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CAPÍTULO I _______________________________________________________________________________________ ______ HUELVA EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX: ECONOMÍA Y SOCIEDAD - 18 -

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CAPTULO I

CAPTULO I_____________________________________________________________________________________________

Huelva en el primer tercio del siglo xx: Economa y sociedad

Huelva en el primer tercio del siglo xx: Economa y sociedad

1.- La realidad socioeconmicaEn qu medida la coyuntura econmica influy en los acontecimientos polticos y sociales de la vida republicana? Consecuentemente en qu medida pudieron influir en la opcin de los espaoles en los diferentes procesos electorales?

Una parte considerable de los autores que han estudiado la Segunda Repblica Espaola coinciden en sealar, como ms relevantes, los fenmenos institucionales y polticos de este perodo. Sin lugar a duda han sido los ms estudiados. Incluso cuando se aborda el tema de la conflictividad social se considera en gran medida como una consecuencia de lo anterior apareciendo as como un problema de orden pblico, de luchas entre diferentes sectores sociales por lograr conquistas en el nuevo rgimen poltico.

Que los acontecimientos polticos, sociales e institucionales emerjan como los ms importantes de este perodo es natural. La Segunda Repblica se erigi como un sistema poltico rupturista no slo con la Dictadura sino con el conjunto de la historia poltica de la Monarqua.

Pero que duda cabe que los problemas sociales, considerados como consecuencia al menos en gran parte de la situacin econmica influan en las tensiones polticas, en el clima general del pas y en la apreciacin que los espaoles pudieran tener sobre el devenir de la Segunda Repblica. De forma necesariamente reducida tendremos que referirnos a la situacin econmica general para luego descender a la de aquellos sectores productivos con implantacin en Huelva.

El ao anterior a la proclamacin de la Repblica, 1930, marca el inicio de dos crisis, una de orden poltico, el final de la Dictadura y otra de orden econmico, las consecuencias en Espaa de la coyuntura internacional, lo que se conoce como la Gran Depresin de 1929 cuyo hecho ms sobresaliente fue el crac de la Bolsa de Nueva York. Claro est que las consecuencias sobre la economa espaola de esta crisis han sido muy debatidas por la historiografa econmica espaola. Ya en 1980 Palafox planteaba en trminos generales que el alto grado de autarqua y los efectos de la fuerte devaluacin de la peseta permitieron reducir los efectos de la desfavorable coyuntura exterior y sin negar el estancamiento de la economa espaola, atribuye ste ms a los propios desequilibrios internos y a la insolidaridad nacional. El propio autor reconoce no obstante que no existen estudios en Espaa para medir regionalmente la incidencia de estos factores a excepcin de Catalua y el Pas Valenciano y concluye con la idea de que la cada de los intercambios comerciales como la causa de los graves problemas que afectaron a algunos sectores productivos, difcilmente puede ser mantenida. Naturalmente a esta conclusin llega despus del reconocimiento de que slo es posible establecer un marco general dada la falta de estudios particulares. Y para establecer ese marco general parte de las estadsticas oficiales de los pases ms importantes en la Balanza Comercial Espaola que representaban en conjunto aproximadamente el 40% de las importaciones y ms del 60% de las exportaciones. A partir de estos datos que hemos llevado al grfico siguiente concluye que la importancia del descenso queda sensiblemente atenuada.

Son los aos de 1933 y 1934 los que coinciden con el fondo de la cada, por otra parte paralela, de las exportaciones e importaciones y los aos del primer bienio de conjuncin republicana-socialista van a desarrollarse en este marco.

En comercio exterior y a la luz del grfico siguiente, podemos comprobar que a partir de 1930 se produce un doble fenmeno: por una parte una cada vertiginosa y por otra un acercamiento tanto de las importaciones como de las exportaciones. Este acercamiento se debe a la poltica de contingentes que no eran sino limitaciones (en cantidad o valor) a la importacin o exportacin de determinadas mercancas durante determinado perodo de tiempo. La poltica proteccionista de Francia inaugur en 1930 este sistema. Todos los pases respondieron inmediatamente con las mismas medidas contra Francia, que posteriormente, amplindose entre ellos, adquirieron un carcter internacional. En 1931 Espaa autoriza la poltica de contingentes de importacin como represalia comercial. Esta poltica de contingentes, como veremos ms adelante, tendr consecuencias nefastas para la Industria Conservera y Vitivincola de la provincia onubense. En millones de pesetas/oro, las importaciones decayeron entre 1928 y 1933 aproximadamente un 72% y las exportaciones un 69%.

Grfico n 1.

Evolucin Comercio Exterior. Espaa 1930-1935.

Fuente: Elaborado a partir de los datos de Palafox. Estadsticas oficiales de U.S.A. (Statistical Abstracts), Gran Bretaa (Parllamentary Papers) y Francia (Annuaire Statistique de la France).

Rafael Anes matiza esta interpretacin al afirmar que existe bastante coincidencia, aunque no unanimidad, en considerar que la incidencia de la crisis de 1929 sobre la economa espaola no fue muy grande, pero s evidente, que se hace sentir con cierto retraso, datando en 1933 su mxima influencia. Un contemporneo, Julio Zarralugui, dira en septiembre de 1931 que la crisis, de sobrevivir no podra atribuirse a una cuestin monetaria, sino exclusivamente a alteraciones de la produccin y consumo; cuestin que deja de ser local para trocarse en mundial...

Independientemente de la importancia que para la crisis econmica de esta poca tuviera la coyuntura internacional, Beirs Xos, M. apunta ms hacia cuestiones estructurales especficas de la economa espaola. Y seala bsicamente cuatro causas: los rasgos de orden precapitalista que impregnan todava la base econmica, la escasa potencia autnoma de nuestra economa, la heterogeneidad estructural de la economa y la concentracin oligrquica del poder econmico. En esta lnea se manifiesta tambin, con rotundidad, Hernndez Abreu al decir que la crisis de 1929 se manifest en Espaa con todas sus consecuencias si bien la razn explicativa de la depresin econmica espaola hay que buscarla en las deficiencias estructurales internas.

A partir de la primera revolucin industrial que da paso a una economa capitalista, los ciclos econmicos se miden por la acumulacin de capital, criterio que se diferencia de los anteriores, basados en las fluctuaciones de las cosechas y la regularidad en el crecimiento de la oferta monetaria. Veamos la evolucin de la economa espaola a partir del ndice de Inversin (formacin bruta de capital fijo) tomando como base 100 el ao 1954 y en el perodo que va desde 1922 a 1935. (de los aos de la Guerra Civil no se tienen datos).

El grfico siguiente ilustra mucho de lo dicho anteriormente. Observamos un crecimiento progresivo y continuo desde 1922 hasta que en 1929 alcanza su punto lgido. A partir de 1930 comienza una rpida depresin hasta tocar fondo en 1933, ao a partir del cual se produce una tmida recuperacin.

Las consecuencias de esta bonanza econmica hasta el advenimiento de la Repblica fueron bsicamente las siguientes: la comercializacin de nuevas innovaciones tcnicas, el incremento de los salarios reales que activaron la migracin del campo a la ciudad, el proceso de urbanizacin que ello supuso, la mejora de las infraestructuras viarias, el aumento de la electrificacin y de la produccin siderrgica, el crecimiento de las industrias de bienes de consumo y el aumento de la inversin en agricultura y ganadera reflejo de un incremento de la demanda.

No vamos a insistir ms en otros indicadores que a menudo utilizan diferentes autores como podran ser los ndices de produccin agrcola, industrial, minero-metalrgica, sobre depsitos en la banca privada, coste de vida, etc. Cualquiera de ellos grficamente nos dara una imagen en definitiva similar a la que ya hemos analizado.

Para valorar la influencia que para la economa nacional tuvo la crisis internacional se hace necesario referirnos a la dependencia exterior de la economa espaola. En cuanto a los productos de intercambio de Espaa con el exterior baste sealar que nuestro pas era productor de alimentos y materias primas y deficitario en manufacturas. Las importaciones llegaban fundamentalmente de Gran Bretaa y Francia y las exportaciones se dirigan a Estados Unidos, Gran Bretaa y Alemania. De entre los productos que se exportaban al exterior, algunos de ellos eran vitales para la economa onubense. Lo veremos con ms detalle cuando lo analicemos por sectores, baste decir ahora que la crisis de la exportacin afectaba a productos como el aceite, el vino y fundamentalmente los minerales.

Grfico n 2.

Evolucin ndices de inversin 1922-1935.

Fuente: Elaborado a partir de los datos de Carreras de Odriozola

Adelantemos, tambin en trminos globales, cmo afectaron a los productos ms importantes de la economa onubense la balanza comercial. Nada mejor para ello que acudir a los datos ofrecidos sobre importacin y exportacin en Huelva :

El grfico n 3 corrige el que hemos presentado anteriormente sobre toda Espaa en el sentido de que, y tomando como referencia 1933, las exportaciones disminuyen con relacin a las importaciones, lo que nos lleva a pensar que para el caso de Huelva las polticas proteccionistas europeas s que tuvieron incidencia, que se haba perdido capacidad exportadora y que este hecho habra de tener influencia sobre la produccin de artculos muy importantes para la economa provincial y con graves consecuencias sociales.Grfico n 3.

Evolucin Comercio Exterior. Puerto de Huelva 1930-1935.

Fuente: Elaborado a partir de los datos del Archivo del Puerto de Huelva. Movimiento de Importacin y Exportacin en los aos de 1905 a 1936. Memoria del Servicio Administrativo y Estadstica General del trfico mercantil y movimientos de buques.

Mir Liao que ha estudiado con exhaustividad el movimiento portuario onubense en el periodo, ms largo que al que nosotros nos referimos, de 1873 a 1996, cuando se refiere a los aos de la Segunda Repblica en Huelva afirma que los precios eran altos y la caresta general se achacaba a la depreciacin de la peseta, el fantasma del hambre se alz de nuevo en Huelva, acompaado de sus secuelas de protestas y huelgas...se sumaron los conflictos sociales, especialmente virulentos en el mes de julio (1931) por las protestas de los obreros del mar, los choferes, los armadores, que decidieron amarrar sus barcos, y los camareros. El puerto atravesaba por momentos difciles, haban aumentado los gastos y disminuido los ingresos -debido a la merma en la exportacin de mercancas- y siendo el puerto el motor econmico de la ciudad, la contraccin de su trfico habra de repercutir en la vida econmica ciudadana, crendose un clima poco propicio a la inversin. Esta situacin fue la que se mantuvo, ms o menos, hasta el comienzo de la guerra civil. Y cuando analiza estos datos reducidos al comercio de cabotaje o soberana (Pennsula, Baleares y Canarias) concluye igualmente que conoci un descenso en el periodo republicano.

Con todas las precauciones que se quiera el conjunto de la economa de Huelva recoga las consecuencias de esta crisis. Al menos subjetivamente el empresariado provincial manifestaba esta sensacin en un escrito dirigido por la Cmara de Comercio de Huelva al Presidente del Consejo Superior en julio de 1931.

Carta-informe sobre la situacin econmica de la provincia remitida al Consejo Superior.

Excmo. Sr. Presidente del Consejo Superior de las Cmaras de Comercio, Industria y Navegacin de Espaa.

MADRID

Seor Presidente:

Se ha recibido en esta Cmara de Comercio, su atenta circular nm. 93 de fecha 23 del actual, trasladando copia de un oficio de la Direccin General de Comercio, recomendando la esfera propia de accin de nuestras Corporaciones que viene a confirmar las prudentes advertencias contenidas en diversas circulares de ese organismo superior y, en contestacin a ello, me es muy grato participar a V. que esta Cmara ha procurado, constantemente, no desnaturalizar los fines esenciales que le corresponden con arreglo a los preceptos legales.

Con el gusto de siempre, la Corporacin de mi presidencia se complace en atender el requerimiento que se le hace, enviando al Consejo una impresin sinttica de la situacin actual de la provincia de Huelva, en el aspecto econmico y social.

Esa situacin, examinada en su conjunto, nos lleva necesariamente a manifestar nuestro pesimismo, pues a las circunstancias de carcter universal que vienen gravitando en la vida econmica, se unen en la provincia de Huelva, algunas otras que agravan considerablemente los problemas planteados.

En el orden financiero, la restriccin que en las operaciones establecen los Bancos de la plaza, constituye una grave dificultad para el desenvolvimiento de los negocios; y sin discutir esta Cmara las razones que justifiquen tal conducta, seala el hecho, el solo efecto de indicar, que sin el crdito, muchos negocios de su demarcacin estn fatalmente condenados a una angustiosa situacin. Se precisa pues, una mayor elasticidad en la concesin de crditos, tanto financieros, como de carcter comercial, dado que la admisin de papel de esta naturaleza tropieza con algunos inconvenientes para industriales y comerciantes modestos.

Las huelgas de choferes, alfareros y la habida en la pescadera que repercuti en los obreros del mar, paralizando la flota pesquera, han influido enormemente en la marcha de los negocios, pues su influencia se dej sentir en grandes sectores de la economa y hasta ha afectado a la propiedad urbana.

En el aspecto agrcola, los labradores se han quejado del alza de los jornales para la siega y dems operaciones, lamentndose grandemente de las imposiciones de los sindicatos, que les obligan a aceptar en algunos casos, obreros poco hbiles, con notorio perjuicio para los intereses de los propietarios.

La minera de esta provincia, atraviesa una gravsima crisis que repercute con gran intensidad, en el paro forzoso, hasta el punto, que la Compaa de Ro Tinto, anuncia para los primeros das del mes prximo, la reduccin de los das de trabajo semanales, a cinco solamente, y si esto ocurre con la compaa ms poderosa de las establecidas en nuestra zona minera, habr que pensar lgicamente, que las otras empresas de menor capacidad sigan el mismo camino agravando la situacin social, ya bastante comprometida.

En los dems ramos y sectores de la produccin y del comercio provinciales, tampoco se advierte sntoma alguno que permita afirmar un normal desenvolvimiento.

Debido a la disminucin de las cifras de exportacin de minerales, el puerto de Huelva ha perdido gran parte de su trfico, con la consiguiente reduccin de los ingresos de Aduanas y para la Junta de Obras del mismo. Siendo el puerto de Huelva, el elemento principal que mantiene la actividad de los negocios y los medios de proporcionar trabajo a gran nmero de obreros, la contraccin de su trfico favorece ms an, las circunstancias adversas que concurren actualmente en la economa provincial.

La falta de tiempo, impide a esta Cmara ampliar algo ms las manifestaciones expuestas e incluso realizar un estudio detenido de las cuestiones que se abordan, pero en el deseo de que esta impresin general, est en poder de ese Consejo, el da que V. me indica, se limita, simplemente, a participar al Consejo, la impresin de conjunto dada.

Como siempre, le saluda atentamente y se repite de usted afmo. y s. s., q. e. s. m.,

Juan Mascars

29-7-31.

En sntesis, la Cmara de Comercio de Huelva perciba que las circunstancias de carcter universal se agravaban en nuestra provincia, que el problema financiero era muy importante sobre todo para la subsistencia de los pequeos industriales y comerciantes y que la disminucin de las exportaciones afectaba mucho a sectores tan fuertes como el trfico portuario y las grandes compaas mineras. Todo ello provocaba una reaccin de la clase trabajadora que para los empresarios, como una pescadilla que se muerde la cola, acentuaba an ms los tintes negros.

Este escrito debe cotejarse con un documento aparecido en Espaa Econmica y Financiera el 1 de agosto de 1931 que dirigido al Presidente de las Cortes Constituyentes fijaba el ambiente entre los grandes empresarios espaoles con ocasin de dos procesos distintos: la cada del rgimen monrquico y los efectos de la depresin internacional en Espaa. Firmaban el documento federaciones, ligas, asociaciones, colegios profesionales y sociedades que agrupaban a lo ms granado de la industria, la agricultura, el comercio, la banca y la patronal nacional. Y se marcaban como objetivo hacerse or ante las Cortes para expresar las causas que impiden en estos momentos el franco desarrollo de la economa. Coinciden con el escrito anterior de los empresarios onubenses en que el clima de confrontacin social ha producido un estado de desconfianza y coinciden adems en que la restriccin de crditos del Banco de Espaa impide la marcha normal de la industria y el comercio, crditos que se hacen ms indispensables en estos momentos afectados por la crisis mundial, agravndose con ello el problema del paro obrero. Los empresarios haban vivido como una convulsin los conflictos sociales sucedidos desde el mes de abril y advertan sobre la necesidad de atemperarse, no ensayar nuevas vas econmicas, mantener el imperio de la ley y el respeto a la propiedad para acabar ofreciendo su leal y sincera colaboracin al nuevo rgimen.

Las preocupaciones econmicas de la clase empresarial no deben entenderse, al menos en estas fechas de 1931, como prueba de hostilidad hacia el rgimen antes al contrario en el mismo mes de junio de 1931 haba tenido lugar en Madrid un acto de apoyo y aliento al gobierno de la Repblica en el que la Cmara de Comercio de Huelva estuvo debidamente representada.

Este panorama limitaba con mucho la poltica econmica de los gobiernos de la Segunda Repblica. Las aventuras expansionistas cedieron ante una poltica dirigida a controlar el dficit y nivelar los presupuestos. Las obras pblicas del Estado, como medio para paliar el galopante aumento del paro y contribuir al desarrollo industrial llegaban con cuentagotas.

En el primer bienio republicano, entre Enero de 1932 y Diciembre de 1933 el paro forzoso conoci un incremento del 37%, del que un 67% corresponda a los trabajadores agrcolas. Con estos datos es difcil obviar la importancia que tuvo la crisis econmica tanto en lo referente a conflictividad social que conoci este primer bienio de la Segunda Repblica, como al hecho de que decayera el entusiasmo republicano que muchos sectores del pas manifestaron en la primavera de 1931, y sin que con ello se niegue la importancia de los otros factores polticos e institucionales que antes apuntbamos.

Esta panormica general nos va a permitir razonar a partir de los contextos internacional y nacional sobre la situacin socioeconmica de la provincia de Huelva detenindonos en los sectores de la produccin ms importantes.

1.1.- La TierraPara Malefakis, el principal problema que hered la Segunda Repblica era el de la estructura de la propiedad de la tierra, que comenzaremos definiendo para la provincia de Huelva.

Para Pascual Carrin y sobre una superficie catastrada de 673.314 Ha. a 31 de Diciembre de 1930, 216 fincas posean cada una ms de 500 Ha., que representaban una extensin de 239.054 Ha., el 35,50% de la extensin total. Es decir, poco ms de una tercera parte de la superficie catastrada eran fincas mayores de 500 Ha. A excepcin de Almera, de la que no se ofrecen datos y utilizando como indicador el porcentaje sobre la superficie catastrada, Huelva ocupara el segundo lugar de las provincias andaluzas, precedida solamente por Cdiz con un 38,68%. Pero si nos detenemos en el porcentaje de lquido imponible de estas fincas en relacin con el total provincial, la provincia de Huelva pasara a ocupar el quinto lugar con un 13,92% precedida de Cdiz, Sevilla, Crdoba y Granada. As, con la informacin que nos facilita Tusell sobre la riqueza de la tierra, observaremos que el lquido imponible en los municipios de la provincia de Huelva estara siempre por encima de las 2.000 ptas. por km. a excepcin de la comarca minera de Valverde.

Con los datos de Pascual Carrin, hemos confeccionado el siguiente cuadro:

Cuadro n 1.

Reparto de la gran propiedad en Andaluca por provincias.

PROVINCIAN de Fincas de ms de 500 Ha.% de estas Fincas sobre la extensin total% del lquido imponible de estas fincas.

JAN33129,227,79

CRDOBA33525,9121,63

SEVILLA42633,6423,58

CDIZ27138,6834,03

HUELVA21635,5013,92

GRANADA33334,7317,04

MLAGA15522,829,77

Estos datos slo permiten comparar la estructura de la propiedad de la provincia de Huelva con en el conjunto de Andaluca. Sin embargo deben ser contrastados con los que ofreci el ingeniero agrnomo onubense en 1931, Alfonso Aramburu; en este caso la superficie catastrada es mayor que la que ofrece Pascual Carrin, 929.000 ha., incluidas 100.000 de bienes comunales y del Estado y divide la superficie provincial en cuatro zonas que considera tienen caractersticas agropecuarias comunes y en consecuencia esta divisin responde exclusivamente a ese criterio no correspondindose con la clsica divisin administrativa ni con la que posteriormente utilizaremos para los estudios demogrficos y electorales.

Estas zonas, que presentamos en un mapa con sus municipios correspondientes y su extensin, son descritas con un somero estudio por parte de Alfonso Aramburu:

Zona costera: la mayor parte del terreno es arenoso, impropio para el cultivo y gran parte apta para la produccin forestal y pastos y posee tambin una gran superficie cubierta de marisma que gran parte de ella es improductiva. Tiene pocos y malos medios de comunicacin y con el escaso arbolado que relativamente posee hacen que esta zona sea en la actualidad francamente mala.

Zona de la campia: Terreno en general excelente para el cultivo, posee buenos medios de comunicacin, es una zona en general bastante rica.

Zona de Valverde: La mayor parte del terreno es pizarroso, de muy poco valor agrcola, abundando los encinares y alcornocales de mediano desarrollo. Posee pocos medios de comunicacin y con el escaso valor que tiene hace que esta zona sea francamente mala.

Zona de la sierra: Terreno propio para la explotacin del encinar y alcornocal, se cultivan en bastante extensin los castaos y frutales de regado. Esta zona es la verdaderamente pecuaria de la provincia.

Si comparamos los datos de Alfonso Aramburu con los de Pascual Carrin en lo referente a la estructura de la propiedad de la tierra en Huelva llegamos a conclusiones muy similares aunque con alguna matizacin. Para Carrin, las fincas de ms de 500 ha. representan el 35,5% de la extensin total. Aramburu no nos presenta este dato de esta forma, l divide la superficie segn el estado de la propiedad en seis apartados: minifundios, pequea propiedad, mediana propiedad, gran propiedad, grandes terratenientes y bienes comunales y del estado. Segn esta divisin el 49,3% de la superficie total estara formada por la gran propiedad (30,8%) y los grandes terratenientes (18,4%). Y al concretar este estudio, la propiedad de los grandes terratenientes se concentrara con diferencia en lo que Aramburu llama la zona costera (51%). Siendo naturalmente en la zona de Valverde, comarca minera por excelencia, donde la concentracin de la propiedad de los grandes terratenientes es menor (9,2%).

Estos datos sobre la estructura agraria en la provincia de Huelva se aprecian con claridad si los traspasamos a un grfico siguiendo la divisin del estudio que se hizo en 1931 a partir del catastro.

Y naturalmente deben completarse con los del nmero de propietarios en cada caso para que a fin de superponer las dos informaciones tengamos una idea de la estructura y distribucin de la propiedad.

Grfico n 4.

Superficie segn el estado de la propiedad. Huelva 1931.

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de Alfonso Aramburu, op. cit.

Mapa n 1.

Comarcalizacin de la provincia de Huelva segn Aramburu.

Independientemente de la estructura de la propiedad, un dato esencial es la rentabilidad de la misma, es decir, sea cual sea la extensin se tratara de conocer los beneficios que se obtienen, que no es sino la principal forma de comprobar la funcin social de la propiedad. Y este dato lo podemos relacionar a su vez con la estructura de la propiedad y analizarlo por comarcas.

Grfico n 5.

Nmero de propietarios por superficie poseda. Huelva 1931.

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de Alfonso Aramburu, op. cit

Grfico n 6.

Relacin beneficio/ao segn la propiedad. Huelva 1931.

Relacin beneficio/ao segn la propiedad. Huelva 1931PROPIEDADBENEFICIOSPorcentaje respecto a la superficie total

Minifundio1.165.0002,6%

Pequea propiedad11.585.00018,4%

Mediana propiedad6.600.00018,9%

Gran propiedad6.600.00030,8%

Grandes terratenientes2.950.00018,5%

Comunales y del Estado1.000.00010,8%

En trminos generales podemos pues afirmar que la pequea propiedad es en conjunto la ms productiva ya que ocupando slo un 18,4% de la superficie total sus beneficios superan con mucho a los de los grandes terratenientes con una extensin semejante de superficie.

Con estos datos se avalaran las tesis tradicionales sobre la concentracin de la propiedad de la tierra y Huelva no sera una excepcin en el conjunto de la geografa latifundista espaola. As nos encontramos con que slo 70 propietarios poseen ms de 2.500 ha. cada uno frente a los 18.000 propietarios que poseen una extensin de tierra inferior a una hectrea.

Pero una cosa es el diagnstico de la estructura de la propiedad en el que parece existir unanimidad y otra bien distinta es si el problema social podra resolverse slo en base a la modificacin de esa estructura, si el reparto, reivindicacin ancestral del campesinado andaluz podra mejorar substancialmente las condiciones de vida de la poblacin agraria. Hace ya algn tiempo que Macarro apuntaba en esta lnea en lo que el considera la oportunidad de hacer unas observaciones sobre el problema agrario andaluz, que habitualmente se escapan en los anlisis histricos sobre esta poca. La tesis fundamental que plantea es que el problema estructural era la superpoblacin del campo andaluz por ello la cuestin agraria no tena solucin dentro del marco campesino, lo que constitua una tragedia social que desbordaba la capacidad de accin de la generacin que le toc vivir en los aos treinta. Y esta tesis no tiene porque entenderse como contradictoria, y as lo remarca Macarro, con la explotacin, dependencia, miseria que afectaba profundamente a los jornaleros. A partir de los datos que le facilitan mltiples estudios llega a la conclusin de que si se hubieran repartido las tierras afectadas por la reforma agraria y en relacin a las familias campesinas sin tierra, los lotes correspondientes no hubieran solucionado el problema. Macarro ha analizado los datos de las provincias de Sevilla, Crdoba, Granada y Jan, estableciendo que de repartirse la tierra los lotes tendran una extensin de 3,6; 5,8; 3,8 y 2,6 ha. respectivamente por familia, superficies claramente insuficientes para garantizar la supervivencia. Exista conciencia entre los contemporneos de esta realidad? Para Macarro s que exista entre la clase poltica y lo ilustra con la pregunta que dirigieron en las Cortes al gobierno de 1936 argumentando que con esos lotes o crea parsitos privilegiados o crea miserables en el sentido econmico a lo que el Ministro de Agricultura contest que lo saba.

Esta visin del problema agrario corresponde con el enfoque que en 1931 haba dado Alfonso Aramburu a partir de los datos tomados del Servicio Catastral para la provincia de Huelva. Vemoslo, partiendo para ello del balance sobre la poblacin agropecuaria y los beneficios, resultando el siguiente cuadro.

En consecuencia, los propietarios agropecuarios en Huelva ascendan a 41.030 de los cuales 26.580 trabajaban, 1.350 explotaban directamente la propiedad y 13.000 la arrendaban. Existen pues 27.930 propietarios que vivan directamente de la riqueza agropecuaria. Si aadimos a estos los 15.000 obreros agropecuarios (obreros propiamente dichos ms obreros arrendatarios), resultara un total de 42.930 individuos, que traducidos a familias daran aproximadamente el 50% del total de la provincia. Una vez obtenida la cifra de quienes trabajan directamente la tierra pasaramos a extraer los ingresos lquidos obtenidos por la explotacin y trabajo agropecuario.

Cuadro n 3.

Clasificacin que obtiene la poblacin agropecuaria con relacin a estado y actividad. Huelva 1931.Clasificacin de la poblacin agropecuariaPropietariosObreros

Obreros propiamente dichos13.500

Obreros arrendatarios1.500

Propietarios-obreros que trabajan slo su propiedad14.10014.100

Propietarios-obreros que adems de trabajar su propiedad son arrendatarios12.48012.480

Propietarios de minifundios que arriendan su propiedad4.990

Pequeos propietarios que arriendan su propiedad7.652

Medianos propietarios que arriendan o dirigen su propiedad1.260

Grandes propietarios que arriendan o dirigen su propiedad423

Grandes terratenientes que arriendan o dirigen su propiedad85

Bienes Comunales40

Total41.03041.580

Si el ingreso lquido total que obtienen propietarios y no propietarios segn los datos de Aramburu es de 52.600.000 ptas y lo repartimos entre los 41.580 propietarios ms obreros, la media sera de 1.250 ptas., es decir 3,50 ptas. al da por familia, cantidad verdaderamente exigua para subvenir a sus primeras necesidades.

A partir de aqu Alfonso Aramburu se interna en el mismo razonamiento que muchos aos despus hara Macarro si bien su clculo no est realizado por superficie sino por beneficios obtenidos. Los beneficios totales que se obtienen de la riqueza agropecuaria sumados a los jornales asciende a 71.000.000 ptas. que repartidos entre los campesinos que trabajan tocaran a 1.707,50 ptas., es decir un aumento anual de 442,50 ptas., poco ms de una peseta diaria. Si a esto sumramos el gravamen o canon a pagar por posesin de la tierra y el capital de reserva para afrontar las malas cosechas o crisis comerciales el beneficio del reparto sera nulo.

Cuadro n 4.Ingresos que obtiene la poblacin agropecuaria con relacin a estado y actividad. Huelva 1931.Poblacin agropecuaria.Importe de los jornalesBeneficios agropecuarios, comunales, industria casera, caza e industrias derivadas.Ingresos brutosImpuestos y contribucinIngresos Lquidos

Obreros propiamente dichos10.000.000900.00010.900.00010.900.000

Obreros arrendatarios1.500.000200.0001.700.0001.700.000

Propietarios-obreros que trabajan slo su propiedad12.800.0007.250.00020.050.0001.050.00019.000.000

Propietarios-obreros que adems de trabajar su propiedad son arrendatarios13.700.0008.600.00022.300.0001.300.00021.000.000

TOTAL de la Poblacin agropecuaria que trabaja directamente la tierra52.600.000

Propietarios de minifundios que arriendan su propiedad700.000700.00050.000650.000

Pequeos propietarios que arriendan su propiedad3.250.0003.250.000450.0002.800.000

Medianos propietarios que arriendan o dirigen su propiedad5.300.0005.300.000900.0004.400.000

Grandes propietarios que arriendan o dirigen su propiedad5.650.0005.650.000950.0004.700.000

Grandes terratenientes que arriendan o dirigen su propiedad2.450.0002.450.000450.0002.000.000

Ayuntamientos y Estado500.000500.000180.000320.000

Industrias derivadas4.200.0004.200.000670.0003.530.000

Total38.000.00039.000.00077.000.0006.000.00071.000.000

Para interpretar el grfico siguiente es necesario hacer una observacin obvia y es que calculamos el beneficio sobre la produccin total anual y sera incorrecto no considerar el gasto, esto es la inversin econmica que en cada zona se realiza y por hectrea.

Naturalmente la zona de la campia es la que aporta ms beneficio en la provincia de Huelva, casi la mitad, abarca bsicamente los municipios del Condado con una importante agricultura vitivincola y tambin es la agricultura que ms gasta en la produccin. Pero ese gasto es para Aramburu un desastre econmico ya que la falta de mecanizacin encarece mucho las labores, adems las zonas buenas de cultivo son las que estn ms repartidas lo que impide una rentabilidad del esfuerzo del labrador.

Grfico n 7.

Beneficios en relacin la produccin agropecuaria por zonas.

Huelva 1931

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de Alfonso Aramburu, op. cit.

Cuadro n 5.

Produccin, gastos y beneficios de la riqueza agropecuaria por zonas. Huelva 1931.

ZonasProduccin anualGastos anualesGasto anual/ha.Beneficios anualesSobre el beneficio total

Costera4.700.0002.515.00016,62.185.0005,6%

Campia63.000.00045.000.000350,618.000.00046,1%

Valverde17.500.00011.540.00032,15.960.00015,3%

Aracena33.800.00020.945.00071,912.855.00033,0%

Total119.000.00080.000.00086,139.000.000100,0%

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de Alfonso Aramburu, op. cit.

Despus de la campia, la sierra es la comarca que ms invierte y que ms beneficio obtiene, casi un tercio del total. La proporcin entre gasto y beneficio convierten a esta comarca en la ms rentable en tiempos de la Segunda Repblica. Lo pecuario, dehesas de alcornocales y encinares naturalmente no requieren la misma dedicacin y gasto que la via.

La zona de Valverde es francamente mala para la agricultura, histricamente el desarrollo minero ha sido incompatible con una agricultura productiva. Por ltimo en la zona costera es donde menos se invierte y la menos rentable.

La informacin de Tussell nos permite completar el anlisis, ahora por municipios de la estructura de la propiedad. En este caso utilizamos como criterio el porcentaje que representan las fincas de ms de 250 Has. por municipios sobre el total de la superficie catastrada.

Mapa n 2.

Superficie de fincas de ms de 500 ha. Provincia de Huelva.

Fuente: TUSELL, J.: Oligarqua y caciquismo en Andaluca (1890-1923).Planeta. Barcelona, 1976. Pp 254-260. Tusell parte de los datos de Pascual Carrin y referidos a 1931Comparando ahora las dos informaciones podemos sacar las siguientes conclusiones:

1) En las zonas del Condado, Coto Doana, Campia Baja y algunos municipios en la parte occidental de la Sierra y Andvalo se encuentran las tierras ms latifundistas.

2) Le siguen una parte importante de la Sierra, el norte y parte occidental del Andvalo.

3) En la costa occidental, las propiedades de ms de 250 Has. no llegan en ningn caso al 50% de los trminos municipales.

4) Y por ltimo en slo tres municipios de la Sierra -Caaveral, Arroyomolinos y Cortelazor- y en uno del Andvalo Occidental -Villablanca- las propiedades de ms de 250 Has. no llegan al 20% de la superficie de estos municipios.

Para completar este anlisis sobre la riqueza agropecuaria de la provincia de Huelva nos referiremos a continuacin a los cultivos y aprovechamientos:

La mayor parte del suelo de la provincia de Huelva desde el punto de vista de su utilizacin, est ocupada por el monte bajo con 290.583 Has. El trigo ocupa 29.000 Has., siendo la provincia de Andaluca que menos extensin dedica a este cultivo, cuando todas las dems menos Almera o se acercan o superan las 100.000 Has. La media de produccin triguera medida en Qm/Ha. es de las ms bajas de Andaluca superando slo a Mlaga y Almera y ligeramente ms baja que la media nacional. Otros productos cerealistas de cierta extensin por su entidad son la cebada, 12.827 Has. y la avena con 17.891 Has. La superficie ocupada por viedo es de 17.179 Has. Dedicadas fundamentalmente para vinificacin y mosto (ms del 99% de la produccin) y en una parte insignificante para uva de mesa. De entre los productos arbreos sealar la importancia que tienen el pinar con una extensin de 34.033 Has. y el alcornocal con 33.533 Has.

Otros productos que ocupaban extensiones de escasa importancia podran tener sin embargo una importancia local como por ejemplo la produccin higuera de pueblos de la campia baja con 3.076 Has. Exista pues una cierta diversificacin agrcola con productos que permitan alguna industria de transformacin. Fundamentalmente la industria vitivincola, de aguardiente y licores y la corchera.

Pero el problema del campo adems de su estructura y productividad debe considerarse tambin desde la produccin y la comercializacin del producto. Anteriormente algo hemos dicho sobre los problemas del comercio exterior espaol. Veamos ahora como afectaban a la provincia de Huelva en lo referente a la agricultura.

La poltica de contingentes se haba aplicado tambin a los vinos espaoles. Y en concreto a la exportacin a Estados Unidos. Los criadores exportadores de vinos onubenses haban visto limitado su cupo a 395.000 galones, lo que representaba una reducidsima exportacin. La patronal de la industria vitivincola, fabricantes de aguardientes y licores protestaba en una carta dirigida al gobierno por ese cierre del mercado norteamericano. Y en ese comunicado apoyan una compensacin solicitada por el gobierno de los Estados Unidos como era la importacin del tabaco en rama. Esta patronal expresaba sus temores a que el propio Gobierno americano hubiera concedido los permisos de Espaa a casas extranjeras que embarcaban desde puertos extranjeros los llamados vinos espaoles: Sherry, Mlaga, etc. Exigan pues del Gobierno espaol que el cupo se cubriera con vinos embarcados desde Espaa y por casas establecidas en Espaa. Un temor aadido era que el mercado de Estados Unidos una vez acostumbrado al gusto de los vinos de Francia, Italia, Grecia, etc. imposibilitara la implantacin en el futuro de los nuestros.

Pero esta poltica restrictiva sobre la exportacin afectaba incluso a subproductos de la industria vincola como los tartratos (la costra que se formaba en las paredes de la vasija donde fermentaba el vino) y las heces del vino. Sobre estos productos el gobierno espaol haba establecido un gravamen por el que impeda la libre salida hacia Alemania de unas 3.000 toneladas anuales desde el puerto de Huelva, que perjudicaba notablemente tanto los ingresos del puerto como los intereses de la vitivinicultura del Condado, sus consecuencias sociales eran desastrosas al ser la via el producto que ms jornales generaba. La Cmara de Comercio de Huelva se dirige al Gobierno exponiendo esta situacin a comienzos de 1931. Como podemos observar en el siguiente grfico la exportacin de vinos fue decayendo a lo largo del periodo republicano y es en 1931 cuando se inicia la cada ms importante.

Para tener una idea de la crtica situacin de la industria vincola, en Agosto de 1933 la mitad de la cosecha anterior se encontraba an en las bodegas. En Septiembre de este mismo ao patronos de Beas se plantearon la supresin de la vendimia con la consiguiente inquietud de los trabajadores.

En Agosto de 1931 la Cmara de Comercio de Huelva eleva un escrito al Sr. Director General de Comercio para exponerle otro problema sobre la exportacin de castaas a Estados Unidos. Esta vez se trata de la rigurosidad en la calidad del producto que debe estar con el 100 por 100 libre de germen vivo.

Grfico n 8.

Exportacin de vino. Puerto de Huelva. 1930-1936.

Fuente: Elaborado a partir de los datos del Archivo del Puerto de Huelva. Movimiento de Importacin y Exportacin en los aos de 1905 a 1936. Memoria del Servicio Administrativo y Estadstica General del trfico mercantil y movimientos de buques.

En Septiembre de 1931 el problema es distinto. La produccin de maz haba sido desastrosa (Huelva dedicaba a este producto 2.288 Has.). Se trata de un producto imprescindible para el engorde junto con la bellota del ganado porcino de la Sierra. Esta vez la Cmara de Comercio solicita la importacin de maz con derechos reducidos.

Con todo esto no podemos sino concluir una obviedad y es que la situacin del campo y sus industrias derivadas era muy pobre en Huelva a la altura de los aos treinta de este siglo, y esa deficiencia era estructural y coyuntural, lo primero porque el campo era un sector incapaz de absorber el crecimiento demogrfico de la poblacin onubense y coyuntural porque la Segunda Repblica lleg en un momento en que la comercializacin de los productos agrcolas era harto difcil. Otra cosa es que la estructura de la propiedad constituyera, como han venido indicando tradicionalmente los estudiosos del tema agrario, una injusticia histrica y que el problema pudiera paliarse (y acentuamos este verbo) con una mejor planificacin y explotacin de la riqueza agropecuaria tal y como hemos visto.

1.2.- La PescaSobre la importancia que tena esta actividad en la Costa de Huelva baste sealar que directamente (esto es en los barcos) daba trabajo a un total de 2.891 personas, a las que haba que aadir 384 trabajadores en tierra directamente relacionados con la actividad de los barcos (marisqueo, pesqueras, compostura redes, etc.).

En 1930, un ao antes de la llegada de la Repblica la Industria pesquera onubense contaba con 73 factoras (17 de conservas, 10 de escabeche y 46 de salazn), ubicadas fundamentalmente en la costa occidental.

Pero una parte muy importante de la actividad pesquera en la provincia de Huelva tena que ver con la captura y elaboracin del atn. Exista un Consorcio Nacional Almadrabero, creado en tiempos de Primo de Rivera, monopolista del sector, que contaba con una factora en Ayamonte y tres en Isla Cristina. En Isla Cristina se elaboraba el 70% de la produccin y en Ayamonte un 30%.

El panorama del sector era de lo ms desolador. Especialmente en los meses de Noviembre a Abril que a causa de las condiciones meteorolgicas era obligada la paralizacin de la industria pesquera. Algunos aos, como el de 1933, esta paralizacin se alargaba an ms en el tiempo.

Una vez ms la coyuntura del comercio exterior era en gran medida la causa de esta crisis. Ya hemos hecho alusin a ello al hablar de la situacin econmica general y ahora queremos ilustrar, una vez ms a partir de los datos del Puerto de Huelva, la cada vertiginosa de la exportacin conservera que conoci Huelva entre 1931 y 1935.

Las reivindicaciones de alcaldes, sindicatos y en determinados momentos del conjunto de la poblacin de la costa iban en esta lnea. As se solicitaba por una parte la supresin de los derechos de arancel que posibilitar la importacin de la sardina desde Portugal al litoral onubense. Esas sardinas en fresco y con la sal necesaria, dada su proximidad a los pueblos de nuestra costa posibilitara el mantenimiento de la industria salazonera. En caso de que no se suprimieran los derechos de arancel se solicitaba la reduccin del gravamen.

En este mbito de la poltica comercial exterior se peda tambin que el gobierno hiciera gestiones por suprimir el sistema de contingentes implantado por Francia y que limitaba la entrada de los pescados espaoles, ya que Francia era el ms importante mercado para las conservas de sardinas de Ayamonte. La cifra trimestral implantada por Francia era tan exigua que una sola fbrica de la Costa onubense bastaba para cubrirla. Italia tambin haba reducido el pedido.

La tercera reivindicacin tena que ver con la poltica econmica interior del gobierno espaol. Se solicitaba la disolucin del Consorcio Nacional Almadrabero a fin de liberalizar la pesca y elaboracin del atn para aumentar la produccin de las industrias y el empleo. Al Consorcio se le acusaba continuamente de trabajar una limitada proporcin de los atunes y de ocupar a un limitadsimo nmero de operarios. Sobre todo en Ayamonte donde una nica fbrica ocupaba exclusivamente a 80 trabajadores, siendo el problema menor en Isla Cristina con tres factoras. En tanto que se consegua la disolucin de este Consorcio se solicitaba concesin para las barcas de la zona de un rea de pesca prxima a las almadrabas. La presencia del Consorcio con anterioridad a estas fechas haba propiciado ya una huida de la inversin en la zona. Se esperaba que el Consorcio acabara comprando los excedentes de las factoras pero no slo no fue as sino que adems prohiba toda competencia. En 1930, acapar todas las caballas que llegaban a los puertos de Ayamonte e Isla Cristina subiendo su precio de 0,25-0,30 Ptas. a 1,15-1,25 Ptas., con ello impeda comprar a otros fabricantes, a costa de quedarse con tal procedimiento con el mercado genovs en exclusiva.

Grfico n 9.

Exportacin de Conservas de Pescado. Huelva 1931-1935

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos del Archivo del Puerto de Huelva.

Las inversiones en fbricas conserveras fueron decayendo en el litoral onubense para trasladarse a Portugal, Galicia y Barbate. Otras reivindicaciones iban dirigidas a una rebaja en el arancel de la hoja de lata para poder competir con la industria conservera de Portugal y el adelanto de la temporada de pesca.

Los efectos sociales de esta situacin se hacan notar considerablemente: fbricas abarrotadas de existencias, escassima elaboracin de conservas por agotamiento del capital amortizado por los productos invendidos y una agudizacin de la crisis de trabajo. El paro y el hambre afectaba en Mayo de 1933 a 10.000 personas.

Se sabe que el Gobierno tena nombrada una comisin para negociar con el gobierno francs un aumento de la cifra de importacin. Pero durante todo el tiempo estudiado no tenemos noticias de que Francia cediera a la peticin espaola. El Consorcio habra de subsistir hasta despus de la Guerra Civil y Portugal no iniciara negociaciones para el tratado comercial con Espaa hasta 1935. De todas formas la negociacin de un tratado con Portugal en 1933 era sumamente difcil. Existi ese tratado antes de la Dictadura de Primo de Rivera cuando all no existan fbricas y el pescado se poda comprar ms barato para elaborarlo a este lado de la frontera. Pero en 1933 la situacin haba dado la vuelta, en Portugal la Industria Pesquera tena un carcter nacional pues se haba fomentado en los ltimos 20 aos la fabricacin de conservas. A Portugal por lo tanto ahora no le interesaba un acuerdo que potenciara la industria pesquera espaola y aumentara su competencia en el extranjero. El objetivo por lo tanto era abrir ms el comercio con Francia, principal pas consumidor como ya se ha dicho.

El 16 de Mayo se produce una reunin entre pescadores, patronos y el Gobernador Civil para estudiar la situacin. Se acuerda fletar un barco cuyo dinero anticiparn los patronos y desplazar a los obreros del mar hacia otro tipo de trabajos como la siega. Medida esta ltima intil, puesto que la imposibilitaba la Ley de Trminos Municipales. Se apuntaba tambin la necesidad de acelerar las obras del ferrocarril Huelva-Ayamonte.

La situacin social de Ayamonte no poda ser ms explosiva. Segn un informe del Boletn Informativo de la Oficina Central de Colocacin Obrera y Defensa contra el Paro de Junio de 1933, el nmero de parados de Ayamonte es de 3.999, de los que 1.900 corresponden a obreras conserveras, marineros 200, espichadores de pescado 250, estibadores de pesca 140, toneleros 90, etc. En estas fechas slo tiene trabajo en Ayamonte 379 hombres y 165 mujeres. El da 6 de Junio unos 100 hombres se abalanzaron sobre unos despojos de atn que iban a ser subastados en el mercado precisamente por el Consorcio. Y segn una crnica del Diario de Huelva la crisis se refleja en la estadstica sanitaria con un crecimiento alarmante de la tuberculosis favorecida por la desnutricin. La carne que se expende en todo Ayamonte no llega a los 200 Kg. para una poblacin de 16.000 habitantes. La respuesta de la Diputacin Provincial fue enviar un "alivio" en metlico a la Cocina econmica de las Hermanitas de la Cruz y el Seor Damas, empresario del transporte afincado en la Capital, puso a disposicin de los nios de Ayamonte un coche para una excursin.

1.3.- La MinaEn los apartados anteriores referidos a dos de los sectores productivos ms importantes de la Provincia hemos observado que la crisis nacional tiene que ver en la crisis econmica de la provincia, y que en esa crisis del pas influy notablemente la coyuntura internacional. Efectivamente, al tratarse de una economa dependiente del exterior, esa cada del comercio internacional tena que incidir en los diferentes sectores de la produccin. Esa dependencia se manifiesta, segn Pinedo Vara, en la sensibilidad de la industria minera ante los conflictos armados internacionales, que provocaban alzas y bajas de consideracin. As la guerra ruso-japonesa y la de 1914, haba contribuido a un alza en la cotizacin del cobre. Es evidente que si haba algn sector que iba a padecer esa consecuencia, ste era naturalmente la minera. Y la crisis de la minera iba a tener un efecto multiplicador sobre otros sectores por su importancia en la provincia. La minera de Huelva estaba basada fundamentalmente sobre dos productos, el cobre y la pirita ferrocobriza, el hierro y otros minerales apenas tenan importancia, ni relativa ni cuantitativamente.

Con datos del Anuario Estadstico, referidos a 1929, podemos afirmar que la produccin de cobre y piritas ferrocobrizas en Tm vena a representar ms del 90% de la produccin nacional. Y que estos dos productos venan a ocupar en tareas directas a casi 10.000 personas. En el citado Anuario, la relacin ordenada de provincias por el valor de su produccin minero metalrgica, Huelva ocupaba en 1929 la tercera posicin en el ranking nacional tras Vizcaya y Oviedo.

Avery nos presenta un panorama muy ilustrativo sobre la evolucin de la produccin minera referido exclusivamente a las Minas de Riotinto pero que evidentemente es extrapolable a la situacin general de la minera de Huelva, dado que las minas de Riotinto eran las ms importantes de la provincia.

Cuadro n 6.

Evolucin de los beneficios distribuibles entre 1915 y 1918.

Minas de Riotinto.

AOBENEFICIOS DISTRIBUIBLES EN LIBRAS% PARA LAS ACCIONES ORDINARIAS

19151.112.50055

19161.862.50095

19171.768.75090

19181.018.75050

Hasta 1918 se mantuvo por lo tanto una situacin de confianza, pero a partir de 1919 haba que frenar la produccin para evitar una cada de precios. En este ao el resultado de los dividendos cay al 40% y en 1920 fue cero. A partir de 1923 los beneficios empezaron a crecer, hasta que la crisis de 1930 afect a la Compaa. Desde 1931 a 1947 no se conocern beneficios para las acciones ordinarias. Durante este tiempo el objetivo de la Compaa, muy lejos de pensar en obtener beneficios, consista en evitar prdidas. Tal y como afirma Dolores Ferrero, que ha estudiado exhaustivamente la minera en Huelva, la coyuntura recesiva del ciclo econmico mundial coincidi con la llegada de la Segunda Repblica, siendo a partir de 1931 cuando esa desaceleracin se manifiesta en un excedente de piritas para la industria qumica, tanto en Estados Unidos como en Europa, donde el consumo de abonos haba descendido en un 70%, respecto al ao anterior. Las ventas se redujeron en un 22% y el tonelaje extrado en un 23,5%. En 1932 las ventas experimentaron una cada del 48% con relacin a 1930. Los resultados en cifras para Huelva no dejan lugar a dudas, en trminos generales la produccin minerometalrgica cay a un 65,7% en 1932 con respecto a 1931, pasando de 108.000 ptas. a 71.031.503. Por primera vez Riotinto vendi por debajo de los costes de produccin perdiendo dinero, para Ferrero, la Ro Tinto Company empez a considerar su minas en Espaa como una parte de todo lo que posea, mientras que aos atrs era, sin duda, su yacimiento por excelencia.

Los efectos de la crisis minera se hacan notar en el trfico portuario y en la consecuente reduccin de los ingresos de Aduanas y de la Junta de Obras del Puerto, de estas fatales consecuencias da cuenta la Cmara de Comercio de Huelva, que emitira en julio de 1931 un Informe econmico al Consejo Superior de Cmaras. Pero para constatar la cada de las exportaciones nada mejor que acudir a los datos del archivo del Puerto de Huelva y reflejarlos en valores absolutos y grficamente:

La cada, como podemos ver en el cuadro que refleja los valores en Tm y en el grfico siguiente, dentro de su carcter general, presenta algunas diferencias entre unos productos y otros y bsicamente expresan que se exporta ms en bruto (crudo) que mnima o mximamente beneficiado. Dentro de esa reduccin de la exportacin, el mayor mantenimiento de lo crudo pone de manifiesto el cierre de fundiciones. Segn Ferrero poda influir tambin el que, en pocas de crisis, se acumulaban excedentes en espera de mejores perspectivas de demanda y consiguientemente de precios.

Cuadro n 7.

Exportaciones minerales por productos en Tm. Puerto de Huelva 1930-1935.AOSCobre

en cscaraCobre

en toralesMineral

de cobrePirita

ferrocobrizaPirita

de hierro

193014383,6996582,8573511,370485679,5301503739,450

193111367,5866484,1542031,920297508,0601109718,903

193211647,866218,913882,290235018,9701061476,799

19338666,61310,160855,817506399,790919975,231

19348128,561508,2064890,380372206,740907562,890

19352952,244125,390815,000146924,4601302755,764

Fuente: Datos del Archivo del Puerto de Huelva. Memoria del Servicio Administrativo y Estadstica General del trfico mercantil y movimiento de buques. Elaboracin propia.

Otro indicador de la situacin de pesimismo que vivi la economa minera onubense, para Ferrero y coincidiendo con lo apuntado anteriormente por Mir Liao, fue las restricciones que en las operaciones establecieron los Bancos de la ciudad, la falta de crdito afectaba a todos pero condenaba ms a las minas ms pequeas. A partir de 1931 la Compaa siguiendo una poltica de ahorro, intent reducir personal. Avery evala en unos 3.000 los obreros que para la Compaa sobraban.

Del anterior Informe de la Cmara de Comercio entresacamos el siguiente prrafo referido ahora a los efectos sociales de la crisis: "La minera de esta provincia, atraviesa una gravsima crisis que repercute con gran intensidad, en el paro forzoso, hasta el punto, que la Compaa de Riotinto, anuncia para los prximos das del mes prximo, la reduccin de los das de trabajo semanales, a cinco solamente, y si esto ocurre con la compaa ms poderosa de las establecidas en nuestra zona minera, habr que pensar lgicamente, que las otras empresas de menor capacidad sigan el mismo camino agravando la situacin social, ya bastante comprometida". Efectivamente el da 7 de julio la Direccin de la Compaa de Riotinto y dos ingenieros de la misma celebraron una conferencia con el Gobernador Civil a instancias de ste. En esta conferencia se convino en reducir la jornada en un da, mediante la supresin del sbado como da de trabajo, frmula propuesta por el Ministro de Trabajo. A instancias de la UGT, la medida se retrasara algn tiempo.

La apreciacin que haca la Cmara de Comercio sobre la situacin de otras empresas de menor capacidad era acertadsima. Una situacin de crisis muy parecida a la que se ha descrito sobre la situacin de Ayamonte se produca en el verano de 1933 en los municipios mineros de Calaas y El Cerro. En el Andvalo era ms difcil encontrar alternativas de trabajo a la crisis de los minerales ferrocobrizos, por la pobreza de la agricultura. Solamente una poltica de Obras Pblicas podra paliar el paro, solucin que como ya se he dicho llegaba muy lentamente y en pequeas cantidades. El trmino municipal de Calaas contaba con las siguientes minas importantes: The Tharsis (Los Silos), Sociedad Francesa de Piritas de Huelva (Perrunal), Compaa annima de Buitrn (Sotiel Coronada) y Unin Espaola de Explosivos (Torerera). Desde 1931 estas minas haban despedido a 400 obreros, en Julio de 1930 el nmero de obreros parados se elevaba a 600 con los nuevos despidos de Torerera y Sotiel. El propio Ayuntamiento que en mayo de 1931 hizo un prstamo de 52.000 Ptas. se encontraba ahora arruinado e incapaz de paliar la crisis obrera. La situacin econmica y sus secuelas de paro forzosos haban afectado tanto a Calaas que ya en febrero de 1932, el Ayuntamiento haba presentado la dimisin en pleno y con carcter irrevocable con motivo de no poder solucionar la crisis de trabajo all existente, tal y como se desprende de un telegrama enviado por el Gobernador al Ministro de Gobernacin.

Pero el Gobierno republicano devolva la responsabilidad al Ayuntamiento al concluir que la dimisin era inadmisible por no ajustarse a la ley, porque no era aceptable el abandono del cargo en momentos difciles y porque los concejales tenan el deber de solucionar la crisis de trabajo.La situacin de El Cerro es muy similar a la de Calaas, de 300 obreros que ocupaba la mina de San Telmo en 1930, a finales de Julio de 1933 slo quedaban 50.

Las reivindicaciones de los alcaldes y vecinos se centran en tres puntos: La subvencin por parte del Gobierno a las minas ferrocobrizas para que stas no pierdan empleo, la puesta en marcha de la construccin del Pantano Odiel y a corto plazo la inversin de Obras Pblicas en caminos vecinales.

Pero esta situacin se estaba extendiendo por el conjunto de las minas de Huelva. Segn la Prensa no pasa un trimestre sin que alguna mina cierre o reduzca personal. En Cala el cierre va a afectar a la Mina y al Ferrocarril por falta de explotacin. La Compaa cifra en 149.600 Ptas. el dficit de tres meses. El cierre de Cala que se hara efectivo en octubre supone el cese de inmediato de 300 trabajadores.

Ferrero apunta a otra razn que no debemos obviar y es la desconfianza que los empresarios mineros pudieron manifestar a causa de la cantidad y calidad de las cuestiones que la poltica del Primer Bienio quiso abordar. Para constatar esto hemos elaborado un grfico a partir de los datos cedidos por la citada autora, en la que se expresa la relacin entre caducidades y solicitudes del periodo republicano. Efectivamente durante el ao 1934 que coincide con el inicio del Bienio Rectificador no se produjo caducidad ninguna, pero sera un espejismo achacarlo a cuestiones polticas porque como la propia Ferrero indica la situacin volvera a empeorar.

Grfico n 10.Exportacin mineral por especies. Puerto de Huelva 1930-1935.Valores porcentuales 1930=100

Fuente: datos del Archivo del Puerto de Huelva. Memoria del Servicio Administrativo y Estadstica General del trfico mercantil y movimiento de buques. Elaboracin propia.

Si volvemos al grfico de las exportaciones del Puerto de Huelva veremos que el ao de 1935 fue catastrfico, y esas dificultades exportadoras tienen que ver con la depreciacin del cobre, as ante la falta de rentabilidad se agrand el intervalo entre caducidades y solicitudes. En este ao pararan definitivamente La Torerera, Unin Espaola de Explosivos, S. Platn y Aguas Teidas y Cueva de la Mora, estas dos ltimas adems sufrieron el agotamiento del mineral.

Grfico n 11.

Caducidades y solicitudes mineras. Huelva 1931-1936.

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de Ferrero, D. Op. cit.

A la vista del anlisis de estos datos no podemos por menos que reafirmarnos en nuestra idea de que la coyuntura internacional afect y muy seriamente a la produccin minera provincial con graves efectos sociales precisamente en comarcas donde la propia minera no haba dejado lugar a ninguna otra alternativa productiva.

1.4.- La problemtica socialEl ao de 1933 es socialmente el ms conflictivo de la Repblica, coincide, y no nos parece casual, con el momento ms bajo de la actividad econmica del pas. A la crisis econmica habr que sumar el fuerte incremento afiliativo que los sindicatos UGT y CNT experimentan desde el advenimiento de la Repblica hasta estas fechas.

En los apartados anteriores ya nos hemos referido a la situacin econmica, conviene hacerlo ahora a la implantacin sindical en la provincia de Huelva y a sus caractersticas.

Huelva, como dice Maurice, escapa al rea de mayor arraigo del anarquismo organizado. Aunque muchos autores hablan de la influencia anarquista en Andaluca Occidental, son las provincias de Sevilla, Crdoba, Cdiz y Mlaga las que renen entre el 80 y el 90% del total de anarquistas andaluces.

No obstante, la CNT en Huelva experimenta un crecimiento importante en valores absolutos entre los aos 1919, 1931 y 1932 pasando de 2983 a 4730 y a 14955 afiliados. El ltimo salto resulta espectacular considerado en valores absolutos, pero si lo consideramos como parte de un fenmeno generalizado en la Segunda Repblica en el conjunto de Andaluca esta primera impresin debe relativizarse. Esto es, porcentualmente en relacin al conjunto de Andaluca y en estos aos, Huelva pasa de representar un 3,09 a un 4,40 y a un 5,05% del total de los anarquistas andaluces.

En trminos generales los anarquistas onubenses constituyeron uno de los ncleos seguidores de Angel Pestaa. Eran los sindicalistas y posteriormente los treintistas. En 1931 fue firmado el Manifiesto de los Treinta, cuyo objetivo principal como dice Bar Cendn era "poner en guardia al proletariado en general, pero sobre todo al confederal, de los manejos de los extremistas de la FAI y su inconsciente insurreccionismo revolucionario" .

Efectivamente en Marzo de 1933, Angel Pestaa preside un mitin en la Capital "llenando el Gran Teatro" y creara, una vez expulsado de la CNT, el Partido Sindicalista que en las elecciones de 1936 pedira el voto para el Frente Popular.

Ya anteriormente en Septiembre de 1931 se pusieron de manifiesto las divisiones en el seno del anarquismo onubense a raz de la convocatoria de una huelga general y en una reunin de los sindicatos nicos locales. Los representantes del ramo de la construccin y del ramo del transporte se mostraron contrarios por "sensatez, debido a las circunstancias y por responsabilidad". Por unanimidad al final de la reunin se aprob ir a los movimientos parciales, desistiendo de la huelga general .

Grfico n 12.

Andaluca/Provincias. Implantacin anarquismo 1919-1931-1932.

Fuente: Maurice, J.

Esta unanimidad, contrasta con la afirmacin de Montas, sobre el traslado de la divisin interna entre sindicalistas y anarquistas a los conflictos sociales, que terminaba por radicalizarlos, consideracin que hace extensiva al conjunto de la CNT en Espaa.

Localmente los sectores ms afines a las tesis ortodoxas (faistas) se ubicaban en la Cuenca Minera, en concreto en Nerva y en algunos pueblos del Condado como Bollullos. En septiembre de 1933, en Nerva, el sindicato es clausurado por la explosin de petardos ante la puerta de empresarios durante la huelga de camareros; con el sindicato clausurado la CNT invita a los transportistas a una huelga de solidaridad con los camareros, se suceden la explosin de petardos y dos obreros de la CNT disparan sobre un camarero por no secundar la huelga. En el Condado encontr eco el movimiento revolucionario de Diciembre de 1933, en Bollullos a mediados de diciembre fueron encontradas dos bombas y la Guardia civil procedi a la detencin de siete anarquistas.

El enfrentamiento entre ugetistas y anarquistas se dara tambin en la provincia de Huelva y con especial virulencia en los ms importantes ncleos mineros. Federica Montseny visitara la comarca en octubre de 1932 y de su testimonio nos consta que la implantacin del Sindicato Minero se concentraba fundamentalmente, como ya hemos indicado, en Nerva y Salvochea, mientras que los dems pueblos los calificara como feudos de los socialistas. Al visitar uno de estos feudos, Zalamea, nos dejara constancia de la virulencia de sus ataques al socialismo y ugetismo:

Todas las calles llevaban nombres socialeros: calle de Indalecio Prieto, de Julin Besteiro, de Carlos Marx, de Engels, de Largo Caballero, de Saborit, mezclados con Azaa y Alcal Zamora.

En Zalamea, en la Plaza de Toros desarroll el tema Los traidores del proletariado. Estaba colrica por el ambiente hostil del pueblo, por la risilla de los social-fascistas, contemplando el paso de los camaradas forasteros venidos de los diferentes pueblos de la comarca, con las manos en los bolsillos del pantaln.

Di un ataque a fondo al socialismo, hablando con una rapidez vertiginosa, vomitando palabras como ni yo misma s. Histori sus traiciones, sus bajezas, su ruindad, los crmenes cometidos por ellos contra el pueblo espaol, atacando con violencia a la Repblica. El delegado me interrumpa a cada paso. Pero caldeado el ambiente por mi fuego iracundo y por el sol que caa an aplomado sobre la Plaza de Toros, el pblico se mostraba dispuesto a arrojarlo abajo de lo alto del tendido donde estaba instalada la tribuna. El pobre hombre, que no se haba visto en trance parecido, opt por callar, viendo que me serva, furiosa como estaba, no de contencin sino de estimulante.

...Es terrible ver de que manera all donde hay la influencia socialista se castra el espritu revolucionario del proletariado y se consigue aborregar a los hombres.

Por sectores de produccin los sindicatos ms afines a lnea ortodoxa eran los de la Metalurgia y la Madera, el Sindicato de Obras del Puerto, el Sindicato nico de la Industria Pesquera y los sindicatos mineros de la zona de Riotinto.

La visin que dan los dos diarios de Huelva, que se conservan completos para estas fechas, sobre la conflictividad social en la provincia es muy parcial, generalmente se contempla desde un punto de vista del orden pblico. Continuamente se suceden conflictos que tienen que ver con el nivel afiliativo y organizativo de los dos sindicatos, con la aplicacin de la nueva legislacin republicana y con la resistencia de sectores de la patronal. Son conflictos que se producen en el conjunto del pas: la implantacin de las bases de trabajo y la aplicacin de stas, la creacin de los jurados mixtos, la aplicacin de la ley de trminos municipales, etc....

La aplicacin de la Ley de Reforma Agraria fue tambin objeto de reivindicaciones en algunos pueblos con sus alcaldes al frente. En marzo de 1933 el Diario de Huelva reproduce una nota del alcalde de Isla Cristina solicitando la parcelacin de fincas mediante el pago de un canon de los "ex-grandes de Espaa Duque de Montealegre y Conde de Floridablanca". En Julio de este mismo ao son cinco pueblos (Isla Cristina, Ayamonte, Villablanca, San Silvestre y Lepe) quienes reivindican los derechos que tenan sobre el Pinar del Marquesado para tomar determinadas cantidades de pino para vigas y lea, adems del pasto para ganado. Se deduce que eran terrenos comunales pertenecientes al pueblo. Estos derechos desaparecieron cuando la finca la adquiri el Duque de Terranova. La usurpacin consisti en el intercambio de los derechos comunales con los derechos martimos de la almadraba "Reina Regente" que posteriormente pas a ser explotada por el Consorcio Nacional Almadrabero. El asunto, a instancias del Gobernador Civil, pasar al IRA. El diputado federal Cordero Bel en una intervencin en el Parlamento en Septiembre de 1933 protesta porque la finca del Coto del Infante de Hinojos, del ex-infante Borbn y Borbn, no haya sido incluida en la Reforma Agraria y solicita una rectificacin del Gobierno para que sea expropiada sin indemnizacin.

Pero otros conflictos tienen que ver con la crisis econmica y la resistencia de la patronal. Ya nos hemos referido a las repercusiones sociales de la crisis minera y pesquera. En la Capital la crisis se hace notar en las obras del puerto ante la falta de dinero por parte de Obras Pblicas y muy especialmente en el sector de la construccin. A comienzos de Julio, los albailes se estacionan ante el Gobierno Civil solicitando una entrevista con el Gobernador por el paro forzoso. El periodista Flery, en Diario de Huelva, apunta como causa principal la resistencia de los propietarios que "deben desempolvar cheques que guardan esperando tiempos mejores". Ante esta situacin tambin languidece la industria ladrillera y cermica.

Sobre las demandas que se hacan desde los pueblos solicitando fondos para obras pblicas que paliasen el paro proporcionando jornales, Macarro seala un aspecto, para l digno de destacarse, y no es sino la incapacidad de instituciones provinciales y locales para arbitrar recursos propios y esa incapacidad tiene que ver con la carencia de personas entre republicanos y socialistas preparadas en la experiencia del gobierno. Este argumento lo veremos ms adelante reproducido cuando muchos ayuntamientos socialistas fueran revocados por denuncias sobre la legalidad de su gestin.

2.- El crecimiento demogrfico en el primer tercio del siglo XX.Huelva, en el primer tercio del siglo XX, experimenta el siguiente incremento de poblacin de hecho, considerada en valores absolutos y porcentuales:

Cuadro n 8.

Incremento de Poblacin. Huelva 1900-1930AOPOBLACIN DE HECHO%

1900260880

191030988818,7

19203304026,6

19303549637,4

Fuente : Datos de la Delegacin Provincial del I N E . Huelva. Elaboracin propia

Este cuadro poco nos dice si no analizamos las caractersticas de ese crecimiento desde un doble aspecto: valorarlo en una primera aproximacin diferencial entre Huelva Capital y el conjunto de la provincia, ya que un primer anlisis demogrfico debe hacerse entre el medio urbano y el medio rural. Y en segundo lugar analizar ese crecimiento en el contexto del conjunto de Andaluca y de Espaa a efectos de valorarlo relativamente. Para ello hemos confeccionado el siguiente cuadro, y a efectos de hacerlo ms comprensible hemos reducido los valores tomando como ndice 100 los del ao 1900:

Cuadro n 9.

Crecimiento demogrfico. 1900-1930AOCAPITALPROVINCIAANDALUCA ESPAA

1900100,00100,00100,00100,00

1910136,11118,78107,00107,39

1920161,22126,64118,00114,60

1930210,08136,06129,80126,54

Fuente : Datos de la Delegacin Provincial del I N E . Huelva. Elaboracin propiaNos ser posible comparar mejor la dinmica demogrfica de este perodo si trasladamos los datos del cuadro a un grfico.

Grfico n 13.

Crecimiento demogrfico 1900-1930. Huelva, Andaluca, Espaa.

Fuente: Datos del Anuario Estadstico de Espaa, 1930. Archivo Delegacin Provincial del I.N.E.En trminos generales podemos afirmar que la Capital experimenta un crecimiento demogrfico mayor, durante este primer tercio del siglo XX, que la Provincia. La Provincia de Huelva mayor que Andaluca, y Andaluca mayor que Espaa. En segundo lugar observamos que el crecimiento en los perodos intercensales es sostenido en el caso del conjunto de la Provincia, de Andaluca y de Espaa. Por ltimo deducimos que ese crecimiento es comparativamente mayor en el caso de la Capital y que se produce una inflexin importante en la dcada de 1920 a 1930. En trminos absolutos, Huelva Capital duplica su poblacin en este primer tercio de siglo pasando de 21.359 a 44.872. Estos fenmenos demogrficos son el reflejo de dos hechos apuntados ya por Maurice.

Por una parte el que Andaluca experimenta, una vez superado el estancamiento demogrfico del ltimo cuarto del S. XIX, un crecimiento rpido de la poblacin, cuya tasa anual media es superior para el conjunto de la regin a la de la nacin. Dentro de este mismo hecho Bernal afirma que a partir de 1920 la Andaluca Occidental recupera la primaca demogrfica sobre la Oriental.

La contribucin de Huelva a este crecimiento demogrfico del conjunto de Andaluca Occidental debe tambin valorarse a partir de los indicadores de la densidad de poblacin. En 1930 el reparto provincial de la poblacin en Andaluca Occidental es muy desigual. Y en esa desigualdad Huelva es la provincia menos poblada no slo en valores absolutos sino tambin en cuanto a densidad de poblacin.

Cuadro n 10.

Densidad de Poblacin en Andaluca Occidental. 1933PROVINCIAHABITANTESDENSIDAD

CDIZ507.44369,3

SEVILLA805.25257,3

CRDOBA668.86248,7

HUELVA354.96335,2

Fuente: Datos de la Delegacin del I N E en Huelva.Por lo tanto, a pesar de ese crecimiento, Huelva est todava muy lejos en poblacin y densidad de los valores del resto de Andaluca Occidental. Y tambin del conjunto de Andaluca, siendo la provincia de ms baja densidad de poblacin seguida de Almera con un 38.9 habitantes por kilmetro cuadrado. Y la segunda ms baja, por detrs de Almera en nmero de habitantes.

Y en segundo lugar el hecho es que Andaluca toma parte en el fenmeno general del llamado xodo rural, de la mayor movilidad de la poblacin, que se desplaza cada vez ms hacia los centros urbanos. Este proceso de urbanizacin (que en estas fechas no era sinnimo de industrializacin), se da con una intensidad peculiar dentro de Andaluca en Crdoba, Mlaga y Huelva, si bien se ha acentuado en todas las provincias entre 1920-30 menos en Cdiz y Jan. Es una vez ms Maurice quien explica este fenmeno de urbanizacin como una salida a la superpoblacin latente en el campo. Este sobrante se traslada a zonas econmicamente ms dinmicas o menos atrasadas, en busca de un empleo cualquiera. Maurice se atreve a lanzar la hiptesis de que este hecho se pudiera explicar por las caractersticas que reviste la superpoblacin relativa engendrada por el capitalismo.

Quedara por analizar este fenmeno en el conjunto de la provincia, sobre todo a partir de la afirmacin de Jimnez Blanco sobre el comportamiento similar a la capital de los municipios en torno a los 10.000 habitantes. En 1920 solamente tres municipios superaban esa poblacin (Nerva, Ayamonte y Calaas) adems de la Capital. A pesar de ello hemos bajado el baremo poblacional a los 7.000 habitantes obteniendo las siguientes representaciones:

Cuadro n 11.

Poblacin de hecho. Municipios de ms de 7.000 habitantes.

Provincia de Huelva 1920-1930.MUNICIPIOS19201930

Huelva Capital34.43744.872

Nerva14.97216.726

Ayamonte13.20713.769

Calaas11.79411.856

Minas Riotinto9.66910.294

Isla Cristina9.56710.499

Almonaster9.1317.973

Bollullos Condado8.9908.881

Valverde8.8879.813

Moguer8.0287.051

Almonte7.9678.287

Lepe7.7168.026

La Palma7.4147.691

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos del I N E .

En el caso de Huelva, por lo tanto, se confirma que el proceso de urbanizacin es fundamentalmente hacia la Capital, ya que ninguno de los municipios de ms de 7.000 habitantes llega a una tasa de crecimiento que se aproxime a la mitad de la que experimenta la capital. Si bien todos los municipios de ms de 10.000 habitantes crecen entre 1920 y 1930.

Hay que resaltar el caso de dos grandes ncleos mineros: Riotinto y Nerva. Estos municipios ya haban experimentado un substancioso incremento poblacional a finales del siglo XIX. Ese crecimiento del 0,65% que se produce en Riotinto entre 1920 y 1930 sucede a un descenso cuantitativamente mayor entre 1910 y 1920, de tal forma que en trminos absolutos, en 1930 Riotinto tiene 10.294 habitantes, cuando en 1900 tena 11.603. Al contrario, en el caso de Nerva su poblacin de hecho en 1900 es de 7.908 y en 1930 de 16.726.

Es Nerva por consiguiente durante el primer tercio del siglo XX el municipio que crece a costa de Minas de Riotinto. Y el crecimiento demogrfico de estos pueblos se adelanta en el tiempo al boom de 1920-30, producindose a finales del siglo pasado con motivo de la explotacin de las minas por los ingleses.

Grfico n 14.

Poblacin de hecho. Municipios de ms de 7.000 habitantes.

Provincia de Huelva 1920-1930.

Fuente: Elaboracin propia a partir de los datos de GARCA FERNNDEZ, Paulino: Poblacin en los actuales trminos municipales 1900-1981. Poblaciones de hecho segn los censos. INE. Madrid. 1985.

El comportamiento demogrfico de 1900 a 1930 en Huelva tiene unas caractersticas similares a las del conjunto de Andaluca en cuanto al crecimiento poblacional y es Huelva Capital, dentro de la provincia, el fundamental polo de atraccin para la poblacin rural sobrante.

3.- El electorado de Huelva.

3.1.- El Censo Electoral. Precisiones metodolgicas.Partimos del censo electoral de 1933, elaborado por Decreto de 26 de Enero de 1932. En l, al final de la relacin correspondiente a cada seccin electoral aparece una lista adicional de los residentes en la demarcacin de la expresada seccin que adquirirn el derecho de sufragio antes del 10 de Noviembre de 1933.

El Censo Electoral se nos presenta de la siguiente manera: dividido en Municipios, por orden alfabtico, cada municipio dividido en Distritos, cada distrito en Secciones, y en cada seccin la relacin alfabetizada de Electores. Esta relacin de electores aparece seguida de una lista adicional donde se relacionan tambin alfabticamente los jvenes que cumplirn los 23 aos antes del 1 de Noviembre.

De cada elector se nos ofrecen los siguientes datos: Nombre, Domicilio, Sexo, Edad, Profesin y si Sabe o no leer y escribir.

Siendo la poblacin total del censo que nos ocupa, para toda la provincia de Huelva de 200.610 electores, es obvia la utilizacin de Tcnicas de Investigacin Social, que nos permitan seleccionar datos y aplicar frmulas que nos posibiliten obtener resultados.

La primera cuestin que se plantea es como subdividir el conjunto de la poblacin en base a los objetivos propuestos. Se ha optado por un criterio de comarcalizacin atendiendo a las caractersticas socioeconmicas, fundamentalmente la produccin, criterio que como se ver ms adelante se ha seguido tambin en la codificacin de las categoras profesionales, introduciendo alguna correccin como separar el Andvalo en Oriental y Occidental a efectos de distinguir entre aquellos ncleos mineros importantes con ms tradicin de lucha y organizacin obrera de otros ms pequeos, por la importancia que ello pudiera tener en el comportamiento electoral.

De esta manera nos encontramos con siete sectores de poblacin agrupados en las siguientes comarcas:

Cuadro n 12.

Divisin del censo por comarcasCOMARCAPOBLACIN CENSO

Huelva Capital22.163

Costa21.274

Condado37.548

Campia Baja19.158

Andvalo Oriental40.221

Andvalo Occidental17.622

Sierra42.624

TOTAL200.610

Cada una de estas comarcas, a efectos estadsticos, la consideramos como la Poblacin sobre la que trabajar (N). Para la seleccin de la muestra (n) en cada una de estas comarcas, primer paso para el tratamiento estadstico, acudimos a la Tabla para la determinacin de una muestra sacada de una poblacin finita, para un margen de error del 4% y con un margen de confianza del 95%. Obteniendo en cada caso las siguientes muestras:

Cuadro n 13.

Muestras por comarcas.COMARCAPOBLACIN (N)MUESTRA (n) para un margen de error 4%

Huelva Capital22.163610

Costa21.274610

Condado37.548617

Campia Baja19.158606

Andvalo Oriental40.221617

Andvalo Occidental17.622606

Sierra42.642617

El siguiente paso consistir en obtener, siempre en cada uno de los siete casos (las comarcas), la fraccin de muestreo, esto es el resultado de dividir la muestra (n) entre la poblacin o universo (N). Y esta fraccin de muestreo multiplicada por el nmero de electores de cada seccin nos dar el nmero de individuos que formarn parte de la muestra por cada seccin. Una vez que hemos determinado el nmero de individuos en cada seccin electoral, se eligen stos por azar simple, utilizando las Tablas de Fisher y Yates. Las muestras se recogen en una fichas con todas las variables (comarca, municipio, distrito, seccin, varn/hembra, edad, profesin, sabe leer y escribir/no sabe).

Pero previamente a la informatizacin de los datos habr que enfrentarse a otro problema metodolgico, la codificacin de las profesiones. Cualquier tipificacin socioprofesional puede presentar mltiples objeciones. En los estudios histricos de sociologa electoral no encontramos una norma que pueda aplicarse con carcter universal. La principal dificultad proviene de la subjetividad con que los individuos se definen profesionalmente. Otro problema lo plantea la confusin entre la profesin, la ocupacin y en algunos casos la condicin de inactivos (impedido, jubilado...).

En el caso que nos ocupa, como medida de prudencia, se ha preferido abordar la codificacin profesional una vez que, recogidos los datos del censo, se tuviera una relacin completa antes que partir de una codificacin previa que no garantizara si se iba a ajustar a la realidad, a fin de dejar a la interpretacin personal los menos casos posibles, siempre inevitables.

Una opcin, utilizada por muchos autores, hubiera sido la de seguir el criterio del grupo social (burguesa, clase media, proletariado). Pero los datos tal y como se nos presentan en el Censo Electoral no nos lo permite. Nunca se sabe por esta sola fuente si detrs de la denominacin de labrador hay un terrateniente o un pequeo campesino ms prximo al proletariado. Lo mismo se podra decir de otras denominaciones (industrial, comerciante...). El sealar estas dificultades previas a la codificacin, sin embargo no puede llevarnos a la conclusin de que al final no se obtenga una idea muy aproximada de la estructura social.

Pero en definitiva y dado que un criterio bsico de comarcalizacin ha sido la produccin, parece acertado tipificar en base a los diferentes sectores de produccin, cada uno de los cuales nos aparecer como ms predominante en cada comarca. Con este criterio y atendiendo a la necesidad de no hacer una codificacin excesivamente amplia, que impidiera una visin global, se ha confeccionado el siguiente cuadro:

Cuadro n 14.

Categoras socioprofesionales. Huelva, censo de 1933.

CATEGORAS SOCIOPROFESIONALESDENOMINACIN EN EL CENSO

Agricultor (Propietario)Labrador, Agricultor.

Industrial/Del ComercioIndustrial, Comerciante.

Prof.Liberal/Funcionario/UniversitarioCatedrtico, Maestro, Ingeniero.

ObrerosObrero, Chofer, Carpintero, Vigilante, Empleado, etc.

Jornaleros del CampoJornalero, Pastor, Bracero, Campo, Carretero, etc

Mineros/JornalerosMinero, Jornalero.

MarinerosMarinero, Motorista, Fogonero, Estibador, etc.

Su CasaSu Casa.

SirvientaSirvienta.

JubiladosJubilado, Impedido, Cesante.

VariosOtras denominaciones.

Una vez elaborada la muestra y codificadas las profesiones nos es posible proceder al estudio del perfil social, demogrfico y econmico del electorado onubense de 1933.

3.2.- Anlisis sociodemogrfico del electorado.3.2.1.- La estructura de los electores segn la edad.Una vez analizado el crecimiento demogrfico de la poblacin de la provincia de Huelva en el primer tercio de este siglo, se hace necesario considerar la pirmide de poblacin de los electores en 1933 a fin de estudiar la composicin interna de esa poblacin desde el punto de vista de su distribucin segn la edad.

Para ello hemos elaborado las pirmides de poblacin del conjunto de la provincia y de cada una de las comarcas en que hemos dividido sta.

Considerando la provincia globalmente, nos encontramos con una Pirmide representativa de los fenmenos demogrficos de comienzos del siglo XX: el mantenimiento de tasas de natalidad de tipo tradicional junto con la prolongacin del perodo medio de vida en Espaa (50 aos en 1930).

Grfico n 15.

Pirmides de poblacin. Censo de 1933.

La proporcin del nmero de mujeres y hombres es absolutamente representativa del conjunto de la nacin. En el caso de la provincia de Huelva hay un 5,7% ms de mujeres. En Espaa y en 1930 existe un 5% ms de mujeres que de hombres. Esta proporcin de las mujeres sobre los hombres se acenta generalmente en los intervalos de edad ms altos, fundamentalmente de ms de 68 aos. El perodo medio de vida es por tanto superior en las mujeres que en los hombres.

Por lo dems, la estructura de la poblacin segn la edad y refirindonos todava al conjunto de la provincia, es una pirmide de estructura joven que se reduce de una forma progresiva y acentuada hacia el vrtice. No es sino el resultado de una evolucin favorable, sin grandes trastornos demogrficos a no ser ese apuntado vrtice que nos indica una mortalidad todava elevada.

Una vez ms estas consideraciones genricas sobre la Provincia de Huelva deben ser matizadas si descendemos al anlisis comarcal:

Esta pirmide, que hemos definido como regular y adems es representativa de la estructura poblacional de Espaa, resume importantes diferencias que se dan comarcalmente:

Mientras que en el Condado el porcentaje de varones de ms de 72 aos es del 2,75 %, este porcentaje desciende hasta el 0,64 % en el Andvalo Oriental. La esperanza de vida es menor en el hombre que en la mujer, como ya hemos afirmado, y es menor en el medio minero que en el medio campesino.

Tambin en el caso de las mujeres la esperanza de vida es superior en comarcas como el Condado, la Sierra o la Campia Baja que en el resto de la provincia.

3.2.2.- El Grado de alfabetizacin.Qu inters puede tener aproximarnos al grado de alfabetizacin-analfabetismo de los electores? Que duda cabe que el nivel de alfabetizacin de una comunidad es un indicador importante sobre las condiciones de vida de la misma. Tusell afirma que no parece existir "una correlacin necesaria entre el grado de analfabetismo y la carencia de una conciencia poltica desarrollada". Ms adelante explica que la izquierda tiene preponderancia en las provincias con mayor nivel de analfabetismo debido a la existencia de organizaciones obreras slidas pero que el analfabetismo propicia tambin las prcticas caciquiles de la derecha que an perviven en las elecciones de la Segunda Repblica.

Desde la perspectiva del conocimiento de la comunidad habr que comenzar afirmando que el grado de analfabetismo de los electores de Huelva es muy elevado. Del muestreo que se ha realizado obtenemos un porcentaje de analfabetismo del 46, 28 % en 1933. Muy elevado si lo comparamos con los datos que tenemos sobre la media nacional, un 32,4% en 1930 y un 23,1% en 1940.

Pero con esta variable debemos proceder igual que lo hemos hecho con las anteriores. Nos interesa conocer cmo ese porcentaje se reparte en funcin del sexo y de la edad. Qu nivel de heterogeneidad existe entre las comarcas. Y por ltimo qu relacin existe entre el nivel de alfabetizacin y los diferentes sectores de la produccin.

Ese 46,28% de analfabetos del electorado se reparte as: entre los hombres desciende a un 32, 27 % y en el caso de las mujeres asciende a un 54, 79 %. Como era de esperar el nivel de instruccin de las mujeres es menor que el de los varones.

Si relacionamos ahora el nivel de alfabetizacin con la variable edad obtendremos el siguiente grfico. Del anlisis de este grfico podemos extraer las siguientes conclusiones:

En todos los intervalos de edad el nivel de alfabetizacin de los varones es superior al de las mujeres.

Grfico n 16.

Total Provincia alfabetizacin

Fuente: ADPH. Tratamiento de los datos del Censo Electoral de 1933. Elaboracin propia.

Existen acusadas diferencias en cuanto al nivel de alfabetizacin en los valores extremos. Los ms jvenes estn ms alfabetizados que los mayores.

Y en tercer lugar esa diferencia de alfabetizacin entre los varones y las mujeres se mantiene de una forma constante en todos los intervalos. Las mujeres ms jvenes, por consiguiente, aumentan su grado de instruccin pero manteniendo las diferencias con los hombres. Esta conclusin debera matizarse si este mismo grfico lo reprodujramos por comarcas. As es sorprendente como aumenta esa diferencia con la edad en el Andvalo Occidental y como se acorta en los niveles ms bajos de alfabetizacin en la Costa.

Por comarcas y considerada la alfabetizacin total (varones y mujeres), ese 53,72% de alfabetizados se reparten as:

Mapa n 3.

PORCENTAJE ALFABETIZACIN. Huelva, censo de 1933.

Fuente: ADPH. Tratamiento de los datos del Censo Electoral de 1933. Elaboracin propia.La Capital, el Andvalo Oriental y la Sierra, se encuentran pues por encima del porcentaje de la provincia en cuanto al nivel de alfabetizacin. La Campia, el Andvalo Occidental, el Condado y la Costa, por debajo.

La diferencia entre la Capital y el Andvalo Oriental (los porcentajes ms altos), por una parte y la Costa y el Condado (los porcentajes ms bajos), es muy acusada. Una vez ms tendremos que referirnos a la heterogeneidad de la provincia.

Por otra parte debe existir una correspondencia entre estos valores y los que obtengamos de relacionar la alfabetizacin con la profesin. En este caso nos referiremos nicamente a los varones (la profesin en la mujer a parte de su casa es muy poco significativa). Y dentro de los varones nos limitaremos a las categoras de obrero, jornalero del campo, marinero y minero, dado que en el resto de las categoras los porcentajes de analfabetos son extremadamente bajos.

Grfico n 17.

Alfabetizacin por profesiones

Fuente: ADPH. Tratamiento de los datos del Censo Electoral de 1933. Elaboracin propia.

Los obreros y los mineros estn muy por encima de lo que es el porcentaje de alfabetizacin de los varones en la provincia y los jornaleros del campo y los marineros muy por debajo. En trminos generales la comarca y la profesin son variables que influyen en la alfabetizacin de los varones en la provincia de Huelva. Pero la influencia de la comarca es superior. Qu queremos decir