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EL HOMBRE DE VIDA INEXPLICABLE Bhagwan Shree Rajneesh Fina cortesía de Manuel López Sánchez (Topecatete) Compártelo MA GYAN DARSHANA [email protected] INTRODUCCIÓN “El Hombre de Vida Inexplicable” comentada por Osho es una historia sufí que ha tenido un profundo impacto en mi vida.

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EL

HOMBRE

DE VIDA

INEXPLICABLE

Bhagwan Shree Rajneesh

Fina cortesía de

Manuel López Sánchez

(Topecatete)

Compártelo

MA GYAN DARSHANA

[email protected]

INTRODUCCIÓN

“El Hombre de Vida Inexplicable” comentada por Osho es una

historia sufí que ha tenido un profundo impacto en mi vida.

Es la vida de todos nosotros, la vida de los que andamos en

búsqueda de la verdad, del amor, de la conciencia. A través de los diferentes momentos de mi vida de sannyasin, una

y otra vez vienen las palabras de Bhagwan silenciosamente, susurrando

en mi corazón, recordándome que esta existencia es una, que nos ama, que nos cuida, que no hay nada que temer.

Su mano en mi mano. Sus ojos bañándome de amor, Su luz alejando mi oscuridad, Su confianza floreciendo en mi corazón, Su

belleza transformando todo este universo en divino. Quiero compartir a través de esta historia, el tesoro inagotable y

la infinita bendición de encontrarse con un Maestro como OSHO.

Ma Prem Kabira

El Hombre de

Vida Inexplicable

Había una vez un hombre llamado Mojud.

Vivía en un pueblo donde había obtenido un puesto

como funcionario público.

Y parecía que iba a terminar sus días como Inspector de Pesos y Medidas.

Un día, mientras caminaba

por los jardines de un antiguo edificio cerca de su hogar, Khidr,

el misterioso guía de los Sufís, se le apareció vestido

de un verde centellante.

Y le dijo:

“¡Hombre de brillantes perspectivas! deja tu trabajo y encuéntrame junto al río

dentro de tres días.

Mojud, temeroso, fue a ver a su superior y le dijo que debía partir.

Todos en el pueblo se enteraron y dijeron: “¡Pobre Mojud!

Se ha vuelto loco”.

Pero, como había muchos candidatos para su puesto, pronto lo olvidaron.

El día convenido, Mojud encontró a Khidr quien le dijo:

“Quítate tu ropa y arrójate a la corriente, tal vez alguien te salvará”.

Así lo hizo Mojud

aunque se preguntaba si estaba loco.

Como él podía nadar, no se ahogó, pero fue arrastrado por la corriente

un largo trecho antes de que un pescador lo subiera a su barca diciendo:

“¡Hombre insensato! la corriente es fuerte.

¿Qué estás tratando de hacer?”.

Mojud dijo: “No lo sé realmente”.

“¡Estás loco!”, dijo el pescador, “pero te llevaré a mi choza de juncos

más allá del río, y veremos que se puede hacer por ti”.

Cuando descubrió que Mojud

era un hombre educado, aprendió de él a leer y escribir.

Mojud ayudaba también al pescador en su trabajo, y a cambio se le alimentaba.

Pasados unos meses,

apareció Khidr nuevamente,

esta vez a los pies de la cama de Mojud, y le dijo:

“Levántate ahora y deja a este pescador, se te proveerá lo necesario”.

Mojud abandonó inmediatamente la choza,

vestido como un pescador y deambuló hasta llegar a un camino.

Al romper el alba vio a un granjero en su asno

que iba hacia el mercado,

“¿buscas trabajo?”, preguntó el granjero. “Porque necesito alguien que me ayude

a traer algunas compras”.

Mojud le siguió.

Trabajó para el granjero casi dos años, para entonces había aprendido

mucho sobre agricultura, pero nada más.

Una tarde

Mientras estaba embalando lana, Khidr se le apareció y le dijo:

“Deja tu trabajo, y camina hasta la ciudad de Mosul,

y usa tus ahorros para convertirte en un mercader de pieles”.

Mojud obedeció. En Mosul se hizo conocido

como mercader de pieles, y nunca vio a Khidr

mientras ejercía su oficio, durante tres años.

Había ahorrado una gran cantidad de dinero, y estaba pensando

en comprar una casa, cuando Khidr se le apareció y le dijo:

“Dame tu dinero, deja este pueblo y ve

a la distante ciudad de Samarkand, y allí trabaja para un almacenero”.

Mojud así lo hizo. En este momento comenzó a mostrar

indudables signos de iluminación. Curaba los enfermos,

ayudaba a sus prójimos, mientras trabajaba en el almacén,

en su tiempo libre, y su conocimiento de los misterios se hizo

más y más profundo.

Clérigos, filósofos y otros le visitaban

y le preguntaban: “¿Con quién estudiaste?”.

“Es difícil decirlo, contestaba Mojud.

Sus discípulos le preguntaban: “¿Cómo empezaste tu carrera?”.

El contestaba:

“Como funcionario público”. “¿Y lo abandonaste para dedicarte

a sacrificios y mortificaciones?”. “No, lo abandoné simplemente”.

Ellos no lo entendían.

Y la gente se le acercaba para escribir la historia de su vida

y le preguntaban:

“¿Qué has sido en tu vida?”.

“Salté al río, me convertí en pescador,

luego abandoné la choza de juncos en medio de la noche.

Luego me volví granjero. Cuando estaba embalando lana,

cambié y me fui a Mosul, donde me convertí en un mercader de pieles.

Ahorré allí algún dinero, pero lo regalé. Luego caminé hasta Samarkand,

y trabajé para un almacenero y aquí estoy ahora”.

“Pero este inexplicable comportamiento, no arroja ninguna luz

sobre tus extraños talentos y maravillosos ejemplos”,

dijeron los biógrafos.

“Así es”, dijo Mojud.

Y los biógrafos inventaron una maravillosa y excitante historia

sobre Mojud ya que todos los santos

deben tener su historia, y la historia debe estar hecha

de acuerdo al gusto del oyente,

y no con las realidades de la vida.

Y a nadie se le permite hablar de Khidr directamente.

Es por esto que esta historia no es verdadera,

es la representación de una vida. Es la vida real

de uno de los más grandes Sufís.

La historia en la que entraremos hoy, es una de las más grandes

historias. Tiene sabor especial que sólo una historia Sufí puede tener, es incomparable. Si puedes entender esta historia habrás comprendido

el secreto de la religión. Si no puedes entenderla no serás capaz de

entender la religión en absoluto. Pertenece a los fundamentos de la consciencia religiosa. Sin ella

no puede haber transformación religiosa. Escucha, entonces esta historia lo más atentamente posible. Deja que penetre tu ser. Esta

historia puede abrir una puerta, puede iniciar un camino tan radical en tu vida que nunca más serás el mismo. Pero la historia debe ser

entendida muy minuciosamente, muy cuidadosamente, muy amorosamente, pues es una extraña historia.

Y no es sólo una historia, las historias Sufís nunca lo son. No están hechas para entretenerte, ni para darte una ocupación. Son

métodos para enseñarte. Indican algo, muestran algo, señalan algo. Apuntan hacia algo; son flechas que se dirigen hacia lo desconocido,

dedos que señalan la luna. Y recuerda este dicho Sufí: “No muerdas mi dedo, mira donde señalo”.

Es muy fácil que estas historias entretengan, pero éste no es su

propósito. Te perderías lo esencial. Son reflejos del más allá. Dicen lo que no puede ser dicho, y tratan de expresar lo inexplicable. No se

refieren a la vida cotidiana, a lo mundanal. Pertenecen a la más íntima búsqueda de la verdad. Pertenecen al centro de tu ser. Son hermosos

métodos de enseñanza. Si simplemente pones atención, meditas en la historia, paralelamente a la historia algo más comenzará a revelarse en

tu ser. La historia está en un plano, pero la revelación está en otro, paralelo a éste. A menos que empieces a sentir esa revelación paralela,

acuérdate, has perdido lo fundamental. Y perderse lo fundamental, cualquier necio puede hacerlo. Pero entender requiere una gran

inteligencia. Escucha tan totalmente como puedas, vuélvete todo oídos.

Debes estar presente. Algo de inmenso valor está siendo impartido a través de la historia.

En el libro “A través del Espejo” de Lewis Carroll viene este hermoso pasaje:

La reina le dijo a Alicia, que se encontraba en un mundo en el que

no podía creer: “Me atrevería a decir que no has tenido mucha práctica. Porque, a veces he creído hasta seis cosas imposibles antes del

desayuno”.

Sí, éste es el secreto de la historia. Lewis Carroll nos entrega aquí algo de inmenso valor. El secreto de esta historia es el arte de creer, el

arte de confiar, el arte de decir que sí a la existencia. Creyendo en lo imposible, lo imposible se vuelve posible. ¿Cómo sucede?

En realidad las cosas son imposibles porque no tienes el coraje de confiar. Cada pensamiento se puede convertir en una cosa y todo lo

que ocurre dentro de la conciencia puede crear su realidad fuera. La

semilla es absorbida adentro y el árbol se ve afuera. Si tu corazón confía, nada es imposible. Ni siquiera Dios.

Pero es necesario un corazón que confíe. Una mente que confíe no sirve, pues la mente básicamente es incapaz de confiar. La mente

sólo puede dudar, la duda es natural en la mente. La cabeza sólo puede dudar, de modo que si tratas de forzar creencias dentro de la cabeza,

estas creencias sólo están ocultando tus dudas. Nada ocurrirá a través de ellas. Y así es como existen

Mahometanos, Cristiano, Hindúes y Jainas: su creencia es de la mente, y la mente es incapaz de creer. No le es posible creer. Sólo puede

dudar. La duda emerge de la mente, como las hojas de los árboles. El creer nace del corazón. El corazón no puede dudar, sólo cree.

Así la creencia de la mente: que creó en la Biblia, que creó en Das Capital, que creó en el Corán, que creó en Moisés o Mao Tse Tung, es

sólo un pseudofenómeno; la mente sólo crea pseudocosas, sustitutos;

puedes permanecer ocupado en ellos, pero tu vida será malgastada. Permanecerás siendo un desierto, un yermo, nunca florecerás, nunca

sabrás que es un oasis. No conocerás ni la dicha, ni la celebración. Entonces cuando digo que el confiar vuelve las cosas posibles,

quiero decir el confiar del corazón. Un corazón inocente, el corazón del niño que no sabe decir que no, que sólo conoce un sí, un sí que no se

opone al no. No es que el niño diga que sí por fuera, y no por dentro, así opera la cabeza, sí afuera y no adentro, no afuera y sí adentro. La

cabeza es siempre esquizofrénica, nunca es única y total. Cuando el corazón dice que sí, es sí simplemente. No hay división ni conflicto. El

corazón es integrado en su sí. Este es el verdadero creer, el verdadero

confiar. Es un fenómeno del corazón, no un pensamiento, sino un sentimiento, y en su última instancia en el Ser, ni siquiera un

sentimiento.

Al principio el confiar es un sentimiento, y en su máximo florecimiento es el Ser.

Las denominadas creencias permanecen en la cabeza, nunca pasan a formar parte de tu sentir y tampoco pueden llegar a ser tu Ser.

A menos que algo se transforme en tu Ser, seguirá siendo un sueño ideal, una pérdida de energía.

Pero confiar requiere arriesgar. Te sorprenderá saber que la duda es muy cobarde. Habrás oído decir que las personas valientes duda,

que los cobardes creen. De cierta forma esto también es verdad. La creencia de la mente es cobarde, y tú sólo conoces a los que creen en la

mente, por lo que concluyes que corresponde a la realidad. Si vas a las mezquitas, iglesias y templos, los encontrarás llenos de cobardes. Pero

el verdadero creer no es cobarde, requiere de gran coraje: es heroico. La duda emerge del miedo. ¿Cómo puede ser valiente? La duda

está enraizada en el miedo. La duda surge porque hay un deseo de

protegerse, de defenderse, de estar seguro. Sólo puedes confiar si estás dispuesto a entrar en la inseguridad, en lo inexplicable, si estás

dispuesto a zarpar desprovisto de mapas rumbo a lo desconocido. Confianza significa inmenso coraje, y sólo alguien con coraje puede ser

religioso, porque sólo una persona con coraje puede decir que sí. La duda es una defensa, aún cuando te encuentras defendido por

ella te mantiene estancado, no puedes moverte, porque cada movimiento trae miedo, ya que cada movimiento es un movimiento

hacia lo desconocido, hacia lo que no es familiar. Recuerda, la duda es un subproducto del miedo.

Entonces, ¿qué es confiar? Confiar es un subproducto del amor. Sólo los que saben amar saben confiar. El amor nace del corazón, y la

confianza también; la duda nace de la cabeza y el miedo también. Quien vive en la cabeza permanece cobarde. De hecho porque es

cobarde vive en la cabeza. Teme moverse hacia el corazón, porque

nunca se sabe adonde éste te va a llevar. El corazón es un aventurero, es el explorador de los misterios, es

el descubridor de todo lo oculto. El corazón está siempre en peregrinaje. Nunca está satisfecho, tiene un profundo descontento

espiritual, nunca se establece en ningún lado, está muy enamorado del movimiento, del dinamismo.

El corazón sólo está satisfecho al llegar a lo esencial, a aquel punto donde ya no existe un “más allá”. Lo mundano no puede

satisfacerlo. El corazón no es jamás convencional, está siempre en revolución; saltando siempre de un estado a otro, siempre tanteando,

siempre arriesgando. Siempre está dispuesto a jugarse cualquier cosa

que tenga por lo desconocido. Su deseo es conocer lo que verdaderamente es, y Dios se trata de esto.

El corazón anhela aventura, anhela peligro, lo inexplorado, lo

desconocido, lo inseguro. Anhela la experiencia oceánica, quiere disolverse, desaparecer en la totalidad. La cabeza se asusta, tiene

miedo a morir, tiene miedo a desaparecer. Cuando el río se encontró con el desierto, era la cabeza la que

decía: “No te evapores. Si lo haces, ¿quién sabe donde aterrizarás? ¿Quién serás entonces? Tu identidad se perderá para siempre. Tal vez

no vuelvas a ser como eres ahora”. Era la cabeza. Pero el corazón había comprendido el murmullo del desierto. Algo dentro de si sintió

una profunda convicción. “Si éste no es mi destino, ser simplemente un río perdiéndome en el desierto. Debo ir más allá, debo arriesgarme. Es

peligroso, y no hay ninguna garantía”. Pero tan pronto como el río empezó a pensar en arriesgarse, de algún lugar profundo del

inconsciente vinieron sentimientos, comenzaron a surgir memorias, vislumbres. Empezó a recordar, “Sí, en algún lugar tuve una

experiencia, he estado en manos del viento antes.

Cuando confías, tu inconsciente empieza a revelarte muchas cosas. Se las revela sólo a la mente que confía, al ser que confía, a una

conciencia que confía. La fragancia de esta confianza absoluta e impecable, es la religión. El ateísmo es un acto de debilidad, de

impotencia. Es decadente; una sociedad se vuelve atea sólo cuando está muriendo, cuando ha perdido su vigor y juventud. Cuando una

sociedad es joven y viva, vigorosa, clama por lo desconocido, anhela el peligro. Trata de vivir peligrosamente, ya que esa es la única forma de

vivir. Quisiera que escuchaseis esta historia:

“Un día un ateo caminaba al borde de un precipicio, y de repente

resbaló y cayó. Al caer se aferró a un arbusto que crecía de una grieta de una roca. Allí colgando, mecido por el viento helado, se dio cuenta

de cuan desesperada era su situación, pues abajo había ásperos

peñascos y hacia arriba no era posible escalar, y su asidero en la rama estaba debilitándose.

“Bueno”, pensó, “sólo Dios puede salvarme ahora. Nunca he creído en Dios, pero podría estar equivocado, ¿qué puedo hacer? Por lo

que exclamó: “¡Dios! ¡Si existes sálvame y creeré en ti!”. Pero no hubo respuesta.

Una vez más exclamó: “¡Por favor Dios, nunca creí en ti, pero si me salvas esta vez creeré en ti de ahora en adelante!”.

De pronto una gran voz tronó desde las nubes: “Oh, no ¡tú no! ¡Conozco a las personas como tú!”.

El hombre se sorprendió tanto que casi soltó la rama. “¡Por favor,

Dios! ¡Estás equivocado! ¡De verdad lo siento! ¡Voy a creer!”. ¡Oh, no, no lo hará! ¡Eso es lo que todos dicen!”.

El hombre imploró y argumentó.

Finalmente Dios dijo: “Esta bien, te salvaré... Suelta la rama”. “¿Soltar la rama?”. Exclamó el hombre. “¿Crees que estoy loco?”.

El ateísmo es siempre cobarde. La persona realmente valiente

necesariamente se volverá religiosa, y la persona religiosa es necesariamente valiente. Si encuentras una persona cobarde que sea

religiosa sabrás que algo anda mal. Una persona cobarde no puede ser religiosa.

Su religión es sólo una defensa, una coraza. Su sí no viene del amor y del coraje, sino del miedo. Si fuera posible decir no, diría no, la

enfermedad está allí. Por lo que piensa. “¿Qué puedo perder? ¿Por qué no rezar?”. Su plegaria es falsa, su oración no es más que una

expresión de su miedo. Debido a su miedo va al templo, a la iglesia, y al cura.

Cuando un hombre tiene coraje de verdad, va a un Maestro, no a

un cura, no a una iglesia muerta, a un templo muerto. Empieza a buscar algún fenómeno vivo. No va a la tradición. No vive en el

pasado, se mueve en el presente. Y cualquier cosa que haga, la hace desde su coraje. Si dice “¡Sí!” lo dice desde su coraje, desde su amor

por la existencia, desde una comprensión profunda de que él es parte del todo, que no está separado. Decir que no, es negar las propias

raíces. Si el árbol le dice que no a la tierra, ¿cuál será su destino? Estará cometiendo suicidio. Si el árbol le dice que no al sol, ¿cuál será

su destino? Estaría cometiendo suicidio. El árbol no puede decirle que no al sol, a la tierra. El árbol tiene que decirle que sí al sol, a la tierra,

al viento, a las nubes. El árbol debe permanecer en una actitud de “sí” día tras día, sólo así el árbol retiene su verdor, su vida, y puede crecer y

florecer. El hombre está enraizado en la existencia. Decir que no, es

envenenar su propio sistema. ¿A quién le dices que no? A tu propia

tierra, a tu propio cielo. A tu propio sol... Empezarás a paralizarte. La persona realmente valiente mira a su alrededor, siente, se da cuenta de

que es parte del todo. Viéndolo se relaja en un sí, permanece en un estado de entrega. Y está dispuesto a arriesgarlo todo, lo que sea

necesario por su sí. Soren Kierkegaar ha escrito esta parábola:

“Había una vez un rey que amaba a una modesta doncella. Este rey era tan poderoso y sólidamente establecido, que no podía casarse

con ella sin tener que abdicar. Si se casaba con ella, el rey sabía que la haría sentirse eternamente agradecida. Se le ocurrió, sin embargo, que

su felicidad sería incompleta, siempre le admiraría y se lo agradecería,

pero no podrá amarlo, ya que la desigualdad entre ambos sería muy grande, y nunca podría olvidar su origen humilde y su deuda de

gratitud.

Entonces decidió tomar otro camino: en vez de hacer de ella una reina, renunciaría al reino, sería un ciudadano común y le ofrecería su

amor. Pero se dio cuenta de que corría un gran riesgo. Estaba haciendo algo que parecería insensato a los ojos de ella. Perdería su

reino y quizás podía ser rechazado por ella, especialmente si ella se decepcionaba de no llegar a ser reina. Aún así, decidió arriesgarse. Era

mejor, creyó, arriesgarlo todo para hacer posible el amor”. Indagando, buscando a Dios, la verdad, la dicha; este momento,

el de arriesgar, llega una y otra vez. Toda la astucia estará en contra. La mente estará en contra. La mente dirá: “¿Qué va a hacer? Puedes

ser rechazado, incluso por la mujer por la cual estás renunciando a tu reino. Si le interesa sólo ser reina, nunca volverá a mirarte. El reino

entero pensará que eres un tonto. Y quién sabe, quizás hasta ella llegue a pensarlo”. Pero el rey decidió arriesgarse. “Es preferible arriesgarlo

todo”. Aunque haya sólo una pequeñísima posibilidad de alcanzar el

amor, hay que arriesgarlo todo. Y hay que arriesgarlo todo una y otra vez, muchas veces, antes de alcanzar el amor supremo: Dios.

Comúnmente indagamos y buscamos a Dios dentro de límites. Dentro de lo permitido por nuestras condiciones, sin arriesgar nada.

Estás ganando dinero, estás teniendo éxito en la vida, y dispones de una hora libre para ir al templo o meditar. De vez en cuando también

puedes rezar. O por lo menos en la noche, antes de irte a acostar, puedes repetir durante dos minutos la misma plegaria y dormirte y

sentirte muy bien pensando que: “Tu actuar es religioso”. La religión no es un acto, es ser. O bien está allí durante 24 horas

en tu Ser, abarcándolo todo o bien no está en absoluto. Una oración nocturna antes de dormir es un modo de engañarte a ti mismo.

Esta religiosidad parcial no ayuda, una persona debe ser total en su religiosidad. Y los cobardes no pueden hacer eso. Deja que te lo

recuerde una vez más, la religión es sólo para los valientes, para los

vigorosos, para los que tienen fortaleza de alma. No es para los débiles, no es para aquellos que siempre están regateando. No es para la mente

negociante, es para los jugadores que se arriesgan. Ahora entraremos en esta historia que debe ser degustada,

saboreada, digerida, lenta, muy lentamente. El título de esta historia “El Hombre de Vida Inexplicable”.

La vida, si estás vivo, es siempre inexplicable, Si estás realmente vivo hay algo tan misterioso que no puede ser explicado. Si puedes

explicar tu vida, quiere decir simplemente que no estás vivo, que estás muerto. Si puedes encontrar a un hombre que pueda explicar su vida

de punta a cabo lógicamente, puedes estar seguro de que es una

computadora, una máquina, pero que no está vivo. Sólo las cosas que están muertas pueden ser explicadas del principio al fin. La vida es un

misterio, por eso cuando uno está vivo es misterioso. Cuando te

encuentras con una persona que está viva sentirás un misterio, un fenómeno inexplicable. Te sentirás tocado por algo que no entiendes.

No es posible hacer de la vida algo matemático, la vida permanece siendo intrínsicamente poética. Es algo hermoso de ver, pero no un

hecho de explicar.

Había una vez un hombre llamado Mojud...

La palabra “Mojud” es hermosa. Significa dos cosas. Literalmente quiere decir alguien que está presente. Mojud quiere decir alguien que

tiene una presencia interior. Alguien que está alerta, consciente. Y un segundo significado deriva del primero: alguien que vive en el presente,

que está presente en el presente. Ambas cosas son dos aspectos del mismo fenómeno. Si te encuentras presente interiormente, si tienes

una presencia de conciencia, lo segundo ocurrirá automáticamente:

estarás presente al presente. No tendrás pasado, no tendrás futuro, tendrás sólo este momento. Y este momento es vasto, es enorme, este

momento tiene en sí la eternidad. Sólo aquellos que viven en el presente, sólo los que están presentes en el presente saben qué es la

eternidad, saben qué es la inmortalidad, conocen el misterio, el inexplicable misterio.

Pero aunque lo conozcas no puedes explicarlo a nadie. Lo puedes indicar, puedes decir cómo alcanzarlo, pero no puedes decir qué es. Y

no puedes decir por qué es. No hay por qué, simplemente es. La vida existe sin ninguna explicación. No hay ningún por qué. Los filósofos

siempre están pensando “¿Por qué, por qué, por qué?”. Y siguen fabricando sistemas para responder el por qué, pero ninguna respuesta

ha sido verdadera, ya que se ha formulado la pregunta errónea desde el principio. Cuando haces una pregunta equivocada, nunca llegarás a la

respuesta correcta. Una pregunta errada te llevará a respuestas

erróneas. ¿Por qué? Es una pregunta errónea. La ciencia no pregunta por qué; la religión tampoco. La religión es la ciencia del interior; la

ciencia, la religión de lo exterior. Entre ambas está la filosofía, interponiéndose. Pregunta “por qué”, y se confunde mucho; y todo se

mezcla. Por qué no puede preguntarse, no debe preguntarse. Aunque se encuentre alguna explicación la pregunta tendrá que ser nuevamente

formulada. ¿Por qué existe el mundo? Alguien dirá: “Lo creó Dios”, entonces viene la pregunta “Y ¿por qué Dios lo creó?”.

Y alguien responderá: “Lo creo por esto... o aquello”. También entonces la pregunta “por qué” sigue siendo significativa una y otra vez.

Cada respuesta simplemente empuja la pregunta algo más profundo,

pero la pregunta no se disuelve. “Por qué” es una pregunta sin sentido. Con el por qué se entra en

la filosofía, la religión no pregunta por qué, no pregunta ni aún “qué”.

Pregunta una sola cosa, “cómo”. La ciencia también pregunta “cómo”. Así la ciencia se vuelve tecnología, y la religión se convierte en Tantra,

Yoga, Sufismo, Zen. Estas son las técnicas del mundo interior.

Había una vez un hombre llamado Mojud. Vivía en un pueblo

donde había obtenido un puesto como funcionario público.

Y parecía que iba a terminar sus días

como Inspector de Pesos y Medidas.

Es así como miles de personas terminan sus días. Como Inspectores de Pesos y Medidas. Alguien lo hará como Empleado Jefe,

en alguna oficina decadente, algún otro será Jefe de Estación, otro

terminará como comerciante, alguno como profesor, siendo todas éstas cosas fútiles. Y no estoy diciendo, no seas Jefe de Estación, sino no

termines en esto. Aunque seas Inspector de Pesos y Medidas, ¿qué has obtenido, qué has logrado en la vida? Vives sin vivir realmente, ¿cuál es

tu realización? Puedes tener un standard de vida, pero sin ninguna vida con él.

Así la gente pensaba que Mojud terminaría como Inspector de Pesos y Medidas. Pero Mojud era un hombre diferente ya que tenía una

presencia. Estaba presente. En lo profundo, sin que nadie lo supiera debe haber estado meditando. Su vida exterior era una cosa, su vida

interior otra. Debe haber estado entrando más y más profundamente en el silencio, debe haber estado llegando a un estado de “no-

pensamiento”. Sólo entonces estás presente. Los pensamientos te distraen del presente. Los pensamientos son

como nubes en tu ser, y pierdes contacto, te desconectas del presente.

Los pensamientos no son jamás del presente. No pueden serlo. Son, ya del pasado o del futuro.

Si este hombre fuera realmente un hombre de presencia querría decir que en lo profundo, en la oscura noche, mientras todo el mundo

duerme él debe haber estado meditando, sin decirle a nadie. Debe haber estado observando. Se mueve en el mundo común, pero debe

haber sido un testigo, un observador. Ese observador, poco a poco, creó en él la presencia. Se transformó en presencia luminosa, y de ahí

el nombre Mojud.

Un día, mientras caminaba

por los jardines de un antiguo edificio cerca de su hogar, Khidr,

el misterioso guía de los Sufís,

se le apareció...

Ahora tienen que comprender esto: Khidr es sólo un nombre, el

nombre de su esencia. Cuando tu centro comienza a murmurar cosas a tu circunferencia, eso es Khidr. Cuando tu ser esencial comienza a

hablar a tu ser no esencial, cuando el alma habla a lo no esencial, entonces es Khidr quien habla, es sólo una metáfora, Khidr no es

alguien fuera de ti. Cuando estás silencioso, cuando estás presente, cuando llegas a ser Mojud, llega un momento en que el guía interior te

empieza a hablar. Ese guía interior es conocido como Khidr.

...Khidr, se le apareció vestido de un verde centellante

Verde es el color de los Sufís. Representa la vida; los árboles verdes, el follaje. Representa la frescura, lo vivo, el silencio, la paz.

Los Sufís han elegido el verde como su color simbólico. Sólo mira lo verde alrededor, y sentirás cierta paz en ti. Por eso es que es tan

emocionante ir a las montañas, simplemente sentarse junto a un bosque rodeado de árboles misteriosos, es profundamente significativo. Te

vuelves de nuevo primitivo, primordial. Te recuerda el silencio original de las selvas. Te recuerda que una vez también has sido árbol, tan

silencioso y enraizado como ellos. Vestido de centellante verde se le apareció Khidr y dijo:

“¡Hombre de brillantes perspectivas”.

Y recuerda, cada vez que tu centro habla, te habla siempre de

esta forma. “Hombre de brillantes perspectivas”, pues jamás ha habido

hombre que no fuera de brillantes perspectivas. Podrás no alcanzarlas –eso es otra cosa- pero tu destino es de brillantes perspectivas. Podrías

haberlo logrado. Si dejaste pasar la oportunidad, la responsabilidad es sólo tuya. La semilla estaba allí. No la ayudaste a crecer. Si lo

hubieras hecho, se habría transformado en un gran árbol, y miles de pájaros hubieran hecho allí su nido, y miles de viajeros hubieran

descansado bajo su sombra, y las flores habrían florecido, y la existencia habría celebrado a través de tí.

Si no llegas a ser árbol, sólo tú eres responsable. La naturaleza te ha provisto de todo lo necesario. Cada hombre es un hombre de

brillantes perspectiva, porque cada uno lleva en sí a Dios como su

último florecimiento. Khidr dijo:

“¡Hombre de brillantes perspectivas! Deja tu trabajo y encuéntrame junto al río

dentro de tres días”. Luego desapareció.

Cuando entres en profunda meditación pasará una y otra vez.

Llegará un momento en que tu centro y tu circunferencia estarán muy juntos y no habrá barrera entre ellos, ni siquiera una cortina, y oirás el

centro fuerte y claramente. De nuevo vendrán las nubes, otra vez viejos hábitos, viejos pensamientos te invadirán, congestionarán tus

caminos internos y el centro y la circunferencia se apartarán. También a ti te sucederá muchas veces. Les pasará a todos a los que estén a mi

alrededor muchas veces. Muchas veces llegarán tan cerca del centro que se sentirán casi iluminados. Sentirán que han llegado. Y una vez

más se perderá. Es natural, antes de que se establezca para siempre

ocurre muchas veces. Antes de alcanzar el samadhi último ocurren miles de satoris, pequeños vislumbres, una ventana que se abre y

vuelve a cerrarse. De repente se abre la puerta y la visión y la experiencia de luz aparecen, una vez más desaparecen y la oscuridad se

instala.

Mojud, tembloroso, fue a ver a su superior y le dijo que debía partir.

Y cada vez que el centro habla a la circunferencia, por primera vez,

te sentirás trepidar, estarás temblando constantemente. Te sentirás como si estuvieras muriendo, sentirás “¿Qué me está pasando? ¿Me

estoy volviendo loco?”. Cuando habla el centro por primera vez puedes entender que es, nunca antes has oído esa voz, nunca has pensado que

alguien viviera dentro de ti, nunca has pensado que una voz interior

vendría a ti. Te has comprometido tanto con lo exterior, con las voces que vienen de afuera, como las voces paternales, los profesores, los

curas. Aquí hay un hombre que parece estar obsesionado con su madre.

Una y otra vez pregunta el mismo hombre que preguntó acerca de Eklavya. ¿Quién es más grande, la madre o el Maestro?”. Luego

pregunta: “Si la madre pide que mate al Maestro, entonces ¿debo seguir las órdenes de mi madre? O si el Maestro dice mata a la madre, ¿a

quién debo obedecer?”.

Parece estar obsesionado con la madre, necesitará matarla. Esto es

lo que Jesús quiere decir cuando dice: “A menos que odies a tu madre, a tu padre y hermano, no puedes seguirme”. Se conoce un caso incluso

de mayor profundidad.

Un discípulo de Buda partía, separándose de El. Iba a un lejano peregrinaje para difundir la palabra de Buda. Se inclinó a sus pies y allí

esperó ser bendecido. Buda le bendijo y dijo al grupo: “¡Mirad hermanos! ¡Este es un raro discípulo! ¿Y cuál es su particularidad? ¡Ha

matado a su madre y a su padre!”. Y nunca había dicho tal cosa, y nadie había pensado que este

hombre pudiera matar a su madre y a su padre. Era de las personas más silenciosas, amorosas y llenas de paz que hubieran encontrado

jamás. Era la compasión misma. Alguien dijo: “No entendemos ¿Qué quieres decir con eso que mató

a su madre y a su padre?”. Y Buda dijo: “Exactamente eso. Ha matado dentro de sí las voces

de su madre y de su padre. Las voces de los padres dentro de él”. Esto está muy profundamente arraigado dentro de ti.

Este hombre sigue preguntando sobre su madre y su Maestro...

siento que tiene miedo. Se ha hecho sannyasin y ahora teme volver a casa, y teme a su madre. Está en gran tensión.

Una vez que has elegido un Maestro, todo lo demás pierde importancia. Padre, Madre, nada es ya significativo. Si no tienes

Maestro entonces, sí son significativos. Y el Maestro está destinado a decirte: “¡Mata a tu madre y a tu padre!”. No literalmente, sino

psicológicamente. Y un día el Maestro te dirá: “¡Ahora mátate también a mí!”.

Esto es lo que dice un Buda. Un día él elogia a este hombre... “Este es un sannyasin fuera de lo común, un raro bhikhu que ha matado

completamente a su madre y a su padre”. Y en otra oportunidad dice: “¡Si me encuentras en el camino, mátame! ¡Si alguna vez estoy entre ti

y lo supremo, entonces mátame, destrúyeme!”. El Maestro debe enseñar dos cosas, primero debe enseñar

asesinato, mata a tu madre y a tu padre, a tus profesores, mata a tu

sacerdotes. Y algún día debe enseñarte a matarlo a Él, para que puedas irte con absoluta libertad, de forma que el Maestro no sea una barrera.

Cuando por primera vez el centro te habla, es seguro que habrá gran agitación, caos, porque todo lo que estaba asentado, se

perturbará, y lo que estaba establecido se desestablecerá, y todo lo que sentías seguro, ya no será seguro, todo lo que sentías significativo se

volverá insignificante. Todo se transformará, porque el centro tiene una forma de encarar la realidad distinta a la circunferencia. Cuando la

profundidad habla a la superficie, es seguro que se producirá gran trepidación.

Mojud, tembloroso, fue a su superior y le dijo que debía partir.

Pero no hay salida. Si eres un hombre de presencia, si eres una persona meditativa, y el centro te habla y Khidr aparece, Khidr significa

tu guía interior. Cuando Khidr aparece y te dice: “¡Ahora haz esto!”, si eres un hombre de presencia tendrás que hacerlo, aún a pesar de ti

mismo, y como sabéis muchos de mis sannyasins están aquí pese a ellos mismos.

Ahora está Ashoka. Por años ha estado luchando conmigo para no ser sannyasin. Es sannyasin, tuvo que serlo, ¡perola lucha aún sigue!

El pasado no ha desaparecido completamente. Hay momentos en que lo viejo salta y trata de controlar. ¡El es sannyasin pese a sí mismo! Y

hay muchos así. Y es natural, pues estás tan identificado con la circunferencia que cuando empiezas a oír la voz de tu centro se produce

un problema: ¿A quién elegir? ¿La madre o el Maestro? ¿El profesor o el Maestro? ¿El pasado o el presente? ¿A quién elegir? Cuando no hay voz

desde el centro, la elección no se plantea. Hay unas cuantas cosas,

pero todas en la superficie; cuál vestido ponerse y cuál no, a qué cine ir o a cuál no, qué libro leer, cuál comprar, cosas así, sin sentido. Que

vayas a este o a ese film... ¿qué más da? Que te pongas este o ese vestido, no hay diferencia. Que te enamores de este hombre o de

aquel, de ésta o esa mujer, no es demasiado diferente. Pero al oír la voz del centro te divides en dos mundos, dos mundos

incomunicables. El abismo es grande, y te sientes desgarrado. Habrá un gran caos, pero si eres un hombre de meditación, sólo entonces

podrás absorber ese caos, y poner orden en ese desorden. Por eso insisto tanto en la meditación. Pues a menos que vayas

profundizando en tu meditación no serás capaz de entenderme, y no podrás venir conmigo.

Hay gente, en especial indios, que vienen aquí y dicen: “Satsang es suficiente. Sólo queremos estar en tu presencia. ¿Por qué debemos

meditar?”. No entienden. ¡No pueden estar en mi presencia porque aún

no están presentes! No son Mojud aún. Sentarse a mi lado simplemente, no es verdaderamente satsang porque estando a mi lado,

puedes pensar mil y una cosas. Puedes estar físicamente aquí, pero psicológicamente puede que no estés en absoluto. Puedes estar en

cualquier parte del mundo. Puedes estar en otro planeta. Eso no es satsang.

Hay satsang sólo cuando estás aquí presente, no sólo físicamente, sino también psicológicamente, a no ser que toda tu presencia te rodee,

a no ser que estés aquí realmente, en este momento, conectado, sintonizado, no hay satsang. Pero para que esto ocurra, tendrás que

pasar a través de las meditaciones. Y la gente es perezosa, quisiera

tener a Dios de regalo, sin haber tratado siquiera de ser digno de recibirlo. Y le dijo que debía partir.

Todos en el pueblo se enteraron y dijeron: “¡Pobre Mojud!

¡Se ha vuelto loco!”.

Esto es lo que se dice siempre de un meditador. Recuerda, también se dirá acerca de ti. Se debe haber dicho ya “¡Pobre Mojud!” dijeron,

“¡Se ha vuelto loco!”. Porque todos en el mundo se consideran cuerdos. No pueden creer que alguno medite. ¿Para qué? Continuamente

preguntan al que medita, al que reza “¿Por qué? ¿En qué te estás metiendo? ¿Para qué? ¿Para qué pierdes tu tiempo sentado

silenciosamente y mirándote el ombligo? ¡No pierdas tiempo! ¡El tiempo es dinero! Puedes hacer muchas cosas, puedes tener más,

poseer más. ¡El tiempo perdido nunca se recupera! ¡No pierdas el tiempo!”.

Y ¿Qué haces sentado en silencio con los ojos cerrados? ¡Abre los

ojos y compite con el mundo! Este mundo es una lucha por la supervivencia, los que se sientan silenciosamente y meditan, se

perderán. La única forma de obtener algo es luchar, ser agresivo. No seas pasivo”.

Recuerda hay dos modos de vida, el de acción y el de no-acción. El modo de acción cree en la acción, el de no-acción cree en la

receptividad. La meditación es un modo de no-acción, es lo que los chinos llaman wei-wu-wei: acción sin acción, acción a través de la

inacción, hacer sin hacer absolutamente nada. La meditación es un modo de inacción, y el mundo está lleno de gente que vive sólo de una

manera, a través de la acción. Y el hombre que vive en la acción, no puede entender que está pasando en la persona que ha entrado en el

modo de no-acción. Ahora Mojud está entrando en el modo de no-acción, lo que es una

revolución, sannyas. El ha visto el mundo, ha actuado de muchas

formas, ha hecho muchas cosas, y ahora sabe que si sigue haciendo esas mismas cosas terminará como Inspector de Pesos y Medidas. Esto

ya no tiene el menor atractivo para él. Él quiere ver, quiere ser, quiere conocer aquello que es. Antes de que la muerte lo golpee, quiere

conocer algo que no muere. Se arriesga. La gente no puede dejar de pensar... “¡Pobre Mojud! ¡Se ha vuelto

loco!”.

Pero, como había muchos candidatos para su puesto, pronto lo olvidaron.

Y así es como sucede. Si te vuelves sannyasin, por unos días la gente pensará que estás loco, y luego te olvidarán. Tienen mil y una

cosa en qué pensar. No pueden seguir pensando en ti. Dan por

sentado que estás loco. Y como estás loco, ¿de qué sirve pensar en ello una y otra vez?

Si renuncias, si escapas, si te mueves hacia el modo de no-acción, por unos días pensarán en ti, y luego todo se olvidará porque hay

muchos candidatos para tu puesto. Cuando mueras tu lugar será ocupado inmediatamente, todo lo que tienes en este mundo, lo tienes a

costa de otros. Ellos están esperando que mueras. Mueres, tu casa será ocupada por otro, tu puesto lo desempeñará otro, tu cuenta de

banco estará a nombre de otra persona. Ellos sólo esperan. En realidad se están preocupando. “¿por qué estás quedándote tanto tiempo? ¿Por

qué no te vas?”. Todos aquí están interesados en la muerte de los demás, porque la vida es una competencia a muerte. ¡Es una

competencia asesina! Así pronto lo olvidaron.

El día convenido,

Mojud encontró a Khidr quien le dijo: “Quítate tu ropa y arrójala a la corriente,

tal vez alguien te salvará”.

Las palabras son de gran significado. Khidr dice:

“Quítate tu ropa y arrójate a la corriente”.

Esto es lo que te estoy diciendo continuamente. A muchos se lo digo, sólo que unos pocos escuchan. Muchos son los llamados, pocos

los que viene. Ahora, sin razón alguna este pobre Mojud viene, y Khidr

simplemente le dice: “¡Quítate tus ropas y arrójate a la corriente”. Hace sólo unos días una hermosa mujer, Sharda, tomó sannyas. Al

día siguiente escribió una carta: “Fue rápido y eficiente, estaba lista

para tomar sannyas, y yo la seduje”. Naturalmente más tarde debe haber sentido que había sido seducida a hacerlo. No había venido con

un deseo consciente. El deseo inconsciente estaba allí, de otro modo no la hubiera empujado. Pero más tarde debe haber pensado: “¿Qué ha

pasado?””. Se ha vuelto sannyasin y ella conoce mucho el mundo. Es una experta en dinero, y naturalmente tiene mucho mundo. Debe haber

pensado que esto era rápido y eficiente. No quería ser sannyasin, pero ahora lo es. Pero ella es inteligente también. Pronto se dio cuanta que

no era yo quien la empujaba a sannyas, yo sólo reflejaba su guía

interior. Esto es lo que yo hago. Un Maestro en el exterior sólo es un

reflejo de Khidr. Necesitas un Maestro en el exterior debido a que no puedes

entender a tu guía interior. Y no puedes comprender a tu propio guía

interior, porque no conoces ese idioma. Te son absolutamente desconocidas esas palabras, esos símbolos, esas metáforas, esos

murmullos, esos sonidos. Eres del todo inconsciente de cómo el guía interior te transmite el mensaje. El Maestro externo es tan solo una

pantalla en la cual proyectas tu Khidr. Y el Maestro exterior te ayuda a comprender a tu Maestro interior. Cuando has entendido al Maestro

interior perfectamente, entonces el Maestro exterior te dice: “Si me encuentras en el camino mátame”.

Ahora bien, Khidr le está haciendo esto sin siquiera informarle de lo que le ocurrirá, sin siquiera motivarlo con respecto a lo que le pasará,

del por qué, ¿Por qué tiene que quitarse la ropa y arrojarse a la corriente? ¿Por qué? No hay por qué. Si vives con un Maestro, no hay

por qué, sólo entonces estás con un Maestro.

“Quítate tu ropa y arrójate a la corriente”.

Y no sólo eso, sino que le dice:

“Tal vez alguien te salvará”.

Tampoco hay garantías. El Maestro siempre habla en este lenguaje

de “tal vez”, porque si el Maestro dice que todo está garantizado, no necesitarás confiar. Entonces la garantía funcionaría como tu confianza.

Confiarás en la garantía, no confiarás en la misteriosa vida y sus misteriosos procesos. El Maestro siempre dice “Tal vez”.

La gente viene a mí y pregunta: “Si nos hacemos sannyasins, ¿podremos iluminarnos?”. Yo digo: “Tal vez sí, tal vez no”. ¿Quién

sabe? Tengo que usar “tal vez”, tengo que darte una sensación de tal vez, sólo entonces serás capaz de arriesgarte. Si todo está garantizado,

cien por ciento garantizado. ¿Dónde está el riesgo? Y ¿dónde la

necesidad de confiar? Nada puede ser garantizado, todo debe permanecer abierto. Es por eso que sólo aquellos que se atreven, que

tienen el coraje de atreverse entran en sannyas, entran en meditación, entran en el camino espiritual.

Así lo hizo Mojud

aunque se preguntaba si estaría loco.

No te has preguntado muchas veces, acerca de ti mismo: “¿Qué estoy haciendo aquí?”. Yo sé que viene una y otra vez a tu mente.

“¿Qué hago aquí? ¿En qué me he metido? ¿Para qué? ¿Por qué ando

vestido de naranja? ¿Por qué llevo este mala al cuello? ¿Qué hago aquí con este loco? Y, quien sabe, tal vez puede ser que simplemente esté

loco, y quién garantiza que esté iluminado?”.

Es natural, pero quien confía, quien ama, va pese a todo esto. La mente continuará siguiéndote, y persiguiéndote como perros

vagabundos ladrando, pero lenta, lentamente, si no les prestas demasiada atención y sigues, los perros se irán quedando atrás. Sus

ladridos serán cada vez más distantes y un día de pronto, estarás solo. La mente no estará más- Ese es un día de gran dicha.

Así lo hizo Mojud

aunque se preguntaba si estaría loco.

¿Quién no se lo preguntaría? Parece tan absurdo. Pudo haber acudido a la cita pensando que Khidr iba a darle un vislumbre de Dios, o

quizás una llave para abrir la puerta de los misterios, o para mostrarle escondidos tesoros, o algo. Y este hombre le dice: “Quítate tu ropa y

arrójate a la corriente, tal vez alguien te salvará”. ¡Eso es todo!

Pero lo hizo. Acuérdate cuando te diga: “Salta a la corriente”. Yo sé que la mente resistirá, es natural. Pero si puedes hacerlo, sólo

entonces algo es posible.

Como él podía nadar, no se ahogó, pero fue arrastrado por la corriente

un largo trecho hasta que un pescador lo subiera a su barca diciendo:

“¡Hombre insensato! La corriente es fuerte.

¿Qué estás tratando de hacer?”.

“Como él podía nadar...”. Sé que si saltas a la corriente podrás nadar porque nadar es un fenómeno natural. No hace falta aprenderlo,

no estoy hablando de nadar en la corriente de un río. Allí podrás

ahogarte, sino que hablo de la corriente de la conciencia interior, la corriente de la conciencia. Si saltas en ella... y esto es lo que quiere

decir, esta es la historia paralela que debes descifrar. Naturalmente sabes nadar. ¿has visto algún pez aprendido a nadar?

Cierta vez Mulla Nasruddin fue sorprendido pescando en una región donde estaba prohibido. El inspector llegó de improviso y lo pilló con las

manos en la masa. Justo estaba sacando un pez. De inmediato lo dejó caer y se quedó allí sentado, imperturbable. El inspector estaba allí.

Le preguntó: ¿Qué estás haciendo, Mulla?”. Y él le contesto: “Estoy enseñando a nadar a este pez”.

Ahora, ningún pez necesita que le enseñen a nadar. El pez ha

nacido en el agua. Nadar es como respirar. ¿Quién te ha enseñado a respirar? No hay necesidad de tener miedo, si estás listo para confiar,

para saltar en la corriente de tu conciencia, sabrás como nadar. Lo que

más te puede pasar, es que derives un largo trecho antes de que algún pescador te saque del agua. Lo que más te puede pasar es que derives,

eso es todo. No puedes ahogarte. Perteneces a la conciencia, eres parte de la corriente.

El pescador dijo: “¡Hombre insensato! La corriente es fuerte. ¿Qué estás tratando de hacer?”.

Mojud dijo: “No lo sé realmente”.

Simplemente observa la belleza de la respuesta. El realmente no

sabe qué está haciendo, puesto que no se le ha dicho para qué. Ni siquiera preguntó a Khidr: “¿Por qué debo saltar a la corriente? ¿Y por

qué debo arrojar mis ropas? ¿Cuál es el propósito? Ni siquiera ha preguntado por el propósito. A esto le llamo confiar.

A esto me refiero cuando hablo continuamente de ir hacia lo

desconocido. Esta es verdaderamente aventura, una mente desprendida, esto es coraje.

“No lo sé realmente, dijo”.

Y él es honesto, no lo sabe. Si sabes y luego haces algo, no es

coraje. Si sabes, y luego haces algo, no es confianza; estás confiando en tu propio conocimiento.

Aquí hay dos clases de sannyasins, una, que ha saldo a la corriente cuando se lo dije, la otra que piensa, pondera, contempla el pro y el

contra, y un día decide. Esta decisión viene de su mente. Viene sólo de su propio pasado, de su propio condicionamiento. Tendré que trabajar

duro con él. Puesto ha perdido la primera oportunidad que se le dio. Se aferra a su ego.

Las cosas hubieran sido fáciles si hubiera saltado simplemente,

cuando tuvo la primera oportunidad. También hay de este tipo de gente aquí; la mayoría es así. Mi trabajo está básicamente dirigido hacia

aquellos que han saltado simplemente, que no han preguntado por qué, quienes simplemente han mirado en mis ojos y han sentido un loco

deseo, un loco anhelo de ir conmigo sin saber dónde terminaremos.

“¡Estás loco”, dijo el pescador, “pero te llevaré a mi choza de juncos

más allá del río, y veremos qué se puede hacer por ti”.

Cuando descubrió que Mojud era un hombre educado,

aprendió de él a leer y a escribir.

Mojud ayudaba también al pescador en su trabajo y a cambio se le alimentaba.

Pasados unos meses apareció Khidr nuevamente,

esta vez a los pies de la cama de Mojud, y le dijo:

“Levántate ahora y deja a este pescador, se te proveerá lo necesario”.

Ahora están cambiando las cosas. Mojud confía, y aún su guía

interno muestra respeto. Esta vez apareció a los pies de la cama. Esto es mostrar respeto. Ahora Mojud no es ya un hombre común, la

confianza lo ha cambiado, lo ha transformado. Es un hombre valeroso, intrépido, que no pregunta por qué. Sabe amar. Sabe como penetrar

en el futuro, sin llevar la carga del pasado. El guía interno está

mostrando respeto.

Khidr dijo:

“Levántate ahora y deja a este pescador...”.

Es media noche ya. Las cosas se han ordenado y el pescador está muy contento. Cada vez que te estés estableciendo, el guía interno te

desajustará. Porque no se te permitirá establecerte en ningún lugar antes de Dios, de allí el continuo desarraigo. Todas son estaciones en el

camino. Puedes quedarte por la noche, pero al amanecer habrá que partir.

En medio de la noche Khidr dice: “Levántate ahora y deja a este pescador”.

Y con un Maestro sé siempre ahora, jamás mañana. Hubiera sido

mucho más fácil y compasivo decir: “Puedes descansar ahora, pero mañana por la mañana tendrás que partir”. ¡Pero es siempre ahora!

Para un Maestro el único tiempo que existe es ahora. Y el único espacio que existe es aquí.

“Se te proveerá lo necesario”.

Ahora las cosas han cambiado, él no dice: “Quizás se te proveerá”.

Tan solo con esos pequeños matices de palabras, irás descubriendo el

misterio de la historia. Primero ha dicho: “Quizás alguien te salvará”.

Ahora dice, “Se te proveerá”. ¿Qué ha cambiado? La confianza que ha demostrado Mojud es

suficiente. Ya no hace falta decir “tal vez”. Su temple fue probado por

la prueba del “tal vez”. Ahora las cosas pueden ser dichas tal como son. No hay “tal vez”, en realidad si meditas el samadhi está

garantizado. Si te enamoras de un Maestro vivo, la iluminación está garantizada. No hay “tal vez”, pero este debe ser usado para darte una

oportunidad de ir creciendo en la confianza. Una vez que la confianza ha surgido en ti no habrá necesidad de quizás.

Mojud abandonó la cabaña de inmediato. Ni siquiera pidió un plazo: “Puedo irme mañana. En la noche ¿dónde iré? Está tan oscuro,

y para qué sirve irse en la noche, y ¿a dónde?”. No, simplemente abandonó la choza.

...vestido como un pescador y deambuló

hasta llegar a un camino. Al romper el alba

vio a un granjero en su asno

que iba al mercado, “¿Buscas trabajo?”, preguntó el granjero.

“Porque necesito alguien que me ayude a traer algunas compras”.

Mojud le siguió...

Así ocurre en el camino interior. Si puedes confiar, siempre sucede

algo que te ayudará en tu crecimiento. Se te proveerá lo necesario. Lo que te haga falta en cada momento determinado te será dado, pero

nunca antes. Lo obtienes sólo cuando lo necesitas, y entonces no hay ni un minuto de espera. Cuando lo necesitas lo tienes, inmediatamente.

Esta es la belleza del confiar. Poco a poco aprendes las formas en que la existencia provee para ti, cómo tú le importas a la existencia. No

estás viviendo en una existencia indiferente. No te ignora. Te

preocupas innecesariamente, todo está provisto. Una vez que tienes el don de saber esto, toda preocupación desaparece.

Mojud le siguió.

Trabajó para el granjero casi dos años, para entonces había aprendido

mucho sobre agricultura, pero nada más.

Eso también ocurrirá aquí.

Ahora, Asheesh puede haber aprendido mucha carpintería pero

nada más. Mukta puede haber aprendido mucho de jardinería y Deeksha mucho de cocina, pero... ¿respecto otras cosas? Y la idea

surgirá inevitablemente una y otra vez en tu mente: ¿Qué hago aquí?

¡Han pasado tres años y sólo estoy limpiando el suelo! “¿Y la meditación? ¿Y la iluminación? ¿Y lo supremo? ¡Y a eso he venido,

pero heme aquí limpiando el suelo o lavando verduras o regando plantas! ¿Y el verdadero objetivo?”.

Sólo la confianza sabe que mientras estás limpiando el sueño, algo se está limpiando en ti también. Cuando estás regando las plantas,

alguien en lo profundo está regando tu ser. Si confías todo es posible, tal es la magia del confiar. Limpiar es meditación, confiar es

meditación, lavar es meditación. La meditación no está separada de la vida. Es una cualidad que puede incorporarse a cualquier acto, y esta

acción es inmediatamente transformada.

Una tarde mientras estaba embalando lana,

Khidr se le apareció y le dijo:

“Deja tu trabajo, y camina hasta la ciudad de Mosul,

y usa tus ahorros para convertirte en un mercader de pieles”.

Esto es lo que está pasando aquí. Madhuri trabaja en la biblioteca.

De pronto recibe el mensaje: “Deja la biblioteca. Haz algún otro trabajo”. Si confías, no habrá enojo ni molestia, porque aquí no estás

para estar en la biblioteca o en la cocina; ni para hacer esto ni aquello. ¡Todos estos son medios para enseñarte! Aquí estás para aprender los

senderos del confiar.

“Deja tu trabajo, y camina hasta la ciudad de Mosul,

y usa tus ahorros para convertirte

en un mercader de pieles”.

El jamás había sido un mercader de pieles, pero obedeció-

Mojud obedeció.

Esta es la definición de discípulo, uno que simplemente obedece.

En Mosul se hico conocido Como mercader de pieles,

y nunca vio a Khidr

mientras ejercía su oficio, durante tres años.

Había ahorrado una gran cantidad

de dinero, y estaba pensando en comprar una casa,

cuando Khidr se le apareció y le dijo: “Dame tu dinero,

deja este pueblo y ve a la distante ciudad de Samarkand,

y allí trabaja para un almacenero”.

Mojud así lo hizo.

Te pasará a ti muchas veces. Esta historia es tu historia. Estás viviendo en el mundo de un Sufí. Por eso te dije: Escucha esta historia

lo más profundamente posible. ¡Déjala penetrar en ti! Ahora él había reunido una gran sima de dinero y naturalmente

pensaba comprar una casa, y por tres años no había oído nada de Khidr.

En el momento en que empiezas a pensar en comprarte una casa, en el momento en que empiezas a pensar en establecerte; el Maestro viene y

te desestablece. Si no hubiera pensado en la casa, Khidr quizá no habría aparecido aún. Pero en cuanto tuvo el dinero, la posibilidad de

ser un propietario de una casa y establecerse para siempre... Con un Maestro nunca puedes establecerte para siempre en nada.

El debe seguir cambiándote. En cuanto sientes que tus raíces están profundas en la tierra, serás desarraigado. En cuanto sientes: “Ahora

he aprendido este trabajo, y estoy haciéndolo eficientemente, tu trabajo será cambiado, porque esto no es el objetivo cuando vives en el ámbito

de un Buda. El propósito es mantenerte constantemente inseguro para que un día aprendas la belleza de la incertidumbre, y te olvides de

establecerte, y el mismo peregrinaje sea tu objetivo. Cuando l viaje mismo es la meta, entonces la vida es la vida de un sannyasin.

Khidr apareció y dijo: “Dame tu dinero...”.

Había trabajado durante tres años continuamente, habiendo ganado dinero y todas sus esperanzas son destruidas. Y no sólo el dinero le es

sustraído, se le ordena también caminar lo más lejos posible, hasta la lejana y distante Samarkand, y trabajar para un almacenero. Mojud así

lo hizo.

En ese momento comenzó a mostrar indudables signos de iluminación.

Es natural. Si confías tanto, ¿cuánto tiempo puedes permanecer en la oscuridad? Si hay tal confianza, tal inmensa confianza, cuanto tiempo

seguirás siendo ordinario? Cosas extraordinarias comenzaron a suceder

en torno a él.

En ese momento comenzó a mostrar indudables signos de iluminación.

Se volvió luminoso.

Curaba enfermos,

ayudaba a sus prójimos, mientras trabajaba en el almacén,

en su tiempo libre, y su conocimiento de los misterios se hizo

más y más profundo.

¡Y nadie le había enseñado nada! Ves el sentido de todo esto. No

le habían enseñado nada, no se le había dado ninguna información, sin embargo su conocimiento de los misterios estaba creciendo. No sólo

eso; él mismo se volvió misterioso. Ahora la gente se sanaba en su presencia, veían que algo lo rodeaba, un aura. Cuando la gente venía a

él podía percibir que se hallaba frente a una energía muy, muy refrescante. Venían con mil y una preocupaciones, y de pronto esas

preocupaciones se disipaban. Sentados al lado de Mojud empezaron a percibir un algo de religión. Misterios más profundos estaban

ocurriendo. Recordad: la erudición, la información son prestadas. La verdadera

religión nunca sucede a través de información, sino viene como revelación. La erudición es el esfuerzo del hombre por conocer acerca

de la verdad. La revelación es de Dios, no del hombre. Cuando alguien es suficientemente confiado, Dios se le revela y le abre Sus misterios.

Ahora la fragancia empezó a expandirse.

Clérigos, filósofos y otros le visitaban

y le preguntaban: “¿Con quién estudiaste?”.

Esto es lo que la gente tonta siempre pregunta: “¿Con quién

estudiaste?”. Los clérigos, teólogos, filósofos, profesores, los instruidos, los eruditos conocen sólo una forma de saber: la erudición. ¿De quién

has obtenido esta información? ¿Quién te ha informado? ¿Quién ha sido tu profesor? No saben que hay una forma diametralmente opuesta

de conocer, la verdadera forma de conocer. Nadie te da ninguna

información, simplemente te vuelves más y más silencioso, receptivo, suave, más y más femenino, y de pronto se t empiezan a revelar cosas

desde alguna fuente de energía desconocida.

No hay Maestro, la vida misma se vuelve tu Maestro. Y Mojud dijo: “Es difícil poder decir con quién he estudiado, no he

estudiado con nadie”. ¡No he estudiado en absoluto, no soy un hombre instruido! Ciertamente algo ha ocurrido. He llegado a conocer ciertas

cosas, pero no sé de quien, quién ha penetrado mi Ser, de dónde el más allá me ha traspasado. No sé nada”.

“Es difícil decirlo...”.

Sus discípulos le preguntaban,

“¿Cómo empezaste tu carrera?”.

El contestaba: “Como funcionario público”.

Ahora, esto es irrevelante. Ellos no le están preguntando cómo empezaste a ganar tu pan. Pregunta: “¿Cómo empezaste a

transformarte en un gran santo?”. Pero él dice: “Eso no lo sé. Todo lo que sé es que yo era un

pequeño funcionario en un pueblo. Hubiera terminado como Inspector de Pesos y Medidas”.

“¿Y lo abandonaste para dedicarte

a sacrificios y mortificaciones?”.

“No, lo abandoné simplemente”.

Comprende este punto, si dejas algo para obtener algo, esto no es renunciar, si renuncias al mundo para entrar en el cielo, eso no es

renunciación. Es un simple negocio. Eres muy astuto, ingenioso y

calculador. El dice: “No, tan solo lo abandoné. No había razón para

abandonarlo realmente. De hecho, era medio loco dejarlo. No era que yo quisiera obtener algo, no lo abandoné a cambio de algo, simplemente

lo abandoné”.

Ellos no lo entendían.

Porque... sin motivación... ¿Cómo puedes hacer algo? La confianza sabe cómo hacer sin motivación.

Y la gente se le acercaba para escribir la historia de su vida...

Poco a poco se hizo famoso.

Y le preguntaban: “¿Qué has sido en tu vida?”.

Escucha la respuesta, es una de las más hermosas.

“Salté al río,

me convertí en pescador, luego abandoné la choza de juncos

en medio de la noche. Luego me volví granjero.

Cuando estaba embalando lana, cambié y me fui a Mosul, donde

me convertí en un mercader de pieles.

Ahorré allí algún dinero, pero lo regalé. Luego caminé hasta Samarkand,

y trabajé para un almacenero y aquí estoy ahora”.

Ahora, ¿qué clase de vida espiritual es ésta?

“Pero este inexplicable comportamiento,

no arroja ninguna luz sobre tus extraños talentos

y maravillosos ejemplos, dijeron los biógrafos.

“Así es, dijo Mojud.

El está totalmente de acuerdo: “¡Así es!”. También él está desconcertado, porque no ha hecho nada específico para volverse

espiritual. Hacer algo específico para volverse espiritual es una forma segura de perderlo. La espiritualidad es un regalo. Viene a los que

confían, a los que aman intensamente, sin motivo. Ocurre a los valientes, a los que tienen un gran anhelo por vivir peligrosamente.

Y los biógrafos inventaron

una maravillosa y excitante historia sobre Mojud ya que todos los santos

deben tener su historia,

y la historia debe estar hecha de acuerdo al gusto del oyente,

y no con las realidades de la vida.

Así es como se han creado todas las historias del mundo. Jesús no

nació de una virgen. Esa es una historia del mundo. Jesús no nació de una virgen. Esa es una historia creada para satisfacer el gusto de los

oyentes. Jesús debe ser especial, sólo entonces la gente se sentirá feliz. Su Maestro es especial. Así, todas las religiones fabrican historias,

ficciones. No son ciertas. Están ahí para satisfacer tus expectativas. “¿Cómo podría Jesús haber nacido simplemente del útero de una mujer?

¡Cómo podría haber nacido a través del sexo? Tiene que ser extraordinario”. Y la realidad es que Jesús es una de las personas más

ordinarias, tal como era Buda y Krishna. Pero si entras en sus historias nadie es ordinario. Los milagros

abundan. Cosas que ni deben ni pueden pasar, suceden. Estas historias son simples invenciones para satisfacer tu deseo de

sensaciones. Las verdaderas vidas se han perdido tras estas historias.

La persona realmente extraordinaria es la que vive en forma absolutamente ordinaria; pues ¿cómo podrías vivir extraordinariamente

si tu ego ha desaparecido? En cuanto el ego desaparece, estarás viviendo una vida muy ordinaria. Los Maestros Zen dicen: “Cortamos

leña, acarreamos agua del pozo. ¡Qué maravilloso! ¡Qué extraordinario!”. ¿Cortar leña? ¿Maravilloso? ¿Llevar agua?

¿Extraordinario? Si, así es. Así los biógrafos crearon historias sobre Mojud. Así lo han hecho a

lo largo y a través de los siglos... todas falsificaciones. No conoces al verdadero Jesús, al verdadero Buda.

Mi esfuerzo aquí es mostrarte la verdad, las verdaderas historias. Por eso estoy ofendiendo a todo el mundo. Los jainas se sienten

ofendidos por mí, porque hablo de Mahavira tal como era, y no de acuerdo a sus ficciones. Se sienten heridos. Sus ficciones cuentan que

Mahavira nunca transpiraba en un país como India- Que una vez una

serpiente mordió a Mahavira y en lugar de sangre, salió leche de su cuerpo. Si en lugar de sangre fluye leche por tu cuerpo, ¡pronto será

yogurt! ¡Es tan tonto! Pero hay que crear estas historias. Uno debe hacer

de su Maestro alguien grandioso. Mahavira nunca orinó ni defecó. ¡Debe haber apestado en forma infernal! Pero estas son las historias, y

así ocurre con todo gran Maestro. Los biógrafos satisfacen tu deseo. Ellos se ocupan de saciar tu deseo de sensaciones, pero así todo se

vuelve falso.

Los cristianos se enfadan conmigo porque hablé de Cristo como si

fuera un hombre. Lo es. Pero todos los hombres son divinos, por lo tanto él es divino. Su ser divino no es nada especial. Es la más

ordinaria de las cualidades de la existencia. La existencia está llena de

Dios, rebosante de Dios, colmada de Dios. Los Mahometanos están furiosos. Los Hindúes muy enojados ¿Por

qué toda esta gente se enoja conmigo? Su ira viene del hecho de que me dedico a destruir sus ficciones y de que ellos están demasiado

apegados a ellas. Recuerda si quieres ver la verdad debes ser capaz de destruir todas las ficciones. Nunca creas en ficciones, pues sólo la

verdad libera.

Y a nadie se le permite hablar de Khidr directamente.

Es por eso que esta historia no es verdadera...

Y ahora, la belleza de los Sufís... Dicen que esta historia no es

verdadera, porque a nadie se le permite hablar de Khidr directamente.

El guía interior es tan sutil que no puede ser expresado en palabras, así es que lo que se diga de él, es sólo simbólico.

Es por eso que esta historia

no es verdadera, es la representación de una vida.

Es simplemente simbólica, una parábola, simplemente indica algo.

Es una señal.

Es la vida real de uno de los más grandes Sufís.

La vida real está sólo representada figurativamente,

simbólicamente, metafóricamente. Esta historia no es para ser

entendida literalmente, es una historia que enseña a confiar. No ha ocurrido exactamente así, no hace falta que ocurra directamente así. Es

una mera representación. Si recuerdas esto, tendrás un vislumbre de lo que es una vida de

verdadera confianza. Aquí estamos tratando de vivir esta parábola. Esta es una historia. Entra en ella, no sólo en las palabras, sino en el

significado. Y vívela sólo viviéndola la conocerás.

El Autor

La mayoría de nosotros vivimos nuestras vidas en el mundo del tiempo, entre recuerdos del pasado y esperanzas del futuro. Sólo rara

vez tocamos la dimensión intemporal del presente, en momentos de belleza repentina, o de peligro repentino, al encontrarnos con una

persona amada o con la sorpresa de lo inesperado. Muy pocas personas salen del mundo del tiempo y de la mente, de sus ambiciones y de su

competitividad, y se ponen a vivir en el mundo de lo intemporal. Y muy pocas de las que así lo hacen han intentado compartir su experiencia

con los demás. La Tse, Gautama Buda, Bodhidharma… o, más recientemente, George Gurdjieff, Ramana Maharshi, J. Krishnamurti:

sus contemporáneos los toman por excéntricos o por locos; después de su muerte, los llaman “filósofos”. Y con el tiempo se hacen legendarios:

dejan de ser seres humanos de carne y hueso para convertirse quizás en representaciones mitológicas de nuestro deseo colectivo de

desarrollarnos dejando atrás las cosas pequeñas y lo anecdótico, el

absurdo de nuestras vidas diarias. Osho ha descubierto la puerta que le ha dado acceso a vivir su

vida en la dimensión intemporal del presente, ha dicho que es “un existencialista verdadero”, y ha dedicado su vida a incitar a los demás a

que encuentren esta misma puerta, a que salgan de este mundo del pasado y del futuro y a que descubran por sí mismos el mundo de la

eternidad. Osho nació en Kuchwada, Madhya Pradesh, en la India, el 11 de

diciembre de 1931. Desde su primera infancia, el suyo fue un espíritu rebelde e independiente que insistió en conocer la verdad por sí mismo

en vez de adquirir el conocimiento y las creencias que le transmitían los demás.

Después de su iluminación a los veintiún años de edad. Osho terminó sus estudios académicos y pasó varios años enseñando filosofía

en la Universidad de Jabalpur. Al mismo tiempo, viajaba por toda la

India pronunciando conferencias, desafiando a los líderes religiosos a mantener debates públicos, discutiendo las creencias tradicionales y

conociendo a personas de todas las clases sociales. Leía mucho, todo lo que llegaba a sus manos, para ampliar su comprensión de los sistemas

de creencias y de la psicología del hombre contemporáneo. A finales de la década de los 60, Osho había empezado a desarrollar sus técnicas

singulares de meditación dinámica. Dice que el hombre moderno está tan cargado de las tradiciones desfasadas del pasado y de las angustias

de la vida moderna que debe pasar un proceso de limpieza profunda

antes de tener la esperanza de descubrir el estado relajado, libre de

pensamientos, de la meditación. A lo largo de su labor, Osho ha hablado de casi todos los aspectos

del desarrollo de la conciencia humana. Ha destilado la esencia de todo

lo que es significativo para la búsqueda espiritual del hombre contemporáneo, sin basarse en el análisis intelectual sino en su propia

experiencia vital. No pertenece a ninguna tradición: “Soy el comienzo de una

conciencia religiosa totalmente nueva”, dice. “Os ruego que no me conectéis con el pasado: ni siquiera vale la pena recordarlo”.

Sus charlas dirigidas a discípulos y a buscadores espirituales de todo el mundo se han publicado en más de seiscientos volúmenes y se

han traducido a más de treinta idiomas. Y él dice: “Mi mensaje no es una doctrina, no es una filosofía. Mi mensaje es una cierta alquimia,

una ciencia de la transformación, de modo que sólo los que están dispuestos a morir tal como son y a nacer de nuevo a algo tan nuevo

que ahora ni siquiera se lo pueden imaginar… sólo esas pocas personas valientes estarán dispuestas a escuchar, porque escuchar será

arriesgado.

“Al haber escuchado, habéis dado el primer paso hacia el renacer. De manera que esta filosofía no podéis echárosla por encima como un

abrigo para presumir. No es una doctrina en la que podráis encontrar el consuelo ante las dudas que os atormenta. No, mi mensaje no es

ninguna comunicación oral. Es algo mucho más arriesgado. Trata nada menos que de la muerte y del renacer”. Osho abandonó su cuerpo el 19

de enero de 1990. Su enorme comuna en la India sigue siendo el mayor centro de desarrollo espiritual del orbe y atrae a millares de

visitantes de todo el mundo que acuden para participar en sus programas de meditación, de terapia, de trabajo con el cuerpo, o

simplemente para conocer la experiencia de estar en un espacio búdico.

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