ellery queen [=] la acrobata ahorcada
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Ellery QueenEllery QueenEllery QueenEllery Queen
LLAA AACCRRBBAATTAA
AAHHOORRCCAADDAA
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Muchsimo tiempo ha, durante el Perodo de
Incubacin del Hombre infinidad de tiempo antes
de los empresarios, cinco-das-a-prueba, pensiones
teatrales, circuitos subterrneos y Variedades
cuando el megaterio vagaba solitario, Broadway
atravesaba su Primer Perodo Glacial y el primer
vaudeville fue planeado por el primer empresario
de orejas apantalladas, frente menguada y
abundosas pilosidades, fue decretado: que el
Acrbata sea el Primero.
Por qu el acrbata debe ser el primero?
Nadie lo ha explicado jams; pero todos los artistas
del programa incluso el acrbata comprenden
demasiado bien que tal prioridad es un honor
dudossimo. Desde los antiqusimos aos de la
infancia del espectculo circense, se ha reconocido
que los primeros sern los ltimos en cosechar
los aplausos del pblico. Y a travs de los siglos,
en calles, en plazas y en endebles retablos, siempre
fue el acrbata llmesele bufn, farceur, payaso,
clown, saltimbanqui, arlequn o polichinela el
primero en ser arrojado a los leones de la
curiosidad para abrir el apetito de ms suntuosos
espectculos. Desde aquellos tiempos remotos, sus
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milagros musculares despliganse ante el pblico
apenas extinguidos los ecos de la obertura de la
banda, milagros realizados con una humilde
resignacin que habla bien alto de la dulzura y de
la modestia de toda la tribu acrobtica.
Poco se curaba Hugo Brinkerhof del
sacrificado fondo de su profesin. Slo saba que
sus padres haban sido acrbatas de un
trashumante circo alemn, que posea turgentes y
poderosos msculos, impregnados de vida, de
elasticidad y de fuerza, y que la vista de un
brillante trapecio le infunda una gran satisfaccin.
Con su trapecio, su Myra y el indulgente aplauso
del pblico de Seattle o Okeechobee, se senta
sumamente feliz.
Nuestro acrbata sentase orgullossimo de
Myra, muchacha hermosa, esbelta y sinuosa como
un gato, con algo de rebrillo felino en sus ojazos
verdosos. Hugo la haba conocido en la oficina de
Bregman, el empresario teatral, y su sencillo
corazn, dentro de su enorme pecho, le previno de
que all estaba su destino y su mujer. Fue Myra
quien rebautiz el acto Atlas y Co. cuando se
casaron entre la tercera y la cuarta seccin de un
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espectculo, en Indianpolis. Fue Myra quien
concibi y perfeccion el vertiginoso remolino de su
paso final. Fue el cuerpo esbelto de Myra, sus
impecables evoluciones en el trapecio y su lnguida
sonrisa, lo que convirti a Atlas y Co. en el
espectculo acrobtico aclamado de costa a costa,
lo que les granje unos prrafos entusiastas en el
Variety, y lo que les coloc en lugar preferente
dentro de la cadena Bregman, del Gran
Circuito.
Brinkerhof saba bien que todos queran a su
Myra, y ello le forzaba a henchir su pecho de
salvaje orgullo. Quin podra resistirla? Se
sucedieron el bartono de Boston, el artista de
revistas de Newark, el zapateador de Bffalo, el
adagio de Washington; ahora haba otros: Tex
Crosby, el Cowboy Cantor (Canciones y Zapateo); el
Gran Gordi (sucesor de Houdini); Sam, el
Marinero, cmico de la legua; todos ellos figuraban
ahora en el mismo programa de variedades y todos
ellos amaban a la lnguida Myra, y el enorme
Atlas sonrea indulgentemente, regocijndose al
advertir la ajena admiracin por su Myra; y
buenas razones haba para ello: acaso su Myra no
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era la acrbata ms diestra del mundo y la ms
hermosa criatura de la creacin? Pero ahora Myra
estaba muerta.
Y fue el propio Brinkerhof, con el rostro
transido de congoja, quien dio la voz de alarma en
aquella perfumada noche primaveral. Daban las
cinco de la madrugada y su Myra aun no haba
regresado al cuarto de la pensin teatral de la calle
47. Hugo se haba retardado con su esposa despus
de la ltima funcin en el Metropole Theatre, del
Columbus Circle, para ensayar un nuevo ejercicio.
Ambos haban practicado largamente y luego de
vestirse con gran prisa el acrbata haba partido,
dejndola en el camarn comn; Bregman, el
agente, le haba citado en su despacho para
discutir los trminos de un nuevo contrato;
Brinkerhof haba prometido a Myra que se
reunira con ella en la pensin; pero cuando
retorn al cuarto... ach!... ella no estaba!...
Regres con premura al teatro, encontrndolo
cerrado; y durante toda la larga noche estuvo
esperando.
Probablemente anda callejeando por ah
le dijo para consolarle el teniente a cargo de la
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comisara de la calle 47, ahogando un bostezo .
Vuelva a casita y duerma tranquilo.
Brinkerhof, empero, haba replicado con
vehemencia, en medio de infinitas gesticulaciones:
Nunca me hizo eso, teniente. Telefone al
teatgo, pero no hubo contestacin. Por fafog,
teniente, encuntguemela!
Estos boches! suspir el teniente a un
adormilado detective . Est bien, Pelado! Anda a
ver lo que puedes hacer. Si la encuentras de juerga
por ah, rmpele las quijadas a esta buena pieza!
El Pelado y el plido gigante salieron a ver lo
que podan hacer y encontraron cerrado el
Metropole Theatre, como indicara el acrbata, y ya
daban las seis de la maana cuando el Pelado
arrastr a Brinkerhof a un cercano restaurante,
para degustar unas tacitas de caf. Aguardaron
por las vecindades de la sala de espectculos hasta
el filo de las siete, y a esta hora apareci el viejo
Perk, portero y cuidador del Metropole, quien les
abri la puerta; los tres se encaminaron hacia los
fondos del teatro y, al penetrar en el camarn de
Atlas y Co., encontraron a Myra colgando de una
vieja soga, deshilachada y sucia, atada a una
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caera contra incendios, y ceida a su
hermossimo cuello.
Atlas se sent en un banquillo y su rostro
reflej una expresin idiota; colocando su pobre
cabeza cuadrada entre sus puos, contempl el
suspendido cadver de su mujer con todo el dolor
silencioso de algn dios nrdico derribado en
tierra.
Cuando Mr. Ellery Queen cruz entre la horda
de periodistas y detectives apiados junto al
escenario y convenci al sargento Velie,
parapetado detrs de la puertecilla del camarn, de
que l no era otro que el hijo de su padre, encontr
al inspector Queen oficiando de juez delante de un
grupo de nerviosos artistas. Apenas eran las nueve
de la maana y Ellery mascullaba contra la
inconsciente desconsideracin de los asesinos; los
rezongos cesaron cuando arroj un vistazo a los
despojos humanos, pendientes todava del cao.
Brinkerhof, con los ojos rojos y el rostro
demudado, abatase sobre una silla delante del
tocador de su esposa.
Ya les dije todo, inspegtor murmur .
Ensayamos el ltimo ejegcicio. Tena una cita con
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Mr. Bregman. Y sal. Bregman, el agente, sujeto
obeso y de ojillos duros, asinti brevemente . Und
eso es todo. Quin... pog qu... no lo s...
Sotto voce, el sargento Velie detall los
escasos detalles conocidos; Ellery dirigi otra
mirada al cadver; los rgidos msculos de sus
muslos y piernas, hinchados por el rigor mortis,
delinebanse bajo la fina seda de la malla; sus ojos
verdosos estaban an desmesuradamente abiertos;
una leve corriente de aire meca su cuerpo en
suave danza macabra; Ellery, suspirando, desvi la
vista.
El Pelado se hallaba en el camarn, un tanto
ruborizado por su repentina popularidad entre los
reporteros. Un individuo alto y esculido, parecido
a Gary Cooper, liaba un cigarrillo junto a Bregman:
era Tex Crosby, el cowboy cantor, y se apoyaba
contra el tiznado muro contemplando al Gran Gordi
en persona con tajante disgusto. Gordi tena
una narizota ganchuda, negros y relucientes
mostachos, largos y olivceos dedos y ojuelos
renegridos; no articulaba palabra. Sam, el cmico,
con sus bolsas bajo los ojos y su mirada cansada,
pareca necesitar con urgencia una dosis de
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aguardiente. En cambio, Joe Kelly, director teatral,
que ola a cervecera a una legua, pareca necesitar
ms de una ducha helada que de un vaso de licor;
esgarrando de continuo, mascullaba indecencias,
echando miradas en derredor.
Cunto tiempo llevan de casados,
Brinkerhof? pregunt el inspector.
Dos aos. Nos casamos en Indianpolis,
Herr Inspektor.
Nunca se haba casado antes su esposa?
Nein.
Y usted?
Nein.
Le conoca enemigos? Tiene usted algn
rival?
Gott, nein!
Eran ustedes dichosos?
Fifamos como dos dordolillos, Herr
Inspektor.
Camin Ellery hasta el cuerpo de la ahorcada
y levant los ojos; las venosas muecas estaban
forzadas detrs de la espalda y atadas, as como
sus tobillos, con una toalla mugrienta, sucia de
lpiz labial; los pies se mecan a unos palmos del
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piso. Una desvencijada escalera doble estaba
apoyada contra uno de los muros; un hombre de
pie sobre ella, reflexionaba el detective, podra
llegar con facilidad a la caera contra incendios,
pasar la soga por encima e izar el liviano cuerpo.
Encontraron la escalera colocada contra
esa pared? pregunt al sargento, que observaba
con inters el cuerpo de la asesinada.
S. Acostumbran guardarla cerca del tablero
de luces.
No es, pues, un suicidio apunt Ellery .
Ya es algo...
Linda silueta, verdad? dijo el sargento,
con admiracin.
Velie, usted es un vampiro!... Lindo
problema, dira yo...
La sucia cuerda pareca fascinarle; rodeaba
dos veces el cuello de la mujer, en forma paralela,
ocultando toda la piel como si fuera el collar de
hierro de una mujer del Ubangi. Un grueso nudo
haba sido hecho detrs de la oreja derecha y otro
sujetaba la cuerda a la caera superior.
De dnde procede esta soga? inquiri
sorpresivamente.
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De un viejo bal que hallamos entre
bastidores, Mr. Queen; hace aos que estaba en ese
lugar; no encierra nada interesante; algn artista
lo olvid en el teatro. Quiere verlo, Mr. Queen?
Acepto su palabra, sargento. Dice que lo
hallaron...?
En el cuarto de los utensilios.
Ellery asinti y se volvi para observar de
nuevo a los presentes.
Brinkerhof mascullaba algo acerca de lo
felices que haban sido los dos, y lo que hara con
el verdammte Teufel1 que ahorcara a su adorada
mujercita; sus enormes manos se abran y
cerraban convulsivamente:
Ferdaderamente, una flor gema .
Ferdaderamente, una flor.
Imbcil! exclam Joe Kelly, el director
del conjunto, balancendose sobre sus pies como un
ebrio. Esa mujer era una bribona, inspector.
Una bri... bo... na? farfull el acrbata,
dificultosamente, ponindose de pie . Qu
quiegue usted decig?
Sam, el cmico, terci con su vocecilla ronca:
1 Maldito del infierno.
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Est usted loco, Kelly! Loco! Por qu dice
eso, hombre? No le haga caso, jefe, que est
bebido.
Bebido? Yo? chill Kelly, palidsimo .
Pregntenselo a l, entonces! agreg,
sealando, con su ndice vacilante, al larguirucho
vaquero.
Qu es esto? pregunt el inspector, con
los ojos brillantes . Un poco de calma, caballeros!
Asegura usted, Kelly, que Mrs. Brinkerhof
coqueteaba con Crosby?
El alemn articul un sonido semejante al
rugido de un gorila y se precipit contra el grupo;
extendiendo los brazos, con las manos engarfiadas,
todo su corpacho pareca arrebatado por el ansia
de estrangular al vaquero; el sargento Velie,
atrapndole una mueca, le torci un brazo, y el
Pelado se precipit hacia ellos, apresando el otro
brazo del gigante; Brinkerhof se sacuda, luchando
y debatindose, sin apartar sus ojos del esculido
cowboy, que plido como el papel no se haba
movido de su lugar.
Llvenselo afuera orden el inspector .
Que lo cuiden dos detectives y que se quede all
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hasta que se haya serenado ambos pesquisas
arrastraron al acrbata fuera de la habitacin .
Bien, Crosby; le escucho.
No tengo nada que declarar puntualiz el
cowboy; pero Ellery advirti que jadeaba un poco y
que sus ojos despedan llamaradas extraas . Soy
tejano y no me amedrento fcilmente, amigo
polica. Ese Brinkerhof es un cabeza cuadrada. En
cuanto a ese ojos saltones de all agreg,
contemplando aviesamente al director nunca
aprender a callarse.
Ella anduvo engaando al boche! berre
Kelly . No le crea, jefe! Esa granuja recibi el
castigo que se mereca y nada ms. Desde Chicago
hasta Beantown no hizo ms que echarle tierra en
los ojos al marido!
Ya has disparatado bastante, Kelly terci
el Gran Gordi, calmosamente . No ve usted que
est ebrio, inspector? Myra era... amistosa... A
veces tornaba unos tragos conmigo o con Crosby,
cosa que no haca delante de Brinkerhof, pues a l
no le gustaba que ella bebiera, y eso era todo...
Nada ms que amistosa, eh? musit el
polica . Bueno, quines mienten? Si usted sabe
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algo positivo, Kelly, dgalo sin miedo.
S lo que s tartaje, sarcsticamente, el
empresario . Y ya que tocamos el punto, jefe,
creo que el ilustre Gordi podra contarle cosillas
interesantes de esa... coquetuela... Y, cmo no
podra decrselas, si hace quince das se la birl a
Crosby?
Calma, amigos, calma! orden el anciano
polica, advirtiendo la inquietud del tejano y del
bigotudo mago . Cmo sabe eso? (El cadver
de la acrbata se balanceaba dbilmente, en su
danza de ultratumba.)
O a Tex reprochrselo el otro da
respondi, roncamente, el director y vi a Gordi
ayer mismo abrazado a esa mujerzuela... Qu me
dicen? Un brillante luchador es este Gordi! Si
vieran cmo se prende al adversario...
Nadie dijo nada. Los dedos del tejano se
volvan blancos, mientras contemplaba, fijamente,
al borracho; Gordi, el Mago, no pronunciaba
palabra. La puerta se abri, y entraron dos
hombres.
Eran el doctor Prouty, mdico forense, y un
sujeto corpulento, de paso vacilante y rostro
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marchito.
Decay un punto la tensin reinante en la
habitacin.
A buena hora llega, estimado doctor!
subray el inspector Queen . Le ruego que no la
toque hasta que Bradford haya examinado el nudo
de all arriba. Andando, Bradford! Use esa
escalera... es por la caera contra incendios! El
perito tom la escalera de tijera y abrindola, trep
al lado del bamboleante cadver, examinando el
nudo practicado detrs de la oreja de la muerta y
el de la caera. El doctor Prouty, pellizcaba las
piernas del cadver.
Suspirando, Ellery se puso a pasear por el
cuarto. Nadie le prestaba atencin; palidsimos
todos, observaban trabajar a los dos expertos del
Departamento de Polica.
Algo acab por distraerle; algo que ignoraba,
pero, ese algo le agitaba, le dejaba intranquilo,
como un presentimiento de algo anormal...
Descubri un revlver cargado en el cajoncillo
superior de la mesa de tocador de la acrbata, un
arma diminuta, de culata nacarada, cal. 22,
marcado M. B.. Sus ojos se estrecharon y mir a
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su padre, quien asinti. Continu, pues,
vagabundeando. Y luego se detuvo, suspicaces los
ojos, anhelante.
Encima de la desvencijada mesita del centro
del cuarto vio un cortapapel, largo, cortante y
agudo, perdido entre algunas frusleras.
Recogindolo con cuidado, examin a la luz su
reluciente hoja metlica; pero no vio rastros de
sangre. Reintegrndolo a su lugar, volvi a sus
merodeos.
La primera cosa que vieron sus ojos fue un
mechero de gas, ordinario y desgastado, colocado
sobre el piso en el otro costado de la habitacin. Su
cao estaba insertado en un pico de gas, pero la
vlvula haba sido cerrada; palp el quemador;
estaba fro como el hielo.
Dirigise entonces al armario experimentando
clara sensacin de algo inevitable. Y no se
sorprendi al encontrar, junto a la puerta abierta
del mueble, un cajn de madera colmado de
herramientas de carpintero, encima de las cuales
advirti un pesado martillo de acero. Sobre el piso,
cerca del cajn, vio montaitas de virutas y
aserrn; el borde de la puerta del armario estaba
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sin pintar.
Sus ojos reflejaban preocupacin e inters.
Retornando deprisa al lado del inspector, murmur
a su odo:
El revlver es de la mujer?
S.
Adquirido recientemente?
No. Brinkerhof se lo compr poco despus
de casados. Como proteccin, segn declar.
Bien pobre proteccin! coment Ellery.
El perito de paso vacilante y cara roja,
acababa de bajar de la escalera con una expresin
de intensa sorpresa. El sargento Velie, que
regresaba al camarn, subi a su vez llevando un
cortaplumas entre sus dedazos. El doctor Prouty
aguardaba con paciencia. El sargento comenz a
seccionar la cuerda.
Qu significa ese cajn de herramientas
del armario? continu Ellery, sin apartar los
ojos de la muerta.
El carpintero estuvo ayer arreglando la
puertecilla, hijo; unas bisagras flojas o algo por el
estilo; como los reglamentos del gremio son
terminantes, el obrero dej el trabajo sin
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concluirlo. Por qu? Qu pasa?
Pasan muchsimas cosas, pap contest
Ellery.
El Gran Gordi observaba, calmosamente, sus
labios, y Ellery fingi no reparar en ello; Sam
acurrucbase en un rincn, los ojos fijos en el
sargento; y el tejano fumaba, lenta e
indiferentemente.
ste es uno de mis problemas ms
desconcertantes.
El inspector le mir, atnito:
Desconcertantes, El? No te entiendo...
Cmo no entiendes lo que entendera una
criatura, pap? espet Ellery, impaciente . Y
pensar que es sorprendente! Estamos en un cuarto
con cuatro armas magnficas: un revlver cargado,
un estilete para abrir cartas, un pico de gas y un
martillo. Sin embargo, el criminal maniat a la
mujer con una toalla, deliberadamente;
deliberadamente, sali del cuarto; deliberadamente,
atraves el escenario y penetr, deliberadamente,
en el cuarto de los utensilios, desenroll esa vieja
soga de un bal, abandonado aos atrs por un
actor, y acarreando cuerda y escalera al camarn
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de los Brinkerhof, arroj la primera por sobre la
caera del agua y haciendo un nudo, ahorc a la
mujer.
Bueno, pero...
Pero, qu? vocifer Ellery . Dara,
gustosamente, mi brazo derecho por saber por qu
el asesino, desechando cuatro formas de asesinato
(formas fciles y manuables: un tiro, una
pualada, la asfixia o un martillazo) se tom tanto
trabajo y corri tanto riesgo, slo por colgarla de
esa caera!
El doctor Prouty se arrodill junto a la
muerta, a quien el sargento descendiera al piso con
destreza.
El perito en nudos dijo al inspector:
Confieso que me fastidi, seor.
Qu le fastidi? espet el polica.
Ese nudo sus gruesos dedos sostenan en
alto un trozo de cuerda anudada . El de la oreja
es comn, inspector, y torpemente realizado para
quebrar el cuello sacudi la cabeza . Pero este
otro... el nudo que sujetaba la cuerda al cao...
Bueno, me ha fastidiado...
Es un nudo raro? pregunt Ellery.
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Nuevo para m, seor. En todos los aos
que fui experto en nudos del Departamento de
Polica no vi uno como ste; no es un nudo
marinero, ni menos del Oeste...
No ser el trabajo de un aficionado?
murmur el inspector, estirando la cuerda entre
sus dedos . Un nudo que sali as por
casualidad?
El experto mene de nuevo la cabeza:
No, seor; se trata de un nudo desconocido
para m. Y no es accidental... El individuo que
form este nudo saba hacerlo bien.
Bradford se apart y el doctor Prouty levant
la cabeza:
Demontres! Aqu no puedo trabajar
tranquilo! grit . Enviar el cuerpo a la
Morgue para practicarle all la autopsia. Los
muchachos esperan afuera.
Cundo falleci, doctor? pregunt,
ceudo, el inspector.
Alrededor de la medianoche. No puedo ser
ms preciso, inspector. Desde luego, muri
estrangulada...
Bueno, envenos el informe, doctor.
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Probablemente, no servir para nada, pero...
Thomas, llame al portero!
Cuando el doctor Prouty y los empleados de la
Morgue se marchaban con el cadver, el sargento
Velie introdujo al viejo Perk, portero y sereno del
establecimiento. El inspector pregunt, en tono
adusto:
A qu hora cerr anoche, Perk?
El anciano farfullaba las palabras,
nerviosamente:
Se lo juro por Dios, seor inspector, que no
crea hacer mal alguno y... Oh! El seor Kelly me
despedir si llega a saberlo! El sueo me venca...
Qu significa eso? mascull el polica.
Myra me dijo anoche, despus de la ltima
funcin, que ella y Atlas iban a ensayar un nuevo
ejercicio. No quise retardarme esperando a que
terminaran gimi el viejo portero y por eso,
viendo que todos se haban marchado, y que las
mujeres de la limpieza ya haban terminado su
trabajo y se haban ido, cerr con llave todas las
puertas, salvo la del escenario, y les dije a Myra y
a Atlas: Cuando salgan, cierren la puerta del
escenario de un golpazo. Y regres a casa.
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Maldicin! gru el inspector, irritado
. Ahora no sabremos quines entraron o salieron
del teatro. Cualquier artista podra haberse
introducido sin ser visto por nadie, o bien esperado
por all hasta que... se mordi los labios .
Caballeros, adonde fueron despus de la funcin
de anoche? Los tres actores se sobresaltaron
simultneamente. El Gran Gordi habl el primero,
articulando las palabras con voz dulce e
intranquila a la par:
Regres directamente a la pensin, y me
acost en seguida.
Alguien le vio entrar? Vive usted en el
mismo agujero que los Brinkerhof?
El mago se encogi de hombros:
Nadie me vio. S, en la misma pensin.
Y usted, Texas?
El vaquero contest:
Estuve vagabundeando; luego entr a un
bar y me embriagu.
A qu bar?
No recuerdo; estaba muy bebido; despert
esta maana con dolor de cabeza.
Amigos, les prevengo que se encuentran en
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un buen lo dijo el polica, sarcsticamente .
Ni siquiera saben fraguar coartadas! Bien, qu
me dice usted, seor cmico?
Oh! No me es difcil demostrarle dnde
estaba anoche, inspector balbuce el comediante
. Concurr a un bar en donde conozco veinte
personas que jurarn haberme visto por all.
A qu hora?
Alrededor de la medianoche.
El inspector resopl, diciendo:
Vayanse! Pero no se alejen demasiado. Es
posible que los necesite despus. Squelos de mi
vista, Thomas, antes de que pierda la paciencia.
Muchsimos aos ha cuando el megaterio
vagaba solitario el mismo empresario de orejas
apantalladas que dijo: El Acrbata sea el
Primero, sent tambin el principio de que El
Espectculo debe continuar representndose.
Puede ocurrir un accidente, que el principiante se
escape con la domadora, que la ingenua se
embriague, que la dama de la quinta fila, derecha,
escoja el teatro como escena para su ataque
mensual de epilepsia, que el fuego consuma
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algunos camarines; pero, el espectculo debe
continuar representndose. Ni siquiera un rarsimo
asesinato puede anular el sagrado principio. El
espectculo debe continuar a pesar del fuego, del
agua, de directores bebidos como Kelly y del
Fantstico Caso de la Acrbata Ahorcada.
No era de sorprender, pues, que cuando el
Metropole comenz a colmarse con espectadores,
no se viera seal alguna de que una mujer haba
sido asesinada la noche anterior entre sus chillones
muros, y que policas y detectives patrullaban sus
zonas reservadas, mirando todo con suspicacia y
desconcierto. El asesinato no era ms que un
accidente en la vida del circo. Apenas s mereca
dos columnas en el Variety...
El inspector Richard Queen rabiaba en su duro
asiento de la dcimaquinta fila, y Ellery estaba a
su lado, sumido en pensamientos. La insistencia de
Ellery en asistir a la representacin pareca irritar
al inspector. Aguantaron una pelcula soporfera,
un noticiario, unos dibujos animados...
Cuando el cartelillo de las Prximas
Atracciones apareci sobre la pantalla, Ellery se
levant, diciendo:
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Volvamos a bastidores, pap. Hay algo
que... no acab la frase.
Pasaron detrs de los polvorientos palcos de
la derecha y llegaron a los fondos del escenario por
una puerta de hierro guardada por policas
uniformados. El escenario y los bastidores parecan
oprimidos por un inslito silencio. El director Kelly,
calamitoso como nunca, sentbase en una silla
coja, junto al tablero de luces. Ninguno de los
actores estaba all.
Kelly dijo Ellery, bruscamente no
tiene gemelos de teatro aqu?
Para qu diablos los quiere? refunfu
el irlands.
Consgamelos, por favor...
Llam Kelly a uno de los obreros, quien
desapareci y volvi trayendo los binoculares.
Bien, qu intentas hacer, hijo? gru el
inspector.
Ellery ajust los gemelos.
No s dijo, encogindose de hombros .
Es una intuicin repentina...
En el foso resonaron sonoros acordes
musicales: la Obertura.
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Poeta y Aldeano rumi el polica .
Cundo encontrarn algo nuevo?
Ellery no replic; limitbase a aguardar,
gemelos en mano, los ojos clavados en el iluminado
escenario. Apenas se extinguieron los ltimos
compases y algunas salvas de aplausos, poco
entusiastas, resonaron entre el pblico, y los
carteles anunciaron Atlas y Co., el inspector
perdi parte de su irritacin y comenz a sentirse
interesado. Cuando el teln se alz sobre el
escenario, apareci Atlas, sonriente, exhibiendo la
impresionante masa de su cuerpo ceido por una
rosada malla; a su lado saludaba una mujer alta y
risuea, de cabellos rubios y algunos dientes de oro
que destellaban a la luz de las candilejas. Tambin
ella llevaba malla color carne.
Brinkerhof, con toda la mansedumbre y la
comprensin de la tribu acrobtica, haba insistido
en representar su nmero, y Bregman, el agente,
le haba enviado otra compaera; ambos artistas
haban pasado una hora larga ensayando sus
abrazos, piruetas, lanzamientos y dems diabluras
del gnero. Es que el espectculo debe continuar
representndose...
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Atlas y la mujer rubia realizaron una
intrincada serie de volteretas y maniobras
equilibrsticas. La orquesta ejecutaba msica con
los bronces. Los trapecios mecanse sobre el
escenario. Balanceos sencillos. Saltos mortales en
el aire. El tambor redoblaba y el cmbalo
repercuta.
Ellery no intent emplear los binoculares. l,
su padre y Kelly estaban apostados entre
bastidores, a la derecha, y ninguno de ellos
articulaba palabra, aunque el ltimo jadeaba como
un hombre que acabara de salir del agua en
procura de aire. Una diminuta figurilla pareci
materializarse detrs de ellos; volvi Ellery la
cabeza; pero no era ms que Sam, el Marinero, el
cmico de la legua, envuelto en un uniforme de
marino tres nmeros ms grande que su
cuerpecillo esculido; su rostro se perda bajo una
capa de pintura. Observaba con insistencia a Atlas
& Co., inexpresivamente.
Es bueno, eh? murmur.
Nadie respondi; sin embargo, Ellery se volvi
al director, susurrndole:
Kelly, abra bien los ojos para... y su voz
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se baj tanto que ni el cmico ni el inspector Queen
oyeron lo que deca.
En cuanto a Kelly, su rostro reflej sorpresa y
cabece, afirmativamente, mientras segua las
evoluciones de los equilibristas.
Cuando concluy el nmero, la orquesta
ejecutaba el habitual crescendo sostenuto, Atlas
saludaba y sonrea, la mujer se inclinaba y
mostraba sus dientes de oro y el teln caa
rpidamente, Ellery dirigi una significativa
mirada a Kelly. Pero Kelly mene la cabeza.
Los carteles anunciadores cambiaron: Sam, el
Marinero. Se elev entonces una msica alegre y
vertiginosa, y el hombrecillo del uniforme
extravagante sonri tres veces, como si ensayara
la sonrisa, y aspirando una gran bocanada de aire,
se lanz hacia el escenario manoteando y
trastabillando como un ebrio y, desplomndose
sobre el tablado cuan largo era, mostr su rostro
de gnomo a la luz de las candilejas, mientras
estallaba una tempestad de carcajadas en el
pblico.
Los tres observaban todo desde los bastidores,
silenciosamente.
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El cmico representaba un nmero
desopilante. No slo era una caricatura de todos los
marineros, sino tambin una caricatura de todos
los marineros ebrios. Farfullaba, trastabillaba, caa
en silencio, luego parloteaba de nuevo, describa
una imaginaria travesa, daba vueltas sobre s
mismo en las tablas al encaramarse en un mstil
inexistente, tornaba a callarse y a enfrascarse en
una pantomima que sacuda de risa al teatro.
Caramba! murmur el inspector .
Conquistar tanta fama como Jimmy Barton con
ese nmero del borracho.
Bah! Pobre diablo! dijo Kelly.
Sam, el Marinero, abandon el escenario por
el complicado procedimiento de nadar sobre las
tablas. Se levant entre bastidores, jadeante,
chorreando sudor. Sali a agradecer al pblico.
Volvieron a aplaudir. Sam desapareci. Reapareci.
Volvi a desaparecer. En su rostro de ratn se
asom una expresin obstinada.
Sam! susurr Kelly . Por el amor de
Dios, Sam, ejecuta el nmero de la cuerda! Por el
amor de Dios, Sam...
El nmero de la cuerda? pregunt
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Ellery, calmosamente.
El cmico se mordi el labio inferior. Se
levantaron sus hombros y sacudindose, cayeron
al cabo, en tanto se escurra de nuevo al escenario.
Estall un coro de carcajadas y la sala se aquiet
de nuevo. Sam se puso de pie, dificultosamente.
Eh! Los de arriba! aull, sbitamente
. Arrjenme una soga!
Un cigarro, de papier mach, de tres pies de
largo, cay sobre las tablas del lado contrario.
Risas.
No! Soga! Soga! chillaba el hombrecillo,
balancendose.
Una cuerda negruzca serpente desde lo alto.
Enroscse, milagrosamente, alrededor de sus
hombros esculidos. Se debati Sam entre sus
pliegues. Se arrastr tras sus puntas embreadas.
Ejecut fantsticos saltos. Y siempre las
puntas embreadas se le escurran de los dedos y se
enredaba cada vez ms entre las negruzcas anillas
de la soga, en tanto pugnaba por desasirse.
La sala pareca venirse abajo. El hombrecillo
era cmico; el rostro avinagrado de Kelly
transparent cierta alegra; el inspector sonrea. El
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espectculo concluy de golpe y dos operarios
surgieron de las alas y arrastraron al cmico fuera
del escenario, convertido ahora en un impotente lo
de enredados cordajes. Su faz, bajo la capa de
pintura, estaba plida como la tiza.
Se desembaraz con facilidad de las anillas de
la cuerda.
Bravo, muchacho! ri el inspector .
Lindo nmero!
Murmur Sam algo y se alej hacia su
camarn. La cuerda qued en donde cayera. Ellery
la examin brevemente y despus fij su atencin
en el escenario. La msica cambi de tono. Una voz
de tenor, asombrosamente hermosa, vibr en el
teatro. La orquesta ejecutaba Hogar de las
Praderas. Y el teln se alz ante Tex Crosby.
El larguirucho cowboy vesta ropas llamativas,
tpicas entre los vaqueros de teatro o circo; las
usaba con cierto aire autoritario. Los revlveres de
seis tiros y culata nacarada, que sobresalan de las
pistoleras, no parecan fuera de lugar. Su enorme
sombrero blanco sombreaba un adusto rostro de
llanero del Oeste. Sus piernas estaban un poco
combadas. El tipo era genuino.
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31
Cantaba canciones del Oeste y contaba
historietas graciosas con su suave canturreo
tejano, y durante todo ese tiempo sus manos, de
dedos largos, maniobraban con un lazo. ste
pareca vivir entre ellas. Desde el mismo momento
en que el teln se alz sobre su figura desgarbada,
el lazo no se detuvo un instante y no ces de
evolucionar en medio de sus chistes, su zapateo y
sus canciones, la ltima de las cuales,
inevitablemente, fue El ltimo Rodeo.
Will Rogers! mascull Kelly parpadeando
con sus ojillos inyectados en sangre.
Por primera vez alz Ellery los binoculares.
Cuando el tejano se inclin por ltima vez, el joven
dirigi una mirada inquisitiva al director. Kelly
mene la cabeza.
El Gran Gordi hizo su entrada envuelto en el
retumbar de un trueno, en el destello de un
relmpago y en los pliegues de una negra y
satnica capa; su charlatanismo trasuntaba algo
impresionante; brillantes los ojos negros, erizados
los grandes bigotes, la nariz ganchuda, sus manos
y sus labios no parecan conocer un solo instante
de reposo.
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El mago ejecutaba un suave y rtmico zapateo
que diverta al auditorio, distrayendo su atencin
de los enigmticos misterios de sus manos. Su
nmero no encerraba nada de sorprendente, pero
era un espectculo hbil. Practic diversos
milagros con naipes. Su juego de manos con
monedas y pauelos era, a los ojos del lego,
estupendo. Aparentemente, bajo sus ropas de
noche, se ocultaban trascendentales misterios.
Todos observaban con creciente tensin
mientras el mago vaciaba su bolsa de maravillas.
Por primera vez advirti Ellery que Brinkerhof,
enfundado en su malla, agazapbase en el lado
opuesto. Los ojos del titn no se desviaban del
ilusionista... Desentendanse de los dedos
endiablados, de los movimientos de su cuerpo
cubierto de negro. Slo el rostro... En los ojos del
acrbata no brillaba ni clera ni odio; slo
atencin. Qu le ocurra al acrbata? Reflexion
Ellery que era una suerte que el Gran Gordi no
tuviera conocimiento del examen del gigante; de
otro modo, aquellas manos elsticas no hubieran
podido accionar con tanta facilidad.
A pesar de la tensin existente, el acto del
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ilusionista pareca interminable. Ejecut trucos con
mecanismos raros, manipulados entre bastidores
por ayudantes. La sala estaba pendiente por
completo de sus manos.
Lindo espectculo! coment el polica,
sorprendido . No crea que fuera tan bueno!
Hacemos lo que podemos murmur
Kelly.
Algo extrao haba en su faz; tambin l
observaba con atencin.
De sbito, algo pareci saltar en aquel
perfecto mecanismo. La orquesta tocaba como
desconcertada. Gordi haba concluido un truco e
inclinndose ante el pblico, enfil hacia los
bastidores. Los maquinistas no estaban an listos
para bajar el teln. La orquesta ejecutaba ahora
msica. La cabeza del director agitbase con
frenes desorientado.
Qu pasa? pregunt el inspector.
Olvid ejecutar su ltimo truco! rezong
Kelly . Es usted un clarividente, Mr. Queen...
Eh! mascull, vuelto hacia el ilusionista
. Acaba tu nmero, condenado! Aprovecha
mientras aplauden! Gordi estaba palidsimo. No se
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34
volvi a ellos; vean su mejilla izquierda y la
rigidez anormal de su espalda. Tampoco respondi.
Con la lentitud de un novicio, Gordi regres al
escenario. Al otro lado, el acrbata espiaba. Y esta
vez Gordi, sorprendindose convulsivamente, le
vio.
Qu est pasando aqu? interrog el
polica, alerta como un reyezuelo.
Ellery acerc los binoculares a sus ojos.
Un trapecio oscil sobre el escenario; era una
sencilla barra de acero suspendida de dos cables
delgados; una cuerda amarilla, lisa y de aspecto
flamante, acompaaba al trapecio, cayendo a las
tablas.
El ilusionista trabajaba lentamente. La sala
estaba en silencio. La msica haba cesado.
Asi Gordi la soga e hizo algo con ella; su
espalda ocultaba los manejos; luego se volvi,
levantando en alto su mano izquierda; todos vieron
que la mueca estaba atada al extremo de la
cuerda amarilla con un nudo enorme y complicado;
recogiendo la otra punta, dio un corto salto,
asindose del trapecio; cuando su pecho lleg al
nivel de la barra, Gordi se enderez, volvindose
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nuevamente, y su cuerpo ocult otra vez sus
maniobras; cuando torn a girar sobre s mismo,
los espectadores repararon en que el otro cabo de
la cuerda estaba atado de la misma manera a la
barra del trapecio. Levant su diestra como
haciendo una seal y el tambor inici un
prolongado redoble.
Instantneamente, el trapecio comenz a
levantarse y el pblico se dio cuenta de que la soga
slo meda cuatro pies de largo. Al izarse la barra,
el cuerpo esbelto del ilusionista se alz con l,
suspendido por la cuerda ligada a su mueca. El
trapecio se detuvo cuando los pies del mago
distaban dos yardas de las tablas.
Ellery miraba atentamente por los
binoculares. Al otro costado, Brinkerhof acechaba.
Gordi comenz luego a retorcerse y a saltar en
el aire, indicando, con esta pantomima, que estaba
firmemente asegurado al trapecio y que ni siquiera
el peso de su cuerpo deshaca los nudos; de hecho,
dicho peso slo tenda a apretarlos an ms.
Es un buen truco! murmur Kelly .
Dentro de un segundo, sus ayudantes bajarn un
dispositivo especial y en ocho segundos, se alzar
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aqul de nuevo y Gordi saltar al escenario, con la
soga sobre las tablas.
Listo! grit Gordi, con voz ahogada.
En ese mismo instante, Ellery orden a Kelly:
Pronto! Bajen la cortina! Rpido! D las
seales necesarias!
Kelly entr en accin. Bram algo ininteligible
y al cabo de unos momentos de vacilacin, cay el
teln. La sala pareci petrificarse de estupor, si
bien no tardaron todos en suponer que el incidente
formaba parte del truco. Gordi comenz a
debatirse, extendiendo la mano hacia el trapecio.
Bajen el trapecio! rugi Ellery a los
maquinistas . Descindanlo, pronto! Gordi! No
se mueva! El trapecio descendi dando crujidos.
Gordi cay sobre las tablas, trmulos los labios.
Ellery salt hacia l, con un cortaplumas abierto
en la diestra y cort salvajemente la soga.
Ya puede levantarse dijo Ellery .
Quera ver el nudo, seor Gordi.
Todos se aglomeraron en torno del joven y del
abatido ilusionista, que pareca incapaz de
levantarse. Acuclillado sobre el tablado, los labios
aun estremecidos, brillaba el temor en sus ojos.
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Brinkerhof llegse hasta ellos, con los bceps
rgidos. Crosby, el sargento Velie, Sam, Kelly,
Bregman, los tramoyistas, todos...
El inspector contempl el nudo del trapecio.
Luego extrajo del bolsillo un corto trozo de la
cuerda que ahorcara a Myra Brinkerhof, y todos
comprobaron que eran idnticos.
Bueno, Gordi manifest el polica , creo
que se le acabaron las maas. Levntese, hombre!
Dse preso por asesinato; le prevengo que cuanto
diga podr...
Sin articular palabra, Brinkerhof, el poderoso
Atlas, salt sobre el hombre abatido en el suelo,
apresndole la garganta. Fueron necesarios los
esfuerzos de Velie, Crosby y Kelly para arrancarle
la vctima de las manos.
Gordi jadeaba, acaricindose el cuello:
No soy culpable! gimi . Soy inocente!
S... vivamos juntos... nos ambamos!... Pero,
por qu asesinarla? yo no fui! Por el amor de
Dios...
Schwein!2 rechin Atlas.
El sargento Velie apres a Gordi por el cuello:
2 Cerdo.
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Vamos, andando!
Ellery intercedi:
Muy lindo! Mil perdones, Mr. Gordi.
Naturalmente que no fue usted.
Se produjo un silencio largo, cuajado de
estupor. Detrs del pesado teln repercutieron
voces metlicas. Pasaban una pelcula sobre la
pantalla.
Que l... no la mat? balbuce el
acrbata.
Pero, y los nudos, hijo? murmur el
inspector, atnito.
Precisamente, los nudos... Desafiando los
reglamentos contra incendios, Ellery encendi un
cigarrillo, fumndolo con aire pensativo . Desde
el principio, la ahorcadura de Myra Brinkerhof me
preocup. Por qu la ahorcaron? Por qu
prefirieron este mtodo en lugar de echar mano de
las otras cuatro formas de muerte, ms sencillas,
ms expeditivas, y que no requeran trabajos y
riesgos extras, como la ahorcadura? La verdad es
que, si el homicida escogi este sistema difcil para
matarla, fue porque tena algn motivo poderoso
para ello.
-
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Gordi le contemplaba con la boca abierta.
Kelly estaba plido como un muerto.
Pero, por qu escogi la ahorcadura?
Porque la ahorcadura ofreca al homicida ventajas
que no tenan ninguno de los otros mtodos.
Bueno, qu ventajas podra brindarle una cuerda,
de las que careciera un tiro, una pualada, el gas o
un martillazo? Plantendolo de otra manera, cul
es el detalle caracterstico de la horca, que no
ofrecen los dems sistemas? Un solo detalle,
caballeros: el empleo de una soga!
Bueno, todava no veo claro... rezong el
inspector.
Oh! Es demasiado claro, pap! Algo hay en
la cuerda que hizo preferir al asesino esta forma
de muerte a las otras. Pero, qu es lo ms
significativo en la cuerda empleada para ahorcar a
Myra Brinkerhof? Pues, este nudo peculiar, tan
peculiar, que ni el mismo experto consigui
identificarlo. En otros trminos, el empleo de este
nudo asemejbase a dejar una impresin papilar.
De quin es este nudo? De Gordi, el mago! Y,
posiblemente, es de su invencin...
No lo entiendo! chill Gordi . Nadie
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conoca mi nudo... Es un tipo que estudi yo mismo
y... luego se mordi los labios, guardando
silencio.
Exactamente! Sabemos todos que los
ilusionistas hicieron progresar el arte de hacer
nudos en un grado notable. No fue acaso Houdini
quien...?
Tambin los hermanos Davenport
murmur el mago . Mi nudo es una simple
variedad de una de sus creaciones.
Ni ms ni menos! modul Ellery .
Como deca, si Mr. Gordi hubiera querido asesinar
a Myra Brinkerhof, no habra escogido,
deliberadamente, el nico mtodo que podra
delatarle. Por ventura, hizo ese nudo
instintivamente? Es admisible; pero en tal caso,
por qu decidi matar a Myra Brinkerhof con esa
cuerda, si tena a mano otros cuatro mtodos, ms
fciles y ms manuables? Ellery palme el
hombro del ilusionista . Acepte mis excusas,
Gordi. La verdad es que usted fue enredado por
alguien que, con deliberacin, escogi el mtodo
ahorcadura y nudo para complicarle en un
crimen del que es usted absolutamente inocente.
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41
Pero Gordi afirm que ninguno conoca su
maldito nudo mascull el inspector . Si cuanto
dices es cierto, El, alguien debi aprenderlo a
hurtadillas.
Tu suposicin es plausible murmur
Ellery . Alguna sugestin, signor Gordi?
El mago se incorpor lentamente, sacudiendo
sus extravagantes prendas. Brinkerhof paseaba su
estpida mirada de Ellery a Gordi y de Gordi a
Ellery.
No s respondi el ilusionista, palidsimo
. Ignoraba que alguien conoca mi secreto... Sin
embargo, como trabajo en este conjunto desde hace
varias semanas, supongo que si alguien quisiera
conocerlo...
S, ya veo murmur Ellery, meditabundo
. Estamos en un callejn sin salida, eh?
Irremediablemente sin salida! espet el
anciano polica . Y mil gracias, hijo, por tus
servicios. Como colaborador, slo sirves para
confundirnos.
Con toda franqueza, pap deca Ellery, al
da siguiente, en el despacho del inspector ; no s
-
42
an lo que significa todo esto. Slo estoy seguro de
que Gordi es inocente. El homicida saba bien que
alguien notara el inslito nudo utilizado por Gordi
para su nmero de la escala. En cuanto al
motivo...
Escchame refunfu el inspector .
Veo el caso con la misma claridad que t. Todos
ellos tenan motivos para liquidarla... Crosby se
enfureci con Gordi por el amor de ella... Sabas
t que ese enanito de cmico rondaba a Myra ?
Dicen que el granuja quera conquistarla... Y Kelly
tuvo un asunto con ella, antes de que actuara en el
Metropole...
No lo dudo replic Ellery, sombro . La
llamada de la carne! Myra era un mariposa loca.
Un verdadero melodrama bocacciano, con marido
engaado y todo lo dems...
La puerta se abri y entr el doctor Prout, el
mdico forense, con una expresin de
anonadamiento en su rostro inteligente.
Desplomndose en una silla, acondicion sus pies
sobre el escritorio.
Adivinen lo que pasa dijo.
Soy un detestable adivinador respondi,
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43
acremente, el anciano.
Buena sorpresa, caballeros! Y tambin
para m. La mujer no muri ahorcada!
Cmo? gritaron a una los Queen.
Lo que oyen! Estaba ya muerta cuando la
colgaron respondi el facultativo, mirando la
punta de su cigarro.
Bueno, que me maten si... dijo Ellery,
por lo bajo; saltando de la silla, sacudi los
hombros del mdico . Prouty! Por el cielo!
Djese de adivinanzas! Cmo la asesinaron? Con
revlver, gas, estilete, veneno?...
Con dedos.
Con dedos?
El doctor Prouty encogise de hombros:
No cabe duda. Cuando retir esa soga
mugrienta de su cuello de cisne, descubr claras
seales de dedos en la piel. La cuerda estaba
apretada, pero las seales estaban all, y bien
visibles. Myra fue estrangulada por las manos de
un hombre y luego colgada... Por qu? Eso no lo
s.
Bueno! articul Ellery . Bueno!
repiti, irguindose . Muy interesante! Comienzo
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44
a ventear el precioso rastro. Cuntenos algo ms,
camarada.
Por cierto que es curioso terci el polica,
mordisquendose el bigote.
Un poco ms que curioso afirm el
facultativo . Reconoce usted un sujeto
estrangulado a la legua. Cules son las
caractersticas de las impresiones digitales dejadas
en el cuello de la vctima?
Ellery examinaba su rostro con atencin:
Caractersticas? frunci el ceo . No
me diga que... Oh! sus ojos chispearon .
Hombre! Las impresiones ordinarias apuntan
haca arriba, con los pulgares hacia el mentn.
Bravo! Bueno, estas seales difieren de lo
comn. Todas marcan haca abajo.
Ellery lo mir fijamente; luego, atrapando la
mano del galeno, bram:
Eureka! Prouty, viejo matasanos, es usted
la respuesta a la oracin de un lgico. Pap,
vamos!
Qu te pasa? mascull el polica .
Corres demasiado! Adonde piensas ir?
Al Metropole Theatre! Asunto urgentsimo!
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45
Si mi reloj no me engaa grit Ellery, aprisa
llegaremos a tiempo para asistir a otra funcin. Y
voy a demostrarte el motivo por el cual nuestro
amigo, el criminal, no intent asesinar a la
hermosa Myra empleando un revlver, un estilete,
el gas o el martillo, y menos aun el nudo corredizo
de la horca.
Sin embargo, el reloj de Ellery se mostr falaz
con su dueo. Cuando llegaron al teatro estaban
pasando la pelcula de entrada. Precipitronse
hacia los bastidores en busca del director Kelly.
Busquemos a Kelly o al portero Perk
murmuraba Ellery, empujando a su progenitor por
el obscuro pasillo . Una sola pregunta y...
Un patrullero les franque la entrada. Los
bastidores estaban desiertos, abstraccin hecha de
Brinkerhof y de su nueva compaera, entregados
de lleno al ensayo de un nuevo ejercicio. El
trapecio estaba bajo y el titn penda del mismo
por sus poderosas piernas, teniendo un trozo de
caucho entre los dientes. Por debajo del acrbata,
girando como un trompo, la rubia equilibrista
secundaba los ejercicios de Brinkerhof.
Kelly pareci materializarse en el aire:
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46
Hola, Kelly! Estn los otros en la sala?
El irlands estaba ebrio de nuevo; farfull:
Oh! S... claro que s!
Rena a la compaa en el camarn de
Myra. Todava tenemos tiempo... Nada de
preguntas, pap! No s cmo no me di cuenta sin...
El polica alz los brazos al cielo raso. Kelly,
rascndose el mentn, se alej trastabillando:
Eh, Atlas! llam, cansadamente .
Basta de ejercicios... hic!... acrobticos y ven a...
hic!... ven aqu conmigo... y sigui su camino
vacilante hacia los camarines.
Ellery, no entiendo todava cmo... gru
el anciano.
Es perfectamente pueril; tanta es su
simplicidad replic el joven ; ahora veo con
claridad lo que antes slo sospechaba. Adelante,
pap! No retardemos el espectculo.
Reunidos en el camarn de la acrbata
asesinada, Ellery, apoyndose contra el tocador,
contempl el cao contra incendios, diciendo:
Uno de ustedes podra adelantar un paso y
declararse vencido... Ahora s quin mat a la...
ejem!... a la seora Brinkerhof...
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47
Cmo? Ya lo sabe? inquiri
Brinkerhof, roncamente . Quin es...?
enmudeci mirando con fijeza a los otros, con una
expresin estpida en sus ojos.
Nadie dijo nada.
Ellery suspir.
Seores, me obligarn ustedes a hablar.
Ayer les formul una pregunta: Por qu el
asesino prefiri ahorcar a Myra en lugar de usar
uno de los otros cuatro mtodos, mucho ms
sencillos? Y afirm, al demostrar la inocencia de
Mr. Gordi, que la razn estribaba en que el sistema
elegido permita al asesino el empleo de una soga
y, por ende, del nudo de Gordi . Agit su ndice
. Pero olvid una posibilidad adicional; si uno
descubre a una mujer, con una cuerda alrededor
del cuello, muerta por estrangulacin, deduce que
la cuerda la ahorc. Desde, tontamente, el hecho
de que la muerte en la horca, adems de permitir
el uso de una soga, cumple tambin el
importantsimo fin de ocultar el cuello. Pero, por
qu ocultar el cuello de Myra? Pues, porque una
cuerda no es el nico medio de estrangular a un
individuo; porque una vctima puede ser ahorcada
-
48
tambin con los dedos; porque el estrangulamiento
deja delatoras marcas en el cuello y porque, en fin,
el estrangulador no quera que la polica
descubriera huellas de dedos en el cuello de la
mujer. Imaginaba que las apretadas vueltas de la
soga ocultaran las huellas y las destruiran,
suposicin sta que comporta ignorancia supina,
por cuanto estas seales son imborrables. Pero, el
asesino no lo saba, y por eso fue que opt por
ahorcar a Myra cuando ya estaba muerta. La
fraguada pista del nudo de Gordi, destinado a
complicarle en el asunto, slo fue una razn
secundaria en la eleccin de la cuerda.
Ellery! grit el inspector . Es un
desatino! Supongamos que estrangulara a la mujer;
en tal caso, no le delataran las marcas de sus
dedos en el cuello. No podramos identificarlas o...
Cierto... certsimo! murmur Ellery .
Pero puedes observar que las marcas estn
impresas al revs. Apuntan hacia abajo y no hacia
arriba, como corresponde.
Nadie dijo nada. Rein el silencio en aquel
cuartillo atestado de hombres temerosos y
jadeantes.
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49
Ya ven ustedes, caballeros continu
speramente el joven , que Myra fue
estrangulada cabeza abajo. Pero, cmo es posible
eso? Slo si mediara una de estas condiciones: o
bien fue estrangulada colgando cabeza abajo sobre
su asesino, o bien...
Brinkerhof le interrumpi:
Ja... yo la mat... ja... yo la mat...
repitindolo incesantemente, como un fongrafo
con la pa atascada.
Una voz femenina murmuraba en el
amplificador:
Pero si te amo, querido, te amo, te amo, te
amo...
Los ojos de Brinkerhof despidieron llamas y
dio un paso hacia el Gran Gordi:
Ayer le dije a Myra: Myra, esta noche
ensayaremos el nuevo ejercicio. Despus de la
segunda seccin, vi a Myra und ese schweinhund
besndose tras el escenario. O su confersacin..
Haca tiempo que me engaaban. Y trac mis
planes. La matara cuando ensayramos el
ejercicio de nuefo. Y as la mat . Ocultando la
cara en las manos, rompi a llorar en silencio.
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El espectculo era horriblemente doloroso;
Gordi pareca transfigurado de espanto.
Luego vi la marca de mis dedos en su
garganta gimi el titn . Estaban al revs.
Saba que eso era malo para m. Por eso tom la
cuerda y cubr las marcas. Luego la colgu con el
nudo del schwein, que l le haba enseado una vez
a Myra...
Enmudeci. Gordi dijo, roncamente:
Dios mo! No recordaba ese detalle...
Llvenselo orden el inspector, con tono
seco y dbil, a los policas apostados en el umbral.
El caso era tan claro! explicaba Ellery
tiempos despus, saboreando su caf . O bien la
mujer colgaba cabeza abajo por encima del
criminal, o bien el criminal penda cabeza abajo
sobre la vctima. Un solo estrujn de esas
poderosas zarpas y... estremecise . El
culpable tena que ser un acrbata. Y cuando
record que los Brinkerhof haban estado
ensayando un nuevo ejercicio... call, fumando
cavilosamente.
Pobre hombre! musit el polica . No
era de mala ndole, sino torpe. Bueno, esa
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mujerzuela recibi su merecido.
Vamos, vamos! murmur Ellery .
Filosofando, inspector? No me interesan los
aspectos morales del crimen. En ese asunto, pap,
mayor es mi anonadamiento que mi orgullo.
Anonadado? gru el inspector,
haciendo un visaje . Pues a m me pareces
demasiado presuntuoso, hijo.
De veras? No lo creas! Te juro que me
anonada la falta de imaginacin de nuestros
amigos periodistas.
Bueno! suspir el polica . Muerdo el
anzuelo! Venga el chiste!
Ellery sonri:
Ninguno de los reporteros intuy el titular
apropiado para el caso. Se olvidaron, por lo visto,
de que uno de los personajes del drama se llama
vaya una coincidencia! , se llama Gordi.
Titular? murmur el inspector.
Oh, dioses! Cmo pudieron escaparse de
colocarme en el papel de Alejandro y de intitular al
caso El Enigma del Nudo Gordiano?