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Colección de Autores Gdcgos Dirigida por .J uan Antonio López Férc;~ (época clásica) y Alfonso l\lartÍ:1u. Díez (épocas bizantina y moderna) .. ,-, /-""\.~' "'o e' r" V; ~,: -¿\! '..: O:;:;] Primera edición 1995 (~ r,1 \~', ,()Y ·'<~cP i=ILOSOFIA y LETRAS Este volumen ha sido revisado por J.L. Lópcz Cruces y P.P. Fuentes González © Jesús Lens Tuero Jesús M. GarcÍa González Javier Campos Daroca © EDICIONES CLÁSICAS, S.A. Magnolias 9, bajo izda. 28029 Madrid LS.B.N.: 84-7882-198-8 Der";~;~0 L~;:.:: ~1~ -2Gvú-t-l ~'j.) Impreso en España Imprime: EDICLÁS Magnolias 9. bajo izda. 28029 Madrid Encuadernación Cayetano Maleo GarcÍa 29. Madrid Diodoro de Sieilia BIBLIOTECA HISTÓRICA INTRODUCCIÓN GENERAL LIBROS I-II Traducción coordinada por Jesús Lens Tuero Traducción de Jesús Lens Tuero Jesús M. García GoilZález Javier Campos Daroca EDICIONES CLÁSICAS Mt.DRID

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Colección de Autores GdcgosDirigida por

.J uan Antonio López Férc;~ (época clásica)

y Alfonso l\lartÍ:1u. Díez (épocas bizantina y moderna)

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V; ~,:-¿\! '..:O:;:;] Primera edición 1995(~ r,1

\~', ,()Y·'<~cPi=ILOSOFIAy LETRASEste volumen ha sido revisado por J.L. Lópcz Cruces yP.P. Fuentes González

© Jesús Lens TueroJesús M. GarcÍa González

Javier Campos Daroca© EDICIONES CLÁSICAS, S.A.

Magnolias 9, bajo izda.28029 Madrid

LS.B.N.: 84-7882-198-8

Der";~;~0L~;:.:: ~1~ -2Gvú-t-l ~'j.)

Impreso en España

Imprime: EDICLÁSMagnolias 9. bajo izda.28029 Madrid

Encuadernación CayetanoMaleo GarcÍa 29. Madrid

Diodoro de Sieilia

BIBLIOTECA HISTÓRICA

INTRODUCCIÓN GENERAL

LIBROS I-II

Traducción coordinada porJesús Lens Tuero

Traducción deJesús Lens Tuero

Jesús M. García GoilZálezJavier Campos Daroca

EDICIONES CLÁSICASMt.DRID

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DTODORO DE STCIUA

montes durante el verano que llenen el río, sobre todo cuando el fenómeno mismo viene atestiguado por los bár­baros que habitan aquellos lugares. [9] Y si lo dicho tiene una naturaleza contraria a lo que ocurre en nuestras regio­nes. no hay por ello que desconfiar. pues el Noto, mientras es para nosotros tormentoso. despeja en Egipto las nubes; los soplos del norte son en Europa bastante fuertes, pero en esta tierra son débiles y lánguidos.

[10] Y acerca de la subida del Nilo, aunque podemos argumentar de manera más variada contra todos, bastará con lo dicho para no sobrepasar la sumariedad que nos ha­bíamos propuesto al principio. Y puesto que este libro a causa de su tamaño lo hemos dividido en dos partes, aten­diendo a la proporción, la primera par1e de las historias va­mos a terminarla aquí, mientras que los hechos históricos siguientes que han tenido lugar en Egipto los dispondremos en la segunda parte, tomando como comienzo la relación de los que fueron reyes de Egipto, así como la del antiguo modo de vida de los egipcios.

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LIB"ROI

SEGUNDA PARTE

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42. El primer volumen de los dos en que ha sido di­vidido el primero de los libros de Diodoro contiene un prólogo a toda la obra y lo que entre los egipcios se dice del origen del mundo y la conformación primera del universo ; además habla de cuantos dioses fundaron ciu­dades en Egipto. dándoles sus propios nombres. de los primeros hombres y su más antiguo modo de vida, del culto a los inmmtales y la construcción de sus templos. A continuación trata de la topografía de Egipto y de las marav illas que se cuentan del Nilo , de las causas de su crecida y las opiniones al respecto de historiadores y fi­lósofos, así como las réplicas a cada uno de los autores 1•

121 En este volumen comenzaremos el relato de los te­mas que continúan los que acabamos de decir. Vamos a empezar con los que fueron primeros reyes de Egipto, y vamos a exponer en particular sus empresas basta el rey Amasis, después de que hayamos dado cuenta de forma sumaria del más antiguo modo de vida de los egipcios.

43. En cuanto al régimen de vida de los antiguos egip­cios , en los ti empos más primitivos. dicen, se alimentaban

1 Hay buena'. rawnes para pensar que este pasaje no procede de Diodoro mismo. En primer lugar. está escrito en H:rce.ra persona. frente a la prime­ra. que es ~luso nom1 al de Di oJ,lro ' Y al que vuelve a partir de 42.2í . y la conexión que esu b\ece con el últ imo parágrafo tk l capítulo 4 \ es bastante for zada. Además. e l resumen d.: los contenidos que nos ofrece de la pnme­ra parte de este libro no s':: corwsponde con los conrcnidos que realmente encontramos .

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DIODORO DE SICILJA

de pasto. así como de los tallos y las raíces de las plantas que crecen en los pantanos. probando el sabor de cada una. pero su alimento primero y principal fue la llamada «agros­tis»2 por su especial dulzor y por proporcionar al cuerpo humano alimento suficiente: [2] porque justamente obser­vaban que esta planta atraía a los ganados y aumentaba rá­pidamente su tamaño. Por esto hasta hoy los hombres, en recuerdo de la utilidad de esta hierba, cuando se presentan ante los dioses. hacen las súplicas con una de éstas en la mano, pues creen que el hombre es un animal de pantano y marisma, tomando como prueba la lisura de su piel y sus características físicas, así como el que necesite más de la dieta húmeda que de la seca. [3] Como segundo medio de subsistencia, cuentan que los egipcios comían pescado, ya que el río los proporciona con gran generosidad, sobre todo cuando. después de la subida, comienza a disminuir y a se­carse. [4] Comían también la carne de algunos ganados , usaban para vestirse las pieles de Jos animales consumidos y construían sus casas con juncos. Restos de estos hábitos se mantienen entre los pastores egipcios, ninguno de los cuales , según dicen. tiene hasta hoy otro tipo de casa que la de cañas, considerando que con ella les basta.

[5] Después de haber vivido de esta manera durante mu­chos años. pasaron por último a los frutos cultivados. entre los que también está el pan de loto. Hay quienes atribuyen a Isis su descubrimiento. y otros a uno de los antiguos re ­yes llamado Menas' . [6] Los sacerdotes. sin embargo, cuen-

2 Tal ve.z el Cmodon dactylon; cf. Teofrasto. Historia de las plantas I 1.7;

6.1 O; IV 10.5-6. qutt:n. sm embargo. no menciona su naturaleza nutriti va. 1

El nornbr~ de este rey presenta formas diferentes ~n los diversos autores antiguo,. La tradición manuscr ita del propio Diodoro presenta numerosa~

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tan en sus relatos míticos que Hermes fue el descubridor de las disciplinas educativas y de las artes, mientras que los reyes lo fueron de las cosas necesarias para la subsistencia; por esto en la Antigüedad se entregaba el poder real no a los descendientes naturales , sino a los que en mayor núme­ro y medida favorecían a su pueblo, sea que trataban de in­citar a sus reyes al beneficio común, sea que en verdad así lo han recibido en los registros sagrados.

44. Algunos de ellos relatan que en un principio los dioses y los héroes gobernaron Egipto poco menos de die­ciocho mil años, y que el último de los dioses que reinó fue Horus, hijo de Isis . El país fue gobernado por hombres . se­gún dicen, durante algo menos de cinco mil años hasta la Olimpiada ciento ochenta4

, fecha en la cual arribamos a Egipto, en el reinado de Ptolomeo, el que se hace llamar <~oven Dioniso»5. [2] Durante la mayor parte de estos años detentaron el poder reyes autóctonos y, durante unos pocos años. lo hicieron etíopes, persas y macedonios. Reinaron cuatro etíopes. no sucesivamente. sino a intervalos, durante poco menos de treinta y seis años; [3] los persas, después de que Cambises sometiera por las armas la nación. gober­naron ciento treinta y cinco años, incluyendo en ellos el tiempo en el que los egipcios se rebelaron porque no po­dían soportar ni la crueldad de su gobierno ni su impiedad

variantes (e l Mneves del c.94.1 es probablemente una). Menes es en la tra­dición hi storiográfica egipcia y griega el primer faraón de la I' dinastía ti­nita. unificador de Egipto y fundador de su historia dinástica.

• 60/59 a.C. 5 Ptolomeo XII, <<el Nuevo Dioniso>> . Tenía el apodo de «el fl au tista•• (auiiÍtes). Reinó desde el 80 hasta el 51 a.C.

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para con los dioses del país6. (4] Finalmente los macedonios y sus descendientes gobernaron durante doscientos setenta y seis años7• En el tiempo que resta todos fueron reyes au­tóctonos. cuatrocientos setenta hombres y cinco mujeres. Sobre todos ellos gu ardan los sacerdotes egipcios registros en los libros sagrados. legados sin intetrupción desde tiem­pos antiguos a sus sucesores, de cómo era la estatura de ca­da uno de los reyes, cuál era su aspecto físico y las empre­sas que cada uno acometió en su época. [5] Sin embargo. sería para nosotros tarea ardua y superflua escribir con de­talle acerca de cada uno, pues la mayoría de las cosas reco­gidas son inútiles. Por esta razón vamos a intentar relatar brevemente los hechos más importantes y dignos de figurar en la hi storia.

45 . Pues bien, después de los dioses, según dicen los sacerdotes, fue Menas el primer rey de Egipto, el cual en­señó al pueblo a adorar a Jos dioses y a ofrecer sacrificios y, además. a servirse de mesas y lechos, usar costosas ca­mas y, en general. introdujo un género de vida muelle y !u-

0 La sinops is diodorea de la hisroria monárquica egipcia, basada en los cn­terios de nacionalidad y sexo, es herede ra de la tradic ión de Heródoto (U 100,1 ), ajeno por tanto al mode lo manetoniano de la suces ión d inástica asumido por la moderna egiptología. He ródoto habla de dieciocho etíopes y una mujer en una lista de trescientos treinta reyes. Los etíopes goberna­ron en Egipto desde el 7 12 al 657 a.C.. formando la XXV' dinastía, y no de forma dispersa. como los presenta Diodoro . Los persas lo hicieron des­de el 525 al 404 a.C. y. tras un período de independencia entre el 404 y el 342 (dinas tías XXV!IT' a la XXX'), desde esta última fecha hasta la con­quista de Alejandro en el 332 a.C.

' La dominación macedonia se extiende desde el 332 al 30 a.C. Los dos­cientos serenta y seis años nos llevan al 56 a.C. ; es decir. Diodoru escribe an tes del dominio romano sobre: Egipto.

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jo so&. [2) Es por esto por Jo que muchas generacion~s m~s tarde, cuando reinaba Tnefacto, el padre del sabiO Bocons., durante una expedición en Arabia, cuando al faltarle provi­siones a causa del desierto y las dificultades se vio obliga­do por la necesidad, falto corno estaba, a soportar durante un día una dieta muy frugal en casa de gente sencilla, enor­memente satisfecho, renegó de la molicie y maldijo al rey que por pJirnera vez instituyó el lujo. Y tan apasionado fue el cambio que experimentó en el modo de comer. beber Y dormir. que hizo inscribir la maldición en letras sagradas en el templo de Zeus en Tebas. Éste parece ser, en realidad. el motivo de que la fama de Menas y sus honores no se mantuvieran para la posteridad.

[3] Se dice que después de este rey gobernaron sus des­cendientes, en número de cincuenta y dos en total, durante más de mil cuarenta años, bajo cuyo reinado no hubo nada di ano de ser escrito.

e [4) Después llegaron al trono el rey Busiris y sus des­cendientes en un número de ocho. El último, que tenía el mismo nombre que el primero, fundó, según dicen, la ciu­dad llamada Dióspolis Magna por los egipcios, por los griegos Tebas. Le asignó un perímetro de ciento cuarenta estadios, y la adornó admirablemente con grandes edtft­cios, suntuosos templos y demás monumentos votivos. [5] Del mismo modo mandó construir las casas particulares de cuatro y cinco pisos, y, en una palabra, hizo la ciudad más próspera no sólo de Egipto, sino también del mundo ente-

8 Cf. Plutarco, De Is. 8. 9 Pertenecientes ambos a la dinastía XXIV de Sais (724-712 a.C.). Bócoris es tratado más adelante como leg islador de Egipto en 65, l . 79 Y 94,5.

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DIODORO DE SICILIA

ro 10 [6] Por la magnitud de su riqueza y poderío su fama se extendió por doquier, y el poeta, di cen. la recuerda en sus versos cuando dice:

•< ... ni cuantas de Tebas la egipcia, donde en cada casa hay multitud de riqueza<;, la de la-; cien puertas. y doscientos por cada una pueden marchar, hombres con caballos y carros» 11

[71 Algunos dicen que no tuvo cien puertas la ciudad, si­no muchos y grandes pórticos de templos , por los que fue llamada <<la de las cien puertas». como si quisiera decir «la de muchas puertas». Pero podían salir de ella en verdad pa­ra la guerra veinte mil carros, pues llegó a haber hasta cien postas a lo largo de la orilla libia del río desde Menfis hasta Tebas, cada una de las cuales con capacidad para doscien­tos caballos; de éstas todavía hoy pueden verse los cimien­

tos. 46. No sólo este rey. hemos sabido, sino también mu­

chos otros que reinaron posteriormente han rivalizado en el engrandecimiento de la ciudad. Ninguna ciudad bajo el sol ha sido adornada con tantos y tan grandes monumentos vo­tivos ck plata y oro, e incluso de marfil, con tan numerosas

10 Dindoro a lo largo de su libro considera Tebas la ciudad más antigua frente a Menfis, que habría sido fundada posteriormente (eL I 50.3). El es­plemlor de Tebas tuvo lugar en ei Imperio Nuevo, con los faraones de la XVIIT' dinastía {\600 a.C.). mientras que Menfis era el centro de Egipto desde los faraone s de las primeras dinastías. Sobre la antigüedad de Tebas en la tradición griega. reconocida sobre todo en época helenística a panir de la cita homérica, véase el escolio a Apolonio de Rodas, Argonáuricas IV 257-262c ¡donde se citan tres autores: Nicanor, Jenágoras y Arquéma­

co).

"1/íuda IX 38 1 · 384.

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estatuas de colosales dimensiones y, además, obeliscos he­chos de un solo bloque de piedra. [2] Así, de los cuatro tem­plos construidos, el más antiguo llama la atención por su magmtud y. belleza 12; tiene trece estadios de perímetro. cuarenta y cmco codos de alto, y la anchura de sus muros es de veinticuatro pies. [3] A esta magnificencia se adecua también el ornato de los monumentos votivos. admirable por el gasto y la perfección de su factura. [4] Las construc­ciOnes se han mantenido en realidad hasta hace poco tiem­po, pero el o:o, la plata y los adornos fastuosos de marfil y ptedras preciosas fueron robados por los persas cuando Cambises quemó los templos de Egipto 11. Fue entonces, di­cen, cu~ndo los persas transportaron esta riqueza a Asia, y con ~Is~as de Egipto levantaron los famosos palacios de Persepohs, Susa y los de Media. f5J Tal cantidad de rique­zas calculan que había entonces en Egipto que lo que poco a poco fueron reuniendo de los restos calcinados del sa­queo se encontró que ascendía a más de trescientos talentos de oro Y .no menos de dos mil trescientos talentos de plata.

[6] D1cen que allí había también tumbas admirables de 1 . . os antiguos reyes y de sus sucesores, que no dejan lugar a ljUtenes qUieran superar semejante grandeza. [71 Los sacer-

: Pr?bablemente el templo de Amón en Karnak. al que se alude más arriba "n 4) ,2.

~' C~mbises está s~ña i ado e~ la historia de Egipto como e l monarca sin '.~edad 9ue profano y saqueo l?s templos de Egipto y mató al buey Apis: " Herodotoiii 20-38; Estrabon XVII !.27; Plutarco. De Js. 44. Los mo-1arcas sucesiVOS, en especial los macedonios. se esforzarán por hacer ver 'u extrema ~1edad ~acia los dioses de Egipto como auténticos herederos de 1 monarqma .~araomca. Camb1ses estuvo en Egipto desde el 525 al 522

~' · C. Otra alus10n al saqueo de los persas se lee en 49.5 .

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dotes contaban en sus registros hasta cuarenta y siete tum­bas reales, pero en tiempos de Ptolomeo el hijo de Lago aseguran que tan sólo quedaban diecisiete, la mayoría de las cuales estaban destruidas en el tiempo en que nosotros llegamos a aquellos lugares, en la Olimpiada ciento ochen­ta14 Pero no sólo los sacerdotes de Egipto relatan esto si ­guiendo sus registros, sino que también muchos de los griegos que llegaron a Tebas durante el reinado de Ptolo­meo el de Lago y escribieron historias de Egipto, entre los cuales se encuentra también Hecateo15, están de acuerdo con nuestras afirmaciones.

47. En efecto, a diez estadios de las primeras tumbas , donde es tradición que se encuentran enterradas las concu­binas de Zeus, se levantaba, según Hecateo, el sepulcro del rey llamado Osimandias16 A la entrada hay un pílono de piedra moteada, de un largo de dos pletros y una altura de cuarenta y cinco codos; [2] después de atravesarlo, se en­cuentra un peristilo cuadrado de piedra, cada uno de cuyos lados tiene cuatro pletros; en lugar de columnas lo sostie­nen estatuas de una sola pieza y de dieciséis codos, escul­pidas al estilo antiguo; el techo entero, de una anchura de

JJ Estrabón (XVII l ,46) da, sin embargo, un número de cuarenta tumbas. 15 Lo que sigue es una pormenorizada descripción de la tumba de Osiman ­dias, que parece estar tomada directamente de la obra sobre los eg ipcios de Hecateo de Abdera (FGrHist 264 F 25). Este pasaje constituye el punto de panida para la atribución del conjunto del libro de Diodoro a este autor. 16 Se tiende a identificar el monumento descrito por Diodoro con el templo funerario de Ramsés II (din . XIX', 1290-1224 a.C.). conocido con el nom­bre de «Ramasseunm. El nombre de Osimandias parece proceder de uno de los nombres de este faraón . Un detallado comentario de los problemas de la descripción de Diodoro, en B URTON, pp. l48-154 y L. CANFORA, La Biblioreca scomparsa, Palermo 1991 7.

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dos brazas , es de una sola piedra, moteado con estrellas so­bre fondo azul. A continuación de este peristilo sigue otra nueva entrada y un pílono, semejante al anterior pero tra­bajado más finamente con relieves de todo tipo. [3] Junto a la entrada hay tres estatuas hechas todas de un solo bloque de piedra negra de Siene17; una de éstas , en actitud sedente, es la más grande de todas las de Egipto; el tamaño de su pie es más de siete codos. Las otras están a sus rodillas, a derecha e izquierda, hij a y madre respectivamente, de di­mensiones inferiores a la mencionada. [4] Esta obra no sólo por su tamaño es digna de tenerse en cuenta, sino que tam­bién es admirable por su calidad artística y sobresaliente por la naturaleza de la piedra, pues en tan grandes dimen­siones no puede verse grieta ni defecto alguno. Hay inscri­to sobre ella:

<<Soy Osimandias, rey de reyes 18 , y si alguien quiere sa­ber cuán grande soy y dónde reposo, que intente superar algunas de mis obras ».

(5] Hay además, aparte, otra estatua de su madre, un monolito de veinte codos que tiene tres diademas reales en la cabeza, que quieren decir que fue hija, mujer y madre de un rey.

(6] Después del pílono hay un peristilo más digno de mención que el primero, en el que hay relieves de todo tipo que muestran la batalla que mantuvo con los que hicieron

17 Granito negro o basalto. La interpretación del pasaje es ambigua. Puede tratarse de tres estatuas hechas de un bloque (así GR!FFtTH ap. B URTON, p.l49) o de tres estatuas hechas cada una de un solo bloque.

•s El título de << rey de reyes» es tradic ionalmente atribuido a los faraones de Egipto; cf. 55,7.

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defección en Bactria 19, contra los cuales puso en campaña cuatrocientos mil infantes, veinte mil jinetes, divididos to­dos en cuatro partes, al frente de cada una de las cuales es­taba un hijo del rey.

48. En la primera de las paredes se representa al rey asediando una fortaleza rodeada por un río y combatiendo en primera línea ante algunas formaciones enemigas en compañía de un león, que pelea junto al rey de manera im­presionante. Algunos intérpretes dicen que en realidad se trataba de un león amaestrado, criado por el rey, que Jo acompañaba en el combate, y ponía en fuga a los enemigos por su ferocidad; otros, sin embargo, relatan que como era de gran arrojo y quena llanamente alabarse a sí mismo. da­ba a entender por medio de la imagen del león la disposi­ción de su ánimo. [2) En la segunda pared los prisioneros conducidos por el rey están representados sin partes puden­das ni brazos, por medio de lo cual parece que se quiere mostrar que eran de espíritu afeminado y mancos para los peli.gros de la guerra. [3] El tercer muro tiene relieves varia­dos y pinturas excelentes en las que se muestran sacrificios de bueyes hechos por el rey y el desfile triunfal tras la gue­rra. [4) En el centro del peristilo se levanta al aire libre un altar de la mejor piedra, notorio por su factura y admirable por su tamaño. [51 En el último muro hay dos estatuas se­dentes de una sola piedra con un tamaño de veintisiete co-

19 La expedición mencionada es la que Ramsés JI realizó en el quinto año de su reinado para confirmar las posiciones egipcias en la zona de Siria y que culm ina en la batalla de Cadesh. contra el rey hetita Mutawallis, repre­sentada en el primer panel que Diodoro describe a continuación. La trans­posición a Bactria responde al modelo de Alejandro; cf. CANFORA. La Bi­blioteca, cit .. pp. 174-80.

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dos, a cuyos lados hay construidas tres entradas desde el peristilo. a través de las cuales se llega a una sala hipóstila construida a la manera de un odeón, de dos pletros en cada lado. [6] En éste hay multitud de estatuas de madera que representan a los que pleitean . con la mirada fija en los que deciden los casos20; están éstos esculpidos en relieve sobre una de las paredes. <sin manos>21 y en número de treinta; en medio está el juez supremo con la Verdad colgada del cuello, con los ojos cerrados y un gran número de libros junto a él. Estas estatuas muestran por su actitud que los jueces nada deben aceptar. y que el juez supremo sólo debe mirar la verdad.

49. Sigue a esta sala una galería rodeada de todo tipo de habitaciones, en las que están representadas las más varia­das clases de manjares, los más agradables al paladar. [2] A lo largo de la galería hay unos relieves policromados en los que puede verse representado el rey ofreciendo al dios el oro y la plata que cada año recibía de las minas de oro y plata de todo Egipto; debajo, en una inscripción, está ano­tada la cantidad, cuyo valor en plata era de treinta y dos millones de minas. [3] A continuación está la biblioteca sa­grada22, sobre cuya puerta está escrito «Sanatorio del alma»

'0 Esta descripción del tribunal concuerda con la descripción dada más

adelante y de manera más detallada en los cc.75-6.

' 1 Los editores, desde HERTLEIN, suelen añadir la palabra ákheira, que falta en los manuscritos. Que ésta o una expresión parecida debía estar origina­riamente, parece evidente a partir de las exigencias del contexto y el para­lelo de Plutarco (cf. De ls. 10).

"Según CANFORA (La Biblioteca, [cit. en nota 16). pp.86 s.). esta expre· sión se refiere no a una sala especial sino. en su sentido propio en la anti­güedad, a una serie de estantes en e l muro en los que se depositarían lo~

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l ~

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y. contiguas a la biblioteca, pueden verse estatuas de todos los dioses de Egipto, a cada uno de los cua]e~ el rey pre­senta. con idéntico gesto. las ofrendas apropiadas. para mostrar a Osiris y los jueces de abajo que pasó la vida pia­dosamente y haciendo justicia a hombres y dioses. [4] Se­parada de la biblioteca por una pared hay una sala magnífi­camente construida en la que hay veinte lechos, con las estatuas de Zeus y Hera, así como la del rey. en la que pa­rece que el cuerpo del rey está también enterrado. [5] A esta construcción la rodean numerosas cámaras con excelentes pinturas de todos los animales que son sagrados en Egipto, y a través de ellas se efectuaba la subida a todo el conjunto funerario. Al subir había encima del sepulcro un círculo de oro de trescientos sesenta y cinco codos de circunferencia y de un codo de grueso. Los días del año están grabados por separado cada uno en el espacio de un codo, y al mar­gen están escritos los ortos y ocasos según su curso natural , así como las señales que, según los astrólogos egipcios, los acompañan. Este ctisco fue robado, según decían, por los persas, en el tiempo en que Cambises conquistó Egipto.

[6] Así dicen que era el sepulcro del rey Osimandias, que, según parece. superaba a los demás no sólo por el ele­vado coste de su construcción, sino también por el ingenio de sus artífices .

ro llos de papiro. Los intentos por si tuar ia hiblioteca. entendida en el senti­do moderno de estancia o edificio, han sido tan numerosos como insatis­factorios (cf. ibid .. pp.l54 ss.) . El complejo de perípato, sala de banquetes y biblioteca responde al modelo de la famosa Biblioteca de Alejandría. a la que Diodoro no alude en su obra.

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50. Aseguran los tebanos23 que ellos son los más anti­':'llOS de todos los hombres , y que entre e.llos se inventó por \ ez primera la filosofía y la ciencia exacta de los astros, porque su país les permite observar con mayor claridad los ortos y los ocasos de las estre llas. (21 También han regulado de manera peculiar el curso de los meses y el de los años: no cuentan los días por la luna sino por el sol , fijando me­ses de treinta días y aiiadiendo cinco días y cuarto cada do­ce meses. y así completan el ciclo anual sin tener que inter­calar meses o quitar días , como hacen la mayor parte de los griegos2

.¡. En relación con los eclipses de sol y de luna, pa­rece que han efectuado observaciones exactas y pueden pronosticarlos. prediciendo todos estos fenómenos con de­talle y sin error.

[31 El octavo de los descendientes de este rey, conocido como Ucoreo. fundó la ciudad de Menfis, la más famosa de las de Egipto. Eligió. en efecto, el lugar más idóneo de wdo el país, donde el Nilo, dividiéndose en un gran núme­ro de brazos, hace lo que por su forma se llama «Delta». La

'-' Véase la nota al capítulo 30.

" El ca lendari o egipcio es una realidad compleja en la que se combinan di­versas modalidades de tiempo. Está, en primer lu gar, el calendario lunar tcf. supra 26, 1- 3; de él conocemos al menos dos v~rsiones. una origina l y otra reformada). de uso esencialmente reli gioso y que permaneci ó vigente a lo largo de la hi storia egipcia. El año solar egipcio, modelado sobre las wreas agrícolas, era, según Heródoto (11 4 ), quien lo consideraba superior al griego. de 365 días (doce meses de treinta días más cinco días añad idos o epagómenoi). El calendario que nos describe Diodoro, que es el que co­nocemos por juliano (impuesto e i año 46 a.C.). fue introduc ido en Egipto por Augusto en el 26 a.C., aunque ya en el conocido Decreto Can ópico del reinado de Ptolomeo 111 (258 a.C.). se propone el añadido de un sexto día cada cuatro años; vid. BuRTON. pp.l 55-158.

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consecuencia es que la ciudad está estratégicamente situa­da en las puertas del Delta, dominando la navegación hacia el país alto. [4] Rodeó la ciudad con un recinto de ciento cincuenta estadios, digno de admiración por su solidez y utilidad. mediante la realizac1ón de los siguientes traba­jos25 Como el río í1uía alrededor de la ciudad y la inunda­ba durante la subida de las aguas, hizo levantar en el lado sur un dique de tierra muy alto, que servía de obstáculo pa­ra la crecida del río y de ciudadela para el ataque por tierra. A los otros lados hizo excavar un lago grande y profundo que, al recibir el empuje del río y anegar todo el terreno que rodea la ciudad excepto donde se levanta el dique, constituía una admirable defensa. [6] Con tanto acierto in­tuyó el fundador el ventajoso emplazamiento que casi to­dos los reyes que lo siguieron abandonaron Tebas y esta­blecieron aquí sus palacios y residencias. Esta fue la causa de que a partir de estos años comenzara a decaer la impor­tancia de Tebas y a crecer la de Menfis, hasta el rey Alejan­dro, porque, cuando éste fundó junto al mar la ciudad que lleva su nombre, todos los que le sucedieron en el reinado de Egipto rivalizaron en su engrandecimiento. [7] Unos la adornaron con espléndidos palacios, otros con arsenales y puertos, otros con nuevos monumentos votivos y edifica­ciones tan considerables que son muchos los que la tienen por la primera o la segunda de las ciudades del mundo ha­bitado. Pero sobre ésta escribiremos detalladamente en el momento oportuno26.

25 Heródoto atribuye estas obras a Minas en II 99. Tal vez U coreo. mencio­nado sólo por Diodoro, sea otro nombre de este mismo faraón. 26 Ct. XVII 52.

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51. El fundador de Menfis. después de la constmcción del dique y del lago, hizo levantar el palacio real, no infe­rior a los de otras tierras. pero por debajo de la magnifici­cencia y el amor por la belleza de los que lo habían prece­dido. [2] La razón es que los nativos no conceden ningún valor al tiempo de la vida. pero dan un gran valor al recuer­do que por su virtud pueda quedar tras su muerte. Llaman a las casas donde se vive «albergues», en la idea de que vivi­mos en ellas poco tiempo. pero a las tumbas de los muertos las denominan «mansiones eternas», porque piensan que en el Hades vamos a vivir eternamente. Por esto se ocupan poco de la edificac1ón de sus casas, pero para las tumbas no consideran excesivo ningún esfuerzo.

[31 Algunos dicen que la ciudad mencionada recibió su nombre de la hija del rey que la fundó. Cuentan el mito de que fue seducida por el río Nilo bajo la forma de un toro, y engendró a Egipto, admirado por su virtud entre los nativos y del que todo el país recibió el nombre. [4] Porque después de su ascenso al trono fue un rey bondadoso, justo y, en una palabra, virtuoso en todo, razón por la que obtuvo un gran reconocimiento por todos y alcanzó el honor antes mencionado a causa de su benevolencia.

[5] Doce generaciones después de este rey lo sucedió en el trono de Egipto Meris. quien construyó en Menfis los propileos del nm1e, que superan con mucho a los otros en grandiosidad. y delante de la ciudad, a diez esquenos'7• hi­zo cavar un lago admirable por su utilidad e increíble por

" Ésta es la única ocasión en que Diodoro utiliza esta medida típicamente egipcia cuyo valor es difícil de establecer; cf. LLOYD 2, pp.43-45. Para He­ródoto (II 6) el esqueno equivale a sesenta estadios, mientras que para Es­trabón podía variar desde treinta hasta ciento veinte (cf. XVII 1,24).

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la magnitud de los trabajos2~. [6] Aseguran que su perimetro es de tres mil seiscientos estadios. y la profundidad en la mayoría de las partes es de c incuenta brazas : de modo que ¿quién. si intentara calcular la magn.itud de la obra, no se preguntaría con razón cuántos miles de hombres y en cuán­tos años lo llevaron a cabo'l [7] Nadie podría alabar hacien ­do honor a la verdad la utilidad de este lago. el beneficio común para los que habitan Egipto y. además. la inventiva del rey.

52. En efecto, dado que ias crecidas del Nilo no eran uniformes y que de su regularidad dependía la fertilidad de la tiena. hizo excavar el lago para recibir las aguas sobran­tes , de manera que ni el río pudiera producir, inundando la tierra de fom1a inoportuna. lagos pantanosos. ni, si subía menos de lo conveniente , pudiera la falta de agua perjudi­car los fru tos. [2] Construyó también un canal de ochenta estadios de longitud y tres pletros de ancho desde el rio hasta el lago. Por éste, recibiendo unas veces el caudal del río y devolviéndolo otras, proporcionaba a los agricultores agua en e l momento oportuno. abriendo y cenando la com­puerta con gran técnica pero elevado coste; pues no costa-

' 8 Ccimo ya Estrabón parece que sabía (cf. XVII 1.37). el lago Meri s y el cana! son natura les. Pero a partir de tie mpos bastantes antiguos comenza­ron las obras con vistas al aprovechamiento de esta depresión natural (co­nocida con e l nombre de e l-Fayum ). Los trabajos en este lago sue len aso­ciarse a la fi gura de Amenernhet Ili (XII' dinas tía: 1844-1797 a.C. ), quien parece ser e l que se esconde tras el nombre de Meri s (d. también Heródo· to II \01 y 149). aunque se han dado otras posibles identificaciones (Pe pi I Meryre. VI' dinastía; 2289-2255 a.C .. cf. Manetón FF 34-35 Waddell ). Las dimensiones del lago son las que ya da Heródoto (ll 149); cf. O.K. ARMA­YOR, Herodorus' Auropsy uf rhe Fayoum: Lake Moeris and rhe Laberinrh of Egypr, Amsterdam 1985.

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ba menos de cincuenta talentos abrir o cenar el mecanis­mo. (3] El lago ha seguido sirviendo a las necesidades de los egipcios hasta nuestros días, y conserva el nombre del 4ue io construyó. siendo todavía llamado el lago Meris. [-lJ El rey, cuando io excavó. dejó un lugar en el centro en el que construyó un sepulcro y dos pirámides, una para él y otra para su esposa. de un estadio de altura, sobre las cua­les hizo levan tar es tatuas de piedra sentadas sobre un tro­no, pensando que por medio de estos trabajos dejaría in­mortalizado el recuerdo de sus buenas acciones. [5] Regaló a su esposa para ungüentos y demás adornos lo que el lago producía en pesca29 , siendo el valor de las capturas de un talento de plata diario , [6] porque hay, según dicen, veinti­dós especies de peces en él, y son capturados en tan gran cantidad que los que se dedican a la salazón, a pesar de que son muchísimos, a duras penas pueden cumplir con su fae­na.

Estas son . pues. las cosas que de Meris cuentan los egipCIOS.

53. Dicen que Sesóosis30 , que fue rey siete generacio­nes después, llevó a cabo más ilustres y mayores hazañas que los que lo precedieron. Pero puesto que acerca de este

~9 Para esta prácti ca en los reyes persas cf. Jenofonte. Anábasis 1 4,9: He­:·ódoto 1 149: Tuddides I 138.5 10 La figura mítica del conquistador Sesóos is se forma esencialmente a partir del faraón Sewosret III (XII' dinastía; 1878-1 84 1 a.C.). con elemen­tos de otros grandes faraones como Sewosret I (XIT' dtnastía: 1971-! 926) y Ramsés II~ por mencionar sólo los de tradición egipcia. Diodoro es el único que da esta versión del nombre de l rey. conoc ido en las fuentes grie­gas como Sesostris: e f. Heródoto II 1 O 1-11 i ; .Manetón FF 34-6 Wadde ll ). En 99,4 aparece como legislador de Egipto en cuestiones militares .

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rey no sólo los escritores griegos se han mostrado en desa­cuerdo, sino que también discrepan los sacerdotes egipcios y los poetas que lo ensalzan en sus cantos, intentaremos hacer un relato que sea lo más convincente posible y que en mayor medida concuerde con los indicios que existen aún en esta tierra.

[2] Cuando nació Sesóosis, su padre realizó algo digno de la magnificencia propia de un rey: hizo reunir a todos los niños de Egipto que habían nacido aq uel mismo día, les asignó nodrizas y educadores y decidió la misma forma­ción para todos, entendiendo que los que en mayor medida se habían criado juntos y se habían tratado con la misma confianza serían más leales y mejores compañeros en la guerra. [ 3] Sufragando con prodigalidad todos los gastos, les hizo dedicarse a continuas pruebas gimnásticas y a ejer­cicios: a ninguno le estaba pemlitido comer si antes no ha­bía corrido ciento ochenta estadios. [4] Por esta razón , cuando llegaron a la edad viril , eran todos at letas de gran vigor corporal , capaces de mandar y con fortaleza de espí­ritu gracias a su educación en los mejores hábitos.

[5] Así pues, antes que nada, Sesóosis fue enviado por su padre con un ejército a Arabia junto con sus compañe­ros. Allí se entregó a las fatigas de la caza y, tras robuste­cerse también con privaciones de agua y alimento, con­quistó toda la nación de los árabes, que nunca antes había sido sometida . [61 Más tarde , enviado a las regiones del oeste, sometió la mayor parte de Libia, aunque por su edad no era más que un joven. [7] Después de heredar el reino a la muerte de su padre, alentado por sus primeros éx itos, proyectó hacer suyo todo el mundo habitado. [8] Hay, sin embargo, algunos que dicen que fue animado a la conquis-

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ta del mundo entero por su hija Atirtis. quien. según unos. ~uperaba a los demás en inteligencia, e hizo ver a su padre que la expedición iba a ser fáciL mientras que otros asegu­ran que practicaba el arte adivinatorio, y que, por medJo de sacrificios y sueños en los templos, así como de las señales que aparecen en el cielo, podía conocer con antela~tón lo que iba a suceder. [9] Algunos, sin embargo, han escnto que al nacer Sesóosis su padre creyó ver en sueños a Hefesto, que le decía que el niño que acababa de nacer iba a dominar to?o el mundo habitado; [1 O] y por este motivo el padre reuruo a los de su misma edad y los consideró dignos de una educa­ción regia, para prepararlos para la conquista del mundo ent~­ro, y aquél , al hacerse un hombre, confiado en la pr~fecw del dios, se vio impulsado a llevar a cabo esta campana. _

54. Para esta empresa. en primer lugar, se atraJO el ta­vor de todos los egipcios. pues consideraba preciso, si que­ría llevar a término el proyecto, que los que iban a acompa­ñarlo en la expedición estuvieran dispuestos a morir por sus generales, y que los que quedaban en la tierra patria _no se sublevaran. [2] Por esto favorecía a todos en la medtda de sus posibilidades, ganándose a unos con sumas de dine­ro a otros con la concesión de tierras, a otros con la abso­lu~ión de un castigo, y a todos en general con su trato ami­gable y su carácter equitativo. En este sentido, dejó a todos libres de los delitos de lesa majestad y condonó la deuda a los agobiados por préstamos, de los que había un gran _nú­mero en las cárceles. [3] Tras dividir todo el país en tremta y seis partes, que los egipcios llaman <<nomos», puso al mando de cada uno a nomarcas para que cuidaran de los tributos reales y administraran todos los asuntos de su pro­pia demarcación. [4] Escogió también a los hombres que se

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distin!!uían por ~u fuerza. y reunió un ejército digno de la m::~gnitud de la empresa: alistó a sei scientos mil infantes, veinticuatro mil caballeros y veinti siete mil can·os de guerra. [5] Al mando de cada sección de las tropas puso a sus com­pañeros (en número más de mil setecientos). ya adiestrados en la !!Uerra. formados en la virtud desde niños y con un sentimiento fraternal hacia el rey y entre sí. f6J Entre todas las fuerzas mencionadas dividió en lotes la mejor tierra del país. para que. al disponer de suficientes ingresos y no ca­recer de nada, pudieran dedicarse a su preparación guen·era.

55. Una vez que tuvo preparado el ejército , marchó en primer lugar contra los etíopes que habitan hacia el sur31 , y, tras derrotarlos. obligó al país a pagar tributos en ébano. oro y colmillos de elefante. [2] Después envió al mar Rojo una flota de cuatrocientas naves, siendo el primer egipcio que construyó naves de guerra. y se apoderó de las islas que hay en aquellos lugares. Además, conquistó las partes costeras del continente hasta la India, rnientras que él con el ejército hizo la marcha a pie y conquistó toda Asia. [3] De hecho, no sólo recorrió la tierra que más tarde sería conquistada por Alejandro. sino también alguno de los paí­ses a los que aquél no llegó32 ; [41 pues cruzó además el río Ganges y atravesó toda la India hasta el Océano. así como los pueblos escitas hasta el río Tanáis. que separa Europa de Asia. Fue entonces cuando. según dicen. algunos de los egipcios que se quedaron cerca del lago Meotis fundaron el

JI Cf. III 2,3 , donde los etíopes afirman no haber sido conquistados nunca.

·' ' El motivo de la comparación con Alejandro es recurrente en la literatura popular egipia.

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pueblo ele los colcos33 . [5] Que esta raza es egipcia lo prue­ba el que los hombres son circuncidados. de manera seme­¡ante a los egipcios. costumbre que se mantiene entre Jos e o leos. así como entre los judíos.

[6] De la misma manera sometió todo el resto de Asia . así como la mayor parte de las islas Cícladas. Pero al cru­zar a Europa. a su paso por la Tracia, estuvo a punto de perder su ejército a causa de la escasez de alimento y la di­ficultad del territorio . (i] Por esto fijó en la Tracia los lími­tes de la expedición. Levantó colunmas en muchos de los lugares que había conquistado. Estas columnas tenían una inscripción en caracteres egipcios, los llamados sagrados. que decían: «Esta tierra conquistó con sus propias armas el rey de reyes y señor de señores Sesóosis>>. [8] Grabó en la columna atributos masculinos en el caso de los pueblos be­licosos, y atributos femeninos en el de los viles y cobardes, pensando que a partir de la parte dominante del cuerpo se­ría más clara para las generaciones futuras la disposición de ánimo de cada uno de los pueblos 3~. [9] En algunos luga­res hizo levantar también una estatua suya de piedra. con arco v lanza. de una altura de cuatro palmos y cuatro codos [que -era justamente la suya]. [10] Se comportó benigna­mente con iodos sus súbditos y, después de concluir la ex­pedición en nueve años. impuso a los diversos pueblos , se­gún su riqueza, llevar regalos cada año a Egipto, mientras

JJ Exnlicación de la afirm ación del 28,3 acerca del origen egipcio de los habit;ntes de la Cólquide (e f. rambién Heródoto II 104). El río Tanái s es d Don. y e llago Meoti s es el mar de Azov.

-'·'Tanto BL'RTO:-c lp.\ 7 1) como ÜLDF.~THER (nota al pasaje en pp . l94 s. ) ponen el paralelo de c iertas es teb s de la XII' dinastía que concuerdan con es te tono despreciativo hac ia los ve ncidos.

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que él mismo, tras reunir una cantidad nunca superada de esclavos y demás botín, regresó a su patria, después de ha­ber llevado a cabo hazañas mayores que los reyes que le habían precedido. r 111 Adornó todos los templos de Egiptl' con magníficas ofrendas y despojos del enemigo y honr'' con regalos a los soldados que se habían distinguido por su valor en función de sus merecimientos. [12] En general, co­mo consecuencia de esta expedición, no sólo el ejército. que de tanto valor había hecho gala. regresó tiiunfalmente con una gran fortuna, sino que también Egipto entero se vio colmado de multitud de beneficios.

56. Sesóosis, después de licenciar a su gente de los tra­bajos de la guerra. permitió a los que con él se habían dis­tinguido por su valor una vida cómoda y el disfrute de los bienes que habían adquirido. Pero él, ansioso de gloria y deseoso de eterna memoria. emprendió grandes obras ad­mirables por su concepción y coste, que a él le proporcio­naron gloria inmortal y a los egipcios seguridad y una vida cómoda para siempre. [2] Comenzó por los dioses y cons­truyó en todas las ciudades de Egipto un templo del dios que era más venerado por los habitantes de cada una de ellas. Para los trabajos no utilizó a ninguno de los egipcios. sino que levantó todos sus templos con prisioneros de gue­rra, por lo que en todos los templos hizo inscribir que nin­guno de los del lugar había trabajado en su construcción. [l] Se dice que los esclavos que habían sido capturados en Babilonia se levantaron contra el rey porque no podían so­portar las fatigas del trabajo. y que, haciéndose fuertes jun­to al río, se enfrentaron a los egipcios y devastaron las tie­rras cercanas; pero que al final, tras series concedida una amnistía. establecieron allí una colonia a la que por su pa-

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~:a llamaron Babilonia. [4] Por muy parecidas razones ase­~ .:ran que tiene el nombre la Troya que todavía existe junto c . \filo. Pues Menelao, cuando navegaba desde Troya con :~an número de cautivos, arribó a Egipto, y los troyanos, ~\ antándose contra él. se apoderaron de un lugar y le hi­-:;;ron frente hasta que les fue garantizada la seguridad, y · ; ndaron entonces una ciudad que htcieron homónima de • _¡ patria35 . [5] No ignoro que acerca de las ciudades men­. :onadas Ctesias de Cnido36 ha escrito en su historia de una -~1anera diferente, cuando dice que algunos de los que arri­~J.ron a Egipto junto con Semíramis fundaron estas ciuda­.~ cs dándoles nombre a panir de sus respectivas patrias. , ¡ Acerca de estas cuestiones no es fácil exponer la verdad

_cm exactitud. pero es necesario considerar digno de ser re­.nado lo que se discute entre los escritores, para que quede

-;:se rvado a los lectores el juicio acerca de la verdad. 57. En cuanto a Sesóosis, hizo construir muchas y gran­

.:cs terrazas y trasladó a ellas cuantas ciudades no estaban ,;tuadas en una elevación natural, para que durante las ~undaciones del río hombres y ganado tuvieran un refugio

,eguro. [21 Por toda la tierra que va desde Menfis hasta el :nar hizo excavar una densa red de canales, de modo que se

' Ambas explicaciones no parecen tener base histórica alguna. y dt:rivan ~ cobablemente de la simiiitud de ciertos nombres de poblaciones egipcias. ~ ;t rabón (XVII 1 ,34) menciona una Troya egipcia y da una exp licación .:~ aloga. Para el caso de Babilonia la cuestión es muy dudosa; cf. Estrabón \VIl 1,30: Flavio Josefo, Am. f11d. II 15.

Cres ias de Cnido ( FGrHisr 688) esnibió una historia de Persia que cons­: :uye una de las fuentes fundamentales para el libro segundo de Diodoro. Las hazañas de Semíramis las relata Diodnro en 11 4-14, donde se mencio­oa la conquista de Egipto ( 14.3) pero no esta fundación.

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pudieran transportar las cosechas de una manera rápida : fácil y. además. por med io de ios contactos entre las pobla­ciones. en todos los lugares hubiera una vida fácil y gran abundancia de todo lo necesario para su disfrute. Pero su efecto más importante fue hacer el país fuerte y difíc il de invadir frente a los ataques del enemi go. (31 En efecto, si anteriormente la mejor parte de Egipto podía casi toda atra­vesarse a caballo y era de fác il acceso para los carros, des­de entonces resultó imposible de invadir por la multitud de canales que salen del río. l4l Amuralló también la parte de Egipto que da a oriente , frente a las invasiones procedentes de Arabi a y Siria, desde Pelusio37 hasta Heliópolis38 a tra­vés del desierto , en una extensión de aproximadamente mil quinientos estadios. [5] Construyó también un barco de ma­dera de cedro de una eslora de veintiocho codos. con la su­perficie exterior dorada y el interior de plata. Este barco lo dedicó al dios más venerado en Tebas. así como dos obelis­cos de piedra dura con una altura de ciento veinte codos. sobre los cuales colocó inscripciones que hablaban de la magnitud de su ejército. el montante de los tributos y el nú­mero de los pueblos sometidos en combate. También en Menfis, en el templo de Hefesto. hay estatuas monolíti­cas de él y su muj er que tienen una altura de treinta codos, y otras de sus hijos de ve inte codos. por el siguiente suce-

' 7 Tell e l Farama. límite ori ental de Egipto en los autores clásicos; e f. He­ródoto 11 15; Estrabón. XVII 1.21; Plinio. Nl-1 V.9.

'' Actualment~ en Tell l-li sn e n las inmediaciones de El Cairo. uno de los centros del cul to sola r en sus di versas formas . de gran importancia para la hi sto ri a re li giosa e1,(ipcía; cf. Estrabón XVTl 27-29. Todav ía puede ver>e el obelisco de Senwosret l .

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so39 . [6] Cuando Sesóosis regresaba a Egipto de su gran campaña y se detuvo en Pelusio. su hermano tramó un atentado contra él mientras lo agasajaba en un banquete j unto con su mujer y sus hijos: cuando tras la bebida mar­charon a descansar, colocó alrededor de la tienda por la no­che haces de caña seca que tenía preparada de antemano y les prendió fuego. [7J Como el incendio estalló repentina­mente y los que estaban encargados del cuidado del rey in­tentaban ay udar sin decisión por estar bebidos. Sesóosis. tras kvantar ambas manos y suplicar a los dioses por la salvación de su mujer e hijos saltó a través de las llamas. [8] Y como se salvó de una manera inesperada, honró a to­dos los dioses con ofrendas, como se ha dicho ya. pero en­tre todos y en especial a Hefesto, convencido de que por su gracia había conseguido salvarse.

58. De los muchos y grandes hechos que atribuyen a Sesóosis, parece que lo que más ponía de manifiesto su magnificencia era el trato dado a los iefcs en sus salidas de palacio. [2] Pues los que tenían el gobierno de las naciones sometidas por concesión del rey y los que habían recibido los mayores poderes se presentaban en Egipto en fechas determinadas llevando presen tes ; a éstos el rey los recibía y hacía objeto de todo tipo de honores. Pero ~uanclo mar­chaba a un templo o una ciudad, hacía soltar ios caballos del carro y uncía en su Ju gar a los re ves v oenerales en oru­pos de cuatro. queriendo '"hacer ver: seg"ií; creía. a tod~ el mundo que tras haber derrotado a los más fuertes de todos

·• Cf. Hen)doto 11 i 07. \-1anetón c ue nta una historia semejante sobre un rce y !!amado Rarneses : cf. fr. 50 Wadde ll != Flavio Joscfo. C. Ap. I 98 ss).

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y a los más ilustres por su virtud. no había quien pudiera competir con él en mérito. [3] Parece que este rey sobrepa­só a todos los que alguna vez llegaron al poder por sus ha­zañas guerreras y por la magnirud y número de los monu­mentos votivos y obras públicas levantadas en Egipto. Tras un reinado de treinta y tres años, dej ó la vida por decisión propia, al quedar ciego. Por esto fue digno de la admira­ción no sólo de los sacerdotes sino también de los demás egipcios, pues parecía que había dado a su vida un fm con­forme a la grandeza de espíritu que inspiró sus obras .

[4] Hasta tal punto prevaleció y se extendió a io largo del tiempo la fama de este rey que muchas generaciones después, caído ya Egipto bajo el poder de los persas , cuan­do intentaba Daría, hijo de Jerjes, levantar en Menfis su propia estatua delante de la de Sesóosis, el sumo sacerdote se opuso tomando la palabra en la asamblea de los sacerdo­tes. declarando que todavía no había superado Darío las hazañas de Sesóosis. El rey, por su parte, no sólo no se lo tomó a mal. sino que, por el contrario, contento por la fran­queza. dijo que se esforzaría en no quedar por detrás de aquél. en el caso de que viviera el mismo tiempo, y exhor­taba a que se compararan las hazañas llevadas a cabo en la misma edad. pues ésta es la auténtica manera de probar la virtud' 0 [51 Acerca de Sesóos is baste ya con lo dicho.

59. Su hiJo~ 1 , tras tomar la soberanía y arrogarse el mis­mo nombre que su padre , no llevó a cabo ningún hecho bé­lico o digno de memoria ni nada importante en absolu to,

-"1 C f. Heródoto Il 11 O. pero sin la ~J ificantc re spuesta del rey Darío.

' 1 Heródoto Il 11 1 atribuye una experi encia semejante a Ferón, hijo de Se­sostris.

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- :> ro vino a acontecerle. sin embargo, un caso peculiar. ~ , Pues se vio privado de la vista. bien por la semejanza de

· Jt uraleza con su padre. bien. como algunos cuentan, por . . 1usa del río, contra cuya coniente arrojó una lanza una . cz que se vió cogido por una tempestad . Obligado por la ~:sgracia a buscar refugio en la ayuda de los dioses, aun­;ue intentó apaciguar a la divinidad durante bastantes años , '-~n rnultiples sacrificios y honores, no obtuvo atención al­:una. [3] Pero en el décimo año recibió el oráculo de rendir . ulto al dios de Heliópolis, y de lavarse el rostro con la orina .:e una muj er que no hubiera tenido conocimiento de otro >rombre que no fuera su marido. Aunque examinó a mu­: has mujeres, comenzando por su propia esposa, a ninguna ~'udo encontrar sin culpa , excepto a una que era esposa de .. n jardinero, a la que desposó una vez que quedó sano. A as otras, en cambio, las quemó vivas en una aldea a la que .os egipcios. a causa del incidente, llaman <<tien-a sagrada>>. -1 ] En prueba de gratitud por el beneficio. dedicó de acuer­Jo con el oráculo al dios de Heliópolis dos obeliscos mo­lolíticos. de ocho codos de ancho y cien de alto cada uno.

60. A este último rey sucedió una larga serie de monar­~as que no reali zaron nada digno de ser relatado. Muchas generaciones después, Amasis~2 llegó al poder y gobernó al pueblo muy severamente, pues condenaba a muchos injus­tamente, a otros muchos an-ebataba sus riquezas y con to­Jos se compmtaba con total desprecio y absoluta arrogan­..:ia. [2) Durante un tiempo las víc timas agu antaban con entereza. pues no podían defenderse de los que eran más

· ' No confundir con el rey Amasis de la XXVI' dinasría, mencionado más c¡JeJantc en 68,3 y, como legislador, en 95. 1- 3.

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fuertes, pero cuando Actísanes4\ el rey de los etíopes. mar­

chó contra éL entonces encontró el odio la ocasión oportu ­na y la mayoría se sublevó. [3] Por esta razón el rey fu e vencido fácilmente y Egipto cayó bajo la monarquía de l o~

etíopes. Actísanes, tomando con humanidad el éxito , se comportó benignamente con sus súbditos. l4J Por ejemplo. una vez llevó a cabo una peculiar medida con respecto :t los ladrones. sin condenar a muerte a los convictos ni de­jarlos ir sin castigo alguno. [5J sino que, tras congregar :.1

los acusados de algún delito en todo el país y hacer el má~

justo examen de los casos. concentró a todos los que ha ­bían resultado culpables y, tras cortarles la nariz. los depor­tó a Jos confines del desierto, donde fundó una ciudad que . por lo sucedido a sus habitantes , se llamó «Rinocolura» ( «nari zcortada» )4.¡. [6] Ésta. situada en los límites de Egipto y Siria, no lejos de la línea de la costa, se encuentra privada de casi todo lo necesario para la vida humana. [71 La rodea una región llena de sal, y dentro de las murallas, a su vez. hay poca agua en los pozos. y ésta es salobre y de un gusto mu y amargo. [8] Los asentó en esta tierra para que , si man­tenían el modo de vida que habían llevado desde el princi­pio. no perjudicaran a los que ningún mal habían cometido ni pasaran desapercibidos al mezclarse con los otros. [9] Pero, no obstante , arroj ados a una tierra desierta y pobre en casi todo lo necesario , idearon una vida adecuada a su escasez, pues la naturaleza, cuando es obligada por la pe-

"'El nombre de Actísanes no aparece en ningún otro autor clasico. Puede trat arse de un doble del faraón Sábaco. de la dinastía élíope (XXV'; 71 2-637).

"' Se trataba efect ivamente de un pe nal según Estrabón XVI 2.31.

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·cma, empuja a inventar todo tipo de recursos. [lO] Así, ~ Jrtían cañas cortadas en la región vecina y fabricaban re­_'es de gran longitud; tras levantarlas junto a la playa a lo .Jf!W de muchos estadios hacían gran acopio de codorni­~ c;, pues éstas vuelan en grandes bandadas desde el mar, y ~on su captura reunían una cantidad suficiente para su sus­:o:nto.

61. A la muerte de este rey, los egipcios retomaron el =-oder y colocaron a un rey nati,vo, a Mendes, al que algu­::os llaman también Marro. [2 ] Este no llevó a cabo hazaña ~ uerrera alguna, pero se construyó una tumba , el llamado Laberinto45 , no tan admirable por la magnitud de la obra :omo inimitable por su ingenioso diseño; pues el que entra en éste no puede fácilmente encontrar la salida, si no es -::on la ayuda de un guía muy experto. [3] Dicen algunos .:JUe Dédalo, cuando arribó a Egipto, se quedó admirado de la factura de sus trabajos. y construyó para el rey de Creta \linos un laberinto similar al de Egipto, en el cual se cuen­ta que estaba encerrado el Minotauro. [41 Ei de Creta ha de­saparecido completamente. bien que algún poderoso lo

'' Diodoro parece es tar bastante confuso en el tema del laberinto. De ,;cuerdo con Heródoto (Jl !48 ), fue construido por los príncipes de la Do­Jccarquía como monumento común a su feliz gobiern o: a éste hace refé­rencia Diodoro en el c.66 y añade una descripción somera, pero si n ll amar­lo <<laberinto>>. En 97,5 Diodoro menciona de nuevo a Mendes :' Marro co­mo constructores del Laberiilto, pero esta vez como si se tratara de dos fa­raones diferentes. Finalmente, en 89,1 es atribuido a Menes. BuRTON

considera Mendes, Marro, Menes e incluso Mnevis (el primer legislador de los egipcios, según 94, l ) como diferentes formas del nombre de l mismo faraón Minas. con el que se abre la relación dinástica. Para las numerosas tradiciones anticruas sobre el laberinto véase el libro citado de A RMAYOR.

Herodotus' Aut~Jsy (c it. en n.28), pp.4l ss ., esp. pp.S3-5.

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DIODORO DE SICILIA

destruyó totalmente. bien que el tiempo ha arruinado la obra El de Egipto. por el contrario. ha mantenido intacta toda su construcción hasta nuestros días.

62. Después de este rey. tras una época sin gobernantes que duró cinco generaciones. fue elegido rey uno de origen oscuro al que los egipcios llaman Cetes. pero los griegos creen que es Proteo~6 • el que existió durante la guena de Troya. [2] La tradición dice que éste tenía gran conocimien­to de los vientos y que podía cambiar su aspecto. unas ve­ces en forma de animales. otras de árboles. e incluso en fuego o en alguna otra cosa. Y ocurre que los sacerdotes egipcios dicen cosas parecidas acerca de éste: [3] que fue a través de una estrecha convivencia con los astrólogos. que el rey mantuvo constantemente. como adquirió conoci­miento de tales cosas; y que el mito griego de las transfor­maciones deriva de una costumbre tradicional de sus reyes. [4] En efecto. era uso de los gobernantes egipcios ceñirse la cabeza con imágenes de leones. toros o serpientes como símbolos de poder; en ocasiones. se ponían en la cabeza ár­boles o fuego. otras abundante inCienso de fragante aroma. y se engalanaban de esta forma para conseguir presencia digna y al mismo tiempo producir en los demás asombro y una veneración supersticiosa.

.u; La identidad de Proteo es difícil de precisar. Además. D10doro es la úni­ca fuente que da el nombre de Cetcs para este rey: cf. BL'RT00. p.! ~2. La conexión de Proteo con Egipto es. sin embargo, antigua (cf. Odisea IV J85: FROIDEFOr\D. r¡d6-42). y a partir de Heródoto se fiJa como monarca egipciu (ll i 12). aunque ~1anet<'1n no cono¡;e monarca egipcio algunc con este nombre.

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Blf3l.IOTEC\ HISTÓRlCA

[51 Después de la muerte de Proteo. tras recibir en suce­sión su hijo Renfis"7 el poder real. pasó toda su vida ocupa­do en los. tributos y acumulando riqueza de todos lados, y por mezquindad. b~jeza de espíritu y su carácter avaricioso nada gastó en ofrendas a los dioses ni en beneficios a los hombres. [6] En consecuencia. como no fue un rey sino un buen administrador. en lugar de fama por su virtud dejó una fornma mayor que la que dejaron los que reinaron an­tes que él: se cuenta que en oro y plata reunió aproximada­mente cuatrocientos mil talentos.

63. Tras la muerte de éste. durante siete generaciones recibieron el poder reyes de gran desidia. que se dieron a todo tipo de comodidad y molicie. por lo que no ha sido transmitida en los registros sagrados ningun<~ obra costosa suya o hazaña digna de mención. excepto de un tal Nileo. a partir del cual el río. que antes se llamaba Egipto. vino a llamarse Nilo"~. Este rey construyó gran cantidad de cana­les en lugares oportunos. y. movido por el deseo de aumen­tar la utilidad del Nilo. fue la causa de la denominación ac­tual del río.

121 El octavo rey. Quemis de Menfis. gobernó cincuenta años v construyó la mayor de las tres pirámides~Y. que se encu;ntra entre las siete maravillas. [31 Éstas. situadas en Libia. distan de Mentís ciento veinte estadios y cuarenta y cinco del Nilo. y por la magnitud de su estructura y el arte

.~ Renfi~. e! Rampsinito dt> Heródoto (11 1 -:.+ l ). pued~ identificarse. aunque no hay gran sfguriJad al resp<:ctu. con Ramsés lll: cf. B' 1RTON. p.i35.

"' Cf. supru i 9.4. ''' Diodoro si;cue a H.:ródoto al situar a los constructores de pirámides de !a IV' dinastía,i2:'75-2134 a C l después de los faraones de !a XW . e mciu· so de la XIX'.

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DIODORO DE SiCIL!A

de su ejecución producen una admirable sorpresa a quienes las contemplan _ [4] La más grande5°. de forma cuadrangu­lar. tiene siete pletros en cada uno de los lados de su base. y más de seis de altura . Luego va cerrándose poco a poco has ta qut:> en la cúspide tiene seis codos en cada lado. [51 Está toda construida de piedra dura. ele difícil talla pero de duración casi eterna; pues aunque han transcurrido más de dos mil años. según dicen. hasta nuestros días. o. como algunos escriben, mas de tres mil cuatrocientos, mantienen hasta hoy sus piedras la disposición originaria conservando inalterada toda su construcción. [6] Se dice que la piedra fue traída desde muy lejos. desde Arabia. y que la edifica­ción se realizó por medio de rampas de tierra, pues todavía no se habían inventado por aquellos tiempos las grúas. [7] Y lo más admirable es que. aun siendo obras tan grandes las constmidas y todo el teneno de alrededor arenoso, no ha quedado huella alguna de las rampas ni del tallado de la piedra, de modo que casi no parece ser obra de hombres. sino que. por así decirlo , un dios colocó de una vez el mo­numento en medio de la arena que la rodea_ [81 Algunos egipcios se han puesto a decir cosas fantásticas acerca de éstas, contando que las rampas estaban hechas de sal y sali­tre, y que el río. desv iado contra éstas , las di solvió e hizo desaparecer completamente. si n intervención de la mano del hombre. [91 Sin embargo. esto no es verdad. sino que.

;o Hercidoto llama Queops a es1e faraón (Khufu ~n las li stas de reyes, se­gundo monarca de la IV' dinastía, 255 1-~5 28 a.C.: Sufi s en Manetón FF i4 s. Waddel il. La fama de crueldad de este faraón v de su sucesor. Khe­f¡·en, se encuentra a1estiguada ya en relatos de l Jmpe;io Medio. y es tópica en las fuentes clásicas. Las dimensiones son bast:mte aproximadas (cua­drado perfcc10 de 22i metros de lado): d. Heródoto 1!124-125 .

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BIBLIOTECA HISTÓRIC A

por medio de los numerosos obreros que habían acumulado las rampas. fue desmontada toda la obra. Pues trescientos sesenta mil hombres, seg11n dicen. trabajaron normalmente en la ejecución de estas obras, y la estructura se completó a duras penas en el transc urso de veinte años.

64. Una vez muerto este rey. recibió el poder su herma­no Cefrén. y gobernó durante cincuenta y seis ailos. Algu­nos. sin embargo, dicen que quien recibió el poder real no fue su hermano. sino un hijo suyo llamado Cabns' 1• [2] No obstante. se está de acuerdo en general en que el sucesor. ansioso por emular el proyecto de su antecesor, tomó la de­cisión de edificar la segunda pirámide. semejante a lamen­cionada por la técnica de constmcción pero mucho menor en tamaño. pues en la base cada lado es sólo de un estadio. [3] Sobre ia más grande hay una inscripción que cuenta la suma de dinero gastado en verduras y rábanos para los obreros; se lee en la inscripción que se gastaron más de mil seiscientos talentos52. [4] La menor no tiene in scripción. pe­ro sí una escalera esculpida en uno de los lados_

[5] Pero ocurrió que ninguno de los dos reyes , aunque las construyeron para ser sus tumbas. fu e sepultado en las pirámides; pues la multitud, por la penalidad de los traba­jos y por sus muchas crueldades y violencias, trató con cólera a los culpables y amenazaba con destrozar sus cuerpos y arrojarlos ignominiosamente fuera de los sepulcros. [6! Por

; ' Puede tratarse de dos tramcripciones de l mismo nombre. Pero la intercc!­Jación de un monarca er.t re Kheops y Khefrcn re> r onde a las fuentes egip­cias , que si1úan a Didufri (Radjede f) como hijo y suce,;ur in mediato Je Khefren , faraón al que pod ría responder el nombre de Cabris.

' : Cf Heródoto ll 1:5.

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l '

t ~

DIODORO DE S IC!U A

esto . cuando cada uno murió. encargó a sus parientes que los enteiTar<m en un lugar no señalado y oculta;nente.

Después ele éstos llegó al trono Micerino. al que algu ­nos llaman M enquerino53• hijo del que hizo la ptimera pirá­mide. \71 Éste. que inició la construcción de la tercera pirá­mide. murió antes de que la obra ll egara a su término. Dio tres pletros a los lados ele la base . y hasta la hilera número quince ed ificó los muros ele piedra negra5'~, similar a la de Tebas: el resto lo completó con piedra igual a la de las otras pirámides. \81 Si bien esta obra es más pequeña que las mencionadas. por la técnica de construcción. así como por la calidad de la piedra. es superior. Hay una inscripción en la cara norte que dice que el que la construyó fue Mice­rino. 191 Dicen que éste. reprobando la crueldad de los que anteriormente habían reinado. puso su empeño en una vida justa y benefac tora para sus súbditos . y que sin cesar hacía otra s muchas cosas para ganarse en la mayor medida posi­ble el favor de la multitud: en las audiencias gastaba gran cantidad de dinero en regalos a las personas honradas que. según su opinió n. no conseguían la justicia que merecían.

11 01 Hay además ot ras tres pirámides, cuyos lados son cada uno de un pletro. y el conjunto de la obra es semejan­te a las demás en la construcción excepto en lo que al ta-

-~: Dtodnrn no deja clara la relaci ón ~ uc es oria entre iv1icerino v los monar­cas anteriores. i\iand!in i:'vl e: nquc r¿s. d . F 14 Wadd~lli lo si tú,a in mediata­mente detrás ele Sufis II (Khcfrenl. mientras que las fuemes egipc ias sitúan uno o dt•s monarcas entre am bos. Ln \Trsión alternativa dd nombre que da Di tJdoro res ponde mejor al origrnal eg1pcio (Menknure. 2490-2472 a.Cl.

" La piedra osc'ura es gr:.n iro rojo. que cont rasta con la cali za blanca del resto de la cuns trucciórL Se trata ele la «piedra de Etiopía» de Heródoto IT 1::<4.

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BIBLIOTECA HISTÓRI CA

maño se refiere. Se dice que éstas las construyeron lm mencionados reyes para sus respectivas esposas. [JI ¡ Se es­tá de acuerdo en que de las obras que hay en Egipto. éstas aventajan con mucho a todas. no sólo por el volumen de las constmcciones o los gastos . si no también por la destre­za de sus constructores. 1121 Y di cen que hay que admirar más a los arquitectos de las obras que a los reyes que sumi­nistraron lo necesario para ellas. pues aquéllos ll evaron a cabo el proyecto con su ingenio y su deseo de fama. mien­tras que éstos. por e l contrario, con la riqueza heredada y los sufrimientos ajenos. [13] Pero acerca de las pirámides no hay en absoluto acuerdo, ni entre los habi t.an te s de Egipto ni entre los escritores, ya que unos dicen que las construyeron los antes mencionados reyes, otros que otros distintos. Así, por ejemplo. la más grande dicen que la construyó Atmeo, la segu nda Amosis y la tercera Inaro'' · [14] Hay otros que dicen que esta última es la tumba de la cortesana Rodopi s56, de la cual. dicen. se enamoraron algu­nos nomarcas y realizaron en común esta construcción por amor a ell a.

65. Después de los ya mencionados reyes recibió el po­der real Bócori s, hombre de aspecto físico completamente

;; Los dos primeros monarcas son de difíc il identificación . Para Armeo d . Manetón F 50 y 53a \Vaddell. qu ien sitúa en la XVIII' di nastía un faraón de nombre Armáis ident ificado con D:ina~~ . An~os ! ~ puede :-.cr el primt~ r ra· raón de la XYIIl' di nastía ( t.,h mosis , 1550-1 525 a.C.: cf. Manetón FF 52-53 Wadddl), Inaro fue ei hijo de re v Psarnéti co !11 (XX VI ' dina, tia: 526-626 a.C ). que protago ni zó tm a rev~ e lta contra los persas en el 460 !llen­cionada por Di odoro en XI 7 1. 74- 77. en la que roma ro n pan e acti r<l los atenienses; cf también Tucídides 1 104.1: lllU .

;o Rodopi s es la famosa ( Ortcsana de \'áucratis. mencionada va en relación con la pirámide de Miceri no por Heródoto ll 134. ·

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DIODORO DE S! CILI A

despreciable. pero que superaba mucho en sagacidad a los anteriores reves. i2l Muchos años más tarde reinó sobre Egipto Sába¿o51. de origen etíope. que superaba en piedad y probidad a sus predecesore s. [3] De su equidad podría to­marse como mejor prueba el levantamiento del más severo de los cJ. sti~os tradicionales [m~ refiero a la pri\'ación de ia "ida].

[41 En efect~. en lugar de darles muerte. obligó a los conde­nados a prestar encadenados servicios a las ciudades. y por medio de ellos construyó abundantes diques y excavó no pocos canales en lugares oponunos. Entendía que ;1sí que­daba aminorada la severidad ele las penas a los condena­dos . y que. por otro lado, proporcionaba un gran beneficio a las ciudades en lugar de penas inútiles. [5] En cuanto a su gran piedad, se podría calcular a partir de una visión que tuvo durante un sueño y de su consecuente renuncia al po­der. 161 Pues le pareció durante el sueño que el dios de Te­bas le decía que no podría reinar sobre Egi pto felizmente ni durante mucho tiempo si no cortaba por la mitad a todos los sacerdotes y pasaba por medio de ellos con su séquito's. [71 Como ésto le aconteciera muchas veces. hizo venir de todo el país a los sacerdotes y les dijo que disgustaba al dios de Tebas que él permanec iera en aquella tierra. pues no le habría ordenado tales cosas en el sueño ; [81 así pues, prefería marcharse limpio de toda mancha y devolver su

;; De la d inastía e tiope í XXV' . 7 i 2-698 a.C. ). que marca el comienzo del pe ríodo tardío en la.his.tori a egipcia. Es mencionado como Sabacón por Heródoto (ll 1 37.1 ). quien c ue nta también esta historia piadosa (e f. Il 139).

" Esta prác tica purificato ria está test imoniada en Heródoto Vil 39. ÜLD· fATH EI{ añade lo; paralelos bíblicos de Gen. XV 10.17 y Jerem. XXXIV 10-1 9; en estos casos la víctima es un ani mal.

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BIBLIOTECi\ HISTÓRICA

vida al destino antes que. di sgustando al señor, impuro por un crimen impío, reinar sobre Egipto. De modo que. tras devolver finalmente el poder a los nativos, regresó a Etio­pía .

66. Al quedar Egipto sin gobierno durante dos años y entreaarse las multitudes a agitaciones v matanzas civiles , los d~ce generales más pod;rosos hici~ron un acuerdo59 :

tras reunirse en Menfis y concertar por escrito unos trata­dos acerca de la concordia mutua y la fidelidad, se procia­maron a sí mismos reyes. [2] Gobernaron durante quince años conforme a los juramentos y los acuerdos. mantenien­do la concordia entre ellos. y proyectaron construirse una tumba común para que. del mismo modo que durante su vi­da habían obtenido los mismos honores en un perfecto en­tendimiento, así después de la muerte, al yacer los cuerpos en un solo lugar, el monumento constru ido encerrara con­juntamente la fama ele los allí entenados . f3J Entusiasma­dos por esta idea se esforzaron en sobrepasar por la magni­tud de sus obras a todos los que los habían precedido. Tras escoger, pues, un lugar a la entrada del lago Meris en Li­bia, comenzaron a levantar la tumba con las más hermosas piedras. Le dieron una base cuadrada, cada lado de un esta­dio de longitud. y en las esculturas y los otros trabajos no dejaron posibilidad de superación a los sucesores. [41 Con­forn1e se entraba al recinto había un ed ificio peristilo, con cuarenta columnas a cada lado. y el techo era de una sola

;9 La Dodecarquía responde a la época de fragmentación del poder en

Egipto entre príncipes locales que encontramos a part ir de !a Llinastía XXII hasta la XXVL fragmentación que se mantuvo incluso durante la efímera unificación reali zada por los monarcas nubios de la din as tía XXV. La na­rrativa que sigue es un epítome de Heródoto ll 147 ss.

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piedra. con artesonados y pin turas diversas. [5] Tenía, por otra pat1e . referen cias al lugar de origen de cada uno de los reyes. de sus templos y sacrificios, reali zados at1Ísticamen­te con las más hermosas pinturas. [6J En conjunto. se dice que los reyes hi cieron el proyec to de la tumba tal en el gas­to y tan grande en las dimensiones que. si no se hubieran separado antes de llevar a cabo el proyecto. no habrían de­jado ninguna posibilidad ele superac ión a otros en la cons­trucción de monumentos.

[7 ] Tras reinar éstos sobre Egipto durante quince años , sucedió que el poder real vino a recaer en uno solo por las siguientes causas . [8 ] Psaméti co de Sais60• que era uno de los doce reyes y señor de las regiones costeras . surtía de mercancías a todos los comerciantes, sobre todo a fenicios y griegos. [9] De este modo. como vendía ventajosamente los productos de su distrito y tomaba a cambio los de otros países . no sólo consiguió una gran prosperidad, sino tam­bién ami stad con países y reyes. [ 1 O] Por esta razón dicen que los otros reyes. llevados por la envidia , le declararon la guerra. Sin embargo. algunos de los antiguos escritores cuentan la historia61 de que los generales recibieron un orácu­lo: que aquél que de entre ellos primero hiciera en Menfis una libación en honor del dios con una copa de bronce ha­bría de dominar todo Egipto. Psamético. aunque el sacer­dote sacó del templo doce copas de oro , se quitó el casco e

60 Ps:l!nc'tico de Sai s (XXVI' dinastía: 664-610 a C.). hijo del rey libio Ne­co y uni fi cador de Eg1pto tras las in vas iones asirias; e f. Heródo to Il 1 S l.

" Se trata de H~ródoto n 147 y 15J Si el texto es cor recto. Diodoro des­vimía por comple1o la narración hcrodotea. que se cen !ra en d error de l sa­cerdote cuando saca once copas én lugar de doce. lo que motiva la oportu­na acc ión de. Ps ~1 m é r i c o.

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BI BLI OTEC\ HISTÓRICA

hizo su libación; fll J pues bien. sus compañeros de mando. aunque sospechaban de su comportamiento. no qui sie ron matarlo, sino que lo ex iliaron a los pantanos junto al mar. [12 ] Ya sea por esta causa, ya sea por envidia: como se ha d~eho anteriormente. cuando estalló la discordia Psamético. tras hacer venir mercenarios de Caria v Jonia. venció en batalla ante la ciudad llamada Momenfi ; 6' , v de los genera­les que le hicieron frente. unos fueron mu~rtos en ;1 com­bate, mientras que los otros, expulsados a Libia, ya no tu­vieron fuerzas para disputarle el poder.

67. Tras hacerse Psamético señor de todo el reino. le­vantó en honor del dios de Menfi s el propíleo oriental y el recinto del templo . sustentándolo con colosos de doce co­dos en lugar de columnas. Y a los mercenarios, aparte de los honorari os acordados. les distribu vó regalos considera­bles y les dio Jos llamados «campam;ntos,; para que se es­tablecieran. Además repartió entre ellos muchos lotes de tierras. un poco más arriba de la boca de Pelusio. A éstos . después. Amasi s, que ll egó al trono muchos años más tar­de, los hizo emigrar y establecerse en Menfis6 ' . [21 Psamé­tico. dado que por medio de los mercenarios había adquiri­do el reino, les confió en lo sucesivo en gran medida los asuntos de estado y continuó manteniendo~un gran contin·­gente de fuerzas mercenarias. [3] Pero una vez que hizo una campaña contra Siria. como honraba con preferencia en las

"2 Cf. ;,!fra c.97: Heródoto ll 163 y 169. Localidad de d1 fid l ocali~ac ión:

cf Estrabón XVII 1. 22 . Heródoto sit úa aq uí la batalla entre Amasis y Apnes (!I 163 . 1691. Para su locali zación en el Delta véanse LLOYD 3. p. l8 1 y B L'RTO."\, pp.201-2.

•r Cf. Heródoto JI 154 .

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DIODORO DE SICIU\

batallas a los mercenarios alineándolos en el tlanco dere­cho y trataba a los nativos con menos honor asignándoles el flanco izquierdo de la fal ange, los egipcios , irritados por e l abuso y siendo como eran una multitud de más de dos­cientos miL hi cieron defección y marcharon a Etiopía con la decisión de conseguir para ellos una tierra propia. [.+ ] El rey envió primero a algunos de sus generales pam que se disculparan del deshonor. pero como no les hicieron caso, él mismo con sus amigos los persiguió con embarcaciones. (5] Cuando en su marcha junto al Ni lo estaban atravesando los límites de Egipto , les pedía insistentemente que cam­biaran de opinión y les recordaba sus templos, su patria y hasta sus mujeres e hijos. [6] Pero ellos. gritando todos al unísono y dando golpes con sus lanzas en los escudos, dije­ron que, mientras estuvieran en posesión de armas, fácil­mente habrían de encontrar patria; y levanrándose sus túni­cas y señalando las partes genitales dijeron que no habrían de estar faltos ele mujeres o hijos mientras tuvieran eso. (7 ] Y como se comportaban con tal orgullo y despreciaban Jo que para otros es digno del mayor aprecio. se apodera­ron de la parte más rica de Etiopía, y tras dividirse muchos lotes de tierra se establ ecieron allíM.

[81 Psamético se entristeció no poco ante estas circuns­tancias. pero tras organizar los asuntos ele Egipto y cuidar­se de los tributos , concluyó una alianza con los atenienses y algunas de las ciudades griegas. [9] Favorecía también a aquellos extranjeros que viajaban voluntariamente a Egipto y, como era sez1aladamente filoheleno, hizo dar a sus hijos

''" Cf. Heródoto !1 30.

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una educación gri ega. ( 1 O] En una palabra, fue el primero de los reyes egipcios que abrió a otras nac iones los merca­dos del re sto del país. y procuró gran seguridad a los nave­gantes extranjeros. En efecto. los que reinaron antes ele éste hacían intransitable Egipto para los extranjeros, matando o esclavizando a quienes arribaban a sus costas. [ 111 Así, por ejemplo . se difundió entre los griegos la impiedad de Busi­ris por la falta de hospitalidad de los nativos, aunque no responda a la verdad, sino que , a causa de su gran iniqui­dad, ha quedado ésta plasmada en forma de leyenda65 .

68. Después de Psamético, cuatro generac iones más tarde, reinó Apries durante veintidós años66

. Se puso en campaña contra Chipre y Fenicia , con abundantes fu erzas de tierra y mar; tomó al asalto Sidón y se atrajo el resto ele las ciudades fenicias tras haberl as amedrentado; también venció en una importante batalla naval a los fenicios y los chipriotas y, tras reunir gran cantidad de botín, regresó a Egipto .

[2] Después de esto, como envió abundantes fuerzas de sus compatriotas contra Cirene y Barce y perdió la mayor parte, se encontró con la hostilidad de los supervivientes, quienes, pensando que aquél había reunido la expedición para perderlos y poder así reinar con mayor seguridad so­bre el resto de los egipcios, se rebelaron. [3] Enviado por el rey a ellos Amasis67, varón egipcio muy ilustre, se desen-

65 Estrabón (XVII 1, 19) asocia esta práctica bárbara con la ciudad de Busi­ri s. acerca de la cual habla Diodoro más adelante en 85.5. 66 Apries. sucesor de Psamético. reinó en Egipto entre el 589 y el 570 a.C. 6¡ Amasis re inó desde el 570 al 526 a.C. En contraste con el Amasis diodo­reo, que aparece más tarde en e l catálogo de legisladores eg ipc ios (95, l-3),

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DIODORO DE SICILIA

tendió de las instrucciones del rey para alcanzar un enten­dimiento; por el contrario. tras exhortarlos a la hostilidacL hizo defección él mismo y fue elegido rey. [4] Como tiem­po después se rebeló también el resto de los habitantes. el rey se vio obligado por la~ dificultades a buscar refugio en los mercenarios. que eran unos treinta mil. [51 Enrabiada entonces la batalla cerca de la aldea de Maria68 , y siendo vencedores los egipcios en el combate. Apries fue hecho prisionero y murió estrangulado. Amasis. por su parte, tras disponer los asuntos del reino como le pareció que conve­nía, gobernó a los egipcios de acuerdo con las leyes y gozó de un gran predicamento. [6] Conqutstó. además. las ciuda­des de Chipre y adornó muchos templos con notables ofrendas. Después de reinar durante cincuenta y cinco aí1os, terminó su vida en el tiempo en que Cambises , rey de los persas, marchó en campaña contra los egipcios , en el tercer año de la Olimpiada sesenta y tres. cuando venció en el estadio Parménides de Camarina6q .

69. Después de haber relatado suficientemente los he­chos de los reyes egipcios desde Jos tiempos más antiguos hasta la muerte de Amasis. trataremos los que restan en el lugar que cronológicamente les corresponda. [~1 Ahora va­mos a dar cuenta brevemente de las costumbres egipcias

el ra;;eo cemral de la figu ra de Amasis en Heródoto es su baja extracci0n v su comportamiento poc-o regio (d 11 172-3) - -68 Heródoto (11 169.1) sitú a es ta batalla en la ciudad de Momenfi s (cf. 66,12 y nota). En cuanto a la ciudad. Heródoto la sitúa en los límit.es de Egipto con Libia (JI 18.2 ). 69 526/5 a C Diodoro ignora que cuando Cambises invade Eg ipto quien reina en el país es el hijo de Amasis. Psaméti co III, llamado Psamenito por Heródoto (Il! 10.1-21.

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más curiosas y que en mayor medida puedan ser útiles a los que nos lean. En efecto, muchas de las antiguas cos­tumbres egipcias no sólo han tenido aceptación entre Jos nativos. sino que también fueron admiradas entre los grie­gos en no poca medida. [31 Por esta razón los griegos más renombrados por su saber ambicionaron marchar a Egipto para tomar conocimiento de sus leyes y usos. en la idea de que eran dignos de consideración. [4] Y así. aunque el país era antiguamente intransitable para los extranjeros por las razones ya dichas . no dudaron en viajar a él , de entre los más antiguos , Orfeo y el poeta Homero; de las generacio­nes posteriores otros muchos. en especial Pitágoras y Solón ellegislador70 .

[Sl Aseguran los egipcios que fue entre ellos donde tuvo lugar el descubrimiento de las letras y de la observación de los astros; y que además allí fueron descubiertos los princi­pios de la geometría así como la mayoría de las artes. y que fueron implantadas las primeras leyes. [61 La mejor prueba de esto dicen que es el hecho de que durante más de c uatro mil setecientos años reinaron en Egipto reyes en su mayo­ría nativos. y que el país fue el más próspero de todo el mundo habitado; esto. en efecto. no habría sido jamás posi­ble si los hombres no hubieran tenido las mejores costum­bres. leyes y prácticas educativas. l7J Por tanto. dejaremos a un lado cuantas cosas han inventado Heródoto y algunos de los que han escrito obras sobre Egipto. quienes intencio­nadamente prefirieron antes que la verdad sorprender con sus relatos y fabricar historias maravillosas con miras a

70 Acerca de estos person,~es véase más adelante el ~apúulo 97 . Subre Su­Ión. cf. 77.5 y 79.4.

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producir deleite. Pero las que están escritas por los sacer­dotes egipcios en sus regi stros las expondremos tras un cuidadoso examen.

70. Pues bien. en primer lugar sus reyes no llevaban una vida semejante a la de los otros gobemantes. que de­tentan un poder absoluto sin rendir cuentas, sino que todo estaba sujeto al mandato de la ley, no ya sólo Jo concer­niente a los asuntos públicos. sino también lo referente a la actividad cotidiana y al régimen de vida. [2] Así, en lo que toca a su servidumbre, ningún esclavo había, comprado o nacido en casa, sino que eran todos hijos de los más ilus­tres sacerdotes, mayores de veinte años y con la mejor edu­cación de todos sus compatriotas, para que el rey, dispo­niendo de los mejores para cuidar de su persona y atenderla día y noche. no hiciera ninguna bajeza: pues ningún pode­roso avanza mucho en la maldad si no tiene quienes le sir­van en sus deseos.

[3 J También estaban reguladas de manera estricta las horas del día y la noche en las que el rey inexcu sablemente tenía que hacer lo dispuesto. no lo que a él le pareciera. [4] Levantado con la aurora, debía el rey recibir en primer lugar las cartas llegadas de todos los sitios. para poder des­pachar todos los asuntos y actuar convenientemente con conocimiento exacto de cada una de las cosas que sucedían en el reino. Después, bañado y engalanado su cuerpo con un espléndido vestido y las insignias de su rango. tenía que hacer un sacrificio a los dioses. [5] Una vez acercadas las ofrendas al altar. era costumbre que el sumo sacerdote, en pie junto al rey, alzara una súplica en voz alta en presencia del pueblo de Egipto: que le fuera concedida salud y demás bienes al rey que mantenía un comportamiento justo con

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sus súbditos. [6] Era entonces obligado que se hiciera un elogio público de cada una de las virtudes reales: que es piadoso con los dioses y benigno con los hombres, pues es moderado, justo y magnánimo; además, exento de false­dad. generoso con sus bienes, superior a cualquier deseo; impone castigos menores de los que merecen los delitos y su agradecimiento es mayor que el favor recibido. [7] Por último, tras decir muchas otras cosas parecidas, el oticiante lanzaba una maldición concerniente a las falta s cometidas por ignorancia, absolviendo al rey de toda culpa y pidiendo que el daño y el castigo cayeran.sobre aquellos que le sir­vieron y enseñaron las bajezas. [8] Hacía esto tanto para in­citar al rey al temor divino y a una vida piadosa como para acostumbrarlo a vivir moderadamente, no por medio de una amarga amonestación, sino de alabanzas agradables re­feridas sobre todo a la virtud. [9] A continuación, tras ob­servar el rey las entrañas de la víctima sacrificada y de ob­tener buenos auspicios, el escriba sagrado le leía algunos provechosos consejos y hechos de los más ilustres varones procedentes de los libros sagrados, para que el que tenia el poder absoluto, después de meditar sobre los más hermo­sos ejemplos. pudiera de esta manera dedicarse a desempe­ñar debidamente cada uno de sus deberes. JIOl Pues no sólo había un tiempo asignado para los asuntos públicos o judi­ciales, sino también para pasear, bañarse, dormir con la es­posa y, en una palabra, para absolutamente todas las activi­dades diarias. [11] Terúan por costumbre tomar alimentos sencillos, comiendo tan sólo carne de cordero y ganso, y bebiendo también una medida regulada de vino, tal que no pudiera producir un hartazgo inoportuno o una borrachera. r 121 En términos generales , lo que concierne al régimen de

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bebida se encontraba tan moderadamente regulado que da­ba la impresión de que no un legislador. sino el mejor de los médicos lo había dispuesto con miras a su salud.

71 . Por extraño que pueda parecer que el rey no tuviera la facultad de decidir libremente su comida diaria. mucho más asombroso resulta el que no le estuviera permitido pronunciar una sentencia ni tratar asuntos públicos al azar, así como tampoco castigar a nad ie por soberbia. ira o cual­quier otra causa injusta, sino conforme ordenaban las leyes establecidas para el caso. [2] Pero como estaban acostum­brados a esta dependencia . no sólo no se irritaban o lleva­ban mal su destino7 1

• sino que. al contrario. pensaban que llevaban la más feliz de las exrstencias; f31 creían, en efec­to, que los demás hombres, al dejarse llevar insensatamente por las pasiones naturales. cometían muchos actos que comportaban perjuicios y riesgos. y que en numerosas oca­siones algunos, aun a sabiendas de que se equivocaban, no podían evitar cometer actos deleznables. dominados por el amor. el odio o alguna otra pasión. mientras que ellos , ce­losos por imitar una vida que había sido planeada por los más prudentes de los hombres, venían a cae r en muy pocas equivocaciones.

(4] Tan justo comportamiento hacia sus súbditos hacía que el pueblo, en su favor para con los soberanos, sobrepa­sara incluso el amor a los suyos. En efecto, no sólo la cor­poración de los sacerdotes. sino en general todo el pueblo egipcio no se cuidaba tanto de sus mujeres. hijos y demás bienes como de la seguridad de sus reyes. [5] En canse-

71 Seguimos la conjetura Je EISCH STADT n~klwis (freme al psykhaís de los mss.) . aceptada por VER?-IIÉRE-BERTK.'\C.

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cuencia, durante la mayor parte del reinado de los reyes an­teriorm~nte mencionados. mantuvieron la estabilidad polí­tica y continuaron disfrutando de una muy feliz vida mientras estuvo vigente el mencionado sistema de leyes; además. dominaron un gran número de naciones !lecraron a tener las más grande~ riquezas. adornaron el 'paít con obras y edificios insuperables y las c iudades con suntuosos y varia­dos monumentos votivos.

72. Las ceremonias que seguían a la muerte de los re­yes en Egipto eran una no menor prueba del favor del pue­blo hacia sus gobernantes. Pues el honor que se rinde a quien no puede sentir agradecimiento constituye un testi­monio inequívoco de sinceridad. [2] Cuando moría alguno de los reyes, todos los egipcios guardaban un luto general , se rasgaban las vestiduras, cerraban los templos. suspen­dían los sacrificios y no celebraban fiesta alguna durante setenta y dos días . Con las cabezas untadas de barro y ceñi­dos con vestiduras de lino por debajo de los pechos, hom­bres y mujeres igualmente, daban vueltas en grupos de unos doscientos o trescientos y. cantando al compás el la­mento ritual. honraban dos veces al día con alabanzas al rey exaltando su virtud. No tomaban alimento alguno ani­mal o cereal, y se abstenían del vino y de todo refinamien­to ; [31 y a nadie se le hubiera ocurrido hacer uso del baño, de ungüentos o de lechos muelles, y mucho menos se ha­bría atrevido a gozar de Jos placeres del amor, sino que, co­mo si hubiera muerto un hijo querido, cada uno mantenía en el mayor dolor el luto durante los días que hemos dicho. [41 Mientras tanto , se preparaban los funerales con todo es­plendor, y el último día. una vez depositado el sarcófago que contenía el cadáver ante la entrada del sepulcro, se juz-

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gaba al muerto según la ley por lo que hizo en vida. [5] Concedido el permiso a quien quisiera hacer alguna acusación, los sacerdotes hacían un elogio. enumerando ca­da una de sus buenas obras. y el pueblo llano, congregado por miles para el funeraL tras oírlos. se unía a las alabanzas si había llevado una vida sin reproche. pero si no. por el contrario. protestaba clamorosamente. [6] De hecho, mu­chos de los reyes, por la oposición de la multitud, se vieron privados de un funeral público de acuerdo con la tradición. La consecuencia de ello era que los que recibían el poder no sólo obraban justamente por las causas ya dichas, sino también por miedo a las injurias que podía recibir el cuerpo tras la muerte va la maldición etema.

Éstas son.-pues, las costumbres más importantes con­cernientes a los antiguos reyes.

73. Todo Egipto está dividido en demarcaciones, cada una de las cuales se llama en lengua griega «nomO>>; al frente de cada una hay un nomarca. que supervisa y cuida todos los asuntos. [2] El territorio entero está, por otro lado. dividido en tres partes72 . De éstas. la primera la posee la

72 La estructurac ión de la sociedad egipcia recuerda en bastantes puntos las ideas acerca del ideal de sociedad del siglo IV en Grecia; cf. FROIDEFO:>JD. sobre todo pp.295-302. Sobre la estricta organización estamental egipcia escribió ya Heródoto (li 164 ), quien enumera siete clases. pero será en el siglo IV cuando tome una especial significación como garantía de estabili­dad política. Un caso parecido en Diodoro es el de la soc iedad india, divi­dida también en siete clases (!! 40-1 ). El elogio del sistema social estable apunra críticamente a la agitada vida política de las democracias (cf.infra 75.6; 76). En el Egipto antiguo ei rey era el que posda en prin~ipio toda la tierra, y los nobles y sacerdotes podían tener tierra en propiedad tan sólo por concesión real, que debía además reafirmarse en e l caso de herencia ; cf. B URTON, pp.212-213.

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corporación de los sacerdotes, que goza de la mayor consi­deración entre los nativos porque tienen a su cargo el culto a los dioses y porque estos hombres tienen , como conse­cuencia de su educación, un muy alto grado de inteligen­cia. [3] Con los ingresos de estas tierras llevan a cabo los sacrificios en Egipto , alimentan a sus sirvientes y atienden a sus propias necesidades; pues han creído que no deben alterarse las honras a los dioses, sino que deben ser cumpli­das siempre por los mismos y del mismo modo, y que los que se cuidan de los intereses comunes no deben estar fal­tos de lo necesario. [4] En efecto. éstos pasan su vida junto al rey en deliberaciones acerca de las cosas más importan­tes, como colaboradores en algunos asuntos, como conseje­ros e instructores en otros, bien previendo el futuro por me­dio de la astrología y la adivinación, bien leyendo al rey los hechos que pueden ser de utilidad de entre los que están recogidos en ios libros sagrados. [5] No se da, pues, como entre los griegos, el que un hombre solo o una mujer sola tome a su cargo las tareas del culto , sino que se ocupan en gran número de los sacrificios y honores a los dioses. y le­gan a sus descendientes el mismo modo de vida. Están exentos de todo impuesto y ocupan el segundo lugar detrás del rey en reputación y poder.

[6) La segunda pat1e la detentan los reyes para sus in­gresos. de donde pagan los gastos de guerra, mantienen el esplendor de su corte, honran a los que se di stinguen por su valor con regalos de acuerdo con su valía y no hunden a los particulares con impuestos, dada la abundancia que de sus tierras proviene.

[71 Poseen la tercera parte los llamados guerreros. que están sujetos a servicio militar, para que los que arriesgan

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su vida, llenos de buenos sentimientos hacia su patria a causa del lote de tierra que poseen. puedan afrontar con más ánimo los peligros de la guerra . Pll Sería, en efecto. absurdo confiar la salvación de todos a quienes nada tienen de interés en su tierra por lo que luchar. Pero lo más impor­tante es que, al vivir en la abundancia. pueden fácilmente engendrar hijos e incrementar así la población. de manera que el país no tenga necesidad de tropas extranjeras. [9] És­tos, al igual que los sacerdotes. heredan su condición de sus progenitores, cuyas hazañas los animan a ser valientes. de modo que, dedicados desde pequeños a los asuntos milita­res, acaban siendo invencibles por su arrojo y experiencia.

74. Su organización social incluye todavía otras tres clases, la de los pastores , la de los agricultores y la de los artesanos . Los agricultores arriendan por poco precio la tie­rra cultivable al rey, los sacerdotes o los guerreros y pasan la vida entera ocupados en el trabajo del campo. Criados desde su infancia en los cuidados agrícolas. aventajan con mucho en experiencia a los agricultores de otros pueblos. [2] Conocen, en efecto, con la mayor exactitud la naturale­za de la tierra, el uso del agua de riego y también el mo­mento de la siembra, la cosecha y las demás tareas de reco­lección de frutos, unas cosas por haberlas aprendido a partir de la observación hecha por sus antepasados , otras enseñados por su propia experiencia.

[3] Lo mismo hay que decir también acerca de los pas­tores, quienes, tras recibir de sus padres el cuidado de los ganados como si de una ley de herencia se tratara, pasan toda su vida en el pastoreo. [4] Si bien han recibido de sus antepasados mucho saber sobre el cuidado y la mejor crianza de los rebaños , han descubierto además no pocas

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cosas ellos mismos por su celo en estos asuntos. y, lo más soprendente. por el extremo grado de dedicación a estas actividades. Jos que crían pollos y gansos, aparte de la ge­neración de los mencionados animales que se cumple se­gún naturaleza entre Jos demás hombres. ellos, por s~ parti­cular habilidad, consiguen reunir una cantldad mdec1ble de aves; [5] no dejan que las aves empollen los huevos, sino que ellos mismos. manipulándolos con sorprendente mteh­gencia y habilidad, no quedan atrás de la potencia creadora de la naturaleza73 .

f6l También se puede ver que entre Jos egipcios las artes son trabajadas con gran esmero y perfeccionadas .en la orientación debida. En efecto, sólo entre los eg1pc10s se prohíbe a todos los artesanos realizar otra actividad o per­tenecer a otra clase social que no sea la fiJ3da por las leyes y heredada de Jos padres. De este modo ni la reserva del maestro, ni los extravíos políticos , ni ninguna otra cosa es­torba su dedicación al trabajo. [7) Pues en los demás pue­blos se puede ver a los artesanos con la atención dispersa en muchos asuntos y apartados completamente de su ocu­pación debido a una ambición desmedida; así, unos se ~e­dican a la aaricultura. otros al comerCio. otn~s desempenan

o . , . dos o tres oficios, y la mayoría . en las cmdades democratl-cas, concurren en las asambleas y arruinan la república mientras siguen sacando provecho de quienes contratan sus servicios. Entre los egipcios, sin embargo, si algún artesano toma parte en los asuntos públicos o trabaja en más de un oficio, es muy severamente castigado. [8] Tal era, pues, la organización del cuerpo social y las tareas de cada clase.

7.1 Cf. Aristóteles. Historia de los anima les 6.2.

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transmitidas de padres a hijos, que tenían los antiguos egip­cios.

75. En cuanto a la administración de justicia, no era un interés cualquiera el que le prestaban. convencidos de que las sentencias de los tribunales ejercían sobre la comunidad una gran iní1uencia en ambos sentidos. [2] Era, en efecto, evidente que el que fueran castigados los que transgredían la ley y socorridos los que sufrían injusticia sería el mejor medio de corregir las faltas; pero si. con dinero o favores, se eliminaba el temor que produce la condena en los mal­hechores, veían que podría sobrevenir el fin de la comuni­dad. [3] Por esto. con el nombramiento de los mejores hom­bres de las más ilustres ciudades como jueces comunes, no se alejaban de su propósito. Así pues, escogían diez jueces de cada una de las ciudades de Heliópolis. Tebas y Menfis, y este tribunal no quedaba, en su opinión, por debajo del Areópago de Atenas y de la Gerusía de Lacedemonia. [4] Cada vez que se reunían los treinta. elegían al mejor de ellos y lo nombraban juez supremo. y en su lugar la ciudad enviaba a otro juez. Los salarios para las necesidades de los jueces. suficientes para su mantenimiento. eran provis­tos por el rey. quien los aumentaba en el caso del juez supre­mo. [5J Este último llevaba alrededor del cuello, colgada de una cadena de oro. una figurilla hecha de piedras preciosas a la que llamaban «Verdad». Los procesos se iniciaban cuando el juez supremo se colocaba la imagen de la Verdad.

[6] Todo el ordenamiento jurídico estaba recogido en ocho libros que estaban junto a los jueces. y era costumbre que el demandante presentara por escrito cada una de las acusaciones por las que hacía la demanda, es decir, cómo ocurrió el hecho y la valoración de la ofensa o del perjui-

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cio; por su parte el demandado. tras tomar el informe emi­tido por la parte contraria. replicaba por escrito a cada uno de los cargos. es decir. que no lo hizo, o que, si lo hizo, no delinquió. o que, si cometió el delito, era digno de recibir una pena menor7.¡. [7] La ley permitía a continuación que el acusador replicara por escrito. y que de nuevo el defensor se opusiera. Después de que ambas partes presentaban dos veces sus alegaciones por escrito a !os jueces, en ese mo­mento debían los treinta exponer sus opiniones entre ellos, y el juez supremo colocaba la imagen de la Verdad sobre uno u otro de los alegatos.

76. De esta manera realizaban los egipcios todos los procesos judiciales, pensando que si hablaban los abogados muchas cosas quedarían a oscuras para la justicia; pues la técnica de los oradores, su seductora declamación y las lá­grimas de los acusados inducían a muchos a desviar la vis­ta del rigor de las leyes y de la estricta verdad; [2] de hecho, se podía observar que muchas veces los que eran dignos de elogio por sus dotes para juzgar se depban llevar por la ha­brlidad de los abogados. ya se trate de sus trampas, del en­cantamiento de su arte o de su capacidad para suscitar compasión. Por el contrario, en el caso de que los litigantes presentaran sus alegaciones por escrito , creían que los jui­cios serían imparciales, ya que se tendrían en cuenta sólo los hechos desnudos. [3] De esta manera, tampoco los bien dotados podrían imponerse a los más ineptos. ni los ejercí-

¡.¡ Diodoro resume aquí la doctrina retórica del srarus al uso en las escuelas helenísticas. Traduce así el procedimiento egipcio a términos griegos, aun­que la descripción del mismo parece tener. según BcRTO~ (p.224 ). bastan­tes datos correctos.

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tactos a los inexpertos, ni los mentirosos y osados a los amantes de la verdad y de temperamento moderado, sino que todos, en pie de igualdad, alcanzarían justicia, al con­ceder la ley tiempo suficiente a Jos litigantes para examinar los respectivos puntos de vista y a los jueces para juzgar los alegatos de ambas partes.

77. Dado que hemos mencionado su legislación, pensa­mos que no es ajeno al plan de nuestra historia exponer cuantas leyes de los egipcios destaquen por su antigüedad, contengan una disposición peculiar o, en general, puedan proporcionar a los amantes de la lectura alguna utilidad.

[2] En primer lugar, contra los perjuros era la muerte el castigo entre ellos, en la idea de que cometían las dos ma­yores iniquidades: impiedad con los dioses y trastorno de la mayor garantía de fidelidad entre los hombres. [3] Lue­go, si alguien veía en algún camino del país que una perso­na estaba siendo asesinada o, en una palabra. sufría algún tipo de violencia. y, pudiendo, no lo defendía. debía morir: pero si por debilidad verdaderamente no podía prestar ayu­da. debía al menos denunciar sin tardanza a los malhecho­res y llevar ante la justicia el delito. El que no lo hiciera de­bía, según las leyes. recibir un número determinado de azotes, y ser privado de todo alimento durante tres días. [4] Los que acusaran falsamente a alguien debían sufrir el castigo que hubiera sido dictado para los falsamente acusa­dos. si hubieran resultado condenados. [5] Estaba también ordenado que todos los egipcios hicieran declaración por escrito ante los magistrados de por qué medios se procura­ba cada uno la vida. y el que mintiera en su declaración o se ganara la vida por medios ilícitos era necesariamente condenado a muerte. Se dice que esta ley fue llevada a Ate-

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nas por Solón después de su visita a Egipto75 [6] Además, si alguien mataba intencionadamente a un hombre. libre o escl¡vo. las leyes presc ribían para él la muerte; en primer lugar. con el deseo de apartar a todos los hombres de los delitos no por las diferencias que el azar establece, sino por la intención de sus actos y, por otro lado, para acostumbrar a los hombres por medio del respeto a los esclavos a cui ­darse mucho de faltar en lo más mínimo a los libres.

[71 Contra los padres que mataban a sus hijos, las leyes no establecían la muerte. sino que durante tres días y tres noches , sin interrupción, debían permanecer abrazando el cuerpo del muerto bajo vigilancia de una guardia pública ; porque se entendía que no era justo privar de la vida a los que la habían dado a sus hijos, sino más bien alejarlos de tales acciones por medio de un castigo que comportara do­lor y arrepentimiento. [8] Pero para los hijos que asesinaban a sus padres disponían de un castigo extraordinario: los que habían sido condenados por este delito, tras ser cortados con cañas afiladas trozos de su cuerpo del tamaño de un dedo, debían ser quemados vivos sobre espinas, ya que pensaban que quitar violentamente la vida a quienes la ha­bían dado era el más grande de los crímenes que podía co­meter un hombre. [9] No ejecutaban a las embarazadas que habían sido condenadas a muerte antes de que parieran. y muchas ciudades griegas han promulgado esta ley. consi­derando que es absolutamente injusto que el inocente com­parta el mismo castigo que el culpable y que si se había producido una sola transgresión de la ley, el castigo fuera sufrido por dos y. además. si era el delito resultado de una

" Heródoto II 177 atribuye esta ley a Amas1s.

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intención malvada, que recibiera igual tratamiento el que aún no tiene discernimiento ; y, lo más importante de todo. que si se procedía a título individual contra las mujeres em­barazadas, en modo alguno era pertinente que se diera muene a un hijo que pertenecía por igual al padre. [lO] Con idéntico criterio podría uno considerar malvados tanto a los jueces que absuelven a un asesino como a los que conde­nan a Jos que ninguna falta han cometido.

[11] Tales eran las leyes relativas al asesinato que pare­cen más acertadas.

78. Entre las demás leyes había una relativa a las orde­nanzas militares que afectaba a los que abandonaban la for­mación o desobedecían las órdenes de los jefes, y que esta­blecía como pena uo la muerte, sino la más extrema deshonra; [21 pero si más tarde con su valor lograba superar la deshonra, le era restituida su anterior dignidad76• De este modo hacía el legislador de la deshonra un castigo más te­mible que !a muerte para acostumbrar a todos a considerar el deshonor como el más grande de los males; al mismo tiempo pensaba que Jos condenados a muerte en nada be­neficiarían a la comunidad, mientras que los deshonrados podían ser causa de muchos bienes por su deseo de reco­brar la dignidad. [3] Contra los que revelaban secretos a los enernjgos prescribía la ley que les fuera cortada la lengua, y contra los que acuñaban moneda falsa, hacían trampas

76 El ténn ino parrhisía. que hemos traducido por •<dignidad», designa la «<ibertad de palabra» como privilegio que deii ne al ciudadano en la pólis; cf. Eurípides, Hipó/ira 22. La «parresia» es iundamentalmente e l plano de igualdad con respecto a los demás en el que pu~de expresarse libremente la opinión. Está claro que Diodoro sigue «traduciendo». esta vez al lengua­je político gri ego. las inst ituc iones egipcias ; ci. XII 16, 1-1.

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con medidas y balanzas o falsificaban los sellos, contra los escribas que redactaban falsos documentos o borraban algo de lo suscrito y contra los que presentaban falsos documen­tos, la ley ordenaba que les fueran cortadas las manos , para que, castigados en aquellas partes de su cuerpo con las que cada uno cometió el delito , el autor arrastrara hasta el fin de sus días una desgracia irreparable y, sirviendo de aviso a los otros por medio de su propio castigo, los alejara de co­meter una acción semejante. [4] Severas eran también las leyes entre ellos relativas a las mujeres. Así, si alguien vio­laba a una mujer libre, establecían que le fueran cortadas las vergüenzas, pensando que tal persona con una sola ac­ción ilegal había realizado los tres peores delitos: violen­cia, abuso y confusión de hijos. [5] Pero si alguno con con­sentimiento cometía adulterio, ordenaban que el hombre recibiera mil golpes de bastón, y que a la mujer le fuera cortada la nariz, pues entendía el legislador que la mujer que se engalana para la vedada incontinencia debía ser pri­vada de lo que más adorna su belleza.

79. Atribuyen a Bócoris las leyes que regulan los con­tratos. Prescriben que los que han recibido un préstamo sin constancia escrita, si declaran que nada han recibido, que­den liberados de la deuda tras prestar juramento. funda­mentalmente para que, al tener en gran consideración los juramentos, fueran temerosos de los dioses ; [2] pues era manifiesto que el que muchas veces jurara acabaría per­diendo la credibilidad, y todo el mundo se cuidaría mucho de recurrir al juramento para no verse privado del bene­ficio de este recurso. También entendía el legislador que, al poner toda la garantía en la honorabilidad, exhortaría a todos a ser diligentes en sus costumbres, para no ser difa-

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mados como indignos de confianza. Además estimaba in­justo que los que sin juramento habían ganado confianza no la obtuvieran prestándolo en una mis~a transacción. A los que prestaban dinero mediante documento escrito la ley prohibía hacer el principal más del doble por medio del in­terés.

[3] Con respecto a los deudores. se establecía que la exacción de las deudas fuera sólo de sus propiedades, pero en ningún caso permitía que fuera posible esclavizar a las personas, pues consideraba el legislador que las propieda­des debían ser de los que las habían adquirido o de los que las habían recibido como donación de quien era su dueño, pero que las personas pertenecían al estado. para que éste pudiera tener las debidas prestaciones en tiempo de paz y de guerra; pues era absurdo , por ejemplo, que un soldado. mientras hacía frente al peligro en defensa de la ciudad, di­gamos, fuera llevado a la cárcel por el acreedor a causa de una deuda, y que por la ambición de los particulares se pu­siera en peligro la salvación común. f4l Parece que también llevó Solón esta ley a Atenas. y la llamó seisáchtheia [re­moción de deudas], cuando liberó a todos los ciudadanos de las deudas que pesaban sobre sus personas77 [5] Critican algunos. no sin razón. a la mayoría de los legisladores grie-

77 La famosa seisáchtheia. literalmente << apanamiento de las cargas". fue llevada a cabo por Solón en el 594 a.C. . y proced ió a eliminar l;s deudas sobre personas que podían llevar al endeudado a la esclavitud. así como a liberar a Jos sometidos a servidumbre por este mot ivo; cf. Aristóteles . Re­púhlica de los Ar~nienses 6; Plutarco. Vida de Salón 15-16. En época hele­mstJ ca constituyo una medida recurrente en todos los proyectos de renova­ción política radical; cf. A. fl"K S, Social Conjlicr in AncÚnr Greece . Lei­den 1984.

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gos porque impidieron que se tomaran como garantía de una deuda las armas. el arado y el resto de los utensilios , pero permitieron que fuera posible esclavizar a los que se servían de ellas.

80. Había también una ley muy peculiar entre los egip­cios que afectaba a los ladrones y que ordenaba que los que quisieran tener este oficio se inscribieran ante el jefe de los ladrones, con el acuerdo de entregarle inmediatamente Jo robado; del mismo modo los que habían sido despojados debían darle análogamente cuenta por escrito de cada una de las cosas que le habían sido robadas, especificando el lugar. el día y la hora del robo. [2] Al encontrarse por este procedimiento todas las cosas con facilidad , el que había perdido algo debía entregar la cuarta parte de su valor para recuperar sólo lo que era suyo. En efecto, como era imposi­ble apartar a todos del robo, el legislador encontró un pro­cedimiento a través del cual pudiera recuperarse todo lo ro­bado mediante la entrega de un pequeño rescate.

[3] Entre los egipcios los sacerdotes toman a una sola esposa. pero los demás a cuantas cada uno quiera. Los hijos engendrados los crían de forma obligada con vistas a incre­mentar la población, en la idea de que ésta contribuye en máximo grado a la felic idad del país y de las ciudades. No consideran a ninguno de los nacidos bastardo, ni en el caso de que nazca de una madre esclava; [4] pues entienden. en general, que el padre solo causa el nacimiento, y que la madre únicamente proporciona alimento y lugar a la cría, y así llaman masculinos a los árboles que dan fruto y femeni­nos a los que no lo dan. de manera contraria a los griegos.

l5] Alimentan a Jos hijos con un método fácil que com­porta poco gasto y resulta completamente increíble. Les

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dan. en efecto, alimentos cocidos de productos baratos y asequibles. como troncos de papiro asados en !as brasas, así como las raíces y la caña de plantas que crecen en los pantanos. ya sean crudas, cocidas o asadas. [6] Como la mayoría de las criaturas van descalzas y desnudas por el buen clima del país. los padres, hasta que llega el niño a la pubertad. gastan en total no más de veinte dracmas. Éstas son las principales razones por las que Egipto sobresale por su abundancia de población, y por esto tiene un vasto nú­mero de grandes monumentos.

81. Los sacerdotes enseñan a sus hijos dos escrituras: la llamada sagrada y otra cuyo aprendizaje es más generaF8

Además cultivan bastante la geometría. [2] En efecto, como el río cambia cada año la configuración de los terrenos de una manera diferente, provoca entre los vecinos variadas disputas relativas a las lindes, y éstas no son fáciles de re­solver con exactitud si no es por medio de un geómetra que busque la verdad a partir de su experiencia. [3] La aritméti­ca les sirve para sus asuntos diarios, para los principios de la geometría y. además de esto, ayuda no poco a los que se dedican a la astrología. [4] Pues, más que en cualquier otro lugar, entre los egipcios son objeto de cuidada observación la disposición de los astros y sus movimientos, de los que guardan anotaciones detalladas desde hace una cantidad in­creíble de años. pues se mantiene entre ellos celosamente el interés por estos asuntos desde tiempos antiguos. Han observado con inusitado celo los movimientos de los pla­netas, así como sus orbitas y estaciones y también de qué

" Tanto Diodoro como Heródoto no distinguen la escritura jeroglífica de ia hierática.

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bienes o males es causa l::t int1uencia de cada astru para el nacimiento ele los seres vivos. [5 ¡ Muchas veces predicen a los hombres con éxito lo que va a acontecerles dmante su vida. v en no pocas ocasione~: señalan de antemano la des­trucciÓn de la~ cosechas o. por el contrario, su abundancia, así como las epidemias que sobrevendrán a hombres y ga­nado: además. como resultado de una larga observación, conocen con antelación los terremotos. las inundaciones. las apariciones de cometas y todo lo que a la mayoría pare­ce imposible de conocer previamente. fó] Dicen que los caldeas de Babilonia, que son emigrantes de Egipto, tenían fama en la astrología por haberla aprendido de los sacerdo­tes eg1pcio~79

[7] El restu del pueblo egipcio aprende desde su infan­cia de sus oadres o ele parientes la ocupación que corres­ponde a cada modo de. vida. como hemos descrito antes. pero las letras las enseñan superficialmente. y no a todos. sino especialmente a los artesanos. No es costumbre entre dios aprender la lucha y la música. pues entienden que a partir de los ejercicios diarios en la lucha los jóvenes no van a adquirir salud, sino una fuer;:a de poca duración y muy peligrosa; y a la música la consideran no sólo inútil. sino también perniciosa, en !a idea de que afemina los espí­ritus de los que la oyen.

82. Para prevenir las enfermedades cuidan su cuerpo con lavativas. ayunos y eméticos. en algunos casos diaria­mente, en otros cada tres o cuatro días80 . [2] E11 efecto, di· cen que una vez digerido el alimento el exceso es residuo,

7')Cf. n 29,i.

Cf. Heródoto ll 77.

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a partir del cual se producen las enfennedades ; y así este tratamiento. como elimina las causas de la enfermedad, en mayor medida procura la salud. [3] Durante las expedicio­nes mililares y sus viajes por el país son atendidos todos sin dar particularmente pago alguno; pues los médicos reci­ben sus honorarios del fondo público. Los cuidados se lle­van a cabo de acuerdo con una ley esc rita, redactada por muchos y muy famosos médicos antiguos, y si, pese a se­gu ir las leyes leídas en el libro sagrado , no pueden salvar al enfemto, se les deja ir libres de toda acusación. pero si ha­cen algo más allá de lo escrito, son condenados a la pena de muerte . pues considera el legislador que pocos podrían superar un tratamiento observado desde muchos años y dis­puesto por los mejores facultativos81 .

83. Con respecto a los animales consagrados en Egipto, a muchos les parece con razón un hecho extraño y digno de ser investigado~2 . En efecto. sienten los egipcios una ex­traordinaria veneración por ciertos animales, tanto vivos como una vez muertos , así los gatos. los icneumones, los

" Cf. Aristóteles. Política III 1 O 1286a 12-14. 82 La zoolatría es sin duda el rasgo rnás característico y escandaloso de la religión egipc ia para d mundo grecorromano y. por tanto, aquel que más atrae el interés de los autores. Heródoto 11 65-7(, y Plutarco. De ls., 71-76 nos ofrecen, junto con los capítulos que siguen de Diodoro. los desarro llos más significativos del problema (para el abundante material , cf. K.A.D. SMELIJK-E. A. HEMELSIJK, «Who kno ws not what monsters Egypt worship? Opini ons on Egyptian animal worship in Antiquity as part or the Ancient Conception of Egypt». ANRW 17.4( 1984) 1852-2000). Sobre los orígenes y naturaleza dd .-ulto a los an imales en el antiguo Egipto véase L LOYD 2. pp.29 1-96. con bibli ngrafía. La explicación de Diodoro de tan extraiio fe·· nómeno seguirá, como era de esperar. ei criterio de la utilidad y el benefi­cio como razón y causa de los honores divinos.

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perros. los halcones y los llamados entre ellos ib1s ; a éstos se añaden los lobos. los cocodrilos y otros muchos por el esti ­lo, acerca de cuyos cultos intentaremos dar las causas. una vez que hayamos hablado previamente un poco sobre e llos.

[2] En primer lugar, a cada especie de animales que re­ciben culto hay consagrada una tierra. que produce ganan­cias suficientes para su cuidado y alimentación. Además. los egipcios hacen votos en honor de algunos dioses por los hijos que se han salvado de alguna enfermedad: se cortan el cabello, los pesan en oro o plata y entregan el dinero a los que cuidan de los mencionados animales. [3] Éstos cor­tan la carne para los halcones , los llaman a grandes voces y se la arroj an al vuelo hasta que la toman; a los gatos y los icneumones les parten panes en leche y se la ofrecen lla­mándolos con un silbido. o bien les trocean peces del Nilo y se los sirven crudos. De la misma manera. procuran la comida conveniente a cada una de las demás especies de animales. [4J Y los servicios que exige este culto no sólo no Jos declinan ni sienten vergüenza de aparecer ante la gen te , sino que, por el contrario, se vanag lorian , convencidos de que están realizando las mayores honras a los dioses, y con di stintivos especiales pasean por las ciudades y el país. Y como se conoce desde lej os de qué animales están al cargo. reciben la reverencia y la honra de los que les salen al en­cuentro.

[5) Cuando muere alguno de los animales mencionados, después de envolverlo en una tún ica de lino y golpearse el pecho entre lamentos, lo llevan para ser embalsamado. Después, una vez ha sido tratado con aceite de cedro y con los productos que pueden producir buen olor y una larga conservación del cuerpo, los sepultan en tumbas sagradas.

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[6] Quien mata deliberadamente a uno de estos animales es condenado a muerte, pero si alguien mata a un gato o a un ibis. tanto si lo hace deliberadamente como si no. es condenado a muerte. pues la multitud se congrega y trata cruelmente al culpable. y esto a ve~.'es sin juicio alguno. [7] Por miedo a esto. los que ven muerto a alguno de estos animales. se apartan lejos y gritan entre lamentos, dando pruebas de que lo han encontrado ya muerto. [8] Hasta tal punto está arraigado en el ánimo de la multin1d el temor supersticioso hacia estos animales y se encuentra firme en todo el mundo el sentimiento de veneración hacia ellos. que en el tiempo en que e! rey Ptolomeo todavía no había sido llamado «amigo» por los romanos, y el pueblo ponía todo su interés en agasajar a los viajeros de Italia, cuidando no dar ningún motivo de querella o guen·a, cuando un ro­mano mató a un gato. corrió la multitud en masa a la casa del culpable. y ni los oficiales enviados por el rey para su protecCión ni el miedo general a Roma tuvo fuerza para li­brar al hombre del castigo. aunque lo había hecho involun­tariamente. ['JI Y esto no lo relatamos nosotros de oídas. si­no por habc:rlo visto en nuestro vir~e a Egipto''.

84. Pero si a muchos pueden parecer increíbles las co­sas dichas y parecidas a cuentos. mucho más extrañas pare­cerán las que relataremos a continuación. Pues dicen que una vez, agobiados los egipcios por el hambre. muchos de

'' Dado que el gato era venerado especialmente en \~ciudad de Bubastis (e f. mpm c.27.4 y XVI 49-51; hoy Te\\ Basta: cr. Estrabón. XVII 1.27). Jonde. corno ya nos infmma Heródoto ¡II 67.1: véase tb. 1165¡. eran ent<> n'D.dcs est(b animalc:~~. Bt:RTO:\ (p.39) concluye que Diodoro v·isitó esta ciudad. Ei reconocimiento oficial de Ptnlorneo Xll por el senado romano se techa en el ar1o 59 a.C.

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ellos a causa de la escasez se comieron unos a otros, pero nadie en absoluto fue acusado de consumir animales sagra­dos. [2] Más aún. en la casa en la que se encuentra un perro muerto, se afeitan todos los que la habitan el cuerpo entero y se lamentan: y. más admirable todavía, si en la casa don­de expiró uno de los animales hay vino, pan o algunas de las cosas necesarias para la vida, en absoluto se permitirán consumirlas. [3] Si se encuentran en campaña en tierra ex­tranjera, rescatan a los gatos y a los halcones y se los lle­van a Egipto, y esto lo hacen algunas veces incluso fallán­doles provisiones para el viaje.

[4] Lo que respecta a Apis de Menfiss~ y Mnevis ele He­liópolis, así como al macho cabrío de Mendes85 , al cocodri­lo del lago Meris, al león alimentado en la ciudad de Leon­tópolis86 y muchos otros casos tales. fácilmente podría relatarse, pero es difícil que sea creído el que lo cuenta por los que no lo han visto. [5] Estos animales son alimentados en recintos sagrados, y los cuidan muchos hombres ilustres con los más costosos alimentos: cuecen en leche la flor de la harina o el grano, cocinan golosinas de todas clases con mieL y cuecen o asan came de ganso y se la ofrecen sin falta: para los camívoros cazan multitud de aves y se las sirven y, en general, tienen un gran cuidado de que el ali­mento sea costoso. [61 Sin cesar los bañan en agua caliente,

"-1 YOGEL omite aquí el adjetivo poikflon. que en este contexto se podría traducir por «moteado,, mantenido sin embargo por VERC:IÉRE-BERTRAC

por referencia a 85.1. 8

' Te\l el-Ruba. Asociado desde el período dmástico al culto dei camero: cf. Heródoto II 166: Estrabón XVIí 1.19; Piinio V JO.

"Hoy Te\! d-Muqdam: el. Estrabón XVf! 1.19 y PliniG. Nfl V JO.

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los ungen con los mejores ungüentos y queman aromas de todo tipo: les proporcionan lechos lujosísimos y de un adorno conveniente, y ponen el mayor esmero en sus apa­reamientos según naturaleza: alimentan junto con cada uno de estos animales las más hermosas hembras de su misma especie. a las que llaman «concubinas>>. y las cuidan con el mayor gasto y atención. 171 Si muere algún animal se la­mentan igual que los que se han visto privados de sus pro­pios hijos y los entierran. no de acuerdo con sus propias posibilidades económicas, sino que sobrepasan con mucho el valor de su propia fortuna. [8] Por ejemplo, tras la muerte de Alejandro, cuando Ptolomeo el de Lago acababa de to­mar posesión de Egipto. ocurrió que en Menfis murió de vejez el buey Apis; y el que lo tenía a su cuidado gastó en su entierro el total de la suma que tenía dispuesta para este menester. que ya era considerable, y además recibió en préstamo de Ptolomeo cincuenta talentos de plata. En nues­tros días algunos de los que cuidan estos animales han lle­gado a gastar en su entierro no menos de cien talentos87 .

85. Hay que añadir a lo ya dicho lo que queda por con­tar acerca de las ceremonias que rodean al buey sagrado llamado Apis. Una vez que. tras su muerte, es enterrado con todo esplendor, buscan los sacerdotes a él consagrados un novillo con marcas en el cuerpo semejantes a las del an­tecesor88 [2] Cuando ha sido encontrado, la multitud cesa

MURRA Y (p.l43) extrae de esta noticia un indicio para la datación de la obra de Hecateo en el 320 a.C. BL'RTO'i tp.244 n.3) acepta la fecha. pero no sigue a MlJRt;AY en sus conclusiones sobre Hecateo.

Para ias marcas de Apis. cf. Heródoto lli 28; Estrabón XVII 1.31 y Pli­ruo. NH VIII 71

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en su llanto y los sacerdotes que tienen su cuidado condu­cen al novillo en primer lugar a Nilópolis8'', donde lo ali­mentan durante cuarenta días; después, tras hacerlo subir a una embarcación con una cámara de oro, lo bajan por ei río como un dios hasta Menfis. al recinto sagrado de Hefesto. [3 J En los mencionados cuarenta días sólo lo ven mujeres que se colocan ante él y le muestran sus genitales levantán­dose el vestido, pero todo el resto del tiempo está prohibi­do que éstas se presenten ante el dios. [5] La causa del culto a este buey algunos la dan diciendo que, tras la muerte de Osiris, su alma se reencamó en éste. y por ello continúa hasta hoy en sus manifestaciones reencarnándose en sus sucesores. (6] Otros, sin embargo, dicen que a la muerte de Osiris a manos de Tifón, Isis, una vez que hubo reunido sus partes. las depositó en un buey (boüs) de madera envuelto en una fina tela de lino y que por esto también la ciudad de Busiris es así Ilamada90 . Muchas otras historias cuentan so­bre Apis, acerca de las cuales sería largo relatar los deta­lles.

86. Lo admirable e increíble del comportamiento de los egipcios con los animales sagrados provoca bastante per­plejidad en los que intentan darle explicación. l2l Por una parte, sus sacerdotes tienen una doctrina acerca de esto que no puede ser revelada, cosa que ya vimos antes en sus rela­tos acerca de los dioses, pero la mayoría de los egipcios

" La identificación de esta localidad. no mencionada por las fuentes clási­cas hasta Ptolomeo (IV 5.26), es muy increrta; cf. BuRTUN. p.246. Estéfano de Bizancio (s.v. «Neilos») menciona a Hccateo de Mileto como fuente para una ciudad de este nombre (FGrHi.\1 1 F 3191. 90 Abu Sir en el centro del Delta; cf. Heródoto 59; Estrabón XVII 1.19; Plutarco, DeIs. 21 ; Plinio, NH V 1 O.

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dan las tres causas siguientes, entre las cuales la primera es completamente fabulosa y característica de la simplicidad antigua. l-'1 Así dicen que los primeros dioses. al ser pocos y dominados por la multitud e iniquidad de los hombres nacidos de la tierra. adoptaron la forma de algunos anima­les, y por este medio escaparon de la crueldad y violencia de aquéllos; y que más tarde, tras hacerse con el dominio de todo el universo, en agradecimiento a los que al princi­pio hicieron posible su salvación, consagraron las especies a las cuales se habían asemejado, y encargaron a los hom­bres alimentarlos costosamente en vida y enterrarlos una vez muertos 91 •

[41 Como segunda causa dicen que antiguamente los egipcios. derrotados en muchos combates por los pueblos vecinos a causa del desorden de sus fuerzas. tuvieron la ocurrencia de llevar estandartes delante de los batallones. [5 J Es así que ios jefes construyeron entonces imáge!Jes de los animales que ahma se veneran. y los llevaban fijos so­bre jabalinas. de modo que todo el mundo podía conocer su lugar en la formación. Como quiera que el buen orden pro­p;rcionado por este medio contribuía mucho a la nctoria. creyeron que fueron los animales la causa de su salva­ción; consecuentemente los hombres, en agradecimien­to, establecieron como costumbre no matar a ninguno de los animales cuya imagen había sido representada y asig­narles como objetos de culto el cuidado y la honra ya des­critos.

9' Diodoro da una vcr~lón egipcia de un mito de posible origen próxinlo­

miental: cf. Apolodoro I 6.3: Nicandro. Teríacas 81: Pi marco. DeIs. 72: Ovidio, Afetal!l(JJjósis 5.31 q ss.

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87. La tercera causa que aportan al tema en cuestión es la utilidad que cada uno de los animales rinde en beneficio de la comunidad y de los hombres. [21 Por ejemplo. la vaca pare bueyes labradores y ara la tierra ligera, la oveja pare dos veces y con su lana procura abrigo y cubrimiento deco­roso. mientras que con la leche y el queso ofrece agradable y abundante alimento. El peno es útil para la caza y es buen guardián. por lo que al dios que entre ellos se llama Anubis lo representan con cabeza de perro, queriendo mos­trar que era guardia personal de Osiris e Isis. [31 Algunos. no obstante, dicen que los perros sirvieron ele guía a Is1s cuando buscaba a Osiris, que apartaban a las fieras y a los que le salían al paso, y que además la ayudaron en su bús­queda, aullando debido a su buena disposición hacia ella. Por esto en las fiestas de Isis marchan al frente de la proce­sión los pen·os, queriendo significar los que implantaron este culto el antiguo favor del animal.

[4] El gato es útil contra los áspides. de mordedura mor­tal, y otros reptiles mordedores, mientras que el icneumón observa las puestas de los cocodrilos y destruye los huevos que han dejado. y esto lo hace concienzuda y celosamente. sin obtener beneficio. [51 Si no ocumera esto. por la multi­tud de las fieras que nacen. el río resultaría imposible de vadear. Los cocodrilos mismos son muertos también por el mencionado animal de una manera curiosa completamente increíble: pues los icneumones se revuelven en el barro, y mientras éstos due1men en tierra firme con la boca abierta, saltan por la boca al interior del cuerpo; después. devoran rapidamente el vientre y salen fuera sin peligro. pero matan al instante a las víctimas.

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[61 De las aves, el ibis es útil contra las se rpientes , las langostas y las orugas, y el halcón contra los escorpiones, la víbora CC\rnuda y los pequeños animales de mordedura peligrosa que hacen gran estrago entre los hombres. Algu­nos. sin embargo, dicen que este animal es venerado por­que los a di vinos predicen el futuro a los egipcios sirvién­dose de los halcones como aves de augurio. (7] Otros dicen que en los tiempos antiguos un halcón llevó a los sacerdo­tes de Tebas un libro atado con un hilo púrpura en el que estaban escritos los cultos y las honras a los dioses. Por es­to también los escribas sagrados llevan un hilo púrpura y un ala de halcón sobre la cabeza. Los tebanos honran al águila por parecerles un animal regio y digno de Zeus.

88. Deifi caron al macho cabrío, igual que también entre los griegos dicen que se honra a Príapo, por sus partes ge­nitales ; pues este animal es el más inclinado a los encuen­tros sexuales. y es venerada convenientemente la parte del cuerpo causa del engendrarrli ento, como si fuera el princi­pio de la naturaleza animal. [21 En general el miembro mas­culino. no sólo los egipcios , sino también no pocos de los demás pueblos lo han consagrado en ritos iniciáticos como causa del engendramiento de los seres vivos. Así los sacerdo­tes en Egipto, que han recibido su dignidad sacerdotal como herencia paterna, son iniciados en primer lugar en los miste­rios de este dios. [3] Dicen también que tanto panes corno sátiros son venerados por esto entre los hombres; y que tam­bién por esta razón la mayoría consagra sus imágenes en los templos con el miembro erecto y aspecto de macho ca­btío, pues este animal es, según la tradición , el más dispuesto a los encuentros sexuales. Es así que aquéllos, por medio de esta representación. dan gracias por su propia fertilidad.

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[4] A los toros sagrados, me refiero a Api s y a Mnevis , se les honra de manera semejante a los dioses por ser Osi­ris quien implantó este culto, tanto por su utilidad en la agricultura como por el hecho de que gracias al trabajo de éstos la fama de los que descubrieron los frutos ha podido transmitirse a las generaciones siguientes para siempre. Por otra parte , los bueyes rojos está perrrlitido sacrificarlos, por parecerles que son semejantes en el color a Tifón, el que conspiró contra Osiris y recibió el castigo de manos de Isis por el asesinato de su marido. [5] También se dice que los hombres que tienen el mismo color que Tifón eran antigua­mente sacrificados por los reyes ante el sepulcro de Osiris . En consecuencia, se encuentran pocos egipcios pelirrojos, y la mayoría son extranjeros. Por esto también ha tomado fuerza entre los griegos el mito que habla de la matanza de extranjeros a manos de Busiris, aunque no era el rey quien se llamaba Busiris, sino que en lengua egipcia ésta era la denominación que se daba al sepulcro de Osiris92.

[6] Los lobos. di cen, son venerados por su natural pare­cido con los perros. porque están poco diferenciadas sus especies y pueden engendrar apareándose entre ellos. [7] Dan también los egipcios otra causa de carácter más le­gendario acerca del culto a este animal. Dicen que antigua­mente , cuando Isis en compañía de su h.ijo Horus iba a combatir contra Tifón. Osiris se presentó desde el Hades para ayudar a su hijo y a su mujer en fom1a de lobo; por consiguiente, una vez muerto Tifón, los vencedores im-

n Sobre los sacri fi cios humanos de los hombres «tifonios» hab la Plutarco. De /s. 73. quien c ita a Manetón; cf. J .G . GRIFFITHS. «Human Sacritices in Egypt: the Class ical Evidence». ASAE 48( 1948)409-423

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plantaron el cu lto a este animal. con cuya aparición vino a seguir la victoria. Sin embargo. algunos dicen que , una vez que marcharon en campaña los etíopes contra Egipto. se reunió un gran número de manadas de lobos y expulsaron de la tierra a los invasores más aniba de la ciudad llamada Elefantina. Por esto también aquel nomo fue llamado Lico­polita y los animales mencionados obtuvieron veneraciónY3

89. Nos resta hablar sobre la deificación de los cocodri­los, con respecto a la cual muchos no acaban de entender cómo, si devoran hombres, fue legislado honrar a estos ani­males como dioses, siendo de naturaleza tan terrible. [2] Pues bien. dicen que la fortificación del país no sólo la produce el río sino también , y en mucha mayor medida. los cocodrilos que hay en éL gracias a éstos los piratas de Ara­bia y Libia no se atreven a pasar el Nilo a nado por temor al gran número de estas fieras; y esto jamás habría podido se r si hubieran sido combatidos los animales y extermina­dos totalmente por los pescadores. 131 Se cuenta también otro relato acerca de estos animales. Dicen algunos que uno de los antiguos reyes, el ll amado Menas. perseguido por sus propios perros ll egó en su huida al lago Meris; des­pués sorprendentemente fue tomado a lomos por un coco­drilo y fue llevado a la orilla: y en agradecimiento al ani­mal por esta salvación fundó una ciudad junto al lago y la llamó CrocodilópolisY4 Decretó también que los habitantes

9-' L1cópolis. en el yac imientu wnocido hoy por Asyur. así ll amada por su

culto local al dios lobo Wepwawet. era la capital del nomo XTII del Alto Egipto. Este e; el único nomo citado por Diodoro.

'" Hoy Medinet el-Fayum. El cu lto al cocodrilo es efectivamente muy im­portan te en la zona: cf. Estrabón XV IT 1.38.

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honraran como dioses a estos animales y les consagró el la­go para su alimento. Allí también se construyó un sepulcro y, sobre él. una pirámide de cuatro lados; constru yó tam­bién el laberinto. admirado por muchos.

[41 Cosas semejantes dicen también sobre los demás animales, acerca de los cuales sería largo escribir ios deta­lles .. Que han adquirido estas costumbres por el beneficio que aporran a la vida es clam para todos a partir del hecho de que algunos no comen muchos de los comestibles que allí se dan95 . Por ejemplo, unos no aprueban las lentejas en absoluto, otros las habas. algunos el queso o las cebollas o cualquier otro alimento. pese a tener abundanc ia de ellos en Egipto , y hacen ver así que hay que aprender a prescin­dir también de lo útiL y que si comieran todos de todo nin­gún producto sería suficiente. [51 Sin embargo, también dan otras causas y dicen que durante el reinado de los antiguos reyes, como se revolvía muchas veces el pueblo y se aliaba contra sus señores, alguno de los reyes , que sobresalía en inteligencia. dividió el país en muchas partes y decretó a cada una de e!las que sus habitantes honraran algún animal o que no probaran algún alimento. con la intención de que, al venerar cada uno sólo lo que se honraba entre ellos y despreciar lo consagrado entre otros. nunca pudieran po­nerse de acuerdo todos !os egipcios. [61 Esto· es claro , según dicen , a partir de los resultados; pues todos los que habitan

9·' Diodoro racionali za los tabúel alimentarios en ei sentido moral. mien­tras en las demás fuentes tienen un va lor más bien religioso y se apli can sobre todo a la cm.ta sacerdota l: cf. Heródoto Il 37; Plu tarco, De ls. 5 v 8; CuesTiones COIII'il'a ies, VIII 8.2; Pl inio. NH xvrn \1 8: Quer~mún F JO van de r Horst (=oPorfirio, Sohre la abTinencia IV 6-8).

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tierras vecinas están en diferencias entre ellos, irritados por sus transgresiones de las costumbres mencionadas96.

90. Sin embargo, otros dan la siguiente causa de la con­sagración de los animales97

. Cuando se reunieron al co­mienzo los hombres y se apartaron de la bestialidad, al princi­pio se comían entre ellos y luchaban. dominando siempre el más poderoso al más débil. Pero después la conveniencia enseñó a los más débiles a unirse poniéndose como enseña uno de los que más tarde serían los animales sagrados. Cuando se congregaban los amedrentados bajo esra enseña, resultaba un grupo no despreciable para los que lo ataca­ban. 121 Como los demás hicieran lo mismo, la multitud quedó separada en grupos y el animal que fue para cada uno la causa de su seguridad recibió honras iguales a los dioses , convencidos de que había brindado el mayor servi­cio. Es por esto por lo que hasta los tiempos actuales los pueblos de Egipto. cada uno por su lado. honran los anima­les por ellos consagrados en un principio. En general dicen que los egipcios son agradecidos a cualquier beneficio por encima de los demás hombres, considerando que en la vida es de gran ayuda el pago de los favores a los benefactores, pues es evidente que todos se inclinan a hacer el bien sobre todo a aq uellos que ven que mejor van a guardar gratitud. [31 Por estas mismas causas consideran bueno Jos egipcios mclmarse ante sus propios reyes y honrarlos como si en verdad fueran dioses, tanto por creer que no sin cierta pro-

90 Sobre esta versión pol ítica del origen del culto a Jos animales véase Plu­

tarco. De ls. 72. 97

La pn:semaci6n del hombre que hace Diodoro en este pasaje concuerda bastante con el cuadro de Jos orígenes de la sociedad pintado en ¡ 8.

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videncia divina han obtenido éstos el poder absoluto como por considerar que tienen pa1te de la naturaleza divina Jos que quieren y pueden hacer el mayor bien.

[4) Acerca de los animales sagrados, si bien es cierto que nos hemos extendido. no obstante hemos considerado que constituyen lo más sorprendente de las costumbres egipcias.

91. Con todo no quedaría uno menos admirado de los extraños usos si se informara de sus costumbres funerarias. En efecto, cuando alguien muere entre ellos, todos sus pa­rientes y amigos se untan de barro la cabeza y recorren la ciudad lamentándose hasta que el cadáver recibe sepultura. No toman baños ni vino ni otro alimento digno de men­ción. ni llevan trajes vistosos.

[2] Existen tres clases de entierro. el costoso, el normal y el humilde. Dicen que en el primero se gasta un talento de plata , en el segundo veinte minas y en el último dicen que el gasto es minimo. [3] En cuanto a los que tratan los cadáveres, son artesanos que han recibido este saber por tradición familiar. Éstos presentan una lista de cada uno de Jos gastos para la sepultura a los familiares de los difuntos y preguntan qué tratamiento quieren para el cuerpo. [4] Y tras ponerse de acuerdo acerca de todos los detalles, tornan al muerto y lo entregan a Jos que están al cargo del cuidado habitual. En primer lugar el llamado «escriba», una vez de­positado el cadáver en el suelo , delimita en el costado iz­quierdo lo que hay que cortar. Después el llamado «corta­don> corta con una piedra de Etiopía la carne como lo manda la ley, y huye al punto a la carrera mientras los pre­sentes lo persiguen, le arrojan piedras e incluso lo maldi­cen, como si hicieran caer la abominación sobre él: entienden.

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en efecto, que es odioso todo aquel que trata violentamente el cuerpo de alguien de su misma raza o que lo hiere o. en generaL quien lleva a cabo algún tipo de maldad.

[5] Los llamados «embalsamadores,Y< son considerados dignos ele todo respeto y consideración; acompañan a los sacerdotes y entran en el templo sin restricciones. como si ya estuvieran purificados. Una vez que se han reunido para el tratamiento del cuerpo con las incisiones ya hechas, uno de ellos introduce la mano a través del corte del cadáver hasta el pecho y le extrae todo excepto los riñones y el co­razón; otro limpia cada una de las vísceras lavándolas con vino de palma y aromas. [61 En conjunto dan al cadáver un cuidado escrupuloso durante más de treinta días, primero con aceite de cedro y otros productos. después con mirra, canela y productos que pueden aportar no sólo una conser­vación prolongada, sino también buen olor. Después del tratamiento lo devuelven a los parientes del muerto conser­vada cada parte del cuerpo de tal manera que permanecen incluso los pelos en las pestañas y las cejas. y, en conjunto, la apariencia del cuerpo se mantiene inalterada, y se puede reconocer su figura. 171 Por esta razón muchos egipcios guardan en lujosas estancias los cuerpos de sus antepasa­dos. y ven cara a cara a los que han muerto generaciones antes de que ellos nacieran. De esta manera la visión de la talla de cada uno, las proporciones de su cuerpo así como los rasgos de su rostro, proporcionan un goce sorprendente

9' El relato de los embalsamadores egipcios complementa el de Heródoto

TI 80. Un comentario detallado con valoración de la descripción diodorea. en BURTOt'-:. pp.261-7.

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como si aquéllos hubieran vivido con quienes los contem­plan.

92. Cuando el cuerpo está dispuesto para su enterra­miento. los parientes anuncian con antelación el día del fu­neral a los jueces y a los parientes y amigos del difunto, y afirman, diciendo el nombre del finado, que «Va a cruzar el lago». [2] Después. una vez que se presentan los jueces en número de cuarenta y dos y toman asiento en un hemiciclo junto al lago, es atTastrada a la orilla la baris99, que ha sido preparada previamente por los que están al cuidado de es­to, y que está a cargo de un barquero llamado en la lengua egipcia «carón». [3J Por esta razón ellos dicen que antigua­mente Orfeo, tras arribar a Egipto y presenciar esta cos­tumbre. inventó sus relatos miticos acerca del Hades, imi­tando unos e inventando él mismo otros por su cuenta. [4J Pero acerca de esto escribiremos detalladamente un po­co después. Pues bien. una vez arrastrada la baris al lago, la ley permite a todo el mundo presentar acusaciones, y en­tonces, si alguien se adelanta y lo acusa, demostrando que ha vivido malvadamente, los jueces dan a conocer a todos su decisión, y el cuerpo se ve privado del funeral tradicio­nal; pero si parece que el acusador lo hace injustamente, viene a caer en grandes castigos. [5] Cuando ningún acusa­dor comparece o, tras presentarse, es ccmvicto de acusar en falso, los parientes cesan en su llanto y elogian al difunto. Nada dicen, como los griegos, acerca de su linaje, pues en­tienden que en Egipto todos son igualmente nobles, sino

99 Cf. Heródoto II 96. Para el nombre chárnn no hay ninguna evidencia de la exactitud de Diodoro al respecto.

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que , tras hacer un repaso a su crianza y formaci ón desde la infancia , destacan su piedad y justicia una vez llegado a hombre, así como su continencia y demás virtudes , y piden a los dioses de abajo que lo reciban entre los justos. La multitud asiente y exalta el buen nombre del muerto como el ele quien va a vivir la eternidad en el Hades en compañía de los justos . [6] Los que tienen sepulturas particulares de­positan el cuerpo en la cripta asignada, pero los que no. construyen un nuevo aposento en su casa y colocan el sar­cófago apoyado en la más firme de las paredes. A los que se han vi sto privados de sepultura por las acusaciones o por la hipoteca de un préstamo. los dejan en su propia casa. A éstos más tarde. los hijos de sus hijos , si prosperan y consi­guen alguna vez liberarlos de las deudas o de las acusacio­nes . los honran con una lujosa sepultura.

93. Se distingue como lo más sagrado entre los egipcios el parecer que se honra más a los padres y antepasados una vez que han sido llevados a la morada eterna. Es costumbre también entre ellos el entregar los cuerpos de los padres di­funtos como fianza de un préstamo; y a los que no pagan la deuda les sigue la vergüenza más grande y la privación de sepultura a su muerte . [21 Y se podría admirar con razón a quienes di spusieron esto, porque se esforzaron por incul­car, en la medida de lo posible, la virtud y la diligencia de costumbres a los hombres no sólo a partir de las relaciones entre los vivos, sino también del enterramjento de los di­funtos y su cuidado. [3] Los griegos, por su parte, han con­fi ado estas creencias, esto es, el premio de los justos y el castigo de Jos malvados. a relatos inventados y a leyendas desacreditadas. En consecuencia, no sólo no tienen fuerza para incitar a los hombres a la vida más virtuosa, sino que

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por el contrario son ridiculizados por los malvados y objeto de gran desprecio. [4] Por el contrario, entre los egipcios, al no ser el castigo a los malvados y el premio a los virtuosos algo legendario sino visible diariamente , unos y otros re­cuerdan lo que les va a corresponder a cada uno, y de este modo resuita la más grande y beneficiosa corrección de las costumbres . Hay que consjderar. creo yo. las mejores leyes no aquéllas de las que resulta que Jos hombres se enrique­cen más. sino aquéllas a partir de las cuales llegan a ser más moderados y sociables en su carácter.

94. Debemos hablar también acerca de los legisladores egipcios que implantaron tan inusitadas y e xtrañas leyes. Después del asentamiento de la vida en Egipto en tiempos primitivos, que, según Jos antiguos relatos, tuvo lugar en la época de los dioses y los héroes, dicen que M neves,. hom­bre no sólo magnárumo, sino también el de mayor mteh­gencia política de Jos que se recuerda. fue el primero en persuadir a la multitud de servirse de leyes escntas. Preten­día que Hermes se las había entregado asegurándole que iban a ser causa de grandes bienes: del mismo modo, di ­cen, hizo Minos en Creta y. entre los Lacedemonios. Licur­go, el uno diciendo que las había rec ibido de Zeus y el otro de Apolo. [2] También en muchos otros pueblos se cuenta que se ha dado este género de ardid, y que fue la causa de muchos bienes para Jos que Jo creyeron. Así, entre los aria­nos cuentan que Zatrausta hacía creer que el Espíritu Be­nigno le dictaba las leyes; entre los llamados getas , que tie­nen por inmortal a Zalmoxis 100• se cuenta igualmente que

HXl Sobre Zalmoxis. quien según la tradición era escl avo de Pitágoras, véa­se Heródoto IV 94-96 y Estrabón VU 3.5.

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fue Hestia Común: entre los judíos, que fue su dios llama­do Yaó el que las dio a Moisés, ya sea que juzgaron admi­rable y divina completamente una idea que puede benefi­ciar a todos los hombres. ya sea que entendieron que la multitud sería más dócil ante la superioridad y el poder de los que se contaba que habían descubierto las leyes.

13 J Un segundo legislador dicen los egipcios que fue ,Sa­siquis1 01, hombre que se distinguía por su inteligencia. Este añadió a las leyes ya existentes otras diferentes y reguló en detalle el culto divino. Fue también descubridor de la geo­metría, la observación de los astros y enseñó su registro a los nativos. l4J En tercer lugar dicen que el rey Sesóosis no sólo llevó a cabo las más ilustres campañas militares de en­tre los egipcios, sino que también dictó las leyes que afec­tan a la clase guerrera y puso en orden !o que tiene que ver con las expediciones militares. f51 Dicen que el cuarto le­gislador fue el rey Bócoris, individuo sabio que se distin­guió por su astucia. Éste dispuso todas las leyes que con­ciernen a la realeza y precisó las cuestiones acerca de los contratos. Fue además tan acertado en los asuntos judicia­les que muchas sentencias dictadas por él han sido recorda·· das por su excelencia hasta nuestros días. Dicen. por otra parte, que fue de constitución corporal muy débiL pero en cuanto a su carácter el más avaricioso de todos.

95. Después de éste dicen que se ocupó de las leyes el rey Amasis, el cual, cuentan. dispuso minuciosamente los

101 No mencionado por D10doro en la historia egipcia, pero puede tratarse del Asiquis de Heródoto ll 136. Para su posible identificación en la hi sto­ria dinástica. cf. BGRTO>J, p.273.

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asuntos relativos a los nomarcas y la administración gene­ral de Egipto. Cuenta la tradición que fue de una inteligen­cia extraordinaria, con un carácter benigno y justo, razón por la que los egipcios le otorgaron el poder, aunque no era de estirpe real. [21 Dicen también que los Eleos 102 , cuando estaban ocupados en los Juegos Olímpicos, enviaron emba­jadores ante él para preguntarle cómo podrían resultar és­tos lo más justos posible , y él contestó que si no competía ningún eleo. [31 Y aunque Polícrates, tirano de Samos. tenía acordado un tratado de amistad con él , como se comportara con los ciudadanos y extranjeros que llegaban a Samos de una manera violenta, primero, cuentan, le envió embajado­res y lo exhortó a una mayor moderación; pero como él no hacía caso de sus palabras, le escribió una carta poniendo fin a la amistad y a las relaciones de hospitalidad con él; pues no quería entristecerse, decía, en breve tiempo, pues sabía bien que estaba cerca la desgracia para aquél que de tal manera detentaba una tiranía. Dicen que fue admirado por los griegos por su equidad y por lo rápido que acaeció a Polícrates lo dicho.

[41 Se dice que en sexto lugar Darío, el padre de Jerjes . se encargó de las leyes en Egipto: pues aborrecía la iniqui­dad con que su predecesor. Cambises, trató los santuarios egipcios, y aspiró a una vida justa y piadosa. [SI Convivió con los sacerdotes de Egipto y tomó contacto con la teolo­gía y los hechos registrados en sus libros sagrados; y tras observar en éstos la magnanimidad de los antiguos reyes y su benevolencia hacia el pueblo. imitó su modo de vida. y por esto alcanzó un presti gio tan grande que los egipcios le

10: Heródoto (IJ 160) atribuye esta anécdota al faraón Psamis, hijo de N eco.

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dieron en vida, a él sólo entre todos los reyes, el título de dws , Y una vez muerto recibió honras iguales a la de los re­yes que antiguamente gobernaron Egipto con tanta justicia.

[6] Así pues, la legislación común, dicen, fue completa­da por los mencionados hombres, y adquirió una fama que se extendió entre las demás naciones. Sin embargo en tiempos posteriores, dicen, muchas de las costumb~e~ de virtud reconocida fueron alteradas cuando los macedonios dominaron y destruyeron la monarquía de los nativos.

96. Una vez que hemos examinado estos temas , debe­mos decir cuántos de los que en Grecia fueron famosos por su mtehgenc1a y formación arribaron a Egipto en Jos tiem­pos an~i~guos para tomar contacto con sus costumbres y educacwn. (2] En efecto, los sacerdotes de los egipcios cuentan a partir de sus registros conservados que llegaron a ellos antiguamente Orfeo, Museo, Melampo y Dédalo, el poeta Homero y el espartano Licurgo; después Solón el ateniense y Platón el filósofo. y vino también Pitágoras de Samas y el matemático Eudoxo. Más tarde, Demócrito de Abdera y Enópides de Quíos. [3] Como indicios de su visita muestran estatuas de unos y, de otros, lugares o edificios con sus mismos nombres 103 Y también ofrecen pruebas a partir del saber al que cada uno aspiraba, argumentando que fue llevado de Egipto todo aq uello por lo que fueron admirados entre los griegos. . 141 C?rf~o, por ejemplo, trajo de Egipto la mayoría de los

ntos InJCtallcos, las celebraciones orgiásticas que acompa-

10-' T d ,-. d ~ 1 o. m la se po 1a ver a casa en que estu vieron Platón y Eudoxo durante ~.u VISita a Egipto . Las e statuas de po~tas y filósofos se levantaban en el Sarapewn de Mcnf1s; e t . Estrabón XVIT 1 ,29.

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ñan su peregrinaje y sus hi storias sobre el Hades. [5] Pues el rito de Osiris es el mismo que el de Dioniso, y el de Isis es muy parecido al de Deméter, cambiando sólo los nom­bres. Los castigos de los impíos en el Hades, los prados de los justos y las ticciones que cree la muchedumbre las aña­dió a imitación de lo que ocurría en los funerales egipcios. [6] Así, por ejemplo, Hermes Psicopompo, según la antigua tradición egipcia, conducía el cuerpo de Apis hasta el lugar en que lo entregaba a uno que llevaba la máscara de Cerbe­ro. Dado que Orfeo había enseñado esto entre los griegos, Homero, siguiendo a éste, escribió en su poema:

<< Hermes Cilenio hacía salir las almas de los pretendientes, y tenía el bastón entre las manos» 1cl4 .

Y después, más abajo, de nuevo dice:

<<DeJaron atrás las comentes del Océano y la piedra Léucada, y las puenas del Sol, y el pueblo de los sueños dejaron atrás. Enseguida llegaron al prado de ios asfódelos donde habitan las almas, sombras de los muerto S>> 105

.

[7] Llama al río «Océano» porque los egipcios en su lengua le dicen Océano al Nilo, y «Puertas del Sol>> a la ciudad de Heliópolis , y da el nombre de «pradO>>, la mora­da mitológica de los muertos, al lugar junto al lago que se llama Aquerusia , que está cerca de Menfis. pues hay alre­dedor los más hermosos prados de marismas, loto y cañas. Consecuentemente, se dice que los muertos habitan en es­tos lugares, porque la mayoría de los sepulcros de Egipto y los más grandes están allí; los muertos son transportados

104 Odisea XXIV 1-3.

\11; !bidem. 11-14.

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por el río y el lago Aquerusia. y depositados en las tumbas que allí hay.

[8J Por otra parte, están de acuerdo también las demás narraciones mitológicas griegas sobre el Hades con lo que todavía hoy se puede ver en Egipto: el llamar al barco que transporta los cuerpos «baris». y el pagar el precio del pa­saje al barquero, que se llama en la lengua nativa <<carón». 19] Dicen que hay cerca de estos lugares un templo a Héca­te «de las tinieblas>>, y las <<puertas» del Cocito y del Leteo. cerradas con cerrojos de bronce. Hay también otras puer­tas, las de la Verdad, y cerca de éstas se levanta una estatua sin cabeza de la Justicia.

97. Muchas otras cosas relatadas en la mitología s<~

mantienen entre los egipcios , conservando todavía su~nom­bre y su vigencia en la práctica. [2] Así, en la ciudad de Acanto, más allá del Nilo en la orilla libia, a ciento veinte estadios de Menfis, hay una tinaja agujereada a la que dia­riamente trescientos sesenta sacerdotes llevan agua del Ni­lo. [3) Y el mito que habla de Ocno se puede ver repre­sentado no lejos de allí de manera parecida en una fiesta : trenza un hombre solo al cabo de una larga cuerda, mien­tras que por detrás otros deslían lo trenzado. (4] Dicen tam­bién que Melampo 1116 trasladó de Egipto los ritos que entre los griegos están consagrados a Dioniso, y los mitos refe­rentes a Crono, la Titanomaquía y. en general, la historia de lo que aconteció a los dioses. [51 Dicen. por otra parte. que Dédalo imitó el trazado del laberinto, que todavía hoy se conserva, construido, según algunos dicen . por Mendes. o

lOo Melampo désempcña aquí la misma función que en I 23 Orfeo. con quien comparte buen número de características. Cf. Hérodoto II 49.

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bien, como dicen otros, por el rey Marro. muchos años an­tes del reinado de Minos. [6] El estilo de las estatuas anti­guas en Egipto es el mismo que el de las construidas por Dédalo entre los griegos. El más hermoso propíleo del tem­plo de Hefesto en Menfis lo constmyó Dédalo, y por la ad­miración que despertó consiguió una estatua de madera JUn to al mencionado templo . trabajada con sus propias ma­nos. Pero más tarde , por su buen ingenio. fue considerado digno de una gran fama y por haber descubierto muchas cosas obtuvo honores semejantes a los dioses. En efecto, en una de ias islas que hay frente a Menfis todavía existe hoy en día un templo de Dédalo venerado por los nativos.

[7) De la presencia de Homero presentan muchos indi­cios, pero en especial el remedio que dio Helena a Teléma­co en el palacio de Menelao, que pwduce el olvido de los males pasados"''- Es evidente que el poeta tuvo exacto co­nocimiento del remedio de la nepenta, el cuaL dice. lo to­mó Helena de la Tebas egipcia de manos de Polidamna, la esposa de Ton. Y todav ía ahora dicen que las mujeres de esta ciudad se sirven de este potente fármaco. y que anti­guamente sólo entre las mujeres de Dióspoli s se descubrió un remedio para la ira y la tri steza; admiten que Tebas y Dióspolis son la misma ciudad. [8] Afrodita es llamada << dorada»108 entre los nativos de Egipto a partir de una anti­gua tradición. y existe una llanura llamada <<de Afrodita Dorada» cerca de la ciudad llamada Momenfis , y los mitos que hablan de los encuentros amorosos de Zeus y Hera y

'''' Cf. Odisea IV 220-4. 108 La << dorada Afrod1ta». Ésta es la fonna en la que se desi!!na más fre-cuentemente a la diosa en los poemas homéricos. ~

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de sus viajes a Etiopía los trajo aquél de allí109 • En efecto, entre los egipcios cada año el santuario de Zeus es llevado a través del río hacía Libia, y después de algunos días re­gresa de nuevo, como sí el dios llegara de Etiopía; y en cuanto a los encuentros amomsos de estos dos dioses, es porque en las fiestas son llevados los santuarios de ambos a un monte cubierto de flores de todo tipo por los sacerdotes.

98. También dicen que Licurgo, Platón y Salón incluye­ron en sus propias legislaciones muchas de las costumbres egipcias. [2] Pitágoras aprendió de los egipcios su teología. los fundamentos de la geometría y lo que respecta a los nú­meros, así como la creencia en la transmigración de las al­mas en cualquier animal. [3] Creen también que Demócrito pasó entre ellos cinco años y aprendió muchas cosas acerca de la astrología, y que igualmente Enópides pasó un tiempo con los sacerdotes y los astrólogos para aprender muchas cosas, en especial que la órbita solar tiene un trazado obli­cuo, y que su sentido es contrario al de los demás astros. [4] De manera semejante también Eudoxo, tras aprender la ciencia de Jos astros entre ellos y divulgar entre los griegos muchas cosas útiles. adquirió una fama considerable.

[5] Dicen que los más celebrados de Jos antiguos escul­tores pasaron un tiempo entre ellos, así Telecles y Teodoro, hijos de Reco, quienes construyeron para los samios la es­tatua de madera de Apolo Pitio. [6] Se cuenta que la mitad de la estatua fue hecha en Samos por Telecles, y que la otra parte fue terminada en Éfeso por su hermano Teodoro; al juntar ambas partes ajustaban de tal manera que parecía

1"9 Cf. 1/íada XIV 292-351. Para los banquetes en Etiopía. cf. 1/íada I 423-

4; XIV 205-7; Odisea I 22-5.

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que toda la obra había sido llevada a cabo por uno solo. Es­te tipo de trabajo no se practica en absoluto entre los grie­gos. pero es el procedimiento habitual entre los egipcios 1 10•

[7] En efecto. para ellos el criterio de proporción para las estatuas no deriva de la apariencia visual, como entre los griegos. sino que una vez que los bloques de piedra han si­do depositados, divididos y preparados, siguen a partir de ahí únicamente la proporción, de las partes pequeñas a las grandes: [8] dividen el tamaño de todo el cuerpo en veintiu­na partes a las que añaden un cuarto, y consiguen así dar simetría de conjunto a toda la estatua. Por esta razón, cuan­do se ponen de acuerdo entre ellos los artesanos acerca del tamaño, se separan y realizan su trabajo con unas dimen­siones que concuerdan de tal manera entre sí que causa im­presión la peculiaridad de su método de trabajo. [9] La esta­tua de madera de Samos, de acuerdo con el ingenioso método de los egipcios. está dividida en dos por la mitad de la cabeza a las partes pudendas, siendo cada una de sus partes igual a la otra por todos lados. Además dicen que su parecido con las estatuas de Egipto es casi completo. pues tiene las manos extendidas y las piernas en posición de andar.

[10] Sobre lo que se cuenta de Egipto digno de mención es suficiente con lo ya dicho. Nosotros, por nuestra parte, de acuerdo con la propuesta hecha al comienzo del libro, trataremos los hechos y mitos que van a continuación en el libro siguiente, tomando como comienzo los hechos lleva­dos a cabo por los asirios en Asia.

110 Los problemas de esta explicación del canon egipcio han provocado amplias discusiones entre los expertos: cf BURTON, pp.287-290; ÜLDFA­THER en la nota al pasaje. pp.336-340

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