dulcinea del toboso - realidad literaria o invención quijotesca

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Page 1: Dulcinea del Toboso - realidad literaria o invención quijotesca

Sebastian STRATAN

Estudiante - Universidad Complutense de Madrid

Dulcinea del Toboso – ¿realidad literaria o invención quijotesca?

El objetivo del presente artículo es de demostrar la imposibilidad de considerar un

personaje per se a Dulcinea del Toboso, la amada de don Quijote y motor de sus hazañas. Hay

numerosos estudiosos sobre la obra que, a pesar de sus idiosincrasias como entidad ficticia, la

estudian como un personaje más. Sin embargo, mediante unos instrumentos modernos,

especialmente en el campo de la semiótica, demostrará precisamente lo contrario. Estos

instrumentos son recogidos de las teorías desarrolladas en el campo de la teoría de la literatura

por estudiosos como Algirdas J. Greimas, Erich Auerbach, Wayne C. Booth, Gonzalo

Torrente Ballester, entro otros. La definición que la semiótica da al concepto de personaje (o

actante) no califica a Dulcinea como tal porque según el modelo actancial de Greimas 1 el

actante es el que realiza el acto, independientemente de cualquier otra determinación.

Ahora bien, una de las características más importantes de El Ingenioso Hidalgo Don

Quijote de la Mancha (1605) es la ambigüedad. La mayoría de los elementos constitutivos -

desde el lenguaje hasta la novela tomada como todo, desde el autor hasta los personajes –

conlleva una doble cara, generalmente opuestas, pero sin que alguna de ellas ser capaz de

primar sobre la otra. Asimismo, la locura del protagonista no disminuye la calidad de su

discreción, ni la agudeza de Sancho logra camuflar su simpleza. Además, la ambigüedad se ve

reforzada por las perspectivas múltiples que utiliza el autor (narradores-autores, personajes,

vox populi) con las cuales el relato es presentado al lector. Parte de ese equívoco es la

aparente contradicción entre el objetivo defraudador de Cervantes, señalado desde el

principio, de aclarar las diferencias entre la verdad y la mentira en la literatura empleando

juegos retóricos muy comunes en la época pero con funciones paródicas: fórmulas como

verdadera historia, etc. para poder reivindicar la verdad interna de la narración. Como

consecuencia, dice Torrente Ballester refiriéndose al episodio del retablo de Maese Pedro a

veces, hay que hacer un esfuerzo de voluntad para escaparse de la influencia de la

verosimilitud sobre quien la lee:

1 ROMÁN CALVO, Norma. El modelo actancial de Greimas.Ciudad de México: Pax México, 2007. Web

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La tentación de buscar aquí significaciones segundas es difícil de refrenar. Si usted, señor,

juzga moralmente a don Quijote como si fuera un hombre de verdad, hace, ni más ni menos, lo que don

Quijote ayudando a Melisenda y a Gaiferos… Si usted se porta ante una ficción como ante la realidad,

¿por qué tacha de loco a don Quijote cuando hace lo mismo?2

Inevitablemente, el juego de la ambigüedad entre la verdad y la mentira en el Quijote

tiene repercusiones en el personaje de Dulcinea del Toboso, que, además de ser ausente en la

acción, su representación, igual de ambigua y múltiple, es de lo más simple. A pesar de esto,

no faltan las voces que sostienen su lugar en la categoría de los personajes reales.

Dulcinea es un personaje con raíces en la realidad pero el único vínculo entre el

personaje real – Aldonza - y el inventado – Dulcinea – es el sentimiento amoroso del creador.

No es un personaje dotado de personalidad propia, sino que está dotada de unos rasgos físicos

y morales tomados de la literatura cortesana (petrarquesca). Sólo una vez retrata don Quijote a

Dulcinea, pero lo hace en términos completamente tópicos: cabellos de oro, frente como

campos elíseos, sus cejas arco del cielo, etc. y en términos parecidos ve a Maritornes

(CERVANTES, I, 82).

Dulcinea del Toboso es la invención de Don Quijote, es decir, no existe. La invención

de Dulcinea por el pobre hidalgo es la base de la invención de las otras Dulcineas creadas por

los otros personajes y la más conocida de ellas es, tal vez, Aldonza Lorenzo. Aunque la vox

populi afirma que la primera es una idealización de la última, es un error, porque ni Aldonza,

ni Dulcinea no actúan de ninguna manera en el relato y tampoco se las ve. De hecho, no

solamente Dulcinea, cuya creación, el propio narrador nos la relata objetivamente

(CERVANTES, I, pág. 22), sino que ambas son fantasmagorías de Don Quijote alimentadas,

sobre todo, por las mentiras de Sancho. Por consiguiente, cabe sospechar que simplemente no

existen, y así quedaría el asunto, sin el testimonio del escudero que confirma la existencia de

una tal Aldonza Lorenzo. En las segunda parte, aunque el Caballero del Bosque y el Caballero

de los Espejos la mencionan (CERVANTES, II, 392), junto con Sancho en su carta para

Teresa (CERVANTES, II, 505), la labradora es eliminada, borrada de su mente, pues don

Quijote ve las cosas tal y como son, y si semejante cosa existe, implicaría que su dama, no.

La mayoría de las referencias a los dos personajes en la primera parte del Quijote

parecen sostener la identificación de ambos, sin embargo, todos los datos parecen ser, o bien

torpezas de Cervantes, o bien confusiones intencionadas. Del mismo modo, ha surgido mucha

2 TORRENTE BALLESTER, Gonzalo. El Quijote como juego. traducción de I. Villanueva y E. Imaz, Madrid: Guadarrama, 1975. Web. 9 de Mayo 2012.

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crítica acerca de la locura de don Quijote afirmando que el narrador le hace un loco cuerdo (o

un cuerdo loco), y se cree que el narrador presenta a don Quijote como loco que atraviesa

momentos lúcidos, y al mismo tiempo introduce, camuflados, los elementos que permiten

saber que el protagonista ve siempre la realidad tal y como es, aunque él mismo diga lo

contrario. Ahora, si Dulcinea es sólo un ser ficticio, eso lo convertiría en un ser real, en una

idealización de Aldonza. Sin embargo, Dulcinea, más que una idealización, es una idea.

En efecto, en la primera parte de la novela, incluso don Quijote confunde a Dulcinea

con Aldonza, quizás porque necesita fundamentar su ideal en algo real. Este enredo tiene el

punto culminante en el desliz de Sancho en la Sierra Morena. El narrador se da cuenta de la

complicación y Aldonza sólo aparecerá dos veces más pero en escenas sin importancia. En

cambio, a don Quijote no le pasa nunca confundirse con Alonso Quijano a pesar de que hay

muchos más vínculos entre ellos, ya que comparten el mismo cuerpo. En su Dulcinea a través

de los dos “Quijotes”, Rodríguez-Luis sostiene que Aldonza Lorenzo desaparece de la mente

del caballero porque tuvo que defender su derecho de idealizarla ante Sancho y que, a partir

de este episodio cree verdaderamente en la existencia de Dulcinea. Sin embargo, hay críticos

que mantienen la afirmación de que don Quijote no cree en la existencia de Dulcinea y que es

su invención. Lo dice el propio don Quijote cuando la duquesa le pregunta si es real o

imaginaria. La duquesa le dice que la ha creado él, que la ha parido de su entendimiento. Don

Quijote le replica que “Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica o no es

fantástica; y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo.”

(CERVANTES, II, 486).

En la primera parte, el narrador nos presenta a Aldonza en tanto que cronista, y lo

único que dice de ella es que era una moza labradora de muy buen parecer, de quien don

Quijote anduvo algún tiempo enamorado, aunque no fue muy evidente. Como ya se ha

sugerido, hay más de una Aldonza. Una de ellas, la de Sancho, aparece como consecuencia de

la declaración de don Quijote. La descripción que hace Sancho de Aldonza ha servido

probablemente de modelo, por confusión, para la figura de Dulcinea. No obstante, para lo que

Aldonza supone en la novela, necesitamos lo que nos cuenta el narrador sobre ella. En cuanto

a Dulcinea, su figura sufre varias confusiones pero también una constante evolución. Por

ejemplo, Sancho tiene una Dulcinea hasta Sierra Morena, una después de este episodio y otra

en la segunda parte pero el lector nunca lo tiene muy claro en cuál de las Dulcineas cree, o si

cree en alguna. Habrá también una Dulcinea muy especial, que es la tramada por los duques y

presentada a don Quijote.

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Como ya se ha mencionado, a Dulcinea no se le puede llamar personaje sino que es

una creación de un personaje de la novela. Sin embargo, por comodidad, porque no hay una

denominación oficial para este tipo de entidad ficticia, se aludirá a ella como personaje. Don

Quijote, que al final no cayó en la tentación de escribir literatura, decide salir al mundo como

caballero andante y convertirse en literatura y Auerbach mantiene que los momentos

decisivos del trágico caballero andante son allí para representar “el choque de la ilusión de

don Quijote con la realidad vulgar y cotidiana, opuesta a toda ilusión.” (1993). Él sabe que su

mundo es uno ideal, y la realidad no pierde ninguna ocasión para demostrárselo pero,

siguiendo una convención más, nunca acepta tales demostraciones de cara al público. Para

cumplir con todas las convenciones que se imponen a un caballero andante, después de

haberse cumplido la más importante (de convertir sus hazañas en literatura con la primera

parte circulando por España), don Quijote es libre creer que también su dama imaginaria

existe y, por consiguiente, ir a buscarla. El protagonista necesita adaptar todo su mundo a la

nueva situación, de hecho, recrearlo; y empieza por su Dulcinea. En la segunda parte,

Dulcinea ya no puede ser, en absoluto identificada con una labradora, tiene que ser una

princesa de verdad y don Quijote va a buscarla, aunque el lector, junto con otros personajes,

sabe que ella no existe.

Uno de los objetivos de esta exposición era de demostrar que Dulcinea del Toboso no

es un personaje, luego que Dulcinea no es ni Aldonza Lorenza ni ninguna otra posible

realidad con la que pueda confundirse. La conclusión, después de seguir su paso por los dos

Quijotes, no puede ser sino que Cervantes, una vez creada la idea de la dama paródica, se

sirvió de ella a su antojo, arbitrariamente, sin preocuparse de darle coherencia y continuidad.

La utiliza para crear acción y también para marcar ciertos puntos culminantes en la relación

entre amo y escudero. No obstante, cualquiera que sea la intención de Cervantes, lo que está

claro es que, como dice don Quijote al duque anónimo en la parte segunda, a causa de

Dulcinea, su lugar se ha hecho famoso y nombrado… “como lo ha sido Troya por Elena y

España por la Cava, aunque con mejor título y fama” (CERVANTES, II, 487).

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Bibliografía

AUERBACH, Erich. Mímesis: la representación de la realidad en la literatura occidental, traducción de I. Villanueva y E. Imaz. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1993.

CERVANTES, Miguel de. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Madrid: Espasa-Calpe, Colección Austral, 1992.

IGLESIAS PALACÍN, Gregorio. En Torno al "Quijote". Madrid: Leira, 1965.

RODRÍGUEZ-LUIS, Julio. Dilcinea a través de los dos "Quijotes" en N.R.F.H. pp.378-416. 1965. 11 de Mayo de 2012.

ROMÁN CALVO, Norma. El modelo actancial de Greimas. Ciudad de México: Pax México, 9 de Mayo de 2007. libro electrónico.

TORRENTE BALLESTER, Gonzalo. El Quijote como juego. Madrid: Guadarrama, 1975.

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