diplomado en inteligencia emocional - dhi.mx de profundizacion miii-3.1.pdf · diplomado en...

36
DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.1 ÍNDICE CONOCERSE MEJOR A UNO MISMO DANN, J. (2004) APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN 2000. CONÓCETE A TI MISMO GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.). MÉXICO: HERDER LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN. ¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES? BACH, E. Y DARDER, P. (2002) SEDÚCEDE PARA SEDUCIR. ESPAÑA: PAIDÓS AUTOCONOCIMIENTO TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO .

Upload: ngonga

Post on 30-Oct-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL

LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.1

ÍNDICE

CONOCERSE MEJOR A UNO MISMO

DANN, J. (2004) APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

ESPAÑA: GESTIÓN 2000.

CONÓCETE A TI MISMO

GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.).

MÉXICO: HERDER

LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO

WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.

ESPAÑA: GESTIÓN.

¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES?

BACH, E. Y DARDER, P. (2002) SEDÚCEDE PARA SEDUCIR. ESPAÑA: PAIDÓS

AUTOCONOCIMIENTO

TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

ESPAÑA: OCÉANO

.

CONOCERSE MEJOR A UNO MISMO

DANN, J. (2004) APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA

EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN 2000. (PÁGINAS 26 A 38)

¿Qué es conocerse a uno mismo?

Los sabios dijeron: «el mundo está justo aquí; todo lo que tenemos que hacer es

vaciar nuestras mentes y abrirnos para recibirlo». Piense, por un momento, que

tiene la mente preocupada con el «ajetreo» de su vida. Toda una vida que hacer y

que lograr. ¿Vive en el presente? ¿Qué conocimiento tiene de su propia persona?

Se pueden establecer, posiblemente, tres niveles de conocimiento:

Conocimiento del mundo exterior: lo que ve, oye, huele, prueba y toca.

Conocimiento del mundo interior: sensaciones físicas, como dolor de

cuello, puntos de presión al sentarse, la sensación en la piel de la ropa, y

las emociones que le surgen en su vida cotidiana.

Conocimiento de la actividad fantástica: todas las actividades del sistema

límbico y cerebral más allá del «aquí y el ahora». Cosas que siente, piensa

o que llega a emular o simular, pero que en realidad, no forman parte del

presente.

Puede ser que se imagine a sí mismo como una persona fuerte y en profunda

armonía con sus sentimientos, consciente de las emociones de los demás y hábil en

el trato social. O, en cambio, puede sentir que está viviendo un guión escrito por otra

persona y que no controla los resultados de su vida diaria.

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.

Si no se conoce muy bien, el principal resultado es que no conoce las diferencias

entre realidad (lo que pasó o está pasando realmente) y fantasía (interpretación de

lo que sucedió, su resultado o proyección preferido de lo que podría ocurrir en el

futuro). La mayoría de personas «sueñan despiertas» sobre situaciones que les

gustaría que pasaran o reciclan hechos pasados e inventan resultados alternativos.

Mayer & Salovey, pronunciaron el siguiente discurso de la Conferencia sobre IE

de Chicago, en septiembre de 1999: “Es muy importante entender que la IE no es lo

opuesto a la inteligencia, no es el triunfo de la mente sobre el corazón; es la

intersección única de ambos. La inteligencia emocional combina emoción e

inteligencia. Para este fin, emoción y pensamiento trabajan conjuntamente: la

emoción ayuda al pensamiento y éste puede usarse para analizar las emociones. La

IE es, entonces, la capacidad de usar las emociones para ayudar a resolver

problemas y vivir una vida más eficaz. Las emociones nos proporcionan información

que si la ignoramos puede causar problemas serios. Si somos conscientes de

nuestras emociones, si actuamos sobre nuestras emociones de forma racional,

entonces tendremos todas las de ganar”.

La importancia de las emociones

Antes de que se puedan percibir los beneficios de tener un CE alto, los cimientos

de la IE son conocer la importancia de las emociones, tanto en los negocios como

en la vida personal.

La importancia de las emociones:

Nuestro cuerpo se comunica con nosotros y las otras personas para

indicarnos lo que necesitamos.

Cuanto mejor es nuestra comunicación, mejor nos sentimos.

Las emociones nos ayudan a establecer nuestros límites.

Tienen el potencial de conectarnos.

Pueden servirnos de brújula interna moral y ética.

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.

Son esenciales para tomar buenas decisiones.

Aumentar el conocimiento de uno mismo

Tómese unos minutos para pensar en situaciones en que haya demostrado

conocerse muy bien a sí mismo y otros en que haya mostrado un conocimiento más

limitado. Le recomiendo que los escriba.

El impacto de aumentar el autoconocimiento

Conocerse a uno mismo significa saber lo que se piensa y se siente en el

presente. Si se desarrolla la IE, empezando con un incremento del

auto-conocimiento; ¿qué efecto se tendría:

En casa?

En su vida?

En el trabajo?

Algunos ejemplos comunes de un autoconocimiento elevado serían:

Tomar conciencia de su estilo de conducta actual y del impacto que tiene

sobre los otros.

Enterarse de que se siente incómodo con una persona, a pesar de que no

sabe necesariamente por qué.

Repetir un patrón de conducta de poca ayuda; ser consciente de que está

empezando a descender por un camino decadente y no es capaz de

detenerse.

La curva de aprendizaje desde conocerse a sí mismo hasta la adaptación social,

nos dice que:

Para conocerse a sí mismo tiene que ser emocionalmente culto. El paso

siguiente es ser capaz de diferenciar y clasificar adecuadamente las

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.

emociones individuales. Luego, debe ser cada vez más capaz de

autodominarse, a pesar de las emociones provocadas por una situación.

Después, aprenda a incrementar sus elecciones de conducta en situaciones

concretas. Esto le permitirá conocer mejor a las otras personas, sus

detonantes y las heridas emocionales y sus conductas improductivas.

Finalmente, como ha elegido progresar, se vuelve hábil socialmente gracias

al uso de su propio conocimiento, autodominio y conocimiento de los demás.

Es posible que escoja seguir adelante adquiriendo conocimientos sobre

culturas y costumbres diferentes. Un objetivo puede ser controlar su reacción

frente a choques inesperados de los estándares morales, éticos y

socioculturales.

Cuando se conoce bien a sí mismo y se vuelve emocionalmente culto, es capaz

de distinguir emociones causadas de forma inesperada por algún acontecimiento.

Esto puede ayudarle a tomar conciencia de sus límites personales (lo que puede

aguantar y lo que no puede resistir). Entonces, necesita decidir qué hacer con esta

percepción para cuidar sus necesidades emocionales.

Las emociones pueden servirnos de brújula interna moral y ética, moverla

adecuadamente puede ayudarnos a resolver problemas. En algunas ocasiones,

utilizar opciones puramente analíticas a través del uso de ponderaciones racionales

tampoco nos sirve de nada. Necesitamos tanto la información racional como la

irracional.

Las emociones son esenciales a la hora de tomar buenas decisiones; las

empresas están empezando a aceptar que los instintos y reacciones viscerales

tienen un lugar cuando se trata de tomar decisiones empresariales importantes. De

un modo similar, en nuestras vidas privadas, si hay que seleccionar una opción de

estilo de vida, el equilibrio debería incluir la satisfacción de necesidades emociones

inconclusas.

Elabore una lista de las veces en que no se ha encontrado en plena forma y no ha

actuado tal y como le habría gustado en términos de autoconocimiento. Considérela

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J. como una lista de cosas que ha elegido completar para erradicar sus propias dudas.

Podría suceder que escribiera puntos con los que no se sintiera seguro debido a

temas como:

Relaciones.

Ideas equivocadas.

Presuposiciones no comprobadas sobre personas o hechos.

Problemas.

Competencias de autoconocimiento

Mi propia opinión sobre en qué consiste conocerse a uno mismo se resume

en el cuadro siguiente.

Competencias de autoconocimiento

Conocimiento de los sentimientos: reconocer las emociones propias y sus

efectos. Las personas con esta competencia:

Saben qué emociones sienten, pueden indicar el porqué y clasificarlas

Perciben el lazo entre emoción y acción (vínculos entre sus sentimientos y

lo que piensan, hacen y dicen)

Reconocen cómo sus sentimientos afectan sus acciones, la calidad de la

experiencia en el trabajo y en sus relaciones

Tienen un conocimiento orientativo de sus valores y objetivos

Percepción personal: conocer los puntos fuertes esenciales de uno mismo y las

flaquezas. Las personas con esta competencia:

□ Son conscientes de sus virtudes, debilidades y límites emocionales en

sus relaciones

□ Son reflexivas, comprenden la importancia de aprender a partir de las

experiencias

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.

□ Están abiertas a reacciones sinceras, a nuevas perspectivas, a un

aprendizaje continuo y a un autodesarrollo

□ Son objetivas sobre las reacciones de las otras personas y son capaces

de generar estilos positivos por sí mismos de forma adecuada

□ Son capaces de mostrar un sentido del humor y una perspectiva sobre sí

mismas.

Seguridad en uno mismo: estar seguro de la importancia de uno mismo y de sus

capacidades. Las personas con esta competencia:

Se presentan a sí mismas con seguridad, tienen «aplomo» con calidez

Pueden celebrar la diversidad en equipos, expresar opiniones que son

impopulares y ponerse en una situación arriesgada a favor de lo que es

correcto

Son decididas, capaces de realizar juicios sólidos usando información

emocional y cognitiva a pesar de incertidumbres y presiones

Suelen reconocer que confían en sí mismas

Nos sentimos fuertes cuando nuestra comunicación es congruente y está

alineada internamente. En cambio, cuando la comunicación se rompe, nos

preocupamos y somos incapaces de concentrarnos en otras cosas.

Ejercicio: competencias de autoconocimiento

Anote las respuestas a las preguntas siguientes:

¿Qué competencias de autoconocimiento posee?

¿Por qué?

¿Qué piensa sobre estas competencias?

¿Cómo las pondría en práctica y las desarrollaría:

o ¿En casa?

o ¿En la vida?

APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.

o ¿En el trabajo?

Ejercicio

Considere una vida consistente en vivir el «aquí y el ahora», experimentando

emociones distintas, siendo capaz de clasificarlas y de conocer de dónde provienen.

¿Le da miedo? ¿Cómo sería su vida?

CONÓCETE A TI MISMO

GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.). MÉXICO: VERGARA

(PÁGINAS 67 A 70)

CONÓCETE A TI MISMO

Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso samurai desafió en una

ocasión a un maestro zen a que explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el

monje respondió con desdén: "No eres más que un patán. ¡No puedo perder el

tiempo con individuos como tú!".

Herido en lo más profundo de su ser, el samurai se dejó llevar por la ira,

desenvainó su espada y gritó: "Podría matarte por tu impertinencia".

"Eso", repuso el monje con calma, "es el infierno."

Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro señalaba con

respecto a la furia que lo dominaba, el samurai se serenó, envainó la espada y se

inclinó, agradeciendo al monje la lección.

"Y eso", añadió el monje, "es el cielo."

El súbito despertar del samurai a su propia agitación ilustra la diferencia

crucial que existe entre quedar atrapado en un sentimiento y tomar conciencia de

que uno es arrastrado por él. La frase de Sócrates "Conócete a ti mismo"

confirma esta piedra angular de la inteligencia emocional: la conciencia de los

propios sentimientos en el momento en que se experimentan.

A primera vista podría parecer que nuestros sentimientos son evidentes; una

reflexión más cuidadosa nos recuerda épocas en las que hemos sido demasiado

inconscientes de lo que sentíamos realmente con respecto a algo, o

despertábamos tarde a esos sentimientos. Los psicólogos utilizan el

término metacognición, un término bastante denso, para referirse a una

conciencia del proceso de pensamiento, y metahumor para referirse a la

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D. conciencia de las propias emociones. Yo prefiero la expresión conciencia de uno

mismo (self-awareness), en el sentido de una atención progresiva a los propios

estados internos. En esta conciencia autorreflexiva la mente observa e investiga

la experiencia misma, incluidas las emociones.

Esta conciencia de uno mismo parecería exigir una neocorteza activa, sobre

todo en las zonas del lenguaje, adaptada para identificar y nombrar las

emociones que surgen. La conciencia de uno mismo no es una atención

exaltada por las emociones, que reacciona excesivamente y amplifica lo que se

percibe. Se trata, en todo caso, de una forma neutra que conserva la

autorreflexión incluso en medio de emociones turbulentas.

La autoobservación permite una conciencia ecuánime de sentimientos

apasionados o turbulentos. Como mínimo, se manifiesta simplemente como un

leve retroceso de la experiencia, una corriente de conciencia paralela que es

"meta": suspendida por encima o a un costado de la corriente principal,

consciente de lo que está ocurriendo en lugar de quedar inmersa y perdida en la

misma. Es la diferencia que existe, por ejemplo, entre sentir una rabia asesina

con respecto a alguien y elaborar el pensamiento autorreflexivo "Esto que siento

es rabia", incluso mientras uno está furioso. En términos de la mecánica nerviosa

de la conciencia, este sutil cambio en la actividad mental supuestamente señala

que los circuitos neocorticales están controlando activamente la emoción, un

primer paso para alcanzar cierto control. Esta conciencia de las emociones es la

competencia emocional fundamental sobre la que se construyen las demás,

como el autocontrol emocional.

En resumen, conciencia de uno mismo significa ser "consciente de nuestro

humor y también de nuestras ideas sobre ese humor", según palabras de John

Mayer, psicólogo de la Universidad de New Hampshire que, junto a Peter

Salovey, es quien formuló la teoría de la inteligencia emocional. La conciencia de

uno mismo puede ser una atención a estados más internos que no provoque

reacción ni juicio. Pero Mayer considera que esta sensibilidad puede ser también

menos ecuánime; los pensamientos típicos que indican una conciencia

emocional de uno mismo son entre otros: "No debería sentirme así", "Estoy

pensando cosas buenas para alegrarme" y, en el caso de una conciencia de uno

mismo más restringida, el fugaz pensamiento "No pienses en eso", en respuesta

a algo muy perturbador.

Aunque existe una distinción lógica entre ser consciente de los sentimientos y

actuar para cambiarlos, Mayer considera que a todos los efectos prácticos

ambas cosas suelen estar unidas: reconocer un humor desagradable es sentir el

deseo de superarlo. Este reconocimiento, sin embargo, se distingue de los

esfuerzos que hacemos para no actuar movidos por un impulso emocional.

Cuando decimos "¡Basta!" a un niño cuya rabia lo ha llevado a golpear a un

compañero, seguramente interrumpimos los golpes, pero la rabia sigue

encendida. Los pensamientos del niño aún están fijos en el disparador de la ira

—"¡Pero él me quitó mi juguete!"—, y la ira continúa viva. La conciencia de uno

mismo posee un efecto más poderoso sobre los sentimientos intensos y de

aversión: la comprensión de que "Esto que siento es rabia" ofrece un mayor

grado de libertad; no sólo la posibilidad de no actuar sobre ellos, sino la posibili-

dad añadida de tratar de librarse de ellos.

Mayer opina que la gente suele adoptar estilos característicos para

responder y enfrentarse a sus emociones:

Consciente de sí mismo. Conscientes de sus humores en el momento en que

los tienen, estas personas poseen, comprensiblemente, cierta sofisticación

con respecto a su vida emocional. Su claridad con respecto a las emociones

puede reforzar otros rasgos de su personalidad: son independientes y están

seguras de sus propios límites, poseen una buena salud psicológica y suelen

tener una visión positiva de la vida. Cuando se ponen de mal humor, no

reflexionan ni se obsesionan al respecto, y son capaces de superarlo

enseguida. En resumen, su cuidado los ayuda a manejar sus emociones.

Sumergido. Se trata de personas que a menudo se sienten empantanadas en

sus emociones e incapaces de librarse de ellas, como si el humor las

dominara. Son volubles y no muy conscientes de sus sentimientos, por lo que

quedan perdidas en ellos en lugar de tener cierta perspectiva. En

consecuencia, hacen poco por tratar de librarse del mal humor, y sienten que

no controlan su vida emocional. A menudo se sienten abrumadas y

emocionalmente descontroladas.

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.

Aceptador. Si bien estas personas suelen ser claras con respecto a lo que

sienten, también tienen tendencia a aceptar sus humores, y no tratan de

cambiarlos. Al parecer existen dos ramas en el tipo aceptador: los que suelen

estar de buen humor y tienen pocos motivos para cambiarlo, y las personas

que, a pesar de la claridad que tienen con respecto a su talante, son

susceptibles con respecto al mal humor pero lo aceptan con una actitud

de laissez-faire, sin hacer nada para cambiarlo a pesar de las perturbaciones

que provoca; esta pauta se encuentra entre personas depresivas que están

resignadas a su desesperación.

LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO

WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA

EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN.

(PÁGINAS 66 A 76)

LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO A menudo se dice que un autoconocimiento aumentado y la persecución de la

felicidad humana están intrínsecamente vinculados; uno sigue al otro. Ciertamente

es duro sentirse satisfecho con su vida si está confuso sobre quién y qué es.

¿Pero cuántos de nosotros tenemos el entendimiento adecuado de nuestros

propios sentimientos e impulsos y somos capaces de utilizar ese conocimiento para

tomar las decisiones importantes que afectan a nuestras vidas, y regular y dar

forma a nuestro comportamiento? La experiencia sugiere que a menudo tenemos

percepciones falsas y poco realistas sobre nosotros mismos. En los dos extremos,

tanto nos menospreciamos, como nos contemplamos demasiado. Sin embargo,

aunque el pensamiento pudiera ser admitirlo, trabajar exactamente sobre quién es

usted no es simplemente una cuestión de pensamiento. Cuando se trata de

ponderar planes o tomar decisiones o embarcarse en cursos de acción, quién es

usted es definido tanto como cualquier cosa por la fortaleza de sus sentimientos

internos. Por lo tanto, aunque el impulso pudiera ser querer tener éxito en otros

campos, se debe preguntar qué está pasando, no sólo en su cabeza, sino también

en sus emociones. ¿Qué estamos tratando de probarnos a nosotros mismos y a los

demás? Es de sabiduría popular decir que usted debería pegarse a lo que hace

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

mejor -«hay que perseverar». Necesitamos tener cuidado, por tanto, de que,

reconociendo su importancia, no dejemos que nuestras emociones desvíen

nuestros juicios.

Aspectos del autoconocimiento

Dividimos la conciencia de uno mismo en seis aspectos clave, estos son:

• Respétese a usted mismo.

• Sea positivo.

• Sea honesto consigo mismo.

• Dé un descanso a la lógica y a la racionalidad.

• Escuche a los demás.

Respétese a usted mismo

• Comprenda su impacto en otras personas.

Este aspecto del autoconocimiento trata sobre reconocer y respetar sus propios

sentimientos internos, y al hacerlo tener cuidado de usted mismo. Carl Rogers, un

psicólogo de EE. UU., lo dijo de forma más precisa. Al escribir sobre las lecciones

que él había aprendido de su propia vida, dijo que había llegado a aceptar sus

sentimientos internos e impulsos «como una parte enriquecedora de mí mismo».

Entonces dijo: «No espero actuar sobre todos ellos, pero cuando los acepto, puedo

ser más real: mi comportamiento, por tanto, será más apropiado a la situación

inmediata.» En otras palabras, aceptar en lugar de negar nuestros sentimientos

más íntimos, no sólo aumenta nuestras experiencias de vida, sino que mejora la

forma en que nos comportamos.

Tómese algún tiempo para reflexionar sobre los sentimientos internos e

impulsos, los cuales tienen la capacidad de ser una «parte enriquecedora» de

usted. ¿Cuáles acepta y cuáles niega? ¿Sobre cuáles actúa y cuáles reprime?

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

Por tanto, nuestro consejo sería ejercitar su derecho de perseguir el «número

uno» atendiendo a sus propios sentimientos e impulsos, incluso si eso significa

pasar menos tiempo preocupándose sobre las necesidades emocionales de las

otras personas. Todo esto suena como si le estuviéramos urgiendo a ser egoísta -a

ser desprovisto de empatía-, pero esto no es lo que queremos decir. Ser

auténticamente egoísta significaría concentrarse solamente en sus propias

necesidades emocionales ignorando los sentimientos de los demás. Lo que

estamos diciendo es que es importante conseguir el equilibrio entre celebrar su

propia humanidad aceptando sus sentimientos internos y respetando aquellos de

los demás. Desde el punto de vista de la IE, preocuparse continuamente sobre

cómo se siente otra gente es tan insano como obsesionarse con su propio estado

emocional.

Sea positivo

Por tanto, conseguir el equilibrio correcto es la meta que debería fijarse usted

mismo -un estado que pudiera resultar estando «cómodo con usted mismo»-. Pero

estar cómodo con las emociones no significa necesariamente que usted haya

conseguido la perfección, ya que el equilibrio es correcto y no hay espacio para

mejoras. Lo que podría realmente estar diciendo es: «Sé quién y qué soy y lo

acepto», lo que podría ser interpretado como: «No necesito cambiar». Si es este el

caso, el peligro es que, al engañarse a uno mismo, usted está estancándose en

términos de su IE y al hacerlo se está perdiendo una oportunidad de crecer y

desarrollarse como individuo.

¿El vaso está medio lleno o medio vacío? Usted está siendo positivo si lo ve

medio lleno todo el tiempo. Una inclinación hacia la negatividad es emocionalmente

inútil y finalmente socava toda la personalidad. Ser completamente consciente de

uno mismo es estar abierto a las posibilidades, y usted no puede estar

completamente abierto a las posibilidades si la mayor parte del tiempo su mente ya

está cerrada.

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

Suponga que alguien dice que sabe que son «unos miserables esto y aquello».

¿Dará crédito a una persona con tal conciencia de sí misma? Posiblemente podría,

pero si lo hace, debería reconocer que lo que realmente está haciendo esa persona

es cerrándose lo máximo posible. Es como si la persona estuviera diciendo

realmente: «Sé que tengo mis limitaciones, pero me gusta así» -lo cual, por

supuesto, es la prerrogativa de esa persona. No se puede negar que tal persona es

consciente de sí misma, pero sólo respecto a una parte limitada de ella. Sólo

probando cosas, usted aprende a definir y luego refinar sus gustos y preferencias

-y al hacer esto explora su propio potencial humano-. Negarse incluso a probar le

hace menos persona; alguien que no está realmente seguro de en lo que es capaz

de convertirse. ¿Cuántos de nosotros estamos preparados para forzarnos al límite

para descubrir lo que realmente podemos hacer? Sin embargo, para ser positivo

usted debe ser consciente de sí mismo, tener confianza en sus propias

capacidades, pero no hasta el punto de un optimismo sin sentido.

Piense en la gente negativa que conoce. El tipo de gente que empieza las

frases con «Es difícil» o «No vale la pena». ¿Qué le molesta de ellos? ¿Han tratado

de solucionar las cosas cuando dicen «No», de modo que puede estar seguro de

que esté basado en el auto-conocimiento? ¿O es que convierten las cosas en una

forma general de salida del miedo a lo desconocido? Suponga que expresan sus

sentimientos negativos de una forma divertida (como lo hacen a menudo). ¿Hace

esto que se sientan mejor sobre ellos mismos? ¿Le hace sentirse mejor a usted

hacia ellos?

Finalmente, recuerde que ser prejuicioso -abierta o encubiertamente- es otro

signo seguro de negatividad. Esto es debido a que el prejuicio trata sobre hacer

juicios o formarse opiniones, sin considerar toda la información relevante y los

temas que surgen de ella. La tendencia resultante y la hostilidad no pensada

excluyen muchas posibilidades constructivas que podrían, de otra forma, abrirse a

usted. Esto es debido a que los prejuicios cierran su mente cristalizando los

sentimientos negativos sin someterlos a un riguroso examen de sus causas

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

subyacentes y un examen más de cerca de sus consecuencias para nosotros y

para los demás.

Sea honesto consigo mismo

Esto trata sobre ser auténtico, haciendo cosas para mantener quién es

realmente para poder decirse a usted mismo «Ese soy yo realmente». Por

supuesto, trabajar esto no es una cosa fácil de hacer, porque no estamos

acostumbrados a preguntar «¿Quién soy yo?». Uno de nosotros tuvo un cum-

pleaños recientemente y se preguntaba cómo celebrarlo; una gran fiesta o no. Por

tanto, habló con amigos que dijeron: «Una gran fiesta, tú no eres así en absoluto.»

Entonces lo discutió con la familia y dijeron: «¿Por qué no? Lo pasarás bien.» Así

que celebró la fiesta y la disfrutó.

Tómese su tiempo para preguntarse: ¿Quién es el verdadero yo? ¿Qué me

define? ¿Cuándo estoy siendo honesto conmigo mismo y cuándo no?

Probablemente necesitará tomarse su tiempo con este ejercicio porque las

respuestas no saldrán rápidamente, pero creemos que encontrará que es

gratificante e instructivo.

Sólo porque participó en una fiesta no le convierte de la noche a la mañana de

ser un introvertido a un extrovertido; existe mucho más para ser honesto consigo

mismo que eso. Lo que tiene que trabajar es lo que le va y lo que no la mayoría del

tiempo. Por supuesto, «déjese llevar», pero cuando llega a un punto real -cuando

usted siente que se está comportando de forma que se aleja de su verdadero yo-

entonces llega el momento de decir «es suficiente».

Ser honesto consigo mismo, por tanto, trata sobre ser realista -conociendo las

fortalezas y limitaciones de sus sentimientos y actuando de acuerdo con ellos-. A

este respecto, la primera cosa que hay que entender es que ser honesto consigo

mismo no le reduce; al contrario, perfila su percepción del rango de opciones

abiertas a usted para que tenga menos decepciones y más éxitos en su vida. Si

usted sabe que no disfruta trabajando con otra gente, trate de encontrar algo más

en lo que tenga una oportunidad de hacer más cosas por su cuenta. Si usted sabe

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

que el trabajo voluntario no es para usted, aléjese de ello y busque otra salida para

sus energías que le dé mayor satisfacción. Si siempre ha tenido ganas de hacerlo,

corra una maratón de todas formas, pero si es usted un corredor divertido,

asegúrese de pasarlo algo bien.

Dé un descanso a la lógica y a la racionalidad

Este aspecto del autoconocimiento está netamente resumido por el título de una

canción de David Byrne: «Deje de hacer cosas con sentido». Puesto de forma

simple, el consejo aquí es que sea más receptivo a lo que le están diciendo sus

emociones -tomarse sus «instintos» seriamente-. Para hacer esto tiene que estar

preparado para desterrar al tirano cerebro y rendirse a sus intuiciones, sensaciones

y al juego de su imaginación.

La canción, por tanto, sirve para advertirnos contra permitir que la racionalidad

enmarque nuestras vidas, incluso cuando nuestras emociones tratan de expulsarla.

Por muy ineptos que podamos ser, se ha colocado una gran carpa en nuestra

sociedad bajo el poder del pensamiento racional. Como resultado, la parte creativa

y juguetona de la mayoría de nosotros está poco utilizada y poco nutrida. La

mayoría de la gente ha aprendido a suprimir su intuición y está condicionada a

apoyarse solamente en las partes lógicas y racionales de su mente. La intuición,

por cierto, significa el poder o facultad de conseguir el conocimiento directo o

cognición, sin un pensamiento racional e inferencia; en otras palabras, tener un

pensamiento sin saber cómo ese pensamiento llegó a nuestra cabeza.

Por tanto, cuando la gente dice «estar en contacto con uno mismo», lo que nos

está diciendo es que conectemos con las partes intuitivas y creativas de nuestras

mentes. Por supuesto, estar en contacto con uno mismo tiene mucho que ver con

descubrir quién es usted y ser honesto consigo mismo. El cómo esté en contacto

con usted mismo es una cosa muy individual.

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

Escuche a los demás

Aquí la línea del argumento es que cerrando sus oídos a los demás, usted está,

en efecto, restringiendo seriamente la posibilidad de reflexionar sobre sus propios

sentimientos, pensamientos y comportamiento. Cuanto más absorto esté, menos

conciencia de usted mismo tendrá; pierde el equilibrio del que hablamos

anteriormente. La gente que no escucha piensa que sabe más -«A la mente le

gusta la cama siempre hecha», en la frase de William Carlos Williams-. La gente

que piensa que sabe más está rechazando reflexionar sobre su propio

comportamiento, excepto quizá para confirmar que sigue sabiendo más todavía.

Comprenda su impacto en los demás

Pero mejorar en el componente del autoconocimiento de la IE demanda más

que escuchar; debe evitar emitir juicios o sacar conclusiones prematuramente, o

responder de forma defensiva a lo que se ha dicho. Cuanto más falle en evitar esas

reacciones, más frustrado, agitado y enfadado (y menos autocontrolado) se

volverá. Quizás esto es el por qué algunas personas cesan de escuchar. Pero no

es la respuesta; usted tiene que escuchar activa y abiertamente para tratar de dar

sentido a lo que ha oído.

Comprender su impacto en los demás es un aspecto crucial del

autoconocimiento porque los fuertes sentimientos y los impulsos que ellos generan

pueden ser explosivos si se manejan incorrectamente. Tenemos que ser cautos en

la forma en que respondemos a nuestras propias emociones, por tanto, también

ser sensibles a los de las otras personas. ¿Pero cuántos de nosotros entendemos

realmente el impacto que tenemos en los demás, incluyendo a los más cercanos?

Podríamos parecer a algunos distantes e insensibles, para otros dudosos y

versátiles, y todas esas cosas para algunas personas. Podríamos sorprendernos si

descubriéramos lo que los demás realmente sienten acerca de nosotros -y es una

curiosidad del comportamiento humano que raramente descubrimos-. Por ejemplo,

¿puede usted decir honestamente, con la mano en el corazón, que entiende lo que

PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.

sus colegas y amistades sienten hacia usted, incluso aquellos que usted piensa

que están más cerca suyo? ¿Su yo interior es realmente la tierra desconocida?

A menudo, sólo descubrimos algo sobre nosotros mismos cuando una persona

deja escapar algo sin querer. Puede no ser grato descubrir información de esta

forma (dependiendo de lo que tengan que decir). Usted puede aprender cosas so-

bre usted mismo preguntando directamente, pero puede no serle fácil. Es válido

probar con alguien que le conozca bien y cuyos juicios respete.

Por tanto, puede ser complicado descubrir exactamente cómo impactamos en

los demás y, por tanto, debemos aprender a controlar nuestro propio

comportamiento lo mejor que podamos. Así es como la empatía -nuestra capacidad

de sentir lo que los demás están sintiendo- ayuda. Si puede sentir con un grado de

exactitud cómo sienten los demás, entonces normalmente puede medir cómo le

están respondiendo, y de esa forma asegurarse de que se comporta de forma

apropiada a las circunstancias.

¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES? BACH, E. Y DARDER, P. (2002). SEDÚCETE PARA SEDUCIR. ESPAÑA: PAIDÓS.

(PÁGINAS 70 A 83)

¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES? En general las personas conocemos poco nuestras emociones, y prueba de ello

es la dificultad que la mayoría de nosotros experimentamos cuando hablamos del

tema. Si le preguntamos a alguien qué hace o a qué se dedica, podemos tener

conversación para un buen rato, pero, si en cambio le preguntamos cómo se siente,

es muy probable que en un par de segundos podamos dar por terminada la charla. Y

es igual de probable que la respuesta previsible, «bien», ni tan sólo sea verdad. Lo

más terrible es que no nos sucede con desconocidos, sino con personas que forman

parte de nuestro círculo íntimo y con las que los niveles de comunicación en los que

nos movemos no distan mucho de las fórmulas rituales estereotipadas que

utilizamos con desconocidos: «Hola, ¿qué tal, cómo estás? Yo bien, ¿y tú? Yo

también bien, gracias».

Sin vivir las emociones, no llegamos nunca a conocerlas, y sin compartirlas,

tampoco. Conocer las propias emociones significa:

Conocer las causas de nuestras emociones. No hay sentimientos

inmotivados (Castilla del Pino, 2000, pág. 112). La negación de motivos

como «No sé qué me pasa o por qué estoy así» obedece a menudo al

miedo que tiene el sujeto a que su descubrimiento altere el equilibrio

interno —muchas veces precario— en el que se encuentra y le obligue a

un replanteamiento vital/personal, parcial o total;

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Descubrir las necesidades vitales básicas y las metas o expectativas que

hay detrás de una emoción. El conocimiento de las emociones debe ser la

puerta de acceso a lo que uno quiere y necesita para sentirse bien y a la

vez el camino que nos conducirá a establecer vínculos afectivos con el

otro y a colaborar en proyectos comunes;

Conocer las propias emociones significa, también, analizar la fun-

cionalidad de los esquemas emocionales con los que afrontamos los

acontecimientos de nuestra vida. Se trata de utilizar la información que

nos proporciona la emoción como recurso reorientativo y adaptativo.

Implica abordar y entender la emoción que experimentamos en términos

de congruencia o incongruencia, de adecuación o inadecuación entre

nuestras acciones y los intereses o las expectativas que las mueven para

poder reformular unas, otras o las dos. Finalmente, conocer las propias

emociones significa también identificar, reconocer y poner un nombre a

las emociones que tenemos.

Es importante no reducir el conocimiento de las propias emociones a este último

punto. No basta con identificar, reconocer y poner nombre a las emociones que

experimentamos. Esta sería una actividad meramente cognitiva que no se

diferenciaría demasiado del hecho de nombrar las partes del cuerpo humano o las

partes de una flor. Además de ponerles nombre, tendríamos que procurar tener una

visión lo más completa posible del conjunto de factores que originan nuestras

emociones.

Conocer las emociones y sus causas es necesario porque nos puede otorgar

capacidad de influencia sobre nuestras respuestas emocionales y conductuales.

Nos puede alejar del determinismo biológico y del condicionante cultural, y

acercarnos a la autonomía personal y a la inteligencia creadora (Marina, 1993), así

como mejorar los esquemas emocionales que aplicamos a las situaciones que

vivimos.

Uno de los objetivos del desarrollo emocional debe ser conducir al umbral de la

consciencia las motivaciones ocultas y las asociaciones estímulo/respuesta que

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

hemos fijado por condicionamiento y que originan nuestras emociones. Hay unas

cuantas emociones innatas, pero la mayor parte de ellas son respuestas

condicionadas. Hemos asociado un estímulo a una emoción, y cada vez que se

presenta aquel estímulo u otro similar, experimentamos automáticamente la misma

emoción. A veces la emoción es apropiada al estímulo, pero otras no tiene ningún

tipo de relación. La desencadena algún trauma, frustración, carencia o experiencia

emocional mal resuelta que tenemos inconscientemente asociada a aquel estímulo

y que nos provoca distorsiones cognitivas o reacciones inapropiadas.

No obstante, debemos ser conscientes de que nunca llegaremos a juntar todas

las piezas que conforman el rompecabezas de nuestras emociones. Por mucha

introspección que practiquemos y mucha destreza emocional que vayamos

adquiriendo, siempre nos quedará algún cabo suelto. Pero esto no debe ser un

factor disuasivo para emprender un proceso de autodescubrimiento emocional.

Cuanto más conozcamos de nosotros mismos, de lo que nos es propio y de lo que

hemos ido incorporando posteriormente a partir del aprendizaje y de las

experiencias vividas, más fácil nos será aceptar y regular lo que es innato, y

modificar y ampliar lo que es adquirido a partir del entrenamiento y de la progresiva

incorporación de hábitos nuevos que lo superen o lo contrarresten.

El valor de la emoción como fuente de autoconocimiento queda fuera de toda

duda. Los pensamientos y sentimientos que construimos a partir de nuestras

emociones serán más consistentes e integradores cuanto más se sustenten en las

necesidades y metas que las desencadenen.

Por otro lado, conocer las propias emociones es un paso previo imprescindible

para llegar a regularlas. Es muy diferente estar triste y saberlo, que estar triste y no

saberlo. Al tomar conciencia de la emoción que estoy experimentando, me será más

fácil, para afrontarla, adoptar estrategias que favorezcan mi proyecto vital, en lugar

de entorpecerlo.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Al mal tiempo, mala cara

Debemos considerar las emociones como estados internos y externos al mismo

tiempo. Esta distinción es importante, porque uno de los problemas mayores de las

emociones es la disonancia entre el estado emocional interno y el externo, entre lo

que siento y lo que aparento sentir o dejo traslucir realmente.

Una de las máximas que mejor define lo que ha sido hasta la actualidad la

vivencia de las emociones es la de al mal tiempo, buena cara. En cuestión de

emociones las vivencias son internas, y la cara pocas veces acostumbra a ser

el espejo del alma.

Desde la salud emocional, nos atrevemos a reivindicar que al mal tiempo

tenemos derecho a poner mala cara, y conviene que en determinadas ocasiones así

lo hagamos. La mayoría de las veces poner buena cara no es otra cosa que una

estrategia para no tener que afrontar las causas últimas de nuestro malestar o para

no tener que mostrarnos como realmente somos, y con estas actitudes no

conseguimos otra cosa que perpetuar el mal tiempo en nuestro interior y causar una

disgregación cada vez más acusada entre lo que somos y lo que aparentamos ser.

Las emociones básicas o primarias (y de éstas hay pocas: miedo, rabia, tristeza,

alegría...) son biológicamente adaptativas si se atienden en el momento en el que se

producen y se expresan de la manera que les es propia. Por ejemplo, es más propio

que la tristeza se exprese llorando y la rabia refunfuñando que al revés. Para que

esta función adaptativa pueda tener lugar tenemos que pasar por una serie de pro-

cesos —como permitirnos aceptar, comprender y reorganizar la experiencia

emocional—, que no podemos completar sin la participación del otro. Necesitamos

la comprensión del otro, y necesitamos básicamente su apoyo, así como también la

interpelación, la confirmación y el punto de referencia externo a nosotros que el otro

representa, no sólo para superar nuestras evidencias subjetivas y ampliar límites,

sino básicamente porque el acercamiento al otro es origen y final del recorrido que

empiezo hacia mí mismo. Sin el otro no podría construir mi identidad.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Debemos recordar que «las emociones son funciones biológicas del sistema

nervioso, funciones cerebrales» (LeDoux, 1999, pág. 14) y, por lo tanto, internas;

pero debemos admitir también su función social y socializadora, y así pues, externa.

A pesar de tratarse de estados biológicos internos, la mayoría de emociones se

origina en una situación de interacción entre un t ú y un yo. Esto significa que tienen

un origen y también una repercusión social. La congruencia entre esta doble

dimensión biológico-interna y social-externa será determinante para establecer

unas relaciones interpersonales fundadas en la autenticidad y la integridad

personales.

En este punto se produce una nueva paradoja. Por un lado, tenemos que llegar a

descubrir quiénes somos internamente para poder relacionarnos con los demás

desde la más profunda honestidad, pero por el otro, no hay integridad ni integración

posibles sin interacción social humana. Esto es tanto como decir que debo tener

suficiente confianza en mí mismo y en el otro como para, mucho antes de saber

quién soy, lanzarme a interactuar con la doble esperanza de descubrirme y de

descubrir al otro en el proceso.

Esta paradoja nos ayuda a distinguir entre las emociones dirigidas a uno mismo

y las emociones dirigidas a los demás, y a afirmar la interdependencia entre unas y

otras. Entre las primeras existe la vivencia y el conocimiento de las propias

emociones, que conduce a la valoración positiva de uno mismo, a la autoestima, a la

regulación emocional y a la capacidad de automotivarse. Las segundas se pueden

concretar en la comprensión de las emociones de los demás, la empatía, las

habilidades sociales y las vivencias éticas que, juntas, nos permiten sintonizar y

establecer vínculos emocionales enriquecedores con los que nos rodean.

Decidirse a vivir, a conocer y a regular las emociones exige necesariamente

arriesgarse en la relación con los demás. A partir de ésta, que debe regirse por unos

pactos consensuados y unos valores compartidos, emergerá el desarrollo personal

mutuo y la satisfacción vital compartida.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Todas las emociones son necesarias

La distinción que a veces se hace entre emociones positivas (amor, humor,

alegría...) y emociones negativas (miedo, rabia, tristeza...) no significa que unas

sean malas y otras buenas. Significa que unas coinciden con nuestros objetivos y

las otras no, que unas las vivimos como placenteras y las otras no. Explicado así se

entiende lo que significa, pero la diferenciación no nos satisface. «Por último, vuelvo

a insistir en la conveniencia de eliminar la calificación de los sentimientos en posi-

tivos y negativos. Los sentimientos son de aceptación o rechazo, y su positividad o

negatividad no se determina en abstracto, sino que depende de los efectos que

causen en el sujeto» (Castilla del Pino, 2000, pág. 153).

La melancolía se puede vivir con un cierto placer, por ejemplo. La tristeza puede

ser de una gran belleza y el humor puede resultar ofensivo. La rabia puede ser

constructiva y el amor mal entendido puede llegar a ser destructivo. Pero éstas no

son las únicas objeciones. Tenemos algunas más. ¿Por qué tiene que ser negativo

lo que puntualmente va o parece ir contra nuestros objetivos? Y si resulta que

nuestros objetivos están mal fijados, ¿por qué no se corresponden con nuestras

necesidades o capacidades reales? ¿Y si aquella emoción que no es congruente

con nuestros objetivos, y que por este motivo la llamamos negativa, nos conduce

finalmente a una revisión de nuestro proyecto vital y a una reformulación más

realista de nuestros objetivos? Realmente, ¿podemos denominar negativa a una

emoción que puede acabar re-conduciendo y positivizando determinados aspectos

de nuestra vida?

Por otro lado, la distinción apriorística entre positivas y negativas puede

inducirnos a establecer una serie de prejuicios contra determinadas emociones y

conducirnos a excluirlas de nuestro repertorio habitual.

Con todo, la razón principal es que, en lo que se refiere a su potencial

constructivo y adaptativo, no hay distinción entre positivas y negativas. Las dos

pueden ser positivas en este sentido, y esto es lo verdaderamente importante. Por

este motivo preferimos hablar de vivencia o integración positiva o negativa,

adaptativa o desadaptativa de nuestras emociones.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Que la distinción no es inofensiva lo demuestra el hecho de que es fácil llegar a

formular a partir de ella objetivos que pretendan fomentar las primeras y eliminar las

segundas, y cuando se eliminan las segundas, nos privamos de señales o

informaciones reguladoras de gran valor para nuestra vida.

No siempre podremos evitar ni prevenir las denominadas emociones negativas.

Lo que sí podemos conseguir con entrenamiento es minimizar los efectos

perjudiciales que en determinados momentos pueden tener sobre nuestra vida y

nuestras relaciones. Pero para que esto sea posible, hay que sentirlas, observarlas

y expresarlas igual que las denominadas positivas, por medio de canales y

estrategias que favorezcan su integración.

Todas las emociones son además necesarias. La tristeza es necesaria, porque

sin ella no podría haber alegría. Más aún. A veces, a pesar de conocer la alegría, es

necesario acercarse a la tristeza para acceder a una alegría más completa y sólida.

En este punto podemos recordar a Machado: «Tenía una espina en el corazón,

logré arrancármela y ahora no me siento el corazón»; a Montaigne, que decía que

quien arrancase al hombre el conocimiento del dolor, le extirparía al mismo tiempo

el conocimiento del placer y reduciría el hombre a la nada; o a Cornelius y Faire:

«No se puede ser feliz si no se puede experimentar tristeza, y no se puede sentir

realmente amor si no se es capaz de expresar ira» (Tú ganas, yo gano,

Yo soy así

1989, pág.

107).

¿Cuántas veces lo debemos haber dicho? Yo soy así. Esta frase puede ser

afortunada o desafortunada dependiendo del tono en el que se diga y del mensaje

implícito que conlleve.

Muchas veces se pronuncia desde el paradigma de la independencia, que es el

paradigma en el que se encuentra actualmente una parte considerable de nuestra

sociedad. Después de pasarnos unos años acatando sumisamente la moral y las

normas que nos vienen impuestas desde fuera y que en muchos casos han

supuesto la negación del yo interno, estamos en una fase ineludible de rebelión de

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

los yoes.

1.

El problema es que nos quedamos en esta fase. Esto puede ser negativo

por dos razones:

2.

Porque puede significar que nos resignemos a ser como somos, sin

ningún tipo de espíritu de superación, o quizá sin ningún deseo de

aprender a tolerarnos ni a convivir lo mejor posible con lo que somos.

O porque puede querer decir que el otro nos tiene que «aguantar» como

somos tanto si le gusta como si no: Esta es mi decisión y tú debes

aceptarla, mi vida es mía y tú no debes entrometerte, a mí no tienes que

decirme lo que tengo que hacer..., o peor aún: Si no te gusto, te

aguantas... Cuántas veces habremos oído estas frases en un tono

agresivo, de negación y desconsideración total hacia el otro.

Yo soy así, puede llegar a sonar bien cuando uno lo dice en un tono de humor o

de humildad que denota la aceptación de lo que se es y la reconciliación consigo

mismo, y también cuando admitimos que, a pesar de ser actualmente de una

determinada manera, con el tiempo podemos llegar a ser de otra.

En este punto conviene hacer una distinción entre el modo de ser y el modo de

comportarnos. Actuar puntualmente de una determinada manera que pueda ser

valorada por uno mismo y por los demás como inapropiada no significa que uno sea

siempre así. Por otro lado, ser capaz de adoptar determinadas formas de conducta

de las consideradas apropiadas tampoco es garantía de que estas formas estén

bastante asumidas interiormente.

No podemos olvidar que nuestro proceso de desarrollo no termina nunca. A

veces, cuando decimos Yo soy así, lo decimos como si realmente hubiese

terminado y ya no fuese posible ningún cambio ni evolución. Esto no sólo no es

cierto, sino que además representa una falta de consideración importante hacia uno

mismo y hacia los demás. El anhelo de superación y el deseo de mejorar la calidad

de nuestra vida y de nuestras relaciones deberían mostrarse todavía más visibles

en la vida adulta, y ya no sólo por la legítima aspiración al bienestar personal, sino

fundamentalmente por un sentimiento y un sentido de responsabilidad hacia el

bienestar de aquellos que nos rodean.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

¡Qué miedo!

¿Cuál es el principal obstáculo con el que podemos topar en el momento de

conocer nuestras emociones? Sin duda alguna, el miedo.

Tengo miedo de saber de mí porque esto puede significar que me obligue a

cuestionarme y a moverme, y tengo miedo del otro porque puede ser que el otro me

cuestione y me obligue a moverme. El miedo a lo que puedo llegar a descubrir de mí

mismo provoca que me resista a adentrarme en mis sentimientos y a relacionarme

estrechamente con el otro. Cuando me doy cuenta de que el conocimiento de mis

emociones me puede comportar ciertos riesgos y exigirme ciertas responsabilida-

des a veces incómodas, es posible que desista de hacerlo y me quede allí donde

estaba.

La primera resistencia con la que choca inevitablemente la educación de las

emociones es la resistencia al cambio propia de cualquier organismo vivo. Para

educarnos —o reeducarnos— emocionalmente tenemos que estar dispuestos a

cuestionarnos cosas cada día, a imprimir en nuestra vida cambios de rumbo, que a

veces pueden ser radicales o espectaculares.

El miedo al dolor puede bloquear mis emociones, y en consecuencia mis

acciones, y este bloqueo puede llegar a ser todavía más perjudicial que el dolor del

que intento huir. Me puede dejar estancado en una situación o en un momento

evolutivo determinado, que me impedirá avanzar hacia lo que me podría hacer

madurar y podría proporcionarme una mayor felicidad, aunque fuese a costa de una

cierta dosis de sufrimiento.

Por miedo a ser demasiado sensibles, nos da miedo afrontar nuestra debilidad,

descubrir la necesidad del otro, vernos las caras con el dolor y con toda la gama de

emociones que forman parte de la pluralidad de lo humano, que son unas cuantas

más que aquellas que se consideran políticamente correctas y que tienen la

catalogación de positivas.

Por miedo a nuestra parte biológica, instintiva o primaria, hemos cultivado sólo

nuestra parte racional y hemos dejado mucha vida encerrada dentro de nosotros.

SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.

Más que complemento de la dimensión cognitiva, la dimensión emocional debe

entenderse como el eje vertebrador que puede hacer posible la integración fecunda

y satisfactoria de aspectos del ser humano que deberían funcionar de forma

integrada y que han sido escindidos: los innatos y primarios por un lado y los

racionales y aprendidos por el otro.

La vida debería apropiarse de las emociones, y no la ciencia para esterilizarlas y

extirpar algunas de forma preventiva. Huxley escribió: «Cuando el individuo siente,

la comunidad se resiente». Es evidente que la heterodoxia y el pensamiento

divergente amenazan la sociedad. Quien se dedica a cultivar su sensibilidad y su

capacidad de emocionarse representa una amenaza para quien no lo hace, pues

quizá ya sería hora de que nos dedicásemos a sentir intensamente, a ver si se

resiente y tambalea por fin una sociedad poco excitante que busca en la droga, en el

alcohol, en el consumismo, en la violencia, en los reality shows, en los deportes de

riesgo y en cualquier otro tipo de simulación o de adicción, entre los que no hemos

de descartar la propia adicción al conocimiento o al trabajo, sucedáneos de la

carencia de emociones auténticas.

AUTOCONOCIMIENTO

TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA

EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.

(PÁGINAS 47 A 57)

AUTOCONOCIMIENTO “Dime cómo te sientes y te diré quién eres”

El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.

DAJ HJALMAR HAMMARSKJÓLD

Vivimos de afecto Desde el mismo instante en que nacemos, ansiamos intercambiar afecto. Está

demostrado que si se aísla a un bebé de todo contacto físico, privándole de una

proximidad afectiva, aunque se le den los cuidados y el alimento para sobrevivir, será

propenso a enfermar y, en casos extremos de aislamiento, es probable que muera.

Cuando recibimos afecto, notamos que alguien reconoce nuestra existencia, que le

interesamos. Necesitamos sentir que importamos a alguien para que nos interese existir.

Nuestra sed de afecto es tan imperiosa que puede empujarnos a intentar sentir y ser lo

que se nos pida con tal de complacer a una posible fuente de afecto. Si por escasez sólo

disponemos de una fuente de afecto que en vez de darnos afecto positivo (amor) nos riñe

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

o nos desprecia (nos da afecto negativo), preferiremos sus desprecios o castigos antes

que sentirnos ignorados.

Tardamos años en comprender que lo importante es lo que sentimos en nuestro

interior (cuando lo aprendemos) y la experiencia tiende a hacernos más inteligentes

emocionalmente. Comprendemos, con el tiempo, que aunque siempre necesitaremos

afecto, únicamente lo que sentimos en nuestro interior importa de verdad.

1.

Es así como empezamos a desarrollar el cultivo de nuestra comprensión de lo que

sentimos; nuestra inteligencia emocional, haciéndonos capaces de:

2.

Darnos cuenta de nuestras propias emociones

3.

Pensar de forma adecuada acerca de las mismas

Comprender las emociones de los demás

Estos tres pasos son sucesivos: nadie puede pensar acerca de una emoción (2) que

no se ha dado cuenta que tiene (1 ) y nadie puede comprender las emociones de los

demás (3 ) si no comprende antes las suyas propias (2).

La inteligencia de nuestras emociones, como la inteligencia de cualquier otra cosa,

puede desarrollarse; de hecho, como en otras ramas del saber humano, se vuelve más

interesante cuanto más sabes. Una vez empiezas a comprender las cosas que sentías

sin ser consciente, se despierta en ti una dinámica que hace crecer tu interés. Tú mismo

deseas investigar cuáles son las formas más eficaces para comprenderte cada vez más.

Desarrollando tu IE comprendes que:

Todos necesitamos afecto para creer que existir importa. Nos adaptamos a

lo que se nos pida, con tal de obtener dicho afecto.

Las decisiones mejores, a la larga, son aquéllas que tomas teniendo en

cuenta tus sentimientos, oyendo tu estado interior (lo afectivo es lo efectivo).

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

¿Qué nos pasó de niños? Es frecuente inculcar a los niños el mensaje de que no deben intentar comprender

«por qué» se sienten como se sienten: sólo deben evitar sentir ciertas cosas. En determi-

nadas dosis, esta postura conduce a formar personas acostumbradas a no pensar,

ignorantes de que pensando adecuadamente pueden controlar sus sentimientos.

De niño conocías las prohibiciones formuladas o insinuadas por tus progenitores.

Sabías que si querías obtener su afecto, debías evitar ciertas conductas. Por otro lado,

sabías lo que debías hacer porque las personas importantes para ti te decían lo que eras,

lo que suponían que serías o incluso, lo que temían que fueras. Pero, sobre todo, sabías

lo que debías hacer, más que por lo que te decían, por cuándo y cómo te hacían caso.

En ciertas familias, los niños saben que se les quiere sólo por ser ellos, que se les

dará la atención que necesitan y que, si tienen algún problema o alguna situación les

altera, se intentará solucionar o actuar al respecto.

Estas familias de «primera clase», en las cuales ambos progenitores tienen

personalidades adultas, enseñan a usar la lógica y animan al niño a disfrutar, reconocer y

actuar frente a sus emociones infantiles naturales. Son factorías de personas con una IE

bien desarrollada: espontáneos, empáticos y autónomos.

Si la familia no es así, el niño aprende a ocultar ciertas emociones. Tal como Claude

Steiner explica en su libro Los guiones que vivimos,

Cómo mejorar tu inteligencia emocional

que el niño «esté mal» puede servir

de excusa, por ejemplo, para no cuidarle como es debido, para reñirle (descargando así

las frustraciones que los mismos padres tienen), etc.

Puedes mejorar tu inteligencia emocional «dándote cuenta» de qué emociones

reprimes sin ser consciente.

Así, enfrentándote a dichas emociones, notándolas en tu cuerpo y pensando acerca

de ellas, podrás aceptarlas y vivir de forma plena. Se trata de una toma de contacto

contigo mismo.

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

Sentimos de acuerdo con las normas sociales de la época. La organización social y la

cultura han ido evolucionando y moldeando nuestras expresiones emocionales. Y la

sociedad refuerza las respuestas que le resultan más útiles. (A ella, no a ti).

Así, en una organización social altamente cooperativa como por ejemplo la de ciertos

esquimales canadienses, que viven en condiciones climáticas extremas, no se conocen

los sentimientos de ira o rabia y no hay medios para designarlos, ni siquiera con palabras.

Cuando un miembro sufre una frustración, se sentirá o bien deprimido o bien alegre.

Allí no tendría ninguna utilidad que los veinte o treinta sujetos que viven en un territorio de

70.000 km2 se agrediesen y menos que se exterminaran unos a otros. No se contempla

esta posibilidad y, por tanto, no se considera ni siquiera posible la emoción de la ira.

Contar contigo mismo

Cuando una persona sintoniza con sus propias emociones sintoniza consigo mismo,

dejando al margen lo que la sociedad o los demás dictan. Sentir una emoción es creer en

ti mismo.

Tu mejor amigo y aliado en el mundo eres tú mismo. Puedes pensar que tu estabilidad

depende de tu familia, de tu trabajo, de tus amigos o de los afectos que tienes, pero hay

algo que sabes seguro: con lo único que puedes contar para siempre es contigo mismo;

naciste solo y morirás solo.

Tu concepto de ti mismo fue modelado en los primeros años de tu vida, como producto

de las diversas formas en que eras visto por los demás.

Mucha gente no llega nunca a cuestionar o a poner en tela de juicio esa imagen que

de sí mismo le dieron y la confunde con su yo real.

1.

El autoconocimiento requiere de tres etapas:

2.

¿Qué sientes del exterior? Sensaciones.

3.

¿Qué sientes de tu interior? Emociones.

¿Qué piensas conscientemente? Pensamientos.

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

¿Cómo saber quién eres?

Una cosa te lleva a la otra; se trata de una cadena que hace que puedas

comprenderte más a ti mismo.

Haciéndote consciente de las acciones que tienen valor y sentido para ti llegarás a

conocerte mejor. ¿Qué cosas cuentan para ti? ¿Qué cosas son secundarias o carentes

de importancia? No importa que sean sencillas, como cuidar tu cuerpo y tu forma física,

criar de forma apropiada a tus hijos, realizar una misión en tu trabajo o cualquier otra cosa

carente de espectacularidad.

Cuando te conoces, no te sientes determinado por lo que en principio se espera de ti;

usas tus criterios internos para vivir de forma plena. Conocer tu esquema de valores es el

paso previo y necesario para dar un sentido a tu «yo», para tener una noción clara y

concreta de quién eres.

Conoce tus rasgos

En cada momento de tu vida eres libre para pensar y actuar de la manera que te

parezca más inteligente, aunque esto Implique hacer algo que los que te conocen quizás

no esperan de ti. Si la vida puede ser una comedia, es bueno dar sorpresas (y aceptarlas)

cuando eso te hace feliz. La vida es un drama para quien no piensa.

Conocerse a uno mismo es la obra de una vida. Es aprender a escucharte, aceptar tus

propias emociones, tus características profundas, descubrir lo que realmente quieres y te

conviene.

Vivimos constantemente inmersos en estímulos externos, pendientes de analizar el

entorno. Pero, por muchas cosas o afectos que logremos, la paz interior y la felicidad sólo

pueden darse cuando estamos de acuerdo con nuestro ser más profundo.

El proceso de conocerte implica: escucharte a ti mismo, atender a tus pensamientos

en solitario, enriquece tú interior; darte cuenta de tus emociones y aceptarlas te permite

pensar y actuar respecto a ellas, ponerte en movimiento.; tu modo de sentir y pensar

CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.

cambia a medida que vives. Conocerte es una misión que nunca concluye: el sentido que

tiene tu vida es el que tú le das.