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El monasterio de agustinas de Hipona (s. IV-V) (Comunidad de oración y estudio) Manuel VILLEGAS RODRÍGUEZ San Lorenzo de El Escorial [email protected] Introducción. I. La domus monacal de Hipona. 1.1. Un espíritu impulsor. 1.2. Terminología. 1.3. Clausura. 1.4. Origen y simbolismo. 1.5. Exigencias para la admisión. 1.6. Vida interna de la domus monacal. II. La legislación. 2.1. Regla monástica. 2.2. Ordo Monasterii. 2.3. Trabajo y apostolado. 2.4. El refectorio. 2.5. Cuidado de las enfermas. 2.6. Moderación y comunidad de bienes. 2.7. Fidelidad y castidad. 2.8. La obediencia. 2.9. Correción fraterna. III. La oración. 3.1. Oración ordenada. 3.2. Como oró Cristo. 3.3. En el Oratorio. 3.4. Salmodia, himnos (oficio divino). Epílogo.

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El monasterio de agustinas de Hipona (s. IV-V)

(Comunidad de oración y estudio) 

Manuel VILLEGAS RODRÍGUEZ San Lorenzo de El Escorial [email protected]

Introducción. I. La domus monacal de Hipona.

1.1. Un espíritu impulsor. 1.2. Terminología. 1.3. Clausura. 1.4. Origen y simbolismo. 1.5. Exigencias para la admisión. 1.6. Vida interna de la domus monacal.

II. La legislación.

2.1. Regla monástica. 2.2. Ordo Monasterii. 2.3. Trabajo y apostolado. 2.4. El refectorio. 2.5. Cuidado de las enfermas. 2.6. Moderación y comunidad de bienes. 2.7. Fidelidad y castidad. 2.8. La obediencia. 2.9. Correción fraterna.

III. La oración.

3.1. Oración ordenada. 3.2. Como oró Cristo. 3.3. En el Oratorio. 3.4. Salmodia, himnos (oficio divino).

Epílogo.

I. INTRODUCCIÓN Con ocasión de que los donatistas denostaran malévolamente los monasterios

y a sus monjes, reprochando que fuera una innovación de san Agustín, éste les refuta diciendo que él no es el fundador del monacato en Africa1.

Pero, san Agustín fue un promotor apasionado de la vida religiosa. Él

difundió el ideal de la virginidad y de la continencia, cantó sus excelencias, señaló que el amor es su fundamento teológico, y especialmente exaltó que la comunión con Cristo se encarna con los hermanos especialmente en la comunidad de toda clase de bienes. Su magisterio encontró un eco insospechado entre los fieles. Por san Posidio sabemos que a lo largo de su vida el obispo de Hipona fundó varios monasterios de hombres y mujeres que, en la fecha de su muerte, rebosaban de personas entregadas a una forma comunitaria de vida, regidas por una ordenada legislación2. Los monasterios femeninos en África debieron también su existencia a los discípulos de san Agustín, que los fundaron en sus diócesis cuando eran elegidos a la dignidad episcopal, como queda constancia del fundado en Uzala por Evodio3.

Expresamente excluyo de este estudio la vida religiosa masculina. En

Hipona llegó a haber cuatro monasterios de monjes: dos monasterios creados por san Agustín, uno de monjes y otro de clérigos, un tercero fundado posteriormente por Leporio quien construyó también una hospedería y la Basílica de los Ocho Mártires, y el cuarto creado por Bernabé, clérigo que era del monasterio de san Agustín y en el que, después de un cierto tiempo, reingresó4.

1 “Deinceps perrexit ore maledico in vituperationem monasteriorum et monachorum,

arguens etiam me, quod hoc genus vitae a me fuerit institutum” (Contra litteras Petiliani donatistae, III,40,48). Cfr. MANRIQUE, A., La vida monástica en san Agustín, El Escorial-Salamanca 1959, p.116, nota 155.

2 El manuscrito más antiguo de la versión femenina de la regla de san Agustín, el Escurialense a. i 13, contiene una colección de reglas, copiado en un monasterio castellano-leonés a principios del siglo x. Cfr. VERHEIJEN, L.M., La Régle de Saint Augustin, Paris 1967. MADRID, T.C., “La Regla de San Agustín” en Obras completas de san Agustín, vol. XL, Madrid 1995, pp.533-591.

3 Cfr. Epíst.158 en el epistolario de las obras de san Agustín. 4 Cfr. Serm.356,10. Cfr. MANRIQUE, A., o.c., pp.66-183.

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Centro este estudio en el monasterio femenino de Hipona con su peculiar forma de vivir, que conocemos por los escritos de san Agustín. Su anterior experiencia sobre la vida religiosa femenina en Roma y en Milán nos la describe claramente en su obra De moribus Ecclesiae Catholicae5. I. LA DOMUS MONACAL DE HIPONA6 1.1. Un espíritu impulsor

El monasterio de Hipona7 se funda entre los años 393 al 397 por san

Agustín y en él ingresaron su hermana y algunas de sus sobrinas, hijas de su hermano. Se sabe ciertamente que la hermana de san Agustín fue superiora “durante mucho tiempo, hasta su muerte”, y que ingresaron en él numerosas mujeres, vírgenes y viudas, que quisieron seguir la norma agustiniana de vida comunitaria. San Agustín en una carta escrita en el año 423 alude al prolongado gobierno de su hermana y los “ya muchos años” de su sucesora, por nombre Felicidad.

San Agustín tenía una especial predilección por este monasterio, al que

escribe con singular afecto: «Entre tantos escándalos como colman este mundo, solía yo encontrar consuelo en vuestra numerosa comunidad, en vuestro casto amor, en vuestra vida santa, en la gracia especial que Dios os ha donado para que no sólo prescindierais de las bodas carnales, sino que también optarais por habitar unánimes en una casa con el alma y el corazón orientados hacia Dios»8. Si consideramos este texto con atención, podemos descubrir que, como señala san Agustín, no solo resplandece en el monasterio un amor casto a próximos y lejanos, expresado en una vida santa, sino que, además, y, es muy importante resaltar, que la gracia del Señor mantiene a las religiosas en dos aspectos fundamentales de su forma de vida: uno que aparece formulado como negativo, es decir, el prescindir del santo matrimonio de unión de cuerpos y almas, aunque no en un sentido mohino, resentido y amargado de renuncia; y el otro, como contrapuesto al anterior, que está formulado en término positivo: habitar unánimes en una casa con el alma y el corazón

5 San Agustín narra la forma de vivir de mujeres eremitas y cenobitas y su propia

experiencia sobre la vida de las comunidades en Milán y en Roma en De moribus Ecclesiae catholicae, I,31,68 y I,33,70.

6 Cfr. MANRIQUE, A., o.c., p.118 notas 158 y 159. 7 Cfr. MONCEAUX, P., <<Un couvent de femmes à Hippone au temps de Saint

Augustin>>, en Comptes rendus de séance de l’Academie des Inscriptions et Belles Lettres, Paris 1913, pp.578 y ss. LECLERCQ, H., <<Les monastères d’Hippone>>, en Dictionnaire d’Archéologie Chrétienne et de Liturgie, c.1572-1580.

8 Epist. 211,2.

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orientados hacia Dios. Por tanto, si se renuncia a la paz hogareña de un matrimonio cristiano es para estimular una vida familiar más amplia (católica) que se vive en unión de almas y corazones.

Abordamos el tema determinando, en primer lugar, algunas cuestiones

periféricas, como cuál es el nombre que se da a las mujeres que eligen tal forma de vida y cómo es el edificio en que conviven, sus principales dependencias, sus vestidos, comidas, etc., para exponer a continuación algunas cuestiones más fundamentales, como las exigencias para su admisión, la normativa de la oración y las principales normas de convivencia.

1.2. Terminología

La institución recibe el nombre de monasterium9, si bien en ocasiones se

aplica al edificio que ocupan las religiosas. Propiamente el edificio religioso recibe la denominación de domus, por ser el término adecuado y por el que se designa en numerosos pasajes de los salmos la casa de Dios. Por otra parte, aedes significa más bien las partes o dependencias de un edificio.

Las dependencias más importantes del monasterio eran el vestíbulo, el

oratorio, la biblioteca y sala de escritorio donde se guarda, entre otras cosas, el papiro y el pergamino, el comedor y la cocina, el dormitorio común que con cortinas separaban los llamados cubicula10 donde cada una tenía su cama, una sala de trabajo, la enfermeria, la despensa, el guardarropa, la lavandería, una huerta o patio interior, y un retrete o baño. Se resalta especialmente el cuidado por las cosas comunes: libros, vestidos, utensilios de trabajo, libros y documentos, hábitos, y otras ropas, etc, que han de conservarse en su lugar. Según la biografía de san Agustín, escrita por san Posidio11 cada monasterio tenía su biblioteca, y claramente se dice en el Ordo, que a la hora sexta las sanctimoniales devuelvan los libros que se han utilizado para la lectura de ese día. Los libros han de pedirse a la hora señalada y las encargadas de la biblioteca han de servir a sus hermanas con espíritu agradable de servicio. Las dependencias estan construidas alrededor de un patio cerrado, al modo de la clásica domus romana, de donde proviene lo que hoy conocemos como arquitectura propia de los monasterios clásicos: un amplio patio rectangular que está rodeado por cuatro galerías.

9 Cfr. MANRIQUE, A., La vida monástica en san Agustín, El Escorial-Salamanca 1959,

pp. 68-69, nota 71. 10 Incluida la superiora. 11 SAN POSIDIO, Vita sancti Augustini 31, Cfr. Obras completas de san Agustín vo. I,

Ed. BAC, Madrid 1950, pp. 426-427.

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San Agustín denomina a las religiosas monachae, moniales, virgenes o sanctimoniales12. (Porque este último vocablo me agrada personalmente seguiré denominándolas así en esta ponencia). Monacha13 corresponde al término femenino de monachus, que se encuentra por primera vez en los escritos de san Jerónimo, de cuya palabra se deriva las españolas, monje y monja14. Monachus, monialis y sanctimonialis tienen una semejanza etimológica, pues su significado lo recibe de los términos griegos monos y monajos, de los que se derivan las palabras latínas. En la terminología agustiniana estos vocablos no se aplican a quienes viven en solitario, sino a aquellas que viven en un monasterio, imitando la forma de vida de los primeros cristianos15. Son llamadas también ancillae Dei por san Posidio cuando narra que la hermana de san Agustín, ya enviudada, entró en el monasterio donde ejerció el cargo de superiora hasta su muerte16. Evodio también utiliza este término cuando en su carta del año 414/415 pide a san Agustín consejo sobre el tema planteado por una cierta monacha, natural de Fige17. San Agustín lo utiliza en pocas ocasiones, quizás por ser una frase especial que se encuentra en Lucas 1,38 referida a la Virgen María18. También les nombra con el término de servae Dei19. La superiora es denominada en la Regla praeposita y también praelata20.

Al regresar a Tagaste en el año 388, san Agustín comenzó a vivir según el

modelo establecido por los santos apóstoles. La legislación monastica, se denomina praecepta o monita, y también con un término muy utilizado

12 “Vírgenes in ecclesia nominantur, quas usitatiore vocabulo sanctimoniales vocantur”

(Serm.93,1,1). Cfr. MANRIQUE, A., La vida monástica en san Agustín, El Escorial-Salamanca 1959, p.117, nota 156.

13 Cfr. Epist. 262,9. 14 Es el femenino de monje, vocablo que proviene del latín monachus, y éste del griego

monajos (único, solo). 15 San Agustín señala el origen griego del término, e interpreta que los monjes entonces vivían en

comunidad, y no como solitarios, pues “tienen un solo corazón y una sola alma”. En los numerosos escritos de san Agustín se encuentran más de 60 veces los términos “monachus/monacha”, y una sola vez el término “monialis” (Epist.211); “santimonialis” aparece unas 30 veces.

16 “Germana soror, quae vidua Deo serviens multo tempore usque in diem obitus sui praeposita ancillarum Dei vixit” (SAN POSIDIO, o.c., 26,2).

17 “Sed ecce post biduum quaedam vidua honesta Urbica de Figentibus, quae duodecim se annos viduam dicebat, ancilla Dei, somnium vidit tale” (Epist. 158, 3).

18 “Proinde, carissime, etiam illis quorum verba dicis te ferre non posse, quoniam dicunt: Si nos peccatores ista meruimus, quare et servi Dei barbarorum ferro perempti sunt, et ancillae Dei captivae ductae sunt? humiliter et veraciter et pie responde: Quantamlibet enim iustitiam servemus, quantamlibet Domino obedientiam exhibeamus, numquid meliores esse possumus illis tribus viris, qui in caminum ignis ardentis pro conservanda lege Dei proiecti sunt?” (Epist. 111,3).

19 San Agustín utiliza muchas veces y de forma expresa para los monjes el término genérico de “servi Dei”; cfr. sermones 16/A, 340,/A, 356. A santa Mónica la llama en Confesiones IX, 9,22 “serva servorum Dei”. Cfr. SAN POSIDIO, o.c., 5,1.

20 Epist. 211,15. (regla femenina).

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antiguamente, que encierra una delicadeza lingüística de corazón, como es el de exhortaciones. En otro aspecto, san Agustín, lo denomina en general, libellus21. San Posidio indica el término de regula22. 1.3. Clausura

El edificio del convento de las sanctimoniales mantiene una evidente clausura

o separación. Es necesario que el lugar del monasterio esté salvaguardado de entradas y visitas inconvenientes. Claramente lo establecen los cánones de los concilios de Cartago, que contienen una estrecha influencia agustiniana. Por eso, san Agustín, de acuerdo con la legislación conciliar de la época, los visitaba muy de tarde en tarde. Ni siquiera entró en el monasterio durante unos disturbios que en el año 423 agitaron profundamente la vida de la comunidad del convento de Hipona, al eludir prudentemente la situación23. Pasados unos días les envió un extenso escrito en el que lamentaba el alboroto e intimaba a la comunidad a deponer su actitud.

Son múltiples las normas que hacen referencia a que todos, especialmente

los sacerdotes y obispos, han de respetar la vida de las religiosas en comunidad. Se establecen normas para ser visitadas por toda clase de fieles24.

21 Regula ad servas Dei, 8,2. 22 “…secundum modum et regulam sub sanctis apostolis constitutam” (SAN POSIDIO,

o.c., 5). 23 Como el mismo dice en dicha carta ”para que no le vieran como no les agradaría

verle”. 24 Concilio III de Cartago, n. 25.- “Ut clerici vel continentes, ad viduas vel virgines, nisi

iussu vel permissu episcoporum aut presbyterorum, non accedant. Et hoc non soli faciant, sed cum conclericis, vel cum his, cum quipus episcopus iusserit vel presbyter. Nec ipsi episcopi aut presbyteri soli habeant accessum ad huiusmodi foeminas, nisi aut clerici praesentes sint, aut graves aliqui christiani” (GARCIA GOLDARAZ, Carlos, Los concilios de Cartago de un códice soriense, CSIC, Roma 1960, p.80).

Concilio IV de Cartago, n. 97.- “Qui religiosis foeminis praeponendus est, ab episcopo loci probetur” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c. p.106.

Concilio IV de Cartago, n. 104.-“Sicut bonum est castitatis praemium, ita et maiori observancia et praeceptione custodiendum est. Ut si quae viduae, quantumlibet adhuc in minoribus annis positae, et inmatura aetate, a viro relictae, se devoverunt Deo, et veste laicali abiecta, sub testimonio episcopi et ecclesiae religioso habitu apparuerint, postea vero ad nupcias saeculares transierumt, secundum Apostolum, damnationes habebunt, quoniam fidem castitatis, quam Domino voverunt, irritam facere ausae sunt. Tales personae sint a christianorum communionem alienae, quae etiam nec convivio cum christianis communicent. Nam si adulterae conyuges reatu sunt viris suis obnoxiae, quanto magis viduae, quae Deo religiositatem voverunt, crimine adulterio notabantur, si devotionem, quam Deo spontanee obtulerunt, libidinosa corruperint voluptate, atque ad secundas nupcias transitum fecerint? Quae si violentia irruente, ab aliquo praereptae fuerint, ac postea delectatione carnis atque

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San Posidio nos relata la forma de actuar de san Agustín en este aspecto, pues en caso de visitarlas siempre iba acompañado de un clérigo25.

1.4. Origen y simbolismo

La vida monacal es una llamada especial de Dios, que se suele fundamentar

en el texto evangélico de Mt 19,21 “ven y sígueme”26. Entre los numerosos simbolismos religiosos del monaquismo femenino que san Agustín señala, resalto una interpretación místico-alegórica que él utiliza: “es parte importante del vestido del cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo27, y recuerda que la Iglesia es la madre de estas vírgenes28.

1.5. Exigencias para la admisión

El problema de la dificultad, y en ocasiones oposición, que puede una

joven de hoy encontrar en su propia familia para elegir la vida religiosa, es un fenómeno constante, que ya aparece en el siglo V. Siempre ha existido esta actitud de los padres que se enfrentan a la vocación por un erróneo amor hacia los hijos29. Entre otros muchos pasajes, existe un bello comentario en un sermón de san Agustín30.

libidinis, permanere in coniugio, raptori vel violento viro consenserint, damnationi superius compraehensae tenebuntur obnoxiae. De talibus ait Apostolus: quum luxuriatae fuerint, nubere volunt, habentes damnationem, quis primam fidem irritam fecerunt” (GARCIA GOLDARAZ, C, o.c. p.107).

Concilio IV de Cartago 102.- “Ad reatum episcopi pertinet, vel presbyteri qui parochiae praeest, si sustentandae vitae praesentis causa, adolescentiores viduae vel sanctimoniales clericorum familiaritatibus subiiciantur” (GARCIA GOLDARAZ, C. o.c., p.106).

25 Cfr. SAN POSIDIO, o.c., 26,3: “Ob hoc ergo dicebat, numquam debere feminas cum servis Dei, etiam castissimis, una manere domo, ne, ut dictum est, aliquod scandalum aut offendiculum tali exemplo poneretur infirmioribus: et si forte ab aliquibus feminis ut videretur vel salutaretur, rogabatur; numquam sine clericis testibus ad eum intrabant, vel solus cum solis umquam est locutus, nisi secretorum aliquid interesset”. SAN POSIDIO, o.c. 27. 3: “Feminarum autem monasteria nonnisi urgentibus necessitatibus visitabat”.

26 De fide et operibus, 16,27: serm.85,1,1; epist 97,25; Enarr. in Ps.75,16; 132,10. 27 Enarr. in ps.132,12,11. 28 De sancta virginitate, 46,57. 29 Sermo Denis 20,12; Enarr.in ps.119,3; 44,11;149,12; 103.III,18); Contra Adimantum

maniquaei discipulum, 1,6; Epist. 262,8, Sermones 161,12,12; 103,III,16, 30 “Dicturus sum non sine dolore et pudore. Pleraeque feminae forte volunt Deo servire,

et, si audaces fuerint, dicunt parentibus: ‘Dimitte me, virgo Dei volo esse’, aut: ‘servus Dei volo esse’, et audiunt: ‘Nec salva sis, nec salvus sis. Vere non facies quod vis. Quod ego volo, hoc facies’. Quid si diceretur tibi: ‘Occide’? Vivis, vita aeterna promittitur tibi, ante te est. Et resistis, et dubitas, et oppugnas? Certe christianus es. ‘Quare, domne, quia christianus sum

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Una sola alma y solo corazón es la exigencia fundamental que se requiere a una joven o a una viuda para agregarse a la comunidad, bajo un techo común, para conseguir que todas tengan una sola alma y un solo corazón dirigido hacia Dios31. Esta unión de almas obliga a evitar enfrentamientos, y si los hubiere cuanto antes hay que restañar las heridas para evitar el odio. Conceder el perdón unas a otras no solo con palabras sino con el corazón: Abstenerse, pues, de palabras ofensivas32.

Humildad: La humildad debe ser real y modélicamente verdadera, como don

recibido por Dios33, pues se imita a Cristo y a María34. Nadie se vanagloríe ni se envanezca de estar junto a quienes no se atrevían antes ni siquiera saludar, no sea que los pobres en el monasterio se ensoberbezcan y los ricos logren convertirse en humildes. Pues los que se creen tener o saber no deben despreciar a las hermanas pobres, ni se pavoneen de su alcurnia, sino se alegren de juntarse con hermanas pobres, ni proclamen que han contribuido con sus bienes a favor de la comunidad, no sea que comunicando los bienes se aislen ellos por su soberbia. Si el alma permanece soberbia, no tendrá valor evangélico alguno el haber donado sus bienes. Por eso todas teneis que rezar unas por otras y honraos mutuamente para lograr una sola alma y un solo corazón, pues sois todas el templo de Dios35.

La sencillez en el vestir: Se insiste desde el principio del monacato femenino

en la Africa del tiempo de san Agustín, que el vestido ha de ser sencillo, apto para su profesión, sin que por el tiempo ni la moda se deje influir. Así lo determina el Concilio IV de Cartago36. Seguramente el vestido es de color obscuro, negruzco (nigellus), por deducción de cuanto dice en una de sus cartas37.

Comportamiento externo: Se exige que en todo su actuar se transmita una

imagen de consagradas a Dios38. San Ambrosio dice muy acertadamente: “la

ideo non debeo habere nepotes?’. Debes habere nepotes? Scis quantum tibi deest, quod heri ieiunasti? Canta quod iste dixit: Notum fac mihi, Domine, finem meum, et numerum dierum meorum qui sit, ut sciam quid desit mihi. Praestet enim Deus, et misericordia ipsius, ut cotidie agitemur, aut temptemur, aut probemur, aut exerceamur, aut proficiamus. Tribulatio patientiam operatur, patientia probationem, probatio spem. Spes vero non confundit” (Sermo 16A,12).

31 Regula, I,2, 32 Cfr. MANRIQUE, A., o.c., p.315. 33 De sancta virginitate 1,1; 34,34; 35,35; 37,37; 41,42; 51-52. 34 De sancta virginitate 4,4; 27,28; 40,41; 44,55; 45,56 35 Cita-resumen de la Regla de san Agustín. 36 Concilio IV de Cartago, n. 11.- “Sanctimonialis virgo, quum ad consecrationem sui

episcopi offertur, in talibus vestibus applicetur, qualibus semper usura est, proffessio et sanctimoniae aptis” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.99).

37 Epist.262. 38 De sancta virginitate, 8,8;11,11; 53,54; Serm.132,3,3. ;Enarr in ps.75,16.

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presencia de una virgen debe ser reconocida por su gravedad, su pudor espontáneo, su paso comedido, su rostro modesto. Estas señales deben ser los heraldos que anuncien la integridad de su pureza. No ofrece suficiente garantía aquella virgen, que, después de verla, sea necesario preguntar por su estado”39. El Concilio III de Cartago establece que los obispos y los presbíteros han de ejercer una custodia para con las vírgenes como la que ejercían anteriormente sus padres, y han de ser para ellas como tales40.

Ritual de ingreso: El compromiso por parte de la mujer candidata se inicia con

la ceremonia de la velatio, término utilizado por san Ambrosio41, y se denomina consagración por los Concilios de Cartago de 390 y 39742, exigiéndose a la candidata la edad de 25 años43.

1.6. Vida interna de la domus monacal

Su vida diaria y su espiritualidad no diferiría de la forma de vivir de los monjes. Practicaban la vida común perfecta, que Agustín ensalzaba por encima de la misma virginidad, y dividían la jornada entre la oración y el trabajo, el estudio y lectura para la formación de otras mujeres, y la copia de códices. A su frente estaban la prepósita, quizá vitalicia, y un sacerdote encargado directamente por el obispo, el presbyterus o praepositus. El número de monjas debió de ser bastante elevado. La mayoría eran vírgenes, pero había también viudas. La hermana de Agustín entró en él a la muerte de su esposo, como ya anteriormente hemos señalado.

Una ponderada legislación: La seguridad en la actividad diaria en un

monasterio, como en cualquier otra sociedad, y la esperanza de su continuidad, se basa en una suficiente legislación. Se observe la regla, como dice san Agustín, que ha de leerse una vez a la semana, y “miraos en este libelo como un espejo,

39 De virginibus III,3,13. 40 Concilio III de Cartago, n. 33.- “Ut virgines sacrae, si a parentibus, a quibus

custodiebantur, privatae fuerint, episcopi providentia, vel presbyteri, ubi episcopus absens est, in monasterio virginum, vel gravioribus foeminis commendentur, ut simul habitantes, invicem se custodiant, ne passim vagantes, ecclesiae laedant opiniones”. (GARCIA GOLDARAZ, C, o.c., p. 81).

41 “Velare virgines” Cfr. MANRIQUE,A., Teologia agustiniana de la vida religiosa, Madrid 1964, pp.120-121. MANRIQUE,A., La vida monástica en san Agustín, El Escorial-Salamanca 1959, pp.121-122.

42 Concilio III de Cartago, n. 36.- “Ut presbyter inconsulto episcopo, virgines non consecret, chrisma vero nunquam conficiat”.( GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.81).

43 Cfr. MANRIQUE,A., La vida monástica en San Agustín, p. 271. Concilio III de Cartago, n. 4. “Item placuit, ut ante vigintiquinque annos aetatis, nec diaconi ordinentur, nec virgines consacrentur”. (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.76)

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cuando veáis que la cumplis dad gracias a Dios, vosotras enamoradas de la belleza espiritual, que con la convivencia exhaláis el perfume de Cristo.

II. LA LEGISLACION Y EVANGELIO 2.1. Regla monástica

San Agustín copia la forma de vida expresada en los Hechos de los Apóstoles

de forma especial que nada se tiene como propio sino que todo es común, y se de a cada uno según su necesidad44.

Los manuscritos que transmiten los documentos y escritos de esta época

(siglos IV-V) están influenciados por la orientación germano-francesa y benedictina. Los detalles de la regla benedictina, las horas canónicas y toda la liturgia expresada por la Regla de san Benito influyeron de tal manera, en razón de su prestigio y extensión, que causaron gran detrimento para conocer hoy día con exactitud la originalidad de la regla de san Agustín en el aspecto litúrgico.

Especialmente los manuscritos que conservaban el Ordo Monasterii para

monjas, quedaron defectuosamente transcritos en lo que respecta al orden del día y cómo habría de desarrollarse la oración litúrgica, obscureciendo el original agustiniano. Quede claro que no estamos hablando de la Regla de san Agustín, tal como la conocemos hoy, sino de un preámbulo que contenía unas normas sobre la oración diaría y algunos aspectos de regimen interior, que aparece, como antes hemos señalado, en el llamado Ordo Monasterii.

Textos fundamentales: Para aclarar a lo que se llama hoy la Regla de san

Agustín es necesario atender al imprescindible estudio de L. M. Verheijen45. Dos puntos que nos interesa resumir de este estudio, recogidos por Teodoro C. Madrid46, son: el primero es que el fundador de esta vida religiosa es tanto san Agustín como san Alipio. Respecto del segundo se refiere a la documentación sobre la legislación monacal o escritos reguladores del monacato agustiniano para hombres47, que son el Ordo Monasterii48, el Praeceptum49, el Praeceptum

44 San Posidio, Vita…, 5,1. Hech. 4,32-35. 45 VERHEIJEN, L.M., La Règle de Saint Augustin, Paris 1967. 46 Cfr. MADRID, T. C., <<La regla de san Agustín>>, en Obras completas de san

Agustín vol.XL Ed. BAC, Madrid 1995, pp. 531-549. 47 El autor, mejor dicho, autores de dichos escritos son san Agustín y san Alipio. Cfr.

MADRID, T. C., o.c., p.1004. 48 Anteriormente conocido como Regula secunda.

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longius50 y la Regula recepta51. Y la normativa para las monjas se encuentra en la Obiurgatio52, la Regularis informatio53 , la Epistula longior54, el Ordo Monasterii55, y la Epistula longissima56.

Los documentos básicos para nuestra finalidad son, pues, el Ordo Monasterii57 ,

el Praeceptum y la Regularis Informatio58. Exponemos especialmente el Ordo Monasterii.

2.2. Ordo Monasterii59

El Ordo monasterii para sanctimoniales es un reglamento monástico de reducida extensión. Este documento está escrito probablemente para este monasterio de Hipona, hacia el año 395/397. Juntamente con el libro De opere monachorum y otros escritos del santo nos permiten conocer su organización.

La persona de mayor autoridad jurídico-espiritual era el prepósito, es decir, un monje encargado del mantenimiento de la disciplina y de la formación espiritual de las hermanas, y su intervención se reducía a cuestiones de máximo interés. Por lo demás la prepósita dirigía todos los asuntos del monasterio. Otras hermanas eran nombradas para cuidar la ropería, despensa, biblioteca, etc. Su jornada estaba distribuida entre la oración, el trabajo manual e intelectual, y la lectura.

Se compone de una introducción que tras una primera frase termina con un explicit, que hace suponer un anterior y perdido escrito. Ha sido dividido convencionalmente en 14 apartados. En los dos primeros apartados, el autor reconoce los bienes y dones que el Señor ha derramado en las destinarias sanctimoniales y decide presentarles una normativa a observar, y resume en una frase la doctrina fundamental de la Regla : el amor a Dios y al prójimo, y la unidad de corazones que se manifiesta en tener todo en común60.

49 Anteriormente, Regula ad servos Dei. 50 Combinación de los dos anteriores documentos. 51 Que es el Praeceptum con la primera frase del Ordo Monasterii 52 Es la primera parte de la carta 211. Cfr. MANRIQUE, A., o.c., pp.120-121. 53 Versión femenina del Praeceptum. 54 Comprende la Obiurgatio, el Praeceptum, y la Epistula 211 en su totalidad. 55 En versión femenina. 56 Combinación de Obiurgatio, Ordo Monasterio y Regularis Informatio. 57 Cfr. Manrique, A., La vida monástica en san Agustín, Madrid 1959, pp. 466-467. 58 Cfr. MADRID, T. C., o.c., pp.549 y 920-923. 59 Cfr. Obras completas de san Agustín, vol XL, ed. BAC, Madrid 1995, pp. 551-559. 60 ”Lo primero que améis a Dios, después al prójimo como a vosotras mismas, porque

estos son los mandamientos principales que nos han sido dados. Teniendo un solo corazón y una sola alma en Dios, no tengáis nada propio sino tenerlo todo en común”. (Regla I,1)

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2.3. Trabajo y apostolado Estudio y catequesis: En el mismo Concilio IV de Cartago se insiste que

las sanctimoniales han de estar preparadas para enseñar la catequesis a las otras mujeres que lo necesiten e intervienen en su bautismo61. Se afirma también que muchas tenían una formación intelectual que les permitía enseñar a los varones, si bien esta tarea no debe realizarse dentro de los muros del convento62.

Convivían con las religiosas en el monasterio de Hipona unas jóvenes,

llamadas pupilas, a las que protegían y enseñaban, siguiendo en esto una de las preocupaciones que tuvo san Agustín, como señala su biógrafo san Posidio63. Las pupilas permanecían libres de elegir la vida matrimonial o religiosa. Sobre una pupila que vivía en el monasterio de Hipona se interesó el obispo Benenato, a quien informa sobre su estado de ánimo y que aún no había decidido elegir la forma de vida64.

San Agustín desea que en los monasterios las sanctimoniales se dediquen

también al estudio. Por eso establece que se trabaje desde la mañana hasta la hora sexta, y de sexta a nona se ocupen en la lectura, y a la hora nona, se devuelvan los códices a la Biblioteca. San Agustín desea, por su experiencia de los monasterios femeninos en Roma de los que san Jerónimo dice que algunas incluso traducían la Biblia y hablaban correctamente en hebreo, que algunas se preparaban para enseñar65.

Después de comer, en la huerta o donde fuere necesario, se trabaje hasta

la hora de vísperas66. Los trabajos realizados se vendan por medio de los laicos, y lo que haya que comprar para realizar trabajos o para las necesidades del monasterio, se haga a voluntad de la superiora, de cuyo arbitrio depende. Los trabajos desde la mañana lo hagan sentadas, y después de tercia vuelvan a

61 Concilio IV de Cartago, n. 12.- “Viduae et sanctimoniales, quae ad ministerium

baptizandarum mulierum eliguntur, tam instructae sint ad officium, ut possint aperto et sano sermone docere imperitas et rusticas mulieres, tempore quo baptizandae sunt, qualiter baptizatori interrogatae respondeant, et qualiter, accepto baptismate, vivant” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.100).

62 Concilio IV de Cartago, n. 99.- “Mulier, quamvis docta et sancta, viros in conventu docere non audeat” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c. p.106).

63 Cfr. SAN POSIDIO, o.c., 27,1. 64 Epist.252 y 254. La fecha de estas cartas se fijan en el año 395.cfr. MANRIQUE,A.,

o.c., pp.121-122, notas 165 y 167. 65 Cfr. De moribus Ecclesiae Catholicae I,33,70. San Jerónimo, Epist. 108 a Eustaquio. 66 Ordo Monasterio, n.4. Cfr. Obras completas de san Agustín vol XL, ed. BAC, pp. 553-

555.

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los trabajos, sentadas y en silencio, a no ser que se necesite otra cosa. Un trabajo concreto que san Agustín conoció se hacía en los monasterios femeninos de Roma y Milán era la elaboración de vestidos de lana, que vendían especialmente a los monjes. El recuerda que las mujeres cenobitas y aquellas que siguen una vida religiosa en las ciudades como Roma y Milán “vivían del producto de sus hilados y tejidos de lana, por sus costumbres y por su destreza y cultura para instruir a otras mujeres”, y con los frutos del trabajo común se consiguen ingresos para mantener el monasterio67.

2.4. El refectorio

Las comidas se tomaban siempre en común. El ientaculum (desayuno) era

frugal, y lo mismo el prandium (comida de mediodia), al estilo romano. La comida diaria más fuerte era la coena, que era servida hacia las tres de la tarde, después de la hora nona. A los que no podían ayunar se les permitía tomar algo a mediodía. Durante la comida se leía, se conversaba y se discutía. Algunas obras del Santo tuvieron origen en esas charlas informales con los hermanos, que después se pasaba a la biblioteca de las sanctimoniales. La mesa era frugal, con abundancia de verduras y legumbres. Algunas veces se servía carne o pescado. Sentadas en el refectorio, estén atentas a lo que se lee. Si necesitaran algo, la superiora estará solícita en ello. Los sábados y domingos las que quieran tomen vino, las que no quieran no se les obligue68. No se permite comer fuera de las horas.

La ley fundamental en este aspecto es dominar los cuerpos son ayuno y

abstinencia, sin que quede perjudicada la salud.

2.5. Cuidado de las enfermas

Si alguna sanctimonial necesita una comida especial no deben las demás

tener envidia, pues las sanas son más afortunadas. Se cuide de fortalecer a quienes hayan de recuperarse de la enfermedad, y una vez restablecidas vuelvan a la vida normal que es más conforme a la vida de las siervas de Dios. Es mejor necesitar menos cosas, que el gozar de muchas no convenientes.

Se encargue a una hermana del cuidado de las enfermas, que pueda elegir de la despensa cuanto necesite. Y la encargada de la despensa sirva con

67 A imitación de cuanto dice de las mujeres cenobitas “Trabajan la lana y elaboran

vestidos para los hermanos a cambio de alimentos” (De moribus Ecclesiae Catholicae I,31,69, 1,33,70).

68 Cfr. De moribus manichaeorum, I,16,44.

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sereno ánimo a sus hermanas. No se desconfíe de lo que afirma la enferma, pero se consulte al médico cuando la ocasión lo aconseje.

La limpieza del cuerpo cuando sea necesaria o por enfermedad, ni debe

negarse el ir a los baños, aunque deber ir dos o tres hermanas juntas 69.

2.6. Moderación y comunidad de bienes

En materia de mesura individual, del uti agustiniano, Agustín era inflexible70.

Veía en la moderación individual individual una condición indispensable y un signo de la unión de corazones. Sin ella la vida común resulta imposible, ya que la propiedad privada producía en las sanctimoniales una atención desmesurada sobre sí mismas y sobre los bienes materiales, que conducen irremediablemente al individualismo y a la disensión. La misma sencillez se impone en el vestido, calzado y ajuar doméstico71. No había que tener ni cosas demasiado preciosas ni demasiado viles. Esta moderación es una de sus grandes aportaciones al monacato occidental, que con él huye de la extravagancia y de la exageración y subordina la penitencia a la caridad.

En la comida, en el trabajo, en los baños, en todo se ha de atender a las

fuerzas de cada monja. Esta deberá esforzarse por seguir a la comunidad, pero la costumbre y la debilidad le confieren derecho a un trato de excepción. La caridad ama a la monja concreta, respeta su personalidad y se preocupa de no convertirla en simple número. Aun en el lenguaje usado hay que tener cuidado, advierte, de no usar los términos mio o tuyo, pues todo ha de estar en servicio de toda la comunidad. Para que no existan enfrentamientos, es la superiosa quien debe distribuir los bienes, según las necesidades y conveniencias72 de la salud de cada una, tanto los vestidos como la comida.

Las sanctimoniales que provienen de una familia adinerada, dispongan

todo en beneficio de la comunidad, y quienes no tenían nada en el mundo, no

69 Cita-resumen de la Regla. Resalta la importancia de no ir solas, en la carta dirigida a

Alipio, el 27 de agosto del año 423-425(?) Epist 9* (279). 70 La pobreza para san Agustín, es un concepto de austeridad más que de pobreza real,

cuya interpretación rígida ocasionó posteriormente una gran discusión en el siglo XIII y principios del XIV, que llegó incluso a que los algunos franciscanos mantuvieran la renuncia a la propiedad y al usufructo como una verdad dogmática, y se atrevieran a tener al Papa como hereje.

71 “Nadie reclame suyo propio, vestido etc, porque vuestra opción es la vida apóstolica, es decir, un solo corazón y una sola alma en el Señor… y tenían todas las cosas en común”. (Regla n. 5).

72 Se establece una conveniencia relacionada y ajustada a cada persona, no una ley a estilo de las “camas de Procusto”.

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busquen en el monasterio aquello que les era imposible alcanzar, y procure no buscar la felicidad por conseguir vestidos y comida que antes no podía obtener. Se distribuya todo según las estaciones del año, y ninguna se queje de lo que se le entregue, sea o no peor que lo del año anterior. No os extrañe que algunas reciban vestidos o lecho más refinado, que no se concede a todas, pues si se hace hágase con equilibrio y frugalidad, con sana tolerancia. No sirva esta concesión a las más fuertes o que estaban a costumbradas a una vida más ruda, a volverse quisquillosas. Quien custodie la guardarropa, sirva con equidad a sus hermanas. Se procure la limpieza de los vestidos pero sobre todo tened limpia el alma73.

El trabajo ha de ser realizado para la comunidad, porque el anteponer lo

común a lo propio radica la perfección. Y si los padres o familia le donan alguna cosa igualmente sea para la la comunidad.

2.7. Fidelidad y castidad

La virginidad como estado que se dedica a Dios, está por encima de todos

los demás estados74. Las vírgenes tienen un esposo: Cristo. A su vez, son madres espirituales, con María, de los hombres-miembros de Cristo, en virtud de la caridad fecunda75. En una escala de valores el martirio es más excelso, tal como lo defiende san Agustín al interpretar las palabras del fruto de las semillas de Mc 4,8, señalando que el 100 corresponde al mérito de los mártires, 60 a las vírgenes, y 30 a los demás estados de vida76. Su fecundidad espiritual es resaltada en muchas ocasiones77, y su importancia no está en la virginidad corporal, sino en la consagración a Dios78, pues expresamente dice san Agustín “Alabamos a las vírgenes, no por el hecho de ser vírgenes, sino por estar consagradas a Dios por la religiosa continencia”79.

2.8. La obediencia

Hacer las cosas sin murmurar. Honren a su superiora con reverencia y

humildad, como conviene a los santos. Se obedezca a la superiora como a una madre, y considerarla como la persona que representa a Dios, y obedeced al

73 Cita-resumen de la Regla. 74 De bono coniugali,8,8. De bono viduitatis 15,19. 75 Tract. In Joa.Evang. 9,2; De sancta virginitate, 5,5; 6,6. 76 Quaest. Evang 1,9; de sancta virginitate 45,46. 77 Cfr. De sancta virginitate 5,5 y 6,6. 78 Cfr. De sancta virginitate, 8,8. 79 Cfr. MANRIQUE, A., o.c., p.270. Cfr. Enarr. in ps. 83.

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presbítero. La que preside no se sienta orgullosa por mandar, sino servir con caridad. Se ofrezca en ayuda de todas, sea ejemplar, modere y entusiasme, sostenga y sea paciente, mantenga con amor la disciplina, y la imponga con delicadeza, prefiera siempre ser amada a ser temida. Pensad, les dice, que teneis que dar cuenta a Dios de vuestras hermanas. Las hermanas la obedezcan y le ayuden a afrontar el peligro de su autoridad.

La exigencia de la disciplina en ocasiones exige una dureza en la corrección de las transgresiones, y si os excedéis desde luego pedir perdón a Dios, sin exagerar en pedírselo a la transgresora, no sea que por una pretendida humildad menoscabéis el prestigio de la autoridad. Haced cumplir las normas, sin negligencia. Es propio de la prepósita el hacer observar todas las normas con diligencia e imponiendo la corrección, si bien para cuestiones que le superen su cargo, encomiende que sea resuelto por el presbítero80.

2.9. Corrección fraterna81

Cuando salgáis fuera del monasterio, siempre acompañadas de otra hermana, no queráis agradar por vuestro vestido sino por vuestra conducta, y por vuestra actitud de consagrada. Ni vuestros ojos se fijen en los hombres, ni aprecieis que alguno os mire, pues debeís guardar el corazón puro para que vuestra imaginación no arda en deseos sensuales, pues una actitud contraria enseguida es descubierta, y siempre lo sabe, en todo caso, el Señor. Incluso cuando estáis en la Iglesia para rezar con el pueblo, pues Dios habita en vuestro corazón y os protege.

Cuando alguna advierta que otra se extralimita en la conducta interior revelada en la mirada, advertírselo para que el mal no aumente. Acaso lo mismo una segunda vez. Pero entonces comunicarlo a otra tercera hermana, para que por medio de dos o tres la podais convencer. Si continúa en rechazar vuestra advertencia, hay que decírselo a la superiora, que mientras pueda lo guardará en secreto, a no ser que, persistiendo se necesite acusarla en público, o incluso echarla del monasterio, a fin de no contagiar a las demás. Pero esto no solo ha de hacerse en razón de las miradas sensuales, sino en todos los demás transgresiones, siempre conservando el amor a las hermanas y el odio a los vicios. Y si recibiere notas o regalos de un hombre podrá ser castigada, interviniendo entonces el presbítero consejero.

La amonestada que no cumpliera con esta exhortación, y continuara en su contumacia, se someta a la disciplina del monasterio82.

80 Cita-resumen de la Regla. 81 Sobre el tema cfr. la Epist.210. Resumo aquí también la Regla.

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III. LA ORACIÓN

3.1. Oración ordenada De ordinario, las monjas iban en comunidad a la iglesia de la ciudad para

participar en la Eucaristía y en otros servicios litúrgicos de la Basílica de la Paz, en Hipona. Pero dentro del monasterio disponían de un oratorio destinado exclusivamente a la oración.

Las sanctimoniales han de cumplir solícitas con la oración que se establece

en sus tiempos concretos83. San Agustín para determinar la frecuencia o las horas o tiempos concretos de la oración se basa, en primer lugar, en el Antiguo Testamento, siguiendo un pasaje del profeta Daniel84, en el que se señalan tres momentos para orar: por la mañana, al mediodía y al atardecer85, que se complementan con las indicaciones que se encuentran en el Nuevo Testamento86. Ajustándose a diversos pasajes del Nuevo Testamento, se concreta la oración en estas horas determinadas: la hora tertia, porque en ese momento Cristo fue crucificado87, la hora sexta, durante la crucifixión de Cristo, que se eclipsa el sol88, y la hora nona porque muere Cristo en la cruz89. También se introduce posteriormente una oración a media noche, en base a que Cristo subió al monte a orar90, y san Pablo y Silas adoraron a Dios en ese preciso momento del día91.

3.2. Como oró Cristo

La imitación de la oración de Jesús se fija también cuando Cristo, en

cierta ocasión, responde a un escriba92 y cita las palabras de Deuteronomio

82 La Regla ad servas Dei, n.11 impone en ciertos casos la excomunión, y si es joven y no

entiende qué sea la excomunión, se le podrá imponer un castigo corporal (azotes o ayunos). 83 “Cumplir con alegría las horas y momentos establecidos para la oración” (Regla 2,1). 84 “Tres veces al día se ponía él de rodillas, orando y suplicando a Dios” (Daniel 6,10). 85 “A la tarde, a la mañana, al mediodía, me quejo y gimo, el oirá mi clamor” (Salmo 55,18). 86 Referencia a la oración de la tarde, cfr, Mc.6,46-48; Lc 6,12; Mt 14,23-25; la oración

por la mañana , cfr. Mc 1,35, y la oración al mediodía, cfr. Mt. 6,5 y Lc. 18,9.14. 87 Marcos 15,25. 88 “Se eclipsó el sol” (Lc,23,44 y Mat. 27,45). También fue en esa hora, cuando el día de

la Preparación de la Pascua dijo Pilato a los judíos “Aquí tenéis a vuestro Rey” (Jn 19,14), y en esa misma hora, san Pedro hace su oración (Hechos 10,9).

89 “En la hora nona exclamó jesús, con gran voz, Eloí, Eloí, lamá sabactaní?” (Marcos 15,34). También en esa misma hora, según Hechos 3,1, Pedro y Juan subieron al templo para orar.

90 Lc. 6,12; 91 Hechos 16,25. 92 “Respondit ei quia primum omnium mandatum est audi Israhel Dominus Deus noster

Deus unus est et diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo et ex tota anima tua et ex tota mente tua et ex tota virtute tua hoc est primum mandatum secundum autem simile illi diliges

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que es una confesión de fe, o plegaria que de identifica con la Shemá93. Algunas frases, oraciones auténticas de fe, se repiten en el Nuevo Testamento94.

De forma especial se imita a Jesús cuando reza el salterio en las ocasiones

más señaladas, por ejemplo, el salmo 21,195 o el salmo 30,696. San Pablo deja constancia de la oración salmódica97. La oración cristiana por excelencia, el “Pater noster”, es de inmediato asumido por los cristianos, y se incluirá en casi todas las oraciones del Oficio98.

3.3. En el oratorio

Es el lugar adecuado, donde debe reinar el silencio y el recogimiento, para

que quien desee, aun fuera de las horas, dedicar al Señor su plegaria99. Las sanctimoniales, cuando asisten a la Basílica de la Paz, rezan con los fieles. Sabemos por el mismo san Agustín cómo se reza, lo que se reza y en dónde ha de rezarse. En su comentario al salmo 49, san Agustín nos transmite la costumbre de los fieles de su tiempo: “Todos los días voy a la Iglesia y rezo un salmo por la mañana, y otro por la tarde, y el tercer y cuarto salmo lo rezo en casa, y todos los días hago el sacrificio de alabanza, y los ofrezco a

proximum tuum tamquam te ipsum; maius horum aliud mandatum non est”. (Mc 12,29 y Lc 10,26-27).

93 El texto evangélico es parte de la plegaria Shemá, confesión o plegaria de fe, de la mañana y de la tarde, que consta de tres pasajes de la Escritura, el primero de los cuales contiene en sus palabras iniciales el Nombre de Dios (el UNO), el segundo en que se obliga a observar los mandamientos, y el tercero en que se reconoce la acción salvadora de Dios sobre Israel, al sacarle de Egipto. Cfr. Deuter. 6,4-9; 11,13-21; y Num. 15,37-41. Los judíos piadosos llevaban consigo en pequeños rollos de la Shemá y los colocaban sobre las jambas de las puertas o a sus túnicas unían borlas de cintas blancas y azules para tenerlas siempre presentes (cfr.LEIPOLDT, J.-GRUNDMANN, W., El mundo del Nuevo Testamento, Madrid 1973, p.230).

94 “Dios de Abraham, Dios de Isaac y de Jacob” (Mc.12,26) “Dios del cielo y de la tierra” (Mt 11,25).

95 “Et circa horam nonam clamavit Iesus voce magna dicens Heli Heli lema sabacthani hoc est Deus meus Deus meus ut quid dereliquisti me, quidam autem illic stantes et audientes dicebant Heliam vocat iste”. (Mt.27,46 y Marc.15,34).

96 “Et clamans voce magna Iesus ait Pater in manus tuas commendo spiritum meum et haec dicens exspiravit” (Lc.23,46).

97 “Verbum Christi habitet in vobis abundanter in omni sapientia docentes et commonentes vosmet ipsos psalmis hymnis canticis spiritalibus in gratia cantantes in cordibus vestris Deo omne quodcumque facitis in verbo aut in opere omnia in nomine Domini Iesu gratias agentes Deo et Patri per ipsum” (Col. 3,16).

98 En documentos de Qumran aparecen fragmentos de plegarias e himnos cfr. Julián López Martín, La Iglesia primitiva. pp. 42 y ss.

99 “In oratorium nemo aliquid agat, nisi ad quod est factum, unde et nomen accepit, ut, si aliquae etiam praeter horas constitutas, si eis vacat, orare voluerint, non eis sint impedimento, quae aliquid ibi agere voluerint” (Regla, 2. 2).

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mi Dios”100. Muchas son las frases de san Agustín, señalando salmos que se han cantado: “se ha cantado hoy el salmo de penitencia”; “Es el salmo sobre el profeta Natán, después que David pecara con Betsabee: que se canta y se lee con frecuencia en la Iglesia”; “cantemos esto con devoción fecunda, con voz animosa, con sincero corazón”; “oir el sermón, oir las lecturas, coger el libro, abrir y leer”101.

En el monasterio de Hipona se aplica cuanto el Concilio IV de Cartago determina respecto de que el salmo debe ser entonado por la cantora o psalmista102. Este mismo Concilio establece con la finalidad de no confundir a los más débiles o ignorantes, o a fin de que los mismos herejes interpreten que están en comunión con la madre Iglesia, que no se rece ni se cante con ellos103.

3.4. Salmodia, himnos (oficio divino)

La oración comunitaria del monasterio de las monjas de Hipona, se compone de salmos e himnos, que deben rezarse o cantarse especialmente con el corazón104. El rezo es en el oratorio, y en ocasiones en la Basílica de la Paz, junto a los monjes y fieles que acuden a la liturgia. El canto es un medio eficaz para unirlo a la oración, pero conviene tener un respeto a la forma de orar, de tal manera que no se cante sino lo que está mandado cantar, a fin de evitar extravagancias y exageraciones105.

El oficio divino que san Agustín establece para las sanctimoniales del monasterio de Hipona, y que asumirán los demás monasterios, tiene la siguiente estructura:

Oratio matutina que se dirige a Dios al amanecer (más tarde recibirá el nombre de maitines) que se compone del rezo de los salmos 63, 66 y 90106, un responsum y laudes, al que sigue un himno y la oración del paternoster.

100 “Surgam quotidie, pergam ad Ecclesiam, dicam unum hymnum matutinum, alium vespertinum, tertium aut quartum in domo mea; quotidie sacrifico sacrificium laudis, et immolo Deo meo” (Enarr.in Ps. 49, 23,16).

101 Enarr.in Ps. 50,1/50,2/66,1/66,3. 102 Concilio IV de Cartago, n 10.- “Psalmista, id est cantor potest absque scientia

episcopi, sola iussione presbyteri, officium suscipere cantando, dicente sibi presbítero: vide, ut quod ore cantas, corde cantas, et quod corde cantas, operibus comprobes” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.99). Hoy recibe el nombre de hebdomadario.

103 Concilio IV de Cartago ,n.72.- “Cum haereticis nec orandum, nec psallendum” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.104).

104 “Psalmis et hymnis cum oratis Deum, hoc versetur in corde quod profertur in ore” (Regla,2,3).

105 “Et nolite cantare nisi quod legitis esse cantandum; quod autem non est scriptum ut cantetur, non cantetur” (Regla 2,4).

106 Se señalan en el Ordo Monasterii para monjes el rezo de los salmos 62, 65 y 89, que serían ciertamente los mismos para las sanctimoniales, aunque no aparezcan en su Ordo (cfr.

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Hora tertia.- se empieza con la recitación de un salmo, tres clausulae literarum107, un responsurium, dos lecturas, una tomada de los Profetas y otra de los apóstoles, se sigue con laudes, un himno y se termina con la oración del paternoster

Hora sexta, semejante a la hora tertia. Hora nona, semejante a las horas tertia y sexta. Lucernarium: Al atardecer se canten tres salmos, seguido de un responsorium,

laudes, y completurium. En las Oraciones nocturnas se rezan los tres primeros salmos canónicos, después tres missas del salterio, es decir tres oraciones sacadas del salterio,108, con tres responsorios, y una cuarta oración con canticos, dos lecturas, laudes e himno, oración dominical

Lectiones: En lo que permita el tiempo, después del rezo del lucernarium,

sentadas todas las sanctimoniales, se procede a unas lecciones.

BAC, vol. XL, pp. 550-552). Téngase en cuenta que los salmos numerados como 62, 65 y 89 de los comentarios de las Enarrationes in psalmos,, corresponden a nuestra numeración 63, 66 y 90.

107 Mal traducido en la BAC, que lo hace así “tres cláusulas de las letras”(¡!), aunque, en nota interpreta diciendo “Quizás lecturas breves o capítulas”. El sentido exacto que tiene esa frase es “tres pasajes de las Escrituras”. La razón es la siguiente: la palabra litterarum se refiere a las sagradas ESCRITURAS, como numerosas veces así la denomina San Agustín: por ejemplo, “auctoritas litterarum” en Contra Faustum manichaeum,11,2. Además, el estilo literario de este documento nos induce a pensar que su forma esquemática que ha llegado hasta nosotros, es porque existió una evolución en la estructura del oficio divino, distinta de la ya obsoleta, y los copistas corrigieron a tenor de la liturgia vigente.

La palabra clausula se encuentra en dos ocasiones en las obras de san Agustín. La primera en el sermón 265A, pero no es en el texto de su escrito, sino en una nota explicativa puesta al principio por los editores. La segunda se encuentra en De Musica, V,X,20: “versos in tribus et quattuor, ut epitriti (es decir pie epítrito: una palabra con cuatro sílabas, una breve y tres largas), exclusos a poetis propter minoris venustatis sonum, solutae orationis severitatem decorare congruentius, cum his clausulae colligantur”. En este texto, además de explicar el pie crético -tres sílabas, una breve entre dos largas (v.gr. caritas)- , los versos paeones -4 sílabas, una larga y tres breves-, a la palabra clausulae se le da el significado de verso o frase completa. Además, en lengua española, el vocablo cláusula, según el Diccionario de la Real Academia Española, tradicionalmente es un conjunto de palabras que, forman un sentido completo y encierran una sola oración o varias intimamene relacionadas entre sí. Cfr. también De Doctrina Cristiana, IV,20,41.

108 La palabra missas, significa oración. En la ed. BAC, Obras completas de san Agustín, vol. LX, p.553, se traduce confusamente por después de las tres misas del salterio, aunque en la nota n. 10 se explica que “debe referirse a las plegarias eucarísticas o himnos de acción de gracias”. El Concilio Milevitano dice en su canon 12: “placuit etiam et illud, ut preces vel orationes seu missae, nisi probatae fuerint in concilio, sive tradiciones sive commendationes, seu manus imposiciones, ab omnibus celebrentur” (GARCIA GOLDARAZ, C., o.c., p.151). El término missas está en relación con inmissas, término frecuente en san Agustín para determinar las añadiduras que fueron insertas en la Sagrada Escritura, según la acusación de los donatistas.

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Completurium: Después de las lecciones, se reciten los salmos completurie que atañen al descanso.

En las vigilias de las solemnidades o de domingos se añaden oraciones (missas) en honor de la festividad o de la Resurrección del Señor

Las sanctimoniales se saluden mutuamente antes de irse cada una a su

cubiculum. Durante toda la noche se guarde silencio y descansen con corazón sencillo y humilde. Amén.

EPÍLOGO

Esta breve exposición sobre el monasterio de monjas de Hipona en el

siglo IV-V demuestra cómo san Agustín asume la doctrina tradicional y las costumbres, y como añade unas características especiales que reflejan especialmente el espíritu del Obispo de Hipona, el de san Alipio y el de otros monachi y sanctimoniales que enriquecieron la Iglesia de Cristo.