntos habitacionales. En ellos Vau-tier tuvo un rol protagónico, en la medida enque los continúa junto con Bereterbide durantelos treinta, en tanto AP los clausura luego determinar su sociedad. El conjunto de casas derentas en Belgrano, proyectado para el padrede Vautier, es presentado en el Salón de Ar-quitectura, y comentado por Oliverio Girondoen Martín Fierro. Asimismo, sus planchas seexhiben en la Exposición organizada durantela visita de Marinetti.

Ese mismo año recibían el segundo premioen el Concurso Municipal de Casas ColectivasEconómicas en Chacarita (“Conjunto Los An-des”), bajo el seudónimo “Ultra”. A diferenciade “Beta” –el proyecto ganador de Bereterbideque conserva la morfología de la manzana–,Vautier y AP diluyen la trama tradicional y par-ten la manzana con un trazado de bloques, jar-dines y calles peatonales. La única concesióna los límites de la manzana tiene por objetivoresolver sus irregularidades. Los bloques cons-tituyen una serie repetible con posibilidadesde crecimiento ilimitado.

A diferencia de La Ciudad Azucarera, queconservaba aún la división de lotes y la arti-culación plástica de las volumetrías, este con-junto se plantea como una forma de interven-ción sobre la ciudad en franca ruptura con laforma urbana tradicional.

Experiencia. Paralelamente a estos proyectosexperimentales, a lo largo de los cuales AP po-ne a prueba sus ideas, responde a una serie deencargos particulares para Tucumán y BuenosAires, estos últimos en conjunto con Vautier.En las obras iniciales se manifiesta un inten-to de regularización de los partidos tradicio-nales en conjunción con fachadas organizadascon elementos compositivos del repertorio clá-sico y neocolonial. Una de las primeras obrasde AP es una casa individual en Tucumán,construida en 1925, donde reinterpreta el pa-tio de la casa colonial. El tramo central de laplanta remata con una galería con arcadas so-

bre un patio flanqueado por una tira de servi-cios y el muro ciego del garaje.

En una composición menos tensionada, APdiseñó la sede de la Compañía Fénix del Nor-te. Localizada en su provincia natal, la plantabaja de locales y los pisos altos con departa-mentos remiten directamente a las solucionestípicas de la “casa chorizo de esquina”, propiasde las ciudades de cuadrícula.

La obra de mayor magnitud de este perío-do es el Mercado de Abasto, encargada por laIntendencia de Tucumán. El edificio fue re-suelto en su totalidad en clave neocolonial.

En la casa de renta de la calle Cramer, queproyecta junto con Vautier, el frente es un “Die-ciochesco” con basamento de pierre de taille contres alzadas de desarrollo, delimitadas por unacornisa del piso alto que oficia de remate. Pordetrás de la fachada de “estilo”, la distribuciónde la planta es rigurosa y modulada, reveló unode los rasgos característicos de la arquitecturade AP. En todos los casos, los partidos adopta-dos de plantas compactas conviven con refe-rentes estilísticos vinculados al carácter y al des-tino de cada uno de los edificios: la casaindividual, pintoresca; la Compañía de segu-ros, neoclásica; el mercado de abasto, neocolo-nial y la casa de rentas, Luis XIV. Es probableque los comitentes tuvieran roles determinan-tes en las resoluciones, si se piensa que estasobras son elaboradas durante los veinte, mien-tras AP inicia sus críticas a los estilos, descali-fica al Neocolonial y escribe los ya comentadosalegatos de vanguardia. Las obras ponen de ma-nifiesto las dificultades que plantea diseñar ar-quitectura nueva en la década del veinte, conlos métodos y las imágenes mentales tributa-rias de la formación y sin suficientes referen-tes construidos. A eso cabe sumarle la férreaoposición del medio y de los comitentes.

Las obras presentadas forman parte de es-te ciclo experimental de trabajos, que se in-terrumpe en la década de 1930, cuando Pre-bisch proyecta la casa para su hermano, eleconomista Raúl Prebisch, y disuelve su so-ciedad con Vautier.

TERCER PERÍODO (1934-1940).

A la manera de Le Corbusier. La casa para suhermano (1930) y la casa de Vicente López (1937)pueden ser leídas como la culminación de losejercicios de estilo del período inicial. Estas obrastienen una fuerte impronta corbusierana, al tiem-po que revelan los rasgos principales del diseñode AP: modulación y regularidad.

Las revistas de arquitectura la presentan co-mo “Casa Moderna en Belgrano” y ponen el

106 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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107Diccionario de Arquitectura en la Argentina

pre pre

u EL CINE GRAN REX (1937) CONTRASTA CON EL DECORATIVISMO ALEGÓRICO DE OTROS CINEMATÓGRAFOS, Y ES UNA DE LAS PIEZAS MÁS DEPURADAS DE ALBERTO PREBISCH.

u EL VESTÍBULO DE TRIPLE

ALTURA ESTÁ CIRCUNSCRIP-

TO POR LAS ESCALERAS Y

SUS BARANDAS DE TENUE

GEOMETRÍA, EN UNA CIRCU-

LACIÓN PERIMETRAL.

u LA IRREGULARIDAD DE LA

PARCELA OBLIGA A PRE-

BISCH DESVIAR LOS EJES

DE LA SALA Y DEL HALL. LO-

GRA ASÍ UNA SUTIL ASIME-

TRÍA QUE AGREGA INTERÉS

AL TRATAMIENTO ESPACIAL.

w Cine Gran Rex

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énfasis en la implantación –una casa compac-ta que libera gran parte del lote– y en la ca-rencia de ornamentación. En un escrito pos-terior, A. Williams (v.) recupera de la casa losrasgos corbusieranos, que consagran a AP co-mo uno de los pioneros de la corriente racio-nalista en nuestro medio.

En efecto, el pabellón Citrohan presentadoen 1922 y su versión construida para la expo-sición de la Weissenhoff de 1927 fueron losprincipales referentes de la casa en Belgrano.Su análisis comparativo, en la versión de E.Katzenstein (v.), ilumina las diferencias de tra-tamiento espacial entre el original corbusiera-no y la versión local de AP. El acceso diseñadopor Le Corbusier en Stuttgart, con la sala demáquinas, “un verdadero Léger corpóreo”, secontrapondría al clásico vestíbulo de Luis Ma-ría Campos al que Katzenstein alude caricatu-rescamente como “un casto radiador rubrica-do por un estante de mármol y un espejo”. Delmismo modo, el crítico apunta a las solucio-nes que borran las tensiones espaciales pro-pias de la obra corbusierana. La doble altura,que en el modelo original permitió una chi-menea exenta, es reelaborada en un espaciotradicional que articula en continuidad el pro-lijo escritorio y la terraza, muy alejado de lasresoluciones escultóricas del maestro francés.

Idéntico razonamiento puede efectuarsesobre la casa de Vicente López (1937). La obracumple en una primera lectura con los cincopuntos canónicos, si bien estructura y cerra-miento se aúnan y el interior carece de la cua-lidad de fluidez espacial. Los pilotis coincidencon los muros y la estructura es sistemática-mente disimulada por las carpinterías, en tan-to la distribución de los espacios no da lugar auna verdadera interconexión espacial.

El análisis de la obra permite identificar losnúcleos característicos de la obra de AP, quesuprime los sobresaltos vanguardistas del mo-delo, en una operación similar a la efectuadapor Bustillo en la casa de Victoria Ocampo. Losejercicios de estilo permiten una reelaboraciónen una permanente operatoria de traducción.En estas primeras etapas, entre la experimen-tación y la experiencia, entre los saberes apren-didos y la práctica profesional, AP va cons-truyendo una arquitectura con rasgos propios.

La planta tipo para la casa suburbana. Muchosde los principios de diseño elaborados para lascasas de L. M. Campos y V. López serán apli-cados en la amplia gama de casas suburbanas,aunque no siempre alcanzan la misma calidadde diseño. AP construirá viviendas unifamilia-

res caracterizadas por un trazado modular queorganiza la totalidad de los espacios: un parti-do compacto o en “L”, en los casos de parcelaestrecha o de edificio exento, y servicios agru-pados. La distribución de las plantas, si las par-celas lo permiten, se inscriben dentro de un cu-bo cuyas secciones articulan estructura ydistribución funcional. En esa clave resolverála casa de la calle Thames (1934) y las viviendasprivadas de La Lucila (1941) y Martínez (1942).Las resoluciones son sumarias: cubierta terra-za y/o pendiente de tejas; muros de ladrillo a lavista o revoque blanqueado, y carpinterías es-tándar. En grandes superficies articula volú-menes a diferente altura, como en el caso de lacalle Rivera Indarte, en San Isidro (donde re-constituye un espacio-galería, en tanto el ga-raje y los servicios le permiten su habitual jue-go de volúmenes), y en su casa particular.

La experimentación en hábitat social no esun capítulo importante de su obra; no obstan-te estas viviendas deben incluirse en su bús-queda de regularidad y de serie, que rechazanlo singular y lo expresivo cuando la “casa ca-jón” (v.) se va consagrando como el modelo pa-ra los loteos suburbanos.

La fachada tipo para el inmueble urbano. Des-de las páginas de Sur, dirigida por VictoriaOcampo, AP continúa durante los años trein-ta su campaña propagandística por la nuevaarquitectura. A diferencia de la década ante-rior, ya hay consenso entre los jóvenes profe-sionales acerca de lo que nueva arquitecturasignifica. La visita de Le Corbusier en 1929, laedición de nuevas publicaciones, como Nues-tra Arquitectura y el Salón de Arquitectura Con-temporánea de 1933 contribuyeron a la difu-sión de las nuevas ideas.

Con este marco, los textos de AP, que des-de 1932 participa en la redacción de la Revistade Arquitectura, son más reposados y didácti-cos. En la revista Sur escribe a pedido de Vic-toria Ocampo los comentarios sobre las confe-rencias de Le Corbusier y otras notas que ofrecenapoyatura doctrinaria a los comentarios gene-rales de distintos autores. En el proyecto cul-tural de Sur, la arquitectura es una de las di-mensiones de la renovación artística, tal comolo prueban las notas de la propia directora. Elclima de la revista la aproxima a un ámbito in-telectual que difiere en forma y fondo del Mar-tín Fierro. Este nuevo medio le proporciona otrasposibilidades profesionales en un momento demayor madurez como intelectual.

En 1933 viaja a EE.UU., financiado por unabeca de la ICANA, con el objetivo de relevar

108 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Ateliers en Tucumán 685

u MODULACIÓN Y REGULARIDAD EN LA FACHADA, Y

DOBLE ALTURA EN EL INTERIOR DE ESTOS ATELIERS

REALIZADOS PARA VICTORIA OCAMPO, EN BS. AS..

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museos y salas de espectáculos. A su regresodiseña un auditórium y una sala de conciertosde gran escala con muros ladrilleros. Simul-táneamente participa con Juan José Castro yV. Ocampo del Directorio del Teatro Colón.

V. Ocampo lo contrata para edificar variosedificios sobre solares construidos con casasfamiliares. El proceso de sustitución –casas so-lariegas por edificios de rentas–, común enBuenos Aires, explica además las posibilida-des que se abren para incorporar nuevos len-guajes y tipos en el espacio urbano. Esta diná-mica se va acentuar con posterioridad a lalegislación sobre propiedad horizontal (v.)

(1948), consagrando una cierta homogeneidadde los inmuebles urbanos entre medianeras.

En la distribución en planta de las casas derenta, los esfuerzos de diseño de AP se trazanen el mismo sentido que en sus casas unifa-miliares, donde insiste en una regulación for-mal y distributiva por medio de una modula-ción estricta. En las parcelas anchas organizados cuerpos –frente y contrafrente–, de modoque las circulaciones, los servicios y los patiosde aire y luz se ajusten a una geometría regu-lar (Chile 1368, de 1939; Tucumán 685, de1936). En los casos de parcela reducida –típi-co problema de Buenos Aires–, AP opera so-bre un solo cuerpo y agrupa circulaciones y ser-vicios. Los primeros encargos de Victoria –eledificio de departamentos de la calle Chile(1935), los ateliers de la calle Tucumán 685(1936) y la casa de rentas vecina (1937)– le per-miten concebir también una fachada tipo “pa-ra el inmueble urbano”. Esta se estructura so-bre un basamento blanco y una alzada de ladrillocon ventanas planas sin balcones salientes. Losdos edificios más destacados de esta resoluciónde fachada son los ateliers de Tucumán 689 yun edificio de propiedad horizontal (Libertador846, de 1955). En este último, la recova obli-gatoria de doble altura permite una modula-ción de la fachada que se beneficia con el es-pacio perspectívico que proporciona la avenida.La fachada ladrillera es utilizada también enlos tres inmuebles de oficinas diseñados parael Banco Hipotecario, localizados en la calleSan Martín 685 (1949), y en Paseo Colón 329y 533 (1950-1951).

En este conjunto de obras cabe mencionarel interés de Victoria, que en la contrataciónde AP articula intereses patrimoniales con as-piraciones culturales. En 1935, la señora Ocam-po -replicando los propósitos de Gropius-cla-maba desde la revista Sur por la necesidad deuna estandarización. AP, en conjunción consu comitente, podrá avanzar en sus intentos

de racionalización edilicia.Paralelamente, AP proyecta otros edificios

de planta racional y con elementos compositi-vos tributarios de “los luises” en la fachada.Así, en la esquina de Larrea y Beruti (1935) yen Av. Alvear 1831 (1950), AP recurre a la pie-rre de taille para el basamento, a los balcones ala francesa (con balaustrada y/o reja metálica)y a las molduras que marcan el desarrollo delas alzadas de revoque blanco. Los remates seresuelven con los balcones terraza permitidospor los retiros reglamentarios.

Al igual que sus obras tucumanas, cons-truidas en la primera etapa de su trayectoria,estas casas de renta estarán ausentes de los es-tudios críticos, en la medida que suponen unadesviación del itinerario moderno de AP. Pe-

ro con o sin ornamentación, las casas indivi-duales y de departamentos de AP se incluyenen los procesos de racionalización constructi-va de los treinta, que sus textos y proyectos con-tribuyeron a constituir.

El Obelisco. Según Grementieri, el viaje a losEE.UU. dejó su impronta en la resolución delObelisco, y es posible que la travesía america-na haya influido en ciertos aspectos de la re-solución formal, en la que se perciben aún lasresonancias del Plan Urbanístico de Washing-ton. Sin embargo, la idea original del Obelis-co pertenece a un funcionario amigo de AP: Ati-lio Dell´Oro Maini, secretario del intendente deBuenos Aires, Mariano de Vedia y Mitre.

La Plaza de la República era una de las pie-

zas del vasto plan de obras públicas encaradopor el gobierno de Justo para los festejos delaniversario de la fundación de Buenos Aires.En dicho contexto, la operación Obelisco apun-taba a consolidar un nuevo centro para la re-fundación de la ciudad. Principalmente, con-tribuía al desplazamiento del centro de la ciudadhacia el Norte. El ensanche de Corrientes y laterminación de la Diagonal Norte creaban unfoco que quitaba peso al eje histórico de la Ave-nida de Mayo.

La Ley Luro de 1912 autorizó las expropia-ciones para la Avenida Norte-Sur, previendodos rond point (uno en la intersección con laAvenida de Mayo y otro en la intersección conCorrientes). Iniciar el megaproyecto con elnuevo monumento marcaba la nueva relaciónde fuerzas que se intentaba imponer. En esesentido, fue el puntapié inicial para la aper-tura de la Avenida Norte-Sur, cuya construc-ción comienza un año después, según la va-riante park way (v. Buenos Aires). El Obelisco erauno más entre los múltiples emprendimien-tos imaginados para festejar el aniversario dela fundación. Debía construirse en tiempo ré-cord y clausurar un viejo debate en torno delmonumento adecuado. Desde fines de la dé-cada del veinte, la Sociedad Sanmartiniana, laBelgraniana, etc., se disputaban el derecho ala construcción de un monumento alegóricoen dicho emplazamiento.

AP aceptó inmediatamente el encargo ylo resolvió con celeridad. Diseñó un conjuntocentrado en la Plaza de la República, rodeadocon una línea uniforme de fachadas. La pro-puesta era coherente con los proyectos de cen-tros cívicos que se dirimían durante los trein-ta, inspirados en las premisas del civic art. Losconjuntos monumentales y los ejes jerárqui-cos de viaria eran previstos como instrumen-tos para la reorganización y cualificación delcentro. La preservación del valor cívico y ale-górico de los monumentos apuntaba a des-pertar los sentimientos de pertenencia e iden-tidad de la comunidad frente a la fragmentaciónmetropolitana.

El espacio imaginado por Prebisch con-siste en una muralla de edificación que con-tinúa las alturas reglamentarias de las diago-nales. El conjunto dibujado, comunicado a losmedios periodísticos para dar a conocer el pro-yecto de la Plaza, quedó eclipsado por la con-troversia suscitada por el Obelisco propiamentedicho. El proyecto, cuya obra se inicia inme-diatamente, es apoyado en forma incondicio-nal por los amigos de Prebisch y los grupos de“vanguardia”. Abstracción, verdad, pureza, son

pre pre

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u CASA EN VICENTE LÓPEZ, PCIA. DE BS. AS.

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los adjetivos que emplean sus defensores. Las controversias y los problemas que se

plantean durante la construcción no impidie-ron su inauguración en 1936, en ocasión delos multitudinarios festejos. El periodismo mos-traba la iluminación nocturna reflejada en laCorrientes ensanchada, en su intento por im-pactar a la opinión pública. Los opositores nose dejaban encandilar y apuntaban sus dardoshacia el intendente y su equipo técnico, a quie-nes acusaban de dilapidar el erario público. Lastensiones alcanzaron un punto culminante en1939, cuando el concejal Comolli propuso unaordenanza de demolición.

Entretanto, la sociedad porteña lo iba in-corporando a través del humor gráfico, los mo-delos para armar del Billiken y los comenta-rios de la revista Fémina y de El Hogar.

El verdadero interrogante que plantea laobra se refiere al proceso por el cual el dis-cutido monumento se transformó en el sím-bolo de la ciudad moderna. Este proceso ex-cedió largamente la labor de AP, aunque nodeba menospreciarse su sensibilidad para in-terpretar y para defender con tozudez un pro-yecto de dimensión urbana que parecía con-denado al fracaso desde sus inicios. Refleja ala vez el carácter de la controvertida Moder-nidad de los treinta, que en Buenos Aires lle-va a cabo la Intendencia.

El cine Gran Rex. Cuando la virulencia del de-bate público en torno del Obelisco se desplazahacia la apertura de la Avenida Norte-Sur, APfinaliza el cine Gran Rex (1937), localizado enel nuevo corazón de la City. Acorde con la cons-trucción del centro moderno de la ciudad, quehabía inaugurado la Plaza de La República encontraste con el decorativismo alegórico del res-to de los cinematógrafos vecinos, AP diseña unade sus piezas más depuradas.

El programa era moderno desde la partida.Contemplaba la realización de un complejo desala de espectáculos, dos playas de estaciona-miento para automóviles en el subsuelo y unbar, por resolver sobre un lote de 46 m de la-do. La sala de espectáculos requería del plató,camarines, niveles para el movimiento de de-corados, etc. La experiencia de AP en EE.UU.,en ocasión de su viaje, y el proyecto de audi-tórium le proporcionaron un importante pla-fón para cumplir el encargo de Cordero, Ca-vallo y Lautaret, empresarios cinematográficos.

“Un cine es una sala, una pantalla y un hall”,definirá AP muchos años después. Y es, enefecto, en torno de estos tres elementos queAP despliega la resolución de conjunto.

Organiza un vestíbulo de triple altura, cir-cunscripto por las escaleras y sus barandas detenue geometría, en una circulación perime-tral. La irregularidad de la parcela lo obliga adesviar los ejes de la sala y del hall, y logra asíuna sutil disimetría que agrega interés al tra-tamiento espacial. Una resolución tecnológica“de tensores forrados por camisa de hierro ysímil oro rellenada por cemento para evitar losefectos de la temperatura”, diseñada por el in-geniero Adolfo Moret, aseguraba la estructurade una vidriera de grandes dimensiones. Lostensores del frente ayudaban a soportar el pe-so del dintel de entrada y de la marquesina, co-laborando en una transparencia total entre elinterior y el exterior en la caja del hall.

La fachada es un plano liso de travertinosin lustrar, horadado con un ventanal suspen-dido y un espacio lateral previsto para publici-dad, donde se reconoce la impronta de la mo-dulación de AP en el trazado. La fachada reflejala estructura interna del vestíbulo y el foyer, através de la cual, desde la calle, puede obser-varse el movimiento del público en escaleras,galerías y balcones.

Idéntica fluidez logra en el interior, dondeel marco oval de la pantalla se continúa en unabóveda dividida en arcos de borde superpues-to, en una solución similar a la del Radio Cityde New York e inspirada en los principios acús-ticos de Monsieur Lyon de París. En los espa-cios entre arcos se resuelven la iluminación, laacústica –los vacíos permiten la absorción delsonido– y los conductos de ventilación artifi-cial. Grandes estructuras de hormigón en vo-ladizo sustentan las butacas en pendiente, entanto la cubierta es resuelta en hierro, materialque permitió la velocidad constructiva y la so-lución de problemas técnicos. Los espectado-res se ubican en 3.500 butacas, sobre tres ni-veles, y se suprimen los palcos.

El cine Gran Rex resuelve todos los proble-mas de la Arquitectura Moderna en cuanto afluidez espacial, relación entre interior y exte-rior y supresión total de elementos decorativos.Las grandes líneas estructurales organizan latotalidad de sus espacios. Recibe una distinciónpor su diseño y será una de las realizacionestécnicas más publicitadas de la década.

Ese emprendimiento le abre la puerta pa-ra varios encargos de cines en el interior: elPlaza de Tucumán (1944), el Victoria de Sal-ta (1945), el Gran Rex de Rosario (1947), elAtlas de Buenos Aires (1966). No obstante,ninguno de ellos alcanzó la calidad del GranRex de Buenos Aires En 1941 proyectará ElEmporio Económico. La planta libre, organi-

zada sobre una trama de columnas y la fachadavidriada, resuelta con sofisticadas carpinterí-as de madera, se adecuaban a los requeri-mientos de la gran tienda.

CUARTO PERÍODO (1950-1970).

Arquitectura y ciudad. El último período de Pre-bisch es difícil de revisar. Por un lado, asumeresponsabilidades como funcionario. Será de-cano interventor de la Facultad en 1955, despuésde la Revolución Libertadora (nombrado porAtilio Dell´Oro Maini), y en 1970 la interven-ción militar le otorgará las mismas funciones.

Su inclusión en la Universidad es comofuncionario. AP nunca tuvo interés en des-empeñarse como docente. Valoriza al máximola práctica profesional.

En 1960 asume como intendente de la Ca-pital, bajo la Presidencia de José María Gui-do, y desde ese puesto favorece la gestión delPlan Regulador e instala un novedoso servi-cio de comunicaciones con la comunidad. Co-mo delegado de la Academia de Bellas Artescolaboró en la confección de dicho Plan. Sibien su rol no es protagónico –se reconoce co-mo un lego en urbanismo–, los problemas dela ciudad estuvieron presentes en sus diseñosde arquitectura. En un principio, presenta susideas en La Ciudad Azucarera (1924) y cues-tiona implícitamente los alcances del Proyec-to Orgánico en elaboración. Durante la déca-da del treinta transmite sus experiencias enEE.UU., en relación con la necesidad de tra-zar un Plan Regulador, y está presente en losfrustrados intentos iniciales de constituir enla Argentina una filial del CIAM. Su apoyoefectivo a las tareas del urbanismo las efec-tuará desde la Municipalidad.

Su producción de las últimas décadas, me-nos conocidas, no presenta aristas destacables.Hemos mencionado sus cines, casas de de-partamentos y edificios institucionales, a losque se suma una amplia gama de residenciassuburbanas, que no presentan innovacionesrespecto de una forma de diseñar consolidadadurante los años treinta.

En las últimas entrevistas que se le efec-túan pone de manifiesto cierta amargura res-pecto de la profesión. Como a toda la genera-ción de pioneros, a AP le es difícil asimilar lastransformaciones que conlleva la arquitecturade la segunda posguerra, que pone en cuestiónlas ideas básicas que fundamentaron su acción.

ALBERTO PREBISCH Y LA HISTORIOGRAFÍA.

Los estudios sobre AP se incluyen gene-ralmente entre los trabajos sobre el Movimiento

110 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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Moderno en la Argentina, que consideran a APuno de los “pioneros” –junto a Vilar, Bereter-bide, Vautier y Wladimiro Acosta (v.)– de la nue-va arquitectura. Así, su trayectoria se examinabajo el prisma de la crítica ideológica, particu-larmente durante los años en que el MovimientoModerno era percibido como una réplica irre-flexiva de “modelos importados” o como un in-discutible paradigma de renovación. La críticainterna de su obra es muy reciente.

El texto de Bullrich (v.) (1963) considera losescritos y obras de AP “como una de las pri-meras contribuciones a la Arquitectura Racio-nalista en nuestro medio”. Del mismo modo,La arquitectura en la Argentina 1930-1970 con-sidera a AP “el principal difusor del ideario delRacionalismo europeo”. No obstante, sus edi-ficios merecen pocas líneas (es mencionada laCiudad Azucarera, la Casa de Luis María Cam-pos y el Cine Gran Rex, “su mejor obra”), y elanálisis se asocia con las críticas formuladasal Movimiento Moderno local, concebido co-mo un producto efímero, “de moda” y “audaz”,reflejo del “esnobismo” burgués. Se enfatizala falta de trascendencia del ideario del Movi-miento Moderno en la construcción de edifi-cios del Estado y se aduce su inadecuación enun país “que apasionadamente buscaba ale-jarse del cosmopolitismo”.

La controversia entre “lo propio y lo ajeno”persiste en el debate que opone a Larrañaga yKatzenstein en las páginas de la Revista de Ar-quitectura. Los análisis de la arquitectura “noortodoxa” de Larrañaga se centran en la pro-ducción de arquitectos “transgresores”, que nose limitan a replicar modelos europeos. En res-puesta, Katzenstein mostró que “nuestros ar-quitectos desvirtuaron los modelos originalesy, apoyándose en esa traducción traidora, pu-dieron establecer las bases de una arquitectu-ra propia”. El texto de Katzenstein, con un fi-no análisis de dos casas de AP, ya mencionado,muestra que ambas obras, si bien se inspiranen Le Corbusier, están atravesadas por reso-luciones propias que responden a demandasespecíficas, que terminaron por transformarel sentido original de “los modelos”.

Desde otra perspectiva, Liernur cuestionaen 1985 la historia oficial del Movimiento Mo-derno en Argentina y muestra la necesidad derevisar sus supuestos. El título del texto es ilus-trativo de su hipótesis sobre las característicasdel Movimiento Moderno, que precisa en unartículo más reciente: “sólida, de volúmenescúbicos elementales claramente articulados,de mínimas indicaciones decorativas, discre-ta, prioritariamente muraria, opaca, con vo-

luntad de permanencia y tendiente a descui-dar la materialidad a favor de la abstracción”.Estos rasgos se aplican a la arquitectura de AP.

A propósito del tema “creatividad”, J. Sar-quis adjudica al proyecto de Ciudad Azucare-ra el valor de una inflexión, junto a otras ma-nifestaciones que “contribuyeron a formalizarun debate en un medio con serias resistenciaspara aceptar lo nuevo”. La publicación de la Cá-tedra de Solsona de la FADU (1987) y la revis-ta Casas (1992), reúnen como principales mé-ritos el redibujo cuidadoso de las obras y laantología de textos originales de AP, pero nose extienden en lecturas críticas

Los tres textos monográficos disponiblessobre la obra de AP tienen un carácter muy di-ferente. La publicación de la Academia de Be-

llas Artes es una semblanza elaborada por susamigos, que incluye la reproducción de su cu-rrículo, sus escritos y obras ilustradas con fo-tos de Horacio Cóppola. Es el único libro, laprimera publicación, destinada exclusivamen-te a AP, base de muchos trabajos posteriores.

Molina y Vedia emprende una revisión dela obra de los protagonistas del MovimientoModerno. Periodiza la arquitectura de AP entérminos de los períodos “efervescente, polé-mico y productivo”, de “construcción” y final-mente de “agobio, desencanto y derrota”.

Alejado de los debates operativo e ideoló-gico, F. Grementieri intenta un análisis in-terno de la obra de AP según un formato clá-sico de la Historia del Arte. Un examen delmodo de resolución de sus proyectos y de la

biografía profesional de AP le permiten anu-dar sus interpretaciones. Paradójicamente, sonlas investigaciones sobre la arquitectura de laAcademia, realizadas por Grementieri, aque-llas que le permiten abordar la crítica internade la obra de AP con su devenir artístico (mo-dernidad “azul”, “blanca”, “roja”, “gris”).

La mayoría de las lecturas críticas ponen elénfasis en el período heroico y en sus obras pa-radigmáticas, en la oposición de su época deoro con sus últimos años. Sin embargo, un aná-lisis del conjunto de su obra abre matices.

En nuestro texto intentamos mostrar su ela-boración de “tipos” urbanos y suburbanos, don-de se conjugan los procesos de modernizaciónen la construcción y las ideas del Movimien-to Moderno que introdujo AP en nuestro me-dio. La obra de Prebisch se inserta en dichastransformaciones, que su tarea de propagan-dista ayudó a constituir. De igual modo, se-guimos la hipótesis de la traducción (Kat-zenstein), con que traslada situacionesinternacionales a las circunstancias naciona-les, que precisan sus obras iniciales y la cris-talización de sus ideas en los años treinta. Entercer lugar, ponderamos a los comitentes enel rol que adquieren en sus obras de arqui-tectura. Pero quedan muchas zonas en pe-numbra. Entre el conferencista infatigable y elarquitecto laborioso, entre el amigo soñador yel funcionario, su biografía abre más interro-gantes que respuestas.

Todos los estudios –incluido el nuestro–marcan la necesidad de revisar la arquitectu-ra de Prebisch de los años cuarenta a los se-senta desde otra perspectiva: examinando lasvinculaciones entre comitentes, empresas cons-tructoras y mercado. Esta visión colaboraríacon la interpretación de los procesos de “des-encanto” y de los períodos grises. En otras pa-labras, se trataría de examinar las alternativasde producción del espacio de la ciudad, don-de los arquitectos no siempre han sido pro-tagonistas. A. N.

Bibliografía: Escritos sobre A. P.: “Alberto Prebisch,

1899-1970” (nota necrológica). En: Summa. N.° 30,

1970; “Merecida distinción al arquitecto Alberto

Prebisch”. En: Revista de Arquitectura. Año XIX, N.°

47, 1933; M. L. Bastos Kern. “Martín Fierro: Moder-

nidad e identidad Nacional”. En mímeo (PUC/RS, Bra-

sil); F. Bullrich. Arquitectura argentina contem-

poránea. Bs. As.: Nueva Visión, 1963; F. Grementieri.

“Alberto Prebisch. La declaración de la Moderni-

dad”. En: Sección “Maestros de la Arquitectura” de

la revista del Consejo Profesional de Arquitectura

y Urbanismo. N.° 3, 1994; R. Livingston. “Prebisch a

pre pre

111Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EDIFICIO DE OFICINAS EN LA AV. PASEO COLÓN, BS. AS.

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30 años de Prebisch”. En: Summa. N.° 8, 1967; J. Mo-

lina y Vedia. “Prebisch y el racionalismo posible”.

En: revista Dos Puntos. Bs. As., 1983; A. Novick. “Al-

berto Prebisch. La vanguardia clásica”. En: Cuader-

nos de Historia. N.° 9. Bs. As.: IAA, 1988; AA.VV. “Vic-

toria Ocampo, Cliente; Alberto Prebisch,

Arquitecto”. En: Casas. N.° 25, 1992.

PRECIADO, PEDRO. S/d. Alarife. Activo en Bue-nos Aires en la segunda mitad del siglo XVIII.

Hijo del maestro albañil Julián Preciado. Suprimer trabajo documentado es la construcción,según los planos del ingeniero Diego Cardoso(v.), de una de las alas del Fuerte. En 1757, se com-prueba que parte de esta obra amenazaba ruinapor lo que debe ser reparada por una comisióncompuesta por A. Masella (v.) y S. Gaete.

En 1784 es nombrado auxiliar de J. Mos-quera (v.) para la reparación de las calles, y esemismo año es nominado junto con J. B. Ma-sella maestro mayor de la ciudad, con el obje-to de controlar el desarrollo de las obras par-ticulares. En 1786 aparece formando unacompañía para explotar el Corral de Comedias,edificio que repara a los efectos de rehabilitarlopara uso teatral.

Entre sus obras puede destacarse una im-portante cantidad de casas en Buenos Aires,hoy desaparecidas. Su único edificio conser-vado es el Cabildo de Luján, para el cual pro-yectó una fachada en 1778. D. S.

Bibliografía: G. Furlong. Arquitectos argentinos du-

rante la dominación hispánica. Bs. As., Hurpes, 1946.

PREHISPÁNICA, (ARQUITECTURA). En el ac-tual territorio del país existen restos de ar-quitectura anteriores a la llegada de los es-pañoles. Corresponden a pueblos diversos, dedistintas culturas, quienes a su vez vivieron enperíodos diferentes. Hasta hace poco se cre-yó que solo en los últimos tiempos antes dela Conquista –y por influencia incaica– huboobras de arquitectura de interés. La investi-gación arqueológica ha demostrado lo con-trario: el país tiene una larga tradición en laconstrucción de espacios abiertos y cerrados,y en la organización de asentamientos com-plejos. Estas evidencias están casi exclusiva-mente localizadas en el NOA, en el área sub-andina y de la Puna. En el resto del territorioargentino no hay signos de construcciones im-portantes, menos aún de obras de arquitec-tura. Los pueblos que poblaron el resto del pa-

ís ocuparon cuevas y fabricaron cabañas demadera, barro y paja cuando fueron seminó-mades o sedentarios. Los totalmente nóma-des –cazadores y recolectores– no dejaronotros vestigios que un patrimonio móvil, no ca-rente de interés arqueológico y artístico.

El territorio donde se asientan los pueblosde constructores –que crearán luego obras dearquitectura– comprende las provincias de Ju-juy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Conrespecto a Santiago del Estero existen dudas;no se han encontrado restos de construccionescomplejas, pero linda con áreas de alto des-arrollo cultural, por lo que no sería descami-nado pensar que existan, no detectadas, po-blaciones con estructura fija, es decir, con unpatrón de poblamiento.

En esta región hay dos tipos de evidencias:las poblaciones y los sitios ceremoniales. De-jemos de lado las obras de infraestructura –muyimportantes en el NOA–, como las represaspara almacenamiento de agua, las canaliza-ciones de riego artificial y las grandes terrazasde cultivo que fueron destruidas en su mayorparte por los conquistadores como parte delplan de aislamiento y debilitamiento de los gru-pos indígenas. Así se impidió casi totalmenteel sistema de cultivo, de modo que como me-dios de subsistencia les quedaron únicamen-te el pastoreo y la caza.

No existen obras constructivas y no existearquitectura si no hay una madurez cultural,social y económica. El hombre puede dedicartiempo a otras actividades cuando ha satisfe-cho la primera necesidad: la alimentación. Lue-go le sigue casi de modo inmediato, el abri-go. Pero el primer abrigo es siempre natural:la cueva, la caverna o la choza improvisada. Lacreación de poblados –agrupación de varias fa-milias– conlleva la idea de afrontar tareas enforma mancomunada. No depende del hallaz-go fortuito de una cueva, sino que presuponela elección de un sitio adecuado, circunstan-cia que es fruto de una experiencia previa y dela toma de decisión unánime de los pobladoreso de sus jefes. La existencia de uno o más jefesevidencia una estructura social estratificada.

La creación de centros ceremoniales de-nuncia la evolución social, con castas y una for-ma de culto. Puede considerarse que una co-munidad halla la más alta expresión cuando,por medio de sus autoridades, decide realizarun esfuerzo común, y edifica una obra que sir-ve a la misma; o, si sirve solamente a la casta,se evidencia que esta tiene suficiente poder co-mo para lograr ese fin.

Por último, la necesidad de defensa está de-terminada por la existencia de algo apetecibley que vale la pena defender: la vida de los ha-bitantes, los cultivos, la hacienda, las tierras,al igual que otras fuentes de riqueza, como mi-nas, cotos de caza, etc. Es este el momentocuando aparecen fortificaciones, lugares de de-pósito y caminos.

El ciclo evolutivo de los grupos de la Ar-gentina actual se ha subdividido en grandeseras: 1) La era precerámica, es decir, de los pue-blos que se manejan solamente con industriasde piedra, instrumentos para la caza, la pescao la defensa. 2) La era de la cerámica, que de-nota un cierto grado de sedentarismo, aunquesea estacional, ya que no es fácil fabricar cerá-mica dentro del nomadismo. La era cerámicase subdivide en tres períodos que, como esde suponer, varían ligeramente según las re-giones del noroeste argentino:

a) Temprano, aproximadamente entre el500 a. C. y el 100 d.C.

b) Medio, aproximadamente desde el 100d. C. hasta el 800 d. C. y el

c) Tardío, desde el 800 hasta la Conquistaespañola.

Durante el período temprano, entre el 100a.C. y el 100 d.C., comienzan las primeras ma-nifestaciones constructivas en las zonas de Tu-cumán (Tafí y zonas aledañas), en Catamarca(El Alamito, Valle de Hualfin) y seguramenteen una infinidad de otros sitios que queda-ron luego entrelazados con las culturas que lessiguieron; superposición de construccionesque no permite individualizarlas claramente.Florecen numerosos poblados con recintos rec-tangulares (culturas La Ciénaga y quizás Con-dorhuasi), circulares (cultura Tafí), de formaovoide muy alargada (El Alamito). Este es elperíodo de nacimiento de la arquitectura.

Tomemos dos ejemplos bien documenta-dos: El Alamito y Tafí. El pueblo de El Alami-to (uno de varios semejantes), en un altiplanopróximo al Aconquija, presenta viviendas muyestrechas y largas, desplegadas en abanico al-rededor de una plazoleta. Las casas son semi-subterráneas, con muros revocados, columnasde piedra y techo de madera y paja. Poseen dosentradas en los extremos, una que da a la pla-zoleta y otra al exterior del poblado. La plazo-leta tiene dos recintos cuadrados que son co-cinas comunales. Le siguen dos plataformasceremoniales, separadas por una trinchera don-de estaba alojado un monolito de piedra, obje-to de culto. Tenemos en un solo pueblo: habi-taciones, servicios y un sitio ceremonial,elementos que prueban un desarrollo muy avan-

112 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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zado dentro de la región. Recordemos tambiénque los habitantes de El Alamito fueron los es-cultores de los “suplicantes”, los objetos dearte más sorprendentes del noroeste argentino.Sus creadores brillaron por su madurez espa-cial, su capacidad de abstracción y de síntesis.

En el Abra del Infiernillo, a 3000 m de al-tura, se encuentran más de un centenar de re-cintos circulares, que fueron viviendas, depó-sitos, graneros y talleres de la cultura Tafí.Estos recintos llegan a tener 15 m o más dediámetro, de modo que albergaban a gruposnumerosos. Están agrupados de a tres hastadiez recintos o más, tuvieron techos de ma-dera y paja que no han subsistido, como tam-poco los de otras culturas (El Alamito, La Cié-naga, y posteriores).

En el período medio encontramos pobla-dos de mayor tamaño, como Santa Rosa de Tas-til en Salta, perteneciente a la cultura de LaCandelaria (600 d. C.), infinidad de asenta-mientos en La Rioja y Catamarca, de la cultu-ra La Aguada (desde el 400 dC hasta el 900 d.C.), y los primeros centros ceremoniales degran tamaño, como el de Loma Larga, el deShincal, el de Ambato, La Rinconada y los re-cientes hallazgos próximos a la ciudad de Ca-tamarca, en La Choya. Nos referiremos a losdos últimos.

El centro ceremonial de La Rinconada cons-ta de una pirámide truncada (de tierra) de apro-ximadamente 6 m de altura y unos 70 m delargo, con restos de un templete superior conrampa de acceso y una gran plaza frontal. Esla primera pirámide encontrada en la Argen-tina y se relaciona con otras altas culturas del

resto de América. El segundo centro ceremo-nial, Choya 68, es una pirámide circular lo-bulada y escalonada, realizada en piedra, de 25m de diámetro y unos 7 m de altura. No exis-te otra pirámide conocida con esta forma, muyelaborada en su diseño. Se supone que perte-nece al período avanzado de La Aguada, alre-dedor del 800 d. C. Los arqueólogos AlbertoRex González y José Togo la excavaron en 1999,trabajo que quedó inconcluso por falta de fon-dos y de ayuda.

Son estos centros los ejemplos más sig-nificativos de arquitectura antes de la Con-quista; demuestran la existencia de una so-ciedad organizada, con estratificación social,conocimientos de medicina y técnicas de tra-bajo de metales.

En el período tardío se desarrollan centrospoblados de mayor envergadura, tales comoQuilmes, uno de los mayores. Los santama-rianos fortificaron muchos de estos poblados.En el área jujeña también se encuentran po-blaciones fortificadas (pucarás, v.), que cons-truían en las alturas laterales de las quebradas.Son ejemplos Tilcara, Los Amarillos y una can-tidad en la Quebrada de Humahuaca.

La influencia incaica (v. Inca) se canaliza ma-yormente a través de la cultura de Belén, la queadopta sus modalidades constructivas. El in-canato construye su red de caminos que lleganhasta Mendoza. Los vestigios de arquitecturaincaica son menores, se limitan a la construc-ción de tambos (v.) –estaciones de suministroy albergue sobre el camino–, que aparecenen La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy.

Lo más interesante de la arquitectura pre-

hispánica en la Argentina se encuentra en loscentros ceremoniales del período medio y enlos agrupamientos urbanos, ya desde el perío-do temprano. Conviene no olvidar que estasobras estuvieron acompañadas por otras de in-geniería, que las complementaron muy opor-tunamente, haciendo posible la supervivenciaen un entorno hostil. Las inclemencias del cli-ma fueron un aliciente para el desarrollo. Lasrepresas, el riego artificial, la preparación delas tierras y el almacenamiento de alimentosfavorecieron un grado de cultura que, en lasindustrias de la cerámica, de la piedra o del me-tal, alcanzó niveles notables. Quince o veintesiglos construyendo fueron una experiencia va-liosa de nuestros antepasados, experiencia queaún hoy es válida y, en muchos casos, apro-vechable. El NOA, en gran parte hoy estéril yolvidado, se cultivó y fue productivo hasta cin-co siglos atrás. G. P.

PREHISPÁNICO, (ASENTAMIENTO). Para la ar-queología, asentamiento es toda área de unterritorio ocupado de modo permanente o re-currente en el pasado por un grupo humanocuya presencia introdujo modificaciones en elpaisaje y generó un registro (‘conjunto de in-formación’) material susceptible de ser ana-lizado. El tipo de evidencia material requeri-da para definir un asentamiento continúasiendo tema de discusión entre los arqueólo-gos, si bien suele aceptarse como tal todoconjunto de artefactos que indique transfor-mación de un espacio natural en función deun interés cultural. La presencia de conjun-tos edilicios o de estructuras construidas decualquier tipo supone una instancia ineludi-ble en la identificación de asentamientos hu-manos, si bien estos no pueden ser conside-rados como la única forma de registro de losmismos, error muy común.

Históricamente, los primeros asentamien-tos prehispánicos que llamaron la atención delos investigadores fueron aquellos que conta-ban con un registro material monumental oedilicio significativo (v. Prehispánica, arquitectura),ya que sus grandes dimensiones, la durabili-dad de los materiales empleados y el podero-so significado político-religioso otorgado a losmismos los convertían en muy atrayentes pa-ra los arqueólogos y los turistas. Por otra par-te, el rico registro artefactual habitualmenteasociado a este tipo de sitios (objetos de cerá-mica, madera, metal y piedra) permitió cons-truir complejas interpretaciones sobre la di-

pre pre

113Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u RESTOS DE UN ASENTAMIENTO DE LOS INDIOS QUILMES, EN TUCUMÁN.

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námica original de tales asentamientos y so-bre la vida doméstica de sus ocupantes. En lamayor parte de los casos, se trataba de insta-laciones erigidas por sociedades de agrícolas yjerárquicamente organizadas, hecho reflejadoen la presencia de una arquitectura públicabien identificada. Como ejemplo de estudio deeste tipo de asentamientos pueden citarse losrealizados en la antigua ciudadela de los quil-mes (en la provincia de Tucumán) o en Shin-cal de Quimivil (una instalación incaica en laprovincia de Catamarca). En líneas genera-les, el inicio de la arqueología del NOA se re-lacionó con el análisis de este tipo de sitios.Posteriormente, el desarrollo de la disciplinallevó a los investigadores a interesarse por gru-pos aborígenes cuya existencia y desarrollo cul-tural no incluía la construcción de estructurascon materiales perdurables a largo plazo. Pe-se a ello, tales sociedades habían generado unrico y variado registro material en los sitios que

ocuparon, si bien fue necesario establecer unnuevo marco teórico que posibilitara su in-terpretación. El concepto fue entonces redefi-nido, por lo que a la vez se amplió el espectrode elementos considerados como evidencia deocupación humana y la diversidad de la natu-raleza de los mismos; ello permitió incorporara las clasificaciones de asentamientos prehis-pánicos sitios tales como las estaciones de ca-za y los campamentos temporales de gruposnómades que previamente no habían sido con-siderados como tales, dada la ausencia de es-tructuras arquitectónicas, de talleres de tra-bajo, campamentos y otros.

Progresivamente, y a medida que se des-arrollaban nuevos trabajos de investigación, laevidencia obligó a los arqueólogos a conside-rar la posibilidad de que los asentamientos abo-rígenes prehispánicos tuvieran una amplitudespacial mucho mayor que la considerada ini-

cialmente. La implementación de estudios acer-ca del uso del espacio, los patrones de distri-bución de los grupos sobre un territorio y lasestrategias regionales de explotación de los re-cursos evidenciaron la importancia de consi-derar el concepto de asentamiento en un sen-tido amplio, que incluyera tanto los lugares dehabitación de los individuos como todo el am-plio circuito de sitios involucrados en el cum-plimiento de sus actividades cotidianas. Sec-tores tales como canteras de piedra, pozos deaprovisionamiento de agua o áreas de caza ytrampeo de animales se convirtieron en in-eludibles fuentes de información en la inter-pretación de los asentamientos a ellos asocia-dos. El concepto jugó un papel central en eldesarrollo de los estudios regionales y espa-ciales, porque favoreció la integración de da-tos provenientes de sectores geográficamentedistantes y permitió superar las limitacionesinterpretativas impuestas por el análisis de si-tios rígidamente delimitados. La noción deasentamiento llevó asimismo a la incorpora-ción del paisaje en el estudio de los grupos cul-turales prehispánicos, pues se entiende que elmodo en que cada sociedad se relaciona con elambiente que la rodea influye directamente enlas características de su cultura material, in-cluyendo las estrategias y la dinámica emple-adas en la ocupación del territorio.

Los asentamientos de tipo urbano fueroncaracterísticos del último período indígena, ysobre ellos se realizó en el NOA la superposi-ción incaica. Hubo ciudades de varios miles dehabitantes, con construcciones complejas detipo comunal, desde sitios de molienda hastalos de carácter religioso, unidades de viviendade mayor tamaño para los jerarcas, silos y de-pósitos de granos y otras mercaderías, áreaspara actividades religiosas y militares, alta-res, templos y grandes edificios para las reu-niones de la jerarquía social. D. S. / A. I.

PREFABRICACIÓN. f. (v. Contemporánea, arquitectura).

PRÍMOLI, JUAN BAUTISTA S. J. Duomo, Milán(Italia), 1673 - La Candelaria (antigua capi-tal de las misiones guaraníticas), 1747. Ar-quitecto. Considerado uno de los técnicos másimportantes de los jesuitas en el Río de la Pla-ta, desarrolló su actividad en las ciudades deCórdoba y Buenos Aires, y en distintas reduc-ciones del área guaranítica. Tuvo participaciónen diversos emprendimientos ajenos a la Or-den, tales como las catedrales de Córdoba yde Buenos Aires, y el Cabildo de esta última.

Ingresó Prímoli en la Compañía de Jesús,en Sevilla (1716), con el objeto de ser incor-porado a las misiones. Su arribo a Buenos Ai-res se produjo en 1717; formaba parte, juntocon Blanqui (v.), Wolf (v.) , Klausner, Schmidt(v.) y otros sacerdotes, de una de las expedi-ciones más importantes de las enviadas por laOrden al Río de la Plata.

Luego de una estadía de dos años en el No-viciado de Córdoba, regresó a Buenos Aires,donde fue comisionado por el Cuerpo de Ca-bildantes junto con el capitán Domingo Pe-trarca para la confección de los planos del nue-vo Cabildo de la ciudad. Según Furlong, estosserían casi todos obra de Prímoli, habiendoprevalecido en lo sustancial la planta por él re-alizada en la construcción del edificio que ha-bía de alojar en un principio las Casas Capi-tulares y la Cárcel. La ejecución en sí de la obra,como la adecuación y el ajuste de los planos,quedó a cargo de Petrarca, ya que en 1720 fueenviado Prímoli nuevamente a Córdoba.

Intervino en esta provincia en la construc-ción y dirección de varias obras de la Compa-ñía, aunque sólo en lo que respecta al ColegioMáximo de la ciudad ha podido ser demostra-da su participación. Presupone Furlong que noes improbable que hubiera tomado parte enla iniciación de las obras de algunas de las es-tancias que la Orden poseía en el interior dela provincia, tales como Alta Gracia, Jesús Ma-ría o San Ignacio de los Ejercicios. Tampoco elpapel que le cupo en la construcción de la Ca-tedral de Córdoba ha podido ser precisado. Con-trariamente a las aseveraciones de Gervasoni,que en 1729 atribuye a Prímoli la autoría de to-dos los trabajos de construcción de ese templo,supone Furlong que estos fueron llevados aquien reemplazó a Prímoli en la dirección delas diversas obras que tenía a su cargo.

En el mismo año fue destinado a la ciudadde Buenos Aires, donde permaneció hasta 1730.Durante este período fue comisionado por elgobernador Bruno Mauricio de Zavala comomaestro de obras de la Iglesia y Monasterio delas Catalinas, construcción iniciada por Blan-qui y de la cual Prímoli efectuó un plano de re-levamiento antes de que se tomara la decisiónde recomenzarla en otro solar. Su actividad secentró principalmente en la erección de la Igle-sia y del Colegio de San Ignacio, cuya bóvedaprincipal se construyó bajo su supervisión.

A principios de 1730 pasó a trabajar en dis-tintas reducciones del área guaranítica. En ellasse ocupó de la construcción de tres de los prin-cipales templos levantados por la Orden: loscorrespondientes a los pueblos de San Miguel,

114 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

uRUINAS QUILMES EN TUCUMÁN.

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minos estrictos, la denominación alude a unrégimen jurídico y no a una tipología arqui-tectónica ni a un programa funcional preci-so. La Ley 13.512 fue propuesta por el gobiernoperonista (1946-1955) e integraba el 1 Plan Quin-quenal (1947-1952). Formaba parte de las polí-ticas de democratización del acceso a la pro-piedad inmobiliaria y de ampliación del parquehabitacional propuestos por el peronismo (v. Vi-

vienda de interés social). Este tipo de ley, tardía enla Argentina, se encontraba ya impuesta en mu-chos países (Brasil, 1928; Chile, 1937; Uruguay,1946). El objetivo de democratización del ac-ceso a la propiedad se hace evidente por el tipode solución que adoptó la ley argentina, ya queadmitía la división por departamentos y esta-blecía su propiedad exclusiva, mientras que enotras legislaciones se establecía la propiedadpor pisos o la copropiedad de la totalidad deledificio. Los edificios en la Argentina presen-taban sectores de propiedad exclusiva (depar-tamentos o unidades) y áreas de propiedad co-mún (accesos, servicios, etc.). En cuanto a laorganización y administración de cada edificio,se pautaba que debía ser realizada por el con-sorcio de copropietarios, según el reglamentodictado de común acuerdo. En 1951 se creó laCámara Argentina de Propiedad Horizontal conel objeto de vincular a las personas y empresasdedicadas a tal tipo de actividades inmobilia-rias, sus administradores y consorcios.

Aunque en general había un amplio con-senso sobre la necesidad de esa ley en el mo-mento de su sanción, también contaba con de-tractores, quienes se centraban en los siguientesaspectos: 1) la nueva ley atacaba la tradicionalidea de propiedad privada definida por el Có-digo Civil (1869); 2) la copropiedad podría ge-nerar conflictos entre los propietarios; 3) el nue-vo régimen paralizaría la circulación de lapropiedad, al desaparecer la renta provenien-te del alquiler, que hasta ese momento había

Trinidad y Concepción. Tanto por la comple-jidad de su construcción en piedra y mam-postería, como por sus inusuales dimensiones,se cuentan estas obras entre los ejemplos másmonumentales de los realizados por los jesui-tas en la selva misionera.

Habiendo abandonado temporariamentela obra de San Miguel, se hallaba Prímoli en laciudad de Buenos Aires entre 1735 y 1737. Allíle fue encomendada la construcción de la re-sidencia jesuítica de San Telmo, obra llevadaa cabo sobre la base de los planos delineadosanteriormente por Blanqui. La ejecución tan-to del claustro como del templo habría estadoen un principio a su cargo, aunque se sabe queen 1737 quedó bajo la dirección de Schmidt.

En dicho año retornó a las misiones, don-de se ocupó de completar el templo de San Mi-guel hasta 1747, fecha de su fallecimiento. A. C.

Bibliografía: G. Furlong. Arquitectos argentinos du-

rante la dominación hispánica, Huarpes, 1946; A.

Mille. Derrotero de la Compañía de Jesús en la con-

quista del Perú, Tucumán y Paraguay y sus iglesias

en el antiguo Buenos Aires 1567-1768, 1968.

PRINS, ARTURO. Montevideo (Uruguay), 1877- s/d, 1939. Ingeniero arquitecto. Uno de losprincipales representantes de la ArquitecturaEcléctica a principios del siglo XX, fue autorde importantes obras en la Capital Federal yen algunas ciudades del interior.

Se graduó en Buenos Aires de ingeniero(1900) y en Italia de arquitecto. Se perfeccio-nó en el estudio de la arquitectura gótica. Fueprofesor de Teoría de la Arquitectura (1907),perito y asesor de la Municipalidad de BuenosAires, y realizó una enorme tarea solo o en sociedad con el arquitecto Ranzenhoffer(v.). Realizó proyectos para el Banco de la Re-pública en Montevideo y para la Universidadde Uruguay. Obtuvo el primer premio en elConcurso para la Exposición del Centenario(1910), en el de San Nicolás de Bari (1901) yen los de: Darwinion, Museo de Botánico deSan Isidro, Galería Histórica de la Indepen-dencia de Tucumán, Universidad de Córdo-ba, etc. Presentó proyectos para la Facultad deDerecho, el Jockey Club, la Biblioteca del Con-sejo de Mujeres, el Banco Nación en La Plata,Sanatorio Podestá. Realizó obras de impor-tancia: la Facultad de Derecho (ahora de In-geniería) en Neogótico, el Banco Nación deSanta Fe y Callao, la colonia infantil de La Can-delaria en Lobos, el actual edificio del Archi-

pre pro

115Diccionario de Arquitectura en la Argentina

vo General de la Nación en L. N. Alem, el Ho-tel Centenario de Av. de Mayo, el Pabellón deEntre Ríos y la Portada Principal de la Expo-sición del Centenario. Concretó muchas resi-dencias: la de San Miguel en Charcas y Para-ná (1907), de Olivera en Santa Fe y Suipacha,de Egusquiza en Libertad 1502 (1905), de Mo-lino en Talcahuano 1296 (1905), el palacio deQuintana en Rodríguez Peña 1874, el de Llo-bet en Alvear 368, Juncal 1174 y 1662, Junín1321, Arenales 3665, Paraguay 1336, Viamon-te 838, Talcahuano 859, Callao 1711, 1707, Pa-raguay y Junín, Juncal y Ríobamba, Charcas yRodríguez Peña, etc. Realizó el edificio de Ar-turo Medina en Viamonte y Montevideo(1909), considerado el primer rascacielos (v.).Ganó el concurso y realizó el Club 20 de Fe-brero en Salta, hoy utilizado como Casa de Go-bierno.

PROPIEDAD HORIZONTAL (EDIFICIO DE). Ti-po de edificio de vivienda en altura, ubica-do en un lote urbano, dentro del amanzana-miento tradicional. Este uso de la frase esíndice del condicionamiento que a partir de1949, debido a la lógica de la venta por uni-dades, sufrió el diseño de tales edificaciones,y de las formas que asumió ese tipo de pro-ducción y de comercialización. Se convirtióen una tipología clásica de la vivienda de lasáreas urbanas de densidad media y alta, aun-que en el total del país sus valores suelen serpoco relevantes frente a los de las vivien-das individuales.

Estos edificios se materializaron a partir dela Ley N.° 13.512/1948 (Decreto reglamentarioN.°.18.734, 06/08/1949), que admite la pro-piedad individual de las distintas unidades quelos componen, prohibida anteriormente por elartículo 2.617 del Código Civil (1869). En tér-

u LA SUCURSAL AZCUÉNAGA DEL BANCO NACIÓN, PROYECTO DE ARTURO PRINS.

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20% de los habitantes de Buenos Aires vivíaen un total de 11.927 casas de departamen-tos, que ocupaban el 3,74% de las parcelas. Noexistían grandes casas de este tipo: solo había10 con más de 100 departamentos. La mayorparte estaba constituida por casas con 4 de-partamentos (22,5%), le seguían en importan-cia las de 5 y 6; entre los tres grupos se apro-ximaban al 50% del total.

Pero la existencia del nuevo régimen jurí-dico comenzó a introducir cambios en los di-seños con respecto a estos antecedentes: 1) Elsistema del alquiler exigía edificios con un ba-jo costo de mantenimiento, cuestión que de-jó de ser un problema para la venta inmedia-ta de los departamentos. Este hecho produjouna pérdida de calidad en los materiales y delos métodos constructivos utilizados. La pro-piedad horizontal constituyó un mercado muyactivo (sobre todo a partir de 1960), destinado

a ofrecer departamentos a un usuario en ge-neral desconocido, y muchas veces sin expec-tativas definidas. Las organizaciones inmobi-liarias crearon así una serie de “argumentos deventa” que definían lo que debía considerarseuna “buena vivienda”, en muchos casos a tra-vés de detalles de terminación, de la presenciade ciertos servicios o locales, o de la existenciade elementos tendientes a marcar el estatus so-cial del usuario. Estos clichés que suelen tenerpoco que ver con cualidades espaciales y concondiciones de habitabilidad de la vivienda in-undan los folletos de promoción inmobiliariay los avisos de la prensa, y han tenido un in-menso desarrollo a partir de la creación delmercado de propiedad horizontal. 2) Las su-

perficies y equipamientos comunes tendierona reducirse, pues dejaron de ser superficies ren-tables. 3) Los diseños buscaron, en general, elmáximo aprovechamiento de las posibilidadesconstructivas de los predios. Debe destacarseque en tal sentido existió un cambio en la nor-mativa, porque en Buenos Aires el Reglamentode Construcciones (1928) (v.) fue reemplaza-do a partir de 1944 por el Código de Edifica-ción (v.). Este último exigía el mantenimientode fondos libres en los predios, con vistas a laconstitución de un corazón de manzana. Lasubicaciones típicas de los edificios de propie-dad horizontal correspondían a los dos tiposde lotes urbanos mínimos: en esquina y en-tre medianeras. Los segundos fueron los de re-solución más comprometida, en los casos deanchos mínimos (8.66 y 10 m). La propiedadhorizontal aumentó la cantidad de unidadespor pisos, que en los casos más frecuentes en-tre medianeras fueron 3 o 4 unidades; 2 de ellasiluminando a frente y contrafrente; y las res-tantes a patios de aire y luz. Este hecho origi-nó condiciones pésimas de iluminación y deventilación para un alto número de unidadespor edificio. También produjo la “privatización”del fondo libre del lote, generalmente vendidocomo expansión de la unidad contigua de laplanta baja, mientras que en los edificios derenta permanecía como espacio común. El Ba-rrio Norte porteño es un buen ejemplo de losdesarrollos de este primer período, pues se con-tinuó con una localización que ya estaba mar-cada por las casas de renta en altura y se cons-truyeron fachadas y líneas de edificación de unfuerte grado de homogeneidad.

En este primer período actuaron muchosestudios y proyectistas que habían trabajado in-tensamente en las casas de renta del períodoanterior, como por ejemplo Casado Sastre y Ar-mesto (v.). Como propuestas innovadoras y re-flexivas sobre el habitar en altura, pueden ci-tarse algunos ejemplos pabellonales o de torresen tiras, como el edificio de Alberto y Luis Mo-rea (v.), Talcahuano 957/999 (1954), donde ade-más se experimenta con utilizaciones poco con-vencionales de la planta, como lo son los accesosa las unidades cada tres niveles. La empresa No-guerol y Brebbia, en Rosario, también utilizócirculaciones horizontales alternadas y ascen-sores salta pisos en su edificio de la calle Rio-ja (c. 1956), aunque a partir de una utilizacióndel predio no del todo feliz. La torre, que se ge-neralizaría posteriormente, se desarrolló en al-gunos ejemplos del período con singular cali-dad, como en el proyecto de Torres en la Bocapara el BHN (1954, Peani, Katzenstein, v.; Santos y Sol-

116 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

sido el móvil de la transformación edilicia ensectores fuertemente urbanizados.

El peronismo proponía esta ley, a la vez quemantenía congelados los alquileres desde 1943,de modo que le sustraía al mercado una formade inversión en la ciudad, pero a cambio de ellaproponía una nueva. La propiedad horizontalsería un nuevo dinamizador del mercado y uneje de renovación urbana, como lo había sidoanteriormente la casa de renta (v.). El Estado es-timuló el nuevo tipo de emprendimientos, através de créditos la para construcción de edi-ficios en propiedad horizontal del BHN (v.), es-tablecidos por el decreto reglamentario de laley. Sin embargo, los fondos asignados a la ope-ratoria fueron relativamente modestos respectode otras líneas, razón por la cual cabe suponerque las políticas oficiales consideraban la pro-piedad horizontal un estímulo y una forma ca-nalizadora de la inversión privada.

PERIODIZACIÓN.

(Referida a Buenos Aires, donde se desarrollócon más intensidad este tipo).

1) 1948/1949-1957. Desde la sanción de la leyhasta la reglamentación de los edificios torre.En este período se permitió la adquisición dedepartamentos ya construidos, sobre todo a susantiguos inquilinos, a través del crédito oficial(BHN e Instituto de Previsión Social). Duran-te el gobierno peronista, la venta de edificiosexistentes incorporados a la propiedad hori-zontal fue mucho mayor que la construcciónde nuevos: entre 1950 y 1955 se autorizó a ven-der dentro del sistema 4.713 edificios (61.229departamentos) y 481 edificios nuevos (6.815departamentos). La construcción de propiedadhorizontal no parece haber movilizado gran-des recursos, hecho que puede reconocer va-rias causas: a) la industria de la construcciónestaba volcada a la obra pública, por lo que seretrajo la actividad privada; b) los empresariosdemandaban mayores créditos estatales paraconstruir propiedad horizontal, que no les fue-ron asignados; c) las ventas de propiedad ho-rizontal fuerron incorporadas a las leyes de re-presión del agio; y fue limitado el margenposible de beneficios para los empresarios.

En cuanto a la construcción de nuevos edi-ficios, sus antecedentes eran la casa de renta(v.) y la casa colectiva (v.), que ya tenían una fuer-te presencia en algunos sectores de la ciudad.Las “casas de departamentos” se encontrabanencuadradas en la Ordenanza del 15/12/1922,que entendía como tales a las que tenían cua-tro o más de esas dependencias. En 1943 el

u EDIFICIO DE PROPIEDAD HORIZONTAL, M. R. ÁLVAREZ.

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sona, v.). Lo mismo puede observarse respectodel sistema de basamento y torre en la obra enMar del Plata de Antonio Bonet (v.): Galería To-rre Rivadavia (1957) y Galería de las Améri-cas. Sobre el mismo sistema operaba una seriede edificios en Córdoba: edificio Progreso (1955,Lauge y Rébora); edificio Carmela (1957, Revol,Luque, Díaz); edificio Ames (1957, Ávila Gue-vara, Moyano y Zarágara).

2) Período 1957-1977. Constituye el períodomás importante de desarrollo de la propiedadhorizontal, sobre todo hasta la crisis económicade 1975 (“rodrigazo”). Fue una etapa de afian-zamiento, en la cual se propusieron nuevas for-mas de gestión al alcance de los sectores me-dios, en muchos casos con apoyo del créditooficial de planes de ahorro y préstamo (v. BHN;

Plan VEA). La más relevante fue la compra en cuo-tas: los adquirentes comenzaban a pagar men-sualidades antes del inicio de la construcción,sobre la base de las propuestas de los empre-sarios, y terminaban años después de concluiday entregada la unidad. El sistema funcionó bas-tante bien en un momento de estabilidad mo-netaria y baja inflación, hasta mediados de ladécada del setenta.

Desde el punto de vista de las tipologías ar-quitectónicas, en 1957 se impuso la regla-mentación de edificios de perímetro libre o to-rres, con la que se pretendía erradicar los patiosde aire y luz.

Surgieron así los edificios con servicios ubi-cados en el centro de la planta y con cuatro ca-ras de iluminación y de ventilación destinadasa las unidades de vivienda. Se practicaron tam-bién combinaciones de basamento y torre, don-de el primero tomaba la totalidad de la plantabaja, ocupada generalmente por comercios,mientras que las viviendas se desarrollabanen torre en los niveles superiores, de planta másreducida; se ensayaron diversos recursos for-males para la articulación de los dos elementos.

Los resultados arquitectónicos y urbanísti-cos de las torres contienen a la vez aspectos ne-gativos y positivos. Sus ventajas en cuanto a ilu-minación y la ventilación de las unidades seencontraron limitadas por las dimensiones delloteo convencional y no afectaron a los prediosde menor ancho. Muchas veces los nuevos edi-ficios produjeron discontinuidades del tejidourbano (separaciones mínimas entre torres, so-bre todo en los terrenos de mayor fondo), sinmejorar sensiblemente las condiciones de ha-bitabilidad de las viviendas. En otros casos, co-mo en el barrio de Belgrano, en predios amplioso a partir del englobamiento de los existentes,

y empleando torres exentas, la reglamentacióngeneró nuevas formas de ocupación del suelourbano. Por un lado se producía una virtual des-integración de la manzana, pero, por otro, sepermitía un desarrollo de mejores condicionesde habitabilidad para las unidades.

Los lotes de frente mínimo, entre media-neras, no se vieron modificados por la nuevanormativa. Allí los patios de aire y luz conti-nuaron siendo elementos ordenadores funda-mentales del proyecto (v. Ventilación).

A medida que el mercado de la propiedadhorizontal crecía, el tema se transformaba enuna cuestión de reflexión para el debate arqui-tectónico. En las grandes ciudades, tal área dela producción proveía gran parte de los encar-gos recibidos por los arquitectos, y el escaso mar-gen para la creación que admitía un tema do-minado por los requerimientos del mercado,las posibilidades establecidas por la normativay el requerimiento de máximo aprovechamientode los lotes hacía que los arquitectos apreciaransu actuación profesional como una cuestiónmarginal. Sin embargo, esta cuestión no dejóde proporcionar obras interesantes y oportu-nidades de experimentación, aunque ellas nohayan caracterizado la producción desde el pun-to de vista cuantitativo. Como campo de expe-rimentación, permitió desarrollar una serie detemas, más o menos rupturistas respecto de lasdemandas del mercado, entre los cuales pue-den mencionarse: la búsqueda de nuevas tipo-logías; la racionalización de las plantas de lasunidades y de conjunto; la relación con el es-pacio libre; el tratamiento plástico de fachadas,remates y medianeras.

En cuanto al diseño de las unidades res-pecto de las antiguas casas de renta, pese a lareducción de superficies (se observa global yespecialmente en algunos ambientes, como losdormitorios, de 2.80 m de lado mínimo, en re-emplazo de la tradicional habitación de 3 mpor 4 m), se racionalizaron las plantas. Esteproceso ya había comenzado en las casas derenta de los años treinta. Se simplificó o des-apareció el sector destinado al personal do-méstico, se redujeron los espacios circulato-rios, se racionalizaron los diseños de baños,cocinas y lavaderos, prestándose una mayoratención a su proyecto, y los balcones, uno delos tantos “argumentos de venta”, se hicieronprácticamente obligatorios. A partir de 1969fue obligatoria la construcción de garajes.

Aunque hasta 1970 no hay estadísticas quepermitan discriminar la cantidad de edificiosde propiedad horizontal construidos o por cons-truir, su peso como determinante de la con-

pro pro

117Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TERRAZA PALACE, MAR DEL PLATA, DE A. BONET.

Edificios en propiedad horizontal

u VIVIENDAS EN LA BOCA, DE ERNESTO KATZENSTEIN.

u EDIFICIO EN RECOLETA, BS. AS., DE M. R. ÁLVAREZ.

u TORRE LE PARC, P. MADERO, ESTUDIO AISENSON.

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centración urbana en altura de Buenos Airesse observa en los valores globales de cons-trucciones nuevas terminadas, examinando elaumento en los promedios de superficies cons-truidas por obra, que indican una generaliza-ción de emprendimientos de mayor enverga-dura: 430 m2/obra (1950); 889 (1960); 1.304(1965); 1.702 (1970); 1.465 (1975); 1.478 (1978).También se observa un aumento en el pro-medio de habitaciones por obra: 9 (1950); 15(1957); 24 (1960); 38 (1965); 54 (1970); 40(1975); 39 (1978). Entre 1970 y 1977 existen es-tadísticas precisas, que indican la magnituddel proceso de construcción en propiedad ho-rizontal, a partir de los permisos de construc-ción de obra nueva, en años de gran desarrollo:1530 permisos (3.928.800 m2, 97% de la su-perficie por construir en vivienda, 1970); 2.468(1.515.100 m2, 94%, 1972); 1.225 (2.669.200m2, 94%, 1975); 2.063 (4.661.300 m2, 97%,1977). El promedio anual (1970-1977) fue de1.368 permisos y 2.583.025 m2. En cuanto alas categorías de construcción, el mayor por-centaje de permisos (57%), de superficies porconstruir (64%) y de cantidad de habitaciones(64%) corresponde a la categoría multifami-liar “sencillo”, hecho que indicca la amplituddel mercado de propiedad horizontal en losaños sesenta y setenta. Le siguen: en porcen-taje de permisos “confortable” (30%) y “lujo-sa” (13%); en superficies: “lujosa” (20%) y “con-fortable” (16%); y en habitaciones: “lujosa” y“confortable” (18% cada una).

Como tipologías y ejemplos del período pue-den señalarse los siguientes (se indican tam-bién ejemplos posteriores para indicar el des-arrollo de los tipos): a) Basamento y torre: obrasde Juan A. Dompé en Mar del Plata (edificiosElíades, Edén, Cosmos y Banco Popular Ar-gentino); Oro 3066 (M. R. Álvarez, v., 1981-

1982); b) Torres exentas, en predios amplios,con baja ocupación del suelo y constitución deáreas verdes: obras del estudio Aisenson (v.) yasociados, sobre todo en la zona de Belgrano(Scalabrini Ortiz 3216 y 3278, tres torres en Te-odoro García y Villanueva, Zabala y Arribeños,1969-1974, Las Barras, 1984-1989); Av. Alemy Alsina, (Bahía Blanca, J. Germani, R. Ger-mani, Jáuregui, Rubio (v.), 1971-1974); Monta-ñeses 1951 (Baliero (v.), Casares (v.), Córdova (v.),Katzenstein (v.), 1977-1982), Av. del Libertador4444 (M. R. Álvarez, 1989-1994). c) Torres enpredios urbanos irregulares: Arroyo 663 (Pan-toff y Fracchia, c. 1969); Av. San Martín y Do-nato Álvarez (Korn, Lopatín, Moreo, Talloné,c. 1971), Billinghurst y Las Heras (M. R. Álva-rez, 1980-1985); Virrey del Pino y Zapiola (Man-teola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona, Vi-ñoly, v., 1977-1980); Torre Salguero 2601(Baudizzone, Erbin, Lestard, Varas, v., 1979-1983); Los Arcos III (Córdoba, J. I. Díaz, v.,1984). d) Pabellones o tiras curvadas: Cerritoy Posadas (Dubourg, 1964); Dorrego 2699(Caffarini, Joselevich y Riccur, v., c. 1969); Mi-rador Cabo Corrientes (Mar del Plata; Di Vé-roli, c. 1970); e) Edificios entre medianeras:obras de SEPRA (Austria 2624, en 1966; Su-cre y 11 de Septiembre, 1968); obras del estu-dio Baudizzone, Erbin, Lestard, Varas (Coro-nel Díaz 2521, en 1970; Juncal 3152, 1976-1982);Avda. del Libertador 2325 (M. R. Álvarez, 1966-8); Migueletes 825 (Manteola, Sánchez Gómez,Benasso, c. 1969); Rómulo S. Naón 1833 (Ko-courek, c. 1969); calle 45 entre 5 y 6 (La Plata,Thomas, 1969). f) Bloques aterrazados: Virreydel Pino 3432/40 (M. R. Álvarez, 1982-1985);Terraza Palace (Antonio Bonet, Mar del Plata,1957). g) Conjuntos compuestos por torres vin-culadas entre sí (aunque esta tipología corres-pondería más a la denominación “conjunto ha-

bitacional” (v.), con la que se ha designado es-te tipo de combinaciones formales más com-plejas): Torrejardín (Martínez, H. Armesto, Ca-sado Sastre, v., y H. R. Armesto, 1969-1973);obras y proyectos de Manteola, Sánchez Gó-mez, Solsona, Viñoly (conjuntos Barracas, Acoy-te, Las Heras, c. 1970).

3) Período 1977 en adelante. Desde la sancióndel nuevo Código de Planeamiento Urbano (v.

Código), la nueva normativa impuso mayoresrestricciones al uso del suelo urbano, a travésde los indicadores FOS y FOT, de fijación demayores fondos libres y de establecimiento deindicadores urbanísticos según la caracteri-zación de áreas urbanas. Sin embargo, su apli-cación reconoce numerosas excepciones. Es-tas han permitido aumentos en la superficieedificable (FOT), que condujeron a un aumentode la altura de los edificios, sobre todo en lastorres exentas. Estableció las dos tipologías queya se desarrollaban en la práctica: el edificioentre medianeras (EEM) y el edificio de perí-metro libre (EPL). Se trató de favorecer a lossegundos, permitiendo en ellos valores FOTmás altos. Creó premios (aumento del FOT)para los edificios que cumplieran ciertos re-quisitos: englobamiento de lotes, planta bajalibre (compenetración visual de la calle con elcorazón de manzana libre), retiros de frente.Estas características, incorporadas a los tejidosurbanos existentes (ruptura de tejido, alturasirregulares, ruptura de la línea municipal, etc.),no siempre produjeron resultados urbanísti-cos interesantes, aunque mejoraron la calidadde las unidades.

Paralelamente a este cambio de normativa,se produjeron transformaciones en el merca-do de la propiedad horizontal, ya que la faltade apoyo crediticio oficial produjo un achica-

118 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EDIFICIO EN LA CALLE

MEDRANO, BS. AS., DE

AGREST Y GANDELSONAS.

FACHADAS DE FRENTE,

PATIO Y CONTRAFRENTE.

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miento del mercado respecto de años ante-riores, restringiéndolo a sectores medios-altoso altos. Por este motivo, el programa dejó deser un tema de proyecto frecuente para la dis-ciplina. Además, al destinarse a sectores demayor capacidad económica, se refinaron losdiseños y se introdujeron elementos que ten-dieran a diferenciar una imagen que en añosanteriores se había masificado en las gran-des concentraciones urbanas.

Según el censo de 1980, las dos terceraspartes de los hogares de Buenos Aires vivíanen departamentos (73%); el mismo valor semantiene en el censo de 1991. En 1980, en lospartidos del Gran Buenos Aires vivía en de-partamentos el 15.5% de los hogares y en el res-to del país lo hacía el 7.3%. En cuanto a la cons-trucción, en valores absolutos, en Buenos Airesse aprobaron permisos para construir 1.313 edi-ficios en 1978 (3.020.700 de m2 en superficie,abarcando el 95% de la superficie a construirdestinada a vivienda), valores que desciendende allí en adelante. Aunque evidencian ciertarecuperación en los últimos años, ella no lle-ga a aproximarlos a las cifras registradas en losaños setenta.

En este período no se observan grandescambios tipológicos con respecto al anterior,excepto en el caso de los EMM, ya que segúnel nuevo Código solo pueden ventilar ambientesde primera a frente y contrafrente, eliminán-dose en gran medida los “aire y luz”. A partirde 1990 se observan algunos cambios en ca-sos aún aislados, aunque no es posible evaluarsus alcances. Por ejemplo, se registran trans-formaciones en el tipo de unidades, que tien-den a un uso más flexible del espacio, a la ma-nera de los lofts (Juncal 4559, Baudizzone,Lestard, Varas, 1990). Otro caso es el de laincorporación de equipamiento colectivo eninmuebles dirigidos a sectores altos (piscina,sauna, solario, etc.; por ejemplo, el conjunto“Las Barras”, Aisenson, 1984-1989): se reto-ma el tema de las antiguas casas colectivas,aunque con un carácter social diferente.

Fuera de estas incipientes transformacio-nes, las experimentaciones se centraron en lasfachadas, las morfologías y en la relación deledificio con su entorno. Estas preocupacionesen los aspectos urbanos y plásticos se articula-ron con un mayor trabajo sobre la combinacióny expresión de los materiales de construcción,que ya había comenzado a desarrollarse en losaños setenta. Desde ese momento y hasta elpresente se observan tres líneas de trabajo: unaestética del vidrio y el hormigón (M. R. Álvarez,Aisenson); la de los materiales rústicos, sobre

todo ladrillo (J. I. Díaz ); y la del color (Baudiz-zone, Erbin, Lestard, Varas; Korn y Lopatín).Los ejemplos más innovadores de los añosochenta se ubicaron en las dos últimas líneas,mientras que la primeras persistieron con so-lidez y profesionalismo en temas y estéticas yaplanteadas en la década del setenta.

Como temas y ejemplos del período pue-den señalarse los siguientes: a) Tratamientode fachadas: el balcón, elemento típico de lapropiedad horizontal, en general planteado co-mo un “añadido” al edificio, es incorporado alespesor de la fachada, generando terrazas, nue-vas formas de relación interior / exterior y com-plejizando los tratamientos plásticos de los ex-teriores: Medrano 172/6 y Juan M. Gutiérrez2551/55 (Agrest, Gandelsonas, v.; Feferbaum yNaszewsky; 1977-1982 y 1978/1983); Planes664 (Azumendi, Contal, Foster, Iovine, 1980-1982); Iberá y Vuelta de Obligado (M. Hojman,J. Hojman, Pschepiurca, 1982-1985); Terrazas,(Rosario, Mendoza Casacuberta, Marchetti,Fernández de Luco, Brambilla, Villalba, 1980-85); calles 2 y 47 (La Plata, Bares, Germani,Rubio, Ucar, 1981-1985); Av. Colón 2920 (Ma-riani, Pérez Maraviglia, 1987-1990); b) Trans-formaciones de la morfología: búsquedas for-males que se alejan del purismo de los prismasde las típicas torres, a través de distintos re-cursos plásticos de complejización o rupturade los volúmenes: obras de J. I. Díaz (Córdo-ba, Miraflores I, 1981; Zigurat I, 1982; Ático,1983; entre otras); Castex 3327/61 (Testa, Korn,Lopatín y otros, construcción en etapas, entre1975 y c.1985); San Pedrito y Rivadavia (Korny Lopatín, 1980); c) Nuevas tipologías: se in-troducen (aunque son casos poco frecuentes)en relación con particulares situaciones urba-nas como forma de inserción del edificio en elmedio: Florencia II (Córdoba, Gramática, Gue-rrero, Morini, Pisani, Rampulla, Urtubey, Pi-sani, v., 1979; incorporación de calle comer-cial al proyecto); Luis Sáenz Peña y Av. de Mayo(Korn, Lopatín, Rodas, Zylberberg, 1981-1984;recuperación de tipología de patio central).

En los últimos años se observa en las re-vistas de arquitectura el empleo de términoscomo “edificio en altura”, para reemplazar alde “propiedad horizontal”, usado durante unoscincuenta años: ello indica una necesidad deplantear el problema en términos arquitectó-nicos, desechando una designación que fue si-nónimo de mercado inmobiliario urbano. A. B.

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nicipal. N.° 49-50, 1944; “Los edificios en torre”. En:

Construcciones. N.º 176, 1962; J. M. Boggio Videla.

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N.°13, 1968; summa. N.° 16, 1969; F. E. Díaz y otros.

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y Tecnología. N.° 1, 1984; summa. Colección Temáti-

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Año 1943: Revista de Información Municipal, N.° 49-

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1979. Años 1970-1979: Dirección de Estadística y Cen-

sos Municipal. Boletín: años 1971, 1973, 1975, 1977,

1979. Años 1980 y 1991: Censos Nacionales. Años

1980/1992: Datos proporcionados por la Dirección

de Estadísticas y Censos Municipal.

PUEBLO AZUCARERO. m. En el norte argenti-no, pequeño asentamiento en torno de un in-genio. Este tipo de pueblos se desarrolló apartir de 1876 con la llegada de la primera lí-nea del ferrocarril a la Provincia de Tucumán.Con anterioridad a esa fecha, el cultivo y latransformación de la caña de azúcar en mie-les se realizaba en las estancias o fincas ru-rales, o en las llamadas “fábricas chanca-queras”, utilizando trapiches de quebrachomovidos por bueyes y primitivos sistemas pa-ra el procesamiento del jugo. Con el ferro-carril fue posible incorporar la tecnología eu-ropea más avanzada. La complejización delos sistemas y el incremento del rendimien-to de las nuevas maquinarias trajo aparejadala necesidad de construir fábricas y anexos,y de mantener una población estable alrede-dor de la fábrica. Para ello, los industrialesreinvirtieron parte de sus ganancias en la cons-trucción de “pueblos industriales” privadosque tomaron el nombre del conjunto de apa-ratos utilizados para moler la caña y obtenerel azúcar: los “ingenios”.

Con una población estable de 2.500 a 5.000habitantes, la que se duplica durante la zafra,estos pueblos tuvieron una estricta organiza-ción funcional basada en la estratificación so-cioeconómica de su población. El trazado res-ponde a un sistema de líneas directrices –laavenida o bulevar– que toma forma propia pa-ra cada uno de los asentamientos, y una red decalles menores que separa bloques funcional-mente homogéneos integrados por: a) la fá-brica y sus anexos; b) el chalet con su parque;c) los servicios comunitarios; d) la vivienda delos empleados administrativos y técnicos delingenio; e) la vivienda de los obreros perma-nentes; f) la vivienda de los obreros transito-

pro pue

119Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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rios. Las construcciones se localizan en hile-ra con primacía de vacíos sobre llenos; la altu-ra de la edificación es casi uniforme y en la zo-na obrera no pasa de una planta; el uso del colorotorga homogeneidad al paisaje urbano, conabundancia de los ocres, azules y rosas fuer-tes. Entre las construcciones se destacan el edi-ficio de la fábrica, el hospital, los clubes paraobreros y el chalet de los propietarios, dise-ñados de acuerdo con los más variados reper-torios del historicismo. También son dignosde mención los jardines que rodean la vivien-da del propietario.

Los trazados de los pueblos azucareros nopueden ser identificados como obra de plani-ficadores profesionales. Cada intervención ur-banística fue la proyección de los objetivos delos dueños del ingenio; ellos poseyeron las tie-rras, el sistema industrial y los equipamientosurbanos; este fuerte paternalismo instauró unorden social que controlaba desde las formasde las construcciones hasta el comportamien-to de los obreros y sus familias.

Creados como pueblos privados, en la ac-tualidad son pueblos integrados al sistema ur-bano de cada provincia. La introducción detecnología industrial de máximo desarrollo ,así como de materiales y técnicas novedosospara el medio y para la época, permitió a laprovincia evolucionar de un estadio de prein-dustrialización a uno de industrialización. Ellose debió al aporte de los industriales que con-taron para su empresa con el apoyo crediticiodel Estado. O. P. DE K.

Bibliografía: E. Schleh. Cincuentenario del Centro

Azucarero Argentino, desarrollo de la industria

en medio siglo: 1880-1914. Bs. As.: Centro Azucare-

ro Argentino, 1944; O. Paterlini de Koch. Pueblos

azucareros de Tucumán. Serie Tipologías Indus-

triales. Tucumán: Ed. Instituto Argentino de His-

toria de la Arquitectura y del Urbanismo, 1987.

PUEBLO INDUSTRIAL. m. Urbanización com-pleta alrededor de un centro de producción.Con la industrialización, distintas actividadesproductivas, ya existentes en territorio argen-tino, tuvieron un crecimiento inusitado quederivó en el surgimiento de estos pueblos, ad-ministrados por una compañía o empresa, ydedicados en exclusividad a una determina-da actividad. A este tipo de urbanismo se lollama en francés village ouvrier (Bergesson,Louis, 1993) y, en inglés, company town, de-nominación esta muy usual en la costa estede los Estados Unidos (Garner, John, 1982).

Tal es el origen, por ejemplo, de Pueblo Lie-big en Entre Ríos, para citar solo uno de losnumerosos asentamientos de la zona dedica-dos a la industrialización de la carne. Tambiénpueden mencionarse los “pueblos tanineros”(v.) de la región chaqueña y del norte de SantaFe, cuya actividad estuvo centrada en la ex-tracción del tanino del quebracho exportadopara las curtiembres, o los vinculados con laindustria azucarera a partir de la caña de azú-car, que dio lugar a la aparición de los “pue-blos azucareros” (v.) o “ingenios”, fundamen-talmente en el NOA. También es necesariorecordar a los pueblos creados alrededor de lasbodegas en la Provincia de Mendoza y, ya enterritorio chileno, a las “oficinas salitreras” quedieron origen a pueblos como Humberstone,María Elena o Chacabuco.

Fuertemente influidos por las experienciasrealizadas en los países europeos y en los Es-tados Unidos, los industriales argentinos quemantenían contacto con sus pares de aquellasregiones (integraban juntos algunas de las em-presas propietarias) emprendieron la resolu-ción de hábitats completos con el fin de esta-bilizar una población y calificar mano de obra,asegurando así el funcionamiento del sistemaproductivo. Para ello construyeron pequeñosasentamientos privados con un número de ha-bitantes que variaba según el caso entre los2.500 y los 7.000, y que podía incrementarseen períodos de mayor actividad, como en el ca-so de la cosecha de la uva o de la caña de azú-car. La experiencia externa se manifestó no so-lo en la idea de construir el asentamiento sinoen la forma en que fue configurado, siguien-do los patrones del Urbanismo Orgánico an-tes que los lineamientos de la tradición hispá-nica; esta acción se canalizó a través de técnicosy de industriales extranjeros que acudían a re-alizar las instalaciones de fábrica o que inte-graban el plantel de la fábrica.

Es posible afirmar que los “pueblos indus-triales” conforman un “tipo” cuya organiza-ción está basada en el trazado de líneas direc-trices (las avenidas principales o la “manga”en el caso de Liebig), acompañado por un sis-tema menor de calles que responde a necesi-dades funcionales antes que a una búsquedageométrica de trazado. Originariamente, co-mo la propiedad de la tierra pertenecía a los in-dustriales, se localizaron los inmuebles co-mo unidades sueltas o conformandoparticulares conjuntos habitacionales sin di-ferenciar el parcelamiento. Con el tiempo, alcambiar el sistema de propiedad, se trató deotorgar a cada unidad su espacio exterior, so-

metiendo los trazados de tipo orgánico a unamayor rigidez por la aplicación de tramas deloteo al estilo tradicional. La estructura orga-nizativa refleja la estratificación socioeconó-mica. En el centro compositivo y funcional seencuentra la fábrica con sus anexos y, próximaa ella, se reservan grandes explanadas para elequipamiento y la playa de maniobras del fe-rrocarril. La vivienda del propietario o del ad-ministrador se distingue por el tratamiento ar-quitectónico, la localización de privilegio dentrodel conjunto o por estar rodeada por un par-que paisajista. En las inmediaciones de la fá-brica se construyen los edificios de adminis-tración, uno o más hoteles y las viviendas delos técnicos y administrativos de mayor jerar-quía, rodeados todos por generosos espaciosexteriores. En algunos establecimientos se plan-tean equipamientos para la recreación de estegrupo social (la mayoría de ellos extranjeros),como clubes de empleados, canchas de bochas,de cricket o de tenis. Otro sector del poblado es-tá destinado a los obreros permanentes. Se tra-ta viviendas individuales, agrupadas (en dos ocuatro unidades) o colectivas (más de cuatrounidades), que forman especies de “barrios”.Vinculados a ellas se construyen servicios pa-ra la población como iglesia, hospital, botica,proveeduría, teatro, cines, canchas de fútbol,clubes. Un sector independiente está desti-nado (en aquellos establecimientos que re-quieren mano de obra extra en períodos de co-secha) para los obreros “golondrina”.

Como pueblos, son establecimientos pe-queños que el habitante puede recorrer en sutotalidad varias veces por día; sin embargo, ensu origen esto no fue permitido por la estrictaseparación entre las distintas clases sociales.Muchos de ellos se mantuvieron cercados y concasillas de guardia para controlar los desplaza-mientos de sus habitantes. Con el tiempo, hanperdido este carácter e integran los sistemas ur-banos de cada área de localización. O. P. DE K.

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enth-Century New England. Amherst (USA): The

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120 Diccionario de Arquitectura en la ArgentinaDiccionario de Arquitectura en la Argentina

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PUERTO MADRYN. Ciudad cabecera del de-partamento Biedma en el noroeste de la pro-vincia del Chubut, ubicada sobre el Golfo Nue-vo a 1369 km al sur de Buenos Aires. Con lainstalación de la planta de aluminio Aluar y laexplotación turística de la península Valdés,la ciudad asume, a partir de la década de1970, un doble perfil como polo industrial ycentro turístico. El censo 2001 le otorga57.571 habitantes.

El nombre Porth Madryn fue dado al lugarpor los primeros galeses que desembarcaronallí en 1865, en honor a uno de los promoto-res de la colonización, sir Love Jones Parry,oriundo del castillo de Madryn, en el nortede Gales. Si bien su destino final era el valledel río Chubut, distante a unos 60 km hacia elsur, el grupo colonizador permaneció en lascostas del Golfo Nuevo por unos meses, dan-do lugar a un asentamiento permanente quesería un primer antecedente para el posteriorsurgimiento del núcleo urbano. Este primiti-vo asentamiento estaba formado por 15 habi-taciones dispuestas en una serie de tiras par-cialmente excavadas en la roca arcillosa queforma terrazas y acantilados en las costas pa-tagónicas. La parte superior y la cubierta de es-tas estructuras se completaba con tablas, ra-mas y arbustos. Este asentamiento, ubicadocerca de la denominada Punta Cuevas, fueabandonado por el grupo colonizador, aunquepermanecieron hasta 1887 unas pocas perso-nas, destacadas allí para recibir el correo y a lospasajeros arribados a la colonia.

En 1882 fueron erigidos, por iniciativa delgobierno nacional, dos galpones de chapa ymadera destinados a albergar la aduana y lasubprefectura del proyectado Puerto Roca, cu-yo plano había sido confeccionado por el in-geniero J. Brondsted según el relevamientoefectuado un año antes por el coronel de la Ar-mada Augusto Lasserre. Estos galpones, queconstituyeron el núcleo de lo que posterior-mente se conocería como Puerto Madryn, fue-

ron emplazados a 5 km al norte del primitivoasentamiento galés, cerca de la llamada La-guna de Derbes, ya conocida en 1865 por loscolonos por ser la única fuente de agua pota-ble del lugar. Sin embargo, dado que la exis-tencia de agua dependía de las escasas lluvias,los galpones construidos no fueron habitadosen forma permanente, de manera que el áreano experimentó ningún desarrollo significati-vo sino hasta 1886, año en que comenzó la cons-trucción de un ferrocarril destinado a trans-portar la producción triguera del valle hasta elGolfo Nuevo, desde donde podía ser exporta-da. Debido a sus inmejorables condiciones co-mo puerto –reparo del mar abierto y aguas pro-fundas–, el naciente poblado asume entoncesel carácter de puerta de acceso de la colonia ga-lesa y, por ende, de un vasto sector de la pro-vincia. Al permitir el transporte de agua pota-ble desde el valle, el tren elevó las condicionesde habitabilidad del naciente poblado. Ello per-mitió que se instalara finalmente la Subpre-fectura en uno de los galpones construidos seisaños antes. Una vez puesto en funcionamien-to el ferrocarril, se construyeron otros galponesdestinados al acopio de mercadería.

En 1910 se formó el primer consejo muni-cipal y se inauguró un muelle construido porla compañía del Ferrocarril Central del Chu-but. Se trataba de una estructura de hierro de400 m de longitud, que es usada actualmentecomo muelle pesquero. En esta época comienzaa ocuparse la primera cuadrícula de alrededorde 25 manzanas. El trazado, delineado sobreuna área llana junto a la costa, no incluyó a lagran mayoría de las edificaciones existentes,ubicadas más al norte, sobre el faldeo de la lo-ma a cuyo pie llegaba el ferrocarril.

El tipo de edificio residencial característicode este período consistía en una hilera de ha-bitaciones que se vinculaban entre sí por me-dio de una galería abierta, orientada hacia el es-te. Se trataba de edificios con estructura demadera, cerramiento de chapas acanaladas, unaarquitectura de armado en seco que encontra-mos a lo largo de toda la costa patagónica. Amenudo estos edificios estaban fundados so-bre un podio o basamento construido en pie-dra, único material propio de la zona. Este tipode solución técnica fue usada también para cons-truir en 1914 el denominado Balneario de Cur-ti. Hacía aparición aquí un nuevo programa ar-quitectónico relacionado con la nacientevalorización de la playa desde el punto de vistaestético y recreativo, que terminaría por dar aPuerto Madryn un perfil de ciudad turística.

Con la llegada de constructores italianos, a

inicios del siglo XX, comenzó a difundirse unaarquitectura caracterizada por el uso de mam-postería estructural, techo de chapa acanaladay revocado de los frentes, que incluía detallescomo cornisas, dinteles y balaustradas. El edi-ficio de la estación de ferrocarril, inauguradoen 1913, es, probablemente, el mejor ejemplode esta tipología.

En 1927 la construcción de un acueductodesde el río Chubut da nueva vida a PuertoMadryn y posibilita la forestación de la plazay la costanera. Sin embargo, a partir de me-diados del siglo XX comienza una época deestancamiento, originada por factores diver-sos, como el levantamiento de las franquiciasaduaneras, el cierre de empresas marítimasde cabotaje y la clausura del Ferrocarril Cen-tral del Chubut.

A partir de la década de 1970, con la insta-lación de la planta de elaboración de aluminioALUAR, Puerto Madryn experimentó un cre-cimiento explosivo, pues triplicó su poblaciónen tan solo una década. El crecimiento de laplanta urbana se verificó en varios sentidos. Ha-cia el sur, siguiendo la costa en dirección a Pun-ta Cuevas y con el denominado Monumento alIndio como límite, se ubicaron los sectores demás altos recursos. Hacia el oeste, el crecimientose dio a lo largo de la Avenida Gales, que da ac-ceso a la ciudad desde la ruta nacional 3. Haciael noroeste se ubicaron los sectores medios ybajos, que completaba el vacío entre la ciu-dad y la planta industrial de ALUAR, ubicada a8 km del centro de la misma. Fue en este sec-tor donde se emplazaron también varios con-juntos de viviendas de interés social (v.), uno deellos proyectado por el estudio de los arquitec-tos Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solso-na y Viñoly (v.), cuya construcción fue conclui-da en el año 1977. Este estudio brindó tambiénsu asesoramiento a ALUAR en la construcciónde su planta elaboradora.

Durante estos últimos años se ha acentua-do el carácter turístico de Puerto Madryn, loque ha producido importantes cambios en sudesarrollo urbano. El crecimiento hacia el surha alcanzado prácticamente el sitio donde seubica el mencionado Monumento al Indio. Co-mo jalón en la expansión producida en esta di-rección, cabe mencionar al Centro NacionalPatagónico, organismo de investigación de-pendiente del CONICET, cuyo nuevo edificiofue construido en esta área según el proyectode los arquitectos Lanari y Peani. El aumentodel valor de la tierra en los sectores céntrico ycostero ha llevado a la construcción de edifi-cios en altura, que en buena parte están rela-

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121Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u VISTA DE PUERTO MADRYN DESDE EL MAR.

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ma principal de los puertos modernos consis-tió más bien en la posibilidad de articulacióndel crecimiento constante del calado de los bu-ques con la inercia de obras de gran magnitud,lentas en su realización, difíciles de ajustar alos requerimientos siempre cambiantes del co-mercio marítimo.

La expansión creciente del comercio marí-timo, que antecede a la llamada Revolución In-dustrial, pero que en gran parte se encuentraen su base, marcó una nueva etapa de desarrolloportuario. Y, desde la segunda mitad del sigloXIX, la cantidad de puertos que se construye-ron o reformaron fue inmensa. En este perío-do, muchas modestas instalaciones portuariasde países periféricos se convirtieron en autén-ticos puertos. En el caso de las ciudades euro-peas, en la medida en que muchos de sus puer-tos como Marsella, Génova, La Spezia, Londres,etc., poseían una larguísima historia, su am-pliación y remodelación dio como resultado unplan heterogéneo. Por el contrario, los puertosde los países nuevos, ubicados en muchos ca-sos en ciudades cuya forma definitiva estabaconstruyéndose, ofrecían la posibilidad de ex-perimentar disposiciones óptimas, sin los obs-táculos de preexistencias materiales ni de tra-mas sociales fuertemente enraizadas. Lospuertos nuevos no solo constituían una nece-sidad primaria para los propios países que losconstruían, sino para el tráfico internacional engeneral: Inglaterra necesitaba tanto de su pro-pio puerto como del puerto de Buenos Aires.Afamados expertos europeos viajaron por elmundo, desde la India hasta Ceilán, diseñan-do instalaciones de una magnitud inusual.

Desde 1870 hasta la primera década del si-glo XX, en el período en que se decidieron yrealizaron las instalaciones para los puertos deBuenos Aires, la Plata, Rosario, Bahía Blanca,etc., se proyectaron y construyeron los puertosde Valparaíso (1883-1920), Montevideo, LaGuaira, Port Natal, Ceará, Madrás, etc.

Antecedentes de los puertos locales (hasta1860). En la historia de los puertos de la Ar-gentina, el complejo fluvial del Río de la Pla-ta posee un papel protagónico, nunca despla-zado. En ambas costas del Río de la Plata, ysobre el Paraná, se establecieron originalmenteinstalaciones precarias, de acuerdo con las po-sibilidades naturales de las costas, situaciónque se mantuvo más o menos idéntica hastala creación del Virreinato. En el Río de la Pla-ta los únicos puertos de importancia fueronMontevideo, Buenos Aires –el Riachuelo– yEnsenada. Algunos desembarcaderos dise-

minados a lo largo del Paraná-Paraguay, des-de el delta hasta Asunción, proveían tambiénde algunos lugares naturalmente favorables.

Con posterioridad a la creación el Virrei-nato, la Corona prestó más atención a las con-diciones de navegación del estuario, especial-mente a los puertos de Buenos Aires yMontevideo, y encargó estudios para hacerlospasibles de acceso a buques de mayor tonela-je. Hacia fines del siglo XVIII, media docenade puertos se escalonaban en la costa de Bue-nos Aires, como Ensenada o Las Conchas. Mon-tevideo competía eficazmente con Buenos Ai-res por sus condiciones naturales: la Corona loreconocía como “llave” para la navegación delestuario, en virtud de que la bahía natural deMontevideo resultaba de más fácil acceso pormar. La evolución del puerto de Montevideofue, sin embargo, más lenta que la de BuenosAires: en 1800 no tenía ni desembarcaderoni muelle, y los barcos, como en Buenos Aires,debían fondear lejos de la bahía. Pero las po-cas mejoras realizadas ocasionaron que fraca-saran los esfuerzos de Rosas y Oribe por des-viar la corriente de navegación fluvial haciaotros puertos de la Banda Oriental. En cuan-to al delta del Paraná, no se vio especialmen-te favorecido después de la creación del Vi-rreinato. Carecía de puertos importantes hacia1800, y el tráfico fluvial se limitaba al trans-porte de leña y carbón desde las islas hacia Bue-nos Aires. Más tarde, el aumento del tráfico co-mercial y de la densidad de población dio origena una serie de puertos significativos sobre elParaná de las Palmas: Zárate, San Pedro y SanNicolás, que hacia mediados del s. XIX era puer-to oficial para artículos de exportación debidoa sus vínculos territoriales con zonas de prós-peras estancias, mientras que Buenos Aires ab-sorbía el volumen de importación. Campana,en la misma orilla, no figuró como puerto flu-vial hasta después de 1850; Baradero y Rama-llo también fueron de desarrollo posterior. Enla otra margen del delta, Victoria y Diamanteeran pequeñas poblaciones en la época en quecomienza a discutirse seriamente la construc-ción de un gran puerto en Buenos Aires; aguasarriba, Rosario era visitada por pocos buquesdurante la primera mitad del siglo, y recién apartir del vertiginoso desarrollo de la campañaposterior a 1850 fue que la Confederación hi-zo de Rosario su puerto oficial. Santa Fe, malsituada en tierras bajas y lejos del cauce prin-cipal del río, no recibía barcos durante la Co-lonia: Colastiné era el punto elegido por las em-barcaciones fluviales de carga, desde donde losbotes llevados a la sirga eran conducidos a la

122 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

cionados al turismo. A lo largo de la costa sehan construido balnearios y conjuntos de vi-viendas destinados a veraneantes. En suma, laciudad se ha consolidado como centro de unazona turística, que incluye a la Península Val-dés y, a menudo, también al propio valle delChubut. A pesar de ello, no ha perdido su per-fil industrial, ya que desde la apertura deALUAR y de su importante muelle minerale-ro se han instalado otras plantas industrialesen rubros tan variados como el textil y el me-talúrgico. Ello explica que durante la décadadel noventa su población haya excedido los50.000 habitantes.

En cuanto a su patrimonio arquitectóni-co, los edificios más significativos de Madrynson el llamado “Chalet Pujol”, que alberga almuseo local, y la ya mencionada estación deferrocarril en la cual se instalará próximamenteun museo ferroviario. F. W.

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tectura de la Región”. En: Centro de Estudios His-

tóricos y Sociales de Puerto Madryn. Crónicas.

PUERTO. m. Lugar natural de abrigo en la costa,en donde puedan atracar con seguridad lasnaves comerciales y militares. // Conjunto deconstrucciones realizadas con el fin de mejo-rar o crear las condiciones óptimas para esteabrigo: muelles y diques que prolongan la cos-ta, escolleras que determinan la entrada a lospuertos e impiden su obstrucción por des-prendimientos de tierra o arenas arrastradaspor los ríos y los mares, obras complementa-rias como depósitos, diques secos de repara-ción, conexiones viarias, etc. Su historia tieneun interés particular para la historia urbana,en la medida en que no solo la prosperidad delos puertos ha determinado en muchos casosel crecimiento de la ciudad a su vera, sino quele ha otorgado un carácter particular.

Desde el punto de vista técnico, el progra-ma portuario no sufrió las alteraciones drás-ticas que otros programas sufrieron desde losinicios de la Revolución Industrial; el proble-

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ciudad principal por un canal estrecho. Reciénentrado el siglo XX, Santa Fe construiría unpuerto moderno. Por último, cruzando el ríose encontraba Paraná, el más meridional de lospuertos fluviales, que nunca consiguió inte-grarse al comercio exterior. Sin embargo, mu-chos puertos pequeños entre Paraná y Co-rrientes comenzaron desde 1820 a tener unaparticipación creciente en el tráfico mercantilinterprovincial, como Bella Vista y Goya, quese convirtió en uno de los puertos más impor-tantes del Paraná hacia 1860. La Paz, Esquinay Empedrado poseían entonces aduanas ofi-ciales. Pero el puerto más importante hacia1860 fue sin duda Corrientes. Su excelente po-sición natural se combinó con muelles adap-tables al exiguo calado de la época. Después de1850 se convirtió en el centro de comercializa-ción de la riqueza forestal de ambas orillas delParaná, en especial de los bosques del Chaco,frente a la ciudad.

En los años inmediatamente posteriores ala organización nacional, la mayor parte de lospuertos y embarcaderos mencionados eran depropiedad privada. Los cambios políticos enlas décadas del sesenta y del setenta en el paísllevaron al Estado a ocuparse de la construc-ción de puertos modernos como un objetivofundamental para el desarrollo de la economía.Para entonces, las transformaciones en la na-vegación se hacían sentir ya en el Río de la Pla-ta. Dentro de las embarcaciones a vela, ha per-dido importancia la balandra, reemplazada porel paquebote; pero, sobre todo, debe tenerse encuenta la introducción de la navegación a va-por, alrededor de 1850, de mayor velocidad(aunque inicialmente incapacitada de llevarcargas mayores). El primero en explotar la po-sibilidades comerciales del barco a vapor fue

el inglés Hopkins, que trasladó sus operacio-nes del Paraguay a la Confederación en 1850.Hasta 1870, los buques a vapor eran más pe-queños, aunque más rápidos, que los buquesa vela, que en la década de 1860 dominaban elpaisaje del puerto de Buenos Aires. En ade-lante, la mayor parte de la carga al exterior se-ría transportada por buques a vapor, los que yahacia 1890 dominaban también la navegaciónfluvial. Para entonces, la estructura económi-co-territorial del país estaba relativamente con-solidada: había una fuerte primacía del áreadel Litoral y, dentro de ella, del puerto de Bue-nos Aires, que combinaba las cabeceras de losferrocarriles con las instalaciones portuariasen función de la eficacia de la exportación. Porotro lado, se desplazó definitivamente la ideade crear una red de navegación interior, cons-truyendo canales que articularan las ciuda-des mediterráneas con la costa y favoreciendoun medio de transporte más económico que elferrocarril, aunque subsistieron proyectos eneste sentido hasta avanzado el siglo XX.

Puerto de Buenos Aires. En estas circunstan-cias tramadas por novedades técnicas, nue-vas pautas económicas y ambiciosos progra-mas de progreso, se inició la sostenidapreocupación por resolver los problemas delpuerto de Buenos Aires. En este proceso, vio-lentas disputas acompañaron los inicios de surealización efectiva. Las mismas se originaronpor la lucha que se entabló entre los técnicoslocales, en los primeros pasos de la formaciónde un campo profesional de la ingeniería, y lasdecisiones de otorgar a expertos extranjeros lasobras de magnitud. Sobre esta base de reque-rimientos técnicos y corporativos se engarzóla discusión estrictamente política entre gru-

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123Diccionario de Arquitectura en la Argentina

pos antagónicos, aunque con intereses es-tructurales similares.

En su origen, la historia del puerto de Bue-nos Aires ligó tres sitios: la costa frente a la ciu-dad, la boca del Riachuelo y la Ensenada. Des-de mediados del s. XVIII, cuando comienzana proliferar las propuestas para el puerto, es-tas tres posibilidades estaban planteadas. Lacosta de la ciudad no ofrecía posibilidades na-turales, pero respondía a la instalación de latrama comercial en la ciudad, en momentosen que no era fácil cubrir largas distancias. ElRiachuelo había sido desde los años de la Con-quista un abrigo para naves de pequeño cala-do, mientras que en la Ensenada invernabanlas de mayor tamaño. Las instalaciones que serealizaron fueron modestas, en consonanciacon los proyectos, entre los que pueden men-cionarse el de Juan Echeverría, en el bajo delas Catalinas (1755), el de Vianes (1761), la se-rie de proyectos de Rodríguez y Cardoso (v.)

(1771), los de Pallares (1784, en la costa frentea la ciudad), los de Cerviño (v.) (1794, en el ba-jo de las Catalinas). Las instalaciones debíancontemplar tanto fines comerciales como dedefensa de las costas, asoladas por los tempo-rales, y de defensa militar. Solo se realizaron,en el Riachuelo y frente a la ciudad, modestosmuelles de madera.

Mucho más interesante resulta el proyec-to de Giannini (v.) (1804). El ingeniero espa-ñol articuló el puerto natural del Riachuelocon las necesidades de inmediatez del tráfi-co de la ciudad de Buenos Aires. Al mismotiempo, reconocía las condiciones geológicasdel suelo bonaerense en forma más ajustadaque sus antecesores.

Giannini proponía un canal cuya excava-ción “dirigida en línea recta, tenga su princi-pio en el recodo que hace el Riachuelo (la vuel-ta de Rocha) [...] desde cuyo sitio [...] formaráuna línea que vendrá paralela a las barrancas,hasta que, pasando por delante del fuerte, bus-que su desagüe con alguna diagonal”. El canal,cerrado con una exclusa, serviría como puertoseguro tanto a los buques comerciales como alas embarcaciones pequeñas, a las cañonerascomo a los barcos de pesca. El puerto de Bue-nos Aires debía servir, simultáneamente, a pro-pósitos de defensa militar, de comercio, de des-embarco de pasajeros, de producción pesquera:un puerto múltiple, según la más corriente cla-sificación por funciones. Las invasiones in-glesas y la revolución dejaron en suspenso larealización de este proyecto.

Para las nuevas propuestas de importan-cia hubo que esperar hasta los años veinte, du-

u LAS OBRAS DEL PUERTO DE ROSARIO EN UNA IMAGEN DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.

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rante la época rivadaviana, con los proyectos deJames Bevans (v.), quien propuso distintas al-ternativas para el puerto, y estableció así otrastantas tipologías sobre las que se construyó latradición portuaria de Buenos Aires. Bevanselevó tres alternativas en abril de 1823: la pri-mera constaba de una dársena poligonal a seiscuadras de la costa, unida a ella por un mue-lle de madera; la segunda proponía la forma-ción en el bajo de la Residencia de un dique co-municado por dos canales con el Riachuelo(desviado a partir de la vuelta de Rocha) y el Ríode la Plata, con esclusas y compuertas; la ter-cera consistía en acondicionar como puerto laEnsenada de Barragán, comunicándola por me-dio de un canal de balandras con Buenos Aires.

Se aprobó, aunque nunca se realizó, el se-gundo proyecto. Para la misma época (1824),Guillermo Micklejohn propuso tres alternati-vas que completaban el repertorio de solucio-nes desplegado en el siglo XIX: la posibilidadde que el puerto frente a la ciudad ganara al ríoun sector de tierras delimitado por las actua-les calles Paseo Colón, Leandro Alem y Barto-lomé Mitre, y las prolongaciones ideales de Ve-nezuela y Juncal, urbanizando el área; el usodel banco o isla frente a la ciudad, amurallado,como rompeolas para delimitar un canal y undique que podrían prolongarse en un canal SE.

Poco se hizo hasta que en 1852 se levantóel privilegio que Rosas había extendido a Ma-nuel García para la construcción de un mue-lle en las playas de la ciudad, y se llamó a con-curso de proyectos. Entonces comienza eldesfile de propuestas alternativas para el puer-to de Buenos Aires

El problema no radicaba solamente en cues-tiones de decisión política: no estaba resueltoen sus detalles técnicos, y se carecía de espe-cialistas que pudieran resolverlo. La tradiciónde ingenieros que venía de la época rivada-viana tenía en su haber la identificación de loslugares y de las tipologías básicas, pero los pro-yectos carecían de precisión con respecto a lascondiciones reales del terreno y de los ríos.

Las primeras propuestas entre 1852 y 1859se hallaban en un estadio de desarrollo nota-blemente inferior a los proyectos de la déca-da del veinte. Presentadas en su mayoría porempresarios con intereses directos en las áre-as a modificar, eran básicamente proyectos demuelles y no de puertos.

Fue a fines de esta década cuando se pre-sentaron dos proyectos alternativos que anun-ciaban modificaciones sustantivas en las for-mas de considerar la cuestión: el de Coghlan(v.) (1859) y el de Pellegrini (v.) (1862). Las pro-

puestas reelaboran formas que habían sido plan-teadas antes: la novedad consistió en primer lu-gar en la dimensión planteada, y en segundolugar en la manera en que ambos proyectos fue-ron pensados y particularizados. Las diferen-cias entre la propuesta de Coghlan y la de Pe-llegrini podrían resumirse así: Coghlan diopreeminencia al sitio natural (el río) y Pellegri-ni al sitio de la tradición cultural (la ciudad).

Respecto de la localización, sin embargo,el puerto de Coghlan tenía su baricentro en elsur, mientras que el de Pellegrini crecía desdeel norte. La propuesta final de ambos no im-plicaba un privilegio particular para cada área:la de Pellegrini dejaba abierta la posibilidad dearticular el puerto de la ciudad con el Riachuelo,y la de Coghlan crecía sobre la ribera urbana.

Pellegrini observaba el problema desde Bue-nos Aires. Continuaba con las visiones tradi-cionales que enfocaban la ciudad separada delos pueblos que formaban su Hinterland. Élpretendía, a través el puerto, vivificar la ciudadcon el modelo de progreso del pueblo de Ba-rracas, que tanto había alabado desde las pági-nas de la Revista del Plata. Para esto el puertodebía estar directamente relacionado con la ciu-dad. La forma planteada acentuaba esta rela-ción, y continuaba la trama amanzanada, ca-racterística de Buenos Aires, en el mismopuerto. La aduana constituía un perno para queel crecimiento hacia el norte pudiera continuar,a su vez, la dirección alterada de las calles porlas mercedes de tierra originales; la articulaciónhacia el sur era solo una proyección posible pa-ra vincularse con el puerto natural ya existentedel Riachuelo. La amplitud en la concepción delas obras complementarias, cuya realizacióntécnica era avanzada para la situación local, ca-racteriza así el puerto de Pellegrini: los alma-cenes a los que se podía acceder en su plantainferior directamente desde las lanchas, el tú-nel subterráneo que uniría al puerto con el mer-cado de la actual plaza Once, la propuesta deun ferrocarril de cintura que ligara los merca-dos del sur, del norte, el Ferrocarril Oeste y laaduana, terminando su recorrido al sur en laactual plaza Garay, el telégrafo. Las interven-ciones técnicas se acomodaban a la estructuracomercial porteña, y la mejoraban sin alterarlasustancialmente.

Coghlan, por el contrario, pensaba más enla factibilidad técnica del puerto que en la trans-formación de Buenos Aires. Proponía una for-mación nueva, que redundaba en una ampli-ficación de los terrenos de la ciudad, como lohacía Micklejohn, pero en el banco de la Resi-dencia, en función de que la tendencia natural

124 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Proyectos de puertos

u ARRIBA: DIVERSAS AL-

TERNATIVAS PARA EL PUER-

TO DE BUENOS AIRES, PRO-

PUESTAS POR JAMES

BEVANS DURANTE LA PRE-

SIDENCIA DE RIVADAVIA.

u ABAJO: PROYECTO DE

DOCKS PARA EL PUERTO DE

BUENOS AIRES, DE C. E.

PELLEGRINI; PLANTA DEL

PROYECTO PARA PUERTO

MADERO, BUENOS AIRES.

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del río era la de conformar el banco. Afirma,avanzando sobre el río en lugar de cavar docksen la ribera, una tendencia que según Bur-meister caracteriza al Plata: que en un siglo de-jaría de ser río para convertirse en una plata-forma de tierra firme que llegaría a Montevideo.Pero, al revés de Micklejohn, que proponía unaampliación urbana con la misma lógica aman-zanada de la ciudad, los terrenos ganados alrío por Coghlan no guardaban ninguna rela-ción explícita con ella, que quedaba bloqueadapor detrás de los docks que rememoran el pro-yecto de Bevans. Coghlan pensaba el puerto enotra dimensión que Pellegrini. Estimaba la po-sibilidad de articular no solo el Riachuelo, si-no el Paraná, con el nuevo puerto, armandoasí una continuidad territorial. La idea funda-mental de Coghlan consistía en dirigir el Pa-raná de las Palmas hacia un canal formadofrente a Buenos Aires por medio del terraple-namiento del banco de la ciudad. Este banco,que derivaría en isla en forma natural, “ayu-dado por las artes”, podría servir en un futuropara “objetos mercantiles”. El canal seguiríatambién la dirección natural de las corrientes,es decir, hacia el SE; de esta manera, debía mo-dificarse la línea de ribera de la ciudad, que seensanchaba sobre el banco de la Residencia pa-ra albergar futuros docks. También se modifi-caría por terraplenes la boca del Riachuelo, dan-do vuelta hacia el SE, canalizando su cursohasta Puente Alsina. Coghlan proyectaba exnovo “otra ciudad”, enteramente comercial,conformada por el puerto propiamente dichoque atravesaría, como un puerto canal, dos zo-nas comerciales.

Ambos proyectos son antecesores de lassoluciones alternativas de Huergo (Coghlan)y Madero (Pellegrini). Esto es en gran medi-da exacto, si atendemos por un lado a que losdocks de Madero están literalmente calcadosde los de Pellegrini, a que el canal norte re-pite este proyecto, a que la insistencia sobreel sur relaciona a Coghlan con Huergo. No seha señalado, sin embargo, el punto principalen que los cuatro se relacionan: cómo el puer-to de Madero continúa una mirada específicasobre la ciudad, mientras el de Huergo atien-de más a las condiciones naturales del terri-torio. Por otro lado, los dos nuevos proyectosno pueden entenderse sin el eslabón previoque significó Bateman (v.).

En 1871 se contrató a Bateman, quien, co-mo Coghlan, había sido convocado para la so-lución del problema sanitario de Buenos Ai-res. En articulación con este tema presentó unaalternativa de puerto que se ha considerado ha-bitualmente como el antecedente más cerca-no del puerto de Madero. El proyecto de Ba-teman fue retomado en sus líneas generalespor ambos contendientes. Propuso una solu-ción que tomaba la sugerencia de Coghlan dedesviar la costa y realizar el canal en esta di-rección, para empalmarlo con el Paraná. La es-collera que Bateman diseñó fue retomada sinmediaciones por Huergo (v.) y Madero.

La otra analogía que se hizo entre los pro-yectos de Madero y de Bateman guarda relacióncon un tema importante: el diseño de dos ca-nales en lugar de uno, aunque esta decisión delprimer proyecto de Bateman era coyuntural, enfunción del “horrible estado” de las aguas del

Riachuelo, y fue más tarde retirada. De la ofi-cina de Bateman, además, surgieron proyectosque se empalmaron directamente con los deHuergo, en especial el proyecto de Revy de 1872,presentado al gobierno por Huergo con muypocas alteraciones en 1873. A partir de esta pre-sentación, la provincia otorgó a Huergo la di-rección de los trabajos del Riachuelo, que cons-taban principalmente del dragado del canal sur.

Para 1881, mientras dirigía las obras de ca-nalización y rectificación del Riachuelo, Huer-go propuso al gobierno nacional un proyectode puerto. En el mismo, cambió radicalmenteel punto de vista de su proyecto de 1881: el pro-blema de un puerto para la capital de la Naciónno era el mismo que el de un puerto para laciudad principal de una provincia.

El proyecto de Huergo consistía básica-mente en la construcción de un canal de en-trada que profundizaría el canal sur por en-tonces en ejecución, en un primer dique con2690 m de muelles para carga y descarga, de-pósitos fiscales, un malecón exterior de defensadel dique, un canal de pasaje entre el antepuertoy el dique y la infraestructura necesaria paralas tareas portuarias (pescantes hidráulicos,básculas, etc.). El malecón exterior era el pro-yectado por Bateman; aunque Huergo lo cor-tó abruptamente a la altura de la calle Sar-miento. El proyecto preveía la posibilidad decrecimiento indefinido, repitiendo la forma delprimer dique propuesto; el esquema presen-tado por Huergo originalmente indicaba la si-tuación de siete diques inclinados susceptiblesde extenderse hacia el norte.

En junio de 1882, Eduardo Madero presentóal Honorable Congreso propuestas para cons-truir las obras del puerto con dos alternati-vas: por cuenta de la Nación o por cuenta deuna sociedad particular. Las obras consistíanen dos canales de entrada, uno al sur (el canalRiachuelo) y otro al norte; una muralla exte-rior de defensa, la misma propuesta por Huer-go y Bateman, desde la usina de gas al Ria-chuelo; una dársena o basin; cuatro diques enristra; un dique militar y una serie de instala-ciones tales como vías férreas, pescantes, ele-vadores, telégrafos, etc. El 27 de octubre de1882 se promulgó la ley que autorizaba al Po-der Ejecutivo a contratar las obras con Made-ro. La documentación definitiva fue realizadapor un estudio inglés de gran prestigio, Hawks-haw (v.), Son & Hayter.

Las diferencias en la configuración de losdos proyectos aparecen en dos aspectos. En pri-mera instancia, analicemos la más aparente:los diques en peine de Huergo en oposición

pue pue

125Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ARMADO DE ESTRUCTURAS METÁLICAS DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DEL PUERTO DE ROSARIO.

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a los diques en ristra de Madero. Huergo haoptado por diques abiertos inclinados hacia elacceso del puerto –una forma bastante gene-ral en Norteamérica y Australia–, un desarro-llo lógico del modesto muelle en punta, colo-cado en serie, y en forma tal que se aprovecharaal máximo el espacio, optimizando también ensu inclinación las entradas y las salidas.

El puerto de Madero, en cambio, muestraen los diques uno de sus mayores problemasde funcionamiento. Se opta aquí por docks ce-rrados, con “esclusas, puentes giratorios y mue-lles en parajes angostos”, según critica Huer-go. Esta decisión, corriente en los puertosmilitares, era ya por la época desaconsejada pa-ra puertos comerciales, en tanto obstaculizabael tránsito; pero aún más grave resulta la dis-posición en ristra, por la cual un buque debíarecorrer de punta a punta todo el puerto pa-ra, finalmente, salir de él. En forma más os-tensible, el estudio de Hawkshaw, Son & Hay-ter, a quien se le encargó el diseño definitivodel puerto y la dirección de las obras, optó porla misma configuración que el puerto de Pe-llegrini, pero cerrando con el canal sur una dis-posición antes abierta.

El puerto de Madero, aquel que en la his-toriografía ha sido calificado como paradigmade la Modernidad que irrumpe en La Gran Al-dea, transformándola radicalmente, era de losdos el que menos innovaba, pues se apoyabaostensiblemente en los proyectos anteriores.Huergo, en cambio, introdujo la novedad delos diques en peine, sobre la que se insistiráen la bibliografía específica, en tanto aparecencon un diseño realmente moderno respectodel problema clave de la flexibilidad. Tanto pa-ra la discusión política en las cámaras, comopara Huergo en su debate posterior, o para lastibias objeciones del Departamento de Inge-nieros, el punto principal en el cual se dife-rencian ambos proyectos radica en los dos ca-nales de entrada al puerto.

La existencia de uno o dos canales altera elsentido morfológico de cada proyecto. En el ca-so del proyecto de Huergo, el único canal, conlas consecuencias en el diseño de los docks,coloca el peso del proyecto del lado sur; la exis-tencia de dos canales, por el contrario, originaun proyecto simétrico y equilibrado, conclu-so perceptiva y funcionalmente en sí mismo.Los docks en ristra paralelos a la costa acentú-an la simetría implícita en la trayectoria queindicaban los dos canales: en cada extremo,además, aparece un remate (las dos dársenas),cada una con particularidad de forma con res-pecto a los cuatro diques centrales.

Esta diferencia morfológica puede analizarsedesde distintos puntos de vista. No puede en-tenderse directamente ligada, como lo planteaScobie en la versión más difundida de esta po-lémica, con el privilegio de determinadas áre-as de la ciudad en términos funcionales: am-bos proyectos aparecen con la cercanía suficientetanto a la zona sur como al centro urbano encuanto a las posibilidades otorgadas a las redescomercial y productiva. La diferencia morfoló-gica debe leerse más bien en términos de re-presentación, y se vincula con un problema dis-tinto, eminentemente político: la cuestiónCapital. El puerto de Huergo aparece como unaconfiguración incompleta, pasible tanto de cre-cimiento hacia el norte, como de articulacióncon lo que a partir de 1882 ya es la Provincia deBuenos Aires.

Las diferencias de proyectación brindantambién otras lecturas. El proyecto de Huergotiende no solo a una forma abierta, sino a unaserie: por lo tanto, a una ausencia de forma ensentido estricto. El proyecto de Madero, por elcontrario, presenta una forma cerrada, y com-pone soluciones portuarias anteriores.

La resolución a favor de la propuesta de Ma-dero se concretó entre 1882 y 1886, en mediode grandes debates. Recién en 1897 se termi-nó la dársena cuatro, y en 1898 se abrió el ca-nal norte. Ambos proyectos no lograron, sinembargo, una hegemonía absoluta, salvo porbreves períodos. Para 1902, Elmer Corthell (v.)

presentó un esquema para la ampliación delpuerto Madero, el cual había demostrado yasus límites. Corthell continúa la idea de los doscanales de entrada y sencillamente superpone

el esquema en peine de Huergo al borde exte-rior del puerto Madero, aunque esta vez losdocks se inclinan hacia el norte, en funciónde este canal. En 1908 el PEN fue autorizadopara contratar la construcción del Puerto Nue-vo, cuyas obras se iniciaron en 1911. A partirde 1920, y a medida que se terminaban lasobras se fueron librando sectores al serviciopúblico. El puerto nuevo finalizó su construc-ción a mediados de la década del veinte.

Diversos estudios se sucedieron en las dé-cadas posteriores en función de la remodela-ción de un puerto cuyo funcionamiento naciódefectuoso. El plan de Le Corbusier elimina yalos diques de Puerto Madero (ampliando paraeste propósito el Puerto Nuevo) y avanza sobreel río con una isla unida a la ciudad por el cor-dón umbilical circulatorio. La idea de la des-afectación de los cuatro diques del puerto Ma-dero para expansión de la ciudad vuelve a serplanteada una y otra vez en los proyectos de laspróximas décadas para la remodelación delpuerto, aunque esta área no siempre cumpli-ría las funciones previstas en aquel plan ori-ginal: en lugar de un área verde, con el río “re-cuperado”, el área de puerto Madero se concibecomo de expansión de la ciudad comercial. Essignificativo en este sentido el proyecto de 1961(Decreto 1272 del 16 de febrero de ese año).A la desafectación de los cuatro diques anti-guos para las tareas portuarias le correspon-dería la extensión del Puerto Nuevo y de la dár-sena norte, hecho que reafirma la tendenciade utilización del área norte para las operacio-nes portuarias de comercio exterior y el mo-vimiento de pasajeros de ultramar, y la reser-va de la zona sur (Riachuelo, Dársena y DockSud) para las operaciones industriales y el mo-vimiento de cabotaje. Asimismo, se proponíaganar tierra al río entre el malecón límite delcanal norte y la defensa norte del canal sud, enfunción de la idea urbanística de expansión dela ciudad terciaria y la consecuente necesidadde terrenos cercanos al centro comercial. En1969, el Plan Regulador del Puerto proponedos posibilidades: la remodelación del puertoexistente, con un antepuerto único, eliminan-do el canal sur o la realización de un puerto en-teramente nuevo.

Otros puertos del estuario del Plata. Destinosmuy diversos entre sí tuvieron otros puertosde la Provincia de Buenos Aires que se recos-taban sobre el Plata. Algunos, como el caso delpuerto-canal de San Fernando, reconocen unahistoria tan larga como el de Buenos Aires. Ori-ginalmente, el único puerto de abrigo para la

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u UNA VISTA ACTUAL DEL PUERTO NUEVO, BUENOS AIRES.

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navegación interior fue el Río de las Conchas,hasta que un temporal cegó en 1820 la boca deeste río y abrió el río del Tigre. Sobremontele había encargado a Giannini, en 1805, jun-to al trazado de la ciudad de San Fernando, laapertura de un canal que comunicaría el Ríode las Conchas con el Plata, cuyas funcionesserían las de encauzar los desagües en las cre-cientes, fertilizar las tierras y posibilitar las ins-talaciones portuarias en la boca del río. En 1875,el antiguo proyecto de Giannini, teniendo encuenta las modificaciones del área, fue com-pletado por Huergo, lo que brindó a este in-geniero la plataforma necesaria para lanzarsea la disputa del puerto principal de la Provin-cia y luego de la Capital. El puerto canal de SanFernando, y otros puertos naturales de la Pro-vincia de Buenos Aires, como Quilmes, no lle-garon a alcanzar una importancia que tras-cendiera lo local.

El caso del puerto de La Plata es distinto.La bahía natural de la Ensenada fue original-mente considerada en relación con la ciudadde Buenos Aires, con fines de abrigo para bu-ques grandes y defensa militar. En 1730 el in-geniero Petrarca (v.) prepara una serie de pla-nos para establecer el complejo defensivo dela Ensenada de Barragán. La Ensenada apare-cía como la posibilidad más adecuada, espe-cialmente por la existencia del canal naturalque, gracias a la posición de la isla de Santia-go, se formaba en la desembocadura del río delmismo nombre, originando una rada natural.Durante el tercer sitio de la Colonia del Sacra-mento se ejecutó el proyecto de Petrarca (1735-1737), y posteriormente se realizó una serie demodestas mejoras. Pero pronto se lo abando-nó como posición estratégica, aunque las ba-terías de defensa se mantuvieron. En 1823, co-mo se ha señalado, Bevans propuso entre susvarios proyectos el acondicionamiento de laEnsenada para puerto de Buenos Aires. Pocotiempo después, en 1826, Bevans vuelve a in-formar sobre el tema y Rivadavia, ahora Pre-sidente, apoyó la propuesta, incluyendo el áreaen cuestión dentro de los límites del distritometropolitano.

La cuestión de la Capital cambió totalmen-te las perspectivas. Descartado el Riachuelo porrazones similares a las de las autoridades na-cionales, y resultando clave el problema del ac-ceso de buques de ultramar para la futura pros-peridad de la Provincia, las autoridadesprovinciales eligieron la Ensenada como el lu-gar de construcción de la nueva capital de Bue-nos Aires en función de la posibilidad de cons-trucción de un puerto de envergadura, que

pudiera competir con la ciudad que la Provin-cia sentía que le había sido arrebatada. Se pla-neó un puerto enteramente artificial, proyectodel ingeniero holandés Juan Waldorp (v.), queresidía en el país. Constaba de un largo canalque avanzaba desde aguas profundas, cortabaperpendicularmente la isla de Santiago y pe-netraba en los bañados para formar un diquecentral. Paralelos al dique principal, otros doscanales conformaban también los respectivosdiques para cabotaje. La articulación entre ciu-dad y puerto emerge claramente tanto en el pla-no funcional como en el representativo: el grandock central en sus extensiones futuras y los ca-nales laterales debían ser paralelos a la traza deLa Plata, aunque en la práctica existe un pe-queño desfasaje; el primero coincidiría, ade-más, con el eje monumental de la ciudad.

En 1882 se promulgó la ley en virtud de lacual se facultaba al PEN para contratar la cons-trucción del puerto, junto al gobierno de la Pro-vincia, por cuenta y dirección de esta. En 1883se aprobó el proyecto de Waldorp. Las obras seiniciaron el mismo año. La articulación delpuerto con las principales líneas de ferroca-rriles fue también un objetivo central de las au-toridades: el ferrocarril de Buenos Aires y Puer-to de la Ensenada conectó desde temprano elárea sur de la ciudad de Buenos Aires con elpuerto platense: en 1892 ya existía una cone-xión directa entre el Dock Central y el PuertoMadero. Aunque aún restaban trabajos de im-portancia para el completamiento de la obra,el puerto de La Plata fue librado al servicio pú-blico en julio de 1889.

La crisis del noventa causó serios proble-mas a la consecución de las obras. El gobiernoprovincial, endeudado con la Nación, debió en-ajenar las obras de la Ensenada dentro del plande renegociación de la deuda; así, el gobiernofederal se hizo cargo de ellas en 1904.

Aunque La Plata no pudo desplazar a Bue-nos Aires, desarrolló una amplia actividad deultramar e incitó a la formación de una im-portante área industrial en sus inmediaciones.Grandes compañías frigoríficas ampliaron lacapacidad del puerto con instalaciones propias:el frigorífico Armour y el Swift poseían hacia1920 instalaciones de envergadura sobre el ca-nal de acceso; la Compañía Pampa poseía 26silos con una capacidad de 9.000 toneladas; laCompañía de Muelles y Depósitos –absorbidapor el Ferrocarril Sur en 1899– era propieta-ria de más de 1.300 metros lineales de mue-lles, con vías férreas, guinches a vapor, etc.,destinados al almacenamiento de cereales yfrutos del país, y productos inflamables. Peroel tipo de actividad que caracterizó el funcio-namiento mercante de este puerto fue la acti-vidad petrolera, iniciada en 1902, cuando laProvincia destina 15 ha para la instalación dedepósitos de hidrocarburos. La radicación dela destilería en 1925, contratada por las auto-ridades nacionales, culminó esta dirección.

Rosario y los puertos del Paraná. El Paranáconstituye la vía navegable más importante dela República y, consecuentemente, la de ma-yor antigüedad en su utilización. Sin embar-go, una serie de características del río, como

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u OBRAS DE CONSTRUCCIÓN DEL PUERTO DE BUENOS AIRES, ACTUAL PUERTO MADERO.

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su caudal, el fácil enterramiento, los constan-tes cambios de dirección de su cauce, se con-virtieron en problemas fundamentales para eldesarrollo de la incipiente navegación interior.Las pequeñas poblaciones a su vera, que ha-bían reconocido cierto auge a mediados del s.XIX, decayeron al no poder ponerse a tono conlas mejoras técnicas y dimensiones que re-quería un puerto moderno. Dentro de ellas, sinembargo, algunos puertos alcanzaron una im-portancia nada desdeñable. Entre ellos, se des-taca Rosario (v.).

Hacia la primera década del siglo XX, Ro-sario ya era considerada la segunda ciudaden importancia de la República, y los benefi-cios de su puerto natural no fueron ajenos alnotable crecimiento económico que puede ve-rificarse en ella desde mediados del s. XIX.

Sin embargo, sus relativas facilidades na-turales ya se revelaban insuficientes hacia 1870.Así, la preocupación por la construcción de unpuerto moderno en Rosario fue simultánea ala de Buenos Aires. Pero la concreción de lasobras fue posterior, debido a serios problemasde gestión. En 1869, el Departamento de In-genieros de la provincia presentó un proyec-to en el que preveía la construcción de 1.000m lineales de muelles, pero el proyecto no fueaprobado. En 1872, el ingeniero Lindmark, vi-cedirector de la Oficina de Ingenieros Nacio-nales, presentó su proyecto, que consistía endos dársenas de 139 m de longitud por 59,75m de ancho cada una, rodeadas de muelles dehierro y madera con un desarrollo total de 800m. El proyecto no fue realizado por falta de fon-dos. En 1876, se promulga una ley que auto-rizaba al Poder Ejecutivo a contratar con la em-presa Ferrocarril Central Argentino laconstrucción de las obras proyectadas. Este con-trato no llegó a efectivizarse: a pesar de las am-plias ventajas que se le otorgaban a la empre-sa concesionaria, esta se negó a aceptar lacláusula por la cual el gobierno tendría el de-recho de expropiar las obras por el costo efec-tivo de ellas más un 20% de interés. En 1878,la ley del 5 de septiembre autorizó a contratara otra empresa para construir las obras auto-rizadas en 1876. Solo se presentó a la licitaciónla empresa Rodríguez & Cía., que obtuvo asíla concesión, y firmó el contrato en 1881. Peropoco había realizado cuando se rescinde en1884. Ante estos problemas, se volvió a la ad-ministración pública para la resolución de lasobras. En 1888 se retomó la idea de gestión pri-vada. Se licitó la sección sur de las obras, y el6 de julio de 1889 se firmó un nuevo contratocon el empresario Canals, que le concedía la

explotación del puerto por cuatro décadas. Porincumplimiento de sus términos, el gobier-no rescindió en 1892 el contrato de Canals. Elproblema del puerto de Rosario fue tan acu-ciante que en 1898 se fundó una “AsociaciónPopular para la Canalización de los Ríos y Puer-to del Rosario”, presidida por Gregorio Machain,con el fin de presionar a las autoridades haciala solución del problema. Las gestiones de laasociación fueron exitosas: en 1899 se promulgóla Ley 3885, por la cual el Poder Ejecutivo Na-cional se comprometía a abrir un nuevo con-curso público en el plazo de seis meses; inicioreal, podría decirse, de las obras del puerto deRosario. Finalmente, luego de un concurso enel que solo tres empresas llegaron a intervenir,se celebró en octubre de 1902 el contrato entreel Ministerio de Obras Públicas y las socieda-des Hersent et Fils y Schneider y Cía, quienes,al efecto de la construcción del puerto, consti-tuyeron la “Sociedad Puerto de Rosario”.

Las obras contemplaban los últimos avan-ces técnicos en materia portuaria. Funcional-mente, el puerto estaba claramente dividido entres secciones: importación, exportación y ca-botaje, en el centro del sistema. Como la ma-yoría de los puertos fluviales, los diques es-tán dispuestos a lo largo de la costa. Su modelotécnico proviene del puerto de Lisboa; las obrasde regularización del Paraná, indispensablespara la estabilidad del sistema hídrico, se lo-graron con operaciones de faginado simila-res a las que con mayores dimensiones se lle-vaban a cabo en Holanda. El proyecto constabade 3.870 ml de muelles. Un canal paralelo alos muelles de 3,60 m de ancho en el fondopermitía el libre acceso de buques de ultramar;instalaciones para el depósito de mercaderías–de distinto tipo según los requerimientos fun-cionales–, calzadas y terminales ferroviarias,edificios administrativos, elevadores de gra-nos, grúas eléctricas, cabrestantes, dragas, com-pletaban los compromisos de la empresa en larealización del puerto. Desde el punto de vis-

ta técnico, una serie de muelles se asienta so-bre pilares construidos, por primera vez en elpaís, con aire comprimido.

Otros puertos del Paraná que alcanzaroncierta importancia en el período 1880-1930 son:Santa Fe (v.), cuya construcción, autorizada porLey 4269 (1886), que concedía a la provinciala administración y la dirección de las insta-laciones bajo el control del gobierno nacional,no se inició hasta mucho más tarde; Campa-na, cuya mayor superficie de muelles estabaconformada por los construidos por el Ferro-carril Central Argentino, complementándosecon las instalaciones privadas, fundamental-mente orientadas hacia la exportación petrolí-fera, como la West India Oil Co., la Itaca y laCompañía Nacional de Petróleo Ltda.; el fri-gorífico Las Palmas Produce contaba con es-te puerto para las exportaciones de sus pro-ductos. Zárate, similar a Campana en suenvergadura, pertenecía en su mayor exten-sión al Ferrocarril Central; su característica es-taba otorgada por la exportación de frigoríficosde importancia, como el Smithfield. En Bara-dero, recién se comienzan las obras portuariasen la década de 1920. San Nicolás era un puer-to antiguo; su ampliación se proyecta en 1885:sin embargo, hasta el despegue industrial dela zona, vegetaba con apenas 300 m de mue-lles. En situación similar se encontraba VillaConstitución.

Más arriba de Rosario, sobre el Paraná, Go-ya, Empedrado, Colastiné, etc., no lograronnunca acercarse al movimiento comercial deRosario. Pero Corrientes (v.), en la margen iz-quierda del Paraná, constituyó un puerto deimportancia a partir de las modificaciones au-torizadas por la Ley 1386. Los trabajos co-menzaron en 1885 y fueron sucesivamente am-pliados; su importancia como puerto de tránsitopor su proximidad con la confluencia del Pa-raguay con el Paraná se mantuvo, al tiempoque la llegada del Ferrocarril del Nordeste, yprincipalmente del Ferrocarril Económico, pro-porcionó el mayor movimiento comercial, porel tránsito de los productos de los departa-mentos de San Luis y General Paz, en el inte-rior de la provincia. Otro puerto que puedemencionarse es Posadas, sobre el Alto Paraná,especializado en el tránsito de la yerba mate;su construcción comenzó en 1908.

Puertos del río Uruguay. Recién en 1899 seiniciaron estudios sistemáticos del régimen deeste río. En el Uruguay inferior, los puertos deimportancia son Gualeguaychú, situado en elafluente del mismo nombre a 22 km de las

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u EL PUERTO DE BAHÍA BLANCA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.

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aguas profundas del río Uruguay, y Concep-ción del Uruguay. Las obras modernas en es-te puerto se iniciaron en 1882. Estaba consti-tuido hacia 1920 por tres secciones: la secciónde ultramar, formada por una vasta dársena depiedra de 800 m con una profundidad al piede 6,10 m, complementadas con instalacionesde madera, situadas en la margen derecha delrío Itapé, en donde podían atracar buques degran calado. Una sección de cabotaje, de 200m lineales, más embarcaderos particulares,completaban las instalaciones. En el UruguayMedio se ubicaban el puerto de Colón (cuyaconstrucción efectiva comenzó en 1884), el deConcordia y el de Paso de los Libres.

Litoral Marítimo. A pesar del amplio desarro-llo de la costa atlántica, las instalaciones por-tuarias en ella fueron siempre escasas, debidoa la tardía incorporación de las tierras al Esta-do nacional. A partir de la década de 1910 secomenzaron varios trabajos en el litoral ma-rítimo. Muchos de estos puertos, como el ca-so de Mar del Plata (v.) y Quequén, respondena la tipología clásica de puertos de mar, condos escolleras colocadas en posición de evitarlas mareas y el enterramiento. La ubicación delpuerto de Mar del Plata se eligió no sin ciertasdeliberaciones, para lo que se estudió la fran-ja existente desde cabo Corrientes hasta Pun-ta Mogotes. Decidida la ubicación a 7 km de laciudad balnearia, se llamó a concurso (Ley6499/09) y se adjudicaron las obras a la fir-ma francesa Allard, Dolfus, Sillard y Viriot (lue-go Societé Nationale des Travaux Publics), queinició los trabajos en 1911. Las obras de abrigo(dos escolleras construidas en hormigón sobreenrocamiento) encerraban 210 ha de ante-

puerto. Los muelles denticulares proyectadosen hormigón armado (dos diques de ultramar,una dársena de cabotaje y un área para pesca-dores) aún no se habían completado para 1940,cuando ya los problemas de enterramiento delpuerto limitaban el calado de los buques queingresaban a él.

El puerto de Quequén se proyectó en la des-embocadura del río Quequén Grande, en cu-yas márgenes se dispusieron obras de atraque.Un canal de acceso, protegido en la desem-bocadura por dos escolleras que forman un an-tepuerto de 300 ha, completaba las instalacio-nes previstas. Las obras fueron otorgadas porconcurso, llamado a partir de la Ley 10.295, ala Societé des Grandes Travaux de Marseille.

El estuario de Bahía Blanca (v.) reúne unaserie de puertos dignos de mención, agrupa-dos en torno de la zona de influencia de la ciu-dad: ingeniero White, Galván, Arroyo Pareja,Cuatreros y Nacional. El puerto de ingenieroWhite tiene su origen en la concesión otor-gada al Ferrocarril Sur de la sección que uníaGeneral Lamadrid con este punto marítimo–donde no existía población de relevancia–,pasando por Bahía Blanca, en mayo de 1884.Ingeniero White se desarrolló notablementecomo puerto de exportación. Hacia el veinte,el muelle llamado de “los elevadores” de 350m de desarrollo, estaba servido por dos eleva-dores de granos de 72 silos cada uno, movili-zados por energía eléctrica; 14 bocas de des-carga permitían a cada elevador cargar cuatrovapores simultáneamente. Disponía ademásde un muelle en “T” con un desarrollo útil de980 m donde podían atracar buques de grancalado, un muelle de madera servido por doscobertizos y un dique para lanchas. Para los

mismos años en que se inicia la construccióndel puerto de Ingeniero White, el ferrocarrilSur construye un muelle en la ciudad de Ba-hía Blanca, en función de una concesión pordiez años otorgada por el gobierno en enerode 1883. La ciudad ya poseía un modesto mue-lle de madera en la desembocadura del arroyoNapostá. Para 1885 el muelle del FerrocarrilSur construido en acero y con una longitud de300 m estaba habilitado. Poco después, el con-cesionario del primitivo muelle cedió los de-rechos para un puerto en el mismo sitio a Dun-selman y Cía. Puerto Pareja, ubicado en ladesembocadura de un pequeño arroyo que con-cluye en la bahía, es posterior: los trabajos seiniciaron en 1912, de acuerdo con la Ley 5574.También sufrió, como Mar del Plata, la de-tención de las obras debido a la conflagracióneuropea. Puerto Galván, a 8 km de la ciudad,estaba unido a ella por la vías del FerrocarrilBuenos Aires al Pacífico. Hacia los años vein-te, poseía un canal de acceso largo y protegi-do, y un total de 1.431 m de muelles que per-mitían atracar a doce vapores simultáneamente.Puerto exclusivo de exportación, poseía cuatroelevadores de granos, aunque su importan-cia no llega a acercarse al de Ingeniero White.Cuatreros, por último, solo servía al frigorífi-co del que era propiedad.

En el estuario se sitúa también el principalpuerto militar nacional, el Puerto Belgrano, ba-se naval de las grandes unidades de la Marinade Guerra, situado a 30 km de la ciudad de Ba-hía Blanca. Para su proyecto se contrató al in-geniero Luis Luiggi (v.), que había realizadoobras en el puerto de Génova, la Spezia y Pa-lermo, en 1896. Las vías del ferrocarril Sud ydel Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano lounían al resto del país. Se accede al antepuer-to, de alrededor de 31 ha, limitado por dos es-pigones, por un canal de tres km. Una vastadársena relacionada con el mar fue construi-da inicialmente por el Ferrocarril Rosario aPuerto Belgrano, para pasar hacia la década delveinte a manos del Estado. Un nuevo dique demarea, con amplios márgenes de crecimiento,se adjudicó en esos años a las empresas Dic-kerhoff y Widdmann S.A. y F. H. Schmidt.

La explotación de la zona petrolífera de Co-modoro Rivadavia trajo aparejada la necesidadde dotar a la localidad de instalaciones por-tuarias. Algunas obras ya habían sido comen-zadas en la década del veinte por la ComisiónNacional Administradora de Petróleo (v. YPF).Puerto Deseado, ubicado en la ría del mismonombre, apenas poseía un modesto muelle depiedra en la década del cuarenta. G. S.

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u EL ANTIGUO PUERTO MADERO ANTES DE SU RECONVERSIÓN URBANA..

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PUEYRREDÓN, PRILIDIANO. Buenos Aires,1823 - Íd., 1870. Pintor, arquitecto del mu-nicipio de Buenos Aires durante los deceniosde 1850 y 1860. Realizó diversas obras dediseño urbano. Fue además uno de los pri-meros profesionales que en el país se dedi-caron al diseño de parques.

Hijo de Juan Martín de Pueyrredón, fue lle-vado por su padre a Europa en 1844 para es-tudiar arquitectura. Egresó del Instituto Poli-técnico de París en 1846. Vuelto al país,proyectó, como técnico del municipio de Bue-nos Aires, diversas obras públicas, por lo quese transformó en uno de los principales refe-rentes arquitectónicos en el período inmedia-to a la caída de Rosas.

Sus obras más importantes son: el arre-glo de la Plaza de la Victoria (1856), la refac-ción de la iglesia del Pilar (1856), reforma deltemplo de Quilmes (1857), una serie de nue-vos pabellones en el Hospital General de Hom-bres (1858-1859), la capilla del Cementerio Sur(1858), la reforma y reparación del Hospital deAlienados, la remodelación de la Casa de Go-bierno en el Fuerte, el puente de Barracas (1861)y la reforma de la Pirámide de Mayo (1856-1857). Esta última es una envoltura realizadasobre del obelisco construido originalmente

por el maestro de obras Cañete (v.), que per-mite obtener una mayor altura del monumento,rasgo acentuado por la colocación simultáneade una estatua a la Libertad. Como comple-mento del conjunto, el arquitecto agregó cua-tro esculturas alegóricas, obra de J. Dubour-dieu. Al llegar los restos de Rivadavia en 1857,el gobierno encargó a Pueyrredón el boceto dela carroza fúnebre que fue utilizada en la ce-remonia de traslado de los despojos.

Su obra más importante corresponde al te-rreno de lo privado: la quinta de Miguel de Az-cuénaga (1851). La preocupación de Pueyrre-dón por el paisaje, que tanto se evidencia ensus acuarelas de la zona costera de Buenos Ai-res, aparece aquí reflejada en este especie de“morada observatorio”, ya que la relación conla naturaleza no se reduce al típico mirador delas casas tradicionales frente al río, como el queexiste en la chacra de su familia en San Isidro,que él mismo remodela, sino que organiza laforma de la casa misma. Esta se presenta co-mo una planta abi erta hacia las vistas del ríoperceptibles en la continua barranca de la cos-ta norte porteña, que son aprovechadas por lasamplias aberturas de las habitaciones y las te-rrazas del primer piso. La austeridad del len-guaje de orden dórico sin base contrasta conla ruptura de la planta compacta, usual ya pa-ra entonces en las quintas suburbanas.

Como paisajista se le atribuye el trazadopintoresco del parque de la estancia San Juan,de Leonardo Pereyra, hoy sede de la Escuela J.Vucetich en el parque Pereyra Iraola en las cer-canías de La Plata. F. A.

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PUKARÁ (O PUCARÁ). m. Fortificación de pie-dra construida en época prehispánica, es-pecialmente en alturas estratégicas, para ladefensa. (Academia Argentina de Letras. Dic-cionario del habla de los argentinos. Bs. As.:Espasa, 2003). El vocablo, de origen que-chua, significa ‘fuerte, castillo o fortaleza’. Lapresencia de estas fortificaciones se extien-de a lo largo de toda el área andina. Duran-te la Conquista fueron muy usados por los es-pañoles para identificar sitios de resistenciaindígena a la invasión. Arquitectónicamentedesigna una instalación caracterizada por lapresencia de una o varias murallas perime-trales concéntricas de considerable altura, re-alizadas con piedra canteada, ubicadas en zo-nas de altura y de difícil acceso.

Estas estructuras de trazado plenamentemilitar-defensivo, a las que se suma la presenciade troneras, atalayas y balcones, protegían unespacio interno de habitaciones y depósitos deocupación transitoria. A nivel arqueológico, lospucarás son considerados como uno de los me-jores ejemplos de integración intencional dela arquitectura prehispánica con la complejatopografía andina. Por extensión, suele deno-minarse “pucará” a sectores montañosos cuyadifícil geografía les otorga ventajas defensivas,sin que haya fortalezas en forma específica. En

130 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u GALERÍA DE LA QUINTA PUEYRREDÓN, EN SAN ISIDRO, PCIA. DE BS. AS, DE PRILIDIANO PUEYRREDÓN.

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nuestro país, el Pucará de Aconquija (Depar-tamento de Andalgalá, Prov. de Catamarca) esuno de los mejores representantes de este ti-po de instalación. A. I. / D. S.

PULPERÍA. f. Local típico de la zona rural, en elque se vendían diferentes artículos de pri-mera necesidad, especialmente comestiblesy bebidas alcohólicas (Academia Argentinade Letras. Diccionario del habla de los ar-gentinos. Bs. As.: Espasa, 2003). Véase es-te ejemplo de su empleo, tomado del MartínFierro [Primera parte, 1872]: “Supe una vez,pa’ mi mal, / de una milonga que había, / yya pa’ la pulpería / enderecé mi bagual”. (Jo-sé Hernández. Bs. As.: Coni, 1925, 104).Sobre el origen de la voz y su significado exis-ten dos hipótesis. La primera la hace derivarde la palabra pulque, que en México signifi-ca ‘aguardiente’. Pulquería aludiría, enton-ces, al lugar de venta de aguardiente. La se-gunda, de origen local, la hace derivar de lapalabra pulpa o ‘carne magra’, alimento quese vendía en la pulpería. Sea cual fuese elorigen de la palabra, servía para designar,entre los siglos XVIII y XIX, un tipo de comer-cio de carácter minorista, en el que se ven-día una amplia gama de productos y cuyosclientes, en general, correspondían a los sec-tores populares.

Además de lugar de intercambio comercial,la pulpería fue un sitio privilegiado de inte-rrelación social. En el interior de la pulpería setocaba la guitarra, se jugaba a las cartas, se in-tercambiaban noticias. También era para mu-chos trabajadores un modo de subsistencia al-ternativo, ya que el pulpero, además devendedor, muchas veces compraba los pro-ductos de trabajo rural que le ofrecían sus pro-pios clientes.

La pulpería urbana, al menos en Buenos Ai-res, tiene su momento de auge entre las dos úl-timas décadas del siglo XVIII y las primerastres del XIX. Posteriormente, la actividad es re-emplazada por los almacenes, bares y cafés, queimplican una especialización mayor de estetipo de actividad.

De esa manera, la pulpería pierde su carác-ter original de lugar exclusivo de encuentro eintercambio. Las fuentes indican cómo rápi-damente se produce su desaparición en Bue-nos Aires. En 1825 había más de 400 pulperí-as; en 1835 habían disminuido a menos de 100.Entre las razones de esta desaparición se hallala falta de respaldo de las autoridades. En efec-

to, en 1788 el procurador general de la ciudadde Buenos Aires intentó prohibir la reunión degentes y las audiciones de guitarra en las pul-perías, para retrotraerlas a su función exclusi-vamente comercial. Después de la Indepen-dencia fue la necesidad de controlar elalcoholismo y la delincuencia, como factoresnegativos que ayudaban a acrecentar la cróni-ca falta de mano de obra, la justificación paralimitar y desalentar esta actividad.

A diferencia de otras formas de comercioque se nucleaban en la zona central, o en co-rrespondencia con las plazas más importan-tes, las pulperías tienen, con respecto a la tra-ma de la ciudad, una localización homogéneaque abarca todos los sectores urbanos.

En la campaña se desarrollaron en dos for-mas: como lugares de encuentro, en cruces decaminos, en relación con postas o vías de cir-culación importantes, o como pulperías volan-tes, es decir, montadas sobre carretas que re-corrían la zona rural para intercambiar artesaníaso mercancías por productos rurales (cueros va-cunos, de nutria, plumas de ñandú, etc.).

En cuanto a su configuración, las pulperíasurbanas eran diferentes de las rurales. En la ciu-dad se ubicaban, por lo común, en las esquinasy constaban de un local con mostrador interiory de un lugar para ubicación de las mesas. Enla campaña se localizaban en un rancho (v.) conimportante alero en su frente principal. Bajoeste alero se abría una ancha ventana cubiertapor reja de hierro o de madera dura a través dela cual se atendía a los clientes. Sobre un más-til o palo alto se ubicaba un pedazo de géneroque terminó por ser el símbolo de este tipo decomercio. Más tarde, el local cerrado se abrió yamplió: la reja se convirtió en un enrejado co-rrido a lo largo del mostrador, y la clientela dis-puso de parte del local, con mesas y bancos pa-ra el juego de cartas. F. A.

Bibliografía: P. González Bernaldo. La creation d´une

nation. Historie politique des nouvelles appate-

nances culturelles dans la ville de Buenos Aires en-

tre 1829 et 1862. Tesis doctoral presentada a la Uni-

versidad de París, 1993.

PUPPO, GIANCARLO.

Roma (Italia), 1938. Arquitec-to, artista plástico. Cultor deuna arquitectura que, partien-do del reciclaje y de la bús-

queda de lo vernáculo, tiende a generar un tra-tamiento escultórico del espacio doméstico.

Realizó estudios en Montevideo (1966) yBuenos Aires (1970). Asociado con la arqui-tecta Ethel Etcheverri, ha proyectado y cons-truido una serie obras de reciclaje de viviendasen las cuales intenta rescatar la esencia tipo-lógica de las antiguas construcciones. Sus tra-bajos se caracterizan por el manejo cuidadosode los materiales, los detalles, las texturas y lainterrelación espacial, cualidades estas quese relacionan también con su actividad de ar-tista plástico. Entre las obras realizadas con E.Etcheverry, puede citarse la casa en Tucdum(1981/1982), que reitera casi miméticamentelas cualidades de la arquitectura vernácula delNOA, su propia casa (meticulosa restauraciónde una casa chorizo) y una serie de obras enBuenos Aires que siguen los mismos princi-pios: O'Higgins 4560; Cuba 3965 y 4652, elSalvador 3929, Armenia 1955, etc. Asociadocon R. Bustamante y R. Johannes, diseñó supropio taller profesional, y con M. Net, en Jo-sé C. Paz, Prov. de Buenos Aires, la Iglesiade Nuestra Señora de Luján (1982), templo re-alizado mediante técnicas artesanales de bajocosto que dan como resultado una obra des-pojada y austera que parece continuar con latradición de una arquitectura alternativa con-sustanciada con el catolicismo tercermundis-ta. Ha sido docente de la Universidad de Bel-grano y de la FADU-UBA, y ha dictadoconferencias en diversas universidades de Amé-rica Latina y de EE.UU.

En el campo de la plástica, desarrolló unaininterrumpida labor profundamente ligadatanto a la tradición mediterránea como a lasraíces del arte latinoamericano. Entre sus pu-blicaciones más importantes, merecen desta-carse: Sol y Diseño (Barcelona, 1976); Arte Ar-gentino antes (Bs. As., 1979). F. A.

Bibliografía: R. Gutiérrez, M. Martín y A. Petrina. Otra

arquitectura argentina, un camino alternativo. Bo-

gotá: Escala, 1989.

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131Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u INTERIOR DE UNA VIVIENDA PROYECTADA POR G. PUPPO.

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134 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

QUINTA. f. Hist. En el Río de la Plata, terrenossuburbanos inmediatos al ejido (v.), que co-rrespondían, en general, a sectores iguales omayores a una manzana. La denominación seoriginó en el modo de dividir las parcelas, quese practicaba antiguamente en España. Quin-ta aludía a la quinta parte de una “caballería”,unidad básica de la subdivisión de la tierra.

En los años posteriores a la Conquista se en-tendió a la quinta como una unidad de vivien-da y espacio circundante, dedicada a la pro-ducción de hortalizas, frutales y otros productosde granja. Esta actividad principal comenzó asuperponerse en los siglos siguientes con otrasrelativas al ocio y a la recreación; se definió deesta manera el sistema que caracterizó al gé-nero hasta el siglo XX.

Esta modalidad habitativa odría asimilarseen cierta forma al programa de las villas de laAntigüedad, en su doble condición de lugar deocio y de espacio de producción rural. Sin em-bargo, la quinta local tiene la particular condi-ción de encontrarse en el entorno inmediatode las ciudades. La imagen típica de la quinta,sobre todo durante el siglo XIX cuando co-mienza a tener su importancia dentro del teji-do urbano, es la que aúna la comodidad fun-cional de la residencia, lugar de sosiego liberadode la etiqueta que exige la vida urbana, con elrendimiento del huerto productivo. Desde elpunto de vista social la casa quinta cumplíael rol, en las ciudades del siglo XIX, de alber-gar la actividad de las familias de relevancia so-cial en el área urbana durante la temporada es-

tival, período en el que se cerraba la residen-cia ciudadana para ser reabierta a comienzosdel otoño; también podía servir como lugar deresguardo en caso de epidemias o inestabili-dad política. Es recordado el caso de la emi-gración de los sectores de la elite porteña a lazona de quintas y a los pueblos de recreo cer-canos, como Flores y Belgrano, durante la epi-demia de fiebre amarilla de 1871.

Aunque sus orígenes son más antiguos, sepuede establecerse un período de desarrolloy consolidación de este programa entre finesdel siglo XVIII y principios del XX. Posterior-mente, cuando se incentivan las actividadesdel ocio suburbano y se expanden las áreas de-dicadas a esta función, lo que surge es la “ca-sa de fin de semana”; si bien en general estasigue siendo denominada “quinta”, tiene una

u CUERPO PRINCIPAL DE LA QUINTA PUEYRREDÓN, EN SAN ISIDRO, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

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caracterización arquitectónica diversa y se ale-ja de los sectores contiguos al centro urbano.

El germen de este modo de habitar nace dela misma legislación española y, en el casode Buenos Aires, se encuentra expresamenteseñalado en las actas de fundación de la ciu-dad. Garay otorga a los vecinos un “pedazo detierra donde con facilidad lo puedan labrar yvisitar cada día”. Esta determinación implicala vecindad de los terrenos con el centro urba-no y la doble modalidad de labrador / habitantede la ciudad, de los primeros pobladores. Lascausas que están detrás del origen de este tipode asentamiento se encuentran en la necesi-dad de guarecerse del peligro de los ataques delos indios y también en el carácter netamenteurbano de la colonización española.

A mediados del siglo XVIII, alejado el pro-blema de la vecindad del indio, la quinta pudoser utilizada como residencia temporaria, ymantenerse su carácter productivo. Para esaépoca ya pueden encontrarse quintas en las zo-nas aledañas a Buenos Aires, como San Isidroo la cañada de Morón; algunas de ellas no exen-tas de cierta presunción arquitectónica, comola casa del comerciante Miguel de Riglos, ElRetiro —construida a principios del sigloXVIII—, que dio origen al barrio de ese nom-bre. Como lo demuestra este último ejemplo,su crecimiento tiene relación directa con el des-arrollo de los comerciantes al menos en Bue-nos Aires, donde ya durante la época colonialse utilizaban las quintas, no solo como resi-dencias veraniegas —Riglos tenía casa en laPlaza Mayor—, sino como formas de inversiónde su excedente de Capital. Durante el sigloXIX la expansión de esta forma de hábitat si-guió aumentando proporcionalmente al des-arrollo de las ciudades, con la particularidadde que el amplio cinturón de quintas se fue co-rriendo con el crecimiento de la mancha ur-bana. Esto generó la desaparición de muchosedificios de carácter suburbano, que fueron en-globados dentro del tejido regular.

A fines de la década de 1820, cronistas yviajeros detallaban la existencia de este parti-cular y vasto tejido suburbano que rodeaba lasprincipales ciudades argentinas, en el cual seentremezclaban las viviendas de ocio con lasmás humildes de los labradores, que abaste-cían con sus cultivos de hortalizas las nece-sidades de la urbe. Cercos de palo a pique ode tunas, grupos de árboles frutales, arbole-das y viviendas aisladas de diversos tipos com-ponían el particular paisaje que preparaba elingreso a las ciudades.

Sin embargo, el momento de mayor auge de

este modo de habitar lo encontramos en la se-gunda mitad del siglo XIX, ya que en la mayoríade los principales centros urbanos, y aun en mu-chos poblados menores, se pueden reconocersectores enteros que poseen estas características.A principios del siglo XX, la adopción del sába-do inglés, que alarga el fin de semana, la popu-larización del automóvil, la ideología de la ciu-dad jardín (v.), y la consiguiente utilización dela tipología del chalet (v.), modifican el sentidooriginal de las quintas. En efecto, a mediados delos treinta desaparece poco a poco la idea de unespacio que combina ocio con producción y secambia por la de hábitat de fin de semana, he-cho que implica la aparición de loteos de pro-porciones menores, en función de las posibili-dades económicas más modestas de la crecienteclase media. Esta acción trae como consecuen-cia la expansión hasta límites impensados del te-jido de vivienda de recreo, que sigue denomi-nándose quinta, pero que ha perdido el caráctery las funciones originales, al transformarse envivienda de fin de semana y, en las últimas dé-cadas, en alternativa de vivienda permanente,dentro de lo que puede denominarse como elprincipio de un clima antiurbano de rustifica-ción del hábitat (v. Pintoresquismo, Country club).

TIPOLOGÍAS.

Desde el punto de vista arquitectónico, laevolución del programa es tal vez uno de susrasgos más interesantes. Si bien en el momentoque esta forma de hábitat comienza a mani-festarse (fines del siglo XVIII) las construc-ciones son más bien modestas, pues muchasveces no son otra cosa que pequeñas casas oranchos (v.) comprados a antiguos propietarioslabradores, con el correr de los años se des-arrollan formas tipológicas autónomas.

En efecto, una vez que el programa se afian-za, puede notarse que en los ejemplos localescoexisten los dos géneros con los cuales se dis-tinguían las originales tipologías de villa ita-liana: en patio, aquellas estrictamente pro-ductivas combinadas con la actividad de ocio;compactas, aquellas dedicadas solo al ocio. Es-ta distinción, elaborada a partir de la interpre-tación de fuentes clásicas por los tratadistas delRenacimiento y desarrolladas en innumera-bles modelos, puede seguirse con claridad ennuestro medio. En las quintas más importan-tes y más lejanas de la ciudad, o aquellas quecumplen funciones más complejas, prevale-ce la tipología de patio. Este carácter asumetanto el Caserón de Rosas en Palermo (1838)como, si se nos permite considerarlo dentrode esta clasificación (v. Estancia), el Palacio San

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135Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Quinta Pueyrredón

u ARRIBA: LA GALERÍA DEL CUERPO PRINCIPAL. ABAJO:

VISTA DE LOS JARDINES EN LA BARRANCA COSTERA,

SOBRE CUYO BORDE SE ASIENTA LA QUINTA; VENTANA

DE ARCO REBAJADO CON REJA; FAROL ORNAMENTAL.

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José de Urquiza en las cercanías de Concep-ción del Uruguay. Ambos, siguiendo los pre-ceptos de la tratadística, están construidos co-mo villas productivas, con patio y torresesquineras al modo de las ville forteze del Re-nacimiento. Un tipo de agrupación similar laencontramos en la quinta de Los Tapiales o enla Quinta Pueyrredón, en los alrededores deBuenos Aires. Es importante notar que estasvillas muchas veces estaban acompañadas deestructuras de servicio anexas: viviendas de lospeones, palomar, granero, etc., grupo de cons-trucciones que acompañaban al cuerpo prin-cipal sin seguir una estricta coordinación edi-licia con el mismo.

La otra forma de agrupamiento ofrece unmayor número de ejemplos, y tiene la parti-cularidad de ser el modo de introducción de laplanta compacta en la historia del hábitat lo-cal. Ya a partir de las primeras décadas del si-glo XIX la mayoría de las quintas suburbanaspresenta la tipología de una sala central conhabitaciones en ambos laterales y pórticos, o—más comúnmente— galerías en el frente ycontrafrente, que sirven de nexos o espaciosde interconexión con los sitios abiertos. Enprincipio adoptan el ropaje neoclásico, comola Casa Amarilla del Almirante Brown, en Ba-rracas, la de Senillosa (v.), en la misma área (quedesarrolla una planta con sala y pórtico semi-circular, de acuerdo con un tipo muy difun-

dido en Francia durante el siglo XVIII), la quin-ta neoclásica de Flores, la de la legación britá-nica, la Quinta Azcuénaga en Olivos, de P.Pueyrredón (v.), etc. Esta última es en sí mis-ma una recreación tipológica. Con dos nivelesprincipales, la génesis de su planta se corres-ponde con la tradición antes indicada y no fal-tan en ella las aludidas galerías, pero el pro-yectista “abre” el esquema ortogonal y generados salas a 45°, con gran efecto planimétrico yespacial, que le otorgan una ligereza y trans-parencia poco comunes.

Desde el punto de vista estilístico, la mo-dalidad más difundida durante la primera mi-tad del siglo XIX, más allá de los ejemplos quehemos enumerado, es la que ostenta las ca-racterísticas de la llamada Arquitectura Pos-colonial (v.): planta compacta con esquema enU o en H y mirador, líneas severas, ausenciacasi completa de ornamentación, a no ser poralguna cornisa o por el uso de tenues pilastrasadosadas a los muros. Ejemplos de este tipo,diseminados en la mayoría de las ciudades delpaís, nos permiten confirmar la difusión delprograma y la magnitud de la incorporaciónde la planta compacta.

Con el paso del tiempo, esta tipología se fuecomplejizando tanto desde el punto de vistaespacial como en lo relativo a las comodidades:los cuartos se multiplicaron y su uso se diver-sificó. Esta transformación se correspondió con

la llegada del Neorrenacimiento italiano (v.), cu-ya multiplicidad formal ayudó a organizar otrotipo de configuraciones, no alejadas, sin em-bargo, de la idea inicial de compacidad. Po-demos citar como ejemplo de esta corriente es-tilística la Quinta María Luisa, en Vicente López,Prov. de Buenos Aires (1870).

Ejemplo paradigmático de tal tipo de resi-dencia y de las posibilidades de organizaciónde la planta compacta tradicional de las villasitalianas es Villa Ocampo, en San Isidro (1891).Fue proyectada para Francisca Ocampo deOcampo por el ingeniero Manuel Ocampo, pa-dre de Victoria. Villa Ocampo, cuya planta esun rectángulo con algunas pequeñas variacio-nes, consta de cuatro niveles. En el semisóta-no se dispusieron la cocina, el comedor del per-sonal y una serie de dependencias de la mismaíndole. La planta baja o principal alberga la re-cepción y su lugar más importante y efectista,el gran hall central con cuatro columnas in-ternas que se repiten en el primer piso. En elcentro del espacio que abarcan estas columnasun hueco calado en el entrepiso relaciona esasdos plantas mediante un balconeo de la plan-ta alta sobre la principal, todo iluminado poruna claraboya a la que se superpone un lu-cernario vidriado. También pueden citarse lasquintas realizadas en Flores, Belgrano, San Isi-dro, Adrogué y otras poblaciones en los alre-dedores de Buenos Aires, en Neorrenacimientoitaliano, que marcan el apogeo de esta moda-lidad tipológica.

En la segunda mitad del siglo XIX el pro-grama es además el primero en incorporar loslenguajes correspondientes al Eclecticismo (v.)

y al Pintoresquismo (v.), que agregan a la plan-ta las asimetrías, ondulaciones y anécdotas pro-pias de cada modalidad estilística, sin alterarla compacidad desarrollada desde principiosde siglo. Ejemplos de ello son el Neogótico tem-prano de la quinta de los Terrero en Flores,la chinesca de Jonás Larguía (v.) en Santa Fe,el Palacio Morisco de Mazza en Rosario, etc.

Paradójicamente, en algunos casos comoen Corrientes, el programa de las quintas sir-vió para prolongar formas constructivas queestaban desapareciendo, como las galerías, ex-tirpadas de la ciudad por ordenanzas munici-pales en 1890 (v. Corrientes).

Cuando comenzó a difundirse el turismoen Mar del Plata, en la década de 1880, pasó aella el tipo de villa que tratamos; con su es-quema se construyó quizá un par de cientosde viviendas, con toda la gama de variedadesposibles;: en U, en H, etc. La popularizacióndel automóvil, hecho que en los círculos de la

136 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u QUINTA CON LENGUAJE PINTORESQUISTA: EL PALACIO MORISCO DE MAZZA, EN ROSARIO.

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elite se concretó hacia 1910, desplazó a las vi-llas, arrimadas entonces a una de las media-neras del lote para permitir la entrada del ve-hículo al garaje, construido generalmente enel fondo del predio. Este desplazamiento sig-nificó la existencia de uno o más cuartos cie-gos, apoyados contra el muro divisorio.

Las primeras villas veraniegas de Mar delPlata tuvieron, como las próximas a Buenos Ai-res, una tipología similar a las antiguas quin-tas suburbanas y un lenguaje pintoresquista.Ese Pintoresquismo (v.) trajo consigo los movi-mientos de planta, la pérdida de simetría, la in-corporación de bay-windows, balcones, chime-neas, el uso de la piedra en las fachadas, losencuentros de faldones en cubiertas, el empleode tejas rojas, el cromatismo resultante, hastaque fueron transformando el panorama y lasprimitivas villas cedieron su lugar a los chalets.

Desde el punto de vista de la modernizacióndel hábitat, las casas quinta cumplieron un rolimportante. Alejadas del área central y del tipode loteo heredado de la tradición, las quintasresponden a un programa menos condiciona-do que las viviendas urbanas. De allí que estetejido informal del suburbio sea escenario dela experimentación más radical en relación conla modificación de hábitos arraigados, tanto enel terreno de la organización de la planta comoen el de la incorporación de nuevos lenguajes.Una distinción que es comprendida rápida-mente por algunos de los observadores másatentos a los cambios en el hábitat, como Man-silla, quien diferencia muy bien este tipo de ca-sas y la influencia de los residentes extranjerosen su construcción, y también Sarmiento, queve el progreso edilicio en los suburbios, antesque en el centro de Buenos Aires. R. C. / F. A.

Bibliografía: J N. L. Durand. Recopilación y paralelo

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nos. Madrd: Pronaos, 1981 (edición oiriginal París:

1801); A. Martínez. Manuel du voyageur. Paris: 1907;

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G. Mazzotti. La Villa Veneta. Treviso: 1954; R. Witt-

kower. La arquitectura en la edad del Humanismo.

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137Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA VILLA OCAMPO, EN SAN ISIDRO (1891), PCIA. DE BS. AS., DE MANUEL OCAMPO, UTILIZA LA PLANTA COMPACTA TRADICIONAL DE LAS VILLAS ITALIANAS.

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140 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

RAFFO, MANUEL. s/d. Italiano, arquitecto. Ac-tivo en Buenos Aires y en el Litoral a comienzosde la segunda mitad del siglo XIX.

Se le atribuye la iglesia de Nuestra Señorade Monserrat (1858-1865) en Buenos Aires; pro-yectó Nuestra Señora de los Dolores (1858-1863),en Dolores, y la basílica de Morón (1868-1872),ambas en la Prov. de Buenos Aires. Y también,posiblemente en colaboración con BernardoPoncini, la iglesia de la Sagrada Familia (1861-1867), en Gualeguay, Prov. de Entre Ríos.

Bibliografía: R. Gutiérrez y G. Viñuales. “Arquitec-

tura de la Confederación Argentina en el Litoral

Fluvial”. Resistencia: UNNE, 1972.

RAMOS CORREAS, DANIEL. Talcahuano (Chi-le), 1898 - Mendoza, 1992. Arquitecto. Acti-vo en Mendoza, donde realizó durante su largacarrera una importante cantidad de obras endiversos estilos. Entre todas ellas se destaca laremodelación del Parque General San Martín.

Nació en Chile; siendo niño se radicó enMendoza, donde vivió hasta su muerte. En 1924se recibió de arquitecto en la Escuela de Ar-quitectura de la Facultad de Ciencias Exactasde la UBA. Fue dibujante de Gastón Mallet (v.)

y discípulo de René Karman (v.) y de Villeminot(v.). Su trayectoria profesional recorre práctica-mente todo el siglo XX, con su riqueza y con-tradicciones. En su obra pueden distinguirsetres períodos: entre 1924 y 1930, el “historicis-

ta- pintoresquista”; entre 1930 y 1945, el “pai-sajístico” y entre 1945 y 1980, el “moderno”.

En el primer período adhirió a las más va-riadas corrientes del Historicismo, con pre-dominio del Renacimiento español en su ver-tiente neoplateresca. Fue también la época delas grandes residencias y de la ArquitecturaMonumental urbana, la que le dio prestigiopor más de medio siglo (Mercantil Andina).En vivienda afirmó el gusto local por el chalet,a través de la sumatoria del Pintoresquismocon el Historicismo. Así trabajó en Renaci-miento español (casa Arenas, sucursal Men-doza del Banco Hipotecario Nacional); en es-tilo Vasco (chalet Moyano) y en versiones muyparticulares del Neocolonial (casa López Fru-goni). También utilizó en esta época el Art Dé-co como repertorio formal de moda, asociadoa los nuevos valores de confort y al uso de nue-vos materiales en edificios para negocios, ofi-cinas y departamentos.

Su segundo período estuvo signado por elviaje y estancia en Europa, donde por ese tiem-po se sentaban las bases del Movimiento Mo-derno. A su regreso abandona el Historicismo,que tanto prestigio le había aportado, y ad-hiere prudentemente al Movimiento Moder-no, aunque limitado a tipologías urbanas noresidenciales. Nunca abandonaría el Pintores-quismo en entornos suburbanos (chalets, clu-bes, construcciones del parque), ya muy sim-plificado en aspectos formales y evidenciandoun buen manejo de los materiales del lugar yde las condiciones bioclimáticas. En esta épo-ca, la de sus grandes realizaciones paisajísti-cas, vuelca toda su creatividad.

Entre 1938 y 1943 actúa como director deParques, Calles y Paseos de la Provincia deMendoza, bajo la gobernación de CorominasSegura. La gestión de Ramos Correas signifi-cará la más importante refacción y remodela-ción del Parque General San Martín, trazadopor el paisajista Carlos Thays (v.), desde su cre-ación en 1896. Del ambicioso plan de veinti-dós puntos, presentados en el denominado“Plan de Mejoras...”, se concretaron, entre losmás importantes: el teatro al aire libre “Pul-garcito”; el inicio de la construcción del actualTeatro Griego Frank Romero Day (proyecto enel que trabajaron juntos Ramos y el arquitec-to uruguayo Duffau); el traslado del Jardín Zo-ológico a la ladera este del Cerro de la Gloria;las reformas al pie del Monumento al Ejércitode los Andes en el Cerro de la Gloria; la cons-trucción del recinto para ofrendas en el cami-no al monumento; varias reformas en el acce-

u EL ANFITEATRO FRANK ROMERO DAY, DE RAMOS CORREA,

SE INTEGRA AL PAISAJE DE LA PRECORDILLERA MENDOCINA.

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so al Parque (inmediaciones de los portones ylevantamiento de balaustradas de cierre sobreAvenida Boulogne Sur Mer); parquización dela zona comprendida entre la Avenida del Li-bertador y la actual Carlos W. Lencinas, al nor-te el trazado original.

En la última etapa, a partir de 1945, la pro-ducción de Ramos Correas fue prolífica, va-riada y heterogénea. Ya no proyecta residen-cias particulares, y este tramo está marcado poruna austeridad formal extrema, relacionadaprobablemente con su aislamiento de la vidasocial activa. Son de esta época las numerosasobras de arquitectura escolar que realizó pri-mero en Salta y en los Valles Calchaquíes y lue-go en San Juan, donde fue contratado en 1957por el Comité de Reconstrucción para la rea-lización de obras arquitectónicas y urbanísti-cas (puesta en valor de la Casa Histórica de Sar-miento, de la Dirección Provincial de Turismo,de la Catedral; reestructuración de espacios ver-des, plazas, etc.). En Mendoza realiza el edifi-cio de la Dirección General Impositiva (1956),el Asilo de Mendigos “San Vicente de Paul”, elconvento de las dominicas y el de San Nicolás.

Fue promotor del Concurso Internacionalde Urbanistas para diseñar un Plan Reguladorpara Mendoza en 1941. En 1944 es contratadopor el gobierno boliviano para el estudio del

Plan de Urbanización, Ampliación y Verdes deSanta Cruz de la Sierra. Recibe en 1951 el Pre-mio Ayuntamiento de Madrid en la ExposiciónBienal Hispanoamericana de Arte (España),debido a sus notables realizaciones paisajísti-cas en Mendoza. Presidente de la ComisiónEspecial para el Planeamiento Urbano y Có-digo de Edificación de la Ciudad de Mendoza(1959-1961), actúa interinamente como inten-dente municipal de dicha ciudad en 1963. Fueprofesor y vicedecano de la Facultad de Ar-quitectura de la UNC, en Mendoza, en cuyafundación colabora en 1961 con Enrico Te-deschi (v.), con quien lo unía una profundaamistad. En 1965 recibe en Washington la dis-tinción de Honorary Fellow del American Ins-titute of Architects.

Su producción arquitectónica, además de lapaisajística y de la que está incluida en las obrasurbanísticas, asciende a un total aproximado de140 obras, conformadas por 54 viviendas; 8 edi-ficios para departamentos; 29 edificios de ti-pologías varias (clubes, iglesias, dispensarios,tiendas, etc.); 7 edificios en distintos puntos delpaís y más de 40 escuelas. S. C.

Bibliografía: S. Cirvini y J. Ponte. “Daniel Ramos Co-

rreas. El oficio de 60 años de buena arquitectura”.

En: summa. n.° 226, junio de 1986.

RANCHO. m. Casa elemental, de fuerte presenciaen el ámbito rural, que se constituye en unade las arquitecturas básicas de nuestro paísa partir de la conquista y colonización espa-ñola. Construido con materiales naturales porsus propios moradores, su tipo varia segúnlas regiones. En general es de un solo nively está organizado en base a unidades de plan-ta rectangular (de 1 a 3 piezas con galería),con cubierta vegetal de dos aguas y piso detierra. Predominó en gran cantidad hasta fi-nes del siglo XIX, en que comenzó a ser re-emplazado por otros tipos edilicios; no obs-tante, hoy persiste en gran proporción comovivienda de la población humilde de la zonanorte del país. En la región pampeana es no-table su continuidad tipológica.

El rancho argentino tiene su origen en untipo arquitectónico introducido por los coloni-zadores españoles. En España se nombrabacon esta voz a un cobijo vernáculo, fuera delpoblado, que albergaba a diversas familias opersonas. A su vez designaba a un grupo depersonas con lazos familiares que se juntabana hablar o a tratar algún asunto o negocio par-ticular; y en el léxico marinero y militar, al gui-so para un grupo numeroso y a la propia reu-nión de los comensales. La palabra proviene

raf ran

141Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA GRAN ESQUINA DEL BANCO HIPOTECARIO NACIONAL, EN MENDOZA, DE D. RAMOS CORREA REALIZADO EN ESTILO NEOPLATERESCO.

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del francés rang, hilera, y este del franco *hr_ng,círculo, asamblea. En todas sus acepciones es-tán presentes los sentidos de reunión, inti-midad y morada.

En nuestro país, los tipos de rancho varíande acuerdo con las regiones, según condicio-nantes de clima, tradiciones culturales y re-cursos disponibles; también se diferencian porel uso de espacios conforme a funciones, porsu implantación, orientación, configuración,materiales y técnicas constructivas. Según Gu-tiérrez Colombres [1948], podemos clasificarlos ranchos de las provincias en los siguientesgrupos constructivos: a) de adobe, muy fre-cuentes; b) de piedra; c) de paja embarrada; d)de quincha (< quechua qincha, cerco o paliza-da), con o sin embarre; e) de madera; f) de des-punte (material de desecho de las cosechas).

El rancho, frecuentemente limitado a sucélula básica (la pieza), expresaba en su dise-ño los significados derivados de su raíz filo-lógica, aunque las adecuaciones al medio am-biente y las modificaciones introducidas ensu disposición funcional, formas y tecnologíageneraron un nuevo producto diferenciado deleuropeo; paradigmáticamente, el rancho pam-peano. Analizamos este tipo particular.

La peculiaridad del paisaje y las pautas so-ciales, hacen que el diseño de los espacios ane-xos, semicubiertos o descubiertos, tenga tantaimportancia como el de los internos. Desde elsiglo XVIII, en el territorio anterior al Salado(visto desde la Capital), más protegido de lasincursiones indígenas, se lo concibió como unaunidad habitacional productiva, donde el ran-cho propiamente dicho era destinado al des-canso o a la guarda de implementos, o usadocomo simple refugio, pues la mayor parte delas actividades se realizaban en el exterior. Asu vez, las nociones de límites, o la barrera en-tre lo público y lo privado, eran bastante in-definidas, quedando determinadas virtualmentepor el palenque, algún cerco vivo o el griteríode los perros.

Las jerarquías de los espacios dependían desu mayor o menor uso, y no tenían vigencia pau-tas culturales como la de asignar mayor impor-tancia simbólica a ciertos ambientes. En el casodel gaucho, la vivienda entera era una cuestiónpoco trascendente, sobre todo en la época de ma-yor ambulancia, dado el tipo de tareas poco re-lacionadas con puntos fijos; de ahí, entre otrascausas, su casi nulo diseño ornamental, su es-casa dedicación al cuidado y mantenimiento, ysu equipamiento mínimo y de fácil traslado.

El rancho, en su tipo más simple, era unasola habitación rectangular, con un fogón en

el centro, sin chimenea. Anexa a la habitacióntenía una pequeña galería, que era una pro-longación del alero, en la que se realizaban lastareas domésticas (un embrión de ramada).Las reuniones sociales se hacían en los lim-piones del patio, una explanada de tierra api-sonada frente a la galería, barrida y regada per-manentemente, limitada puntualmente poralgunos árboles, con un fogón criollo en me-dio. Esta concepción de patio poco tenía quever con la de origen urbano.

A partir de ese tipo simple se diversificanfunciones y se produce un crecimiento espa-cial por adición en horizontal de células inde-pendientes, que cuando quedan anexas se dis-ponen alineadas o en tira, y cuando se agregancélulas exentas (caso de la cocina) arman unaL. A este conjunto de células dispuestas orto-gonalmente, y que junto a árboles, pozo deagua, horno y palenque conforman el patio, selo denomina las casas.

Cuando consta de un solo cuarto, a estese lo llama pieza. Al separarse la cocina, la pie-za sigue cumpliendo las funciones de depósi-to y dormitorio, que a su vez puede partirseal medio o agregársele otro ambiente similarcontiguo. Generalmente, las dimensiones detodas las células oscilan entre 2 x 3 m y 3 x 4m. Originalmente, las piezas tenían un equi-po muy elemental constituido por la cuja (unacama de palos y cuero), las cunas colgantes delos niños, bancos rústicos de troncos o cabe-zas de buey y algún arcón o baúl para el guar-dado de las pertenencias (siempre preparadaspara el transporte). La cocina era la pieza don-de se preparaban los alimentos, se mateaba, sehacían pequeñas reuniones y ocasionalmen-te alojaba a algún huésped. Su equipo básicoera una mesa y el fogón, que podía estar enel centro —en este caso el humo salía por losvanos o por un escape en un desnivel del te-

cho— o en un costado, con salida de humo porla chimenea. Es importante señalar tambiénque el rancho carecía de baño.

Otro espacio muy importante era la rama-da, que podía estar unida al rancho forman-do una galería sobre su acceso, o estar aleja-da 10 ó 20 metros. En el primer caso, servíapara realizar tareas domésticas al reparo delsol y de la lluvia, aprovechando uno de los mu-ros del rancho para sostener la cubierta de ra-mas y paja, mientras el borde libre se sosteníacon una viga y horcones. Cuando estaba aisla-da era un modesto cobertizo sin paredes queservía como área de sombra y para guardar le-ña manteniéndola seca. Pero también las hu-bo aisladas y con muros de quincha (varas uni-das de duraznillo, jarilla, paja, totora, etc.),en cuyo caso alojaba diferentes funciones, si-multáneas o no: como sala de reunión, come-dor, pieza de huéspedes o gallinero, dormi-dero de perros, depósito de enseres y decosechas. Más allá de estas variantes de dise-ño, todos los tipos se igualaban en su funciónde “sombrilla” y “paraguas”, y en su construc-ción con ramas. Existió la costumbre de acu-mular sobre la ramada cuanta rama se encon-trara, tal como se aprecia en algunos grabadosde Pallière, de mediados del siglo pasado.

El otro ámbito indispensable era el patio:un amplio sector descubierto utilizado parareuniones, recibo de visitas o bailes, y comoplaya de trabajo (ensillar, carnear, herrar, etc.).Se presenta, entonces, como un espacio fran-camente externo al cual se abre el rancho, y norodeado de habitaciones a la usanza europeaoccidental.

El horno de barro para el pan, el pozo deagua con brocal y el fogón criollo (cavado en elsuelo a la manera india), para el mate o el asa-do, fueron las construcciones infaltables en elámbito del patio.

Cerca de él, a veces, había una pequeñahuerta en la que se cultivaban muy pocas hier-bas (tanaceto, marrubio, ruda, salvia y perejil),ya que se descartaban las verduras de fruto yhoja, así como ajos y cebollas, que se compra-ban en la pulpería o no se consumían.

Durante el período de disputa de territorioentre los indios y el poder central, las casasse dispusieron en el interior de un recinto cua-drado rodeado por un foso con fines defensi-vos. En este esquema de disposición puntualsobre los flancos del patio, era muy importan-te la relación entre el rancho y los árboles (co-mo elementos de reparo). Nunca se ubicaba lavivienda debajo de los mismos, por varias ra-zones que enumera López Osornio (1944): por

142 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u UN RANCHO CON PAREDES DE CHORIZO Y TECHO DE PAJA

EN TRISTÁN SUÁREZ, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

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temor a los rayos, ya que en días de tormentalas plantas ofician de receptores de las descar-gas eléctricas; por desconfianza a los vientos,que a veces suelen producir desgajes en los ár-boles o aun voltearlos, en perjuicio de la vi-vienda; porque las gotas del rocío suelen efec-tuar un idéntico recorrido diario al escurrirse,y caer en un mismo lugar en detrimento deltecho; porque al estar un rancho a la sombrasignificaría la fácil podredumbre de su techo,puesto que la paja dura más cuanto más secaesté. Además, existen supersticiones entre loshombres de campo, quienes no duermen ba-jo determinadas plantas, como el ombú, pordecir que trae trastornos a la cabeza.

Otra preocupación constante fue la de com-binar el aprovechamiento del sol con la pro-tección de los fuertes vientos del sector oestey sudoeste. Por tal motivo se orientaban losmojinetes en la dirección norte-sur y la puer-ta hacia el este (porque quedaba más protegi-da); mientras que las ventanas eran escasas onulas, pues poco se permanecía durante el díaen el interior de la vivienda.

En cuanto a su volumetría, además del pre-dominio del prisma cúbico como figura bási-ca, se los construía de muy baja altura y con te-cho a dos aguas. Según comenta Hudson(1918), si no hubiera sido por los árboles delpatio, los ranchos eran “escasamente visiblesa distancia de media legua”. Esta modalidad sedebía en parte al hecho de presentar un redu-cido frente de exposición para evitar los ca-chetazos del viento pampero. De tal modo, laaltura de la cumbrera solía oscilar entre 2 y 3,50m, y el dintel de la puerta estaba a 1,60 m, loque obligaba a agacharse al trasponerla. Estaestrategia antiviento, junto a la de las pantallas

verdes, fue definiendo toda la arquitectura ru-ral pampeana.

Para su construcción se emplearon mate-riales locales, como barro, paja, ramas de ar-bustos y algunos troncos de montes cercanos,que en la primera época (cuando no existíanplantaciones) se traían en carretas desde otraszonas. La técnica más difundida era la de unaestructura independiente formada por horco-nes y parantes esquineros sobre los que apo-yaban cumbrera y costaneras, respectivamen-te. Los muros se hicieron en principio de chorizode paja y barro, que se sujetaba a unas guas-quillas (cintas de cuero de 0.01 m de ancho),tendidas en horizontal cada 0.40 m, hasta quealgo más tarde se introdujo el sistema de en-latado consistente en reemplazar las guasqui-llas por alambre. Hubo también paredes de tie-rra apisonada con paja (monolíticas) y de terrón(mampostería de tepes). El techo estaba for-mado por un entramado de tijeras (apoyadasen cumbrera y costaneras) y empleas sujetasa estas, sobre las cuales se tendía la paja de to-tora, todas las ataduras eran de guasquilla o pa-ja macho marchita, resistentes a la torsión. Lospisos fueron siempre de tierra apisonada.

Esta tecnología natural requería un servi-cio de mantenimiento periódico, consistenteen el embarrado y sobretechado, y si bien sefueron introduciendo sucesivas mejoras téc-nicas, se conservó básicamente este sistemaconstructivo.

El tipo básico que denominamos rancho seencontraba como unidad aislada en la pampao como parte del complejo habitacional pro-ductivo de las primeras estancias (v.).

Cabe señalar que, tanto en la literatura gau-chesca como en la canción surera o en el habla

popular actual, hay constantes referencias a untipo habitacional conocido con el argentinismotapera. Se aplica esta denominación tanto a unrancho abandonado o degradado: (“Tuve en mipago en un tiempo / hijos, hacienda y mujer,/ pero empecé a padecer, / me echaron a la fron-tera, / ¡y qué iba a hallar al volver! / Tan solohallé la tapera” (José Hernández, El gaucho Mar-tín Fierrro. T. I [1872]. Buenos Aires, Coni, 1925,p. 26), como a uno extremadamente pobre, ur-bano o rural, de construcción muy precaria ode uso transitorio: “En una tapera cercana, unamujer se parapetaba detrás de la puerta de cha-pa, para impedir la entrada de las cámaras detelevisión” (El Cronista. Buenos Aires,25.01.1993). La palabra es raíz guaranítica: ta‘pueblo’ y puerá ‘que fue’. Cf. Academia Ar-gentina de Letras, Diccionario del habla de losargentinos (Bs. As.: Espasa, 2003, p. 533). Otrade las cuestiones para destacar, con respecto alrancho y a toda la arquitectura habitacional dela región pampeana, es el predominio de losrecursos autóctonos, inclusive después de laintroducción de los elementos industriales im-portados; situación que se verifica aún en la ac-tualidad. El hábil manejo popular de estas téc-nicas y materiales, la marginalidad y el relativoaislamiento y la dispersión, como la simplici-dad espacial, consagran la práctica generaliza-da de la autoconstrucción.

El impacto modernizador no cambia esen-cialmente las características del rancho. Si bienproduce completamientos, modificaciones téc-nico-constructivas y diversificación de funcio-nes, se mantienen las pautas rurales de vida,el partido básico, los criterios de uso de los es-pacios, la relación con el paisaje, las zonas tra-dicionales (patio rural, galería, fogón, horno,galpón, huerto), la peculiar relación público /privado, la simplicidad formal, la planta rec-tangular, etc.

Como derivación del rancho, con la in-fluencia de la arquitectura urbana de compo-sición neoclásica simple y la inclusión de al-gunos elementos arquitectónicos de laRevolución Industrial, se fue desarrollando alo largo del siglo XIX una vivienda que pode-mos denominar casa pampeana. J. R.

Bibliografía: G. E. Hudson. Allá lejos y hace tiempo

[Far away and long ago: 1917]. Trad. esp. Bs. As.: Ka-

pelusz, 1979; M. A. López Osornio. Viviendas en la

pampa. Bs. As.: Atlántida, 1944; B. Gutiérrez Co-

lombres. La vivienda popular en Tucumán; el ran-

cho criollo y sus accesorios. Tucumán: 1948; Insti-

tuto de Investigaciones de la Vivienda / FAU-UBA;

H. Urquijo (a cargo de). Tipos predominantes de vi-

ran ran

143Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u RANCHO, HORNO Y RAMADA A ORILLAS DE UN CURSO DE AGUA EN CAÑUELAS, PCIA. DE BUENOS AIRES.

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vienda natural en la República Argentina. Bs. As.:

EUdeBA, 1972; J. Ramos. La aventura de la pampa ar-

gentina. Arquitectura, ambiente y cultura. Bs. As.:

Corregidor, 1992; C. Moreno. La casa y sus cosas. Bs.

As.: Centro para la Conservación del Patrimonio

Urbano y Rural / SIP / FADU-UBA / Junta de Estu-

dios Históricos de Cañuelas (Prov. de Buenos Ai-

res), 1994.

RASCACIELOS. (R.) m. Edificio de gran altura.Calco semántico del inglés skyscraper, el sus-tantivo compuesto (rasca, tercera persona derascar ‘arañar’, en presente del indicativo, y elpl. del sust. cielo) tiene un evidente conteni-do metafórico, pues alude a la bíblica Torre deBabel, el sueño de una arquitectura que vin-culara a la Tierra con el Cielo. Objetos simila-res pueden ser nombrados con otras palabras:arañanubes, edificios altos (Hochhäuser, tallbuildings), torres o edificios de perímetro libre,pero en casi todos estos casos la designaciónpierde la alusión mítica de la palabra.

En nuestro país, si bien las primeras edi-ficaciones en altura datan de la última déca-da del siglo XIX, el concepto de R. propiamentedicho comenzó a ser aplicado, bajo la gravita-ción de los modelos norteamericanos, reciéna principios del siglo XX. El momento de apo-geo de los R. en la Argentina se dio desde me-diados de los años veinte hasta la primera mi-tad de la década del treinta. La expansión de laeconomía y de la industria de la construcciónde finales de los años veinte tuvo uno de susmás claros reflejos en las edificaciones en al-tura que comienzan a ganar la ciudad de Bue-nos Aires, entre las cuales el Pasaje Barolo deMario Palanti (v.) es ejemplo emblemático. Lacontracción que impone la crisis de 1929 fa-vorece asimismo este tipo de programa que,encarado desde un nuevo punto de vista, per-mite una concentración de inversiones. El edi-ficio Kavanagh, del estudio Sánchez, Lagos yde la Torre (v.), encarna esta situación acaba-damente. Su apelación a la tecnología avanza-da del hormigón armado y el hecho de que nofuera, como los ejemplos norteamericanos alos que refiere, un edificio de oficinas sino unamonumental casa de departamentos son ras-gos característicos de la producción argenti-na de esta tipología, cuyo interés comienza adecaer ya desde finales de los años treinta, aun-que ocasionalmente vuelva a presentarse co-mo objeto de reflexión.

Las dimensiones y características de los R.son relativas a las condiciones concretas del

entorno y al imaginario del momento históri-co en que se edifican. Sin embargo, no todoslos edificios altos pueden ser considerados R.,puesto que la designación se popularizó a par-tir de la expansión de este tipo de edificios enChicago durante la segunda mitad del sigloXIX. Motivos religiosos o prácticos (necesidadde otear el horizonte o realizar observaciones)determinaron anteriormente la existencia deconstrucciones destinadas a ganar altura. Laspirámides, egipcias o americanas, tenían estefin; así como en China fueron frecuentes lasGuan y las pagodas, o grandes palacios comoel Budala en Lasa (13 pisos; 1645) o el Da HongTai en Cheng De (13 pisos; 1771). Las insulaeromanas eran edificios de viviendas de hastaseis pisos de altura; las torres de observaciónabundaron en la Edad Media; y también los fa-ros eran “edificios altos”.

En los Estados Unidos, los R. pioneros nofueron construcciones esbeltas, y ni siquierade perímetro libre: el Jayne Granite (1849) deJohnston y Walter, en Filadelfia, construidoentre medianeras, tenía planta baja y siete pi-sos; el Western Union (1873) de Post en NewYork, en esquina, tenía planta baja y ocho pi-sos; el Leiter (1879), de Le Baron Jenney, enChicago tenía planta baja y seis pisos. ¿Qué losdefinía como tales? Su mayor altura relativa enprimer lugar, pero además la preocupación por

liberar la planta de estructura portante, el in-terés por obtener el mayor tamaño en las aber-turas de fachada, el empleo de circulacionesverticales mecánicas y su destino de oficinasde empresas comerciales.

En la Argentina los edificios altos comen-zaron a construirse en la última década del si-glo XIX. Según el censo municipal de 1904,en Buenos Aires había 60 casas de 4 pisos, 40de 5 y 38 de 6. En 1909 el parque se había du-plicado: 146 casas de 4 pisos, 92 de 5 y 68 de6. De las ciudades del interior, Rosario se des-tacaba con unas 30 casas de tres pisos en 1906;solo un 1% de construcciones de dos pisos secontaban en Tucumán en 1913; en Córdoba ylas restantes capitales provinciales ningún edi-ficio sobrepasaba las dos plantas.

El concepto de R. comenzó a difundirse enla primera década del siglo XX, a partir de laacción de arquitectos de origen norteamerica-no. En 1905 Enrique Chanourdie escribió enArquitectura acerca de la “Arquitectura Yanqui”,y destacaba este tipo de edificios. Su comenta-rio se vinculaba a la presencia y a los trabajosde Alfred Zucker (v.) —un arquitecto alemánresidente en Nueva York, donde había cons-truido el Park Row y el Hotel Majestic—, quienvisitaba el Río de La Plata con el propósito departicipar en el concurso para el Palacio Le-gislativo de Montevideo. Gracias a su expe-riencia neoyorquina, Zucker fue contratado lue-go para ocuparse de la construcción de uno delos primeros “rascacielos” de Buenos Aires,el Plaza Hotel, de 10 pisos. El edificio fue pro-gramado para realizarse en el breve plazo deseis meses, pues debía ser inaugurado y utili-zado con motivo de las fiestas del Centenariode la Revolución de Mayo, lo que fue posible alemplear por primera vez en edificios de este ti-po una estructura metálica independiente. Tam-bién en 1910, Conder, Follett y Farmer (v.), jun-to con Newbery Thomas (v.), construyeron laOficina de Ajustes del Ferrocarril en la esqui-na de Alsina y Paseo Colón, con una altura de13 pisos, según el modelo del Ansonia Hotel(N. York, 1904) de Graves y Duboy. En estosdos primeros ejemplos comienza a manifes-tarse el problema compositivo que estos edifi-cios planteaban al esquema académico tradi-cional, en la medida en que el mismo estabaregulado por la tripartición clásica a partir deuna predominante disposición horizontal desus masas. Con su dominante dimensión ver-tical, los R. resultaban inevitablemente “malproporcionados”, pero además planteaban elproblema de la escala de la ornamentación, es-pecialmente en los pisos superiores, fuera del

144 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u 30 DE JUNIO DE 1934: EL GRAF ZEPPELIN SOBREVUELA EL

PASAJE BAROLO A SU PASO POR BUENOS AIRES.

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alcance de la visión normal. Zucker adoptó elrecurso del bay-window vertical corrido, queacentuaba el ritmo ascendente; mientras quelos arquitectos de la Oficina de Ajustes pro-curaron ceñirse a la composición tripartita tra-dicional. Poco tiempo después, en 1915, Fran-cisco Gianotti (v.) construyó en Florida 175 elPasaje Güemes, de 14 pisos de altura.

En 1921, con el comienzo de la construccióndel Palacio Barolo, se produjo un salto respec-to de los ejemplos anteriores, ya que se alcan-zaron los 20 pisos, con una altura total de 100m. Situado en uno de los tramos extremos dela Av. de Mayo, el edificio había sido proyecta-do por Mario Palanti (v.) y materializaba unaoperación iniciada en 1919 por Luis Barolo, porla que se triplicaba la altura permitida por losreglamentos vigentes para el lugar. Se había op-tado para su estructura por el hormigón arma-do, y sus plantas estaban destinadas exclusi-vamente a oficinas, mientras que el nivel dela calle era atravesado por una galería comer-cial. Palanti estaba empeñado en la creación deun estilo monumental que, acorde con las nue-vas dimensiones metropolitanas, estuviera encondiciones de resolver problemas de di-mensiones colosales; y para eso empleó losbay-windows verticales, enmarcados por po-derosas modulaciones tubulares ascendentes.Las circulaciones verticales están concentradasen el centro de la planta en H, de la que teles-cópicamente emerge una porción de cuatro pi-sos en T, perpendicular a la calle y, por último,una torre central de otros cuatro pisos sobreel filo de la línea municipal para la que debedesarrollarse un acceso vertical autónomo. Elmodelo más conocido de la torre emergente so-bre dos hombros era el del Woolworth (NewYork, 1913) de Cass Gilbert, aunque había sidoensayada en otras oportunidades.

A fines de la década, el ejemplo del Barolocundió y se conocieron varios proyectos de R.En estos años, Calvo, Jacobs y Giménez (v.) des-arrollaron en tres edificios un modelo similaral del Barolo. La primera construcción de estaserie fue el Sanatorio Podestá, donde los ar-quitectos comenzaron a utilizar una planta enH hacia el frente, cuya alma se expresaba comouna torre que emergía por encima del nivel má-ximo de fachada. Con influencias de ejemploscomo el Bankers Trust de N. York o el Strausde Chicago, este tipo tuvo una resolución mássignificativa en 1926, en el edificio para la UniónTelefónica, con estructura independiente y plan-tas libres en las oficinas. Con la construccióndel edificio Mihanovich, en 1929, este mode-lo de R. alcanzó su expresión más pura: debi-

do a la estrechez del terreno, la H perdió suspatas posteriores y se autonomizó el alma, quese eleva en una torre de 22 pisos por detrás delos cuerpos bajos que lindan con la calle. El Mi-hanovich fue el último de los R. en los que seintentó utilizar el repertorio clásico, y el pri-mero destinado a vivienda y no a oficinas. Estecambio es significativo, pues indica una dife-rencia radical con el proceso que tuvo lugar enlos Estados Unidos: en nuestro país el rasca-cielos fue siempre una excepción, una opera-ción determinada por la necesidad y la posibi-lidad de importantes inversiones concentradasen la edilicia, pero condicionada asimismo porun mercado reducido que nunca alcanzó apresionar por transformar las técnicas cons-tructivas en la dirección de industrialización,repetibilidad y máximo rendimiento que de-terminaron el surgimiento y la evolución delR., como tipo y no simplemente como caso,en los Estados Unidos.

De todos modos, la adopción de la tipologíaera duramente combatida por muchos arqui-tectos de formación académica. Alejandro Chris-tophersen (v.) la criticaba por los motivos se-ñalados en un trabajo publicado en la Revistade Arquitectura en 1923: “Los rascacielos y lasconstrucciones gigantescas”. En 1927 dos delos trabajos presentados en el concurso para elBanco Hipotecario Nacional (v.), con los lemasHIP y Cóndor, fueron rechazados por un jura-do que consideraba que el R. era una tipolo-gía inaceptable. De estos proyectos es espe-cialmente interesante el segundo, porque porprimera vez en la Argentina recogía el Neogó-tico adoptado en 1922 por Howells y Hood enel proyecto para el Chicago Tribune.

Por obvios motivos, los R. fueron, al me-nos durante la primera mitad del siglo, una ti-pología de casi exclusiva presencia en la ciu-dad de Buenos Aires. Sin embargo, uno de susmás significativos ejemplos fue construido enla ciudad de Rosario, en 1928. Se trata del edi-ficio Minetti, una magnífica obra que José Ger-bino (v.) y Leopoldo Scwarz proyectaron utili-zando un elaborado repertorio Art Déco (v.).

El ingeniero Horacio Rocca propuso en1928 construir una gigantesca masa ediliciaque, por rematar en las espaldas del Cabildo,culminaba con una torre que retomaba las ca-racterísticas del monumento. Pero la propuestamás audaz de este período fue la de la esbeltatorre de 220 m de altura que terminaba en unobservatorio astronómico, imaginada en 1928por los arquitectos Ernesto Vautier (v.) y Arís-tides D’Agostino para rematar la Av. de Mayosobre la Av. Costanera.

ran ras

145Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EDIFICIO COMEGA EN LA AV. CORRIENTES EN BS. AS.

u EDIFICIO DEL MINISTERIO DE OBRAS PÚBLICAS.

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La idea de que los R. constituían un exce-lente hito para definir el paisaje costero de Bue-nos Aires no era nueva. No solo porque esta-ba siendo puesta en práctica con la construccióndel Mihanovich, sino además porque varios pro-yectos la habían ya incorporado. La Comisiónde Estética Edilicia, autora del Plan para la ciu-dad dado a conocer en 1925, propuso por pri-mera vez la construcción de dos R. a ambos la-dos de la Plaza de Mayo, a modo de gran puertaurbana que recibiera a los viajeros de ultramar.De esta manera, la Comisión atribuía al R. lacapacidad de actuar, en razón de sus dimen-siones, como un organismo arquitectónico deescala metropolitana, y la concebía no como untipo aislado sino como parte de un sistema. Es-ta idea había sido desarrollada por primera vezen 1922 en el primer proyecto de Vautier parala Avenida Norte - Sur. Anticipándose a la pro-puesta de Eliel Saarinen para el Lake Front deChicago y el posterior Rockefeller Center, en élse proponía un sistema de R. en los cruces dela avenida con las calles menores. En 1927, laidea de los R. como puerta de la ciudad fue re-tomada por J. B. Hardoy como parte de su pro-yecto de remodelación del frente fluvial.

Durante su visita a Buenos Aires en 1929,Le Corbusier (v.) reelaboró la idea del R. co-mo puerta fluvial y en su conocido boceto dePlan para Buenos Aires propuso los cinco gi-gantescos R. de la Cité des Affaires, enclava-dos directamente sobre el río. De esta mane-ra, mientras con el Mihanovich se cerraba elperíodo de los intentos clasicistas, con el di-bujo de Le Corbusier se abría la gran estaciónde los R. modernistas.

Paradójicamente, la construcción de es-tos edificios fue producto de la Gran Crisismundial. En la Argentina, de 1929 a 1932 lainversión total en la construcción pasó de$376.000.000 a $106.000.000, de modoque se redujo a un 28,19% lo que se movi-lizaba antes del crack. Se advirtió que un ca-mino para evitar la liquidación de capitalesera su concentración en grandes empresasque evitaran pérdidas inútiles, racionaliza-ran las operaciones edilicias al máximo y po-larizaran la demanda.

En noviembre de 1933 comenzó la cons-trucción de un edificio de 90.000 m3, el másgrande jamás imaginado en Buenos Aires, enlos terrenos que Corina Kavanagh poseía enla Plaza San Martín. El emprendimiento era pa-ralelo al que John Rockefeller llevaba a cabo enNueva York con la gigantesca empresa del Roc-kefeller Center con un propósito similar. Peromientras que el proyecto norteamericano se

proponía como una operación destinada a ab-sorber las demandas de las empresas, bajandolos costos gracias a la localización excéntrica ya la extrema racionalización, el edificio Kava-nagh estaba destinado a los únicos actores so-ciales capaces de sobrevivir a las crisis en la Ar-gentina y que podían garantizar una alta rentade largo plazo que permitiera recuperar la for-midable inversión inicial: las familias más ri-cas vinculadas a los negocios agrarios. De allíque por su localización en el fulcro más pre-ciado de las familias patricias, la Plaza San Mar-tín, por su destino habitacional y no comercial,y por su distribución, el edificio constituya ca-si un reflejo invertido del ejemplo neoyorqui-no. Con sus 30 pisos y sus 120 m de altura de-bía ceñir sus plantas al complejo perímetrotriangular del predio. Durante el proceso delproyecto se obtuvo de la Municipalidad la po-sibilidad de aumentar la altura original per-mitida, pero como compensación se abrió unacalle transversal de uso semipúblico. El aspec-

to más sorprendente y “atípico” de las plantases la distribución de las baterías de ascensores,ubicados en distintos puntos del triángulo por-que debían permitir un acceso individual a losapartamentos, para evitar los cruces entre ve-cinos. De acuerdo con el cálculo de las estruc-turas, la forma triangular aportaba una exce-lente respuesta a los empujes de los vientos,dominantes en el sentido de la proa del edifi-cio; su construcción fue una empresa excep-cional en la que se experimentaron las posibi-lidades del hormigón armado en una escalajamás afrontada en el mundo hasta el momento.Con 650 obreros que trabajaban simultánea-mente, y requerimientos de materiales de vo-lúmenes tales como 27.800 bolsas de cemen-to o 1.600.000 ladrillos comunes, o condemandas de instalaciones como la de los 1.600KW de electricidad, equivalentes a una pobla-ción de 80.000 habitantes, las posibilidades denegociación y contracción de los precios fueronextraordinarias y permitieron simultáneamen-te responder al gusto elaborado de la futuraclientela: los pisos se construyeron con roblede media pulgada de espesor, las puertas se en-chaparon con roble de Eslavonia o con caoba,los herrajes se diseñaron especialmente en ale-aciones de metal blanco y se evitó exponer ala vista clavos y tornillos de fijación.

Junto con el Kavanagh, en 1932 comenzóla construcción de otro R. en el inicio de la nue-va avenida Corrientes, para la Compañía Mer-cantil y Ganadera (COMEGA). Se trata de unmagnífico edificio en el que se ha sacado el má-ximo partido a la planta, y se obtuvo, gracias ala ubicación de los servicios contra la media-nera y a la apertura de un patio sobre la fachadade Alem, una buena iluminación, quizás consacrificio de la flexibilidad distributiva y de laorganización de la planta baja. En esta última,el formidable hall de entrada de acero inoxi-dable se consiguió a costa de una retorcida dis-posición de los locales y de sus servicios. Peroel interés de sus autores, Joselevich y Douillet(v.), por los postulados de las vanguardias eu-ropeas también se verifica en la adopción detécnicas de montaje en seco de las paneleríasy de un vocabulario despojado que acerca aledificio a la “arquitectura sin cualidad” de Lud-wig Hilberseimer. Habiendo adoptado en plan-ta la forma de H con alma emergente que de-riva del Zonning Code (New York, 1927), adiferencia de los R. norteamericanos, inclusoen la vanguardista versión del Mc Graw Hill,el COMEGA no destaca el ritmo ascendente nien la fachada ni en la composición telescópicadel remate. Por el contrario, en su diseño se

146 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u RASCACIELOS DE 36 PISOS EN EL CENTRO DE BS. AS,

DE A. WILLIAMS: UNA ESTRUCTURA DE TRACCIÓN

SOPORTADA DESDE UN PÓRTICO DE HORMIGÓN ARMADO.

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descartaron soluciones estriadas a la maneradel Rockefeller Center, y se eligió una compo-sición estática, centrada en el bow-window cir-cular, que se ubicó exactamente en el centrode la pequeña torre emergente, sostenida porla disposición simétrica de las aberturas de losdos pisos superiores.

A corta distancia del COMEGA se construyóen los mismos años el SAFICO. La sencilla par-tición de sus plantas, el desmesurado tama-ño de los paliers y la distribución de la plantabaja respondían a la coyuntura de la crisis porcuanto el edificio debía estar en condicionesde ser usado indistintamente para hotel, ofici-nas comerciales o vivienda. Aunque su volu-metría fue determinada por las condiciones demáximo aprovechamiento del terreno, se bus-caba llevar a cabo la operación con el máxi-mo de calidad. El trabajo del ingeniero WalterMoll (v.) tuvo méritos destacables: la claridadde la volumetría de la torre, calzada dentro delcuerpo bajo; la agresiva sintaxis (volumetría dearistas, ventanas alargadas o de ángulo) que re-vela un buen conocimiento del repertorio mo-dernista; el ejercicio cuidadoso de los temascardinales del Funcionalismo. Como en el ca-so del Kavanagh, es igualmente destacable lacalidad de los materiales y el cuidado de la eje-cución general.

Ya desde los años veinte la vanguardia lite-raria argentina había comenzado a integrar alR. dentro de sus relatos o poemas celebratoriosde la modernización y la metrópoli. Las imá-

genes más genuinamente “vanguardistas” delos R. fueron creadas por Roberto Arlt. Se tra-ta de los edificios que imaginó en su novela Elamor brujo: unas gigantescas torres piramida-les, como agujas de cobre y cristal con reflejosmulticolores”. El pensamiento arquitectónicosobre los R. más cercano al vanguardismo arl-tiano fue el de Wladimiro Acosta (v.).

En línea con las propuestas de sistemas deR., Acosta proyectó en 1931 una alternativa de“regeneración” de Buenos Aires, basada en unaunidad a la que llamó City Block Integral. Segúnesta idea, las manzanas debían ir siendo re-emplazadas por un edificio consistente en unrascacielos de planta en cruz emergente de unbloque perimetral de menor altura. En las to-rres de 100 m de altura se albergarían las vi-viendas y en los bloques más bajos, las oficinasy el comercio; por las calles circularían los au-tomóviles, mientras que los peatones dispon-drían de una red personal sobre las terrazas delos bloques comerciales; y cada unidad conta-ría con 3.6520 m2 de superficie para viviendasy 31.616 m2 para oficinas con una densidad de930 a 1.080 habitantes por hectárea y 1.070 a1.240 empleados en la misma unidad. El pro-yecto aludía sin duda a la propuesta para la vi-lle verte, y también a los R. con que Le Corbu-sier había propuesto cubrir Buenos Aires, conuna planta cruciforme que había tenido su pri-mera expresión en los R. de la Ville Contem-poraine. Pero la idea general de la división deactividades en vertical y la radical repetición delas unidades provenía del proyecto de ciudadvertical de Ludwig Hilberseimer. En los añosque siguieron el proyecto experimentó distin-tas variantes hasta llegar a un bloque lineal de100 m de altura y 375 m de largo.

En los mismos años, la idea de sistema deR. fue desarrollada en otras oportunidades co-mo alternativa de proyecto para la Avenida Nor-te-Sur. En 1932 Vautier propuso un nuevo pro-yecto según el cual se establecían los usos yperfiles edificables a ambos lados de la aveni-da y se diseñaba una sencilla pero precisa es-tructura circulatoria ritmada a ambos lados porR. cada 100 m. Para el mismo tema, Bereter-bide imaginó la construcción de un gran Cen-tro Cívico en la intersección de las Av. Corrientesy Norte-Sur, destinado a albergar las oficinasde los ministerios y del Municipio, cuyo ele-mento central debía ser un gigantesco R. Tam-bién Della Paolera (v.) utilizaba los R. para cons-truir los distintos espacios que en un principiopreveía para la Avenida. En su caso los R. ac-tuaban como puerta, colocados en el cruce conla Av. de Mayo a ambos lados de esta última.

ras ras

147Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u REGENERACIÓN VANGUARDISTA DE LA MANZANA DE

BS. AS.: RASCACIELOS CITY BLOCK DE W. ACOSTA.

u EDIFICIO KAVANAGH EN OBRA DURANTE EL CONGRESO

EUCARÍSTICO. AUTORES: SÁNCHEZ, LAGOS Y DE LA TORRE.

El City Block

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De 1940 es el último proyecto de esta serie, pro-puesto por Ángel Guido (v.) para lo que llama-ba una “Monumentalización funcional de laAv. 9 de Julio”. Guido utilizaba aquí a los R. pa-ra generar una suerte de Rockefeller Center,también en el cruce con la Av. de Mayo.

Respondiendo a la legislación original, en1935 se construyó uno de estos R. de la Ave-nida Norte-Sur como sede del MOP. Comoparte del fomento de obras públicas como me-canismo anticrisis, en 1933 el Poder Ejecuti-vo elevó al Senado un proyecto de ley para laconstrucción de un nuevo edificio para el ci-tado ministerio. Con una superficie de 28815m2 y 23 pisos de altura, el edificio fue reali-zado sobre un proyecto de Alberto BelgranoBlanco (v.) con la colaboración de las seccionestécnicas de la División de Proyectos del pro-pio Ministerio. Primera vez esta en que la to-rre fue diseñada como una superficie neutray compacta, y la planta se caracterizó por suarticulación en U, por el complicado períme-tro de su núcleo central y por el conservadormódulo estructural empleado (7 x 7 m). El edi-ficio en su conjunto carece de una composi-ción cuidada de los volúmenes, sus fachadasprincipales repiten una monótona carpinteríay su planta baja no contiene ningún gesto deinterés por fuera del acceso monumental. Másdestacable es la fachada oeste, tanto por la acer-tada presencia de balcones corridos de segu-ridad, como por la disposición “futurista” delas escaleras de incendio.

Probablemente porque ya no eran necesa-rias las operaciones que los hicieron posibles,los R. tuvieron luego una escasa presencia y,más allá de la prédica de Acosta, los arquitec-tos modernistas no los reivindicaron como unatipología auspiciable. Aunque estaban presentesen el Plan de Buenos Aires que Jorge FerrariHardoy (v.) y Juan Kurchan (v.) hicieron con LeCorbusier desarrollando su boceto de 1929, noera más que una concesión a los intereses delmaestro. Se empleaban allí dos modelos, el delos “R. cartesianos”, que reemplazaban los R.cruciformes en la cité des affaires, y el de plan-ta ligeramente romboidal, aplicado por primeravez para el barrio de La Marina en Argelia(1938), del que se servía para la definición delCentro Legislativo en Plaza Congreso.

En 1945 Amancio Williams (v.) dio a cono-cer el resultado de uno de sus teoremas arqui-tectónicos, para el que había tomado como pun-to de partida la idea de un edificio vertical degran altura. En su razonamiento partió de laobservación de que las estructuras utilizadasen este tipo de edificios eran tratadas de una

manera antigua que no aprovechaba las posi-bilidades ofrecidas por los aceros de gran re-sistencia a la tracción usados en los puentescolgantes. Si en este caso los entrepisos se col-gaban, podría disminuirse la sección de los apo-yos y, si se utilizaban además losas metálicasy tabiquería divisoria móvil, podría reducirseel peso total del edificio, de modo que se re-ducirián aún más las secciones necesarias. Porañadidura, solo sería necesario construir enobra los grandes pórticos de hormigón de losque colgarían los tensores. El resto de las com-ponentes podría producirse en planta, abara-tando los costos de fabricación y, al reducirseel peso, también los de transporte. El resulta-do, en el que colaboraron Cesar Jannello (v.),Colette B. de Jannello y Jorge Butler, fue un R.de 36 plantas, la abstracción más perfecta pen-sada hasta el momento sobre el tema.

La réplica fue construida en 1951: el edifi-cio Alas. Propiedad del Estado, destinado a vi-viendas, su objetivo manifiesto era constituir-se en el edificio más alto de Sudamérica. Elproyecto inicial, llevado a cabo por la empresaGEOPE , en ese momento bajo administraciónde la DINIE (la Dirección Nacional que ge-renciaba las empresas de origen alemán ex-propiadas durante la guerra), consistía en unaplanta en H de la que como en otros casosemergía el alma. Durante el proceso de cons-trucción los fondos con que se contaba debie-ron ser drásticamente reducidos, pero se de-cidió mantener el objetivo de alcanzar la “mayoraltura de Sudamérica”. Por este motivo, del edi-ficio terminó elevándose una torre esbelta cu-ya planta en su mayor parte está ocupada porestructura y servicios.

El ciclo de los R. comenzó a cerrarse el 2 demayo de 1957, cuando el intendente de Bue-nos Aires Eduardo Bergalli sancionó el DecretoMunicipal 4110/57, por el que entró en vigen-cia la nueva reglamentación para los edificiosde gran altura, elaborada y propuesta por laOficina del Plan Regulador. Desde entonceslos R. fueron burocráticamente designados co-mo “Edificios de iluminación total”, y sus ca-racterísticas cambiaron, por lo que son trata-dos en otra voz de esta obra (v. Torre).

Sin embargo, antes de apagarse su vigenciacomo término, todavía se produjo un aconteci-miento que convocó la imaginación nacional einternacional, y en el que, con un propósito pro-pagandístico, se apelaba a la carga mítica ca-racterística de los R. Estamos refiriéndonos alconcurso internacional que en 1961 organizóla Foering Building and Investment Company,una empresa integrada por capitales naciona-les e internacionales. El propósito era, nueva-mente, construir el edificio más alto de Sud-américa, un R. (artículo 42 de las Bases)destinado principalmente a las oficinas de laempresa Peugeot. Con este fin se disponía deun terreno relativamente estrecho en las cer-canías de la Plaza San Martín y se determina-ba que se debían alcanzar los 60 pisos con unasuperficie total no mayor de 140 000 m2 y uncosto cercano a los 20 millones de dólares. Elconcurso se convirtió en un acontecimiento deimportancia internacional que convocó a 866equipos inscriptos de 55 países, de los que par-ticiparon efectivamente 266. El jurado estuvointegrado por Marcel Breuer y Alfonso Eduar-do Reidy por la Unión Internacional de Arqui-tectos, Francisco Rossi por la FASA, FranciscoGarcía Vázquez (v.) por la SCA, y Eugène ElieBeaudouin, Alberto Prebisch (v.) y Martín Noel(v.) como representantes de la empresa.

El camino que siguió la mayor parte de losparticipantes fue el ensayado por Williams,de priorización de la determinación estructu-ral con alguna voluntad más o menos escultó-rica, tal como se expresa en la polaridad seña-lada por el jurado en el otorgamiento de los dosprimeros premios. Resultó ganador el proyec-to del equipo integrado por los brasileños Afla-lo, Croce y Gasperini, y por el argentino Suá-rez; seguido por el trabajo de los franceses J.Binoux y M. Folliasson. El primero fue un edi-ficio absolutamente convencional, de línea mie-siana, resuelto con extrema corrección, mien-tras que el segundo asumió el aspecto de unagran escultura a la manera de Pevsner, sacan-do partido del funcionamiento estructural con-tra viento. J. L.

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u LÁMINAS DEL CONCURSO PARA EL RASCACIELOS PEUGEOT.

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RAWSON. Ciudad capital de la Provincia del Chu-but, ubicada a 1456 kilómetros al sur de Bue-nos Aires. Fundada en el año 1865 cerca dela desembocadura del río Chubut, Rawson esel núcleo urbano más antiguo de la provincia.El censo 2001 le atribuye 86.397 habitantes.

En 1865 un grupo de colonos galeses quehabía desembarcado en el Golfo Nuevo llega alvalle del Chubut, donde el gobierno nacionalhabía prometido entregarles tierras a cada unade las familias inmigrantes. Los colonos se asen-taron en la margen norte del río Chubut, sobreun barranca pedregosa situada a unos 5 km desu desembocadura. Solo existían allí los res-tos de una fortificación de barro que unos ca-zadores habían abandonado en 1853. El 15 deseptiembre el representante del gobierno na-cional, el coronel Murga, dio permiso oficial alos colonos para tomar posesión del lugar. Enese mismo acto quedó fundada la ciudad quelos galeses llamaron Tre-Rawson, es decir, “pue-blo de Rawson” en idioma galés, en honor alpor entonces Ministro del Interior. Con pos-terioridad, el agrimensor Julio V. Díaz demar-có el trazado del pueblo tomando como baseuna línea entre dos esquinas del fuerte de ba-rro. La planta urbana resultante tenía una orien-tación a medio rumbo y era de forma rectan-gular; su lado sudoeste quedaba interrumpidopor el paso del río, que con sus meandros con-formaba un límite irregular.

Durante la primera década, la mayoría delos galeses permaneció en Rawson. Mientrasmujeres y niños se quedaban en el pueblo, loshombres se ocupaban de la preparación de latierra para el cultivo y de la construcción decanales de riego. Aunque existían algunosejemplos de ladrillos, la mayor parte de las vi-viendas que formaban este primitivo pobladoestaban construidas de adobe y con techo depaja. Se trataba de versiones modestas del cot-tage galés y, en general, no poseían más de doshabitaciones. Existía además una capilla pro-testante que, según las necesidades, servíatambién como escuela, tribunal o cámara delconsejo de la colonia. Todos estos edificios seagruparon linealmente siguiendo el borde dela barranca del río Chubut, ignorando de estemodo el trazado cuadricular demarcado en1865 y dando cuenta, de alguna manera, deuna cultura urbana caracterizada por una par-ticular relación con las irregulares líneas delterreno natural.

En 1875 se asienta en Rawson el primer re-presentante del gobierno nacional, el comisa-rio Antonio Oneto. Junto con él llega el agri-

mensor Thomas Dodds y se dedica a reorga-nizar la mensura del valle y muy probablementela del pueblo de Rawson. Por esta época apa-recen en Rawson las primeras casas de co-mercio que se ocupaban de comercializar laproducción triguera del valle, embarcándoladesde un muelle sobre el río Chubut. El rol denúcleo concentrador de la producción que te-nía Rawson en esa época se reflejaba en la exis-tencia, en la década de 1880, de dos molinosharineros. Uno de ellos era un molino de vien-to cuyas grandes aspas daban a Rawson un per-fil particular.

En 1884 se dictó la ley según la cual el te-rritorio nacional del Chubut fue convertidoen Gobernación. Al año siguiente Fontana, elprimer gobernador, declara instalada la Go-bernación en Rawson. Con ella comienza laconstrucción de una serie de edificios admi-nistrativos que se alinean respecto del trazadocuadricular. Esta alineación tiene una estrecharelación con la obra oficial y también con la cre-ciente presencia de población de origen latino.En efecto, con la instalación de la gobernaciónse consolida un proceso de recambio de la po-blación que había comenzado en 1876 al tras-ladarse la mayoría de los colonos galeses a susrespectivas chacras. Así, hacia la década de 1890el grupo más numeroso en la composición dela población de Rawson estaba formado por lositalianos que, junto a otros grupos de origen la-tino, estaban vinculados a la administración ya oficios directa o indirectamente relacionadoscon esta última.

Si bien este alineamiento da cuenta de unamayor regularización del espacio urbano, losedificios de Rawson distaban mucho de ade-cuarse al trazado. Según este último, el pueblose organizaba en torno de una plaza central de200 por 600 metros de lado. Sin embargo, losedificios existentes por entonces ignoraban porcompleto la centralidad de esa plaza, y se agru-paban más densamente a lo largo de la barrancaya mencionada y alrededor de una plaza máspequeña ubicada junto al puente sobre el ríoChubut. Este último era el verdadero centro delpueblo y seguiría siéndolo hasta bien entradoel siglo XX. Frente a ese centro desplazado, pe-ro del otro lado del río, surgió un núcleo de edi-ficios que constituyó otra irregularidad respec-to del trazado, ya que —ignorando la geometría

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u LA CIUDAD DE RAWSON A MEDIADOS DE SIGLO XX.

u PLANIMETRÍA DE LA CIUDAD DE RAWSON CON LA NOMENCLATURA DE LAS FRACCIONES, EN 1912.

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del mismo— tomaba la dirección del río en esesector. Este panorama del desarrollo urbano seevidencia en el plano llevado a cabo en 1886por el agrimensor Katerfeld, quien trató de or-denar estas irregularidades. Es probable, porejemplo, que en un intento de incluir en el tra-zado a la plaza del puente, el agrimensor la ha-ya asimilado a una serie de cuatro plazas peri-féricas comunicadas por medio de diagonalescon la plaza central. Si bien este es el plano másimportante con el que contó Rawson durantemucho tiempo, hay que señalar que muchas desus ideas, como la de la gran plaza central y lade las diagonales, quedaron desvirtuadas, mien-tras que otras, como la de la avenida de cir-cunvalación y de la serie de plazas periféricas,fueron directamente descartadas.

En el año 1899, como consecuencia de unainundación que arrasó con buena parte del va-lle del Chubut, el pueblo de Rawson quedó to-talmente destruido, por lo cual se trasladó la ca-pital de la gobernación a Trelew, ciudad ubicadaa unos 20 kilómetros al oeste (v. Trelew). Un añodespués Rawson recupera su estatus de capi-tal. A pesar de ello, es necesario señalar que co-mienza aquí una etapa de declinación, ya que,al convertirse Trelew en centro comercial delvalle, el rol de Rawson quedaría, en adelante,ligado casi exclusivamente a las actividades dela administración pública. La extensión del fe-rrocarril hacia Gaiman (1909) y Dolavon (1917)significó que toda la producción del valle se em-barcara en Puerto Madryn, con lo que la acti-vidad comercial y portuaria de Rawson dismi-nuyó notablemente. No obstante, durante lasprimeras décadas del siglo se producen pro-gresos que trascienden la labor de reconstruc-ción emprendida luego de la inundación. Ade-más de la Casa de Gobierno de la Provincia,inaugurada en 1913, se construyen importan-tes edificios, como el colegio salesiano y la igle-sia católica. Formada por una nave con techo ados aguas de chapa acanalada y provista de unatorre-campanario, la iglesia, levantada sobre laplaza ubicada junto al puente, se ha convertidoen uno de los símbolos de Rawson.

En este período el desarrollo urbano tuvocomo hechos destacables la extensión de las ví-as férreas desde Trelew y la remodelación dela plaza central. El área que rodeaba dicha pla-za contaba, a comienzos de la década de 1930,con un grado de consolidación muy bajo. Es-to se debía, por un lado, al ya mencionado des-plazamiento del centro real del pueblo y, porotro, a la excesiva superficie de la plaza en sí.De esta manera, en 1932, el tamaño de esta úl-tima fue reducido de seis a una sola manzana,

de la que salen solo tres diagonales de variabledesarrollo. De esta manera quedó desvirtuadala centralidad del plano de 1886.

En 1955 se convirtieron los territorios na-cionales en provincias y se hizo necesaria laconstrucción de edificios para los nuevos or-ganismos provinciales. Entre estos edificios,se destacan la Legislatura, el Consejo de Edu-cación y el Banco Hipotecario.

En los últimos años la planta urbana ha ex-perimentado un notable crecimiento, especial-mente hacia el noreste, a partir de la construc-ción de gran número de conjuntos de viviendade interés social. Las rutas 25 y 7, que la unencon Trelew, y la ruta en dirección al mar, tam-bién han servido de ejes a este crecimiento. Fi-nalmente, hay que señalar que Rawson con sus86317 habitantes (2001) incluye también hoyel balneario Playa Unión y Puerto Rawson, am-bos ubicados a unos 5 km hacia el este, próxi-mos a la desembocadura del río Chubut. F. W.

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Crítica. IAA / FADU-UBA, 1996 (inédito); Th. Jones.

Historia del los Comienzos de la Colonia en la Pa-

tagonia. Trelew: 1999.

RAZENHOFFER, OSCAR. s/d. Arquitecto, re-presentante de la corriente del Arte Nuevo (v.)

en su variante Jugendstil a comienzos del si-glo XX. Trabajó individualmente y en colabo-ración con el arquitecto Prins (v.).

Entre las obras de singular interés, cabemencionar las casas de Rodríguez Peña 1871(1910), P. de Melo 2134, Paraná y Córdoba, etc.En Mar del Plata realizó varios chalets: Bal-carce y Mitre, de José Ventafrida, Moreno yViamonte, etc. Los proyectos elaborados porRazenhoffer mantienen el caracter experi-mental propio de los cultores del Arte Nuevo,pero sin llegar como Le Monnier (v.) o GarcíaNúñez (v.) a los bordes del sistema. Sus edifi-cios conservan las simetrías y resultan pesa-dos como consecuencia de su inclinación adar más lugar a la masa muraria que a los va-nos en los niveles superiores. De todos mo-dos, casi siempre elude el empleo de los ór-denes y busca inventar elementos lexicales oproducir arriesgados contrastes de escala.

REAL CUERPO DE INGENIEROS MILITARES.(RCI). Institución creada en España en 1711,de gran importancia durante el período co-lonial americano, particularmente en el Ríode La Plata donde la ausencia de profesio-nales de la construcción, luego de la expul-sión de los jesuitas, fue cubierta por miem-bros de este Cuerpo. Su presencia en el árease debe sobre todo al interés de la adminis-tración borbónica por fortificar y ocupar la re-gión como respuesta al constante avance delos portugueses.

En 1709 el marqués Jorge P. Verboon re-cibe la orden de regresar a España desde Flan-des a los efectos de organizar un Real Cuerpoen la rama de la ingeniería militar. Sobre labase de su experiencia en la Academia de Flan-des, elabora un proyecto de organización ge-neral aprobado por Felipe V en 1711. La orga-nización definitiva demora varios años más.Recién en 1718 se promulgan nuevas orde-nanzas, en tanto en 1720 la Academia de Ma-temáticas de Barcelona pasa a ser el recursoesencial para instruir al nuevo cuerpo de pro-fesionales. Hacia 1737 Pedro Lucuce preparaun Reglamento de Estudios que entra en vi-gencia después de 1739. Este asegura una for-mación homogénea a los miembros del Cuer-po, mediante un curso de tres años estructuradoen tres áreas. Una primera instrumental, queabarca Aritmética, Geometría, Trigonometría,Topografía y Cosmografía; una segunda, de ca-rácter exclusivamente militar, que se ocupa deArtillería, Asedio y Defensa de Plazas, y una ter-cera, que incluía ciencias auxiliares como Físi-ca, Hidráulica, Diseño de Máquinas, etc.

En la temática de este curso se incluía laproporción y la simetría de los órdenes de laarquitectura, partes de los edificios, técnicasde construcción de bóvedas y arcos comunes,calidad de materiales y modo de utilización.

En el cuarto y último período se tratabanlos edificios civiles y militares, delineación, sis-temas de representación, cartas planimétricasy topográficas. En cuanto a la arquitectura, setrataban fundamentalmente la decoración, lafirmeza y seguridad de los edificios y la distri-bución del terreno.

Además de la ya citada Academia de Bar-celona, hubo durante el siglo XVIII otras aca-demias, como la de Orán (1732), la de Ceuta(1739) y el Aula de Matemáticas para la Guar-dia de Corps de Madrid. En la segunda mitaddel siglo XVIII se crearon otras en diversas ciu-dades europeas. A partir de 1805, todas las aca-demias fueron suprimidas y se unificaron en

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la nueva Academia Real de Alcalá de Henares,cerrada durante las guerras napoleónicas.

En tanto el RCI tomaba consistencia den-tro de la organización militar del Imperio; en1740 se estructuraba con 140 plazas y fue enaumento con el correr del siglo.

A partir de 1773, el ingeniero Pedro Mar-tín Cermeno reorganiza el cuerpo en tres ra-mas: Academias; Fortificaciones; Caminos yCanales. Sin embargo, esta fragmentación dela institución por su especialización se iría pro-duciendo recién hacia fines del siglo XVIII, pri-mero por la creación del Cuerpo de Ingenierosde Marina (1770), luego por el establecimientode una Academia para el Real Cuerpo de In-genieros Cosmográficos, en el Real Sitio de SanFernando (1797) y, finalmente, en 1779 con elCuerpo de Ingenieros de Puentes y Caminos.

A partir de la estructuración del Cuerpo en1711, el pase de ingenieros a las provincias ame-ricanas adquiere gradualmente formas más or-gánicas, pues hasta entonces los profesionalesque pasaban a Ultramar lo hacían ante reque-rimientos de urgencia, cuando motivos béli-cos o geopolíticos lo imponían. Pero a media-dos del siglo XVIII ya existían comandanciasde ingenieros en diversas regiones de Hispa-noamérica, como México, el área del Caribe yLima, entre las principales, y también las de lacapitanía de Chile y del Río de la Plata, que ad-quirirían importancia con posterioridad.

El número de plazas afectadas al servicioen América superaba el tercio de las destina-das a España y los demás territorios. Un esta-do del Cuerpo en 1778 indica que el total de in-genieros consignados en las provinciashispanoamericanas era de 55, de los cuales 4correspondían a Buenos Aires.

Una estimación de la demanda indicaba en-tonces la necesidad de llegar a un total de 88plazas para Hispanoamérica, duplicar los cua-dros en Caracas, Santo Domingo y Buenos Ai-res. En lo que hace a Buenos Aires, la dotaciónestaba virtualmente aumentada con los inge-nieros llegados en la comitiva del Virrey Ce-ballos en 1777. De todas maneras, fue habitualen América el recurso de reclutar —contan-do con la tolerancia de la superioridad— in-genieros voluntarios o ayudantes entre oficia-les de artillería, de infantería, e inclusive depilotos de la Marina Real, para compensar laescasez de profesionales especializados. A es-ta permisibilidad debe sumársele una actitudnegativa de la Corona: la constante desapro-bación de peticiones de americanos para in-gresar en el Real Cuerpo sin cumplir con elaprendizaje en la Península. También fueron

desestimados los pedidos para fundar una aca-demia en nuestro Continente.

Una de las funciones más importantes quecumplieron los ingenieros del RCI, más alláde sus acciones especificas, fue la redacción deinformes, descripciones y noticias acerca delas plazas donde les tocaba desempeñarse.

La actuación del RCI en el Río de la Platacoincidió con la época de vigencia de la forti-ficación abaluartada, al mismo tiempo que seconsolidaba en España; el apogeo del Cuerpofue simultáneo al desarrollo de la estética ne-oclásica formulada por las academias de BellasArtes. Ante la escasez de egresados de estas enAmérica, la aplicación y difusión de aquella secanalizaría por medio de los ingenieros mili-tares. No sería ajena a ello la incidencia de con-ceptos que, fuera de la formación arquitectó-nica impartida desde los cursos, requerían delos ingenieros un criterio de funcionalidad, deeliminación de lo superfluo, de expresividadestructural clara, énfasis en el volumen y en eljuego de masas frente a los vacíos, mucho másadaptable a las premisas desornamentadas ysimplistas del Neoclasicismo que a los del Ba-rroco popular. Razones de número y de dis-ponibilidad de técnicos, en especial fuera delos centros geopolíticos de Hispanoamérica,harían posible a los ingenieros llevar a los másdiversos puntos de los territorios en que ac-tuaron, las nuevas pautas de diseño de una ar-quitectura que, sin dominar el plano teórico,estaban capacitados para realizar técnicamen-te. Los ingenieros del Real Cuerpo en el Río dela Plata debieron afrontar múltiples tareas: la

fortificación de Buenos Aires, Montevideo y laEnsenada de Barragán, la demarcación y la or-ganización de la línea de fronteras con el Bra-sil y con el “indio”, la organización urbana ylas obras públicas de las ciudades, etc.

Miembros destacados de la Institución enel área bonaerense fueron entre otros: DiegoCardoso (v.), Francisco Rodríguez Cardoso (v.),Juan Francisco Sobrecasas, Antonio Aymerich,Jean B. Havelle, José Pérez Brito (v.), Carlos Ca-brer (v.), José García Martínez Cáceres (v.), Joa-quín Antonio de Mosquera (v.), Joaquín del Pi-no (v.), Bernardo Lecocq, etc.

La actuación del Cuerpo se extinguió ennuestro país con la Revolución de Mayo.

Bibliografía: R. Gutiérrez, A. S. J. de Paula, A Los in-

genieros militares y sus precursores en el desarro-

llo argentino (hasta 1930). Bs. As.: Fabricaciones

Militares, 1976.

REAL DE AZÚA, EZEQUIEL. s/d, 1885 - s/d. Ar-quitecto. Activo en Buenos Aires en las pri-meras décadas del siglo XX.

Se graduó en Buenos Aires en 1917. Tra-bajó asociado con el arquitecto Madero en elestudio de 25 de Mayo 586. En 1918 obtuvie-ron un premio en el concurso para el edificiodel Rowing Club y, en 1929, otro sobre vi-viendas colectivas. Fue profesor universitario.Realizó diversas residencias como la de Uru-guay 1159. Es suyo el edificio de la Bodega Tra-piche en la Av. Warnes (1927).

u PLANO DE LA ANTIGUA FORTALEZA DE BUENOS AIRES SOBRE EL RÍO DE LA PLATA.

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Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutiérrez, A. Levaggi, J. C.

Montero, A. S. J de Paula, La Arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Bs. As.: Sudamericana,

1968.

RECIENTE, ARQUITECTURA. (AR). La desarro-llada desde 1980 hasta la fecha de ediciónde este Diccionario. En rigor, la AR es un epi-sodio de la Arquitectura Contemporánea (AC),y podría ser desarrollada dentro de la voz co-rrespondiente, pero se ha decidido presentar-la de manera separada por razones editoria-les. Sin embargo, y a falta de otra designaciónmás apropiada, puede admitirse que la AC sediferencia de la Arquitectura Moderna preci-samente porque aproximadamente a partir de1960 la condición “moderna” estaba puestafuera de cuestión (parecía que la arquitectu-ra no podía ser otra cosa que “moderna”). Delmismo modo podemos afirmar que la AR sediferencia de la producción y del debate quela precede porque en todos los planos la Mo-dernidad está puesta en cuestión. El períodode la AR se inaugura, en efecto, con el de-bate promovido por quienes sostenían que laModernidad, y el Modernismo, habían sido su-perados y que, en rigor, nuestra época debíadesignarse como la de la “Postmodernidad”.

RASGOS DEL PERÍODO.

En la Argentina, la recuperación de la demo-cracia encontró a la cultura arquitectónica, conpocas excepciones, vaciada de contenidos y consu joven generación aniquilada. Por añadidu-ra, la clausura de la crítica por el terror habíaconsolidado el paradigma profesionalista, loslímites de cuyo campo se habían reducido másaún como consecuencia del proceso de con-centración del capital, en contraste con una de-manda cada vez más restringida. Pero con ladictadura militar había culminado también unaparte del sistema de ideas del Modernismo,que vinculaba formas y contenidos de la Nue-va Arquitectura con la realización de progra-mas de alcance social y envergadura colectiva.

Las transformaciones que experimentó elpaís a lo largo de las dos últimas décadas del si-glo XX fueron resultado de una reestructura-ción general del capitalismo en todo el mundo.

Este cambio, que por simplificar se identi-fica con la idea de “globalización” o “mundiali-zación”, requiere de estructuras de extrema fle-xibilidad desde los puntos de vista legal, cultural,económico, político y geográfico, puesto que es-tá basado en los movimientos del capital en tiem-po real sobre toda la superficie del Globo.

Con esta dinámica, en las dos décadas fi-nales del siglo XX la concentración de la ri-queza alcanzó en la Argentina un nivel desco-nocido hasta entonces.

La tendencia fue la misma con indepen-dencia de los signos políticos del período. En1974 las familias más pobres habían recibidoel 12,4% del ingreso nacional, mientras que laporción más rica se había quedado con el 27%;en 1992 la distribución era de un 9% para losprimeros y de un 35% para los segundos. Lasclases medias, entre tanto, veían reducirse susentradas del 61% al 56%. En la ciudad de Bue-nos Aires, donde el 10% más pobre recibía en1974 el 2,8% del ingreso, el 10% más rico sequedaba con el 24%; en 1999 los pobres ha-bían reducido su participación al 1,6% y los ri-cos la habían aumentado al 33,1%. Más graveaún: la Argentina entró al nuevo siglo con unnivel del 14% de desocupación y con índicesextremos de población carenciada.

En la última década del siglo XX, todavía,el 16,5% de los hogares tenían necesidades bá-sicas insatisfechas; solo el 59,7% de las vi-viendas contaban con servicio de agua potable;apenas el 34,3% tenía desagües cloacales co-nectados a la red pública. En las zonas urba-nas se carecía de un 20,3% de las viviendas ne-cesarias, mientras que el déficit era de un 63,3%en las áreas rurales del país.

Contribución a la manifestación materialde esta brecha fue el aumento de consumos re-lativamente superfluos, al tiempo que queda-ron cada vez más descubiertas las necesidadesde salud, educación, cultura, esparcimiento,

justicia y vivienda, o las de la producción y latransformación del territorio.

Como es sabido, durante los días 19 y 20de diciembre de 2001 las tensiones hasta aquídescriptas estallaron en la peor de las crisisatravesadas por el país desde su organizacióncomo tal, a fines del siglo XIX. La arquitectu-ra y la ciudad se transforman a una velocidadinfinitamente menor que la signada por los su-cesos políticos, por lo que no es posible dis-cernir aquí la marca que esa crisis está dejan-do sobre las materias que nos ocupan.

De todos modos, para completar esta des-cripción de marco, debe decirse que el períodocorrespondiente a la AR se caracteriza tambiénpor un abandono de los ideales de renovaciónsocial y cultural radical que habían impulsadolas transformaciones modernistas de la disci-plina. En 1982 la llegada de Charles Moore a laFacultad de Arquitectura del Proceso, pero so-bre todo la de Aldo Rossi a La Escuelita, reci-bido esta vez con bombos y platillos luego deuna furtiva primera visita en 1978, fueron lasprimeras señales de importancia que indicaronla difusión de las posiciones antimodernistasque la crítica norteamericana difundió como“posmodernistas”. La importancia de ese tér-mino no es menor. Por primera vez, luego dehaber sido aceptado el carácter sustantivo de lacondición moderna para la arquitectura delsiglo XX en la Argentina de los años cuarenta,el prefijo “pos” reinauguraba de manera ex-plícita para esa condición —o al menos así lopretendían sus defensores— su calidad de ad-jetivación transitoria.

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u VIVIENDAS EN CONDOMINIIO EN LA CIUDAD PUEBLO NORDELTA, TIGRE PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

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EL TERRITORIO.

El más resonante intento de transformaciónen la estructura del territorio, promovido porel primer gobierno de la democracia, fue eltraslado de la Capital Federal a Viedma. A con-trapelo de las líneas principales del debate ur-banístico en las últimas décadas del siglo, delos deseos y las expectativas de la mayoría delos argentinos, de las corrientes históricasde las migraciones internas y de los proce-sos de formación urbana, la empresa fue,mientras existió, un producto del voluntaris-mo. Unida a Carmen de Patagones, Viedmadebía transformarse en pocos años en la nue-va Capital de la República Argentina e im-portantes esfuerzos (900 millones de dólarespara dar forma al ENTECAP) se destinarona concebir el nuevo asentamiento. A despechode la retórica democrática gubernamental, elproyecto fue encargado de manera secreta ycon lógica sectorial, dejando de lado el proce-dimiento del concurso abierto, lo que obturóel debate y ciñió la propuesta dentro de loslímites teóricos y profesionales de un grupoque, aunque contaba con amplios anteceden-tes, seguía sosteniendo de manera insufi-cientemente crítica ideas y métodos que a lolargo de tres décadas habían sido muy revisa-dos local e internacionalmente. En perfectadisonancia con las ambiciones “progresistas”que lo habían suscitado, con su trazado fun-cionalista en cierto modo ingenuo y con su to-

tal carencia de carácter, el proyecto fue abor-tado sin costos políticos por la administraciónque sucedió al gobierno.

En los años siguientes, bajo la presiden-cia del Dr. Carlos Menem, el desmantelamientode las antiguas estructuras del Estado Nacio-nal tuvo consecuencias para las estructuras delterritorio, al menos en dos aspectos: el de laprivatización de empresas y servicios, hasta en-tonces bajo su control, y el de la descentrali-zación de una importante cantidad de funcio-nes en las provincias y municipios.

En este contexto, las economías regionalesprofundizaron una crisis comenzada con an-terioridad en algunas provincias, como Tucu-mán. Así, centros relativamente prósperos enla etapa anterior se sumaron a la lista de las lo-calidades con graves carencias sociales: al co-menzar la última década del siglo, si el por-centaje de hogares bajo el índice de pobrezaera de 8,8% en el conurbano bonaerense, enGeneral Roca era del 17,5%, en Santiago delEstero del 19,1%, en Posadas del 21,7% y enNeuquén del 24,2%.

Sin embargo, y aunque de manera desigual,las transformaciones estructurales de los añosnoventa, producidas bajo el impulso de la mun-dialización, comenzaron a inducir modifica-ciones del paisaje regional. Las exportacionesllegaron a superar en treinta veces los valoresde la década del ochenta. Cambió la estructu-ra de la industria vitivinícola mendocina, se au-

mentaron considerablemente las explotacio-nes mineras en las provincias cordilleranas,y en otras regiones se desarrollaron nuevas pro-ducciones y, con ellas, nuevas relaciones conel mundo. Tucumán, por ejemplo, se trans-formó en el primer exportador mundial de ju-go de limón; Chubut pasó a exportar tulipanesa Holanda y pescado a Alemania.

Tratando de articularse con el nuevo de des-arrollo informacional del capitalismo, la cons-trucción del Mercosur fue una expresión de lastransformaciones que venimos analizando. Unsiglo después de haber reemplazado definiti-vamente el modelo territorial colonial con cen-tralidad en Lima por un modelo territorial ra-diocéntrico, confluyente en la ciudad de BuenosAires, la Argentina debatía por primera vez unmodelo alternativo multipolar estructurado apartir de dos ciudades globales atlánticas, co-mo San Pablo y Buenos Aires, con la adicióndel polo Santiago-Valparaíso sobre el Pacífico.

Para insertarse en estos procesos, el princi-pal de los instrumentos empleados por los mu-nicipios más activos fue la organización siste-mática de una serie de acciones de puesta envalor y desarrollo de las ventajas comparativasde la comunidad, algunas veces de manera di-recta y otras a través del instrumento que se hadesignado y presentado como Plan Estratégico.

El primero fue elaborado por la ciudad deCórdoba en 1991. Desde entonces se presenta-ron al menos unos ochenta planes destinados

u PROYECTO GANADOR DEL CONCURSO PARA LA SEDE DE LA EMPRESA CAPSA - CAPEX DE BERDICHEVSKY - CHERNY. EL CROQUIS FUE REALIZADO POR VÁZQUEZ MANSILLA.

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a otras de las principales ciudades –Rosario, Ba-hía Blanca, Mar del Plata–, o en ciudades me-dianas y pequeñas como Rafaela, Campana,Sunchales, Venado Tuerto, Paraná o Esquel.

Buenos Aires cuenta con los lineamientosgenerales de un nuevo Plan Urbano Ambien-tal (v. Plan), pero el Área Metropolitana en su con-junto carece de un organismo que oriente sudesarrollo, lo que constituye probablementela principal asignatura pendiente del país en es-ta materia. Otro nuevo fenómeno, que agregatensiones centrífugas, es la creación de regio-nes que agrupan municipios metropolitanos,al norte y al sur de la Capital Federal.

Entre las ciudades más pequeñas puedenidentificarse dos grupos: las que se vinculande manera directa al área de influencia de al-gunas de las grandes ciudades y las que, máslejanas, procuran establecer polos a partir dela unión con otros municipios de tamaño si-milar, definiendo de este modo la escala de lamicrorregión.

Un ejemplo del primer tipo es la confor-mación del Área Metropolitana del Gran Ro-sario (47 localidades dentro de un arco de 60km alrededor de la ciudad). Como resultado delas nuevas relaciones horizontales entre mu-nicipios, en 1996 comenzó a funcionar en Ri-vadavia, Provincia de Mendoza, la Red Argen-tina de Municipios Autosustentables (RAMA).

En la escala del territorio, una de las con-secuencias más importantes de la privatizaciónde servicios antes controlados por el Estado hasido la cesión de las obras de transporte. El pa-so de los ferrocarriles y de los puertos a manosprivadas no ha inducido cambios destacablesen las ciudades, como tampoco han ocurridotransformaciones relevantes a partir de la apli-cación de peajes en la mayor parte de las rutasnacionales. Los aeropuertos y la gestión y cons-trucción privada de autopistas en relación conlos centros urbanos más grandes parecen losmotores principales de nuevos procesos de re-estructuración territorial y urbana.

En Buenos Aires deben destacarse dos ti-pos de efectos: los producidos en el área me-tropolitana y los referidos a las dos principalesaglomeraciones articuladas con ella por las nue-vas vías de circulación: las de Rosario y La Pla-ta. Rosario ha impulsado con fuerza su papelcomo nudo intermodal de transporte del Mer-cosur, punto de cruce de los más importan-tes corredores vial, ferroviario y fluvial de la re-gión. Por un lado, se ha procurado potenciarsu rol futuro en la hidrovía de conexión conSan Pablo mediante la ampliación y privatiza-ción del puerto y, por otro, se busca consolidar

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u TORRE LE PARC, EN BUENOS AIRES, DE MARIO ROBERTO ÁLVAREZ.

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su posición en la red terrestre a través de laconstrucción del nuevo puente que une a laciudad santafecina con la localidad de Victo-ria, en Entre Ríos, lo que instalaría a Rosariocomo nodo alternativo.

La Plata, uno de los centros urbanos másalicaídos durante el período anterior, parece se-guir el segundo camino. El gobierno provincialpuso en marcha intentos de revitalización me-diante la creación de un polo tecnológico y unazona franca en el área del viejo puerto, corres-pondiente a las localidades de Ensenada y Be-risso. Con distintas intensidades, y en mediode una dura polémica entre posiciones encon-tradas, también aquí se trata, desde los nive-les nacional y provincial, de promover la cons-trucción de un puente vinculado al Mercosur(Ensenada-Colonia). Asumiendo un rol com-plementario con Buenos Aires, la ciudad ha vis-to concretarse algunos proyectos de equipa-miento arquitectónico. Así, se completó laconstrucción de la Catedral, la del nuevo Tea-tro Argentino y la remodelación del Pasaje Dar-do Rocha, y se construyó el Estadio Único de laCiudad (Ferreira, Padró, Gallego).

LAS CIUDADES.

Las nuevas condiciones también impactaronfuertemente en la escena urbana. En algunoscasos, como en Rosario, la crisis de las eco-nomías regionales, particularmente la del nor-oeste, continuó estimulando la llegada de in-migrantes y acentuó la formación de cordonesde miseria.

Simultáneamente, la caída de la inversiónpública ha contribuido al deterioro de las vie-jas áreas centrales, provocando la expulsión desectores medios y el crecimiento de la tuguri-zación. Las principales acciones en este con-texto consistieron en operaciones de gentrifi-cación, o bien de ghettificación para los sectoresde mayores ingresos; en emprendimientos pri-vados puntuales de gran escala, generalmentevinculados al comercio o la recreación y en in-tervenciones públicas menores o de borde.

A cambio de la recaudación de peaje, enel marco de las reformas de los noventa se otor-gó a empresas privadas la concesión de la cons-trucción de nuevas vías rápidas de acceso a losgrandes centros urbanos. Estas enormes obrasde infraestructura aumentaron las tensionescentrípetas y centrífugas: la mayor accesibili-dad hacia las zonas de actividades terciarias su-periores (núcleos direccionales públicos / pri-vados) estimuló el aumento de la construcciónde contenedores de administración y de susservicios; al mismo tiempo, la reducción de la

distancia / tiempo entre el centro y los cintu-rones periurbanos determinó la aparición delnuevo fenómeno de los barrios cerrados, losque a su vez indujeron desplazamientos de em-pleos terciarios hacia la periferia.

Solamente entre 1996 y 2000, en la Re-gión Metropolitana de Buenos Aires se con-cretaron 160 de estos nuevos barrios privados.El incremento entre enero de 1998 y enero de1999 fue de un 36%, lo que llevó el total detierras ocupadas por este tipo de emprendi-mientos a un total de 30000 hectáreas, valedecir, una vez y media la superficie de la ciu-dad de la Capital Federal.

En el Tigre, sobre el Delta del Paraná, afec-tando una superficie de 1600 ha, se puso enmarcha el proyecto Nordelta (130.000 habi-tantes), con viviendas de distintas densidadesy destinadas a grupos sociales de ingresos di-versificados, colectivas e individuales, y servi-

cios de todo tipo, incluyendo dos universida-des. En la misma región, sobre la ruta 25, seencuentra en desarrollo otro emprendimientosimilar, Pilar del Este (25.000 habitantes). Lamisma tendencia, aunque en una escala mu-cho más reducida, se observa en ciudades co-mo Rosario, Córdoba, Mendoza y La Plata. Enel plano de la acción pública, en 2003 la go-bernadora de la Provincia de San Luis, arqui-tecta Alicia Lemme, presidió el acto de fun-dación del bizarro Complejo Urbanístico de laCiudad de La Punta, una “ciudad” ubicada ape-nas a 15 km de la capital provincial, con un eji-do de 23.271 ha, de las que las 6.000 de pro-piedad pública fueron adquiridas en 2001. Conuna población de 12.000 habitantes para la pri-mera etapa y 40.000 para su máximo desarrollo(la cercana ciudad de San Luis cuenta con120.000 habitantes), con un equipamientocompuesto por Escuela, Comisaría, EstadioProvincial (15.000 espectadores), Universidad

Provincial y Data Center, el “Complejo” es uninmejorable ejemplo en el que se cruzan al-gunas de las tendencias mencionadas con lasdifícilmente explicables condiciones de un ma-nejo discrecional de los poderes del Estado.

Otra señal relevante de las transformacio-nes estructurales en curso es el traslado parcialo total a la periferia de sedes administrativas deempresas de primer nivel. Muchas se han mu-dado a edificios anónimos, mientras que en al-gunos casos, como Hoechst, Volkswagen (Aslan

y Escurra, v.), Lloyds Bank (Lier-Tonconogy, v.), Capsa-Capex (Berdichevsky-Cherny v.) se ha preferido laidentificación con piezas arquitectónicas de re-levancia. Hoechst, de origen alemán, es pro-bablemente la más emblemática de estas obrasporque su sede anterior se encontraba en el edi-ficio Comega, un verdadero ícono de la expan-sión del terciario y de los cambios de la ciu-dad en la década de 1930.

La creación de ghettos ricos (o medios) nose reduce a los barrios cerrados periurbanos,puesto que muchos sectores acomodados si-guen prefiriendo la intensidad de vida en laciudad tradicional. Inserto en la trama, aun-que con frecuencia indiferente al contexto in-mediato, este otro tipo de ghetto ha requeridode grandes predios y, simultáneamente, del re-lajamiento de las normas urbanísticas tradi-cionales. De este modo ha sido posible la cons-trucción de grandes volúmenes, como en el dela torre Le Parc, proyectada por Mario Rober-to Álvarez (v.) en la Capital Federal. Tambiénen Buenos Aires, iniciador de la serie de edi-ficios gemelos (Quartier De María, edificio ElFaro de Dujovne-Hisrsch), uno de los conjun-tos que puede destacarse por la calidad arqui-tectónica es el de Alto Palermo (MSGSS (v.),+ Urgell, Fazio, Penedo Urgell (v.)).

Los capitales concentrados, muchas vecesde origen internacional, como en el caso de laempresa IRSA, se convirtieron en nuevos ac-tores de primordial importancia en la cons-trucción de la ciudad, en la medida en que suenvergadura les ha permitido aprovechar lasoportunidades ofrecidas por terrenos localiza-dos en áreas de escaso valor. En estos casos, ala construcción de viviendas de alta densidadpara sectores medios se suman programas decentros de compras, de recreación, oficinas yservicios, que movilizan importantes inver-siones. Un ejemplo notorio de estas interven-ciones de gran envergadura es el del ex Merca-do del Abasto. Se trata de una múltipleintervención que supone la construcción de 589viviendas en tres torres, de edificios de oficinas,hotelería y de un gigantesco centro de compras

rec rec

155Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO 20 IDEAS PARA MATADEROS (CAJIDE Y GOMBISKY).

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(120.000 m2), para el que se reutilizó la es-tructura más moderna del Mercado, pero des-truyendo simultáneamente las cualidades es-paciales verdaderamente extraordinarias deledificio original, además de saturar la zona.

En el mercado de las viviendas en altura pa-ra sectores medios, la ciudad de Córdoba al-bergó, especialmente en los años ochenta y co-mienzos de los noventa, una experienciasingular protagonizada por el arquitecto / em-presario José Antonio Díaz (v.). Sus obras se ca-racterizaron por el empleo masivo del ladrilloa la vista, material que él mismo fabrica (v. La-

drillo). Aunque en rigor resuelven normalísimosprogramas de vivienda en altura, los edificiosde Díaz se presentan cada vez como únicos y,al menos en apariencia, irrepetibles modelos.Para resolver esa ilusión de diferencia en unprograma que por esencia es tipo (repetición),se recurrió a ejercicios formalistas, y si en al-gunas ocasiones la pericia del arquitecto per-mitió obtener resultados parcialmente exitosos,como el Edificio Sant’Angelo, en otras quedanclaramente expuestos los arbitrarios juegos ge-ométricos, como en el Zigurat I, o los dema-siado obvios homenajes a la moda del momento,como en el caso de Caliacanto.

El espacio público se privatizó de dos ma-neras. Por un lado, se acentuó la tendencia ala venta, con destino a la especulación inmo-biliaria, de predios pertenecientes a la Nación,las provincias o los municipios; por otro, nu-merosos lugares de esparcimiento de propie-dad pública pasaron a ser accesibles exclusi-vamente para quienes estaban en condicionesde pagar por ello.

En la Capital Federal las cifras de las su-perficies que en estos años dejaron de perte-necer plenamente al Estado (vale decir a los ve-cinos y, más en general, a los ciudadanos delpaís) son significativas: si se suman los terre-nos de Puerto Madero (1.400.000 m2), La Ru-ral (110.000 m2), Tandanor (130.000 m2), San-ta María del Buen Ayre (ex ciudad deportiva deBoca Juniors, 350.000 m2), Warnes (150.000m2) y el predio lindero a la fábrica Phillips(150.000 m2), se advierte que 250 hectáreas delas tierras más valiosas del país han pasado amanos de unos pocos en solo una década, sinque los beneficios fueran claramente planea-dos y controlados por sus antiguos propietarios,convertidos, en casi todos los casos, en merosconvidados de piedra o en consumidores.

Bajo administraciones de distinto signo po-lítico, Rosario ofreció ejemplos de una actituddiferente. Si bien en los márgenes de la ciu-dad la pobreza y la exclusión continuaron acu-

mulándose de manera creciente y dramática,al menos el conjunto de los vecinos se vio fa-vorecido por acciones como las desarrolladasen relación con el Parque de España, proyec-tado por Oriol Bohigas y financiado por el go-bierno español, o la incorporación de los an-tiguos túneles portuarios del Ferrocarril, unapieza urbana valiosa desde un punto de vistafuncional y cultural. Con muy pocos recursos,las administraciones recientes han puesto nu-merosas áreas verdes periféricas, resabio deinstalaciones ahora en desuso, al alcance de lautilización popular y, revalorándola con nue-vos equipamientos, han ampliado la accesibi-lidad a la costa del río Paraná en zonas cen-trales de la ciudad.

También en la ciudad de Córdoba se des-taca la obra de recuperación de amplias áre-as de la costa del río Suquía, que atraviesala ciudad (La Cañada), para usos libres de lapoblación; una importante contribución pun-tual realizada con recursos modestos, sin gran-dilocuencias pero con creatividad, en el mar-co de la gestión global de desarrollo urbano,con la dirección de Guillermo Irós.

De estas intervenciones puntuales, la ram-bla proyectada por Clorindo Testa (v.) para lacostanera de Mar del Plata es el ejemplo de másdestacado interés arquitectónico; y, más re-cientemente, constituye un aporte valioso a losespacios públicos de Buenos Aires la remode-lación de Costanera Sur, conducida por el equi-po de Joselevich, Novoa, Garay, Magariños, Se-bastián y Vila, con Cajide y Verdecchia.

Algunos municipios del norte de BuenosAires han iniciado procesos de recuperación dela costa del río para usos públicos recreativos,entre los que se destacan especialmente lasobras llevadas a cabo en Vicente López, resul-tado de un concurso público, y en particularel bello monumento construido en homenajea Amancio Williams bajo la dirección de Clau-dio Vekstein.

En el sur de la ciudad se llevaron a cabo lasobras de prevención de inundaciones y recu-peración de la costa en el barrio de la Boca, co-mo una de las consecuencias del Programa Re-cup. Como contracara de la inexistente, lentao débil acción pública, la acción privada trans-formó en pocos años varios kilómetros de lacosta entre Olivos y Tigre, mediante la re-construcción del Tren de la Costa, uno de losemprendimientos de escala urbana de mayorenvergadura en la Argentina del fin de siglo.

La ausencia de Plan en este caso y en lospreviamente mencionados fue consecuenciade una crisis en dos planos: la del Estado y la

de la propia disciplina urbanística, la cual, an-te el fracaso de los Planes Generales, propu-so la alternativa de la “ciudad por partes”.

La primera manifestación generalizada deeste concepto se produjo en 1986 con el con-curso “20 ideas para Buenos Aires”, impul-sado por la intendencia de la ciudad. Es cier-to que en la medida en que daba cauce a unconjunto muy amplio de opiniones (no se re-quería que los trabajos fueran específicamen-te “arquitectónicos”), el procedimiento consti-tuía un avance en relación con la tradiciónautoritaria de la planificación y más especial-mente con las concepciones militarizadas delperíodo inmediatamente precedente. Pero conél se daba en forma simultánea un nuevo pa-so en la desvalorización del rol social y cultu-ral del arquitecto, al instaurarse una modali-dad que caracterizaría a muchas iniciativassimilares a lo largo del período –su condiciónno vinculante–, por la que el comitente que-daba libre de utilizar aquellas propuestas y tra-bajos que considerara más convenientes.

Equivalente sin calorías de los que tanta im-portancia tuvieron en el período anterior, el con-curso de ideas se aplicó también para decidir,entre otros, el destino de dos zonas turísticas,en Villa Carlos Paz y en San Luis. En ambos ca-sos, quizás por primera vez en la historia de es-te mecanismo de evaluación de proyectos de ar-quitectura, fue determinante de los resultadosla valoración de la articulación entre arquitec-tura y operación comercial. En esta línea se su-cedieron los concursos para la remodelacióndel antiguo Puerto Madero, los terrenos del an-tiguo Ital Park y los del área de Retiro.

Ciudad por partes, construcción de ghettosde ricos, gentrificación, creación de una zonaprivilegiada con una máxima renta, poseedo-ra de una singular riqueza patrimonial y pai-sajística, y con el máximo valor absoluto de lospredios por su ubicación junto a la City, el áreade Puerto Madero permitió imaginar una ver-dadera isla, una imagen urbana perfecta paralos nuevos ideales de los poderosos en los no-venta. La circulación de público por los pase-os durante los fines de semana no puede con-fundirse con un “uso público” del lugar, cuandolos programas edilicios están mayoritariamentedirigidos a cubrir expectativas de minorías deconsumidores, y mientras ese “público” se li-mite a mirar en los escaparates la buena vidade los otros. El concurso, de bases excesiva-mente ceñidas en algunos aspectos y difusasen otros, no obtuvo resultados destacables; enlos trabajos de los equipos seleccionados fuedominante la consagración del damero y la au-

156 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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157Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u A LA IZQUIERDA, VISTA

FRONTAL Y LATERAL DE LAS

TORRES. SE ENCUENTRAN

UNIDAS POR TRES PUENTES

Y UN SALÓN MIRADOR EN EL

ÚLTIMO PISO. ABAJO, LA

PLANTA TIPO DE UNA DE LAS

TORRES. A LA DERECHA, DE-

TALLE DEL HALL DE ACCESO.

u VISTA DE LAS TORRES EL FARO DEL ESTUDIO DUJOVNE - HIRSH, EN CONSTRUCCIÓN EN EL ÁREA ESTE DE PUERTO MADERO, BUENOS AIRES.

w Torres El Faro

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sencia de ideas innovadoras. Como había ocu-rrido un siglo atrás volvió a imponerse un pro-yecto antiguo: de algún modo Madero venciónuevamente, aunque en este caso sin que nin-gún Huergo estuviera dispuesto a denunciarsu anacronismo (v. Puerto).

En Retiro se llevó a cabo un concurso conel objeto de determinar una forma general pa-ra el área, hecho que provocó un sustancial au-mento de densidad y una no suficientementeponderada nueva oferta de espacios terciarios.Tampoco en este caso el resultado se tradujoen una propuesta innovadora o especialmen-te significativa, pues se limitó a una distribu-ción razonable de funciones y volúmenes.

En consonancia con la tendencia a la “gen-trificación” de áreas centrales obsoletas, co-menzó a utilizarse un nuevo espacio habita-ble: el loft. Pese a ser irrelevante por su númeroy, las más de las veces, frívolo por su destino,el loft constituye una respuesta al cuestiona-miento de la familia clásica, a la revalorizacióndel individuo, a la pérdida de vigencia de anti-guas normas de comportamiento y a la esté-tica “sucia” producida por la consagración delcaos metropolitano. Como ocurrió en la dé-cada del treinta con los rascacielos, a diferen-cia de su modelo neoyorquino, los lofts se in-trodujeron en la Argentina como fórmulaelaborada y elitista, y no como solución prag-mática y más o menos masiva. A tal punto quelos primeros ejemplos, construidos en un vie-jo establecimiento en la zona de Pacífico, enBuenos Aires, sirvieron como escenario de lasselectas decoraciones de la muestra anual deCasa FOA. En esta misma línea, en 1992 se in-auguraron los insólitos apartamentos extraí-dos de un viejo silo, proyectados por los estu-dios de MSGSS, junto con los de Juan CarlosLópez y Dujovne-Hirsch.

Retomando la tipología que en los treinta tu-vo realizaciones memorables, como la de Sui-pacha y Paraguay, varios edificios fueron pla-neados ab initio a la manera de aquellos “ateliersde artistas”. El estudio de Baudizzone-Varas-Les-tard proyectó algunos de ellos en bulevar Che-naut y Juncal 4559, recicló con este fin el dock 7de Puerto Madero y, en el mismo sector, pro-yectó desde cero el n.° 8, destruido años antespor un incendio.

Otro de los docks reciclados en la misma zo-na fue concebido con el mismo programa porel estudio de MSGSS, quienes poco despuésdemolieron la mayor parte del magnífico edi-ficio construido por Mario Palanti (v.) sobre laavenida Figueroa Alcorta para convertirlo, ex-posición de Casa FOA mediante, en un nuevo

conjunto con lofts para jóvenes ejecutivos. Pa-radójicamente lo único que quedó en pie eneste caso fue la anodina fachada preexistente,mientras que lo que hacía extremadamente sin-gular y valiosa a esta obra de Palanti, la insó-lita rampa para pruebas de autos en la terraza,fue destruida.

La unión de la creciente inseguridad urba-na con la incapacidad de la administración pa-ra reorganizar de manera atractiva zonas co-merciales existentes, más el proceso deconcentración de capital que caracterizó tam-bién a los circuitos de comercialización, gene-ró un programa que había sido frecuente enlos Estados Unidos y en distintos países lati-noamericanos, pero que hasta estos años nun-ca se había instalado en la Argentina: los cen-tros de compras (v. Shopping Center).

Las obras que mejor expresaron las dis-tintas actitudes estéticas adoptadas frente a es-te tema fueron: Alto Palermo, Unicenter y Pa-seo Alcorta, en Buenos Aires, y Patio Olmos yCórdoba Shopping, en Córdoba. El primero tu-vo el mérito de haber introducido una inéditasolución urbana, consistente en un puente quepermitió abrir a la circulación pública la calleArenales; también es destacable la rica diná-mica espacial conseguida con la resolución cur-va del interior. Pero su principal logro residió

en el carácter del edificio, una construcción es-pectacular, perfectamente adecuada al gustotelemasificado del público. No menos kitch porel gusto de sus interiores, aunque más orde-nado y menos estridente que Alto Palermo,Unicenter se destaca en cambio porque, ubi-cado en una escuálida área junto a una de lasprincipales vías de acceso a la metropoli, cons-tituyó un gesto de total indiferencia: hacia laciudad, el edificio se presenta como una enor-me caja decorada con guardas.

El interés de Paseo Alcorta reside en el in-tento de resolver el programa mediante unacomposición y un léxico cultos, y dentro de loslímites de la tradición modernista. El edificioresultante tuvo logros destacables, como la po-tente rampa que trepa por uno de sus flancosy, en general, el elegante tratamiento de la vo-lumetría exterior. Sin embargo, ceñido a la ide-ología modernista de “honestidad” y “orden”,el proyecto acepta a regañadientes el carácterfrívolo del programa.

Con una más flexible interpretación téc-nica y simbólica del programa, Gramática, Gue-rrero, Morini, Pisani, Rampulla y Urtubey (v.)

construyeron un muy buen ejemplo que, sibien admite la condición efímera y celebrativade estos festivales consumistas, conserva demanera más equilibrada cualidades de ciertorigor disciplinar.

En este registro crítico, la actitud en gene-ral irónica y aparentemente despreocupada queha ido caracterizando el discurso arquitectó-nico de Clorindo Testa en estos años condujoa una solución del programa del Buenos AiresDesign Center en Recoleta, que fue duramen-te criticada por tradicionalistas y modernistasrecalcitrantes. Sin embargo, precisamente poresas razones, otros reconocieron en ella unajuste sin fisuras con las condiciones del pro-grama que debía resolver. Lo más destacablees el carácter híbrido de estos edificios enor-mes, articulados con la trama metropolitana,y de una importante complejidad funcional ydimensional interior y exterior.

En suma, la construcción de la ciudad defin de siglo ya no sigue el sencillo esquema decrecimiento en mancha de aceite que fue ca-racterístico a lo largo de toda la centuria. Aho-ra las ciudades explotan e “implotan” al mis-mo tiempo. Las novedades de su conformaciónson al menos tres. En primer lugar, que paralos sectores sociales más acomodados, y en lossueños de vastos sectores medios, el centro dela ciudad tiende a dejar de ser un sitio desea-ble o necesario: en el nuevo universo entera-mente privatizado, el trabajo, la educación en

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u EDIFICIO DE VIVIENDAS EN CHENAUT Y JUNCAL.

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todos los niveles, los servicios, la salud, el es-parcimiento, están en los nuevos barrios al al-cance de la mano. En segundo lugar, ya no seespera el completamiento de procesos de com-pactación: los “huecos” albergan nuevas fun-ciones dispersas. Enormes terrenos en los cos-tados de las nuevas redes de autopistas sonocupados por cajas cerradas sobre sí mismas,instaladas las más de las veces sin ninguna vo-cación de articulación con el contexto en el quese encuentran, ni siquiera en el plano de la re-tórica, por cuanto como señales destinadas aser percibidas a gran velocidad, su carga de in-formación debe reducirse al mínimo que se al-canza con la exhibición de marcas de dimen-siones gigantescas. En tercer lugar, a estoslugares o “terrenos inciertos” como suelen serllamados, se agregan los huecos que emergenen el seno de la ciudad existente, por obsoles-cencia de las estructuras que la conforman.

GLOBALES LOCALES.

La principal divergencia entre la condiciónde la AR y las anteriores etapas de la Moder-nidad radica en el carácter agudo de la crisis defundamentos. Caída la creencia en todo tipo decertidumbres, el debate en los últimos años pa-rece haberse sintetizado en una disyuntiva en-tre posibilidades excluyentes, que responden aun mismo supuesto, esto es: que la moderni-zación, y especialmente en su estado de des-arrollo en los albores del siglo XXI, tiene unúnico signo y ha derivado en un universo to-talizador dominante y sin fisuras. O bien sees parte de ese universo o bien habrán de bus-carse alternativas en espacios de presunta ex-terioridad radical.

Retomaremos en el siguiente parágrafo lasegunda de estas posibilidades. Quienes optanpor la primera deberán operar con una suer-te de stock universal de significantes y mate-riales que fluyen en todas las direcciones delas redes de información, sin ataduras a nin-guna significación particular, y cuyo origen,teóricamente, carece de importancia. No es porazar que una de las expresiones más provoca-doras del debate arquitectónico internacionalde la última década del siglo haya sido organi-zada en torno del prefijo inglés any, que equi-vale al ambiguo “algún”. Cada uno de los sim-posios se realizó en distintas ciudades delplaneta, y Buenos Aires albergó en 1996 al quedebatió en torno de la palabra anybody (“al-guien”, “cualquiera”). Podría argumentarseque la creciente celebración de otros eventosinternacionales en el país a lo largo de este úl-timo tramo del siglo XX prueba que, efectiva-

mente, el debate se ha ido mundializando yque en la Argentina la AR está perfectamentearticulada con las ideas y prácticas de la esce-na internacional. La realización de las Bienalesde Buenos Aires, del Foro Internacional enCórdoba, de numerosos ciclos en Rosario, Mardel Plata y La Plata serían las expresiones deeste fenómeno. Pero es conveniente no lla-marse a engaño: el papel de una comunidaden el proceso de mundialización no se midesolamente en función de su disposición a re-cibir las señales de la red sino en su capacidadde emitirlas. En este sentido, la AR de la Ar-gentina ha estado prácticamente ausente de to-dos los ámbitos internacionales en los que hu-biera podido manifestarse, como exposiciones,conferencias, libros y, muy especialmente, pu-blicaciones periódicas.

Resuelta las más de las veces con recetasy rasgos del stock globalizado, la única tradi-ción que se mantuvo vigente desde los viejostiempos de la Academia siguió siendo la viejanoción del “partido”. Los modelos cambiaron,y en los mejores casos el lugar de Louis Kahnfue ocupado por Mario Botta, Ieo Ming Pei,Kevin Roche o Larrabee Barnes.

Esa táctica para la definición de la forma sedetecta en varias obras del estudio de MSGSS,como el complejo de La Bicocca, en Turín, lasede de la embajada de la entonces URSS enBuenos Aires, la escuela Goethe, la casa Ma-

danes, en Puerto Madero, y el Palacio Alcorta.En la obra del estudio Lier-Tonconogy puedeadvertirse una actitud similar. Ya hemos he-cho referencia a Paseo Alcorta, pero una si-milar búsqueda universalista y de claridad ge-ométrica se advierte también en otros trabajos,como el edificio que alberga las oficinas delLloyds Bank, en Buenos Aires, y el estadio po-lideportivo cubierto de Mar del Plata.

Tony Díaz (v.) ha sido uno de los pocos ar-quitectos que en este período creyó necesarioconstruir y sostener tenazmente una teoría so-bre la que fundamentar su trabajo. Como con-secuencia de ello, de la especial fortuna de latendenza en la Argentina, y de la elocuencia desu producción, su influencia fue determinan-te en la obra de otros arquitectos, desde la ofi-cina de MSGSS hasta Moscato y Schere (v.), oLuis Ibarlucía, Manuel Fernández de Luco, Da-niel Rabinovich, y Daniel Silberfaden con Pa-blo Rozenwasser. De este momento “rossiano”de la arquitectura en la Argentina durante esteperíodo uno de los resultados más destacablesfue el edificio construido en la calle Iberá enBuenos Aires por el estudio Hojman, Psche-piurca, Hojman. Una de las oficinas más aten-tas al debate internacional y a sus imágenes másatractivas es la de Baudizzone, Lestard, Varas(v. BELV). Condicionadas por las dimensiones re-lativamente pequeñas del mercado argentino,tratando de ubicarse en un camino intermedio

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159Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CONJUNTO HABITACIONAL LAS CATONAS, EN MORENO, PCIA. DE BS. AS., DE CANO, LLUMA, GRENNON Y TRAJTEMBERG.

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entre la producción de autor y las de las cor-poraciones —pragmáticas—, las suyas consti-tuyen generalmente respuestas elegantes, cu-yas composiciones suelen recorrer una zonafronteriza, ambigua, entre la innovación y losrecursos ya probados. Trabajos como el audi-torio de Buenos Aires, proyectado en los setenta–con interés por los sistemas y la tecnología–,el barrio con reminiscencias de la Arquitectu-ra Ferroviaria Británica, construido en los ochen-ta en Campana, el auditorio de Mendoza o elproyecto para el área de Retiro, ambos de losnoventa: ¿tienen en común mucho más quedestacable profesionalismo, habilidad proyec-tual y adhesión a los lenguajes de moda?

Frente a tanta volatilidad, la figura de Ma-rio Roberto Álvarez constituyó un paradigmaopuesto porque, a diferencia de los virajes de,sus ahora compañeros de ruta, nunca dejó deceñirse a los principios que había abrazado ensu juventud. Es cierto que resulta inquietanteconstatar que, a juzgar por esa invariable con-tinuidad, parecería que a lo largo del medio si-glo transcurrido desde entonces nada impor-tante hubiera ocurrido como para conmoverlos fundamentos del Estilo Internacional. Pe-ro esa misma persistencia nos hace pensar que,efectivamente, nada esencial podría agregarsea la construcción básica de la ideología mo-dernista, la que en esa misma repetición has-ta el infinito de sus soluciones no hace sino ex-presar sus más escalofriantes aporías. Conpequeñas variantes, siempre de un extremocuidado compositivo y técnico, los principalesejemplos del trabajo de Mario Roberto Álvarezen estos años fueron la torre Le Parc, a la queya nos hemos referido, y el edificio de oficinasen la Plaza San Martín (American Express) o,más recientemente, el Hotel Hilton.

La apertura de los mercados, la expansiónde la información en tiempo real mediante latransformación de las comunicaciones y la mul-tiplicación y abaratamiento de los costos detransporte aéreo y naval, sostenidos por la pa-ridad cambiaria peso = dólar, han permitidodisponer no solamente de un stock diversifi-cado de significantes, sino también de tecno-logías avanzadas de calidad internacional y delknowhow de oficinas extranjeras.

En los extremos norte y sur de Puerto Ma-dero se han erigido dos torres construidas porarquitectos argentinos en asociación con ofici-nas norteamericanas. Con una volumetría cons-truida por piezas de distintas alturas y texturas,la ubicada en el extremo norte, destinada a unade las empresas telefónicas, fue proyectada porKPF con Hampton/Rivoira y no ofrece mayo-

res novedades, además de la aplicación de tec-nologías avanzadas. Proyectada por HOK conel Estudio Aisenson, la del extremo sur, se pre-senta en cambio con una volumetría pura y unamesurada retórica high tech.

En un conjunto de pequeñas sucursalesbancarias creadas por Berichevsky-Cherny (v.)

para el Banco Itaú, las nuevas poéticas tecno-lógicas fueron declinadas con soltura y habi-lidad, planteando a la vez el problema del lí-mite entre arquitectura y publicidad. En estalínea la oficina aportó otras obras destacablesdentro de la AR, como las oficinas para Com-paq, para CAPSA, o para Sudamericana deAguas, significativas por su ubicación en ba-rrios periféricos y no en áreas centrales, y poruna sensible aplicación de soluciones tecnoló-gicas en las que suelen equilibrarse materialesavanzados y tradicionales. La tendencia a acen-

tuar las cualidades espaciales derivadas delmontaje de materiales y de la transparencia serevela, entre los más jóvenes, en la obra de Jai-me Grinberg y de Federico Aja Espil; el pri-mero más interesado en el resultado que pue-de obtenerse a partir de la articulación devolúmenes puros (p. ej. en las sucursales deMovicom), y el segundo en el desarrollo de unaretórica de la tecnología (edificio Metrogas).

La pileta cubierta construida en ocasión delos Juegos Panamericanos realizados en Marde Plata constituye un ejemplo de las distor-siones de las poéticas tecnológicas en las con-diciones reales de un país como la Argentina.Aunque fue concebida con todos sus elemen-tos para constituir una instalación a cielo abier-to, debido a una decisión repentina del gober-nador provincial, la obra tuvo que ser cubiertapocos meses antes de iniciarse el evento. Fueante la imposibilidad de obtener otro tipo de

elementos en tan poco tiempo que la oficinaMSGSS decidió emplear aquellos disponiblesen el mercado, perfiles comunes en hierro, losque para cubrir las grandes luces requeridasdeben articularse en una verdadera enredade-ra metálica, sujeta a los efectos deteriorantesdel particular ambiente interior de la piscina ydel clima marino. El resultado es un edificiohíbrido, notablemente resuelto a pesar de losinconvenientes, tecnológicamente avanzadoen apariencia, pero exquisitamente argentinoal mismo tiempo en sus frustraciones e im-provisaciones, verdadera muestra, si la hubie-ra, de una suerte de poor-high-tech. Como co-rresponde a la idea de transporte aéreo /conexión con el mundo, los edificios para Ae-ropuertos Argentina 2000 han adoptado en lamayor parte de los casos un aspecto “tecnoló-gico” internacionalista, como ocurre con lasinstalaciones de Ezeiza (MSGSS+Urgell, Pe-nedo, Fazio, Urgell), el Aeroparque Metropo-litano (BMA Bodas Miani Anger & Asociados).

Mederico Faivre (v.) y Norma Roman, encambio, han optado por investigar de manerasistemática las posibilidades de lo que podría-mos identificar como un modo low o atenua-do de las poéticas tecnológicas, como puedeadvertirse en la Escuela de Estudios Bíblicos yel conjunto en constante crecimiento de la Uni-versidad de Quilmes (proyectado con Juan Ma-nuel Borthagaray).

Paradójicamente, aunque por obvios moti-vos, en la AR las poéticas tecnológicas no tu-vieron su principal expresión en los edificiosindustriales, los que las más de las veces con-sistieron apenas en unos galpones dentro delos que se llevaban a cabo tareas de montaje. Apesar de estos límites, se destacan algunos ejem-plos por sus búsquedas constructivas o por surealización cuidadosa. Entre los primeros de-ben mencionarse las experiencias realizadaspor el ingeniero Carlos Larsson, en el EstadioPolideportivo de Salta; el Nuevo Mercado deAbasto (35000 m2) y el Foro de la Democra-cia (2000 espectadores), en Córdoba. Entre lossegundos, sobresalen la Planta Industrial Ra-món Chozas (2000 m2), en San Luis, de Af-talión, Bischoff, Egozcue, Vidal (v.); la fábricade Flexibles Argentina, de Caffaro Rossi; Ime-tal (9000 m2), del estudio Aslan y Escurra (SanJuan); el comedor de Fate (Prov. de BuenosAi9res), de MSGSS, y la fábrica Alexvian, deHugo Salama y Pablo Bransburg. Como ocu-rrió en etapas anteriores, la oficina de Aslan yEzcurra (v.) proyectó y construyó numerosos edi-ficios industriales destacables, como piezas dearquitectura (p. ej. sedes de Hoechst y Bayer).

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u EDIFICIO TELECOM, EN PUERTO MADERO, BS. AS.

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LOCALES GLOBALES.

En la AR, a la ruptura con la Historia pro-pugnada por algunos sectores modernistas yconsagrada por las corrientes profesionalistasy por las neovanguardias tecnológicas y socia-les, se opuso una omnivalorización del pasadoen la que el historicismo suplantó a la histori-cidad. Y si en los sesenta y setenta las discon-tinuidades y la creatividad habían alcanzado supico de adhesión, los ochenta pretendieron con-sagrar, gracias a una articulación entre el res-paldo teórico del estructuralismo y los des-arrollos de la semiología, la misma inmovilidadque el pos estructuralismo de los noventa tra-duciría tras la apariencia de una movilidad to-tal, permanente y sin centro alguno.

En este código debe entenderse la difusióny la particular lectura de las teorías de Aldo Ros-si a las que nos referimos antes. Fue esa lec-tura la que caracterizó el discurso sobre la vi-vienda, al menos mientras este sobrevivió, enla primera parte del período, y permitió justi-ficar el abandono de la pregunta sobre la va-riedad en la cantidad que había obsesionado alos protagonistas del período anterior.

Recusada, perdida o abandonada toda ten-sión creativa hacia el futuro, la “presencia delpasado” no podía darse sino como mera dis-ponibilidad de significantes. Despojado de suscontenidos, vale decir de sus ligamentos conlos hechos, el cúmulo de huellas de lo ocurri-do quedó disponible para la reconstituciónde infinitos “discursos”, mediante desplaza-mientos intertextuales que presagiaban el es-tado de “heterogeneidad discursiva y estilísti-ca carente de norma” que caracteriza en suconjunto a la cultura contemporánea.

De este modo, el Posmodernismo se ma-nifestó con las formas que lo caracterizaron entodo el mundo, pero también aludiendo a lahistoria local. Así, las “casas blancas” (v.) re-surgieron fugazmente de sus cenizas en losochenta y recibieron incluso la consagraciónde la revista Summa, su antigua antagonista.

Viejos católicos posconciliares, restos na-cionalistas, ya no tan jóvenes ex partidarios delos grupos radicales del período anterior, se ar-ticularon en una difundida corriente bautiza-da nac&pop. No sin cierta autoironía, la deno-minación reconocía el carácter ahora dietéticode una vocación “nacional y popular” que po-cos se animaban a defender en su acepción se-tentista en tiempos en que un presidente pe-ronista se abrazaba con el líder de la abominadaRevolución Libertadora.

En perfecta respuesta al requerimiento de“otros” por parte del progresismo desencanta-

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161Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u TORRE DEL BANKBOSTON, EN CATALINAS NORTE, BUENOS AIRES, DE CÉSAR PELLI.

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do en los países centrales y a la interminablenecesidad de nuevas mercancías para alimen-tar las industrias culturales de ese mismo ori-gen, el Regionalismo ocupó un gran espacio enla cultura arquitectónica de los ochenta. Pero:¿cuál fue la arquitectura regionalista argentina?A diferencia del folclorismo de Severiano Por-to, en el Brasil, o de Simón Vélez, en Colom-bia, en la Argentina es difícil articular unarespuesta seria que vaya más allá de etique-

162 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CORTE DEL MUSEO XUL

SOLAR, EN BUENOS AIRES,

DE PABLO BEITÍA.

tas críticas como la “Otra Arquitectura” o la“Modernidad Apropiada”. Regido con criteriosmás dependientes de capillas políticas que pre-ocupado por debates teóricos disciplinares, elRegionalismo argentino constituyó por este mo-tivo un conjunto de posiciones muchas vecesantagónicas, desde la reivindicación de las cons-trucciones de adobe hasta la de la Arquitectu-ras Ferroviaria de origen británico. KennethFrampton, uno de los teóricos internacionalesde esta corriente, llegó a incluir en la lista deejemplos de Regionalismo Crítico a la obra delestudio liderado por Justo Solsona.

Determinados por el mandato regionalista,Jorge Moscato y Rolando Schere produjeronuna de sus obras menos convincentes en el gru-po de viviendas de Argüello (Córdoba), proba-blemente por tratarse de una operación re-

dundante. En cambio, con su asimilación for-mal a un viejo casco de estancia, el Laboratoriode Biotecnología y Ecología Ambiental de Chas-comús se presentó como una llamativa decla-ración de rechazo de las posturas sistémicascon las que el estudio se había embanderadoen etapas previas. Lo que, en rigor de verdad,no dejaba de ser un procedimiento típicamen-te vanguardista, puesto que lo que se proponíaera un inesperado cambio del carácter: si a co-mienzos de siglo sorprendía que una casa pa-reciera una fábrica, a fin de siglo sorprende queun laboratorio parezca una casa.

El Regionalismo de los ochenta fue en rigormucho más una fuerte operación crítica o undeseo que una realidad. Las arquitecturas deadobe propugnadas por Graciela Viñuales nohan dado lugar a ningún ejemplo relevante. Ytomado como único dato, el uso del ladrillo porparte de José Antonio Díaz, o de tantos otros,en los mejores casos no alcanza a diferenciarestas obras de las de tantos buenos ejemplosnorteamericanos o de las de Colin St. John Wil-son o Morton, Lupton and Smith, realizadas,como se sabe, en las Islas Británicas.

Arropados por tantas re-gresiones intelectuales, losviejos ricos obtuvieron fi-nalmente una legitimaciónmoderna de su conserva-

dorismo y lustraron más aún sus mármoles,platas, bronces y antiguas maderas.

En este contexto, el doctor Carlos Menem,segundo presidente elegido en democracia, ex-hibió en las publicaciones locales, que reme-daban las dedicadas a la realeza europea o a lahigh society norteamericana, una restauración“clasicistizante” de la residencia de Olivos, co-mo punta de lanza de los modelos de habitarque parecen hacer perder el sueño a las elitesdel nuevo cambio de siglo. En consonancia, unaexposición sobre la obra de Alejandro Bustilloya había consagrado en el Museo Nacional deBellas Artes, con pompas y honores, al Llao-llao, el Banco de la Nación y la rambla de Mardel Plata, las execradas –por los primeros mo-

dernistas– arquitecturas de la “década infame”.Como si creyeran todavía en la potencia sub-

versiva de un Modernismo inspirado por lossoviets, las elites desdeñaron no solo todo com-promiso vanguardista sino incluso de mode-rado Modernismo clásico, y cuando constru-yeron sus nuevas residencias, sin animarse aremedar directamente palacetes franceses, exi-gieron ejes de simetría, mármoles y cours d’-honneur, en una parodia de Monumentalismoque los neomodernistas no podían resolver sinzozobras, ni sus adversarios posmodernos sinresultados patéticos.

Como expresión de la resistencia a la des-trucción indiscriminada de los testimonios delpasado, provocada por una dinámica ediliciasolo regida por las leyes del máximo y más rá-pido beneficio económico, pero también comomanifestación de las corrientes regresivas quehemos apuntado, y como parte de las olas devalorización de los rasgos locales promovidaspor la industria turística internacional, a par-tir de los ochenta se desarrolló con una in-tensidad y difusión hasta entonces nunca al-canzadas la preservación del patrimonio(v.).

Paradójicamente, los mismos sectores quecon espíritu neoconservador constru-yen y habitan las casitas neo-neo-neo-Tudor que tapizaron las periferias co-quetas de las ciudades en los ochentay noventa no pestañean frente a la des-trucción de las obras en que se con-densan de manera más poderosa el ta-lento y las energías de los hombres ymujeres del pasado. Así, a partir de los años ochenta cre-

ció de una manera no registrada hasta enton-ces la actividad del reciclaje; en parte porque setrataba de operaciones que requerían de inver-siones de pequeño volumen relativo, pero tam-bién porque hacia finales del siglo veinte Bue-nos Aires, Córdoba, Rosario y otras grandesciudades del país habían colmado los vacíos desu tejido y heredaban un vasto patrimonio cons-truido desde finales del siglo anterior.

No siempre el reciclaje se realizó con cui-dado y profesionalismo, y las más de las vecesse trató del apurado aprovechamiento econó-mico de estructuras preexistentes. Sin embar-go se consiguieron algunas piezas destacables,como las fundaciones Antorchas y Tarea, enBuenos Aires, el Patio de la Madera, en Rosa-rio; y, en Córdoba, la preservación y puesta envalor del oratorio Obispo Mercadillo, de Eduar-do Gaggiano, y la Cripta Jesuítica (1989-90),de Roberto Ghione y Guillermo Irós.

Reciclar viejas casas chorizo se hizo frecuente

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en todo el país, al punto de inducir a la redac-ción de manuales ad hoc. Entre los numerosí-simos trabajos de este tipo pueden mencionarselos realizados por Irene Joselevich, Rodolfo So-rondo, Jorge Hampton, Emilio Rivoira (v.),Eduardo Lacroze y José Ignacio Miguens.

Por su continuidad a lo largo de distintasadministraciones, por el protagonismo otorga-do a los habitantes y por la calidad conseguida,debe destacarse el programa Recup que, lide-rado por Margarita Charrière y con apoyo de or-ganismos franceses, avanzó en la recuperaciónde los conventillos de la Boca, tema que contócon una experiencia similar en San Telmo, conel apoyo de la Junta de Andalucía. Se trata dedistintas experiencias piloto que procuraron se-ñalar algunas modalidades de operación comoposibles de ser continuadas y expandidas. Eneste clima político y cultural en el que la pala-bra “conservador” perdió el sentido negativoque la había caracterizado en períodos anterio-res, también la preocupación por “crear ciudad”que había presidido las intervenciones masivasen vivienda fue sustituida por la recuperaciónde las formas urbanas preexistentes, y particu-larmente de la cuadrícula colonial. La escalamasiva fue reemplazada por la de intervencio-nes relativamente pequeñas y el tipo individualcreado por los inmigrantes a principios del si-glo XX, la casa chorizo, fue instituido como laalternativa al “inhumano monoblock”.

El modelo de la casita individual y el barriode baja densidad se articuló con los bajos pre-supuestos de los organismos oficiales, y de es-te modo tuvieron lugar una serie de concursospara viviendas promovidos por el FONAVI.Hubo algunos resultados plausibles por su ca-pacidad de síntesis y por la imaginación apli-cada a aportar cualidades dentro de programasmuy limitados, como el conjunto que cons-truyeron en Mercedes (Provincia de BuenosAires) Cajide, Farji, Gombinsky y Nasif (1980-1984). Pero 200 viviendas en San Fernandodel Valle de Catamarca, 248 en Carmen de Pa-tagones, 100 en Trelew, 110 en Río Cuarto, 250en Rawson fueron los volúmenes de obra queen un país con carencias millonarias movili-zaron a centenares de profesionales para ter-minar, en la mayor parte de los casos, agru-pando unidades con los mismos afanes, losmismos tics y la misma antieconómica rela-ción entre infraestructuras y costos abordadospor Pasman (v.) y Medhurst Thomas (v.) cuan-do, a comienzos del siglo, la Comisión Na-cional de Casas Baratas comenzaba a balbu-cear soluciones para el problema de lahabitación popular.

Con la baja densidad, especialmente a lo lar-go de la primera década del período, la Memo-ria se ubicó en el lugar del Proyecto, el impul-so hacia las promesas del futuro fue desplazadopor la nostalgia del pasado y la experimentacióntecnológica sustituida por la reivindicación delos sistemas tradicionales, especialmente delseguro ladrillo. El populismo, en el sentido fuer-te de los años calientes, dejó su lugar al popu-lismo inofensivo del nac&pop, que ya no bus-caba al meneado “pueblo” en las calles y lasplazas, sino entre malvones y “enjaulados cie-los” de tardecitas de barrio.

Buenos ejemplos del giro hacia la memo-ria en el debate sobre la vivienda popular fue-ron el conjunto de Arroyito, en Córdoba, deGramática, Guerrero, Morini, Pisani, Rampu-lla y Urtubey, y el ya mencionado de Moscatoy Schere. El primero, porque demostró la fuer-za del impulso regresivo, capaz de torcer el va-lioso camino de exploración de un grupo co-mo el de Morini, al punto de hacerlo retrocederhasta el momento inicial de la arquitectura dela vivienda popular en Córdoba, el conjunto decasas baratas de Kronfuss de 1924, como si na-da hubiera ocurrido desde entonces. El se-gundo, porque el empleo del tipo “chorizo” al-canzaba en él un excelente grado de elaboraciónque, por eso mismo, demostraba los límitesextremadamente estrechos de esta estrategia.

Para los sectores medios más acomodados,en Pinamar, Villa Carlos Paz, Punta del Estey otras estaciones de veraneo se construyeronconjuntos pequeños de viviendas igualmentepequeñas con los que se procuraba crear si-tuaciones de escala intermedia entre las di-mensiones urbana y privada. Los resultadosinteresantes no fueron la regla, pero los hu-bo, y entre ellos se cuentan obras como el con-junto de Manantiales, de MSGSSV; el gruporealizado por Andrés Mariash en la calle Mau-re, en Buenos Aires, o el conjunto de vivien-das en Campana, proyectado por Baudizzone,Lestard y Varas.

La sustitución del discurso de la “cantidad”por el de la “cualidad” actuó como ideologíaconsolatoria, a la manera de lo ocurrido con la“ciudad por partes”. El Estado empobrecido delos ochenta ya no estaba en condiciones de ha-cer frente a las inversiones masivas en vivien-da que habían engordado a las grandes em-presas en el período anterior y, en consecuencia,el debate sobre las “políticas de vivienda” fuepasando de moda. Esta conducta, dominanteen la AR con independencia del signo políticode los gobiernos nacionales, fue acompañadapor acciones menores de impacto propagan-

dístico, en algunas administraciones regiona-les y locales, o en las últimas expresiones dela política del FONAVI del período anterior.Pueden citarse a modo de ejemplo, en el casode la Provincia de Buenos Aires, los proyectosencarados en Vicente López por el equipo deLeston, en San Isidro; el ya mencionado con-junto para SIDERCA, del estudio Baudizzone-Lestard-Varas; el proyecto del estudio de JorgeErbin para la Comisión de la Vivienda en Bue-nos Aires, y el conjunto Las Catonas, en More-no, de Cano, Lluma y Trajtenberg.

Dentro del sistema FONAVI, Gramática,Guerrero, Morini, Pisani, Rampulla y Urtubeyconstruyeron en Córdoba un conjunto de 839viviendas para el Sindicato de Empleados Pú-blicos, utilizando sistemas livianos de prefa-bricación y agrupando las viviendas en patiosde forma octogonal. A través de su ComisiónMunicipal de la Vivienda, la ciudad de BuenosAires llevó a cabo varios conjuntos en terrenosde su propiedad, entre los que se destaca el Car-denal Antonio Samoré.

Enlazándose con las experiencias realizadaspor Horacio Berreta al frente de los grupos CE-VE (Centro Experimental de la Vivienda Eco-nómica) en Córdoba, y por Víctor Pelli (v.) en laUniversidad Nacional del Nordeste, en el de-bate arquitectónico la conservadora actitud deconsagración de lo dado se tradujo en la legi-timación de la llamada “vivienda semilla” porla que el Estado se hace cargo de una unidadelemental de aproximadamente 25 m2, y dejaa los ocupantes –familias de cuatro, seis o másmiembros– el “completamiento” de la unidaden el tiempo. Esta iniciativa tuvo una primeraverificación en la Capital Federal con motivo dela demolición de un viejo edificio “intrusado”,el albergue Warnes (1992). La experiencia dela “vivienda semilla” estuvo asociada a una me-dida que se implementó también en la Provin-cia de Buenos Aires: la radicación de villas yasentamientos.

En las antípodas de cualquier intento de ra-cionalización y solución al gigantesco déficitde viviendas, mediante estas políticas se dioprioridad a las necesidades inmediatas de al-gunos habitantes de estos campamentos pre-carios, y se les otorgó en propiedad los terre-nos en que estaban asentados y se dejó libradaa su suerte no solo la construcción de unida-des mínimamente aceptables desde un puntode vista higiénico, sino también la provisiónde las infraestructuras necesarias. Una vez más,el inmediatismo condicionado por las deman-das políticas se impuso a criterios de largo pla-zo que procuraran una razonable economía de

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los recursos socialmente disponibles y un fu-turo integrado con el resto de la sociedad.

MIGRANTES.

La condición de fluidez, de ir y venir de lascosas y los seres, y de constante intercomuni-cación, típica de la cultura moderna, se acen-tuó en el país en el último tramo del siglo araíz de las particulares circunstancias políticas,sociales, culturales y económicas que caracte-rizaron su historia. Pero una asimetría elementalno debe dejar de ser señalada: mientras quela de los extranjeros con la Argentina es una re-lación transitoria, la de los argentinos en elexterior es de larga duración y en muchos ca-sos definitiva.

La contribución de arquitectos extranjerosse manifestó de dos maneras. Por un lado, através de grandes nombres de la arquitecturainternacional y, por el otro, mediante la fusiónde firmas locales con oficinas de prestigio, ma-yoritariamente norteamericanas. El fenómenodebe vincularse a la difusión del consumo deobjetos de “marca”, los que si en general ase-guran presuntamente a sus usuarios la parti-cipación en un círculo legitimado, en el caso dela arquitectura permiten, mediante la firma delautor, sobrevivir a las incertidumbres de nor-ma producidas por la liquidación de estructu-ras socializadas de consagración disciplinar.

Al menos, este ha sido el caso de algunossonados ejemplos, como el del edificio de laBanca del Lavoro, construido por Mario Bottaen la Capital Federal, o el del encargo del Cha-se Manhattan Bank a Skidmore Owings y Me-rrill. Buenos Aires hubiera contado con su pro-pio Aldo Rossi de haber avanzado un proyectode edificio de oficinas que el maestro de Milánconcibió en los comienzos de nuestro período.

Otra expresión del fenómeno es la magní-fica construcción ideada por Oriol Bohigas pa-ra la ciudad de Rosario, que aporta un nuevoespacio público a la ciudad y contribuye a laconstrucción del paisaje de las barrancas delParaná. En ese clima de apertura, Rosario tam-bién acogió obras y proyectos de Á. Siza (pe-queño conjunto de viviendas), E. Miralles (puen-te), y M. Corea Aiello (centros barriales).

De igual modo, en Buenos Aires, el proyectoy la construcción de un no demasiado trascen-dente puente peatonal sobre los diques de Puer-to Madero permitió incluir el nombre de San-tiago Calatrava en esa operación. Y es el prestigio“mundializado” de sus nombres lo que ha de-terminado la contratación de varias de las masimportantes obras con César Pelli (v.) —torresBank Boston y Telefónica—, Rafael Viñoly (v.)

—museo Fortabat, casa Constantini, edificioen Palermo—, Emilio Ambaz (v.) —Museo deArte Contemporáneo de Buenos Aires— y Car-los Ott —aeropuertos de Usuahia y Calafate,oficinas en Buenos Aires.

Así como en estos años han sido destaca-bles algunas intervenciones de arquitectos yoficinas venidos de otros países, también lofueron las de algunos arquitectos argentinosen el extranjero.

El llamado “grupo argentino” en los Esta-dos Unidos fue una consecuencia de los des-plazamientos de la década del sesenta. Conuna fuerte impronta de la semiología france-sa, Diana Agrest, Mario Gandelsonas (v.), Jor-ge Silvetti, Rodolfo Machado (v.) y Emilio Am-baz contribuyeron fuertemente al proceso dereelaboración teórica que procuraba restituirnuevas bases teóricas para la disciplina y hantenido su más importante marco de recono-

cimiento a partir de su acción académica. Adiferencia de ellos, puede identificarse un se-gundo grupo, vinculado desde el inicio con laacción profesional. Se trata de figuras igual-mente relevantes que, como en en el caso delas anteriores, aquí solo nos limitaremos a men-cionar, remitiendo a las correspondientes vo-ces de este diccionario para un análisis más de-tallado. Nos referimos a Cesar Pelli y RafaelViñoly en los Estados Unidos, y en España aMario Corea (v.) y Antonio Díaz.

Pero también comparten este camino re-presentantes de nuevas generaciones, como Pa-blo Katz, Ignacio Dahl Rocha, Adrián Luchiniy Laura Spinadel con Claudio Blazica (+ 2001).

Los proyectos del estudio que Pablo Katzdirige con Pierre Granveaud y Georges Peres-setchensky en París suelen alcanzar la escalaurbana. Se caracterizan por una cuidadosa con-sideración de las condiciones de contexto y poruna fuerte voluntad de construir espacios co-lectivos mediante la participación de numero-

sos actores públicos y privados, pero sosteni-dos por claros marcos de ordenamiento físico.Algunas de sus intervenciones notables sonlos conjuntos de Le Parc Seine Rive Gauchey la Cité des Arts et des Nouvelles Technolo-gies en Fort D’Aubervilliers. En la escala de laarquitectura, Katz-Granveaud-Peressetchenskyexhiben una notable consistencia y seguridad,pero también una destacable voluntad propo-sitiva. Unas condiciones que se traducen en laelaboración de piezas ajustadas a la demanda,pero simultáneamente de gran impacto y sín-tesis, como el jardín de infantes en el Ilôt Flan-dre-Rouen, en París, y el Palacio de Congre-sos, en Périgeux-Surf.

Ignacio Dahl Rocha tuvo un primer im-portante reconocimiento internacional cuan-do su casa en San Isidro (con Francisco Billoche Ignacio Ramos) fue seleccionada para el Pre-mio Andrea Palladio, una de las distincionesmás prestigiosas para la joven arquitectura. EnSuiza, Dahl Rocha consolidó una relación conJacques Richter –heredero de una de las prin-cipales oficinas de arquitectura del cantón fran-cés–, que había comenzado durante los añosde especialización en la Universidad de Yale.Producto de esta asociación han sido edificiossiempre refinados, sorprendentes y de una graneficacia profesional, como el Espacité, en LaChaux des Fonds (1987-1994), los de las ofi-cinas de EOS, en Lausanne, los prototipos pa-ra refugios de invierno, en el valle de Joux, elMuseo de Arte Contemporáneo de Pully y lostalleres de mantenimiento ferroviario en Gi-nebra. De sus realizaciones recientes, la másimportante es la ampliación del edificio Nes-tlé, una pieza canónica de la Arquitectura Mo-derna en Suiza, proyectado por Tschumi. Laintervención de Richter-Dahl Rocha desarro-lla en una nueva dimensión las cualidades dela obra de Tschumi, llegando en el núcleo dearticulación de los edificios a su momento demayor intensidad.

Siguiendo la senda abierta por Eduardo Ca-talano, Adrián Luchini obtuvo su maestría enArquitectura en la Universidad de Harvard ydecidió permanecer en los Estados Unidos. Susensibilidad como diseñador se expresa en nu-merosos detalles de intervenciones de peque-ña escala, como en las casas Cooper Bauer yMaritz-Starek, aunque sus oscilaciones de gus-to –del deconstructivismo de los primeros tra-bajos al interés por autopistas y formas curvasen los últimos– sugieren la necesidad de unamayor maduración, quizás posible sobre la ba-se del ejercicio de una más ajustada economíade recursos. La estupenda casa Piku, en De-

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u PUENTE DE LA MUJER, EN PUERTO MADERO, DE CALATRAVA.

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troit, una construcción “blanca” en la que lamayor riqueza de espacios, vistas y luces se ob-tiene mediante operaciones relativamente sen-cillas, es una señal del potencial encerradoen esa posibilidad.

BUS-Architektur, la oficina que identificaal estudio formado por Laura Spinadel y Clau-dio Blazica (con Rainer Laics), opera en Viena,donde ambos se trasladaron a comienzos de ladécada del noventa. Las obras construidas y losproyectos de BUS son, a la vez, producto deuna percepción refinada de la forma y de unestudio atento de las posibilidades programá-ticas y constructivas. En el conjunto de viviendasen Leberberg, así como en el jardín de infan-tes en Gudrunstrasse / Erlachplatz, edificadoen un barrio popular de Viena, se verifica unacuidadosa articulación con el entorno naturaly artificial y, al mismo tiempo, los delicadosjuegos compositivos a partir de valencias mo-dernistas aún abiertas que son característicosde esta oficina. El conjunto “Homeworkers”,con el que han obtenido el premio europeo Ot-to Wagner en 1998, constituye una propuesta

innovadora de articulación entre programasprivados y públicos de vivienda, trabajo y co-mercio. A la vez ciudad en pequeño y arqui-tectura grande, el conjunto es un aporte des-tacable a la reconsideración de las formas dehabitar y de módulos urbanos alternativos decara al nuevo siglo.

NUEVOS PROTAGONISTAS.

A diferencia de lo que ha ocurrido en Bue-nos Aires o en Córdoba, probablemente comoconsecuencia de la relativamente vivaz condi-ción de su Facultad de Arquitectura, de la exis-tencia del activo Grupo R (1993), motorizadorde un sinnúmero de debates –comenzados en1991 con el Congreso “La Construcción delPensamiento”– y de las visitas de representa-tivos arquitectos extranjeros, o de la plural, in-usitada y productiva articulación entre técni-cos y políticos en la administración de la ciudad,lo ocurrido en Rosario constituye un caso ejem-plar por el lugar de relevancia que han ido ocu-pando figuras que comenzaron a actuar en elperíodo que analizamos. Allí se destaca el gru-

po de Alberdi, Real y Gallino, o Marcelo Vi-llafañe, Gerardo Caballero y Rafael Iglesia (v.).Los primeros han construido un edificio parala administración y el control de una ruta(1996), caracterizado por el desprejuiciado des-pliegue de su cubierta y por su construcciónajustada al carácter ligero del tema, mientrasque de Villafañe se pueden reconocer signosde una vocación minimalista, especialmenteen las austeras casas D’Angelo (1994) y Calo-gero (1995). Formado en los Estados Unidos yen España, Gerardo Caballero es uno de losmás sensibles arquitectos argentinos del finde siglo. Si bien esa cualidad es todavía máselocuente en sus sketches, cercanos a una cali-grafía japonesa, la mera existencia de una obraa la vez ínfima y potente como su quincho Pu-ricelli (1992) es suficiente para reconocer enél a una figura excepcional. Esa misma sensi-bilidad, en la que resuena una cultura sofisti-cada y a la vez una modestia genuina, puedeverificarse también en sus intervenciones, alborde de la desaparición, en la plaza Santa Cruz(1991). La obra de Iglesia, madurada en la úl-

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u INSTITUTO DE REHABILITACIÓN MUNICIPAL, EN VICENTE LÓPEZ, PROVINCIA DE BUENOS AIRES, DE CLAUDIO VEKSTEIN Y MARTA TELLO.

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tima década, merece una mención especial,puesto que ha logrado alcanzar una excepcio-nal consistencia, creatividad y articulación consus circunstancias de lugar y tiempo. El suyoes un caso ejemplar de curiosidad teórica uni-da a una singular pasión por la praxis comoproducto de un largo proceso de maduración.Estas características son evidentes en la expe-rimentación que tiene lugar a lo largo de dis-tintas obras, sin importar si se trata de inter-venciones mínimas (una escalera en una casa,un quincho), edificios (propiedad horizontalen Rosario), casas (pabellón junto al río) o pro-gramas aparentemente bizarros, como las ins-talaciones sanitarias de un parque de diver-siones. Precisamente por esa ductilidad, eltrabajo de Iglesia, en el marco de la situaciónrosarina, demuestra que las debilidades de laAR en la Argentina no son producto directo delas dificultades económicas ni de la ausenciade demandas, sino de la persistencia de unaconcepción profesionalista, pragmática, an-tiintelectual e inmediatista, que no puede sinodar como resultado la banalidad.

Es que, si la actividad de los jóvenes rosa-rinos más destacados se recorta sobre un in-tenso clima de apertura institucional y cultural,la situación es muy distinta en Buenos Aireso en Córdoba, donde las nuevas generacionesestán obligadas a enfrentar y perforar un siste-ma dominado por quienes poseen, y no estándispuestos a ceder o compartir, los lazos queanudan influencia política, poder económico yejercicio profesional. Por ese motivo, numero-sas figuras destacadas por la singular calidadde sus aportes ocupan un espacio reducido queno refleja el valor relativo de sus trabajos.

No caben dudas de que el Museo Xul So-lar, de Pablo Beitía, podría disputar con muypocas otras obras el lugar del mejor edificiode la AR en la Argentina. Construido graciasa una dedicación y un fervor artesanal ex-traordinarios, en él se traman numerosas lí-neas de sentido, desde los espacios concebi-dos por el artista a quien el edificio estádedicado hasta la particular morfología de laciudad, pasando por los ecos de la espaciali-dad y la cualidad constructiva del Banco deLondres y de las exasperaciones lingüísticasde Peter Eisenman. Beitía ha continuado es-tas mismas búsquedas, perfectamente cons-ciente de las resonancias barrocas de su ar-quitectura en la casa de la calle Borges. Aunqueesta vez explorando formas curvas, allí la man-zana es tomada nuevamente como un bloquecompacto en el que la obra debe ser excavada,lo que determina su morfología de gruta y

su luminosidad dominantemente cenital.También el trabajo de Veckstein, en una la

línea de búsqueda fuertemente marcada porsu relación con Enric Miralles y por la influenciade artistas alemanes, como Joseph Beuys, cons-tituye una alternativa agresiva al profesiona-lismo y a su expresión en “ideas claras y fuer-tes”. Intrincada y oscura, por momentos hastael extremo de la autoironía, la obra de Vecks-tein ha afrontado y salido airosa de varias prue-bas de realidad. El parque de la costa de VicenteLópez —y especialmente su auditorio descu-bierto— o el edificio de servicios de salud pa-ra el municipio son prueba de una capacidadpoco frecuente de articular densos presupuestosteóricos con una adecuada solución del pro-blema planteado y la búsqueda de caminos ex-presivos en dirección opuesta a la “discreción”aceptada como tradición modernista local, y elaferrarse para ello a la única guía del propiocuerpo a través de los sentidos, del instinto odel deseo, no agota el panorama de posibili-dades exploradas por estos jóvenes.

De una manera menos frontal, Bilik, Ca-ram y Del Toro, Fuentes y Clusellas prefie-ren examinar valencias todavía abiertas en ununiverso del que se sienten partícipes y del queaún reivindican referentes. Los primeros hanrealizado obras austeras, de geometrías sim-ples, que recorren con seguridad las solucio-nes de la tradición modernista. Clusellas, des-pués de su experiencia con Horacio Baliero, hacontinuado construyendo en la zona de Colo-nia pequeñas obras como la “casa azul”, queiluminan con cautela e imaginación las posi-bilidades expresivas de viejos temas como lospilotes, las grandes cubiertas de chapa o las tí-picas casas de la ribera.

También Oscar Fuentes ha mostrado equi-librio en la concepción de proyectos como elParque de Mendoza, verificado asimismo encasas individuales y en edificios de viviendacolectiva, una actitud que es compartida porgrupos como Becker y Ferrari, o figuras co-mo Marcelo Vila.

En Córdoba el interés por una arquitectu-ra mesurada, de líneas elegantes pero a la vezpreocupada por la condición matérica de lasobras, comienzan a destacarse en un espaciosimilar jóvenes como Leopoldo Laguinge, Et-kin, Goldenberg, Mullius, Santillan e Ivetta (bi-blioteca de la Universidad de Río Cuarto), Ber-tolino (Jardin Botánico de la ciudad deCordoba), o Ian Dutari.

Un extremo opuesto al de esta continuidadcon las figuras y soluciones históricas es ocu-pado por quienes comienzan a internarse en

los novedosos universos técnicos, teóricos yformales derivados de los instrumentos infor-máticos. Con una formación de posgrado enlos Estados Unidos, Hernán Díaz Alonso, Mar-celo Spina y Sebastian Kohurian pertenecen auna generación egresada en la última déca-da, por lo que su contribución puede apreciarsetodavía en proyectos, destacables por enfren-tar problemas y métodos de avanzada (paisa-jes de datos, superficies curvas continuas noregladas, arquitectura de escala infraestruc-tural) y por representar un desafío —hasta elextremo de un formalismo barroco— a la lí-nea dominante de la “tradición” local.

Para concluir, una descripción de la AR enla Argentina no debería dejar de mencionarla producción de uno de los grupos que másradicalmente ha venido procurando contestarla existencia misma de la institución arqui-tectónica, aun a riesgo de la propia desapari-ción, y con ello del sentido mismo de la ope-ración en curso. Con sus intervencionespolítico-mediáticas, M777, el “colectivo” inte-grado por Mauricio Corbalan, Gustavo Dié-guez, Lucas Gilardi, Daniel Goldaracena y PíoTorroja, corroe mediante acciones, nocionesy propuestas el sentido común y procura po-ner en discusión los fundamentos mismos deuna disciplina que, por definición, asienta suexistencia en el Poder. J. F. L.

RECINTO. m. En arqueología, todo tipo de cons-trucción de forma rectangular, cuadrada o conextremos redondeados que la acercan a esasformas sencillas. Fue la construcción básicade la época precolombina, sea en piedra, ado-be o de cualquier otro material.

El recinto define un espacio interno dife-rente de otro externo, y sus funciones fueronmúltiples. El más común es el que era usadocomo vivienda; puede proceder de la unión devarios recintos, que forman unidades o con-juntos, incluyendo áreas techadas y otras abier-tas, unidas entre sí. En el Pukará de Tilcara (Ju-juy) puede vérselas restauradas y con techo, enTastil (Tucumán) se las observa unidas entresí, cubriendo laderas enteras del cerro.

RECINTO PERIMETRAL COMPUESTO. (RPC)Tipo de instalación recurrente en el área an-dina, caracterizada por un conjunto de espa-cios cuadrangulares que se unen e integrancon un muro perimetral, definiendo un granespacio central común.

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La piedra canteada es la materia prima quepredomina en este tipo de construcción, aun-que se observan asimismo variaciones localesque incluyen el empleo de tapia o de adobe. Sibien la aparición de este tipo de estructura esanterior al Imperio Inca, a este corresponde suestandarización, asociada a la búsqueda de undiseño urbano regularizado. La definición deun gran espacio interno separado del externopor un muro perimetral da origen a la “can-cha” o “kancha” incaica, destinada a usos di-versos, incluso el de servir como corral de ani-males domésticos. En aquellos casos en que latopografía dificulta la construcción, el RPCpierde parte de su regularidad, si bien man-tiene siempre rasgos específicos de su estruc-tura formal. A. I. / D. S.

REDUCCIÓN. m. Durante el período hispánico,tipo particular de organización urbana, en fun-ción de la actividad misionera dirigida a evan-gelizar a los pueblos aborígenes americanos.

Existían dos alternativas básicas de evan-gelización: las misiones itinerantes, realizadaspor agentes pastorales desde las ciudades ha-cia las aldeas o asentamientos tribales, o el es-tablecimiento de misiones permanentes entrelos indios, cuyas tribus o clanes se agrupa-ban en ciertos casos en pequeños poblados ocentros de mediana magnitud. En estos cen-tros, denominados “reducciones” a partir deuna disposición dada en 1551 por el emperadorCarlos V con otras posteriores concordantes,se preveía que los aborígenes americanos “fue-sen reducidos a pueblos, y no viviesen dividi-dos y separados por las sierras y montes, pri-vándose de todo beneficio espiritual y temporal,sin socorro de nuestros ministros, y del queobligan las necesidades humanas, que debendar unos hombres a otros”.

Las disposiciones relativas a reduccionesy pueblos de indios han quedado recopiladasen el Título III del Libro VI de las Leyes de In-dias, y algunos de los temas regulados eran:que los prelados ayuden y faciliten las reduc-ciones; que en cada reducción haya iglesia conpuerta y llave; que en cada pueblo haya dos otres cantores y un sacristán; que a los indiosreducidos no se les quiten las tierras que an-tes hubieran tenido; que no se puedan mudarlas reducciones sin orden del Rey, Virrey o Au-diencia; que en las reducciones haya alcal-des y regidores indios; que cerca de las re-ducciones no haya estancias de ganado,además de otras limitaciones a la permanen-

cia de españoles en la reducciones, etc.El sistema reduccional fue aplicado en el

Río de la Plata a partir de 1581 por los francis-canos fray Alonso de San Buenaventura y frayLuis Bolaños, quienes formaron entre 1585 y1587, sobre el río Paraguay, las poblaciones dePitún, San Pedro de Ipané y Guarambaré, has-ta unos 200 km al norte de Asunción, y ha-cia el sudeste las de Itá y Yaguarón. Despuésfundaron otras en las áreas comarcales de Co-rrientes, Santa Fe y Buenos Aires.

La Compañía de Jesús asumió la metodo-logía reduccional para sus célebres MisionesJesuíticas (v.) de Guaraníes a partir de 1609. Susprincipales diferencias con el proyecto francis-cano consisten en no haber sido encarada enforma comarcal cerca de las ciudades hispano-criollas, sino a distancia de estas para procurarun mayor resguardo de las culturas autóctonas.

A mediados del siglo XVIII, al sur del ríoSalado, proyectaron los jesuitas tres reduc-ciones que tenían entre sus propósitos la evan-gelización y la preservación cultural y étnicade dos grupos autóctonos: los pampas primi-tivos y los tehuelches o gününa-küne, amena-zados por el avance de la araucanización. Esteemprendimiento fracasó.

Todavía a fines del siglo XIX, al organizar-se las misiones patagónicas de los salesianos,se replanteó la alternativa entre misiones iti-nerantes o reducciones estables. Dentro delsistema de reducción, monseñor Fagnano fun-dó el pueblo de Río Grande, al norte de Tierradel Fuego, con familias aborígenes de la cul-tura ona. A. D. P.

Bibliografía: C. Bruno S. D. B. Vols. I-V. Historia de la

Iglesia en la Argentina. Bs. As.: Ed. Don Bosco, s/f;

A. de Paula. “Carmen de Patagones, centro misional

del sur argentino”. En: N. T. Auza y L. V. Favero (ed.).

Iglesia e Inmigración. Bs. As.: CEMLA, 1991.

REGLAMENTO. m. Conjunto de instrumentosque emplea la administración comunal en tan-to árbitro entre los intereses particulares yel bien común, para regular la producción delespacio urbano: ordenanzas, reglamentos, có-digos de edificación y urbanísticos. En su con-fección inciden las restricciones impuestas aldominio privado por los códigos de derechocivil y administrativo, junto con la jurispru-dencia acumulada.

En términos generales, la legislación con-sagra y/o proscribe determinados usos y cos-tumbres, induciendo nuevas modalidades de

producción del espacio, acordes con los inte-reses en juego y con los modelos urbanos ca-racterísticos de cada momento histórico. Lanorma edilicia se presenta generalmente co-mo ahistórica, pero su derogación, su no cum-plimiento o su sustitución por otra nueva, ase-guran un relativo ajuste entre el cuerpo dereglas y las transformaciones sociales.

Las principales temáticas de los reglamen-tos se refieren al control de las fronteras entrelos dominios público y privado, la seguridad,la higiene, la estética, la habitabilidad de losedificios y las modalidades administrativas dela gestión urbana.

La legislación edilicia está formada por unconjunto de normas jurídicas que pueden te-ner carácter genérico o específico. Genéricosson las Ordenanzas Reglamentarias o los Re-glamentos generales. Especificos son los Acuer-dos, Decretos, Disposiciones, Instrucciones,Ordenanzas y Resoluciones que afectan a ca-sos particulares.

Los Códigos de Edificación, si bien suelenretomar como antecedente parte de la norma-tiva previa, modifican sustancialmente la le-gislación al instituirse como corpus orgánicos,homogéneos, metódicos y sistemáticos de pre-ceptos jurídicos. Con la emergencia de los có-digos urbanísticos, las normas vinculadas alespacio público comienzan a diferenciarse delas pautas constructivas y de diseño de los edi-ficios. La separación entre códigos urbanísti-cos y edilicios, relativamente reciente, datade la segunda parte del siglo XX (v. Código).

Si bien la legislación actual es tributariadel siglo XIX, los arbitrajes entre actividadeshumanas en el medio urbano tienen expre-siones jurídicas muy antiguas. Uno de los do-cumentos históricos más completos es la leyreal relativa a la ciudad de Pérgamo (s. II). Susprincipales preocupaciones consistían en se-parar el espacio público del privado, eliminarlas construcciones que obstaculizaban las ca-lles y establecer la responsabilidad de la po-blación en la limpieza pública, en el uso de lasfuentes de agua y en el mantenimiento de lasparedes medianeras.

También en Roma se elabora una normati-va acerca de la seguridad contra incendios, ser-vidumbres de alineamientos, limitaciones enla altura de los edificios, distancias mínimas en-tre propiedades vecinas, etc. Entre otros objeti-vos se intentaba poner límites a la especulacióninmobiliaria, para lo cual se establecía la soli-citud de permisos de construcción y de demo-lición, y la obligación de restaurar o vender laspropiedades en ruinas. La ley de las XII Tablas,

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los Edictos de Vespasiano y Adriano, así comolas elaboraciones del Derecho Romano sobre eltema de las servidumbres, son algunos de losdocumentos jurídicos sobre los que se asientala legislación edilicia de Occidente.

La seguridad, la circulación asegurada porlos alineamientos y una amplia gama de ser-vidumbres de la propiedad son temáticas quepersisten hasta el siglo XVIII.

Durante los siglos XVIII y XIX las regla-mentaciones higiénico-sanitarias se perfec-cionan en Europa, y acompañan el crecimien-to de las ciudades, el desarrollo del conocimientocientífico y la organización de la Administra-ción Municipal. Las teorías sobre el asoleamientoy la contaminación (que se ponen de manifiestoen la reglamentación del ancho de las calles, laaltura de los edificios, la prohibición de activi-dades insalubres y su desplazamiento hacia lossuburbios) se combinan con criterios circula-torios y estéticos (regularidad en las fachadas,rectitud en las calles, etc.).

En América Latina, además de ese códigourbanístico fundacional que son las Leyes deIndias (1573) (v.), se promulga una rígida le-gislación colonial, de la que se destaca la le-gislación edilicia borbónica del siglo XVIII.Las sanciones de reglamentos y ordenanzasse vinculan habitualmente a cambios en laspolíticas urbanísticas.

Reglamentos en Buenos Aires: Con anteriori-dad a la aprobación del Código de Edificaciónde 1944, existieron en Buenos Aires diversosreglamentos de construcción —el primero da-ta de 1887— que fueron estableciendo progre-sivos controles en materia edilicia.

Antecedentes de esta legislación puedenhallarse en las ordenanzas elaboradas duran-te la gestión del virrey Vértiz y en las emitidaspor los Departamentos Técnicos de la Provin-cia de Buenos Aires durante el gobierno de Ri-vadavia. Pero recién después de la constituciónde la primera municipalidad porteña comien-za a sancionarse una serie de normas (con-temporánea de las primeras expropiaciones deutilidad pública) que se publican de maneraorgánica en el Digesto de Disposiciones Mu-nicipales (31.10.1872).

Entre la constitución de la primera Muni-cipalidad (1858) y la sanción del primer Códi-go de Edificación (1944), pueden diferenciarsetres etapas. La primera transcurre hasta la san-ción de la “Ordenanza reglamentaria de Cons-trucciones”, en 1887; la segunda incluye la ci-tada Ordenanza y sus posteriores modificacioneshasta 1918; la tercera se desarrolla entre la san-

ción del Reglamento general de Construccio-nes, de 1928, y sus sucesivas modificaciones,que preceden al Código de 1944.

Primera etapa: 1858-1887. Una serie de nor-mas sancionadas a partir de 1860 es el ante-cedente inmediato del primer reglamento deedificación. Dichas normas, eminentementeproscriptivas, establecen prohibiciones y san-ciones, y centran su atención en las condicio-nes sanitarias y de habitabilidad de las casascon cuartos de alquiler, los establecimientosde salud y las industrias.

También contemplan en menor medida cri-terios estéticos. En este sentido, cabe destacarla “Ordenanza sobre Arquería o Recova en elPaseo de Julio y de Colón” (25.02.1875) y laobligación de crear recovas en la Plaza 11 deSeptiembre (11.10.18 y 20.11.1873), “servi-

dumbres urbanísticas” que son mantenidashasta el Código de 1944.

En cuanto a las condiciones sanitarias y dehabitabilidad, la “Ordenanza sobre Salubridady Conservación de los Edificios” (30.07.1861),mejorada y ampliada por la Ordenanza de 1872,se destina a todo tipo de construcciones.

Las normas generales precedentes sonacompañadas por otras de carácter particularque legislan sobre “casas habitadas por más deuna familia”, (“hoteles”, “conventillos”, “bo-degones”, y “fondines”). Se trata de la “Orde-nanza sobre Inspección, Vigilancia e Higienede los hoteles o casas habitadas por más de unafamilia” (14.08.1871), del “reglamento para lascasas de inquilinato conventillos y bodegones”(16.08.1871), y del “Reglamento de órdenes re-lativas a limpieza” (27.09.1871).

En estas normas se precisan las condicio-nes de ocupación de las casas (se establece unacantidad máxima de habitantes por cuarto y seasigna un volumen mínimo de aire por per-

sona), las condiciones de habitabilidad e hi-giene (se fijan modos de ventilación, se pro-hiben habitar las cocinas, se establecen dis-tancias mínimas entre las piezas habitadas ylos espacios contaminantes) y las calidadesconstructivas que deben reunir los locales.

En estas preocupaciones sanitarias estánimplícitos los controles sociales que caracteri-zan las estrategias del higienismo en el sigloXIX. Concretamente, se obliga a confeccionarregistros de inquilinos y pasajeros, se organi-zan inspecciones periódicas de carácter sani-tario y policial, etc.

La verificación del cumplimiento de estasnormas municipales estaba a cargo en prime-ra instancia de las Comisiones de Higiene Pa-rroquial (que se consolidan en 1882 y están com-puestas por vecinos, profesionales y funcionariosmunicipales) y los comisionados de manza-na. El rol de los comisionados de manzana y elde los vecinos es esencial, pues la informaciónrecabada por ellos se concibe como “base de to-das las medidas sanitarias que se dicten”. Mástarde, con la reglamentación de la Oficina deIngenieros Municipales (1890) y la Oficina deInspección General (1898), las tareas de con-trol comienzan a ser desempeñadas exclusi-vamente por funcionarios municipales.

Aparentemente, quienes confeccionaronesta primera serie de normas fueron los téc-nicos de las reparticiones municipales de Hi-giene, Obras Públicas y Seguridad, con el apo-yo de profesionales reconocidos. Aunque elDepartamento de Higiene Pública tuvo un rolprotagónico en la definición de los lineamien-tos generales de las Ordenanzas, la interven-ción más directa en su redacción estuvo a car-go de las distintas reparticiones de higiene yobras públicas (el Consejo de Higiene Pública(1872), la Comisión de Higiene Municipal(1873), el Departamento de Obras Públicas y laComisión de Delineaciones (1873).

Segunda etapa: 1887-1928. Durante esta etapase promulgan las Ordenanzas Reglamentariasde Construcciones de 1887, 1891, 1904, 1911 y1918. El 21 de junio de 1887 el intendente Cres-po sanciona la Ordenanza Reglamentaria deConstrucciones, primer documento organiza-do y de alcance genérico sobre esta temática.La primera iniciativa para su promulgación seremonta a 1878, cuando la Sociedad Científi-ca Argentina nombra una Comisión para pro-yectar y redactar el Reglamento de Construc-ciones para la ciudad de Buenos Aires. La tarease lleva a cabo durante la Intendencia del In-tendente Alvear (1880-1886).

168 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ESTUDIOS PARA EL REGLAMENTO DE 1928.

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La versión final de este documento estuvoa cargo del ingeniero Juan A. Buschiazzo (v.),con la colaboración de otros miembros de laSociedad Científica y profesionales de la Ofi-cina de Ingenieros. En su redacción se tomócomo base la legislación preexistente, las re-glamentaciones europeas y la experiencia acu-mulada en la práctica por los funcionarios.

En las modificaciones posteriores de la nor-ma (1891, 1904), tuvo un rol determinantela Oficina de Ingenieros Municipales y su di-rector, el ingeniero Carlos M. Morales (v.). Mo-rales da a conocer las realizaciones locales,mediante la publicación de los proyectos ur-banísticos y de la legislación edilicia elabora-dos para Buenos Aires en numerosos eventosinternacionales.

A fines del siglo XIX, los Congresos de In-geniería e Industria y los Congresos Científi-cos Panamericanos son foros internacionalesde discusión e intercambio de ideas y expe-riencias entre especialistas y funcionarios. Lasreglamentaciones edilicias ocupan en ellos unespacio relevante.

Desde su nacimiento, las asociaciones pro-fesionales reclaman participación en la ela-boración de la normativa edilicia. En las revis-tas especializadas se publican artículos críticosy transcripciones completas de la normativa,en las que se precisan las modificaciones queproponen. Con posterioridad al Centenario, seconvoca a las asociaciones de arquitectos e in-genieros para integrar las comisiones de re-dacción de los nuevos reglamentos.

Los reglamentos de esta etapa incluyen ca-pítulos específicos y un cuerpo de carácter ge-nérico. El Reglamento de 1887 incluye entresus prescripciones específicas un capítulo pa-ra “las casas de vecindad e inquilinatos”. En1891 se le agregan dos capítulos referidos a “ce-menterios” y “mercados”, y en 1918 se sumandisposiciones para una amplia gama de in-muebles destinados a usos comerciales e in-dustriales (caballerizas, tambos, depósitos, etc.).

El primer reglamento (1887) organiza suspartes según los siguientes títulos: Permisosde Obra, Alineación, Alturas, Fachadas, De-moliciones, Muros, Precauciones contra In-cendios, Niveles, Obras Públicas y Veredas.Con leves modificaciones, los documentos de1891, 1904 y 1911 mantienen esta misma es-tructura, en tanto que el documento de 1918reorganiza los capítulos. Estos cambios reve-lan modificaciones conceptuales que se cris-talizan en el documento de 1928.

Los temas tratados pueden agruparse entorno de cuatro ejes principales:

a. Las tramitaciones, que incluyen permi-sos de construcción, agentes autorizados y mo-dalidades de control de la obra. Sus modalida-des se fueron precisando a medida que secrearon espacios de formación profesional yse organizó la Municipalidad. Desde el regla-mento de 1904 se tratan de manera indepen-diente las tramitaciones, los controles de obray los agentes autorizados, cuyas exigencias vanaumentando a lo largo de todo el período.

b. Los temas referidos al espacio público,cuyas normas son de dos tipos: las relaciona-das con intervenciones municipales de granescala o zonificaciones establecidas (o previs-tas), y las vinculadas con los límites entre el es-pacio público y el privado.

Algunas de las normas se vinculan con in-tervenciones públicas en vías de ejecución, co-mo la construcción de recovas, que antecede

al reglamento de 1887, las obligaciones de re-gularidad en torno de las plazas públicas, el re-querimiento de conciliar la arquitectura pri-vada en las adyacencias de los edificios públicos,las alturas obligatorias para los predios de Av.de Mayo, etc.

A fines del siglo XIX las zonificaciones aúnson fragmentarias. En la delimitación preva-lecen disposiciones de carácter higiénico (co-mo la obligación de localizar los estableci-mientos contaminantes “fuera del radio deveinte cuadras de la Plaza de la Victoria”) y laprotección o prohibición de usos habituales,en tanto se van perfilando elementos de jerar-quización del espacio urbano.

Las jerarquías urbanas —indicadas en dis-tintas zonificaciones— se dibujan junto con lostrazados de infraestructuras, las avenidas y lasvaluaciones impositivas. La delimitación de cier-tas áreas (“radio de iluminación a gas”, “de ilu-minación a querosén”, el tipo de pavimenta-ción de las calles, etc.) se vincula con el tendido

de redes que valoriza sectores urbanos. Para-lelamente, los edificios precarios se restringena determinadas áreas. Otro factor de jerarqui-zación espacial es la posibilidad de aumentarlas alturas edilicias sobre avenidas.

La primera zonificación de carácter gené-rico aparece en el Reglamento de Construc-ciones de 1911, que delimita cuatro áreas a losefectos del pago de derechos de línea, nivel yconstrucción.

La intensa discusión acerca del zoning, queaparece en los medios especializados despuésdel Centenario, se ve reflejada en la legislaciónque sectoriza paulatinamente la totalidad de laciudad de acuerdo con usos, materiales, altu-ras, etc., tal como se observa en el Reglamen-to de 1928 y queda consagrado por el Códigode Edificación de 1944.

c. La definición de los elementos que cons-tituyen las fronteras entre espacio público yprivado; históricamente, el eje central de losreglamentos. El tema se complejiza cuando lared de infraestructura y transporte atraviesa laciudad. Delineaciones, niveles, veredas, fa-chadas, alturas, etc., son elementos que debenasegurar la uniformidad y la estética del es-pacio público, pero su construcción y el man-tenimiento quedan a cargo de los propietarios.

Los cercos y veredas ocupan un espacio pri-vilegiado. En un principio se trató de impedirla utilización de materiales precarios en los cer-cos o la falta de delimitación entre los terrenosde particulares y la calle. A partir de 1887 sedetallan los materiales a utilizar.

El tema central del Reglamento de 1928 esel criterio de zonificación. En las calles excén-tricas no pavimentadas los cercos pueden serde “tejido de alambre sin zócalo”, pero en lascalles pavimentadas serán de un zócalo de mam-postería en cal, de 45 cm de espesor, revocadode los dos lados”. Sobre las vías de prestigio(cercos en Av. Alvear, Vértiz y Centenario, art.668) se obliga a utilizar materiales onerosos.

La legislación sobre las veredas tiene unaevolución similar. Con anterioridad a 1887 so-lo se proscriben situaciones precarias y ter-minaciones irregulares. En el Reglamento de1887 se detallan materiales y modalidades cons-tructivas. En 1928, se especifican normas pa-ra calles pavimentadas, sin pavimentar y ca-lles suburbanas.

Las primeras disposiciones acerca de las fa-chadas intentaban controlar la altura por mo-tivos de higiene, seguridad y estética, con pos-terioridad se agregan precisiones acerca de losmateriales y modalidades constructivas.

En principio se proscribieron elementos sus-

reg reg

169Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u ZONIFICACIÓN PROPUESTA POR EL REGLAMENTO DE 1928.

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ceptibles de invadir el espacio público. A partirde 1872 no se permitió el libre escurrimientode los desagües de los techos, la apertura depuertas y ventanas directamente hacia la ca-lle, los elementos fuera de línea (1880) y los bal-cones de más de un metro de voladizo (1887).En el reglamento de 1928, la partes de la fa-chada que avanzan sobre la línea municipal sontratadas en un capitulo especifico.

Las prescripciones sobre pinturas y mate-riales de las fachadas se relacionan con la hi-giene y la estética. A la obligación higienista deblanquear los frentes de las casas de inquilina-to (1872) se agrega la exigencia de terminar lasfachadas con ladrillo, estuco, piedra o de blan-quearlas (1886), en tanto que el revoque se im-pone (1928) en todos los inmuebles.

El uso de elementos estilísticos, como “lu-carnas”, “pilastras”, “techos a la Mansart”, “pi-náculos”, se fomenta en este período mien-tras que paralelamente se prohíbe utilizar elblanco como color en el área céntrica. En elreglamento de 1928, en el capítulo “Decora-ción de las Fachadas”, se incluye una serie deartículos referidos a los posibles componen-tes de los frentes.

La altura de la edificación se determina enfunción del ancho de las calles, según criteriosde seguridad, aireación y asoleamiento. El des-arrollo de las redes de infraestructura, la apa-rición de nuevas tecnologías y de modelos edi-licios y el encarecimiento de los terrenosurbanos suscitan una permanente tensión en-tre las alturas permitidas por el código y las ex-cepciones requeridas por los particulares.

En 1871 se establece una altura máxima de20 varas. En 1887 se fijan 16 m para calles me-

nores de 10 m y, para las mayores, se estable-ce un coeficiente en función del ancho de lacalle. En 1904 la altura máxima en avenidas esde 10 a 24 m, en tanto alcanza 32 m en 1928.

d. El espacio privado. La primera distinciónde los locales internos se establece a partir decriterios de habitabilidad. Se mencionan ex-plícitamente las habitaciones, las cocinas (v.)

y los patios. En lo que respecta a las primeras, se legis-

la en función de la higiene, las alturas interio-res (que oscilan entre 3 y 4 metros). Las otrasdimensiones no se determinan, excepto en lasviviendas colectivas (ocupadas por más de unafamilia), donde se prescriben los m3 de aire re-queridos por persona.

Los patios se caracterizan como espaciosno construidos, sinónimo de aireación e ilu-minación de los locales. En el Reglamento de1887 se determinan las diferencias entre patio(ventilación de locales principales) y pozo deaireación (destinado a locales de servicio). Enun primer momento se les asignan dimensio-nes mínimas para todo tipo de edificación. En1891 cambia el criterio y se establecen sus di-mensiones en función de la profundidad ode la superficie del terreno.

Los locales interiores —salas, comedores,piezas de servicio— son caracterizados en 1887a partir de las sobrecargas estructurales. Re-cién en 1928 se diferencian locales habitables,no habitables y dependencias.

La aparición en los reglamentos de ciertasdenominaciones de locales y disposiciones dauna pauta de la difusión de nuevas configu-raciones de viviendas.

En síntesis: durante estas dos primeras eta-

pas (1858-1887, 1887-1928) tiene lugar unaprogresiva incursión de lo público en lo pri-vado, que se refleja en permanentes restric-ciones a la propiedad. La conexión a obrasde infraestructura y el cambio en los modosde producción del hábitat y de “representaciónde lo urbano” van transformando las normaseminentemente proscriptivas propias de la pri-mera época. Sin embargo, las caracterizacionesedilicias, efectuadas bajo el prisma de la segu-ridad, la higiene y la estética, aún ofrecen imá-genes fragmentarias de las partes del edificio,de sus relaciones con el exterior o de los modosposibles de utilización el espacio urbano.

Tercera etapa: 1928-1944. El reglamento de1928 se diferencia conceptualmente de los an-teriores, pues intenta inducir formas de ocu-pación del espacio urbano y tipos de configu-ración edilicia.

La zonificación, que apenas se insinúa enlos reglamentos anteriores, es el eje organi-zador del espacio urbano. El Municipio se sub-divide en áreas y la localización es el factor de-terminante de las disposiciones edilicias.

Esta postura es tributaria del debate urba-nístico de la década del veinte, cuyos conteni-dos quedaron impresos en el Proyecto Orgá-nico para la Urbanización del Municipio,elaborado en 1925 por la Comisión de Estéti-ca Edilicia de la Intendencia Municipal. EsteProyecto incluía una propuesta preliminar dereglamento que fue retomada en 1928.

Según los autores, para la segmentación ur-bana se tomaron en cuenta las zonificacionesparciales anteriores, la distribución de la po-blación (situación actual y tendencias) y los va-

170 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u DETERMINACIÓN DE ALTURAS DE PATIOS INTERNOS, EN EL REGLAMENTO PARA LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, 1928.

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lores inmobiliarios. En realidad, los criteriosde zonificación que adoptaron parecen ajus-tarse al punto de vista del Urbanismo de Re-gulación (v. Urbanismo), que preconizaba el con-trol de la “congestión” provocada por elcrecimiento urbano mediante la graduación dedensidades entre el centro y los suburbios.

El Reglamento de 1928 divide la Capital entres zonas, en función de las cuales se definenlas características de la edificación: un centrodonde se autoriza la construcción elevada (21 a32 m); una zona intermedia (18 a 30 m) y unaperiferia baja (15 a 25 m). Estas alturas se rela-cionan con el ancho de la calle, según un coe-ficiente que varía de acuerdo con la localización.

Las dimensiones de los patios son más re-ducidas en la primera zona (12 al 20% del es-pacio del lote) que en la tercera (14 al 20%).Los mentores del plan de 1925 hubieran que-rido intervenir más fuertemente sobre la ocu-pación del centro de manzana, pero las res-tricciones del Código Civil y las incumbenciasde la Municipalidad (fijadas por la Ley Orgá-nica) lo impidieron hasta el Código de 1944.

En cuanto a los tipos de configuración edi-licia, el reglamento fija dimensiones de patiosescalonados según la altura, establece el con-cepto de plano límite y abre la posibilidad deelevar torres y pirámides para retiros supe-riores. Estas precisiones —reforzadas mediantela presentación de ilustraciones didácticas—está en los albores de una modalidad regla-mentaria característica de Buenos Aires: laconstrucción en altura sobre lote estrecho.

También hay “modelos a seguir” en el tex-to sobre Edificación en las Avenidas Diagona-les Presidente Roque Sáenz Peña y Julio A. Ro-ca, donde se legisla no solo la altura obligatoriade los edificios —como en las anteriores dis-posiciones sobre Avenida de Mayo—, sino quese obliga a los propietarios a ajustarse a ma-teriales, dimensiones y modos de composiciónde las fachadas.

El Reglamento introduce además una se-rie de clasificaciones abstractas de edificios, deacuerdo con sus materiales constructivos (ba-rro, madera, hierro u hormigón armado), lamodalidad de ocupación (casa particular, casade vecindad, inquilinato), la altura (casas in-dividuales y de departamentos), etc.

Las modificaciones introducidas con pos-terioridad, durante la década del treinta, soloafectarían aspectos parciales, como las alturas(Ordenanza sobre edificación en las avenidasAlvear y Vértiz), las modalidades constructivas(Reglamentación de obras de hormigón ar-mado), etc. Durante esos años se crearon Co-

misiones Municipales de estudio sobre dis-tintos tópicos (Zoning y Reglamento Funcio-nal, Comisión para estudiar la reglamentacióndel barrio de Palermo Chico, Derechos subje-tivos públicos y privados en la JurisprudenciaItaliana, etc.). Se trata de trabajos prelimina-res para la confección del Código de la Edifi-cación de 1944. A. N. / S. S.

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RENOM, PEDRO. s/d. Francés, constructor. Ac-tivo en Buenos Aires y en la Provincia de En-tre Ríos, desde 1847 y hasta 1860.

En Buenos Aires ejecutó las obras del Pa-lacio Episcopal proyectado por Pedro Fossatti(v.). Llamado por Urquiza a Concepción delUruguay, proyectó y ejecutó las obras del Co-legio Nacional de esa ciudad.

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Litoral Fluvial. Resistencia: UNNE, 1972.

REPOSSINI, MAURICIO. Paraná, 1914 - Bue-nos Aires, 1968. Arquitecto. Participa de unalínea de trabajo dentro de la Arquitectura Mo-derna (v.), caracterizada por la subordinacióndel manejo lingüístico al diseño técnico-cons-tructivo.

Egresado en 1938 de la Escuela de Arqui-tectura de la Universidad de Buenos Aires, susprimeros proyectos muestran una actitud ecléc-tica que, de acuerdo con el carácter que debeasumir la obra, se manifiesta en soluciones devivienda con lenguaje moderno o californianoy proyectos como el presentado al concurso pa-ra el Monumento a la Bandera de Rosario, en1940, resuelto mediante una retórica clasicista.

Simultáneamente se interesa en el estudiodel problema técnico-económico ligado al di-seño de la casa mínima, tal como lo demues-tran el proyecto premiado en el Concurso deViviendas Económicas, organizado por el Ins-tituto de Cemento Portland Argentino en 1941,o la casa económica que construye en ParqueChacabuco en 1940.

Esta investigación lo condujo hacia la pro-ducción de proyectos y a las presentaciones aconcursos, realizadas con extrema parquedadde medios expresivos, correctas resolucionesfuncionales y de diseño constructivo. De estamanera Repossini asume un camino profesio-nalista, ya netamente ligado a la ArquitecturaModerna, que lo coloca en continuidad con eldesarrollo de la “línea dura” europea y con laracionalización constructiva norteamericana.

De este período, que ocupa los años cen-trales de su carrera, se destacan los departa-mentos en Vicente López (1946), realizados conAlberto Síperman —con una aventurada expe-rimentación técnica en el diseño de los cerra-mientos—; el edificio de la sede de la SociedadMilitar “Seguro de Vida”, en Buenos Aires, conCarlos Picarel (1947); el edificio para Almace-nes y Talleres para la Flota Mercante del Esta-do en Puerto Nuevo (Buenos Aires, 1957), conJuan Casasco (v.); el Decanato, Aula Magna y Bi-blioteca de la Universidad Nacional de Cuyo

reg rep

171Diccionario de Arquitectura en la Argentina

uPROYECTO DEL COLEGIO NACIONAL DE C. DEL URUGUAY.

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(1966); una casa en Virrey del Pino 2036, Bue-nos Aires (1963). Su obra más significativa qui-zás sea la vivienda de fin de semana que pro-yectó para sí mismo en las afueras de BuenosAires (1961), con una planta derivada de la ca-sa Farnsworth de Mies y una propuesta cons-tructiva de montaje en seco sobre la base de ele-mentos metálicos de elaborado diseño.

Desde fines de la década del cincuenta yhasta su muerte, se vuelca hacia la difusióndel diseño gráfico e industrial desde la revis-ta Nuestra Arquitectura (v.), de la que integró elconsejo de redacción. Simultáneamente, ocu-pó las cátedras de Visión y Arquitectura en lasfacultades de Arquitectura de Buenos Aires yde Cuyo. E. G.

RESISTENCIA. Ciudad capital de la Provincia delChaco, ubicada a 1012 km de Buenos Aires.Formando un área metropolitana junto conBarranqueras, Vilelas y Fontana, Resistenciaes la ciudad más poblada del nordeste ar-gentino y conforma con la vecina ciudad deCorrientes una aglomeración de más de700.000 habitantes.

El surgimiento de Resistencia es parte deun proceso de fundación de colonias impulsa-do por el Estado nacional con el propósito deasegurar el control de la región chaqueña que,todavía a fines del siglo XIX, se encontraba ba-jo el dominio de varias tribus indígenas. La co-misión exploradora encargada de estudiar lamargen oriental del río Paraná contaba con cier-tas recomendaciones acerca de las condicionesque debían reunir los sitios en donde se em-plazarían estas colonias. Se requerían terrenosaltos, de fácil accesibilidad y preferentementeubicados cerca de poblaciones existentes sobrela orilla contraria del río. De acuerdo con es-tas pautas, Resistencia fue ubicada frente a laciudad de Corrientes, pero debido a la poca su-perficie de los terrenos altos sobre la barrancadel Paraná, se eligió un lugar a unos km tie-rra adentro, en el que ya existía un asentamientohabitado por un grupo de obrajeros correnti-nos que explotaban los bosques cercanos. Esteparaje conocido con el nombre de San Fernandoestaba ubicado cerca de la margen sur del ríoNegro, afluente del Paraná, y entre 1750 y 1767había sido asiento de la reducción jesuítica deSan Fernando del Río Negro.

Allí el ingeniero Arturo Von Seelstrang y elagrimensor Enrique Foster llevaron a cabo en-tre 1875 y 1876 las primeras tareas de demar-cación de la Colonia Resistencia, denominada

en un principio “Colonia Raza Blanca”. En 1878el agrimensor Juan Dillon y su ayudante, el in-geniero Juan Col, se suman a estas tareas ob-servando las reglamentaciones emergentes dela denominada Ley Avellaneda de 1876, segúnlas cuales tanto el núcleo urbano como el áreadestinada a chacras de cultivo eran parte de unmismo trazado cuadricular. Así, el trazado ge-neral consistía en un cuadrado de 10 km de la-do que contenía 96 chacras, 148 lotes para quin-tas y 100 manzanas para el pueblo. El áreaurbana, que fue posteriormente ampliada a 256manzanas, tenía un trazado en damero con unaplaza central de cuatro manzanas y otras cua-tro periféricas de 1 manzana cada una.

A principios de 1878 arribó a la colonia elprimer contingente de inmigrantes, unas 250personas provenientes de la región del Friuli,en el norte de Italia y se sumó al año siguien-te un contingente de 200 trentinos que llama-ron Puerto Tirol a las tierras donde se asenta-ron. Estos primeros inmigrantes europeos,sumados a un importante grupo de origen co-rrentino y a algunos militares y funcionariosde Buenos Aires, formaron el primer núcleopoblacional de Resistencia. La irregularidaddel primer asentamiento y la necesidad de ubi-car un creciente número de inmigrantes moti-varon la realización de una tercera y definitivaplanimetría de la colonia, llevada a cabo entre1881 y 1884 por el agrimensor Carlos Tassier.En esta época Resistencia se dividía en dos nú-cleos: uno en el Puerto San Fernando, sobre elrío Negro, y el otro en torno de la plaza central,donde se construyeron la catedral y la casa degobierno, luego de que Resistencia se convir-tiera, en 1885, en capital del recientemente cre-ado Territorio Nacional del Chaco. La capitali-zación fue inaugurada con la construcción deedificios de mampostería que reemplazaron a

las primeras casas de barro con techo de paja ototora. Con el fin de consolidar el centro y defomentar la construcción de edificios con fa-chadas sobre la línea de frente, a partir de 1887una ordenanza municipal prohibió la cons-trucción de casas con galería alrededor de la pla-za central (v. Corrientes). La Escuela Benjamín Zo-rrilla, construida en 1881 frente a la plaza—según el proyecto de Juan Abel Adrián Wal-dorp (v.)—, es un buen ejemplo de esta reno-vación edilicia. Debido a su lento crecimientopoblacional, la consolidación de la capital no seharía sentir hasta el nuevo siglo. Hasta enton-ces, la población de Resistencia no superaba los2000 habitantes, ya que los nuevos contingentesde inmigrantes se radicaban mayormente en elárea rural, donde comenzó a desarrollarse unadiversificada producción agrícola. Sería el trans-porte, la comercialización y la industrializaciónde esta producción lo que daría a Resistenciaun creciente empuje, que afectaría el curso desu posterior desarrollo urbano.

En 1882, la fábrica de azúcar de Juan Hardyfue la primera industria de la zona; a esta lesiguieron el aserradero y la aceitera de JuanRossi, establecido en 1888 en un lugar deno-minado La Liguria, camino al puerto de Ba-rranqueras. La explotación forestal también co-bró importancia: en 1904 Gustavo Lagerheiminstaló la primera fábrica de tanino y llevó a ca-bo el tendido de vías de un tranvía a vapor ha-cia Barranqueras y las de un ferrocarril de tro-cha angosta hacia sus obrajes. Unitan, unasegunda taninera, se asentó en 1906, en Puer-to Tirol, 18 km al oeste de Resistencia. Comenzóaquí un período en el que la aparición de me-dios de transporte ferroviarios y fluviales tuvoun rol protagónico en la instalación de nuevasexplotaciones agrícolas e industriales, y, por en-de, en la radicación de colonos y obreros. Estefue también el caso del algodón, cuya produc-ción y exportación creció a medida que el fe-rrocarril se extendía hacia las zonas producto-ras, en el centro de la provincia, beneficiandoindirectamente a Resistencia y a Barranqueras,puerto que superó en importancia al de SanFernando, pues se convirtió en el punto de sa-lida de la producción agroindustrial del Chaco.Su crecimiento motivó en 1888 la delimitaciónde su área urbana y en 1891 la realización delprimer trazado, ampliado en 1906.

Una segunda vía de comunicación y salidade la producción regional fue provista por elferrocarril de la compañía francesa que llegóde Santa Fe en 1907; hecho este que integró aResistencia a la red ferroviaria nacional. En esemismo año se construyó la estación ferrovia-

172 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PLANO FUNDACIONAL DE RESISTENCIA.

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ria al norte de la ciudad. El proceso de industrialización se fue acen-

tuando en los años subsiguientes. Al noroes-te de Resistencia, sobre el río Negro, se esta-bleció en 1915 una taninera que dio origen alpueblo de Fontana. Tanto la fábrica como elasentamiento cobraron importancia luego deque la primera fue adquirida por la compañíainglesa “La Forestal”. En Puerto Vilelas, al surde Barranqueras, la instalación de otra tani-nera en 1917 fue seguida por varias industriasagrícolas y forestales que en décadas posterio-res convertirían al lugar en un polo industrial.

Este proceso de transformación técnica yterritorial reconoció como eje a Resistencia,que se fue convirtiendo en un centro de servi-cios. El transporte, en particular el ferroviario,reforzó el rol de la ciudad. En este sentido hayque mencionar el llamado “trencito Dodero”,tren de trocha angosta que entre 1910 y 1924unió a Resistencia con Barranqueras.

En cuanto a servicios, en 1908 se creó laprimera usina eléctrica y en 1913 se construyóel Mercado Municipal. En 1910 el Dr. Julio Pe-rrando fundó el primer hospital civil del Cha-co. Dada la importancia comercial que comenzóa adquirir Resistencia, se produjo la aperturade sucursales de distintas entidades bancarias,como el Banco de la Nación Argentina desde1905 y el Banco de Italia y Río de la Plata des-de 1910. El primero construyó su propio edi-ficio en 1932 frente a la plaza central, colabo-rando con la consolidación edilicia de estevirtual centro cívico que seguiría concentran-do el equipamiento administrativo. En tanto,las actividades comerciales se organizaron enforma separada a lo largo de la actual calle An-tártida Argentina, coincidente con el trazadode las vías férreas a Barranqueras.

La creciente consolidación de Resistenciase evidenció en las obras de arquitectura delperíodo. La arquitectura doméstica experimentóuna actualización estilística de la mano del ita-liano Bruno del Mónico, primer arquitecto ra-dicado en la ciudad desde 1915. A él se debenlos proyectos de las primeras residencias im-portantes de la ciudad: la casa Serra y los cha-lets Perrando y Rapaccioli, edificios de perí-metro libre y detalles pintoresquistas; la casaPower (hoy Sociedad Rural del Chaco) y la ca-sa Morgan, que se destacan por sus fachadasitalianizantes sobre la línea municipal. Del Mó-nico realizó más de doscientas obras, y durantesu gestión al frente de la Dirección de ObrasPúblicas de la Municipalidad se encargó delnuevo diseño de la plaza central y de efectuar,en 1936, el plano de replanteo de la ciudad.

Resistencia es la protagonista principal deun proceso de expansión evidenciado clara-mente por los censos poblacionales que en elperíodo 1914-1947 señalan al Chaco como laprovincia con mayor crecimiento demográfi-co del país. La crisis de la actividad forestalen 1930 y la de la actividad algodonera en 1950contribuyeron a este crecimiento al generaruna importante emigración desde las áreas ru-rales, por lo que la población de Resistenciapasó de 8374 habitantes en 1914 a alrededorde 40.000 en 1947. Una de las consecuenciasde esta explosión demográfica fue la genera-ción de un elevado déficit habitacional que niaun el BHN, instalado en 1921, logró resolver.De todas formas, es interesante notar que va-rias de las numerosas industrias instaladas enResistencia y alrededores llevaron adelante suspropias estrategias de organización espacial,las que incluían la provisión de viviendas. Pri-mero La Forestal y Unitán, en Fontana y Puer-to Tirol, y luego National Lead Company, Mo-linos Río de la Plata y Fandet, en Resistenciay Barranqueras, construyeron barrios para supersonal (v. Poblado taninero).

El crecimiento de Resistencia a lo largo deleje Este - Oeste acentuó su conexión con Ba-rranqueras luego de que el camino que las unefuera asfaltado en 1935, lo que posibilitó la exis-tencia de servicios de transporte colectivo. Ca-si simultáneamente se construyó en Barran-queras un nuevo muelle, se mejoraron las

instalaciones portuarias y se implementó unservicio de lanchas a Corrientes. Hacia la mi-tad del siglo, con la pavimentación de calles yla construcción de nuevos barrios, se comple-tó la unión con Barranqueras, que en 1959 ad-quirió autonomía municipal y ensanchó su pro-pio ejido. Estas tensiones de crecimiento,sumadas a la barrera que representan hacia elnorte los terrenos bajos del río Negro, refor-zaron la estructura longitudinal Este - Oeste detodo el conjunto urbano, que se potenció conla apertura en 1973 del puente “General Bel-grano” y la consecuente integración de la ciu-dad de Corrientes a todo el sistema. En este sen-tido pueden destacarse las conclusiones de uninforme preparado por la sede local de la Uni-versidad Nacional del Nordeste (UNNE) en 1971,para el que se había estudiado en forma con-junta el funcionamiento de las dos ciudades yen el que se proponían alternativas de creci-miento futuro para ambas. En el caso de Re-sistencia, se sugirió una zonificación de sus dis-tintas áreas y la reorganización de su red vial.

En 1970 la población de Resistencia supe-ra los 120.000 hab. y, en los años siguientes,la mancha urbana comienza a integrar tambiéna los pueblos de Vilelas y Fontana. En vista deesta situación, el gobierno provincial encomendóen 1977 un estudio integral cristalizado en dosinformes: “Diagnóstico de la situación urbanadel Gran Resistencia” y “Plan de ordenamien-to ambiental del Gran Resistencia y su área

rep res

173Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CIUDAD DE RESISTENCIA EN UNA IMAGEN DE MEDIADOS DEL SIGLO XX.

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de influencia”. En ellos se intenta dar una res-puesta integral a la planificación de los núcle-os urbanos que conforman el área y se propo-ne utilizar los terrenos inundables del río Negrocomo áreas verdes y recreativas. Para la puestaen práctica de estos objetivos se puso en vigenciaposteriormente el “Código de planeamiento ur-bano de la ciudad de Resistencia”. Este proce-so de integración culminó en 1980 con la cre-ación del “área Metropolitana”, que incluyó enun mismo distrito a Resistencia, Barranqueras,Vilelas y Fontana. El interés que generaronen esos años las cuestiones urbanísticas se ha-lla ligado en parte a la presencia como centrode estudios de la UNNE, de la que, a partir de1963, comienzan a egresar los primeros arqui-tectos Este hecho influyó también en la pro-ducción arquitectónica local en un momentode gran crecimiento para la construcción. Lasobras modernas más significativas fueron im-pulsadas por organismos estatales: el edificiode Correos, el Aeropuerto y el edificio de la Em-presa Nacional de Telecomunicaciones, pro-yectado por el arquitecto M. R. Álvarez (v.), tresejemplos representativos del período, al que po-dríamos agregar la central termoeléctrica de Ba-rranqueras (v. Aslan y Ezcurra).

En los años setenta comenzó un período deconstrucción en altura al que pertenecen, por

ejemplo, el edificio de la Casa de Gobierno yla casa central del Banco de la Provincia delChaco, ambos frente a la Plaza 25 de Mayo. Es-te último fue construido en 1977 por el estu-dio Antonini, Schön y Zemborain (v.), quienesobtuvieron el primer premio en el concurso re-alizado en 1971. Actualmente existe una trein-tena de edificios en altura, en su mayoría en lazona comercial, hacia el sur del centro admi-nistrativo constituido por la Plaza 25 de Mayo.

El carácter de barrera urbanística del río Ne-gro se ha acentuado por las importantes obrasde defensa construidas luego de una serie deinundaciones que afectaron seriamente a laciudad durante la década de 1980. Más allá deesta excepción, los suburbios se han expandi-do en múltiples direcciones mediante la apa-rición de un gran número de conjuntos habi-tacionales y asentamientos precarios. Lapresencia de las avenidas, siguiendo la geo-metría cuadricular común a casi toda la ciu-dad, conecta estos nuevos sectores con el cen-tro de la misma. La intersección de muchas deestas arterias, así como los numerosos parquesy plazas existentes, sirvieron de escenario pa-ra la aparición de una gran variedad de obrasescultóricas cuya difusión ha sido principal-mente promovida por “El fogón de los arrie-ros”, entidad cultural del año 1943. Esta par-ticularidad le ha valido a Resistencia el nombrede “ciudad de las esculturas”.

Resistencia cuenta con un importante pa-trimonio arquitectónico de origen industrial.Un ejemplo de ello son las instalaciones de “LaFabril”, cuya construcción data de la década de1930 y que en 1974 fueron objeto de uno delos primeros proyectos de refuncionalizaciónde edificios industriales en el país, que no lle-gó a concretarse. Mejor suerte corrió el pro-yecto de reciclaje del viejo Mercado Municipal,que a principios de la década de 1980 fue reu-tilizado como galería comercial. En tanto, eledificio de la estación del Ferrocarril Santa Fe,único monumento histórico nacional de la ciu-dad, alberga hoy un museo de ciencias natu-rales. Varios edificios de la ciudad están sien-do preservados, en especial tres de ellos quehan sido declarados Patrimonio Cultural delChaco: los pabellones antiguos del HospitalPerrando, el Club Social de Resistencia y elChalet Perrando. F. W.

Bibliografía: Plan de desarrollo físico de Resistencia

y su área de influencia. Resistencia: Departamen-

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tal de la ciudad de Resistencia. Resistencia: Muni-

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Banco de la Nación Argentina. Acción, presencia

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natural del Chaco”. En: Diario Norte. Resistencia,

4 de enero de 1998; Monumentos históricos de la

República Argentina. Bs. As.: Comisión Nacional de

Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, 1998;

REVISTA ARQUITECTURA. Esta revista consti-tuye el primer órgano específico de difusiónde la disciplina en la Argentina. Publicada en-tre 1904 y 1916 es el antecedente directode la Revista de Arquitectura de la SCA (v.).

En marzo de 1904, el arquitecto Le Monnier(v.) comunica a la Comisión Directiva de la SCAla intención del ingeniero Chanourdie, direc-tor de la Revista Técnica, de agregar un “Su-

plemento de Arquitec-tura”. Días después sellegaba a un acuerdo pa-ra redactar y organizarla publicación, quecomprendía “8 páginasindependientes, 1 todacon clisés, reproduc-ciones y obras notableshechas por los socios”.En representación de laSCA se designó a los ar-quitectos Le Monnier y

Raffo. Su publicación se prolongó hasta 1916,con un total de 119 números. Significaba parael ambiente profesional de entonces la prime-ra publicación dedicada a la arquitectura, no yaen forma anexa, como aparecía en la Revista Téc-nica, sino tratada de manera especial y por susmismos protagonistas. El arquitecto y la arqui-tectura como símbolo de estatus social encon-traron páginas dedicadas a hoteles privados, pe-tit-hôtels, casas de renta, cascos de estancia,palacios y obras monumentales. A excepciónde los estudios del ingeniero Domingo Selva (v.)

sobre la habitación higiénica para el obrero y de

174 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u RESISTENCIA A MEDIADOS DE SIGLO XX.

u PORTADA DE LA REVISTA

ARQUITECTURA.

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los primeros concursos de casas baratas, la te-mática social fue soslayada. La revista publicótambién las sesiones de la Comisión Directivade la SCA, los concursos estímulo organizadospor esta institución y sus opiniones oficiales so-bre temas de estética edilicia. Casi todos los pro-yectos monumentales del período fueron pu-blicados (Congreso, Teatro Colón, Edificio deCorreos, etc.), y siempre estuvo presente la ac-tualidad europea con los premios de fachadaotorgados en Bruselas, París, y toda la produc-ción ecléctica de principios de siglo. En 1913 apa-recían las primeras casas de departamentos y seprolongaba el asombro por los enormes rasca-cielos (v.). En 1915 se insinúan los primeros cam-bios estilísticos: salas platerescas en edificios es-pañoles se alternan con salas estilo Luis XVI, ysurgen los dibujos de Kronfuss (v.) sobre Arqui-tectura Colonial en América del Sur. J. T.

Bibliografía: AA.VV. SCA. 100 años de compromiso con

el país. 1886-1986. Bs. As.: SCA, 1993.

REVISTA DE ARQUITECTURA. Publicación ini-ciada en 1915 por el Centro de Estudiantesde Arquitectura de la Facultad de CienciasExactas, Físicas y Naturales de la Universidadde Buenos Aires. En 1917, la Sociedad Cen-tral de Arquitectos se incorporó a la direcciónde la revista y a partir de 1923 hegemonizósu control; apareció en forma mensual hasta1951 y con intermitencias hasta 1962. En es-te último lapso no participó el Centro de Es-tudiantes. Paralelamente, entre 1955 y 1980,la Sociedad Central de Arquitectos editó unBoletín que en forma esporádica intentó lle-nar el vacío dejado por la revista; esta rea-pareció finalmente desde la última fecha ci-tada bajo el nombre original, y su salida seextiende hasta el presente.

Habiendo sido durante el control del CEAuna tribuna de expresión del nacionalismo cul-

tural, tal como fue planteado por el ámbito es-tudiantil de entonces, que lo asociaba al Neo-colonial (v.), se convirtió gradualmente, desdela presencia de la SCA, en un medio de ex-presión del profesionalismo disciplinar. A par-tir de 1930 la revista impulsó la consolidaciónlocal de la figura del urbanista (v.) y el recono-cimiento de su especificidad; simultáneamentese articuló con las transformaciones técnicas,culturales y disciplinares de la Modernidad,sin excluir la presencia de los estilismos tra-dicionales, cuya desaparición gradual quedóreflejada en las páginas de la revista. La rea-parición en 1980 eliminó de sus páginas la pu-blicación de proyectos y obras enviadas por lossocios; de este modo quedó restringida a de-tallar las actividades de la SCA (concursos, pre-mios, información profesional, homenajes,etc.), y también brindó —con intermitencias—la posibilidad de debate histórico crítico.

Del espiritualismo al profesionalismo: la Re-vista de Arquitectura (1915-1923). En julio de1915 aparece —o en rigor reaparece, dado queel Centro de Estudiantes de Arquitectura ha-bía iniciado una publicación homónima de laque se editaron escasos números en 1910— la

Revista de Arquitecturacomo órgano del in-quieto Centro de Estu-diantes de Arquitectu-ra (CEA), dirigida porFortunato A. Passerón,en un momento en queel espiritualismo en laUniversidad estaba ga-nando terreno entre lasgeneraciones más jó-venes, impulso que cul-minaría en la Reforma

de 1918 (v. Enseñanza de la Arquitectura). En este con-texto, y desligada por completo de los inge-nieros, apuntaba en un comienzo a definir unperfil idealista frente al positivismo del pro-

yecto anterior, en el cual la herencia hispanapostulada por Kronfuss (v.), un atento lector deRuskin, jugaría un rol central, al menos hasta1922.

Los profesores de la Escuela de Arquitec-tura porteña brindaron a la revista un impor-tante respaldo intelectual, al debatir con los es-tudiantes el tema central que los convocaba, esdecir la posibilidad de que existiera una ar-quitectura nacional y cómo debía encarársela.La cubierta, que presentaba el escudo nacionale incluía la arquitectura neoclásica hispana dela Recova, fue diseñada desde el principio porel profesor René Karman (v.), y rezaba: “Artedecorativo argentino”. En el editorial se desta-can "...orientación nacional...", "Puntos de mi-ra: la Edad Colonial, en el tiempo; toda Amé-rica subtropical, en el espacio". A partir delquinto número (mayo de 1916) se hizo cargode la dirección otro hispanista, Héctor Gres-lebin, y la portada —que esta vez correspondíanetamente al Barroco hispánico— era de JuanKronfuss. En sintonía con las rotaciones na-turales de la conducción del Centro de Estu-diantes, en octubre de 1916 Carlos F. Ancellreemplazó a Greslebin. A partir de la fusióncon la Sociedad Central de Arquitectos, ocu-rrida en mayo de 1917, fue director Hugo Pe-llet Lastra, y en enero de 1919 la revista estu-vo bajo la dirección de Ernesto Lacalle Alonso.Volvió la portada de Karman, pero el texto "ór-gano del CEA" fue reemplazado por un logo-tipo SCA-CEA; por su parte, el profesor RenéVilleminot diseñó un nuevo sumario. En estemedio aparecieron encendidos y románticosartículos de Hugo Pellet Lastra, Martín Noel(v.), Horacio Greslebin (v.), Ernesto Lacalle Alon-so (v.), contestados por posiciones positivistascercanas a Viollet le Duc, como las de PabloHary (v.) o René Karman, o bien a Taine, comola de Alejandro Christophersen (v.).

En este momento, la revista dedica buenaparte de su espacio a informar sobre salones depintura y escultura, así como a publicar apun-tes de los cursos de la Escuela (el de Teoría dela Arquitectura, de Hary, y el de Historia dePrins, (v.)). Esto no hacía otra cosa que reforzarla polémica con la carrera de ingeniería en cuan-to a superioridad de contenidos, debate que, co-mo vimos, contaba con casi dos décadas de an-tigüedad y que alcanzaría una tregua luego dela sanción del Reglamento Profesional en 1944.

En 1917 la SCA se incorporó al directoriode la revista, en cuya administración el CEAquedó en minoría hacia 1923. Estas condicio-nes, fomentadas por el alvearismo, por ciertofueron propicias para que diera un giro profe-

res rev

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u REVISTA DE ARQUITECTU-

RA, DÉCADA DE 1920.

u ILUSTRACIÓN ART NOUVEAU DE UN SUMARIO DE LA REVISTA ARQUITECTURA.

Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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sionalista y corporativo, de ahí que comenza-ran a aparecer en forma regular la publicaciónde los resultados de los concursos auspiciadospor la SCA, artículos sobre aspectos técnicos,legales y constructivos, proyectos y obras rea-

lizados por miembrosde la SCA, y toda unaserie de notas quemuestran la coexisten-cia de los graduados enun medio que todavíaera mayoritariamenteestudiantil. Cabe seña-lar que Le Monnier (v.)

había creado en 1904 laRevista Arquitectura (v.)

como órgano de laSCA, hecho que teníaque suceder, dado el

impulso que había tenido la disciplina en laArgentina desde el momento fundacional,cuando se inicia una paulatina diferenciacióncon los saberes y prácticas propios de los in-genieros, dentro de un medio profesional queponía el acento en la vertiginosa producciónde la metrópolis y las técnicas necesarias.

Profesionalismo clásico y moderno (1923-1945).A partir de 1923, con minoría estudiantil y ha-biendo sido elegido su director por la SCA, larevista, que había encarado su aparición en for-ma mensual, encargó la edición a un agentecomercial, Alberto E. Terrot, quien —con fun-ciones de administrador— se desempeñó enel cargo hasta noviembre de 1951. De este mo-do se incrementaron las publicidades de em-presas ligadas a la producción de edificios, ygradualmente fueron desapareciendo los ar-tículos polémicos, reemplazados por un tonopedagógico e informativo, a excepción de loscélebres escritos de Prebisch (v.) y Vautier (v.):“Ensayo de estética contemporánea” (noviem-bre de 1924) o el de Virasoro (v.): “Tropiezos ydificultades al progreso de las artes” (mayo de1926). En este período, las obras publicadas res-pondieron predominantemente al Historicis-mo practicado dentro de las reglas académicas:numerosas casas de renta, chalets, residenciasveraniegas, petit-hôtels y hoteles privados, y,en menor cuantía, estancias, bancos (se desta-can el de Boston, mayo de 1924; Galicia y Bue-nos Aires, enero de 1926; Alemán Trasatlán-tico, octubre de 1926; Francés y Río de la Plata,diciembre de 1926; Tornquist, junio de 1930;Popular Argentino, abril de 1931; Nuevo Ban-co Italiano, agosto de 1933; Provincia de Bue-nos Aires, octubre de 1942), sedes comerciales

(Lahusen, mayo de 1928; Unión Telefónica, ma-yo de 1929), edificios institucionales (ConcejoDeliberante, noviembre de 1931).

Entre 1930 y 1943 la revista participó —sibien en una ecléctica compañía con los estilis-mos historicistas— de la introducción en la Ar-gentina de la arquitectura, el urbanismo y latransformación del hábitat en clave estética-mente moderna, juntamente con el incremen-to informativo de las nuevas tecnologías. En es-te sentido, el número de enero de 1930preanunciaba el cambio con obras de Virasoro,Gelly Cantilo y otros, que, si bien correspondí-an al Art Decó, fueron difundidas bajo el lema“tendencias modernas”, y ya desde enero de1928 la cubierta ostentaba una imagen mo-dernizada, a partir del uso exclusivo de tipo-grafía. Avanzando en la década siguiente, la re-vista ostentó una tapa diagramada con criteriosmodernistas, a la par de Nuestra Arquitectura,que incluía el empleo del color y de fotografíasque reforzaban la identidad de cada número.

El tema dominante fue, sin embargo, la apa-rición continua de editoriales —a cargo suce-sivamente de sus directores Raúl J. Álvarez,Victorio Lavarello, Eduardo Fontecha y Eduar-do Ferrovía—, quienes avalaban la presenciaen la Municipalidad de Buenos Aires del in-geniero y urbanista Carlos M. Della Paolera (v.)

y la institución del urbanismo (v.) como prác-tica consagrada y específica, que la SCA in-tentaba dejar en manos de los arquitectos, asícomo lo muestra la creación en 1933 de la cá-tedra de Urbanismo en la Escuela de Arqui-tectura, a instancias de Coni Molina, ex pre-sidente de la SCA. En consonancia, aparecieronnotas y comentarios tanto de figuras interna-cionales como locales: Emilio Harth Terre, Wer-ner Hegemann (v.), Raúl Lerena Acevedo, Al-fredo Agache, Pietro Bardi, Berthold Lubetkin,Mauricio Cravotto, entre los extranjeros, y Ja-cobo e Isaac Stok (v.), Della Paolera, Bereterbi-de (v.), Vautier, Del Mazo y Jaeschke, entre losargentinos. Las temáticas centrales de los mis-mos coincidían con el debate institucional quese daba en el Concejo Deliberante de la Ciu-dad de Buenos Aires, en la Asociación Amigosde la Ciudad; de tal modo diferencian aún másel carácter de la revista de otras como NuestraArquitectura o la Revista del CACYA: espaciosverdes, circulación urbana, plan regulador, re-gulación de espacios construidos, tránsito, zo-ning funcional, centros cívicos. Asimismo, larevista ofreció un considerable espacio a las ex-posiciones municipales de urbanismo (en 1933y 1940), organizadas por la Dirección del Plande Urbanización a cargo de Della Paolera, y al

Primer Congreso Argentino de Urbanismo,organizado por Amigos de la Ciudad (v.) en1935. Por su parte, los artículos sobre viviendapopular acercan el contenido de la época al deNuestra Arquitectura (v.) —con los editorialesde Hylton Scott o los artículos de Vilar (v.)— ytambién al del Boletín de la Comisión Nacio-nal de Casas Baratas.

Otra de sus transformaciones es el despla-zamiento del eje temático hacia la tecnología,ya que pueden encontrarse artículos sobre co-cinas eléctricas, acondicionamiento de aire, ca-lefacción, iluminación (se publican incluso losresultados del concurso organizado por la CA-DE), refrigeración, obras sanitarias, azoteasimpermeables, los que, junto a los habitualesreferidos a estructuras de H° A° y acero, mar-can la importante influencia en el campo dis-ciplinar de los sectores más avanzados dentrode la industria vinculada a la construcción.

Paralelamente, desde 1930 se publican concontinuidad obras y proyectos modernos, tan-to los realizados en la Argentina como en el ex-terior. Avalados en algunos casos discretamentepor los editoriales, pueden verse trabajos dePoelzig, Bonatz, Hoger, Gropius (v.), Breuer,

Mendelsohn, Sert, Pe-rret, Mies van der Ro-he, Chermaieff, Sarto-ris (v.), BuckminsterFuller. En algunos ca-sos, aparecen artículosa modo de ensayo, co-mo el de Franc Mollersobre Gropius, o los dePrebisch, Hegemann,Sartoris, Buschiazzo, yla polémica sobre el ar-tículo de Mauclair: “Cri-

sis de la arquitectura”, contestado por GarcíaMansilla y Rivarola. De todos modos, hay unaevidente selección de referentes consideradosválidos, que deja afuera los aspectos corrosi-vos de las vanguardias e instala la Arquitectu-ra Moderna dentro de un recorte profesiona-lista más conservador.

Compartiendo el espacio de la revista conlos estilismos diversos que recorren el perío-do, se dan a conocer trabajos modernos de au-tores argentinos: gran cantidad de casas de ren-ta y una variada gama de programas (cines,clubes, edificios de oficinas, viviendas indivi-duales, edificios públi- cos, hospitales). Sin em-bargo, se observan ciertas ausencias de auto-res y obras, motivadas por la no pertenenciaa la SCA en el primer caso, o por omisión enel caso de obras de autores que aparecían fre-

176 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PORTADA DE LA REVISTA

DE ARQUITECTURA.

u PORTADA DE LA REVISTA

DE ARQUITECTURA.

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Forshaw y Abercrombie, el de Liverpool, artí-culos de Osborn sobre las New Towns), notassobre el 7° CIAM, sobre la Ciudad de los Mo-tores, de Sert y Wiener, fragmentos del libro LaCiudad, de Saarinen, la ciudad industrial de TonyGarnier, la ciudad jardín de Howard, entre otros.A nivel nacional, el tema de mayor interés delperíodo es primero la reconstrucción de SanJuan y luego la articulación del planeamientocon el Estado. Simultáneamente, y también des-de la dirección de Achával, se publican artícu-los de Gropius (“La teoría y organización delBauhaus”), de Klein, sobre vivienda mínima,

de Le Corbusier (lasconferencias del año1929 en Buenos Aires),el manifiesto cons-tructivista de Gabo yPevsner, etc. En esteperíodo, cuando vandesapareciendo gra-dualmente los estilis-mos tradicionales, ocu-pan un amplio lugar lasmanifestaciones mo-dernas locales: obras y

resultados de concursos, pero sin una revisióncrítica de la situación de cambio.

El año 1951 presagió lo que sería una tra-yectoria irregular para la Revista, dado que enese año apareció un solo número, el 362, en no-viembre. Dirigida nuevamente por Raúl J. Álva-rez, cesa a partir de entonces la participacióndel CEA, el que venía teniendo algunos rocescon la dirección y había perdido peso, a tal pun-to que habían desaparecido los trabajos de loscursos de Arquitectura y de Composición De-corativa, que hasta 1943 ocupaban un impor-tante lugar en la publicación. Durante los dosgobiernos de Perón, la revista tradujo la ambi-gua actitud de la SCA frente al poder, eviden-ciada en particular por el número dedicado a laobra edilicia de la Fundación Eva Perón (mar-zo-abril 1952), por los comentarios favorablesal Plan Quinquenal (febrero de 1952) y por lapublicación del Barrio Presidente Perón, obrasque el Estado sustraía al ejercicio liberal auspi-ciado por la SCA.

La apuesta por la contemporaneidad. La etapacomprendida entre 1953 y 1962 se caracterizópor la presencia hegemónica en las páginas dela revista de obras y planteos estrictamente con-temporáneos, y el paralelo esfuerzo por des-acreditar los últimos restos del tradicionalis-mo académico, que aún pesaba en la Facultadde Arquitectura de la UBA. Los protagonistas

cuentemente. Así pueden notarse ausenciastales como las de Antonio Vilar (v.), debido aque era ingeniero, Jorge Kalnay (v.), Wladimi-ro Acosta (v.), León Dourge (v.) o Jorge Bunge(v.). Por otra parte, en un período clave en elcrecimiento del campo de acción del Estado,la revista incluyó muchos trabajos realizadospor departamentos estatales de proyecto, co-mo el de YPF (v.), el MOP (v.) o el Consejo Na-cional de Educación, entre otros, dado que enellos participaban socios de la entidad.

Compromisos ideológicos en aguas procelosas(1943-1953). Entre 1944 y 1953 se despliega unaetapa, que se inicia bajo la dirección de Fede-rico de Achával (v.) y se extiende con la de JoséM. F. Pastor (v.) y la de Raúl J. Álvarez. En losprimeros números de la dirección de Achávalse advierte claramente un giro de la anterior re-vista liberal hacia posiciones abiertamente re-accionarias de corte nacionalista y conserva-durismo católico, que en el plano disciplinar lallevan a un ambiguo rechazo tanto del Clasi-cismo como de la Modernidad y a refugiarse enexpresiones coloniales o anteriores al ochen-ta. En consonancia con los ideales de la revo-lución de junio de 1943, dicha actitud se ma-nifiesta claramente en editoriales como “Haciauna arquitectura argentina” (abril 1944), o laexaltada defensa de la colonización jesuíticaque hacen Pastor y Achaval; hecho que se en-laza con la aparición de números especialesdedicados a casas de campo, matizado sin em-bargo por sus colaboradores Pastor, Cappagliy Moller. Al poco tiempo, y vinculado quizá conla derrota del fascismo en Europa y, paralela-mente, con la escasa resonancia local de sumensaje en un medio profesional de corte pre-dominantemente liberal, Achával abandona es-tas posiciones y la revista inicia así un períodoque, a semejanza del anterior, pone de mani-fiesto una apertura relativamente amplia ha-cia las distintas corrientes modernas interna-cionales. Esto se manifestó claramente en eleditorial de julio de 1946, donde se instaba alos arquitectos argentinos a publicar sus obras“junto a los maestros contemporáneos Le Cor-busier (v.), Gropius, Wright, Neutra, Saarinen,Tectón, Asplund, Dudok, etc.”, y asimismo ensus fallos como jurado de los concursos orga-nizados por la SCA por esos años.

Al mismo tiempo se va perfilando con sin-gular fuerza la presencia de Pastor, quien su-cede a Achával en 1947 e incorpora buena par-te de la experiencia en materia de gestión urbanay de vivienda norteamericana, el planeamien-to inglés de posguerra (el Plan de Londres de

rev rev

177Diccionario de Arquitectura en la Argentina

de este proceso fueron Raúl Grego, director delnúmero 371 de mayo-octubre de 1953, Eduar-do Sarrailh (v.), director del siguiente númerode enero-febrero de 1954, que ostentaba unanueva tapa diseñada por Clorindo Testa (v.),Odilia Suárez (v.), Carlos Méndez Mosquera (v.)

y Conrado Sondereguer (v.). Es así como apa-recen, además de varias notas dedicadas a laUnidad de Habitación de Marsella (mayo-agos-to de 1953), dos números enteros dedicados altrabajo histórico de la Oficina del Plan Regu-lador de 1948, titulados “Evolución de BuenosAires en el tiempo y el espacio”, que aparecenenmarcados en los presupuestos ideológicosde la Carta de Atenas. En medio de un climarenovado en el país y en la Universidad, du-rante el año 1960 se publican bajo la direcciónde Sondereguer, cofundador en 1942 de la re-vista Tecné (v.), varios artículos dedicados a his-toriar la arquitectura en la Argentina que, jun-to al número aniversario de Sur —que contieneun trabajo de Méndez Mosquera—, constitu-yen los primeros escritos destinados a cons-truir una genealogía de la Arquitectura Mo-derna en la Argentina (v.).

En 1955, la SCA comenzó a editar un bole-tín que intentaba cubrir la irregularidad conque aparecía la revista (a partir de 1967, al apa-recer con mayor regularidad, el boletín pasóa llamarse Revista de la SCA). En este lapso, sepublicaron algunos de los trabajos clave de losaños “desarrollistas”, tales como los concur-sos: Biblioteca Nacional, Jockey Club, EdificioPeugeot (este de carácter internacional), Es-cuela en Catalinas Sur, Colegio Mayor de Ma-drid, ampliación Cámara de Diputados, Hos-pital Nacional de Pediatría, Auditorio de laCiudad de Buenos Aires, edificio para el per-sonal del Congreso de la Nación. Asimismo,aparecieron los temas fuertes de la época, ta-les como el de erradicación de villas de emer-gencia (noviembre de 1969) o las operatoriasde vivienda masiva.

Resurgimiento y continuidad. Tras una nuevainterrupción, en 1981 volvió a salir dirigida porCarlos Coire, a quien sucedió poco tiempo des-pués Julio Keselman, que ejerció esa funciónhasta el número 190 de 1998. En el lapso pre-vio al retorno de la democracia (1981-1983), conla presidencia de la SCA a cargo de FranciscoGarcía Vázquez (v.), la revista comenzó a tran-sitar una tendencia clave de los tiempos quevendrían: historia, patrimonio y ambientalis-mo como cuestionamientos y alternativas fren-te al proyecto modernizador en agonía del Pro-ceso (el número 119 incluye el trabajo de

u REVISTA DE ARQUITECTU-

RA EN LOS AÑOS 90.

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Ladizesky, Del Franco y Ruiz sobre WladimiroAcosta —preludio de una reconsideración dis-ciplinar que se consolidaría en la segunda mi-tad de la década—, el número 124, de diciem-bre 1982, incluye el artículo de Odilia Suárez“La reconciliación de la arquitectura con el am-biente”, y el número 126, de agosto de 1983, es-tá dedicado a preservación).

En 1986, en coincidencia con el centenariode la creación de laSCA, volvió a llamarseRevista de Arquitectura,reutilizándose inclusi-ve la tipografía del perí-odo 1944-1952. En losaños sucesivos, hasta1990 aproximadamen-te, se advierte la fuertepresencia de los tópicosinaugurados a comien-zos de los años ochen-ta. En lo referente a exá-

menes históricos (en los que participó buenaparte de la intelligentzia local), se destacan losdebates sobre el conjunto Los Andes de FermínBereterbide y sobre el caserón de Rosas en Pa-lermo (Schávelzon, Aliata), el Neocolonial (Gut-man), lo “Nacional y Popular” (Ramos, Sabu-go, Gorelik, Silvestri), el llamado Racionalismode los años treinta (Larrañaga y Katzenstein),junto con la reconsideración de figuras emble-máticas del academicismo (Federico Ortiz re-visó sus anteriores consideraciones sobre Chris-tophersen en el número 128 de marzo de 1984);además, se dedicó una sección especial a revi-sar clásicos de la arquitectura contemporánea(Banco Municipal, Teatro General San Mar-tín, Banco de Londres), a dos o tres décadasde inaugurados, entrevistando a sus autoresy debatiendo el proceso de diseño. El patri-monio urbano fue considerado en los números137 y 138, de noviembre de 1986 y mayo de 1987respectivamente, dedicados a las principalesciudades del país. Por su parte, en el cruce en-tre ecologismo y preservación, el número 135de diciembre de 1985 estuvo dedicado a los par-ques nacionales y su patrimonio. Ambos temasestuvieron acompañados por la publicación deconcursos nacionales de vivienda realizados en-tre 1983 y 1989 (Arroyito, Rawson, Catamarca,Carmen de Patagones, Bajo Flores, etc.), re-sultados de los premios anuales, debates de lasmesas redondas (desde las políticas de vivien-da, pasando por el Código de Planeamiento has-ta la intervención en Puerto Madero) y un con-junto de información destinada a la actividadprofesional; se eliminó, por otra parte, el espa-

cio dedicado a obras y proyectos enviados porlos socios de la SCA.

En marzo de 1999, la revista, dirigida a par-tir del número 191 por Carlos Lebrero y conun staff renovado a cargo de Jorge Iribarne y enel que participan Jorge Ramos, Aída Daitch, Nan-nette Cabarrou, Alvaro Arrese, Fabiana Barre-da, Matías Gigli y Alfredo Moffat, cambió su per-fil y encomendó su diseño a Lorenzo Shakespeary la dirección técnica y edición a Hernán Bis-man y Claudio Robles. Hizo números mono-gráficos, en una tónica similar a otras revistaseuropeas de gran suceso (Arquitectos de Madrid,A&V, etc). Abrió también un abanico de temaslocales, en parte ausentes en la asimismo reno-vada Summa (v.), lo cual fue un hecho positivo:concursos (6 números); periferia, interiores,la propiedad, infraestructura, el techo, la ribera,la calle, el plan, campos de juego, el dibujo. Unprovisorio balance de estos últimos cinco añospodría situar a la Revista en continuidad, y a lavez en reposicionamiento, en un medio que len-tamente pareciera recuperarse del tránsito porlos turbulentos años noventa, que vieron des-aparecer de las revistas los debates temáticos;años a su vez en que se interrumpieron enterascolecciones bibliográficas de editoriales localeso internacionales. E. G.

Bibliografía: Humberto González Montaner. “La Re-

vista de Arquitectura”. En: Summarios: AA.VV. So-

ciedad Central de Arquitectos. 100 años de com-

promiso con el país. 1886-1986. Bs. As.: SCA, 1993.

Revista de la Arquitectura N°. 212, abril 2004.

REVISTA DEL PLATA (v. Pellegrini, Carlos Enrique).

REVIVAL. m. Retorno de un estilo del pasado,con la implícita exigencia de proponer valen-cias ideológicas con él identificadas.

Asimilado al concepto de Historicismo enámbito anglosajón, en cuanto posibilidad derevivir repertorios estilísticos de la historia através de un uso ideológico de sus elementosformales, esta voz inglesa, tomadacomo prés-tamo por el lenguaje técnico, suele designarlas diversas tendencias estilísticas de impron-ta romántica que, en la búsqueda de afirma-ción de las tradiciones nacionales, se ponen enjuego como alternativa a los estilos académi-cos. Algunos autores indican con la noción deHistoricismo tanto los estilos clásicos como losmedievales por su condición de estilos histó-ricos, mientras que con el vocablo revival (R)se refieren a los lenguajes originados en tra-

diciones figurativas diferentes (estilos exóti-cos, vernaculismos, pintoresquismos). En suacepción más amplia y literal, la actitud revi-valista incluye también el lenguaje clásico, yano como código universal sino como elecciónsubjetiva dictada por la sensibilidad y adopta-da por motivos contingentes.Periodización. Difundido en el campo inter-nacional durante el siglo XIX, su datación po-dría circunscribirse en la Argentina a la apari-ción de los primeros ejemplos de pluralidadlingüística en la década de 1850 hasta 1930,cuando se abre una nueva fase de moderniza-ción, que se extiende y coincide básicamentecon el período definido convencionalmente co-mo Eclecticismo (v.). Historicismo y Revival ensus diferentes acepciones (Neorromano, Neo-griego, Neorrenacimiento, Neobarroco, Neo-gótico, Pintoresquismo, etc.) se difunden en laarquitectura argentina a través de operadoresextranjeros, mediante instrumentos teóricos yprácticos, que representan a diversos grupossociales y responden a las exigencias específi-cas de los dispositivos de modernización.

Modalidades de difusión. En la Argentina, enel maleable campo profesional del período, ac-túan profesionales locales y extranjeros que in-corporan como instrumentos proyectuales vo-cabularios y técnicas diversificadas, cuyautilización deberá ser evaluada caso por casoen función de las condiciones de producciónde la obra. Publicaciones extranjeras (Houses &Gardens, American Home, Ideal Home, PencilsPoints) o nacionales (Revista Técnica, Arquitec-tura, La Vida Moderna) divulgan modas y pau-tas de vida para una burguesía ávida de nove-dades. Al mismo tiempo, distintos gruposétnicos y sociales recurren a sus propios téc-

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u FACHADA DE UNA SUBESTACIÓN PROYECTADA POR CHIOGNA.

u PORTADA RECIENTE DE LA

REVISTA DE ARQUITECTURA.

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nicos y profesionales para reproducir reperto-rios regionalistas que posibiliten un mecanis-mo de identificación con el país de origen. Es-ta adopción no siempre se limita a unarepetición imitativa de estilemas reconocibles,sino que produce hibridaciones y solucionesparticulares. Emergen así nuevas problemáti-cas generadas por las relaciones que el movi-miento migratorio establece entre centro y pe-riferia respecto de modelos, prácticas yconformación de la disciplina; de ahí que seproduzcan, según los roles (profesionales, téc-nicos, mano de obra o comitentes), diferentesgrados de incidencia en la configuración de loslenguajes.

Obras y arquitectos. El R. hace su aparición enla Argentina en la segunda mitad del siglo XIX,a partir de la adopción de los medievalismosen la arquitectura religiosa y en sintonía conla difusión de ciertas temáticas románticas, in-timistas y folclóricas en la literatura y la pin-tura. Sustancialmente asociado al “tema”, elNeogótico encuentra su primera expresión enámbito rioplatense en dos ejemplos tempra-nos: la capilla del Cementerio Protestante (1833),del arquitecto R. Adams (v.), y la iglesia, en Bue-nos Aires, de la Congregación Evangélica Ale-mana (1850), de E. Taylor (v.). Desde enton-ces aparecería en numerosos templos católicos(Catedral de San Isidro, 1905, de J. Dunant, v.,y C. Paquin, v.; Catedral de Mercedes, 1905, deF. Fleury Tronquoy, v.; la Basílica de NuestraSeñora de Luján, de V. Courtois, v.), y protes-tantes (la iglesia de San Salvador en Belgrano,1893, iniciada por el arquitecto A. Mohr Bell yconcluida por W. Basset Smith, v.; la iglesiapresbiteriana de San Andrés, Buenos Aires,1894-1896, y la anglicana de la Santísima Tri-nidad de Lomas de Zamora, 1872-1873, de losarquitectos E. A. Merry, v., y C. Raynes), y seextende a ejemplos eclécticos, como la iglesiadel Sagrado Corazón de Buenos Aires, de R.Ayerza (v.), o incluye contaminaciones estilís-ticas exóticas, relacionadas generalmente a exi-gencias de representación de la comunidad re-ligiosa comitente, como el Empirismo nórdicode la iglesia de los Noruegos (1916) o el Neo-bizantinismo de la iglesia Ortodoxa Rusa yde la iglesia de Santa Rosa de Lima (1934), deA. Christophersen (v.). Revivals que se des-arrollarían también en su faz pintoresquistaen el Cementerio de la Chacarita, con gran des-pliege estilístico de monumentos funerarios(neoegipcios, neogriegos, neorromanos, neo-bizantinos, neogóticos y modernistas); en ca-pillas y castillos de estancias (“Chapadmalal”,

del arquitecto W. Basset Smith, o “Huetel”(1909), de J. Dunant); en algunas residenciasurbanas, como las proyectadas por los arqui-tectos E. Le Monnier (v.) (Libertad 1394) y P.J. Jaeschke (v.) (Callao 290). Asimismo se con-solida la vertiente medieval, que tiende a en-fatizar las características de fortaleza en insta-laciones militares y penitenciarias (cárceles,cuarteles, polígonos de tiro). Cierta influenciaromántica se registraría además en la rees-tructuración de espacios urbanos realizada porP. Pueyrredón (v.). La corriente pintoresquis-ta encuentra particular aceptación en su ver-sión doméstica del cottage inglés, en la ediliciaresidencial suburbana de principios del no-vecientos (Belgrano, Olivos, San Isidro) y enlos chalets marplatenses de la elite de la dé-cada del veinte (“Villa Álzaga” de los arquitec-tos Acevedo, Becú y Moreno, v., o la residen-cia Devoto de A. Bustillo, v.). Ya desde finesdel siglo XIX se definió una línea vernaculistade lenguajes diferenciados según las fuentesa las que se recurre en busca de estilemas. Así,los R. de origen británico estuvieron repre-sentados por figuras como Pirovano (v.) y C.Mendonça Paz (v.) que se ejercitaron en el Tu-dor, Georgian, Elizabethian, Jacobean y Re-gencia, mientras los distintos grupos étnicospreferirían los propios regionalismos (nor-

mando, lombardo, gótico, veneciano, florenti-no, vasco, ticinés, etc.). Los estilos exóticos, pro-ducto del gusto por la exploración de tierras le-janas, alimentados con el extenderse delcolonialismo y asociados con la inclinación porel coleccionismo de la burguesía del 1800, en-cuentran su ámbito de difusión privilegiadoen pabellones de parques y exposiciones don-de la poética inglesa del Pintoresquismo habíaexperimentado y sistematizado modelos for-males extraños a la tradición occidental, con-tribuyendo decididamente a la genealogía ti-pológica de la edilicia residencial europea delsiglo XIX. El Jardín Zoológico de Buenos Ai-res (1874) fue entonces el escenario adecua-do para recuperar el clima de jardín informalinglés, al combinar jaulas en Neomorisco, Ne-ogriego, Neohindú o Neochino entre puentes,estanques y falsas ruinas; naturaleza artifi-cial que además servirá de marco para la ex-perimentación de nuevos materiales (hierroy hormigón armado). Los años del Centenarioverían emerger repertorios figurativos de la tra-dición americana e hispánica: desde el Indi-genismo al Arequipeño plateresco —sede deldiario La Nación de E. Pirovano (v.)—, o des-de el Barroquizante —como el que utiliza A.Guido (v.) en la fachada de su residencia en Ro-sario— al Neorrenacimiento español (TeatroCervantes, 1921, de Aranda y Repetto). SeránMartín Noel (v.), con obras como la restaura-ción del Cabildo de Luján, su casa particular ola estancia “Acelain” de 1922, y Juan Kronfuss(v.), con sus estudios sobre el arte del períodovirreinal, las figuras más representativas delNeocolonial que, en sintonía con la “restau-ración nacionalista”, se pone como reacción alcosmopolitismo dominante.

Usos y significados. El Eclecticismo se carac-teriza por establecer un doble mecanismo deidentificación tipológica: si a cada estilo de-bía corresponder un determinado uso, se efec-tuaba simultáneamente una catalogación ti-pológica de los edificios según su función. Laelección temática predominaría paulatinamenteen este proceso que, adaptando el tipo a lasnuevas exigencias, lo transforma en tema ar-quitectónico. Así, el Neogótico será conside-rado genéricamente como apto para las temá-ticas religiosas, el Neorrenacimiento a edificiosadministrativos y los estilos exóticos a exposi-ciones y lugares de diversión. Afirmados enuna fase de profundos cambios sociales, la uti-lización de los R. se identifica con motivacio-nes de uso, carácter, representatividad en mar-cos ideológicos no generalizables y verificables

rev rev

179Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PROYECTO DE IGLESIA, DE AUGUSTO FERRARI.

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regida por el “gusto” y la “sensibilidad” —no-ciones desarrolladas críticamente por la cul-tura europea en clave anticlásica—, descubrela “espontaneidad” en el juego volumétrico, enlos cerramientos tipo bow-window, en la alter-nancia de los techos inclinados y las chime-neas de las regiones frías con las terrazas, pór-ticos y balcones de las zonas mediterráneas.Esta actitud proyectual pone en crisis los fun-damentos del sistema clásico (abandono dela simetría, eliminación de los órdenes, etc.).

El Neocolonial, en cambio, forma parte deun fenómeno americano generalizado comooposición arcaizante a la Modernidad. Este mo-vimiento surge en la Argentina en un clima cul-tural de reivindicación de los orígenes comobúsqueda de una arquitectura que, contrastandocon la proliferación de lenguajes heterogéne-os, se adapte al clima y a las costumbres loca-les, rescatando una supuesta “identidad esen-cial” a través de pautas como la sencillez, lapureza y la autenticidad. La revalorización delpasado hispánico atraviesa el campo artístico yliterario, y se presenta como discurso oficial entorno del Centenario, en un intento de homo-geneizar la fragmentación cultural provocadapor el aluvión inmigratorio.

en su especificidad. La transferencia y cambiode contexto en la adopción de los distintos es-tilos produce además una alteración de los sig-nificados a ellos atribuidos en el debate euro-peo, por lo que se genera un proceso dereideologización de los códigos lingüísticos enfunción de las nuevas problemáticas en que serealiza su inserción. Por lo tanto, consideran-do el significado de R. en su acepción más am-plia y concibiendo los distintos repertorios for-males como instrumentos de estrategias depoder, es posible detectar algunos de los sig-nificados generales que suelen determinarsu elección. Si los academicismos constituye-ron la tendencia dominante del período, arti-culada en vertientes y registros representati-vos de paradigmas culturales de ampliossectores de la clase dominante, el Neogótico seutiliza en nuestro medio para caracterizar laedilicia religiosa, estableciéndose sus inflexio-nes estilísticas en relación con las exigenciasde identificación simbólica de la congregacióncomitente. Las elites dirigentes de las diversascolectividades étnicas acuden a sus profesio-nales para difundir los repertorios estilísticosnacionales que entonces se elaboraban en lospaíses de procedencia. En la búsqueda de afir-

mación de las particularidades culturales, seadoptan regionalismos originados en tradi-ciones vernáculas que distinguen sus edificiosinstitucionales (asociaciones, clubes, hospita-les, etc.). El mecanismo de selección de un es-tilo y de una determinada fase de su evoluciónlleva implícita la voluntad de indicar el rol eco-nómico y social que sus miembros ejercenen el país de adopción, enfatizando de este mo-do la posición que ocupan o desean ocupar enel contexto urbano. La articulación de motivosestilísticos en declinaciones particulares aludea conflictos internos o a debates político- cul-turales que se desarrollaban en el centro de re-ferencia y se divulgaban a través de la prensade la colectividad. El juego de identificacioneses complejo y muchas veces se articula respectode grupos de intereses interétnicos, empeña-dos en la búsqueda de consenso o en la defi-nición de una particular imagen comercial, fi-nanciera o productiva (compañías de seguros,bancos e institutos de crédito, grandes tiendas,etc.). Los pintoresquismos han sido directa-mente relacionados con la adopción del chaletsuburbano, que con fuertes connotaciones an-tiurbanas y en su versión cottage revival adop-tan los estratos medios. Una arquitectura que,

180 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DE LUJÁN, EN LUJÁN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

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HISTORIOGRAFÍA.

El R. ha sido afrontado por la historiografía dela arquitectura en la Argentina dentro de la pro-ducción bibliográfica general sobre el Eclecti-cismo. Fue considerado en sus variantes esti-lísticas como parte de ese repertorio figurativode segundo orden en relación al grado de di-fusión de los academicismos (M. Buschiaz-zo, 1966). La estética historicista, articuladaa través del Neomedievalismo y en el marcodel Eclecticismo romántico, suele ser leídaen su interpretación más habitual como fenó-meno contrapuesto a la corriente greco-roma-na de las academias. Suspendidas las conno-taciones nacionales que los habían caracterizadoen ámbito europeo, en el Río de la Plata los R.surgieron como transculturación directa de có-digos formales en manos de las colectividadesextranjeras, y se identificaron mecánicamen-te el Neoclasicismo con la arquitectura revo-lucionaria y el Romanticismo con el régimenrosista; oposición que se prolongó en el perí-odo siguiente (1852-1880) entre el Neorrena-cimiento italianizante y los R. medievalistas deraíz británica (A. de Paula, 1984 y 1988). Enalgunos casos se niega su existencia, pues, eli-minados los principios ideológicos que los sus-tentaban en los contextos originarios y no pu-diendo identificarse con análogos significadosen el nuevo escenario, perdería sentido cata-logarlos como tales (F. Ortiz, 1984). Evasiónhistoricista y escapismo exotista caracterizó unPintoresquismo “ajeno”, conjugado en expre-siones que van del Californiano al Neoazteca(R. J. Alexander, 1984). Solo una vertiente deeste fenómeno es revalorizada en sus “genui-nas” intenciones: el Neocolonial. Movimientoque, si bien esteticista y anacrónico, habría res-catado el auténtico pasado nacional despuésde décadas de desprecio por los testimonioshispánicos. Según esta visión, el Neocolonialhabría asumido connotaciones contestatariaspor lo que superó como propuesta teórica a losantiacademicismos modernistas (R. Gutiérrez,G. Viñuales, 1984). Esta postura configura lalínea institucional de la historiografía, alimen-tada por las contribuciones sobre el Arte y laArquitectura Colonial realizadas por Kronfuss,Guido y Noel en los años del Centenario y pos-teriormente desarrolladas por M. Buschiazzo(v.) en el ámbito del IAA. Ha sido analizada ensus valencias ideológicas y operativas por estu-dios críticos más recientes que intentan unacomprensión teórica e histórica del fenómeno(A. Gorelik, G. Silvestri, 1988). M. D.

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REYES, JOSÉ MARÍA. San Marcos, Córdoba,1803 - Montevideo (Uruguay), 1864. Militar,ingeniero y cartógrafo. Actuó en Buenos Ai-res y en Montevideo durante la primera mitaddel siglo XIX.

Graduado en la Academia de Matemáticasque dirigía Felipe Senillosa (v.), realizó en prin-cipio una carrera militar en el arma de arti-llería. Posteriormente, como ingeniero mili-tar, trazó los lineamientos del Fuerte de Tandily participó en diversas expediciones como car-tógrafo con el objetivo de explorar áreas des-conocidas y trazar las fronteras de la provin-cia. Producida la declaración de Guerra conel Brasil, Reyes fue encomendado para diri-gir las obras de las baterías en la Ensenada deBarragán, y luego pasó a la Banda Oriental,en calidad de ingeniero militar a las órdenesde Martín Rodríguez.

Finalizada la guerra, se estableció en el Uru-guay. Luego de la declaración de independen-cia de ese país, Rondeau le encomendó la for-mación de un catastro y la carta territorial delEstado. Posteriormente, cuando el presiden-te Rivera creó el Departamento Topográfico,lo nombró director. En el Uruguay realizó lue-go una vasta obra y actuó como diplomático ymilitar. Entre otras cosas, participó en la rea-lización del plano de la ciudad nueva de Mon-

tevideo y realizó la Carta Geográfica de la Re-pública Oriental del Uruguay.

Bibliografía: V. Cútolo. Nuevo diccionario históri-

co argentino. Bs. As.: Elche, 1968.

REZZARA, GAETANO. s/d. Italiano, ingeniero ar-quitecto. Trabajó en Rosario entre fines delsiglo XIX y comienzos del XX.

En esta ciudad proyectó y construyó algu-nas obras importantes dentro de la modalidaddel Neorrenacimiento italiano (v.). Entre ellaspueden citarse: el edififio del Municipio (1890),la villa de José Puccio conocida como “VillaHortensia”, el teatro Politeama (1891), la casade renta de Juan Castagnino en la calle Cór-doba 2087/99 y las casas de Bulevar Oroño1345, Córdoba 1825 y Urquiza 1285. Tambiénes autor, con otros colaboradores, de la sededel Banco Familia Argentina en la esquinade Santa Fe y Mitre (1909).

Bibliografía: R. Gutiérrez, s. v.: “Rezzara, G.”. En: L. Pa-

tetta. Architetti e ingenieri italiani in Argentina,

Uruguay e Paraguay. Roma: Pellicani, 2002.

RICUR, ALBERTO VÍCTOR. Buenos Aires, 1910- Íd., 2000. Arquitecto. Graduado en 1932en la Escuela de Arquitectura de la Universi-dad de Buenos Aires, tuvo una nutrida activi-dad profesional, llegó a ser presidente de laSCA y del Instituto de la Vivienda de la Pro-vincia de Buenos Aires.

Diseña una gran cantidad de obras entre1942 y 1981, en su mayoría edificios de vivienday oficinas, en Buenos Aires. Entre estos últi-mos se destaca el de Av. Roque Sáenz Peña /Sarmiento / Carabelas (1949). Otras obras im-portantes son el Sanatorio del Norte, en Ca-bildo y Zabala (1942), el Colegio Manuel Bel-grano, en La Pampa y Cuba (1952 / 1960 / 1975/ 1981) y diversos edificios para congregacio-nes religiosas (Colegio Champagnat, 1964-1967 / 1975-1978); Capilla del Colegio Mili-tar de la Nación (1969). La mayoría de sus obrasse inscriben en la tendencia racionalista.

Asociado al arquitecto A. Joselevich (v.), re-alizó una serie importante de obras, entre lasque se destacan: el edificio Panedile; la torreDorrego; Zavalía 2020; 11 de Septiembre 1836;Scalabrini Ortíz 3334 y Av. Libertador 2166.Fue pionero en la utilización de sistemas in-dustrializados pesados en la construcción. J. R.

rev rig

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RÍGOLI, BERNARDO. Taverna, Cantón Ticino(Suiza), 1850 – Paraná, 1918. Arquitecto.Activo en Paraná, (Entre Ríos), y otras ciuda-des de Entre Ríos en las últimas décadas delsiglo XIX. Realizó importantes edificios públi-cos en la capital provincial.

Poco se conoce de su biografía hasta quellega a Entre Ríos con sus padres en el año1875. Para entonces —y a propósito de su ha-bilitación para ejercer la profesión de arqui-tecto—, se sabe que había sido premiado enla Escuela de Diseño de Lugano cuando solocontaba con 17 años de edad. En 1873, la RealAcademia de Bellas Artes de Milán lo distin-gue por su participación en el Concurso Trie-nal de Arquitectura; en esa ocasión había pro-yectado una “Iglesia con cementerio para unaciudad de 14.000 habitantes”. El mismo añode 1873 aparece como arquitecto asistente enla construcción del Nuevo Teatro Manzoni deMilán. Al año siguiente, la Real Academia deBellas Artes de Milán nuevamente le comu-nica su premio de arquitectura en el Concur-so Vittadini. Con tales antecedentes, el escri-bano mayor del gobierno, Juan Victorica,extiende la correspondiente certificación (1875)en Concepción del Uruguay, que para enton-ces era capital de la provincia. Pronto Rígolies un hombre reconocido profesionalmente;a su trabajo en el Dpto. Topografía de EntreRíos, desde 1879 hasta 1905, se suman im-portantes obras en Concepción del Uruguay,como la Escuela Modelo y su proyecto para lacárcel de aquella ciudad, además de nume-rosas “obras de arte” en caminos provinciales.Decidido el Gobernador Racedo a devolverlea Paraná su condición de capital de la provin-cia, se aprueban en marzo de 1884 los planospara la Casa de Gobierno y sede de la Legis-latura Provincial, realizados por Rígoli. Sinduda representan el trabajo de mayor enver-gadura y calidad hecho por este importante ar-quitecto y constructor. El partido arquitectó-nico adoptado es monumental y se basa enuna sucesión de patios interiores cercados porgalerías con columnas de elegante diseño. Elvolumen resultante, que se dispone en la to-talidad de la manzana, se ofrece agradable yarmónico. Una importante torre-reloj que re-mata en una mansarda define la composiciónurbana y preanuncia un nártex de ingreso quese aprovecha en planta alta para la instalacióndel salón principal. Un recurso muy difundi-do, pero que aquí cobra particular interés entanto sirve para un diseño urbano de efecti-va presencia frente a las dos plazas que au-

mentan las perspectivas monumentales de laobra. Ya en Paraná, y en su condición de pre-sidente interino del Departamento Topográ-fico, participa en los diseños de las Jefaturasde Policía de Concepción del Uruguay, Colóny Victoria, los puentes sobre el Arroyo Feli-ciano, Arroyo Sauce, Arroyo Ensenada, Arro-yo Gualeyán, etc. No se puede dejar de men-cionar el aporte de Rígoli en la casa Solari(actual Casa de la Cultura), el Club Social fren-te a la Plaza de Mayo, la Escuela Rivadavia yla Jefatura de Policía de Entre Ríos en la calleCórdoba de la ciudad Capital. C. M. R.

RÍO GALLEGOS. Ciudad capital de la Provinciade Santa Cruz, asentada sobre la desembo-cadura del río homónimo, a 2636 km de Bue-nos Aires. Su población, según el censo 2001,es de 79.072 habitantes. Sin acta de funda-ción alguna, Río Gallegos nació en 1885 apartir de la instalación de la SubprefecturaMarítima.

El estuario en el que se ubica actualmentela ciudad fue descubierto en 1525 por la expe-dición de García de Loyola. Posteriormente, elárea fue transitada por navegantes de distintasnacionalidades, sin haberse producido asen-tamientos permanentes. Si bien en 1877 unosmarinos chilenos construyeron un pequeñoedificio de adobe para una capitanía, su pos-terior abandono convierte a la subprefecturamarítima argentina instalada en 1885 en el pri-mer asentamiento de carácter permanente. Elcaserío que comenzó a formarse alrededor deesta repartición tuvo, desde un principio, unaestrecha relación con las estancias ovejeras dela zona. La mayoría de estos ovejeros provení-an de las Malvinas que, al estar superpobladasde ganado, buscaron en el sur de Santa Cruzy en Tierra del Fuego nuevas tierras para susmajadas. Entre 1886 y 1887 el teniente de fra-gata Teófilo de Lochi llevó a cabo la primeratraza del pueblo, que se alineó respecto de lacosta sur del estuario del río Gallegos. En 1887el gobernador del territorio, Ramón Lista, tras-lada la capital desde Puerto Santa Cruz haciaeste naciente núcleo poblacional con el objetode ejercer un mejor control sobre las riquezasauríferas de Cabo Vírgenes. Legalmente estetraslado no fue ratificado sino hasta 1898.

Con el estatus de capital territorial y con elrol de centro de servicios para las importantesestancias de la zona, Río Gallegos ve aumen-tar su población a partir de tres corrientes prin-cipales: la continental argentina, desde el nor-

te, la malvinense, desde el este, y la de Chile,desde el sur. En 1907 se crea el consejo mu-nicipal y, con el nuevo siglo, la apertura de losprimeros comercios da paso a la instalación degrandes firmas comerciales, como la SociedadAnónima Importadora y la Exportadora de laPatagonia, instalada en 1908, dedicada al co-mercio y al transporte marítimo. Por su parte,The New Patagonia Meat & Cold Storage, quecomienza sus actividades en 1912, instala unfrigorífico para la exportación de carne. Pos-teriormente, esta firma que pertenecía a la em-presa Swift construiría un ferrocarril y un mue-lle propios para el traslado y el embarque desu producción.

Desde sus comienzos, la arquitectura de es-ta región se vio fuertemente condicionada porla rigurosidad de un clima frío y ventoso, y porla virtual inexistencia de materiales de cons-trucción vernáculos. Por esta razón, se impu-so desde un principio el uso de sistemas deconstrucción prefabricados. Un gran núme-ro de los primeros edificios fue construido usan-do técnicas similares a la conocida como ba-lloon frame, donde la madera es usada tantopara los elementos estructurales como para losde cerramiento. Más adelante, se impuso pa-ra estos últimos el uso de la chapa galvaniza-da. La iglesia catedral, comenzada a construiren 1899, es un buen ejemplo de la versatilidadcon que se usaban estos materiales, ya quesu exterior, originalmente revestido con te-juelas de madera, fue posteriormente encha-pado. Su única nave, su planta en cruz latinacoronada por una cúpula octogonal y su torresobre la fachada dan cuenta de la influencia dela arquitectura religiosa del sur de Chile (fueconstruida por el sacerdote Juan Bernabé, pro-veniente de Punta Arenas, autor de la iglesiade aquella ciudad y de la de Ushuaia). Ha sidodeclarada monumento histórico nacional. Otrode los primeros ejemplos de este tipo de cons-trucción es la primera Casa de Gobierno, eri-gida en 1895 por el carpintero Luis Noya, quienluego de su arribo desde Puerto Deseado fueresponsable de la construcción de otras obras,como el antiguo muelle de Swift.

Morfológicamente, estos edificios eran elresultado de una composición basada en vo-lúmenes simples y compactos con techumbresa dos aguas. En muchos casos el edificio se de-finía por uno de esos volúmenes, lo que dabacomo resultado plantas cuadradas o rectangu-lares. En otros, se trataba de edificios resul-tantes de una sumatoria de partes, no solo devolúmenes a dos aguas, sino también de bow-windows, galerías vidriadas y porches de acce-

182 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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so; un conjunto de cuerpos con amplias su-perficies vidriadas que se proyectan hacia afue-ra en busca de la escasa luz del sol. Un buenexponente de este tipo de relación con el ex-terior es la galería acristalada de la casa cons-truida por los hermanos Fenton en la décadade 1890, edificio que desde 1989 alberga el de-nominado “Museo de los Pioneros”. La capta-ción de la luz es también la razón por la cualtodos los aventanamientos se ubican sobre elfilo exterior de los paramentos verticales. El re-pertorio formal resultante se completaba conel artesonado que acompañaba las techumbresy que incluía cenefas, pináculos y demás de-talles en madera. Interiormente, la tipologíade disposición concentrada implicó que todaslas habitaciones de la vivienda dieran a un es-pacio central que, por razones de calefacción,era, a menudo, la cocina. En casi todos los ca-sos se trataba de edificios de perímetro librey retirados ligeramente de la línea de frente dellote. Este conjunto de características están fiel-mente representadas por el denominado “Ba-rrio de la Gobernación” (primer conjunto ha-bitacional de la ciudad construido en la décadade 1930 para los empleados provinciales), aun-que no todas las viviendas mantienen su as-pecto original. Dos de ellas alojan actualmen-te un museo histórico y un museo marítimo.

Si bien existían ejemplos de mamposteríade ladrillos, como el llamado “Grand Hotel”,erigido en 1909, hacia la década de 1920 co-menzó a cobrar importancia este tipo de cons-trucción para las viviendas que, de todas ma-neras, siguieron conservando tanto suscaracterísticas morfológicas como sus techosde chapa acanalada. Un buen ejemplo de es-tos primeros frentes revocados es la viviendaconstruida para los directivos de la Escuela Na-cional N.°1 en 1930, que funciona hoy comomuseo de arte.

En cuanto a edificios institucionales, es pre-ciso mencionar el caso del Banco de la NaciónArgentina, realizado en 1922, primer edificiode gran escala construido con mampostería deladrillo. Su aspecto exterior, definido por el es-tilo neoclásico, tiene la particularidad de con-tar con una cubierta de chapa acanalada comola de la gran mayoría de los edificios de la zo-na. La llamada “Casa España”, construida en1928 por la Asociación Española de SocorrosMutuos, es otro edificio institucional impor-tante que representa a la denominada Arqui-tectura Ecléctica de principios de siglo. Estaasociación también fue responsable de la cons-trucción en 1914 del Cine Teatro Colón, queen 1967 fue destruido por un incendio.

Uno de los períodos más prósperos de laciudad fue el coincidente con la gestión de go-bierno del Teniente de Navío Juan ManuelGregores, desde 1932 hasta 1945. Además delmencionado “Barrio de la Gobernación”, seconstruyeron entonces la Escuela de Policía,el edificio de Correos, inaugurado en 1943, yla nueva Casa de Gobierno, erigida en con-junto con una nueva jefatura de Policía. La in-fluencia de la ciudad sobre la región se vio au-mentada por la concreción de importantesobras viales.

En décadas posteriores se generalizó el usode la mampostería de ladrillos. De esta ma-nera, junto con el gradual retroceso de unaimagen formal característica, se fue perdien-do cierto conocimiento técnico y funcional re-lacionado con las rigurosas condiciones cli-máticas de la zona.

En 1947 se dispuso un ensanchamiento dela planta urbana con tierras que debían ser en-tregadas a organismos oficiales, integrados, engran parte, por las fuerzas armadas. Cabe se-ñalar que estas últimas tuvieron un fuerte pro-tagonismo en el desarrollo urbano y edilicio deRío Gallegos. También resultó fuerte la pre-sencia de Yacimientos Carboníferos Fiscales,que en 1951 construyó un ferrocarril destina-do a transportar la producción de carbón de lazona de Río Turbio para su embarque en RíoGallegos, donde se construye un nuevo mue-lle. Dentro de la acción de YPF merece men-cionarse aquí la construcción de viviendas pa-ra sus obreros, en las que se utilizó comomaterial las durmientes de quebracho desti-

nadas originalmente al ferrocarril. Con la provincialización de los territorios

nacionales en 1955 y la asunción del primergobernador en 1958, se construyen impor-tantes edificios administrativos. Por su esca-la y presencia en el perfil de la ciudad, sobre-salen en este período dos edificios ubicadossobre la calle Julio A. Roca, arteria principalde la ciudad, ambos proyectados por el estu-dio de los arquitectos Aftalión, Bischof, Egoz-cue, Vidal y Sorondo (v.). El primero es la se-de central del Banco de la Provincia de SantaCruz, construido en 1968, y el otro es un edi-ficio que combina funciones residenciales conlocales comerciales, cuya construcción fue fi-nalizada en 1970. Estas obras son represen-tativas de un período en el que cierta sensi-bilidad hacia las condiciones climáticas delentorno y el uso de nuevas tecnologías de mon-taje en seco respaldan la aparición de edificiosdecididamente modernos. Dada las restric-ciones que imponen los fuertes vientos, otrade las características de estos nuevos edificioses su controlada altura, hecho que se tradu-ce en una mejor relación en términos de es-cala entre lo viejo y lo nuevo, y que da comoresultado un perfil urbano más homogéneo.

Esta fue una época de fuerte crecimientodemográfico: entre 1960 y 1964 la ciudad vioduplicada su población. Sin embargo, la pocaplanificación, y la consecuente dispersión oca-sionada por la baja densidad de ocupación dela planta urbana, inauguraron un período ca-racterizado por la falta de servicios e infraes-tructura para amplios sectores de la ciudad.

rig rio

183Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CIUDAD DE RÍO GALLEGOS A MEDIADOS DE LA DÉCADA DE 1960.

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Con el fin de hacer frente a este problema sepuso en vigencia en 1966 el Plan Reguladorde Río Gallegos que, finalmente, no fue res-petado. En las décadas de 1970 y 1980, la cons-trucción de numerosos conjuntos de vivien-da de interés social (v.) en los grandes espaciosvacíos ha ayudado a consolidar una trama ur-bana que ha perdido en su expansión hacia elsur la regularidad del damero central. Con eltiempo, y gracias a la relocalización de algunasactividades ferroviarias y portuarias, tambiénse fue consolidando la costanera como paseoy área recreativa. Si bien durante los últimosaños la capital santacruceña no ha experi-mentado grandes transformaciones, su pobla-ción ha ido en constante aumento, alcanzan-do el 1991 los 79.033 habitantes. F. W.

Bibliografía: Comisión Nacional de Museos y de Mo-

numentos y Lugares Históricos. Monumentos histó-

ricos de la República Argentina. Bs. As., 1998; M. Ju-

fré y J. Pasiecznik. “Río Gallegos, su historia, su

ambiente, su patrimonio”. En: summa. N.° 245-246; O.

de Massi, A. de Paula y otros. Banco de la Nación Ar-

gentina. Acción, presencia y testimonio en la cons-

trucción del país. Bs. As: Fundación del Banco de la

Nación Argentina, 1983; Municipalidad de Río Ga-

llegos, Folletos informativos varios, 1999. R. Picci-

rilli, F. Romay, y L. Gianello. Diccionario histórico

argentino. Bs. As.: Ediciones Históricas Argentinas,

1954; summa, N.° 170, 1982; summa. N.° 197, 1984.

RIVAROLA, RAÚL. Buenos Aires, 1928 - Íd.,2001. Arquitecto de destacada actuación enla segunda mitad del siglo XX en Buenos Ai-res, asociado con Mario Soto (v. Soto y Rivaro-

la) entre 1954 y 1967, y con los arquitec-tos Gasso y Meyer desde 1968.

Se laureó en la FAU-UBA en 1954, y par-ticipó desde el año siguiente en diversos con-cursos nacionales junto con Soto, entre los quese destacan los primeros premios obtenidospara diversos conjuntos en la Provincia de Mi-siones: cuatro escuelas primarias (1956); seishosterías (1958); el Instituto de Previsión So-cial y el Hotel de Turismo de la provincia (1959),como también otros proyectos premiados pa-ra el interior del país (Facultad de Ciencias Eco-nómicas de la Universidad de Tucumán, 1958;Terminal de Ómnibus de Resistencia, Cha-co, 1966; Hospital Escuela de Córdoba, aso-ciado con Traine (v.) y Borthagaray (v.), 1966;etc. Esto indica el interés particular del estu-dio por una arquitectura caracterizada regio-nalmente dentro del repertorio moderno. Jun-

to con Soto realizó también varias viviendas in-dividuales en la Provincia de Buenos Aires: Pe-rú 1336, Acasusso; Suipacha 2047/61, Beccar;Santa Rita 1121/45, San Isidro; un casco de es-tancia (“La peregrina”, en Ceibas, 1961) y tam-bién oficinas, laboratorios (en Pergamino, Prov.de Buenos Aires y Paraná, Entre Ríos) o plan-tas industriales. Los edificios de mayor difu-sión, construidos en el período de asociacióncon Soto, son de marcada orientación bruta-lista lecorbusierana. Posteriormente, en su aso-ciación con Gassó y Meyer, abordó tambiénprogramas variados: vivienda de interés social(centros habitacionales de Hurlingham, VillaConstitución y Hudson, Prov. de Buenos Aires,entre 1969 y 1975), viviendas colectivas e in-dividuales (la mayoría en San Isidro); edificioseducacionales (Facultad de Derecho y de Cien-cias de la Administración de la UADE, 1980-1981, Buenos Aires, etc,. Esta obra, sobria y pro-fesional, carece sin embargo de la voluntadexperimental que había manifestado en su pri-mera producción. Rivarola fue además docen-te de la FAU-UBA desde antes de recibirse dearquitecto, obteniendo su cargo de profesor re-gular asociado en Composición Arquitectóni-ca en 1962, hasta su renuncia en 1966 por mo-tivos políticos. Entre 1979 y 1980 fue asociadode la cátedra de Juan M. Borthagaray en la Uni-versidad de Belgrano: volvió a la UBA en 1985,un año después ganó el concurso de profesortitular del Departamento de Arquitectura y Ur-banismo. Permaneció en su cátedra hasta 1992.Fue jurado de concursos, consejero del Claus-tro de Profesores de la FAU y activo participantede la SCA.

RIVERA, RAÚL. s/d. Arquitecto Actuó en BuenosAires y Rosario a comienzos del siglo XX.

Realizó para el Banco de la Nación Argenti-na el proyecto de la sucursal de Rosario. Proyectóel edificio de la Bolsa de Comercio (v.) de Rosa-rio, en la calle Corrientes esquina Córdoba.

Bibliografía: F. Ortiz, R. Gutiérrez, A. Levaggi, J. C.

Montero, A. S. J. de Paula. La arquitectura del li-

beralismo en la Argentina. Bs. As.: Editorial Sud-

americana, 1968.

ROCA, JAIME. Córdoba, 1899 – Íd., 1970. Ar-quitecto. Cumplió en Córdoba y otras ciu-dades del interior del país una vasta laborinstitucional y docente. Realizó una impor-tante obra, primero dentro de la corriente Ne-

184 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u HOSTERÍA EN MISIONES, DE RIVAROLA Y SOTO.

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rio roc

185Diccionario de Arquitectura en la Argentina

ocolonial y luego dentro de la Modernidad ar-quitectónica.

Inició sus estudios universitarios en la ca-rrera de ingeniería, en la Facultad de CienciasExactas de Córdoba; luego se trasladó a los Es-tados Unidos, donde obtuvo su título de arqui-tecto en la Universidad de Michigan. Paralela-mente asistió a cursos de especialización enotras instituciones norteamericanas y colaboróen algunos estudios profesionales. La rica ex-periencia así adquirida le permitió desarrollardesde su regreso a Córdoba en 1928 una inte-resante labor profesional y universitaria.

Hasta 1935, en sus primeras obras, el len-guaje formal se expresa en dos corrientes es-tilísticas diferentes: el Neocolonial (v.) —am-pliación del Colegio Nacional de Montserrat,sede de la ex Caja de Ahorros— y el Art Déco—pabellones del Hospital San Roque y edifi-cio para departamentos en la calle 9 de Julioal 100. Su casa particular, en que conviven ele-mentos Art Déco (v.) y Racionalistas, señala suprimera adhesión al Estilo Internacional. Enuna reinterpretación personal de los postula-dos de la Arquitectura Moderna (v.), adecuán-dolos a nuestra realidad y a los requerimien-tos particulares de cada caso, elaboró la mayor

parte de su obra posterior, tanto en Córdobacomo en otras ciudades argentinas. Entre otrasrealizaciones, pueden citarse las casas Allen-de y Ferreyra; los edificios Berreta, Minetti ySudamérica; la sucursal Córdoba del NuevoBanco Italiano; el Hotel Provincial de Turismode Termas de Reyes, Jujuy (1939); el Policlí-nico Ferroviario de Tucumán (1940); la Colo-nia de Niños y hoteles dependientes del Mi-nisterio de Marina, en Embalse Río Tercero,Córdoba (1943), y en la ciudad de Córdoba lasede del Jockey Club (1946); el Hotel Crillon(1952); la Galería Argentina (1956), etc.

Como profesor de Historia de la Arqui-tectura, desde 1931, en la Escuela de Arqui-tectura y luego en la Facultad, contribuyó ala formación de numerosas generaciones deprofesionales.

Desempeñó, entre otros cargos, el de pre-sidente de la SCA, seccional Córdoba, presi-dente de la Comisión Provincial de Bellas Ar-tes; fundador y presidente del InstitutoArgentino Norteamericano; decano interven-tor en la Facultad de Arquitectura y Urbanis-mo de la Universidad Nacional de Córdoba, en1956; y presidente del Instituto Interuniver-sitario de Historia de la Arquitectura (v.). M. T.

ROCA, MIGUEL ÁNGEL.

(MAR). Córdoba, s/f. Arquitec-to. Hijo de Jaime Roca, fue unode los más activos y polémi-cos protagonistas de la cultu-

ra arquitectónica en la segunda mitad del si-glo XX en la Argentina.

Autor de un importante volumen de obraen Córdoba y en el exterior. Entre sus obras sedestacan la Iglesia Villa General Belgrano, laPlaza España, el complejo habitacional CerroSan Bernardo, varias sucursales del Banco de

la Provincia de Córdoba, los Mercados San Vi-cente y General Paz, la Galería Jardín, varioscentros distritales en La Paz, Bolivia, y la Fa-cultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Uni-versidad Nacional de Córdoba.

MAR obtuvo su título de arquitecto en laUniversidad Nacional de Córdoba (1965). Ade-más de su actividad profesional independien-te, MAR ha ocupado numerosos cargos públi-cos desde los que realizó una parte importantede su obra(1979-1981) (1991-1993). Realizó nu-merosas obras públicas y privadas, entre lasque se cuentan proyectos, intervenciones y par-ques urbanos, reciclaje de edificios históricos,edificios para la educación, hospitales, vivien-das individuales y colectivas, centros comer-ciales y culturales, bancos y mercados. Entresus publicaciones pueden citarse: Hacer ciu-dad (Córdoba, 1983), Arquetipos y Modernidad(Buenos Aires, 1985), Habitar, construir, pen-sar (Buenos Aires, 1989), De la ciudad con-temporánea a la arquitectura del territorio (Bue-nos Aires, 1998).

ROCA Y SIMÓ, FRANCISCO. Barcelona, s/d -s/d. Arquitecto. Realizó a principios del sigloXX una importante serie de obras modernis-tas en Rosario.

Graduado en 1906 en la Escuela de Arqui-tectura de Barcelona, se radica primero en Pal-ma de Mallorca y Almería, en 1913 se trasla-da a Buenos Aires y luego a Rosario. Entre esafecha y 1919, año en el cual retorna a España,

u EDIFICIO MOTA REYNA, EN CÓRDOBA, DE JAIME ROCA.

u CENTRO CULTURAL SAN VICENTE, DE MIGUEL ÁNGEL ROCA.

u ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE SOCORROS MUTUOS, EN ROSA-

RIO DE FRANCISCO ROCA Y SIMÓ

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186 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

realiza obras de gran riqueza ornamental encolaboración con el escultor catalán Diego Ma-sana. La más importante es la sede del ClubEspañol, que reitera motivos de la Sociedad ca-talana de Alumbrado de Gas (1893-1895), pro-yectada por José Domenech en Barcelona. Tam-bién realiza en estilo modernista la AsociaciónEspañola de Socorros Mutuos (1916) y la pa-nadería La Europea. Otra obra destacada es elpalacio Cabanellas (1916), casa de renta reali-zada para un hombre de negocios catalán quefue su comitente principal dentro de la colec-tividad española de Rosario; paralelamente pro-yecta y construye la casa de renta de RemondaMonserrat, en la zona central de la ciudad.

Bibliografía: R. Gutiérrez. Presencia y continuidad

de España en la arquitectura rioplatense. Buenos

Aires: Librería Concentra, s/f.

ROCCHI, LEOPOLDO. S/d. Italiano. Ingenieroy empresario. Activo en La Plata a fines delsiglo XIX.

Obtuvo en Italia el título de ingeniero y, unavez llegado a la Argentina, trabajó en La Platadurante los años inmediatamente posterioresa su fundación. En esta ciudad realizó las mássignificativas obras surgidas de la iniciativa pri-vada: la residencia particular del GobernadorCarlos D´amico (1887), en calle 14 entre 53 ydiagonal 74, y el Teatro Argentino (1889), enla manzana delimitada por las Avenidas 51, 53y calles 9 y 10, ambas resueltas en Neorrena-cimiento italiano (v.).

El Palacio D´amico fue la vivienda más sun-tuosa y de mayor originalidad, por su aleja-miento de las habituales soluciones organi-zadas en torno de patios, con que contó La Platahasta entrada la década de 1920. En 1890 laimposibilidad de afrontar el endeudamientobancario contraído por su propietario motivóel alquiler del Palacio al Obispado de La Platahasta que finalmente pasó a manos del go-bierno provincial, quien lo cedió definitiva-mente a la Curia eclesiástica.

El Teatro Argentino, levantado en un sitiojerarquizado por hallarse dentro del eje mo-numental que contiene los principales edificiospúblicos de La Plata (v.), fue el único empren-dimiento privado en ocupar allí una manzanaentera. A través de su gestión en el Teatro Ar-gentino —del que fue su creador, empresario,proyectista, contratista de obras, administradorcomercial y artístico— y en el Palacio D´amico,la figura de Rocchi reúne los principales in-

tentos por impulsar en La Plata iniciativas pri-vadas acordes con la envergadura de las obrasque componían el plan fundacional. G. V.

Bibliografía: A. de Paula. La ciudad de La Plata. Sus tie-

rras y su arquitectura. Bs. As.: Banco de la Provin-

cia de Buenos Aires, 1987.

RODRÍGUEZ CARDOSO, FRANCISCO. s/d. Es-pañol. Ingeniero militar. Actuó a mediados delsiglo XVIII en Buenos Aires

Como delineador acompañó a su tío Die-go al Río de la Plata. Fue jefe de las RealesObras de Buenos Aires, entre las cuales pro-yectó un Hospital de Mujeres en los Altos deSan Pedro y una dársena en el bajo de la Mer-ced, obra nunca concretada. Intervino en cons-trucciones castrenses de Montevideo, Coloniay Fuerte Santa Teresa.

RODRÍGUEZ ETCHETO, ALBERTO MANUEL.S/d. Arquitecto. Proyectó numerosas casasen la ciudad de Mar del Plata. Su obra se ca-racterizó por el estilo rústico, con un uso es-pecial de la piedra y de la madera.

Se graduó en la Universidad de Buenos Ai-res en 1930. Su labor profesional se distinguepor la serie de grandes residencias -chalets- queproyectó a lo largo de su carrera. En ellas logróintegrar conceptos de la Arquitectura Raciona-lista, relacionados con la funcionalidad, el ma-nejo de las volumetrías, la fluidez del espaciointerior, la integración de la luz y el paisaje, conelementos locales tradicionales y materiales ta-les como tejas, madera, piedra y ladrillos. Porfuera de esta adscripción al Pintoresquismo rús-tico, es posible relacionar algunas de sus obrascon la corriente organicista. Ejemplo de estaadscripción tardía es la casa de la calle Alvear1139 en Martínez (Prov. de Buenos Aires).

Entre su producción en la ciudad de Mardel Plata se destacan: el chalet de GuillermoNagel, en Aristóbulo del Valle y Quintana(1934), la casa de Avelino Barrio en Punta Mo-gotes (1937), el chalet de María Laura Spinet-to de Pini (1937), tres viviendas contiguas enPaunero y Brown (1938) y las residencias Sal-varezza, Zuberbüller y Berger. En el chalet “LosTroncos” de Eduardo Cornejo Saravia se dis-tingue el volumen que conforman el garaje ylos dormitorios de servicio, separados de la ca-sa principal, revestido íntegramente en tron-cos. Esta obra dio origen al prestigioso barrio

del mismo nombre. Dos años más tarde, REproyectó el “Tatulit” de Ricardo Grether, con-tiguo al anterior. Los dos chalets de José Arce,en Falucho, Bulevard Marítimo y Gascón, fue-ron proyectados en colaboración con el arqui-tecto Estrada (1940).

En la localidad de San Miguel, RE construyóuna casa de campo (1940), desarrollada en plan-ta baja con muros revocados en color rosa sua-ve y carpintería pintada de blanco con techo detejas coloniales. El garaje y la vivienda del cui-dador también conforman un volumen apar-te que se distingue por su techo de zinc cu-bierto de paja. El mismo año construyó doscasas en Vicente López, una en Olivos, otra enMartínez, dos casas adyacentes en Belgranoy una casa económica en San Isidro.

En colaboración con el arquitecto Vera Ba-rros realizó una casa en San Isidro, en la ca-lle Napal 545 (1945), y otra en Beccar (1946).La primera está resuelta con muros de ladri-llos a la vista en planta baja y en planta alta ta-blas de madera pintadas de blanco con techode tejas normandas. La segunda, desarrolla-da también en dos niveles, tiene la misma re-solución estilística.

En 1946 proyectó su propia casa en San Isi-dro, en un amplio terreno arbolado que inclu-ía pileta de natación de forma irregular, que si-mulaba un estanque, y cancha de tenis. Estaformó parte de un grupo de viviendas que con-formaron un pequeño barrio cuyo trazado tam-bién fue obra de RE. Su resolución es similara las descriptas anteriormente. Incorpora ele-mentos tales como chimeneas, bow- window yuna amplia galería. R. P.

Bibliografía: Colección Revista de Arquitectura, 1936-

1938; Colección Revista Nuestra Arquitectura, 1940

- 1946. R. Crespo y R. Cova. Arquitectura marpla-

tense: El Pintoresquismo. Resistencia: Ed. del IAI-

HAU, 1982.

RODRÍGUEZ REMY, RICARDO. Buenos Aires,1905 – Íd., 1953. Arquitecto. Es integrantede la corriente que, a comienzos de los añostreinta, propugna el desarrollo de una Arqui-tectura Moderna en la Argentina, acorde conlas teorías y modelos promovidos por los CIAM(v.) desde 1927. Su proyecto para una casaen Olivos, realizado en asociación con JoséLuis Ocampo entre 1930-1932, constituyeuno de los ejemplos más tempranos del tipocorbusierano de casa suburbana, adaptado alas particularidades de loteo y orientación enel medio local.

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roc rog

187Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Egresado en 1928 de la Escuela de Arqui-tectura de la Facultad de Ciencias Exactas deBuenos Aires, participa, asociado con José LuisOcampo, en la Primera Exposición de Arqui-tectura Contemporánea Argentina, llevada acabo en 1933 en los Salones de Amigos del Ar-te. Junto a proyectos de W. Acosta (v.), A. Pre-bisch (v.), E. Vautier (v.), E. Sacriste (v.), A. Mar-tínez (v.) y otros profesionales comprometidoscon la nueva arquitectura, el estudio Ocampo-Rodríguez Remy expone su Casa en Olivos,construida a principios de la década. Esta obra,dada ya a conocer en 1932 a través de La Ar-quitectura Funcional, revista dirigida por losmismos Ocampo-Rodríguez Remy, se conci-be a partir de una fiel observancia de los cincopuntos para una nueva arquitectura enuncia-dos por Le Corbusier (v.). Las limitaciones im-puestas a este modelo por las características dela estructura parcelaria, que determina lotesestrechos y largos, da como resultado una so-lución de compromiso, que denota el conoci-miento de anteriores proyectos de WladimiroAcosta para casas entre medianeras en quese aborda esta cuestión.

En 1939, el mismo estudio proyecta y cons-truye para la Asociación de Fabricantes de Ce-mento Portland la Casa de Cemento, que se le-vantó en la Exposición de la Vivienda realizadaen la Sociedad Rural, en ocasión del PrimerCongreso Panamericano de la Vivienda Popu-lar. Se trata de un prototipo de vivienda míni-ma y masiva en el que cimientos, paredes ytechos conforman un block monolítico de hor-migón armado; se superpone sobre la base deesta operación, una unificación de los procedi-mientos constructivos que redunda en la ra-cionalización de tiempos y costos. A. C.

ROGERS, ERNESTO. Trieste (Italia), 1909 - Mi-lán (Italia), 1982. Arquitecto y urbanista. In-tegró el grupo BBPR con Gian Luigi Banfi, Lu-dovico Belgioioso y Enrico Peressutti. Miembrodel CIAM (v.), tuvo una intensa actividad enItalia desde su graduación en 1932 y espe-cialmente en la posguerra. Algunas de lasobras más conocidas de ER y su grupo son elbarrio obrero Le Grazie (Legnano, 1939), elbarrio INA - Casa (Cesate, 1956), la Torre Ve-lasca (Milán, 1958), la restauración del cas-tillo de los Sforza (Milán, 1963). Dentro delgrupo, ER se distinguió por su actividad teó-rica y fue particularmente destacable su ta-rea docente y al frente de Domus y Casabe-lla. Algunos de sus trabajos son Esperienzadell’Architettura (1958), Gli elementi del fe-nomeno architettonico (1962) Editoriali di Ar-chitettura (1968).

La relación de ER con la Argentina comen-zó en el Congreso CIAM de Bridgewater (In-glaterra), 1947. Allí fue contactado por Jorge Fe-rrari Hardoy (v.) y Jorge Vivanco (v.), delegadosargentinos y en ese momento encargados deldesarrollo del Plan de Buenos Aires, el prime-ro, y de la sede de la Universidad de Tucumánel segundo. En esta oportunidad los argentinoslo invitaron a incorporarse a sus proyectos e ini-ciaron así una modalidad por la cual a través dela Oficina del Plan se ofrecía a los técnicos ex-tranjeros la posibilidad de una acción profesio-nal de gran escala, mientras que la actuacióndocente en Tucumán les posibilitaba la partici-pación en un avanzadísimo proyecto educativo.

Rogers llegó a Buenos Aires en mayo de1948 de paso para Tucumán, hacia donde se di-rigía para integrar el IAU. En la capital reci-bió una invitación firme por parte de Ferrari, yunos días después se dirigió al norte por tierraen un auto conducido por Vivanco, quien sepropuso darle a conocer a su invitado la esca-

la de los problemas y dimensiones argentinos. Instalado en los quonsets que el IAU había

montado en el cerro San Javier, desde mayo de1948 Ernesto Rogers dictó sus clases en Tucu-mán, las que causaron muy buena impresiónen docentes y estudiantes. Entre tanto fueronsucitándose con Ferrari una serie de malos en-tendidos en relación con su actuación en el Plan.Ferrari pretendía una larga estadía del arqui-tecto italiano en Buenos Aires para que se hi-ciera cargo de uno de los aspectos del Plan. Ro-gers, por su parte, veía su participación a nivelde una asesoría periódica en el plano general.En noviembre se trasladó a Buenos Aires paraincorporarse al EPBA y desarrolló cambios enlos planteos generales durante las vacacionesestivales de Ferrari y Bonet (v.). De regreso a Ita-lia en junio de 1949, luego de visitar Chile, Pe-rú y los Estados Unidos, Rogers seguía pen-sando en la posibilidad de trabajar otros seismeses en el Plan de Buenos Aires y contaba conla presencia de Peressutti en el tiempo inter-medio a su regreso a la Argentina.

Entre los motivos de la invitación a Rogersno habría que descartar el interés de Bonet,Ferrari y Vivanco en consolidar su posiciónen el CIAM, teniendo en cuenta que el grupomilanés era encargado de preparar la siguienteedición —la séptima— de los congresos, quetendría lugar en Bérgamo entre el 23 y el 30de julio de 1949; sin olvidar la rivalidad quetodos los miembros del grupo argentino man-tenían con la excéntrica figura de AmancioWilliams (v.).

Por su parte, Rogers no ignoraba que su po-sición le confería una fuerte capacidad de pre-sión, recurso que empleó más de una vez du-rante las discusiones.

Su estadía en la Argentina coincidió con unmomento de auge en el debate acerca del Ar-te Abstracto, acentuado por el “descubrimien-to” de los artistas de este grupo a nivel inter-nacional, y según F. Bullrich Rogers, jugó unrol importante como referencia de los distin-tos grupos. En agosto de 1948 tuvo lugar en lagalería Van Riel una exposición dedicada al Ar-te No Figurativo contemporáneo, en la que ade-más de obras de distintos representantes de lacorriente en el escenario internacional, expo-nían Tomas Maldonado (v.), Alfredo Hlito, EnioIommi y Claudio Girola. Solo dos arquitectosargentinos participaban de la muestra, Cata-lano con una estructura móvil y Jannello conel diseño de una silla; el grupo de Belgoioso,Peresutti y Rogers constituía la única repre-sentación extranjera.

Rogers pronunció una conferencia sobre

u CASA EN OLIVOS, DE RICARDO RODRIGUEZ REMY.

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el tema —”Situazione dell’arte concreta”— endiciembre de ese año, durante su estadía enBuenos Aires. En ella se destacaban dos enun-ciados que debieron inquietar a los abstractosmás radicales: uno era el intento, típico delpensamiento de Rogers, de no cortar lazos conla tradición; otro la aceptación de la decora-ción como autónoma de la función y regidapor leyes propias.

En marzo de 1949 se inauguró una expo-sición, presentada y organizada por AmancioWilliams, sobre arquitectura y urbanismo. En-tre otros trabajos, “los expositores italianos (Bel-gioioso, Peresutti y Rogers), pertenecientesal Instituto Helioterápico, exhibieron el pla-neamiento del Valle de Aosta, cumplido con elapoyo del industrial Olivetti”. En cuanto a es-te último trabajo, realizado entre 1934 y 1937pero publicado en 1943, no debería descartar-se su influencia en la operación de la Univer-sidad de Tucumán. Relaciones entre ambosproyectos pueden verificarse en dos niveles: enuno, por cuanto ambos constituyen un inten-to de planeamiento de escala regional; el otro,a escala edilicia, en la medida en que tantoen los proyectos de la estación de Breuil (Bel-gioioso - Bottoni) como en la de Pila (BBPR) yla de Courmageur (Figini - Pollini) hay rasgosde implantación similar y empleo de largas ti-ras de edificios que atraviesan de modo indi-ferente los accidentes del terreno, como ocu-rriría luego en el proyecto de la CUT. J. F. L.

ROMANTICISMO, (ARQUITECTURA DEL). ElRomanticismo (R) fue un movimiento naci-do y difundido en las primeras décadas del si-glo XIX como contradicción frontal a la cul-tura neoclásica y al proceso liberal capitalistaen general. El R. estaba enraizado en cier-tas corrientes de la filosofía alemana y de laliteratura inglesa, del mismo modo que el Ne-oclasicismo lo estaba en las de la filosofíafrancesa del siglo XVIII. Como movimiento con-testatario, el R. del siglo XIX opuso su Neo-medievalismo nacionalista, al Neoclasicis-mo internacional, así como en los órdenessocial y económico enfrentó a la RevoluciónIndustrial inglesa con el movimiento de Artsand Crafts (‘Artes y Oficios’), al capitalismoposliberal con el socialismo europeo, el la-borismo evangélico británico, y el neolibera-lismo americano de Henry George. Las revo-luciones paneuropeas de 1830 y de 1848fueron, en el plano político, hechos demos-trativos de la conjunción entre corrientes na-cionalistas (Grecia, Bélgica, Alemania, Italia,

y otros), el socialismo —principalmente enFrancia, 1848— y el R. en el orden generalde la cultura.

El R. arquitectónico en el Río de la Plata. Con-ceptualmente, el movimiento romántico llegóal Río de la Plata con poca diferencia cronoló-gica respecto de sus inicios en Europa; pero enel ámbito de las artes plásticas, y especialmen-te en la arquitectura, hubo un aspecto esen-cialmente contradictorio porque, a diferenciadel sentido nacional que se le atribuía en cul-turas de raigambre medieval cierta y propia,tanto el Neomedievalismo inglés como el fran-cés solo podían constituir en esta parte de Amé-rica expresiones exógenas, producidas por unainfluencia cultural de sentido transnacional,contraria a la propuesta nacionalista del R.

En la realidad histórica, Buenos Aires fue laprimera ciudad de Hispanoamérica donde seconstruyó una obra neogótica, y su encargo sedebió a la colectividad británica, en tanto su au-tor fue el arquitecto escocés Ricardo Adams (v.),a quien también había correspondido la reali-zación de la Catedral Anglicana, que es la másantigua obra de estilo neogriego.

Capilla del Cementerio Protestante, Buenos Ai-res, 1833. Richard Adams arquitecto, proyectoy dirección; Glover & Smart, contratistas.

Tras las gestiones iniciadas en 1832 por lascolectividades inglesa, escocesa, alemana y es-tadounidense de Buenos Aires para establecerun nuevo cementerio, mayor que el entoncesexistente, se destinó a tal fin la manzana ubi-cada entre las actuales calles Alsina, H. Yrigo-yen, Pichincha y Pasco (hoy plaza Primero deMayo). La zona mantenía características su-burbanas que Adams integró al carácter de suproyecto, concebido sin sujeción a la rígida me-dianería de la ciudad.

La capilla se situó al centro o comedio delpredio, de aproximadamente una hectárea, ysus ejes coincidieron con las diagonales del te-rreno, o sea que se la emplazó a 45° respectode las calles circundantes, hecho que en la ru-tina edilicia local no registraba precedentes,aunque sí los tenía en los trazados pintorescosde la jardinería inglesa.

Una litografía delineada por Carlos E. Pe-llegrini (v.) en 1841 permite conocer aquel pe-queño templo que respondía a líneas neogó-ticas, inéditas en Buenos Aires hasta entonces.Su volumetría expresa, en términos sucintos,la organicidad característica del Neogótico deescuela británica y corresponde aproximada-mente al tipo de capilla rural inglesa del siglo

XIII. Con ábside rectangular y capillas latera-les, mantiene el ingreso sobre el eje de la navecentral. La pequeña masa arquitectónica se ali-gera con los vanos de corte ojival, los pinácu-los angulares y los cornisamentos almenados.

Casa de Pierre Benoit, Buenos Aires, aprox. 1840.Una versión distinta del Neogótico quedó tes-timoniada en la casa que hizo para sí mismoy su familia el arquitecto francés Pierre Benoit(v.) en el solar de la esquina de Bolívar y Av. In-dependencia, que se demolió hacia 1980 paraensanchar esta última arteria. En su tipología,la vivienda seguía el plan tradicional del patioencuadrado por habitaciones, de un solo pisoy con techo plano. El Neogótico aparecía comoalusión ornamental en los recortes ojivales delas ventanas y en algunos elementos decorati-vos, sin alterar el carácter general de “arqui-tectura criolla”, por así decirlo, que caracteri-zaba a esta casa, cuyas líneas demostrabancómo, también en el Río de la Plata, el Neogó-tico perdía rápidamente su significado ideoló-gico para ser una elección estilística más den-tro de un Eclecticismo arquitectónico incipiente.

Iglesia de la Congregación Evangélica Alema-na, Buenos Aires, 1851. Eduardo Taylor, ar-quitecto. Esta congregación obtuvo licencia delgobierno de Juan Manuel de Rosas en 1843 pa-ra celebrar sus cultos, oficiados provisoriamenteen la iglesia anglicana de San Juan Bautista.La colocación de la piedra fundamental del tem-plo propio se hizo el 18 de octubre de 1851, y el11 de febrero de 1853 se realizó la solemne de-dicación. El proyecto y la dirección estuvie-ron a cargo del arquitecto inglés Eduardo Tay-lor (v.); es un ejemplo bien elaborado deNeogótico, aunque adolece de ser más bien de-corativo. Fue refaccionado en 1923.

Iglesia Presbiteriana Escocesa de San Juan, Flo-rencio Varela, 1854. Eduardo Taylor (v.), arqui-tecto. Interesante ejemplo de capilla rural, sindecoraciones pretenciosas, en la que se valorael lenguaje de los elementos estructurales; len-guaje estructural que se expresa netamente enel juego de muros y contrafuertes. Los rasgosestilísticos del Medioevo se manifiestan en elNeorrománico de su puerta principal, en las oji-vas de sus ventanas laterales y en la verticalidadde sus contrafuertes exteriores.

Poco puede decirse del tratamiento espa-cial, aunque su simplicidad se halla bastantepróxima al sentido de la arquitectura campes-tre que se desea revivir y en la cual los gru-pos de ombúes dan la nota vernácula del pai-

188 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

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saje. El interior repite el valor estructural co-mentado y destaca la nitidez de los muros y desus aberturas; el piso es de madera y tambiénlo es la cubierta; la sección transversal de estatiene la configuración de un trapecio regular;si bien es muy simple, en comparación conotros de esta índole, el techo de madera es elmás antiguo de cuantos hoy existen y partici-pa de esa característica que constituye uno delos rasgos más importantes y significativos deestos templos neogóticos.

Detrás de la capilla, el pabellón de dos plan-tas para las diversas dependencias, tiene losrasgos italianizantes, neorrenacentistas, queel mismo Taylor utilizó en otras de sus obras.

Primera Iglesia Metodista, Buenos Aires, 1871.El primer templo que esta comunidad erigióen Buenos Aires fue el construido en 1842en la calle Cangallo (hoy Perón) entre 25 deMayo y Reconquista, frente a la Basílica deNuestra Señora de la Merced. Allí continuóhasta 1872, año en el cual la comunidad se tras-ladó al actual solar de la avenida Corrientes718, donde los cultos se oficiaron transitoria-mente en el salón parroquial situado al fondo,de dimensiones amplias; presenta columnasmetálicas de sección trifoliada, con basas y ca-piteles del mismo material.

El templo se habilitó en 1874 y no existendocumentos que consignen su autor. La fa-chada, algo retirada de la línea de edificación,es asimétrica, pues a la diestra del observa-dor se levanta una torre esbelta con su flecha;los accesos son laterales, protegidos por dosporches bajos y amplios con techos a dos aguas;en el centro del conjunto existe un vitral degran tamaño, dividido en lanceolas vertica-les; el hastial se cierra con las líneas oblicuasde las pendientes del techo, quebradas por lospináculos de los contrafuertes. El lineamientogeneral es verticalizante, dirección que re-marcan los contrafuertes y pináculos que, ade-más, reflejan el espíritu de sinceridad estruc-tural, propio de las mejores épocas del Góticomedieval y que estos revivals incorporaron denuevo al quehacer arquitectónico.

Las faldas de la flecha, que se interpenetrancon el volumen de la torre, dan a esta una pu-reza estilística y un sentido de verticalidad po-co frecuentes en tales campanarios, tratadoscon frecuencia como una virtual yuxtaposiciónde un cono sobre un prisma. Por su magnitudy calidad de ejecución puede decirse que estetechado es uno de los mejores de su géneroexistentes en nuestro país.

Otro elemento de gran impacto en el espa- u CATEDRAL DE LA PLATA EN ESTILO NEOGÓTICO. SUS DOS TORRES FUERON RECIENTEMENTE COMPLETADAS.

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cio interior son los vitrales multicolores que,con el piso y el techo de madera, dan calidez ala severidad de los muros. El contrafrente deltemplo presenta un ventanal similar al que ocu-pa el centro de la fachada. Los vanos latera-les, más pequeños, junto con la cerchas, de-terminan un ritmo neutralizado en parte porel ancho de la nave, cuya dimensión transver-sal es de 13,5 m y su longitud de 20 m.

Iglesia Anglicana de la Santísima Trinidad,Lomas de Zamora, 1872. Carlos Ryder y EdwinA. Merry (v.), arquitectos. El 18 de agosto de1871 los numerosos residentes de habla ingle-sa de Lomas de Zamora resolvieron constituiruna congregación que encarara la construcciónde un templo anglicano sobre terrenos dona-dos al efecto por Henry A. Green Esq.; para talfin designaron arquitectos de esas obras a Rydery Merry, como arquitecto consultor a HenryW. Ford y como constructor a Juan Lapizon-de. La piedra fundamental fue colocada el 26de febrero de 1872. El templo se inauguró el12 de enero de 1873.

Años más tarde, por resultar algo estrechoel recinto, se construyeron otras partes: pres-biterio, sacristía, bautisterio, nave lateral y sa-la para órgano, trabajos iniciados en 1888 y fi-nalizados el 15 de junio de 1890, bajo ladirección del arquitecto E. C. Shearman con laactuación del constructor J. Pollard. En 1891se efectuaron ampliaciones en la casa rectoral,que se destaca como un pabellón, más peque-ño, ubicado paralelamente a la iglesia y algoseparado de esta. Totalmente independiente yubicado en un eje virtualmente transversal, elsalón parroquial, construido en 1896, presen-ta una similitud con la iglesia desde el puntode vista volumétrico.

Todo este conjunto se halla ubicado sobre

un predio de configuración trapezoidal y enmedio de un parque de trazado netamente pin-toresco, de acuerdo con los rasgos de la jardi-nería inglesa. Las características de la arqui-tectura inglesa, por su parte, inciden en laplanta de la iglesia, alargada y de sentido or-gánico en la distribución.

La parte más antigua, es decir, la nave prin-cipal, presenta en su exterior algunas seme-janzas con la Iglesia Metodista recién comen-tada, en especial en lo relativo al diseño de loscontrafuertes y de los ventanales, que en am-bos casos corresponden al llamado decoratedstyle. Aunque se evidencian en algunos detalles,las etapas de su construcción no malogran launidad del edificio; poco influye, por ejemplo,el empleo del early english para las ventanas delbautisterio. En el interior, la cubierta consisteen una techumbre de madera, la cual, a pesarde las menores dimensiones de la iglesia, queimponían un resultado más modesto, se ase-meja en la parte más antigua a su contempo-ránea: la de la Primera Iglesia Metodista de Bue-nos Aires, principalmente en el tipo de talladoy ejecución, y no es difícil suponer que hayanintervenido los mismos operarios. En el pres-biterio y en la nave lateral su confección y as-pecto son más simples, tanto en la configura-ción de las cerchas como en el techado demadera, no tallada sino solo lustrada. En com-pensación, se advierte en esta última etapa delas obras el aporte de una técnica valiosa y sig-nificativa: la del aparejo de ladrillos, que enri-quecería el tratamiento de los muros, cuyos pa-ramentos, en los templos antes vistos, eranrevocados interior y exteriormente.

En otro orden de cosas, la nave principal,por su característica de neta longitud, da al in-terior un sentido de profundidad espacial. Lasadiciones posteriores, que imprimen a la plan-

ta el comentado carácter orgánico, determi-naron la transformación del antiguo contra-frente en arco-cancel que accede al presbiterioy ábside poligonal, y cuyo rico ventanamien-to da a este recinto una luminosidad mayor;asimismo, la nave lateral requirió la aperturade una arquería en los últimos tramos del mu-ro lateral derecho.

Otros ejemplos. Con posterioridad a las nom-bradas, fueron construidos numerosos templosinspirados en el gusto R. Entre ellos se desta-can la Iglesia Anglicana de Todos los Santos(Quilmes, 1892), las iglesias presbiterianas deSan Andrés de Buenos Aires (1894; Merry yRaynes), y de Temperley (Prov. de Buenos Ai-res) , la Iglesia Anglicana de San Salvador (Bel-grano, Buenos Aires, 1896. Basset Smith, v., yMohr Bell), la primera iglesia metodista de Lo-mas de Zamora (Prov. de Buenos Aires, 1896),de Fossateth, y, de carácter más monumental,la Basílica de Nuestra Señora de Luján, de Ul-rico Courtois, las catedrales de Mar del Plata,de La Plata, de Benoit (v.) y Meyer, la de San Isi-dro, de Dunant y Paquin (v.), y de Mercedes, deF. Fleury Tronquoy (v.), la capilla Stella Marisen Mar del Plata, las iglesias del Carmen en Cór-doba, Félix de Azara en Misiones (1906).

Otras arquitecturas del R. Aunque su princi-pal expresión fueron los templos, el R. inspi-ró también las formas de castillos rurales y ur-banos. Entre los primeros se destaca elestablecimiento San José (Luján), del arqui-tecto Ernesto Moreau; entre los segundos, laVilla Ombúes en Av. Luis María Campos y Olle-ros, Buenos Aires. Otros ejemplos fueron cons-truidos por Le Monnier (v.) (Libertad 1394) yJaeschke (Callao 290). En Mar del Plata se des-taca la sede del Pidgeon Club.

Con aspecto de castillos fueron construi-dos numerosos edificios militares, como losTiros Federales de Corrientes, del arquitectoJuan Col (v.), y de Reconquista, en la Provin-cia de Santa Fe, o la Cárcel Penitenciaria deSalta (1872-1884). Y también se juzgó apro-piado apelar al clima del R. en edificios para laeducación, como la Facultad de Derecho de Ar-turo Prins (v.), en Buenos Aires, o el Colegio delos Irlandeses de Herbert Arthur Inglis.

En el tema de la arquitectura doméstica, lavaloración de la cotidianeidad, que fue carac-terística de la visión romántica en general, pro-dujo el revival suburbano y semirrural del cot-tage y del pequeño castillo o chalet, que seasociaron a las propuestas urbanísticas de las“ciudades jardín” y tipificaron extensas zo-

190 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CROQUIS DE UN CLAUSTRO, POR AUGUSTO FERRARI.

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rom ros

191Diccionario de Arquitectura en la Argentina

nas residenciales en torno de las grandes ciu-dades, y también los centros de veraneo (Mardel Plata, entre otros), y también otros temascomo la Arquitectura Ferroviaria, muchas decuyas instalaciones se diseñaron con lengua-jes Neorrománico, Neogótico e incluso de cha-lets, es decir, en lenguajes vernáculos del fol-clore europeo (v. Pintoresquismo; Revival). A. D. P.

Bibliografía: A. S. J. de Paula. Templos rioplatenses no

católicos. En: Anales del IAA N.° 15-16; Raúl Gómez

Crespo y Roberto Cova. Arquitectura marplatense,

el Pintoresquismo. Resistencia: Editorial del IAI-

HAU, 1982.

ROMERO, JOSÉ MARÍA. Madrid (España), 1793- Buenos Aires, 1865. Ingeniero militar. Tuvoimportante actuación durante el período ri-vadaviano en las tareas que hacen a la ges-tión estatal de la ciudad y a la organizaciónde las primeros cuerpos profesionales dentrode la Administración.

Graduado de ingeniero militar en la Aca-demia de Zamora en 1812, llegó al Río de la Pla-ta en 1815, después de haber servido en el ejer-cito de José Bonaparte. En principio trabajó parael Cabildo y en 1821, al constituirse el Departa-mento de Ingenieros Arquitectos, pasó a formarparte de este como inspector. Durante el go-bierno de Las Heras, entre 1824 y 1825, ejercióel cargo de ingeniero arquitecto de la Ciudady también formó parte interinamente de la Co-misión Topográfica. En 1826, durante la pre-sidencia de Rivadavia, Romero fue nominadonuevamente como inspector en el Departa-mento de Ingenieros Arquitectos (v.), pero de-bió renunciar, en mayo de ese año, frente a lahostilidad de Catelin, con quien mantenía vie-jas disputas. Además de sus estudios como in-geniero militar, en 1823 Romero había comple-tado en forma satisfactoria un curso de geometríabajo la dirección de Felipe Senillosa (v.), conun programa de estudios centrado en los trata-dos de Lacroix, Monge y Durand. Más allá deesta formación y de la coincidencia permanenteen su accionar público con Senillosa, su ads-cripción a las teorías derivadas de la “EscuelaPolitécnica” es notoria en sus trabajos comotécnico del Estado. De la intensa tarea realiza-da fundamentalmente entre 1824 y 1825, cuan-do ejercitó el cargo de arquitecto de la ciudad,se destaca su ambicioso relevamiento de la par-te exterior de la entonces capital provincial, queno solo es un registro de la realidad existentevolcado en siete láminas detalladas, sino tam-

bién un proyecto de reorganización de la tramaen función de una rígida “regularidad”. La con-flictividad legal, el material que tal racionaliza-ción implicaba y la inestabilidad política reinantehicieron que el proyecto jamás fuera realizado.Su abandono fue paralelo a la desaparición delos organismos de los que Romero formaba par-te. Durante el gobierno de Rosas, el ingenieroespañol conservó un cargo dentro del Depar-tamento Topográfico (v.), aunque no llevó a ca-bo en general tareas de relevancia. Despuésde Caseros, como la mayoría de los técnicos desu generación, fue llamado a formar parte delConsejo de Obras Públicas (1852): un organis-mo que sobre nuevas bases volvió a replante-ar la gestión técnica de la ciudad. F. A.

Bibliografía: Piccirilli, F. Romay, L. Gianello. Diccio-

nario histórico argentino. Bs. As.: Ediciones His-

tóricas Argentinas, 1954; Los ingenieros militares

y sus precursores en el desarrollo argentino (has-

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Aliata. “La ciudad regular. Arquitectura e institu-

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el Río de la Plata. Bs. As.: GEL, 1990.

RONNOW, M. F. S/d. Dinamarqués, Arquitecto

Radicado en Buenos Aires durante variosaños. En 1914 realiza en la Av. Belgrano y Pe-rú el edificio Otto Wolff, que puede inscribirsedentro de un Eclecticismo de carácter centro-europeo. Posteriormente regresa a Dinamarca.

ROQUER, JAIME - R., RAMÓN. S/d. Españo-les, maestros de obras. Actuaron en Men-doza y en Buenos Aires entre fines del sigloXVIII y principios del XIX.

Oriundos de Cataluña, se sabe que al me-nos Jaime cursó estudios en la Academia deSan Fernando, donde probablemente se reci-bió de arquitecto y maestro de obras públi-cas. Llegados hacia 1780 a Buenos Aires, losRoquer se ofrecieron al virrey Vértiz para con-feccionar los planos de la universidad que seaspiraba a fundar en la ciudad. La iniciativa noprosperó por oposición del ingeniero José Cus-todio de Sá y Faría (v.).

Debido a este fracaso, en 1784 Jaime pre-tendió fundar una Escuela de Arquitectura,aunque tuvo importante oposición de algunosprofesionales que cuestionaban sus títulos. Lamisma no llegó a funcionar, sin embargo ha-

bría contribuido notablemente a la enseñanzadel dibujo técnico.

Luego de dramáticas vicisitudes, que in-cluso los llevaron a ser encarcelados por deu-das, los Roquer abandonaron finalmente Bue-nos Aires para radicarse en la ciudad Mendoza,donde construyeron el primer teatro y obtu-vieron el encargo de la construcción de un co-legio, cuya fundación estuvo a cargo de Sosa yLima. Su obra en dicha ciudad debió ser con-siderable, pues se supone que edificaron igle-sias y un buen número de casas particulares.Ramón fue quien construyó también el puen-te sobre el río Desaguadero.

Bibliografía: G. Furlong. Arquitectos argentinos du-

rante la dominación hispánica. Bs. As: Huarpes, 1946.

ROSARIO. Ciudad ubicada sobre una leve ba-rranca a orillas del río Paraná, que corre entremúltiples islas aluvionales formando canalesde muy diversa profundidad. El más navega-ble, muy próximo a la costa, aunque fue cam-biando de perfil con los años, siempre asegu-ró el acceso natural a buques de gran calado.En una zona surcada por múltiples arroyos, yen la encrucijada de los caminos que vincula-ban Buenos Aires con el norte y el centro delpaís —a 300 km de la Capital Federal, 170km de Santa Fe y a 400 km de Córdoba—,fue durante años la segunda ciudad de la Re-pública y cuenta, según el censo de 2001, con1.159.004, incluido el gran Rosario). Su his-toria estuvo signada por el hecho de no sersede del poder político, con una dependenciano resuelta con el poder provincial y su capi-tal, Santa Fe, que se tradujo en una distribu-ción de la renta y de la participación políticainjustas en relación al número de habitantesy a la magnitud de las riquezas producidas.Cabecera de las colonias agrícolas del sur dela provincia y de la primera línea ferroviaria delpaís, “cuna de la Bandera”, “capital del cere-al”, “Chicago argentina”, nodo de primera mag-nitud del cordón industrial fluvial, ha sufridocomo pocas ciudades las consecuencias dela desindustrialización, por lo que el gran Ro-sario es una de las áreas con mayores índicesde desocupación y pobreza de la Argentina.

LA VILLA FIEL (C.1725-1852).

Rosario es una de las pocas ciudades argenti-nas sin fundación: “creación irreflexiva e in-documentada de un involuntario avecindar”,según Razzori. Esta condición, en realidad no

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tan extraordinaria en el Litoral, se vio subra-yada por la ausencia, durante sus primeros 150años de existencia, de esquemas que ordena-ran su desarrollo, discriminando espacios co-lectivos de espacios privados. Creció a partirde un asentamiento espontáneo sobre tierrasprivadas: la concesión real de 1689 a Luis Ro-mero de Pineda (vecino de la vieja Santa Fe,capitán de caballos de Su Majestad) entre elarroyo Ludueña, probablemente Arroyo Se-co, y el fondo que estuviera vacante. Tierrasyermas y deshabitadas, donde vagaba ganadodisperso, que comenzaron a subdividirse enlonjas, cambiando de propietario por herenciao por compra. El asentamiento creció estimu-lado por la confluencia de ciertos factores físi-cos —una planicie elevada sobre un puerto na-tural, una curva en el camino real que enlazabaBuenos Aires con Córdoba y el Alto Perú, y conla reducción de Carcarañá y luego Santa Fe—y el establecimiento, en 1731, de una capilla debarro y paja alrededor de la cual se fueron agru-pando los ranchos de los pobladores de la zo-na y los de los indios sometidos en torno de undescampado: la actual plaza 25 de Mayo. Ha-cia 1740, el heredero Narciso Suero comenzóun fraccionamiento inicial en solares; 20 añosmás tarde el caserío sumaba 50 ranchos en to-da la región y subsistía gracias al contrabandocon Colonia de Sacramento y con Asunción,la explotación del ganado y alguna huerta.

En 1823 fue nombrada “ilustre y fiel Villa”,

por ser la población más importante de la ju-risdicción llamada Pago de los Arroyos, queabarcaba desde el arroyo Carcarañá al nortehasta el arroyo del Medio al sur, con una po-blación calculada en 6000 almas. La forma-ban dos cuadras de construcciones alrededorde la plaza, tan próximas al río como lo per-mitían los títulos de propiedad, sin más callesque las definidas por los caminos a Santa Fe ya Córdoba, y con un rancherío amontonado asu alrededor. Al quedar en medio de fuegos ri-vales durante las guerras de la Independencia—uno de cuyos episodios más recordados fuela creación de la Bandera por Belgrano en fe-brero de 1812— y de las guerras civiles que si-guieron, sufrió ocupaciones, incendios, des-manes y necesidades de todo tipo.

De 1814 data el primer intento de poner re-gla al uso a la distribución de la tierra, promo-vida por una Junta de Hacendados para mejo-rar el estado “lamentable” de la agricultura,atribuido a la falta de perímetro libre de gana-do, la confusión de límites entre predios y la de-jadez de propietarios que ni las fraccionaban nilas hacían producir. La propuesta fijaba un sem-bradío semicircular de tres cuartos de legua so-bre la costa, fraccionado en chacras de 4 cua-dras cuadradas, y obligaba a vender lo queexcediese a ese tamaño. Fue aprobada por el Di-rector Supremo G. Posadas, con la sustitucióndel perímetro por un cuadrado de media leguasobre el río, para facilitar la subdivisión de la

tierra en suertes de 150 varas cuadras con unacalle ancha de 20 varas que las comunicara conla plaza. Nunca fue puesto en práctica.

En 1840 el poblado alcanzaba los 3000 ha-bitantes. Ya tenía una iglesia de material, dosescuelas, un médico, una casa de altos y un fu-turo promisorio como puerto natural y encru-cijada de las rutas comerciales. Lo regía un juezde paz con jurisdicción sobre una región de ca-si 5000 km2. Ya desde esa época data el “so-juzgamiento político del Sur”: a pesar de teneruna población similar a la de la capital pro-vincial, designa a solo uno de los cuatro miem-bros de la Junta de Representantes, institui-da por Estanislao López en 1836. Pese a habersido bombardeada en tres ocasiones por tro-pas porteñas y naves francesas, de haber sidoazotada por epidemias, sequías, posibles in-cursiones de los indios pampas y frecuentesrequisas y tiroteos derivados de las disputasentre caudillos unitarios y federales, su puer-to florecía con el contrabando y la exportaciónde cenizas y productos cuyanos. Sus calles pol-vorientas todavía eran iluminadas por los fa-roles de las viviendas privadas, y la gestión pú-blica se limitaba a ordenar el blanqueo a la cal,el barrido los días jueves por parte de los ve-cinos y la construcción de tapias y veredas enlas manzanas ubicadas alrededor de la plaza.

En 1847 el agrimensor Antonio Simonintrazó un plano de las tierras de los herederosde Domingo Correa —lonja que pasaba a me-nos de 200 m al norte de la capilla— y señalópor primera vez el posible trazado de la villa co-mo una cuadrícula de límites abiertos. Los fre-cuentes conflictos de propiedad derivaron enuna nueva mensura de los terrenos de Correa,donde estaba asentada la población; esta men-sura realizada por el agrimensor Prat en 1850corrigió el desvío de las calles, sintetizadas porun simple trazo en un esquema de 7 x 7 man-zanas sobre la costa del Paraná, y agregó losnombres de los propietarios. La organizaciónespontánea en damero, que excedía las escasas8 manzanas pobladas, fue estimulada por lamorfología dominante en otras ciudades, deri-vada de las regulaciones de las Leyes de Indiasy la sencillez de los recursos técnicos para avan-zar en la ocupación de tierras.

EL DESPERTAR (1852-1861).

Este transcurrir lento y azaroso se vio inte-rrumpido por un acontecimiento que habríade cambiar la historia de Rosario: fue la pri-mera población que se pronunció a favor dellevantamiento de Urquiza, hecho que con-trastaba con la sumisión del gobierno provin-

192 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u VISTA AÉREA DE LA CIUDAD DE ROSARIO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.

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193Diccionario de Arquitectura en la Argentina

cial al poder de Rosas. En agradecimiento poreste acto, de gran riesgo para la población, y te-niendo en cuenta “su posición que la poneen contacto directo con el interior y el exterior”,fue declarada “ciudad” en agosto de 1852, porlo que se transformó en centro de intercam-bio, sede de la aduana y puerto de ultramar dela Confederación, y fue favorecida por la Leyde Derechos diferenciales de 1856. Sus ven-tajas naturales permitían amarrar cerca de laorilla, usando simples tablones para desem-barcar en tierra, situación que habría de me-jorar con la construcción del primer muelle demadera del empresario Hopkins. Además deexportar los productos del interior, el puertose abrió al transporte de pasajeros de cabota-je, y a los primeros contingentes de inmigrantesque comenzaron a arribar en 1858 para Colo-nia Esperanza.

Ciudad madre, irradiadora de colonias, pue-blos y fuertes, se pobló primero con exiladospolíticos y luego por gente atraída por una pros-peridad promovida desde el nuevo gobiernoconfederado, que ensayaba negocios y víncu-los comerciales, a los que no tardaron en su-marse inmigrantes e viajeros europeos alen-tados por las nuevas políticas de colonización.

El entusiasmo con el nuevo orden políticopronto se tradujo en el primer monumento dela ciudad: una columna en el centro de la pla-za parala Constitución. En pocos años se pasóde una aldea de pocos cientos de familias a unaciudad de 10.000 habitantes y con construc-ciones que se compactaban en pocas manza-nas alrededor de la plaza. El precio de la tierra

se centuplicó. Había un periódico, un teatro,dos hoteles, dos cafés, una librería, tres plazas,una sastrería, una sociedad de beneficencia ydos de socorros mutuos, un banco, un sistemade mensajerías, dos saladeros y un proyecto enestudio para hacer una línea férrea que co-nectara con Córdoba y, posiblemente, Chile.La extensión del alumbrado público permitióel comienzo de la vida nocturna; se instaló elprimer reloj, un cementerio y un mercado, ylas calles se barrían dos veces por semana.

También se sumaron los inconvenientesde un crecimiento vertiginoso y sin ningunaprevisión. Se tornaron prioritarios el adecua-do registro y delimitación de las propiedades.Nicasio Oroño, como Jefe Político, propuso en1855 un acuerdo amistoso —el Convenio de lasLonjas— para regularizar la delimitación delas propiedades, cuyas contradicciones y su-perposiciones dificultaban las ventas y la pro-longación de las calles. El árbitro fue AlanCampbell, el mismo encargado de la elabora-ción de un plano de la ciudad y de los estudiospara el ferrocarril. También Oroño propuso eltrazado de un bulevar de 20 varas que fijaraun límite al área urbana dentro de la cual seimplementarían medidas de ensanche y orde-namiento edilicio. El proyecto fracasó y el pro-blema fue subsanado con la fijación de un pe-rímetro arbitrario —siete por siete manzanasen torno de la plaza—, dentro del cual se re-gularon las tapias; se propuso extender la ilu-minación y la vigilancia, y se prohibió la pre-sencia de animales, barracas, jabonerías uobstáculos que pudieran entorpecer la circu-lación. Recién en 1860 se instaló la Munici-palidad —la primera en el marco de la nuevaConstitución— con jurisdicción entre los arro-yos Saladillo y Ludueña, y cierta autonomía derecursos. Rosario ya contaba con un tercio másde habitantes que la ciudad de Santa Fe, el 28%de los cuales era extranjero

EL OPTIMISMO (1863-1880).

El progreso no fue quebrado por la batalla dePavón. Dos años de incertidumbre cesaron conla decisión de Mitre de avanzar con el proyec-to del ferrocarril: en 1866 se inauguró el pri-mer tramo a Bell Ville, en 1870 llegó a Cór-doba y en 1880 a Tucumán. Este renacimientose vio definitivamente consolidado con la Gue-rra del Paraguay, durante la cual Rosario ofi-ció de puerto de embarque de todas las fuer-zas y pertrechos.

Centro de comunicaciones terrestres del te-rritorio nacional, ya en el año 1864 se habíanestablecido servicios de mensajerías con tresu PLANO DE BOUVARD PARA ROSARIO 1911.

u ESQUEMAS DE CRECIMIENTO DE LA CIUDAD DE

ROSARIO EN 1860, 1895 Y 1931.

El crecimiento de Rosario

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viajes semanales a Córdoba y otros al NO y Cu-yo. Se subvencionaron los desagües y las com-pañías de navegación, se construyó un nuevomuelle y se consiguieron fondos para remo-delar la jefatura política y la Iglesia, construirun hospicio de huérfanos, un gran depósitofrente al muelle de Hopkins y comenzar conel empedrado de las calles y la iluminación agas. Cuatro saladeros, tres molinos, una fábricade cemento, otra de motores a vapor, tres cer-vecerías, ocho hoteles, seis bancos, trece abo-gados, cinco librerías, doscientas cincuenta pul-perías, contabilizados por la guía civil ycomercial de 1876, dan cuenta de la actividad.El movimiento portuario pasó de 63.000 tn en1864 a 258.000 en 1880, con líneas directas aGénova, Liverpool, Barcelona y Marsella. Y co-menzaron los sueños de ser Capital, con tresleyes sucesivas del Congreso Nacional entre1868 y 1873, en todos los casos vetadas por elPoder Ejecutivo debido a la oposición de San-ta Fe y a los temores de Buenos Aires.

Con el progreso llegaron las pretensionesde elegancia, la moda, las tertulias y la posi-bilidad de algunas obras: el desagote de la la-guna Sánchez, dos nuevos cementerios, unmercado de frutos, una plaza de carretas y laprimera línea de tranvías. Hubo un circo tau-rino, tres clubes sociales, un Jardín de Recreo,una iglesia anglicana y el Colegio Nacional. Seconstruyeron los primeros edificios de dos ytres pisos, que en casos como el teatro Olim-po ensayaron estilos exóticos. La plaza habíadejado de ser un simple descampado que ofi-ciaba de plaza de armas, espacio cívico y sede

para la exhibición de hechos novedosos; la plan-tación de paraísos, las veredas y senderos ajar-dinados la habían transformado en un jardínpúblico donde se reunían los jóvenes al atar-decer. De esa época data el Álbum de Alfeld,con vistas de las plazas, el mercado, la bajadaal puerto y algunos tramos de edificación yaconsolidada, que más allá de su objetivo pro-pagandístico para el mercado internacional deciudades, operaba como previsión de una ciu-dad deseada de construcciones compactas y fa-chadas continuas y homogéneas, con un re-pertorio de zócalos, pilastras, arcos y rematesalmenados que, por el momento, apenas sepromovió con la prohibición —sin éxito— deconstrucciones en paja dentro de un radio decuatro cuadras alrededor de la Plaza.

Con el progreso había que prever y dar for-ma al crecimiento de la ciudad. Inestable co-mo era su suerte y su población, carente de po-der de negociación y de acceso a los fondosnacionales, con instituciones que se habían li-mitado a promover el blanqueo y prohibir losranchos, y un territorio casi sin registros, losproyectos de trazado urbano comenzaron a flo-recer. En 1866 se iniciaron los debates sobrela delineación de la planta, con normas que ga-rantizaran cierto control público sobre la pro-piedad privada, incluyendo eventuales dere-chos de expropiación. Reapareció la idea de unbulevar para definir los límites de una prime-ra ciudad mal trazada —todavía no totalmen-te ocupada, pero donde ya era muy costoso ac-tuar— respecto de una ciudad nueva, de callesanchas y salubres, “a la europea”, previendo

un crecimiento que se suponía podía alcanzara 100.000 personas. Se definían tres áreas:la primera de calles irremediablemente estre-chas y construcciones homogéneas en mam-postería y azotea que, ampliando las bajadas yexpulsando la ranchería, debía de terminar su-turando su relación con el Bajo; una segundade calles más anchas para usos diversos (entreellos la estación ferroviaria), como primer ges-to para facilitar la puesta en valor urbano detierras todavía rurales; y una tercera para quin-tas y caminos comunales, hasta una distan-cia de una legua, que duplicaba el radio del eji-do previsto por Posadas cuarenta años antes.

En 1873, tras una nueva ley orgánica queamplió la autonomía del Municipio, se aprobóun nuevo proyecto de M. Col —formalizadoen el plano de 1875— que reiteraba esta ideade ciudad en cuatro secciones: la propiamen-te dicha, dentro de una primera ronda de bu-levares; el bajo, ordenado por una avenida cos-tanera y formando un zócalo representativo;extramuros, como tierras en disponibilidad ur-bana limitadas por una segunda ronda de bu-levares; los suburbios, subdivididos en super-manzanas de tres por cinco cuadras para laexplotación rural, hasta los límites del Muni-cipio (los arroyos y un camino ancho al oeste,a siete cuadras de la última ronda de buleva-res), que incluían la previsión de tres aldeasautónomas y equidistantes en los tres puntoscardinales, subdivididas con la misma regula-ridad y orientación del trazado urbano, con uncentro y una calle ancha que las conectaba conel área central. Esta primera prefiguración deun área metropolitana compleja, con asenta-mientos especializados y diferentes de las co-lonias agrícolas, imaginaba un orden para unproceso ya en marcha. En 1872 se habían fun-dado dos “colonias”, Nueva España y NuevaItalia, una para quintas y otra de recreo, queno habrían de prosperar. Cuatro años más tar-de, J. N. Puccio fundaba el pueblo de Alberdicomo espacio alternativo de residencia, pró-ximo a la naturaleza y propicio para una vidamás “civilizada”.

LA CRISIS DEL PROGRESO (1880-1910).

En 1887 Rosario contaba con 50.914 habitan-tes, cuatro bancos, dos compañías telefónicas,treinta calles adoquinadas y ciento sesenta em-pedradas, y setenta colonias volcaban su pro-ducción en el puerto donde entraban 8000 bu-ques anualmente. En 1910 se contabilizaron192.278 habitantes, dieciocho bancos, treintay cinco compañías de seguros, veintiún perió-dicos, tres teatros y dos óperas, 41 automóvi-

194 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u EL BOULEVARD NICASIO OROÑO, DE ROSARIO, EN EL AÑO 1913.

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les, tranvías eléctricos, tres fábricas con másde 200 obreros y una, la refinería de azúcar,con 1300 y un conflictivo barrio obrero a su al-rededor. También se señalaba la existencia dedieciocho sociedades de beneficencia, veinti-séis de socorros mutuos, cuatro hospitales ytres asilos que buscaban mitigar afecciones delorganismo y el desamparo, la otra cara de es-te progreso visible en los 2006 conventillos ylos 6038 ranchos y casillas sobre un total de22.915 viviendas. Cifras elocuentes del creci-miento de una ciudad, poblada en un 45% porextranjeros y otro 15% por migrantes internos,que 30 años después de haber imaginado unaprimera delineación había quintuplicado supoblación y roto todas las previsiones.

No todo era fácil. La conexión ferroviariacon Buenos Aires había favorecido el desvío departe de las cargas, el transporte fluvial habíaperdido importancia y las líneas directas a Eu-ropa se habían suspendido. Diez nuevas víasférreas se habían sumado, superponiendo tra-zados y destinos, y formando una cintura dehierro en torno del área céntrica. La crisis de1890 fue particularmente dura para la región:entre las numerosas quiebras se destacan la dePuccio, fundador del pueblo Alberdi, y la de J.Canals, promotor de la extensión al oeste y delnuevo puerto. Fue seguida por “el escándalodel Banco Provincial”, con graves consecuen-cias para el presupuesto municipal, por la re-volución radical de 1893 y por una sucesión depestes, sequías, desastres naturales a los quese sumaban los cada vez más frecuentes con-flictos obreros, propios de un mercado de ma-no de obra particularmente sensible a las fluc-tuaciones económicas.

Las instalaciones de un nuevo puerto re-cién se habilitaron en 1906. Pero, por los tér-minos del contrato, los dividendos pasaron amanos de las empresas francesas concesiona-rias y en menor medida de la Nación (v. Puerto).Además subieron los costos de embarque, pro-vocando una disminución de la actividad, quese acentuó con la creciente competencia de losnuevos puertos de Santa Fe, San Nicolás, Vi-lla Constitución y San Martín.

De todas maneras, la construcción era fe-bril. Durante décadas quedó en manos de cons-tructores italianos que repetían diferentes com-binatorias de la casa chorizo (v.), dentro de unrepertorio restringido de almohadillados, cor-nisas y pilastras, al que luego se sumarían conentusiasmo diversas variantes del Art Nouve-au (v. Arte Nuevo).

En 1887 se inauguró el primer bulevar, elOroño, que remataba primero en una plaza

—Independencia— de 4 manzanas expropia-das en 1888, y luego en el Parque construidoentre 1900 y 1902. Debido al tiempo trans-currido, y a pesar de haberse desplazado diezcuadras al oeste, el bulevar perdió su carácterde borde pero conservó el de paseo, instru-mento de valorización de la propiedad y ex-tensión de la planta. Este ámbito nuevo en es-cala, en su relación con el verde, en sucapacidad de invertir la gradación del valor ur-bano de la plaza a la periferia, resultó el es-cenario propicio para una nueva tipología re-sidencial: el hotel rodeado de jardines, carentede patios, de planta compacta y habitacionesdiferenciadas en forma y función.

El creciente interés por el desarrollo de for-mas representativas que hicieran visibles la mo-dernidad y la riqueza acumulada tuvo puntosde condensación simbólica en algunos edificios

excepcionales que interrumpían la trama: unnuevo monumento a la Constitución (Biggi,1883), la remodelación de la iglesia (Arnaldi, v.,1887), el portal del Cementerio el Salvador (Men-zell, 1889), la casa de Canals (1886), la Muni-cipalidad (Rezzara, 1896), el edificio de los Tri-bunales (Boyd Walker, v., y Currie 1892), laEscuela Normal (Tamburini (v.), 1893), la Es-cuela Gobernador Freyre (1905), los teatros Co-lón y La Ópera (1904), el hotel Italia y el Savoy,la Bolsa de Comercio (Censi, v., 1908), los nue-vos edificios bancarios, las estaciones ferrovia-rias Sunchales (1886) y Central Córdoba (Clar-ke, 1891), la Bola de Nieve (Le Monnier, v., 1906)y La Agrícola (Collivadino, v., 1907); estos úl-timos fueron los primeros edificios en alturacon ascensor y estructura de hierro.

Simultáneamente la ciudad había ido cam-biando su geografía. Hasta pocos años antes,la trama de construcciones simple y progresi-vamente se había compactado en torno de laplaza y extendido sus límites como una man-cha de aceite sobre el trazado simple de unacuadrícula. En este núcleo primigenio, los in-quilinatos convivían con las casonas de la eli-te local, y solo había cierto quiebre social y edi-licio con las tierras del bajo, por años ocupadaspor un rancherío precario y sin regla. A par-tir de los años de 1880 la extensión se hace se-lectiva. La periferia se densifica alrededor dealgunas instalaciones, como la estación delCentral Argentino, y se continúa hacia el nor-te, siempre sobre la costa, con el barrio for-mado en torno de la Refinería y de los talle-res ferroviarios; continuidad aparente, ya quela barrera casi infranqueable de vías la aislabae incomunicaba con el centro. Un segundopunto de expansión residencial más complejafue “el oeste”. Promovido por Canals y sus so-cios, que luego de comprar tierras (ya privile-giadas por el trazado del bulevar), las valori-zaron con la construcción de la casaquinta deCanals, de un grupo de viviendas para obreros,próximas a un emprendimiento similar delBanco Constructor Santafesino, y con la cons-trucción del edificio para Tribunales, pactadacon el gobierno provincial, que absorbía partede la Plaza de las Carretas, ya parquizada, acambio de la explotación de las oficinas y de lavaloración indirecta, y no explícita, de toda elárea de su propiedad.

Para esta época, la actividad inmobiliaria ylos mecanismos para estimular la conversiónde tierras rurales en tierra urbana se habíancomplejizado. La organización de un catastromunicipal, la formación de bancos edificado-res para la venta a plazos de tierras y viviendas,

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195Diccionario de Arquitectura en la Argentina

La Catedral de Rosario y su entorno

u EVOLUCIÓN DE LA CALLE BUENOS AIRES

ENTRE SANTA FE Y CÓRDOBA (ROSARIO) EN LOS

AÑOS 1845, 1890 Y 1927.

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nas construcciones importantes de los “fun-dadores” y la extensión de servicios mínimos,fueron elegidos como residencia permanentepor algunas familias de los sectores medios yaltos, seducidas por la imagen de suburbio ele-gante y culto, a la inglesa.

Fueron seguidos por nuevos emprendi-mientos: La Florida, Sorrento y Arroyito, Ta-lleres en el sector norte, Echesortu, San Fran-cisquito, Arrillaga, Mendoza y Godoy, NuevaFisherton hacia el oeste y Calzada al sur. Se tra-taba de simples trazados de sociedades inmo-biliarias que seguían el perfil previsto por el pla-no de extensión, por lo general sin previsión deespacios colectivos, sobre tierras en las que yaestaba asegurado el transporte, la apertura delas arterias principales, la luz y el agua corriente.El mercado era otro: “familias obreras” atraídaspor la posibilidad de acceder a un pequeño lo-te en cuotas equivalentes al alquiler de un cuar-to de conventillo, con la promesa de una vidamás sana, y hasta de explotar una pequeña huer-

la consolidación de ciertas sociedades inmo-biliarias permitían operaciones a otra escala.El sistema madura con un primer grupo de“fundaciones” suburbanas: Alberdi (1876-1886),Fishertown (1888), Saladillo (1889), Eloy Pa-lacios (1891). Se trata de pueblos en tierra ru-ral, bien alejados, surgidos con el respaldo deuna concesión tranviaria y la compra a muy ba-jo precio de tierras próximas a ella. El trazadoy la subdivisión quedaban al arbitrio del es-peculador / fundador, que disponía de cier-tos espacios para la futura vida comunitaria:en el caso de Alberdi, bulevar y avenida, pla-za y solares para la iglesia, el mercado, la so-ciedad de fomento, la escuela, el juzgado depaz y hasta un lazareto y un hipódromo. Pen-sados como una oferta alternativa a la vida ur-bana, para la oxigenación y el recreo en la épo-ca estival, tuvieron relativo éxito explotando lastierras altas, el río o los baños que construyóArijón, empresario de El Saladillo. A medidaque se consolidaban, con el estímulo de algu-

ta para reducir los gastos cotidianos y sopor-tar las periódicas crisis del mercado laboral.El boleto obrero, la posibilidad de acceder aviviendas mínimas por el mismo sistema decuotas, justificaron un discurso promotor de laexpansión urbana, fundado en argumentos hi-giénicos y en la preocupación por el bienestar“de los que menos tienen”, que también asu-mió el gobierno municipal.

Los pueblos y barrios fueron fruto de em-presas autónomas, favorecidas por sus estre-chos vínculos con los intereses de algunos fun-cionarios y políticos. El Municipio, en cambio,va a actuar desde iniciativas de alcance másglobal, beneficiando a estas empresas de ma-nera indirecta. Con una Ordenanza de 1887 secomienza a promover la extensión hacia el surcon el trazado de una avenida de 40 m de an-cho —la San Martín—, de veredas parquiza-das y jardines al frente, que vinculaba el cen-tro con el arroyo Saladillo, y un futuro parque,al Sur, “sugerido” por los propietarios aleda-

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u LA ESQUINA DE LAS CALLES CORRIENTES Y SANTA FE EN UNA FOTOGRAFÍA DE PRINCIPIOS DE SIGLO.

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197Diccionario de Arquitectura en la Argentina

ños. Este habría de incluir jardín botánico, zo-ológico, actividades hípicas, de tiro, teatrosde verano, circos y la sede de futuras ferias uni-versales, industriales, agrícolas. En esos añosse estaba evaluando el proyecto de Canals pa-ra el nuevo puerto (finalmente trunco), que ensu sección sur incluía un murallón de 4 kmentre la actual Pellegrini y el Saladillo, alma-cenes, subprefectura, aduana y hotel de in-migrantes. Simultáneamente se aprueba unplano de urbanización del sur de la ciudad, en-tre la proyectada Av. San Martín y la costa,seguido en 1890 por la publicación de un pla-no de los agrimensores Warner y Pusso, queintegraba este sector a una ampliación de latrama de la ciudad, siguiendo la secuencia delos bulevares y la orientación del damero, y sintomar en cuenta la dirección de los caminosexistentes ni las divisorias de la propiedad. Aesta traza superponían una red de diagonalesde carácter formal sobre la zona de ensanche,con plazas hexagonales y ovaladas en sus cru-ces, y una diagonal para conectar los accesosnorte y sur de la ciudad (las avenidas Alberdiy San Martín). Al año siguiente, el Municipioeditó un plano que confirmó los principios delplan de Werner y Pusso: una extensión aúnmayor por continuidad del damero, cuyas pro-mesas de homogeneidad eran desmentidas porel tortuoso recorrido de once líneas ferrovia-rias que fragmentaba esta lámina uniforme enbolsones de difícil comunicación. Había des-aparecido la conexión norte y sur, la única conpotencial impacto en las comunicaciones in-ternas, pero también la única que comprome-tía tierras ya urbanizadas. Al igual que el pla-no de 1875, esta pieza volvía a entender elproyecto urbano como la prefiguración e inte-gración de la periferia.

A fines de la década de 1890, luego de unanueva ley orgánica que quitó la electividad delintendente y gran parte de las atribuciones delMunicipio, un nuevo tipo de gestión munici-pal habría de comenzar, con mayor estabilidaden los cargos y una intervención más activa enlo urbano y en lo social. La primera gestión deeste tipo fue la de Luis Lamas (1898-1904), du-rante la que se autorizó el desmonte y el tra-zado de la Av. Belgrano y de la Plaza Brown ensu intersección con calle Córdoba, donde ha-bría de erigirse un monumento a la Banderaencargado por la Nación a Lola Mora. Se hizoel primer censo municipal, se abrió la calle Go-doy, siguiendo el viejo camino a La Candelaria,y el “Paso de las Cadenas”, primera conexióncon el norte a través de las vías, se levantaronlas vías sobre calle Pellegrini para completar la

primer ronda de bulevares arbolados y se cons-truyó el parque Independencia, en el que tam-bién se instalaron el hipódromo del Jockey Club,la pista de ciclismo del Veloz Club, y las insta-laciones para exposiciones de la Sociedad Ru-ral. El intendente siguiente, Santiago Pinasco,comenzó las obras de la Av. Belgrano y acor-dó la concesión para los tranvías eléctricos quehabrían de multiplicar el impulso en los barriossuburbanos. Durante la gestión de Nicasio Vi-la (1906-1909) se proyectó un viaducto para elpaso de trenes entre la Av. Alberdi y el río, queno prosperó. El siguiente, Isidro Quiroga (1909-1919), aprobó el ensanche del parque Inde-pendencia, encargó a Thays un parque en lacosta de Arroyito y contrató la realización de“un plan general de mejoras” a Joseph Bouvard(v.), urbanista francés, Director de Parques y Pa-seos de París, y también contratado por la Mu-nicipalidad de Buenos Aires.

Paralelamente ganaba consenso la preocu-pación por el problema de la habitación con ra-íces en las pestes de la segunda mitad del si-glo. En Rosario, como en otras ciudades, sereglamentaron e inspeccionaron los lugares don-de se hacinaba la multitud informe y descono-cida: inquilinatos, conventillos, bodegones... Pri-mero restringieron los niveles de hacinamiento,luego tradujeron preceptos higiénicos en nor-mas constructivas. Con el siglo cambiaron lasestrategias y se pensó en disolver los efectos dela pobreza, promoviendo la dispersión de la po-blación obrera. También se propuso ampliar laoferta de vivienda para asegurar niveles razo-nables de alquiler.

La primera intervención de ese tipo fue la

de Lamas,en 1899, quien propuso una exen-ción impositiva a los que aceptaran ciertas res-tricciones en los alquileres de casas de pasillo,construidas de acuerdo con un plano tipo, mo-delo que descartaba tanto el conventillo cén-trico como la autoconstrucción periférica. Losresultados fueron decepcionantes y la ordenanzafue derogada en 1906 como justificación de otrapropuesta bien diversa: la construcción de vi-viendas para empleados municipales (sector delque dependía en gran parte el resultado de laselecciones). Tampoco prosperó. Durante la ges-tión de Quiroga, y con la inspiración de su Di-rector de Obras Públicas, Ramón Araya, se pu-so el primer freno a la expansión ilimitada dela planta urbana con una ordenanza que pro-hibía la formación de nuevos barrios por fue-ra de las calles Canals y Paraná, límites que coin-cidían con los fijados en un nuevo plano delMunicipio que, abandonando toda cualificaciónespacial, se limitaba a extender la cuadrículauniforme hasta ese límite, como guía para sucompletamiento de manos de los pequeños pro-pietarios. Recordemos que se trata de una ac-ción simultánea a la contratación de Bouvardpara un plan “para la futura delineación y apro-vechamiento de las bellezas naturales”. Losargumentos para esta limitación, “a menos queel propietario corriera con todos los costos”, erala eficiencia de la inversión municipal.

TIEMPOS DE REFORMA (1910-1940).

Hasta el momento todos los proyectos y pre-figuraciones desde el ámbito público habíantenido como objetivo la previsión y el estímulode la extensión urbana. Se operaba sobre tie-rras privadas, pero en uso rural, que auto-máticamente multiplicaban su valor al ser in-corporadas como parte del proyecto, auncuando supusiese el compromiso de una im-portante fracción para uso público. Quizás lasúnicas excepciones fueron la plaza y el parqueIndependencia, que requirieron de expropia-ciones masivas y que solo en una segunda eta-pa de ampliación fueron conflictivas y deri-varon en probables negociados. También elproyecto de la diagonal para conectar Av. Al-berdi con Av. San Martín suponía una refor-ma de las lógicas “naturales” de crecimien-to, hecho que determinó su fracaso comoproyecto. Esta idea alternativa de reforma, queviolentaba las lógicas relajadas de construc-ción de la ciudad, permearon el sentido de laacción publica en este período.

Los festejos del Centenario fueron un hi-to aun en ciudades secundarias como Rosario,que “celebró en forma digna y exenta de des-u LA PLANTA URBANA DE ROSARIO EN 1895.

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pilfarro”: el proyecto de un hospital e institu-to libre de enseñanza médica, costeado por unacolecta pública y para el que se realizó un con-curso internacional de proyectos, la construc-ción de la biblioteca Argentina en terrenos dela caballeriza municipal, asociada a la parqui-zación de la plaza Pringles, la aprobación delproyecto de una diagonal que uniría la Plaza25 de Mayo y el parque —la avenida Central—, con aceras y puentes elevados para los pea-tones y una edificación de altura uniforme se-mejante a los bulevares parisinos.

Debemos incluir en el “efecto Centenario”el “Plan de disposiciones proyectadas para elembellecimiento, la mejora y el desarrollo fu-turo de la ciudad” , enviado por Bouvard al añosiguiente, luego de una visita de solo dos díasen 1909, que ha sido unánimemente cues-tionado por urbanistas e historiadores comoun mero ejercicio formal. Sin embargo, supo-nía una estructura de elementos primarios quehabría de garantizar una perfeccionada ho-mogeneidad y comunicación entre todos lospuntos del ejido, a través de un entramadode ensanches, diagonales, plazas, parques ycostaneras, por lo general en áreas no ocupa-das (salvo los proyectos preexistentes de la dia-gonal norte / sur y de la Avenida central), y quede ningún modo derivaba de una buscada si-metría en el dibujo. Una trama que, desvalo-rizando la centralidad preexistente, la ponía enconexión y competencia con nuevas polarida-des, en principio sintetizadas en espacios ver-des de límites definidos en las encrucijadas deavenidas que, con la estructura de la plaza fran-cesa, podrían haber oficiado como centros al-ternativos e integradores de la periferia. Tam-bién intervino corrigiendo la dirección de laextensión del damero, en consonancia con lade los caminos y troncales ferroviarias, o la pro-piedad de la tierra.

La indiferencia respecto de las previsionesoptimistas del Plan Bouvard para una ciudadde más de un millón de habitantes puede ex-plicarse por el empeoramiento de la situacióngeneral en esos años. Las sequías y el descen-so de las cotizaciones del grano derivaron en lahuelga de arrendatarios, conocida como el Gri-to de Alcorta de 1912, que puso en evidencia lafragilidad de la utopía agraria que había mo-torizado la inmigración y el poblamiento deSanta Fe. Luego la Primera Guerra y, con ella,la reducción de la dinámica comercial, la pará-lisis y el aumento de los costos de la construc-ción, los despidos, el desempleo, el empeora-miento del estado sanitario, la disminución dela participación del puerto de Rosario en el vo-

lumen de exportaciones nacionales, las huel-gas, la represión y la violencia. No solo fraca-só el Plan Bouvard, también lo hicieron la Ave-nida Central y el trazado de un tren directo aMendoza y Chile. La ciudad seguía creciendo,pero a un ritmo más lento (192.278 habitantesen 1910 y 407.000 en el censo de 1926, toda-vía con un 44,99% de extranjeros). En 1918, yluego de años de negociaciones, se incorpora-ron Alberdi y el distrito norte alcanzando la ciu-dad la superficie casi definitiva de 172 km2.

Para comprender el proceso de extensiónurbana que va a caracterizar el período, y la efer-vescencia de proyectos y planes de reforma quelo acompañaron, resulta indispensable referir-nos al ámbito de la gestión municipal. Conso-lidado el radicalismo como partido de gobier-

no —de dominio incuestionable en Santa Feentre 1912 y 1930—, el partido demócrata pro-gresista, como brazo político de la recientementefundada Liga del Sur, encontró en el ámbito lo-cal un espacio alternativo de participación y de-finición como partido moderno, supuestamenteajeno a las miserias del electoralismo, adjudi-cados al partido gobernante, y que trasladó ladisputa electoral al campo de la reforma social,institucional y urbana. Esta tensión tuvo con-secuencias claras en la gestión del municipio,con propuestas para el fortalecimiento de la au-tonomía municipal, la profesionalización delaparato administrativo y la ampliación de loscanales de participación en lo político, y con pa-ralelos a ensayos de intervención municipal enla comercialización y producción de artículosde primera necesidad, la educación y protec-ción del desvalido, y la erradicación del juego yla prostitución, en lo social.

En tanto, el “progreso” de la ciudad había

sufrido un estancamiento relativo, el creci-miento de la planta urbana se transformó enel mejor soporte de acumulación para propie-tarios y capitalistas, favorecidos por un mu-nicipio que estimuló la construcción de vi-viendas periféricas, la extensión del pavimentoy la infraestructura, la descentralización de losservicios y la municipalización del transporte.Un municipio que asimismo prestó apoyo aun proyecto alternativo de renovación del áreacentral y recuperación del área costera comoespacio residencial y de recreo, enfrentandoconflictos derivados de las concesiones ferro-viarias y portuarias, que parecían comprome-ter el desenvolvimiento armónico de la ciudad.Esta gestión, que todavía en esos años puedeasociarse a una corporación de vecinos que ad-ministran sus intereses con bienes que le sonpropios, también fue receptiva a las demandasde un Plan Regulador y a sus promesas de unaprogramación racional de usos e inversionesque permitiera imponer restricciones a la pro-piedad privada, negociar créditos públicos y,sobre todo, subordinar a las empresas conce-sionarias de servicios. Estos ensayos para am-pliar las incumbencias y las áreas de inter-vención municipal culminaron con la sanciónde la Carta Orgánica de 1933, la primera cartalibre en nuestro país, con el acuerdo unánimede ocho partidos políticos, incluido el comu-nista. Algunos puntos salientes de este docu-mento, que sintetizaba más de quince años deiniciativas, son: autonomía y autarquía mu-nicipales, referéndum y posibilidad de revocarmandatos electivos, voto femenino obligatorio,cuerpo de funcionarios estable y regulado portribunales administrativos, municipalizaciónde los servicios públicos, construcción de vi-viendas, fomento del deporte, creación de bi-bliotecas, cooperativas escolares, colonias devacaciones y escuelas especiales, y una notableampliación del poder de policía en lo relativoa higiene y moralidad. Pero después de la “re-volución” conservadora de 1930, este proyec-to de reforma cívica y social con base en losmunicipios habría de quedar trunco.

Hasta ese momento los planos de la ciudadhabían supuesto sucesivos planes de extensión:mecanismos rudimentarios de distinción en-tre lo privado y lo público garantizaban la sub-división y comercialización de la tierra, al tiem-po que comprometían al municipio con laprovisión de servicios ligados a la vialidad, lahigiene y la seguridad. Pero la puesta en usode ese campo de nadie, que se extendía entreel centro consolidado y los pueblos suburba-nos, se confrontaba con una barrera concreta:

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u VISTA DEL MONUMENTO A LA BANDERA SOBRE EL PARANÁ.

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la viabilidad, es decir, la concreción de callesque franquearan una red ferroviaria caótica ytierras subdivididas en fracciones heterogéne-as, como eran heterogéneos los intereses delos propietarios que se “interponían” entre lasvías de circulación y los potenciales loteos. Losmárgenes reducidos de rentabilidad, y las con-tradicciones entre el trazado teórico y la formade las propiedades, atrasaban la decisión de lospequeños propietarios para lotear sus tierras,abrir calles y así poner en viabilidad al siguientepropietario. La superación de estas dificulta-des no podía quedar en manos de estos pro-pietarios, ni aun del empresario inmobiliario;pero también excedía las posibilidades de mu-nicipios cuyos presupuestos se mantenían ca-si estables a pesar del crecimiento de la po-blación y de la ampliación de sus incumbencias.

Las medidas, múltiples y variadas, demos-traron la coincidencia de los intereses econó-micos y la imaginación política en la expansiónde la planta urbana. La principal fue la auto-rización de la apertura de pasajes que subdi-vidían las manzanas y duplicaban el númerode lotes frentistas de menor profundidad parafacilitar su venta. Y si bien las sucesivas orde-nanzas de urbanización introdujeron restric-ciones que fijaban anchos mínimos, estable-cían un canon por la apertura de metro linealde calle y obligaban a la plantación de árbolesen fracciones donadas como plaza, los per-misos se limitaban, en realidad, a autorizarel trazado según los planos aprobados y “la es-crituración gratuita a favor de la municipali-dad de los terrenos destinados a calles y pasa-jes sin otro gravamen”.

El atractivo de los loteos periféricos se veíamultiplicado por ordenanzas que exonerabanla edificación de viviendas económicas del pa-go de los derechos de construcción y de la su-pervisión de técnicos. Estos beneficios tuvie-ron una primera versión en el proyecto deDaniel Infante, durante su breve intendenciaen 1913, que aseguraba estas prerrogativas conel apoyo de proyectos modelos. A partir de 1921,ordenanzas similares se fueron renovando sinotro requisito que un costo máximo de las cons-trucciones y su ubicación periférica.

Para la expansión de la planta también fue-ron fundamentales las inversiones en pavi-mento y alumbrado público, el retiro de algu-nas líneas ferroviarias y el traslado de enclavesinsalubres, que estimularon el loteo de áreasdetenidas. De igual forma, aquellas iniciativastendientes a reducir los costos del habitar pe-riférico y ponerlo al alcance de los trabajado-res: el boleto obrero, la reducción de las dife- u EL MONUMENTO A LA BANDERA, DE ANGEL GUIDO, INAUGURADO EN 1957 Y SU RECIENTE REMODELACIÓN.

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rencias tarifarias por longitud de trayecto y lapromoción del más flexible sistema del “co-lectivo” como transporte. Los primeros vehí-culos se introdujeron en 1923, igualando enpocos años el número de coches de un siste-ma tranviario obsoleto, lo que condujo a la mu-nicipalización del transporte al crearse en 1932la Empresa Mixta con privilegios monopólicos.

Otra iniciativa bien diversa, pero con simi-lares efectos promotores de la extensión, fuela construcción municipal de barrios de ca-sas baratas, a través de la Vivienda del Traba-jador. Esta institución autárquica —creada en1923 con el fin de emitir hasta casi seis vecesel presupuesto anual municipal en bonos pa-ra la construcción, adjudicación y administra-ción de viviendas— delegó en la Compañía deConstrucciones Moderna (v.) la edificación de1200 viviendas entre 1927 y 1929. Solo se cons-truyó la mitad en tres barrios localizados en losextremos de la expansión del tejido, que sir-vieron para privilegiar el tendido de infraes-tructura y el poblamiento de las zonas aleda-ñas. La empresa logró rescindir el contrato en1929, una salida rápida frente a un movimientode resistencia generado por las deficienciasconstructivas. El gobierno municipal, com-prometido por irregularidades en la contrata-ción y la supervisión técnica de la obra, se hi-zo cargo de indemnizaciones abusivas a laempresa y una quita del 40% en el costo de vi-viendas a los adjudicatarios. Un pésimo nego-cio que signó, en este como en otros casos, elfracaso de los gobiernos municipales comoconstructores, que se retiraron de la escena de-jando la vivienda pública en manos de políti-cas fuertemente centralizadas.

En la medida en que este mercado de tie-rras se ampliaba más allá de la demanda real,fueron necesarios otros recursos para guiar unadescentralización selectiva y establecer criteriosde prioridad para la expansión de los serviciosurbanos. Los proyectos de bibliotecas popula-res, guarderías, unidades sanitarias, escuelasde artes y oficios, la creación de espacios ver-des equipados con juegos infantiles y de un sis-tema de ferias francas para racionalizar el abas-tecimiento, tuvieron el sentido de acompañarla incipiente densificación suburbana. Hacia1925 podía hablarse de una ciudad recompuestaen la trama de calles, aun cuando sus bordessiguieran siendo irregulares y todavía subsis-tieran algunos núcleos inaccesibles en su inte-rior. Por esos años se multiplicaron los cues-tionamientos a la extensión de la planta urbana,y una renovada “preocupación” por la higieney la estética hizo de los pasajes blanco frecuente

200 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u LA CASA SEOANE PROYECTADA POR MARCELO VILLAFAÑE EN LOS ALREDEDORES DE LA CIUDAD DE ROSARIO.

u LA NUEVA ORGANIZACIÓN

DE LA PLANTA SE ABRE

HACIA EL FONDO DE

LA MANZANA CON GRAN-

DES CARPINTERÍAS

PROTEGIDAS POR EL SISTE-

MA DE PÉRGOLAS.

u LAS PÉRGOLAS EN

MADERA SON PARTE DE LA

PROPUESTA ESTÉTICA DE

ESTA ARQUITECTURA. ADE-

MÁS SIRVEN COMO PRO-

TECCIÓN SOLAR Y LE DAN

SEGURIDAD A LA CASA

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de las críticas y motivó la suspensión de nue-vas urbanizaciones.

Paralelamente ganaba consenso un pro-yecto urbano promovido por los propietariosdel área central y de las viviendas en alquiler,nucleados en asociaciones vecinales. Recla-maban un límite a la expansión de la planta, ladensificación y jerarquización edilicia del áreacentral, y un programa de parques y obras pú-blicas que recuperara el rol representativo delárea costera y garantizara el tráfico a través delcerco de terraplenes, rieles y galpones que apri-sionaban el área central. Este grupo promovíarestricciones explícitas al loteo; llegó a propo-ner un gravamen a las tierras baldías, suscri-biendo a algo tan alejado de sus intereses co-mo el reformismo de Henry George. Tambiéndieron la bienvenida a las imágenes y a los ex-pertos de una nueva disciplina urbanística,prestando oídos a sus promesas de racionali-dad en las inversiones públicas, gobernabili-dad de los mercados inmobiliarios, salud y so-segada felicidad general. Técnicos, políticos ypropietarios llegaron a coincidir en la figura delPlan Regulador como instrumento proyectualy normativo capaz de otorgar respaldo “cien-tífico” a la gestión de la ciudad y de generar elconsenso necesario para controlar las tenden-cias expansivas del crecimiento urbano, rede-finir el sistema circulatorio, adecuándolo al cre-ciente tráfico automotor, expulsar las actividadesdisfuncionales y resistir los “atropellos” de lasempresas concesionarias de servicios y sus en-claves en las áreas centrales.

Esta efervescencia en torno de los proyec-tos urbanos fue disparada por una infeliz pro-puesta para la estación principal del Ferroca-rril Central Argentino, que derivó en el apoyoa una reestructuración de los accesos ferro-viarios, promovida por el ingeniero Farengo(1924), y una serie de proyectos para el área ri-bereña: reserva boscosa en La Florida (1925),avenida costanera de Amigos de la Ciudad, concascadas, balnearios, piletas flotantes y uso re-creativo de la Isla del Espinillo (1926), parquesRivadavia y Zoológico del Sur (1927), proyec-to de costanera del ingeniero Devoto, con elapoyo del Rotary Club (1928), proyecto, en 1931,de calzada elevada, faro y estación fluvial de A.Guido (v.), balnearios en El Arroyito, Sorrento,La Florida y Saladillo, parque Constitución del21 (1932) y parque balneario Ludueña (1934).Estas iniciativas también derivaron en la for-mación de una Comisión especial de Embe-llecimiento Edilicio y Urbanismo en el Con-cejo Deliberante, y la posterior contratación delos ingenieros A. Farengo, C. M. Della Paole-

ra (v.) y Á. Guido (v.) para la ejecución de unPlan Regulador que recién se completó en 1935.

Este plan fue ejemplar por su recurso alanálisis histórico para condenar la extensiónal oeste y legitimar el desarrollo sobre la cos-ta. Con novedosos recursos técnicos propusoun sistema de parques y parkways regionales,y un anillo de ciudades satélites que reforza-ban y remitían al núcleo central. Otros ras-gos sobresalientes fueron la reestructuraciónvial, que por primera vez abjuraba de las dia-gonales, la propuesta de renovación edilicia delárea central en torno de dos ejes monumen-tales de alta densidad y una fuerte zonificaciónfuncional para la contención de las áreas in-dustriales y portuarias, los barrios obreros yotras actividades “inquietantes”.

Pero el plan fracasó, en este caso por fun-darse en una reestructuración radical de los ac-cesos ferroviarios, que requería del acuerdo yde la inversión de las empresas concesionariasextranjeras y que, por supuesto, no se logró.También por haber confiado en una voluntadpara la renovación edilicia del área central pormedios drásticos, que además pretendía sus-tituir el centro histórico y los intereses ligadosa él. Una cirugía mayor que en la práctica semostró innecesaria gracias a un proceso de re-conversión “natural” a través de los edificiosde renta en altura, que se acomodaban sin con-flicto en algunos lotes céntricos.

Mientras tanto, una nueva etapa de obraspúblicas —pesadas construcciones todavía ad-heridas a un Academicismo obsoleto— contri-buía a la jerarquización edilicia del área central:el edificio de Correos y de la Aduana (1932), unanueva Bolsa de Comercio y una Jefatura políti-ca (1938), las sedes del Museo de Bellas Artes(1937) y del Museo Histórico (1939), de las delas facultades de Ciencias Matemáticas y Cien-cias Económicas (1925) y el nuevo concurso pa-ra el Monumento a la Bandera en 1940.

Por esos años la ciudad también había re-validado su condición de nodo de las comu-nicaciones entre Buenos Aires y las provinciasdel interior: el plan nacional de carreteras nohizo sino reproducir con su trazado la red fe-rroviaria y así fue como paulatinamente se com-pletaron las rutas a Santa Fe (1933), Buenos Ai-res (1935), Córdoba (1936) y Casilda (1938),manteniendo a Rosario como rótula.

Empobrecimiento urbano (1940-1980). Apesar de haber mantenido su condición de no-do regional, ahora como centro terciario, cul-tural, educativo y de consumo del sur de la pro-vincia, diversos autores coinciden en señalarpara estos años el progresivo deterioro del li-

derazgo regional, de las expectativas de creci-miento y de la calidad de vida urbana en Ro-sario. Esta decadencia se hace evidente en la re-ducción del ritmo de crecimiento demográfico:467.937 habitantes, según el censo de 1947,585.784 en 1960 y 746.882 en 1977. La mar-cada centralización de las políticas económicas,sociales, culturales, de vivienda y las urbanísti-cas tuvieron un efecto negativo en una ciudadsin jerarquía en las estructuras de poder.

Las esperanzas cifradas en el fin de la con-cesión del puerto, en 1942, se diluyeron porla falta de dragado, de inversiones para la cons-trucción de elevadores de granos y por la fija-ción de tarifas unificadas en todo el país, deacuerdo con los elevados costos operativos delpuerto de Buenos Aires, que continuaron di-luyendo las ventajas comparativas del puertolocal. Sus instalaciones decayeron o fuerondesmanteladas; gran parte de los accesos fe-rroviarios fueron levantados por “necesidadesurbanísticas”, en realidad para convertir lastierras liberadas en puntos privilegiados parala edificación residencial de alta densidad so-bre la costa, aprovechando las vistas al río ya las islas. Recién en los años de 1970 se avan-zó en un nuevo plan de obras, que culminócon la construcción del canal Mitre, el que vol-vió a permitir el acceso de buques de gran ca-lado. Algo similar ocurrió con la nacionaliza-ción de los ferrocarriles y las expectativas deuna posible reorganización urbana, muchomás lenta de lo esperado.

u DETALLES EN LADRILLO EN LA CASA DE JORGE SCRIMAGLIO.

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El progreso devino, en cambio, del des-arrollo de industrias de sustitución de impor-taciones, vinculado a los efectos de la Segun-da Guerra, que hizo de Rosario un poloproductivo de primer nivel, favorecido por sucondición de fuerte mercado de consumo y demano de obra, y por su ubicación privilegiadaen el sistema de comunicaciones. Esta situa-ción se vio reforzada en los años sesenta conla localización de industrias pesadas y semi-pesadas en el eje fluvial, hecho que estimulóuna metropolización restringida a la faja cos-tera —el cordón industrial Arroyo Seco- Puer-to San Martín—, en la que se conservaron lasestructuras de las poblaciones ribereñas y sellenaron los intersticios.

Este crecimiento, y la distribución las ac-tividades, se produjo según jerarquías prees-tablecidas, y reforzó la terciarización del áreacentral de Rosario, privilegiando las construc-ciones a lo largo de las troncales circulatoriasy, sobre todo, la depresión de su periferia. Elárea central se densificó, renovó y amplió susbordes —superando la primera ronda de bu-levares— en fuerte contraste morfológico, fun-cional y social con la dispersión en la periferiade núcleos carentes de valor y de servicios ur-banos, que desbordaron la traza límite de laAvenida de Circunvalación.

Si bien la centralidad persistió, varias fue-ron las transformaciones: la concentración deactividades comerciales, financieras y recrea-

tivas que fueron definiendo ciertos enclaves deespecialización interna; el debilitamiento delos espacios públicos en la medida en que seprofundizaba la comercialización de las acti-vidades colectivas, trasladadas a ámbitos ce-rrados y restringidos (cines, clubes, sedes gre-miales). Colaboró con este proceso el cierre delos mercados y la decadencia de ciertos even-tos convocantes: fiestas patrias, carnavales.El único espacio de encuentro que permane-ció fue la calle Córdoba —con sus ramifica-ciones en las galerías comerciales que perfo-raron las manzanas aledañas—, arteria en laque durante un tiempo se suspendió el tráficovespertino, y que finalmente se peatonalizó.Otro factor mayor de la transformación del áreacentral fue la fuerte densificación y sustituciónde las construcciones, entre 1935-1945, con losedificios de renta de alta calidad y lenguaje mo-derno y, luego de un paréntesis vinculado ala Ley de Propiedad Horizontal, un segundoboom de edificios de departamentos en el mar-co de leyes de desgravación impositiva. Estosedificios, generalmente construidos en seriepor empresas que también se hacían cargo dela formación de consorcios de inversionistas,buscaban el máximo rendimiento económicoy derivaron en una rápida normalización de lasplantas según el ancho del lote. Estos criteriosmínimos espaciales, constructivos y formales,pasaron a ser de rigor aun en proyectos de ma-yor envergadura, y marcaron con su mez-

quindad el paisaje urbano y el modo de en-tender la arquitectura, que también se hizo pre-sente en los pocos edificios institucionales pen-sados desde una óptica utilitaria y carentesde toda pretensión representativa. Las excep-ciones fueron pocas: el Monumento a la Ban-dera de Á. Guido, inaugurado en 1957, los Tri-bunales Provinciales de Navratil.

Paralelamente, la identidad y la potenciali-dad social, cultural y política de los antiguosbarrios se fueron diluyendo. Varios factoresconcurrieron a este proceso: la ampliación deltransporte público —privatizado durante la in-tendencia de Carballo, 1958-1962—, que con-solidó los intersticios y el ensanche de algunastroncales circulatorias, arrasando con sus ar-boledas y canteros centrales y transformandolas arterias comerciales en una barrera y no enlugar de encuentro; la gradual desaparición delos conflictos compartidos y la decadencia delas instituciones que habían oficiado como aglu-tinantes: bibliotecas, cines, cooperativas, aso-ciaciones de fomento, clubes, comités. Mejorsuerte corrieron los antiguos pueblos subur-banos —Alberdi, Fisherton, Saladillo—, quese reconvirtieron en suburbios residencialesde elección entre los sectores medios, privile-giados por sus estructuras colectivas origina-les y ordenanzas de “barrio jardín”, donde flo-recieron viviendas individuales de relativacalidad y confort, dentro del marco de una es-tética de lo pintoresco.

La periferia se fue construyendo con loca-lizaciones industriales en áreas libres, servidaspor vías de conexión o troncales ferroviarias(Ovidio Lagos, Ayacucho, los bordes de la nue-va Circunvalación), promoviendo a su alrede-dor el crecimiento de viviendas modestas, sinninguna previsión de espacios colectivos o deservicios urbanos. Una operación que se com-pletó con la construcción de conjuntos de vi-viendas de financiación pública. Varias insti-tuciones fueron parte de este proceso, cada unacon ciertas particularidades: la Dirección Pro-vincial de Vivienda y el Banco Hipotecario, congrandes intervenciones sobre el área centro ynorte de la Avenida Circunvalación, el Servi-cio Público de la Vivienda en la margen urba-na sobre la cuenca del Saladillo y a lo largode calle Grandoli; en general con programasde erradicación de “villas miseria”. Estos con-juntos fueron conformando nuevos bordes ur-banos de rápido deterioro social y constructi-vo, a los que se sumaron los siempre crecientesasentamientos precarios.

La gestión urbanística también sufrió nota-bles transformaciones. El Plan Regulador, fuer-

202 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u CASA Y PISCINA EN LA BARRANCA DEL RÍO PARANÁ, EN ARROYO SECO, DE RAFAEL IGLESIA.

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te y sugestivo en lo formal, fue sustituido poroficinas estables orientadas a dar respuesta téc-nica a la praxis política, que privilegiaron los ín-dices edilicios y las restricciones al uso del sue-lo como instrumentos de regulación. Se tratade un urbanismo que desertó del horizonte dereforma y se concentró en el ordenamiento delas tendencias determinadas por el mercado in-mobiliario, orientadas a favorecer una sustitu-ción salvaje del área central. La falta de nuevosplanos de la ciudad entre 1931 y 1967 es la me-jor evidencia de este abandono por parte de losdepartamentos técnicos, de toda regulación delos procesos de construcción de la ciudad, aunen su vertiente más sencilla. El sistema de es-pacios públicos sólo se renovó, con algunas in-tervenciones limitadas en la costa, reforzandoel valor de centralidad y abandonando la peri-feria a su suerte. Esta tendencia recibió un nue-vo envión con las obras del Mundial 78: los ac-cesos Sur y Norte, las autopistas a Santa Fe ySan Nicolás y la gradual recuperación de las zo-nas de los antiguos mercados, la del Abasto co-mo Centro de Prensa y luego Centro Cultural,los otros como plazas.

Este modo de entender la gestión urbanase hizo evidente en los sucesivos planes. ElPlan Rosario de 1951, fruto de la labor de Al-berto Montes desde la Comisión Nacional pa-ra la nacionalización de los ferrocarriles, pri-vilegió el rápido atravesamiento urbano. Supropuesta se basó en la apertura de tres tron-cales norte-sur, —la actual Avenida de Cir-cunvalación, la costanera y una travesía sobrela base de una estructuración ferroviaria dife-rente de la de Farengo—, secundada por la li-beración de las barrancas de instalaciones queno fueran portuarias, la centralización del sis-tema de transporte en estaciones únicas, el sa-neamiento de las cuencas de los arroyos y la fi-jación de distritos industriales periféricos. Estajerarquización de la accesibilidad, el transpor-te y el saneamiento derivó en la apertura de ca-lle Junín, el levantamiento de las líneas férreasy de cinco estaciones terminales que permi-tieron la formación del Parque Urquiza, la Ciu-dad Universitaria y el barrio Martín, la recon-versión de la estación del ferrocarril Santa Fecomo estación de ómnibus (1953), el trazadodel primer tramo de la Circunvalación en 1958,la incorporación de la calle Mendoza como víade acceso y la canalización de los arroyos Sa-ladillo y Ludueña (1964).

A comienzos de los años sesenta, nuevasinstituciones tomaron a su cargo la planifica-ción urbana con la figura rectora de O. Mongs-feld: la Prefectura de Coordinación del Plan Ro-

sario, constituida por la Ley Nacional N.°

16.052/61, y luego la Comisión CoordinadoraUrbanística, Ferroviaria, Vial y Portuaria, porresolución de la Secretaría de Transportes de laNación de 1966. Esta última propuso un nue-vo Plan Regulador en el año 1968. En él se es-tableció el desmantelamiento de las instalacio-nes portuarias de la zona norte y su trasladoal Sur, que había sugerido Della Paolera cua-renta años antes, y la localización definitiva delaeropuerto, que se inauguró en 1970. Asimis-mo definía diecisiete nodos donde concentrarla acción pública: dos viarios, que derivaron enla construcción del viaducto Avellaneda, docede vivienda, que solo en algunos casos preveí-an algún equipamiento, tres reservas verdes pa-ra usos recreativos y la formación del centrouniversitario, el cívico y el de transporte, queúnicamente en el primer caso se completó par-cialmente a fines de la década. También inclu-ía un Código Urbano —todavía en vigencia—para la zonificación física y funcional que de-jaban las transformaciones en manos de losmecanismos naturales de renovación urbana.Bajo una aparente asepsia ideológica, este Plansuponía definiciones precisas sobre el rol de laciudad y la periferia como valores contrapues-tos, acentuaba la segregación natural y consa-graba la actividad privada como verdadero mo-tor de la transformación. Este código estático,condenado a modificaciones parciales e inco-nexas, fuertemente dependiente de presionesy demandas de particulares privilegiados, usóel zoning como un mero reflejo de los intereseseconómicos e indujo a la tercerización y susti-tución edilicia del área central con alturas mí-nimas, y a la prohibición de toda actividad queno fuera residencial o de servicios. Al mismotiempo consagró la colonización de las áreasperiféricas con la mera construcción de vivien-das sin servicios y la reducción de lo público aun colosal desarrollo del transporte y la in-fraestructura, que favoreció aún más la expan-sión y la segregación.

Esta decadencia y empobrecimiento urba-no de Rosario dista de haberse revertido, sal-vo en lo relativo a los modos de intervenciónmunicipal que desde el advenimiento de la de-mocracia se han concentrado en la creación deespacios de fuerte valor colectivo que redun-daron en la transformación de la ciudad, al me-nos en el área ribereña y en algunos enclavesperiféricos. A. M. R.

Bibliografía: De M. A. Marco y O. Ensick. Historia

de Rosario. Rosario: Museo Histórico Provincial

de Rosario, 1978; J. Álvarez. Historia de Rosario.

ros ros

203Diccionario de Arquitectura en la Argentina

Centro Municipal

u PRIMERA OBRA DEL PORTUGUÉS ALVARO SIZA EN

ROSARIO. ARRIBA, INTERIOR DEL EDIFICIO Y LA PLAN-

TA BAJA; ABAJO, LOS CROQUIS DEL ANTEPROYECTO.

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Rosario: UNL, 1981; A. M. Rigotti. “Crónica ilus-

trada de las transformaciones urbanas y arquitec-

tónicas de Rosario (1923/1955)”. En: Cuaderno del

CURDIUR, N.° 1, 1981; I. Martínez de San Vicente.

“La formación de la estructura colectiva de la ciu-

dad de Rosario”. En: Cuaderno del CURDIUR, N.°

7, 1986; G. Petronio, M. Salgado y D. Viu. Viviendas

financiadas por el Estado en Rosario. S/l, EPEV /

CURDIUR, 1991; O. Bragos, I. Martínez de San Vi-

cente, A. M. Rigotti y H. Torrent. Planes y proyec-

tos para Rosario (1875-1940). Inédito, 1994; S. Do-

cola. “De la aldea a la ciudad moderna. Rosario 1866:

lugar de debate”. En: Cuaderno del Ciesal, N.° 2-3,

1994; N. Adagio y A. M. Rigotti. “Recuperando el

río. Ideas, proyectos, realizaciones. Rosario 1925-

1940”. En: A & P, N.° 10, 1995; A. M. Rigotti. Muni-

cipio y Vivienda. La vivienda del trabajador. Rosa-

rio 1923-1947. Tesis de Maestría (FLACSO, 1996).

Inédito; A. M. Rigotti. “El plan regulador de Ro-

sario. Entre la reforma cívica y la autonomía pro-

fesional”. En: Cuaderno del CURDIUR, N.° 60, 1997.

ROSSI, ALDO.

(AR). Milán (Italia), 1933 - La-go Maggiore (Italia), 1997. Ar-quitecto, diseñador y teórico.Los vínculos entre Aldo Rossi

y el medio disciplinar argentino tienen sin du-da su momento de mayor intensidad a fina-les de los años setenta y primeros de losochenta. Las tres visitas se inscriben en es-te período, que es asimismo el momento demayor penetración de sus ideas y recepciónde sus obras.

Ya en los comienzos de la carrera de AR pue-den indicarse algunos hechos aislados, pero sig-nificativos, que permiten suponer un cierto in-terés por los problemas de un medio como elargentino. En primer lugar, AR comenzó su ca-rrera como crítico de arquitectura y articulistaen la revista Casabella, de cuyo equipo de re-dactores formó parte durante el período en quefue dirigida por Rogers, entre 1957 y 1964. Larelación de éste con la Argentina es bien cono-cida. Uno de los últimos números de la Casa-bella de cuyo equipo de redactores la dir. de Ro-gers (diciembre 1964) se dedicó justamente ala Argentina, su arquitectura y sus ciudades. Laintroducción a este número fue realizada porAR. El tema central del artículo es la ciudad deBuenos Aires y el Plan de Le Corbusier, cuyaimposibilidad de ser llevado a cabo mostraríaclaramente las irremediables limitaciones delurbanismo moderno para adaptarse a las múl-

tiples situaciones de la “ciudad real”.La mirada sobre Buenos Aires no está au-

sente tampoco de sus trabajos de esos años,vinculado con la Argentina: la participación en1961 en el concurso internacional para el ras-cacielos Peugeot, al que se presentó con unproyecto realizado en conjunto con GianugoPolesello y Vico Magistretti. Si bien el pro-yecto de los tres arquitectos italianos no ob-tuvo ninguna mención, anticipó un tema so-bre el que AR iba a volver una y otra vez: elrascacielos como edificio emblemático de loamericano, de su energía y de su inocencia.

La vinculación directa de AR con nuestropaís se inició en 1978, cuando visitó BuenosAires invitado por el grupo de arquitectos quedirigía en ese momento la llamada Escuelitade Buenos Aires, integrado por Tony Díaz (v.),Justo Solsona (v.MSGSS), Ernesto Katzenstein (v.)

y Rafael Viñoly (v.). Como parte de esta visita,AR participó en la Escuelita en la realizaciónde un seminario taller y dictó dos conferencias.

Debe señalarse que esta visita a una ins-titución argentina de carácter informal se dioen un momento particularmente fructífero dela carrera de AR, cuando ya había adquiridoreconocimiento internacional, en gran me-dida por su proyecto ganador en el concursodel Cementerio de Módena (1972) y cuandosu libro La arquitectura de la ciudad (1960)ya podía reconocerse como uno de los textosimprescindibles de la cultura arquitectónicade las últimas décadas del siglo. En tal senti-do, la presencia de AR y la posibilidad de co-nocer de primera mano su pensamiento y susteorías marcaron el rumbo ideológico que to-mó la Escuelita, acentúan su apertura hacia laTendenza italiana.

Por otra parte, siendo conocida la militan-cia de AR en el Partido Comunista italiano ydada la evidente matriz de categorías deriva-das del pensamiento marxista que informansus análisis, su recepción en la Universidad—bajo la dictadura militar del período 1976-1983— fue cuando menos conflictiva. La des-confianza y la reserva que la arquitectura y lasteorías de AR podían despertar entonces que-dan ejemplificadas en el capítulo que la críti-ca Marina Waisman (v.) le dedica a AR en elnúmero 22 de la colección summarios, en elcual llamó a “estar alerta” respecto de lo quepodría implicar la adhesión a su pensamien-to y a su arquitectura.

Frente a esta situación, La Escuelita jugó elpapel de caja de resonancia de sus ideas al per-mitir explorar las posibilidades que las mismasofrecían para los temas y problemas de nues-

tro medio, como por ejemplo el particular aná-lisis de los tipos arquitectónicos que AR pro-pone como instrumento disciplinar privilegia-do desde el cual abordar el problema de laconstrucción urbana. Aunque no podría ha-blarse de un debate sistemático alrededor de ARen la Escuelita, se construyó allí una cierta ma-nera de abordar su pensamiento y de acercarsea su producción en términos de proyecto queiba a ser característica del medio argentino.

Posteriormente, AR realizó dos viajes mása nuestro país. El primero de ellos en 1982,momento en el que dictó una serie de confe-rencias. Retornó luego en 1983. Ambos via-jes se relacionaban con la realización de unproyecto para la empresa ítalo-argentina Te-chint, que lo invitó a participar en el concursointernacional que organizó durante esos añospara su sede en Buenos Aires.

Destinado al predio que la empresa poseíaen la mitad este de la manzana delimitada porAv. Córdoba y las calles Viamonte, Bolívar y Re-conquista, este proyecto suponía una operaciónurbana de envergadura en una área histórica dela ciudad, caracterizada por su gran actividad ypor sus altas densidades. La propuesta de Ros-si, realizada junto con Gianni Braghieri, M.Scheuer, M. Oks y G. Ciocca, partía de la bús-queda de una imagen de edificio que fuera unainterpretación construida de la ciudad y que fi-nalmente terminara en una condensación ma-terial del mito y de la idea de Buenos Aires, co-mo lo son algunos de sus monumentos yedificios. Se trataría de una construcción quepudiera referirse al carácter histórico y “casi he-ráldico de la ciudad”, en la búsqueda de dar cuen-ta de lo que consideraba su rasgo principal: una“discordancia concordante” que invadiría todala ciudad como una melodía, según se afirmaen la memoria del proyecto. En tal sentido, elproyecto se proponía construir una imagen mí-tica no solo de la ciudad sino también de su pro-pio tipo, el rascacielos, al que se exalta como ele-mento urbano fundante. Esta construcción sellevó a cabo a partir de un juego de superposi-ción de imágenes y de citas de otros edificios dela más variada procedencia, desde el edificio Mi-hanovich, de Calvo, Jacobs y Giménez (v.), su-puestamente el “primer rascacielos” de BuenosAires, a la Torre Velasca, en Milán, en cuyo pro-yecto había participado, justamente, Ernesto N.Rogers. Como en tantos proyectos de Rossi seconjuga aquí una amalgama de referencias apiezas instaladas en el imaginario de una ciu-dad con recuerdos privados.

A partir de los primeros años de los ochen-ta, la arquitectura de AR, y en menor medida

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su pensamiento, se difundieron rápidamenteen la Argentina. Como en tantos otros paí-ses, esta difusión llevó a la banalización en in-contables ejemplos construidos de una arqui-tectura que, como pocas, se resiste a unamanipulación irreflexiva.

La obra de Tony Díaz (v.), principal impul-sor dentro de La Escuelita de su primera visitaa Buenos Aires, probablemente sea la experienciamás fructífera en términos de reinterpretaciónde los principios de la arquitectura rossianaen nuestro país. Diversos proyectos, como porejemplo el conjunto Centenario, realizado porDíaz, con M. Baudizzone, J. Lestard y A. Varasen la ciudad de Santa Fe, ilustran tanto las di-versas posibilidades que la propuesta rossianapermitía al ser tomada en sus fundamentos, co-mo sus limitaciones.

Con motivo de su muerte, el Centro de Es-tudios de Arquitectura Contemporánea de laUniversidad Torcuato Di Tella editó un nú-mero de la revista Block dedicado enteramen-te a la obra y la personalidad de AR. A. C.

ROTZAIT, HIRZ. Varsovia (Polonia), 1915. Ar-quitecto. Activo en Buenos Aires en la segun-da mitad del siglo XX. Tuvo importante rol co-mo docente y proyectista de edificiosindustriales. Rotzait dejó Polonia en 1929 pa-ra trasladarse a la Argentina.

En el país realizó sus estudios secundariose ingresó luego a la Escuela Nacional de BellasArtes “Manuel Belgrano”, de donde egresó en1936. Continuó sus estudios en la Escuela deArquitectura de la UBA. Todavía estudiante, en1938 obtuvo junto a Horacio Caminos (v.),Eduardo Catalano (v.), Carlos Coire (v.) y Ho-racio Crivelli (v.) el primer premio en el con-curso para la construcción del club San Loren-zo de Almagro. Hacia 1941 comienza su tareaen la Dirección de Obras Públicas y Urbanis-mo de la Municipalidad de Buenos Aires, en laque se mantendrá seis años hasta su renunciapor motivos políticos en 1946. En este contex-to, participó en obras como el Nuevo Mercadodel Plata, el Nuevo Mercado de Hacienda, elHospital Maternidad Modelo “María N. de Mou-ras”, etc. En 1944 inició su carrera docente enla Escuela de Arquitectura como ayudante dela cátedra de Composición Decorativa. Se de-dicó también al diseño gráfico: en 1950 com-puso la tapa del n.° 1 de la revista Canon, pu-blicación oficial de la Escuela. Durante 1958 y1959 fue miembro de la Comisión de Ense-ñanza de la Facultad de Arquitectura y Urba-

nismo como representante del Departamentode Visión. Precisamente esta área era la más di-námica e innovadora en la nueva Facultad. Susobjetivos explícitos fueron los de vincular losproblemas morfológicos con los de la concre-ción del hecho arquitectónico, articulando sutrabajo con las cátedras de composición; losprincipios teóricos, de indudable matriz bau-hausiana, aluden más precisamente a los tra-bajos de Lasló Moholy-Nagy en la New Bauhausde Chicago, y a las investigaciones de RudolfArnheim sobre la psicología de la forma (v. En-

señanza de la arquitectura). Se desempeña como pro-fesor hasta 1966 y renuncia luego de la triste-mente famosa “Noche de los Bastones Largos”.Entre sus obras particulares, es especialmen-te recordado el edificio del Fondo de CulturaEconómica en Buenos Aires (1965), cuya aus-tera fachada constituyó uno de los ejemplosmás refinados del Moderno pleno de la déca-da. Pueden agregarse, también, sus trabajos enArquitectura Industrial, como los proyectos re-alizados para los Establecimientos Metalúrgi-cos Santa Rosa durante el período 1952-1978.También incursionó en la vivienda privada (v.gr).:

casas Stern (1952) ,Roig (1954) y Hirschler(1957), en Martínez y San Isidro, Prov. de Bue-nos Aires; en la investigación acerca de la vi-vienda masiva; en el diseño de exposiciones,entre las que se destaca la del Congreso Pan-americano de Odontología, en 1952. G. S.

Bibliografía: AA.VV. Hirz Rotzait, arquitecto. Bs. As.:

Ediciones Infinito / FADU-UBA, 2001.

RUIZ GUIÑAZÚ, FEDERICO. Buenos Aires, 1911- Íd., 1999. Arquitecto. Especialista en prefa-bricación y tecnología aplicadas a la vivienda.

Estudió en los Politécnicos de Zurich y Stutt-gart, donde se graduó en 1937. En 1938 realizótrabajos en el atelier de los arquitectos Augus-te y Gustave Perret. De regreso en la Argenti-na, entre 1941 y 1945 se desempeñó como ar-quitecto del Departamento de Urbanización dela Municipalidad de Buenos Aires. Fue ademásasesor de la OEA. Su trabajo se caracteriza porla investigación en temas relativos a la prefa-bricación en hormigón, madera y acero, la vi-vienda económica y la tecnología de la cons-trucción. Autor de varias patentes de invencióny de sistemas constructivos en prefabricaciónliviana y pesada, realizó prototipos experimen-tales y barrios de vivienda para sectores socia-les de bajos recursos. Su obra más destacada esla iglesia de La Sagrada Eucaristía, en Santa Fey Uriarte, Buenos Aires, realizada en la décadadel cuarenta; obra inspirada en Nuestra Seño-ra de Raincy, de A. Perret, cuenta con la parti-cularidad de que para su ejecución colaboraronalgunos artistas plásticos modernos como Nor-ah Borges y Vicente Forte. Ruiz Guiñazú fuetambién presidente de la SCA.

Bibliografía: AAVV. SCA, 100 años de compromiso con

el país. Bs. As.: SCA, 1993.

RUÓTOLO, GUILLERMO RICARDO. Nápoles(Italia), 1876 - La Plata, 1951. Arquitecto,escenógrafo, pintor y escritor, naturalizado ar-gentino en 1915. Activo en las primeras dé-cadas de este siglo, desarrolló en La Plata unavasta labor artística que incluye la producciónarquitectónica.

Guillermo Ruótolo era hijo de Juana Cos-cia y Gabriele Ruótolo, cantante lírico de tra-yectoria internacional, con quien recorrió granparte de la Europa de fin de siècle. A los veinti-ún años llegó a Buenos Aires procedente de Ná-

ros rot

205Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u SEDE DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, H. ROTZAIT.

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poles, donde se había graduado como arqui-tecto en la Real Academia de Bellas Artes. Tra-bajó como escenógrafo en el teatro lírico SanCarlo de su ciudad natal junto a Mateo Cosce-lia —de quien había sido discípulo— como tam-bién en Bologna y Venecia.

En Buenos Aires trabajó como escenógra-fo, y entre otros trabajos, realizó también losdecorados el de “Calandria”, pieza teatral deMartiniano Leguizamón estrenada en 1898.Ese mismo año se radica definitivamente enLa Plata, para ligarse a la actividad teatral co-mo colaborador de José Podestá, siendo has-ta 1940 representante artístico y administra-dor del teatro Olimpo (hoy Coliseo Podestá),en cuyo edificio funcionó su estudio durantevarios años.

Desde 1910, y a lo largo de treinta años, fuetambién el escenógrafo del Teatro Argentino.En ese ámbito produjo un gran número deobras, entre las que se destacan aquellas vin-culadas a celebraciones históricas: la alegoríapara los actos del Centenario de la Revoluciónde Mayo, la escenografía de la Batalla de Tu-cumán y la del acto celebratorio del triunfo delos Aliados en la Primera Guerra Mundial(1918). Los cuadros de escenografía plástica “Vi-siones de Dante” (1917) y “Apoteosis de Dan-te” (1918), el arreglo para el funeral de Floren-tino Ameghino (1911) —con alegorías sobre laHumanidad y la Historia— y la decoración pa-ra el funeral cívico del Almafuerte (1917), quealudía a “Prometeo encadenado y rebelde siem-pre entre los sufrimientos y la injusticia”.

Fue corresponsal en La Plata de Italia delpópolo, La patria degli italiani, y La nuova Ita-lia, periódicos de la colectividad italiana, de lacual era activo miembro.

Escribió seis comedias, seis tragedias, otrostantos cuentos para niños, ocho comedias mu-sicales y una novela. También realizó un es-tudio histórico sobre los orígenes del arte es-cénico, titulado Theatrum; escribió Estética delarte y varios textos sobre matemáticas aplica-das y dejó inconclusos un “Manual práctico deperspectiva y teoría de los colores” y sus “Me-morias”. Como pintor desarrolló una inten-sa actividad, pues participó en distintas mues-tras colectivas e individuales con bocetosescenográficos y otras obras en óleo, lápiz,acuarela y temple. Como arquitecto trabajó enel antiguo Departamento de Ingenieros de laProvincia de Buenos Aires, en el proyectó igle-sias, hospitales y otros edificios en diversas lo-calidades, e hizo, además, una notable maquetade la Basílica de Luján.

Desde la Dirección de Arquitectura del Mi-

nisterio de Obras Públicas de la Provincia, re-alizó hacia 1926 un “proyecto de embelleci-miento del Paseo del Bosque de La Plata”, con-sistente en un ordenamiento paisajístico delpredio correspondiente al Museo de CienciasNaturales. Ruótolo dividía el parque en zo-nas de distintas características, cada una de lascuales estaba dedicada a una divinidad de lamitología griega que “encarnase el conceptodirector del embellecimiento” de la zona co-rrespondiente.

Su producción como profesional liberal sedestaca del austero provincianismo que carac-terizó buena parte de la arquitectura no insti-tucional de la Nueva Capital en tiempos pos-fundacionales. En el marco de una actitudecléctica, sus obras adscriben a diversas expre-siones compositivas, según el carácter del en-cargo. Así trabaja con riguroso clasicismo en elproyecto de la Facultad de Física y Química pa-ra la Universidad local, y construye antes delaño 1920 dos obras de inspiración antiacadé-mica —quizá influidas por Otto Wagner. Unapara la Sede de la Societá Unione Operai Ita-liani (1913, en 12 entre 56 y 57) y la otra con ungran local comercial en planta baja y dos vi-viendas en planta alta, de la que cabe destacarel extrañamiento proporcional, el revestimien-to de azulejos con motivos florales y la torre mi-rador que articula la esquina de 12 y 58.

Con un extravagante Pintoresquismo en el

que no faltan referencias medievales, resuelvevarias viviendas: la de 31 entre 47 y 48 (premiomunicipal), las de la familia Gibert (1928),en 47 entre 115 y 116 (una de ellas ya demoli-da), y la proyectada en 1923 para la familia Haas,en la ciudad de San Juan. Como petit-hôtel y enclave Art Nouveau, proyectó el conocido como“Palacio Gibert” de diagonal 80 entre 2 y 3, re-cientemente restaurado.

A fines de la década del veinte ganó el con-curso de proyectos para el Panteón Social dela Unione Operai Italiani, que se construyó enel Cementerio de La Plata, en un autoprocla-mado “estilo bizantino”.

Guillermo Ruótolo fue una manifestacióntardía de creador integral de sesgo renacentis-ta en una ciudad que hacia 1920 se pretendíala Atenas de América Latina. Murió a los 75 añosen una suerte de autorreclusión en Manuel B.Gonnet, en las afueras de La Plata. F. G.

RUÓTOLO, OSCAR. La Plata, 1906 - Id., 1973.Arquitecto. Es el arquitecto platense de másimportante actuación durante las décadas deltreinta y del cuarenta, en un contexto hege-monizado por los ingenieros.

Hijo de Guillermo Ruótolo (v.), su obra seinscribe en un retorno a la tradición Beaux Arts,de la cual fue referente a nivel nacional Ale-jandro Bustillo (v.).

Algunas de sus obras, sin embargo, se nu-trieron de las convenciones estéticas de la Ar-quitectura Moderna, más afín al pragmatismode los ingenieros que a la formación clásica delos arquitectos de la época.

Resultado de la fidelidad a esa formaciónes la concepción del Hotel Provincial de La Pla-ta, su obra más importante. Sería ocioso esta-blecer una comparación con su homólogo mar-platense -obra, precisamente, de Bustillo- dadaslas diferencias de programa, escala y localiza-ción, pero es útil señalar la elaboración pro-yectual que, a nivel de detalle, lo destaca res-pecto de aquel.

Entre las numerosas viviendas unifamilia-res, proyectadas y construidas, la más logra-da es la realizada para el Dr. Zambosco -en LaPlata- en la cual, mediante la articulación deun par de volúmenes bajos a los lados del sec-tor central de dos plantas y diferenciados, a suvez, con un tratamiento símil piedra respectodel ladrillo visto de aquel, logra distinguir vi-vienda y consultorio y contextualizar la obradentro de un perfil urbano conformado por vi-viendas de una planta. F. G.

206 Diccionario de Arquitectura en la Argentina

u PALACIO GIBERT, EN LA PLATA, DE G. RUÓTOLO.

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