ellery queen [=] la acrobata ahorcada

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5/24/2018 ElleryQueen[=]Laacrobataahorcada-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/ellery-queen-la-acrobata-ahorcada 1/52 Ellery Queen Ellery Queen Ellery Queen Ellery Queen L A A A C C R R Ó Ó B B A A T T A A A H H O O R R C C A A D D A A  

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  • Ellery QueenEllery QueenEllery QueenEllery Queen

    LLAA AACCRRBBAATTAA

    AAHHOORRCCAADDAA

  • Muchsimo tiempo ha, durante el Perodo de

    Incubacin del Hombre infinidad de tiempo antes

    de los empresarios, cinco-das-a-prueba, pensiones

    teatrales, circuitos subterrneos y Variedades

    cuando el megaterio vagaba solitario, Broadway

    atravesaba su Primer Perodo Glacial y el primer

    vaudeville fue planeado por el primer empresario

    de orejas apantalladas, frente menguada y

    abundosas pilosidades, fue decretado: que el

    Acrbata sea el Primero.

    Por qu el acrbata debe ser el primero?

    Nadie lo ha explicado jams; pero todos los artistas

    del programa incluso el acrbata comprenden

    demasiado bien que tal prioridad es un honor

    dudossimo. Desde los antiqusimos aos de la

    infancia del espectculo circense, se ha reconocido

    que los primeros sern los ltimos en cosechar

    los aplausos del pblico. Y a travs de los siglos,

    en calles, en plazas y en endebles retablos, siempre

    fue el acrbata llmesele bufn, farceur, payaso,

    clown, saltimbanqui, arlequn o polichinela el

    primero en ser arrojado a los leones de la

    curiosidad para abrir el apetito de ms suntuosos

    espectculos. Desde aquellos tiempos remotos, sus

  • 2

    milagros musculares despliganse ante el pblico

    apenas extinguidos los ecos de la obertura de la

    banda, milagros realizados con una humilde

    resignacin que habla bien alto de la dulzura y de

    la modestia de toda la tribu acrobtica.

    Poco se curaba Hugo Brinkerhof del

    sacrificado fondo de su profesin. Slo saba que

    sus padres haban sido acrbatas de un

    trashumante circo alemn, que posea turgentes y

    poderosos msculos, impregnados de vida, de

    elasticidad y de fuerza, y que la vista de un

    brillante trapecio le infunda una gran satisfaccin.

    Con su trapecio, su Myra y el indulgente aplauso

    del pblico de Seattle o Okeechobee, se senta

    sumamente feliz.

    Nuestro acrbata sentase orgullossimo de

    Myra, muchacha hermosa, esbelta y sinuosa como

    un gato, con algo de rebrillo felino en sus ojazos

    verdosos. Hugo la haba conocido en la oficina de

    Bregman, el empresario teatral, y su sencillo

    corazn, dentro de su enorme pecho, le previno de

    que all estaba su destino y su mujer. Fue Myra

    quien rebautiz el acto Atlas y Co. cuando se

    casaron entre la tercera y la cuarta seccin de un

  • 3

    espectculo, en Indianpolis. Fue Myra quien

    concibi y perfeccion el vertiginoso remolino de su

    paso final. Fue el cuerpo esbelto de Myra, sus

    impecables evoluciones en el trapecio y su lnguida

    sonrisa, lo que convirti a Atlas y Co. en el

    espectculo acrobtico aclamado de costa a costa,

    lo que les granje unos prrafos entusiastas en el

    Variety, y lo que les coloc en lugar preferente

    dentro de la cadena Bregman, del Gran

    Circuito.

    Brinkerhof saba bien que todos queran a su

    Myra, y ello le forzaba a henchir su pecho de

    salvaje orgullo. Quin podra resistirla? Se

    sucedieron el bartono de Boston, el artista de

    revistas de Newark, el zapateador de Bffalo, el

    adagio de Washington; ahora haba otros: Tex

    Crosby, el Cowboy Cantor (Canciones y Zapateo); el

    Gran Gordi (sucesor de Houdini); Sam, el

    Marinero, cmico de la legua; todos ellos figuraban

    ahora en el mismo programa de variedades y todos

    ellos amaban a la lnguida Myra, y el enorme

    Atlas sonrea indulgentemente, regocijndose al

    advertir la ajena admiracin por su Myra; y

    buenas razones haba para ello: acaso su Myra no

  • 4

    era la acrbata ms diestra del mundo y la ms

    hermosa criatura de la creacin? Pero ahora Myra

    estaba muerta.

    Y fue el propio Brinkerhof, con el rostro

    transido de congoja, quien dio la voz de alarma en

    aquella perfumada noche primaveral. Daban las

    cinco de la madrugada y su Myra aun no haba

    regresado al cuarto de la pensin teatral de la calle

    47. Hugo se haba retardado con su esposa despus

    de la ltima funcin en el Metropole Theatre, del

    Columbus Circle, para ensayar un nuevo ejercicio.

    Ambos haban practicado largamente y luego de

    vestirse con gran prisa el acrbata haba partido,

    dejndola en el camarn comn; Bregman, el

    agente, le haba citado en su despacho para

    discutir los trminos de un nuevo contrato;

    Brinkerhof haba prometido a Myra que se

    reunira con ella en la pensin; pero cuando

    retorn al cuarto... ach!... ella no estaba!...

    Regres con premura al teatro, encontrndolo

    cerrado; y durante toda la larga noche estuvo

    esperando.

    Probablemente anda callejeando por ah

    le dijo para consolarle el teniente a cargo de la

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    comisara de la calle 47, ahogando un bostezo .

    Vuelva a casita y duerma tranquilo.

    Brinkerhof, empero, haba replicado con

    vehemencia, en medio de infinitas gesticulaciones:

    Nunca me hizo eso, teniente. Telefone al

    teatgo, pero no hubo contestacin. Por fafog,

    teniente, encuntguemela!

    Estos boches! suspir el teniente a un

    adormilado detective . Est bien, Pelado! Anda a

    ver lo que puedes hacer. Si la encuentras de juerga

    por ah, rmpele las quijadas a esta buena pieza!

    El Pelado y el plido gigante salieron a ver lo

    que podan hacer y encontraron cerrado el

    Metropole Theatre, como indicara el acrbata, y ya

    daban las seis de la maana cuando el Pelado

    arrastr a Brinkerhof a un cercano restaurante,

    para degustar unas tacitas de caf. Aguardaron

    por las vecindades de la sala de espectculos hasta

    el filo de las siete, y a esta hora apareci el viejo

    Perk, portero y cuidador del Metropole, quien les

    abri la puerta; los tres se encaminaron hacia los

    fondos del teatro y, al penetrar en el camarn de

    Atlas y Co., encontraron a Myra colgando de una

    vieja soga, deshilachada y sucia, atada a una

  • 6

    caera contra incendios, y ceida a su

    hermossimo cuello.

    Atlas se sent en un banquillo y su rostro

    reflej una expresin idiota; colocando su pobre

    cabeza cuadrada entre sus puos, contempl el

    suspendido cadver de su mujer con todo el dolor

    silencioso de algn dios nrdico derribado en

    tierra.

    Cuando Mr. Ellery Queen cruz entre la horda

    de periodistas y detectives apiados junto al

    escenario y convenci al sargento Velie,

    parapetado detrs de la puertecilla del camarn, de

    que l no era otro que el hijo de su padre, encontr

    al inspector Queen oficiando de juez delante de un

    grupo de nerviosos artistas. Apenas eran las nueve

    de la maana y Ellery mascullaba contra la

    inconsciente desconsideracin de los asesinos; los

    rezongos cesaron cuando arroj un vistazo a los

    despojos humanos, pendientes todava del cao.

    Brinkerhof, con los ojos rojos y el rostro

    demudado, abatase sobre una silla delante del

    tocador de su esposa.

    Ya les dije todo, inspegtor murmur .

    Ensayamos el ltimo ejegcicio. Tena una cita con

  • 7

    Mr. Bregman. Y sal. Bregman, el agente, sujeto

    obeso y de ojillos duros, asinti brevemente . Und

    eso es todo. Quin... pog qu... no lo s...

    Sotto voce, el sargento Velie detall los

    escasos detalles conocidos; Ellery dirigi otra

    mirada al cadver; los rgidos msculos de sus

    muslos y piernas, hinchados por el rigor mortis,

    delinebanse bajo la fina seda de la malla; sus ojos

    verdosos estaban an desmesuradamente abiertos;

    una leve corriente de aire meca su cuerpo en

    suave danza macabra; Ellery, suspirando, desvi la

    vista.

    El Pelado se hallaba en el camarn, un tanto

    ruborizado por su repentina popularidad entre los

    reporteros. Un individuo alto y esculido, parecido

    a Gary Cooper, liaba un cigarrillo junto a Bregman:

    era Tex Crosby, el cowboy cantor, y se apoyaba

    contra el tiznado muro contemplando al Gran Gordi

    en persona con tajante disgusto. Gordi tena

    una narizota ganchuda, negros y relucientes

    mostachos, largos y olivceos dedos y ojuelos

    renegridos; no articulaba palabra. Sam, el cmico,

    con sus bolsas bajo los ojos y su mirada cansada,

    pareca necesitar con urgencia una dosis de

  • 8

    aguardiente. En cambio, Joe Kelly, director teatral,

    que ola a cervecera a una legua, pareca necesitar

    ms de una ducha helada que de un vaso de licor;

    esgarrando de continuo, mascullaba indecencias,

    echando miradas en derredor.

    Cunto tiempo llevan de casados,

    Brinkerhof? pregunt el inspector.

    Dos aos. Nos casamos en Indianpolis,

    Herr Inspektor.

    Nunca se haba casado antes su esposa?

    Nein.

    Y usted?

    Nein.

    Le conoca enemigos? Tiene usted algn

    rival?

    Gott, nein!

    Eran ustedes dichosos?

    Fifamos como dos dordolillos, Herr

    Inspektor.

    Camin Ellery hasta el cuerpo de la ahorcada

    y levant los ojos; las venosas muecas estaban

    forzadas detrs de la espalda y atadas, as como

    sus tobillos, con una toalla mugrienta, sucia de

    lpiz labial; los pies se mecan a unos palmos del

  • 9

    piso. Una desvencijada escalera doble estaba

    apoyada contra uno de los muros; un hombre de

    pie sobre ella, reflexionaba el detective, podra

    llegar con facilidad a la caera contra incendios,

    pasar la soga por encima e izar el liviano cuerpo.

    Encontraron la escalera colocada contra

    esa pared? pregunt al sargento, que observaba

    con inters el cuerpo de la asesinada.

    S. Acostumbran guardarla cerca del tablero

    de luces.

    No es, pues, un suicidio apunt Ellery .

    Ya es algo...

    Linda silueta, verdad? dijo el sargento,

    con admiracin.

    Velie, usted es un vampiro!... Lindo

    problema, dira yo...

    La sucia cuerda pareca fascinarle; rodeaba

    dos veces el cuello de la mujer, en forma paralela,

    ocultando toda la piel como si fuera el collar de

    hierro de una mujer del Ubangi. Un grueso nudo

    haba sido hecho detrs de la oreja derecha y otro

    sujetaba la cuerda a la caera superior.

    De dnde procede esta soga? inquiri

    sorpresivamente.

  • 10

    De un viejo bal que hallamos entre

    bastidores, Mr. Queen; hace aos que estaba en ese

    lugar; no encierra nada interesante; algn artista

    lo olvid en el teatro. Quiere verlo, Mr. Queen?

    Acepto su palabra, sargento. Dice que lo

    hallaron...?

    En el cuarto de los utensilios.

    Ellery asinti y se volvi para observar de

    nuevo a los presentes.

    Brinkerhof mascullaba algo acerca de lo

    felices que haban sido los dos, y lo que hara con

    el verdammte Teufel1 que ahorcara a su adorada

    mujercita; sus enormes manos se abran y

    cerraban convulsivamente:

    Ferdaderamente, una flor gema .

    Ferdaderamente, una flor.

    Imbcil! exclam Joe Kelly, el director

    del conjunto, balancendose sobre sus pies como un

    ebrio. Esa mujer era una bribona, inspector.

    Una bri... bo... na? farfull el acrbata,

    dificultosamente, ponindose de pie . Qu

    quiegue usted decig?

    Sam, el cmico, terci con su vocecilla ronca:

    1 Maldito del infierno.

  • 11

    Est usted loco, Kelly! Loco! Por qu dice

    eso, hombre? No le haga caso, jefe, que est

    bebido.

    Bebido? Yo? chill Kelly, palidsimo .

    Pregntenselo a l, entonces! agreg,

    sealando, con su ndice vacilante, al larguirucho

    vaquero.

    Qu es esto? pregunt el inspector, con

    los ojos brillantes . Un poco de calma, caballeros!

    Asegura usted, Kelly, que Mrs. Brinkerhof

    coqueteaba con Crosby?

    El alemn articul un sonido semejante al

    rugido de un gorila y se precipit contra el grupo;

    extendiendo los brazos, con las manos engarfiadas,

    todo su corpacho pareca arrebatado por el ansia

    de estrangular al vaquero; el sargento Velie,

    atrapndole una mueca, le torci un brazo, y el

    Pelado se precipit hacia ellos, apresando el otro

    brazo del gigante; Brinkerhof se sacuda, luchando

    y debatindose, sin apartar sus ojos del esculido

    cowboy, que plido como el papel no se haba

    movido de su lugar.

    Llvenselo afuera orden el inspector .

    Que lo cuiden dos detectives y que se quede all

  • 12

    hasta que se haya serenado ambos pesquisas

    arrastraron al acrbata fuera de la habitacin .

    Bien, Crosby; le escucho.

    No tengo nada que declarar puntualiz el

    cowboy; pero Ellery advirti que jadeaba un poco y

    que sus ojos despedan llamaradas extraas . Soy

    tejano y no me amedrento fcilmente, amigo

    polica. Ese Brinkerhof es un cabeza cuadrada. En

    cuanto a ese ojos saltones de all agreg,

    contemplando aviesamente al director nunca

    aprender a callarse.

    Ella anduvo engaando al boche! berre

    Kelly . No le crea, jefe! Esa granuja recibi el

    castigo que se mereca y nada ms. Desde Chicago

    hasta Beantown no hizo ms que echarle tierra en

    los ojos al marido!

    Ya has disparatado bastante, Kelly terci

    el Gran Gordi, calmosamente . No ve usted que

    est ebrio, inspector? Myra era... amistosa... A

    veces tornaba unos tragos conmigo o con Crosby,

    cosa que no haca delante de Brinkerhof, pues a l

    no le gustaba que ella bebiera, y eso era todo...

    Nada ms que amistosa, eh? musit el

    polica . Bueno, quines mienten? Si usted sabe

  • 13

    algo positivo, Kelly, dgalo sin miedo.

    S lo que s tartaje, sarcsticamente, el

    empresario . Y ya que tocamos el punto, jefe,

    creo que el ilustre Gordi podra contarle cosillas

    interesantes de esa... coquetuela... Y, cmo no

    podra decrselas, si hace quince das se la birl a

    Crosby?

    Calma, amigos, calma! orden el anciano

    polica, advirtiendo la inquietud del tejano y del

    bigotudo mago . Cmo sabe eso? (El cadver

    de la acrbata se balanceaba dbilmente, en su

    danza de ultratumba.)

    O a Tex reprochrselo el otro da

    respondi, roncamente, el director y vi a Gordi

    ayer mismo abrazado a esa mujerzuela... Qu me

    dicen? Un brillante luchador es este Gordi! Si

    vieran cmo se prende al adversario...

    Nadie dijo nada. Los dedos del tejano se

    volvan blancos, mientras contemplaba, fijamente,

    al borracho; Gordi, el Mago, no pronunciaba

    palabra. La puerta se abri, y entraron dos

    hombres.

    Eran el doctor Prouty, mdico forense, y un

    sujeto corpulento, de paso vacilante y rostro

  • 14

    marchito.

    Decay un punto la tensin reinante en la

    habitacin.

    A buena hora llega, estimado doctor!

    subray el inspector Queen . Le ruego que no la

    toque hasta que Bradford haya examinado el nudo

    de all arriba. Andando, Bradford! Use esa

    escalera... es por la caera contra incendios! El

    perito tom la escalera de tijera y abrindola, trep

    al lado del bamboleante cadver, examinando el

    nudo practicado detrs de la oreja de la muerta y

    el de la caera. El doctor Prouty, pellizcaba las

    piernas del cadver.

    Suspirando, Ellery se puso a pasear por el

    cuarto. Nadie le prestaba atencin; palidsimos

    todos, observaban trabajar a los dos expertos del

    Departamento de Polica.

    Algo acab por distraerle; algo que ignoraba,

    pero, ese algo le agitaba, le dejaba intranquilo,

    como un presentimiento de algo anormal...

    Descubri un revlver cargado en el cajoncillo

    superior de la mesa de tocador de la acrbata, un

    arma diminuta, de culata nacarada, cal. 22,

    marcado M. B.. Sus ojos se estrecharon y mir a

  • 15

    su padre, quien asinti. Continu, pues,

    vagabundeando. Y luego se detuvo, suspicaces los

    ojos, anhelante.

    Encima de la desvencijada mesita del centro

    del cuarto vio un cortapapel, largo, cortante y

    agudo, perdido entre algunas frusleras.

    Recogindolo con cuidado, examin a la luz su

    reluciente hoja metlica; pero no vio rastros de

    sangre. Reintegrndolo a su lugar, volvi a sus

    merodeos.

    La primera cosa que vieron sus ojos fue un

    mechero de gas, ordinario y desgastado, colocado

    sobre el piso en el otro costado de la habitacin. Su

    cao estaba insertado en un pico de gas, pero la

    vlvula haba sido cerrada; palp el quemador;

    estaba fro como el hielo.

    Dirigise entonces al armario experimentando

    clara sensacin de algo inevitable. Y no se

    sorprendi al encontrar, junto a la puerta abierta

    del mueble, un cajn de madera colmado de

    herramientas de carpintero, encima de las cuales

    advirti un pesado martillo de acero. Sobre el piso,

    cerca del cajn, vio montaitas de virutas y

    aserrn; el borde de la puerta del armario estaba

  • 16

    sin pintar.

    Sus ojos reflejaban preocupacin e inters.

    Retornando deprisa al lado del inspector, murmur

    a su odo:

    El revlver es de la mujer?

    S.

    Adquirido recientemente?

    No. Brinkerhof se lo compr poco despus

    de casados. Como proteccin, segn declar.

    Bien pobre proteccin! coment Ellery.

    El perito de paso vacilante y cara roja,

    acababa de bajar de la escalera con una expresin

    de intensa sorpresa. El sargento Velie, que

    regresaba al camarn, subi a su vez llevando un

    cortaplumas entre sus dedazos. El doctor Prouty

    aguardaba con paciencia. El sargento comenz a

    seccionar la cuerda.

    Qu significa ese cajn de herramientas

    del armario? continu Ellery, sin apartar los

    ojos de la muerta.

    El carpintero estuvo ayer arreglando la

    puertecilla, hijo; unas bisagras flojas o algo por el

    estilo; como los reglamentos del gremio son

    terminantes, el obrero dej el trabajo sin

  • 17

    concluirlo. Por qu? Qu pasa?

    Pasan muchsimas cosas, pap contest

    Ellery.

    El Gran Gordi observaba, calmosamente, sus

    labios, y Ellery fingi no reparar en ello; Sam

    acurrucbase en un rincn, los ojos fijos en el

    sargento; y el tejano fumaba, lenta e

    indiferentemente.

    ste es uno de mis problemas ms

    desconcertantes.

    El inspector le mir, atnito:

    Desconcertantes, El? No te entiendo...

    Cmo no entiendes lo que entendera una

    criatura, pap? espet Ellery, impaciente . Y

    pensar que es sorprendente! Estamos en un cuarto

    con cuatro armas magnficas: un revlver cargado,

    un estilete para abrir cartas, un pico de gas y un

    martillo. Sin embargo, el criminal maniat a la

    mujer con una toalla, deliberadamente;

    deliberadamente, sali del cuarto; deliberadamente,

    atraves el escenario y penetr, deliberadamente,

    en el cuarto de los utensilios, desenroll esa vieja

    soga de un bal, abandonado aos atrs por un

    actor, y acarreando cuerda y escalera al camarn

  • 18

    de los Brinkerhof, arroj la primera por sobre la

    caera del agua y haciendo un nudo, ahorc a la

    mujer.

    Bueno, pero...

    Pero, qu? vocifer Ellery . Dara,

    gustosamente, mi brazo derecho por saber por qu

    el asesino, desechando cuatro formas de asesinato

    (formas fciles y manuables: un tiro, una

    pualada, la asfixia o un martillazo) se tom tanto

    trabajo y corri tanto riesgo, slo por colgarla de

    esa caera!

    El doctor Prouty se arrodill junto a la

    muerta, a quien el sargento descendiera al piso con

    destreza.

    El perito en nudos dijo al inspector:

    Confieso que me fastidi, seor.

    Qu le fastidi? espet el polica.

    Ese nudo sus gruesos dedos sostenan en

    alto un trozo de cuerda anudada . El de la oreja

    es comn, inspector, y torpemente realizado para

    quebrar el cuello sacudi la cabeza . Pero este

    otro... el nudo que sujetaba la cuerda al cao...

    Bueno, me ha fastidiado...

    Es un nudo raro? pregunt Ellery.

  • 19

    Nuevo para m, seor. En todos los aos

    que fui experto en nudos del Departamento de

    Polica no vi uno como ste; no es un nudo

    marinero, ni menos del Oeste...

    No ser el trabajo de un aficionado?

    murmur el inspector, estirando la cuerda entre

    sus dedos . Un nudo que sali as por

    casualidad?

    El experto mene de nuevo la cabeza:

    No, seor; se trata de un nudo desconocido

    para m. Y no es accidental... El individuo que

    form este nudo saba hacerlo bien.

    Bradford se apart y el doctor Prouty levant

    la cabeza:

    Demontres! Aqu no puedo trabajar

    tranquilo! grit . Enviar el cuerpo a la

    Morgue para practicarle all la autopsia. Los

    muchachos esperan afuera.

    Cundo falleci, doctor? pregunt,

    ceudo, el inspector.

    Alrededor de la medianoche. No puedo ser

    ms preciso, inspector. Desde luego, muri

    estrangulada...

    Bueno, envenos el informe, doctor.

  • 20

    Probablemente, no servir para nada, pero...

    Thomas, llame al portero!

    Cuando el doctor Prouty y los empleados de la

    Morgue se marchaban con el cadver, el sargento

    Velie introdujo al viejo Perk, portero y sereno del

    establecimiento. El inspector pregunt, en tono

    adusto:

    A qu hora cerr anoche, Perk?

    El anciano farfullaba las palabras,

    nerviosamente:

    Se lo juro por Dios, seor inspector, que no

    crea hacer mal alguno y... Oh! El seor Kelly me

    despedir si llega a saberlo! El sueo me venca...

    Qu significa eso? mascull el polica.

    Myra me dijo anoche, despus de la ltima

    funcin, que ella y Atlas iban a ensayar un nuevo

    ejercicio. No quise retardarme esperando a que

    terminaran gimi el viejo portero y por eso,

    viendo que todos se haban marchado, y que las

    mujeres de la limpieza ya haban terminado su

    trabajo y se haban ido, cerr con llave todas las

    puertas, salvo la del escenario, y les dije a Myra y

    a Atlas: Cuando salgan, cierren la puerta del

    escenario de un golpazo. Y regres a casa.

  • 21

    Maldicin! gru el inspector, irritado

    . Ahora no sabremos quines entraron o salieron

    del teatro. Cualquier artista podra haberse

    introducido sin ser visto por nadie, o bien esperado

    por all hasta que... se mordi los labios .

    Caballeros, adonde fueron despus de la funcin

    de anoche? Los tres actores se sobresaltaron

    simultneamente. El Gran Gordi habl el primero,

    articulando las palabras con voz dulce e

    intranquila a la par:

    Regres directamente a la pensin, y me

    acost en seguida.

    Alguien le vio entrar? Vive usted en el

    mismo agujero que los Brinkerhof?

    El mago se encogi de hombros:

    Nadie me vio. S, en la misma pensin.

    Y usted, Texas?

    El vaquero contest:

    Estuve vagabundeando; luego entr a un

    bar y me embriagu.

    A qu bar?

    No recuerdo; estaba muy bebido; despert

    esta maana con dolor de cabeza.

    Amigos, les prevengo que se encuentran en

  • 22

    un buen lo dijo el polica, sarcsticamente .

    Ni siquiera saben fraguar coartadas! Bien, qu

    me dice usted, seor cmico?

    Oh! No me es difcil demostrarle dnde

    estaba anoche, inspector balbuce el comediante

    . Concurr a un bar en donde conozco veinte

    personas que jurarn haberme visto por all.

    A qu hora?

    Alrededor de la medianoche.

    El inspector resopl, diciendo:

    Vayanse! Pero no se alejen demasiado. Es

    posible que los necesite despus. Squelos de mi

    vista, Thomas, antes de que pierda la paciencia.

    Muchsimos aos ha cuando el megaterio

    vagaba solitario el mismo empresario de orejas

    apantalladas que dijo: El Acrbata sea el

    Primero, sent tambin el principio de que El

    Espectculo debe continuar representndose.

    Puede ocurrir un accidente, que el principiante se

    escape con la domadora, que la ingenua se

    embriague, que la dama de la quinta fila, derecha,

    escoja el teatro como escena para su ataque

    mensual de epilepsia, que el fuego consuma

  • 23

    algunos camarines; pero, el espectculo debe

    continuar representndose. Ni siquiera un rarsimo

    asesinato puede anular el sagrado principio. El

    espectculo debe continuar a pesar del fuego, del

    agua, de directores bebidos como Kelly y del

    Fantstico Caso de la Acrbata Ahorcada.

    No era de sorprender, pues, que cuando el

    Metropole comenz a colmarse con espectadores,

    no se viera seal alguna de que una mujer haba

    sido asesinada la noche anterior entre sus chillones

    muros, y que policas y detectives patrullaban sus

    zonas reservadas, mirando todo con suspicacia y

    desconcierto. El asesinato no era ms que un

    accidente en la vida del circo. Apenas s mereca

    dos columnas en el Variety...

    El inspector Richard Queen rabiaba en su duro

    asiento de la dcimaquinta fila, y Ellery estaba a

    su lado, sumido en pensamientos. La insistencia de

    Ellery en asistir a la representacin pareca irritar

    al inspector. Aguantaron una pelcula soporfera,

    un noticiario, unos dibujos animados...

    Cuando el cartelillo de las Prximas

    Atracciones apareci sobre la pantalla, Ellery se

    levant, diciendo:

  • 24

    Volvamos a bastidores, pap. Hay algo

    que... no acab la frase.

    Pasaron detrs de los polvorientos palcos de

    la derecha y llegaron a los fondos del escenario por

    una puerta de hierro guardada por policas

    uniformados. El escenario y los bastidores parecan

    oprimidos por un inslito silencio. El director Kelly,

    calamitoso como nunca, sentbase en una silla

    coja, junto al tablero de luces. Ninguno de los

    actores estaba all.

    Kelly dijo Ellery, bruscamente no

    tiene gemelos de teatro aqu?

    Para qu diablos los quiere? refunfu

    el irlands.

    Consgamelos, por favor...

    Llam Kelly a uno de los obreros, quien

    desapareci y volvi trayendo los binoculares.

    Bien, qu intentas hacer, hijo? gru el

    inspector.

    Ellery ajust los gemelos.

    No s dijo, encogindose de hombros .

    Es una intuicin repentina...

    En el foso resonaron sonoros acordes

    musicales: la Obertura.

  • 25

    Poeta y Aldeano rumi el polica .

    Cundo encontrarn algo nuevo?

    Ellery no replic; limitbase a aguardar,

    gemelos en mano, los ojos clavados en el iluminado

    escenario. Apenas se extinguieron los ltimos

    compases y algunas salvas de aplausos, poco

    entusiastas, resonaron entre el pblico, y los

    carteles anunciaron Atlas y Co., el inspector

    perdi parte de su irritacin y comenz a sentirse

    interesado. Cuando el teln se alz sobre el

    escenario, apareci Atlas, sonriente, exhibiendo la

    impresionante masa de su cuerpo ceido por una

    rosada malla; a su lado saludaba una mujer alta y

    risuea, de cabellos rubios y algunos dientes de oro

    que destellaban a la luz de las candilejas. Tambin

    ella llevaba malla color carne.

    Brinkerhof, con toda la mansedumbre y la

    comprensin de la tribu acrobtica, haba insistido

    en representar su nmero, y Bregman, el agente,

    le haba enviado otra compaera; ambos artistas

    haban pasado una hora larga ensayando sus

    abrazos, piruetas, lanzamientos y dems diabluras

    del gnero. Es que el espectculo debe continuar

    representndose...

  • 26

    Atlas y la mujer rubia realizaron una

    intrincada serie de volteretas y maniobras

    equilibrsticas. La orquesta ejecutaba msica con

    los bronces. Los trapecios mecanse sobre el

    escenario. Balanceos sencillos. Saltos mortales en

    el aire. El tambor redoblaba y el cmbalo

    repercuta.

    Ellery no intent emplear los binoculares. l,

    su padre y Kelly estaban apostados entre

    bastidores, a la derecha, y ninguno de ellos

    articulaba palabra, aunque el ltimo jadeaba como

    un hombre que acabara de salir del agua en

    procura de aire. Una diminuta figurilla pareci

    materializarse detrs de ellos; volvi Ellery la

    cabeza; pero no era ms que Sam, el Marinero, el

    cmico de la legua, envuelto en un uniforme de

    marino tres nmeros ms grande que su

    cuerpecillo esculido; su rostro se perda bajo una

    capa de pintura. Observaba con insistencia a Atlas

    & Co., inexpresivamente.

    Es bueno, eh? murmur.

    Nadie respondi; sin embargo, Ellery se volvi

    al director, susurrndole:

    Kelly, abra bien los ojos para... y su voz

  • 27

    se baj tanto que ni el cmico ni el inspector Queen

    oyeron lo que deca.

    En cuanto a Kelly, su rostro reflej sorpresa y

    cabece, afirmativamente, mientras segua las

    evoluciones de los equilibristas.

    Cuando concluy el nmero, la orquesta

    ejecutaba el habitual crescendo sostenuto, Atlas

    saludaba y sonrea, la mujer se inclinaba y

    mostraba sus dientes de oro y el teln caa

    rpidamente, Ellery dirigi una significativa

    mirada a Kelly. Pero Kelly mene la cabeza.

    Los carteles anunciadores cambiaron: Sam, el

    Marinero. Se elev entonces una msica alegre y

    vertiginosa, y el hombrecillo del uniforme

    extravagante sonri tres veces, como si ensayara

    la sonrisa, y aspirando una gran bocanada de aire,

    se lanz hacia el escenario manoteando y

    trastabillando como un ebrio y, desplomndose

    sobre el tablado cuan largo era, mostr su rostro

    de gnomo a la luz de las candilejas, mientras

    estallaba una tempestad de carcajadas en el

    pblico.

    Los tres observaban todo desde los bastidores,

    silenciosamente.

  • 28

    El cmico representaba un nmero

    desopilante. No slo era una caricatura de todos los

    marineros, sino tambin una caricatura de todos

    los marineros ebrios. Farfullaba, trastabillaba, caa

    en silencio, luego parloteaba de nuevo, describa

    una imaginaria travesa, daba vueltas sobre s

    mismo en las tablas al encaramarse en un mstil

    inexistente, tornaba a callarse y a enfrascarse en

    una pantomima que sacuda de risa al teatro.

    Caramba! murmur el inspector .

    Conquistar tanta fama como Jimmy Barton con

    ese nmero del borracho.

    Bah! Pobre diablo! dijo Kelly.

    Sam, el Marinero, abandon el escenario por

    el complicado procedimiento de nadar sobre las

    tablas. Se levant entre bastidores, jadeante,

    chorreando sudor. Sali a agradecer al pblico.

    Volvieron a aplaudir. Sam desapareci. Reapareci.

    Volvi a desaparecer. En su rostro de ratn se

    asom una expresin obstinada.

    Sam! susurr Kelly . Por el amor de

    Dios, Sam, ejecuta el nmero de la cuerda! Por el

    amor de Dios, Sam...

    El nmero de la cuerda? pregunt

  • 29

    Ellery, calmosamente.

    El cmico se mordi el labio inferior. Se

    levantaron sus hombros y sacudindose, cayeron

    al cabo, en tanto se escurra de nuevo al escenario.

    Estall un coro de carcajadas y la sala se aquiet

    de nuevo. Sam se puso de pie, dificultosamente.

    Eh! Los de arriba! aull, sbitamente

    . Arrjenme una soga!

    Un cigarro, de papier mach, de tres pies de

    largo, cay sobre las tablas del lado contrario.

    Risas.

    No! Soga! Soga! chillaba el hombrecillo,

    balancendose.

    Una cuerda negruzca serpente desde lo alto.

    Enroscse, milagrosamente, alrededor de sus

    hombros esculidos. Se debati Sam entre sus

    pliegues. Se arrastr tras sus puntas embreadas.

    Ejecut fantsticos saltos. Y siempre las

    puntas embreadas se le escurran de los dedos y se

    enredaba cada vez ms entre las negruzcas anillas

    de la soga, en tanto pugnaba por desasirse.

    La sala pareca venirse abajo. El hombrecillo

    era cmico; el rostro avinagrado de Kelly

    transparent cierta alegra; el inspector sonrea. El

  • 30

    espectculo concluy de golpe y dos operarios

    surgieron de las alas y arrastraron al cmico fuera

    del escenario, convertido ahora en un impotente lo

    de enredados cordajes. Su faz, bajo la capa de

    pintura, estaba plida como la tiza.

    Se desembaraz con facilidad de las anillas de

    la cuerda.

    Bravo, muchacho! ri el inspector .

    Lindo nmero!

    Murmur Sam algo y se alej hacia su

    camarn. La cuerda qued en donde cayera. Ellery

    la examin brevemente y despus fij su atencin

    en el escenario. La msica cambi de tono. Una voz

    de tenor, asombrosamente hermosa, vibr en el

    teatro. La orquesta ejecutaba Hogar de las

    Praderas. Y el teln se alz ante Tex Crosby.

    El larguirucho cowboy vesta ropas llamativas,

    tpicas entre los vaqueros de teatro o circo; las

    usaba con cierto aire autoritario. Los revlveres de

    seis tiros y culata nacarada, que sobresalan de las

    pistoleras, no parecan fuera de lugar. Su enorme

    sombrero blanco sombreaba un adusto rostro de

    llanero del Oeste. Sus piernas estaban un poco

    combadas. El tipo era genuino.

  • 31

    Cantaba canciones del Oeste y contaba

    historietas graciosas con su suave canturreo

    tejano, y durante todo ese tiempo sus manos, de

    dedos largos, maniobraban con un lazo. ste

    pareca vivir entre ellas. Desde el mismo momento

    en que el teln se alz sobre su figura desgarbada,

    el lazo no se detuvo un instante y no ces de

    evolucionar en medio de sus chistes, su zapateo y

    sus canciones, la ltima de las cuales,

    inevitablemente, fue El ltimo Rodeo.

    Will Rogers! mascull Kelly parpadeando

    con sus ojillos inyectados en sangre.

    Por primera vez alz Ellery los binoculares.

    Cuando el tejano se inclin por ltima vez, el joven

    dirigi una mirada inquisitiva al director. Kelly

    mene la cabeza.

    El Gran Gordi hizo su entrada envuelto en el

    retumbar de un trueno, en el destello de un

    relmpago y en los pliegues de una negra y

    satnica capa; su charlatanismo trasuntaba algo

    impresionante; brillantes los ojos negros, erizados

    los grandes bigotes, la nariz ganchuda, sus manos

    y sus labios no parecan conocer un solo instante

    de reposo.

  • 32

    El mago ejecutaba un suave y rtmico zapateo

    que diverta al auditorio, distrayendo su atencin

    de los enigmticos misterios de sus manos. Su

    nmero no encerraba nada de sorprendente, pero

    era un espectculo hbil. Practic diversos

    milagros con naipes. Su juego de manos con

    monedas y pauelos era, a los ojos del lego,

    estupendo. Aparentemente, bajo sus ropas de

    noche, se ocultaban trascendentales misterios.

    Todos observaban con creciente tensin

    mientras el mago vaciaba su bolsa de maravillas.

    Por primera vez advirti Ellery que Brinkerhof,

    enfundado en su malla, agazapbase en el lado

    opuesto. Los ojos del titn no se desviaban del

    ilusionista... Desentendanse de los dedos

    endiablados, de los movimientos de su cuerpo

    cubierto de negro. Slo el rostro... En los ojos del

    acrbata no brillaba ni clera ni odio; slo

    atencin. Qu le ocurra al acrbata? Reflexion

    Ellery que era una suerte que el Gran Gordi no

    tuviera conocimiento del examen del gigante; de

    otro modo, aquellas manos elsticas no hubieran

    podido accionar con tanta facilidad.

    A pesar de la tensin existente, el acto del

  • 33

    ilusionista pareca interminable. Ejecut trucos con

    mecanismos raros, manipulados entre bastidores

    por ayudantes. La sala estaba pendiente por

    completo de sus manos.

    Lindo espectculo! coment el polica,

    sorprendido . No crea que fuera tan bueno!

    Hacemos lo que podemos murmur

    Kelly.

    Algo extrao haba en su faz; tambin l

    observaba con atencin.

    De sbito, algo pareci saltar en aquel

    perfecto mecanismo. La orquesta tocaba como

    desconcertada. Gordi haba concluido un truco e

    inclinndose ante el pblico, enfil hacia los

    bastidores. Los maquinistas no estaban an listos

    para bajar el teln. La orquesta ejecutaba ahora

    msica. La cabeza del director agitbase con

    frenes desorientado.

    Qu pasa? pregunt el inspector.

    Olvid ejecutar su ltimo truco! rezong

    Kelly . Es usted un clarividente, Mr. Queen...

    Eh! mascull, vuelto hacia el ilusionista

    . Acaba tu nmero, condenado! Aprovecha

    mientras aplauden! Gordi estaba palidsimo. No se

  • 34

    volvi a ellos; vean su mejilla izquierda y la

    rigidez anormal de su espalda. Tampoco respondi.

    Con la lentitud de un novicio, Gordi regres al

    escenario. Al otro lado, el acrbata espiaba. Y esta

    vez Gordi, sorprendindose convulsivamente, le

    vio.

    Qu est pasando aqu? interrog el

    polica, alerta como un reyezuelo.

    Ellery acerc los binoculares a sus ojos.

    Un trapecio oscil sobre el escenario; era una

    sencilla barra de acero suspendida de dos cables

    delgados; una cuerda amarilla, lisa y de aspecto

    flamante, acompaaba al trapecio, cayendo a las

    tablas.

    El ilusionista trabajaba lentamente. La sala

    estaba en silencio. La msica haba cesado.

    Asi Gordi la soga e hizo algo con ella; su

    espalda ocultaba los manejos; luego se volvi,

    levantando en alto su mano izquierda; todos vieron

    que la mueca estaba atada al extremo de la

    cuerda amarilla con un nudo enorme y complicado;

    recogiendo la otra punta, dio un corto salto,

    asindose del trapecio; cuando su pecho lleg al

    nivel de la barra, Gordi se enderez, volvindose

  • 35

    nuevamente, y su cuerpo ocult otra vez sus

    maniobras; cuando torn a girar sobre s mismo,

    los espectadores repararon en que el otro cabo de

    la cuerda estaba atado de la misma manera a la

    barra del trapecio. Levant su diestra como

    haciendo una seal y el tambor inici un

    prolongado redoble.

    Instantneamente, el trapecio comenz a

    levantarse y el pblico se dio cuenta de que la soga

    slo meda cuatro pies de largo. Al izarse la barra,

    el cuerpo esbelto del ilusionista se alz con l,

    suspendido por la cuerda ligada a su mueca. El

    trapecio se detuvo cuando los pies del mago

    distaban dos yardas de las tablas.

    Ellery miraba atentamente por los

    binoculares. Al otro costado, Brinkerhof acechaba.

    Gordi comenz luego a retorcerse y a saltar en

    el aire, indicando, con esta pantomima, que estaba

    firmemente asegurado al trapecio y que ni siquiera

    el peso de su cuerpo deshaca los nudos; de hecho,

    dicho peso slo tenda a apretarlos an ms.

    Es un buen truco! murmur Kelly .

    Dentro de un segundo, sus ayudantes bajarn un

    dispositivo especial y en ocho segundos, se alzar

  • 36

    aqul de nuevo y Gordi saltar al escenario, con la

    soga sobre las tablas.

    Listo! grit Gordi, con voz ahogada.

    En ese mismo instante, Ellery orden a Kelly:

    Pronto! Bajen la cortina! Rpido! D las

    seales necesarias!

    Kelly entr en accin. Bram algo ininteligible

    y al cabo de unos momentos de vacilacin, cay el

    teln. La sala pareci petrificarse de estupor, si

    bien no tardaron todos en suponer que el incidente

    formaba parte del truco. Gordi comenz a

    debatirse, extendiendo la mano hacia el trapecio.

    Bajen el trapecio! rugi Ellery a los

    maquinistas . Descindanlo, pronto! Gordi! No

    se mueva! El trapecio descendi dando crujidos.

    Gordi cay sobre las tablas, trmulos los labios.

    Ellery salt hacia l, con un cortaplumas abierto

    en la diestra y cort salvajemente la soga.

    Ya puede levantarse dijo Ellery .

    Quera ver el nudo, seor Gordi.

    Todos se aglomeraron en torno del joven y del

    abatido ilusionista, que pareca incapaz de

    levantarse. Acuclillado sobre el tablado, los labios

    aun estremecidos, brillaba el temor en sus ojos.

  • 37

    Brinkerhof llegse hasta ellos, con los bceps

    rgidos. Crosby, el sargento Velie, Sam, Kelly,

    Bregman, los tramoyistas, todos...

    El inspector contempl el nudo del trapecio.

    Luego extrajo del bolsillo un corto trozo de la

    cuerda que ahorcara a Myra Brinkerhof, y todos

    comprobaron que eran idnticos.

    Bueno, Gordi manifest el polica , creo

    que se le acabaron las maas. Levntese, hombre!

    Dse preso por asesinato; le prevengo que cuanto

    diga podr...

    Sin articular palabra, Brinkerhof, el poderoso

    Atlas, salt sobre el hombre abatido en el suelo,

    apresndole la garganta. Fueron necesarios los

    esfuerzos de Velie, Crosby y Kelly para arrancarle

    la vctima de las manos.

    Gordi jadeaba, acaricindose el cuello:

    No soy culpable! gimi . Soy inocente!

    S... vivamos juntos... nos ambamos!... Pero,

    por qu asesinarla? yo no fui! Por el amor de

    Dios...

    Schwein!2 rechin Atlas.

    El sargento Velie apres a Gordi por el cuello:

    2 Cerdo.

  • 38

    Vamos, andando!

    Ellery intercedi:

    Muy lindo! Mil perdones, Mr. Gordi.

    Naturalmente que no fue usted.

    Se produjo un silencio largo, cuajado de

    estupor. Detrs del pesado teln repercutieron

    voces metlicas. Pasaban una pelcula sobre la

    pantalla.

    Que l... no la mat? balbuce el

    acrbata.

    Pero, y los nudos, hijo? murmur el

    inspector, atnito.

    Precisamente, los nudos... Desafiando los

    reglamentos contra incendios, Ellery encendi un

    cigarrillo, fumndolo con aire pensativo . Desde

    el principio, la ahorcadura de Myra Brinkerhof me

    preocup. Por qu la ahorcaron? Por qu

    prefirieron este mtodo en lugar de echar mano de

    las otras cuatro formas de muerte, ms sencillas,

    ms expeditivas, y que no requeran trabajos y

    riesgos extras, como la ahorcadura? La verdad es

    que, si el homicida escogi este sistema difcil para

    matarla, fue porque tena algn motivo poderoso

    para ello.

  • 39

    Gordi le contemplaba con la boca abierta.

    Kelly estaba plido como un muerto.

    Pero, por qu escogi la ahorcadura?

    Porque la ahorcadura ofreca al homicida ventajas

    que no tenan ninguno de los otros mtodos.

    Bueno, qu ventajas podra brindarle una cuerda,

    de las que careciera un tiro, una pualada, el gas o

    un martillazo? Plantendolo de otra manera, cul

    es el detalle caracterstico de la horca, que no

    ofrecen los dems sistemas? Un solo detalle,

    caballeros: el empleo de una soga!

    Bueno, todava no veo claro... rezong el

    inspector.

    Oh! Es demasiado claro, pap! Algo hay en

    la cuerda que hizo preferir al asesino esta forma

    de muerte a las otras. Pero, qu es lo ms

    significativo en la cuerda empleada para ahorcar a

    Myra Brinkerhof? Pues, este nudo peculiar, tan

    peculiar, que ni el mismo experto consigui

    identificarlo. En otros trminos, el empleo de este

    nudo asemejbase a dejar una impresin papilar.

    De quin es este nudo? De Gordi, el mago! Y,

    posiblemente, es de su invencin...

    No lo entiendo! chill Gordi . Nadie

  • 40

    conoca mi nudo... Es un tipo que estudi yo mismo

    y... luego se mordi los labios, guardando

    silencio.

    Exactamente! Sabemos todos que los

    ilusionistas hicieron progresar el arte de hacer

    nudos en un grado notable. No fue acaso Houdini

    quien...?

    Tambin los hermanos Davenport

    murmur el mago . Mi nudo es una simple

    variedad de una de sus creaciones.

    Ni ms ni menos! modul Ellery .

    Como deca, si Mr. Gordi hubiera querido asesinar

    a Myra Brinkerhof, no habra escogido,

    deliberadamente, el nico mtodo que podra

    delatarle. Por ventura, hizo ese nudo

    instintivamente? Es admisible; pero en tal caso,

    por qu decidi matar a Myra Brinkerhof con esa

    cuerda, si tena a mano otros cuatro mtodos, ms

    fciles y ms manuables? Ellery palme el

    hombro del ilusionista . Acepte mis excusas,

    Gordi. La verdad es que usted fue enredado por

    alguien que, con deliberacin, escogi el mtodo

    ahorcadura y nudo para complicarle en un

    crimen del que es usted absolutamente inocente.

  • 41

    Pero Gordi afirm que ninguno conoca su

    maldito nudo mascull el inspector . Si cuanto

    dices es cierto, El, alguien debi aprenderlo a

    hurtadillas.

    Tu suposicin es plausible murmur

    Ellery . Alguna sugestin, signor Gordi?

    El mago se incorpor lentamente, sacudiendo

    sus extravagantes prendas. Brinkerhof paseaba su

    estpida mirada de Ellery a Gordi y de Gordi a

    Ellery.

    No s respondi el ilusionista, palidsimo

    . Ignoraba que alguien conoca mi secreto... Sin

    embargo, como trabajo en este conjunto desde hace

    varias semanas, supongo que si alguien quisiera

    conocerlo...

    S, ya veo murmur Ellery, meditabundo

    . Estamos en un callejn sin salida, eh?

    Irremediablemente sin salida! espet el

    anciano polica . Y mil gracias, hijo, por tus

    servicios. Como colaborador, slo sirves para

    confundirnos.

    Con toda franqueza, pap deca Ellery, al

    da siguiente, en el despacho del inspector ; no s

  • 42

    an lo que significa todo esto. Slo estoy seguro de

    que Gordi es inocente. El homicida saba bien que

    alguien notara el inslito nudo utilizado por Gordi

    para su nmero de la escala. En cuanto al

    motivo...

    Escchame refunfu el inspector .

    Veo el caso con la misma claridad que t. Todos

    ellos tenan motivos para liquidarla... Crosby se

    enfureci con Gordi por el amor de ella... Sabas

    t que ese enanito de cmico rondaba a Myra ?

    Dicen que el granuja quera conquistarla... Y Kelly

    tuvo un asunto con ella, antes de que actuara en el

    Metropole...

    No lo dudo replic Ellery, sombro . La

    llamada de la carne! Myra era un mariposa loca.

    Un verdadero melodrama bocacciano, con marido

    engaado y todo lo dems...

    La puerta se abri y entr el doctor Prout, el

    mdico forense, con una expresin de

    anonadamiento en su rostro inteligente.

    Desplomndose en una silla, acondicion sus pies

    sobre el escritorio.

    Adivinen lo que pasa dijo.

    Soy un detestable adivinador respondi,

  • 43

    acremente, el anciano.

    Buena sorpresa, caballeros! Y tambin

    para m. La mujer no muri ahorcada!

    Cmo? gritaron a una los Queen.

    Lo que oyen! Estaba ya muerta cuando la

    colgaron respondi el facultativo, mirando la

    punta de su cigarro.

    Bueno, que me maten si... dijo Ellery,

    por lo bajo; saltando de la silla, sacudi los

    hombros del mdico . Prouty! Por el cielo!

    Djese de adivinanzas! Cmo la asesinaron? Con

    revlver, gas, estilete, veneno?...

    Con dedos.

    Con dedos?

    El doctor Prouty encogise de hombros:

    No cabe duda. Cuando retir esa soga

    mugrienta de su cuello de cisne, descubr claras

    seales de dedos en la piel. La cuerda estaba

    apretada, pero las seales estaban all, y bien

    visibles. Myra fue estrangulada por las manos de

    un hombre y luego colgada... Por qu? Eso no lo

    s.

    Bueno! articul Ellery . Bueno!

    repiti, irguindose . Muy interesante! Comienzo

  • 44

    a ventear el precioso rastro. Cuntenos algo ms,

    camarada.

    Por cierto que es curioso terci el polica,

    mordisquendose el bigote.

    Un poco ms que curioso afirm el

    facultativo . Reconoce usted un sujeto

    estrangulado a la legua. Cules son las

    caractersticas de las impresiones digitales dejadas

    en el cuello de la vctima?

    Ellery examinaba su rostro con atencin:

    Caractersticas? frunci el ceo . No

    me diga que... Oh! sus ojos chispearon .

    Hombre! Las impresiones ordinarias apuntan

    haca arriba, con los pulgares hacia el mentn.

    Bravo! Bueno, estas seales difieren de lo

    comn. Todas marcan haca abajo.

    Ellery lo mir fijamente; luego, atrapando la

    mano del galeno, bram:

    Eureka! Prouty, viejo matasanos, es usted

    la respuesta a la oracin de un lgico. Pap,

    vamos!

    Qu te pasa? mascull el polica .

    Corres demasiado! Adonde piensas ir?

    Al Metropole Theatre! Asunto urgentsimo!

  • 45

    Si mi reloj no me engaa grit Ellery, aprisa

    llegaremos a tiempo para asistir a otra funcin. Y

    voy a demostrarte el motivo por el cual nuestro

    amigo, el criminal, no intent asesinar a la

    hermosa Myra empleando un revlver, un estilete,

    el gas o el martillo, y menos aun el nudo corredizo

    de la horca.

    Sin embargo, el reloj de Ellery se mostr falaz

    con su dueo. Cuando llegaron al teatro estaban

    pasando la pelcula de entrada. Precipitronse

    hacia los bastidores en busca del director Kelly.

    Busquemos a Kelly o al portero Perk

    murmuraba Ellery, empujando a su progenitor por

    el obscuro pasillo . Una sola pregunta y...

    Un patrullero les franque la entrada. Los

    bastidores estaban desiertos, abstraccin hecha de

    Brinkerhof y de su nueva compaera, entregados

    de lleno al ensayo de un nuevo ejercicio. El

    trapecio estaba bajo y el titn penda del mismo

    por sus poderosas piernas, teniendo un trozo de

    caucho entre los dientes. Por debajo del acrbata,

    girando como un trompo, la rubia equilibrista

    secundaba los ejercicios de Brinkerhof.

    Kelly pareci materializarse en el aire:

  • 46

    Hola, Kelly! Estn los otros en la sala?

    El irlands estaba ebrio de nuevo; farfull:

    Oh! S... claro que s!

    Rena a la compaa en el camarn de

    Myra. Todava tenemos tiempo... Nada de

    preguntas, pap! No s cmo no me di cuenta sin...

    El polica alz los brazos al cielo raso. Kelly,

    rascndose el mentn, se alej trastabillando:

    Eh, Atlas! llam, cansadamente .

    Basta de ejercicios... hic!... acrobticos y ven a...

    hic!... ven aqu conmigo... y sigui su camino

    vacilante hacia los camarines.

    Ellery, no entiendo todava cmo... gru

    el anciano.

    Es perfectamente pueril; tanta es su

    simplicidad replic el joven ; ahora veo con

    claridad lo que antes slo sospechaba. Adelante,

    pap! No retardemos el espectculo.

    Reunidos en el camarn de la acrbata

    asesinada, Ellery, apoyndose contra el tocador,

    contempl el cao contra incendios, diciendo:

    Uno de ustedes podra adelantar un paso y

    declararse vencido... Ahora s quin mat a la...

    ejem!... a la seora Brinkerhof...

  • 47

    Cmo? Ya lo sabe? inquiri

    Brinkerhof, roncamente . Quin es...?

    enmudeci mirando con fijeza a los otros, con una

    expresin estpida en sus ojos.

    Nadie dijo nada.

    Ellery suspir.

    Seores, me obligarn ustedes a hablar.

    Ayer les formul una pregunta: Por qu el

    asesino prefiri ahorcar a Myra en lugar de usar

    uno de los otros cuatro mtodos, mucho ms

    sencillos? Y afirm, al demostrar la inocencia de

    Mr. Gordi, que la razn estribaba en que el sistema

    elegido permita al asesino el empleo de una soga

    y, por ende, del nudo de Gordi . Agit su ndice

    . Pero olvid una posibilidad adicional; si uno

    descubre a una mujer, con una cuerda alrededor

    del cuello, muerta por estrangulacin, deduce que

    la cuerda la ahorc. Desde, tontamente, el hecho

    de que la muerte en la horca, adems de permitir

    el uso de una soga, cumple tambin el

    importantsimo fin de ocultar el cuello. Pero, por

    qu ocultar el cuello de Myra? Pues, porque una

    cuerda no es el nico medio de estrangular a un

    individuo; porque una vctima puede ser ahorcada

  • 48

    tambin con los dedos; porque el estrangulamiento

    deja delatoras marcas en el cuello y porque, en fin,

    el estrangulador no quera que la polica

    descubriera huellas de dedos en el cuello de la

    mujer. Imaginaba que las apretadas vueltas de la

    soga ocultaran las huellas y las destruiran,

    suposicin sta que comporta ignorancia supina,

    por cuanto estas seales son imborrables. Pero, el

    asesino no lo saba, y por eso fue que opt por

    ahorcar a Myra cuando ya estaba muerta. La

    fraguada pista del nudo de Gordi, destinado a

    complicarle en el asunto, slo fue una razn

    secundaria en la eleccin de la cuerda.

    Ellery! grit el inspector . Es un

    desatino! Supongamos que estrangulara a la mujer;

    en tal caso, no le delataran las marcas de sus

    dedos en el cuello. No podramos identificarlas o...

    Cierto... certsimo! murmur Ellery .

    Pero puedes observar que las marcas estn

    impresas al revs. Apuntan hacia abajo y no hacia

    arriba, como corresponde.

    Nadie dijo nada. Rein el silencio en aquel

    cuartillo atestado de hombres temerosos y

    jadeantes.

  • 49

    Ya ven ustedes, caballeros continu

    speramente el joven , que Myra fue

    estrangulada cabeza abajo. Pero, cmo es posible

    eso? Slo si mediara una de estas condiciones: o

    bien fue estrangulada colgando cabeza abajo sobre

    su asesino, o bien...

    Brinkerhof le interrumpi:

    Ja... yo la mat... ja... yo la mat...

    repitindolo incesantemente, como un fongrafo

    con la pa atascada.

    Una voz femenina murmuraba en el

    amplificador:

    Pero si te amo, querido, te amo, te amo, te

    amo...

    Los ojos de Brinkerhof despidieron llamas y

    dio un paso hacia el Gran Gordi:

    Ayer le dije a Myra: Myra, esta noche

    ensayaremos el nuevo ejercicio. Despus de la

    segunda seccin, vi a Myra und ese schweinhund

    besndose tras el escenario. O su confersacin..

    Haca tiempo que me engaaban. Y trac mis

    planes. La matara cuando ensayramos el

    ejercicio de nuefo. Y as la mat . Ocultando la

    cara en las manos, rompi a llorar en silencio.

  • 50

    El espectculo era horriblemente doloroso;

    Gordi pareca transfigurado de espanto.

    Luego vi la marca de mis dedos en su

    garganta gimi el titn . Estaban al revs.

    Saba que eso era malo para m. Por eso tom la

    cuerda y cubr las marcas. Luego la colgu con el

    nudo del schwein, que l le haba enseado una vez

    a Myra...

    Enmudeci. Gordi dijo, roncamente:

    Dios mo! No recordaba ese detalle...

    Llvenselo orden el inspector, con tono

    seco y dbil, a los policas apostados en el umbral.

    El caso era tan claro! explicaba Ellery

    tiempos despus, saboreando su caf . O bien la

    mujer colgaba cabeza abajo por encima del

    criminal, o bien el criminal penda cabeza abajo

    sobre la vctima. Un solo estrujn de esas

    poderosas zarpas y... estremecise . El

    culpable tena que ser un acrbata. Y cuando

    record que los Brinkerhof haban estado

    ensayando un nuevo ejercicio... call, fumando

    cavilosamente.

    Pobre hombre! musit el polica . No

    era de mala ndole, sino torpe. Bueno, esa

  • 51

    mujerzuela recibi su merecido.

    Vamos, vamos! murmur Ellery .

    Filosofando, inspector? No me interesan los

    aspectos morales del crimen. En ese asunto, pap,

    mayor es mi anonadamiento que mi orgullo.

    Anonadado? gru el inspector,

    haciendo un visaje . Pues a m me pareces

    demasiado presuntuoso, hijo.

    De veras? No lo creas! Te juro que me

    anonada la falta de imaginacin de nuestros

    amigos periodistas.

    Bueno! suspir el polica . Muerdo el

    anzuelo! Venga el chiste!

    Ellery sonri:

    Ninguno de los reporteros intuy el titular

    apropiado para el caso. Se olvidaron, por lo visto,

    de que uno de los personajes del drama se llama

    vaya una coincidencia! , se llama Gordi.

    Titular? murmur el inspector.

    Oh, dioses! Cmo pudieron escaparse de

    colocarme en el papel de Alejandro y de intitular al

    caso El Enigma del Nudo Gordiano?