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8/6/2019 Resumen - Stedman Jones Gareth (1989)
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Gareth Stedman Jones (1989)
LENGUAJES DE CLASE. ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA DE LA CLASE OBRERA INGLESA, 1832-
1982
3. Reconsideraciones sobre el cartismo
Quines eran los cartistas? Desde el momento en que surgi el cartismo como un movimiento pblico, lo que prendi en laimaginacin de los contemporneos no fueron los objetivos y la retrica formalmente radicalizada de sus portavoces, sino el nuevo y
amenazador carcter social del movimiento. Un movimiento independiente, a nivel nacional, de las clases obreras. Era un
acontecimiento sin precedentes. Desde el principio hubo una prctica unanimidad entre los observadores externos en considerar al
cartismo no como un movimiento poltico, sino como un fenmeno social. As pues, aplicado al cartismo cualesquiera que fuesen sus
declaraciones formales, su esencia eran la de un movimiento de clase de un proletariado nacido de las nuevas relaciones de
produccin engendradas por la gran industria. Su verdadero enemigo era la burguesa y la revolucin que llevara a cabo supondra el
derrocamiento de esa clase. A medida que el cartismo se desembarazara de sus aliados de clase media el carcter proletario de la
lucha asumira una forma cada vez ms consciente. Aunque las optimistas conclusiones de Engels no han sido aceptadas, muchas de
sus formas bsicas de encarar este perodo han sido incorporadas a la historiografa posterior del cartismo. La relacin entre cartismo,
gran industria y conciencia de clase ha seguido siendo un tema destacado de los historiadores del trabajo y socialistas. Pero es
importante insistir en que el hincapi que hace Engels en el carcter social del cartismo, por brillantemente que se argumente, no era
en modo alguno una caracterstica peculiar de una posicin protomarxista. La interpretacin social constituy el enfoque
predominante entre los contemporneos. El anlisis de Engels represent una variante concreta de ste: la variante que interpretabael cartismo como la expresin poltica del nuevo proletariado industrial. Otra variante es la que identifica el cartismo no como la
expresin de los obreros fabriles modernos, sino de los tejedores modernos y otros grupos preindustriales en decadencia. Otras
variantes del enfoque social: la correlacin entre el cartismo y el ciclo econmico, formulada porRostow, y la identificacin del
cartismo con respuestas atvicas a la modernizacin, formulada por Smelser. Mucho ms problemtico, aunque apenas tratado por
los crticos de las diversas interpretaciones sociales del cartismo, es el olvido general de la forma poltica e ideolgica especfica en
que se expreso este descontento masivo y la consiguiente tendencia a pasar por alto el lenguaje cartista de clase con una serie de
conceptos sociolgicos o marxistas de conciencia de clase. En contraste con el enfoque social predominante del cartismo que parte
de una determinada concepcin de conciencia de clase o profesional, argumenta que la ideologa del cartismo no puede ser concebida
haciendo abstraccin de su forma lingstica. Un anlisis de la ideologa cartista debe partir de lo que los cartistas dijeron o
escribieron realmente, los trminos en que se dirigieron unos a otros o a sus contrincantes. Tampoco es correcto tratar el lenguaje
carlista como una traduccin inmediata de la experiencia en palabras. El anlisis del lenguaje en s excluye semejante teora
directamente referencial del significado. Se propone un enfoque que intenta identificar y situar el lugar del lenguaje y la forma, y que
se resiste a la tentacin de convertir las cuestiones planteadas por la forma del cartismo en cuestiones de su supuesta esencia. No escuestin de sustituir una interpretacin social por una interpretacin lingstica; lo que hay que reconsiderar es ms bien la manera en
que ambas se relacionan. La forma en que se apelaba al descontento no puede entenderse en funcin de la conciencia de una clase
social determinada, ya que la forma era anterior a cualquier accin independiente realizada por dicha clase y no cambi de manera
significativa en respuesta a ella. Fue esta forma la que inspir la actividad poltica del movimiento. La explicacin que atribuye el
movimiento a la miseria o a los cambios sociales que acompaaron a la revolucin industrial no se enfrentaba nunca al hecho de que
la ascensin y la decadencia del cartismo estuvieron determinadas por su capacidad de convencer al electorado para que interpretara
en trminos de su lenguaje poltico la miseria o el descontento. Un movimiento poltico no es simplemente una manifestacin de
miseria y dolor; su existencia se caracteriza por una conviccin compartida que articula una solucin poltica a la miseria y un
diagnstico poltico de sus causas. Para triunfar, un determinado vocabulario poltico tiene que transmitir la esperanza factible de una
alternativa general y de unos medios crebles para llevarla a cabo, de tal modo que los posibles adherentes puedan pensar en sus
trminos. Por eso la historia del cartismo no puede escribirse correctamente en trminos de las quejas sociales y econmicas de las
que se afirma que era la expresin. Ese enfoque no explica por qu esos descontentos adoptaron una forma cartista, ni por qu el
cartismo no continu expresando los miedos y aspiraciones cambiantes de su electorado social en las nuevas circunstancias.
Costes interpretativos del enfoque social. Una consecuencia fundamental es que al analizar las reivindicaciones reales del
movimiento se las ha tratado ms como un legado de su prehistoria que como un foco real de actividad, partiendo del supuesto de que
el cartismo represent la primera manifestacin de un movimiento moderno de la clase obrera. Los historiadores han tendido a
subestimar el programa poltico de los cartistas como mera expresin de un descontento cuyos autnticos orgenes y remedios
estaban en otra parte. Desde el momento en que se comenz a escribir sobre el cartismo, la atencin se centr en el carcter dividido
del movimiento. La primera generacin de historiadores del cartismo se ocuparaon desproporcionadamente de las desavenencias en
la organizacin y las luchas tormentosas y divisorias entre sus dirigentes. En la historiografa posterior, la importancia dada al
carcter social del movimiento se prestaba fcilmente al anlisis de estas divisiones en trminos sociales y econmicos. Versiones
posteriores desplazaron an ms los argumentos sobre el cartismo de las luchas e ideas de los dirigentes a las diferentes texturas
sociales de la protesta en las diferentes regiones, y ordenaron esas regiones en una escala de polarizacin progresiva de clase
determinada por la extensin de la industrializacin. Esto sugiere que una excesiva atencin a las peculiaridades profesionales o
locales puede oscurecer el hecho de que el cartismo no fue un movimiento sectorial o local. El cartismo fue un movimiento nacional.
Elpoder poltico es la causa. La opulencia es el efecto. Pero para los historiadores posteriores, ya fueran liberales, socialdemcratas
o marxistas, ha sido axiomtico que el poder econmico es la causa y el poder poltico el efecto. No todos los historiadores han
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supuesto que los cartistas se referan a lo econmico y lo social cuando hablaban de lo poltico. E. P. Thompson demuestra que la
experiencia del movimiento plebeyo entre 1780 y 1830 no provena simplemente de una intensificacin de la explotacin econmica
sino tambin de una fuerte y semipermanente represin poltica. El concepto de conciencia de clase de Thompson supone an una
relacin relativamente directa entre ser social y conciencia social que deja poco espacio al contexto ideolgico en el que se pueda
reconstruir la coherencia de un determinado lenguaje de clase. La simple dialctica entre conciencia y experiencia no puede explicar
la forma precisa que asumi la ideologa cartista. No era una simple experiencia, sino ms bien una determinada organizacin
lingstica de la experiencia, lo que poda llevar a las masas a creer que su exclusin del poder poltico es la causa de nuestras
anomalas sociales y que el poder poltico era la causa de la opulencia. El lenguaje de clase no era simplemente una verbalizacin
de la percepcin o el afloramiento a la conciencia de un hecho existencial. Se estructuraba y se inscriba dentro de una complejaretrica de asociaciones metafricas, deducciones causales y construcciones imaginativas. La conciencia de clase formaba parte de
un lenguaje cuyos vnculos sistemticos provenan de los planteamientos del radicalismo: una visin y un anlisis de los males
polticos y sociales que sin duda eran muy anteriores a la aparicin de la conciencia de clase, cualquiera que fuera su definicin.
En Inglaterra, el radicalismo emergi por primera vez como programa coherente en la dcada de 1770, y se convirti por primera vez
en un vehculo de las aspiraciones polticas plebeyas a partir de la de 1790. Una vez finalizadas las guerras napolenicas, el
radicalismo se vio forzado a ampliar su vocabulario para dar cabida dentro de su terminologa a nuevas fuentes de miseria y
descontento. Porque no slo se vio enfrentado a una nueva situacin econmica, sino que tambin vio como sus recetas eran
cuestionadas por las nuevas tendencias de la economa poltica y el owenismo, ya que tanto la una como el otro se oponan a sus
premisas. Por mucho que el radicalismo ampliara su campo durante este perodo, no poda ser jams la ideologa de una clase
especfica. Ante todo, era un vocabulario de exclusin poltica, cualquiera que fuese el carcter social de los excluidos. El
radicalismo no se identific con ningn grupo especfico, sino con el pueblo o la nacin frente a los monopolizadores de la
representacin y el poder polticos y por tanto el poder econmico y financiero. En este sentido hay que entender la progresiva
hostilidad poltica entre las clases medias y las clases obreras a partir de 1832. En trminos radicales, el pueblo se convirti en lasclases obreras en 1832. Por la misma razn, la clase media como grupo haba dejado de ser parte del pueblo. Porque se haba
unido al sistema de los opresores y de ahora en adelante sera responsable de las acciones de la legislatura.
Si es cierto que el lenguaje de clase fue el lenguaje del radicalismo, de esto se deducen una serie de consecuencias. La ms evidente
es que las reivindicaciones polticas del movimiento popular deberan ser situadas en el centro de la historia del cartismo, en vez de
ser consideradas como simblicas o anacrnicas, y no solamente las reivindicaciones, sino tambin los presupuestos que las
sustentan. El programa del cartismo sigui siendo creble mientras se pudo atribuir de modo convincente a causas polticas al
desempleo, los bajos salarios, la inseguridad econmica y otras calamidades materiales. Para explicar la desaparicin del cartismo no
es necesario introducir ambiciosas explicaciones sociolgicas, pues tales enfoques ignoran el punto ms elemental: que como sistema
de creencias que era, el cartismo comenz a debilitarse cuando se abri un abismo entre sus premisas y las ideas de su electorado.
Si se interpreta el lenguaje del cartismo no como un medio pasivo a travs del cual pudieron encontrar una expresin las nuevas
aspiraciones de clase, sino ms bien como una retrica compleja que agrup unas premisas compartidas, unas rutinas analticas, unas
opciones estratgicas y unas reivindicaciones programticas, se puede introducir una cierta idea del lmite que el anlisis radical no
podra superar sin abandonar sus principios bsicos y perder as coherencia como conjunto interrelacionado de supuestos. Estudio delos supuestos interrelacionados del radicalismo y el cartismo a partir de 1830, mostrando cmo el lenguaje de clase estaba unido a las
premisas radicales.
El monopolio de la tierra y el monopolio de las mquinas como instrumentos de produccin eran bsicamente atribuibles a la
injusticia an ms evidente del monopolio de hacer leyes como instrumento de distribucin. El objetivo no era la expropiacin de
los ricos por los pobres, sino el fin de una situacin de monopolio que proporcionaba apoyo poltico y legal a todas las otras formas
de propiedad mientras que la del trabajo se dejaba a merced de los que monopolizaban el Estado y la Ley. Al no haber ninguna
proteccin legislativa del trabajo, los que posean el poder poltico podan acaparar propiedades mediante una simple legislacin. La
progresiva polarizacin entre la pobreza de las clases obreras y esta riqueza artificial poda ser considerada, en consecuencia, como
el resultado de un atraco legal, posibilitado por el monopolio de la legislacin. La pobreza y la opresin slo podan ser eliminadas
mediante la abolicin del monopolio de la legislacin. Si ste era el sentir general en el que los cartistas podan coincidir en atribuir
la opresin de las clases obreras a su exclusin de la representacin poltica, sugiere una continuidad entre el cartismo y las formas
anteriores de radicalismo muy superior a lo que la mayor parte de los historiadores ha admitido.
Hay pruebas de que en la dcada de 1820 el radicalismo en sentido estricto segua siendo la ideologa dominante del movimientopopular, que determinaba tanto la concepcin de la opresin como el vocabulario popular de clase, y de que adems, las perspectivas
rivales, en la medida en que podan ser situadas ms all del horizonte radical, ofrecan un modo de comprender la sociedad y la
poltica de orientacin menos clasista que la del radicalismo al que se oponan.
El primero y ms obvio de los lugares en que se podra esperar encontrar algn tipo de impugnacin del anlisis radical es en los
razonamientos y declaraciones que acompaaron el desarrollo del sindicalismo en la dcada de 1820. La prctica sindical en sentido
estricto planteaba por su propia naturaleza un desafo potencial al radicalismo por cuanto presupona que la organizacin sindical
poda mantener los niveles salariales y las condiciones de trabajo consuetudinarios pese al carcter arbitrario y opresivo de la clase
legisladora. La novedad estaba en la formalizacin de esta idea unida a una progresiva sensacin de semejanza de las situaciones en
los diferentes sectores y lugares, posible gracias a la difusin de una prensa sindical recientemente legalizada. Los sindicalistas de la
poca tenan poco que ofrecer ms all del deseo de recuperar un mundo presidido por las expectativas consuetudinarias y unos
acuerdos justos que regularan la conducta de patronos y obreros. El sindicalismo fue sin duda indicativo de las divisiones que haban
surgido dentro del pueblo pero no se opona a la idea de pueblo que tena el radicalismo.
Si el sindicalismo no representaba una alternativa extraa al radicalismo en sus conceptos de clase y opresin, qu decir delowenismo, tan estrechamente relacionado con la actividad sindical y cooperativista entre 1829 y 1834? En trminos generales, se
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puede sugerir que los owenistas ampliaron el concepto de opresin predominante en el movimiento radical mediante la crtica de la
distribucin y del sistema competitivo, pero su posicin sigui siendo fundamentalmente incompatible con el desarrollo de un
lenguaje de clase, ya que contradeca los presupuestos en que ste se basaba. El owenismo se centr en aquellos problemas que en
cualquier caso preocupaban a los sectores deprimidos salarios bajos, maquinaria, plustrabajo y polarizacin creciente entre riqueza y
pobreza- y los situ en un contexto sistemtico. Esta ampliacin del concepto de las calamidades con que se enfrentaba el productor
iba generalmente acompaada en la literatura owenista del concepto de ascenso de los capitalistas o de la nueva aristocracia de la
riqueza. Lo que los movimientos owenistas y cooperativistas en particular, aportaron a estas ideas fue una interpretacin de este
proceso de ampliacin de la opresin y crecimiento de la polarizacin como productos de un sistema competitivo. Fue sobre todo
William Thompson, un cooperativista que aceptaba la conveniencia del sufragio universal, quien plante el debate en torno a lacompetencia de la manera ms aceptable para los radicales y sindicalistas. El viejo radicalismo del perodo anterior a 1820 haba
tendido a yuxtaponer competencia y monopolio. Los que aceptaban las enseanzas de la economa poltica podan seguir articulando
su radicalismo en esos trminos. Por el contrario, el owenismo y el cooperativismo yuxtaponan competencia y comunidad, siendo el
contraste entre compromiso y asociacin una importante fase intermedia. Este concepto de competencia como fuerza antinatural que
se impona a los hombres desde fuera poda acomodarse fcilmente ms que la idea marxista posterior de la competencia como
resultado de una contradiccin dentro del propio sistema de produccin- a la tesis sindicalista de que los buenos patronos tenan que
seguir a regaadientes a los malos en la reduccin de los salarios, y a la creencia radical de que la corrupcin y la opresin eran
extraos intrusos en un orden natural de cosas. Adems, el hincapi en la asociacin como fase de transicin permita establecer un
vnculo entre el owenismo y las preocupaciones de los sindicalistas. La consideracin de los efectos de la competencia se convirti
en parte integrante del anlisis cartista en las dcadas de 1830 y 1840, con consecuencias destructivas para puntos importantes de la
antigua plataforma comn de los radicales. Sin embargo, pese a todo lo que los radicales haban absorbido de la crtica owenista de la
competencia, sigui existiendo una gran diferencia entre ambas posturas. De hecho, no se debe infravalorar la incompatibilidad
fundamental entre owenismo y radicalismo. El owenismo fue bastante coherente al considerar que el cambio poltico era irrelevantepara su diagnstico bsico. El origen de la competencia y la antipata no era poltico, sino ideolgico. En segundo lugar, si el
origen del mal era ideolgico, el owenismo fue tambin coherente al no apelar en concreto a una clase a expensas de otra. El
owenismo siempre tuvo cuidado de distanciarse de cualquier ambicin expresada en trminos de clase. De hecho se pensaba que el
mismo vocabulario de clase era uno de los nocivos resultados de la competencia. Los cambios que propugnaba eran aquellos que
proporcionaran a todos la mxima felicidad una vez que sta fuera racionalmente entendida. Lo que el owenismo ofreca a los
industriosos no era una identidad de clase, sino una ciencia, un autntico conocimiento de las causas generales de la infelicidad,
en comparacin con el cual las formas concretas de gobierno, la opresin del rico o los pasados errores del pueblo ingls eran
irrelevantes, ya que todos ellos eran productos de las creencias falsas y egostas del viejo mundo. En lugar de los errores del ingls
nacido libre, en lugar de un vocabulario limitado, apropiado para deshacer entuertos concretos, Owen ofreca a sus simpatizantes un
lenguaje universal e histricamente liberado con el que expresar sus reivindicaciones y aspiraciones.
No haba, pues, una corriente entre las clases obreras que reuniera las experiencias de los movimientos radicales, cooperativista y
sindicalista para crear una estrategia ms caractersticamente obrera que trascendiera la concepcin radical de clase? Con el objeto de
verificar esta idea, en el plano del lenguaje, el autor examina la fusin de radicalismo y owenismo en los primeros aos de la UninNacional de las Clases Trabajadoras (NUWC) y, desde la perspectiva sindical, los anlisis de Crisis yPioneeren 1833-34, ya que seha argumentado que representan una postura sindicalista. Los historiadores del socialismo y del movimiento obrero han considerado
importante la NUWC fundada en 1831, por diversas razones. Su nombre ha sido tomado como un hito en la conciencia de una
identidad independiente de la clase obrera. El concepto de clase de la NUWC segua estando por completo dentro de los parmetros
radicales. Su nombre estaba justificado por la premisa igualitaria de que todo el mundo deba trabajar, por lo que la pretendida
polarizacin no se estableca entre clases trabajadoras y clases medias, sino entre clases trabajadoras y clases ociosas. En la
medida en que las posturas owenista y radical se fusionaron en la NUWC, la forma en que esto ocurri no da pie para hablar de una
postura de la clase obrera que trascendiera a ambas. Por el contrario, sugiere la ininterrumpida hegemona de los supuestos radicales.
De esta postura se deduca las causas de la competencia no eran ideolgicas, sino polticas. La cooperacin llegara a ser una
posibilidad real nicamente cuando el pueblo hubiera conseguido sus derechos polticos. As, el owenismo particip en la estrategia
de la NUWC, hasta donde lo hizo, no slo subordinndose a la reivindicacin del sufragio universal, sino tambin al anlisis radical
que lo sustentaba. El anlisis de la postura expresada en Crisis y Pioneer, los peridicos oficiales de la Unin de Trabajadores de la
Construccin y la GNCTU proporcionan una visin diferente durante los revueltos aos de 1833-34. Se ha dicho que estos peridicosrepresentaban una alternativa owenista sindicalista al radicalismo, lo que implica una sociedad dividida en clases desde el punto de
vista econmico ms que poltico. Pero el anlisis de la divisin entre las clases obreras y sus opresores no era muy diferente del
que haca la prensa radical obrera. Por ltimo siguen en pie tanto el fenmeno que los historiadores han denominado incorrectamente
socialismo ricardiano como los argumentos que supuestamente se derivaron de l o se desarrollaron paralelamente en algunos
sectores de la prensa radical posterior a 1830. Todas esas interpretaciones, sin embargo, subestiman las semejanzas bsicas entre
antiguo anlisis y el nuevo y la continuidad bsica de la postura poltica radical.
El capitalista era definido exclusivamente por su papel de opresor parasito y se conceba su poder como una extensin del
sistema de fuerza y fraude. Incluso el propietario de capital fijo era simplemente concebido como un usurero que alquila los medios
de produccin a los trabajadores a un tipo de inters compuesto. Lo que se nos ofrece aqu no es, pues, la imagen de dos clases
opuestas engendradas por un nuevo sistema de produccin, en el que el papel del empresario como director y controlador del proceso
es un rasgo fundamental de su carcter explotador, sino ms bien un universo armonioso de produccin habitado por maestros y
obreros y degradado por la imposicin artificial de un sistema poltico que sanciona y mantiene el pago de unos intereses exorbitantesa una clase puramente parsita de capitalistas apostados en todos los puntos del intercambio. En la prensa gratuita y radical de la
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dcada de 1830 se hace igualmente mucho hincapi en el control poltico del proceso de intercambio. Una de las maneras en que se
pensaba que el poder poltico monopolista haba subvertido la reciprocidad natural de los intercambios era a travs de la introduccin
del dinero como instrumento general de intercambio. El dinero permita la acumulacin de excedentes de riqueza no consumidos,
estaba controlado por la clase legisladora, era manipulable y permita fijar impuestos oficiales u oficiosos sobre todas las
transacciones a expensas de los productores. El control poltico del intercambio haba provocado tambin la distorsin de la divisin
misma del trabajo. Este hincapi de los owenistas y cooperativistas en los males del sistema de distribucin contribuy en cierta
medida a la compleja imagen del tendercrata que surgi en el radicalismo posterior a 1830. Esos males del sistema de distribucin
estaban ntimamente relacionados con la distorsin de la divisin del trabajo, en otros tiempos pergeada para cubrir las necesidades
ficticias del consumidor ocioso. La acentuacin de estas ideas en el radicalismo y en el socialismo ricardiano indica, una vez ms,que no es correcto concebir las posturas desarrolladas en ambos movimientos como componentes de una economa poltica
alternativa o especficamente obrera. Para los radicales y los owenistas el aumento del lujo y la proliferacin de los intermediarios
era simplemente un sntoma del estado antinatural de la sociedad y la artificiosidad de sus necesidades. Por consiguiente, mientras
aprobaban el progreso de las artes y las manufacturas, engendradas por el desarrollo de la divisin del trabajo, colocaban el dominio
poltico o la ignorancia en el lugar de la mano invisible y contemplaban una sociedad en la que una vez eliminada esas distorsiones
pudiera coexistir en armona un alto nivel de desarrollo productivo con la primitiva equidad. Esto explica por qu, para los tericos
del intercambio desigual y para los portavoces de la nueva forma de radicalismo en la prensa gratuita, el conflicto fundamental no
se planteaba entre empleadores y empleados, sino entre clases trabajadoras y clases ociosas. El patrono estaba incluido, como el
tendero, en la categora de los intermediarios. Ocupaba una posicin intermedia entre el productor trabajador y el consumidor ocioso
y se hallaba sometido a las presiones contrapuestas de ambos. Se le atacaba no como beneficiario ltimo, sino como sumiso acatador
de las reglas tirnicas de la propiedad. La discusin sobre la estrategia de la huelga general en 1834 ilustra bien esta concepcin del
patrono como intermediario entre las dos principales clases contendientes. Los historiadores han destacado la novedad que supona
plantear una huelga general organizada por los sindicatos y no simplemente por las clases industriosas. Pero tambin es importanteobservar la continuidad de la concepcin radical en que se basa. La razn fundamental, ms all de la mejora de la situacin del
propio productor no era acabar con el poder de clase de los patronos, sino asestar un golpe a los propietarios ociosos y a su Estado.
Resultaba por tanto bastante coherente que la actitud de los radicales hacia los patronos, los intermediarios y las clases medias en
general fluctuara segn la actitud de las clases medias hacia las reivindicaciones populares. La cuestin no era cmo derrocar a las
clases medias, sino por qu, en las condiciones imperantes, stas no apoyaban las reivindicaciones populares y cmo podan ser
persuadidas u obligadas a hacerlo. La postura radical con respecto a la clase media fue menos inconsecuente de lo que a veces se ha
supuesto. En general, todos estaban de acuerdo en que, dada su posicin contradictoria entre el servilismo y la tirana, las clases
medias como colectivo slo apoyaran las reivindicaciones populares, cuando las apremiara la necesidad. La imagen predominante de
las clases medias era la de un grupo tmido y miedoso, pero al mismo tiempo tirnico, que slo se aliara con el pueblo por necesidad
o conveniencia. Sus simpatas naturales dentro del sistema artificial imperante se alineaban con la propiedad y se supona que ellos
mismos aspiraban a convertirse en ociosos. Esta pretensin de ganarse a las clases medias con amenazas o halagos no cambi
sustancialmente durante el perodo cartista. A la luz de las experiencias de la dcada de 1830 y cuando la depresin se agrav a partir
de 1837, aumentaron la desconfianza y la indignacin contra las clases medias. Pero dado que los supuestos bsicos permanecaninalterados, la proclividad a cortejar, amenazar o ignorar a las clases medias, en lugar de seguir una direccin lineal, fluctu segn la
situacin poltica. Pero no se renunciaba a la aspiracin de reclutar a las clases medias bajo el estandarte de la Carta cuando los
tiempos fueran propicios, y en 1847-48, OConnor, Mc Douall y Ernest Jones intentaron de nuevo movilizarlas contra los
dinercratas.
El movimiento del perodo cartista atrajo a un sector de la poblacin obrera mucho ms amplio que el de principios de la dcada de
1830. No es de extraar que los propietarios de las fbricas fueran identificados como los principales tiranos. El grado de hostilidad
hacia ese grupo se puso de manifiesto en el antagonismo cartista hacia la Liga contra las Leyes sobre Cereales, a la que consideraron
como una maniobra de desviacin de los manufactureros o un medio de intensificar su tirana. De modo parecido relacionaron
unilateralmente la Nueva Ley de Pobres con la nueva clase media industrial, aunque de hecho los terratenientes haban influido ms
que los patronos para sacar adelante la Ley en el Parlamento. Pero, aunque no se cuestione la profundidad y amplitud de este
antagonismo, no debera suponerse por ello que el anlisis radical en el que se basaba la Carta estaba siendo desplazado por una
forma de pensar diferente y ms impregnada de conciencia de clase. La terminologa indica la incertidumbre de algunos radicales
sobre como definir a los propietarios de las fbricas en relacin con los terratenientes, los financieros y las clases medias. Pero lacreencia de que ahora haban desplazado a la antigua aristocracia no debilit el convencimiento del origen y la definicin poltica de
la opresin; y en cualquier caso reforz la idea de que la expropiacin de la tierra, impuesta por medios polticos, continuaba siendo
el origen ltimo de la situacin de la clase obrera y de la progresiva tirana de los dueos del dinero y de las fbricas. Adems,
aunque en la nueva forma de radicalismo se insista a menudo en que la propiedad capitalista de las mquinas era la razn de la
competencia entre los obreros, de los salarios bajos y de la existencia de un ejercito de reserva laboral, segua siendo cierto que la
usurpacin de los derechos naturales a cultivar el suelo los haba convertido en esclavos asalariados sin tierra en primer lugar, y
que la recuperacin de los derechos a la tierra sera la respuesta ms eficaz a la tirana del propietario del taller. En la dcada de 1830,
la vieja crtica de los discpulos de Spence a la propiedad de la tierra reforz esta postura. Los seguidores de Spencer se oponan a
toda propiedad privada de la tierra basando sus argumentos no slo en el derecho natural y en los principios bblicos, sino tambin en
la conviccin de que la tierra haba pertenecido histricamente a los pobres y les haba sido robada. De hecho, durante la dcada de
1840, la principal solucin cartista a la existencia del capitalismo industrial era el fin de la monopolizacin de la tierra. En la medida
en que era poltico, el debate se centr en si se deban introducir programas agrarios antes de obtener la Carta y si se deba dividir la
tierra entre los propietarios campesinos.
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Si se poda socializar la tierra, liquidar la deuda nacional y terminar con el control monopolista de los banqueros sobre la oferta de
dinero era porque todas esas formas de propiedad compartan la caracterstica comn de no ser producto del trabajo. Por esta razn, el
rasgo que ms se destacaba en la clase dirigente era el de su ociosidad y parasitismo.
La esperanza que representaba la Carta nicamente era comprensible dentro del lenguaje del radicalismo. Estamos en mejores
condiciones para apreciar la fuerza de la postura cartista en la segunda mitad de la dcada de 1830 y comprender por qu el creciente
descontento adopt una forma cartista. Porque el radicalismo parta de la premisa del papel activo y opresor del poder poltico
monopolista y el Estado. La actividad agresiva e intervencionista del gobierno y el Parlamento en la dcada de 1830, cuando se
reestructuraron las instituciones y se revitaliz el sistema competitivo a expensas de las clases obreras, justific sobradamente lapostura radical. Por todo ello, la gran fuerza de la Carta en 1838-39 residi en su identificacin del poder como fuente de la opresin
social y en su capacidad de concentrar en un objetivo comn el descontento de las clases obreras sin representacin. Pero la gran
dificultad del radicalismo estribaba en que la viabilidad de su estrategia dependa de la movilizacin no slo de la clase obrera, sino
de la gran mayora del pueblo. La peticin y la Convencin General de las Clases Industriosas no tenan como premisa una poltica
proletaria. Aunque parte de la opinin de la clase media estaba dispuesta a apoyar la peticin cartista, no haba un apoyo similar a la
Convencin que, como rgano legislativo rival, representaba una amenaza para el Parlamento. La progresiva evidencia de la falta de
un apoyo decidido por parte del pueblo a los poderes y medidas de la Convencin debilit primero la determinacin de las clases
obreras de las distintas localidades y finalmente provoc la ignominiosa disolucin de la propia Convencin. As, 1839 acab con
toda idea simplista sobre la unidad del pueblo y la predecible perversidad del Estado. Si 1839 demostr la insuficiencia de una
concepcin del cambio poltico heredada por los radicales, 1842 demostr la incapacidad del radicalismo para obtener ventajas de un
nuevo tipo de lucha. La huelga se limit a los obreros; en aquellas zonas donde el objeto poltico de la huelga estuvo ms claro, la
opinin de la clase media se mantuvo en general distanciada del cartismo debido al antagonismo que haba provocado la cuestin de
la derogacin de las Leyes sobre cereales. An ms que en 1839, en 1842 se puso de manifiesto la disonancia entre el intento deaplicar una estrategia radical y un movimiento de composicin casi exclusivamente obrera que cada vez se abstena ms de ejercer
toda presin que no fuera la de la fuerza sobre la opinin de la clase media. Tras el fracaso de la huelga result imposible mantener la
prolongada concentracin de las energas en la Carta. La depresin se suavizaba y la solucin cartista ya no atraa a muchas
asociaciones sindicales, que ahora confiaban ms en la capacidad de negociacin dentro del sistema.
El xito a medias de la Ley de Diez Horas en 1844 y el triunfo en 1847 reforzaron considerablemente la tendencia al reformismo y
las campaas en torno a un tema especfico que desviaron al pueblo de la causa real de sus miserias. Mayores consecuencias
inmediatas para la coherencia de la plataforma radical tuvo el hecho de que OConnor adoptara el programa agrario. Esto no slo
dividi la actitud de los cartistas hacia la poltica agraria. Tambin abri una brecha mucho ms profunda en el radicalismo de la
dcada de 1830, ya que implicaba que era posible una mejora dentro del sistema vigente. Haban desaparecido la vehemencia y la
conviccin de la reprobacin radical del Estado. La interrelacin de las premisas radcales y el carcter consecuente de sus
argumentos se cruzaban ahora con casos especiales y clusulas modificadoras.
Las interpretaciones del cartismo se han centrado abrumadoramente en su carcter obrero. Esta insistencia ha eclipsado ciertasdimensiones fundamentales del carcter y la cronologa del movimiento. Si el cartismo se convirti en un movimiento obrero, no lo
hizo por eleccin, sino por necesidad, como resultado de su capacidad cada vez menor de convencer a una parte importante de las
clases medias de la viabilidad de su postura y del atractivo de su visin social; y finalmente, por supuesto, dej tambin de contar con
la lealtad de una parte considerable de las propias clases obreras. Visto desde este ngulo -como una forma de radicalismo y no
simplemente como el movimiento de una clase- el cartismo puede ser situado en dos perspectivas diferentes, la primera a largo plazo
y secular, y la segunda a corto plazo y coyuntural. Como fenmeno secular, el cartismo fue la versin ltima, ms importante y ms
desesperada de la crtica radical de la sociedad, que haba disfrutado de una existencia casi ininterrumpida desde las dcadas de 1760
y 1770. La visin subyacente en esta crtica era la de una sociedad ms o menos igualitaria, compuesta exclusivamente por las clases
industriosas y mnimamente necesitadas de gobierno. El poder poltico, tal como los cartistas lo entendan, en sintona con los
radicales del siglo XVIII, era fundamentalmente un fenmeno negativo, la liberacin de la opresin existente y la prevencin legal o
legislativa de su repeticin. La distincin no se estableca primordialmente entre clases dirigentes y clases explotadas en el terreno
econmico, sino entre beneficiarios y vctimas de la corrupcin y el monopolio del poder poltico. La yuxtaposicin era en primera
instancia moral y poltica, y se podan trazar lneas divisorias tanto dentro de las clases como entre ellas.Se ha considerado con frecuencia al cartismo como una respuesta a la Revolucin Industrial y a los cambios que sta origin en las
relaciones sociales. Pero tal consideracin presupone la observacin de un hecho social cuya definicin fue comn entre los
historiadores contemporneos y posteriores. Los radicales y los cartistas juzgaron los aspectos sociales del proceso que los
historiadores posteriores denominaron industrializacin en unos trminos que seguan las lneas de los radicales del siglo XVIII, muy
diferentes a las de los historiadores econmicos y sociales del siglo XX. Por eso, la poltica radical y cartista carece de sentido si se la
interpreta como una respuesta a la aparicin de un capitalismo industrial concebido como un proceso econmico objetivo, inevitable
e irreversible.
Lo caracterstico de la fase cartista del radicalismo no fue ni el abandono de la aspiracin radical heredada de construir una amplia
alianza popular, ni una manera nueva y especficamente clasista de considerar la historia reciente en trminos de lo que los
historiadores posteriores describiran como industrializacin. Lo especfico del cartismo fue, en primer lugar, la equiparacin del
pueblo con las clases obreras a consecuencia de 1832 y, en segundo lugar, el correspondiente desplazamiento del acento puesto en la
relacin entre el Estado y la clase obrera. Como consecuencia de ste, se puso menos el acento en el Estado como un nido de
egosmo y corrupcin; en cambio comenz a considerrsele cada vez ms como el precursor titnico de una dictadura sobre losproductores. El resuelto esfuerzo del gobierno liberal por crear el marco administrativo y represivo para una sociedad plenamente
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8/6/2019 Resumen - Stedman Jones Gareth (1989)
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basada en la libre competencia se llev a cabo a expensas de todas aquellas fuerzas a las que el cartismo haba dado voz. Las
premisas del radicalismo eran en teora las ms adecuadas para centrar y delimitar esta nueva actividad del Estado. Esta es una de las
razones por las que el descontento social adopt una forma cartista. No se puede decir simplemente que el cartismo comenz en
1832; fue el efecto combinado de 1832 y de la reaccin general a las medidas legislativas del gobierno liberal. Pero la misma
vehemencia de la oposicin que esa poltica haba provocado impuso un cambio de rumbo. A finales de la dcada de 1830, el estado
ya haba empezado a retirarse de su antigua posicin. La evidente legislacin de clase de comienzos de la dcada de 1830 estaba
empezando a ser matizada por medidas de carcter menos siniestro. En semejantes circunstancias, la agitacin cartista no tuvo nunca
ms que una remota posibilidad de xito, ya que la concesin del derecho de voto a la clase media en 1832 supuso un importante
obstculo en el camino de la alianza entre los cartistas y las clases medias. No haba necesidad alguna de que el descontento de lasclases medias adoptara una forma cartista. Peel no hizo concesiones polticas al cartismo, pero su objetivo declarado era eliminar las
fuentes materiales del descontento popular evitar que se identificara al estado con una fraccin o inters econmico concreto de las
clase propietarias. Si la retrica cartista era en teora la adecuada para agrupar a la oposicin contra las medidas liberales de la dcada
de 1830, estaba, por el mismo motivo mal pertrechada para modificar su postura en repuesta al nuevo carcter de la actividad estatal
en la dcada de 1840. Que la estabilizacin de la economa y el auge de mediados de siglo acabaron finalmente con todo salvo unas
pocas avanzadillas cartistas sitiadas es un hecho reconocido. Pero como lenguaje poltico coherente y como visin poltica creble, el
cartismo no se desintegr a principios de la dcada de 1850, sino de la de 1840. En principio, su decadencia no fue el resultado de la
prosperidad y la estabilizacin econmicas, puesto que en realidad fue anterior a ambas. Un atento examen del lenguaje del cartismo
sugiere que su ascensin y cada han de ser relacionadas en primera instancia, no con los avatares de la economa, las divisiones en el
movimiento o una conciencia de clase inmadura, sino con el carcter y la poltica cambiantes del Estado, el enemigo principal de
cuyas acciones los radicales siempre haban pensado que dependa su credibilidad.
[Gareth Stedman Jones,Lenguajes de clase. Estudios sobre la historia de la clase obrera inglesa, 1832-1982, Siglo XXI, Madrid,
1989, pp. 86-174.]
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