el sentido del siglo xx - bolivar echeverria

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Dos artículos de Bolivar Echeverría: El sentido del Siglo XX y ¿Ser de izquierda hoy?

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  • lin oue es necesariamente revolucionaria puesto que slo la

    :i,1ti,l?"ia-,,;l;lJ" l"pit"ri't de reproduccin de la-rique'za social por otro socialista puede anular ese destino-' Con

    la

    ;i"i."i.t""rt*o " itq"ittdo' la sociedad- se de"dobla para

    "i;:ilti;t,ma, f'zndote v alterndose a s '''it-:?^:o'

    *Ilii.*tt.". -invocando.la amenaza de muerte que vlendel Estado-, un comPortamrento que es contrario t 1l t-t]:Til

    "

    j" t",""-a que tiene en ta;to que configurada comq;;#:;i ;;;o,i"t, P.'o q"" * ""ll'li ::::.f1 :?;"3:?';#.; ;i;a. "n

    l"pt"'"n proceso de descubrir la bilidad de una voluntad realmente democrca y de

    una

    ffi;;;;;.nte libre' se trata' cglno.puede *T:-dlri.i"".r^ destructiva cuya destructividad. t" t"t":"T1 llHff;;;;;;;;o' er "segundo" momento de lalencia dialctica a la que pt"t""L (que en verdad es-sil,i""" "t oritttato) , eimomento constructivo o re-instaufii:;;;;iu

    'o'i'u como una entidad poltica

    .iutrn.ti . superior a la existente'2'"' t"

    "i"1."tt aialctica de la poltica de izguierda es una

    U.,iJo pu.int"" (v-alga el aDarente oxmoron): no reac('

    ' 1 L. los mismos trminos en'que est hecha la declaraci' J' El;;"ii.i" *'"no clntra todo brote de rebeld'

    .ri+ Fo es una violencia que no reuuucia destruir el

    -aParato-.

    ' i"oro, y .ostumbres" qttt '"p'odt"ttt

    la subsuncin-capiti 1., ^"" ."'r"i-.t.

    "eu en .ii"i-tt:io y pot t^ buenas o tambil

    V, lil sentido del siglo Xx

    No habr sido Hitlcr un Peanrsor?Carl Amery

    ,iliunos, encerrados en un horizonte nico de la histo-lltrtlrdos hacia la uniformidad del mundo y la aliena-ll kl ilrdividuos en la economa, condenados a moderar

    n lir tener contacto con sus causas."I Esta es, qu du-, lt rituacin en la que se encuentra actualmente el

    lo xrlftico"; en la que nos encontramos todos, en la me-llt tlic l)r(:tcndemos reconocernos como seres capaces,df.,rtlx,r'rrar nuestra historia a voluntad, s al menos de

    iir rlc t:lla, de intervenir en ella aunque slo fuerat tttc t:lla sea lo que de todos modos tiene que ser.lbtttrr.,* a cste "callejn sin salida"? Qu sucedi enll; tttc rros condujo a semejante situacin?

    lilro ha venido a plantear esta cuesn de ma-y rlilc< ta, y por ello mismo incmoda. Se trata dettr't;ttado por Frangois Furet, el famoso historia-

    lpvoltrlifilr fiancesa, en el que rene la correspon-lllrurllv() x lo largo de algunos aos con Ernst Nol-lhlt lrro y comunismo", tema en el que este ltimo

    t,rx'r'i;rlista en Alemania.tlp l,\rr.t ir la 'lalenta cientfica" de Nolte da pie

    rlr r rlc (:l'tas entre ambos. En su polmico librollfifl llrrrrrirr, r'n una nota a pie de pgina, Furet des[ll lttl itor rlc Nolte, el de haber roto una autocen-

    Nrrltr:, liasasnm 1 conunisno, Siglo xXI, Buenos

    2. Hav oue sealar que la Volencia" mencionada en la esratc

    -.;;':;;;;i'n't" '"'no el de Gandhi -es exclltl:-i::::.t" l.t"".it- 0". acepta los trminos del enfrentamiento;:tliJ"J#-"cli-represin del.Estado capit"lista; la^\'i"'';:g*iJ.oll'.ontto tl eemigo' y no.la violenciadci;.;,;; p;; q.,e

    'oda aceptacin o' :t:'-:uT:::i::l:

    ,'r,r,,.,,t,i,r.'r * "r

    tegundo momento' el momentolr lll,tt lx,llicir libcradora'

    l{(t8r

  • sura que se haban impuesto los historiadores europeos des'pus e la segunda guerra mundial, el tab que les prohibaiutilmente "poner en paralelo comunismo y nazismo", pensarsiquiera qu entre estos dos fenmenos sociales, polticos ehistricos pudiera haber existido otra relacin que no fuera lade un pleno e inconfundible antagonismo.

    A los ojos de Furet, este mrito de Nolte tiene una impor-tancia esfecial: consiste, nada menos, en haber desbloqueadoel camin para la escritura de la historia de nuestro tiempo; loqn.

    "qrli" a decir, en haber aportado decisivamente a la

    comprensin de esa realidad poltica en la que se expresan ya la que deben someterse las pulsiones de todo orden que.

    -seg.rr.it , en la vida cotidiana de nuestra modernidad tarda',n efecto, el reconocimiento de la situacin poltica contem'pornea depende de la descripcin que seamos capaces. dc''hacer de lascondiciones en que ha llegado a encontrarse hi#tricamente la institucin poltica moderna por excelencia quces la democracia: descripcin que es precisamente la que se contraba obstaculizada por una suerte de "espan{o" moral'

    Cu es, en la historia concreta de la institucinca,ia relacin que han mantenido entre s su cara'i

    grcrra". Entiende incluso que, en Alemania, todo intento de'krmprender al razismo" fuese visto entonces como un actorrrc vena a relatizar el odio al nazismo y a debilitar el senti-rnicnto de culpa en el pueblo que result cmplice de'esoslr'rnenes. Pero no deja de obserlar los efectos negativos queerc "espantajo" moral ha tenido en el terreno del discurso re-Ih'xivo. En efecto, al ubicar al nazifascismo entre las irrupcio-ttor inexplicables de una "maldad" sobrehumana en el mun-tlo dc lo humano, ajenas por excesivas a la dinmica propia derlk: mundo, esa prohibicin moral de examinarlo racional-Ittctrtc ahuyentaba de entrada todo intento de relacionarlo conln lristoria real de las instituciones polticas modernas y, enllt li(:rlar, de tratarlo como un momento constutivo de la his-klr iir rlc la democracia.

    Y no slo so, sino que, como lo observa Furet, al reducir elIttlilhscismo, es decir, su contrario, a una actitud moral expre-mrlr cn unas cuantas frmulas rituales de condena, impdahtrrbirr, indirectamente, una aproximacin crtica al otr granlglut:n de terror que conoci el siglo xX, el del bolcheviimolrl'lhrista (el llamado "comunismo"). En efecro, dado que steIttsr tl ctrtrincante por antonomasia del fascismo, tod crticadlrlirlir contra l pareca connotar un parentesco, no por le-Jllto rrrt:nos sospechoso, con el anticomunismo propio el fas-glrtrro; rk'jaba suponer una posible toma de partido en favordl liu,r'ismo. La "obsesin antifascista" era as, antes de quellllrtr corno la de Nolte ejercieran su influencia, un obstculolllatrr,'r r t" cfe ctivo. lo mismo para la comprensin del fascismoi fl:l lxrk hcvismo estalinista que para la interpretacin de la re-[t ltitr rlc stos entre s y de ambos con la institucin democr-pf lrork'r'na. Un obstculo importante para la escritura de laffJrrr lir corr te mpornea... y tal vez tu*i., para su prctica..

    l,l rrrgruncnto con el que Nolte intenta co;jurar loi efectos$ rrrr 'l rlrst'sin antifascista" es en s mismo conncente. Bus-fll rrl lirrrrlamento racional inteligible del Estado fascista nolllttlv'th', rlicc, a buscar atenuantes para su poltica nefasta. Allllllrr,, darle "un fundamento racional inteligible" a unSl[,r rrrirrrrlo crimen de masas", como la "solucii final', que

    es deciq la de su afirmacin o su triunfo, con su otra cara'"oriental", la de su impotencia o fracaso? Sobre estagravitaba, obstaculizndola, impidiendo que se-la planI se h pensara, ese ':espantajo" moral, que en palabras. de

    cin de que hablar del fascismo y el nazismo de otro Ique no se mediante frmulas de condena tica y polticaluta equivale a invocar a un ente demoniaco, a volverse deguna manera cmplice de una nuela reencarnacin suya'

    se llarna "obsesin del fascismo"'! y que consista en la

    Furet le reconoce una cierta utilidad pedaggica a estetivo de un "sentimiento de espanto para con nosotros

    ' Ibid., pp. 37 y 39.

    r lbid., p. 37.

    mos",t despus de "los crmenes del nazismo que fueron- tgrandes y iesultaron tan universalmente sibles al final dC

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  • el Estado n^zi aplic al pueblojudo y que lo define y lo condena inapelablemente, hace que este crimen se vuelva "nomenos, sino ms espantoso y condenable".a En efecto, puededecirse, abundando en esta idea, que el margen de interven-cin de lo aleatorio, de lo incomprensible o impredecible, quees el que exculpara al autor de ese crimen

    -pues lo converti.a en un mero ejecutor irresponsable de un designio que lorebasa-, tiene una magnitud que disminuye en la misma medida en que crece el margen de intervencin de lo decididolibremente, de lo que fue llevado a cabo con un conocimien.to de causa posible, que es lo que inculpara al autor de esocrimen al volverlo responsable de su acto. Poda decirse inclu.so

    -empleando la distincin terminolgica que hace Nolte-que, cuanto ms aentehbar (comprensible o entendible en elsentido de "inteligible" o "explicable") resulte un crimen, me.nos uastndlich (comprensible o entendible en el sentido do"perdonable" o 'ijustificable") se volver.

    Pero el intento de comprensin del fascismo emprendidopor Nolte parece diseado para que la cuestin acerca del cri.men y la culpabilidad del rgimen nazi en el holocaustojudloy en toda la desvastacin que desat durante la segunda guclrra mundial pase a un segundo plano. Nolte observa

    -y podrftdecirse que con toda razn- que la magnitud social y la conrsistencia poltica de tal delastacin la convierten en unque "no puede definirse adecuadamente con trminosdos de lada cotidiana como 'crimen' [y'culpa']",5 que se tralde un hecho que hace estallar el concepto mismo de "crimeny "culpa", En efecto, resulta por lo menos desprosuponer

    -como sucede en la opinin pblica dominante, doJterminada a partir de 1945 por los polticos de los pases Alirrdos- que un iluminado verborreico, rodeado de una banda ddcriminales patolgicos, haya podido ser el sujeto responsabhy culpabilizable que decidi que se desatara y se

    4 Ibid., p. 30.5 Ernst Nolte, Za guarra chri.l aropa, 1917-1945. NacionatsrnD 1 bohhzv*rn\',

    Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1994, p. 28,

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    attc holocausto y esa delzstacin; hacerlo implica reducir esteItct:ho de alcances histrico mundiales a las dimensione-s dettr crimen perpetrado por unos cuaritos "gngsters", rodeadostlr toda una nacin de cmplices ms o menos culpables o mso rrcnos inocentes (segn se quiera); implica desconocerlotrutto tal, negarse a pensarlo con las categoras adecuadas a surflrlidad tan especial.

    Si los historiadores contemporneos han llegado ya a la con-vk'r:i(rn de que incluso el "ideal comunista", "la ms poderosarnrlirlad ideolgica del siglo xx"

    -que fue el secreto del "em-ht'r1lo universal" irradiado por la Revolucin de Octubre-, re-yeldr lcr al final lo que siempre haba sido, una "ilusin", unaFtl)rlirza que nunca tuvo fundamento real, debe aceptarselttlr)nccs, dice Nolte sumndose a Furet, que las reaccionest'rlnlr'r la realidad desastrosa del rgimen sotico inspiradotl r.ir.ilusin pudieron haber tenido una cierta "legitimidadhltr'ica". Debe aceptarse que el fascismo, ese "otro gran mi-Itt thl siglo XX", con su propio "poder de fascinacin", puedal|r fcrrsado "de o1ro modo que como un crimen".6

    lf,r aqrr, sin embargo, donde el intento de Nolte desfallece.pe ln rrrc deba ratarse, para 1, era de proponer un conceptoqlto rc:r capaz de sustituir al conceptojurdico moral de crimenI I ttll):r -que es en efecto un concepto de alcance puramentepllvurkr, cuyo empleo tradicional en la jerga poltica es sindllrlr lrradecuado- por un concepto equirdente pero de otroglrhu, l)crsado especialmente para el mbito propio de lo co-I'llvr o poltico. Para ese mbito dento del cual ese "cri-tt" rlc otro orden y esa "culpa" de otro orden no podranift rnr cn cl '!o" de una nacin (la alemana, la francesa, etc-Fld), lrrcsto que ste no es otra cosa que un yo privado en-ll'0rrlo rnonstruosamente en la imaginacin; un mbito en elqllF, In'r cl contrario, ese "crimen" y esa "culpa" se encontra-ditt rk.tcrminados como atributos de un sujeto poltico con-Flf ll| y cf cctivo que fuera capaz de comprometer a cad,a yopltrrhr cn su calidad de ciudadano. En lugar de ello, sin em-

    I l,rrr"r y E. Nolre, op. cil., p.28.

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  • bargo, cuando no corta por lo sano, como en el caso del "cri-men" y la "culpa" del yo alemn en la segunda guerra mundial,y declara que, hipostasiados como conceptos polticos e histricos, esos conceptos son inaplicables e insuficientes, Nolte seafana y enreda con los mismos.' Tal es el caso, como veremogms adelante, de su discutido intento de encontrar un "n'cleo racional" al antisemitismo nazi, intento discutido en la fa'mosa "querella de los historiadores" alemanes en 1985.

    Desprovisto de un concepto equivalente al de "crimen y cul'pa" individual para el universo de lo poltico y lo histrico, y"motivado existencialmente", como sospecha Furet, Por un"fondo de nacionalismo alemn humillado", Nolte no alcanzaa ir ms all de una sustitucin de la hipstasis comn y co,rriente de los mismos. La suya es una hipstasis que no Por serms ambiciosa resulta menos absurda. Todo parece, segn lcomo si en ese derastador destino del yo nacional alemn hu.biera gratado una entidad metafisica, ella misma puramentodevastadora, que estara, por definicin, "ms all del bien yel mal". Discpulo de Heidegger, Nolte emplea aqu un argwmento heideggeriano que el maestro, sin embargo, nunca dioabiertamente parajustificar su falta de reaccin a las incitaciones de una Arendt, un Marcuse o un Celan a condenar el

    7 Un intento interesante de crear un concepto nuevo, ticoPoltico, dd"responsabilidad" indidual, que es el correlato positivo del concePto negltivo de 'tulpa", fue el de la propuesta "neofrnciscana" de Sartre, Simoilde Beauvoiry los existencialistas, que ahora varios protagonistas del 68

    gt:nocidio de losjudos europeos perpetrado por la Alemanianrzifascista. Se trata de un argumento que Heidegger sugiere,rcvt:stido en forma literaria, en aquel "drama filosfico" que re-(lK:taba mientras tena lugar la capitulacin de la WehrmachtAlcrnana en 1945.3

    l,a historia que uno de los personajes (un prisionero de gue-t t;t irlemn en un camPo de prisioneros ruso) invoca all paralr'rtrr de explicarse los horrores de la segunda guerra mun-rlill cs la hiitoria de la gravitacin ya multicentenaria de un'llcstino de devs taci6n" (Vcrusktng) ineluctable: el destino deln Nandt (la modernidad). Un destino que podra llevarnosIrrclrrso a suponer que "el ser es, en el fundamento de su esen-lir, nraligno" (ttas Sein sei im Grund'e seinx Wsms biisartig\ ,y crt-yu irrtcrvincin implicara que, en ciertos casos extraordina-ihn, la "maldad molal" tenga su fundamento en una "maldadrnlolgica". En estos casos, la nocin misma de crimen y cul-rl, nr:l individual o "nacional", se dewanecera, carente de unilli'rcnte humano aI que se le pudiera aplicar. Toda "indigna-

    "

    Gilrrr nroral" (moratische Entrstung) estzta entonces fuera de'lqlr', puesto que supondra una capacidad humana 1"e norricr k:

    'cxistir ni en la individualidad privada ni en la colectiva

    y rrrr,, iucluso si existiera, sera imPotente como contradictoratettl y r:fectiva de ese proceso de devastacin'

    Mis all de dejar translucir ese carcter de mistificacin ra-r krirlizrdora advertido Por Furet, este recurso exPlicativo altlrr l(:ndencia histrica degenerativa de larga duracin, la lla-nttl.;r Nru.zsit (modernidad), resulta racionalmente inacepta-hh,. Srrponer una tendencia dirigida a "trascender" o descono't et y rlcvastar los valores ancestrales, que actuara en el devenirItlrtl ir:o como una ftterza y una voluntad sobrehumanas, le-Itrr rlc rlantear el problema del sentido de la historia concre-l, Ir tittico que hace es eludirlo.

    l\|,rt tn Heidegger, Nenngesltrd.h in enen l(riegsgeJangenerllnger in Rtts-lhntl tu'iu hm einen ftingeren un/1 inan tttqr (Dilogo l)espttino en un cattula dlthl,ttrttt\ guefia en Rusi.a mtte un jown y un viejo)' en Feldu'ugGesptiiclu (Di-'ltttr

    ,lt, ttn inanles) (l +1945), edicin completz de Vittorio Klostermann,irrrllrrr t, 1995, t.11, p.57.

    nocen relrospectivamente como la propuesta que "estaba en el aire'en lo(sesenta, que perme la moralidad de la rerueltajuvenil y que slo se esfum!ante la necesidad social de una positividad automtica de "las estructurt Iante la necesloaq soclal Cre una Posruvx ! cruulLuro ILa propuesta consiste en expandir la nocin del '!o" moral, rns all ddl"nosotros natural" premoderno (familiar, clnico, citadino, nacional),un "nosotros universal", moderno. En la sociedad planetaria (en la que vivo, decan

    -era la poca en que Europa "descubra" ely sus desdichas-, que me hace necesanamente cohabitnte yneo de quienquiera que aqu y ahora st siendo oprimido y explotadotodo lo ancho del mundo, mi situacin me obliga a tomar partidodel modo que yo juzgue conveniente, Pero siempre de algn modo, yaa favor o en contra de aquel o aquello que lo oprime y explota.

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  • ^ Cuenta Gitta Seren en su excelenre libro sobre Al

    :::".1:11._,:,.ipelln de la^crcer de Spandau, Georgessalis, le deca a quien fue el favorito d" ili;;;;;;;;el Tercer Reich, que la expiacin d"

    ", h"-i.i;;;;;i;

    consistir, para el asesino, en dejar de ser l m#;;;#;otro, en "morir" como el que asesin y ,,.arru"a. io* anuevo, con derecho al olvido. Toda ,,asuncin a" .ulo"-,, ono sea simulrnea de esta metamorfosis radical, le

    "J"!r,f"]menlirosa, impostada, puramente vanidosa; es en verdadmodo de reincidencia. El nuevo sujeto slo se constituye enacto de expiacin; apenas al .o-."t ...

    "

    1, ..t ;;;;;;;tlega a ser en realidad ,,culpable".

    , Aunqr-re hayan sido una minora, muchos fueron los ciuda]danos alemanes que hicieron por su cuenta to qu. Cusalis-il

    -

    e Gitta sereny' Arberr spea his Bart uith rrut^ university of cariforniaPress. Los ngeles, 1g85.

    88

    aconsejaba a Speer. por su lado-, en cambio _p...iUia. o". "raminoraa ravs de Ia amargura de * "rbqj.'J;;;i.,,i;rr.,

    raroat) \menclonemos, emblemticamente, un solo nbreReiner Werner Fassbinder)_, el yo nacionalie i" Al;;;#;.posguerra-prreca demostrar, aun en medio de las ruinas, unvoh'ntad de reincidencia, una intencin a" p"._"".i.iiir"la s.m-is1no, Segn esos alemanes ."ai.ul_".it" u,ri".ri".".., l"sociedad alemana debi haber dejaao e idenUtcars;;;; :r.enddad,poltica del tipo ,,EsadJ nacional

    -.a.."":.'"r. iinaDra^acuudicado,el papel de Estado_suicida, Estado-veidugoy naber comenzado a const-ruir una comunidad de otro dpo,i:t^111":-.1:t:t, :"pir.r .y culpa y merecer fr".. .."

    ".1la clteqol1^{e culpble de la'devastaci" q'r;"li;;;", ;partir d.e lg39 en Europa (incluida la ,,solucin d;fi;t,i*;"la.cuesrin juda"). Como no hizo esro, .o_o .ig,.riJ.l;nal iomismo que fue anres de lg33 (sea de -.".*;i;i;;;;; i"Burtdesrepublik, o mentirosa, como la RDA), l. _h" q"" ,i-guieron siendo tambin el resro de fu, ,o.i""..

    ""*L-es decir, un no sujeto poltico_, la sociedad ,1._"", """l*Oa estar a la altura de su ,,crimen,. poltico. En .l u.o.rt".i_1"".r_

    l{r tlcl "Holocausto"judo o, mejor dicho, de la Shoah, no alcan-lfu a ser ms que la fuerza bruta, inhumana, la herramientaIntt'lc (la masa de magnitud indefinida de asesinos indidua-ler, ncompaados de cmplices de primero, segundo y tercerlt'h(lo) de la que el Dios del pueblo judo habra echado ma-llrtr cn otro enigmtico episodio del dilogo portentoso y te-tt'lhlc que parece mantener con su pueblo a lo largo de unahlloria milenaia.

    I lna aproximacin crtica capaz de contemplar esta dimen-tlrr rlel problema de la "culpabilidad histrica" del pueblollcrniin, que sea la nica va adecuada para llevar a cabo elptr)yccto de "comprensin" histrica planteado por Nolte,pl l)tccisamente lo que este autor se resiste a realizar en su am-tllu obra sobre el nazifascismo. En lugar de hacerlo, se obserr,att 41, por el contrario, una marcada tendencia a dar por com-prcrrsible-perdonable (aerstiindkch) lo que slo resulta enten-tlllrlc-cxplicable (aerslehbar), Como observa Furet, una fuertetkrxir de 'ijustificacin" parece infiltrarse en la "explicacin" dellhnnreno fascista, a travs de lo que Nolte llama el "ncleo ra-lkrrr:rl" de la "pasin antisemita" de los nazis. El "argumento"rh Nolte, "molesto y falso a la vez", segn el historiador fran-t'1,r" plantea que el movimiento "reactivo" del nazismo frentenl lxrlchevismo

    -momiento que estara justificado histrica,roltica y moralmente por el hecho de ser una respuesta a unallttitin nefasta- incluy como parte de esta reaccinjustificadaltyil, otra, que no lo era menos, contra losjudos como un su-lr.to poltico, como un "momiento mesinico" aliado del ene-ttrigo bolchevique en su funcin devastadora de la cilizacinrx lirlcntal. Es un "argumento" que pone a losjudos, no comoI r rlnc fueron en realidad, portadores de una funcin imagina-i,r, la de "enemigos del pueblo alemn", creada para ellos dertr;rlcra artificial e injustificada slo para fines de su expulsin yittr irrrilacin, sino tal como los propios nazis los presentaron,r orno "enemigos genuinos", existentes por s mismos, a quie-ttr,s, por ello, el pueblo alemn estaba en derecho de combatir.

    rr F. Furet y E, Nolte, op, cit,, p, 19.

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  • Expulsado por la puerta formal de las intenciones de Nol-te, el antijudasmo se filtra de regreso, informalmente, a travsde la ventana de sus definiciones. En qu poda consistir, en definitiva, ese "mesianismo" del pueblo judo, que lo convertiraen "aliado del enemigo bolchevique", si no es en su negativra disolver su singularidad tnica y religiosa en la identidad IJ'scl o del Vol nacional, si no es en la afirmacin de s mismocomo comunidad natural?' En qu otm cosa, si no en la asun'cin de esta pertenencia comunitaria que, sumada a su capaci'dad de integrarse y participar en la vida econmica y culturalde la sociedad husped, les daba a sus miembros una venqjacomparativa compensatoria

    -en medio de la masa humananacional a la que la modernidad haba luelto hziu ns (carentede pas, de patria)- al mismo tiempo que los converta en objeto de esa animadversin permanente, de tiempo en tiempoolenta, que se llama antijudasmo? En qu Poda consistiresa presunta "enemistad natural" de losjudos hacia el puebloalemn, si no en su simple autoafirmacin como judos?

    El "ncleo racional" del antisemitismo nazi, puede ser otracosa que el conjunto de motivos reales de que se sirvi el nazi'fascismo para inventar "contrapruebas empricas" de la Prelerdida ralidez de su ideologa homicida? Motivos, por ejemplo

    rr Es de sobra conocido el efecto destructivo y deformador que la mismaccin con que la modernidad capitalista constituye a la "nacin de Estado'tiene sobre ia "nacin natural" 1el abigarrado conjunto de "pueblos" dclms distinto tipo), a la que usa de material en tal constitucin. De manelque no es sorprendente o "inaudito' el sacrificio suicida que la contrarpvolucin nazi, en nombre del pueblo vdtr&t o de la nacin del Fhftrsl$le impone al pueblo alemn (a la "nacin natural'alemana); sacrificio qutcominza con el cercenamiento y la mutilacin de aquel comPonente daesa "nacin natural' alemana que, aunque pequeo numricamnte (unopor ciento de la poblacin totl de Alemania, que aPenas llegaba a seit Osiete por ciento en ciudades como Berln), desempeaba sin embargo dctttro de ella el papel esencial de nervio modernizador, la '!oblacin"juda'.1que termina con el suicidio colectivo de Ia "guerra total" (dtr tot4b tr'itdl'tnqu"

    ".purrto"o, no debera ser sorprendente; no implica la irrupcin

    una barbarie nueva y ajena a la modernidad caPitalista' sino slo li,

    lomo el dado por la "excesila" importancia relati de losjudoscn la da pblica alemana, que lleg a ser abismalmente supe-t ior a la que hubiera sido 'normal" para un grupo de alrededor(lc quinientos mil individuos en una poblacin superior a lost'incuenta millones; por lo "inexplicable" y "sospechoso" (se-grirr ellos) de que "en Berln, los judos hubieran acaparador';tsi completamente la profesin de abogado, o de mdico, et-r'tr:ra"?

    l,a causa real de la reactualizacin nazi del antijudasmo eu-topco (en este caso alemn) no est en la experiencia de unarlel

  • illuera de la misma- lo que pasa actualmente? De qu se tra-ta, en verdad, en todo esto que nos sucede? Cul es el senti-
  • Ahora bien, por dnde o desde dnde debe comenzarse lanarracin de la historia del sistema de la democracia liberal ysus fracasos en el siglo XX? Furet y Nolte perciben la importan-cia que tiene determinar ese punto de partida, Yambos coinci-den en ubicarlo en "un hecho decisivo", que sera el que desa-t esa dinmica secular y le imprimi su sentido: la revolucinde los bolcheviques, la Revolucin de Octubre de 1917.

    Furet postula una analoga entre la guerra de 1914, por unlado, y la Revolucin francesa, por otro, como los dos hechoshistricos radicales que desataron lo que sobreno durantelos siglos posteriores a ellos, y que fueron as capaces de deter-minar toda una "comunidad de poca". Para una historia com-parada de las dictaduras del siglo xx (europeo), el hecho deque tanto el "comunismo" como el fascismo surgieran, despusde 1918, de "la molizacin poltica de los ex soldados [con-vertida] en la palanca de dominacin exclusiva de un partidonico" resultara entonces decisivo para el estudio del procesoa travs del cual "la poltica democrtica fue descuartizada en-tre la idea de lo universal y lo particular, o para decirlo en ellenguaje de Nolte, entre la trascendencia y la inmanencia".rl

    Por su lado, Nolte dice:

    Parto, del sencillo supuesto bsico de que la Revolucin bol.chevique de 1917 cre una situacin del todo nuev dentrodel marco de la historia mundial [...]. No se equivocablquien en ese entonces crey que la Revolucin bolchequ!significara un paso gigantesco hacia una nuela dimensinhistrica mundial.5

    l

    En la propuesta de Nolte, Furet descubre sin embargo n0slo la virtud, sino tambin el defecto de la aproximacin

    ra F. Furet y E. Nolte, op. cit., pp, 16 y 40. El reconocimiento de estacin diferencial de "comunismo" y fascismo en una misma pocasegn Furet, que la comparacin entre ellos fuese menos conceptual dcque ha sido hasta ahom y ms ceida a los hechos; pemitia, dicerealiza una "resin histrico gentica de la teoa del totalitarismo'.

    ti E. Nohe, La guana coi.l europea, cit, pp. 27-28.

    94

    rigida a explorar la copertenencia del 'tomunismo,'y el fascis-mo dentro de una poca ( 1917-1945). Observa. que conectarde esta manera al nazismo con el 'tomunismo" invita a un sim-plismo interpretativo, a atenerse, por ejemplo, a la causalidadque sugieren los nexos temporales de sucesin entre la Re-volucin bolchevique, como hecho primero, y el nazifascismorrrmo hecho posterior; a tomar a ste como una simple ,.reac-cin", a interpretarlo como un "momiento reactivo a la Revo-lrrcin bolchevique", como una pura respuesta ala ,,a'rrrenazacomunista", pero llevada a cabo "con el mismo modo revolu-cionario y dictatorial del comunismo". En efecto, para Nolte,cl hccho de que "el Gulag precedi a Auschwitz,' tien. o., va-krr explicativo.

    lll hecho de que el exterminio social [llevado a cabo por losbolchequesl haya sido sucedido por un exterminio biolico y trascendental filevado a cabo por los nazis], de quet:n algunos de sus aspectos la copia haya superado en inten-sidad al original, no elimina el orden de sucesin causal quehay entre el uno y el otro.r6

    Itara 1, los horrores del nazismo se explicaran (y tal vez in-t'lttso se justificaran) como un intento

    -desado, sin duda-tle r:orregir los horrores del bolchevismo.r?

    l,\ret marca claramente su distancia frente a Nolte.

    r'' l. Furer y E. Nolte, op. cit., p. 71." l,a nocin nazi de una aranzada, una "quinta columna" del enemigo

    tltt.'rxi$te como "el otro en uno mismo", un otro que debe ser extirpado y:lrtrlsirdo, o mejor aniquilado, no fue copiada de un original previo, comoItlrr(le Nolte: de la idea bolcheque de un ,tnemigo de clase" que debelrt rlrilruido. En sta, el trmino 'destruccin" quera decir ,'re-educacin',,tlr h lrrniento social de los indiduos de una clase, una vez que los funda-lllelll(,$ cconmicos de sta han sido eliminados; slo excepcionalmentetl hrr (l(.cir "aniquilacin fsica" de ellos, como en la nocin nazi del .otro't lr ! rn tumor del "s mismo".

    I i l do, y en los hechos, durante el estalinismo, esta ltima acepcin de_l rh' ncl cspordica y se volvi usual, no iba en el mismo sentido el movi-

    95

  • Trato de comprender, escribe, la extraa fascinacin quenuestro siglo poseyeron los dos grandes momientos idlgicos y polticos que fueron eI fascismo y el comuni[...] nadie puede estudiar uno de los do. .-po, .ir, .onJderar tambin el otro, hasta tal punto son interependienteien las, representaciones, las paiio.r., y la reafidJd histricrglobal. [... ]

    La afirmacin de que .,el Gulag precedi aAuschwi,,noes falsa ni ampoco insignificant. pero no tiene el sentiddde un lazo de causa y efecto

    .

    "El punto que relaciona en profundidad .o-..rri.-o o fr"cismo" hay quebuscarlo, segn 1, en otra parte. Uno y otio nse relacionan directamente entre s mediant, un .re*s cuusallt,.T:." p.orque ambos responden, cada uno

    "

    .., -"rr"." aloelcrt poutlco constitutivo de la democracia moderna,,.rs

    L-a idea. de una copertenencia entre fascismo y ,,comuniemo" y la de que ella comienza con la impugnacin bolchevi.que de la "democracia burguesa', en lgl7 son esenciales parata argumentacin global de Nolte, Son las que le permitenfundamentar su famosa tesis segn la cual el siglo nidebe serinterpretado como "el siglo dela guerra cil e"uropea".re

    Sin embargo, la eleccin del ao de 1917 com el ao dcpartida de esta 'tituacin del todo nueva" que inaugurara el,siglo xX no termina por convencer. parece ms bie"n arbitra.miento y Ia doctrina socialista bolcheque, sino en el sentido contrario. Encambio,la extirpacin, por el nazismo, e los europeos ,ho ari"r,,n .." "1cuerpo_de la "Europa aa", y su exterminio subsijuiente, emn contenidoesenciales de la letra y el espritu del movimiento n'azi. "q,r" ,ro ,ro, u"rrf"na decir: eso que ustedes hacen es de bolcbeviques. No, /no me lo tome? mal, pero eso pam nada es de bolcheviqll".,

    "irro -.,y arrtig.," y a"y aoiinentre nuestros antepasados. Cuando a una familia se le decl"* fura d" lley, y es perseguida y acosada, decan ellos: este hombre . "orn"tiiot

    :i9t,."1-:"i:p: -.. Tala, }ray sangre de traidor en ella, hay que exterminarll:^,:: .rT:.*bl!, d!n, das ,ird. ausgerouetl " (Heinrich Himmler, 3 de agolto

    .le ,1944,

    A tag dr Enpll" Rohwolr, Hambugo. 19g5, pp. 72_23).'' F. Furer y E. Nolk. loc. cir., pp. Z9_aOy a34-'' E. Nolte, la gterra cfuit curoppa, ciL p. 43.

    96

    lh, con toda la necesidad que hay que suponer siempre traskr ulbitrario.

    l{rr abierta polmica con Marx, Nolte'o hace una afirmacinqttn cs al menos discutible; dice que el attor de El capi.tal parahtt lrablar de lo que en realidad es una "guerra civil europea",lllpfca el eufemismo de "lucha de clases". En efecto, el Mani-fttlo comuni,sta expone ya la idea de que la sociedad europealf trtcuentra en "una situacin de guerra civil" (Brgethrieg), enh tuc cada uno de los dos partidos, el "partido del orden" yrl ')lrrtido de la anarqua", como los llamar Marx irnicamen-la n lil l8 Brunario de Louis Bonapart, se aglutinan y unifican

    ''

    ho izontalmente, atravesando las fronteras nacionales, y se en-ll'rlut entre s. Slo que Marx parece diferir diametralmentelle Nolte en la definicin de lo que es un "eufemismo". Para1, l,rblar de "lucha de clases" es hacer referencia directa y sinlttu(llrillajes de lo principal, del contenido de esa "guerra c!Yll": r:l hecho de que se trata del enfrentamiento entre dosPt(,ycctos irreconcialiables de sociedad, el "burgus" y el "pro

    lio", y no slo entre dos propuestas de organizacin de una,rplrttta nacin, como sugiere el trmino "guerra ciuil'. Eufems-' lltrr rcra as, ms bien, ocultar la radicalidad del enfrentamien-

    kr, u carcter "epocal", bajo la apariencia de un enfrenta-_.fiirtrto puramente "poltico" entre dos partidos de un mismofrrtlitnnrm, de una misma tradicin.'

    lilr 1847, en Trabajo asalnriado ) capital,2t Marx habla de una"gttella mundial" (Wehkrieg\ entre "la revolucin proletaria yh t r rtr trarrevolucin feudal"" y, e\ Las luchas d,e clnse m Fran-dt,rt tlc 1850, de una "guerra"en Europa, a la que l no llamart'lvll", sirro "revolucionaria" (" nroptiisctur Reuoh,ttionshrieg') i .unaltl,r'r'r que, al ser la consecuencia necesaria de cualquier re-Vtlrrli(in proletaria nacional, le iinpondra a sta sus marcosl l(,r dc posibilidad: 'T-a nuela Revolucin francesa es obliga-tl* n irbandonar inmediatamente el suelo nacional y a conquis

    r'l ll. Noltc, N,zr J el nietztcheonisrna, Alianza, Madrid, 1995, p. 123.rl lril Marx y Friedrich Engels, Wdi.e, Diejo-, Berln, 1972, t. \4, p, 39?.rr llrl(1., r. \,II, pp. 19 y 34.

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  • tar el terreno europeo, el nico sobre el que puede llevarscabo la revolucin social del siglo XIX".

    Desde los planteamientos de Marx. la .,guerra civil eurde la que habla Nolte habra que entenderse como unarra de clases" o "lucha de clases" entablada no dentro denacin o un Estado, sino a escala continental, internacional,incluso a escala global o universal. No se tratara solamente"dos proyectos de Estado para una misma nacin", nide "dos proyectos de nacin para un mismo Estado", sintdos proyectos de da social para el mundo civilizado, depropuestas de modernidad para la sociedad moderna enconjunto, Por un lado, el proyecto liberal o proyecto ,de lase burguesa" dominante, el proyecto establecido de lanidad capitalista; por otro, el proyecto ,,de la claseel proyecto revolucionario de una modernidad iocialistacomunista.

    -

    La situacin de "guerra ciI" generalizada ,tn Europa" -

    la que dos versiones posibles de una misma comunida, h rciedad europea moderna, se enfrentan entre s (la unablecida y la otra insurgente)- queda planteada ya en 1848,mo el propio Nolte est dispuesto a aceptarlo;rs es unque se da con la respuesta sangrienta de la burguesa bonaprtista al levantamiento de los obreros parisinos. por su par6,l"guerra cil europea" propiamente dicha, que l quiiieracomenzar en 1917, con la Revolucin bolchevique, comieen realidad mucho antes, en la dcada de 18i0, y no por

    La arbitrariedad de la propuesta de periodizacin dete, que ubica en 1917 el inicio del siglo xx, el siglo de la

    ciatila de la sociedad, sino del Estado; se inicia tanto con lapresin de la Comuna de Pars ( 1871), en Francia, como con"ley de excepcin" contra los socialistas (1878) en la Alemanlde Bismarck.

    rra civil europea", se revela como una arbitrariedad .,en lahay mtodo".

    La lebelin dejunio de 1848 de los trabajadores23 E, Nolte, Nietztche | l nitrschanismo, cit-, p. 2gg.

    98

    0t a para Marx "el acontecimiento ms colosal en la historia delnr guerras civiles europeas"za porque con ella se iniciaba todaurta poca, la poca que Lukcs llamar ms tarde "de actua-lldrd de la revolucin". Nolte percibe con claridad la impor-tntcia decisiva de este hecho; pero procede a reubicarla a suttirlera: la separa de la fecha a la que alude Marx y la rescatapnra la fecha de un suceso diferente, el triunfo de la Revolu-tln bolchevique en 1917.

    lin efecto, comenzar en 1917 implica poder mostrar al na-,lrnlo y a Hitler como una copia de lo peor de la Revolucinmcialista, de la versin que ella tuvo en manos del "bolches-Itro" estaliniano; como una imitacin invertida de sentido desruello en lo que esta Revolucin tuvo que convertirse cuan-tkr rro pudo estallar en el centro de la sociedad capitalista y de-hll hacerlo en su periferia, condenndose as al fracaso.

    ( imenzar en 1848 implica, en cambio, todo lo confario: te-ltr.r'que mostrar al nazismo y a Hitler como el ltimo o penl-

    ir llnlo momento del movimiento contrarrevolucionario que seen un plano histrico ms profundo y de una tem-

    grlalidad ms lenta; un movimiento que sale torpemente a laul)crficie con el golpe de Estado de "Napolen, el pequeo",el primer prototipo de los nuevos "salvdores de la sociedad",

    _y rtr "flange del Orden".l)os puntos de partida para la narracin de la "guerra cil

    gttrr)pca" que implican en verdad dos narraciones no slo dife-l'0nlcs, sino contrapuestas, y que aportan, por ello, dos interpre-lst'klrres divergentes de ese "encierro" en que nos enconaamosTt'lurlmente, segn el pasaje de Furet citado al comienzo dell('crlsayo.

    Narlar la historia del siglo xx como una historia del siste-lltr libcral democrtico en la que predominan

    -no slo por sutlttt ttr:in, sino por los efectos estructurales que han tenido enl- rlos tropiezos suyos con su propia consistencia contradic-lur ir llcla al absurdo de insistir en llamar "regla" lo que en rea-

    f f l(rrll Marx, Der Achkehnte Bn naire dr LNis Bona.parte (El d.iecocho Bru-)thl t L/.tis Bonaparl), en I{- Marx y F. Engels, Wa*, cit., t, VIt, p. 23.

    99

  • lid^ad ha sido una "excepcin", dejuzgar a lo que ha sido comosi fuera una mala realizacin de l qrie debi ser. Sn efec, sila regla de la cultura poltica mod.erna es la de una vida deio.crticoJiberal,. puesto que sta es aparentemente la vida queprevalece en el mundo occidental en expansin despus d lasegunda posguerra del siglo xx, roda h istoria no democr.co-liberal de la vida poltica modema, que es todo

    -.rro. ,rnuquantit ngligeablz, resulta carente de una consistencia propia,puro defecto de lo que vena sucediendo ,,en verdad,,.En tal caso, no slo la historia de la poltica oligrquica de

    los Estados capitalistas centrales y s..,, adite.es, .on"tod'o el abi.garrado panorama de sus ,.estados de excepcin,, _poblado dccorrupciones estructurales, de ,,hombres fue.taa,,, " ,,usos in.formales" de la violencia, de ,,anexiones',, de ,,compromios his.tricos", etctera-, sino tambin la historiu a. h irirprrgna.indemocrtica de esa poltica oligrquica, con todus si. i.ist.rcias espontneas, sus partidos d oposicin constructiva,

    ..,s sin.dicatos, sus huelgas, sus insurreccines, puede tambien ser vistacomo parte de la historia de los tropiezs necesarios que prefi.guraban y que terminaron por conucir al triunfo .ia dimo.cracia liberal finalmente establecida.

    La perplejidad que Furet describe y expresa ante una demo.cracia que debe pagar con su propia impitencia los beneficioque rae a la sociedad, corresponde a la experiencia de una higtoria desperdiciada, de un retorno ,deseniantado', al punto dcpartida. Pero estamos, en verdad, en medio de la realizacindel deber se como lo pretende el discurso histrico de los vencedores? Si pasamos la mano sobre el relato bien peinado deesa_h_istoria, pero lo hacemos a contrapelo, como recomendanba Walter Benjamin, no resultar, tal vez, que lo que ella tiencpor "excepciones"

    -excepciones que no dejan de aparecer confuerza incluso en nuestros das- puede err".e-no. ms sobrcla historia de la democracia en limodernidad, y.obre.us po.sibilidades actuales, que lo que ella reconoce co..ro ,regta,,i

    Porqu.e.gl otro comienzo para la narracin del ,,sigio de laguerra civil europea", el que dej planeado Marx, iidica enefecto un camino diferente. Llelz, mh bien, a ver en su historia

    100

    h listoria del movimiento contrarrevolucionario de recomposi-lll'rrr de la modernidad capitalista, que se vea puesta en cues-llrr precisamente en la Europa pujante de finales del siglo XIx.,

    Si en el Jahrhund.ertumd alemn -los tiempos de la BelleI,lxrque en Francia- alguien gozaba la hma de tener los pies bientttr:stos sobre la tierra, se era Eduard Bernstein. YBernstein,rtr srr Di Vmaussetzungen d,e Sozialismus, de 1899, hablaba conlitlamento acerca de aquello en que consista la 'hovedad" delr lucva situacin: "El socialismo

    -deca- es en el orden deltliir"; la "societizacin (Vergeselkchafiung) de la produccin"rtviurza; el "capitalismo organizado", del que Hilferding ha-lrlr'a ms tarde, est en proceso de "crecer hasta internarse',I hi n nwachsm) en el socialismo. Se dira que la modernidadlrllcczr entonces intentar someterse a un proceso de meta-tttolfirsis; su esquema civilizatorio pareca aceptar, para Euro-rir, t:l experimento de aminorar la explotacin capitalista delru llases trab4jadoras, que haba sido durante ms de un siglo lahric rle su productidad de pluwalor, y permitir que sta pa-ttt it t descansar sobre una "colaboracin" entre ellas y los capi-lrtlirlas; una colaboracin que, en el largo plazo, pareca enca-tlrln:r(la a eliminarlas paulatinamente a ambas como tales.

    I Ir "equilibrio relativo en las relaciones de poder, alcanzadotrrt r.l movimiento revolucionario de la clase proletaria en suItt, lrr conra la clase burguesa" estuvo en la base del apareci-Irritrto del fascismo, escribe Manfred Clemens.25 Fue as por-rrrr. lit necesidad que tena la modernidad capitalista de res-httttir cl desequilibrio estructural, favorable a la oligarquaItttt rtcsa, y la imposibilidad en que estaba de hacerlo 'Tormal-ttrlntc", la llev a fomentar la consolidacin de algn movi-It ['r r to social y poltico "informal" que fuese capaz de copia,tr rir.n(ido inverso, al momiento revolucionario que introdujorr crlrrilibrio indeseable. Que ello implicara sacrificar la apa-t lr i:r rlcmocrtica de ese poder oligrquico resultaba en ester rrxr, l)lra esa modernidad, algo completamente secundario.

    r l\,lrr) fied Clemens , CeselhchaJtliche Urspringe d,a Faschismas, Sr.rhrkarnp,h rrrrhlrrlr, 1986, p. 173.

    101

  • miento espartaquista en Berln. Era la forma que debi arir la olencia capitalista contrarrevolucionarii en Europala alta probabilidad que haba -d".pr,e. d. t"

    -*rlr. eletarios en la Gran Guerra y .., medio de los embrollos rreslaSacin burguesa- de que .,la vanguardia de la Resocialista", la accin radicalizadora dela democracia ytadora de la economa en sendo poscapitalista, retrnzRusia

    -lugar inapropiado para elli y en donde-pareca(emporalmente exiliada- a Alemania, .,su lugar rsinal vadecuado", que haba sido preparado pu.i.r,r.ntJpo, Jlumiento socialdemcrata.

    Vistas as las cosas, los bolcheviques, como revolque no dejaban de perseguir la .,liberacin del prode la sociedad en su conjunto", preceden u lo. i-slstosnen despus, en calidad de obstructores de la expansin

    Puede decirse que Ia necesidad de que algo as comocontrarrevolucin "fascista" tuviera lugr apaieci con fitirresistible ya a partir de I gl &l g l9 anie lu 'amen-a dll

    bable de ese momiento de liberacin. totte trr.i.

    trar en la prctica la posibilidad reai de-esa sociedad

    tializacin" de la poltica- se ercuentra en la reaccin

    contra Furet: los preceden, s, y estn en un .,nexus causal"ellos. Sin la presencia prea de los bolcheques, que moban a los trabajadores de la Europa occidental ,.1^a iraunque fuera distorsionada, ,.de su propio futuro,,_al

    capitalista y en los nazifascistas que vendrn a; cn no reconocer en la "maldad" de los soviticos unacmplice" de la que estaba siendo ejercida sobre ellos.

    , cn efecto, la suya s fue un proceso reactivo; la repre-tlilcctamente homicida que se desat en la URSS estalinista

    iri en una interiorizacin de la violencia contrarrevolu-consumada adems en medio de una metamorfosis

  • nacional-socialismo no perciba al capitalismo en la damica como el enemigo al que hay que derribar; lo veaun rasgo inherente a la produccin humana en generl,fundido en la esencia misma de la "identidad" concretaalemn, un rasgo que, por el contrario, deba serdepurado. El "socialismo" de los nazis y su conno pretenda subvertir (umulzen) el modo de produccinpres:r que se les haca propia de un "superhombre" irreal,maginable-, sino slo la organizacin del mismo; era uncialismo" que se empeaba en 'lescatar" el "rosFo humanola economa capitalista, es decir, el rostro viilkischcastizo) de la misma, y no construir un nuevo tipo dema y de humanidad, como pretenda el comunismo.

    El punto de partida propuesto por Furet y Nolte paratar lo que aconteci en el siglo XX da pie para unaque se resumira as:

    rase la modernidad, agobiada por la contradiccinvble de su proyecto poltico democrtico liberal, quepasar por la prueba de dos reacciones extremas frente amiseria poltica su;,a

    -la una, la respuesta fascista,da, aferrada a la concrecin tradicional nacionalista; yotra, la respuesta'tomunista", ultramodernista,ment"e universalista e igualitaria- y que se encuentrarestaurada pero curada de la ilusin que la haca verse amisma como instrumento de la justicia.

    El relato que resulta de la propuesta de Marx, se resumirfaien cambio, de este modo:

    rase la modernidad capitalista, acosada por la necesidadde su propio trnsito a una modernidad alternatila, y di.dida entre su asuncin de ese trnsito y su resistencia al mi"mo; que "eligi" este ltimo camino despus de haberscesforzado por extirpar hasta el ltimo residuo de esa nece-sidad, se encuentra ahora expulsada de s misma, pero nohacia el socialismo, sino hacia la barbarie.

    704

    ltffi: i:];r:jt ";:f *#:"ijTs .ii{:x *":.trta'ttcia restaurau e nostalgia de la revolu-

    ':i[;']i:Til,:l."'r'."J:: !: ^6 *l'n i'*rLil g:'.H:i?}: I i:::r:,$:j*fi ::':;:it'":lkrru'in en el siglo XX y que'.p

    --^ r^r-.rrarrodos.rn en el srHru,r^ / Yqv' t meta, la de cerrar todoskra, no alcanz a cumPlir su Il'ntttillos'

    105

  • Ut pictura poiesis

    La apertura que viene del barroquismo en su rrarioensay'stica del mexicano, aI pasar al ordenltico, en el que el sujeto nacionai mod"rrro ,ro o un'inocente, sino todo lo contrario, llega a co"u.rti"r"

    "itrario: en una limitacin..

    La materia de la que est hecha la fascinacin dc udel mexicano es, sin embargo, tragicrmente, ta mismitituye tambin la razn de sus limitaciones como imrealidad social, histrica y pottica de los pueblos deNuelamente en la tradicin de los crillos _paracultura vencida y acallada del nueuo continenti era viente de sus autoproyecciones utpicar, Octavio przde una serie de rasgos impresionantes pero a veceg ibtes entre s de la cultura cotidiana dJMxico para:g" "19. una vez ms un argumento polmic dcndiscusin europea. En contra del ,,cansincio culturalpa", un_tema que se trata de manera obsesir en la rjrdel Pars de la posguerra, Octao paz reco-i.rrd" unautenticidad, un retomar una reflexin encarnada cntica a la condicin fundamental de la existencia huimexicano,.como el tipo de ser hu-"rro q.,.

    ", ".p_ Jcexperiencia inmediata de esta condicin estar [amiun lado, a mostrar al europeo la salida de ese estad;y, por otro a encontrar en l una compaa autnticlsalvra de su soledad ejemplar pero insoportable,

    186

    XII. El olmo y las peras

    .,. Los macanos haban qrpta.do cornoautottolmaci Fo?ia la jena ignorat-cia d llos...

    Jos Gaos

    l{r posible, y de qu manera, un discurso filosfico en Amri-cr Latina? Esta pregunta que inquiet a nuestro mundo cultu-rrl en los aos cincuenta y sesenta del siglo XX

    -poca en laqrre la globalizacin de estilo imperialista dejaba soar toda-vfn a los Estados latinoamericanos en "acumulaciones de capi-lrl de cierta autonoma nacional", montadas sobre una "susti-

    :i. lrrcin de importaciones" y encaminadas incluso al desarrollo; -tlc ciertas tecnologas propiar fue perdiendo virulencia len-

    :.. tnmente en los decenios siguientes, a medida que el espritu derrtoafirmacin nacionalista se debilitaba indeteniblemente.Sc trata, sin embargo, de una pregunta inquietante, que desborda el estrecho campo de inters del nacionalismo y que harcguido apareciendo por ello una y otra vez, bajo formulaciorrcs diferentes, a lo largo de la historia ms reciente de nuestraproduccin filosfica.

    La pregunta por la particularidad del quehacer filosfico enAmrica Latina gravita claramente sobre dos artculos que qui-icra comentar brevemente en estas pginas.r Se trata de dosrrtculos dedicados a la historia d la influencia que han teni-rlo y tienen los filsofos y las escuelas filosficas alemanas so

    I Ambos pertenecen al tomo colectivo que recoge los trahjos Presenta-(los en un simposio organizado en octubre de 1999 por la Ctedra Extraordi-rraria Guillermo y Alejandro de Humboldg a cargo del doctor lrn Bieberlc oord,.) , La.s reao.oncs gennana-n@cicanat dsd el tporh d las hzrwr.os Humbothlta el prewttaEl Colegio de Mxico-Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Sercio Alemn de Intercambio Acadmico, Mxico, 2001.

    r87

  • bre el quehacer filosfico en Mxico. El primero de ello.yos autores son Carlos pereda y Gustavo L;yva, versa sob;;'recepcin de la filosofia alemana en Mxio,,. El .;grnd;va por ttulo: "Relaciones culturales germano_m"_i;;;;;mensin filosfica", y su auror es Frncisco Gil Villeaas.

    son dos trabajos que lejos de duplicar el tratamien"to dolma resultan. ms bien complementarios entre s. Elo ece urta vlsin panormica, se dira exhaustiva, de lade la influencia alemana en el estudio d. L fil;;"fi";;;:::,T11T1 1-s:Blndg se.oncenra en r" t".." a" p.".irriyerfje3 laSni rud y el verdadero,." d; J;-;;;5;;i.losolla de Ortega y Gasset _filosofia puente entre l.manlel mundo cultural hispanohablante_ en .l *.il ;;;;r;;:

    Pereda y Leyva siguen un mrodo que .lig" "

    f", p.-inJiiiautores y las principales corrienres a" U ni.to.iu a. i"f ia alemana y observa la influencia de los mismos en elacadmico de la filosofa en Mxico,

    "

    lo l"rgo;;;;;ria que comenzara a mediados del siglo xri. i ;..k;,;la fenomenologa y el exisrenciali.-"]lu rilo.otiu;;;;i;;;marlislo; Hege], Nierzsche y Ort.ga y Gas..t son .;;;;en el rabajo de filsofos mexicanos que lan de Larrovo vca Maynes.a Villoro, Rossi, Ramn *irau y S;;;;;fi;,pasando sobre todo por la poca de la ,.filsofa de iono", con Len-Portilla, UrangayZea, en la que los filoalemanes aparecen indirectaente ransmitidos por locfos espaoles transterrados, es decir, p". Gr.., i;;i-Bacca yJoaqun Xirau, enfie otros. o fdt"

    "" ..t" ilo

    ? T"::1": de l pecutiar influencia de Ni.r.fr.,l truvOiAndr Gide, en la literatura mexicana, especialmen;"'en-crbl":*1.:,?^"::1ry1i:*. Er pa{rorama q". p;,;li;rrofrecen al lector es, lo digo una vei ms, d;

    "1.;;;;t:::-::r: " tal punro., que ofrece incluso un ".t"o . .oru iC:rtlT:. n":.r:s das, en el que figuramos generosamenlor tfmagrno que todos los_ que en la actualidad hablamos de fllo5

    na en el medro acadmico, considerados siempre en nucllflcercana con la filosofa alemana contempornea.

    Por su parre, el tmbajo de Gil Villegas p'ronrnaiza en el oft

    dio de la influencia de Ortega y Gasset, sobre todo a travs delrnagisterio de.fos Gaos, en el medio filosfico mexicano. De-nluestra, en primer lugar, que, aparte de la va de los filsofoslransterrados, la influencia de la filosofia alemana en Mxi-( o tuvo otras vas de acceso, y precisa despus la importancia(lue tuvo el que la primera impronta de Gaos en la discusinlilosfica mexicana fuera en torno a la reactualizacin del cur-so de Ortega y Gasset sobre el cristianismo, donde se tema;fizall peculiar definicin agustiniana de las relaciones entre teo-Ioga y filosofia. Gil Villegas entrega adems al lector dos apun-tr:s, uno sobre el grupo Hiperin y la filosofa de lo mexicano,y otro sobre la influencia de Ortega y Gasset en Octao Paz; enrurnbos, un eficaz recurso a lo anecdtico se pone al servicio dell explicacin de esos momentos de la influencia indirectarlc la filosofa alemana en el medio cultural mexicano.

    Muchos son los temas que quedan planteados en estos dostlabajos sobre las relaciones del quehacer filosfico en Mxicor'on la historia de la filosofia europea y en particular con la ale-

    ' rrrana. Hay sin embargo uno de ellos que me inquieta sobrema-' rrr:ra desde hace algn tiempo y sobre el que quisiera comentar

    kr siguiente.Se trata del viejo problema acerca de las posibilidades de los

    crltivadores del discurso reflexivo en Amrica Latina de hacertrna "filosofa sin ms", como lo formul Salazar Bond es de-cir, una filosofia que no est atada al tratamiento de determi-nndos temas particulares de la realidad latinoamericana ni seanrcramente expresila o sintomtica de su propia excentricidad,rino una filosofa universal, como lo sera la filosofa europearrroderna, para la cual su identificacin histrico-cultural norasara de ser un aspecto accesorio o superficial.

    Es ste un tema que reaparece obligadamente a partir de larrincipal afirmacin crtica del trabajo de Pereda y Leva.

    'Todo pensamiento filosfico fecundo, dicen los autores, tie-nc sus puertas y sus ventanas bien abiertas: vive tanto en conver-r;rciones con su propia tradicin como con otras tradiciones, y( u:lnto mayor sea su capacidad de dialogar, mayor ser su rique-za. " Ahora bien, la disposicin al dilogo, esta dimensin indis

    189188

  • pensable del pensar por uno mismo, no debe confundlmo suele suceder con mucha fi.rrtrr,_ r^+:_^^_-

    -

    recuencia en el mundo doculturalatinoamericana,conl"";;il;;;;;;fi ,'":""";

    ll"T3t"X.::o;i,_{{.d. n.3.- por uno mismo y ta arillpasiva a ciertas ideus adopLd" - r-' e'v rrr(' v arlll;;;#;;Tff :if tTiiiT"i::I#;j:se encuenrra excluido oor rtefinicii. or.i.ilfl3,f:*^i 9?'b' Pered'i los princip"l". u.t i."'r"r'""

    "o'sin coloniar: por un lado er tLLur('! ue

    ""af;in de

    "ou.;".;. **" u Vor scursalero" y por

    De-acuerdo con el primer cio, se conoce en lajuventu{guna corriente de pensamienriudia en

    "r;-;;"';;"d:"jit" t" menudo mienrag c

    rcc.^.ta r-.;^ _-_!-.- , , extranjero) y se continl:,1,:,d" la vida repitind.l" h^;;;;li,;.illii1l j,-:::._'trs vo. segn .r ."s"rd;-"i.i.l ;Pl:-:l* i. persiguen r". ".?;;;.;;;J'."JH1fl*,,::.,']:ly:", las casas centraresiel.perxil;Amrica l,atina esas fugaces mercancas suelen tenerdencia francesa, alema"na o anglosajona fp. ti6l. '"'Este hecho criticado Dor pereda w r a..- ^r 'l

    ,am ar "er ;';;;":; fi :.,:i,I :,ffi ,:Lrff #:flrespecial en el cultivo del disrna. Lo que debe." .ur.no.,tlllo

    filosfico en Rmric Ll&ta: cuanio h,br"-";;; ;;; |;:lJ#';l: ;f,:tf,l:fi:::iilde Io colonial en el cultivo latinoamericano " U iil"r"ii", alll ...:.."1",.i-os propiamen te? ru* *i".i-..,;;#;;

    .una actihtd, d,e quienes la culuvan o nos referimos sobre todoa vna situacin de los mismosia.titua,po..,.,.;,,"'o;:'",:.;"1;51.1ff i ji":.,,.Tt1rffi;;:::il * g"".ralizarse pauratinam.it", a. a"".il;;:*cepclon, algo que se encuenrasolo en pocos de nuestros fil.ll1l,_lp1* :-.er la regla? o ro .oronij ..;;r;;;,:"por una situacin, por una car:-::.j::il;''ff ;,"'#'fi il:,';::i:;;*n,i:1',.;::tr;creauva y aurnomamenre que puedan *. ripr""i., ii,190

    itlllitros filsofos, conducirn siempre esa creatividad y esallt(,rroma por la va de la dependencia y la repeticin?

    Mi comentario se encamina por esta segunda mangra delrplicar el hecho colonial en el cultivo de nuestra lilosofia.

    l'icnso que el filosofar no se hace con ideas, sino con pala-bru que consiste en un modo peculiar de usa la lengua y quet ruehacer se desenvuelve dentro del peculiar estado histri-tr) cn que se encuentra esa lengua, y en medio de las conligu-lciones concretas que han adoptado los distintos usos o hablastlr la misma. Y pienso adems que el filosofar en espaol, ylxrlicularmente en el espaol latinoamericano, se desenvuelvernrr una lengua y en medio de configuraciones del habla cuyarlclinicin de lo que puede ser el discurso reflexivo difiere con-!l

  • f im*ilnx'"*lrixl*i,*:::*ifiF.i:*?,::*:n::..,1rxa11ft tr#"::i#:*'.m,mru***"..:l:xit'[H1;{:*niflih'Tfr ,ffi *tiitl*.irr:N,;itr{ii,fi1lp.::ft t :: ::lT"r.rff;p-*n:':nr*"*l,ti*::..1",,tJ:lfi;'i,:tffi t#htlfr,ti.."Hff in:?*':;r.x*nu:"*:i;li."$l;?"T::.:Hg;lxti,n*r*:i=,,*;:::-ln*l;d

    '1fr

    jli'.H:?*::lf; Ti::g"'Lrr:ij.r'ffi ii;*"g:.J".:*i::l.j:T:,H.H:T::::.:,x"l*l;il5T"TH,.rff:.*i:r;H:,::,T:f ,,.;;T

    $h1[$*rffi$$:*i#hi*ffii"H***i1******ffi

    nrs conectadas con la poesa que con la ciencia. Es un dc reflexin diferente del consagrado como "filosfi-

    xrl la modernidad triunfante; un terreno del cual.en apa-

  • tega y Gasset- a un proyecto reflexivo para el cual no Imos.de los,"m_edios de producci" " id".;;r;;;;;servirnos de l para ,.-"fi.m"rrro, e., los modos ditreflexivo que s son cultivables u partir t nto de nu,8ua como de los usos de Ia misma que se generan ensociedades.

    Xlll. Modernidad en Amrica Latina

    lra abordar el tema que est planteado en el ttulo, Modemi-la n Amirica Laril, quisiera partir de una percepcin direc-lr rlc la realidad cultural en Amrica Latina y de una genera-llrucin acerca de la misma. Podramos decir que la poblacinlllinoamericana presenta una pluralidad tan amplia de usos yc.xtumbres, de lgicas de comportamiento, que resulta dificilhrblar de una sola identidad latinoamericana; que dicha plu-rnli

  • XIV. Cuatro apuntes

    l. Amrica comn sujetol

    lln Ia vuelta del sigto de hace cien aos, Max Weber planteun enigma histrico. Escribi que lo peculiar de Occidente,dc la historia occidental, estaba en que era una historia quehaba sabido crear instituciones, obras, planteamientos, proyec-tos que, a diferencia de las de otras civilizaciones y otras histo-rias, poseen un carcter universal. Max Weber deca {on unaItrgenuidad eurocentrista muy de su poca- que lo peculiar deI')uropa, algo que slo en Europa podemos encontrar, es una;crie de creaciones humanas que no estn atadas a su origentnico o culturaltnico, es decir, una serie de instituciones queno se reducen a ser expresiones de la identidad de una ciertacultura o de un cierto grupo humano, sino que correspondena la humanidad en general. Si algo tiene de especial Europa onrejor dicho, segn Weber, Occidente, es justamente esto, sucapacidad de universalidad. Occidente sera as universalista,mientras que todas las otras civilizaciones estn siempre ata-das a ciertos localismos, a ciertas especificidades de sus propiasidentidades.

    Esta idea de Max Weber reapuece en la obra de Fernandllraudel, aunque con un sentido un tanto diferente, Tambinpara Braudel la historia universal, la historia que est constitu-yndose como historia verdaderamente universal, es o debescr vista como una irradiacin de la historia europea. Europa,digamos, ha tenido justamente la misin histrica de universa-lizar a la historia, Yen este sentido, y ya en los trminos de su

    I Comento en estas notas algunas ideas de CarlosAntonio Aguirre Rojas,cxpuestas

    n su libro Breoas msalo cr?ios, Universidad Michoacana de SanNicols de Hidalgo, Morelia, 2000.

    2r9

  • trabajo, Braudel plantea como una de las cuestionolles, centrales de su interpretacin de la historia, lfacerca de por qu Europa ha tenido esta funcin, dosido las caractersticas tnicas, geogrficas, detrica, de entrecruzamiento de lmites, de lnea doracin de la historia, que pueden explicar el porqulpapel, de esta funcin especial de Europa.

    l

    I

    La interrogacin que engloba a esta cuestinBraudel es la de por qu Europa se ha constituido en alel motor o el origen de la universalizacin de la historltro de este conjunto de problemas, o dentro de erttpacin global acerca de esta peculiaridad de Europt,vuelca, entonces, su consideracin acerca de lo quemarse el arranque definitivo y la consolidacin real dodencia de Europa a constituirse en centro de lacin de la historia.

    Centra entonces su atencin en lo que podraguiendo la periodizacin de Braudel, el "largo siglo XVlrsera el siglo en el cual, efectivamente, esta vocacin dapa se manifiesta definitivamente en la historia. El laroxvl, que ira de 1492 a 1650, es el siglo en el cualtamente, se constituye como tal en la medida en quc olentre otras cosas, de incluir dentro de su historia a laamericana. Y por ello entonces, cuando nosotroscosa desde el lado de la historia de Amrica, tencmolreconocer que el siglo X\{, este largo siglo XVI delimiUdOBraudel, es un siglo en el cual la historia de Amrica ivierte en verdad en un aspecto de la historia de Europr, tlglo xVI de Amrica es un siglo "europeo".

    Uno podra, por supuesto, completar la cosa y decirel siglo X\I americano es un "siglo europeo" en Amrica,es verdad que ese mismo siglo xvl es un "sigloEuropa, puesLo que aquello que constituye el motor qulconsolida en su funcin histrica esjustamente ladel impacto que significa para ella esa inclusin de laamericana en su propia historia, la interiorizacin dcldel descubrimiento y la Conquista de este peculiar

    220

    fl {$ki::ifu .;1*il: j#'1;ff Hnthra la funcin de Amrica como proveedora

    del m"t f::tl:iliil;;dos rechas que mircan tambin lo que Podna-ii,,- ".ii que es un ':'8t: "T;::1.':"1'"tTlll"o.t.-. o"'

    l'cro la idea de Carlos Agutr,ri,; ;;

    "- ;;'. ;aryLg::13:.':#:".*:Hffi'.:;

    rrri,, los dos fenmenos q". ..1:;;;;".i'pi.r"l.ionurni"n,otlc cse largo siglo XVI: t" ltlt-;;;:;"-*,r'ao europeai_enr rrrlitativo Y cuandtativo de la:ili,,;;'i-;;;l o.uro d" la conquista 9' **i'i l-ti li'tt ii,,cin de las cilizaciones *"tiJ"tt""' f'u topertenencia-

    de

    rtltli dos caracterscas serra precisamente lo que se m.u-estra

    nr rrna aproximacin de ese it* -t desde la perspectiva de

    Irt llistoria americana'"' ;;;i;i;i".t;" de Amrica en la historia europea l:'qu: qer-,,,,;i";;;;"u"lI"-1:10:H:;?1",,t"'3X jli'*ii,ffi:ltrbrimiento Y la aProPracronl,t cconoma mundial cenrada en Europa

    hubiese sido;lgo,uc slo habria podido au"Jt *utt"t" sumamente dificil

    y

    :lli:.iffi;il,i-E' 'o" 'l descubrimiento

    de Amrica"con

    i :l ;;;; A-, :':1, ::*i:i*'ffiili;iffi',l1t l;rr,rsibilidad de existencla dell l ;Hffi;;;,; i o .o"r -.. n ece sario *9L IT:i1'"1,' ".'"7:iil:J:iilH';ffi; .'i;;o como sujeto' provocar' porcit'mDlo, la sustitucin dt ;";;;;";" m"onttatia

    tradicional

    il i:,'.1::: It l*lt *t*t"*;;i* d:':s'Jl* "'rfe.a

    de la circulacinrlirse efectivamente por todo el mundo'

    Yalgo que es muy rm-

    rx)runte: le dar ^

    r" uia^ ttl"rn1lu europe la posibu:111:Iil,ffi;#;J;ente la economa natural' la economra:i:i'J.",l"'q,*, ;;;

    "to"o-i" todava muy conecada c-on-los va-

    i,,,.,.',,.o,0",",'"."T*:;i:i',:;*f :.:t:'ililT.:lnlenamente monetana' roi;i.';;";i;p"ttcimiento de este objeto nuevo en la

    historra

    221

    I

  • :T:r."1 europea que es Arnrica. sre sera, enton.ilT,Tff::1,* ] l: s,ercian d. A_.i." ;;- ;;il;;i;_su

    fu n cio nat izacin d e n tro ;;i ;;;i;,; ;i.":jr .illu*|: 1.^

    la-economa_munao .r.op""i..."pero no es menos imDort_a ---"-" eurupea

    meno: et sisro-i)r;;;i:;f:: :l.otro.aspecto de orb:: : ! :+_. :fil; ; ';ffi ::#;:f*."J:T?".1tran en la historia europea ; "'-'-^-rcs amcrl;"*:$Jffi il;"'1i'L'{-l,'ffl :::i"J::fl ::gadas a enbar,

    -" i",r"u.iiL;-::;::'r[Tjl.l,n:y" a ravs de lo que podra llamarse su ;

    llvamente la empresa de conquista se cumple, llelada a caboxrr lo que podramos llamar dos agentes que, si bien coincidencrr el objetivo general, que sera la europeizacin de Amrica,tliscrepan radicalmente en la definicin de los medios para al-( rrzar ese objetivo. Por un lado tenemos a los evangelizadorcs, al proyecto evangelizador, y por el otro lado tenemos a loscncomenderos, al proyecto de los explotadores propiamenterlichos. Todo sucede como si la ambivalencia en la que se en-r

  • cible como tal. Es el acto que decide a la historl Ide la modernidad capialista. Un acto que conforniro de los dos aspectos de eso que se llamaba laIa funcin histrica de Amrica Ladna en elvo de la modernidad.

    Po.rque hay otro lado. Hay el lado que est conocaquetlo que

    -usando un .,teleologismo irnicamentOdo" de Braudel- podra llamarse ei ,.retraso', d; ;;deba acontecer "necesariamente', en la marchala economa-mundo europea y en principio tambin dinomla mundlal; proceso que Ia *condenaba', podrfa da seguir un determinado itinerario: a abandonar lamediterrneas y a desplazarse decididamente hacia iiEl centro de la economa-mundo europea deba ir Inorle, y lo que sucede, nos dice Brardel, ei que el apareiiito de Amrica en el escenario de la fristoria'mundl haiiesta tendencia se frene. La ,,nordificacin" de la t istoria,pea y, por lo tanto, tambin de la historia mundial, sufrcun momento de fracaso. Los recursos de Amrica vienen Italecer precisamente aquel lugar del cual el centro de ianoma capihlisra eshba despiindose, vienen

    " forfl.oi

    Medlterrneo. Es en este sentido que habra un retraso hlrico. Claro que cuando hablamos de un ,,retraso,,en la histoCqobviamente estamos hablando en trminos fig"r"ao., puctgque no hay ningn plan de la historia que ." rte ,"j"i"nJo,Lo que acontece lo hace cuando tiene iue u.o"r..". ,.iaonello.rompe alguna continuidad, es que Ia historia h" a.J."c"to ciertos caminos que slo desde L perspectiva .

    "ru loiU.

    nuidad, no hubiesen debido estar ahi.Porque lo interesante es ver que el descubrimiento de Am.

    rica, la presencia de Amrica en la historia de Europu u" u h*cer que esta historia, que avanzaba en un solo s.ntiio, que seestaba volviendo unidimensional, concenrada en I" .."o.in""_cin" de la historia e-uropea, se rompa y cambie su camino. Hayuna rup ra, una bifurcacin, que se debe a ese fenmeno. po_dra decirse entonces: justamente gracias a que la imposicinde esta rendencia del desarrollo cpitalista ,. .o*pJ, .. q.r.c)9a

    Fl tlcsarrollo capitalista en Europa se enriquece' se Rlurall,zLttr diversifica, y hu." qtt" la historia de Occidente sea mas.,t,tt"f"it tlai rica de lo que hubiera sido' si esa "nordifica-,inu5 . rt"ul.* .o-pl.tto de manera unvoca' sin ningnobstculo'""nft"t. t1.", este "retraso de la nordificacin"' o esta revita-llr;;;-d"l ;..n contra de un proceso que pareca conde-i:;;i;;;".er definitivamente; este fortalecimiento del,t,t,'q".i. pt-frc sobrevivir a la historia dominante de la mo-rlcrnidad de Europa y no ser aniquilado.por ella' es un hechonrmamente impoitante puesto que impide.qle se estYm: T1rlialctica ,tortlrrrt de la que habla Braudel como el nerl'ro

    ',tit.io.f de h historia dela civilizacin occidental europea'

    ilr'#;, i. il;-pod"-ot observar con toda claridad en el-i"r"

    " "t o"lt esie aparecimiento de Amrica' este fortaleci-

    ;'i;;;;;;i Lr, ,r,.aititta"to, lleva a que se consolide y.for-ralezca un freno importante al proceso 9" gtt"tinil,indll'nible, que arraigabi en el nivel profundo qt

    'i -tlliYitl:""r",..ii" y q"" trminos culturales

    avanzaba desde el norte

    i.r-undo iu'ror-a de ese movimiento no slo religioso' sino,i"-.otu...i" identitaria que conocemos como la Reforma'iri ;;..; de la Reforma, de esta "revolucin cultural"' con.., )'rrt.""f"*, con su moral de autorrepresin productista'ctctera, es un Proceso que se ver frenado en su avance'

    La

    *.-r"t-' o"" tianzaba hacia el sur rompiendo con toda la tra-il;;;";'; rePresentada por el catolicismo' se,ve de re-oente detenida en iu expansin' AParece entonces algo que esI-."".rti"".. t r"stori.'de Europi: el intento del papado de.on.tr,rii una modernidad catlica' Justamente. aquello que;;;;,"d; luces imposible putttt t"tont"t posible: armoni-,ai lu t aaicin catiica con'la revolucin de la modernidad'i."rq"" rl que pareca estar muy claro

    "t",qY:l-".11!:t^:t-T:hacrlo; qui, para avanzar en la modernidad en trmrnos crrs-;;;t,; ile ir por el lado de la Reforma' por el lado deli;;;;;;i.-. y,'sobre todo, del puritanismo calinista'

    -- ---

    E.t "f".to,'".,

    el Concilio de Trento' el papado arma un pro'yecto que intenta Poner en prctica durante unos dos

    siglos: el

    225

  • de construir una modernidad del sur, una modernidad medi-terrnea, una modernidad catlica; un hecho que, al margende cualquierjuicio valorarivo, implica sin duda ei enriqueci-miento de la historia de la cultur occidental e.rrop"a d,l.an-te esos dos siglos.

    Esta sera, entonces, la ambivalencia de la funcin histri_ca de Amrica en este proceso propiamente europeo. y ello,considerando aqu a Amrica, ya .ro co-o simple ferente dematerias naturales, sino como sujeto histrico propiamente di_cho.Amrica aparece, as, en primer lugar, como

    "g.nt" .orr.o-lidador de la modernidad eurpea com capitalista] y en segun-do lugar, como un ncleo fundimental en diversiiicucii aela historia europea en cuanto tal..

    Hay otro punto importante retomado por Braudel, y quetiene que ver con lo que l llama el ,.-up" t.ri.o de emr'icaLatina", con la "estructura de larga duiacin" de este mapatnico. Retomando lo que planta Braudel en su libro Zsciailizaciones actuales, Aguirre hace un recuento histrico decada uno de los componentes tnicos de la poblacin latinoa-mericana de nuestros das. Nos dice que de-bemos reconoceraqu cuatro razas o cuatro entidades tnicas diferentes: la delos indios, la de los negros, la de los blancos y la de los mesti-zos. Seran entonces cuatro las vetas tnicas que estn presentesen Amrica Latina, que tienen su historia cn su estructura delarga duracin.

    _

    Respecto de este asunto quisiera yo plantear una idea diri_gida a completar de alguna manera'el panorama. Se trata delo que podramos llamar el reconociminto de cul es en ver_dad la dinmica de la consistencia tnica de Amrica Latinadurante todos estos siglos: no tanto el paralelismo de las dis-ntas etnias o estructuras tnicas, sino un principio de organi-zacin de este proceso, de esta historia de las ehias, que es, creoyo, lo ms importante. Ycreo que lo que hay que r".orro"",

    ",qre esta recomposicin tnica de larga duracin en la histo-ria de Amrica Lana se caracteriza fropiamente por la pre_sencia de un conflicto bsico entre un; chra tendeniia hacL etaparthddy otra tendencia igualmente clara hacia el mestizaje.

    226

    En Amrica Latina encontramos a estos protagonistas tnicosde los que habla Aguirre, pero los encontramos inmersos enun conflicto, en lucha, en una pelea que, sobre todo en 4uestrosdas, resulta esencial para la historia de la cultura mundial.

    Por dnde caminamos? Caminamos por la va de la defen-sa a ultranza de cada una de nuestras etnias, de nuestras identi-dades, dando la espalda a otros, y construyendo apartfui.ds, qrueaseguran el que podamos respetar al otro, no tocarlo, "tolerar-lo", pero que implican, al mismo tiempo, que lo hemos eliminado de la posibilidad de entrar con nosotros en una relacinde reciprocidad? O, por el contrario, entramos con l en estarelacin de reciprocidad, nos abrimos a l y lo obligamos sinviolencia a que l tambin se abra, como sucede en el procesode mestizqie? Esta es una alternativ de comportamiento cul-tural que ha sido esencial para la historia de Amrica Latina yque, podramos decir, ha sido nica en la historia de la moder-nidad.

    Tal vez, si algo ha tenido que aportar Amrica Latina a la'historia de la cultura universal, ha sido esto: el que all se haplanteado abiertamente esta alternatir" ineludible en los tiem-pos modernos, la alternatila entre mantener el aparthe

    -enel que insista, por ejemplo, la Corona espaola en los siglosxvII y xvul, exigiendo que los blancos estn aqu y los indiosse queden por all- o hacer aquello que aconteca en la partebaja de las ciudades latinoamericanas, en donde indios, blancosy negros entraban en un proceso de mestizaje o intercambio,de interaccin profunda, no slo tnica, sino identitaria. Estaeleccin civilizatoria que hoy en da se ve en trminos univer-sales como una necesidad imperiosa para la da humana, sino quiere desembocar en la barbarie.

    Si bien se puede hablar, junto con Braudel, de un largo siglo XVI, que ira desde fines del xv hasta mediados del xvu,tambin es posible hablar, teniendo en cuenta esta actividadespecfica de Amrica Latina en la historia universal

    -mirn-dola ya no slo como objeto con el cual trabaja la historia deEuropa, sino como un sujeto nuevo que aparece en la historiauniversal-, de otro "siglo largo", un largo siglo XvlI, que comen-

    227

    l

    l

  • zando con el ocaso de Espaa, en 1588, por poner unacuando sucede la catstrofe de la Gran Armada, sehasta 1767, el ao de la expulsin de losjesuitas de tierrarricanas. Entre estas dos fechas existe en Amrica Latlntproyecto histrico muy poderoso, que consolida olos datos fundamentales de esta peculiar identidad en vilo,mo es la latinoamericana, cuyo secreto se encuentrajustamCdlte en el fenmeno del mestiz4je.

    Pienso que este largo siglo xvII es el siglo en el cual, efectlJvamente, Amrica se suma a este proyecto de construir la mOdernidad del sur, alternativa a la modernidad capitalista dclnorte, y se plantea esa peculiar utopa teocrtica, que vinodel compromiso del papado con la empresa de la Compaa dcJess, que decant en la poltica religiosa del Concilio de Tren.to y que tuvo precisamente aqu, en Amrica, su lugar de reall.zacin ms pleno. En efecto, lo que se conocer despus comoAmrica Latina fue un continente dominado por la presenciade la Compaa deJess hasta 1767, y la historia que dio senti-do a todo ese largo siglo XVU es la historia de esa otra modennidad que prob suerte y fracas y que constituye, hoy en da,uno de los elementos que hacen que la historia de Occidenteno sea la historia monoltica que se planteaba en la definicinprimera de la modernidad, sino una historia en la que es per-ceptible tambin la posibilidad de modernidades alternativas.

    2. Culpabikd.ad. y resistmcia

    El "encuentro de los dos mundos" -como se lo denomin ha-

    ce algunoS aos- ha sido un tema siempre renovado en la his-toriografia latinoamericana. Pero la descripcin y el examen deesa interaccin profundamente conflictiy en el escenario de lavida cotidiana, en la que los usos prcticos y la lengua de loseuropeos debieron rehacerse a s mismos mientras se apropia-ban de lo americano, son tareas que los historiadores han em-prendido sistemticamente slo en los ltimos decenios. Qui-siera comentar aqu una aproximacin a ese 'tncuentro" quese inscribe dento de esta nueva historiografia. Se trata de la

    228

    oue intenta scar Mardarenat cuando examina una institu-ffi;.i;;ti'iut qut demostr ser esencial en la con-;;;#;;ilda cotidiana de Amrica Latina' una vida;;;;; e. bi.,, tauido, estaba dominada hasa en su-s lti-.l,;.t..;;;;;;'el catolicismo: el sacramento de la confesin;;;;.;; a" irata de la narracin contrita de sus pecados quelos fieles catlicos hacen a su sacerdote' a fin de que

    ste' en

    i:##;i;i".i"v ""

    ltima instancia de Dios' selos per-

    1""" y r* p"tiit *i "i"ttgt"tse

    a la vida normal de la co-

    munidad'"^tuiil..n"

    .omete esta institucin a un examen que le lle-

    "r "T.r'Jtitl. ..mo un "arma de aculturacin" empleada por

    [t;;;il;;;et t'panotet sobre la poblacin indgena re-""a*".-f mesdzaje'

    it ttt*" eficacia que le reconoce es su-ili"";;i.;t el efecto de una est;ategia esponrnea

    de

    iesistencia a dicha aculturactn por parte de esa poblacin in-

    dsena.-^"iorlrro,iuo.

    ae reflexin que propone este libro son llume-

    rosos, pero yo quisiera comena; toiu-""tt dos de ellos''" ii"tlr".1" .lta dado pot lu pe'plejidad a la que conduce alhtfi'"d-^;.;';i;i u g'Jn d^ifen'ia' incluso la contra-diccin, que se obserra t"ttt do' grupos de ttt"lt^:.t^:l t"

    "".t".i"' del modo en que los indgenas se comPortan-res-

    ;":;;'d.l ;."-ento de ia confesin' El primer gruPo' com-::"J":;;;; po"'oni't^' de la "religin" rranciscanaff'il'"#]lig:*,*'i.:1,'i.t:'"fli11"".':J;'';vorable, sino entusiasta que" rr i"'.rr.rto".

    "l ,eguno, tompuesto sobre todo P9l tl:"t"

    n:ffi *I::ii;"?*"r:iin:'-1il:iil'xl#:TTi"'illI:ii". 1".,i. y a la prctica de dicho sacramento'-';;;;;;;t pretende resolver este enigma planteado Porla contradiccin *t' *""udu t"oe los dos grupos 9: :t""i*tas. Obligado,

    "o obtttt't"' u tomar partido cerca del "grado

    2 scar Martiarena, Cut\tidtuI \ rcsislercia' zLsa.rl sobft Ia conati&rl m lns

    indios de Ia Numa Esp Unlvesidd Ibcroamericana' Mxico' 1999'

    I

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    {i

    229

  • de realismo" de uno y otro, prefiere tomar el de quienes dctrconocen la apertura y enfatizan la cerrazn de los indios a hprctica de la confesin auricular de los pecados.

    Incapaz de resistir al desafo del enigma, pienso que untmanera de resolverlo sera la de hacerle caso a la primera im.presin que provoca esa contundente diferencia de apreciaclnentre los dos grupos de cronistas. La impresin es de que unoy otro grupo estn hablando sobre referentes distintos, sobrados "objetos" diferentes: unos parecen ser los "indios" de los quohablan Motolina y los franciscanos y otros los "indios" a loque se refieren Grijaha y los agustinos.

    Pienso que no es aventurado decir que unos son los indios yunos tambin son los espaoles del siglo XvI y otros son los in.dios y los espaoles de los siglos xvtl y XVIII; que no es exagc.rado afirmar que entre el primero, el siglo de la Conquista, yel otro, el siglo del mestizaje quejunta a los dos siguienes, estoes, que entre los dos mundos sociales que encierran cada unode ellos hay una diferencia sustancial.

    En mi opinin, el optimismo de los franciscanos era genui-no y estaba bien fundado. No era un recurso para apuntalarsu ambicin poltica

    -nada menos que la de ser, como evange-lizadores, los verdaderos conquistadores de Amrica- ni se ba.saba en una invencin. En efecto, es completamente verosmilque los indgenas de la primera mitad del siglo xt't hayan acu-dido con entusiasmo a realizar el rito catlico de la confesinauricular. Pero hay que precisar que no lo hacan como prue.ba de su sumisin, sino como muestra de una voluntad de en-tendimiento; una voluntad que empataba admirablemente conla voluntad de entendimiento propia de los franciscanos, quie.nes queran poner al mtodo del cautilar en el lugar en que losotros peninsulares haban puesto al mtodo del someter.

    La grandeza del siglo xVl es marcada por la ambigedad,Visto desde la perspectilz que se impuso en la historia, la de laexpansin de la modernidad europea, es a un tiempo el siglodel conquistador y el siglo del er"angelizador; el siglo de la anu-lacin de la historia 'hmericana" y el siglo de la puesta en prc-tica de la utopa renacentista.

    230

    No es necesario insistir en el primer sentido desta t:ligl*dad. Toda la tradicin humana de negacin violena del otro;;;;* ;;*t" concentrado en la actividad de los conqutsta-5"t .iiiti-t. m.r;so frenados por las disposiciones moder-n* " l. Co.otu, desataron un pioceso imparable de des.uuc-.i.r " las

    -tiguas civilizaciones americanas y de sometlmlenro

    t .*oioo.in i"nmisericorde de quienes haban pertenectao aii^:'N. ;;y que olvidar que, pra comienzos del siglolcVll'ffi;bhciriffii*nu tt tiaba reducido en la proporcin dediez a uno')-'ll

    .*uno sentido de la ambigedad del siglo XVI es el deh ilti;;,pi;;" itt refori.radores no Protestantes del;#;;;;, ;;'; ven en las poblaciones de Amrica la mejorderra de cultivo de una nueva humanidad cristiana que

    deba

    retornar a EuroPa Para regenerarla En este sentido' el xM es

    -.'.i "J" a'tut vu" de Quiroga

    que el.siglo de la Ma-

    ii*rt. iqlri.. ms bien adelanta la esrategia del mestizaJe en.j .lsi. i;:r). n. utPica Porque es una vol'untad^qu"l:: o'dar fe al engao que ptttt como homogneos' como-di'r".-""i. ?q"tpl..rttt y "traducibles"' dos cdigos cultu-..i* " "m.ios entre i como el "oriental" americano y eloccidental europeo. Porque es una voluntad de conquistar

    al

    "i."-."*""4"1o en el plano de unos valores compartidos;

    L**.ie"4" de la prpia superioridad como una superio-;ti;;;;;*. s. t ata, Poi lo dims' de una voluntad.utpicail;;;; los ngelizadores europeos hac! l9s ame-ricanos derrotados, stno, y con igual fuerza' tambinit 9""t :l-i*l.i" a los primeros' Aparece en verdad unalasclnaclon;;;;;t p;-ica, sobre tdo en el nivel de las lites polti-;;:;;gi.'.*, entre los vencedores y los vencidos' Ambos con-;;;;;;;..;"" poder llegar a un cuerdo suponiei.g: qit l"ir,.ornpr..rribl. el otro e' reductible a la inteligibilidad.pro';t;,

    "'il;il; ;i;;*' de lo que se podra llamar un "ma-

    ientendido Productivo"'El libro de Mararena nos presenh un caso ejemplar de es'

    " il;i;;;;d. productivoi' el de la "confesin" a Tezcatli-

    poca o Pseudoconiesin prehispnica'

    231

  • La confesin, nos ha explicado su autor anteriormenrc, lsido para los crisdanos esencialmente una ratificacin ritulde Ia culpabilidad como esencia . l" i"Jiua,ii"?i .rf"tiano. Los indgenas americanos, la conceban, en cambio, como una ceremonia de curacin y d. tra".ito

    "

    "" ""iriuion.tidad, a una existencia meior.r

    As pues, en los primero-s tiempos, no slo los evangelizadores, sino tambin los evangelizaor'*u...r' ,"" l##.p_"pracdcar "con entusiasmo,,'el rito de la confesin. practicaban

    en verdad dos riros de confe.io" ...n.i"i_"rr;;;";;.,

    "".tre s, pero ambos lo hacan como si fi.era el mismo rito. Ambosqueran

    -necesiraban_ confundir a I; .;;;;;;;;;;'i;*",de^encuentro, que ella sin embargo d._;r;;; ;;;. '" ',Pero si los cronistas oue.o.,r".i..,;;;;;;.J;;,_";; j1H:L:J""ff ifi ::'l:.*l:al siglo xw, os orros crJnistas, 1.. qr;;;;;;; TJ;;:"r:..r-cia e incomprensin de los mismo.;".;;;; ,;;;'.","razn, pero en Io que resDec.a , h ;;;;;:.'i#',:

    .,el siglo xMr.Tr..f:.!",puede decirse que, a parrir del siglo xvrt, en lasociedad virreinal se gestan dos tipos diferentes de ,,indios,,:tos que podramos llamar ,.indios integrado;tj;.;;;;""podramos calificar de .,aparados,,. u ' )Los prlmeros son los asentes de un modo de convivenciapropio de la humanidad m"oderna y,"

    ""i;;;;;;;;;;*lfo*,.j"9 pturat, que es el mesiaje .d,r;;;;i;;.;;;:..una prcca que se genera como estrategia de supervivenciaen la parre bqia e inctuso mlqina] a" rr"*.i"a"l?.#"r yque proviene de la iniciativa de-los indios, d";;;;" i;;;;.o ruinas de su cultura andsr..,,toa.t",:,;,.m;.iiiLr.i.,fi1,:11-riiIJ.,Ti:l:cin europea, una civilizacin que se contrae y decae en Am_

    ,,^l Y.,t:r.nu sugiere que el ,bntusiasmo" por la confesin enrre los in_dros americanos del siglo xvr se exptica adems poril,"*i;;;,;;:,,_nas que ella tuvo como un rito de iracto que otorgaba er p..dn j.di.iull'jl'J";'.:L::?111X[T.o v como un

    ,q9

    rica a comienzos del siglo xvII- y que para hacerlo tienen quesalvarla, asumindola y reconstruyndola a su manera.

    Frente a este mestizaje cultural, que es un hecho propia-mente citadino, cuyo predominio "informal" crece lentamenteen conrz del aparthrid cons grado oficialmente por el esnbsh-mmtrnrreinal, este otro modo de convlencia, el aparlheid, efec-tivo sobre todo en el mundo rural, ahuyenta a la poblacin in-dgena y la lleva a aferrarse en la miseria a lo poco que restade su eja civilizacin, a tomar ciertos elementos sueltos de lacivilizacin europea y a intentar integrarlos en su mundo. s-tos seran los "indios apartados", a diferencia de los primeros,los "indios integrados".

    Sobre esta base puede decirse que tambin el segundo gru-po de cronistas, el que ve a los indios como "demasiado torpes"para captar la esencia de la confesin y al mismo tiempo lo su-ficientemente "hbiles para burlarla", hace con seguridad unarelacin veraz y realista. Su referente u objeto no son los in-dios que se aculturan a s mismos en el mestizqle, sino los indios'apartados", los que, despus de la desilusin en que los dejel fracaso del entendimiento utpico con los conquistadores,no tuvieron motivos suficientes para ver en la civilizacin delconquistador otra cosr que un mecanismo de opresin y explotacin. Su "cerrazn" no es slo ante la confesin sacramentalcatlica, sino ante la cultura occidental catlica en su conjunto.

    El segundo mot.ivo de reflexin que quisiera entresacar de losque ofrece este libro tiene que ver con la tesis central del mismo.

    Siguiendo aJean Delumeau, Martiarena afirma que el Occi-dente europeo o catlico es "una cilizacin obsesionada enpensarse b4lo el signo de una culpabilizacin incesante". Enella, el individuo se indidua, se constituye como individuo, atravs de la experiencia del "estar en culpa"; del estar, con sumera existencia, con su simple dejarse se en pecado, entransgresin de la ley divina. El sentido de la da individualarranca del asumirse como aquel que no puede ms que pecar,que renovar sin cesar la culpa, y que est en el esfuerzo Perma-nente de expiacin de la misma.

    233

  • Es la imposicin de este po de indiduacin, cuyomento erajustamenrc Ia comunin sacramental catla,a lo que, de acuerdo a Ia tesis central del libro, sera una "resistencia indgena".

    Las pruebas de esta resistencia de los .indios apartador,,muy numerosas, y no slo en la abrumadora relacin histde las rebeliones y.los levanamiento"

    .r, lo. q,r. .rtdi o lo'go.de Ia historia, sino en la presencia actual .1 ,,mundo iindios" como prueba fehaciente de la viabilidad de ,1" ;tr;;medio de la situacin caasca de una Amrica Lana dernizada mal

    -es decir, de modo capitalista_ y ";;;El breve comentario que quiero hjcer a la sis de Mar

    arcaica, sino un estatus "artificial. que es necesario n-". use puede por lo tanto perder: existii co-o r.. hu-Ino

    _no, es decir, ser miembro de Ia ,.sociedad civil", e* utgo quc h{que ganarse, que hay que merecer, La nocin ae tpa tionruna^versin prosaica que es necesario tener en cuentai I

    "Culpable" es ante todo el propietario privado; alguien qUen principio, no merece est . en lu "counidad,,, -y q";;es tolerado dentro de ella, en la medida en q". f,"" n lrill

    frente a instituciones occidentales como la de la confesin, Suqjenidad frente a la fe cristiana resulta explicable, dado su esta-do de expulsin fuera de lavida mercantil de la sociedad crio-lla; una da que se concentraba en la ciudad y se iba debilitando cuanto ms se alejaba de ella, cuanto ms se acercaba alas regiones inhspitas a las que ellos haban sido relegados.

    3. La injusticia d la histnria

    El siglo xVI fue la "poca fundadora" en la historia de Am-rica Latina. La espada del Imperio espaol y la cruz del occi-dente cristiano se juntaron entonces en la empresa de susti-tuir las cilizaciones establecidas en Amrica con vstagos dela civilizacin europea. Fue fundadora porque en ella se iniciviolentamente el vuelo hacia la utopa de una da humana decorte universal, pero lo fue tambin porque, en ella, esa vio-lencia consisti en el aniquilamiento casi total del mundocilizado que se encontraba originalmente sobre este conti-nente, y de la gente que va en l y lo reproduca. Uno de losdocumentos que narran ms de cerca ese proceso de destruc-cin es el que llera el ttulo: It struccin Iinca dan Diego dc Cas-lro (Titu Cusi Yupanqui).n

    Se trata de un texto del fraile agustino Marcos Garca, presbtero de Vilcabamba, 'brdenado y compuesto" junto con elescribano Martn de Pando a partir de la narracin en vo(parte en quechua, parte en espaol) del ex inca don Diegode Castro (Titu Cusi) a cmienzos de 1572. Narracin que nospone al tanto de la cadena de episodios en la que se desvane-ce la autoridad del inca

    -y con ella el incario-, pero que slotiene la intencin original de acompaar al pedido de preben-das econmicas que hace don Diego ante Felipe II, puestoque en ella, como l dice, se evidencia "la raz6n que yo tengode ser gratificado".

    t Del que existe ahora una edicin mexicana (Universidad NacionalAutnoma de Mxico, Mxico, 2001), preparada con devocin e impecable-mente por la historiadora Sandr Luiselli.

    l^1T::t.. en la medida. en que es ,.producti", qr." ," rr;

    Jo genra-un valor percibido como tal por los otros en el mcado. En la modernidad, todos lo hum'ano, errar, a" .ntralf"en,pecado.", todos son ,,culpables", mientras,ro .. .".aatonmeol-an te el fabaJo mercandlmente productivo. I, TI "., esra observacin pueda seivir para entender melola derencla que aprrece en el siglo )Cr'II entre esas dos claide indios, y para explicar la ajeniJad de los .inaios aparta'nil

    234235

  • Para el lector latinoamericano de nuestros dasmente ciudadano de alguno de los Estados nacionales qucredaron el proyecto de los conquistadores de sustituir lanidad de los indios con la humanidad europea (un proycceinconcluso pero cuya realizacin no deja de alanzar)- elto de este hljo del ltimo de los incas es un textotante e irritante. Lo es, no por el turbio contexto que sena en su procedencia, sino sobre todo por la historia que narrl

    Desconcierta e irrita, primero, la imagen que se adivina dll'autor del texto y de la situacin en que lo compone. El hlJQdel ltimo inca, reducido a la condicin de un simple pardcular, solicitando, mendigando casi, las "mercedes" del reyEspaa "para 1, sus hijos y sus descendientes", y acomodandopara ello, astuta, ladinamente, mitad en quechua, mitad oespaol, una versin apropiada para el efecto de la historia dasu padre y del hundimiento del incario. Yen torno a este hlj0del ltimo inca, reacomodando a su vez la traduccin del tofto dictado por 1, alterndolo a su capricho y su buen entcn.der, el traductor, el padre agustino fray Marcos Garca, y cl ocribano, Martn de Pando, interesados tambin, cada uno pO!su lado, en el buen xito de la gestin burocrtica que eotlnpor emprender ante la corte de Felipe II.

    Pero ms que este contexto, lo que desconcierta e irri6 d 'lector latinoamericano de hoy es la historia misma de la Conrquist de Per, tal como est narrada en esta versin.

    No me refiero al relato del comportamiento de los conqulltadores espaoles, cuya falsa y bestialidad le son familiarcl-dado que son antepasados suyor, sino al relato del comPoFtamiento de los indios. Desconcierta e irrita, sobre todo, hapertura y la mansedumbre de los indios; dos rasgos de su com.portamiento que se presentan como dos rtudes complet&mente fuera de lugar.

    El lector tiende espontneamente a entrar en