Brandon Abularach - 1Edson Ávila - 2Frank Ávila - 3Melvin Beltetón - 4

Efecto Muerte:Mi nombre es John Philips, tengo 26 años y vivo en un motel llamado Duck´s Club en Phoenix, Arizona. Mi vida era la típica historia de un drogadicto sin salvación ni esperanza hasta que conocí a quien podría llamar mi mejor amigo, si es que aun puedo llamarlo así, su nombre era Peter Green, pero esto ya no importa, no importa desde que mi mundo se derrumbó, desde que la sociedad como la conocemos colapsó. Lo recuerdo bien, era abril del año anterior, Peter ya no regresaba, hace una semana que no lo veía, un instinto en mi me obligo a encender el televisor, como es la costumbre estaba puesto el noticiero justo en la noticia del día, una extraña sombra había sido vista rondando los parques de Everglades al otro lado del país, justo el último viaje de Peter, un terror me invadió y un escalofrío recorrió mi cuerpo pero decidí ignorarlo, esta sombra se comía a todo aquel que veía, lo hacía pedazos y arrancaba sus órganos para solo robar su sangre y así obtener su fuente de energía, la historia aunque fuera de lo normal, me pareció mas el caso de un asesino serial que el de un monstruo como lo mencionaba la prensa amarillista de esa época, este pensamiento me asusto aun mas y si era Peter una de sus víctimas, esto quería decir que la mano que me alimentaba y sustentaba ya no estaba en este mundo, este pensamiento me hizo caer en una terrible depresión y con lo inestable que aun era, no encontré otro medio de huida más que la inyección y la morfina, es decir, que podía hacer yo: un drogadicto de 26 años con inestabilidad emocional, así que solo me deje llevar y llore, sufri y volví a llorar no podia concebir la idea de que la unica persona a la que consideraba una familia se habia saltado a la otra vida. Luego, observé por la ventana del mi habitación y veía a la gente atacándose unos a otros devorándose, en sus ojos un vacio inexplicable, un blanco sin alma solo un cuerpo dejándose llevar por sus instintos más salvajes, por otra parte la gente normal corría y gritaba por escapar de esta terrible epidemia si le podemos decir así, creía que eran alucinaciones por causa de la droga y luego de eso me desmaye luego de un largo rato ya que al fin logre terminar ese sueño que nunca logre terminar, en fin logre despertar debido a un fuerte golpe de puerta que hacían en mi habitación, pero dude en abrir me di cuenta que todo lo que vi por la ventana era real era un enorme grupo de infectados contra un indefenso tipo de 1,80, luego de medir mis posibilidades no vi otra más que saltar por la ventana que no era demasiado alta, al hacerlo me di cuenta de que caí en la misma situación me veía rodeado de aun mas infectados completamente solo y como única defensa una pistola con 8 balas que logre tomar de debajo de mi cama, gaste dos tiros sin pensarlo dispare a lo loco contra dos de ellos que se venían acercando como si se los llevara el diablo, pero el resto del grupo ni se inmutó, así que, nuevamente analice mis opciones y logre escapar por una abertura que se hizo en el circulo y corrí, corrí como loco, me subí a un contenedor pues ya no tenía fuerzas y empecé a rezar porque algún milagro de todos los dioses me salvara y me sacara de ese agujero al cual podría llamar el mismísimo infierno, al cabo de unos minutos un helicóptero militar paso justo encima de mi cabeza y me dedique a llamar la atención lo mas que pudiese así que sin más ideas gaste mis tiros, los militares seguramente escucharon los disparos pues regresaron y me vieron me dijeron que hiciese alguna señal para saber que aun era un ser viviente y no un infectado, luego de levantar y cruzar los brazos lanzaron una escalera a la cual me aferre como si mi vida dependiese de ella y es que en realidad si dependía de ella. Luego de subir por la escalera y entrar al helicóptero y me desmaye por la fuerte tarea emocional y física que todo esto despertó en mi.

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Capitulo 2:

Se descubre el secreto:

Desperté nuevamente y me encontraba en la base militar de West Mountain, en California, rodeado de militares y otros sobrevivientes, cuando una voz ronca y con aire de sabia me dijo