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IGNACIO DE LOYOLA: UN ITINERARIO VITAL

Carles Marcet, sj.

1. PRETENSIÓN ....................................................................................................................

2. PRESENTACIÓN: UN ITINERARIO VITAL .....................................................................2.1. Un hombre dedicado a las vanidades del mundo .........................................2.2. La experiencia fundante de Manresa ..............................................................2.3. «En todo amar y servir» ....................................................................................2.4. La «realidad» como «medio divino» ..............................................................2.5. Al estilo de Jesús ................................................................................................2.6. «Sentir la voluntad de Dios» ...........................................................................

3. SELECCIÓN DE TEXTOS IGNACIANOS .........................................................................3.1. La anticipación del amor de Dios ...................................................................3.2. Responder al amor: alabar, servir, amar ........................................................3.3. En todo .................................................................................................................3.4. Como Cristo ........................................................................................................3.5. Hacia la plena comunión en Dios ...................................................................

4. CUESTIONES PARA REZAR Y/O COMPARTIR EN GRUPO ..........................................

NOTAS ....................................................................................................................................

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Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona Tel. 93 317 23 38 - E-mail: [email protected] - www.cristianismeijusticia.netImprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 1825-2015 ISBN: 978-84-9730-348-4 - ISSN: 2014-654X - ISSN (ed. virtual): 2014-6558Revisión y corrección del texto: Pilar de la HerranMaquetación: Pilar Rubio Tugas - Febrero 2015

Carles Marcet, sj. Licenciado en teología. Ha sido durante años párroco en el barrio de Bellvitge(L’Hospitalet del Llobregat) y acompañante y divulgador de los Ejercicios en comunidades popu-lares. Actualmente forma parte del equipo del Centro Internacional de Espiritualitad de la Covade Manresa, donde coordina el “Curso de inmersión ignaciana” y el curso “Dos meses de reci-claje en teología”.

Este cuaderno cuenta con la colaboración de la Direcció General d'Afers Religiososdel Departament de Governació i Relacions Institucionals

Protección de datos: La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos están registrados en un fichero de nombreBDGACIJ, titularidad de la Fundación Lluís Espinal. Sólo se usan para la gestión del servicio que le ofrecemos, y paramantenerlo informado de nuestras actividades. Puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificación, cancelación yoposición dirigiéndose por escrito a c/ Roger de Llúria 13, Barcelona.

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1. PRETENSIÓN

El presente cuaderno no pretende ser un estudio erudito sobre Ignaciode Loyola ni sobre su espiritualidad. Simplemente pretende ayudar apersonas o grupos a reflexionar, rezar y compartir la experiencia espi-ritual de Ignacio, a fin de que su singular peregrinaje interior pueda ins-pirar también el nuestro en seguimiento de Jesucristo.Creo sinceramente que el itinerario de Ignacio nos propone algo quehoy es especialmente necesario para toda persona que quiera vivir«con espíritu», a saber, la urgencia de vivir toda nuestra vida y todo ennuestra vida, desde una profunda y personal experiencia de Dios. Y elloen un mundo plural y globalizado, donde, por un lado, Dios ya no esuna realidad «socialmente obvia, evidente o natural» y, por otro, dondelos cristianos seguimos aspirando a vivir nuestro seguimiento de Jesu -cristo no como reliquia superviviente y anecdótica de un pasado, sinocomo aportación significativa para un presente. Como Ignacio, aspira-mos a poder decir alguna cosa creíble de parte de Dios –porque Diosnos la ha comunicado primero, y así lo he mos experimentado– paraayudar a las personas con las que convivimos.Para ello, después de una presentación general del itinerario vital –inte-rior y exterior– de Ignacio de Loyola, ofrecemos una selección de sustextos. De Ignacio nos han llegado una serie de frases ya muy conoci-das por activa y por pasiva. Pero la riqueza de sus abundantes escri-tos es inmensa y en su globalidad menos conocida. Ofre cemos, pues,un pequeño extracto –ordenado según su propio itinerario– de tanamplia literatura que va desde su Autobiografía [Aut.] hasta el libro delos Ejercicios Espi rituales [EE] y las Constituciones de la Compañía deJesús, pasando por una infinidad de correspondencia enviada a unpúblico muy plural.Algunos de los textos que encontraremos los escribe Ignacio siendolaico; otros siendo sacerdote y otros siendo Superior General de laCom pañía de Jesús. Algunos escritos van dirigidos a personas laicas,otros más directamente a jesuitas o a la Compañía de Jesús en gene-ral. En cualquier caso, creo que hoy nos pueden ayudar, sea cual seanuestro estado y condición, a ahondar en nuestra propia experienciapersonal de Dios.

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2.1. Un hombre dedicado a lasvanidades del mundo

Educado en su adolescencia y juventuden ambientes cortesanos, primero al ser-vicio del contador mayor del reino deCastilla, Juan Velázquez de Cuéllar,muy próximo a la familia real, y luegoal servicio del Duque de Nájera y virreyde Navarra, Ignacio se impregnará delos valores que marcan la pauta de unavida cortesana y caballeresca. Valoresescuetamente expresados en esas pala-bras de «vanidades del mundo» y queencierran un abierto deseo de alcanzarel mayor éxito y de luchar para autoa-firmarse lo más encumbrado posible.Un personaje, pues, que vive curvadosobre sí mismo, buscando, por encima

de todo, «valer más», «ser más estima-do», «ser más valorado y tenido encuenta».Este vivir de Ignacio para «autoafir-

marse» queda bien plasmado en su em-peño por defender a muerte, al serviciode los Reyes Católicos y frente las aco-metidas del ejército francés, la fortalezade Pamplona, contra el parecer de todos.Precisamente en esa batalla una bala decañón dejará maltrechas sus piernas y le obligará a un largo y solitario reposoen su casa natal de Loyola. Allí, entresoledad, aburrimiento, introspección,ima ginación y lecturas de vidas de san-tos y de la vida de Jesús –pues no habíaen la casa los libros de hazañas de ca -balleros con los que él tanto se deleita -

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2. PRESENTACIÓN: UN ITINERARIO VITAL

El itinerario vital de Ignacio de Loyola, a juzgar por lo que él mismo nosexplica en su autobiografía, transcurre desde un hombre «dado a lasvanidades del mundo» [Aut. 1],1 hasta llegar a ser un hombre «siemprecreciendo en facilidad de hallar a Dios» [Aut. 99].

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ba– empezará a abrirse en su interior uninsospechado rumbo vital. La ausculta-ción de los movimientos que se van su-cediendo, con alternancia y disparidaden su interior, le van moviendo a consi-derar una nueva posibilidad y a inclinar -se por ella: ser caballero pero puesto alservicio de Jesucristo –como los santos–que es el mayor y único Señor a quiénverdaderamente vale la pena servir. Coneste fuerte deseo y con la intención deperegrinar a Tierra Santa, parte de Lo -yola ya restablecido de sus heridas.

2.2. La experiencia fundante deManresa

No estaba previsto en su programa perotuvo que detenerse casi por un año enManresa. Será una interrupción provi-dencial. Visto en perspectiva, ya al finalde su vida, cuando narra su autobiogra-fía, Ignacio reconocerá que en Manresa«le trataba Dios de la misma manera quetrata un maestro de escuela a un niño,enseñándole» [Aut. 27]. De hecho enManresa, después de un tiempo tran-quilo en el que Ignacio buscaba servir a su nuevo Señor a imitación de los santos, con un estilo de vida aus tero, pe-nitente y alejado del mundo, experi-mentará un largo tiempo de sequedad y desolación en su proyecto vital, cosaque hasta entonces no había notado. El problema –del cual, poco a poco irácobrando conciencia– era que aunquehabía decidido servir a un nuevo Señor,su patrón de funcionamiento interno seguía siendo el antiguo: sigue siendo el caballero que busca hacer grandes hazañas en servicio de su Señor paramás señalarse. Sigue moviéndole la

curvatura sobre sí mismo; el afán deconquista y de ganar méritos ante suSeñor. Cierto que hay un impulso gene-roso en él, pero aún muy ciego y auto-centrado.En esta tesitura el Señor le irá ense-

ñando una lección fundamental quetambién él reconoce, con la perspectivaque dan los años, en su relato autobio-gráfico, donde dice que «en todo el dis-curso de su vida, hasta pasados sesentay dos años, coligiendo cuantas ayudashaya tenido de Dios, y todas cuantas co-sas ha sabido, aunque las ayunte todasen uno, no le parece haber alcanzadotanto, cuanto de aquella vez sola» [Aut.30]. Hace aquí referencia a la experien-cia honda que tuvo en Manresa conoci-da como «ilustración del Cardoner». Laexperiencia se había ido preparando entre los nubarrones de la desolaciónhasta que se le abrió nueva luz, «fueilustrado». Fun damentalmente esta ilus-tración, que sigue a cuatro largos mesesde desolación, fue darse cuenta interna-mente de que a su Señor no hace faltaconquistarlo –con obras, méritos, peni-tencias…– porque ya está a nuestro fa-vor. De entrada lo que nos pide no esque hagamos sino que nos dejemos ha-cer por Él. Lo primero que busca no sonnuestras acciones meritorias sino nues-tra persona entregada a su amor. PorqueÉl no es un «amo» sino que es «elAmor». Así, en el itinerario espiritual loprimero no es el amor que nosotros po-nemos sino el amor de Dios que se nosanticipa: Él nos amó primero. Percibiresto existencialmente es una ilustraciónporque desde ahí las cosas de siempre ytodas ellas, se ven de una manera nue-va y orgánica.

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Todo tiene, pues, como punto de par-tida, la gracia, el amor y la misericordiade Dios que se nos da anticipadamente.No es por lo tanto extraño que cuandoIgnacio propone a otros a vivir su expe-riencia de Dios mediante los Ejercicios,las primeras palabras que aparecen enlos mismos son «el hombre es creado».La creación toda, todo ser humano y to-da vida son la anticipación del amor deDios. Dios nos precede con su amor. Lonuestro es acogerlo, seguirlo y perse-guirlo.Esta experiencia manresana marca-

rá fuertemente el peregrinaje de Ignacioque, en el fondo, será un ir profundizán -dola. Ignacio sale de Manresa no sólocon una nueva experiencia personal deDios sino también con una nueva expe-riencia personal del mundo, de la rea -lidad. Aquél mundo que rehuía, ence-rrado en su cueva de penitente, ahoratambién se le ilumina como lugar don-de Dios le ama, le busca, le espera. Seproduce en Ignacio una «conversión almundo». Un mundo que en sus ambi-güedades, luces y sombras, descubrecomo querido y amado por Dios, cuyavoluntad es redimirlo. Un mundo abati-do y desolado pero que, precisamentepor ello, nos está invitando a ubicarnosen él siendo portadores de consuelo, demisericordia. En otras palabras: se tratade servir al Dios de la Vida en las cria-turas que tanto ama. Ésta es la maneraque Ignacio encuentra para responder al«acto primero», al «Amor que nos pre-cede»: agradeciéndole, alabándole y sir-viéndole en el mundo. Por eso veremos cómo a partir de

este momento de su peregrinaje, Ignacioira buscando maneras para alabar y ser-

vir a Dios, para corresponder agradeci-damente al amor recibido. Así le vere-mos en Tierra Santa y, al no podersequedar allí, en Barcelona, Alcalá, Sala -manca estudiando, pues todo su deseoera dar a conocer lo que había experi-mentado a otros y para eso necesitabaestudiar. Luego en París empezando aaglutinar a un primer grupo de compa-ñeros y también fortaleciendo sus estu-dios, etc. Por eso también en los Ejer -cicios, después de aquellas primeraspalabras («el hombre es creado») Igna -cio prosigue: «para alabar, hacer reve-rencia y servir a Dios nuestro Señor».Para quien se ha descubierto bañado porel amor misericordioso de Dios es comoespontánea la reacción de agradecérse-lo. Y la mejor manera que los humanostenemos para agradecer «tanto bien re-cibido» es ponerlo al servicio (retornar-lo) de quien nos lo regaló.

2.3. «En todo amar y servir»

Ese agradecimiento y servicio Igna cioquiere y desea ponerlo «en todo» y no«en parte». Es decir, «del todo» («ente-ramente») y «en todo»; en todas las co-sas. Conocido es el lema ignaciano «entodo amar y servir». Y todo es todo. Asíveremos en su itinerario al peregrinoalabando y sirviendo por amor a Dios enmúltiples lugares y situaciones. Porejemplo estando en prisión en Sala man -ca por orden de la Inquisición. Él mis-mo dice: «Pues yo os digo que no haytantos grillos ni cadenas en Salamanca,que yo no deseo más por amor de Dios»[Aut. 69]. Y así le veremos en los estu-dios, sirviendo y viviendo en hospitales,o por los caminos solo y a pie, o aglu -

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tinando a una comunidad de compañe-ros, u ofreciendo la experiencia de losEjerci cios, o enseñando el catecismo aniños, o proponiendo en su tierra a lasautoridades nuevas ordenanzas queayuden a las gentes a una vida más rec-ta y menos viciosa, o visitando a los fa-miliares de sus compañeros en España.Y ya en Roma, habiendo sido fundadala Com pañía y elegido él como SuperiorGe neral, atendiendo a la corresponden-cia de compañeros que empezaban adispersarse por el mundo entero, o fun-dando la Casa de Santa Marta para aten-der a las prostitutas de la ciudad y a unacofradía que tome cargo de la funda-ción, o creando un centro de catecume-nado para atención y acogida de judíosconversos, o formando a los noviciosque ingresaban en la Congregación, o…¡En todo amar y servir!

2.4. La «realidad» como «mediodivino»

Eso también lo quiere dejar claro en lapropuesta de los Ejercicios de buen prin - cipio. Una vez asentado que «el hombrees creado para alabar, hacer reverenciay servir a Dios» se pregunta por todaslas otras cosas indicando que «son crea -das para el hombre, para que le ayudenen la prosecución del fin para el que escreado» [EE 23]. Ese «todo» –que po -dría mos llamar simplemente «la reali-dad»: la salud y la enfermedad, la rique -za y la pobreza, el éxito y el fracaso, lasrelaciones humanas, las instituciones, lafamilia, la comunidad, el dinero, eltiempo libre, etc– ambiguo en su pluri-formidad, viene a ser «medio divino»,lugar, manera, espacio y ámbito donde

vivir la relación amorosa, agradecida yservicial con Aquél que se nos ha anti-cipado amándonos. Así, el peregrinonos invita a peregrinar por esta rea lidadcon una disposición fundamental de li-bertad: amándolo todo –pues todo pue-de ser medio divino, ocasión de en-cuentro amoroso con Dios– sin quedarposeído por nada –pues nada de la rea-lidad es Dios–, buscando, «deseando y eligiendo lo que más nos conduce parael fin que somos creados» [EE 23].Por eso la espiritualidad del peregri-

no, la espiritualidad ignaciana, permitee integra una pluralidad de tareas y tra-bajos concretos y diversos –en hospita-les y en colegios, en sindicatos y en co-munidades cristianas, como catequista o como arquitecto, en un barrio o en unpueblo, en tareas sociales, políticas,educativas o explícitamente religiosas,etc.– Lo único esencial es que en todoello lo que se pretende y busca es amary servir a Dios y ayudar al prójimo. Deuna manera rotunda lo escribía ya haceunos años Karl Rahner en un preciso li-brito en el cual habla por boca de SanIgnacio: «Deberíais examinar constan-temente si toda vuestra actividad sirve aeste fin. Y si es así, entonces puede per-fectamente uno de vosotros ser biólogoy dedicarse a investigar la vida anímicade las cucarachas»2.

2.5. Al estilo de Jesús

No quería el peregrino amar y servir entodo de cualquier manera. Buscaba unmodo y estilo concreto que era el deJesús. Esta especie de pasión por Jesúsque tan intensamente vivía ya se habíaempezado a despertar en los meses de

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convalecencia en Loyola, donde le die-ron a leer una Vida de Cristo dado queno había en la casa libros de caballeríade los que tanto gustaba. Así empezó aalbergar la idea de peregrinar a Jerusa -lén, la tierra de Jesús, su nuevo Señor.De manera muy afectiva expresa en surelato autobiográfico su estancia enJerusalén y la imposibilidad de quedar-se allí que era lo que él deseaba. Losmismos monjes de Montserrat, que lehabían conocido algunos años antes, yadecían de él que «este peregrino es locopor nuestro Señor Jesucristo». Y másadelante, reunidos ya el grupo de loscompañeros de París en Venecia, al pre-guntarse por su nombre e identidad degrupo, no encontraron mejor nombreque el de «compañeros de Jesús», puesÉl era su única cabeza, el que los habíaaglutinado en comunidad y el que ins-piraba su estilo y modo de proceder.Este amor apasionado del peregrino

por Jesús, se verá confirmado yendo decamino a Roma, en otra experiencia espiritual intensa, en la capilla de laStorta. En su autobiografía Ignacio noscuenta que allí «vio claramente cómoDios Pa dre le ponía con Cristo, su Hijo»[Aut. 96]. Si en Manresa había expe -rimen tado la invitación de Dios a bus-carle, amarle y servir le en todas las co-sas, ahora, cerca de Ro ma, experimentaun estilo concreto de buscar, amar y ser-vir; el estilo de Jesús; con Él y como Él,acompañándole en su misión –cargandocon la cruz– de acercar la humanidad a Dios.Naturalmente esta pasión por Jesús,

en el doble sentido de la palabra –apa-sionamiento y solidaridad con sus pe-nas, fatigas y sufrimientos– está nu -

clear mente presente en la experienciamistagógica de los Ejercicios propues-tos por Ignacio, donde se invita al ejer-citante a acompañar los misterios de lavida, muerte y resurrección de Jesús,ponderando con mucho afecto y reflic-tiendo, esto es, consintiendo que su vi-da se refleje en la propia, de modo quesea Cristo mismo quien viva en mí y su vida la que se manifieste en mi cuerpo(2Co 4,10). Por eso se pide también alejercitante que no cese de demandar,querer y desear «conocimiento internodel Señor que por mí se ha hecho hom-bre, para que más le ame y le siga» [EE104].Agradecer, amar y servir en todo a

Aquel que nos ha salido al encuentroamándonos anticipadamente, en segui-miento apasionado y al estilo de Jesús,podría ser una formulación sintética delperegrinaje ignaciano, del sentido de suexistir. Es la manera, en palabras suyas,de «salvar el ánima». La meta de esteperegrinaje es Dios mismo: la Trinidad,comunidad y comunión de Personas,donde definitivamente el ser humanosana, descansa y queda plenificado des-pués de su peregrinar. Ignacio busca, yaahora en todas las cosas y al final de to-das ellas, la plena comunión en Dios.Por eso su centro vital está puesto másallá de todo y, a la vez en todo. Por esosu vivir es sacramental: constante per-secución de las huellas del Señor –quea veces aparecen donde uno menos se loespera– amándolas y abrazándolas sinretenerlas ni poseerlas, sino prosiguien-do el camino que señalan hacia la plenay definitiva comunión en Dios, allá don-de Dios ya lo será todo en todos (1Co15,28).

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2.6. «Sentir la voluntad de Dios»

Algo de esto se deja entrever en la fór-mula escrita –que no es teórica, sino vi-vencial– con que Ignacio acababa mu-chas de sus cartas, y reza así: «cesorogando a su divina bondad, nos dé lagracia cumplida para que su santísimavoluntad sintamos y aquélla enteramen-te cumplamos»3. Lo que se anda bus-cando es «sentir la voluntad de Dios».Primera y fundamentalmente la volun-tad de Dios no es que hagamos tal cosao tal otra, sino lo que Dios quiere, lo queDios ama. Y lo primero que Dios quie-re y ama no son nuestras obras sino no -sotros mismos, nuestra persona y nues-tro ser todo. Ignacio, pues, pide la graciapara que sintamos vivo el amor de Diospor nosotros y en nosotros. Que sinta-mos que nos ama, nos busca y nos es-pera. Que nuestro peregrinaje es cami-nar hacia la plena comunión con Él y enÉl en todas las cosas, saboreando dichacomunión ya ahora hasta su definitivi-dad. Así, «cumplir la voluntad de Dios»,en el fondo, no es otra cosa sino dejar-se amar por Él y dejarse conducir por Élhacia esa comunión plena que es nues-tra meta y destino, «la salvación denuestra ánima», en palabras de Ignacio.Y eso, una vez más, «en todas las co-sas»: en nuestro obrar y en nuestro pa-decer, en nuestro trabajar y en nuestro

descansar, en los momentos de soledady en los de comunidad, en el pensar y enel sentir, en los éxitos y en los fracasos,en las pasio nes dolorosas y en los apa-sionamientos vibrantes, contemplandoy actuando, ejercitando la libertad o lamemoria, el entendimiento y la volun-tad… Porque todo ello es, en definitiva,don de Dios para que Dios disponga enmí de todo ello y así, Él y yo vayamosestableciendo una relación cada vezmás comunional. Para ello, como rezael peregrino al final de los Ejercicios, loúnico que basta es el amor y la gracia deDios [EE 234]. Ojalá internamente lasintamos y enteramente nos dejemosconducir por ella.

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Presentamos a continuación unos textosseleccionados de San Ignacio –con al-gunas breves anotaciones introductoriaso notas aclaratorias cuando sea preciso–ordenados en apartados, siguiendo el hilo conductor de esta introducción queviene marcado por las siguientes pala-bras: el amor de Dios que se nos antici-pa; agradeciéndolo, alabán dole y sir-viéndole; en todas las cosas; al estilo deJesús y como Jesús; hacia la plena co-munión en Dios.

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3. SELECCIÓN DE TEXTOS IGNACIANOS

Ignacio relata su autobiografía al final de su vida. Evoca sucesos exte-riores e interiores de hace tiempo. Evidentemente hay muchas lagunaspero curiosamente hay muchos detalles guardados celosamente en elcorazón que, precisamente por el tiempo pasado se tornan muy signi-ficativos.

3.1. La anticipación del amor de Dios

Así, evoca de su tiempo de soledad yconvalecencia en Loyola, un senti-miento aún muy primero pero consola-dor de apertura al Creador. Luego en suépoca manresana más crítica y dura (es-crúpulos, tentación de suicidio, deses-peración…) le brota el recuerdo de unaoración espontánea y directa: sólo en elCreador podemos sostenernos y funda-mentarnos. Superada la crisis expresasu reconocimiento de haber experi-mentado el amor y la misericordia deDios que es lo que le ha liberado. Poreso la continuación de su peregrinaje nopodrá concebirla sin asentarse bien enese único fundamento: sólo en Él laconfianza.

«Y la mayor consolación que reci -bía era en mirar al cielo y las estre-llas, lo cual hacía muchas veces ypor mu cho espacio, porque conaquello sentía en sí un muy grande es fuerzo para servir a nuestro Se -ñor» [Aut. 11].

«Comenzó a dar gritos a Diosvocal mente, diciendo: “Socórreme,Se ñor, que no hallo ningún remedioen los hombres, ni en ninguna criatura; que si yo pensase de po-derlo hallar, ningún trabajo me se-ría grande. Mués trame tú, Señor,dónde lo halle; que aunque sea me-nester ir en pos de un perrillo paraque me de el remedio, yo lo haré”»[Aut. 23].

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«Y así de aquel día en adelante quedó libre de aquellos escrúpulos,teniendo por cierto que nuestroSeñor le había querido librar por sumisericordia» [Aut. 25].

«En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, en-señándole… claramente él juzgabay siempre ha juzgado que Dios letrataba de esta manera» [Aut. 27].

«... se partió para Barcelona paraembarcarse. Y aunque se le ofrecíanalgunas compañías, no quiso ir sinosolo; que toda su cosa era tener asólo Dios por refugio. Y así un díaa unos que mucho le instaban, ...éldijo que, aunque fuese hijo o her-mano del duque de Cardona, no iríaen su compañía; porque él desea-ba tres virtudes: caridad, fe y espe-ranza; y llevando un compañero,cuanto tuviese hambre esperaríaayuda de él; y cuando cayese quele ayudaría a levantar; y así tambiénse confiara de él y le tendría aficiónpor estos respectos; y que estaconfianza y afición y espe ranza la quería tener en Dios solo. Y estoque decía de esta manera, lo sen-tía así en su corazón» [Aut. 35].

Eso mismo que él ha vivido, esperade toda persona que quiera incorporar-se al cuerpo de la Compañía.

ranza que podría tener en dineros oen otras cosas criadas, las pongaenteramente, con verda dera fe yamor intenso, en su Criador y Se -ñor»4 (Constituciones 67).

«Cuanto más uno se ligare conDios nuestro Señor, y más liberal semostrare con la su divina Majestad,tanto le hallará más liberal consigo,y él será más dispuesto para recibirin dies mayores gracias y dones es-pirituales» (Constituciones 282).

«Finalmente, si todo lo habéis dadoa Dios, dejaos guiar por Dios y ha-ced, no al modo vuestro, mas al mo-do de Dios».5

La propia experiencia vital le ha idoenseñando a Ignacio que lo esencial noes hacer sino dejarse hacer por la Mise -ricordia de Dios que se nos ofrece anti-cipadamente. Esa experiencia vital ade-más le va conduciendo a reconocertanto bien recibido de Dios a lo largo dela vida. Por eso invita a los ejercitantesque se introducen a realizar la expe-riencia de los Ejercicios Espirituales ahacer lo propio, a lo largo de los mis-mos y sobre todo cuando se disponen aretornar a su vida cotidiana, a fin de quesu vida sea respuesta amorosa a tantobien recibido. Igualmente invita a co-brar conciencia de que incluso nuestrasconsolaciones son posibles gracias a esa«anticipación del amor» que Dios nostiene y que consolándonos nos mani-fiesta. Y que nuestros temores puedendisiparse cuando se abren confiada-mente a ese amor suyo que trabaja ennosotros.

«... peregrinando por otro mes sindineros… porque se pueda avezara mal comer y mal dormir; asimis-mo porque dejando toda su espe-

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«Será aquí pedir conocimiento in -ter no de tanto bien recibido, paraque yo, enteramente reconociendo,pue da en todo amar y servir a su di -vina majestad […]. El primer puntoes traer a la memoria los beneficiosrecibidos, de crea ción, redención ydones particulares, ponderandocon mucho afecto, cuánto ha hechoDios nuestro Señor por mí, y cuán-to me ha dado de lo que tiene, yconsecuénter el mismo Señor de-sea dárseme en cuanto puede, se-gún su ordenación divina; y con esto re flectir en mí mismo conside-rando, con mucha razón y justicia,lo que yo debo de mi parte ofrecery dar a la su divina majestad, es asaber, todas mis cosas y a mí mis-mo con ellas […]. El segundo pun-to es mirar cómo Dios habita en lascriaturas […] y así en mí, dándomeser, vida y sentidos y haciéndomeentender; asimismo haciendo tem-plo de mí, siendo creado a la simi-litud e imagen de su divina majes-tad» [EE 233-235].

«No es de nosotros traer o tener devoción crecida, amor intenso, lágrimas, ni otra alguna consola-ción espiritual, mas que todo es dony gra cia de Dios nuestro Señor; yporque en cosa ajena no pongamosnido, alzando nuestro entendimien-to en alguna soberbia o gloria vana,atribuyendo a nosotros la devocióno las otras partes de la espiritual con -solación» [EE 322].

«Y no temáis la empresa grandemirando vuestras fuerzas peque-ñas, pues toda nuestra suficiencia

ha de venir del que para esta obraos llama, y os ha de dar lo que pa-ra su servicio os es necesario».6

«Pues Dios nuestro Señor es omni-potente, y su gracia mucha, y ende -reza los corazones, y el deseo delbien de V.R. hace que se espereaún algo donde hay poca razón deesperar si lo humano se mirase».7

Para Ignacio, la expresión máxima ydefinitiva de ese amor misericordiosode Dios, es la vida de Jesús y su entregaen cruz, donde ese amor se nos da todoy del todo. Del corazón de Jesús entre-gado en la cruz, brota su Espíritu paranosotros: una nueva expresión del amorde Dios que nos precede para proseguirel camino de Jesús y acertar en el modode agradecerle y servirle. Aunque Igna -cio habla poco del Espíritu, éste estámuy presente en su itinerario. A menudose refiere a Él cuando algunos jesuitasenviados a misiones lejanas, le pidenconsignas «claras y distintas». EntoncesIgnacio les dice que es el Es píritu quiénles guiará en lo concreto.

«Imaginando a Cristo nuestro Se -ñor de lante y puesto en cruz, hacerun co loquio, como de Criador es ve -nido a hacerse hombre, y de vidaeterna a muerte temporal, y así amorir por mis pecados. Otro tanto,mirando a mí mismo, lo que he hecho por Cristo, lo que hago porCristo, lo que debo hacer por Cris -to, y así viéndole tal, y así colgadoen la cruz, discurrir por lo que seofreciere» [EE 53].

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«Acerca de la instrucción que pedíspara mejor proceder en el divinoservicio en esta misión, espero osla dará más cumplida el EspírituSanto con la unción santa y don deprudencia que os dará, vistas lascircunstancias par ticulares».8

«Todo esto propuesto servirá deaviso, pero el Patriarca no se tengapor obligado de hacer conforme aesto, sino conforme a lo que la dis-creta caridad, vista la disposiciónde las cosas presentes y la uncióndel Es píritu Santo, que principal-mente ha de enderezarle en todaslas cosas, le dictare».9

3.2. Responder al amor: alabar, servir, amar

Descubierto y experimentado el amorque «viene arriba» (es de Dios) y que seanticipa y fundamenta todo, el peregri-no se siente internamente movido a res-ponder con amor, preguntándose por lamejor manera de corresponder y dispo-niéndose amorosa y confiadamente a loque fuere (por ejemplo cárcel). Cadavez más ese corresponder, «sirviendo yamando» se va concretando en la vidade San Ig nacio en una expresión muysuya: «ayudar a las almas». Expresiónque apa rece múltiples veces en su auto -biografía y que retoma, formulada deotro modo, en el Examen a los candi-datos a la Com pañía. También es lo quepropone muchas veces en sus cartas. Unade las maneras predilectas de Ignacio deservir a Dios ayudando a las ánimas esla conversación espiritual: su relato auto -biográfico está jalonado de constantes

búsquedas de personas espirituales conquienes conversar y de ofertas de con-versación con otros sobre cosas de Dios.

«Después que el dicho peregrinoentendió que era voluntad de Diosque no estuviese en Jerusalén,siempre vino pensando qué haría»[Aut. 50].

«Aquél por cuyo amor entré, me sa -cará, si fuere servido de ello [Aut.60] […] pues yo os digo que ni haytantos grillos ni cadenas en Sala -manca, que yo no deseo más poramor de Dios» [Aut. 69].

«Y en todos estos cinco procesos ydos prisiones, por gracia de Dios,nunca quise tomar ni tomé otro so-licitador, ni procurador, ni abogado,sino Dios, en quién toda mi es pe -ran za presente y por venir, median -te su divina gracia y favor, tengopuesta».10

«Y con todo esto se deben esforzaren las conversaciones espiritualesde procurar el mayor provecho in-terno de los prójimos, y mostrar loque supieren y mover a hacer biena los que pudieren» (Constituciones115).

«Donde quiera que os halléis, que-rría tuvieseis memoria de ayudar alas ánimas, que tan caras costarona Cristo nuestro Señor, aunque nofuese sino en conversaciones, exhor -taciones particulares y, finalmente,en lo que cómodamente podréis».11

En su convalecencia en Loyola«[…] el tiempo que con los de casaconversaba, todo lo gastaba en co -

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sas de Dios, con lo cual hacía pro -vecho a sus ánimas […]» [Aut. 11].Tam bién en Man resa… «conversa-ba algunas veces con personas espirituales, las cuales le teníancrédito y deseaban conversarle […]había muchos días que él era muyávido de platicar de cosas espiri-tuales, y de hallar personas quefuesen capaces de ellas […]» [21 y34]. Y en Bar ce lona: «antes que seembarcase, según su costumbre,buscaba todas las personas espiri-tuales, aunque estuviesen en ermi-tas lejos de la ciudad, para tratarcon ellas» [37]. Nuevamente enBar celona, ahora de regreso deTierra Santa, va a buscar a un mon-je que había conocido en Manresa:«Tenía el peregrino en Manresa unfraile, hombre muy espiritual, y conéste deseaba estar para aprender,y para poderse dar más cómoda-mente al espíritu, y aún aprovechara las ánimas» [54]. En Sa la mancaresponde a los franciscanos que leacosan a preguntas: «Noso tros nopredicamos, sino con algunos fami -liarmente hablamos cosas de Dios»[65]. De regreso a su tierra natal «Eneste hospital, empezó a hablar conmuchos que lo iban a visitar de lascosas de Dios, y con su gracia seobtuvo mucho fruto.» [88]. En Vene -cia «se ejercitaba por aquel tiempoen dar los ejercicios y en otras con-versaciones espirituales» [92].12

En la tarea educativa: «tengan losmaes tros particular intención, asícuando se ofreciese ocasión en laslecciones como fuera de ellas, demoverles (a los alumnos) al amor yservicio de Dios nuestro Señor y delas virtudes con que le han de agra-dar, y que enderecen todos sus estu -dios a ese fin» (Constituciones 486).

En cualquier actividad temporal:«pue de el peso del alma –que es el amor– aliviarse cuando aún enlas cosas terrenas y bajas uno nose hace terreno ni bajo, sino que lasama todas por Dios nuestro Se -ñor».13

En tareas administrativas y econó-micas «del cargo de las cosas tem-porales, aunque en alguna maneraparezca y sea distractivo, no dudoque vuestra santa intención y direc-ción de todo lo que tratáis a la glo-ria divina lo haga espiritual y muygrato a su infinita bondad».14

En el tiempo de estudio y forma-ción: «el fin de un escolar estar enel colegio aprendiendo es que hayaciencia con que pueda servir anuestro señor Dios a mayor gloriasuya, ayudando al prójimo, lo cualrequiere todo el hombre; y no del to-do se daría al estudio si por largoespacio se diese a la oración».15

o sociales, contemplativas o activas,etc), y en cualquiera que sea la situaciónvital en que nos encontremos (riqueza,pobreza, salud, enfermedad, éxito, fra-caso…). Viene a ser como un faro queilumina y orienta toda actividad.

Para Ignacio este «amar y servir» de-be estar presente, en todas y cualquieraque sean las actividades que emprenda-mos (importantes o discretas, educativas

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En tiempos de salud y de enferme-dad: «pienso que un servidor deDios en una enfermedad sale he-cho medio doctor para enderezar yordenar su vida en gloria y serviciode Dios nuestro Señor».16

«He entendido que Dios nuestroSe ñor os ha visitado con enferme-dad no ligera. Bien me persuado[…] que habréis procurado de sacarel fruto que de semejantes visita-ciones quie re Dios nuestro Señorse saque, cuya sapiencia y caridadinfinita, no menos con las medici-nas amargas que con las consola-ciones muy gustosas, busca nues-tro mayor bien».17

En el éxito y en el fracaso, en laconsolación y en la desolación: «elPadre celestial la provee de lo quemás la cumple, pues no menos en laadversidad que en la prosperidad, y tanto en las aflicciones como enlas consolaciones, muestra el eter-no amor suyo con que guía sus es-cogidos a la felicidad perpetua».18

podía tener temor de sus pecados,ni de ser condenado; mas teníagrande confusión y dolor, por juzgarque no había empleado bien los do-nes y gracias que Dios nuestro Se -ñor le había comuni cado» [Aut. 33].

«No debe ser corto aquél con quiénDios nuestro Señor ha sido tan lar-go con él. Tanto descanso y bienhallaremos cuanto en esta vida hi-ciéramos».19

«Plegue a la divina bondad nos quie-ra infundir su gracia, para que entierra no escondamos las mercedesy gracias que siempre nos hace».20

«(Nuestro Señor) queriendo ser venido por rescatarnos, infamadopor glorificarnos, pobre por enrique -cernos, tomando muerte de tantaignominia y tormento por darnos vida inmortal y bienaventurada. ¡Ohcuán demasiadamente es ingrato y duro quien no se reconoce con todo esto muy obligado de servir diligentemente y procurar la honrade Jesucristo!»21

«Guárdese de tanto quererse hu-millar que llegue a dar lugar al es-píritu de pusilanimidad. Los donesde Dios no se deben estimar en po-co… y no se deje envilecer ni de-caer de ánimo; y sepa que nosotrosestimamos en vos los dones deDios más de lo que vos mostráis estimarlos».22

«Con obras y verdad muestren elamor, y sean benéficos con muchaspersonas, ora sirviéndolas en lo es-piritual, ora en lo temporal».23

En cualquier caso, ante tanto bienrecibido, uno no puede quedarse sin ha-cer nada. Precisamente eso es lo que leduele al peregrino en un momento de suvida en que se descubre en trance demuerte, viajando por mar de Valencia aItalia bajo una tremenda tempestad. Ensus escritos anima a diversas personas a ser generosas entregando tanto bienrecibido.

«En este tiempo, examinándosebien, y preparándose para morir, no

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«Los Ejercicios no los había escritotodos de una vez, sino que, algunascosas que observaba en su alma ylas encontraba útiles, le parecíaque también podrían ser útiles aotros, y así las ponía por escrito»[Aut. 99].

Ya al inicio de los Ejercicios comopredisposición: «al que recibe losEjercicios, mucho aprovecha entraren ellos con grande ánimo y libera-lidad con su Criador y Señor, ofre-ciéndole todo su querer y libertad,para que su divina majestad, así desu persona, como de todo lo quetiene, se sirva conforme a su santí-sima voluntad» [EE 5].

«Estando así apartado, no teniendoel entendimiento partido en muchascosas, mas poniendo todo el cuida-

do en una sola, es a saber, en ser-vir a su Criador y aprovechar a supropia ánima, usa de sus potenciasnaturales más libremente, parabuscar con diligencia lo que tantodesea […] cuanto más nuestra áni-ma se halla sola y apartada, se hace más apta para se acercar y lle-gar a su Criador y Señor; y cuantomás así se allega, más se disponepara recibir gracias y dones de la su divina y suma bondad» [EE 20].

En las oraciones preparatorias:«que todas mis intenciones, accio-nes y operaciones sean puramenteordenadas en servicio y alabanzade su divina majestad» [EE 46].

Preparando una sana elección: «Y así, cualquier cosa que yo eli-giere, debe ser para que me ayudepara el fin para que soy criado; noordenando o trayendo el fin al me-dio, mas el medio al fin; así comoacaece, que muchos eligen prime-ro ca sarse, lo cual es medio, y ensegundo lugar servir a Dios nuestroSeñor en el casamiento, el cual ser-vir a Dios es fin; asimismo hay otrosque primero quieren hacer benefi-cios, y después servir a Dios enellos» [EE 169].

3.3. En todo

Retornar el amor recibido, amando ysirviendo en todo. Una primera y prin-cipal manera es ofreciendo a otros lapropia experiencia espiritual mediantelos Ejercicios, de modo que quien quieraintroducirse en la experiencia para sa-car fruto se disponga también a poneren juego todo su ser y del todo. Tra -tándose de una experiencia integral e integradora, en los Ejercicios Ignaciopropone una dialéctica –que no es teó-rica sino existencial– entre el Uno (só-lo Dios es Dios; sólo a Él buscarle) y eltodo (todas las cosas puestas al serviciode esa búsqueda, pues en todas se lepuede amar y servir). Esta dialéctica es-tá presente en diversos momentos delproceso de los Ejercicios.

La dialéctica del todo y el uno es unamanera de estar en el mundo que po-dríamos calificar de «sacramental» o de«permanente diálogo existencial conDios en todo». Dialéctica hecha de«búsqueda amorosa de Aquel que pri-mero me ha salido al encuentro y bus-cado», de «respuesta libre al Amor librerecibido». A eso exhorta Ignacio, tanto

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«... sean exhortados a menudo a bus car en todas las cosas a Diosnuestro Señor, apartando, cuanto esposible, de sí el amor de todas lascriaturas, por ponerle en el Criadorde ellas, a Él en todas amando y atodas en Él» (Constituciones 288).

«... se pueden ejercitar en buscar lapresencia de nuestro Señor en todaslas cosas, como en el conversar conalguno, andar, ver, gustar, oír, enten -der, y en todo lo que hiciéremos, pueses verdad que está su divina Majes -tad por presencia, potencia y esen-cia, en todas las cosas».24

«... por eso convendría hacer hos-pitales donde se recogiese peregri-nos y enfermos de males curablesy incurables, dar y hacer dar limos-nas secretas y públicas a pobres,ayudar a casar pupilas, hacer con-fraternidades para redimir cautivosy criar niños expósitos, etc».25

«... plego al Señor nuestro que porsu infinita y suma bondad os au-mente siempre en amarle en todaslas cosas, poniendo, no en parte,mas en todo, todo vuestro amor yquerer en el mismo Señor, y por Élen todas las creaturas».26

«Hasta el presente, por la bondadde Dios, siempre hemos estadobien, experimentando más y máscada día la verdad de aquellas pa-labras: “como quienes nada tieneny todo lo poseen (2Co 6,10)”. To das

las cosas, digo, que el Señor pro-metió dar por añadidura a cuantosbuscan primero el Reino de Dios ysu justicia […]. A vos en especialconviene considerar que, si algúnbien habéis, por ninguno seáis co-gido, por nada temporal poseído,dirigiendo todas las cosas para ser-vicio de quién las habéis».27

Este modo de estar en el mundo pideadiestrarse en el ejercicio del discerni-miento para acertar, entre el «todo», loque más conduce al fin pretendido.

«... aunque se proponen muchosmedios de ayudar al prójimo, y mu-chas obras piadosas, la discreción(es decir, el discernimiento) será laque señale cuáles deben abrazar-se, puesto que todas no se puede,teniendo siempre ojo al mayor ser-vicio de Dios y al bien común».28

«Cuando son muchas las ocupa-ciones, se impone la elección y em-plearse en las más importantes, esdecir, de mayor servicio divino, demayor utilidad espiritual para losprójimos, de más universal bien».29

«... denos el Señor la lumbre de la santa discreción (discernimiento),para que de las cosas criadas use-mos con la luz del Criador. Amén».30

en las Constituciones de la Compañíacomo en cartas enviadas a diversas per-sonas.

3.4. Como Cristo

Atrapado por Jesucristo y apasionada-mente determinado a seguirle, Igna cioen trega sus armas exteriores (Montse -rrat) e interiores (Storta). En la capilla de

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«... se determinó de velar sus ar-mas toda una noche, sin sentarseni acostarse, mas a ratos en pie y a ratos de rodillas, delante del altarde nuestra Se ño ra de Montserrat,adonde tenía determinado dejarsus vestidos y ves tirse las armas deCristo» [Aut. 17].

«Y estando un día en una iglesiahaciendo oración algunas millasantes de llegar a Roma, sintió talmutación en su alma y vio tan cla-ramente que Dios Padre le poníacon Cristo, su Hijo, que no se atre-vería a dudar de esto» [Aut. 96].

gloria de mi Padre. Por tanto, quiénquisiere venir conmigo ha de traba-jar conmigo, porque siguiéndomeen la pena también me siga en lagloria”» [EE 95].

Luego rezar deseando alcanzaresa gracia: «Eterno Señor de todaslas cosas, yo hago mi oblación, convuestro favor y ayuda, delante vues -tra infinita bondad, y delante vuestraMadre gloriosa y de todos los santosy santas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determi-nación deliberada, solo que seavuestro mayor servicio y alabanza,de imitaros en pasar todas injuriasy todo vituperio y toda pobreza, asíactual como espiritual, queriéndomevuestra santísima majestad elegir yrecibir en tal vida y estado» [EE 98].

Y también expresar el deseo en elcoloquio o diálogo afectivo orantecon el Señor: «Un coloquio a nues-tra Señora, porque me alcance gra-cia de su Hijo y Señor, para que yosea recibido debajo de su bandera»[EE 147].

«...por parecer e imitar más, actual-mente, a Cristo nuestro Señor, quie-ro y elijo más pobreza con Cristopobre que riqueza, oprobios conCristo lleno de ellos que honores; y desear más de ser estimado porvano y loco por Cristo, que primerofue tenido por tal, que por sabio yprudente en este mundo» [EE167].

la Storta tiene una experiencia nítida deque Dios le concede aquello que andababuscando: ser puesto con Jesús.

Esta experiencia la ofrece comoinvi tación a quien hace los Ejercicios,en diversos momentos de los mismos,especialmente a lo largo de la SegundaSemana: escuchar que Cristo llama aestar con él, a vivir y trabajar con él ycomo él, a militar bajo su bandera, a lasduras y a las maduras, aunque ello con-lleve oprobios, persecuciones, aunque«no esté de moda» o el mundo «no loentienda». Y una vez escuchado todoello, desearlo y pedir la gracia de «serpuesto con Jesús» (¡no de ponerse!).

Primero escuchar la llamada: «vera Cristo nuestro Señor, rey eterno,y delante de él todo el universomundo, al cual y a cada uno en par-ticular llama y dice: “Mi voluntad esde conquistar todo el mundo y to-dos los enemigos, y así entrar en la

Igualmente quiere Ignacio que losque entren en la Compañía y, en gene-ral, todo jesuita, se dispongan a vivir

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«Asimismo es de mucho advertir alos que se examinan,32 en cuantogrado ayuda y aprovecha en la vi-da espiritual, aborrecer, en todo yno en parte, cuanto el mundo amay abraza; y admitir y desear con todas las fuerzas posibles cuantoCristo nuestro Señor ha amado yabrazado. Como los mundanos quesiguen al mundo, aman y buscancon tanta diligencia honores, famay estimación de mucho nombre enla tierra, como el mundo les ense-ña; así los que van en espíritu y si-guen de veras a Cristo nuestroSeñor, amen y deseen intensamen-te todo lo contrario; es a saber, ves-tirse de la misma vestidura y libreade su Señor por su debido amor yreverencia» (Constituciones 101).

«... dando entera señal de sí, quede todo el século y de sus pompasy vanidades se parten, para serviren todo a su Criador y Señor crucifi -cado por ellos» (Constituciones 66).

«Ellos33 van muy animados y con-solados con esperar de emplearsus trabajos y sus vidas en muchoservicio divino, en ayuda de las áni-mas de sus súbditos, deseando en

alguna parte imitar la caridad deCristo nuestro Señor […]. Y vanaparejados para dar, no solamentedoctrina, consejo y ayuda espirituala las ánimas, pero, si es menester,poner la vida por ellas».34

«... cuanto mayor deseo alcanzáre-mos de nuestra parte, sin ofensa deprójimos, de vestirnos de la libreade Cristo nuestro Señor, que es deoprobios, falsos testimonios y de to-das otras injurias, tanto más nosiremos aprovechando en espíritu,ganando riquezas espirituales».35

«... importará para la conservación y aumento de todo este cuerpo que sedestierre muy lejos toda especie deavaricia […]. Será también de su maimportancia para perpetuar el buenser de la Compañía excluir de ella congrande diligencia la ambición, madrede todos los males de cualquier co -munidad» (Constituciones 816-817).

esta experiencia que él describe a me-nudo como «vestirse de la librea deCristo», en resonancia de la expresiónpaulina «revestirse de Cristo». Vivir asípuede parecer a ojos del mundo31 unapérdida pero es una ganancia. Lo másopuesto a la «librea de Cristo» es el afánde tener (avaricia) y de poder y de fi-gurar (ambición). De ahí se siguen to-dos los males.

A menudo Ignacio cualifica esa «librea de Cristo» con los términos de«pobreza y humildad» En ese contextocabe entender los votos especiales quepide a los profesos jesuitas donde secomprometen a enseñar a «niños y ru-dos» (humildes) y no tocar nada refe-rente a la pobreza si no es para estre-charla más. Igualmente invita a todos aamar la pobreza que Cristo amó y a lospobres, amigos de Cristo, lo cual es unagracia que hay que desear mucho y aco-ger y agradecer cuando es concedida.La pobreza y la amistad con los pobresson concretas. Vivirlas tiene concrecio-nes y consecuencias. Vivirlas se funda-menta en una percepción sacramental

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suyos […] comúnmente fueron pobres […]. Son tan grandes los po-bres en la presencia divina, queprincipalmente para ellos fue envia-do Jesu cris to […]. [Así], la amistadcon los pobres nos hace amigos delRey eterno […] [y la pobreza] haceal hombre libre de aquella servi-dumbre común a tantos grandes delmundo, en el cual todas las cosasobedecen o sirven al dinero […].Aquellos que aman la pobreza, de-ben amar el séquito de ella, encuanto de ellos dependa, como elcomer, vestir, dormir mal y el serdespreciado. Si por el contrario, al-guno amara la pobreza, mas no quisiera sentir penuria alguna, niséquito de ella, sería un pobre de-masiado delicado y sin duda mos-traría amar más el título que la po-sesión de ella, o amarla más depalabra que de corazón».36

«Por diversas cartas entendemosque Dios nuestro Señor les visitacon el efecto de la santa pobreza,es decir, incomodidad y falta de al-gunas cosas temporales, las cualesserían necesarias para la salud ybienestar del cuerpo. No es pocagracia que se digna hacer su divinabondad en daros a gustar aquelloque debe siempre estar en el deseonuestro para conformarnos a nues-tro guía Jesucristo […] por más quesi nos comparamos con aquelloshermanos nuestros de la India, queen tantas fatigas corporales y espi-rituales andan tan mal proveídos dealimentos, no comiendo pan en mu-chos lugares, y menos bebiendo vi-no, pasando con un poco de arroz

«La promesa de enseñar a los ni-ños y personas rudas […] se poneen el voto […] porque tiene más pe-ligro de ser puesto en olvido y de-jado de usar, que otros (ministerios)más aparentes como son el predi-car, etc.» (Constituciones 528).

«... todos los que harán profesiónen esta Compañía prometan de noser en alterar lo que a la pobreza to-ca en las Constituciones, sino fue-se en alguna manera para más es-trecharla» (Constituciones 553).

«Llamo gracia a la pobreza, porquees un don de Dios especial […] ysiendo tan amada de Dios como lomuestra su Unigénito que, dejandoel trono real, quiso nacer en pobre-za y crecer con ella. Y no sólo laamó en vida, padeciendo hambre,sed, y no teniendo dónde reclinar lacabeza, mas también en la muerte,queriendo ser despojado de susvestiduras y que todas sus cosas,hasta el agua en la sed, le faltase.La Sabiduría, que no puede enga-ñarse, quiso mostrar al mundo cuánpreciosa fuese aquella joya de lapobreza, cuyo valor ignoraba elmundo, eligiéndola él, a fin de queaquella su doctrina de “bienaventu-rados los que tienen hambre y sed,bienaventurados los pobres, etc.”,no pareciese disonante con su vida.Se muestra de la misma maneracuánto aprecia Dios la pobreza,viendo como los escogidos amigos

de la realidad: toda persona es imagende Dios, miembro de Cristo. Así vivida,la pobreza por Cristo y como Cristo estestimonial y apostólica.

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y agua, o cosa parecida de poco ali-mento, mal vestidos, y finalmente enel hombre exterior con harta inco-modidad, no me parece que nues-tro padecer sea demasiado duro».37

«Hablo que los bienes de la Iglesia,que no son necesarios para la sus-tentación de vuestra merced segúnla decencia de su estado, son de lospobres y obras pías, y con injusticiagrande se les quita […]. Per dónemevuestra merced que le hablo claro;pero el amor me constriñe […] y juz-go que tiene vuestra merced faltade quién le acuerde lo que le cum-ple […]. Esta tal obra no es dar ri-quezas a los parientes, que tienensuficiente pasada según su estado,ni hacer memorias de poco fruto es-piritual y poca ayuda del bien co-mún, sino dar a los pobres y obraspías […]. Acuérdese vuestra mer-ced que no es señor de su hacien-da, sino despensero, y que ha dedar cuenta de ella».38

«... procurad considerar ésta o aque-lla persona, no como bella o fea,mas como imagen de la SantísimaTri nidad, como miembro de Cristo.39

«... se acuerden que deben dar gra-tis lo que gratis recibieron, no de-mandando ni aceptando estipendioni limosna alguna […] porque así pue -dan con más libertad y más edifi ca -ción de los prójimos proceder en eldivino servicio» (Constituciones 565).

«... demandar lo que quiero: seráaquí demandar conocimiento inter-no del Se ñor que por mí se ha he-cho hombre, para que más le amey le siga» [EE 104].

«... mirar el oficio de consolar queCristo nuestro Señor trae, y ellocomparando cómo unos amigossuelen consolar a otros» [EE 224].

profundidades del «conocimiento inter-no» para poder elevarse de nuevo en latransparencia de una vida que, como la de Jesús, consuela, anima, levanta,acompaña como un amigo.

Este deseo de identificarse conCristo, de dejar que Cristo se refleje enmí, al ser tan «alto» pide «bajar» a las

3.5. Hacia la plena comunión en Dios

Los Ejercicios Espirituales son un mé-todo mistagógico para adentrarse afec-tiva y activamente en el Misterio deDios, a fin de elegir el querer de Diospara la propia vida, y a fin de vivirlo to-do por Él, con Él y en Él, en comuniónamorosa con Dios, como amante y ama-do. Se establece así una relación que pide de nuestra parte un vaciarse, un de-jar espacio al Otro para hacer caminojuntos. Forma parte de esta mistagogíade los Ejercicios detectar aquel mal es-píritu que quiere alejarnos de este cami -no hacia la comunión con Dios en todo,y cobrar conciencia del buen espírituque fortalece este recto caminar.

«Por este nombre de Ejercicios Es -pi ri tuales se entiende […] todo mo-do de preparar y disponer el ánima,

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El último y definitivo «salir» paraentrar en la comunión ya definitiva enDios se produce en el momento de lamuerte. Vivida en Cristo y desde Cristoésta es un salir «pascual».

pa ra quitar de sí todas las afeccio-nes de sor denadas, y después dequi ta das para buscar y hallar la vo -lun tad divina en la disposición de suvida» [EE 1].

«... piense cada uno, que tanto seaprovechará en todas cosas espiri-tuales, cuanto saliere de su propioamor, querer e interés» [EE 189].

«... el amor consiste en comunica-ción de las dos partes, es a saber,en dar y comunicar el amante alamado lo que tiene, o de lo que tie-ne o puede, y así por el contrario elamado al amante» [EE 231].

«... nuestro antiguo enemigo (el malespíritu) poniéndonos todos los inconvenientes posibles por des-viarnos de lo comenzado (consola-ción, fervor interior, percepción devivir integradamente en comunióncon Dios […]) tanto nos veja, po-niéndonos muchas veces tristezasin saber nosotros por qué estamostristes, que ni podemos orar con al-guna devoción, contemplar, ni aúnhablar ni oír de cosas de Dios consabor o gusto interior alguno. Queno sólo esto, mas si nos halla serflacos y mucho humillados a estospensamientos dañados, nos traepen samientos como si del todo fué-semos de Dios nuestro Señor olvi-dados; y venimos en parecer queen todo estamos apartados delSeñor nuestro, y que cuanto hemoshecho y cuanto queríamos hacerninguna cosa vale. Así procuratraernos en desconfianza de todo[…]. Ahora […] acaece que muchasveces el Señor nuestro mueve y

«No tengo pena sino gozo en elSeñor Dios nuestro que, como mu-riendo nos quitó el temor de lamuerte, así resucitando y subiendoal cielo nos mostró cuál era y a don-de la verdadera vida –a la cual porla muerte se pasa– en la participa-ción de su reino y gloria».41

fuerza nuestra ánima a una opera-ción o a otra, abriendo nuestra áni-ma, es a saber, hablando dentro deella sin ruido alguno de voces, al-zándola toda a su divino amor; ynosotros a su sentido aunque qui-siéramos no pudiendo resistir».40

Este progresivo camino de comu-nión con Dios se puede vivir en todaslas cosas pero desde dentro. Requierecapacidad de interioridad para poderpercibir al Uno presente en todo. Poreso es un error pensar que la falta desentimiento de esta comunión se debe a«causas externas». Al revés, es un pro-blema de vivir las cosas externas sin in-terioridad.

«... os engañáis en demasía pen-sando venga del lugar, o de los su-periores, o de los hermanos, la cau-sa de no poderos aquietar ni darfruto en el camino del Señor. Estoviene de dentro y no de fuera […].

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«El vínculo principal para la uniónde los miembros entre sí y con lacabeza, es el amor de Dios nuestroSeñor; porque estando el superior ylos inferiores muy unidos con la sudivina y suma Bondad, se uniránmuy fácilmente entre sí mismos porel mismo amor que de ella des-ciende, y se extenderá a todos losprójimos, y en especial al cuerpo dela Compañía» (Constituciones 671).

«... tened por cierto que os hemossiempre de tener –en cualquier es-tado que os hallareis– en las entra-ñas, apretándose tanto más launión interior, cuanto más os aleja-rais de la presencia exterior».43

En sus actividades apostólicas pro-curen «mover a las ánimas al ente-ro conocimiento de sí mismas y amayor conocimiento y amor de suCriador y Señor […] procurandocon deseo de inflamar las ánimasen amor de su Criador y Señor».44

«... haya sermones o lecciones sa-cras que tengan por intento masbien mover el afecto y formar lascostumbres que ilus trar el entendi-miento».45

Pensando en la Compañía, Ignacioconsidera que esta vinculación amo rosay de comunión con Dios de cada jesuitaes lo que más va a favorecer la comu-nión de todo el Cuerpo. Esta comuniónes un testimonio profético en el mundo,anticipativo de aquello que nos esperay andamos buscando. Tal consideraciónes válida no sólo para los jesuitas sinopara cualquier comunidad cristiana quehoy quiera aportar en nuestro mundouna presencia testimonial y profética.Forma parte de la misión ayudar a otrosa entrar en esa relación afectiva que esel conocimiento de la comunión desea-da por Dios con cada cual. Así lo ex-presa a diversos grupos de compañerosenviados en misión.

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Podéis mudar de lugar y de supe-riores y de hermanos, mas si nomudáis el hombre vuestro interior,nunca obraréis bien y en todo lugarseréis el mismo… Así que procuradesta mutación y no otra. Digo queprocuréis mudar el hombre interior yreducirlo como a siervo de Dios, y no penséis en mutación externaalguna».42

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4. CUESTIONES PARA REZAR Y/O COMPARTIR EN GRUPO

Sobre el amor de Dios que se anticipaEl amor de Dios en nuestra vida es concreto. Evoca, gustando y sintiendo in-ternamente, situaciones y momentos de tu vida donde lo has experimentado¿Qué sentimientos y acciones ha despertado en ti la experiencia del amor deDios?

Sobre el responder al amor de Dios: alabar, servir, amarTambién nuestra respuesta al amor de Dios es concreta. ¿De qué estás agra-decido a Dios?¿Cuál es hoy tu manera personal y concreta de «ayudar a las almas»?

Sobre el «todo»De los diferentes elementos que componen tu realidad toda (comunidad, profe-sión, economía, relaciones personales, trabajo, estudio, ocio, voluntariado…)¿en cuáles te sientes suficientemente libre y en cuáles más atrapado?¿Cómo vives en la práctica la dialéctica entre el Uno (Dios) y el «todo» (todaslas cosas)? ¿En qué aspectos percibes que te resulta problemática o difícil?

Sobre el «como Jesucristo»¿En qué sentido puedo decir con honestidad que vivo «puesto con el Hijo»? ¿En qué concreciones lo percibo o tengo mayor conciencia de ello?

Sobre la plena comunión en Dios¿Qué realidades internas y externas me hacen difícil sentirme viviendo en co-munión con Dios?¿Cómo cuido mi interioridad a fin de saberme habitado por Él? ¿Cómo cuidomi actividad exterior a fin de no pasar epidérmicamente por la vida?

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1. El peregrino. Auto biografía de San Ignacio deLoyola, Valladolid, ed. Mensajero-Sal Terrae(1996). Introducción, notas y comentarios porJosep Mª Rambla Blanch sj.Todas las citas dela Auto biografía responderán a esta edición ypara evitar notas las consignaremos como [Aut].

2. K. RAHNER - P. IMHOF, Ignacio de Loyola, San -tan der, Sal Terrae, 1979, p. 16. Aunque se tratade palabras dirigidas a los jesuitas, creo que ennuestro contexto actual pueden ayudar a cual-quier persona interesada en la espiritualidadignaciana, aunque no sea jesuita.

3. Obras completas de San Ignacio de Loyola,Madrid, BAC, 1963, p. 623. En adelante cita-remos Obras completas los textos de esta edi-ción.

4. El texto hace referencia a una de las experien-cias que se invita a realizar a todo jesuita en sunoviciado: las peregrinaciones. Se inspira enlas diversas peregrinaciones que el propioIgnacio realizó, a menudo solo y a pie, dondeuno es confrontado con la incertidumbre y laintemperie, con la soledad y la no seguridad,con la incomodidad y la burla, con el pococomer y descansar… de tal manera que unosólo pueda poner su confianza en Dios.

5. Carta de Ignacio de Loyola al Hermano JuanBautista (mayo de 1556), Obras completas, p. 951. Este hermano jesuita tenía fuertes de -seos de estudiar cuando, de hecho, todo el mu -do veía que no tenía aptitudes naturales paraello. Ya al final de su vida, Ignacio le escribeaconsejándole con aquel principio espiritualque ha guiado todo su peregrinar: fiarse deDios y dejarle hacer antes que empeñarse enhacer según el propio querer.

6. Carta de Ignacio de Loyola al P. Juan NuñesBarreto (julio de 1554), Obras completas, p. 875. El contexto de este fragmento es el deuna carta enviada al P. Barreto que había sidodesignado para abrir un frente misionero enEtiopía. El P. Barreto había mostrado disponi-bilidad pero se encontraba muy limitado parauna empresa tan grande. Eso también puede

pasarnos a nosotros y la sabiduría espiritual dela respuesta de Ignacio nos sirve: la fortalezapara desarrollar cualquier tarea no viene denosotros; viene de más allá de nosotros y estáen nosotros.

7. Carta de Ignacio de Loyola al P. Antonio Solde -vila (abril de 1556), Obras completas, p. 946.Soldevila era un jesuita complicado, un tantoindependiente y singular y que solía generarproblemas allá donde era destinado. En estecontexto la frase de Ignacio es elocuente de susentir: incluso allá donde humanamente seesperaría poco, el amor de Dios puede obrarmaravillas.

8. Obras completas, p. 876. Este es otro fragmen-to de la carta de Ignacio al P. Nuñes Barreto,enviado a abrir la misión en Etiopía. El P.Barreto pedía consignas concretas sobre elmodo de proceder en la nueva misión. Ignaciole remite al Espíritu Santo.

9.Obras completas, p. 916. De nuevo al P. Ba rreto,Ignacio le indica cómo una mirada atenta a larealidad y la escucha de las mociones del amorde Dios en nosotros (el Espíritu) es lo quemueve a tomar las acciones necesarias paraque ese amor de Dios llegue a todos a travésde las mismas.

10. Carta de Ignacio de Loyola al rey de Portugal,Juan III (marzo de 1545), Obras completas, p. 662. El motivo de esta carta, una vez la Com -pañía se va asentando en Portugal, es notificardirectamente al monarca de las razones de laspersecuciones que padeció, a fin de que no sele presente una realidad desfigurada de su per-sona. Nos encontramos en el escrito con unmotivo que ya hemos visto: soportar cárcelesy persecuciones en amor y servicio de Dios esposible porque Él anticipa su amor y gracia.

11. Carta de Ignacio de Loyola al P. Simón Ro -drigues (octubre de 1555), Obras completas,p. 936.

12. Los Ejercicios son, pues, para Ignacio, una deentre estas «otras maneras de conversacionesespirituales»; seguramente la más preciada. El

NOTAS

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acompañamiento en los ejercicios no es unapredicación, sino una conversación espiritualtendente a ayudar a las personas a «hallar ybuscar la voluntad divina» para con sus vidas.No es de extrañar, pues, que Ignacio desee quelos jesuitas sean diestros en el arte de la con-versación espiritual (Constituciones 115, 157).

13. Carta de Ignacio de Loyola al obispo de Tar ga,Manuel Sanches (mayo de 1547), Obras com-pletas, p. 690.

14. Carta de Ignacio de Loyola al P. ManuelGodinho (enero de 1552), Obras completas, p.781. El P. Godinho, que se había dedicado aministerios espirituales, ha recibido la misiónde cuidar la administración y economía delcolegio de Coimbra, algo que le fue costoso deintegrar. En su respuesta Ignacio insiste en sumáxima: «servir y amar… en todo».

15. Carta de Ignacio de Loyola al P. AntonioBrandao (junio de 1551), Obras completas, p. 762. No se sirve y ama más a Dios en la ora-ción que en el estudio. ¡En las dos cosas, ycada una en su debido momento!

16. Carta de Ignacio de Loyola a Isabel Roser (no - viembre de 1532), Obras completas, p. 617.

17. Carta de Ignacio de Loyola al P. Teutonio deBra ganza (enero de 1554), Obras completas,p. 846.

18. Carta de Ignacio de Loyola a la señora Mag -dalena Domenech (enero de 1554), Obrascompletas, p. 847.

19. Carta de Ignacio de Loyola a su hermanoMartín de Oñaz (junio de 1532), Obras com-pletas, p. 615.

20. Carta de Ignacio de Loyola a Juan Verdolay (ju -lio de 1537), Obras completas de San Ig na ciode Loyola, Madrid, BAC, 5º edición, p. 739.

21. Carta de Ignacio de Loyola a los estudiantes delcolegio de Coimbra (mayo de 1547), Obrascompletas, p. 684.

22. Carta de Ignacio de Loyola al P. Felipe Leerno(diciembre de 1553), Obras completas, p. 842.Por lo visto el P. Leerno estaba pasando por unperíodo de aridez, baja autoestima y descon-fianza espiritual. Ignacio le invita a descubrirlos dones de Dios presentes en su persona.

23. Carta de Ignacio de Loyola a los jesuitas envia-dos a ministerios (septiembre de 1549), Obrascompletas, p. 741.

24. Carta de Ignacio de Loyola al P. AntonioBrandao (junio de 1551), Obras completas, p.763. El P. Brandao había formulado algunascuestiones sobre la formación de los estudian-tes jesuitas. A una de ellas, Ignacio le respondeproponiéndole este ejercicio de búsqueda deDios, no sólo en la oración y en los sacramen-tos, mas en todas las cosas.

25. Carta de Ignacio de Loyola al P. Juan Nuñes(febrero de 1555), Obras completas, p. 913.En esta carta Ignacio propone al P. Nuñes unaserie de instrucciones para la misión deEtiopía. En el conjunto de la carta puede apre-ciarse el deseo de Ignacio de emplear «todomodo» de servir a Dios en provecho de lasánimas. Destacamos en concreto lo que hoyllamaríamos «acciones sociales» que formanparte también de ese «todo modo».

26. Carta de Ignacio de Loyola a su hermanaMagdalena (mayo de 1541), Obras completas,p. 641.

27. Carta de Ignacio de Loyola a Pedro Contarini(agosto de 1541), Obras completas, p. 631.

28. Carta de Ignacio de Loyola al P. Juan Pelletier(junio de 1551), Obras completas, p. 774. Setrata de una carta con instrucciones completassobre el modo de proceder de la Compañía ensus ministerios para ayudar a los prójimos.Da do que hay muchos ministerios posibles yno se pueden hacer todos, es necesario recurriral discernimiento para tomar los que más ayu-dan.

29. Carta de Ignacio de Loyola al P. Fluvio Andro -zzi (julio de 1556), Obras completas, p. 957.

30. Carta de Ignacio de Loyola al P. Adrián Adria -enssens (mayo de 1556), Obras completas, p. 949.

31. En los textos que vienen a continuación Igna -cio utiliza la palabra «mundo» en el sentidodel Evangelio de Juan donde el mundo ni reci-be ni conoce a Jesús, donde se dice que losdiscípulos «no son del mundo». «Mundo» se -ría prácticamente equivalente a «mundano»:una manera de estar en el mundo superficial,epidérmica e intrascendente.

32. Se refiere a los que piden ingresar en la Com -pañía de Jesús.

33. Se refiere Ignacio a los jesuitas enviados a lamisión de Etiopía.

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34. Carta de Ignacio de Loyola a Claudio, Empe -rador de Etiopía (febrero de 1555), Obrascompletas, p. 907.

35. Una carta toda ella donde Ignacio da noticia aJuan III de la razón de las persecuciones queha sufrido, sin él desearlo ni buscarlo, a causade Jesucristo. Obras completas, p. 663.

36. Carta de Ignacio de Loyola a los jesuitas delcolegio de Padua (agosto de 1547), Obrascompletas, p. 701-704. La precaria situacióneconómica de este colegio hacía que los jesui-tas vivieran en gran penuria. Ignacio les animaa vivirla como Cristo y por amor a Cristo.

37. Carta de Ignacio de Loyola a los jesuitas de diversas partes de Europa (diciembre de1552), Obras completas, p. 802.

38. Carta de Ignacio de Loyola a Francisco Jimé -nez de Miranda (julio de 1555), Obras com-pletas, p. 929-930. Francisco Jiménez eraabad de Salas (Burgos). Ante el mal uso quehacía de los bienes de la Iglesia, Ignacio le amonesta con claridad y decisión.

39. Carta de Ignacio de Loyola al P. Emerio deBonis (mayo de 1556), Obras completas, p. 952.

40. Carta de Ignacio de Loyola a Teresa Rejadell(junio de 1536), Obras completas, p. 625-627.Ignacio mantuvo una amplia correspondencia

espiritual con Teresa Rejadell, religiosa delconvento de Santa Clara de Barcelona.

41. Carta de Ignacio de Loyola a la viuda de JuanBoquet (agosto de 1554), Obras completas, p.884. Boquet había sido un gran benefactor deIgnacio y de la Compañía, en Barcelona. Enesta carta Ignacio, enterado de su muerte,transmite su pésame a la viuda.

42. Carta de Ignacio de Loyola a BartoloméRomano (enero de 1555), Obras completas, p.897-898. Este jesuita estaba desilusionado ensu lugar de misión y creyendo que las causasde ello eran «exteriores». Ignacio le invitaaquí a mirar hacia dentro.

43. Carta de Ignacio de Loyola al P. MelchorCarneiro (febrero de 1555), Obras completas,p. 918. El P. Carneiro había sido enviadorecientemente a la misión de Etiopía. En estecontexto se inscriben estas afectuosas líneasde San Ignacio.

44. Carta de Ignacio de Loyola a los jesuitas en -viados al Concilio de Trento (enero de 1546),Obras completas, p. 669. En esta carta Ignacioles ofrece una serie de consignas sobre el mo dode proceder durante su estancia en el concilio.

45. Carta de Ignacio de Loyola a los jesuitas envia-dos a ministerios (septiembre de 1549), Obrascompletas, p. 743.

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