discurso la resistencia

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EL HUMANO QUE ERES Y EL HUMANO QUE PODRÍAS SER Bien, en primer lugar, dirijo mi saludo a la profesora Martha Silupu y a todas ustedes compañeras. Todas nosotras hemos leído la obra la resistencia, una fantástica obra escrita por Ernesto Sábato y de la que estoy segura ha sido de nuestro agrado. Bien, ahora formularé algunas preguntas que espero despierte la curiosidad ¿Creen ustedes que habrá alguna diferencia entre ser un animal y no ser un animal? ¿Habrá alguna diferencia entre ser un hombre o ser una mujer? ¿Habrá una diferencia entre dar abrazos o no darlos? ¿Habrá una diferencia entre el sí y el no? ¿Creen que habrá acaso alguna diferencia entre ser humanos y el no ser humano? La gran diferencia entre el ser humano o no ser humano es que nosotros los “humanos” estamos dotados de un sinfín de virtudes, valores, conocimientos, el ser humano está dotado de la razón, y por ello las preguntas nos llevan a la reflexión. Lo primero que les voy a pedir es que se den cuenta, que todas por la misma razón estamos orientados al pensamiento. Sí, pensando, siempre estamos pensando, justo en este momento habrán muchas que estarán pensando en qué estará haciendo la mamá para el almuerzo, en que ropa me voy a poner para la fiesta de este sábado, en que van a hacer en la tarde, etc, etc. Entonces estamos pensando, pensando, pensando pero pensando en cosas que ni importancia tienen en este momento. Ahora les voy a pedir que se imaginen, y que se imaginen a un animal y a un ser humano, un animal tiene dos ojos, una nariz y una boca, ¿y el ser humano? También, un animal tiene corazón incluso sentimientos. ¿Y el ser humano? Aquí entre nuestra controversia, ¿Tendrán los animales los mismos sentimientos que los humanos? Vemos hoy en día un sinfín de casos donde las mamás abandonan a sus hijos, donde abortar es casi el alimento diario, donde las personas pasan más tiempo viendo televisión o usando algún artefacto eléctrico que conversando o interactuando entre ellos mismos. Pues bien, la razón es la siguiente, el hombre está perdido en el dialogo con los demás y así poco a poco también está perdiendo su sentido humano, a lo que quiero llegar con esto es que casi ya no existe un

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Page 1: Discurso La Resistencia

EL HUMANO QUE ERES Y EL HUMANO QUE PODRÍAS SER

Bien, en primer lugar, dirijo mi saludo a la profesora Martha Silupu y a todas ustedes

compañeras.

Todas nosotras hemos leído la obra la resistencia, una fantástica obra escrita por

Ernesto Sábato y de la que estoy segura ha sido de nuestro agrado. Bien, ahora formularé

algunas preguntas que espero despierte la curiosidad ¿Creen ustedes que habrá alguna

diferencia entre ser un animal y no ser un animal? ¿Habrá alguna diferencia entre ser un

hombre o ser una mujer? ¿Habrá una diferencia entre dar abrazos o no darlos? ¿Habrá una

diferencia entre el sí y el no? ¿Creen que habrá acaso alguna diferencia entre ser humanos y el

no ser humano? La gran diferencia entre el ser humano o no ser humano es que nosotros los

“humanos” estamos dotados de un sinfín de virtudes, valores, conocimientos, el ser humano

está dotado de la razón, y por ello las preguntas nos llevan a la reflexión.

Lo primero que les voy a pedir es que se den cuenta, que todas por la misma razón

estamos orientados al pensamiento. Sí, pensando, siempre estamos pensando, justo en este

momento habrán muchas que estarán pensando en qué estará haciendo la mamá para el

almuerzo, en que ropa me voy a poner para la fiesta de este sábado, en que van a hacer en la

tarde, etc, etc. Entonces estamos pensando, pensando, pensando pero pensando en cosas

que ni importancia tienen en este momento. Ahora les voy a pedir que se imaginen, y que se

imaginen a un animal y a un ser humano, un animal tiene dos ojos, una nariz y una boca, ¿y el

ser humano? También, un animal tiene corazón incluso sentimientos. ¿Y el ser humano? Aquí

entre nuestra controversia, ¿Tendrán los animales los mismos sentimientos que los humanos?

Vemos hoy en día un sinfín de casos donde las mamás abandonan a sus hijos, donde

abortar es casi el alimento diario, donde las personas pasan más tiempo viendo televisión o

usando algún artefacto eléctrico que conversando o interactuando entre ellos mismos. Pues

bien, la razón es la siguiente, el hombre está perdido en el dialogo con los demás y así poco a

poco también está perdiendo su sentido humano, a lo que quiero llegar con esto es que casi ya

no existe un contacto humano. El dialogo y los encuentros que deberían formar parte de

nuestros días se van desvaneciendo poco a poco en el olvido. El diálogo y los encuentros entre

nosotros mismos permiten de manera versátil el surgimiento de todo un conjunto de

sensaciones y sentimientos que embriagan a uno con una felicidad casi indescriptible. Por

ejemplo, a nosotros, ¿acaso nunca nos ha pasado que nos sentimos solos y tristes?, y

entonces basta con que una persona, ya sea amigo o algún familiar, hasta incluso un

desconocido, nos salude, nos mire o nos sonría y casi por obra de arte a uno se le hincha el

pecho de felicidad y atinamos a sonreír; eso es parte de la magia de estar vivos, de ser y

sentirnos humanos y parte de un mundo.

A las personas de manera inconsciente se les están cerrando los sentidos, cada vez

requiere más intensidad en su vida, ¿A que nos referimos con intensidad? ¿A tirarnos de un

avión sin paracaídas? No, es ilógico. Ernesto Sábato nos expone en su obra que estamos tan

sumergidos en este mundo de tecnología que poco a poco y sin darnos cuenta estamos

perdiendo nuestra sensibilidad, más alejados de nuestros sentidos humanos y más

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compenetrados o esclavizados con la tecnología, es por todas estas razones que en nosotros

solo queda esa sensación de soledad, ese vacío de sentimientos, los mismos que deseamos

cubrir con la presencia de artefactos como celulares, computadoras, reproductores musicales

entre otros. Por ejemplo y creo que a todas nos ha pasado que es de tarde y nos encontramos

solas en casa, es ahí como una extraña sensación de miedo nos invade ¿miedo a qué? Al

estar solos, entonces, de manera casi inconsciente corremos a encender el televisor o

computadora, ponemos la música a alto volumen y así, de esta manera anestesiamos ¿nuestro

temor o nuestra soledad?

Es por eso que me atrevo a decir que es más que un hecho que el hombre, al no tener

contacto con su entorno llegue a sentirse solo. Por esta razón es que por necesidad recurrimos

a miles de formas de expresarnos, queriéndonos hacer sentir, vivir, ser parte de y estar con

alguien que n nos deje sumidos en una soledad. Caso ejemplo de esto encontramos en el libro

“¿Hay alguien ahí?” un libro que habla de distintos casos en los cuales, los adolescentes

decían y revelaban que el chat era un medio para desfogar su yo interior, todo lo que guardan

de su diario vivir, y muchos de estos jóvenes tenían algo en común, una frase que mucho

marcó en mi “Estoy aquí porque me siento solo”.

Nosotros como seres humanos somos seres sociables y por lo mismo necesitamos

siempre contar con otra persona para poder comunicarnos y relacionarnos, expresar nuestros

sentimientos, nuestras emociones, nuestras actitudes y que la otra persona también exprese y

sienta lo mismo. Esto debe manifestarse en las familias, hoy nada de esto se da, las personas

desde muy niños se van convirtiendo en seres insensibles, fríos, sin habilidad de percepción;

porque los padres se están convirtiendo día a día en instrumentos de trabajo que a sus hijos

solamente les ofrecen cosas materiales dejando de compartir importantes momentos en donde

cada uno manifieste esa sensibilidad que tiene el ser humano. Ejemplo de esto es el caso de

los jóvenes Marco Arenas y Fernanda Loca, quieres cometieron el asesinato de una madre,

todo tan solo por el dinero.

El hombre no es un simple objeto físico, desprovisto de alma; ni siquiera un simple

animal: es un animal que no solo tiene alma sino espíritu. Chicas, somos seres vivos, capaces

de pensar, sentir y razonar, seres que tenemos el privilegio de ser los únicos que poseen un

alma y un espíritu, un sentido que nos hace más humanos. A diferencia de todo lo que nos

rodea nosotros los seres humanos podemos percibir sensaciones y sentimientos. Somos

comparados con los animales que al parecer, en la actualidad, viven más humanamente que

nosotros mismos. Vamos en la televisión como muchas madres abandonan a sus hijos

mientras que un perro cuida meticulosamente de sus crías. ¿En qué mundo vivimos? Estamos

perdiendo la esencia de ser humanos pensantes, sensibles; cambiemos y reflexionemos,

detengamos nuestra propia autodestrucción.

Nosotros como personas pensantes, inteligentes nos estamos viendo amenazados por

cosas que nosotros mismos hemos creado. Ahora también encontramos un mundo sin espíritu,

el mundo en el que vivimos ha perdido mucho la credibilidad de la palabra espíritu y es que en

realidad muchas de las personas dejan esto en un segundo plano. Sin embargo, ¿es lo

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material, lo físico más importante que el espíritu? Esta pregunta llegó a mí y no he dejado de

pensar en la respuesta a ello; a mi parecer no nos damos cuenta que el espíritu es lo que

alimenta nuestra alma, nuestro ser, permitiéndonos ser más humanos, más sensibles. Siempre

he pensado que el espíritu es como la esencia del hombre y debemos tener en claro nuestra

esencia para saber quiénes somos.

Es por ello que si no nos dejamos tocar por nuestro entorno y perdemos el valor

espiritual seremos esa expresión escalofriante con la que se define al ser humano de hoy. El

hombre, como ser vivo y racional, necesita de la sensibilidad, necesita de la presencia de

alguien en nuestro entorno para no perder nuestros sentimientos. Vemos como cada vez para

uno resulta más difícil dar o recibir un abrazo, y como consecuencia nos volvemos seres fríos,

serios, a los que es tanto la situación que terminan viviendo solos, hasta incluso eliminar todo

tipo de contacto con su entorno. Ese es el nuevo significado que va perdiendo el humano de

hoy en día.

En todo caso y como consecuencia ya no goza de su libertad como propio humano. En

la actualidad mucho se está escuchando que el hombre es libre de esclavitudes, que puede

expresarse libremente y es que se utiliza tanto este término en un sin fin de situaciones que la

pregunta se da. ¿Realmente somos libres? Como nos dice el escrito Ernesto, la libertad se nos

fue dada para cumplir una misión en la vida, sin embargo esta idea de libertad queda muy

remota para nosotros; si bien es cierto, ya no somos esclavos de españoles pero hoy en día

nos vemos y nos sentimos esclavizados de la tecnología. No hay día en que no estemos sin

celulares, computoras, televisoras; prácticamente todos estos avances científicos nos han

vuelto sus esclavos perdiendo nuestra libertad tan bien preservada por generaciones. La vida

es un largo camino que debemos disfrutar y aprovechar, no dejemos que la falta de libertad nos

esclavice, volviéndonos tan solos vivientes, dejando de lado la terminación “seres”.

Es cierto que el cambio está en nuestras manos, es decir depende únicamente de

nosotros y de nuestro accionar el si nos vamos para arriba o para abajo. Leía en el libro “Las

ventajas de ser invisible” como tan solo con el cambio de la manera de pensar del joven, y la

mayor expresión de este todo a su alrededor cambió, mutó a uno más exitoso, lleno de triunfos

y logros.

No quería terminar esto sin antes mencionar la siguiente cita escrita y dicha por el

propio Ernesto Sábato: Creo que hay que resistir, este ha sido mi lema, pero hoy cuantas veces

me he preguntado cómo encarnar esta palabra, ¿cómo vivir la resistencia? En un tiempo su

realismo fue para mí una manera de la resistencia, como lo fue el anarquismo y mi vil militancia

en la izquierda, pero ahora la situación ha cambiado tanto que debemos de valorar

detenidamente qué entendemos por resistir. ¡Cuántas lágrimas hay detrás de las máscaras!

¡Cuánto más podría el hombre llegar al encuentro con el otro hombre si nos acercáramos los

unos a los otros como necesitados que somos, en lugar de figurarnos fuertes! Si dejáramos de

mostrarnos autosuficientes y nos atreviéramos a reconocer la gran necesidad del otro que

tenemos para seguir viviendo, como muertos de sed que somos en verdad, ¡cuánto mal podría

ser evitado!