el medio ambiente y la mineria (1)
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el medio ambiente y su relacion con la mineria en bolivia, la contaminacion de la mineria es fatal durante todos los años que se va llevando en bolivia mas que todo en el departamento de potosi, destruyendo y depredando todas las tierras de pastoreo y las aguas dulce de consumo humanoTRANSCRIPT
MINERIA Y MEDIO AMBIENTE EN EL DEPARTAMENTO DE POTOSI
La minería, como la gran mayoría de las actividades humanas, es una actividad que
ocasiona daños inmediatos a la naturaleza, sin embargo es una importante fuente de
obtención de riquezas que contribuyen al logro de la sustentabilidad de las
comunidades.
La minería como actividad económica.
Antes de iniciar el análisis de las características de la actividad minera es importante
conocer la definición de minerales. El Dr. José Otaño Nogue,l del Instituto Superior
Minero Metalúrgico de Moa (ISMMM) “Dr. Antonio Núñez Jiménez”, dice
textualmente: “Se llama minerales útiles a las sustancias minerales naturales que
para un determinado nivel de la técnica pueden ser utilizados en la economía en su
forma natural o después de ser elaborados” (Otaño, 1984:6-7).
Llama poderosamente la atención la relación directa que se establece en esta
definición entre lo que se ha dado en llamar minerales y la técnica. En este sentido
es importante afirmar que un determinado nivel de utilización de una técnica o
tecnología minera es decisivo para explicar las características de la minería desde su
exploración hasta sus impactos y utilización de los diferentes productos portadores
de elementos útiles.
La minería del níquel es a cielo abierto, es muy productiva, se desarrolla en un
ambiente de seguridad, lo cual acrecienta las posibilidades para el mantenimiento de
buenas condiciones higiénico - sanitarias para el trabajador. La construcción de los
caminos mineros es de bajo costo y se produce en un tiempo razonablemente corto.
Todo esto la convierte en una actividad rentable, de rápida recuperación de la
inversión. Un aspecto importante lo constituye el hecho de que se pueden introducir
con más facilidad nuevas tecnologías de producción y además se facilitan las labores
de mantenimiento de los equipos.
Es particularmente más agresiva con relación a otros tipos de explotación de
yacimientos minerales subterráneos, se desarrolla en un espacio mayor de terreno y
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puede producir afectaciones al manto freático durante la actividad en una región más
amplia. “Los yacimientos metalíferos, en general, forman la mayor parte de los
recursos no renovables de valor elevado, ocupan poco volumen y sin embargo
poseen las características de producir en el medio ambiente residuos tóxicos [...]”
(Espí, 2002:348). Estos residuos, sin embargo, si se gestionan adecuadamente, son
perfectamente controlables, a niveles aceptables, por parte e las empresas mineras y
de otras que frecuentemente son creadas para comercializarlos o manejarlos de
acuerdo a las exigencias sociales y las demandas del mercado.
Los impactos sobre el medio ambiente varían de acuerdo al tipo de mineral que se va
a extraer. Independientemente de esto, hay un elemento común, le es propia una
profunda e inevitable actividad destructiva sobre los recursos no renovables directos
y los indirectos, además, ocasiona impactos de importancia sobre recursos
renovables asociados a las zonas donde se ubican los complejos mineros.
Además, la minería provoca una presión al espacio, por cuanto lo utiliza como
proveedor de recursos minerales y en la mayoría de los casos lo inhabilita
temporalmente para otras actividades económicas y sociales. A medida que se
desarrollan las operaciones mineras, interfieren en las demás posibilidades de
aprovechamiento del espacio, en especial, cuando la mina o las instalaciones de
beneficio se encuentran próximas a centros urbanos, esto condiciona la necesidad
del ordenamiento territorial como una posible alternativa de compensación por la
pérdida de espacios utilizables para otras actividades.
Sin embargo, esta es una situación que es totalmente previsible si desde la etapa de
elaboración del proyecto minero se tiene en cuenta la dimensión ambiental y al cierre
de mina, desde esta perspectiva, se conoce los posibles usos que tendrán los
terrenos degradados por la minería. Para ello durante la explotación de la mina las
empresas tienen que dejar un porcentaje de las ganancias para la rehabilitación,
proceso en el cual los gobiernos nacionales desempeñan una importante función al
designar mecanismos dirigidos a garantizar que se cumplan los compromisos post
cierre de las instalaciones mineras, Estas, si se tuvo en cuenta durante la etapa de
concepción del proyecto, pueden ser reconvertidas con fines sociales o productivos.
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En últimas décadas del pasado siglo y en el inicio del presente, las ideas
ambientalistas se tornaron obligatorias en las agendas de los administradores
públicos y privados, en las propuestas y discursos políticos e, inclusos, aparecieron
organizaciones y grupos financieros internacionales que tratan de frenar el desarrollo
de la minería, especialmente, en los países subdesarrollados, aquellos que como
resultado de un orden económico injusto no tienen acceso a los grandes capitales
necesarios para adquirir tecnologías más productivas. Se muestra como una
actividad irremediablemente depredadora del medio ambiente, sin embargo, se
considera que el problema no está en la minería como proceso, sino en la forma en
que se produce su explotación y en los sistemas socio políticos donde se insertan los
complejos. Un elemento de importancia lo constituye la tecnología con las que se
explotan las diferentes menas.
En el análisis de esta temática se asumen como validos los criterios del Dr. José
Mateo Rodríguez, al afirma: “Una primera respuesta estaría dirigida a explicar las
“anomalías”, con las cuales la tecnología degrada el medio natural, y en este sentido
podrían definirse tres posibilidades:
Cuando la tecnología es ecológicamente ineficiente, conduce al surgimiento de
procesos degradantes de todo tipo: los energéticamente deficientes, los
generadores de residuos, los destructores de los sistemas ambientales;
Cuando se instalan dispositivos técnicos que no corresponden a la estructura y
funcionamiento de los sistemas ambientales; así ocurre con sistemas técnicos
gigantes – el llamado “gigantismo” -, con las estructuras tecnológicas que
tampoco se ajustan a las estructuras de los eco o geosistemas, todo lo cual
conduce a procesos de degradación ambiental y productiva;
Cuando el manejo de los sistemas técnicos es incorrecto o desarticulado, dando
lugar a procesos de degradación; por ejemplo, las normas de introducción de
energía y de substancias que no pueden ser absorbidas por los sistemas
naturales, o aquellos sistemas de explotación que no permiten la regeneración de
los recursos” (Mateo & Suárez, 2000:729).
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Estas tres posibilidades, referidas anteriormente, contribuyen al desarrollo de un
análisis de la actividad minera que sugiere hacia dónde dirigir el análisis de los
impactos que esta actividad ocasiona sobre el medio ambiente.
En primer lugar, queda claro que es preciso tener en cuenta los recursos energéticos
que se emplean en los diferentes procesos productivos, lo cual constituye una
referencia obligada para valorar la posibilidad de la existencia de la sustentabilidad
sin importar el tipo de recurso que se explote. No se pueden obviar en este análisis la
generación de residuos, especialmente, en una actividad que los genera de alta
agresividad. Esto sugiere que sin complicaciones técnicas se conozcan los niveles
de emanaciones que las diferentes empresas producen.
Llama la atención en este enfoque la relación directa entre los tres elementos
mencionados y las tecnologías que se emplean en los diferentes procesos
tecnológicos de las industrias y plantas beneficiadoras del sector. Es decir, que un
análisis histórico del problema nos llevaría a comprender cómo en cada etapa, tanto
los recursos energéticos como los residuales generados dependen del empleo de
una de tecnología específica. Además este enfoque serviría para conocer el marco
tecnológico y el contexto en que se produjeron las decisiones ambientales y el por
qué de cada una de ellas de acuerdo con un tipo de racionalidad económica signada
por las condicionantes anteriores.
En segundo lugar, las tecnologías que se emplean pueden sugerir a los
especialistas, en correspondencia con las características de los sistemas
ambientales, las estructuras tecnológicas que se deben emplear en cada uno de los
procesos productivos. Esto se puede lograr únicamente a partir de una profunda
caracterización de la zona donde se desarrollan las actividades económicas. Es
decir, los especialistas deben conocer el modelo tecnológico adecuado para los
diferentes sistemas ambientales y esto se puede lograr únicamente si se conocen las
características de las tecnologías mineras, los ecosistemas y los sociosistemas
donde se aplicarán.
En tercer lugar, al valorar la última de las posibilidades referidas por (Mateo, 2000);
se puede llegar a la conclusión de que a partir de un profundo conocimiento de la
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zona donde se desarrollan las diferentes etapas de la minería es posible conocer
cómo reintegrar los residuales al medio o cómo poseer sumideros que sean capaces
de reciclarlos adecuadamente.
La minería provoca importantes cambios de tipo ambiental y social, como cualquier
actividad antrópica, que es preciso tener en cuenta en el momento de diseñar
políticas ambientales. En primer lugar, provoca cambios drásticos en el paisaje de las
zonas donde se asientan los complejos y las comunidades mineras. Estos cambios
están asociados a la necesidad de la existencia de una infraestructura que facilite la
explotación de los yacimientos, que obliga a la construcción de diferentes objetos
administrativos, sociales y de otra índole que ocupan espacios vitales que no pueden
ser utilizados en otras actividades.
Esta situación, es muy compleja cuando los yacimientos están ubicados en una
zona costera que se ve directamente impactada por toda la actividad socio
productiva vinculada con la minería. Esto ocasiona daños directos a los recursos
renovables que poseen los territorios, como consecuencia de la explotación de un
recurso no renovable, del cual no podrán disponer las futuras generaciones y en
otros casos, como en la pesca, el agotamiento del recurso tiene lugar prácticamente
de forma paralela, en un plazo muy breve, por la desaparición de las condiciones
naturales que facilitan su existencia.
Cuando los complejos mineros se ubican en zonas de fragilidad ambiental, con
ecosistemas ricos en biodiversidad como son los casos de la minería artesanal en
Perú, Bolivia, Brasil, Colombia, Venezuela, Chile o la gran minería de Chile, Brasil o
Cuba se pierden importantes espacios que afectan la calidad de vida de los
habitantes de dichas regiones . Esto afecta la posibilidad de que las generaciones
actuales y las futuras puedan disfrutar de los valores tangibles e intangibles de los
paisajes degradados. Se pierde como entidad material y como memoria histórica, sin
que lleguen a formar parte del patrimonio que la minería deje como alternativa de
surgimiento de nuevas actividades socioeconómicas a las presentes y futuras
generaciones.
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En segundo lugar, ha provocado importantes cambios ambientales y ecológicos que
afectan la diversidad de la flora y la fauna autóctonas en las áreas directa e
indirectamente impactadas. Es muy importante este grupo de impactos porque en
Iberoamérica la minería se desarrolla en regiones de extraordinaria biodiversidad
como es el caso de la Amazona y cercana a importantes cuencas hidrográficas, y en
otros casos como consecuencia de los cambios se producen daños de consideración
a la sociodiversidad que constituyen barreras inmediatas para el logro de la
sustentabilidad.
En el caso de Moa las plantas beneficiadoras están situadas en una zona posee un
extraordinario potencial asociado a los manglares rojos del litoral y a la barrera
coralina situada al norte del territorio y que es el asentamiento de miles de especies
pertenecientes a los ecosistemas de estos y refugio permanente de aves migratorias.
En tercer lugar, es necesario referirse a los cambios que se producen en la economía
del lugar como consecuencia inmediata de la infraestructura vinculada directamente
con la minería y la existencia de sectores productivos que trabajan para garantizar
insumos y servicios para las empresas del sector. En este sentido, se puede hablar
de los aportes a la economía nacional referidos en el PIB, la creación de empleos
directos e indirectos de servicios para la industria que promueven un desarrollo local.
Como consecuencia de estos cambios aparecen importantes instituciones científicas
y sociales comunitarias como son los centros de investigación y las universidades
que promueven el conocimiento científico y se convierten en una fuente permanente
para el crecimiento de la economía. Este es precisamente el núcleo de la percepción
de la sustentabilidad que defendemos en la minería, cómo ella contribuye al
desarrollo de la comunidad, cuáles son sus aportes en la creación de una
infraestructura socio económica a partir de los recursos que genera.
Sin embargo, un fenómeno de relevancia para el logro de la sustentabilidad lo
constituye la homogeneización económica que ocasiona y que se convierte en una
amenaza para el logro de un desarrollo sustentable. Este proceso produce un efecto
negativo en la medida en que toda la comunidad se pone en función de la minería a
la vez que desaparecen renglones económicos tradicionales que constituían el
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fundamento de un tipo de diversidad cultural que, indudablemente, debe constituir un
nicho para el surgimiento de actividades alternativas ante el agotamiento de los
recursos minerales en los yacimientos actuales.
La experiencia internacional demuestra que esta es una situación típica de los países
en desarrollo, donde la ausencia de sistemas integrados de formación de recursos
humanos imposibilita crear complejos industriales donde se desarrollen economías
cerradas que sean capaces de utilizar todos los residuales que producen las plantas
beneficiadoras y las metalúrgicas. Además, de ser prácticamente imposible pensar
en la diversificación económica sobre la base de la utilización de otras fuentes socio
productivas por la falta de capitales de todo tipo para emprender proyectos
integrales. Esto ha convertido, en el Sur, a las zonas mineras en verdaderos
cinturones de pobreza con profunda fragilidad social y ecológica.
En este sentido se asume como válido el análisis que ha realizado Carlos Delgado,
por considerar que refleja en su totalidad la realidad minera: “Formas ancestrales del
hacer la vida humana desaparecen, envueltas en un constante proceso de
homogeneización y creación de dependencias. La vida cotidiana se subvierte
mediante la destrucción de las formas de vida y la instrumentación de un modo único
de realización de la vida” (Delgado, 2004:11-12)
En la actualidad, un problema muy crítico que complica aún más el panorama
ambiental, en el caso de estas regiones, lo constituye la homogeneización de un tipo
de formación de recursos humanos dirigidos a oficios y profesiones típicamente
mineras que constituyen una barrera para el surgimiento de actividades económicas
alternativas que se conviertan en la base de una imprescindible diversidad
económica necesaria para que las comunidades mineras lleguen a ser sustentables.
Esta problemática se hace aún más compleja con la llegada de la revolución
industrial del siglo XVIII, indudablemente el inicio de una carrera desenfrenada de
dominio del hombre sobre la naturaleza, que será mayor en la misma medida que
aumenta el conocimiento científico y las sucesivas revoluciones industriales - que
más tarde adquieren la denominación de revolución científico-técnica resultante de la
interacción del binomio ciencia-tecnología -, que ponen en manos del hombre medios
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de producción capaces de someter bajo el imperio de los intereses humanos a la
naturaleza en un espacio de tiempo increíblemente inferior.
La ciencia y la tecnología al servicio del hombre, en un modelo histórico de sociedad
dominante, han dotado a este de un poder que parece indetenible, dentro de
sociedades marcadas por un egoísmo sin par, donde la obtención de ganancias, sin
importar límites humanos o naturales, se ha convertido en el imperio de la razón.
La revolución industrial, como afirmamos anteriormente, pero, especialmente, la
revolución científico - técnica han cambiado radicalmente todos los paradigmas del
mundo del hombre, en tres direcciones fundamentales. Inicialmente el conocimiento
humano, la vida cotidiana como proceso material de vida, y la vida cotidiana como
proceso espiritual de vida. Para este análisis se asumirán los presupuestos teóricos
de Carlos J. Delgado de la Facultad de Filosofía de la Universidad de la Habana y
que servirán como referencia metodológica para caracterizar la minería.
“El conocimiento humano generado desde la ciencia [...] ha dejado de ser un saber
estrechamente unido a las formas comunitarias de vida, para erigirse en un nuevo
[...] instrumento de dominación de lo humano y lo natural por el hombre o [...] por
algunos hombres”. (Delgado, 2004:10).
Es muy valiosa esta referencia de Carlos J. Delgado para comprender cómo los
grupos de poder, en los países centrales, los que dominan el desarrollo científico
tecnológico, a su vez controlan la economía mundial y las formas de construir una
cognición puesta al servicio de las transnacionales que saquean a un mundo cada
día más dependiente de la ciencia y la tecnología.
Además sirve de punto de partida para entender innumerables manifestaciones
asociadas al desarrollo aparecidas con la modernidad, donde además el desarrollo
científico tecnológico ejerce una influencia decisiva en los métodos y las formas de
hacer ciencia. Un desarrollo que solo está al alcance de los países más
desarrollados (Delgado, 2005:318-319).
Pero la visión tradicional de la ciencia, que había generado la creencia de que todo
se podía resolver con la aplicación de los adelantos científicos y tecnológicos a
comenzado ha quebrarse. Este optimismo llegó a su máxima expresión en la
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consideración de que la ciencia y la tecnología tenían un desarrollo autónomo con
respecto al control social y a la interferencia de los gobiernos (Osorio, 2005:3).
Este optimismo inmediatamente comienza a ser cuestionado, situación directamente
relacionada con una serie de desastres vinculados con la ciencia y la tecnología que
provocan la eclosión del movimiento ambientalista en la década de los 60 del siglo
XX. La ciencia pierde su escudo de benefactor incondicional de la humanidad, con la
certeza de que se va haciendo cada día más notoria, la necesidad del control público
en ciencia y tecnología.
Entre los problemas que ocasiona el desarrollo científico tecnológico, a pesar de que
este no es ni remotamente la única causa del mismo, se encuentra el problema
ambiental.
“Como proceso material, la vida cotidiana ha sido dotada por la ciencia, de nuevos
instrumentos que potencian las capacidades humanas, cambian la vida de las
personas, a la vez que la hacen dependiente del conocimiento y de los nuevos
productos del saber [...]” (Delgado, 2004:11-12).
Evidentemente estos nuevos instrumentos producen una percepción totalmente
diferente de la vida. Se trata no solamente de un cambio en el modo de producir, en
la manera en que el hombre extrae las riquezas a la naturaleza, sino en el cambio de
percepción que significa una relación totalmente dominadora del hombre con relación
a su entorno natural.
Este proceso que día a día va destruyendo las “formas ancestrales del hacer la vida”
– a decir de Carlos J. Delgado – deja a las comunidades más apegadas a estos
saberes milenarios, muy vinculados a un conocimiento empírico de la naturaleza, en
desventaja ante el empuje homogeneizador de la cultura occidental, que no reconoce
otra cultura más allá de los límites establecidos por sus ideólogos.
En América latina, por ejemplo, estos procesos han desaparecido del continente a
culturas aborígenes con saberes bien arraigados en costumbres ancestrales, primero
ante el conquistador español y portugués y ahora ante los nuevos colonizadores
económicos con sus poderosos medios tecnológicos y su “única cultura”, llevada por
los medios de información y comunicación e impuesta a través de los valores de una
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monocultura que impone estilos de vida, espiritualidad y hasta un intelecto que
responden a intereses moldeados a través de una industria cultural apoyada en los
grandes medios de dominación tecnológica que impone la modernidad.
Continuando con la lógica de análisis de los paradigmas impuestos en la modernidad
como consecuencia de la revolución científica – técnica veamos la subversión del
mundo del hombre como proceso espiritual. En este caso “la vida cotidiana se
subvierte mediante la destrucción de las costumbres y la instrumentación de un
modo ideológico único de realización de la vida” (Delgado, 2004:11-12).
A todo ello sería necesario agregar que a partir de la Segunda Guerra Mundial en el
desarrollo científico tecnológico aparece, como resultado del desarrollo de la ciencia,
la técnica y la tecnología, la tecnociencia, un proceso en el cual se imbrican
dialécticamente la ciencia y la tecnología de forma tal que no se puede hablar de
avances científicos sin progresos tecnológicos y viceversa.
Es evidente que esta situación constituye una agresión a la diversidad cultural en
todas sus manifestaciones, un fenómeno que es apreciable en numerosas regiones
mineras de América, especialmente en países de la región andina donde la pequeña
y gran minería ha destruido prácticamente culturas milenarias que constituían un
importante acervo cultural de nuestra rica historia.
Llegamos a la conclusión que la realidad minera es verdaderamente controversial por
sus características y por los actores involucrados en ella lo que provoca
percepciones totalmente diferentes en cada uno de estos. En este sentido
continuaremos el análisis de las características generales de la minería reflexionando
sobre estas y la ética del minero lo cual constituye, evidentemente, un punto de
inflexión en la búsqueda de la sustentabilidad.
Principales impactos ambientales de la actividad Minera.
La minería no es una actividad “delicada”. Generalmente involucra trasladar y
procesar cantidades masivas de roca y más del 95% de la roca original trasladada se
convierte en residuo. Muchos de los impactos discutidos son más importantes en
áreas geográficas de precipitación significativa, que en regiones desérticas. No
obstante, los recursos naturales de las áreas desérticas también pueden verse
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severamente afectados por estos procesos, pero los costos no se pueden considerar
hasta años más tarde.
Impactos mineros sobre la cantidad de agua.
Normalmente, aún las regiones más desérticas cuentan con cantidades disponibles
de aguas subterráneas - muchas veces a gran profundidad - que se han trasladados
largas distancias desde su fuente de origen en las montañas. La región de Sud
Oeste de Potosí es un típico caso de lo anterior. Estas aguas usualmente se pueden
valorizar bajo condiciones de escasez, siempre que se permita a los mercados
operar libremente. El agua también puede ser llevada más allá desde lugares a
muchos kilómetros lejos de las minas, para abastecer las diversas necesidades de
procesamiento de minerales, agua potable, supresión de polvos, etc. Tales
desviaciones son la causa de una verdadera competencia con otros sectores de la
sociedad por el recurso agua, posiblemente reduciendo los suministros a pueblos,
ciudades y grupos indígenas; además, pueden crear impactos negativos en lagos o
salares debido a la reducción de los niveles de agua o del afloramiento de agua
dulce, y podría dañar flora y fauna silvestre local.
En algunos lugares de Chile, Bolivia y Perú, los desvíos se efectúan cerca de
fronteras internacionales, produciendo serios conflictos transfronterizos.
El agotamiento del agua asociado a la apertura de futuras minas a tajo abierto,
inevitablemente reduce el nivel local y a veces regional del agua. Esto puede causar
la sequía de los afluentes y reducir el nivel del agua en pozos vecinos. Esto último
aumenta los costos de bombeo de agua hacia la superficie para los afectados o
podría forzarlos a perforar nuevamente y profundizar los pozos.
La reducción de vertientes y riachuelos puede afectar el uso de agua para el ganado
y la vida silvestre nativa, así como los usos municipales y domésticos de agua. El
agotamiento se detiene cuando lo hace la minería, pero los niveles de agua podrían
requerir de muchos años para volver a su estado original (o casi original).
Impactos mineros sobre la calidad del agua.
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El procesamiento de minerales produce una cantidad de residuos y productos que
pueden causar la contaminación del agua. Además, la infraestructura que debe ser
construida para apoyar una operación minera y sus operaciones de procesamiento,
genera residuos de alcantarillados, de tratamiento de aguas, aceites, petróleo,
combustibles diesel, etc.
La minería rompe y comprime la roca, creando nuevos túneles para que el oxígeno,
aire y microbios, reaccionen con los minerales. En consecuencia las rocas pueden
generar ácido, movilizando muchos otros constituyentes químicos, los que podrían
contaminar cuerpos de agua por décadas o incluso cientos de años después del
cierre de la mina. Incluso el uso de explosivos aumenta las concentraciones de
nitrato y amoníaco, provocando el incremento de la eutroficación y la contaminación
de cuerpos de agua.
La roca residual a menudo contiene concentraciones elevadas de sulfatos, metales
tóxicos, no-metales, y componentes radioactivos. Dicha roca generalmente se
desecha en montones en la superficie del suelo al borde de los tajos o fuera de las
obras. Muchos contaminantes se pueden filtrar de estos montones de desecho,
contaminando las aguas superficiales y subterráneas.
El procesamiento del mineral generalmente requiere de tratamientos químicos para
remover los metales pesados. Estos metales a menudo son filtrados directamente del
mineral usando ácidos fuertes. De otro modo, los minerales sufren un proceso de
molienda que implica compresión, adición de diversos químicos, combinado con
procesos de separación física que producen residuos llamados relaves Ambos tipos
de procesos resultan en desechos que contienen numerosos residuos metálicos y
no- metálicos del mineral, pero que también contienen altas concentraciones de
químicos. En operaciones mineras modernas, los relaves generalmente son
depositados en tanques especiales sellados con material sintético. Anteriormente, o
cuando no se tomaban todas las previsiones, en estas operaciones los relaves
podrían ser vertidos directamente en canales y vertientes o al mar. (por ej. lo que
ocurría antes de 1997 en Cobre del Sur en Perú y Chañaral). Donde no existe
fiscalización, estos relaves obviamente pueden causar una contaminación
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significativa de todos los cuerpos de agua. Este material muchas veces contiene pH
muy altos (10 a 12), así como concentraciones potencialmente tóxicas de numerosos
metales y no metales, radiactividad, cianuro y compuestos orgánicos relacionados.
Aún donde han sido construidos tanques de relave modernos, existen posibilidades
significativas de contaminación a largo plazo, debido a la posible filtración que puede
no ser detectada hasta después de varios años de operación o del cierre de la mina.
Todas estas actividades aumentan fuertemente la carga de sedimentos a los cuerpos
de agua (ríos, lagos, mares), lo que podría dañar cultivos y, más importante aún, la
calidad de agua y organismos acuáticos.
En el caso de formaciones lacustres en minas abandonadas de tajo abierto, éstas
podrían llegar a contaminarse a través de los procesos antes mencionados y por
evaporación, especialmente en ambientes desérticos. Tales minas requieren además
de secado, de la construcción de tanques o reinyección de aguas subterráneas hacia
la superficie. Dichas operaciones resultan a menudo en interacciones químicas no
deseadas entre el agua que está siendo removida y la roca o los sedimentos, cuyo
contacto entre sí puede generar elementos como el arsénico.
Los tanques de relave en países andinos frecuentemente sufren el efecto de
movimientos telúricos fuertes, lo cual hace que los detalles en la construcción sean
importantes y requieran de una mantención a largo plazo, incluso después del cierre,
para prevenir tanto fallas catastróficas de funcionamiento, como filtraciones crónicas.
Los desechos de las fundiciones tales como la escoria y el material particulado
(polvo), pueden contaminar las aguas superficiales y subterráneas. Los desechos de
las fundiciones, a pesar de numerosos reclamos por parte de la industria,
frecuentemente emiten contaminantes, especialmente donde las aguas que
reaccionan tienen un pH inusualmente alto o bajo, y/o son saladas o contienen cal.
Muchos de los procesos antes descritos implican la implementación de
infraestructura que requiera de mantención a largo plazo, para prevenir el deterioro y
la seria contaminación: tanques de relave (con o sin sellados), filtraciones, pilas de
sedimentos de rocas (con o sin tapas), equipos de desvío/ bombeo/ filtración, áreas
de revegetación, sistemas de tratamiento “pasivos”, etc. Varios países desarrollados
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hoy cuentan con plantas de tratamiento en operación para corregir problemas de
calidad del agua después del cierre de la mina. Se anticipa que algunas de estas
plantas lleguen a operar por décadas después del cierre, o incluso para siempre.
Tales plantas y equipos requieren de mantención continua y a largo plazo, pudiendo
ser una de las actividades ambientales más costosas relacionadas con la minería.
Estos impactos se podrían describir como daños al: abastecimiento de agua para
usos domésticos y municipales, usos en la ganadería y agricultura - en situaciones
donde las filtraciones pueden impactar huertos o viñas -, la salud de las personas, la
pesquería y vida acuáticas, y usos industriales de agua. Tales daños también pueden
tener impactos indirectos en los aspectos sociales, educacionales y turísticos de una
economía.
Impactos mineros sobre aire y suelos
Las variadas actividades mineras y de construcción asociadas, movilizan grandes
cantidades de partículas de polvo. Estas pueden producir impactos negativos debido
tanto a su naturaleza física como química. Tales impactos incluyen:
reducción de la visibilidad, esmog y neblina.
impactos estéticos sobre casas, autos y vestimenta; decoloración y erosión de
edificios debido a la presencia de ácidos
impactos en la salud de la población, la cual puede sufrir enfermedades
respiratorias y alergias, erupciones en la piel, reacciones tóxicas debido a
contaminantes aéreos, entre otros.
daños a la vegetación- jardines, cultivos comerciales, viñas- lo que podría
afectar a los cultivos, dejándolos potencialmente en calidad de tóxicos para el
consumo humano y animal.
impactos en la salud que podrían resultar del consumo de alimentos
contaminados que fueron cultivados en tierras contaminadas.
corrosión de metales; daños a equipo y entorpecimiento operacional.
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impactos en la calidad del agua y la vida acuática. Tales emisiones de fuentes
industriales en Europa y EEUU son conocidas contribuyentes de la lluvia ácida
y la acidificación de lagos.
contaminación de análisis de laboratorios por parte de contaminantes aéreos.
impactos negativos sobre el desarrollo turístico.
El procesamiento de minerales y específicamente las operaciones de fundición,
emiten cantidades masivas de partículas y gases aéreos potencialmente tóxicos. La
EPA de EE.UU. declara en su inventario de Emisiones Tóxicas (mayo de 2000) que
la industria de la minería de metales pesados es la mayor fuente de contaminantes
en este país. Por ejemplo, este documento señala que la mina Cyprus Miami Koper,
en Arizona, emite dos veces la cantidad de desechos tóxicos (123 millones de libras,
basado en data de 1998) que el total de desechos de todas las fuentes industriales
emitidas en el estado de Nueva York (60 millones de libras, data de 1998).
Estos contaminantes aéreos pueden dañar tanto a los trabajadores de minas como a
la población ubicada a bastante distancia de las operaciones mineras, la cual rara
vez tienen una conexión económica directa con estas operaciones y no eligieron
estar expuestos a tales impactos. Claramente, las empresas mineras han enfrentado
los costos por la responsabilidad derivada de algunos impactos asociados a la salud
de las personas, pero mayores datos de este tipo no fueron fáciles de obtener por
parte del autor.
Impactos mineros sobre aspectos sociales y culturales
El desarrollo de la actividad minera provoca un flujo de trabajadores y sus familias
hacia áreas que, a menudo, estaban escasamente pobladas. Esto es seguido por el
desarrollo de empresas e instalaciones de apoyo que causan un gran aumento en la
actividad económica y demanda de todos los recursos- lo cual con frecuencia es
considerado como algo positivo. Algunos de los impactos potencialmente negativos
más comunes son:
presión sobre los gobiernos locales y la infraestructura educacional
aumento de delitos
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aumento de tránsito por caminos locales, congestión, accidentes
aumento en costos de mantención de caminos
inflación respecto de costos de bienes, trabajo, propiedad, e impuestos
gran aumento en los costos del agua
impactos potencialmente negativos sobre el turismo
impactos en áreas o actividades que son importantes o sagradas para grupos
indígenas
Históricamente, la minería ha tenido ciclos económicos de auge y depresión que son
considerados insostenibles. Una vez que comienza la caída económica, el área local
inevitablemente es incapaz de proveer los fondos necesarios para pagar por los
impactos. Lo anterior generalmente lleva a caídas económicas y ambientales
severas, y/o a peticiones de financiamiento externo para poder manejar los
problemas.
Los accidentes derivados del transporte de desechos mineros y químicos de los
procesos, puede obligar a las empresas a efectuar pagos en efectivo a ciudadanos
locales que reclamen por daños. Recientemente, una empresa canadiense con
operaciones mineras de oro en Kirguistán realizó pagos por $US 5 a 10 millones a
ciudadanos locales, por concepto de daños ocasionados por un accidente de un
camión de cianuro.
Algunos conflictos mineros en Potosí.
A lo largo de los últimos años en el departamento de Potosí se an registrado muchos
conflictos entre las comunidades y las empresas mineras acentadas en el
departamento de Potosí, en su mayor parte o casi totalmente estos problemas
surgen a causa de los problemas ambientales causados por la actividad minera de
las empresas. A continuación detallaremos algunas de las mas importantes.
Vitichi contaminación de aguas y suelos por desechos mineros.
El conflicto data de hace aproximadamente 40 años atrás, con la realización de
denuncias de contaminación, inspecciones, pedido de informes, toma de muestras
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de aguas , emisión de votos resolutivos y los compromisos de autoridades que nunca
fueron cumplidos.
Las aguas del río La Lava y el río Vitichi se encuentran contaminadas por desechos
mineros de las empresas Kumurana, Andacaba, Reserva y sus respectivos ingenios
que botan sus aguas sin tratamiento alguno. Las denuncias de la población señalan
que el agua del rio Vitichi esta contaminado ya no sirve para riego ni para consumo
animal, los suelos estan acidificados, la producción ha disminuido considerablemente
e incluso hay problemas en la salud de los pobladores.
Se realizaron acciones de conciliación como ser reuniones con las empresas y
autoridades para el cumplimiento de la legislación, sin embargo no se cumplieron, se
realizaron acciones de presión como bloqueos de caminos y también acciones
administrativas. Con la empresa minera Kumurana se logro la Resolución AACD Nº
10/2009 de fecha 10 de agosto de 2009 resuelve suspender las actividades y
operaciones de la empresa minera agrícola EMAK, la empresa presentó un recurso
de nulidad, que fue rechazado y se emite la Resolución AACD Nº 15/2009 en fecha
21 de septiembre, respaldando y confirmando la resolución AACD Nº 10/2009
Mineras San Cristóbal afecta fuentes de agua de comunidades.
La empresa Minera San Cristóbal (MSC) de propiedad principal de la transnacional
Apex Silver LTD ha comenzado a producir durante el 2007 plomo y plata.
La empresa debió relocalizar a la comunidad de San Cristóbal construyendo un
nuevo pueblo con la misma denominación pero a varios kilómetros de la operación
minera.
Este reasentamiento no estuvo libre de polémicas y conflictos con las comunidades
reasentadas. Los conflictos generados fueron resueltos por la empresa mediante el
ofrecimiento de proyectos de desarrollo y compensaciones económicas ademas del
ofrecimiento de fuentes de empleo.
Otras comunidades mas distantes de la operación minera y reunida en la FRUTCAS
(Federación Regional Única de Trabajadores y Campesinos del Altiplano Sur) han
denunciado los posibles impactos del uso de las aguas subterráneas para las faenas
mineras. 10 pozos para la extracción de agua permitirán a la empresa usar un
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promedio de 600 litros por segundo, poniendo en riesgo las aguas de las
comunidades campesinas reunidas en la FRUTCAS. Los campesinos estiman que
durante la operación de la mina, el nivel de las napas freáticas bajara lo suficiente
para afectar las actividades agrícolas que dependen de vertientes y afloramientos de
agua. También el agua para consumo humano se pondrá en riesgo por la extracción
hídrica para las faenas mineras.
Una lucha anterior desarrollada por FRUCAS impidió la exportación de las aguas
subterráneas de la zona a Chile, principalmente para las actividades mineras en ese
país.
Ahora el desafío es evaluar el impacto del uso de las aguas por MSC en las
actividades agrícolas. FRUCAS no confía en los estudios hidrogeológicos de MSC.
Además durante el poco tiempo de funcionamiento de las faenas mineras se han
producido derrames de relaves mineros sin que los impactos hayan sido evaluados
con participación de las comunidades. Cabe mencionar que a inicios de la
producción este tipo de accidentes son un indicador de la irresponsabilidad ambiental
de la empresa y hace suponer que estos accidentes se acentuarán una vez que la
empresa llegue a su nivel de producción máximo.
La Mina San Cristóbal es una operación a cielo abierto de gran envergadura. A
través del puerto de Mejillones, acondicionado especialmente para esta operación,
se calcula un tráfico anual de 700 mil toneladas de minerales, entre zinc, plomo y
plata. Por sus características, el ingeniero geólogo José Guillermo Tórrez señala que
se puede convertir en la tercera mina de plata más grande del planeta y en la quinta
de zinc. La semana anterior, según reportó la red Erbol, el ministro de Minería, José
Pimentel, reveló que la Empresa minera genera anualmente ganancias de
aproximadamente mil millones de dólares, pero que solamente tributa al Estado
boliviano $us 35 millones.
Las instalaciones mineras y de procesamiento descansan en el antiguo pueblo de
San Cristóbal.
San Bartolomé afecta a comunidades.
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Las comunidades originarias del Ayllu Jesús Machaca, afectadas desde el año 2004
por las actividades del proyecto Minero San Bartolomé, inaugurado recientemente en
el departamento de Potosí, República de Bolivia, apelando a que la empresa
Manquiri cuenta con el financiamiento de seguro de riesgo político de la OPIC
(Corporación de Inversión Privada para el Exterior, por sus siglas en ingles) agencia
del gobierno norte americano que apoya al proyecto San Bartolomé con USD 54
millones, ha demandado la presencia de éste organismo financiero internacional para
que medie en la resolución del conflicto que sostienen con la empresa desde el año
pasado.
Los originarios de Jesús de Machaca, denunciaron que el 2004 tuvieron que sufrir la
expropiación de 400 hectáreas de su territorio sin que para ello, la empresa Minera
Manquiri, filial de la corporación estadounidense Coeur d'Alene, aplique lo
establecido en las Políticas Operacionales del Banco Mundial ? IFC (Corporación
Financiera Internacional por sus siglas en ingles) a las que OPIC se ha acogido, y
pone como condición de financiamiento a sus prestatarios.
Las políticas del Banco Mundial establecen que las poblaciones indígenas "Cuando
en circunstancias excepcionales, no sea posible evitar el desplazamiento, el
prestatario se abstendrá de llevarlo a cabo hasta obtener amplio apoyo al mismo por
parte de las comunidades indígenas afectadas, en el proceso de consulta previa,
libre e informada. En tales casos, el prestatario elabora un plan de reasentamiento.
Reasentamiento involuntario, que sea compatible con las preferencias culturales de
los Pueblos Indígenas e incluya una estrategia de reasentamiento basada en el
acceso a la tierra".
A pesar de tener una política tan clara, la empresa Manquiri hizo caso omiso a la
misma por eso, cansados de la actuación poco transparente de la empresa, los
originarios del ayllu, tomaron la decisión de acudir ante esta instancia internacional
considerando que OPIC cuenta con mecanismos de quejas, las mismas que obligan
a las empresas que soporta financieramente, a tener una actuación social y
ambiental con estándares internacionales, que en el caso de el Ayllu Jesús de
Machaca no se estuvieron aplicando.
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La OPIC, aceptó la solicitud de resolución de conflicto del Ayllu Jesús de Machaca en
fecha 30 de mayo del 2008, porque dicho organismo tiene como una de sus tareas,
vigilar que las empresas a las que les presta el soporte financiero, apliquen y
cumplan las políticas.
Contaminación Minera en el Rio Pilcomayo.
El río Pilcomayo forma parte de la cuenca de El Plata y es afluente de los ríos
Paraná y Paraguay. En este río se descargan las aguas residuales de las principales
minas e ingenios mineros de Bolivia que se encuentran en el departamento de
Potosí, lo que ha ocasionado que se convierta en el río más contaminado del país.
La evaluación de la contaminación, realizada por la Agencia de Cooperación
Internacional de Japón, calculó que el río Tarapaya, uno de los afluentes del
Pilcomayo, recibía 400.000 toneladas (t) de descargas de metales pesados disueltos
por año, de las cuales 300 eran de arsénico, 850 de plomo y 26 de cadmio (JICA
1998). MEDMIN estimó que la contaminación se había incrementado en 1200 t/día a
1600 t /día en el año 2000.
El análisis de muestras de agua del río Pilcomayo en la zona de Sotomayor del
departamento de Chuquisaca mostró que "las concentraciones de metales pesados
como el cadmio, arsénico y plomo, superaban entre 3 y 35 veces los límites
admisibles por la Organización Mundial de la Salud" (ASE, Fundación ITA 2002). Por
estos motivos, desde el año 2000 se realizaron campañas de denuncia promovidas
por ASE, a las que se unieron organizaciones de Potosí, Tarija y
LIDEMA a nivel nacional.
Con el fin de hacer manejo integral de la cuenca se creó una comisión trinacional con
la participación de Argentina, Bolivia y Paraguay, la cual elaboró un plan maestro. Sin
embargo, esta comisión no realizó las acciones necesarias para mitigar la
contaminación.
En la Cumbre Social de los Pueblos de Latinoamérica, realizada en Cochabamba el
2006, representantes de organizaciones sociales y pueblos indígenas de los tres
países propusieron "que los gobiernos declaren en estado de emergencia la cuenca
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del río Pilcomayo [...] y que se realice una auditoría ambiental integral de la cuenca a
nivel trinacional, con la participación de todos los actores de la cuenca".
No obstante, esta auditoría no se ha realizado hasta el presente.
Como respuesta a las demandas y presiones se construyó un dique provisional de
colas (aguas residuales) –el de Laguna Pampa-, que a los dos años de
funcionamiento ya estaba colmatado. Luego se construyó Laguna Pampa II, que
también era provisional, y finalmente en julio del 2007 se terminó la construcción del
dique de San Antonio gracias a la cooperación alemana. Para la construcción de
este dique se exigía el traslado de las instalaciones de la ciudad de Potosí - donde
existen 29 ingenios-, pero finalmente no se logró. Actualmente, sólo 17 ingenios
tratan sus colas en el dique de San Antonio. Esto significa que 2.000 t de colas por
día son tratadas en este dique y que 2.000 t siguen siendo depositadas directamente
al río Tarapaya, aunque es probable que esta cantidad haya disminuido el último
año debido a la nueva baja de precios de los minerales. De todas maneras, es
evidente que el problema de la contaminación continúa dañando la economía y la
salud de la población de las riberas del río.
Bolivia ha sido un país minero desde la época colonial y la exportación de minerales,
particularmente de la zona de Potosí, ha sido frecuentemente el principal rubro de
exportación. Debido a ello, en la región existe una contaminación de larga data y
grandes pasivos ambientales.
Sin embargo, desde 1985 se cambió el sistema de producción incorporándose el
moderno sistema de flotación que permite obtener una mayor concentración y
separación de los minerales. Cuando se comenzó a producir bajo este sistema se
produjo una contaminación dramática debido a que la flotación utiliza reactivos
químicos tóxicos y disuelve los minerales, por lo que, las aguas residuales de los
ingenios minero metalúrgicos contienen partículas de arenas gruesas y finas y lamas
de los procesos de concentración que descargados por canales o tuberías van
formando lodos que contienen metales pesados disueltos, como arsénico, plomo,
zinc, cadmio, plata y mercurio.
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Las aguas residuales no tratadas provenientes de varios afluentes y particularmente
de los ríos Rivera y Tarapaya, llegan al Pilcomayo causando una gran
contaminación y una serie de problemas económicos, sociales y de salud a la
población que utiliza las aguas de este río para sus actividades cotidianas.
Varias evaluaciones demostraron que la contaminación en la parte alta de la cuenca
es extremadamente alta y que no debería ser utilizada por la población de las riberas
del río, ya que sobrepasa con creces los límites permisibles establecidos por la
Organización Mundial de la Salud (OMS). La contaminación afecta a los habitantes
de la ciudad de Potosí y a la población indígena y campesina que utiliza las aguas
del río Pilcomayo para regar sus cultivos y dar de beber a su ganado. La
contaminación también destruye tierras de cultivo y/o disminuye la fertilidad de los
suelos y de esta manera arruina la economía de muchas comunidades indígenas y
campesinas.
De acuerdo al estudio del Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación La
Problemática de la cuenca del Río Pilcomayo, citado en la documentación, "los
daños sufridos por los agricultores, ganaderos y pescadores afectados por esta
contaminación se estimaban en 62.440 millones de dólares por año." (MDSP,
2000). Conviene tener en cuenta que este cálculo no incluyó los daños a la salud de
la población y tampoco la pérdida de la biodiversidad.
La contaminación ha disminuido severamente el volumen de peces. En la parte alta
de la cuenca ya no hay pesca y en la parte media los peces que quedan no son
aptos para el consumo por la alta concentración de plomo y mercurio que tienen.
Incluso las zanahorias producidas a orillas del río, tienen límites no permisibles de
plomo.
Sobre los impactos en la salud de la población se han realizado varias tomas de
sangre y análisis en las muestras de cabellos, pero los resultados de estas
investigaciones no están disponibles. Sin embargo, dados los altos niveles de
arsénico, se puede preveer que la población de la cuenca alta esté siendo afectada
por arsenicalismo crónico, cuyos síntomas incluyen lesiones de la piel, cáncer de
piel, de vejiga y de pulmón y otras enfermedades crónicas. En los niños el
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arsenicalismo afecta al sistema cardiovascular y es genotóxico. El plomo y el
mercurio son aún más tóxicos, afectan al sistema nervioso y pueden causar
malformaciones en el feto, perjudicando particularmente la salud de los niños y
mujeres gestantes. En el hospital de Clínicas de La Paz se registraron muchos casos
de niños con leucemia procedentes de centros mineros.
En 2008 se realizó una campaña para que la población no se preocupe por la
contaminación y el conflicto social parece haber disminuido, pero el daño a la salud
y a la economía de la población campesina, que no recibe ningún beneficio por las
actividades mineras, continúan.
Conclusiones
La minería, como todas las actividades antrópicas, ocasiona impactos
negativos y positivos sobre el medio ambiente. La cuestión que tienen que
resolver los empresarios y los actores políticos y comunitarios es cómo
minimizar los negativos y de qué forma hacer que los positivos se conviertan
en una fuente de elevación de la calidad de vida. Para ello, evidentemente, es
necesario la existencia de sociedades participativas, donde la existencia de
ciudadanos reales permita la participación de la ciudadanía en la construcción
de alternativas sociales y productivas.
Los recursos que la minería produce en las diferentes etapas, desde el
conocimiento minero geológico, hasta la creación de sitios de interés
patrimonial constituyen alternativas para la existencia de un desarrollo que
contribuya a la sustentabilidad, si se gestiona adecuadamente respetando la
diversidad cultural de las comunidades.
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