el misterio de la villa - william somerset maugham

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Estabrevenovelanarraconraraprofundidadpsicológicalaperipeciadeunajoven inglesa que, a consecuencia de sus actos caprichosos, se veráenvueltaenunaintrigaquecambiarásudestinoparasiempre,mostrándolelas sórdidas verdades de la vida y, aun más difícil, de ella misma.Ambientada en una Florencia de sugerentes claroscuros, esta magníficanarración fue adaptada al cine en 2000 en una película protagonizada porKristinScottThomasySeanPenn.

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WilliamSomersetMaugham

Elmisteriodelavilla(Enunavillaflorentina)

ePubr1.1Sibelius10.07.14

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Títulooriginal:UpattheVillaWilliamSomersetMaugham,1941PublicadaoriginalmenteencastellanoconeltítuloEnunavillaflorentina.Traducción:AnaMaríadelaFuente

Editordigital:SibeliusePubbaser1.1

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Lavillaestabaenloaltodelacolina.DelanteteníaunaterrazaconunamagníficavistadeFlorencia,ydetrásunjardínviejo,conpocasflores,árboleshermosos,setosde boj recortados, senderos de hierba y un templete en el que cascabeleaba unafuente.Lacasahabía sidoconstruidaenel sigloXVI porunnoble florentino cuyosempobrecidosdescendientes lavendieronaunos ingleses,que lahabíanprestadoaMaryPantonparaunatemporada.Lashabitacioneseranespaciosasydetechoalto,perolacasanoeramuygrande,yparacuidarlabastabanlostrescriadosquehabíandejado los dueños. Los muebles eran escasos, antiguos y valiosos, y el conjuntoposeíaunaireseñorial.Apesardequenohabíacalefaccióncentral,ycuandollegóMary, a últimos demarzo, hacía bastante frío, la casa no carecía de todo confort,puestoquelosLeonard,susdueños,habíanhechoinstalarcuartosdebaño.Ahoraerajunio,yMarysolíapasar lamayorpartedeldíaen la terraza,desdelaqueveía lascúpulasylastorresdeFlorencia,oeneljardíndeatrás.

Durante las primeras semanas Mary se dedicó a descubrir las bellezas de laciudad,ypasabamañanasmuyagradablesvisitandolosUffiziyelBargello,entrandoen las iglesias y paseando por los barrios viejos. Pero ahora casi nunca bajaba aFlorencia más que para almorzar o cenar con amigos. Le gustaba quedarse en eljardína leery, cuandosalía,preferíaexplorar losalrededoresenelFiat.Nadamásbello que el paisaje de laToscana, con su sofisticada inocencia.Al contemplar losfrutalesenfloryelverdetiernodelosálamosquecontrastabaconelplataperennedelosolivos,Marysentíaunaplacidezquecreíaperdidapara siempre.Despuésde latrágicamuertedesumarido,ocurridahacíaunaño,yde losmesesdezozobraquesiguieron, en los que tenía que estar siempre disponible por si la necesitaban losabogadosque tratabande salvar los restos de sumalbaratada fortuna,Mary aceptóencantada el ofrecimiento que le hicieron los Leonard de descansar en la viejacasona, para sosegar los nervios y pensar en el futuro. Después de ocho años dematrimoniodesgraciadoydevercómosumaridodespilfarrabasupatrimonio,ahora,a los treinta, conservaba unas bonitas perlas y una renta que le aseguraba lasubsistencia si controlaba estrictamente sus gastos. En fin, mejor esto que lo queauguraban los abogados al principio, cuando, con cara larga, le dijeron que era detemer que, después de pagar las deudas, no quedara absolutamente nada. En esemomento, trasdosmesesymediodevivirenFlorencia,Marypensabaque inclusoestaperspectivahubierapodidoafrontarserenamente.CuandomarchódeInglaterra,suviejoabogadoyviejoamigoledijodándolepalmadasenlamano:

—No te preocupes por nada, hija, sólo de recuperar la salud y las fuerzas.Nodigotubuensemblante,porquenadapareceafectarlo.Eresjovenymuybonitaynomecabedudadequevolverásacasarte.Perolapróximaveznotecasesporamor;es

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unaequivocación.Cásateporunabuenaposiciónyporlacompañía.Ellaseechóareír.Habíatenidounaamargaexperienciaynopensabareincidiren

elmatrimonio;eraextrañoqueahoraseplantearahacerexactamenteloquelehabíaaconsejadoelviejoysagazabogado.Yparecíaqueibaatenerquedecidirseaquellamisma tarde. En aquellos momentos, Edgar Swift iba camino de la villa. Habíallamado por teléfono hacía un cuarto de hora para decirle que tenía que viajar aCannesinesperadamente,paraveraLordSeafairyquesemarchabaaquelmismodía,peroantesqueríahablarconelladeunasuntourgente.LordSeafairerasecretariodeEstadoparaasuntosdelaIndia,yaquellarepentinaconvocatoriasólopodíasignificarqueefectivamenteibaaofreceraEdgarelaltopuestoqueélambicionaba.SirEdgarSwifterafuncionariodelaadministracióncivildelaIndia,lomismoquesupadre,yhabía hecho una brillante carrera. Durante cinco años fue gobernador de lasProvincias del Noroeste y, en tiempos de gran inestabilidad, dio prueba de unaextraordinaria habilidad.Cuando terminó sumandato, tenía la reputación de ser elhombremáscompetentedelaIndia.Eraungranadministrador,dotadodefirmezaytambiénde tactoy si, enocasiones,podía serperentorio, su talante eragenerosoymoderado. Se había ganado la estima y confianza tanto de hindúes como demusulmanes.Maryloconocíadetodalavida.Cuandomuriósupadre,joventodavía,yellaysumadreregresaronaInglaterra,EdgarSwiftsolíapasarmuchotiempoconellascadavezquevolvíaacasaconpermiso.LlevabaalapequeñaMaryalostíteresyalcircoy,yamayorcita,alcineyalteatro,ylehacíaregalosporsucumpleañosyporNavidad.CuandoMarycumpliódiecinueveaños,sumadreledijo:

—Entulugar,yonoveríamuchoaEdgar,hija.Nosésitehabrásdadocuenta,peroestáenamoradodeti.

Maryrió.—Perosiesunviejo.—Tienecuarentaytresaños—respondiósumadreásperamente.Perocuando,dosañosdespués,ellasecasóconMatthewPanton,Edgarleregaló

unasbellasesmeraldasindiasy,alenterarsedequenoerafelizensumatrimonio,latrató con exquisita delicadeza y comprensión. Una vez terminado su mandato degobernador, regresó aLondres y, enterado de que ella estaba enFlorencia, decidióhacerleunabrevevisita.Pero sehabíaquedadovarias semanas,yMarynoera tanboba comopara no darse cuenta de que él estaba esperando elmomento oportunoparaproponerlematrimonio.¿Desdecuándolaquería?Almiraratrás,leparecíaquedesdeque teníaquinceaños, lavezenque,alvolvera Inglaterradevacaciones, laencontró hecha una mujer. Era conmovedora tanta fidelidad y, desde luego, ladiferencia que existía entre una muchacha de diecinueve años y un hombre decuarenta y tres no era la que había entre una mujer de treinta y un hombre decincuentaycuatro.Ladisparidadparecíamenor.Yélyanoeraunoscurofuncionario

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sinounhombre relevante.Eraabsurdosuponerqueelgobierno fueraa renunciarasusservicios.Sindudaestabadestinadoaocuparcargosdecrecienteresponsabilidad.También lamadre deMary habíamuerto, y ella no teníamás familia; nadie en elmundoaquienquisieratantocomoaEdgar.

Megustaríapodertomarunadecisión,sedijo.Edgaryanopodíatardar.Marysepreguntósidebíarecibirloenelsalón,quese

mencionabaenlasguías turísticasporsusfrescosdelGhirlandaiojoven,suvetustomobiliariodeestilorenacimientoysusmagníficaslámparas,perosedijoqueaquellahabitación,tanseriaysuntuosa,imprimiríaenelmomentounaexcesivasolemnidad,ydecidióesperarenlaterraza,dondelegustabasentarsealatardecer,paradisfrutardeunavistadelaquenuncasecansaba.Seríaunentornomásinformal,sirealmenteibaapedirlequesecasaraconél:losdosestaríanmáscómodosalairelibre,conunataza de té, mientras ella mordisqueaba una pastita. Sería un marco correcto y noexcesivamenteromántico.Habíanaranjosengrandestiestosysarcófagosdemármolrebosantes de flores de colores vivos.Bordeaba la terraza una vieja balaustrada depiedracongrandesurnasy,encadaextremo,laimagenbarrocayuntantodeterioradadeunsanto.

MarysesentóenunsillóndemimbreydijoaNina,lacriada,quesirvieraelté.Otro sillón esperaba a Edgar.No había ni una nube y la ciudad, a lo lejos, estababañadaen la luz suaveydiáfanade la tardede junio.Seoyó llegaruncochey, alcabodeunmomento,Ciro,elcriadodelosLeonardymaridodeNina,acompañabaalaterrazaaEdgar:alto,delgado,auntiempoatléticoyelegante,consubiencortadotraje de sarga azul y su sombrero flexible negro.Mary, aun sin saberlo, sólo converle, hubiera adivinado que era excelente tenista, buen jinete y certero tirador.Alquitarseelsombrero,Edgardescubrióunaonduladacabelleranegra,apenasmatizadadegris.Lacaradelgada,demandíbulaenérgicaynarizaguileña, estababronceadapor el sol de la India y, bajo unas cejas pobladas, los ojos, castaños y hundidos,brillabanalerta.¿Cincuentaycuatroaños?Noaparentabamásdecuarentaycinco.Era un hombre apuesto en la plenitud de la vida. Poseía dignidad sin altivez.Inspirabaconfianza.Unhombrequenosedesconcertabanialteraba fácilmente.Niperdíaeltiempoencharlatrivial.

—Seafair me ha llamado por teléfono esta mañana. Me ofrecen el puesto degobernador de Bengala. Piensan que, en las actuales circunstancias, no procedeenviar a un hombre nuevo que tenga que familiarizarse con la situación antes depoderserútil,sinoaalguienqueyaconozcaelterreno.

—Ytú,naturalmente,hasaceptado.—Naturalmente.Eselcargoquesiempredeseé.—Mealegromuchísimo.—Perohayqueaclararvariascosas,ysalgoparaMilánestanoche.Allí tomaré

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unaviónhastaCannes.Estaréausentedoso tresdías, lo cual esun inconveniente,peroSeafairquierequenosveamosinmediatamente.

—Esnatural.UnasonrisacálidaasomóaloslabiosfirmesydelgadosdeEdgar,queacaricióa

Maryconlamirada.—Esunpuestoimportante,¿sabes?Sitengoéxito,seráuntantoenmihaber.—Estoyseguradequeloharásmuybien.—Suponemuchotrabajoyresponsabilidad.Peromegusta.Y,desdeluego,tiene

sus compensaciones. El gobernador de Bengala vive con mucho fasto, y no meimportaconfesarqueesomegusta.Laresidenciaescasiunpalacio.Tendréquedarrecepciones.

Ellaadivinaba loquepretendíadecirle,pero lomirabaconunasonrisaafableeinexpresiva,comosinotuvieranilamenoridea.Sentíaunagrataexcitación.

—Desde luego, es cargo para un hombre casado. Un soltero tendría muchosinconvenientes.

Ella,conunamiradatotalmentecandorosa,respondió:—Estoy convencida de que habrá muchas mujeres adecuadas, deseosas de

compartirtugrandeza.—Sospechoque tienes razón;envanohevividoen la Indiadurantecasi treinta

años.Lomaloesquesólohayunamujeralaqueyodeseepedírselo.Ya llegaba el momento. ¿Le decía que sí o que no? Ay, era difícil tomar una

decisión.Éllamiróconciertasorna.—¿Te sorprendería si te dijera que, desde que eras una niña con tirabuzones,

estoyperdidamenteenamoradodeti?¿Quésepuedecontestaraesto?Unaseechaareíralegremente.—Edgar,quétonteríasdices.—Ereslacriaturamáshermosayadorablequeheconocido.Yosabíaquenotenía

posibilidad. Era veinticinco años mayor que tú, contemporáneo de tu padre.Sospechabaquedeniñaveíasenmíaunextravagantecarcamal.

—Esonunca—protestóella,nodeltodosincera.—Enfin,cuandoteenamoraste,eranaturalquefueradealguiendetugeneración.

Puedes creerme si te digo que, cuando me escribiste que te casabas, te deseésinceramentetodalafelicidaddelmundo,yquemedoliósaberquenoerasfelizentumatrimonio.

—QuizáMattieyyoéramosmuyjóvenesparacasarnos.—Hallovidomuchodesdeentonces.Mepreguntosiladiferenciadeedadsigue

pareciéndotetanimportante.Era una pregunta muy difícil, y Mary optó por guardar silencio y dejarlo

continuar.

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—Siempremehecuidado,Mary.Nomesientoviejo.Perolomaloesqueentilosañosnohantenidootroefectoqueeldehacerteaúnmásbonita.

Ellasonrió.—¿Será posible que estés nervioso, Edgar? Nunca lo hubiera imaginado. El

hombredehierro.—Eresunpequeñomonstruo,perotienesrazón,estoynervioso.Yestehombrede

hierro,entusmanos,nuncafuemásqueunterróndearcilla,esolosabesmejorquenadie.

—¿Meequivocoalpensarqueestáspidiéndomequemecasecontigo?—Exactamente.¿Estásescandalizadaosorprendida?—Escandalizadano,desdeluego.Edgar,tequieromucho.Paramíereselhombre

másencantadordelmundo.Mehalagaquequierascasarteconmigo.—Entonces¿aceptas?Ellasentíaunaextrañaaprensión.Desdeluego,eraunhombremuyapuesto.Sería

emocionante ser la esposa del gobernador de Bengala, vivir rodeada de fasto ydisponerdeordenanzasysecretarios.

—¿Dicesqueestarásunosdíasfuera?—Tresalosumo.SeafairtienequeregresaraLondres.—¿Medejasquelopiensehastaturegreso?—Porsupuesto.Enestascircunstanciasmeparecerazonable.Desdeluego,tienes

que estar segura, aunque creo que si supieras que la respuesta es «No», nonecesitaríasreflexionar.

—Cierto—sonrióella.—Entonceslodejaremosasí.Losiento,perotengoquemarcharmesinoquiero

perdereltren.Ellaloacompañóhastaeltaxi.—Apropósito,¿hasavisadoalaprincesadequeestanochenovasalacena?Los dos estaban invitados a una cena que ofrecía la vieja princesa de San

Ferdinando.—Sí;lallaméyledijequeteníaquemarcharmedeFlorenciaunosdías.—¿Lehasdichoelmotivo?—Yalaconoces,esunaviejatirana—sonrióélconindulgencia—.Meapostrofó

demalamanerapordejarlaplantadaenelúltimomomentoyno tuvemás remedioqueconfesarlaverdad.

—Yaencontraráaalguienqueocupetulugar—respondióMaryconindiferencia.—SupongoquellevarásaCiro,yaqueyonopodréacompañarte.—Imposible.DipermisoaCiroyNinaparaquesalieranestanoche.—Me parece peligroso que vayas sola de noche por esas carreteras desiertas.

Cumplirástupromesa,¿verdad?

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—¿Qué promesa? Ah, el revólver. Me parece absolutamente ridículo. LascarreterasdelaToscanasontansegurascomolasdeInglaterra.Detodosmodos,siesotetranquiliza,lollevaré.

Edgar,quesabíalomuchoquegustabaaMaryhacerexcursionesencocheporelcampoyqueteníalaconviccióndelinglésdeque,engeneral,todoslosextranjerossongentepeligrosa,sehabíaempeñadoenprestarleunrevólvery lehizoprometerquelollevaríaconsigosiempre,anoserquefuerasóloaFlorencia.

—Elcampoestá llenode refugiadosygente sin trabajoquepasahambre.Sóloestarétranquilosiséque,llegadoelcaso,podríasdefenderte.

Elcriadoabriólapuertadeltaxi.Edgarlediounbilletedecincuentaliras.—Ciro,estaréfueraunosdías.Estanochenopodrévenirabuscara lasignora.

Asegúresedequellevaelrevólvercuandosalga.Melohaprometido.—Estábien,signore—dijoelhombre.

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Marysemaquillaba.Nina,depiedetrásdeella,lamirabaconinterésy,devezencuando, le daba un consejo no solicitado. Nina había estado al servicio de losLeonard el tiempo suficiente para aprender un poco de inglés yMary, en los tresmeses que llevaba en la villa, había asimilado mucho italiano, de modo que seentendíanperfectamente.

—¿Teparecequellevobastantecolorete,Nina?—Conelcolortanbonitoquetienelasignora,nolehacefaltacolorete.—Lasotrasllevaránlacarabienembadurnada.Sinomepintounpoco,asulado

parecerélamuerte.Mary se puso el bonito vestido y las joyas que había elegidoy se tocó conun

sombrerito absurdo pero muy elegante. La ocasión lo exigía. Cenaban en unrestaurantenuevodelamargendelArnoque,alparecer,teníaunacocinaexcelente.En la terraza, gozarían de la tibia noche de junio y, cuando saliera la luna,contemplarían las pintorescas casas del otro lado del río. La princesa habíadescubierto a un cantante de voz, según ella, extraordinaria, y quería que susinvitadoslooyeran.

Marysecolgóelbolsodelbrazo.—Lista.—Lasignoraolvidaelrevólver.Elarmaestabaencimadeltocador.—Noesolvido,tonta.¿Dequépodráservirme?Nohedisparadounrevólveren

mi vida.Me danmiedo.No tengo licencia de armas y, sime lo descubren, podríacostarmeundisgusto.

—Lasignoraprometióalsignorequelollevaría.—Elsignoreesunviejotonto.—Todosloshombreslosoncuandoseenamoran—sentencióNina.Marydesviólamirada.Nodeseabaentrarenconfidencias.Loscriadositalianos

eran fielesy trabajadores, peronopodíashacerte ilusionesdequenoestuvieran alcorrientede todos tus asuntos,yMarycomprendióqueNinadeseabacomentar losproyectosdeEdgarcontodafranqueza.Abrióelbolso.

—Estábien.Meteeldichosochisme.Ciro había sacado el coche. Era un descapotable que Mary había comprado

cuandollegóalacasayquepensabavendercuandosemarchara.Sesentóalvolante,avanzóprudentementeporlaestrechaavenida,dejóatráslaverjaysalióaunsinuosocaminoquedesembocabaenlacarreterageneraldeFlorencia.Encendióla luzparamirarelreloj,vioquelesobrabatiempoymantuvounavelocidadmoderada.Enelfondo,noteníamuchosdeseosdellegaryhubierapreferidocenarsola,enlaterraza

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delavilla.Dabagustocenarallímientrasaúneradedía,ydejarseenvolverpocoapocopor lanoche.ÉsteeraunplacerdelqueMarynosecansaba; leproducíaunadeliciosa sensación de paz, pero no una paz vacía y letárgica, sino activa yestimulante, quemantenía alerta el cerebro y agudizaba los sentidos.Quizá el airedulcedelaToscanaimpregnabadeespiritualidadinclusolassensacionesfísicas.Erauna emoción parecida a la que produce lamúsica deMozart, que esmelodiosa yalegreperotambiénmelancólica:unaplacidezquetesustraíaalasexigenciasdelacarne.Durante unosminutos de éxtasis te sentías libre de todo lastre terrenal, y laconfusióndelmundosedisolvíaenunabellezaperfecta.

—Qué tontería, salir de casa —suspiró Mary en voz alta—. Debí excusarmecuandoEdgardijoquesemarchaba.

Hubiera resultadoextraño,desde luego.Apesarde todo,Maryhabríapreferidodisponer de la noche para reflexionar con calma. Aunque hacía tiempo quesospechaba las intenciones de Edgar, hasta aquella tarde no estaba segura de quellegaraapedirlequesecasaraconél,ynocreíanecesariopensarenlarespuesta.Lodejaríaalimpulsodelmomento.Bien,ahorayaselohabíapedido,yellaestabamásindecisaqueantes.Conestospensamientos, llegóalaciudad,dondelamultituddepeatonesybicicletasqueinvadíanlacalzadalaobligóacentrarseenlaconducción.

Alllegaralrestaurante,Maryvioqueeralaúltima.LaprincesadeSanFerdinandoeraunaamericanayamayor,deaireautoritarioy

cabellogris acero conondasprietas, quevivía en Italia desdehacía cuarenta años,duranteloscualesnohabíavueltoasupaísnatalnidevisita.Sumarido,unprínciperomano,habíamuertohacíauncuartodesigloysusdoshijosestabanenelejércitoitaliano.Teníapocodinero, lenguaafiladaycarácterbondadoso.Aunquenuncafueuna belleza y ahora, con su porte arrogante, sus ojos grandes y sus faccionesenérgicas,probablementeteníamejoraspectoqueensujuventud,semurmurabaquehabía engañado bastante al príncipe, aunque ello en modo alguno afectaba laexcelente posición que ocupaba en sociedad.Conocía a toda la gente que deseabaconocer,ylagenteestabaencantadadeconocerlaaella.Elrestodelosinvitadoseranunmatrimonioinglés,elcoronelyladyGraceTrail,unoscuantositalianosyunjoveninglés llamado Rowley Flint, al que Mary había frecuentado desde su llegada aFlorencia,porqueéllahacíaobjetodeasiduasatenciones.

—Deboconfesarqueestoyaquídesuplente—dijoRowleyFlintcuandoMaryleestrechólamano.

—Hasidomuyamable—dijolaprincesa—.LoinvitécuandosirEdgarmellamóparadecirqueseibaaCannes,yhadejadootrocompromisoparavenir.

—Princesa,yolodejotodoporcenarconusted.Laprincesasonrióligeramente.—Creo que debo decir que, antes de aceptar, ha querido saber quién venía

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exactamente.—Resultahalagadorquehayamosmerecidosuaprobación—dijoMary.Laprincesadedicóalhombreotradesusmiradasrisueñas,enlasquebrillabala

indulgenciadelviejopendónquenohaolvidadonisearrepientedesupasado,ylasagacidaddelamujerqueconoceelmundocomolapalmadelamanoyhallegadoalaconclusióndequenadieesmejordeloquedebeser.

—Es usted un truhán, Rowley, y ni siquiera lo bastante guapo como parahacérseloperdonar,perolequeremos.

Rowleynoteníamuchaprestancia,desdeluego.Sufiguraerasóloaceptable,nopasabademedianaestaturay,conropainformal,resultabaligeramenteachaparrado.Ninguna de sus facciones era impecable: tenía los dientes blancos, pero un pocoirregulares; buen color, pero la piel tosca; cabello espeso, pero de un tono castañomuy corriente, ni claro ni oscuro, y unos ojos bastante grandes, pero de un azuldesvaídoqueparecíagris.Seapreciabaenélciertoairededisipación,susenemigosdecían que era un embaucador, y hasta sus mejores amigos convenían en que nomerecíaconfianza.Teníamalareputación.Alosveinteañossehabíafugadoycasadocon la prometida de otro y, tres años después, estuvo involucrado en un caso dedivorcio.Suesposasedivorciódeélyélvolvióacasarse,peronoconlamujerquehabíaprovocadoeldivorciosinoconotra,a laqueabandonóalcabodedoso tresaños.Ahoraacababadecumplirlostreinta.Ensuma,sehabíaganadoapulsosumalafama.Alparecer,noteníacualidadqueloredimiera;yelcoronelTrail,elinglésqueestaba de paso, alto, delgado, curtido por la intemperie, de cara larga y colorada,bigotito gris y aire de imbecilidad, se preguntaba por qué la princesa se habíapermitidoobligarlesaélyasuesposaacenarconsemejanterufián.

«Merefiero—hubieradicho,dehaber tenidoaquién—aquenoes laclasedeindividuocuyacompañíaseconsideraapropiadaparaunamujerdecente.»

Cuando se sentaron a la mesa, el coronel observó con alivio que su esposa,situadaal ladodeRowleyFlint,escuchabaconfrialdadsusamablesobservaciones.Lopeoreraqueaqueltiponoeraunaventureroninadaporelestilo;enrealidad,eraprimo de su mujer. Pertenecía a una buena familia y disponía de una renta muydecente.Lomaloeraquenuncahabíatenidoqueganarselavida.Enfin,hastaenlasmejoresfamiliashayunaovejanegra;peroloqueelcoronelnocomprendíaeraquéveíanlasmujeresenaquelindividuo.Desdeluego,nosepodíaesperarqueelíntegroyprobomilitarcomprendieraqueloquedistinguíaaRowleyFlint,loqueexplicabasu éxito, era su sex-appeal, y que su falta de escrúpulos en sus relaciones con lasmujeresparecíaaumentarsuatractivo.Pormuchosprejuiciosqueunamujerpudieratener,alamediahoradeconversación,sederretíaysedecíaquenocreíanilamitaddelascosasmalasquesecontabandeaquelhombre.Pero,silehubieranpreguntadoqué veía en él, no hubiera sabido qué contestar. Porque no era guapo, ni siquiera

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distinguido;parecíaunmecánicodegarajeyllevabaropabuenacomoelquellevaunmonode trabajo,comosino le importarasuaspecto.Era irritantequenoparecieratomarnadaenserio,ni siquieraelamor.Éldejabamuyclaroqueen lamujer sólobuscabaunacosa,ysuabsolutafaltadesentimentalismoresultabaintolerablementeofensiva.Peroteníaalgoquehacíaperderlacabeza,unaespeciededulzuradebajodela aspereza de sus modales, una ternura bajo su gesto burlón, una comprensióninstintiva de que la mujer es una criatura diferente del hombre, que resultabaextrañamentehalagadora.Yatodoellohabíaqueañadirlasensualidaddesubocayla caricia de sus ojos grises. La vieja princesa lo había expresado con su crudezahabitual:

—Desdeluegoesungranuja,uncrápula,pero,siyotuvieratreintaañosmenosyme pidiera que me fugase con él, no me lo haría repetir, aun sabiendo que meabandonaríaalcabodeunasemanayseríadesgraciadaelrestodemivida.

Pero en la mesa a la princesa le gustaba que la conversación fuera general y,cuandosusinvitadossesentaron,sedirigióaMary:

—SientomuchoquesirEdgarnohayapodidovenir.—Tambiénlohasentidoél.PerohatenidoquemarcharaCannes.Laprincesainformóalrestodelospresentes.—Esunsecreto,peroacabandenombrarlogobernadordeBengala.—Ah,caramba—exclamóelcoronel—.Magníficopuesto.—¿Hasidounasorpresa?—Élsabíaqueeraunadelaspersonaspropuestas.—Esel hombre idóneopara el cargo.Acercade esonopuede existir lamenor

duda—dijoelcoronel—.Nomesorprenderíaquesitieneéxitolonombraranvirrey.—MeparecequenadamegustaríatantocomoservirreinadelaIndia—dijola

princesa.—¿Porquénosecasaconél,porsiacaso?—sonrióMary.—Pero¿noestácasado?—preguntóladyGrace.—No.—LaprincesadirigióaMaryunamiradamaliciosa—.Aunquenoleniego

queha flirteadoconmigodeunmodoescandalosodurante las seis semanasquehaestadoaquí.

Rowley rió entre dientes y miró de soslayo a Mary, entornando sus largaspestañas.

—¿Hadecididocasarseconél,princesa?Porque,entalcaso,nocreoqueelpobrediablotengamuchasposibilidades.

—Opinoqueseríaunenlacemuypertinente—dijoMary.Sabía que tanto la princesa comoRowley bromeaban para tirarle de la lengua,

peroellanoteníaintenciónderevelarnada.EdgarSwifthabíademostradotantoasuspropiosamigoscomoalosdeellaenFlorenciaqueestabaenamorado;ymásdeuna

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vezlaprincesahabíatratadodesonsacarlaacercadesusproyectos.—Me parece que no le gustaría el clima deCalcuta—dijo ladyGrace, que lo

tomabatodocompletamenteenserio.—Oh, a mi edad prefiero alianzas transitorias —respondió la princesa—.

Comprenda, no dispongo de tiempo para perder. Por eso siento predilección porRowley;susintencionessonsiempremalas.

El coronel contempló su plato con un fruncimiento de cejas totalmenteinjustificado,porquelosscampihabíanllegadodeViareggioaquellamismatarde,ysuesposaesbozóunasonrisaforzada.

Enelrestaurantehabíaunapequeñaorquesta.Losmúsicosvestíanundeslucidotrajenapolitanodeoperetaeinterpretabanmúsicanapolitana.

Alpocorato,laprincesadijo:—Meparecequeya eshoradeque actúe el cantante.Yaverán, es asombroso.

Tieneunavozpreciosa,todamacaroniysentimiento.HaroldAtkinsonestápensandoseriamenteenhacerleestudiarbelcanto.—Llamóalmaître—.Digaaltenorquenoscantelacanciónqueinterpretólanochequeestuveaquí.

—Losiento,Excelencia,peronohavenido.Estáenfermo.—¡Qué fastidio! Yo quería que mis amigos lo escucharan. Hemos venido ex

profeso.—Noshaenviadoaunsustituto,peroesviolinista.Lediréquetoque.—Sialgodetestoeselviolín—dijoella—.Nuncacomprenderéquepuedahaber

gente que disfrute oyendo cómo alguien restriega unas tripas de gato con pelos decoladecaballo.

Elmaîtrehablabaconsolturamediadocenadelenguas,peronoentendíaninguna.Creyó que la princesa le decía que estaría encantada y se fue a hablar con elviolinista. Éste se adelantó. Era un jovenmoreno y delgado, con enormes ojos dehambre y aspecto melancólico. Llevaba el ridículo traje napolitano con un aireromántico, pero parecía desnutrido. Su cara estaba descarnada, afilada. Tocó unapieza.

—Esfrancamentehorrendo,mipobreGiovanni—dijolaprincesaalmaître.Estavezéllaentendió.—Muy bueno no es, princesa, lo siento. No lo sabía. Pero el cantante volverá

mañana.LosmúsicosatacaronotrapiezayRowley,amparándoseenelruido,dijoaMary.—Estanocheestáspreciosa.—Gracias.Aéllebrillabanlosojos.—¿Te digo lo que más me gusta de ti? Que, a diferencia de ciertas mujeres,

cuandoalguientedicequeeresbonitanofingessorpresasinoqueloaceptasconla

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mismanaturalidadquesitedijeranquetienescincodedosencadamano.—Hastaquemecasé,miaspectofuemiúnicomediodevida.Cuandomuriómi

padre,amimadreyamínonosquedómásqueunapequeñapensión.Siconseguípapelesencuantosalíde laAcademiadeArteDramáticofuegraciasa lasuertedetenerestefísico.

—Estoysegurodequehubieraspodidotriunfarenelcine.Ellarió.—Pordesgracia, carezcode talento.Sólo fachada.Quizáconel tiempohubiera

podidoaprenderainterpretar,peromecaséydejéelteatro.Una leve sombra cruzó por su cara y por un momento pareció contemplar su

pasado con tristeza. Rowley miraba su perfil perfecto. Era realmente una criaturamuyhermosa.Teníaunasfaccionesexquisitas,peroloquelahacíatanextraordinariaerasumaravillosocolor.

—Erestrigueña,¿eh?Maryteníaelcabellocolordemiel,losojosgrandesycastañosylapieldorada.

Erasuencendidocolorloquedisipabalafrialdadquepudierantenersusfaccionesdecorteclásicoylesdabauncaloryunasazónpoderosamenteatractivos.

—Creoqueereslamujermáshermosaquehevisto.—¿Acuántasselohasdicho?—Amuchas.Peroesonosignificaqueahoranoseasincero.Ellarió.—Supongoqueno,perodejémosloahí,¿quieres?—¿Porqué?Esuntemamuyinteresante.—Desdeque tenía dieciséis años oigodecir a la gente que soybonita, y ya ha

dejadodeimpresionarme.Esunaventaja,yseríaunaestúpidasinomealegrara.Perotambiéntienesusinconvenientes.

—Eresunapersonasensata.—Esecumplidosímehalaga.—Notratabadehalagarte.—¿No? Parecía un preámbulo que he oído muchas veces. Para la fea, un

sombrero;paralaguapa,unlibro.¿Novaporahí?Élnosedesconcertó.—¿Noestásdemasiadocáusticaestanoche?—Siento parecértelo. Sólo quería dejar en claro de una vez por todas que

conmigonotienesnadaquehacer.—¿Nosabesqueestoydesesperadamenteenamoradodeti?—Quizádesesperadamentenosea lapalabraadecuada.Durante lasúltimasseis

semanas has dejado entrever que te gustaría tener una aventurilla conmigo. Unaviuda,bonitaysincompromiso,enunlugarcomoFlorencia...Elplanideal.

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—¿Yvasareprochármelo?Esnaturalqueenprimaveralamentedeunhombrecontemplepensamientosamorosos.

Sufranquezadesarmabadetalmodoqueellanopudomenosquesonreír.—No te lo reprocho. Pero, por lo que a mí respecta, pierdes el tiempo. Lo

lamento.—Quéconsiderada.Enrealidadtengomuchotiempoqueperder.—Desdeque teníadieciséisañosmehangalanteadomuchoshombres.Viejosy

jóvenes,feosyguapos,todosparecenpensarqueunaestáahísóloparasatisfacersusapetitos.

—¿Nuncahasestadoenamorada?—Sí,unavez.—¿Dequién?—Demimarido.Poresomecaséconél.Seprodujounapausa.Laprincesarompióelsilencioconuncomentariotrivialy,

nuevamente,laconversaciónsehizogeneral.

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Habíancenadotardeyeranmásdelasoncecuandolaprincesapidiólacuenta.Alver que se iban, el violinista se acercó, con un platillo en el que habíamonedas ybilletes pequeños que habían echado los clientes de las otras mesas. Era la únicaremuneraciónquerecibíanlosmúsicos.Maryabrióelbolso.

—Déjalo—dijoRowley—.Yoledaré.Sacóunbilletedediezlirasylopusoenelplatillo.—Yo también quiero darle algo—dijoMary. Dejó un billete de cien liras. El

hombreesbozóungestodesorpresa,mirófijamenteaMary,seinclinóysemarchó.—¿Sepuede saberporqué lehasdado tantodinero?—exclamóRowley—.Es

absurdo.—Tieneunacaratantristeytocatanmal...—Ellosnoesperantanto.—Ya lo sé. Por eso se lo di. Significará mucho para él. Puede suponer una

diferenciatrascendental.Los invitados italianos se fueron en sus coches y la princesa se dispuso a

acompañaralosTrail.—¿Podría dejar a Rowley en su hotel,Mary?—dijo—. Amí me pilla muy a

trasmano.—Sinotemolesta—dijoél.MarysospechóqueeraunaintrigaurdidaporaquellaviejaCelestina,quesentía

granpredilecciónporRowley,peronoeraposiblenegarseapeticióntanrazonable,ycontestóqueestaríaencantada.Subieronalcocheysealejaronporelmuelle.Lalunallenailuminabalacalzada.Hablabanpoco.Rowleyintuíaqueellaestabasumidaenpensamientosalosqueéleraajenoynoqueríaimportunarla.Perocuandollegaronalhoteldijo:

—Haceunanochetanhermosaquedapenairseadormir.¿Noquerríaspasearunpocomás?¿Tienessueño?

—No.—Demosunavueltaporelcampo.—¿Noesunpocotardeparairalcampo?—¿Tienesmiedodelcampoodemí?—Deningunodelosdos.Ellavolvióaponerenmarchaelcoche.Siguieronelcursodelríoy,alpocorato,

habíansalidodelaciudad.Alpiedelacarreterahabíacasitasaisladasy,másallá,granjasdeparedesblancas

entrealtoscipresesqueseerguían,oscurosyhieráticos,alclarodeluna.—¿PiensascasarteconEdgarSwift?—preguntóélbruscamente.

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Ellasevolvióamirarle.—¿Sabíasqueestabapensandoenél?—¿Cómoibaasaberlo?Marytardóenresponder.—Hoy,antesdemarcharse,mehapedidoquemecaseconél.Lehedichoquele

contestaríacuandovolviera.—¿Entoncesnoestásenamorada?Maryaminorólamarcha.Parecíatenerganasdehablar.—¿Quétehacesuponereso?—Si loquisieras,nonecesitarías tresdíaspara reflexionar.Lohabríasaceptado

inmediatamente.—Supongoquetienesrazón.No;noestoyenamoradadeél.—Puesélloestádeti.—Eraamigodemipadreyloconozcodetodalavida.Fuemuybuenoconmigo

cuandomásnecesitabaconsueloyleestoymuyagradecida.—Debedetenerveinteañosmásquetú.—Veinticuatro.—¿Tedeslumbralaposiciónquepuedeofrecerte?—Unpoco.¿Noteparecequedeslumbraríaalamayoríadelasmujeres?Alfiny

alcabosoyhumana.—¿Creesqueserádivertidovivirconunhombredelquenoestásenamorada?—Esqueyonoquieroamor.Estoymásquehartadeamor.LodijocontantavehemenciaqueRowleylamirósorprendido.—Esextrañooírdeciresoaunapersonadetuedad.Circulabanentrecampos,porunacarreteraestrecha.Lalunallenaresplandecíaen

uncielosinnubes.Elladetuvoelcoche.—Verás,yoestaba locamenteenamoradademimarido.Medecíanqueerauna

estúpidaalcasarmeconél,queerajugadoryborracho;peronomeimportaba.Élseempeñóenquenoscasáramos.Entoncesteníamuchodinero,peroaunquenohubieratenido ni un céntimo también me hubiera casado con él. No puedes imaginar losimpático que era entonces, atractivo, alegre y optimista. ¡Lo que nos divertíamosjuntos!Teníaunavitalidadarrolladora.Eraamable,dulce,cariñoso...cuandoestabafresco.Bebido,erajactancioso,ordinarioyviolento.Desesperante.Meavergonzaba.Pero no podía enfadarme con él; después se sentíamuy arrepentido. Él no queríabeber.Cuandoestabaasolasconmigoeratanmorigeradocomoelquemás,perosihabíaotraspersonasseexcitabay,despuésdetomardosotrescopas,nopodíaparar.Yoteníaqueesperarhastaqueestabacompletamenteborracho,porqueentoncesmeseguíasinoponerresistencia,ypodíaacostarlo.Hicetodocuantopudeparacurarlo,pero fue inútil; no se puede. No creo que se pueda curar a un borracho. Y me

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encontrémetidaalafuerzaenelpapeldeenfermerayguardiana.Loenfurecíaquetrataradecorregirlo.Pero¿quéibaahaceryo?Eraunasituaciónmuydifícil.Yonoquería que viera enmí a una especie de institutriz, pero algo tenía que hacer paraevitar que bebiera. A veces perdía la paciencia con él y teníamos unas escenashorribles.Porque también era jugadory, cuando estababorracho, perdía cientosdelibras.Denohabermuerto, sehubieraarruinadopor completoyyohubiera tenidoquevolveralteatroparamantenerle.Ahoramequedaunapequeñarentaylasjoyasqueme regalabaen losprimeros tiemposdecasados.Avecesnovolvíaen toda lanoche,porqueseemborrachabayseibaconlaprimeraqueencontraba.Alprincipioestomedolía,peroconeltiempolleguéapreferirlo,porquecuandosemetíaenmicamaapestandoawhisky,comprendíaquesupasiónnoeraamorsinoembriaguezyque lomismoledabaquefuerayouotra.Entoncessusbesosmerepugnabanysudeseomemortificaba.Luego,unavezsatisfecho,seechabaaroncarconelsueñodelborracho.Tesorprendióquedijeraqueestoymásquehartadelamor.Duranteañoselamorsólomedeparóhumillaciones.

—Pero¿porquénolodejabas?—¿Cómoibaadejarlo?Éldependíademípara todo.Cuandoalgosalíamal,si

teníaproblemasocaíaenfermo,acudíaamí.Seaferrabaamícomounniño.—Letemblaba la voz—. Verlo tan indefenso me partía el corazón. A pesar de susinfidelidades,apesardequeseescondíademíparaemborracharseasusanchas,apesar deque avecesyo lo irritabahasta hacermeodiosa, en el fondo, siempremequiso. Sabía que yo nunca lo abandonaría y también que, de no ser por mí, sehundiríaporcompleto.Cuandoestababorrachoeratanodiosoquesequedósinmásamigosquelachusmaquelosangraba,loexplotabaylorobaba;élsabíaqueyoeralaúnicapersonadelmundoaquienimportabasiestabavivoomuerto,yyosabíaqueeraloúnicoqueseinterponíaentreélylaruinatotal.Y,cuandomurióenmisbrazos,quedédestrozada.

Laslágrimasleresbalabanporlacarasinqueellatrataradecontenerlas.Rowley,pensandoquetalvezseríabuenoquesedesahogara,guardabasilencio.Pocodespués,encendióuncigarrillo.

—Dameuno.Soyunaestúpida.Élsacóotrocigarrillodelestucheyselodio.—¿Medaselpañuelo,porfavor?Estáenelbolso.Elbolsoestabaenelasiento,entrelosdos.Rowleyloabrióparasacarelpañuelo,

ysusdedostropezaronconelrevólver.—¿Porquéllevasunarma?—preguntó,sorprendido.—AEdgarnolegustaquesalgasolaconelcocheymehizoprometerlequelo

llevaría.Séqueesunaidiotez.—LapreguntadeRowley,aldesviarlaconversación,laayudóadominarlosnervios—.Sientohabermepuestotansentimental.

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—¿Cuándomuriótumarido?—Haceunaño.Yahoradoygraciasdequemuriera.Ahoramedoycuentadelo

desgraciadaqueeraasuladoydequeélnopodíaesperardelavidanadamásquesufrimiento.

—Muriójoven,¿verdad?—Tuvoun accidente de automóvil.Conducía borracho. Iba a ciento veinte por

una carreteramojaday el cochepatinó.Murió a laspocashoras.Afortunadamentetuvetiempodellegarasulado.Susúltimaspalabrasfueron:«Siempretehequerido,Mary»...—Suspiró—.Sumuertenosliberóalosdos.

Fumaronensilencio.Rowleyencendióotrocigarrilloconlacolilladelprimero.—¿Estásseguradeque,casándoteconunhombrequenosignificanadaparati,

noteexponesasertandesgraciadacomoantes?—preguntóél,comosinosehubierainterrumpidolaconversación.

—¿ConocesbienaEdgar?—Lehevistovariasvecesdurantelascincooseissemanasquehaestadocolgado

detusfaldas.EseltípicoforjadordelImperio.Noesuntipoquemecaigademasiadobien.

Maryrióahogadamente.—No;enesoestoydeacuerdocontigo.Esunhombrefirmeysagazqueinspira

confianza.—Ensuma,todolocontrariodemí.—¿Nopodemosdejardehablardetiduranteunminuto?—Estábien.Sigueenumerandosusvirtudes.—Esamableyconsiderado.Esambicioso.Esunhombrequehahechograndes

cosasyharágrandescosasenelfuturo.Quizáyopuedaayudarle.Séquetepareceráunaidiotez,peromegustaríaserútilalasociedad.

—Notienesunagranopinióndemí,¿verdad?—No—sonrióMary.—Megustaríasaberelmotivo.—Te lo diré —respondió ella fríamente—. Porque eres un derrochador y un

crápula.Porquenopiensasmásqueendivertirteyenseduciramujeresqueson lobastanteestúpidascomoparaprendarsedeti.

—Loconsiderounadescripciónbastanteexacta.Tuve lasuertedeheredarunasrentasquemepermitenvivir sin trabajar.¿Piensasquedeberíabuscarunempleoyquitarelpanaunpobrediablo?Queyosepa,notengomásqueestavidaymegustaun horror.Estoy en la afortunada situación de poder vivir por vivir. ¡Qué estúpidosería si no aprovechara la oportunidad!Me gustan las mujeres y, por extraño queresulte,yolesgustoaellas.Soyjovenyséquelajuventudnoeseterna.¿Porquénohededivertirmemientraspueda?

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—SeríadifícilencontraraalguienmásdistintodeEdgar.—Deacuerdo.Peroesposibleque seamás fácilvivir conmigo.Másdivertido,

desdeluego.—Olvidas que Edgar quiere casarse conmigo. Tú sugieres una relaciónmucho

másprovisional.—¿Quétehacesuponereso?—Bien,enprimerlugar,dalacasualidaddequeyaestáscasado.—Enesoteequivocas.Haceunpardemesesquemedivorcié.—Teloteníasmuycallado.—Naturalmente. Lasmujeres tienen ideas extrañas acerca delmatrimonio. Las

cosasresultanmuchomásfácilessinoseplantealacuestión.Entoncescadacualsabeaquéatenerse.

—Comprendo—sonrióMary—.Peroloquenomeexplicoesporquémerevelaseste oscuro secreto. ¿Es que, si me portara bien, quizá un día llegaras arecompensarmeconunanillodeboda?

—Cariño, soy lo bastante inteligente como para darme cuenta de que no erestonta.

—Noesnecesarioquemellamescariño.—Canastos,estoyintentandoproponertematrimonio.—¿Enserio?¿Porqué?—Nomeparecetanmalaidea.¿Yati?—Fatal.¿Cómosetehapodidoocurrir?—Hasidodepronto.Verás,cuandomehablabasdetumarido,medicuentadelo

mucho que te aprecio. Eso es diferente de estar enamorado, pero a mi manera tequiero.Sientoportiunagranternura.

—Preferiría que no dijeras esas cosas. Eres un demonio. Pareces saber porinstintoquédeciracadamujerparallegarlealcorazón.

—Nopodríadecirestascosassinolassintiera.—Vamos, cállate.Afortunadamente para ti, tengo la cabeza clara y sentido del

humor.VolvamosaFlorencia.Tedejaréenelhotel.—¿Quiereesodecirquelarespuestaesno?—Enefecto.—¿Porqué?—Estoyseguradequetesorprenderá,peronoestoyenamoradadeti.—No me sorprende. Lo sabía; pero te enamorarías si te dieras a ti misma la

oportunidad.—Eresmodesto,¿eh?Sinembargo,noquierodarmelaoportunidad.—¿EstásdecididaacasarteconEdgarSwift?—Ahora lo estoy, sí.Gracias por haberme dado ocasión de hablar. Es duro no

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teneranadieconquienexplayarse.Mehasayudadoatomarunadecisión.—Quemeahorquensiloentiendo.—Lasmujeresnorazonamosdelamismamaneraqueloshombres.Todoloque

hasdicho,loquehedichoyo,elrecuerdodelavidaconmimarido,elsufrimiento,lamortificación...Bien,frenteaesoEdgaraparececomounaroca;esfuerteyfirme.Séquepuedofiarmedeél;élnuncamedefraudará,nopodría.Meofreceseguridad.Enestemomentosientoporélunafectotangrandequeescasiamor.

—Estacarreteraesmuyestrecha—dijoRowley—.¿Quieresquedélavueltaalcoche?

—Soyperfectamentecapazdedarlavueltaamipropiocoche,muchasgracias.Aquelofrecimientolairritómomentáneamente,noporqueéldudaradesupericia

al volante, sino porque hacía que lo que ella acababa de decir resultaramelodramático.Rowleyrióentredientes.

—Haycunetaaunladoyalotro.Memolestaríairapararaunauotra.—Cierraelpico.Él encendió un cigarrillo y observó cómo ella frenaba, giraba el volante con

esfuerzo, calaba el motor, arrancaba, metía la marcha atrás, retrocedía conprecaución,surostroenrojecíay,finalmente,dabalavueltayemprendíaelregreso.Fueronensilenciohastaelhotel.

Eratardeylapuertaestabacerrada.Rowleynohizoademándeapearse.—Hemosllegado—dijoMary.—Yalosé.Élpermanecióensilenciounosmomentos,conlamiradaperdidaenelespacio.

Ellalomiróinterrogativamenteyélsevolvióconunasonrisa.—Mary,cariño,eres tonta.Sí,yaséquemehas rechazado.Estábien.Perome

parecequeyoseríamejormaridodeloquepiensas.Esundisparatecasarteconunhombrequetellevaveinticincoaños.¿Cuántostienestú?Treinta,comomucho.Ynoeresdehielo,nohaymásquemiraresaboca,yelbrillodetusojosylaslíneasdetucuerpo para comprender que eres apasionada y sensual. Sé que tuviste unaexperiencia desastrosa, pero a tu edad una persona se recupera. Volverás aenamorarte.¿Imaginasquepodrás reprimir tu instintosexual?Esecuerpo tuyoestáhechoparaelamor;notepermitiráqueloreprimas.Eresmuyjovenpararenunciaralavida.

—Merepugnas,Rowley.Hablascomosilafinalidaddelavidafueralacama.—¿Nuncatuvisteunamante?—Nunca.—Perotehabránamadomuchoshombres,ademásdetumarido.—No lo sé. Algunos me lo han dicho. Pero no puedes imaginar lo poco que

significaban para mí. No puedo decir que resistiera la tentación, porque nunca la

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sentí.—Pero¿cómopuedesdesperdiciarasítujuventudytubelleza?Duranmuypoco.

¿Dequésirvelariquezasinoladisfrutas?Eresamableygenerosa.¿Nuncasentisteelimpulsodedaralgodetucaudal?

Maryguardósilencioporuninstante.—Tediréunacosa,apesardequesindudadespuésmeconsiderarásmás tonta

todavía.—Esposible.Perodímeladetodosmodos.—Sería una estúpida si no supiera que soy más bonita que la mayoría de las

mujeres.Esciertoqueaveceshepensadoquepuedodaralgoquesignificaríamuchoparaelquelorecibiera.¿Tepareceunagranpresunción?

—No;eslapuraverdad.—Últimamente he dispuesto de mucho tiempo para pensar, y supongo que he

pensadomuchastonterías.Dehaber tomadounamante,nohubierasidounhombrecomo tú, mi pobre Rowley. Tú eres el último hombre con quien yo tendría unaaventura.Peroaveceshepensadoque,simetropezaraconunhombrepobre,soloydesgraciado, que no conociera los placeres de la vida ni hubiera disfrutado de lascosasbuenasquesecomprancondinero...siaesehombreyopudierabrindarleunaexperienciaúnica,unahoradefelicidadtotal,algoqueélnohubierasoñadoyquenoserepetiría,ledaríacongustocuantopudiera.

—¡Nuncaoímayordisparate!—exclamóRowley.—Bien,puesyalosabes—repusoellaconvivacidad—.Conquehazelfavorde

bajardelcocheparaquepuedavolveracasa.—¿Noteimportairtesola?—Enabsoluto.—Puesbuenasnoches.CásatecontuforjadordelImperioychínchate.

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MaryavanzóporlascallessilenciosasdeFlorencia,salióalacarreteraporlaquehabíavenidoyempezóasubirlacolinaencuyacimaestabalavilla.Lapendienteerapronunciadaylacarreteradescribíacurvasenhorquilla.Amitaddelasubidahabíaunaterracitasemicircularconunciprésmuyaltoymuyviejo,provistadeunparapetodesdeelquesedominabaunavistadelacatedralylastorresdeFlorencia.Tentadaporlabellezadelanoche,Marydetuvoelcoche,seapeóyseacercóalextremodelaterraza.Estabatanbonitoelvallebañadoporlalunallenaybajouncielosinnubes,queMarysintióqueelcorazónlepalpitabacasidolorosamente.

Depronto,descubrióaunhombreentrelassombrasdelciprés.Brillólabrasadeuncigarrilloyeldesconocidoseacercó.Marysehabíasobresaltadoperonoqueríademostrarlo.Élsequitóelsombrero.

—Perdone,¿noeslaseñoraquefuetangenerosaenelrestaurante?Megustaríadarlelasgracias.

Entoncesloreconoció.—Ustedeselviolinista.Ya no llevaba aquel ridículo traje napolitano sino ropa informal bastante raída.

Hablabaconmarcadoacentoextranjero.—Debía dinero a mi patrona. Las personas con quienes vivo son muy buenas

conmigo,peronecesitandinero.Ahorapodrépagarles.—¿Yquéhaceaquí?—preguntóMary.—Ibacaminodemialojamientoymeparéacontemplarlavista.—Entonces,¿viveporaquí?—Vivoenlascasitasquehaycercadesuvilla.—¿Cómosabedóndevivo?—Lahevistopasarenelcoche.Séquesucasatieneunbonitojardínyfrescosen

lasparedes.—¿Haestadoallí?—No;¿cómoibaaestar?Lodicenloscontadini.ElnerviosismodeMarysehabíadesvanecido.Eraunjoveneducadoyunpoco

tímido.Maryrecordólocohibidoqueparecíaenelrestaurante.—¿Legustaríavisitareljardínylosfrescos?—preguntó.—Meencantaría.¿Cuándoleparece?LainesperadaproposicióndematrimoniodeRowleyhabíadivertidoyexcitadoa

Mary,quenoteníaganasdeacostarse.—¿Porquénoahora?—propusoimpulsivamente.—¿Ahora?—repitióél,sorprendido.—¿Porquéno?Eljardínnuncaestámáshermosoquealaluzdelaluna.

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—Encantado—dijoél,aúnasombrado.—Suba,lollevaré.Elhombresesentóasulado.Marypusoenmarchaelcocheysiguiósubiendo.

Pasaronpordelantedeunascasitasacurrucadasaunladodelacarretera.—Vivoahí—dijoél.Ella aminoró lamarcha y contempló con aire pensativo el mísero arrabal. Era

terriblementesórdido.Siguieronsubiendoy,pocodespués, llegabanalaverjadelavilla,queestabaabierta.Elcocheentrósindetenerse.

Mary aparcó y los dos subieron por el estrecho sendero. Las habitacionesprincipalesyeldormitoriodeMaryestabanenelprimerpiso,alquesellegabaporunamagníficaescalera.Ellaabriólapuertayencendiólasluces.Enelvestíbulonohabíamuchoquever,porloquellevóaljovendirectamentealsalóndelosfrescos.Eraunaestancianoble,quelosdueñoshabíanamuebladoausteramenteconpiezasdegran calidad, cuya augusta severidad suavizabanunos ramosde flores.Los frescosestabanunpocodeterioradosynomuybienrestaurados,perosusfiguras,ataviadasalausanzadelsigloXVI,dabanalambienteunafastuosaanimación.

—Maravilloso,maravilloso...—repetíaél—.Creíqueestascosasnoseveíanmásqueenlosmuseos.Nopensabaquelagentepudieraposeerlas.

Ellasesintióconmovidaporsuentusiasmo.Noconsiderónecesarioexplicarqueenelsalónnohabíaniunasillaenlaquepudierassentartecómodamente,nique,conaquellossuelosdemármolyaltostechosabovedados,tiritabasdefríosalvoenplenacanícula.

—¿Ytodoessuyo?—preguntóél.—No,no.Lacasaperteneceaunosamigos.Melahanprestadomientrasestánde

viaje.—Losiento.Esustedmuyhermosa,yseríajustoqueposeyeracosasbellas.—Acompáñeme—dijoella—.Tomaráunacopadevinoydespuésiremosaver

eljardín.—No,gracias;nohecenadoyelvinosemesubiríaalacabeza.—¿Yporquénohacenado?Élsoltóunarisaforzadayunpocoinfantil.—Noteníadinero.Peronoimporta;yacomerémañana.—Peroesoesterrible.Vengaalacocina,verésiencuentroalgo.—Notengohambre.Estoesmejorquelacomida.Vamosavereljardínalclaro

deluna.—Eljardínseguirádondeestáylalunatambién.Voyahacerleunpocodecenay

luegovealoquequiera.Bajaronalacocina.Eramuygrande,consuelodepiedrayenormesfogonesen

los que se hubiera podido guisar para cincuenta personas. Nina y Ciro se habían

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acostadohacíaratoylacocinerasehabíamarchadoasucasadelarrabal.Maryyeldesconocidobuscabancomidasintiéndosecomodosladrones.Encontraronpan,vino,huevos, tocino y manteca. Mary conectó el hornillo eléctrico que habían hechoinstalarlosLeonard,pusoatostarunasrebanadasdepanyrompióunoshuevosenlasartén,parahacerlosrevueltos.

—Corte unas lonchas de tocino —dijo al joven—. Las freiremos. ¿Cómo sellama?

Coneltocinoenunamanoyelcuchilloenlaotra,éldiountaconazo.—KarlRichter,estudiantedehistoriadelarte.—Oh. Creí que era italiano —dijo Mary con indiferencia mientras batía los

huevos—.Elnombreparecealemán.—Yoeraaustríaco,cuandoAustriaexistía.En su tono había un acento de amargura que hizo que Mary lo mirara

interrogativamente.—¿Cómoesquehablamiidioma?¿HaestadoenInglaterra?—Lo aprendí en el colegio y en la universidad. —Sonrió bruscamente—. Es

maravillosoquesepahacereso.—¿Elqué?—Cocinar.—¿Lesorprenderási ledigoquehesidounamuchacha trabajadorayquesi sé

cocinaresporquehetenidoquehacerlo?—Mecuestacreerlo.—¿Prefierecreerquehevividosiemprerodeadadelujoydecriados?—Sí.Comounaprincesadecuentodehadas.—Deacuerdo.Séhacerhuevosrevueltosyfreírtocinoporquemihadamadrina

meotorgóesedoneldíademibautizo.Cuando todo estuvo preparado, lo pusieron en una bandeja y Mary llevó al

muchachoal comedor.Eraunahabitacióngrande, conpinturas enel techo, sendostapices en las paredes anterior y posterior y apliques de madera dorada en loslaterales.Sesentaronensillonesdealtorespaldo,unoacadaextremodelamesaderefectorio.

—Me da vergüenza llevar estos andrajos—sonrió él—. En esta habitación tanmagníficatendríaquevestirdesedayterciopelo,comolospersonajesdelosretratos.

Su traje estaba deformado; los zapatos, remendados, y la camisa, deshilachada.No llevaba corbata. A la luz de las velas que ardían en los altos candelabros deencimadelamesa,susojosparecíanoscurosyhundidos.Teníaunacabezaextraña,conelcabellonegroymuycorto,pómulospronunciados,mejillashundidas,tezmuypálida y una mirada de ansiedad que resultaba patética. Mary pensó que, vestidocomolosjóvenespríncipesdeloscuadrosdeBronzinoquehabíavistoenlosUffizi,

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hubieraestadocasiguapo.—¿Cuántosañostiene?—Veintitrés.—¿Yquémáspuedeimportar?—¿Dequésirvelajuventudsinesperanza?Vivoenunacárceldelaquenopuedo

escapar.—¿Esmúsico?Élseechóareír.—¿Tiene que preguntarlo, después de oírme tocar? No soy violinista. Cuando

escapé de Austria, conseguí trabajo en un hotel, pero el negocio iba mal y medespidieron.Hetenidounpardeempleosmás,peroaunextranjeroindocumentadolees difícil encontrar trabajo. Toco el violín cuando se presenta la ocasión, para nomorirmedehambre,perolaocasiónnosepresentatodoslosdías.

—¿PorquésemarchódeAustria?—Algunos estudiantes protestamos contra elAnschluss. Tratamos de organizar

una resistencia.Fueunaestupidez,desde luego.No teníamos lamenorposibilidad.Loúnicoqueconseguimosfuequemataranadosdelosnuestrosyquealosdemásnos enviaran a un campo de concentración. Yo estuve seis meses, pero conseguíescaparypasaraItaliaporlasmontañas.

—Eshorrible—dijoMary.Parecíauncomentariotrivialeincongruente,perofueloúnicoqueseleocurrió.

Éllamiróconunasonrisairónica.—Nosoyelúnico,¿sabe?Ahorahaymilesymilesdenosotrosporelmundo.Por

lomenos,yoestoylibre.—Pero¿quéplanestiene?Aliracontestar,élesbozóungestodedesesperación,perohizounmovimiento

deimpacienciayseechóareír.—Noquieropensarenesoahora.Megustaríadisfrutardeestemomentosublime.

Nuncamehabíaocurridoalgoparecido.Quierogozardeelloy,vengaloquevenga,conservaresterecuerdocomountesoro.

Marylomiródeunmodoextrañoycreyósentirloslatidosdesupropiocorazón.LodichoaRowleyerapocomásqueunabroma,unaideafantásticaque,llegadoelmomento, no se atrevería a realizar. ¿Había llegado ese momento? Se sentíaextrañamente audaz. Habitualmente bebía poco, y el fuerte vino tinto que habíatomado para acompañar a su peculiar invitado se le había subido a la cabeza. Laescena, en aquel vasto comedor cargado de historia, frente a aquel muchacho deexpresión trágica, leparecía turbadoraymisteriosaa lavez.Eranmásde lasdoce.Por los balcones entraba un aire tibio y perfumado. Mary sentía una especie delanguidez bajo su excitación; le parecía que el corazón se le paraba y, al mismo

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tiempo,lasangrelecorríaporlasvenasvertiginosamente.Selevantódelamesaconbrusquedad.

—Ahoraleenseñaréeljardínydespuéstendráquemarcharse.Lamejor salida al jardín era por el salón de los frescos, y allí lo llevó. Por el

camino,élseparóacontemplarunbellocassoneyentoncesdescubrióelgramófono.—¡Resultaextrañoenesteentorno!—Aveces,cuandoestoysolaeneljardín,pongomúsica.—¿Puedoencenderlo?—Silodesea.Élhizogirarelmando.Casualmente,eldiscoquehabíaenelplatoeraunvalsde

Strauss.Éllanzóunaexclamacióndealegría.—Viena.Esunodenuestrosvalses.Lamiróconojosbrillantes.Sucara sehabía transfigurado.Ella adivinó loque

queríapedirleycomprendióquenoseatrevíaahacerloportimidez.Lesonrió.—¿Sabebailar?—Sí;bailomejorquetocoelviolín.—Vamosacomprobarlo.Éllatomóporeltalley,enaquellahabitaciónsuntuosayvacía,enplenanoche,

se pusieron a bailar al son de unamúsica romántica y anticuada.Después, ella lollevó de lamano al jardín.A la luz del sol parecía un poco abandonado, como lamujerquehasidomuyamadayhaperdidosubelleza,pero,alclarodeluna,consussetos recortados y sus árboles vetustos, el templete y las extensiones de césped,resultaba misterioso y romántico. Los siglos se desvanecían, y al pasear por sussenderos,tesentíashabitantedeunmundomásjoven,enelqueimperabaelinstintosinqueimportaranlasconsecuencias.Lanocheolíaajazmín.

Caminabanensilencio,delamano.—Esto es tan hermoso que casi no se puede resistir—murmuró él, citando la

célebrefrasedeGoethe,conlaqueFausto,colmadoalfin,suplicaalmomentofugazqueperdure—.Debedesermuyfelizaquí.

—Mucho—sonrióella.—Mealegro.Esamable,buenaygenerosa.Mereceserfeliz.Megustaríapensar

quetienetodoloquedeseaenelmundo.Ellaahogólarisa.—Porlomenos,todoloquetengoderechoadesear.Élsuspiró.—Me gustaríamorir esta noche. No volverá a ocurrirme algo tanmaravilloso.

Pensaréenellodurantetodamivida.Siemprerecordaréestanoche.Subellezayestelugarmaravilloso.PensaréenustedcomounadiosaylerezarécomoalaMadonna.

Sellevólamanodeellaaloslabiosy,conunainclinaciónunpocodesgarbaday

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conmovedora, la besó. Ella le acarició la cara suavemente. De pronto, él cayó derodillas y le besó el borde del vestido. En aquel momento ella sintió una vivaexcitación.Letomólacabezaentrelasmanos,lolevantóylobesóenlospárpadosyen los labios. El gesto tenía una mística solemnidad. Mary experimentaba unasensaciónnueva.Sentíaunagranternura.

Élselevantóylaabrazóapasionadamente.Teníaveintitrésaños.Ellanoeraunadiosaalaquerezarsinounamujeralaqueposeer.

Entraronenlacasasilenciosa.

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La habitación estaba a oscuras, pero por los balcones abiertos de par en parentrabalaluna.Marysehabíasentadoenunsillónantiguodealtorespaldoyeljovenestaba en el suelo, con la cabeza apoyada en las rodillas de ella, fumando uncigarrillo.Labrasabrillabaenlaoscuridad.Enrespuestaa laspreguntasdeella, lehabía explicado que, bajo el gobierno Dollfuss, su padre, jefe de policía de unapequeñaciudadaustríaca,habíasofocadoconseveridadlosdisturbiosquealterabanlapazduranteaquellosagitadostiempos.Cuando,despuésdelasesinatodelpequeñocanciller campesino,Schussnigg llegóal poder, el padredeKarl semantuvoen supuesto,graciasasufirmezaydeterminación.ÉlestabaafavordelarestauracióndelarchiduqueOtto,porquepensabaqueeralaúnicaformadeimpedirqueAustria,alaqueamabaconfervorosopatriotismo,fueraabsorbidaporAlemania.Durantelostresañossiguientes,seganólahostilidaddelosnazisaustríacosconlasseverasmedidasqueadoptóparaponer coto a sus actividades subversivas.Eldía aciagoenque lastropasalemanasentraronenelpequeñopaísindefenso,sedisparóuntiroalcorazón.Su hijo Karl estaba a punto de terminar sus estudios. Se había especializado enhistoriadelarte,peropensabadedicarsealaenseñanza.Porelmomento,nadapodíahacer e, indignado, escuchaba entre la multitud el discurso que Hitler pronunciódesdeelbalcóndelayuntamientodeLinz,despuésdesuentradatriunfal,yoíaalosaustríacos desgañitarse aclamando a su conquistador. Pero no tardó en enfriarse elentusiasmo, y cuando los más atrevidos formaron una asociación secreta paracombatirelgobiernoextranjeroportodoslosmediosasualcance,tuvieronmuchosseguidores. Uno de ellos fue Karl. Celebraban reuniones que creían secretas yconspiraban con ineficacia, eran pocomás que unosmozalbetes y no sospechabanque todos susmovimientos y todas sus palabras eran repetidos en la jefatura de lapolicíasecreta.Undíatodosfueronarrestados.Fusilaronados,paraescarmiento,yenviaronalosdemásauncampodeconcentración.KarlescapóalcabodeseismesesytuvolasuertedepodercruzarlafronteraporelTirolitaliano.Nollevabapasaportenidocumentoalguno,porqueseloshabíanquitadoenelcampodeconcentración,yvivíaconeltemoraserarrestadoyencarceladoporvagabundoodeportadoalReich,dondeleesperabaunseverocastigo.

—De haber tenido dinero para comprar un revólver, me hubiera matado, lomismoquemipadre.

Tomólamanodeellayselallevóalpecho.—Aquí,enelcuartoespaciointercostal.Dondeahoratieneslosdedos.—No digas eso —murmuró Mary retirando la mano bruscamente con un

estremecimiento.Élsoltóunacarcajadatriste.

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—NosabeslasvecesquehemiradoelArno,preguntándomecuándollegaríaeldíaenquenotendríamásremedioquearrojarmeasusaguas.

Mary suspiró. El destino de aquel muchacho parecía tan cruel que cualquierpalabraqueellapudieradecirparaconsolarlehabríaparecidofrívola.Élleoprimiólamano.

—Nosuspires—ledijodulcemente—.Yanolamentonada.Todohabrámerecidolapena,despuésdeestanochemaravillosa.

Permanecieron en silencio. Mary pensaba en la triste historia que él le habíacontado.Noteníasalida.¿Quépodíahacerella?¿Darledinero?Loayudaríaduranteuntiempo,quizá;peronadamás.Éleraunromántico,sulenguajegrandilocuenteeraeldelmuchachoquesabemásde los librosquede lavida,apesardesus terriblesexperiencias,yeraposiblequesenegaraaaceptardinerodeella.Depronto,cantóungallo.Elsonidorasgóelsilenciocontantaviolenciaqueellaseestremeció.Retirólamano.

—Ahoradebesmarcharte,cariño—dijo.—Todavíano.Todavíano,amormío.—Prontoamanecerá.—Aúnfaltamucho.—Sepusoderodillasylaabrazó—.Teadoro.Ellasedesasió.—Perotienesquemarcharte,deverdad.Estarde.Porfavor.Ellaintuyómásquevioladulcesonrisaqueélesbozaba.Elmuchachoselevantó,

sepusolaamericanayloszapatosyellaencendiólaluz.Unavezvestida,laabrazó.—Amormío—susurró—.Mehashechomuyfeliz.—Mealegro.—Mehasdadoalgoporloquevivir.Ahoraquetetengoati,lotengotodo.Yano

measustaelfuturo.Lavidanoestanmala.Todosearreglará.—¿Nuncameolvidarás?—Nunca.Ellaalzóloslabioshastalosdeél.—Entoncesadiós.—Adiós,¿hastacuándo?—murmuróélapasionadamente.Ellavolvióasoltarse.—Adiósparasiempre,cariño.Prontomemarcharé,dentrodetresocuatrodías,

supongo.—Selehacíadifícildecir loque teníaquedecir—.Nopodemosvolveravernos.Compréndelo,nosoylibre.

—¿Estáscasada?Medijeronqueerasviuda.Hubierasidofácilmentirle.Pero,sinsaberporqué,nopudo.Buscóunaevasiva.—¿Quésuponesquehequeridodecir?Terepitoqueesimposiblequevolvamosa

vernos.Noquerrásdestrozarmelavida,¿verdad?

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—Perotengoquevolveraverte.Sólounavez,sólouna.Delocontrario,moriré.—Sé razonable,cariño.Te repitoquees imposible.Cuandonosdigamosadiós,

seráparasiempre.—Peroyotequiero.¿Túamíno?Ella titubeó.Noquería serbrusca,peroenaquelmomento lepareciónecesario

decirlaverdad.Moviólacabezaysonrióligeramente.—No.Éllamirabafijamente,comosinocomprendiera.—Entonces,¿porquémetrajisteatucasa?—Tevitansoloytristequequisedarteunosmomentosdefelicidad.—¡Oh,quécrueldad!¡Quémonstruosacrueldad!Aellaletemblabalavoz.—Nodigaseso.Nopretendíasercruel.Memovíanlaternuraylacompasión.—Yo no te he pedido tu compasión. ¿Por qué nome dejaste en paz?Me has

mostradoelcieloyahoraquieresecharmeotravezalatierra.No.No.Parecía crecerse a medida que hablaba. En su indignación había un acento

trágico.Ellaestabavagamenteimpresionada.Nopensóqueélpudieratomárselodeaquelmodo.

—Quizáhesidounaestúpida.Noqueríaherirte.Yanohabíaamorenlosojosdeélsinofríahostilidad.Sucara,máspálidaque

nunca,eracomolamáscaradelamuerte.Ellaestabaalarmada.Ahoracomprendíalotontaquehabía sido.Loscriadosdormían lejosyno laoiríanpormásquegritara.¡Qué idiota, pero qué idiota había sido!Pero no debía perder la serenidadni dejartraslucirelmiedo.

—Losientomucho—murmuró—.Noquiseherirtussentimientos.Sialgopuedohacerparacompensarte...

Élfruncióelentrecejo.—¿Yahoraqué?¿Meofrecesdinero?Noquierotudinero.¿Cuántotienesaquí?Ella tomóelbolsodeencimadel tocadory, almeter lamano, tocóel revólver.

Tuvounsobresalto.Nuncahabíadisparadounarma.Peroeraunatonteríaimaginarque las cosas llegarían hasta semejante extremo. De todos modos, se alegraba detenerlo.Alfinyalcabo,elbuenodeEdgarnoeratanestúpido.Lecruzólaideadequenoeraparaunasituacióncomoésaqueéllahabíaobligadoaaceptarlo.Inclusoenestascircunstanciaslaidealadivirtióylaayudóasobreponerse.

—Tengo dos o tres mil liras. Suficiente para que puedas llegar a Suiza. Allíestarásmásseguro.Créeme,nomeharánfalta.

—Claro que no te harán falta. Tú eres rica, ¿verdad? Lo bastante como parapagarte unanochedediversión. ¿Siemprepagas a tus amantes?Si quisiera dinero,¿crees que me conformaría con unas cuantas liras? Me llevaría las perlas y las

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pulseras.—Llévatelassiquieres.Nosignificannadaparamí.Estáneneltocador.Tómalas.—Erestanruinquecreesquetodosloshombrestienenunprecio.Estúpida.Siel

dinerosignificaratantoparamí,¿creesquenohubierapodidocontemporizarconlosnazis?Nohubieratenidonecesidaddeexpatriarme.Nidepasarhambre.

—Diosmío,¿porquénoquierescomprenderme?Sóloqueríaserbuenacontigo,ypiensasquepretendíahacertedaño.Déjameremediaresedaño.Siteheofendido,siteheherido,tepidoperdón.Sóloqueríahacertebien.

—Mientes.Eresunamujerociosa,sensual,vacía.Mepreguntoquéhashechodebuenoentuvida.Vasporelmundobuscandoemociones,experienciasnuevas,loquesea,paraengañaraltedio,sinqueteimporteeldañoquepuedascausar.Peroestaveztehasequivocado.Espeligrosollevaracasaaundesconocido.Tetoméporunadiosaynoeresmásqueunaputa.Quizádeberíaestrangularte,para impedirquehagasaotros el daño que me has hecho a mí. No sería arriesgado, ¿sabes? ¿Quién iba asospechardemí?¿Quiénmehavistoentrarenestacasa?

Diounpaso.Ellasintiópánico.Ahoraleparecíasiniestroyamenazador.Sucaraangulosa estaba crispada de odio, y sus ojos, oscuros y hundidos, la mirabantorvamente.Tratódedominarelmiedo.Todavía teníaelbolsoen lamano; sacóelrevólveryleapuntó.

—¡Sinotevasahoramismo,disparo!—exclamó.—Puesdispara.Diootropasohaciaella.—Siteacercasdisparo.—Dispara.¿Imaginasquelavidasignificaalgoparamí?Mequitaríasdeencima

unpesointolerable.Dispara.Disparayteloperdonarétodo.¡Tequiero!Sucarasehabíatransfigurado.Lairasehabíadisipadoysusgrandesojosnegros

brillabandeexaltación.Seacercóaellaconlacabezaerguidaylosbrazosabiertos,ofreciendoelpecho.—Puedesdecirqueunladrónentróentuhabitaciónylomataste.Vamos,vamos.Elladejócaerel revólver, sedesplomóenuna sillay secogió lacaraentre las

manos;seechóallorar.Éllamiraba.—¿Tefaltavalor?Pobrecilla.Quéestúpida,quéterriblementeestúpida.Nodebes

jugarconloshombrescomohasjugadoconmigo.Ven.Larodeócon losbrazosy tratóde levantarla.Ellanosabíaquépretendíay,sin

dejardesollozar,seaferrabaalasilla.Éllecogiólamuñecaconunfuertemanotazoyella,conungritodedolor,instintivamentesesoltó.Rápidamente,éllalevantóenbrazos,cruzólahabitación,laarrojósobrelacama,setendióasulado,laabrazóylellenó la cara de besos.Ella tratabade rechazarlo, pero él no la soltaba.Era fuerte,muchomásdeloqueaparentaba,yellaestabainermeensusbrazos.Finalmentedejó

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deoponerresistencia.Minutosdespués,élselevantó.Ellaestabayerta.Élsequedódepiealladodela

cama,mirándola.—Mehaspedidoquenoteolvide.Yoteolvidaré,perotúamíno.Ellanosemovió.Lomirabaconojosaterrorizados.Élsoltóunarisaáspera.—Notengasmiedo,novoyahacertedaño.Ellanodijonada.Apretólospárpados,paranoversusojoscrueles.Leoyóandar

atientasporlaoscurahabitación.Luego,sonaronunadetonaciónyelgolpesordodeuncuerpoquecaíaalsuelo.Ellaselevantóconungritodehorror.

—¡Diosmío,quéhashecho!Estaba tendidodelante del balcón, iluminadopor la luna.Ella se arrodilló a su

lado.—Karl,Karl,¿quéhashecho?Le tomó una mano; al soltársela, cayó inerte al suelo. Le palpó la cara y el

corazón.Estabamuerto.Sesentósobrelostalonesycontemplóelcadáverconhorror.Lamente se le quedó en blanco.No sabía qué hacer. La cabeza le daba vueltas ytemíadesmayarse.

Depronto se sobresaltó,porqueenelpasillo seoíanpasos,elpalmeardeunospiesdescalzosqueseentreparaban.Marycomprendióquealotro ladode lapuertahabíaalguienescuchando.Miróelpicaporteconpánico.Seoyóunpequeñogolpe.Marytemblabaviolentamenteytuvoquehacerunesfuerzoparaahogarelgritoquelesubíaalagarganta.Siguiósentadaenelsuelo,tanquietacomoelmuertoqueyacíaasulado.Seoyóotrogolpe.

—¿Quiénes?—preguntóella.—¿Estábien,signora?—EralavozdeNina—.Mehaparecidooírunruido.Maryseclavabalasuñasenlaspalmasdelasmanos,parahablarconnaturalidad.—Lohabrássoñado.Yonoheoídonada.Acuéstate.—Estábien,signora.Hubounapausayvolvieronaoírselaspisadas,queestavezsealejaban.Comosi

pudieraseguirelsonidoconlamirada,Maryvolvíalacabezahaciaelpasillo.Habíahablado instintivamente, para darse tiempo de reflexionar. Suspiró profundamente.Pero había que hacer algo. Se inclinó paramirar otra vez al austriaco y sintió unescalofrío. Volvió a ponerse de pie, asió al cadáver por debajo de los brazos paraarrastrarlohaciaelbalcón.Casinosabíaloquehacía;unimpulsoirracionallehacíadesearsacarlodelahabitación,peropesabamucho.Exhalóunentrecortadosuspirode angustia. Se sentía tan débil como un ratón. No sabía qué hacer. De prontocomprendióquehabíasidoundisparatemandaraNinaaacostarse.¿Cómoexplicarahoraque,conunmuertoenlahabitación,hubieradichoquenoocurríanada?¿Porquénegarquehabíaoídoruido,cuandounhombresehabíadisparadounabalaentre

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aquellas cuatro paredes? Vio desfilar, en vertiginoso tropel, las terriblesconsecuenciasde losucedido.Lavergüenza.Elescándalo.¿Yquérespuestapodríadar cuando le preguntaran por qué se habíamatado aquel hombre? No habíamásremedioquedecir laverdad;ylaverdaderabochornosa.Eraterribleestarsola,sinalguienquelaayudarayledijeraquépodíahacer.Ensudesesperación,loúnicoquecomprendía era que tenía que hablar con alguien.Ayuda, ayuda. Tenía que recibirayuda.Rowley.Eralaúnicapersonaalaquepodíarecurrir.Estabaseguradeque,silo llamaba, acudiría.Él la apreciaba, le había dicho que la quería.Y, aunque teníafama de desaprensivo, era buena persona. Por lo menos podría darle un consejo.Aunque era muy tarde. ¿Cómo podía esperar que acudiera a aquellas horas de lamadrugada?Perono eraposible aguardar a que sehicieradedía.Si algo sepodíahacer,habíadehacerseinmediatamente.

Teníaunteléfonoalladodelacama.Sabíaelnúmerodememoria,porqueEdgarse hospedaba en elmismo hotel y ella lo llamaba amenudo.Marcó. Tardaron encontestar. Por fin se oyó una voz que hablaba en italiano. Probablemente era elportero de noche que estaría dando una cabezada. Pidió que le pusiera con lahabitación de Rowley. Se oía la llamada, pero nadie contestaba. Por un momentopensóquehabríasalido.Talvezsehabíaidoaalgúnsitiocuandoellalodejó;ajugar,oquizá,siendocomoera,acasadeunamujer.Lanzóunsuspirodealivioaloírunavozsoñolientaeirritada.

—Diga.¿Quéhay?—Rowley,soyyo,Mary.Estoyenungraveaprieto.Leparecióqueélsedespejabadeinmediato.Leoyóreírentredientes.—¿Notepareceunpocotardeparameterseenunatolladero?¿Dequésetrata?—Nopuedoexplicárteloporteléfono.Esgrave.Quieroquevengas.—¿Cuándo?—Ahora.Inmediatamente.Encuantopuedas.PorDios.Élpercibióeltemblorensuvoz.—Voyahoramismo.Notepreocupes.Qué consuelo daban aquellas tres palabras. Calculó lo que tardaría.Había casi

cinco kilómetros desde el hotel hasta la villa, cuesta arriba la mayor parte. Y demadrugadanoencontraríataxi.Siteníaqueirandando,nollegaríaantesdeunahora.Dentro de una hora amanecería. No podía esperarle en la habitación. Era terrible.Rápidamente, se quitó la bata y se puso un vestido. Apagó la luz, hizo girar elpicaporteconsigiloysalióalpasillo.Abriólapuertaprincipal,bajóporlaescalinatamonumental a la avenida del jardín y avanzó manteniéndose a la sombra de losárboles que la bordeaban, porque la luna, que antes la había deleitado, ahora laaterrabaconsuresplandor.Al llegara laverja,separó.Leangustiabapensaren lainterminableespera.Perodeprontooyópasosy,presadepánico,seescondióenlas

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sombras.Alguiensubíapor laempinadaescalinataqueconducíadesdeelpiede lacolina hasta la villa y que, hasta que se construyó la carretera, era la única vía deacceso.Quienquieraquefuera,veníaalavillayparecíatenerprisa.Delaoscuridadsalióunhombre.EraRowley.Elaliviohizoquecasiseledoblaranlasrodillas.

—GraciasaDiosquehasvenido.¿Cómohaspodidollegartanpronto?—Elporterodenocheestabadormidoyhecogidosubicicleta.Laheescondido

abajoyheacortadoporlaescalinata.—Ven.Éllamiró.—Dime,¿quéocurre?Teveomuyalterada.Ellamoviólacabeza.Nopodíadecírselo.Leasióelbrazoylollevórápidamente

alacasa.—Nohagasruido—susurróalentrar—.Nodigasnada.Locondujoaldormitorio.Abrió lapuerta.Unavezdentro,echóla llave.Nose

atrevíaaencenderlaluz,peronohabíaotroremedio.Pulsóelinterruptor.Deltechocolgaba una gran lámpara y la habitación se iluminó brillantemente. Al ver a unhombretendidoenelsuelo,alladodeunodelosdosgrandesbalcones,Rowleypegóunrespingo.

—¡Diosmío!—Lamirófijamente—.¿Quéhapasado?—Estámuerto.—Ya.Searrodillójuntoalcadáver,lelevantóunpárpadoy,aligualqueMary,lepuso

lamanoenelcorazón.—Estámuerto, desde luego.—Elhombre aún empuñaba el revólver—. ¿Seha

suicidado?—Nopensarásquelohematadoyo.—¿Dóndeestánloscriados?¿Hasllamadoalapolicía?—No—suspiróella.—Pues tienes que avisar. No podemos dejarlo aquí. Hay que hacer algo. —

Maquinalmente,sindarsecuentadeloquehacía,arrancóelrevólverdelamanodelmuertoylomiró.

—Separecemuchoalrevólverquemeenseñasteenelcoche.—Eselmismo.Éllamirófijamente.Nocomprendía.¿Cómoibaacomprender?Lasituaciónera

demencial.—¿Porquésehasuicidado?—Nomepreguntes,porDios.—¿Sabesquiénes?Estabapálidaytemblorosa.Parecíaapuntodedesmayarse.

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—Valemás que te tranquilices,Mary.De nada servirá que te pongas histérica.Esperaunmomento,tetraeréunpocodecoñac.¿Dóndeestáelcomedor?

Ellalodetuvoconunaexclamación.—Nomedejes.Medamiedoquedarmeaquísola.—Puesvenconmigo—repusoélsecamente.Lerodeóloshombrosconelbrazoylasacódelahabitación.Enelcomedoraún

estabanencendidaslasvelas.Loprimeroqueélvioalentrarfueronlosrestosdelacena:losplatos,lascopas,labotelladevinoylasarténenqueMaryhabíapreparadoloshuevoscontocino.Rowleyseacercóalamesa.AlladodelasilladeKarlestabasumugrientosombrero.Lorecogiódelsuelo,lomiróysevolvióhaciaMary.Ellanopudosostenersumirada.

—Noesciertoquenoloconociera.—Eso,simepermiteslaexpresión,saltaalavista.—Déjatedeironías,Rowley.Estoydeshecha.—Perdona—dijoélsuavizandoeltono—.Dime,¿quiénes?—Elviolinista.Elquepasóelplatilloenelrestaurante.¿Noteacuerdas?—Sucarameresultabafamiliar.Ibavestidodepescadornapolitano,¿verdad?Por

esonoloreconocí.Y,desdeluego,ahoraestádiferente.¿Quéhacíaaquí?Marytitubeó.—Loencontrécuandovolvíaacasa.Estabaenelmirador.Seacercóahablarme.

Parecíamuysoloytriste.Rowleysemirólospies.Estabaviolentado.Maryeralaúltimamujerdelaqueél

hubierasospechadoqueeracapazdehacerloqueforzosamenteteníaquesospecharquehabíahecho.

—Mary,cariño,sabesqueharíacualquiercosaporti.Quieroayudarte.—Teníahambre.Ledidecenar.Rowleyfruncióelentrecejo.—Y,despuésdeltentempié,élvaysesuicidaconturevólver.¿Esasílapelícula?Marylloraba.—Bebeunpocodevino.Yallorarásdespués.Ellameneólacabeza.—No; estoy bien. No lloraré. Ahora sé que ha sido una locura, pero en aquel

momentonomelopareció.Seguramenteporunminutoestuveloca.Yasabesloquetedijeenelcochepocoantesdedespedirnos.

Élcomprendióaquéserefería.—Sí,unasartadebobadasrománticas.Nopenséquepudierascometersemejante

disparate.¿Porquésehamatadoestehombre?—Nolosé.Nolosé.Élreflexionómientrasponíalosplatosylascopasenlabandeja.

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—¿Quéhaces?—preguntóella.—¿No te parece preferible que no haya señales de que tuviste un invitado a

cenar?¿Dóndeestálacocina?—Poresapuerta.Hayquebajarunaescalera.Élsellevólabandeja.Cuandovolvió,Maryestabasentadaalamesa,sujetándose

lacabezaconlasmanos.—Menosmalquehebajado.Tehabíasdejadolaslucesencendidas.Sevequeno

estásacostumbradaaborrartushuellas.Loscriadosnohabíanfregadoloscacharrosdesucena.Puseesascosasconlosdemás.Esprobablequenosedencuenta.Ahorallamaremosalapolicía.

Ellacasigritó.—¡Rowley!—Escucha,cariño,nopierdaslacabeza.Hepensadoloquevamosahacer.Dirás

quedormíasyquetedespertóunhombre,evidentementeunladrón,queentróentuhabitación.Encendistelaluzyleapuntasteconelrevólverqueestabaenlamesitadenoche.Éltratódequitárteloy,enelforcejeo,elarmasedisparó.Silomatastetúosemató él no importa. Probablemente deducirán que, cuando se vio acorralado,temiendoquetusgritosalertaranaloscriados,sedisparóuntiro.

—¿Quiénvaacreerunahistoriatandescabellada?—Pues es más plausible que la verdad. Si te mantienes firme, nadie podrá

demostrarqueesmentira.—Ninaoyóeldisparo.Vinoalapuertaapreguntarquéocurría.Ledijequenada.

Cuandolapolicíalainterroguelodirá.¿Yquéexplicaciónpuedodarentonces?Todalahistoriasedesmoronará.¿Porquéhabíadedecirlequenoocurríanada,sienmihabitaciónhabíaunmuerto?Nohaysalida.

—¿Porquénomecuentastodalaverdad?—Esvergonzoso.Sinembargo,enaquelmomentocreíestarhaciendoalgobello.Él lamiró fijamente. Empezaba a comprender, pero estaba desconcertado. Ella

suspiróprofundamente.—Sí, vamos a llamar a la policía y acabemos de una vez. Es la ruina. Bien,

supongoque lo tengomerecido.Nopodrévolver amirar a la cara a la gente.Losperiódicos... Edgar... Eso también quedará descartado. —Entonces dijo algosorprendente—:Alfinyalcabo,elchiconoeraunladrón.Bastantedañohehechoalpobremuchachocomopara,encima,calumniarlo.Yotengolaculpadetodoydeboasumirlasconsecuencias.

Rowleylamiraba.—Sí,serálaruina,enesotienesrazónyunescándalodecuidado.Vasapasarlo

mal,cariño.Y,si lacosatrasciende,nadiepodráayudarte.¿Estásdispuestaacorrerun riesgo? Te lo advierto, es un gran riesgo. Si no sale bien, tu situación habrá

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empeoradotodavíamás.—Correríacualquierriesgo.—¿Porquénonosllevamoselcadáver?¿Quiénvaasospecharquetuvistealgo

queverconsumuerte?—¿Ycómonoslollevaríamos?Esimposible.—No lo es. Si me ayudas, podemos cargarlo en el coche. Conoces bien las

montañasde losalrededores.Seguramenteencontraríamosun lugardonde tardaríanmesesendescubrirlo.

—Loecharándemenos.Lobuscarán.—¿Porqué?¿Quiénquieresquesepreocupeporunviolinistaitaliano?Pensarán

quesehalargadoporquenopodíapagarelalquiler,oquesehafugadoconlamujerdealguien.

—Noeraitaliano.Eraunrefugiadoaustríaco.—Mejor.Puedes apostar las botas a quenadie va a remover cielo y tierra para

encontrarlo.—Eshorrible,Rowley.¿Ytú?¿Noteexponesaungravepeligro?—Es loúnicoquepodemoshacer, cariño.Pormíno tepreocupes.Megustael

riesgo,apurartodaslasemocionesquepuedaofrecerlavida.AMarylehacíabienoírlehablarconaqueldesenfado.Selehacíamástolerable

la angustia. Existía una posibilidad de que consiguieran hacer lo que él proponía.Peroentonceslaasaltóotraduda.

—Prontoserádedía.Loscampesinossalenatrabajarencuantoamanece.Élmiróelreloj.—¿A qué hora empieza a clarear? No antes de las cinco. Disponemos de una

hora.Sinosdamosprisa,podemosconseguirlo.Ellasuspiró.—Mepongoentusmanos.Haréloquedigas.—Puesvamos.Yhazelcondenadofavordeconservarlacalma.Rowleyrecogióelsombrerodelmuertoyvolvieronaldormitorio.—Túlevántaloporlaspiernas—dijoRowley—.Yoloagarrarépordebajodelos

brazos.Cruzaronelrecibidor,sacaronelcadáverporlapuertaprincipaly,condificultad,

lobajaronporlaescalinata.Rowleyibadelante,andandodeespaldas.Alllegarabajo,lodejaronenelsuelo.Pesabamucho.

—¿Puedestraerelcochehastaaquí?—Sí, pero no hay sitio para dar la vuelta. Tendré que salir de espaldas —

respondióMarydubitativamente.—Conduciréyo.Mientras ella bajaba hasta el extremo del sendero a buscar el coche, Rowley

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volvió a entrar en la casa. Había sangre en el suelo. Nomucha, afortunadamente,porqueelhombresehabíadisparadoalpechoylahemorragiahabíasidointerna.

Rowleyentróenelbañoymojóunatoallaconlaquelimpiólasangre.Elsueloerademármolrosay,asimplevista,alosojosdelacriadaquefregara,nosenotaríanada.Salióaljardínconlatoallaenlamano.Maryesperabaalladodelcoche.Nolepreguntóquéhabíahecho.

Rowleyabriólapuertatraserayvolvióaasiralhombrepordebajodelosbrazos,lo levantó yMary, al ver que tenía dificultades, le ayudó a cargarlo.Nohablaban.Depositaronel cadáver en el suelodel cocheyRowley le envolvió el tórax con latoallaporsilaheridasangrabaconeltraqueteo.Leencasquetóelsombrero,sesentóalvolanteyllevóelcochemarchaatráshastalaverja.Allíhabíaespacioparagirar.

—¿Quieresqueconduzcayo?—Sí.Alllegaralpiedelacolina,tuercealaderecha.—Tenemosquesalirdelacarreteraprincipalcuantoantes.—A unos seis u ocho kilómetros hay un desvío que lleva a un pueblo de la

montaña.Creorecordarquehayunbosqueenlaladera.Cuandollegaronalacarretera,Rowleyaceleró.—Vasmuydeprisa—dijoMary.—Nohaytiempoqueperder,cariño—repusoélásperamente.—Tengomiedo.—Esonosserádeayuda.Alverletanirritable,ellaguardósilencio.Sehabíapuestolalunayestabamuy

oscuro.Marynopodíaverelindicadordevelocidad,peroleparecíaqueibanamásdecientotreinta.Seretorcíalasmanos.Leparecíaquehacíanalgoterrible,algomuypeligroso, pero era su única posibilidad de salvación. El corazón le latíadolorosamente.Serepetíaunayotravez:«¡Quéestúpidahesido!».

—Debemos de haber hecho unos siete kilómetros. ¿No habremos pasado delargo?

—No,peroyanotardaremosenllegar.Nocorrastanto.Siguieronadelante.Marymirabaansiosamente,buscandoelestrechocaminoque

llevabaalpueblodelamontaña.Habíapasadoporallídosotresveces,tentadaporlavistadelpueblodelacima,queparecíaunadeesaspequeñasciudadesquesevenenelfondodelosviejoscuadrosflorentinos,conescenasdelosEvangeliosqueelpintorsitúaenelbellopaisajedesuToscananatal.

—¡Ahíestá!—exclamó.PeroRowleyyahabíadejadoatráseldesvío.Frenóyretrocedióhastaquepudo

girar.Lentamente,empezaronasubir.Escudriñabanlaoscuridad,aunoyotrolado.Depronto,Mary tocó el brazo deRowley señalandohacia la izquierda.Él paró elcoche. A ese lado había un bosquecito de unos árboles que parecían acacias. El

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sotobosqueeratupidoylapendiente,muypronunciada.Rowleyapagólosfaros.—Saldréaecharunvistazo.Pareceunbuensitio.Seapeóyseadentróenelbosque.Enlaquietuddelamadrugada,elruidodesus

pisadasen losmatorralesparecía terriblemente fuerte.Reaparecióal cabodedosotresminutos.

—Creoqueelsitioestábien.—Hablabanensusurros,apesardequeparecíanohabernadieporlosalrededores—.Ayúdameasacarlo.Tendréquellevarloenbrazos,sipuedo.Valemásquetúnobajes.Temagullaríasconlaszarzas.

—Nomeimporta.—Noerestúquienmepreocupa—respondióélsecamente—.¿Quépiensasdecir

a loscriadosparaexplicar lasmedias rotasy la suciedadde loszapatos?Creoquepodréllevarloyosolo.

Ellasaliódelcocheyabrieron lapuerta trasera. Ibanasacarelcadávercuandovieronunaluzencimadeellos.Uncochebajabalamontaña.

—¡Dios mío, estamos perdidos! —exclamó ella—. Vete, Rowley. No debesmezclarteenesto.

—Déjatedesandeces.—Noquierometerteendificultades—dijoellacondesesperación.—Noseasestúpida.Nohabrádificultades;sinopierdeslacabeza.Yaveráscómo

noslasarreglamos.—No,Rowley,porDios.Estoyperdida.—Bastaya.Contrólate.Subeatrás.—Estáél.—Cállate.La empujó y subió detrás de ella. Los faros del coche que bajaba quedaban

ocultosporlosrecodos,peroreapareceríanalsiguienteviraje.—Abrázame. Nos tomarán por una parejita que ha buscado un lugar tranquilo

paraarrullarse.Peroestatequieta.Notemuevas.Elcocheseacercaba.Enunpardeminutosestaríaa su lado,yelpasoera tan

estrechoquetendríaquefrenaralcruzarseconellos.Pasaríarozándolos.Rowleylaabrazó.Debajodesuspiesestabaelcadáver.

—Voyabesarte.Bésametútambién,comosifueraenserio.Elcocheveníahaciendoeses.Entoncesoyeronasusocupantescantaravozen

cuello.—Vaya por Dios, están borrachos. Ojalá nos vean. Sería mala pata que nos

embistieran.Anda,bésame.Ellalohizo.Parecíanbesarsetanapasionadamentequenoadvertíanlapresencia

del otro coche. Éste debía de ir lleno de gente, porque el griterío hubiera podidodespertaraunmuerto.Probablemente regresabandeunabodaenelpueblo,habían

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estado bebiendo hasta la madrugada y ahora volvían a casa repletos de alcohol.Ocupabanelcentrodelacalzada;lacolisiónparecíainevitable.Nadapodíahacerse.Depronto,seoyóunalarido.Losfaroshabíaniluminadoelcocheaparcado.Seoyóunagudochirridode frenos.Quizá, al darse cuentadelpeligro, el conductorhabíarecuperado la sobriedad de golpe, porque aminoró a paso de tortuga. Entoncesalguienobservóquehabíagenteenelcocheaparcado.Ycuandovieronaunaparejaqueseabrazabatiernamente,soltarongrandescarcajadas;unhombresoltóunabromaobscena y dos o tres hicieron sonidos groseros. Rowley abrazaba a Maryestrechamente.Sehubieradichoqueestabanajenosatodoloquenofueraeléxtasisdel amor. Un chistoso rompió a cantar, con sonora voz de barítono, «LaDonna èmobile» de la ópera Rigoletto de Verdi, y sus compañeros que, al parecer, noconocían la letra pero deseaban unirse a la broma, tararearon estrepitosamente elacompañamiento.Pasaronporsuladomuydespacio,amenosdedosdedos.

—Rodéameelcuelloconlosbrazos—susurróRowleyy,sinapartarloslabiosdelos deMary, agitó la mano alegremente a los borrachos cuando el otro coche losdejabaatrás.

—¡Bravo,bravo!—gritaronlosviajeros—.Buondivertimento.Yelbarítonolaemprendióotravezcon«LaDonnaèmobile».Elcochebajaba

bamboleándosepeligrosamentemientraselloscantabanconentusiasmo.Cuandoyasehabíanperdidodevista,seguíanoyéndosesusgritosalolejos.

RowleysoltóaMary,quesedejócaer,exhausta,enelrincóndelcoche.—Es una suerte para nosotros que todo el mundo sienta simpatía hacia los

enamorados—dijoRowley—.Ahoravalemásquesigamosconlalabor.—¿Esseguro?Silodescubrenprecisamenteaquí...—Silodescubrenencualquiersitiopróximoaestacarretera,puedenpensarque

nuestrapresenciaen losalrededoreserasospechosa.Peroquizánoencontremosunlugar tan bueno enmuchos kilómetros, y no tenemos tiempo para explorar toda lazona. Ésos estaban borrachos, hay cientos de Fiats como éste, y ¿qué puederelacionarnos a nosotros? Además, es evidente que el hombre se suicidó. Sal delcoche.

—Noestoyseguradeconseguirtenermeenpie.—Puestienesqueayudarmeasacarlo.Despuéspuedesquedartesentadaporahí.Rowley se apeó y tiró de ella. De pronto, Mary se desplomó en el estribo y

empezóasollozarhistéricamente.Éltomóimpulsoylediounafuertebofetada.Ellasepusoenpiedeunsaltoydejódellorartanrepentinamentecomohabíaempezado,sinsiquieradolersedelgolpe.

—Ahoraayúdame.Sincruzarpalabra,pusieronmanosalaobrayentrelosdossacaronelcadáver.

Rowleyloasíapordebajodelosbrazos.

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—Ahoraponsuspiernassobremiotrobrazo.Pesaunhorror.Apartaesasmatas,paraquepuedapasarsintroncharlas.

Ella obedeció y, andando pesadamente, Rowley se adentró en los matorrales.Mary, aterrada, pensaba que hacía tanto ruido que tenía que oírsele en varioskilómetrosalaredonda.Laesperaselehacíainterminable.Porfin,loviosubirporlacarretera.

—Hecreídomásprudentenovolverporelmismocamino.—¿Todobien?—preguntóellaansiosamente.—Creoquesí.Dios,estoydeshecho.Nomevendríamaluntrago.—Ledirigió

unamiradaenlaqueseinsinuabaunasonrisa—.Ahora,siquieres,puedesllorar.Ellanocontestóylosdossubieronalcoche.Élsiguióadelante.—¿Adóndevas?—preguntóMary.—Aquínopuedodarlavuelta.Además,espreferibleseguiruntrecho,paraque

noseveaquealguienhaparadoydadolavueltaenestelugar.¿Sabessimásadelantehayotrodesvíoporelquepodamossaliralacarreteraprincipal?

—Nolohay,seguro.Estecaminoterminaenelpueblo.—Estábien.Seguiremosuntrechoydaremoslavueltadondepodamos.Avanzaronunratoensilencio.—Latoallaaúnestáenelcoche.—Yomelallevaré.Latiraréporahí.—TienelasinicialesdelosLeonard.—Noteapures,yamelasarreglaré.Enúltimainstancia,laecharéalArnoconun

pedruscodentro,caminodelhotel.Unos tres kilómetros más allá había una explanada al lado de la carretera, y

Rowleydecidiódarlavuelta.—¡Rediez!—exclamóalempezarlamaniobra—.Elrevólver.—¿Cómo?Estáenmihabitación.—Mehabíaolvidadodeél.Siencuentranalhombreynovenelarmaconquese

mató,sospecharán.Tendríamosquehaberlodejadoalladodelcuerpo.—¿Quéhacemos?—Nada. Confiar en la suerte. Hasta ahora nos ha favorecido. Si descubren el

cadáverperonoelrevólver,lapolicíaprobablementepensaráquealgúnmuchachosehatropezadoconelcuerpoysehallevadoelrevólver.

Regresarontanaprisacomohabíanvenido.DevezencuandoRowleylanzabaalcielounamiradadeansiedad.Aúneradenoche,peronoestabatanoscurocomoalaida.Apesar dequeno clareaba todavía, tenía la impresióndeque el día estaba alllegar.Elcampesinoitalianomadrugamucho,yRowleyqueríadejaraMaryencasaantesdequelagenteempezaraasaliralcampo.Porfinllegaronalpiedelacolinadelavilla.Yaamanecía.

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—Valemásquesubastúsola.Dejélabiciporaquí.Apenaspudodistinguirlalevesonrisadeella.Vioquetratabadedeciralgo.Élle

diounaspalmadasenelhombro.—Notepreocupes.Todosaldrábien.Y,hazmecaso,tomaunpardesomníferos.

Denadaserviráquetequedesdespiertacavilando.Tesentirásmuchomejordespuésdedormir.

—Meparecequenopodrévolveradormirenmivida.—Loimagino.Poresotedigoquetomesalgo,paraestarseguradequeduermes.

Vendréavertemañana.—Estaréencasatodoeldía.—CreíquealmorzabasconlosAtkinson.Amítambiénmeinvitaron.—Lesllamaréydiréquenomeencuentrobien.—No;debesiryhacercomosinotuvierasnilamenorpreocupación.Essimple

precaución.Si,porunaremotaposibilidad,sellegaraasospechardeti,nodebehaberentuconductanadaquedenoteinquietud.¿Comprendes?

—Sí.MarysesentóalvolanteyesperóhastaqueRowleysacólabicicletadelescondite

ysealejó.Entoncesempezóasubirlacuesta.Dejóelcocheenelgaraje,queestabaalladodelaverja,ysubióandandoporelsendero.Entróenlacasasinhacerruido.Subió a su habitación y se detuvo en la puerta. No se atrevía a entrar y, por unmomento,sintióelsupersticiosotemordequealabrirseencontraríadefrenteaKarl,con su raída chaqueta negra. Comprendió que no podía dejarse dominar por laangustia y trató de sobreponerse, pero al girar el picaporte le temblaba la mano.Encendiólaluzrápidamenteysuspiródealivioalverquelahabitaciónestabavacíayteníaelaspectodesiempre.Marymiróelrelojdelamesitadenoche.Aúnnoeranlascinco.Ladecosashorriblesquehabíanocurridoenpoco tiempo.Hubieradadotodoloqueteníaenelmundoparahacerretrocederelrelojyvolveraser lamujerdespreocupadadehacíaunashoras.Empezaronaresbalarlelaslágrimasporlacara.Estabacansada,lelatíanlassienesy,deformaconfusa,comoenunfogonazodelamemoria, recordósimultáneamente todos lossucesosdeaquellanochedesgraciada.Sedesnudódespacio.Hubierapreferidonoacostarseenaquellacama,peronohabíamás remedio. Tendría que permanecer en la villa durante unos días por lomenos;Rowleylediríacuándopodríamarcharsesintemor.SianunciabasucompromisoconEdgar, parecería natural que se marchara de Florencia unas semanas antes de loprevisto. Había olvidado si él le había dicho cuándo tendría que viajar a la India.Pronto,sinduda.Unavezallí,estaríasegura;allípodríaolvidar.

Pero, al ir ameterse en la cama, recordó los cacharros de la cena queRowleyhabíallevadoalacocina.Apesardeloqueélhabíadicho,nosesentíatranquilaydecidiócomprobarquetodoestabaenorden.Sepusolabataybajóalcomedoryala

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cocina.Si,porcasualidad,unode loscriados laoía,pensaríaquehabíadespertadocon hambre y había bajado a ver si encontraba algo de comer. La casa parecíaespantosamentevacíaylacocina,unalóbregacaverna.Vioeltocinoenlamesayloguardó en la despensa. Echó las cáscaras de los huevos al cubo de la basura queestabadebajodel fregadero, lavó las copasy losplatosquehabíanutilizado ellayKarl y losguardó.Colgó la sartén.Yanadapodíadespertar sospechas.Volvió a lahabitación. Tomó el somnífero y apagó la luz. Confiaba en que las tabletas notardaran en surtir efecto; tan cansada estaba que, mientras se decía que si no sedormíaprontosevolveríaloca,sequedódormida.

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Alabrirlosojos,MaryvioaNinadepiealladodelacama.—¿Quéhay?—preguntóconvozsoñolienta.—Estarde,signora.LasignoratienequeestarenVillaBolognesealaunayya

sonlasdoce.Mary recordó de pronto y sintió una punzada de angustia. Completamente

despierta ya,miró a la criada, que estaba sonriente y amable como de costumbre.Marytratódetranquilizarse.

—Despuésdequemedespertarasmecostóconciliarel sueño.Comonoqueríapasarelrestodelanocheenvela,toméunpardesomníferos.

—Losientomucho, signora.Oí ruido y pensé que debía venir a ver si ocurríaalgomalo.

—¿Quéclasederuido?—Fuecomoundisparo.Recordéelrevólverquelehabíadejadoelsignoreyme

asusté.—Seríauncocheen lacarretera.Por lanoche lossonidos lleganmuy lejos.En

cuantometraigascafé,mebaño.Tengoquedarmeprisa.Cuando Nina salió, Mary se levantó de un salto y fue al cajón en que había

guardadoelrevólver.TemíaqueNinalohubieraencontradomientraselladormíayselo hubiera llevado. Ciro, su marido, le habría dicho inmediatamente que se habíadescargadounadelascámaras.Peroelrevólverseguíaallí.Mientrasesperabaelcafé,Maryreflexionaba.AhoracomprendíaporquéRowleyhabíainsistidoenquefueraaaquelalmuerzo.Ensuconductanodebíahabernadafueradelonormal;debíatenercuidado tanto por él como por sí misma. Se sentía profundamente agradecida. Élhabíaconservado la serenidadypensadoen todo.¿Quién ibaa imaginarqueaqueltarambanatuvieratantasangrefría?¿Quéhubieraocurridosiélnollegaaconservarla serenidad cuando el coche de los italianos borrachos se cruzó con ellos en elmomentomáspeligroso?QuizáRowleynofueraunindividuomuyútilalasociedad,peroeraunbuenamigo;esonopodíanegarse.

Trasbebercaféytomarunbaño,sesentóaltocadorparamaquillarseyempezóasentirsemuchomejor.Eraasombrosocomprobarque,apesardel tranceporelquehabíapasado,suaspectonohabíacambiadoenabsoluto.Nirastrodeterror,nidelaslágrimas.Sesentíadespejadaytranquila.Sucutisdoradonohabíaperdidotersura;nisu pelo, lustre; ni sus ojos, brillo. Sintió cierta excitación estimulante al pensar enaquel almuerzo en que tendría que mostrarse animada y alegre, para que todoscomentaran, cuando sehubiera ido:«HoyMaryestaba enexcelente forma».HabíaolvidadopreguntaraRowleysihabíaaceptadolainvitación;esperabaverloallí.Ledaríaconfianza.

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Porfinestuvo listaparasalir.Semiróalespejoporúltimavez.Nina lesonreíaconadmiración.

—Lasignoraestáhoymásguapaquenunca.—Nomeadulestanto,Nina.—Esverdad.Dormirlehahechobien.Pareceunaniña.LosAtkinsoneranunmatrimonioamericanodemedianaedadqueposeíanuna

espléndidavillaquehabíapertenecidoalosMédicis,yhabíandedicadoveinteañosacoleccionar losmuebles, cuadros y estatuas que hacían de su casa una de lasmássuntuosas mansiones florentinas. Eran muy hospitalarios y daban grandes fiestas.Cuando Mary entró en el salón, decorado con vitrinas renacentistas, vírgenes deDesiderio da Settignano y Sansovino y pinturas de Perugino y Filippino Lippi, lamayoríadelosinvitadosyahabíanllegado.Loscriadosdelibreapasabancóctelesycanapés.LasmujeresestabanmuybonitasconsusvestidosdeveranocompradosenParís y los hombres, relajados y cómodos con trajes ligeros.Los altos balcones seabrían a un jardín fastuoso, con boj delicadamente recortado, simétricas urnas depiedrarebosantesdefloresyestatuasbarrocaserosionadasporlaintemperie.Aqueldía cálido de primeros de junio el aire tenía una dulzura que embriagaba.Daba lasensacióndequenadiesufríadeansiedad,todoelmundoparecíatenermuchodineroyestardeseosodedivertirse.Imposibleimaginarqueexistieraalguienquecarecieradelonecesarioparavivir.Enundíacomoaquéleraunadeliciaestarvivo.

Alentrarenelsalón,Marycaptóconfinasensibilidadlaanimacióndelambiente,pero precisamente aquella alegría de vivir, aquel goce espontáneo en el momentopresentequepercibiócomoesabofetadadecalorquesientesalsalirdeunasombríacallejueladeFlorenciaaunaplazacalcinadaporelsol,leprodujounaangustiavivaycruel.Ahoramismo,aquelpobremuchachoyacíabajoel cieloenuna laderade lacuenca del Arno, con una bala en el corazón. Entonces vio a Rowley. La mirabadesdeelfondodelsalónyMaryrecordóloqueéllehabíadicho.Ahoraveníahaciaella.HaroldAtkinson,elanfitrión,unhombreapuesto,depelogris,sanguíneoyuntantocorpulento,granadmiradordelabellezafemenina,quegustabadegalantearaMary de un modo festivo y paternal, retuvo su mano más tiempo del necesario.Rowleyllegó.

—Estaba diciendo a esta muchacha que es tan bonita como un cuadro—dijoAtkinson.

—Pierdes el tiempo, amigo—respondió Rowley con su irónica sonrisa—. EscomodecirpiroposalaestatuadelaLibertad.

—¿Esquetehadadocalabazas?—Monumentales.—Noseloreprocho.—Locierto,Mr.Atkinson,esqueamínomegustanlosjovencitos—dijoMary

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conlosojosbrillantes—.Laexperienciamedicequenovalelapenahablarconunhombrehastaquehacumplidoloscincuenta.

—Tendremosquediscutirdeesoconmáscalma—respondióAtkinson—.Medalaimpresióndequetenemosmuchascosasencomún.

Sevolvióasaludarauninvitadoqueacababadellegar.—Asímegusta—musitóRowley.Sumiradadeaprobaciónlaalentó,peronopudoevitarmirarleconangustia.—Continúa.Imaginaqueestásinterpretandounpapel.—Tehedichoy te repitoqueno tengo talentopara laescena—respondióella,

perosonreía.—Sieresmujer,alafuerzatienesquesaberhacerteatro—replicóél.Maryhizoteatrodurantetodoelalmuerzo.Asuderechaestabaelanfitrión,conel

quemanteníaunfestivocoqueteoqueaélledivertíayhalagaba.Consuvecinodelotrolado,especialistaenarteitaliano,hablabadelospintoresdeSiena.EnFlorencia,lasociedadnoeramuyamplia,yvariosdelospresenteshabíanasistidoalacenadela víspera. La princesa de San Ferdinando, que había sido su anfitriona, estabasentadaaladerechadeAtkinsonysacóuntemaqueestuvoapuntodehacerperderlaserenidadaMary.Laancianasedirigióaellaporencimadelamesa.

—Estaba hablando con el conde de la cena de anoche. —Volviéndose haciaAtkinson,explicó—:LosinvitéacenarenelrestaurantedePeppino,paraqueoyerancantar aunhombreque tieneunavozmaravillosa. ¿Y sabequépasó?Puesque elhombrenosepresentó.

—Ya lo he oído cantar—dijo Atkinson—.Mi mujer quiere que le pague losestudiosdecanto.Opinaquedeberíadedicarsealaópera.

—En su lugar tenían a un desastre de violinista. Peppinome contó que era unrefugiadoalemánalquehabíadadounaoportunidadparahacerunabuenaobra,peroquenovolveríaadejarlotocar.¿Seacuerda,Mary?Fuehorrendo.

—Notocabamuybien,desdeluego.Sepreguntósisuvozsonaríaalosdemástanforzadacomoasuspropiosoídos.—Eso es expresarlo conmucha suavidad—dijo la princesa—. Si yo tocara el

violíndeesamanera,mepegaríauntiro.Marycomprendióqueteníaquedeciralgo.Seencogiódehombrosligeramente.—Debedesermuydifícilparaesaspersonasencontrartrabajo.—Esmuytriste—dijoAtkinson—.¿Yerajoven?—Sí; poco más que un muchacho —respondió la princesa—. Tenía una cara

interesante,¿verdad,Mary?—No me fijé —respondió ella—. Se empeñan en vestirlos de un modo tan

estrafalario...—Nosabíaquefueraunrefugiado.Ahorasientohabermequejado.Supongoque

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Peppinodijoquelodespediríaporqueyoprotesté.Mepreguntosipodríaencontrarlo.Megustaríadarledoscientaso trescientas lirasparaquepueda ir tirandohastaqueencuentreotrotrabajo.

Siguió hablando de él interminablemente. Mary lanzó una mirada dedesesperación aRowley, pero él estaba en el otro extremode lamesayno la vio.Tendría que arreglárselas sola. Por fin cambiaron de tema.Mary estaba exhausta.Conversaba, reía las bromas de sus vecinos, fingía interés y aparentaba que sedivertía, mientras por su memoria torturada desfilaban los sucesos de la nocheanterior, vívidamente, como una comedia que se representara en un escenario. Sealegrócuandoporfinpudodespedirse.

—Muchasgracias;hasidounareuniónmagnífica.Hacíatiempoquenolopasabatanbien.

Mrs.Atkinson, una dama de cabello blanco, amable, perspicaz y con un ácidosentidodelhumor,leestrechólamanolargamente.

—Graciasausted,querida.Es tanhermosaquecon su solapresenciahacequecualquier reuniónseaunéxito.Y tambiénHarold lohapasadoestupendamente.Esunterribleconquistador.

—Hasidomuyamableconmigo.—Loqueustedsemerece.¿Esverdadquenosdejapronto?Por el tono de Mrs. Atkinson Mary dedujo que se refería a Edgar. Quizá la

princesalehabíacontadoalgo.—Quiénsabe—sonrió.—Bien,esperoqueseaciertoloquemehandicho.¿Sabe?,meconsiderobuena

conocedora de las personas. Y usted no sólo es hermosa sino buena, cariñosa ysincera.Merecesermuyfeliz.

Mary no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.Esbozó una débilsonrisaysealejórápidamente.

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Cuando Mary llegó a casa, encontró un telegrama que acababan de entregar:«Regresomañanaenavión.Edgar».

El jardín estaba dividido en terrazas y había en él un rincón por el queMarysentíapredilección.Eraunafranjadecésped,comounapistadebolos,rodeadadeunsetodeciprésque,aunlado,formabaunarcoporelquesedivisabaunavistanodeFlorencia sino de unmonte cubierto de olivos y un pueblo de tejados rojos y concampanarioenloalto.Eraunlugarfrescoeíntimo,yallífueasentarseMaryenunsillón,buscandopaz.Eraunalivioestarsolaynotenerquefingir.Ahorapodíadarriendasueltaa lapreocupación.Alcabo,Nina le llevóuna tazade té.Mary ledijoqueesperabaaRowley.

—Cuandollegue,traewhisky,sifónyhielo.—Muybien,signora.Nina era una mujer joven, un poco chismosa, que ahora estaba ansiosa de

comentar una noticia. La había traído Agata, la cocinera, que vivía en el arrabal.Unosparientes suyoshabíanalquiladounahabitaciónaunodeaquellos refugiadosque infestaban Italia, y el hombre se había marchado sin pagar la pensión. Eranpersonas muy modestas, que necesitaban el dinero y los pocos efectos que habíadejadoelhombrenovalíannicuatroliras.Ellosnoleapremiabanparaquelespagaralastressemanasquelesdebíaporqueerasimpáticoylesdabalástima,peromenudafaena...Esolesenseñaríaquenohayquehacerfavoresalagente.

—¿Cuándosemarchó?—preguntóMary.—SalióayertardeparairatocarelviolínencasadePeppino...Sí,precisamente

dondecenólasignora.DijoaAssuntaquelepagaríacuandovolviera,peronovolvió.Ella ha ido a ver a Peppino, pero Peppino dice que no sabe nada de él, que hadesaparecidosinavisaryquenohacefaltaquevuelva.Peroqueteníadinero,supartedelacolecta.Unaseñoradiocienliras,y...

Marylaatajó.Noqueríaoírmás.—PreguntaaAgatacuántodebeaAssuntaesehombre.Yo...noquieroquesalga

perjudicadaporhaberhechounfavor.Yolepagaré.—Oh,signora,esoseríaunagranayudaparaellos.Susdoshijosestánhaciendo

elserviciomilitar,singanardinero,ylescuestamuchosaliradelante.Ellosledabandecomer,yhoyendíalacomidaestámuycara.Somosnosotros,lospobres,losquetenemosquesacrificarnosparaqueItaliaseconviertaenunagrannación.

—Estábien.Puedesmarcharte.Era la segunda vez en el día que tenía que oír hablar deKarl.Estaba aterrada.

Parecíaqueaqueldesgraciado,porelquenadiesepreocupócuandovivía,concitabala atención general de un modo misterioso después de muerto. Recordó una

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observacióndelaprincesa.Habíadichoque,puestoqueellahabíasidolacausantedeque perdiera el empleo, deseaba hacer algo por él. Era una mujer decidida y lobuscaría.Tambiéneraobstinadayremoveríacieloytierrahastaaveriguarquéhabíasidodeél.

Tengoquemarcharme.Estoyasustada,sedijo.¡SiporlomenosvinieraRowley!Enaquelmomento,élparecíasuúnicorefugio.SacódelbolsoeltelegramadeEdgaryvolvióaleerlo.Aquelloeraunavíadeescape.Empezóapensarintensamente.

Pocodespuésoyópronunciarsunombre.—Mary.EraRowley, quehabía aparecidopor el extremode la explanaday se acercaba

consuandardesgarbadoylasmanosenlosbolsillos.Noteníaunporteelegantesinounanaturalidadyunaindolenciaquemuchoshubieranencontradoprovocativasenunindividuo tan poco recomendable, pero en aquelmomento resultaron extrañamentetranquilizadorasparaMary.Élseguíaimperturbable.

—Ninamehadichoqueteencontraríaaquí.Lehepedidountragoquenecesitocon urgencia. Qué calor, subir esa cuesta. —La miró fijamente—. ¿Qué sucede?Tienesmalacara.

—EsperaaqueNinatraigalasbebidas.Élsesentóyencendióuncigarrillo.CuandollegóNina,éldijojocosamente:—Vamosaver,Nina, ¿y todosesosniñosqueelDuce reclamapara lapatriaa

todaslasitalianas?Meparecequetúnocumplescontudeber.—Mammamia,comosinofuerayabastantedifícilalimentarseunahoyendía.

¿Cómoibaadardecomeramediadocenadecriaturas?Cuandolamujersemarchó,élmiróaMary.—¿Quéocurre?Ella le contó el incidentedel almuerzo, cuando laprincesa sepuso ahablar de

Karl,yloqueNinaacababadedecirle.Éllaescuchóatentamente.—Mujer, no es para tanto. Estás nerviosa. Ese muchacho pensó que había

encontrado un trabajo permanente y lo echaron; debía dinero a su patrona, habíaprometido pagarle y no tenía suficiente. Y si lo encuentran, ¿qué? Se suicidó.Razonesnolefaltaban.

Desdeluego,loquedecíaRowleyparecíalógico.Marysonrióysuspiró.—Sindudatienesrazón.Estoynerviosa.¿Quéharíasinti,Rowley?—Nomeloimagino—rióél.—Silleganadescubrirnosanoche,¿quénoshubieraocurrido?—Quehubiéramoscaídoendesgracia,cariño.Maryahogóunaexclamación.—Noquerrásdecirquehubiéramos...idoalacárcel.Lamiróconunasonrisairónicaenlosojos.

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—Hubiéramos tenido que dar unmontón de explicaciones, ¿comprendes? Dosingleses paseando por el campo con un cadáver.No veo cómo hubiéramos podidodemostrarquesehabíasuicidado.Podíahaberlomatadounodenosotros.

—¿Porquéibasamatarlotú?—Alafértilimaginacióndeunpolicíaselehubieranocurridomediadocenade

buenasrazones.AnochenosmarchamosjuntosdecasadePeppino.Lagentedicequenotengolamejordelasreputacionesenasuntosdemujeres.Túeresunejemplarcasiperfectodebombón.¿Cómodemostrarqueentrenosotrosnohabíaalgo?Yopodíahaberencontradoalchicoentuhabitaciónyhaberlomatadoenunarrebatodecelos.O podía habernos sorprendido él en una situación comprometedora, y yo haberlomatadoparasalvartureputación.Sontonteríasquehacelagente.

—Teexpusisteaungraveriesgo.—Nohayquehablardeello.—Anocheestaba tanasustadaqueni tedi lasgracias.Fuiunaestúpida,pero te

estoy agradecida,Rowley.Te lo debo todo.De no ser por ti, creo queme hubierasuicidado.Nomeexplicoporquéhasdehaceresopormí.

Éllamirófijamenteunmomentoyluegolesonrióconnaturalidadyafecto.—Cariño,hubierahecholomismoporcualquierbuenamigo.Esmás,nopodría

jurarquenolohubierahechotambiénporunperfectodesconocido.Esquemegustaelpeligro,¿comprendes?Enrealidadnosoyunapersonamuyrespetuosadelaley,ymedivertímuchísimo.Unavez,enMonte,deunacartadependíanmillibras.Aquellotambiénfueemocionante;peronohaypuntodecomparación.Porcierto,¿dóndeestáelrevólver?

—Lotengoenelbolso.Nomeatrevíadejarloencasacuandosalíaalmorzar.MedabamiedoqueNinaloencontrara.

Éltendiólamano.—Dameelbolso.Ella no comprendía por qué se lo pedía, pero se lo dio. Él lo abrió, sacó el

revólveryseloechóalbolsillo.—¿Porquéhaceseso?Rowleyserecostócontraelsillónconindolencia.—Supongo que antes o después encontrarán el cadáver. Bien pensado, creo

preferiblequeencuentrenelrevólverconél.Maryahogóungritodeespanto.—Nopensarásvolverallí.—¿Porquéno?Esunahermosatardeynecesitohacerejercicio.Healquiladouna

bicicleta.Nohayrazónporlaquenopuedasalirapedalearporlacarreteray,unavezallí,cederal impulsodetomarporundesvíoparavisitarelpintorescopueblodelamontaña.

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—Alguienpodríaverteentrarenelbosque.—Desde luego,pienso tomar laelementalprecaucióndecerciorarmedequeno

haynadieporlosalrededores.Selevantó.—¿Noteirásya?—Creoque sí.En realidad,noesungranbosque.No te lodijeanocheporque

bastanteasustadaestabasyaynohabíatiempodebuscarotrolugar,peromeparecequehayquecontarconquenotardenendescubrirlo.

—Noestarétranquilahastasaberquehasvuelto.—¿De verdad?—sonrió él—. Subiré a verte. Me parece que estaré deseando

tomarotrotrago.—Oh,Rowley.—Notemas.Eldiabloesuncompañerolealquenoabandonaalossuyos.Se marchó. Esperar su regreso era ahora una tortura que hacía que, en

comparación,todoloocurridoparecieraunanimiedad.Denadaservíarepetirseque,despuésdelriesgoquehabíancorridolavíspera,estonoeranada.Peroaquelacto,porlomenosentonces,parecíainevitable,mientrasqueésteerainnecesario.Rowleysemetíaen labocadel lobopordiversión,porque legustaba tentara la suerte.Depronto,Mary seenfureció.Élno teníaderechoacometerunaestupidez semejante;debióimpedírselo.Perolociertoeraque,cuandoélestabaasuladoylehablabaconsu cáustico humor, era casi imposible situar las cosas en su justa perspectiva.Además, tenía la impresión de que cuando él tomaba una decisión no era fácildisuadirle. Era un hombre extraño. Quién iba a suponer que, bajo su aparentefrivolidad,hubieratantadeterminación.

Desdeluego,estáacostumbradoahacersuvoluntad,sedijoconirritación.Porfinregresó.Ellalanzóunsuspirodealivio.Nohabíamásqueverlecaminar

hacia ella con aquel aire de desfachatez y aquel rictus burlón en los labios paracomprenderquetodohabíaidobien.Élsedejócaerenelsillónysesirvióunwhiskyconsoda.

—Un buen trabajo bien hecho. Ni un alma a la vista. A veces, la fortuna secomplace en echar unamano al criminal.Corría unpocode agua cercade allí, dealgunafuente,supongo.Poresohaytantavegetación.Tiréelrevólverenuncharco.Buenovaestardentrodeunpardedías.

Ellaqueríapreguntarporelcadáver,peronoseatrevía.Permanecieronunratoensilencio,mientrasélfumabadespacioytomabasufrescabebidaconfruición.

—Megustaríacontartequéocurrióexactamenteanoche—dijoellaporfin.—Noesnecesario.Puedoadivinarloesencialyelrestonoimportamucho,¿note

parece?—Esquedeseocontártelo,quieroquesepaslopeordemí.Enrealidad,nosépor

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quésematóesepobremuchacho,perotengoremordimientos.Él laescuchóensilencio.Susojosfríosyperspicacespermanecíanfijosenella

mientrasMaryrelataba,pasoapaso,todoloocurridodesdequevioaKarlsalirdelasombra del ciprés hasta elmomento horrible en que el disparo la hizo saltar de lacama.Había cosasmuydifícilesdedecir, pero, al sentir fijos en ella aquellosojosgrises,comprendíaquesería inútil tratardeocultaralgo.Porotraparte, leproducíaciertoaliviocontarloshechosdescarnadamente.Cuandoacabódehablar,élseechóatrásenelsillónypareciócontemplarabsortolosanillosdehumodelcigarrillo.

—Creoquepuedoexplicarteporquésemató—dijoalfin—.Eraunmarginado,undesarraigado,sincasa,sindinero,mediomuertodehambre.Noteníamuchoporloquevivir,¿noteparece?Entoncesllegastetú.Nocreoquehubieravistoentodasuvida a unamujer tan hermosa.Tú le diste algo que él no hubiera podidoni soñar.Todosumundosetransformódepronto,porquetúloamabas.¿Cómopuedesesperarqueadivinaraquenoeraamorloqueteimpulsabaaentregarteaél?Luegoledijisteque te daba lástima. Mary, cariño, los hombres somos vanidosos, sobre todo losjóvenes,¿nolosabías?Fueunahumillaciónintolerable.Nomeextrañaqueestuvieratentado dematarte. Tú lo habías acercado a las estrellas y volvías a arrojarlo a lacuneta.Escomosiaunprisionerosuscarcelerosloacompañaranhastalapuertay,cuandovaasalira la libertad, ledijeranqueeraunabroma.¿Noteparecequeesofuesuficienteparaquepensaraquelavidanomerecíalapena?

—Siesoquedicesesverdad,nuncapodréperdonármelo.—Creoqueesverdad,peronotodalaverdad.Verás,élestabadesequilibradopor

todoloquehabíasufrido.Quizánoestabaensusanojuicio.Quizáhabíaalgomás.Quizátúledisteunosmomentosdeéxtasistansublimesquepensóquelavidayanopodíaofrecerlealgomejor,ysesintiódispuestoaabandonar.¿Sabes?,lamayoríadenosotroshemostenidomomentosdeunafelicidadtangrandequehemosexclamado:«¡Ahora ya podría morirme!». Bien, él tuvo este momento, se le ocurrió estepensamientoymurió.

MarymirabaaRowleyconasombro.¿Erarealmenteél,elhombreduro,burlón,irreflexivoysinvergüenzaelquedecíaesascosas?ÉsteeraunRowleydesconocido.

—¿Porquémediceseso?—Pues,enparteporquenoquieroquete lotomestanapecho.Yanadapuedes

hacer. Sólo olvidar, y quizá lo que acabo de decirte te permita olvidar con mástranquilidad.—Lededicóaquellasonrisaburlonayfamiliar—.Ytambién,enparte,porquehetomadovariascopasyestoyunpocotrompa.

Ellanocontestó.LetendióeltelegramadeEdgar.Élloleyó.—¿Vasacasarteconél?—Quieromarcharmede aquí.Ahora odio esta casa.Cada vez que entro enmi

habitación,sientodeseosdegritardehorror.

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—YlaIndiaestámuylejos.—Edgar es un hombre fuerte, con mucho carácter. Me quiere. Compréndelo,

Rowley,ahorahedesmerecidoamispropiosojos.Mesientodesvalida.Quieroquealguiencuidedemí.Necesitoapoyarmeenalguien.

—Bien,entoncesnohaymásquehablar.Mary no estaba segura de qué había querido decir. Lo miró, pero él la

contemplabaconojosrisueñosquenodelatabannada.Ellasuspiróligeramente.—Claroquequizáélnoquieracasarseconmigo.—¿Sepuedesaberdequéestáshablando?Estálocoporti.—Tengoquecontárselo,Rowley.—¿Porqué?—exclamóél,estupefacto.—Nopodría casarme con él con este secreto.Me pesaría en la conciencia.No

tendríaniunminutodepaz.—¿Paz?¿Y lapazdeél?¿Creesque tedará lasgraciasporcontárselo?Puedes

estar segura de que no tienes nada que temer. Ya nada puede relacionarte con lamuertedeesedesgraciado.

—Tengoquesersinceraconél.Rowleyfruncióelentrecejo.—Cometes un grave error.Conozco bien a esos forjadores del Imperio. Son la

esenciadelaintegridadytodasesascosas.¿Quésabenellosdetolerancia?Nuncalanecesitaron.Esunalocuradestruirsuconfianzaenti.Élteadora.Tecreeperfecta.

—¿Yesoquéimportasinolosoy?—¿Nopiensasquecuantomejor tecree lagentemejorpuedes llegara ser?Tu

Edgartienegrandescualidadesquelehansituadodondeahoraestá.Peor,malquetepese, también posee cierta dosis de obstinación y estupidez que también le hanayudado. Sin ellas no sería el personaje que es. Tú, al pedirle que comprenda ellaberintodelasensibilidadfemenina,leexigesalgoqueestáfueradesualcance.

—Simeamalosuficiente,mecomprenderá.—Está bien, querida, como quieras.No es la clase de individuo con quienme

gustaría casarme si fuera mujer; pero, si te has encaprichado, adelante. De todosmodos,siquieresunbuenconsejo,imitaalaalmeja.

Ahogó una risa, le estrechó una mano ligeramente y se alejó con su andarinsolente.Ellapensóentoncesquetalveznuncavolveríaaverlo,ylaidealeprodujounaleveopresiónenelpecho.Teníagraciaquelehubierapedidoquesecasaraconél.Tuvoque sonreír al pensar en el sustoque sehubiera llevadoRowley si ella lehubiesetomadoenserioyaceptado.

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EranlascuatrodelatardedeldíasiguientecuandoNinasalióaljardínenbuscade Mary, que tejía un tapiz, para distraerse, y le dijo que Edgar Swift estaba alteléfono.Acababadellegaralhotelyqueríasabersipodíairavisitarla.

Mary, que no sabía a qué hora llegaba el avión, esperaba la llamada de Edgardesdedespuésdelalmuerzo.PidióaNinaquelecontestaraqueestaríaencantadadeverloalahoraenqueélquisierair.Seleaceleróunpocoelcorazón.Sacólapolveradelbolsoysemiró.Estabapálida,peronosepusocolorete,porquesabíaqueaélnolegustaba;sediounostoquesconlaborladelospolvosysepintóloslabios.Llevabaunvestidodelinoamarilloconfloresestampadasqueparecíaunasencillabata,comolaquehubierapodido llevarunacriada,peroestabahechopor lamejormodistadeParís.Oyóllegarelcochey,alospocosmomentos,aparecióEdgar.Maryselevantóyfueasuencuentro.

Como de costumbre, él vestía del modo más apropiado a su edad y posición.Dabagustoverleacercarseporelcésped:alto,delgado,erguido.Sehabíaquitadoelsombrero,ysucabelloespesoyoscurorelucíadefijador.Bajolaspobladascejas,susbellosojosgrisesteníanunaexpresiónafectuosayensussobriasfaccionesnohabíaelhabitualgestodeseveridadsinounasonrisadedicha.Estrechócariñosamente lamanodeMary.

—Respirasplacidezyserenidad.Estástanbonitacomouncuadro.Mr. Atkinson utilizaba este trasnochado símil cada vez que la veía. Mary se

sorprendióaloírlodelabiosdeEdgarysupusoqueeraloqueloshombresdeciertaedaddecíanalasmujeresjóvenes.

—Siéntate.Ninanostraeráelté.¿Hastenidobuenviaje?—Mealegrodevolveraverte.Meparecequehaceunsigloquememarché.—Notanto.—Menosmal que sabía lo que hacías en cadamomento, dónde estabas a cada

hora,yteseguíaconelpensamiento.Marysonriódébilmente.—Penséqueestaríasmuyocupado.—Y lo estuve, desde luego.Mantuve un par de largas conversaciones con mi

ministro,ymeparecequeestátododecidido.Embarcoaprimerosdeseptiembre.Mehablóconfranqueza,nomeocultóqueestareadifícil,aunqueeso,naturalmente,yalo sabía cuandoacepté, perodijoquepor esomeofrecía el cargo amí.Noquieroaburrirterepitiendoloselogiosquemededicó,pero...

—Quierooírlotodo.Nomeaburre.—Bien.Dijoque,envistadelasespecialescircunstancias,habíaqueenviarallía

unapersonadetalanteconciliadoryfirmealavez,ytuvolaamabilidaddeagregar

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quenadiecombinabamejorestascualidadesqueyo.—Estoyseguradequenoseequivoca.—Detodosmodos,eshalagador.Compréndelo,hetenidoquelucharmuchoyes

una gran satisfacción encontrarme por fin cerca de la cumbre. Es un trabajoimportanteydemucharesponsabilidadquemedarálaoportunidaddedemostrarmisaptitudes.Creoquepuedoserútil.—Vacilóunmomento—.Si,talcomoesperoyoyesperanellos,lascosassalenbien,quizádespuésvenganmisionesmásimportantes.

—Eresambicioso,¿verdad?—Supongoquesí.Megustaelpoderynomeasusta la responsabilidad.Tengo

ciertasdotesymesatisfacepoderdesplegarlas.—AlacenadelaotranocheasistióuntalcoronelTrail.Dijoquesiteníaséxito

enBengalapodríannombrartevirrey.AEdgarlebrillaronlosojos.—Ahorasedicegobernadorgeneral.Imaginoqueesoestádentrodeloposible.

NombraronvirreyaWillingdonehizountrabajoexcelente.Habíanterminadodetomareltéyéldejólataza.—¿Sabes,Mary,queni elnombramientoni el honorqueconlleva significarían

tantoparamísinoesperasepodercompartirloscontigo?Ella sintió que el corazón le daba un vuelco. Había llegado el momento. Para

tranquilizarse, encendióuncigarrillo.No lomiró, pero sentía susojos fijos en ellaconexpresióncariñosa.

—Prometistecontestarmeami regreso—sonrióél—. ¡Siestaré impacientequeestamañanahefletadounaviónparallegarantes!

Ellaaplastóelcigarrilloreciénencendidoysuspiróligeramente.—Antesdedartemirespuesta,tengoquedecirteunacosa.Losiento,perotemo

quevasallevarteundisgusto.Teruegoquenomeinterrumpas.Todoloquetengasquedecir,laspreguntasquequierashacerme,déjalasparacuandotermine.

Éllamiróconrepentinaseveridad.—Adelante.—Nohacefaltaquetedigaquedaríacualquiercosaporpodercallar,peroestimo

quenoseríalocorrecto.Debesconocerloshechosyobrarenconsecuencia.—Teescucho.EllacontólalargaydolorosahistoriaquelavísperahabíareferidoaRowley,sin

omitirnada, sinexagerarniminimizar loshechos;perocontárselaaEdgareramásdifícil.Éllaescuchabainmóvil,conlacarahermética,impasible,sinunparpadeoquedenotaraloquepensaba.

Durante su relato, Mary se daba cuenta de que su proceder parecía másdisparatadoeirreflexivoahoraquecuandoseloexpusoaRowley.Imposibleintentarsiquiera dar un sesgo plausible a sus motivos. Algunos episodios resultaban

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increíbles,y la ideadequequizáélnolacreyeralehacíasentirunaopresiónenelpecho. Ahora le parecía una enormidad el que Rowley y ella hubieran cargado elcadáverenelcocheylohubieranllevadoalbosquedelamontaña,apesardequenoseleocurríaquéotracosahubieranpodidohacerparaevitarelescándaloysabeDioscuántasdificultadesconlapolicía.Peroqueaquellopudieraocurrirleaunapersonacomoellaresultabagrotesco,irreal,unapesadilla.

Porfinterminó.Edgarpermanecióinmóvilunmomento,sindecirnada.Luegoselevantóyempezóapasearseporelcésped,con lacabeza inclinada, lasmanosa laespaldayunaexpresiónhoscaysombríaqueellanoconocía.Parecíamásviejo.Porfinsedetuvodelantedeella,lamiróconunasonrisadoloridaylehablóconunavoztandulcequeleestremecióelcorazón.

—Perdona si memuestro sorprendido. Eres la últimamujer de la que hubieraesperadoalgosemejante.Cuandoteconocíerasunaniñainocenteyadorable.Pareceincreíblequeprecisamentetú...

Se interrumpió, pero ella sabía qué quería decir; parecía increíble queprecisamenteellasehubieraentregadoaunvagabundodesconocido.

—Séquenotengoexcusa.—Perdona,peromeparecequetecomportastecomounaloca.—Peor.—Noesnecesarioque ahondemoseneso.Creoque te amo lo suficiente como

para comprender y perdonar. —Había un extraño temblor en la voz del hombrefuerte, pero su sonrisa era indulgente y tierna—. Eres una romántica, una tontitaromántica. Imagino que lo que hicisteis cuando ese hombre se suicidó parecía loúnicoquepodíahacerse,dadaslascircunstancias.Fueungraveriesgoelquecorriste,peroparecequetodosalióbien.Lociertoesquenecesitasaunhombrequecuidedeti.

Ellalomiródubitativamente.—¿Aúnquierescasarteconmigoahoraquelosabestodo?Él tuvo una vacilación pero tan leve que nadie, excepto Mary, la hubiera

percibido.—No pensarás que voy a dejarte en la estacada.No podría hacerte eso,Mary,

cariño.—Estoyavergonzadademímisma.—Quieroquetecasesconmigo.Harécuantoestéenmimanoparaqueseasfeliz.

Lacarreranoloestodo.Alfinyalcabo,yanosoytanjoven;hehechomuchopormipaísynohayrazónporlaquenopuedaretirarmeahoraydejarpasoalosjóvenes.

Ellalemiróconperplejidad.—¿Quéquieresdecir?Élvolvióasentarseylecogiólasmanos.

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—Amormío, debes comprender que esto cambia un poco las cosas.No puedoaceptarelcargo,noseríacorrecto.Si llegaasaberse loocurrido, lasconsecuenciaspodríanserdesastrosas.

Maryestabaatónita.—Noloentiendo.—Notepreocupes,Mary,cariño.Telegrafiaréalministroquevoyacasarmeyno

puedoiralaIndia.Tuestadodesaludpuedeserunbuenpretexto.Nopodréofrecertela posición que esperaba, pero no hay razón que nos impida ser felices. PodemosalquilarunacasaenlaRiviera.Siemprequisetenerunbarco.Yaveráslobienquelopasamosnavegandoypescando.

—Peronopuedesrenunciaratodoahoraqueestásapuntodellegaralacumbre.¿Porqué?

—Escucha, cariño, en el puesto que me ofrecen mi gestión sería muy difícil.Exigiría inteligencia y serenidad. Y yo estaría siempre temiendo que esto pudieradescubrirse.Unapersonaqueseencuentraalbordedelcráterdeunvolcánnoestáencondicionesdeactuarconcalmayecuanimidad.

—Pero¿quépuedendescubrirahora?—Está el revólver. La policía, si se toma lamolestia, podría averiguar queme

pertenece.—Desdeluego.Yalohabíapensado.Peroesehombrepodríahabérmeloquitado

enelrestaurante.—Sí;puedehabermuchasexplicacionesplausibles,sinduda,peroprecisamente

noquierotenerquedarexplicaciones.Noesporpresumir,peronosoydelaclasedehombreque sededica a contarmentiras.Además, el secretonoes tuyo solamente.EstáRowleyFlint.

—Nopensarásqueélmedelataría.—Eso es lo que pienso, sí. Es un granuja sin escrúpulos. Un vago. Un

derrochador.Laclasedehombrequemerepugna.¿Cómosabesloqueharácuandobebaunpardecopas?Lahistoriaesmuybuenacomoparacallársela.Selacontaráensecretoaalgunamujer.Primeroaunayluegoaotra,yalfinalserálacomidilladeLondres.Créeme,notardaríamuchotiempoenllegaralaIndia.

—Teequivocas,Edgar,lojuzgasmal.Yaséqueesdespreocupadoeimprudente,onosehubieraexpuestoasemejanteriesgoparasalvarme,peroséquepuedoconfiarenél.Nuncametraicionaría.Antessedejaríamatar.

—No conoces la naturaleza humana como la conozco yo. Te aseguro que nopodráresistirlatentacióndecontarlahistoria.

—Siesesoloquepiensas,darálomismoqueteretiresono.—Quizá haya habladurías, pero, si soy un particular, ¿qué puede importarnos?

Podemosencogernosdehombros.SifueragobernadordeBengalaseríadiferente.Al

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fin y al cabo, cometisteis un delito que puede ser extraditable. Una Italia pocoamistosa podría aprovechar la oportunidad para desprestigiarnos. ¿No has pensadoquepodríasseracusadademataraesehombre?

Lamirabacontantaseveridadqueellaseestremeció.—Tengo que actuar con rectitud —prosiguió él—. No puedo defraudar la

confianzadelgobierno.Enelcargoquemeofrecen,nimiesposaniyopodemosdarpábuloalamurmuración.NuestraposiciónenlaIndiadependeahoraengranmedidadelprestigiodenuestrosfuncionarios.Situvieraquedimitir,ellopodríatenergravesconsecuencias.Nopuedehaberdiscusión,Mary, tengoquehacer loquemeparecejusto.

Su tono había cambiado gradualmente y su voz era tan áspera como severa suexpresión.AhoraveíaMaryalhombrequeeraconocidoentodalaIndianosóloporsuhabilidadpolíticasinotambiénporsuimplacablefirmeza.Mirabatodaslaslíneasdesucaraadusta,buscandounindicioreveladordesusverdaderossentimientoshaciaella y de sus pensamientos más íntimos. Comprendía que su confesión lo habíadevastado. Él era incapaz de comprender una conducta tan irreflexiva comoreprobable. Había perdido la confianza en ella y nunca volvería a sentirse seguro,pero no sería digno de él retirar el ofrecimiento que le había hecho. Ya que ella,voluntariamente, le había contado algo que hubiera podido callar, él tenía quecorresponderasufranquezacongenerosidad.Estabadispuestoasacrificarsucarreraylaposibilidaddehacerseunnombre,paracasarseconella.EntoncesMaryintuyóqueélencontrabaunaamargaalegríaenlaideadelsacrificio,noporquelojustificarasuamorporellasinoporqueaumentabasupropiaestimación.Loconocíalobastantecomoparasaberquenunca leharía reproches,quenunca lediríaquepor sucausahabía tenido que renunciar a mucho; pero también sabía que, con su energía, suapasionado amor al trabajo y su ambición, nunca dejaría de lamentar lasoportunidadesperdidas.La amabaynopoder casarse con ella supondría una crueldesilusión, pero Mary sospechaba que, si le fuera posible renunciar a ella sindesmerecerseantesuspropiosojos,pormuchoqueledoliera,élrenunciaría.Peroeraesclavodesupropiaintegridad.

Mary bajó los ojos, para ocultar una chispa de regocijo. Extrañamente, aquellasituaciónleresultabadivertida,porqueahorasabíaconcertezaqueenningúncaso—aunquenohubieraocurridonadaqueélpudieratemer,aunquelohicierangobernadorgeneral de la India al día siguiente se casaría con Edgar. Lo apreciaba, le estabaagradecidaporquehabíaaceptadocontantaecuanimidadlosdesdichadosincidentesque ella se había sentido obligada a explicar, y no quería herir sus sentimientosinnecesariamente. Tendría que proceder con cautela. Al menor descuido, élreaccionaríaconobstinaciónyseríacapazdeaplastartodassusobjecionesycasarseconellacasialafuerza.Bien,sieranecesario,Marysacrificaríaelúltimovestigiode

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labuenaopiniónqueaúnpudieramerecerle.Laperspectivanoeramuyagradable,pero tal vez fuera inevitable y, si tan defraudado se sentía, más fácil le resultaríarenunciaraella.

Mary suspiró y pensó enRowley, en lo fácil que era tratar con un granuja sinescrúpulos como él. Cualesquiera que fueran sus defectos, no se asustaba de laverdad.Hizodetripascorazón.

—QueridoEdgar,meapenaríamuchosaberquehearruinadotucarrera.—Eso ni lo pienses. Te prometo que, una vez me haya retirado, tampoco yo

volveréaacordarme.—Peronodebemospensarsóloennosotros.Túereselhombreidóneoparaese

cargo. Te necesitan. Tienes el deber de aceptar sin tomar en consideración tussentimientospersonales.

—Nosoytanpresuntuosocomoparacreermeindispensable.—Siento una gran admiración por ti, Edgar y no soportaría la idea de que

abandonaras tu puesto cuando tan necesaria es tu presencia. Podría interpretarsecomounaseñaldedebilidad.

Él tuvo un ligero sobresalto y ella comprendió que le había tocado la fibrasensible.

—No puedo hacer otra cosa. Sería peor aceptar el nombramiento en estascircunstancias.

—Síquepuedeshacerotracosa.Alfinyalcabo,notienesobligacióndecasarteconmigo.

Él le lanzó una mirada tan fugaz que Mary no tuvo tiempo de descifrar susignificado.Esoyalosabíaél,desdeluego.Seguramentesumiradaqueríadecir«PorDios,¿creesquesiyopudierasalirairosamentedeestasituación, ibaapensármelodosveces?».Peroél sabíadominar sus expresiones,y cuando respondió sus labiossonreíanysumiradaeratierna.

—Esqueyoquierocasarmecontigo.Nohayenelmundonadaquedeseemás.Bien,nohabíamásremedioquetomarlaamargamedicina.—Edgar,yoteaprecio,tedebomucho.Ereselmejoramigoquehetenido.Sélo

espléndidoqueeres,sincero,leal,amableycariñoso,peronotequiero.—Séquesoybastantemayorquetúymedoycuentadequenopuedesquererme

comoquerríasaunhombredetumismaedad.Peropensabaque,enfin,laposiciónqueteofrecíatecompensaríaenciertamedida.Temoqueahoramifuturonoresultetanatractivo.

¡Rayos,quédifícilseloponía!¿Porquénoledecía,sencillamente,queeraunagolfayqueseríamalditosisecasaraconella?Enfin,allíestabaelcalderodeaceitehirviendo,ynohabíamásremedioquecerrarlosojosydarelsalto.

—Voyahablarteconfranqueza,Edgar.SiendogobernadordeBengala,hubieras

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tenido mucho trabajo, y yo también; al fin y al cabo, soy humana y el cargo medeslumbraba.Hubiéramostenidotantoquehacerquenoparecíatenerimportanciaelqueyonoestuvieraenamoradadeti;bastabaconqueteapreciara.—Ahoraveníalomásdifícil—.Pero,unavidatranquilaenlaRiviera,sinnadaquehacerdelamañanaalanoche...Enfin,creoqueloúnicoquelaharíaviableseríaqueyotequisieratantocomotúamí.

—Tampoco tendría que ser forzosamente la Riviera. Viviríamos donde túquisieras.

—¿Yenquécambiaríaesolascosas?Élguardósilencio.Cuandovolvióamirarlasusojoseranfríos.—¿Quieresdecir que estabasdispuesta a casarte con el gobernadordeBengala

peronoconunfuncionariojubilado?—Creoquepodríadecirseasí.—Entalcaso,nohaymásquehablar.—Noquedamuchoquedecir,¿verdad?Él volvió a guardar silencio. Estaba muy serio y su cara no reflejaba sus

pensamientos.Se sentíahumilladoyamargamentedecepcionado,peroMaryestabaseguradeque tambiénsesentía infinitamentealiviado.Aunqueestosería loúltimoqueéldejaríatraslucir.Porfinsepusoenpie.

—Meparecequeno tieneobjetoquepermanezcaenFlorencia.Anoser,desdeluego,quequierasquemequedepor si surge algúnproblemaacerca... delhombrequesesuicidó.

—Oh,no,creoquenoseránecesario.—Entonces mañana mismo regresaré a Londres. Quizá sea mejor que nos

despidamosahora.—Adiós,Edgar.Yperdona.—Nohaynadaqueperdonar.Se llevó lamanodeella a los labiosy, conunadignidadqueno teníanadade

ridícula,sealejóporelcésped.Alcabodeunmomento,habíadesaparecido traselsetodeboj.Maryoyóalejarseelcoche.LaentrevistahabíafatigadoaMary.Hacíadosnochesquenodormíademodoespontáneoy,arrulladaporel sonsonetede lascigarras,elúnicosonidoqueturbabaelsilencio,sequedódormidaalairecálidodelatarde.Alcabodeunahoradespertó,descansada.Diounpaseoporelviejojardínydecidió sentarse en la terraza, para ver atardecer en la ciudad. Cuando pasaba pordelantedelacasa,vioqueCirosalíaensubusca.

—ElsignorRowleyalteléfono,signora—dijoelcriado.—Quedejeelrecado.—Deseahablarconlasignora.Maryseencogiódehombrosligeramente.Noteníamuchosdeseosdehablarcon

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Rowley,perotalvezélteníaalgoimportantequedecirle.Elrecuerdodeaquelpobremuchachotendidoenlaladeranoseapartabadesumente.Sedirigióalteléfono.

—¿Tieneshieloencasa?—preguntóél.—¿Paraestomehashechoveniralteléfono?—repusoellaconimpaciencia.—No,tambiénqueríapreguntartesitienesginebrayvermut.—¿Algomás?—Sí,deseoquemecontestesaesto:si tomountaxiyvoyahacerteunavisita,

¿meofrecerásuncóctel?—Tengomuchascosasquehacer.—Magnífico.Yoteayudaré.Ella se encogió de hombros con cierta irritación. Colgó y dijo a Ciro que

preparara lo necesario para el cóctel. Luego salió a la terraza. Estaba deseandomarcharsedeFlorencia.Laciudadse lehabíahechoodiosa,peronoqueríaquesumarcha suscitara comentarios. Tal vez fuera bueno tener ocasión de hablar conRowley; se lo preguntaría.Aunque, desde luego, era absurdo confiar tanto en unapersonatanpocodignadeconfianza.

Rowley llegó quince minutos después. Mientras cruzaba la terraza, ofrecía unfuerte contraste con Edgar que, con su figura alta y delgada, tenía un aire muydistinguido, unadignidadnatural y el aplomodel hombreque, desdehacemuchosaños, está acostumbrado a hacerse obedecer. Aunque estuviera rodeado de unamultitud,aquelhombrede rostroenérgicoyaireautoritario llamaba laatención.Elachaparrado Rowley, que llevaba la ropa como si fuera unmono demecánico, seacercaba con los hombros caídos y las manos en los bolsillos, con un aire deindolente insolenciaydespreocupaciónque,Mary tuvoquereconocerlo,nocarecíadeatractivo.Subocareidoraylasornaamigabledesusojosgrisesledabanaspectode persona tratable y simpática.De pronto,Mary pensó que, a pesar de todos susdefectos (y sin tomar en consideración el gran favor que le había hecho), ella sesentíamuy a gusto en su compañía. Podías ser túmisma.No tenías que fingir, enprimerlugar,porqueélteníamuchaperspicacia,captabalahipocresíaysereíadetiy,ensegundolugar,porqueélnuncafingía.

Rowleysepreparóuncóctel,lobebiódeuntrago,sesentóenunsillónylamiróconairemalicioso.

—AsíqueelforjadordelImperiotehadejadoplantada.—¿Cómolosabes?—Sé sumar dos y dos. Al volver al hotel, ha pedido un horario de trenes y,

cuando ha visto que podía tomar el expreso Roma-París de esta noche, ha hechollamaruncocheparairaPisa.Mefiguroquetantaprisapormarcharsesignificaquehahabidopinchazo.Yateadvertíqueeraunatonteríaconfesar.Deunhombrecomoélnosepuedeesperarquesetragueesahistoria.

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NoteníaobjetohacerunatragediadealgoqueRowleysetomabatanalaligera.Marysonrió.

—Sehacomportadomuybien.—Nolodudo.Estoysegurodequehareaccionadocomounperfectocaballero.—Esunperfectocaballero.—Másdeloqueyosoy.Yosoycaballeropornacimiento,peronopornaturaleza.—Noesnecesarioquemelojures,Rowley.—Noestarásdolida,¿verdad?—¿Yo?No.Notepidoquemecreas,perolaverdadesque,mientrashablábamos,

comprendíquepornadadelmundomecasaríaconél.—Debuena tehas librado.Noquise insistirmucho,yaqueparecíasdecididaa

casarteconél,perotehubierasmuertodeaburrimiento.Conozcoalasmujeres.TúnoeresdelasquedebancasarseconunforjadordelImperio.

—Esungranhombre,Rowley.—Ya lo sé.Un gran hombre que va por elmundo de gran hombre. Esto es lo

fantásticodeél.ComosiCharlieChaplinhicieradeCharlieChaplin.—Quieromarcharmedeaquí,Rowley.—Nadateloimpide.Uncambiodeairestesentarábien.—Hassidomuybuenoconmigo.Teecharédemenos.—Oh,peroestoysegurodequedeahoraenadelantenosveremosmucho.—¿Quétehacesuponereso?—Pues,porunlado,queahoranotienesmásremedioquecasarteconmigo.Ellaseirguióylemiródehitoenhito.—¿Quédices?—Bien, han pasado muchas cosas desde entonces y supongo que se te ha

olvidado, pero la otra noche te hiceunaproposicióndematrimonio.No supondrásque tomé tu respuesta comodefinitiva.Hasta ahora todas lasmujeres a las que hepedidoquesecasaranconmigosehancasado.

—Creíquebromeabas.Noesposiblequequierascasarteconmigoahora.Élsearrellanóenelsillón,fumandotranquilamente,conunasonrisaenloslabios

yunbrillohumorísticoenlosojos.Sutonoeratanintrascendentequeparecíaestarhablandodecosastriviales.

—Verás, cariño, la ventaja que yo puedo ofrecer es que soy una bala perdida.Muchosme critican por las cosas que he hecho y creo que tienen razón; peromeparece que nunca he hecho daño a nadie. Caigo bien a las mujeres y, como soyafectuoso por naturaleza, el resto sigue casi automáticamente. Pero no tengo niderechoni inclinacióna reprochar aotraspersonas loqueellashacen.Viveydejavivirhasidosiempremidivisa.YonosoyunforjadordelImperio,nosoyunhombrede carácter enérgico ni reputación intachable. Sólo soy un individuo tolerante, que

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tieneunpocodedineroydeseavivirbien.Dicesquesoyunholgazányungranuja.Pues bien, intenta reformarme. Tengo una granja en Kenia y voy a despedir aladministrador por incompetente.Estaba pensando en hacerme cargo de ella. Puedequeyaseahoradesentarlacabeza.Quizátegustevivirallí.

Hizounapausa,esperandoqueellahablara,peroMarynodijonada.Estabatansorprendidaytodoloqueéldecíaerataninesperadoquenopodíasinomirarlecomosinolecomprendiera.Élprosiguió,arrastrandounpocolassílabasalhablar,comosiloquedecíafueramuydivertidoyesperasequeellariera.

—Verás,alprincipioteníasrazónaldecirquesólobuscabaunaaventura.¿Yporquéno?Eresmuybonita.Yohubierasidountiporarosinohubieratenidomisplanesal respecto. Pero la otra noche en el coche dijiste un par de cosas que meconmovieron.Meresultastefrancamenteencantadora.

—Desdeentonceshanocurridomuchascosas.—Ya lo sé, y nome importa decirte que hubo unmomento en queme enfadé

muchocontigo.Ellalemiróconlospárpadosentornados.—¿Poresomedistelabofetada?—¿Terefieresacuandosalíasdelcoche?Tepeguéporquequeríaquedejarasde

llorar.—Mehicistedaño.—Ésaeralaidea.Mary bajó la mirada. Cuando contó a Edgar lo ocurrido entre ella y aquel

muchacho, se había puesto lívido de dolor. Estaba escandalizado, pero ellacomprendíaqueloquemáslomortificabaeraquehubierapodidomancharlapurezaque él tanto apreciaba en ella. La verdad era que Edgar no amaba a lamujer queMary era sino a la jovencita a la que regalaba bombones, que le fascinaba con suingenuidad. Y lo que impulsó a Rowley a abofetearla eran los celos del machofrustrado. Era extraño que descubrirlo ahora le produjera cierto orgullo. No pudomenosquemirarloconunalevesonrisa.Susmiradasseencontraron.

—Peroyanoestoyenfadadocontigo.¿Sabes?,megustóquemellamarascuandote viste en el atolladero, y la forma en que conservaste la serenidad. Hubo unmomentoenquelascosassepusieronbastantefeas.Tienespresenciadeánimoyesotambiénmegusta.Desde luego, fuiste una perfecta idiota, pero eso demuestra quetienes un corazón generoso y, a decir verdad, no he conocido a muchas que lotuvieran.Tequieromucho,Mary.

—¡Qué extraños sois los hombres!—suspiró ella—.Tanto tú comoEdgar daisimportanciaaalgoquenolatiene.Loquerealmenteimporta,loquemedestrozaelcorazónesque,pormiculpa,esepobremuchachoestámuertoysinenterrarbajoelcielo.

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—Da lo mismo que esté allí o en un cementerio. Llorando por él no podrásdevolverleunavidaqueélnoapreciaba.¿Quésignificaparatienrealidad?Nada.Simañanatecruzarasconélporlacalle,probablementenoloreconocerías.Despejalamentedepamemas.EsloquedecíaeldoctorJohnsonyesunbuenconsejo.

Ellaabriólosojos.—¿QuésabestúdeldoctorJohnson?—Enlosmomentosdesosiegodeunavidaagitada,heleídomucho.ElviejoSam

Johnsonesunodemisfavoritos.Teníamuchosentidocomúnyconocíabastantebienlanaturalezahumana.

—Estás lleno de sorpresas, Rowley.Nunca creía que leyeras algomás que laspáginasdedeportes.

—Yonopongotodasmisbuenasprendasenelescaparate—sonrióél—.Nocreoqueestarcasadaconmigoteresultetanaburridocomopuedassuponer.

Ellasealegródequeseleocurrieraunaobservaciónfrívola.—¿Ycómopodríaestarseguradequevasasermerazonablementefiel?—Bien, esodependeráde ti.Dicenqueunamujerdebe tenerunaocupación,y

éstaseríamuyapropiadaparatienKenia.Ellalomirócongestopensativo.—¿Porquéquierescasarteconmigo,Rowley?Simequierestantocomodices,no

tengo inconveniente en irme de viaje contigo. Podríamos hacer una gira porProvenza.

—Esunaidea,desdeluego.Perocondenadamentemala.—Nopareceque tengamucho aliciente cambiar unbuen amigopor unmarido

mediocre.—Bonitaobservaciónenbocadeunamujerrespetable.—No soy tan respetable. ¿No crees que ya es un poco tarde para hacer

aspavientos?—Nolocreo.Y,siempiezasatenercomplejosdeinferioridad,tedaréunazurra

que no se te olvidará en un mes. O matrimonio o nada, querida. Te quiero parasiempre.

—Peronoestoyenamoradadeti,Rowley.—Laotranochetedijeque,sitedabasunaoportunidad,teenamorarías.Ellalemiródubitativamente,yensusbellosojosaparecióunasonrisatenuepero

burlona.—No sé si tienes razón—murmuró—. No me importa reconocer que la otra

noche,cuandometeníasabrazada,mientraspasabanlosborrachosdeaquelcoche,apesardeloasustadaqueestaba,lasensaciónnoera...deltododesagradable.

Élrióentredientes.Sepusodepie,lecogiólamano,lahizolevantar,laabrazóylabesóenloslabios.

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—Bien—dijo ella—.Si insistes en casarte conmigo... Pero corremos un graveriesgo.

—Amormío,vivireseso,correrriesgos.

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